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Memoria Colectiva
La comunicación y el pensamiento
de los diversos grupos de la
sociedad, está estructurado en
marcos, los marcos sociales de la
memoria. De los distintos marcos
posibles, los básicos son los
temporales y los marcos espaciales.
Los marcos temporales de la
memoria colectiva están armados con
todas las fechas de festividades, nacimientos, defunciones, aniversarios, cambios
de estación, etcétera, que funcionan como puntos de referencia, como hitos a los
cuales hay que recurrir para encontrar los recuerdos: las fechas y periodos que
son considerados socialmente significativos siempre tienen un recuerdo
construido, y así, se puede ir configurando una biografía congruente de individuos
y grupo. EL pensamiento va a aparecer ante sí los recuerdos que de otra manera
nos existirían porque no hubieran sido recordados, en efecto, los recuerdos están
más en los marcos, en las fechas, que en los pensamientos. En el tiempo se
encuentra depositada la memoria, como si la memoria fuera un objeto y el tiempo
fuera un lugar, y si faltan estos lugares, el recuerdo que contenían no puede ser
devuelto. El tiempo es igual al espacio, los marcos espaciales de la memoria
colectiva consisten en los lugares, las construcciones y los objetos, donde, por
vivir en y con ellos, se ha ido depositando la memoria en grupos, e modo que
evocan el recuerdo de la vida social que fue vivida ahí y su ausencia, pérdida o
destrucción impide la reconstrucción e la memoria. EL espacio es fundamental a la
memoria colectiva, porque al revés del tiempo, que esta hecho de convenciones,
éste está más estable y durable como si fuera una piedra inerte y puede mantener
así la memoria viva por más tiempo: la permanencia de una edificación significa
para los interesados la permanencia de sus recuerdos, porque en efecto, como se
dice “las cosas traen recuerdos”. La importancia del espacio se duplica en la
memoria por el hecho de que aun que una construcción se destruya, siempre
podrá decirse que “aquí estuvo”, porque en efecto, el trazo, la instalación, es lo
último que se borra.
Cuando uno pierde la memoria, se pierde la identidad. Es por esto que las
sociedades cuentan con sistemas que permitan mantener y comunicar la memoria,
nuestra identidad se fundamenta n la larga memoria colectiva. La memoria funda
la identidad. La imagen del pasado está unida a la identidad de una colectividad
en correspondencia con los intereses, los problemas y los temores de cada
momento. La memoria, y también el olvido, es el conjunto de representaciones del
pasado que constituye el nivel mediador entre el tiempo vivido y el sentimiento de
identidad en el presente. El resultado: no hay una única memoria en la sociedad,
pues cada grupo elabora la representación del pasado que mejor se adecua a sus
valores e intereses. La construcción de la memoria social, y por extensión la
política de la memoria, tienen sus límites en esta pluralidad de memorias
colectivas en conflicto en una sociedad.