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Psicología Social de lo Colectivo

Memoria Colectiva

1. Memoria colectiva y cómo se aborda el pasado con historia

“La memoria es aquel recuerdo antes del


cual ya no hay ningún otro y da sentido y
significado a todos los recuerdos
posteriores.” (Halbwachs y los marcos
sociales de la memoria). La memoria se
construye colectivamente, es decir la
memoria es colectiva y se ayuda de
marcos sociales como el espacio,
tiempo, lugares, fechas y el más
importante es el lenguaje. El lenguaje
emerge como marco central de la
memoria colectiva, junto a él aparecen el
espacio y tiempo. La memoria es colectiva tanto por los marcos donde se
mantiene, como por los procesos, los contenidos y los productos. “Se puede
hablar de memoria colectiva cuando evocamos un acontecimiento que ocupa un
ligar en la vida de nuestro grupo y que hemos traído a la memoria, que lo hacemos
presente en el momento en que lo recordamos desde el punto de vista de grupo.
Tenemos derecho a pedir que se nos conceda la posibilidad del recuerdo desde el
punto de vista grupal, ya que una actitud mental de esta naturaleza sólo es posible
en una persona que forma o ha formado parte de una sociedad” (Halbwachs,
1950, p. 15 en Mendoza y González, 2004, p.145). La memoria colectiva es una
parte del proceso sobre el cual se define el presente de un persona, grupo,
colectividad, sociedad, nación. Desde la memoria se construyen realidades,
porque desde el presente se interpreta el pasado. Los sucesos experimentados
por una colectividad son mantenidos por ese grupo o por aquellos para quienes
signifiquen algo esos eventos, razón por la cual se mantiene con vida ese pasado,
depositándolo en marcos sociales como el espacio tiempo y haciendo uso del
lenguaje. Los sucesos no viajan desde pasado hacia el presente, sino lo que los
trae es su interpretación y su significado. Es por esto que los recuerdos no
siempre son verificables y fiables , ya que son una reconstrucción basada en una
interpretación. Los hechos y los recuerdos son consecuencias de interpretaciones
y reconstrucciones de la sociedades, es por esta razón que hay memorias y no
memorias. La memoria no es verificable, sino que interpretable, se presenta de
manera evocativa, por otro lado, la historia es al revés ya que trata de revivir
acontecimientos muertos.

La memoria colectiva no se confunde con la historia. La historia es la


recopilación de los hechos que han ocupado la mayor parte de la memoria de lo s
hombres. La historia comienza en el punto donde termina la tradición, momento en
que se descompone o se apaga la memoria social. La memoria colectiva se
distingue de la historia en dos aspectos. Es una corriente de pensamiento
continuo, que del pasado sólo retiene lo que aún queda vivo. La historia divide la
sucesión de los siglos en periodos, de un periodo a otro todo se renueva, los
intereses, las perspectivas, las ideologías, las tradiciones. La historia, que se sitúa
fuera y por encima de los grupos, no duda en introducir en el curso de los hechos
divisiones simples, cuyo lugar se fija de una vez para siempre. En el desarrollo
continuo de la memoria colectiva, no hay líneas de separación claramente
trazadas, como en la historia, sino simplemente límites irregulares e inciertos. El
presente no se opone al pasado a lo largo de una duración determinada del mismo
modo que se distinguen dos periodos históricos. Ya que el pasado ya no existe,
mientras que, para el historiador, ambos periodos tienen la misma realidad. La
memoria colectiva de una sociedad se extiende hasta donde puede, es decir,
hasta donde alcanza la memoria de los grupos que la componen. Existen varias
memorias colectivas, y esta es la segunda característica que distingue la memoria
a la historia. La historia es una y no hay otra más. La historia reduce los
acontecimientos a términos que son en apariencia comparables, lo cual le permite
asociarlos unos a otros. La historia se interesa por las diferencias, y se abstrae de
los parecidos sin los cuales no habría memoria, ya que sólo nos acordamos de los
hechos cuyo rasgo común es que pertenecen a una misma conciencia. En cambio,
la memoria colectiva es un grupo visto desde dentro, presenta al grupo un cuadro
de sí mismo que, se prolonga en el tiempo, ya que se trata de su pasado, pero de
modo que se reconozca siempre en estas imágenes sucesivas. La memoria
colectiva es un cuadro de parecidos.

Gracias a esta memoria colectiva podemos recordar muchas cosas acerca


de nuestra cultura como las costumbres y tradiciones, que gracias a los marcos
sociales hacen que vuelvan a la memoria colectiva. Gran parte de nuestras
tradiciones se conservan gracias a esta memoria colectiva que prevalece y no deja
que se quede en el olvido. Y son gracias a estas interpretaciones que hemos
hecho acerca de algunas actividades de nuestro pasado que podemos entender
como es que eran su estilos de vida y sus modos.

2. Marcos sociales y la fundamentación de la memoria

La comunicación y el pensamiento
de los diversos grupos de la
sociedad, está estructurado en
marcos, los marcos sociales de la
memoria. De los distintos marcos
posibles, los básicos son los
temporales y los marcos espaciales.
Los marcos temporales de la
memoria colectiva están armados con
todas las fechas de festividades, nacimientos, defunciones, aniversarios, cambios
de estación, etcétera, que funcionan como puntos de referencia, como hitos a los
cuales hay que recurrir para encontrar los recuerdos: las fechas y periodos que
son considerados socialmente significativos siempre tienen un recuerdo
construido, y así, se puede ir configurando una biografía congruente de individuos
y grupo. EL pensamiento va a aparecer ante sí los recuerdos que de otra manera
nos existirían porque no hubieran sido recordados, en efecto, los recuerdos están
más en los marcos, en las fechas, que en los pensamientos. En el tiempo se
encuentra depositada la memoria, como si la memoria fuera un objeto y el tiempo
fuera un lugar, y si faltan estos lugares, el recuerdo que contenían no puede ser
devuelto. El tiempo es igual al espacio, los marcos espaciales de la memoria
colectiva consisten en los lugares, las construcciones y los objetos, donde, por
vivir en y con ellos, se ha ido depositando la memoria en grupos, e modo que
evocan el recuerdo de la vida social que fue vivida ahí y su ausencia, pérdida o
destrucción impide la reconstrucción e la memoria. EL espacio es fundamental a la
memoria colectiva, porque al revés del tiempo, que esta hecho de convenciones,
éste está más estable y durable como si fuera una piedra inerte y puede mantener
así la memoria viva por más tiempo: la permanencia de una edificación significa
para los interesados la permanencia de sus recuerdos, porque en efecto, como se
dice “las cosas traen recuerdos”. La importancia del espacio se duplica en la
memoria por el hecho de que aun que una construcción se destruya, siempre
podrá decirse que “aquí estuvo”, porque en efecto, el trazo, la instalación, es lo
último que se borra.

Cuando uno pierde la memoria, se pierde la identidad. Es por esto que las
sociedades cuentan con sistemas que permitan mantener y comunicar la memoria,
nuestra identidad se fundamenta n la larga memoria colectiva. La memoria funda
la identidad. La imagen del pasado está unida a la identidad de una colectividad
en correspondencia con los intereses, los problemas y los temores de cada
momento. La memoria, y también el olvido, es el conjunto de representaciones del
pasado que constituye el nivel mediador entre el tiempo vivido y el sentimiento de
identidad en el presente. El resultado: no hay una única memoria en la sociedad,
pues cada grupo elabora la representación del pasado que mejor se adecua a sus
valores e intereses. La construcción de la memoria social, y por extensión la
política de la memoria, tienen sus límites en esta pluralidad de memorias
colectivas en conflicto en una sociedad.

Un ejemplo de estos marcos sociales, es cuando recordamos lo de la


matanza de Tlateloco de 1968, simplemente por el marco social del tiempo
recordamos colectivamente que fue lo que sucedió. De hecho hay muchas
personas que ni siquiera lo vivieron, pero aún así tienen el recuerdo de lo que
sucedió ese dia, gracias a los marcos sociales de tiempo, espacio y lenguaje.
Porque no solo es la fecha por la cual recordamos ese día, sino también es el
lugar de Tlateloco, esta el museo que te relaa todo el moviemiento. El lenguaje
tambien toma gran parte, porque como mcuhas personas jóvenes que no
estuvieron presentes, sabes de este movimiento por la comunicación que hay por
medio del lenguaje entre las personas que sí lo vivieron.

3. Ideología en la conducta colectiva y la memoria colectiva

La ideología es un conjunto de valores


sociales, ideas, creencias, sentimientos,
representaciones e instituciones mediante el
que la gente, de forma colectiva, da sentido al
mundo en el que vive. Es un sistema de
creencias valores y costumbres de una
comunidad. Algo del sentido común que
presenta temas opuestos como una contradicción y podemos decir respecto a los
sujetos que: La gente utiliza la ideología para pensar y discutir sobre el mundo
social y, por su parte, la ideología determina a su vez la naturaleza de tales
argumentos y la forma retórica que adquieren. El proceso de recuerdo social se
forma en el ámbito pragmático, en las instancias comunicativas de la vida
cotidiana. Es allí en donde surgen visiones contradictorias de la historia y se
expresan en discusiones a partir del uso de la ideología. Esta determina el origen
de esas visiones opuestas, cómo se van a constituir retóricamente, así como va a
determinar el significado que los sujetos le atribuyen al pasado. Por lo tanto,
podemos decir que el pasado "nace" de la discusión de posturas contrarias y por
esto mismo la verdad del pasado podría poder ser puesto en tela de juicio Las
ideologías intervienen en la reconstrucción del pasado porque es indispensable
para una sociedad el poseer una conciencia histórica, ésta no se relaciona con el
simple recuerdo de hechos históricos como pasaron realmente, sino que siempre
implican una lectura del pasado, y es en esa lectura donde se juega la ideología.

Mediante la ideología, se establece lo que se debe de olvidar , aquello no


debe de mostrarse, de lo que no debe de hablarse, cuando menos en las esferas
públicas y que no esta validado por las instituciones. La ideología es una forma de
memoria social, en la medida en que constituye lo que se recuerda colectivamente
y también lo que se olvida o qué aspectos de la historia de la sociedad siguen
siendo conmemorados o cuáles son relegados a los archivos del olvido. La
memoria será a la vez una parte de las ideologías y un proceso mediante el cual
éstas y por tanto las relaciones de poder en la sociedad, se reproducen. La
ideología determina la naturaleza de los argumentos y la forma retórica que
adquiere la organización institucional del olvido.

Muchas ideologías han estado presente en la historia que la han modificado


y manipulado estableciendo que es lo que debe de quedarse y que es lo que debe
de irse. En nuestra Facultad, hace años entro el conductismo de manera muy
fuerte, de modo que era la principal rama y muchas veces no había otra opción.
Entró esta ideología y por mucho tiempo se quedó en el olvido las otras ramas que
tiene la psicología, enfocándose solo en el conductismo.

4. Marcos sociales en la memoria colectiva

Según Halbwachs el recuerdo individual es sostenido y organizado por la memoria


colectiva que básicamente sería un contexto social entendido como grupo de
pertenencia. La investigación de los elementos que, en los diversos ámbitos
sociales, permiten la construcción de la
memoria, tanto individual como colectiva, abocó
a Halbwachs a establecer la existencia de unos
marcos sociales de la memoria. Según
Halbwachs, dichos marcos pueden ser
específicos, como los ya explicitados en
relación a la familia, la religión o las clases
sociales, pero hay otros , de carácter más
general , que son el espacio, el tiempo y el
lenguaje. Es decir que, cuando se recuerda, se
recuerda por medio de las claves específicas
que se corresponden a los grupos en los que o
sobre los que se esté recordando, pero también por medio de la aceptación
implícita de marcos más amplios que prescriben determinadas configuraciones
básicas sobre el espacio, el tiempo y el lenguaje. Recordar implica, así también,
asumir una determinada representación de la temporalidad, la espacialidad y el
lenguaje. Para Halbwachs el lenguaje es el marco a la vez más elemental y más
estable de la memoria y esto es así hasta tal punto que podría decirse que la
memoria en general depende de él. Esta dependencia de la memoria respecto del
lenguaje constituye, además, la prueba manifiesta de que se recuerda por medio
de constructos sociales, pues el lenguaje no se puede concebir sino en el seno de
una sociedad. Por su parte, el espacio y el tiempo, entendidos como cuadros
sociales de la memoria, sitúan los recuerdos distinguiéndolos de las imágenes de
los sueños que, según Halbwac hs, carecen de toda referencia espacio-temporal.
La importancia de dichos cuadros se pone de manifiesto cuando se comprueba
que algunos recuerdos de carácter afectivo que parecían jugar un papel definitivo
en la rememorización no adquirían todo su valor más que en el curso de una serie
de reflexiones que se apoyaban en puntos de referencia colectivos ( en el espacio
o en el tiempo ). Para Halbwachs, además, se da una preeminencia del marco
social espacial sobre el cuadro social temporal en el proceso de rememoración,
ya que el espacio en razón de su estabilidad, nos da la ilusión de no cambiar en
absoluto a través del tiempo y poder durar sin envejecer ni perder ninguna de sus
partes. El marco social espacial permite además articular y ordenar la
rememoración por medio de una realidad no discursiva que facilita en gran medida
su simbolización.

5. Olvido social, el olvido individual y el olvido institucional

La memoria y el olvido social están


intrínsecamente unidos, mantener a la
memoria implica minimizar el olvido. El
olvido parece que tiene los mismo
mecanismos que la memoria colectiva pero
se fabrica de distinta manera con distintos
materiales y procederes, con un actor
adicional que es el poder, que actúa de
forma dominante porque es el que decide qué es lo que hay que olvidar y qué es
lo que se mantiene en la memoria. Por este poder que se encuentra en el olvido,
éste tiene cierta ventaja respecto a la memoria, qué es un ejecutante con cierto
control y dominio social. Tanto el olvido social como la memoria colectiva tienen
relevancia para la producción y mantenimiento de lo que se conoce como realidad
social, específicamente lo que en el presente se vivencia. Como ya se mencionó,
la memoria y el olvido coexisten, y algunos autores plantean que el olvido es
necesario. El olvido es la contraparte de la memoria, es el otro extremo. El olvido
se puede ver como una desmemoria porque se olvida lo que alguna vez se tenía
en la memoria, lo que alguna vez se vivenció o significó para alguna persona,
grupo o colectividad.

El acto de transformar la memoria en historia tiene su proceso, hay también


un ejecutante que impulsa eso. Cuando la memoria deviene historia es que existe
un grupo, colectivo interesado en que así se mire al pasado y no otra perspectiva
la que se imponga en una colectividad o sociedad. Estos ejecutantes son una
entidad empírica, gente que desde una posición privilegiada actúa e impone una
perspectiva sobre otras.
La posición desde
donde lo hacen les
permite eso y más, su
lugar es en las
instituciones porque es
de donde opera el olvido
y es necesario el poder
que se empiriza en las
instituciones que en una
sociedad determinada se encuentran establecidas. El olvido se impulsa en una
sociedad, en una nación, desde sus instancias de decisión, que son también
instancias de poder y que han operado a lo largo de la historia. Lo que se opera
desde donde se decreta el olvido es la manipulación a gran escala de lo que debe
o puede ser recordado. Las instituciones son las que determinan lo que debe de
ser recordado y lo que debe de ser olvidado, es así cómo opera el olvido
institucional: es lo que se denomina olvido socialmente organizado. De esta
manera, se decreta mediante la ley, que se olviden periodos de la vida anterior, de
una colectividad, de una clase, de un grupo étnico o de la nación misma y se les
construye un pasado distinto. Asimismo, el olvido se ha usado como estrategia p
ara posibilitar la imposición de un determinado punto de vista en las ciencias y en
el conocimiento en general. El olvido institucional trata de imponerse como una
práctica social, en la que ocasiones se cae, y se juega con las reglas de las
instituciones, siendo ellas las que marcan qué debe de mantenerse en la memoria,
en este caso la historia, y qué debe de olvidarse, en este caso las memorias. El
olvido social, es el éxito del poder, es la aniquilación de la memoria.

Una vez que la memoria colectiva, lo que era un acontecimiento vivo, se le


ha traducido en términos de historia, se histórica, desde el quehacer de las
instituciones se está implementando e imponiendo el olvido que hasta aquí es
denominado institucional. Es un camino que lleva de la memoria al olvido. Para
que el olvido se implante, se requiere que lo asuman aquellos a quienes se han
dirigido las baterías del olvido institucional; sea mediante el terror, el pánico, el
ocultamiento, el silencio, la omisión, o por cualquier otro proceso o práctica, pero
que se extienda en el grupo o colectividad en donde se pretende establecer. El
olvido institucional si se ancla en el grupo y/o sociedad, estará traduciéndose en
olvido social. EL olvido social tiene la virtud de mostrarse al paso del tiempo como
algo natural, como algo no impuesto desde afuera, desde las instituciones
gubernamentales, eclesiásticas, académicas o familiares. El olvido social, no se
exhibe, pues se esconden los intereses por los cuales se convocó al olvido, y se
muestra no como olvido sino como memoria, que es más bien historia que se
repite en todo momento: esa es la memoria artificial, de la que se dota a una
sociedad que ha caído en el olvido. Cuando un grupo o sociedad cree, piensa,
asume e interioriza que no hay más pasado que el que se les está presentando
desde las esferas de decisión, desde las instituciones, el olvido social se está
consumando. De no haber una oposición, una disputa, una resistencia a las
prácticas que llevan al olvido, se estará consumando y consumiendo el olvido
social. En estos casos, el olvido ha ganado la disputa a la memoria, sea en el
grupo, en la colectividad, en la nación o en la gente, incluso la individual. Se inicia
con la memoria y se concluye con el olvido.

Existen muchos ejemplos de olvido institucional por parte del gobierno, la


iglesia e incluso por algunos historiadores. La historia de México ha sido
manipulada para la sociedad, así la historia de México que le enseñan a los niños
en la primaria difiere de la realidad. Muchas veces nos dijeron que Benito Juárez
siempre fue el bueno de la historia y Porfirio Díaz fue el malo, cuando no es
completamente cierto. Si Benito Juárez hubiera seguido vivo, los planes que él
hubiera seguido hubieran sido muy diferente, en cambio Porfirio Díaz no solo fue
el dictador que estuvo más de treinta años en el poder, sino fue un presidente con
el que tuvimos mucho crecimiento en varios ámbitos que beneficiaron al país.
Referencias

Aguilar, M. (1991). Fragmentos de la memoria colectiva. Revista de Cultura


Psicológica, Año 1. Número 1, México: UNAM, Facultad de psicología.

Halbwachs, M. (2004) La memoria colectiva. Zaragoza: Prensas Universitarias de


Zaragoza.

Mendoza, J y González, M. (2004). Enfoques contemporáneos de la psicología


social en México: su génesis a la ciberpsicología. México: Porrúa.

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