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Primer Congreso
de Violencias
de Género
contra las Mujeres
23 y 24 noviembre de 2017
http://dx.doi.org/10.22201/crim.UNAM000001c.2017
Mesa 1
Feminicidios
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
El feminicidio infantil:
particularidades victimológicas y criminológicas°
Para el inicio de mi ponencia, quisiera empezar planteando ciertos factores que son de suma
importancia para el abordaje de mi tema: primero con que, desde mi experiencia, considero
que para comprender el tema del feminicidio nos tenemos que remitir mínimo a tres esferas
fundamentales: la sociohistórica, la jurídica (con las particularidades de cada entidad federa-
tiva) y la forense. La primera, la conocemos todos y todas las que hemos emprendido el camino
y en la que resulta ineludible remitirse a la sentencia Campo algodonero y la problemática
visibilizada de Ciudad Juárez; la segunda, como ya lo mencioné, implica un análisis particula-
rizado de cada estado de la república mexicana y del cómo se dio el proceso de instauración del
Feminicidio como tipo penal en los respectivos códigos y, en los que desgraciadamente habría
que escudriñar en tal proceso. Por ejemplo en Jalisco, lo hemos vivido con una serie de tropie-
zos, que involucran a los y las operadores de justicia (policías, ministerios públicos y jueces y
juezas) y a los auxiliares, peritos, trabajadores sociales, etc. En el que no existe una armonía aun
desde que se inicia la investigación para el trato que se le debe dar a cada caso. Sin embargo,
no quiero profundizar mucho en este punto, que implica otra ponencia más relacionada con
los retos a los que nos enfrentamos quienes día a día abordamos el tema en nuestra trinchera
laboral.
Por lo anterior, me enfocaré en la cuestión forense, que es justamente, la esfera desde la
que yo me encuentro.
Considero que, si el tema del feminicidio es sumamente complicado (y no debería) desde
la esfera forense, en la que el trabajo de los y las criminalistas, de las y los médicos forenses y
de aquellos especialistas como los psicólogos y psicólogas, se convierten en la columna verte-
bral para cada caso, en aquellos donde la víctima es una niña, se complejiza todavía más. La
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infancia es un sector poblacional que ve vulnerados sus derechos de una forma avasalladora y
si, para algunos juristas, pocas veces el asesinato de una mujer, amerita el título de feminicidio,
con mayor razón aquel en el que una niña es la receptora de tal violencia. Si la niñez, para los
ojos de la sociedad en general, difícilmente es vista como una población compuesta por sujetos
de derechos, las niñas en particular carecen de esa atribución, pero ¿cuál es la razón? Aquí mis
tres hipótesis:
1. No se percibe a las niñas como sujetos de derechos, es decir, creen que las niñas no son
mujeres y que no pueden ser vistas jurídicamente como tal, luego entonces, no pueden
ser víctimas de feminicidio. (Lógica no solo patriarcal sino ignorante). Y esto se vuelve
más complejo al centrarnos en que es una situación que implicaría una revisión desde
lo más básico, que es la diferenciación entre los conceptos de sexo y género (que para
muchos operadores de justicia sigue sin quedar clara). O sea que, creen que las niñas, al
no ser adultas, no entran en la esfera del “ser mujer” y por ende, no pueden ser, desde esa
lógica absurda, víctimas de violencia de género.
2. Para muchos operadores de justicia, el feminicidio sigue sin quedar claro y, tengo que
decirlo, los tipos penales tampoco han ayudado mucho, pues en la mayoría, el elemento
esencial que es el de “razón de género”, sigue siendo determinante para que los y las in-
vestigadores, decidan salirse por la tangente ante su desconocimiento o falta de recursos
para acreditar dicho concepto. Por este motivo les resulta más cómodo irse, por ejemplo,
por la figura del parricidio.
3. La mayoría de los feminicidios infantiles, son perpetrados por los progenitores y con eso,
resulta razón suficiente para que los juristas determinen la existencia de un parricidio y
no de un feminicidio.
Si ser mujer en nuestro país, es una situación que implica vulnerabilidad, ser niña incre-
menta esa situación hasta por lo doble o más.
Para el desglose de mi ponencia, voy a auxiliarme de tres casos particulares, de los que
posteriormente haré un análisis general. Obviamente sólo me estoy basando en los casos para
construir esas historias, los nombres, datos y detalles esenciales han sido modificados en su
totalidad con fines de confidencialidad, ya que solo son utilizados como un referente para las
conclusiones que persigo en mi ponencia. Expondré esas tres referencias y plantearé un análisis
en el que se visibilice el común denominador que he detectado a lo largo de mi desempeño pe-
ricial y que considero de suma relevancia a nivel metodológico. Dicho común denominador no
sólo será enfocado para el estudio de los perpetradores de la violencia feminicida, sino también
de los contextos psicosociales de las víctimas.
Finalmente, para el cierre, plantearé un caso resuelto de talla internacional acerca de uno
de los feminicidios infantiles más relevantes hasta el momento.
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Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Caso Úrsula
Úrsula salió a comprar unas palomitas de maíz para ver una película en casa, eran las
ocho de la noche de un jueves santo y estaba de vacaciones, se podía desvelar un poquito
con el permiso de su abuela, quien la cuidaría esa noche junto con su hermano, pues su
mamá, enfermera de profesión, trabajaría durante el turno nocturno, que tratándose del
día inhábil, se lo pagarían al triple, lo que siendo jefa de familia, le venía bastante bien.
Úrsula salió a la calle de un barrio familiar, en el que conocía a casi todas las personas que
estaban en la calle en ese momento, llegó a la tienda de la esquina, compró las palomitas
y un par de refrescos (para ella y su hermano) y de regreso a casa (tan solo a un par de
cuadras) salió Jorge de su casa. Jorge era el padrastro de su mejor amiga, un hombre de
37 años que tenía viviendo con esa familia alrededor de cinco años, por lo que también
le era familiar a Úrsula, quien solía entrar a la casa de su amiga con bastante frecuencia,
pues compartían gustos musicales y cosas que las niñas de esa edad disfrutan. Jorge le
comentó a Úrsula que Tania, su amiguita estaba muy enferma y triste porque no se había
podido ir a la playa y le pidió que entrara a platicar con ella para animarla. Úrsula no lo
pensó dos veces e ingresó inmediatamente a esa casa, aquella a la que solía entrar con
mucha familiaridad y con frecuencia. Sin embargo Tania no estaba, ni en la sala, ni en
la habitación, no había nadie en esa casa mas que Jorge, quien teniendo a Úrsula como
presa, intentó abusar sexualmente de ella.
El hallazgo:
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Mesa 1 - Feminicidios
Las huellas de lucha, forcejeo y defensa que tenía Úrsula en su cuerpo, reflejaban lo mu-
cho que trató de evitar el abuso sexual, resistencia que muy probablemente intensificó
la ira y brutalidad del feminicida, pues las lesiones infringidas en su economía corporal,
eran de tal zaña y magnitud, que solo pudieron haber sido ejecutadas de forma inten-
cional. Y por si eso fuera poco, el cuerpo de Úrsula fue arrojado a la azotea, a los perros
de pelea que ahí resguardaban, quienes siguiendo su instinto hicieron un festín con el
cuerpo. La dignidad rebajada hasta el límite.
Así como en este caso, pondré sobre la mesa las características principales para le ejecu-
ción de un feminicidio infantil:
A grandes rasgos esta será la estructura de mi ponencia, en la que de cada caso, rescataré
esos elementos hasta llegar a una guía que pueda servir como tipología o referente metodoló-
gico en caso de que se requiera.
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Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
El presente escrito tiene como finalidad reunir la información a presentar en el Primer Con-
greso sobre Violencias de Género contra las Mujeres, su realización corresponde a una medida
prioritaria y urgente ante la situación de desventaja crónica que vivencian todos los días las
mujeres alrededor del mundo. Se estima que el 80% de las han sufrido violencia de género por
lo menos una vez en su vida y que una mujer es golpeada cada 15 segundos; un golpe —expre-
sión de violencia física— es fácilmente detectable aunque las violencias no son tan evidentes
todo el tiempo, también puede tomar matices difusos y casi imperceptibles como la violencia
psicológica; sin embargo, de entre todas las violencias de género, el Feminicidio se encuentra
el extremo máximo, es la forma más radical de violencia a la que una mujer puede ser some-
tida: perder la vida por el hecho de ser mujer, ser asesinada porque una persona considera que
tiene derecho de propiedad sobre la vida de otro ser humano que de pronto deja de serlo y se
convierte en un cuerpo, un objeto, una cosa que puede usarse y desecharse, mutilarse y tirarse
al basurero más cercano con la mayor naturalidad y es precisamente es labor señalar cómo se
articula y se instala en la sociedad este hecho porque no se debe normalizar, es por ello que se
analizará su dimensión estructural donde el Feminicidio se encuentra firmemente enraizado,
que empero, es imposible de comprender si se omite toda la riqueza de simbolismos que cada
Feminicidio supone.
De acuerdo a cifras oficiales (que se suponen siempre menores a la cifra real), en Mé-
xico viven 61.4 millones de mujeres (más de la mitad de la población total 51.4%) y de éstas
mujeres, el 63% (40 millones de mujeres) ha sufrido violencia de género (Inegi, 2015). En la
geografía de los Feminicidios en el país, el caso más conocido y documentado es el de Ciudad
Juárez, en Chihuahua y recientemente, ha adquirido relevancia también el Estado de México.
A las llamadas muertas de Juárez y a las muertas de Edomex se suman las muertas de Jalisco,
que a pesar de competir estadísticamente se encuentran política y mediáticamente sumidas
en un mutismo sepulcral en cuanto a Feminicidios se refiere; además la tierra del Mariachi y
del Tequila se ubica entre los cinco primeros lugares con más crímenes de género y ocupa el
primer lugar en mujeres asesinadas por sus parejas (Ramos, 2016).
Este año se conmemoraron 10 años de la entrada en vigor de la Ley General de Acceso de
las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, es decir, en 2007 y a pesar de la tipificación del Fe-
minicidio en el Código Penal del Estado de Jalisco en 2012, fue ese mismo año el que presentó
el pico más alto en homicidios dolosos en contra de mujeres, no los llamo Feminicidios porque
no se integraron de esa forma, oficialmente sólo hay 2 feminicidas en Puente Grande. ¿De qué
sirve entonces la creación de un Protocolo de Investigación Ministerial, Policial y Pericial con
perspectiva de género para el Delito de Feminicidio, cuando a nivel judicial no ha sido aceptado
el Feminicidio como reflejo de la sociedad violenta a la que se enfrenta cotidianamente más
de la mitad de la población?, es decir, las mujeres. Patsilí Toledo afirma que “jueces y juezas
convencidos de la injusticia de fondo de estas normas suelen encontrar la manera de no aplicar-
las, especialmente recurriendo a la dificultad para acreditar los elementos más complejos de los
tipos penales, como las relaciones de subordinación entre hombres y mujeres, en una situación
en concreto” (2014, p. 86). Asimismo, es posible encontrar casos más desfavorecedores como
el Código Penal del Estado de Guerrero en donde “junto con la tipificación del Feminicidio se
introdujo la agravación general de todos los homicidios cometidos por un hombre contra una mu-
jer, sancionados con la misma pena que el feminicidio” (Toledo, 2014, p. 286). La simple lógica
entonces cuestionará el para qué tomarse la molestia de realizar una investigación más exhaus-
tiva si al final se llegará al mismo resultado, así pues, con el tiempo dejarán de existir Feminici-
dios en ese estado aunque los cadáveres de las mujeres asesinadas sigan apareciendo expuestos
a la orilla de las carreteras. Además, es pertinente considerar que “el peso simbólico y social de
la información “legal” u “oficial”, ensombrece aquella que proviene del activismo” (Toledo, 2014,
p. 287). Es predecible entonces que si se continúan invisibilizando las muertes, la tipificación
del feminicidio, lejos de tener un efecto positivo, se convertirá en contraproducente, como lo
ejemplifica el hecho de que la sentencia más alta emitida por Feminicidio en el país ha sido
recibida por una mujer (Toledo, 2014).
Luego de reflexionar entorno a problemáticas como éstas, David Velasco llegó a la con-
clusión de que México es un Estado Feminicida, ya que se crean leyes pero no se involucra
a las mujeres en el proceso (salvo contadas excepciones), no hay transparencia en el uso del
presupuesto, no hay certificaciones para funcionarios con perspectiva de género, no hay eva-
luación de programas, no hay contextualización étnica ni socioeconómica y no hay procesos
de transformación profunda de las prácticas, relaciones y cultura patriarcal y misoginia socia-
lizada en las instituciones (2016). Esta misoginia institucional y sutil se involucra en diversos
sectores, como Salud (violencia obstétrica) y Educación (uniformes escolares que perpetúan
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estereotipos de género); desde luego el ámbito de justicia no se escapa, tal y como se ejempli-
ficó párrafos arriba, sector en el que además se pueden añadir más elementos, como el caso de
la impunidad (Toledo, 2014), la mayoría de los delitos en nuestro país permanecen impunes
así que resulta una oportunidad bastante atractiva para el feminicida en potencia matar a una
mujer, la posibilidad de ser capturado es escasa y la de ser procesado y sentenciado por el delito
de Feminicidio es remota.
Lamentablemente México no es el único y desde luego el continente americano tam-
poco, luego de observaciones sobre la violencia sufrida por mujeres en la India, Martha Nuss-
baum (2012), planteó un marco filosófico, económico y jurídico universalista —El enfoque de
las capacidades— para hacer frente a la discriminación que viven las mujeres en todo el orbe,
ya la mujer se encuentra en situación de desventaja en el seno familiar y en el entorno laboral,
la filósofa señala cuáles son las capacidades centrales para el funcionamiento humano, que
expuestas a grosso modo, son:
• No morir prematuramente.
• Procurar la salud y la integridad corporales.
• Utilizar los sentidos, imaginar, pensar y razonar.
• Saber manejar las emociones vinculándose con cosas o personas a las que amar, por
la que dejarse cuidar y sentir gratitud.
• Reflexionar críticamente sobre la propia vida.
• Vivir con y hacia otros.
• Auto-respetarse.
• Respetar a otras especies.
• Reír y jugar.
• Controlar el propio entorno político y material.
Si no fuera por la gravedad de la situación resultaría absurdo que se tenga que señalar
que es necesario no morir para poder desarrollarse, aún mejor: no morir en forma prematura.
¿De qué mueren las mujeres en México? Por ejemplo, de acuerdo a la página de Inegi en el
grupo de 15 a 24 años las 3 primeras causas son: Accidentes (de tráfico de vehículos de motor),
Tumores malignos (leucemias) y Agresiones. ¿Agresiones? ¿A quién pertenece la autoría de
esas agresiones? Si estas “agresiones” son una constante en el país es imposible seguir tratándo-
las como <<hechos aislados>>, tal y como lo señala Griselda Gutiérrez quien menciona “situar
en una dimensión estructural el tema de la violencia contra las mujeres potencia un concepto que
ya en los análisis feministas se venían trabajando de tiempo atrás, el de continuum de violencia
sexual” (2008, p. 38), dicho de otro modo, no son problemas inconexos, es cuestión de base, de
fondo y estructura, y como problemática de estructura es necesario abordarla como tal, con-
trario a la labor que han venido haciendo los medios masivos de comunicación que dividen la
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opinión pública en la eterna dicotomía de los buenos y los malos, la víctima y el victimario, la
cuestión es que al demonizar al victimario pareciera que el feminicida como ente individual
es el único responsable y se omite la falta en la que cae el Estado al no cumplir con sus obliga-
ciones (que se ejemplificarán posteriormente) y de los propios medios de comunicación que
tienden a mostrar una constante cosificación femenina, valores obsoletos y misoginia en su
programación. Desde luego el feminicida es responsable de sus acciones, pero al repetirse una
y otra vez la historia es necesario el enfoque- macro para explicar el problema.
Por ejemplo, en el caso de Ciudad Juárez que se volvió famosa luego de que sus mujeres
trabajadoras jóvenes y de escasos recursos fueran raptadas, torturadas, violadas y asesinadas,
para convertirse en las tristemente célebres Muertas de Juárez, se dijo que operaba una banda
narco-satánica o que se trataba de un fetiche perverso de un desquiciado, se realizó el acto de
la captura y con ello se le dio carpetazo al asunto, con el detenido en prisión el asunto se termi-
naba y aunque las muertes siguieran ocurriendo, el Estado ya había cumplido con su deber. No
fue hasta que el caso Campo Algodonero de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
contra el Estado atrajera presión internacional y se evidenciaron violaciones a la Convención
Belem Do Pará, que el Estado reconoció medianamente y a regañadientes su responsabilidad;
este acontecimiento simplemente mostró el verdadero rostro de la justicia en México, exhibió
la violencia simbólica y feminicida anquilosada en las viejas estructuras presentes disfrazadas
de nuevas que eran reflejadas por el desprecio de las autoridades, el completo estado de anu-
lación en el que se sometía a los familiares y la negación, ocultación y ridiculización que los
medios masivos de comunicación hicieron del hecho.
Pareciera que existe una analogía entre el nuevo rostro de los partidos políticos en cuyo
interior se albergan los militantes de antaño y el nuevo rostro que el gobierno intenta dar al
referirse a los 3 órdenes de gobierno como “sensibles a la materia de género, garantes de la igual-
dad sustantiva entre hombres y mujeres, y de políticas de cero tolerancia a fin de evitar cualquier
tipo de discriminación, de gobiernos conscientes de abatir por cualquier medio el Feminicidio”
(2015, p. 3). Afirmación por demás desmentida por sus acciones y sus políticas, ya que como
bien lo ha señalado María Teresa García “en ocasiones las políticas generales se contraponen
a prevenir o disminuir la violencia, pues brindan posibilidades infinitas de llevar a cabo actos
agresivos” (2016, p. 34).
Desde luego no se trata de expiar culpas del feminicida sino de hacer un abordaje inte-
gral, como lo señala Griselda Gutiérrez al afirmar que “cuando se aborda la violencia contra
las mujeres, (…) aun estando presente el carácter deliberado de la acción del agresor, es fun-
damental introducir el entramado simbólico y estructural en el que se inserta esa acción, que
suele incidir en un efecto réplica” (2008, p. 39) Si en Ciudad Juárez y el resto del país sucedió
un Feminicidio y quedó impune y las autoridades amenazaron a los familiares y los medios de
comunicación desmintieron la existencia del acontecimiento, era de esperarse que llegara la
réplica, que como efecto bola de nieve, se convirtió en una verdadera epidemia. Así las cosas,
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es posible hacer notar el grado de participación que tienen los medios de comunicación en
cada Feminicidio cometido, cada vez que culpabilizan a una mujer que fue asesinada por estar
ebria o por ser lesbiana, por tener una vida sexual activa, por usar falda o por vivir sola están
reproduciendo en la dimensión simbólica del imaginario social la idea de que si matas a una
mujer, está bien y es su culpa.
Desde luego que si seguimos abordando el aspecto simbólico comenzarán a salir códigos
de discriminación normalizados, por ejemplo, es bien sabido desde el ámbito victimológico
que las “desventajas” se suman y la suma de todos los negativos simplemente te da como resul-
tado una desventaja mayor, si se unieran las desventajas de ser niño, ser migrante, ser pobre,
ser indígena, ser analfabeta, ser de raza negra, ser mujer y una discapacidad, el resultado sería
una niña con un panorama ensombrecido. Dentro de esta lamentable situación en la que se
encuentran los grupos vulnerables es incongruente que ser mujer sea una cuestión de vulne-
rabilidad, puesto como se señala al inicio del presente escrito, las mujeres superan numérica-
mente a los hombres en este país. Es por ello que surgen formas contemporáneas de explicar
este sin-sentido, como la visión de Iris Marion Young (2000) quien considera que la Teoría
de Justicia debe atender a las desigualdades estructurales de clase, etnia, género y orientación
sexual; y que, de ser invisibilizadas estas diferencias, se está realizando una opresión estructural
traducida en dificultades de las minorías para posicionarse en un empleo bien remunerado,
para ser individuos autónomos, para participar políticamente, entre otros.
Además, la autora señala que “lo que hace de la violencia un fenómeno de injusticia social,
y no sólo una acción individual moralmente mala, es su carácter sistémico, su existencia en tanto
práctica social” (2000, p. 97), sin embargo, vale la pena recordar que las prácticas sociales no
son eternas, prácticas comunes en otros tiempos como la segregación racial, son repudiadas en
la actualidad por la mayoría de las personas, así pues, las prácticas sociales son modificables.
Aunque también es cierto, que la tarea no resulta sencilla, Pierre Bourdieu lo expone así al
afirmar que no debe esperarse de un socioanálisis colectivo o de una toma de conciencia ge-
neralizada, una conversión duradera de las disposiciones mentales y una transformación real
de las estructuras sociales mientras las mujeres continúen ocupando, en la producción y en la
reproducción del capital simbólico, la posición disminuida que es el verdadero fundamento
de la inferioridad del estatuto que le imparten el sistema simbólico y, a través de él, toda la
organización social (2000).
Es en este momento coyuntural donde se desborda la problemática del Feminicidio, no
puede existir un cambio permanente en la dimensión simbólica mientras las mujeres sigan y
produciendo reproduciendo en la dimensión simbólica su estatuto de inferioridad y difícil-
mente podrán hacerlo ya que se encuentran en una estructura objetiva que las violenta siste-
máticamente y que además las responsabiliza hasta por ser asesinadas, tratando las muertes
como hechos aislados y evadiendo rápidamente cualquier implicación que pudiese tener el
Estado en relación con el hecho, cuando más allá de las teorías explicativas se encuentra la
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propia razón de ser del Estado, en la cuarta Garantía Constitucional “El varón y la mujer son
iguales ante la ley” se reconoce una igualdad teórica, ajena a la realidad, ilusoria que lejos de
ser un pilar que fortalezca al movimiento de emancipación de la mujer, se vuelve una burla hi-
riente cuando se cristaliza en un mal-trato proveniente de servidores públicos cuya función es
prestar servicio a aquellos que buscan a sus hijas, madres, hermanas, esposas, amigas o colegas
desaparecidas o que exigen justicia luego de encontrar el cadáver.
Desde la academia, lo menos que podemos hacer es enfocar nuestras energías a esta
problemática que está mutilando al sector productivo del país, está privando a más de la mitad
de la población nacional del despliegue de sus capacidades, está reproduciendo la impunidad
que tanto daño ha hecho, está desintegrando familias y que finalmente ha dado respuesta a la
interrogante de la investigadora Guadalupe Ramos ¿Quién les hizo creer que disponen de del
poder de la vida de una mujer? La estructura social patriarcal y misógina, las autoridades negli-
gentes con perspectiva machista, los medios de comunicación poco profesionales que perpe-
túan los estereotipos de género de masculinidad violenta y feminidad sumisa y la objetivación
del estatus simbólico de inferioridad asignado a la mujer.
Referencias
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Antecedentes
Una de las problemáticas que han sido poco abordadas en los estudios empíricos sobre migra-
ción bajo la perspectiva de género es el de la violencia feminicida y el feminicidio, fenómenos
que pueden ser visibilizados y estudiados como parte de un continuo que deviene y se entre-
laza con diversos tipos de violencias, entre las que se encuentran la violencia feminicida y el
feminicidio.
En este trabajo se coincide con lo que señala la Comisión Especial para Conocer y dar
Seguimiento a las Investigaciones Relacionadas con los Feminicidios en la República Mexicana
y a la Procuración de Justicia Vinculada (2006), que sostiene que: “La violencia ligada a la
condición de género abarca a todas las mujeres, si bien en grados diferentes, y está presente a
lo largo de sus vidas en los ámbitos público y privado. El problema se incrementa al coincidir
con otros tipos de discriminación derivadas de razones de edad, etnia, clase y grupo socioeco-
nómico, situación educativa, condición sexual, condición de salud y capacidad, estado civil y
estado legal”.
Los elementos analizados en esta presentación tienen como objetivo dar a conocer cómo
influyen el contexto y la dinámica transfronterizas en las situaciones de mayor desventaja so-
cial y de género, que producen y reproducen condiciones de posibilidad para la presencia cada
vez más alarmante de casos de violencia feminicida contra mujeres migrantes en esta frontera
y forman parte del proyecto de investigación de cátedra Conacyt: “Prevención de la violencia
de género, violencia feminicida y feminicidio en dos regiones de Chiapas”, que se realiza en el
Cesmeca-Unicach.
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Consideraciones metodológicas
Para efectos de este estudio se utilizó la metodología cualitativa, basada en observaciones et-
nográficas y ocho entrevistas a profundidad realizadas a mujeres migrantes centroamericanas.
En las entrevistas se describen y analizan los hitos de violencia (Del Valle, 2012) a lo largo de
las trayectorias de vida y de migración de estas mujeres.
Cabe mencionar que esta información ha sido complementada con preguntas que inda-
gan acerca de la estructura familiar, ocupación de los padres, contexto sociocultural de origen,
escolaridad, condiciones sociales, entre otros elementos que permiten ir más allá de la subje-
tividad de estas mujeres y que apuntan a generar explicaciones cada vez más complejas que
den cuenta del carácter estructural de las violencias en general y de la violencia feminicida en
particular.
Esta propuesta metodológica toma en consideración las articulaciones existentes entre
las experiencias de violencia vividas por estas mujeres en su lugar de origen, en los lugares de
tránsito y en los de destino para analizarlas como un continuum. Esto permite reconocer que
las violencias padecidas por estas mujeres no tienen su génesis en la migración y no dejan de
existir una vez que llegan a otro país. En este sentido, las violencias pueden no ser las mismas ni
ser ejercidas por los mismos individuos ni ser padecidas del mismo modo, sin embargo, siguen
teniendo profundos impactos en la vida y la libertad de estas mujeres.
Contexto de estudio
La frontera sur de México está integrada por los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche y
Quintana Roo. Es un territorio cuya importancia geoestratégica radica en ser el primer “filtro”
de la migración terrestre hacia los Estados Unidos, además de que en esta región se lleva a cabo
el Plan Puebla-Panamá, incubador de la Iniciativa Mérida.
En términos geopolíticos la frontera sur se considera una línea divisoria con alta per-
meabilidad, en donde existen 11 cruces formales, de ellos 7 se encuentran entre Chiapas y
Guatemala; también se encuentran hasta 370 cruces informales que son utilizados por el 95%
del tránsito irregular de la frontera sur (Imumi, 2015). Del total de la población de los 24 mu-
nicipios fronterizos, el 74% se encuentra en Chiapas y de ese porcentaje el 42% se concentra en
los municipios de Ocosingo y Tapachula.
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Ángeles y Rojas (2000) sostienen que con la feminización de las migraciones en la región
centroamericana surgen dos corrientes migratorias de mujeres que se han mantenido hasta
la fecha: la primera está constituida por transmigrantes que tienen como objetivo llegar a los
Estados Unidos y, la segunda corriente migratoria de mujeres centroamericanas estaría consti-
tuida por tres categorías laborales que también se localizan en la región fronteriza de Chiapas
con Guatemala, particularmente en la región del Soconusco: las trabajadoras agrícolas, las tra-
bajadoras domésticas y las trabajadoras sexuales. La mayor proporción de mujeres de Guate-
mala se registra en el estado de Chiapas, en donde tradicionalmente han llegado como parte de
los flujos de trabajadores agrícolas y de trabajadoras del servicio doméstico.
Las mujeres entrevistadas para fines de este estudio son ocho centroamericanas que se
encuentran en México de forma irregular. De ellas 4 son originarias de Guatemala, 3 de Hon-
duras y una de El Salvador, con edades que van de los 17 a los 29 años. En el caso de las mujeres
guatemaltecas, todas provienen de comunidades rurales indígenas de los departamentos de
Retauleu y San Marcos. Las mujeres de Honduras provienen de lugares de provincia, al igual
que la mujer salvadoreña. Seis de ellas se ocupan como jornaleras agrícolas y dos como traba-
jadoras del servicio doméstico. Cuentan entre dos y seis años de vivir en México. Las mujeres
guatemaltecas son las que tienen más tiempo de haber migrado mientras que las hondureñas
y la salvadoreña consideran que se encuentran de paso porque su meta es llegar a los Estados
Unidos, una de ellas con fines de reunificación familiar.
Entre los motivos que tuvieron para migrar destacan principalmente: por la violencia
ejercida por algún miembro de su familia, por su pareja o por miembros de “maras”, aunado a
problemáticas como la inseguridad, la pobreza, el hambre, la falta de empleo, la falta de opor-
tunidades educativas para sus hijos e hijas así como en algunos casos han migrado en pos del
anhelado “sueño americano”.
Diversos pobladores a los que he entrevistado se refieren a una creciente inseguridad en las
localidades fronterizas. La operación de grupos de delincuencia organizada en la zona, la ex-
plotación y trata de mujeres y niñas- que son prostituidas en bares y restaurantes-, los secues-
tros, las extorsiones y los asaltos se viven de manera cotidiana ya que las bandas del crimen
organizado operan de manera impune, con la colusión —abierta o no— de agentes tanto del
Instituto Nacional de Migración, como de la Policía Federal y/o policías municipales.
A estas situaciones se suman factores estructurales como la baja escolaridad así como
el monolingüismo y la discriminación étnica que limitan el acceso de las migrantes a diversos
satisfactores.
Las dinámicas propias de la violencia estructural para las mujeres migrantes centroa-
mericanas hacen que la experiencia social relacionada con la violencia genere consecuencias
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encierro territorial, estigma, discriminación, exclusión, racismo, xenofobia así como con limi-
tados espacios de participación social y comunitaria. En este sentido una mujer guatemalteca
refirió que fue expulsada de la comunidad rural donde vivía ya que su ex-pareja de origen
mexicano la abandonó arrebatándole a sus hijos. Cuando ella quiso reclamar, la familia de su
pareja junto con otras personas de la comunidad le quemaron su casa para que se fuera de ahí.
Estas y otras condiciones de desventaja y desigualdad social colocan a las mujeres en situacio-
nes que vulneran sus derechos, entre ellos a la vida y a vivir sin violencia.
La violencia feminicida contra mujeres migrantes en esta zona puede ser entendida a
través de las experiencias que han tenido estas mujeres tanto en sus lugares de origen como en
los de tránsito y destino; no obstante resulta importante generar un análisis estructural que de
cuenta de cómo influyen las condiciones sociales, económicas y políticas en su vida actual y en
la agencia que ellas puedan tener frente a las situaciones de violencia en lo general y violencia
feminicida en particular.
Bibliografía
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La violencia armada se refiere a aquella perpetrada con armas de fuego. Este tipo de violencia
no sólo está presente en países en conflicto armado o en guerras, ya que se vincula también a
la comisión de delitos, al crimen organizado y a la violencia interpersonal, como es el caso de
México.
Las armas de fuego, a diferencia de los objetos cortopunzantes, permiten herir o matar
a distancia y agredir a muchas personas. Asimismo tienen una acción coercitiva al usarse para
intimidar o amenazar, por lo cual también generan un ambiente carente de paz sin la necesi-
dad de accionarlas. Sin embargo, la gran presencia de armas en el país y la violencia ejercida
con ellas no es visto como una problemática en México aun cuando todos los días hay alguna
muerte o hecho violento relacionada con ellas.
Las armas de fuego se usan en la mayoría de los homicidios en México y además es un
fenómeno que se está incrementando. Según datos del INEGI en el 2000, el 52% los homicidios
dolosos se cometieron con armas de fuego, ese porcentaje ascendió a 65% en 2016. Alcanzando
su máximo en el 2010 cuando el 71% de los homicidios se cometió con ese tipo de armas.
El mundo de las armas de fuego es un mundo predominantemente masculino, la mayo-
ría de los usuarios de armas y víctimas directas de violencia armada son hombres. En 2015 el
92% de las víctimas de homicidios por armas de fuego fueron hombres y sólo un 8% mujeres,
tendencia que se ha mantenido en los últimos años (gráfica 1).
Los datos disponibles confirman la tendencia mundial de que los hombres representan el
mayor número de víctimas directas por armas de fuego. Sin embargo, también un gran número
de mujeres sufren este tipo de violencia directa o indirectamente. En algunos casos, cuando
un hombre muere o es herido por un arma de fuego, las mujeres se vuelven las principales
proveedoras del sustento y cuidado.
Además, las mujeres sufren violencia armada desproporcionadamente, ya que los hom-
bres son, en general, los propietarios de las armas. “Un dato que ejemplifica la disparidad en la
tenencia de armas en México es el siguiente: de las 3,076 licencias particulares individuales de
portación de armas de fuego vigentes, sólo 19 fueron otorgadas a mujeres (el .62%)” (Arriaga,
* Desarma.
° http://dx.doi.org/10.22201/crim.UNAM000001c.2017.c4
Gráfica 1
Porcentaje de homicidios con armas de fuego por sexo, 2000-2016
Roldán, y Ruiz, 2015, p.26). Es una tendencia general pues un estudio elaborado por Dönges
y Karp (2014) señala que en 9 países se encontró que los hombres representan el 96% de los
titulares de licencias, mientras que las mujeres solo el 4% restante.
No es deliberado que los hombres sean los dueños de las armas, uno de los aspectos que
involucra la masculinidad es el rol de los hombres como protectores y defensores, un arma les
da la posibilidad de reafirmar eso, “muchos hombres llevan armas de fuego porque es parte
de su papel, percibido y construido, de ‘protectores’ de las mujeres” (Amnistía Internacional,
2005), ello sin dejar de lado que también algunas mujeres aceptan e incitan a los hombres a
asumir ese papel, Ellen Page (2009) señala que “un argumento comúnmente utilizado por el
cabildeo pro armas es que los hombres necesitan las armas para proteger a sus familias de in-
trusos o atacantes armados y que algunas mujeres aceptan esta protección” (p. 5). Asimismo,
poseer armas es visto como un signo de madurez y estatus en el hombre, como lo muestra el
estudio Invisible Faces Of Armed Violence: A Case Study on Rio de Janeiro (2007) donde se
encontró que el uso y posesión de armas de fuego está ligado a una forma de ganar prestigio,
poder, estatus social, dinero y mujeres (p. 25).
Hablar de violencia armada contra las mujeres sugiere la intersección de dos cuestiones:
la presencia de armas y violencia de género. La disponibilidad de armas facilita la violencia,
usualmente más armas significan más muertes violentas. En el país, la mayor parte de los de-
litos involucran armas, generando un circulo donde tanto policías, criminales y ciudadanos se
arman. Si bien México es un país con una de las leyes más estrictas para su acceso, abundan las
21
Mesa 1 - Feminicidios
armas de fuego, en lo cual ha tenido un papel importante Estados Unidos, ya que desde ese país
se trafican cerca del 70% de las armas que ingresan a México. No se sabe cuántas armas hay en
el territorio pero sí pueden verse y sentirse sus consecuencias.
La violencia de género, es el contexto donde están presentes las armas. En México, de
acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDI-
REH) 2016 el 66.1% de las mujeres de 15 años y más ha sufrido por lo menos un incidente de
violencia a lo largo de su vida, ya sea en la escuela, en su trabajo, en la calle, o en su propio ho-
gar. Esto indica que la violencia contra las mujeres no está focalizada en el hogar, sino también
en el espacio público. Lo cual se refleja en la violencia armada contra las mujeres.
A nivel nacional se identifica que de 2000 a 2016 la tasa de homicidios con armas de
fuego ha tenido cambios para el caso de los hombres pero no para las mujeres, las cuales se han
mantenido constantes (gráfica 2).
Sin embargo, al analizar de cerca las estadísticas se identifican diferencias en cómo hom-
bres y mujeres viven la violencia armada. El porcentaje de homicidios de hombres en la calle
y vivienda respecto del total de homicidios con armas de fuego se ha mantenido sin grandes
variaciones (gráfica 3), en el caso de las mujeres desde 2005 los homicidios en la calle, supera-
ron a los homicidios en el hogar, mientras éstos disminuyen, aumentan los homicidios en la
vía pública (gráfica 4).
Los homicidios con armas de fuego representan la forma más recurrente de matar a las
mujeres y además va en aumento (gráfica 5). Lo que sugiere prestar más atención al problema
de las armas en México y más en un contexto donde la violencia contra las mujeres está in-
crementándose, pues hace a éstas doblemente vulnerables ya que se exponen a la violencia
criminal y a la de género de manera letal.
Gráfica 2
Tasa de homicidios con armas de fuego por cada 100,000 habitantes,
por sexo, 2000-2016
22
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Gráfica 3
Porcentaje de homicidios de hombres con armas de fuego
respecto del total por lugar de ocurrencia, 2000-2016
Gráfica 4
Porcentaje de homicidios de mujeres con armas de fuego
respecto del total por lugar de ocurrencia, 2000-2016
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23
Mesa 1 - Feminicidios
Gráfica 5
Porcentaje de homicidios de mujeres respecto del total por tipo de agresión, 2000-2016
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24
Mesa 2
Violencia obstétrica
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Las cdp en Canadá y Estados Unidos, Reino Unido y Países Bajos han demostrado resultados
seguros que incluyen bajos niveles de intervención y alta satisfacción y cuyas tasas de cesárea
no han incrementado en los últimos 20 años (Hollowell et al., 2017, Alliman y Phillippi, 2016,
Stapleton et al., 2013).
Las cdp surgen en México al principio del milenio como un puente entre la partería tra-
dicional y profesional y sobre todo como espacios seguros, urbanos, cercanos a hospitales de
referencia donde parteras profesionales pudieran concentrar sus servicios. El libro “Espacios
para parir diferente” de Georgina Sánchez (2016) describe que “el sistema médico hegemónico
y las instituciones han diluido el protagonismo de las mujeres en sus propios partos; con ello
olvida que es un evento que concierne a la futura madre, a su entorno afectivo y a su círculo
familiar y que es ella la que tiene el derecho de decidir cómo, cuánto, cuándo y dónde parir,
teniendo como consecuencia, la enajenación del acto de partir, lo que se refleja tanto en la
creciente cantidad de cesáreas como en el ejercicio de la violencia obstétrica” (p. 11) . Sánchez
liga el nacimiento del movimiento de casas de parto a un acto de resistencia social en contra
de la violencia obstétrica.
El gobierno federal y estatales han hecho caso omiso a estos espacios, por la falta de
marco normativo y por una visión de que el parto seguro debe ser en hospitales de segundo
nivel. La falta de conversación real sobre la inclusión de las casas de parto al sistema de salud
demuestra la intransigencia de un modelo y una opción para todas las mujeres de México.
Esto claramente atenta contra los principios éticos de consentimiento informado, sino también
atenta contra la evidencia científica que avala que el parto en casas de parto es seguro para la
madre y el bebé y conlleva menos intervenciones y cirugía lo cual beneficia la salud a largo
plazo de la madre y el bebé. Sería importante plantear si una oferta única de atención del parto
en condiciones donde la mitad de mujeres dan a luz por cirugía no es en sí violencia obstétrica
sistematizada.
Luna Maya fue establecido en 2004 en el sur del país y luego expandido a otra ciudad en 2015
para proveer servicios de salud humanizados incluyendo parto humanizado bajo la visión de
28
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
“lograr la salud materna a través del empoderamiento de las mujeres” (Murray de López et
al., 2017). Las mujeres que acceden a una cdp como Luna Maya generalmente son mujeres
mestizas, con alto nivel educativo de clase media que acceden a información del parto a través
de varios medios. Con una media de 27 años, la clientela busca una alternativa al parto hos-
pitalario. Son conscientes de las altas tasas de cesárea en hospitales privados y públicos y en
general están abiertas a pensar y en búsqueda de maneras alternativas a dar a luz. Las mujeres
indígenas que acuden a las cdp generalmente han tenido experiencias de violencia obstétrica
directas o cercanas y tienen miedo al trato y a “que me abran” (expresión para describir una
cesárea). En general muestran niveles altos de auto-gestión y agencia propia.
Todas las parteras que trabajan en Luna Maya han sido formalmente educadas en el modelo de
partería. Los partos fuera del hospital fueron atendidos por parteras y los partos trasladados
al hospital fueron atendidos por personal médico (ver fig. 1). La base de datos incluye una los
resultados de 497 cursos de atención completos (499 recién nacidos). La mayoría de las muje-
res pagaron los servicios por sus propios medios. En el periodo de muestreo (2007 a 2017) el
número de muertes maternas fue de 0 y hubieron 4 muertes neonatales.
Tipo de parto
De la muestra de 497 mujeres, el 85.5% lograron un parto fuera del hospital (n = 425). De los
425 partos fuera del hospital, 52 (10.7%) tuvieron un parto vaginal después de una o más cesá-
reas. La tasa de éxito de parto vaginal después de cesárea fue del 97.6%. Se realizaron solo tres
episiotomías en todos los partos atendidos fuera del hospital. La tasa de desgarro de primer o
segundo grado fue del 40% y no hubieron desgarros de mayor grado. El 95.2% de las mujeres
daban leche materna en la visita de seis semanas postparto.
La tasa de traslado durante los diez años fue del 15.2% (76 mujeres) de partos planeados fuera
del hospital. 13 (2.6%) fueron considerados urgentes, 49 concluyeron en cesárea resultando
en una tasa global de cesárea del 9.8%. De los traslados, 4 fueron en postparto (3 urgentes) y
7 traslados de recién nacidos (5 urgentes =1%). Es importante señalar que en la mayoría de
los casos después de un traslado la mujer queda fuera de la atención de la partera, y aunque la
mayoría regresa a Luna Maya para atención postparto.
Aquí es importante destacar que cuando el traslado ocurre a un hospital público gene-
ralmente la mujer es acusada de irresponsable por haber intentado un parto fuera del hospital
29
Mesa 2 - Violencia obstétrica
con partera. Generalmente en estos casos el personal del hospital no revisa el caso con la par-
tera y las mujeres luego hablan de maltrato, burlas, insultos y amenazas vividas en el hospital.
Las mujeres que pueden pagar servicios privados reciben un trato mucho más respetuoso y
la partera acompaña a la mujer durante todo el proceso del parto o cesárea en el hospital. Las
mujeres atendidas en Luna Maya han expresado en grupos focales que los eventos más traumá-
ticos de sus partos fueron cuando hubo discrepancia del nivel de urgencia y diagnóstico entre
la partera y el personal médico. Esto generalmente ocurre cuando el personal médico se niega
o simplemente no intenta hacer contacto con la partera para entender las razones del traslado.
Tabla 1
Características del trabajo de parto y parto fuera del hospital
Mortalidad neonatal 5
Conclusión y recomendaciones
Con el aumento en el acceso a la atención hospitalaria para el parto los incidentes de falta
de respeto y abuso han incrementado sustancialmente como parte de un fenómeno global.
Grandes establecimientos públicos carecen de personal, material y espacio y crean un entorno
estresante donde los proveedores de salud materna no pueden asegurar atención basada en
evidencia y calidad. En otros países de medianos ingresos como México, donde las políticas
públicas apenas están empezando a reconocer la posibilidad de que las parteras sean una parte
esencial de los servicios de salud pública, hay poca evidencia que su inserción sin otros cam-
bios estructurales impactaría en mejorar la calidad y equidad. Por lo tanto, recomendamos que
la inserción de la partería a los servicios de salud ocurra con un cambio de paradigma en los
espacios, protocolos, modelos de atención para que la partera pueda practicar el modelo de
partería en cualquier espacio físico donde esté insertada, no simplemente replicar protocolos
30
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
médicos en espacios diseñados para la intervención médica- por ejemplo donde no se permita
el libre movimiento, el acompañamiento, el parto en la posición que quiera la mujer, el con-
tacto piel a piel de inmediato entre otros.
A pesar de este problema, la promoción de la atención y el modelo de partería son vitales
para mejorar la salud materna a nivel global. Para que esto ocurra debe haber un análisis más
profundo sobre los distintos lugares, entornos y sistemas donde las parteras practican con au-
tonomía. Como parte de esto, promovemos maneras alternativas de contabilidad y rendición
de cuentas que consideran intervenciones locales e indicadores basados y definidos cultural-
mente. La rendición de cuentas no debería enfocarse solamente en lo que puede ser contabili-
zado, sino en cómo los proveedores de salud pueden ser responsables de la calidad y equidad.
Como una manera de trabajar hacia esto, este trabajo ha presentado datos preliminares de
dos cdp que muestran lo que puede ocurrir en la salud materna bajo un sistema alternativo
de bajo riesgo y salud materna. Los datos aquí descritos se asemejan a resultados de partos en
cdp en países de mayores ingresos y desarrollo. Sugieren que la integración y una mejoría en la
relación entre estas prácticas y los servicios médicos podrían disminuir la tasa de mortalidad
neonatal ya que habrían menos demoras en atender a recién nacidos con complicaciones gra-
ves. En conclusión, recomendamos la implementación más amplia del sistema de recolección
de datos de MANAStats, con modificaciones apropiadas al contexto, entre parteras y cdp en
pueblos y ciudades de México, para lograr un entendimiento más generalizado de las cdp y
sus resultados a nivel nacional. Además esta metodología de recolección de datos puede ser
complementado con investigación cualitativa y ser considerada seriamente para el desarrollo
de programas de salud materna respetuosas y justas.
La atención de la partera profesional es segura cuando las parteras pertenecen a una red
de proveedores que incluye servicios de emergencia. En un país con una tasa de cesáreas tan
alta, hospitales sobresaturados y frecuentes quejas de calidad que incluyen violaciones a dere-
chos humanos (Castro, 2014; gire, 2015), es imperativo establecer un vínculo estrecho entre
las casas de partos y el sector salud para asegurar que los modelos de partería profesional sean
absolutamente seguros y no atenten contra la salud de la mujer y el bebé, incurriendo de nuevo
en violencia obstétrica. Las casas de parto claramente son un modelos que protegen contra la
violencia obstétrica por la calidad y el modelo inherente en la atención, siempre y cuando la
mujer no tenga que ser trasladada a un servicio de mayor nivel. Podemos concluir por lo tanto
que el 85% de las mujeres que buscan parir en una casa de partos están evitando la violencia obs-
tétrica de manera activa y consciente. El otro 15% depende de su nivel económico para poder
pagar un servicio obstétrico de calidad o que el equipo médico no atente contra sus derechos.
A medida que México busque integrar la partería profesional y mejorar la calidad de
los servicios, y se encamine a lograr los odm, va a ser necesario integrar casas de partos como
espacios femifocales centrados en la familia; espacios donde los proveedores se puedan capa-
citar en la atención centrada en la mujer; espacios que honran la diversidad cultural, priorizan
31
Mesa 2 - Violencia obstétrica
la evidencia científica, son seguros para el parto fisiológico y, sobre todo, son elegidos por las
propias mujeres.
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32
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Introducción
En los últimos años, el problema de la violencia obstétrica y del abuso y maltrato a las mujeres
en las salas de labor y parto ha llamado crecientemente la atención de diversos sectores de
la sociedad, a nivel nacional e internacional. En el ámbito internacional, por ejemplo, por lo
menos desde 1998 el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de
la Mujer (CLADEM) documentó diversas formas de violencia contra las mujeres en los servi-
cios públicos de salud del Perú, así como la esterilización forzada de muchas mujeres bajo el
régimen de Fujimori (CLADEM 1998, 1999). A principios de este siglo tres autoras brasileñas
publicaron un artículo en The Lancet en el que llamaban la atención sobre la violencia contra
la mujer como un problema emergente en los servicios de salud (D’Oliveira et al 2002), y por
esos mismos años se publicó el primer artículo acerca de la violación de los derechos de las
mujeres durante la atención del parto en México (Castro y Erviti, 2003). Al paso de los años ha
ido apareciendo un creciente número de estudios y meta-análisis que demuestran que la vio-
lencia obstétrica y el abuso a mujeres durante el parto es un problema real (Elmir, et.al 2010).
En la actualidad existen dos enfoques para estudiar el problema. Por una parte, en los
países anglosajones se ha impulsado el estudio de lo que se conoce como “disrespect and abuse”
durante el parto. En 2010, Bowser & Hill publicaron una revisión de la literatura a su alcance en
ese momento y propusieron una clasificación en siete grupos de las diferentes formas de abuso
existentes en torno a esta materia:
a. Abuso físico
b. Atención no autorizada
c. Atención no confidencial
d. Atención no dignificada (incluyendo abuso verbal)
* crim-unam.
° http://dx.doi.org/10.22201/crim.UNAM000001c.2017.c55
Todos los derechos reservados.
Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de
los derechos patrimoniales.
33
Mesa 2 - Violencia obstétrica
En esos mismos años se emitió la declaración del White Ribbon Alliance, llamada Res-
pectful Maternity Care Charter: the universal Rights of Childbearing (WRA 2011), que pro-
puso siete derechos de las mujeres que están muy en concordancia con los siete tipos de abuso
que identificaron Bowser y Hill. En 2015 la OMS (2015) definió el problema como “inter-
actions and facility conditions that local consensus deems to be humiliating or undignified,
and those interactions or conditions that are experienced as or intended to be humiliating or
undignified”. Con esta definición se buscaba tomar en cuenta las características locales de cada
país, con el fin de no proponer estándares universales de atención al parto que podrían resultar
ajenos a muchos contextos.
Por otra parte, desde fines del siglo pasado, se ha impulsado, sobre todo desde América
Latina, la noción de violencia obstétrica para referirse al carácter estructural del problema y
sobre todo, para enfatizar que se trata de una forma específica de violencia contra las mujeres
(Vera López, 2010). El concepto se definió formalmente en Venezuela, como “la apropiación
del cuerpo y procesos reproductivos de las mujeres por el personal, que se expresa en un trato
deshumanizador, en un abuso de medicalización, y patologización de los procesos naturales,
trayendo consigo pérdida de autonomía y capacidad de decidir libremente sobre sus cuerpos
y sexualidad, impactando negativamente en la calidad de vida de las mujeres” (República Bo-
livariana de Venezuela 2007).
Métodos
Por primera vez, la ENDIREH 2016 incluyó doce preguntas destinadas a evaluar algunos as-
pectos de la experiencia de las mujeres de 15 a 49 años durante su último parto, si éste ocurrió
en los últimos cinco años. . Son preguntas que permiten una primera aproximación a lo que
se ha denominado “maltrato y abuso” o la “violencia obstétrica” durante la atención del parto.
Las preguntas no son comprehensivas, pero permiten una primera aproximación al fenómeno
en el contexto de México.
La sección IX del cuestionario de mujeres de la ENDIREH contiene 12 preguntas dirigi-
das a las mujeres de 15 a 49 años que en los últimos cinco años hayan tenido algún parto. Las
preguntas se refieren a la experiencia del último parto y son las siguientes: 1) ¿la obligaron a
permanecer en una posición incómoda o molesta para usted?; 2) ¿Le gritaron o la regañaron?;
3) ¿Le dijeron cosas ofensivas o humillantes (por ejemplo, “¿así gritaba cuando se lo hicie-
ron?” o “cuando se lo hicieron, ahí si abrió las piernas ¿no?”)?; 4) ¿La ignoraban cuando usted
preguntaba cosas sobre su parto o sobre su bebé?; 5) ¿Se negaron a anestesiarla o a aplicarle
34
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
un bloqueo para disminuir el dolor, sin darle explicaciones?; 6) ¿Se tardaron mucho tiempo
en atenderla porque le dijeron que estaba gritando o quejándose mucho?; 7) ¿Le impidieron
ver, cargar o amamantar a su bebé durante más de 5 horas, sin causa alguna o sin que le
informaran la causa de la tardanza?; 8) ¿Le colocaron algún método anticonceptivo o la
operaron o esterilizaron para ya no tener hijos(as) (ligadura de trompas-OTB) sin pregun-
tarle o avisarle?; 9) ¿La presionaron para que usted aceptara que le pusieran un dispositivo
o la operaran para ya no tener hijos?; 10) ¿La obligaron o la amenazaron para que firmara
algún papel sin informarle qué o para qué era?. Para aquellas que tuvieron una operación
cesárea: 11) ¿Le informaron de manera que usted pudiera comprender por qué era necesario
hacer la cesárea? y 12) ¿Usted dio el permiso o autorización para que le hicieran la cesárea?
Se realizó un análisis factorial para establecer cuáles son las dimensiones del fenómeno,
y se identificaron dos. La primera que denominamos abuso y violencia, contempla los seis
primeros reactivos, y la segunda, que versa sobre atención no autorizada, incluye los últimos
cinco reactivos. La respuesta a una de las preguntas, “¿Le impidieron ver, cargar o amamantar
a su bebé durante más de cinco horas sin causa alguna o sin que le informaran de la causa de
la tardanza?” no parece estar integrado a ninguno de los factores y por este motivo decidimos
excluirla del análisis. La consistencia interna de la variable abuso y violencia es buena (Cron-
bach Alpha =.78).
Cerca del 19% de las mujeres de 15 a 49 años tuvo al menos un hijo nacido vivo en los últimos 5
años, lo que representa a alrededor de 8.7 millones de mujeres. De ellas, el casi el 43% tuvo a su
bebé por cesárea. En la Tabla 1 se presentan la frecuencia de los distintos actos constitutivos
de violencia obstétrica en contra de las mujeres mexicanas en el último parto ocurrido durante
los últimos cinco años, mujeres que indicaron que alguien la atendió y que no dio a luz sola.1
En el primer grupo, bajo el rubro de “abuso y violencia”, se incluyen 7 preguntas referidas
a diversas formas que puede asumir la violencia obstétrica, incluyendo gritos, ofensas, ame-
nazas, omisiones y castigos. El segundo grupo se refiere a procedimientos autoritarios para
imponer un método anticonceptivo a las mujeres o para realizar una cesárea, por lo que le
hemos llamado “atención no autorizada”. Dentro de este grupo conviene tener presente que las
preguntas sobre cesárea incluyen, obviamente, solo a las mujeres que tuvieron una cesárea, por
lo que el total de estas últimas es menor a las primeras.
Como se puede apreciar, respecto al primer grupo de preguntas, el 11.2% de las mujeres
reportó haber sufrido gritos o regaños durante la atención del parto, mientras que el 10.3%
1
Estos casos han sido excluidos del análisis (n= 62).
35
Mesa 2 - Violencia obstétrica
señaló que el personal se tardó “mucho en atenderla porque decían que gritaba o se quejaba
mucho”. El 9.9% de las mujeres reportó haber sido ignorada cuando preguntaba sobre el parto
o sobre su bebé, y 9.2% fue obligada a permanecer en una posición incómoda o molesta. El 7%
de las mujeres señaló haber sufrido ofensas y humillaciones por parte del personal, mientras
que casi el 5% señaló que el personal se negó a anestesiarla o aplicar bloqueo para disminuir
el dolor sin dar explicaciones. Finalmente, el 3.2% de las mujeres señaló que tras el parto le
impidieron ver, cargar o amamantar a su bebé durante más de 5 horas, sin causa alguna o sin
que le informaran la causa de la tardanza.
En relación con la atención no autorizada, 9.2% de las mujeres señaló que fue presionada
para que le pusieran un dispositivo o la operaran para ya no tener hijos, mientras que a 4.2% se
les realizó alguno de estos dos procedimientos sin que se les haya avisado o ellas hubieran otor-
gado su consentimiento. Finalmente, 1.7% reportó haber sido obligada a firmar un papel sin
tener conocimiento de qué se trataba. Por último, entre las mujeres que tuvieron una cesárea,
el 10.6% reporta que no se le informó con claridad que era necesaria una cesárea, y el 9.6% no
otorgó su autorización para que se la hicieran.
Tabla 1
Actos constitutivos de violencia obstétrica en contra de las mujeres en México
%
Abuso y violencia
La obligaron a permanecer en posición incómoda o molesta 9.2
Le gritaron o regañaron 11.2
Le dijeron cosas ofensivas o humillantes 7.0
La ignoraban al preguntar sobre parto o bebé 9.9
Se negaron a anestesiarla o aplicar bloqueo para disminuir dolor sin dar explicaciones 4.9
Tardaron mucho tiempo en atenderla porque decían que gritaba o se quejaba mucho 10.3
Le impidieron ver, cargar o amantar al bebé 3.2
Atención no autorizada
Colocaron anticonceptivo o esterilizaron sin preguntar o avisar 4.2
Presionaron para que aceptara un dispositivo u operación 9.2
Obligar a firmar algún papel 1.7
No le informaron de que era necesaria cesárea 10.2
Dio permiso para cesárea 9.6
Cualquiera de las anteriores 33.2
36
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
La tabla 2 muestra el análisis bivariado con el que buscamos identificar las principales variables
con las que puede estar asociada la violencia obstétrica, agrupando los ítems en las dos catego-
rías mencionadas antes: “abuso y violencia” y “atención no autorizada”. Las variables asociadas,
a su vez, se dividen en dos grupos: las sociodemográficas y las institucionales.
Hay varias cosas muy relevantes que debemos notar en estos resultados. Tanto el “abuso
y violencia” (p<.05) como la “atención no autorizada” (p<.01) se presentan con menor frecuen-
cia en las mujeres unidas o casadas, mientras que, por el contrario, las prevalencias más altas
37
Mesa 2 - Violencia obstétrica
38
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
se registran entre las mujeres sin pareja. Esto es particularmente claro en el caso de la atención
no autorizada, que se presenta sobre todo en las mujeres solteras. Estrechamente asociado a
ello, se advierte que el promedio de edad de las mujeres que sufrieron de atención no autori-
zada es de 27.7 años, en contraste con las que no sufrieron esta forma de abuso (28.7 años).
En cambio, las mujeres que sufrieron de “abuso y violencia” son en promedio un año más
jóvenes (27.7 años) que las que no lo sufrieron (28.8 años). En ambos casos, las diferencias son
estadísticamente significativas (p<.001).
Un grupo de variables socioeconómicas se asocia con la prevalencia de la violencia obs-
tétrica, pero esta asociación presenta una dirección contraria a la que cabría esperar, por lo que
es necesario profundizar en la búsqueda de explicaciones. En efecto, la condición de hablante
de lengua indígena también se asocia significativamente con la violencia obstétrica, si bien de
manera que no es fácil explicar, pues son las mujeres que no hablan lengua indígena las que
concentran las mayores prevalencias. Algo similar se registra en el caso de tipo de localidad:
en ambos casos (abuso y violencia, y atención no autorizada) las prevalencias más altas se
registran en las localidades urbanas (mayores de 2,500 habitantes), si bien esta asociación solo
es estadísticamente significativa en el caso del abuso y maltrato (p<.001). Igual ocurre con
el hecho de recibir o no transferencias del programa “Prospera”: la prevalencia mayor se da
entre quienes no reciben recursos de dicho programa, si bien solo en el caso de la atención no
autorizada dicha relación es estadísticamente significativa (p<.001). Estos hallazgos deben in-
terpretarse en función de que probablemente las mujeres en situación de mayores desventajas
tengan mayores dificultades para identificar ciertas acciones.
Por otra parte, cuando tomamos en cuenta los tres primeros estratos socioeconómicos
de las mujeres (alto, medio y bajo) encontramos una clarísima asociación: mayor prevalencia
tanto de “abuso y violencia” como de “atención no autorizada” en la medida en que disminuye
el nivel socioeconómico (p<.001). Sólo el nivel socioeconómico “muy bajo” muestra un com-
portamiento difícil de explicar en su asociación con estas variables pues en ambos casos se
registrar en dicho estrato una prevalencia menor que en los estratos bajo y medio. Por último,
el promedio de años de escolaridad de las mujeres es ligeramente más elevado entre las que no
sufrieron abuso y violencia (10.1 años) en comparación con quienes no lo sufrieron (10 años),
si bien esta asociación es significativa (p<.05). En cambio, la atención no consentida parece no
estar asociada con los años de escolaridad.
39
Mesa 2 - Violencia obstétrica
Tabla 2
Factores asociados a la prevalencia de distintas formas de violencia obstétrica
en contra de las mujeres mexicanas (promedios y frecuencias)
Abuso Atención
Col %
y violencia no autorizada
Características Sociodemográficas
Estado conyugal en el momento del parto * **
Casadas o en unión libre 23.2 16.8 87.5
Separadas, divorciadas o viudas 25.6 17.5 3.4
Solteras 25.4 19.4 9.2
Habla una lengua indígena *** *
No 23.8 17.2 92.8
Sí 19.8 14.9 7.2
Edad (en años) *** ***
No 28.8 28.7
6.5 6.5
Sí 27.7 27.7
6.3 6.7
Escolaridad (en años) * n/s
No 10.1 10.1
3.7 3.7
Sí 10.0 10.1
3.5 3.5
Estrato Socioeconómico *** ***
Muy bajo 22.1 16.3 25.1
Bajo 25.2 18.0 49.4
Medio 23.1 16.9 16.3
Alto 19.0 14.1 9.1
Número de hijos/as nacidos vivos/as n/s n/s
No 1.3 1.3
0.7 0.6
Sí 1.3 1.3
0.6 0.6
Empleada n/s n/s
No 23.3 16.9 6.2
Sí 23.8 17.3 35.9
40
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Tabla 2
Factores asociados a la prevalencia de distintas formas de violencia obstétrica
en contra de las mujeres mexicanas (promedios y frecuencias)
Abuso Atención
Col %
y violencia no autorizada
Ámbito de residencia ***
Rural 21.3 15.3 26.7
Urbano 24.3 17.7 73.6
Recibe PROSPERA n/s ***
No 23.7 17.4 86.2
Sí 22.4 14.9 13.8
Factores institucionales
Lugar donde se produce el parto *** ***
Centro de Salud 26.5 16.7 10.4
IMSS 28.7 22.7 26.1
ISSSTE 20.6 15.5 2.4
Hospital Público Estatal 29.0 18.7 37.1
Centro-Hospital Privado 8.6 9.5 19.5
Partera o curandera 3.4 1.8 2.7
Otro lugar 12.4 13.3 1.8
23.5 17.4
Fuente: Cálculos propios a partir de la ENDIREH 2016.
41
Mesa 2 - Violencia obstétrica
Tabla 3
Análisis de regresión logística multivariada de factores asociados
a la experiencia de abuso y violencia, así como de atención no autorizada
durante el último parto acontecido en los últimos cinco años.
Abuso y violenciaa Atención no autorizadab
Odds Ratio Odds Ratio
eβ eβ
Intercept -2.20 *** -1.99 ***
Sociodemográficos
Estado conyugal en el momento del parto (casada o unida)
Separada, diovorciada o viuda 0.96 1.06 ***
Soltera 1.09 1.04
Habla una lengua indígena 0.91 1.01
Edad en años 0.98 *** 0.98 ***
Escolaridad en años 1.02 ** 1.01
Estrato socioeconómico (alto)
Muy bajo 0.91 1.09
Bajo 0.99 1.09
Medio 0.98 1.04
Empleada 1.06 1.02
Receptora de PROSPERA 1.06 0.96
Residente ámbito urbano (rural) 1.21 *** 1.18 ***
Núm. Hijos/as nacidos vivos 1.07 ** 1.02
Factores institucionales
Lugar del parto (centro u hospital privado)
Centro de salud comunitario 4.03 *** 1.85 ***
IMSS 4.37 *** 2.74 ***
ISSSTE 2.80 *** 1.79 ***
Hospital o clínica estatal pública 4.61 *** 2.14 ***
Otro 0.92 0.69 **
-2 Log likelihood 17483.38 20392.18
42
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Respecto al primer modelo, se aprecia que la edad juega un papel protector pues por
cada año adicional de vida disminuye en 2% el riesgo relativo de reportar haber sufrido abuso
y violencia durante el parto (p<.001). Los años de educación y el número de hijos/as nacidos
vivos, en cambio, son un factor de riesgo. En el primer caso, por cada año adicional de escola-
ridad aumenta 2% el riesgo de sufrir este tipo de violencia (p<.01). En el segundo, por cada hijo
nacido vivo aumenta 7% el riesgo de sufrir abuso y violencia durante el parto (p<.01).
La población urbana tiene un riesgo relativo 21% superior a la población rural (p<.001).
Y finalmente, las mujeres que se atienden en las instituciones estatales de salud tienen un riesgo
4.61 veces mayor de sufrir abuso y violencia en el parto en comparación con las que se atienden
en clínicas privadas (p<.001). También con respecto a las que se atienden en clínicas privadas,
el riesgo de las mujeres que se atienden en el IMSS es 4.37 veces mayor (p<.001), el de las que
se atienden en los Centros de Salud es 4.03 veces mayor (p<.001) y el de las que se atienden en
el ISSSTE es 2.8 veces mayor (p<.001).
En este modelo no resultan significativas las variables como la situación conyugal en
el momento del parto, la n condición de hablante de lengua indígena, condición de empleo,
ser beneficiaria del programa de transferencias condicionadas PROSPERA ni estrato socio-
económico.
Con respecto al segundo modelo que examina la atención no autorizada, las variables
asociadas son muy semejantes, pero no del todo iguales. En efecto, en este caso la situación
conyugal en el momento del parto juega un papel importante, ya que las mujeres separadas, di-
vorciadas y viudas tienen un riesgo 1.06 veces mayor de sufrir este tipo de violencia obstétrica
en comparación con las mujeres unidas y casadas (p<.001).
Como en el caso anterior, la edad constituye un factor de riesgo para las mujeres jóve-
nes: por cada año adicional de edad disminuye 2% el riesgo de recibir atención no autorizada
(p<.001). Y también las mujeres que viven en el ámbito urbano tienen un riesgo relativo 1.18
veces mayor que las que viven en el ámbito rural (p<.001).
Después de controlar por las demás variables incluidas en el modelo, para el caso de
la atención médica no autorizada, el IMSS presenta el riesgo más elevado, pues es 2.74 veces
superior en comparación con las mujeres que se atienden en servicios privados (p<.001); le si-
guen las instituciones estatales de salud con un riesgo 2.14 veces superior, los Centros de Salud
con un riesgo 1.85 veces superior, y el ISSSTE con un riesgo 1.79 veces superior (en todos los
casos, p<.001).
En este modelo no presentan asociación significativa con el riesgo de atención médica
no autorizada variables como los años de escolaridad, el nivel socioeconómico, la condición de
empleo, el estar inscrita en el programa Prospera, ni el número de hijos nacidos vivos.
43
Mesa 2 - Violencia obstétrica
Discusión y limitaciones
La violencia obstétrica constituye, sin duda, un importante problema en el marco de los de-
rechos de las mujeres y la lucha contra todas las formas de violencia de género. La medición
realizada por la ENDIREH 2016 de la experiencia de las mujeres respecto a la atención obsté-
trica que recibieron en su último parto, constituye una contribución de primera importancia
para su estudio en términos de su magnitud y variables que se le asocian. Si bien hay algunas
encuestas sobre el tema realizadas en otros países, ninguna ha hecho una medición con una
muestra de hogares ni con el nivel de representatividad que presenta la ENDIREH. Con base
en los resultados presentados, podemos afirmar que estamos hablando de un problema que
han experimentado millones de mujeres en México, y que no se limita al ámbito de las institu-
ciones públicas de salud: es claro que también se presenta en las instituciones privadas.
Un análisis más detallado, a realizarse más adelante, nos permitirá ponderar algunas de
las limitaciones de esta investigación. Entre las principales cabe mencionar el problema de la
temporalidad, en tanto que la medición de algunas de las variables asociadas corresponde a
períodos no necesariamente coincidentes con el momento del parto; el problema del recorte de
edad a mujeres de entre 15 y 49 años de edad, lo que hizo que quedaran fuera mujeres de 50 a
54 años que también pudieron haber tenido un parto en los últimos cinco años; el problema de
la no exhaustividad de las preguntas, lo que hizo que no se incluyeran preguntas sobre cuestio-
nes que, bajo ciertos aspectos, también pueden ser conceptualizadas como formas de violencia,
como la episiotomía; y el problema de la memoria, que puede afectar, en forma de subregistro,
el reporte de lo que realmente vivieron las mujeres durante el parto.
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45
Mesa 2 - Violencia obstétrica
La salud materna es una de las mayores preocupaciones sobre la salud femenina a nivel global
y un indicio del desarrollo de las sociedades en cuanto a calidad de servicios de salud, condi-
ciones de vida y equidad de género (Vasco, 2013). Teniendo esto como marco de referencia,
la Organización Mundial de la Salud (oms) ha mostrado interés acerca de la excesiva medi-
calización del nacimiento desde 1985, cuando recomendó el uso apropiado de las tecnologías
para el parto, instando a los administradores y al personal de salud a revisar los protocolos y a
investigar continuamente la relevancia de ciertas prácticas, al mismo tiempo que se promovía
el respeto sobre la autonomía de la mujer y evaluar en perspectiva al momento de realizar
juicios (World Health Organization, 1985). Desafortunadamente, desde entonces los porcen-
tajes de intervenciones obstétricas no medicamente justificadas se han incrementado en los
países de bajo y medianos ingresos sin una dramática mejoría en la morbilidad y mortalidad
materna y perinatal. Por esa razón hay un interés creciente acerca de los efectos iatrogénicos
de las intervenciones obstétricas en mujeres que no tienen una necesidad clínica, colocando de
esa manera el parto ¨normal¨ en la agenda para el siglo xxi (Zeitlin, 2008). El parto es un acto
natural y fisiológico del proceso reproductivo, mediante el cual el feto es expulsado del útero al
exterior culminando así el proceso de la gestación. No obstante, su atención ha sido tradicio-
nalmente convertida en un acto médico individual, particularmente para el campo de acción
de la especialidad obstétrica (Villegas Poljak, 2009; Cunningham et al., 2006). Sin embargo,
estas intervenciones médicas no son neutras. Entre ellas se producen y reproducen relaciones
y enfrentamientos de poder, políticos, económicos, de saberes, de culturas, en la extensa varie-
dad que la sociedad genera. En el relato estas reflejan la asimetría claramente; por un lado, los
representantes formales e institucionalizados de la cultura dominante y por el otro, las perso-
46
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
nas que se acercan buscando alivio para sus dolencias (Feltri et al., 2006). Como resultado, este
sistema de biomédico moderno ha logrado un lugar de poder por encima de otras alternativas
de atención y es así como el parto como escenario de familia paso a ser un hecho de salud pú-
blica en el marco de la institución hospitalaria, basado en el argumento de que la intervención
médica es la manera más efectiva de disminuir la mortalidad materno-infantil durante el parto
(Bock, 1996), y con ello coloca a los profesionales de la salud a intervenir en el cuerpo de las
mujeres provocando que la institucionalización de los procesos reproductivos desplace a la
mujer del rol protagónico en su propio embarazo, en el momento del parto e incluso durante
el puerperio (Belli F., 2013 ).
Violencia obstétrica
Si bien he cierto que existen innegables beneficios que las ciencias de la salud han logrado con-
quistar, sin embargo, las practicas rutinarias durante el momento del parto, aplicadas de forma
sistemática, mecanicista y medicalizada, adquieren un carácter negativo, que muchas veces
deriva en situaciones de violencia para las mujeres. El paradigma predominante de tecnifica-
ción y medicalización en la atención institucionalizada del parto ve a la mujer que pare como
un objeto de intervención y no como un sujeto de derecho (Fornes V., 2011), condicionando la
legitimización de la intervención y control por parte de los profesionales de la salud por sobre
la voluntad de las mujeres (Camacaro CM, 2009). La violencia obstétrica es una consecuencia
casi inevitable de la aplicación del paradigma medico vigente en casi todos los países de La-
tinoamérica. Puede definirse como el tipo de violencia ejercida por el profesional de la salud
sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres. Esta clase de violencia se expresa
mayoritariamente —aunque no con exclusividad— en el trato deshumanizado hacia la mujer
embarazada en la tendencia a patologizar los procesos reproductivos naturales y en múltiples
manifestaciones que resultan amenazantes en el contexto de la atención de la salud sexual,
embarazo, parto y postparto. Esta definición incluye no solo a los profesionales actuantes du-
rante el momento del parto, sino también a todo el personal que forma parte de un servicio
y que tiene trato con la mujer embarazada. Al igual que otras formas de violencia contra las
mujeres, permaneció mucho tiempo invisibilizada. Una de las causas del silencio sobre estos
hechos puede responder a que muchas veces estos comportamientos son vistos como normales
por parte de las mujeres, especialmente por aquellas que acuden a servicios de salud gratuitos
y consideran que someterse a tratos poco amables es parte inherente de hacer uso de dicha
atención. En nuestra sociedad, así como en la mayor parte de Latinoamérica, estos comporta-
mientos se hallan naturalizados, lo que dificulta el reclamo de las mujeres violentadas quienes
temen reclamar por sus derechos, o lo que es peor aún, no conocen sus derechos. Lo mismo
puede decirse en relación con gran parte del personal de salud, quienes a menudo ni siquiera
llegan a cuestionarse la legitimidad de sus prácticas (Insgenar, 2008). La violencia obstétrica en
47
Mesa 2 - Violencia obstétrica
nuestro país es un tema de reciente estudio a pesar de que a este tipo de violencia se exponen
6 mil 800 mujeres embarazadas al dia, ya que México registra alrededor de 2 millones 500 mil
nacimientos anuales. La primera referencia de la violación a los derechos reproductivos de la
mujer en la atención del parto en nuestro país, fue realizado por Castro y Ervitti en 2013 y la
reflexión sobre el maltrato en las salas de parto fue publicado por Villanueva-Egan en el año
2010, como el primer precedente del estudio de este tipo de violencia de género. Son escazas
las publicaciones en México sobre este tema, el presente artículo pretende dimensionar el pro-
blema en el área rural para iniciar un proyecto de sensibilización y prevención en la región.
Objetivo
Metodología
Resultados
edad de las pacientes: las edades de las pacientes fluctuaron entre 15 y 44 años con una me-
dia de 33 años. estado civil: el 12.7 % eran solteras y el 87.3 % casadas. nivel de estudios: el
16.2 % era analfabeta, el 46.9 % estudio primaria, el 16.21 % secundaria, el 6.08 % preparatoria
y el 14.52 % era profesional. vía de nacimiento: el 51.3 % de las pacientes fue sometida a
operación cesárea.
48
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Cuadro 1 Cuadro 2
Explicación del programa parto amigable Acompañamiento durante el trabajo de parto
Sí No Sí No
36 260 96 200
Tabla 1
Características del trabajo de parto y parto fuera del hospital
Mortalidad neonatal 5
Cuadro 3 Cuadro 4
Ofrecimiento de ingesta de líquidos Movilización durante el trabajo de parto
Sí No Sí No
49
Mesa 2 - Violencia obstétrica
Cuadro 5 Cuadro 6
Autorización para realización de episiotomía Contacto íntimo con el recién nacido
Sí No Sí No
12.1% 87.8
60.8 % 39.2 %
Sí No
46 250
15.5% 84.4%
Referencias
50
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
51
Mesa 3
Políticas públicas
52
Mesa 3 - Políticas públicas
54
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
para que la propia instancia, en este materia la scjn, continúe la atención del problema asegu-
rando que permanezcan el nivel de cambios que generados.
Igualmente se recurrió al criterio de la apropiación, el cual refiere al “grado de adhesión,
entendimiento y legitimación de la política de igualdad de género por parte de las y los actores
involucrados: partes interesadas, mujeres y hombres destinatarios o población objetivo y las y
los ejecutores.” (Zermeño, 20011: 55).
Zaremberg también plantea que la institucionalización puede analizarse en torno a las
dimensiones de las Reglas, Redes y Recursos que operan en las organizaciones. Cabe aclarar
que esta evaluación se centró sólo en las primeras dos primeras. De acuerdo esta autora, las
Reglas refieren a que el principio de igualdad de género esté presente en las reglas, formales e
informales, que rigen el actuar interno y externo de las organizaciones. Es de aclararse que esta
investigación se centró sólo en el análisis de las reglas formales.
Por lo que hace a la dimensión de Recursos, éstos hacen referencia “a la distribución de
recursos entre mujeres y hombres lo cual incluye no solamente (…) los presupuestarios para
el financiamiento de actuaciones públicas, sino también el tipo de valores, normas, imágenes
y roles de género que se reproducen en el quehacer cotidiano a modo de libretos cognitivos”
(Zaremberg y Subiñas, 2014: 59-60). En ese sentido, se analizaron los Recursos materiales que
soportan la ejecución de las acciones públicas, y también los Recursos simbólicos, que es aquel
conjunto de ideacionales “creencias preconscientes en las que estén presentes ideas arraigadas
sobre el género, (que encarnan los recursos humanos y que ) llega a ser un factor crucial en la
obstaculización o en el avance de una incorporación exitosa o no de la peg” (Zaremberg, 2013:
79-80).
Para evaluar los efectos del pig en el ámbito de las Reglas se definieron dos variables,
las cuales se analizaron desde el criterio de la sostenibilidad: 1) Normatividad que regula los
principios de actuación de la scjn para la eliminación de la violencia sexual en su ámbito in-
terno. Y 2) Normatividad de carácter político-programático y ético que contiene mandatos para
impulsar acciones para la eliminación de la violencia sexual, así como para regular la actuación
del Mecanismo.
Para cada dimensión se diseñaron indicadores específicos que midieron los avances en
aspectos concretos y sustantivos en los que, atendiendo al objetivo de institucionalización que
guiaba al pig, se debería haber incidido.
Para la dimensión 1 fueron diseñados 3 indicadores y para la 2, 9. Los resultados de la
medición de los indicadores fueron los siguientes:
55
Mesa 3 - Políticas públicas
Gráfica 1
Valores de los indicadores dimensión de reglas
Gráfica 2
Valores totales de la dimensión de reglas
Para evaluar los efectos del pig en el ámbito de los Recursos se definieron dos variables,
las cuales se analizaron desde el criterio de la sostenibilidad: 3) Asequibilidad de recursos para
la eliminación de la violencia sexual, en la scjn. 4) Uso de recursos para la eliminación de la vio-
lencia sexual en la scjn. Para cada variable se diseñaron 3 indicadores y se obtuvo el siguiente
resultado:
56
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Gráfica 3
Valores de los indicadores dimensión de recursos
Gráfica 4
Valores totales de la dimensión de recursos
Para evaluar los efectos del pig en el ámbito de los Recursos Simbólicos, que se vinculan
con el manejo del personal jurisdiccional de las nuevas pautas para atender la violencia de
género, se definieron 5 variables relativas a las diversas etapas del proceso jurisdiccional para
el abordaje de casos de violencia sexual en la scjn: A Cuestiones previas al proceso; B Deter-
minación de los hechos e interpretación de la prueba; C Determinación del derecho aplicable; D
Argumentación; E Reparación del daño. Los valores de los indicadores fueron:
57
Mesa 3 - Políticas públicas
Gráfica 5
Valores de los indicadores recursos simbólicos
Como resultado general que deriva de la valoración de todos los indicadores por dimen-
sión, se obtiene un valor del índice general de 47.4%.
Gráfica 6
Resumen de valores de indicadores por dimensión
58
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
está desarrollando bajo bases sostenibles en una medida aceptable, así como también está te-
niendo lugar un proceso de apropiación de las nuevas condiciones por parte de algunos actores
vinculados directamente con el abordaje del problema.
En la dimensión de las reglas formales, a lo largo del periodo se erigieron normas inter-
nas que favorecen el impulso de acciones desde diversos ámbitos institucionales para cumplir
con ese objetivo. Tales normas tendieron a complementar y ampliar la base normativa existente
sobre todo para investigar y sancionar conductas de violencia sexual, cuestión que fortaleció
las atribuciones del área encargada de sustanciar el Procedimiento de Responsabilidad Adminis-
trativa. No obstante, las acciones dirigidas al estudio del problema, así como para la prevención
de su emergencia y la atención directa de las víctimas sigue descansando en el propio Pro-
grama, cuestión que habla de que aún existen procesos por desplegar para que esas funciones
sustantivas se asienten en los órganos que deben ser los encargados de ello.
En la dimensión de recursos materiales, a lo largo de casi todo el periodo de estudio se
dispuso de los medios materiales, financieros y humanos para llevar a cabo acciones para eli-
minar la violencia sexual. Esto fue particularmente vigente para el caso del Programa, aunque
en el último año del periodo de análisis (2015) vio mermada la disponibilidad de los recursos,
particularmente financieros, por decisiones de la alta dirección de la Corte.
Con relación a la dimensión de los recursos simbólicos, las evidencias permiten afirmar
que se están operando algunos cambios en los libretos cognitivos que siguen actores institu-
cionales para enfrentar el problema. Quienes se encargan de atender casos en la materia están
aplicando las nuevas bases normativas señalas atrás, aunque no con la amplitud y profundidad
necesarias.
Siete años después de erigido el PIG, sus efectos aún no han arraigado lo suficiente en la
institucionalidad de la Corte, lo que no permite asegurar que serán irreversibles, que atenderán
a lo sustantivo y dejarán de cumplir sólo en el terreno de la formalidad. Al paso de los años
los resultados no han sido revertidos, pero tampoco se están aplicando conforme las propias
directrices de la Corte. No es un proceso que tenga bases completamente estables y no está
asegurado más allá del recambio en la alta dirección institucional, como tampoco es indepen-
diente de la voluntad de cada una de las personas que tienen una responsabilidad en la política
de eliminación de la violencia sexual en la institución. En síntesis ese proceso aún no se en-
cuentra normalizado; no se aplica de manera rutinaria y sistemática, salvo en algunos aspectos
puntuales; las resistencias que manifiesta constituyen cuestionamientos a su legitimidad y ello
hace prever que un escenario no muy improbable es que sufra retrocesos.
59
Mesa 3 - Políticas públicas
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60
Mesa 3 - Políticas públicas
Introducción
Uno de los resultados más consistentes en los estudios empíricos que han abordado el pro-
blema del miedo el delito es su relación con la variable género. Se sabe que, en general, existe
un mayor miedo al delito reportado por las mujeres a pesar de tener una menor probabilidad
de ser víctima de un delito. Esta evidencia es bastante sólida toda vez que ha sido reportada en
países con distintos niveles de desarrollo, con alta y baja criminalidad, con alto y bajo miedo
al delito, etc.
Esta evidencia es prácticamente nula en el contexto latinoamericano y específicamente en
México en el que se ha estudiado muy poco el miedo al delito de manera empírica. Por ello, en el
presente foro se presentarán algunos datos sobre las diferencias del miedo al delito en hombres
y mujeres mexicanos y se expondrán algunas posibles explicaciones a estas diferencias.
Los datos analizados provienen de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción
de Inseguridad, por lo que son datos representativos a nivel nacional. El análisis se centra en
las diferencias en la medición, expresión, alcances y determinantes del miedo al delito espe-
cíficamente en mujeres, teniendo en cuenta que el delito y sus consecuencias son vividos de
manera distinta por hombres y mujeres y que el miedo al delito es un fenómeno que incapacita,
que limita el desarrollo de las personas y que incrementa las desigualdades ya existentes entre
hombres y mujeres.
Los resultados se abordarán bajo el marco de la perspectiva de género en las políticas pú-
blicas y se discutirá si las categorías socialmente construidas, como el género, tienen también
un impacto en nuestra percepción de inseguridad. Finalmente, se realizarán algunas sugeren-
cias de política pública con el fin de disminuir el miedo al delito en este grupo de población
específico, lo cual se relaciona, a fin de cuentas, con una mejor calidad de vida.
63
Mesa 3 - Políticas públicas
este fenómeno, no es posible asumir que estas mismas explicaciones son aplicables a todos los
contextos.
En México el miedo al delito es un fenómeno que se ha estudiado poco. Algunos
trabajos han abordado sus determinantes, pero poco se ha trabajado sobre su relación con el
género. Teniendo en cuenta este gran vacío, el trabajo que aquí se presenta tiene como objetivo
ser pionero en este sentido y explorar las diferencias en el miedo al delito entre hombres y mu-
jeres en nuestro país desde una perspectiva cuantitativa. Para ello, se analizan datos provenien-
tes de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE)
2016. Los datos son representativos a nivel nacional y estatal de la población mexicana de 18
años y más.
Principales hallazgos
64
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
miedo al delito porque se sentirían con menos probabilidad de ser víctimas de un delito sexual,
mientras que en los hombres ello no tiene ningún efecto.
A manera de conclusión
De manera muy concisa puede decirse que los datos parecen mostrar que sí existen diferencias
en el miedo al delito entre hombres y mujeres, en primer lugar, en relación con su medición ya
que parece que el delito no significa lo mismo para unos y otros, y en segundo lugar, en relación
con sus determinantes.
Estos resultados sugieren que son necesarias políticas con perspectiva de género para
combatir el miedo al delito, ello ayudaría a lograr mayor precisión y eficiencia en el uso de los
recursos públicos, pero además sería una forma de generar transformaciones sociales reales
que ayudarían a lograr un mayor empoderamiento de la ciudadanía en el ejercicio de sus dere-
chos, tanto en el caso de las mujeres como en los hombres.
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66
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Resumen
El año 2013 se realizó la primera investigación del programa de violencia intrafamiliar del
Hospital Higueras de Chile, titulada: “Descripción de las estrategias de intervención utilizadas
con hombres que ejercen violencia, desde la perspectiva del equipo de profesionales”.
En Chile, hay un 80% de denuncias por violencia intrafamiliar (en adelante vif), realiza-
das por mujeres que han sido víctimas. El porcentaje aumenta anualmente, lo que nos dice que
las mujeres se atreven a denunciar más y que también hay un elevado número de hombres que
necesita tratamiento y reeducación para vivir en pareja.
La oferta en salud y desde el estado, está puesta en programas de recuperación para mu-
jeres que han vivido violencia, sin embargo y dada las estadísticas existentes, se hace necesario
visibilizar el trabajo que hace el programa de vif a modo de contribuir a políticas preventivas
donde la intervención con hombres que ejercen violencia, sea tan prioritaria como el trabajo
que se hace con las víctimas.
Se busca indagar en la descripción de procesos, con el fin de evaluar y replicar las buenas
prácticas de los quipos de trabajo, ya que son ellos quienes pueden fomentar políticas sentidas
por los usuarios/as.
Durante mucho tiempo la Violencia Intrafamiliar 1 fue considerada una problemática de índole
particular, por lo que personas que se encontraban afectadas no recibían ningún tipo de ayuda
respecto al daño generado por haber experimentado violencia al interior de sus familias y
pareja.
67
Mesa 3 - Políticas públicas
2
Dr. Jesús Arina, recopilado en http://www.vidahumana.org/vidafam/violence/consiste.html. Mayo
de 2011.
3
Femicidios: concepto acuñado por el Servicio Nacional de la Mujer que es legalizado en abril del
año 2011, con el fin de identificar aquellos asesinatos cometidos por hombres hacia mujeres vícti-
mas de violencia de género.
4
Revisado en http://www.sernam.cl. Recuperado el 26 de mayo de 2011
68
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Tabla 1
Registro de denuncias en Fiscalía Nacional
Casos ingresados
2008 2009 2010 2011
Marca vif año
Casos ingresados1 56.909 94.844 110.162 117.145
Fuente: Unidad Especializada en Violencia Intrafamiliar Fiscalía de Chile. Enero a Abril de 2011
1.2 Justificación
La violencia intrafamiliar, así como la de género y la institucional, han dejado de ser un pro-
blema privado y del interior de las familias, esto, ya que por sus implicaciones sociales y econó-
micas ha sido reconocida como un problema no sólo de salud física o de un posible riesgo para
la salud mental, sino como un problema grave de salud pública.
Según un estudio realizado por la Cepal5, al año 2001 en Chile al menos un 50,3% ha
vivido alguna vez violencia en la relación de pareja, de ellas un 34,1% ha sufrido violencia física
y/o sexual y un 16,3% ha sufrido violencia psicológica.
No ha de sorprendernos, que al curso de los años la violencia ha aumentado incluso en
su gravedad, según las estadísticas que maneja el Sernam en el año 2010 hubieron 49 Femici-
dios, hoy estando en abril del año 2012 ya se tiene registro de 10 Femicidios. Mientras que en
la Fiscalía Nacional, el registro por denuncias de violencia es el siguiente:
Estas estadísticas además de darnos cuenta de la gravedad del problema y del aumento
de las denuncias, nos muestra que la socialización desarrollada para no tolerar episodios de
violencia esta siendo efectiva e internalizada por las víctimas. También nos habla acerca de la
insuficiencia de las medidas que hasta ahora se abordan en este tipo de situaciones. Es nece-
sario entonces, un cambio de mirada y una reformulación de las instancias de apoyo tanto
a víctimas, como en el acceso a posibilidades de rehabilitación y reeducación para hombres
victimarios.
El ministerio de salud y su par de justicia, se han encargado de visibilizar el tema te-
niendo como vía de ingreso el conducto judicial, mediante Fiscalía, Tribunales de familia o
derivaciones extrajudiciales (centros de salud mental ambulatorio, consultorio, otros)
A nivel privado, distintas ong han asumido el tema como propio, ejecutando programas
tendientes a la propia reeducación, como a la prevención de la no violencia. Lo anterior, pone
en evidencia la aún deficiente intervención con las personas involucradas en las situaciones de
violencia, específicamente con los hombres (quienes por lo general la ejecutan).
5
Alméras Diane, Bravo Rosa, Milosavljevic Vivian, Montaño Sonia y Rico María Nieves (2002)
“Violencia Contra la Mujer en relación de pareja: América Latina y el Caribe”, Santiago de Chile.
69
Mesa 3 - Políticas públicas
2. Objetivos de investigación
2.1 General
Describir las estrategias de intervención utilizadas por el equipo de trabajo del Programa de
Violencia Intrafamiliar del Hospital Higueras de Chile.
Específicos:
• Identificar los diversos enfoques terapéuticos y/o modelos de intervención emplea-
dos en la atención de hombres que ejercen violencia contra su pareja.
• Conocer las técnicas de intervención utilizadas por el equipo de trabajo del subpro-
grama de violencia intrafamiliar del Hospital Higueras de Chile.
• Identificar las fases de la intervención realizada con hombres que ejercen violencia
en contra de su pareja.
70
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
paron en el proyecto inicial, tales como; la línea 911, la policía, la oficina del sheriff y la fiscalía,
las autoridades de libertad condicional, las salas de las cortes criminales y civiles, el albergue
local para mujeres víctimas de violencia doméstica, tres agencias de salud mental, más una
organización que se creó con el objeto de coordinar que se llamó Proyecto de Intervención en
la Violencia Doméstica (Domestic Abuse Intervention Project, DAIP).
Los autores diseñan una rueda, que denominan la Rueda del Poder y el Control, desta-
cando el uso de la intimidación, el abuso emocional, el aislamiento de la mujer entre otros.
2.2.4 Metodología
Se realizó un estudio cualitativo, de tipo descriptivo-exploratorio, con enfoque inter-
pretativo y carácter temporal de tipo transversal, tomando para ello una muestra de tipo no
probabilística, donde se aplicó como técnica principal la entrevista semi-estructurada en pro-
fundidad para la obtención de información.
En cuanto a la perspectiva profunda sobre cuestiones éticas y bioéticas en relación con
la información y los datos recogidos durante las entrevistas, estos son conocidos solo por la
investigadora, quien mantiene la confidencialidad respecto de las identidades e historias de
las/los participantes. El estudio se rige por principios éticos básicos, como la beneficencia, la
no maleficencia, la autonomía y la justicia, con el objeto de proteger la muestra y no alterar el
contexto en el que se sitúan las personas entrevistadas.
3. Resultados y discusión.
De los enfoques teóricos utilizados para la intervención con hombres que ejercen violencia en
contra de sus parejas, estos son:
La perspectiva Narrativa: Enfoque que permite al terapeuta y al usuario reconstruir la
historia de vida para construir una nueva, a partir de la intervención.
El Enfoque de Género: Favorece la evaluación y detección de roles, expectativas y es-
tereotipos de género que alteran la dinámica de pareja.
El enfoque Cognitivo-conductual: Para efectos de la intervención, es utilizado como
técnica de control de impulsos.
En relación a las características propias de la intervención realizada en el Sub-programa,
el objetivo principal que persigue es “Disminuir las Conductas Violentas ejercidas por los
hombres hacia sus parejas”. En una intervención de tipo individual donde lo fundamental es
aceptar al usuario como individuo y no enjuiciarlo por las conductas violentas ejercidas, sin
caer en la validación de las mismas.
71
Mesa 3 - Políticas públicas
72
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Se hace necesario evidenciar mediante la sistematización, que las políticas públicas plan-
teadas desde los profesionales ejecutores son más efectivas que las formuladas solo desde la
consideración de expertos.
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Vita
Información académica:
Licenciada en Trabajo Social por la Universidad Católica de la Santísima Concepción. Chile.
Diplomada en Género, Políticas Públicas y Masculinidades. Universidad de Chile.
Primera Trabajadora Social, en certificarse como Evaluadora del Sistema Nacional de Acre-
ditación de Prestadores Institucionales de Salud, por la Universidad Católica de Chile.
Candidata a la Maestría en Salud Pública. Universidad de Chile.
Pasantía como alumna tesista de maestría, en el Centro de Reabilitación Psiquiátrico de la
Universidad de Boston. Estados Unidos.
74
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Información laboral:
• En Chile: Coordinadora del Programa: Tribunales de Tratamiento de Drogas. Política
pública intersectorial, entre justicia y salud. Concepción. Región del Biobío.
• Docente de pregrado en la Universidad Católica de la Santísima Concepción y en la
Universidad de las Américas, para las Facultades de Ciencias Sociales y Medicina.
• Actualmente en México: Asistente de dirección e instructora de cursos en Humana-
mente, Voz Pro Salud Mental Jalisco A.C. Guadalajara.
75
Mesa 3 - Políticas públicas
Videovigilancia y género
76
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
que en la Ciudad de México el 64.9% de las mujeres y el 61.4% de los hombres declaró sentirse
inseguro en la colonia o localidad (ENVIPE, 2017).1
Asimismo, de acuerdo a los datos de prevalencia delictiva se tiene que el 36.4% de los
hombres declaró haber sido víctima del delito, cifra ligeramente superior a la de los mujeres
que es de 35.6%2, pero en el grupo de edad comprendido entre los 18 y 29 años las mujeres son
quienes en mayor medida declaran haber sido víctimas del delito con 43.8% frente al 38.2% de
los hombres en este rango de edad (INEGI, 2017).
En correspondencia con las estadísticas, se plantean las siguientes preguntas iniciales en
el análisis de la videovigilancia y género: ¿Las mujeres son determinantes en la demanda de
videovigilancia en la Ciudad de México? ¿Esta demanda es diferente a la de otras entidades en
el país? ¿Existe correlación de esta demanda con la percepción de inseguridad?
El hallazgo más relevante, es que las mujeres no son quienes en mayor medida deman-
dan la instalación de cámaras de videovigilancia, como podría esperarse respecto a la hipótesis
de que a mayor percepción de inseguridad mayor demanda de videovigilancia.
En la Ciudad de México lo que se encuentra es que una mayor porcentaje de hombres
que de mujeres declaró que como una medida de protección en sus hogares ante el temor de ser
víctima del delito invirtió en la instalación de cámaras de videovigilancia.
En relación a otras entidades, destaca que justamente la Ciudad de México es la que en
mayor medida ha invertido en la instalación de sistemas de videovigilancia, con el 10.4% de
hogares y le sigue el Estado de México con 6.7% y en ocho entidades del país esta inversión es
menor al 2% (INEGI, 2017).
Además se tiene que como parte de la política pública de prevención del delito, los go-
biernos de diferentes órdenes han invertido en estas cámaras argumentando la seguridad de
las mujeres. Tal es el caso del Alcalde de Puebla que en febrero de 2017 manifestó que “para
erradicar la violencia de género” propuso “comprar botones de pánico y cámaras de videovi-
gilancia para el transporte y plazas públicas”. Señaló que “este trabajo se realiza conjuntamente
con ONU Mujeres para intervenir las 10 rutas de transporte con mayor incidencia delictiva,
además de plazas públicas y mercados” (Canizzal, 2017).
Existen diversos casos de victimización de mujeres que han sido registrados por las cámaras
de videovigilancia y que pueden dar una orientación de los posibles usos que podrían darse a
1
A nivel nacional, el 49.2% de las mujeres y el 42.3% de los hombres se siente inseguro en la colonia
o localidad.
2
Los datos a nivel nacional reflejan una brecha más amplia entre hombres y mujeres, con el 30.1%
de hombres y 27.6% de mujeres víctimas.
77
Mesa 3 - Políticas públicas
este servicio, así como de las brechas de oportunidad para mejorar la seguridad de las mujeres
en el espacio público.
Como se ha señalado, las cámaras en el último semestre de 2017 lograron captar 3,358
delitos entre los que se incluyen delitos de alto impacto y desde luego tomando en conside-
ración la prevalencia delictiva en la Ciudad de México poco más del 50% de los delitos re-
gistrados debe corresponder a mujeres3. Sin embargo, no todos los casos son vistos por una
autoridad y un alto porcentaje queda invisibilizado, lo cual desde luego tiene que subsanarse.
Muchos de estos casos permanecen en la llamada cifra negra -que en la Ciudad de Mé-
xico es del 93.8%(INEGI, 2017)- y a pesar de estar registrados en un vídeo se quedan en el
total anonimato, de manera tal que son pocos los asuntos en los que un vídeo es utilizado como
evidencia para la investigación de un crimen. Sin embargo si hay casos de victimización de
mujeres cuya grabación ha sido importante y determinante, y a continuación se refieren dos de
ellos que son relevantes y permitirán esbozar la pertinencia de la perspectiva de género.
El primer caso corresponde a Lesvy Osorio, cuyo cuerpo sin vida fue localizado al inte-
rior de Ciudad Universitaria el 3 de mayo de 2017. A partir de los vídeos en distintos momen-
tos del día se puede conocer que “diferentes cámaras del campus ubican a la pareja dando un
paseo por la zona. Y al llegar a un punto a pocos metros del lugar donde se encontró el cadáver
de la joven, ellos parecen tener una discusión fuerte. Él le propina un cadenazo en el rostro,
minutos antes de la hora de la muerte dictaminada por el médico forense.” Después se registran
otras imágenes pero “la cámara se mueve hacia otra zona y deja de grabar el momento exacto
de la muerte de Lesvy” (El País, 2017). De acuerdo a las declaraciones de la abogada del caso
“Los vídeos de las cámaras de seguridad los recibieron unas horas antes de que la Justicia con-
cluyera que había sido un suicidio” (El País, 2017).
El segundo caso es el de la periodista Andrea Noel quien sufrió una agresión sexual en
la colonia Hipódromo Condesa el 8 de marzo de 2016. En Twitter, la periodista señaló “me
acaban de levantar el vestido y bajar los calzones en medio de #Condesa” (Noel, 2016). Poste-
riormente publicó un par de videos que “muestran el momento en que ella camina y se observa
a un sujeto que se le acerca corriendo por la espalda y le levanta el vestido, por lo que ella cae al
suelo” (El Universal, 2016). En los días inmediatos fue entrevistada por diversos medios de co-
municación y declaro que como respuesta a su mensaje en Twitter “recibió mensajes misóginos
y machistas, entre los que la “responsabilizaban” de la agresión sexual debido a su vestimenta”
(Redacción Excélsior, 2016).
Ambos casos aunque son muy diferentes entre sí, dan muestra de lo relevante que es
la existencia de la videovigilancia y de que las más de 15,000 cámaras públicas que están des-
plegadas por la mayor parte de la ciudad tienen que operar con perspectiva de género, para
esclarecer casos de exacerbada violencia como la ocurrida en el caso de Lesvy y denunciar y
3
La ENVIPE 2017 refiere que de un total de 2,486,036 delitos declarados en la Ciudad de México,
1,306,115 (53%) corresponden a mujeres.
78
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
desde luego prevenir el acoso sexual callejero del que son víctimas las mujeres en la Ciudad de
México. Es decir el diseño de la política pública de seguridad debe promover, la prevención del
delito y la defensa de los derechos de las mujeres víctimas del delito con el uso de cámaras de
videovigilancia.
Los gobiernos de diferentes órdenes han mostrado interés en adquirir e instalar cámaras de
videovigilancia para disminuir la violencia de género, incluyendo a la Ciudad de México, por lo
que resulta necesario que el diseño de la política pública en la materia se realice con perspectiva
de género, sea útil y responda a la demanda y necesidades de las mujeres.
De acuerdo a la evidencia registrada, con los vídeos de victimización de mujeres que
son captados por las cámaras de videovigilancia puede ocurrir alguna de las tres siguientes
situaciones:
1. El delito registrado nunca es del conocimiento de la autoridad (no es visto por alguien
a través de las cámaras) y la víctima no denuncia, por lo que el delito queda completa-
mente impune. La posibilidad de que esto ocurra es muy alta, considerando la existencia
de más de 15,000 cámaras en la Ciudad de México y de que no se cuenta con los recursos
humanos suficientes para observar las imágenes captadas en vivo.
2. El delito registrado por una cámara de videovigilancia es del conocimiento de la auto-
ridad. Aún así no se tiene la certeza de que se integre una carpeta de investigación y se
investigue el caso. Las posibilidades de justicia ante el crimen son limitadas.
3. La víctima denuncia un delito registrado en una cámara de videovigilancia. Al ser víc-
tima se percata de que hay una cámara que probablemente registró el delito. Lo primero
es realizar el requerimiento directamente a la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) y
-suponiendo que la cámara haya estado funcionando4- se debe solicitar que se resguarde
el video, porque de lo contrario transcurrido el plazo de almacenamiento podrá ser bo-
rrado. De acuerdo a los lineamientos establecidos por la SSP la información únicamente
podrá ser remitida al Ministerio Público, la Autoridad Judicial, la Autoridad Especiali-
zada en Justicia para Adolescentes y la Autoridad Administrativa.
Para subsanar las brechas de oportunidad, la política pública de videovigilancia con
perspectiva de género en la Ciudad de México, debe considerar en su diseño lo siguiente:
• Mecanismos de difusión para que un mayor número de personas estén enteradas del
despliegue de las cámaras de videovigilancia en la Ciudad de México y conozcan el
4
De acuerdo a las estadísticas del Centro de Atención de Emergencias y Protección Ciudadana, al
10 de octubre de 2017, 1,978 cámaras estaban en proceso de mantenimiento o sustitución, 1432
por obsolescencia del equipo y 546 por diferentes fallas entre las que destacan vandalismo, sinies-
tros, fallas en el suministro de energía eléctrica, entre otras.
79
Mesa 3 - Políticas públicas
procedimiento para acceder a los videos registrados. Esto podría incidir en la disua-
sión del crimen y la violencia ante el riesgo de ser visto por una cámara.
• Mayor uso de las grabaciones como evidencia para esclarecer casos de violencia exa-
cerbada y denunciar el acoso sexual callejero. Estos vídeos contribuyen a visibilizar la
violencia contra las mujeres.
• Despliegue estratégico de cámaras de videovigilancia en las zonas de mayor afluencia
de mujeres y en particular en las zonas en las que se concentran las jóvenes entre 18
y 29 años quienes en mayor medida son víctimas del delito. Desde luego, debe preva-
lecer el respecto a la privacidad.
• Inteligencia para la prevención del delito que incluya información desagregada de
hombres y mujeres. Actualmente el C5 integra estadística sobre los delitos, servicios
y emergencias registrados en las cámaras lo cual es información valiosa, pero es im-
prescindible la desagregación para conocer la victimización de mujeres.
Es necesario que la política pública de videovigilancia incluya la perspectiva de género,
no solo como un elemento reactivo ante la comisión de un crimen, sino también como un
componente de prevención que impida que ocurran más casos de violencia y delincuencia
hacia las mujeres.
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80
Mesa 4
Violencia y medios
de comunicación
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
El constante crecimiento poblacional de Querétaro en los últimos cinco años no solo puso
a prueba la capacidad de las autoridades y de la academia para atender un incremento en la
demanda de servicios, educación y seguridad, sino que ha puesto en evidencia la falta de pre-
paración en los medios de comunicación locales al enfrentar problemáticas nunca antes vistas,
porque no saben cómo informar sobre desapariciones y feminicidios ni qué tipo de lenguaje
utilizar para esas noticias.
2012 demostró que Querétaro había llegado a un punto de quiebre con 48 mujeres en
calidad de “extraviadas” entre 2006 y 2011, de acuerdo con la entonces titular del Instituto
Queretano de las Mujeres, María de Lourdes Alcántara, quien dejó claro que toda la informa-
ción sobre el tema era reservada (El Universal, 2012). Organizaciones sociales como Grupo
Interdisciplinario T’ek’ei y la Asociación Queretana por las Sexualidades (Aquesex) informaron
que ese mismo año sumaron 13 asesinatos a mujeres pero no se sabía si se les catalogaba como
feminicidio porque apenas se tipificó ese delito en 2013 (El Universal, 2013).
Desde entonces a la fecha las cifras están en constante discusión. Algunas organizacio-
nes contabilizan 447 desapariciones de 2015 a enero de este año y 58 feminicidios de 2015 a
octubre de este año, mientras que el Comité de Activación de la Alerta de Género señala que
en lo que va del año se tienen 16 feminicidios y cuatro en grado de tentativa, 19 feminicidios
en 2016 y 20 en 2015, un total de 55 en tres años (García, 2017). Las causas de muerte fueron
objetos punzocortantes, asfixia o extrangulamiento, trauma craneoencefálico, arma de fuego
y golpes, además que uno de cada tres feminicidios tuvo un reporte previo de desaparición
(Morales, 2016).
En todas las coberturas los medios de comunicación locales mostraron que carecen de
lenguaje inclusivo y las faltas son mayores en términos de derechos humanos y perspectiva de
género, en parte porque no hay una formación que permita identificar el papel de los medios
en el fenómeno de perpetuar la violencia contra la mujer y también porque los medios son
empresas y muchos anteponen las ventas a la ética informativa.
* Universidad de Londres, Querétaro.
° http://dx.doi.org/10.22201/crim.UNAM000001c.2017.c10
Todos los derechos reservados.
Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de
los derechos patrimoniales.
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Mesa 4 - Violencia y medios de comunicación
Gráfico 2
Discute y luego ahoga a su esposa.
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Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Gráfico 3
Elemento de la Policía Municipal acusado de matar a su esposa
En los tres casos, se destacó en las notas informativas a testigos que resaltaron las discu-
siones entre la pareja y la inmediata petición de ayuda del victimario para auxiliar a su víctima.
En el caso específico del policía municipal, se puntualizó que estaba de vacaciones y sus únicos
problemas dentro de la corporación de seguridad eran por faltas injustificadas, a pesar que
la familia de la víctima mostró dos órdenes de restricción y varias denuncias por violencia
familiar.
En otros casos se exhibieron detalles personales de las víctimas, aunque siempre se cuidó
a los agresores por la presunción de inocencia. El 11 de diciembre de 2015 se reportó la desa-
parición de Yosheline Arenas, una joven de 19 años y el 21 de enero de 2016 la entonces Procu-
raduría General de Justicia del Estado difundió un video de 90 segundos que no aportaba más
elementos de prueba que dejar claro que “ella había subido por su voluntad” a un automóvil
del que no se apreciaba la placa. El 19 de febrero la misma Procuraduría informó que el cuerpo
de la joven se había encontrado un mes antes, el 18 de enero, en un costado del camino en la
comunidad de Saldarriaga, en el municipio de El Marqués.
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Mesa 4 - Violencia y medios de comunicación
Gráfico 4
Yosheline se fue por su voluntad: PGJ
Durante toda la cobertura, hubo una explotación mediática del estilo de vida de la joven,
su carácter, amigos y salió a relucir que le gustaba el sexo sádico, al grado de que algunos me-
dios lo utilizaron como forma para “reeducar” a la sociedad.
Gráfico 5
4 enseñanzas que (hasta ahora) nos deja Yosheline
86
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Gráfico 6
Queretana desaparecida estaba de vacaciones con su novio
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gula-su-mujer-en-loma-bonita-queretaro
88
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Como empezar a hablar de una chica que tenía que haber vivido una vida plena. Las palabras se
agolpan y se dificultan. Julia tenía 23 años, era estudiosa y trabajadora. Tenía una pequeña hija
de 2 años. Una sonrisa plena. Era una chica que desbordaba alegría. Era Jefa de su propia familia.
Sus días eran atareados. Trabajar, estudiar, atender su casa y a su pequeña.
El dinero difícilmente le alcanzaba y, un día, decidió tomar un trabajo extra: sería edecán. Era
contratada para eventos diversos como pasarelas o promoción de productos. También se daba
tiempo para participar en pasarelas a beneficio de alguna causa humanista; en una de ellas mo-
deló con su hijita.
Empezó una nueva relación de pareja con la esperanza puesta en que las cosas, esta vez, irían
bien… No fue así y decidió terminar la relación. Pocos días después, una tarde-noche, al salir
de una junta en la Agencia de modelos, lo que recibió de parte de su ya ex pareja, fueron varios
balazos que cegaron su vida.
Y es aquí donde intervienen los medios. Uno de ellos consigna: “Algunos vecinos mencionaron
que más que Agencia de modelos ese lugar parecía ‘casa de citas’…
Dando por verídica y confirmada dicha declaración anónima, prosiguen: “Cuando la policía
ministerial llegó a levantar el cuerpo de la presunta sexoservidora…” Un segundo medio ya no
habla sobre de dónde sale la versión y directamente afirma que en esa “Agencia de mercadotec-
nia –donde también se presta servicio de sexo servidoras-…”
En pocas palabras, la revictimizan y hasta parecen intentar una justificación para su asesinato…
Me dice una chica que la conoció bien: “¿Por qué son así los medios? ¿Te imaginas cuando su
hijita esté más grande y se ponga a buscar información sobre lo que le pasó a su mamá? ¿Te
imaginas lo que sentirá cuando lea ‘presunta sexoservidora’?
Las palabras me salen con dificultad. Me duele ese actuar de los medios. Me duele su falta de
visión sobre lo que están ocasionando. Que la sociedad condene a bote pronto sin medir las con-
secuencias de sus palabras. Que los medios den crédito a palabras anónimas, que hacen tanto
* Sociedad civil.
° http://dx.doi.org/10.22201/crim.UNAM000001c.2017.c11
89
Mesa 4 - Violencia y medios de comunicación
daño, simplemente para ponerle ‘más color a la nota’. Me duele Julia. Me duele su pequeña. Me
duele la amiga. Me duelen todas las mujeres que son revictimizadas, me duelen las mujeres que
son culpabilizadas cuando son las víctimas de un actuar irracional e injustificable.
1
http://www.animalpolitico.com/codigo-de-etica/
2
http://archivo.eluniversal.com.mx/disenio/directorios06/codigo.htm
3
http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LGAMVLV_220617.pdf
90
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
lo cual se ha buscado que estas sean investigadas, discutidas e integradas en la LGAMVLV y sus
correspondientes estatales, para que los medios realicen cambios en los manejos informativos
y, de esta manera, incidan en la sociedad produciendo un cambio en una cultura de paz y en el
derecho de las mujeres a una vida libre de violencia que debe incluir el respeto a las víctimas y
un manejo informativo adecuado.
Para explicarlas, retomamos las definiciones que de ambas se encuentran contenidas en
la Ley General de Protección Integral de las Mujeres (Ley 26.485)4 que existe en Argentina.
En ese contexto, entendemos la violencia mediática contra las mujeres como aquella pu-
blicación o difusión de mensajes e imágenes estereotipados a través de cualquier medio masivo
de información o comunicación, que de manera directa o indirecta promueva la explotación
de mujeres o sus imágenes, injurie, difame discrimine, deshonre, humille o atente contra la
dignidad de las mujeres, como así también la utilización de mujeres, adolescentes y niñas en
mensajes e imágenes pornográficas, legitimando la desigualdad de trato o construya patrones
socioculturales reproductores de la desigualdad o generadores de violencia contra las mujeres.
Como ejemplo de ella, se pueden encontrar infinidad de titulares de notas como las si-
guientes: “La mató por infiel”; “Farra y tragos la llevaron a la muerte”; “Feminicidio de mujer
destripada…”; “Mató a martillazos a su amorcito por infiel”; “La mató por celos”; “Encontró a
la esposa acostada con el amante y mató a ambos”, etc.
En todas ellas, desde nuestra perspectiva, no solamente se está revictimizando a la mujer
violentada (en estos casos asesinada) sino que se está “justificando” la violencia ejercida contra
ellas o se les responsabiliza o culpabiliza de la misma, dejando de lado al Sistema Patriarcal, el
machismo y a misoginia de nuestra sociedad.
En cuanto a la violencia simbólica, la definición de la misma en la Ley argentina men-
cionada, que esta se contempla como: La que a través de patrones estereotipados, mensajes,
valores, íconos o signos transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en
las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad.
Regresando al tema de la violencia extrema contra las mujeres (el feminicidio), los este-
reotipos juegan un papel preponderante, ya que muchas personas consideran que una mujer
que rompe con estereotipos “puede ser violentada (de diversas maneras) por haberlo hecho”.
Por todo ello, se torna indispensable, desde nuestra perspectiva, que la academia realice
análisis de lo plateado que sirvan para que el Congreso de la Unión amplíe los rubros de vio-
lencias contra las mujeres.
4
https://www.oas.org/dil/esp/Ley_de_Proteccion_Integral_de_Mujeres_Argentina.pdf
91
Mesa 5
92
Mesa 5 - Alertas de género (I)
Establecida en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAM-
VLV) y su Reglamento, la Alerta de Violencia de Género (AVG) es un mecanismo de emer-
gencia para confrontar la violencia feminicida y otras problemáticas de violencia, así como de
todo aquello que ponga en riesgo la seguridad de las mujeres o impida el libre ejercicio de sus
derechos humanos, en un lugar o territorio determinado.
Este mecanismos, activado desde 2015 en diferentes municipios de algunos estados de la
república, sigue suscitando múltiples controversias y cuestionamientos, tanto de organizacio-
nes peticionarias como representantes de instituciones gubernamentales, así como de organi-
Los retos que enfrentan los equipos de trabajo que investigan las solicitudes de violencia de
género en un territorio determinado, son múltiples y variados. Están conformados por ocho
personas, tres de instituciones gubernamentales (Conavim, Inmujeres y la instancias de las
95
Mesa 5 - Alertas de género (I)
mujeres del estado), la Comisión Nacional de Derechos Humanos y cuatros personas prove-
nientes de instituciones educativas. Es de suponer que quienes representan a las instituciones
estarán versadas en el mecanismo y son conocedoras del problema de violencia que se inves-
tiga; empero, esto no siempre es así. Esta situación se observa igualmente en quienes participan
desde la academia, lo que presentan desafíos fundamentales desde el inicio de la investigación.
Un equipo débil no permite investigar y diagnosticar el problema en toda su magnitud y com-
plejidad, más allá de las diferencias de posturas que se puedan tener entre las y los integrantes
del grupo, con el agravante de que la pauta del alcance y profundidad de la investigación la da
la propia solicitud de alerta. Si ésta es muy general y focalizada en ciertas problemáticas, pero
descuida otras igual de importantes, la investigación también tomará ese rumbo, a menos que
el grupo tome la iniciativa de explorar otras dimensiones del problema.
Se han cuestionado mucho los plazos tan largos que toman las distintas fases del pro-
ceso hasta llegar a una resolución; sin embargo, los tiempos propiamente de investigación del
problema son muy cortos, de unos días apenas. En ese sentido, si las personas que integran el
equipo no tienen un conocimiento cercano y preciso sobre la violencia que impera en el terri-
torio investigado, difícilmente se realizarán diagnósticos que revelen la magnitud y dimensión
del fenómeno, más aun si no se cuenta con información oficial completa y confiable de casos de
violencia, lo que se observa de manera generalizada en todos los informes, tanto de los estados
donde se han decretado las alertas como en los que no.
Con todo, más allá de todas estas particularidades, todos los informes, resoluciones y de-
claratorias que existen hasta el momento, dan cuenta de una serie de propuestas y medidas de
acción que evidencian el atraso que existe en México en materia de prevención, sensibilización,
atención, sanción y combate a la violencia contra las mujeres y el trabajo enorme que se tiene
enfrente. Los dictámenes de alerta de los doce estados donde se ha decretado contienen medidas
de seguridad, prevención y justicia similares, algunas de las cuales se retoman también en los
resolutivos de no declaratorias de otros estados. Salvo excepción, todas ellas son medidas gene-
rales y cuesta trabajo comprender cómo cada una y en conjunto lograrán prevenir y erradicar la
violencia contra las mujeres.
Al analizar cada una de ellas, surge la interrogante si esas medidas tienen verdadera-
mente un carácter emergente y si, por el contrario, son acciones que tendría que estar ya ins-
trumentadas en las políticas de los gobiernos. Cuesta trabajo entender cómo, por ejemplo, la
capacitación, sensibilización y profesionalización en materia de derechos humanos de las mu-
jeres para las y los servidores públicos se presenta sólo como una medida emergente, cuando
los propios órganos internos que rigen a las dependencias de procuración e impartición de
justicia se los mandatan. O por qué para ciertos estados donde se decretó la alerta es una de
las medidas emergentes, y para otros de los estados es una propuesta que se presenta para su
implementación.
96
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
¿Cuáles son los factores que determinan que en un territorio determinado se declare
o no la alerta de violencia de género contra las mujeres? La respuesta a esta pregunta aún
está por analizarse. ¿Será la incidencia de femenicidios? ¿La visibilización mediática de casos
emblemáticos? ¿La caída en desgracia del gobierno en turno?
Con todo y sus desigualdades en cuanto a mayor o menor profundidad o disposición
de datos y estudios sobre la violencia imperante, los distintos informes que conformaron los
grupos de trabajo, y a partir de los cuales, se presupone, se sustentaron las decisiones guber-
namentales para declarar o no las alertas, muestran una problemática grave del problema que
amerita emprender no solo las medidas de emergencia que establecen los documentos de de-
claratorias.
El alcance de estos informes depende en mucho, dónde se puso el ojo y quién lo puso,
pues un factor fundamental en la toma de decisiones es el político. ¿Esto significa que las alertas
se negocian? En el caso de la de Sonora la respuesta desde mi experiencia es Sí. La decisión final
es política: conviene o no al gobierno en turno que se declare o no. Poco importa cuál sea la
situación que impere, si hay elementos o no para asegurar, como se postula en los Resolutivos
para el municipio, que en el estado se han “emprendido acciones relevantes para la implemen-
tación de las propuestas realizadas por el grupo de trabajo, lo cual contribuye a la prevención,
atención, sanción y erradicación de la violencia contra las mujeres en la entidad federativa”.
Así las cosas para la secretaría de Gobernación: El gobierno de Sonora no sólo imple-
mentó acciones para el adelanto de las mujeres, sino para erradicar la violencia sin imple-
mentar ninguna medida emergente que la combata. La realidad, como siempre, confrontará o
confirmará ese supuesto.
Para comprender el transformado político que se teje en la toma de decisiones sobre las
alertas, hay que analizar cómo opera todo el proceso de solicitud de alerta, las intervenciones
que tienen en él tanto los gobiernos estatales como el federal y las instancias que tendría que
garantizar la efectiva puesta en marcha del mecanismo.
Más allá de analizar las ventajas y desventajas del mecanismo de la alerta, una tarea pen-
diente siguen siendo las formas como lo operacionalizan las distintas instancias de gobierno
que están obligadas a implementarlo, darle seguimiento y evaluarlo. Esta tarea sigue pendiente
de realizar.
97
Mesa 5 - Alertas de género (I)
Como lo estipula la LGAMVLV, una de las tres causales para la declaratoria de AVG se justifica
cuando organismos de derechos humanos a nivel nacional o de las entidades federativas, or-
ganismos de la sociedad civil y/o los organismos internacionales, la soliciten. Fue la Comisión
Independiente de Derechos Humanos de Morelos quien demandó la declaratoria al señalar
que desde enero del 2003 a junio de 2013 se habían cometido 633 feminicidios en el Estado. En
este sentido, el proceso de política pública que puso en primera instancia a las organizaciones
de derechos humanos y de mujeres como actores claves en la solicitud4.
de Violencia (2007) que establece la creación del Banco Nacional de Datos e Información sobre Ca-
sos de Violencia contra las Mujeres (Banavim) a 2015, no había información certera sobre los casos
de violencia contra las mujeres. El Banco de datos no está en operación en los términos establecidos
en la norma, y no verifica que éste genere información clara, confiable, oportuna y suficiente para la
toma de decisiones en materia de prevención y atención de la violencia contra las mujeres. http://
www.cimacnoticias.com.mx/noticia/conavim-debe-revisar-plazos-para-declarar-alerta-de-violen-
cia-de-g-nero
3
Ver http://observatoriofeminicidiomexico.org.mx/
4
La Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos, continúa el seguimiento a los repor-
tes entregados por el Estado en torno a la AVG en la entidad. Para mayor información ver: https://
cidhmorelos.wordpress.com/tag/alerta-de-violencia-de-genero/
99
Mesa 5 - Alertas de género (I)
5
Como lo destaca la impulsora de la LGAMVLV, Marcela Lagarde: Las autoridades “obstaculizan la
Alerta de Violencia de Género, como si se tratara de una agresión contra los gobiernos”, cuando
en realidad es una “política de emergencia” que permite a los gobiernos articularse para enfrentar
el feminicidio, la trata de personas, violencia sexual, acoso y hostigamiento”. http://www.cimacno-
ticias.com.mx/noticia/obstaculizan-alerta-de-violencia-de-g-nero-como-si-se-atacara-los-gobiernos.
02/09/2016
100
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
En función de lo anterior, el sentido que adquiere esta política pública de seguridad para
las mujeres se enfrenta a los siguientes obstáculos, lo que determinará su efectividad:
1. Definición normativa-operativa de la alerta de violencia de género:
Considerar que el problema de la violencia de género es coyuntural desdibuja una com-
prensión global del fenómeno, incluso esto se agrava frente a la situación de inseguridad gene-
ralizada en el país debido a la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico. En estricto
rigor todo el país vive una situación de emergencia y para los tomadores de decisiones lo es-
pecífico en el caso de las mujeres no se comprende en su real magnitud. La competencia entre
atribuciones federal-estatal-municipal, también encuentra serias restricciones en la ejecución.
2. Incumplimiento de la política en materia de igualdad y atención a la violencia:
Al decretar la AVG se pone en evidencia que pese a que las normas nacionales mandatan
desde 2007 el desarrollo de programas, mecanismos de atención, protocolos, incorporación del
marco internacional, banco de datos, etc, para prevenir y erradicar la violencia de género, estas
iniciativas no han funcionado; o lo que es peor, no se cuenta con evaluaciones sistemáticas so-
bre sus alcances y resultado. La integración de un grupo de expertos para la AVG da a entender
que esta medida es abierta e incluyente de aquellas comunidades epistémicas conocedoras de
la problemática. Sin embargo en los hechos, el trabajo que se les solicita –que incluso es sin
remuneración- es de responsabilidad de las entidades estatales, que por Ley deben contar con
un sistema estatal de seguimiento y prevención de la violencia contra las mujeres. En este sen-
tido, existe una probabilidad muy alta que las AVG y las medidas propuestas por el grupo de
expertos caigan bajo la misma lógica de incumplimiento y falta de rigor en su implementación.
3. Lo político de las políticas de género:
En términos políticos, la AVG es una medida que pone en evidencia la responsabilidad
de las autoridades gobernantes frente a su inacción para combatir la situación de violencia
contra las mujeres que vive su Estado, por tanto en la mayoría de las ocasiones se intenta que
la solicitud no proceda, no con el fin de dar real atención al problema, sino más bien, para que
los gobernantes no sean cuestionados.
4. Dinámicas burocráticas en la administración pública federal, estatal y municipal.
Atender la AVG implica movilizar una maquinaria logístico-burocrática para justificar
la necesidad de implementar acciones al respecto. La coordinación y atribución de competen-
cias se torna fundamental. Por una parte, se debe conformar un sistema integrado con los tres
órdenes de gobierno en materia de protección, atención, sanción y erradicación de la violencia
contra las mujeres. La lógica que mueve esta decisión es la transversalidad, es decir, se pretende
establecer una política integral y que atraviese todos los órganos públicos para la prevención,
atención, sanción y erradicación de los delitos violentos contra las mujeres.
Aquí es donde surgen dos problemas centrales. Por un lado la expectativa por la coor-
dinación y acoplamiento en las lógicas federal y estatal. Es decir, la AVG supone en su dise-
ño-implementación la coordinación entre niveles de gobierno e instituciones para generar una
101
Mesa 5 - Alertas de género (I)
labor conjunta y coordinada entre dependencias y órdenes de gobierno que pierden de vista
la altísima complejidad organizacional para que ello sea una realidad en la ejecución. El per-
sonal encargado de dar seguimiento y de asegurarse que los compromisos gubernamentales
se cumplen, acaba siendo el mismo. El segundo problema lo constituye la verticalidad de las
decisiones, donde la preminencia federal se encuentra por sobre la estatal a través de la figura
que cumple Secretaría de Gobernación, y la presunción de que la operatividad de la medida
implica el conocimiento de lo que significa implementar acciones transversales.
5. Los actores de la política:
En relación a los actores que son parte de las coaliciones defensoras del problema, con-
sidero que la AVG se erige como una salida para poner el tema de la violencia de género en la
agenda pública. Es decir, se acude a esta medida no por ser una ruta eficaz y comprobada de
que la intervención de las instituciones del Estado ahora si darán los resultados esperados. La
AVG no requiere la creación de nuevas leyes o programas, todas estas medidas ya estaban con-
templadas legalmente en los diversos instrumentos de política a nivel federal y estatal. La AVG
es, en definitiva, una medida que viene a visibilizar la propia violencia institucional que el
Estado ejerce sobre las mujeres al no actuar y darles seguridad y una vida libre de violencia.
Otros actores que son parte del proceso lo constituye el grupo de expertos que elabora
el diagnóstico que será el insumo para que el Estado en escrutinio ponga en ejecución las
medidas de política. Su trabajo se realiza sin recibir remuneración y con la exigencia de un
estricto plazo para entregar resultados científicos. Así mismo, la posibilidad de examen frente
a lo que el Estado reporta no se acompaña de sanciones o plazos concretos, lo que en definitiva
desdibuja su capacidad de incidencia.
No sólo hablamos de feminicidios como números que engrosan las estadísticas de impu-
nidad del Estado frente a los crímenes de odio. Hablamos también de los temores de las muje-
res, que sí existe y son específicos a su condición de género, pero no han sido vehiculizados de
manera real por parte de quien debe tomar las medidas institucionales para hacerlo.
Por una parte, las pruebas del riesgo social que afectan la seguridad de las mujeres no
encuentran una relación directa entre los hechos y el interés depositado en ellos por parte del
poder formal. Es decir, no basta con tener datos específicos sobre crímenes hacia mujeres. El
sistema exige construir un discurso-saber legitimado por expertos para asegurar que dichos
crímenes si cuenten con la credibilidad necesaria acerca de su importancia social.
No obstante ello, el papel de los expertos, no ha logrado concitar una aceptación de un
saber legítimo, y por tanto su posibilidad de incidencia en materia política ha quedado redu-
cida al desarrollo de una serie de pasos de que son parte de un “proceso”, denominado Alerta
de Violencia de Género, pero que no encuentra una salida en términos de respuesta a una
necesidad social.
102
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
En síntesis, la AVG como una política de emergencia para la violencia de género tiene
varios supuestos que es preciso revisar:
1. Se parte de la idea de que existe un consenso sobre la valoración del problema a nivel
estatal y en rigor las acciones de política que se establecen parten a nivel Federal. En la
lógica centralista de los Estados se conciben como intromisión a su política interna y
como un castigo que deslegitima la actuación de los gobernantes en turno.
2. Que existe coordinación institucional entre el nivel federal y el estatal que permita que
los estados asuman la responsabilidad de la situación de violación de los derechos hu-
manos de las mujeres en su territorio. Sin embargo, la lógica con que opera el Estado está
lejos de funcionar mediante acciones coordinadas que superen el asilamiento e indepen-
dencia de las instituciones.
3. Que en un mes de trabajo, el grupo de expertos, a quien se les exige considerables creden-
ciales y que se asume trabajarán sin ningún tipo de estímulo económico, construyan un
diagnóstico exhaustivo del desempeño institucional en materia de atención a la violencia
y de análisis de casos específicos, sin establecer sanciones ni plazos por incumplimiento
4. Que las recomendaciones del Informe del grupo de expertos que son elaboradas con un
enfoque de género, serán comprendidas e integradas en un esquema de funcionamiento
de política que es ajeno a la problemática de los derechos humanos de las mujeres y la
perspectiva de género.
5. Que la AVG puede funcionar sin recursos específicos y sanciones-incentivos de por me-
dio. O que el incentivo de cumplir con las recomendaciones de política pública estarían
dadas por el propio diseño de la política, la cual se asume participativa, transparente,
informada, científica, etc.
103
Mesa 5 - Alertas de género (I)
El trabajo tiene como objetivo presentar elementos para una reflexión teórica-conceptual-po-
lítica, desde una mirada de la teoría social, los movimientos ciudadanos y de la acción social,
tanto como de una crítica feminista, producto de la experiencia directa en el proceso de la
Alerta de Violencia de Género en México. Lo anterior a partir del análisis del desarrollo de
un proceso regional-local, en un municipio particular del estado de Sonora. Ambas autoras
formaron parte del procesos desde distintos lugares e intervenciones, de ahí la importancia y el
interés, de una reflexión que involucra una participación diferenciada con perspectiva política
diferente y combina formas distintas de mirar un mismo proceso, que se presume complemen-
taria, por conformarse bajo una misma mirada del feminismo y un mismos objetivo político y
social: encontrar los mejores caminos para avanzar no solo en la construcción de las políticas
públicas, sino en los cambios institucionales y ciudadanos, necesarios para erradicar la violen-
cia de género hacia las mujeres y las niñas, tanto como la violencia estructural y feminicida.
Este trabajo está proyectado, para ser un artículo de análisis que aporte nuevas reflexio-
nes en torno a un proceso político de participación gubernamental y ciudadano. Por ello, en
esta mesa de trabajo, hemos decidido presentar algunas ideas y propuestas, del artículo en
proceso, para su discusión, que nos permitiera arribar a un análisis objetivo, es decir; no lineal,
no ideologizado o ciego, sobre algunos de los aspectos relevantes que involucran la solicitud de
la Alerta de Violencia de género en Cajeme, incluida la no declaratoria de la misma, por parte
de la Secretaría de gobernación, a saber: sobre la relación Estado-Sociedad Civil organizada-li-
deres feministas y las acciones realizadas por los diversos actores, durante el proceso gestado a
partir de la solicitud de Alerta de Violencia de Género para Cajeme. El propósito último de este
trabajo es hacer una reflexión que aporte elementos para el análisis de los procesos enmarcados
104
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
en el ejercicio de los derechos de las mujeres a una vida libre de violencia, para la revisión del
mecanismo de AVG de la Ley de acceso; sus alcances y limitaciones, para observar, además del
mecanismo en sí mismo a los actores que resultan fortalecidos y la relación o no, de sus accio-
nes, con la reducción de la violencia y en especial con los feminicidios en las regiones. Se trata
de avanzar en la reflexión analítica, de un proceso vivo que aún no termina en la medida en
que la AVGC, no fue declarada, lo que derivó en una demanda interpuesta de parte del grupo
promovente, cómo expresión de desacuerdo con la resolución de la negativa de la declaratoria
de la AVG para el municipio de Cajeme, por parte de la Secretaría de Gobernación.
Nos interesa en esta presentación, poner las preguntas y los puntos de conflictos, que
expliquen los proceso y nos den pautas para pasar de una política de protocolos y creación de
Leyes a una de logros y creación de acciones concretas de impacto local, que constituyan el
marco referencial, de una real política de protección de las mujeres y las niñas, que contribuya
al bienestar de las mismas y aporte a contrarrestar la violencia que permea la sociedad en con-
tra de las mujeres, por el solo hecho de Serlo.
El proceso en discusión
105
Mesa 5 - Alertas de género (I)
La violencia feminicida es la forma extrema de violencia contra las mujeres por el solo hecho
de ser mujeres, ocasionada por la violación de sus derechos humanos, en los espacios público
y privado; está integrada por las conductas de odio o rechazo hacia las mujeres, que pueden no
ser sancionadas por la sociedad o por la autoridad encargada de hacerlo y puede terminar en
homicidio y otras formas de muerte violenta de mujeres (Artículo 21 de la Ley de Acceso). A
pesar de la homologación al Código Penal que llevo a cabo el Congreso del Estado de Sonora
en 2013, donde a quien cometa el delito de feminicidio se le impondrá de 30 a 60 años de pri-
sión y de 500 a mil días de multa, modificando así la pena mínima que existía en asesinatos de
mujeres (23 de noviembre de 2013, se publicó en el Boletín Oficial del Estado de Sonora), los
feminicidios no han parado. De acuerdo al Artículo 263 BIS A, comete el delito de feminicidio
quien prive de la vida a una mujer por razones de género. En la última década, Sonora al igual
que el resto del país ha vivido un incremento de la violencia social y feminicida, en particular el
municipio de Cajeme. De acuerdo a los resultados de la Encuesta Nacional de la Dinámica de
las Relaciones en los Hogares (ENDIREH-2006, 2011 y 2016) en la última década la prevalen-
cia de la violencia contra las mujeres en el Estado de Sonora ha posicionado a la entidad en el
puesto 9, 4 y 20 respectivamente. En 2011, Sonora ocupó el primer lugar nacional de violencia
contra la mujer en el noviazgo, ya que el 47% del total de mujeres solteras que han tenido novio
sufrieron violencia, 10 puntos por arriba de la media nacional (ENDIREH, 2011).
106
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Durante el proceso de AVG la violencia feminicida, no dio tregua a nivel estatal ni mu-
nicipal. De acuerdo con los registros del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio
en Sonora, durante los dos años que duró la solicitud (2015-2017) de AVGS se presentaron
107 casos de feminicidio en el estado; además, Cajeme es el municipio de Sonora con el mayor
porcentaje de violencia feminicida en la entidad, durante este periodo con 19 por ciento de los
casos registrados de 2015 a 2016, por el Observatorio (20 asesinatos en total, 10 cada año) se
cometieron en dicho municipio (PCNFS, 2017).
Serán nuestro referentes, algunos texto de análisis feminista; Lamas (2012), Fraser (2015), Or-
tiz y Salazar (2016). Tomaremos como puntos de partida la perspectiva de interfaz que Isunza
retoma, de Roberts (2001) y Long (1999), para la descripción de las relaciones sociedad ci-
vil-estado, en la que supone relaciones socio-estatales que deben analizarse en contenido tanto
como confrontación de intereses sociales, cuanto contrastes de interpretaciones e informacio-
nes que se hacen presentes en la implementación de la política pública (Hevia e Isunza, pp: 63)
. Long por su parte asume que la interfaz es: 1) una entidad organizada de intencionalidades
y relaciones entrelazadas; 2) un lugar para el conflicto, la incompatibilidad y la negociación;
3) un sitio de confrontación de paradigmas culturales; 4) implica una realidad donde los pro-
cesos de conocimiento son centrales; 5) se constituye también por el poder, entendido como
resultado de luchas por relaciones estratégicas y significados; 6) está compuesta por discursos
múltiples, y 7) puede ser el espacio para la intervención planeada en los mundos de vida de los
actores sociales individuales y colectivos.
Logros y conclusiones
107
Mesa 5 - Alertas de género (I)
Bibliografía
Informe del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio. 2008. Una Mirada al femini-
cidio en México 2007-2008. En http://observatoriofeminicidiomexico.org.mx/wp-con-
tent/uploads/2013/09/informe_FINAL-2007-2008.pdf
Informe del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio. 2011. Una Mirada al feminici-
dio en México Enero de 2010 a junio de 2011. En http://observatoriofeminicidiomexico.
org.mx/wp-content/uploads/2013/09/Informe_2010-2011_FINAL.pdf
Boletín Oficial Gobierno del Estado de Sonora, 4 de mayo 2017. Ley del Instituto Sonorense de
las Mujeres. En http://www.stjsonora.gob.mx/reformas/Reformas040517-6.pdf.
Ley General de Acceso a una Vida Libre de Violencia (LGAVLV-2006). Congreso de la Unión.
INEGI. 2006. Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDI-
REH 2006).
INEGI. 2011. Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDI-
REH 2011).
INEGI. 2016. Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDI-
REH 2016).
Hevia Felipe y Ernesto Isunza V. Ernesto. 2006. La Perspectiva de interfaz aplicada a las relacio-
nes sociedad civil-Estado en Mexico.
108
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Las solicitudes de alerta de violencia de género por agravio comparado han sido buscadas por
organizaciones de la sociedad civil sólo en un par de ocasiones, para casos de Guanajuato y Ve-
racruz. Sólo esta última ha prosperado en su estudio hasta ahora y se encuentra en vilo sobre si
se declara la alerta o no. En comparación con las alertas de género por violencia feminicida, con
casi dos decenas de procedimientos abiertos, las de agravio comparado han sido poco utilizadas.
El objetivo de la ponencia es plantear algunos argumentos de por qué este procedimiento ha
sido tan poco exitoso, sobre si es o no un mecanismo idóneo de protección de los derechos
de las mujeres. Para ello se propone un acercamiento al tema bajo la perspectiva de los me-
canismos de defensa de los derechos humanos desde la que es posible encontrar ventajas y
desventajas en los ámbitos fácticos y normativos de cómo funciona este mecanismo. Desde el
aspecto normativo se plantea el uso de herramientas interpretativas aportadas por los estudios
de derechos humanos, como el control de convencionalidad y en el ámbito empírico categorías
como la accesibilidad, costos, tiempos de respuesta y formas de reparación entre otros.
Las siguientes páginas se enfocan en el caso de Veracruz, en el que diversas asociaciones
civiles solicitaron desde 2016 se emita la alerta de género en su estado por el concepto de agravio
comparado ante la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres
(CONAVIM), respecto de tres aspectos, la aplicación de la NOM-046, el artículo 4 de la Consti-
tución local y la regulación penal del aborto en el Código Penal local. Por cuestiones de espacio y
método sólo se abordará el tema del agravio comparado relacionado al Código Penal en el Estado
mencionado.
Pregunta
¿La alerta de género por agravio comparado es un mecanismo de exigibilidad idóneo para la pro-
tección de los derechos de las mujeres en nuestro país ante la discriminación de leyes penales que
criminalizan el aborto?
Mecanismo de protección
110
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
En el caso que se analiza se verá cómo es que el informe del Grupo de Trabajo se extiende
en sus recomendaciones hasta los espacios de acción de los poderes ejecutivo, legislativo y
judicial de Veracruz.
Agravio Comparado
La solicitud de Guanajuato que no prosperó fue rechazada bajo los argumentos de que
no se trataba de una solicitud de “agravio comparado”. En aquella oportunidad se solicitaba,
básicamente, se igualara la legislación de Guanajuato con la de la hoy Ciudad de México.
No obstante, desde entonces se alegó que el “agravio comparado” no consistía en com-
parar los marcos normativos nacionales alegando uno como más benévolo que otro. El objeto
es el de un agravio, es decir un daño, equiparable o semejante al causado por la violencia fe-
minicida.
En el RLGAMVLV se definen tres supuestos en los que se configura el agravio compa-
rado sobre: a) distinciones, restricciones a derechos de las mujeres, b) trato legal desigual y c)
aplicación desigual de la ley. (Artículo 23, RLGAMVLV)
La cualificación que solicita el reglamento es que con alguno de esos tres supuestos se
“transgredan los derechos humanos de las mujeres”. Si se hace un análisis de este artículo,
aparece que la forma de alegar un agravio comparado es, bajo los parámetros que nos brindó
la reforma constitucional de derechos humanos de 2011, un ejercicio de control de constitucio-
nalidad e incluso de convencionalidad de las normativas locales.
No obstante, el éxito de la solicitud de emisión de alerta depende, además del estudio
legislativo, de considerar “los datos de procuración e impartición de justicia relacionados con
la Violencia contra las Mujeres”. (Artículo 36 BIS, RLGAMVLV)
En el caso la solicitud de alerta presentada en el caso de Veracruz, se impugnaron di-
versos artículos del Código Penal de Veracruz1 (en la parte que nos interesa en esta ponencia)
se contiene un poco de ambas visiones del agravio comparado: 1) Un cotejo de la legislación
penal del Estado de Veracruz en materia de aborto y las demás legislaciones en las Entidades
1
En particular los artículos 149, 150 y 154, del Código Penal para el estado Libre y Soberano de
Veracruz de Ignacio de la Llave. Su texto es el siguiente:
Artículo 149.-Comete el delito de aborto quien interrumpe el embarazo en cualquiera de sus eta-
pas.
Artículo 150.- A la mujer que se provoque o consienta que se le practique un aborto, se le sancio-
nará con tratamiento en libertad, consistente en la aplicación de medidas educativas y de salud.
Artículo 154.- El aborto no es punible cuando:
I. Es causado por imprevisión de la mujer embarazada;
II. El embarazo sea resultado de una violación o de una inseminación artificial no consentida,
siempre que se practique dentro de los noventa días de gestación;
III. De no provocarse, la mujer embarazada quede en peligro de muerte a juicio del médico que
la asista, oyendo éste la opinión de otro facultativo, siempre que ello fuere posible y la demora no
aumente el riesgo; o
111
Mesa 5 - Alertas de género (I)
IV. A juicio de dos médicos, exista razón suficiente de que el producto padece una alteración que
dé por resultado el nacimiento de un ser con trastornos físicos o mentales graves y se practique
con el consentimiento de la mujer embarazada.
112
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Grupos Vulnerables del Congreso Local. Por su parte el Pleno del Congreso decidió ratificar
dicho dictamen “no positivo”. Queda en el aire valorar si fue la recomendación dirigida al
Congreso, la forma tan especificada y textual en la que se pensó debía quedar en la redacción
del Código Penal o a mayor profundidad, ¿cómo comprometer a aceptar y cumplir una reco-
mendación a un cuerpo colegiado con distintas posiciones políticas?
Las recomendaciones respecto al Gobernador en relación a la regulación penal eran más
laxas en el sentido de “coadyuvar” con el poder Legislativo y presentar una iniciativa, hecho
por cierto que no ocurrió.
Conclusiones
Las características actuales del mecanismo hacen difícil o imposible que se enfrente con éxito
la discriminación de las leyes, no obstante, existen las posibilidades formales de solicitar in-
formes oficiales a todas las autoridades (Poderes ejecutivo, legislativo y judicial), posibilidades
fácticas de provocar trabajos conjuntos de autoridades y pronunciamientos públicos. Aunque
por otro lado se tienen las limitaciones formales de un marco normativo deficiente que crea
espacios de incertidumbre en relación a cómo actuar ante autoridades no administrativas. Y
también las limitaciones fácticas de hacer efectivas las recomendaciones (no vinculantes) ante
cuerpos colegiados de composición política diversa.
El mecanismo puede encontrar nuevos alcances si se regulan de mejor manera los tratos
diferenciados ante los distintos poderes no administrativos y con una funcionalidad práctica
en sus recomendaciones especializadas.
Fuentes bibliográficas
González Pérez, Luis Raúl. (2011). El sistema no-jurisdiccional de protección de los de-
rechos humanos en México. Revista IUS, 5(28), 99-122. Recuperado en 06 de
noviembre de 2017, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pi-
d=S1870-21472011000200006&lng=es&tlng=es.
Marie, Jean Bernard. (s/a). Sistemas nacionales de protección de los derechos humanos, recu-
perado el 06 de noviembre de 2017 de http://iin.oea.org/Cursos_a_distancia/Sistemas_
Naciones_%20de_Proteccion_Jean%20Marie_Bernard.pdf
Serrano, S., y Vázquez, D. (2013). Los derechos en acción: Obligaciones y principios de
derechos humanos. FLACSO-México. recuperado el 06 de noviembre de 2017 de http://
www.jstor.org/stable/j.ctt16f8df1
Vázquez Valencia, Luis Daniel. (2011). Los derechos humanos, la democracia representativa y los
mecanismos sociales de garantías. Notas para una reflexión. Revista Crítica Jurídica no. 32,
113
Mesa 5 - Alertas de género (I)
Otros documentos
Informe de Alerta por Violencia de Género para el Estado de Veracruz por Agravio Compa-
rado. Recuperado en 06 de noviembre de 2017, de https://www.gob.mx/cms/uploads/
attachment/file/198458/Informe_AVGM_AC_Veracruz_VF.pdf
114
Mesa 6
Antecedentes
El 1º de febrero de 2007, y después de un largo proceso social y legislativo, fue publicada la Ley
de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV), cuyo objetivo principal
es establecer la coordinación entre la Federación, las entidades federativas y los municipios
para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres.
Contiene principios rectores para el acceso de todas las mujeres a una vida libre de vio-
lencia, define conceptos fundamentales, por primera vez se definieron los tipos de violencia, y
también por primera vez se incluyo en una ley, un capitulo completo sobre la violencia femini-
cida y se hablo sobre la Alerta de Violencia de Género.
En el artículo 22 se define la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres como el
conjunto de acciones gubernamentales de emergencia para enfrentar y erradicar la violencia
feminicida en un territorio determinado, ya sea ejercida por individuos o por la comunidad.1
Fue así, como por primera vez en nuestro país las mujeres teníamos la oportunidad de
visibilizar la violencia de la que éramos victimas; con ese marco institucional la violencia salió
a flote y comprendimos que la violencia no solo ocurría en Ciudad Juárez, como nos lo mostra-
ban las noticias de la época, la violencia contra las mujeres laceraba todo el territorio mexicano.
En el contexto en donde la violencia contra las mujeres estaba invisibilizada, la Dra. Teresa
Incháustegui al frente de la Comisión Especial para el Seguimiento de los Feminicidios en el
118
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
La declaratoria de AVGM se creó con el fin de que el Gobierno adoptara acciones y medidas de
Seguridad, Prevención y Justicia, establecidas en la misma, que se supone asegurarían y garan-
tizarían a las mujeres y niñas del Estado de México el derecho a vivir una vida libre de violen-
cia, pero a pesar de esta medida, en el estado de México se siguen asesinando y desapareciendo
a mujeres. De acuerdo con María de la Luz Estrada, directora del Observatorio Ciudadano
Nacional del Feminicidio (OCNF), en lo que va de 2017, con corte en septiembre, se habían
cometido 158 asesinato de mujeres, de los cuales sólo 32, es decir el 20 por ciento, fueron inda-
gados como feminicidios y solamente seis de este tipo de asesinatos están vinculados a proceso.
Han pasado varios meses después de la declaratoria de la AVGM, y no hay resultados
positivos, es conveniente evaluar el protocolo, ¿Se está implementando?, ¿las autoridades ha-
cen su trabajo durante las primeras 72 horas después de la desaparición?. La gravedad de los
resultados de la declaratoria radica en que no se implementan los protocolos, así de ninguna
manera se puede medir el impacto positivo o negativo de la Alerta de Género, ONG señalamos
la sanción como medida correctiva, deseamos que sea eficiente.
Otro punto destacado, es que el Estado de México es uno de los más peligrosos a nivel
nacional para las mujeres, cosa que ha llevado a las Asociaciones civiles a replantear y en algu-
nos casos exigir la AVGM, no sólo en los 11 municipios donde fue decretada, sino en todo el
Estado de México. Tan sólo en 2017, con corte al 01 de octubre, se han registrado 134 asesi-
natos de mujeres, siendo Tecamac y Teotihuacan con 6 y 5 feminicidios respectivamente, los
municipios que han superado en número a los que sí cuentan con AVGM.
Se anexan algunas tablas que resumen la investigación e información que Mujeres en
Cadena A.C Por Una Vida Digna actualiza a diario con miras a visibilizar el impacto que ha
tenido la AVGM en el Estado de México.
119
Mesa 6 - Alertas de género (II)
120
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Amecameca 1 2
Tlamanalco 1 1
Villa Guerrero 1 0
Ozumba 1 0
Polotitlán 1 0
Donato Guerra 1 0
Coyotepec 1 0
Jiquipilco 1 0
Tezoyuca 1 2
Temamatla 1 0
Valle de Bravo 1 1
Joquicingo 1 0
Tepetlaoxtoc 1 0
Tonatico 1 0
Tequixquiac 1 0
Tonanitla 1 1
Temascalcingo 1 0
Villa Guerrero 1 0
Huehuetoca 1 0
Chapa de Mota 2 0
Colima (Cuerpo encontrado en Metepec) 2 0
Teotihuacan 0 5
Tecámac 0 4
Tenancingo 0 3
Atlautla 0 2
Cocotitlan 0 1
Mexicanzingo 0 1
Ixtapan de la Sal 0 1
Chapultepec 0 1
Jiquipilco 0 1
Nextlalpan 0 1
Villa de allende 0 1
Ixtlahuaca 0 1
121
Mesa 6 - Alertas de género (II)
122
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Es importante mencionar que el 17.05% de los feminicidios no cuentan con una explica-
ción clara de la causa de muerte, así como pocos datos sobre las condiciones en que se encontró
el cadáver.
El 44.18% de las víctimas fueron asesinadas con violencia.
En el 6.20% de los casos las mujeres fueron presuntamente violadas, sin embargo la infor-
mación de los demás feminicidios no tiene datos suficientes para saber si también fueron víctimas
de violación.
En el 7.36% de los casos la víctima fue asesinada por su pareja o ex pareja.
2017%
0-17 años 6.38%
18-35 años 48.93%
36-56 años 25.53%
Sin datos 19.14%
123
Mesa 6 - Alertas de género (II)
El año pasado, el Secretario de Gobernación, en sesión extraordinaria del Sistema para la Aten-
ción, Prevención, Sanción y Erradicación de la Violencia de Michoacán (SEPASEV), declaró
la Alerta de Violencia de Género Contra las Mujeres (AVGM). El gobierno de Michoacán se
convirtió en la cuarta declaratoria en el país y la primera a nivel nacional al considerar 14 mu-
nicipios considerados en ésta (Apatzingán, Hidalgo, Huetamo, La Piedad, Lázaro Cárdenas,
Los Reyes, Maravatío, Pátzcuaro, Sahuayo, Tacámbaro, Uruapan, Zamora y Zitácuaro).
A un año de la declaratoria, consideramos necesario realizar un balance sobre la imple-
mentación de la AVGM, ya que la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia
Contra las Mujeres (CONAVIM) responsable de la misma, no cuenta con una metodología o
mecanismo que dé seguimiento efectivo a los avances y cumplimiento, no solo de las observa-
ciones o conclusiones recomendadas previas a la declaratoria, sino también de las acciones que
derivan de la declaratoria de procedencia de la AVGM, y con ello lograr abatir los índices de vio-
lencia feminicida. Aunado a esta situación como organización peticionaria, hemos sido regular y
sistemáticamente, desvinculada del proceso que solicitamos como medida emergente conforme a
derecho humano, sino que por ley y demás tratados internacionales así lo señalan, resulta incon-
cebible que sean los propios gobiernos quienes sean los que violenten estos preceptos.
Por tal motivo, decidimos llevar a cabo una evaluación de la implementación de AVGM,
para realizar este balance consideramos vincular aspectos cualitativos y cuantitativos. En lo
cualitativo se empleó la técnica de análisis de contenido para ordenar, clasificar y sistematizar
información de los siguientes documentos: 1) Informe del Grupo de Trabajo conformado para
Atender la Solicitud de Alerta de Violencia de Género Contra las Mujeres en el estado de Mi-
choacán, 2) Dictamen del Grupo de Trabajo sobre la Implementación del Informe de AVGM
Michoacán, y 3) Informe de los primeros 6 meses de trabajo; mientras que en lo cuantitativo se
* Humanas Sin Violencia, A.C. solicitante de la AVGM en Michoacán. Autoría, Directora: López
Riofrio Lucero Circe, Colaboradora: Lara Contreras Graciela Fabiola.
° http://dx.doi.org/10.22201/crim.UNAM000001c.2017.c16
125
Mesa 6 - Alertas de género (II)
Alerta de Violencia de Género Contra las Mujeres para el Estado de Michoacán. En cuanto a
este último, llama la atención que dichas acciones carecen de indicadores que permitan facilitar
un proceso de seguimiento y evaluación de la AVGM.
Tasa de Incidencia Delictiva Feminicida (TIDF)
Para contar con una aproximación a los avances de la aplicación de esta herramienta, se
realizó un análisis de las variables relacionadas con la violencia feminicida utilizando diversas
fuentes de información, entre ellas, los reportes de la Procuraduría General de Justicia del Es-
tado (PGJEM), del Secretario Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP)
y, para el mes de enero del 2017, en el caso de los homicidios dolosos de mujeres, la fuente de
información fueron las notas periodísticas de diversos medios de comunicación consultadas
entre los días 1 y 24.
Se eligió realizar el comparativo al mes de enero de diferentes años por dos razones:
Conforme a la revisión mensual del comportamiento de los delitos relacionados con la
violencia feminicida, estos muestran un alza estacional durante dicho mes.
Es el último mes de referencia del que se tiene información sobre la variable más confia-
ble para medir el comportamiento de la violencia feminicida: el homicidio doloso de mujeres.
Además se debe acotar que la medición de esta variable para el año 2017 corresponde solo a los
días que van del 1 al 24 de enero.
Los resultados encontrados fueron los siguientes:
Cuadro 1
Total de homicidios dolosos por sexo ocurridos
durante el mes de enero en Michoacán 2011-2017
2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017*
Homicidios/Mes ENE ENE ENE ENE ENE ENE ENE
Homicidios dolosos 59 55 48 88 57 76 N.D
Homicidios dolosos de mujeres 8 5 8 12 10 4 15
Homicidios dolosos de hombres 51 50 40 76 47 72 N.D
Fuente: Elaboración propia con datos del Secretario Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad
pública, de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) y notas periodísticas, para el
caso del mes de enero del 2017
*La cifra de enero del 2017 corresponde al periodo de los días 1 al 24.
126
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Cuadro 2
Delitos en contra de mujeres relacionados con su condición de género
durante el mes de enero en Michoacán 2008-2016
2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016
Delito/periodo ENE ENE ENE ENE ENE ENE ENE ENE ENE
Abuso sexual 11 18 8 18 18 18 20 16 7
Estupro 5 7 2 4 4 4 9 4 3
Homicidio culposo 23 34 31 18 26 19 27 30 7
Homicidio doloso 8 7 6 8 5 8 12 10 4
Hostigamiento sexual 0 3 0 2 0 3 3 1 1
Violacion 15 16 16 22 14 26 21 23 4
Violencia familiar 63 34 35 32 33 39 31 55 4
Total 125 119 98 104 100 117 123 139 30
Fuente: Elaboración propia con datos del Secretario Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad pública, de la
Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) y notas periodísticas, para el caso del mes de enero del 2017
*La cifra de enero del 2017 corresponde al periodo de los días 1 al 24.
Para el cálculo de la Tasa de Incidencia Delictiva contra Mujeres por Razones de Género,
se utilizó la suma total de delitos relacionados con violencia feminicida y éste se dividió por la
cantidad total de mujeres en el estado para cado año conforme a las proyecciones del Consejo
Nacional de Población (CONAPO).
Los resultados muestran un comportamiento a la baja desde año 2009 con un punto de
inflexión entre los años 2010 y 2012, para incrementar una tasa más veloz hasta el 2015, que
contrasta con una drástica caída para el año 2016, coincide con el primer año efectivo de ope-
ración de la nueva administración estatal y con la emisión de la AVG a partir del 27 de junio.
Cuadro 4
Tasa de homicidios dolosos de mujeres durante el mes de enero en Michoacán 2008-2017
2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017*
Tasa de homicidios
dolosos de mujeres 0.35903 0.31111 0.26425 0.34922 0.21639 0.34335 0.51087 0.42241 0.16769 0.62424131
(por cada 100 mil)
Fuente: Elaboración propia con datos del Secretario Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad pública, de la Pro-
curaduría General de Justicia del Estado (PGJE) y notas periodísticas, para el caso del mes de enero del 2017
*La cifra de enero del 2017 corresponde al periodo de los días 1 al 24.
127
Mesa 6 - Alertas de género (II)
Cuadro 5
Tasa de Incidencia Delictiva Feminicida por rango de edad 2008-2015
2015
Edad 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
(hasta mayo)
1-5 31.03 39.40 34.02 36.87 43.02 45.03 57.32 11.23
6-10 44.92 49.44 53.09 61.71 73.56 61.90 85.33 17.21
11-15 123.10 121.49 111.31 119.19 117.03 125.17 140.21 40.69
16-20 115.51 104.02 100.50 99.98 81.97 86.48 84.93 24.18
21-25 93.62 88.48 72.74 71.24 69.27 60.16 74.45 30.69
26-30 105.88 94.38 81.67 82.56 64.95 45.05 63.98 33.06
31-35 108.22 81.93 78.67 69.73 65.80 53.02 65.45 21.81
36-40 85.29 86.91 62.40 70.49 77.68 50.24 69.33 17.19
41-45 81.74 64.73 53.13 52.60 48.43 44.48 44.26 21.36
46-50 55.74 51.58 34.14 45.55 38.44 34.15 48.74 15.85
51-55 37.44 23.06 26.62 49.62 32.17 30.35 30.53 8.37
56-60 28.12 32.71 27.71 38.25 22.17 26.19 38.01 12.27
61-65 51.07 41.69 39.15 33.42 43.37 31.58 30.59 9.86
66-70 35.11 40.56 27.86 21.47 44.01 29.99 18.35 8.97
71-75 36.21 56.02 37.63 37.03 46.12 33.36 21.04 16.05
76-80 21.18 37.87 47.10 42.92 64.94 63.93 44.06 21.69
81-85 61.01 26.87 46.87 40.45 44.26 47.93 70.21 13.75
86-90 83.76 60.09 67.32 27.79 26.84 51.93 33.52 32.49
91-95 0.00 0.00 139.00 44.20 21.03 120.27 19.16 18.39
96-100 129.45 66.09 66.94 67.00 0.00 0.00 0.00 59.21
Total 84.72 81.03 72.91 76.51 74.91 66.49 78.61 29.61
Fuente: Elaboración propia con datos de Consejo Nacional de Población y de la Procuraduría General de
Justicia del Estado (PGJE)
128
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Gráfica 1
Tasa de Incidencia Delictiva Feminicida por rango de edad 2008-2015
Conclusiones
129
Mesa 6 - Alertas de género (II)
Esta omisión ha ocasionado que este mecanismo se entienda y valore como algo inope-
rante, inservible y anodino, el cual solo sirve para la simulación y la posición mediática, sin
resolver de fondo el problema complejo y estructural de la violencia feminicida.
130
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
La violencia política. De todas las entidades del país, Guerrero, junto con Oaxaca y Chiapas son
las de mayor marginación económica que se traduce en pobreza, analfabetismo, enfermedad
y muerte.1 En el caso de Guerrero se suma a esas condiciones de vida de sus pobladores el uso
de la violencia política, (de larga data) naturalizada como parte ejercicio gubernamental y, la
presencia de la violencia política de “abajo”, legitimada como respuesta a los excesos de la vio-
lencia de “arriba”. (Ojeda et al, 2005:15). Durante el siglo XX en Guerrero se manifestaron dos
expresiones de violencia política rebelde en su modalidad de guerrilla, la de Genaro Vázquez
Rojas y la de Lucio Cabañas, esta segunda anti-sistémica.
Durante el período conocido como “guerra sucia”, en los años 70, Guerrero aportó más
de 400 desaparecidos de los 700 de todo el país. La “inestabilidad política” ha sido una cons-
tante en la entidad. Durante el siglo XX únicamente tres titulares del poder ejecutivo culmi-
naron el período para el que fueron electos, esa parte de la realidad le valió el calificativo de
“Guerrero bronco”.2
*
Instituto Internacional de Estudios Políticos Avanzados Ignacio Manuel Altamirano de la Univer-
sidad Autónoma de Guerrero. IIEPA-IMA-UAGro. Observatorio de Violencia Contra las Mujeres
Hannah Arendt (OVICOM).
** Instituto Internacional de Estudios Políticos Avanzados Ignacio Manuel Altamirano de la univer-
sidad Autónoma de Guerrero. (IIEPA-IMA_UAGro) Laboratorio de Historia Oral.
*** Instituto Internacional de Estudios Políticos Avanzados Ignacio Manuel Altamirano (IIE-
PA-IMA-UAGro).
° http://dx.doi.org/10.22201/crim.UNAM000001c.2017.c17
1
De acuerdo al Índice de Desarrollo Humano para las entidades federativas México 2015, elaborado
por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, (PNUD), las tres entidades mencionadas
están clasificadas como de desarrollo bajo (0.667-0.720).
2
Los titulares del poder ejecutivo que culminaron su período gubernamental para el que fueron
electos durante el siglo XX fueron Rubén Figueroa Figueroa, Alejandro Cervantes Delgado y José
Francisco Ruiz Massieu.
Todos los derechos reservados.
Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de
los derechos patrimoniales.
131
Mesa 6 - Alertas de género (II)
Unos gobernantes iban y otros venían mientras las instituciones y la cultura política se-
guían siendo pre-modernas y autoritarias y las violencias se expresaban en un nuevo ciclo bajo
las mismas formas y/o repertorios (Tarrow, 1997: 72).
La persistencia de las violencias, exacerbó y fortaleció los mecanismos autoritarios y
contribuyó a la existencia de una sociedad polarizada tendente a la confrontación. Se multipli-
caron las formas violentas, las de arriba y las de abajo. A partir de 2005 fue visible otra forma
de violencia, la de las bandas de delincuencia organizada vinculadas al narcotráfico, secuestro y
trata de personas. Una muestra del nivel de penetración de los grupos de delincuencia organi-
zada en algunas instituciones de gobierno se hizo evidente en la Ciudad de Iguala en septiem-
bre del 2014, dejando una secuela de 6 muertos 30 heridos y 43 desaparecidos.
Ese es el contexto en el que todas las formas de violencia contra las mujeres, niñas y an-
cianas persisten y se reproducen social y culturalmente sin constituir agravio para la sociedad.
Ese es el medio en el que se expresa la resistencia de las autoridades gubernamentales locales a
asumirlo como parte del quehacer de quien gobierna. La inseguridad, el predominio de formas
violentas, la impunidad, el machismo y la misoginia, dan a la violencia contra las mujeres su
connotación política.
La violencia feminicida
El nombre del estado de Guerrero se asoció al tema de los feminicidios a partir del estudio de
violencia feminicida, denominado, Violencia Feminicida en Guerrero, publicado en 2006 por
la Comisión Especial para Conocer y dar Seguimiento a las Investigaciones Relacionadas con
los Feminicidios en la República Mexicana y a la Procuración de Justicia Vinculada, de la LIX
Legislatura de la Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión.
El estudio mencionado y los datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística
(INEGI) mostraron que al menos desde 1994, Guerrero ocupa a nivel nacional, de forma reite-
rada cada año, el tercero y/o cuarto lugar en homicidios violentos de mujeres. El Observatorio
de Violencia Contra las Mujeres, Hannah Arendt, (OVICOM), del Instituto Internacional de
Estudios Políticos Avanzados Ignacio Manuel Altamirano, de la Universidad Autónoma de
Guerrero, documentó 318 asesinatos violentos de mujeres de enero de 1994 a diciembre de
2004 y, 1449, de enero de 2005 a diciembre de 2015, lo que significa un aumento de casi 400%
en 10 años (Informe de homicidios violentos de mujeres 2005-2015, OVICOM).
El año 2004 el número de mujeres asesinadas fue de 55; en 2005 aumentó a 120. Hasta el
año 2004 los asesinatos violentos de mujeres estuvieron relacionados con el ámbito familiar y
generalmente fueron perpetrados por personas vinculadas a ellas en lo emocional, sentimental
y/o legal. A partir de 2005 muchos cadáveres de las mujeres asesinadas fueron abandonadas
en la vía pública. El aumento del número de asesinatos violentos de mujeres coincidió con el
incremento de la actividad de las bandas de delincuencia organizada y con la ofensiva guber-
132
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
namental conocida como “Guerra contra el narco”, impulsada por el presidente de la república,
Felipe Calderón.3
El 74.2% del total de asesinatos de mujeres perpetrados de enero de 2005 a diciembre de
2015 se perpetró en 20 municipios, el orden es descendente, Acapulco4, Chilpancingo, Iguala,
José Azueta, Atoyac, Chilapa, Ometepec, Tlapa, Pungarabato, Coyuca de Benitez, Tecpan, Ta-
xco, Teloloapan, Petatlán, Coyuca de Catalán, San Marcos, La Unión, Ajuchitlán y Eduardo
Neri (OVICOM).
De esos 20 municipios, 8 tienen los porcentajes más altos: Acapulco que representa el
36.2% del total; Chilpancingo el 5.2%; Iguala, 4.2%; José Azueta, 2.8%; Atoyac, 2.6%; Chilapa,
2.3%; Ometepec 2.1% y Tlapa 2.1% (OVICOM).
Debido a la escasez de registros en fuentes oficiales y otras a las que se recurre, en los
municipios de Atlamajalcingo del Monte y Cualác de la región de La Montaña, no se obtuvo
información de homicidios de esta tipología.
3
La declaración de la guerra contra el narco fue anunciada el 11 de diciembre de 2006.
4
Acapulco y la evolución del porcentaje del total de mujeres asesinadas por año: en 2005 representó
el 23.8% del total; en 2006 el 25.2%; en 2007 el 18%; en 2008 el 19%; el 2009 el 19.4%; en 2010 el
27.2%; en 2011 el 51.3%; en 2012 el 56.9%; en 2013 el 66.9%; en 2014 el 50.9%; y en 2015 49.7%.
5
Por acuerdo de las integrantes de la “Alianza Feminista” la solicitud formal fue presentada ante
CONAVIM por una de las organizaciones de la Alianza, legalmente constituida, se trató de la
Asociación Guerrerense Contra la Violencia hacia las Mujeres, (AGCVM) fundada y presidida
por la Lic. Marina Reyna Aguilar, quién mediante oficio AGCVIM 05/2016 la presentó ante la Lic.
Lorena Cruz Sánchez, Presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres, en su calidad de Secretaria
Ejecutiva del Sistema Nacional para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra
las Mujeres.
133
Mesa 6 - Alertas de género (II)
6
El delito de feminicidio fue tipificado en la entidad en diciembre de 2010.
134
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
El tiempo promedio para emitir una sentencia por el delito de feminicidio es de 3 años.
La penalidad máxima en el período señalado fue de 52 años y la mínima de 8, lo cual parece
una irregularidad. La sentencia de 8 años por el delito de feminicidio fue dictada por el Juzgado
de Hidalgo II, con cabecera en Iguala de la independencia, el 8 de marzo de 2012.
El panorama indica que el proceso emergente para restituir a las mujeres en sus derechos
a vivir una vida libre de violencia, apenas empieza.
135
Mesa 7
Reflexiones generales
136
Mesa 7 - Reflexiones generales
Introducción
Se propone una serie de reflexiones a partir de un supuesto teórico de la filosofía del lenguaje
según el cual lo que no se nombra se acaba asumiendo que no existe, pero a la par, lo que se
asume que existe se construye, se nombre, se observa y en la contraparte, se deja de ver, a
partir del lenguaje del que se dispone. Este conjunto de reflexiones tiene como antecedente la
experiencia personal de haber acompañado a grupos de mujeres en la construcción de condi-
ciones de posibilidad para ejercer sus derechos en ámbitos reproductivos y sexuales, a partir
de contrarrestar exclusiones, agresiones y diferentes tipos de violencia en estos ámbitos de
la cotidianidad, pero a la par de haber dialogado con hombres que poco a poco han creado
organizaciones para contener e idealmente eliminar ejercicios de violencia desde los modelos
aprendidos de ser hombre.
Al no ser el tema específico de investigación de quien esto escribe el problema de la
violencia, le ha permitido ver ‘desde fuera’ elementos del discurso y de las interpretaciones que
mujeres y varones hacen de los obstáculos para una relación menos violenta en diferentes espa-
cios de la cotidianidad. Me resultan familiares algunos estudios sobre posibles condicionantes
de la violencia ejercida sobre las mujeres, a la par de resultados de intervenciones para dismi-
nuirla y prevenirla. No obstante, no conozco aproximaciones que exploren la posibilidad de
que al visibilizar la violencia que también viven los hombres, esto pueda generar una empatía,
solidaridad y compromisos colectivos para disminuir la violencia que viven todas las personas.
No se trata de igualar el contexto que genera la violencia hacia cada una, a partir de su
sexo, de su orientación sexual, de su clase social o pertenencia étnica, entre otras caracterís-
ticas, pero sí plantear la hipótesis de que, si nombráramos cada una en su especificidad, es
probable que pudiéramos trabajar por disminuirlas como agendas que se complementan y no
como prioridades que se oponen. Propongo reflexionar sobre las tensiones -a veces de carácter
maniqueo- que identifico en la discusión sobre la propiedad de las categorías para describir
la violencia y con ello dar cuenta de los índices de violencia que viven diferentes poblaciones.
* El Colegio de Sonora.
° http://dx.doi.org/10.22201/crim.UNAM000001c.2017.c19
Asumo que “los derechos alcanzan para todos y todas”, por lo que profundizaré en lo que
describiría como “dolores de género” en las colectividades que estudian y que trabajan en contra
de ciertas formas de violencia, pero que no consideran a la par otras, con lo cual se corre el riesgo
de fragmentar la complejidad de cada problemática. Terminaré con preguntas múltiples para
diversificar la agenda de estudio e intervenciones con un enfoque que pretende ser relacional.
En las distintas aproximaciones al estudio del lenguaje desde la filosofía, existen interpretacio-
nes que consideran que dicho lenguaje es una cosmovisión a partir de la cual nos acercamos
a diferentes experiencias en la cotidianidad y a la par, les damos sentido y significado. Desde
ahí las identificamos en algunos casos como problemáticas y por ende, construimos estrategias
para abordarlas.
No es un hallazgo menor de la investigación sobre violencia (interpretada como actos
que por acción u omisión buscan o generan humillación, daño, sometimiento y diferentes for-
mas de control) que hombres y mujeres van construyendo umbrales distintos sobre lo que
les resulta “normal” dentro de sus respectivos aprendizajes de género, en lo que se refiere a la
violencia vivida y por ende, no es tan obvio el análisis de lo que significa para cada quien la
violencia ejercida hacia otras personas y hacia sí mismas. Parte de los aprendizajes de género
de lo que algunas personas denominan “masculinidad”, incluyen la resistencia y la negación
de que actos que agreden física y emocionalmente al sujeto masculino sean considerados es-
trictamente como violencia, sino que se aprende a introyectarlos como retos para desarrollar
resistencia al entorno y por ende, oportunidades para ir moldeando una forma de ser hombre.
Adicionalmente, se incluye en algunos procesos de “socialización masculina” la necesi-
dad de demostrar dominio y control sobre otras personas, lo cual se consigue muchas veces
a través del ejercicio unilateral y abusivo del poder. Este se mantiene a través de diferentes
formas de violencia, ante las resistencias de quien lo vive. No obstante, puede estar tan natu-
ralizado este recurso que no necesariamente se vea como algo conscientemente incorporado a
las relaciones cotidianas, sino que se asuma desde “la inocencia del inconsciente”, como señala
Luis Bonino, cuando documento los denominados micromachismos. Es decir, cuando analiza
las microrelaciones de poder (a las que alude Michel Foucault) para el estudio más sofisticado
de la categoría machismo. No exime de responsabilidad a quien ejerce violencia por el hecho
de haber asumido como obvia su práctica, pero se reconoce que será más difícil que se incor-
pore a procesos de resignificación si no se aborda desde una lectura más consciente y reflexiva.
En la misma dimensión de análisis del lenguaje, resulta interesante analizar la forma en
que se usa la expresión ‘violencia’ para adjetivar a sujetos a diferencia de cuando se adjetivan
actos de dichos personajes. No es lo mismo ontológica y éticamente hablando aludir a varones
violentos que aludir a algunos comportamientos de dichos sujetos. Ontológicamente pare-
139
Mesa 7 - Reflexiones generales
ciera estarse caracterizando en el primer caso su identidad como violenta, mientras que en el
segundo podrían estarse caracterizando algunos componentes de su comportamiento, bajo el
supuesto de que podría tener otros más que no corresponden a dicha modalidad.
Otro elemento semántico y semiótico a ser discutido, alude a lo que podríamos deno-
minar una disputa por los conceptos o bien a un uso diferenciado de los mismos, de acuerdo a
ciertas prioridades teóricas y políticas, e incluso éticas. Se llega a hablar de violencia contra las
mujeres, término que pareciera tener un significado preciso, pero también se alude a violencia
familiar o intrafamiliar, la cual incluiría potencialmente a otras personas. También se docu-
menta la violencia machista y la violencia de género, en cuyo caso el destinatario de la misma
no siempre es tan obvio (semánticamente hablando), a menos de que se construya una aclara-
ción adicional sobre la razón o justificación de dicha violencia. Es menos frecuente hablar de
violencia contra los hombres de manera específica, pero aún menos la expresión que propongo
de “violencia por razones de género”, al margen de que presente algunas posibles analogías
con la violencia de género. La diferencia en muchos casos es si los sujetos del sexo masculino
pueden vivir violencia por razones de género, sin que ello signifique minimizar la violencia que
viven las mujeres y tampoco que ello signifique poner a competir la gravedad de cada violencia
y menos homogeneizar el contexto en el que se da cada una de las mismas. No obstante, no
nombrarlas en sus respectivas especificidades y dentro de su heterogeneidad, puede llegar a
ocultar a alguna población como víctima de violencia. De ser el caso, una hipótesis de reflexión
consiste en que con ello se dificulta, prevenir y contrarrestar otras violencias, en especial si
emergieran de contextos relacionales.
El cuerpo tiene memoria, según señalan diferentes estudiosos de la violencia, a lo cual se añade
la memoria emocional derivada de lo personalmente experimentado y de un sentimiento de
empatía y solidaridad con personas de los grupos de pertenencia. Si a eso se le añade una his-
toria de impunidad antes múltiples formas de violencia, independientemente de cómo la nom-
bremos, pero de manera especial hacia la población de mujeres dentro de un sistema patriarcal,
es entendible la resistencia a reconocer la violencia contra los varones, como un problema social,
en especial cuando se teme que con ello se reducirá la atención hacia el problema de la violencia
que viven las mujeres, dentro de un sistema social que las ha discriminado en múltiples sentidos.
Uno de los riesgos de nombrar y documentar la violencia contra los varones, es que se
ignore el dolor acumulado corporal, emocional y políticamente en el entorno de las mujeres
y de cualquier persona que las acompaña en la reivindicación de su derecho a la integridad.
No obstante, el negar como problema la violencia que viven los varones podría legitimar un
atentado u omisión al derecho que tienen también ellos como seres humanos a un trato digno
y no violento. Por lo mismo, además de las consideraciones analíticas y metodológicas para la
140
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
clasificación de los diferentes tipos de violencia (según la persona a quien se dirige y la razón
de ello) así como de la justificación ética y política de su combate, parece necesario esbozar, sis-
tematizar e implementar un acompañamiento empático, sensible y generoso ante quienes han
vivido violencia o tratan de prevenirla, con el fin de estar y sentir con la otredad, pero a la vez
acompañar responsablemente la convivencia cotidiana, demandando derechos en la medida en
que se construye legitimidad moral para ello, reconociendo los derechos de las demás personas.
Es menos frecuente encontrar este discurso en la literatura académica, en las propues-
tas de activistas, en las políticas públicas y en los programas gubernamentales. Pareciera más
claro un enfoque de sancionar a quien ejerce violencia y en algunos casos de rastrear el origen
de su ejercicio para identificar posibles causas y por ende, tratar de prevenirla. No obstante,
encuentro menos trabajo individual y más aún público de tratar de reparar el daño emocional
generado y por ende algún tipo de reconciliación social e individualmente imaginado.
141
Mesa 7 - Reflexiones generales
La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, una encuesta lon-
gitudinal de tendencia, es una de las fuentes de datos más utilizadas para generar información
sobre la violencia de género de la que son objeto las mujeres en México (Frías, 2017). La EN-
DIREH surgió en 2003 como una encuesta centrada en la violencia experimentada por las mu-
jeres en un contexto de relación de pareja y familiar, tal y como sugiere el propio nombre de la
encuesta, dinámica de las relaciones en los hogares. En ese momento, probablemente derivado
de las reivindicaciones de los grupos de mujeres y grupos feministas (Frías, 2013; Incháustegui,
Olivares, & Ríquer, 2010; Lang, 2003; Yllán Rondero & De La Lama, 2002) se conceptualiza la
violencia contra de las mujeres como una problemática vinculada a la pareja y la violencia se-
xual perpetrada por distintas personas. Por ejemplo, el Programa Nacional por una Vida Libre
de Violencia 2002-2006 (INMUJERES, 2002), que impulsó el recién creado Instituto Nacional
de las Mujeres (INMUJERES) durante la presidencia de Vicente Fox, muestra que la parte (vio-
lencia familiar) es tomada por el todo (violencia contra las mujeres): “El Programa Nacional
por una Vida sin Violencia se enfoca al círculo de violencia más cercano a la persona, el que
la afecta de manera más directa por la compleja red de afectos, dependencias y lealtades que
se tejen en torno al núcleo social básico: la violencia en la familia…” (INMUJERES, 2002: 12).
Derivado de este programa se llevaron a cabo la ENDIREH 2003 (INEGI e INMUJE-
RES) y la ENVIM 2003 (Instituto Nacional de Salud Pública). Ambas encuestas están centra-
das en la violencia de pareja y dinámica de las relaciones de pareja, así como en la violencia
por parte de integrantes de la familia extendida y nuclear (durante la infancia en la ENDIREH
2003 y en cualquier momento en la ENVIM 2003). La ENVIM 2003 también incorporó otra
de las expresiones de violencia de las que hizo eco el movimiento feminista y de mujeres en
México: la violencia sexual acaecida en algún momento de la vida. Aunque esta encuesta sólo
es representativa de mujeres derechohabientes que acudieron a los servicios de salud en el
* crim-unam.
° http://dx.doi.org/10.22201/crim.UNAM000001c.2017.c20
142
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
1
Frías (2017) argumenta que es preciso diferenciar entre contextos de relación en los que se produce
la violencia y las expresiones o formas en que se manifiesta esta violencia. Las expresiones de vio-
lencia, a las que la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV)
denomina tipos, son física, sexual, económica, patrimonial, psicológica o emocional y feminicida.
Respecto a los contextos de relación en los que se producen las distintas expresiones de violencia
en contra de las mujeres, la LGAMVLV se refiere a modalidades de violencia, las cuales son “…
las formas, manifestaciones o los ámbitos de ocurrencia en que se presenta la violencia contra
las mujeres…” (art. 5.5). La Ley menciona los ámbitos familiar, laboral, docente, institucional y
comunitario, por lo tanto, incluye tanto la esfera pública como la privada. En estricto apego a la
Ley, resulta complicado catalogar las distintas formas de violencia hacia las mujeres ya que bajo el
rubro de modalidad se engloban las expresiones de violencia, los contextos de relación y lugar de
ocurrencia. Para evitar confusiones entre los ámbitos de relación y geográfico, es pertinente hablar
de violencia (expresión) que ocurre en el contexto de una relación de [o ausencia de la misma] en
el ámbito/ espacio (privado o público). Es decir, violencia (expresión de violencia; tipo, según la
LGAMVLV) que ocurre en el contexto de una relación de… (modalidad, según la misma ley). Lo
que determina el contexto de relación es, precisamente, el vínculo que existe con la persona agre-
sora, no el lugar de ocurrencia.
143
Mesa 7 - Reflexiones generales
las mujeres2] acabaron siendo leyes de violencia intrafamiliar, casi todas las que tenemos en el
país son de violencia familiar, doméstica o intrafamiliar y en esas leyes se desdibujó la violencia
específica contra las mujeres…” (Lagarde, 2008, citada en Torres Pacheco, 2008).
La participación de integrantes de la CEFEMIN y del CEAMU durante la elaboración
de la ENDIREH 2006 tuvo un papel central en recabar datos sobre contextos de relación en
los que se produce la violencia contra las mujeres, adicionalmente al contexto de relación de
pareja: laboral, escolar y social. Estos contextos de relación se desdibujan o confunden en
la ENDIREH 2011, aunque la medición de la violencia en un contexto de pareja es robusta.
En la ENDIREH 2011, en una misma sección del cuestionario, sin ubicar a la persona en-
trevistada en un contexto de relación, se indaga sobre las experiencias de discriminación,
violencia física, sexual y emocional perpetrada por un máximo de dos personas, a partir de
la identificación de las cuales se puede establecer el contexto de relación. Esto está detrás del
subregistro, ya que se podía proporcionar un número máximo de dos respuestas (ver Frías,
2014a). Adicionalmente, la falta de información que contextualizara el fenómeno, genera
que la medición de la violencia acaecida en algunos contextos de relación como el escolar/
educativo sea muy cuestionable.
En 2016 se levantó la cuarta ENDIREH. Ésta solventa el problema de no ubicar a la
persona que contesta en un contexto específico de relación de la ENDIREH 2011. Además,
amplía las expresiones de violencia sobre las que se recaban datos, como la violencia obstétrica
y el abuso sexual antes de los quince años. Permite, asimismo, examinar con mayor precisión
fenómenos como el acoso sexual en lugares públicos3 (por parte de una persona con quien la
mujer no tiene una relación familiar, laboral, educativa, o de pareja) al contar con una defini-
ción operativa más próxima a la definición conceptual del fenómeno.4
La ENDIREH 2016 nos permite contar con datos recientes y más confiables (en función
del instrumento) para conocer la magnitud del fenómeno de la violencia de género en contra
de las mujeres y otras manifestaciones de violencia contra las mujeres que no necesariamente
constituyen violencia de género. Como argumentan Oliver y Valls (2004: 16), “la violencia de
género viene dada por las relaciones de género, es la violencia que se ejerce desde el modelo
hegemónico de masculinidad encarnado mayoritariamente por hombres, pero también por
algunas mujeres, contra todas las mujeres y también contra los hombres que siguen otros mo-
2
Aclaración de la autora.
3
La ENDIREH lo denomina ámbito comunitario.
4
A diferencia de la ENDIREH 2011, contempla, por ejemplo si la “han pellizcado, jaloneado la ropa
para ver sus partes íntimas o la ropa interior”, “si la han vigilado o seguido”, y “le han enviado men-
sajes o publicado comentarios con insinuaciones sexuales, insultos u ofensas, a través del celular,
correo electrónico o redes sociales”.
144
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
• Una de cada diez mujeres mexicanas reportó que había padecido abusos sexuales an-
tes de los 15 años. Concretamente a 7%, sin su consentimiento, le tocaron las partes
íntimas o le obligaron a hacerlo a otra persona, a 4.3% la intentaron violar, y a 2.7%
la violaron. Estas cifras pueden parecer pequeñas, pero el 2.7% de las mujeres mexi-
canas que fueron violadas, equivale a la población de Tlaxcala6. De igual forma, 9.9%
de las mujeres que padecieron abuso sexual antes de los 15 años es casi equivalente
al número de mujeres de 15 años y más de los estados de Jalisco y Michoacán. Estas
cifras son conservadoras porque aproximadamente una de cada veinte mujeres que
participó en la ENDIREH 2016 indicó que no recordaba si le habían ocurrido los
eventos examinados.
• A 8% de las mujeres de 15 años y más que acuden a una institución educativa, ha pa-
decido alguna forma de agresión y abuso sexual por parte de personas de ese entorno
(estudiantes, personal de dirección o administrativo). La prevalencia es ligeramente
mayor en las escuelas públicas que en las privadas (8.7% vs. 7.2%).
• En los últimos cinco años, a 11.9% de las mujeres les han trabajado les han pedido
una prueba de embarazo ya sea como requisito para acceder y/o continuar en el tra-
bajo. Esto equivale a 2 millones 800 mil mujeres. En el último año le afecto a 840mil
mujeres que empleadas, obreras y jornaleras (5.3%).
5
Aunque la violencia de género no se dirige exclusivamente contra las mujeres y las niñas, la violen-
cia de género las afecta principalmente a ellas en todas las culturas. De ahí quizás el uso indistinto
de ambos términos.
6
El cálculo con los ponderadores de expansión de la ENDIREH 2016, muestran que aproximada-
mente 1 millón 175 mil mujeres fueron abusadas sexualmente antes de los 15 años. Esta cifra es
ligeramente superior a la población de Tlaxcala registrada en el Censo de Población y Vivienda
2010 (Inegi, 2010): 1 millón 169 mil personas.
145
Mesa 7 - Reflexiones generales
• 5.6% de las mujeres empleadas en el último año, han padecido alguna forma de acoso
u hostigamiento sexual en el trabajo. Es decir, poco más de un millón cien mil mu-
jeres. Aunque la prevalencia es ligeramente superior a 7% en compañías y empresas
privadas, fabricas, negocios y locales de servicios, no deja de sorprender que una de
cada doscientas mujeres objeto de acoso y hostigamiento sexual trabajen en el sector
público.
• 23 de cada cien mujeres mexicanas ha sido objeto de acoso sexual en espacios pú-
blicos durante el último año. Entre los distintos reactivos que alimentan esa cifra, a
aproximadamente 2 millones 600 mil mujeres las han manoseado, tocado, besado o
se le han arrimado, recargado o encimado sin su consentimiento en el espacio pú-
blico. Más de una de diez (10.6%) reporta que esto le ha sucedido muchas veces du-
rante el último año. Tres de cada cien mujeres ha presenciado actos exhibicionistas
en el último año, esto equivale aproximadamente a que todas las mujeres y niñas de
Sinaloa les hayan mostrado partes íntimas o que se las hayan manoseado delante de
ellas. Aproximadamente a 71mil mujeres las violaron durante 2016 alguien con quien
no tenía una relación familiar, laboral, educativa o de pareja.7
• 33.2% de las mujeres que tuvieron hijo/a en los últimos cinco años padecieron, en
su último parto, violencia obstétrica8. Concretamente, entre otras cosas, a más de
una de cada diez le gritaron o regañaron; a 7 de cada cien le dijeron cosas ofensivas o
humillantes9, a 9.2% la presionaron para que aceptara algún dispositivo u operación,
y a 4.2% de las mujeres le colocaron algún anticonceptivo o la esterilizaron sin pre-
guntar o avisar (claro, las que saben que eso sucedió). Con respecto este último as-
pecto, existen importante diferencias entre entidades federativas, en los extremos se
encuentran Puebla y Baja California (respectivamente, 6.7%) y Chihuahua (1.9%)10.
7
Esta cifra es muy parecida a la de la ENDIREH 2011 (Frías & Ríos, 2017).
8
Algunos de estos datos, calculados por la autora, se presentan también en la ponencia Violencia
Obstétrica en México, en coautoría con Roberto Castro.
9
La pregunta específica que hayan sido cosas como por ejemplo, “así gritaba cuando se lo hicieron”
o “cuando se lo hicieron, ahí si (síc.) abrió las piernas”.
10
La prevalencia puede ser mayor ya que las mujeres pueden desconocer el evento y por lo tanto no
reportarlo.
146
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
adecuación de las definiciones operativas a la conceptuales (Frías, enviado; Walby, 2005; Walby
& Myhill, 2001).
En este contexto es menester cuestionar si la evolución-transformación que ha tenido
la ENDIREH desde sus inicios como una encuesta sobre violencia contra las mujeres en los
hogares a un intento de medir violencia de género y no de género hacia las mujeres en distintos
contextos de relación es la adecuada para comprender de forma comprehensiva el fenómeno.
Nos podemos plantear por ejemplo, ¿Cómo estamos midiendo la violencia de género de la cuál
son objeto las niñas?, ¿Qué información contextual se está recabando para comprender los
factores asociados al fenómeno? ¿Cómo medimos el acceso a la justicia de las mujeres y niñas
objeto de violencia de género? Con respecto a este último punto, la ENDIREH 2016 reproduce
el viejo esquema de la 2011 y no permite saber por cuál de los situaciones la mujer acude a las
autoridades públicas en el contexto de una relación educativa, laboral, familiar, pareja o comu-
nitaria. Por lo tanto, no es posible saber a ciencia cierta cuántas mujeres que fueron objeto de
violación –por ejemplo- interpusieron una denuncia, ya que se pregunta globalmente sobre si
debido a distintas situaciones de violencia, ella o alguien de su familia solicitó apoyo en alguna
institución pública, presentó una queja o denunció lo ocurrido. Una mujer que indicó, entre
trece situaciones más, que fue atacada o agredida con un cuchillo, navaja o arma de fuego, que
le dijeron piropos groseros u ofensivos de tipo sexual o sobre su cuerpo y que le obligaron a tener
relaciones sexuales en contra de su voluntad¸ se le pregunta si acudió a alguna autoridad y si
interpuso queja o denuncia, sin saber exactamente a qué evento se está haciendo referencia.
A pesar de que la ENDIREH es un instrumento muy valioso para medir la violencia
de género en contra de las mujeres, es preciso dejar atrás ciertas inercias y viejos esquemas
para replantear qué estamos midiendo, cómo estamos midiendo, y cuáles son las necesidades
de datos e información que sirvan para informar políticas públicas de prevención, asistencia
y sanción de la violencia de género contra las mujeres impulsadas desde los tres órdenes de
gobierno.
Referencias
147
Mesa 7 - Reflexiones generales
148
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Como refieren diversas investigaciones (ver Castro y Riquer, 2003; Del Mazo, 2012; Gime-
no-Reinoso y Barrientos-Silva, 2009; Magallón-Portolés, 2005; Munevar-Munevar y Me-
na-Ortiz, 2009) la violencia de género, específicamente la violencia contra las mujeres no es
un fenómeno aislado, sino que es resultado de una violencia estructural que impregna todo el
tejido social. Es una violencia sistemática y sistémica, producto de una situación determinada
cobijada por las estructuras patriarcales de dominación y control, que ha puesto un enorme
poder simbólico y material en manos de los varones. Esta violencia, no sólo alude a la violencia
que se ejerce dentro de las relaciones interpersonales, sino también a aquella que cobra lugar
en las prácticas sociales y culturales como la violación, el incesto, el abuso físico y emocional
de las mujeres y lo femenino en diversos contextos, la explotación sexual, la pornografía, la
maternidad forzada, la violencia y abuso infantil de niñas y mujeres en contextos de guerra, la
violencia mediática, etc. (Munévar-Munévar y Mena-Ortiz, 2009).
Sin embargo, la violencia de género no sólo tiene una dimensión estructural sino tam-
bién simbólica. Dicha dimensión se evidencia en la medida en la que el orden social funciona
como una enorme máquina simbólica que tiene a ratificar la dominación masculina a través
de la división sexual del trabajo, la asignación de tareas, espacios y tiempos diferenciales para
cada sexo, la estructura del tiempo, y todo el orden social que prioriza lo masculino sobre lo
femenino. (Bordieu citado en Del Mazo, 2012). Así, la violencia simbólica atraviesa por lo
inconsciente y se incorpora en el lenguaje cotidiano. A su vez es una práctica que está normali-
zada, naturalizada y se expresa de manera cotidiana, moldeando tanto las subjetividades como
las dinámicas de género, reforzando de manera sistemática la subordinación de las mujeres y
de lo femenino en torno a los varones y lo masculino (Aguilar Cruz, citado en Del Mazo, 2012).
Abordar dicha violencia, demanda no sólo una exposición de las violencias, y de las di-
mensiones estructurales y simbólicas que le atraviesan, sino además cuestionar “el paradigma
Método
150
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
En el marco de las entrevistadas realizadas a las participantes, fue posible dar cuenta tal como
la literatura sugiere, que existen muchas formas de violencia de género contra las mujeres que
aparecen como ejes estructurantes de sus condiciones de vida y de sus subjetividades, per-
meando directamente en su bienestar material, físico y emocional. Una de estas formas es-
tructurales que aparece como violencia crucial es la división sexual del trabajo, misma que
no sólo reproduce la situación de las dobles o triples jornadas de trabajo, sino incluso coloca
como barrera en la vida y desarrollo de las participantes el asunto de la doble presencia (Laura
Balbo, 1978), lo cual no sólo cobra factura en términos del desgaste físico y emocional, sino
incluso en la vivencia anticipada de las mujeres más jóvenes y sin una relación de pareja e hijos/
as, respecto a la evidente sanción de tener que elegir algún día entre su desarrollo profesional
o su vida familiar y como posibles madres, situación que ha sido señalada como una vivencia
conflictiva en las nuevas generaciones de mujeres jóvenes (Burín, 2008). Esta división sexual
del trabajo también cobra factura cuando desde la infancia; varias participantes se enfrentan a
la “no elección” de su futuro, siendo obligadas a quedarse en casa, no tener autorización para
ir a la escuela por ser mujeres o no poder estudiar cualquier carrera, sino aquella que coincide
con su rol de género. Esta situación se presenta fundamentalmente en aquellos contextos con
mayor precariedad económica, y arraigo ideológico en torno a los roles de género.
La violencia estructural también se hace manifiesta a través de las barreras presentes como
el techo de cristal en los espacios laborales, en donde a través de las prácticas institucionales, el
sistema ideológico que reitera la desvalorización de las mujeres y su asignación a las tareas de
cuidado y trabajo doméstico, así como el sexismo manifiesto en las dinámicas laborales supone
no sólo el que varias de las participantes se enfrenten a condiciones laborales empobrecidas,
sin prestaciones y con salarios precarios, sino que incluso terminen por renunciar ante la ma-
nifestación directa de la violencia en temas como el acoso y el hostigamiento. Por otra parte, en
las participantes de mayor edad que se encuentran divorciadas o separadas, se hace manifiesto
como la mayoría de ellas se encuentra desprotegida económicamente pues durante su juventud
se dedicaron de lleno a las labores de cuidado y trabajo doméstico, o bien intercambiaron con
actividades laborales no formales y sin prestaciones que al final de la vida no ofrecen ninguna
protección para las mujeres. De nueva cuenta estas condiciones parecen exacerbarse en con-
textos de mayor precariedad económica y arraigo ideológico a los roles de género.
Otra situación contundente en la vida de varias de las participantes son las secuelas del
maltrato y la violencia directa en el entorno familiar y de pareja, ya sea porque desde niñas fue-
ron testigos de las violencias ejercidas hacia sus madres (particularmente) a través de golpes,
maltrato emocional y violencia económica, o bien porque cuando ellas se integran al proceso
de pareja se encuentran con una serie de reproducciones de estas violencias que pueden ir
desde formas imperceptibles y sutiles para ellas, como por ejemplo ser condicionadas, aparen-
151
Mesa 7 - Reflexiones generales
temente bajo su propia elección, a valorar qué es lo mejor si trabajar y dejar a sus hijos e hijas
solas, o “sacrificarse” y dar todo su tiempo y esfuerzo a sus familias bajo la promesa de que
luego podrán realizar otras tareas, hasta formas de violencia directa que coaccionan la libertad
de las participantes, su integridad física y moral, pero también su salud.
Un efecto contundente de todas las dimensiones de la violencia de género es precisa-
mente ante el marco de la ruptura con la pareja, pues esto supone para varias de las parti-
cipantes un empobrecimiento material, que les implica empezar de cero, pero también un
empobrecimiento emocional y social, pues se dan cuenta que con el paso del tiempo, se fueron
quedando aisladas de sus amistades y familias, sin una preparación educativa o profesional,
y con pocas posibilidades de reincorporarse a una actividad laboral remunerada. En muchos
casos, además con una vivencia subjetiva de estar incompletas, y no autorizadas para reiniciar
su vida personal, social, de pareja o sexual, es decir, se viven en una suerte de desahucio, bajo
el cual, pese a las violencias vividas con su pareja, se preguntan “si hicieron lo correcto”. Como
refiere Burín (2008) entre las desigualdades que se exacerban están los nuevos dispositivos en
los modos de trabajar y vivir en familia.
Una expresión más de la violencia de género, en su dimensión simbólica tienen que ver
justamente con el área de las identidades (Magallón-Portolés, 2005). Al respecto, algo que se
hizo evidente en las experiencias compartidas por las participantes de esta investigación, es
la presencia de este orden de género a través de los discursos, las prácticas de socialización e
interacción, así como las creencias y expectativas basadas en estereotipos de género, desde los
cuáles se constriñe la libertad y las opciones vitales de las mujeres en múltiples formas, algunas
situadas desde la infancia, al negar juegos, actividades y expresiones de vida en general, otras
que trastocan la temprana juventud de las participantes al enfrentarse a las restricciones en
torno a su sexualidad, su deseo y placer, encaminadas muchas de ellas a prepararse para ser
buenas esposas, aún las más jóvenes que se sitúan en discursos de tener que “conciliar” sus
deseos de desarrollo personal y profesional, con los deseos de ser madres y buenas esposas.
También en la adultez aparecen los cobros de esta violencia simbólica, plasmada en la in-
visibilidad de las mujeres o en la desvalorización de sus deseos, actividades y aportaciones. Por
ejemplo, varias participantes coincidieron en la experiencia de ser ellas quienes sacrificaron
su educación y desarrollo profesional a petición de sus parejas, bajo el acuerdo de que cuando
ellos concluyeran su preparación, seguirían ellas, pero esto no se materializó, la mayoría de las
veces porque sus parejas les señalaron que no era su responsabilidad, y si querían estudiar o
prepararse, tendrían que pagarlo por ellas mismas. Otra forma de invisibilidad se hace mani-
fiesta en las participantes jóvenes, que, al ingresar a los trabajos, se enfrentan con una desva-
lorización de su formación profesional y educativa, y se les impone hacer actividades no sólo
que no corresponden a la actividad laboral o profesional, sino que reproducen esta idea de las
mujeres al servicio de los varones (p.e. preparar y llevar café a las juntas, pagar las tarjetas de
crédito de los jefes, etc.). Retomando la propuesta de Magallón-Portolés (2005), la violencia en
152
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
este ámbito también se hace presente cuando se niega a las mujeres la posibilidad de tener otros
modelos y se le reduce a la idea de varones. En ese sentido, puedo referir la vivencia de mujeres
que por decisión rechazan el rol de género tradicional o incluso mujeres cuya orientación se-
xual no es heterosexual, y aluden a la exigencia implícita y explicita que existe en los entornos
laborales o incluso familiares para o dar cuenta de que son mujeres, por ejemplo, “al menos
teniendo un hijo” o bien, comportándose como más masculinas “para hacerse merecedoras del
puesto que ejercen”.
Tal vez una de las formas más disfrazadas en las que la violencia de género cobra forma,
e incluso puede pensarse como consecuencia y como parte de los dispositivos a través de los
cuáles se materializa esta forma de controlar y dirigir la vida de las mujeres son los afectos. Fue
sumamente sorprendente dar cuenta que todas las participantes sin excepción experimentan o
han experimentado culpa en el algún momento de su vida, y ésta parece ser un dispositivo que
regula y coacciona las posibilidades de vida de las mujeres. Esta culpa se vive desde el proceso
de “dejar” a los hijos e hijas por el proceso de trabajar (incluso ocurre cuando estos hijos e hijas
son personas adultas), llegando en algunos casos a contrarrestarse optando por renunciar a los
sueños profesionales, culpa por no “dar el ancho” sea en el ámbito de lo profesional y laboral, o
sean el ámbito familiar y personal, traduciéndose en un sentimiento de frustración e insatisfac-
ción permanente, culpa por no hacer suficiente aun cuando el tiempo se estire más de 24 horas
ante la multiplicidad de tareas a realizar según las asignaciones de género, que para varias par-
ticipantes se coloca en una suerte de logro “personal” si encuentras como organizarte, porque
“todo se puede”, y la culpa traducida en resignación cuando algunas participantes aludieron a
que debido a que priorización su vida personal y profesional, hoy no tienen pareja y familia.
Aunado a lo anterior, también está la desvalorización y naturalización de los afectos en
las mujeres, de manera que me encuentro en varias de las participantes las experiencias de
reduccionismo de sus afectos a su condición hormonal (menstruación, embarazo, menopau-
sia, “hormonas”) con lo cual terminan siendo ignoradas por sus parejas, por sus familias, por
sus hijos o hijas, pero incluso también por los médicos o personas a las que recurren en algún
momento para buscar apoyo. Lo anterior no sólo contribuye en muchos casos a una desesti-
mación por parte de las mismas mujeres a su malestar, sino que incluso niega por completo el
papel que juega la desigualdad de género, la negación de derechos y la presencia de barreras
estructurales como el techo de cristal, la división sexual del trabajo, las fronteras de cristal y las
incompatibilidades que emergen entre el espacio doméstico-famliar y el espacio laboral (ver
Burín, 2000; 2008) etc., en dicho malestar.
Lo anterior son solo algunos ejemplos de que la violencia de género tiene muchas caras,
pero no sólo aquellas que se sitúan en la violencia directa e interpersonal, sino en las dimen-
siones estructurales y simbólicas desde las cuáles las mujeres pueden pensarse, vivirse y actuar.
Es sumamente importante como refiere Del Mazo (2012) que no sólo se trata de con-
denar las violencias en sus múltiples formas, sino que es necesario que existan obligaciones
153
Mesa 7 - Reflexiones generales
por parte del Estado, en términos de fomentar y generar los cambios necesarios para producir
relaciones más democráticas entre varones y mujeres, incidiendo en las estructuras y prácticas
que reproducen el orden masculino y social.
Referencias
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19, 135-146.
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154
Mesa 8
Violencia de género
contra mujeres en política (I)
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
* El Colegio de México.
° http://dx.doi.org/10.22201/crim.UNAM000001c.2017.c22
1
En los estados de Baja California Sur, Campeche, Colima, Distrito Federal, Guanajuato, Guerrero,
Jalisco, México, Michoacán, Morelos, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí, Sonora, Tabasco,
Yucatán y Chiapas.
2
Es la primera agrupación desde lo local que se articula en el país a partir del año 2011, haciendo
trabajo de base en las diferentes regiones del estado de Guerrero. A diferencia de otras redes, esta
se ha sostenido a lo largo del tiempo, ha ido ganando fuerza y es actualmente un actor político a
nivel estatal.
Todos los derechos reservados.
Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de
los derechos patrimoniales.
157
Mesa 8 - Violencia de género contra mujeres en política (I)
En total, 22 leyes estatales fueron modificadas, entre ellas la Ley Estatal Electoral de
Guerrero. Estas modificaciones ocurrieron a tiempo ya que el proceso electoral dio inicio en el
mes de octubre de 2014 con la conformación de los Organismos Públicos Locales3 (OPLES).
Durante este año, Guerrero estaba inmerso en la violencia del crimen organizado y la desapa-
rición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. En 2015 dieron inicio las campañas electorales y
la precandidata más fuerte del PRD a la alcaldía de Ahuacotzingo en la región de la Montaña,
Aidé Nava González fue encontrada muerta después de ser secuestrada por hombres armados
cuando se dirigía a la cabecera municipal en compañía de su equipo de campaña. Días después
se cometió el atentado contra Ulises Fabián Quiroz, candidato a la alcaldía de Chilapa cuando
3
Son los encargados de la organización de las elecciones en su entidad federativa.
158
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
realizaba una gira de trabajo tras ser interceptado por un comando armado en el poblado de
Atzacoaloya. Fue bajado de su vehículo, golpeado y después asesinado con armas de fuego.
Ante este panorama, diversos grupos de la sociedad civil organizada exigieron al Ins-
tituto Nacional Electoral (INE) suspender las elecciones en Guerrero por los altos niveles de
violencia en el estado pero no se dio marcha atrás. Mientras que nivel nacional, la reforma
político-electoral constitucional y legal de 2014, incorporó el deber de los partidos políticos
de buscar la participación efectiva de ambos géneros en la postulación de candidaturas, lo
cual trajo consigo una serie de atribuciones a las autoridades electorales, a fin de garantizar su
debida aplicación.
En el marco del proceso electoral, el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana
del Estado de Guerrero (IEPC) llevó a cabo la novena sesión extraordinaria el 12 de marzo de
2015. El Consejo General aprobó el acuerdo 052/SE/12-03-2015 por mayoría de votos de las y
los Consejeros Electorales: Rocío Calleja Niño, René Vargas Pineda, Jorge Valdez Méndez, Le-
ticia Martínez Velázquez y Felipe Arturo Sánchez Miranda. Y fue votado en contra por parte de
las Consejeras Marisela Reyes Reyes y Alma Delia Eugenio Alcaraz. En este acuerdo, se excluía
la aplicación del principio de paridad de género en las candidaturas a Presidencias Municipa-
les, eludiendo el cumplimiento de la paridad horizontal. Es decir, que el 50% de las candida-
turas a presidencias municipales fueran encabezadas por mujeres y el otro 50% por hombres.
En esta situación, la Red para el Avance Político de las Mujeres Guerrerenses se acerca
más a ser un grupo de interés porque al defender los derechos políticos de las mujeres, toman
en cuenta que la paridad es un principio constitucional que tiene como finalidad la igualdad
sustantiva entre los sexos y a su vez, es una medida permanente para lograr la inclusión de
mujeres en los espacios de decisión pública (Bonifaz, 2017). Desde el grupo-red, su Presidenta
Estatal, convocó a las integrantes de la Directiva Estatal y las Coordinaciones Regionales para
hacer un análisis del acuerdo 052/SE/12-03-2015 y se dieron cuenta que se estaban vulnerando
los derechos políticos de las mujeres al hacer a un lado la paridad horizontal en las candidatu-
ras a las presidencias municipales. En la reunión: “nosotras teníamos claridad de la validez de
nuestro reclamo pero también teníamos miedo e incertidumbre porque sabíamos que esto iba
a traer consecuencias para nosotras porque todos los partidos políticos ya habían designado a
sus candidatos a presidentes municipales” (Reyna Ramírez, Entrevista 1, 2016).
Entre los vacíos que identificaron en el grupo-red sobre el acuerdo aprobado por el Con-
sejo General, está que “a la letra decía que se garantizaría la paridad para la integración de
ayuntamientos pero la forma en la que estaba redactado el artículo estaba sujeto a la interpre-
tación de ¿Qué era la integración de ayuntamientos? Entonces el IEPC en su acuerdo omite la
paridad horizontal ¿Por qué? porque a la letra no decía que tenía que ser en sentido vertical y
horizontal. Entonces el IEPC dice: no tenemos la obligación de exigir la paridad horizontal a los
partidos” (Muriel Salinas, Entrevista 5, 2016).
159
Mesa 8 - Violencia de género contra mujeres en política (I)
Después de la reunión, se acordó en el grupo-red que se llevaría a cabo una acción legal
para la defensa de la paridad horizontal en el marco de las elecciones. Después de varios en-
cuentros, tres integrantes del grupo sí acreditaron militancia en un partido político. Ellas son:
Isabel Barrera, Reyna Ramírez Santana y Marisol Cuevas Serrano. En ese momento, Isabel
Barrera era precandidata a la alcaldía de Teloloapan por el PRD, Marisol Cuevas Serrano era
militante del PRD en Chilpancingo y Reyna Ramírez Santana era militante del PRD en Iguala.
Generalmente, llevar a cabo una acción de activismo legal, es mucho más segura, re-
quiere menos personas, menos recursos económicos, y posiblemente, tiene mayor impacto
en la arena institucional a diferencia de una acción directa de movilización. Sin embargo,
cuando trasladamos las acciones de activismo legal a contextos como el de América Latina;
el simple hecho de llevarlas a cabo, implica un alto riesgo para las y los activistas. De acuerdo
con Centeno (2009), el fracaso más visible en Latinoamérica la criminalidad4. Esta oleada de
delincuencia amenaza al Estado en dos sentidos: a) Los delitos cometidos por individuos ais-
lados, reafirma la incapacidad de la autoridad para controlar su propio territorio con costos
políticos y económicos incalculables, y b) sus efectos tienen un efecto corrosivo en la vida
cívica y ciudadana.
En México, la violencia ha ido en aumento en la última década y de acuerdo con cifras
del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Guerrero es la entidad
más peligrosa del país, al acumular 8,380 homicidios de enero de 2013 a marzo de 2017. Aun
así, en medio de una situación crítica, las mujeres se organizan para defender sus derechos.
Nosotros sugerimos que las integrantes del grupo-red recurrieron a la movilización legal en la
arena institucional porque los principios constitucionales antes mencionados, permitieron la
ampliación de las oportunidades políticas para realizar acción de litigio y judicialización para
defender el derecho a la paridad horizontal.
Sin embargo, al interior del grupo-red esto no fue nada fácil a pesar de que compartían
marcos interpretativos en común y una identidad colectiva. Entre ellas, había “un gran temor
de firmar el juicio y confrontarse con su partido político, era arriesgarse a que las castigaran y
las bajaran de la lista. Fue muy difícil conseguir quien firmara [el juicio] porque no se podía
acreditar la personalidad jurídica5. Es decir, para firmar había que acreditar militancia6 y que
se veían afectados directamente sus derechos electorales” (Muriel Salinas, Entrevista 5, 2016).
4
El índice de criminalidad en América Latina es en su conjunto el más elevado del mundo es entre
cuatro y cinco veces mayor que el de los países de la OCDE.
5
La persona jurídica es un sujeto con derechos y obligaciones que puede llevar a cabo acciones
judiciales.
6
El artículo 4, párrafo 1, inciso a) de la Ley General de Partidos Políticos, señala que un afiliado o
militante es: “el ciudadano que, en pleno goce y ejercicio de sus derechos político-electorales, se regis-
tra libre, voluntaria e individualmente a un partido político en los términos que disponga el partido
160
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
En el grupo-red una vez que se venció el miedo, se comenzó a redactar el Juicio de Pro-
tección de Derechos del Ciudadano con un equipo de abogados electorales, integrantes de la
sociedad civil y especialistas en derechos políticos de las mujeres. Aunque en el grupo se tenía
una fuerte cohesión entre los actores; para Muriel Salinas, Presidenta Estatal del grupo; y las
militantes del PRD: Reyna Ramírez, Marisol Cuevas e Isabel Barrera, no fue nada fácil redactar
el juicio. En sus palabras:
Vivimos mucha presión, sabíamos que había un tiempo para meter la impugnación… y
el tiempo se nos estaba agotando. Entonces se trabajaba con los abogados electorales y
nosotras haciendo un trabajo de gabinete y de cabildeo porque todo se daba al mismo
tiempo.
Las asesorías que nos dieron abogados electorales, las tuvimos que hacer a escondidas
por nuestra propia seguridad. Por ejemplo, uno de los abogados nos decía: “nos están si-
guiendo, no me pueden ver con ustedes”. Entonces, buscamos “estrategias incógnitas” para
que no nos vieran con él (Reyna Ramírez, Entrevista 1, 2016).
De este testimonio, resaltamos el riesgo que enfrentaron las activistas y los abogados
porque con esta acción de activismo legal, cuestionaban directamente los pactos de las diri-
gencias de todos los partidos políticos en el estado ya que implicaba la recomposición de las listas
de candidatos a las presidencias municipales. Esta demanda democrática, era un riesgo a su
seguridad e integridad física y una manera de protegerse fue desarrollar “estrategias incógnitas”.
A pesar del peligro y el miedo, lo lograron: terminaron a tiempo la redacción del juicio y se
dirigieron a las oficinas del Tribunal Electoral del Estado de Guerrero para entregarlo.
Haciendo un balance acerca de los resultados de esta acción de activismo legal, el gru-
po-red logró influir en el sistema jurídico al impulsar una narrativa a favor de la paridad de
género que fue institucionalizada por el Estado (Cover, 1983). En este proceso, sugerimos que
la existencia de grupos organizados de mujeres a nivel local y nacional, ha sido fundamental
para la protección y defensa de los derechos político-electorales en México debido a que han
logrado traducir sus demandas a un discurso que apela a interpretaciones constitucionales
compartidas (Siegel, 2006).
En el estado de Guerrero, después del Juicio de Protección de Derechos del Ciudadano,
aumentó el número de mujeres electas en los ayuntamientos pero también se abren nuevos
desafíos a la participación política de las mujeres. Peschard (2003) señala que la existencia de
normas y leyes no significa que los derechos y las libertades se traduzcan inmediatamente en
una práctica social efectiva. En este caso, durante la investigación identificamos a algunas alcal-
161
Mesa 8 - Violencia de género contra mujeres en política (I)
desas que “gobiernan sólo en el papel” ya que quienes toman las decisiones detrás de ellas, son
los hombres que fueron desplazados de la lista de candidaturas como resultado del fallo del Tri-
bunal Electoral del Estado. Entonces “tenemos a mujeres sin posibilidad de tomar decisiones
que están en una posición de subordinación frente a los hombres que las colocaron ahí porque
todos los partidos al unísono, lo que asumieron es que al hombre que se iba a quitar de la lista de
candidaturas, le daban el poder personal de decidir a qué mujer quería poner” (Muriel Salinas,
Entrevista 5, 2016). El poder para decidir “a qué mujer poner”, permitió que los hombres eli-
gieran a mujeres que podían controlar personal y políticamente7. Estas prácticas antidemocrá-
ticas, por un lado, reafirman los intereses y pactos de una elite al margen de la ley. Y por otro,
marginan a las mujeres que tienen una trayectoria de trabajo en todos los partidos políticos.
Por último, las activistas de la Red para el Avance Político de las Mujeres Guerrerenses
que interpusieron el Juicio Electoral Ciudadano por la paridad horizontal, viven años después
las consecuencias al interior de su partido político. Desde la militancia, hay personas que le di-
cen a Reyna Ramírez: “no les debemos nada, ustedes no tienen nada que ver. Yo llegué porque mi
líder político me colocó”. Marisol Cuevas y Reyna Ramírez, son constantemente agredidas por
sus compañeros de partido. Estos son solamente algunos de los costos personales y políticos
que enfrentan las activistas de los derechos políticos de las mujeres.
Bibliografía
7
Como: sus esposas, hijas, empleadas o amantes.
162
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Ramírez, R. (24 de junio de 2016). Reyna Ramírez, Entrevista 1. (G. López, Entrevistador)
Chilpancingo, Guerrero.
Red para el Avance Político de las Mujeres Guerrerenses. (14 de mayo de 2011). El Reglamento
Interno. Chilpancingo, Guerrero, Mexico: Equipos Feministas AC.
Salinas, M. (20 de octubre de 2016). Muriel Salinas, Entrevista 5. (G. López, Entrevistador)
163
Mesa 8 - Violencia de género contra mujeres en política (I)
a) Antecedentes
El estado de Oaxaca es una entidad con un amplio bagaje cultural debido principalmente, a la
composición étnica de su población y las formas ancestrales de organización que las comuni-
dades poseen.
En Oaxaca convergen dos tipos de sistemas electorales: el sistema de partidos políticos
y los sistemas normativos internos, siendo este último en el que se han presentado más casos
de violencia política en contra de las mujeres, ya que existe un sólido arraigo a sus tradiciones
y cultura ancestral y el Estado debe respetar su autonomía. Sin embargo, en ambos sistemas
se inserta la lucha por el reconocimiento de los derechos político-electorales de las mujeres,
quienes han enfrentado diversas formas de discriminación por razón de género al cuestionar
las formas de organización que han mermado su capacidad de acción en el espacio público.
Durante los últimos años México ha llevado a cabo grandes avances en la materia, siendo
uno de los más significativos, la reforma en materia político-electoral de 2014 que elevó la
paridad de género a rango constitucional, permitiendo que un mayor número de mujeres se
incorpore a la vida política del país a través de la obtención de candidaturas a cargos de elec-
ción popular.
En Oaxaca por ejemplo, según datos obtenidos desde el Observatorio de Participación
Política de las Mujeres, en la elección de 2013 solamente resultaron electas 16 mujeres (38%)
como Diputadas Locales y en el caso de las Presidencias Municipales, solo accedieron a este
cargo 8 mujeres (5%). En comparación con lo anterior, en el año 2016 tras la incorporación de
la paridad de género, las mujeres que ganaron una curul en el Congreso Local, aumento a 18
(42.8%) y así mismo son 30 (26%), los Ayuntamientos que son encabezados por una mujer.
Cabe agregar que aunado a la reforma político electoral de 2014, al año siguiente tam-
bién se realizó una reforma al artículo 2° de la Constitución Federal, reconociendo la inclusión
de las mujeres en igualdad de condiciones en los sistemas normativos indígenas.
164
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
b) Objetivos
El objetivo del presente, es dar a conocer los casos de violencia política en contra de las mujeres
que se han suscitado antes, durante y después del proceso electoral local ordinario 2015-2016,
así como las acciones emprendidas a nivel Institucional para su atención y seguimiento.
En ese sentido, debe señalarse que desde el inicio del proceso local electoral en octubre
de 2015 ya hasta la declaratoria de validez y entrega de constancia al Gobernador electo, no se
tuvo registro en ninguna institución de casos de violencia política de género.
Estos casos comenzaron a denunciarse en las últimas semanas de diciembre de 2016
y durante los primeros días del mes de enero del presente año, fecha en que debían tomar
protesta y comenzar el ejercicio del cargo las distintas mujeres electas como concejales. Desde
entonces y a la fecha, las distintas instituciones públicas que convergían en el entonces Ob-
servatorio Electoral de Género en Oaxaca (hoy Observatorio de Participación Política de las
mujeres en Oaxaca), trabajando en forma coordinada se atendió y dio seguimiento a un total
29 casos por hechos que pueden considerarse como de violencia política.
Bajo el régimen de partidos políticos, se da seguimiento a un total de 14 casos, lo que
representa el 48% de los hechos denunciados. Por consecuencia, bajo el régimen de Sistemas
Normativos Internos se han denunciado 15 casos más como constitutivos de violencia política,
lo que representa el 52% restante.
En atención a los cargos que ostentan las mujeres que han sido víctimas de violencia,
6 son Presidentas Municipales (21%); 5 mujeres son Síndicas Municipales (17%); en 6 casos
más, se trata de mujeres electas como Regidoras (21%); se ha documentado 1 caso contra una
Agenta Municipal (3%) y 11 (38%) más se relacionan con mujeres que aspiraban a formar parte
del cabildo de su comunidad y que les fue impedida u obstaculizada su participación.
c) Metodología
165
Mesa 8 - Violencia de género contra mujeres en política (I)
vistarse a 18 diputadas electas (11 por mayoría relativa y 7 por representación proporcional),
en cuanto a la asignación de recursos económicos por parte del partido político el 60% de las
diputadas electas declaró que consideraban haber recibido el mismo capital económico que sus
homólogos, el 30% considera que recibió menos apoyo y un 10% declararon no tener conoci-
miento sobre la asignación de los recursos; ninguna declaró haber recibido cantidades mayores
a las de sus homólogos. Así mismo al preguntar si habían sido víctimas de violencia política de
género durante su campaña hubo opiniones divididas, el 50% respondió afirmativamente y el
50% negó haber sido víctima de violencia durante su campaña.
Además de las entrevistas, el día 21 de Septiembre del año en curso con la presencia de
19 mujeres electas como integrantes de distintos ayuntamientos, se realizó el Taller Acciones
para el empoderamiento de las mujeres que son autoridades municipales con el objetivo de
tener un acercamiento con las mujeres que actualmente ejercen un cargo público en las comu-
nidades principalmente indígenas e identificar los principales obstáculos que han tenido para
hacerlo, así como las buenas prácticas que puedan ser replicadas en otros espacios.
La metodología que se desarrolló en dicho taller fue a través de mesas de trabajo gru-
pales y una mesa plenaria en donde se obtuvieron diversas experiencias, destacando de entre
ellas las siguientes:
166
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
en el cabildo, los hombres deberán apoyarlas con las tareas del hogar y el cuidado de los
hijos.
En este mismo sentido, en el informe anual de actividades del entonces Observatorio
Electoral de Género en Oaxaca (2016), se dejó en manifiesto que a efecto de seguir avanzando
en la participación libre y efectiva de las mujeres en la vida política de la entidad, era necesario
seguir las siguientes recomendaciones
• Difundir de manera oportuna y eficaz la información respecto a la violencia política
de género con el objetivo de que las candidatas conozcan los medios y mecanismos
que el Estado provee para la protección de sus derechos político electorales.
• A nivel institucional es necesario que todas las instancias que convergen en la planea-
ción, ejecución y evaluación de los procesos electorales y de participación ciudadana,
integren la perspectiva de género como un eje transversal dentro de las políticas,
planes y acciones que se llevan a cabo.
• Implementar sistemas digitales con perspectiva de género en todos los niveles insti-
tucionales y durante todas las fases del proceso electoral.
• Generar redes de comunicación entre para que estos conozcan las acciones que se
llevan a cabo en materia de defensa y promoción de los derechos de las mujeres.
• Sensibilizar a los partidos políticos para que incorporen la perspectiva de género en
sus acciones y capacitar a los funcionarios y funcionarias electorales para que conoz-
can y faciliten la labor de las mujeres que contienden en procesos de elección popular.
• Implementar mecanismos de denuncia para que las funcionarias puedan acceder a
medidas de protección de sus derechos durante el desempeño de sus funciones.
• Dar seguimiento y hacer visible los casos reportados que pueden considerarse violen-
cia política de género contra funcionarias de casilla y autoridades electorales.
d) Resultados esperados
Así tras la implementación de la paridad en el pasado proceso electoral local ordinario se ob-
tuvo un resultado histórico respecto del número de mujeres electas tanto para integrar el Con-
greso Local, como los 153 municipios que se rigen por partidos políticos y en más de 400 que se
rigen por sus propios sistemas normativos internos. En este último, se logró una participación
histórica de las mujeres dentro de los municipios que se rigen por usos y costumbres, los cabil-
dos se integran al menos con una mujer y son 1,110 mujeres electas en 2016.
No obstante lo anterior, es necesario seguir haciendo la denuncia de los casos de vio-
lencia política que se han suscitado en contra de las mujeres, ya sea como aspirantes, precan-
didatas, candidatas o electas, ello como un mecanismo que permita a la sociedad conocer de
estos lamentables hechos, tomen conciencia y adopten las medidas necesarias y suficientes
para proteger y acompañar a las mujeres que deseen participan en política.
167
Mesa 8 - Violencia de género contra mujeres en política (I)
Desde luego que, resulta indispensable que los organismos electorales sigan vigilando y
garantizando el cumplimiento de la paridad de género en el régimen de partidos políticos y se
apliquen escrupulosamente las tablas de competitividad para evitar que las mujeres sean envia-
das a competir en distritos o municipios con pocas oportunidades de ganar y a su vez, se deberá
seguir trabajando en esquemas que permitan incluir a más mujeres en el régimen de sistemas
normativos internos, sin que sea una imposición a las comunidades, sino una decisión consen-
sada y adoptada desde el seno colectivo, desde su propia identidad cultural y cosmovisión.
Y no únicamente se trata de que más mujeres lleguen al menos en papel a ocupar los
cargos, sino que puedan ejercer los mismos en un ambiente de respeto, con libertad y segu-
ridad. Por ende, resulta necesario que las instituciones elaboren políticas públicas en forma
transversal y se trabaje en mecanismos de prevención y educación desde los primeros años de
formación tanto en el seno familiar, como en las instituciones educativas y los propios centros
de trabajo a efecto de ir generando en un ámbito de mutuo respeto, los cambios necesarios para
garantizar el pleno ejercicio de derechos de las mujeres, en condiciones de igualdad frente a los
hombres, pues solo mediante este esfuerzo conjunto, habremos de alcanzar una democracia
paritaria.
Referencia
168
Mesa 9
Violencia de género
contra mujeres en política (II)
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Resumen
La violencia política de género es un fenómeno que ha cobrado una mayor visibilidad en los úl-
timos años; sin embargo, no es una situación nueva para las mujeres que se dedican a la política
ya que muchas de ellas manifiestan que cotidianamente sufren denostaciones ya sea por parte
de sus compañeros de partido como de personas de otros partidos políticos. El objetivo de este
trabajo colocar algunos testimonios de mujeres que han gobernado delegaciones en la CDMX
en las que se puede identificar elementos que buscan descalificarlas en su ejercicio de gobierno.
Introducción
Desde las primeras investigaciones de finales de la década de 1990, sobre Presidentas Munici-
pales en México, se mencionaba a través de testimonios de mujeres que ejercían cargos de toma
de decisiones en los diferentes municipios del país, una serie de acciones y situaciones que en
ese momento se consideraban “obstáculos” de las mujeres para acceder y mantenerse en el
cargo. Asimismo, Dalia Barrera e Irma Aguirre hablaban en 2003 de factores institucionales y
subjetivos que limitaban la participación femenina, acciones, varias de ellas que hoy se podrían
nombrar como acoso y violencia política.
El concepto de acoso y violencia política contra las mujeres apareció por primera vez
en Bolivia en el año 2000, en un seminario realizado en la Cámara de Diputados donde varias
de las concejalas asistentes comenzaron a hablar de diversas situaciones de violencia que pa-
decían; de esta forma la Asociación de Consejalas de Bolivia (ACOBOL) promovió e impulsó
que el Congreso de Bolivia atendiera dicha problemática. Sin embargo, fue hasta el 28 de mayo
de 2012, después del asesinato de la Consejala Juana Quispe Apaza que la Asamblea Legislativa
Plurinacional decretó la Ley contra el Acoso y la Violencia Política hacia las Mujeres. Al día de
hoy la definición de acoso y violencia política que se incluye en la ley por la ACOBOL es de las
más completas que existe y esto tiene que ver con que llegaron a ella a través de diagnósticos
171
Mesa 9 - Violencia de género contra mujeres en política (II)
que les permitieron rastrear e identificar los casos de violencia a través de un sistema estadís-
tico de información. De acuerdo a lo documentado por Mona Lena Krook y Juliana Restrepo
(2016) “para el año 2012 esta organización había recolectado más de cuatro mil demandas de
mujeres electas, principalmente en zonas rurales con población indígena […]” (Krook, M y
Restrepo, J; 2016 p. 131).
Esta primera ley ha sido fundamental para poder conceptualizar la violencia política
en México en donde a pesar de que aún no existe una ley federal sobre violencia política hay
17 entidades federativas que han incorporado conceptualmente y algunas como Oaxaca que
incluso han tipificado la Violencia Política contra las mujeres. Si bien no hay una ley federal
actualmente existe un Protocolo para Atender la Violencia Política Contra las Mujeres que
recupera elementos de esta primera ley de Bolivia.
Durante el desarrollo de la tesis doctoral que tuvo un corte cualitativo y exploratorio identifi-
qué a través de los siete testimonios de Jefas Delegacionales que obtuve para la investigación,
que algunas de ellas habían sufrido ciertos eventos de violencia, siendo candidatas o en el ejer-
cicio del cargo y en ese momento los nombré obstáculos de acceso y permanencia en el cargo,
desafíos, acoso político y presiones tanto de grupos internos del partido al que pertenecían
(en su mayoría Partido de la Revolución Democrática) y/o de otros partidos políticos. Actual-
mente ante el incremento de mujeres en cargos de toma de decisiones se ha manifestado en
mayor medida una situación de violencia política contra de las mujeres y el concepto, que sigue
en proceso de construcción, ha comenzado a discutirse y analizarse desde la academia, lo que
ha posibilitado que vuelva a ver los testimonios que obtuve desde otra perspectiva.
De acuerdo al Protocolo para Atender la Violencia Política Contra las Mujeres, que recu-
pera elementos de la ley de Bolivia y que actualmente es un documento guía sobre las instan-
cias a las que podrían acudir las mujeres ante situaciones de violencia política, pero que no es
vinculante. Se indica que la violencia política contra las mujeres es aquella que
Para una mujer no es sencillo ser autoridad en el ámbito público ya que aún hay quienes
piensan o dicen que “no existe la costumbre” (Vázquez, V. y Chávez, M., 2012, p. 89), lo que
implica que las mujeres hagan grandes esfuerzos para hacer valer su autoridad y demostrar
172
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Un testimonio señala que los dirigentes varones de su delegación conformaron un bloque es-
pecialmente para que la candidatura de su partido fuera para otra persona, léase esto como
varón, y no para ella que era mujer y que contaba con varios años de comprobada trayectoria
política y comunitaria en su delegación. Incluso ya había sido electa en urnas para ser diputada
local y federal. Cuando se le preguntó ¿Sufrió alguna exclusión o bloqueo por parte de sus
compañeros/as de partido o compañeras durante el proceso de selección de candidatos a la
Jefatura Delegacional? Ella respondió: “Sí, se hizo un bloque de dirigentes hombres para que el
candidato fuese un ex Jefe Delegacional.” (testimonio recuperado para la tesis Jefas Delegacio-
nales: los desafíos de llegar y ejercer el cargo, 2000 a enero de 2015). En ocasiones lo que une
a los varones por encima de la división de corrientes a las que pertenecen en sus partidos es el
no perder espacios, porque “para que entren más mujeres, deben salir hombres” (Ana Falú).
173
Mesa 9 - Violencia de género contra mujeres en política (II)
Una vez que por fin las jefas delegacionales están en el ejercicio del cargo se enfrentan a una se-
rie de desafíos, no todo lo que viven puede conceptualizarse como violencia política de género
ya que ellas al igual que ellos viven una serie de presiones políticas en diferentes niveles. Una
de las primeras presiones políticas a las que se enfrentan tiene que ver con la conformación
del gabinete, proceso en el cual diferentes actores políticos (líderes vecinales, grupos políticos
locales, diputados y diputadas locales y federales, funcionarias y funcionarios de diferentes ni-
veles de gobierno, etc.) ejercen presión para incorporar a algún miembro de su equipo político
en el gabinete o estructura de gobierno. Esta situación se enmarca en una cultura política pa-
trimonialista, clientelar, antidemocrática, autoritaria que persiste, y a través de la cual se vive de
manera “natural” el exigir cargos de gobierno, aun sin acreditar estudios ni experiencia laboral
en la materia. Al respecto un testimonio señala
La presión de los grupos políticos puede llegar a tener un impacto político-social, como
el cierre de una carretera o vía primaria y siempre busca intimidar para imponer, en este sen-
tido las Jefas Delegacionales que no quieren ser presas de estas situaciones de bloqueo tienen
que implementar una serie de estrategias y hacer uso de sus recursos de poder (Suárez, B. y
Barrera, D. 2012) para sacar adelante el trabajo para el cual fueron electas. Sin embargo, en el
ejercicio del cargo hay algunos testimonios que nos hacen retomar el concepto de violencia
política de género. Entre ellos encontramos un testimonio que habla sobre el acoso político
que padeció por parte de un partido político de la oposición, lo que duró los tres años de
su gobierno. Señala que incluso llegaron a corretearla. Por otro lado hay otro testimonio que
señala cómo los mismos grupos del partido político que la postula –PRD- buscaron bloquear
su trabajo. “[Un político] quería que yo sólo fuera una figura decorativa y que aceptara que
él volviera a poner a su gente para controlar y seguir gobernando la Delegación. Me dijo “no
vas a poder” (Testimonio recuperado para la tesis Jefas Delegacionales: los desafíos de llegar y
ejercer el cargo, 2000 a enero de 2015).
Dentro de los testimonios recabados encontramos situaciones reiteradas que indican que
se les cuestionaba permanentemente su capacidad para ejercer el cargo y hubo quien mencionó
174
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
que sus compañeros de partido utilizaban las plazas públicas para hablar mal de ella, no como
funcionaria sino como persona, hablando de su vida privada. Situación que parecía menor
frente al momento en que tuvo que enfrentar a una importante televisora a nivel nacional que la
difamaba por haber implementado un operativo contra gaseras, en el marco de sus facultades.
[…]lo más fuerte para mí era enfrentar a Televisa que hablaba de la gasera, porque ha-
bíamos hecho un operativo, entonces el empresario dijo lo contrario. Pero nunca dije-
ron que por ejemplo que el empresario fue a mi oficina armado, eso nunca salió en los
medios porque eso no interesaba decirlo en Televisa. Se sabía del escándalo hacia afuera
porque beneficia la opinión para los empresarios, pero nunca se habló a favor de las
acciones del gobierno […] (Testimonio recuperado para la tesis Jefas Delegacionales: los
desafíos de llegar y ejercer el cargo, 2000 a enero de 2015)
Las mujeres que acceden a espacios de toma de decisiones no sólo enfrentan dificultades
para acceder a la candidatura sino también ya cuando se encuentran ejerciendo su cargo, ya
que se encuentran inmersas en un espacio político que tiene códigos masculinos en los que
hay una serie de conductas agresivas, de oposición, bloqueo y segregación donde se busca de-
nostar a las mujeres ya que se sigue pensando que ese espacio no les corresponde y a pesar de
que sus trayectorias hablan de su experiencia político administrativa y/o académicas, se sigue
pensando que no tienen la capacidad de ejercer el gobierno.
Bibliografía
175
Mesa 9 - Violencia de género contra mujeres en política (II)
1. Antecedentes
En el Estado de Morelos en la contienda electoral 2014-2015, como resultado del acuerdo IM-
PEPAC/CEE/005/2015, se logró incluir el principio de paridad de género de forma horizontal
y vertical en el registro de candidaturas municipales; dando por resultado que una cantidad de
mujeres nunca antes vista en el estado, obtuvieron cargos; así quedaron 6 presidentas munici-
pales, 27 sindicas y 79 regidoras.
No obstante, para los cargos de diputaciones, los partidos políticos contendientes im-
pugnaron las medidas afirmativas propuestas por el Instituto Morelense de Procesos Electora-
les y Participación Ciudadana IMPEPAC, las cuales buscaban la paridad parlamentaria; estas
acciones jurisdiccionales derivaron en que actualmente se tengan menos diputadas que en la
legislatura anterior.
Este gran logro en términos de avance de las mujeres autoridades municipales, se vio
opacado, porque ellas recibieron diferentes formas de violencias, tanto en los procesos de se-
lección de candidaturas, durante la contienda electoral y al momento de ejercer sus cargos.
2. Objetivo general
El objetivo general de la investigación fue identificar las formas en que se manifestó la violencia
política contra las mujeres que participaron en el proceso electoral 2014-2015, en el Estado de
176
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Morelos, a partir de la percepción y experiencia de las propias mujeres violentadas así como de
actores sociales y políticos clave.
La metodología de la investigación fue de tipo cualitativo,1 las técnicas utilizadas fueron dos:
entrevistas semiestructuradas y la realización de grupos focales. El trabajo de campo consistió
en 1. La realización de 40 entrevistas semiestructuradas a mujeres en cargos públicos y 2. La
conducción de 6 grupos focales con 64 informantes claves (de medios de comunicación, parti-
dos políticos y organizaciones de la sociedad civil).
3. Acercamiento teórico
Bolivia fue el primer país en donde se visibilizó y tipificó la violencia política con rasgos de gé-
nero, esta nación la tipificó como “las acciones, conductas y agresiones que causen daño físico,
psicológico o sexual” que tengan como propósito “reducir, suspender, impedir o restringir el
ejercicio de las funciones de su cargo a una mujer política o inducirla, en contra de su voluntad,
a actuar de una manera particular, o dejar de hacerlo, en relación con su mandato político”
(Krook y Restrepo, 2016, p. 131).
Recientemente Paula Adriana Soto Maldonado2 (Soto, 2016), cuya propuesta sirvió de
guía a la investigación, ha definido a la violencia política de género como:
[L]os actos u omisiones por medio de los cuales se presiona, persigue, hostiga, acosa,
coacciona, ridiculiza, veja, discrimina, amenaza o priva de la vida, a las mujeres en ra-
zón de su género; con el fin de limitar, condicionar, excluir, impedir o anular el reco-
nocimiento, goce y/o ejercicio de sus derechos político-electorales, su acceso o pleno
ejercicio del poder público, y cualesquiera otras formas análogas que lesionen o sean
susceptibles de dañar la dignidad, integridad o libertad de las mujeres”.
177
Mesa 9 - Violencia de género contra mujeres en política (II)
cuotas, las mujeres tenían una presencia aislada, sin ningún tipo de poder y en algunos casos –
cuando figuraban era fruto de la concesión que el partido hacía por su relación familiar con la
élite o los grupos de poder” (Cerva, 2014, p. 130).
Sin embargo, en los años más recientes “las formas tradicionales están comenzando a ser
cuestionadas, especialmente cuando algunas mujeres que han iniciado procesos de capacita-
ción en género toman conciencia y se informan de sus derechos políticos electorales”, esto les
permite darse cuenta de cómo el partido las discrimina y “logran visualizar las estrategias que
éstos establecen para no promover sus candidaturas” (Cerva, 2014, p. 131).
Esta autora (Cerva, 2014) explica que se pueden distinguir tres momentos en los que se
expresa la violencia política contra las mujeres:
b) En la elección de las candidaturas, cuando debe tomar fuerza el apoyo que el partido les
brinda para sus campañas en términos económicos, de seguridad, de acceso a medios de
comunicación, etc. el ejercicio de sus funciones una vez electas.
c) Con esto concluimos la presentación somera del acercamiento teórico conceptual de la
investigación que aquí se presenta.
4. Resultados
178
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
expresaron haber militado en el mismo partido, sin haberse cambiado. Resulta relevante que
el 53% de las informantes afirmó no haber recibido capacitación derivada del 3%.3 Llama la
atención que el 62% de las entrevistadas reportó tener un familiar o familiares que ha estado
en la política.
En los grupos focales, reportaron tener conocimiento de que la violencia política contra las
mujeres, no es nueva en la entidad:
Fui violentada por el presidente y el secretario de un partido por el cual yo contendí. Pri-
mero, por el hecho de ser mujer, no se me proporcionó ningún presupuesto para hacer la
campaña, ni recursos humanos, ni propaganda, nada. Me sentí utilizada (INF29).
3
Esto se refiere a la obligatoriedad de los partidos políticos de destinar anualmente, el tres por ciento
del financiamiento público ordinario a la capacitación, promoción y desarrollo del liderazgo polí-
tico de las mujeres, art. 51 de la Ley General de Partidos Políticos (SEGOB.DOF, 2014).
4
Los Grupos Focales se codificaron del GF01 al GF06.
5
Las entrevistas se codificaron de INF01 a INF40.
179
Mesa 9 - Violencia de género contra mujeres en política (II)
Contra mí ha habido acoso sexual por parte de uno de los regidores, del secretario del
ayuntamiento y hasta del mismo presidente municipal. Además de desprestigios hacia
mi persona (…), también me violentaron en forma física: el secretario me jaló, me em-
pujó. El regidor de obras nos quiso atropellar con su camioneta a mi y a mi esposo.
El 37% de las entrevistas reportaron haber vivido o estar viviendo violencia política con rasgos
de género, desde el proceso de selección interna de candidaturas; durante la campaña electoral
y en el ejercicio del cargo.
180
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
5. Epílogo
Hacer la investigación nos permitió tener visibilidad en el estado de Morelos; de esta manera
se acercaron a nosotras mujeres autoridades a quienes facilitamos apoyo terapéutico de con-
tención en crisis, más allá del objetivo del proyecto. Realizamos un acompañamiento puntual,
incluso promoviendo la asistencia de la Comisión Estatal de Derechos Humanos como testigo
del actuar de las autoridades municipales que negaban la participación de una Síndica. Supi-
mos de los casos no denunciados de compañeras regidoras a quienes convencieron de ocupar
la dirección de la Instancia de las Mujeres, o ser responsable de la biblioteca, despojándolas con
ello del cargo que habían ganado.
Por parte de las mujeres, en general, encontramos un gran desconocimiento del marco
legal aplicable para la defensa de sus derechos, amén de que cada caso tiene sus particularida-
des; ello haría necesaria una Defensoría Pública que conlleva un gran conocimiento específico
del marco normativo aplicable en cada caso y de las acciones que se pueden emprender desde
diversos ángulos.
A pesar de que actualmente el Código Penal de Morelos considera que se equipara al
delito de abuso de autoridad, el no cubrir las retribuciones, emolumentos o prerrogativas a que
tienen derecho las/os funcionarios públicos en el ejercicio de un cargo popular o por designa-
ción; este marco legal no soluciona la problemática de violencia política de género contra las
mujeres.
Bibliografía
Cerva, D., 2014. “Participación política y violencia de género en México”. Revista Mexicana de
Ciencias Políticas y Sociales, 59(222).
Restrepo, K. y., 2016. “Género y violencia política en América Latina. Conceptos, debates y
soluciones”. Política y Gobierno, 23(1 (Ene.- Ju. 2016)), pp. 127-162.
Soto, P., 2016. Ponencia “2° Encuentro de Mujeres Autoridades”. Cuernavaca, Morelos, Con-
greso del Estado de Morelos.
181
Mesa 9 - Violencia de género contra mujeres en política (II)
* fcpys-unam.
° http://dx.doi.org/10.22201/crim.UNAM000001c.2017.c25
182
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
por no realizarse el cómputo final. El Presidente Cárdenas argumentó que “por falta de decla-
ratoria” no se había concretado la reforma constitucional. Existió el temor de que los sectores
conservadores del país, en particular la Iglesia, influyeran en la decisión de las mujeres, como
sucedió en España donde al otorgar el voto a las mujeres en 1933, sufragaron por la derecha
(Galeana, 2014: 24:25).
No fue sino hasta 1947 cuando se reconoció, en el artículo 35 constitucional su derecho
a votar en elecciones municipales y, en 1953 cuando se consagró el derecho de las mujeres a su-
fragar y a ser electas en procesos comiciales para renovar a los poderes Ejecutivo y Legislativo
de la Unión, lo que no les significó el acceso franco a las estructuras de poder.
No obstante, el estatuto jurídico entre la población femenina y la masculina era desigual.
La Constitución no reconocía la isonomía, situación que cambió hasta 1974 mediante la apro-
bación de la iniciativa de reforma al artículo cuarto constitucional.
Una vez obtenido el sufragio y la igualdad formal, las mujeres emprendieron la lucha por
la igualdad sustancial en los órganos de poder público, principalmente, en la esfera legislativa.
En ese sentido, se aprobaron reformas constitucionales y legislativas para concretar las cuotas
de género hasta lograr la paridad en 2014.
183
Mesa 9 - Violencia de género contra mujeres en política (II)
cabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos políticos y/o de las prerroga-
tivas inherentes a un cargo público” (TEPJF, 2016: 19).
Como resultado de las reformas de 2014, las constituciones políticas de las entidades federa-
tivas fueron armonizadas con la Constitución federal para incorporar lo relativo a la paridad
de género. De esta manera, en la Carta Magna del Estado de Chiapas en el tercer párrafo del
apartado B del artículo 17, correspondiente a las elecciones, se estableció que: “La ley garan-
tizará que en la postulación y registro de candidatos a diputados del Congreso del Estado y
a integrantes de los ayuntamientos, los partidos garanticen la paridad de género, así como la
participación de los jóvenes”. Por su parte, la legislación secundaria en materia electoral, mo-
dificado también en ese sentido, el Código de Elecciones y Participación Ciudadana en tres de
sus artículos aborda el tema de la paridad, a saber:
Artículo 10.- Es derecho de los ciudadanos del Estado y obligación para los partidos po-
líticos y autoridades electorales, la igualdad de oportunidades, la paridad entre hombres
y mujeres y el derecho de los indígenas y los jóvenes para acceder a cargos de elección
popular.
Artículo 40.- […] En todos los casos, para la asignación de regidores de representación
proporcional, las planillas de candidatos que se presenten ante el Instituto deberán ga-
rantizar la paridad entre los dos géneros; en el supuesto de que el número de regidurías
asignadas por este principio sea impar, la mayoría deberá corresponder al género feme-
nino y ser encabezada invariablemente por una persona de dicho género.
Artículo 527.- Las fórmulas de candidatos para los cargos de Diputados y las planillas de
miembros de los ayuntamientos deberán estar integradas salvaguardando la paridad de
género prevista en este Código.
184
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Nota conclusiva
Tengamos presente que la violencia política de género ejercida contra las mujeres que tienen
un interés en ocupar un cargo de elección popular, afecta sus posibilidades de desarrollar un
liderazgo y es un obstáculo que difícilmente se identifica y se nombra como tal (Cerva Cerna,
2014: 122). Más aún, afecta la desigualdad y la representación de su género.
Para detener la violencia política contra las mujeres es imperativo construir un marco
legal que lo sancione. Se ha dado un paso sustancial en este sentido a aprobarse el Protocolo
185
Mesa 9 - Violencia de género contra mujeres en política (II)
para atender la violencia política contra las mujeres; no obstante, falta que se aprueba una ley de
alcance nacional que atienda este problema.
Las candidatas chiapanecas fueron violentadas por dos actores: las instituciones electo-
rales locales y los grupos que las persiguieron, acosaron e intimidaron. Los consejeros elec-
torales avalaron unas candidaturas que no cumplían con la paridad y por orden del TEPJF
enmendaron su error. Más aún, el Instituto Nacional Electoral inició el procedimiento de re-
moción en contra de los consejeros electorales por no haber observado el criterio de paridad y
por irregularidades relacionadas con el voto de ciudadanos residentes en el extranjero. Final-
mente, por primera vez en la historia electoral del país, se resolvió remover de su cargo a tres
consejeros, según se consigna en la Resolución INE/CG80/2016 del Consejo General del INE.
Fuentes
Cerva Cerna, D. (2014). Participación política y violencia de género en México. Revista Mexi-
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Galeana, P. (2014). Un recorrido histórico por la Revolución de las mujeres mexicanas. En VV.
AA., La Revolución de las Mujeres en México. México: INHERM, pp. 15-32.
INE (2016). Resolución del Consejo General del Instituto Nacional Electoral, respecto del
procedimiento de remoción de Consejeros Electorales identificado con el número de
expediente UT/SCG/PRCE/CG/17/2015 y sus acumulados UT/SCG/PRCE/MORENA/
CG/18/2015, UT/SCG/PRCE/FEPADE/CG/21/2015 y UT/SCG/PRCE/MORENA/
CG/24/2015, incoado en contra de la Consejera Presidenta y las y los Consejeros Elec-
torales del Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana del Estado de Chiapas, por
la presunta comisión de hechos que podrían configurar una de las causales de remoción,
previstas en el artículo 102, párrafo 2, de la Ley General de Instituciones y Procedimien-
tos Electorales. México.
Mariscal, A. (2015, junio 26). Priistas y ‘Verdes’ viven un fin de semana agitado en Chiapas.
ADNPolítico. http://m.cnnmexico.com/adnpolitico/2015/06/29/priistas-y-verdes-vi-
ven-un-fin-de-semana-agitado-en-chiapas
TEPJF (2016). Protocolo para atender la violencia política contra las mujeres. México.
186
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Resumen
Los partidos políticos ejercen recursos económicos y en especie para el beneficio de su mili-
tancia y ciudadanía en general, principalmente, en dos ámbitos, por una parte, el gasto pro-
gramado (recursos destinados para la capacitación, investigación y difusión de las acciones de
capacitación, promoción y desarrollo del liderazgo político de las mujeres); y, por otra parte,
los recursos entregados a los comités para la realización de las campañas políticas en procesos
electorales. En los dos ámbitos, la Unidad Técnica de Fiscalización (UTF) del Instituto Nacio-
nal Electoral (INE) ha realizado análisis con perspectiva de género, observando una brecha
de desigualdad entre mujeres y hombres, situación que ha permitido diseñar acciones para
erradicarlas.
Introducción
La lucha feminista por la inclusión de las mujeres en la vida política, ha transitado de un plano
meramente sufragista a uno más amplio: las democracias occidentales se han empeñado en
diseñar e implementar acciones que permitan asegurar una participación paritaria entre mu-
jeres y hombres.
En México, a partir de la reforma constitucional en materia de derechos humanos de
2011, se establece la aplicación de los tratados internacionales (Principalmente la CEDAW y
Belém do Pará) para generar una base de acciones que promueva una igualdad política en-
tre hombres y mujeres, esto representa un llamado internacional de los compromisos adqui-
ridos por el Estado mexicano. (Diario Oficial de la Federación, Ciudad de México, México,
10/06/2011)
La reforma político-electoral 2014, implicó una modificación constitucional que man-
data la paridad en las candidaturas a las legislaturas federales y locales; posteriormente se hizo
187
Mesa 9 - Violencia de género contra mujeres en política (II)
extensivo a los cargos de representación popular en todos los niveles de gobierno mediante la
jurisprudencia 6/2015 de la SCJN y la sentencia dictada por el TEPJF en la Acción de Incons-
titucionalidad 39/2014 y sus acumuladas 44/2014, 54/2014 y 84/2014.
La multicitada reforma de 2014, determinó que todos los partidos políticos están obliga-
dos a promover los liderazgos políticos de las mujeres desde los recursos del Financiamiento
Público Ordinario (FPO), para ello el Instituto Nacional Electoral (INE) realiza procedimien-
tos de fiscalización para asegurar que el ejercicio de estos cumpla con los mandatos legales en la
materia. Por otro lado, el INE, ha generado estudios de análisis comparativos en materia de los
recursos que los Comités Ejecutivos Nacionales (CEN) otorgan a sus candidatos y candidatas
en los últimos dos Procesos Electorales Federales (PEF) y con ello, observar si existen brechas
o no de desigualdad en la ministración que reciben hombres y mujeres.
Con el fin de superar las barreras que limitan la participación política de las mujeres, organiza-
ciones de la sociedad civil en conjunto con la autoridad electoral lograron un cambio sustancial
en la forma de utilizar los recursos del FPO que reciben los partidos políticos. En 2007 la auto-
ridad electoral reglamentó el uso de un 2% para la Capacitación, Promoción y Desarrollo del
Liderazgo Político de las Mujeres (CPDLPM); no obstante, con la reforma político-electoral de
2014 y debido a la centralización de las labores de la fiscalización electoral nacional en el INE,
este criterio se convirtió en ley, por lo que se incrementó el porcentaje mínimo al 3% para los
partidos políticos nacionales. Por su parte, los partidos políticos con acreditación local desti-
narán para el rubro mencionado, el porcentaje que refiera su ley electoral local, en caso de que
no se cuente con un porcentaje, se deberá remitir al cumplimiento de la ley general.
El recurso destinado a la CPDLPM debe cumplir con una metodología establecida por
la autoridad, la cual remite a generar un PAT el cual contiene una serie de proyectos, estos a su
vez comprenden una serie de actividades y tareas.
Los PAT en materia de Actividades Específicas (AE) como el de Capacitación, CPDLPM
deben contener según el artículo 175 del RF los elementos como: objetivos, metas, e indica-
dores.
Al respecto, algunas mujeres responsables del diseño de los programas y la ejecución de
los recursos han encontrado una serie de dificultades para erogar este recurso, en comparación
con los hombres que en su mayoría son responsables de la cartera de proyectos de las AE que
tienen como objetivo el fomento de la participación y la cultura política democrática, cuentan
con una menor autonomía.
188
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Gráfica 1
Libertad para elegir los temas del Programa Anual de Trabajo
Fuente: Elaboración propia del autor con datos derivados de la aplicación del cuestionario elabo-
rado para la presente ponencia.
Este resultado toma importancia ya que la teoría feminista señala que para que las mu-
jeres logren un empoderamiento real requieren de autonomía en los recursos económicos.
Esto demuestra que las mujeres se encuentran limitadas por parte de la secretaría de finanzas
189
Mesa 9 - Violencia de género contra mujeres en política (II)
o personajes con injerencia en el tema; sin importar si la persona titular del área de finanzas
sea hombre o mujer.
Gráfica 2
Libertad para ejercer los recursos destinados al Programa Anual de Trabajo
Fuente: Elaboración propia del autor con datos derivados de la aplicación del cuestionario elabo-
rado para la presente ponencia.
Gráfica 3
Opiniones minimizadas o no en razón del género
Fuente: Elaboración propia del autor con datos derivados de la aplicación del cuestionario elabo-
rado para la presente ponencia.
Por los datos obtenidos se puede observar que las mujeres viven condiciones diferentes
a los hombres respecto del ejercicio del recurso económico destinados a la elaboración de los
programas anuales de trabajo.
Un tema que no debemos perder de vista refiere a las Observaciones finales del Comité
para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW por sus siglas en inglés)
realizadas en su 52° periodo de sesiones, mediante el punto 23, inciso c), recomendó al estado
mexicano:
190
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Se asegure de que los partidos políticos cumplan con su obligación de asignar el 2% (hoy
3% en el ámbito federal) de los fondos públicos recaudados a la promoción del liderazgo
político de las mujeres, en particular las mujeres indígenas en el plano municipal.
En este sentido, el entonces Instituto Federal Electoral, hoy Instituto Nacional Electoral,
mediante las Erogaciones para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, provenientes del Decreto
de Presupuesto de Egresos de la Federación, entre los años 2012-2014 diseñó un programa de
trabajo de doble alcance, al interior de la Unidad de Fiscalización se inició con la transversali-
zación de la perspectiva de género a los procesos técnico-contables; mientras que al exterior se
realizó un proceso de acompañamiento a los partidos políticos que les permitiera eficientar el
gasto y con ello fortalecer los liderazgos políticos de las mujeres.
1. Los partidos políticos que deben garantizar la equidad y procurar la paridad de los gé-
neros en sus órganos de dirección y en las candidaturas a cargos de elección popular.
2. Las autoridades electorales responsables de garantizar el ejercicio pleno de los derechos,
a fin de que reflexionemos sobre la pertinencia de incorporar medidas afirmativas a la
reglamentación correspondiente.
3. Conclusiones
191
Mesa 9 - Violencia de género contra mujeres en política (II)
Las democracias occidentales han desarrollado mecanismos inclusivos para que más mujeres
participen activamente en los temas políticos desde puestos de decisión, sin embargo, deben
diseñarse acciones que logren una igualdad sustantiva tanto en los procesos internos a los
partidos políticos y de apoyo económico con autonomía.
La relación entre el dinero y la actividad política es estrecha, es importante por una parte
diseñar proyectos con plena libertad en los temas y con autonomía de gestión en los recursos
por parte de las titulares de los organismos de mujeres al interior de los partidos políticos.
Los partidos políticos deben generar acciones que desarrollen la autonomía en tanto en
las cuentas destinadas para la elaboración del PAT en materia de la CPDLPM, a su vez regular
y supervisar (de ser necesario con la autoridad electoral) mecanismos que disminuyan las des-
igualdades en el uso del recurso para mujeres y hombres.
El paradigma de la fiscalización electoral se expresa, no sólo en la necesidad de equidad
entre partidos distintos, sino en la igualación de condiciones de iure y de facto entre mujeres
y hombres.
Desde la teoría de la democracia, uno de los puntos más criticados ha sido el del finan-
ciamiento de la política y sus fuentes. El desafío sigue siendo el mismo: lograr un esquema de
financiamiento de partidos y elecciones que no arriesgue los valores básicos de la democracia
tales como la igualdad de las/los ciudadanos, la libertad de los electores y la autonomía de las/
los candidatos. (Zovatto Daniel, Grinner Steven, 2004, p. 22)
La Unidad Técnica de Fiscalización ha desarrollado un esquema para la atención de
casos de violencia política respecto de los recursos económicos que puedan presentarse en
los partidos políticos, tanto para el uso del financiamiento público ordinario y para el uso de
recursos en campañas electorales, dicho esquema forma parte del “Protocolo para Atender la
Violencia Política Contra las Mujeres”.
Bibliografía
Normas:
192
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Literatura:
193
Mesa 10
194
Mesa 10 - Acceso a la justicia (I)
Introducción
La incorporación de la figura penal del feminicidio en el Perú constituye una conquista pírrica
en materia de la erradicación de la violencia contra las mujeres. Ello, en atención a que para
lograr la erradicación de la violencia contra las mujeres se requiere que los operadores del dere-
cho tengan una adecuada comprensión de dicha problemática, en ese sentido; es necesario que
tengan en cuenta el contexto en el que se produce el feminicidio (continuum de violencia). La
exigencia de leer los casos de feminicidio como un continuum de violencia permitirá superar
la centralidad que tiene el elemento sexo “biológico” en el análisis judicial. En tal sentido, se
requiere aplicar adecuadamente el enfoque de género en el derecho, y así las sobrevivientes en
casos de feminicidio ejerzan su derecho de acceso a la justicia sustancial.
* Este artículo se enmarca en la investigación que estoy desarrollando para obtener el título de segunda
especialidad en Derechos Fundamentales y Constitucionalismo en América Latina por la Pontificia
Universidad Católica del Perú (PUCP).
** Abogada, feminista, investigadora y consultora independiente con estudios en la Maestría de Género
en la PUCP. Actualmente cursa una segunda especialidad en Derechos Fundamentales y Constitucio-
nalismo en América Latina en la mencionada casa de estudios.
° http://dx.doi.org/10.22201/crim.UNAM000001c.2017.c28
196
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
producen los asesinatos de las mujeres, el cual se diferencia del asesinato en términos “neutra-
les” por la desigual distribución de poderes en la relación entre mujeres y hombres1.
Según reporta el Observatorio de Criminalidad del Ministerio Público entre el periodo
de enero del 2009 a octubre del 2015 se han registrado 795 casos de feminicidio y 299 casos
de tentativa de feminicidio, siendo el caso que el 89.6% y el 92.3%, respectivamente, fueron
presuntamente cometidos por la pareja, ex pareja o familiar2. Lo mencionado da cuenta de la
mayor incidencia de feminicidios íntimos en comparación con el total de casos reportados.
Resulta necesario indicar que la contabilización de éstos se realiza en atención a un elemento
“objetivo” como el sexo de las víctimas.
Los feminicidios son el episodio final de una cadena de violencia que se enmarcan den-
tro de una cultura patriarcal que posiciona lo masculino sobre lo femenino, naturalizando de
ésta manera el control, dominación y disciplinamiento de las mujeres o sujetos que desarrollen
características feminizadas (Segato 2003, Melendez y Sarmiento 2008). En ese sentido, en el su-
jeto femenino deviene en un ser pasible de sanción legítima por parte de los hombres quienes
tienen la autoridad y el mandato de controlarlas, especialmente cuando aquellas sobrepasan los
límites físicos y simbólicos que se han establecido desde las estructuras sociales y culturales.
Frente a lo señalado, el enfoque de género nos permite develar ese doble estándar que
se va construyendo alrededor de los sujetos (mujeres y hombres) en atención a su sexo “bioló-
gico”. Dichas asignaciones sociales y culturales se presentan como “naturales” a efecto de no ser
cuestionadas y poder reproducirse cíclicamente. Estos estándares o prejuicios no son ajenos a
las y los operadores del derecho, entiéndase por tales a fiscales, jueces y secretarios judiciales;
quienes tienen la obligación por mandato constitucional de dar respuesta a las demandas de
justicia en casos de vulneración de los derechos, como sucede en los casos de feminicidio.
En materia de erradicación de la violencia contra las mujeres el Perú cuenta con el Decreto
Supremo N° 006-2015-MIMP; mediante el cual se aprobó el “Protocolo Interinstitucional de
Acción frente al Feminicidio, Tentativa de Feminicidio y violencia de parejas de alto riesgo”,
1
Desde su planteamiento original, como proyecto de ley en las instancias legislativas, se enunciaban
argumentados contrarios a su formulación, ello en atención a una inadecuada lectura del derecho
principio a la igualdad y no discriminación. Así algunos legisladores, consideraban que regular la
muerte de las mujeres de manera diferenciada a las figura de homicidio y asesinato, ya contemplados
en el ordenamiento jurídico, constituía un acto de discriminación que afectaba de los hombres. Para
mayor detalle puede revisar el Cuaderno de debates del Congreso de la República del Perú.
2
Para mayor información se puede revisar la página del observatorio de la Criminalidad del Ministerio
Público. Disponible en <http://portal.mpfn.gob.pe/descargas/01%20Feminicidio%202009-2015.
pdf>. [Consulta: 27 de setiembre del 2017].
197
Mesa 10 - Acceso a la justicia (I)
la Ley N° 30364 “Ley para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres y los
integrantes del grupo familiar”, el Decreto Legislativo 1323 que fortalece la lucha contra el
feminicidio, la violencia familiar y la violencia de género; y el Acuerdo Plenario N° 001-2016/
CJ-116.3
Además, el Perú ha suscrito los tratados en materia de derechos humanos, la Conven-
ción sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW)
y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la
Mujer “Convención de Belém Do Pará”. Mediante las cuales el Estado peruano se compromete
a tomar acciones efectivas para prevenir, investigar y sancionar la violencia contra las mujeres.
Respecto a la erradicación de la violencia feminicida, el Registro Nacional de Conde-
nas del Poder Judicial del Perú señala que para el año 2015, se ha identificado 255 procesos
iniciados en casos de feminicidio y se impusieron 52 sentencias condenatorias al respecto. Asi-
mismo, en el primer semestre del 2016 se impusieron 48 sentencias. Estos números responden
a la función ejercida por los jueces a nivel nacional.
La problemática que suscita la aplicación de las leyes y principios constitucionales en el
sistema jurídico, especialmente en materia de protección de los derechos de las mujeres cons-
tituye un espacio para analizar y reflexionar respecto a cómo se lleva a cabo la interpretación
jurídica y cuáles son sus consecuencias en los casos de feminicidio.
De los expedientes estudiados en casos de feminicidio íntimo en 5 distritos judiciales
del Perú se observa que los operadores del derecho realizan una aplicación de las reglas de
subsunción, tomando como punto de partida la interpretación exegética4 de la norma de femi-
nicidio cuya consecuencia jurídica es extrapolada al caso concreto. Lo señalado, esconde una
inadecuada aplicación, o una concepción mecánica del tipo penal que contraviene la lectura
de los hechos a la luz de los principios constitucionales y desarrollo jurisprudencial a nivel
internacional.
Los operadores de justicia no visibilizan la existencia de relaciones de poder desiguales
y el continuum de violencia en los casos de feminicidio. Por el contrario, centran el análisis en
el resultado concreto (muerte o atentado contra la vida de las víctimas); lo que produce una
mayor dependencia de medios probatorios objetivos (que muchas veces no están presente en
los casos); además se produce una segunda victimización al exigir a las sobrevivientes el relato
de los hechos exactos.
Se observa que esta problemática no está siendo interpretada en el sistema de justicia
contextualmente sino por el contrario se les suele asumir como situaciones aisladas, en este
3
Publicado en el Diario Oficial El Peruano el día 17 de octubre del 2017.
4
La profesora Rocío Villanueva (1996) resalta la influencia que en el pensamiento jurídico ha tenido la
Escuela de la Exégesis, la cual se caracteriza por: 1) El culto del texto legal. 2) La interpretación de la
ley está fundada en la intención o voluntad del legislador y no en la razón o en los criterios valorativos
de quienes la aplican. 3) Solo las normas creadas por el Estado son normas jurídicas.
198
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
199
Mesa 10 - Acceso a la justicia (I)
Reflexiones finales
200
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Bibliografía
201
Mesa 10 - Acceso a la justicia (I)
202
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
mos de prevención y atención a víctimas son escasos o poco útiles en cuanto a cómo identificar
entornos violentos, cómo salir de ellos y cómo denunciarlos, lo que dificulta aún más escapar
de hogares violentos.
En la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer de las Naciones
Unidas (1993) se señalaron por primera vez las consecuencias de la violencia contra las mu-
jeres en el acceso a oportunidades legales, políticas, sociales y económicas. Sin embargo la
ciencia económica se ha rezagado en su estudio, incorporándose a la temática de género solo
con el estudio de brechas en cuanto a factores de la producción (propiedad de la tierra, brechas
salariales, trabajo no remunerado), desigualdad en el ingreso y pobreza, como pérdidas en
eficiencia y productividad. Vale mencionar que desde la economía feminista se ha aportado de
forma más crítica en cuanto al estudio de la división sexual del trabajo e incorporación despa-
triarcal al sistema económico.
Es en este marco que se discutirán otras modalidades de violencia de género, entendién-
dose que más allá del abuso físico, psicológico y sexual, la limitación de recursos económicos
puede resultar fatal. Para ello en el primer apartado se responde qué es la violencia económica
y qué la caracteriza. Seguido se examina cómo repercute en el acceso a bienes y servicios bá-
sicos, a educación, vivienda, salud y trabajo. Posteriormente se analiza la situación de las mu-
jeres en cuanto a su acceso a servicios y productos financieros, pues se supone que el acceso
al crédito es un mecanismo alternativo para que mujeres alcancen independencia económica,
fundamental para escapar de situaciones de violencia doméstica en general.
Violencia económica
203
Mesa 10 - Acceso a la justicia (I)
Gráfica 1
México: mujeres con al menos un incidente de violencia
en los últimos doce meses (2003, 2006 y 2011)
Las consecuencias de la violencia contra las mujeres pueden ser diversas y sentirse con
mayor o menor intensidad según países, ciudades o localidades. Sin embargo, es posible iden-
tificar algunas similitudes o generalidades, por ejemplo la relación inversa entre participación
económica (derechos económicos, trabajo pagado, empleo formal) y prevalencia de violencia
doméstica. Heise y Kotsadam (2015) demuestran que vivir en un país que discrimina a las
mujeres en el acceso a la tierra y a otros bienes es un fuerte factor de riesgo relacionado con el
abuso doméstico. A su vez, que tener más mujeres trabajando en el sector formal se relaciona
negativamente con el nivel de violencia de un país, pero a nivel individual, donde pocas mu-
jeres trabajan se incrementa el riesgo de violencia doméstica cuando se obtiene un ingreso.
Si bien son muchas las consecuencias, en primer lugar la violencia económica agrava u
ocasiona la dependencia financiera, que aún en situaciones no violentas afecta desproporcio-
nalmente a mujeres. Esta dependencia es fundamental para entender por qué muchas víctimas
de violencia doméstica deciden continuar en entornos violentos y no denunciarlos, pues ade-
204
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
“El bienestar individual y del hogar se liga estrechamente con el acceso, control y propiedad
de activos físicos y financieros de las mujeres, ya que contribuye a su mayor autoestima, a
mayores oportunidades económicas, a la posibilidad de movilidad social y poder en la toma
de decisiones” (Klugman et al., 2014: 125).
1
La inclusión financiera es prioridad en el cumplimiento de la Agenda de Desarrollo 2030 de Na-
ciones Unidas, en su búsqueda se han sumado organizaciones supranacionales como el Banco
Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
205
Mesa 10 - Acceso a la justicia (I)
Con la reciente discusión sobre la democratización del crédito éste surge como una herra-
mienta eficaz de combate a la pobreza, pues muchas veces representa la obtención única de un
ingreso, necesario para poder prosperar y desarrollarse con plenitud. Además, se sentaron las
bases para discutir el acceso al crédito como un derecho humano emergente de segunda gene-
ración (García, 2007). Es así que una estrategia para garantizar la independencia económica de
mujeres ha surgido desde la financiarización, no combatiéndose el problema de raíz y persis-
tiendo una brecha de género, pero no representando una postura irremediablemente negativa.
Posturas como la del economista Muhammad Yunus aportan a esta discusión:
“Cada persona pobre debe tener una oportunidad justa para mejorar su condición econó-
mica. Esto se puede hacer fácilmente garantizando su derecho al crédito. Si las instituciones
financieras existentes no garantizan este derecho, es la obligación del Estado y de la Comu-
nidad Internacional ayudar a encontrar instituciones que garantizarán este derecho hu-
mano. Esto es fundamental para la emancipación de los pobres, en general, y de las mujeres
pobres, en particular” (Muhammad Yunus en Gershman y Morduch, 2011).
El aporte de Yunus a la visión del crédito como un tema de derechos y el esquema
de microfinanzas que implementó con el Banco Grameen en Bangladesh, como alternativa
de financiamiento, ha sido fuertemente criticado por quienes consideran 1) que no todo lo
que sea moralmente importante debe considerarse un derecho; 2) la exageración de la visión
del desarrollo económico como un derecho, que devalúa la discusión sobre otros derechos
humanos fundamentales; 3) la exclusión de personas sujetas a crédito justificadas como costo
de oportunidad; 4) el esquema de micro financiamiento se ha tornado desproporcionalmente
lucrativo; y 5) la microfinanciarización ha propiciado la expansión de actividades informales
poco productivas, no considerándose una alternativa para impulsar el crecimiento y desarrollo
económico sostenido.
206
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Conclusiones
La estrecha relación entre violencia económica, violencia psicológica, física y sexual es quizá
la característica más peligrosa, ya que acrecienta la vulnerabilidad de las mujeres ante situa-
ciones de violencia. El poseer una cuenta bancaria per se no ayudará a eliminar situaciones de
violencia doméstica, sin embargo la exclusión financiera puede significar que peso a peso se
impide la autonomía y progreso económico del 51% de mexicanos, lo que por su puesto tiene
repercusiones en el desarrollo y crecimiento económico nacional. Muchas veces la decisión
de estudiar o no, tener una casa o no, e incluso comer o no, puede modificarse si se tiene la
oportunidad de acceder a un crédito justo, es por ello que pasa a ser una problemática de
derechos humanos. La violencia económica es un fenómeno presente en la sociedad mexicana,
del cual muchas veces no se habla, se desconoce y claramente no se afronta. Para acabar con la
violencia doméstica en general, hace falta empoderar económicamente a las mujeres y uno de
los medios es la garantía de acceso a servicios financieros y la obtención de un ingreso digno
a través del crédito.
Bibliografía
207
Mesa 10 - Acceso a la justicia (I)
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Sanders, C. y Shnabel M. (2004), Organizing for Economic Empowerment of Battered Women:
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Brown School of Social Work, Washington University.
World Bank (2015). Gender Statistics. Disponible en http://datatopics.worldbank.org/gender/.
208
Mesa 11
Introducción
Violencia de género
De acuerdo con la Ley de General de Acceso de la Mujeres a una Vida Libre de Violencia
(LGAMVLV), la violencia puede ser psicológica, física, patrimonial, económica; o sexual. Ade-
más, deja abierta la definición cualquier otro acto “que lesionen o sean susceptibles de dañar la
dignidad, integridad o libertad de las mujeres” (Congreso de la Unión, 2007, pág. n.d; Art. 6).
La alta frecuencia de la violencia doméstica se debe en parte a que ésta suele ser vista
como algo “normal” (OMS, 2005). Esta normalización es atribuible, entre otras cosas, a las
actitudes socioculturales. Algunas acciones se consideran “propias” de la pareja, o como parte
del papel social de los hombres como proveedores. Las mujeres llegan a considerar la violencia
como algo normal y “tienen más posibilidades de establecer o tolerar relaciones violentas”
(OMS, 2005, pág. 12). Aunado a esto, en ocasiones, la violencia que no es ejercida de manera
física, como la psicológica o la económica, suele ser difícil de reconocer o detectar.
211
Mesa 11 - Acceso a la justicia (II)
Resultados
En esta investigación, se considerará que la violencia doméstica de pareja puede adoptar, al me-
nos, ocho formas: física, psicológica, emocional, económica, patrimonial, social, ambiental, y
sexual. Se utiliza información proveniente de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las
Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2011, desarrollada de manera conjunta por el Insti-
tuto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía
(INEGI)
De acuerdo con la ENDIREH 2011, el 73.0 por ciento de las mujeres casadas o unidas ha
experimentado, al menos, un tipo de violencia por parte de su pareja actual. No obstante, sólo la
mitad de ellas suelen buscar algún tipo de ayuda, ya sea en fuentes formales o informales. La
búsqueda de ayuda ante actos de violencia puede considerarse el inicio de una ruta crítica, no
sólo hacia la atención de la misma, sino hacia la prevención de futuros eventos.
El objetivo de estudio es identificar los factores que influyen en la decisión de las mujeres,
casadas o unidas, de buscar ayuda cuando experimentan violencia doméstica por parte de sus
parejas, y en el tipo de ayuda que procuran. Se realizaron dos análisis con dos modelos proba-
bilísticos utilizando datos de la ENDIREH 2011.
Por una parte, se encuentra que las mujeres con una educación básica (o menos), o las
que mujeres indígenas o más jóvenes tienen una menor probabilidad de buscar ayuda que las
que tienen un mayor nivel de estudios. Esto sugiera que se deben de crear políticas públicas
encaminadas a sensibilizar y proteger a estas poblaciones, afín de disminuir su vulnerabilidad.
Por otra parte, se presenta evidencia de que las mujeres que experimentan algunos tipos
de violencia, como la económica, la patrimonial o la social, tienen más probabilidades de bus-
car ayuda de algún tipo. Esto implica que las mujeres violentadas no son igualmente vulnera-
bles, y que enfrentarse ante algunos tipos de violencia desencadena mecanismos de búsqueda
de ayuda.
El tipo de ayuda al que recurren las mujeres depende mucho del contexto social, su etnia,
su edad, si tiene o no hijos o hijas e, incluso, las razones del matrimonio. En general, la ma-
yor exposición a violencia está relacionada con estrategias de búsqueda de ayuda en múltiples
fuentes. No obstante, es esta población también la que busca ayuda con menos probabilidad.
Bibliografía
BDSocial. (s.f.). Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDI-
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214
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
* Estas reflexiones se han generado después de la elaboración del “Diagnóstico sobre el acceso de
las mujeres a la justicia comunitaria. Microrregión Sola de Vega, en 2017.
** Integrante de la Red Nacional de Abogadas Indígenas y de la Red de Abogadas Indígenas, Oaxaca.
° http://dx.doi.org/10.22201/crim.UNAM000001c.2017.c30
215
Mesa 11 - Acceso a la justicia (II)
b) Que la materia de las controversias verse sobre: delitos que estén sancionados en el
Código Penal del Estado de Oaxaca, con pena econoómica o corporal que no exceda de
dos años de prisión, en éstos casos las autoridades comunitarias actuarán, a través de
sus órganos competentes, como auxiliares del Ministerio Público o del Poder Judicial;
tenencia individual de la tierra en la comunidad de referencia, faltas administrativas y de
policía; atentados contra de las formas de organización, cultura, servicios comunitarios,
trabajos y obras públicas; cuestiones del trato civil y familiar; incumplimiento del deber
de las madres y padres de familia consistente en enviar a sus hijos e hijas a la escuela; y
en general, todos aquellos casos en los que los ascendientes o los esposos y esposas no
se conduzcan como buenos padres y madres de familia. (Fracc. I, Art. 38 de la Ley de
Derechos de los Pueblos y Comunidades Indígenas)
Si bien este fundamento legal puede dar algunas luces para la administración de justicia
comunitaria, vemos que no es muy clara respecto el acceso de las mujeres a una vida libre de
violencia, ese artículo se apoya del artículo 71 de la Ley Orgánica Municipal para el Estado
de Oaxaca que establece que a falta de fiscal, el síndico realizará las primeras diligencias de
averiguación previa y que fungirá como auxiliar de las dicha autoridad en las diligencias que
corresponda, es decir se toma a las autoridades municipales solo como “auxiliares” y por otra
parte no establece la diferencia entre autoridades municipales o autoridades comunitarias.
En la actualidad, se puede fortalecer la justicia comunitaria para el acceso de las mujeres
indígenas a una vida libre de violencia, es importante y necesario generar investigación y pro-
puestas de políticas públicas para reforzar el acceso de las mujeres a una vida libre de violencia
en sus propias comunidades, en sus propias lenguas.
Las mujeres indígenas, al igual que mujeres no indígenas pasan por situaciones de vio-
lencia de género, sin embargo para las primeras es más difícil acceder al sistema de procura-
ción y administración de justicia del estado mexicano, por diferentes factores (pobreza, miedo,
por hablar solo su lengua indígena, por falta de información, lejanía geográfica de las institu-
ciones procuradoras y administradoras de justicia respecto de las comunidades indígenas,
entre otros), por lo que la justicia comunitaria sería una ventana de oportunidad para ellas.
La Red de Abogadas indígenas realizamos en el 2017 el “Diagnóstico sobre el acceso de
las mujeres a la justicia comunitaria. Microrregión Sola de Vega1” en este estudio se puede no-
1
Fueron entrevistadas 74 mujeres indígenas de municipios: Santa Cruz Zenzontepec, San Jacinto
Tlacotepec, Santo Domingo Teojomulco, Santiago Textitlán, Santa María Lachixio, Villa Sola de
Vega, San Francisco Sola y San Lorenzo Texmelucan.
216
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
tar que las problemáticas más sentidas (en el orden de frecuencia con que fueren mencionadas)
por las mujeres indígenas entrevistadas son las siguientes:2
Las preguntas fueron abiertas, y como Red de Abogadas indígenas no esperabamos, so-
bre todo la ultima de las respuestas mencionadas3.
En el “Diagnóstico sobre el acceso de las mujeres a la justicia comunitaria. Microrregión
Sola de Vega” se les preguntó a las mujeres: ¿quiénes atienden y resuelven los problemas en la
comunidad? Las respuestas fueron las siguientes: El 5% de las entrevistadas mencionó que es
el Presidente municipal quien resuelve los problemas; el 24% mencionó que el Alcalde; 25%
mencionó que es el Síndico y el Alcalde son quienes resuelven y el 46% mencionó que el Sín-
dico es quien resuelve los problemas en la comunidad. Con estas respuestas podemos notar
que las autoridades municipales, de alguna manera resuelven los problemas que son puestos a
su consideración.
Pese a que el 50% de las mujeres entrevistadas califican de “regular” la actuación de sus
autoridades en la resolución de conflictos, siguen recurriendo a éstas para denunciar sus pro-
blemáticas, por lo que es necesario hacer una reflexión sobre la forma en que se administra la
justicia, tanto en las comunidades, como desde los espacios en que se generan o se estudian
políticas públicas para el acceso de las mujeres a una vida libre de violencia.
De acuerdo a la Red de Abogadas Indígenas:
2
Red de Abogadas Indígenas Oaxaca, Diagnóstico sobre el acceso de las mujeres a la justicia comu-
nitaria. Micro rregión Sola de Vega, Inédito, 2017.
3
Vale la pena detenernos en esta última problemática, no para criticar la forma de tenencia de la
tierra de los pueblos y comunidades indígenas, mucho menos para pedir que se cambie a otro
régimen de tenencia de la tierra, más bien se trata de reflexionar sobre las prácticas comunitarias
de autoridades agrarias o familias que siguen pensando que no es bueno dar o heredar tierras a
las mujeres, o que siempre habrá un hombre que las cuide, es decir, se trata de reflexionar sobre
las prácticas comunitarias que generan desigualdad dentro de la comunidad en detrimento de las
mujeres
217
Mesa 11 - Acceso a la justicia (II)
hay una limitación, una muestra de ello es que mientras el artículo segundo de la Cons-
titución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su artículo segundo constitucional
reconoce a los pueblos la autonomía y libre determinación para administrar justicia, en
las leyes secundarias como la Ley de Derechos de los Pueblos Indígenas de Oaxaca, no se
clarifica esta facultad. Red de Abogadas Indígenas – Oaxaca , 2017, p. 10.
Es necesario mirar hacia la justicia comunitaria pues, de las mujeres entrevistadas, solo el
29% refirieron que cuando no se resuelven sus problemas dentro de la comunidad, acuden a las
instancias de procuración y administración de justicia del estado, ubicadas primordialmente
en las cabeceras distritales o en la capital oaxaqueña.
Las mujeres de la Microrregión Sola de Vega mencionaron algunas causas por las que
no acuden a las instancias de procuración y administración de justicia del estado: 48% de las
entrevistadas mencionó que no acude por desconocimiento de las instancias a las que debe
acudir; 22% de no acude por falta de dinero; 19% no acude por miedo; 6% no acude “porque
no son atendidas”, 5% no acude por todas las anteriores causas.
Entre las mujeres indígenas también hay diversidad, hay quienes tienen mayores recur-
sos económicos o mayores conocimientos que otras, hay quienes han resuelto sus problemas
acudiendo a sus mismas autoridades, hay quienos no, y tienen los conocimientos y recursos
para acudir ante las instituciones del Estado.
Del mismo diagnóstico referido se obtiene información en la que se puede ver que,
cuando se les preguntó a las autoridades comunitarias sobre los problemas que denuncian las
mujeres, el 42% de las autoridades refirieron: violencia familiar, el 20% respondió que la pro-
blemática más frecuente denunciada por mujeres es: pención alimenticia para sus hijos, el 19%
refirió que el abandono es el más frecuente; 11% que el reconocimiento de hijas e hijos y el 8%
que el despojo de terrenos. Estas cifras refuerzan que las mujeres si usan la justicia comunitaria
para buscar soluciones a sus problemas.
Las cifras anteriores nos reiteran la necesidad de tener presente que solo através del reco-
nocimiento al pluralismo jurídico, podremos hacer realmente accesible la justicia a las mujeres
indígenas, pues en sus contextos la justicia comunitaria es la más inmediata; se realiza en sus
propias comunidades, no les genera gastos, y es en su lengua indígena.
Se podrá argumentar, en contra de la justicia comunitaria, la falta de capacitación de
las autoridades comunitarias y municipales sobre perspectiva de género y sobre los Derechos
de las mujeres, sin embargo esta sería una oportunidad para fortalecer con estos elementos a
dichas autoridades, y aunque estas autoridades cumplen sus cargos como autoridades solo por
tres años, si se generan procesos de formación en ellos, de alguna manera la información se
conserva pues siguen siendo ciudadanas(os) dentro de la comunidad.
No se trata, de dejar todos los casos de mujeres a las autoridades comunitarias, pues
como vemos, habrá mujeres que quieran solo acudir ante sus autoridades, habrá mujeres tam-
218
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
bién que quieran acudir ante las instancias del Estado, para la procuración y administración
de justicia, es decir se actualiza la interlegalidad, referida por Boaventura Santos Sousa cuando
menciona que el pluralismo jurídico debe ser entendido “no como sistemas jurídicos autóno-
mos en el mismo espacio si no como sistemas superpuestos. Interlegalidad considerada como
entrecruzamiento de diversos ordenes jurídicos, como mezcla irregular e inestable de códigos
jurídicos distintos” (Citado en Soriano, 1997, p. 124). Se trata pues de garantizar el derecho de
las mujeres al acceso a la justicia, tanto en el sistema de justicia comunitario como en el sistema
de justicia del Estado.
Las Leyes especificas como la Ley Estatal y General de Accceso de las mujeres a una Vida
Libre de Violencia, se pueden reforzar estableciendo suficientes mecanismos que incluyan a las
autoridades municipales y comunitarias en la prevención, atención y sanción de la violencia
contra las mujeres. Por otra parte las instituciones públicas podrían generar políticas públicas
para reforzar el sistema de justicia comunitario desde un enfoque de género y de intercultural,
pues lo que hemos observado como Red de Abogadas Indígenas – Oaxaca, las autoridades
indígenas también necesitan un proceso de reflexión sobre su propia identidad y su propias
factultades y capacidades en la resolución de conflictos intra-comunitarios, lo que a través del
tiempo si no se reflexiona se puede ir desvaneciendo.
Lista de Referencias
219
Mesa 11 - Acceso a la justicia (II)
221
Mesa 11 - Acceso a la justicia (II)
Los estereotipos forman parte de un sistema desigual, como el de género, que subordina
a un grupo a favor de otro. Estos se encuentran tan normalizados que toda la sociedad se ve
condicionada por ellos, incluso las autoridades. A esto se debe la importancia de su identifi-
cación en las actuaciones estatales.
Un actor institucional fundamental que debería realizar todas sus actuaciones libres de
estereotipos de género, son las fiscalías ya que, como se demostrará a continuación, los estereo-
tipos de género tienen impactos negativos en el acceso a la justicia de las mujeres.
A continuación se presentarán dos casos en los que las procuradurías iniciaron una in-
vestigación acompañados de estereotipos de género. En éstos podrá notarse cómo la presencia
de estereotipos decantó en una violación a derechos humanos y, en el segundo, cómo los este-
reotipos reflejados en la actuación de la Procuraduría podrían afectar la investigación.
El primero caso que se analizará es el de Campo Algodonero de la Corte Interameri-
cana de Derechos Humanos. Las víctimas de este caso, Esmeralda Herrera, Claudia González
y Laura Ramos, son tres de los centenares de mujeres muertas, conocidas como las Muertas
de Juárez. Las tres eran mujeres jóvenes de 15, 20 y 17 años respectivamente, desaparecieron
y fueron encontradas mutiladas y muertas en un campo algodonero a las afueras de Ciudad
Juárez. En todos los casos, las autoridades esperaron 72 horas para comenzar la búsqueda de
las jóvenes.
Los agentes del Ministerio Público que recibieron el reporte de desaparición de Esme-
ralda emitieron comentarios sobre la conducta de las víctimas que minimizaban la gravedad
de su desaparición. En la sentencia se transcribe lo que los agentes del Ministerio Público le
dijeron a la madre de Esmeralda Herrera y será reproducido a continuación: “La madre […]
declaró que, al interponer la denuncia, las autoridades le dijeron que su hija “no está desapare-
cida, anda con el novio o anda con los amigos de vaga” “que si le pasaba eso era porque ella se lo
buscaba, porque una niña buena, una mujer buena, está en su casa” (CoIDH, 2009, párr. 198).
Uno de los estereotipos de género más comunes dirigido a las mujeres es que su lugar es
el hogar y si no respetan esta directriz, son malas mujeres. Como es posible advertir en los di-
chos del agente del Ministerio Público, la víctima no clasifica en sus estándares, estereotípicos,
de lo que es ser una buena mujer y, como consecuencia, es culpabilizada de su situación. En
virtud de que las víctimas violentaron la normatividad social que el estereotipo mandaba de
acuerdo con las autoridades, debía haber una consecuencia.
Además se minimiza la gravedad de los hechos, lo cual hace que los agentes del Estado,
se demoren en desplegar las fuerzas de seguridad para buscarlas. Esto tiene como resultado
que se desperdicie tiempo clave para encontrar con vida a las víctimas de este tipo de ilícitos.
En la sentencia, la Corte Interamericana determina una violación a los derechos huma-
nos de las víctimas ya que las autoridades fallaron en investigar diligentemente. La falla en la
debida diligencia para investigar estuvo impregnada de estereotipos de género que sin duda
fueron la causa para que la búsqueda de las víctimas fuera entorpecida.
222
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
La insistencia en que las tres jóvenes debían quedarse en casa y debido a que no lo hi-
cieron, se buscaron lo que les sucedió, hizo que éste y cientos de casos más fueran dejados en
el olvido y la impunidad. La falla en la investigación, plagada de estereotipos de género, hizo
que existiera ese fenómeno de escalas abominables llamado Muertas de Juárez. El problema
estuvo alimentado por el prejuicio de las autoridades sobre quien se merecía o no su tiempo de
investigación. Las mujeres malas en definitiva no lo merecían.
Por otro lado, el segundo caso, en el que es posible encontrar similitudes con el de Campo
Algodonero, es el de Lesvy Osorio. Éste aún no ha sido cerrado pero es ejemplificativo de cómo
ciertos prejuicios pueden influir en la investigación de las procuradurías.
A principios de mayo de este año, una mujer fue encontrada muerta en Ciudad Uni-
versitaria, se llamaba Lesvy Osorio y tenía 22 años. La Procuraduría General de Justicia de la
Ciudad de México, encargada del asunto, tratando de informar a la sociedad publicó una serie
de tweets sobre Lesvy. Los tweets afirmaban, por ejemplo, que el día de su muerte había es-
tado alcoholizándose y drogándose en el campus universitario con su novio y amigos. Además
informaron que vivía con su novio, había desertado de la escuela y debía materias (Animal
Político, 2017).
En redes, muchas personas reaccionaron en contra de los tweets de la Procuraduría con
el hashtag, #SiMeMatan. La protesta denunciaba una problemática, la normalización de que las
mujeres víctimas de ciertos delitos sean culpabilizadas de lo que les sucede por diversas razo-
nes, relacionadas con estereotipos de género. En el caso de Lesvy, la publicación de los hechos
sobre ingesta de alcohol y drogas poco servía para la investigación pero permitían retratar a
Lesvy como una “mujer mala” que hacía cosas que no debía.
Las implicaciones de que la encargada de investigar el delito informe que la víctima
estaba realizando cosas que son poco aceptadas por la sociedad y, particularmente, para las
mujeres resulta preocupante. Como pudo observarse en Campo Algodonero, el mal comporta-
miento de las mujeres, que se salieron fuera de los estereotipos a los que debían ajustarse, per-
mitió que las autoridades fallaran en sus obligaciones. Puede que sea prematuro afirmar que
esto sucedió en el caso de Lesvy pero de la forma en que se transmitió la información podría
suponer que la Procuraduría podía estar dándole peso al “mal comportamiento” de la víctima
conforme a los estándares que dicta el sistema tradicional de género.
El arraigamiento de los estereotipos en la sociedad hace normal que se culpe a éstas
mujeres de los delitos que sufrieron y permite olvidar que el problema es investigar y proce-
sar a quien dañó a las víctimas. Sin duda, es más sencillo culpar a la víctima que encontrar al
perpetrador.
En ambos casos, mujeres jóvenes son asesinadas y las procuradurías les atribuyen parte
de la culpa a ellas, en Campo Algodonero de forma muy clara, por no comportarse conforme
a los cánones esperados para una mujer. En el primero, la presencia de estereotipos tuvo una
consecuencia en el desperdicio de tiempo y poca disposición para buscar a las mujeres; en el
223
Mesa 11 - Acceso a la justicia (II)
otro, los resultados están aún por verse pero la lucha de la madre de Lesvy porque su muerte
sea investigada como feminicidio podría estar relacionada con que de entrada la clasificación
del delito se olvidó de ciertos indicios y se basó en detalles ventilados en los tweets.
Estos dos casos permiten insistir en la importancia de identificación de los estereotipos
de género por parte de las autoridades ministeriales. Esta necesidad se debe a que la persisten-
cia de estereotipos pueden tener repercusiones en la clasificación de los delitos, la duración de
las penas e incluso en la calidad con la que realizará la investigación.
Si bien es posible que las y los jueces puedan subsanar las actuaciones de las procuradu-
rías, esto tendría como consecuencia una dilación en la búsqueda y acceso a la justicia. Por ello,
es importante insistir en la actualidad y persistencia del problema de los estereotipos de género
ya que la problemática es visible en los dos casos donde existe una diferencia temporal de más
de 15 años. Lo que refleja esta constante es el arraigo de los estereotipos de género en nuestras
autoridades ministeriales.
En razón de lo anterior, resulta indispensable que los esfuerzos de capacitación en ma-
teria de género no sean enfocados solo en el Poder Judicial. Como primer contacto, los mi-
nisterios públicos juegan un papel fundamental en el acceso a la justicia en casos de violencia
de género. De no atacarse la problemática, la perpetuación de estereotipos de género traerá
consigo violaciones de derechos humanos e impunidad para las mujeres.
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224
Mesa 12
Violencia en universidades
y protocolos
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
1. Introducción
Según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2011, tres de
cada diez mujeres de 15 años y más que asisten o asistieron a la escuela sufrieron actos de vio-
lencia en su contra. La violencia emocional fue la más frecuente, seguida por la violencia física.
La menos frecuente, aunque no por ello menos importante, fue la violencia sexual, con mani-
festaciones tales como piropos o frases de carácter sexual que molestan u ofenden, insinuacio-
nes o propuestas para tener relaciones sexuales a cambio de algo, tocamientos o manoseos sin
su consentimiento y sentir miedo de ser atacadas o abusadas sexualmente (Instituto Nacional
de Estadística y Geografía, 2013).
Resulta contradictorio y hasta inadmisible pensar que ocurren actos de violencia sexual
en las universidades. Sin embargo, la violencia sexual sucede en las universidades tanto como
en fábricas, oficinas, hospitales y empresas, incluso de manera más sutil y sofisticada (Alonzo,
2009).
En este contexto el proyecto “Violencia escolar en ámbitos de educación superior en cua-
tro estados del sureste mexicano: Chiapas, Oaxaca, Tabasco y Yucatán”1 realizó un diagnóstico
regional de carácter mixto que tuvo como uno de sus objetivos profundizar en la comprensión
de las relaciones de género y los mecanismos organizacionales que generan, toleran y repro-
ducen la violencia en ámbitos de educación superior, con énfasis en el hostigamiento y acoso
sexual (HAS). El HAS ha sido definido como una expresión de violencia de género, en tanto
que implica la supremacía masculina sobre la mujer, que debe censurarse por los efectos nega-
tivos y discriminatorios que produce.
227
Mesa 12 - Violencia en universidades y protocolos
2. Metodología
3. Hallazgos
A través de la encuesta en línea encontramos que cuatro de cada diez estudiantes encuestados
(69% mujeres, 31% hombres) sufrió, en el último año y dentro de su centro de estudios, alguno
(s) de los 11 eventos de hostigamiento y acoso sexual explorados; además, en promedio cada
estudiante sufrió 1.92 eventos. Sin embargo, el 99% no denunciaron lo sucedido. Según los
resultados de esta encuesta el acoso sexual es más frecuente que el hostigamiento sexual y las
principales víctimas son mujeres. Es decir, son más frecuentes los actos de violencia sexual que
se dan entre estudiantes que los que se dan de administrativos, docentes y autoridades escola-
228
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
res hacia estudiantes (cuadro 1). En términos cualitativos fueron más frecuentes los actos de
hostigamiento sexual de administrativos, docentes y autoridades escolares hacia estudiantes.
Es decir, en casi todas las entrevistas en profundidad realizadas hubo una relación de jerarquía
entre víctima y perpetrador.
Cuadro 1
Tipo de HAS por universidad y por sexo (n=1533)
Tipo Acoso Hostigamiento
N Mujeres Hombres n2 Mujeres Hombres
n1 % % % %
Universidad de Ciencias y Artes de 420 318 62 38 102 80 20
Chiapas
Universidad Autónoma Juárez de Tabasco 169 97 70 30 72 95 5
Universidad Autónoma de Yucatán 509 388 63 37 121 78 22
Universidad Autónoma Benito Juárez de 435 289 62 38 146 79 21
Oaxaca
1533 1092 441
Fuente: Elaboración propia. Cuestionario de Hostigamiento y Acoso Sexual. Proyecto ¡BHASTA! El Co-
legio de la Frontera Sur (ECOSUR). 2015
Los diversos estudios coinciden en la ausencia de una respuesta institucional frente a los
hechos de violencia de género aun a pesar de que son ampliamente conocidos los agresores
y sus agresiones (Mingo y Moreno, 2015; Villela y Arenas, 2011). Sorprende que ya desde el
estudio de Wright y Weiner (1988) Las cátedras de la lujuria. El acoso en las universidades
norteamericanas las autoras hablaran de una reticencia de las mujeres a denunciar por temor
a enfrentar el descrédito de su testimonio, de las represalias del hostigador y sus colegas e in-
cluso temen ser responsables del acoso. Aunado a la convicción de que nada iba a hacerse al
respecto y de que el proceso de denuncia resultaría en un malestar adicional al ya causado por
el acoso. En nuestro estudio entre las causas referidas de porque no se denuncia están que no se
identifica un lugar preciso a dónde acudir, hay temor a las represalias y se tiene conocimiento
de actos previos donde la autoridad fue omisa, por lo tanto se perdió la confianza en la misma.
En esta ponencia haremos énfasis en siete casos que sí presentaron una queja para dar
cuenta de cómo las propias universidades, como organizaciones, obstaculizan sistemática-
mente la denuncia e imponen de mil maneras el silencio como una forma de no reconocer
la violencia de género que ahí sucede. Retomamos la propuesta de Mingo y Moreno (2015)
respecto a la existencia de mecanismos organizacionales que obstaculizan sistemáticamente
la denuncia de este tipo de casos. En este sentido, los casos que aquí analizamos recurrieron
a diferentes instancias en los ámbitos escolares desde aquellas más próximas y por lo tanto de
mayor confianza (tutor/a, asesor/a) hasta personal en puestos de autoridad. Unas y otras des-
229
Mesa 12 - Violencia en universidades y protocolos
[…] le dije que lo iba a acusar ¿no?, con la coordinación […] Y me dijo que igual no le
hacía nada ¿no?, porque pues era su cuate o cosas así. Y, en efecto, algún… no lo hice por
escrito, porque pues igual, fueron como sus insistencias y… bueno, como su amenaza
¿no?
Entonces, más bien fui con el coordinador y hablé y le dije: “Mira, es que está pasando
esto”. Y es que él me dijo: “Mira, es que este profe ya tiene como su…pues…o sea, como
que ya le han llamado la atención”, dice, “pero es que no le hacen nada ¿no?”. Y le digo:
“Pero entonces, ¿usted no nos puede ayudar o qué podemos hacer?”. Y me dice: “Pues
hay que hablar con el director ¿no?”. Entonces vamos y hablamos… Con el director,
en ese entonces era un director; fuimos con el director y lo mismo ¿no?, y dice: “Ah, le
vamos a llamar la atención”. Y ahí murió, o sea, fue todo el… así el trabajo que vivimos
todo un semestre terminó en “le vamos a llamar la atención”. Y pues yo conversando con
una amiga que, bueno, con una maestra, ella me dijo: “Es que esto no es posible”, dice, “es
año con año, alumna tras alumna, que este sujeto siempre hace lo mismo y no hay modo
que nadie le haga nada”. Y le digo: “Es que eso no es posible ¿no?”. Entonces ella nos…
fuimos, igual, otra vez con el director y nada ¿no?, finalmente nunca… Solo fueron lla-
madas de atención y que si lo hace otra vez que le iban a hacer un acta o una nota infor-
mativa o algo así. Y pues ya […] O sea, yo digo: “Bueno, ¿de qué se trata esto? ¿No?”. O
sea, yo perdí así la esperanza total a las autoridades de la escuela… (CHIS_03_PosGdo).
Tales mecanismos organizacionales son tan eficaces que, a decir de las autoras, cuando
un caso logra vencer los obstáculos puestos a la denuncia aparece como un hecho aislado,
ocasional, atípico y propio de la persona que lo perpetra; por lo tanto, ajeno a las relaciones de
poder asimétrico entre los sexos donde los privilegios son para los hombres. Sin embargo, para
las víctimas la experiencia no es así:
Entrevistadora: […] crees que es un tipo atípico o hay una suerte de ambiente […] que
permite este tipo de cosas… O sea ¿se vale decir que está loco?
230
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
no sé qué podría ser, pero estar loco no. O sea, no, no veo o no concibo que se justifi-
que. A lo mejor pues las chicas, por naturalización, porque no quieran tener problemas,
pues sí, ya dicen: “Ah, no, pues está loco; no le hagas caso”. Pero pues es algo que no se
puede reducir a puro… Son actos violentos, actos de discriminación, actos en los que
te están violentando tu persona, o sea, debería de haber acciones frente a estas cosas
(CHIS_02_PosGdo).
Los hallazgos de nuestro estudio nos permiten señalar la ausencia de lo que Mingo y
Moreno han llamado contexto de recepción del acto de denunciar “capaz de combatir
y suprimir la cultura del silenciamiento” (Mingo y Moreno, 2015: 153). Desde nuestros
hallazgos reconocemos que este contexto de recepción se construye en diferentes niveles
y con diferentes actores. De manera inmediata y quizás más significativa se reconoce la
importancia de “la solidaridad entre mujeres, el apoyo a la víctima y la implicación de la
comunidad educativa” (Aguilar et al. 2009:87). Los testimonios en nuestro estudio apun-
tan a señalar la ausencia de esta solidaridad y la importancia de su existencia.
[…] Y yo les platicaba a otras maestras, pues porque decía yo: “Bueno, pues, si son mu-
jeres, por lo menos nos entienden ¿no?”. Y dicen: “No, es que las chamacas son, este,
cabronas ¿no?; no, es que las chamacas son así, ellas se lo buscan…”, y yo así de… Ya
prefería ya no decirle a nadie ¿no?, ya lo dejé por la paz… Pero sí me… Como yo lo
viví en carne propia, me molestaba que le pasara a otras chavitas más chicas ¿no? […]
(CHIS_03_PosGdo).
3. Conclusiones
No existe una cultura de denuncia entre estudiantes que han sufrido algún caso de HAS. En
los casos severos optan por la deserción escolar temporal o incluso definitiva; por lo que los
agresores quedan en la impunidad apoyados por redes de complicidad institucional. Aquellos
casos que consideran la denuncia se encuentran muchos obstáculos para presentarla. Algunos
de estos tienen que ver con una suerte de fraternidad masculina entre personal docente que
amedrenta a los y las estudiantes. Tienen temor de proceder en contra de uno y que otro(s)
tomen represalias; en la mayoría de las ocasiones que se decide denunciar se sigue conviviendo
con el agresor; a veces se trata del único docente que imparte una clase y dejar de cursarla im-
plica alargar la duración de los estudios e incluso arriesgarse a ser dada de baja.
En ninguna de las universidades que participaron en el estudio existen mecanismos y
muchos menos protocolos eficientes para asesorar, orientar y apoyar a quienes han sufrido el
HAS, o la violencia en sus diversos tipos y modalidades. Las y los estudiantes que han sufrido
algún caso de HAS recurren en primera instancia a personal docente cercano y de confianza
231
Mesa 12 - Violencia en universidades y protocolos
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Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
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Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
235
Mesa 12 - Violencia en un universidades y protocolos
embargo, del porcentaje que afirmó esta situación (1.5%), más hombres (n=7; 70%) que
mujeres (n=1; 25%) reportaron haber sido excluidos de recibir una beca.
Respecto a la vivencia de alguna situación no deseada (amenaza y/o burla de carácter
sexual, roces, presiones, etcétera) en la facultad en la que estudian, el 3.4% del total (n=35, 18
mujeres, 16 hombres y 1 “otro”) aseguró haber experimentado una. De esta cifra, el 40% (14
estudiantes) respondieron no haber hecho nada por el suceso. Algunas de las razones por las
que evitaron hacer algo al respecto fueron: “no le di importancia”, “no sabía qué hacer”, “tuve
miedo de la de la posible reacción del(a) agresor o agresora” y “pensé que las autoridades no
iban a hacer nada”, entre otras.
Asimismo, se plantearon dos preguntas abiertas en relación a los obstáculos que tienen
las mujeres y que no tienen los hombres y los que tienen los hombres que no tienen las mujeres
para avanzar en sus estudios (Ver tablas 1 y 2). Tanto para las mujeres como para los hombres,
la respuesta con mayor frecuencia fue “ninguno”. Sin embargo, en el caso de las mujeres se
identificaron más obstáculos, tales como el embarazo, estereotipos de género, trabajo de cui-
dado, discriminación, problemas económicos, desigualdad y acoso sexual.
Tabla1
Obstáculos que tienen las mujeres
y que no tienen los hombres para avanzar en sus estudios
Los/as estudiantes identifican menos obstáculos para los hombres. Las dos dificultades
que identifican con mayor frecuencia son problemas económicos y estereotipos de género
(mencionado 89 veces). Como en el caso de las mujeres, cuando se toma en cuenta las res-
puestas que vinculan dos o más obstáculos juntos, el económico se menciona 25 veces más,
en relación con adicciones, desigualdad, embarazo, entorno familiar, estereotipos y trabajo de
cuidado.
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Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Tabla 2
Obstáculos que tienen los hombres
y que no tienen las mujeres para avanzar en sus estudios
Obstáculo # Mujeres # Hombres # Otro Total
Ninguno 242 233 3 478
Económicos 108 66 0 174
Estereotipo de género 57 31 1 89
Discriminación 12 5 0 17
Desigualdad 9 7 0 16
Entorno familiar 4 3 0 7
Fuente: Elaboración propia según la base de datos originales.
237
Mesa 12 - Violencia en un universidades y protocolos
Gráfica 1
Frecuencia de comportamientos inadecuados
de profesores y profesoras hacia estudiantes hombres y mujeres
Las últimas tres preguntas tienen el propósito de medir dinámicas de género en el aula
en relación con la participación de mujeres y hombres. A la pregunta, “¿Los estudiantes hom-
bres defienden sus ideas y respuestas más que las estudiantes mujeres?” el 51% de la muestra
respondieron “nunca” (n=505; 296 mujeres, 208 hombres y 1 “otro”), mientras que el 3% de la
muestra contestaron “muy frecuentemente” (n=34; 15 mujeres, 17 hombres y 2 “otro”).
Cuando se les cuestionó acerca de si los profesores (varones) toman en serio las respues-
tas y sugerencias de las alumnas en igual medida que las de los estudiantes hombres el 47% de
las personas respondió “Muy frecuentemente” (n=472, 276 mujeres, 194 hombres y 2 “otro”);
en contraparte al 24% que afirmó “nunca” (n=242, 132 mujeres, 109 hombres y 1 “otro”).
Como parte final de la encuesta, se les preguntó si las profesoras (mujeres) toman en
serio las respuestas y sugerencias de las alumnas en igual medida que las de los estudiantes
hombres. Con una variación ligeramente superior, el 49% de la muestra contestaron “muy
frecuentemente” (n=488; 292 mujeres, 194 hombres y 2 “otro”) mientras que el 24% respondió
“nunca” (n=243; 131 mujeres, 110 hombres y 2 “otro”).
Entre los resultados, destacan que en general sí existe la discriminación y violencia de
género en el nivel de licenciatura, aunque en una medida menor y de una manera sutil. Las
mujeres perciben la discriminación con mayor frecuencia que los hombres y tanto hombres
como las mujeres claramente identifican más obstáculos para las mujeres que para los hombres
para avanzar en sus estudios. Con base en los hallazgos se propone varias acciones, como esta-
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Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Referencias citadas
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239
Mesa 12 - Violencia en universidades y protocolos
I. Manifestaciones
Los hallazgos del proyecto indican que son múltiples las manifestaciones de violencia a que se
enfrentan las estudiantes indígenas a lo largo de su trayectoria educativa. Para lograr un mejor
entendimiento de está problemática, fue necesario ampliar la mirada incorporando las expre-
siones de violencia en otros ámbitos (familiar, comunitario e institucional) vinculadas al hecho
de que ellas sean mujeres, estudiantes e indígenas, pues afectan su desarrollo aunque no se
presenten en el ámbito docente. En vista que la condición indígena está vinculada a la pobreza
y ruralidad, las violencias de las que son objeto las estudiantes indígenas entremezclan factores
de género, clase, etnicidad y ruralidad.
Las estudiantes han vivido, a lo largo de su trayectoria educativa, casi todos los tipos de
violencia: económica, psicológica, física y sexual,2 en los ámbitos docente, familiar, comunita-
rio e institucional.
1
Esta ponencia sintetiza los resultados del proyecto “Violencia de género contra las muje-
res indígenas universitarias a lo largo de su trayectoria en el ámbito educativo. Estudio de
caso: Estudiantes de la Universidad Intercultural del Estado de México”, que desarrolló
Estudios y Estrategias para la Equidad (EPADEQ A.C.) en 2014 en el marco del Programa
de Coinversión Social del INDESOL. El objetivo del proyecto fue conocer las principales
manifestaciones, consecuencias de la violencia de género en el ámbito docente en la tra-
yectoria educativa de las estudiantes de la Universidad intercultural del Estado de México,
* EPADEQ A. C.
° http://dx.doi.org/10.22201/crim.UNAM000001c.2017.c36
240
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
así como las estrategias desarrolladas por las víctimas ante ella. Con base en lo anterior
elaborar propuestas para desarrollar acciones para su prevención y atención. El estudio fue
de carácter cualitativo: se realizaron cuatro grupos focales, uno por cada una de las carreras
que se imparte en la Universidad; entrevistas a profundidad para elaborar historias de vida
de 10 estudiantes y 10 entrevistas a personal directivo de la Universidad. El estudio incluyó
una serie de recomendaciones, entre las que destaca integrar en una política universitaria
que lleve a la conformación del Programa Universitario para la Erradicación de la Violencia
y Discriminación Basada en el Género, el cual considere no sólo la situación de las estudian-
tes, sino también de las docentes, trabajadoras y directivas de la Institución.
2
El único tipo de violencia que no fue mencionado por las estudiantes fue la patrimonial, lo
que probablemente esté asociado a su edad y su condición de pobreza.
241
Mesa 12 - Violencia en universidades y protocolos
242
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
d. Violencia sexual: los tstimonios recopilados denotan una alta incidencia de ma-
nifestaciones de violencia sexual contra las mujeres en el ámbito docente, tanto de parte de
compañeros como de maestros y autoridades educativas. Las manifestaciones varían desde
tocamientos hasta violaciones, que en su mayoría no han sido denunciadas ni sancionadas.
En el ámbtio institucional, la violencia hacia las estudiantes se expresa, por una parte, en
la inexistencia de instancias para la prevención, atención y sanción de las prácticas de violencia
que se ejerce contra ellas en su trayectoria educativa, y, por otra en las omisiones y negligencia
manifiestas en la negación de las prácticas o el encubrimiento de los agresores.
II. Consecuencias
Los hallazgos muestran que las estudiantes indígenas enfrentan importantes consecuencias
por la violencia de género, que generan una merma en su calidad de vida yafectaciones que en
algunos casos las llevan a tomar decisiones que alteran su proyecto académico. Las principales
consecuencias identificadas están referidas a:
a. Efectos emocionales: los más importantes son ansiedad, enojo, tristeza, aislamiento,
baja autoestima y estrés, que afectan su desarrollo académico y proyecto de vida, pues en di-
versos casos las llevan a tomar decisiones que las aleja de la opción educativa.
b. Bajo rendimiento escolar: entre los motivos que ellas identifican resaltan las reper-
cusiones emocionales derivadas de la violencia, ausentismo a clases por temor de sufrir más
violencia o por el cuestionamiento constante de sus familiares sobre su interés por estudiar,
represalias o amenazas de profesores hostigadores de bajar las calificaciones a las alumnas.
c. Desánimo de la opción escolar como proyecto de vida: se genera principalmente a
partir de situaciones como la presión constante por parte de sus familiares para que consigan
un trabajo remunerado y abandonen sus estudios, prejuicios de sus familias acerca la utilidad
práctica de las carreras que se imparten en la UIEM, lo cual genera la percepción de que no son
capaces de mejorar sus condiciones de vida aun yendo a la escuela.
d. Abandono o pausa de la trayectoria escolar: de manera recurrente las estudiantes se
plantean abandonar o suspender temporalmente sus estudios por las restricciones económicas,
lo cual no sólo es producto de la pobreza, sino de la violencia de género, pues en muchos casos
se les exige un mayor rendimiento académico, al tiempo que se les restringe más el apoyo eco-
nómico respecto de los varones.
e. Abandono, negación o vergüenza de expresiones de su identidad indígena: muchas
estudiantes señalaron que han enfrentado burlas y exclusión a lo largo de su trayectoria escolar
por motivo de su vestimenta y de su lengua. Esto repercute directamente en que nieguen o
tengan vergüenza de su identidad indígena, al grado de que algunas de ellas comentan que han
tratado abandonar cualquier expresión de la misma en algún momento de sus vidas.
243
Mesa 12 - Violencia en universidades y protocolos
III. Estrategias
Por estrategias se entendieron todas aquellas decisiones y acciones planeadas que tomaron las
estudiantes con el objetivo de reaccionar ante situaciones que las violentaran o discrimina-
ran, en el ámbito docente, comunitario y familiar. Son posturas personales que no capitulan,
no aceptan la violencia y discriminación y constituyen alternativas a ellas. No se considera-
ron como estrategias aquellas acciones mediante las cuales buscan integrarse mimetizándose:
adoptando valores, conductas y expresiones que implican deliberadamente negar su identidad
indígena.
Son pocas las estrategias identificadas, debido a que las estudiantes tienen muy natura-
lizadas las expresiones de violencia; a que aun cuando algunas logran reconocerlas, no tienen
claro qué hacer para enfrentarlas; y porque están más interesadas en desarrollar estrategias para
cambiar sus condiciones de vida en general, en donde la violencia que padecen como mujeres
indígenas es sólo una expresión, no la más visible, ni siempre la más importante. Cabe aclarar
que la mayoría de las estudiantes siguió más de una estrategia de las que se señalan enseguida.
La primera y principal estrategia es la resistencia a desempeñar el rol social tradicional
que les ha sido asignado por ser mujeres en su familia, comunidad y sociedad. Es animada por
un cuestionamiento permanente de las circunstancias que las colocan en situación de vulnera-
bilidad, sometimiento, violencia y discriminación. Es la inconformidad con tener que trabajar
desde pequeñas, de tener privaciones a pesar de que muchas de las personas en su familia tra-
bajan; de tener un papel subalterno a los hombres; es la negación a renunciar a sus aspiraciones
educativas a pesar de que cuentan con pocas posibilidades de realizarse, en principio porque
no son legítimas en su propia esfera familiar y comunitaria. Se plantean que si mejoran su
bienestar no tendrán que dejar de estudiar, no deberán casarse jóvenes, o tener hijos prematu-
ramente, y con ello no se verán sometidas a roles que por historias de vida personal y familiar
saben que las coloca en condición de sometimiento.
Otra estrategia fue la de hacer todo lo posible para continuar estudiando, pues conside-
raban que más educación “les abría los ojos” y con ello podían reconocer mejor la violencia,
discriminación por género y etnia que padecían, aunque no tuvieran plena conciencia de ello
en muchos casos. Acá la búsqueda de becas era muy importante.
244
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
245
Mesa 12 - Violencia en universidades y protocolos
Romper el silencio.
Nombrar las violencias(s) contra las estudiantes
universitarias de la UPN°
Introducción
Hoy en día hablar de violencia contra las mujeres (VCM) pareciera ser un lugar común; la pre-
valencia del problema es una realidad presente en el quehacer cotidiano que ha fracturado las
relaciones de la sociedad mexicana. La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones
en los Hogares (Endireh) 2016 revela que el 66.1% de las mujeres mayores de 15 años han su-
frido al menos un incidente de violencia en diferentes ámbitos: el 43.9% en las relaciones de pa-
reja y la esfera familiar; dentro del ambiente laboral 26.6 %; y en el territorio educativo 25.3%.
La encuesta señala que el 74.3% de la violencia ejercida contra las mujeres en el ámbito escolar
ocurre principalmente en las instalaciones de las escuelas y 25.7% en las inmediaciones. Del
total de las agresiones el 38.3% fue violencia sexual, 34.1% psicoemocional y el 27.7% física.
Los datos en sí mismos son elocuentes y ponen de manifiesto como la violencia ejercida contra
las mujeres atraviesa múltiples escenarios donde la lógica de la dominación masculina es inte-
rizada y naturalizada entre otras cosas a partir de lo que Amorós (1990) denominó los “pactos
patriarcales” que legitiman e instrumentan el orden androcentrico en el entramado social.
La violencia contra las mujeres se sitúa en las preocupaciones de primer plano, la sig-
nificación social del problema entreteje recorridos y expresiones diversas; de modo tal que
se genera un continuum de violencia/s que se desplazan en distintas direcciones; la literatura
muestra como el contexto universitario no está ajeno a este fenómeno y es otro territorio donde
la violencia está imbricada en los espacios institucionales.
La VCM en el ámbito universitario es una realidad que existe pero a la vez se niega, es
necesario “romper el silencio”, oir otras voces, para reconocer y comprender la complejidad del
problema. En los últimos años las investigaciones han proliferado y hacen evidente la necesi-
dad de repensar la violencia en las instituciones de educación superior desde otros marcos in-
terpretativos. (Buquet, Cooper y Mingo, 2013; Moreno y Mingo, 2014; Ramírez, 2012; Spitzer,
2003; Castro y Vázquez, 2008; Zamudio, et.al, 2013; Bermúdez,2014;Meraz, 2014; Montesino y
Carrillo, 2009,2011; Pereda, 2008; González, 2012, 2013; Parga y Verdejo , 2016).
Por lo anterior, el trabajo se propone romper el silencio para nombrar las diferentes ex-
presiones de violencia/s de género en el territorio universitario de la UPN-Ajusco; la finalidad
es visibilizar y tipificar los actos violentos que se presentan contra las estudiantes. La ruta de
indagación es cualitativa de carácter exploratorio; tiene como objetivo fundamental compren-
der el significado o naturaleza de los esquemas de percepción y experiencias de violencia, e
identificar, para caracterizar las acciones desde los propios actores sociales (Strauss y Corbin,
2002; Soneira, 2006). La recolección de los datos se realizó a partir de la observación partici-
pante in situ y la entrevista semiestructurada; en este caso se presentan las narrativas de cinco
estudiantes que dan sentido y significación a sus experiencias de violencia, como elementos
claves en la construcción y deconstrucción de los círculos de la violencia.
El argumento de la investigación tiene como soporte la conceptualización de la violencia
contra las mujeres, asunto que despliega en sí mismo un problema amplio e inacabaddo pero
que tiene como eje rector la dominación masculina; la perspectiva teórica transita hacia la teo-
ría de la negación para situar algunos signos que orienten la direccionalidad de los silencios; así
“romper el silencio” es el eje articulador para visibilizar y nombrar las violencias. La base em-
pírica se construyó con fundamento en los hallazgos de las entrevistas realizadas, la estrategia
metodológica ofrece diferentes formas de dialogar con los datos para identificar y tipificar las
violencia/s. Se concluye este trabajo con algunas consideraciones que apuntan hacia la necesi-
dad de implementar un protocolo de atenión a la violencia contra las mujeres.
La historia de las mujeres ha sido un discurso silenciado, acallado por la política androcéntrica,
autoras como Ramos (1992), Lau (1998) Duby y Perrot (2000) muestran cómo las mujeres han
sido subsumidas al plano de inferioridad y subordinación bajo la lógica del patriarcado como
producto de una construcción cultural. La búsqueda de diversas voces en los estudios de la vio-
lencia contra las mujeres hace volver la mirada a la historia reciente para fijar la atención en los
movimientos feministas de la segunda ola como elemento nodal que contribuye a visibilizar a
las mujeres y dar cuenta de la violencia contra las mujeres como un problema de salud pública,
de responsabilidad social por parte del Estado (Saucedo, 2002).
Los movimientos feministas realizaron una denuncia política-académica en relación
con el orden patriarcal. Los discursos feministas de los años 70’s abanderaron la lucha de “lo
personal es político”; abrieron el debate en torno a la construcción de la femineidad y mascu-
247
Mesa 12 - Violencia en universidades y protocolos
linidad como términos que van más allá de las diferencias biológicas, remiten al pensamiento
binario-dicotómico donde lo masculino existe en oposición a lo femenino. En tanto, envuelve
la dicotomía público-privado como elemento fundante de la desigualdad y la violencia contra
las mujeres a partir de la separación de los espacios físicos y simbólicos como patrones de re-
configuración de las relaciones de poder.
La perspectiva teórica se sitúa en el marco de la Declaración sobre la Eliminación de la
violencia contra la Mujer de la Organización de las Naciones Unidas, Artículo 1:
todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda
tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así
como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se
produce en la vida pública como en la vida privada (ONU,1993).
248
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Para romper el silencio y evidenciar los actos violentos que se presentan contra las estudiantes
de la UPN, ha sido necesario nombrar la(s) violencia/s las cuales reiteradamente se esconden,
encubren, disfrazan o se acallan en el espacio universitario. En este apartado se propone pun-
tualizar sobre las diferentes expresiones de la(s) violencia(s) que vivencian las estudiantes en el
entramado de la cotidianidad universitaria.
Nombrar la violencia desde la voz de las estudiantes implica abrir experiencias que vivencian
en el contexto escolar de manera cotidiana (la agresión, el maltrato, la humillación y el abuso);
para trastocar aquello que han escondido, callado y disfrazado. Bajo la firme convicción de evi-
tar el desencadenamiento de “otros” y reiterados actos violentos invisibilizados, que las obliga
a callar. El no decir, no hablar y no denunciar; se convierte en un aparente acto de resguardo,
seguridad y hasta de permanencia en la Universidad. En este sentido se recupera el siguiente
testimonio de una de las estudiantes:
Un día mi compañera escondió mi mochila ¡!la enterraron! pero no solo era ella, sino
todo su grupo de amigas. Estábamos ahí en donde le llaman el triángulo, a ella le gus-
taba mi amigo. A mi compañera le dio mucho coraje que estuviera conmigo, ese día fue
cuando me escondieron mi mochila, fueron cinco compañeras de mi salón entre risas y
burlas me dijeron en lugar en donde estaba enterrada; yo no les dije nada, claro no me
defendí, ni me atrevía a defenderme o responder después a sus constantes agresiones,
por miedo a que me hicieran algo en clase y por ello sentir inseguridad, para participar
en clase, asistir a mis clases e incluso andar en la Universidad tranquilamente. En verdad
esas compañeras eran algo serio, pero mi objetivo era concluir mis estudios, creo que esa
experiencia quedo muy marcada en mí.
249
Mesa 12 - Violencia en universidades y protocolos
Otro tipo de violencia que se hace presente en el ámbito universitario, como factor de poder
y dominación masculina es el que se ejerce en las relaciones de pareja; la cual tiene diferentes
manifestaciones, entre ellas daños físicos y psicológicos. Este tipo de violencia contra las estu-
diantes son la expresión del proyecto social de domesticación, subordinación y menosprecio
que viven las mujeres, por parte de los varones con la intención de demostrar reiteradamente
la supremacía hacia las mujeres, los actos violentos se ejercen durante la “relación de noviazgo”,
se hacen evidentes en el espacio universitario, porque los conflictos y las disputas, se inician en
el ámbito privado. Cabe rescatar el siguiente testimonio:
Al establecer rutas y directrices para encarar y explicar el fenómeno de la (s) violencia (s) con-
tra las estudiantes universitarias, es necesario comprender que tiene múltiples combinaciones
y aspectos que la rodean y que en su conjunto genera recorridos y expresiones diversas de sig-
nificación social. Por tanto, “romper el silencio para nombrarla” implica un ejercicio complejo
250
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
necesario y urgente, para comprender como los patrones de reconfiguración de las relaciones
de poder se han incrustado en las interrelaciones cotidianas, en este caso en los espacios uni-
versitarios. En ocasiones es difícil identificar la(s) violencia (s), pues el dispositivo de negación
opera a manera que la eclipsa, suscitando que los actos violentos se generen día a día con más
crudeza y los desenlaces de quienes la padecen sean más catastróficos. Por ello, se considera
necesario apuntar hacia la construcción e implementación un protocolo de atención hacia la
violencia contra las mujeres con normativas claras y eficientes, además de generar centros de
atención, contención y seguimiento.
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252
Mesa 13
Violencia institucional
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
El Problema
La violencia institucional contra las mujeres en México ha sido tipificada a nivel jurí-
dico desde el 2007 en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
A su vez, la violencia obstétrica es identificada, por organismos internacionales y naciona-
les como un componente importante de la violencia institucional que confrontan las mujeres
usuarias de servicios de salud (OMS, 2014; INMUJERES, 2014, OPS, 2015) incluyendo una
serie de violaciones a derechos sexuales y reproductivos que han sido reconocidos como dere-
chos humanos universales por todos los tratados y convenciones internacionales de los cuales
México es país signatario (la Convención Sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discri-
minación Contra la Mujer de 1979, la Declaración de Naciones Unidas sobre la Eliminación de
la Violencia contra la Mujer de 1993, la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer de 1995
y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las
Mujeres o Convención Belem De Pará, de 1996).
Tanto la investigación cualitativa como la cuantitativa se han referido principal-
mente a la atención del embarazo, parto, puerperio y a la atención de la planificación
familiar (Castro y Erviti, 2014; Valdez, Salazar, Rojas & Arenas, 2016; Pozzio, 2016, en-
tre otros), lográndose una documentación y una denuncia mayor del fenómeno. Según
Castro (2013) las quejas por violaciones de los derechos de las usuarias consideradas
como violencia obstétrica han resultado en 71 recomendaciones de la Comisión Nacio-
nal de los Derechos Humanos y en 1353 quejas (de 2002 a 2009) en la Comisión Na-
* Centro Mujeres A. C.
° http://dx.doi.org/10.22201/crim.UNAM000001c.2017.c37
1
Resumen de Ponencia para el Congreso sobre Violencias de Género en contra de las Mujeres. crim-
unam, 23 y 24 de Noviembre de 2017. Dra. Mónica Jasis Silberg, contacto: mjasis@gmail.com Centro
Mujeres A.C. (612) 1223570.
255
Mesa 13 - Violencia institucional
cional de Arbitraje Médico. Sin embargo, y a pesar de que hace tiempo que se reconoce
su relevancia (Pires, d’Oliveira, Diniz & Schraiber, 2002), en México existe un vacío en
cuanto a la investigación sobre el maltrato y negación de servicios en referencia a la
realización de abortos legales como recurso de interrupción de embarazos producidos
por agravio sexual contra las mujeres usuarias de servicios públicos, ya sea violación,
sexo forzado, incesto o inseminación no-consentida.
Como factores probables para la negación del servicio se han señalado el desco-
nocimiento por parte del personal de salud de las normas legales, como es el caso de la
NOM 046, señalado por algunos autores (García, S., Lara, D. & Goldman, L., 2003; García,
N, Atienzo, E., Dayananda, I.& Walker, D., 2013; González y Ponce, 2013) y también la
ambigüedad de la propia norma antes de la reforma de la misma en 2016 (Herrera, C.,
2015). No obstante, la norma 046 se reformó en 2016 especificando las obligaciones del
personal de salud en la atención inmediata de las mujeres víctimas de violencia sexual,
basada en el principio de buena fe, el cual ya había sido estipulado con anterioridad en
la Ley General de Víctimas (artículo 5).
Diversas pueden ser las razones por las que los y las médicos no atienden su obli-
gación de interrumpir un embarazo producto de una violación sexual, sin embargo,
desde el punto de vista médico, esa atención se considera una emergencia obstétrica,
para la cual los galenos tienen el deber de atender a las usuarias en esas circunstancias,
pues corre riesgo la vida de las mujeres. Herrera (2015, p. 193) señala que, además del
desconocimiento legal y la laxitud de las normas, existe un rechazo a la norma oficial y
una evasión de responsabilidad por parte de los médicos, además de que en el discurso
médico hay un alto contenido de misoginia, estigma social y discriminación hacia las
mujeres víctimas de violencia.
Bejarano y Arellano (2014) encontraron que en los estados del noroeste de Mé-
xico, las diversas formas de violencia que enfrentan las mujeres están potenciadas por
la violencia institucional y que quienes más la sufren son las mujeres jornaleras agrí-
colas, que en su mayoría son migrantes de origen indígena. En Baja California Sur
(B.C.S.) ya se habían presentado casos de negación del servicio de aborto legal por
parte de funcionarios del sistema de salud pública, sin embargo no se había sistemati-
zado la documentación sobre los mismos, por lo que la mayoría de los casos quedaban
en la impunidad.
Sosteniendo del principio Ni una Más, porque la vida de cada mujer es importante, y
partiendo de que, como señala Belli (2013, p.1) “la violencia obstétrica es una forma de violen-
cia de género y de violación a los derechos humanos de las mujeres muchas veces ignorada”,
en el presente trabajo se muestra un caso de violencia institucional-obstétrica por negación del
servicio de aborto legal a una joven jornalera agrícola, de origen indígena, usuaria del sistema
de salud pública en Baja California Sur. Por las características de negación del servicio y mal-
256
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
trato y discriminación múltiple por parte de tres instituciones públicas, así como por el tipo de
investigación y de intervención realizada, el caso se convirtió en emblemático para el respeto
a los derechos reproductivos de las mujeres en B.C.S. y en el país. Se hace énfasis en la meto-
dología cualitativa y en el uso de un instrumento que permitió hacer un análisis situacional y
documentar evidencias, para después incidir en la obligación de la aplicación de la norma por
el personal de salud y lograr la no-repetición de la violación de los derechos reproductivos de
las mujeres, por parte de funcionarios del sistema de salud en el estado.
El caso de Fernanda V.
En Marzo de 2016 se presentó en Centro Mujeres A.C. Fernanda V., mujer de ocupación jor-
nalera de 18 años de edad, de origen indígena, nacida en San Miguel del Monte, un pueblo de
alrededor de 1500 habitantes en la región Mixteca del Oeste Alto. Fernanda había migrado a
Baja California Sur en 2015 con sus padres y nueve hermanos, para trabajar como jornaleros
en una empresa agrícola en el municipio de La Paz. Fernanda es bilingüe pero se comunica
mejor en mixteco que en español.
Fernanda fue violada en descampado, raptada y abusada física y sexualmente de manera
repetida por un sujeto de la comunidad rural donde ella y su familia residían en el municipio
de La Paz. Consecuencia de esa primera violación sexual fue un embarazo. Se presentó en
Centro Mujeres solicitando orientación después de que le negaran el acceso al aborto legal el
Ministerio Público especializado en delitos sexuales, el Hospital General de La Paz y el Insti-
tuto Sudcaliforniano de las Mujeres. Las tres instituciones se negaron activamente a cumplir
con la Ley General de Víctimas, la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia
en Baja California Sur, el Código Penal de Baja California Sur y la Norma Oficial Mexicana
046 de la Secretaría de Salud, aún ante la insistencia de la víctima en exigir su derecho a la
interrupción legal del embarazo (ILE) y a que se persiguiera penalmente al perpetrador. Im-
portante es señalar que durante el periplo de Fernanda por las instituciones públicas para de-
nunciar y solicitar el procedimiento de ILE se hizo patente el tratamiento discriminatorio por
ser ella indígena, semi-alfabeta, migrante y en condiciones de pobreza, por lo cual, además de
no atender debidamente su caso, repetidamente se incurrió en faltas como la desacreditación y
la culpabilización por lo ocurrido.
Objetivo
Con el objetivo de incidir en las prácticas de violencia institucional hacia las mujeres en el sec-
tor salud, el presente trabajo describe el uso pragmático de la indagación verbal, metodología
cualitativa para la construcción de casos emblemáticos dentro de una estrategia de incidencia
para el cambio de actitudes y prácticas institucionales violentas incluyendo las expresiones de
257
Mesa 13 - Violencia institucional
Abordaje metodológico
258
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
2
El exhorto del Senado del 12 de Julio de 2016, al estado de Baja California Sur consta de 11 páginas
con 5 puntos de acuerdo y varios señalamientos. Disponible en: http://www.senado.gob.mx/sgsp/
gaceta/63/1/2016-07-13-1/assets/documentos/Dict_2da_MUJERES_BAJA_CALIFORNIA_SUR.
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Mesa 13 - Violencia institucional
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261
Mesa 13 - Violencia institucional
Introducción
El presente texto se basa en la experiencia del proceso jurídico de una tentativa de feminicidio
en la Ciudad de México en el año 2014, con elementos de otros casos de intento de feminicidio,
en el Distrito Federal, en Quintana Roo, Yucatán y en Veracruz.
Retoma, los rasgos comunes detectados en diez casos de diversas violencias que van
desde feminicidios, violencia sexual, desaparición y trata en la Ciudad de México. Basándo-
nos en la compartición de testimonios de quienes nos hemos reunido para analizar los rasgos
comunes que alimentan la impunidad, indolencia y un abrupto camino de acceso a la justicia,
esta es la norma.
Así también alimento este estudio, con algunos otros casos que en el estado de Veracruz
me ha tocado acompañar y de las experiencias de otras compañeras que viven a diario lo que
significa ser defensora de derechos humanos de las mujeres en un contexto como el que vivi-
mos en México.
Dedico este espacio a todas estas mujeres, que me han enseñado y acompañado, a las
víctimas, sus madres sus padres, sus hermanas, y a todas esas abogadas feministas que nos han
abierto brecha para no claudicar y seguir en la lucha, en especial Ana Yeli Pérez Garrido, Anais
Palacios. También dedico este esfuerzo a Irinea Buendía, mi maestra y guía, a Aracely Saucedo
a Bárbara Ybarra, a Esther Hernández Palacios a María Antonia Márquez a Norma Andrade y
todas esas mujeres y madres que claman justicia y justicia.
La importancia de darnos la voz a las mujeres que hemos vivido en carne propia estos
procesos, es una manera de interacción con la academia, de darnos voz en este espacio, ya
que en casi todos, somos silenciadas, nuestras diminutas voces no se oyen, no tienen espacio
de expresión, siendo que somos las que, más que nadie, conocemos la realidad y tenemos los
elementos y las posibles estrategias de acción y de investigación para exigir la garantía de los
derechos humanos de las mujeres y el acceso a la justicia.
262
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
La violencia institucional está determinada en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una
Vida libre de violencia, se ubica dentro de las modalidades de violencia:
263
Mesa 13 - Violencia institucional
264
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
• Legislativas
La Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República; que en su artículo 5
establece la obligación a la PGR, de elaborar y aplicar protocolos de investigación de
delitos con perspectiva de género, entre otros para la investigación de los delitos de
feminicidio, contra la libertad y normal desarrollo psicosexual.
• Procedimental
El Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, en su Meta Nacional “México en Paz”, en el
Objetivo 1.4. “Garantizar un Sistema de Justicia Penal eficaz, expedito, imparcial y
transparente”, específicamente con las Estrategia
1.4.1 “Abatir la impunidad” que en su línea de acción Diseñar y ejecutar las adecua-
ciones normativas y orgánicas en el área de competencia de la Procuraduría General
de la República, para investigar y perseguir el delito con mayor eficacia; y
Estrategia 1.4.2. “Lograr una procuración de justicia efectiva”, señala como línea de
acción mejorar la calidad de la investigación de hechos delictivos para generar evi-
dencias sólidas que, a su vez, cuenten con soporte científico y sustento legal.
265
Mesa 13 - Violencia institucional
• Organizacionales
Establece una nueva cultura organizacional basada en la responsabilidad, vocación
de servicio, ética, valores y el respeto a los derechos humanos en apego a la reforma
constitucional de 2011, para tal fin incluye como línea de acción, diseñar y actualizar
protocolos para los procedimientos que apoyen la operación sustantiva, apegados a
derechos humanos y perspectiva de género, que actualice, sensibilice y estandarice
los niveles de conocimiento y práctica de las y los servidores públicos.
1
Caso González y otras (“Campo Algodonero”) vs. México, 2009, párr. 293.
2
Citado en la Sentencia de González y Otras vs Estado mexicano, Campo Algodonero, párr.. 289,
p. 76: Caso Anzualdo Castro Vs. Perú. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sen-
tencia de 22 de Septiembre de 2009. Serie C No. 202, párrs. 123 y 179 y Caso Garibaldi Vs. Brasil.
Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 23 de septiembre de 2009.
Serie C No. 203 Caso Garibaldi Vs. Brasil, párr.141
3
Ídem.
266
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Hasta acá todo iría perfecto si es que no la experiencia nos hubiera mostrado todo lo contrario.
Hemos constatado una y diez veces, que estos bellos párrafos en las leyes y documentos proce-
dimentales u organizacionales son mero adorno, es algo que se denominamos parafraseando a
Ana Yeli Pérez, como “formalismo mágico” y que deriva de igual manera en los oficios, autos,
sentencias, discusiones etc., en los casos, expedientes y partidas de violencia contra las mujeres
pero en la práctica son también un mero adorno de los gruesos legajos que van sumándose
a nuestros procesos. Se citan, se hacen “copy paste” más no se interpretan, ni ejecutan, no se
llevan a cabo, no se operativizan.
Sin embargo hay joyas en los expedientes que nos muestran el enorme desconocimiento
y la nula aplicación a todas estas formalidades, como el caso del auto de formal prisión del ex-
pediente 248/2015, donde el juez Ricardo Cerón desestima el tipo penal feminicidio con el que
el fiscal desconcentrado de Tlalpan, consigna al agresor por el delito de tentativa de feminicidio
agravado, quien fue arrestado en flagrancia, tomando sus argumentos de la Real academia de
la lengua española diciendo:
267
Mesa 13 - Violencia institucional
Es un hecho conocido que los expedientes son un cumulo de datos y anotaciones que
solo engrosan pero que no dan cuanta realmente de lo que pasa, son párrafos y parraos de
“copy paste” dónde muchas veces ni siquiera se toman la molestia de actualizar, como es este
mismo expediente donde el juez también cita al artículo 133, de los tratados internacionales,
en vez de nacer referencia a la reforma constitucional de los derechos humanos. En 2014 el juez
no estaba enterado y no se incorpora a su corpus de rollo pegado a los autos, de esa magnitud
de son estos pequeños detalles, nadie realmente escribe, ni argumenta, nadie realmente lee, es
mero formulismo.
Este proceso “sumario” se llevó a cabo por todo el año 2015, con una serie de irregula-
ridades enormes y, a pesar de estar acompañado de diversas Organizaciones de Derechos hu-
manos, de activistas, la propia víctima es defensora de derechos humanos, se tuvo la presencia,
presión y acompañamiento de diversos actores y , aun así estuvo al filo de la navaja hasta obte-
ner una de las sentencias más ridículas, por supuesto la penalidad más baja para una tentativa
de homicidio agravada y, omitiendo todas las razones de género.
Resumiré en un cuadro el proceso seguido. cuyo principal elemento fue el de descalificar
un y otra vez en todas las instancias el tipo penal feminicidio, y entonces nos damos cuenta
que ese es el problema, ya que en los otros tres casos de tentativa, analizados a la par de este, el
268
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
mismo móvil, desechar a toda costa el tipo penal feminicidio y las razones de género. Ni el es-
tallamiento de vísceras de CR ni las 36 puñaladas que recibió J, ni las 15 puñaladas que recibió
en la calle K y una en el cuello, fueron suficiente elemento para que, ministerios públicos o jue-
ces magistrados, lo consideraran más allá de lesiones o cuando mucho tentativa de homicidio.
Para los operadores de justicia no existe la tentativa de feminicido. Recordemos en los casos de
Mariana Lima y de Lesby por fuerza suicidio, antes que aceptar el feminicidio.
269
Mesa 13 - Violencia institucional
270
Mesa 14
Atención violencia
institucional
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
273
Mesa 14 - Atención violencia institucional
Tras mi experiencia previa y mi estudio del campo teórico que lo rodeaba, supuse que me
encontraría con que el proceso de institucionalización de la atención a la violencia de género en
los refugios para mujeres se ha dado desde sus orígenes, mediante la reproducción de prácticas,
a partir del dispositivo de atención, donde se legitiman diversas tecnologías de género.1
Así como que la institucionalización de los refugios para mujeres en situación de violen-
cia familiar promueve la regulación de la atención a la violencia por parte del Estado, la cual se
centra en prácticas asistencialistas.
Y finalmente que las prácticas relativas a la atención de la violencia de género se en-
cuentran relegadas en las acciones promovidas por el Estado, al no resultar centrales para las
agendas gubernamentales.
La aproximación al objeto de estudio se ha realizado dentro del proceso de institucio-
nalización2, que atraviesa hoy día la atención a la llamada violencia de género en nuestro país,
mecanismo que surgió desde el activismo del movimiento feminista de la segunda ola, donde
la transición a las organizaciones no gubernamentales dentro del movimiento dio cabida a
demandas hacia diferentes niveles institucionales (Lau, 2002; Espinoza y Castañeda, 2011).
Dentro de las características del problema propuesto, se hace alusión a violencia de gé-
nero considerada extrema, la cual según la Encuesta Nacional de la Dinámica en las Relaciones
en los Hogares, 2011: son agresiones de extrema gravedad, en las que las mujeres hayan tra-
tado de ser ahorcadas, asfixiadas, agredidas con armas blancas o de fuego, hayan sido violadas,
privadas de bienes materiales o bien que hayan tenido graves consecuencias físicas y psicoló-
gicas, entre otras afecciones detalladas en dicha encuesta, debidas a violencia por parte de la
pareja. (INEGI, 2013, p.7).
La presente investigación se suma a las posturas sobre la violencia de género propuestas
por Izquierdo (2011), Arisó y Mérida (2010), las cuales considero tienen un contenido político
que visibiliza la subordinación de las mujeres frente a los hombres, donde el género ha viabili-
zado la perpetuación de la violencia, la cual es de carácter estructural
Como antecedente, es pertinente señalar que primer refugio se creó en el año de 1971 en
Londres, Inglaterra (Sutton, 1977; Aureala, 2001). Momento en el que el movimiento contra la
violencia hacia las mujeres cobró gran relevancia, por lo que las mujeres comenzaron a orga-
1
Retomo el concepto de tecnologías de género, propuesto por Teresa de Lauretis (1996), las cuales resultan
estrategias que forman parte de la producción y reproducción de sujetos mujeres y aluden a repre-
sentaciones de género que contribuyen a la producción y reproducción de sujetos femeninos, en este
caso víctimas de violencia familiar, considerada extrema, a las que se les ofrece atención mediante
mecanismos de vigilancia y control, bajo la premisa de requerir de tales para superar la situación de
violencia, debido a los riesgos que ésta implica.
2
Esto se ha estudiado a partir de la propuesta teórica de Cornelius Castoriadis (2013) sobre institución.
274
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
nizarse y a realizar acciones contra la violencia doméstica3. El sentido político que acompañó
al origen de este tipo de refugios, tuvo como objetivo denunciar las violencias que las mujeres
vivían en el espacio considerado privado, fue fuertemente cuestionado por el movimiento fe-
minista.
En México, los refugios surgen a mediados de la década de los noventa (Guille, 2009),
ampliando su presencia desde la década pasada, en la que se crearon legislaciones en todo el
país de atención y prevención de la violencia hacia las mujeres, por motivo de género4.
Asimismo, es importante apuntar que la aparición de los refugios en México tiene un
origen distinto, al que tuvieron en los países donde se originaron; pues éstos surgieron en una
etapa en la que estaba en curso el proceso de institucionalización a la atención de la violencia
de género. Es decir, los refugios en México tienen origen dentro del contexto de la aparición de
establecimientos que ofrecen atención a la violencia, los cuales en algunos casos surgen dentro
del movimiento feminista, de igual manera, otros aparecieron dentro del proceso de institu-
cionalización de servicios dirigidos a mujeres, momento en el que las organizaciones de la
sociedad civil en México cursaban un crecimiento exponencial, alcanzando un nivel de acción
social organizado, a raíz de las condiciones propiciadas por el neoliberalismo, que dieron paso
a mayores condiciones de desigualdad (Arato y Cohen, 2000), en los que las mujeres se vieron
mayormente afectadas, al prevalecer la desigualdad de condiciones debido al sexo.
La información aquí analizada se obtuvo mediante una metodología cualitativa, a partir
de entrevistas al personal que colabora o ha colaborado en un refugio público de la Ciudad
de México, entrevistas con mujeres usurarias que hayan transitado por éste y a funcionarias
públicas y de la sociedad civil, vinculadas a su operación.
En este estudio, analicé diversas características de los refugios, donde la situación de
encierro que se propone para garantizar la seguridad y los mecanismos de reeducación que
incluyen su propuesta de atención me fueron de gran interés, las cuales considero como parte
de las tecnologías de género propuestas por Teresa de Lauretis (1996).
Dentro de las categorías de análisis se encuentra la de “sujeto víctima”, centrada particu-
larmente en el “sujeto mujer víctima de violencia de género”, en especial de aquellas en situa-
ción de violencia familiar extrema.
La presente categoría busca descifrar cómo se han producido y reproducido desde los
diversos discursos que intervienen en la atención a la violencia familiar, al sujeto mujer víctima
3
En este trabajo se hablará de violencia familiar; mas durante la segunda ola del movimiento feminista
se desarrolló el concepto de violencia doméstica. Ambos conceptos serán expuestos y discutidos en
la presente ponencia.
4
La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia del 2007, la cual mandata a
cada estado promulgar leyes de esta índole de carácter local, establece a los refugios como una medida
para la atención a la violencia familiar la cual trajo consigo la apertura de refugios en muchos estados
del país.
275
Mesa 14 - Atención violencia institucional
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277
Mesa 14 - Atención violencia institucional
Históricamente las mujeres han constituido un grupo vulnerado. Desde la Biblia, donde “no
se habla de las mujeres en calidad de seres humanos, sino de bienes” (Miyares, 1997; 21) hasta
nuestros días, pasando por la Revolución Francesa que sentenció a la guillotina a Olympe de
Gouges y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano que excluyó a las mu-
jeres. El marco socio-histórico de la mujer, trazado con no pocas reivindicaciones,1 ha dado
pauta a sociedades patriarcales en las cuales lo masculino ha predominado y jerarquizado sobre
lo femenino. Ambas construcciones —masculino/femenino— se han circunscrito a funciona-
lidades dicotómicas, activas para el primero y pasivas, e incluso malignas,2 para el segundo.
Así, la violencia contra la mujer se ha expresado no solo de forma aislada e irracional, sino
culturalmente, es decir, “utilizada para justificar o legitimar la violencia directa o estructural.”
(Galtung, 1990; 291)
Aunque esta violencia falocéntrica se ha robustecido en la parte Latinoamericana debido
a los procesos de colonización y de conquista que expresaron aún más la subordinación de las
* Profesor-investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales (INACIPE), del Instituto de Es-
tudios Criminológicos Transdisciplinarios (IECRIMT) y del Colegio Libre de Estudios Universi-
tarios (CLEU), D.F I. Estudiante de la maestría “Derechos Humanos y Democracia” en la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), sede México.
° http://dx.doi.org/10.22201/crim.UNAM000001c.2017.c41
1
Para Ana de Miguel, existen tres momentos históricos de luchas sociales contra el orden domi-
nante patriarcal: el feminismo pre moderno; el feminismo moderno, y el feminismo contemporá-
neo (Miguel, 1995, pp.2-27).
2
De acuerdo con Zaffaroni, el primer sistema punitivo e ideológico de la historia, conocido como
Malleus Maleficarum en el siglo XV, funcionó alrededor del castigo a las mujeres, quienes eran
perseguidas y quemadas como brujas (Zaffaroni, 2012: 26).
278
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
mujeres nativas frente a los conquistadores europeos, esta dinámica hoy permea en todos los
países, sean o no occidentales.3 En este sentido, en México “la historia de las mujeres no ha sido
ajena a las contradicciones y a las situaciones de desigualdad político-cultural y económico
social que viven el resto de las mujeres en el mundo.” (Espinoza, 2006; 250)
A pesar de los avances durante el siglo XX4 para eliminar la desigualdad de género, las
mujeres alrededor del mundo siguen sufriendo de: un desigual acceso a los servicios públicos
de salud, educación y justicia; de trabajos en empleos informales y vulnerables; de leyes discri-
minatorias; y de un acceso restringido en el ejercicio del poder y la toma de decisiones políti-
cas. (ONU MUJERES, 2011) En sí, una violencia directa (familiar y comunitaria) y estructural
(social, política y económica) que limita a las mujeres gozar de sus derechos y protegerlos
mediante garantías.
Especialmente en nuestro país las mujeres se desarrollan bajo un rezago educativo; con
un limitado acceso a la salud; con una importante mortalidad debido a múltiples enfermeda-
des; con una alta ocupación laboral no remunerada; en marcos sociales de pobreza; así como
en un progresivo ámbito de violencia contra la mujer. (INEGI, 2013). Este último aspecto −la
violencia interpersonal o directa−, se ha visto reforzado como resultado, paradójicamente, del
terreno ganado frente a los hombres, es decir, de una mayor equidad de género en los ámbitos
laboral, educativo, económico y político, lo que ha generado de parte de algunos sectores mas-
culinos un mayor resentimiento. En tal sentido, el porcentaje de las mujeres de 15 años y más
que han vivido incidentes de violencia a lo largo de su vida ha pasado de 62.3% en 2011 a 65.7%
en 2016. (ENDIREH 2016). Asimismo, la violencia feminicida, se ha visto aumentada de 1,295
casos en el año 2000 a 2,289 en 2014. (SEGOB, 2016; 10)
II. Los Centros de Justicia para las Mujeres. Reacción del Estado mexicano
3
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), dado que no existe ningún Estado-nación que
escape a este fenómeno, la violencia contra la mujer constituye un problema de salud pública de
proporciones epidémicas (World Health Organization, 2013: 35).
4
Por una parte la instalación de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW-en
inglés) en 1946 por Naciones Unidas, que posteriormente inició las Conferencias Mundiales de
la Mujer y, por otra, el movimiento feminista internacional durante los años 60s y 70s que, en el
marco de los movimientos anticapitalistas, puso sobre la mesa un hecho por demás sobresaliente:
la lucha a favor de las mujeres es también la lucha contra el capitalismo. Inclusive, es en esta etapa
cuando surge el término “género”.
279
Mesa 14 - Atención violencia institucional
Imagen I
Centros de Justicia para las Mujeres en México
el ámbito americano hasta 1994 con la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y
Erradicar la Violencia Contra la Mujer.
En México ambos tratados internacionales, ratificados en 1981 y 1998 respectivamente,
se convirtieron desde entonces en los pilares jurídicos para el establecimiento de una larga y
fructífera política ejecutiva, legislativa y judicial de género.5 Primero con la Ley de Igualdad en-
tre Mujeres y Hombres en 2006 y la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de
Violencia (LGAMVLV) en 2007, posteriormente, con la instalación de los Centros de Justicia
para las Mujeres (CJM) desde 2010.
Como tal, los CJM fueron producto tanto de las recomendaciones del Comité experto
de la CEDAW (1998; 2002 y 2006) como de las resoluciones que la Corte Interamericana de
Derechos Humanos (CoIDH) hiciera vinculatorias al Estado mexicano por violaciones a los
derechos de mujeres y niñas (Caso González Banda y otras; Caso Fernández Ortega y otros; y
Caso Valentina Rosendo Cantú y otra). El exhorto era claro: el Estado mexicano debía eliminar
los obstáculos específicos que las mujeres tenían para acceder a la justicia. Hasta hoy, Aguas-
calientes, Campeche, Chiapas, Chihuahua, Ciudad de México, Coahuila de Zaragoza, Colima,
Durango, Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Morelos, Na-
yarit, Oaxaca, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Sonora, Yucatán y Zacatecas cuentan con al
menos un CJM. (Véase Imagen I).
Dejando atrás los modelos de atención a las mujeres que eran víctimas del delito de los
años 60s y 70s, impulsados en su mayoría por Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC), el
5
Para observar la incorporación de la política de igualdad de género durante el siglo XX y lo que va
del XXI en México, véase Rodríguez Huacuz, María Dolores, 2008, La incorporación de políticas
de igualdad de género en los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, Centro de Estudios para el
Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Género (CEAMEG), México.
280
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
modelo de los CJM, tomado de los Family Justice Center de San Diego, California y de los Cen-
tros de Justicia de Delitos de Feminicidio y Violencia contra la Mujer de Guatemala, busca crear
una institución especializada que entienda y comprenda el fenómeno de la violencia contra
la mujer, pero sobretodo que esté capacitada para prestar un trato y una atención a través de
distintos principios como la perspectiva de género, la no re victimización, la atención a sus
características particulares, la no discriminación, entre otros. Se trata de “la concentración de
instancias gubernamentales, del poder judicial y OSC que brinden servicios de manera inter-
disciplinaria, secuencial, interinstitucional, coordinada y especializada a mujeres víctimas de
violencia, sus hijas e hijos bajo un mismo techo, con la finalidad de garantizarles el acceso a la
justicia y a encontrar conjuntamente un proceso de re dignificación.” (CONAVIM & SEGOB,
2012; 23)
Para su adecuada implementación, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de
Seguridad Pública (SESNSP) en conjunto con el Instituto Nacional de Ciencias Penales (INA-
CIPE) diseñaron y publicaron tres documentos base para el adecuado funcionamiento de los
CJM:
A grandes rasgos, estos documentos contienen los pasos que se deben llevar a cabo para
la creación de los CJM: localización geográfica, estructura arquitectónica, organizacional, así
como la plataforma tecnológica. Asimismo, refieren las estrategias jurídicas y operativas a im-
plementar para contar con el apoyo de las instituciones de la sociedad civil. Delinean el proceso
de atención (desde el conocimiento de los hechos hasta la restitución de los aspectos vitales de
la mujer que vive violencia) y de actuación del personal bajo principios que hagan del Cen-
tro un lugar confortable, respetuoso de los derechos humanos y confiable para las mujeres.
Contemplan unidades especiales e infraestructura para las órdenes de protección (emergencia,
preventivas y de naturaleza civil/familiar), así como medidas de protección tales como la red
de apoyo familiar, la estancia transitoria y/o el albergue. Todo lo anterior, bajo los componentes
281
Mesa 14 - Atención violencia institucional
Imagen II
Estructura básica de los CJM en México
III. Los Centros de Justicia para las Mujeres (CJM). Desafíos y oportunidades
Los CJM constituyen una piedra histórica y angular para derribar los obstáculos que las muje-
res tenían en el pasado, no solamente en el aspecto del acceso a la justicia, sino en el ambiente
social y cultural de discriminación y desigualdad. Si bien el CJM puede observarse como una
institución reactiva y punitiva, su creación significa un logro que debe permear en otras insti-
tuciones no penales, principalmente bajo sus funciones de prevención y de empoderamiento.
El ámbito de prevención, por un lado, tiene “como objetivo transformar los patrones socio-
culturales de comportamiento de mujeres y hombres a través de la generación de políticas
públicas que disminuyan los factores de riesgo” (crear mapas de riesgo para conocer cuáles son
las poblaciones más vulneradas o con mayor incidencia de casos de violencia contra la mujer
con la finalidad de establecer programas educativos, promover la cultura de la denuncia y crear
programas de participación ciudadana en la sensibilización de la población), por otro, el em-
poderamiento “incluye tanto el cambio individual como cambios sociales y culturales de este-
reotipos y estructuras que produjeron su situación de violencia” (restitución de los derechos y
establecimiento del programa denominado Plan de crecimiento que les retorne la confianza y
el poder de decisión perdidos, a través de grupos de crecimiento donde las mujeres compartan
282
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
sus vivencias y se apoyen, así como la participación en actividades de difusión del CJM en sus
comunidades). (SESNSP & INACIPE, 2012; 26-27)
El avance logrado desafortunadamente se ha visto mermado por dos motivos a nivel
político. El primero obedece a una disputa institucional de origen entre dos instituciones fe-
derales: la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (CO-
NAVIM) y el SESNSP. Aunque pertenecen a la Secretaría de Gobernación (SEGOB), en un
inicio ambas diseñaron y publicaron sus propios modelos para la creación y el funcionamiento
de los Centros, razón por la cual en el país existen dos tipos de CJM: modelo CONAVIM y
modelo SESNSP/INACIPE. El segundo, por su parte, refiere al poco compromiso político y al
deficiente apoyo económico que han tenido los CJM en las entidades. De acuerdo con un se-
guimiento metodológico en 7 entidades federativas, realizado por el INACIPE y el SESNSP, el
promedio de calificación de los CJM evaluados fue de 5.2. Según esto, los aspectos que impiden
su fortalecimiento son: la falta de voluntad política, la falta de autonomía de gestión respecto
de las Procuradurías y la insuficiencia de recursos públicos. (Véase Gráfica I).
Gráfica I
Calificación global de los CJM en México
Fuente: Elaboración propia con datos obtenidos directamente. En Abreu y Abreu, Juan
Carlos et.al, 2014, Modelo de evaluación de los Centros de Justicia para las Mujeres, INACIPE,
México, p.64.
Pese a ello, los CJM han abierto oportunidades de reconciliación entre el Estado mexi-
cano y la sociedad civil, los cuales lejos de ser una igualdad en la diferencia se instalan como
una política de diferenciación para la igualdad (acciones afirmativas y transformativas de dis-
criminación positiva), comprendiendo sistemáticamente un hecho: históricamente las mujeres
han constituido un grupo vulnerado.
283
Mesa 14 - Atención violencia institucional
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284
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Metodología
Para este estudio se utilizó la metodología cualitativa a través de tres técnicas: Entrevistas con
el personal que proporciona atención psicológica, atención jurídica, asistencia social (trabajo
social) de los centros, observación participante y entrevistas semiestructuradas con las mujeres
que buscan ayuda formal en estas instituciones. Los centros considerados en el estudio son:
Centro de Atención a la Violencia Intrafamiliar en Zacatecas (CAVIZ), adscrito al Sistema Es-
tatal DIF; Centro de Atención a Mujeres Víctimas de Violencia (CAMVV), adscrito a la Secre-
taría de las Mujeres; y el Centro Estatal de Prevención y Atención a la Violencia Familiar y de
Género (CEPAVIF) adscrito a los Servicios de Salud de Zacatecas, -financiado exclusivamente
con recursos de la Secretaría de Salud a nivel federal-.
Estrategia analítica
centros y que regulan su quehacer: leyes, reglamentos, modelos de atención y manuales de or-
ganización. Esto se vincula, directa o indirectamente, con el análisis de los procesos de género
que se producen y reproducen materialmente en los centros. El análisis sobre el nivel prác-
tico-material se realizó en los procesos de género identificados y materializados al menos en
tres ámbitos: a) discursos del personal que presta servicios de atención; b) interacciones entre
el personal y las mujeres que buscan ayuda y; c) prácticas observadas en las interacciones entre
el personal de las distintas áreas.
Formalmente el género del CAVIZ es neutral, ya que parte del supuesto que la violencia es un
fenómeno que viven todos los integrantes de la familia de la misma manera. Al señalar que el
objetivo de sus intervenciones son las familias, no reconoce las relaciones de poder que se pro-
ducen al interior de éstas. De acuerdo a sus reglas, proporciona atención a cualquier hombre
o mujer que padezca violencia en su familia. Implícitamente asume que las manifestaciones,
riesgos, severidad y frecuencia son iguales entre cualquier miembro de la familia, sin importar
si quien la ejerce o quien la recibe es hombre o mujer. Las normas internas con las que opera
el CAVIZ, no incorporan los principios que marca la legislación local y general sobre el acceso
de las mujeres a una vida libre de violencia. Es limitativa a proporcionar atención procurando
el bienestar familiar sin explicitar a qué se refiere dicha característica.
El género del CAMVV formalmente es de carácter feminista. En el Reglamento Interior
de la SEMUJER, se identifican dos factores clave que distinguen a esta institución y sus centros
de atención de otros centros. Estos factores consisten en poner en el centro a las mujeres como
sujetas principales de la política pública y regular la atención incorporando la perspectiva de
género y el principio de no discriminación. Además, en dicho Reglamento se parte del recono-
cimiento de que las mujeres que acuden a los centros tienen diversas necesidades de atención
y apoyo, y que pueden decidir qué acciones implementar en las situaciones de violencia que
viven. Esto supone respeto a su autonomía, capacidad de decisión y a la diversidad de los pro-
cesos que cada una de ellas vive siendo víctimas de violencia.
El CEPAVIF es una organización de género feminista formalmente. Asume en sus
normas que las mujeres son las principales víctimas de violencia al interior de la familia y
se reconoce como una herramienta fundamental para su empoderamiento. Este concepto de
empoderamiento es un aspecto novedoso a nivel formal de este centro, el cual, aunque está
contenido en la LGAMVLV, no se incorpora en las normas internas de los otros centros. Ade-
más, la Ley referida señala que en materia de las instituciones de salud que atiendan violencia
contra las mujeres, el mandato es que dicha atención debe respetar los derechos humanos de
las mujeres; ser integral, interdisciplinaria y debe proporcionarse con perspectiva de género.
286
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
287
Mesa 14 - Atención violencia institucional
relacionadas con este proceso, son avalar a las mujeres que buscan ayuda en sus decisiones,
acompañarlas empáticamente sin que medien juicios morales sobre sus decisiones o compor-
tamientos, proporcionarles un trato horizontal respecto al personal que presta algún servicio
de atención y brindarles información oportuna y objetiva de acuerdo al caso de violencia por
el que acuden.
Con estos hallazgos se contrasta el género de las instituciones a nivel formal y a nivel
material como se muestra en la siguiente tabla.
Tabla 1
Comparativo del género de las instituciones a nivel formal y a nivel práctico o material
Conclusiones
288
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
psicológica este tipo de situaciones son excepcionales. Asimismo, se muestran las prácticas y
procesos que distinguen al CEPAVIF de los otros dos centros. En este centro, aunque los proce-
sos que reproducen son principalmente feministas, de manera excepcional y sólo con algunas
prestadoras de servicios se identificaron ciertas prácticas patriarcales.
Aunque hubo casos particulares en los que se observó la reproducción de ciertos proce-
sos de género patriarcales principalmente promoviendo “el mito de la súper mujer”, en general
en la atención individual y en los grupos de reeducación para mujeres víctimas de violencia se
respetan las decisiones de cada una de ellas. Aun con la mayor coherencia que puede existir en-
tre las normas internas y las prácticas materiales en este centro, los hallazgos permiten señalar
que ninguno de los centros puede calificarse como entes puros y coherentes con sus normas. El
caso del CAVIZ y del CAMVV muestran con más claridad la coexistencia de diferentes proce-
sos de género con las contradicciones que dichos procesos representan.
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incluye la última reforma publicada el 15 de enero de 2013, en el Diario Oficial de la
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Texto vigente publicado el 26 de diciembre del 2008 en el Periódico Oficial, Zacatecas,
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el 19 de febrero del 2003 en el Periódico Oficial, Zacatecas, Zac.
Reglamento Interior de la Secretaría de las Mujeres (2013), texto vigente publicado el 16 de
marzo del 2013 en el Periódico Oficial, Zacatecas, Zac.
289
Mesa 14 - Atención violencia institucional
Introducción
La presente ponencia puede ser considerada como una representación de algunos de los esce-
narios en los que se reproducen lógicas de desigualdad social y dominación masculina. Par-
tiendo de esta premisa general, mi interés se inclinó en evidenciar la manera en cómo, el sector
de las mujeres usuarias de los servicios gobierno en el estado de Morelos, resultó vulnerable a
las desigualdades simbólico-estructurales1 sobre las que se cimientan las percepciones y apre-
ciaciones de los prestadores de servicio. En este sentido, de la estancia en campo en algunos
escenarios institucionales en los que se brindan servicios de atención, se pudo dar cuenta de las
interacciones y tensiones que se dan en estos espacios. Es de esta relación que se sintetizan as-
pectos centrales que inciden en las lógicas de acción, actuación e intervención a nivel regional
y municipal en lo que respecta a la problemática de la violencia de género en el estado.
Las interpretaciones que se presentan son resultado del acopio de información que se
llevó a cabo a lo largo de cinco meses de trabajo de campo en los municipios con declaratoria
de violencia de género en Morelos.2 La metodología cualitativa permitió producir conocimien-
tos de las lógicas regionales que inciden a que políticas públicas en materia de igualdad, segu-
ridad ciudadana, derechos humanos, sexuales y de las mujeres, no presenten impacto alguno
en la disminución de la violencia sexual y feminicida en el estado.
290
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Figura 0.1
Mapa conceptual
Se inicia la presentación con cuadro sinóptico3 en el que se identifican las instituciones a nivel
estatal y municipal encargadas de la prevención, atención, sanción y erradicación de la violen-
cia de género en el estado de Morelos. En este mismo recuadro se sintetizan los respectivos ejes
de acción en los que se encauzan cada uno de los objetivos específicos que siguen las institu-
ciones involucradas en la temática en cuestión.
Se continúa la exposición con un apartado etnográfico interesado en los discursos de los pres-
tadores de servicio. Para ello se hace un breve recorrido interpretativo sustentado en la infor-
mación recabada de las observaciones sistematizadas en el diario de campo y en la aplicación
3
Figura 0.1 (Mapa conceptual: Elaboración propia con información pública).
291
Mesa 14 - Atención violencia institucional
4
Se realizaron un total de 87 entrevistas contemplando distintos guiones estructurados y semi-es-
tructurados, su aplicación varía según la dependencia de gobierno en la que se identificó al servi-
dor público. El guión de entrevista siguió la siguiente estructura: identificación, funciones, procesos,
servicios, alerta de género, conocimientos, habilidades, representaciones y sugerencias. Del total de
entrevistas: 21 se aplicaron en los distintos DIF, 17 en las instancias de la mujer, 6 en los CDM, 4
en los módulos de atención a víctimas, 4 en el centro de justicia para las mujeres, 18 en el sector
judicial, 9 en el sector salud, 4 en el albergue, 3 en la unidad especializada de atención a mujeres
víctimas de violencia de género y 1 al área de equidad y género. Del total de entrevistas: en Cuer-
navaca se aplicaron 26, en Cuautla 10, en Temixco 5, en Jiutepec 6, en Yautepec 11, en Emiliano
Zapata 10, en Puente de Ixtla 10 y en Xochitepec 9.
5
Se aplicaron un total de 11 entrevistas a mujeres que presentaron distintas modalidades de violen-
cia de género. Sus edades oscilan entre los 17 y 48 años de edad. Es decir, son mujeres que están
entre la etapa productiva y reproductiva de su vida.
6
Roberto Castro (2004, 2008), la define como la violencia “(…) que ejercen los hombres en contra
de las mujeres, apoyados en el conjunto de normas y valores que les dan privilegios e impunidad
(…)” (Castro, 2004; 40).
7
Florinda Riquel (2009), siguiendo a Sagot (2008), sostiene que “la ruta crítica es un proceso que se
construye a partir de la secuencia de decisiones que se toman y acciones que ejecutan las mujeres
afectadas por violencia en su hogar, sumado a las respuestas que encuentran en su búsqueda de so-
luciones. Se trata de un proceso interactivo constituido tanto por factores impulsores e inhibidores
292
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
búsqueda tan anhelada, por parte de las usuarias, no se caracteriza por ser una petición única
y exclusiva. Si no que es una ‘necesidad’ que se consolida y (re)configura a lo largo de las ma-
neras en las que se vivencia la violencia de género y la(s) trayectoria(s) institucional(es) que se
sigan. Es importante mencionar que las peticiones de las mujeres entrevistadas se caracterizan
por la búsqueda insaciable de: justicia, respeto, igualdad, hacer valer sus derechos, venganza,
reparación del daño, entre otras.
El prestar atención a la puntualización metodológica de la ruta crítica permitió sintetizar
algunas de las rutas de acción que siguieron las usuarias de los servicios gubernamentales para
dar solución y respuesta a la violencia de la que son objeto. Mientras que de manera paralela,
se puntualiza la forma en la que los discursos internalizados por los prestadores de servicios,
autoridades y ciudadanía en general, están estrictamente vinculados con la configuración de
las supuestas ‘necesidades’ de las mujeres víctimas de violencia de género.
relacionados con las mujeres afectadas y las acciones emprendidas por estás, así como la respuesta
social encontrada” (12).
8
El orden patriarcal es entendido como “sistema de clasificación social que se encarga de organizar
desigual y jerárquicamente posiciones sociales de hombres y mujeres a partir de estructuras estruc-
turantes que reproducen la desigualdad” (Valenzuela, 2012; 52).
293
Mesa 14 - Atención violencia institucional
dades y las asimetrías que implica el sistema de género y la reproducción de la clase social. Es
de los escenarios regionales y municipales que se logra dar cuenta de las relaciones sociales de
las que son producto y en las que están inscritas las mujeres víctimas de violencia de género.
No obstante, es importante señalar que la experiencia de las usuarias, sus trayectorias de vida
y el acceso a las posibles rutas críticas de acción para hacer valer ‘sus derechos’ y satisfacer ‘sus
necesidades sociales’, están condicionadas por su condición de clase.
Del trabajo de campo en Morelos se prestó atención a la interacción que se da entre los
prestadores de servicio y las usuarias de estos servicios, relación que en términos generales se
define por su carácter asimétrico. Del análisis de los relatos que se presentan, salta a la vista la
manera en cómo el sistema de género y la condición de clase funge como fuerzas que en algún
sentido inhiben la ‘agencia’ y delimitan las posibilidades para concebir, interpretar y actuar
frente a las situaciones de las que son producto. En esta dirección, se parte de considerar que el
actuar de las usuarias de los servicios gubernamentales está estrechamente vinculado con las
ideas existentes alrededor de lo que supuestamente se debe hacer, así como con las reacciones y
actitudes que se tengan de las distintas situaciones y circunstancias en las que se presenten. En
pocas palabras, con sus condiciones materiales: ideales y relaciones sociales.
A manera de conclusión
Como se podrán dar cuenta, el interés se centró en presentar un análisis etnográfico de los
resultados del trabajo de campo realizado con servidores públicos de distintas instituciones gu-
bernamentales y con usuarias de estos servicios victimas de distintos tipos de violencia de gé-
nero. En términos generales, se podría hablar de la sistematización de algunas de las actitudes y
reacciones que se reproducen en dos sectores poblaciones específicos. El uso de la metodología
cualitativa permitió la producción de conocimientos centrados en las lógicas de pensamiento,
de acción e intervención existentes a nivel regional y municipal. No obstante, se hace hincapié
en no dejar de prestar atención a la condición de clase que caracteriza al sector de las mujeres
entrevistadas. Lo anterior se dice porque considero que el análisis desde la perspectiva de la
economía política, brinda el marco interpretativo que permite generar un entendimiento que
tenga como telón de fondo las desigualdades estructurales en las que se cimienta el constructo
social y de las que somos producto como sujetos sociales.
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295
Mesa 15
296
Mesa 15 - Familia, pareja y noviazgo
Antecedentes
Las acciones que pueden o no desarrollar las mujeres frente a la violencia de su pareja represen-
tan un aspecto fundamental en la posibilidad de detener y salir de la violencia (Frías y Angel,
2007).
Estas respuestas y reacciones de las mujeres frente a la violencia de pareja han sido fun-
damentalmente exploradas entre mujeres adultas unidas o separadas y se reconoce que las
mismas son moldeadas y limitadas por múltiples factores de carácter individual, relacional,
familiar y social, que las dotan (o no) de recursos y posibilidades diferenciadas para hacer
frente a esta situación. En general, se ha documentado la dificultad que experimentan las mu-
jeres para poder ejecutar acciones efectivas frente a la violencia que reciben, muchas veces por
el aislamiento que junto a la violencia experimentan y por el temor de que cualquier acción
podría solo empeorar la situación.
Sin embargo, es muy poco lo que conocemos sobre las actitudes y acciones de las adoles-
centes cuando experimentan violencia en el noviazgo, y con este trabajo pretendemos aportar
algunos elementos al respecto.
Objetivos
Se busca identificar en primer lugar las reacciones que tiene las adolescentes frente a la ex-
periencia de violencia, y valorar en qué medida estas reacciones expresan un rechazo de la
violencia o una aceptación de la misma.
Por otra parte, nos planteamos explorar las diferencias que tienen lugar en las reacciones
frente a la violencia en el noviazgo por parte de mujeres adolescentes mexicanas cuando la
violencia se trata de una experiencia hipotética y cuando se trata de una experiencia real.
* crim-unam. irene@correo.crim.unam.mx
° http://dx.doi.org/10.22201/crim.UNAM000001c.2017.c43
298
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Metodología
Con base en datos de la Encuesta sobre Noviazgo, Empoderamiento y Salud Sexual de Adoles-
centes Estudiantes de Preparatoria, se examinarán las reacciones hipotéticas y las reacciones
reales frente a la violencia física y frente a la violencia sexual de mujeres adolescentes de tres
entidades mexicanas, distinguiendo en el caso de las reacciones potenciales entre aquellas sin
experiencias de violencia en el noviazgo y aquellas con experiencias de violencia, empleando
pruebas de chi-cuadrado para determinar la significancia de las diferencias en las reacciones.
En segundo lugar, mediante modelos de regresión, se revisarán diversos factores que pudiesen
contribuir a explicar algunas respuestas frente a la violencia de mujeres adolescentes con y sin
experiencias de violencia.
Resultados
En cuanto a las respuestas frente a la violencia física y a la violencia sexual de las ado-
lescentes incluidas en la muestra, establecimos dos tipos de comparaciones. En primer lugar,
comparamos las reacciones potenciales de las adolescentes que no han experimentado violen-
cia en el noviazgo y las reacciones potenciales de aquellas que sí han experimentado violencia
en el noviazgo.
Se trata de respuestas frente a dos situaciones hipotéticas planteadas: Imagina ahora que
tienes novio/a y que ocurren algunos conflictos entre ustedes, 1) ¿Qué harías en el caso de que
tu novio/a te agrediera físicamente? Y 2) ¿Qué harías en caso de que tu novio/a) te obligara a
tener relaciones sexuales en contra de tu voluntad?
299
Mesa 15 - Familia, pareja y noviazgo
300
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
ocurrido. La tendencia general sugiere una debilitación del rechazo a la violencia física al pasar
de una respuesta hipotética a una reacción real, en la medida en que los porcentajes de reaccio-
nes de claro rechazo son más bajos cuando se refieren a lo que efectivamente hicieron frente a
la agresión. El más dramático ejemplo se observa cuando comparamos los porcentajes de las
que dicen que dejarían a su pareja (81.31%) y las que efectivamente lo dejaron cuando ocurrió
la violencia física (3.17%); de manera similar el porcentaje de las que pedirían ayuda profesio-
nal cambia de 14.15% frente a una agresión hipotética a 0.74% frente a la agresión real.
En contrapartida, las reacciones reales (en comparación con las hipotéticas) evidencian
algunos porcentajes más elevados de reacciones de validación o sometimiento a la violencia
física; por ejemplo, se observan mayores porcentajes de las que perdonaron y siguieron con
el novio, y de las que no hicieron nada por considerarlo sin importancia (aunque esta última
diferencia no es estadísticamente significativa).
Cuadro 1. Reacciones potenciales y reales frente a la violencia física del novio de mujeres adolescentes.
Reacciones hipotéticas de mujeres adolescentes con y sin experiencia de violencia física en el noviazgo
No ha recibido VF Si ha recibido VF Signif. (Chi2)
n= 6114 n=947
1. Lo perdonaría y seguiría con él 0.33 † 2.85 † 0.000
2. Yo le haría lo mismo 3.76 8.03 0.000
3. Se lo contaría a mi mejor amigo/a 16.73 14.89 ns
4. Se lo contaría a un familiar 35.77 23.13 0.000
5. Trataría de hacerlo cambiar 8.28 14.15 0.000
6. Trataría de no hacerlo enojar 0.74 † 1.90 † 0.000
7. Pedíría ayuda profesional 21.46 14.15 0.000
8. No le diría a nadie 0.82 † 1.90 † 0.001
9. Lo dejaría 88.57 81.31 0.000
10. Lo denunciaría 23.83 12.46 0.000
11. Otro 1.44 1.9 † ns
Reacciones hipotéticas y reales de mujeres adolescentes víctimas de violencia física en el noviazgo
Lo que haría Lo que hizo Signif. (Chi2)
n=947 n=947
1. Me enojé 11.62
2. Lo perdoné y seguí con él 2.85 † 4.65 0.000
3. Yo le hice lo mismo 8.03 7.81 0.024
4. Se lo contaría/conté a mi mejor amigo/a 14.89 3.48 0.000
5. Se lo contaría/conté a un familiar 23.13 1.8 † 0.000
6. Trataría/Traté de hacerlo cambiar 14.15 4.12 0.000
7. Trataría/Traté de no hacerlo enojar 1.90 † 1.27 † 0.000
8. Pedíría/pedí ayuda profesional 14.15 0.74 † 0.000
9. No le diría a nadie/Nada, fue algo sin importancia 1.90 † 3.48 ns
10. Lo dejaría/Terminé con él 81.31 3.17 0.000
11. Lo denunciaría 12.46
12. Otro 1.9 † 1.48 † ns
Fuente: ENESSAEP 2014. Cálculos propios.
† n < 30
301
Mesa 15 - Familia, pareja y noviazgo
Cuadro 2. Reacciones potenciales y reales de mujeres adolescentes frente a a intento de violación por parte del novio.
Reacciones hipotéticas de mujeres adolescentes con y sin experiencia de violencia sexual en el noviazgo
No ha recibido VS Si ha recibido VS Signif. (Chi2)
n=6494 n=567
1. Lo perdonaría y seguiría con él 0.26 † 1.76 † 0.000
2. Yo le haría lo mismo 0.43 † 1.41 † 0.002
3. Se lo contaría a mi mejor amigo/a 13.95 13.76 ns
4. Se lo contaría a un familiar 30.58 21.69 0.000
5. Trataría de resolver la situación 15.08 23.46 0.000
6. Pedíría ayuda profesional 19.43 15.70 0.030
7. No le diría a nadie 1.22 3.17 † 0.000
8. Lo dejaría 83.11 71.25 0.000
9. Lo denunciaría 26.50 20.28 0.001
10. Otro 1.28 0.88 † ns
Reacciones hipotéticas y reales de mujeres adolescentes víctimas de violencia sexual
en el noviazgo
Lo que haría Lo que hizo Signif. (Chi2)
n=567 n=567
1. Me enojé 5.29
2. Lo perdonaría/perdoné y seguí con él 1.76 † 1.06 † 0.032
3. Yo le haría/hice lo mismo 1.41 † 1.59 † ns
4. Se lo contaría/conté a mi mejor amigo/a 13.76 0.53 † ns
5. Se lo contaría/conté a un familiar 21.69 1.41 † ns
6. Trataría de resolver la situación 23.46 0.53 †
7. Pedíría/pedí ayuda profesional 15.70 0.18 † 0.020
8. No le diría a nadie/Nada, fue algo sin importancia 3.17 † 1.41 † ns
9. Lo dejaría/Terminé con él 71.25 1.06 † ns
10. Lo denunciaría 20.28
11. Otro 0.88 † 1.23 † ns
Fuente: ENESSAEP 2014. Cálculos propios.
† n < 30
302
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
En el cuadro 3 podemos observar los resultados de los modelos de regresión logit esti-
mados.
En primer lugar, destaca que son muy pocas las dimensiones de empoderamiento que
muestran asociaciones significativas con la razón de probabilidad del perdón o de la termina-
ción de la relación como respuestas a la violencia recibida. Frente a la violencia física solo el
poder en la pareja y la agencia que tiene la adolescente disminuye la razón de probabilidad de
que ésta perdone al novio por la agresión. Y ningún indicador de empoderamiento se asocia
significativamente a la probabilidad de que la adolescente termine con el novio por la violencia
física. En cuanto a las reacciones frente a la violencia sexual, solo el índice de poder en la pa-
reja se asocia significativa y negativamente con la razón de probabilidad de que la adolescente
perdone al novio. Y nuevamente ningún indicador de empoderamiento muestra asociaciones
significativas con la probabilidad de que las adolescentes terminen su relación de noviazgo
como respuesta a la agresión sexual.
303
Mesa 15 - Familia, pareja y noviazgo
La duración del noviazgo incrementa las razones de probabilidad de que las adolescentes
perdonen a su novio por una agresión física, lo que no sorprende, ya que a una mayor duración
del noviazgo puede acompañarla una apreciación de mayor inversión hecha en la relación. Sin
embargo, y sorpresivamente, la duración del noviazgo también se asocia, aunque solo margi-
nalmente, a una mayor probabilidad de terminar con el noviazgo frente a la agresión física.
Resulta también algo sorpresivo que una mayor severidad de la violencia recibida se
asocia con una mayor probabilidad de perdonar al novio tanto por una agresión física como
por una agresión sexual. Una posible explicación es que aquellas adolescentes que enfrentan
violencias más severas pueden experimentar miedo de rechazar a la pareja y de alguna manera
se ven “forzadas” a perdonarlo y seguir con él. Al mismo tiempo se observa que incrementos en
la severidad de la violencia física se asocian también con una mayor probabilidad de terminar
con el novio, sugiriendo que experiencias más extremas de violencia física pueden movilizar,
en algunos casos, la decisión de romper con la pareja. No nos es posible descifrar con estos
datos cuándo opera en un sentido o en otro (perdonar o terminar) la mayor severidad de la
violencia, pero es sin duda un aspecto que requiere atención.
Se constata que cuando las adolescentes reciben violencia emocional en sus casas (ofen-
sas) esto propicia con mayor probabilidad que respondan perdonando a la pareja frente a la
violencia física y a la violencia sexual.
Un nivel educativo de secundaria o más en la madre de la adolescente reduce las razones
de probabilidad de que ésta, frente a intentos de sexo forzado, perdone a su novio; pero, con-
tradictoriamente, también disminuyen las razones de probabilidad de que termine con éste.
Finalmente, un nivel de compromiso alto o muy alto disminuye las razones de probabili-
dades de que las adolescentes terminen con su novio por una agresión sexual.
304
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Introducción
Para entender las violencias y discriminaciones que sufren cotidianamente las mujeres indí-
genas tomamos como referencia la interseccionalidad. El enfoque de la interseccionalidad,
acuñado por Crenshaw (1995), ha sido mayormente utilizado en los estudios sobre racismo
y discriminación hacia mujeres negras en Estados Unidos. Este enfoque apunta que las cues-
tiones de género no se agotan con el hecho de estudiar únicamente a la categoría género,
sino que para entender las “múltiples y simultaneas” violencias que viven las mujeres se debe
considerar también las categorías de etnicidad, raza y clase, ya que así se podrá entender por
qué además de sufrir violencia de género, las mujeres también sufren por ser negras y pobres.
Para las mujeres indígenas, la interseccionalidad también permite observar los privi-
legios a los que pueden acceder algunas mujeres y la violencia y discriminación que sufren
muchas otras. Para entender la violencia de género contra las mujeres indígenas, se deben
considerar factores tales como la raza, la clase, la religión, la orientación sexual, la ubicación
geográfica y el grupo étnico, entre los principales, pues dicha violencia no sólo se manifiesta
a través de la discriminación de género, sino que también adopta otras formas, tales como la
militarización de las comunidades indígenas, la exclusión social, la colonización y las políticas
públicas fallidas dirigidas a esta población (FIMI, 2006).
Con el auge del Zapatismo, se hizo evidente que las mujeres indígenas tenían sus propias
demandas, su discurso cuestionaba al feminismo hegemónico por haber tejido generalizacio-
nes sobre “la mujer”, sin haber reconocido que el género se construye de diversas formas y en
diferentes contextos históricos, como que las mujeres indígenas tenían sus propias concep-
ciones sobre “la dignidad de la mujer” y formas específicas de llevar adelante sus luchas y sus
alianzas políticas (Hernández, 2001). En este sentido, el enfoque interseccional y el feminismo
305
Mesa 15 - Familia, pareja y noviazgo
que proponían las mujeres indígenas (feminismo indígena) convergían en proponer un aná-
lisis que vaya más allá de la categoría de género, proponían un análisis sea interseccional pues
nos ayudaría, en gran medida, a entender el fenómeno de la violencia de género en contextos
indígena.
Fuentes de datos
Los datos con los que se trabajó en este artículo provienen de la Encuesta Nacional sobre la
Dinámica de los Hogares (ENDIREH) en sus versiones 2006 y 2011 para las mujeres que res-
pondieron hablar alguna lengua indígena. En la ENDIREH 2006 y 2011 se entrevistó a mujeres
de 15 años y más, indígenas y no indígenas, de las 32 entidades del país. Para cumplir con el
objetivo de esta investigación se trabajó únicamente con la base de datos de las mujeres que res-
pondieron estar casadas o vivir en unión libre al momento de la entrevista ya que se analizará
la violencia de género en el ámbito conyugal.
Objetivo
Presentar los factores más fuertemente asociados a la violencia de género que sufren las muje-
res indígenas analizada a través el enfoque interseccional.
Metodología
Resultados
306
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Tabla 1
Caracterísitcas Sociodemográficas de las Mujeres Indígenas
entrevistadas en la ENDIREH 2006 y 2011
ENDIREH
2006 2011
N % N %
Tipo de domicilio 1,633,808 100.0 1,876,747 100.0
Rural 858,723 52.6 1,068,864 57.0
Urbano 775,085 47.4 807,883 43.0
Grupos de Edad 1,633,808 100 1,876,747 100.0
15-19 50,730 3.1 50,298 2.7
20-34 534,877 32.7 607,534 32.4
35-49 577,597 35.4 654,229 34.9
50+ 470,604 28.8 564,686 30.1
Nivel de Escolaridad 1,633,808 100 1,876,747 100.0
Escolaridad muy baja 593,412 36.3 497,707 26.5
Escolaridad baja 946,066 57.9 1,215,422 64.8
Escolaridad intermedia 66,517 4.1 117,975 6.3
Escolaridad alta 26,074 1.6 44,792 2.4
No especificado 1,739 0.1 851 0.0
Tipo de unión 1,633,808 100 1,876,747 100
Unión libre 423,417 25.9 573,238 30.5
Casada 1,209,754 74.0 1,303,509 69.5
No especificado 637 0.0
¿Trabajó en el último año? 1,633,808 100 1,877,205 100
Sí 406,874 24.9 455,087 24.2
No 1,226,260 75.1 1,421,660 75.7
No especificado 674 0.0 458 0.0
Fuente: Elaboración propia con base en los microdatos de la ENDIREH 2006 y 2011.
Características sociodemográficas
307
Mesa 15 - Familia, pareja y noviazgo
Tabla 2
Estimaciones de los parámetros de las Odds Ratio
del modelo de regresión logística para las mujeres
de las Mujeres Indígenas entrevistadas en la ENDIREH 2006 y 2011
ENDIREH
2006 2011
OR IC (95%) OR IC (95%)
Tipo de domicilio
Rural (ref.) - - -
Urbano 1.255 (1.245-1.265) 0.965 (0.957-0.974)
Edad
15-19 (ref.) - - -
20-34 1.073 (1.048-1.099) 0.843 (0.821-0.866)
35-49 1.270 (1.240-1.300) 1.182 (1.150-1.214)
50+ 1.235 (1.205-1.266) 1.823 (1.773-1.874)
Escolaridad
Muy baja (ref.) - - -
Baja 1.281 (1.270-1.292) 1.281 (1.268-1.294)
Intermedia 1.247 (1.222-1.273) 2.008 (1.970-2.047)
Alta 1.198 (1.162-1.235) 1.029 (0.998-1.062)
Mujer trabaja
Sí 1.392 (1.380-1.404) 1.254 (1.242-1.267)
No (ref.) - - -
Ingresos por ayuda de familiares o
conocidos Sí 1.473 (1.455-1.491) 1.255 (1.230-1.280)
No (ref.) - - -
Edad cuando se casó con su pareja
actual 12-25 2.663 (2.566-2.763) 2.772 (2.674-2.874)
26-35 2.117 (2.036-2.201) 2.215 (2.133-2.300)
36+ (ref.) - - -
Tipo de unión conyugal
Unión libre (ref.) - - -
Casamiento (Civil, religioso o ambos) 1.084 (1.074-1.094) 0.797 (0.789-0.804)
Primer lugar en donde empezaron a
vivir juntos Solos como pareja (con o sin hijos) (ref.) -
Con sus padres u otros familiares de usted 0.983 (0.969-0.999) 1.478 (1.456-1.502)
Con los padres u otros familiares de su esposo 1.126 (1.117-1.136) 1.327 (1.314-1.340)
Otro 2.568 (2.419-2.725) 0.931 (0.843-1.028)
Motivos del casamiento
Se embarazó 1.764 (1.736-1.793)
La obligaron 3.614 (3.550-3.679)
A cambio de dinero sus padres arreglaron su matrimonio 3.018 (2.968-3.069)
Otro 2.458 (2.393-2.524)
Así lo quisieron y decidieron los dos (ref.)
Mujeres que sufrieron violencia en
la infancia De vez en cuando 2.372 (2.353-2.392) 1.570 (1.556-1.585)
Seguido 3.446 (3.403-3.489) 2.946 (2.908-2.985)
No le pegaban (ref.) - - -
Parejas de las mujeres que sufrieron -
violencia en la infancia De vez en cuando 2..321 (2.296-2.347) 2.032 (2.009-2.055)
Seguido 3.141 (3.101-3.181) 3.582 (3.534-3.631)
No le pegaban, ni lo insultaban (ref.) - - -
Fuente: Elaboración propia con base en los microdatos de la ENDIREH 2006 y la ENDIREH 2011. INEGI.
(*) Rechaza la hipótesis de que OR =1 con p-value ≤ 0.05.
Análisis multivariado
De los resultados obtenidos en los modelos de regresión logística multivariada (Tabla 2), se ob-
servó que en 2006 los factores que más fuertemente intervenían para que surgiera la violencia
de género eran la escolaridad de las mujeres, cuando la mujer ejercía alguna actividad que le
permitiera obtener ingresos, cuando las mujeres recibían ingresos de familiares o conocidos y
308
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
cuando las mujeres y sus parejas sufrieron violencia en la infancia. Para el año 2011, percibir
algún ingreso se confirmó como un factor que puede generar violencia de género, ya que el
hecho de recibirlo les permitiría tener cierta independencia económica; también con la forma
en la que empezaron su unión, es decir, el primer lugar en donde la pareja empieza su vida de
pareja podría determinar si en la relación se presentarán episodios de violencia y, además, la
variable sobre los motivos por los se fueron a vivir juntos, que no se preguntó en 2006, también
parece presentarse como un factor de riesgo, o sea, cuando las mujeres indígenas se casan obli-
gadas o que la familia arregla la unión a cambio de dinero, el modelo también indica que en la
relación también se podría vivir violencia.
Finalmente, otro dato que se revela importante en ambos modelos, es que cuando las
mujeres y sus compañeros sufrieron violencia en la infancia el riesgo de reproducir la violencia
en la vida conyugal también es alto. Por otro lado, la asociación entre el nivel educativo y la
violencia de género no es simple, siendo difícil identificar un patrón.
Consideraciones finales
Las encuestas aplicadas en México han intentado recuperar información sobre las mujeres
indígenas, sin embargo, para conocer la realidad de estas mujeres a partir de indicadores es
necesario que el factor etnicidad sea contemplado. Siendo así, se cree necesario que cuando las
encuestas tienen como población objetivo a las mujeres indígenas es necesaria, además de la
participación del INMUJERES, la participación de la Comisión Nacional para el Desarrollo de
los Pueblos Indígenas (CDI).
Dos hechos que merecen especial atención fueron: i) la ENDIREH 2011 haber pregun-
tado sobre el casamiento forzado. Esta variable ofreció información importante para nuestro
análisis, pues se observó que cuando las mujeres indígenas habían sido forzadas a unirse, la
posibilidad de vivir violencia de género aumentaba y ii) cuando las mujeres sufrieron violencia
en la infancia los resultados arrojaron que son más susceptibles vivirá sufrir violencia conyugal
durante la vida adulta.
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310
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Introducción
La violencia contra la mujer en las relaciones de pareja es un fenómeno complejo, que no tiene
una causa única, por lo que ha sido explicado desde varios modelos teóricos (Bosch y Ferrer,
2013; Echeburúa y Fernández-Montalvo, 1998), que toman en cuenta factores tales como el
sexismo, el amor romántico y las actitudes hacia la violencia.
En los últimos años la teoría del sexismo ambivalente ha tenido gran impacto, diferen-
ciando en el sexismo una forma más evidente de discriminación a la mujer, denominada se-
xismo hostil y otra más encubierta, llamada sexismo benevolente, actitud que considera a las
mujeres como frágiles y necesitadas de la protección de los hombres (Glick y Fiske, 1996).
Otro factor que al parecer guarda relación con la violencia de género en las relaciones de
pareja es el amor romántico. Este tipo de afecto enaltece el sufrimiento, la entrega total y eng-
loba una serie de mitos, es decir creencias difundidas socialmente sobre la supuesta verdadera
naturaleza del amor (Yela, 2003), que se relacionan con la justificación de conductas abusivas y
de control (Borrajo, Gámez-Guadix y Calvete, 2015). Es así que muchas mujeres no solo llegan
a aceptar comportamientos violentos de sus parejas, sino que incluso asumen la responsabili-
dad de las agresiones (Boira, Carbajosa y Marcuello, 2013).
En España, existe mayor incidencia de violencia de pareja contra la mujer de origen
inmigrante, que es en su mayoría latinoamericana (Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales
e Igualdad, 2015; OIM, 2015). Para aportar al mejor entendimiento de este vínculo, el pre-
sente trabajo analiza, en primer lugar, los principales mitos en torno al amor romántico, el tipo
de sexismo predominante y las actitudes hacia la violencia (i.e., culpabilización a la víctima,
aceptabilidad y tolerancia a la violencia en las relaciones de pareja), en mujeres inmigrantes
latinoamericanas residentes en España. En segundo lugar, se establece si en función de las
311
Mesa 15 - Familia, pareja y noviazgo
Participantes
La muestra está compuesta por 100 mujeres inmigrantes latinoamericanas, usuarias de los ser-
vicios que ofrece la Asociación “Por ti Mujer”. Los criterios de inclusión fueron: ser latinoa-
mericana, residir un año o más en España y ser mayor de edad. El rango de edad del total de
las participantes está comprendido entre los 18 y 65 años, con una media de 37.12 años (DT =
11.98). Los principales países de procedencia son: Ecuador con un 31%, Bolivia con un 18% y
Colombia con un 16% de las participantes. En relación al tiempo de residencia, el 27% lleva en
España de uno a tres años y el 74% tiene más tiempo residiendo en el país. La muestra posee
una media de tiempo de residencia de 9.41 años (DT = 6.08). En cuanto a su nivel educativo,
el 11% tiene estudios primarios, el 50% estudios secundarios y el 39% estudios universitarios.
Instrumentos
Análisis realizados
• Análisis descriptivos.
• Análisis de varianza univariante (ANOVA).
• Análisis de correlación de Pearson.
Resultados
Los resultados obtenidos (Tabla 1) indican que existe una predominancia del sexismo benevo-
lente (M = 3.37) en esta población. También encontramos que los principales mitos en torno
al amor romántico son: el mito de la pasión eterna (61%), seguido muy de cerca por el mito
del matrimonio (60%), el mito de la media naranja (52%) y el mito de la omnipotencia (47%).
312
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Con respecto a las actitudes hacia la violencia, el 86% de las participantes considera inaceptable
la violencia en las relaciones de pareja, sólo un 58% considera que tan pronto se sienta amena-
zada por su pareja debe denunciar y un 43% considera que una causa de la violencia de género
en las relaciones de pareja es la conducta provocativa de la mujer.
Tabla 1
Principales mitos del amor romántico y tipo de sexismo predominante
M DT Porcentaje (Acuerdo)
Sexismo
Hostil 2.19 1.186
1.260
Benevolente 3.37
En relación a si existen diferencias en los mitos del amor romántico, sexismo y actitudes hacia
la violencia con respecto a la edad (Tabla 2), los resultados muestran que las mujeres de 18 a
30 años presentan una aceptación significativamente menor a los mitos del amor romántico en
comparación con las mujeres de 31 a 65 años (F = 10.085; p = 0.002).
Con respecto al sexismo, los resultados indican que las mujeres de 18 a 30 años tienden
a mostrar menos nivel de sexismo que aquellas mujeres de 31 a 65 años, sin embargo, esta di-
ferencia es estadísticamente significativa solo con respecto al sexismo benevolente (F = 7.759;
p = 0.006). Con respecto a las actitudes hacia la violencia, existen diferencias significativas en
relación a la edad, es decir que las mujeres de 18 a 30 años culpabilizan menos a la víctima (F
= 5.191; p = 0.025), tienen menos aceptación (F = 6.647; p = 0.011) y menos tolerancia a la
violencia (F = 10.50; p = 0.002) que las mujeres de 31 a 65 años.
313
Mesa 15 - Familia, pareja y noviazgo
Tabla 2
Mitos del amor romántico, sexismo y actitudes a la violencia según la edad
Edad
De 18 a 30 años De 31 a 65 años
M DT M DT F
Mitos del amor romántico 2.45 0.535 2.85 0.659 10.085**
Sexismo
Hostil 2.05 1.198 2.95 1.178 1.027
Benevolente 1.95 1.125 2.65 1.127 7.759**
En relación el nivel de estudios (Tabla 3), los resultados señalan que existe menos ad-
hesión a los mitos del amor romántico, menos grado de sexismo y menos actitudes favorables
hacia la violencia en las mujeres con mayor nivel de estudios. Los análisis post hoc indican
que estas diferencias son estadísticamente significativas, con respecto a los mitos del amor
romántico (F = 5.482; p = 0.006) y la culpabilización a la víctima (F = 4.889; p = 0.009) entre
mujeres con estudios universitarios y mujeres con estudios primarios. En lo que respecta a la
aceptabilidad (F = 5.904; p = 0.004), tolerancia a la violencia (F = 9.246; p = 0.000), sexismo
hostil (F = 7.674; p = 0.001) y sexismo benevolente (F = 13.66; p = 0.000), las mujeres universi-
tarias presentan diferencias estadísticamente significativas en relación a aquellas con estudios
secundarios y a aquellas con estudios primarios.
Tabla 3
Mitos del amor romántico, sexismo y actitudes a la violencia según el nivel de estudios
Nivel de Estudios
Primarios Secundarios Universitarios
M DT M DT M DT F
5.482**
Mitos del amor romántico 3.16 0.45 2.74 0.68 2.49 0.55
Sexismo
Hostil 3.05 0.71 2.38 1.15 1.71 1.14 7.674**
314
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
13.66***
Benevolente 3.33 0.64 2.70 1.66 1.67 1.16
En relación al tiempo de residencia (Tabla 4), los resultados indican que, si bien se
observa una tendencia a presentar menor nivel de sexismo tanto hostil como benevolente y
menos actitudes favorables hacia la violencia en aquellas mujeres que llevan más de 3 años
viviendo en España, no existen diferencias estadísticamente significativas en las variables en
estudio en función del tiempo de residencia, salvo en lo referente a los mitos del amor román-
tico (F = 6.084; p = 0.015). Lo que indica que las mujeres que llevan de 1 a 3 años de residencia,
tienen más aceptación de los mitos del amor romántico que aquellas que llevan más tiempo
residiendo en España.
Tabla 4
Mitos del amor romántico, sexismo y actitudes a la violencia según el tiempo de residencia
Tiempo de residencia
1 a 3 años Más de 3 años
M DT M DT F
6.084*
Mitos del amor romántico 2.94 0.608 2.59 0.630
Sexismo
Hostil 2.56 0.97262 2.06 1.235 0.061
0.398
Benevolente 2.54 1.355 2.30 1.226
Con respecto a la relación entre los mitos del amor romántico, el sexismo y las actitudes
hacia la violencia (Tabla 5), los resultados muestran que existe una correlación positiva estadís-
ticamente significativa entre dichas variables, en otras palabras, a mayor adhesión a los mitos
315
Mesa 15 - Familia, pareja y noviazgo
del amor romántico y a mayor sexismo, tanto hostil como benevolente, mayor culpabilización
a la víctima, tolerancia y aceptación de la violencia.
Tabla 5
Correlaciones de Pearson entre mitos del amor romántico,
sexismo y actitudes hacia la violencia
Discusión y conclusiones
Los principales mitos en torno al amor romántico de las mujeres inmigrantes latinoamericanas
residentes en España son: el mito de la pasión eterna, mito del matrimonio, el mito de la media
naranja y el mito de la omnipotencia. Si bien son los mismos mitos que poseen las mujeres
españolas (Ferrer, Boch y Navarro, 2010), difiere el nivel de aceptación, sugiriendo que las
mujeres inmigrantes latinoamericanas dan más valor a la pasión y al matrimonio para toda la
vida. Se evidencia también una predominancia del sexismo benevolente. Estos resultados con-
cuerdan con otras investigaciones realizadas con población femenina (Malonda, 2014; Palacios
y Rodríguez, 2012). En relación a las actitudes hacia la violencia, los resultados indican que las
mujeres inmigrantes latinoamericanas residentes en España, presentan mayor tendencia a cul-
pabilizar a la víctima, más tolerancia y aceptabilidad de la violencia que la población autóctona,
esto tomando como referencia estudios realizados por Meil (2014) y Gracia, Fuente, Herrero
y Lila, M. (2010).
Con respecto a las variables sociodemográficas, los resultados de esta investigación, van
en la misma línea de otros trabajos (Alencar-Rodrigues y Cantera, 2014; Garaigordobil, 2013;
Gracia y Tomás, 2014) y sugieren que las mujeres con mayor nivel de estudios puntúan signi-
ficativamente más bajo en mitos de amor romántico, sexismo hostil y benevolente y actitudes
hacia la violencia; aquellas que tienen menos edad también puntúan significativamente más
bajo en mitos del amor romántico, sexismo benevolente y actitudes hacia la violencia, pero no
en sexismo hostil y aquellas que tienen menos tiempo de residencia en España puntúan signi-
ficativamente más alto en mitos del amor romántico.
316
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Esta investigación también arroja que a mayor adhesión a los mitos del amor romántico
y a mayor sexismo tanto hostil como benevolente, mayor tolerancia, aceptación de la violencia
y culpabilización a la víctima. Estos resultados van en la línea de otras investigaciones (Borrajo
et al., 2015; Glick, Sakalli-Ugurulu, Ferreira y De Souza, 2002) y permiten concluir que todo
estrategia para superar los mitos del amor romántico, las creencias sexistas y actitudes favo-
rables hacia la violencia que poseen las mujeres inmigrantes latinoamericanas residentes en
España, debe estar dirigida primordialmente a las mujeres recién llegadas, de mayor edad y
menor nivel de estudios y que todo esfuerzo por promover relaciones amorosas satisfactorias,
basados en el respeto, la autonomía y la igualdad de derechos, es positivo en cuanto repercute
a su vez en una disminución de la culpabilización a la víctima, la aceptabilidad y la tolerancia a
la violencia; aportando de esta manera en la lucha por la erradicación de la violencia de género
en las relaciones de pareja, problemática dentro de la cual la mujer inmigrante es de especial
vulnerabilidad.
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317
Mesa 15 - Familia, pareja y noviazgo
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318
Mesa 16
El presente trabajo está orientado a compartir una serie de reflexiones que han surgido a lo
largo de la implementación de talleres dirigidos a mujeres en situación de violencia. A partir
de los objetivos de este Encuentro, nos pareció pertinente hacer un contraste entre casos de
mujeres que han vivido violencia psicológica a la luz de lo que en ese rubro, enuncia la Ley
General de Acceso de las Mujeres a una vida libre de violencia.
El Centro de Apoyo a la Mujer “Griselda Álvarez” (en adelante CAM) desde su funda-
ción en 1983, ha estado integrado al movimiento feminista mexicano, coincidiendo con la
corriente del respeto a la igualdad en la diferencia y el empoderamiento de las mujeres para
incidir en sus propias vidas; esta perspectiva ha orientado todo su pensar y quehacer institu-
cional (Magallón, 2003).
Para desarrollar dicha intervención, ha implementado una metodología propia en aten-
ción de casos y cuyo proceso ha pasado por distintas modalidades hasta llegar actualmente a
los grupos de Concientización y Empoderamiento (CyE) donde se abordan una serie talleres
terapéuticos y educativos, para favorecer en las participantes procesos que las lleven a la so-
cialización y desnaturalización de la violencia, a la creación de redes de apoyo y lo más impor-
tante, a contactar con su propio poder para transformar y apropiarse del rumbo de su vida.
Sobre los talleres, éstos se imparten semanalmente a grupos conformados desde cuatro
a doce mujeres. Ante la multiplicidad de temáticas y gran cantidad de información generada
en estos espacios, hemos seleccionado cuatro casos tipo, cuya configuración nos da cuenta de
las formas que adopta la violencia psicológica. Para efectos de la elaboración de esta ponencia,
procedimos al análisis la información generada del seguimiento de las participantes y realiza-
mos un análisis con la codificación selectiva, en función del concepto tipo de violencia, en su
clasificación psicológica.
De acuerdo con la Ley General de Acceso de las Mujeres a una vida Libre de Violencia,
para el Estado de Colima, se pretende contar con este instrumento para eliminar la violen-
cia contra las mujeres y acerca de la violencia psicológica se define como: “Cualquier acto u
omisión que daña la estabilidad psicológica que puede consistir en: negligencia, abandono,
insultos, humillaciones, intimidación, coacción, devaluación, marginación, anulación, indi-
ferencia, comparaciones destructivas, rechazo, prohibiciones, condicionamientos, restricción
a la autodeterminación y amenazas, que provocan depresión, aislamiento, devaluación de su
autoestima e incluso el suicidio”. (Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia
para el Estado de Colima, 2006)
Fue de nuestro interés, observar que si la Ley contempla lo anterior como manifestacio-
nes de la violencia psicológica, y las mujeres se dan cuenta que están viviendo dichas situa-
ciones, serían una motivación para alimentar denuncias, defender sus derechos y de ser una
opción para ellas, terminar su relación de violencia.
Sin embargo, como lo describiremos más adelante, lo que hemos encontrado, es que las
participantes de los talleres, muestran cierta dificultad para reconocer que esas manifestacio-
nes que han vivido entran en la categoría de lo que se considera violencia, y se ha minimizado
al perderse en el discurso de la normalización.
Agrupamos en cuatro grandes rubros, las razones más comunes por las cuales, las muje-
res con quienes trabajamos llegan al CAM.1
1. La dinámica de pareja, ha tomado niveles más complejos, por ejemplo, fueron agre-
didas con una acción violenta tan fuerte que las despertó y decidieron cambiar algo
de su situación. Cabe decir que hay mujeres que reconocen haber sido maltratadas
por parte de sus padres, madres o hermanos, pero llegan animadas por la dinámica
insostenible que se da en el vínculo con su pareja. En este punto, precisamos que en
su totalidad son mujeres que tienen un vínculo heterosexual.
2. Alguien cercano (madre, hija, hermana, amiga, doctor, vecina) les sugiere acudir por-
que las observan deterioradas en su salud física y/o mental;
3. Ellas mismas acuden pensando en que si cambian algo, pueden “mejorar” su relación
de pareja.
4. Las mujeres se dieron cuenta de que su pareja, sostiene un vínculo con otra mujer.
Esto llama nuestra atención, porque al conocer el caso, la relación ha estado caracte-
rizada por la violencia pero no deciden solicitar apoyo sino hasta que se dan cuenta
de dicha “infidelidad”.
Para efectos de esta ponencia, nos dimos a la tarea de seleccionar intencionalmente, ca-
sos, que desde nuestra perspectiva sustentada por la Ley General de Acceso, podrían corres-
1
Fuente: Registros de elaboración propia.
322
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
ponder con lo que implica haber vivido o sobrevivido a la violencia psicológica. De lo anterior
podemos mencionar los siguientes casos:
Es una mujer de 40 años, con un alto nivel de instrucción, vivió con su pareja durante quince
años, acudió buscando ayuda a partir de haber vivido un intento de feminicidio, se encuentra
confundida por lo ocurrido y al vincularse a los talleres y a partir de que se aborda el tema de
los tipos y manifestaciones de la violencia, se da cuenta de que desde el inicio de su relación
vivió violencia y no lo consideraba como tal.
Recuerda que él usaba frases para subvalorar su trabajo, recriminar el hecho de que haya
logrado un grado académico más alto, y desde el periodo del noviazgo ocurrieron situaciones
marcadas por el menosprecio y en el matrimonio una constante evasiva de otorgar bienes. En
su discurso se hace evidente que no conoce sus derechos, tiene miedo de empezar un trámite
y de interponer una denuncia.
Alma (Caso 2)
Acudió al CAM porque se enteró que su marido tenía una relación con otra mujer, al mismo
tiempo que con ella, desde algunos meses. Su marido decidió irse una vez que nació su primer
hijo, al ver que desde su nacimiento tenía una discapacidad. Al irse de la ciudad quedó sin
seguridad social, sin recursos y ella no trabajaba debido a que su hijo le demandaba cuidados
especiales. Hoy sabemos que esa práctica, recibe el nombre de ghosting, dado que no hay ma-
nera de saber su paradero.
Al trabajar de manera cercana en los talleres con Alma, ella contaba que al escuchar el so-
nido que hacía un conjunto de llaves, característico de la llegada de su esposo a casa, empezaba
a sentir pánico, trataba de tener todo listo en casa (limpieza, comida, encargos especiales), pero
menciona “nunca era suficiente”, empezaban las discusiones y cada vez subían de intensidad.
Jaqueline (Caso 3)
Llegó al CAM alertada por su doctor, quien mencionó de los estragos que estaba haciendo el
estrés en su salud. Con múltiples malestares que finalmente vieron su punto más álgido en
un padecimiento lumbar, razón por la cual, se le sugirió hacer ejercicio, decidió ingresar a un
espacio al aire libre y relata “es el único momento en que podía salir de la casa sin tener proble-
mas y tener que dar explicaciones”
Jaqueline tiene casi 35 años de matrimonio, al hacer un relato a partir de una actividad
que promovía hacer un recuento de su historia de vida, mencionó: “pues ya tengo 32 años
323
Mesa 16 - Consecuencias sobre la salud
casada y creo que es inútil, él no cambiará”. La violencia que vive, es constante, se encuentra
vigilada, un control continuo, sin permitirle salir a la calle, ver a sus familiares y menos desa-
rrollar una actividad remunerada.
Sara (Caso 4)
Mujer de 45 años, con 22 de matrimonio. Trabajo estable y con todas las prestaciones, ella sos-
tenía el hogar. Ella acudió al CAM por recomendaciones de alguien más y mostró en un inicio,
mucho interés en aprender estrategias para mejorar su matrimonio.
Él aportaba solo una mínima cantidad mensualmente. Adquirían deudas para garantizar
la educación de sus hijos. Pero era una constante las discusiones y recuerda que posterior a
cada discusión, él hacía un trabajo de herrería para la casa, dado que ese era su oficio, en una
especie de intento de “luna de miel”.
Con el paso del tiempo, esa expectativa cambió, mediante la información compartida en
los talleres, Sara se dio cuenta que estaba viviendo violencia, el sentirse presa del miedo cada
vez que ellos hablaban, daban fe de que en efecto, era una mujer que se encontraba viviendo
violencia. Ella a pesar de darse cuenta que no era normal lo que estaba viviendo, nunca solicitó
apoyo o realizó una denuncia.
Conclusiones
De los cuatro casos mostrados anteriormente se enuncian las siguientes reflexiones que surgen
del proceso de acompañamiento de los mismos y ahora revisarlos a la luz de lo que dice la Ley
general de acceso, podemos enunciar lo siguiente:
Como observamos en el Caso 1. La usuaria (nombre con que identificamos al sujeto:
mujer que acude a solicitar apoyo) solicitó apoyo hasta que vio el riesgo de ser asesinada y ella
misma pensó que era demasiado, pues tuvo implicaciones en otras áreas de su vida.
Es difícil que las mujeres decidan poner fin a relaciones de violencia, pues se encuentran
en un aislamiento, sin recursos y redes, inclusive su misma familia les dice frases como: “tú te
casaste con él, ahora aguanta”.
Es común tambien que las usuarias, dicen que no quieren que sus hijos crezcan sin papá,
priorizando el modelo de familia tradicional. O bien, el hecho de que las mujeres ven la rela-
ción desde lo que mandata el amor romántico y aún dicen amar a su agresor, pensando que él
puede cambiar. Otras sienten el peso que tendrían que soportar al ser juzgadas una sociedad
que vea una separación o el divorcio como un fracaso. Y que esta misma creencia podría ali-
mentar su motivación para permanecer en los talleres para solucionar sus problemas de pareja.
Por otro lado, las mujeres dicen desconocer los tipos de violencia, por lo que entonces
algunas viven situaciones pero no saben que ello es violencia, principalmente a razón de no ser
324
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
golpeadas o maltratadas físicamente, a lo que se une la naturalización por parte de ellas y de sus
pares, manifestado en frases como: “Todo los hombres/relaciones son así” “Aguanta, él va cam-
biar” “Sólo me grita, no me golpea” “Es un buen hombre, me da dinero y no les hace falta nada ni
a mí ni a mis hijos” “Esta es mi cruz” “En todas las relaciones hay problemas”.
Observamos en la historia de vida de las mujeres, un constante ajuste a las necesidades
de su agresor, culpa, pérdida de confianza en proyectos nuevos y sobre todo en sí mismas.
Como plantea Hirigoyen (2006) es importante comprender la violencia psicológica como una
manifestación no menor a la física, en su argumento afirma que las personas que viven violen-
cia física, son personas a las que con dificultad puede someterse o manipularse, sin embargo,
con las personas con quienes se les ejerce violencia psicológica, es la estrategia que se ha en-
contrado idónea para mantener el poder y el control, sin que sea preciso llegar a los golpes.
Los casos estudiados y muchos otros, dan cuenta que son mujeres que no pueden tener
libertad de decidir, de salir, de socializar, los golpes no son la constante en su vida, pero simple-
mente están bajo el control y dominio de su agresor.
Finalmente, sabemos que estamos en un sistema heteropatriarcal que favorece y facilita
la violencia contra las mujeres, lo que permite explicar que aunque desde hace 10 años existe
la Ley de Acceso General de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, constatamos en los
últimos 2 años es que las mujeres que viven violencia psicológica rara vez suelen verlo como
una herramienta para liberase de su relación de violencia.
Muchas porque no lo conocen y cuando si lo conocen no saben cómo usarlo y saben que
cuando se quiere eliminar la violencia psicológica no se cambia sólo una parte de su relación
sino son grandes cambios en diferentes áreas de su vida. Y esto, les causa más temor que la
situación conocida y familiar que es precisamente ser violentadas.
Bibliografía
325
Mesa 16 - Consecuencias sobre la salud
Descripción
En el presente documento se analizan algunos de los indicadores que tratan de explicar cuá-
les podrían ser las secuelas traumatizantes ante el abuso sexual infantil incestuoso en la vida
adulta de las mujeres, así como las esferas que se verían afectadas a lo largo de las diferentes
etapas del desarrollo psicosexual de éstas, basados principalmente en el Modelo de Dinámica
Traumatogénica de Finkelhor y Browne.
Palabras clave: Abuso sexual infantil incestuoso, secuelas, disociación, victima.
Introducción
326
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Podestá y Rovea (2003), Trabajadoras Sociales argentinas, definen el incesto como una forma
de abuso sexual infantil, referida en el contexto de la propia familia, sobre la cual pesa la in-
terdicción legal y cultural para su realización, donde el abusador puede ser el padre, hermano,
abuelos, tíos, padrastros o familiares cercanos ligados a la víctima.1 De acuerdo con estas au-
toras, el tipo de incesto más común es el padre-hija y suele comenzar cuando la niña es muy
pequeña y se va complejizando y agravando a medida que se prolonga en el tiempo de despro-
tección de la niña.
El incesto compromete a los miembros de la familia a guardar silencio, la secrecía es un
acuerdo implícito entre los diferentes actores de este tipo de violencia sexual. Lo que no se dice,
es porque no ocurre, no existe, hablarlo implica amenaza de ruptura de lazos y desintegración
familiar. Los miembros del sistema familiar juegan diferentes roles en la conservación del se-
creto incestuoso. Se crean fenómenos dentro del mismo fenómeno: alianzas, diadas, culpas,
miedos, fobias, regresiones del desarrollo psicosexual, entre otros y que se relacionan directa-
mente con las dinámicas familiares establecidas en cada sistema.
De acuerdo con Finkelhor (1987), el abuso sexual es un concepto basado en el paralelo
con el abuso físico que enfatiza su motivación tanto agresiva como hostil, ya que el abuso se-
xual no es necesariamente ni agresivo ni hostil.2 En esta línea, es importante señalar que al estar
involucrados vínculos psicoemocionales, parentales consanguíneos o no entre el generador y
la receptora, la violencia física no suele estar presente en todos los casos de abuso sexual infan-
til incestuoso, debido a que con frecuencia la niña deposita en el adulto confianza y protección,
por ello podría aceptar la imposición del uso sexual de su cuerpo como una forma de estrechar
los lazos afectivos con el generador de la violencia sexual incestuosa.
Sin embargo, los investigadores especialistas en el tema, han encontrado casos docu-
mentados en adultos con vivencia infantil de abuso sexual infantil incestuoso, en donde no
1
Podestá, M., Rovea, O., (2003) Abuso Sexual Infantil Intrafamiliar. Un abordaje desde el trabajo
social. Buenos Aires, Espacio Editorial. P.23-24
2
Finkelhor, D. (1987) Abuso sexual al menor. Causas, consecuencias y tratamiento psicosexual.
P.32
327
Mesa 16 - Consecuencias sobre la salud
3
Azaola, E., (1993) El maltrato y el abuso sexual a menores, UAM, COVAC, UNICEF, México, P. 29
328
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
329
Mesa 16 - Consecuencias sobre la salud
Por otra parte, se ha observado que las manifestaciones traumatogénicas pueden presen-
tarse algún tiempo después o inclusive, hasta años posteriores al suceso de violencia sexual, ya
que las secuelas psicosociales pueden estar “anestesiadas” en el inconsciente de la niña y pre-
sentarse en la edad adulta cuando inician vida sexual activa consensuada; esto podría explicar
la amnesia selectiva que se observa en algunos casos de ASII8 con mujeres adultas.
Tabla 1
PRINCIPALES SECUELAS PSICOLÓGICAS
EN VÍCTIMAS ADULTAS DE ABUSO SEXUAL EN LA INFANCIA9
De acuerdo con los diferentes expertos en el tema, las mujeres sobrevivientes de algún tipo de
violencia familiar, incluida por supuesto la violencia sexual, suelen manifestar conductas de
baja autoestima, concepto de sí mismas empobrecido, introspección, depresión, inseguridad,
sentimientos de indefensión aprendida, conductas autodestructivas, tendencia a emparejarse
con hombres que ejercen violencia contra ellas, replicando en muchas ocasiones el estilo de
vinculación psicoemocional y afectiva aprendido en la infancia.
8
Para fines de este estudio, denominaremos ASII al Abuso sexual infantil incestuoso.
9
Cuadro tomado de Echeburúa, E., Guerricaechevarría, C., (2005) en Concepto, factores de riesgo
y efectos psicopatológicos del abuso sexual infantil. http://criminalisticaforense.com/images/Con-
ceptos_yefec.potol_gicos_delASI.pdf
330
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Fase de estigmatización
Finkelhor señala que el incesto ocurre en familias caracterizadas por un alto grado de aisla-
miento social; de acuerdo con él, dentro del este estereotipo, tales familias vienen de lugares
muy apartados, son pobres y de carácter híbrido10; sin embargo, el asilamiento no es en sí
misma una condicionante para que se presente el incesto, éste puede ocurrir en sistemas fa-
miliares que operan y se interrelacionan constantemente con otras familias y/o sistemas y que
mantienen un pacto intrínseco de secrecía que encubre el incesto por largo tiempo.
En las familias incestuosas, la “normalización” del fenómeno esta implícitamente ligado
a la construcción de los códigos familiares particulares; el mensaje intrínseco que se transmite
es que “no ocurre nada que no pase en otras familias”. La niña incestuada puede no tener pa-
rámetros de comparación con otros sistemas, debido en algunos casos, al aislamiento social en
el que se desarrolla y asume como real que todos los padres se relacionan de esa forma con sus
hijas, pues no conoce a otros padres ni a otras hijas, sin embargo, una vez roto el aislamiento,
puede percibirse como “diferente, rara”, y surge el estigma, construyendo en su imaginario
individual que lo que ocurre con su padre, no es precisamente una manifestación “normal” en
el establecimiento de lazos afectivos amorosos entre padres e hijas.
Disociación
Este fenómeno no está considerado dentro de las aportaciones del Modelo Traumatogénico
de Finkelhor y Browne, sin embargo se requiere dado la complejidad y frecuencia con la que
se observa dentro de las Secuelas Traumáticas, hacer un cruce conceptual con Spiegel, (1993)
quien señala que se entiende por disociación una “forma especial de conciencia en la cual
eventos que normalmente estarían conectados, se encuentran separados unos de otros”11. Es
un mecanismo por el que la víctima permanece apartada del trauma sufrido, bajo la forma de
una despersonalización o de un embotamiento físico y/o emocional que impide la experimen-
tación de dolor, y se traduce por una disrupción en la unidad de la conciencia y la identidad,
con funciones mentales separadas que operan de forma autónoma con grupos de memorias,
sentimientos y percepciones independizadas en compartimientos.12
10
Finkelhor, D. (1980) Abuso sexual al menor. Causas, consecuencias y tratamiento psicosexual.
México, PAX. Pp.42.43
11
Spiegel, D., Dissociación and Trauma. (1993) citado en: González, J., Pardo, E., (2007) Artículo:
Principios Éticos en la práctica pericial psiquiátrica. VIII Congreso virtual de psiquiatría (Interp-
siquis 2007). http://www.psquiatria.com/articulos/psquiatria_legal/29258/
12
González, J., Pardo, E., (2007) Artículo: Principios Éticos en la práctica pericial psiquiátrica. VIII
Congreso virtual de psiquiatría (Interpsiquis 2007). http://www.psquiatria.com/articulos/psquia-
tria_legal/29258/
331
Mesa 16 - Consecuencias sobre la salud
Como hemos podido observar, las secuelas en la vida adulta del abuso sexual infantil
incestuoso dependerán siempre de las particularidades de cada caso, ya que podemos afirmar
que todas las mujeres con vivencia incestuosa, presentaran alguno de los indicadores señala-
dos, ya que las secuelas traumáticas estarán determinadas por los contextos en que ocurrió el
fenómeno, de las redes de apoyo sociofamiliar, y sobre todo, de las herramientas y habilidades
intrapersonales de cada sobreviviente de incesto ante este tipo de violencia sexual en la infancia.
Finalmente resulta importante señalar que es un error conceptual ubicar a las mujeres
sobrevivientes de ASII como “víctimas” tal como lo señalan los diferentes especialistas, ya que
denominarlas en esa categoría las coloca en riesgo de ser visualizadas por el macro, el micro
y el exosistema social, así como de forma intrapersonal, en víctimas de incesto y por lo tanto,
seres vulnerables y frágiles, necesitadas de múltiples apoyos externos que las “rescaten” de su
rol de víctimas, y que al verse nombradas como tal, perpetúa en sus imaginarios individuales,
la figura de mujeres indefensas, heridas, vulneralizadas y lastimadas, carentes de habilidades y
recursos que les permitan resignificar el fenómeno incestuoso con estrategias propias.
Por ello se propone conceptualizarlas como receptoras de violencia sexual o en su caso,
sobrevivientes de ASII, más no como víctimas, dando mayor relevancia a las potencialidades
intrapsiquicas que puedan desarrollar a partir del reconocimiento del fenómeno incestuoso y
que genere en estas mujeres, la toma de conciencia que les permita identificar las violencias en
su entorno familiar, a fin de que generen cambios psicosociales que les permitan identificar
y visualizar las formas de vinculación maltratadora con la figura masculina aprendidas en la
infancia, adquiriendo estrategias resilientes que les faciliten la transformación a sobrevivientes
de violencia sexual en la infancia, pero no víctimas del delito incestuoso.
332
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Este trabajo tiene por antecedentes la historia de una familia residente en una comunidad
en la región de Río de Janeiro, Brasil. La investigación se originó durante el desarrollo de mi
maestría en antropología, donde abordé un proyecto social en esa comunidad. Actualmente,
durante mi doctorado, empecé un trabajo como psicóloga voluntaria con niños, además de mi
investigación antropológica.
Las “comunidades”1 en Brasil son una manera de referirse a las “favelas”, espacios habita-
cionales que se construyen de manera irregular, después de la abolición de la esclavitud, debido
a la pobreza. Son espacios donde muchas veces hay carencia de servicios básicos, además su
población sufre diversos tipos de violencia y estigmatización. En la comunidad investigada,
además de la violencia doméstica y de género, hay violencia proveniente del contacto con nar-
cotraficantes y de sus conflictos frecuentes con grupos rivales y con la policía, lo que trae par-
ticularidades a la manera con que los conflictos son resueltos.
El trabajo del antropólogo Simião (2005), en el Timor Leste, reflexiona acerca de distin-
tas maneras de mediar y ver las situaciones de violencia de género, que pueden o no, ser con-
sideradas así. Todavía, como dice Frías (2014), las niñas y las mujeres sufren distintos tipos de
violencia en su vida, en distintos ámbitos, siendo necesario visibilizar las diferentes violencias
para que la sociedad y el Estado las reconozcan y no sean silenciadas. Así, hay una tensión, de
un lado, entre lo que se considera en varios países como Derechos Humanos, las leyes oficiales,
políticas públicas, etc., y por otro lado, Simião, como otros antropólogos (ver Strathern), lla-
man la atención al hecho de que distintos grupos tienen diferentes maneras de percibir y lidiar
con los conflictos, de acuerdo con su cultura local.
333
Mesa 16 - Consecuencias sobre la salud
2
Investigación realizada en el município de Porto Alegre - Brasil, “Las mujeres declararon
fragilidades y limitaciones en la aplicación del instrumento legal, subrayando el incumplimiento
de las medidas protectivas por los agresores y la dificultad de los servicios de seguridad pública de
protegerlas efectivamente.” (Meneghel et. al, 2013, p.8).
334
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
favela tiene su ley”; entonces recurrieron a los traficantes. Luego ellos decidieron que era mejor
resolver allí mismo, pues el caso era grave. Los chicos iban a ser golpeados con una cuerda de-
lante de todos (María dijo que no quizo ver y no quería que fuera así, pues también tiene hijos,
quería que ellos respondieran ante la justicia formal), y que era deber de los propios padres
golpearlos “golpear a valer”, porque si fueran ellos iban a “golpear a matar” (los traficantes). El
castigo ya había sucedido.
En cuanto a Ana, su madre dijo que estaban evitando hablar de eso con ella, que no dor-
mía bien, lloraba, creía que todos eran malos y no se dejaba tocar cuando la iban a bañar. Otro
día en el grupo, le pregunté a Ana “cuál es su sentimiento?” Y ella dijo que tenía “un corazón
feliz y un corazón negro”. Le pregunté cómo era eso, ella dijo “cuando los demás se quedan con
el corazón feliz es porque conocieron a una chica”, “el negro es una cosa negra. Un frijol”. Ha-
blando con los niños comenté que el corazón negro para mí parecía medio triste, le pregunté si
ella estaba un poco triste y asintió. Después ella dijo “yo no soy débil”, “soy fuerte”.
Así se percibe que los niños no siempre quieren hablar de las situaciones vividas, y
cuando lo hacen, sobretodo si son más nuevos, como en el caso de esa niña, a veces lo hacen
en su lenguaje simbólico. De todas maneras, fue posible percibir efectos del abuso en su salud,
pues con frecuencia escogía emociones tristes como “llorando” o “gritando” y además, como
un intento de superar los efectos en su autoestima afirmaba que era fuerte y no débil. En el caso
del hermano, se puede percibir una reproducción de estereótipos que culpabilizan a la víctima,
cuando dijo que “su hermana hizo algo malo”.
El segundo caso se refiere a su mamá. En mis conversaciones con ella, me contó que su
marido a veces le pegaba. Ellos vivían juntos, solo el marido trabajaba y vivían en una casa
alquilada. Pasado un tiempo, surgió la oportunidad de vivir en otra casa. Así, María reunió
fuerzas, —me contó que tuvo miedo, pues una vez su marido casi la mata—, y le dijo qué se
iría solo con sus hijos para esa casa y que si él quería irse con ellos tendría que cambiar su
comportamiento. Dijo que él reaccionó con sorpresa, sintió la pérdida y desde entonces había
cambiado. Pasaron un tiempo de aparente paz, en el que él estaba siendo buen marido y sobret-
odo buen papá. Ella parecía felíz, aunque todavía no sabía si lo quería.
Cuenta que él fue su primer hombre, que estaban juntos desde que ella tenía 13 años y
él 18, hacia 12 años, también dijo que él no era así antes. Después que ella se casó, su padre
no la dejó volver a casa, diciendo que el matrimonio era para siempre y por lo tanto no pudo
separarse antes. Como reflexiona Simião, “la agressión física o sexual no siempre constituye,
a la luz de la sensibilidad jurídica local, un caso de crimen o conflicto a ser resuelto” (2005, p.
13). María también cuenta que su madre siempre había sido agredida por su padre. Así, se ve
claramente un aspecto generacional en las situaciones. Conforme Okin (1994), la familia se
constituye como el primer ambiente en el cual experimentamos como las personas tratan unas
a las otras, siendo la más influyente escuela de desarrollo moral.
335
Mesa 16 - Consecuencias sobre la salud
Menos de dos meses después, noté que María parecía no estar bien. Me contó que fue
agredida por su marido de nuevo. Comenzó diciendo que las cosas habían empeorado, me
contó acerca de la pelea que tuvieron, (...) él quiso ver su celular y ella le dijo que no, pues no
veía el de él; en la madrugada cuando ella estaba durmiendo, él fue a golpearla delante de sus
hijos. Me mostró el hematoma en su pierna y dijo que le había roto su celular, además dijo que
ya no lo quería y que él estaba en la casa de sus padres pero que la había amenazado. Lloró
cuando dijo que él conversó con Ana sobre la separación y cuando ella dijo que viviría con su
padre, preocupada de quedarse sin los hijos. Conforme Okin (1989), por el hecho de ser las
principales cuidadoras de los niños, su existencia hace que sea más difícil para las mujeres que
no dependan de sus compañeros, tornando la situación más compleja.
María dijo que iba a la comisaría, le sugerí que fuera a pedir orientación debido a que
tenía derechos. Habló sobre cómo sería recurrir a los traficantes y de que tenía miedo de lo que
podría suceder con él, a causa de sus hijos.
El otro día fui a la comisaría a informarme sobre las opciones para ella y ver cómo era
la “DEAM”3 de la ciudad. Estaba en el tercer piso de la comisaría normal, en una sala amplia
con un balcón donde estaba un policía dando la atención, sin privacidad alguna. Esperé que
una mujer saliera y le hablé al policía de la situación. Él dijo que por ser una “comunidad”
iban a tener dificultad para que el oficial fuera a entregar la notificación y que si tuvieran que
arrestarlo, también iban a preferir ir a su trabajo en lugar que a la favela. Así, se puede percibir
que no solo la favela tiene “su ley”, sino que además el Estado reconoce las dificultades de tra-
bajar en esos lugares.
Unos días después, hablé con María sobre su situación, me contó que su hermano fue a
hablar con los traficantes y que ellos le dieron un aviso a su ex-compañero de que no volviera a
agredirla. Dijo que seguía separada, que él estaba respetando las visitas a sus hijos y además que
habló con un abogado sobre la custodia. Así resolvió la situación. Semanas después, la misma
parecía estar bien, empezó a trabajar y se veía más fuerte y feliz.
Como apuntan Cordero y Teyes (2016), en la investigación sobre la resiliencia en situ-
aciones de violencia doméstica, la característica principal de esa conducta es la capacidad de
superarse ante las adversidades, ejerciendo una actitud de superación. Muchas veces se llevan
años para que las víctimas logren tener esa actitud, como en el caso citado, con numerosas
dificultades, pero cuando lo logran, son capaces de romper con la situación de violencia y
escribir una nueva historia para ellas y sus hijos, pues como dice Sanchéz (2013, p.111), “que
la madre se convierta en resiliente es uno de los factores más importantes para que los niños y
niñas también lo sean”.
3
Comisaría Especializada de Atención a la Mujer
336
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
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ción libre)
337
Mesa 16 - Consecuencias sobre la salud
Introducción
De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2016), 63% de las mujeres
mayores de 14 años ha vivido algún incidente de violencia y el 32% ha vivido violencia sexual.
Entre 2006 y el 2012 los suicidios entre mujeres aumentaron 4.6 veces y entre 2013 y 2015 fue-
ron asesinadas siete mujeres diariamente en el país.
El uso de drogas es uno de los factores que incrementa el riesgo de vivir violencia en las
mujeres, debido al estigma que recae sobre esta práctica social (Romero, 2011). Las mujeres
que usan drogas, al transgredir los valores tradicionales de género, pierden la respetabilidad en
todas las áreas de su vida (Romero, 2011), lo que legitima toda clase violencias, al tiempo que
las naturaliza e invisibiliza. Así, aunque se reconoce la importancia creciente de la violencia y
la necesidad de diseñar políticas y programas de protección a la mujer, las mujeres que usan
drogas, sus necesidades y contextos específicos de violencia son pocas veces tenidos en cuenta.
El objetivo de este documento es describir las experiencias de violencia reportadas por
mujeres que se inyectan drogas en diferentes momentos de sus biografías y algunas carac-
terísticas individuales y de contexto que incrementan la intensidad y la frecuencia de estas
experiencias. Adicionalmente, se propone el marco de la sociología de las emociones como un
referente desde el cual analizar el impacto de esas experiencias de violencia en los patrones de
uso problemático de drogas.
Metodología
Se realizaron ocho entrevistas en profundidad durante el mes de junio de 2013. Las entrevistas
buscaban recoger información sobre las trayectorias de uso de drogas en mujeres que se inyec-
tan drogas. Las experiencias de violencia no fueron un elemento considerado al momento del
diseño de las entrevistas, pero emergieron de manera consistente en todos los relatos.
* Instituto de Investigaciones Sociales unam.
° http://dx.doi.org/10.22201/crim.UNAM000001c.2017.c48
Todos los derechos reservados.
Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de
los derechos patrimoniales.
338
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Hallazgos
339
Mesa 16 - Consecuencias sobre la salud
El inicio del uso de drogas, marca para varias de las entrevistadas la entrada en una red de
socialización, principalmente masculina. Aunque esta red ofrece un espacio de pertenencia y
desparpajo en medio de unas condiciones de vida caracterizadas por un intenso sufrimiento
social, al mismo tiempo las expuso a nuevos escenarios y actores de violencia, esta vez por
fuera de la familia.
A medida que pasaban más tiempo en el grupo de pares, fueron experimentando ma-
yor cantidad de experiencias de violencia desde insultos y humillaciones colectivas, hasta vio-
laciones. Los episodios de violencia condujeron en la mayoría de los casos a incrementar la
intensidad en el uso de drogas, convirtiéndose en una estrategia que les ayudaba a aliviar las
emociones de exclusión, el miedo y el desamparo constante en que vivían.
Tener una pareja hombre que se encargara de comprar la droga, aparece en este contexto
como un factor de protección frente a las violencias a las que se pueden enfrentar en los lugares
de consumo. Así mismo, consumir en lugares privados como la casa o el cuarto de hotel, es
otro factor que las protege contra la violencia en los lugares de compra-venta-uso de drogas.
Sin embargo, ello conlleva a otro tipo de violencias, entre ellas, el sometimiento a la voluntad
del varón sobre cuándo comprar y usar drogas, con quién socializar, en qué espacios estar pre-
sente, la oposición de la pareja a que ella deje de usar drogas si así lo desea y verse obligada a
inyectarse después de su pareja.
Todas las mujeres entrevistadas reportaron haber sido víctima de violación en diferentes mo-
mentos de sus biografías. La mitad de ellas reportó haber experimentado el evento antes de
los 15 años y una tercera parte reportaron haber tenido varios eventos de violencia sexual en
su curso de vida. En los relatos, esta violencia aparece perpetuada por familiares cuando aún
vivían con sus familias de origen, por otros usuarios de drogas en los espacios de compra-ven-
ta-uso, por clientes de trabajo sexual, por padrinos en los centros de tratamiento, por agentes
de seguridad del estado y por desconocidos que las levantan de sus lugares de encuentro y/o
trabajo.
Las entrevistadas que se ocupan como trabajadoras sexuales, presentaron mayores ex-
periencias recientes de violación, por parte tanto de clientes, de desconocidos y de la fuerza
pública, en comparación con las entrevistadas que tienen otras ocupaciones. El ser trabajadora
sexual las expone a contextos de mayor riesgo por los lugares que frecuentan, pero también por
340
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
la concepción patriarcal de que son mujeres disponibles sexualmente y también por el poco
acceso a la justicia que tienen estas mujeres, de modo que es una verdad de hecho, que hay una
alta impunidad en crímenes que se cometen hacia trabajadoras sexuales, quienes conscientes
de su posición social, ni siquiera consideran el denunciar.
Violencia institucional
Las mujeres entrevistadas reportaron enfrentarse de manera cotidiana con el estigma y la dis-
criminación por parte de prestadores de servicios de salud y agentes de seguridad del estado.
Particularmente, las mujeres que se inyectan drogas (MID) que están embarazadas no
encuentran opciones institucionales que les permitan disminuir y/o controlar su uso de dro-
gas, lo que las lleva a enfrentar en soledad el doble reto de ser dependiente a las drogas y estar
embarazada. Así mismo enfrentan violencia obstétrica, esterilización sin consentimiento y ne-
gación de los servicios de salud. En el caso de las entrevistadas que viven con VIH, el acceso a
tratamiento antirretroviral está condicionado a que deje de usar drogas y/o esté internada en
un centro de tratamiento, sin embargo, pocos centros de tratamiento aceptan a mujeres que
viven con VIH.
Por su parte, los agentes de seguridad del estado realizan detenciones arbitrarias y violan
el derecho al libre tránsito, las extorsionan y las acosan sexualmente. Ante el acoso policial su
estrategia es pasar desapercibida, intentando no tener marcas de inyección de drogas y evitar
estar en lugares frecuentados por la policía, situación que las obliga a recluirse en sus espacios
privados y las hace más dependientes de sus compañeros sexuales. Sin embargo, la condición
de trabajo sexual las obliga a ser visibles y a ser reconocidas por la fuerza pública, razón por la
que, en ellas, el acoso policial es una constante.
Discusión
Los resultados evidencian que la clase social, el trabajo sexual y el uso de drogas se intersectan
con la condición de género, aumentando la vulnerabilidad de las MID a vivir situaciones de
violencia.
Desde una perspectiva estructural de las emociones, se explica que estas están anida-
das en la estructura social y en tal sentido, son las propiedades estructurales de la interacción
social, anclada situacionalmente, las que determinan la naturaleza de la experiencia emocio-
nal (Barbalet, 1998). Adicionalmente, la perspectiva de la acción ritual, nos describe que las
emociones permiten anticipar consecuencias de la acción y acomodarla para obtener el mejor
resultado posible de la interacción social. En ese sentido, las emociones tienen un componente
cognitivo importante, que se refuerza en el marco de cada nueva interacción, por ello, la acu-
341
Mesa 16 - Consecuencias sobre la salud
mulación de experiencias de violencia a lo largo del curso de vida, genera unos aprendizajes
particulares de las maneras de interactuar con los otros y de presentarse en el mundo.
En este caso, son mujeres, pobres, que usan drogas intensamente. Estas tres caracterís-
ticas, las ubica, en diferentes en posiciones de subordinación, desde donde aprenden que ellas
son responsables de las violencias que enfrentan y que es “normal” enfrentar tales situaciones
violentas, en tanto ellas de alguna manera “se lo buscaron” y por tanto, no son sujetos de dere-
chos. En este contexto, el uso intenso de drogas les permite acceder a momentos de placer y a
lidiar con las situaciones traumáticas que han vivido a lo largo de su vida y que no han podido
elaborar, ni siquiera nombrar en muchos casos.
Summers-Effler (2004) plantea justamente que, en contextos de sufrimiento social, como
a los que se enfrentan las mujeres de esta muestra, los sujetos desarrollan estrategias defensivas,
que les permiten sobrevivir en el corto plazo, pero que a la larga no sólo lleva a la preservación
de la estructura que genera la situación de violencias, sino que termina con la vida de quienes
desarrollan tales estrategias, pues al no cuestionar la estructura de relaciones sociales que favo-
recen estas situaciones, las violencias continúan hasta que ellas encuentran la muerte sea por
la vida de la violencia física o de una sobredosis. El uso intenso de drogas puede considerarse
pues una estrategia defensiva, pues es lo único que estas mujeres pueden controlar, es el único
escenario desde dónde han aprendido a lidiar con el dolor y el trauma y a experimentar placer.
En este sentido, las políticas de salud deben reconocer los efectos de las violencias que
enfrentan las MID para mejorar la atención a la salud mental y al uso problemático de drogas.
Diseñar programas de atención a víctimas de violencia específicamente dirigidos a mujeres que
usan de drogas es fundamental para generar espacios de reparación y deben considerados den-
tro de los programas de tratamiento para el uso problemático de drogas. Hablar de los traumas
vividos, reconocerlos, narrarlos es el primer paso para la reparación de los mismos y desde allí
acompañar a estas mujeres en la búsqueda de otras alternativas de interacción social.
La lucha contra el estigma y la discriminación hacia las mujeres que usan drogas es una
línea de acción fundamental en el marco de la lucha contra violencia contra las mujeres en Mé-
xico, en tanto implica reconocerlas como sujetos de derechos y develar las múltiples violencias
que enfrentan y que minan el ejercicio de su ciudadanía.
El diseño e implementación de programas específicos para MID requiere de informa-
ción oficial sobre esta población, lo que implica presionar por levantar información sociode-
mográfica, mejorar la calidad de los datos existentes, generar estadísticas sobre uso de drogas
desagregadas por sexo y abrir la reflexión sobre los sesgos de género en los instrumentos que
miden prevalencia de uso de drogas.
La criminalización del uso de drogas, ubica a las MID en un lugar de frontera de los
derechos. Es necesario reconocer a las usuarias como ciudadanas y como tal, con derecho a
decidir autónomamente sobre su cuerpo, sobre su fecundidad y su maternidad. Requerimos
una política integral de salud que reconozca la heterogeneidad del universo de personas que
342
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
usan drogas y sus necesidades diferenciadas de salud, al tiempo que los reconozca como suje-
tos derechos, no como enfermos, ni criminales.
Referencias
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343
Mesa 16 - Consecuencias sobre la salud
Villatoro-Velázquez, J., Oliva Robles, N., Fregoso Ito, D., Bustos Gamiño, M., Mujica Salazar,
A., Martín del Campo Sánchez, R., Nanni Alvarado, R., Medina-Mora, ME, (2015). En-
cuesta Nacional de Consumo de Drogas en Estudiantes 2014: Reporte de Drogas. Mé-
xico, DF: Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz.
344
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Resumen
La trata de seres humanos con fines de explotación sexual comercial constituye una grave vul-
neración de los derechos humanos, cuyas víctimas son en su mayoría mujeres y niñas, que son
más vulnerables a la explotación. A pesar de que la trata de personas es un problema que ha
cobrado magnitud mundial, podemos encontrar claras expresiones del anterior problema en
el ámbito local.
Tlaxcala es un estado conocido e identificado como foco rojo de un problema que cada
vez cobra más fuerza, en detrimento de la vida de las mujeres. Por su parte y en el aspecto
individual, el impacto psíquico de un acontecimiento estresor que supere la capacidad de res-
puesta de la víctima determina un daño que se hace evidente en el caso de la explotación sexual
comercial, en las que la sintomatología psicopatológica va a persistir de manera prolongada. Es
pertinente mencionar que el presente escrito es tan solo un apartado de un trabajo más amplio
en el que se estudia la trata de mujeres como una “construcción social” en comunidades del sur
del estado de Tlaxcala. Por ende y para los fines de este apartado, nuestro objetivo principal
pretende analizar las repercusiones psicológicas y el grado de deterioro de la salud emocional a
causa de la violencia y sus distintas manifestaciones en mujeres en condición de trata y explota-
ción sexual comercial en la zona Tlaxcala-Puebla. Además, describir los episodios de violencia
física, sexual y psicológica a las que son sometidas las mujeres y determinar la evolución del
estado de salud al que son expuestas. Para llevar acabo lo anterior, se optó por un enfoque
de investigación cualitativo en donde los relatos de vida y la entrevista psicológica fueron las
principales técnicas de investigación al permitir hacer una búsqueda directa de información
respecto a las repercusiones de la violencia sobre las mujeres en condición de trata como un
problema situado en el contexto de la propia experiencia personal y en el marco de las pautas
culturales, valores y creencias de las mujeres entrevistadas. Finalmente, nos encontramos ante
345
Mesa 16 - Consecuencias sobre la salud
mujeres que padecen trastornos adaptativos ansiosos o depresivos, trastornos por estrés en sus
distintas formas, alteraciones en la regulación del afecto, alteraciones de la conciencia, en la
percepción y en casos aún más graves disociación y transformación permanente de la realidad.
Palabras clave: Trata, explotación sexual comercial, salud emocional, repercusiones psico-
lógicas, mujeres.
I. Introducción
La trata de personas florece, el negocio mundial con la “mercancía humana” alcanza hoy di-
mensiones similares al tráfico de drogas y armas (UNODC, 2016). La mayor parte de las víc-
timas son mujeres, niños y niñas a quienes se explota en la industria del sexo o como mano de
obra barata, también en matrimonios forzados, adopciones ilegales e incluso para la extracción
de órganos. Los derechos humanos no cuentan en ese negocio.
De acuerdo con el informe Anual sobre trata de personas del Departamento de Estados
Unidos, cada año entre 600, 000 y 800, 000 personas cruzan las fronteras internacionales como
víctimas de trata; de esta cifra el 80% son mujeres y niñas y el 50% menores de edad. Por su
parte, la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2012) señala que del total de personas
sometidas a trabajos forzados como consecuencia de la trata (calculado por ese organismo en
2,450,000) alrededor del 56% de las víctimas con fines de explotación económica o laboral son
mujeres y niñas y el 44% restante son hombres y niños. Asimismo, el caso de trata con fines
sexuales una abrumadora mayoría del 98% es ocupado por mujeres y niñas.
Estas primeras estimaciones muestran una realidad ineludible: la trata de personas es un
crimen que no es neutral en términos de género y que afecta a las mujeres de manera despro-
porcionada. No sólo por registrar la mayor parte de las víctimas incluso en el sector laboral,
sino porque las formas de explotación a las que son sometidas suelen ser más severas.
Además, es evidente que trata es una práctica delictiva respaldada por las estructuras y
las instituciones sociales que admiten y legitiman el uso de los seres humanos como mercan-
cías transables y que apruebas prácticas que fomentan la esclavitud mediante concepciones
misóginas sobre la sexualización de los cuerpos, el trabajo, las relaciones de poder asimétricas,
la dominación y el sometimiento. De acuerdo con el “Protocolo de Palermo” (2000), la trata
de personas es:
346
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Es necesario hacer notar que los contextos de prostitución, explotación sexual y trata sexual no
son aparentemente fáciles de desligar a pesar de los esfuerzos legislativos internacionales a la
hora de buscar diferencias. Y es que la industria del sexo:
(…) no discrimina ni hace diferencias entre ellas, sea cual sea su sexo, chicas jóvenes,
mujeres adultas, mujeres o niñas prostituidas o mujeres y niñas víctimas de trata. La
industria del sexo no rechaza ninguna demanda de explotación que provenga de los
clientes. Se asegura que sus necesidades siempre sean satisfechas. La industria del sexo es
insensible ante los actos de violencia perpetrados contra las víctimas, o contra su salud
(O’ Connor y Healy, 2006: 18).
Dicho lo anterior podemos observar que existen raíces comunes que detonan la entrada
tanto a la prostitución como a la trata sexual. De otro lado, se ha visto que estos dos fenómenos
van de la mano, son muy complejos y las diferencias para el caso de nuestro trabajo son sólo
347
Mesa 16 - Consecuencias sobre la salud
con fines de practicidad. Así, los siguientes extractos de testimonios de mujeres fueron recaba-
dos en un bar de la zona centro del estado de Puebla.
A grandes rasgos podemos hacer mención de los siguientes tipos de violencia ejercida en
contra de las mujeres en condición de trata y las principales expresiones de daño psicológico
sobre su persona:
a) Violencia sexual
(…) me pasó lo que a mi mamá, de repente me escape con mi novio. Haga de cuenta que
sí me violó, porque yo no estaba de acuerdo, yo era muy ignorante en eso, en ese sentido,
porque yo no conocía qué cosa quieren los hombres, no sabía cómo era un hombre (…)
no sabía que era el sexo, no sabía cómo nacía un niño, nada de eso, pero mi esposo creo
yo que iba con esa mentalidad de traerme nada más así (…) Fue una violación, sangré
mucho, no podía ni caminar (Blanca, 24 años).
b) Violencia física
(…) me golpeó, me golpeó y muy mal, porque me rasgo toda la ropa y todo, yo tenía
mucho miedo, y eso pasó. Todavía cuando me pegó eran como las cuatro de la mañana,
toda la noche a lidiar y me metía debajo de la cama y como tenía pelo largo hasta acá, y
me pegó y me sacó de los pelos agarrando, me jaló, ¡no, no,no! (Marta, 26 años).
348
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
(…) yo me acuerdo que al principio me pegaba, de que me metió a trabajar, más la pri-
mera vez que me tocó, eso es lo que todavía yo siento que no le puedo perdonar muy bien
(…) siento mucho miedo porque me amenaza (Marta, 26 años).
c) Violencia psicológica
(…) mis hijos sufren porque me ven llorando, pero a veces siento mucho dolor cuando
me acuerdo de como empecé en esto, ¡qué caro se paga cuando uno es desobediente!
(Marta, 26 años).
(…) yo nunca he tenido el cariño ni de mis padres, y yo nunca de nada ni de nadie (…)
estoy quedando como loca, porque me traen de un lugar para otro y ya no sé no lo que
es cierto (Blanca, 24 años)
Cabe mencionar que uno o varios trastornos se pueden presentar en las mujeres en con-
dición de trata, aunado a los ya expuestos cabe hacer notar la deteriorada autoestima y los po-
sibles trastornos de personalidad caracterizados por la desconfianza y suspicacia intensa frente
a los demás, algo lógico dada su condición y que se expresa como un mecanismo de defensa
ante los constantes daños o los que son sometidas.
Finalmente, la investigación empírica sobe la trata de personas y en específico la trata
con fines de explotación sexual comercial todavía es un tema tabú o considerado un tanto es-
cabroso para la comunidad académica. Reconocemos lo limitado de nuestro trabajo, por lo que
consideramos que hacen falta estudios sobre poblaciones más grandes y estudios a largo plazo
para conocer a profundidad los cambios en la salud después de la explotación. No obstante y
dadas las dificultades en este ámbito dichos trabajos son todavía simples pretensiones.
Fuentes consultadas
American Psychiatric Association (APA, 2015). Guía de consulta de los criterios diagnósticos del
DSM-5. Washington, USA.
Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH, 2016). Diagnóstico sobre la trata de perso-
nas en México. México.
Hernández G, Regina I. y María E, Martínez de Ita (2013). ‘La trata de mujeres con fines de
explotación sexual como expresión de violencia en el capitalismo patriarcal’. En: TECSIS-
TECATL, Revista electrónica de ciencias sociales. Vol.4. Nº15, diciembre de 2013, pp.1-16.
349
Mesa 16 - Consecuencias sobre la salud
O’Connor, M y Healy, G (2006). Los vínculos de unión entre la prostitución y la trata de seres
humanos con fines de explotación sexual: Guía informativa. Coalición contra el tráfico de
mujeres y Lobby Europeo de Mujeres. España.
Organización de las Naciones Unidas (ONU, 2000). Protocolo de las Naciones Unidas para pre-
venir, reprimir y sancionar la trata de personas especialmente mujeres y niñas. Suiza,
Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2012). El trabajo forzoso y la trata de personas.
Manual para los inspectores de trabajo. International Labour Office. USA.
United Nations Officce on Drugs and Crime (UNODC, 2016) Human trafficking law detabase.
Base de datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. Disponi-
ble en: http://www.unodc.org/cld
350
Mesa 17
Atención a la salud
de mujeres objeto
de violencia de género
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Resumen
El presente trabajo tuvo como objetivo, describir las etapas y procesos de cambio en el pen-
samiento de mujeres sobrevivientes de violencia desde el modelo Transteórico de Prochaska
y DiClemente. Se trabajó con 5 mujeres que actualmente estén separadas de su agresor. Las
técnicas de recolección de información fueron la autobiografía y la entrevista a profundidad.
Los resultados indican que para las mujeres, en el proceso de cambio, se consideró a la moti-
vación como un factor importante, apoyándose de elementos como la autoconfianza, la toma
de decisiones. También el cambio no fue lineal sino circular, es decir la mujer en ocasiones
retrocede a etapas y procesos anteriores, sin llegar a la precontemplación para la progresión a
la etapa de mantenimiento.
Palabras clave: violencia conyugal, mujeres, etapas, procesos, cambio.
Abstract
The present work had as aim, describe the stages and processes of change in the thought of
surviving women of violence from the model Transteórico de Prochaska and DiClemente. One
worked with 5 women who nowadays are separated from his aggressor. The technologies of
compilation of information were the autobiography and the interview to depth. The results
indicate that for the women, in the process of change, it was considered to the motivation as an
important factor, resting of elements as the autoconfidence, the capture of decisions. Also the
change was not linear but circular, that is to say the woman in occasions moves back to stages
and previous processes, without coming to the precontemplación for the progression to the
stage of maintenance.
Key words: conjugal violence, women, stages, processes, change.
353
Mesa 17 - Atención a la salud
Introducción
Uno de los efectos devastadores que tiene la mujer que es víctima de violencia conyugal, es
sentir traspasar el límite de su individualidad personal generando en ella sentimientos de infe-
rioridad e impotencia. El hecho de ser el blanco de este delito le acarrea experiencias traumá-
ticas como: desorganización de la conducta, incredulidad o negación de lo vivido, conmoción
y depresión (Vieyra, Gurrola, Balcázar, Bonilla y Vírseda, 2009).
En México, las primeras instancias que se ocuparon de trabajar con el fenómeno de la
violencia conyugal y sus víctimas fueron organismos no gubernamentales. Para el gobierno
mexicano el tema de la violencia intrafamiliar comenzó a adquirir verdadera importancia hace
una década y fundamentalmente en 1994 con los preparativos de la Delegación Mexicana para
la IV Conferencia y del Informe de México realizado por el Comité Nacional Coordinador
de la IV Conferencia Mundial de la Mujer. Estos niveles de violencia hacia la mujer superan
considerablemente los de los países desarrollados. Ello significa que requiere tomar en cuenta
aspectos que permitan diseñar una política que enfrente de manera integral el problema (Pé-
rez, 2011; citado en Torres y Vega, 2012). La violencia conyugal que se ejerce contra las mujeres
ha sido considerada por mucho tiempo como algo “natural” y de carácter privado. En México,
como en casi todo el mundo, persisten las creencias sobre lo que deben ser los comportamien-
tos femeninos y masculinos con base en estereotipos marcados llamados roles o construcción
de género. Se suele pensar que las mujeres son por naturaleza dulces, sumisas, sentimentales
y pasivas, mientras que los hombres son fuertes, activos, agresivos y dominantes (Del Río,
Amina y Flores, 2010, citados Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva,
2010).
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2015) de acuerdo con la situa-
ción de su actual relación de pareja, la violencia que ejercen dichas parejas en contra de las
mujeres es de distinto tipo y magnitud. Los datos señalan que la violencia física y/o sexual
alcanzo a 7.2% de las mujeres con expareja. La mayoría de las mujeres separadas o divorciadas
(77.7%), ha sido sometida a agresiones de todo tipo por parte de sus exparejas o sus exesposos
principalmente violencia física y/o sexual junto con alguna de otro tipo de violencia.
Solórzano (2001; citado en Quesada y Robles, 2003) refiere a partir de la evaluación
realizada al modelo de intervención que atiende a mujeres víctimas de violencia doméstica,
concluye que se integran al grupo de apoyo con problemas de autoestima, sin redes de apoyo
y desconocimiento de sus derechos; sin embargo, el proceso grupal se constituye en un factor
esencial para que ellas logren su empoderamiento y por ende, superen su situación personal.
El INEGI (2013), refiere la prevalencia de denuncia por violencia es escasa como lo reporta
que sólo casi dos de cada diez mujeres que vivieron violencia en su relación se acercaron a una
autoridad a pedir ayuda (13.6%). De ellas, 32.6% lo hizo a un ministerio público para levantar
una denuncia, otra proporción importante recurrió al DIF (32%), y en menor medida a otras
354
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
autoridades como son la policía (20%), la presidencia municipal o delegación (15.4%) y a los
institutos (estatales o municipales) de la mujer (9%).
Ante las estadísticas, el interés de realizar la presente investigación y describir las etapas
y procesos en el cambio de pensamiento de mujeres sobrevivientes de violencia conyugal, to-
mando en cuenta sus antecedentes de vivirla en algún momento de su vida. Para su explicación
de la violencia conyugal el Modelo de Prochaska y DiClemente plantea puntos importantes, este
modelo ha elaborado intervención en tratamientos para adicción al alcoholismo, sin embargo,
no existe el planteamiento en investigaciones sobre las etapas y procesos de pensamiento que
experimenta una mujer sobreviviente de violencia conyugal, donde actualmente ya no la viva.
Tomando en cuenta que los estudios e investigaciones asociadas a la violencia conyugal están
se enfocan a las consecuencias y posibles trastornos desencadenantes de la violencia cuando
una mujer es víctima de violencia conyugal.
El Modelo Transteórico de Prochaska y DiClemente (1979; citado en Álvarez 2010),
también puede clasificarse dentro de los modelos de tipo motivacional-individualistas, pero
su acercamiento al cambio es más multidimensional, pues comprende etapas y procesos de
cambio y variables. Las etapas de cambio constituyen la dimensión temporal de los cambios;
los procesos son las actividades iniciadas o experimentadas por una personal para modificar el
afecto, la conducta, las cogniciones o las relaciones interpersonales; las variables psicosociales
son las tentaciones, la autoeficacia y los balances decisionales. El modelo secuencia las etapas
sobre la base de plazos que la persona se fija para iniciar el proceso de cambio (Flórez, 2007;
citado en Álvarez 2010).
Método
Participantes
Técnicas
355
Mesa 17 - Atención a la salud
Procedimiento
Resultados
Se encontró que la mujer no desea separase o no quiere denunciar en las primeras etapas y eso
genera ambigüedad y ambivalencia. En el incremento de conciencia, las mujeres presentaron
ideas o pensamientos que anclaje a la justificación de la violencia conyugal. La toma de deci-
siones las mujeres disocian la violencia y el peso social, cabe señalar que un elemento impor-
tante para emprender la acción es el apoyo familiar para alejarse del problema (Prochaska y
DiClemente, 1994; citados en Flórez, 2007). Referente al balance que hacen las víctimas sobre
los costes y beneficios de proseguir o de abandonar la relación, las redes de apoyo social y las al-
ternativas disponibles si deciden abandonar la relación, el grado de satisfacción con su relación
de pareja y las expectativas de lograr una convivencia armoniosa a través de la inversión de más
tiempo mediante la toma de decisiones (Amor, Bohórquez y Echeburúa, 2006). Finalmente la
autoeficacia demostró ser un factor predictor altamente confiable de la progresión en las etapas
de acción y mantenimiento hacia un nuevo estilo de vida.
Conclusiones
El modelo de motivación al cambio no es lineal sino circular, es decir la mujer en ocasiones re-
trocede a etapas y procesos anteriores, sin llegar a la precontemplación, no pueden avanzar a la
siguiente etapa hasta hacer consciente a través de sus procesos cognitivos su problema. Existió
en todo el proceso de motivación al cambio el apoyo familiar; la figura materna y paterna son
factor importante para alejarse de la situación. Apoyarse de grupos religiosos, ser independien-
tes y fortalecer la autoeficacia teniendo confianza de enfrentar situaciones de riesgo, sin tener
356
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Tabla 1
Ejes de análisis del modelo de motivación al cambio
en mujeres sobrevivientes de violencia conyugal
Categoría de
Descripción Ejes de Análisis Indicadores
Análisis
Escasa o nula intención
“Etapa en la cual la de cambiar, Negación o
persona no presenta la minimización del problema,
intención de cambiar la Resistencia a las presiones
Incremento
Precontemplación conducta en el inmediato externas para alejarse del
de Consciencia
futuro” (Prochaska y Di- problema (violencia conyu-
Clemente 1994; citados en gal), Asumir la responsa-
Flórez, 2007, pp. 47). bilidad total del problema
(violencia conyugal).
“La persona está cons- Relieve Dramático Consciencia de la proble-
ciente de la existencia mática, sin embargo existe
de un problema, pero Autoreevaluación dificultad en exteriorizar su
todavía no ha hecho el vivencia, Sobrevaloración
Contemplación
compromiso para actuar” de la esperanza de cambio
(Prochaska y DiClemente Reevaluación Social del problema (violencia
1994; citados en Flórez, conyugal), Reacciones emo-
2007: 47). cionales sobre el problema.
Sentimientos de culpa
“Los individuos se
respecto a la decisión, Con-
proponen cambiar el
fusión para toma la toma de
comportamiento, han
decisiones, Balance decisio-
hecho un intento fallido de
Preparación Autoliberación nal (criterios de conducta
realizar una modificación
en alejarse del problema),
conductual” (Prochaska y
Elaboración de un plan para
DiClemente, 1994; citados
llevarlo a cabo y modificar
en Flórez, 2007: 48).
la conducta.
Aumento de conductas
Manejo positivas una vez alejada del
“Es una etapa en la que se
de Contingencias problema (violencia con-
observa la modificación de
yugal), Existe modificación
la conducta que presentan
al cambio, respecto al pro-
Acción los sujetos con respecto al
blema (violencia conyugal),
problema” (Prochaska y
Contracondiciona- Puesta en marcha acciones
DiClemente 1994; citados
miento para el incremento de
en Flórez, 2007: 47).
conductas positivas, Redes
de apoyo.
continúa
357
Mesa 17 - Atención a la salud
Tabla 1
Ejes de análisis del modelo de motivación al cambio
en mujeres sobrevivientes de violencia conyugal
Categoría de
Descripción Ejes de Análisis Indicadores
Análisis
Incremento de auto-
“Implica una continuación
Relaciones de Ayuda confianza y autocontrol,
del cambio: desarrollar
Estabilización del cambio y
el autocontrol y forta-
nueva etapa, considerarse
Mantenimiento lecimiento de la auto-
sobreviviente de violencia
confianza” (Prochaska y
Control de Estímulos conyugal, Mantenimiento
DiClemente 1994; citados
de conductas positivas para
en Flórez, 2007: 49).
prevenir recaídas
recaídas en su problema. Con todo ello, las mujeres adquieren nuevas conductas para mejorar
su calidad de vida a través de una serie de etapas y procesos que no siempre son lineales y le
permiten alejare del problema de violencia conyugal.
Referencias bibliográficas
Álvarez, L. (2010). Modelos psicológicos del cambio: Los modelos centrados en el individuo
a los modelos psicosociales. Psicología y Salud; 20(1), 97-102.
Amor, P., Bohórquez, I. y Echeburúa, E. (2006). “¿Por qué y a qué coste físico y psicológico
permanece la mujer junto a su pareja maltratada?”. Acción Psicológica; 4(2), 129-154.
Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva (2010). Atención Psicológica a
Mujeres en situación de violencia: Lineamientos y Protocolos. Secretaria de Salud, Primera
Edición, ISBN 978-607-460-140-4 México.
Flórez, L. (2007). Psicología Social de la Salud: Promoción y Prevención. Colombia: Manual
Moderno.
Instituto Nacional de Estadística y Geografía: INEGI (2015). Estadísticas a propósito del Día
Internacional de la Eliminación de la violencia contra la Mujer. Disponible en (http://
www.inegi.org.mx/saladeprensa/aproposito/2015/violencia0.pdf). Consultado 31 de
enero 2017.
Quesada N. y Robles M. (2003). Factores de Resiliencia de las Mujeres sobrevivientes de Violen-
cia Conyugal. Tesis Doctoral. Costa Rica: Universidad de Costa Rica.
Torres, B. y Vega, G. (2012). Los grandes problemas de México. México: El Colegio de México.
Vieyra, C., Gurrola, G.M., Balcázar P, Bonilla, M.P. y Vírseda, J.A. (2009). Estado de Salud
Mental en Mujeres Víctimas de Violencia Conyugal que acuden a la Procuraduría Gene-
ral de Justicia del Estado de México. Psicología Iberoamericana; 17(1), 57-64.
358
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Antecedentes
Objetivos
Con esta propuesta se ha buscado propiciar, en primer lugar, procesos de catarsis personal y
grupal, crecimiento de la autonomía y empoderamiento de las mujeres, al cuestionar los roles
impuestos de género. También se ha querido sensibilizar e impulsar cambios en las representa-
ciones sociales asociadas a las violencias de género.
* Investigadores de Cultura Joven A.C., Centro Cáritas de Formación para la Atención de las Farma-
codependencias y Situaciones Críticas Asociadas A.C. y Colectiva al desnudo.
Correos electrónicos: pili.hinojosa@gmail.com y jmachin85@gmail.com
° http://dx.doi.org/10.22201/crim.UNAM000001c.2017.c53
359
Mesa 17 - Atención a la salud
Metodología
Las diversas intervenciones que se han desarrollado están basadas en la creación artística como
expresión de una estética liberadora y en elementos teórico-metodológicos del meta-modelo
transdisciplinario denominado ECO5 (Machín, 2017), desarrollado originalmente en México
pero que al día de hoy se ha aplicado en 15 países. En particular, se emplea la disciplina del
Sumi-e (tinta negra, en japonés), que tiene sus orígenes en Asia en el siglo V, asociada a los
monjes de la secta Zen, que tenían como hábito la meditación y compartían con el Sumi-e
la interpretación de la naturaleza (Parente, 1996; Racionero, 1999). En el Sumi-e se trata de
captar la energía y esencia del modelo, a través de la contemplación y meditación, para así
encontrar la manera de ser uno mismo con la naturaleza. La expresión debe ser espontánea
y la pincelada debe hacerse de forma segura y sin juicio, jamás un trazo se intentará corregir.
La intención de esta forma de expresión no es la representación fiel del modelo, su objetivo es
plasmar el carácter y esencia de la persona que pinta. Las expresiones zen pueden representar
lo que somos, son como un espejo del alma. En su práctica permiten mejorar la autoestima y
la seguridad en sí mismo.
A continuación se describen algunas de las experiencias de este proyecto.
Expresiones Zen
360
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Poema “Catarsis”
En el proceso creativo es importante la relación entre imagen y texto, y la escritura sobre expe-
riencias traumáticas ayuda a proyectar la situación vivida para mirarla desde otras perspecti-
vas, facilitando hacer catarsis como un proceso de liberación de los sufrimientos asociados. La
figura 2 corresponde a una acuarela donde la pintora incluyó el siguiente poema, denominado
precisamente “Catarsis”, escrito con motivo de la elaboración de una violación sufrida años
atrás y que le permitió cerrar ese capítulo de forma definitiva.
361
Mesa 17 - Atención a la salud
Figura 5 “La luz está ahí”, acuarela sobre papel de Pilar Hinojosa.
362
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Una experiencia de más largo alcance se llevó a cabo en las instalaciones de Salud y género
Unidad especializada (SyGUE) de Cuernavaca, Morelos, en donde se apoya psicológicamente
a mujeres mayores de 15 años que viven situaciones de violencia. Se realizó una serie de pintu-
ras con los objetivos de ambientar, de sensibilizar al público en general sobre el tema y motivar
a las mujeres en su proceso, dando esperanza, ya que las pinturas realizadas están basadas en
casos reales de mujeres que a través del proceso psicológico llevado a cabo, han logrado empo-
derarse y salir de la situación de violencia.
Conclusiones
Con estas experiencias se muestra que es posible emplear el arte como base de una metodo-
logía de intervención social en las violencias de género hacia las mujeres, ya que propicia el
desarrollo de procesos de expresión de sentimientos, introspección, catarsis personal y grupal,
crecimiento de la autonomía y empoderamiento de las mujeres, así como sensibilizar a las per-
sonas sobre el tema de las violencias de género.
Bibliografía
363
Mesa 17 - Atención a la salud
Palabras clave: Psicoterapia, hombres, agresores, violencia de pareja, humanismo, técnicas in-
tegrativas, Gestalt, género, estereotipos.
La presente ponencia surge de la investigación titulada: “Técnicas Gestalt integrativas
como alternativa para la modificación de estereotipos de género en hombres adultos del estado
de Tlaxcala” la cual se presentó como tesis de maestría en el Colegio Humanista de México S.C.
en 2017. Dicha investigación se realiza en el marco de la psicología humanista. La investigación
surge a partir de la experiencia del investigador en la aplicación de procesos reeducativos a
hombres agresores en situación de violencia de pareja (Servicio contemplado en la Ley general
de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia. Sección Sexta, Artículo 46, Fracción V),
este servicio se brinda en el estado de Tlaxcala por medio de la Secretaría de Salud Estatal.
La investigación tuvo como principal objetivo mostrar las modificaciones en la vivencia
de estereotipos de Género de un grupo de hombres adultos que fueron acompañados en un
proceso psicoterapéutico utilizando técnicas integrativas Gestalt basadas en la propuesta teó-
rica de Claudio Naranjo (2004). A los sujetos de estudio se les aplicaron instrumentos diagnós-
ticos validados por la comunidad científica antes y después de la intervención psicoterapéutica
para medir las modificaciones en sus estereotipos de género. Los resultados encontrados en
esta investigación demostraron la efectiva modificación en la auto asignación de estereotipos
de género de los pacientes posterior a la intervención psicoterapéutica, así como una afecta-
ción en su ideología de género, disminuyendo sus ideas y actitudes tradicionales (machistas) e
incrementando las igualitarias (no violentas). El método utilizado fue deductivo e inductivo;
el tipo de investigación fue documental y en campo; el alcance de la investigación fue explora-
torio y descriptivo, el enfoque de esta investigación fue cualitativa y cuantitativa. Y la muestra
fue de tipo no probabilística, fueron hombres entre 28 y 58 años, habitantes de Tlaxcala que
refieren ejercer o haber ejercido violencia contra su pareja.
364
Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
Gráfica 1
Programa de Intervención
Sesión 1 2 3 4 5 6 7 8 9 Sesión 10
Aplicación de Instrumentos Aplicación de Instrumentos:
1. imafe 1. imafe
2. eig 2. eig
3.- Historial clínico
Para esta investigación se consideró importante trabajar con hombres desde una perspectiva
de género, debido a que el determinismo biológico ha polarizado a nuestra sociedad mar-
cando la pauta del ejercicio del poder patriarcal, teorías como las de Bonino y Bourdieu han
cuestionado dicho determinismo biológico y han expuesto las consecuencias que esto acarrea
a la sociedad: “La división de las cosas y de las actividades (sexuales o no) de acuerdo con la
oposición entre lo masculino y lo femenino recibe su necesidad objetiva y subjetiva de su in-
serción en un sistema de oposiciones homólogas” (Bourdieu, 2000) colocando a las personas
en lugares diferentes por sus características sexuales, asignándoles roles por la consecuencia
de dicha diferencia biológica y socialmente validada. “El lugar de cada persona, queda enton-
ces estructurado por su imaginario individual más este imaginario social produce una férrea
normativización de los lugares sociales, con un anclaje de los modos de pensamiento y acción
de ambos Géneros” (Bonino, 1990); y esta normativización, arrastra a hombres y mujeres por
igual, anteponiendo su actuar a la naturaleza de ser humanos con el potencial de elegir más
365
Mesa 17 - Atención a la salud
allá de lo masculino o lo femenino. Es por ello que diferentes leyes nacionales y locales (Entre
ellas la Ley General de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia), así como tratados
internacionales se han ocupado no solo eliminar la violencia hacia las mujeres, si no de preve-
nir que esto siga ocurriendo de manera sistemática generación tras generación, amparada en
religiones, usos y costumbres, paradigmas culturales, y creencias fundamentalistas en torno a
las diferencias entre hombres y mujeres. Sin embargo a pesar de la existencia de estas leyes, la
atención por parte del estado se sigue limitando a las mujeres, el abordaje de estos temas con
hombres no ha sido significativo a pesar de que la ley sí contempla su participación y atención
en las dinámicas de género; Benno de Keijzer menciona que a pesar de la recurrente presen-
cia de los hombres en la bibliografía de género y feminismo, en la actualidad existen pocos
estudios en torno a la construcción de la masculinidad y feminidad en los hombres, y los que
se conocen son pocos y/o su abordaje está centrado en su calidad de miembro del sistema
patriarcal (2006). Los estereotipos de género en los hombres los reduce a objetos-sujetos de
las expectativas de una sociedad, generando en ellos diversos problemas emocionales que en
terapia psicológica se presentan de forma recurrente; Luis Bonino, médico, psiquiatra y psico-
terapeuta, propone en el trabajo con hombres “que la psicoterapia debe enriquecerse y redefi-
nirse desde la perspectiva de Género como se ha hecho ya en el campo de la salud de la mujer.
Ello debe permitir reconocer y, por tanto, resignificar, el sufrimiento masculino” (1990). El tra-
bajo con hombres en la deconstrucción de estereotipos de género participa de esta intención,
ya que “el paradigma de la masculinidad tóxica afecta a la Humanidad en su conjunto. Nos
impide enriquecernos con la diversidad, ser fecundos a partir de las diferencias, trascender
desde la complementariedad” (Sinay, 2007).
Y bien, ¿Por qué la intervención se realizó desde los estereotipos de género? Es una rea-
lidad que los estereotipos de género no favorecen a ningún sector de la población, pero lo que
se ha documentado en diversas mediciones estadísticas en México y el mundo, es que las más
afectadas en la reproducción de estereotipos son las mujeres. “Desafortunadamente, los este-
reotipos o roles de Género aún siguen coartando el desarrollo profesional de los individuos
(casi siempre en detrimento de las mujeres), lo que impide avanzar hacia la equidad de Gé-
nero” (INMUJERES, 2007, p. 15). Una característica latente en el ejercicio de la masculinidad
estereotipada en los hombres, es la exigencia social constante y permanente de reafirmar su
“ser hombre” lo que lo motiva a tomar conductas y actitudes de estereotipos de género para
mostrar a otros y otras que es hombre; Sergio Sinay asegura que para muchos hombres es más
importante el estado de salud de su automóvil que el propio (2007). Y esta dramática realidad
no obedece a un descuido elegido de forma consciente, es una elección forzada ante la amenaza
constante de perder la masculinidad, la hombría, “ser hombre se define en primer lugar como
alejado, o en oposición clara a todo lo que pueda ser femenino, ser hombre de verdad es estar
“limpio de feminidad” con lo que se exige a los varones a renunciar a una buena parte de sí
mismos” (Jiménez Guzmán, 2003, p. 35), y en esta renuncia no solo se abandona a sí mismo,
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Primer Congreso sobre Violencias de Género contra las Mujeres
si no que promueve discriminación y violencia hacia las mujeres y a todo aquello que en su
cultura se relaciona con la feminidad.
Y finalmente ¿Por qué trabajar con psicoterapia Gestalt y con técnicas integrativas?, la
Gestalt con sus características humanistas, basadas en el aquí y el ahora y en la búsqueda de la
integración responsable, sugieren una alternativa acorde a las exigencias de los abordajes de los
estudios de Género y sus temas de atención, como lo son los estereotipos y las consecuencias
adversas que traen consigo. Fritz Perls dice en su libro El enfoque Gestáltico, que “cuando el
individuo está congelado en su modo caduco de actuar, está aún en peores condiciones para
enfrentar cualquiera de sus necesidades de sobrevivencia, incluyendo sus necesidades socia-
les”(2013, p. 37) y a esto corresponde según Perls el surgimiento de la neurosis, quien men-
ciona que cuando un hombre puede vivir en sociedad sin ser tragado por ella, es un hombre
bien integrado, y refiere que este es el fin de la psicoterapia, crear hombres que reconozcan el
límite de contacto entre sí mismo y su sociedad (2013).
Resultados de la investigación
Como se aprecia en la gráfica 2, los resultados del Inventario de Masculinidad Feminidad re-
flejan una resignificación de la categoría Masculinidad, que no presentó cambios en lo cuanti-
tativo, pero si en lo cualitativo y de forma particular en cada ítem evaluado. Para el caso de la
Feminidad, los pacientes asimilaron sus conductas culturalmente femeninas, y en el caso del
Machismo y la Sumisión los resultados reflejan una disminución entre el antes y el después de
la intervención psicoterapéutica, lo cual proyecta un cambio de actitudes hacia lo funcional.
En el caso de los resultados de la Escala Sobre Ideología de Género, los hombres pre-
sentaron una tendencia a incrementar sus ideologías igualitarias y una disminución en sus
creencias tradicionales de género como se aprecia en la gráfica 3.
A partir de estos resultados se concluyó que las técnicas integrativas gestálticas en proce-
sos psicoterapéuticos son útiles en la modificación de estereotipos de género, lo cual propone
una alternativa de intervención psicológica para el trabajo con hombres desde una perspectiva
de género y con miras a la reproducción de relaciones intrapersonales e interpersonales sanas.
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Mesa 17 - Atención a la salud
Referencias
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