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El mayor reto para nuestro cerebro somos nosotros mismos, nuestra forma singular de
enfrentar los retos a que nos enfrenta el ambiente, el contexto social y cultural. El sistema
nervioso central es un producto nunca terminado, es el resultado, siempre cambiante y
cambiable, de la interacción de factores genéticos y epigenéticos, (experiencias de vida,
nutrición, tóxicos, tecnología, entre otros) .
Los neurocientificos pueden aportar el conocimiento que se va construyendo acerca de
los cambios que experimenta el cerebro, como procesa la información, cómo la almacena,
como las emociones están ligadas a todo proceso de aprendizaje, de modo de brindar a los
educadores un marco de referencia para mejorar la práctica educativa.
EL CEREBRO LECTOR.
Áreas cerebrales que se activan cuando respondemos a una pregunta y cuando leemos en
voz alta.
Cada vez que enseñamos una habilidad nueva en el aula, se producen cambios masivos
en el cerebro de un niño mientras logran adquirir patrones, modelos de respuesta para
alcanzar los desafíos y objetivos que plantea consolidar esa nueva destreza, ya sea ésta,
relacionada a habilidades de comportamiento del movimiento en general, o adquirir sus
habilidades lingüísticas nativas. Cientos de millones de neuronas en su cerebro, decenas
de millones de conexiones sinápticas se remodelan a partir de cambios físicos, de estímulos
que vienen del entorno.
Estudiando estos fenómenos de plasticidad cerebral, podemos también desarrollar
estrategias para hacer correcciones en la maquinaria de un niño que incrementen la
competencia del niño como receptor y usuario del lenguaje, y a partir de entonces, como
lector por ejemplo.
Las investigaciones han permitido hacer una distinción entre los procesos, las
representaciones cognitivas superiores, y los procesos mediadores. Estos últimos son los
que facilitan o permiten el acceso a los primeros y constituyen un objetivo más inmediato
para la labor mediadora del profesor. Así por ejemplo, la acción pedagógica sobre la
memoria inmediata verbal o sobre el reconocimiento fonológico, facilita la decodificación
del significado y contribuye a mejorar la comprensión lectora.
Desde los primeros pictógrafos que dieron sus trazos a la escritura cuneiforme o a los
caracteres chinos y hasta los alfabetos que se elaboraron en épocas posteriores,
transcurren más de cinco mil años de fascinante historia que puede ser contada por
nuestros circuitos neuronales...
Lo importante es el proceso
Si no somos capaces de desligarnos de la presión ejercida por los resultados académicos,
los alumnos no disfrutan del proceso y no se centran en lo verdaderamente importante: el
aprendizaje. Pero para ello, ha de ser un aprendizaje significativo, útil, en definitiva cercano
a la realidad y con aplicaciones prácticas directas en la vida cotidiana. Valoremos el
esfuerzo y no olvidemos también la importancia del feedback o retroalimentación durante
el proceso de aprendizaje, tanto para el profesor como para el alumno.
Fases sensibles.
Los años previos a la pubertad son fases particularmente sensibles para el aprendizaje; por
lo que cuanto antes se aprenda un idioma o a tocar un instrumento, mejor será la
performance.
No eliminar los desafíos.
Los desafíos constituyen uno de los ingredientes esenciales para el aprendizaje, aunque
han de ser adecuados para potenciar la motivación. Conforme el alumno mejore su
mentalidad de crecimiento, incremente su autoestima, dispondrá de más estrategias para
afrontar tareas de mayor dificultad.
Aprender con otros.
Una persona puede aprender sola, pero si aprende con otros aprende mejor, por lo cual el
estímulo de las relaciones sociales y la interacción debe convertirse en un núcleo
fundamental de la enseñanza.
Conclusiones finales
Las modernas investigaciones en neurociencia están demostrando que la inteligencia no
es algo inamovible, sino que siempre se puede mejorar. Incluso existe algún estudio que
demuestra cómo, en el caso de los adolescentes, una mejora en pruebas verbales y no
verbales para medir el cociente intelectual va acompañada de una mayor densidad neuronal
en regiones cerebrales que intervienen en estos procesamientos (Ramsden et al., 2011). Y
lo más importante es que la creencia de que es posible desarrollar nuestras capacidades
personales nos permite afrontar mejor los desafíos que nos plantea la vida cotidiana.