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En la película Mar Adentro, tenemos como protagonista a Ramón Sampedro, un hombre

tetrapléjico, quien, tras ver cómo eran denegados sus pedidos de eutanasia, toma la iniciativa
de quitarse la vida un día de enero de 1998.

Ramón, sabía exactamente que en el estado en que se encontraba, no podía vivir dignamente
y él sabía qué era lo que quería. Se pone en evidencia como tras haber reflexionado durante
muchos años, había llegado a tomar esa determinación. Exigía el derecho que toda persona
tiene de disponer de su propia vida, y al no contar con la capacidad para hacerlo, ni con la
aprobación de los tribunales para la eutanasia, decide quitarse la vida con la ayuda de 11
personas, cada una con un trabajo específico que por separado no constituían un delito, pero
en conjunto hacían un equivalente al suicidio asistido.

Desde los primeros minutos de la película podemos resaltar una palabra clave: DIGNIDAD.

Este film pretende exponer el derecho a una "muerte digna". Se entiende que éste incluye el
derecho a disponer de la propia vida a través de la eutanasia o el suicidio asistido, teniendo
como base el respeto a la libertad individual o autonomía de la persona. De esta manera, nadie
tendría derecho a imponer la obligación de seguir viviendo a una persona que ya no lo desea.
De acuerdo con lo anteriormente expuesto, la eutanasia y la asistencia al suicidio
representarían actos de compasión (beneficencia); negarse a su realización podría suponer una
forma de maleficencia, atentando así contra la dignidad de la persona: esa misma que se
esgrime para hacer de la vida humana un elemento de decisión individual.

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