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ÁREA DE CONCENTRACIÓN EN

PSICOLOGÍA SOCIAL

El otro proletario.
Tercer ensayo grupal.
Seminario Teórico
Abandono, violencia y subjetividad.

PROFESOR:
DR. RODRIGO PARRINI

ALUMNOS:
DEL MORAL SANTILLÁN ATL ALEJANDRO
HERNÁNDEZ MENDOZA JONATHAN EMANUEL
LUNA CEBALLOS MAR SARAHÍ
El otro proletario
La vida como la conocemos después de los avances tecnológicos acaecidos a fines del siglo
20 tiene características muy importantes, sobre todo en términos laborales y sociales. Con el
auge de la industria, los obreros se rompían la espalda en las fábricas todos los días de su
vida hasta que el cuerpo ya no les daba más. Pocos eran los estudiados, los que “inventaban”
el futuro, sin embargo, a medida que la brecha entre ricos y pobres permitió el surgimiento
de una nueva clase media, apareció el otro proletario.
Si bien es cierto que el arquetipo de obrero no ha desaparecido y todavía lo vemos en
las fábricas, minas o trabajos físicos alrededor del mundo, también es incuestionable que otro
tipo de proletario ha surgido. Aquel que vive del trabajo que emana de su mente y si se nos
permite el uso del término, aquel sujeto del amplió sector “clasemediero” que a pesar de tener
acceso a estudios y relativa estabilidad económica vive del producto de su explotación,
sobrevive del tiempo, esfuerzo e ideas que puede vender.
Es gracias a este otro proletario, que tratamos de ensayar algunas ideas sobre el
llamado trabajo cognitivo entendido como producto del “semio-capitalismo” el cual se
vuelve el “modo de producción dominante en una sociedad en la que todo acto de
transformación puede ser sustituido por información y el proceso de trabajo se realiza a través
de recombinar signos” (Berardi 2007; 107). Al final, el trabajo cognitivo se reduce a la
producción y valoración económica de signos. El arquetipo base de un trabajador cognitivo,
es todo aquel que hace uso del esfuerzo mental y suele estar frente a una pantalla. Podríamos
pensar en contadores, corredores de bolsa, telefonistas de call centers o incluso repartidores
de aplicación digital.
Nuestro punto de partida tiene que ver con un trabajo que consideramos altamente
cognitivo, pero sin llegar a ser digital del todo. La psicoterapia como una rama de la
psicología tiene como principal base el intercambio de palabras, podría decirse que lo que se
produce y comercializa es la producción de signos y los cambios a la conducta y pensamiento
que estos traen. Un punto importante para iniciar es la presentación de un sujeto que se
enmarque dentro de las “generaciones post-alfabéticas”.
Hugo Gómez, es un maestro en psicología que, con 38 años, ha dedicado gran parte
de su vida a la psicoterapia. Experto en adicciones, psicología sistémica y psicología con
perspectiva de género, Hugo ha logrado posicionarse dentro del gremio de la psicoterapia
como un psicólogo buscado y cotizado. Su historia, creemos, sirve en muchas formas como
ejemplo del otro proletario. Por su edad y condiciones, lo ubicamos dentro de lo que Berardi
considera “generaciones post-alfabéticas”.
Las “Generaciones Post-alfabéticas” son aquellas que surgen con el avance de la
tecnología digital. Estas generaciones, asisten a un quiebre en la forma de relacionarse,
trabajar y vivir. “La generación que nace hacia fines de los años 70 comienza a manifestar
los primeros signos de una impermeabilidad a los valores de la política y de la critica que
habían sido fundamentales para las generaciones anteriores.” (Berardi, 2007:78).
Hugo proviene de una familia de clase baja con raíces indígenas, esta condición lo
posiciona en el mundo con prejuicios y elitismo, situación que no cambia hasta que su padre
y en general su familia comienzan a tener movilidad social, mejora su economía y su estilo
de vida, lo que le permite acudir a la educación privada.
“mi familia ha sido muy tradicional, venían ellos de una comunidad
Purépecha, el panorama era Judeo-cristiano, pues entrando a la universidad el
mundo se me abrió… porque la prepa también era una prepa fresa, chiquita,
que nunca me sentí tan adentro, por mi color de piel, por mi condición de clase
media o baja, porque ellos sí eran de otras clases sociales” (Hugo, min.15).
Ya con estas palabras observamos cómo nuestro sujeto vive en el mundo que le rodea.
El hecho de no pertenecer a clases altas impone sobre los sujetos, formas de vida que los
condicionan y precarizan. En el caso de los trabajadores cognitivos, esta precarización
supone la explotación cognitiva. Podría argumentarse en contra de este escrito que se abusa
del concepto de clase social, sin embargo, concordamos con Berardi cuando dice que “El
concepto de clases sociales define mucho mejor los procesos de identificación y los
conflictos, los intereses y las perspectivas políticas” (Berardi, 2007:76).
Cuando Hugo termina la universidad, entra a trabajar a una clínica de adicciones en
donde comienza a ser partícipe del semio-capitalismo y del trabajo cognitivo. “… tuvimos
un proyecto de formación en adicciones, por parte de la UNAM…y lo compraron y yo lo
coordinaba” (Hugo, min.19). Este trabajo le permite crecer y desarrollarse, pero a un alto
costo físico y de tiempo.
“A diferencia del obrero industrial, el trabajador cognitivo considera el trabajo como
la parte más importante de su vida y no se opone por lo mismo, al prolongamiento de
la jornada laboral. Es más, tiende a prolongar el tiempo de trabajo por propia decisión
y voluntad” (Berardi 2007 : 86)
El trabajo dentro del semio-capitalismo tiende a establecer una relación de deseo con
el trabajador, la importancia de desarrollarse y crecer es inmensa por lo que conlleva:
reconocimiento, más ingresos, autonomía, etc… el problema es que es en esta búsqueda
donde el sujeto tiende a sobre explotarse así mismo. Justo en esta situación, es entendible
considerar el “optimismo cruel” que “nombra una relación de vinculación con condiciones
de posibilidad comprometidas, cuya realización se descubre ya sea como imposible, mera
fantasía, o demasiado posible y tóxica” (Berlant 2012:108)
“Después de que entro a trabajar en una clínica de adicciones, me doy cuenta
de otro mundo, uno de más privilegio” (Hugo min. 17)
“…era entrar a las 9 de la mañana y salir quién sabe a qué hora” (Hugo
min.22).
Al final, el sobre esfuerzo y el sacrificio rinde frutos, sin embargo, se hace presente la realidad
precaria de los trabajos cognitivos. La idea es que las condiciones de vida actuales deterioran
y desgastan a los sujetos y el trabajo suele reproducir este desgaste generando limitantes para
la reflexión de la situación social actual o la interrogación de la crueldad que ello implica
(Berlant 2012: 112).
Precisamente, es la reproductibilidad del desgaste aunado a la idea o deseo de
desarrollo que proporciona ese optimismo cruel, el que orilla a los individuos a decantarse
por el emprendimiento, por la autonomía y por la “autorrealización”. Es curioso que, dadas
las características de las sociedades contemporáneas, los trabajos cognitivos, por su propia
naturaleza, exacerben el trabajo de auto empresa y el independiente (Berardi 2007: 114).
“… decidí ser terapeuta de tiempo completo, empecé una maestría y esa sí la
pagué… doy clases donde mi invitan” (Hugo, min.23).
Pero nuevamente la precariedad del otro proletario se hace patente. ¿Qué implica la auto
empresa para alguien con pocos recursos y de clase media o media baja? Emprender un
negocio o una empresa no es algo tan sencillo para alguien de clases no acomodadas como
para alguien que desde su nacimiento ha estado rodeado del privilegio.
La historia de Hugo es una historia de éxito, al menos en desarrollo, pero un paso en
falso, un descanso prolongado y todo se puede ir a la basura. Al no tener una conexión con
alguna institución, nuestro informante se ve desamparado pues no tiene prestaciones y se ve
en la necesidad de brindárselas él mismo. Esto implica algo que retrata aún más la
precariedad, Hugo tendrá que trabajar durante mucho tiempo antes de poder disfrutar del
retiro o una pensión digna.
“Durante el proceso de construcción de la red digital, el trabajador cognitivo
es inducido a considerarse empresario de sí mismo, para que pueda correr a lo
largo de los intransitables senderos de la imprevisibilidad existencial sin
perder nunca la convicción de estar sobre la ola” (Berardi 2007: 95)
“… yo soy mi propia asociación, yo sé que mi nombre vende” (Hugo min.40)
“… si hay una fase en la que tengo muchos pacientes que paguen poco o muy
poco yo la paso mal también” (Hugo, min.34)

Decidimos usar la expresión “el otro proletario” por las condiciones en las que vive un amplio
sector de la sociedad, la clase media. Recordemos que la precariedad, entendida como “más
que puestos de trabajos inseguros, más que una cobertura social insuficiente dependiente del
trabajo asalariado. (…) <pues> abarca la totalidad de la existencia, los cuerpos, los modos
de subjetivación. (…) la precarización significa vivir con lo imprevisible, con la
contingencia.” (Lorey 2016:17)
Parte importante de la condición que compartimos todos, es el hecho de que, en el
capitalismo neoliberal, no todos contamos con las mismas condiciones por lo que la
competencia es desde un principio injusta, sobre todo si consideramos que, como
trabajadores cognitivos, nuestro único medio de producción es la mente y el cuerpo y con
ello nos limitamos al desgaste y sobre explotación de nuestro medio. Aún más importante,
hay que sumarle la contingencia e incertidumbre que día con día se genera a través del
dinamismo económico y social.
De ahí que nuestra intención al escribir este breve ensayo fuera la puesta en juego de
dos conceptos importantes, el semio-capitalismo y el optimismo cruel. La sociedad
contemporánea está inmersa en una serie de acontecimientos que traen consigo la constante
búsqueda de vínculos afectivos con objetos de deseo como puede ser un “trabajo soñado”,
con el fin de tener una vida amena e imaginar un futuro exitoso, esperanzado y optimista sin
importar que obstáculos se tenga que vencer o bien si su bienestar esté en peligro, pues el
trabajo, aunque no es completamente físico, lo psíquico también se desgasta. Visto desde el
optimismo cruel y el semio-capitalismo nada importa y nada pesa con tal de tener algo con
que ganarse la vida, tener mejores cosas, cambios buenos, buena vida, ser reconocido, pleno
y ser alguien mejor que el prójimo, el problema es que nadie te habla del techo de cristal que
pesa sobre tu cabeza o sobre el increíble desgaste, presión y estrés que todo esto conlleva.

Bibliografía:

• Berlant, Lauren. (2011) Optimismo cruel. Combined Academic Public: EUA.

• Berardi, Franco. (2007) Primera bifurcación: Utopía/Premonición disutópica.


Segunda bifurcación: Conectividad/Precarización. Sexta bifurcación: Psicósfera en
Generación Post-Alfa: patología e imaginarios en el semicapitalismo. Tinta Limón:
Buenos Aires.

• Lorey Isabell. 2016. “Introducción y “Condición precaria y precariedad”, en: Estado


de inseguridad. Gobernar la precariedad, Madrid: Traficantes de Sueños, pp. 17-30 y
31-36.

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