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Crevatin Santiago 108034/9.

Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (Fahce-


UNLP)

(RESEÑA). Lander, E. (2000). “Ciencias Sociales Saberes Coloniales y


Eurocéntricos”, En La Colonialidad Del Saber Eurocentrismo y Ciencias
Sociales. Perspectivas Latinoamericanas.
Este texto forma parte del libro “La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias
sociales. Perspectivas Latinoamericanas” editado y compilado por Edgardo Lander y
publicado por CLACSO en el año 2000.
En los primeros párrafos del texto el autor introduce los temas que tratara a lo largo del
mismo. En primer lugar, señala que las características del neoliberalismo como “discurso
hegemónico de un modelo civilizatorio” no son naturales ni constituyen la única forma
posible de ser y pensar en este mundo. Al contrario, se sustenta en las bases histórico
culturales de la sociedad liberal que tienen larga data. Estas bases que configuran y dan
sustento a la sociedad capitalista- liberal o, dicho de otra manera, a la modernidad serán
el objeto de la primera parte del texto. El autor se ocupará de desentrañar y desnaturalizar
la modernidad para luego proponer herramientas que nos permitan deconstruirla y pensar
más allá de los esquemas que nos propone/impone.
El primer apartado se titula “las múltiples separaciones de occidente” trata de cómo en la
sociedad occidental se fueron construyendo históricamente múltiples separaciones del
mundo y con ellas, las formas de conocimiento (las ciencias sociales). Tempranamente
se da la separación entre Dios (lo sagrado), lo humano y la naturaleza, y luego con la
ilustración se escinde el cuerpo de la mente y la razón del mundo. Con ello se separan las
áreas del saber que estarán bajo dominio de los expertos. También se constituye una
organización y visión eurocéntrica y colonial del mundo donde lo “occidental-europeo”
prima y se impone sobre los otros pueblos y culturas del mundo.
Se llega al SXIX con una narrativa universal en forma de “universalismo excluyente” que
proyecta la experiencia europea particular como si fuera natural (y deseable) de todas las
culturas del mundo a la vez que niega la memoria y las formas de vida de todos los pueblos
colonizados. Así el sistema capitalista-liberal termina por imponerse como destino
ineludible al interior de Europa primero y de todo el mundo luego.
El segundo apartado da cuenta de cómo las ciencias sociales se constituyen como núcleo
de los saberes sociales modernos en este contexto de imposición colonial de la
“universalidad no-universal” de Europa occidental. Esta cosmovisión tiene como eje
central la idea de modernidad. La misma contempla la idea de progreso dentro de una
historia universal (eurocéntrica); la superioridad de la ciencia frente a otras formas de
saber y conocer; así como la naturalización de las relaciones capitalistas-liberales y las
divisiones ontológicas del mundo ya mencionadas. De esta forma las categorías y
conceptos de estas ciencias se constituyen como universales y por tanto pasibles de ser
aplicadas a cualquier realidad. Las mismas adquieren una funcionalidad normativa para
establecer qué tan atrasada, primitiva o arcaica es una sociedad con respecto a la
“moderna” y “adelantada” Europa.

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Llegando al último apartado Lander presenta alternativas latinoamericanas para evitar


caer en el pensamiento eurocéntrico-colonial. Con este fin propone a tres autores:
Michael-Rolph Trouillot, Arturo Escobar, y Fernando Coronil.
En primer lugar, Trouillot nos muestra la forma en que se ha estudiado la Revolución
Haitiana desde la historiografía occidental. Sostiene que ésta ha incurrido en
concepciones y prejuicios de carácter no-empíricos y normativos acerca de cómo debe
ser una revolución. “La Revolución Haitiana fue silenciada por la historiografía
occidental porque dados sus supuestos, esta revolución tal como ocurrió, era impensable”.
No se podía concebir que los africanos esclavizados y sus descendientes fueran capaces
de imaginar su libertad y formular estrategias para conseguirla. Así, “la visión del mundo
gana sobre los hechos”.
En segundo lugar, Arturo Escobar nos invita a desentrañar los mecanismos del discurso
hegemónico del desarrollo, su contexto de surgimiento y su funcionalidad como aparato
de reproducción de las relaciones de poder centro-periferia. El autor habla de la
“colonización de la realidad por el discurso del desarrollo” ya que este se sostiene en tres
ejes que lo definen, a saber: las formas de conocimiento, el sistema de poder que regula
su practica y las formas de subjetividad que genera.
De esta forma, el discurso del desarrollo termina funcionando como un instrumento de
normalización del mundo mediante la universalización de los supuestos que subyacen a
la idea de modernidad. Según esta narrativa el progreso económico, la industrialización
y urbanización resultan caminos inevitables y deseables que deberán recorrer todas las
sociedades si desean desarrollarse tal como presuntamente lo ha hecho Europa.
Ante esta “progresiva conquista semiótica de la vida social y cultural” el autor propone
dos direcciones para resistirla: “la resistencia local de grupos de base a las formas
dominantes de intervención, y la deconstrucción del desarrollo, tarea que implica el
esfuerzo de la desnaturalización y des universalización de la modernidad”.
Por último, Fernando Coronil nos muestra cómo históricamente se ha excluido el espacio
y la naturaleza de la caracterización de la sociedad moderna produciendo la imagen de
sociedades aisladas de su medio material como si surgieran de la nada. Según el autor,
tanto la economía neoclásica como la marxista han sido víctimas y vehículos de esta
ilusión.
Para recuperar el papel del espacio en las sociedades modernas el autor recupera la
concepción de espacio de Lefebvre, la cual combina “su significación socialmente
construido con sus propiedades formales y materiales”. El espacio es concebido como
producto y productor de las relaciones sociales y de la naturaleza, así como también el
ámbito donde se da la relación misma entre naturaleza y sociedad. Se da cuenta de la
territorialidad y las relaciones de poder que tienen lugar en el espacio. Esto “permite ver
al capitalismo como proceso global, más que como un proceso autogenerado en Europa,
y permite incorporar al campo de visión a las modernidades subalternas”.

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