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Ordenamiento espacial y

cor;ctrolpolítico en las
Llanuras del Garibe y en
iosArtdes Centrales
Neokranadinos.
Siglw tXV!II
Marta Herrera Ángel es politóloga
de la Universidad de los Andes. Se
desempeñó por más de diez años
en distintos cargos de la adminis-
tración pública, el último de los
cuales fue el de Secretario del
Consejo de Ministros de la admi-
nistración de VirgiJio Barco. Pos-
teriormente realizó la Maestría en
Historia de la Universidad Nacio -
nal de Colombia y el Doctorado en
Geografia de la Universidad de
Syracuse (Nueva York). Su tesis
doctoral recibió en el año 2000 el
premio de Ciencias Sociales y Hu-
manas de la Fundación Alejandro
Ángel Escobar. Actualmente se de-
sempeña como investigadora inde-
pendiente y es catedrática de la
Universidad Pontificia Javeriana, de
la Universidad de los Andes y de la
Universidad Nacional de Colombia.

Además de numerosos artículos


en revistas nacionales e interna-
cionales ha publicado, entre otros,
los siguientes libros: Poder local,
población y ordenamiento territorial
en la Nueva Granada - siglo XVIII-
Bogotá, Archivo General de la
ación, 1996. Territorio, población
y trabajo indígena. Provincia de
Pamplona siglo XVI, Bogotá,
Centro de Investigaciones de His-
toria Colonial y Fondo Mixto de
Promoción de la Cultura y las
Artes de Norte de Santander,
1998, en coautoría con Hermes
Tovar y Luis Enrique Rodríguez.
Academia Colombiana de Historia

Santiago Díaz Piedrahita


Presidmte

Luis Carlos Mantilla R.O.F.M


Director del Boletín de Historia)' de .A11tigüedades

Instituto Colombiano de Antropología e Historia

María Victoria Uribe


Directora

Guillermo Sosa
Coordinador del Area de Historia

© Ordenar para controlar. Ordenamiento espacial y control político en las Uanuras del Caribe y en
los Andes Centrales neogranadinos. Siglo A.'Vlll

ISBN 958-8181-01-1

Nicolás ~forales (ICANH)


Coordi!Jación fditorial

Juan Pablo Fajardo


Andrés Fresneda
Disetlo )' diagrau1ación

La Silueta
Producción grtf!ica
\ 1

Portada: diseño a partir de la acuarela


"El monte, lo montuoso y la montaña" de Marta Herrera (Julio, 1999)

© Academia Colombiana de Historia


©Instituto Colombiano de i\ntropología e Historia
© Marta Herrera Ángel

La publicación de este libro conró con el aporo del Mjnisterio de Educación l acional
y del Ministerio de Cultura

República dt Colombia
MINlSTERJO DE EDUCAQÓN NAQONAL

Ml t\ I STER I O
DE CULTURA

Colombia. Abril, 2002


6(;. G11..... ·-···,t'
. ..- ,,...

Ordené1mienlo espacial.r control político en las


.Llanuras del G:1r.ihe .Y en los Andes L)en úa.les
NeogJCJnadinos. Siglo X l 111

-\ca d<•mia Co lombiana de la Hi s toria


1nstitut o Co lombiano de .-\ntropo logía e His toria
ínrüce

A.GR -\ D F.CI \11 ~:\T OS

h TROfH CCIÚ\
ESPACIO Y PODER 4

P RIIIETH P -\ln'l';
LA GEO GRAF ÍA, EL POBLAMIE 'TO
Y LAS ESTRl!CTl iRAS DE PODER 39

'- . Las llantn as d ~~ l Caribe " l os Andes Centra les :


la p e rce pción d e l espa rio geog ráfico 41
A.. La contraposición entre el agua .r las alturas 41
B. La montru'ía y el monu: 49
C. La t~~lacionalidad en/as llanuras del Caribe
)" los microclimas de los Andes Centrales 54
D. Sedentarismo y trashumancia 66
E. Diversidady movilirlrul en la región Caribe 68
F Mompo:J.?: el agua :r la articulación entre los Andt~~
y el CariiJe N~ogranadinos 75

II. La morfo l og ía d e l poblam i e n to 79


_..')_ TtjJO!ogía de los asemamientos rurales comrolados
por el estado colonial en Los Andes Centrales _r en la región Caribe
l. Los asenlamienlos para ind ígenas
a. Las múiones o maeb/os de misián
b. ! ..os pueblos de indios
2. Los asentamientos para la población no indígp 1a
a. Las parroquias de "blancos"
b. Los sitios
c. Fl sitio ]·la parroquia: bases de su d¡ferenciación
3. Los a nexos y las agregac iones
a. Los anexos de las llanuras del Caribe
b. Las agregru:iones de los Anrk 1· Cenrmles
4. La "devoració n" d e los pueblos de indios
y su transformación e n parroquias
B. Las proporciones: el ordenamiento administrativo
C. /,as densidades: el entramado de los asentamientos lOJ
III. La organización político adm inis trati·, ;¡
d e los ase nlanl irn tos
A. Las divtúonesjurúrlicciona/es: las provincias
B. 1;;1 corregimiento de indios de los ·lndes G>ntmles
.r los mbildos de los ciudadesy villas de las l/am11·as del Caribe
l. Di\Prsidad rn las llanuras ckl caribe
2. ~l est.i7.ajr ~- reformas
C. !.ns capitaru'as fl8'11t:l'f'(l

SEGl \0\ P..\RTE


EL ORD E K\1HE ~ TO ESPAC IAL
): EL "'ORDE~ iATUilAL" OE LA SOC IEDAD 1 57

1\. Lo pnPhlos dr inoios d<' los ~ndcs CPntr·a ll•s


~ ('1 con trol social y po lítico <!<' la polJ iac ión rtJral 'S9
/l. Ef p1u-blo de iwlios.r su consolidación en los Andes Cemmles r61
B. Lo 1rrmsformarión del caserfo de los indios
en un espacio de COI!fluencia entre indios)' vecinos 17'2
C. lndiosr vecinos: segregaáón, integmrión ]jerarquías ' 77
f). Poblado yjiestas dC' guru·clar: la reg11.lrtción
del tiempo T del espacio para la soáalización
E. La plaw J' la iglesia: rsrenarios en los que se materirdi::.aba elpoder
1. La plaza~ 1,1 escenificarió n de las crrrmonias política.
2. La igl<'si:l: lo sagrado ~· l;¡s j e rarquí:1s

,. P ueblos de indi os, s itios ' t·ochrlas e n la


r!'gión Caribe: la !. Ub\Prsi,) n del orden social colo nial 203
A. lndí'gerws, esclavos y libre5 )'su arliculación con los mercados coloniales 2 12
11. Pueblos de indios}·sitios en las llanums del caribe 2 17
l. Hombrt's libr-es, ahi,os. indómitos ~, illf'~t·es 224
2. Fiestas, bunoes y a~uard i l'tHe 227
3. Los costos drl alimento rsp iritual 23 0
4. "Miseri a"~, ho mologación del o rdena mic·nto espacia l 2.32
C. !.as Roe/lelas: la l ·'aguerlad)' Arbitmdedad de las Clasificaciones 233
D. El Ordenamiento Socia/y la Subversián del Orden íolonial 238
............

\'l. Territorio y ordf'namiento espacial:


el caso de los Chimila 249
A. El!erritorio Clzimifa 253
1. Ellerritor·io Chirnila: ¿Sólo de los Chimila? 256
2. ¿Los ".i ndios mansos" eran "bravos"? 26r
3. La expansión del territorio espai)ol: poblamien lo y guerra 265
a. El territorio Clúrnila al comenzar el s~glo XVI!! 2 66

b. 1700- 1710: Ligeros a{Jances :¡- retrocesos 268


c. 1710- 1755: Reorganización del espacio, controly conflicto 2 70

d. !~a década deL siglo XVIII: las entradas generales 279


Sª-llcl:.fJI:tu,¡cu,>n de la guerra 2 8o
la ruptura de las bases
of¡,rnl!fl·l1<~·,o<· Chimila 2 84

286
286
2. "Eran ranchos y · 294

CO\C IXSIO\F.S

B1BLl ()(~ R-\ FÍ-\


JÍ1dirc rle CUc1dros

1. LlatHJJ'as del C:~ribe v Andes Cc ntr:~ l e~ .


T ipo y propot·rión diO' los ascntam it>nto.o; nnrleados. ca. 1758- L7G4 101

2. Llau uras del C:~riht- Y .~ ndes C('nlrllle :


Población discrimiuada según 111 cla~ificacíón
df' los ceusos, 17i8-J7i9
3. ProYinria de Sanlll Marta.
Clasific.1ción de los indígen.:•s segú n su
niwl df' sometim it>nto al 10' lado co lonial 262

índice' dC' c.squenws

1. Orden;1micnto ('Spacial de los pueblos de indios,


segtí.n las in.c:lntctiones impartid a~ en 1559 163
2. Distribución drl espacio de los put'l.>los de indios
luego dt> la ;t~ig u ación de resguarclos a finales del si~ l o .\\1 r68
1 Distribución MI espacio j uri, diccional de los
pueblos de indios de los Andt?s Centrales,
luego de las rt>formas del arwbispo l"garte en 1G:Q 174

~
4. Espacio f: hi mila S . .'(VJJI. O i~t r ibución h i po h~ ti ca

de Jos asrntanticntos entre los río~ Frío ~ SeYilla 295


5. Espacio Chimila S. \TIII. Oi.stribución hipotética
de los asPn t ~IIIIÍ c n tos al nororientc de Tf~n erife 299

índicC' de gr..ifims

l. Llanuras drl Caribe. Com posición drmng ráfiea de la población 1778


2. -\udes Crnlrales. Composición demográllca de la población 1íi8-9
índice de mapllS

l. \'uf.>va Granada siglo XVIII. Llanuras del Caribe y Andes Central t>.~

2. Llanur;1s del Caribe y los Andrs CeJII.rales. }lapa del relieve


3. Llanuras del C:tribe. Red fiUYial
4. :\ndt>s Centra les.
¡
Belit>w ~- asentamientos menrionados en el capítulo -·*--
' l '
1
so
5. Llanur:1s del C:arihe.
'\sentamientos mencionados en el c_a pítulo S3
6. Viaje en línea recta entre el Río Cesar y Ayapel,
propuesto por Striffl er 6o
7. Subrrgion r.~ del Caribe Colombiano
8. Andes Centra les. corregimientos s iglo XVl ll 99
9. Andes Centrales. Asentamientos nudeados .1755- 1760 l OO

10. Llanuras dr~ l Caribe. Asentamientos nudeados 1758-l764 102


11. Llanuras drl Caribe v Andes Central es.
Densidad de los :\sentamien tos a mediados drl siglo XVIll 1o8
12. Llanur·as del Caribe 1740- 1/90.
Asentamient.os fundados o refundados y
.--\reas a fectaclas por las gestiones fundadoras J J2

13. Virreinato de ¡,, .\ ueva Gra11ada hacia 1770 TI8


14. Andes Centrales.
Cacica7.gos prehispánir.os y ju risdicciones coloniales 126

15. Pro~·incia de Santa ~'Tarta. Grupos indígenas.


Jurisdicciones de la Villa de Tenerife v
de las Ciudades de ·n,malameque, \ -'(,] ledupar y Ocaña 1578- 1580 129
·1G. ProYinc.ias de Santa Marla y Cartagena.
Corregimiento de indios 1770. Esquema jurisdicción
17. Llanuras del Caribe. Cap!tanfas a guerra 1786
18. Andes Cfntrales. Algm.1~~~s~ntarnientos
. . /¡ •, /
~ ;,sentanHenlos m r. ncwn ~ dos en el caplt.ulo 170
19. Llanuras del Caribe. Terrltorio de indígenas no sometidos
~' de palenqucros, hacia mediados del siglo XVIII 205
20. Llanuras del Caribe. Territorio b<~jo control del t>.~ tado colonial
hacia mediados dfl siglo XVlii y Poblaeiones mencionadas en el capítulo 21 o

21. Provincia de Santa Marta 1700.


Asentamientos contro lados por el estado colonial
"territorios "Chirnila" 255
22. Pro, inri:~ de Santa .\larra ca. 1725. C•·upos indígen:1.<; 259
23. Provinria de Santa ~'f:lrla 1700.
Te rritorios y nacio nes indígrnas no s onwtidos
~ asrnlamientos dc -Españo le$··

24. Pro,inr ia de Santa ;\la rta l/25- 1740. Tc rri to rio ~chimil a­
~- asentamientos de .. españoles"

2ó. Lla nuras del Caribt. F'undación ~ l'c>organizarión de• los asrnt.1mirntos
"'e F.spa iio les- Y recorte dt- los te rri to ri o~ Chimila 171'0 li51 273
26. Pro' incia d r Sa nta \Jarlil. :\lgu nos a. rnta mientos
y accidr nlés gcográ liros mencionados t'n las cntrad<1s rontra los C:himila 28 1

27. ProYincia df' Santa Mari,;\. Puebl o.~ de? indios fund ado~
en 1:~ srgunda mit¡¡d de l s iglo\\ 111
28. Pro, inc-ia de Sanl;\ ~l a rt a. Cbir<trión a pro~m a da de algun os
po bla dos df' -indios bril\ OS", M eada. dt> li50' l iGO
La lista de personas e instituciones que de una forma u otra h~w hecho posible
la elaboración de este trabajo es interminable, pero dos de ellas ocupan un lugar
t>special. Una es David Robinson, director de la dis ertación que, con algunas
modificaciones, constituye este trabajo. El apoyo que me dio para realizar mis estudios
d~ doctorado, su pennanente ayuda y estímulo durante mi estadía en Syracuse, sus
t>nseñanzas, la confianza que depositó en mi tmhajo y la generosidad con que me ha
a~·udado en todo momento, así como la paciencia que ha tenido con mis demoras en
la conclusión de este trabajo, están más allá de todo límite. M.i deuda de gratitud
hacia él es inmensa y mis palabras se quedan cortas para expresarla. La otra persona
es mi hijo César Enrique, cuyo afecto, paciencia y solidaridad para con mi t1·abajo han
sido un permanente estímulo, tanto en los momentos de alegría que hemos compartido,
como en aquellos en los crue la fatiga y el agotamiento se han manifestado. A los dos:
;muchas gracias'
En el campo académico también he contado con el invaluable apoyo de
in n urnerables profesores, cuyas enseñanzas , críticas y comentarios han sido
fundamentales en el curso de mis es1·udios , mi d esemp eño pl'Ofesional y mis
inYestigacíones. En Bogotá mención especial debo hacer a DoJ'a Rothlisberger, Gabriel
'furillo, Fernando Cepeda, Mario Latorre, .Jaime .Jaramillo Uribe, Darío Fajardo, l'vledófílo
~le dina, Marco Palacios, Francisco Leal Buitrago, Carlos .Miguel Ortiz, Matuieio Archila,
' Ialcolrn Deas, Camilo Domínguez y Hermes Tovar. Muchas de las sugerencias del
p ro resor Tovar se acogieron en este trabajo y resultaron de gran uti Lidad para la
organización del material. En Syracuse, las enseúanzas de James y ! ancy Duncan, de
_\fa rk JVIonmonier, de .John Agnew y de Jacob Bendix fueron particularmente
E-nriquecedoras, al iguat que los cornentm'ios de Kaón Rosernblatt. La ayuda de iY1ichael
1\_irchoff con la impresión de los mapas que forman parte de este trabajo fue inapreciable.
' laría Luda Sotornayor me aportó valiosas críticas y comentarios, al igual que Tali (Aída
Gálvez) y :VIaria Clemencia .Ramirez, cuya amistad me reconfortó en los momentos
difíciles y me acompaúó en los de alegria. Otro Lanto hizo mi hermana Leonor Herrera
.\ ngel , con sus conocimientos y bien dotada bi.blioteea. SH respaldo, al igual. que el <le
mi hermano A.lberto Henera Angel y el <le César Giraldo :Xieto fu eron fundamentales
para adelantar mis estndios en Sy1'acuse. En esa ciudad y en Bogotá, la atención y
comprensión de los doctores Enrique Gutiérre7.. y L. J. Bennerson ha sido inapreciable.
El recuerdo de Enrique (El Gato) siempre trae consigo una sonrisa.

aaraJccimicnLCS.
Muchos estudiantes y compañeros hicieron aún más grata nuestra estadía en
Syracuse. En todo momento Angelo Rivero-Santos le hizo honot· a su nombre. La acogida
de Jndy \Valton, de i'\>felody \Van·en y de Jonalhan Hancoek, fue inolvidable, a l igual
que la compañía de André y de Patricia, de Alberto y de M.arta, de David Bloom, de
Euan Hague, Shannon O ' Lear, Seott Anderson, Me1~je Kuus, R.hodri Williams, .Jon
Bohland , Cate, Candice ... A Niek, \Vinnie y Theresa no los podremos olvidar!!! La
compañía de Germán Ruiz, Javier Torres, Dionisio Vareta .Y Santiago :Vlutis, en el
Departamento de Ciencia Politica de la Universidad de los t\ndes, fue particularmente
enriquecedora y muy agradable. Los amigos y familiares en Bogotá han sido tolerantes
con la necesidad de aislamiento que conlleva el 11·abajo de la escritura. En este sentido
la eornprensión y el apoyo ele Lnz Elvira Prieto ha si.do inigualable, al igual que el
aliento de Ofelia, Leonor, Germ{m, Paola, Julián y Marcela Herrera. Con Angéliea Vargas
ha sido grato compartir d urante un trecho nuestl'as alegrías y angustias "tesísticas" y
alegra ahora sentirla volar.
En la Universidad de Syracuse la acogida que me dio e l Departamento de
Geograña fue particularmente calurosa, al igual que la del Delfp/ain Program .for Latin
American Studies, la del Graduare Sclwol y la del Maxwell S clwol of Citizenslúp and Pub!ic
A.ffa irs. En forma permanente recibí su apoyo, al igual que el ele la Bird Library, e l
Departamento de Idiomas, la Oficina de Servicios lntemacionales y la Bursar Operations
de esa Universidad. A Patric[a Burak, l\:fíchael Smithee y Betty .'leely les estoy muy
agradecida.
Mis estudios e investigaciones he podido adelantarlos gracias al apoyo financiero
de varias instituciones, Hacionales y extranjeras. Los créditos del Ieelex han s.i do en
este sentido fundamentales. Las becas crue me proporcionaron el Departamento de
Geograña y el DellplainProgramforLatinAmericanStudies de la Universidacl de Syra cuse,
y la misma Universidad de Syracuse, me permitieron adelantar los estudios de doctorado.
Para el desarrollo de esta investigación y la que adelanté sobre Santafé, recibí el apoyo
de Colcultura, a través de sus fondos de becas Francisco de Paula Santander, tercera
convoeatoria, en 1991, v VIII Convocatoria de Becas Nacionales de Colcultura, 1996.
Par·a el desarrollo de las 'actividades investigativas, tanto aquí en Bogot4, como en Se,ril la,
fueron fundamentales las becas que r-ecibí de la Universidad de Syracuse: la Beca de
Investigación pat'a Estudiantes de Postgr·ado, la loan ele Sarclon-Giass A warcl y la Beca
de investigación del Graduate SclwoL. t\ todas estas instituciones, ¡Muchas Cracias!
En Bogotá, durante largas temporadas, el Archivo General de la Nación ha s ido
como mi segundo hogar. La hospitalidad y el apoyo de su DireetOI', el doctor .Jorge
Palacios Preciado, han sido inigualables, lo rnismo que el de su personal, cuya gentileza
y espíritu de colaborac.ión han hecho más fácil y grato el acceso a la documentación
que aHí reposa. Sus jefes de Sala, Clara Inés Casilimas, Adelaida Sourdís y Mauricio
Tovar s.ien1.pre me ayudaron en rnil formas . La alegría, empuje y sentido de colaboración
de Carlos Puentes, han sido particularmente estimulantes. El apoyo de S:ml Gon zález
para la divulgaeión de los resultados de mis investigaciones ha sido inapr-eciable. De
igual forma no puedo dejar de meneionar la valiosa colaboración que he rec[bido en la
bibl ioteca Luis An.gel Arango, la biblioteca del Cinep y la que me brindaron Nor-berto,
Luz :\<1arina y Glor ia, en la Biblioteca Cervantes.
También estoy muy agradecida con los funcionarios del Ar·eh ivo General de Indias
y de la biblioteca de la Escuela de Estudios H ispanoamericanos, en S evilla, por su
generosa hospitalidacl . Durante mi estadía eu esa ciudad disfruté enormemente de sus
gentes y de lo que para mí era un enrevesado ordenamiento espaciaL Perderme por
sus calles era una delicia, salvo que tuviera que cumplir con algún eomprorniso. La

orden ar para <:on trolar + mar'a herre.ra a ngd


ca lidez qu e 'i' í en la casa de Carme n y las atenciones de Rosario y .José Luis me
hici~>ro n spntir·me como en cas a. La compar'iía de Julián y Cri stina Ruiz Rivera me
deparó rat os muy agradables ~v la a.' uda de Eduardo Barrera fue un gran estímulo para
mí. Rafa me sal"ó de tm ataque de virus, que amenazó con d~jar a mi computador fuera
rle combate. con las graves consecuencia q1re e llo habr·ía tenido.
Para r{'c>c:tos de la selección de una de las r:egiones eje de este t r-ab~j o, las llanuras
del Caribe, la compaíiía de Adelaida Sour<lís fue particularrnent(• impo rtante. Su estímulo,
:>us conoc irnie ntos y su amor por esa r·egi<S n tienen mucho que ver col\ una deC"isi<Sn de
la que no he herho sino alegrarme. El Caribe constituye un mundo apasionante, en el
que la realidad supf'ra a la fantasía. do nde el arr·iba y el abajo remiten a realidades
disti ntas a las que mi mente andina podía imaginar y donde aprendí qur amo el páramo
"!- la nehlina. per·o que me deslumhra ~- atrae la lu z ~, el calor del Ca rih~>.
Con la conclusión del texlo ~- la defensa d~> la diser·tación rnis de udas de gralilud
s.e lwn i11crernentado. La gen e r·os idacl con que el jurado acogió la disertación y le
otorgó la cnlifi<'ación de with distincrion (laureado) y posteriorme nte e l r'econocimiento
que 'le fue Jado por la Fundación A.lej:mdro Ángel Escobar al co11feril'le el Premio de
Cie ncias Social es año 2000, me han deJ.>arado momentos de gr·an satisflteción y estímulo.
_-\. a mbos ju rados, e l uno integrado por Ylyron Lichthlau , .ln m es Ouucan , Karin
Rosemhlau.. Peter Castro. \Villiam :Mangin y pol' el director de la rlisl' l'ti'lción , el profesor
Da\·id Robinson. y PI otro por Jaime Jaramillo Ur·ibe, Myriam Jime no San toyo, María
\ len:edes Bo tero. Diana García de Olarle. .l os~ Rafael Toro y Gus tavo\\ ilches Chaux.
l~s t>stoy i111nensamente agradecida. También a las directiYas d t> la fundació n Alejandro
:\ngE'I ~ sco bar. a s u Directora. C<~mila Botew. y a Sonia Cárdenas, r uya gentileza y
calidez j:H11ás o h idaré.
E.l apoyo d<' . \ ída .\lartinez en la Acadt"mia Colombiana de Historia y del Comité
Editorial e n el lnstitnto Colombiano de .A.n tropología e Historia, hic i.eron posible que
E'Stas dos insti tuciones se unieran par·a coeditar el texto, lo qne ha s ido ttn g r·an motivo
de alegría para mí. A los di rectores de esLas dos instituciones, Santiago Díaz Piedrabita
y :\1aría VictMia Uribe, les agradezco la aeogida que dieron a la iniciativa de Aida y del
Comitf Edi1o1·inl de l Instituto; a Aicla y a los iJHegrantes del Comité su solidaridad y el
aliento que le han dado a mi trabajo. Con el Lnstitnto Colombiano de Antropología e
Historia mis deudas dE> gratitud van rnás allá del apoyo a la puhlicncitlll del texto. La
conti11uación de la inYestigación sob re los ind.ígeuas Chinúla, tema que <'omo se rulola
Pn ~>ste tr·abajo aiiierita una mayor profundi7.a.ción. ha sido J.>osible gracias a su apoyo.
Oe igual forma su r·espaldo a otras inicia tivas que me han vinculado con esta institución
ha sido inYaluable. A \lauricio Pardo. a Marga rita Chaves, a Pau·ic ia Tovar, a María Teresa
:Salcedo. a E miro Díaz, a ,\lubia Alba ChaYarro y, en general al pe1·~onnl del Instituto, les
f>stoy muy ag radecida por la ayuda que me IJ [tll brindado. :Mención especial debo hacer
de GuiH(>rmo So;:; a, quien realizó una c uidndosa leetura del texto y formuló observaciones
q ue me fueron d<' gr·an utilidad.
TruulJié11 creo que puedo agradecerle algo a mi terquedad. A pesar de todos los
probkmas que ha_Ht podido ocasionarme, ha impedido que me aleje de los pinceles,
colorf's ~- papPies. a despecho de mis limitncio nes en el campo de la pintnra. En lo q ue
podríamos dt>no minal' como la recta final dr este trabajo. con la ma_, oría de los textos
elaborados. el armazón global que los articulaba, no aparecía. ni se conliguraba. Estaha
ahí. pei'O no se hacía explícito. La prPsió n del tiempo causaba la angnst in que muchos
c.:ouocen. En un rapto de irresponsabilidad puse todo a un lado .Y dis puse mis materiales
para pinta r la rnontaúa frente a mi ventana. En esa j ornada de p intma y la del día
siguiente algo pas6 y la estructura del texto que estaha engarzada e n un oscuro r·incón
fluyó . La pintura de la carátula es uno de esos dibujos. Sé que el texto y su t>str·uclura
están reflejados en ella, aunque no enl.iendo ni puedo explicar <;Órno, en qué forma o
de qué ma1.1 era. Allí están. ¿Será que al pintm; no impor1"a si "bien" o "'ma l'', establecernos
un diálogo con nosotros mismos? No lo sé, pero agradezco no hahPr' abandonado mi
placer por colores y formas. aunque sobre los resultados sigo siendo escéptica. Tal \ ez
por eso agradezco aún más la receptixidad con que ~\ ico lás Morales acogió la posibilidad
de colocar uno de esos Jjbujos como portada. S u apoyo en todos los mome ntos del
proceso de publicación de este libro ha sido invaluable. Su pac icneía fren te a mis
retrasos en las fechas ele entrega del texto editado resu ltar·on inaprecia bles. Su cuida do
_v el cari1io con que ha atendido el proceso de e<lición de este te;~.to y. t"'n generaL ele los
textos a su cargo son ejemplares. De o tra parte. e l trabajo de diseiio de J uan Pablo
Fajardo y d e Andrés Fresneda, al ti<'mpo que han hecho posible .incorpor·a r· e n e l
diseño de la carátula ~E l Monte, lo Montuoso y la ~·l ontaña", hJrán más agr·adab le la
lectura del Le:xto, a despecho de las limitaciones financ·ieras y. por ~ ude. ele espacio.

ordenar para controlar ~ marco be:rura onad


introducción
ES PAC IO Y POD ER

La poca importancia que se ha dado a los asentamientos nudeudos rural es, en el


('onjunto de los estudios sobre el UT'banismo en Hispanoamérica. no guarda pr·opor-
<'ÍÓn con el papel que desempeñaron dentro del proceso de estntcturac-ión de la socie-
dad colonial. 1 Una rápida revisión de las cifras globales permite entrever su importancia.
Hacia finales d el siglo XVIII m:ís del 94 % de los asentamientos nueleados fueron
clasif"tcados como pueblos: sólo cerca del 6% eran villas o ciudades. 2 Se podría argu-·
mentar que la mayor atención que se le ha prestado a las ciudades radica en la alta
proporción de población que concentraban. Sin embal'go, este no parece ser el caso.
Eu 1778, p or ejemplo, Santafé, la eiudad capital del Nuevo Reino de Granada, sólo
al bel'gaha ah·etledor del 18% de la población de su provincia; el resto de los habitantes
estaba organizado en torno de los pueblos de indios. 3 En las provincias de Cartagena
' Santa ~[arta . donde había más ciudades y Yillas que en S:mtafé, la proporción de sus

1 Dav id Robinson critica es1ll orientación )' muestra qu<' en Latinoamé,·ica es ne~nsario
redefinir los conc-eptos ele urban o y mral, ~o h re la base dr la comprensión de los dis l in tos
tipos rlr asentamien1os, sus interl'e laciones ~ PI papel que dest•mpeñaron (Oa,-icl Robinson,
·Changing settlement pattems in <·olonial Hispanic America•. Pe-ter J. Ucko, Ruth Tringhnm y G.
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Schenkmnn P u.blishing Compan)', 1972, pp. 931 943). Sobn· los temas <fU<' han recibido más
atención Pll los estudios sobre d urbanismo hispanoamerirano véase: Rkhar·cl )lot-se_ •Tr-ends
and Tssues in Latirr .>..merican l -rban Research, 1965- 19/(J., Latín Ameriran Researc!t R('c•iew
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21 ( l). 1986. pp. 7-72.
z En 1786 había en los territorios Hispanoamericanos 8.1oi8 asentarnil'ntos nucleaclos. De
ellos sólo el 5.6% cron villas o <·iudades. el 94.4% restante fueron clasificados como pueblos
[Franr-i$CO de Solano. CiudadF.s Hispanoamericanas .r Pueblos de lndios. ,\ .ladrid, Consejo Superior
de .Investigaciones Científicas, 1990, p. 156, nota 5). Sobre es tns cífrns cnnviene anotar que el
concep1o de pueblo SI' usó algunas veces en su sentido esperílico. es de<' ir, para referirst· a los
pueblos de indios ~ otras veces en un sentido más general. que incluía otms categor·ías, tales
como. parroquia. sitio o real dP minas.

imroducción: ~spacio y poder


hllbili!nles aumentaba :2 1°6 en Cartagena y 37"-6 en Si!nl;¡ Marta' . aunque conlinuaba
siendo núnoritar·i<1. 4
Las cifras, a pesar de u importancia, n o permiten por sí solas dar una ide11 del
pnpcl que clesernper'íar·on dl'nh·o del ordenamienlo cconómjco, social y político colonial
los miles de pueblos, pi!rrocpr ias, sitios y l ugan~s. que si bien no tenían la calidad el e
villas o de cindades. con frecue nc ia se erigieron en míd<:os qne atendieron la::; rw ccsi·
dadPs de la población r tren l asentada dentro d e su te r-ri to ri o j ur·isdiccional. Lamenl.able-
m cn le, la literatura qu e h<1 diseu tido los fenómen os nrballoS y r·nrales, salvo a lg unas
excepciones,;; ha enfatizado aspectos específicos y su~ lta ll M.gos no se han incorp<wndo
denti'O d e una perspectiva rnás amp lia, que permita entPndcr e l p<~pel que, durante la
colonia. jugaron los pequciros ;¡sentamientos rurales en <'1 contexto ele las soci<>dad cs
hispanoamel'ican<1s. 6 En lo qut> tie ne que Yer con t>l ordenamiento ter·r·itorial ~· espaeial

' SeglÍn t>l censo de la ciudad dt> Sanrafé y su jurisdicción. 1"' ;nllado en 1778. había en la
pro1 incia 88.308 habitant<·~. dt· los c uales 16.002 ,el 18':'.,) J'f'sidíau en la ciudad de San tnf~ ~· PI
resto de la población (72.106 pt>t·sonas. el 82~o) se 01·gani1.nhan a l1 't'dedor de los 48 pue blos d<'
indios dt> la provincia .'_'\ .G.!\. (Bogotá). )filicias .r iliúrina, 117. f. 90 1'1·.: estt> <"enso puede l'e rse
tam bién en He rm es Tovnr Pinzón et al. (comps. ), ComHit'fl(l)tirl rd Poder del Número. Censos .r
.t 'sradisticas de la !\~II<MI C:rruuula Ji50 1830, Bogotá. ¡\rehivo C t:n<'r•d de l.n Nación, 1994, p p. 2il(i 9).
St>gtí n el inform e de S il v<'s tr<'· l'i'chado en 1789, once ai'íos rkspués d<" Jrvantado el censo de
1778. b provincia co ntaha <'O il 1H>. /90 almas, de las cuales 18.'11:¡ 1 (t•l 15%) vi1hm en la <'iud ad
!Fmncisco Silwstrc. • o\punt<'S RL"st>I'Vados•, Genmín Co l!""""'''·~. (..om p.). RP!aáones e Informes de
los Gobernames de .\"uew1 r.mnada. ~ \ols., Bogotá. Biblioteca d1• l B:~rwo Popular. 1989. T. fL pp. 33
l:i:!. pp. 57 -60. La dift>rencia <'11 las propotciones ¡·;~dica, l'n part.-. a t¡ue S ih esu·e indu)Ó 1'1
pm1ido df' Guaduas dentro de la p•~>' incia de Santafé. lo que rr<> st· oh:-.t'l'la en el censo de 17/8.
1 Los datos de Cartagcrr;~ ~on dt> 1778 ~· los de Sant:~ \I;H'I:l dt' JJ91 ,HE>rmes Tovar Pi111.Ó11

l't al. comps . . Convocatoria, pp. lí70- 486 )" 507 517'.
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' 1 .Este problema se hac•' <'XIf'nsiYo a otros asp~><'to.~ rll' 1:~ hi~tor·iografía colonial. como lo
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:'\t ribuyen a las deficienc ias y d ifi <'ultades que presen tatt la~ ;;rnl'"J'alizaciones en el corllt'"to d<•
los estudios sob1·e Hispa n()amt' r·ica: Da,icl Rob inson , cCh>lnging settlement p~tte rn¡; ... p. ~n9.
re firit>ndose específicamcnt•· n 111 orif'ntació n de los est udi os $Obre el urbanis mo his pa ii O<III lt:·
ri('ano. p lantea que el proble ma radi'~' en la falta de estudios m á~ de tallados sohre los tipos de

(I 8> ordenar para controlar + moTJa herrera onsel


de estos asentamie ntos. los esttHiios se han centrarlo en las congregaciones adPlantadas
en f' l siglo X\1:; C"n los esfuerzos lwc.hos para entende r· la articulación entre el ordena·
wie nto t·erritoriaJ y espac.ial pl'e hispánico y e l c.olonial, las Pslructuras d e poder· a las quf"
uno y otro respon <lían y la form a como se ama lgamaron dentro del ordenamiento colo·
nia1. 8 Se trata d e 1.Pm as import ant es, pero que re mite n sólo a aspecto~ muy rednciuos
de ntro de la Hll'iadt~ gama de problemas que genera PI o r·denamiento ~>spac i a l y político
de la mayor· parte de la población hispanoamericana durante e l período colonial.
A.dicionalme nte, buen mímcro de t1·abajos han abordado el tema desde una pers·
peC't·iva legalis ta /! qn e informa más sobre las dis posic io nPs legales <:'xpedidas p or la
Coro na, c¡ue sobre la d inámica de los asentamientos. OtTos estudios, aunque no s~> han
C'cnW•do específif'arnente en el ordenamiento PSpaeial o te•·r·ito riaJ ele los ase ntamientos.
e~tudian temáticas dP importancia par·a la eomprt'n sión de esto;; fe11Ómenos. tnles como

as<·ntarnientos. a lít fotnla como ,;(' transformaron ll lo largo cl!'l pPríodo coloni:tl .v n las clefícien-
r ias t'H la delinirión de concepros ra les como rw·:tl- urban o.
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siglo \'VI. Bogorá, C!"ntro ele lrllf'Stigaciones de His rori::t Colo ni al y Fo ndo ~li,lo de Prom oción
di" la Cu!tur·a .\ la~ \1tes del .\01'11' d<· Santa.nde•·· 1998. pp. 13 52.
9 Yé:u1se. por <'jl'mplo. Francisco DomÍn!)llel .' Compañ~-- . ) .os pul'hlos de Indios. S u Organi·

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Solano '.c:-omp.). Esrudios sobre In í iudrul. pp. 241 268; • PolÍlica el{' ConcPn traciún de la Pobl::tció n
rnclígcna :1500 1800r Objeti' o~. P•·oct~so. Prob le mas. Res ultados•, Jorg<· E. Ha•·do) ~ Rich:u·ci P.
Schaetlel eds. . Asf'!llomiemos urbanos. pp. 89 1l2 ) Ciudarlt<5 Hispanoamericanas .\ Carmelo Sácm:
df' Santa )lm·ía. • La · Reducció n a Poblados• en el siglo \\ l en Guatl'mala•. -lnundo df' Fswdios
.1mr:ricanos. .\XI\ .. :Sevilla. Es<'nf'la cie Estudios Hisp:mo;uner·iranM, 19;2_ pp. 18/ 228.

lrnroducción: espacio y poder


la política de segregación racial o espacial ; e l papel del adoctrina mi ento y la organiza-
ció n parroquial par a controlar· las áreas rurales y la forma como en e l contexto de la
econorrúa local se artic ularon los pueblos de indios con las haciendas .10
Los tTahajos citados, sin em bargo, constituyen sólo una mínima parte de los estu-
dios sobre el urbanismo hispan oam erican o, qHe se han alej ado de la tendencia a estu-
diar sólo las ciudades y las villas. De otJ'a par te, en e l campo de los estudios sobre las
;"Í r t>a S rurales hispanoamerican as, e l problema de la nucleación de la poblaeión tampoco
ha recibido atención , salvo e n lo concerniente a s u relació n con las haciendas. ll Esta
tendencia a hacer caso omiso de la forma como se organizHl)a la población r ural en
T-1 ispanoamérica resulta altamente problemática ya que, eorno lo ha expresado 1\eichel
Dolmatoff, esas peque ñas poblacio nes "son los crisoles donde se fund en las diversas
tr·adíciones cultnrales."" 12
La importancia de estudiar los pequeüos asen tamientos - nu·ales·· se pudo esta-
h l(>cer· a l a na lizar las estr uc tur·as de p oder local e n la provin cia de Santafé, Ku evo
Reino de Granada, en el siglo XVll l. Ese ejercicio llevó a apreciar que los pueblos de
indios se constituyeron t:n piezas básicas para la estructuración de variados mecanis-
mos de poder en la pro·vincia. S u organización interna y su agrupación en corregimientos
hizo posib le ej ercer un efectivo coutrol político tan to sobr e las comunidades indíge-
nas, co rno sobre la población n o indígena en general. La investigación hizo posible
ig ualmente apreciar q ue el ordenami ento espacial de la población se constituía en una
pieza fundamental para e ntender su organ iza ción polítíca. 1•1 Estos hallazgos estaban en
consonancia con lo seiialado en los estudios adelan tados desde dife re ntes disciplinas,
e n el sentido de que existe una estrecha articulación entre el o rdenamiento espaciaL
el ejercicio del poder :y los mecan ismos ado ptados para conff'o ntarlo. 1i
El objetivo de este trabajo es precisamente el de explorar este problema, en un
contex to más amplio, centr ando la atención en e l ordenamiento espacia l y político de la
poblaci6n asentada fu e ra de los grandt>s núcleos urbanos, esto es de las ciu dades y las
vi ll as co lo n iales. S e b usca b ás icamente analizar el pap e l q ue d esempe.ñar-o n Jos
0
' Véase. por ejemp lo. Magnus l\fii rner, L a Corona Española y los Foráneos en los Pueblos de
Indios de América , E stocolmo, Instit uto de Estudios lber·o-t\m cricauos. 19i0; .fa111es Lockhart,
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" Para una revisión de la bibliografía sobr e los estudios en las áreas rur·:~l es véase Louisa
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12 Gerardo Reic hei- Oolmatoff (comp.), D iario dr Viaj e del P. Joseph Palacios dP la Vega enrre

lo.s indios)" negros de la provincia de Carragena en el Nm'vo Reino de Granada !787-Ji 88, Rogotá.
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orden ar para controlar + morco berrera ang~l


asentamientos nudeados "rmales" dentro del ordenamiento político provincial, lo que
implica centrar la atención en ellos, sin desconocer, claro está, las relaciones que esta-
blecieron con las ciudades y villas a las que estaban adscritos jmisdiccionalmente. Un
estudio anterior, en el que se consideró la dinámica espacial y política de la provincia
de Santafe, resaltó el protagonismo político y administrativo de los pueblos y de los
c-orregimientos de indios, ya que hasta mediados del siglo XVIII, a excepción de la
ciudad de Santafé - capital del vineinato de la 1 ueva Granada- , los demás asent.amifmtos
oucleados eran todos pueblos de indios, administrados a través de la institueión del
corregimiento-'5 La predominancia de los pueblos y su organización en corregimientos
no era, sin embargo, la constante en las provincias neogranadinas. Por este motivo se
cons ideró que un estudio comparativo centrado en otra u otras provincias que presen-
taran características distintas a las ya estudiadas, podría aportar elementos para una
mejor comprensión de los asentamientos rurales y de su estructura administrativa.
Sobre el particulat ya Germán Colmenares había planteado que en el siglo XVIII. se
podían identificar cuatro modelos de poblamiento en la Nueva Granada: el que se
organizó en torno a los pueblos de indios, que sería el caso de la provincia de Santafé;
d de las parroquias tempranas del siglo XVII en Vélez y Pamplona; el va!Jecauca.no, de
poblamiento en torno a las capi.llas de las haciendas o en los márgenes de la misma y
el q ue se presentó en Cart.-1gena, con los arrocheladosHi
La hipótesis de Colmenares sobre estos modelos de poblamiento está articulada
ron la discusión en torno a las regiones y a la nación. Se 1rata de un problema que ha
preocupado a varios estudiosos y, en el contexto de las investigaciones sobre el Nuevo
Reino de Granada y luego sobre la repúbl.ica de Colombia, parte de la hase de que
existen marcadas diferencias regionalesY Si bien no hay acuerdo sobre el periodo en
que se configuraron y sobre los criterios a utilizar para definir .las regiones, su existen-
cia se da por hecho cierto y se afirma que Colombia es y ha sido nn país de regiones.
_\unque no es mi intención adentrarme en el debate sobre la región, es pertinente
para efectos de este estudio eonsiderar t.res aspectos crue se relacionan estrechamente
ron este tema: de una parte, las marcadas diferencias que, durante un mismo período,
se dan dentro de distintas áreas del territorio neogranadino respecto a problemas tales
como el poblamiento o la organización política; de otra, la selección y delimitación de
las tmiclades espaciales de an<Hisis que se estudiarán en este trab<~O y, finalmente, lo
relativo a las relaciones entre regiones y a la h etel'Ogeneidad del espaeio regional.
En lo que tiene que ver con el primer problema, resuh~1 daro que en el estado
actual de las investigaciones sobre el territorio neogranadino - al menos en lo que
tiene que ver con el ordenmniento espacial y político colonial- no se cuenta con sufi-
l.l Marta Herrera Angel, Poder Local.
•r. Germán Colmenares, "Región-Nación: P..oblemas de Poblamiento en la Epoca Colonial"
(1988), Re(llúa de E xtensión Cultural, Nos. 27- 28, Medellín, Universidad Nacional de Colombia,
junio de 1H91, pp. 6- ·15, p. 9. El térrn.ino :.¡rrochel.~dos se utilizó en la región Caribe para
referirse a pobladores, por lo gene¡·al pobres, que se asentaban fuera de los sitios o asentamientos
nucleados y cuya organización social y espacial no se <~justaba a los parámetros establecidos por
el Estado colonial. El término y las ambigüedades c¡ue se presentaron en su uso se discutirán
en detalle en el capítulo V.
7
' Véase, por ejemplo, Jaime Jaramillo Uribe, "Ideas para una <'.aracterización Socio--Cultu ra.! de
la Regione,5 Colombianas•, Ensa)'OS de Historia Social, 2 Vols., Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1989,
T. Tl, pp. 59--91; Gennán Colmenares, ~Región-Nación''; Orlando Fals Bm·cla, "Ordenamiento Terri-
toria.l e Integración Regional en Colombia•, Orlando Fai~ Borda et al.,Lalnsurgenda de lasPro<~incia.s.
Hada un Nue<~o Ordenamie!Uo Territorial para Colombia, Bogotá, Instituto ele Estudios PolíLicos y
Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia y Siglo XXI Editores, 1989, pp.
11- 78 y Herrnes Tovar Pinzón, "La Historia Regional como Problema y como Pr·ograma de la Historia
Nacional", Caribabare, mio 4, No. 4, Yopal, Centro de Historia de Casawu-e, ,l992, pp. 11-46.

introducción: espacio y poder


cien tes estudios como para proceder a hacer generalizaciones. 18 Las h ipólesis de Col ·
menares - basadas es sus dilatados y profundos estudios- requieren ser desarrolladas
y profundizadas. 19 Al igual que en Oll'OS espacios hispanoamericanos, los estudios re -
gionales se constituyen en una vía metodológica importante para evitar caer en plan-
teamientos globales, que hablan más sobre lo que las leyes disponían, que sobre la
dinámica social de los territorios objeto de esludio. 20 Por ello consider-o que la aproxi -
mación regional resulta de gran utilidad, siempt·e y r.uando no se vea a la región corno
algo homogéneo y qne existe como tal,2 1 sino más bien como un reeurso metodológico,
que se flefine en función a la problemática estudiada 22
Hespecto a la selección de las áreas en que se centra este estudio (véase el :Vfapa
No. 1), la exploración inicial de la bibliografía y de la documentación pet'tTtitió estable-
cer qne el ordenamiento espar.ial y político de las provincias cariheiias (Cartagena y
Santa ~'lat·ta) presentaba interes~mtes y enriquecedores contrastes respecto a lo c¡ue se
había observado en la prov.inr.ia de Santale. En la región Caribe el pueblo de indios no
tenía una pr-imaeía s imilar a la que se había obse r·vado en SanLafé y el eorregirnienlo de
indios sólo se~ estableció en e l siglo XVlll, con unas caractet·ísticas rnuy distintas a las
c¡ue tuvo en Santafé. Estas y otras difet·encias, además de los interesantes fenómenos
de poblamiento que se observaron en las dos provincias caribeñas, nos llevaron a
centr-ar en ellas este estudio. La revisión inicial de la información L~unl)ién mostró que
bahía áreas contiguas a la p 1·ovineia de Santafé, como por ~j e mp l o la jur·isdi.cción de la
eiudad de 1\ mja, euyo ordenam iento espacial y político, au nque no era igual al de
Santafé, presentaha similitudes que podían enriquecer la percepción de las provin-
cias Mlclinas. Su inclusión ha permitido matha.r ciertos aspectos, al tiempo que otros
se han relativizado, lo que peopo1·ciona unn base más sólida para la com¡)araeión que se
husca establecer entr·e l.as provincias andinas y las de la región Caribe.
En cuanto a la seler.c·ión de las unidades espaci.ales de análisi.s que se conside-
rarán en este trabajo, se pensó inicialrnenle en acoger la propuest.a de Lockhart y

18 Cn ejemplo d<" las d ifieuiiM!es q ue ofrecen tas generalizaciones, q ue no se basan en un


eono<~i m i ento de tallad o de lo~ pt·oe~'sos, to oft·e.-:e el aparte de:dicaclo a la eolonia de la obra de
Fabio Zam brano y Ol iver Hemard, Ciudad)' Terrúorio. El Proceso de poblmnimro !'n Colombia,
Rogorá, Academi ~1 de HisLo1·ia de Bogorá, Instituto Fra ncés de Estudios Andinos y Fundación
de Estudios Histót-i<;Os Misión Colomhia, 1993, pp. 25- 61.
19
Antes de su lamentahle faltt:eimiento, Germán C-olmenares, además de fommlar sus
.hip<Stesis dt' ca1·;k ter gene•·al sob 1'f' el pob lam iento ("H.'''gi ón - J\ac ión ; Problemas de
Poblamiento"), había av~nmdo ''n el estudio de este p1·ohlema e11 la gohe t·na ei6n de Popayán,
como se aprecia en su artículo ''Castas, patrones de poblamiento y confl ictos sociales en las
p1·ovincias del Cauea 18l0-18.30", Ger·mán Colmena1·es, Zamira D ía z de Z ulu<1gn, José F.scMcia
y Fr-an<:iseo Zuluag::l, La fndepenrll'm·ia. Ensn_ro de fhtlo ria Social, Rogot:í, Instj lu to Colomhi:lllO
de CulLura, 1986, pp. "137- -.180. Véase, Hernán Lozano, "Colmenares, un rastro de papel'', Húto-
rti't :Y Rspacio, sep:H':J.Ia, ;o. "14, Cali, Departamen to de Histori:l <h; la Unive1·sidad del Vr-dle, junio
de 1991.
w P:¡ra una discus ión ~obre 1 ~ un idad y las vari ac~ i ones l'egionalc''s en ·1-l:ispano:<mériea vé:<se,
e11tr-c otros, la introducción de James Loekha rL al libro de Ida Altman v James Lockharl,
Provinccs off:arly México. Variants ofSpanish Amerü:an Regional Ec•olurion , Los "i\ngeles, University
uf Califomia. 1976, pp. 3- 28 y Eric Van Young, "Doing .Regional History: A Theuretical Discussion
and sorne Mex iean Cases", Ycar Book 1994. Conference ofLatin Americanist Ceograp!tet:s, Vo l. 20.
Austin, Un iver-sit-y of Texas, 1994, pp. 21- .34 .
~~ Sobre esle punto véanse las críticas de Boufdieu al conce pto de re¡,>ión, as í eomo sus
obser-va.-:iones sohr-e las impli c:.aeiones políticas df; ese <:oncepto en Pierre Bourdi.eu. Language
and .~ymbolic Power (Hli/- 1982), 3" ed., Camb ridge, T·T.::u·vard Universi(J' Prcss, 1994, en especial
pp. 220- 228.
22 R. J. Jolmston, C:eography rmd Ceogmphl'rs: Anglo-American human C'reograpl1ysince 194S. London.

Edwanl A.molc:V 1ew Yo rk, Routledge, 1991, p. 4.9.

ordenar poro conuolar -f- mana herrera angcl

~-
M.'-\.PA No. 1
NLEVA Grt•\. 'ADA SIGLO XVliJ
LL.-\t\lRAS DEL CARIBE" A t\DF.S CENTR-\LF.S

·- Pq -~.

_/·~~:~-~
;--:,
;·- ' Venezuela
\
.'\
\
OCÉANO \
PACIFICO -----

r.,í
\ ....
Popayán
'-... \ ......__ ]
\ Regiones consideradas en
este es~udio

Limite Audiencia de Santafé

Umile Provil'lcial
/
1
\ Ovr¿¡nte p:z.n.e del siglo XVIII Popayán
y Ouito fc{maro1l parte de ~ Audiencls
de Quito \
'
Quito )

300km

Fuentes: Felipe Pérez, Atlas Geográfico e Histórico de la RepúbLica de CoLombia (Antigua Nueva G"mnadn)
el cual compendia las Repúblicas de Venezuela .r F:cundor mn arreglo a los trabajos del Cenera/ de
ingenieros Agustín Codazzi, París. Imprenta La hure, l.llf\9, láminas IV y V; Hennes Tovar Pinzón,
· El Estado Colonial•, mapa · Regiones econó micas de la ~ ·ueva Granada (fines del siglo XVIII)
y . Plan Geográf'tco del Virreinato S¡wt<lfé de Bogotá Nul'vo Reino de Granada. que manifiesla
su demarcación territorial...por el D.D. Fr<m ciseo Moreno y Escandón... 1772•, Instituto Ceogní-
fico :\ gustín Coclazzi, .4r!as de Colombia . Bogot<i., TG:\C, Wii , eonr.raportacla.
NoLas: Lím ites pi'Ovineiales aproximados
Durante algunos períodos la ciudad de Ríoh~cha o Rfo de la Hacha fue caheza de provincia y
gobiemo separado, mientras que en otros fo r·mó parü' de la provincia de Santa :Vfarta (José
l\icolás de la Rosa, Floresta, pp. 224-8}

inuoducciÓ11: espacio y poder


Schwartz quienes, para estudiar los casos de México y Perú, tomaron como unidad de
análisis a la provincia, por constitui.rse en «..•the smallest self--<:ontainecl unit intelligihle
on its own terms.» 23 .E sta delimitación presenta varias ventajas. En primer lugar, era la
que se usaba en la época, lo que de pot' sí disminuye el riesgo de establecer divisiones
anacrónicas. En segundo lugar, facilita el manejo de la información, ya que ésta se
discriminó en su mayoría siguiendo las divisiones político-administrativas . En tercer
lugar, se trata de delimitaciones que nada tuvieron de gratuitas, sino que se establecie-
ron en función de una variada gama de facto res que induyó, desde los parámetros
culturales a partir de los cuales se percibió el territorio, hasta las variaciones que sufrió
esa percepción como resuJtado de la confrontación con las prácticas cotidianas, pasan·
do por los conflictos y la conciliación de inlereses de diverso orden, que con tales
divisiones se buscó hacer prevalecer. 24 Se ha hablado incluso de un "palJ'Ón de regio-
nes subyacente a las divisiones administrativas," 25
Sin embargo la delimitación de espacios sobre la base de las provincias colonia-
les también presentaba ciertos problemas. En la región Caribe, a pesat' de la aparente
claridad y nitidez en la división jurisdiccional entre las provincias de Santa Marta y
Cartagena, que establecía una importante vía fluvial como lo era el r ío MagdaJena como
línea divisoria, en la pnktica lo que primó fue la ambigüedad j urisdiecional entre
ambas. La estrecha vinculación entre los procesos de orden espacial y político que
tenían lugar en una y otra banda del río, unida al hecho de que la villa de Mompox, un
imporlante centro político ubicado en el ál'ea limítrofe ele las dos provincias, ejerció su
influencia sobre ambas, indicaba que no era viable centrar el estudio en una de ellas.
Por ese motivo se optó por mirarlas como conjunto.
La utilización de la unidad provincial en el caso de Santafé no presentaba mayo·
res problemas26 En el caso de Tunja otro tanto sucedía al optar tomar como unidad de
anális.is "el reino de Tu1~ja" o la "antig11a provincia de Tunja", como lo han hecho otros
investigadores.2' Este territorio que, a grandes rasgos, coincide con el actual depart.a-

l :< James Lotkha1i. y Stuart B. Schwartz, Ear(r Lalin .·1merica. A History- o/ Colonial Spanish
America and Bra.zil (1983), Cambridge Vniversity Press, 198H, pp. 38-9. EsLe libro fue publicado
en castellano con d título de América Latina en la Edad Moderna. Una lh>tori(l de la América
EspañoLa y el Brasil Coloniales, Madrid, Ediciones Akal, 19!~2 . Según es ta ver·sión (p. 43), la
traducción del texLo citado sería: " .. .la unidad más pequeña dotada de un sentido inteligible
en sus propios términos.". Cahe anotat; sin embargo, que esa traducción omite e l Lél·min.o self-
contained, de difícil u·aslación al espar1ol y que equivale a completo en sí mismo o autónomo, si
se toma en el sentido de que dispone de todos los elemenLOs para constituirse en una tmidad.
Adar·ado este punto, el texto podría tTaducirse así: " ... la unidad autónoma rn:ís pequefía, com-
prensible en sus propios términos."
2
' Sohre la ¡·elación entre el ordenamiento administrativo de un territorio v los intereses
económicos subyacentes en tal organización véase Dominiqu~~ Margai•·az, •I:;· fonnation du
réseau des foit·es et des marchés: stratégies, practiques et ideologies•, A mw!es Rconornies Socierés
Cioilisations, año 4L No. 6, París, Krausreprint, nov.- dic. de 1H8G, pp. ·12"15-1242.
2:. And10ny McFarhme, Colombia antes de la lndepenrll~r,cirl. 1\conomía, Sociedad y Política bajo
el Dominio Borbón {1993), Bogotá, Banco de la Rep•íblica y El Ancora Editores, 1997, p. 23.
'¡ Comparada con las provincias de Sant;.t Marta, Cartagena y Tunja, la provincia de Santa le
2

er·a relativamente pec¡ueiia y su división político- administrativa presentó una gran continui·
dad a lo largo del período colonial. Se ha planteado la hipótesis ele que ese ordenamiento se
basó en el que existía antes de la invasión eutopea, salvedad hecha del terl'itoJ•io Panche, que
fue el que pl·esentó cierta indefinición jurisdiccional. en el período colonial {Marta Herrera
Angel, Poder Local, capítulo I).
27
Germán Colmenares, La Provincia de Tunja en el Nueoo Reino de Cmnada. 1\nsayo de
Hútoria Soo:a/ (1539.- 1800) , Tunja, Biblioteca <k la Academia Boyacense de HistOt·ia, 198tí y Juan
Friede, "Algunas consideraciones sobre la Evolución Demográfica en la Provincia de Tunja•,
A nuario Colombiano de fhúoria Social y de la Cultura -ACHSC-·, No. 3 , Bogot:i, Universidad

ordenar para controlar + mana heaer" aagel


mento de Boyacá,28 comprendía originalmente los dominios d(~ los cacÍ(JUes l\:fuiscas de
Tunja, Sogamoso y Duitama.29 En el siglo XVUJ Basilio Vicente de Oviedo se refería a él
como el de la "jurisdicción ele la ciudad de Tunja","l'l denominación c¡ue se ha acogido en
este u·abajo. Para facilitar la lectura, se denominarán Andes eentrales los territ01.·ios de la
provineia d e Sanláfé y de la jmisdicción de .la ciudad de Tunja y llanuras del Caribe los
de las provincias de Cartagena y S anta Marta.31
La importancia de estas dos regiones, como eonjunto, se aprecia al considerar que
hacia 1770 concentraban alrededor del 44.% de los asentamientos nucleados de la Audien -
cia de Santafé32 y según los censos efectu ados alrededor de 8 ai'los después, contaban
aproximadamente con el :'iO% de la población de esa Audiencia. 33 Estas dos regiones, cada
un a eon diferentes modelos de poblamiento y de organización política, estaban articuladas

~\facional de Colomb ia, 1965, pp. 5-19. Durante la colonia, la ~antigua provincia de Tunja~ formó
partf\ de l corregimiento de Tunja , que era u n Corregimiento de Provincia (s obre este
corregimiento véase Clises Hojas, Corregidores y Justicias lvfayore~ en Tur¡ja, Tunja, HJ62).
~ Juan Friede, "Algunas considel'aciones", p. 7, preeisa que "la antigua provincia de 1~mja
coincide con el actual departame nto de Boyacá, aproximadamente~.
29
Germán Colmenares, La Provincia, p. 80. El autor añade que poste ri ormen te su terrüor.io
se ex.tendió, al servi1· la ciudad de punto pm't.ida de vari~s exped iciones c~on quistadorns . H~cia
1580 el eorregimiemo de Tunja c;omprendía las ciudades de Pamplona y i\-lérid¡¡ y la villa de San
Cristóbal y todavía en el siglo Xvlll conservaba a Vélel , Pamp.lona, las villas ele Socorro y San Gil
y el partido ele Ser·vitá, además de la jurisdicción de la ciudad ele Tunja (véase también tnises
Rojas, Corregidores).
w Basilio Vicente de Oviedo, Cualidades .r Riquezas del Nuevo Reino de Granada (P 61},
Luis Augusto Cuervo (comp.}, Bogotá, Imp ren ta l\'acional, 1930, p. 119.
~ 1 También se ha utilizado el concepto de región del Carib e para designar a las provincias de
Cartagena y Santa Marta. Se excluye ele este estudio a la Gu<~jü·a que, durante algunos períodos
del siglo X'V1II, formó parte de la provincia de Santa Yla1'ta. Sob re lo ¡·elativo a esa provincia en
el siglo XVIll véase Eduardo Barrera, ·~festizaje, Comercio y Resistencia. La Guajira durante la
segunda mit~'ld del siglo XVIII", mecanografiado, 199? . La Introducción de ese trabajo resulta
basta.nte útil para formarse una idea de los trabajos sobre la región, que centran su atención en
el período colonial. .'\ gradezco a su autor h aberme facilitado una ve rsión del texto, originalmen-
te su tesis de Maestría en Historia de la Universidad Nacional, a la que le introdujo algunas
variaciones y correcciones y que actualmente se encuentra publicado: Eduardo Barrera, lJ1esti-
zaje, Comercio y Resislelzcia. La Cuqjira duranre la segunda mitad deL siglo )(VJ!I, Bogot.'Í, Instituto
Colombiano de Ann·opología e Historia, 2000. Sobre la Guajira durante el periodo colonial
véase tamb ién: José Polo Acuiia, "Protesta y Resistencia Indígena en la Guajira 1750-1 800~,
Tesis de Maesn·ía en Historia, Bogotá, mecanografiado, Universidad Nacional de Colo.rnb ia,
1999; " Los \Vayü u y los Cocina: dos caras diferentes de una misma moneda en la Resistencia
Indíge na en la Guajira, siglo XVITP, ACHSC. No. 26, Bogotá, Uni versidad l\'acional de Colombia,
l999, pp. 7--29 y "Poblamiento y ConA ieto Social en la Fmntera Guajira (1700 1800)", El1hl!er
de la Hútoria No. 1, Cartagena, P1·ograma de Historia de la Facultad dP. Ciencias Humanas de la
Universidad d t~ Catt<l gen~<, 2001, pp. 27- 78 _y Lance Grahn, "The Socioeconomic Structure of
P lace. Guaj i•·o Pasto ral ism and :\1ythohisrorical evolution in the e ighteenth century", Laura
Escoba•·i de Querejazu (coord.), Colonización Agrícola y Ganadera en A mérica, siglos XVI- XVI!l
Su impru:lo en la población aborigen, 48° Congreso Internacional de Americanistas, Estocolmo,
S uecia, '-Í-9 de julio de 1994, Quito, Ediciones Abya- Yala, HJ95, pp. 127- 151. El libro de Gerardo
Ardi.la (ed.), La Cuafira , Bogot;\, Fondo FE N Colombia y Universidad Nacional de Colombia,
1990, aunque no se centra en el pe r(odo colonia l, des arrolla temáticas que resultan de gran
utilidad para la comprensión de ese período. Por últjmo cabe anotar que en nuestro ll'abajo
tampoco se considera lo relativo a las islas de San And rés y Providencia, cuyo proceso históri co
fue significativamente dife rente al de las provincias aquí consideradas (James J. Parsons, San
Andrés :r Providencia. Una Ceogra.fia Histórica de las Islas Colombianas del Caribe (1956), 3" ed.,
Bogot.-l, El Ancora Editores, 1985).
n Josef f\ntonio Pando, • Ytinerario Real de Correos del Nuevo Reyno de Granada v T ierra
Firme• (ca. 1770), Da>id J. Robinson (comp.), mccanografi.ado, pp. 248-300. Agradewo al profesor
David Robinson el habem1e facilitado el acceso a este importante documento. La numeración q11e
ll<f\Ú s e le asigna corresponde a la versión mecanograflacla, ya qu e el documento no est<Í n um erado.

inc.roducción: espacio y pod<!r


económica y políticamente.34 En e.llas se asentar·on .los c:entl'os de poder más importantes
de la Nueva Granada en el siglo XVlil: las ciudades de Cartagena y Santafé.:¡; La prepon-
derancia económica, social y política c¡ue tuvieron se expresó, frecuentemente, en pugnas
y r.ivaJi.dades. Múnera afirma que a finales del período colonial tomó fórrna ~!l conflicto
económico entre amba<> y que este proceso eonfigw·ó: "una visión temprana, embrionaria si
se quiere, de conciencia regiona.lista,":l6 Por lo demás ambas regiones mant1rvieron impor·-
tantes y permanentes víneulos comerciales a todo lo lm·go del período colonial, que se
veían permanentemente refol'zados deb ido a que el mar Caribe ent la principal v"Ía de
acceso de mercancías procedentes de ul.tTama.r y de ob.·as colonias europeasY
De otra parte, el que ambas l'egiones se puedan caracterizar en función a su
modelo de poblamiento y de organización polílica no implica que, en esos nive.les,
presentaran ll<~cesae i amenle cierta homogeneidad. Esto ttltimo se aplica particuhmnen-
te a la región Caribe, donde lo que se aprecia es un a dinámica espacial y política en la
que se complementaron distintas formas de organi.zación dentro del espacio regional. 38
La diversidad al interior de las regi ones ha sido subrayada por varios autores. Posada
Carbó, pm· ejemplo1 se refiere a la diversidad cariheña y propone que la r-egión se
trabaje como un ensemble, sin que el uso de este término implique qn<~ las regiones
sean Luliformes en sí mismas. 39 Por su parte McFarlane, después de val'ias cons.icleracio-
nes, acoge el enfoque tradicional ele Ospina Vásquez40 que:

n Los datos de población se tomaron de .HPrmes 'I()Var- Pinzón et aL (comps.), ConiJocatoria, pp.
80-5 y 3i8; la información respecto a las jmisclicciones que hacían p:¡ ti;e del distrito de la Audiencia
de Sanlafé de Francisco Silvesu·e, -Apmltes Reservados~, pp. .!i0-95. U11 cuadro resumen de la
información de Silvestre aparece en Marta Her1-era :-\ng¡o~l, Poder !.oca!, cuadro ?'Jo. 15, p. 112.
li Sobre la ru·ticulación existente entre las provincias neogranadinas en el siglo XVIII véase
Beatriz Patií1o Millán, "Factores de unidad en el ·uevo Reino de Granada y la posterior forma -
ción del Estado Nacional", .t:~tudios Soáah~r, ; o. 3, wredellfn , Fundación Antioqueiia para los
Estudios Sociales · FAES- , septiemlwe de 1988, pp. 95- 128.
~,Antes de extinguirse el pt•imer virreinato de la Nueva Cmnada en 1?23, el Consejo de lnoias
estudió la posibilidad de que fucrl:l Cat·tagena y no Sm1U1fé la capital del virreinato (f\.G.l. (Sevilla},
Sama Pe, 385). Véase tamb ién Ge r-rnán Colmenares, u Factores de la Vida Política Colonia l: el
.i\uevo Reino de Granada en el siglo XVITT (P13-1740)", Jaime Jaramillo Uribe (ed.), Manual de
Hisroria de Colombia (19i8), 3 Vols., 3• ed., Rogotá, Procultura S.A., Instituto Colombiano de
Cultura, 1984, T. I, pp. 386-415, pp. li03- 5; AHonso Ml'mera, Et Fracaso de la Nac1~n Región. Clas!'
.r Raza en el Caribe Colombiano (1í17- 18!0), Bogotá, B1mco de la República y El Ancora Eclitores,
1998, p. 27 y Adol{c) lVIei;;cl Roea y María Agui\et·a Díaz, ~cartagena de Indias en li77: un análisis
clemográfieo", Bolc~tín Cultural T Bibliográfico, Vol. 34, No. 45, Bogotá, Banco de la República, 19!18,
Biblioteca (Virtual) Luis Angel Arango.
3G Pt·cci;;arnente e l u·abajo de Múnera busca destacar:
"cómo <1 la par que toma form a, a finales de la Colonia, el eonflicto eeonómieo entre Cart agena
y Santa Fe, las ciudades rnás poderosas del virreinato y ceno·os de poder region~l , se configura
una visión t(~mprana, embrionaria si se quiere, de conciencia regionalista,'' (Alfonso Mtín er~ , El
Framso, p. 2i).
1; Lance Grahn, Tlw Pofiúcal Econon~y oj'Smugg ling. Regional lt~fomml Economies in F:ar(r

Bourbon. New Granada, Dellplain Latin American Studies No. 35, Bouldet·, Colorado y Oxfot·d,
Westview Press, 1997 y Chrisüane Laffite Carles, La Costa Colombiana del Coribr: (1810- 1830),
Bogotá, Banco ele la República, 1995. Véase ta mb ién capítulo l.
'lS En los A.ndes centrales estas diferencias, si bien existieron, fueron menos marcadas que
en la región Caribe. Sobre las suhregiones de los AJJtles centrales véase ]liaría Clemencia
Rarnírez y María Lucía Sotfimayo1', .Subregional izaci<.in del Altiplano Cundihoyacense: Re -
flex iones Metodológicas•, Revista Colombiana de A.ntropología, ~. o. 26, Bogotá, .Instituto Colom·
h iano de i\n tropología, 1H88, pp. li5- 201.
1
'~ Eduru·do Posada Carh¿, El Caribe Colombiano. Una Historia Regional (1870 1950j, Bogotá,
l3anco de la Repl'tblica : el Ancora Editores, HJ98, pp. 27-30.
10
Luis Ospina Vásquez, Industria y Protección r:n Colombia 1810- !930 (1955), 2". P.d. Bogotá,
Editorial La Oveja .' lt'gr·a, W7ti, véase, e n especial, pp. 21 62.

ordenar para C()ntrolar + "'"' " herrera auge/


-ca•·acteriza la economía colonial por regiones. par-tiendo del supuesto de que cada
región li<'ne su propia estru<'lura peculiar, basada en la hi storia de la iutcrrclllción de
espat1oi<\S y nativos después de la conquista y molde:1 da ¡.>or va r·i:1cioues lor::~ l es de
!;Pografía, clima, •·ccursos y acceso a los circuitos dd cornPrcio de ultrrunar.'"·' '
Se ohserYa t•n t>ste planteamierllo que e l c-oncepto de región no se <'Oncib e
«"flmo nn espacio h omogén eo, sino como un es pacio articulado, q ue ¡)l'eS(~ nta una
-tructura pee u liar. 1 ~
L11a ' r z hechas las anteriores consideraciones relati,·as a la delin1itación y mant>jo
'de tmiclades el(-' análisis que se estudiará n en este t.rab<~j o, conviene precísur <'1 sentido
; 4f1Jf' S<" le dará a dos conceptos básicos rn términos de los problemas q ue aquí se discu-
: lf>n: el terrilo•·io y el or denamiento espacial. El primero es definido por A.gnew como :

··A genl'ral tcrm usl'd l:o dcsc rihe a portion of s pace occnpied b) 1\ person. gro up or
S T.\ TE. \ Vhen assoc-iated wit·h the statt> t he tet•m has two speci fíe connotati ons. The first
i" one o r territorial ' OVER EJ C:--TY. "hereby a state claiTn.~ t>xclusiw> lc·gitimate control
m t>r a gi,en ru·ea tlcfined bv c:leat' bounchu·ies. Th ~' second is that of an area no t fullv
incorpo•·:u ed into the politi~al Ji fe of a state, as "ith a ~colo nial"' terr.i iOI'y. .. •
In lli OJ'esocial gcographic•al usage. tenitory reff'rs to a boundNI SOC!XL SPACE
O<'<'Upied and used hy different social groups as a conscquence of th cir pr·actice of
TERRTTORJ:\LITY or the field ol· POWER e"ercizcd over space by dominant
institutions. Fmm this point or view, lcrritOI)' (';11) be used as atl eq uivalent to SllCh
:'o patial co1H:epts as PL.-\CE and REGlO\ .~ ~~

La anterior d e (inición re111ile bás icamente a dos problemas: el de la lerritoriali-


: dad :Y e l cle l ttso socio geogn:íli co del espacio. En e l primer caso hace refcreucia a un
' trrritorio cle limitado. ocupado por una pt>rsona, g•·upo o por nn Estado.~' Es d ecil', a llll
: ~pacio que se conside!'a p•·opio. en oposición a l espacio clel ot•·o. Este manejo del
.:once pto no difiere much o del que Sf' utiliz<1 P ll los estndios sohrt> compol'tamiento
:animal. de a<' nerdo con el cual la tPrrito•·ialidad se d e fine como el comportamien to
~ mediante e l c nal u11 o•·ga.nismo reclama y defiende un área contra miembros de su
: propia espN·ie. 45 El o tm sentido que se le da al téemino remite a sn uso socio geográ-
. fK-o ; · lo hace as.imilab le o eqnivalen le a los con<'Pptos d e lugar o J•cgión. 4c.

11
An thony t\lcFarlane. Colombia. p. 23.
~~ V n<t apro,.imac ión s imilar pued e verse en Mau ri c~ Brunganll . ~Ti t.he Prod u ction ¡¡nc(
Panf'rns of E conomic Cha.nge> in Centr·al Colombia. 1764-18')')'". Ph.D. Th t'sis. Austirr. lniversity
oflhns. 1974-. p. L
' .Jobn i\gne" '·Territor) ~ . R. J. Jo hnston. Oerek Greg<""Y y David J\1.. Smith :eds.), T/¡r
1

DiNionw:r o( Human Ceogmph_v. 3• t-el. revisad 11 .\ actualizada, Ca mb rid ge, Basi l Blackw<>l l.
1994. p. 620; rna_vúscu l:_¡s <'fl el origina l. El t.exlo lt'adnce:
-Ténniuo ele carácter general us:.tdo parn dcs<Tibir una p<>l"c-ión de espacio ocupada por una
pe>rsona, un gr·upo o por un EST.-\..00. Cuando se asocia con ~1 concepto dc> Estarlo e>l término
tl<'ne dos con nolllciones esp<'<'íllcas. L<• pr·imera es la de SORF.RA..\'ÍA t.l'rTitocial, por· l;r c ual tUl
Estado reclam<t PI ronlrol I'X<"hL~ivo y l<·gítimo sohrl' un área c ir·crmscrita pOI' frontt·r·;rs prc>cisas.
1~'~ s<'gunda es la rlf' un área que no ha sirio lotalnwnte incorpo r<rda a la 'ida polÍiica de l F.s111do.
couro ,ucede con "" territorio ~ ..oloni:_¡f"" ...
.1\1 (l.írsc>le m1 sentido m(t:; socio geográfi<"o, el concepLo de tcn itorio hace rt'fcrencia ~ un
ESPACIO SOCIA l. delimitado, ocupado y usado por ditf.rentes g r·u pos s ociales como conse-
c uen cia tle su pr-ácl.lca de ln TERRlTOR L-"LlO-\D. o al campo rle PODER eje r·cido so)m> <' i
cspaeio poc las iu~ti tuciones dominantes. Desde este p nnLo de ,·ist:t, la palabr·a tf'ITÍiorio pu t'de
ser usad:.¡ como eq u iva lente a los concep tos t"spacia le5 de Ll CAR y RF.<;l.ÓN.'.
11 1bid.

'" F.d"ard T. Tl ~rll. The Hidden Dimension 1HJ66. ~cw Yod,, :\nchor Books. l9G9. p. /.
"' John .·\ gnew. -TC?r·r·itOJ~-~- R. J. Johnston et al. eds.. Thf' IJiNionary. p. 620.

\
inrroducciOn: espano )"poder
Se aprecia entonces que, en un sentido estricto, el concepto ele territorio hace
referencia a la propiedad o apropiación de un espacio y a las formas cómo distintas
sociedades producen diferentes formas de territorialidadY El considerar los ríos como
barreras naturales que, por eso mismo deben dividir territorios, constituye un ejemplo
de la construcción de criterios para definir territ.orialidad."8 Este sentido o significado
del término se concentra entonces en el problema de la apropiación del espacio, más
que en la identificación del manejo que las diferentes culturas le dan a un espacio
eonsiderado propio. Pero precisamente al considerarlo en su otro sentido, que centra
la atención en el tipo de manejo o de ordenamiento que se le da al espacio, el concepto
de territorio resuJta insuficiente y remite a otras categorías eomo lugar o regián que, en
últimas, terminan por desvinculal'se del eoncepto que les dio origen.
Por tnl motivo, para evitar confundir dos niveles de análisis (apropiación de un
espacio y el manejo del mismo), se ha considerado preferible limitar aquí el uso del
concepto de territorio para hacer referencia al espacio que se considera propio, en
oposición al ajeno. Lo relativo al manejo u ordenamiento que se hace del territorio
considerado como propio, se ha txabajado con el concepto de ordenamiento espacial o
Land~cape propuesto por Duncan y que se define como un "culturall.Y produced model
of how the environmenl should look" . 4~' Tal concepto incorpora no sólo los elementos
físicos del paisaje, como montañ.as, valles, árboles, campos de cultivo, ciudades y villas,
sino también el tipo de ot·denamiento o ar-reglo de esos elementos. 50 Para efectos de este
trab<~jo el concepto de landscape (ordenamiento espaciaP 1) ha resultado muy úti.l, pero su
aplicación a los fenómenos aquí estudiados hace necesario introducir algunos Inatices
que den cuenta, por una parte, de las normas del Estado colonial sobre el particul.ar y, de
otra, de la variedad de modelos que coexistían al interior de las regiories consideradas.
En lo que tiene que ver con las disposiciones estatales sobre la materia, se tiene
el que hemos denominado modelo de ordenamiento espacial legal, es decir, el que fue
diseñado por el Estado colonial. Un ejemplo de este ordenamiento fue el que se
estableció para los asentamientos nudeados, precisándose que debían contar con una
plaza y una iglesia en el centro del área construida y disponer las calles en forma de
cuadrícuJa o damero. 52 El carácter impositivo de este modelo es el que se busca suhra-
1; lbid. Sobre los acuerdos territoriales entre culturas distintas :f'[ arvey afirma que: "lndeed,

tl1e cont1ict in part was precisely over the proper sense of space that should be used to
regu]ate social life and give meaning to concepts such as l:erritorial rights." (David Iianrey, Tl1e
Condition ofPostmodemity, p. 203): "Ciertamente, parte del conflicto radi ca, preeisamente, sobr·e
el sentido adecuado de esp11cio que debe usarse para l'egular la vida social y dar sentido a
conceptos tales como el de derechos territoriales."
16
Este ar·gumento fue utilizado en el eur·so de un conflicto lirnÍtl·ofe que sostuvieron en el
siglo XV!Il las ciudades de Río del H8cha y Valledupar, en el que una de las pmies alegó que
elrio Ranchería debía considerar se como límite, ya que había sido puesto por· natura en medio
de las dos ciudades. Se arradía, además, que en caso de duda los fin es de las jurisdicciones se
entienden ser divisas por r·íos, porque se c1·ee que el río fue puesto por natura por término cuasi
infinito en las regiones (A.G.N. (Bogotá), Miscelánea Colonia, 10, f. 264v.; subrayados nuestros).
69
James Duncan, "The Power of Place», p. 18(): "un modelo cultura]mente producido sobre
cómo debe estar organizado el entomo".
50 Ibid .
51
Debe anotarse que en esp¡rñol la palabra m<Ís cercana a !rmdfcape es la de paisaje, p ero
tiene unas connotaciones distintas a las de la palabra en inglés, lo que da lugar a equívocos.
David Robinson precisa que el término paisaje tiene tma relación más fuerte eon el campo, que
la palabra landscape ("El Significado de "Lugar" en América Latina", RevisLO de P:xtensión Cultu-
ral, Medellín, Universidad Nacional de Colombia, 1989, pp. G-24, p. 7). Par·a evitar· caer en (-!stas
confusiones, se utilizará aqtú el concepto de ordenamiento espacial como equivalente a lanrlrcape.
52 Véanse, por e.iemplo, las Instrucciones de 1559 para juntar a los indios de los términos de

la ciudad de Sa.ntafé en pueblos, en A.G.N. (Bogotá), Caciques e Inrlios, 49, ff. 752r. a 753r·.

ordenar para controlar + m<ntc.? herreto ange.l


~-ar.ya que si b ien la ideología estatal y su legtslación pueden consider·arse como una
producción cul tural, el que se impusiera coercilivamente llevó a las comunidades a
someterl o a transformaciones, para adecuarlo a sus necesidades, intereses y a sus pr-o-
pias irleas sobre cómo organizar el espacio. Yl La magnitud de estas transformaciones
fu e significativa y, desde esta perspectiva, en mu chos casos el mayor o menor ajuste al
modelo de ordenallliento espacial legal que se presentaba en las regiones considera -
da5. resulta inclicalivo sobre su nivel de sujeción al control EstataJ.M
En cuanto a los diversos modelos de ordenamiento espacial que coexistían al
interior de las regiones estudiadas, se tiene que algunos de ellos preval ecían en terri-
torios que no estahan b~jo contr()l del Estado colonial, como era el easo del Territorio
Ül imi la en la provincia de Santa Marta. De otra parte, huho extensas .áreas en las que
el control colonial no era cueslionado, pero sobre las cuales sólo se tenía un dominio
rt'latiYo. Allí se establecieron formas de ordenamiE>nto espacial que presentaban pocas
similitudes con el modelo de ordenamiento espaciaL legal. Esto nos lleva a plantear la
; E':\istencia d e cliversos tipos o modelos de ordenamiento espacial, conceptos que en este
escrito se utilizarán como sinónimos. Con ellos se indica que un área o un grupo de
asentan·üentos en particular comparten elementos en común, que permiten identificar-
. lo... como similares :·. a la ,-ez, diferenciarlos de otros modelos que coexisten con ellos.
E;te planteamiento lleva a precisar que aqu .í no se hace tanto énfasis en la idea de
romo se ordena el espacio en función a los criterios culturales, tal como lo pmpone la
definición de D1.1J1can antes citada, sino más b ien en la for·ma como efeclivamente se
ordenó. Lo anterior considerando que, en algunos de los casos estudiados, el deber
5-er del ordenamiento era dado fundamentalmentE' por el Estado y que no todos los
modelos ele ordenamiento se ajustaron a esta imposición. En otros casos, que por el
ronlra •·io se organizaron al ma1·gen del Estado, la documentación permite apreciar al-
gunos aspectos de s u ordenamiento, pero proporciona muy pocos elementos p~u·a en-
tendt>r los criterios culturales que le daban sentido.
Este texto está integrado por dos partes, cada una de las cuales, a su vez, se cliviele en
tres capítulos. La primera parte presenta el marco global y general a través del cual se
aamina el ordenamiento espacial y polí lico de las dos grandes regiones consideradas. Para
el efecto analiza y conl.msta la forma como se percibió el medio ambiente geográfico en cada
una de <>llas, así como la morfología de su poblamiento y la org~uuzación político adminis-
trati' a con que contaban. La segunda parte penetl-a en los tipos de ordenamiento espacial
especí(icos que se daban en las llanuras del Caribe y en los Andes centrales y en los
fenómenos de poder asociados con los mismos, mediante el estudio de los pueblos de
indios de los Andes centrales, los pueblos de indios, los sitios y las rochelas de las llanur-as
del Cat·ihe y el ordenamiento espacial del territorio Chimila. en la provincia de Santa Marta.
Sobre la bast> de esta división. en el primer capítulo se analizan las car·acterísticas
~gráficas de las llanuras del Caribe y ele los Andes centrales. La apr·oximación que SP
hace de este problema busca, fundamentalmenle, entender cómo fue percibido y apro-
piado el espacio geográfico de estas regiones por parte de los pob ladores que Jo habi-
taron eu el siglo XVUL Se trata de un esfuerzo que busca articular la geogr·afía física

;J D<·h<' subrayarse que ••ste planteamiPnto se aplica a las comunidades nar ivas v a la
poola ción procedente de Afri rn. cuyos patrone~ culturales <'r-..tn distintos a los cw·opeos, como
también a 1~ población procedente ele España. \.omo lo ha prec-isado Foster. el diseño en forma
d1· dame ro qu e se impuso e n Hispanoamérica no coü1cide co n el de las ciudades y pueblos
que prevaled:-t en España al lll(Hnento de la c·o11quista {Ceorgc i\L Foster, Culwra .r Conquisra. La
lleren.cia EsptJ!io/a de .{mérim 1~)601. 1" ed. en espaiiol, :IIéxico, tl n iver·sidad Yeracna.a11a. 1962.
pp. 71-95;.
:>l lbid.

introducción: espacio y peder


con la geograña humana, al cent•·ar la atención no sólo en los fenómenos geográficos en
sí mismos, sino en la forma como esos fenómenos fueron incorporados en la vida diaria
de la población que los experimentaba. Este problema amerita la mayor atención, ya
que las dos regiones estudiadas presentan características geo~;Táficas muy distintas y el
tipo de adaptación al medio que se dio en una y otra región tuvo un importante impacto
sobre la organización económica, social, política y espacial de la población. Su compara-
ción mostrartl además ele los marcados contTasl'es entre ambas regiones, la diversidafl
geográfica al interior de las mismas y la forma como las sociedades allí asentadas res-
pondieron a las posibilidades y limitaciones que presentaba el medio.
Se aprecia en este capítulo que en el siglo XVIII · y posiblemente desde antes-
en las llanuras del Caribe se privilegió la movilidad espacial de la población pobre
de la provincia, mientras que en los Andes centrales los continuos desplazamientos
ele esos pobladores tendieron a ser más r estringidos. La movilidad caribeña se
generalizó a pesar de que dentro de los parám etros políticos imperiales se buscaba
controlar y limitar los desplazamientos de la población, como mecanismo para facili-
tar su dominación. En la región Carihe un esfuerzo po•· reducir tales desplazamientos
hubiera perjudicado el comercio y, con ello, las bases económicas de los sectores
acaudalados de la sociedad. Finahnente la economía mantuvo su preeminencia, a
expensas del control político de la población .
La preparación de este capítulo ha sido muy importante para el desarmllo de la
investigación y también muy dispendiosa. Posiblemente la tendencia a considerar el
espacio y su manejo como algo natural,55 explique el que este tipo de inConnac:ión sea
tan escasa, escueta y fragmenta ria. La reconstrucción de .la geografía, del paisaje y de
las percepciones que sobre ellos se tenían en los Andes centrales y en las llanuras del
Caribe en el siglo XVIII exige el acopio y la articulación de inuurnerahles datos sueltos,
esparcidos por los fondos de los archivos y en los escritos de gentes de la época. Por
ello, y considerando que Jos grandes cambios climáticos no se inscriben en el ciclo
corto, se ha recurrido a descripciones e investigaciones que trascienden la temporaJi-
dad de este tra1njo, tales como las ct'Ónicas y relaciones tempranas del siglo XVI, las
observaciones de los viajeros del siglo XIX)' los estudios geográficos del siglo XX.'.G
Entre los trabajos descriptivos correspondientes a siglos distintos al XVIJT resu.ltaron
de especial importancia las obras de Luis Strifflet; viajero franco- pmsiano, que recorrió
buena parte del Caribe colombiano entre 1841 y 1891Y Sns descripciones son valiosas
por su sensibilidad frente a lo que observaba y por sus dotes narrativas, pero en espe-
cial, como él mismo lo indka, porque vivió en el área y tuvo la oportunidad de aprecüu·
los cambios estacionales que allí se operaban:Hl De cualquier forma debe precisarse

35 Sobre este problema véase James S. Dunean y Nam~y Dunean, •(R.e)J'eading the Landscape•,
Eniliromnent and Planning D: Soáe1:y and Spoce, Vol. (i, 1988, pp. 117- 126, en especial pp. 123 4.
'" Resulta interesante anotar la silllili tud que p•·es<~nt.~n las l'elaeiones y crónicas del siglo XVI,
algunas descripciones de' la Se!,'l.Uicla mitad del siglo XVJTI ,Y l<tS na J'I':lCiones de los viajeros del siglo
XIX. Se aprecia en estos textos el interés y el asombro p<w el medio ambiente, por la geografía. 'f;¡l
actitud, que es menos común en los escritos ele ob:as épocas, resuh<t explicable si ~e consi dc•·a que
tanto los cronis tas trmp1-anos. como los científicos y viaj eros de finales del siglo Xvlii y del siglo
XIX, t'Slahan "desculwiendo'' el medio y atm no lo habían incorporado como algo natural.
.-.; Luis SlrifJ1eJ', .El Río Cesm: Relación de un Viqje a La Siena Ne.<•ada de Santa Marra en 1876.
Bogot.~, Tmpl'enla Nac ion~l, 1986; .E l Rio San Jorge (1880), Cartagena, Tipografía de El Anuncia-
dor, s.f. (ca. 1920) y El Alto Simi. Historia del Primer .Establecimiento para Er:1racáón de Oro en 1844
: 18TI ), Bogotá., Ban·anquilla, Ediciones Gobernación del Atlántico, 1993.
38 Striffler se•ialó, ¡·efi l'iéndose al panorama qne ¡wesenta el recorrido por el río San Jorge,

que: ~s i este extranjero ha subido en tiempo de lluvia, puede decir que ha hecho cinco
jornadas seguidas sin ver tm pedazo de t ierra fuera del agna." y luego aiiacle que podrá
describir el recorrido: "tal cual se les apal'<>ció en la estació 11 del año en qu<~ f'fN~ lll:ii'O rl ~ "

ordenar para controlar + mcur.a herrera ansel


que con el uso de materiales de otros siglos se buscó ilustrar o aclarar la información
que se encontró en los documentos y descripciones del siglo XVll.l., cwmdo t~il infor·
mación permitía establecer con cie1ta certeza que se hacía referencia a fenómenos
similares. Es decir c¡ue no se hic·ieron extrapolaciones sobre los fenómenos climáticos
y las prácticas asociadas con éstos.
El segundo capítulo analiza el poblamiento . Se consideran los tipos de
asentamientos nucleados "rurales" más comunes en las regiones estucliadas: los pueblos
de indios, las parroquias, los sitios y los anexos. Ello permíte apreciar que se trataba de
clasificaciones que hacían referencia a características que tenían importantes repercu-
:>iones dentro de la organización de la vida diaria de s us habitantes. T~mtbién la tenían
para las autoridades colon iales, ya que expresaban las posibilidades de controlar a sus
habitantes. Es por dlo que el predominio de uno u otro tipo de asentmniento y su
distl'ihución en las regiones consideradas resulta indicativo sobre la capacidad del Esta·
do colonial para ejercer w1 control relativamente efectivo sobre la población. Sobre esta
hase se podrá apr·eciar que las pautas de poblamiento vigentes en la región Caribe en el
siglo XVIII no sólo contrastaban con las de los Andes centr·ales, sino <¡ue presentabm1
un tipo de ordenamiento que, en la práctica, hacía que sobre buena parte del territorio el
Estado colonial sólo ejerciera tm control formal.
El tercer capítulo estudia el manejo admini.strativo de los asentamientos. Un
primer ¡wohlema que se aborda es el de la ambigüedad jut·iscliccional que se presentó
entre las provincias de Car.tagena y Santa ~1mta. Se plantea corno hipótesis que allí, a
diferencia de lo que sucedió en los Andes centrales, límites provinciales importm1tes
como por ejemplo el río ::VIagdalena que dividió a esas dos provincias- , se establecieron
,;in tener en cuenta las delimitaciones territoriales prehispánicas, lo que dificultó su
cimentaeión. Se trata de un fenómeno aparentemente intrascendente, pero cuyas con-
sec nencias para efectos de la consolidaci.ón del poder estatal resultan de gran
importancia, ya que no sólo generó problemas en términos de la administración de
los territorios de ambas provincias, sino que adicionalmente dificultó que el orden
político-administrativo - y con él orden estatal en general- se erigiera en el orden
natmal, cuya legiti.midad, en tanto que tal, se viera reforzada.:.9 Lamentablemente so-
bre las llanuras del Caribe, a diferencia de lo que sucede con los Andes centrales, son
muy escasos los estudios sobre las comunidades qne ocupaban el área en el momento
de la invasión y sobre la forma como se articuló ese ordenamiento dentro del sistema
colonial. Este problema, además ele la diversidad caribeita, ha dificultado la compren-
sión del proceso de consolidación de las estructuras político- administrativas de la
región y ha hecho más dispendiosa la investigación.
En el tercer capítulo también se analiza lo relativo a la institución del
corregimiento de natw·ales, que en los Andes centrales se estableció en el siglo XVI,
mientras que en la región Caribe sólo se introdujo en el siglo XV1II. Se plantea que la
tardía instauración del corregimiento en las llanuras de.! Caribe dificultó el manejo
uníficado de los pueb los de indios y dejó su adminish·ación en manos de Jos cabildos
de las ciudades y las villas, lo que limitó la capacidad de la Corona para establecer un

excur·$[Ón, sill poder· dar la meno r idea dP sus variac:iones periódica.s, n i de las inmediaciones
de la línea que se les h izo seguir. Sobre tales nociones tan inexac.:tas estJ·iba la fama universal
que tienen val'ios países poco frecuentados." (Luis S triffJcr, El Rfo San Jorge, p. 92).
•9 Sobr(' la compleja at·ticulación cntrt' la eos t urnb 1·e, la norrnativid;¡d y la conside r;¡ción de
un orden como legítimo véase Max \Vebe r, EwMm[a .r Sociedad (1922), 3" rE:'irnpresión, 2 Vols.,
Méxieo. Fondo <le Cultura Económica. 1977, T. 1, pp. 18- 31. La importancia polltica de la tradi-
cián o la eostmnbrt; p;u·¡¡ efectos de l;1 consel'\'ación del poder, ha sido resaltada por Nicolás
Maquiavelo, El Príncipe, Obras, Barcelona, Editorial Vergara. 1974, pp. 121 · 5.

i;Hroducción: espacio y poder


manejo más ~justado a sus intereses, que a los de los sectores dominantes del área. Por
último se considera el cargo de capitán á guerra, que fue común en la región Caribe,
pero que no se estableció en los Andes centrales. Se trata de una instiLución que ha
recibido poca atención por parte ele los investigadores60 y lo que se apr~cia a partir de
su estudio es que el establecimiento o no de este cargo reflejó el tipo de problemática
social y po.lítica que se viv.ía en una y otra región. A diferencia de lo que podría pensar·
se, la presencia de una autoridad que tenía funciones militares, como Jo era el capitán
á guerra, indicaba una menor capacidad del Estado para ejercer un control relaüva-
mente efectivo sobre la población. No se contaba en la región Caribe con la multiplici-
dad de autoridades que en los Andes centrales se articulaban alrededor de la institue.ión
del corregimiento de indios. Allí el capitán á guerra tenía que recurrir a los pobladores
de los asentamientos para desarrollar actividades que, en muchos casos, tenían que ver
más con la guerra que con el control policivo de la población.
t.:na vez present:'ldo el marco global a partir del cual se estudia el fenómeno del
poblamiento y su vin culaci.ón con el contTol político en las regiones consideradas, se
incursiona en los asentamientos predominantes en una y otra área. En el capítulo
cuarto se analiza la articulación entre la organización espacial y el control político en
los pueblos de indios de los Andes centrales. Se muestra que la forma como se estructuró
su ordenamiento espacial y jurisdiccional a fines del siglo X\11 y principios del XVII,
sentó las bases para que se constituyeran en espacios a partir de los cuales se ejerció
el eontrol de la población indígena, como también el de los mestizos o vecinos que se
agregaron a su territorio jurisdiccional. Mediante la regulación del tiempo y del espa-
cio para el desarrollo de las actividades de socialización, los pueblos se constituyeron
en efectivos canales para difundir los mensajes y valores del Est:'ldo eoloniaL Espacios
como su iglesia y su plaza oo sólo sir"ieron como escenarios en los que se materializa-
ba el poder, sino que, además, sus mensajes implícitos llevaban a la incorporación del
sistema jerárquico en que se fundamentaba la soeiedad colonial.
En los capítulos quinto y sexto se penetra en el ordenamiento espacial y político
de las llanuras del Caribe. Lo primero que sobresale en esa región es la coexistencia
de variados model.os de ordenamiento espacial, derivados, básicamente, del hecho de
que allí el Est,1do colonial no controlaba la totalidad del territorio y donde ese control
no le era disputado, la sujeción de la población a las pautas que buscaba imponer era
preearia. Sobre la base de esta dualidad entre el ejercicio/o no del control territorial, se
han dividido los dos capítulos.
El capítulo quinto se centra en los tetTitorios cuyo control no le era disputado
abiertamente al Estado. Allí se considera el ordenanüento espacial y político de los
pueblos de indios, los sitios y las rochelas. Si bien desde el punto de vista administra-
tivo estos asentamientos presentaban diferencias de irnport:'lncia, no siempre se apre-
cia lo mismo en lo que se refiere a sus pautas de ordenamiento económico, social y
político. Aunque la información descriptiva sobre las características físicas de estos
asentamientos es escasa, lo que hace que varios de los planteamientos tengan un
carácter hipotético y tentativo, se alcanza a apreciar una relativa indiferenciación entre
los pueblos, los sitios y las rochelas. Este fenómeno no se deriva de la imposición de
un modelo de ordenamiento espacial común, como sería el caso del da.mero colonial,
sino, por el contrario, de formas de organización económica, socia.!, política y espacial ,
que se alejaban de la normatividad colonial. Se plantea, a manera de hipótesis, que en
la mayor parte de los asentamientos de las llanuras del Caribe se cumplía sólo en

00 !'Jo he eneonn·arlo estudios sobre esta institución para la ~ ueva Granada y tampoco para
ou·as colonias hispanoamericanas.

ordenar para controlar + marto herrera anael


forma limi tada con principios básicos para el control colonial , como eran la concentra-
ción dt> la población alrededor de "crnll·os- Pn que se 'iera reflejada la imporlancia de
las altas jf'rarqnías. la l'eslricción de los desplazam ientos de la población y el con ll'ol
de los tiempos y espacios de socializacióu, a partir de la continua _v conslante reunión
de los pobladores, en función a los r·eqner·imientos del culto cristiam). Estos elemen-
tos res ult aban fund~uuenta l es pa ra q ue la población interioriza ra el orden j erárquico
de la socicdnd colonial, que aseguraba S il dominio sobre ella.
Pe ro mientras que en .los s it ios, pueblos y rochelas la separ-acwn de.l orden
C'Olon ial tenía un caráct er que pod ía considerarse como pasi"o, Pn PI let-ritorio de los
·'indios lwa' o:>~ sus habitantPs maJHenían una total independencia política respeeto al
Estado. Tanto los indígenas Chimila. c¡ nt> ocupaban la mayor pa1'tl' de la P'"OYÍncia de
Santa ~l a rla . c-omo los indígenas Cnna- Cnna. asentado:; al s ur del l'Ío S in ú, en la
¡wo' in('ia de Cartagena. enfrentaron con sns armas las gestion es del Est·ado colonial
para someterl os a su control ~ apoderarse de sus teni lorios. 61 El capítulo sexto se

(>1 Sobre los \.h imi la Yéa5E' Gera r· do Rt- i<'lre l- DoiJJiatoff. ••Mitos V CuE'nt OS ue los lnciios

Chimila '• BolfltÍI de A rqueologia, VoL l. J\o. l. Rngot.'i, Servicio Arq ueológiro l;¡cional. 1945. pp. 4-
10 y ··Etnografía Ch im ila•. BoleliÍI de ilrqueolog/a VoL 2. No. 2. Bogo1á, Scevi(:io Arqu eológico
i\"acionnt l04G. pp. 95- 155: Carlos Alber·w l:1·i he, "Un rnarco teórico df' fl efe rcucia para el
Estudio de las Relaciones In terélJ1Í<'Ils: r\ n~lis is del Caso de los Cbimilil>, Bogotá, Cniversidad
de los ¡\ nd<'s. TPsis de Grado para o plar 1~ Licenciatura en Antropologí:r. 1974: "'Chimila··.
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Colombiano uc .-\ntropología. HJS7. pp. :) 1-62: -La Etnografía de la SiNT~ N~>vada de Santa
.\[art:t ~ las Ti e nas Bajas Ad~-acentes •. Cado, .\1 hPrto r ribe coord.,. Geogrnf/n flumana de Colombia.
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RE'hf'li6n Chimila en la Pmún<'ia dt> Santa \(arta. :\ue,·o Reino di' Gl'llll:ul;r, durante el Siglo
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Sch rioupll '·Techn iq ues o f l:-laud \Vcnving and Allied Arts in Colornh ia (with particular reference
lo indigenous methods :rnd wh1>re possi b le. including dyt•int;. lih r·1> prcparation an d related
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güístirn los thinrila del _-\.riguaní - . ~\l :u'la l'ahón Triana '•·•>or·tL . Len¡ruas Aborigenes de Colombia .
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a l:r snricdnd ahorigen Chimila-, Tesis p:H·a opta•· el título de A11 tropólogo. Bogot:í, lin iH!r·,; i d<~d
!\ac ional de Colomb ia. H)S4. Soh r'l• los indígenas Tum o- Cuna o Cun;1 - Cu n11 ase ntados a l
Hn·o¡·r·id1•n te de l.a proYincia di" Car·tng<·n:l. véase Patricia Vargas. Los E'iltb!'m y los Cuna: Impacto
y RPru·ción an1e la Ocupación Esp(//iolo, siglos YV! y XVII, BogoL:Í. lns lil utn \.n lomb ia no d e
\ nlropología y Cerec. 199"'!: B. Le R o~: Gorclon, El Sinú. Ceografia 1/omtlllft F 1\co/ogfa (.1957;..
Bogotá. Carlos\ al encía Editor·l·s. 1983: James Parsons, Urabá, salida t!e Jln!ioquin al Mar. Ceografia
e Historia dr su íoloni::.aáón 1967 . 2" ed .. llaneo de la Rl"príb lit·<r y F.l Áncora Editores. HJ!JI):
Carolint> :\ . \\'illiams. -Resistance and 1\ehellion on t11e Spani:;lr Fr·or~tier: :\ati\e Responses ro
Colonization in tite \.olomhian Chocó. 1670 169<r. HAIJR, j9 .~.. Hl99. pp. 397 -424: .. Descrip-
ción ó r·elac-itín dd Golfo dd Da1·ién e lsuno df"l mismo nombr~· .. escrita por Antonio _-\n>yaJo Pn
J/61 ~ In -oe;;nipción de la Pro, incia del Dar·i¡in- hecha po r el obispo de Panamá en 1/41
amba~ 1"11 .\11tonio R. Cuen·o comp. . Colación de Documentos fnédi1os ,tobre la Ceografia .r la
Historia de Colom~ia. 4 Vol:;.. Bogot:.'i. lmpr·enta de \'apor Zalaonea llcnnanos y Casa Editorial rlt"
J. .J. Pérez, IR91 - 1894. T. II. pp. 251 273) 27"'1-291, rt>specti,·amente): Hermes Tova r• Pi nzón
:,co mp.¡. • Df"scr·ip<•iú n de la P r· o, incia d el Ü¡u•ién a Nort"t: y S ur. i\.fedios dt~ Poblarla al S m y
D i>cu r·~o Refll'xi' o sobre la Co nq uis1n, lX>I' el Te nien te del BaLalló u d f' l'anamá Dn. )fanuel

imrodutc1on: espaCio)' poder


cf'n tr'a en e l f'S iudio de los Chimiln, ('011 e l íin de profundizar eu la dinámi ca de la
conf'rontacióu rerritorial entre los "indios Hr·a,'os'' ~, el Estado colonial. Se muestra c¡ue
t>ll el contf'>..lo de esta guerra por t>l territorio. el ordenamiento espacial j ugó un papel
funda m ental. Buena parte de la confro ntac ió n armada lnvo en la mira destruir e l
ordt:>namienl.o espacial de l <>nemigo y l¡¡ fortalez.tl o debilidad de los b~u1dos en conflicto
de pendió también, en gr·an medida, de su ordNiil.miento c·spacial.
L a lemárica q ue se anali:w en los difc r·entes capítulos conduce a la hipó tesis
global que se desarrolla t>n este trabajo y que puede exponet·se, e n términos genera -
les, de la siguie nte mane ra. Eu el siglo XVI11 e l ordenamiento espacial ele los Andes
ceoll·ales estaba fundame ntado en una tupida red de pueblos df: indios, c¡Lre se había
establecido en <-1 siglo .\\'l. a partir de la cual el Estado C'olonial hahía logrado ejercer
t>l control político, sorial e ideológico sobrt> la población indígena, mestiza, bliU1ra y
africana. :\1eJianre la organización de los pue blos e n corregimientos. r l l•:stado colonial
había l.ogrado cimentar 1"!11 el.los un:l estructurn espacial y administrativa que le penni -
tió ejer cer e l control de la pohlación a través de s us prop ios ftuwionari os. dando así un
manejo relati,·am<-nlE' unificado a los puE'blos.6'!
Pero aciemás la t>slructma dt>l o rdenamien to espacial y político dP los puPblos de
indins permi tió que las nutoriclades e~ tableci en:ur lma continua vigilancia sobr e la pobla-
ción r·adicadn <'" el pueblo y sus ah·ededorf's. Los mestizos. los blancos pobees ~ riros y
IM esrlavos. en su mayoría no YÍYÍan dentro d("l pueblo de indios. pero se mautenían
p!"l'mrulentt>me nte vinc nla<los a éste da<la la periodicidad de los mercados y de los sen i -
c·ins religiosos qne allí se prestaban y a los cua l<>s les ern forzoso a s i ~ tir. Su cont inua
viuculación con PI pueblo permitió q uP la <uticulac ión d<- las pautas cult ural!"s indígenas,
eur'opeas y nf'r·icanas se hicie1·a b¡¡jo el contro l ~ la s11penigil<rnria de curas y administra-
dores coloniaJes, q uienes f>~l u vieron en capacidad de inculcar valor·es y parrones de
comport~uniento que el Estado colonial b uscaht~ lijar entre los hahitantes de las colonins.

Por el contrar·io. en las llanuras del Caribe la ráp ida y l<>mprana disminución de la
población indígt"na, no pPrmitió Ja conformación de un entr·arnado de aseutmniPnlos q ue
sir'\ iera de base pru·a dar amplia di' uJgnción a las p:tutas culttwales e uropeas y arrjculadas
con las de los indios y los africanos.11'l Sólo sobrevivió un ulirnero reducido de pueblos.

García de \ 'illalba• . ."'-CHSC: ~o. 3. Bogotá . l'niH•r-,;idad !\'aciou:1l ele Colomhi:l, 1965. pp. l'tí 194.
La documt·ul;~ción sohr·r los Cuna C:una tambic~ u es abundante: veásf'. pnr- ejemplo. \ .C.J.
\SeYilla, . Santa Fe. 552. 488 y 385: A.C.l\. (Bogot:i . .l!ilicias_r.lfnrina. 12:3. n: fi40r·. a 642r.: 1/i/icias
y Marina, 125, ff. 404r·. :~ 413r. e His/l)ria rivil. J4. n: !123r. a lOOGr.
61
L:~ irn po rtanc i:1 y las cons•·<·u<·ncias pdc·l icas c¡n~> !<•nía par•a hr co r·ona f'l contar' con
fnnciouarios sobrt> los que t>jf'rda su conti'Ol Ira s ido dt•.>tacada por· i\lagali Sarf;rtti. Spanis/¡
Bw-em,cmtic Patrimonia/ism in America. Berkt>l_,. California, 1966, quit>n clasilica al Estado rolonial
espaiiol romo una hurocroacia p:rlrimonial, con hase f'll l o~ planleami<>ntos de \\'f'ber sob r'C' la:;
relacion es patrim o ni;llcs de dorn i~t;rrión y la o rga ni zación es tnttd parrimo nial (vé:br iVTa" WeJwr,
.f:conom/o )' Soáerlarl. T. 1J, p p. 7:)'.¡ 847).
v¡ Eu In r·egión c~ribe se p rc>scnlan SE'rias dificultadi"S par·a precisa r la magnilud de la C:lÍda
demogr"ílica de la ¡wblación. conrv consecut>ncia de la invasión europeo~ en el siglo X'l. dehido a
CJliE' la información cwm tiL11i,·a con que se <'UE' Ilta E'~ lllll) rt>d ucida, como lo discute Cc•nnán
Colmenares, Historio Ecom)mica y Social de Colombia 1537--1719 (Hl73). 3a . .-el.. Bogotá. Edi.ciont>s
Ten:l"r ~ Ju ndo, 1983. pp. 106-8. Sobr'f' f'ste problt>rna vé:Ulse. :uit' m:ís, Hermc:~ Tovar· t'l ni. (comps.:,
ronvoc(I/OI'Ít1 . p. 22: He rrm·s To,·ar· (COillp.). Relacione.~)' T'tsitas (/ lns -lndes. S. \'1 /. 4 \'ols .. Bogotá.
Colcuhur-a. Instituto dt> Cultura Hisp:ínic·a, 1991 1996. T. JL pp. 1í í9 ,. !.a rstación drlmiedo o la
desolación f!t:fpersa. El ('rtribe rolombiano M el siglo \1 '1, Bogo1:i. -\riel His ror-ia. 1997: Jor·gt· Orlando
.\Ielo. Hi.@rtfl de Colombia. El Establerimienro de la f)rmniw rión F..rpaíiola, Bo¡;otlÍ. Presidf•n('Íll dt> J¡:¡.
Rf•púbfica, /996, pp. í 6 i8: ~"faría del C mn en Bon'f'go P!:í, Cnrlfl/(1'/la de i ndias en el sigla XVI. Se~i ll a,
Esc:ucla S upNior de lnvt>stigacio11es Cit>ntíficas. 1983. pp. 50) 209: i\fa r·ía Do lores Go t~cilez L u11 a.
Resguardos (oloniales dt• Snntn )/arta y rnrtagena )' RPSt:rtencia !nr/Ír,tr{'/1(/. Bogotá. B¡UJ('() PopulaJ: 1993_
p. ~9: Juli::ín Huiz Ri\1' 1'11. los liulio.r dr Canrt¿;rr-nn IJrrjo lo .4.dt!ltitütrrtrióll lfs¡xtJioltl f'll e/.r(trlo 1'1 71.

ordenarportl rontrolar -f maflo lu•m•ro on.;d


Las distancias entn~ ellos fuel'On fi'ecuentemente gnmdes y e1 número de sus habitantes
pequeño en comparación con los de Santafé o TunjaY4 Las cindades y las villas aswnie-
100 como parte de sus funciones la adrn.inistraeión de los indígenas y no se desarrollaron
iílt:>tituciones específicamente diseñ.adas pm·a administrar:· a los pueblos de indios y a la
población que se asentó lejos d(~ las ciudades y las villas.
EJ manejo administrativo que se le dio a las comunidades indígf:nas caribet'ías
prese ntó así un carácter nlélS «privado» y menos ajustado a las normas del Estado
cniQnial. Pero además, el reducido n úmero de poblados indígenas y la limitada pre-
srncia de otro tipo de asentamientos desde los euales las autoridades pudieran con-
~lar a la población, permitió la pmliferación de espacios en los cuales los indios,
los esclavos huidos, los negros, zambos, blancos desertores de las mil.icias, mulatos y
~ti zos transformaron y recrearon s us pautas culturales, sin la supervigilancia per-
..aDI:"nte de los pm'tadores de la ideología y política occidentales. La posibilidad que
ieron los pobladores para organizarse siguiendo pautas distintas a las establecí -
- por el Estado colonial, unida a la mayo•' vulnerabilidad del área frente a los
migos del imperio espaúol, hizo q·ue fuera necesario dar un mayor peso al control
· ita.r. Desde el punto de vista administrativo este fenómeno se expresó en la fre -
ncia cou que allí se instaural'on las ca pi Lanías á guerra, institución que no operó
las provincias de Santafé y Tunja, donde fueron los corregimientos ele indios las
"dades administrativas h<1sicas.
Fue sobre la base de esta organización espacial y política claramente diferencia-
que se aplicaron las reformas borbón icas. Es precisamente al considerar la dimen-
polftica del ordenamiento espacial, qne se obtiene una mejor comprensión de la
rtancia que se dio a la reorganización espacial y po.litico -administrativa de la po ·
ión en e l s iglo XVIIL 6'' Hacia 1710, junto con el establecimiento definitivo del

Bogot<Í, Archivo General de la !\aeión, 1996, pp. 59-fi!í y José Agustín Blanco B<u·ros, El Norte de
Tirrradenrro J' los Orígenes de Barranquil!a. Es!JJdÜ)S y Documentos para una Geografta Histórica del
Deparlamenro dcl.4tlámico, Bogotá, Baneo de la Repúb lic::1, 1987, pp. 57 y SJ.-4. Lo re lativo a la
rli sminución del nCm1ero de pueblos en la región Carilw ·~n d siglo XVl se discute en Marta Hen·era
Angel, "Desaparición de Poblados Caribeños en el siglo XVY, Revisra Colombiana de Anrropología,
YoL 34, Bogotá, L1stituto Colom biano de /\nli'Opología, ene rcr dicicmbre de 1998, pp. 124 165.
61
Para informaeión resp<~ero ;;¡ la pohl:lció n indíge na de los Ande:; centrales en el siglo XVI y
..;obre su proceso demogr{Jico a lo largo de e,;e siglo véase H~'rmes ToYar (comp.), No lw;r Caciques
ni Seíiorer, Barcelona, Senda i Ediciones, 1988, pp. 81-90 y W3-117 y Hermes Tovm; .. Estado Actual
de Jos Esturl ios d<> Demografía Histórica en Colombia•, ACHSC, No. 5, Bogotá, Universidad
.\acional de Colombia, 1970, pp. 65 -140; Ju~m Friede, •Algunas Considemcimws''; Germán Col-
menares, His10ria y La Prooti¡cia; Jaime .laramillo Uribe, .. La Población Indígen:1 dr" Colombia <~n d
'.lomento de la Conquista y sns Transformaciones Posteriores•, ACHSC, t\o. 2, Rogo1;Í, U n i vcr~ i dad
.\acional de Colombia, 1964, pp. 239 293; Juan A. Villamarín, ·EneomendP.r·os and ·l nd ian$ in the
FMmaüon of Colon ial Society in the Sabana de Bogotá Colombia - 153i to 1jft0- », 2 Vols.,
Brandeis Cniversity, tesis doctoral, Departamento de AnU'opología, 1972 } Juan A. Villam.a r(n y
J ud ith Villamarín, • Colonial Censuses and '1:1-ibutary Lists of 1Jw Sabana de Bogotá Chibcha:
Sources and Issues•, Da vid J. Rohinson (ed.), Sl/Jdies in Spanish American Population Hisroq,
Roulder, Westview Press, 1981 , pp. <í:i- H2; Ma r·ía Ange les Eugenio Martínez, ThbUlo y Tinbajo en
.\"ueua Granada. (De .hmé11ez de Quesada a Samh~, Sc,·i lla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos
de Sevil!a, 19ii y Ju lián R.uiz Rivera, Fuentes para la Demogmfía Histórica de Nueva Cranada,
Se' 'illa, Eseuela dt· EshH.lios Hispanoamericanos de Sevilla, 19i2 y Encomienda y Jl1úa en Nut>va
Granada en el siglo )¡Vfl, Sevilla, Esctiela de Estudios Hispm1oamericanos de Sevilla, 1975.
G.\ Sohrr. <'Stas r·efor·mas en las regi.ones estudiadas, véanse: los informes de los virreyes en
Germán Colmenart•s (c:omp.), Relaciones e Informes: Francisco Antonio Moreno y Escandón,
Indios .r Jft>sti::.os dt> la _:v ueva Granada a Finales del siglo XVII! (liiD), Germán Colmenar'es y
Alonso Vale nc ia, (COlnps.), Bogotá, Biblioteca del Banco Popular, 1985. Con t·clación a las rf'for·
tUitS adelantadas en los Andes centrales véase: Josefina Chaves de Bonilla (comp.), •Informe del
.la:; distancias entre ellos fueron frecuent~m~nt~ grandes .Y el número de sus habil.antes
pqueño en comparación con los de Santafe o Tunja.~'" Las ciu.dades y las villas asum.ie-
como parte de sus funciones la ad.m.inislr.ación de los indígenas y no se desarrol laron
"tuciones específicamente diseñadas para administrar a los pueblos de indios y a la
ción que se asentó lejos de las ciudades y las villas.
El manejo administrativo CJUe se le dio a las eorn unidades indígem1s caribeíias
· ntó así un carácter rn<Ís «privado» y menos aj ustado a las normas del Estado
nial. Pero adem¡\s, el reducido número de poblados indígenas y la limitada pre·
ia de otro tipo de asentamientos desde los euales las autoridades pudieran con-
ar a la pob lación, pet·mitió la proli f~ración de esp aeios en los cuales los indios,
.lit;esclavos hnidos, los negros, zambos, blancos desertores de las xnilicias, mulatos y
·tizos transformaron y recrearon sus paütas culturales, sin la supervigilancia per-
enle de los portadores de la ideología y política oecidentales. La posib.ili dad que
~iero n los pobladores para organizarse siguiendo pautas distintas a las estableci-
4as por el Estado eolonial, unida a la mayor vulnerab ilidad del á.rea frente a los
~m i gos del imperio esptuiol, hizo que fuera necesario dat' un mayor peso al contt·ol
.ülita r. Desde el punto de vis ta adminis tr-ativo este fenómeno se expresó en la fre -
cat>ncia con q11 e allí se instaurawn las capitanías á. guerra, institueión que no operó
C!D las provincias de Santafé y T\.mja, donde fueron los corregimientos de indios las
.Udades administrativas básicas .
F ue sobre la base de esta organización espacial. y política claramente diferencia-
a se aplicaron las reformas borbónicas. Es precisamente al considerar la dimen -
<J Uf>
• • política del ordenamiento espacial, que se obtiene una mejor comprensión de la
rtancia tJUe se dio a la reorganización espacial y políti.eo·· adminislr.aüva de la po·
"ón en el s i.glo XVIII.';.; Hacia 1740, j unto con el establecimi e nto defínitivo del

Bogotá. ~'\!·chivo General de la Nación, HJD6, pp. 59- G:) y Jost~ Agustín Blanco Barros, El Norte de
Tirrrademro y los Orígenes de Bnrmnqu.i!la. Es/lidios .r Documen/OS pnra UIW cf~ogrrffla Histórica del
Deparrame/1/o de/Atlántico, Bogotá, Raneo de la Reptíblica, Hl87, pp. 57 y 81- 4. Lo relativo a la
d i:>rninución del número de pueblos en la región Caribe en d siglo xvr ;;e di~cute en Marta Herrera
Angel, "Desaparición de Poblados Caribe1ios en el siglo XVT", R l'vÚirJ í.olombiana de AntropQ/ogía.
\ "ol. 34, Bogotá, lnst.Íint.o Colombiano de Antropología, ener·<H.!idemb re de 1998, pp. 12!¡-}65.
61
Para in(iwmación r·espeet.o a la poblaei6 n i n d íw'n'~ de los .~\ndes centt·ales en el siglo X\il y
sobre su proeeso demogníJi~:o a lo largo de e;;e siglo véase Herrnes Tovar (comp.), No hay Caciques
ni Seíiore~, Barc.eloM, Sendai Ediciones, Hl88, pp. 81 -~lO y 103- 117 y Hermes Tovar, "Estado Actual
d e los Es1udios de Dernografía Histórica en Colomhian, ACHSC, No. 5, Bogotá, l'niveesidad
~acioual de Colombia, 1970, pp. 65- 140: Juan Friede, •Algunas Cons ideraciones~; Germán Col-
m<"na res, Historia y La Provincia; Jaime Jaramillo Cribe, •La Población Indígena de Colombia en el
)tomento de la Conq uista y sus 1hmsformaciones I'osteriores•,ACHSC, _\lo. 2, Bogotá, l!niver·sidad
.\acional de Colombia, 1964, pp. 239 -293; Juan A. Villamarín, ·Encomenderos ami ln dians in t.he
Formation of Colonial Society in the Sabana de Bogotá Colombia - 1537 to 1740- •, 2 Vok,
Brande is University, tesis doctoral, Departamento de Anu·opología, Hl72 y Juan A. Villam:arfn y
Judith Villamarín, •Colonial Censuses and Tributary Lists of the Sabana de Bogor;~ Ch ibch;l:
Sources and Issues•, David J. Robinson (ed.), S1udies in Spam:~/¡ AmeriMn Popa/(l!ion Histoty,
Boulder, \ Vestview Press, 1981, pp. 4:'\- 92; Mar·fa Ange lt:s Eugenio i\•fa t-tÍrH?.7., 7i·ibuto y 7i·ab<¡jo en
.\ueva Crmuula. (De Jiménez de Quesada a San.de), Sevilla, Escuda de Estudios Hispanoamericanos
de Sevilla, 1977 y Jul ián Ru iz Riw:·t· a, Fuentes para la Demogr<lfía Hútórica de Nueoa Granada ,
Se,i lla, Escuela de Esl ud ios Hispanoamericano;; de Sevilla. 1972 y Encomienda y il{üa en Nueva
Granada m el siglo )(Vff, Sevilla, Escúela de Estudios .Hispanoamericanos de Sevilla, 1975 .
G.; Sobre esl~% t•efor·mas en las regiones estudiadas, véanse: Jos informes de los virreyes en
Ge rmán Colmenares (comp.), Relaciones<' !nfimncs; Francisco Antonio Moreno y Escandón,
l11dios )' Afeslizos de la Nueva Granada a Finrdes del siglo XVI[] (1779). Ce rm[m Colmenares y
:\.lonso V:1lencia, (cornp~.}, Bogotá, Biblioteca del Banco Popular. 1985. Con relación a las rcfor-
ma3 :1delantadas en los Andes centrales véase: Josefina Chaves de Bonilla (eomp.), ·Informe del

w rroJucción: espacio X poder


virreinalo, se dio comienzo de u na extensa reforma espacial y político-::td rninistrativa
que buscó adecuar las estn1cturas de ese ordenamiento, a los cambios operados dentro
de IH sociedad. en t>sp<>cial a la ccc>ciente import:mcia demográfica y econ6m ir.a d e los
sectores mestizos. :\ pesar de los esfuerzos unilieadores del imper io, las medidas que
se adoplHt·on no pudier·on ser uniformes. Tampoco lo fueron las rt>spuestas que gene-
raron. E n términos de las dos regio nes consideradas, parte cen tral dt> la diferencia
radicaba en que mi cntTas el mesti7.o andino había sido incorporado al orde n colonial,
medi ante su arti cul nción jul'isdiccional y espacia l a los pueblos de ind ios, no había
suct>dido Jo mismo cou los llamados ~libres de Lodos los colores" caribeños. Mientras
los pri111eros acogieron de buen grado las iniciati,·as de los funcional'Íos estatales para
que a umieran el control del poblado, mediante la transformación los put>blos de in -
dios en parroquias, lo que generó cliYersos tipos de acciones por· parte de las comuni-
dades indígenas afecradas por la iniciativa - incluida su p~u·tici pación en la Revo lución
d e los Comuneros- . los libres caJ·ibeños ocup¡u·on los sitios mientras se n1a1rLuvo el
ímpetu "pohlador", para retomar luego a l monte, súnbolo de pel'dición para las autori-
dades y de refugio para la población.
La investigación cnyos resultados se pl'esentan en este texto se d PSal'rolló fun·
damen t.a lmente a tl'avés d e la cons ulta d e doc umf'ntos q ue reposan en e) Archivo
Geneeal de la Nación. en Bogotá. y en el Archivo Gene ral de Indias, ell S t>villa. Así
mismo se consultarou los escr ilos de los cronistas colonia les. transcripciones docu-
mentales ) bibliogl'af.ía secundaría. Con base en esta infot·mación ~· con In que se en-
cuentr·a en las mapolecas de los archivos mencionados, se elaboraron los mapas qne
acompa1ian el texto.f¡(J El material empírico r ecop ilado se ley6 y analizó buscando no

\ 'isitado•· real Don :\ndrés B1•nlugo y Oqueudo sobre el est:Hio social ~· econt'rmico de la
poblac-ión indígena. blanca ~- mcsti7.a de las proviueias de Tunja ~ \ '{-Jpz a mediados del siglo
\ \ ' lJ¡., ACHSC. ·o. l. Bogotá. Un ivPI"Sidad Xacional de Colombi<1. HJ6'{. pp. 1.31 1 ~)(); Joaquúl
de '\róstegui y Escoto, Informe d<' l;., Visita que prarLic-ó a la p •·ovincia de SantafC. {'n 1758.
Herm es To va1· l'inzóu et al. (comps.). Convocatoria. pp. 229- 285 .)' Di;111a Bonnen. ''Tie•·r·11 .Y
Com unidad un Di le ma l •·resn elt o. F:l \.aso del Altiplano Cundibopc1; nse (Vi•-rri n;1Lo de la
.\ m·,·a Granada 1750-180(}". Tesis dt: Doctorado en Historia, ,\ l éxi('CJ. El Colegio de \ lt>xic-o.
2001. Rcspf'cto a las refom1as llevadas a r.abo en el Caribe, incluido !'1 110rte de la p•·oYi11ria de
:\Jltioquia, \hse: José ~f. Df'- i\lier comp.). Poblamiemns en In Provincia dt> San/a lforta. Siglo
.\lifl. 3 Vols., Bogotá. Colegio Máxi111o dt> las Acadcmi;.~s dt' Colombi<~ Libreros Colombianos,
1987: Anto nio de In Torre y .\'liranda. •NoLicia lndi,·iclt•¡¡l d(• las f>ob lucio nc,; Nuevame•Jle f< un ·
dadas en la ProvÍ11cia d~ Ca r·V~gena,., Jo~é P. de Lll'ueta (comp.), Documentos pam la Historia dt>
(arMgena. 8 \'o ls.. C:a•·tagf'na. Tipogr·af[a Aratüo, 1890. T. 1V. pp. 33- ?8: (;erru·do Rcitht>l Dolmatoff.
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2 Vol::;., Bogotá . .13uni'O de la Repríhliea, 1954: O.-la11rlo Fals Bo r·d~, Historia fln bl<· tlt> lo Cosw
(19i6- 1.9S6). 4 Vols., 2" ed • .Bogot;í, Ca rlos Valcnr·ia Edito res, 1980 HJ8(), T. .f\~ pp. 5'1A- 7lA y
5313- / IH: .\laría Oolort>s Gonz.álc~ Lr111a. •La Polític-a df' Población y P::.rilícación lnrlíg<>na en las
Poblaciones de ant;r ~I arta y Cal'lagena )vue,·o R••ino de Cra11ada' 1750 1800•. Bolnín
.-l.mcrü:nnisrn. mio '\\.:\o. 28. Barcelona, l ni,·ersidad d•· Barcelona. 19/8. pp. 87 118: Pilar ~ IOrt> ·
no de Allgel. Antonio de In Torre .r .1/if"(lndn Viajuo y Poblador: Sif{lo 'TI!f . Bogotá. Edito r·i"l
Planeta. 199'{; Gilma ){ot·a de 1oYlll: •Poblamit>nto y SociE·dad f'n el Bnjo ·fagcl~ I<"11A durante la
segunda rniwd rie l siglo XVTII>, , tG'HSC, No. 21. Bogotá, Unive rsirhd ~acional , I ~J93. pp. 40- 63;
.lor·ge Enriquf· Conde, •Espar.io. Sociedad y Conl1ictos en l::r Provincia de Car·tagena. 1í40-
1815·.Tesis par·a <rpt:u·la .M~est1·ía en Historia, Bogotá, Universidad .\'acional d~ Colombia, 199::1.
publicado postf'riormeute, con el mismo tÍI11lo. Barranquilla, Fondo de Puhlil'aciones di:' l;¡
r ni,·et-sidad del Atlántico. 1999.
'"' .'\lgun as ele las obras publicadas eu el siglo.\;\. incluyen m:rp as sobre el período colonial.
<> laborados. al par·ecer, cou b8se en la inforrnació n ~¡ ue propc¡ r·do11an los doeum enLos de
:rrr·hi vo. LamentalriPnH~nte la infor·mación de ('slos ma ¡)as u o siem pre coincid<~ con la qut>

ordenar para controlar + morw htrrua angtl


:;4)Jo profu nd iza¡· en el conocimiento de las region es estudiadas, sino también en el
manej o de herramientas teóricas y metodológicas necesarias para acceder a las com-
plt?jas y nada obvias interrelac·i ones existentes entre el ordenamit~nto espacial, el con -
trol político y el desarrollo de mecanismos de resisteneia para eonfrontarlo. 6í

ofrecen los docLUJJentos v, eomo no se indican sus fuentes, resulta ruuy difícil de establecer
el origen de las inconsisLencias, por lo que result;w poco confiables (vé~mse, por ejemplo, los
mapas quf. se incluyen en liJaría Dolo t·es Conzález Luna, Res¡:;uardos y Consejo Regional de
P la ni ri<:ac ió n - CORPES- de la Costa Atlántica, Jfapa CuLtural del Caribe Colombiano, Bogotá,
Corpes de l.a Costa Athíntica, 1993).
"' En este sentido han sido particularmente enriquecedoras las lectu ras de Pierre Bourdieu,
Tlu: 1-ogic of Praclice (1980), Sta nford. Stanford l iniversit:y Press, 1990; Owline of A 'i1teo1:Y of
Practice (1972). Cambridge, Cambridge University Press, 1993 y Language a!UI .s:rmbolic Po<ver:
Jacques Le Goff. Time, Work, and Culture In rhe J1iddle Ages ( Hlí7}, Chicago, Lnivel'siLy o f'
Chicago Press, 1980; Fernand Braudel, El Jlediterráneo :r el Nundo !11edilerrán.eo 1?1l la .Epoca de
FehjJe 11 (1949 1966), 2 Vols., 2a. reimpres ión, México, Fondo de Culwra Eco nórni.ca, 1987 y La
Historia)' las Ciencias Sociales (1958), 2a. ec!. en espar-to!, .\-l:ldrió, Aliama EditoriaL '1 9í0; David
Rohinson, "La ciudad eolonial hispanoame<·icana: ¿símbolo o texto?~. José Luis Peset (comp.),
Ciencia, Vida y Espacio m l bf'ronméricrL Vo l. JI , ~iadri d , Consejo Superi.or de Investigaeiones
Científicas, 1989, pp. 249- 280: .\lidtt>l d e Ce t·teau, The Prt1Nice; .htntes S . Dunean, · The Power of
Place" y The Cily as a Te.rt; James S. Dunean y i\aney Du ncan, • (Re)reading the Landscape•;
David Harw~. Tia• Conrlition o./Postmodemi~r; Denis E. Cosgrove, Social Formarion and S)mbol/c
Landscape, !'<ew .Jerse¿, Barnes & )ioble Boo ks, 198Lí: ~.Jiehd Fo ucau lt, Discipline and Punish;
James C. SeotL 'lv(>apons o( the lléak. E ve1:J'day Forms <1 Peasant Resúrance, New Haven, Ya le
l nivet-sit.~ Press, 1985 ~· Hl:'n ry LefebVI'e. 7'/¡e ProducU:on oj'Space..

inrroducción: espacio y poder


PlU ME RA PARTE
l. LAS LLANURAS DEL CARIB E
Y LOS A~DES CENTRALES:
LA PERCEPCIO N DEL ES PACIO GEOCHAFICO

E l estudio sobre el ordenami e nto e~ pacial y el control po lílico de las llanuras


d el Caribe y de los Andes centrales en ~ 1 siglo XVIII, coloca a l invesLigadoe ante d os
panora11H1s que presentan marcados contrastes. Lo primero que soh•·esale es el medio
ambif'nte físico. Las disimilitudes ~e delectan r·ápidamente al comparar los datos que
aporta la geografía física . La altura sobre el nivel del mar, la~ precipitaciones y tempe-
ra turas promedio o el tipo de Yf'getación predominante en una y oll·a región dan una
inea de esos contrastes. Pero lo que se busca en e~te capítulo no es presentar ese tipo
de infom1ación. o por lo menos no sólo es:t infor·mación, sino ap1·oximarnos a la forma
eo mo las personas qne habitaron esos espacios en e l siglo XVIl J percibieron y se
apropiaron de fenómenos geográficos que formaban parte de su cotidianidad. Lo que
in teresa e n este capítulo es entonces arlicnla1· los datos y medidas que ofrece la geo-
gnúía física, con las descripciones y representaciones que implícila o explícitamente
aparecen en los i.uforrnes oficiales, Jos relatos ele los vi~eros o las c.l eclaraciones que se
d ieron e u <'1 cu •·so de visitas, procesos judiciales o averiguaciones sobre ciertos h e -
c hos. Se quiE>re obtener así una aproximación a la forma corno h1 gente se ¡·clacionó con
el medio geogdfico y a la relatiYiclad ele su s percepciones. dependiendo de las
experiencias en que se enma•·caba ese acercamiento.
A. L\ C:o.\TRwosrcróx El\Ttlli EL Acn Y l AS ALTrRAS

1-<:n los Andes prima la moulai'ia (,·éase i\fapa No. 2). El paisaje se ve emnarcado
por gigant('scas elevaciones que se encadenan unas con otras, caprichosamente, formando
'alles, pt·ccip ieios, suaves pendientes y abr·uptos cortes en las rocas. 1 Arriba y abajo,

' \'{o¡ursc descripciones de e.slus paisajes correspondientes ill siglo X\ 1Tl CJ J ¡\lej:md ro de
ll u111holdt. "Desc¡•ipción de la Saba11a ele Uogotá~. Enrique Pf.rez i\rbc hícz (comp.), Alejandro dr
1/umbokh en rolombia. E.t:trrwos dr sus Obras Compilados, Onl<.:nadus )' Prolo~Jados COl/ Omsión dd
Cclllenario rfp sn .1/uerle, en 1859. Uogotá. Em111'f'S:l Colombiana de Petróleos, H159. pp. 144- 166:
Dtnid Rohinson <·ornp. , .llil Leguas por . lmér·ira. /)p Lima a Caracas Jitf0- 1741. /)iario de don
!ligue/ de Stmli5l<·lxm . l3ogotá. Banco de la R''l>1íbli1·;¡, ·1992 y Josef \ntonio Pi!JIIIo. •YtincraJ.;o".
parte 5". índic•· de las carreras. pp. !H- 24/. Sobl'(: las características gf'ogrííliras de los \udcs
cenlr·aiC!s ,[.ase \lfred Hettner. Lf¡ Cordi/lrrn de Bogotá. Resultados dP l'ioje.< )' Eswdios (1892' ,
Bogo1á. f.dic·ioncs del Banco de la Rq>iíblica. 1966; Pablo Vila. "Regiones Nrr turales de Colombia
(t 'n E11sa.w Geográli co)», Colombia. No. 1, IJJa1·zo ilhril de 1944. pp. :)- 10 y ~·ucva Ceografta de
Colo111biu. ,-lspectos Político, Fúico, lfumrmo y F:ronómico, Bogo tá, Lihn;ría Colo mbiana Camacho
Rnld::ín y C:ia., 1945, pp. 31-45 y l/5- 9 y Ernesto Cuhl, Coloutbia: Busr¡u<:Jo dr· Sil Ceografia Tropical.
:2. Vols., Oogotá. ln;;riruLo Colowbiano de Cult ura , H)76. T l, pp. W 21, 3'1-G7. 74- 89.

l. LAS l l.A.NUR.-\S DEl CARU~E Y lOS .\N(>ES t..~TRALES: LA PEP.CEPC10N Ol!L E!WACtO Ct()<;RAFICO

L
MAPA NO. 2
LLA d1JRAS DEL C AREE y A_,\fDES C ENTRALES
].\:L\PA DEL R EL11WE

Cabo de la Vela

Santa Marta

VaJie Dllpar
•Tenerife

e
.Monipox

\Q~~ . > • Tamalameque ,


cj~ . .,<J .
.g ,., ·o<:P
Q; ·r l

'Cáceres
• . o Pamplona •
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1 •
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-o/~] ) •Arma . •.TI.lnia

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Popayán •\
J
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1 Nueva
Almaguer •
Granada

• Quito 100 km.

ordenar para controlar + marra hertcta dnlJel


Llanuras del Caribe

Provincia de
Cartagena

l . L\S llA.-..;uR.\S DEl CARIB( \ 1()5. A '-lli:,S ("f"-"TRALES: LA Pf~<.:EPOO~ OEL ESP.\ClO C EOGR."\FJCO
t\:!vDF.S Gr.~TRAT,ES

ordenar para controlar mon:o herrera ongd


ir y bajar son referentes que se vinculan fundamentalmente con las elevaeiones del
no. Lo mismo sucede con el clima, cuyas variaciones se presentan de acuerdo con
altura 2 El curso de los ríos también se ve determinado por ésta. En el transcm·so de
·os las aguas se han abierto paso hasta formar estrechos callejones, por donde el
·do fluye velozmente. A veces se despeña formando inmensas cascadas y otras se
· perezosamente por los valles.1 Puede alimentar lagtmas o arrasar de cuando en
do las riberas aledai1as.4 Llega incluso a represarse y luego desbordarse aeabando
todo lo que encuentra a sn paso.5 Pero resulta impensable en el contexto del paisaje
· o que p eriódi camente un I'Ío o una quebrada cambi e su curso y devuelva las
hacia su origen. Los rfos bajan por la montaña suavemente o estrellándose contra
· f'O('as, pero no la remontan. Su destino son las Lierr·as bajas, en donde establecen
relación con la n aturaleza que los circunscribe.
El agua, a pesar de ser imprescindible para la supervivencia de la población
- a. ocupa, p01' decirlo así, un papel seeundario frente a la montaña. Es cierto que
- diferentes grupos buscan c:asi .invariablemente su cercanía para asentarse, ya que lo
es que el líquido se obtenga directamente de los ríos y c1uebradas, sin recurrir a
aguas subterráneas. Pero, en ténninos generales, los cauces de agua que fluyen a lo
~o de todo el año, abundan. Son los desniveles del terreno los que condicion an en
forma la elección sobre el uso de las tierras. Los valles y .las suaves pendi<mtes
porcionan, por lo general, un medio más propicio para la agric:nltnra. 6 El que se
re en_fuertes pendientes está relacionado con el control que grupos o individuos
- rrt>n sobre las mejores Lierras, obligando a otros agricultores a aferrarse a s uelos
brados y de menor rendimienlo. En rnuchos casos, sin embargo, la pendiet?-te es tal
ni la extrema neeesidad permite eultivarla.
De la altura dependen los frutos que pueden obtenerse y la fauna que puede
ntrarse.' En conjunción con otros factores, como por ejemplo la humedad reinante
una delerrninada área, la altura define los límites entre uno y otro tipo de veget.:'lción .

2
Por su posición geoasn·onómica • El principal factor determinante de variaciones regionales
de temperatura a n·m;és de l tenit.orio es la altitud, ...•; en términos generales en el territorio de
la actual Colombia «la ¡·1\mper·ann·a dismin uyl\ en un grado centígrado po r cada 184 mi\O'os di\
aumento de altura sobre el nivel del mar.• (Ernesw Guh l, Colombia: BosquP,¡(), T. l , p. 181). Véase
mmbién Pablo Vila, Nueva Geografía, p. ()~) y Contralol'ia General de Cundinamarca, Geografía
Económico de Cundinamarca , La Población y el Territorio, T. J, Bogotá, Imprenta Departam ental,
195i , p. 77 . Otros autores proporciona n estimativos un poeo diferentes, de acuerdo con los
cuales la temperatura baja 2/3° C por cada ·100 metr·os de as~;enso sobre el nivel del mar, es decil;
-¡• C por cada 147 ml\tms ('fhomas van de1' Hamme n y Enr·ique GonzAlez, "Historia de Clima y
Vegetación del Pleistoceno Super-ior y del Holoceno de la Sab<ma de Bogotá", Boletín Ceológico
VoL XI, nos. 1-::l, Bogo tá, Servicio Geológico Nacional, 1963, pp. 189-226, p. 205).
~ Véase, por ejt)mplo, la descripción que hizo de Alejandro de Humboldt del Salto del
lequendama, en Enrique Pén:z Arbelaez (comp.), AÜ;jrmdro de Hwnbokü en Colombia, pp. 103- 7.
' i\.G.K. (Bogotá), Visitas Bolivar, 6, f. 653r.
> Como consecuencia ele este tipo de fenómenos murió en 1785 Roque Gutién·ez, uno de
los más efic.ie ntes h erbolarios de Mutis, al represarse y desborda1·se la Q ttebt':¡da S eca, que
desemboca en el río Magdalena, en la cercanías de la dudad de .H onda (Guillermo Hernández
de A.lba (comp.), Diario de Observaciones de José Celestino Mutis (1760- 1790), 2• ed. , 2 Vols., Bogotá,
Instituto Colombiano de Cult.tn·a Hispánica, Hl8'l, T. I!, pp. 024).
6
Sobre condiciones de culrivo e n los An des cen t r·ales e n el si.glo XVIII véase: A.G.N.
(Bogotá), Visitas Bo/iCJar, 6, ff. 623r. a ()25r.
7
Alejandro de Hum bold1 y A. Bonpland, Ideos paro una geograj(a de lás plantas más un cuadro
de la nantraleza de los ¡múes rropicales, ba.wdo en las ohsf~rvaciones J" mediciones que se realizaron
entre los paralelos tOnlatintd norre htwa 10• lalitml sm; durante los ailos de 1799, 1800, 1801, 1802 .Y 1803
(1807), Bogotá, Jardín Botán ico "José Cele~tin o l\{ utis", 1985, pp. 21- 25; 35- 46; H8- 101 y 103-
105 y Pablo Vi la, Nueoo Ceograjla . pp. 261--2.

l. lAS LI-•NUR-'5 flfl CAR16E Y LOS -""DES CENTRAlES: LA PERCEPCIO N DEl ESPACIO C~WGRA FICO
.Allí donde la humedad es mayor y las estaciones secas poco marcadas. el bosque se
prolongará hasta aproximadamente los 3.900 metros sobre el ni, el del mar. Por el conl1'ario,
donde la humedad es mf'nOJ' y las estaciones secas son más prommciadas , ese límite
bajará a los .3.200 m etros sobre el nivel del mm·. 8 ~(ás allá del borde del bosque es Jj[ic il
hacer producir la tierra .v toler·ar· ('l frío y la humedad . 1\lás abajo, hasta los 2.000 mell·os
de altura, las turmas, los fríjoles, batatas, ñames, ib ias, cubias. arracachas y ahuyama::;
twlivas, comparten e.l espac io con el trigo, la cebada, los garbanzos, las lentejas y las
alve1jas verridas de Europa . El maíz, '"trigo de los indios'', se da bien a esa al 1w·a, pero
produce más cosechas anuales en tierras nuís bajas y cáJidas, donde se da junto con el
plátano, la caña de azúcar·, e l arroz y la yuca.9 E l tono de los verdes varia desde el
grisáceo de los pár·amos. hasl:a el exuberanl'e esmeralda y limón de las lierras bajas.
"'El color auzl {sic por azul) del cielo se tor·na más p1'0fw1do ~ oscuro mientras rnás e
g<u1a altlU'a. La altnr<t del lugar de ubicación modifica a un mismo tiempo la disminución del
peso. el f,'l-ado de calor del agua 1Lin-iendo,la intensidad de los rayos solares y su ref'r:lcción.- 10
Color y luz están í:ntimamen te relacionados con la elevación del terreno, al igual
c¡u e la tendencia al uso de calmosas mantas o delgados trajes .
Por el contrario, en las llanuras del Caribe, desde e l valle del río Cesal' hasta las
ser.·mnías de San .Terónú.n o, Abibe y Ayapel, lo q ue rápidamente acapara la atención es
e l agua (véase Mapa No. 3). Los ríos, caños, arroyos, l::ts ciénagas y el mar establecen
cje:s de referencia que con trastan con los de las cordillet·as andinas. En los A.tH.les, con
frecuencia, los ríos y quebt•::tdas se perciben com o ohsláculos en los caminos_ll En la

s Thomas van dcr 1Lauuncn ) Enrique Conzálcz. -nistor·ia de Clima-. p. 221.


9 Sobre f'l tipo de culti"os pr·opios de los difet-cut<'S pisos térmicos se fommla1'ún numerosas
observaciones en el siglo X\ lJT. \"(~ase. por ejemplo. 1\ lon~o de Zamora. Historia, de la Provincia dr
San Antonino drl Nuevo R l')710 de Granada (1701). 4 Vols .. Rogo1:í. Instituto Colontb i ~rlo fi P. C:ulnn·a
Hispánica, 1980, T 1, pp. 13 1 2; Basilio Vicente de Q,;c·tlo, ('ualidades, pp. 9'7- 1.12; i\l ejand ,·o de
l'hunboldt y A. Eonpll111d , Jde(IS para una Ceografia de las f'lanl"-'• pp. 103 · l05 y l'hu~cisro .los(\ oc
Caldas, "Notas ele Caldas sobre las "Ideas par·n u n~ geografía d.c las plantas~ d e Il u nduJid 1",
Alejand ro de Humboldt y A. Bonpland, Ideas para w1r1 Ceo~'~!fla dr· las Plantas, pp. l l '~ 1)5.
tO Alejandro de TlurnboldL y A. 'BonplaHd, fr!MJ ¡wra una Ceografia de las Plantas, p. 22.
11 E1·nesto Guhl, haciendo referencia a la situación vigeme en d siglo)(_'(, observa qu(' poi' la
natu raleza montaiiosa de la l'(•gióu andina el tr:ílico fl111 ial es descoii(H:ido, e.xceptuando ('1 :Í•·Pa
del r-ío ~lagdalena {Colombia: Bosquejo. T. L p. 146). D11rantc el período colonial la na"cg;H'icí n se
practicó en algunos ríos ~- lah'lmas de los ¡\ndcs cenu-ales. aunque esla acti,idad ntmca lu,·o un
papel similar· al q ue j1~Ó en el C:u·ibe (Anónimo. ~o<'~('lipción de la Ciudad de 'Iimja. sae<~d:t el<'
las Informaciones h cr;bas po1· la Justieia de aquella Ciudacl en 30 de mayo d<' 1610 mios".
CODJ:.iN , T. IX. PI'· 'N'l--45 1. pp. 39C>-3HH}. Lo más frccl•cutc: <'ra que se dcsarrolb r:m di,l'•-;;os
111ecanismos para atJ"<I\'I'~ar los ríos. mientras r¡ue el grueso de la jornada se re<~lizaba por ticn·a.
Así, en algunas pa rte~ c:l río Bogotá se eeuzaba en balsa~ , l 'Omo acostumbraban a hM•c rlo los
habitantes de Chía (·u el s iglo XVlll (1\.G.N. (Bogotá), Caciques e lndliJs, 72, f. 18Gr.) y los dt' Cota
(Luis \Viesnet'. ·Historia .Y Producción del 'Resgu:tl'do Indígena el e Cota (Cundinarnar(::tj 153!)
1876•, tesis para opl¡u· el gr;u ln de licenciatura en ;\niropología, Bogolá, Universidad de lns ,\ nd es,
198L p. H:iO). 'tamb ién se coustru}eron puentes y, en <'1 f:<1SO de ríos ntuy r.aurlalosos o do11de SI'
dificultaba la cousu·ucción de ptH' ntes, se hizo uso de· sisLt>mas especiales, como las lar·ahitas.
que permitían aLra\'csar ríos r..omo el Chicamocha (Josefina Ck"es de 13onill;l, "lnlúrmc-. pp. 192
;• 194: ,\nónimo. '·Ocsc•·ipcicín tle la ciudad de Tm1ja ". p. 300 y \ .C.N. (Bogotá). Visitas (imrhil(lmnrca.
8. ff. 803,·. _ ,. 804r.,. Oe Otl<l p:u:Le. en los \nci<'S C<:llll':lles. con alguna frecuencia. S(' inlimntÍ de
casos en quf' se ahogaban indígenas." también \ f>Ci nos. al \TI"S(' for·Laclos a atr<tv<'S:tl' ríos.'
quebradas qnt>. por el imicrno. se encontTaban (' J·cridos ,·éasc, por ejemplo. \ . C."'. iRo¡;otá).
Poblaciones Ro_rt1rri. 1, 1: !.!Sr.~- 102v.; l'Lsit(IS Cu11dinamon·a, 8, rr. 817r. )' ,._ y 822r.; Juan :Fri<·d<· k o111p. 1.
filemes Documenia/f's ¡wm lallistoria del Nuevo Rei11o de r.·mnnda. 8 vols., l3ogot.1, Biblioteca llaneo
Popular, ·t97G, T. VI, p. 142 y Germán Colmenares (<·o utp.}. Relaciones. T. 1, p. 141}. Sobrt' lus
d ifi ctll ta des q ue of'rccínn lo$ ríos en el invicmo en lo~ t\ m les cent-rales, vt!as e t.a111hi ~ u A.G.T.
(Sevilla). San/a l •'r>, 532 y Hermes Tovat· l'i nzón (c:o mp.), No h((f ( 'aár¡ues, pp. 155- 7.

ordenar para controlar + marta herrera angel


l\1AJ>AN0.3
Ll k>\~'VRAS DEL CARJBE
H.1m FLL'\l AL

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Ful'ntt>S: IC \ G. ·lilas, \l apa Ccueral rle Colombia. Parte 1\ortc.

l. L\S LL\NURA~ VEll"/.J\IBf Y LOS ANOES (l,.'ffliAlei: L\ PERCEPOON OH ESP.\00 GEOGR.'d'IC"O


región Caribe, además de eventuales obstáculos, son también los caminos mismos, son
las v.í.as que conectan unos sitios con otros, luga1·es de comercio e intercambi.o, que se
ven afectados por el verano o por el invierno. 12 En el siglo XVIII los víveres que se
producían en las haciendas eran llevados en canoas a las minas, para alimentar a los
trahajadores. 11 El ganado cruzaba el río en balsas y, a veces, era llevado a nado por el
río. 14 Muchos de los abastos necesarios para las ciudades y villas e1·an transportados
po1· agua, al igual que las mercanc::ías que entraban por los puertos haeia el inl.(~rior de
la Nueva Granada y las que salfan "del reino y de la tierra" hacia Jos puertos de la
región Caribe. 13 El río era también lugar de venla y medio de transporte de un comer·
cio al menudeo, que nutría a los habitantes de las riberas. En el Río Magdalena, por
ejemplo, "Continuamente andan canoas vend.i endo huevos, pollos, gallinas, tas~~jo, Loeino,
azúcar, alfandoque, raspadura, elc.". 16 Era una vía de transporte c¡ue for.rnaha parte de la
vida cotidiana de la población. Las viviendas, por pobres que fueran , usualmente
contaban con barquetas como parte de su dotaóón. 17 Para las autoridades eran ele·
mentos casi que indispensables para desempeñar sus funciones; los capitanes á gue-
rra, los corregidores y demás autoridades con frecuencia se desplazaban en barquetas
paTa u· a capturar sospechosos, levantar sumuias informaciones o solucionar problemas
en sus j urisdicciones. 18 Curas y obispos debían haeer uso de ellas en sus desplaza-
mientos, ya se tratara de realizar visitas pastorales, de atender a un feligrés moribundo
o de capturar arrochelados e indígenas refugiados en los montes. 19

12 La pr·ovincia de Cartagena ·•por la ramazón ele sus ríos, ciénagas y cao1os, la hace tralicable

por a¡,>ua• (Anton io de la Torre y Mir·anda, "Noticia Individual~, p. 40}. Véase también Orlando
Fals Borda, Historia Doble, T. I, p. 2f)B. Sobre las diferentes posibilidades de navegación en
inviemo y verano véase Lu is Su·iffler, .E l Rio Cesar y El Río San Jorge y Francisco Javiel' Vergara y
Velasco, Nu.eva Geografía de Colombia ( 1901), 3 Vols., Bogotá, P ublicaciones del Banco de la
República, Archivo ele Economía Nacional, Hlí4, T. !, pp. 365, 368 y T. Il, pp. 368, 438 y 580.
11 1\ .G. N. (Bogotá), Testamentarias Bolíoar, lO, ff: 685r. a 695v. y Josef Anton io de Panclo,

"Y tinerario ~, p. 130. Sobre las actividades económicas de las haciendas en la costa Caribe en el
siglo XVIIJ, véase Hermes Tovar Pinzón, Hacienda Colonial y- Formación Social, Barcelona, Sendai
Edieiones, 1988 y i\dolfo Meisel Roca, "Esclavitud, Mestizaje y fliocienda en la Provincia de
Cartagena: 15~~-1851 " , Desarrollo y Sociedad, No. 4, Bogot:i, CEDE, Universidad de los 1\ ndes,
1980, pp. 227- 277, pp. 255 y SS.
11 José M Dc- Mier (comp.), Poblmniemos, 1'. I, pp. 305- 7; A.C. l. (Sevilla), Santa Fe, 519; Pedro

Sirnón, Noticias lfiswrial<~> de las Conquistas de Tierra Fimw en las Indias Occidentnfl'.s (l(i2G), 7 Vols.,
Bogotá, Biblioteca del Banco Populm; 1981 1982, T. VI, p. 50í y Antonio Jul i:in,LaPer/a de América.
Provincia de Santa Marta (ca. 1787), Bogotá, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, Hl51, pp.
101-2. Luis Navarro García, "El Privilegio de los Regidores en el i\basto de C:1rtagena de Indias",
Anuario de Estudios Americanos T. XXXVIII, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Arnc:ri e<~nos,
1981, pp. 173-214, pp. 203 -4, nota 4.9, transe1·ibe un documento de 1746, según el cual el ganado
que se llevaba de la villa de Mompox. a C:;u tagena debía embalsm· o atravesm· h·es veces el río
Magdalena. En ese mismo artículo (pp. 185-6) se hace o·ef'ereneia a la declaraci6 n de un criador de
ganadu, hecha hacia 1745, de acuerdo con la cual había perdido un vaquero, 50 cabezas de ganado
y ~) eaballos, cuando ll'a.nsportó 250 reses "nadando desde Menchiquejo", cerca de :Mornpox,
hasta los pl.ayones de Bocachica, cerca a Cartagena, en tiempo de crecientes, es decir de ilnriemo.
os i\.G.K. (Bogotá), Empleados Públicos Bolívar, 4, f.897r. y Consulados Colonia, 1, ff. 245r. y 250r.
w Juan de Santa Gertrudis, Maravillas de la Naturaleza (ca. 1775), 4 Vols., Hogolií, Bam~o
Popular, 1970, T. I, p. 78. Véase también i\.G.N. (Bogotá), Poblaciones Várias , 5, f 37.3 r. y José
.r
Agustín Blanco Barros, Sabanalarga: sus Orígenes Fundac1."ón Definitiva. Bogotá, In~tit.ulo
Colombiano de Cultura , 19í7, p. 72.
lí i\.G. . (Bogotá), Curas )' Obispos, i, r: 989r. .Y V. y Visitas Ro/ívar, (), lt ()fl!)r., 692r. y V. y Cerardo
Reid(ei--Dolmatof'f' (comp.), Diario, pp. 44- 5.
" t\ .G.N. (Bogotá). Juicios Criminales, 201, f. 154r.; Caciques e Indios, 1, 1: ::lí4v.; Visitas Bolivar, 6,
f. 34o·. y v. y Juicios Criminales, 184, f. 34r.
•~ A.G.N. (Bog<>t<t), Curas y Obúpos, B, ff. 977r., 986r. y 988v.; Caciqu<:s <: Indios, 1, r: 403v.;
J1l'scekínea Colonia , 22, ff. 43J: a 45r.. 52J•. y 53r.

orderwr para colltrolar + marta herrera angel


En vastas exte nsiones d e la región Catibc e l grueso d e l transporte se r·calizaba
agua. lo que lle,¡¡ha aparejado unos rcla¡jv¡unente altos requerimientos de rnano de
Eu 1741 Santisteban c11lculó que los bogas vin ctdados con el tJ'<ms porte de
_...,.,n ,-.i por el río Magdalena, d esde .Mornpox hasta J !o nda. es rlecir en 1 :;~ r· uta haciA
oscilaban entre 800 y 1500 hornbres.2v Arriba y ahajo, subir y bajar· son conceptos
refie re n su sentido al curso de los rtos y df' las conientes de agua. Se baja de
-rom""''' a Cartagena.21 Se subt> de Mompox a llonda 22 y, desde esta perspectiva. también
sube ele Mompox a la ciudad de San.tafé .2'l La direcció n en qu e se viaj e define la
_ ...,_,u" de la travesía. 21 Segtul estimativos elaborados en PI siglo XV 111 para el transporte
r on·eo, con la mis rna embarcación y e l mismo ntírnero de bogas, snbi.r dt" J\lompox a
Lomaba 12 días y bajar de Honcla a :Mompox 6. ~:; Hasta los nombr·es que se les
a los cursos de ag ua cambian: en los Andes a toda corriente p eq uei'ia se la rlenomj -
que brad:~ ,r a los cm·sos d e :;~gua de mayor tamaño. r·íos; en eambio e n las llanuras
'beñas será un arroyo si su cm·so es rápido, un caí'lo si es lento y sólo muy pocos se
d e I'ÍOs. 26 En las áreas rnás secas, hacia el nororientc de la D epresión JVfomposina,
algunos cursos de agua se ser:tn durante el vernno, la p o blaci ón cslab lecía
_.,,.,.," '"·' as entre los 1-íos de aguas ,·ivas, es decir los que permanecía n a lo largo de todo
ai'lo, y aquellos que se secaban y transformab an en zanjones dul'ante el verano. 2i
B. L.\ MONTAi'iA y EL lVlONTE

Es más , en las llanuras del Caribe el conce pto de montai'ia que comparada con
de los Andes, es una pequeñ a elevación28- tien e en su sentido de mo nte, de montuoso,
ronnotnrión m u~ particular y de una importancia que no tuvo eu los Andes centrales
el siglo \ \ lll. Po r· ejemplo, la salJana de Bogotá, donde estaban ubicados la gran
oría J e los pueblos de la provincia de Santafé, fue d escrita como llana y sin montes,
que cir·c tmdada por la coedillem. 29 Según Pando, el ad ministrado r· de coJ•rcos, en e l
ino de Santafé a Facatati vá (Yéasc \1a pa No. 4), "Se atravi esa e l anch uroso llano
u P loma e l nombr·e del rio Bogota f¡[u]e pasa por· el centr·o, .... d e bellísimas praderas
arbol ninguno ''.'10 Smrt.a Gertrudis la describía como:
"Esta pampa, que es del todo llana. tiene una vista 111U) alegre, p orque está llena de
r asas a n·cehos poblada de indios y mestizos, con vari<ldas arboledas y sembl'el'Ías d<'
maíz, h<•bas y papales, con s us hat·das o paredes d e tapia. Todo lo que es pasto com ún es

::u Da,cid Robinson (comp. . Jiil ú·guas. p. 1/4.


~~ \ .G.l., Sama Fe. 365.
:~:~ .luan de Santa Gcrlrudis. Jlfaravillas. T I, p. 8'1.
~·• \ .C.N. (Bogotá). Juicios Criminales. 20 l. f. 22jr..r 244v. y r i:ritas Bolívar. l. f. 3t·.
21
.\. G.X. Bogotá , Curas)' Obispos. 25, f.44h:. 442r.. 444•: .r 446r.
2.' .Josef Ant o nio Pa.ndo. " Yt inerario-. p. 80. La duJ'>tCÍÓn del '~aje podía ser m:is co•·Ln, nuuqu c
tuás costos a. yn t ¡tl<' era neceS111·io pagarle m:ís al pilow y a los bogas y. e u ciertos ca~os, incnr·porar
o tTo boga. En todo caso se mantenían lns d ilerencins t>n la duración dd ,; aje, dt'pendiendo s i s<·
bajaba o subía c·l •·ío.
26 Francisco Ja,·ier \ er¡;m·a y Velast:ú, Xue<>a Ceografia. T. l , p. 330. Según ;\nt o nio Julián,

La Perla, pp. 1.09- 10, llam¡tban q ue br·adas a los r·íos p e que 1i os o torre n Le~. La doc t.u'tl c n tación
d eja lransluci r un sen ti do scmejau lc, como f'll e l c as o dC' I sc ñalami <~ nto seg ún e l cual el
<liTO) ito dt> Taron se in t roducía en la quel)l'ada de ~lc)l'en o {·\. (;.N. ~ Bogotá ' , .1/iscelánt>n
Colon in, 10, f. 26/v.' .
r, \.(; . : . (Bogot:1), Poblaciow ?s licu·ias , 11, r: 742r. y ,11úccldnea Colonia. 10. ff. 2 61ív. a 270r.
~· En las llalliJt'IIS del Corilw la alnu·n p r•omedio no pas<J d e 300 m rs. sobr·e d 11Ívo'l del mar
' Emesro Guhl. Colombia . T. 11. p. 147,.
:!!1 Juan López de \'el:~ sco, Geografía y Dt'srripción Uuic·rrsal de la$ indias (1374), ~Jai'('OS
J iménC':t. de 1:~ Esp~1 da (comp.), Madrid, Bibliotcc:1 de /\ulo rPS l~s pairo les, HJ71, p. 1Sl.
"" Josef '\ n1o11io Pan do. ~Ytinerru·i o ~. p. 9U.
M.Al'i\ No. 4:
A \lDES Cc:l\ TMLES
llEUE\ E Y AsE.\T\ \IIF.l\T OS J\ 1EII:CIONADOS eN EL C.\.PÍTli.O

.
-- ";
i
1

e Ciudad Laguna
• Otro tipo de Ciénaga
Asentamiento f\...' Limites Aproximados
r-.--.--~~--~~~~~-

SO km.

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gramadal, y a tr<'rlros entrcvcr·ado con pajo11al. .. Es clima frío y caliente, porque allí d
,.ol abtasa, y en qnit:a.r·se del sol uno se hiela. 1\ lo que se deshace la niebl:1 amanece
tod ;l aquella pa111pa poblad ~· de bestias y ganado así vacmH) como ovejuno y t:aGruno
que causa alegría verlo.-·11
l ' na situación similar ofrecía el paisaje cnLre Santal'é y Tunja ~- en la jurisdicción
de esta tíltima ciudad, atmCJUC :-~llí el terreno es nu\s esc3.1'pflclo."l"1 En 1741 Santisteban
aruhn o '"más de od1o leguas d e tien·a llaua, de p•·aderías y sP.mbtaduras'', coando se
d.trigía hacia Zipaquirá Jl 1\.J1tes de Tunja, cu e l trayeeto ha('ia la Venta dt> Puente d e
Pu~i.lra, e l camino e ra desigual "pero sin aspereza ni peligro, aunCJliC h;ry un retazo <.h·
m u te claro algo pantanoso.'-11 De Tuuja a Du itama _v luego a la \ enta d e Tulazá la
llanura era ··deliciosa y féi'GI-, el -camino llano) muy poblndo- y en los márgenes del
rio había ··una deliciosa arboleda~ . -;;, Ya al llegar a Sátiba empezaban a hacerse' presentes
las cuC'stas en el 1;amiuo.36 .E n e l Ll':ly<"cto del río Magdalena a Santafé y e n general en
la:. \ertientes orcicle nlal y OL'iental de la cor·dillera Oriental , Santafé y Tunja <'Ontabru1
«~n algunos terrenos escarpados. en los qu e predominaba e l monte. pero estos eran
aua parle relati,aruente p equeña de la jurisdicción de estas ciudadesY En los .\ndes
ttntraJcs lo que sobresalía era la campiña ), eu la campiíia. los pueblos. .Entre unos y
otros et'a m uy difícil encontrar áreas de refu gio, relativamen te deshabitadas, a dond e
~a par de las autot·idades o de la vida '·eu pol ic[a".

Por el co nlrario en las Jlan11ras del Caribe la montaita, conce bida como lo
D •utuoso,'l.~ como el monte, es decir lo que está cubierto por espesa Yegetación,19 estaba

'" .ltt:u) de Santlt Gc•·trudis, il!/cmwillas. T. !J. 1'· 198.


-,~ David T\ol>inson (conJp.), Mil Leguas, pp. 11!5- 219.
·n Ibid .. p. 20 l.
J~ !bid .. p. 202.
u l bid.. pp. 204- 5 .
.., Ibid .. pp. 205- 219.
~~ Las dc·s<·rip ciones sohrr ('!'o las vertie11Lcs s on frec tte tr l(:S en la docunJ entaci6n y en los
l<~xtos de los I'I'OIIistas, gu e " 'u·r·m·o11 el ingreso dr• las n·opas con•~uis l:·• doras al le rTilor·io Mui sca.
Sobre la 1<~rr ieut e occidf'ntal hay b:rst.1ntes descripciones postc•·ior<'s. elaboradas pM viaj e ros
que esc¡·ibic ro n sobr€' los porrncrwn·s del recon·ido t>11trc Honda_, Santafé ' éans('. por ejemplo,
Juan de Santa Cl'rtr•udis. .lfarrll'ill as. T. II. pp. 17!)- 198 y Dm;rt Rohinson ,comp.), lfil úguas. pp.
178-184,. Sohr'(' la ,·e rtienH• o •·iental Yéas€' . \ .C. '\J. \Bogotá¡, l'isilas Cunditu11nnrca, 9, ff. 65:ir. a
f)57r.; P<!dro Cómcz Ramos (com p.), ''Di:Jrio y 1\cla('ión del viaje hecho por el capillín D. t\ntonio
de la Torre p or d .i vcrsas p~n'l!~S del Virreinato dr Nueva Gran:-tr!a (1 782-1783)", 1/istoriograjta )'
Bibliografía Ameriranistas VoL \\r rr, r os. 1- 2 . rnnrzo julio, .1973. pp. !í3- 90 y Roberto VE:'landia,
Descubrimi<'ntos r Caminos de los 'Llanos Orieu1al<•s. Bogotá. C:okultur;:t. s .f.
·JS 1\Iontuos~ o montuosa: - c.,n·ado ó t'(•deado d; monles _,. cspessuras-. La palabra motllf'.
p or su parte, 1iene ,-arios signific-ado,; , además del de u11 <1 parte de tif' l'l'<l II OtablemenH•
en(:runbrada ~ob r·•' las demás. e niJ'e ellos el de lien·a cubie•·ta de árboles que llaman montl' :1l1o
o de malezliS qnr llaman mon lc' bajo (Real 1\c::tdemia Es pariola, Diccionario de Auloridarlcs
(172G- l.739j. M:Hirid, lmpre nl!l de Fran c isco ri el Hier·m, edici ó n facsím il , 3 Vols. {divididos en 6
tomos;. J\laclrid. Editorial Gre dos. 1984. \ oL JI. T. 1\•: pp. GOL y 601 en ad e lante citado <·oruo:
Diccionario de Lutoridades .
~ \ 'éast• c·ómo utiliza .\n lt,¡ nio de la Torw ~ Miranda •,•Aotiei~ lndi"idual•. p. 4\ el concepto
di' mo11taria. como si nó nimo dr monte e iHd ieando la Cli.ÍSlencia de esp<~sa wgl'lación, y no
para expresar· nll ul':t. Otro tanlfl put>dc obse rvarSt' ('11 la d escripción (\Uf' hizo Pedro de M<·rcado
sobre el exlriii' Ío dr tlll padr•c <' 11 las •es pcslls montai'ías » dt• tos al rcdcdo•·cs dr. Mo tn po:-;,
(·u•mdo fup · ~1 rnontc con al gu ll;< ge nte para huse:ll' nr.aderas• (llistoria de la Pt'OI'ÍIIt'ia riel tYuevo
Reino y Quito d1·la Compmiín de Jesús 'ca. 168~. 1 \ 'o ls.. Bogot<Í, Biblioteca d e la Pr·,•side ncia de
Colombia. 193i. T. Il. pp. IGI - 2. \ éase tamhi1:11 d uso de l ('OIIc('pln en la Ht>lneión de Teneriti>
de 1580 H e rnws To,·ar Pim,t)11 comp.,. Rt'lariom•s .r 1isiFas. T. 11. p. ·~ 14; esta Hei:l<"i<',, , al igual que
otras quP lü t· ron publicada ~ po •· Henues Tovar _v :.quí se ciLa u , furr·on trausc rila;; también poe
\.'íctor M:ml• c l Pa1i 11o (('onrp.) • ll claciont>s Ct::ogrMicas d€' la Nue1·a Granada (siglos XVI a X IX)•,
Cesped<'sia ·o. 4:í- 6. suplc111cnlo no. 4, C<J ii , c u e ro- junio 19831.
siempre al alcance de la mano. Fue el lugar de refugio y de huida por cxcdencia. En
las c iudades de Snn la Marta, Cartagena y HÍ<) del Hacha era en e l monte donde se
refugiaba la poblac ión cuando atacaban los piratas y corsarios.40 Al mon le sE'. fueron los
indi os del pueblo de :\Iahatcs (l\iapa No. 5), c uaudo en 1725 los despojaron de sus
tierras ~- se les m·denó agregarse al pueblo de l\1Ql'roa.~ 1 Otro t.·mto hiciet·on los indios
del pueblo de Tablada en 1710. al no poder pagar sus tributos. debido a los destrozos
que habían sufrido como resultado de las avenidas o inuxtdaciones causadas por el río
.MngdaJenaY En las montañas de María se ¡·eft tgiaron cientos de escl avos f11gitivos, q ue
se habían retirado a ellas pan hacer habitables sus malezas con la fun<lación de lm
pal e uque. cuya r educción se ade lantaba en 1714. n En el monte se encubrió María
Bclciio t>n 1750, para escap~u· de varios negeos cirmuToncs q11e intentaba n raptarlaY
.Joscph de All.am:H' logró salvar su Yida, cnand o eu 1740 fue atacado por los "indios
Br·avos" de la provincia de Santa Marta, refugi:índose en el monte, de dond e ftre a salir
a una ciénaga qnl' atravesó a n::.d o. 4;; De los montes sacó ele la Torre .Y Miranda, en la
segunda mitad del siglo X\1II, a ll'ededor de 43.000 a'lmas que fundaron en ellos sus
rochelas y ca.nchet·as.'oG En 1750 el gobernador de Santa M;:u·ta atirmó que la huida de
las gentes a la montaJ.i.a, fue1·a de los pueblos, se debía muchas veces a las extorsiones
y vejaciones de los jueces 47
El monte, sin embargo, no sólo fue el refugio contra los peligros representados
por· la agresión de OLTOS hombres. 'limiliién lo fu e frente a otras amenazas. En e l pueh'lo
ckl .\Jto del He), sohre las ribe ras del río .Magdalena, cuando los niños dier·on la alarma
de que venía el c:aimáu, se lenwtó todo el prwblo gl'itando y hombres y mujeres se
fuerou a l monte:1~ Paradój ieamente, la mont::IIia también era lo incu lto, lo que estaba
fuera de control. E::> decir. que a la vez que era refugio, era lugar· de perdi c ión. ~9 De las
·'montañas y garras del demonio., sacaron los frailes de la misión de Becerril del Campo
a los indios Acanayutos hacia 171 /.:.o En 1790 el virrey aíí1'maha que ""en la fragosidad, y
asp<'r<'za de las l\lont.añas de que en la mayor parte se compone.. la provincia de Cu·tagena,
habitabmt muchas personas y familias enterns "haciendo una ,·ida enteram[eH]t.e B<u-bara
en lo Político, y Cristi~u1o" . 51 Era perentorio sac;m· a Jos hombres de los montes, p ues
YivÍ<m allí como fi eras.:.2 Los hacía "díscolos é iudisciplinados''.53

~ :\.G.I. (Sevilla). Sama Fe, ::; 18 y 504 y En•eslo Restrepo Tirado, Hisrona de la Provincza de
Santa Marta (1929), Bogotá, Cokuh.ura, 1975, pp. 185.282.292 y 319.
" A.G.l. (Sc,·il la), Santa Fe. 488. Otros se1ial¡unientos, relativos al Caribe, s•)b •·e huid a el<·
l o~ indios al monle, cuando por algl"m motivo ~e rebelaron o afronlaron silu:H•iones difíciles
para ht snpt>•·vivencia en \ .G.N. (BogoLá), l't:~iras Cundinamarca. 7. n: G22v. y 623r. e lfis10ria
Edesiásüca, 15. f. 243,·.
12 ,\.G.t. 'Se, illa). Sall/(f FP. 488.

n lb id. Sohre estos pnlcnc¡ues .' la guen·,, que se adelant•Í co ntra ellos ('n 1'1 siglo \:\ lT.. véas<'
Roberto An·áwla. Palenque, Primer Pueblo Lihrt• de América, Cnrtagena, Ediciont>s Hcmáudc~.
1970 y .tv!aría del C.u·men Bor..-r• 0 o P lá, Palenqii<'S ,/(,Negros en Cartagena de India.~ 11 fines dd siglo
XVJJ. Sevilla, Escuela de Estrnlios Hispano- A nw ricanos, l97'1.
11
.\.GJ. Sc,illa¡. Sama Fe, 1034. fl h. y 81v.
<:•• \.C. ~. (Rugotá, hsiras flolivar. 6. ff. 688v. 68!lr..' 693r.
lll A.G.l. (Sevilla). Sama F(', 5::>2.
17 José M. Dc- Mier (comp.). Poúlamiemos. T. l. p. 214.

IS Juan ck' S(rnta Gertnrdis, ,1/rmwillas , T. l. p. 73.


11
' Véansr' anotacio 11e;; a l respecto en A.C.K (l3ogot;i), Curas y Obispos, 13, f. O!lOv.: Mis<·r-llínea
Colonja, 22, f. ll!Jr., Curas y Obt:rpos. 25, f. 4:Ylr.; Poblaciones T0 rias. 4. f. 421 v. y 1í:ritas (.imdinamarr·a,
7. f. 6nv. ' Ci2'1r.
:.o .\. G..l. 1St>1il!a). Santa Fe. 318.
' ' i\ .C.I. \Sclilln~ . Santrt Ff', 1068.
:;1 .' \.G N. (Bogotá). Curo.f y Obispos, 13. f. !~90v.
:.1 A.G.l. {St•vil!a;, Santa Fi'. 552.

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lVif\PA No. 5
LLANURAS DEL C.t\JUBE
ASENT\MlENTOS MENCIONADOS f~N I~L C APÍTUL O

l. L.),.$ llANURAS DEL CARIBE Y LOS .WOES CJ:"NTRALES: LA PCRCEPClON DEL ESf>ACJO CGOCR.'\FICO
c. L:\ E ST\CIOi\.\LfDAD Ei\ 14-\S LLA1\IJitJ\ S DEL CARIBE ' LO M ICROCUIIIAS DE
LOS A KDES Cr~NT!IALES

De otra parte, aunque lo que se entienck en los Andes por montaita, es decir, la
gran ele\ aciÓn, que impresiona. ([Uf' impacta ,\' CJUe siempre f'Stá presente ('01110 p unto
de rcl'erencia, no sen con ocido en extensas zonas de la región Cw·íbe, lo~ d~·snh·eles
del t.CI'l'eno tierwn alLí u na impo rtancia fund amentaL Muchos cerros, ('11) :1 altura es
relativamente pequei1a, en compal'ación eon las moutañas andinas, son per cibidos como
grande~ l"levacioucs c¡ue ofrecen serias dificull ades para ser l ran~itados. Pe ro además,
son esas elevaeion<'" del leneno. ap<u·entemenle pequeíias, las que no son cubier tas
por las aguas CHanclo llegan los meses de JlnYia, de irwierno, de f1·ecuentes • IPwpestades
de aguaceros, huracanes, rayos y CPtltellas»:;" Es en estas tie rras más altas donde los
pobladores ubicRu s us viviendas al resgnar-do de las agnas, cuando llegan las crecien-
tes tl<- 1 río en el invierno.5'; E s ttllí donde se ¡wecle marü e n e r· el ganado t:nando las
tif't'r:~ s bajas quedan cubiertas por las aguas. ::.G • \ los Lenenos <~ l evados qurda rt>d ucida
la tierra útil de las extensas llanur as caribei'las Jw-ante el im·ie mo.j;
Y es 4 ue los c iclos de im iemo y de verano ejercen su impacto sob re los Andes
cent.rales y las llanuras del Caribe, p ero d e distinta mauera. Ambas regiones exp erimentan
el venwo o estación seca durante el último mes del año y los primer os de l siguiente,
luego de lo cual llegru1 las llnvias del jnviemo. Estas duran hasta finaliza¡· el afto, pero se
\·en interrumpidas por· un bl'eve período seco conocido como el veranillo de San Juan,
debido a r1ue tiene lugar· hacia el 24 de junio, fecha en qne los católi cos C'elelmuJ la fiesta
de esC' sa:nto."8 Este c iclo, caracte r'Íslico d e la zona interlJ·opical en crue esi:Ín ubicados
tant o los Ancles ceutrales com o las llanuJ·as dt>l Caribe, p11e d e verse también como
compuesto de dos verru10s y dos inviernos gue se suceden eu urJ mismo aiio,·;9 aunque
los períodos secos son m:ís cortos en los .\ndes ce ntrales!~'

~ 1\.nLonio ele la Torre y Miranda. • 1nticia Tndividl•:~l·, p. 43.


.N A.C.. (13ogolá), Poblaciones Varias, 5. f. 373r. y Jus~ J\1. De Mi1• r ("omp.), Poblomi('nlos, T. I,
pp. 166-7.
:.¡;. \ .G.N. llogot<Í}. Poblocionr.s 1arias, 8, f: 72r. y Sir. y'·
r. Es impot·tante IJ:un;H· la a1encÍÓ11 sohrt> los planteamit-ntos de Po.s:~rla Carbó r·espccto a la
apreciaci6n sobre la gran fertilidad tropical. csp<·cialmeme en la:> llanuras dl'l Caribe. donde
és ta es sugCJ'ida por la exuberante vcgerac-íón. 1.;1 ;wLo•· observa que esa idea parece ser poco
t'xacta, al menos como un;l r·t>gl11 genera L .Dtu·rull.e d ím·íerno, se iuundan grru1d1•s ('XI:('nsíones
de Lerreno, cr•<'dando imttili'l..<tl>IPs para la ::tgt·i ctilt ura y la g;madería. El medio t'S propicio para
(' 1 desarrollo de t-pidemias . . \demás. los cursos de :tgua tienen con frt>cueneia un
t:on1portamicnto <'l'r'ático y una fuerte inundación fácillllentc dcstni)C trabajos de
i11fr·aestmctura que se han hrt·hn con grandt·s (',;fueJ-lOS. Para el desarrollo de una agricultur·a
a gr·an escala, usualment!' se requiere de gra.nd<'~ inversiones p11r<1 adecuar las tí erTns (véast'
Erhr:.mio Posada C<trhú, 1!:1 Caribe Colombiano, l'JJ· 50- 7). Como Pus:trl::t lo indica, buena parre de
estos plamcamicutos ~·· ven ilust r¡¡dos en la obt'<i dl" Luís Str·ifnt·r, El Río Srm Jorge.
58 James R:tlph Krog1.emis. ".\ Uistorical CcogJ'aphy of thc anla i\larta .\JTa. Colo mbia~.
Geography Ph.O. Disscrt:ujon. Berkele). Lniversíty of C~tlifornia, 1968. p. 88 y Rob<·r1 Eidt. "La
Climatología ele C1mdinamarca ... H<-<·isw de la Academia t/(' ('il'acias E.ractn~, rí:~ica.< y .\'aturak:s. !\o.
'12. \ 'ol. \!1H, Bogotá. Editori:d \ olwllad, HJ52. pp. 489- 503. Lo t'clmivo al nmmillo f\w lO ill <~do de
Ju,·ge JuruJ y i\ui onio de Ull on, "Cnrtagena (•n el mio ele 1735", l•:duardo C . dr· Piitcres (comp.).
Dommemos pum fu Historia dl'f Dl'pCII'Iamelllo rk Bo/Íil(ll', Cartagc11n. Tipografí¡¡ r[(• Antouio Ara uj o,
1!)89, pp. 27'~ 'rll, p. 290 y de \ ntonio Joscph (;~u·da. Kalemlani) ,IJmwal.r Guia di' Forasteros c11
Srmtfc¡fl de Bogo1rí Capital del Yut·w> Repw de Cmmula, para el mio 1806. Compue.<trJ rl<'l Orden del
Sup<'rior Cobiemo \ 1806 . edición f;wsimilru: Uo¡!oi;Í. Banco de la 1\epública. 1988. p. V..
~9 Ernesto Gultl. Colombia, T. l. p. 175. La pcn·t'p<'ión sobre la e~isten<'i:t de dos \'er;wos mmbiéu
se dio en el pr~ríodo colo nial. En 157 1 t'l fraile Cns pa r tk Puet·tu ¡\ kgt·t: obsel'V<5 r¡u <> t'n Santafé ,r
Tunja se p r·<>~en labmt dos vera nos (}le rnws Tol'ar Pinzón [ro111p.). ,\•i¡ hay Caciqur:s, p. 149).

<.>4 > ordrnar paro conuolar + rtJ(lTlO banrD .:na•l

* L ______
Sin embar·go, el impacto de la periodicidad de las lluvias difiere en cada región .
..1 pesar de la coincidencia temporal del ciclo invierno- verano entre la región Caribe y
)a:; .\ndes centrales, la topograña int1·oduce diferencias radicalc~s c~ntre una y ot1·a ::í.rea.
En lo:> :\n.des los ramales de las cordilleras hacen sentir su preseneia, dando lugar al
frnómeno de la distribución vertical de las precipitaciones, con tres pisos de nubes
eruatoriales en las zonas montañosas. Dentro de tal distribución, los niveles má:.ximos
w precipitación se localizan <"lehajo de los 1.500 mts. sobre el n ivel d el ma.r. 6 1 Las
-~mas alLuras en la llanuras C[u·ibeí1as - exceptuada la Sierra Nevada de Santa l\'larta-
~ en esa ár·ea de mayor pluviosidad, por lo cual, en general, las ár·eas cercanas a las
Cordilleras andinas son las más húmedas. En los Andes cenlt·ales, por· el conlrario, la
•tensidad de las precipit:1eiones se ve matizada por la altura.ú2 Cien metros arriba o
:IL:ajo e n la pendiente de la montaña, el encajonamiento en n n valle, la ubicación al
llon:le cie una sabana o en medio de ella definidn el mierodima. Y los Andes centrales
soo. eso: multiplicidad de climas y microclimas.6 'l 'Cna o dos horas de viaje por una
~pada pendiente ll evan a experimentar el cambio entre el intenso frío, acompa.iiado
.., n•rdcs grisáceos que se pel'ñlan desd.i bujados ent1·e la neblina, y un clima Lemplado,
en el que se anuncia la intensidad y el brillo de los verdes de las tierra:; c¡\l idas.
En este contexto, el clima definido por la allw·a tiene en los Andes centrales un
impacto mayor que el invierno o e l vct·ano. En e.l sig.lo XVIII, en los bordes de la
sabana de Bogotá, un pueblo que perdía sus cultivos en las tierras altas, como conse-
aaencia de las heladas o bajas temperaturas nocturnas, podía sobrevivir gracias a lo
4llpK' había cultivado en las tierras bajas.1;.1 Desde luego, en los Andes centrales lmnbién
laa~ diferencias entee el verano y el invierno y se establecen ciclos, au nque menos
.arcados que en la región Caribe. Viajar e n el período lluvioso resulta much o m~is
*momdo y difícil que en verano. 6; En la sabana de Bogotá, un brillante y cálido día de
• sto de mediados del siglo XIX, el cielo azul y el aire despej ad o, acompañaba la
siega del trigo. Era el veranillo de San Juan . Ochenta peones se~ movían metódicamente
ftl la misma dirección, acompañando los golpes de la hoz, con cantos y el grito de gea,
1J1M- gea. Ese era el especl.áculo de la hacienda . En las estancias, eran los domingos del
11~raniJlo los días en que se convidaba a otros esLancieros para segm· los pequeños
~ aales .r.c. La chicha acompañaba la faena, que culminaba eon una fiesta. Segadores y
anarradoras1;; intercambiaban miradas y coqueteos, que terminaban en casamientos.1;x
La gran hacienda y los pequeños y medianos cultivos se veían todos pautados
ndicamente por la sucesión de meses lluviosos y secos . La necesidad de mano de obra
paro_ cumplir las tareas agrícolas se concentraba en ciertos meses del año. La hacienda
:ruplía estos requerim ie ntos mediante la contratación de peones . Los pequeitos y
mt<dianos estancieros recurrían al intercambio de lrab<~jo, práctica que tenía su origen

"' Ernesto Cuh l, Colombia, T. J, p. 188, .Ciclo Anual de Lluvi:lS». Sob1·e d ~rea ~ndina,
espccífic:u:nente sobre la provincia de Santafé, se incluyen observaciotws solu'·e el dima, atllHJtle no
tan completas como las existentes sobre tas llanuras del Caribe, en Hermes T<wat· Pinzón (('omp.).
Vo ha¿)' Caciquet, p. 149.
fi lErnesto Cuhl, Colontbia, T. [, p. l8G.
(;l lbid.
¡;, Ibid .

H< i\.( ~. 1'\. (Bogotá), íociques e Indios, 25, f 610r.


¡;:, A.G.i\. (Bogotá), Curas _y Obispos, 3, f. 48Gr. y 43Sv. y Visitas Cum'Lin.amarca, 9, f. 673v.
o); Euge n io Dí:.\z Castro, El Re:jo de En/aun· (187.3), Eugenio Díaz Casu·o, Nooelas y Cucu:Lros de
Co.W.1mlm~~ {reco pilación y notas de Elisa .ll-lujica), 2 Vols., Bogotá, l'rocultnra, 1!)85, T. 11, pp. 17-
161. pp. 91- 94.
ti; l .os segadores cortnban el trigo y. a continuación, las amaJ·cadoras forma.ba.n los haees o
gavillas de trigo (Diccionario de AuToridades, Vol. 11, T. IV, p. 121 y Vol. lfl , T. VI, p. 65).
<J:< EugcJuo Díaz Casn·o, .61 Re,jo de Fnlawr, pp. ~) 1 -94 .

l. LAS LUNURAS DEL CARIBE Y LO$ ANDES CE.I'ITRAl.ES: lA PERCE.f'CION DEL eSPACIO GEOGRAfiCO
en el pasado prehispánico. La estacionalidad en la demanda de mano de obra af(~ctaha
también a aquellos que se veían obligados a trabajar para otros, ya que n1uy pocos
t:rab<üadores agrícolas conlaban con nn trabajo estable. Su vinculación con la hacienda
dependía de los requerimientos estacionales de mano de obra por parte de ésta.w
Las ciudades, villas, pueblos y parroquias andinas no escapaban de eslll St1<~esión
de sol y lluvia. Los frutos de cosecha que se pueden consumir dependen de la estación.
Las casas y caminos deben construirse o l'epararse en el verano. En el invierno se
percibirán los daúos y se marcarán las goteras que hay que tapar cuando vuelva a impo-
nerse el sol. Pero en la ciudad o en el campo Jos ciclos son caprichosos. Una ligera
llovizna o una lluvia lorrencial en medio del verano, en enero, puede haeer fraeasar la
ciega o un día de triHa. 7° Con ti·ecuencia unas horas o días de sol ponen una nota de
alegría dentro de un riguroso invierno. A veces las variaciones son tales crue el verano
pm·ece invierno y el invierno verano?' De otra parte, d verano o el invierno pueden
prolongarse más de lo acostumbrado. En 1735 los indios de los pueblos del partido de
Zipaquirá, en la provincia de Sant<Úe, pedían que se les rebajara el tributo, ya que las
muchas lluvias no les halrían dado lugar a las labcH'es de la tierra y hab.ían perdido sus
sernenteras. 72 En 1766 el corregidor del partido de Bogotá se quejaha de que los
"continuados veranos, hielos, mugues, y olras epidemias" habían dejado tan pobres a
los indios, que algunos se habían lransfOl'rnado en mendigos, otros estaban ded.icados
al pillaje y muchos abandonaban sus pueb los.i1 En 1776 se experimentó un rigm·oso
verano en los t\ndes centJ'ales y hubo escasez generaL En muy pocos lugares la continua
sucesión de días calurosos y noches particularmente frías perdonó los cultivos . Esos
días soleados, en los que imperaban la luminosidad y el intenso azul del cielo, eran
también secos y sin lluvias. Además, anunciaban noches en las que la ausencia de
nubes permitía ver el magnífico espectáculo de un cielo tachonado de estrellas, pero
también que el calor se escapara rápidamente, dando lugar a las temidas heladas, que
resultaban tanto más destruc:livas para los cultivos debido a la seqtúa imperante.:;~ En la
ciudad de Tunja y su comarca fne la "anbruna tan terneraria .. .que se morían; los mas de
nesecida".7:. Se le llamó el aúo del harnbre.76 El exceso de lluvias también podía ~u·rasar
con los eultivos. Con freeueneia, la pérdida de cosechas por el verano o por el invierno
y las hambrunas subsiguientes venían acompañadas de epidemias, como las que se
reportaron en el corregimiento de Bogotá en 1782 y 1uego en 1793- 1794, de las que
muchos indios murieron .77 Los registros de defuneiones aumentaban regularmente

6iJ Hermes l~war Vinzón, Hacienda Colonial, pp. 76- 80.


;o Eugenio Díaz Cas tro, El R<;jo de Rnlawr, pp. 39- 'ÍO y 44- 5 y A.G.N. (Bogotá), Caciques e
Indios, 63, f. 356v.
71 fJablo Vila, Nueva Ceogmjla , pp. 83- 4.
71 A.G.N. (Bogotá), 7i-L:butos. 15, L 313r·.

; 1 A.G.N. (Bogotá}, Mihcias .r Marliw , 116, f. 669r. y v.


'" Sob re la asoeiación entre el verano, la sequía y las heladas, llamadas también "yclos", en la
época, véase A.G. l. (Bogotá), Caciques e Indios, 25, fr 609r. a 610v. y Gl3r. a Gl9v.
'" A.G.N. (Bogotá), Visilas Bolívar, 6, f. 628r. Según Joaquín de Finestnid la carestía y el
hambre se experimentaron entre 1774 y 1776 ("El Vasallo Instruido" (li83), Eduardo I'osada y
!\:dro María Jbitr~t'z (eomps.), Los Comuneros, Bogotá, lmprenta Naeional, 1905, pp. 1- 207, p. 105).
76 A.G.K. (Bogotá}, Vúilfls !Jol!var, (i, n: G23v. y G51r. y V.
" i\.G.N. (Bogot<{), Tributos, 20, ff. 57'11·. a 5i2v. y Caciques e Indios, 25, ff: GHir. y 620r. Hená.n
Silva, Los Epidemias de Viruela de Jí82 y 1802 en lo Nuevh Granado. Contrilmáán a w 1 1lnáiisú
Histórico de Los Procesos de Apropiación de Modelos Cu/rurales, Cali, Un.ivc r$i dad del Valle, HJIJ2, p.
28. se refiere a la asociación en tre epidemia, escasez y carestía y ;~tribuye las dos últinJas a
actividades especulativas. Sin embargo, valdría la pena explorar con más detalle y en f(n·ma
sistemática la vinculadón entre largos períodos de intenso venmo o de intensas lluvias, pérdida
de eosechas J brotes epidémicos, p que en 1:-t rlncu men tación de los Andes centrales cou

ordenar para controlar+ marta lurrcra anael


entre marzo y mayo, durante la temporada invernal.'8 En esos meses la epidemia de
'iruela de 1783, que fue una de las CJUe causó mayores esttagos en .la ciudad de Santafé
~ en V[u·ios pueblos de los Andes centrales en el siglo X Vlll, cobró el mayor níunero de
'íetirnas?1 Otras consecuencias de los fenómenos dünáticos también se hacían sentir
Nl las ciudades. En 1805 en Santa.fe los víveres estaban muy caros, como eonseeuencia
.Je tUl largo y fuerte verano que comenzó en. junio de 1804.80
Pero si bien en los Andes centrales los ciclos de invierno v el verano se asocian
con la recolección y siembra de cosechas, la morbilidad y la con;trucción o reparación
de casas y caminos, en las llanuras del Caribe el impacto de la estaeionalidad climática
~ mucho más intenso. Allí las variaciones entre uno y otro período no só.lo son más
pronunciadas, sino que además, definen los sitios habitables para hombres y animales.
El ciclo agropecuario y silvícola que se establece de acuerdo con el nivel de las aguas

frecuencia se aprec i ~ esta aso(:iación (además de los doctuuentos citados, véanse hls cuentas de
los Lributos presentadas pot los corregidores de Guatavita entre 1697 y ·1730 en A.G.I. (Sevilla),
Contaduría, ·1595; la relac ión de ÍllgJ'esos y gastos del cura del pueblo de Chivatá, en juri.sdi.eción
de la ciudad de Tu nja, de 1783, en la qu e hace refe rencia a la pérd ida de los f1·utos por t:l
''verano cruel de aquel año" y a los crecidos gastos po1· el "calam itoso" ti~:mpo de epidemia de
viruelas (A.G.N. (Bogotá), Curas y Obúpos, 13, ff 662r. a 680v.) y Curas I Obispos, 25, Jl 87fir. y H10r.
y v., donde se menciona la gran peste de 17?5, la notoria necesidad que experünentó el r·c ino
en el a1io 1776 y el caos qu e generó entre la población indígena la política d<: ag1·egaóón de
pueblos adelantada en 1 ?77, cuando aún la población no se reponía de los desastres causados
por el hambre y la epidemia).
;s Martha Emilia Galana, "Localidades S<tba neras siglos XVII XIX. Un estudio de demografía
his tórica~, 2 Vols., Bogot<Í, Informe final prt)Senlado a la Corporación de Estudi os Antr o.pológicos
p¡mt el Desarrollo - CEAD- y a COLClli;NCI AS, mecanografiado, enero de Hl91, T. JI, p. 34.
; ,¡ Ibid., T. II, pp. 27- 34, 7~80 y 124.- 9, .incluye las series de defunciones de los pueblos de
Sopó, Guasca y Cachancip<í, en la provincia de SanLafé,y muesr.ra la ocu rrencia de este fenómeno.
Otras referencias a esta epidemia no so n tan clar;ls o no procesan información que pe nni t<t
confi rmar, ampliar o rechazar estos resultados. Por ejem plo, el cura del pueblo de Chivatá, en
jurisdicción de la ciudad de Tunja, se refirió a los efectos de la epi.dcmi.a de viruela de 178'1 en
su pueblo y Ot1·os com:H·eanos y tambié n al fuerte verano t¡uc se experimenr.<'í en ese ai1o
íi\. G.! . (Bogotá), Cu.ms y Obispos, 13, ff 6()2r. a 680v.). Según una solicitud para relevar a los
indios del partido de BogoLá del. pago de tributo, la escasez y la epidemia se experimentó en
!782 y 1'783 (A.C. '. (Bogotá), Tributos, 20, f. 57h. a 572v.), lo que podr.ía indica1· que allí la
t:pidcroia llegó antes que a los pueblos de Sopó, Guasca y Gachanci p<Í. José María Caballero,
Diario (ca. 1819), Bogotá, 1\kaldía Mayor de Bogotá, 1990, p. 45, a.notó que en 1í83 fue la peste
grande de viruelas. María I-Iilllelda Ramírez, "Las Jl,·i ujeres y la Sociedad de Santafé de Bogotá
a fínes de la Colonia (1750- 1810)", Tesi.> para optar el gra do de Maestría en Historia, Bogot;í,
ü niversidad Nacional de Colombia, 1996, p. 17, se refiere a la epidemia de viruela en la ciudad
de Santafé de 1'782- 3 (esla tesis Cue recientemente publicada bajo el títu lo de Las Mzyeres )' fa
Sociedad Colonial de Sama Fe de Bogotá, 1750-·1810, Bogotá, Instituto ColornbiarH> de Amropolo·
gía e Histo ria, 2000}. Renán Silva, Las epidemias, p. 30, aclara que la epidemia debió detc~ctat•se
a mediados de 1782 en l¡¡ n:gión Caribe, llegar hacia noviembre a la ciudad de Santaf'é y tener
"su punto más alto, en cuanto a la gravedad de l contagio, ent:re diciembre y enero." de 1783.
Según el virrey Caballero y Góngora la cpi.demia se declaró en 1?82 en las provin cias de la
1·cgión Caribe y en 1783 se expandió "por· Lodo el Reino" (Germán Colmenares (comp.), Reladon<'S,
T. 1, p. 416). Nótese, en todo caso, que si bien scgú u los 1·egistms de defunciones de los pueblos
de Sopó, Gachancipá y Guasca, la epidemia hizo mayo1·cs es LJ·agos en los meses en los que
usualmenle Jjene lugar el primer período invernal del año (.Martha Ernili.a Ga la1·zn, "Loealldades
Sabaneras", T. 11, pp. 27- 34, 76-80 y 124- 9), según el cura de ChivatÍI en ·178.) se registró un
fuerte verruw (1\.G.N. (Bogotá), Caras .r ObL~pos, 13. ff 662r. a 680v.). Estos scrt<Jl¡¡rnientos podrían
es tm· indicando enLonces que en 1783 se presen tó una perturbación en el ciclo dio táLico y qu e
en los meses de marzo a .mayo de ese a 1~1 0 no necesa1·iamente se presen taron las lluvias
acostu mbradas. Una mejor corn¡.H"CIJ$ ión del proceso requeriría de estudios que permitic ra11
r·eco~tstn1ir la hi~LNi a del clima a lo largo de ese siglo, con Jos que no se cuenta.
m José María Caballero, Diario, p. 55.

l. LA$ LLANURAS DEL C:\RIBE Y LOS .~NDES CEN.r RALES: LA PERCEPCION DEL ESPACIO CEOCRAFICO
t'CStli t-a allí incluso m:is cor11plejo que en el área andifla. En las llanuras del Caribe.
aproximachunente entre abril y noYiembre. se experimenta el período inwmal. E la
estación de continuas lit" ias, de frecuentes lor·mcnlas de truenos v ravos. cuando
"'de un instante á otr·o se forman horl'ibles Turbonadas; y df'sgajándo~e la~ l\ubPs con
c\gua se convierten en ríos las Calles, y los Campos pru·ecen dilatados Mart>s;". 81 En
es ta época el calor, de por si agobiante a todo lo largo del arl.o, es más in tcnso.~2
Desde mediados <'k jttnio hasta agosto e l invier·no se ve brevemente int.ernu11p ido
por el verani ll o de San .l11a11. En esos días se r·eeoge <>1 maiz que se ha sernhriHio al
comenzar las lluvias.s-1 Otuante los primeros meses del iuv.ierno, antes del veranillo, la:>
ll nvias son menos intensa~. El s<>gnndo período iuvernal no sólo es más fuerte, s ino
que con las aguas "icnc un gr:m viento b ramando de norte a sur y otras df' sur a u orle.
Se conside,·aba a esros fenómenos más como lnlf"acancs que como Yendantles. pon.¡ tu:'
du raban poco y derrumhahau los árboles. echaban :-~1 s u elo el maíz y anegaban las
ca noas qne cogían sin abrigo en el río Magdalcna. 8 i Femández de Oviedo describía
que después de uno de esros huracanes, él había
",·isto en rnontf's muy f'Spcssos y de geandissimos anoll's pn espacio de media legua
y dr llll quarto de legua contin uado estar todo e l mor11't' h'astornado y derribados todos
los arvoles c:hieos y gnntd cs v las rayzcs de m uchos dr llos p:;~ ra a rr·ib a" .8"
Paradój icamente, e n ricmpo de vendava les, es decir, d u ra n re los meses d e
se pliembre, octubre ·" parte de noviembre, el mar esraba H1<lS claro y quieto, por lo 1p rt'
era tiempo de la pesca de la pc l'la. ~ Ad emás, las lluvias fonnaba11 pozos CflH' lwopor-
tionaban agua potable en la seca zona costera del no1· o riente de la ciudad el<' anta
J\larra. 8' En las llanuras del curso bajo del río }lagdaklla. por el contrario, con el aumenro
tle las lluYias y de las crecientes de los ríos, los peces se rf'fugiau eu las ciénagas~ que.
a su \·e:¿, se transforman en lagunas. La productividad de la pesca se ,·edtH'P. al míuiwo,l!9 .
al tiempo qtre Sf' facili ta el Lrál~co t1uvial. 00 Los secos callees de los afluentes J e l r ío
Ces~u· se llenan de agll ~t y Huyen hacia él, haciéodo lo navegable. 91 Al aurnentar el nin·d
d e las aguas, los r íos S in ú , San J orge y Cauca q ucd:tn cornw .t.icados y las embarcacio -
n es pued en pasar de u no a o rro.IY2 Con base e n <~ 1 conocuniento de estos fe u óm <~ nos

81
Jo rge Juan.'" \n tonio de Ulloa, - ca,·tagena en el año de 1 7'35~. p. 290- Sobre los' cndavalc~
.' turbonadas f(lll' rmpezaban h¡¡cia mediados de llt<IJ'O en la costa Ca1·ibe. también hizo
refe•-encia Joscf .\nt o nio !'ando. ~Ytinerario -. p. 145.
82 Jorge Juan ." ,\nt onio de Clloa. "Cartagena··. p. 290.
Sl H t>rmes Tovar Pin 7.<Ín ¡comp.). ReladOtlf.S y l'isitns. T. H. pp. 'H3 -4.
~1 !bid. En el siglo '\\"111 .\ntonio de N~n!Íez y la TonT tie r·efería a este tiempo como de
n·ndava les (Antonio Narváez y la Torre, •Pn>Yin(:ia de Sanra i\ htrt<l) .Río Hacha de l Vi•'r'l'.l nato de
Sant;lle • (1778). Alfonso Mún e1·a (comp.). En~r~yos Costeños. De lo ( olonia a la Rep!Íhlia': 1770
1890. Bogot~. Colcultura. IHH'Í, pp. 31- 73, p. IÍ'Í. l~s lc informe ap>u·N:e transc ri to t r11nlt i <~n c•11
Antonio B. Cu•••·vo (comp.), Coleráón, T. Il, pp. 173- 202).
¡¡;; Gom~~lo Ft'r·nánde?. dP Ovi.. do, De la Nawml 1~·rl·toria de las J1¡r/ios ( 1.526}, edici6u b('~ÍnJi l. '

Chape! Hilt. Tht• tlr tivt• r-si ~v of Nortlt Carolina l)ress, 1969. p. ~0.
""Anton io dc N:tnáez ~· Laton·o>, -Provincia ele Sn nln J\Jarra". PP- 44- 5.
K; Ihid .. p. 43.
llS GuillcmJo Hem:índez de Alba /comp.. Diario. T. T. p. 72.
89 _\mparo ~lurilln Posada et al .. Un .1/unt!o que se mue<~c lYJIIIO el Río. Historia Regional del

.1/agdalena ,lledio. Rognt;Í. Instituto Colombiano de .\ntt·opología ~ J'i\"R. 1994. p. "ill.


00 Francisco J;nicr \ 'ergara y \ el asco. Xueva Ceogmjia. T. Jl . p. "{()8. l 'na obscrYación similar se

hizo en el siglo X\1 i,Tl et'Ht('S Tovm· Pimón (comp.:. RP!ariones y 1í:~itas, T. JI. p. 292.
91 FrwH:isco .Ja,ic•· Ve•·!!W'<t.r \ 'f• lasco. Nue<>a CPogrr!/ffl, T. JI. p. 36;3 y Luis StJ·ifller,EI R1o Crs(lr. p. 2 L.

" 2 Franeisco Javier Vcrga,·a y Velasco,.Yueva Ceogn~¡ia, T. 11. p. 530. Véast> una clescripri<ÍII llllt)
coJ11 plew de f•slos fc u óut c nos, en lo que teHÍa q t<<' vr·r' <'O n lM ríos San J orgt> y CHuta. <' l t Luis
Strifn ~ e, El Río Surl Jorge.

ordena r para con trolar + marta herrera dnsel


Stritl1er :di•·•n <'~. en el siglo XL\, que era d<' suponers<:" f¡liC se podía naveg¡u· casi en
iDea recl<~ d<'sck el río . .-\ úgua.ni. afluente del Cesar, hasta ,\yapel 91 r, rase Mapa Ko. 6).
Sin t·mbargo. en alg11nas par-les, como e u el 1·ío Magdalena, el exceso de lluYias poilia
-._,,,.,. peligrosa la naYegación_ll·i En ou·as parles hacía más demorados los viajes. Por
plo, en el río San Jorge Ul1 trayecto río arriba, que en el verano se podía hace r en
o 10 días, e n e l invierno, con la crecida del río, duraba euln ; 15 .Y 20 días.!>;
De ótra parte, el invierno era tam.bién el tiempo de las avenidas o inundaciones y
ellas de las epidemias, cuya inl·ensidacl P.Staba en relación con la abundancia de las
. En 1:1 villa de Tenerife en el s iglo XV UI, por ejemplo, se indicaba que las ep.ide-
an ualcs de calenturas er:m recias si las avenidas habían sido grandes y cortas si
ían sido pequt>ñas. Los pobladores festejaban anualmente ;¡ las vírgenes y mártires
P-..,"'-tl·a) EuliJona, a quienes tomaron por abogadas pm·a c1ue mantuYieran alejadas a las
t>rmedades imernales.96 En 1786 el cabildo de Morupox tramitó ru1tc la Audieueia .r
~o ant<' el Const:jo de indias la consecución de recursos para cons111.1ir murallones,
das y on·as d<'fensas para contener las immdaciones del río Magdalena, luego d(·
c ualf's, afirmaron, se seguían en la v-illa epidemias generales que le costaban la vida
más de 300 pl'rsonas, contrayendo las ckmá.s otros males.M Pero además de las inunda-
- es, Lambién se presentaba el prob l<'ma de la humedad. En el s iglo XVIII, en las
~~~:no,...¡,·<'iones coniTa los Chimila, las lluvias hacían más lento el movimie nto de las parl·idas,
-Ja PspeclaLiva de la seca de Jos arboles, q¡u]e quedan lleno,; de agua, y mojan los
itantcs a q[ue] se agt·ega el cresido num[er]o de enfermos con <'alenturas, y otTos
ident<'s lomados de las humcdadcs··.os Las nuevas fundaciones resistían mal este
·odo. En la segw1da mitad del siglo X\'111 e l cura del pueblo de Sru1 r\lignel de Punta
a. confom1ado por Chimilas rerienlt>rnenle t'educidos, se quejaba de que en invierno.
do amenazaba la creciente, debía irse. Los indios entonces se refugiaban eu la
taiin, huyendo del agua y de la escasez de bastimento. l\luchos ck los pocos bienes
quedaban en el pueblo eran l'obndos poe los transeCmtes y hH,go, después de la
ieul<'. venia la peste de la que morían varios indígenas y él se euferm:~ha. Se lamentaba
el religioso de que perdía en inviemo lo que había ganado eu ver:moD9
Es l<~mbi én en el período de ll uvias c u:~nd o buena parte de los pobladores y el
do deben trasladarse desde las riberas de los ríos y sitios innndables, hacia lugm·es
!YI Lui,:; S1ri!llcr. El Río Cesar. p. 58.
": Fr:1ncisc:o J:wie1· \-c,·gara .v \ 'elasco. .\ueM Geografía, T. 11. p. 438. En el siglo \.VJ se bogaba
po1· el Magclalc'na durante el n'mno euo·e mediados de dicieml)l'(• hns la nwdi~dos de marzo
.' dur·ante los tres meses siguientes se Cl'mlha la boga, por las <Tecicntes. Se reanudaba a fines
de ma.vo o principios de jtmio hasta s~>p l ic·mb,·l', euando se volvía a cerrar IHermes Tovar Pinzón
(cmnp.. Relaciones y Visitas. T. 11. pp. 2!l2 y ~ 17) . Estos cid os de la boga (conocido el primero como
hog;~ grande y el segundo c01110 boga P~'CJUCña) fueron incorporados e n varias ordeuanz~s
so hn~ la boga, como pot· ejer11plo. las de 1552 y las de 1576 (Juan Fricde (comp.), Fuenl<'s
f)ucumemale.r. ·.r. Vl, p. 71 y An to ni o YlJol León. La Arteria ffi.rtón·ca del Nuec'o Rl?ino de (;r(wad(t
(Cwurgena Santa Fé 1.)38-fi98), flogot:í. F.ditorütl 1\BC, 1952, pp. 7!3 6).
,, 1\. G. -. íBogoLá), Caciques e Indios. J. f. 385r. Algunos apartrs d i' I'SH· doeurnento fuerou
pubUcudos pm· i\'lart.a Faj¡u-do (comp.\, -Jnfonncs sobre los Indígenas de San Cipria11o, Jw·isdi cc:ión
de \~·apcl (.\ ni ioquia) hacia 1782 1792' .A[HSC, 1\"o. 4, Bogotá, Uni' t· ,·sidad Nacional de Colombia.
I!J6!J. pp. J:i!l- 171. pc1·o la parte pertinen te a la ante•·ior ob~erY:wi óu 1>1·cscn ta problemas de
b'alhcriptióu paleográfica. que no pt>11ni1rn 1'111ender· mu_v bicu el sentido del texto.
!• i Jo,;,: Xicol:ís de la Rosa. Floresta de kr Santa iglesia Catctlml rle la ('iurlad de Sama Jfarta ,ca.
1741 , B,u·r-:tuquiUa, Biblioteca D!'pa11aml'nlal del \tlám.ico, 1945. pp. 184 5. Una queja similar sohrt>
la asoeiacii.Ín entre los tiempos dt> aguai'I'I'O,;_ las crec·ientcs del río 3· las enfc nnedades se formuló
''" la Relación de 1enerile de !~SO íllc•rmes Tov:u- Pi.món (comp.}, Relart"om•s. 'f. H, pp. 341- 2).
!'7 ·\ .G.l. (Sevilla). Santa Fe, 10(19.
llS \.C.:\. (Bogot.át Caáqu('S <' Indios, 9. 1: 715r.
., •\ .C. . (Bogotá}, Con ventos. 15, r: 501r. y V.

L LAS LLANURAS DFL CMUSC Y tOS .\NUES CENrRALES: LA PERCEP(.10N DEL ESPACIO CEOGRAI·ICO
MAP.A · ro.6
\"HJ E EK LiNEo\ IW C J' \ t:KTRE EL RÍO C ESAR Y t\) ¡\l'EL PHOPLTESTO POR STBIFf'L ER

Ftl ('lll(•: Lni~ S1ri!Iler, Hl Río Cesar. p. 58.

<6o> ordenar paro controlar + marra herrera onae.l


l. L.•S LLANURAS DEL CARIBE Y LOS .\Nl.l ~) CENTR.\LES: LA Pf RCEPCION DEL ESPACIO GEOGR.,HCO
que no seaJJ cubiertos por las aguas. 100 Se presenta entonces el masivo desplazamien·
lo de howbres y auintuks hacia las sabana~ , como se denomina a esas exten:;as p lani-
c ies que por su mayOr' altura no ~on cubiertas por las aguas. 101 Entretanto, las inuudMlas
márgenes de los ríos quedan deshabitadas. 102 Las elevaciones cercanas a ellos, doHde
habían podido crearse asentamien tos más estables porque la altura l.os protegía de las
aguas, 10'1 se abarrotaha11 de gente. En Lorica cicJJtos de familias, cuyas casas se anegaban
la mayor parte del ai1o, se veían obligadas n recogerse en las ajenas, donde vivían con
mucha incomodidad por la estrechez de los aJojamicntos. 1().j
Luego, desde diciembre hasta marzo J}l'edomina el verano, ,o;. época más favorable
pi!Ta la vida, en que e l calor se hace menos insoportab le debido a que lo:; vientos del
nordeste. los alisios, ··rf'fresca.tJ algo la Tien·a:~_HJ6 A pesar de la intensidad de los rayos
solares y de la ausf'ncia de nnhes, esta "hrisa general, ... h ace respirru·, atm a los que
nacieron en temple m<is benigno.'' .10: Durante el verano hombres y animales S<' despla-
'l.<Ul a las vegus de los ríos y a las ~íreas eenagosas para disponer· de agua y a li mentos. 108
.'\1 iniciarse ese período se recoge la cosecha de la siembra ele septiembre, La.mbién
llamada arroxado, que se ha sembrado al comenzar el segundo y más f·uer te invierno. 1111
Se adelanl.arl igualmente parte de las siembms del año, aprovechando que los playones
de los ríos quedan a] descnbierto, a l igual que extensas zonas de las ciénagasuu En esos

roo José _\f. De ) lier (comp.;, Poblw11inuo.r, 1~ I, pp. 47 .1 50: Francisco Ja,ier Yerga r':l .r \'elasc
Nue<'a Geografía, T. 01. p. 8G8: Odando Fals Borda.Histona Doble. T. J. pp. 23B 24B ~· T. lll, pp. 5/A
6013; Luj~ Strifller, t:lllío Cesar, p. 21 y El Río San Jorge, pp. 3 1, 50 y 69 y Adela ida Somüís, ·'Estructtu
Ganadera e n el Cal"ibe Colombiano Dur~mt<' el siglo XVIII ", Boletín eh· !listori.a .r Antigiierlllfles, Vol
LX..\:{11. No. / 90. Bogotá, Academia Colornhiana de Histori:r, 1!)95, pp. 6"11 G:l9, p. 623.
ror Francisco Ja,·ier Yer·g:u·a y \ dasco. .\'ueva Geografíñ. T. ll. p. 578 .1 Orlando Fals Bord·
Hisroria Doble:r. JI J. pp. 57 A y 60B.
ter! Luis Str·illle r, E'L Río Cr-.~ar. p. 21. Par·a una detallada descripeÍÓil dt> estos prO<:<:sos, Yéa~
L uis Striffie1~ El R/o San Jorge, l'n especial pp. 49 y ss.
rol En 1742 d cura del p t~ r·li do de Salnmalarga co r11.:e p1uaba que 1 ~ feligresía podría
corrgr·egarse en La Po uedera. a o r·illas del r·ío Magdalena, ya que allí el le r·r-eno era aho y. po
tauto. libr·e de sus irrlrndacioues (,\ .G.~. (Dogot;í}. Poblaciones 1 hrias. 5. f. 3/ 3 r. y v.).
rol lnlorme de Antouio de la Torl'e y Miranda sobre nnc,·a~ pob lacioucs en et Da ri én, J/8
A .GJ . {Sevilla), Santa Fe, 552.
ro• Ernesto Cuhl. Colombia. T. T, p. !88. c uadro ·Ciclo .\mw l d<· Llnvias•; Pablo Vila, Nue<
Geografía, pp. 106 7: James Ralp h Krogzemis. - \ Histot•ical Ceo¡;1'aphy~. p. 30 y Ol'lando F
Borda. lliftoria Doble, T. lll. p. 51 \ . Estas obse rvaciones. cu términos generales, coincid('ll co
las hechas en el siglo XVI sobre los meses en los que se experiment.'lha el verano ,r el irn·iern
(Gonznlo Fe mández de Oviedo, De la Nranml 1-f.rstoria. p. 2:3 y IlerrnPs Tova!' Pinz1Í11 (comp.
Relol'iones.rVisitos,'t: 11, p. 291 y 314).
roo Jorge Juan y .\ntouio d e Lllloa. ~C:rr·1agena~. p. 490. Sobre el efecto refrescante d
esto~ \ien tos y{-¡IS(' también .\.G.l\. (Bo¡;oi<Í1• Poblaciouf'.f 1arias. 8. r. 95r.: Joscf .\n toni
Pando. - \ tinerari o". p. 145; James Krogzemi s. -.\ Histo r·i c<t l Geography"'. p. 88; Lan<·e Grah
Tl1r Pofiúcal EconOm.)', pp. 103- 4 y Luis Lu ciano Napo león Bonaparle Wyse, '·EJ Ca nal d
Pan:rrná", (1886), C;r rlos María 1IP la Cond:mrine y Lu is l. uciano Napolt-1ín Honapurt1: ·w ys
La lmérira J!eridionnl, Bogotá, Colcultlll·a. 19D2. pp. 163- 213, pp. 186- 7 y nota 117.
ro; \lonso de Zamora, Historia. T. lii, p. 62. l
\ .G.N. (Bogo ttÍ.J. Poblaciones l'orias, 8, t: i2r.: Ado lfo J\!eisel Roca. -r:sclmitnd, Mc~ ti:.:aje
Hli! 1
Haci<•uda", p. 25í y ErnesLO Gu hl , Colombia, T. H. pp. 148 y 152. E;;t<' l!'nÓmeJw ya ~e observ
en el siglo XYl (H e nnes Tovar Pi nzón (comp.). RektciOili'S .Y ilisiws, T 11 . p. 292) y Sil práctica '
manten ía eu la segunda mitad del siglo XX. aunque se not:ilian ya li rnilaciones por la llegada d
colonos y el es tabl ecimiento de cercas. qnP impedían la moúlización dp los g¡UJados (Jam
Ralph .Krogzcrnis, "A Historical Geography~. pp. 51 y 59).
l(fr lle rrues Tovar Pinzó n (romp.), Rcloá0t1es y Visitas, T. 11, pp. 3 13- 4. En 1742 <·1 cura d
S:1lranalarga indicaba que c u di cie mbre los pobladores ,va te nían re cogidas sus cosechas
('IIIJW~.aban a lalmll' 1.\.G.N. (Rogolá' . Poblncionrs Vñrias, 5, n: 'l7'k y 374r:' .
°
11
Franciseo Ja, ie r·\'ergara ~ \'('lasco. . \"uc••a Geografia.T. 1, p. 344: Orlando Fals Bor·da. H1:~ro ·

ordenar para controlar + marta hcrr<ra angel


la pesca abunda,lll ya que los peces abandonan las c1enagas que se empiezan a
y remontan el C\.U'SO de los ríos para el desove, en un proceso migratorio que se
como la ~suhienda». 112 Pedro Antonio, un indio del pueblo del Tetón, resaltaba la
ocia de pesea en el vetano, señalando que "en tiempo de seca" sacaban los peces
auuelo del caií.o de.l pueblo. m En esos meses los peces están más gordos y proveen
abundante canLidad de grasa animal. Se eneuentran en las eiénagas gran cantidad
llilltt.lgas, manatíes, iguanas, caimanes, babillas y roedores acuálicos. 114 Es también la
. .IPM"a.•da en que se recogen Jos huevos de las tortugas, los caimanes y las iguanas en
playas que han quedad o al descubierto. "'' Las vacas pm·idas se separan de los lerneros
empieza la t:<dwicaeión de queso, mantequilla y suero saladol 16 Se dispone entonces
.a,·ores recursos alirnenticios.u7
El verano trae consigo la bonanza que se asocia con e.l carnaval, eon la fiesta, eon
*senfreno. En enero de 1791 d cabildo de Nlompox buseaba que las autoridades de
'é le permitieran ejercer algún control sobre una isla q ue se fot'maba frente a la
durante el verano y que, por ser isla, pertenecía a la jmiscücción de Santa Marta.
• en los "últimos dí.as de la carne", es dec:ir antes de cuaresma, hacia mediados de
ro, se ofendía a Dios con la pl'áctica de una serie de diversiones. En la isla se
lll:~tt.:-Ul no sólo los ''hij os de f<mlilia" con los esclavos, sino tamhién con las mujeres y se
· n juegos de envile, 118 suetle, azat y ri.f.as. Üll'O tm1t.o sucedía en Ivlagangué, dentro
la j ut'isdiceión de Mompox, donde con motivo de la feria que tenía lugar en Jos
ei'OS dias de febl'ero para celebnu· el d!a de la Purificación de 1 HeSil'a Señora, se
ollaban actividades similares. 119
S in embat'go, no todo era abundancia y vida fácil en el verano. En algunas parles la
da de la estación seca Rlimentaba los conflicLos sociales. En los poblados el agua
seaba. Los vecinos de i\1ornil, al seearse las ciénagas, se veían f()l'zados a desplaz:u'se
·;; de medi.a legua para conseguir agua de mala calidad f~n d cañón del río. 1211 Tampoco

Doble, T. l, pp. lSJ\ . 19!\, 23B .24B; !\.G.N. (Bogotá), Poblaciones Var·ias, 5, ff 373v. y 374r.; Lu is
Strilller, El R!o Son .lorgl', p. 55 y Mm·ía del Cm'men Borrego Pl<\, Palenques, p. 5.
11 1 O d ando Fals BOI'da, Hútoria Doble. T. lll, pp. 20A 23A; Luis Strit11er, EL Río San Jorge,

p. lí7 y S~ . y María dd ca.·men Borrego Plá, PaLenques, p. 5. En el siglo XVI también se


mencionaba la abundancia de pesea en el verano {Hermes Tovar Pinzón (co mp.), Relaciones .r
Vúitas. T. ll. pp. 261 y 2H2).
112
James J. Parsons. •Los Carnpos de Cul1ivo Prehispánicos del bajo S an Jo rge>, Revista de la
Academia CoLombiana de Ciencias, Vol. XTT, No. Ml, Bogotá, Academia Colombiana de Ciencias E:r:octas,
1970, pp. 449 458, p. 455
ll'l A.G.K (Bogotá), Juicios Criminales, 20!. C 141k
111
:James J. Parsons, «Los Campos de Cultivo•, p. 455.
11
" Henues Tovar Pinzón (comp.), Relaciones y ViS'ittJS, T. JI, pp. 344.-5.
116
Luis St•·ifflc•·, El Río San Jorge, p. 50. En el siglo X\llll no son muy frecuentes l:ls referencias
a la producción de C[l•cso en las lhuwras del Caribe, pero se encuentJ·a evidencia que indica que
su producción era impo•·tante. En 1752 se acusaba a los indios del pueblo de .Mahunbo el(~ ha ber
participado conjtmtantcnte con los Chimila en un ataqu e contra corrales de ganado ubieados en
la o rilla opuesta del río iYlagdalena. es df'cil', en la provincia de S anta Mm·ta, donde c¡ucmal'oll <:asi
40 arrobas de queso en una sola casa (A.G.N. (Bogotá), Poblaciones Vanizs. 5, f: 457r.).
; Francisco Javier Ve rgara y Velasco, Nueva Ceografla, T. 1:1 , p. GlO . .En el siglo XIX Luis
11

Strit!let; refiriéndose a la abundaJ1cia que se exper·imentaba en el verano, cuando la población


se ra d icaba en las ciénagas, afirmaba: "la ciénaga e~ el pa t·aíso del sabanero; la Sabana, su
purgatori o. ~ (El Río San Jorge, p. 50; subrayado en el original}.
118 Env ite: ·'El acto de apostar y parar dinéro en el j uego de los naipes, dados 1í otro

gf.ne t·o de juegos, poniendo tanta cantidad á tal ó a tal sucrt(~, ó ea t·t a " (Diccionan:o de
/ (utorirlades, Vol. JI, T. IlL p. 53lj.
119 /\.G.N. (Bogotá), /V/i!irtils )' Marina, 127, ff. 886r. a 889r; i\ntonio Joscph Carcía, Kalendario, p.

20 y Amparo Murillo Posada el al., Un Mundo, pp. 54· ·8.

1. I.AS U.•NURAS DEL CARISE Y LOS A~DF.S CENTRALES: LA PERCEPCION DEL ESI'AC:I() GEOGR.,ACO
abundaban las tierras donde el ganado pudiera pastar durante los meses de sequía . Por
controlarlas entraron en largos y a veees feroces conflictos los vecinos y los pueblos. En
1810 los inclios de Ciénaga iniciaron 1m pleito con tra Felix PaJar, el nuevo dueño de las
tierras que .l indaban con el pueblo, porque éste intentaba dar por terminado el intercambio
que había funcionado entre los propietarios de esos terrenos y el pueblo, consistente en
pasar en invierno sn ganado a las tierras de los indios, que no se inundaban, y en verano
permitir que ellos llevaran a pastar su ganado a sus tierras, ya que en esa época escaseaba
el agua en las de los indios. l21 En 1791 los pobladores del sitio de San Antonio lograron
que las autoridades desolanm y lumbaran el sitio de Pedraza, recientemente fundado,
cuyos vecinos querían apodeNu:se de esas tierras que en invierno se intmclab~m, pero
que en verano servían de refugio aJ ganado. 122
En esas tierras y en otras similares, los hatos 121 se dispersaban y sólo se podían
unir y juntar en los abrevaderos hacia principios de junio, cuando eon las primeras
lluvias se fructificaban las s<tbanas y pastos y el ganado tenía suficiente agua para
manlenerse.L24 Era un ganado que se había tornado bravo en la libertad de la llanura y
que sólo podría t'eunirse cuando instintivamente buscara el agua. En marzo de 1741,
en el contexto de la guerra eon tra Inglaterra, en Cartagena había escasez de carne. El
virrey envió órdenes perentorias a los dueños de los hatos para superar la emergencia.
Sin embargo, su excelencia tuvo qu e esperar pacientemente hasta qu e lloviera. No
había otra forma de retmir al ganado. L25
En el siglo X VUI el verano era también la época en que con mayor frecue ncia
los indios «bravos» atacaban y eran atacados . 121; Sin el estorbo de las lluvias que
dificultaban el paso por los montes y libr-es de las tareas agrícolas, que se real izaban
durante el invierno, los hombres de ambos bandos se preparaban para la gnerra.l2i Se

1211 Informe de Antonio d e la Torre y Miranda sob re nuevas poblac iones c-m e l Dm·ién, 171rl,
!\. G.l. (Se,iiJa), Santa Fe, 552.
121 .'\.G.N. (Bogotá), 'llérras Magdalena, 2, ff. 803v. y 804r.
122 A.G.N. (Bogotá), Poblaciones Varias , 8, ff 31t~ a 32r. y 36r. a 50r.
121 lx'l palabra hato l:iene varios significados. Aq\Ú se \L~a en el senLiclo de "rebaño ó rnanáda que

const.1 de muchas ca.bézas de ganado~ {Diccionario de A.uton'.dades, Vol. II, T. rv, p. 131). En Colornbia,
Cub:¡, Santo Domingo y Vene;.:uela s i{¡lú1ica tmnhién: "Hacienda de campo d estirJada a la cría de toda
cla5e de ganado, y principalmente del mayorM(Diccionario de la. Lengua. Erpaíiola, 'f. ll, p. 1088).
l2·1 José M. De- Mie1· (comp.), Poblamientos, T. l , p. 56.
I2J lbid., p. 55 y 58.
1
~; i\.G.N. (Bogot;\), Visitas Bol!var, 6, f 6981'.; Conventos, 15, f. 523v. y 537v.; Caciques e Indios, O, ff.
550v., 557v. y Caciques e Indios, 12, fl: l5t:, 24 v. y IÍ4v.; José Ni.colá.s d e la Rosa, Floresta, pp. 206, 268
y 296.; José M. De -M'.ier (comp.), Poblami.cntos,T. I, pp. 59-GO, 82 y 249 .Y T. !ll, p, 14'i;A.C.l. (Sevilla),
Sanca .Fe, 522. Las observaciones en el sentid o de que los indios atacaba.n en verallo a.hundan; sin
e mbargo, se han encontrado referencias a ataques Chirnila realiwdos en mes es cons id e 1';~dos d e
invierno, como el que tuvo lugar el 17 d e scptjembrc d e 1766 en el m onte de Garupar (A .G.N.
(Bogotá), Juicios Criminales, 184, ff. 32r. a 64r.). Es probable que en el verano, en la provineia de
Santa !Vlarta, el o·ánsit:o por al{¡lmas áreas s e d ificultara d ebido a la escasez de agua. E n l765, po1·
ejemplo, una pa rtida co ntra los Chimila que salió por la falda del cafio de Michichoa se vio
obligada a reg1·esar y salir' al sitio de Santa Ana, a orillas del río Magdalena, "por la total falta d e agua
en el pl'cscnte tie mpo de verano" (A.G.N. (Bogotá), Caciques e indios, 9, t~ 669v. a 670r.).
127 En h época se hi c ieeon vario~ seiialamieut.os sobre la predil.ección por real izar los

ataques du1·an Le el verano. Se observó que en los meses de inv iemo, abril y mayo, en los
qu e a bundaban las lluvias, la pobla<:Í<Ín preparaba y hada sus labra nzas y s emenLetas. En
junio, época de ver<mo, cuando cesaban las ll uvias, los mo r-a d o res ya ha bían conduido sus
faenas agrícolas (José M. D e-Mier (com p.), Poblamientos, T. U , pp. 284 - 5). La csta<:ionalldad
d e la gnen·a, en funció n del ciclo agrícola, ha si.do ind icada por Dnby, en el contexto de ]¡¡s
guerras feudales europeas (C eorges Duby, EL Domingo de Botwines (24 (sic. por 27) de julio
d e 1214) (HJ7:'l), Madrid , Alianza Editorial, 1088, p. 34). Re s pec to a la incidencia de la

ordenar para controlar 1- marta herrera onsel


iaponía <'llton ces tomar medjdas para d efenfl e J'Se del agr·esor. Los Chimila ah::l lldonaban
.., pueblos y ranC"heríos y se refugiaban e n los montes. ~'28 Los habium.tes dt> los pu!'blos,
por su parte, se veían prreisados a estar todos con las ~u·mas e u la mauo. Decenas de
inos organiwban corTt>rías para neutr11lizar Jos ataques de los indios. 129 Durante el
~ o anterior las e ntradas contra los palenques de cimarrones, que se hahían establecido
la espesura d e los monles en la provinc:ia de C:u·tagena, sólo eran viables de llevar
ctbo dumnte el ,·erano. 110 Partidas int<'gntdas por cient os de hombres, erllre e llos los
ios Pint ados de esa ¡Jrovincia y de };¡ de San ta Martn , entrn hau en busca de los
\'OS q ue habían hlJ.tdo de sus amos. 1~ l•:ra L
1
awbién en el ver ano cwmdo se pr<'fería
podía l'ealizar ciertas activtdades. como la congregación de poblacioues. la apt>rtura
caminos y hasta las 'isitas pastorales. m
Eu los meses de marzo y a bril, al linalizar e l verano, se preparan las tierras que
C'Uiti\·arán al llegar el in\'ierno. 113 Se derriban los montes y se haee n las quemas.m
la áreas más secas de las llauuras, hacia e l uoror·ie nte, el fuego puede s urgir
- entalmenLe. m En el siglo XlX Luis S triffler caracterizó esta é poca corno los fu<'gos
mes de mat"l.O. durante la cual se p•·esentaba una especie fi esla nocturua, d e ue
magnifícencia, plena de j uegos de luces y humos. 136 Pe ro adC'más, anLes de empezar
in,·ie rno suc ede en a lg unas partes d e la s llanur;;,s del Caribt> lo c¡u<' sería
· u tamente impensable y fantástico en el mundo and ino: ¡los I'Íos cambian su cur-
;las aguas de los car10S dejaH de coufl uit· aJ río y es el río el <¡ue aporta sus aguas
ias :1 s us catws aflu e ntes! Así, e n e l verano, cl!audo las lluvias disminu yen
'-ri camente. los eal'io Jel bajo r ío 'an J o ,·ge flu) e n en direcció11 norte h~sta
boca ,· en el río.1-r, En marzo o ahril , sin t'mbargo. las aguns turbins de es ll' río
tran por la dP.sembocadu ra d e sus afluentes y cambian su eu,·so, llevándolas en
("()lltÍ IIU O fluj o y reDujo en Jirección s urYl8 Llega e ntonces uuevameute el período
im·ierno. En abril y rua.vo, cuando caeu los primeros aguaceros, se hacen b s siem-
·-'19 Es también el ti ewpo el e dejar barbechando las ri.enas qne se d ejarán en des-

t>stationalidHd cl imál ica sobrt> las acc.in n cs guc r·n~r·as, véa se tamb ir! n Fern~ nd l3rmrdr;l, ¡:;¡
Jfedilerránl'll. T. I, pp. 324 337.
!28 José ~ 1. D e-M.i.. r· (comp.. Poblamil!ltiOS. T. ll. p. 401.
, !/sitas Bolí<'ar, 6. n: fi98,·. y 699r.
1:... . \ .• G.i\. l3ogotá
1
nu Robe rt o Arrázola. Palel/{¡ue, pp. 8S, 182, 239, 247 y 2 S?.
111 lbirL pp. 124. 1!)8 .v 251 .v José M. 0(•- M}el.' (cr~rnp.) . Pob!runientos. T 1, p. 1:.!.

m . \.G.~. (Bogotá). Curas y Obispos. 1'1. 1: 988r.: Caciques t> fudios. 46, f. 230\'.: José ~L DI' Mier·
co111p.,. T. l. pp. 40, 171 y 191 y \ .G.l. (Sevilla), Sanltl Fe, 600 y llil. E n 1757 e l obispo d <' S anta
~l:.nta ¡u·1otó yue nv hnbía podido •·enlizar su visita por ser iuvierno. é poca r·n I(UC los cam inos
.' los ríos se ponían intransitables y adt• ruás. había conocido riesgo de enfm·ur ar con las aguas
_\.G. L IS"'';lla, Sama Fe. 523). De la Torre: \lirancla prr:>('isó que los mejores rueses para iuiciar
1'1 cs l ~blecinriento ele poblaciones entre 1'1 Sinü .r e l t\txat.o, eran e nero y 1\: lll·ero, purqu~> r:> l
tiempo era m:.ís seco )' l:1 é p oca l'l'it la d e los rnej o t'es vientos (A.G.I. (Sevill a), Santa F~:. 552).
111 José ~1. De- Micr (co mp.:, f>oblamienlos, T. 11. pp. 284 5: Juan Frietk 1comp.l. Fue11tes

Documentales. T. \1. p. il y A.G.J. (Sc>illa), San/a Fe, 552.


~'~ 1 Luis S 11·iffie1: El Río Cesar, p. 111 y Juan de S~nw Ccl'l r'udis, ,11nnwi/las, T. 1, pp. 52 .'t
m Luis Strifller, H/ Río Cesar, p. 11 1.
1
"' lbid .. pp. 111 112.
n; C!enr (' IICia !'lazas y :\ua i\Iaría Falehetti, Asentamieu/os Prehispániros en el Bajo R/o Son
Jor¡p•, Bogol<Í, Banco d<' la R e púb lica, IDS l, p. 15. S obre e l camb io en el curso de los ríos Nl el
án·a llaman la atención también Luis Slrifl1e1: El Río San Jorge. pp. 5 y 6 y F•·ancisco J:wiet·
\ ·f'··g;tra) \ ·dasco.Xueva Ceogmjia. T. 11. p. 590. Am bos autores califica n de anoru1 al este fen ómeno.
siu dc te n cn;c m ur·ho a exp!intrlo o a t•st.ab lc('er có mo afectaba a los t.)Oblador·<:S del ál'Ca.
1
·'~ Cleme ncia Plazas .1' Ana l\lar'Íá Falchen:i , Asemamientos Preluspánico.<, p. 15.
•~n .\ntonio de la Tot'l'l' y Mi.rancb, • 'oticia l udi,icluaJ.. p. 44: .\.G.K. (Bogotá;, Caciques elndios.
í6. f. 22(}.·.: Josí- }. f. De :\licr comp.). Poblamientos, T. TI, pp. 284-5 y 2!ll: Luis Striffier. El Río

l. lA> lL'-"UlV.S O~l C.\R!BE Y LOS ·'"PES CLVI MI ES; L\ f'ER('EP<10)'1 DEl ESP.\CIO GEOCIL\ACO
imponía entouces tonuu· medidas pan1 defenderse del agresor. Los Chirnila abandonaban
-us pueblos: raneheríos y se refugiaban en los montes.12li Los habitantes de los pueb los,
, , .. su partt>. se veían precisados a estar todos con las arm:ts en la l!lano. Decenas clt>
' "cinos organiza ban corrt>t'Ías p¡u·a n eutralizar Jos ataques de los ind ios . 1 ~1 Durautf' el
-i ~J o anterior J;;¡s entradas eontra Jos palenques d e cimarrones, que se h a hían establee ido
... 11 la espesura de los montes en la p rovincia de Cartagena, sólo eran 'iables de ll eYat'

a cabo dnratl te el wrano. 110 Partidas integradas pot' c ientos dt> hom b res, entre ellos los
:ndios Pintados de esa provincia y de la de S anta Marta, eutraban e n busca d e Jos
t>sd avos que habían huido de sus amos. 1'lJ Era l<uHbién en e l verano Cllando se pre fe t·ía
., podía realizar ciertas aclividades, como la co ngregación d e poblaciones, la apcrllll'<l
.Je <'a minos ) ltas ta las \ isi las paslon'l les.m
En los m<'ses de marzo y abril , al finali~ar f'l verano. se preparau las tierras qut>
..,E' cultivaráu al llegar e] imriemo. m Se den-iban los moutes y se hacen las qucmas. 1•11
En las áreas más secas df' las ll<ulnr::~s, hacia e l noror·i e utC'. e l fu ego pu e d ~> s urgir
..tf·c idPntalmC'ul e. n.; En f'l siglo XI~ Luis Strifflf'r (:aracterizó esta é pora como los fuegos
i1·l mes de ma t·w. durantt> la cual se presentaba una especie de fiesta noctu r·na, de
:n·an magnificencia, pleua de juegos d e luces y humos. 13G Pero además, éulles de empezar
d invierno s u c ede en a lg unas p a r-tes de' las llanura s d e l Carib e lo que se ría
-thsol ntament<' irnpensal"> IC y f<mtásti<'o en el mundo a.udino: ¡los ríos <'ambian su C'ur-
'll! ¡las aguas ck los caños dejan de <'onfluir al río y es el río el quf' <~porta s us ;.¡guas
tu rbias a sus cai1os aflnC'ntes ! Así, t>n el verano, cuaudo las lluvias dis m in uyen
d nís ticameule . los caüos de l bajo río San J orge fluy en t>n di recc ió n norte h asta
•lt>semhocar en el río. 117 E n marzo o abril , sin e mbargo, las aguas turbias de r slc río
l-' ~'ll<'lran p o r la desembocadura de sus afluentes y cambian su curso. lle,·áudolas en
nn con tinuo n,,jo y reflujo en direr<'ión sur. 1'l8 Llega entonces nuevamen te e l período
·ie iuvierno. En abril y ruayo, cuando eaen los primeros aguaceros, ~e hacen las siem-
b ras. no Es también el Liernpo d e u ejar harbeclléulclo las tierras cpw se dejarán <?n des -

e,;taeionnlidad d imMi<'a so bre h1s accion es guerreras, vé;¡se tambi é n F<· mand B rat tdr.l, El
:l.tedit('lníneo , T. 1, pp. 324-:ro.
128 José M. De-~l i(' l' (co mp.). PoMamienlOS. T rr, p. 401.
129 \. C.~. ¡Bogotá . 1 isitas Bolí.·ar, 6. ff. 698,. y G99r.

·~ 1\obt>rto Anáwla. Palrnque. pp. 83. 182, 219. 247 y 2:íí.


ru l bid., pp. 124. Hl8 .\' 2.'i l y José "J.
De-Micr lr:omp.), PobLamirmos, T 1, p. 12.
111 AG.lli. (Bogotá}, Curas .r Obispos, 13, f. 9H8r.: (:aciques e ludios, 46, f. 230v.; Jo~é .M. D(· M it'r·

(comp.). T. l. pp. 40.17 1 ·' IHI y A.<..;. l. íSevilla).Swua Fe, 600 y 1171. En 17:i7 el obispo d t> S~u1ta
~ {arta :u1otó q u e no h;1bía podido rt•alizar su Yisita p01· S('r inviemo. épora en que los ("<\lll inos
y los ríos se ponían iutra11sitables ~· adernás, había ronoeido riesgo rle enfermar con la~> aguas
,.\.C.l. tSe' illa). Santa Fl'. :i23). De la Tort·e y Miranda precisó que los nwjores meses pa1·a Í11iciar
el es tablecimiento de pob laciones ('lll•·e el Simí .Y e l Atrato, Ct'an cuero .Y febrero, po•·que PI
tiempo era más seeo J la é poca era la ele los mPjOrf•S ,·ientos (A.(;.[. (Se,·illa). Sanw Fe, 55:.1).
m J osé M. D t>- i\ lit•r comp.' . Poblamientos . T. 11. pp. 284 5: .l uan Fri c dc .comp.' . Fuentes
D ocwumtall's. T. \ l. p. í 1 ~· :\.G.l. St·villa¡. Sama Fe. 352.
111 Luis Striflle1·. F:l /Uo Cemr. p. 11 .1 y Juan flc Santa GerLmdis. Vara"illas, T. 1, pp. 52 3.
1'1.; Luis Stt·ifller, El Rlo Cesar, p. l 1 l.

l'lll !bid .. pp. 111 - [ 12.


m Clemenc ia Plazas } .\ni! i\laría .Falcheui. !sentamientos Prehispániros f'll el Bajo Río San
Jorge, Bogor:í. Banco de la República. J9¡jl. p. 13. Sobre el ¡·ambio en el <·u rso de los •·íos 1'11 el
área llaman la :~t<:'nción también Luis S tri me~~ 1::1 Rio Snu Jorr:c, pp. 5 .' G .'· Fran cisro J av ier
Verga m .) \'e lasco. Nuevo Cf'ogmfia . T. 11 , p. :390., \rllbos aulores ~:a l if.i.can df• :mo nna l est:e fe11<íru e no,
si n d e te ur• rs(· n tucho a <'xplicarlo o n establecer cómo aft•cl:1bu a Jos pohla (k>~·es del án'a.
~'"' CIPIIH'ncia Plazas y \na María fo'akhetti. Asmtrunieruos Prchispánicos, p. 15.
l-t• .\.ntonio de la Tcm •f' y :\liranda.• 1\oticia lndh idual•. p. 44; .\ .G.1\. ·Bogotá . Cariq11es e Indios.
46, f 2:.10v.: José ~J. De- 'lier ..colllp. , Poblamieuws. T. 11, pp. 284 :> y 291: Lui~ Stt;me,·. 1::1 Rlo

l. l.'S llANURA.< 1>€t CARIBE Y LOS .\N I>~ <'~OR.illS: LA PERCfl'<lON DEL ESPACIO GEOC!v\HW
ranso. 140 Las agua;:; <'ubr en nu evamente las extensas llan uras bajas y sólo queda n
descubierto alguJlas orillas e lt-vadas de los caños y un o que ott·o camellón .'4 1 El ci
dt> <1handon o df' las tier-ras inundadas se rC>pite.
D. Sr:DENTAHtSMO Y Tn \ S tllf~L KCt'
E sta t t•ashLm ~a twia ha s ido la re~ptt rsta adaptativa dada po r los pobladores d
la región Caribe a Pstos ciclos ele inundación y st-quia. al menos durante los úiLimo ...
siglos. 112 S iu emba rgo, e n t-sa r egión se !t a n afrontado los cam hios cíclicos del díma
a tt·avés dt> otro tipo de respuestas. E n tn' los siglos lX A. C. y X II D. C. e n a lguna.:-
:ÍrPas de las llanurfrs d el Caribe se cou sLJ·uy(, rou grandf:s obras h idráulicas, para regular
f'l c u•·;;o y e l JÜ\ e l dr las agna;; 1 ~'1 ~lediante la combinación de camellones Mtificialt -
." d e <>xteusos sistNuas de d t·enaje. se pudo e'Xplotar la r·iea fauna I"ibereria, a l üenrw•
que se 111antenfan c ui LÍ\'OS mixtos estables d e fr utal es y tubér c ulos y se aumcntaba · a
rertilidad d<" la tiel'r:.l. L os Calll c llones y E'l sistema dP d renaj('~S p erm iti('rou q ue l
áre a inundable pudi!"ra ser p !"rmanent e meule habit ada y cHitivada, mant eJ1iéndo t'
así una p•·odu<:-rió n ag•·ícola con tinua. ca p ~•z d e soste uer poblacion es con una alta
densidad ckmográli ca. Mientras c¡tJe <:-on e l s istema d e roza y qu em::r se pued e s us
u na pob l::rción aprox imada de 70 habit<u1les por krn 2 , el ele dren aje en zon as panw.•.•v''""
pueci<> sos tene •· alre dedor cJe. 1.000. 1 ~ 4

Cesnr. pp. 1J 1- lt5: Francisco J ;l\ iPr \ erg;u·a) Yelasco. Xue,·a Ceograjln.T. ll. pp. 62'~
RantÍI'<'7, del. Valle y Edgar Hey Sinning, l.n 1llojana: PoMtllniellfo. Pmdllcción )'
J\l o111 pox. Costa ' o rl e Ed itnn•s Colomb ia Lr d a., 199to , p. 125. Es de '" ' o tar qu e d<> la
Miranda 1· lnlormc•. p. 44 precistÍ (jllf' las si(' lllhras se ha<-i:tn tres \'Ct'i'S 31 ario COII l :trios
En la dt•scripció n dP la ,;IJa dt• Tt>n erife d~> 1580 se indicó que en 1'1 á rea COIII!'Ilt:aba a 1
dcsd•· abril h:1s1n lllt!diados d<· jun io y .. a •·, Las p rinu· •·as aguas SI' 'ienbra e l llla,, z~ .
r<'cogc chmmtc <'1 ve ran illo, des d e mediados d e junio h>~sla fmalt-s •t•· agosto; en st>p
voh ía a llovl' l', •·o n tllás fuPrza aú11. .1· vokíatt u sembrar ut;)Íz <'Uando s <· l"'esentabilll las u n m e:m>
aguas. Este tt1:1Ít se •·ecogía a fines d(' dici<'mhre .' pri1w ipi os de rnt•ro fHernws Tmar
l'omp . . Relaciones .r 1ísitas. T. 11. p. 314 .
110
José l\1. !)¡• ¡\fier (c01np. . Pob!amit•ntos, T. 1, p. 263.
'" Clemencia Pla7A'IS y ;\ n:. María Faldu'IÜ. 4senwmiPnlos p,~·hispánims. p. 10.
112 En el s ig lo )\ Vl uno dr. los rnejotPS rcp;u·tirni enl os de la provincia de Cal'ta¡:;c"'' Pra
l:¡ P"'" incia del \ t:'nila, que· 1'11 lengua d<' los indios ;;(' dice .llogr111r;i o .l!o¡mm;i. Es ta. e n l
di' 'f'l':.lllO estab<t ~>n tierra fimw .' duran!<· ,. ¡ imicmo quedaba con' ertida ett i.>la. cll' unas
ll'g 11:1s de longi lud .' tres di' ancho • los .1 ndios dl'l d icho n•p:u·tim.'''' III O til'nett ltt'<'f'<la
o tr;ls cosas ft l('l' a dt• dicho l<'t'nly(n )o• y pnr ello se :1s ig n ó co n h1s •labran.;-as qu e tie n en
tic n1po de cre<;ieute ft n •rano f't•<"ra de lo q ue le atajo el r(o• (H•• rfn es Tov:tr· P inzón (•
·e
Relaciones y l'isims. 11.. pr. 3í8 9\. Sohrc la ll'ashuma ncill d e los po hl ~d ores del :Írf'a en
,\ 1'\ "':as<> Luis Su;fllet: El Rt'o San Jorge~· f:l Río Cesar y Fr-anciseo Ja, il't' \ erga•-a .1 \
Ceograjia, T. 11. pp. j84- Wn. Sob re !'Sta ITashumancia. qu<> se ha id,·111ificado co11 un
:Htfi b io . e n p;u·Ji<'u lar por p:tl'll' de O •·lnntto Fa ls Borda. se obsl'rm 'lll l':
.. Este ritnw a ufib io. combinado y complej o, q ue e l riht· r:1no d o n1i no a la pcrli·c1:ión
l('<'llo logía propia qut• ha d l'sarroll:.u.lo a lravés dt> los siglos desd e la <~ poca prceolour
'i~l o poco af,.,·laclo por la nlo:Canización .' otro.; ••ll'mentos d•· la a~•·i t·uh111'<1 mod<·•·u:L •
Doble. T. 1, pp. :l'Í B' .
11
' Sobre kJS .. arnellon<'S p reh is p:.ín i1·os ,·éase C lc m cnci:.• Pl azas y '\na Ma•·ía foa
Ast'llllllnielllos PN·/,ispánico.~ .' Cle mencia Plazas t'l :~ 1. . La S ociedad llidráulim Z emí.
,Arr¡wvlúgico dr 2.000 mios dr 1/isloria en las Uauuras riel C11ribe <olombiano. Bogo1:í . .
Reptíhlica. 1993. l.o rl'lati,·o a la datación do· ('Stos canwlloncs fue !Otilado ck Cl
el al.. La Sociedmf Hidráulica. pp. 10 ~· 1:!6. \ éase t:Hnhién Jatues .1. l'arsous. •Los ~--· .. ·--- ~
Cu tl ivo:; Pre l:.lispá11iros•. O l'l a11do Fals Bo ...l:. (Historio DoMe. T. I, p. '32B¡ indica q•u· los
eons rru.) emn I('JTazas ~ gl'ícol as e n el C:e rro rl• · Bar co. ce•1;n d e las btH'IIS d!' l río Ccsnr.
ni Cl<:mencia Pl~ 1.as 1' Ana ~ l:.u·ía Fa lch t·Hi. Asentamienlos Prehispáuims, pp. GG- 71.
adccuacióu de tiNTa~ llll'dial1lc la c(lllSlrueci,í u de obras hidráulicas ett e l período pn·l
1'11 o tras ár<:'a~ rlt' \rué •·ica. \rase _\ lflWI 11. iemens. Tierra Configurada. lmwstigaciones

ord~nar para controlar ~ marta hurera angel


El mecanismo ada ptativo uti lizado por las c ulturas prehis p ánieas en exle u sas
· de las ll ~muras cMibeiias clu N1 nl e alrededm· de d os m ilenios, permitió sus leutar
alta dt>nsidad de población y un tipo de asentamieJltO de caeácl e r sedcnta•·i o. '\
d t> las cícl icas sucesiont>s de invierno) ' e nmo, la población no se veía obligada
·Jadarse dt> nn sitio H otro p ara escapar d e los efeclos d e las estaciones. Por e l
·o, e l tipo de r espues ta al medio ~unbien l c que se dio durante el pedodo colo nial
.-e indu cía era a la mo\ilidad y a In l•·ashwnancia. Eu realidad Sf" l.-ataba de llJHl gran
~a. Las instiluciont>s coloniales, disei1adas para adminis trar a los naLi,·os sometí-
trataban de conce ntrarlos y de reducir y controlar s u s des plazaHrientos, pa1'a ilse-
así su dominación. La encomit>nda, la re clnceión de indios a pueblos di se1iados
íor111a de d:lutero, el l'Stablecimi ento de r esguardos, p uedf.'n verse d eutro d e esta
cti\a. O tro tanto se ap1·ecia en m ecanismos como la mita y e l con cier lo.li:. L a
....,-~ción que se estableció para el pago d e l ITihuto, fuente de iogresos q1H:• tanto
-' a la Coron a a lo largo del período colonial , Sf' bas~lba f.'fl la capae.id ad pru·a
eoer a los indi os v in c ulados n s us r esp N'l ivos pueb los. En los Andes centrales
a más fácil ejercer ese control. Alul<.¡u t> se presentaban fi·ecueules quejas sohre
s que abandonaban sus pueb los, 146 los pobladores no se ' eían obligados a
o nar cícLicam ente s us viviend as o a m ovil izar el ganado como r.o n se~.;ueuc i a de
.stacion cs . F. l requCI'imi ento d<: atTÍeros que transpo rtaran las c¡wgas, L.owLpoco
· 'ó las dimensiones que tU\'O la boga en las lhu1u•·as del Caribe. 117 La ag ,·icu ltura
la base de la economía e n lo s Andes centrales " esa ac ti \'idad se desanollaba sin
fuera necesaria la UIO\'ilizacióu tle la poblac ión a gran t>Seala. Las hacien das mdeahau
poblad os y, a p esar de que las d istancias e n lre unos y otras imponían d e :; p laza- i
·l
os. estos n o tenían una magnil11d tal qut" k racilitéu'a a los pobladores escapar del 1

1 de las auloricl:ldcs.
Pero en las llanmas cnribetl.as Jos mecanismos de adaptación al m<'dio y la act iviclad
'mica presionaron en un sentido totalm e n te opn csto. La ley ordenaba, p ero la
m ía disponía. E n un medi o <·íc licamcHt(' acuático, en el qu f' SC' estableció un
f'ro nóm.ico que requerí:~ el continuo d <'splazamiento d e m.ercan<'Ías .' la utiliza-

1estigios d1• !lgricuftura Prw-olombina f'll Tir:rras lnundahles Costeras desde el11arte de Veracmz. hasta
Be/ice. ~l é- \ieo. Consejo Nacional p;W:l la Cultura .' las /\rlcs. 1!)8!): :\.ndrl•w Sluyter. "'l nl('nsivc
wetland ago·icu!tnre iu ~!csoameri<:a: Sp:wc. Tiro{' and Fonn-. lmznls oftlw . lssoámion of.4nwricml
r;eograplwrs. 84 4 . I!J91, pp. 55/ 384 y Jan ice Oarch t>d . • f>rained .helrl . lgriculture in Cmtml
and South lmerica. B \R lnte rnati o n:1l Series l8!J. Oxfonl. Bi\ rt, 1981.
11·' En los An<k~ l'l"lliTales la m il ;~ noinera y urb.~ ""' ;~l igual qur f•l c:o neicrlo ngríco l~ , fc) o7.al>an los

despla;r,;unientos Leu opomles dt> rni tayos y conce1·1ados. con fi·ecut' Hc i:l a grandes disr:uwi01s. <·omo
en t>l easo de (;¡ n·misión de indígt·nas a las mi11as de Mariquil:t. E11 a111bos casos st· disro1aron
mN::mi smo~ para controlar los dt"spla7~"1Jnientos .' t•vit;or la huida d<· los i11dígcnas qne, al p;m~ccr. no
fue r·o¡¡ muy ""'i t.osos. E n los -\ndcs cen n·a les 1·l ('Oneierto ob liga iMio fue s up r•irn id o e n. 1720 .l' la
mita en 172!l (1\.G. '. (Bogo1ft), Milicias y J!arina, 1!6. ff. 533''· a 5'-lGr. v Caciques e indios, 72, 1: 323q · v.).
Sob re la lo rma como oper-at·o n l;~ rn ila y el eotu.: il·rlo en los i\w lrs c·e ntrales. an l<•s de su s upresión
'éase Gt>rm:ín ColJJJel1:11"1'5. Margarita de Mdo y Oarío Fajard o t·ornps . . Fue111t-s documentales pnm la
his1oria dt'llmbajo en Colombia. BogoL-í. l "ni,·c o-sidad de los .\nclrs, 1968: ~l:wía \.ngeles Eugt'nio
) (artínez.. 7iibutoyliY1br!io ." Juliá.l1 Ruit. Rivera,Encomit'nda.r .lfita .\' •La l'l:ll:r n(' Mariquita e11 ('!siglo
\.\ l l: .\lila ." Prod ue.:ión• (1972), Cnarlf'mos de lb:1·toJia. No. 5. Tunja. Ed ie·iorws Nu1•srra ,\nl._;,.¡c,,, 1979.
IIG \'útSI'. por ej("111plo. ·\.G. '· (Bogot..-í), Caciques t• /i¡Jios. 12. ~~ 30Gr. y,·.: raciques e l íulios. 49.
ff. 2\:h-. " "32r.: Caciqw·s e Indios. 56. IT: "3 16r. a 354r.: .1/i.w·elánea ( olonia . 12~. n: 2·3r. a 14'·· 1/rreyes.
9. f[ III 'Íl". a 1123r., lliliáas r .1/rmiw. ll6. IT. ()()9t·. ~ GíOr.
11; S(• encue n tra;l rcferen~ias :J 1~ utilizació u dt· mulas p:u·n ll t>var la p md nc·ción agr íeu la de

los pueblos a la ciu dad de San L;of~ o a on·os lugares para s u w·nta, como por ejc- no plu. :\ .G.N.
Bogo1á). Cariques e !rubos. 17. t: íO~:k : Cums y 0/nspos , 49, f. 3!)2,·. .1 Visitas Cwufi,wnlflrca. 7. fC 889r.
~ 89 1r. ) \. "l?lmbién h ubo indígenas de l pH rlirlo de l3o{'"o tá <po<' ,;e hicieron llJTieros y se fuero n
a Quito) a Parnplona .' no \Oh·icron \ .G.:\. l.logorá . .l!ifrt'/án('a Colonia. t:H, lf. 25\·. a 2(·h.l.
c1on de abundante mano de obra para llevarlo a cabo, los hombres, o por lo menos
buena parte de ellos, tenían que vi<~ar de un lado a otro pennanentemente. El transporte
por río hacia necesario el empleo de numerosos pobladores en las labores de la boga;
otJ·o tanto sucedía, aunque en menor medida, con el ganado.148 La movilidad ·
por el comercio y el trtulsporte, fue uno de los resultados más evidentes de la complej
articulación de medio- adapLación- economía que se dio en las llanuras del Caribe
el período colonial. La movilidad fu e también uno de los factores que tuvo un
impacto sobre la organización política de la población, ya que fi·eeuentemente le
lia burlar la acción de las autoridades. 149 IIacia mediados del siglo XV1II, por e .1t:ulD l tJ.
varios indígenas del pueblo de "l:'llaigua, acusados de t1echeros, argumentaron d
el bando que les prohibía pasar al margen oriental del río Magdalena. Indicaron
posiblemente se había publicado mientras estaban en H.onda o Zaragoza, a donde
habían desplazado trabajando como bogas, lo que facilmente podían demostrar. 150
E. DrvERSIDAD v Mov1LITJAD EN LA H.EGróN C ARIBE

Sin embargo, ni las Hanmas del Caribe, y menos aún la región costeüa del norte
país, tienen un carácter homogéneo. m Si bien su contraste con el área Andina
llevar a percibirlas de esta forma, en la medida en que las variaciones en su interior
menores que las que se presentaban con los Andes, una mirada al interior del área lo que
pone en evidencia es su diversidad. A medida que se avanza hacia el stu· el clima se hace
más húmedo y cálido y los per·íodos de verano 1nás cortos. Fray Juan de Santa Gertruclis
Motaba que al subir de Cartagena hacia lVfompox y luego hacia Honda, el calor se hacía
más intenso y disminuía el. refi:eseo de la brisa. Seüalaba que no entraba el viento, porque
a ambos lados del río Magdalena, a pesm· de ser la tierra muy llana, ''todo es monte real muy
espeso, y así muclúsirno el calor que se padece".152 Mompox, sin embargo, parecía llevarle
la delantera, en este sentido, a toda la región Cu·ibe. 1·,.; El jesuila Toebast la describió en
1G81 como "¡Una ciudad que es eomo una hoguera encendida!" 154 Según Santa Gcrtrudis,
todo era monte cerrado, donde no se había visto jamás un soplo de v.i.ento. Mompox:
"Propiamente es un infierno chico. Por las noches no se podía parar en la cama :
quitaba el colchón, wenos; me quitaba la túnica, tampoco; me ponía desnudo sobre
los ladr·illos, y no podía parar. De estos calores nos salió a todos un sarpullid o corno
sarna e n todo el cuerpo, con una comezón que nos traía locos."•:.;

118 En el siglo XVIII las embarcaciones más grandes, los champant?.~, ocupaban entre 12 y 24
bog<~s (i\1:u·í~ Angeles Eugenio Marl.[nez, "Reapertura de la vía Car:~rc--Vél ez. El asiento de Bias
de la Terga (l754t , Anuario de Estudios Americanos, No. XLl, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-
Americ<utos de Sevilla, 1984, pp. 513- 552, p. 530). Se¡,rún un cálculo qu e se hizo en el siglo
X\ :1 Jl, se util izaban sf!is hom bres para movilizar lOO reses, en el á.rea l:l ntre Mo rnpox y Carl.agena
(Luis Navarro García, "El P eivilegio". p. 203).
" 9 1\.G.l\'. (Bogotá), Curas y- Obispos, 25, [ 442,·. y 44Gv. y Milicias)' Marina . 148, f. G57r. y Milicias
y Marina, 130, f. 320r.
o:;o A.G.J'l. (Bogotá}, Juicios Ci-imina!es, 201 , ff 47 r. a 5lv.
m .Jaime Jammillo Uribe, · Ideas para una Caraclco·ización•, p. 67; Eduardo l'osada Carbó, El
Caribe, pp. 26 33 y Hermes 'Iovru·l' inzón, •El Estado Co.lon.ial Fo·ente al Poder Local y Re¡,>ional•,
Nova Americana i\o. 5, Torino, Guilio Einaudi Editore, 1982, pp. 39-i7, p. 4~l.
1"2 Juan de Santa Geru·udis, ¡llara.vi!fas, T. I, p. 60.
" ·1 "i\'fornp<ls es uno de los s itios más calientes d e América.", anotó Hmnbolot en su
diario y luego r epetía "Mompós. Ya he menc:ionado arriba el esp~uüoso calor de esr.e lugar."
(Alejand ro de Humboldt, -- Di:.u·io d e Viaje por el Magdalena" (1801), An íbal Noguc~ra Mendoza
ícomp.), Crónica Crande del Río Magdalena, T. l, Bogotá, Fondo Cultural Cafeteo'(). MCMLX XX,
pp. 145- 171, pp. 150 y 152).
' 5 i llbnucl l3riccño .l:iu l'c~gu i , Los Je.miws en el Magdalena. 1-hsroria de una Misión , Bogotá,
E(Ütorial Kelly, 1984, p. 29.
pci'<'Cpcwn del c lima tampoco era homogén ea. J\Iientras q ue el frai le y sus
ñeros. que eran d1;1petones, es deci1· recién llegados a i\.rnér icA, sudaban por e l
una "sei'iora arrel>osada con un reboso de bretaña. nos salutló y me dijo: Padt·e.
e Dios, .) que frío hace." 1J6 Lo c¡ue para los recién llegados era tu1 "ard iculc clima
e wfoca ) desalient,'l aun a los in·acionales'', ,_;; <ple dis uadía a m \Ichos ft.mciomll'ios y
a aceptnr cargos en la región , para otros formaba parl e d e lo usual y coLidüuto.
l na r elatividad s imilar en la percepción de la fauna se observa respec to a los
·tos. que fueron la pesadilla d e v iaj eros y funcionari os cpH~ vi$ il ~1ban la n'gi6n . 1:;.q
lambién fray Juan, q nicn con su d ivertida y fres ca narraLiva, nos permite ~•r •·ec i ar
fenómeno. Cuenta el frail e q ue en el pue bl o de San Pedro, a orillas d el río Magda·
le preguutó a un indígena por qué los pollos y las gnllinas casi no ten ía11 plumas
le respondió qut> por las picach.u·as de los mosquitos ~·· com o «>n ese pueblo no
· ri to mosquito alguno, creyó q ue era una broma. El indíge na le aclaró q ue en e l
los animal itos estaban en el rno nl e, pero que en la n oche los vería:
-Ent•·e dos luces se armó hr mesa para cenar. Apenas nos sentamos cuando oigo t¡ lll'
el monll" se ,·cnía acercando un ruido como nn aguacero. Yo dije: \ a Yi enc el
~e ro. Pero el indio me res pondió: Padre, no es aguace r·o; son los rnosquitos q uf\ .Ya
- n . Ello {si.c) ten ía mos po ll~>s asados y huevos escaldados. Yo a la que vi llover
m i La nto m osquito. que e ran unos pocos los qu e w~ n ían por d elan te a dal' el a,·iso.
·un htw,·o. me agaeh é, y pu cs t<~ la capi ll a. ~~ toda prisa me Jo comí..' s in embar go
dieron bastantes piquetes. \o tcnía la cama compuesta, y tirado el toldo. Vestido me
·en ella .. .los demás padres hubieron de desampa r·ar la mesa, y lra('er lo :mis uro,
('on u n huevo en la numo, cwd c;o n una presa de asad o; y los indios comiénd ose lo
quedó. ~ estaban ellos retozando a ca.rcajadas." 130
Pero adcmás de lns d iferen tes perce pciones sob re el medio ambien tf>, la gran
"dad que p r esenta la región Caribe se apreci:~ incl uso a l inte ri o r de sus
- nes. Desde el ¡.>unto d e vis ta geogr álk o las llanuras earibe ii as se exli enden
b ier•·a Nevada de Santa Marla y el o ccidenle de la sf'n'a.rúa de los Moti lones v
basta. las estrib:~ciones de los :\..J; des. es decir. hasta las serrauías de Abibé, S~
.\yapcl y San. Lucas (véase Mapa Ko. 7). Induycll el valle d el Cesar, la Depre·
.llomposina , el valle d el Sin ú y las serranías y plan icies eos teras .160 Las llanut·as
parte de lo q ue se conoce en la actua li dad eomo In «región costeña del norte

"" Juan de SaJ •la GertTud is, Jfara11i!las, T. 1, p. 74.


""" luid .
.., \.G.N. (Bogotá}. Curas y Obispos. 13, 1: D88v.
"" \lcjandro de Humboldt. "l)iario-. p. 154. calificó al ruosqui to de ··:m im~l detestable" y le
4lrdic:-o \'ari:~s páginas d i' su · Dia•·io - .en l:~s <{\• e sus obsen ·acioncs cientilicas se mezclan c·o11 su
·.~tía contra este a11imal (Yéase pp. 152 y 154 6). En t> l libro de t\Jejand •·o de H umho lrll y;\ .
. -......,land. Vrage á ltt1· Regiones Equinocciales del Nuevo Contin('lllC hecho~"" l i99 hasta 1804, 5 Vols..
l!lris.. C1sa de Rosn, 1826, T. Ill. PI'· 101- 112. también se le dedican nun"''·osos comt>lliiH'ÍOs y
.-llll.o~ que lanlo t' ll el río 111agdalcna. com o t>n el Orinoco. los rn osq 1•itos eran • materia
- - ole de COil\ ei'S3C:ión" {pp. 101 - 2). La Tone y ~l ir·anda habla de "la ~·nimidad de Plagas, de
: - klll)f'ram!en]lo ,\rdiente y luu ncdo. tenpestuoso, lleno de Arbu~tos, de Ynsecws, )' u ni males
'--.:~osos. pe rjudialissi mos a lo~ Europeos~ {A.C. T. (Scvilla),Snnrn Fe, 1075). Sotll'e los mosquitos,
~- lamh·ié n. A.C.~. (Bogotá). Curas y Obispos, 13. f. 98ík. y Guillermo II N"Hán dez de Alba
.t-p. . Diario, T. 1, p. 76 .
.m Juan de Santa Certrudis, 1faravillas, T. 1, pp. í2-3.
•ccnnán Galvis \ t>rgar·a, •La Plataform:r C¡rriheña•, 'Fondo FE.N ColoLiabia, Caribe Colombia,
~gJGL.' Fondo FE ! . J!)HO, pp. 51 07, p. 59. Nótese que sel:)Úll este autor el vnllc del río Cesa r no
parlt> de la Depr·l'sión Momposina, a diferencia de o1ros autores q ue s í consideran a este
- romo p;utc de esta f)cprcsióu iS n·ifTle r·, El Río San Jorg('. p. 6 y El Río (rsflr, p. 58: Od:uulo Fals
ta.da.. Historia Doble. T. 1, p. 1613 y Pablo \'ila. · Hcgioues atumles•. Colombia , Nos. 3) 4, p. 12 .

....... U...'-\;tfJl\S OEL CAniR( Y 1~0~ ANDES CF.N"n(AJ ES: LA PERCEPCION t)f:L t::$PA<.:i0 GEOCRAFICO
M APA ro. 7
StllRECIOKE ' OE 1,>\ R ECJ(}~ C ARIBE S J•:G(i\ P _\BLO YIL:\

1. Valle del Sinú


2. Costa Magdaleniense
Santa Mé
3. Sierra Nevada de Santa Marta
4. Guajira
5. Depresión Momposina
Cga. G1
de St
Mart.

Cartagena e ~
,. ·.·2

Tolú

Fuente.: Pablo VLJa. •1\c¡rione.s r-;aLul·ftl f's•, parte 2a

ordenar p ara controlar -i mana herrera anatl



Río Hacha
4

Lago de
Maracaibo
del país», 161 que comprende, además de las llanuras del Caribe, la península de l.a
Guajira y la Sieaa Nevada de Santa Marta. Pero dentro de toda el área ni e1 valle del
Sinú; ni la eosta Magdaleniense, cp.te se ubica entre ese vaJJe y la desembocadura del
río Magdalena, en doHde se levantan las serranías de !Vlaría 162 y Piojó, de a.lturas inferiores
a los 500 mts. sobr·e el. nivel del mar; ni la Sierra Nevada de Santa Marta, con elevaeiones
hasta de 5.700 metros sobre el nivel del mar; la Guajira o la D epresión NlomposinaW'l
se consl'it.nyen áreas homogéneas.
La Depresión :Momposina, la última de las subregiones antes mencionadas, la ele
mayor extensión y la que en el siglo XVIII ejerció un mayor y más amplio impacto sobre
las llanuras earibeúas, sirve de ejemplo parH ilustrar esta diversidad . Es est:.~ una extens:J
{u·ea que en buena parte coincide con el de.lta interior que forma e.l bajo río J\'lagdalena.
Su delimitación, sin embargo, resulta di.ñcil de precisar debido a la variedad de des-
cripciones que se clan sobre los territorios que la integran. Germán GaJvis considera
q11t: el valle del Cesar no forma parte de la Depresión MomposinaYYí Por el contrario,
según Fals, la Depresión «comprende las zonas inunda.bles y cenag-osas ele los ríos
Magdalena, Ces~u; San Jorge y Cauca en sus cursos b:~os. • 165 Pablo Vila precisó que:
«Desde la Gloria a Zambrano, el Magdalena atraviesa esta región (la Depresión
Momposina y el Magdalena centml) de Sudeste a l\'or·oeste. Por la deJ'(~cha afluyen al
gran río, el Cesare, y por la izquierda el Cauea y el San .Jorge.»166
StrifXlex; para dar una idea
•de la extensión delll<mo en el que se confunden las aguas, basta deci r que se <~xtiend e
desde Ayape/hasta el pie de laSierra Neoada deSama Marta y desde las primeras alturas de
Zaragoza y Simitihasta el pie de las altipümicies de las Sabanas en las cost.as delAt.hí.ntieo.»1Gi
Estas descripciones se preeism1 un poeo más al considenu· el relieve. Según Vila
la Depresión i'vlomposina se halla denlro de un cuadrilátero de montañas fonnado por
las lineas orográficas de San Jerónimo, María- Piojó, la Sierra Nevada de Santa Marta, la
Sierra de los Motilones y los extremos de las serranías ele San Lucas y Ayapel. 168 Es
decir, que a grandes rasgos, Ja Depresión Momposina se extiende desde la Sierra
Nevada de Santa Marta hasta Cáceres y Zaragoza y a lo l:u-go del tío Magdalena en el
tramo comprendido entre la Gloria a.l sur y Zambrano al norte.
Como se puede observar se lrala de una vasta área que, a lo largo de los ríos
San Jorge y Cesar, tiene una longitud aproximada de 350 Km. 169 A esa Depresión
convergen, no sólo el río Magdalena, euya importancia fi1e capilal en términos de las

rGr Orlando Fals Borda, Hiswria Doble, T. I, p. 1913.


IG2 Las Serranías de María o Montaña de Mar.ía corn:~poudcn a !11 actual Sm·ranía de San
Jacinto (véase Instituto Geográfi co Agustín Codazzi - IGt\ C- , Atlas rle Colombia, Bogo1á, l G:\C,
HJ77, plancha ~o. 2 y el mapa de la provincia de Cartagena clabor·ado (~n 1787 en 1\.G.N.
(Bogot;-í), il!fapow:a 2, US4). Dimas Badel, Diccionario Histórico Ceogr<{(ico de Bolívar, Coroza!,
Talleres El Ideal, 1943, p. 401, precisa que en su recorrido por los tenenos de Bolív;u, la
serranía de San Jeró n irn.o rec ibe algunas denominaciones particulares, como Sierra Flor
entre Chinú y Caracol o S ien·a o Montes de María entre Ovejas y El Carmen.
1111 T>ablo Vila, "Regiones Nattu·ales~, parte 2", pp. ~l-13.
11
~' Germán Gah-is Vergara, •La l>\atal'onna C:wibei'•a• , p. 59.
•r.:; O dando Fals Borda, Hiswria Doble, T l, p. l6T:\.
""'Pablo Vila. •Regiones Nattn·ales•, Colombia, _ os. '3 y 4, p. n.
tw Luis Strilllcr, El Río San Jorge, p. 6, subrayados en el original. Véase también del mismo
autor, Ji/ Bío Cesar, p. 58.
'"~ Pablo Vila, Nueva Ceografia, p. 168.
llill lbid., p. 4~). Estos indicativos sobre la extensión de la Dep r·esión no son compartidos por,

Gubl (Colombia, T. T, p. 119) quien afirma que tiell(~ una extensión de 130 km. en su parte más-
anehn y í5 km. en s u p;u·te más larga, aunque no precisa sus límites (salvo Kl flanco, p. 112), ni

ordenar p a ra controlar + mana herrera aneeJ


C'OOlunicaciolH'S y del comercio entre el área andina ~· las costas ca ribeñas, 170 sino
~ambi én el río Cesar/;' que tien e una trayectoria norte- sur y los !'Íos Cauca y San
Jorge. de tra~·ectoria sur- norte. La d irección y la navegabilidad de estos ríos permite
tpe toda la Depresión esté conectada por vía fluvial durante la mayo¡· parte del año.
De- o tra p<Hic, conviene tener en cuen ta que el escaso declive del terreno forma
__ un Lerrif·orio semiacwüico, eu el cua l ciénagas y anegadi~o s, brazos y caílos, se
«utrelazan laJ)erínticamente.» 1n Por ell o, cuando las aguas no caben en sus eauces,
~ ríos se pueden derramar y «hay aiíos en que todo el tenitorio se convieet.e natu -
nlownle e n una inmensa ciénaga. de variada profundidad.» 1i'l
Se trata entonces de una llanw·a semiacuática, 174 que anualmente recibe el efecto
&rtil.Uatlor de las aguas que se estar1Cilll temporalmente,';:; por lo que los pla)'Ones de las
amagas .'· los ríos adquieren un g,·an valor para las actividades agropecuarias. 1; 6 Sin
embargo, es en el \erano que esta área, al igual que el resto de las Llamtras del Caribe,
efrece Ull:l tn:l)OI' abundancia de rccu,·sos, gracias a la subienda y a la posibilidad de .·
*sa.rrollru· labores agrícolas. Es también en el vel'ano cuaudo se facilita el tráfico telTestre,
~ que las ciénagas y los desbordaJos lechos de los I'Íos se u·ru1sforrnan en playones o
sabanas que se cubren de yerba¡¡; y por- donde las bestias de curga pueden transitar.
Pcm aJe.rnás de estas transformaciones per·iódicas que se ope,·an en la Depresión
Jlomposi nn y la región Ca ribe en general, eomo consecuencia de la csf·acionalidad híclrica,
SP aprecia igualmente un marcado contraste enb·e las tierras ubicadas al oriente del
.-.uo de Lob:~ del río Magdalena y las que se encuentran al occidente. En las priJUeras
prima el bosque seco tropical. En el c:\lremo oriental de la Depresión la sequedad se
~di /.a y los terrenos del Yalle del río Cesar, a la altura de Valledupar caen dentro de la
c:b:.itícación Je bosque IDU) seco tropic:~l. Hacia el occiJente del Br·azo de Loba, por el
G)l).trario. lo que prima es el bosque hl'tmedo h'opical. 1;s Estas v¿u·iaciones en la vegetación
es.táu rel:~c ionadas, básicamente, con las diferencias en los volúmenes de precipitaci.óu
*ntro del área. En general, en todas las llru ll.lras del Caribe la Lemperatura promed.io

p~r¡•¡·c· c·onsid erat' que"" prolonga desd e la Sierra Nevada de Sallta Marta, tal como lo phmtcan
Vil11 ,. S trifflcr. ya citado;;.
r7ll Se trata .del ma.}or· de los l'Íos inte randinos que CotTCH ;¡ lo largo de Jos t\ndc;; e u Sm·
\m (;t'ica 'Pablo \ 'ila . .\'ueva Ceograjia. p. 100). En 1801 \]ejandro d e llumho ldt ("Diario de
\ iajc". p. 159\ observó : ~Todos los artkulos...que nect·sitan Santa Fe. l'opn,, án ,1 e n par'tc también
d Ch ocó. son impor-tados a tra,·és d el Río Gt·;mdc (t·ío ~lagdalena¡.-.
r;r \ unque a1·tualmente la na,egac iiin por el río Cesar se ha \Ísto limilada por· la sedimentación
."el hnjo ni,cl del río, en orras époc.:as fut· impm'tante. Grandes e mbarcaóones se desplazaban
desdP e l t•ío i\ fagdalena hasta Sagu<•J·o, el mayor puerto en el río Cesa r. uhi cad o a menos de 10
km. al s ur de Valledupa1' (Jamt's Ralph Krogzemis, "A Historien! Geography", pp. 58- !J).
Lttm ~ ntnh lerneute el autor no in dica hr fecha a la que hacen refi>rPn c ia <·stas observaciones; en
el I'(HII<'XIO d e la obra es posib le que si! refieran a la primera mitad del s iglo XX. En el siglo
X'v1 11 [¡, u;wega ción, al menos f'.JI a lguuos trayectos del río, se vio liu1itada por el temor de JoB
:11aqu,..s Chimila (José M. Dc- :;¡:lier (co mp.). Poblamientos, T. 1, PI'· 3::l3 y 308- 10) y só lo t'fl la
, ¡,;c;~da del 70 de t'Se ~ iglo se reportó que• e~La ba libre del pelig ro d e los atat¡ues indígenas
tihid., T. lTI , p. 74- 5); Antonio Julián sugiere que ést.<t era trna impo rtante YÍa del eonlrahando
/.,a f>edtt. pp. 281-2.
m Pablo Yila. • R,·gi ones :\aturales•. Colombia. l\os. 3 ~- 4. p. 12.
"' Lui s Striffic.-r, El Río San Jorgt'. p. 6.
¡;; Pablo\ ila . .\'ueva Ceograjia. p. 49.
r;:. Luis SJ J·illler, El Río San Jorge. JJ· 6 .
r;r. Los p la,,oncs se consideran <' Í(<nagas periódicas, en parte alim~ntadas por los ríos, a
tra\'éS .' po1· <'llcima de los dicJUPs aluviales natm·ales. que forma" IM ríos ('11. sus orillas (Ernesto
Guhl. Colombia, T. L pp. 119 y 12:!).
¡;; t\. (;.~. (Bogotá), Juicios Criminales, 20 1, f. 17r.
r;ij ICi\C, Atlas de ('olombia , m¡¡pus d<• .. Ecología VegeraJ., pp. !'í 1, 57 y 61.

l. lAS li.ANUIUS O~l C.~RIBE Y lOS A:" DES CENTR.,Liil>: LA PERCEPC!ON OEL ESP., OO CEO<:i\.\FlCO

L
<111nal es superior a los 27° centígrados. 179 p<>ro mient r·as a1 nororiente d<" la Depresi6n
1\lomposina. en la prm·ineia de la Guajira. la precipitación promedio anual es lllU.\ baja
(en Ríohacha es de 802 rnru. anuales). en l\Iompo'<. en la parte central de la Deprc>sión
es de 1./68 mm, al surocci(lente en Majagual, es de 2.950 mm anuales y en CáC('J'C'S. en
el extremo sur; es de 3.898 mm. 180 Se tiene entonces que dentro de la Depresión se
expt· rimenta un in c>rcrnenlo gnrdual en la pluviosiclad ((tle va desde te n·e rr os
semidesérlicos a l nom rien le, hasta zonas bastante húmedas al sw·occidente, en los límites
con la región m ontaüosa a11dina .IS 1
En parle como resul tado del régimen d e lluvias d el á rea nororiental de la De-
p resión, los cambios que se ¡)l'CS<>ntan en el paisaje c>nh·e la estación lluviosa y la seca,
son dramátieos. ..-\.1 empnar el invierno, el 28 de abril de 1742. la defensa de Cartagena
hacía imperioso el t>mío de ganados a esa plaza. !\ pesar de lo angustiante que r·csul-
taha esla situación . el capataz encargado de conducir e l ganado desde El Dilmio. en la
pro,·incia de Santa \ tarta. encontró que en todo el monte les llegaba el agua al cstl'ibo
) en los amagamientos o qn~hradas tenían que ir a n:~do. Por este motivo decidió reli r·ar
la hacierJda «por que dice se le entregó no para que la perdiera como recon ocía 1
pérdida de seguir viaje. »182 Mrí::; de un siglo despu6s, e n 1876, Striffler recor-ri() esta
misma zona dtn·ant·e lo" días más rigLu·osos d el ve J·:~n o y refirió que uno d e sus aconJ
par'íantes consid er ó que el Diluvio estaba mal nombrado, ya que a llí «escaseaba lo q u~
en e l diluvio bíblico lrubo con tan to t>xceso•. 1 x~ A pesar de la lejanía temporal e11tr<f
amhas observaciones, su contraste es útil pru·a ejemplificar las anotaeiones que S!t
en cuentran en la dornmentación colonial sobre las marradas diferencias que p r·csen
taba el paisaje en t>l invie rno y en el verano y la for·ma cómo ciertas acti' idadC's aclctui
r·ía n un carácter eslacional. 11';
El suroccidl'ntl' de la Depresión no escapa al marcado contraste que se esta-
blece entre e l Yerano y el invierno y a la est :~c i onnlidad de las acli.vidades qu~ ;l
deriYa de los cambios medioamb ientales, pero éstos p resen tan un carácter distintJ
O tra descripción de S tr·iiTic r·, a pesar d<> corresponde r a l ~ig.l o XIX , tamhi~n pu e
res ultar il ust1·a tiva :
•La ciénaga de D01i(( f.ttisa es 1111 punto inter·esant~ (!11 crw.lquict·a t>stación del ari o;
cuando llena de agua. ('S w1 11J<U' con LU1 oleaje br:11 ío al menor viento, que inrposihilita
entonces el tránsito a lns pir·aguas rlel país.... En la esbtei(Íll seca se transforma en tma llanw-a
sin la menor sombra; por lo cuaJ nadie se arriesga a pasarla con el sol de nredio día_,.rl!:i
En lo qne tiene que ,-er con el clima se obsen·a e ntonces que al inter·ior· de la
De pr·esión .\Iomposina S<' pr·ese ntan , en términos gen c r·ales, cier·tas earaetcr·ística
COHtuues, como por ejemplo la P~istencía de ciclos cs t:~ ciouales, la transformación d<' la
ciénagas e n playones y de los playones en ciénagas y la trashumancia de h ombres ~
animales pero, al mismo tiempo, una gran difer-encia e rt las condiciones que irnperall e
la parte nororiental, es dec·ir· e 11 la provincia de Santa .Ma r·ta. y e n .la surocciclP.ntal (provi11ci

m Ernesto Guh l, colombia. T 11, p. 147.


]bid., T. 1, ruad ro No. 2, . ~~~ Cido :\nual df' Llrn ias ''" Colomb ia•. p. 191.
':¡o
IHI Jbid .. T. 11, p. 148.
rK? José ~l. 0 (·:-~licr._ Poblami<·mos. T. l. p. í5. El significado dt> la palabra amagamif'nlo fue
lom~o de E.HS:f'nto Qumr_~''"O_· " \'a pe!". Luis StrifTicr. El Río San Jorge. pp. 110 - J 13. p. 111 .
: LUis SJnf!ll'r, El Rto_( esar. pp. ~5 y 98. El auto•· ob~er·,·ó que llt-gar·on a las m árg<'fi \'S
ri el Cesar el 6 rlt· mar.w • • P" t·dc decH-se que esa es la época df'l año en que mrrw~ n " ll"l
0
ti ene.• (ibid .• p. 127). '

\.G.t\. (Bogo tá). CurM :r Obispos . 13. r: 9S8 r·. y Vúiras Boftí,ar. 6. r: 698v.: José Nieol:ís •le la
11 1
"
Ros~/"fo':ewt, 1_1p. 206_.\ I~G _v .José M. De- ll·lie•· (comp.), Poblamie!IIOS . TI. pp. 40, :m-GO, 82 y J9l.
Lu•s StnlfleJ·, /:/ R10 San lo1ge, p. 39.

ordenar para conr.rolar + marta hurera an,qel


._. Cartagenil ~ <'XI ··erno oriental de la de Antioquia). En el siglo };\1TT tales sirrúlitucles y
«ferencias no se limitaron {como tampoco ho~ en dia) al clima. En l11 parle norte de la
lkp•·esión sobresalía como acti,·idad econ ó mica fundameutal de la población sometida
:ai Estado colonial la cría d e ganados. 186 Sah edad hecha de los al•·ededores de \atledupru'.
k producción ;¡gricola de estos haLitaHles en la p rovincia d e Santa \larla e ra reducida}~'
· "\.-1 sncedia lo mismo con los ChimiJa en su territol'Ío, pero esta 1woducción se mauteuía
;al nuu·geu Jt> los nH'l'Cados coloniales.
l<.: n la pa r le suroccidental d e la De p r·es ión .M ornp osiua o o se observaba e sta
~peei alizaci ón . ni la existencia de sectot·es de población t•adicalme~lle marginados de
~ me rcados coloniales. Allí no sólo se criaba ganado, sino que había una importante
producció n agrícola que se conH·•·cializaba y Larnhién se explotaba el o ro de aluvi.óu.'AA
La producc ión ganadera. en todo caso, no parece haber s uplido las n ecesidades de la
poblacióu. ya que de la pro,·i.ncia de antn .\lartn provenía b uena parle del ganado y d e
los productos de1·i, aclos que se consumían f"n la de Cartagena y e11 la parte norte de la
« .\ntioquia.'S!l La menor produ<"ci<)ll ganadera de la pro, inc i::. Je Cartagena era atri-
...ida po1· l'ombo al cobro d el impuesto d e la sisa, del cuaJ estabnn t>xen las La de Santa
)(arta, \ntioc¡uja y Chocó. 190
F M m iPOX : EL A GUA Y LA AII I'I Cl'!. i\CJÓN ENTRE LOS A NDES Y El, ( >\RIBE
EOC I\:\ :\DINOS

La variNlnd, sin embargo. se a elic ul ó geográfica y económica me nte en Lorno a


ft'Dtros e ·pedfkos y en el caso que nos or.upil ese centro fue la \lila de ~lompox . ubicada
práctica.• uente en el centr·o de la De presión l\lom posin a. Esa ' i.lla. a pesar de que no fue
capital de:- pro,·incia ~- ni siquiera ei udad. ocupó. junto con Honda, un papel cen tral en la
iotermt>d iac-ión del comercio neog•·anadino. 191 Al parecer este pap e-l st> vio r·eforzado en
d ~iglo X\'11 1. _,a que en el siglo \. \1 , ~ l orn pox. a pesar de su Lt>m Jwana importancia,
ISIUro p r Ó>..Í.IIIa a desaparecer e n varias 0]101'tl'II1Ídades hasta el siglo compa•·tióy xvrn
tu papel corne 1·cial con la ciudad tle 'fmnalnmec¡ue. En 1575 la A udi e ncia ele S:.mtafé
p:opuso que se cambia•·a la u.bicación d<' Mom pox, d ado q ue e:;ta villa estaha en la
lt.arranca d el río Magdalena. cuya c recie u le an ual era muy gr¿¡ncJ e .Y por tanto estaba
-.jeta a inundaciones anuales. Por esle motivo no sólo corría pPlig¡·o la ropa y hacienda

' 81' \ nlonio de X;u,·áez ~ La l cHT<" . • r,.o,;•wia de S;utta i\1;ut a". p. 49: José 1\i<'olás dt la Rosa.
Flores/fr. 1'1'· 172- 3 y \ ntonio Juli:ín. Üt Perla. p. 101 .
ts: J(•Sé \licolás de la Rosa. Flore.ff{f, p. 21/. describió la riqueza agrít·<•l:l dt• \ 'allcdupat·.
t:.< F.n las ot;Uas del Cau<'a ;w pmducía cacao, con el que se abastecía :\lom pox 1José Jg:nacio
dt• Pou• ho. "lnfom1e del Real Co nsulado de Cartagena de Indias a la S upr·t•nl a Junta Pro,cineial
d<· la tui ~ma" (1810). Alfonso J\ líirt<· r¡¡ \<·omp.). EIIS{f.)'OS Costeíios. pp. í!J - 224, p. 144). Sobre la
pmtlLJ('<"ÍÓn de oro en la ¡mwinda (ibid., pp. 89 y L32).
'~'' J osé 1icolás de la Hosa observó que de la provincia de Sanla ;VIarl:t se haeÚU1 Frecuentes
~;~ cus a la de C;u·tage n< • • po r ser ttllí la c•·ía tan moderada q tw no <tl can za a lo que n ecesita.>•
(Fiol'f'Sia . p. l i5). •\ntonio .Juli;ín. La Perla. p. 10.1 , ind it-:a qu~e Sant<• ]l·l;~rl a p roveía de carne a las
ciudades d(· Simití, Guamocó y a o iTOS pu r blos de la f"'o,·inci¡¡ de Zaragoza.
'!" José lgnar.io de Pomho. •lnforlllC•. p. 8:1. Es tr. autor indica que se cobraba un real de sisa
po•· la canw de v¡¡ca y dos por la de puen·o .r lf"e cu muchas pa•·tes el precio de esas ca rn es e•·<~
de sólo() a S •·cales libid .. En la :.egunda mitad del siglo\\ III la acli\i(f:td gnnlldCr-J. de la
p1-o' incia ¡¡,. C::u·tagena se concenu·aha ••u las ~abauas de Tolú. la Depre:.ión .\lomposina, <~n el
partido d<' Ticrradcntro y en menor eseala eu las inmediaciones df' la riuclad de Cattagena
\ del~ ida Sourdís, · Estruclllra dt la Ganadería- , pp. 614 5). \ éa:,e lamhié n ll e nncs To,·a•·
l'illl'.tÍII. TTnrirnd" Colonutl, pp. !H- 7.
1:\1 \utonio Julián ano tó que esa villa era •de gran comercio• (L" P<•tlrt, p. 201.). Según

\lcj;11 td ro de Humboldt, " Diario de Viaje .. , p. 149, en Mompm. "se hctct' ll tan tos negocios. si no
nd ~ rpu\ en Cat·tag(·~na, ··

J. LA~ 1 tANUR..l,S OEL C:\RIBE Y lOS :\NOF$ CENT!:tAU!S: lA PERCEP<.1 0:-l DEL ESPACIO GEOGRAACO
r

de los mercaderes, sino qtH' también la villa estaba próxima a desaparecer por· estarl
destruyendo el río. Se proponía que Mompox se juntara con Tamalameque. 192 La inieiat:i' .
sin em.IJa.rgo, no se llevó a efecto. En 1580 se indicó que en Tamalameque y f'n i\lompo\
descargaban las merca<.lul'tas que subían los bogas de Tenerife. 193
A finales de l s iglo :\VI[ la ciudad de Tarnalameque había crecido bast:mle ~
contaba. ?on ~~n activo f'omercio, yero a principios ele febr-ero de 1708, un ince n~o
consmruo cas t un centenar de v1v1endas en la ca ll e real. T<wto las casas de bahuequc
como las de teja fueron deslruidas. 194 La ciudad no pudo recuperarse de este d esastr~.
Hacia 1720 el dinamism o económico de la ci udad ele Tamalameque cedió en favor d ~l
de .Mo1n pox. En esa fecha las autoridades se quejaron de que los vecinos ~e
Tamalameque estaban abandonando la ciudad. Los de mayor cauda l se ha bían ido
para Mompox y la gente pobre para Simaná. 19:; De aJH en adelant e la supremacía de
Mompox se hizo indiscutible. A Mompox llegaban los ganados de la provincia de
Santa :Marla. 100 De El Paso, en esa provin cia. se llevaba carne y sebo a Cartagena.
Mompox. al río Cauca y de allí a la tiert·a del ot·o, es decir a la provincia de Cáccres ~
a Antioquia. 197 De Vaiiedupat· se sacaba cordob:í.n. s uela, sebo, quesos, ca me s:Jiatla 'í\
corarnbre 198 a l pe lo par::t M.ompox, Tamalarneque, Tene t·ife, río del Cauca, Zaragoz.al.
provincia de Cáeeres y Aut.io quia. 199 También ll egaban a Mompox los p1·odueto
agríeolas de la parte s uroccidental de la Dep1·esión Moruposina. El cacao producido ;
orillas del río Cauca abas1ecía a Mompox .~ 1
Por Mompox también transitaban las mercancías p 1·ocedentes del ue\'o Rei.no.
que bajaban por Honda y pot· Ocaña ~; los oros de las minas del sur de La provincia de
Cartagena ~' del norte de la de .-\..nlioquia.201 En las cajas de :M ornpox se fundían '
quinlaban los oros que se sacaban de las orillas d<" los ríos San Jorge. Callea, 'echi ~­
otros que descendían de las montañas de Guamocó. 201 Con la reactivación dC' la minería
anlioqtteña en el oriente de la pm,incia, en el área de Santiago de Arma de Rioncgro.
durante la segunda mitad dPI siglo XVIII, se le dio mayor importancia al camino hacia
el r.ío Magdalena, por e l que salía el oro y entraban rne r·cancías procedentes de Santafé.
Tunja, Vélez, Cartagen::t , Mompox, Buga y Popayán .203 Ocaí'ía, por su parte, ab::tstecía d ·
panela a Ca1·tagena, Mornpox, la provincia d e RenJ edios y las ciudades de S imití
Cuamocó, a cambio de ropas y géneros de España, que s~ adquirían en Mompox y d
polvo y puntas de oro que se producían en las áreas mineras. Ocaíia también abaste
cía de sábanas, medias, camisas. toallas, rua11as, sobretoldos y otras J.>rendas de algodón
a la costa Caribe ) a las orillas del río ~Iagdalena. 201

192
A.G.I. (Se\illa). Sama Fe, 16 y Juan Fr·ieclf' (<'omp.). Fuentes /)o('uml'ntnles. T.\ J. p. 402.
'"1 He rmes To,m· Pinzón (comp.), Rrlru·ionl's T Vúilrts. T. JI. p. 32:-i.
1 1
~ José Nico lás de la 1\osa, Fforesw, pp. Hl2- '1.
1
~• •\.G.I. (SI'\'Íiln), Sama Fe . 519: 1\.G.N. (Bo¡;ot;í), !fúiOri(l Eclesiástica, ·15 fl: 1%r. a 1:36v. y Jos
M. De-Mier (eornp.). Paú/amientos, T. IIL pp. 149-:íO.
1.x; José Nir.o lás di' la Rusa. Floresta, pp. l/5 y 20G .Y ss; Anton io Juli;ÍII, [(J Perlo , pp. 100

103 y :\del¡rida Sourrlí~. ~Estructura de la Ganari('I'Í<1-. pp. 613 616.


19' Nicolás clr. 1:. Rosa. Fluresla . p. 209.
198 C01·ambrc: -Los t'UCI'OS ó pellejos de los animales. l'ur·tidos o sin curtÍ!': y con partinrlari<la

los del toro. \·aca. buey ,) 11r;1tho de cabrío: !Diccionario de 4utoridnde.r. Vol. L T. IJ, p. 589).
lru Nicolás de la Ro~a. Flun•sta, p. 21/.
200
José Ignacio de Pon1h0. clnfomle•, p. 144. En las nlárgt•nes del río ~lagdalcna también
había pro~ucción "del rnás CXt)11~sit? ~cao" r~:-r:,nán Colmcu;u·cs. (comp.). Relaciones. T. l , p. 20;>J
20I i\lejlllldro de Humboldt, D1ar1o de V1aJe . p. l49.
312
José Ignacio de Powbo. •lr1forme•, pp. 8!)..!)0) Ol'lando Fals Borda, His1oria Doble, T. l. p. 124
21l'1Víct.or :\lvarez, "De la Región a las Su bregion·~~ 1'11 la Historia de Antioquía•, VI 11 Congreso

Nacional de Historia de Colombia, Frorlleros, Rf·gi()n f'S .r Ciudades en la Histori(l t!f• Colombia
Bucaramanga, l'n i VPJ'Sirl~ d ludustrial de Sautall(ler. 1992. pp. 151- 176, p. 161.

ordenar paro controlar ,J... marta htrrera anael


El fluj o de alimentos, manuf11cturas y oro, aseguró el abasto de la villa y su dinárrúca
rcial y le permitió producir y concentrar excedentes para alimentar a la eiudad de
gena, ese gran puerto catibeño que dominaba sobre <·'I mar, pero uo sobre su
in<'ia. Mompox, avilla de gran comercio de ropas y gén eros de España•,200 recibía de
~e na mercancías procedentes de Europa, del Caribe y de i\orteamér·ica, para
rtirlas hacia el interior e internarlas a sitios t.an remotos como Quilo, el Callao y
_:JX> 13mbién ¡·ecibía mercancías de con1Tabando de Río del Hacha, de las bocas del
~ \ lagdalena20i y, en general, del litoral Caribe, ca lificado por algunos como el "litoral
rontrabando" .20s En ciertos períodos esle comercio se activó aún más debido a los
ues de los pu·atas, que obligaron a estab lecer un itin erario alternativo de la YÍa
tima q ue unía a Cartagena con Guapquil , a través de los Andes. En 1739, por
plo, la carga ele las naves de España fue dirigida por vía Bogotá- Quito, para luego
reembarcada 11 Guayaquil con destino al Callao y la carga destinada a Espaüa se
ohió por la misma vía. Al parecer a partir de esa época se estableció entre Cartagena
~ta (yÍa Quilo) un itinerario de contrabando. 2111 Algunos mercaderes ele Quito tam-
-· iban a Cartagena siguiendo desde La Plata el curso del río Magdalena, \iaje que
obligatorio el paso por Mompox. 21° Fue así como la dinámica comercial de \fornpox
no reforzada por el n·áfico .ilegal de mercancías, cuya magni lud la erigió en la capital
rontrab~mdo d 1~ l 1uevo Rein o de Granada.211 Uno y on·o, el cornereio legal y el ilegal ,
"rieron de una numerosa población dedicada a hacer posible el transporte fluvial
las mercancías.212 En las llanuras del Caribe, dentro de la relación que se había
lecido con el medio arnbient<>, el agua era la pt·incipaJ vía de comunic:ación y la
· ad de la boga indispensable para suplir las exigencias del eomercio y del transporte.
Por lo demás, mercaderes y mercan cías no fueron los únicos e¡ ue se vieron
~ dos a navegar los ríos c:ar·ibeüos o a pasar por Mompox. La villa era un lugar de
obligado para la mayor parte de la bumcracia imperiaJ designada para desempeiíar

~' ;\ntottio J ulián, La Perla, pp. 118 y 125.


lo:; !hiel., p. 118.
100
:\ .G.I. (Sevilla), Sarua Fe. 3()5.
!(); A.C.T. (Se,illaj, Sanra Fr. 504.5 18, 5l9 ~- 522.

:m T..:mce Cmh n. Thr: Política/ Economx, p. 1. afi11na que -tJu' Colomhian coasl bctween Lake
\ fa racaib o and the Culf of 1' r·abá could be labeled r.hc litto ral of con rraband.- ("la costa
Colombiana, enrr·e e l Lago d e M:u·aeaibo y el Golfo de llr ah:í, podía ser ca ralo¡;ada como elli rm~JJ
d el contraband o.''). Antonio J uliíi n, La Perla. p. 285, indicó qu e el com erc io ilíc ito s ubía por e l r·ío
\trato y m{ls ltacia el orien tP, l!n la pro\'incin dP Cartagena, por varias cién agas confina ntes <:on
inú y To!tí y por el canal dr•l Dique: luego en San ta Marta, po r la ciudad, por río Hacha y
también por· Rahía Honda.
:JOO Jean Paul Deler. Ecuador. Del Espacio al Eswdo Xacional. Quito. Ediciones Banco Centr·al

dPI Ecuador. 1987, p. 85 y nota No. 154.


210
A n to n io J ulián , La P<·rla, p. 267. Vé¡lt i$C re fe renc ias a la vía que ib a po t· La Plata en
\.G.N. (Bogo uí), !11/.iscelrím·a Colonia . G, ff'. 633r. y 659r. y Carl os ll·hu·ía d e la Cn ndarni.nc, "L a
\mérica Me ridional.~ (1745), p. 47. Josef Antonio Pando, ''Yri tt r• rario r, incluye la des cripción
derallada de las ruTas Sa.11tafé Canagena, pp. 99 113: Sant.ali!- Po payán. por· La P lata, pp. 182-
191; Popayán Quito, pp. 206 211 y Qu ito- Gua)aquil, pp. 225 229, así cowo una descripcit)ll
más s inté ti ca de la carrera general o ruta prin c ipal Cart;¡gella- Lima, pp. 235- 246. Segú n lo $
cálculos de Pando, para tr;ms pOJ·tn r· t'l COITeo en tre Car tageua y Li ma se re<ru crÍ<m 73 d ías, Hl;is
í d ías de d e tr. rr<· io nes e n va r·ins lu gares; e l co rreo e n tre Cartagena y Santafé tardaba '17 <Jí¡¡ s
· ibid. , pp. 246 7). T:1mb ién hay r·ef(,n ,nc ias al diario paso de correos o clwsquis y comercian tes
por esta rula e n \ .C.l. (Se,·illa}, Santa Fr. 521.
211 Orlaudo Fa.ls Borda. Ht:rtori(l, T. I. p. 35B.
212 Se[;'Úll O rlando Fals Ro rd a (ibid., p. 12413¡ se calculó que en 1785. en PI cu rso de tres

~~teses, se wrns portaro n en 51 champanes d e Mompox, 5 .000 fard os y cajones de me rcaderías


hacia e l int e ri or d el re in<.l, ;wti vidad en
la cunl se emplea ron más de 1.300 h om b res.

t. l AS LlA.''tlR!.S DEL CARIBE Y LOS .-..'lOES Cf 'll'RAU'S: L' PERctP(;IOI'I OH ESP.,CIO CEO<;RARCO
sus sen·icios en la \luc' a Granada. Pocos e1·an los presidentes. virreyes. arzobispos )'
oidot·es que podían escapar del viaje Cartagena-Santafé y si se \·eían obligados a hll<'t>rlo.
1enían que hacer uso de las embarcaciones que surcaban el río Magdalena y pcrnoc1ar
en la villa de ~1ompox. 211 0 1ro tanto sucedía con las jerarquías menores. Algunos
Ulu'Ócratas, científicos, fi:ailcs .Y sacerdotes dejamn rorlos pero sentidos testimonios de
su paso por las riberas del l\lagdalena. en las cr•e la villa siempre aparece, diluida cnu:e
e l bochorno y el calor, que dejaban al escritor sin e necgías para ver m:.ís all:.í de la
incomodidad que le causabaJl.
F:videnternente Mompox merecería un esturlio a profundidad que moslrara la
forma como desde allí se articuló el comerció neogranadino. Sus conflictos cornaciales
y administrativos con Caelagena, al igual que sus períodos de auge y de decaclencia en
el siglo X VIII, también amer·it.arían mayor atención. 211 Sin embargo, este n·ahajo Ho se
centra en esa Yilla. sino en el territorio que la alimentó con sus ganados, sus produt·tos
ngr·ícolas y su oro) que tm·o en ella a su capital admillislrali,·a. Se trata ele u11 área que
presenla una gran diversidad .'· al mismo tiempo. una fuerte' articulación. Tal <H·I irula-
ción trascendió los límites político-administrativos quP. se fijaron desde las primeras
dhadas del dom inio colonial. al establece1· el 1·ío Magdalena como límil e entre las
provincias de Santa Marta .Y r.artagena. Esta es una de las ra:t.orws que invitan a estud i ~tr
ambas provincias como conj unto. La otra, no menos importante, es la vatiedad de formas
de poblamiento que presentaba la Depresión Mompo::;ina e n el siglo xvnr.
Est:l CMac:
leríslica hace que se constih1ya en un magnifico ejemplo de las particularidades que
asumió el poblamiento di' la rosla Ccu·ibe colombiana. Pero además, la artjculación t1ue
presentó la Depresión ,\ [omposina en el siglo \;nll no fue est..í.tica y no se circunscribió
a los que, deni.To de cier·la pe rspecti,·a. podrían considerarse como sus lúnites geográficos.
El área que se artknló ecouóu•ica y políticamente con Mornpox fue mu_y fluida. A veces
llegó casi hasta la ciénaga de Santa l\Iarta por el norl e y hasta la desembocndura del
Sinú por el occidente. 1\Jgo similar sucedió con sus pobladores, que con frecue 1tcÜt se
desplazaron de un lugar a otro, sin preocuparse rnuchn por las disposiciones del ~::; lado
para evitarlo.
Precisamente por la fluidez del tenitorio raribeño y de sus pobladores se tr:~ l ará
en lo posible de pt·esenlar una visión global de las llanu •·as Carihei'ias y, a unque el
gmeso del trabajo se centrará en la Depresión l\lornposina, sus límites se asumirán
con flexibilidad, para no limitar artificialmente una dinámica que se cat·aclerizó más
bien por su fluidez. Cr·eemos que la cornpr<'nsión y c ont•·aste de las forr~~as de
poblamiento de In re gión Caribe y las f(Uf' primaron en los Andes centr·a les
neognUladinos enriqul'cerán no sólo la visión sobre las pautas de poblamiento de una
y ot•·a <Írea, sino que también llamarán la atención sohr·e 1 ::~ impmtaucia que esas p:wtas
han tenido sobre un a configur:H·ión regional de l país,m que dista mu ch o de ser
homogénea y cl<u·amc ntc delimitada.

m r\.G.l\. Bogotá. Juicios Criminales. 201. f: 220r.: \n ónim o, ~rll \ 'irrey Apoplégi<·o. Di:wio de
la subida por el Río ,\lagdalena del E.x~no. Sr.\ lrrey don Juan Díaz Pimienta y lo onn-rido hnsta
Sil FallE-cimiento. 1782. •\níbal \ ogtlet-:t "lendoza 'comp.;. rróniM Crande del Río lfagd(l/('11(1. T.

1, pp. 12!l 139 y José \l. Ot·-~ lier 'comp.' . Poblamiemos. T. lll . p. 180.
210 Sohre estos punto~ resulta ilustrati\·o el documento plohlicado por Gustavo 13cll l.t>11ous
,comp.). ~conn·abando r inl~·o·rscs ..omerciales en ~lompós cn ~· 1 siglo .\VIII". Revista 1/u('//lls,
·o. 20, Barranquilla, U11 ivco~~id~d del Norre, l!J87. pp. 47 66.
m La importancia (lP 111~ pautns de poblamiento para l ;~ comprensión de la cou tigunu.:iún.
regional fue iJldicnda hn\·<) ya varios afws por Gernuín Co l mr>n;~rcs, ~Hegión- ación '', _pno no
se h an realizado esfur•o7.os s istc.::máticos por desarrollarla.

ordenar para controlar -!-- marta he.rre.ra aoael


11. L.\ i\10RFOLOC lA DEL PORLAJ\11El\TO

i\ lfl~ distintas posibilidades y lim itflc:ion es que ofrecía la geografía de los Andes
crntrales )' de las llanuras del Caribe a los pobladores del siglo XVlfl, S(~ articulaban
brnas d e poblamiento que presenta bruí rwu·eados contrastes} Eu los And es cent1·ales
predominó un 1ipo de ordenamiemo espacial ele carácter relativarne ute homogéneo, que
ft':flejó .' r·efo r·zó e l control que tenía e l Estado colonial sohr <' la poulación. 2 En la
~ón Cu·ibe, por el c:on tt'<rrio, lo que sobresa le es la helerogeneicind dP las formas de

' Saho los trabajos de Gemoá.n Colme nares, -RI'gión- i\acitin- ~- -EI n·ánsito a sociedades
camp<'si uas de dos sociedades esdavistas en la \ueYa Granada. C:11t.,gcna .Y Popa.1án. JiSO-·Js:>o-
198i ,. Rt'vista Huellas, No. ~J. Bamuoquilla. Lninorte, 1990, pp. H-24. no St' han adelantado est1Jdios
comp:m11i\ OS sobre las formas de poblamiento vigentes en la Nut>va Granada en el s·iglo XVJIL
Fahio Zmnln·ano y Oliver Bt>rtt;\o·d, Ci11rku/ y'lerrirorio, pp. 25-01, prese ntan u11<1 gent'ra liz~v:i<ÍII pao·a
el per íodo colonial. p<'ro s u~ plalllttuni cnt<)S r es ultan do>rnasi;1d o globales y ~pmtitn muy poca
f•v id(' n(' ia para sust.entar sus afi m taciones. E l artículo rl<~ Jaime Salcedo S alcedo, "Los PueiJio; de
Ind ios en el uevo Rt'ino de Cnmatln y Pop~y~n·•, Hamón Gutiérrez (coord .). Ptu'blos de Indios. pp.
1i!) 203. inclnye ~lguno,; elementos <'olllpM·illi\ os ¡·('lativo~ a los pueblos dt~ indios organizados
en el siglo X\'1. Sobre el poblami ento n<'ogr·anMiino <'n diversas áreas de l IC<'I'ilo ri o. distintas a las
rl c las regiones <'onsidcradas en este es tudio. vé:lst': Ge rmán Colmena rrs. ~ cast;Js. patrones de
poblrunienro -= \ngela l. Guzmán. PoblamiNtto .r Crlxmismo y Poblamiento r 1/irlorim: Cal'_\· \V. Crafl;
-Spanish P:-.rishcs- ~·-cofradías in tJw \'cw Kingdom of Granada: La.' Fratcmitics in a S panish .
\ mcrican Fmuticr Soeie~·~,l'h.O. Thf·sis, l"niw:•-sity of\Yisconsin, l!li~. cap. liT: \Iberio Corradine.
. lm· .r -lrquitectura en Santander. Bogotá. rnivcrsidad Nacional de Colonohi a, J9S6 ~· -t;rbanism o
esp:titol <·o¡ ColomJlia. L{)s ptwhlos (((- indios~. Ramón GutiO.:lT<·z fCoo rd .), Pueblos de Indios. pp.
157 1ill; Gabri el )farrinez ReH•s. Punáonamienro Socio- Hconómiro: \ ml:tlldo Mm·tínez Garnica.
''El rPginwu de la parroquia"; .1\rn ~do 1\nlonio Guerrero Hin cón. l .r1 Pr1.wiwia de Cuanentá; .Jain;
Gtol ié oTC~. Ramos y A11nando tV!arLÍII el Camica. La Provlitcia dt' C:nrda Rovira y Armru1do M.ru·rinez
C am ica ,. Amado Anton io Gu<~lTCl'O Rin cón, La Provincia de Soto.
~ Sob re el pob lami en to e ro Jos 1\ndcs ce ntra les v~ase Cc n uán Colmenares, " H.egió n -
t\ 'ae ió n"; La Pro"incia o> Historia Económica: .Juil11 A. Vil!:un;u·ín , ''Encome nde ros :lnd lndians":
Ju¡ut \ . \ illamar·ín y Judith E. \' illamarín. "Chibcha S e ttleruent llnrlt>r Span isb Rule: 1537
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Congr<'gations": ~lagnus Momer. -Las comtmidad<,s Indígenas y la Le¡;islaci1Ín S<·g¡·cgacionista
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fa Repúblim. Del Clan a la Encomienda .r al Lar1jundio en Colomln·a 1 191¡9). 2a. ed., Bogotá,
·Instituto Colo mbiano de Cultura - Coktd tura- , 1975; J eannl' !ll:n is Eu rfo.rd d e 13uchanan,
"Pueblo. Encolllicnda y R esgua rdo-: r,,la rta H e rrera Angel, "E~pa ci o y Poder. Pueblos dt>
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Vo l. \.XXJ. 1994, pp. 35- 62: ~ Po pu l n r i on , TI'J-rito r·y and Powe r in Eighr ccnth Century New

11. L.\ MOKFOI CJGJA L>EL POBL'\MlE!'ool O


ordenamiento espacial y de control terTitorial. 1 Esa variedad expresó diferentes niYeles
de sujeción al cont1·ol colonial, que iban desde la autonomía polltica y económica de
las comunidades indígenas no sometidas, has ta la fidelidad qu e se exigía de plazas
fuertes como la de la eiudarl de Cartagena, sobre las que se apuntalaba el con trol
militar del impel'io. 4
En esle eapítu lo se es tudian las diferencias que se presentaban en las formas de
poblamie nto de una y otr·a región, desde la p erspectiva de su organización polilic:o
adminish·ativa.'' Para el efecto. e n la primera pa~·te se precisaráx1 las caracterísÜ<'-<lS bá!-iicas
del tipo de asentamientos "'rurales" más comunes en las regiones consideradas. l<:s nn
tema que rernite al predominio de cierto tipo J e asentamientos en estas regiones y a la
forma como tal fenómeno se relacionaba con la composición demogrnfica de la población
y con su organización política. Se mostrará que el sitio, característico de las llanuras del
Caribe, pero prácticamente irtexistent·e en los Ancles centrales, llevó aparejado un rneno
control político sobre la población "libre de todos los colores '' que lo habitaba, a dife·
rencia de lo que sucedió con los pueblos de indios, que ocuparon un papel cenu·al
dentro del ordenamiento espacial de los Andes centl'ales.
Luego, en la segunda parte, se mi,·ará la relación de los asentamientos "rurales"
con las ciudades y las villas a las que estaban adscritos jurisdiccionaJrnent:e y sobre las'
cuales recaía su admirústración. Se apreciará que en este nivel se presentaron significativas
difereucias entre la región Caribe, donde las ciudades y villas fu eron numerosas. y los
_\ndes centrales que contaron con un número relativamente reducido de eslos
asentamien tos. Tales variaciones refl ejaban importantes diferencias e n la estructura
administrativa de ambas regiones, ya que mientras en las llanuras del Caribe los cenLr·os
urbanos eje rcieron un control directo sobre los asentamientos de S\1 jurisdiceión, en los
Andes cenn·aJes este manejo se vio apoyado y mediatizado por los r.or-regimientos de'
indios. Est.a institución no sólo le permitió a las ciu dades o a las villas controlar un mayor
número de asentamientos, sino que facilitó el que se estableciera un ordenamiento
administrativo más acorde con los intereses de la comna.
La tercerd parte se dedicará a mirar lo relativo a la dens idad J el entramado de
asentamientos controlados por el Estado, que era rnucho menor en las llanuras caribei1as,
que en los Andes cent1·ales. Se apreciará que en la r·egión Caribe, estos espacios eu los .
que no figuraban poblados reconocidos como tales poi' el Estado colonial, eran ocupad os
por comunidades en las que primaba un tipo de organización que confrontaba las
disposiciones est.atales. En esos te rritorios, si bien el control territorial del Estado colonial
no era cuestionado po1· la población, el dominio que se tenía sobre ésta era preea1'Ío. La
reorganización del poblamie nto que se lleYÓ a cabo en esa región en el siglo \.\'IlJ, se

Granada: Pueblos de indios and AutJ1orities in rbe l'rnvince of Sa ntafé~, Austin, YMrhook.
Cot((f'rence o.f Larin Amerira11Úl Ceograplzers. 19!)5, pp. 121···13"1 y Poder Local
' Sohn• le poblnmieruo <·n l<l n;gión Caribe. véasr·: Gennán Col~ncnares. " Región- Naóón- y
"El u·á11sito a sociedades campes inas~; Orlando fo'al ~ Borda. Historia Doble·' ( (¡piJalismo. Hacienda
)" Poblami<'nto (1!173). 2a. cd .. Bogotá. Edirol'i~l Punta de Lanza. 1976: ¡\h·í3 Dolores Gonzálcz,
"La Política de Población-: Gilma ~lora de Tonu·. -Poblamiento ' Soc·iedad.. : Pilar Moreno de
,\u gel. .-lnronio de la Torrr; Jorge Enricrue Coude Calderón, Espacio y Sociedad: J osé \ gus1ín
Blanco Ban·os. Sabanalarga y El.\'orte rú: Tierradmrro.
1
Una propot•ci<ín considerable de los estt•dios sobre la región C:.ribe se han centrado e u 1<~
ciudad de Cartagena, véase Sergio Sola.no, Biltliogra.f/a llistórica del Cari!Je Colombiano, Barranquilln,
Ediciones ·u ninortc, 1990. Sobt•e la historiografía de Cartagena véase IIaro]do Calvo Slf'V<'IItiM
y ¡\dolfo Meisel Roca (eds.). CMtagena de Indias y su Historia, Bogot;Í. Universidad Jorge T;1dco
Lozano, Secciona! del Caribe ) Ranco de la ltepúblira, 10HS.
:. En los ca píhtlos I\ .' , . !>C profundiza lo ¡•el:lli1o al ord enamiento espacial de ros pueblos
de indios y de los sitios y al control político que ~ste llevaba aparejado.

<8o> ordenar para controlar + mono he.rrcro ansel


¡

duigía a reforza!' ese dominio. En los Andes centrales el objetivo fue otro. La sujeción
de la poblacióu al ordena.nliento colorúal no estaba en cuestionamiento, lo que se bust:Ó
fut> auecuar su ordenami ento espacial y administrativo a los cambios demográficos que
~ ha bian opt>t'ado al interior de la sociedad. Las prf'cisiones qu e se harán en este
npílll lo aportarán elementos para compren de•· cómo se articuló el ordcn:Hniento espa·
naJ con el t:ontrol terrjtorial y político en las regiones cons ideradas.
!\. T!POLOGfA DE LOS ASENTAMIENTOS CONTROlADOS POR EL E s·¡:,\1)0 EN LOS
ANDES CE TRALES Y EN LA REc.JúN CARmE

- lnhabitcd space - start.iug w;th the l10usc- is the pri>ilcgcd site of the objectification of
the generative schemes, and, r·hrough the divisions and lúenll'chics itestablishes
bel:\vccn things, bclween people and between pracliees, this matct·ialized syst.em or
dassilication inculcates ami constantly rein.forces tl1c principies ofthc dassificatiou
which constitutcs the arhitr¡¡rincss ofa cultw·t::'1;
Parte como resultado de la poca atención que han recibido los asentamientos
oudeados de las áreas rurales hispanoame ricanas, se presenta uw1 gran confusión
~p eeto a los tipos de poblad os alrededor de los cual es se organizaba la vida cotidiana
de la población sornetida al Estado eolou ial. 7 Aunqu e u na mirada superficial pueda
identificar fácilm ente a un pu eblo con una part·oquia y hasta con una YiJia. se trataba de
a;entamientos con características muy distintas. 8 En la sociedad colonial las divisiones
iales establecidas por el Estado, se veían complementadas y reforzadas con las normas
~Ia tiqts al ordenamiento espacial de la población, al cual iba aparejado un tipo de
«ganización admiuistrativa. 9 La parte central de una ciudad o de una villa era oct~pacla
por los "espaiioles'', rnientTas que en la pet·iferia, en los Uacnados arrabales, se asenta-
ban los indios qul" prestaban sus senicios a los "espai'iolcs., allí radi cados. Hl Fuera de
~" poblaciones para '"españoles .. , en las árt>as "rurales .. se erigieron los pueblos de
mdios para la población nativa. rlonde los '"españoles" no debían rcsidir, 11 salvo

6 Pien·c Bourd ieu, Tite Logir Q( Practice, p. 76: '' El cspario hahil:tdo - empez11ndo por el de hr

casa- e:; el lugar pr·i'"ilegiado par·8 la objeti\"IICión de los esq ut>m;lS gcnerati,os. ~lcdiante las
di'"isiones ~ jer~trc¡uías q\te est.1blece entre cosas. personas y prác1icas, este sistema d(' dasificación
materializado ineulca y conslantcmcnte reftrt>t7JI los principios de clasificación IJ UC constitu~l'n
In arhih·ru·iedad de la cultunt."
7 David Hohinson, "Cban ~;i ng settlement".

~ Es usuid que en los es1udios sohrt> r l poblamiento y l;t organi zacifl n po lítica en 1:1
período colo ni al estos t~nninos se usf'n en forma muy laxa. \ -éase. por c·jemplo. t\núwn.v
McFarlane. Colombia . pp. 353 y 365- 8: .Jor¡;t· Enrique Cond<· Calderón. " Espacio. Socierbd-,
s.p., capítulo 1\: Gilma Mor·a de '1()\"at·, ~ PolJiamiento~. pp. /¡Q- 41 .'· ~lm·garila Canido. Reclamos
.r Represrntnciones lltu·iariunes sobre la Político c•n c/_Vuevo Rc•inu de Granada. 1770 1815, Bngol{l,
llaneo de la República, 1993, pp. 113- 125.
9 Ma¡p tus Mi)rner, T.c1 Corona Esp(u/ula: ~Las Comvn i d;rucs~ y La tlfezda de Razas en la

His10ria de 4mérica Latino ("1!)67). Buenos 1\ircs. Paidos. 19G9 y Jaime Jararnillo Uribe. "Mestizaje
y diferenciación social en el l\uevo Reino ele Cran;lda en la segunda mitad del siglo X\111" .
.-lCHSC. :Xo. 3. Bogot.-í. CniYer,.idad Kacional M Colombia. 1!)65. pp. 21-48.
10 Da,;d Kohinson. -EJ S ignificado de ·Lu¡;·:u,.". p. 13 . Aonqu('. como lo indira el autor. en
algunos casos es1os pobladores se ubicaron incl u~o dentro de In c:iudad misma, rlebc subrayarsr
que llO lo hacían en calidad di' vecinos, que gozah;ln del pri,ilegio de ocupar el área eentnu de las
cit1daJes o de lits villas. En '1807, por ejemplo, f• l agente del fi sr.ill del ct·.i men en !:1 ciudad ele
Sanutfé pedía aumento de sut>ldo y precisaba que '"i,·ía en w1a (' :tsa en la plaza mayor ''que debe
mantener ¡x¡r ser aparente p:tl':l su destino· 1 \ .G.\. (Bogot.-i), .Einplrados Públicos Cundinamarca. 4. f.
-:¡82r.). Sobre la ocupación del IÍ1-ca central~ su I"f'lación con la Ol"¡)<llli7.ación jerál'í¡uica de los cenu·os
urbanos en lil sociedad colonial véase, tambié.n. Al;m Durston. "Un 1·é¡,,>imen urba nístico", pp. 71- 3.
11 Rec-opilación de Lryes de los Reinos de los Indias (1681). ~Vol~ .• 4" impresión, Madt'Íd, por la vi1.1da
de D. Joaq uín Ibarra. MDCCT.XXXt\ J, T. n .libm VI, tilulo IU, leyes XXI y XXH. lc:s1as disposiciuucs

D. L' MORFQLOCL\ DE~ POBL'-\IIENTO


<8 I )
<'xcepciones. como en el caso de s us respecti, os curas. Para la población prorPdent~
de Africa no se definía una tipología de asentamientos. :'a que se la in corpora h11 dentrg
del ámbito de lo - español". en su calidad de esclavos. l\luchos de ellos \ivic1·on en 1<
h;~c i emlas y en I:Js minas. en donde desarrollaban s us actividades prod uct ivas. 12
Estos parárnet•·os, aparentemente senr ill os, en cerraban serias difi cul t:Jcl ~>s d
aplicación , no sólo pOI' la magnitud de los es pa cios en América, sino porque n
< :on t·<~mplaron el f't~n ó m cn o del rn estizajc, que hor·adó las claras diferencias e nl.(·e lo illj
dio. l.o españ.ol y lo africano. De esta rmu·1era, aunque lo clisp·uesto por la ley tuvo u'
intporlante impacto sobrc la forma corno se organizó la poblaeión, no da cuen la de l~
<'Omplejidades ,\· va•·i:lC'iones que presentó la :1plicación del modelo de segregac-ión rspa<'ial.
~ste último, con el tiempu, no sólo se hizo rmís complejo, sino que si1'VÍÓ para inte riorizar
pat"<hneh·os de jerarq ui¡iación t-a<'ial y social. 11 La articulacÍÓJI e niTe las exigencias l eg<~ l es
:- la dinámica social hizo posible. por ej emplo, que e n muchos pueblos de iudios Ui
s<'gn'gación espac-i:1 l oprrara en un alto porcentaje. a pesar di:' que se hubieran 1ransfo ·-
mado en espacios <'n los que se el:'gularizaron los inteecambios y. las relaciones entre lo
indígenas y ~español es" . 1 " 1\ un mismo tiempo. el r onrt>plo de pueblo lomaba un sentid>
más específico, en el qu l'! :w reflejaba la in eorpm·ar ión del esquema segregacionisla e 1
la vida cotidiana de la población. Así, mienti::·IS que en el siglo Xv1 cou frecue ncia .
utilizó el eoncepto de '' pue blo" para referirse a los nsen lamientos de "espaüolcs", 1G pa ·. -
lati namente este coJJcepto se asoció con los asentam ientos para indígenas y, en el sigfj
\:VIII. sólo rnL~Y esporád irame nte se utilizó pa1·a t•f'ferirse a otro tipo de asent.amienlos.

fueron ¡·citN·ada~ pOStl'ri onnente: \·éase, po¡• l'jemplo. 1\iclia rd Konetzke (COID p./, roiPcrión d.e
Documenms pnm la flistoria de la Fomwción Social de flispanoamérira 1493 1810. 3 \ 'ols.. .\h1dri<;l..
Consejo Superior dt· lm t·sligaciones Científi t:<~~- t9:i8. \ 'ol. 111. T J. p. 285-6. \ éase también Jos..l·i na
01a,·es de Bonilla ,comp.¡. " [nforme-. pp. 15~,_; y Hi9 y \. G.J. St·villa, .'>ama Fe. 397.
12 Robert \\'rst. f. n Minena de Aluvión ('I/ Colombia durante el Período Colonial :, 1952J. Rogouc.
lmpr~>n ta Nac iomd, 1!)72. pp. 80 -5; Hcrmes Tov11 1' Pinzón, !ladenrlo. pp. 45- 58: Angela T. Guzmán.
Poblmniemo e Húrl)rios. pp. 79- 84 y 124 138 y Rafi1C·I t\nLonio O íaz, F-sdrwirllrl, Re{{ión ,r riudot
¡;;¡ Sis1ema f!_"'sclao¡:~w (;r{¡ano Regional en SanU(/t de Bo¡:;ouí, 1700- 1750, Bogotá, Centro .l;;diLm'i11
Javeria110 CEJ:\. 200 l. pp. :'.6- 58, 118· 9 y 127- 132. j
13 Soi>rf' la ¡·elación entre la ol'ganización dt·l ¡·;;pac·io y la intexiorizac i<ín de las jcrarql.lía;,
sociales ~ raciak~ en el <:aso de las ciu dades hispanoam ericanas véase Da' id Hobinso u, -I.i
Ciudad colon ial...
14 Co1110 S<' \Crá .:on más dt•tallt• en el capítulo r.: dist>nlimos de lo plaute:Jdo por Juan Fricd
Los Chibchas bajo la Dominación Esprulo/a 1960 . 3<~.. cd .. Ro¡;utá. La Carreta, s.f. ·' por ¡\lagnu~
Morne1: -L'\s Comunictades- y La Corona, q11iP.ncs asuu1en <JUP. todos los -Ycciuos~ qu<- aparece •
registrados en los t·c·nsos de los -\ndcs centrales habitabau en los poblados iudígcnns o en s
r~>sguardos y. por· lo lllJIIO. se consti tuían <·n hab itan tes "ilq;alt·s·· de los pueblos, 'Jll(' conlra,·e¡
n ían las normas de scgT<•g;1ción espacial. Sohre f"Stl' problema vé:1sf" .Jorge Orlando ~lelo, ~,; Cuántll
Tierra ~ ·ecesi ta 1111 Indio pan~ Sobrevi.vir·?~, C:acNa, 1os. 12- 3, Bogotá, Colcu.ltma. lni7. pp. 21$ 3~
y Mana Herrera '\ugc· l. Poder Local, pp. 89- 90; ·' J>op ulati ou, Territ ory and l'owcr- y ~ F.s p~•·io '
Poflel'": .Josefiua \.h¡r vcs de Bonilla (comp.¡. "lnfiJrmf"'' y Joaquiu de ,\¡·Ósl~>gui y Eseolo. " htlimue
13 Véase, pM ej c•mplo, llc·nnes Jo,·ar Pinzón (c:ontp. ). l?elaciones.r VL:~iLrt~. T. 111, pp. 274. 279,281
)' 28!J y Reropilación. lilli'O r\: LÍtu lo V. ley Xl_v títul o \il l , 1<·.) U. Uc cualquier ro l'ma COIWiCt:l(' Jl¡un;~
la atención sol)l'e los d istintos si;,rnifícados que se le dnb:ln (v se le thUl) a la p:llalwn¡nwblo: -El
lugá r tÍ Ciudad yuc esta pohlado dt• geme.~. -s<' toma t:uubien por el conj unto d .. gentes quo:;
habitan el lu gár.~ .Y -s<' llanta 1amhien la gente común .' ordinaria de algun<l l.iudad ó población.
á di;;tincion de los i\obk·s~ Dirciounrio de Awondades. \ 'ol. lll. T.\: p. 422 . Solwf" 1:! ambigüeda
del con cepto ' éa,c igua lm<·nt<• Syh ia Broadbent. Lo.t Cltihdws. Organiwcióu Socio Polirica . scri
latiuoamer·icana C\o. 5. llogotá. l'nivt'1-,;idad Nacional de Colombia. 1964, p. 19.
' 6 J aime Salcedo SalcPdo. Crbcwismo Hispano lm('rimno, pp. 121- 5. Uua ex('r·pción e'}
este semido pm·cl'ci'Ía 1~rcse n t_: 1·~e en la_ pro,'Ít~c ia dt• Popay<in: en la relación d(' los pueb lo~
_r s 1t1os q ue se clabu •·u en l;~li . se h 1zo rcf eren t:1a ¡¡ ~lgunos asentamteu tos . r.:on ro po
t•jernplo a Tuluá, i ndi d ndos•~ : "este pueblo es de lib res y tdgunos pocos in dios " (l·lc rJHe.
To,·~r r t a l. (t·o n• ps.). CiJIIvucaloria, p. 327; suh rnyados 111Íos).

ordenar para controlar ...l... marta hencra angei


0... esta (()rrua, .l a pertene-ncia a 1mo u otJ·o tipo d e asentamien to .Y ellugnr que se ocupaba
4knl1'0 de él. indicab<m .Y refOI'taban l"l lugar del individuo denti'O de Ja socieclad. 17
l. Los :\sentam it> ntos para Indígenas
F:n tél'minos genc•·ales los asentamientos de los indígenas organizados hnjo el
«<OLml del Estndo se clasi fi cab<m en dos tipos: p!lehlos de indios y pueblos de misión. Esta
ch:.ificación apuntaba fumlamentalnwnte a establecer PI grado d!> incorporación de
i
e>1 -. pobladores al sistema colonial. ya que. por lo geJ1cral, los primeros estaban
aJmf'tidos al ,·asallaje de l rey, mie ntras que e n e l caso dt' los pueblos de misión su ~
-.:-ot-poración era incipiente. Es decit, que inde pendienLelllente del l.;lmm'io o de cua l-
~f'r otra pn•·ticttlaeidad notoria q11e los asent amientos indígenas pudieran tener, eran
l
!
• ueblos ele indios o de misión. Se puede Yet· en esta <'lasificación un esfuerzo por
.timplificar la heterogeneidad indígena, reduciéndola a un patrón común, deniTO del
CIN.I se suprimían las vari:.tc:iones entTf' comuuidades, entre idiomas, al igual que enttc~
zenlarnienlos. Al ser incorporados al poderío del imperio. los incl.ígen:.ts perdían su
~<'ifieidad culturaL para transfor·marse en v:.~sallos dt'l •·ey qut' debían ocupar el
~ qut' les había sido seiialado dentro del ot·dPnamieu to económico. político y ~ocial
*l -.istema colonia.!. Como tales, su lngar eSlélba en los asentamieu tos para indígenas
.,.._ para efectos del sisl<'rna colonial, no amf'ritaban mnyor·es distinciones en tre sí, ya
le lo que importaba expresar fundamentalmente era el lugru· del indio dentr·o del
t n social colonial.'~ Tal simplifi<'ación encubría. sin <>tnbargo, importantes difcren-
oa .. entee los pueblos de ·indios .Y el papel fJIIC, en f un ción de eil ta s difere ncias,
~mpeñab<UI al inlerior del engranaje •· egional.

a. Las Misiones o Pueblos de .1/isión


La orgatrización de los ind·ios e n misiones a cargo de comunidndes teligiosas, se
«a>nsi deraba <'omo una fnse tnms ito r'ia de adecuación a l orden co lonial, que debía
concluir cou la incorpora<'ión de los indígeuas en la sociedad coloniaL como fieles
'11:1t.'allos del l'e.v. _~ veces. en considera<'ión a lo transitorio de esta fase, se posponía el
ITparto de los indios e n enC'omiendas y la fijación d e l tributo que debían pagar.w

11
\'ra~e. por t:jt•nrplo. Recopilación, T. H.libr·o \ .título 111. l<.'y l.Véase tawhién David Robinson.
-El significado''.' "La Ciudad colonial-.
l$ Sobre eslt· punto resuha ~i gniticativo lo planteado pnr Bom·dieu, t'll <'1 sentido 1k t(UC:
~u y su·rl(:tu ring thc per·ception wh ich social ngents havr of tht> social world, 1 ht' act of
narning hc lps to eslabli,;h the structurc of this wol'ld, .. . i11uicates to SOI II COII C that he possesses
such nnd S11ch properl}· and indic:lt('S to hiw at tht• time that he musl eondu<'l lrir11self 'ÍI1
act·ordancc ";th the social cssencc "lrich is thcrcb) assignt·d to him.- Pi erre Bourdieu./.anguage
and Symholic Power. pp. IO::í-Q :
"•\1 I'Slnrct:tu·m· la ¡H'rcepción <Jl•C los actor·c·s so<'· iales tienen dt>l mund o social, el acto de
nombn11· <ryuda a es tírblecer la I'Sinrctura dt> e~e mundo, ... le indi ca a a lg uieJJ qu e posf.('
determin~das caracLI'rÍslicas y. ::tl rn ismo tiempo. que se dc L.e co mp ortar de :lcuel'fto con l:t
esencia so<'ial que <k l'Sta fonna " él se le asig:ua.-
19 Sobre el carácter temporal.\ transitorio dt• las mis ion<.' S ,·éanse las quejas de los' irTcyes

sob r'f' su poco -<rdelantamiento". que se rdkjaba en (Jl' e hahía un rc·has que SI' habían
mant<'nido como t·., lcs duranl.t~ ruás de un siglo (Germán Colnrcnares (C'(>mp.). Relacione.1·, T. 1,
pp. 128 y 167· 17'1~ . E11 una rt>al c·édula dt> 17 f(¡ se ordenahn informar sob re el estado de las
mision~·s de Bect>rril. en la pr·o,·incia de Santa \ !arta. con f'l fin de decidir· si se transfi)l'nrahan
en pueblos de indios. Esa modificación haría que los indios conn·ih••.YCr<m con el diezmo y
denr:{s emolumentos y li mosnas que dllJ'Ían para viv ir a los 4 religioso~ radicados en dlas. con
lo qLH; qued~ ría ''ma5 dt•sahogado mi lh·al hcr·ftl·io" (J\.C.1. (Sevilla}, Santa Pe, 518). SolJre el
particular 1'1 obispo de Santa Mar'Lil co nceptuó c¡ue, a pesar dt> las solici rudes para que se
hic iese doctri na o pul'blo y st> PIH'Ornendasl'n los indios. no era COI1\f'niente hacer ese
cambio \ .C.I. Se,illa. Sama Fe. :íiS ~· \.G.~. Bogotá' .!Ji.rtoria F:c/esi(Ístim . 15, f. 24ír.) "·,·

11. LA MORFOLOGIA ()fL I'OBLAMIENTO


Dadas las caraclenstlcas de los pueblos de mlSlon, en muchos casos su existencia
resulta indieativa sobre la antigüedad y el grado de eonsolidación del poder colonial
sobre la población indígena de una determi.nada área. Hacia comienzos del siglo XVIII
las misiones tornaron un nuevo impulso en la Nueva Granada.20 Extensos territorios
estaban siendo ocupados por indios "gentiles", no sometidos a la corona,21 como era el
caso de buena parte de la pwvincia de Santa Marta. 22
Por el contrario, en la mayor p¡u·te del territorio de los Andes centtales la gestión
de las misiones ya no era considerada corno necesaria. Había en todo caso excepciones,
sobre todo en área marginales y colindantes con territorios sobre los que se tení~
poco control. Este fue el caso de los indígenas Tunebo (U'wa), ubicados en los alre o

dedo•·es de la Siena Nevada del Cocuy, en el extremo nororiental de la jurisd.icción


de la ciudad de Tunja, que colindaba con los LJanos.23 Pueblos como Güicán y Cocu
se habían establecido desde el siglo XVI, pero i.ntermitentemente se transformaro .
en misiones, dada su deficiente integración al sistema colonial. 24 Sin embargo, est ·
situación era en cierta forma marginal dentro de la organización administraLiva de l '
jurisdicción de la ciudad de Tunja.~5
En cuanto a los pueblos de misión que se establecieron en las llanuras de '
Caribe en el siglo XVIII, no se han encontrado descripciones sobre la f(mna como s~
organizó el espacio en su interior. Se desconoee por tanto si se construyeron si¡:,ruiendo
el pall'Ón ele clamero, que fue el que se aplicó en los pueblos de indios de los Andes
centrales desde el siglo XVI. La infom1ación disponible permite apreciar que los pueblo~
ele misión de las llanuras caribeilas usualmente contaron con iglesia, edifieaeión (JU

Sobre el tr ibuto que se obligaba a pagar a los ind ios a los que se les había asi gnado doctriner
V(;asc i\.G.N. (Bogouí), Caciques e indios, 1, re373r. a {¡()9v.
20
Jct·ónimo Bécker y .José María Rivas Groot, El Nuevo Reüw de Granada en el siglo XVJJ]
Madrid, Imprenta del Asilo de Huérfanos del S. C. de Jesús, MOIXXI, p. 62.
21 A.C.l. (Se._;Ua), Santa Fe, 385. La magnitud del. terri torio que csa1ba por fuera del cmm·o.
colonial se aprecia más claramen te en los infórmcs tardíos, que reflejan una mayor información
sobre la situación del vi rrein:llo. Véase, po1: ejemplo, el informe presentado por Moreno y
Escandón en 17í2 en Germán Colrnena.l'cs (comp.), Relaciones e !J¡formes, T. I, pp. 165- 190. :·
22
Este problema se lTat.<trá en det.alle en el capítulo VI. Véanse por ejemplo las des<":.:ipcione ·
sobre las misiones de Becerril en la pro"incia de Santa Marta elaboradas durante las p 1·irru:ras
décadas del s iglo XVIII en i\.G.l. (Sevilla), Santa Fe, 518; A.G.l\. (Bogotá), Convet1ws, G, n: GG(k o

6(i8v. y 99()r. a 998r. y Corwentos, 9, 16r. a 2lr.; las de las misiones de los capuchinos en esa m i sr~
provineia, e¡ ue P.stuvier·on en funcionamiento entre mediados y fines del siglo XVlll, en t\.G.N .
(Bogotá), Conventos, 15, f 490r. a 587v. y José M. De- Mier (comp.), Poblamümtos.
2'.l Vé~UJ.se los !llapas No. 1, en la lntrodueción, y No. 9, que se incluye m;{~ adelante en este
<'~lpítu lo, en los que aparecen los pueblos aquí mencionados. 1\ diferencia de Jo tlue sucedía en
la juri ~dicción de la ciudad de 1\mja, en los Llanos Orientales d control de la pohlación indígena,
era restringido y la actividad misionera era importante (véase Jan e Rauseh, Una Ji'ontera de la.
Sabana Tropical. Los Llanos de Colombia 1531- 1831 (1984), Bogotá, Banco de la República, 1994).,
Sob1·e los indígenas U'wa o 'Iunebo véase Ann Osbom ,E!Vuelo de las T[jeretas, Bogot.<Í, Fundación
de investigaciones Arqueológicas Nac ionales, l3;mco de la República, 1985; La Cerámica de los ·
Tunebos. Un Estudio Emognffico, Bogotá, FT1\ N, Banco de la República, 1979 y Las Cuatro Estaciones.
Afiwlogía J' l5structura Social emre los U'wa, Bogotá, Banco de la República, HJH5.
21
Hermes Tovar Pinz<Sn (comp.), No hay Caciques, pp. 87 ·S; Antonio B. Ct~ervo (comp.),
Colección de Documentos, T rv, pp. 192- 99; A.G.N. (Bogotá}, Curas X ObiSpos, 26, ti 120r. a l28r·.;
!'obLaciones Boyacá, 1, 78r. a l51r. y 220r. a 224v.; Josefina Chaves de Bonilla (comp.), "lnli)rm e~,
pp. 136- 7 y Alba Luz Bonilla de Pico, "El Res¡,'l.tardo Indígena de Chita en la segunda mitad del
siglo XVlll", Tunja, Tesis de ·M acstda en Historia, Universidad Pedagógica y T<:enológit:a de
Colombia, 1999, pp. 120-1.
r. Es tos indígenas estaban concentrados básicamente al extremo oriental de la ciudad de
1'tmja; véase visit.a el <: l\Ioreno y Escandón al c.otTegimienlo de Chita en Ft·ancisco Antonio Moreno
y Escandón, Tndios )' /vle.stizos, pp. 144- 71.

ordeJlar para ccnt'rola.r + mcura herrera ongel


resultaba fundamental en términos del adoctrinamiento. 26 Estas iglesias fueron por lo
!!'l'Jleral consn·ucciones muy sencillas, dE> materiales como la paja ~- el bal\ar·eque, qut>
DO sólo eran haratos y relativamen te fáciles de conseguir·, sino que se tendían a deterio·
nr rápidamente, sobretodo en climas cálidos y ht'm1edos como los que predominaban
n1 la región Caribe. y con un listado de ornamentos relativamenl'<" rednC'ido.2í

b. Los Plleblos ele Indios


En el siglo XVI U en Santa bita, Cartagena, Antioquia, Tunja, Santafé, Mariquita
y :\eiva usualmente se denominó pue blo a los puehlos 1i e indios .28 cuyo poblado o
asentan1ien to nucleado (construido alr·ededor de la iglesia) y su resguar·do sólo debía
~r ocupado por las comunidades indígenas y, en consecuencia. los estipendios del.
cura. así como la construcción de la iglesia y los gastos de su mantenimiento. debían
ser asumidos por el encomender·o o por la corona.29 En provinci::~s como Sa.ntafé, Tunja,
Mariquita ) ~eiva en los alrededores de estos pueblos y de sus r·esguardos se asentaban
~ecinos ~de todos los colores.,. es deri r·, población no indígena, que hacía uso ele los
st"n·icios religiosos que prestaba la iglf'sia de l poblado .indígena.30 SE> cons i.deraba a
~tos pobladores como vecinos ele los pueblos de indios, ya que estaban dentro del
~rrito ri o de s u jurisdicción , aunque no ocupaban, estrictamente hablando, üerras in -
digenas.·11 En algunos casos estos veei nos res idiemn en las t.ie r·r·as o en el poblado

:!!l \ "éansl' por· ejemplo las descripciont>s sobre las misiones <k· BccerTil en la provincia de
Santa l\far1a elaboradas dur-<tnte las primcr·~s dé<·adas del siglo \.Ylll en :\ .G.l. \S<·villa). Santa Fe.
518: :\.G.\". 'Bogotá¡. Com'entos. 6. ff. 66()r. a 668v. y 996r. a 99..<!r. y Convemos. ~J. l(k :1 2J r.: las de las
mision<"s de los capuchinos en esa misma pro,;ncia. que t'Sh.IYieron en fun cionamiento enfl·t'
mediados ~· fines del siglo X\111. en A.G. \. ~ogotá). Convenios, 15, f. 549,·.
v \"éanse listados de ornameuros de pueblos de misi ón de la pr·o,·incia de Santa .\!arta
en A.G.T. (Sevilla;, Santa Fe, 5 18 y en A.C ... (Bogotá). Con11entos, 15. r. 5!¡9v.
28 Sobr·e las provincias de Santa ~lar1a y Cartagena véase Antonio de Bedstegui, "Defensa

clel Gobierno del virrey Eslava"". Cerrnán Colmenares (comp.). Relaciones, T. T, pp. 41- 101, pp.
.(¡8-5i: José ;icolás de la Rosa , Floresta, pp. 17!) -244 y el informe del gobt>l'llador de Cmiagen~
Juan Pimiertti• (1776) en Fr<mcisGO Antonio Moreno y Escandón. /ndios .r M<·.,·tiz.os, pp. 84 7. Lo
r('lalivo a la pr·ovincia de .1\ntioc¡uia puedP apreciarse en Jt.•an AJ"ttonio )'Ion y Ve! arde, "Suscinta
relación de lo ejecutado en la vi~it:~ a Antioq uia ...", Emilio Robledo (comp.), Bosquejo Biográfico.
T. 11. pp. 295-365. Para Jo relativo a las provincias de Tur~a. Smnafé. ~ l 111·iquita y Neiva Yéase
Basilio \ 'irente de Q,·iedo. Cualidades. pp. 81- 323. Una visión gener·al sohr<' e l virreinato se
aprecia en Josef Antonio Pm1<lo. ~ Ynfonne"" . pp. 248-300.
l9 A. G. 'í. ,Bogotá:. CurasxObispos. 29. tl: 140r. a Jf)tk Sobre los pueblos dt' indios neogranadinos
en el ~iglo \\1II ,·éase: Jaim<> Salcedo Salcedo. ~Los Pueblos de Indios-; \n gela l. Guzm<Íll.
Poblomil'nto y L'rbanismo y Poblamiento e His1oria.s: Magnus J\lorne•·. "L:~s Co munidades·· y La
Corona; Alberto Corradi ne, Arfe )" Arquifectura y -1_1,·banismo español''; Ju an :\. Villamarín,
"Encomenderos and lndians""; Juan A. Villamar·íJ·I y Judith E . Villamaríu, ~Chibcha Settlemem~;
Diana Bnnnett, -Tierra y C<Jmunidad'"; Fr·anciseo Zulu.aga. Los Pueblos rle Indios m la Colonia, Ca!i,
t'nive•·sidad del Valle, 1979; Amado .-\ nt.on io G u e r·r~;~¡·o Rincón, La Pro"incia de Cuanentá; Jairo
Gutit"IT('7. Ramos y Armando M:Jr1Ínez Garnica, La Pro<>incia de Carcfa Ro ..im y Armando Martíne1.
Ga,·n ic·a y Amado Anton io Guerrero Rinr:ón, La Pro<Jincia de SolO; .Je~ nn e Mavis Burford de
Bur.hanarl, ··Puehlo, Encomienda": floher·to Yelandia, Fomibón Puehlo de la Real Corona, Bogotá,
lmpmnta Distrital de Bogotá, 1983: M:u1a 1fcr·r<'ra Angel. "Espacio y Pode:- r·'': ~Population. Territor:v"
.' Poder Local. Aunque en siglo \.\111 Mérida ya no formaba p<111C del corregimiento de Tunja.
COll"iene tener en cuenta el u-abajo de F.dda O. Samudio _\.. ·Los Pueblos ele Indios de ~fér;da".
~a <¡u<' ilustra aspecros importallles de la l'onfiguración de los puehlos dt> indios neogranadinos.
10
Basilio \ iceme de Q,iedo. Cuali<lades, pp. SJ-323.
" Se entiende po¡· Yecino: "El que habita con otros en un misrno barrio. casa. IÍ pueblo'', así
como -el que t ien<> casa, y hoga•· e u 1111 Pueblo, y contribuye eu él en las cargas, lÍ repí•rtimientos,
~ un que acrualmente no viva en tll."" {Diccionario de Azaoridades, Vol. III. T. VI, p. 418). l.nicialmente
en la Nue\· ~ Granada y. en gener·a l en Hispanoamérica. s~~ daba e l nomb re de <>PCÍnos a. los
habitru11es de las ciudades y villas. En la ~ueva Gr¡u1ada, luego ele l a~ r·E>fotrnas del arzobispo

11. LA MOftFOf OC!,-\ Ofl POBLAMJE::-...ro


indígena, en cont.NlVPnclOn con .lo estipulaJo por la ley, aunque no en f'om1a tan
generalizada como lo ha planteado ~1orner.~2 Para evitar confusione!'. en este tr·abajo se
denomiuará casedo o poblado al asent¿unienlo nucleado de los incügenas y pueblo de
indios a 1:~ lotalidad del territorio jurisdiccional del pueblo de indios, que incluía el
enserio, el resgum·do (<'slo es las tierras para cultivos y cría de ganados asignadas a los
indígenas) y los terrenos ocupados por los vecinos agr·egados al l'espectivo pueblo de
indios. que e r·an administrados espiritual rnente por· el cura de ese pueblo. 11
En la t·egión Cm·ibe la agregación de vecinos a los pueblos de indios no fue tan
generalizada. La menor· .Y menos constante presencía de curas en esos pohlaclos redlljo la
presión soiJI'e la crecie11Le población no indígena para aglutinarse en torno a ellos. Esto es
explicable ya que, al no preslar'!>f> allí servicios religiosos a los que les fuera preciso asistir;
hubo una menor tendencia a nhicarse en sus cercanías. má.--cime si se considem que el
espacio dispoJ•ible Pntre los pueblos era mucho r11ás abundante que en los Andes centrales..
De esta forma, fue fr·t>cuente en la región Caribe qu e el espaeio jurisdiecional de los
pueblos de indios se dividiera sólo en dos espacios {poblado ;' resguardo) y no sucediera,
como en los A.ndes C<'ntrales. que contara con tm ler'<'er· espacio jtli'Ísdiccional habitado
por población no indigeua q1.te asistiera a los sen icios religiosos cpre allí se prestahan.l-1
La distancia en u·e los pueb los y el que e n sus cercanías no se asen uu·an vecinos!.
permitía a los indio!'> oponer una mayor resiste ncia a la autoridad d<> los curns. En 1745;
por ejemplo. el cur·a del pueblo de Tetón solicitaba que se autor·iz:~ r·a agregar al pueblo
a algunos libres, ya r¡ue se le c!ificuhaba castigar a los imlígen:ls que no cnmplícm con
s us obligaciones para con la iglesia, por lo aislado gue estaba el pueblo y la ''f'alta de
abrigo en la vecindad de libres".'1" Se aprecia entonces que la distr·ihución d el letTitorio
jurisdiccion:ll de los pueblos J e indios Je l:1 región CMibe fue distinta a la que se dio
en los :\.ndes cenlraiE>s, por Jo qne usnalmf'r1te los pohlados no fueron utiliz:1dos como
€'spacios a partir de los cuales se ejerció el control sobre la creciente pob lación no
indígena asentada en las áreas rurales. Esta característica implieó d iferencias de gran
impOI'tancia entre los pueblos de indios de una y otra r<"gión.'lG
2. Los Asentam ientos para la Población no Indígena
La diferencia entre Jos ascnuunient·os p<u:a indios y para "blancos" que se daba en
los Andes centrales y que se pla.-;mó en las categorías de pueblo de indios y parroquias
de blancosY se presentó en otras proYincias. incluidas las de la r<>gión Carih<>, aunque

l.ígartf' en 1622, c·on la agregm·ión de población no indígena a los pueblos, a estos vecinos
a~regados se les llamaba, por ejPmplo. -vt>cinos de la ciudad de Tunja. ·' agregados al pueblo de
Tequía. de Chita. ele Soatá, dP SátiYa. etr.. que ahora tienen mal entendido. pues ya por
eosturnbl'e y desidia de los (.'Ju·as de eiud:1dPs. están constituidos •-ednos tales dr: dichos pueblos los
d.ic.b os e.sp~ño lc:.·· (Flasilio Vi.cen te de Ovi~<lo. Cualid(l{/r-s, p. 117; ~ubl'ayados nues tros). Debe
anotarse que Ü'~>~f'do utiliza aquí el términ o ~Pspañoles'' p:wa referj,·.o><' ~ la pohlac:i<ín no indfge·
na. en ¡;eneral. Lo r•dati,·o a la~ reformas d1• l garte se ll)irará en el c.~pítulo IV.
.,.~ \lagnus )lon u.>r~ -Las Com~midades·) La Corona. Este problema ha sido discutido en
Marta Hc rre1•a Angel. ·Populatioll. Territot! • } Poder Lum/. pp. 50 64 } 89· 90.
1
'' La for·ma como se d istribuyó el espacio en Jos pueblos de i:ndi.os de Jos A11des eenLrales
se discutirá. en detalle en el capÍtiJIO IV.
ll Lo rclati,o a la organización de los pueblos dP u1dios de la regió11 Caribe se dis<:ute en el
l'apítulo Y.
"" .'\.G.l\. .. Bogotá,. JMicirL;y.llarina . 126. f. l26r..' Y.
v. Véase enpít ulos IV y 'V
r- Basilio Vic·nrLe de Ovied(). Ciwbdcuh-s. Véase tarnhi én Gary \ .Vendell GrafC ''Cofradías". pp.
í 9-IOO. Sobre estM diferencias en la provincin de Sautaf~ ..,éase Marta HE'tTera 1\ugel, Poder Local;
-Population- y -F.~pacio y Poder·-.

<86> ordenar para controlar+ mono herrera anatl


c·on Yar·iaciones importantes. Estas diferencias llevan a consid P.ra1· e n forma separada dos
lipo:. rlf' ~sentamie ntos configurados para albergar a la poblaC"ión no inrlígena, que se
adicaba fuera de- l~s ciudades ~· las villas: los sitios y las pw'IVquias de blancos.
a. Las Parroquias de "Blancos"
E n un sentido estricto, la pa1·r·oquia era:
"Ln l gl 1~si a en que se administ:t-aJl. por· d ~ rf'ch o y obligación, Jos Saccanwnto,.; 1Í los Fieles,
que conctLrrcn al eulto divino, y a se•· instruidos, y es regida o admi nistrada por el Cura
.' f'J t
o Páror:lto.".18
E l C"Onrl"plo "Se toma tamh it> n por el distríto y t ~> nit or i o que ocupan los
paroeh i<u tos. o C'stá st>r'íalado á la ParroC'hia.'' ) ·además, "Se usa tam b ien por lajurisdiccion
espiri tu~ l que tiene el cm·a en. su dis tt·ito. o por el conjunto de todos los p:trrochianos.
«001 o s1íbditos s uyos··.'l9 F.l sentido d el término expljca el que se hable de parroquias
41rntro de las c iudades. fue ran éstas de ''b lancos"' o de ·'indios" , y el que cu:tlquie r
IRrrio o asen tamiento adscrito a un p:írroco y a su iglesia- se denom inar·a parroqllia. 40
_\su 'C'7., la parroquia podía contar den t•·o de su territorio jurisd icciollal con una iglesia,
wbicadn n cierta distancia de la prin<:i pal , aten did a po•· e l párroco o pol' u n oicepárroco,
e>to es . u n c ura que h a cía las veces d e l párroco e n la igles ia y e n e l t e n ·it orio
jruisdiC'cio nal que se le haL.[a asignado, y qw.> se denornina b ::~ viceparroquia .'- 1
En el siglo XVIl L en las regiones acplÍ consideradas . e l t <' •·m ino parroquia
adquirió un significado más espedfico.'-1 St> utilizó ful.ltl aru enlalm cn tf! -aunque no

... !Jircionario rlr AUioridadt•s. \ ol. 111. T. \ : p. 115. Este sentido del lt'•·mino fue resaltado en
1/79. cuando 5<' autorizó que la iglo>~ia rlt>l pueblo de Zipaquit-á se o>rigi(•s•• r11 patToquia. En esa
oportunidad t•l ar1.0b.i spo 'in·e~ Cahallt••·o ~ Cóngo1<1 preci~o que ••1 •·adrtC"r de parroquia lo
t<"n ían lamhif n los pueblos de indios .' que, po1· tanto. los que aJlles 1"1·nn f¡·Jig-J'<'Ses del pneo lo
de ind it)S, qurdaban dentro dt"l mismo (('ITÍto c·io y ~deben seguir· d<· l JJci s mo modo'' (Antonio
Cnb:tll~c·o .v Góngora. Decreto de EreN·it)ll rl<· la Parroquia de la Santúimn Tri11idar! y Sanil.lllon.io di'
Pculua tfe Ztj>aquirá, agosto 3 de 177.<J, Edició n Facsímil. Bogotá. Pr·e~i d e nc ·ia rito la Rep ú blica, 1979,
p. 9 .' Roberto \ etandia, Encidop<·dia fh~tórica de Cundinamarco, 5 Vo ls., Rogot~í , Biblioteca clt"
-\ulot·es Cundin a marqueses, 197~J- l~JS2. T. V, p. 2.672). Sobt·e es lt" p•·oh lctna Yéase también, en
la mi~111a ol)I'<J, pp. 2 .671 · 8~: Robo>•·to 1\'la ría Tisnc.s. Copzi:ulos dF Hisloria 7JpaquirC!ia (1480 1830).
Bog()tá, 1956. pp. 33 4 y 5:$-.()0 y );l Rn·opilación. T J. libro J. título 11. J...." 11 , en que se habla de las
-lgl<·sins C:ateclrales y Parrot¡uial ..s dr F.spni\oles ~· nattu"ales de nu;·stt·as In dias".
1'1 l.;rs tres definiciones fut"I'OII tomadas del Diccionario di' Autoridadt•s. \'ol. lll. T. V. p. H5.
\'~;l~(· también Gabriel .\lac·tínn Rcy<"s. Funcionamiento Sorio- Emmímico. pp. 19 ~- 89 96.
10 'E<;te es el caso de los barrios indí~enas que había en los ah·Nkdorcs o> incluso dentro dt"

la~ dudades o ,·mas y que. por Lcnrr párroco~- formar pac'l<' do> s u p:u·roquia, tenían tal carát'lt>J'.
F:n la ciudad de Santa!(\ por ('j emplo. F'er-nández de Pit>dra hita l)I'IX'isó hacia 1688 que o>n la
ciudad bahía a )¡•ededOJ" de 3.000 vecin o~ E>spaiioles y tmos 10.000 i11dins "Poblados los m:is e11
lo elrvado de la ciudad q ue; ll;uua n Purhloviejo. y en otro burgo q ue tirnen al norto>, y ll acu;m
P-uc•blo nuevo" (Lttcas Fe t'n¡\ndez de P i ~><lrahil::t , Historia C:P.!Ifrttf de las Conquistas deí Nut'<•o
Rl'ino de Cranada (1688). -í Vols .. Bogr.1á. Bi.bl.ioteca Pop ul a t· dt: Cuh ura Colo m.binna, 1942. T. 11 ,
p. 133\ Puehlon uevo, al p;11·ccer quedó com¡wend ido en la pa rroquiu de las !\'ievo>s (Fund::tC"ión
\li sión Colomhi:t, HL>wria de Bogotá. '1 Vol s.. Bogotá. Vilk·gas Editort>s. 1988. T. l. p. 108 y Juli{~n
\ 'arga¡, Lesnws. Ln Sociedad dt• Santa Fe Colonial. Bogotá. Cinep. 1990. p. ()2.
11 1;·cr: significa -que la persona dE> qu io>n se· h<lbla tiene las \ eCE>S. 1Í ~H ti OI'idail d~· aquella.

que signili c:l 1:1 m7_ con que se ((mna la composición.- Diccionario de .·luloridntlt>s. Yo l. liT. T. YI.
p. 4/6. \ éaso> Lamhién. Gar:,· \\. Gran: "Spanish P:l•·ish<"s~ y -('.Qft-adías-. p. /8.
12 Sohrt> las parroquias neogranadina~ 'Pase: Gabriel ){artínez Reyes. Funriontuuienw SO<'io-

Económit•>; \ngcla l. Guzmán. Poblnmienlo .r l'riHuu:~mo y Poblamiento e Hútorias; Cary \\: G1·aO:
~spaní$ h Parishf's- y~Cofradías ... cap. IJI ; ,\,·m ~ndo :\fartínez Camicn. "Eirt'gi lllt>n el<' la p:U'I'oquia-;
~mndo \n1on io Guerrero Rinró n, /,n f>nwinria de Cuanemá: Jairo C lll ié r·t·t·z Ra mos y Armando
\:J arlfn<:l. Ga rni ea. La Provincia de Cui'I'Ífl Ro<'im y Armando J\im·tín el. Ca rll i('a Y Amado Antonio
Guf't·r·r· r·o R incón, La Provincia r/r.: Soto. . .

11. I .A M O RFO I.OGL\ DEL POBL>\MlENTO


exclusivamente- para referirse a los poblados ocupados por población no indígena
distintos a las ciudades ) a las Yillas. 43 La parroquia concentraba a los ~bl an cos" o
··libres de todos los colores... quienes ocupaban el caser·ío ~- debían asumir los gastos
de la iglesia. inclnida su construcción o reconstrucción en caso necesar·io. 44 Por eso.
para la erección de una parroquia de "españoles·· se requería que el vecindario fuer.a
numeroso, de tal suerle q11 e se p udieran asegur·ar los gastos de la igl esia y una
adecuada retribución al cw·a. 45 j
La pa rroquia , al ig ual q ue el puebl o de indios contaba con un t<~ J·ri lo ri
jurisdiccional, que cornpn::ndía no só lo el ase11 tarnienlo nucleado, sin o tarnh iéu sJ
entorno "rural", cuyos límites se precisaban al autor·i7.arse su conformación.16 En <U;]
bos casos, sin embargo, el eje nucleador de la pobl11ción lo constiLt.Úa la iglesia y, por~~
general. lo mismo que eu los pueblos de indios, la jurisdicción eclesiástica usualmen-
te correspondía con la ci, il. En 1795, por ejPmplo. cuando se gestionó la división ele 11
parroquia de Tenza (Tw1ja). se precisó que los linderos de las parroquias nuevament
eslab lecidas regirían también para las jurisd i.cciones dP los alcaldes .41 Otro tanto sf
hizo en 1779 en la proüncia de Santafé, cuando se tramitó la transformación del pu~
blo de Cogua en parroqui1.1 , precisando que sus feligreses q uedarían "bajo los mismos
límites y jurisdi cción que comprehendia el curato del Pueblo de Cogua '' :1~
b. Los Sitios
En algunas provincias, como Santa ~ l arta . Antioquia y Cartagena , la
denominación de s itio se equi"alía a la pan oquia de blancos. 49 Sobre el par·ticula.t
Juan P imienta precisó en 1776: 1

"~ Sob•·e (•stn punto el c u•·a Oviedo p1·ecisó: -Los lugan:s de espa•io les qne en es~g.
Arzobispado llarn;tn par..-oq uias.. ." (Basil io Vicente de Ovicdo, Cualirlarles , p. 79; pos terio l'ment~
p. 93, introduj o unn obscn ·;tci6n similar).
11
!bid .. p p. 8 !- 323 .Y A.G.N. (Bogotá), Poblaciones Varias , 7, f [ 326•·· a 6GOv. La ley disponí~
q ue la re:~ !1aci: cnda aP?J'I3 r·a un tercio d el ~aJo¡· de la_co r •s~rut:ci óJ~ de las iglesias pnrro;¡u i nle~
(Recopdacwn, lrbro T, tr ru lo 11. lt·y Il l}. A lmes del s1glo XVTTJ, s•n embar·go, se busco hace
recaer todo el peso de la co nst ru cción de la iglesia en los Yecinos (;-éase, por ~jemplo, A.C.N
!Bogotá). Poblaciones Boyará. 1. f. 8r·.) v.). Precisamente uno d e los requis iros q ue debíaq,
cumplir los vecinos que aspi raban a la er·ección de parroquia en los Andes ce niTal es. era e
de presentar una csc•·itur:• o torgada po•· el 'ecindario n1ediante la que SI' aseguraba la
congrua del párroco \los 50.000 maraYedís de su e..:tipendio). el sostenimiento de las c·ofmdía
~· mantener lámpara y oblata lA.C . ~. (Bogotá), Poblaciones Tarias. 7, ff. 327r·. a '{28, . ." 450 r. a
452r.; Antonio Caballero y Cót•go ra, Deaero: Roberto \ elandia, Enciclopedia , T.\', pp. 2.671
2 y Gary Wendell Graff... Cofradías ", cap. 111).
45 Sobre el particulnr resulta ilustnttivo e l e"pedien 1e relativo a la e.r ecci6n de la pa r·t·oquia

de San Juan de la Vegn, aunque no se encue ntrn rlenlTO de las regiones considerarla~·, sino e1
la vecindad de la provincia de Santnfé, a 1:• qu e per·Leneció durante algu nos ~r'ío s (i\.(;.N
(Bogotá), Curas .r Obispos, 29. ff. 140r. a 1.64v.). Véase también Antonio Caballe•·o y G6ngo r
DecreTo y (;ahr•i¡ol 1\Jar1ínez Reyes, Funcionamien/o Socio- Eron6mico, p. 83.
16
:\.G .•~. 'BogoráJ, Poblaciones Boxacá, 1, f. 1/r. y v.; Roher'lo Velandia. Enciclopedia, T. V, p. 2.67,
y -\n tonio l.ahall ~ro y Góngo1·a. Decrero, pp. 21- 22.
'' A.G.:\1. Bogotá,. Poblaciones Bopuxí.. l. ff. 17r. a 18 r·.
48 A.G ..\ . (Bogotá. Poblaciones Tarias. /, 1: 459r.: en d f. 4//r. se precisaron los límites de la

j urisdicción de la pan'Oqu.ia.
49 Yéase la -suscinla Relación r del oidor Juru1 Anton io i\ lon r \'elarde f'n Emilio Robledo
(comp.}, Bosquejo , pp. 29:'>-363: Diego de Peredo, .. ~otic in Historial.de la P rovincia de Cartngen
de I<•S Indias ari () de 1772" (José A. Blanco B. - comp.-). ACHSC, ~o. 6-7, Bogotá, Un iversidad
i'i'aeional, 1971 - 1972. pp. l HJ- 154, p. 137; A.G.I. (SeYilla), SMia Fe. 552. En algun os c11sos 1
palabra lugar sf~ u1il i1.6 c:omo sinónimo de sitio (A.G.l. (Sevi ll a), Sallto Fr, 1034).

ordenar para controlaT + marca hcrura dnstl


··En esta extensión son comprendidos individualmente ... las pan·oq uias y feligresías
,iguientes: dicho pueblo de Zambrano que lo es de indios. como todos los dernás que se
nominen po•· pueblos, a diferencia de los sitios que se entienden los veciodat·ios de
todas clases·' castas de gentes.'" 50
l n planteamiento similar se hizo en el informe del obispo Peredo sobre la
pto' incia de Cartagena de 1772:
"El nombre de Sitio se da en esta Peovincia a todo lugar que tenga algt.na población
aw1q11e corta como no sea ciudad, villa o pueblo (que es signi fi cativo de los que lo son
dt> indios), el vecindario de Jos sitios es mixto y común de espai'ioles, mestizos ...y otros de
tales mixtiones que tienen sus determinadas denominaciones; y estos generalmente se
uo mbnm libres por distinguirse de Jos indios trihutar:ios."51
Ou·o tanto se indicó en el informe sobre pueblos y cw·atos de Cartagena en 1806:
"'Es dP adbertir que en esta Pro' incia. se da e l nombre de sitio. á toda congregacion en
el ,·ecind:u·io, como no tenga titulo de ciudad, o Yilla, equivaiPntl' ::í el de lugar;2 en
Espruia ~- Parr·oquia en otras partes. como en el Arzobispado de San U! Fee: el nombre de
Pl1eblo. es aq ni rleterminado y earacteristico, de los q ue son havitados de Ynd.ios, y tambien
::.uele11 llamarse Doctrinas; en cuya dislincion se dice á los demas de los sitios de libres: que
quiere de<~i•· eongregacion de varias castas de las que componen los vecindarios comunes
de la Provincia, ...""~
c. El Sirio y la Parroquia: Bases de su Diferenciación
La aparente similitud entre parroqu ia y sitio esconde, sin embargo, diferencias
importantt>s, que expresan elementos básieos del ordenamiento social, espacial y político
de los Andes centrales y de las llanuras del C:n1be. El concepto de parroquia , que era
d q ue p re,al~>cía en los _\mles centrales, establecía una asociación implícita entre el
asentamiento nucleado y su administración religiosa. Es df'cir que, al menos para las
autor·idades coloniales, un asentamiento e ra considerado como tal si contaba con un
párroco que cuidara o administrara la vida espiritual de su feligresía. En términos del
ordenamienlo espacial, su prese11c:ia en e l lugar usualmente ll evaba implícita la
f!U,tencia o po r lo menos el proceso de construcción del ternplo, ya que sin éste no le
n-a dab le al p:hroco ejercer sus funciones. '' 4
La asociación de ter.rilorio- asentruniento- párroco iglesia, que se exp resaba en
d concepto de parroquia . lleYaba aparejarlas una serie de consecuencias o tendencias
que resultan de gran interés e imporlancia. Entre e ll as es de destacarse, de una
parte. el contJ·ol que podía ejerce•· el Estado sobre la población al tener a un cura
radicado en un asentamiento en forma permru1ente y, de otra, la relativa estabilidad
de las parToquias. En buena medida e llo se explica debid o a que en los Andes
centrales párroco y templo fueron figuras fundamentales para darle a un asentamie.ntos
el carácter de Lal. El que hubiera un grupo de viviendas nucleadas no era suficiente

.)0) Francisco Antonio Mo reno y Escandón. Indios, p. 85.

"' Diego de Peredo, "Noticia Historial". p. J:n.


"2 Lugar: -Yale también Ciudad. \"illll. ií Aldea; si bien rigurosamente se entiende por
Lugar la pohlación pequeña. que es Jllf'nor que Villa, y mas que A ldt!a. " (Diccionario de
Autoridades. \ol. 11, T. T\~ p. 437}.
" Eduardo G. de Piñeres (comp.). Documentos, pp. 124- 5. bastardillas en el or·iginal.
;¡ En la documentación de los :\ndes ccntr·ales sólo muy espor:ídic:~mcnte se utiliza el
1

concepto de .~itio. al menos en el siglo XVTTT; en tales casos, usualmeute, apa•·ece subordinado
Q formando pa•te de una parroquia o de un pueblo de indios. V~a~e, por ejemplo, A.G.N.

(Bogotá), Poblaciones Boyacá, 1, f. 86r. y ;Jfiscdánm Colonia, 44. f. 9l'k F.n la tesis de GruT Wendell
Craff. ··Cofradías"", p. 79, aparece uua r·~fe¡·encin al sitio de Clric¡uinquir:í. en el siglo XVII.

JI. LA MORFOI OGJ.' DEL POBLAMt~oO


para que el asentamiento S<' calificara de población. Sin iglesia y sin páeroco el po-
blado carecía ele entidad. Adicionalmente el cargo de párroco en los Andes centrale
fue apetecido por los sacerdotes.H factor qu e ta mbién fortaleció la permanencia d
los asentam ientos, ya qu e al haber curas interesados en dirigir las parroquias, e.r)
poco prohable que qnedar·:m vacantes. l
La asociación implíci ta de asentamieut.o párroco- iglesia no est<Í presente en él
concepto de sitio, que era el tjpo de asentarni<>nlo que peedominaba en las llanuras de
Caribe. El sitio era un poblaclo ue "libres de todos los colores .. que podía contar o nq
con un p<Írroco) con una iglesia. En algunos casos, la carencia de iglesia y cura obede-
cía a que los vecinos n o contHban con recursos para construir!::., :lSIII11Ír sus gastos y el
pago de c u!·a, aunque tanto 1 ~ igle.s}a como el Estado hab.í~n dado la autorizaeió1
corJ.'espond,ente. Esta era la SlluacJOn qne se daba en el SltJo de Ternera, cerca d}
Cartagena. q ue a pesar de ser una de las nuevas fundaciones hechas por la Tor·re ,
Miranda entre' 1774 y 1776, carecía de iglesia y c ura. Según el obispo que la visitó e 1
1779, en el sitio habitaban unas pocas familias dE' negros y mul::.tos ~- su notoria pobr·eza
les imp~>día corJstru.irl.a y mantener párroco.06 En otros casos. corno en Santa Rosa eL
Aípaya. cerca de Ternera, los sitios contaban con em1itas, donde se podía oficiar m[sa.
pero no co n cura, debido a qu e los vecinos no tenían reeLLrsos para sostenerlo.:'7 Habí~
también aseutmnientos qnc se habían nucleado a cierta distanci:1 de la parroquia a 1
qu e perte necía n . F:n el in forme del virrey Eslava se anot ó que la pat'J'O(fUia d
Sabanalar-ga tenía 19 leguas de uu término a otro ·' 52 -sitios que ocupaban sus h a.b'-
tantes. estando la iglesia situada en medio de su ci•·ctmferencia,'· .:.s
Una dt> las consecuencins prácticas de la diferencia entre el sitio de las llanw·a
caribei1ns y la parroqu ia d P los Andes centr·ales ¡·adicaba entoncC's e n que la p<H'I'Ofttti~
por Jo ge neral, organizab:~ S il espacio en !'un ción a la p erman en te presencia de un
funcionari o que cu idab:~ por la administr.·ación espi•·itual de sus habitant·es. Almqu.e 1•
eficiencia el e los curas para CLll.nplir con s u misión fue muy vat·iable, su prese ncia
continuada aseguraba un mínimo de control espiritual y po•· ende político sobre 1
pob l ación .~ En {utimas. dada la est1·ech a relación existente e ntr<' la iglesia y el Estado
dw·ant~> el período colonial. el cura era en ciert os aspectos asimj lab le a un funcionarí
del Estado y, por tanto, en alguna medida lo •·epresentaba ante los fieles d e su
parr:oquia.60 En el sitio de las llanuras caribeiias, por el contrario, el carkter del nsen 1
tamient.o no se definía por la presencia del c ura o la existen('ia ele una iglesia. Su
espacio podía o no organiz:u·se para alberga•· al representante ele Dios y el rey. Dada la
permanente escasez de cw·as ~>n la región Car·ibe con Ü-ecuencia carecie•·on del funcio-

''' \ éanse h\$ obseJ'\ACiones que al r·f'specto hizo el cu1'a Basilio Yicente de Ovicdo.
Cualidades, pp. 91- 32'!. \'rase también G;lr} \\ endell Gralf, '·Cofradías-. p. 71.
><; .'\.C.l. (Se"illa), Sr1111a Fe . 1171 . Según de la Torre y i\'[iranda este sitio, :t dos leguas d
C8J·tngena. fue fund ado dt> nuevo. Ello de lineó j' repar·tió solares a 50 ved nos, en total 230
pf·r·sonas :A.G.J. (Se,rilla). Srm1a Fe, 600 y 107!í).
:.; A.G.l. ISeYilla), Sonia Fe. 11 71.
:.~ Gt>nnán Colmenart·~ romp. . Relaciones e Informes, T. l. pp. 50-l . En este sei'ralarnien1o plled~
apN'<'Í:u~e el uso del término si¡,¡, para referirse a asentamientos que no contaban con iglr~ia.
~ Sobre este problema ,·éa~•· el estudio de Adriaan C. \ an Oss. ((1//wlir Colonialism. sobrt' la
parroquias en Guatemala du r<lllle el p eríodo cl)lvnial ;- Margarita Ganido, Rec/flmos J
Rcprrosmtariones, pp. 261 4.
00 Solwe la articulación entr~~ la iglesia y el r.:stado, a partir del pa1 r·on:11o real. y lo que ¡.(si

significó en té r·minos de l fin¡urciamiento parroqu ial e n e l easo chileno, vé:~ se Delia i\.f. F lusc he
" Ch\~t·c h ancl Stat<" in 1he Diocese of Santiago, Chi l... 1620- 1677: A S tudy of Rural I'ru·is hcs"
Colon in/ ! ,a/Ül American Historiad Rc"iew, 4 ('!\. 1995. pp. 2.<í 1- 259. Véru1St' lambiéu varios ejl'mplo.
sobr<: las acti vid:~de~ administrati,·as de los curns en los :\ndes centrales en )larra HeJTCt'a;
_\ .ngel. Poder Local. capítulo ITl.

ordenar para controlar + marta herrero onsel


_,o y con é l de una importante figw·a que asegurara cierlo control religioso y político
.Ore sus habitantes. 61 Los términos sitio y par·r·oquia , que hasta e i~rto punto e ran
nimos. ~a que ambos albergaban a población -libre de todos los colores". reflejaban
hién una diferencia importante cntTe ambos. en términos de la capacidad del Estado
prn eje1·cer nn control t>fectivo sobre la población.
3. Los Anexos y las Agregaeion es
En las llanura s d e l Caribe la proliferación de sitios que no tenían eura 3 en
~uno s casos tnr.npoco igl esia, así ésta fuera una consb·ucción de par·edes de cattas o
-.blas. cubiertas de palmas, relativamente {\{cil de constr·uir, se re lncionaba estrecha·
nte con la abundancia de anexos. Se prcsPntaba con relación 11 estos ane~os o
a.t'jos. llamados en algunos casos agregacion es, un interesante contraste entre la región
t:Mihe dolHlf' abundaron y los A..ndcs centrales donde fueron muy escasos. 62
a. Los Ane.ws df: fas llanuras del Caribe
Básicamente un anexo era un sitio <'lJ.'a adminis traeión religiosa d epelldía o
etaha subordinada a l::t de otro, dpl cual est::~ha a cierta dislancia. La administrAción
IIIPiigiosa d e l anexo adoptaba difere ntes modalidades. En algunas oportunidades el
~ra párroco s e desp lazaba a los anexos para las ce lebracion es r·eligios as y la
ad-ninistración de los sacramentos; en otros. eran los fi e les los que Jebían hacerlo.
En el prinwr caso era usual que los vecinos tuvieran qu e enviar p e rsonas fJU€' lleva-
ao el cura. Los vecillOS de Taeamocho, por cjP.mplo, envi;¡ban 3 mm·.os a recoger al
e~~ra de Tacaloa. lo que. afirmaban. les hacía perder tiempo.61 Ex is tía también . la
p:":tibilidad de que el cura contr·atRra a otro que asistiera contim.1ameute en el pueblo
..:tío. en calidad de \ÍceplÍrr·oco.G" En tal evento el s itio adquir·ía la catego ría de
llll('('parroquia. Si los anexos cred<m lo suficiente como para q ut> (' l vecindario pu·
éera sostene1· cura propio, podrían transformarse en panoc¡uias.
En la proYincia d<' Santa ~larta la modalidad del anexo cobijaba también a los
p.lt'blos de indios, mientras que e n la de Carwgena esta situación sólo se present6 en
d caso del pueblo de Chilloa, anexo al d e Menchiquejo, ubicado a dos legnas de
4i.,;tan<'ia. 65 En la práctica, sin ernbar·go, otros pueblos dP in dios d<' la provin cia de
Cartagena terminaban siendo administrados en e l plano religioso COJlJO si fueran arrexos.
bido a la ('Scasez d e curas. Durante la Yisita pastoral del obispo Díaz de la ~Jadr·id en
1781, los indios del pu e blo del PC!ñón, cercano al I'Ío .\lagdalena, le solicitahnn les
dütflse de cllt'l1, ya que hacía rnás ele :~ aúos que no lo tenían. Por eslc motivo se scrYÍan

61 Las quejas .;;obt·e la escasel de curas fOil la r't'gión Carib~> abundan e n la docunwntación.

VC.:ase. por ejemplo, -\.G.l. {Se, illa¡. Sa111a Fe, 523. :J IS y A.C.N. (Bogotá). Curas y Obi~pos, n. fl. 97!k a
1003r. 'véase también Bernard LavaiJ é, "E vangl•li l,:lCión y explotae ión coloninl: el ej e mp lo de las
doctrinos en los Andes (siglos XVI \VHf . Rabúla. ·o. 11. Hueha. Patron:Jto l'r.:l\ i:ncial dt· H uch·a del
Qui_nto Centenario del Desc u1>rimiento de Aml-r;ca. 1992. pp. 22- 33. p. 27.
m Sohr'(' lo:> anexos o 'ice parroquias en la región Caribe' hse: José :\ico l:ís ele la Rosa. f1oresla,
pp. JíS 2'{6 y 241-44 y :\.C. l. (Se' illa), Santo F..-. 552, 103~ y 1 1? l. En la pro,~ncia de San1afé no
se han e11contrado '~Mos de pue hlns u otros tipo de ascJ1ta•nientos an,~xos. mientras qn<' en
1imj~. a n• ediaclos d(' t siglo XVJJl. los asentami entos que se podrían ~ si111ihu: a los ant>xos t'ran
alrededor del l1°o Basilio \'icente ele Q,iedo. Cualidades. pp. 119- 160; .
"' Jos.: \(. De--'lit'l' com p.,. Poblnmientos. T. l. p. 83.
c.' y,;a$c, por ejemplo, el infor·mt> ele la dsita pastoral del obispo de Cartagena presen tado en
1764. ,1 1 igual q u~ la nómina de <·ur;~tos <rue pr<eparó en 1\.C.l. (Sevillil). Santa Fe, 10l.¡.
n:. F. n lo que tit'llt' que ver con C:artagena ,·éas~> D iego d1• Peredo, "i\oticia H istori3l .. , p. 137
y :\ .G.I. Sc\illa\. Sanw Fe. 1034: a·cspecto a Santa -'rart.1 ,·~ase '\ .G.L {S"'illa. Sanla Fe. 552; José
:\icolás de la Rosa. Floresta . pp. 169 2~4 )' Jos.: :\1. De-~lier com p.;. Poblamienros. T. 1, pp. 66 -71.

11. T.A ~\0t4.F<.JL..OGlA OEI... V08LA\ tiE:'-rTO

j
de un cura inter·ino al que tenían que ir a recoger a su curato. al otro lado deJ r·ío. todo
los domingos y a Yeces en la noche para atender a los moribundos. En tiempo de
im;emo, cuando el río crecía. muchas veces les era imposible transportar al religioso.
lo que iba en detrimento del cumplimiento de sus obligaciones religiosas. En es~
caso los indios contaban con la suerte de que el c ura lo hacía de buena voluntad.(~; Nd
les había sucedido lo mismo a otros, como los de Tablada, más al sur, cuyo in tcrin,o
nwstraha '" bastante repugn:msia" y lu ego, cuando éste muáó, el cura nombrado p refir~"
hu ir, que tornar posesión del cargo.6'
b. Las Agregaciones de los Andes Centrales
En Jos Andes centraiPs se registraron en Jos censos de principios del siglo XVI·
fr·ecuentes casos de agregados. pero usualmente no se precisó si se trataba de part'ntelc¡<;
o agrupaciones que compartían el mismo ase ntami en lo del pueblo al que estaban
agregados. 68 Posteriormente, en la visita de ArósJ·egui de 1755- 1760, se registraron s~·
l:t.raciones en las que se hahía ordenado a las comunidades de un pueblo agregarse 13.
otro pueblo, que allí no sign ificaba, como en la región Caribe, mantenerse en s 1
asentamiento y depender, para efectos de la ad min istración religiosa, del asen tarni ent0
al que se agregab~ .~~ ~o q,ue significaba la agregació n de p ueblos en los ~<.~es cen t.r·aJ~
era croe la pobl.acwn l~ldigena del pueblo <~gregado debla asent.ar.se defimlmunen le ~~
el pohlado al que hab1a quedado agregado.' 0 En algunas oportumdades la orden no e
cumplió o sólo se cumplió parcialmente, como sucecüó con Usatan1a, que f11e agrega~'a
a Fusagasugá. pero algunos indios continuaron viviendo en el antiguo asentamiento. Eh
este caso la iglesia se mantenía en pie, pero no contaba con or.namentos.í1 En la
jur·isdicción de la ciudad de Tnnja se presentaba un fenómeno similar.n
F:ntonces, los pueblos agregados de los Andes centrales se diferenciaban deo lo·
pueblos anexos o agr·egados de las llanuras del Caribe, en que los primeros debí '
residir en el asentamiento al q ue estaban agregad os, mieniTas que se asumía que ló
segundos con taban con un asentamiento distinto, sin q ue por ello se conside(·ar·a CJUj
in cumplían con las disposiciones es tatales.i~ En realidad, la escasez de curas en la r~·
gión Caribe era tal, que terminaba siendo el Estado el que incumplía con su obligación
de velar por la adecuada administración religiosa d e los ind ios.
De esta forma los puehlos y sitios anexos ele las llanuras caribeñas estaban e l
una situación muy distinta a la de los pueblos agregados de Santafé. Por lo g~neral .

•~; A.C.~. Bogotá1, Curns y Obispos, 13. f. 977r.


G; Ibid., f. 993r. y '·
'"' Véanse los CP.nsos de tributarios de los partidos dP. Bogotá, Vbaté, Zipaquirá y Pasea
elaborados en 1718 (A.G.N. (Bogotá), Censos Redimibles l;ários Depar1amentos, 8, ff. 216r. a 222v. · ·
Quinas, tínico, ff. 7131'. 11 726v.). Por el contra rio, no se regis rramn pueblos agregados en ij!
corregimiento de (; unLavit a e n las cuentas de. cOL·regidor es presentadas en tre :1697 y 173
( '\.C.I. (Sevilla), Con!adurín. 1595).
69 A.C.N. (BogoL á). Visitas Cundinamarca, 8, tl: 794v. a 8'~'3v. (bis). El 'isitador hizo referencia a
seis casos. Tr·<>s de Pilos los protagonizaron par<:'ialidad<'s que vivían por fuera del asiPnto del
pueblo: en los demás se indic.'l que eran sólo al~liiVS indios o familias.
;o Debe anota•·se q1.te los Yeci.JJos a los que debía atender el cura del pueblo de indios ." qUf'
se establecieron dentro de su territorio jurisdicc·ional. también se denominaban o consideraban
agregados al pueblo de inclios, como se verá con m:ís detalle en el capítulo l Y.
;, Her·mes To,·ar Pinzón et al. (c...omps.), Convocatoria, p. 27/.
12 Basilio Vicente de Ü\'iedo, Cualidadrs, pp. 119- 160 y Germán Colmenares, La Provincit)

pp. 72- 92. ]


; 3 Véase: José l icolris de la Rosa. Floresta , p p. ·¡ i8 236 y 241-44 y A.G. I. (Sevilla), Santa
Pe, 552 y 1034.

ord ena r pota COntr Olar .J._. martD ~~~TCTO onse.J


..,_ anexos ca ribeños se mantenjan en su asentamiento original y mientras no se
Po ara lo contrari o. debían ser dotados de e u ra. Si ell o no era posible, pod ían
ar a un cur·a a s u pueblo para que presidiera los actos religiosos. El pueblo anexo
la rt>gión Carib e podía así mantener unos njveles de autonomia con los que no
taba el pueblo agregado e n los Andes ce ntrales, euyos habi ta ntes, cas i por
w ición , se encontraban al margen de la ley. S e daba por- hecho q ue se trataba ele
tamien tos que existía n porque s us h abitantes no habían cumplido la orden de
e ción y. por tanlo, no tenían derecho a solicitar que se los dotar·a de cura. Por tal
iYo debfan asistir a los servicios religiosos que se oficiaban e n la igles ia del
t>blo al que habían s ido agrPga dos,' 4 lo q ue los co loeaba en una r·elación de
n dencia y subordin ac ión frente a ese asen tamiento.
En térmi nos administ.ratiYOS los anexos y los agregados dependían, en primera
n cia, del respectivo pueblo o sitio al que estaban anexos o agregados. Por su parte
pueblos, las parroquias y sitios dependían dt- las ciudades y villas a las que t>staban
ritos de acuerdo con las ilivisiones jm isdiccionales estab lecidas. Como ya se anotó
últimos asentamientos han sido los nrás estudiados;:; y, desde el punto de vista
inistrat ivo, presentaban como caracter ís ti cas centr·ales el haber sido creados
amentalm ente para albergar a la población '·españo la", controlar un territorio
·- ·ccional constituido a su vez por pueblos de indios. pan oq uias. si ti os y otro ti po
~ ntam i entos menores." contar con su respectivo cabildo, lo que, como se ha discutido
parte de los estudiosos del período colonial, les ha bría proporcionado una cierta
pendencia administrativa. 76 Esta institución dotaba a estos asentamientos de una
nom (a r<>lal iYa con la que no contaban las parroquias, los sitios y los a.nexos. 7; .

;• \'éa~e por ejemplo el caso de la parcialidad de J\eupsa, agregad~ al pueblo d ~ Cogua


Hermes Tovar Pinzón et al. (cornps.), C01wor.a1oria . p. 258).
5
; Véase. por ejemplo. Louisa Schell Hobcrman y Sllsa n \ligden S ocolow {eds.). Cities and
Society: Da' id J. Robinson. ~Córdoba en 1779: la Ciudad~~ l:r Carnpiiia''. Caen.T. 17. Bueno$ -\ires,
1979, pp. 279-312: Peter :\larzahl. Town in tlle Empirr. Couemmn!l, Politic.s, and Sociny in
Se(lentemtll Cnuury Popa.rán, Ausrin. Un ivr'r~ity of Texas Press, 1978; Jacqnes Ap tii i'- Cniset.
La Ciudad Colombiana. Pre!Jis pánica. de Conqw~'la e Indiano , 13ogotá, Banco 'Popular, 199'1; Angela
l. Guzmán. Poblamiento y Urbanismo; Carl os l\far·tínez. Apuntes sobre el Urbanismo en el Nue(lo
Rezizo de Granado. Bogotá. Banco de la Repríblica, Hl67 y P11blo Rodrígm:1.. Cabildo y Vida Crbana
en elllulellín colonial 1675-1130. ~ledellín. l'ni,·er'Siclad de -\ntioquia, 1992. \ éanse también las ¡
rf'seiias di> Richard ~1. illorse, -Trends and Issues~; \\'oodrow Borah, ~Tr·ends in Recerr t Studies-
'" Fred Bronner, -lJrban Societv". i
. ;r; Lo uis~ Schell H nhe r·m~l ancl Susan Migden Socolow (ecls.), Cilies, p. 6 y Ga ry \Ven dell 1
Graft: "Cofradías". p. 78-82.
;¡ RespPcto a este problema di~i!'nto de Yarios planteamientos hechos por· ~la rga rita Garrido,
1
Reclamos .r Representtll'ione.s, en par·t i(' ttlar en el rapítulo II, y pOI' Anthony .\kFarlane, Cok)lllbio,
pp. 351- 371. que r·e~u han con tradictorios por· cuan to confun d.~n los tipos dr: asen tam ie ntos.
:\IcFarla11 e, por ejemplo. afirma que "Los cabildos sólo se inst ituye ron en las ciudades o villas."
'.Colombia, p. 3531~ lut'go indica: ~s¡ m1 bando logr·aba hacers~> ~ 1 <!ontrol rl~> l mbildo de un pueblo,
colocaba a sus seguidores en los villorrios y parroquias de la jurisdicción del pm-blo,- (ibid .. p. 366;
.subrapdos míos'. A.sí. implícitamente astune que la mayor parte de los asentam ientos nucleados
con t..:cban con cabildos. aunque explíci tamen te precise que sólo las ciudades y villas los tenían.
Esurs imp r·ecisio nes no st'\lo gen er·an r:onfusión ~~ difir:ulta n la comprensió n de la di ná mi ca
polítÍI':l que se est:~hlecía en trf' asentamientos de distintos tipos, sino que, al o·at,, · de ser
precisadas. gt>neran incongruencias. Por· ejemplo. el te~<o dr· \LcFarlant> citado implicar·ía - con
bast> en la tipología de los asentamientos fom1ulada aquí- que el cabildo de Ul1 pueblo (v en ese
sentido un a.~en tami.ento dt' indios} es uu·ía colocando a sus seguidores en unil p arroquia, esto
es, en uJJ asentamiento de '' bl;w cos". eosa que uno dedu ce ) JcFarlan e no quer[a derir. En el
caso de ¡\!arga rit."' Garrido. e n el capítulo r·elati\'O a .. Los vecü1os )' lo público lo<~¡¡ l... se scii~l~ : '·EJ
c:ahildo er-a r•l centro df> toda la al'úvidad polític~ locaL. Era la (mica forma de gobierno <>n los
pueblos pequeños \ rn las "illas, las cuales f>r':U1 como urunrlos encerrarlos en sí mismos.n

U. LA MORFOLOCIA OSL POBL t.MIENTO


r

;
1
Con relación a los cabildos. conviene anotar en lodo caso que núentras que en lo
i >\ndes centrales los pueblos de indios n o contaron con cabildos ci,; Jes. t>n la rcgió¡¡r

¡¡ C;-~ribe se ha enconn·ado e,·idencia sobre su existencia. aunque los señalamientos de la


docwnerrt.ación no permüen establecer las c-a racterísticas de su funcionamienlo.i8 Tam-
bién debe tenerse e n cuenta que, en algtmos casos, C11a11<io la actividad económica de
t ciudad o la villa dism irHÚa y se red ucía s u vecindar·io, e n particular el vecindar io q[
gozaba ele una posición pr1'stigiosa. se suprimía su cabildo o ayuntamiento y el gobernud r
d(, la provincia nomhraha a un funcionario para encargarse de su adrninis ttación . co.r
1 sucedió, por ejemplo, cou la villa de Ayapel, en la provincia de Cartagena en ·1751¡ o cG 1
Cácer·es en el norte de la de Antioquia.;9

;Reclamos y Represemaciones, p. 11 i . Dada la uhicarión de este lnlo en el capínrlo 50hN' n~cino•.


puedlc' concluit·se que no está significando con el concepto - pueblos peqtwños- a los pueb~o~
de indios, si no a lo~ asentamientos de -blancos·· disr i ntos a las ciudades, es decir, a las 'illas. ~,
parroqu ias.' a los sitios. entre otros. De se r esto 3-''Í. SE' Pstaría haciendo referencia ~ la P.xisten<fa
de cahildos en asent:t tnienlos que no los te nían, <-Otno et·a el caso de las pat-roc¡uins y los sitios.
En cm1nto a las' illas, q ue usualmente sí con tai.Ja 11 (·on cabildo, debe consiclc t·itrM· que ésa~
eran pocas (21 1'11 todo el virrein ato d e la Nueva G 1·anada hacia 1770 - J oscf A n to n io Pan~.
"Ytincrario'·, p. 30 L ) y, en su gran mayo ría, de • ~•matt o com parable e incluso rn:1yor q ue el· e
<tigunas ciudades. como suc~día por ej empl o con Mompox. Las i rn precisi~> n es a nota<~as, _ a~n·
que apa,•entementP ~erundarws. pueden (•rear ~en a~ d tstorswnes, q11e ternun en por ad.ruchcaile
a l::1 "polítjca loc:~l- pt•ocesos propios ele otms nivt'les de J::¡ administraci6n. En ..f('('IO, como
Garrido oh~l't·,a ~ n o~o tros compartimos plcnamc•nre ·La política en ese ni\'<'l IO(':l l tenia
ciertos rasgos parli('ttlar~s que merecen ser C$ludiaclos más cuidadosamente pucsro que
comprende la ma~·orí:t df' la población de la colonia.- 'Reclamos .Y Represemaciones, p. 117). Si
conftmden los nivele~ ) ~e le da al cabildo un papel (·l'nu·::tl en la configuración d<' 1~ - polítil"!<
local- . con lo eual JHII'IP importante del estudio st• (•c>nlt'::t en ellos. se termina pot· r•1adir C'l
estudio de la .. políti(·a loc·al ... ya que prácticamentc-, por dt:>linición. se centra la atl'rw ión t>n ¡l¡,
ciudades y en las villas, que eran las que tenían cabi ldo~. Lo anterior no significa c¡u<' l·"'ra 1
estudi o del j uego político c¡ue se daba en los puebl<>S de indios. las parroquias y los sitios de~&
hacers e caso omi ~o de l a~ <tctividades del cab.ildo d<> .la ciu(.( ad o villa de la que estos ase nt.::uui enr,p·
df.' pendían j urisd icdonaJ me u le, si no q ue tal instit ucióll d~~be ve rse com o una inshtn cia ~t>
poder de un o rdPn je1·:írquico super·ior en ténn inos de l;~ "política local" y no como la inst iltJr ii u
central o el eje de la mism:<.
:s Algunos estudios. co ruo por ejemplo. los dc ~ l arg-"rita González El ResgumYio efl el ,\i.~.e o
Rei110 de Granada d9i0. 3a. ed.. Bogotá, El AllCOJ-a Editores. 1992. pp. 58-t)J ~- A11nando \l¡trtín<f.
El Régimen del Resguardo en Srmtrmder, Bucaramanga. Gobcmación de Santander. 1991, p. 119 s~
relieren a los cabildos indios neogronadinos. como si esttls hubieran sido una institut·i{m e ·
mún. Sin embar·go. los autores no p•-oporcionan ninguna c'idcrwia documental al rcspe<·to y sóJ,,
referencias a est udios hechos sobre estos temas en )léxico y P<.'rÚ . Po r· el contnu·io. en ~a.
docttrnentación rt> lllli1a a la pro1incia de San1:1ft' .. n t> l siglo:\. YJLI . por f.'jemplo. no se ha encontra1"
eviclcneia sobr·c l:t e~ist encia de cabildos indios, distint os a los de las cofmdías, Cu)aS caractct·ística,
y funcio nes IWIHl distintas a las ele los cabil do~ aq uí considerados (Mar ta Herrera Ange l. Podfr
Local: "Autorida d('s indígenas en la prov.incia de Snn tafé. S iglo XVIIJ"", Re<'if!a Colombiana(/<'
Antropologia, Vo l. X.\.X, l:logotá, Institu to Colo n1biano ele Antro poJogí:.l , 19!n. pp. !) 35 ~~ "El
Corregidor· de 1 ::tlttr•ales)' ~1 Co~lt;·oJ _Econ6mit·o <1; lns Con~tUlidad es: Car~bi~>s y l'er·~ancnc~~
en la ProVJuCul tic S~ntale. S1glo X\ lll ,ACHSC. ;-Jo. 20. Bogota. Umvers1dad .X:rctOn:ll de Colomhil.
1992, pp. i - 25). Vil l:unarín "Encomenderos :Uld lndi~m-. p. 282) anota que en l:t Sabana do?
Bogotá hubo tm bt·e,·e .' fr·ac~sado intento por est.ahlec<•r· los cabildos indios. Hast:. <.'1 monrento
tampoco se ha encontmdo el'idencia wbre la existencia de l'abildos de indios en la juri...dit•<:ióu
de la ciudad de Tunja. aunqtt<' allí, como en Santal'é, tambi~n había cabildos u1dios de <·ofradí(\>
:\laría Lucía Sotornayor·. c-omunicación personal\. Lo st·ñalado pam los :\ndes ecntr·~lf's. sm
embargo. no puede ser gener;¡ lizado para todo el territorio neogranadino, ya que, por cjr·mplo. Cfl
~a t:egión Cat:ibe se ha f'n\ontJ:at!o e' :idencia sobr_e cxi:;t(' ncia_ dt' cabildo.s o .. ayunlatni~ ll tof
m el ros en el stglo XVlll (A.G.N. ~Bogo la), Curns y Ob1spos. 13. r. 9Ji r·.; Tlt'rras Magdalena. 2. fl. 803l .
.'" l:lrY.ír. y A.G.l. (Sevilla). Santa Fe. 28H).
::9 Diego de Pel'edo, '\ oticia Historiar ·, pp. 1HJ 154. p. 153. Véase t;;mbién i\.G.N. (Bogota,_.
Empleados p,íb/icos Bolívar, 7, n: 58ir. a 602v. y Em ilio Rohl~>do (comp.). Bosqu~jo Biográfico, T. 11 , p. 13 .

ordenar par a controlar + marta herrero ongcl


4. La "'Dt>Yoración" de los Pueblos de Indios y su Transfor maeión en Parroquias
'·Para todo esto ponemos presente a su eselenc:ia: el que er1 d \ic] h.adevoracioll
del pueblo; por mandado de mi amo correg¡ido)r con much:~ furia y rrigor
yso desbm·atar· los altares del cuerpo de la Yglec.ia; <.JUPbr·andando Y des
sic; desperdiC'iando; todo lo mas:~.80
En la Audicncia de Santafé. hacia mediados del siglo \VJII, se empezó a debatir·
nue\ amente el prohlema de lns agregaciones de los pueblos d(~ indi o:; e n lo:; Andes
«ni r·¡tles. Las \ isitas dt> Berdugo y Oquendo y d e A.róstegui y Escoto a las provinc ias
6-1irnja. VéiE>z :- Santa.fé rE>spondieron, precisamente, aJ debate que se adelantó en la
_\ diencia en 1754 , alrededo1· de la solicitud del cura de • utta- 1\lat·chán y Juca, para
'l''f' los indios de estos pueblos fue1·an agregados a otros pueh\os.8t Este problema fue
Momado poste riormente, e n la década del 70, por Moreno y Eseandón, a tr·avés d e l
rrn:' e<'to de anexión de corregimientos tenuestl que d efendió ante .la cor.ona.~3 Su posición
~,¡o fortalecida por- la forma como la Junta C<>neral ele Tt-ibunaJes de SaJlt.afé interpretó
~ tilizó la real cédula que autorizaba la ejecución de este proyecto. En e fecto. más qu e
C'OIDO una agrt>g<lción de corregimientos, el Trihunal la interpretó y us<) par·a lTansformat·
.a lo:. pueblos d(> indios en parroquias d(> blancos.111
La tran sfo t·maeión d e un pueblo d e indios en parroquia d e " blanco:; ''
· ÍC'amente consislía en sac¿u· a los indios dC'I caserio Y dP las tierras comunales que
. , 1frHc tuaban e n su pueblo de indios y trasladados a otro pueblo.!!.'~ \1 saear a los

80 A.G.N. !Bogotá). Visitas Bo//,•nr, 6, f. 62i,.: subrayados nti<'Stros. Este L~::xto forma pm'Lt:: de

la earta envin da en 17?9 al vir-rey por Agustín Ycaría. ind ígena del pu eblo de indios d e
Vir·aeachá. a nombre de tonos los indíg~n"s del pueblo. La ('(r municación buscaba evitar que·
~1 pueblo l'ul'nt :rgregado. tal l'omo se había onlrn~do. ru de Si~choque. ambos ("11 lajm·isdic-l'i<'"l
dt> la C'iudad de Tunja.
51
J os~ lína ChaYes de Borrilla 1comp.. " Informe-. pp. 1 ~ 1 2 y _ \.G_N. Bogotá}, ¡·,:filas
n.mdinamarrn. 8, f. 780r. a 78 1t·. \"arios purhlns de indios t·tt la jurisdi('t:ión de Trmja fu(•ron
transforumdos en panoquiati dumnt:e la vbita de Berdugo y <t ot.r·os se les quit ar·on p~u·J~· de las
tie rras df' sus resp~<'fÍ\OS resguardos íOrlando Fals Bor·da , "' lndian Cor r grega tions~, p. 343 y
.)Iaría Dolor·es Gonzál('7. Luna. ··La Política R~formista de los Hesgrrardos en el siglo XVTll".
Seminario de Hist or·ia de \ allado lid. Eswdios sobre Polítim l ndigmista Espa1iola f'll América
:'iimposio Conmf'morati<·o de/ 1 Crntenario del Padrf' de lns íasas. Tercera< Jomadas . lmericnnis10s
df' la Cniversirlad de Valladolid, ·~ Vols. \"rulado!id, Sl'"miuario de H istor·i~ de América, tfn iv<·r·sidad
d<· Valladolid, 197i, T. lil, 201 - 2 19, p. 205). Ar·óstegui y Escoto ,,i~iLó la provincia d~ S;wtafé
pocos atio> dC$pués, pero no Jr;lllsformó pueblo:; Ctt parroquias, sino que le qu itó o dismin uy6
la;; tje1-ras a los r·esguardos de v:u·.ios pueblo~ í;\h1rl a Herrera An¡;<·l, Poder Local, pp. 60- 1: sobre
estos reco rtPs ,·éase también \!arta Fajardo c:ornp.). ~.\spec tos de la Política solwe Tier-ras de
Indígenas l'rl el :\ue,·o Reino ck Granada ~n l;r S<'glUlda mitad <1<·1 ~iglo \.\'111 -• . líHSC no. 4.
Rogotá. lnivrrsidad .\acional ele Colombia, 1969. pp. 139 158).
;;:¡ 0(' ]¡¡ documentació n :;(• desprende qn1' se entendí~ pM corregimien1o.~ tenues de indios

aquel los tjll!' contaban con un a reducida població n ind igena ív,\;rse Francisco Antonio :Yloreno
y Escandón. l irdios, pp. 42-~ ~· 46-7}.
81
G~mr¡Ín Colmenar('s. /,a Pro<,incia . pp. 78-92.
s; Fr<~n cisco .\ntonio \l oreno ~· Esl'andón. Indios. pp. 64- 3. La Jw1ta (;('nrral de Tribunaii'S
la intt>graban el 'it-rey. los oidores. el protector y el fiscal de la .-\udit>u(·ia. el regente ) los
contadores del Tribunal y Real :\udi~ncia de cue ntas y el l!·sor·cro oliciru r<•al de la Reru Hacierrd<t
y Cajas (ibid., p . 65). Véase también Diana Bernnen, "Tierr:r y l.ormmidad", pp. ·114- 172 e ln PS
Restl'epo T\icaurr.e, "La sup resió n df'l resguardo de Taseo y su traslado a So~:lra", Sem.inario de
Hisroria d e \ alladolid. Estudios sobre Polílica Indigenista Espa1iola e11 ,1mérica (Simposio
Conmemorativo de/ l. Centenario del Padre de las Casas. TerCI'ras Jornadas 4mericanistas rlt: la
Cniver.<idad dt 1nllarlolid¡. 3 \ols., Yalladolid. Seminario de llistoria el~ Antét·ica, l.niversid:rd de
\alladolid. 197i. T. IIL pp. 22 1 258, p. 225.
55 Yéase .\.G ..\. (Bogotá¡, Poblaciones llclrias, i, ff. 326r. a 4331'., 443,-. a 667r., (i58,·. a 709v.; Cums

y Obispos . :w. rr. 140r. a Hi~ v.; Jaime SaJc:efiO Salcedo. Urbanúmo l-lúpano-AIIIt'IÚ'ano, pp. 151 - 2;
indígenas sólo quedaban pobladores no indios o "'blancos" dentro del territorio
pueblo transformado en parroquia. La actividad del cura se cent r'aba en estos pobla·
dores y corno autoridad "civil" quedaban él o los alcaldes pedáneos. Las autoridade
indias se mudaban j unto con sns comunidades. Como resultado de tal medida s
daba fin a la dualidad territorial. étni.ca y administrativa de los pueblos de in di os.
Ahora bien, una difer·encia central en t r·e un pueblo de indios y una parroq ui·
de ~ españo l es"' radicaba en quién se responsabilizaba por la ~congrua susten tación~
del cura o párroco y los gastos de la iglesia. En el caso de los indios el pago de lo
emolumentos del cura lo asumía el encomendero o, en su defecto, cuando eran vaco ·
la corona/ 11; mientras que en los asentamie.nt.os de vecinos, ell os eran los que debíap
cubrir e~>e pago.87 Por eso para lelamente se informaba a los vecinos del pueblo qu
había sido agregado, que si dc:-seaban seguir cor11'ando con los servicios eclesiásLico
que hasta ese momento les había prestado el cura del pueblo, debían tramitar ante las
autoridades la erección de la respectiva parroquia. 88 Estas gestiones P.l'an necesarias
para que el arwbispado le5 autorizara la asignación de un cura. De igual forma, com
con la agregación se despojaba a los indios de las tierras del poblarlo y del resguardl .
los vecinos debían proce<.ler a partici.par en el remate de esas t.ierras. 89
Como resultado del pr·oyecto de u-ansformación de pueblos de indios en parroqui ,s
de blancos, lid~>rado por la Audiencia de Santaf~ en la década del 70 del siglo XVIU 00
en los Andes centrales se demolieron 46 pueblos. 9 1 Adicionalmente, se ordenó ~
demolición de otros 8 pueblos y se propuso la extinción de 15 más.92 Esta agita~a
gestión se \'ÍO bruscamente interrumpida por la oposición con que el regente recibi
la medida. 91 El funcionario iudicó la conveniencia de elevar consulta al rey y, entre
tanto, su~>pender las demoli c innes ,~" determinación que fue acatada por la Audiencia.

Jnés Restrepo Ricawtc. '"La supresión del resgua rdo de 'lasco~; Ma ría Dolores Gonzál ~z Luna.
·"La Política Refonnista- y Diana Bonnett, "Tiena y Comtmidad··, pp. 553 590.
''" lln argumento que comúnmente se esgrimía a favor de las agregaciones de los pueblo,
de indios ) de su erección l'n par1'0quias era el di' qul' ello liberaba a las cajas rc.~l es de lo>
gastos que generaba la iglesia ~ su cura (A.GS. íBogorá), Poblaciones Varias, i, IT. 70'k :< 704:
véase también Curas)' Obispos, 29, f. 140 r. y v.). En Fómeque los ,·ecinos se r·f'ft'rían al mal
estado en que se encontraba 1 ~ iglesia y a1iadían que su reparación correspondí~ a su rn<~jestaa
por ser puehlo (A.G.N. (Bogor.{t), Poblaciones Varias, 7, f. :UHr. y v.).
~7 Gary \\'t~ndell Cm1l: ·'Cofradías", pp. 82 9.
«>~ ll no de los requisitos q ue debían cumplir' los vf'cinos que aspiraban a la ere~:ción i.le
parroq uia era el de pr·esent:tr una escritura otorgad a por el ,·ecindario mediante la que se-
asegurab;~ la congrua df'l p<Ír•-oeo nos 50.000 mara\(•dís de su estipendio), PI sostenimiento Cle
las cofradías y mamenf'r la lámpara y oblata (r\.G.N. tRogotá}, Poblaciones 1nrias, ?, ff. 327r. a 328\..
41?Y. y 450r. a 452r. y Rohc:rt o Velanclia, Euciclop<'rlin, T. 5, pp. 2671 2).
&J E l procedimiento qtw se siguió puede ve•·se en A.C .. J (Bogotá), Pob!t1ciones Varias, 7,
1ilí;k a ?09v.
00 V~ase texto de la det·er·minación ele la Audi Pncia en Francisco A1llon in i\Toreno y Escanció
Indios)" l{esn"zos, pp. 64- G. .
Ul A.C.\. (Bogotá,. F:stadísn·ca ( lne:ro Colonia). l. f. 517r. y,.. ~ Odando Fals Borda, fndian
4

Congregations~. p. '3'13- 4.
7.! :\.G.X. (Bogotá). Esradístirn (.-tnrxo Colonia). l , f. 5 1ir. .r v. Yéas~· también Francisco Antonio
J\Ioreno y Escandón. Indios.
'n La. decisión p~lítica de lle,ar· a <".abo las agregaci on~s se vio seriamente cu~stjonad<J poríl
concepto advl'l"SO del Itegen te Gutiérrez de J>i1ieres ((;ermán Colmenares. La Provincia, 19 ·
7). Véase texto del concepto del Regente en )•lar·garit.a Gonzál~!z, F,{ Resgllfudo en el Nue<•o Rei o
de Granada, Bogotá , lfni vers idad Naciona l de Colombia, Hl70. pp. 154 L81. Diana Bonnett
anota que .Y'1 ~ntes de la ohjt>ción del reg~nte. el p•·otector de indio~ Francisco Javie1· Sema !' 1
oidor José Joaquín Yasco :- \'argas habían cuestionarlo la gestión de i\lort>no ~- Escandón, por uo
ajustarse a las disposiciones IPgales r Tierra ·' Comunidad"", pp. 157- 162).
n• A.C.:'~. (Bogotá'. Poblariones Trárias. 7. fi 392r. .r 4041-.

ordenar paro controlar + morro herrera anael


La mtervE"ncj ón del Regente había logrado evitar que las agr·egaciones siguie1·an adelan l<~,
pHO no la ··estitl.tción de los índi.os cuyos pueblos ya habían sido agr·<>gados .
Dos mios después. sin embargo. la particip::.ción de los indígenas en la ReYolución
tlr •S Comunems y su persistencia en hacer cumplir los acue1·dos se vería r·ecOUlJ.>t'llSada
010 la restitución de sus pueblos. 9 :; La séptima capitu laeión propu esta p o r Rerbeo
uía este asunto96 pero, como es sabido, su apr·obaci6n no implicó su c umplimiento.
t>mbargo. f'l 26 d e jnnio de 1781, unas dos semanas después d0. aprobarse las
tulaciones. una '"crecida multitud de yndios de distintos pueblos~ sP agolpó e n la
Jbza rnayor de Santafe y la Junta General:
·' .. .temi e ndose s u cede1·ia la su hl e bacion qne amenasahn su com rn ocion unan irues y
comforrnes fueron de seMi r que immediatamenle sP libraran despachos a los respectivos
corregidort>s para que en concPquencia de dicha capitulacion pongan en posecion de sus
pueblos)· tierras a los.rndios del distrito de sujurúdircion; cu,·as ti enas y r~>sguardos no se
h U\ieran ve ndido ni per·mutado:.. .'·.n;
En la ¡.¡ r·ovincia <.le Santal'é 8 de- los 10 pueblos que habían sido agregados .
n resliluidos. 98 En la jurisdiC'ción de la ciudad de Tunja el proceso de l'eslituciones
bién se dio. pero no parece hahPr :>ido t.an exitoso como en Sant.afé. 99 Las r·estit u -
ciones m ues1r<u1, sin en rbargo, que la p:vticipación de los indígenas e n la Revolución
Comune ra 1uvo sentido e n fun ción a sus p•·op ios in tereses . 11l0 Los indígenas no se
W.:.rporaron en las filas de la reH>Iución pasivamente, al compás de los intereses de
la:. criollos. sino que par·ticiparon en ella par':l defendPr inte1·esf'S que les eran tan
exo:.. como la rec nperación de sus resguardos y poblados. Pero su p:r r· ticipación en la
~-ol uc ión ~omunera l'ue mucho rnás allá. No sólo en grosaron sus íil::ls, sino q ue- vie:
~ satisfechas sus demandas . La audiencia se \io for'Zada a dar la <wden de restitución.
oeionalrnente, hasta finaliz..:·u· el período colonial no sf' voh-ieron a intentar nuevas
gaciones de pueblos de indios f' n los Andes centrales. Allí los pueblos contin.ua-
111011 s iend o el tipo de asentamiento mayor itat·io hasta la Jndependenci:r .' 01

~j l1i.,t-s Rojas, Corrrgidores, p. 51>7 ~· ~larta Ht-rr·<'ra Angel. Podr·r Loml. p. GR.
'x; V~ase te:\1:0 clt- t-SIW> capitularioncs en Pablo F.. Círdenas i\r'nsla,E/ movimiento comunal df' 1781
e.n el N11evn Reino de Granada (19Ci0), 2 Vols., 2a. cd .. Bogotá, TeoT('I' Mtmdo. 1$)80, T. 11, pp. 18-29.
g; .\.C.:\1. (Bogotá' . Poblaciones IYtrias. 7. f. 6~l1Ír.. suhra~ adM nuestros.

"".\ .C.X. 1Bogo1á . {rchil•oBt>rnardoJ (aitwlo, l"tsitas. T. l. caj:~lo2, doc. 4.1f. t r·. a 38Y.:Poblacione.s
Tárias. 7. ff. 658t·. a 660r.: Empleados Públicos íundinamarca . 1, r. 9 1lr. y v. En ('! caso de Zipao.¡uirá.
el pueblo más importame de la provincia, lo~ inclígena;; l'tuc:ro n restituidos a sus tier'l'~>$, ¡.¡ero el
asentamiento pasó a ser panoquia de -blancos" con agregac:i<ín del pueb lo de indi os (:\.G. -.
1Bogutá'r , Estadística (·lnexo Colonia). l. f. 533r.\. Los indígenas d<· Fontibón n<> pudieron reto mar

a su purblo. por·qu~: éste Ya hahí;o sido ocupado por los -vecinos- (Juan A. \ 'illarnarín y Juclith E.
\ illarnar·ín, "Chibdoa SettJemeut-. p. íl y A.C.\ . •Bogotá), .1/i/icins y Jlariua. lt6, f. 52lr. ~ ,·.).
w Germán Colmcnar·es, La Provincia. pp. 197- 99 y A.G.N. (Bogotá), Visitas Bolívar, 6, fl 606r. a
655r. Scglm el resu111 en ele pueblos de esa jurisdicción. pr(·parado por el oidor Berdu go en
17:35- 1756. había 66 puPhlos 1Magnus .\'lorrwr. "Las Comuroidó.ldes'', pp. 87- 8). En m1 li~tado de
los asentamientos de esa jurisdicción. fechado en 178/. sólo aparecen r·egisu-ados 28 pueblos
'Uiiscs nojas, Corregidorf'S, pp. 583 fi,.
wo Sobre la He,·oh1f·ián de los Com un eros véase P<1blo E . Cár·den;¡s Acosta, El ;1/o,,imiemo
Comunal: John Lecldy Phehm. El PueUo .r el Rey. La Revolución Ccnnurtem ('11 Colombia, 1781 (1978),
la. ed. en Pspañol. 13ogoL1, Carlos \nlencia Ecü1or•es. 1980: ;\l¡u·io Aguilent Peña, Los íomuneros:
Guerra Social y Lucha Alllirofonial. Bogotá. l:niversidad '{aeional de Colombia, 1985 ~· Hans ·
.Toachim konig, En el Camino hacia la.\'nción. _\aciona!t:ww en el proceso de formación del Estado .r de
la ,\ación rlf' /o Nue('(l Gmuada, 1750 1856 (1988 ~, Bngotá. Banco di' la República, HJ94, pp. n7- 147.
101
En la j urisdicción <le; la ciudad d~~ Tunja, donde la pr·oporción ele p(lrl'oquias era mayor, en
·178i había un total clt- 4<'1 pueblos y parroquias. d e los cuales 2!l eran pul'hlos de indios (f' l 64%)
y 16 emn parroquias ,..¡ 36°o . l liSf'S Rojas. Corregidores. pp. :'íS~-586.

!1, L~ MO~F(')J OCI,-\ OEl PORI.A.MII?NTO


B. L-\.5 PRoPORCIO\"ES: EL ÜRDE.\" '\nE:\TO AD)IDTJSTR.Am·o

El esqnema dE> organizaci ón administrativa variaba de provinc:.ia en provine¡·


Desde finales del siglo .\ Y! y hasta la finalización del pet·íodo colonial, la provincia d,
Santafé estaba organizada alrededor de la ciudad del mismo nombre y se cli, idía para
~11 adminislración en corregimientos de iudios. ILn 1760 había 7 corregimientos. caq2
tillo con 8 pueblos en promedio. 102 A mecliados del siglo XVIII en la jurisdicción de la
ciudad dt> 11mja había una ciudad, una ,iiJa y nueYe corTegimientos de indios, cadá
till O a ?a':go de la a dn:inistr~ció!1 de oeho pueblos de in.dios e:1 promedi.o; una. ~mpo¡.·ció)
m u:'· sumlar a la ele Santafe fvease \1apa ~o. 8). JCYi Para esa epoca, Tunp. a chfe1·encta <fe
<lll.tafé contaba con algunas parroquias, aunque pocas (véase .\lapa No. 9).104 Este LiP.o
de orde11amiento de. los Andes eentntles contrasta con el c1ue existia en las Uanur;
<"aribeiias por la misma Ppoca. como se puede ver· en el Cuadro No. 1: ~

1 En el Cuaclr-o No. 1 se aprecia gnl' había más ciudades y ,-illas en las llanuras d
Caribe, que en los Andes centf'itles. La proporcton entre ciudad es y villas, respecto
otro tipo de asentamie11tos. era tnmbién rnucho rnayor en la región Caribe qne en 1¡-
1
1
Andes. En la proYincia de Santa i\I~uta había 5 ciudades y una \illa que, en conjunt .
ejer·cían s u jurístticción sobre 26 pueblos de ind ios y 22 s itios, cs decir· r¡ne, en pt·om.. ·
f
j
t
dio. cada ciudad o Yilla controlaba ocho asentamien tos. EH la provincia de Cartagena
i 11pt·eeia qtw su estwctura adm.inistratiYa presentaba mayores semejanzas con 1:~ existenf
<'n Santa M<u'"La, que eon la que prevalecín en SíuHafe o en Tunj<'l. HaJ)út s iete ciudadf
o Yillas que ejercían su jurisdicción sobre 68 pueblos y sitios (véase 1\l;¡pa ~o. '10).!!:·
Las ciudades y 'illas cartageneras controlaban. en pmruedio. un m<~.' or mí mero · e
pueblos y s itios qne las Je Santa Marta: 10 (frcnl.e a los 8 de esta 1.í ltima).
Las propot·ciones antes sei'laladas II<'Yan a preguntarse por qué. mientras en l s
Andes CE'Jtlrales las ciudades controlaron numerosos asentamientos. en las prmincia~
d(-' la rc,gión Caribe el n{unero de puehl os y sitios a ca1·go de rada ciudad o vi lla fq,"<-
rt>latiYalllente reclurido. Como explir.ación de este fenómeno puede plantearse que ;Ja
estructurn administratiHl de los corregimientos, que se estableció f'n los Andes centr·ales
cn el sig'lo XVl, permiti6 que una sola eindad controhu·a LUl número rel:ll'ivament.e al o
de pueblos. 106 En las llnmu·as del Caribe, por el couu·ario. las ciudades y villas asnmiero 1
d irectantente la aclminis!J·ación de los pueblos y luego de los sitios de su jmisdicción.
si11 la inr ermedi ación del corre~ im i ento, lo que les hacía asumir una mayor
administr·atiYa por· asentamiento.

1112
~·~al'rrt 1-len:c·,·: :\.n~el , Pod:r Local, l~ap. I y "~spa:~) y I'od~r~. Esta estnJ.l'nu·u a~minisll<l~3
<>sraba v•g<>nte en 1;()(). Se trato de mod1ficar hac1a 1J JO. med•ant<> la transformac•on de ,·;u~]"'
pueblos rle indios en parroqui:~s y la agregnción o fusión de los co•,·egimientos, <'alifieado~ ya en ~
momento de "tenu e~·· l,véase al •·especto Francisco Antonio J\ loreno} Escandún. Indios y :1/esuzol .
101
Basilio ViccntP de 0\'iNio. Cualidndes, pp. 288-9.
101
lhid .. pp. 1 19- 160 y 288 9. En <>Ma ob•·a <>1 autor· suministra dos listildos de> p11ebl ·'
y parroqu ias de la jurisdiccicín de Tunja. que pr<>sentan :~lgunas diferencias. J::n las pp. ll!t-
160 mencionó 11 p;nTnc¡uias .' 1 Yicepa•Toquia y en la~ pp. 288-~J , cinco parroqu.i as y 1rd'a
pan·oquia ag ..egada.
H\\ .Para 1:~ elaborari6u de est<- mapa. la infonnación relati\a a los puPhlos de la pro,·iueia dt-

Sau tn Marta~<- romó del listado qur- ~icolá~ Gil, obispo de S;u•ta "'larta. presentó dr- los cv•·atd;
<jlll' había <' 11 su obispado (A .G. I. (Sevilla), Santo Fe, 552). El info n n<> no es i ¡Í fechado. p~
dt-hió prescnta•·se durante el c-jt·rcicio d<· las funciones dr <·ste ohispo enn·e 1756 y 1760. El
listarlo correspondiente a la provinl'ia de Car-tagena se tomó del inforr11~: de visita del obispo Je
esa pt·ov:incia. presentado <>n 1?64 :,A.G.T. (Sevilla).Srl!ltaFe, 1034). Según tVI<1ría DoloJ•es Conzál
L11 na. Res{ilmrdos. p. 92. la visita se reali7.Ó <'ll 1í()O; sin e m ku~go. dPI informe del obispo
detlu<'<' que dtu'Ó un par d<> años ~ s<> finalizó a priJ•cipios de 1764.
100
"'!arta Herrera -\ngcl. Poder /,ocrd. capítulo 11 1.

ordenar p<Jra controlar .-,¡ martd htrrtra ans~l


lVIAPA To. 8
A ,'\1>ES CEXTR \LES
CORREGIJ\1lE1 TOS SIGLO XVIJl

.-·,
1 Cti.p•
Gua~:ayos, G~iciln\

........ .~· El~y j


l9nzaga '
• • S<>o.l 1
Bo1Ni1a
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1 ·-·-·--.
; ,_. Pa pa®' t?u1tama
~ 1
1
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.Nooo) ®Gámeza
TOO<lga /•
• 'Gaehantlvá Sotaqufrá Tiba&OSo • 4.. !Mongu3
1
.J Villa de TÜta ,· ~a~oso ·~loog~;, /•

,. .~.wa
.. Leiva Cómbla
o Chíc;uiza 1 • Ob:tA ,
,
rta.
F....-. /
'
• ' Tin~ ® ~ MctaVita ... .,. - ~r;"ca- ..., •,Cultrva •

1 ' .sáchiea e : . Tunja @>chivatá


,Simljoco \. Réqvlra
Po;co nota
!SC:::cá •·· 's !achoque 1 •
/

" Su!" ' ; - • 8;, -cá~O<ocá / ./


/ ' ya 1 • ~~~ntcadlá , \ /.
__.~• FUQueñe 1~che-lo) CtWM• Rarniriqul ; ; ' \
• ' Ubaté Leng..Wque ® .Toba~ , \

.tii!L.
• 1 Sutol.ausa•
® '
cJo.mu bá
""'
' '
Turmequé
~
1
1, ;

,. "


.,... • . . - •...,.

1
•,-- .._ -.. T<JÜsa _,. - - ~- - So~u&rá '
/. - ... - - .... , ,. ,Ct-..oc.orü \.
• • Pad"lo Su:esca. " W.ad'leté Tenza Gafl'gl)a •
.Tegua~
1 •
Cogua Nemocón
• . ~ . '·Ses vilé
® Z1paqwra 1
• Tiriblt; ® •
• 1Svt3tenzo
Mant1 • 1 • •
• 1
lcngupll.
J Q
Toeancipá . • ~Cf'lanclpá Guatoq¡e ~oCQ· a .,._,
•- TallO>. •
cap Sopó
• 18Guatavita \
\o,i ~
1 ;
1
L

Facatolivi
Épacón
Tenjo • 1

• • SeN~zuela cn~a .subo


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1 .Cot;, ., ; \
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• Ch1a 1 •GUMCS

', ChipssaQ.oc .
Gacnat.t

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J
So1ac.á • ® - _. •
• -- ,!l?!:·,c.-ion ; ..
. ®Bosa • Sa~tafé
..., • Usaqu:én , l ..,
r,• • / •
1


o
Cfudad
Villa
• SoecM T~so,' Cnc;ach; \ '·J• Cabeza de Corregimiento
J . ® f ómequc•

_• - Usme '
#
~quo Ubaque
•Cá~éza ..
1 Poblado (pueblo o parroquia)
Limite Corregimiento
l ..-fosaga.:or 1 •
J
_.
1 une
~ • Pasea; Fooca • f\1 Limite Región

...,®,.:
1.. . P9ncli • .,.._.. .. ...-·-·-· SO km .
Límites y ubicaciones aproximados
M .HA

fuE' nt(-S: \laría Clemencia Ramírez y :'-laría Luf"Ía Sotomayor, ·Sub·regionnlíza<·i ón de l Altiplano
Cnndihoyacensf': Reflexion(-S Metodo i<Sgicas». flp,.•i.lla Colombiafla de J"{nLmpolop;ía, vo l. XXVI.
Bogotá, Instituto Colombiano Je Anu·opo logía. Hl86-1988. pp. 173-20J. mapa ::'l'o. 3. · Cacicazgos
y di' ísíón político-;~chnüli~trativa dtu·:Uitc la colonia•; .-\.C.:-.. Bogot.-l:. J"ifilas Cundiuamarca. 8. fi
i94v. a 833Y. bi.,,; Basilio \"irente de o, ieJo, Cualidades. pp. 119-160; Lli~··s Rojas, Corregidores.
pp. 5 18-523 :· ~lagnus ;\J or·nr~r, •Las Co rrnrnidndes•, pp. 87·88.
'ot:Js: l Se in<·luye el ('or·regimie nto dE' Ghi1:1. ya qu e m1nquE' no ~ra .Muisr11, formaba parte ele 111
jw·isdirción de ln ciudad cll' Tunj;~.
2 Las rliferenCÍib en cuanto :r asentamiC'ntos quE' presenta este Mapa. con el X 9, r-adican en
buena parte en lns distimos datos q lit:' sLuninisu-a Oviedo res pecto a. las p;HTOCJU ÍD.S (véasf' nota
4 de l Cuadro No. !).

n. i.A M O~FúlOCIA OrL POBL-\MfEl\'"70


MArANo.9
:\ .'\DES CEJ\TRALES
1
ASEXTA\l!DTOS ~ ·cLEADOS 1755-1760

• Ciudad • Pueblo de Indios


o Villa • Parroquia

M.HA
~O Km. - ·- Limites Aproximados

Fuen tes:A .G.~\i. (Bogotá \, Visitas Cundinnmarca. 8. ff. í94v. a 833Y. (bis): Basilio Vicl'11le de Oviedo
Cua/idacles. pp. 119-160; Uisf's .Rojas. Corregidores. pp. 518-523 y ;\Tagnus ,\lon1 e•; •Las Comuni·
darlf's •. pp. 87-88.

<¡ o o > ordenar par a controlar+ mana hur<ro oTigcl


Cuadro No. 1
Ll<mur<lS del Cari bt~ v 1\ndes Cenb·alcs
Tipo ~· Proporción de Asentam.ienlos Nudcados
ca. 1¡S8- r¡64'
Jurisdicción Pueblos Parroquias o sitios
ProYiucias Ciudaclt"S Villas
CurnLo Anexo Pamx:(\Úa ·\nexo Lot.al
o Ciudades
Región del Caribe

Cartageua 3' 4 22 1 3r IIÍ ¡5


anLa i\larta'1 5 1 r8 8 7 15 54
Sub total Región
8 5 40 9 38 29 129
Cmihe
\ndes C.enll-ales
antafé 1 o 52 o o o 5B
Ciudad de T tu1ja 1 1 6r 8 n 1 83
ub total Andes~ 2 1 u3 8 11 r J36
total
asentamientos .-.
' lO 6 ,53· IJ 49 3o 200
Caribe y Andes

Fuentes: :\ .G.l. 'Sevilla;, Santa Fe. 552 ). •o34: A.G.N. ~Bogotá), VIsitas Cuurlínamarm, 8, IT.
¡!j!iv. a 833v. ~bis), Basilio Vicente <le Oviedo, O.mlidades, pp. ug- 160, UJjst~s Rojns,
ConY?g¡dores J ·Juslicias Mayores en Twy(¡, T unja, 1g62. pp. :íiS-52') y ~1agnu,; Mon •er.
-¡..as Comtu'údades", pp. 8;-88.

\otas: ' Los datos ele la provincia de Crutagena son de IJ&í, los de la p•-o,ineia de Santa
Marta de <'.a. r¡58, los de b l)l'Ovíncia de Santafé 1it::>-r76o) los de Tunja dr: ca. r;61.
• Se incluye aquí a la ciudad de Cáceres que para efectos dP la jmisdicc.íón
edesisística pertenecía al obispado de Cartagt>na, pero en lo civil dependía de la
provincia de Antioquia.
1
En la proYÍ.n<'ia de anta ~lana había además dos núsiont>S. Los datos de Santa
\Iarta no i.nch1yen los ele la jurísc~ cc.;ión de Río Hacha.
" Corno se anotó anteriormt-nte. Ü\ it>do stuY1irústra elatos distintos sobre los pueblos)
parroquias existentes en las pp. ug-•6o, donde desniJJió los difer-entes ascnt.amientos,
y en l:ts pp. 288-g, donde presentó tm resumen discrimírmclo por <'Ol1'egimientos. Los
datos de la dt>scri¡x:icín detalh1da -quP pareceu ser los JJ~<ÍS confiílhles- fueron
cotejados ('.Orr los listados de la visil:t de Vl'rdugo y Oquendo a la pr-ovincia de Tuqja,
tJ'a11Scritos poi' Rojas y por \lomer. ya c:itados, y sobre esta base St" obtuvit>I'On los
datos que se 1wescntan en c,;te Cuadm. .Es Lle anot.1.J' que las princi palc~ diferencias
entrP la lista de Oviedo y la de Verdugo l'adican en que el primero incluyó a las
p:=m"O<¡uias )-d segundo no~· en que la Üsla de (),·iedo, por· ser posterior a la visit.a de
Verdugo, inclllyó los mmbios cr1e hizo el oidor en la acl.ministl';l('ión de los pueblos.
\lienl.ras que en el listado del oidor se~ regist1~1ron 6j pueblos) dos pueblos
<~o<rreg<ldos, en el de Ü\>iedo se registraron 61 pueblos y 8 agregados que, a.l p<u-ecer,
corresJ29nden a las agregaciones de Vt>n.lugo.

11 , LA MOAFOI..OGI.'\ DEl POBLUUf= ~"TO


MAP." Jo . 10
Lu..\lURAS DEl, C-\RlBF.
:\SF::\T\..\IIF.'\TOS 1\t CI.E:\DOS 1758 - 1764

• Ciudad
o Villa
• Sitio
o Anexo
• Pueblo de Indios
t. Anexo Pueblo de Indios
A Misión
f' t Límiles Aproximados

100Km.
M.HA

F uc•ntes: " .G. I. Seúlla. . Santa Fe. 552 .Y 1034 y J!apas y Planos Panamá. 339: A.G.N. (Bogoui'. IJapo!eCfl
2. 1281: 1/apoteca 4. 23í:\: .I/apoteca 6. 96: IGAC. ·ltlas de Carrograjia Hi.<rórica, láminas '\L ~· LL .

ordenar para conuolar + marra hurera anscl


De otJ'~.
par-te, en las llanuras del Caribe la temprana prolift?r::lCÍ<Íu de eiudades y
'llla, .f' ll su gran mayo•·ía se est.'lbl ccieron en el siglo XVI 10' ) podría haber hecho
ianect>saria la división del territorio en corregim iPnlos _l~ En todo caso, 1'1 que tanto las
"y las ciudades. como los corregimientos hayan cumplido la funció n de adruinist 1'M
b. pueblos y pa rroquias de su jurisdicción, n o implica que el tipo de adminislraei<Ín
*sem peñado en uno y OII'O caso haya sido simi lar. Por el <'O ntJ·ario, lo que se es p<~ nn·ía
~ In qut> se obseJ'\';t es qut? la administración de pueblos. p:.11·roquias :r sitios poi' parte
._ a;; antOI'idaJes de los asentamientos para -blancos'·. presentó significativas dife·
I!IIMlcias frent e a la que aJelantaron Jos corregidores de indios. Una de ellas, 111 1 ' ·ez la
.á, significativa, radicó en que mient•·as la organi7..ación del corregimiento giró all'ededor
lo5 pueblos ele indios. rn el caso de la adminisu·ación adelantada por las ciudades
! 'illas los p11e ulos quedaron conve rtidos en simples apé11dices de Jos centros urbanos
p;mi -blancos''. En los casos en que se estableció algún tipo ele mediación entre estos
ft'lltros y las comunidades. ésta fu e ejereida por los mayordomos quie nes, a difácnc:ia
* los corregidores, eran e mpleados de los encomenderos y no d t>l F:stado co l O J Jial. 10~
Eo tales circunslmtcias el m<mejo de las comunidades luYo un caráctc•· más "pri,ndo" y
-.e- o;; ajustado a las nomms estatales.1111
Otra particularidad de la organización administrativa de 'las provinci as de las
llanuras c::U·ibcúas qu e sob r esal e e n el Cuadro No. 1 , es la alta proporc ión dt>
a>Pntamiento nude<~dos, diferente a las ciudades y Yillas. organizados pw·a albc•·gar a
r ladore5 no indígenas. \lientras que hacia mediados del siglo X\ 111 ~>n la provincia
* ' antafé 110 había pa1·roquias de h l <~ n cos ni an<'xos y en Tunja sólo all'ededor del 15%
«lo:; asentam ienLos eran parroquias, en San la !Yl arta ei'Íl% de los asentnmientos
allw>•·gaban fundamentalmente a los "lihl'es de todos los colores". F:n. Cartag<'na la
•porción era m:-~~·or. ) a que el 60°o de los asentamiento,; ¡wesenlaban esta caracterís·
~- Las antPriores cifrns sugieren q tle en las llanw·as caribei'ias la población de "']j .
kt>->- era mayor que 1<~ indígena. m ie nteas qu f: en los Andes centrales la población
•(hgena era más munt>r·osa. Atmque no se han encontrado cifras globales de poblacióu
. . la;; proYincias caribeñas correspondientes a mediados del siglo :\\ lll o anlf'J·iores,
.,.- permilau establecer tales p•·oporciones, un censo postPriOI', el de 1778- 1779, aporta
-.1a base mús sólida en esLe sentid o.
111
El Cuad•·o permite apr·eciar que hacia fina les del siglo :\.Vlll los A11des crntrales
ft tabao con más habitantes que las llanurns del Caribf' . Ln densidad de la poblarión

ur. Solwe las fechns d e fundación de las ci t• d<~Ci es y v illas vi>;lst- María d el Cnrmeu Bo•Tego .PI<i,
Cartagena de Indias. pp. 3- 5; COR PES, .11apa Cullltrnl. pp. 46-9: Orb lldo Fals Hot·thl , Historia Doblf',
T. 1 ~ U 1: Juan Fri t?d e. Los Chibrhas: Trinidad Miranda. L(l Cobf'rrwción de Sallfn .1/nrta :J5i0 16i0).
SeYilla. Consejo Superior rle 1"' e~tigaciont>s Científicas. Escuf'l:l dt' Estudios His¡xmoamerica-
nos. l9i6: Dif'go d e Pe •·edo, '' Noticia H istorial- y Hermes Tova1· Pinzún, Relaciones)' ¡¡,:,itn.s. U.
10" De he anotarse q ue no hay estudios sobre el orclt-Jlll lll ie nto p o lí1ico- adntini s 1rn tiv o
ele la región d urante e l pei'Íodo colo nial, q ue permitan preciMII' la lógica de r·se ordenamiento
en el siglo X\'L
tm J.loría Dolore s Gonzále7. Luna. Resguardos Coloniales. pp. 23 y 4~ 46 ~· J os<' :\ gustín Rlanco
Barros. ¡:;¡ Xorte de 7i'l'rrodentro, pp. 177- 9.
110 V <':~se un ejen1plv de este tipo dt.' man ejo en l:l p •·o"incia de c~,·1 agc n a. auncpu' p:l ra el
s iglo XVTI , en Marí<~ del Carmen Ron·cgo Plá. "Ca 1'l;1gena de Lnclias en 1633: perfil dt> l uu g rupo
de poclf'r". María Jus1ina S:u·abia \'it>jo et al. eds.). Emre Puebla de los Angc•les y Se<'llln. St•,'ÍIIa.
Escuela el<· Estudio:. 1lispano- '\mericanos. 1997, pp. 303- 3 15.
' 11 \'~:B<' :málisis dP los datos de t>s l.. censo para la prm Ítlcia de Carlagt·na en Adolfo ,\ lcisel
Hoca y María _'\guile1·1• Díaz, -carl::~ gc n a de Indins t" n 1777''. Sobre el p:u1ido de Tien·:~dr·ntro,
tambié n <'u la pro' int:ia de Canageua, véase José AgliSlÍn Blanco Ba rros. ~ E l Ct>11SO del
Depa•·tanwuto dt>l :\tl:íul ico Partido <le TieiTadenti'O) en e l aiio 17/T. flolellít de In Snciedad
Geográfica de Colombia". \ 'ol. 27. ~o. 104. Bo¡!Olá. Hli2. pp. 28í 323.

!1. I.A MOt<l<lLOCH DEL PQ&W11~:-IT0


-..-l.-----~:11<.-""-

Cuadro ~o . 2
Llanuras del Caribe y Andes Centrales
Población Discriminada según la Clasificación de los Censos'
ljJ8-!779l

Provincias
total

Cartagena 424 13.426 19.416 75.4$)() 9.622 118.378


SanLa Yiarta 128 4.438 8.506 22.882 3.988 39.942
Sub total Caribe 552 17.864 27.922 98.372 13.610 158.320,.
Andes Cenb·ales
Santafé 745 24.569 31.581 30.239 1.171 88.308 .
~

Ciudad de Tunja 373 57.312 31.190 47 .105 790 13G.770 .


Sub total Andes 1.118 81.881 62.771 77.344 1.964 225.078
total
Caribe y .A.ndes 1.670 99.745 90.693 175.71() 15.574 383.398

Fuentes: A.G.N. {Bogotá), Milicias y Marina, 137, f. 901r. y Hermes Tovar Pinzón et al.
(comps.), Comm(:atoria, pp. 82-8:3 y :379-:382.

1
)lotas: Se utilizan aquí las categorías del censo y el orden que establece para
inc.orporar- a los diferentes sectores en que dasifica a la población.
2 Los censos de Sanw fé, Cartagena y s~mt~l Marta son de 1778; el de la
'uxisdicción ele la ciudad ele Tmú1 es ele 1779.

Gráfico ~o. 1
Llanuras del Caribe
Composición Demográfica de la Población
1i78

esclavos blancos
-,
9% 12%
\ ...

\
indios
18%

libres
61%

Fuente: Hermes Tovar Pinzón et. al. (comps.), Convocatoria, pp. 82-3.

ord enar p ar a controlar + marta herrera ansel

'.!'...
- - - - - - - -- - - ----- ·--·-- - - --·---,
Gráfico No. 2 1
1
Andes Centrales
Composición Demográfica de la Pob !ación 1778-l779
1

esclavos
l
lihres 1% bJancos
34% l 37%

1
ind ios
28% 1

FuPntes: f\.G.N. (Bogotá), il!filicia~ y .1farina, n7,f. 9011'. y Hermes 1


To' ;¡ ,-Pinzón et al. (cornps.), Conoocatoria, pp. ~79-382.
¡
_ _ _1

bi én era mayo1· en los Andes cenuales, ya que el territorio era meu or. 11 "
"cionalmente el Cuadro p•·oporciona una base para compa1·ar la composición
•lml10gráfica en las llanuras del Caribe y en los Andes centrales. Esta se aprecja con
·- clal'idad en los Gráfieos Nos. 1 y 2.
En el Gráfico _ o. 1 se aprecia que en las llanuras del Caribe en 1778 la población
~-o r-itaria era la de libres <.le "todos Jos colores'', sector que rep•·esenlaha rnás del
tiJO'(I de la población. Los indígenas aventajaban a los blancos y a los esclavos. pero la
.¡{erencia euu·e unos y otros era menos significativa que la q ue se presentaba entre
eito:o tres sectores _r los .. libres··.
Un panorama muy distinto era el de los Andes ceniTales (véase G•·áfi.co No. 2), donde
b H•nt.aja de los ''libres'' sobre ol-ros S<'Ciores de la población no era lan marcada. Tmnpoco
ID eran las diferencias entre uno y otTo sector de la población, si hien los ''blaHcos" se
ftl03lil uían en la 111ayoría (37%). Este último sei1alarrúento dehe r·elativiza.r-se, ya que corno
_. aprecia en el Cuadro \lo. 2. el predominio de los blancos se daba en Tunja pero no en
Santaft\ donde la proporción de indios y lilwes era similar y superior- a la de los blancos.
Se- aprecia igualmente que la población esclava en los Andes centrales era mucho menO!'
1IJe en la región Caribe.
Estas cifras y })I'Oporciones •·esultan de gran importancia para Prltender los
pn:x:esos sociales, económicos y polítieos que se vivían en una y otra región., aun que
lamentablemente la escasez de información cuanlitativa sólo permite formular algu-
.&il5 hipótesis. La invesligac.ión que se adelantó en la provincia de Snntafé mostró
1lJ.e los cambios en la composición demogn'úica de la población tuvieron un mllrcado

11 2 Esto se aprecia en el Mapa !'io. lL so bre dens idad de lo$ asentamienws, que se Lncluyc

más adelantt>. en este eapítulo.

11. l.:i. M ORFOLOClA OFL POBL\.\ t!t:,"TO


impacto sobre la organización administrativa de Ja provincia.m Este fenómeno
ex plica al considerar que el Estado colonial definía distintas relaeiones laboral
para los diferentes sectores étnico- raciales en que clasificaba a lapo. blación: esdavi t~
i
para los africanos y sus descendientes; concierto agrario, mita minera y urbana pa
los indígenas y trabajo libre asalariado para los "libres de todos los eolores". 114 ·,
anterior implicai'Ía que en una determinada región donde la población indígena fue
mayotital'Ía, prevalecerían las relaciones sociales de producción definidas para es
grupo, ya que sería el que ofrece 1~Ía una mano ele obra más abundante. Sin embarg
si con el tl'anscurso del tiempo la población indígena disminuía y aurnen laba
población de "blancos" el trabajo libre asal<u'iado (u otras formas de contratación q t"
se ajustaran al cat·ácter "libre" de e<;ta poblaeión) empezaría a ganar importarwía ~l
esta región. El cambio en las relaciones sociales de producción prevalecienteJ
presionaría la inli'Oducción de modificaciones en otras e;;feras, no sólo de la economl .
sino del ordenamiento social en general. 115
En los Ande;; centrales el proceso de disminución de la población [odígena
que fue la población mayoritaria hasta mediados del siglo X\ml- se vio acompañaqo
por la adopción de 1ma serie ele medidas, como la supresión de la mita minera y m·baJa
y del concierto agrario obligatorio, que modificaron el régimen laboral al que estah~1
sometidas las com w1idades. 116 La disminución de la importancia relativa de los indígen~~
corno proveedot·es de mano de ohra se v-io reflejada en el mode.lo de ordenamiento
espacial que ernpezó a ser ineerlljvado por las autoridades. m El nuevo mod elo eonsisth'a
en la agregación de pueblos de indios y la txansf'ormación de los pueblos c¡ue qued ·
ba.n abandonados en parroquias, es decir, en asentamientos para "blancos". Lo que f'
observa en esa r-egión a lo largo del siglo XVIII es entonces la progresiva ruptura de t.n
modelo de organización soeial, basado en la oposición entre la "¡·epública de indios "~
la "república de españoles'' . 115 En las llanuras del Ca1'ibe, a pesar de la carencia 1f'
cifras globales de población anteriores a la década del 70 del siglo XVIII, todo parey
indicar que e.se modelo se había tesquebrajaclo mucho antes que en los Andes central~"·
La rápida y ternpnma disminución de la población indígena, la decadencia del mod~o
esclavista y el Cl'ecirniento demográfico de los "libres", hizo ele estos pobladores la
principal fuente de mano de obra a lo largo del siglo XVIII. 119 La temp1·ana proliferaci · n
de siti.os en las Uanuras del Caribe y - como se verá- los esfuerzos que se hicieron p

111
Ma1·t.a He1Tt! l'a Angel, Poder Local. .
111 Hermes Tovar Pinzón, Hacienda Colonial, pp. 45 87 y "Orígenes y Cal'aCLerístieas de l ;;
Sistemas de Terraje y Arrendatniento e11 la Sociedad Colonial clmantc el s iglo XVILI : el CJo
Neogranadino" (1982), en AA. 'vV, Peones, conciertos y arrendamientos en América Latina, Bogolá.
Universidad Nacional de Colornbia, ·¡937, pp. 123- 53.
' 13 Carlos Marx, "P1·ólogo de 1<,1 \.ontribuci6n a la Cr:ítica de la Economía Polí1ic:a", Carl Ma1 . ~
Federico Engels, Obras Esco~idas, i\foscú, Edit<wial Progreso, 1969, pp. 186- HlO.
11 G El concierto agrari.o cornpul~ ivo se suprimió en 1720 (A.C.N., ¡}/ilirias)' ¡lfarina, 116,,íf.
533v. a 536r. y Juan A. Villamarín, ';Encomendel'os", pp. 198 9). En cuanto a la mita urbana Juln
.'\ . ViJlamarín, ibid., p. 181 indica que ya para ·¡ i41 había sido abolida; sin embar·go, :1 pm'Lir de~;~
documentación encontrada y que el autor citado utiliza, podría pensarse su ~upresic5n ~ e
simultáll~a a la del conci~rto. a~·ario _co~npulsivo (A :G.N., Reallludt:en.cia Curuiinamarca, 1, f. 71 _r.
y v. y f¡;flftcws .r ;'vlanna, 116, tl 533v. a :->36r.; en el capitulo Ill nos 1·eier•remos a este tema). La ll;llla
minera fue suprimida en Ii29 (A.G.N., Caciques e indios, 72, f. 323r. y v.: véase transcripción del
texto de la Cédu la Reill que prohib.i.<S la remisión obligatoria a las minas Cll c(,J'm;~ n Colrnefl(ll'. ·.
et a!.; .f'úen/.('S documemale~. pp. lü8- 70). ·
11
' Sobre la art iculación enrre control económico, político y espacial, véase Hew-y Lefeb

The Produr.tion of ~pace y David Ha1·vey, Tlle Condition o/Postmodemity, pp. 22() 239.·
118
:\larta Herrera AngeL Poder Local. ·
119
t\dolfo \leisel, "Esclmitud, Mestizaje y Hac iendas~, p. 265.

<r o6) ordenar para conrrolar + mona herrera onsel


ft>:or~aniza t· los asentnmit>ntos de los '"libres- desde las primeras décadas del siglo
"{"\11 1. 1211 refuerzan esta hipótesis. Pero además debe tenet·se en c uenta qtu~ e n l~t t·egión
•::.mhe In organi1.ación social basada en la oposición entre la .. re pública de indios y la
-nopühli.ca de espniioles'· tuvo una dinámica distinta a la c¡ur pr-evaleció en los A ndes
«ntra lcs, al iguaJ qu e su proceso ele sustitución. En lo que Lit>nc que ver con el OJ'cle-
aamiento espacial de la pohlnción este fenómeno se t•efleja en el problema de la dcusidad
« lo· asentamientos. que se estudiará a continuación.
e L-\s DExsmAnEs: r.1. E;\.1Il\JLillo oE Los .\sr.xT~flr.:--Tos
Con10 se puede apt·eciar· en el Mapn No. 11 (que reproduee .lo::. ~lapas 1os. 9 y 10,
ambos presentados en lo:~ misma escab), a mediados del siglo XVlll la densid:1rl del
ft.llllramaclo de asenta.mienlos nucleados en los Andes centrales era, sin d·iscus.ión, ntUeho
-.~or que la de- las pro" iocias eat·ibei1as . En la provincia de Sant afe se aprec ia <p re los
paeblos de indios form<1ban una especie de red que cubrío:~ peácticarnente lodo el
..,;torio proYincial y qu<" sólo se hacía mE>nos densa en algunos de los bordes de la
_,...._, incia o en los páramos. áreas que por su gran altura presentan mayot·es dificult.ad(~s
para la ~ u pe.rvivencia. Una situación s imilar se observa <"11 1¡¡ juriscücción de la c.;i udad
• Tu nja, annq ue allí ya se aprecian alg un as parr-oq uias, con ce ntradas al nort.e y al
.-íentt>, en el resto del Le tTit orio sólo había pueblos de iudios.' 2 l Un aspecto q ue vale
la ~na resaltar sobre la densiclad de los asentamientos e n los Andes centrales es su
~«Ü t'dad. Sah·edad hecha de las pocas parroquias de la jurisdicción de la c iudad de
.._,ja. los demás asentnmienlos eran pueblos de indios. que se habían establecido en
ct ~·._.:lo \ \ T Desde esa época. hasta la finalización del período colonial, desapat•cc-ie-
,.oo e n esa jurisdicción aJrcdedor· de la mitMI dt> los pueblos de ind·ios, lo que reprP-
,.-utó una tlisminución muy alta, aunque de proporciones m e rw res a la que se pr·esentó
la región Caribe. donde ese fe nóme no adquirió unas dimensiones alín más
cat.a;,tróficas. 122 Este punto es importante, ya que permite cstab l.ecer no só lo la alta

•:J~ .\.G.l. Se,illa. Saflta Fe. 488, 518. 519 ·' 521 : Jorge EnriquP Conde Calde1·ón. "Espnrio.
5ociNlad", <:-apítulo 111: .Jo~é -\gustín .Bianc<) B:lrms. Sabanalarga, pp. :ífi-67; ~-Orlando F'als-
Borda, H1:<toria Doblt•. T. T, p. ll4.B: Gilma \l o r·a de Tova1: "Poblamiento y Sociedad··) Pil~r·
.\ loreno de ."\ngel, Antonio de la Torre.
' 1 ' Debe anotar~P (¡ue algunos pueblos y e n es peci.al. las paiToquiaB que apa recen al norl:<"
de Tu nj<~, como por ej~ n rplo, Gachantivá. 11>q ni rr. C1pitane:jo y ~'l ogotes, p<'rteni:'CÍan en realidad
11 l:1 jur·isclicción de y,:(cz. Oviedo, sin em har·go. las incluyó en la di' Tunja y as( se han regist r·ado
C' n "' tnapa ' Basi lio \ "icente de O dedo. Cualidades, pp. 119 !()()' . En el caso de (~ac-hnntid
(),íedo precisó que estaba en la jurisdicción de \ élez. pem lo iucluyó por cuanto )r;¡J.ía sido
ag¡·pgado a )lonquirá.
122 S~>giÍn la ,-isita de 15()0 habí3 en la jurisdicción dt• la r·iur!ad de Tunja 114 prwhlos

Hennes ToYar Pinzón ,comp.). Xo ha:r Caciques. pp. 86-90) ~ ~' " 1í55- 1756 su núm~>r·o ~P. lrabía
r<'dllcioo a 66 (i\lag11 us .\liil'ller, " l ,as Comunidades", pp. 87- 8), e-s decir, que se ha])í;t JH'<'sen-
tad.-, una rl ism inución de l 42'X'- Según Colmenares, La Provincia , p. 73, había más po) e h los: !46
en 1560, Jo que habría significado una dismin ución aú n mavor (dd 55%). En la pt·o, irwi:1 de
San tafé la d isminución (]p pueblos parecería haber ~ id o ur t'TIOS d rástica: en !5(i0 lrabío 52
pueblos. excluidos lo~ P~nclrf'S 1Hennes To,ar Pinzón ('Ornp.'r. •\'o hay Caciques. pp. 78- 81 _r en
1/35- 1760 el núml'ro era el mismo )!arta llern:.·ra .-\.ngel. Poder L()C'fl/. pp. í0- /1 . Juan E.
\ ill:nnat·ÍII y Juclith F.. \'illamarín. - CJlihrha Settlernent-. p. 26. SPñalan que• en la Sahana de
Bogc)I:Í ,lo que corre:.po11dc a una parte de la pr·m; ncia de Sant.afé) lrabía 77 pueblos de indios
en la Jécada de 1590, qu e quedaron r~>clu cidos a 2í en 1810. La d i~pat•id:~d entre estas cifr·as y
las anteriores parN'C ob!·• decer a las difcn•ntes fechas y un idad<·s ''"·r·ito ria les con qu e se
tra haja. pero también :1 ([ ' ~~' los VilJamarín ~> labora ron el cuadro de pueb los existentes a finales
del siglo XVL integrando listados preparados en <live¡·sos <n'ios: 1556, 1559, 1.571. 1575. 1505 y
160 1- 2 ;ibid .. pp. '14- .)'. lo que tiende a iuu·oducir distorsiones difícil<•s de precisa•·, al menos
en f'l f'Stado actual df' las invf'stigaciones sohr·(• los procesos de fracciomuniento ;· reagruprunirnro
rl f' unidades política~ y de parentesco. como por ejemplo. los pu<'blos y las capit:mías. F:n la

11. l i\ MORFOLOGIA Df:l rúBlA MlENTO


l\L-1.P.-\ No. 'J 1
LLA.~'Vti RAS DEL CAruBE Y ANDES CENTR.'\LES
•'
DENS IDAD DE LOS A.S&\'TA.MIE~TOS A .MEDIADOS DEL SIGW XVIII

Mapa No. 10
Llanuras del Caribe
Asentamientos Nucleados
1758-1764
• Civdoo • Pueblo de l()dioo
Olillla A Anexo Puet>IO t!C 11\dío$
• Sitio A Misión
o Anu.o ....,._ LlnWtos Aproxim3do$

)
'1 \
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·~· ~o~J' o
o,~<:-

r
J / Ayapel

/e:
---r - ¡
1
,...,..
·e Cáoeres
1
__
(

- -
-- 100Km.

Fuenlt'~: .-\.C.J. :scülla,, Santa Fe. 552 y 1034 y .llapas y Planos Panamá, 339: :\.G. \'. •.Bogotá\ .1/apot«tt
2. 1284: .lfapoteca 4. 23i:\.: .I/apoteca 6. ~.16; lG--\.C. .-Jtlos de Cartogm.flaHistórim, láminas XL y U\.

ordenar para conrrolar + mar<a herrera angel


Mapa No. 9
Andes Centrales
Asentamientos Nucleados
1755-1760
e Ciudad A. Pueblo de Indios
o Vl!b • Paffl><¡uia

.,..-.._.,., . \.Imites Aproximados


100 Km.

fat>nles: A. G.N. (Bogotá}, J!úitas Curulinamarca , 8, ff /94v. a 833v. (bis}; Basilio Vicente de Oviedo,
Cualidades. pp. 119-160; 1;1ises Rojas, Corregidores, pp. 518-523 y Magnus :Yl()mt:t; •Lts Comuni ·
dades•, pp. 87 -88.

11. LA MORFOLOGIA DEL PO l{LAM IE~O


den s id:~drelati,·a d e los asf'nlarnientos df' los Ancles centrales. que se m antuvo a 1 ·
largo d e tod o el período colo nial, sin o tamb ién, su relativa estahilirlad.
En la provincia de Ca t·tagena los asc nt llmientos ex.istentes a med iad os d<'l sig f•
XVIII se e n co ntl'ahan co n cen trados en los a lrededores y al norLe de la ciud ad f'
Cartagena, e n el partido de Tie rra Adentro: en los alrededores de la vi ll.a d e Tolú, n
e l curso bajo del río S a n .J orge y en las r·ibE> r·as d el río Magd a lena. En extensas ál'ea,
J e la pr·oyincia no se t egistrarou asentamiPntos: en la cu e n ca del río Sin ú . salvo ce!fa
a s n d esemLocaduta t>n el ma r Car·ibe y en el alto.' medio río San J or·ge, mientTas q,uf'
eran con tados los existe ntes en los alrecleuo r·es d e l río Cauca . a ntes de su con!J u encia
con el r·ío San Jorge. La pa r·tc n orte d e la S ie r·r·a d e María tambié n apareee J espejai:la
de pun ti c os e n e l m a p :l . E n la prov in ria d e SanLa !\1art a se aprec ia qu e [o,.
asentami e ntos. tant o de iudi os com o de o1 r·os pobJado res, se concentraba n e n n;;
b ordes de la provincia: las riberas del río ~Iagdal ena , los alrededo res de La ciudad d~
San ta \l arta y de Ocaña .' · en m en o t· grad o a l norot·ie nte de Ta ma lame que y de ai
ciu dad es d e Ya ll e du p ar y \ alen c ia dt> J es tÍs . En el resto del t erritorio n o hahia
asentarn ien tos bajo el con tro l del Estado colo ni;11.
A diferencia de Jo q ne sucedía en los .A ndes centrales, en las llanuras d el Caiil>f'
las áreas en Jas q uP no aparecíau asen ta mien tos e ran extensas y no p resentaban m ayc;u~
diiicuhades para la supen·iveu cia human a. S e trataba de esparios que estaban OOJ) J<UJ C..,
pero cuyos h abitantes v ivía n fu e ra d el contro l de las estructuras adrn in istra tivas
Est:ado. 123 \ o prevalecía en las llanuras del Caribe - como sí sucedía e n los Andes cenlrr
les- la tu pida red d e asen1 amien tos nuclPad os alrededor d e la ig lesia, entre los q
so bresalía e l pueblo d e indios. sino pau tas d e asentamiento q ue e n traban en
con las que e l Estado buscaba impon er, al igu al q ue prácticas que corJi:onlaban el
colon ial. Al navegar p or e l r·ío Magdalena, después de El Banco, las canoas, ch al
champa nes que circ ulaban con v iajeros y mercancías, evitaban la ma r·gen orien tal ,
enm frecue ntes los ataques de lo s indios "b ra,·os''.'~~ En la pro' in c ia de Santa
d etrás df' los p ueblos espar·cidos a lo largo de l río. qtúenes se awnturaban a viajar
Valle de Lpru· y :\lompox. corríau el riesgo de ser atacados en el canúno por indios
dejab an s us cuerpos cubiertos de flechas, semejando a un puerco esp\n .125 En la
eia de Ca1't'agena, a travesando el río S icueo, los pobladores del pa le nque d el
rnante 11 ían de la pesca y d e lo q ue robaban a los q ue tJ·attsilab:l n por los ríos
.lagd alcna . 121> Entre los r·íos Magdalena y Sinú y e n las márge nes rl f' los ríos Cauca
Jorge vivíau libr es d e tod os los colores "h a rTochelad (os) y sin partic ular domi
j ur·isdiscion aJguna". sin at<'ncler a los " p l'ecrctos mnanos,...ni a los dib inos··.m

región Caribe s e p resentan seri as difi<'u ltades para p res(•utar cif1·as gl ob;~ l es d e b id o a
in fo rma c ió n c u ~n ti l~l iYa coll que s e <'u en la es m uy redu c ida, co m o lo d iscute G
Colm e1Jurc:s, Historia Económica, pp. lOG- 8; ¡;in e mburgo, info rmació n parc ial y me n os
pe rm ite ap re r ia r· e l f'~> nó meno. E l p1·o ble ma d e la di s rn in ue ió n d e l núme ro de pu
¡·egión Ca1·ibe en t'l s ig lo \ Vl se disc ute Pn Marta H e n·e ra Ang~> l. "Desapari<.'ió n ele vr' '"~''·~~­
Sobre la rlr-:.ístiea d ismi nución de la po bla,· ián en la regió n C:aribe \'éase: H erm cs l<wru·
Ln e.slación del miedo: {{)JII'OCaiOria. p. 22 y Relnriones .r r'isüas, T. l L pp. 17 79: ) la ría del
80J'r'E'g<> Pl::í, Cartngr'lla . pp. 50~· 209: Germ:íu Ü1lmenares. Historitl. p. 108: ,\Jaría Dolores
Luna. Resguardos. p. 39: Jul ián Rniz Rin•r:t. Los Indios . pp. 59-65: Jo'<)C' Ol'lando ) lelo.
Colombia . pp. 7G- í 8 y Jos~ Agustín Blat•co R;uTos. El :\'one. pp. 5? y 8 1 4.
m Alfonso t\Ui ne1·a. " Ilegalidad y Fro ntC1'a, 1700 1800 .. , .Adnlfo ~ l e is ~> l Roca (ed.},
Económim _r Socitd del ((cribe Colombiano , Bngoi;L Ediciones Uni n mt<:, Ct!res y E coe "•'.0.' "!.''"-
1994. pp. J l l- 154, p. f J't calc ula que p Or lo lll('l1 0S Ull 50% de la pohlar- i6 n ele las prOVÍ11
Car·tageua. S an t.1 .\la1•ta .\ Guaj ira vivían al mar·gen de la Yida ins ti lu(·io nal.
121 .\ nto nio .Julián. La Perla . p. 193 y \J a u ut>l .Br·icei1o J:hm:¡,•ui. Los Jesui10s . pp.
1
:z.; A.G.:\. ,Bogotá), 1'isitas Bolívar. 6. f. 69<ft.
l:lli Gerardo Re ic-h('l- Dolmatoff ~comp .. /)im·io. p. 105.

<¡ 1 o ) ordenar para controlar + mtJrta herrera anael


Estas descripciones no corresponden a fenómenos mm·ginales. En .la provincia de
(.artagena y en el extremo nort~ de la provincia de Antioqu.ia, en los alrededores de la
.:iudades mineras de Cáceres y Zaragoza, fueron las cancheras, rochelas y mncher/as, 128 las
·:¡ue agruparon frecuentemente más pobladores que los mismos pueblos, parroquias o
~itios . Durante una gestión pobladora que se prolongó durante más ele 4 ailos, entre
¡;;4 .Y 1778, Antonio de la T(wre y Miranda informó que había reunido a 11.133 almas en
i.a provincia de Ca.rtagena (un poco más de un tercio de la población de esa provincia 129)
ffi 43 poblaciones, la mayoría de las cuales se enconLraban en "reducidas ra.ncherías". no
Según el pach·ón de familias del sitio de Nectú realizado por fiay Josef Palaeíos de la Vega
~n '1787, en el poblado sólo hahía unos lO vecinos, mienlras que en sus inmediaciom~s
'irían 150 familias compuestas por 921 personas, todas de aJ'J'ochelados.rll Estas cifras
precü;an que alrededor de H3% de la población de Nechí vivía en mche.las.
En la provincia ele Cartagena la dimensión del fenómeno del arrochelamiento
no só lo fue im portante en términos de la numerosa poblaei.ón que agrupaba, sino
también de la extensión territorial que cubría. Entre :1743 y 175 1, aproximadamenLe,
Francisco Pé rez Vargas y Juan Guillén del AguiJa adelantaron actividades pobladoras
o:-n el pal'tido de Tierradentro, actual departamento del Atlántico, y C<u·los Xavier Lo1'a
,.n la parte central de la provincia de Cartagena, cerca a Tetón, en los alrededores del
río \Iagdalena, entre Mompox y Tenerife (véase Mapa No. 12).112 Desde 1774 .Y hasta
l ~/8 de la Torre y lVIiranda llevó a cabo los pobhunientos mencionados en el va11e del
5imí y en las Sabanas, en la parte central de la provincia. m Entre 1785 y 1788 fr·ay
JQsef Palacios de la Vega desarrolló sus act ividades congregadoras y pobladoras en la
parte sur de la provincia y al. norte de la de Antioquia, en las í:.onas ribereñas de los
rios San Jorge, Neehí y Cauca. 134 Los esfuerzos de esLos pobladores cu.brieron casi todo
d terriLorio de la provincia de Cartagena y una pequefla porción de la de Antioquia.
_\Hí, la pob.lac.ión se había asentado siguiendo sus propios parámetros y el Estado
t"''ionial txataha de r ecuperar el con trol sobre e lla.
Se trata de un fenómeno que contrasta con la situación que se vivía en los Andes
<''t?ntrales por la misma época. Es cierto que allí las autoridades mencionaban con cierta
127
A.G.l\. (Bogotá}, J1iscelánea Colmu'a , 22, r: 40v.
128 Estas palabras solían utiliza rs e como si 11ón imos (véase, por eje mp lo, el uso de estos
conceptos por parte de fray Joseph Palacios d<~ la Vega en Gel'al'do Reichei- Dol.matofl' (c.omp.).
Diario, pp. 66, 68 y 8!J}, pero, por lo general, la palabra rochela fu~~ la que m:ís se utilizó para
designar los asen tamientos de población li bre en las lla.nuras del Caribe.
12q En 1778 la población de la provinc.ia de Carta gena era de 118.378 hab itantes (He1·mes
Tovar Pinzón er al. (eomps.), Convocatoria, p. 484).
l'lO A•.ntonio de la Ton·f\ y .\'fil'<mda, "Noticia Individual", pp. 45 6 y A.G.I. (Sevilla), Santa Fe, GOO

y 1075. Las fundacionl\s y refundaciones de Latorre y }[iranda fueron realizadas entre nol'iemh1·e
de 1774 y ma rzo de 1778 (Orlando Fals Borda, HI'swria Doble, T. rv, pp. 59B-60B). SobJ•e la labor
fundadora adelantada por· de la Torl'e y Miranda véase: A.ntonio de la Torre y )'J.iranda, ":'l o Lie i~
Individual", pp. 33 -78; O d ando Fab Bor·da. HI'stvria Doble, T. IV. pp. 53 A 711\. y 53 B- 71 B, en
particular el mapa "Viajes y Fundaciones de A.n tonio de la Tone y :Miranda en la Pl'ovincia de
Cartagena 1774- 1778~, p. 6lB; Jorge Enrique Conde, "Espacio, Sociedad y Conll ietos'', s.p.,
capímlo lii y Pilar :'11oreno de :\ngel, Antonio de la Torre y Miranda.
131A.G.N. (Bogot<i), Miscdánea Colonia, 22, fl~ 76r. a SOr·. y 40v.
m .fm·ge Enr·ique Conde Calderón, "Espacio, Sociedad y Conllictos'' capítulo TTT; José Agustín
Blanco Bartos, Sabanalarga, pp. 56-67 y Orlando Fals Borda, Hú10rio Doble, T. l , p. 114B.
m Antonio de la Torre y Mi randa, "\'oticia Individual~; Üt'lando Fals Bol'da, Historia
Doble, T. I\~ pp. 53A- 71A y 53B- í1B, en particular el mapa ·'Viajes y Fundaciones de Antonio
de la Torre y Miranda en la Provincia de Cartagena 1774- 1.778", p. 6'1B; Jorge Eu rique
Conde, ··Espacio, Sociedad y Conflictos" , s.p., capítulo III y Pilar iVlo r'eno de Angel, Antonio
de la i orre.
1
" Cerardo Rei chei- Dolmatoff (comp.), Diario, pp. 7 y 100.

1!. U . MORFOJ.OGI.l. Oet.. POBL.A.M.IfNTO


(I I I)
JfAP:\ No.12
LL.At\l'RAS DEL C.o~.RrBE 1740- 1790
Asr. 'TAMlF:NTos F u DAJ>OS o REníN DADOS
y ARMS Al'J::CTADAS POR L'\S CESTION"ES F l!J\11).' \DOl\AS

Convenciones
FundacioMs o Refimdadones
F~a Sicios Pueblo;; Fundadores
1740·1751
1774- 1777
• Miar. ?Crcz y otros
de la Torre
177$-1790 * de la Siena

.r ; ~Imites Provinciales

• Ciénaga

Fuente~: Germán Colmenares l cot~tp. ). Rf'!aciones e Informes. T. l. pp. 50-2; José )l. de _\{ier· l com~ .
Poblamientos. T. l. pp. 1/1- 't 184-'i. 26/-8 y 292-5: T.lll. pp. 73, 122. 12t.., 132: A. C.f. (SeYilla.. S(u(t''
F('. 600 ·' .llapas y Planos Panamá. 339: A .GX (Rogotá, , Jiapoteca. 2. 1284: Poblaciones 1arias. 5 f
58r.; O dando Fals Borda, Historia Doble. T. 4, m~pa • \ iajes y Fundacione,; de Antonio de la Tor:rt>
)' i\linu1da en la Pro,incia de Car1:agena 17/4. 1778•, p. 61B. Este m :•p<~ f"tw repr·od ucido tambi~n
en María Dolores Go nzále:r, Lu.na,Resguardns, p. 1'35 . Esta autora tam bién incluy e e l mapa o.
•P'nndaciones de D. José FerJ1:rnrlo d e Mie r en l::t gobernación ck S~ n ! ;) Marta (174.0-1753) ...
1'!2 y .. fundaciones de D. Agustín de la Sien·a en la gobernación el<· Santa Marta•, p. 134; di'~<'
~notarse que algunas de las ubicaciones que SI' plantean en esos •napas no se acogen en el qllC"
atJIIÍ se pt•esenta: \\'adsworth Clarke Dougl:1s, cP:nterns•. pp. 85-/; Cados Albt>t1o l "ribe, •lln
l\lal'l"<>•. pp. 194-197 y Cerardo Reichcl-OolmatoiT ·comp.). Diario.

(I I 2) ord~na r para controlar + marra herrera angel

. . . . ...l..!.-
~ocupación las "cancheras"''l:> (asentamientos que presentaban ciertas similitudes ~on
la;. - rochelas"), pero se t rataba de tm problema secLtndario. 116 El v.irrey Flores (1776-
J::-82 había adelantd1d o algunas gestiones para reducir tmas cancheras ubieadas en las
inmediaciones de la ciudad ele SantaJe.m En el inf(mne del virrey Cabal lero y Góngora,
fr.ehado en 1789, el mandatario expresaba su preocupación por e rradicarlas, indicando
1IJe estaban formadas por vagos, que se refugiab an en los montes y guaridas "en donde
,.,_. ("Ometen los más execrables delitos y se fm:jau y confabulan robos y ratet:Ías y acaso
.edios de alterar la tr~m qui.lidad p1Íhlica." 13S El virrey Ezpeleta (1789- 1797) atmque no
. la;. eonsideraha tan peligrosas, publicó en 1790 unas ordenanzas de vagos, pax·a que las
.autoridades los persiguieran y recOé,'Íeran, con el fi.n de evitar "que de vagos pasen a
4rlinc uentes, y de aqu í a fo rajidos en los monr.es." 1 ~9 Este señalamiento es importante
:!-3 que sugiere que las autoridades difere nciaban a lo::; vagos de los habitantes de las
atncheras, es decir de las gentes que se refugiaban en los montes p ara mante nerse al
.argen de la normatividad colonial. De cualquier forma, el carácter seeundario de las
omclwras en los Andes cen tl'ales, se pone ele manifiesto en las apreciaciones del vü·rey
Jlendinueta (1797 1803), quien ohse1-vó: "Los forajidos en los bosques parece se con -
~lan con vegel·ar lib remente, pues en 14 a ños no se ha oído decir que turben el
ilOSiego público ni que salgan de sus guaridas a cometer alguna violencia,". 140 Los
fb.nteamientos de los virreyes permiten aprecüu· que, a diferencia de lo que sucedía en
la región Caribe, en los Andes centrales este problema era marg-inaL 141
De otra pat·te, e n las provineias de Santa .VIa ri a y l.a Guajira fueron los "indios
ilraYos" los que acapararon la atención de los administradores coloniales. Según el
informe de Antonio de Narváez y la Torre en 1778 había en la provincia de La Guajira
3()_000 indígenas no s ome tidos y en la d e Santa Marta 10.000 aproximadamente,
•ientras que en una y otr a provincia el mímem de "Blancos, indios reducidos, mulatos,
_.gros libres, y esclavos, y denuís castas" ascendía a 3 .780 personas y a 25.000 o
11l000 almas, respectivamente. 142 En la provincia de Santa M.ar ta, a pesar de que el
IMÍlllei'O de indígenas '"bravos" era menor, s u control se exte ndía:

" ... desde el río de la Magdalena, hasta los pueblos de Molino y Villam• <~va, situados en
los confines de la prm.;ncia hacia el o1·iente; y desde las i nm<~dia ei ones de la ciudad de
Sarna ·Marta hasta Tamalamequc, última ciudad hacia medio día, ... " . 1 4~
Según Julián estas tierras se llamaban Tierras de Clúmifas no porque toda el área
fuera ocupada por ellos, sino porque:
~ ... libre e impunemente giran, COITen y salen por ella con flechas en las manos Jos
chimilas para asesinar pasajeros y hacer daños a las haciendas que eneuentJ'an, y matar
a los esdavos que rodean los ganados, o trabajan en las sementeras." 14'

m "Canchera: voz americana con q ue se expresa el lugar adon de se refugian y esconden


algunas personas viciosas, huyendo de la justicia: se toma también po1· los rni~mos individuos que
viven así oe1Lhos e n los montes'· (Germán Colmenares (comp.), Relacionr:.~, T. Tll, p. 57, nota No. 40).
•"JG ·Jlart.a He rrera _'\ .ngel, Poder Local, pp. 87- 9.
1" (*. I-mán Colmenares (comp.}, Relaciones, T. .1, p. 412.
l1$ lbi.d.
119 Jbid .. T. JI, p. 207.
110 Tbid.. T. IU. p. 56.
111
A principios del siglo XIX el p1·esbflero José Amonio de la Torre y .Peíi a se refiri6 a los
pobladores que ' ivían apartados en lAs montaiias y a firmó que rn.uchos de ellos erm1 11-aficmtws
d :mdestinos de tabaco, que no se empadronaban en ni ngún lugar (José .!\nton.io de la Torre y Peria,
:J.femorias sobre la Revolución en Snnrafé de Bogotá en el trastorno de la Nue<'a Granada .Y Vr>ne:::.uela
(1814;, Guilkrrno Hernández de Alba ((;omp.), Bogolá, Academia de Historia, MCi'vlLX, p. ()2).
l·i2 Antonio de :-¡:mváez y la To rre, "Provi ncia de Santa )iarta~, pp. 47·-8 .
"~ Antonio Jul.ián. Lo Perla de América, p. 189.

11. l.A MORFOl.OGIA DEL PORLAMTF.YTO


Esta apr-Pciacl(>n de lo quf> fue el territo rio que los ~Indios Bra,·os" 1
dispu taban al F.:stado colo nia l, l<unbién fue com partida por Narv<íez. y la Torre, qui 1
afinnó que queda ba el
'·... ce11 tro ele la P rov i1 1Cia, y ;nm toda el.la ocupada de indios bárh[u·os C hünil:~ s . y
o t•·as Castas que sa lie ndo a los ca rnin os. haci e nd as. o labranzas ma tahan
irremediablemente a quantos encontraban ... :·. 145
Las a n terío •·es anotacion es indican que más de d os tercios del ter ei.tori o ele
prO\ incia de SanUl .\Iarta fue escenario de disputas lt>rritorillles en tre los "inclios brav
y el Estado colon iaJ a todo lo l;ll'go del siglo \ \ 111.'-m Esta situación t~unbi én cont
co11 la de los An cles cen trales do n de, en e l siglo XVHJ , no se ha n CllcontJ·aclo in for •e;;
so])l'c comunidades indígenas no rE>ducidas o que entraran en un enfrentamiento abiJ' o
con t ra el Estad o colonil'tl. 117 En la prO\'Íncia ele Santa Mn rt:a, al igua l q u ~~ en la e
Cartagena. se ad e lantó ttna in te nsa aNividad tendi<>nte• a <'onformar poblados. e · v
obje li,·o cent1·aJ no fue sóJo el de reducir a la población arrochelada. sino a tr·avés 1.lt>
estas reducciones somel(' l' a la poblac iém indígena q ue le d is putaba al Estado colo, .al
el conti'Ol del te1·ritori o.' 1 ~
Hacia 1740 SP. encargó a Francisco del Campo que adela.ntar;r acciones contra Joi
Chimilas y. como parte d e ~stas, e l funci o nario co nside ró el reasentarniento de indíge · a:;
e n las cer<'anías de Yallf>dLtpar 1~9 :véase i\fapa No. 12). Entre 1744 y 1770 José F'crnan o
de .Yi iet· y G u erra fun dó 22 sitios y p u e blo s, varios d e e llos en las r ibe ras d el
) lagualena. en los alrededores de .\lompox, entre Tama]amcque .' Tenerifc. en IH p
,;n<"ia de Santa l\larta.'·'\0 !lacia 1776 Agustín de la Sien·a estableció ,·at·ios pueblos e
i ~dios en e.l centro de esa provin cia, pa ra congr egar a los it!d ígenas C hímila que
sJdo reduc.1dos como resultado d e la guerra contra t>llos.~.~ 1 ~
habl o
Pero aunq ue e n pri11cipio el problema centl'al en la provinc ia ele San ta Marta · 1e
el d e los indios br·a, os y e n la d e Cartagena el del arrochelamiento. til l O y ou·o fenóm · 1o
se presenl;tban <>n ambas ptoYin cias y e n el <Í rea litní'trofe entn~ ambas · e

ll1 lbid·
~ ~~ A l fonso Mímera (comp.). Ensay·os Costeííos , p. 48.
110 Lola G. Luna. Resguardos. pp. 69-:iO. Yéasc lamhiéu .losé .N icolás ck la Rosa. Floresta ,
206 ~ ~s y .An tonio Julián. La P¡>r/a y el ('apít:ulo \l.
1 7
~ En los Andes ce ntraiPs las quejas ele los adn1inistrad o res coloniales respecto a 11 ~
comunirlades apuntaban funda rn entalrllC::nte ha¡_;ia las deficiPn(·Üts en 1'1 cono<·irn iento d1l.a
doctrtna cr·iMi ana. incluso en áreas marginales.\ éase. por ej emplo. la documemación ¡·elath· al
tras lado d e 1111<1 comun idad rle in dígenas Tunebo. asentada e n jurisdicción del pueblo leo
Gnac¡uuayas o Guara Vairt~. en el f'xu·emo noro ricnlal de la jnl'isdicción d<' la ciuchtd de T11 ja
.\. G.\'. Bogotá. (itras .r Obispos. 26. fT. 120r. a 128r:.
118
Germán C:olmen:Hes (co111p.), Relaciones e Informes. T. l. pp. 5~ 4. G ilma Mo•·a de ToE
~Pobhuu iento y Sociedad··, p. 47. p lantea q ue 111 St~cción de los Chilll ila y la fttnd~tc i ó n de pueb'o;
cumplían tma función (';;tratégica c•n la co: ·umut·a de la guen-a con ln glaterr;t. Debe ;ltlotal'se ut-
el proce~o puede ve1·se desde esta pe1·specti':1 d untnre la guerra. pero que posLerio nn enteja;;
f"u.nclaciones t11viel'on un carárt'er estmt t>gico en función a la g~tf'rra conu·a los Chimila.
li'l \laría Dolores Goncilrz Luna. - J.-a política de pohlación~. pp. 10~- 104 y Jost> .1\I. Dr .1\ er
lcomp.1, Pohlamicnws, T. l. pp. ll/. 112 4, 159 Gl.
~~.o Orlando Fals Bo rda, Historia Dob!P, T. 1, pp. l OGI\ ··111 \ y 112R 11413; Lo la G. L t1a.
Resguardos. pp. i2- S y mapa No. 2. "Fun dacionc~ de D. .losé Fernando de \ lier en In gobem<J~f·n
de Smlla .\la1'UI l749 l/53/. p. 132; .To~é Aguslín Blam·o BalTo~ 'comp. . Dos ro/oni::.aciones r/
s~gf~ :\VIl isír por XVJH) .e'~ la Sim-;1 Veuada di' S~rr/.(1 Marta,, ~~g~ttí, ;\;·chivo Ge~1eral de. la
J\ac·ron. 1996. pp. 13- 4: A.C., . ' Bogotat Poblacwnes f,or¡as. 8, ff. 3SJ- B): Jo,;p M. De- Tilter :com •
Poblamientos. T. l. p. 176 y Gil ma \Ior·¡¡ rle To,·::u·. ~Poblamiento y ~ociedacl-. p. 49.
1'11 Lo la ( ~. Ltma, Rrsguardos, pp. 80 In y mnpa No. 4. "Fu ndaciones ele D. AgusLín de la S ie
Pn la gohE"rmtció n el e Santa ~\J mta ( 17 7(i~ ". p. 114 y ''Ln Política l h -! Población". pp. 11 6- 118.

ordenar p ara controlar + 11}(Jrta htrrcro ansel


mt»rrelacionahan. En la provincia de Santa Marta tambié n hubo rochelas y palenytres
..._ t>,;claYos huidos. llacia 1741 fray Sihestre de la Bata congregó en San Lor·enzo, en la
t-oli ncia d~ Santa J\ lll r'l.a, a los -negros de todos los sexos qrw vivían fugitivos e n aquellos
pcarajes". 1:'2 En '1748 .José Fem:m do de ivliPr' y Gue•·•·a, por ejem plo. calificó ele "rochelas''
b- a ent:1mientos de Sapatí. Zapatosa y F.mpalagado, a orillas de la ciént~ga de Zapatosa.
n.. la prmincia de Santa ~l:1 rta. m En la PI'OYincia de Cartagena y en e l extremo nor'te de·
. la d e :\ntioquia, la pc:netración por el st.woccid ent.e de indígenas E 1n bera no sometidos.
P'"O' er1ientes ele la pmv.incia del Chocó. también dio lugar a esfuerzos por redHc irlos
~iante su congregación en pueblos. Precisamente las acli\'idacles de fray .losef Palacios
*'la \'ega inicialmf'nl e iban o rientadas en este sentido. 1sr. Aunque sobre- estos indíge-
.a:. se seüaló que no atacaban a los pobladores no ind ígenas.m o l.r·a era la s ituació n
4pit> se daba un poco más al occidente con los Tunucunas. Oe la Tol'rc y l\Iiranda descri -
lw' fenómenos similares a los quf' tenían lugar· en la proYincia de Sa nta ~larta. Afirmó
1-K' los indígenas Tunucunas, asentados entre el golfo del Dar·ién y el río Sinú, at·acaLan
a lo.; tt'anseúntes y a l:1s pobla<~ iones eh"' 1::. cuen cn <lel río Sinú, ~n el partido de Tolú.
Pua cometer sus asaltos los indígenas Tunucunas se aliaban con indígenas .'~r reduci-
4.>-- y con pobladorf's libres. También se dal)an l'asos en que los at.ac¡ ues eran protago-
II.Í.l.ados úuic:amente por los li bres y por los ind ígenas r·~ ducidos, quiene:; se hadan
p ar por indígenas gentiles.t:.r. Sin embargo, la prese11ci:l ele indígenas rf'be ldes en
~ área no luYo m1 impacto tan marcado como la de los Chimila en la p•·oyi.ncia de
Santa :\Tarta. en buena medida porque afect.1ban una zona me nos pohlada y de menor
lránsito de pasajeros y mercan cías. Lo que más pr·eocupaba a las autol'idades e ea que
~to s indígenas. al igual que los Je la C uajira. establec-ían aliall?'.as con ingleses ~
.hn<'~ses. lo que se constituía en u.n peligro para la defensa del imperio. m

Estos problemas, que no se p rese ntaban en los Andes centra les, donde se eje rcía
~control del territori o y la población que YÍYÍa alm~.u·gen d e l orclen colonial e1·a reducida
! 11lli<'ada en espacios marginales, reflC'jaban las d i(ícult a<les del f:~tado colonial para
qercer un control efectivo sohre eJ ár~8. D e o1r:1 parte. la forma como esos pr·oblemas
foil!' articulaJ"Jan y entrel"ejía n, en especia l f'n la zona lirnítrofe eutre ambas provi.ncias.
P" nía en e' idencia la ambigüedad jw·isdic<'ional entl'e . anta \l arta y Cartagena. A
~ de que la demar<:ación de los territorios dP estas dos proYincias caribciias hahía

~ .fosé M. Dt-- 1\fier (comp. l. Poblaminllos. T. l. p. fi1 . Véanst> también referencias :11 palenqur
1 2

de Papares. al n ol·te de la pr·ovincia de ~ anta .\larta. en _-\.G.I. ,Sevilla,. Sonta Fe. 518.
m José 111. 0(•- :\fier í('ornp.. Poblwni('li/Os. T. 1, p. 167.
1:. 1 Cerard o f\ciche i- DolmatoiT (comp.). Diario. p. 7 y i\·l;u·w Fajm·do (comp.), "Jnfonn<-'s soh1·e
los 1ndígenas de· San Cip ri ano •. pp. 16 1 2 .r 168- 9. Sobrr la~ m igrac iones de los Chocoes a rsta
áJ.•t>a y a la del Sinú 'éase tambiéu B. l.e Ro~ Gordon. El Sliuí. pp. 21, lí 1-46' 84- 92. Esre autor
pre('isó que a estos indígenas se les había clasificado como Catíos, J)<'I'O refutó tal aprecia<·ión.
Los <:a.lilicó de Choco<-'s y ohser·vó que $e auwdc nomin ahan r:m berl•cs ~pp. 21. y 86 7}. A.lgun ~,;
de las palabras cn idioma indígena quc apareC'Pn c·n e l Diafio cie Fra) Josepil Pala<"ios (Gerardo
1\eidrei- Dolmato ff comp. . Diario) fueron idenrificadas COIIlO Ember3 por la antt-opóloga !\ída
Gálv~z comunicación personal, Bogotá, julio 6 de !997).
15j \!arta Fajardo (comp.¡. "Info rmes sobte los Tndíg<·Has-, pp. 161- 2.

r:..; :\.G. T. (Sevi ll ~}, San/a rP. 552.


m !bid. y _-\.G ..\. !'Bogotá' . .1/i/icias y 1/arirw. 12'3. ll: 6~01·. a 642r. Soh1·e las alianzas entre los
indígenas clr la península de la Guajira con ingleses, franceses ·' J.oland<-'St'S , ·éase L:rnce Gmhn.
Tlw Politira/ Eronom.r of Snwg~ling, pp. 37~64; Eduar·do BarTer·:r. 1/rstizoje. Comr.rcio y Resútl!ncia;
\.Vadswor rh Clarke Douglas. ·'bu:ten1s". pp. 126-43: Rf'né de In P<-'ch~a. "L'' Gm~jir·a t>n f'l Sig lo
XIX: indígenas. contrabando.' ea rbón". Df'sarrollo y Soriedad. No. 6, Bogorá. U:ni\·ersidad de los
:\:ndes. julio de 1981. pp. 327 ·159, pp. 3"10- 9: José l'olo Acuña 1romp. 1• -Arllonio de .\1·~yalo ~-la
Fmntcra de la Península de la Guaj ir·a. 1770- 1776", El Taller df' la His1oria :No. l. Crtrlagena,
Programa de His toria de la Fnrultad de Ciencias Humanas dt> In Un ive rs idad de Cartng('lla. 2001.
pp. 213 250 y José Po lo .'\cwin. -Los Wn) 1Í11 y los Co<·ina• y "J>oh l~m ienlo ~· C.onflicto•.

fl. 1.:\ ~tO RFOI OGL-\ DEL P(")Rl.O¡MfENTO


sido temprana y l'elalivamentt> clara - e l do ;'\lagdaJena se constituía en el límite y 1-l~
islas per·te nec ían a la pr·ovincia de Santa tarta- la ambigüedad jurisdiccional fue ;T;.
qne prirnó . incluso d t>sde el siglo X\1. En el siglo \\ lli los alcaldes oedinarios de :.
,; na d e \l ompox, en la pro' incia de Car·t:~ ge ua. juzgaron ,·arios casos ocurridos al o
l.ado d e l río, e n la p rov.incia d e Santa Ma r'lft, protago nizados por habitan tes de ~.;.a
provincia.''~ p~u·~nt e algún ti er~ po _v1ornpox lideró la gl_r,e rra de so_m.: timiel~ t o ad~la1~tai'~
contra los Uum1la en La pw' r nc1a de San ta ~huta. r.,.¡ La ambrgut>d ad J ur·rsd rccwDa:
entre las dos pr·o, incias no Sf' r·estr·ingió aJ plano de las autoridades ei\ iles. siuo <ju.-
trascendió al e clesi<Ístico. r:t obispo sarnario ejerció su jurisdicc ió n sobre \ar·ios pob~a­
dos_ d e la pwvine~a dE' Cartagf'n:l, a pesar d~ no corTespon.d er a s u obispado. 160 No..
Yecwos dt> la pro' rn <' rR de Car·tagt>na, que tem an sus hatos en la d e Santa :\1arta. p~a­
ban la mitad d«:> los diezmos a la tu1a y la otra mitad a la ott·a, lo qrw en 171Í5 dio hl$tr
a quejas por· parte del obispo de Sant:1 .\larr a. dada la escasez de recursos de su p.ru-
vincia. 1G1 F:n 1?68 Andr~s _ele }fadarriaga pr(;tendía que fnera el gob<"mad~r de Carta~ gu.
el qu<" conocrera lo ¡·elatrvo a la subleva<'JOn de los esclavos o c sus hac1endas y h ,..._
uhic_ados e n la pr·m i11cia dt> Santa ?l luta. alegando. entre otras cosas. ser vecin o. dt"
Cartagena .' haber estnblecid o IH AudierH·ia un antecf'd ente en esl e sentido n•spec ~
una solic itud hecha por los VN:inos de \-1 ompox. 162
Ningnna de estas situaeio11es se asem ~j a a la que se daba por la misma época en. <'!;.
\ncles centrales, donde los esfue r·:ws de los administr·adores colon iales se dirigiero 1 a
adecuar· t>l ordenamiPMo espacial ~ administ rntivo a la importancia rt>latiYa que adquirtl la
pobla<'ió n mestiza. Auuque Tunja y Sant;:¡(-p experim f' rltab an fen ómenos dclllogr~..,.
relativnmen le simi lares y la ejt>cución df! las rnedidas d iseñadas para asimilar los camJio.
se tomaron en forma casi simultá nea e incluso fueron encnrgadas ~1 un mismo funcionaiÍ"-
no se observa que se hubieran lt'<msgredido los límitf'S jurisdiccionales. ni que huh'"ra
am.bigi.icdades en ese sentido, como sí se nprecia e n las lhunrras del Cari b<"!. 11n De . na
pRrte Y: co111o ya se indicó, en .l a~ ll~nums del~ C<u·ibe las ~estione~ p~bladoras adelar:11~
t>a el srglo .\.VIII ponen eu eYrd encm que el Esta do colo mal no f'JCrcta un con trol eJesm•
sobrf' extensas ár·Pas y m unt>msos poblndo res. En los :\.ndes centrales E>l contr·ol polfficw
sobre la población se había ci111e ntado utiliz;:mdo como eje administrativo t>l pueb~ .V.
indios _v su organizaei1Sn en co rl'(~gimient os. Corno se ::~naliz;u·á en ~~ próximo capítul . >~t
trataba df' una estl'uctma de o rYienarniento t'Spacial y político con la que no contó La r~c•
C<u·ilie. donde Ja rápida y tem¡mma dismin ución dt> la población nati, a. unida al desarilc·U.
de actiYidades que imponían una gran movilidad espacia l. dificultó el establecimient ~ir­
una o~-g~wización insr_itucional_cp_•e asegur·ant el c~n1l~ol p.olí~iCI? d~l E stado sobre 1~ pob
. ola~/on..
Las c1udades y las \'l ilas adrrumslramn sus le rl'ltonos Jllr'tSíhcclOnales. pero p r't11<'tpaJ1en-
te en fun<'iÓn a Jos intN·eses de los grupos C'mnóulicos. sociales y políticos r·cpresentárl.:•
en los cabildos y n o a pariÚ' d e paráJ1letros en los que primaran los intereses esta
como sí sucedió en In:; A ndes ce11 Lrales.

l.ll> Y.::as!'. p01· ejeu1plo. :\.C ..\ . lBogo1á . Juici'u.r Cáininalt•s. 184. ff. 3 11: a 1/7r.: Juicio.•· Crim ·
20 1. ff. Ir. a 46Lr·. \ [/sillls Bolíc•nr. 6. 1f. 6/81·. a 703r.
1 ;~ \'éase Josi ,\ l. De- \li t>r (comp.), Pob/amicll!os, en par·ticular el T. r.

ux, A.C.l. (Se,>illa), Sonra Fe. 1034. en parlkul¡u· el infor·me que dio en '17G3 c~l cabildo cdesi ~ ·
de Sanla .\Jarta solwe los IHOlÍ\ os que t U\ ieron los obispos de esa diócesis p~m ejercer juris
sobre lo;; pueblos de El Yuca!. 'Jetón, Zambrano .' Pei'ión. que ~e haUaba.n dt'niJ'O de Jos lúnit~
la dióc<.>sis de C:uiagena ) la queja del obispo de C.'lrtagena al r>especto. en el informe de la<-·~
la p1-ovincia que re;1li7.Ó t-n 1760 (A.G.L (Se,i tla), Santa Fe, 1021í).
rü• ·\.G.:\. (Bogotá). JII isceldneo Colonia, JO, f. 242r. y A.G.l. íS evilhl), Sa11ra h, 523.
HC \ .G ..~. (Bogot(t·. , Xegros y Csdavos J /agdnlena, 3, f. 925r.
M \"c;a nse. por ejemplo. lo~ informes de las agc -egaciont>s de pueblo~ hechas por ;\lo
Escandón : por· Campuzano ) L;utz. en Francisco r\nt onio .\loreno y Esc;Uldón. Indios.

<1 I 6> ordenar para controlar + mana hurera angcl


TTT. LA ORGANIZ CTO N POLITI CO
ADJ\II NISTRATIVA DE LOS ASENTAi\'l JENTOS

Es liSual qne las desnipciones generales del -virreinato de Santafé"' indique n los
territorios q nf' ~ste compr·enclía. 1 F:s probable qtu' con tales delimitaciones, al iguHI que':'
•.'on las elahorndas en estudios de otras Ppocas. sf' buscara pmporcion:\1' ¡.nmtos dE> r·efe-
"1>ncia hásicos para enmarcar otras obserYacioues sobr·e instituciones o enlidad<.>s que
Jllerf'sabau más a los aulor·es de •·a les descripciorres. Sin eud)argo, al tralar de utilizadas
,,~mo fueniP.S de ÍnÍormaci6n p~u·a en tender cuál ent el Lerri lo r·io ueJ vir•r•f>i nato y córuo se
"Uhdividía, llama la atención sn relativa inconsisten<'ia. Este f<'nómeno S<' aprecia incluso
.-r¡ los diYersos nombr·es que e l terrilo r·io recibió desde el siglo .\.\ J. gE>ner·ando nna
l., nfusión qtl<' Sf' mantll\o ,-igent<> en el siglo '\\lll : .'\ue' o Reino de Granada y Tierra

f"un1e.2 virreinato de S;-¡n(¡:¡le de BogotlÍ~ o . ueva Granada. ··para simplificar".~


En términos rnuy g<' nerales lns descripciones elahor·adas en las llécadas d el 70
~ «lt:'l 80 del s ig lo XYil l indican r¡rre el ,-ineinnto compr<'nd.ía los terTitorios que
~ta bau bajo la jurisdi<'ción de las -\udieneias de Santafé y Quito.:; es deci r·, los telTi -
tnrios que antE>s de la 01·den de <'rt~ación df'l virre inato en 1717 ('on•prend í:¡n esas
•i•h .-\.u diencias y la de Panamác. (véase Mapa 1~0- 13}. Sin embargo. en a lgunos d e sus

1 \;a~<·. por «>j«>n•plo. Francisto José de C1ldas, -Estado <k la Geografía del \ ·ineinalo d«>

Santalt: el«> Bogot:!. con relaci<)n <Í la ec-ono111ía y al co mf'reio, por D. Fr<uJc isco Jos~ de Calda;;,
ind ivid uo rtlf.r•itorio de lil F.xpeuición Botánica del Re ino. y e nr3r'gado del Oh.:;e,·vatorio Jh tro-
nóm ico rle «':'il <l capital" {11\07). F..J. \ erga ra y \ elnsco íeomp.1. . I111W1 Ceogrnjia . T. lTJ. pp. IW)-
1179. pp. 1163-4; Basilio \ "iceutc de Q,if'do. Cualidades. pp. 15 23: Fr-ancisco -\n1onio .\ l or·eno y
Ese-andón. -E,;t.ado del \ irr·einato d«> S:~utafé. :'In«>' o Rt·ino de Gr·:mada- 1772 <. Ger·mán
Colmenar·es ,comp.; . Rl'laciones 1' Informes T. 1, pp. 1:1JÍ- 5 ~ Pr·an<"isco ::;¡ h<•s ln:. '":\punt..s
Reser-vad o~-, ib [d. , T. 11 , pp. 35-.152. Véase otra 1J·anser•ipci611 de este te xto e n Fr•:mcisco S ilw·s-
tre. Descripción di') Rc:mo de San/o Fl' di' Bogotá ( 17!)8), PananHÍ. lmprt>nta ~acional. 1927. l na
tt'atlscrip{·ión parcial rle los apuntes, que omite los apart«>s r·(•l::lli' os a lo~ actual«>s territorios dt>
Ecuador-:-· \ en«>zuela. fue publicada bajo el título '"D«>:><Tipción d«>l Reino d«> Sant.afé d«> Rogot;Í
esc-rita en 178!r, F J.\ er·g:n·a y \ e lasco ·t omp., . Jurwt Ceograjta. T. lfL pp. 11 7H- 1207.
~ Josef .-\.mon io Pando. "Ytinera•·io'". p. 24.8.
3 Francisco SiiYcstre. ~,\puntes R«>sen·aclos'", ¡¡. 'l:'í.

' forancisco José de Caldas. -Estado'·. p. 1163.


-' Fr·:mci~co Si lwstre. -.-\puntes Resf'rYados- . pp. 40- 1; Josef :\ntonio Pan do. ~Ytin et·a•·io-.
p. 302 y Francisco \nt onio :\Torcno ·' Escanclón, ··E;;tado'". pp. 155- 6.
6
Ser·gio El ía<; Ortíz, .Vuevo Reli10 de Granada. Rl'nl A11dif!llcl(l .r Prr-sitlmtes. Presidentes de faptt J'
Espada (1651 -1719). Historia EJ!ensa de Colombia. \iol. lll, T. 4. Bogotá, Acade>mia Colombiana de
Historia y Edicione~ Lerne1: 1966. p. "342. Sobre l:t c-rl'ación del ,;r1't'Ínato , -éast' ~l:tr·ín Teresa l.nrndo
Conde. La prtinrm creación dril irreina/0 rlr \"ue<·a Crtmadn 1717 /72.~ . SE'villa. E~m<"la dE' Estudios

111. L.-\ ORGA~I7..A('l0>J POUTICOAI)\\I:"'"ISTRATI\i\ OJ·l0~ASENTAr..11~l"fOS


:JVL>\PA 0.13
VI RREL'\.HO DE: t.-\ NrE' '' GRAN.ID.\ H-\CtA 1770

• Ocana

• Pamplona

.
Tunja

Llanos de San Martí

VIRREINATO DE $
O DE LA NUEVA
San Francisco
de Quito

AUDIENCIA
DE QUITO

.. ~
.. •
Valladolid

',
.. ,
,
. Maynas .

Jaen de los
Bracamoros ,
,.
,
,

Virreinato
M.H.A. ' - - ... .. del Perú

Fu~nlE"s:)T:~ría T~•-esa G:trridn CondE". La Primera Creación . .\lapa. p. 57 ~ Get·m:ín Colmenares eomp.
R elaciollf'S. T. l. pp.IYt-6 y T. 11. pp. 39-41.

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o
- .,. -=- ....... e:>
...
l]Tri:d~d~ ~
CAPITANIA GENERAL ' ~

DE VENEZUELA
'' ....... ......
-- \

GUAYANA

,
,,----- ..... __ ____ XIIII ...
_.., ,
1
San Martín \

O DE SANTAFE
lEVA GRANADA

tiíl enAménca
Te(l'1;~. e~"iol

• cap.'!al Wrcir.ato

® Capital del Virreinato


Ciudades y villas
t \, Límites del Virreinato
300 km

nl. l A ORGANIZ,, Cl0:-1 POIITICO ADMINISTRATIVA DE LOS ASENT.\MfENTOS


contornos esla aparente nitidez Je los límites juriscliccionalt>s se desdibuja. cuando
los autoees entran a p1·ecisarla:
f .. Esta población se c.xtiendt> más de 500 IPguas. desde íartagena, o Costa Rica, h:rst~l
ll<'gar a los confines del Vil'rcinato en Jaén de los 13.-aeamoros por· lo largo; y 1ornada a lo
1

¡
ancho sólo tienf' hacia el occiclentc sus límitf's en el _\lar del Sur·. y hacia el orientl" ;parle
e/('/ sur se ignomn. por atr'aYesarse Jos p;iramos que Hlll a los l.lanos de San ~l::~rtín, :\lto
Orinoco y río l\ egro) los que siguen por los A_ndaquíes hasta el r·ío 1\fanu"íón, ~· por Quito
hasta la línea diYi~o r·ia con Portugal, y por Jae rr de los Bmcamoros y :VIainas con los
indios ge ntil ~>s. y los Corregimientos de PilU·a .'· Chacbapoyafl, pe r1·e necicnte.~ fÍ Lima."i .
Lo antes transcrito pemril<' apreciar In existencia dt> áreas escasamen le <'Onocida
y sobre las coalt>s e l Estado colonial LuYo poco control. 8 Pero también hubo partes cu. a
denott tinación fue adquiriendo con el tiempo dil'en~ntes significados . Cald as, para e'·.
ta r co nfu sione s. p t'<'c.i só que e l vineinal.o, a l cu :tl denominar·ía Nueva Gr a nada, corrí-
pr't>nC.Üa ·'el Nuf'VO 1\ein o, la Tier·ra F.ir·me y la Provincia d e Quito."9 Oviedo acla ró e1
sentido original de l:t rlenominaei()n ...\luevo Reino de Granatla" en tiempos de Quesadi:
pero adoptó la C'l.l rapolación del nombre a los territorios adya<"entes. 10 En lrltimas, las
denonrinaciorws y las delimitaciones jur·isdiccionales reflejaban el nwyoe o menor control
políti co y económico d el Estado colonial sobre las di versas zo nas del tenitor·io y la}
transformacion es q u e stúrió esa lcrritoria.lidad a lo largo d e In colonia. Adi e ionalmente.
dado que el. or·d<'namienlo administrativo de nn territorio pr·oporciona la estructura ~·
partir de la cual se organiza y <"Onlrola a la población, 11 tales diYisiones. denorninacio\
nes e incluso sus confusiones y arHbiYalencias. e'l.pr·esan las peculiarid<tdes de es
cont rol y de esa o rg11nización, por lo que amerit:tn Lma tna)OI' ret1exiÓJl.
A hora bi en, la ex.islenci:t de áreas poco C'ouocidas, sohre las que el Estado tu
poco control, se aprecia no sólo en lo que tlJYo que ver con las del iJnitaciones te rTi toriales
mayores. <.:omo la d~>l 'irreinato, sino también en el manejo interno de las prmincias:
En esle sentido res rrlta significatiYo. por ejemplo, que el gobf'ruador dt> Cartagen~
anotara en el infor·m e que prese r1 LÓ en 17í6, r<'specto a la c r·ración de eon<>gimienl.o
en esn provincia, q r1 <> tenía en " la asigna<.:ión d<> términos algu na co nrw;ión por 1~ ·
despoblado de la tierra y su gra nde extens ió n.". 12 El St~ t"í a l ami e nto del func ion:tri
permite Clltfe\'el' las dificultades t¡Ue tll\'0 para ejer•cer lUI ereciÍYO COntrOl SObre .
territorio de la pro,incia a su car·go. por el de conocimiento que teuía d e la misma:.

Hjspanoameric~tnos, l~f)5; Hn riolo~t lé_Tienda ele Cuc•·vo_, ~~ ~~for·r,.l· F;conóm.ico y ~n l í1 ic~ so~re l~i
Nueva Granada (ca. 17~4). E('()nOIIIIG Colomlllana, vol. 9, ¡\o. 2:'l. Bogot.a. rnayo de 19,J6. pp. 189-196 '!:
los infonni'S de éste) o tro;; fl.lllCion;,uio,; t\"latiiOS al tcm:l t'"l'l .\.G.I. rS.. vi lla). Sama F(', "1!)5.
; Fr·ancisco Sih·estrl'. -.\punte Re.>l'l'l·ados~. p. 99: los s ubra~·;Hlos son nut·slr·os. Este
deseono<' itniento di" los límites del ,·irTI'inato también fue ser'l;rhrdo por Sih-c;.tr·e Da,·id J.
Hobinson (c-omp.), Fra!ICÚf'O Sift,estrc. p. 483j: - ... tUl \'irr<:'ynato cuya extensión pas.a dt• 800 leguaS'
por· lo l::n·go, y que no se 11' conoseu lírn ili'S por lo <U1.clro:''. Todavía en ISO'! el vir rey i\l<•ndinueta
S<" quejaba de ·' ... la st•nsible fahn de tm mapa geogr(Jfico de l R eino, so bre cuya t•xa<;lirnd pueda
coJlt(II"Se .. -J paraJ hacer u_na dem;H·caci6~1 precisa riel tt>r•r·i• ?rio qtrcdebín npr·op ia t·s<' a es~é¡
Obrspado: Pedr·o \lendmue1a. ~Relacron del Est;rdo d!'l .\uc"o Remo de Cnwada .... l803 ·~
Germán Colme nar('s ·<'omp . . Relaciones. T. 111. pp. 5- 191. p. 13 .
s Prec:isamentc con 1'1 Plnn Geográfico, l'ot'tl1ado b<tjo la dit·ección de Fr·ancisco .-\ntonio
Moreno y Escandón. se bns(·~bn contar con una visión tn ús I' IAra del tctriror·in neogranadino
(FranciS('O Antonio ó\foreno .)' EAc;wdón, ~ .Es 1 ado''. p. 15:'i).
9 Fr·ancisco Jo:;é de Caldas, "l!:stado- , p. 1163.
10 Basilio\ tl'entc Uf' (), iedo. Cua!idarl,~f. p. 16. 'obre las entidades tl"tTitol'ial!'s y admi~tisu'íllj,,as¡

que quedaron cohijndns bajo el nombre d<· ·\ue'a Granada" en d istintas épocas ' éasl" t;unhi'
-\nthony .\JcFarl<tttf". Colombia. pp. 2~-.J .
11
Dominique 1\lar·gairaz, "La fonnation".
t2 Franci~co Anton io ~.l o reno y Eseand6n, indios .r Jfesli:.os, p. 84.

<r 2 o> Ordenar para COnCroJar + marra htTTCTQ onscJ


TaJP:> clificultades, si.n e mba rgo, no p:H·ecen ser tan extremas como las que llevaron a la
·~•>rona a darle facu ltades al virrey Eslava en la ctécada del 40 del siglo XVIII , paea
a.imilir capitulaóones d e nuevos descubrio:úentos ;: pacificaciones c r1 la cuenc::t ele la
la:.;una d e .\laracail)O, La Cnaj1ea, Santa ~larta ~ el Darién. 11 Se t rataba de le r·r1torios
que. en la práctica, estaball bajo eJ control de los indígenas Motilones. Guajiros, Chimilas
~ Cunas, a pesar de Sil importancia estratégica para .l a defensa del imperio y de la
ct-rcanía de algunos de ellos a áreas de continuo tráns it o, como pOI' PjernpJ.o el río
~lagda l ena. en el caso de los Chinrila.

Por Pilo no es gratuito que parte central dP las reformas adelantadas por el l•:stado
colonial en Hi spanoamé ri ca. y más concretame nte en la u.eva Granada en el s iglo
\:\ ll l, hubiera girado e11 tomo a la reorganización espacial y polílico- administrali\·a de
la población. 14 e discutió y definió el problema de l.a instaur·acióu o no del 'irrei.nato.
mt'dida qut> r·edefirúa no sólo la jerarquía política del ,;\l uevo Reino, ,;ino tambit>n e l
terr itorio que le quedaría s ujeto, así como la relación entre su cenLro políti co y las
dife ren t~s un idades adm in is tt·ativas que lo confMmaban. '0 Un prirn.er i ntent.o reformis-
ta. 1"1 de 171/. ha.bfa sido motivado por las colisiones entre los gobernadores pro' incia·
le" y las audicn<'ias de Sa ntafé y Panamá, re,·estidos todos de similares fun ciones y
jerurquía .JG El segundo. éste si definitivo, ordenado en 1738, rnarcó el c:orn ienzo de una
e).t<'nso procf'SO de reorga nización político- admin istr ativa. que afectó a l::t población "de
todos los colores·· que se había asentado al margen de los núcleos ur·banos, a la que
'~ía en pequetios poblados contr olados por el Estado y a las comunidades indígenas
;;.ou retidas o Jlo al control colonial. ';
La refor·rna adquirió características completnmente diferf>ntes al interior.· del virreinato,
ra.J romo lo señaló el regf"nte \lSitador e nliérrez de Pili eres.•~ Aunque se buscara es1n hlecer
un pa trón común para el poblamiento. t>l procedimiento no podía ser· Pl nusmo. 19 l'na

13 Germán ColwcrHtrf's (comp.). Relaáorws (' lnformt>s. T. l. pp. 65 6 .' José t\1. De Mie1'
komp.). Poblomiemos. T. l. pp. 22 25.
" Sobre estas J<'formas eu qrias proYutcias dcl terTitorio nt>ogr:Uladino. '¡;an~c: los i.nfor·mes
de Jos 'irTe~·ps en Ccnná11 Colmemrres (COmp.¡. Relaciones e fr((ornw~; Francisco Antonio ~ l.o r•eno
y F:scan dón, Indios)' .lft>slizos. Con relación a lns adelantadas .. n los Andes Cen lrales véase:
Josefina Chaves d e Bonilla (comp.). ''l nfon nc" : Joa quín d .. •\ ró~tegui! Esro to, ''lnformt>" y
Diana Bonnf'tL. ~TierTa ) Co munidad". ResptTIU a las reformas llevadas a rnho (•n d Car·ibe.
incluido el norte de la pr·m·incia de :\.ntíoquia, ,·éase: José ~1. Oe-~Iier ,comp.), Poblamiemos:
Antonio de la Torre! ~ li ra11da, -Koticia Individual" Cerarclo Rf' i<·lrei- DolmarofT (cornp.), Diario;
O rlando Fals- Borda , Hi.~loria Doblt>, T. rv, pp. 53.-\--71A .l' :i .J R 71B; Marí::r Dolores Gonz~ l (·z
Ltma, "La Po.lítica de J'()b l ación~: Pila r· Mo reno de Angel. .'lntrmio de la Torr<·; Gilma il lo r·a d~
Tovar. "Poblamiento .' SoeiPdad-: Jorge Enr·ique Conde, "Espa<"itr. Sociedad) Co nni ctos". capir ulo
lll: Da,·id J. Robi.nson romp. ·. Francisro Sil<·e.strr y Emilio Ruhleflo 'comp., . Brw¡mjo Biográfico.
1:; Sobre' la creación del ,; ....einato "''a,;e ~l.aría Teresa (;;m·ido Conde. La primera creación del
Virreina/O; Rartolomé Tie nda de Cuervo, '' Info rm e Económit;o.. y .'\.G.I. (Sevilla), S anta Fe, 185 ~
Germ án Colmenares, "F'nc·l(n·es ele la Vida Políti.ca Colonial".
16 ~larín Ter·esa C:trrido Conde. Ltt Pninera Crraáór1 del 1lrránato . p. 1i.
1; \ éa"f' Germán Colmenares co mp.. Relaciones e lnformt·s. Los docunlelltos trarHrr·iros
por José ;\l. De .i\lie•· !'omp.J, Poblamientos. ilustran ~obrt' lo ocurrido e n la p ro,·incia rll'
Santa ,\htrl;l en el siglo XV III. Resp~<·to a .l as r·ef'ormas qu e tuYieron h1 gar e n las pro vincias
de Saul:1rt:, Tunja y Ca rt agena en 1~ década de l 70 de l siglo X VIl!, v~ase F'mnc.isco Antonio
Mot·eno .' Escandón. Indios y Jl esli:.os.
'" \'éas<· In transaipeión del extenso concepro del r·t-ge11te sobre el p:1rticular. fechado en
1779. en ;\largarita Gum.<ílez. El Resguardo. en la 1" edir i1íu, l'niYersidad A\wional de Col<) mhia.
19í0. pp. 154- 181. 1
19 En el. plano d e lns reformas m ili 1a 1·cs se ha hecho un plantemni en ro similar. Véa~<" Allan
Kuethe. Reforma Jii!itrtr y Sociedad M la :Yue(•a G'ranarla Z773 !808 (19713\. 13ogotá. Banco de la
RepúhlÍ('II. 1993, pp. n y 82.
cosa era des pojar a Jos indios d <' sus tic 1Tas en S antafé o Tunja. donde ab undaban 1~
pueblos de indios.' otra. muy distinta. fl·aLar de hacerlo NI Santa Marta. doude m<ís de ·t1
mitad d el territor-io era ocupado por "inclios hravos'' que, junto con los de los puebiQs.
''emphn_naban" o cubr.ían de flechas a los ll'anse~ntes. F~mentar [~Sent:an~entos de veci.ni,;
·' redu cLr a poblados gPnte de .. todos los colores en la Costa Car1be tem a nnas cai'3Cter<JS-
licas completamente dife re ntes que despojar a los i.ncügenas de sus poblados ~- eri~ r
parmquias en Jos Ande~ centrales.
El ante•·ior fenóm en o dirige la aten<'ión hacia las difel'Pnc ias entre·~ 1
o rdenamient·o económico. social , polític:o .Y espacial de los A ndes ce ntrales en e l si~o
XVIIJ, f1·ente al que se o bservaba en las llanuras del Caribe po1· la misn1a época. 20 • u
compren ·ión invita a rf'fle:-.:ionar sobre la forma como se articularon las •·eformas 1
s iglo X\~ 1I, con e l orde na mi f'n l?, pref'xistente. Este sNá el te1~1a que se anal izaL·á ln
este eaprlu!o, <'entt·ando _In a::nc•,o n, ~n tres ¡~r~b l en~a s que h1v1eron gran 1m_p_ortan~¡a
eu lo l'f'latn·o a la organ1zac10n poht1co admm1stratJYa de los pueblos. los S1t1os y {a;,
parroquias de las llanuras del Caribe y de los A ndes C<!ntrales. El primem de e llos ~
e l de. las demarcaciones j t_Jrisdiccional es de las provincias: q.ue f uer:on relatjvam_e3 e
def.imdas en los :\udes. mientras q ue en las llanul'as del Caribe t uv1eron un ca1·act r
más a.mbigno. Se p lantea que <>sa ambig üedad jurisdircional expresó las dificulta ;.
que tuvo e l Estado colonial para ha cer vale r demai'Cfleion es jurisdi ccional es e
rompie1·on el o1·dena.miento terTitorial prehispánico. sin ofrecer una alterna tiYa 111! ,.
vent:ajosn tanto respecto a las condiciones que ofrecía el m edi o, como al nuevo tipo t>
o rdenamiento que se haJ)Ía insta urado. Pe 1·o ade111ás, como se ha visto eu los anter·io~;.
capítulos. la ambi,·alencia jurisdiccional no sólo expr<'sÓ las dificultades del esta{lo
colonial para imponer una determinada delimitación jurisdiccional, sino que, a su v z
dificultó la cimentación de su contTol polítjco en e l área.
El segundo problema que se discutirá f'n es1f' capítulo es ('! relaLi,-o -al
corregimiento ele indios o de nnturales, qne se estableció f'n los Andes Cf'ntra.les desde
el siglo X\11, donde ocupó un pa pel central e11 el ordenRmiento polítieo- aclministTa J·
' o de la región. En la región Caribe. por el contrario, el con·egimienlo d e indios sólo t>
r 1·có en e [ siglo A. VIII y su papel en el campo adrnin istrali,-o fue muy seeundario. Este
problema rem it f' a la gestión de las villas y ciudades, y en partieular a la d e sus eabildo ·.
que asumieron un pap<>l más directo .' · :lCtÍYO en la administJ·ación de 1:-~s pobiM:ione;.
de su jw·isdicción, allí donde los corr Pgimientos de n aturales n o se instamaron te~ ­
pranamcnte. El ti po de admiui s Lración que se dio en uno y otro caso tuvo unl s
características diferentes, ya que implicaba un 111ayor predomi11io de los intereses ~:y­
presentados en los cahilclos, all í donde ~>.stos tuvieron una ITta) OI' parti cipació u e nJ.l
o rdenamiento político d <' las pnhlaciones de su jurisdi crión.

20 Sobrl' ~> 1 siglo XVIU algunos trabajos d ~ caráctec· genc rJI proporcionan un;• idea de es· ,

dil'e1·encias: Germán Colmen;u·<>S, ·' Regi6n- . ación'': Ja ime Jarami ll o Eribe, ~ rd eas pa r<~ 1 · a
cnmcterizatión- y .\nthon.' .\lc.l-'arlane. Colombia: esta última obra l't'Siúta útil !;Obre todo en el camA-o
rlrl ordenamiento econ<imíco. E11 lo relativo a la organi7.aC'ión mili1ar véru;c .\Han J. l'ul'llle. Rifo~a
-11ilit~r. I\es pecto ~ l~ o'-garúzación d e las ha('irndas y lo~ pnde1·es locales véase He n nes Tovm· Pu:nótL
-El E.stado \.olomaJ y HrH'lenda Colomal. Otms estud1os, cent rados en un;1 u otm de lil~ 1'eg10~-{·
c-onsideradas. que penniten aproxi.IJlar»~> a estas dili>renci<l$ son. en rl raso de los Andes c;:om:ral1
Juan i\.. Vill:una rin, '·Cueomend<>l·os and lndiHIS-; Ceml;Ín Colmt>nares. [.rt Pro<•inci(/ de Tun¡(-
Odando Fals Borda. Ci11npl'.sinos de los Andes. Est11dio Sociológico r!l' Saucío (1955). 5a. ed., Bogo~.
Edi1otial Punta de Lam.1. 19/9: Ct1illermo Hcmández Rocb-ígucz. DI' los ChibdJtls y .\.!;uta Herre'
-\ngei.Poder Local. En lo <¡ue tiene qu~ \ er con la región C.aribe. ,·é:~st>: 0 1·lando FaJs Boro:~. HistoT
D~hle: Adoll~ Meisel Ro_ca (e d.¡. Hú~oria_F.,·onámica_; Lance. ~ ~·Jhn, The Po~i~~:~·a/ Economy: t\lfowf
\h mera. El !·racaso: Ma na Dol01·es Gmmtlt'z Lun11. ·La Poli lira de Pohlac10ll v HPS!!llflrdos: Gilni'a
\!m-a de Tovm: ~Poblamit'nlo .~ Sociedad· .' Jor¡:¡t> Enriqur Calderón. &pacio, .~()(7cJad J' rnnjlirt .

( J. 2 2 )
El tercer problema que se tratará en este capítulo es el de las capitanías á guerra,
l.Ula institución que se generalizó en la región Car.ibe en el siglo XVIII, pero que no se
illitatu'Ó en los Ancles centrales.21 Se plantea aquí que el protagonismo de las capitanía..:;
;a guerra en la región Caribe reflejó y expresó una diferente estJ'Uctmación del ordenamiento
~lítico en la región. F:ste se caracterizaba por una reducida presencia ele las justicias y
dt>l clero y una cierta preponderancia del estamento militar. Tal ordemuniento contrasta
•:"l:ln el de los Andes centrales, donde la presencia de las justicias y del dero fne mHyor
que la del estamento militat; eJ cual era prácticamente inexistente, al menos hasta la
n.-forrna militar ele finales del siglo.22 En términos generales las gestiones a cargo del
capitán á guerra fueron diferentes a las del corregido!'. ·rales diferencias dejan entrever
que las lal)ores de policía23 en la región Caribe tuvieron un carácter bien diferente a las
dt> los A.ndes centJ:ales, ya que frecuentemente excedieron el campo de lo policivo y
penetrawn en la órbita de lo militar, es decu~ de los asuntos atjnentes a la guen·aY
Solwe la base del estudio de los 1r es pmhlemas mencionados, se plantea que la
pn:-ponderancia de tmo u otro cargo -cor-regidor o capitfm á guerra- no fue accidental o
ro~'UJltural, sino que obedeció a la dinámica política y' a las estructuras del ordenamiento
político vigentes en una y otra región. Estas djferencias se ar6culabao con las clificultades
..tm.inistt·aüvas que acarreó la ambigüedad jurisdiccional entre las dos provineias y con las
.,ficiencias en el ma.ne;jo político que significó una mayor privatización del pode1· en J.as
bltu·as del Caribe, donde las ciudades y las villas tuvieron w1 papel predominante en la
a.imin istraeión de los pueblos. A.mhos fenómenos ponen en evidencia que el apoyo
~tucional con que contaron los funcionarios estatales en los Andes centrales fue mucho
.ayor que el que tuvieron los de la región Caribe.
El problema del apoyo institucional se vincula estrechamente con los tipos de
,.:,der (civil, religioso o militar) que se privilegiaron en una y en olra región. En los

21
Hasta el momen to no he encontrado estudios sobt·e el funcionamiento de esta institueic:ín
en la :'\ ueva G•·anada o en otras colonias h ispanoamericanas. Tampoco se han encontrado
refereneias precisas sobre su establecimiento, aunque sí sobre su cre~c i ón en u••a dete rminada
área. como por ejemplo, la de la capitanía á guerra en Loba, Cartagena, en 1744 (A.G·.N. (Bogot;í.),
Empleados Públicos Bolívar, 3, ff. 900r. a 907v.). En la revisión de la base de datos de los índiee~ del
A.G.i\. (Bogotá), que incluye alrededor de 40 fondos, la primera relet•eneia al eal'go es de 1715-
1720 y corresponde al .nombnun iento ele capitán á guerra en la isla ele Cuba (A.G.t'i. (Bogot;í),
Vin·e.r·es, l6, JT. tB'l - 5); todas las demás referencias son posteriores a 17:{!).. 1/40. Esporádicamente
se encuentran referencias al ftmcionario en la documentación de las prinJeJ'HS déc<ldas del
siglo XVUI, como por ejemplo en los rela Li,·os a la insurrección de Mnrnpox f;n 171'1 , donde se
menciona al capit<Ín á guerra y juez de canoas ele Mompox (1\.G.l. (Sevilla), Santa Fe, 3G5} o en
el infom1e del gobernador ele Santa Marta sob1·e las salinas de Ciénaga, p•·esentado en 1?13, de
acue1·do con el cual había una capitán á guerra en el pueblo de Ciénaga (A.G.l. (Sevilla), Santa
Fe, 504). En 1\faria Dolores Conzález Luna,R~~~guardos, p. 57, apare(:e una rel'el'encia a un capitán
á guerra dw·an te la visita de Vargas Campuzano a Cartagena, en 16?4-5.
n Véase Allan Kuethe, Reforma Militar, pp. 107. Hasta 1781 Santa1e sólo cont.qba con una
compañía de alabarderos, creada en 1750 y compuesta por 65 hombt·es (ibid., pp. 206- 7). Je:m-
\[arie Lonco!, "Caballero y Góngora Pacificador de Jos Comuneros en la Nueva Granada (1781-
1784f , Anuario de Estudios Hispanoamericanos, T. XXXIX , Sevill::l , Escuela de Estudios 4
'j
Hispanoamel'icanos, 1982, pp. 133 157, p. 134, fH'eeisa que e ntre 1783 y 1784, luego de la
J'ehelión de los Comuneros, llegaron al centro del Nuevo Reino hasta 3.064 militares. En la
Relacú1n rle Mando del virrey Ezpeleta se anotó que "en lo inte•·io•· del Reino no hubo Cuerpo
alguno de tropa veter:ma hasta después de la conmoción popula•· ocurrida en el año de 1?81;"
(Germán Colmenares (comp.), Relaciones e Ir¡formeJ, T. n, p. 284).
21 En el siglo )\VIll se entendía policía <:omo ~La buena orden que se observa y guarda en

las Ciudades y Repúblicas, cumpliendo las leyes ú ordenanzas, establecidas para su mejor
gobierno." (Diccionario de Autoridades, Vol. lll, T. \~ p. 81..1).
21
Mil itar: ~serYir en la gu ~rra, exereitarse en la milicia." (ibiel., Vo l. II, T. IV, p. 569}.

m. LA ORGA~IZ.\OON POUTICO :\OMIN15TR:\TlV:\ f>f.I.OS AS€NTAMIENTOS

.J
Andes centrales la presencia de autoridades de canlcl<'r' ciYil (cor-l'f•gidores . alcalde
pedáneos y auto ridades indígPnas) y religioso (curas) se articuló y estructuró alrededo:r
ele la organizació11 de la población indígena. Al disminuir ésta y am ue n k"'t l' e l número
de mestizos o vecinos, la esl n rc-tnras clisei\a d as para ac! ministnt r· a los indígenas
eslm'ieron en capacidad para controlar a <>sos nueYos pobladores. La fortaleza de es
estructura que articulaba el poder civil y el religioso hacía p1·ácticamente iunecesaria ·
presen cia del poder militar.
En la r·Pgió n Car·ib e In •·ápida disminución de la población indígena, r·edujo j l
eslim nlo eC'onómico y el inle•·és polítiC'o por co nsolidar una estrw'lllra adm.inistraliva.
dt>pendiente de la C'orona. que asegurara el control de la población. 1.a presencia del
poder civil y clc-1 religioso Pn PI área fue in iPrmiten te, poc-o estructurada e inef'ic ien e
en términos del ordenamien to político CJI H" la corona estaba inte1·esada eu establece· .
Dt:- otra parte. los cont1ictos armados, bien fue r-a con gru pos indígen as no som etido ,
con palenquer·os o con otras potencias eu ropea s, fortalecie r·o n la p resencia militar eh
el área. El incremento de la población .. libre de todos los co l o n~s ·· no aumen tó lo:.
incentiYos para establecer una administración ci,j l y religiosa •·ealm ente eficiente en 1
área. Esos pobladores eran en general "miserables'·, es deci r. carentes de cir·culante,
q ue no in eentivaba la p•·esencia de eu•·as y j us ticias c:·¡l li ficaelos. Lo m ili tar continuó
p r·iv-il egiánelose e n té r·minos del contro l sobre la població n.
A. L ...s Dr\lSlOXES }l lRISDICCIOX_\LES: L-\s P R0\1-'Cl-'S

En un sentido estricto e l concepto de provincia hncía refer enC'ia a las unidad :.


ad m in istrativas mayores e n q ue se dividía r¡ los vilTe in a tos , las p res ide ncias y las
capitanías. S in embargo, desd<> el siglo XV I e-l concepto se utilizó e n fo rma un tanlo
e lástica. En el siglo X\ 1 11 , a l igual q ne en t>l XVI, se usó para hacc1· rt>ferencia a l a~
unidades admirtistnJI ivas mayores y tambié n a sus subdi,;siones. 0Yiedo escr·ibió qtl~>
··Es e l 1\ueYo Reino ele GranaJa laprovinria rnás rica de rodas las Indias ......25 \l oreno '
Escandón eali{icó de pr ovincia aJ Ch ocó y tarn.bién a Cita rá y Nóvila, que fonnaban
P~ll'l e ele esa m isma gobern aeió n. 26 Sin ern h<t rgo, en el s iglo xvru,
a d iferencia de lf
que sucedía en el siglo X \"1 , la delimitación territorial de alguuas un idades adm ini ·
lrali,·as -en parlicuhu' las que pr'esental)an una mayor articulación polírica y económica
denti'O del sistema colonial- se había establecido con mayor precisión. La p•·oúncia t>
Carragena, po r ej emplo, ya no e ra un territo rio entre el río Magdalena y Pi río Darién '
hnsta la línea eq uinoccial,2 7 sino que su de li mitación eon In provinc ia de Antioqnia §e
haJ1ía establecido cou relatiYa c la ridad y se •·efl ejaba en la c¿u·tografía df' la é poca. 28 ·
Esta Plasticidad en el uso del tér·mino pt'OYincia fue criticado y explicado por 1
admin istrador de correos . .fose!' Antonio Pando, n finales del siglo '\\"111. quien Jr
asoció con la IE'r"l'itorialidad p rehispánica:

2
' Basilio Vicen te de 0\"i('do. Cualidades, p. 15; subrayados nues tros.
26
Gernl<in Colmenarl's 'comp.. Relaciones. T. I. pp. 176 9.
~; :\la ría rlf'l Cannen CómE'z P~t·ez. Pedro rle H1•rrdia y Cartagena de Indias. St'' illa. Escue~~
de Es tudios Hispanoamerica nos. 1984. p. 12. Hasta medianos d<·l siglo ~\1 In idt•a ele que la
línl'a equ i llocc i ~l estaha ce rca de l11s roMas del Ca ri be era n: lativamentc frecul'nte y St'
dt•,·ivabll r\e la r·n·enc iíl de que el con ti J)(•nLe ame ricano l't'a un co nj unto de isJas de t ~mn ño
reducido. .En 151í .~ 1539 se afi nnaba que las 1nont<t ñas de A.b rdn, ce rca n la desernb ocadum
del !\trato a un poco más dE' 8 g1'ados falill.1d norte), estaban debajo de la línea f>quinocci, l
por haber allí wrruga~ ·' niguas Juan Friede. Los Hél~er en la Conquisra de 1ene=.uda. Caraca .
Edición Eclim!'. 1961. pp. 94 99 .
21< \ -éa.sl' por ejemplo el ma pa di' la pro,incia de Car1agena prepa1-ado por· Ju;m Lóp1'7. en
l í87. en .-\.G.:X. {Bogotá). .lfapoleca, 2, 1284; hay otJ·a N>p ia de este ma pa, en 111ejor es t ~do, e 1
A..G.l. (Sevill<•), Mapasr Planos Panamá, 'l3H.

ordenar por o controlar ~ mano herrera oned


·'.-\unque es consturnbre e n estos Paises el d;tr nombre y titulo de Provfincl}a a cad~J
Cov[icrjno, C:o1-regimiento, o Partido en que se S ubdividen IU10S, y otros, no ha parecido
couve1riente seguir aq uí esta bulgar acepcion que solo tuvo su origen desde el liempo de la
r;Mtilirlad en que diferPntes naciones de Yndios los /¡avitaban,y reconocirm Seiiorparticular en
·ada Pueblo. con todas las ci•·cunstancias anexas a la Soberanía.} Suprema autoridad.
independientes los unos de los '' o tros; ..."'l!!
Esta preci s ió n <le Pando es irnportante porque> a la vez c¡ue ex presa una
k-odt> nc ia a r egul ¡:¡ r e l lenguaj e, borrando l as huellas de l p11sa do ptehis pánico, pa ra
dejar totalmente asentada la unidad de m ando estableciua por e l imperiu,·:o paradóji-
amente llama la atención sohl'e otra posible forma de entender la ar·Lic:ulaeión de la
trrritorialidad prehispánica -' la colon ial. Lockhar t ~ Schwartz se n•fieren a la
cont inuidad existe nte ent1·e las provincias ins ta ur·adas por los e uropeos)' e l o•·deua·
mit>nlo te rrüoria l prehispán i1'0, especialme nte en los Lerr·it.orios ocupados por gr·u -
pos sN le ntarios organ izados e n imperios .'l 1 Este fe n ómeno también fu e obserYado
po)r Gibson, 32 ha sido ampliado y explicado par·a la región dP. Tacamachalco Quecbolac.
n:. \¡¿;,ico Central por Licaten ~ se ha formulado a manera de hipótesis pan1 la proYincia
ele Santafé. en los Andes central<>s.34 Allí el tcrritos-io pro,; n cial colonial coerespon -
4ha. a grandes rasgos, con el territm·io controlado por e l Zipa Muisca, e n el. rnomento
4e la conquista'!J (véase Mapa _ o. 14). Adicionalmente, cnando se dividió e l territorio
4e In provinC'ia c>n co rregimi e ntos a final es del siglo ~ \'f, e l. territorio de los
~·regi miento s también coinc-idi ó. en términ os generales. con el d e los grandes
~irazgos que conformaban el Zipazgo al momenJo de la invasión e lu'opea. 'lfi En lo
tp.~e tuYo que ver con la jurisdicción de la c iudad ele Tnnja, s i bien la s upe q)osición
luto mf'nor a la que se pr ese-ntó e n la provin cia de SantaJ~ ya que en la co lonia a.l
lrrritor·io Muisca del Zaque se IP anexaron pnrte de Jos tel'l'itorios Muiscas indepen-
&ntt's. al igual que territorios Tunebo o U'wa- las coincidencias e ntre las diYisio -
_.., tC'J'I'itor·iales pr·f'hispánicas y las jnrisdicciones coloniaiE'S son significati,as, como
st> aprecia en el ~lapa antes cit.<tdo.

:N J osf'f .\n lonio .Pando. -Ynforme". p. 302: s u hr·;t:·ados nues11·os. Sf'g1ín Cc1·ardo Reiclwl
DolmatoiT. Dolos Hisrórico -Cultnmles sobre las 'li·ibus dt' la A.ntigna CoberntLCÍÓn de Sama Jlarln.
Bogotá. Banco de la Repúbli<'a, 1951. p. 55. en la lirl'rarw-a histórica del siglo X\ l sobrE' la conq uisra
C'l concepr u rl <.> provincia se uülir.ó <'n primer luga1' p1m1 d istin guir· regiones geográficas. s in C[IH" Sf'
11' cüera Llll sr·nrido admin isrrativo, pero muchas verl's ~se aplicó n un rerrir orio t1·ibal mal defi nido,
rrue en ocasiones aün estahH ;;i11 conquistar o coloniz;H·.''
0
' Sobn? In nonnal izadón del l enguaj e co mo me cn ni s rno de pod er véanse lo;:
planr~>amientos de Pif'r'r·e Botn·dieu. Languagl' nnrl.~rmbolic Power. pp. 43- 5i.
" Janu•s J .orkhart ·' Strr:u-t n. Schwat•tz. Enr?r l.ntin rimt>rica . pp. '{í-49 . Dcl('r fOI'IllUia l':'>lt'
p r·oblema a un ni,el aún ru ás gcneral, al lw,.<· is~r que la dema J·cari<Ín de los dos primeros
virreinatos e11 e l siglo \ V I "fu i.' mantenida sobre e l istmo de J'anarn;Í, <'rl el lím il e de las áren~
culttu•aJ¡~;; p recolombinas JJH:so:unPl'ican a' andina~, mi entras que I11S Aurlie ncias creadas f'Jl <~ 1
s·ig lo X\1 ,.n e l área andin a r<~ producían. má,; o rn e n os fie lm e nte. los gr·a11des focos Pino-
c ulturales a ndinos Jeart Paul Oclc1: Ecuador. p. 27 .
't! Orad !'~ Cibson. Los A::.u•ms, pp. 92.
n Jack A. Licate. Crf'ation of a .l!e:rican Ltmdrcape.
" .\!arta 1-:len·era :\ngf'l, Porlt>rLocal. capítu lo l.
·~. Véase m~pa tlel terTit.orin del Zipa a la ll <·gada de los esp;lrioks publ'i cado por Ana María
Falcheu.i y Cle mencia Plaz<J~ ele l'i'ieto. El Territorin de los Aiuisca.t o la llegada de los Eparloles.
CuadeJ'nos de Antropología No. J. Bogotá. Fn ivcrsi<;lad de los Andc•s. 19i3. p. 62 y e l mapa Xo. 3 .
"Cacicazgos y di' isión políüro--administraü,·a dur.antP la Colonia· publicado po1· .\!Mía Cle m encia
Ramirez .' ~laría Lucía Sot.oma~·or. -Subregionalización- .
16 Est a supe rposic ión se aprc<"Ía en el mapa No. 1, - Cacicazgos .' d ivisión político ad ministratiYa
d n rantl" 1 ~ Col o nia~ puhl icado po r• ~la r ía C le rncncia Ramír·,.z y ]'daría Lu c ía Sotomayor,
"Subl'egional iznción ··.
MAPANo.14
-~\!DES CE~TR.-\LES
C-\CIC:AZGOS PREHISPA.\lCOS \ JURJSOIC:C10~ES COLOi\L-\LES

Divisiones Prehispánicas

A Territorio del Zipa


B Territorio del Zaque
C Territorio Muisca Independiente
D Territorio Tunebo o U'wa

Villa

Cabeza de Corregimiento
Poblado (pueblo o parroquia)

Límites TerrHorios Muiscas


Límite provincia de Santafé y
jurisdicción de la ciudad de Tunja
Limites coincidentes
No coincidencia entre el territorio prehispanico
D y las jurisdicciones coloniales

50 l<m. Límites y ubicaciones aproximados

Fuentes: ~la.-ía Clemencia Ramírn y María Lucía SotonHl.'or. ·Sub•·egionalización del Altipla1w
Cundiboyacense: Reflexiones i\Ietodolrígicas•. Revisrn rolombiann de Amropologín. ,·ol. ;\X J
Bogot~, Imtituto Colombiano de Antropología, 198n-198S, pp. 17{-201. mapa ~o.'!, ·Cacicazgi"
y d iYis ión polítko-adrniniSIJ'Illiva dur;w tc la colonia•; >\na María Fakhetti y Clemc Ji c,;ia Plazas, f."/
Territorio de los .lfuiscas, mapa •Territorio Muisca a la lll"gada de los rspa•io les•: A.C.i\'. (Bogota.
1isitas rwulinnmarca. 8. IT. /94,. a 83"k . bi~: Basilio \'in•nte de Q,iedo. Cualidndl's. pp. 119-160:
l lises Rojas. Corregidores, pp. 518-523 y "agnus )1ümer. •Las Comw1idades•. pp. 87-88.

ordenar para controlar + muna herrera an¡¡el


El estudi o de este fen ómt>n o en las llanuras del Caribe mnesf ra un proceso
d.tfeJ'(: n te, que se a1·tic ula con el d e la amb.igüec.lad jurisdiccional entre las provineias de
(.a.rtag<'na y Santa Marta, ya sei1::Uado. En general, la documentación disponible sobre
i:b p rimer as d écac.las del siglo XVI no menciona los criterios que se utilizaron pa,·a
deli mitar sus terri torios. En su relación de 1533 Pedro de JJ e redia simple::n1eute precisó
que ('f1311dO fue tenit>nte gobern¡¡uor oe Santa \Tarta le pidió aJ J'ey la m erced de conquistar
Cartage na y que éste le dio por límites de la gobernación desde el río ]\ lagd;;¡ lena hasta
d río Darién.Ji En la información o interrogato,·io que se ac.le lantó en 15::13 para probar
que los conqu.istaclores de Sanl<l Marta habían hecho entradas en territ orios de la pro -
nn<'ia de Venewela. se indicó e l establecimiento de límites entre estas provincias.
llamadas t~unbién gobernac iones. pero n o los criterios para su demarcación .-18
Nicolás de J¡¡ Rosa aii.rmó qne:
"Los indios todos (de la provincia de Sa11ta 1\ l :~ rla) por lo genernl se llam(lron Caribes, por
d llorroroso) abominable vicio de comer carnr humana... pem t>n partictúar ful'it>mn sus
tlpelarivos distintos las parcial id acles.~ algunos dt> ellos dados por los mismos espmioles qu<'
lo;; conquistaron o p!Vporción dr sus costumbres ....-. w
Posteriormc n te el autor me nciona los apelativos de var·ios grupos: "'Chimilas,
_\1coholados, Aurohuacos, Guajiros, Cocinas, Tupes, Acanayulos, Pampanillaii, Orejones,
~loti lunes y P inlados''. 40 El planteamiento d e de la Rosa podría suge,·i,· la existencia de
~terto elem e nto común ent1·e los indígenas de la proYincia d e Santa T\la1·ta, pero es
dt>ma. iado Yago ~ lo único que d ej a e n c:laro es que sP 1ralaba de g ru pos étnicos
di:>tinto,, tal como se plantea en los estudios h istór·icos contemporá11eosY
li-s decir qu e e n las llallUI':ls del Caribe, a diferencia de lo que parece habe1·
itl<'erliclo en Sanlafé. no huLo. a nivel de provincia . continuidad ent1·e el o rdeu~m1iento
lt'rritorial prehisp¡ÍJlico ;• el colonial Sin em bargo. la informació11 relati'a a olras áreas
od tC'rritorio neogranadino He' a a considerar no sólo los terl'i tol'ios proYincialcs o los de
la, cit tdades y Jas villas, como conjuuto, sino ta mbié n lúnileS f1·onterizos específicos:
···En la fase Lt>mprana del p eríodo colonial, en lo~ siglos XVI y Xvli, la pct·ccpeión de
algunas real idades ctnocultw·ales por los conquistadores parf'ce haber intt> rferido en el
t>:'tal>lecimi ento df' la distrihuci1ín jurídico territ orial. a pes;u· dC' no haberse dado.
rigurosamente hablando. un marco referenei11l Pxplícito. Esta r·f'laC'ión entt·e la rt>alidad
t"t noC'ultural ' las moclalidades de la clistribnción ad mini:;tt·ativa asoma con claridad en
t> l caso d e ia f1·anja fron tl:' t·iza aquí estttdiana: se p tte<l e observar una exacta

1
~ ~R<'Iaci ón
de Pedro dE' Heredia 1 15'-ri)'". 1lnmes ToYaJ' Piuzón comp.). Relnrionl's y Visitas.
T. 11. pp. 367 73. p. 367.
"!$ - In formación solwf' d \ 'all<' de los Pacabtt<')'<'S Coro Dic·it>Jnhrl' de 1533;~. lll'•·mes To,·ar
Pinzón (comp. ¡. Relnciom~q - V/siras. pp. 85-122, p. t06. Véase tmnbi(:n la capitulación pm-a kt conquista
<le Santa Marta hecha con Alo nso Luis de Lugo rn Juan Friede I,C<l i np.). Documen1os f111Jr/iws para la
His10ria lit' Colombia . 10 Yols .. Bogotá, :\rademia Colombi;ma de Hiwwia. 1955- UJ60. T !TI , p. 166.
'l9 J osé ¡\icolás clf' la Rosa. Floresta . p. 25S: s utwayados nueslros.
fO luid.
11 Henues "loYar Pinzón. ~El Caribe Colontbi;mo en la Historia del siglo XVI~, Relaáones .r
Tisiras, T ll. pp. 17- 80, p. 61 - /6; H rnning Bi;;c h nff. --Die spanisc· h indiansc h"
•\use in onde t·setzung in rler not· dlichen Sierra . '~>vadn rle S;m tn Marta (150 t- 1GOOf , Brouul'f'
.rlmerikanislische Swdien ~o. ll. J3c) J111, 1971. p. 4.98 e --lndígf'nas y f.s pal'íoles c•n l;l Sierra Nevada
de Santa ~Iarla Siglo \ V1" , R e<'ÍS/a Colombiana de .4ntropologí(/. ~o. 24, Bogol<Í. Tnstitnto Co-
lombiano de :\ nu·opología. 1982 1983. pp. i5- 124. p. 84: Gec-rarrlo Reiche i- Dolmatoff. Daros
Hislórico-Culmralf's, pp. 58-61 .'·"Ii·inidad \liranda \'ázqut>z. La Cobunnción . pp. 1í -42. De cualquic•r
forma no comiene perclc·r de ,;s\a la obsc•t-varión de José .\'ic·ohís de la Rosa. Flo!Y'stn, p. 269, t>11
el se11tido de que posible tuent e en algtuws gru pos los agoreros y mohanes trataran de que los
f'5f)3 1~ 0ies cr~yf't<m -que eran <'Mi in finitas las pa tY·i:1 licl:.Jd.ei'.
correspondencia entre la extensión de la región Pasto-Pol)a,ván (considf~rada como un
t:ampo de tmnsición de las h erencias etnot:u lt.urales) y elluga•· de desanollo del (:onjun-
to de los distin 1os límites coloni¡.les.".42
El texto alerla sobre la necesidad de mirar cada jw·isdicción en par6eular, para
establecer cómo se- hizo la transición entre t>l ot·denamiento territorial prehispánico ~, el
colonial, antes de- avanzar condusiones. También alerta sobre la imposibilidad de gen ·
r<'l lizar e invita a considerar dife rentes perspectivas. El estudio de este fenómeno e n J~
!Jan u ras del Caribe y en los Andes centrales m uestra parle de esta v;n·iada gama e
posibilidades y ofrece nuev::~;; hipótesis. Algunos procesos sugieren que una rápid _,
súhila •-uptura de las estructura:; de ordenamiento territo•,ial preYiamenlt> estahlecids.
dificultó la cirnenlación del nue' o orden que las desconocía . Esta parece ser la situación
qne se presentó en la dernarc:lción jurisdiccional de las f)I'OYincias de Cartagena y Sana
]\1arla, que st: eslabJeci<'i en l(mna r.nuy temprana en e l siglo XVJ, cua n do aún vast1s
te rritorios de alllhas provincia~ eslaban sin explorm· por las IJUestes europeasY A pesy
d<' las dificull:1des para conocf'l' cómo se disl•·ibLúa el ten-iiOl'io entre los distintos grupa:;
étnicos que habitaban las dos proúncias a la llegada de los europeos. la documentación
y la e,idencia arcpwológica coint:iden en sei1ala•- t}\le el río \l agdalena. al menos entt;e-
'f~n e rife y Tam:ll::unec¡ue, no l<>nía el carácte•· dt> línea divisoria que se le dio luego de Jp
f'onquisla44 (vé::~se · 1apa No. 15). 1" Antes de la invasión Pm opea los Makbúes ubicadí:f,;
entre Tenerife y Trunalameque ocupaban una y otra banda del río y h::~hía una estrecha
relación entrf' ellos. Según lo indicó Pedro de Heredia t'n 1541:

12 Je;w Pnul DPler, "Ti€'mpos y Espae ios de una Ho rogénPsis: Los Tf'r'f'itorios F•·onte ,·iz~;.

cnLre Colombia y Ecuarlcu·", Chan ta l Caillnwt _y Xime11a Pachó n (co.n•.ps.}, .Fromcra _y Poblomient~­
Esrudios tfe Historia _r Antropología de Colombin y Ecuador, Bogotá, Inslit uto .FJ'ancés de Est uclili "
.-\nrlinos. Instituto Amazónico de lnYestigaciones Científicas ~ Departamento di' -\n tropologia
de la rni\l"rsidad de los \ndes. 1996. PP- 21 ~0- p. 35.
i 1 Ya l'n 1532 se le dio a Pedro de f-!(•rNiia. gobernado•- de Crutagl:'nll. licen<'ia p;u-;1 rescatar
) sujetar a los indios -cJc:sdt" el Río Gmndt> q ue esd en trl' la provinei:t de Santa i\larta
C:wtagena y ho~ta el río Granue qul' está en el goHo de Urahci"' (.Juan Friecle (c•ornp.), Docume.ntO~­
T. ll, pp. 271 :.!74 y 2/7- 28'-!;. En ese m is rno año se pree i ~ó: "l'or cuan lo los limites d e la
prmincia rlt> <:artagena ' --· _ llt"f,'<Ul hasta 1"1 Río G•·and e. q1u• parte los tér111in os entre la rlicha
prmincia _, la de Santa \farra. PI cual dieho •·ío e islas que en t>l están clesrubie11as clizqul' los
Yecinos y momdores de In pt·o, iucin de Snnt01 ~ l arta hnn g:111ndo : descuhiN·to po•- su industria
) trabajo. Pot· ende. pOI' la prt'sente decl;H-aulOS el dicho río parta los té nninos de las dicha>
provineia~ ul' Cartagena y S;l nta ) la rta." (Juan Friede (comp.}, Documentos, T. 11, pp. 349-350). !Jt
.Recopilación, T. ll, libro V, tít ul<l L ley X. nlli fii'Ü I'Stos límit<"s.
H :\ sí lo s ugi ... rl' la R elación <lt" Tamalamcqu" de 1579 Y lo ¡·onlirma la Rt· l:wión de Tene•-ift"
de 1580 'H erm ...s ToYar Pimón .comp._ Rt'laáones _r T'isitos. T. lL PP- 292. :.!9/ 30~ ~· 1 12.
t·especti-:unC'nle _, u n infornu· dt' Pedro rlc llcredia sohn· .'llompo:x fcch;ulo en 1541 .Jua~
fl'iedl' comp. 1, Dowmentos, T. \ ' L PP- 176 ." 179- 180); en la \ isita de 1:iliO se indicó que los
naturales de ~ l ornpox, Tenerife y Tamalamequt• era n -de la ltli,;ma calidad y condi<'iÓn- (Hc rm'
Tovar P itnón (<;omp.),. fo hny (ruú¡ues, p. 1.07). E11 el campo de' la etnohistoria y la a rqueo lng•
n~,1se, Cerai'IIO Rl'ichei- Dohua toff, Datos Hl:rtóriro- Cultumles, pp. 56 y 105- 108: Clemencia Plaz.¡ts
¡•t a L La Socie-dad Hidráulim. pp. 117- 125: .Ana \lal'ía Groot de :\!ah echa. -La Costa :\tlántica".
_\e\.\'\ .. Colombia Preluspánicn. pp. 16- 52. pp. 29- ''10. La3 refc•·c·n<'ias de los t-.-on istas sobre estc
punto no son tan clara'i. El Íluit:o que menciou ó a los :\lalebítes fui' Simón inrlic-ando que eran
los de la villa de \l o mpox. En c uanto a las confrontaciones e nl•t · los indígenas •le las riberas el l
~ragda lenn ~· los ~~uropeos puso de man ifi esto que los at.aqt1es <·o n t t·a los espat'i<Jles provenía. t
de amha~ ribe r<JS de l río. Tam.b i ~n tlo('umentó la tut ión entl'e los sel10res d e amhas ri~eras _r,ar .,
atacar a un grupo de soldados. mtegranrt>s de la huesrc que. a l u1an do de Quesada. mvad10
altjplano cunrlihoyacense Ped•-o Simún. _\otirias. T. IIL pp. 110 ~- 134: véas<' la referencia
~Iompo:.. Pn el T. n: p. 581 .
1
ls Lam entablnnl'nte no s" e ncontró informarión ron fechas s illlilares pam l;¡ jurisdicc ión
de la eiudad (le S;mta Marta ~ par~ la pr-o, in cia de Cartagen n, que pc• rmítiet'a incl uir en el Map
citado lcrs grupos indígenas rle: estas j uri scl ier.iones.

<1 2 8> ordenar para controlar + mana htrtero onacl


MAP.<\ ro.15
P ROVlNCL-\ DE SA."iT.o\ MARTA
GRl POS br>íGE:\AS. Jc rus oiCClOXES DE L:\ VILL-\ DE T E'\ERlFF. Y DE lAS ClliO.\DEs DE
TAM .\L.t~ IE:Q UE, VALLED PAR Y ÜCAJ'IA. 1578-1580

'..
Cí.,ags Gr::mde
~· ~
dG Santa MMta
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1~": 1 '
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1
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" . •e Tenerife " , , ·\
1 ' 1
Gente
'' , ·...._·~
, .
-
.....

Blanca

Provincia de
Cartagena

Limites hipotéticos
entre los grupos

Ubicación Aproximada

100 km
loi.H.A.

ll':Hennes To"ar Pinzón ¡.<·omp.). Relaciones )' Vúitns. T. ll. pp. 89, lO! , 103. 107, 208, 2 15, 221 , 2:í0,
272. 2Ui, 3 12. '327 y i:'íO.

111 . L.~ ORC A"~IZ.,\QON POUTICO AO,\\I ~!STRA1WA OE I.OS A$E(\ITAMIENTO~


·· E11 la ribt•t·a del Río Gmnde d t> la \lagdalenll. que pasa entrr esta gobern<lC'ÍÓn d e
Cartagena y la de Santa \larta. ' ¡,en mnrhos indios así por la una pm·te como poe la otea.
:y los un.os tnu' n sus lnJ:>ranzas )' granjet·ías en una banda cle.l río y los otros e n .la otr·a y se
contrata n~- tienen deudos y p:ll'ientes y amigos y Ya salios los de Ps la gohet"nación e n la 1
otra y los de la otra en la otra.·' lo mismo tienen en tocbs las islas que PI t'ÍO ltaC'e...16
El manejo de las eiberas po r parle de los indios. 11nido a la divis ión est:d>leci.t
f'nt•·e las gohf'rnacio n es, muy pronto dio luga r a conflictos jut·isdiccionales. SegU.11
He t·edia los ele la jurisdicción de Santa :\Iarta fabamente argumentab::tn que \lo mpo-.:
e ra unn is la del r·ío Vlagdalena y qu<", po r tan to , pf'rLeneda a esa provincia. Sobre e a
base llt>g aban hasta a llí. r•·endían indios, l es tomaban s n s haciendas y h as ta l "
ltt> rrablln y Yenclían como es<'lrtYo ...~; También ali t·maba Heredia que los poblador6
de }iompox. antes de s_u llegarl a, habían Uevado presos a la vi lla iudígenas. d e un~.\
otra banda. 4s Los confl•ctos po r PI conli'Ol de \lompo;.. llega•'on hasta Ja Co•·te y ~1
15~2 se t>xpiclió una real cédula para que ambas gobel'lla<'iones t>m'iara n a la .'\uili
cia d e Panamá los títu los qn c fundamentaban s 11s cle n'!Cho::; y allí se d efin iera.,
asunto, que fina lmente se falló e n faYOI' de Cartagen a. 19
Illocüfica•' las pautns de uso del espacio rnf'cliante una no•·ma uo hnhía sido posib t>.
Los natltl·ales, y en a lguna medida Jos rltlevos pobladores, C'ontinuaro11 manejando 1
espacio conforme a las pautas tradicionales, co111o si el río ~Iagdalena no dividiera _·11...
dos jurisdiccion es . sino más bien las i nt~>gra•·a. Es le uso d e lns ribe •·as aJ'tictdóJf"
u·adicion es preh ispánieas, la geografía d el área y los in tereses propios dc.l poblmnietqo
e nmpeo. Como se preeisó en el rapítulo 1, a la a ltura de \lompox el río J\ lagclaiPna forma
pal'te dt> la "Dt>presión \ lornposi na-, donde los recursos acu:íti<'os han fa, o reciclo adá J·
tacion~s HJ m~dio ~1; las que la co~.nLlni<·ación lluvia! ha .!n~aclo. un papel centn1.l. P~ .. •f•
desp ucs de la mn•s•on eu ropea el no .\lagdalena se COJ ISOitdo como v1a df' comunteacl n
es trat~gica entre la región Caribe. los .\mies central es y. en gen eral. el interior el
contine11Le.50 D e esta forma el sistema nllvial del área m antuvo su imporluncía, aun . lt"
IH atención de los nue' os pobladores SI' dirigió e11 par6cular a] cauce de l t'Ío l\ lagda e-
naY que asegu•·a.ba el C'Omereio ent•·e los pu<"rt os caribeiios y el interior del reino.
P~s decir que no sólo se trató de un p roblema ck simpl1• conlinui.clad entre n
o rdl'"n y otJ'O, sino ele prácticas que se mantm i<'I'On \·igcntes. de ntro de Oti'O conteXto..
pt>ro s in ajustarse del todo al nue'o o r·de~1; El preexi~t e.ntc se laabía ~stable~id o co~J()
l'f'SUltacJo Je un largo proceso de adaptaCII)I1 )' COllOCli)) IClltO rl <>f mecho <un.b-.ent e, le'

"' Juan Ft·iede (<'ump.1, f)ocwnentos, T. \ ~1. p. 1í9.


t; Thi d.
18
lbid. p. 1í 6 .' Ernc5 IO Rcslt'<"PO Tir¡¡do. Historia . p. I'B.
i!l Juan Fri('rlt· comp.. Documemos. T. \'1. pp. 27/ - 278 .' Eduar·do C. <IP l'it1<?t't'~ icom ..
{)(¡Cllfl/('1/lOS . p. 8:5.
:ltl E l descubr·imi1'11to d~>l . ueHI Hci11o IIJYO t llt papel <·entra! <' t l Ja con ~olidar i <Sn del Íl)
.\1:\gd::tlena como eje d<? las couwnicacionf's en e l lt>rrito r·io neogranadino (\"ase .Ant onio of
León. !.n .-lneria, pp. 35 y 4'{ 4 . F. u 1541 .' ·a se hnhlaba de-l tráfico df' la gen!<' que v<'nía d1 La
l)l'o vi nc ia d e .Bogotá rouw ~t! go regu lar (.J uan Fricde t,comp.J, Docunwntos. T. VI. pp. l'ifl 180) ~l'n
I:J!lO dPI que se h:1c::ía por' ía del t·ío Jl tagdal ena. l;' n tre e l í.aribe. Q 11ito y (·1 Perú: es1a ültJyta
t•llta. s i bit>n era más lar¡:{a. t·esultaba más segu ra qtu> la mat·ítima R<'lación d<' Tenerifr•. HerJ · f"i
To, ar Pinzón (comp... Relaciones .r h:~itrts. T. Tl, pp. 1 16- 1:.. .
,.,, Va t'Í OS d<? los docum<'nlos qn<' Jt•ansCI'ih ió ·\n ton io Ybot. l,có n. La 1tr1eria. pe rmi n
:• preciar l:t articulacitSn entr·t> ~> trío .\bgdalena, las cíP nagas n lt>dai'las ·' otros !"Íos como <'1 C ~r
~ <•1 Cauc:'l ,·éansc pp. 244. 247. 298. 'S04. 30í- H y 326 . \ éase también la inforlUación sobr b
boga y navegación c• n los ríos Grand e• d e la .\f:agdalen:t. Ca uca y San J01·ge. ltech;a f'rt !Gil J¡?r
.TtJtln de \'ill nbo na) Zubiaurt't', transn·it:'l po r Jos.~ ">¡;uslín Rl~1nco Banns,EIJ!"rte rleTierrttdeti f".
pp. 344-8: la Relac ión del \'a lle de l -par de 1578. Herml's Tovar Pinzón. Relaciones. T. Il. f\.
2fi:í G6 y 2'ii ." Peclt·o Simón . .\otino.<1/istorio/,·s. T. f\'. pp. 54 1- 2.

ord~nar paro controlar ...L. monn .1-t~rrero ongí!l


<1 3 o>
no fne Leuido en cuenta al momento de establecer las demarcaciones colouütles . La
•fi, i~ión adrninistrativa colonial se hizo prácticamente si n tener idea de las caractt>rís-
ti(·as geogrMi cas del bajo río Magdalena y su instauración no pres<>ntaba ventajas res-
Pf><'IO al man<'jo territor·ial preexistente o, al menos. una ;:¡lter·naliva s<ltisfactoria.
Una tradición cultural, fuertemente artictdada COlJ las car·acter·ísticas geográficas
d~>l medio y aócateada por las venl<~jas que s ignificaba s u eontinuidatl en el contexLO
·:-.•lonial. difkilmente desaparecería. A los \'ecinos de la "illa <'artagcncra de Jfompox,
"''eosos de un rato de espa.·cirniento y de diYersión chu·anlf' los tielllpos de car·nanll,
!~ .. r·esultaba fácil y deseable desphtzRrse a la isla que se formaba fi·e nte a ello~, en el
rio \lagdalena. Allí podían, con has1ante libertad, practicar juegos de embitf'. suerte.
azar y rifas. todos prohibidos por· la corona, sin cpte las autoridades pndieran impedir-
Jo. La isla pe rtent>da a anta \!arta. p~>ro en la ad~·acenle rihe1·a de esa proYincia no
hal1ía poblad os ni autoridades. Las de Mompox, ubicadas al frente de l;.t isla. no podían
actuar por c::~recer de fa cultades jurisdiccionales sobre esa área. 52 La divers ión prohi -
bida fue aquí un acicale. f'n otros casos lo fue la renl<lbilidacl de una empresa. ,:Qué
_'afladero de Car·tagena preferiría tener sus gallaclos allí, donde las cm·gas impositiYas
f"ran más Ritas. en lugar de teued::~ s aJ otro lado del río. donde era 11 menores?n
Podría phmtearse entonces, ~J menos a m:mera de hipótesis, quf' las es1J't 1Cluras
-if' ordenamit>nto territorial prehis¡>ánicas continuaron jugando un papel irnpor·tanle
·iurante el período colonial. tanto allí donde se acogieron y sin-ieron de basf' para
*""tahlecer las delimitac-iones jurisdiccionales, como donde se descortocieron y se su-
pla n taron. La continuidad entrt> uno y otro orden f'avoreda , en fH'Ínc ipi.o, s u
f'fii1Solidación: por e l contTario, la mptura del oeden preestablecido dificultó ln labor
·i~ los administradores coloniales~ disminu_\Ó su capacidad para imponPl' uno llltPYO,
bacirndo que la novedad resultat·a en muchos casos más bien hipotética o, si se quif're,
mas jurídica que real. Así. cuando l::~s pautas de ordenamit~nto territorial prehisp:ínico
~ desconoc i e ron, su pape l no teuclió a ser positivo, sino ncgntivo. Ylif'n tms en Snntafé
ia continuidad entTe lUlO r otro orden facilitó el c-ontwl del territorio. <'11 las riht>r::~s del
bajo río ~l<1gd alena no hubo tal continuidad. La imposición como límite jtu·isdiccional
·'fe lo que tr::~dicionalm e nte había sido un ir11portante rne dio de cotUunicaeión y de
mtercambio, 110 logró ciment~u·se o, al menos. no en los nive les espNndos.
Sobre el particular resnlta ioteresante anotar que en la pro' incia de Saotafé se
•it'lt>ClÓ un ft"nÓmeno de !'alta ele delínición jurisdiceional simi lar, aunque no tan 11HlJ'cado
• q ue comprometiera un área tan c>. lensa, pre<' isamentf' con el territor·io Panrhf', que
IDtf'S de la llegada de los esparioles Pstaba en guerra eon los Muiscas y que sólo fue
.,.)metido por éstos con el apoyo de las huestes de Quesada .54 Se obse r·vaf'Ía en <'ste
, o. al igual que en el del curso del hajo río MagdaiPna. que una rápida ~ s úbita
:-uptu ra de las estructw·as de organi:r-ación y manejo tenito r.ial previamente establecí -
·~- dificultó 1 ::~ cimentac- ió n del mu'vo ordenamiento que las desconocía.

Comiene subrayar. en totlo caso. que esta falta de definición jurisdi ccio nal
'0 importantes consecuencias en términos administr·ati,·os. en la medida en que
4tfic ultó el control sobre la pobl<1ci ón. En efecto, la di\'is ión jurisdiccional enlr'e las

·; 2 A.G.K. l3ogotá. 1/ilicias y .1/arina. 127. 11: 8S6r. a 876,.


:;' Jo:>t' Ignacio cll' Pornbo atribuía la decacl('ncia de la ganadería ca•·tagenera a <¡u<' allí se
cobraba la sis:~ sobre l:~s can1es de· vaca y cerdo, que no SI' c·c>hraha en S<1 11la .\!arta .\ ('11 otras
pr·ov(ncias illedailas ; ~ (., forme~, pp. 8;-í- 86). AnLonio Juliá:n anotaba q ue por ser el rfo Magdalena
lo único Cfiic' las separnba, ~fácilm!"ule pasan nadando las reses de la pc:uvincia de San l n Marta
:l las otra.~ ..' el tt·ánsilo es casi con tiuu o... (La Perla. pp. 101 2.
,.,1 Marta Herrera ,\ngcl. Podl'r 1.-ocal. pp. 28- '>,0.

111, L'\ ORCA~rl.ACION POUTICO AOMNISTR:\TIVA Of 1 0~ ASENT:\MIF.NTOS


p•·o, incias de Cartagena ~· Santa _\farta existía y la nol'matívidad colonial hacía
obligatorio Sil curnplimientoY; Sin embargo, s u falta de adecuación a lns práctica
soriales de l área fa cil itaba PI que se hi ciera uso de esos límites con fines distinto,
f' induso opuestos a los preYistos por la ley. 56 Como se indicó anteriormente, algunO§
pobladores ;;implemente pasaban al olr'O lado del río. a la otra pr·o,-incia donde ll.('l
había justirias- , para desarrol lar actividades prohibidas por la le) o alegaban qut>
sn caso correspondía a las justicias de la provineia veeina, con lo que iniciaba 1
lar·gos pleitos jurisdiccionales que enlo•·pecían el trámi te judicial."' .\ Yecf!s eran
las mismas justicias las que hadan uso de esta artimai'ia para confron tar· a un ju¡z
eneru igo."8 E!:i los ejenrplos llaman la atención sobre las dificultades admini stratii J'
que acarrea un ordenamiento jurídico cuando. a l ir en contravía de las práctica,..
sociales, no se incor·pora derllro de lo ··natural"·, dentro de lo quP ··debe spr". :;9 con

;;.; St-gún el fis<'al del Consc>jo de 1nd ias no ¡Jodía ''ningun juez eclesiastico, ui
excrcer· jlll·isdi<'<'ion en territorio ageno, aunque las personas qu1! r·esidru, en el, se:m Orllm;r1:llria-;,_
y or·iun(las del su.\0.- :A.C. T. Se\illa). San/a Fe. 10%;.
;;¡¡ Sobre el particular conviene recordar· lo serral:rdo por )lichel de Cc:rteau (The
-.;iii) ncer·ca de hl:
-ambi~uit;"• tllal subvertc•¡J fr•om within t:he Spanish coloni7.Rr·s' -succ¡•ss'' in imposing
own culture on 1he indigenous Indians is well kll0\\11. Sul.)lnissive. and ~''en conse n
their· subjection. tl!e lndinn~ '~\ podría alradirse que tambi~n otms sector·es de la "v""'u"-"
never·thP. less oflen made o/ the rituals, repr·esent~'ltions, allCI laws imposed nn ther.n
quite difl'erent fro m what th cir conquerors (}" luego los demás sectores dom inantes}
mind: lhe~ subver1ed them nol b.v rejecting or ahering d1em. hut b_r using them \\ith
to ends ~nd refen·nc('s forcign to rhe sys tem d1e_r had no choice but to an·e¡n.-
- l;r amhigüed:Hl que s uhvit·tió desck cll"ntro el ·'éxito- dt• los colonizaclo-.·es españ
impont·r S il cultur·a sohee lo~ n¡¡tjvos indígcna5 es bien conocida. Estos tílt.imos, aunque
Y aún consi ntiendo r·o n su somNimiento. co u frecu<'ncia hicieron dt• los rituales. re¡weser1taé41·~..,
:~· leyl's que se les irnponíru1 ulgo ro talmente distinto de lo que los conq11istadores
me11tc; uo sólo los subvirtic•n.n eechazándolos o a ltc;>rándolo~, sino también usá11d
fines y re ferentes <~e nos a ese sistema que C"llos no tenían más opción que aceptar.~
_;; -\ .C.~. :Bogotá,. ,VrgtYJs .r Esclavos .1/agdalena, 3. ff. 930r. a 93 k y 925r:
:.. Esto se apr<>cia. por ejte>m plo. en un largo proceso adelant:•do contra varios llltlll<<"B•
acusalii>S de particip¡¡t· en ataques dt" ·indios lwnvos~. e n In proYillt'il! de Santa
terminó sitmdo n·an,itado pot· [¡¡s justicias de Mompox. t'n la provincia de Car·rag<'na,
est~s 1Íitirnas impidif"r·on la p<u"tieipación rle los jucc<~S p oblado res samar·ios, con
estahan enfrentada~ ·,·éase -\.G.X ;Bogotá . Juicio.r Criminales. 201. II h·. a 4ol\'.).
50
T.o re!atíYo al papel que juf'ga el ordenami ento t>spacial para efectos de u·ans
orden social en algo natura l ha sido subrayado pM James S. Duncau y . ;ancy Our.1CaJl.
the Laudscape'", pp. 123- 4. Aquí esa idea se hace extensiva al problema de las
p olítico admínistmli\·a~. )a c¡ute> formaJl part1: del sistema de clasificaciones qul" J>N)p<'*"Ktllll
las bases para la división de los terr·itor·ios jurisdiccion¡¡les. Sobr"f' el par·ticular con
la atenció n sobre las expl ir.~ c iones qu e ofreCI" Pierre Bow·dieu (Ou1/ine, p. 104)
dasificaciones y su papd en la incorpot•ación dr· un deter·minado o•"<lcn social o
··Sclwrn<'s of thought and perceptíon can pr-oduce the objecth;t:y tlrat they do
by produeing misr·ecognition of tire limits of the cognition that the) make possible.
[(nmding irnrnediate adhf'r·ence. in thc doxic mode. to the \\ Orld of tr::rdiLíon expPr'Íen
~nallrral \\Odd- ancl taken lor grantecL The instt'uments of knowledge of rhe social w<1wlrl~,,....
this case "objccJÍ\ ely poli ticaJ instruml'nts wbich rontribute 1·o tbe rc·production
wol'id h.v produci11g imnwdiaJe adhcrr·nce to tlw \\OI'ld. sc<·n as self-cvident and
which lh t>y a•·e JJH' product and of wlrich they •·eproducc the Slrtlchm's in a tr¡¡n~lormed forq1
The politic:rl function of dassifications is never more li ke ly ro pass unnoliced than en d1e case '•f
relari, e l:· unrli!Terentiaü·d social form;Hions. in "hich tire> pt·evailing l'lassifie:)LM.v system
encomlters uo t'i\ al or rurtagonistic prinriple.~
, '·Los esqut·rn:~s de p<'nsamiento ) ele percrpción puerlen produc ir la objct i' irlad qu<'
P.fectiYatn (mte produc:-en s61o med ian il" la prodt~cei6n dt• un r·econoeinriento e rró 11eo de l~ ­
lím ilt"S de cognición que har.t> n posible, logran(lo así la inmediata adlr erencia. t·n forma di"
cloxa. al mundo Ir-adicional t•xperimentMio como el -mundo naluml" :· que se da por· sentadQ.

ordenar para controlar+ marra herrera angel


lo cual no sólo reduce su eficacia y la posibilidad de que sea obedecido, si no q u P
también facilita el que sea utilizado para confronta r e incluso para oponerse a l
~is tem a políti co. La opos.i ci ó n e n tr e el carácter cfp " f'Ío lím ite " qu e le dn ba e l
ord enam iento legal y "•·io integrador ". es decir de río q11e une. de "río puenl<''· que
tenía dentro <.le las prácticas sociales . •·ecue r da los señalamient os tlf' de Cer teau
,.obre los p uen tes en los cuentos:
"Justifiahly. thc bridge is the index of the diaholic in the paintings wher·c Bosch
inwnts his modifications of spaces. As a n·ansgression of the li111it. a d isobed icnce ofthe
law or tbe plac-e, it rt'presents a departure. an atta e: k on a state, the ;unJ1ition of n conq ucring
powc1: or the rlight of an exile: in any case. the "be!raya!" ofan ordet: -ro
Aunque dentro de c ierto Ol'den de ideas la equiva.l euc ia entre I'Ío y pn.ente
pueda resultar c uestionahle, lo planteado por de Certeau par·a los puen tes se nj usLa
..orpt·endentemt>nte al papel que jugó el río Magdalena e n términos de 1:~ ambivaiPncia
JUrisJiccional entre las pr·ovincias de Cartagena y Sanh_r ~Marta. ¡.¡roblenw que, dada su
impo rtancia e11 otros órdenes de las p1·ácticas cotidia nas, se tendrá oportunidn d d e
~guir 'i endo a lo largo del te" lo.

B. E L COf\REGTl\Ut:;vro DE INDIOS DE LOS • NDES Cl·: TR.ALES Y LOS C\.Bll,DOS DE


LAS Cn:.ITJADES y VtUAS DE T ~'\S L LA.NUR.•\S DEL CARIBE

En los Andes centrales, con la instauración del COITegim ie nto de indios e n 1593,
.,e dio lu gar a una reo rganiza ción terriLo rial qL.te. en a lgunos casos, s iguió a g r·ande!;
~gos el ordenamiento territorial prehispánico.'a La estructura misma del corregimieuto
f'a, m·ecía f'Ste fenómeno. ya que básicamente de lo que se tra taba era ele colocar' la
adminis tr·ación de var ios p ueb los en manos de un funcionario nombrado por la co rona.&-:!
Ello significó la reagrupación del territorio, (¡ue se había fragmentado como ronsf'-
t"Uencia de la asignación de pue blos a los enromenJeros. Aunq rre se de:'>eonoccn los
rriterios en que se basó esta reagrupación, es decir, la asignación d e .l as jnristliccio nes
de cada m rregintiento. es factible que. a l igual que en ~ l éxico. se tendiera a preservar
i<h límites prehispánicos de lo::> grandes racicazgos, por razon e::> de con\'en iencia. ya
•:¡ue su previa existenc ia facil ita ba su consolidnción .6'!

Los instt·tunl'ntos di' conocimiento dt>l mundo social so n en es le caso 1ohjetivanwr1te )


in~t rumentos polítiC'oS que rn ntrihuyPn a la r•t>p r· od ucci6n d <? l mn ndo socinl, a l pr·od uci1·
adherencia inrnediatil a l mw1do. visto co mo algo >~uto e\ idl'nte e indiscutibll'. del cual el los
son el pr·oducto ~ drl cual rrp¡·odur<>n las e,l ructuras en una for·ma ll'lllr~fonnada . La
probabilidad de qu e la función políticrr de las rlasificaciorws pase rlesapercih ida es sirlrn pre
mayo r· en el caso d(' fo rm acio nes sotiales reln1 ivamentt> poeo di ft> J·r·nciadas. en las r1 ue el
sistema de clnsificación pre"1leciente rro encul'ntnt ri,·al n principio antagónico.-
00 :,\lichel de CE>r·teau. Th<' Pracdce. p. 128: subrayados n ur·stros:
.. J ustilic:-adamente. el puente es el indicadoe de lo diahól ico en las pintu r·:1s dond~ Bosch
f'n rmu la ~us mod ificaciones de los cspaeios. Como una t r ansgr·esión del lími lt'. una
d<:sobed:iPncia de la ley del lugar. ésLP rl'presema la separ:tf'ión. el ;ll:lque sobre el estado. la
aruhición d(' un podt•r· conquistador, o la fuga al exilio; en todo caso l:1 -traición .. de un nr·den.-
m \'o st" han realizado es tudios so.b•·r los concgidores el(• indios e n la provir J<•ia de Tu nj a. El
libro de Plises Roja~. Corregidores. se rPiil'r'e a los corregidor·cs de pmvincia ~ no a los rlP indios.
instituciones amba~ que pr('sc:-ntaban grandes .tifc¡·encias entre sí. Sob1·e los t·orregidores de
la provincia de Santafé véasf': ~ l a1ta Heercra :\ ngr·l, -El Corregidor de lndios-: - El CoJTPgidor de
iudios de Naturalt::s- y .. Fo rrn as Hist6 ri cas del Poder: lo~ Corregidores, la Formación de los
:'ll er·cados Internos y los Orígenes d<·l Clientelismo y <'1 Compaclr·a1.go. Pro' incia de S<mtaf.:',
si~lo :'\\llr, Bogotá. lnfnnne final prcsemado a Colcuhura, Fondo dr> Becas Fhtncisco dr Paula
S<UJtander.: mer.a nogr·afiado, 1903: "Populatiou, Ter·¡·itory.. y Poder Loco!.
,;~ Vé:Jnse las O rclenall7.~S para Co rregidoees c-lel p rt":;iclentl' Gouzález de 159'~ en A.G.l\'.
,Rogotá,, Caciques e indios. 42. fr. SOr. a 97v. Estas or·denanzas fu (' ron tt'auscritas por· Cermán
Colmenares. La Provint'ia de 7imja, pp. 221 - 236.
Sin emlnu·go, la institución del CMr'egimiento de indios no se generalizó en
el terr·iLorio de la \Tueva Gr·anada. El presidente Conzález, funcionario que llevó a
la reorganización administrativa en la que se emrr<u·có la i.nstam·aci<Ín del conegimien
de naturales, no lo estableció durante s u permanencia en la regi<5n Caribe. Allí
funcionario dictó ordeoanzas sobre la Mlministr':H'iÓn indígena que. al igual q ue la!-
expedidas en Santafé. Jimitahan el control ele los eucomenderos sobre los pueblos de
indios y reguló el l"uncionallliC'nto de los mayo r·domos , cuyas !"unciones d iferíau
significativamente d<-' las de los <.:ol'regidores.6r. Uno .Y otro cargo l<'nÍau anteceden«¡::.
en s us respeclj,as áreas. pero e n ambos complementaban el sistema de la encomien-
da. La refor·r;la emprendida por- el presidente G~n~ález en .159:~ transformó radie~ ·
mente e l carae ter de and)OS, ya gue uno de los objettvos q rr e se buscnba era r·<>rnper 1
monopolio quP los encomenderos tenían sobr·e In mano O<' obra indígena y perrni, ' r
quP otr·os productores agrícolas.' sectort>s mineros. que no se- bab.ían visto beneficiad
con la co.n<"es ión de encomiendas, tmieran acceso a ella.tt;
En los Andes ce ntrales la r·eforma estatuyó al corregidor (/(' naturales eomo
fnncionar·io de la Corona. al t¡Uf' se le asignó un territorio jw·isdiccional int"egra
por 'arios pueblos de indios ('"<~ase Mapa No. 8; . Dt>ntro de s us facultades estaba
sótn impm·tir jnsticia e nLre los pob ladores indígenas, sino también entre los r
esp11ñoles. mf'stizos ·' mulatos de su rt>spectivo part.ido.G6 En los Andes cent r·al
únicos espacios que quedaron pOI' fut>ra del conlrol jw·isdiccional de los co•···"'""'~"'rp,
fncron las cinco legnns que rodeaban a las áudades y a las villas. 1;; Desde e l
de vista admiuistrativo, s u inslr-turación signifieó un recorte de la jurisdicció n
cabildos de las eiudades y las Yillas, .'a que limitó su capacidad de injerencia di
sobr·e las comunidades. En <-'feclo. el corregidor. por lo gt>neral, e r·a nombrado
presidente de la Audiencia y er·a a éste y a .los ofi c iales rea les a los que debía
dcr'. tan1o desde el p 1mto dP ,·ista administrativo. como f"iscal.fi3 Fue en el asp
jurídico donde se preseuló u nn ma.' or· sujeción ckl funcionario a las autoridades
la vi.l.la o ciudad, ya que sus justicias Sí' conslituían en los tribunales de apelación
los cnsos fal lndos por· e l conegidor.69 Esla situa eión dio lugar a quf', con cierta
c1rcneia. se presentar-nn confli etos entTe e l funci o nar·io y los cabildos y también

WJ CharlE:'S Gihso n, Los lt.:tl'cas, p. 92.


1
r. Las ordenam.(ls dt>l pt'esidentc González sob re e l trato dt! los indios de la pnwiueia
Cartagcna. fueron ll"a11S(Tilas por .'liaría Dolores Com.ález Luna, Rl'sguardos Coloniales. pp.
63 Cerrn:ín Colmenares. -La Formacián-. pp. 30 1 e Historia. pp. J19- l95: Hennes

Pinz6n. Hacienda , p. 65 y \fnría Angc lf's Eugenio i\lat"tÍnez. Tributo.


f,/; i\. c.s. (Bogorá), Caciques l'lndios, 42, n: Slr. a 91v. .Y Pobladow:s Bopu·d, 1' rr: 47r-. y V. E n
c<Jso ,e entie nd(' e l partido mmo el ter-rilc>r·io jurisdiccional del ("<lt·regidor, inregrado por
pueblos que. en los _·\ndes .-('ntl'ales, rslahan aled;u-tos entre sí.' formab;w tma unid~d.
s; \rase, por cjc>mplo. A. C.~. (Bogot<ÍJ, Empleados Públicos r umlinamarr"fl . 14, ff. 75:"\v. y
Este t<tmbién fue <·1 Lerritor·io jul'isdiceio ua] que se asignó :t lit vill a de Tolú (A.G.i'\.
Emplcmlos Públicos Bofi.,ar, 3. f. /41r.:. ¡¡unyue a las villas se ks dehía dnr .'J leguas dr
teJTitor·io- en cuadr-o. :\ la ciudad de )lé,ico. por su mismo tarnaño, se le asignó w•a "'" "'"''"""'
mucho ma)or: !:"\ lPguas '.fiecopifación de Lryes.iihro lllL título\. ley YT: libro lJU , IÍtulo \
lll). lk¡l\ro de esos ténninos las justit·i a~ de la c.:iudad tenían juL"isdicción ordinaria, es
conocían los casos .-iviles y nimina]c, f'n primera instancia (lihL"o llfl, título VHl, le.v lll).
GS En los .\ndes rentmlf's sólo los c·or-regimif'ntos c¡ue coulaban con ahttmhmte pe
eran u1u: importantes económi<"amente fueron proYisto~ por <'lr"e); rn los df'más casos lns
c>l pr<"~ i dente de la :\.udiencia (:\.G.X ~Bogotá¡, Emplerulos Públicos CIJJidtiwmttrca, 1, a: 226r. a
Francis<·o Antonio )·lo•-eno;. P.scandón, Indios, pp. 41 46 y A.G. I. (Se' illa), Co111adurío, 1595).
GO .\ .G.:\. Bogo1á. Cal'iques P Indios. 1¡2. JJ. S9r. a 90r. Ejemplos sobre cómo opet·¡¡h:.la

entre los cor-r('gidores de indios de la ciudad de Twrja y las justicias de (¡¡ ciudad pueden
t!l1 Rnríl :\fricano ~fri cano y Reau·iz Consuelo Arch ila Soto (com ps.), ··Colcc<:ión el(' ,.,., ......,,'!:"......,
sob re a husos df' nuLor.idarl. co metidos en la pnwi11cia de Tn11ja duranlc la segunda

ordenar poro c:onrrolar mano lltrrcro ansd


1Uit'tW:> est.aban a C'argo de la administración provincial. como en e l caso d e los
<">,rre¡;idores d e proYincia tle Tnnja. Varias quejas en este sentido fue 1'011 enviadas a
ia Co rona, so licitando la sup•·esi.()n del ca•·go, argumendndose, en la rnayoría de los
~o~. que el CCHTE•gidor ahusaba de los in dígenas. 70
.\ lmque las denuncias formu ladas por los in dígenas c01d'irman los abusos
ft-'netidos por los corregidores. en la base de las quejas presentadas por· los cabildos
"! po•· las autorid:Hles provinciales se aprecia un conflicto dC' <·ornpeteneias con el fun·
aon:u·io. ;¡ En el lnrgo plazo estos conflictos, que en ú.lürnas se ['a liaron e n fnvor dd
~n-t>gi dor, ya CJ 'le e l cargo no fu e suprimido. Lendieron a COilSOlidar el manejo unifi cado
4r los partidos ) el control rli•·ecto de la Corona sobre e llos. en la medid<~ en que los
pol'der<':> locales que se veían rep•·esent.ados en estas corporaf'iones no podían ejercer
~<:lam ente sn poder. sino que clebían hacerlo a través del co rregidOr'. :-:~ El que f' i
6mcionario formara par.·te de los gr·upos de poder representados en los cnhildos, por·
qemp lo, e in<~ l uso estuvien• ligado a algunos de sus 111iembros por vín c ulos de
parentt'sco, no imridió que ejC'rcier·a su pare! de Funcionario real, ya y11e. en l'tlt.imas.
ft"" t':";la posición la que lo colocaba en una situación de \ f'n taja frente n s us pares.;1
PMa la Corona . n pesar de todos los conflictos de co111petencias que significaba el
aantenimienLo del cargo, su existencia se constituía en una herl'amie11ta irnport.a nt e
para limitar: los poderes de las e lites locales representadas en los Cahi Idus.
Otro fue e l panorama que Sf' preseutó f' ll las Jlarr uras d e l Carihf' ror la mismn
~ ocn. En esa •·egión no se C'rearon instituciones encabezadas por repr<'sentantes
4i ectos de la Cor·ona. que mediaran las relaciones entre lo~ cabildos y las comnni-
<dadPs indígenas. En este contexto, los intrrcscs represen tados en los cabil dos tll-
rieron rmí.s posibil idades para hacer·se valer·, que los de las comunidades y los de la
4:::.0ro lla misma. Adicionalm enle tampoco se impuso en las llanuras del C:1ribe un
patrón administr:l t i, o general p:1ra la pob lación de los :-~ se ntamient os rurales. sino
1Ut' desde el siglo \ YI se aprf'C'Í:ln lres grancie:> tipos de ordenamiento: e l del área
riho>rei)a del rio i\lagdalena. el de l resto d<> la provin c ia de' Saula .\Jarta .Y el del
rt'".:.l o de la pro,,io cia de Carlagena . Kl. mante nimi ento d e esta d iJerenc in ción en la
~rgan ización polít ico admini s trativa del s ig lo XV III e n es t <~s tres áreas, indi caría
CfU*' C'On taba con bases estrucln rales sólidas. i ncrustaclas t> n la larga du ración.'1 D<>
otm parte. la especificidad de cnda una y. a un tiempo. su C'onfluencia en la Depre-

s iglo X\.-Hr. Tuuj:~, trabajo d~ g rado para oplar e l1 í1 u lo de licenciado c·n Cie ncias ele' 111 Educación.
llnivers id ad r crlagógica y T(' tuo lógica de Ttrllj a. ru ecanografiado. t991.
'" Yéase. por ejemplo. A.C.N. (Bogot.<íl. Cabildos. tl. 11'. íOr. " 7.iY. y Ulises Rojn s. Corregidort'S.
pp. 3íl 81.
" Sohrl' !'Sic problema en el siglo :\\"1 , (-a,;e \[aría :\n gt•lt•s Eugenio ~lar·tíncz. Tribulo .r
Trabajo . pp. :i1i 550.
;:¡Las cr·ít ir·as contra los ~:a l>il dos . formu ladas en la seguno01 ruitad del siglo )\Vlil, acu san ;r
<'Stas cor p(H'ó1t"Íones de imped ir obras cons idc·radas d e interés cou uín , por Jos i11l <: r'I'SI'S pel'sonalcs
de sns miern lwos. Véase, por <•jcmplo. la ~¡nc ;;e ex presó en <:1 bo r rador p1·ep~r·arlo por l'l 'irrey
sobre el estahlt·cimiento de llll corregidor de ~:iudad en San tal~; -\.C.I. (Se, illn' . Stmw Fe. :552: t·l
doctmlento Jl(J tiene fecha. p~·ro po1· su contenido ~- refer>t>n('i<l al establecimic.> IIIO de las inh'll·
dencias par'('C'Pría haber sido prrparado por· C"\balle r-o y Gúng<>ra 1782. lí89-) o lo iJ1dicado por
e l fraile capuc-hino F inesu·ad sobr·e la.~ aetitudcs obstruecior¡ist<ts de estas cvrpo•·aci0nes r<:spcc·
lo a la aper"ltrr ·a de cam inos (J oac.(1rLn de Fi.ncs trad. ··EJ Vasallo"'. pp. 126-:l~J) .
;~ Debf• ~flOtarse. s i n t> m ba r·go. que hacia rina tes de l siglo ;\ VHI esla pro ... imidnd rambi(-n
se Yio como un pe ligro para que asumiera los inre ceses n·a les yéase, por ej e mp lo. A.G.J .
•s~",· illa . Sama Ff'. 5:321.
; ¡ Se <'nti('nde aquí el roncepro de larga duración t'n el sent ido que le da Fcrn:md Br·au<.ld.
La His10ria, rn especial e l capítulo 3•, - La Lar¡:!ll Dm·acióJr- y El .1/edi!erráneo. en paJ~Iieulat· el
capítulo\; - La unidad IHlllla na: t'uLas y ciudades, c i.udades y t'llllls-.
sión ~ l omposina, llama la atención sobre su ar·ticulación y el papel que, en ta l sentid·.
jugó la Depresión )· t>n particular. su centro político: la Yilla de .Mompox .
l . Diversidad en las Llanuras del Carihe
La proYincia de San ta 'Iarta - si se excepiÜa el ál'ea ribereña del r·ío i\l agdale.na
.Y el perímetro urbano de algunas de sus ciudaues, como la eapital o Valledupar- -e
mantuvo fuer·a del control de las autoridades eoloniales. 75 A todo lo largo del dom·
colonial se presenlaron con fi·ontaciones at'madas c:on los in dios y aunque muchos hab n
sido r·epartidos en encomiendas desde el siglo XVl, no "servían a sus amos"' por
contrarse "r·ehe lad os~ .;n A estos conflictos se sumaron los que se mantuvieron con o~
escla\ os huidos, que se refugiaron en palenqu es ) que atacaron c iudades. p ueblo ~
estancias y las incur· iones de los piratas, qttt> se presentaron en par·t:icular en las ~as
costeras." Sin embargo. el fen ómen o del cimarrouismo mmca fue tan generalizado
como en la pro\ inc:ia de Cartagena, posiblemente por· el temor de los esclavos hui o,
a los ataques de los ind ios.í8 Sin embargo. hubo escl:n·os sublevados que amp n¡¡z~<m
con fugarse a dond e los "\ ndios Bravos.. , como lo hicieron en 1.768 los del hato el
Rompedero, ubicado entre el río Ñlagdalena y el pueb lo de Ciénaga. 711
En buena parte, como consecuencia de la convulsionada situaei6n que vtvla
provincia, desde el siglo XVI sus vecinos Jogramn impedir la gestión el e los visitadó

;:; Esto sc ,.c,·:í ron más detalle en el capítulo \ '1.


Al Sobre las gut"ITas sostt>nidas con los indígenas de esa provincia d urame el pen r.:<
colonial ,·éase Gcr-ardo Reichel DolmatofT. Datos Hiscórico- Cuftumlrs; Hermes Tovar Pirqó=.
1comp. . Rrlnrionrsy l 'isicas. ]~ H (la introdue<·i<Íu .' la documentación 11-::Ulscl'ir.a¡: José .\ icolá5'd~

la Rosa. Flore.<W; .'\ nt onio Julián. La Perla; .\nr onio de .\an·áez y LlllOI'I'f'. - rr·O\·incia de Sanu
.\lat·tar : José i\1. Dl>- ~l i \'1' (comp.), Poblamientos: Emeslo Restrepo Timdo. fhvtoria; \\ 'ndsw rt~
Clarke Douglas. - Pallems of ludian vVarfnr.- in the ProYi nce of Santa ~[arta ~ . Ph. D. Th ¡,_
History. Univcrs il.y of\\ ris('onsin, 19'74: Carlos i\ lbP. I'IO Cribe. "Un m ~ r<:o t e61•ico~, - Chi!llila ~, !....1
l•:mogl'afía'' )' "La Rebelión Chimila"; 1\farian•H' C:ard ale de Schrirnpff, ~T,;dmiqu es'', T. I~f'
122- 5; !\-Jaría Dolores Co nzá lez Luna. "La Políticn" y Trinidad :'>firanda Vá1:quez, La Coberna ·r:
;; El perm¡u1cnte estado dt> gut>JTa con la~ conun1idndes nativas. las confJ"()lltnciones cori lOS'
escla,•os lmidos y lo ,·clatiY<> a los ataques de los pi•·aJa.s en la provincia dt> Snn r.~ .\ lar'ta ha S'lrio
documentado por crn<:sto Rt!su·epo Tirado. Historia. \'~..ase también C<'rardo Reichel Dohna ñ.
Datos Histórico Culturales. pp. 'l -41: 1iinidad 'fi,-anda \ ázquez. La &Jbrrnrlrión, c11p. 11 : la lnfonn:..
ción sobre la jorn;~da tJ,. Tairona de 1:571 ~- las R(·J:\ciones del siglo \ '1 de Sallla ;\Jru·ta. '~t.llt"duga.r:
Trunalameque y Terwrife t>n Hermes ToYa•· Piuz<ín .comp.. Relaciones. T. JI. pp. 226-9. 125-1 "·
246, 252. 288 90, 313. 327 .' '{l!H- 52.
;s DolCP) Romero J::u·amillo. "CimarronnjP .l Palen q ues en la provincia de Snnta i\'[a,· a~.
ReiJÍSta Huellas, ~o. 42. 13<trranquilla. Uniwrsid;td dc• l No1·te. diciembre de 1994. pp. 33 42. p. -i.
indica que a diferencia de lo que sucedió e11 Cartllg<" na 1'1 cimarronaje II(J dio luglll' n numero .-.,.
palenques y qu e la hu id <• d~: ..selavos tuvo u11 ('n r:ícter más individual y <5sro~ , en general ,...,.
di¡··igie_ron fun dnmelltallll_e nte a asentrunient.os nrb;uws o rnral:s ya e~tablc<:idos. Véase _tamhi2n.
del m1smo auto•-. F.sdavttud en la Prowncza de St11110 Marta 1191 ··18.>1. S<.nta Mal'l.n, Fondol l<é
Publicaciones de Auto•·cs ·\J;¡gdalenienses e ln;.t·ihJio de Cultu ra y Turismo del Magdalena.
19/í, pp. 169 188. Sob,·e organización de l pal<· ..qu<" r¡ue se estableció a p1·in c:ipios del si~J,.
XV III sobre las cabet·eras del l'Ío Palomino. en la \'e•·r il'nte norte de la Sierra Ne\arln de Sant.l
'la11a. ,·éase A.G.L Se,;lla . SnnM Fe. :304 .' 518. Respecto t>l poblado de San Lorcn:>.o, confot·mad~·
po•· negros fugirh·os. que fue o•-ganizMio pot• fray Sil\('~1 ..,. dt> la Bata h acia 1741 ,·f:tM' José l.
De-lllil'l' comp. . Poblamiellfos . T. T. p. 61. Con relación a los palenques en· esa pro' incia er.
dife¡·enLes pe•·íodos véase Ernesto Restrepo Tirado. Hútoria. pp. 154. 163, 230, 2()0. 2()5. 2 -:.
270. 306. 3 llí \ '115.
;,¡ A.C.:\. •.'Rogorá). .\ egros y Esclavos ,lfngt!nlena. 3. IT. 923v. y 912v. Yéase también AntiiQJl.'
Palenques en Colnmb ia: siglo XYL W , Ht:~roria :r E spacio. Re<>istn de Estud!CR
l\f<:Fa d~nl', '·C.iu1nt·•·ones y
Históricos RfgJi)Jtnlt>s No. 14. Cali, Depart.<mlcnLo de Historia de la lin(ve·rsidacl del Valle. jLUÜO, 1 L
PP· 5:3- jl\, pp. 6'{-'Í.

( 1 3 6) ordenar para controlar .J_ marta herrero cngel


reales. que fueron los encnrgados de reglamentar las relaciones entre la población nativa,
io:,. <>ncomenderos y la Corona . .'\J no lle,arse a cabo estas Yisitas, también se dejaron de
pn>parar los respectivos informes, lo que dificulta la comprens:ión sobre el tipo d e
~ izació n que se trató de implementar.&l Esta, en todo caso, par ece haber tenido un
carácter basll:ll1te inestable y, en lo fLll1darnental .. ajena a la adopci6n de med idas que le
pennitiPt'!\11 a la Corona establecer contrapesos efectivos al ya de por sí debilitado poder
«-los Yecinos y a la acción de las huestes. En el siglo X\ 1II los conflictos de cornpele11cias
Gltre los gobernadores ) los obispos samarios. los intereses del contrabando. el peligro
pirata y los ataques de Jos "indios bra,os-. entre otros facto•'f's, dit-ron continuidad a la
E.llta de control del Estado colonial sobre la provincia.81
F:n tales circunsumc ias el manejo adm inistTativo de Jos ca bildos pudo eje1·cerse
<"OO. nHI)'OI' autonomía. S in embnl'go, su gestión, al menos en té rminos del control político
ee u jnrisdicción. no parece haber sid o nmy exitosa. Administrativamente la par·te
aororiental de la p•·o,·incia dependía de la ciudad de Pu eblo Nuevo, que era pequeña
-~ d e hasta 600 personas .. , y de la ciudad del Valle, que tenía mucha gente ·'pero
rn iendo en sus estancias y sitios y a temporadas bienen a la ci u dad'". 82 Durante las
primeras décadas del siglo XVIII el obispo samario se q uejaba de la dispersión de los
poblado•·es y de su lejanía del pasto espiritual. También se qtteja ba de sus costumhres,
ea.lilicándolas de corrupciones pecaminosas.81 Sus observaciones sobre esle punto se
llacían extensivas a la parle centro oriental y sur ele la provincia )1 de la documentación
X' deduce que entre los adm inistradores eoloniales el obispo sarnario fue el único
~e. durante su larga administración de casi 20 aüos, se preocupó por su organiza·
ción .'~ En cuanto a la confrontación con los "indios braYos", ésta se manejó en el plano
militar·' comercial: partidas de hombres salían a capturar escl:rYos indios y a destruir
~ asentamiPntoss:. Lo anterior pone en e\idencia la defici e nte y casi qne incxisleute
~sl ió n administrativa de los cabildos en sus j urisdiecioncs.

F:n la provincia d(' Cartagena , exceptuando igualmente el área •·ibereila del río
llagda lena, aunque en e l s iglo \.\1 tambi é n se presentarou confrontaciones con los
indíge nas, y más aún con esclavos que se refugim·on en palenques y con pi•ala:;.81; la
ml'omiendn operó con mayor regularidad. Sin t>rnhargo, allí tampoco se crearon institu·
cion!"S controladas por la Corona que mediaran las relaciones cn t r·e los encomender·os,
1-:b cabildos y las comunidades. Los mayor·domos y calpixques, mencionados e11 la visita
deo \1elcho r· Pérez de Arteaga (1560),8' no tu,~ero n ese carácter. E n 1572 huho un intento
por legitimar su geslión, reglamentar sus fw1ciones y dotarlos de vara de justicia con el
fin rle qut> protegieran a los indígenas. prendienu1 a los delincuentes y capturaran a los
qut> lruyeran de las floll:rs y armadas. 88 Estn iniciatiYa, que les huhi ~>ra dado el carácter

"'' Al pareeer ht única '~sita llevada a <;abo por un oidor a la provinc·ia d(~ Santa Marta en el
siglo XVI, fue la de D iego de! ·arwíez "" t5í2 y no se han encon rr·ndn los documentos relativos
a la misma {l\l!lría Dolores Gonzálf'z L lnHJ. /1Psguardos, pp. 43 y 59).
~ 1 José \1. De- i\l ica· (r-omp.). Pob!amienlos, T. T. p. 63.
"2 A.G.l. (Se' illa\. San/a Fe . 5W .
.... !bid.
8 i lbid ~: .-\.G.l. .Se,illa. Santa F.. , 521. Fra~· .A11tonio ~lonr'O~ .' ~l l'n~ses fue obispo de Santa

.\tarta desde 1í 16 y aWHfUe en 1í35 S\' n·tiró a la ciudad df' C!IJ'1agena , contumó intediriendo
con los asuntos del obispado hasta 1í38 !José ~icolás de la Rosa. Florc·.tlrl, p. 348 y :\.G.L (SP, illa),
Sa111a Fe. 522 y 523).
s' A.G.N. (Bogotá). Hú1oria F:desiáslica, !5, (f. 255r·. y 260v.
86 ~ l aa·Í;1 del Carmen BorTt>.go Plá. Ca1'1agena. pp. 261- 262, 272 y 42!) 435 )' Marfa del Ca rmen
Gómez Pérez, Pedro de Heretlírl, pp. 254 25\:l.
87 ~laría del Carmen Bor·rego Ph\. Cartagenn. pp. 14? y 18í. Los calpixqnes y mayoa·domos no

e•·an indígellas: algunos eran !'s(·l:wos dt'l encomendero y aMuabnn <'omo capataces di' los indios.

111. I.A ORCANJZAC!ON POUTICO AOMINI>TRATIVA DE LOS ASTh'TAMifX TQS


de funcionarios de la CMona. no prospe.-ó y las ordenanzas fuer·on r·ápidamente ab
das. 89 Dentw de las r·pfon11as emprendidas por el presidente González en 1590.
figura del nra) Ol'domo quedó clelínitívamente legitimada. 90 E l gohf'l'nador de la pr·o,•i.rrera
interve!l(lr'ín en su nornLramif'nto y el mayordomo, por su parle, preswría sus fiM za:;
ante el gobernador y qucdar·ía sometido a ju icio de resiclencia.n• La reglamentaci<)n; m
emb;lrgo, no precisó los mecanismos a segui r· para la intervención del gobernador eu d
nomhra111iento del mayordomo. ni le dio a cs t·e último algtín tipo de jerarqufa ~
jmisdic.:ción que lo asimiiMa a un fwJcionar·io de la Corona.!l!
f<:n el siglo XVfl . C'OII Ja drástica disniÍLJUCiÓII de la pohlariÓn indígena, amp io-.
espacios dPI á r·ea fueron qlredando des habitados y se eons ti t ttyeron en r·efug io d('
esclavos huidos. desetton~s y pr6fugos. 93 El pe ligro represe ntado por los esclavos ~U('
fom1a r·o n palenques, f t1 e enfrentado milit anuenle y no m ediante gestion es ~ uf'
f(wtnl <>cicr·an el contml político cleJ área. 94 En e l siglo XVIII el p"oblema de los cinta-
rTones y palenques fue mucho menos intenso que en el siglo X\'JJ. pero el áre ~
manto' o ocupada por pobladores que. en mayor o menor grado. '¡, ían siguienno pat\ta;.
muy diferentes a las impuestas por el E stado c:olonial.9:; Villas corno .-\; apel ca.-ecíao elfo
vecinos pr·estantes para confomwt' el cabildo. po t· lo que éste f'u <:- s upt·ímido y. e~ ...a
luga~·, se nombró un cap_iLán á ~u:rra para adm inistr.arlas.96 Al ig~ta l q.u e en l.a. p r·ov:4\cia
de Sa11ta .Marta la gestron ndmmrstnuva de los cabrldos no p::u·ece haber Stdo exitq':;a..
F.n C'l siglo '\\ITIJ fenómf'n os como eJ arrochC'Iamienlo, al igual que la explosiva situación
que te11ía lugar en el Dariérr con los i ndígenas C una- Cuna 4ue, corno los Chim'ila.
manteniru1 su independenc ia política frente a l imperio.9; así lo indican.
U na si tuación distinta St' ,;y¡ó en la zona r·ilwreña del río ' lagdalen a./\.IIÍ tambi~o
se prPSPn lawn fuertes C'On fi'Ontaciones con los indígenas, como la q ue tuvo lt1g 'l en
1537 a la que se t.tniel·on but-na parte de los pob.ladOI'f'S nativos de las riheras. 98 . 'in

:s« l bid .. p. 200. Tal n·forma les hubit>rn ronfcrido atribuciones judiciales sobr.;- pobtadOCl">
no indígena,;. en ciet1a fomta similares a l:1s d<>l corn~gido1' de nat:urak" dt> los :\ ndes <·entrJ,.,._
ljlj !bid .. 1'· 203.
00 !bid., pp. 229 233 ) i\laría Dolores Gonzálel Luua, Resguardo.<. pp. 159 188. La ¡·efo na

t•eglament<í las celacione~ en u·e las conJtlltid:ldes. los e ncomenderos y los rnayordo11ws.
"' A.G.i'i. (Bogo tá), Visitas Bu!t'vat·. 1, ff. !o5r. 11 4\Jv. Las o nlenanzas fu e ro u tr·ansc·,·itas po r Ñ ana
Dolo res Gonzá lez Lu na, Resguardos, pp. 1G2 :1.
m ~ l aría del Carm en Ro r·rego Plá. Crlrtagena. p. 230: }la ría Dolor·c·.~ t.·onzález Lun:.•, Resguar/Jr;..c.
pp. 159- 188: ,\ .GS. (Hogoi;Í). 1'isilasBolí"ar, 1, f. 47v. La.Rr>copi/ación •lilwo VI. útulo ITT, 1<>.1' XX ll
establecía qu<> los calpi'<t¡ues o mayordo1110S de los encomendero,;. autes de Pl11t'ill' a ''~
pueblos. se deberían present;u· ante el goh<'mador o ant~> la AudieJJcia para que les diera b
cotTCS[JOndiente licenci;t.
~·s Robetto Ardzo la. Palenque: .\laría del Cnrmen Bon·ego Plá. Pall'lu¡un y "C:H1:tg<'n. rk
lud ias en 163'r; O dando Fals Borda, HiswriCI. T. l. pp. 52A- 72A.: Gabrir·l 'lfa rtí:nez Reyes (t'<>m¡;-
rart(ls de los Obispos de Canagena de Indias /)umn.te el Período Húpdnico 1534-1820, J\·fcd~ lta.
A<•ademia Colombiana de ll isto t•ia Ecl esi:í~Li('a, 1986, pp. 189- '393: Jotié M. De· :\:Liel' {co' lp..-
Poblamiemos. T. 1, p. 61 ." -\.C. l. (Sevilla). Sal/la PI•, 1075.
9 ' H.obcrto Arrázola. Palenque y .\laría del C1rmen Bon·ego Plá. Palenques.

"'- \ éase <':lpír u lo \.


!lG -\.C.);. 'Bogotá. Empll:'ados Públicos Bo!ít·ar. '1. IT. 58ir. a ()02,.
~; Sobt'e los indígenas Twtucunas o Cuna Cu ua~ asentados al s ut'Occideutt• de la provincia·~
Í.nt·Lagena ' éase A.G.L 1S<'vi ll ;:t). Sallla Fe. 532: -D~>scripció n ó r<> l11ci6n del Golfo del Da ri "u~
Is tmo del mismo nomlwc" cs"rita por Antonio 1\révalo en 17Gl y l:t -Oescrip"ión de la Pt·ovuu·.a
el el Darién .. hecha po t' e l obis po de PmHirnlÍ en 174 1. (ambas en Antonio 13. Cuf.r,·o (co m • •
Colección. T. II, pp. 2:i 1 273 y 273-291 , respectivan•c"Le} y Patricia V:.. ·gn~, Los Embera.
''" Pech·o S im ón . .\ 'Oticias Historinles. T. HJ. pp. 129- 135. Sobr<> <'ttfrentam[e ntos ál'IHados on
los indi•>s del área en estos a1ios •·<'ase tambit-n. ~ l aría del Carm<>n Cómez Pét'I'Z, PedrQ. ··~
Heredia. pp. 254- 2:í9.

ordenar para controlar marta httrrcru dnsel


4SIDar'go. ('011 la regulariz:~c i ón de esta vía como eje fundamental de las comunic::~cio ·
~ con t>l ár-ea Andina y e l t>stablecimiento de las Yillas de .\lompox y Tenerife y la
ciudad de Tamalameque. se logró ejercer un relativo control sobrt' PI área.99 TaJ con tr·ol
a ) fue absoluto, ya q ue se presentaron ataq ues tanto contra los pueblos, ciudades,

Uüas y terrenos ribereños, como contra los que tTansit.aban p o r· el río, protagonizados
por la p()blación nativa de la provincia de Santa ~larta y por esclavos cimatTon e~ de la
pl"''irtcia de Cartagena. 100 Es decir que allí. en la Depresión \lo mposina, eorUluían los
,.-ot •lc'nHtS JeriYados del deficiente cout.rol político en esas dos pro\ incias.
En PI siglo .:\\11ll t>stos ataques fuer·on conlinuados por los "'ind ios bravos ~ de
.. provi ncia de San ta ~ far'la y. e n m eno r me d ida, por pa lenq ueros asentados en 1 :~
pu,;ncia de Cartagena. q ne robaban a los tr·:m seúntes. 101 A pesar de los pelig ro:; no
_. mten 11 mpió la circu lació n por el río, ni se libero a la población nativa, p t·im e r·o,
lrrwgo a la esdaYa y después a la libre. de las tareas de la boga. En el siglo AVI buena
parte de la activi.dad desarrollad¡¡ po r· los visitadores real<>s ~ n el área se dirigió a
~lamc- nlar· esta actiúdad. que fue Yista como la principal causanlt> de la desaparición
. . la población indígena. 102 Uno de los aspectos más importantes de esta ¡·eglarnen·
laciou. para efectos del tema aquí tra tado, fue que su apliC"ación y vigilancia 11 0 ;;e
&gnó a un funcionario C" IICar·gado de la adminis tr·ació n de los i nclios. 103
Es decir, q ue e n e l á r ea r·ibereiia uel r ío Magd a le na n o s e estab lecie ro n
ilrrtititucionf's que mediaran las rehteiones enlTe las com unidadt"s y sus encomende ros,
c:wJ~Do sucedió en los Andes ct>ntrales con el corregidor. Las justicias locales y con ~ll:~s
lat5 '--a bildos y los tenie ntes de gobernadot' asumier·on la administración de la población
ftJ :.:eneral ~- entre ellos. la (le los indios. Luego lo harían con los escla,·os )'
r--ter·iomwn te C'On los libres. Los cabildos, en especial el de \ Jompox, desarrolla r·on
«Sta!:> actividades con g r·an independe nc ia de Jos funcio narios de l:1 Co1·ona, a los q ue,
parias a s u poder, p ud ie r·on res istit· en fo rma r e lativarn eule eficiente. En l 560, po t·
«jt-mplo. PI Leniente de gobem ador de Mompox expidió unas o rdenanzas que buscaron
imita r los excesos de la boga. Como res¡.>Uesta a sus med idas los encom enderos se
amotina ron . lo golpearo n. mmpie1·on su Yara de justicia, lo encarcelaron ~' lo
4rsposeyemn de sus bien es.' 0" En 1711 e l gobernador de la provincia enYiÓ a un
comis ion ado para real izar una visita en e l área de :Mornpox. El cabil do de la villa

'"' .-\.n tonio Ybot Lecí11. l.a Arteria Hist6rica, pp. 25- 6.
100 lbid .. p. 36 .' ,\ (aría cld Carmen Borrego Pl:i, Carltlgena. p. 282.
101 Antonio .lulián. /,a Perla, p. 193: .\lauuc·l Rric·c r'ío Jáuregui. Los Jesuitas. pp. '12-'{: A.C.!\.
Bogotá. Visitas Bolívar. 6. f. 69Ch·.: José .\l. D~" \lic·1· 'comp.\. Poblamientos. T. l. pp. "12. 189.295 r
'316 y Geranio Reichcl Oolmatoff ~comp . • Diario. p. 105.
102 Los seJ1alamientos al J'especto so11 lllllnrJ·osos, véanse, por ejemplo. los dortll11c~ nt os que

transcribe Amonio Ybot León, La Arteria Histórica. pp. 2:31- 319: las obs1'rv.1rio nes del JJI'(tSidente
Vene ro de Le iva en Juan F riede (com p.), Fuentes Documemafes, T. V, p. 184; 1~ Descri p(·ión de
Tenerife de 1580, e n H.e r·mes 1·ovar Pinz<Ín (('omp.}. Relaciones, T. 11 , p. 3 1(). En la cornis ión general
de la \lSita d e Villaboll!l se afirmaba que por· <~ 1 t r·nh;~o de la boga del río gt-andc· de In Magdalena
se habían arabado _,. C'Onsumido murbw; ind ios, w•ro que en ese momenro no se podía C\'Ü.ar ;a
que era indispensable para el comercio entr·r esas provincias •·con las di' avajo- :'\.G.X (Bogotá..
1isitas Bolívar. l. [ 3r. .
" 11 Por ejl'rnplo. en las ordenam.a,; sohre la boga del teniente de gob!'r·nado1· ele :\(ompox y en
las del oidor Pére1. de :\rteaga, runbas M 1560. se e ncargaba a las justicias en general: en las de la
.~ud i enci a de Santafé d e 1576 tanto a l a~ jus ticias en general, como :r lns vi~i tadores de canoas. al
alc':r l d~ y juez de cru1oas .V al €'Scr·i ban o: en las de 1598 d el enviado de: la Audiencia ele Snn111í<:
~liu·tín Ci!rnacho, a] juez de canoas y a un funcionario q ue se nom])l'arÍit p~u·a visitar las em har'C<l·
cione,; y w•rifi car el cumplimiemo de las o rdenanza.-; (Antonio Ybo r LC"6n. Lrl Arteria fliSLórim, pp.
24 t. 248- 9. 246-67. 308 .~ 319\.
"'' lhid .. pp. 59 64.

111. lA ORGA~IZACiON POUTICO ,\OMJ'!\'IS"''l(XTW,\ OE LOS A$ENTA.!o11ENTO$

,,
protagonizó entonces un levantamiento y logró oponerse a las disposiciones del ·~
hernador, a pesar del apoyo que éste recibía del presidente de la Audiencia. 10';
Pero el poder y la independencia del cabildo de Mompox, que ejerció su inl1ue ·
i'
adrnini~trativa en extensas áreas _d_e las provincias el~ ,Cartagena y ~ru!ta Ylarta, no !
expreso en un mayor control político sobre la po.blac10n. Las descnpc10nes del ob .· f
samario, correspondientes a principios de siglo, al igual que las hechas posterio.rm~·
por jueces pobladores 106 - nombrados por func~ionarios de la Corona y no por los cabil , :
permiten apreciar que en la Depresión confluían las problemáticas de una y otra .
vincia, articulando ambos procesos. Como ya se ha visto, los llamados "indios bravo
Cb.imilas atacaban el área ribereña del río Magdalena. Buena parte de la pobl~ a ~. ó
"libre de todos los colores" asentada en el bajo río Magdalena, a una y otra band· d.
río, .cor"?pmtía el modo de. vida de los arrochelados ~e la provincia Cartagena. 107; ~~ ?e
un fenom.eno que se aprec1a.ba a lodo lo lar·go de las nberas, hasta arnba ele Tamalam · ·
y tam.bién en los alrededores de la ciénaga de Zapatosa.
Es decir, que si bien en la organización administrativa de las provincias carib~
se dieron importantes variaciones, sin que las diferencias que se a1wecian coú1c . a
sus los límites jurisdiccionales, se observan elementos en común. Entre estos úl' \(
cabe resaltar el que no se desarrollaron mecanismos administrativos que establE_¡i'
ran un m ando unificado de los territorios jurisdiccionales y m ediaran .las relaci(¡n•
entre los cabildos y las comtmidades indígenas, primero, y .luego la población es~al
y libre. E.n Santa i\ilarta, la misma dificultad para someter a la población nativa, · u
difícil fijar pautas administrativas. En la pt·ovincía ele Cartagena, donde la situ i.:i
resultaba menos explosiva y se facilitaba la introducción de mecanismos admi tr.
tivos reguladores, se establecieron mayordomos, que no adquirieron el caráctd <:!
funcionarios del Estado. En las riberas del río Magdalena, el carácter vital de -: $1

encomenderos y luego a los sectores dominantes enfrentar a los representantes d •


Corona con relativo éxito. También permitió que los cab.ildos, en particular el •
villa ele Mompox, asumieran el rn;mejo administrativo de inmensos territorios, lama¡ · r.
de ellos fuera de su propia jurisdicción. Tal poder, sin embargo, no fue utilizado .: a1
cimentar el conu·ol político de la región. La estructura administrativa que se d. i\
ele esta situación, caracterizada p or pertmmentes conmociones internas, que se v ' 'a
agudizadas por los ataques del exterior, no se basó en el fortalecimiento de los pod~ n
judiciales y religiosos, cuya escasez fu e crónica en la región Caribe, sino en el d·
sector militar, como se analizará al estudiar las capitanías á guerra.
2. Mestizaje y Reformas
Tanto en las llanuras del Caribe, corno en los Andes centrales la estruc u
administJ'ativa establecida en el siglo XVI se basaba en la oposición entre "indi -
"españo~~s " y su ~un.ciona~niento se ~"~o afectado por d~versos fa~t?res, entre lo~ ~ t
sobresaho el mestlzaJe, la mcorporacwn de esclavos trardos de A(rtea y el pa nlatmo

1o.' A.GJ . {Sevi.lla), Santa Fe, 36:'5.


106 A.G.N. (Bogot<i},Poblaciones Varias , 5,f.370v.;José Agnstín Blanco Barros (comp.),Sabanalai"E'
p. 83; José M. De-i\·fie1· (com.p.), Poblamiefllos; Ge1·ardo R.eichel- Dolmatoff (comp.), Diario; 1\ ..t .:
(Bogotá}, J1iscelánea Colonia, 22, ff 271: a 265r.: 1\.G.l (Sevilla), Sama Fe, 552, 600 y 1075; OrJ!¡r.
Fals Borda, Historia f!obLe; Gilma Mora de Tovar, "Poblamiento y Socif;dacr y Pilar .Mor·eJ. .·· ~
A n gel, A ntomo de la Torre . ·
•m V P.~ se d e-scrip<:ió .n .de Ja. s;nJ::t<."!ión q ue ;-;e v:iv~a en In pru·te norte de Ja ptovincia de Ca.r· · ·~ '?!
b,,,,. p<>I ~ln CHra e n 1690 e n RobeJ't() AtTa7.oJa, Pa/('.J/Ol((! p. 98 y ta r ... "
Bo•..,.,go P la, Pa /enquc>s, PP· 121 _ 7 _ ' ' •
~·f· ' j 1
1 w 1en en 1 .ana ( e
e.
a _

ordenar para controlar f mar~a herrera ange!


- -.... nente asentamiento de población no indígena fuera del per-ímetro urbano ele las
des y las Yillas. En los Andes centrales estos pob lador es se 11 bicaron en las
ías ~le los poblados indígenas y aún en los pohlados rn.ismos, mi (~ ntras que en
llanuras del Caribe se privilegiaron áreas que habían quedado abandonadas corno
uencia de la caida demográfica de la poblne ión indígena. Entre estos poblado·
que bttscaban refugio en Jos despoblados o "montes" había mu<'hos que e t·an
~ tidos por la ley. como fue el caso de los esclavos huidos que se organizaron en
1ques o el de los desertores de las milicias. 108
En una} otra región la asimilación adm inisn·ativa de estas nuevas l'ealidades fue
nd ida por la iglesia. cuyas jerarquías ordenaron desde principios del siglo XVII
la pohlación no indígena que residía e u los alrededores de los poblados y ele los
at·dos indígenas fuera atendida espiritualme nte por los curas de los pueblos de
• •109 También fu e la iglesia la que intermedió y tomó acciones pat·a reincorporar a
._., esclavos que habían huido y se hahían radicado en los monte:; de las provincias de
Cartagena ~ Santa ~larta y que no pudieron ser derrot.ados por la fuer:<.a ele la:; armas.
€.omo resultado de tales gestiones se les legalizó s u asentamienLo y se los dotó de <'UJ'a
! d~ j usti cias. 110 Estas poblaciones dC' cirnan·ones ya no quedaron clasifi cadas como
pueblos. Tampoco Jo fueron los sitios que :;e crearon con la población "libre de todos
loi colores-. Buena parte de la reforma adrninistratiYa adelantada en el siglo XVJH se
dirigió a readecuar las estructuras aclministrativas coloniales. a fin de fae ilitar la ineor·
JMlración y el control de la población de '\ ecinos'' y de "libres de todos los colores··,
n.I) O crecimiento demográfico la había situado como sector rnayor·itario de la población.

Como parte ele este esfuerzo, durante la adrninistt·ación del YÍrrcy Eslava (l?lí0-
1 ~49) - con la re inst.auració n d el virre inato, en el contexto de la guetTa con 13 Gran
Bretaña-, se establecieron \'arios corregimientos de indios en las llanuras del Caribe. 111
' in e mbargo, una década antes de la posesión del vin·ey, e l func ionamiento de estos
~'o rregimí entos en Jos AndC's centrales ya se había transformado radicalmente y, c-orno
:;e ' erá a continuación, el tipo de corregimiento que se instauró en las ll;:~nura s de.l
Ca.·ibe presenlÓ más semejanzas con e l nuevo tipo de corregimiento que se bahía
e,;tablecido en los Andes centrales, que con el que había operado tradiciomdmente.
En e fecto. has ta m ás o menos 1730 una de las actividades cPntrales d e los
C'Orregidores de natul'ales en los Andes centrales había s ido la <.l e dirigir y coonlinar
las actividades de la mita y el concie rto que los indíge nas es taban obligados a desarro·
llar. Periódicamente el corregidor dehia organiz<u· el e nvío de 11n grupo de indíge nas
mitayos a las minas ele Mariquita o a la c- iudad para el t rnbajo en obras que allí se
requirier:m. así como los concie rtos entre los indígenas y los hace ndados de los
alredeclores. 112 Al supr·imirse el concierto o bligatorio hacia 1720 y la mita minera en

tOS Véa~c capítulo V.


tOO Basilio Vict'nte di' 0Yieclo. CiLalirlade.s. pp. 116-7. Yéase u-anscripl'ión dd anto de Vargas dt>
O~ t1e en -\.C.~. (Bogot<í;. Afi.sce/áne~} Colomo. 6, fl: 625 y ~s.
110 VéasE> el in fomtt• que sobre <' l p¡u·ticu lar prest>n tó :\ ntonio ~ l aría Casiani , obispo dt•

Ca11agena, en li 14 en A.C.I. ,Sevilla\. Santa Fe. 488 o(') que presentó el obispo de S anta Marl.a
sobre la t't:ducciótJ dP.I pal1mque situado ('11 el río Don Diego en 1710 (A.G.J. (S eYilla). Santa h ,
518). Sobre la forma <'OJUO se enfrentó PI problema de los csclaYos huidos y(-ast> Robl't'lo
Arr:ízola. Pnfenqur y .\.laría del Carmen Borrego Plá, PaLenque.~.
''' A. G.N. (Bogotá), Empfrados Públiros BolíwLr ,?. f. 304r.: José i\f. De- 1\l'ier (comp.;.Poblamieutos.
T. l. pp. 86 88; Germán Colmenan•s comp., , Rclaciom:s e informes, T. l. p. 98 y .\laría Dolo res
Gon1..ález Luna, "La Po lítica di' Pobl11eióu-, p. 88 y Resguardos Coloniales, pp. 84 5. Sobre el
pa•·tic ular resuha llamativo el q ue Pste \'irre.r creara también un corregimiento ~ \ !Uez., donde
tan tpoco se crea ron con·egi mi entos de indios en el siglo X VI (véase f.o t•elativo a la cr~'l.cíón del
cort'<'gimi<'nto de V élt:z en Germán CoLme uares (comp.), Relariones e l nforml's. T. I. p. 74).
1729 , 1'1 corregidor S~' vio re legado de su coor·dinación, salvo en los casos de los in ·.J
que vo luntariam ente quisie r·an concertarse. 113 Con e llo lo q ue q uedó a su cargo f'ri ·
recolección d el trib uto indígena, la adm inistración de justicia entre Jos pobladores ~
cor·r·egimi ento, 1~ ~uye¡·vigilancia de la, l~bor de !o.s curas y el ctue la !?oblación ''ivi'e1
en -or·den .' polrc1a . 11 i Fuer·on estas ulnruas acondades las que aswmer·on los nu •~
cor·re gido res creados eu la llanuras del Caribe. Sobre el particuhu· el informe sobre ~
gestió n dP Eslava sucin tamente precisó que había establecido corregidores dP i.ndi.
en las j urisdicciones de \ é lez y d e la villa de San Gil , pa r·a ~ q ue los ate n dies~ e~
justieia, corrigiese sus excesos y las d istracciones de la Doctrina" y, más adelan te, in , i
qu e de ntJ'o de las med idas tomadas para e l a umen to de la Real Hacien da había erim
·'Concgirnieutos para la cobnuua de trihutos".' 15
Pe r·o la aparent·f' similitud entre las funciones de los nue\'os corregimiento
las lla11ur·ns del Caribe y las que ya alrededor de 1740 cumpl.ían los estahlecidos ha•
más de un siglo en Sanlaf'é y Tunja. se \'eía afectada por las realidades loca les. EJl ·
provincia de Santa Mar·ta, con algunos pueblos ubicados a uno y otro lado de las rüJ
del r ío :V~ag~ a lena - corno .•·esu l ta:~o de la arn!:i?i i~dacl)_urisd ieeional ya m enc io nada(.
nguroso mvterno y la confronLacwn con Jos Chtrmla d1hcult:mdo el abasto de la plaza •
C::trtagena en el contexto de la guerra con lnglaterr-a,116 los nuevos corregidores t
otras prior·idades. En 171í4 e l r·ecientemente e r·igido corregidor· de naturales de Teneri
SI' ocupaba de actuar "contl'a los indios pintados. mestizos ~ mulatos que con muer(P,..
robos hosti lizan la provinc ia de Santa Marta ". 11 i Otro tanto hacía Francisco del Cro:n
el mtevo corregidor de Va llecl upar, sólo que e n su caso éste no era su único car go, ir
q ue se unía al de " teniente de gobernador, j ust icia mayor, juez de comisos y cobr·ar
de r~nt~lS reales'· de las <.'Í udad~s de V~Hedupar y la de P.r.:~e b lo l 1 ~evo.' 18 En la Vf1,C
provrncta. cuyos pueblos aledanos al no Magdalena tamb1cn se vemn afectados por
'·problema Chimila". se consideraba como una de las prioridades en términos del
blecimiento de los corrcgirnieulos e l -tener suje tos-- a los indios y <>\Ítar sus -sa lida. -
ataques . 119 Se obser'Va aquí que las características de un área irnl)l'imían un sello parti u.l
en d funcionamiento de ins tituciones que, fo rmal o legalment e', eran semejantes. :
Pe r·n las actividades desarrolladas por los Corl'egidores e n la r egión Caf'ib ~
sólo diferían de las de su s colegas de Sa n La!'é y Tunja en aque ll os as pec tos qu eo k
funcion arios deseaban n'saltar en sus infom1es a la Corona, s ino también e n ac ti\'idad
m en os lícit.as. En l757 el cor·r·egidor de Tolú. Pf'dro de Alica. er·a acLtsado por los caciqu
de los pueblos de Sru1 'licolás de Bai'Í. San ebastián de rabá ~ Cereté de hacer!
trabajnr para él ;· pagal'les su trabajo ··en géne ros''. principalm e nte en ropa, al pre<"
q ue le par eeíaY0 Se tra taba tle una práctica qtre comúnnwntr llevaban a cab~ ¡,
COI'r·cgidores del Perú y algttii OS en Méx.ieo, junto con el r e parlo forzoso de mereru\Gi

rrz Marta Herrera Angel. "El Co rregidor-. p. li y Poder Local, pp. IS)- 55: María Ana.-,
F:ugt"r1io Martínez, Tributo .r 7/'(lbajo y Juli;í.n Ruiz Hiwt·a. Encomienda y .lfita . pp. 3 1.1 149.
•u \l:u·ta Herrera -\ngt>l. Poder Local. pp. 154 155 y ~ El Cort•egidor·-.
111 l\larta Herrem Aug~l. Poder Local. C':lJ)Ítulo !11.
115
Germán Colmcn¡u·es (comp.), Relaciones e info rmes, T. I. pp. 74 ;· 98.
11 " lbid ., pp. 42, 46- 7 y 66 ,Y José M. D<:- Mier (comp.), Poblru11ielllos, T. I, pp. 36 42.

n; JoB <" ,\1.. D e Mi er (c·om p.), Poblamientos, T. 1, p. SH. En el doC'umen to n o se precis


sea el co•·•·egidor d e T<•nc ri f'e; sin em bargo. 1'11 la relación d e cot·r·egimien tos hecha en -
sólo se •ueneionan dos en esa provin cia: el de Tí>nerife y e l de V~tll edupar (FranC'isco Anlom
\LorcJ10 y Escandón. Indios y .lfesti::.os. pp. IÍ1 :;:.
11
~ José ..\L de ..\lier com p .. Poblamientos. T. l. p. 97 : Genn<Ín Colmt>nares 1comp.. Relació·
e Informes. T 1, pp. 66. 86 y 88.
119
A.G.l\ . 1Bogot<i . 1isiws Bo!/var. 6. f: 702,·.
tl<l .'\.G.!\. (Bogo tá ;, Cabildos . 5 . ft: I r. a 2Y., 101'. y 14r. a 15Y.

ordenar p ara controlar -t-- mona herrero anael


P"' que n o había sido dcsarrollada por los de Santaft> :' Tunja. 121 En La p r·o'"i ncía de
"~>na. por el contra rio, tenía sus anteceJ entes en un p erío do anlerior al estableci -
nto d e los corregid o re s. E n un infomw pr·esentado en 172 1 se anotaba Llue los
_QrOo mos de los enC"o rnencleros hacían 11·ahajar excesivanwnte a los indios q uP st>
• 1 ¡·adicado en la cu en ca del río Sinú y les pagaba n t:on telas. abalorios. casc:ahe-
hachas y mach e tes a l precio que les pa1·ecía. 122
En lo que tiene qnP 'er· con el m an ejo te r r itoria l d e las pro\'incias car·ihe1ias. Jos
::!imientos. posiblemente' por su ta rdía instauración , c ub ria n sólo algunas áreas de
pro' incias. Esto se d educe de nn infor111e presentado en 1770, en el que se relacio-
los corregimientos exis tentes y se in d icó el número d e pue blos con que con la ban.
e no s uministró e l nornJ)re de los p u eb los y su ruí n1 ero no siempre co in cide
d regist1·ado por los o bispos de Santa Mat·ta y Ca rtage na hacia 1758 y 1764, respcc-
nte. el cr uce d e esta información con la del info rme. q ue s e~ r•·esenta e n e l J\lapa
.. puede res u l l<~ r ilust t·ati, o. St>gún el info rme d e 1770 había en la pro"incia de
\ lar·ta tr es co rregi mientos, el d e Te n eri fe con c ualr·o p ueblos d e indios. PI d e
upar con sie le ":-'el COI'regimie nto d e l pueblo d e Cié naga . 121 Es decir yue no se
eciel'On ni en Tama iRmeque, d ond e p rácticame ntf' )a n o h ab ía pueb los. rTi en
\hu·ta y Ocmi.a, ::~ pcsar de que en los alrededores d e cslas ciud.aJes h abía más
s q ue en Teuerife . Por t>l contrario se estableció lUJ O con un sólo put>blo, e l de
~- cerca d e la ciudad de Santa l\Iarla . <'ll e l camin o hacia el río MagdaJena ~ la
de Cartagen a. Lo antet·ior ind icRrÍa q ue más que e l n úmero de pu eblos e n un

2
i\larta He rre m An geL "El Corregido r·~ y Podf.r l-ocal. p. J6i.
' '
1 2
~ A.G.l. (S evill a), Sant(l Ff' , 488. Au n qu e f'S La p rát·tica e s e n e ier1.o Sf' nti do <•s im ilnbl e a l
repar to d e me rcancías. que llevaban a cabo los corrf'gidon:s d e l Pc n "r y e n mt•rrtll" 111cd id a los df'
\lé.\Jt' O, en ]a región C~r·i he rtO tUYO la impo r·t:Hl<' ia , n i e l papel ar" li c uJiodor que j ugÓ en Jos
'irr·einaLos .mencionados. Sob re el re parto ele mt>rc:wcías en Perú y l\ lhieo, Yéase: Jorge .Jwm y
· anlal·ilia y :\.ntonio d.- Ulloa, .Yoricias SecrP!tls de . lmérim. )826 . 2 \ 'ols.. Bogotá. Banco Pop rolar·.
J!JS':l: Guillermo Lohmaun Yillen a . El corregidor de Indios en el Pr•rtÍ bajo los ,-iustrias. ) l:u!.·id .
Ediciones Cult ura l lisp:ínica, ·195/: A.lfredo Il lm"l' oro Ceb6 án. El corregidor de fndios ,1·la Econ0111Ía
Peruana en el siglo .\1"1/f, 1\lad rid, Consejo S orpe r·i o r de lnwstignc ionf's Cie n tíficas, .ln stilt ii O ··c.
F¡o r·nánde z de Ovi¡od o". 19i7: J ürgen Go l ir. RI'IXtrtos y Rebeliones. Tiípar Amaru )"las Contmrli1··
rion('S de la Econ0/1/Ía colonial (1977), Lima. l n~ tituto de Estudios Pf' l"ll;lll OS, 1980: " Reclisu·ib u.-·i6 n
~ Coruple mentare idad R..g ional en la Ecou oll! Íil And ina del s ig lo .\\'l ll'', fn tem ational Congress
oj1lmericanists. Pa rís. 1m6. Yo!. 4. pp. 64 87) '· E l impacto de l Heparto dt" Me n ·a n cías en la
EC"onomía Colon ial de· i\ ll:xieo y Perú a part ir· de la~ Diferencias en sus Socit•dadt"s P rehispá.n icns-.
l lcraclio Bonilhr t:d . . El sistema coloniolefl la lmérica espmiola. Bar·<·<' luna. Editorial Crítkll. 1991.
pp . .J0- /7: Javif'r Tonly C.1.1'los Lazo. - EJ C'Or·r·<'gidor: Agente de la C ir'('ll l:•t·ión de Clase~ Colonial-.
.J nv ic r Tord y Ca rlos T.nzo, Hacienda, Comrrrio, Fúcalidady Lucltas Socialrs (Perú colonia~ . Li111 a,
Bi blio teca Pf'ruana rk- Hi sto ria. Econom ía y Socie dad, 1981 , pp. 85 I ~O:J;wier Tord. "El <'OIT('gidor·
.r
rl.e Indios en ~·1 Pc r·•í : Comercio y T•·iln otos". Hisroria Cultura, H. Li ma, M us eo a!" io n nl de
His to ria. 1974, pp. 17". 214: Kat•en Sp¡ddin g. "' E l col'l'egidoe ,¡<:' l11 dios y los Orígf' ll t'S dr la
l lacienda Sf'rrana Peruana". Karf'n S pald in g. De Indio a Campesino. c mnbios en/a Estmctur<t SO<:i(/1
riel Perú colonial. J.irna. lE!' Edicio n es. l m4. pp. 127- 146: Ch:u·l<·s Cibson. Los Aue<·as. p p. 86-
100: \largarel \"i llamu·,·a. "From Ca lpixqui to Corregido¡·: .\ ppr·opiation of \\'omf'n's Cotton
Tcxtile Production in Early Colonial ~lexico". Lmin.rlmrrirau Pcrspecriues. 12 (1:, 198:í. pp. 17-40:
Horst Pietschman . · EJ Comerc io de Repartimientos d f' lo s Alcaldes .\fa~·m·es ) Corrt"gidores en
la Regió n de Pueb la Tlaxcala en <'1 siglo;.,. Vlll ", Es1udios sobre Polítim Jndigf'IIÍ.Sta Espatiola. Hi,
Val ladolid , S erninar·i o de Historia d e Améri c~. Uni versid11d d e Va lladolid. Wíí , pp. 147 153;
Woodr·ow .Bo rah (ed.), /<.'/ Cohierno Prouincial en la Nueva España 1570 1787. :\Iéxico. lfnivc rsidnd
-\.utónoma de :Méxi co. 1985; C. F.. Casta ried a . "Th e cor r·eg idu o· iu S p1mi sh Co lonial Adminís tm lion ",
HúprwicAmerican Hi~toriml R('<'Íew. o. 24. \'ol. 1\ . 1929. pp. 446 íO .' Lucio i\'fij~res. "La pcnni-
s ión Reglada de los Rep:H1 i mie n tos por lo~ Co r-r<"gidores y -\Jca lde5 l\ layo res ... Esmdios sohrf>
Política lndi¡musta J:.spruiola f'n limérica. \ "nllndol id. tfu1wrsidad df' \"~ Jladol id. 1977. pp. ~Jj}.. I 05.
121 Fr'llncis<"o .-\J1tonio Il lor-eno y Escandón. ludios .r .1/esn"::.cs. pp. 44-~:'í .

111. 1A ORGA>IIHCJ0.\1 POIJTICO An.\ U:>IISTRATI\'A DE LOHSENT.<,IIf.,íOS


h.r.-\t\0.16
P R0\1.\C:IAS DE S .-\_\T-\ i\I-\RT-\ y C\RT\GE~A
C o RREGL\lJ Exros DE I NDIOS 1770. E sQllE)IA JuRismccr()l\

e Ciudad Capital Provincial


• Ciudad o Villa
Sitio o Parroquia
• Anexo Sitio o Viceparroquia
• Anexo Pueblo de Indios
Pueblo de Indios
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Cga. Gra~
0
de Sta,
Misión Marta.
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Talaigua
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Fuentes: A.G. L (Sevilla), San la Fe, 552 y 10% y José i\.ntonio !11ol"eno y Escandón, Indios)· ;1/esti~-<JS. pp.
!\'ota: Se tomaron como base los listados de pobl;_¡cion es d e L758 -1764; véansc no mbres de
asemtmlienlos <'ll el \ lapa No. 10.

ordenar para controlar - mano ht"ero onael


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Cga. Gra~ ,
J de Sta. -
• Marta

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_, Talaigua @ 1\ •
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111. f ~J,. ORGA~IZ:\CI O~ POUilCO ,\ OMI'\1'\l'Ri\iJV:\ DE t<>~ ASf:NT.-\1.\tiENn>S


área. lo C[llf! llevÓ a instaurar O 110 Jos COI'I'fgimientOS derivÓ de ~ 11 iruporlall<'Ía estr r
gica. En todo caso. en Sauta \l arta uo todos los pueblos quedaron bajo d mando de .•.-.
corregidores. ni los corr·egimienttlS se hallaban próxünos !.os unos de los otr·os.
En la provine in de Cartage>na se establecieron s iete corregimientos, o sea cu In:•
más que en Santa Marta: el de 7ia·baco con dos pueblos. Piojón c:o11 cinco, Son B Ílf>
¡
Abad con tres, al igual que el del Sinú: sobre el de Tolú no st> especifica su número •Xo
pueblos, mientras q ut> en jur·i sdicción de la villa de .\lompo' SP establer ieron . •ti
corregimir>nt·os, el de l Retiro con tres pueblos y el de Tá.laigua <":ou cinco. En las íli
proYi nc ins se cr ear·on un total "10 corregimientos que admini.strahm unos '36 puebl ,;.=-
En la pro' incia de Cartagena. si se exceptúa el pue blo de Tablada, al s ur. cerc· dr
Si mití. par·ect>ría que la mayo r parte de los put>blos de indios que daron fo r-m~nde
parte de los nuevos corregim.ientos. Sin embargo aquí, al igual que en Sanla 1\lartá. .¡¡¡ro
aprecia qu<" los con·egimienLos no forrnaha_n un idades continuas, ni cobijaban el Lerri· oñ.
provin c ial. Ya para esa é poC'a había un número con siderable de sitios le n 1?6 . .ti,.
entre Jo sitios y sus anexosm que SP inte rcalab:m entre los pueblos. Dada la t ie2--
ción de unos y otr·os. t>s difíci l p<'nsar, incluso, que eada corregir nicnto conformaraJu~
unidad te rrilori.al cont.inua 126 o, eu otras palabras, q ue su jw·isdic:c:ión ter·rit-orial ~o gro
intercalar·a con la de Oll'as unidades admillislJ·ativlls, a car·go de o tros fnnri ouario .
Dr otra par'IC'. si se considera que e n la regió n Caribe e l corregidor e ró a
asumir fun ciones (]11<" antes desempeñ aban los cabildos de las Yillas y c iudades..,
s urg~?n var ias inqui etudes so bre la,; r·e laeion es que establecieron con },;as
corporaciones. También surge 11 interroga n tes sobre las r e laciones que Ps tahlJci~
r·on con las comunid ades in dígenas de su corregi111iento y con los vecinos d~ 1
sitios a iPdarws. H asta donde se puede observar en la docum e ntació n cons ultad'a
es dab le dar un<~ res puesta uniforme :1 estas preg unlas, aunque, en gen e ral, p ,
afim1nrse que los corr-egimie ntos e n las llanur·as de l Cat'ibe 11 0 tuvieron ni la
bilidad . ni la :1scendencia clt> que gozaron los de los A ndes. El cabildo de Ten
fue caut e loso cuan do expresó s u concepto sobre la conYeni e nc ia de es tablf>ce ·
un eorr'f>gimiento dC' natural es . S u info rme, bastant·f' compl e to sobre los s.i tio
iudios d e su jm·i sdi cción y sob re la forma como e l eabi ld o consid<:r·aba CJ Uf -
delwrían agn:•gar· pa ra reducir los 12 existe11 les a sólo 4. se nruest1·a m ás que p
en sus ref"ert>ncias a l COlTt>gidor. ~ nicamente sugiere que se no mbre a a lguie d
lugar y e:-..presa Str preocupae ión por ]os se>ii.alarniPnt os de qnc debe ser una p
na aj ena a esa juri sdicción. 12 i

' 2 ' En el infor-me de lJ/0 no se propor·cionó el nombre el<- los pueblos tJIIf' inregrabat ~
co rTf'gimient.o, sino sólo s u ntímero. De orr·a prute tampoco se indi cr'> el núnrer·o de puebl
qu(• contabn d co rre&'Üni f'n lo de Tolú. en la provinc:i:l de Cartagc' n::t (lbid., pp. lj~ 44). . :,
otr·os 9 corr<'gimientos habí:. un total clf' ~3 pueblos: 12 en lo,; Ir-es co n<'gim ien tos e
pr·o,incia de Santa _\[arta ) 21 pueblos l'n ~Pis corregimientos d<' la pro,incia di' Cru1agej . -
S<' asume qttf' "'' d séptimo c-orregimiento de esw ríl ri.ma proYirrr'ia. el de Toltí. había c~a
pue blos - q ue t".> ~>1 promedio de pueblos que ten.í~ n los otros co r·r~gi.mientos-. SI' tendt:i"
total ele 24 pueblos en los s i<•t<' conegimie nt os de la pmvincia de Cír rl agena y d n :\() puebig5
los 10 corregimi <'nt os de las dos provinci:.s. Debe ru1ola r~~e. sin emb:u·go. que e n PI Listadó
curatos presentado por el obi~1>o de la pro,; neia de Car·tag..ua en 1i G'I se registmr·ou sól~
pueblos en el corn'gi.miento dP Tolú (A.C. !. SP~illa. Sa111a Fe. 103/í' . r' ifra es ta últ ima 1c.
acog•'r-se, ru·roj::tría tul total de 14 p ueblo;; en los cot-r<'gi n,i entos de lns dos provi nc·ias.
m :\.C.f. (Sevilla), Sanra h. 1034.
l:)(; El ejem plo ru:ís claro e11 •·stl' sentido es el del corrcgimil'nto del Retiro. Oh:;C:rvese «¡,n
\ lap:r ~o. 16 qu<' ('11 rnedio de los dos pueblos de indios d .. este con"<'girniento hay dos s ·
En olt'OS casos. como por eje mpl o f'll Tenerifc. en medio <le los pueblos Pstaba la villa.
r:r. .José )f. D<' \li ..r- (comp.), Poblamientos. T. l. pp. 66 7 1.

ordenar para (Onrro/ar - marro htrrtra an!Jd


En la provincia de Carlagena los c hoques e n tre e l cabildo de Tolú y el corrPg idor
Jel Sinú. que tu\·iel'On lugar hacia 1758. llegaron en repetidas opol"ltmidades hasta la
\ud íencia. 128 El problema jurisdiccio nal aparece allí e n el trasfo ndo. El <'O n egidor
ouscaba q11 e se ll' d iera al corregimie nto la jurisdicció n ordinaria del p:H·Iicl o del r·ío
-..inú. sin inte rvención de los alcaldes de Tolú. 129 De e:;ta forma, se separaba la juri!:itli c·
on d e su partido del de la ,;Jia ) sus alcaldes ordinarios sólo podrían actuat· dPnlr·o
de las ci nco legnas e n co ntorno d e ésta.no Para la cor·poración, por el con t r·ario, e l
ro1-regidor sólo podía ser juez ordina1·io de los cinco pueb los de ese par·tido ) "su
legua de d istrito a c llos".rll La posición de l corregidor defendía la c:ontinuidad del
.-rritor·io del corregi mienlo. dentro del cual él ejercerírt la justi(· ia ordina r·ia. como lo
hacían sus pares e n Santafé. En tal caso, el sin'o ele Lorica, ubi c::·rdo enlr<• los pueb los
de San Juan de las P<1lrnas _,. S itio ~ucvo, quedaría bajo su ma.udo y el alcalde de To ltí
:J podría residir allí como acostumbraba. m En ese sitio el funcion:u·io se haría cargo.

por ej e m plo, d e las gesli ones relativas a los test.amenlos, las causas mortuorias, lo s
irutrumen los púhlicos ele es('r·itmas d e obligaciones y de más, así c:orno d e las manif(::s·
taciones de los ganados para r l abasto del Yecindario. 'lfi l<'s funcio nes. argumeJltaha e l
abildo. correspondían al alcalde or·clinario y a los regidores d e la ,.¡lJa.m El esc:í 11tlalo
ron el qu<' se desll rrolló el conflicto llevó a l::t Audienc ia a rnullu tanto ;¡ J a lcalde de
T()lú. cor)l o al corTegidor-, per o el (~tll o final d el tribunal dio la razón al C:-1hi ldo. 111
La decisión <.le la .-\udiencia en el caso del partido del Si rní significaba que lns
funciones asignad::ts a los eorregimi e ntos rec.;ientemc nt e instaurados e r1 las Uanuras
del Caribe variaban respeclo a las q u.e ejercía n desdl' hacía más d e un sig lo los e xis-
tentes en los A.ncles <'entrales. en tUl aspecto aparentemente iutrascendelllf'. pero qu<'. .
ladas las circuns ta ncias, resultaba de la m a; or importa ncia. En S<mtafé los corregido-
~ de indios, a pesar de lt1 disminución de la població n indígen::t de su ju r-isdicción y
df' que en el siglo \VIII per·dieron algtrnas di' sus fun ciones -como por ejemplo la df'
><iministrar mitayos . no Yieron disminuido su poder. Eu bue na rned ida esto se e.xplica
r>()r la presencia y aumenl o ele la población vecina d e los corTegimientos q11e, dado el
manejo de éste corno una l!Jtidad lenitorial contimw .v la funf·i ó n de eje r·cer justic·ia
...Jbre indios y no indios gue terúa e l funcionario. qu{"dó bajo s11 ca:rgo.r~~ En la región
...a.r·ibe. la decisión de la Attdinteia t'<'Specto a l o:-orregimicnto del S in ú, priY:~ba aJ co·
rrt'gidor d<" tales funciones, con lo c ual los caJ, ildos de las villas y ciudades mante nÍRn
,.¡ control d e la w ayor par·te del terTi torio y de la poh laC'i6n.
Lo anterio1· explica. en parte. el que la pr·esencia cfpJ funcionario no res ulte tan
marcada pn las ll:~n u ras d e l Caribe, <'O m o en Santafe y 1hnja, y que no intervenga en
~t i\· i dad cs que. cnnsiderandn la trayectoria d e sus co legas anlÜnos, se espe1·at"Ía que
'bum iera. Por ejemplo. cuando en l766 se adelantó wr proceso contra 'arios indi os y
testizos de pueblos y si tios ubicados en los alredPdor·es de .\l o mpo:-., ncnsados de
participar en los <~ l aq ues pe rpetrados por los ··i ndios h r·avos" en 1 ::~ provin cia de San1a

I:!S \ éas.-, por ejemplo. -\..G..\. Bogotá . Empleados Públiro.f Bolívar. 3. ff. o97t·. a i!.ll:h.: Empleados
P1íblicos Bolivor. 24. ff. :nsr. a 54h: Empleados PIÍUicos Bolfc·ar. 29. ff. 485•·· <1 487Y. :v 5-~ ¡ ,.. a 542Y. ,\
C(/bildos. 5. IT. Ir. a 82r.
•:.:> Pa1·tido: ··Se llama tambien t• l clistrúo ó lf'lT.i tório. que está <'011l prehendido de a lgun:t
jtll·iscliccion ó aclministracion d.- una Ciudad principal. que si" llama s11 c~beza.~ Diccionario de
Au1nridades. Yol. lll. T.\; p. 141).
l'lO .-\..G.0. (Bogot:l). Empleados Públicos Bol/var, 1 ff. 741 r. y 75:3r.

·~ · Ibid .. n: 7271·. y 75'"'-·


m !bid .. ff. 744\'. a 7 '15r. r 761 r.
m lbid.. f. i83r. ·
111 1bid., f. 810,·.

m ~!arta 'll <'n·era Aug<' l. Poder Local.


\Ja,·ta. el conoci111 iento del caso fue asumido de imllf'diato por el alcalde ordi na1'io ,-'-
la ,;Ha. rl6 .-\ pesa ,· ele que el proceso inYolucraba a 'arios indios de los pueblos d.-
partido de Talaigna. no se hizo ningún esfue!'ZO pa1':1 obtener la co lahoraeión del co
gidor de ese par! ido.n; Es m:ís, cuan<.lo el Jisr:1 l dt> la causa indicó la corn eni eu ciaj oj,..
ampliar la informació n t•cla tiva a los tt·il:wtos qne pagaban los indígenas dt> los puellk..,.
imp licados en el prnec;;o, la información se solicitó a los ofici;lles reales de la villa. rto:·
al corregidor. "18 Los ofic iales, por su pa•·t.e, conl<'SI.a ron que era es<~ f'uncionat·io el ~
deb ería s uminis trar ta l información. 1'19 l.uego. c ua ndo e l caso fue conocid o p ·.r '.J.
Audiencia y el vir t·cy com unicó al alcalde ordinario de :\lompox la orden de que 1 • :!1':
permitie,·a el paso de los moradores de la provi1wi11 de Cartagena al otm Indo del ri•:...
sólo uno ele los despacito se hizo publicar a Lra,·é-s dt' un coreegidor - el de Tenenfe.
en Santa :\l arta : en los demás. a pesar de> <¡n f' la mayoría enm pueblos de in.d!·""
s11jetos al régimPn del COI'I'egimiento, se comisionó a otros funcionm·ios e incl " a
indiYiduos parti cuh'll·es para di' ulgar la orden. 140
C. L AS C-\PI TAl'l Í-\S .-\.GUERRA ·.¡
Lo que podría co nsiderarse como "bajo p<'rfil", reducida presencia o imporJ ¡eia
del. co•·•·egimien l.o de indi os er.• lus llarw,·as del Cat·ibe, co nt,·asta con la de ot •·a insti tu ¡.·.
que, hasta donde se ha pod ido apreciar. no e~is ti ó e n Santafé y Tunja. pt> i'O qu fl'-
muy frecuente e n la r<'gión Caribe, e incluso t' rl ot•·ns provincias, como por f:jc mp1 . ~
_-\.ntioquia. Se 11·ata dt> las capitanías á guerra. w Estas. al igual que las a iC'a ldías pcdáot.>a:..
que se mencionan frecuf'ntemente en la docume ntación de S an taf~. Tunja y tamhit11
en la ¡·egión Caribe. adquirieron importancia hacia mediados del siglo '(\'TTL s in 'l~
se haga explícito en qué momento y qué razon es mol inrou su establec imiento. En ¡a,.
Leyes de Indias sólo s<> menciona la capitaní:~ á guerra al refe r·irsf' a los cargos q~
proveía e l ··ey, c>nlre los que estab<1 " ... t>l de Caste ll a no. Alcalde rnayor. ·' C<1p it
guerra de l C;islillo d ~> Acapulco, con mil ducados de sueldo y salario:". 112
En la ~ ueva C t·a na da , al igua·l que e n e l cnso naer'lCionado por las Ley ·k
Indias, algunas vec<>s cst :~s capitanías se asociaron co•• títulos de prestigio. Por ejerh: 1....
<>n 1771 el gobern11d01' de Antioquia e n<~llhezaha sus comun icaciones co n e l LÍLu¡ ·ir-
15
capitán á guen·:¡ del rt-gintiento de la corona de \'crnrr ti Z. ~ Esto. sin e mb:11·go, no f~
lo ntás común ~ un a capitan ía á guerra de un lf' l'l'itorio neogranadi no ocupabJ us
1'ango inferior al df' <'<1p it á n generaL con el quf' eslmo imestido el gobe rnad or·~
Cartageua dw·ante las primeras décadas del siglo '\\'111. u~ Esto se desprende de u~
concepto ¡)l'ep:lr:lclo <'11 1738. pa1·a efectos de la reo •·ga n ización del 'i rrei na to. & e:l
se hacía referenc ia a algunos gobernadores pro' incia les y se iudicaba qtll' debían ~t'T'

l 'ló A.G.\:.IRcJ¡_:ol;í), Juil'ios Ci'iminales. I S~ , fr le·. n l84r.


,.,; En la dcc·ln l·;t('itín de uno de los im pl i";ulos se me nciona al pueltlo de Chilloa y 'J:
corregidor :ihid., f. i h .'1, que posiblemente <·1·a e l de l partido de Tal:i igua.
I'Sil Tbicl .• IT. /!k a SOt·.
1
~ lhi<L f. !!O,:, '·
'" lbid .. IT. !J2,.: a !J(k
111 -\.G. \ . Rogolá. tinpleados Públicos Cuntlinfllllllrrn . l. tf. ??6,·. a 23h'.

•<:? Rn·opi/ru·iú11. lib•·o \ . título Jl. ley L Las (·apilanía;, á gueera no se m encionan ui t'll el ú
:\:\] del liltro \1111 e~> l:llj, o a Jos capitanes. 11 i t•n t:'l ín di r~> gE>n~>ral de la Recopilru·iófl .T. 11 l. pp. -
9. La refl'l·f•rw ia st• o lttm o a tJ•a,·és del Dicdmwrio dt· . lutoridades. Vo l. l. T. JI , p. llí8. Soll!'e
akaldí:1s pcd:ÍtH•;rs no St' I"Jlconu·ó referencia ;¡l¡,:uu a ell b1s mencionadas leyes. Los IÍiulos HL
TJIJ .' , . del liJ,·o \ ; t'l' b li\os a los difere ntes alc·aldr•s. no b s menrionan. ni <~parC('C l'efc t·cn ci: .1.
~· ll a;; en < ' 1 índ i•·•· g¡•net•al. T. 111, pp. 3 6.
113 .-\.\..\'. (Bo¡.:o~<í). Caciques e lildios. 45. f. tí.i r.
111 Gc•·no{J n Colmt> n:Jn's (romp.). Relacione.,· e lt!fiJ/'IIII'S, T. 1', p. I!J2.

ordenar para conrrolor- marra herrera ansel


apitanes a guerra .' no t"apitanes generales, de tal forma que quedar<~n Sl~elo a la
010toridarl del Yirre~, par·a e\'Üar las confronta<•iones que se hahían pr,esentado dur<intP
ci primer· v itTeillatoY ' Tnl concepto tuvo eco, ya que desdt' el restablf'cimie nt o dPI
.-irreinat.o en 1738. sólo el vil·t·ey quedó e n calidad de c:ap i l<tll g-enerai.Yr, La ca¡.>i tanía
á ~e rra no fue , sin ern b:H·go. la que se lt> confirió n los go biernos milib1rt>s rlel
..-iJTf>i na to. La gobernaciún Je Carmgena. por cjen1plo. quedó en t'al idad de cornandancia
~Pra l. al igual qut> la df' Santa .Marta. u;

Los anterior·es seiialamientos dirigen la atención fundame 1Jtalmentt> haeia dos


pn>hlemas: la función .' posición jerárqllica dada a las eapit11 nías á guerra que se
esta.bleci<'r·on en las provincias c¡u·ibeli.as y las ;liTibucioues de carácter militar con que
«st.aban iuvestidas. Sob rE> E>l ¡)l'imer punto se observa CJLte. e n cie t·tos aspectos, s u
jrn.rquía presentaba cierta sirnilítud con la de los corregidOI'es de indios . U nos y oL•·os
«nn nombrados por PI 'irrey, salvedad l wcl1a ele algunos curregirnientos de indios Je
Ot-rta impot·tancia, eomo C'l de Zipaquil·~. en Santafé o t>l d!' Soganwso en Tuuja. cuyo
.-omhramiento corres pondía al rey. 1 ·~8 131 listado de fu r ll.: ion~u·ios que iu<"luyt> el
úlendario. elaborado por o rden del sup1"rio1· gobierno en IROG. los situó junio <"011 los
lrHIÍPJites df' gobernador y los eorregidor<'S, cosa que no oc tuTió co n l os nlcaldes
pedá n~os , a quienes "i se menciona en la puhlicaciórr. H!l La i.denti.ficación e n 1r't' e.l
ron-egimicnto y la capilA11Ía á guerra aparece también t>n un diccionario de p rir wipios
*"1 .;;iglo XV III, en el qut' se indica que St' trataba del:
..Titulo que se dá á los Co1Tegidores dt> las Ciudades, pam poder entender Pn los casos
qut> tocaren a !11 gue1·t·a d c ntt·o de su te1·ritorio .\ jur·isdicción. e n falta Je Cabo militar." 1:4 '
Es dt> 11nota.r que t'l texto transcrito haef' r·eferencia a lo;; f'orr·egidores d~ l11s
riudades y no esp~cíficamen t e a los corre¡-,..;dores de indios; estos {dtimos, sin e rnbargo,
.-:J se mencionan en e l Diccionario. cuyo int e rés no se et>nll'llbrt preeisanwnl.<" en las
.-«es indianas, sino t>n las metJ·opolitanns. 1l 1
!lasta donde se Ita podido apreeiar. s in Pmhar·go. en la .\ut>va C1·anada las dos
m.,titm·iones - corregimiento de indios·' capitanía á guerr·a no fut>t'o n equip:u·ables.
amqu<' presental'On ciNtas similitudes fon11ales. En el doeumf'nlo de creaeión de uno
de estos t'ar·gos eu la j lll'isd icción de la vi lln df' ~Iompox, hechn por el virrey Eslm·a en
l~í'l . St' indicó que el. <'tll'll l o de Ja parroq t1ia de Loha se componía de ciuco s itios
prin cipales. en los que se carecía de minis tro ele justicia que los adrninistrara. 1:; 2 Esta
oo:.er\'a<"ió n , además de ejemplificar la at·tirulación que frN!tle nt emente se estabiPcín
ftlb·e 1 :~ jmisdicción f'rl!'si:ística y la quf' t'SI:~ hl ecía el Estado par:~ efectos de la admi-
ai:.lr.leión de justicia o el t'obro de las rt>ntns rPales, Yinculaha estas capitanías con la
pohlación no indígena de la provincia. al pt·eci;;ar que se establecía para adrninistrat·
jQ, s itios dE> una parroquia. Pe m además e n el documento e l 'i rrey p•·ecisó que ·'erixo,
~ t'.~tab l esco en Cap.it.ania Ag[ue]1Ta el Parl/i]uo q11e compr·ch e.nde el e nr:Ho d e Loba
c-:on los sitios ele s11 perlE' IIencias (sic}".";·¡ 1': 11 este caso la cap·it a nía, a diferen c in d e l

''' \. G. T. Sel"illa . Santa Fe. 385: el conct>pto rue pre~ent;~do pnr Jo1·ge Yitlalouga. quien
había sido Yirre) enLJ'e ti' 19 y 1723. durant e la J)l'imt'r-a instaur·ación del 'i1Teinato.
6
" Germán Colmt>ll31't'S comp. . Relaciofi('S i' ¡,!formes. T. l. p. 192.
,¡; !bid.. p. 162.
l iS Francisco :\11LOIIÍ<> "\lol'('JlO ' Escandón , Indios r 1/rsti:..os, pp. 42- 3 ." '\.C.N. (J3ogorá},
Emplf'ados Públicos Omdinomarca. 1: Jl 226r. ~ :.U h. .
1 9
~ Antonio Joseplr c;;,rcía. Kalendario. pp. ~J(i- 108.
1.:.o Diccionario de . lutorid(ldes . Vol. l. T. Jl. 1'· l lí8.

' ~ 1 !bid .. -Prólogo-. \'ol. l. T. J. pp. 1 \ lJ l.


•:.:.! \.C.~. Bogotá. f.' mp/¡•(ldos Públicos Bolívor. ~- f. 900r.
m lhid .. f. 902,.

111. lA O R G.t.l\fJZAG10~· POtmCO A!JMINISTRA11VA DE LOS ASENT:\Mir::X'fm


corregimi.ento del río Sinú, contaba con una jurisdicción continua, ya que en su ter . ·
l<wio no SP. intercalaban los pueblos con los sitios (véase :Mapa No. 17).
El documenlo también precisaba las funciones y los eargos anejos o anexo. a
est.a capium:ía. Según e l vin·ey el capiu1n debía ser-vir p ar·a lo milit.;.u· y a él debían e~a.r
subordinados ~~~ oficiales de la~ cornpa~ías mili~ianas qu.e hubi~r~ en st~ dist1·i~o _o.~(l~
que se crearan para las urgencws de (,uerra, q[u]e se ofrezcan , . 1 ~4 DelHll achmms~ar
justicia en lo civil y criminal, corno alcalde ped{Uleo, y en lo relativo al cobro de " o.;.
quintos y cobos y demás derechos del Real Erario, dehía actuar como alcalde m ayor": leo
minas.L55 F:l funcionario quedaba as:í encargado de tres tipos de actividades: mil~'~r.
juc~icial] í!s,;at. La c~lpüan.ía á guer·ra no las contení~ todas, sino que a su erecció: ." seo
urua la cr1a o creacron de los cargos de alcalde pedaneo y de alcalde mayor de m ·, ::>.
con los que q~teda ba .investido el capilán á guerra. 156 D e esta forma s us funciol!lfS
judiciales y.fiscales estaban respaldadas por· car·gos anexos, mientras c¡ue las funci<Y J .·· e-;
militares era la capitanía <l guerra Ja que las confería . m :
F:n el aspecto miliuu', s in embargo, llama la atención el que, por <~j emplo, e d
Kr~L~ndario de 1806 no se rnen.cione al fu_n c i o~ a.rio en el aparte destina~lo al "~,s~<•
\ l.lhlar del Nuevo Reyno d~~ (,ranada", Sll10 umcamente en el apar1.e lltulado . s~ .· :i.
Gobernadores Tenientes Letrados, Asesores Corregidores, Ten ientes, y cap itan ~ á
guerra." 15s Sobre el particular t·esulta s igni!kativo q ne no se haga l'efe rencia al desernp· io
del funcionario en libros como e l de Kuethe, centrados en el estudio del estaroe 1<)
militar de la Xueva Granada a finales del siglo XVIII, en un período en el que, de ~ra
parte, las referencias al fnncionario en la docum entación son frecuen1es.159 'C'lmpoc · e-:;.
usual que se incluyan documentos relativos al funcionario en el fondo MiLicias y Jlfa/ '{ul
del A.G.' . (Bogotá), en el que poi' lo ge neral se archivó la documentación sobre 10$
asuntos de la guerra, -mientr·as que aparece con frecuencia en el f(:>ndo Empleados Púb fT
de ese mismo archivo, que recoge ftwdamentalrnenle doeu.m entación sobre el gobie~¡o
del .\!u evo Reino. roo En 1779 el gobernador de la provincia de Carta.gena afirmab a :\~11:'
las capitanías ;i guerra resultaban más petjudiciales que beneficiosas, porque ader;oás
de inc¡uiet.ar demasiado "con el Lal imaginario tit.Hlo" militar, dejaban a otros (en ~lt>
caso se refería a los alcaldes pedáneos) enear·gados de las leyes . 161 El fiscal de i· al
hacienda y del supe1·ior gobiel'llo, por sn parte, conceptuó a fiwor de la continnación·. d
cargo, pero indicó c¡ue se debía precisar más su jul'isd icción, para qne no e ntrara:" n
con fli ctos de competencias con los militares. 162
La justificación para Ja creación de la capiuuúa á gueua resulta sig nificativa,
cuanto deja al descubierto las dificulta des qne tenían las villas y ci.uclad es ca.heza" e
tr
jurisdicción para adminiso.·ar sus territorios. SegCw eJ virrey se le otm·gaban al cap· •

ni Ibid., f. 900v.
IJJ Ibid., ff. 900v. y 902r.
LV. ibid., f. 902v.
tú Es probable que la ac umulación de var-ios cargos que frecuentemente se observa elli f"'
Caribe. estmiera asociada con la poca importancia relativa de cada l lllO de ellos. Esto ~e ded!.ke-
de Jo an.ot.ado por Moreno y Esc:mdón t'especto a las alcaldías mayores de. la Andiencial lt-
Santafé, en el sentido de que por ser rnuy tenues y no con1ar eon sueldo tijo estaban agrega::,¡;
a los capitanes á guerra, tenientes de oficiales rea les y adminis tradores de la real hacie a
(Francisco :\.ntonio ~foreno y Escandón, Indios .r Mestizo.~, p. 43).
ns :\ntonio Joseph García. Kalendario, pp. 96-lüi y 234-252.
IY.J Allan J. Kuethe. Rejórma ¡lfilitar . Sobre la documcnlaei<Sn relativa a los capitanes á gu >r::1
véase, por ejemplo, el índice del fondo Empleados Públicos Bolívar, d el A.G.: -. (Bogotá). '
too \ 'éanse los índices de los fondos iltfilicias y Marina y Empleados Públicos del i\ .G.N. (Bogo
' 6 t :\.GS. (Bogotá), Empleados Públicos Bolívar, 4. f. 892v.
t<l2 !bid., ff. 895r. a 896v.

<¡~ o > ordena~ pa ra COlllto.lar + mort.o herrera a;19el


hP>\_ -o.l7
LI.-\.'IF R \ S DEL C.-\RIBE
CAPIT-\J\ÍAS :\. Gt-ERRA 1/86

• Ciudad • Pueblo oe lflaiOS


o Vil~ b. Anexo Pueblo de Indios
• Slbo 6 Misión
, AAW>

a r~etllceptwi&agu.etra dc!.OC¿
\l~ 'fhtno**Pf'OX.modos).

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""""' ........ - 100l<m.

f ut>nt<·s: -\.G. I. Se' ifla . Santo Fe. 552) 1034: .llapas .r f>lnnos Panamá. :no.' A.(;._\¡, Bogot.-i), F:mpleados
Públicos C'undinamarm_ 1, ff. 228r: a 22\k .' .lfapO!('I'( I 2, 1284.
'ota: Sobrf'. l¡ts jurisdicciones de l a~ otras cnp i llli1 Í~~. no ~e ha encontJ·ado infol'lll:lC'ión sir nilar a la de la
•·apitnnía á gt reiT:l d<' Lobn

111. Lo\ ORCA 'ffZAt'ION POi mCO A0~U~~lR:\1lVA DE LOS ASCN"tAMII~NTO~


facultades de alcalde pedáneo, ya que las justicias de la villa de .Vlompox no podían ocurrj
1 oportunamente para la aprehensión y castigo ele los delincuentes, corno tmnpoco los al~~
i
des de In santa hermandad de la villa. quienes además carecían de la autoridad y jurisdicci¡ 1
s~1ficiente para atender los casos que se ~tesentaban. 1 6~ Tal ~rg~n:entación~ aunqu.e ~~
c1erta forma resullaba razonable, ya que era unprobahle que las JUStlCUlS de la villa pud1e~ ·· n
atender con ce leridad los casos que se p r·esen tahan en las diferentes partes ele ' u
jurisdicción, no pe.rmite apreciar las dificultades que, a su vez, enfrentm·ía una capitá . á
guerra para cumplir con las múltiples funciones que le habían asignado, <~n el exLe · <:•
terriLorio de su jurisdicción. El 4 de agosto de '17:'50 cuat.I'O negros cimarrones que ha~ b. m
formado pa.lenque en la cabecera de la quebrada de la Clara, en el partido de Loba,_diei m
muerte a una mujer y se robaron a cuatro de sus h~jas, cerca del sitio de Ariza. Cu< k.
estos hechos sucedieron el capitán á guerra se encontraba en el sitio Norosí, atareado , n
las coh1·anzas reales. El 22 de sepLiemb1·e rn.íÍS de mes y medio después de l ataque{'\("
dis¡~onf~ a dirigirse a A1·iz~ para enfr·entar la situación, cuando J'eeihió un~ ;-arta del ai ~J¡;o
ordinano de Mo~11pox c¡men,_ enterado de los h~chos, .le llar~aba t.a a~encwn pol' no h•te-r
Lomado las rned1das necesa.r-1as para la l.nUlqmhdad del vecJ.ndanoi to• ,
La defensa que hizo el funcionario de su gestión y las declaraciones de · 1;.
testigos pern<ilen apreciar que los capitanes <l guerra, al igual que los cotregidores ~
naturales de Santafé y Tunja, contaban con un equipo de pe1·sonas que, radieadas·.
difereutes sitios, les permitían atender sus v::n·iadas obligaciones. En Ariza fue <~1 tenie t.:-
del capitán, llam.ado tarnbién juez comisionado, el que al amanecer del día síguientJ· aJ
ataque, emprendió junto con los vecinos la persecución de los cimarrones, fui ta
recuperar a las jóvenes robadas, aunque sin capturar a Jos agresores. Dias después · '""
·~ecino: del sitio. (:e Sar~ :vb:n:os, cet·~·:;:no a A1'Í:1a,. ~ner~n~T;~ron _h~~'.las :le. l_os f\¡git·iv~ .~­
~. ncabczados pot el tenrentc del cap1tan en ese s1t10 h1cte1 on vrut<ts salidas en su bt . a.
sin lograr su comeLido. Eu ambos casos los tenientes del capitán Lomaron las medi~a...
.inmediatas para atender la silnación . Lo que no hicie eon , ya que e1·a de eompete~ · ía
del capitán en su calidad de alcalde pedáneo, fue practicar los interrogatorios p ra
f:~'l!~war la s~maria y remitirla a . ~~l ompox . 165 Por lo .demás, sólo siete aiios después~ ~n
11:->J, se logro la captura de los cunarrones que pru'tlclparon en el ataque, luego de .• ue-
los esclavos de una hacienda apresaran a uno de los implicados. 166 Es decir, que' 10
fueron las aulor·i.dades las que lograron aprehender a Jos cimarrones.
Los heehos narrados anteriormente llaman la atención sobre el apoyo q ue tenía
que h1·indar e l vecindario a las autoridades para que estas lograran cumplir con u~
funciones. F neron estos y no algún tipo de milicia, los que dirigidos por el teni~ lf'
emprendieron el rescate y trataron de capturar a los eimanones. Cuando en Ariz ~ .
c?noció -~l alaque, el ~enienle del capitál: estaba ausente, ~c!elanlando algunas diti~ n_-
CJas en !':>an \'la reos. Fue uno de los \·ecmos el que le envw un ehasque (por chas~
o e~r1·eo i.l:formándo_lo de la sit.· u.a<:i~n . O~.ros veeinos~ entre t:ant~, recogier~n el caclá)~r:
De mmedwto f'l temente se chng10 a Anza acampanado tam.b1en por vecmos del s ll9
de San ~hrcos, entre ellos los hermanos de la muerta, y junto eon ellos y los ve · (b
de Ariza logró recuperal' a las jóvenes. w;
A dit~rencia de lo que suce día en los pueblos de indios de Santafé y Tunja,
hahía en estos asentamientos numerosas autoridades indias que pud.i eran hac .

"'~.\.C.!\. (Bogotá}, Empleados Públicos Bo/[oar, 3, [ !)()J r. y Y.


161
.c\ .G.l. (Sevilla), Santa Fe, 1034 y A.G.N. (Bogotá), Poblaciones Varias, 5, C 2e. y v.
1"" A.C.\. (Sm-1\hl;, Santa Fe, 10:YL
i(.C. lbid.

'"' Ibid

ordenar para conr·rolar + marca herrera ansd


~~o df' la situación. Gn Ubaté, por ejemplo, en ] 765 , uno de los indios del pueblo
dt-u unc-ió ante los gober·nadores a Salvador Tola y a su yerno por el ro bo de una vaca.
l...a:, 1 1 '~-'S autoridades indígenas fueron de ronda y encontraron los restos del animal e.n
ia casn de Tola. Sobre esta base procedierott a aprehender a los implicados y a e n trc-
prlos al corregidor. quien adelantó la inlormación. 163 En las ll anuras del C3r·ibe los
sitws 110 c-ontaban con una E'Slructura similar. Sólo en los Yecindarios más populosos.
C:O)mo los de Tierra \derrlm en la pa1te norte rle la proúncia df' C utagena, Jos capit::~nt>s
á ~mena e' e ntual.menle podían contar también con el apoyo rlt> alcaldes pedánt>os. 1m
Ltos alcaldes, que l1acia principios del siglo 'VIII se habían t>Stablecido para intpartir·
ju:>ticia en tre la población no indígena , abundaban en los Andes centrales. P r';Íc:tiea·
toE"nle en todos los pueb los ele ind ios había uno y en los que contaban con. un vecin..
dario tnás populoso. hasta dos. 170 E s decir, que mientras en la mayoría de los ptteblos
de ' an tnfé y Ttmja se contaba con por lo rueuos un alcalde pedá11eo y con Ya.rias auto-
ridades inclias para dt>sempeltar las acti~idades de policía. en lns llanuras del Caribe.
l.:r- ,itios. que corno se ha ,;:;to et·an asentamientos muy ntullerosos, sólo contaJ)~lJI. en
d mejor· de los casos, con un alcalde pedánf'o, investido a Ycccs con las funciones de
c:api tá n ú g uerra. Los \·t'Cinos, por tanto, debíarr asumir un papel más activo c n:mdo se
presentnhan ataques qul' pon úm en peligro In seguridad ele l::t comunidad .
PE>ro aclernás de la participación de los vec-i nos hay o tro aspecto que ll ama la
aenc-ión y que contr·asta cou lo que Hsunlnwnte sucedía en los pueblos de los Andes
('{"ntrall's. \lientras que en estos últimos el cura del pueblo casi siempre apal'<'cÍa
'inculado de una u otra fo,·ma con los casos <'n los que la com unidad se veía afectada
PQr la comisión de delitos, su interve11eión en los procesos que se sig11i e ron en la
~ó n Car·ibe fue prácticamente nula. En el caso de los palenque•·os que dieron rnnt> r'te
a unn mujer y mbnron a sus hijas, narmdo ante riormente, sólo se hizo referencia al cura
tuando fnc capturado PI pl·i rnero de los cimH l'l'011eS, por·que rue a cobral'le a l p¡·eso ocho
~ lllf'cl io c-astellanos de or·o por' concepto de estipendios ·' misas que. como lo anotó el
dc>feusor rle la causa. éste no podía haJ)er causado ~·a quE> PI cw·a no era párro<'O de la
rinr:u-ronera o palenque donde Yhia e l preso.'" El pmtagonismo que asumiemn los
1.ecinos para defendE"t'Se de los atag uPS of' los eiruarrones. a l igual que la reducida
presencia del cura t>n c>l pr·oceso. pone en Pvidencia la debilidad de la estl'lletur'a de
autor idndcs en las llan tn'ns de l Caribe, en comparación c0 11 la que se obsf'rvab:l en
aque lla lllisma época en los corr'Pgimientos de los Ancles centr'<l i<'S. En la región Car·ibe
no sr 1nuaba de un ¡)l'oblerna de aust>ncia d<:> las a u Loi'Í.dades, ya que los tenientes del
~pitán :~snmieron la dir'f'C<'ÍÓn, pero su capncidnd p3r'a apoyarse en otras autor·idades
.J,t-)lugar Pr'a m.íni.rua: debían hacerlo e u los escasos Yecinos que lrabitaban en los sitios. m
Los anterio•·es seiialamientos, unidos a la revisión ele las act ividades desempeñadas
prJr estos funcionarios, pa recen indicar <¡ tlf' su geslión tuvo lllfls que ver con e l cantpo
po•líc ivo, es deeir con lA "buena orden qu<' se observa y guarda e n las Ci u dades y
R~p üh li c-ns, cumpliendo l:ls leyes ú ordena nzas, estnb lec-id as para s u mejor' gohie t'-
•o - ,:l. que con t>l de la guerra propiamente dicha. La anterior' :~fimuteión. sin emh11rgo.

168 .\.C.:\. Bogotá. Caciques e Indios. 25. n: !H 1r. a 935t·.


16H 'Este et'a el caso, pot· ejemplo. ti•· Santo Tomás (:\.G ..\1 . \Bogot:í), Empleados P!Íblicos
Bol/vnr. 4. f. S95~. ¡ .
'"'Sobre la gt·~ l j<í ll ndc+mtada por los :l lt-ald<:s pP.dán <?os. v~a~e ~!arta Herrera <\ngel, Poda
l.oml, pp. 121 -7.
,;, .\.C.!. (Sc>,·illa). Sm11a Fe, 1034.
172 En San .\Jarros. por ejemplo. eran 8 farn ili:ts y unos cuantos fo11\S 1eros [A.C. l. Se' illat.
Snnw Fe. 1034 .
•=-• Diccionario de ·tutoridades. \ ol. 111. T.\', p. 111.
debe matizarse. ya que en la r·egión Car·ibe. a dift>r·cncia de lo que su<'ed ín en los And -
centrales. las actividades polici,·as tenían mucho q ue ' er con la g u erra. Ca plum;
cimarrones, enfrentar· suble, aciones de esclavos. h<:~ cer· entt·adas contt·a los Ch imíla..
perseguir arrochelados. incautar rnercancías de contrnbando y tomar medidas fr·en: e a
lm; robos y piraterías perpe ll'<:~das por embarcaciones extrcurjeras fueron gestiones ue
con frecuencia queclaro 11 a su cargo. 174 Estas actividades, e n algunos casos, tu,ier·o d
c:H·ácter ele guerra. e nte ndida como " Hosti.l idad d eclarada de un Príneipe a otro, á
algm1a Repúbliea, tÍ d e una R epública a otra, <) a Ol.l'o Príncipe.""-' E ste tipo dt· g uer a
la que se vinculaba a los capitanes á guerr·n p t'('Sentaba. sin embar·go. unas cn rncter
c.as distintas a las relacionadas, por· ejemplo. c.on la ud~msa de la plaza de Cartagena o
con las acciones contra las alianzas entre indigenas y exlr·anjeros en el Da r·ién o e.1 la
Guaj ira. AJií e r·a el estameuto propiamente militar el que actual>aP;
Sobre este punto se podría señalar Cjll(' ('1 frecuente establecimiento d e 1~
capitanes á guer'J'a en la r·egión Cm·ibe, en contraposición con s u ausencia en los .'\ndt"'5
c·Pn tr·alf.'s, d ond(' p rN lominó el corregidor d e n a tur·al es . expresa el ni,·e l y tip~ d~
problemáticas y conflictos t' rl una y otm área. F.n los Amles de Jo que se trataba c~ dr
administnu· a poblad o re~ indígenas y luego a mestizos, que s i bien podían manifcst ' ~
hostilidad e incluso agr·ecli r· f-'ísic.amente a las au toridades, no tendían a eonfor-ntM' gru )~
para atacar en forma rt>lativa.rnente sistemática a o trns pobladores o a las autoridades ' oo
el fin de imponer sus inter-eses. Hubo ladron es (k ganado que acluar·on en gru po. R ro
e ntTe ellos, ~::\Iás que la agresividad era e l sigilo lo que se exigía como instl'llmenlo a12
proceder a sacar un aJ1imal de su corral o para introducirse e n una casa en medio de la
oscuriclad.''rñ Tambié n se pn•sent.amn motines contr·a cor·r·egidol'es o cums que exasr.~t-­
raban los ánimos de la población. En 1695 los indios de Gnata,ita se a.rnotinaron co 1r.1
su corregidor por haber· p uesto preso al cacique del pueblo. al que tum qnP li berar pá13
e' itar que pasaran df' los insultos a los hechos.'i6 En 1801 los indios del pueblo <le Bo~
se indignaron con tr'a s11 c:ur·a, que estaba azotando a l alcalde. luego de haberl o atado t or
el "pescuezo''; las indins Sf' ·'atmnullal'on·' y lo in!m lt:-u·ou. 1;a Ese mismo aüo Josefa Ta a.
india del p ueblo de U baq ue, no sólo agredió de paJal>r·a al corTegidm; sino que le dio un
fn erte empellón qn<~ lo puso en tierra. F.l funcio na r·io, temeroso de los indios que c:on
e lla estaban y de sus aliados. uo los castigó ni hizo cosa aJgtma p~u'ft sn coJHen ción) '
A pesar· de los brotes de r eheldía antes dPscr-itos. e l panorama en la r· egióo
Caribe eYiclen cia que los ni,eles de confmntación con 'arios grupos tle pob ladort>S
e ran mucho mayorPs. l n día de fiesta de 1752. en e l qne había poca g('n te en un·~

1;1 Véase, por c•jrmplo. :\.C.L (Sevilla¡. Srmw Fe. 1011\: A.C ..\. (Bogot¡\). Poblntiones 1'nrias, . Ir
lr. a 3v.:Empierulos PtÍMiros Bolívar, 4, ff. 89il'. ~ ~JO h.:.\'egros.r Esda()os Jfagda[r,,r,, '{, f'l: 9 tOr.. 9íl ~
y V. y 922r. n 92fir.; Lutce Cr·abn. The Politita!: .losé \l. rk M.ier.· (comp.), Poblnmil?ntos. T. n: lfL
23? 239: C ustaYo Bctt Ll"mus (comp.), "Con1 1'1tbando e ln tt> reses Comerciales'', pp. 52 y ; ~
And10ny 1\JcFarlarH', ~C i m mTones y Palenqnc·,; ~ . ·
r;:; Diccionario r/P rl11torirlades. VoL II, T. I\~ p. 9~. ~
16
; Véase. por· ejemplo, el tipo de documentación que se produjo con n·la c:icSn a \los

enfrentamientos corllt'a indígenas no souH•tidos en el Darién Y en la Cuajir:1 en .-\.g.'\.


Bogotá , Jlllicias y 1/nrina. 121 ·' 122; .-\llan KtH'thl". 1/i/irm:r Rejimu _,. -La Campaña Pncificadon
de la Frontera de Ríoh;wlt:t 17?2 1//9 - . Hnc-1/ns .\o. 19. Barranqnilla. Lninortr. <thril de 100':'.
pp. 9- 1/: Edum·do BaiTl'r·;t. 1/l'sli::.aje, Comercio y Rl'siscencia ~· José Polo :\cmia. -Protest,¡~ ~
Resistencia-, "Lo,. \\'n~ríu _) los Cocina- . -Pohl:uniento ~ C:onflil·lo Social .. y José Polo .'\cu~
comp.. -.-\ ntonio de \ r'é, ¡¡lo".
,;; Cuillet·mo Sosa. l .<1hmrlores. Tejedores y l.11drones. Hurtos .r Homiridios en la Proe>inciJ ~
Tunja 174.) 1810. Bogotá. Institut o Colombiano cJ¡• C! tllura Hispánica, HJ93, p. 25.
,;s .-\.C.i\. ~Bogo tá) , F:lllfllf'rulos Públicos Cw~<linamorca . 1, fC 4G r. a 47v.
1; 9 :\.G.i':. (Bogot:í¡. Cociques 1? Indios, 63. ff. 3:>2,·. :1 'l5fk

ISO A.C ..\. ! Bogn~tí) . Cariq11t•s t• Indios, l í, f. 710r.

ordenar para controlar \,_ marsa herrera anael


pla~o nes ee•·canos al sit..io de Santa Cruz de San Joseph, una muchedumbre d e indios,
·:pJP ~erían hasta cincuenla, quemó dos casas y flechó va•·ios animales de los co•·rales.
El r1ut' la punta de una d e las fle chas encontradas luego del ataquf' fuera d e "lata
ll' rdinaria - . con la que se ce•·caban las casas .Y no de las e nYenenadas, de soslrado y
pa)et.illa, era un indicio de que el. ataque no bahía sido llevado a caho por los Cl •imila.
,¡¡flo por los indios "mansos". De acuerdo con las cleclan•ciones se :;ospechaba q11e en
--1 habían partic ipado alg11nos indios del pueblo de Mahunbo.l81 La experiencia obtení-
4a C'omo resultado de los numerosos ataques lle' aba a la población ~ a las autMidades
a lllterpt·eta•· los ras1TOS dejados por- el agr esor. Tal actitud evoca la incertidumbre •·es-
peeto a su verdaclera id enlidad . He f'l eja también la percepción sobre b ruu.ltipliridad
.._. ~" llt>migos qn e, encubit' l'los o apoyados por los "indios bravos", !-'staban dispuestos
.a t"\presa•· a.bier·t:m1t-11te su hostilidad y su capacidad para defender un tenito•·io que,
ma... de dos siglos después de la invasión, se manLenía al rnar·gen del contml irllpe,·ial. J:>.l
A di ferencia d e Jo que se ha anotado sobre los robos de ganado en los Andes
ftfltrales, aqtú la agresión abierta f-ue la que primó . .Ylás qu e el despojo en sí. que :lCJUÍ
~h abía limitado a Jos fierros y las ropas. los ataques busc<Jban impedir que se trans itaran
...._ c-aminos. ríos y ca1íos. que se pescara, se sacaran made ras y se hicieran lal)l'anzas.
la presión se clirig·ía a g~~<~ se qui.tal'an las poblnciones ele la provincia de S anLa Marta,
Fa q ue niuguno habiLar·a en ella_l 83 Un ·'cholo o mestizo'" que habín participado en
.-ro ataque. sobre e l que se dudaba hubiera sido perpetrado sólo por los "indios
\OS- . se uta naba de q ue aunque el maestre de campo Joseph Femando d e \Jie r se
e>t(..-zara por conquistar a los Chimi!a, no acabar·ía nunca , porque Jos que atacab:u1 en
l:.a p•"Ovincia dt> Sm1ta Marta eran los indios d e Jns pueblos de la ribera de l Magdalena. 184
Sin em.bal'go. si se considera la identidad de los capturados que dedanu·on haber
..icipado eo el ataque. se obserYa que este ·'cholo" incllt_Y<Í en la cntegoría de indios
a.nhi<;n a los zambos. mulatos y mestizos que p<"H'Iicipaban en los ataqnC!s, a pesar ele no
_,. con~ide rados como tales por el F:slado. Los lazos de par<'ntesco, real o ficticio. inclica-
nan que su concepción respecto a este punto difería de la ofi cial. Pero además. aunqHe
..- es lo más usual, se registraron también casos de participación uegTa. 185 La estricta
,pt'raffJUÍ~ac.iÓn SOCÍO-- J'aCial de la SOCiedad colonial , COll S US detalladas clasificaciones
ba=>U<bs en la proporción de las mezclas entJ:e indios, b.lancos y negros, recubría enton-
""" la práctica de otros sistemas ele clasificación y de manejo de las re laciones elllre los
á:thitantes de los sitios y los pueblos. 186 Estos •·ara Yez se hacen explícitos e n la docu-
mt'ntaeión. pet·o se percibe su ex.islencia y su poder para estTuctur·a•· el entramAdo de
ana sociedad que se nutría de dive•·sas tr:adiciones culturales . En paYle es esa coexisten-
na dt> variados sistemas de dasificaeión. que no S<' hace explícita, la que hace tan t>nma-
nñada. conLt·adictoria ~ difícil de ent.cnde•· la dinámica de la sociedad colonüJ.
Adicionalmente. algunos d e Jos ataq·ues, además d e rcfor7..ar el propósito central
•lt- impedir e l pob lamiento de la p•·ovinci:l d e Santa :Y1arla, se diyigían a venga r los

1"' .\. C.~. Bogotá . Poblaáonl!s larias. :). fT. tíJ/t·. a 460r.
1 8~ éa;;t- Cllpítulo \ l.
\.
181
A.(;.N. (Bogolá). Juirios Crimin(I/Ps, 184 . fr. 5iv.. 66Y., 69v. y l!.í2r.
' lbid .. ff. 32\. a 31r. \' 18v.
18

'"; tbid.. l: 13lr. ·


J>ll' .\ c!olfo )leisel .' · .\laría :\guilera. " Ca•·tag~·na de lndias t>n 1ííl". anclan t¡tl f' dr aruerdo
con e l s ist(•ma de castas rariales ele la colon ia l:t raza era a la w1. una categoría ju•·ídica y 1ma
condició u So!'ial. lo q ue llevaba a que, en oc<~ ti iones. enu·ar~• n l'tl con lrndi r.ción. P;u·a el. caso
mexicano. Jl ona Katze\\. :Vl>w World Orders: Costa Painting in ('o/oníal Latin :1merim, New Yoek,
American ~o c iety :\rt Callc ry. l996. pp. 1 1- 1'3. discute las fracturas que se operaban en e l
sistema de dasi6cacion<':. •-aciales en f'l siglo \.\ JI l.

IJJ . L\ ORGA:-JI7.ACIO;\I POUTICO ,\OM I NI~iRATJVA DE l.O~ .'\.SF ~TA}'.U EN'fOS


agraYios que les inftingían las autoridades. En 1755 indios del pueblo ele .\ [amat
fueron donclt> los Chimila. se quejaron de su c ura y solicitamn su a~11da pru·a lo
\engam.a. Los indios ~b ravos·· y ..mansos.. se unier·on con pobladores lilwt>s .v dispusi
':?ri~s emboscadas. ~ara cuando el cur~ _se dirigiera ha~i~ ~ant_a :\Imta. 1,r, En la mqtoo
Canhe aunque el nume r·o y la proporcwn de la roblacwn mcltgena era muc-ho méuor
que en Jos Andes <'Cntr·a les, s us acciones mnestTan que tenían una gran capacidad gara
generar zozobra C:' llt1·e otros pob ladores y ent1·e las autoridades.
Lo se1ialado en este capítulo nos lleva a pl:mtear que, desd e el pu nto de , '_¡;t.
administrativo, en ln s ll au uras del Caribe l:ts dificultades para ej<~ r·c-<'r· un con ro-ol
relativamente efect ivo sobre la población, derivaro11 en buen11 medida de la falta1, •'W
c-ontinuidad entre t> l Ol'denamiento prehispán ico) e l colonial. A diferen(·ift de lo ·qUor'
sucedió en los \ ndes centrales. donde se presentó una relati\a continuidad ea
di,·ersos aspectos ele la organización administt·aliva. corno lo fuer·on las demarca io-
nes jurisdiccionalf's pro,·i11ciales, la transformaciÓ11 <.le los antiguos cncicazgos ea
pueblos de indios y lu ego sn agrupación en cor,· egimientos, organizados sigu ie.n o a
grandes rasgos los límites ele los cacicazgos d t> mayor jerarquía. en la región Ca 1k
las rupturas fueron mudro más profundas y las con tinuidades :m::ís t·enues. Las jl ·:;.-
dicciones provim·ia les i rnpll(~stas sepa1·aban te1-rit o r·ios que tradicionalmente se ha~a.a
1nantenido unid os. La población fue ··áp idnm r nte <.liezmada y enr-re los p ·1..-.»
sobrevivientf's que quedaron no se instaw·ó ningítll sistema o insti tuc ión - como·· J.K'I'
ejemplo el c01·regimienlo de indios de los Andes centrales que retomal'a elerne IOi
tr·adicionaJes. para dar alguna continuidad a la organización política con que conta-
ban. Adicionalmente. el qne no se instauraran corre>gimientos de natw·al<'s o alguna
instancia de poder dcpendi<>nte directamente d<' la Corona, encal'gada de a dmihi ~
trar a las comuniclades. tuvo corno l'esultado que. en la práctica . su administr~ i~
quedara en manos de los cabildos de las villas ) ciudades . Ese manejo ll e · ba
apareja do criterios administrativos más ajustados a los interes es de Jos sC:'C'tores do-
minantes represen.tados en los cabildos, que n los de la CoronEl.
. . A..hora hi~n : ~ 1 conside~·~r q ue l~LS rupllll'ns_ con_ el_ ordenamicn~:o p rehis¡:,lÍ1)i("G
hm1taban la posJb lhclad de utJ!JZar pat'11metros ya 111le n onz.ados como · naturales· · ~312
efectos de la legitimación de la normlltivida<.l colonial , se alcanza a dim<>ns iona d
imparto de las discontinuidades . Este problema. que se discutió al <>studiár la
ambiYalencia jurisdiccional entre las proYincias de Cartagena .' San tn ,\ tarta, deri'l1da
en gran parte de la t1·ansformación en límite de un río que había sido elemento dr
integración, S<" puedf:' hacer extensivo. con lns debidas pr·ecauciones. a o tro niv les
del ordenamiento ;¡drninistralivo. Se tr;~ta de un fenóme n o ya observado 01'
.YTaquiavelo, 18s pe1·o que e l an<11isis de los procesos d f' transformación del Mden 1ta-
b lecido en el orden tultural d e la sociedad y t> l papel que el ordenami(mlo espacial
juega en ese proceso permiten entender con mayor precisión . 180

l8:' José 1.\ 1. De \lier· COitlp.. Poblamii'IIIOS. T. n. p . 227.


r;;s Sobre el particular resultan inLeresantes los plnnl<·amientos que formulo <'11 El PriÍuil.P'-
,;obre los principados _bcredit<H·ios, en t~r1~inos de la ."'a.~(H" o menor fucilidacl r.~om <·~IIIServ~(':"
sobre la base de que conset"aodo sus anrrf,'lliiS consUluCifJnes, .r no habJendo chsco nfol'll1 1 da~ ~
c:ostwnbJ·es, los homJ)res perrnant'C<'n soseg:1dos.~ {Nicolás ~l aqniavelo (1469. 1527). Obras, p. 1l 1..
tS!l P iPI't'f' BcHII'cliPII. Outline .Y James S. Dunrnn y Nancy Duncan. "!Re)reading tJ1e L<UJ <bca ..--.

( 156) ordenar para conr.rolar + marta herrera anse1


SEGUf\DA PARTE

,
,·•...

l
j
1\·. LOS PUEBLOS DE l~DIOS DE LOS A~DES
CE.\TRr\.LES Y EL COl'TROL SOCIAL Y POLIT ICO
DE LA POBLACIO N RURAL

En el capítulo IJ se destacó la irnp<wtancia de los pue blos de indios d e los


\ncle-s ceutrales, indicando que n o sólo se constituyeron t>n espacios den tro de los
ruales se consolidó el C()ntrol político sob r·e la població n indígena. s ino que tambié n
~ni ¡> r·on para hacer cxte ns i,·o ese control sobre "Jos vecinos que se asentaron e n s ns
alrecledorPs. Tal peculiar·idad estuYo estn•chamente re1acionllda con la forma corno se
~truc turó su ordenamie nto espacial y j urisdicc ional dura n!~> la segunda miH'Id del
~lo '\\1 y primeras décadas del siglo X\ 1l. F:stos planleéU1tientos llarrum la atención
;obre la e~stencia de po r lo menos dos momentos en la hist.ot·ia de los poblados <k
indios de los Andes centrales. El primero. el de s u configuraci(Jil a mediados de l si.glo
\.\ r. como espacios en los que se debía nudear a la poblaci ó n nativa, para fn c ilita r la
b.bor dt> control del <·ur·:r docn·inero encar·gndo de su conYer·s ión. 1 El segundo. C'l de la
transformación de l casei'Ío diseñado para uso exclusivo de los indíge nas. en un esp:~ C'io
~ l{lle necesariamente debía confluir la población no indígena asentada e n sus alrede-
dor(>s, que se dio en las primeras décadas del siglo XVl L SP trata de un proble ma que
ha re<'ihido poca o ningLLnft atención por· p<trte de los investigadores, 2 en buena mcdtda
porqu(> han aceptado, sin e ntrar en rnayor('S cueslionarnient()s, los planteamien tos de
frilo'de y ele :Vüirner, eu e l sentido de que los habitantes no iHclígcnas de l.os pueblos
Je ind ios vivían a11í Pn co ntravención de lo estipulado por la ley. 1 Aclarar este proble ma
n-::.u lta central para dim e ns ionar· el papel que jugaron los pueblos de indios e n la

1 En Hispan oamér·ica es rf' p1·uceso se conorf' com1írrmcrrte con el nombr·f' de reducciones o


con(?rega('iOII('S, vé;mse. e niTf' otr·os, Peter Gerhllr·d, '·La Evolución-: - Congrega<:iorrcs de Indios" y
"Continu.it: and Ch ange~; Ramón Guti étTez (ed .). Pueblos de Indios; .1\ lejancir-o Málaga Medina ,
"To ledo Y las R.educcio nf's »; Edd <1 O. Samudio A., "Los Pueb.los de Indios"; Or-lando fnls Borda,
-lndi:m Congregati ons·· .v ;\([rrta Herrera :\11gi'L Pntll'r /,oca!; -ordenamiento Espacial .. .r "l':spa(·io
.'· Poder·~. \ 'éase también Recopilación. libro \ 'l. LÍLulo 11. ley L
2
\'éase. por ejemplo. Gerruán ColmPnare~. La Provincia de Ttmja e Historia Económi('n:
\l aría di' los :\.ngeles Eugt•rrio )(artíne.t. Tributo .r Trabajo: Orlando Fals l3 orda . · Jndian
Congregations..: J uan \ 'illama rín. - Encome nd ero~ and lndians"; Je11rrne ~IaYis Burford de
13 uchanan, ~Pueblo. Enro mienda": Luis Eduardo \Vi es ner. -His to l'i:r .1 Pr·oducción" y Guill<' l'llW
He rnánde1. Rodríg uez. /Jt' los rhibdws.
~ .Juan Friede. Los Cf¡ibdtos, p. 226 y Ylng nus iVWm cr, "Las Comun iclades·, p. 74. Solwe la
aceptación aer·ítica de la inliwmación que pr'új)OI'c' ionan los ~isitado t'PS y la documentación r·pl:r tiva
a los :\ndes ceotrales 1éasf' Jorg(· Or-lando Melo. "¿Cuá nta Tierra". Lo r·clativo ;~ l cará<'ter legal o no
ciP los 1ceinos asentad os t>rr los pueblos df' in d ios se ha discu li do eu Marta HPrre ra ·\ngel.
"Popularjon. TerTitory and Po1u~r-; -Espacio.' Porler·" y Poder Local. pp. .30 fl8 y 89- 90.

IV. 1 t>~ PUEBLOS DE DIDIO) l)L 10 ' A:ODF.S CE:<TR.HfS Y EL <..ONTRUI. SOCIAl Y POUTLCO DE LA PO HI~CION RUI\Al
qU<~
consolidación del poder colonial en los Andes centrales, tema en el que se centra e
capílulo, por lo las dos primet'as partes del m ismo se dedicarán a este proble.:f"
!~
En la prirner.a p~trle
de es.l e se ca.p~tulo el c:~msiclerará d~seií~),
de los poblai~,~ j
de los pueblos de md•os y se d1scnt1ra lo relattvo a su consolidae•on a lo largo l~-:
período colonial. Se busca llamar la atención sobre aquellos elementos del disett•:>
de los pueblos, que a la vez que reflejaban las características del ot'denamiento ~'""
se buscaba imponer (entre los cuales se incluían elementos de corte prehispáni , .
definían espacialmente las jerarquías hásicas del orden coloniaL Igualmente se pla . ea
que la discusión sobre las congregaciones de indios e n pueblos, ce ntrada en si }a;.
normas se cumplieron cabalmente, pierde de vista el papel de "campo de batalla-
que j ugó el espacio y su ordenamiento en términos de .la impos ieiú n de un nt~•·.•
orden, primet·o, y luego del mantenimiento de la dominación. 4
Posteriormente, la segunda pa•'le del capüulo se cent1'a en las medidas rela · a..-
a la administración religiosa de la población que se tomaron eu las primer-as déca a~
del siglo XVll y c¡ue, en el mediano y largo plazo, tuvieron un profundo impado e La
organización espacial y política de la población, que trascendió el plano de lo religi~ ....
1 Estas medidas hieie •·on posible que la población no indígena asentada fuera del ....
blado indígena y de sus resguat·clos formara parte del pueblo de indios, sin por , lo:.

1 contravenir las normas de segregación espacial de .la corona. Pe•·o además, al mirqy as
con algún detenirniento, se observa que, en el m ediano y largo plazo, la medida lle~ ~
subvertir un elemento básico del ordenamiento espaeial colonial, como lo era el dJ b
centralidad, aJ colocar a los indígenas en el {u·ea central del pueblo y, por tanto, 1. fté'
mayo•· preeminencia, mientras que los vecinos quedaron ubicados en la pe r·iferia.~ La
medida también tuvo un profundo impacto en lo relativo a la organización soc~ · ~
política d.e los pueblos, a.l lransfor·rnar el poblado o caserío indígena en un espaei . d<!>
permanente contacto entre la población indígena y no indígena de Jos puebl.o . rlt>
indi.os, que afectó además los c•·iterios ele vecindad y el establecimiento de jurisdicci · ~
administrativas, tanto en el plano de lo religioso, corno de lo civil.
En la tercera parte del capítulo se considetan las relaciones entJ'e los in di ; ~
los vecinos de los pueblos de indios. Básicamente se plantea que sería simpl:>t.a
considera•· que éstas tuv ie ron un carácter uniforme y se enfatizan las disparid ·• f>5.
sociales y jerárquicas existentes al interior de las categorías "indio" y "vecino". Sonrt"
esta base, se llama la atención sobre el surgimiento en el siglo XVHI de los orc;jones•.un
sector de campesinos l'icos, que puede cons.idera•·se como una elite rui'<:J en forma~· t'>n
y se indican las diferencias de o rden social y j erárquico existentes al interior d · as
c?n:uui~ades indígenas. Con base e!1 estos señalamientos ~e plan~ea , a n:• ~ner : de
h tpolesls , que ent•·e los sectores mas pobres y de menor .Jerarqma las düe:ren,.ao-
raciales tendían a ser 1nenos in.lportantes y que adqui1·ían mayor importancia e . la
medida en los individuos ascendían en la esca la socio- econórnica y jerú.rquica.
En l~ cu.ar'l~~ parte del capítulo se analiza l~ ir~1portancia :1ue, para, efectos ·.~ <4
control soc1al, jugo el poblado en los pueblos de ut(ltos, en partJcular el area cen~ L
al haberse erigido en nn espacio fundamental en términos de la socializaeión d . la
población. Se resalta igualmente el control que 1:11vo e l Estado colonial para defi' ir
los tiem pos y los espacios para la socialización y el alcance de esta capacidad,: al

' El papel del espacio en térmi.nos de la dominación y de la t't:s istencia a la misma se dis~ t~
eon base en los plameamientos de Michel Foucault, Discipline rwd Punis!t y rle }lichel d;o
Cel'teau, Tite Pracáce..
:; Respecto a la importancia de la centralidad en el ordenami ento social y HL·bano colo· ¡ai
v~:1se David .J. Rob inson, '' La ciudad colonial" y A.lan DurslOn, «Un régimen urbanístico".

<I 6o> ordena r p ara controlar + mana herrera anael

..~
~oermiürle incidic .11 0 s6lo en la estTuctura de t•epresentaciones df'l grupo. sino tam -
r.iPn e n su estructura d e orga nización como conj unto.1;
Por tí lti.mo se con side r-an la pla7.a .r la igl!"sia de los pueblos 1le indios, en tanto
·.¡ut> eseenat·ios en los que se! materializaba el poder. St> :maliza el papel que jugó In
~-lalll en términos el<> la escen ificación dP las ce1·cmonias políticas y de la difusióu de
~ men s<~es que el Estado colonial estaba interesado P ll diYtdg::u· entl'e la población.
~ considPl"a igualm e nte el poder s imbMico qul' adquit·ió este espacio y que lo llevó
~h i é u a constituiJ'S!" e n un escenario privilegiado para exp['esar la inconfocrnidad ,Y
1"{ desacue rdo frent e a la dominación. El templo se estu dia t>n térmi nos ele su c:tpacidad
pru-a lugraJ' que la población incorpora r-a el or dPn jerárquico de la sociedad .. tanto lllc-
é.antr el uso habituaJ de este espacio. qu<' se orga nizaba d e Acuerdo con esos p ~u·áme t r-o,;
.rrárqu icos, com o la mhié n e n el d esar•·ollo d e las acli,·idaeles requerid as para s u
-.antenim ien lo y consen ·ación.' En ambos casos se estudian Aspectos especílieos del
papt>l q ue desemp<>iinm n la ~ plazas e iglesias p ueble•·in as, lo que, conv.ieJie sn brayar·,
iiiD.plicó descal'tar rnurhas ott·as facetas que ofr·cef' ll estos Pspacios .Y que me recen un
~d io más detenido. De igual forma, oLros espacios de los poblados, como las cárce-les.
durhel'Ías. plll perías ) tiendas. por ejernplo. no fueron <.:onsiderados e n este Pst udio y
~rita n un tletallado estudio e n térmi11os del co n1t'ol social y político sobre In població n.

Los tc·mas dPsa r-rollados a lo la rgo del capít ulo se dir·igen a most•·ar q ue el
narniento espacial de los pueblos de indios j ugó w 1 papel fundamen tal rl<'nlro del
..ceso w ediante el l'ual la población intericwizó el ot·dC'n jerárquico de la sociedad
nial. Se u·ata de un probl ema cPntral en r·é t·minos de la dom inación , ya que al
ar a tm nsfor m<Lt" el orde n social. político e idPológico del Estado colonial en algo
l. se asegur·ah a su legitimidad y. con ella. su dotninación.8
.-\. I•:L Pn:RLO DE b-o1os Y sr Co'{SOLIDACi ó . 1 E!\ ws A "lDES CEJ\'THAI.ES

BueJta parte dPI territ01·io que en t>sle n·ahajo se denomina Andes cenn·ales coincidía
el que, a la llegada de los <'Spaiiolf's en 1517, ocupaban los indíge nas suje tos aJ Zipa
al Za({tJ e, sei'tores de BogoLá y de Tunja respeclivamenle!l (véase fll:tpa No. 1'Í). En es la
· • 1 con t•·olada por los \huscas la conquista se consolidó e n form a t<'mprana. A pesar
caos~ la mortalidad ind ígena que se pr·odujo como consecue ncia de la invasión, wr
ro rel!"lt ivarnente alto dP población sobrevivió. 10 Los indígenas rueron repartidos P n

•· Estos problemas se analizar·on uti liz:mdo los plantcami~>ntos fonnulados ah·Ni~>dtH" del
manejo del Liempo y del espnrio por J'ie n·e Bo urd i ~>u , Out/in~ o.fa Tl1eory oj Pmc1ice ) The Logic
oj Pmctict>. S oh •·e rl papel qut> j ugó la p laza como espacio ele ~oci;lli z~l e i ón véas... David .J.
Robinsnn. "F:I s i gn "ific·ado~ y :\l¡¡n Durs ton, "L"n rég-imen urbanístico-.
~ La in('<u·porarión del sistt>ma jedr·qu ico de la sociedad m~>diante el uso co tidiano del
templo se trabajó con base en los sei'lal::unientos de Da'"id J. Rohi nson. ··ta c·iudad colonial- ,1
-EJ sen tido-.
~ Lo r~>l atiYo al pa pel de l m·de11am it>n 1·o espacia l en la incMpo rac ión del o •·dt"n social .r
p<~lítiro como el or·clen natu r·al se desan·olló a par-tir· del aná lisis que hacen sobrE> ~>Sie tema
James Du ncan ~ \aocy Dunrao, .. H~> reading rlP L:uH.IscapP- ~ Pierre Rou rdie u, Owline of a
ThMr)" oj Pmcrice.
, PPdeo Agu ado. Rrcopilución Hútorial ("1 581), Juan Friede (comp.). 4 Vols.. Bogo t~. Ribliotet:l
tie la Presidt'nc·ia dE> Colombia. 1956. T. J. p. 263 y )05. En el P"'trerno noro r-iental. donde en el
;igln \\ 11 [ había indígenas l>ajo el régi rnrn de misiones. la pohlarió n no era ~l u i sr;a. sino
Larhc •i bid, p. 333.: - gru po co nocido tanrbi é n co n los nom hrt>s de Tu ne bo o l l \ v<r- . VéasE>
tam hié n .ll!an Fl·iede, ··.-\.J gtulflS Consid t>rar' iones-. r•· 7.
10
r::n 1560 había e n los \ n d<·s ce ntrales 89.197 indígenas Lri.butm·ios lrer·me;, Tcm 11· Pi nzón
co rnp . . .\"o hay C(lriques . pp. í8-91 . En los p•·im~>r·os años rle la im asión el C'Oncepto di'
indígenas tribu tarios era rr n tanto rPI:Hivo. l ·s rr:l lrnente inr luía a los homb•·es c:~s :~dos. sin
conside r·ar ""los 'ir·jos n i los man cebos rle hasLa qu inc e a ri os y por <":tsar." (Pf'\lru :\.gund o.
encomie ndas entre Jos conquistadores antes de 1540 y debían pagarles tributo. 11
pués de la matanza de los principales señores y caciques qu<' se hizo en Tunja en
al descubrirse el intent o de rebe lión q ue habían acordado con los de Bogotá.
indigenas volvieron a intentar acciones bélicas a gran escala para expu lsar a los "'"J'""r
les. 12 E 11 1549 la corona espaiiola ordenó a las autoridades de la Audiencia de
junta r a los indios en puehlosY para que los ··natl.trales se pueblen y jw1ten en
pue blos despar10les y gente pulitica... 14 Las acti' idades para po ner en práctiea es l~ .,r­
den se inieiaeon por lo me nos desde 1559. cuando el oidor Tomás López adela ntó gt..,.,-
tion es y Yisitas para ..PI juntar y poblar de los ymlios natma l t>s ··. ~., Los encorn e nd~~
fucl'on obligados a construi r· iglesias de piedl'a y t~j a en los nuevos poblados, a mant' nf.'l'
cura e n e llos y a sufragar los gastos de la iglesia, util.izando pa,·a e llo parte del Ll'ibuto R"M'
les daban los indigenas.'r, Todos estos fact·orcs tuvieron corno resultado el que, a pesar
de la reticencia eon que los indígenas y los e ncomenderos recibieron la orden de reduc-
ció n de los natiYos a pueblos. la medida lograra cierto nivel de consolidación. "
.\l1ora bien, lo qtH' se ordenó en estf' pt·imer momento. fne que se cons t.ruy ra11
asentar11ie ntos en los que los i11dios 1·esidieran en forma permanente y qu e estos tuvi
- ... su yglesia en un Cé111Lo de la pla<;a al o¡·iente el altar de t>l g•·anclo r y tamar1o qü¡
fuc•·e el pueblo .V algo mayo•· y a otro canto hagan la casa del cac;ique y se11o•· elt
rawnable grandor y a otro la casa de su cabi ldo y carc;:el Y a o tro las de los má
priuc;ipa les y tras esto por sus calles se pon gan los demas solat·es y ponyendo los de
tma parentela y conos<;en<;ias en un bai'l'io..... 18
Al bosquejar la descripción de l orde namiento espacia l que debían
pueblos. se podría obten er un trazo como el que aparece en el Esq uema 1o.
Se aprecia eu este disetio la concentració n del poder políti co y religioso
de la plaza. La iglesia, y <'!O n ella el cristianismo, se erigía como fnente única y su

Recopilación. T. l. p. 404 . Ps decir que. cn ténnin os generales. lo$ tributarios eran lo;;
rasados. cuva edad o~c-il:tha entre los 15 r lO$ 55 a iios.
11
Ped1·¿ Agu:1 do, Recopilación. T. J. p:
3/ 9. En un sentido cslrin o estos primeros
1m·iero11 el caráctN· de -ne pósitos" y no habían sido legaliz;1cl o~ mt>diante la expedició n
cc;dn'Jas de encomit>u(l<l . q u!' fue posterior (ib id ., p. 365}. ,
12 !bid., pp . .33!1 14 1 y ·~55- 359 . Véase tamb ic'- n J uan Ft·icdc, ''A lg unas Considera

pp. 7 8.
n Juan Villama rín. • Enc-omenderos a nd lnd i;uJS•. p. 127. \'é:Js<· !'l l.!'xto de la R Pal
rxpedida en 1549 en Juan Friede. Documl'ntos luétlilos, T. \ . pp. 154 5.
10
:\.G..\. ~Bogotá . Caáquer e Indios. 49. f. /6:i r·.
t:. ! bid., ff. 75l r. a /SÜ\. Gt'rmán Colmenru-es, Historia Eronómim, p. G1) !.a Pro<'ináa . pp. 72
16 Las Leyes ciP In d i a~ o rden aban c¡ue. con los tributos pn gado~ por los indíge na....
edifi caran iglesias c11 l;1:; c:abereras de los pue blos de indios y SI' pHgaran los salarios
ckw Lri ner·os !fiecopilacitín . T. 1, libro. I, título JI . ley VI y 1i rulo XIIT. I<'y \:V!IIl).1ambién
u los f'ncomenderos a p1·ow••r lo necesario parad 1;1.1llo divino (Rt·,·opilación, T. 1, libro I,
le) \XIU).Véaseta mhi t'.11T. H , libro V!. títul o lfl.lc"~· V.En la proYinr·ia ti•: Sa11t.afé la con
masi' a de iglesias de picrl 1':l .' teja tuvo luga r r•n la segu nda mi tad del sigl o .\\ ' I .
primt>ros aii os del siglo \\'.)[ Ro berto \ e landia. Fontihón Pueblo dr la Real Corona .
Tm pt'f'nta Oistrital de Bogotá. 1981. p. 70 y Enddopedia, T. 11. pp. 73i. 8 10. 824. 868. 930.
1026: T.HI. 1198. 1889: T. 1\. pp. 2.082. 2.096. 2. 185. 2.246 y 2.3 10 _,. T. "-1'· 2.640).
juri~dicción de la provi11cia <le Tunja el Jli'Of"I'SO pan•ce haber sido un poco más lento .) a
del ~ igl n .\V 1 todm·ía haJJía iglesias di' tapia y paja. al igual que de baharcq ue (José Moj
Rrlnción de Visiw s Coloniales. Pueblos. Reprmimientos y Parf'ialidades lnd,~·enos de la r rtl<lnlt:w
Tta!in.r de los Partidos r/(' !.a ?alma, ;lfu:.o, Vé/r:; y Pamplona. limjn. Pub li r;;1ciones de la "''~'"''""""•
Ro.' art>nse de Histori a. t94fi. pp. l- 100\.
,; .\larta Herrern ~ ngcl. Poder Local. pp. 5 1 61
Tunja-. pp. 445 í .
•~ .\.G.:\. Bogot:í . Caciques e Indio.,·. 19. f. it>tk

o rdenar pa ra controlar + marta herrera anad


EsQtrE_\l~ :Xo. 1
ÜRDE.\A.\ IIENTO ESPACL\L DE LOS P Lt:BLOS DE bnros
SEI.ÜN LAS L~STRUCCIO rES biPARTID.\S EN 1559

DDDDD A B

DO DO
D D Casa del
Cacique
Casas ·
de los
Principales

DO DO e
Casa del
Cabildo
y Cárcel

DDDDD A, B, e y D = parentelas

f'•t-n tc•: l'laboraclo con ha~<' c•n lo 01·denado po1· la lnst J·urció n pa1·a junta•· ." pob lar H los indios de
Santafé. firmada por Tomás López en 1559 , \ .G.X ,BogoL'Í'. (arit¡llf'S e /lidios 49. n: 76<i r. ;1 767Y.
.\· 752r. a 75'lr..

l\'. 1 o; l'UEBLOS DE l:-10105 DF 1m A \10[5 CE:'<TIULES 1' EL CONTROl SOC'l.'L Y POUTICO DE LA f'ORLAC:I0\1 RURAL
de lo sag¡-ado; se excluía t0111 lmente la sncralid ad p reh ispáni ca. 19 l n duso la orientació.
cardi nal del al tar res po ndía a tm a tJ·ad icióu litúr·giea cristiana de acuerdo con la cual ! -
fielt>s congregados en
La iglesia debían mi..ar hacia el oriente. 20 En lo que se r·efiere .
poder político. por el contrario. e.l espacio se com partía entre el or·d en tradicional ) ,.
nuevo. Se asenlal.HHl en el f'Spacio ce ntr'<U, por' u n a parte, la casa d el cacitprc y señ o r·,~'
com.o lns casas uP los pr inf'ipales y, p or o l.ro, la casa del cabi l.do y cárcel. Los primer "-
reprcsental)an l!! aceptación del poder de las for·mas políticas de cor te p r·elúspánicn.
recontext ualizadas si se quiere. pero a tín presentcs. 2r El cabildo r cárcel. por su p~.-.
expr·esaban el Ol'den político y rep resiYo de lo n uevo, m ient ras que la ind icación soq!'>'
la creació n d t~ barTios habitados cada w •o por parentelas, reí1cj a cierto r'cco noc írni('l 1• •
de los núcleos de parentesco nativos. 22 Es decir, que como lo observa :Ramón Gut.iér:r;eL
el pttC'hlo de indios uo puede ' erse únicamente como un¡¡ prolonga('ión física.'
morfológica dt> las pob lac iones para españoles, .' a que dentr'O de e llos subs istieron
rasgos <..l e la or·ganización in terna d e las comu n id ades ind [gc n as . 2~
Con relaf'ión a los lt>r'r'C'nos que se distribuían en este espacio d e l p ueblo a , ...
indios es de resaltar que se olorg-cillan para las casas y los solares. o s<·a para q¡w construyerau
Yiviend:Js y cultinu·an pequei10s huer·tos. 24 Las instruccio nes de 1559 establecie¡r.n

19
L a dt>t ennina<-ión de construir e l tt>mplo en un lugar t'('lltra l de 11 11 asenta mietl!•
dept-ndit>rulo de la posibilidad dt> irnpont.>r la religión que repr·~>s•·ntaba. se ohsl"n ·a en 1.-
albores d1·l t·r'istianisnro. En el año 1 12. cuando Const:.mtino conqrr islÓ a Ro nra. •·onsu·uy 1
catedral ca i<í lif'a fue¡·a d<' l centro de la c iudad. para no i11s ult ar los scuti mi entos (!el ,·on»erva ·• 1"
pagano. En Cnnstantinopla. la ciudn d que é l c ri"Ó ,Y que po r esta m iti tna razón ('8 l<t ba libre d :...
oposición con~ervadora. In constntf·ción de iglt>sias St' p r·oyectó l' " e l área <'~'~ ttral (Ricl'úl:-~
J...¡·autheimer. T/,ree Chn'stirm Capitals. 7bpograpl~r nnd Politics. Rome, Lonstaruinople, 1/i/rm. Berkclr ,
l. 11i1 ersi~· of California PrP:.s. 198~. pp. 14- 70r
20 Alru1 Dursron. ·r11 r?gim en u rbnnístico", p. 06.

2r Sohr'l' l:l s u pe rYiw rw ia ele l;1s :ll t l o ridad e~ tmrl icio na les \'l uisf':rS d ent l'O d<· la s ocic a:
t·olonia1 Yéasl': S1 lvia Bro;rdhent.Los rlúbchas: H(·r·ules Tova r Pinzón. La Forma ció" Social Cl!ilk: '
l9í0 . 2a. ed. ('Or;·egida y aumentada. Bogorá. CIEC. I!JSO: Juan .\ .\ illamarín _,. .ludilh F.. \'illama ·
"Kinsbip anrl !nlteritan<'<' \mong ÜH· Sabana dt> Bogotá Chibcha al tbe Tim<' of Spa.l)¡i-·.
C_?llCJtH'st'·, E1!1110logy. 19~:-í . pp. 173- 179 ." i\Ia.rt;r Herr·e r·a Angel. ··~~tloridades !ndíg1m~s", p ~ !•
3;:~ (u n:~ vers rou de este ultr mo texto, q ue presen l a a lg u na:; rn ncllftcacrvnes. fuP puh le cada • • ·~
e l mismo ótulo en Amado ·\. (;uerrero Rincón. Cullura polítim, moc•ilni.:mos sociakr T vio/ene~ ....
la /ri,·toria de Colombia. 111/ Congreso .\af'ioual de Hú1oria de Colombia. l3uearamanga. 1-,\i,·ersi ":
lndusrr·ial de ;url::~nder·. 199't pp. 79 IO!J.
22 Es de anota t· que $1? tra tó de un;t ;H"eptación t·e lati,·a, :a <'fUe $1? impusiero ll medidas toi.-

COIIIO la res u·ic~..:ión a la movi li d ad de kr po bla ció n indígena segt'rn sus pa trones de res ídet~r~
tradicionales. las cnales lltvic r·on un imp;~ct n impo•·tm rl e sobre ,,¡ l'tu1cionamiento llel s istemr¡; '""
part>ntesco. que no se 'e t't'Ocj;ulo en el onlenruniento de la tra7~~. Sobt·e el s isrema d<t parent~-« ·
y los pau·ones de t-esidencia \luisca. así como sobt'í' las limil:wiones que se impusio::r·on véa ....
Sihi a Bt·oadbenl. /,os íflibdws; Eduardo Londoño !.a,erde. "Lns Cacirazgns :\luisras a la lleg;•u
de los Conqt Listado res E~paño lt"s: e l caso del Zac.a1.go o Reino de Tu nja··, tes is prc~entada~~~
o pt;u· la lic·enciatura en :\J1lropología, Bo¡;otá, Cniw r·sidad di.' IM Andes. 198:1. pp. 142-152; J 1:.u:.
\ illa.m;uín .' Judith \'illrul1arín, - Kinship". pp. 173- .1 i~l: Carl R IM'Ingebaek. ,lin-eados. Poblamt ·.·
1' lntegracicín !:.'mica efllrf' los l/uiscas. Siglo \1'/. Bo¡!oi;Í. Bru1co d<' la República. !98i, pp. 151 ' '
\!atta HerT(' r'n. Poder l.oml. pp. 83-i.
'' Ra món ~uti ét:r<'~. " Las .red~H·:~ i,o n~ts ,indígena.~ e n el tu·!•n nismo .:ol o t~ i nl. Inlegra<l•;
2

cnltural y pe t'Ststen n as . H:~ m on G utr e r·r·('z 1ed .). Pueblos de bu/10.~. ()¡ro UrÚflliWI!O en la R(l!:f· ..
Andina. Quilo. Ediciont>~ :\h.\':l-Ya la. 1993. pp. ll- 63. ¡ · n planteamit>nto simil:u~ :nUJque miran<1<
t-l prob!Pm:l desde una persp!'ctiva distinta. puede ' l't'Se en Ja!'l.. \nthony Lira te. Cn:ation
.1/e.rican f.t111rlscape.
21
Sob r·f' este pun to r·nbe intlion· que 110 cnmparl i11r os el e:;q uellla de o rdNtnmier•to espa!:'tll.
de los rt-~guardos t¡tH' inc lttye .\'larga r·iLa Gonzál.ez c rt stls dos tí il jmas e di e iones t.lel li b r.o i.,
Resguardo eu eiXue•·o Rf'ino de Crmuula . 2a. ed .. Bogotá, Editorial La Cm·reta, lnédrto:;, 197~. ;
'H y 3a. NI.. El :\nco•·::~ Editores, 19!12. p. 37. ~in indicar las fuentes en que- se basó

ordenar para C'On trolar + marra herrera aoa~f


cDr:amente que los indios debían mantener la posesión de las tierr·as. ruoutes. pescaderos
~ cazader·os que habitualmente usaban.:¿; o :>e demarcaron en ese m omPn lo tierras de
~cuardo. En instrucciones de poblamiento posteriores. COlllO la de G uasc-a en 1639, se
iíldieó que a cada indio se le debía dar para casa y soiar en el plleblo 25 var·as en cuach·o
4il mts2) ·' para los caciques y capita ues 30 varas en cuadro (o35 mls 2). 26
De P>:la manera no sólo con la 11hi<"ación de un solar·, sino Larnbié n con su tamaño
tr reflejaba la j<'~'arquía desu ocup<ulte. Solares grandes, ub.i cados eer('~t 1le los espa<'ios
• Dios y e l rey indi<"a ban implícita y explícitamente la alta j errm¡uía de s u ocupan te.
~ ad c m ús, este esquema espac ia l que C'entraliza las jerarq u ías dt> D ios y el rey,
~a alredNio r· a los curas, caciqu es : capitanes y en lo¡; bor·des de este núcleo de
poder· a l "comú n-. puede Ye r·se tan1b ié n en su ca rácter alt>gÓ•·iro. Corno en el cielo
cristiano. en E>l centro está Dios. lo rodean las más prestigios::ts figuras celes liales.
*trás se uhi<":tn miembros importanl<'S p<'I'O de menor jer·a~·qlÚa y en la p:u·tp exterio r·
-d comím'', más numeroso, pero menos selec-to. 2; Así, gradualment E>, nwdiante e l uso
cotidiano del espacío, se podía establecer quién era quién e n rl p ttehlo, interiorizando
con ello <'1 sis tema j erárquico d e la socierlad. 28
Esle esq uema básico d iseñado por la coron a tuvo q ue adaptarse a "las eondieiones
4:!-pecífic-as de cada lugar,2q así como a las nuevas exigen cias sur·gidas de los ea rnh ios
introducidos por· el mismo sistema colonia l. Hacia 1593, es derie alr·cd cdor de treillta
mcJs después dt> la congregación ele indios t>n pueb los. se reformó In PStl'UC'tUI'a de la
prop iedad agraria. med iante la asignación de resgn<~rdos a las com unidades indíge·

e lahor:trlo. Oe acuerdo con t-1 est¡u<"ma m('ncionado. a los lado~ dt•l ('t'ntrn espir itual y
atbuinistrativo - mru-cado por· la iglt-sia ~e encontrarían las parcf'las rlt> uso in di' iduaL L'ls otras
l l't"~ cuartas partes del resgr)ar·do <c'~tarían di,;diclas entTe las tierras dC' rxplotarión colectiva )
los hosques y pastos co.nun<lll's. El ~squcma de González confu ndt:: los so lare~, que se asigna·
han dentro del asentamien ro dt>l poblad<> o case río. con las tie1T:IS de to.~o incliviclual que se
distribu ían en el resguardo para los culti vos y cría ele gru1ados. El eoru-:eplo de "solares- asociado
a lns c-nsns de v iv i end~ eh· los p\reblos de indios se encuen l"l'<l r:11t iV en la docu mentación
l1'11tp r·ana, como en la tardía . En efef'lO, se uti liza ya en la orden dt> jtll tr:lf· pueblos de 1559 y
taro hi én es com ún a final es dt' l s iglo XVI 11. A.sí. po•· ejemplo, cuando t>u 1779 se visitaron varios
purblos agJ·egados por Moreno y F:seamlón. se ave1·iguó "si tienen solat·<·s ..rt el pueblo donde
fabric-a r· ~us tlls::rs" Yéase A.G.X "IJogoLá . Caciques e Indios. 49. ( 7GGr·. .r ¡,:~i/([s Ro/íl'ar, 6. t: 616r.:
también 6 171-. ;. 6 18r·.. En 1:~ ,;sita de \ illabona ~ Zubiare a 13 jurisrli<·<·ión dr la ciudad de
Pamplona en 1628 se indir:~ba qu<" ~n Jos solares semb1·ru·rul fruralt-~: deru:ís semillas." legum·
h•·e y en los rf'sguardos labr-.mzas pru·ticnlares de u·igo. cebada. maíz..' 11<':1... para sustento de
ario.' \ f ' l .\.( ;.'J. Bogotá. 1'isiws Boyacd .r Smuander. H. ll 590,·. y 59 11·.. E.n los resguardos
también debía dt>s:m·ollarse la c•·ía de gru1ados 'A.G ..\1. t.Bogotá. l ·,:rilas íundinamnrca. 7. f. 434v.,.
De otra p~•·rl'. l'n las tierras del resguardo sólo una propor("ifÍll d P las ti erras. que no era
m a~ori r a1·ía, se d(·fímita ba par·a su explotación colectiva, bosq ut>s .' p:tstos <:omunal.es, la demás
se dist ribuí:l I' IHre p:;u·celas de uso ind ividual. Véase el esquema del puühlo y del resguardo de
Cota p ub licado por Luis \\' ies ner:. ·'Supl'l'vivencia de las instirt tcio.ws M11 isc:t;; - El ¡·esguardo
de Cotn (Cundinarna r<"a)"', lfn~uaré, ol. 5. No. 5, Bogotá. U nivf' l's id~d :11:iona l ele Colornb.ia.
Hl8i . pp. 2'l.i- 259, p. 256. e l q ue. aunque tampoco indica las fut·ntts usadas para elaborado,
retl eja las dl'~c-r·ipciones doc umentales de l o•·denamiento r.spa,·ia l dt• los r·rsguardos.
;¡.;.\.C ..\. Bogotá •. Caciques e Indios. 49, [ 76G.
Y. Robf'r·ro YPiitndia. Enciclopl'dia. T. 111. p. I 'W~. 1 \31'3 = O.S!t •nts.
r- .>\f;¡n D111'$ron. -rn
régimen urbanístico-. p. 85, plant<·a qtue> en lo~ siglos \TI ·' X \"ll.
denu·o del mar(·o c:onreptual de los espnr10les. estaba arraigado t-1 e<>•H·epto ele San .-\gusún -df"
la dudad como metáfora de la humanidad~. así como la idea df' qtw "La romunidad w ·bru1a es
por esencia un reflejo o prolongación de la Ciudad Celestial."
:lS Ln rl'l!tción e nt1·e el uso cotidi ano del espaeio y el S<'Jialami<· uto del orden jerárquico ha
sido resaltMia pa•·:J t>l caso de l.as ciudades por Da"id R.ohinson. "La ciudad colonjar, p. 274.
~ Vt'MI' lo 1-clativo a estas adaptaciones en Edda O. Samudio, ''l .os Pneb l o~ de Indios": Al1e1to
CoJ'l~tdi r tt,, Artr?)" ~rquilectura y Marta ll ~ rn' '''l Angd , ·'Ord<:>namiento l::S J)ncial". pp. 104- 6.

(\. lOS PUEBLOS DE r.\0(0 5 or; !OSA~Ol='.S C€N'l'R \ lE~ \' Fl CONTROL SOCIAL Y POLmCOOE LA J)O tR.ACI()N R.UR.AI
nas.'IO Con esta medida se despoj ó legalmente a los indígenas de s us lien·as ancestrale--
a l darles la posesión (no la propiedad} de las tierras que, en concepto de la c:o ron~
eran suficientes para que las cornunidad<'s desarrollaran s us actividades agrícola,
Las lie•-ras que se c¡uittli'On a los indígenas se decla rai'On realengAs, esto es ele propi,Clad
de la corona, y se pusieron a disposieíón fe los parücuhu·es crue quisieran componttllh
o, en otras palabras. colllpr¡i•·seJas a la co•·ona. 12 En el caso de la Sabana de Bogo~ La
creació n de los resgua•·dos en el siglo '\\"1 lcgiti.rnó el despojo de aproximadamentt> ...:
95?~ de las tierras de los indigenas. 33

Con la asignación de resguardos e l es pacio de Jos pu eblos de indios quedó


dividido en dos áreas: la del poblado propiamente dicho, en donde los indios de ÍaJI
residir e n f(wma permane nte y fa del resgua r·do, para s us cultivos y c ría de sus ~na­
dos_'l-1 l.lsua lmente los r-esguardos se dernarca mn rodeando al <'::lserío, de tal forma ~X

.., Las reformas d•·l pr-esidente Condlez c-obijaron otros campos de la economía." la po m.-.
c-olonial. entre ell o~ los mecanismos par·a la distribución de 111 m:mo de obra ind íg~>na n ..
.\ue'a Granada. \ "éas••: Juan friede. •De l:t encomienda Indi~n~ a la l'•·opiedad TerriloriaJ ' ~
Influencia sobre el Mestizaje•, ACHSC, ' o. 4, Bogot.-\, v niver·sidad Nacional. 1969, pp. '35 1 ~
.. La Conquista rlel T~>rTi to rio y el Pobl:mri f'rHo •. Manual de Historia de Colombia (1978), 3 'iok.
Bogotri, Pr·ocuhura. 1984. T. 1, pp. 11 9- 222. p. 220; Gr. rrnán C:olm~>n nres. «i.n Formaeión ~e la
Eco nomía Colonial (1500 1 740)•, Jos~ Antonio Ocarnpo (ed.), Historia Económica de Co fotw·•
' 1987), 2a. ed.. Bogotá. Siglo XXI Editor·f>s, 1H88. pp. 13-47. pp. 30 32 e Historio Económica. pp.
165 170 y Herrn es TO\ar PinlÓn. HaciPlul(l Colonial. pp. 63-()5.
11
\ éanse los phlnteamientos que. sohre f'l particular. hicif'r·on los oidores Ber·dugo, duru:1r
su , -isita a los p11ehlos df' la jurisdicdón de las ciudades d!" Tunja y \ élez :Josefina Cha,•e¡• dr
Bonilla. '"Infonnc", p. 132). _,. Aróstegui en su visita a los pueblos de la j urisdicción de Santék
;.'\ .C.:--. (Bogotá), Viritr~s Cundinamarca , 8, ff. 788,. a 790v.).
'F! Juru1 Fr·iede. "Oc la encomienda iudinna .. , pp. 52- 5.
11 Juan A. Villam;u·ín .• ] laciendas en la Sa h:ln a de Bogot:.í.·Co lornbi~t. en la época cnloni:rl: 1 ~.._

1810•. Enrique Flor·cscano (ed.), Haciendas, LMifimdios .Y Plani(Jr·iont'.~ en América La fin(/ , M' ·c:u
S iglo :\Xl Editores. 1 ~)75, pp. ~2/ - 345. pp. 327- "145 y Juru1 Yillam~rín y Judith E. \'illamaro.
·Citihcha Settlemenf·. p. :; l. En el período colonial la Sabana dr Bogotá formaba p:u·te de i;a
prc:" incia de Sruuafé. En <·1 <·aso del resguardo dt· Chita. en la jur·isdict·ión de la ciudad de Twr_¡.a..
Alba Luz Bonilla de Pico. ~F:I Resguardo", p. 1'1 6. calculó que a los i~tdígPnas se los habí:l dPsp9]a•:M.
del 8G~-o de sus tierras :HH"<'slrales.
11 NIal'la Herrera Angel. Poder Local, pp. 5 1- fi2. La bibliog ra í'ía relativa al tema 1ien t- a

id<' II Li fiear· e l proceso dP <'o ngr·egación de indios en pueblos, con la u:'i ignación de Tesgua~~h....
De •·s la forma se d e,:;cs tim<ul las impli caci o n•~s que tuvo sob r" la población indíge• a la
con fom1ación de poblados y, además. se co nfunden dos espaeios que. como el e;~ se~ío ~ el
resgua rdo. tuvieron una función." un carácter distintos. Véase por ejeurplo. Guillermo Hcmár;~dez
1\odrígut>z, De los Chibdws. pp. 300-8 y )largaril<~ \_,onuilez. El Re.<g/llmfo. J• ed., pp. 13- 16. Ll
clara difer·enciaeión ent re una .Y otra medid;~ S<' puede aprec iar· en Juan A. \"ill ~mart:l..
'" Encomenderos ancl lndinns··. pp. 127- 30 y 14'Í- 151; Juan Yillamar·ín J Judith E. Villarn,arr.::..
'" Clribcha Settlement~ . pp. 39~;)2 y Roberto Vc landia, Enciclopec/i(l y Fot~tibón, aunque desqe e
punto de vista analítico la vitiilin de l problema sea un t.'lnto foruwl _v no permita <lprc<~i:u; la,;
impli<·aciones de tm a y otra llte<Üda. Un señal:rol i<~ n l o sobre las disto rs iones generadas :ti mirw-
la territorialidad indígena ~ól o f'll ftmción al resguardo y a la ncc<•sidad de no confundí•·
par1c cJ tesguar·do, con el conj un to del ordcn:uniento de las eomu11idades indígenas, po.-.iot-
'ersl.' Pll Armando )larlÍIH~7. c~ rnic·a, - El Pro~·ecto de la Reptíblica de lo~ Indios". :\.mado \.
Cucrn·ro Rincón comp. . (it!tum Política, .1/ovimiewos Sociales y 1iofencia en fa Historia de Co/om};._
T'/ /1 Congreso ,\'acional de Historia dt• Colombia . Bucaramanga, niversidad Tnd usu·ial de Sa ntand~
1992. pp. 111- 121. Diana Bonnett, "Tier•r·a _, CotTHu rida(r. pp. 193 4. cuestiona la crítica cru . 1~
for·¡nuh1do a la identifi cacióu e::ntre el easer·ío de indios y el resgua rdo, ar·gi.rmentando q~ b.
diferencia q ue establezco c nt•·e estos espacios (Marta Herrera 1l,ngcl. "O r·denruniento E pa-
ci:~ r· , pp. HS- 9). tiene S LI btlse Pn la separación tempora l enu·e la cr<,aeión de los pueblo cM-
indio;; .v la asignación de resguardos y en la distinta rno1jvar.ión que ambas medidas tuvier'n.
Pl:u1lea qu~> las dos gestiones. la congregación de indios y el establecimiento de resguarde.,_
constituyeron momentos consecuti,·os d<>nlro del proceso de conforlllación de las dos rcpúb)jc;.,_

(I 66) ordenar para controlar + marco herrera angel


~~ue da•·on formando especies de islas alrededor de las cuales los -españoles"' pudieron
t·omponer con la corona las tierras realengas para establf'ct- r s us estancias ) hacien das.
CO!I lo se ap recia en el E sq uema r o. 2.
El señalami~nto de resg11ardos tuvo ho11das teperc ns iones sobre las comunidades
indígf'nas. al reC'ortarles sus tierras. Es muy probable que la venta de las Lie•·ras indígenas
declaradas realengas hubiera fomentado el asentamiento dP la población no indígena
en los alrededores de los caseríos y resg11;u-dos de los indios."':. Además, e n lo q ut>
tr·nia que ver con el modelo de poblruujento implan tado por la corona, al asignar los
resguardos t~n los alrededo •·es del pobl ado, se presion a ba la concentración d e la
población indígena. T.1l medida iba entonces en consonancia con el lllOclelo impuesto.
l -na pregunta que ftecuentemente sm·ge al cooside1·ar las primel':IS gf•St..iones p:1111
r ongregar pueblos es la de ¿hasta qué punto se cumplieron ? S i bien Hrios estudios sob•·e
las congregaciones adelantadas por el imperio espru'iol e n sus eolonias amer.icanas se
r eniTan m{tS en su aspecto legal, qu e en la a pl icación de Ja norma;l(; algunos tratan de darle
respuesta a este problema. Pr ler Gerhard mos1J:Ó que el p•·oceso de congeegaciones en la
\ue'a España enlre 15:30 y 1551 fue exitoso y. sobre esla base. indicó 1... necesidad clt>
rt·considerar las leol'Ías sobre asentamientos pr·ehispá.nicos, elabot-adas sobr·e la hipótesis
de que antes del segundo pi'Oceso de congregaciones (15!->1- 1.605) poco habí.a carnbiado.'r,

la de indios y la de espa•ioles. Si bien este no es el luga r pa ra considera r <'n detalle rsc


problema. que ame1ita tul ma_,·or· aná lisis algunos aspectos se h:u1 discutido c:n ~larta Hern!ra
.\ngel. -Espacio y Poder--·. pens;~mos que incluso adoptando la per·specti,·a que pl3lea Bonnett.
t>n rérminos metodológicos conviene considerar separadam <:>nte runbas medidas, aunque s<:>
vean como pa rte de un mis rno pr'O<'eso de ca r·ácre r m:ís g<:m~ r-a l. Tal ncp r·camiento resu lt:l
fundamen tal p ara apreciar tanto su especificidad, como su articulación con el todo y, en <·~ e
contexto. dimensiona r· t>l fa ctor tcrn po r·al y las motivaciones q ue, en su momen to, tuvieron
ambas medidas. aspectos que no convif'ne desestimar. En términos df' la diferenciación de los
espacios q ue se crearon como r'{'sultado de l'stas medidas: el pru·blo o poblado ~, el resguar-do,
tema <¡uf' se ha tratado en forma rnás df'l.allada en Mru·ta Ht'n·c- r·a Angel. Poder f.ocal. pp. 51 - 62.
pensamos que las p•·ohlf'máticas qu<' se tr abajan en este capítul o respecto al poblado
contr·ihui rán a apreci<u· la importancia de IM actiY.i dades que al lí se desarrollaban y su papel de
eje ar'lÍculndot· de la población que hahil nbn dc.rrtm de la j u,·i sd i~;ción de los l·ll" 'blos de ind ios.
l~,s pr·ecisiones sobr·e la especificid:ld de ese espacio iln-itnn a ;n anzar en su 111a.1 or compr<'n-
sión. al i¡,"tral que en el df'sat'rollo de <'studios que ofrf'zcan un panorama más d<'tallado sobl'(~
el funeionamiento inl('r'nO de los resguardos y, soh1'e esta basf'. enrique7.(·an nuestt·a
eornpr<'nsión sobre 1:1 fMma corno se articulab<rn ambos espacios. Tambi én imita a que se
profunrl ic·t> en In dimímic:lt que se pr·t•st>n tnba en los tenitor ios q ue for·maban parte dr l:r
jurisd icri<Ín d~l pueblo d ~ indios. pero nn dl'l resguardo ni del poblado indí¡¡;cn<~ , que eran los
que cont :~ban con un;~ mayot' extensión ." eran ocupados por la población no indíg<'n a ag-regad :~
al puehlr) ele indios: se 1m1aba de un <'spacio que cohijalla a Yccinos df' \'ariada.s <;asras y colort•s.
ricos. aC'omodados y pohr'I'S. así como a lll gran hacienda. Entender~~~ dinámica y su ru>ticula<:>ión
con el poblado indígen:1 y el ¡·esguar-do nos a<:>er<:>a rá ll la compr·ensión de la \'aria<la y complrja
gama rlf' r'f'lacioncs q ue ttl\ ieron como esce nar io al tenito rio jttrisdicciona l del pueblo de
indios, (·tr.vo o rdenam ienlo se encue ntra en la base de nuestr<r ;H' Iual or·garli7:~ c:i ón munic ipal.
15 Est(' r•·oceso de invasión de las lien·as ind ígf' nas se había iniciado (I II IC~S ele qu t' ~e

adoptarr1 1¡¡ medida, p<'m la apropiación de tales tÍC!rt•as no contaba aún con un fundamPnto
legal ;JuMl Friede. -oc la f'ncomienda indiana-. pp. 35- 40). Hacia 15:;1 f'n los alr·e<.lt-dores del
pueblo d<' indios de Foul ibón. ubicado <"er·ca a la eiuclad de Sant;~f<:. hab ía muchos ,·ecinos
'·blarH:os- qut> iban a misa~ su iglesia (Roberto \elandia. Fontibón. p. 3G;. Sobre el :•sentamiento
de pohl:ldores "espar1oles" e n el va.lll" d<' Facatativ<Í. a finales del s iglo X\'.1 y X\'1 1, vt'ase .fe:an nc
l\favis Burfo1·d de Bucltanan, "Pueb lo, Enco mi.er.1d<r y Resgua r·do", pp. 61 4.
16 Fr·anrisco DomíJ•gut>l. ~ Compaf1y, -Los pueblos dt> Indios"; Fr·;mc isco de Solano, "Políti<:>a

de Corw('ntr·ación- ~ Ci/l(kult>s Hispanomnf'ricanas .r Pueblo.f de Indios; Carmf'lo Sáenz <lf' Santa


~farfa. -La -Redu<:>ción a Poblados- y ..U<>j:111dro ~lálaga )Jedina. -Las RNiu cciones Toledanas en
el Perú", Ramón Gutiérr·cz. ed.', Pueólos df' Indios . pp. 2CH '316.
~; Pett•r· GNhard, " Congn~g;1ciones de fndios-, pp. 30 79.

1\' . LOS f•tl f RI O~ DE I~DIOS DE LO:s ,.\ "\l)I·S Cf...~'I;ITR...._LES Y El CON"! FtOI. SOCJAl Y POLm CO Ul:. l.A POBl:\CtO:"of ;tURAI
EsQUEMA No. 2
D rsTRIBl;Ció!\ DEL E SPACIO DE LOS P uEBLOS DE l i\•m os
LFEGO DE LA A SIG.:\ACIÚN DE RESGl i.•,HDOS A H\'f\LES DF.L SIGLO XVI

Pueblo de Indios
(casarlo)

Tierras realengas

o Resguardos

D Caserío

A. 8. C yO = parenlt!~

(I 6 8) ordenar para conrrolar + marta herrera anacl


·~rhard r·C'futó. en este pwllo, lo planteado por· impson sobr·e el fracaso de la:; congrega·
.c.--.nes de mediados de siglo eu la ~ueYa Espaiia.'lll
En e l caso de la 'ueva Granada GerUtán Colmenar-es, Alher·to Corradine, A rrnnndo
\lart.íne7. G~u·nica y Jai.n1e Salcedo afirman que las con gregacio nes iniciales t11vie r·on u n
impacto linritado e incluso que fmcasaron. 39 Juan y Juditl1 Villamar·ín indican que a lo l:u·go
4lel período colorúaJ la reacción de la población Chibcha ante la po líti<'a de congregaciones
fue la rl<' C'onstruir los pueblos. pt>r'O no yj,~ ,- en e llos en forma perm anente- .lO Fals Borda,
.a ·ffe reucia de los autores mencionados. aSlLme una peespe<'lÍ\ Il menos formalis ta dt>l
f""<:lb le nra. Plantea que a pesar de s u ineficacia. las leyes de C'ongr•egacion es dieron lngm· a
ptY)('esos socia les significativos. A1iade que no sólo algunos de esos resgna.r·dos se man tie-
..:n en el present<", sino que, con e l paso de l Liernpo, e l pob lado se erigió Pn un ct>nlr·o
~oso y económico pat-a la población asenlada en forma dispersa a sus alreded o t·es .~o '

En efC'cto. pensam os que una uiscusi ón sobre el é:\iLO de las congregaciorH'S


C'le'n trada {mieamenle en es tahle cer· si las comunidad es se asentaron en forma
~rrna ncnte e11 los nue' o poblados. pie r·de de vista las implicacio nes del proreso
ctue YÍYi<'ron como resulllldo de esta pol ílica, así como Jos f~nórnenos social es que
fuf'I'OII desencadenados po r las "reducciones~ . l<:n lo s Audes centra les, por ej e mplo,
'-:os pHt>hlo;; se constr uye ron y poblaron a lrt>dedo r d e ·156Q. i 2 Cornun id ad es e n le r·as
tu\ ieron que e nfrentarse a l lra uma del cl<'IWJ'raigo, implícito t'n t'l hecho de traslndar-
~ m asivamente a otro lugar. ajustándose a un as paulas d e ord e n amient o espaci<1l
p!'opias de otra cultura. El simpiP anuncio d e que se iba a poner en práctica la medidan
.debió ca usar gran re' uel o. El rechno al repoblamiento eslaba incluso pre' islo por· la
noonna+~ y fue casi inmediato. En 1561. algunos caciques y capi lan es, entre e l los los de
Bogotá, (:ipacón y Tahio !yéase Mapa No. 11:!), planeaban qu<'mar los nuevos p 11 e h los
<luran le l:t S€'mana San l::t. "r. Con el paso d e los años, estas exp resio nes abiertas el e
n:>ehazo a la me-dida, eeclie.-on su lugar a la resislt'nc·ia pasiva co1r la que las comunit.ladt>s
impid iero n que la t·ealidad se adecuara del todo a las exigen cias de la coro na. Una y
•otra \ ('Z Jurante los siglos '\\1. XVJI ) :\\111 se denunciaba que los ü1dios e\ilaban
~i d il' Pn los poblados~ prt>ferían habitar <'Oillinuamente los -huhíos- _ , . casas g.-a ndes
·1ue construían al lado dt> sus estancias y labranzas dentro de los resguardos. ub i<:ados
'i t'lla r-lo de legua e incluso a mayor d isl<u•c ia de la iglesia. 16

Poblars e y des poblarse pued e ver se e nton ces com o e l rno,·erse f'n l re dos
c-oHw<'p<' io nes del mundo y eso tenía un pr·o f'undo impacto."¡ Al g nn ~ts com uniclacles,

lS l.esley Byrd Simp,.:on, Studies li1 tire Admim:~tmtion oftl!e Indians in .\i>w Spain. f The I.A«'S
of Bur~s of 1512. 11. Tlll' Civil Congregatiou. Bt•t·k<'lcy, t : ni,·ersity of C:tlifornia Press. 1934.
"' Germá n ColmPn::lre,;, Hisroria J::coi/(Ífnim, pp 67- 8: Alher·to Co r•radine, -1- rbanis mo
fo:sp:-..io l", p. 158: :\rn1 111 Jdo \fa1·t ínez Garni<':~ . -F.I P1·oyecto", p. 114 y .ln ime Salcedo. " Los
P ut·hlos d e In dios~ . p. 1S:J.
10 Juan A. \'illamarín v Judith E. Vi ll ~mn,·ín , "Chi bcha Settlemenr". Véasl! tambié n J uan i\.

\ 'il lnrnarín. · EncomPnclt'J:Os :mrl Indians ~ . pp. 127- '30.


11 O rlando Fals B01·d;~ . "l ndian Congregations", pp. 332 y 351 : <'011\ Í('nC recordar que este

M'l ículo se publicó a mrtliados del siglo \ \ . pcrn que la ,;gencia di' los r·t'sgua.rdos se manril'n<'
rn los albores d PI siglo \\:J.
12 \.G.X Bogotá . ((l('iques e Indios. 49, f. ii5r. a ííív.

n lb id .. f. 758r.
11 lbid., f. 7661·.
¡
1r. Ibi cl .. IT. 775,·. 11 777,. •¡
lfo A.C.!\. (Bogo t:i' . v,:,itas Dmdinalltarm. 7. f. 952v. Yéanse 11111l\('1'0S()S ejemplos de e :WIS 1
:
dt·lluncias en Roberto\ 'rl:mdia. Enciclopedia y <'11 Juan y Jnclith \ illam:J•·Ín. "Chibcha Seulelllt'lli''. '
¡; En este st-ntido coi ncidimo s con lo que p lantPa Peter Cerhard .-n su anículo
- Congregacion<'s- . •·e~pecto al prol'111ulo impacto que Lu,·irt·on l~s l'ongn· gacioncJ> so lwP

1\'. l-OS PUEBLOS r>F INOJO~ OE LOS :\NOF.S c.r._~TRAlES Y El CONTROL .~CIA I Y PO Lrr!CO DE lA POBtACIO.'I' RURAL
M .r\ PANO . 18
A:-~D ES CEXfRALES
A.LGUNOS ASE~'L\MlEr TOS Y ASENT\i\HENTOS M ENCIONADOS Er EL C APfTULO
,,

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• Ciudad • Pueblo de Ind ioS 1

M.HA
100Km.
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Villa • Parroquia

Limites Aproximados
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ordenar para controlar + marta herrera onseJ

u
:· ·mo Guasea en 1576, se introdujeron en el n uevo paLTÓn ele poblarn íento,;s al rne-
po r· un tiernpo.49 Otr as, como Guatavita, en la vecindad de Guasca, en esa misma
:1•:·;;
~.,:>ea, tenían pocas casas utilizadas como "cozinas" (sic) y Saleehe {¿Cha leche?), tam-
~~n vecina a Guasca, tenía 250 bohíos vacíos porque eran también "cozinas" (sic) de
!-)~ indios. 50 Las aclividacles de poblamiento y r epob lamien to ordenadas por las
autoridades coloniales, deben estudiarse entonces dentro de todo el contexto de
so:-metimiento ideológico de la población indígena y la resistencia que ello o riginó y
ao únicamente en términos si la ley se cumplió o no.5 l El espacio y su ordenamiento
a;.mn ieron el papel de "campo de batalla", en el que se entraron a dirimir los intere-
-;.;s de vencedores y vencidos, primero y, luego, los diversos conflictos que surgieron
21 inte rior de la sociedad coloniaL Un estudio detenido del proceso y de su comple-
j·dad, resulta fundamental para entender cómo surgió de e llos una nueva concep-
ci.)n del mundo, que incorporó elementos de vencedores y vencidos, dominados y
dmninadores, dentro de un nuevo sistema de significados.51
Adicionalmente, es importante resaltar las observaciones de FaJs Borda, en el
i<'lltido de que las leyes de congregaciones dieron lugar a procesos sociales de gran
;.ign ificación den1Yo de la configuración de la sociedad neogranadina. 53 Como se ha
:Odicado en otros tnbajos y se precisa mtís adelante, buena parte de los pueblos de
:ndios creados a partir de estas congregacion es, se consoLidaron en el siglo XVII e
incorporaron dentro de su jurisdicción a pobladores no indios. 54 Paulatinamente esos
~oUeblos empezaron a constitu.irse en un referente útil para identificar a los pobladores.
[1 caserío empezó a ganar un significado que no habían previsto los legís.laclores .
.\demás de constituirse en un espacio para transformar a los indígenas en "gente
~itica ", 55 es decir, para incorporarlos al orden colonial, sin--ieron para ejercer el control
·k la creciente población mestiza de los alrededores . Con el paso del tiempo muchos
pueblos de indios no sólo terminaron por ser las cabeceras de los actuales municipios
e>)lombianos, sino que también han si.clo, como lo plantea Reichel- Dolrnatoft: espacios
'ffi los que se han amalgamado tradiciones culturales diversas.56

las culturas indígenas y sobre la necesidad de tenerlas en cuenta al buscar entender las
tradiciones prehispánicas, p:ll"a no ide ntificar elementos que fueron producto de la
conquista. como si fueran prehispánicos.
8
" Silvia Broadbent, Los Chibrhas, p. 5<l .
·!9 En 1639 el oidor Carvajal 1\nconLr·ó que vivían dispersos y los repobló (Roberto Velandia,

Enciclopedia, T. 111, pp. !339- "1346).


30
Silvia Broadbent, Los C!tibchas, p. 54 . Desconocemos e l sentido de la palabra "cozina"
en el texto.
"' Michel Foucault., Discipline and Punish.. anali za la importancia social y política de un
determinado ordenam iento espacial e insiste en su carác ter de poderosa henamiema en
manos del sistema político, mienlt':1S q ue llli.chel de Certeau, Th.e Practice ofEveryda)' L~fe,
ha llamado la atenc ión sobre las lá<:ticas que desar rollan los sectores dominad os, pal'a
oponerse a la dominación.
52 Juan y Juclith Vitlamm·ín (~Chibcha Settlement") han avanzado en este campo al eslud iar

el proceso de aplicaeión Je la política ele poblamiento en la Sabana di\ .Bogolá y la res istencia
presentada por tos in dígenas , sobre la base de que la resistencia se p•·esentaba,
fundamentalmenl.e, al nucleamiento, ya que en tiempos prehis ¡n1nicos los indígenas vivían
dispersos. Pensamos que el problema central no radicaba en gue hubiera o no un mJdea.mieniO
previo, sino en el hecho de que hab ía un ordenamiento espacial distinto, que respondía a otros
valores culturales y a ou·o lipo de organiz.ación social.
>"l Orlando Fals Bol'da, "Tndian Congregations~, pp. 332 y 351.
51
Marta Herrera Angel, Poder !;ocal; "Population, Territory ancl Power" y ".Espaeio y Pode1·".
:,; A.G.N. (Bogo tá), Caáqut.>s e Indios, 49, f. 765r.
~., Ge rarclo Reichel-Dolmatoff (comp.), Diario, p. 15.

IV. LOS PUEUlOS DE I~DIOS DE lOS .~NDE.<. CENTRAU~S Y f. I. CONTROt. SOC...:JAL '1' POUTICO DE 1-o\ POBLJ..CCON RUR.>\L
(171)
B. L". TRANS FOlULACLÓN DEL CASERíO DE LOS l l\'DI.OS Et l! ESPACIO DE
CO!'ITLFE.'\CIA DE I NDI.OS y VEC.I, os
_ En _1622, cu~ndo ;1
arz~hispo Fernando de Uga1·~e r:alizó su vi s ~~a past~tal en ;) 1
~ uevo Remo, que mdma las JUnsdlCcwoes de la prov:mcHl de S<Ullafe y la cmdad W
Tu nja, encontró numerosos "Espa•1 oles, Mestizos, Mulatos y ~egr-os q ue rcesiden T\
las Estanc:ias fuera de las Ciudades y Villas", en las irunediaciones de los pueblos ~.,.
indios:;; Estos pobladores tenían dificultades para asistir a sus parroquias, qu e et'l'l
sólo las de sus ciudades y villas , por lo que ordenó que fueran atendidos por l~,;
doctrineros o curas de los pueblos de indios.58 Esta medida tuvo un .i mportante impacto
en la organiz~ción espacial y política ?e_l_a población, que exce~ió el l~Ja_no de lo religiol •
y, en el mecbano y largo plazo, 1nc1cho en aspectos de c~Jraeter clVIl, como el de • a
vecindad y el establecimiento d e jurisdi cciones. Pero además, el cambio, legitima o
por el arzobispo Ugarte en las p•·imeras décadas del siglo XVJI, introdujo una innovaeij,n
que, a lat go plazo, subvel'tiría los padun etros del ordenamiento espacia.! colonial. ~l
efecto, nn aspecto que sobresale dentro del d isei'io de las ciudades, villas, pueblos ' e
indios, parroquias y sitios, tanto en el siglo XVI, como en el XVIII, es el damero, con a
plaza y la iglesia en el área central.59 Este diseño, como lo ha señalado Rohinson\ t
<~onsidel'ar la ciudad colonial his panoamericana, "simboli zó relaciones centrales ~
periféricas. Un habitante citadino sería conocido como central o marginal dentro de a
sociedad urbana, por la localizaci.ón de su residencia y/o trah<\jo,".60
El añadir jurisdi<-:cionalmente a los poblados de indios un espacio ocupado p r
vecinos, co locaba a estos últimos, de inmediato, en la pe1·ife ria. De esta forma, dent:ro,,J('
los cánones del ordenamiento espacial colonial, los in dígenas, por su centralidar-
c¡uedaban ubicados en una situación de p•·eeminencia frente a los vecinos que se aS\e-
gaban. Conviene subraym; sin e mba•·go, que en el momento de expedirse la medida , ,('
no era un problema. El arzobispo precisó que su alcance se limitaba a los vecinos ~1e
por su pobreza no t nvie1·an casa habitada en las ciudades.61 Lo dispuesto no cobij1)a
entonces al encomendero, o al gnlil hacendado, sino sólo a los pobladores blan cos, m,:;,.
tizos, negros o mulatos pobres.62 Es deci1· a gentes cuya condición social no era eentfal
dentro del orden colonial. Desde esta perspectjva la mecüda no entraba en contradiccl· n

;; A G :--; (Bogotá), .lfi.scelánea Coloma, 6. f 625r.


.;s fbid ., f. G:l:íe.• Poblaciones Boyacá, 1, f 642Y. y Basilio Vice nt~ de Ovtedo, Cualuiades, pp 1 r,..
7 Lo dispuesto por el a•·zobispo tetúa cterto sustento en la l~gislación, ya que desde 161 ~ .
había dispuesto ~ ... que los R<'l igiosos C uras de Pueblos efe Ind ios Brlminisn·en los Samos
Sacw~~~~tos ;i ~~~~ Espa_ñol.~s, que f!.1~ren s_us Pm;r~qtu.ano,s, ~- <!S LOS los t~ngan por sus le~ti-
mos P.uwcos. .. . ,Recopdac10n, T. I, ltb1o l, ntulo X\, le} X\. 111¡. ~
59 En el caso de las ciudad~s y villas véase la Recopilaciótz, libr·o IHJ , útuloVll, leyes VIII y \~tl:

y
en el de los-~ t •ebl os de ind ios vé_anse las instruceiones d~ ::orn;is Lóe~z r::~ jun~:_r pobl:_u: ~1$
md10s de bo9 en A.G.N. (Bogota), Caczques e l ndws, 49. fl. ¡Qfk. <• 76;v y ;:->2r. a ;o3r.; el d1s . o
que se utili 7-<Í para Jos sitios en la región Car ibe se aprec ia Ctl el ''Plano de las l\uevas Pobla'i,!,,_
nes~ que se in c;l uyó en el ma pil de la proYi nci a de Cartagena de Jl~<lll Lóp~z, ~laborado con bf;.("
en los datos recopilados por Antonio de la Torre .v Mu:a.nda en li77 (A.G ..N. (Bogotá), Jfapotp
2, 1284). Véase t;1mb ién David Robinson, "El sign ificado de 'Lugar'".. p. "12 y AJan Dmston; "' ·u
régimen urbanístico··.
r.o David Robinson, ·'La ciudad colon ial", p. 277.
Gl La medic.b se rest ringía a los "Españoles, }lestizos. Mulatos y negr·os q ue rresiden en a~o
Est<mcias fuera de las Ciudades y Villas'' (A.C ..\. {Bogotá), Múcelám:a Colonia, 6, f. 625r.).
62 Tal p ri ncipio se ratificó e hiw más explícito aiios más tar<le, a c·:~ íz rl~ los eonfli o:;

jurisdic.cionales surgidos en tre los euras d~ los pueblos y los de las ciud;¡<Jes y las villas.· Ea
1663, e\1 e l cu•-so de un litigio q ue tu vo lugar ~ntre el cura de la ciudad de Pamplona y e dd
pueblo de Surat<! y Real de Vetas, e l arwb ispo de la Sueva GnUlacla precisaba que la me · ida
cobijaba a los que no tenían casa y vecindad en la ciudad (ibid, f. 626r. ~· v.).

o rd e.n ar para controlar + mona hcrrE:Ta angel


con el principio de centralidad que moldeaba el ordenamiento espacial colonial. Fue con
el correr de los añ.os que esa relación centro/indígena periferiaivecino empezó a volverse
problemática . En el siglo XVHI y con mayor fuerza después de mediados de siglo, se
acentuó la importancia de los vecinos, tanto por su r,reriente peso df~mográfico, como por
el sur~;1miento entre ellos de una elite rural, a la que se le empezó a dar el nombre de
orqones.63 Con ello, su posición empezó paulatinamente a ganar un lugar central dentro
de la sociedad, lo qne llevó a que su uhicac.ión en la periferia de los pueblos de indios,
dej<u·a de estar en consonancia con los parámetros ele centralidad privilegiados en el
modelo de ordenanlienlo espacial legal, que mane:jaba el Estado colonial.
En términos de la organización jurisdiccional, la decisión del arzobispo Ugarte
de agregar a los pueblos de indios a la población no indígena, dio lug·ar a que los
territorios ocupados por estos pobladores, que les habían sido cpü taclos a los indíge-
nas, quedaran formando parte del espacio jurisdiccional de los pueblos el<-! indios.
Esto no significó crue los indios pudi eran habitarl os - ya que estaban ubicados fuera
rit>l caserío y del resguardo- , pero tuvo hondas repercusiones en su vi da cotidiana, al
legitima!' la transformación de sus poblados en espacios de permanente contacto con
la población no indígena. En Esquema No. 3 se presenta un esquema ele la forma como
·1uedó organizado el espaeio jurisdiccional de los pueblos de indios, como consecuen-
ria de las medidas adoptadas por el arzobispo Ugarte.
Esta distribución del espacio, que se empezó a configurar en las primeras
décadas del siglo XVII, se mantuvo hasta finalizar el. período colonial. A pesa1· de
;u aparente simplicidad, permitió que, a la vez que se mantenía el principio de la
;.(>gregación espacial, tanto la población indígena, como la no indígena fuera atendida
: Yigilada por los curas de los pueblos de indios y por las justicias que para tales
3sentamientos se habían estab lecido. 0 4 La relativa permanencia o estabilidad de
·1ue gozaron los pueblos de indios de los Andes centrales y el hecho de que hubieran
;.:.grado incorporar en d orden colonial a la población d e las áreas "rurales",
·:lt'pendió de varios factores, como la constante presencia ele curas y de justicias en
d área, el control que esos funcionarios ejercían para que la población se congregara
;.E>rnanalmente en los caseríos para cumplir con sus obligacion es religiosas, la eer-
•'ania entre los pueblos y la supervivencia de un número considerable de indíge-
:13 .> . a pesar de la drástica caída de su población, como consecuencia de la conquista
~ de la imposición del régimen colonial.

En lo (1ue tenía que ver con los criterios de vecindad que se m<m~jaban en la época,
.d medida del <u·zobispo Ugarte dio lugar a qne paulatinamente los "españoles" agl'egados
1 los pueblos terminaran por ser considerados corno vecinos de estos. Sobre el particular
~ cma Oviedo precisó, a mediados del siglo XVIII, que las medidas del m·zobispo fue ron:

61
Lo relati vo aJ crecimiento dt>..mográ lico de los vecinos se ha conside rado en :Marta Iferrera
:\.ngel, Poder Local, eap. 1l y en este texto e n el eapítu lo TI; lo r·elativo a los orejones se mirará en
el aparte C de este capíiuJo: ~Ind i os y Vecinos: Segr·egac.;ión, ln tegración y Jer<u'qlúas''.
111
}\unque en los pri me r·os ari os de la conquista hubo perm;wente escasez de doch·ineros,
:va desde 1555 se indi<:aiM que en d Reino, que incl uía las provincias de Santafé y Tunja, hab ía
suficientes religiosos par·a atender· <~ la eonve rsión de los ind.ios (Roberto Vela.ndia, Fomibón, p.
27). De otra parte conviene recordar· qu~~ a los alcaldes indios se les autorizc:í para que prendie-
ran~· dettl\'ieran en la drcel a mes1 izos y negros en <tus<:ncia cid cor·r·egidor [Recopilación, libro
Vi. titulo llL ley XVII Y Josefina Chaves de Bo11illa, "lnforrne", p. l9J ). Estas autori dades, que
abu ndaba n en los pr.reblos de indios, j ugaron un pape l de gran importancia dentro de la
estructura adminis1ra1iv:~ de los asentam ien tos rurales de los Andes centrales, a l igual q ue
otras au to ridades indígenas, corno caciques, gobernadores, cap itanes y ten ientes indios de
cmTegidot' (:llarta He r·l'era Angel, ":\.utoridades Indígenas~~ .

IV . LOS PUEBLOS DE INDIOS DE LOS !INDES CENTRALFS l' F.l CO:-ITROl SOCIAL Y POU'OCO Df LA POSI.ACION RURAL
ESQLE:~LA- o. 3
D TSTRfRI .CI(>N DEL E SP•\ CTO Jt iR!SDICClONAI. DE LOS P UEBLOS DE Ji\'DTOS DE LOS fu'\ •.::.-
CF. TR >.Lf.S. LUEGO DE LA.S REFORMAS DEL A:RZO AlS PO 1JCA.RTE E~ 1622

1_- 1 Espacio jurisdiccional del Pueblo de Indios

Terrenos de los vecinos (feligreses)


agregados a los pueblos de indios

-
CJ Resguardo lndlgena

Caserío Indígena

ordenar para controlar + marta herrero ansel


" ... elmotivo de llamarse, verbigracia, vecinos de la ciu(bd d e Tunja, y agregados al
p ut'blo de Tequia. de Chita. de Soatá. de Sátiva, etc., que ahor:l ti e neo mal entendido.
p ues ya po r costumbre y desid ia de los cums de ciudades. está n constituidos vecinos
tall"s de dichos pueMos los dichos españoles y los ('uras doctrineros, constituidos tales
pro pios párrocos de aquellos \'Ccinos agregados, .. .'-.65
De esta form a, paulatinamente, estos "españoles" f'u e ron desentendié ndose d e
las obligaciones re ligiosas y c ivil es que los unúm con l :~ s <'iudades y 1 :-~s villas, para
transfi.>rrnarse en ' ecinos ele los pueblos de ind ios.m Este camhio fue asumido. no sin
cif'rla reticen cia por· parte de algunos Yecinos a que se los asi milara con los indios. Por
ello, en algunos casos. p r eferían, por ejemplo. denominarse ' eciuos del valle del Cocuy,
a c-alificarse como vecinos del pueblo del Coc uy. 67 TaJ reticencia, que puede verse como
e\.prcsión de los prejuicios raciales contra los indígenas, no impidió q u<' e l cambio
terminara por· ser r·econocido e n forma expllcita por las autoridades . Eu 177ft la J uuta
•..c neral de Tribunales, conformada por los miembros de la Real Audi~>ncia y por los
del Tribunal y Real Audiencia de Cuentas, conceptuó que los \ ecinos d e los pueblos
-en c;~ li dad de agregados son ver·daderamentc Parro quianos de aquel c ur·alo [por lo
cuul] podran en e l ser administrados y soconid os en todo lo espiritual. sin necesidad
de Pxclu.ir ele su propio nativo a los Naturales d e el:'' .68 La ante r·ior disposició n permite
apreciar que en la segunda mitad del siglo X\'111 el avecindamiento de la población no
md ígena a los pueblos de indios no sólo era común. sino que se hallaba respaldado
J!OI' criterios jurídicos expresados por las más altas jerat·qlúas del vir·reinato.
En cuanto a la jmisdicc ió n de los p ncblos ele indios, la medida d e l arzobispo
l r;arlc lleYÓ a defini r· los territor·ios en los quP lo!" curas de los pueblos de indios debían
administr·ar a los Yecinos. _-\unquc no se han <'ncontratlo las disposicion es relatiYas al
~lah iN·imiento de lales jw·isdicciones, en la documenta('ión ha)' e'<.idencia de que ex.is-
tit>r·on. Así. en 1774 los curas de los pueblos de indios d e Cuiti,.a y de Tota, perlenecien -
t~s a la jur:isdicció n de la ciudad de Tunja , e ntraron en con(licto porqu e los vecinos
radicados en un área conocida romo Susadi. jur-isdicción del pueblo de Cnitiva -y que
no fo r·maba parte del poblado o ci<'l resguardo indígena- . estaban siendo atendidos por·
e• cura del pueblo de Tota. En el cmso del proceso se precisó que los curas no tenían
.1utoridacl para modificar las jurisdicciones eclesiásticas d e los pueblos, asu nto que era
de competencia de los vicarios y oüispos. lo que indica que t~ran r·elaüvamente fij as y
~lo l<1s autoridadf's de rango su per·ior contaban con atribuciones para modificarlas.w

La transpos ición de estas jurisdicciones eclesiásti<'as a l plano c-ivi l, se deduce


;.ambién de la e' id encía documental. Se apr·ccia, por ejemplo. en los nombram ientos
•ie los alcaldes pectáneos, a qui<'nes se les designaba para administr·ar.· justic ia entre
lo~ vf'cinos r adicados en los pueblos de indios y en las par:r·oquias, sin I"Slableeerlf's

&s Basilio \ icente de Chiedo. Cualidades, p. '117: subrayado~ nuestros. En la dol'umentación


es frecuente cncontral' que w1a per5ona no indígena se califique como 'ecino de un pueblo
de indios, Yéa~e. por ejemplo. .\.G..\. (Bogotá;. Jfiscelánea Colonia, 22, f. ??4, ,
66 Este proceso dio lug¡u· a conflictOs que invo lucmr·on tMllO a los curas oe las ci udades yvi ll~~.
como a s us ca bildos, que tral'ah:-t n de exigid e :1 <~stos poblndor·es que <'urn p lieran con s us
o bligaciones de vecinos (A.C . . (Bogotá}, ¡lfúcelá~~ea Colonia, 22. ff. 62 lr. a G75v. y Poblacionf's
Bo_FJCá. l. 1-f. 64lr. a G46v.).
"' A.G.X Bogotá .PobladoneslJoyacá. l. fT. Sir. a88v. y Al ha Lm. Oonilla de Pit·o. ~r. l Resguardo- .
.-.s .-\. GS Bogotá' . Poblaciones 1arias. i , f. iO Ir.
69 A.G.;\. ,Bogotá). Poblaciones Bo)'(l('á. l.IT. J63r•. a 1ii\. J.as Leyes de l ndi¡¡s or·denaban a

vir-reyes. audiencias ,1· demás funciona rios que se guar·daran los lírr:rites jurisdiccio nales defin idos
por esas leyes o por <:ostwn.b re legíLimam ente inll'oducitla {Recopilación, T. JI. libro V, títu lo 1, Ley
1). Dcn tro de es ta pen;pecti,·a. los límites de la jlll·i~di ccióll eclt>~i::ística podían for·mar· p~ 1te de
I'Sa costumbre c¡ u P e ra legitimada po r la coroua.

IY. LOS ?UESI OS Df. 1:'1/0IOS D E LOS .la~OES CI:~TRAlF..S Y Fi CO.'Il'"J"A.OL )()t"I:\L Y POUT JCO OE l.A P0BLAC10N RURAl
jurisrlicciones distintas a las del respectiYo párroco. Cuando los vecindarios t>ran rt-
cidos. tm sólo akaldf' era nornbr·ado para adm.inistrar dos o tres pueblos·' cuando,
el contrario. eran demasiado numerosos, se nomhtaban dos alcaldes para un sólo R
blo. 10 Dado qu e el establecimiento de las <tlcaldías pedáneas fue uu fenórut>rto po~ r--
rior a la i.nstaura ció n de los curatos/ ' este ej emplo sugiere que las j urisdicci
eclesiásticas sei1aladas a los pueblos se utilizaron para efer.tos civ.iJes. De la mi
(()J'ma, cwwdo en 1795 se tl·amitó la segregación de Tenza y La Capilla, en jurisdic
de Tunja, se demarcar·on los límites de las jurisdiccionPs eclesiásticas y se indicó.
serían los mismos que di' id ieian las jurisdicciones de los alcalcles.n
.-\hora bien. como se ha podido apreciar, el ordenamiento dt>l t>Sp:l<'ÍO qu
dio en los pueblos rle indios de los Andes centt·ales permit ió que. a la yez qu~ ,..,_
cum plían las normas de segregación espacial que establecían que los indi os~ k->
' Prinos no debían viYir en el mismo asentami ento, ambos grupos es tableei
fref'nentes contaclos.i1 Tales relac.iones se vieron estimuladas por difenml es facl'
Algunos vecinos desatendieron las normas de segregación y se establecieron ~ ~.
resguardo y en el cascrío ind.ígena, con lo qne tales ,·elaciones adcruirieron 11n c-aY.á~­
ter má~ estrecho. ito De. otra p~rte, los requerintienl.~>s d e man_o de obra. indígen.J "'~
las h.a:le~lda_s y estan c•as _vecmas a los pueblos, as• como el n~~er~<:ll11b10 de la j!"':-
duccwn mlhgena fnvo rPCrP ron sus contactos con otr·os grupos.'·' Sm embargo. ~w 1
tr·;wés de la articulación espacial ele la dualidad indio- Yecino en los caseríos dé; :.-~
pueblos de indios y de la period icidad de los con tactos qnf' ese espacio propi<'· ~.

:o A.G.l\. Bogotá). Empleados Ptibli.CJJs Cuurlint1marm, 1, fT. í62r. a 7/ 7r.: Empleados f?u"t r
Cundinamarro, 4, fT 82r. a 84v.: 435r. y v.; 458r. ·' ' ·; ínr. y \.; 869r. a 8/0r. y 9S4r. a 9t'l:h.: Pobltu; . -
Boyacrí, 1, f 155•·· ." v.; Josefma ChaH'S df' Bnuilla ,t•omp.), - Informe\ p. 189. J
i t No se conoc4:'n fechas exactas sobre d f'Stahkt iJui t·nto de este cargo, pero su gt-rH~rali~<·• ..,
en la provincia de Snnrafé tuvo luga r· en ln St>gu11da ruitarl del siglo XVJll (Marta ll(•rTI'r·a An;~.:.
Poder /,oca!, p. 127). :'\1 parecer en la jur·isdicción J c la ciudad de limja estos car·gos se t'ffi l~~.,~ ..
a es1:<1blecer en forma más t:emprana. En Chiqtri nqui,·á, por ejemplo, ya desde J()ft2 sn nnr.:;w-¿,.
aJ ca.lde pa11idario o pt>Ciánt>n, pOI' el nurn eroso VE·ciudari o con que contaba (Josc,lina Clrasl'• :..-
Bonilla (comp.J. "lnfo1•me". p. 163).
~1 A.G.i\. Bogotá'! . Poblarirmes Boyacrí. l. IT. J5r. a ·181·. Debe anotarse qu .. f'll t'l •·;•so de ~--=­
·' La Capilla se esrnbnn dt>finiendo jurisdin ·iones parr·oquiales ~· no 1wecisanwnt<· dr pt ·~ .....
de in dios. a pesar de lo cual la ohser•ación n>sulta signíficatiYa. sobre todo lf'nif'ndo l'rt cu~ -r.a
que. en lo t·elati' o a límitf'S. las Leyes de Indias establecieron que se rlf'hían guar~ r .....,.
señaladas en esas lf')f'S. f'n los títulos de los oficios o las que estuvierf'n dt'finidas ··por tt~· ~
costumbre legí1iu1amrntr introducidos,- ,Recopilación, T. 1.1. libro\'. título l . lt•y r .
;, Como sP ha inrlitn do, en este pun to d isentimos de lo plantearlo por- .r,.,,¡ Fri<'d . ·.s
Chibclws ) pot• ,\lngn u ~ i\li.irrl CJ~ "Las Comunidades" y La Corona . quienes asttiiiCII qucn··"l·:to
los ··vecinos'' q ue np;u·•·c:e n registrados en los rcn ~os habitaban en Jos poblados i1 1dígena. •· _,..,
s us resguardo;; y. po r• lo t:lnto, se consti.tu(an rn habilantes ..ilegales" d e lo,; pue blo ';...,
contra,enían b s ~torm ¡,~ de segregación. Que es to no em así, se aprecia ;d IJ;1cer una le·:-_:-t
detenida de l o~ iufo nr H·s de Berdugo y Oquendo ~· también de J\r6stegtli y F.seolo (Jose1~--a
Cha,·es de Bonilla (l'Ornp.' . -Tnforwe- y Hermes Tomr Pinzón (comp.), ·' h•fonne··,. Jorge Orla· ;)l•
i.\Ielo. -¿Cuinta ri!'1Ta nc·c·esita un indio para sobr·evi,·irr. pp. 28- '{2. indica ya la inconsist r ...a
de est.'l informac·ión al contrastarla con la que pt·opo•·cionan las visitas addantada:; al or·ien ~
territorio llt'OgnlJiadinu en la segunda mitad df'l siglo \\'111. Este problema se ha discn ti · -s
.\larta Ht'rTCI-;1 ~n ge l. Poder Laca/. pp. 89- 90 .' -Population. Tet·r;tor; · and Power-.
7 ' Con hasr en los datos que apol'LÓ :\róstegui $Obrt• los Yecinos de Jos pueblos d a
prm·inC'ia dt' Santaft;. sr ha calculado que. a mt>diados del siglo \v1JI, los vecinos que \'!\ ..JIIIt
radicados "" los poblados indígenas o en sus t't>sgunr•tlo~. t•n contr·a de las disposiciones 1~-..~
represenl;th<H• el 3.5"6 del total de la poblaci6n indígena de los pueblos y el 4.3% de la pobJi,·.· 11:
total de vec inos d<· esos pueblos (il:l a rta He•·rf'ra Ange l. Poder LocaL. pp. 89 90).
7·' .l o~e f"in n Chavf's de .Bonilla tenmp.), - luforntt'" , pp. 175 6: Gennán C olme ~ ...,.,_·

Maqp ri t;~ de ]\·lelo y Dacío Fajardo (co111.pti.). F11cntes documentalrs y Her:mes To,•ar Pirl'<· ·!..
H([cienda Colonial. pp. filí - 72.

ordenar para controlar - mono harera angel


que el Estado C'Olonial log1·ó incol'porar los valores de lo '"Español" ~ntre los wcinos
acentuar sus difert>ncias .Y su ··superioridacr fren tE' al mundo d e lo " ÍIIdíg('J ia··,
Í!!ttalmP nte p(~ r-meado por <>1 mestizaje.
C. hmos Y\ ECtl\OS: SEGREG-\06~, hTEGR\CI(>N r J ERARQt.i.-\s
En término:; generales las relaciones entl'e indios y H'C'inos no estmieron signadas
'()!' la igualdad . sino que reafmmwon s~>nrimienlos de segregaeión ) discriminación,
ruyo r.arácter resu ltaba a lt amen te complejo y eontrn di ctorio, ya que un n úme ro
ronsidc1·ab le dC' los \CC'inos de los pueblos no eran "espmioles". sino nwstizos y mulatos,
.., cieC'i r, descE-ndientes de indígenas, ne~ros ) e,;paúoles. Los pt·ocesos d e iuentifica·
··ión y de segJ'Cgación incorporaban una gran pa1·adoja. en la quP los mestizos y mula tos
~ 'eian forzarlos a dC'smentiJ' su ,;nctJación con sus anC'cstros indios' africnnos. como
una estrategia para mejorar su posición d en tro del nlllndo dC' lo "e~ pnñor·.;;; Pero, a
F>e:>ar d t> la import.c'ln cia d e e!;tos fa ctores, resultaría simplista considerar que las rC'Iaciones
,..ntre indios \" Yecinos tm·ie1·on un carácter unilorm<' y constantt". Tamhié11 lo sería
('Qnside-rar a los ·'indios" y a los ''vecinos'' como grupos homogéneos.
E.l misnto concepto de vecino encubría hondas disparidades, que quedat·on
r»flejadns en los pach·ones de esos pobladores que se e laborM·on d tll'antf' la seguncla
mitad tlel siglo XVll l. Se les diferC'nciab:l. siguiendo criterios J'aci<Jt>s. entre' m ulat os.
·lruwo,;. mestizos .' hast:l indios.77 S u jerarqnía so<io-ecunómica se indi<'aha al :lplicadC's
·• no el t.ítn lo de don r. en algn nos casos, se pre cisaua s i enu 1 pobres, m e11digos. de
mt>diana comodidad n noblcs. 78 La aplicación de este último apelativo podía dar lugar a
laraciones. corno su<·t>e.lió <>n Fóm<'<¡ue t>l l 1/99, cuando se prP<'isó que algunos vecinos
:¡parecían coo calidad de nobles por e t•mt~ ,va q-ue nllí uo había sino blancos. mestizos o
mulatos. Tal equiYocación se había originado e11 que el t"scribiente anotó lo qHe los
·u,•("inos le dijeron. 79 Esta última precisión resulta significativa. ya que indi ca qu ~ la
da.;ifi.<~<1Ción dt>l censo contal)a con alg(m Lipo dC' r·econocirniento al intt>rior de l pueblo.
.a:;Í no fuera considerada como Yálicl::~ por las autoridades ciladinas. SC' ll'ataba de una
4iferenciación q11e aparecía en otros documentos, comn e n una carta dl-'1 cura de Pesca,
~rita Pn 1776, en In que haeía t·cf'erencia a los ' ecinos .. de mejor clllsse, nohilidacl. y
,.,..,meniencia:· y a los de clase inf<'rior. 'ulgarmen te nombrados pleheyos.80

:,; Jaime .laramillo l. rihe, ~,\lesti7~'1jt> y Difert>u .. iación-. p. 3/. SohN' el¡wuhlema d('lmestizaje
t•n la i\ueva G ran ada, 1·éas¡,, adcm;is, !llagnus Mornc1.: .. Las Co rnuuidades Indígenas.., !.a Comna
t.:17)aí'íola .' !:a .Jfe:.da de Ra:.ns: Peter· \V3de. Cent<' nef!ra. j iación Jüsti:.(l. Dinámicas de las idemit/(ldes
raciales en Colombit1 ' 1993 . Bogotá. Editorial l "uiYPr·sidad de .-\ntioquia, Instituto Colombia no
de :\JJtl·opo logía. Sigi<J dC'I Hondm " Edi tores Y F.d iriones l iJJÜHldl's, 1997; J o rge O dnndo •\ lt·lo,
Hi.r1oria de Colombia. pp. 245- 64; Vícto r ~lvat•l'z. '"\'fes tizos ~· Me~ li 7.~je en l:1 Coloni~ ". Rew:w1
FronLerns. .\o. L Bogot:í. CenLro de lnvt.• stigaciom·:. de Hist<>ria Colonial dPI Instituto Colomhia-
no de Cultura Hispánica. 1!)!J/. pp. 57- 0 1 .'· l:lt>3 tri7. Patiiio \ fillán, '' 1ncl ios ·' ,\(,•stizo~. 1-a sociedad
colon ia l y los concep tos so lwe las rastas'·, '\.mado A. GuerJ•<· ro R in('<Ín (con q>.i. Cient'ia . Culwrn y
llentalidades rn la IListoria de Colombia. V/JI f"ongr(•so .\acional de Historia de Colombia. Ruraramanga.
L ni,·ersidad lndu slr'ial de Santanrler. 1991. pp. 4 1 /().
;; En t;;rminos gener:1 l•·~ era poco fref· ue n te q u<" los ind ios luYieJ·an ~us \·Ív iendas <'1 1 las
á rt·as deslin:tdas par·a ser hahitada, por lo ..; vet"inos. pt•ro había excepciones. Por· ejemplo. en
f<}mcqut>, en 1/99. sobrt> Jtn to1al de 6i8 familias de vecinos. 8 (el 1.2%) f'ran indíg(•nas
•\.G.:'\. (Bogotá). Poblaciones Vnrias. 7, ff. .3.171·. a 180r·.). Por PI con l ra 1·io. e u lo.s pu<'h los de To ta ,
\longuí e lsa. en jurisdicri6u ele la ciudad ele Tunja. nu :;t> regislJ·aron iudígenas viviendo en
el :ír·ea destinada a los ' erinos. en lo~ padront>:; le\"lmtados Pn 1/// -\. G .~. Bogo1á¡, 1/isceltÍIIf'a
rolonin . 44, ff. 92·h a 945r.;.
;s A.G. ~. :'Bognt;íl. Pobloriones l í1rias. 7. 11: ·~37r. n ·~80r. r lli>celántn Colonia. tí4. 11: !)241· a ~451·.
"' :\.C.\'. ·Bogotá . Poblaciones 1arias. /, r: 38h. .
ro :\.CS (Bogotá;. t i<if(IS Bolíwu·. 6, f. 648v.

1\'.! o.;; PUEBlOS Oé i'\.UIOS OF I.OSANOFS ~Nl'RALES Y r:r CONTROLWCIAI \' POLn'l!'O OE l:\ f>OtU.A.(,O:"t R\11\,<\l
Estos señalamientos ponen al desc ubierto la diferenciación económica y
cial que existía dt>ntro del sector de vecinos en e l siglo \.\ III) la confor·mación dt-
u na n ueva e lite local. Esa e liiP. estaba integrada por vecinos v.i nculados con las la o-
res agropP-cnarias y posiblem<>rtte con e l comercio locaL que h abían log rado acuJ u-
lar medianas fortunas._-\ diferencia de la elite que había dominado el panora'(na
político de los pueblos en los siglos \ \ ' 1 y X\' 11 no formaba Plll'te de la elite de le
ciuda d es. S u preemin en cia se re s tringía al ám hiLo d e l p u eblo en el que residí :'-
eventualrn<>nte, se proyectaba haeia los p ueblos vecinos; sin emba r~go, en térn:UJ> <.;;
de podPr no podía competir con los grandes hacendados. esos sí miembros de la,
e lites capilalinas. 81 Este fen óm eno lo formuló con bastante claridad el fr·ailc Fines, d
(·n 1783 .s2 Segú n 61, la p oblación dl"l Nuevo Reino podía di vid irse bás icamen t , en
lres sectores: el ele los españoles, entre quie1res se contaban 110 sólo los oriunfl~.;
de España. si no también su descendencia nacida ~-a en territorio americano, p,l-ro
que mantenía su adsc r·ipcíón espai'iola, debido a las pautas de nacion alidad es~lt'
ciclas po r· la metrópoli. Ese sector interna mente presentaba jerarquías, pero c,~llo
conj unto. formaba el sector más .. distinguido" de la sociedad. El segundo gr~• !N
estaba integrado por "b lancos-. sohre los cuales indicó que:
"l'n os, entre P-Ilos, son labradores, q ue en e l ~~~~ino llantan orejom:s, empleándose en
el cultivo de las tierras y en la cría de ganados, cuya aeción fuera de ser· mu_v útil. es mu~
honrosa: que goz<t de muchas 11l'eeminencias.. :·.81
El te r·cer gr upo, c up pos.ició n socioecouóm ica era la rn ás baj a de n tro d la
sociedad, estaba integrado por· los indios. los mulatos, los negro~. los zarnhos y dem~
(•astas.84 Estas obsenaciones sobre lo que se podía considerar· como la estratificaci<,.
SOC'ioecoJ~ómic~ y ''acial de _la sociedad ueogranal~_ina en los Andes centra les, res~ta.a
de gran rn Le res, en espectal por lo que =-e ee! te r e a lo s ore;ones. Est e secto ~ tk
campesinos ricos puede cousiderar·st> como una elite rural en f"ormación y te rmino
por d~sempeñar un papel de gran importan cia en la G uerra d~ Iudepcndencia .'-
lttf'go en las guer·r·n~; civiles del siglo A.IX.s:. Su rápido ascenso social a lo lar·g~dd
siglo XVIII quena s ugerido por In forma como se lo pe reí bió. Por ejem plo, el ,~ura
Oviedo. que escribió a mediados del siglo ::\:\"11 1, se refir·ió a ellos y precisó qu\ a~
se llamaba a los campesinos. E:! tono despec1ivo que utilizó para des igmu· a ,tt
Sf'Cto r, pe rm ite eslnb lece r q n e no lo~; tenía por " s uj etos d e consi d e rac ió n ''.56 Iti
larde, en 1775. f'l cura df' Gadtancip~-í los calific-aba ya de ''Hact>ndad os, q ¡ueJ llanra-

61 Camilo Pat·do L ; maiia. Haciendas de la Sabt11Jr1 (1946), Bogotá, Vill~gas Ed iLOI'es. 1988 ,;r,i
María Restrepo .' Sáem: y Raimundo Rivas. Ct·nealogías de Sanrafii de Bogoffí, Bogot:í , Lili)'(',.
Colombiana. 1921:1.
82 Joaquín dt· Finestrad. ··El Yasallo-. pp. 10'! 4.

d' ! bid., suhr·ayado nut!Stt•o.


SI !bid.
SJ ReferPrwias al oreján puedeu 'er·se en Tomás Rut>da \ ·;u·gas. Escritos sobre Bogara.' •
Sabana 1911- 19tr3, Bogorá. \illegas Editores. 1988, pp. (i3 87: i\lanuel Gr·ool. -La Bar·ben.a-_
Henry l.uque Muñoz (comp.), :\arradores Colombianos del siglo XJX. Bogotá. Biblioteca B"•r<a
Col<'n llura, s.f., pp. 190.-7: JosP Antonio de ·lor res y Peri a. ;l/ t>morias sobre la Hevo!uti6n, pp. 35 1:C
y 121 5: Isaac F. Holton. f .o Xueva r:ranada: f'eintl' .lleses en los .-indes 11857). Bogotá. Edici0rl5
Bruwo dt> la Re¡>úhlica. 1981. pp.138-4 1: Roberto \'t>landia. Enádopcdia. T. lll. pp. 895 y 10."4:
CPnuán Colmenares . .. La llistoria d<· la Revo luci ón po r· José J\íanuf' l Restrepo: lna prr.i·•
Historiográfica''. G"rmán Colmenares. Zamir a D íaz de Zulu;~ga, José Es(·o r•cia y Francisco Zu.l ae:a.
La Independencia. Ensayo de 1/istoria Social, BogotiÍ, Institu to Colomhi8no de Cult ru·a, 1986 ~
9 -21. pp. 19- 21 ~- José \l anuel Restrcpo. Diario Político )' .lliliwr. 1/f'morias sobrl' los su <:.
impnrlanres de la ;poca pam Sf'rvir a la lusroria d(' la Revoluri,ín de Colombia .r la •\'ul'm Cra ,.-.
desde 1879 para adelante (has ta l85R), 4 \iols., Rogoti Imprent¡t Nacional, !954, T. 11 , pp. 102 ~
,r, Rasilio \ ' icente df' o, iedo, Cualidades, pp. 287- 8.

or denar p ara C'Ontrola r + marr.o herrera anRd


.:

m os Orejo nes ..." .87 En 1783 se ha 'i slo como F'inestrad ya los tenia por gentes muy
u ti les. que además desemperiaban una labor honrosa. 88
Las disparidades al interior de las comunidades indígenns tambié n quedan a l
.-lt>scubierto en los padrones y. eu general, en la documentación. De una partP estaban
las autorida<ies indígenas, Yat·ias de ellas identificadas con el titulo de don y, de otra,
los indios del común . En el caso de algunas autoridades. como los caciqtt ~s, gobernn-
rlores y eapitanes, su posic ión d en\ ro de la t:'Omunidad pro ven (a de la articulación
rn tr·e principios de descendPncia prehispánicos y las estructur·as jerát·quicas hi spa-
"'\as. Esto se aprecia t'n varios expedientes relacionados con los procesos de elección-
aclamación de estns autoridn<les, en lo;; que se precisó que sólo algunos linajes ind ígenas
podían ser elegido;; para ocnpae cierto tipo d e cargos como el cacicnzgo. De Ol'ra parle.
lo,; indígenas de los pueblos est.aban d ivididos en capitanías, quf' or·iginalrnente habían
-.ido grupos unidos por parentesco.89 En el siglo XVlll se aprecia qu<> al interior de Jos
t:'('sguardos a las capitanías $e les reconocía la posesión aneestr·al de tiet·ras, ind epe n-
dientementP de que sus miembros huhie ran disminuido. Durante- su visita a los pueblos
ie la pr·ovincia de Santafé , t>l oidor :\r·óstegui se quejabn de:
"'baver hallado los pueblos compuestos de var·ias parcialidades // y o cap i.umias, .Y
que cada una de estas tenia rlhididas las tierras del resguar·do para sus lahor·es con la
perniciosa costumbre, que a los de una parc:ialidad no se les permitía trabajar en tierras
de otras. eomo algunas se <>xtinguiesen por disminucio11 de los yndios de~ forma que
Yeni;:ur a quedar tmo o dos: estos se hacía n dttCl'íos de toda aque lla tierra y a1urque las
otr·as parc:ilrlidades se amncntasen) tuYiesen ll<'7.f'sidad de e lla. no lf's consent ian labrar
en ellas. mas antes las arrendaban a es pañoles~- mestizos o disponían ele ellas los curas
o capitanP-s por lo que nwchos yndios estaban .si n ellas~.!Kl
Las afirmaciones del oidor per·miten apt·ecüu· que la d istrihución de los recur·sos
1'roducti,·os al intt>rior· de las comunidades no era eqnitaliva r que s<> presenta han
eond iciones para que unos indígenas tuvieran mayor <H:C'PSO a t.icr·ras que otros.1H La
tiocumenl.ación también pone en ev idencia la exis t:(~nc i<:J de otl'OS factores de diferen-
r-iación social y económica al interior de las com unidades ."· dut·ante la sPgunda mitad
el siglo X\ lll, la proliferación de <'Onfiictos entre las <'api.tanías.<l2
Ahora bien, en cuanto a las relllC'iones en tre indios y vecinos, g r·upos que, como
~ ha visto eran bastante heterogéneos. la información resulta e:-.trem11d:unente contr·a -
díctoria. Frecuentemente se afirma que esas relaciones fueron conflicti, as en <>xtre-
moH1 Ouas versiones permiten apreciar algnnos matices de estas relaciones. En J 776,
por eje111p lo, el cnra del pu eblo Pesca, en la r rovincia de Tunj a, al ser interrogado
--41bre es le punto afirmó que en los d os mios que lle' aba como cma allí:
.. no solo no he e:-.perim entado ritras. discordias, ni nralquerenc:ias entre los Yndios,
y los Blanc:os agregados a s u;; resguardos, sino antes bien. una U!Yión tan Ch ristiana,

r- A.C.:\. Bogot.-i). Bemm-do 1 C'a.)Y'Nio. .lliscelrínr-a, Vol. l. raja 20. dor. 17, f. L6v.
"" Joaquín de FinesLrad. ··EI Va,;¡¡llo... pp. 10.'1 - 4.
xrr ~larta HPrret•a .-\ngc•l. ..Autor·idarles Indígc>nas".
00 A.G.X. IRogotá\. l ¡:~itas Cundinnmarca. 8. f. 792r y '·
9 ' Para d caso dt> \léjico. lo r·datiYo a las dispar-idades eeow) micas al interior de~ las

com unidades indígenas ha sido resalla do. por ej1-mplo, por i\ rij Ouwene<'l, S hadow.1· over Aná!nlf/('.
02 \ 'éa.se. pnr f'jemplo • .A.G.N. (Bogor<i). C'aciques e Indios. 10. ff. 41 r. a GG r.; Cariq111·.~ e Indios. 17,
fl: (i:i2 r. a 720v. y Caciqui'S l' fndios. 2:3. fT. 656r. a 714Y.
91 \'éast'. por ejemplo, Jaime Jar;:~millo lrilw, -\Iestizaje y Dift'renciación Social-, pp. 23 y

30 31. Se 1.r3ta de una ¡rpreciación que ya se h acía Pn e l período colonial; véast' Josc•fina
C:havcs de Borlilla (comp.)...lnforrnc··. pp. 171:1 0; A.G.N. (Rogot.:í}, Pnblnáones Boya<-tÍ, 1, [. 73v.
f>oblaciom·s 1arias. 7. f. 4071-.

IV . LO~ PUI:BLOS DF 1:-.'0IOS DE l.OSA 'J('>fC:CEt\IIRAlE~ Y r.I. CO!\:I ROL SOCIAl ~· POUTICO I >P I.A POBLAClON RURAL
quf' no t..'ln solo conserva entre ellos la p<•z,y el sosiego, 6 qui etud, sino aun ,·erdadera
sociedad, con a lguna respectiva dif'¡'•·cnci<• entce torlos;".!J.i
Segú n <>1 cura. los 'ccinos de ··mejor classe. nobilidad. y conveni<>ncia" e r,
·· propicios a los .~ ndios en lodo lo posible. mitandolos a todos sin dislinccion.
chm·itali,·amente, no solo no haeiendo les daüo alguno, ni ¡'n sus pe•·so nas. ni <>n · u~
bienes". Por su pa•·te los vf'r inos de c lase in fe1·io r·, conocidos como p l<·beyos, terhan
con ellos tan con tinuo trat o. que pasaba a ' eces a ser "estrecl•ct.~, al punto que corn'f1lll
~ bebían los unos en casa de los otros alternativamente y los más en una mesa y tw
plato, de tal suertE' que en est<ts acLivi.dades y e11 otr·as parecí:m todos ser ele una mi m~
"Ciasr", .. cal·idacl" y "costumbres", y Sf' ayudaban unos a otros e n armoniosa .Y útil cCJm-
pai1út.9.; Las observariones d e l cura, si bien parecen hace1' dPmasiado énf:Jsis el la
armonía existente en las relaciones entre ambos grupos, ponf'n ue
manifiesto qu~ i.a
forma como Sf' relacionaban los Yecinos con los indios depPndía en huf'na medi.d · ·k
su posición soc:io económ ica y jedrqui ca . Desde ~sla perspP.ctint, los vecirws "nob ¡>..-
de los pueblos probablemenle se aleja rí;;n1 tanto de los indio s como d e los vec' w,
"pleh<'yos-. miPnll'as que enll'f' estos tíltimos las difi>rencias se•·ían rnenor·es. 96 Sugi t>n
estos seJi.alarnientos lfLte C'nlre los sectores más pobres } ele menor jr•·arquía soC.l"
econÓ111ica las clifereneias racia les tenclian a sn m e nos imporlanles y qnc> la seg1·ega 1!··n
racial úlquiriría mayor im.porlancia al subir dentro de la esca la socio económica ' -t>
t•·ata de UJI p•·ohlema que 11merita im rstigacione!> más profundas, que <·stán por f~·r2
de los objeti,os ele este t~>xto. pero sohr·t> el cua l la documl'ntación oh·c>ce e'.idenci...._..
C{l lf' per111iten formula•·la al menos como hi pótf'sis.
F:n té rm i.nos del orJena mieuto espacia] y político de los pueblos este asp . t.-:•
llailla la ateneión sobre t>l andamiajC' que susl<>ntaba las C'Slructu•·a s de pode • .'.a
quE> a las jerarcp.tías acept:tdas por el conjun to de los habitantes Sf> les confiri er••n
cargos aclrninistraLiws e n los pueblos, dotándolas así de un poder legitimado por rl
Estado. IC:n efeet o, a los li•wjes indíge nas gue tradicioua lrncnte debían ocup ar '·"'
cargo de dirección política. se les n ombró en e llos como J'<'presen 1;m l es del po(it:T
del F.stado coloniat.f'' En PI ámbito dC' los ' ecinos fueeon los or(JOlles o -nobles~ ·k
los pueblos Jos que pudiPron aspir:~r a cargos ptíhlicos, con•o las alcalclíus pedánt-a.;
o la rC'col.ecció.n d e diezrnos y al.cabalas. 9R Pero, d e otra parl e, c>ra precisa mente de ck
el centm del cas<'rÍo del pn<>blo de ind ios, que C'l Estado rolonial ejercía su pod r ~
infhrPneia sobre los vecinos. al igual que sobre los indios. fi'uf' la n ecesidad de ),"'
verinos ck acudir al mC'nos seman:~lmenle a los caser·íos de los pueblos. para aten 1~
a las exi.geneias re ligiosas. lo que gt>neralizó y d io continuidad :1 esas relaciones E!
caserío del pueblo se erigió así <"11 u n espac·io que favoreció e l gue se r•u tinizaran 1~
relueiones entr·r ambos grupos y. además. en e l eje a partir del ena l se ejel·cio .-}
contml político de indi os-' ,-ecinos. Pant el f'fec ltl el poblado ofreció un espaci . ._
mientras que las obligaciones re l igio:>as e s t ab lecieron tiempos de forr,..a,a
coneurrf'ncia a la ig lesia. E~ta articulac•ión mold eó u na cotid ianidad, dentro d la

''' .-\.G.\. Bogotá . ¡·,:ritas Bolí.•ar. G. 1:6-iSY.


o:, lbid.
9'' En 1i51Í, po r ejemplo, f> l Clll'a d!• l pueblo dr c; uachet;Í inl'ormó C[ll(' los vecinos 111<'

III OI'aban cknlro del resguardo lo hndan COL1 !'O l"PlltÍmieu i O ue los ind i o~ )' ·'todos · <•.:.
df>Sendi:eu ]ll':> de ellos.' llijos de loo IIIÍSlllOS :\'atueales. y p(o;r eSSO )es IWrmiten OCCUf1..:'
aq uellos ped;~sillos de li<m·a. que] occt•paban sus :tseend 'ie•Út·~·· .' miadía que la mayor·ía ·)<"
lo, que óliT<'rHiahan pedn1.os de tie n·a indígena o nan ciegos o cojos o sumamente po.b~"<">
,.•u;.N. (Bogotá), Curas .r Obispos, 29. e 20 Ir·. y Y.).
~; :\la•·ta l lc·rrera AJ1gcl, ":\utor[dadl·~ Indígenas".
gs .\!arta II!'ITt•ra.-\.n gc i.PuriN Local, pp. 111 3 .' \laurit·e Philip Rrun¡;ardt. •·Tithf' Productior--.
p. 1'~ .

<1 8 o ) ordenar para controla r + mano herrcta ana .·l.


c11nl la con fh u• ncia de indios y vecinos en el pueblo, e 11 <lías eslabl ~cidos, qu e daba
a:>(·gul'ada, como se aprP<'iará en el siguiente aparte.
D. P oBL-\DO Y FIEST-\S DE Ct -\RD:\R:00 L-\ REGI ' UCJóX DEL T11·: \IPO Y El. t:SP-\ClO
P.-\R.-\ L\ SOCL.-\LT7. -\ CIÓN

Un domingo de agosto d e 1717. día de Snn Lorenzo. f'l capitán de la parcia lidad
indígena de Chucasa. del pueblo de indios de Fómequt>. confrontó a '[iguel Guaseo
frC'nle a la pinza, en la puerta de la iglesia . Con malas paJahras, en presencia de los
illdios y ,.ecinos que salían de misa, le cob ró <ios pesos Cjll c? debía d C' lributo. La ene -
mistad entre ellos e m de vieja data y 1:~ afrenl n había sid o pl'tbli ca. Esa tarde C uaseo,
des pués de h:~blnt· un enlo con un vecino del pueblo, fue a la casa de Slr capitán r lo
apuñaló. El cura docteinero de F ómeq u e mandó llan rara otTO \'ecino q11e ate ndía en l'er·mos,
par·a que le aplicara algunos tetnedios. Las h er·idas eran muy graves y sus esfuerzos no
tuvieron éxito. Sólo .11" quedó asistir· al entierro d e l capitán. C unsco sali ó huyendo. Ruscó
<t Pasqual de Sargas. a qttif'n le conlÓ lo que había pasado y con su üuui lill se fue> hacia
el pueblo de Chipasaque y de allí a In ciudad de Santafé. Los ant<::ccdf'ntes dt> Guaseo
no eran los rrrejores. Era pública voz v lama qne> cuando fue sacristán de la iglesia r· obó
u na cruz y un (·andelero de plata, a,;í como dinero de las cofradías. Aunque alegó estar
f' brio al mome nt o del a lnqne, no e r·a conocido como bebedor. S ó lo un:~ q~z. c Hanclo
Ju li¡)n ~l elo. 'ecino del Yalle de fómeque, fue a la casa de Guaseo lo encontró algo
bebido. pero no privado del todo. 100
Las declnr·aciones de los i.ndi os y vecinos iJ1It>t't'ogados pm· el corregidor del pn•·tido
('Ua nd o se capltn·ó a Gnnsco, permiten entreq >r algunos aspectos d e la for·rna como
transcurrían los días de Jiesta en Jos pueblos de indios de los \ ndes cenl r·ales. El domingo.
.Jí;¡ en que la nsislencia a misa era obligatoria, los indios y los H:cinos se congregaban en
la iglesia. ror Ese dia el poblado se an imaba con lu presencia de vecinos que, junto co tl sus
l[unilins, llegaban d e sus cslancias. dC'spués ele un \'i¿0e c¡ue. por lo gene ral. se prolongaba
t>l\lre 1 y 3 horas.r 02 A.lguuos indios. rC'misos a ...-i,it· en el caser·ío. fuera por· necesidad, por
,u stuna pobr·e1-a o por· contar con un:~ ma_,or inde-pendenci11, se despla1.aban desde sus
tif't·ra,;; e11 e1rc::;gua.rdo.l01 El caserío reunía entonces a indios y a vecinos qujenes d epartían
f'JILI'<" sí, conrp:.ll'tían el t·ecinto del tem plo y las pt"édicas de l cur·a. 10"

.·\ demás de los tlomingos, el san toral de la iglesia st> i'i:~laba ott·os días de fiesta
.;¡ut'. por su importancia, eran sole111nizados no sólo con la relehración de la misa . si no

99 Fiesta: "El d ia qu(' la lgles ir1 ('f'lebra <'Oll IIHtyÓr solen •nid ad que o t ro~. mandando se oyga
ll[issa .' se gnste en obras santas. ) p•·ohibiendo 1'1 t.-abájo st• nil: como son los D omingos. las
Pascua~. lo~ dias de los \postoles .' algtmos d<· \ ucstra St-1-1ura y de nt•·o,; Santos. F.,ta con
propiedac'l se suele llama•· Fiesta d<· guardar. ú de precepto... F.l primt'•·o m:mdarnit'11to de la
Iglesia es. qu" todo C ri s tiano. qu~ ti<'nc uso dt' ra7.Ón , oyga ~1issa cntém l o~ Domingos y Fiesrns
rl <· guarda•··" {Diccionario de /J.uroritladc-s, VoL 11 . T. Jll. p. 747: ~ uhra~·ado e n <·1 origina l}.
100 :\.(~.l\. ' Bogotá•. Caciques e 1111/ins. 49. tT. 711 r. a 74<h.
101 o\. G.~. Bogotá . 1í:nins Bohí·ar, fl. f. 63~k .'"Josefina Chan·s de Bouilla _comp.\ "IJJI'onne...
pp. 154 5 ' 159- 60.
•~r- -\.C.\ . iJ3ogotá;, f>oblncionf's Bc!ra('(Í, 1. f 8/v. Sl'gtín un <Tnso levantado en 1799 l o~ vecinos d e
Fómequc <•srnban asen t<Jdos a Llll:J di stancia pronwd io de cAqsi 2 horas d el poblndo (A.G. ·. ( IJo~OLá),
f>oblaáone.< l imas. 7. tr. 33/r. a 11ilk. •.
¡
•m Francisco .-\ntnnio -'lorenn ~· F.scandón. Indios y .l/rsti:AJs, pp. l:iO. 171 ~ 221 ~ A.C ..\r.
Bogotá. 1i:n·tas Cwulinnmarca. 8. IT. i9(h-. y 791•: Durante l:i ,·isita que s•· aclelrultó al J.llH•blo df'
i
Busbanaí. f'JJ jurisdiC'I'ÍIÍn de la c iu dad de Ti111ja. en 1777, ~e estableció que la mayoría de los
indios h:rhiraban e n s11s es tru1cias .l' 110 te1úan casns en e l pt•<'blo, deb id o a que allí no viv!Ía e l
c ura . sino l'n el pueblo de ToLasín, del que:- tamb·ién estaba cn<'argadu 1Fr·ancisco Anton io
:'lloreno .' F.scandón. Indios y .1/esti:.os. p. 210 .
10' .\ ,(;,\, ,Bogot:i. Curas)" Obt:<pos. 25. ( 3/"h.

IV. LOS PUEBJ.OS J)r "OJOS DE LO$ .• 'lOES CE\ITMJ.F.' Y El CONTROl ~OCIA l. Y POLITICQ DE lA PO BL~CIO'' RUR.~L
( 1 8 1)
que se acompaiiabru1 d<> otros ritos v actos <'Speciales, que en aJgw10s casos se p1·olo
gaban <hu·ante ..-a1·ios días. 1o:; La cuaresma y las pascuas, por eje111plo, fijaban tiemp •·
en que la conresión ) Ja conntllión , además de la ruisa, eran obligatori::ts. También ha-l!lí<'~
otras fi estas, corno lns de los santos pal 1'0nos o las de las cofradías, a las que e n - "'
pueblos se tenía p:u·t icular devoción. cuya celebración, aunque era general en el senti o
de que la ma~·oría de pueblos las realizaban, tenía lugar en días distintos en ca a
pueblo. 1011 Todas ellas tenían cmno s u eje a In iglesia. 10j En otras celebraciones, com~el
regocijo por el nacimiento del Pl' irnogénito del rey o por· el triunfo de las armas esp añ.~a:.
<:>H una guerra internacional, el Estado jugaba un pape l central. Estas celebracioll"'"
tenían un carácter e't1·aordina1'ÍO, que dependía de la ocurrenria de esos evenlos. .n
tales conmemoraciones también se contaba con la participación de la iglesia y la c~e­
brac.ión d e rituales, corno la misa o el Te Deurn en el templo. Con f'r·ecuencia l»s fie~a,.
reLigiosas que se celebraban anualmente o las que se realizaban para festt>j aJ' eve~o:>
de tipo poiÍlico. se acompailaban de bailes. juegos. máscams :· representaciones mí.i si-
cales o lentt·ales 108 Su escenar·io pri,ilegiado era enlonres la pla?.:t. aunque nsualm n-
le se contnra con la p<lrticipación del cura para su preparación. ·
Era usual que los domjngos, una vez concluido e l rito de la misa, algunos in~o:>
y vecinos se quedaban merodeando por el poblado. En algunos casei'Íos ese día tamhlén
tenía lugar el mercado. 1w Era necesru·io preparar con anticipación los productos qu
llevarían a vender y aprovechar para comprar las provisiones. 110 A falta de mercad
pulpería e ra un buen lug<H' para adquirir velas, pan, sal, jabón, cacao, tabaco, azú
panela y otros peoductos necesa 1·ios para la subsistencia. 111 La a!lnf'ncia de gente
caserío ese día era también a pro' echada pOI' jueces y parroquianos para adelantar
irwestigaciones, pone¡• oemandas. hacer p1·egones, reaJi1.ar los cobros) lleYar a la e~'~
ce}
a los rernisos.112 Por eso, para aquellos ind ios y veci nos que tenían deudas pe ndie ~
con la justicia, e1·a mejor no dejarse vrr por el ca:;erío en esos días . 1 1 ~ El caso. e
Guaseo, del que se habló al comenzar este aparte. con si itu~-e un ejemplo de la dináriuca
que adquirían los poiJlados dunlJile los días festivos, cuando confluían a él las gentes
del pueblo. Las exige ncias sagrad11s no só lo fijaban un tiempo y un espacio prop1~io
para cump lir con las necesidad<>s profan::~s , sino que favorecían e l que a éstas se le::.
diera un sentido distinto, que podia magnüica1· los resquemores,\ confliclos. ya qu st>

10:. J\ntonio Josc ph Gm·cía.J,:o ft'ndario , pp. 12. 51 y A.C .. . (Bogo tá), Pob!aciol1t's J.(,·ias, 7. il

407r. Y 408v.
u:i Sobre las cofradías en los -\ndes cl'ntr·ai<'S ,-éase Gan· \Vendt>ll Gmff, -cof,·adías~ v M -¡
Luda Sotoma)ot·. "Or¡pnización sot·io-política de las cofr<Hlía~ -.Revista ('olombiana de AmrvjJO!.~­
V()I. \.\IX, B()gotá, In~Lituto Cololllhiano <k Antropología. 1992, pp. 155 189.
m;. ;o•· elem1~l?, e n 1799_el c tu·a de _:aus(l afinnah:1 r_rue todo;; los 1ueses se ccl <' l~ rab la
deWICJOn al :-.antiSiliiO eon DliSa y pmees10n y la de las Anunas con miS!I (A.G... (Bogota), C <
_,-Obispos. 25. f: -"132r. y "-'
lo< -\.G.X Bogotá _ Curas y Obi<pOS, 26. f. 1()5,-. y :\.C.L i'Se,illa;. Santfl Fe. 397.
o<l'J Jo~efina Chaves de Bonilla. ··lnfo nHf''-, pp. 1i4) _-\ .G.X. ~ Bogot:ÍJ . Competenc ,<
Cundinamarca, 5, f. 95ir.
110
Josefina ClHl\CS de Bonilla. " l nfol'm e", p. ·¡ 74 y A- .C.~ . (Bogotá\ ('aciques <'Indios, 49,· II
198r. ' 206,-.
11 1- .\.G.X. Bogotá_ Finms .·lmioquia _,- Boyacá. tomo ünico. f. 515r. y'·.'- Josefina Cha,·es t-

Bonilla 1comp.)- - Informe- , pp. 154 y IGO.


"~ A. CS. (flogotáj. Visitas Bo_racá. 7, ff. 55v. a 56v.; Fcíbrira de lg/Psir,s, 11, ff. 4Y.. 25v. y 37 ~
Vúitas Cundinamarra . 7. ff. 142•·- Y 65/v_
"' Josefina Cha' es de floniJJ~, "]nfoo·me·· _p. J 75. Algunos Yisit:adores. <'01110 el oido1· ,\¡·Óstegui.
COII$Írleraron quP estas pr:ír1 icas iba.n en contra de las obligaciones n·ligiosas ." p<'<>hibie~­
por <'j t'mplo. qu<' t>n (os días dt' fiesta se les cobrara a los i11dígenas e l tl'ihuto (A.G.X. Bogotá.
Visitas Cundinamarm _ 8. f. 78io-.).

ordenar para wntrolar .J._ marto httrero aaael


~:m ían en escena frente a un público numeroso. Se establecían así días y lugares en
k)S que los eventos quedaban automáticamente inscritos en la "pttblica voz y huna". 114
Los domingos y, en general los festivos, también eran días en los crue resultaba
más fácil encontrar algún entretenimiento. Los juegos de trucos o de bolas eran
hit>rwenidos.m Algunos basta olvidaban sus oh.ligaciones rel igiosas, para gozar de esas
entretenciones. 116 Para otros era la charla y el consumo de chicha, guarapo o aguardiente
r.n compailía ele otros concurrentes, lo que alargaba su estancia en el pueblo. 11;
Chicherí.as, tiendas y pulperías, va:ria,.c; de ellas ubicadas en torno a la plaza, concentra-
ban buena parLe de la agitación que animaba a los caseríos en esos días 1 18 En algunos
<"aSOS ese ambiente festivo fáeihnent·e podía mudarse en una fiera pelea o en un acto
homicida como el de Guaseo. Días para el intercambio y para .la soc.ialización , los do-
mingos y festivos se acornpai1itban de prácticas que bien podían culrninar en una tra-
ged ia.m P1·obablemente, sin embargo, eran más frecuentes las chanzas, chismes y
roqueteos, los romances, e] establecimiento y deterioro de lazos de amist.ad, el lucir de
("3ballos, aperos y, en oportunidades especiales, de un nuevo traje, pero en la docu-
mentación legal fue el delito el que q uedó registrado con feehas y d.ías. Odio o ;nnor,
amistad, confliet.o, env[dia y admi1'acióu eran sentünient.os que tenían la posibilidad de
t":\presarse en forma generalizada en días como el domingo y luga1·es como el poblado,
que ofrecían un tiempo )' un espacio de forzosa concurrencia.
La expresión masiva de estos sentimientos y el desarrollo de actividades de
;.Qcialización se veía entonces rutinizada en func ión de un ordenamiento del tiempo y
dd espacio establecido por el Estado. La iglesia, su formidable apa1'alo ideológico, exigía
la asistencia a la misa los domingos y demás días que dedaraha festivos, así como la
rongregación de los (ieles para desempei1ar su labor pastoral .120 El Estado sancionaba
estas exigencias y ponía el brazo secular a su disposición para eastigm· a los infractores.121

114 "P ubl ica voz y fama: Phrase con q ue se dá á entender que alguna cosa se tiene
corrien temente po1· cierta y verdadera, por assegurarlo casi todos." (Diccionario de Autoridades,
Vol. ITT, T.\~ p. 421). En la documentación del siglo XVIII es fre~uent.e encontl'ar esta expresión
o la de "público y notorio~. en particular, en los inlel' t·ogatr)J·ios (véase, por ejemplo, A.G.N.
{Bogotá), Fábrica de Iglesias, 11, f. ?r. y Ca~iques e fndios, 4~), ff. 712r. y 7:371-. a 738v.), lo que resulta
indicativo sobre el peso _jurídico que se le d~tba al conocimiento público de los hechos.
115
Por la descripción que se da dd tn1co o trucos en un diccionario de la época, pcu·ecer.ía
similar al actual juego de billar. Tnwos: '"Juego de destreza, y hahilidad, que se ex.ccuta en 1ma
mesa dispuesta a es te fin con tablillas, troneras, barra, y bolillo, e n d q ual regularmente
_juegan dos, cada uno con su taco de madera, y bolas dt> marfil de proporcionado tamaiio,
siendo el fin principal dar con la bola propia á la del contrario, hacer barras, bolillos, 1abli llas,
echar trucos altos y baxos... Tambien se juega con n·es holas, y se llama Carambola." ([)icciona-
rio de Autoridades, Vol. ITT, T. \11. p. 370).
116
A .C.!'\. (Bogotá), Visitas Cundinamarca, 8, f. 801v.
11' María f. lara Llano Restrepo y Mareela Campuzano Cifuentes, La Chic/m, una bebida
/e.rmnnada a travh d<? la lzistoria., Bogotá, !CAN, Co kultunt y Cerec, 1994, pp. 50- 2. Gilma Mora
de Tova.~; Aguardiente _F Conflictos Sociales en la N urw1 Granada Siglo XVJJ/ , Bogo!.~, Un ivo::rsidad
Nacional de Colombia, Hl88, p. 158, Ull!es tra la asoeiación entre el consumo de agua rdient<~ y la
celebración de las fi estas a lo la.~·go del año.
118
~-\. G.I\'. (Bogot<í), Fincas Anrioquia y Bop1.cd, torno único. f 5181: y v.; Visiras Cundinarnarca, 8, ff:
801r., 806v. v 80Sv.; VISitas Cundinamarca, ?, f. 66r-.; A.C l. (Sevilla),Santa Fe, :>,m y Josefina Chaves de
Bonilla, "J.r{forme", pp. 158- 9. . , .,
11
~ Gui lle¡·mo Sosa Abella, Labradores. Trjedores y Ladrones, p. 68.
120
Josefina Chaves de BoniiL-1 (comp.), ulnfonnc", pp. 159 60.
12
' En 18(X) va rios testigos declararon que el cur·a del pueblo de Ctútiva se quejaba de la falta de
alcalde pedáneo, deb ido a que por ese motivo no podía conse¡,'llir que los veci n o~ ;~si stieran a misa
los domingos y :;1 precepto anual (.-'\.G.N. (Bogot:i), Poblaciones Boyacá, 1, Cl: 'EíSv. a 159r-). Las Leyes
de h1clias aulorizaban a los alcaldes pam castigar Coll un día de prisión y seis u ocho azotes al indio
que faltare a misa el día de fiesta (Recopilacú!n, libro \ 1, título III, l<>y XVI).

IV . 1 OS PUE'BLOS D E i~O I OS D E LOS ANDES CFNitt.ALES r EL CONTROL SOCI:\t Y POtri1CO f>h 1 :\ l'()Rl,..>\ClON RUR:\l

.J
Se tenía corno •·csultado la obligatoria reunióu de !11 población mea! en las iglesias de 1 ,
pueblos dP indios. durante días específicos. De esta ionna, el temp lo. al igua l q ue - d
plaza ubicada por lo general al fre nte de su entrada pr·incípal, veÍ!UI realz:Jdo su papel
escenarios privilegiados para f·t~ l t' bración de aeto~ r·it na les y la re¡wes<>ntacióu de ac : ,
de podet: All í, en los días festivos, tales actividades involucraban al con junto de la pob a·
ción y no sólo a los indígenas o a los veeinos que, lr·ansgt·ediendo las not·mas de se~·
gación espacial. 'ivían en el pueblo. '¡
El . entido de sinct'Onizar tiempos ) espacios para los rituales ..' nosotru'
aiíadii'Íamos t.amJ)ién que para la representación de actos de poder, ha s ido •·ealz ,_,
por Bourdi e tl. quien afirma q ttt' :
"Tl u~ r<'ason why suhm issio n lo !"he collective rhythrns is so r igoro1rsly dcmandecl is
that the ternpo ral fo rms or the spati;ll str'ttcturt>s slnrcl'.u t·e not on ly tbe gronp's
represe11lilt ion of the world but llu: gi'Oup itself. whidr ortlet·s itself in accorrlatH:e witH
this reprc::;entation:- . r2:!
Lo pl:~nteado por este autor destaca rnlonces la importancia que tieney l
establecimjenlo de tiempos y espacios detinidos para el desarTollo de acUYidades co lee~,a,
c?mo un l~~rcnnismo para ac1 1.1:.:tl' no sólo so_h re. ~t ei;lrurtura de rept·es:n larione~ del ~:ti!,10.
smo tamb ten sob1·e su estructura tle or-ganW\ClOI1 como con¡un Lo. 121 Eslns constdentcJot t-.....
llaman la ::~ l c nrión sobre la imporl a11ciu dt> la iglesia y la plaza df• los pueblos, que ~
construyemn <'11 escenarios en los que se materializaha el podet· y cuyo uso se prh.i ] ·1)
p<u-a la cdelwación de ritos _,. p:lt':l la escenificación de actos simbólicos de poderP~
E. L-\ Pl .-\7.-\ ' u I cLESr \: r:scF.~AR J os o LOS Qlt. sF. :\1.-\TERL\U Z.\B.-\ F.t.
PODER

Dada la importancia d<>l raserío de los puc•hlos de indios, el ,·e.~ lo del capítu5 ~
dedicará a analizar en detalle· <'Spaeios como la pl:1za y la .igle;;;ia. q 11r fueron e:;cen· (>..
prhilegiaclos tanto en lo que tuYo que 'er con el c-ontrol político sobt·e los habitantes de
los pueblos dr indios. como en la generalización .' •·egularización de las relacio t",.
entre indios y 'ecinos. Lo que se hu se-a observar es rómo se expr·esai'On las relacion,....
de poder· t>n e l poblado. Cómo en su iglesia ~ <'11 su plaza los f'mas. las autorida le--.
ind ias, los co rregidores y los alcaldes pedánt>os rnaterial izaron su autoridad. D bt-
anota rse q ue las posibi lidades ana lílieas q ue ofrecen estos espacios s0 11 múltiples, p ro
que aqu í ::;ólo se estudianú1 h<ísiramente dos aspectos: el papel de la plaza tanto cór lO
espacio cornr'm y público que scn·ía para divulga.· los meusajes qn<' <'1 Estado coloniJI ~
sus administradores buscaban pnhlicitar y, segundo. el p apel de la igl<'sia como espa<'io
de r-atificación ~ ¡·ef(,rzamiPnto de las jer·:.u·quía5 .'· eventualmente. como espaeio para ,.¡

m l' ie n·e Bourdieu, Outlim• 1¡[a 7/¡eo'T ofPrae!icf'. p. 163: .. La ra:r.Ó 11 po1· la cual la sw nisi • .a
los ritmns colecti,·os se r.xigf' t•n forma tan riguro.<~l. t·S q ue las foriJ1 as ten•piW:l lf's o las estruct
espat•i::tle, esiJ·ucturan no sólo la repPesentación d<·l 111Lmdo. si.no ¡¡) gmpo f'll ,í mismo, qu ~
ordena Pn concordancia eon <':.In rt>pt·esentacióu."
121 Re~pec:to a este prohll'ma Bou¡•dieu también anota que: .. all thc a<·tion:. pPrformed i11 31

strucltwed :.pace and time an· immt>diatel~· c¡ualificd s; rn holil'ally and fu1wli<Jil as .;tructtlr-31
exerf'ÍSI'" through which prac·ti(•;tl maslel)· of the ftlltdan ot>nlal schemes is eo uNtitutt>d." (P ienT
Botn·dit•u. 7/¡e Logic, p./:)', : -todas la" acciones ej<'culacb" t>n espacios~· tÍCIII.J!OS esu·uctura.do-..
de inmedi mo se cualificau ~ i • nbúl i ~·mnente y opr¡·a11 co rno ejercicios <'~ l ruc l u rales m edia lt~
los cu:liC'.~ Sf' adquiere la maestría práctica de los csqut: JT!as fundametll alcs.''.
121 Eu lo que tiene c¡uc V<'r t'OII las ciudades hispa"o' """t'Ícanas. cstns pmhl t~mas han do
trabaj:rdos por DaYid J. Robinson. • La Guclad~ y .. El sign ifiC'.ado~ . AJan Dur;;ton, "1; n ré~ffi
urhaní,riro ... los analiza respecto a los asentamientos t'<>lon ial••s -twhnnos" en genera l. a los q¡w
definl' l'omo tales en ¡¿;,·minos d<' comunidad ··polítirn.. p. 60 .

ordenar para controlar + martt1 herrero <mstl


~" nso social. De igual forma debe resaltarse la existencia dP otros espacios en el
puehlo. conw las tiendas, pu lperías y chidwrías o la cárcel, que aunque no se estudian
iJI:f\Ú- oruparon un papt>l im portante en la Yida de los p ob lados de Jos Andes centra les.
Estos espac ios amerita n la reaiización de estudios a profund id<rd , que permita n csta -
bkcer las cat·acterístícas que adquirió allí la socialización y la coe1·eión estatal.

1. La Plaza v la Escenificación d e Jas Cere monias Políticas

l~n medio del pohlado estaba la plaza. esp acio com(in .' pliblico. a la cual. en
pt.lt'hlos como Sim ijaca, le fut> demarcada una extensión dt' noventa Yaras t> ll c uadro.
llli<>ntra;; q ue en Facatatiqí se le asignaron sólo 80 var·as en cu:tdi'O.m En e lla se levantó
dur--.utte e l p l'imer siglo dt' dominación colonial la p icota, lugar' de castigo y d e esc~u·nio
púhl ico.':!(1 De otTa parle, en el espacio d e la p laza. la parte Cr·ontal a la p uerta d e iglesia
loe la que más se utilizó corno punto de e n<'ue uLro para la rc'alización de diverso:< :wt os
._,. porl<'l' que afectahan n los h abitantes del pueblo.'2;
Fut> f'n la plaza donde en 1689 el COITf'gi d or de Zi paq u it á hizo juntar· a los
~~b., rnador·es, capit<HWS. indios e indi:1s d e Chía y, en prt>sencia de s u c ura d oct r·incro,
41>1 de C:ajicá y de testigos espaüoles, les leyó e l despacho d e l P r·Pside nLe de la Aud ie ncia
para que proced ieran a aclamar a su gobernndorYR Tambié n e n la plaza, en las pu t> r'tas
~!k- la iglesia, despu P.s de mi:;a, el corregidor de Bogotá eo nvo c;Ó a todos los ind ios de l
fM.•eb lo de· Zipacón. inc luidos mujf'res y n ii'los. y en presen cia rl t>l cur a, el g-ob<:' m ado r:
lo~., c·apit anes. los Yecinos : dem ás residen l f'~ del valle. p r <"g¡ rn tó a los indios a quién
~..,rtenec-í:-r el cacicazgo. Fuc así como el 22 d<> di<'iembre de 1í05 los indios pidieron
'f\lt' se pusiera e n su o licio. -como a su cabeza legíti ma- al h ijo del eacique difu n to. ~
Utro t:"rnto había h ech o en la ··p laza pub l i e:~ .. del pueblo d<' Hoj:w á el anteceso r' d e ese
('t"Jrregidor· en 1701. ' 10 S<> trataba de una c<>rcmonia que, con e l paso de los aí"w:;, seguía
tt>nien do <'1 rnisrno escen ::u·io, aunque la aclamación se dtr.i.gie ra <1 legitima!' a otro tipo
·"it> au lorid:1des in dias. En U h :~qu e, en 180 1. por ejemp lo. se ad;iruó al teni e nt e indio
oie~pu~s de misa. en las puertas d e la iglesia. nt
Lo comlÍ n en estas ceremonias ele ada m ación de a utori d adf's in d ígen as fue
t>nt onces q u<>. después de misa. el correbridor reuniera c>n la p laza. frf'nte a la p uc r·ta de
la iglesia . a todos los indígenas, pm·a leerles la orde n clt>l p res ide n te de la A udienria y
prrgt tn lar: les quién debía asmnir el cargo. TrH·Jos los indígenas, inclnidos las uwje res y
los jóvenes, designaban ni s11cesor. Al acto asis tían. en calida<l d e testigos, e l cura del
pueh lo _v "es pañoles" : lo veci n o s d el p u eblo. V:~ri os as pectos sobresale n d e o<>s ta

•:.' Roberto \elandia. Enr-idopcdia, T. J\. p. 2085 ~ T IL p. H'-l(;_ l't":5pecth ·amente.


I:!G l · n poco antes de 1:'>84 Alon;;o Pérc7. Sal azar quitó la pic·otn también conociua ro11w
··,·ollo·· o como ··ru·bol de la j 11 ~t i ei a"- del centro d!' la p laz;t m a_H J I" de Santafé y colo<'ó 11llí w ta
fut'nlt> pública, c uya elígif' ;¡c. co no ció col' el nomb1·~ del mono c/f'/r¡ pila (Ped ro Ma1·in IIHíiu'z,
Cn:Jnicasrle Hogotá {[8\J l). 1¡ Vols .. 3~ . e d ., Rogoln, ·\ endemia de Jli ~ tmi n .'· Tercer Mundo Ecl itor<,s,
198\J. T. T, pp. 67- /0). Lo ~ n Le rior _v el hecho dí' q u~> sea n rnuy esc<tsas las r·~>f~>rtmcín s a la picota
t'n J:r documenl<tción dt> l s iglo X\'lll podría ind irar q uP. su uso fue su p rimido eu uHwhos
pul'hl<ls !'n ~1 curso del siglo X\ ll.
12' Sobre el papel jugado por la plaw en t'l rontexto de las sociedad!'s Hisp:moamCI"Í('anas

11;:wse. entre otros. \ lartin Rolland et al., Forum N P/a~a .Jlayor dans le Jlonde H ispanique.
Colloqm: interdL<ctj;liuaire (nsn de l elázque:. .1/odrir/28 octobre 1!176. P:r.r·ís. Edi tion~ E. de 13ur<'tll'd.
WíS y \ figu cl Hojas .\l.i..'\, /,n PlawJfayoJ: .6'1 Urbnnúow. Tnslrummto de Dominio Coloniol, Rarcl'l<>r JH,
.\! 11.-·hnik Edito res, IHí/l.
J28 .-\.C.X (Bogo tá). Coáqo('S e Indios . 10. r. \) 171·. y V.
•:o; !hiel.. f. 958r. ,. '·
110 \ .. GS (Bogo.tá. Cndt¡ues e Indios. 17. lf 767,_ y 76ik
111 -\.C.:'\. Bogotá. (ariques e indios. LO. f. 6891·.

1\".I.OS PtJFRI 0~ Df i:"'OIOS DE LOS A:":DL' \F=.N~AtES Y El COT'-o'IR.OI SOCIAl Y POUl'tC() 11F LA P08l ACION RUkAl
reremonia que de tiempo en ti empo tenía lugar en los diferentes poblados de 1 -
Andes centrales. Se obsen a que la plaza se usó no sólo como un espacio pal'a la Lont;,
de dC:'cisiones. siuo tambi én para hacer pública la detenninación adoptada por el común
y. de esta Jonna, legitimar la autoridad del favorecido. La práctica de la aclamación
elección, que tenía su origen en las h·adiciones indígenas del iu·ea. resultaba fundamental
pant garantizar la autoridad de los líderes. 112 Como lo planteabu un cura, cuando m
cacique u otro dirigenr e no era elegido ele esta forma , s u auroridad clifíc.i lmente r2
::~cept ada por los indígenas.rn De esla fol'ma, en el des;;u·r·ollo de estas ceremonia, . La
plaza no sólo se usó como un espacio para decid ír, ;;in o lambién para dat publicid a
la decisión de la comunidad. como un mecanismo para legitimar a las autoridaues ·
Sol)l'esale también el papel que asumían los participantes t>n la ceremonia; _,:a
que si bien en este caso la plaza se u6lizaha como un si tio de inclusión para las gent~
del pueblo, en la medida en que todos podían asis tir·. no todos jugaban el mi smo
pap<-1. Los indígenas eran los protagonistas y los veci nos y/ o ··espaüoles'· los testi~n:..
Debt- snbrayar-se aquí la ambivalencia en tre "vecino" y -espaii ol'" ya que se usaba tan t.,
parn dt"stacar el carácLer '·n oble'' de los vecinos parti cipantes. coruo pal'a indicar la
pr·esencia al acto de rniemlwos de la elite citadina que contaban con haciendas el\ ~
pueblos. m Es decir, que lo que se buseaba er·a est:1bleee r· la importancia social que en
el ámbito del pueblo, tellían los pobladores no indígenas que par·ticipaban corno t.esti ~~
ll abía así una ratifí?ación de lns dife•;:encias al inLer:ior dt"l grupo de veci nos, dentrq, c:k
la cual se establecJa como .. narural yue los testrgos fue rau los que ocupaban (uu
posición social más dt"stacada. 1'16
Pero además. la u istribución de f unciones dentr·o dt"l ceremonial tenía Olr:b
implicaciones. Los result:ldos de la ceremonia afectaban fundamental me nte a la
poblaciÓn indígena, per'O la d irecciÓn ue) 3Cl0 I'Ol'I'CSj)011dÍa a una autoridad -españo-
la": el corregidor·. En calidad de testigos participaban el cu.-a y. como ya se ha visto. IO>o
Yecinos. Esta asignación de fuHciooes dentro de la ceremonia subrayaba la s uj eció : c:k
los inclíg~nas a las autoridades españo las y también su papel subordinado en su re l a~ióa
co11 los vecinos, en particHiar con los más prominentes de ellos. El papel de teSt.J.:¡:!()).
Cl'a parte importante del ceremonial. Como Le Goff anota: '' the presence of spec~o~
creates a symbolic social space in the midst of tl1e symbolic material space.'' 117 D a~ d

112 \[arta Herrera Angel. --\utoridadesr.


111 .<\.G..\. Bogotá. 1isitas Cimdinamarca. j _ f. 885,·..' ' -\lha l .m. Bonilla de Pico, ~El RC'sgua n
m Co nvienP ll'nl'•· C'n cuenta que en t-1 siglo \.\ LJJ el ~:onn·plo de publicidad tenia d
sentido de: -estádo ¡', 1' alidad de las cosas p•íhliC'as: - : -la for·llla o modo de executar algullll
acción. sin reserva ni remór· de que la sepau todos.-.' ' ..el sitio ¡, parage donde conciiiTC mUC'ha
gente. dP suerte qu(' lo que alli se hace es r ··pi'ÍSO que Sl'a pú hli('o.'' (Diccionario de Autorida.a'.cs..
VoL III, T V, pp. 420 1).
m Debe anot.ar·st' q ut> en1re los testigos no siempr·e a pareCÍ<ln ..españoles". E.> prob, b~
que sn pt·e¡wneia <'Sluvi er:< asociada con el ta.nhtT1o o h upo•"ta¡u·in. dt•l eacicazgo y el inte r~ dd
-.,spañol- ylo haccud«do dt> t•t>alzar o no el acto de itdamación.
'"' Sobre este prohl('m~ n.lirma Pierre Bourdieu, Outline, pp. 166:
"\\1)el\, owing \o 1he <¡uasi pt!1-fect lit beu.veen tht• t)bjective structu~es antl thE' interna\ll""'
su·ncmres " ·hich rcsults fr·ou1 111~> logic of simplt- •·cp•·orlucLion . the estahlished cosmolop.,.
ancl poliúcal order is perceiw·d uol as arbitrar:·. i.e. as onr possible among otht-rs. bur as a <eti
e' iclent and natuml orrlcr· which goes w:ithout sa);ng and therefore goes unquE>stioned ... -
-cuando. como rcsuhadn di' la casi perfecta coinC'id~>ncia entr e las estn u;tTu-a~ objetn.~~ ~
las estnrcturas interna l ir.ada~ <¡ut> •·esultan de la Jógic:l rlP la simple reproducción. el orde.
~;osmológico y político no st· l''" '·~;iuen como arbitrario:;, es decir. como una posibilidMl
otras. sino co rn o el on iC'T i l'v ic!ente y natural, que rrst•hiT oh' io y. por tanto, no se euesl·
n; .Jaeq ul"s Lr Golf. Time. p. 274: ·' ta presencia de t·~pr•r·rnclm·es crea tm espacio social s.,
· .""'"'"-
en medio del espacio s im bó lic-o matt!rial".

(¡ 8 6> ordenar para controlar + marta he-rrera angcl


~-aráe Le•· eminentemente político del acto de elección- aclamación, se podría argmnen-
tar que el papel de los espectadores no sólo era crear un espaeio social simbólico, sino
también un espacio simbólico en el ámbito de lo político. De esta forma con la ceremo-
nia se incorporaba al nuevo dignatario indígena en el escenario político del pueblo. La
presencia de espectadores "blancos" recalcaba el. principio de la corona según el cual
i.:o~ indígenas eran gentes de "poco entendimiento", que debían, por tanto, ser COJlSi·
•ieradas como menores de edad. 138 Por ello, los "blancos de calidad", cuya posición
:><)hresaliente en la sociedad estaba dada por definición, 1~9 debían dar tesümonio de
1,:;;; hechos. Su superioridad se legitimaba en estas ceremon ias. De esla forma, aum1ue
d espacio fuera compartido por indios y vecinos, su partjcipacíón mutua no fomentaba
b ~u presión ele las diferencias, sino que las reforzaba. El espacio de la plaza servía
para divulgar que indios y vecinos eran "tipos" de gente d iferentes, con lo <.¡ue se
n-forzaba l.a polílica segregacionista de la corona. También se hada manifiesto que
laabía vecinos prominentes y otros c¡ue no lo eran. La integr·aci6n ~ervía entonces para
ft'forzar la segregación y la discriminación . 140
.\sí, de tiempo en tiempo, la posición ocupada por indios y vecinos, al igual que
jerar·q uía al interior de esos grupos, se reforzaba públicamente en las plazas de los
._l'hllo <: de indios. Conviene destacar· también el papel del templo y cld cura . Llama la
que fuera la puerta de la iglesia el á1·ea donde la ceremonia debía tener lugar.
este caso el poder del .l ugar sagrado se proyectaba fuera, hacia la plaza. Las ceremo -
del poder terrenal se ubicaban fuera de los espacios sagrados, pero no eran ajenas
rontrol. Tal relación se veía ref()rzada por la parlicipación del cnra. ~1 , junto con el
· , debí.an firmar el documento mediante el eual se dejaba testimonio de la
nia y se certificaba q ue el líder elegido era una persona devota y de "buen
141
· ". Tal conceplo aseguraba la lealtad del elegido fren te al Estado colo-
y su sumisión al concepto que sobre él tuvieran el cura y el corregidor.
Ot ras ceremonias, que incumbían tanto a los indígenas como a los veeinos,
'é n tenían lugar en la plaza de los poblados. Un ej emplo de ellas f ue la
mación de los Ju ieios de Residencia de los corregidores, que debían llevarse a
cuando el magistrado concluía su admin.i.stración. La realización de estos juicios
ser ampliamente conocida por la población sobre la que el corregidor había
do su au to ridad. Era en esta oportunidad en que la gente debía presentar las
que tuvíe•·a contra el funcionario o, de otra fonna, perdía el derecho a recla-
po1' los abusos que hubiere cometido. Para iniciado el Juez de Residencia ordenaba
copias del auto en el que se disponía la realización del juicio y los términos
de los cuales los interesados podían presentar cargos. 142 Estas copias debían
usualmente por voz de indio, y colocarse en una de las (~ squinas de la
.ai 4., Así, p or ej emp lo, se hizo en 1727 cuando se realizó la Residencia d el
· r de Zipaquirá. En esa oportunidad, por voz. del indio Francisco Cocam, se
p-ego nó el a u lo de la Residencia en la plaza de Zipaqui rá, el. día de mercado. 1"r,
1
'~~~ A.G.N. (Bogotá), Ca('ir¡ues e Indios, i2, f. 204." y Magnus Morne1; La Corona .
l '!9 Véase, por ejemplo, Joaquín de Finestrad, ~El Vasallo'', pp. 1 207.
''.o Conviene precisar· aquí que la integración se daba en la medida en que podía asistir a la
ceremonia el q ue a;;í lo deseara; cosa distinta ocurría, como se verá más adelante, con cercuJonias
como las que lf>.n ían lug<H' e n algunos pob.lados para efectos de la recepción de los vi1Teyes, de
las cuales se exclnía -} en esa medid a s e segregaba .. a los indios y a los vecinos que no
formaban pa rle de la eli te capitalina.
111
Marta Hern!r·;¡ AngeL "Autoridades ~ .
12
' AG ..\. (Bogotá), Residencias Cundinamarca, 4. f 640r.
"' lbid.; Rl'sirif·ncias Cundinamarca, 5, f. 15r. y Residencias Cundintunarca, i , 1: 594 1·.
•« A.G.N. (Bogotá), Residencias Cundinamarca, 4, f. 640r.

iV . l OS PUEBLOS DE ~":"DIOS DE LOS Al"J>r:.$ C€NTRAU:S Y EL CONTROL ~CIAL Y POLJTlCO DE LA POBL\CJON RUfV..l
l'ambién en la plaza se forma lizaba la iniciación del Juicio de Reside ncia, eomo
hizo Pedro de Galavis en Zipaquirá, en 1753:
" ...estando en la plaza de este d[ic]ho pueblo como a las onze del dia segun e l sol~.
presentes la ma.ior pm·te de los vez[in]os e yndios, then[ien]te cap[itane]s alcaldes, .
demas de d[ie]ho pueblo...p[o]r vos de tm :vndio calentano, q[uie hizo oficio de pregoner~
en altas e inteligibles voces se pregono y publico a la letra el despacho de comission de :
exe[lent.isi]rno s [eilo]r Virrey // de este reyrw...y se ahrio el Juicio de Residencia ..." .l45 .
En este caso el mensaje era diferente al deJa ceremonia d f: elección- aclama 'ón
de las autoridades in dígenas, al ·igual que el papel de la gente del pueblo. De · na
parte, iba dirigido a todos los grupos, haciendo explícito el poder del rey para impi rr
justicia sobre todos sus vasal los. De otta, se ponfa de manifiesto la potestad J'eal " ar2
ca m~ i ;~J' a Sl~S fnncionari~s y se p:üiaban ~os se~t~miento~ de insatisfacc ió~ q~· la
achmmstracwn del corregtdor h ub1era pod1do or•g111ar. 146 1üdos estos mensajes man
diri~id_o s a refor~~u· .la legitimida~ de 1:
~~L~toridad.. r;al. ~::afirm~l~~m -~: ~>~~~~ i,p~te~~ia
del 1.e)' sobre el cO nj unto de sus vasallos y ,u autondad petrel JUzg,u y ca:,l:lgc\1 cual~ 1M'
exceso cometido por los funcionat·ios •·eales. Consolidaban también l.a imagen de . ~
la corona encarnaba la justicia y planteaban explíei tamente qne estaba interesad· €'D
defender y pmtege•· a todos los súbditos del rey. 11' Se ponía de n umifieslo igualm~ . llf'
q ue aún el poderoso era impotente frente a.l poder real. Los vasallos de la corona ·.
gentes de diferentes "tipos" y jerarqlÚas, pero Lodos ellos estaban sujetos a su ma · (\.
La plaza, en un día de mercado, cuando confluían a ella indios y vecinos, era el ln..g-4
idóneo par·a dal'i e la más amplia divulgación a estos mensaj es.
Además de las ceremonias de aclamación y de l.os J uicios de Rc~s id encia i lf.o;.
corregidores, que tenían lugar con relativa lrecu~ncia, había ott'as actividades, m 'hQ
menos frecuentes, que requerían de una éU11plia clivnlgación . Este era el caso, por- e' rn-
plo, de las visitas a la tietta. En esas oportunidades los oidores de la Audienc.ia, des · 1éos
de misa, eongregahan a los indios y a los vecinos en la plaza y desde la puerta . la
iglesia, les in formaban sobre el ohjeto de su visita y lo que fre nte a ella debían ha~ · _:-tt
También en la plaza, los o idores hacím1 que, en presencia de los indígenas, de los ve · ••*
y las autoridades, los medidores juraran medir "fielmente'' las tiertas. 149 Aquí con ~ ·
s;1braya·r, que estos ~~edi~l~re~, q~~e verificarían l~s l~m~te_s ~el resgum:~o, era~1 v,ec:!~, ..li
fi,s decn que, en este c<t::.o, al t:::>ual que en los p• ocesos de eleccwn-acl<lllldClO ~ t>i
problema que se d~bati~ inleres<~a fw1d~menta lmen te a ~os ind.ígenas, pero los ve;~ct>
aetuaban como testJgos. 1" 1 A.demas los vecmos eran t1un.b1en los encargados de medj!<b
resguardos de los indios y los que declaraban sobre si las tierras eran suficient~s o
excesivas pm·a Jos indígenas del pueblo. 152 En estos casos los vecinos ya no sólo :

.\.G.?-i. (Bogotá), Rr<sidearias Cundinamarca, 5, f: 15r. y v.


t'c'
:\ .G.:\'. (Hogot.~}. Residmrias Cunrlinmnarca . fJ, f. 855v.
v.r.
'" Sobl'e estos problemas, analizados en función a otras realidades, véase !dichel Fou, .tlt..
Dúcipliru.> and Punúh. .
1111
,\sí afírmó haberlo hecho e l oidor A!'ósregui en todos los pueblos, en su infonne g · ~
sobJ'e su visila a la pmvin<:ia dP Santafé (A . G:~. (Bogotá), Visilos CundinmnarC'a, S. f 781 v.}. V "'!
también el expedienLe de su visit<1 al pueblo de G uasea, A. G. ~. (Bogotá}, Visitas C11nditumwr . _:-.
f 5'14r. y el ;\cta de v isita al pueblo de Duitama, en jurisdieción de la eiudad de Tunja, levan d·:-
por el oidor Berdugo en l i :'i5 (A.C.!'\. (Bogot<l), V!:~itas Boli()m·, 6. f. 579r.).
119
AG.~. (Bogotá), Visitas Cundinamarcn, 7, 1'. 13:k
tso \'éase, por ejemplo, :\ .G.N. (Bogot<Í), Visitas Bolíonr, 6, 1: G4.3 r. En este caso a uno d ·
med idores se le titulaba don. ·
l.lt Tbid., f 619 r. v v.

m A.G. ~. (BogoÚ), Visiras Cundinamarca, 7, íf 13:-lv. a J34v. Vistias Bolívor, 6, ff 607r. a 655, E!!
algunas oportun idades estos veeinos ostentaban el título de don ívéase, por <:j cmplo, ibid. , J.: 63 r.

ordena,- para controlar + marto herrera <mee!


testigos. sino que pa.sabm1 a ocupar el papel rle peritos. que estaban e n capacidad para
eoucepluar sobr'<' lns necesidades de los indígenas y sobre los recursos ck que debían
disponer. Se les abría así un espacio para hacer valer sus intereses fl"ente a los indigenns
.': en espt>cinl. los relativos a la posesión .' al tamaño de las tjerTaS del r·esguardo.
O trns decisiones que afectaban la vida de los pueblos y qut> PI Estado buscaba
di, u lgar anrp]j;mwnte, se anunciaban desde la plaz<~ del f>H<'blo. E•·a el caso de los pregones,
e n los que. "por voz del indio", se in(()l'rnaha que se ~jecutarían obr;:~ s de r·Ppa r·ación de la
iglesia, par:~ q uP se presentaran los pns to •·es que quisieran ej t>r ut nrl as. 1:.·¡ Ütl'o tanto
:;ucedía co1 1 e l rt>m:lte de los tributos y de los diPzmos de los co•Tegim ie ntos Y'4 En ambas
oportunidades como .los pregones se debúur hact>r no sólo en el pueblo o t>n la pr·ovincia,
~ino también Pn la ciudad. las plazas <"ilHdinas se usaban para di' ulgar la ejecución de
e::tas operaciones. Sólo que en las ciudades la plaza podía pr'<'st>ntar espacios más
d ift>rPnciados. que rt>í1ejabau una m:l)OI' independencia entrt> los poderes CÍ\'Íies y
eclt>si:ísticos que la qw.> se p1·esentaba en Jos pueblos. En la ciudad de Santafé. por
.-jemplo. no t>r·a la puerta de la iglesi:¡ el lugar e.n el que se precisaba que St> había lleYado
tal o cu;:~l acto ,rinculado a la gestión estalnl, co1no se ha visto sucedía Cll los pueblos, sino
la puerta de la respectiva entidad estata l. Así, t>n 1725. cuando se p rC'gonó en S;wtafé la
repm-ación de la iglesia d el pueblo de S ues<.:a, el Escribano Púb.l ico de 1 (uner·o lo hizo
hacer " ...eslalldO (']1 In plaza maior en 1111."1 d<~ lns puertas ele la Seeretarill de c~unara ..." . l.l.)
Fue•·a dt>l papel de escen ario pa •·n la tonw de d ecisiones q u(• afectaban a la
comunidad> de centro difusor de las •nedidas adoptadns por el Estado, la plaza también
t> l'a llll lugar <'!1 f• l cual los pobladores podían ohserYar el c;:~stigo "ejemplar" al que
eran sometidos quienes eontraYenían el OIYien establecido o se <>nf•·Pntaban con las
autoridades. Fue esto lo que suce<lió e n Cogua en ·1658. cuando las indias Isabel y
Tomasa fut>1'on amarradas df' la pi<·ota. o palo colocado eH 1~· lllilad de la plaza del
p ueblo. donde fueron azotadas por· orden del cura . E l cast igo obedecía a un
t>nJ'reutamien to con la esposa de un cacique. pero las palabras d e "d esacato" contra el
cura, pronunciadas por Tomasa. la hicic r·o n también acreedora a que S <~ k tr·a.sc¡uilara el
cabello. 1"" F:n J 753 el eo1Tegidor de Ubalé o rd enó que los indios qu e infr·ingieran la
o rden por· ~1 impartida de obten<>r licenria para sacrificar o Y<>nde r ganado recibieran,
entre otros castigos. 25 azotes e11 la picom. m En l795 la Real Aud iPnria ordenó azotar
públin11nenle e n la pla7.a de Chía a 'arios df' los in d ios que hahían dndo mue•·te a
golpes a una india acusada de ser) erbalera. para que el castigo sin iera d e escarmiento
~- todos qucdarau apercibidos de que si 'oh ían a cometer semPjantes excesos se les
l'astigaría con ma~ores penas.l 38 Estos l'astigos públicos se constituían Pn un mec~lllismo
medianlt> t>l rtwl S<' reiteraba la sobf'r·anía de la corona y se afirm:~ba sn poder. 1 :.~

,,.,, ·\. G.:\. (Bogotá]. Caciques 1' Indios, 12. 1: 'Uh.


m A.C. ·. (Bogot<Í). Jí·ibwos. 5, 11: :i'{:ir. a :ÍlÍIÍ r.:. 546,·. y 798v. a 804 •·· J\hurice Phi lip Bnmgardt,
"Ti.tlte Pmdu<' tio n ··, p . 8 . El aur:or preeis;l \l"'' an tes del remate se Ct' l<' lwaba UJ ia lll isa para
pPdir· n Oios una buena cosf:cha y. adcHI<Íti. "tite priest exhorted tlu· lol';il popu lace to pay their
LiiJws o1· fnre the deúJ and é"lt>rnal danl l!<llion. a threat UH')' "~"l'e lik<'ly 10 hcar periodically
Lhroughont thc ;ear.": "el sacé"t·dol<' cxho1·taha a l populacho local a pHg¡¡¡· sus die1mos o afronta¡•
al dernonio y la condt>nación ctt·rna: una amenaza que p1·vb;rhkmente escucha•·ían
p••riódiram~>nte a lo largo dPl ;uio.-
1'-' \ .G.2\. 13ogotá . Fábrim rlt> f¡(lesias. 11. f. !61: Sobre la disrribtH:ión dt la cdilicacionf'~ públic:t$
aiN>dedor de la plaza maYor dt> Sarttafé. ,·éast> Daniel Ortf'g:¡ RicauJ1<". Cosas de Sanra.fl de BogrJfrÍ
19j9. 2a. ed. Bogotá. :\cademia de l l i~toria ele Bogotá. Te1·cer Il1urtdo f clitorc:., 1990, pp. 68-IOIÍ.
"'; \ .C.i\. ¡13ogotá), T'irtqt>s. 1'3, IT. 348r. y 154v.
•~: \ .G.\. :,13ogotá). Residencias Cwulinamarm, í, f. 607v.
¡:;¡¡.\ .CS. (Bogotá), Caciques e Indios, 72, rt: 213v. )· 214 r.
1:•• \licftel Foucault. Diw:ip/inr: all(/ J>nnirh. pp. 47 --~J .

l \'. lOS PUERtO~ U f 1'\UIO'> DE LOS ..\~DES CE..'./TR:\lE.S Y fl, <"ONTROI 'CK:I.o\l Y POLITIGO DE L'\ POf.U A CI O~ RURAL
En algunas opo r tun i dad~s el pel igr·o de que el castigo gener·ar<~ desór dene-
entre la poblaC'iÓn o las consideraciones sobre la gravedad del deli to hacían qu e p~
su ej eeución se utili7.ara una plaza de mayor resonancia q ue la pueb le rin a. En el ¿..;:,
de los azotes que se debían aplicar· a los indios de Chía. que se mencionó a nteriorme1 t>.
PI corregidor· solicitó a la Real :\.udiencia que e l eastigo se real iz:t t·a en la p laza a..
Zipaquirá en un día de merC'ado. ya qtH' de realizarse en Chía pod ían presentru¡' c:-
alborotos y al teraciones, por ser los reos de ese pue blo. Además, a la plaza J e Zipaquira
asistían los i.ndios dt~ to~os l.?s ~ue~)~os .. de l corregimiento, por lo cua l " ...producir~.;u
cxernplar e ffecto el cas ttgo... ·, anad w el corregtdor. 160 j
En el caso de \figuel Guaseo. indio tributario df>l pueblo de Fómeque, quien e-u
17 19 dio muert e a su capi~1.n. 1 61 la pena se ~jec u tó en la plaza de la capital. 1<:1 indio. al ~
apresado ai'tos después, fue remitido a la cárcel de San ta f~, donde se concluyó el peoceso. ,;.
AUí la Real Audiencia lo condenó a pena d~ m uerte
- ...que se execut.a ra sacan dolo de la Rr.a 1 Carzel don ele se halla en bt'S I ia de Alabarda,
con soga al pesqueso y sera / 1 condusido por las calle,; pnhlicas que se acostumbra con
pregone m pot· delante que publique sn dclicto asta l:t piasa ma..ror ele cll:t clonde es tara la
horca, le!Jantada de donde sera ahorcado por el .Y(inistt·o Executor de .J n~ticia asta que
muera naturalmente, desp u e~ de lo qua! le ser·an <'Ortadas la eavesa _y manos, que s
fijaran en un palo, y pn!'sto en el camino q ue sale desta eiudad para cl [icJho pueblo d ,
donde ninguna persona las quitaran, ...r 16,
El uso de las plazas de la capit.1l para ejecu ta¡· l:t "'pena ordin:tt·ia"' para el delir ..
de homicidio se presentó tamb ién en otras oportunidades, com o en el caso del in ~·
de S iachoque. José María S ichac:á, en 1792, q uien fue (:ondenado a ser a horcado e
plazuela de Sa n Victorino, en S antafé. 161
S in embargo. no fueron siempr e l<~s plazas capitalinas o pneblC'rinas las escogí ;c.
para castigar los delitos m a} ot·es. En algunas op<lrtunidades se ordenó que el pre~·
fu Pra :jecu_tail_o Pn el l u~ar rle los he~ho s. como_ oc~rrió con el ind io de Faca tat};'á..
B1c1on no V1chJvena, en 1!07, por el delito de parncrdw . Dada la gravedad del hech la
Aud ie ncia or denó tod o un cc-rerno nial: ,;cría sacad o de b prisió n a l:t cola de un ca a
llo, con la soga a la garg<~~1 t a y 'oz de pregonero q ue ruanifest·ar a su delito. En esLI
fo1·ma sería paseado por las calles del pueblo. ha~ta llegar al sil io a donde había cometí<!··
el homicidio, en donde ser·ía colgado en una soga d e tres palos hasta morir. Luego ~ lf'
cor t<u·ía .l a mano derecha pnra fijarla en el sit·io. se lo coloC'nria en un ccron, cuba, e un
o saca junto con una m ona, un gallo, una víbora y un gato y, finalmente, seria lanzad a!
río grande dt> Bogotá. 165 Aunque se nos escapa la simbología que esconJe esta cond~ 1a.
110 cleja de llamar la atención el uso de anima les CfUe cotno el gallo y el gato, se asoetan
más fácilmeniP con prácticas de hechicerÍa, que con castigos Pjemplare de" los tril.mnak-
Oe <'ualquiel' forma, lo que interesa resaltar aq uí es el carácter público que se daba"'
ciertos aetos, como los castigos ejernpla,·cs, y resa ltar el pape l. que en est.e sentido jt <r(,
la plaza. corno espacio privilegiado para ~scenificar aque ll as repr esentaciones con la-
que el Estado ." s us autoridades buscahan impactar a la población y logt·nr, igualmentt>.
que sus m ensajes fuer·an ampliamente conocidos por ésla.

lroili\ .C.l\ . :Bogoi<:Í), Caciques r· Indios. 72. f. 21.7r.


161
.A.C.N. (Bogotá), Catiques,., Indios, 49. ff. 711v. y ss.
Ir.! ]hid .. fT. 7 U r. y 741r. y v.
•m !bid.: s ub•·avado nursl•'(). La muerte rn la horca y el SI'J' arrastrados¡¡ rola de cahallo e rar
rastigos de los q~t> t>staban ex('ntos los hijosdolgo. paJ~ quir·nt>s se reset"\;thn PI cadalso ¡Pedr
.\l. lbáliP7.. rronictts, T. (, p. 66 .
'r. 1 Guille rmo Sosa :\.bella. Labradores, tejer/ores y ladrorws, p. 107.
w:> A.C.N. {Bogotá). :1/ilidas y ;lforina, l it>, f. 5251'. y v.

ordenar para conrrolar 4- mana berrera angel


cr 9o>
Otras actjvidades. de carácter más cotidiano. pero fund ame ntales para asegurar
,..¡ ejercie io del poder sob re la población. también tuvieron como escenario la plaza
-iel pue hlo. Este era el caso de la congregación de los muchachos para que asistiera11
.1 la doctrina. En Cogua, en 165S, Benito, indio ladino, alguacil de muchachos de la
doctrina. declaró que para acudir a la obligac ión de su oficio, salia muy de maí\ana a
;a pJ;¡za de l pueblo para recoger a los muc hachos de la doch·ina. 1m; Se tr·ataba de unn
.arti,-idad nrtinaria que se repetía en los poblados indígenas. y a que los 11ittos y
r:.,enes indígenas (~ pá n· ulos", "ch inos" y .. chinas" como los lla maban eu los docu-
mentos! de bían asistir a la doetrina o pré dica religiosa de la iglesia todos los d ías.
mientt'a!\ el lunes y Yi<>rn cs debían hacerlo los de mayor edad , calificados d e " rcscr-
ndos" y el domingo todos los i.ndios e in<lias. 1G7
S in embargo, no só lo las actividades qtte se enmaTcaban dentr o de la legalidad
D.::.aban la plaza com o mecanismo difus or. Lo ilegal tambi é n podía r e querir d e l
ronocimiC'nto público. En Fó meq ue, e n 1801. e l cura y su alrijado el ten iente iu<lio
hacían llevar a la plaza el ganado confiscado a los indios, p or no ser· de ellos, sino de
~, ' ecinos, a los que se lo cuidaban a cambio J.e pago. Pa•·a obtener la devolució n de
¡.-_.;, a nirnaiP-s. los vecinos de bían pagar dos r·ea les por cada caheza confiscada _lf>l! Un
'ecino se quejaba de hab er pagado en una oportunidad 4 pat acones, o sea la lihet·ad6n
·k- unas 16 cabezas de gaoaclo.11'9
Dt' o1r·a parte. el hcclro ele que e n la plaza fuera usada tmubién como lugar· dt>
mt>rcadeo. te nía co mo t·csnl tado el que. a 'e ces. los b ien es e mhargados po r las
~utorid aJ.es. fueran ' en didos e n la plaza. E u Chocontá. a finales dC'I siglo X\ l L las 124
O:>\ejas que el doctrine ro o r·denó embargar al inruo ::\fatheo \Túttez. fueron Yendidas en
:a plaza a un vecino, por el teniente indio, ej er.u tor de la medid:~. 1 í 0 El embargo, que se
hizo para obte ner el dinet·o d t:>jado por la esposa del in dio pa•·a su entierro y bien de
:;u alma, fue consi.detado por \a Real Audi.encia contrario a las disposiciones sobre \o
·:¡ue los curas podían n~cibir por sus se r'\ icios. Por esta razón. la Corporación orde>nó al
r.wregidor realizar la invcstigac ión correspondiente y, soh•·e esta base, decidió q ue los
bit'nes fueran de \·ueltos al indio. r;¡
Pero precisament t> ~>1 hecho de que la p laza fuera un lugar de mercadeo, llevó a
algunas autoridades, entr<:> ellas a los corregido res, a utilizarla para awnentar sus ingr·esos.
Fur. as í eonto en 1734 el r.orr·egidor de Zipaq uiní fue ac usado ante la Audiencia de
cobrar •·pechos" indebidos sobre la mi e l ) la sal que se producían o comercia lizaban
<'n esa pohlación. 1n Al respecto. el hijo dC'I gobernador de Chía afíemó que por no
pagarle ::~ 1 C'Orregidor lUt real que le exigía de ··timosna··. por las dos cargas de miel que
"'' taba vendiendo en la p laza de Zipaquirá. éste le había co nfi scado un zurrón de
mielY 1 Estos hechos diero n Jugar a que e n junio de 173ft se comisionara al Receptor

IM A.G.I'\. (Bogot6). Virr~¡-·es, 13, f. 349r. y v.


'~ Yéase, po r cjeu1plo. -\.C.N. (Bogolá}. VisiltJ.~ Rof[Mr, 6, f. 6()0v.: Visiras Curu!inamrmYJ. 7, f: :íGv.
, . (i,msy Obispos. 26. f. ·1641. .'\1 parece r los vN· inos asistí;n1 a la docu·i11a.junto con S tts fa111 ilias,
_
lo. do mingos y fiestas de g um·dar (A.C.N. 'Bogotá , Curas y Obispos. 25. f. 674r.).
,..., \ .G.X. Bo¡::otá . Caciquesf'lndios. lí , f. 660•·· .1 Y. Según se desprende de oti'O t·xpt•diente,
<'ll •·1 qtte se acusaba al ten ienr e in<l io d•· Gaehetá de apoderarse de las I.Í<' ITliS < k los ind ios
en 1809. el preci o com (u1 del pastaje e•·a de IÍ t'eales al año por .-aheza {A.C.I\. 1,Bogo tá 1.
(ariques e Indios. 56. f: !)()!-. y 1'.).
•w A.G.N. (Bogotá). Caciques e indios, 17, r: (i()'Ír.
,;o A.G .. . (Bogotá). Curas )' Obispos, ll. f. T~Or. y v.
' ; 1 !bid., ff. 329r. a 318r.
t::! c\ .G.X. (l3ogolá . Caciques e Indios. 49, r: 20Ch-.
1; 1 Ibid .. f. 203 r. D el docu m ento se desp rc udc que se equi,·alían los tét·minus zurrón y

pellt>jo de miel y estos eq ui, alían a un te1·cio ,:de carga?;.

IV. LOS PUEBL05 1>f, INDIO!. Ul· 1OS A:-IDES CE~'TRALf.S Y EL CONTRO l ~CI,, L Y PO U11CO DE LA PO KLAClON Rl!ML
de la Rea.l Audiencia pa1·a que hiciera "formal averiguación" sobre los procedim'
del corregidor Pedro de TovarY'
Otros castigos, de cat·ác1-et' inegular, también hacían uso de la plaza y
piwt.'1. En Chocontá, en 1695, el corregidor ordenó al indio alguacil del puebl.o
trajera el cah::~llo que tenía en las estancias de los indios y como
" ...no bolvio con la bt·cvedad que deseava lo mando amat·rar en la pi<;ot.a en donde
le dieron por su orden asta diez asotes en que no prosiguio por aver ocurrido el
Cura Doctánero de d(ic]ho pueblo con la notisia q[ue] se le dio de la
estraña q[ue] en d[ic]ho ynd io Alguasil se execut.-lra por cuias persuasiones e""'."''""'"
mando cl[ic)ho Corrcg,[id]ol' suspender el castigo q[ue] avia prensipiado, ...". ;·,
El ejercicio de este tipo de actos ilegales, bien podía dar lugar a una exp
pública de inconformidad contra las autoridades. A este corregidor, por ejem
indios de Cuatavila se le amotinaron cuando apresó a su eacique. La plaza fne
de difusión de !a noticia, que se dispersó en1Te los indios, cuando éstos salieron
iglesia.'" 6 De igual forma la plaza podía ser espacio de agresión conlra las
En 1802, en el pueblo de Ubaque, las indias de una capitanía enfrentada con el
insultai'On en la plaza del pueblo, en presencia de indios y blancos, según lo '-'"'"'!'!i!~
el corregidor de Bosa comisionado para investigar el enfrentarn ienlo. m A.c.¡uí se
en evidencia un problema de particular importancia: la reacción de la población
uso que en tales cir·cunstancias se hacía de la plaza .
El castigo legal o ilegal, así corno otros problemas pod.ían dar lugar a rno
en tales casos, las autoridades que hahían implementado la .medida podían aLraer
sí la furia de la comunidad. Incluso Jos curas, cuya figUl'a se veía J'efor·zada por· d
de lo sagrado y pod ían hacer castigar a la comunidad con la terrible pena
excomunión, fueron objeto de la ira de la población. ,;s En esas oportunidades la
ocupó un papel eentl'al, no sólo cuando allí se escenificó el aclo causante
ineonformidad, sino también pol'({Ue la plaza había adqui.rido un sign if)cado p
especial. Su ubicación central en el conLexlo de nn orden que p1·ivilegiaba la central
su capacidad par·a congr ega t· a la población del luga•· y el uso que se le había
como espacio para la toma de decisiones y para divulgar las disposiciones y
estata les la hahían transformado en el espacio "natural " de la actiYidad poi
común de la población. Este espac io había adquirido un pofler simbólico
des preciable, entendido éste como "a powe1· of constructing reality, and one
tends lo establ.ish a gnoseologica/. order: the irnmediate rneaning of Lhe wodd". 1i 9
ello la pla~a no só.lo resultaba de gran 111'ilidad en términos de la dominación, sino
también s e constituía en un espacio idóneo para escenificar la inconformidad
desacuerdo. Sus características físicas, al igual que la carga simbólica con la que
había provisto mediante su uso cotidi.ano, hacían dP. ella nn espaeio privilegiado
insurrección, como se demostró du1·ante la R.evo.l ución de los Comuneros en 1

,;, lbid ., f. 202v.


~>:• A.G.i\. (Bogotá), Empleados Públicos Cundinamarco. L f. 56v.
t;6 li.Jid ., (1: GOr. a 85t-.
'" i\.G .. ·. (Bogotá), Caciques e Indios, 17, ff. 709r. y ?llr.
,;s A.C; ..\1. (Hogot.1}, Caciques e Indios, 63, ff. 352r. a 35Gv.
1; 9 Pien·e Bout'dieu, Langua.ge and Spnbolic Power, p. 166: "el pod(~l' par<~ construir l:1

.' que tiende a establecer un orden g noseológico: el s ign.ificado inm(·dialo dd mundo.''.


la re la~ión entm la es~eniñea~ión de los actos de poder y la construeeión o manipulaeiÓil
percepción de lo político véase también ?>{urray Edelma n, Cons1rur.n'ng 1he Politiral
Chicago, The t:niversity of Chi~ago Press. 1988 y DaYid Ker1zer~ Ritual, Polirics & PuF,•er,
[·laven , Yali' Cni,,ersity Press, 1988.

orde nar para controlar + mana herrera anael


_\d i('ionalmenle. en el caso de la protesta, al igual que e n otras coyunturas. la manifes·
tación de inconl'onnidad podía trascender el ám bito p uebler·ino y llegar a In plaza de la
capital. El 2Ei d e junio de 'l 781, por ej emplo. los indios de distintos p ue blos el e los
_\ndf's centrales se agolparon Prt la plaza de Santafé, para que se les reslituyesen sus
put>blos y sus resguardos, tal como Jo estahlt>cía la séplinw cnpitulaeión comunP.ra. 1~ 1
ap ro~nda por el Real .\ cuerdo) Junta General de TeibunaJes el í de es~ 111es. 1112

Como se ha podido aprcci1-u; en los pueblos la plaza oeu p<Í - y posiJ¡Iemente todavía
ocura un lugar ¡wiv-ilegiad.o ¡xu·a la di fusión de los aetos de poder·. bien fu era para rcforz;:.l'lo:;
<) para <'xpresar inconfomlidad o rebeldía frenle ;.1 su ejercicio. Pt>m la plaza, est> gran patio

t-n que se congregal)a a los pohladorcs para que Yieran lo qut· se les quer·ía rttostrar. no fue
.;>) t'mico espacio de difusión de la inf01mación. l.<l iglesia cornpart-ía ese pri' ilf'gio, aunque
··cm 'ariaeiones, que inducen a eonsiderarla desde el ptmto dr \·isLa político más corno
un ti nglado donde S<' euseñ<uxm y s~ inter:iorizahan los pri.Dcipios que fim.dament;~ban la
d ominación . E se _e ra el espacio donde el cuea doctrinero ensei1aha con sus prédicas los
principios que-debían regir para qtte los homhr·t>s viYiera:n f'n "policía". Sin e rnbargo. no
siilo sus palab-ra~~estaban cargadns de un con tenido pedagógi<'o. sino tambi<'n el uso
rotidiano del _espatiO--.:Y la o r·ganización de las acti,idades que df'sanollaha la población
par:I-(Jotar el recinto y j)~u·a llf'WII' a buen tém1inn las actividades religiosas.
2. La Ig·lcs ia: lo Sagrado y las Jerarquías
Dmante las últimas décadas del siglo '\Yl nmchas de las iglesias tle bahareque ·'
pa.i~ que se habían construido en los Andes centrale;;, f"ueron reemplazadas por
t>dificaciones faJJricadas con piedr·a. ladrillos y tapia. A finales del. siglo est;¡ sustitución
ya estaba bastante avanzada y se con tinuó en los l)l'imer·os años de l sigu.ienle. Hacia 1600
lo~ oidores Enríquez y Gómez <le :VIena conlrataron la construcción de por lo menos
qui nce iglesias en los pueblos de la prn,.in<"ia de Santafé. 1s1 Eu la jnrisdicción de la
ciudad de Tunja aunque el p•·oceso de sustitución de templo,; parece habe r s ido más
lt-n lo que en Santaf'é, también c;:;taba bastant e ;wanzado hacia finales d el s ig lo XVJ:. 'M
Las nuevas edificacicm4?s de lad•·iiJo, p ied.r.·a y te:ja, en algunos casos, y en olt·os ele piedn.t
~· n tbiertas de paja, 18:'·!en su nH1)0rÍa medían u rtas 51 varas de largo, por IL. dt> ancho y()
dt> alto. 181i Por lo general. contaban con dos puerlas. dos o Ct tatr·o Yentanas. ca mpanarios
•1t> \res ojos, pilas pat·a el bau¡jsmo ! el agua bendita ) , e11 algunos casos. capillas.IS/ El
aflar ma~orse resnltaha. elevando !'!l nivel de su piso, que quedaba una" tr·es o cuatro
~radas más alto q 1w C'l del res lo Je la iglesia. ls:l Este sería e l diserto básico de las iglesias,
•1uc se man tendría en las conliHwts adic iones. reparaciones ." reconstrucciones de los
templos a lo largo de los siglos \VII y X \ "UL t> ineluso a finn les tlel siglo \1\. 189

u.o Pablo E. Cárdenas AC"o,w. F:lmovimielllo C'Omlmal.


181 :\.G.J\. ,Rogotá). Poblol'iom·s T·arias. í, f. ti5ir-.
ls:? Pablo E. Cá•·denas i\co~ l n . Fl movimieulo wm1111t1/ . T lL t)· 41.
1111 Robt'rlo Velan día. Eucidopr·dia, T 11, pp. í'li. 81 0, 824. 868. 9"l0, 982 y J026; T 111, pp. 1HlS y

1889: T. J\: I'P· 2082. 2096. 218J . 2246 y 2310! T. \ : 1'- 2640_
'"' José \l ojic-a Silva. R,·farión. pp. 1. 100.
•>t"· lhi«L
•ss RobC'•1o \ elandia, Enádopcdia. T JJ. pp. ili. 810. 824. 86H. 910, 982 y 102(); T 111, p p. 1198 .\
1889; T. 1\-; pp. 2082, 2096, 2185, 2246 )" 23 10 .v T. V, p. 2640.
,,.; Ih id .. T. ll, pp. 670 y 7"37 8: T. 1V, p. 2087 y T.\', p. 2641.
ll'S !hieL T. 1f. p. 2641 ~ Rolw rto \ "elandia.l-on/L'l)(ín. p. 70. Da' id Hohinson. ·'La ciudad colonial~. p.
273. ha llamado In atención sobre el c-arácte•· silllhcíliro de esta elt•\ari6n_ Sobre el pmticular C"n la
Rrropi/acióu.iibro JUl. órulo \ -11, ley\111. se J>ll'C'i,6 que para quE' 1"1 l<'111plo -de todas p:H1es sea \Ísto.
.' mejor \E'Ilt"l"tldo. esté algo Jf',<ltli:Jdo del suelo. dl' fol'lna que se hnyn <IP entear por g"J·:tda~_ ..''.
IR~ En r l fonflo Fábrim rl<' fg!C'sias del A.C. "11 . (Bogotá) I"I'Jl"·'a n numerosos f''p ed icnt~>s
rt•lativos a las co• J strucdone~ y reconstrueeion('S de las i gl E'sia.~ d e tos AndE's r.en t••aiPs: sohrf' b,;

IV. LOS PUEBlOS 0F I''TUOS 0~ LOS .'\~DES C EST~AI S:S Y EL C0'"TR0 l SOCIAL Y POtiTtCO OE LA f008LACIOX RURAl.
Como se puede apreciar, la iglesia no era , a diferencia de la plazn. tUl pati
g1·an tamaño. Por el contrario. se trataba ele una edificación costosa, que debía re~
y, a la vez reafirmar, la impo rtancia que las autoridades y la población daban a4':,·
que expresaba la jerarquía Sttprema: Dios. 190 Pero esta construcción no sólo servÍir ·)
escenario para reflejar y reafirmar la jerarquía divina . En. lo::; actos qu e a~
desarrollaban. el cura. es d ecir el mediador con la divinidad, ocupaba el lugar ce4..
Era el gran maestro d e cere mon ias, qw~ oficiaba la rnisa, bau tizaba y casaba. 19 J
iglesia era S\ t espacio y allí se ratificaba permanentemente su jerarqnía. De otra ~
sn vinculación con lo sagrado expandía s u preemineucia más allá de las fronter~¡f:"'"'
pueblo. Au11que dentro de la jerarquía eclesi:lstica su papel no fue1·a signiG.cativoc ...-
el ámhilo d e lo profanO el ca 1·ácter sagrado Je SU papel, al igual que la p osici ón S~ .ü.
y el proceso educ:=~tivo q ue se le exigía para desempeí1ar el cargo. lo nh·elaba co~. ·
miembros de la elite citadina. 192 Este papel se puso de maniliesto en las cerem~ ·:.:
de la ci.udad que se escenificaban en los p u eblos como, se verá a continuación;'
En general, las ceremonias estatales que teuían lugar e n Jos poblados er~ ·
cm·ácter local e im·olucraban a sus habitantes. Sin embargo, en situaciones especial'"'
las iglesias puebler·inas fueron escenario de ceremonias vincu ladas funclamenta~e-:.­
le al poder virreina! y a l de las ciudades. Este fue el caso. por eje111plo, ele las cer . -
n ias de recepción que se hacía a los 'irre) es y sobre las cuales hay descripci r,.-,.
r e lalivarnente detalladas para La segunda mitad d e l siglo XVIU. 1w1 Seg1ín éstas, pa-·
dt>l ceremonial tuYo lugar en algunos put>blos ubicados en el camino entre Honda ..1
capital del >ir.reinato. En 1761 , para recibir al virrey Pedro Messia de la Cerda, e l C~L)­
de Santafé coordinó los festejos que se le har·ían al virrey en los pueblos de indi~ :)i'o
Facatalivá y l"ontibón. En este último pueblo el alca lde citadino acornpruió al ca.r · la.....
dt>l virrey basta llegar a la pue1·ta d e la iglesia. Una vez allí,
"'En el pórti<:o est.<than esperando los señor<>s de la Real Audiencia con garnacha
el Cm-a dió a besar a ·. E. la cruz. teniendo un cojín carmesí para que hincase la ¡·od~.
y tomando el pa lio en la puerta, subió el cuerpo de la lglcsia... .".'~" :}
Se tr·ataba de un ceremonial d e la ciudad que, Pn algunas de s us pa1·tet. -
traslarhlba a los pueblos prov inciales. Su importancia, como conjunto, se reflejó · ~
hecho ele que el Cllbihlo dejara constancia en sus actas de la prog1-amació n del e . ¡ ......
e l cual seria dir·igido por sus m áximas autoridadesw; Otro tanto suced ió en
cuand o se hizo e l recibimi e nto del Yirrey Amar _,. Borbóo. En esa oportunida ,
T1·ibunal.es Reales esperaron al virrey en la puerta de la iglesia de Fontibón, para
ingresnr al recinto, donde se ofició el Te Deum .196

iglesias de los pueblos de Cundinamarca - rl cn tro de la ~1ue quedó iulcgrada la provin~ ·;


Santafé hacia 1886, 'éase Rufmo Gutiérr~z, )Jonogrnjias de Cimdinamarra. Bo¡{otá, 1886
100
: \ prinripios dP. I siglo XVII.! el c ura ele Utw afirmaba hnberse dedicado a " la -. r
d<'cenc ia y , ·en<·rasion del c ulto divino .... hazicndola toda 1la iglt>sia) de teja- (r\.G ..'\. (13o·· .,
Curas .r Obispos, 25, I: /37Y.).
l!JI Jhid .. ff. 744r.' ?Ji,·. a i:38v.
192 Rt>nán S ih-a. 't..:niversirlad.r Sociedad en t'l .\"u('vo Reino de Granada, Bogotá, Banco ,.. .o¡

Rcpübl ica. 1992, pp. G9 v 283- 4; \-la11a He r-re r·a Ange l, Poder I.ocnl, pp. 1~3-"140 y A\01 Y.
Zamora. HisLoria . T. 1\( pp. 7i- 8.
191 Pedro .\!afia Jháñez. -Recepc·ión d~ un virrC"y en S;wtafé-. Colombia Ilustrada, 7889-
,.... proclucción facsirnil aJ~ fc>mando Uribe Rest1·e po (comp.'. Bogotá. Banco de Bogotá, 197
't ma~·o l5 df' 1889. pp. 4i- 8.
m• E nrique Orteg¡r Ri.cat!rte. con la colaboración de Ana Rueda Briceño (r:omp.), Cnbi!.
Sanlafé de Bogouí Cabe::.a del. \"uevo Reino de CHmada 1538- 1810. Bogotá. \l inister·io de Edu ~
~acional. Publicaciones del :\rehi'o Nacional de Colombia. MCMLYIT, pp. 164- 5.
193
lbid .
t!)C; Pedro .\Iar·ía Jbáriez. Cró11icas., T. IL p. 250 y Roberto ' elandia. Fo11tibón. p. 107.

o rdenar para controlar T morra herrera angel


Esta¡; aetividades se concentraron en la iglesia, su puerta y la casa cu.-al )' n o
im o lucraron directamente a la población, 19' pero esto no significó que la cerPmonia
careciera de espectadores. Los oidores y otros altos funcionarios estaban pr!'sentes.
Su papel era parte impo•·tante del espectáculo. ya que como se ind icó anteriormente,
estos espectndor-es le daban a la ceremonia una dimensión simbólica, qu~ en este caso
5E' l'\ ía para inC'orporar al nuevo virrey en el escenario po lítico dPI virreinato. Ellos
estaban allí. fuera del territorio de la ciudact. pata expresar su deferencia con el nuevo
dignatario. Puede deC'irse q ue la escenHícación de la ceremonia en la iglesia, en la casa
de Dios, la sacaba del ámbito del poblado. A pesa•· el~ que la iglesia físicamente es111viera
en un p ueblo de indios, el lugar de la iglesia dentro de las jerarquías <:ol oniales la
.-ituaba en Olr'O espacio: el espacio de lo sagrado.
Si bien estos actos no involucraron J irectamente a la población, es vial)le imHgi nar
la actividad y la expectativa que se apoderaba de !.os h:d>it.antes. Arr·eglar el p ueblo y
los caminos, preparar las vian das. los salones. los manteles, las fl ores y todas nquellas
prqueñas cosas darían magnificencia al eYento y reafi ,·marían o no su prestigio frente
a otros pueblos. La exclusión de sus habitantes, por otra parte, ponía de mnnifiesto la
existencia de jerar quías, de gente poderosa y, para los que eran excl~ti dos, el hecho de
cprP no pertl"necían a ese grupo y, por el contrario, estaban ubicados Pn una posición
m u~- baja frente a las altas autoridades virreinales. Sólo el cu•·a y alguno que otro gran
hac:endado ocupaban una posición q ue les permi tía se•· incoq>orados en estas
t'eeepciones. El evento reforzaba su prestigio en el seno de los puebl o~, al hacer pal'ente
~~~ alto nive l j er·ál'quico. Ad icionalmente legitilna ha el poder de las ciudades sobre los
pueblos, al exrluir a su población de los ceremonia les.
Otras jerarquías seculares, estas si il1sc•·itas en los poblados, encontraban también
la iglesia uu medio y un espacio para reafirmar su posición y prestigio. Así, en la
r- tt
parroquia ele Santa Bá r·bara d e G uayabal - e:n las vecindades tle la provinc ia d e
:)antafé- , los Yecinos requeridos en "17?4 para una información. afirmaban que en los
aclos públicos que tenían lugar dentro y fuera de la iglesia. el corregidor precedía en
,u asiento al alcalde. E l que éste loma1·a un usiento en un lugar más importante que el
reservado para el alcalde, era una prueba de s u superioridad jer{u·q uica. 198 En el siglo
\VIL en Fon li bón, los c:-aciq ues, c:-api tanes. utas y principales cabezas de cof'•'adías,
junto con sus mujeres. ocupaban la capilla mayor cuando atendían a los santos oficios.
Este era el espacio rnás lujoso de la iglesia, después del altar mayor, ya que se trat"a ba
de una capilla "labrada costosam ente de artesanos dorarlos". Los dem:ís i.ndios, por su
parte, ocupaban el cuerpo centTal de la iglesia, mientras los "espar10les'' se q uejaban
pot· no tene:r· lugar señalado cuando iban a misa. Salvo los ''españoles~ principales. que
rompartían la c:-apilla con las autoridades indias, los demás tenían qt•e escucharla desde
la pn erta ele la iglesia, ya qne los indios no les eedían s us puestos. w9
A fin ales del siglo X\-111 los '·español es'' ya no sólo reclamarían un lugar en la
iglesia. sino la iglesia misma, sus alhajas y ornamentos y los terrenos adyaC'entes a
dla. Es posible, aunque no se ha encontrado evidencia documental al respecto, q ue

w; Pedr·o Ma ría Tbá•iez, Crónicas, T. 1. pp. 'WI - 6 .Y Robr•·to Vc> landia. Foutibón, pp. 104 107.
l!JIS A.G.i"i. ' Bogotá. Competendtls Cundinomarm . 5 . f. 8801·. Sobre el parljcu lar ~:refiriéndose al
C'aso de las ciudades. Da' id Rohin son. ~La ciudMI roloniaL p. 2'7 4, ha indicado que, en la iglo.>sía:
-En In parte dc,hmtera de la na''C' se enconu·aban asien1os para aqurllos de• mostrado J'ango
social. Cuanto más ce rcano se ub icaba el as ic·nto (o J'eclin¡•tn •·io} al alta r·, m(ls alto e l status.
Fami lia v linaje, cJe,·oción y dot.~t· i ones, comtínmPnte gm·;UJ t izaban asienlos en un patrón q ue
•·ellejaha C'i orden social. Ln ro.>cién llegado lenía solamentr qHe alender a los servicios rf'ligio -
sos para saber quiénes eran los poderosos ~ los ricos.-
199 Roberto \ rlandia, Fonlibán, pp. 73- 80.

lV . LOS PUERJ OS DE IXDfOS Of 1OS .\.SOE$ CENTR.I\1 FC: ' l:l COi'o'TROl SOCIAl V PúliTICO OC LA PORI _-\.("10~ RURAL
<r 9 S)
los jndios hubie1·an s ido desplazados de los mejores luga1'es dP. la iglesia, sa
posiblemente. en los casos de las principales élUlOridades indias. r:l hecho es q t> 11
1800 los vecinos df' l'ómeque buscaban la ereeción de panoquia r para ellos esl '·--
lo que tenía qne w~r con la iglesia. significaba que fueran los vecinos y no los .ind-
Ios qne estuvieran '·apoJerados'· de la f.'dificaciÓII y de la c ustodia de las alhaja ~·­
e l culto.200 Años étnl es, en 1772, los vecinos de r<usagasngá también habían pedi(J,, ila
erección de pa ,·,·oq 11ia: alegaban que ellos h nhfm 1 fabricado la .i g lesia a su OQ ta ~
eran los IÍníeos c¡uc S lls l e t~ taba t' la conservación del c ulto divino.201 En o t1·as paJa lntio.
e l den~cho de posesió n sobre la iglesia y s u dotación tambié n d t> not~iba la 'imponanfill
relativa de uno u ot ro SC!ctor de la población. En Fómegue. en 1799, había 686 ('
de familia "hlanc>as~ y 1í 1 indias, incluyendo J'f'S<>rva dos ~ solleras. 202 En 1755 ~t.il
<'ll Fusagasugéi había 107 'ecinos cabeza de familia.\ 85 trihuta1·ios. 20' de los Ql a;~
en 1799 sólo quedaban 22. incluidos algunos ausen te:;. 2111 En ambos casos los ,..._'!-
JWS) las autor1dadC'S alegaban que quedaban rl1ll) poc>os indios, mientras qu~ ··iS
'Pc-inos aumentaban día por· día.2t)j
F:n el c::rso eh' Tunja este proceso se erupezó a dar en forma mucho más leruf!ra.oa
y con características un poco diferentes. Desd!' po r· lo menos 1732, por f'jempt . l...»
vecinos del p ueb.lo dt>l Cocuy tJ'amita1·on infruetuosarnenle ante las autoridades a·"~
y ecles iás ticas la cr·ccción del Cocuy en parroqu.ia. 201: Sólo se le;:; autoriz6 pa r·a ~~
> icepa,·roquia, pei'O hac>ia 1752 se ordenó s u denwlic ión :v e l traslado de las alhaja, .~
la 'ic>eparroquia a la iglesia del poblado df' los indios. Sin embargo, hacia l76,. ,.-
logró la erección de pat•roquia. sin qnf' <>llo implicara, e 11 un pr·inre1· momcn, "· ta
demolición del puC'blo de indios del Cocuy. De e:>ta l'orma. tanto el pueblo d e iu.jt<~~o
del Coeu.\. como la par·1·oquia del Cocuy. ubicados uno al lado del otro. co11tabarr .,:•
s us caseríos . plaza e iglesia independientes .20' Los ,·ecinos habían Jogr·aclo crear Lm
Pspacio propio dentro d e l eual su centralidad estaba asegurada. Es probable que ~
<>sfuerzo hubiera estado \ i nculado con la t·ern prana importancia demogd!i c<t~ ~ t> ;...,
n~ci uo~ en la jurisdicción eh" !?_provincia d~_Tu,: rja. q u ~ a mediad os del siglo X 1} ,.-
expreso en u na mayor· 1woporcwn ele poblacron hlancn que la q ue por la Jn1srna ~<..:2
se present:1ha en la provincia de Santafe 208
De otra parte la posición soc>ial de la .. nobleza'' citadina también se veía resalada
con Ja construcción de templos privados. :\o en ' ano gr·andes hacendados. conro Anoru~~
de Cab,·e,·a )' Dá\alos) s u esposa i\Iagdalena fh> Subia y Loyola. poseían su p,rro¡-
ora tOJ·io en una de sus baciemlas de baté. que en 1126 tenía f'l c>a1·::ict ·ir
'iceparroquia.200 Por su parte Pedro Tovar· } Buen día. dueiw de la hat"ienda La Calt>ra..
logr6 congt·egar a lrede do,· de la hacienda y de su capilla a numerosos aJT<'ndatarH.~

:!(11 .-\.G.\. ;11ogoJ:Í). Poblaciones Voritts, 7. [ 107,·.


2<'n lbid ., fJ. 704,. y 705r.
2<'C lbid., f 4 12r.
:!(JJ ~hma 1-lcJ'J'<'l':l \n gel, ..:\utorid::ldes", p. 71.

:!<H :\. G ..i\. :Bogouí•, Poblaciones Tim'as. 7. f. CiH!h.


:n:. lhi<l., n: ·n7r.. !i7 11:. 6801: y 60(k Véase t.·unhi¡>n F'mnri~co \ntonio Moreno' F.s..~wdcín, m;,_a
200 A. G.\. Bogot:í . Poblaci;;nes Boyacá. l. f. 7Sr..' pat·a el caso de Chita. A.ib::l 1.117 Ro11in.. ir-
Pito.-¡;:¡ Rt>sgll nJ-cic)-.
:¡o; :\.(~ . .\. Bo~ot:í .Poblaciones Boyará. l.IT. iir. a 13 Ir..' 220r. a '>?4,·. El Yiaje entre el r s.-~
del pueblo.' el de la pal'J'C•qui;¡ usualmente duraba 1111a hum a pie ibicl.. l. f. !l7v.. lo que iJ !.~
que disraban PlltJ'e sí :tlrededor de una Jegu:c, fJ " ~' .. qui,a le aproximadameHle a J.:> k.m . .
2fll \-t'as<' rap í1ulo ll.

:m .<\.G.\. :sogot!Í). .\ olftría la. de BogoLá. libro IIÍU. f. l6:'k Incluso en e~tP c·a,;o, <'1 1 c¡a.. ~
ora1orio ~ .. <'JH' Ollll'abtl en la propiedad de lo:. ha c:~ ndD<los, se precisó que lo que había ,;
¡wrte nt'r.ía ;l l:1 mac!J·e de Dios y, por tanto. no ,;<· inc·luyá rn <·1 inv<" nt:ario.

(¡ 96) ordenar para controlar - L marta herrero angd


quf' terminaron por formar un caserio.210 Su cap.i lla, que también OJH!I'aba eomo
'ice parroquia, no sólo sirvió para realzar el prest igio del hacendado, sino para facilitar-
le el mante ner a su disposición abundante mano de obra.
Pero la jerarquización ímplícila en el control sobre el templo y en el lugar
q ue den tr-o de él se debía ocupar-, no afec taba sólo a los vivos . La ubicación de las
se pulturas en un determinado espacio, .i ndicaba igualmente una posie.i ón específi-
ca d entro de la sociedad que los individuos buscaban salvagual·dal' y en otros casos
adquirir. 21 1 E n 1702 el hijo y el yerno del encomt?.ndero de S esquilé , Cristoval
Or-üz Vernal, dejaban testimonio de haberlo enterrado en la igle.sia de ese pueblo,
segiÍn sus inst:ruccion es, mientras crue, en el mismo ar1o, O nofre Thomás ele Bar1os
y Sotomayor ordenaba que se le enterrara en la catedra}, en la sepultura que le
toeaba en razón de su dignidad. Ambos testadores, e l uno padre y el otro tío de
r or1·egidores d e Cuatavita, habían dejado claras instrucciones sobre su voluntad d(~
ser enterrados de acuerdo con su rango.212 Casi un siglo antes, en 1625, un cacique
de Suesca Ol'denaba eu su testamento que se le enterTa 1·a en la iglesia deJ puebJo,
e n la capilla mayor, donde se acostumbraba a e nte•Tal' a los que habían sido caciques
d e ese pueblo. 213 }fás de u n siglo des pués, en 1752, Juan Concha , un indio de
Sussa que no contaba con los privilegios herediLarios de este cacique, legó parte
de sus bienes a la igl esia capitalina de donde era feligrés y e n la que había erigido
u n altar y pidió se1' enterrado en ella.
214

Este uso jerarquizado de los espacios, que afectaba a vivos y muertos, con toda la
carga pedagógica que llevaba implícita, no e ra, sin embargo, paLI'.inwnio exdusivo de Ja
igles ia. Algunas actividades que se adelantaron e n la plaza e incl11so las procesiones
qne se organizahan pot' el pueblo podían también reflejar las jerarquías en el uso del
espacio. La narración hecha por fray Juan de Sm1ta Gertrudis sobre su actividad pasto-
ral en Tuuja, alrededor de 17:)8, ilustra sobre este problema. F:l fraile cuenta que después
de muchas discusiones sobre el lugar en el que realiza¡·fa su prédica, se escogió la
plaza. Allí se colocó un eSCéU-lO para el corregidor, los alcaldes, l'egidores y demás señores
de la ciudad, oiTos escanos se colocaron para los ¡·eligiosos, mientras c¡ue los mereaderes
::;e ''hicieron para sí ttn tablado muy decente".21 5
Lo anterior quiere decir que también en la plaza S t~ jeTa•·quizaha el espacio para
el desar-rollo d e acLividades especiales. Pel'O lo que sobresale del uso jerarquizado del
espacio en la iglesia <~S su cotidianidad. Sem:ma tJ·as semana los "principales'' tolmtban
su lngar en la iglesia. Semana tras sernana los participantes en el rito cristiano podían
'•isualizar quién era quién en el pueblo. Se trataba d e un proceso de enseñanza per-
manente, con el que se interiorizaha un ordenamiento social, una clasificación ele las
perso.n as en función a su je1'a1'q uía dentTo de la sociedad.
Sin ernhargo, la iglesia no sólo era una eons tr-ucci.ón costosa, con espaóos
seilalados para las perso~tas más o menos irnpot'lantes, sino tamhién un recinto que
t'equer.ía de múltiples aditamentos, que era necesario sufragar. Y slúl:·agar los ornamen-

110 1\oberto Velandia, Enciclopedia, T. lll, pp. 1460-:3.


111 Dalid Rob inson, ··El Signifieado de ' Lugar' -, pp. 12--3 .
21
~ A.G.\'. (Bogotá), :Votaría la. de Bogotá, libro 118, f 283a-. y /limaría 2a. de Bogotá, lihi'O ~JO, f.
94v., respectivamen te.
211 A.G ..\. (J:logotá), Visitas Omdinamarca, 7. f 921r.
2 11
A.GX (Bogotá). :Votarla la. de. Bogorá, oct. :30 el e '1752, ff. 56r. a 5ir.
21:> Fray J uan de Santa Certruclis, ;¡{ara< 'l"llas, T. n, PP· 219-·220. Este l lSO jerarquizado de los
esp acios en la plaza era común en las ciudades hi s pano~trrH~1·icanas (David J Robinson, ·'El
significado -. pp. 12 3).

IV. LO$ PUEBLO$ DE 1:-1010$ DE LOS A :>lOES CEN TR A I,~S Y F.l CONTROl 50CIAI. Y POLITICO DE L~ PO B L~CI0:-.1 RURAL
tos de la iglesia era un mecanismo muy tlti l para refonar el prestigio económico, socif
y polúico de los individuos. '.larnbién lo era para el cura, quien en s u hoja de servició',
y en variados documentos, buscaba dejar testimonio de las mejoras hechas en la igldia
) de los omamentos adquiridos con sus dincms, así como de la coorclinaeión de ac · ·
dades tendientes a hermosem· d temp lo.
Así, por ejemplo, en 1704 Juan Francisco de Galarza y Delfín, cur·ll de Un ~
Queca, ali•·maba haJ)er servido en el pueblo seis años. durante los cuales había
~ ... procurado a expensas cie mi co•·to pecul io continuo lrnbajo y apli cacion la
mayor deceneia y venerasion del culto divino por haver hallado aquella yglesia casi
anuynada y destituida de un todo y h:wer repar~r d() haziend())ll toda de teja, con:
sacr·istia ,Y baptisterio; que no tenia y los ornamentos necessarios para su se•·vicio y
mayor decencÜl: ... " .2 16
Estos argumentos, además de su buen compor·tamienlo, los esgrimía el cura
su aspiración para que se le confiriera "... alguna prebenda; o beneficio de mayor utili~d:
.' renta ...··. 21; De igual forma, en la información hecha en 1783 sobre Diego Ter .
tesorero de la catedral, posiblemente para obtener una mejor posición dentro d la
jer·arquía eclesiástica, una de las preguntas iba dir·igida a r·esaltar las ohr·ns que había
adelantado com.o cura de Gachetá. 218 Sobre el particu lar uno de .los testigos pre~()
<lue cuando llegó a ese curato había encontr·ado la iglesia casi arru inada y l<1 l evantó (~e
cal y canto a su costa. sin pensionar a la Real Hacienda. ni al feligr·csado, utili7.anclo Sól(•
lo que le producía el beneficio o curato. 219 Por su parle, ya a comienzos del siglo XI\.
el cura de Bojacá se cui.daha de anotar todos los años en el libro de cuen tas ¿eJ~
cofradías. las reparaciones que había hecho, "a s u costa" y sin ayuda de indios y vec~;..
en los inmuebles dPI curato del pueblo, la mayoría, al parecer, en la casa cural. 220 •
Este lib•·o de cuentas de la cofradía permite entrever igualmente algunos aspe&~Y-­
relativos a las don aciones del cura. y los fieles a la iglesia. Un primer as pecto ~ll""
sobresale es la concentración de las donaciones que apar·ecen con :nombre p r·opi ~en
el año comprendido enLre abrí] de 1804 y mar7.o de 1805.211 Esta concentración, al i!!tta!
que el tipo de clonaciones hechas. coinciden con la constmcción cie una capilla dedicada
a Nuestrn Señora de la Concepción . De 1 <~ inversión hecha en est.a capilla, cuyo mo to
total se desconoce. las cofr·adías aportaron , pO.t' lo menos, 247 pesos, con lo q ue cos a-
ron. en su totalidad, el altar de la virgen. Para romper y hacer el arco de l t~ capilla, :h
cofradías dier·on 32 pesos, mientr·as que el corregidor Andrés Pin zón y Zailorda aport<•
el resto. Además el funcionario costeó en sn totalidad la constmcción del camarín d~ la
capilla, in cluidos mMeriales, pngo de ofi_ciaJes, los dorados, _los cristales_, la mes; d('
caJones del alta1; sus llaves y las baranrhllas del comulgatorw de la captlla. F:ntr~ el
cura. algunos vecinos del pueblo.' de Santa.te ~-los indios (en ese orden se mencio~n
reunieron 240 pesos. q u. e unidos a 100 pesos de las cofradías, sufragaron la corona. H~
la virgen. hecha de oro, con esmeraldas y piedras preciosas.222 Por su parte, don ~. o~

~16 -\.G.:\. Bogot.~,, Curas


~·; lbid.
/3~\·.
_r Obispos. 25. f. Í
~'" .-\. G. i\. (~ o~otá), Em!JII'ados Públicos Cundincuna r;-a. 4, f. 8_1lr. Est~s i "v~stigaci o r~cs po<!\.ar
rt>ahzarse a solrcllud del nrte•·esado. raso en e l c ua l este podra ~spec rfi car· sobre que aspeJlr-;.
st> de bía inrnrogar a los restigos. La que nos ocupa c~laba siendo addant<\da por la K~a;
.\ udienci;t y <'Siaba a c;wgo del oidor· dt>cano. Fr-ancisco Pe.' Rui z: sin í:'mhargo, el expeclie :~
no precisa qué objeto t~nía.
~w lb.id., rT. IH2~: v 8 1'lr.
2:10 A..G.N. (Bogod). rom•emos, 2. ff: 375v.. 379v., 383v.. 387v., 'l95v. y 399v.
:l:lr lbid .. IT. 435r. a 448,.
m lbid., [ i'JSr. y,._

ordenar para controla r + marra htrrera ansel


l<I\ a. per·sonaje muy ;¡feclo a la cofradía de \uestra Sei'ior·a, a la que años antes había
.-1

~:.nado 10 no,·illas,trl aportó 25 pesos para dorar y dar bermellón al altar de la virgen,
m.i~nlr·as que los olr·os 2í pesos se sacaron de las cajas de las cof'r·adías. 22ó

¡\demás de las donnciones para constnür la capilla. se reeibieron olras para el


aiorno gener·al de la iglesia. El corregidor pagó lo correspondienle al ·'sol nuevo'' de la
Obtod ia, la sacra, candeleros y macetas de lata y alfombró el altar mayor. El cura Larnhién
aportó dinero para el lienzo de la "s[anti]s[i]ma trinidad: pinlura de Vasquez" ~ par·a el
altar que se le h.i:w. D on Santiago Umaii.a aportó -espontaneamentey 16 pesos p:rra
«''OIlpletar los gastos del lienzo pintura de Santa Bárbara, el marco.' el altar de la santa.
El parl re Casas y don Eloy Olaya dieron 20 pesos y 50 pesos respectivamente, para
«''Olprar 120 onzas de plat.'1 p<lra hacer 12 mallas o macetas para uestro t\.mo y costear
b, 60 pesos que cobró el oficial que las hizo.m La multiplicidad y abundanciu de las
tlonacinncs llama la ate nción sobre los innumeral)les aditamentos que podían ar!ornat'
..a iglesi::t ." lo costosos que resultaban. En el lujo para Ja honra de Dios 110 había
nct>sos. todo resultaba corto frente a la grandeza del ser h acia el cual se dir·igían .
La dinámica df' l<ls anteriores donaciones permite apl'<'Cia r' que su obtención se
árcilitaba cuando surgía la iniciativa de arlf'lant<lr una obra f'special, en esle caso, la
capi lla de la virgen. Podernos respirar· U'' ambiente de agilución en la comunidad,
~o s integrantes, más o m.enos cohesionados, buscaban obtPner· fondos par:l logr-ar
p la corona de su ,·irg<'n fuera más hermosa e imponente que las que adornaban las
~tas de las vírgenes de los pueblos ,-ecinos. Los gastos hechos por las co!i·ad.ías ese
-.: dejan wr que la construcción de la capilla se complementó con el embellecimie nto
« la iglesia. 226 Si la bar-anda de la escaler·a del C'Oro estaba medio caída, las paredes de
la 1~des i<l desconchadas y sucias y las ermitas sin altares, la capilla no luciría y no sería
la mf-'jor de la vecindad. Y tene r la mejor capilla, la mejor iglesia , la image n rn~1s
Milagr-osa ... son factores que cuentan en las riva)jcJades con lns poblaciones comarcanas .
.\nm¡ue la clocumenlación no nos baya proporcionado evidencias sobre el pMticular, 1
poxit>mos dejar que la irnaginación nos seriale que la iglesia 1ambién era un fa clor de
jrr.u-quir-ación entre los pueblos de la pro,incia.
Pero lo que sí se e ntreYé en la doc umentación es el juego entre la pos ición
!Qeial .Y el acto de donar. Básicamente, los dona11tes identificndos fueron - ordcnMios
4le acuel'do con el montn apt'oximado de sus donaciones 227 el conegidor, don Eloy
1
Ola~ a, ~ 1 cura, el padre Casas y don Santiago Umai'la. Mirewos primero las dádivas del l¡
«WXTt'giclor y el cura. El aporte del corregidor. al parecer el más generoso. cstai'Ía en
«''fl-.ouancia con su importanci<l dentro del pueblo y el cor-regimiento. Tambi~n er·a .¡
KQrde con sn caudaL E ntre 1786 ) 1791 el corregidor había sido el dueiio de /,a
&ancia de la Serre:;ueln . hacienda situada ('n la parroquia d e ese nornbr·e, vecina a
'lojacá. La propiedad h<lhía sido comprada en 22.400 patacones y vend ida en 25.000,
áfra;; IJada desp reciables para .l a época. 228 Un m1o antes de comprar la Estancia Pin7.6n

m lbid .. f. 3/lr.
221
!bid .. f. 438r.
m lhid., f. 438r·. ' ' ·
226 lhid .. f. 438r. ·, '·

~2' El monto el~ la don:1ción no se especifica en todos los casos, por lo cual 11o st• puede
est.ah i<'Ce r con precisió u la importancia relativa de las mismas; sin embargo, a grande~ rasgos,
<'l'eem os que el orden St>1'~:1lado coincide con el monto de los gastos de cad::~ don ar¡t~· .
:m El patacón o peso di" plata equiYalía a 8 1'e ales (A. M. Barriga Vi llalba, Hútoria r/¡- lo Casa de
la .1/onfda, 3 Yols .. Bogotá. Banco de la H.ep(lblica. 1969. T. L p. 301:·, en el siglo X\1 fl l'n los
\ndes ce ntrales. usua lmt>nte a tUl trabajador o jornaler·o se le paga ba 1 J'ea l diario (llermPs
'Jo,ar· Pinzón. Hacienda. p. :n nota 102).

1\' . LOS PUEBLOS ne '"010> DE LOS ANDF-' CF.,..'TRALéS Y EL CON1H01


. SOCIAL Y POIJTiCO Dé LA POQLACION RURAl.
y Zailorda había nrlquirido la haciendn .lunn J ~marillo en F:ngativá. propiedad que.
1/87 fue Yendida en 12.300 patacones. 229 Adicionalmente, su aporte e\ idc ncia ur. -
buenas relaciones con el cu•·;¡ pueblerino, que se '<'t"Ían t•eforzadas con su dádi'a..
E11 cuanto al g<"~sto efectuado po•· el Clll'll . el tercero en importancia. se per
que incentivó <'011 él el acop io de fondos para con q)I"<H" b1 costosa corona de la virg .
complementó la adq uisición de cuadros y altares para e l embellecimiento de J¡.¡ igl ·:...
Además d el pre»tigio q••e tal gasto le pud i t~ •·a implica •·. s u aporte secv.ía eomo ejem ~:
.' es probable que stt inversión más imporl~u1te hubiera est:.Hio dada en té l'mino
tiempo y de esfuerzos par<J coordinar las act ivirbdf's .
De otra pa•·te sobresal en las donaciones de don Eloy )'de don San tillgo. qu
rn inu·án a continuación, ya que no se dispone de in fo nnllción sobre el padre e
que permita eYalua.r la implicación de su donativo. -\.l pat·ecet· don Eloy Ola.'a et-a ,.·
Yecino acomodado. aunque su prestigio social posi hlt"'mente no trascendía lo,., lí~t..­
del pueblo. En la documelltación se e\id<>ncin que no sabía lee1~ ya qu ~> en 1802 h,,
firmar '·a ruego .. el tloctiiiH:'nlo de aprobación de las d isposiciones de las cofradías ,_¡_
pueblo?lO En 1810 :>t> p t'<'cisó c1ue era el layo•·domo df' Fábrica, cargo que po,;ible m ,_._
oeupó durante todo 1"1 período, ya que todos los :nios fue el único que ingresó t.::::
cajas el producto ele la veuta del u·igo, los animales y la la na d e las eofradías. 1 ~~ E·
con traposición con don F: loy, don San tiago era un gra n hacendado, dueí'io de la haci~ ,.:..
CortPs ubicada en Bojad y miembro prestigioso ele lll e li t·e sa nt.~fereiüt. 2·¡2 1\ltnque :·
st> cuenta con datos sob re f'l precio que pudn alc-anza¡· la haeiend1.1 Cortfs . por
descripcion es puede calcu l:m;e que no e•·a inf<'•·ior a los 20.000 patacones. '
El c-ont.•·astc Pntre los aportes del put"blerino acomodado -cuyo desPrnholso
ww de los más import~UJtes. ·' además pa11icipaba d iligentemente en las actiYídad
la cofradía- y f'l g•·ru• ltat"endado del pueblo, qnien ·'espontáJJeRmen te" apenas di
pesos resulta sign ificali \ O. Es Yiable s upone •· q ••e el esfueJ-LO de don Eloy esluvi ~·
justificado por el prestigio o btenido y por s•• interés eu ascen det· dentro de la es a...<
so~i~ l , n~~enu·as qL~e p ~ t'l"l don Santiago, cuya ll lta ~o:; i c~ón je•·árquica n,o reque r:fa m~; ·~
J'l\tJflcacLOn. en el arn~)I ( O ~~e ~ pueblo, e l donaiJVO ,so lo SII'VJera para _no. aw-<1VI31' al ~
La nota dejada pot' este ultuno sobre lo espon tanno df' la donacJOtl. dep ent rever q'tM
la consid e r·ó ínsuficien tl:', propia de esos cicaehos t.acaüos q ue rant.o sulfu ran a · ~
curas rurales que l.Ht Sc<~•• mmilizar a la comnnidad para adelantar di,ersas cmpre :&.:
como parecía se•· el caso del de Bojacá.
El hecho es que este caso nos muestra cómo la iglesia, como "con5truccióo. cor
espacio abierto pn1·a el embellecimiento. para PI 11dorno. no sólo •·enejaba y rel"o t~r-L
unas je•·a •·qnías - eon •o se observa en los easos del cura) e l corregidor , si no ...
también permitía el ascf'nso dentro del ot·d c natlli~tllo social. Para los vt>cinos coü
don Eloy tal ascenso f' l"a viable .Y desl."able, pero se c i rc unseribía dentr0 de la es · •
puebleri na. Pot.· e l conlra rio. para la eli.te sa n ta f"e t'C't1 a de la cual formaba parte
Santiago- con pr opic d:Hic~ s en los pueb los, c uyo espacio social de asee~
proh~hlemente se ·~!1 i caha más eu ]~ ~úHh d : 1u: en f>~ pueblo, 110 presc nl~~)a m~···
llltet·es. Tal vez este hncendado t.acano de Bo.1aca habna mutado su papel ll geuer -
donante" para el C'mhelleciruiento de una iglesia Cllpi talina.

229 Camilo Pnrdo l 'maña. Haciendas. pp.l'33 5 )" 2 1.3.


2"!Jl .'\.C.X. Rc)gOJá . Com·entos. 2. f. '!68,. En LUla informacil"ín C(ne se levantó c'n 1í98. s -
pérdida rle c u lliHlS en lol> pueblos rlf'l pactido dt> Rogoi:Í. r•n la que sir-vió de tPs ligo. sc p1·
q tte no finn:)ha pot• no saber (A.C .N. (Bogotá). Cociq111•s t' Indios . 25, f 6J(h·.,.
2ll A.. CS. piogolá:c , Conventos, 2, ff. :lí21·. a 420r·.
2"<1 Camilo P:mlc) 1'ulaiia. Haciendas, pp. 152 3.

ordena r paro controlar + mcJrta herrero onsd


Un significado diferente tenía para las autoridades 'inc ulaclas al pltt::blo. En los
ca::.us del eura y el corregidor su participación en estas acti\'idad(~s podíA tener· uu
impn<'I<J positivo sobre su hoja de servicios. El c ura podrín r·ccornpeuscu· ampli amen te
d apoyo del corregidor a sus obras en sus itú'ormes sobre el clcscmpeíío del Ctmcio naJ' Ío.
b-to es lo que se aprecia pt·ecisamente en el Juicio de Res idencia :1delantado conll'a
Pr dr·o To,aC' y Buendín. (•orregidor de Zipaquirá, en 1727. En <'='a oportunidad. 1' 11 lo:;
descar·gos presentados pOI' el corregidor para hacer frente a l;¡s acusaciones contr-a ¡;¡
fo nnuladas. se induía tlna certificación de los curas del corTegimiento que daba cuenta
rl~' l apO,YI) dado por· el fun cionario a las obr·as tle reparación de la iglesia de Zipa<¡niní. 2~1
En e l documento los <' lll'aS doctrineros dt:>l partido cerl il'i ca ban que el func ionario
habííl cumplido con sus obligaciones , algunas d~ las cuales pr·ee isahan, par·a l111'go
an otar que se había. dedicado al mayor au!llento de l culto divino. Como prueba de e llo
ponínn f'l ejemplo de In iglesia del pueblo ele Zipaquirá, la cuaL cuando vino t>l con·e-
~ i do r s e hallaba en e,-idPnle peligro df' cae r-se ~· el funcion:ll'io:

-La hizo desbaratar r·ecdificandola de nuevo Jesde la puerta hasta. el altar pt·[in~:ip] al
lf'\ tllltandole una lwni uosH capilla mayor que no tenia ponit::ndo en puhliro seis altares
de d ifer·entes ymagenes ha siendo una nllli devota de la i\fadre de Dios de la Soledad a s11.
costo t'on su bestua1·io de taf'etan dohle y toeas de seda, mu i desentes, y sus andas mui
(:uri osas San Juan ." \lagdalena vestidos dt' nuevo y a su solis itud, se aliñaron y
p~'di s ionaron , l.as dcmas ymagenes. que 11¡1\'ia en la clfic]ha 'glesia ... .''. 2~~

.\iladían los religiosos que el costo de las obra) aclor·no de la iglesia habr·ía
podido alcmlZal' los 3.000 patacones, pf't'O que sólo se habían gastado 1.200 patacones,
dPbiJo a -]a aplicat[i]oll quf' tubo" el eOJTegidor·. quien había logrado que los indio,:;~
\eci(ro,.; s irviet·an de peo nes y condujer·an gratuitam e nte las nwdf'J~as y que el dinel'O
par:~ pagar los materiales y a los oficiales lo lrabía solicit:1dn pr·estaclo. Por todo lo cual,
añadían los religiosos. " ... le <limos siemp re las grasias }'le o.fresimos darla presente
ee rtiiic:1ción), que en t"aso nesesario jlll'amos. en deYida fot·ma ...... .2~:;
Dentro de Lodo este conjunto de d o n::~<'iones es de res<1ltar· la ausencia de las
au lor·id¡¡des indias como pat·ticipanles con noml)l'e propio. Ella refleja la decade ncia
q ue su frían estos pobladores. En los siglos .\ \'l y XVII los caciques de los pueblos
de los _\ndes centrales SC' habían destacndo por· su liberalidad par·a dotar a la ig lesia
•l e orH<Iln entos y de r f'C'I II'.'WS para su ornamentación. 23G Es1a liberali.dad ya no se
ohst>r·va en el siglo \.\'111 , cuando la pauperi1.ación de las cornunidadcs se ve reflejada
en s us autoridad es . .F.n 'arias oportltnidatles los indígenns se negaban a acep tar
l'ie rtos <'ar·gos de autoridad eu sus comunidades, para eYit::~r· ta mbiéu coiTf'J' ron el
¡..ago d<' los tr·ibutos d<> indios ausentes o remisos a pagat' <'Sta imposición. 2 '1' Con
fn·c ue11 c ia est·as autorid::~des e illcluso Jos mismos corregidor!'s atirmar·o " q11e e l
(oc up~"· estos cat·gos les había ocasion;•do la ruina, al sel'lcs embargados sus bienes
•.'uando no hicieron lo~ <'Ol'fespondient es pagos.ns
P!"ro el hecho d~> que st> hubLera disminuido la capacidad de las autoridades
ind ins para reforzn r· su je rarquía con las donaciones a la iglt>s ia. no implica qu e los
apcwtcs d<' las comunidndt>s. como conjunto. f'ueran clesprc-t"inbles. S u ruonto. sin em·
!'largo. s<' dt>sdibujaba f'n la ti·agmentación. F.n efecto, sus aportes. al no tene1· nomlwe
i
i
l m r\.G.X. (fiogotñ). Re.<idencias Cundinaiii!II'Cft, 4. r. 694 r. y v.
:
¡ ~-"' .l hid., f. 694 v.; sulwava dos nuestros.
n ; Jbid., f. 694v.; subt•a,·~dos nuestJ·os.
1 "~; \ 'éase Roh<·•1o \ elat;dia. Fonlibón.
( ~r, :\.G._\, Bogotá . 1/i/icins y .l!arina . J 16. fl: 66!-Jr. :l 670r.
! "' :\.G.L Se,·illa . ron~aduria. 1595.
i1
í 1\' . 1 OS PUEbLOS DE !:V DIOS n r, 10~ A.' Jf>ES CENTRALES Y F;l. CONTI<OI. SOCIAL Y POIJTICO !)~ 1A PO HI Al'IO N RllfiAL
<2 O I )
11
L__
propio, como sí lo tenían los de los vecinos/39 podían se1· reducidos a la nada al
mento de reclarnm· la pmpiedad de las alhajas de la igle ia. Y esto fue precisamentt- 1t
que sucedió cuando se produjo la extinción de algunos pueblos de indios d ,_.
Andes centrales.1 l0 De inmed iato los Yecinos alegaron que ellos habían dotado ;. :a
iglesia, que ellos la habían reconstruido, que t-Ilos y sólo ellos sufragaba n los gá!-~-:•
del templo. Buscaban así evita1· que los indios se lleYar-an consigo - como tenían ' ~
cho a hacerlo-2'u esos or-namentos que por ai1os los habían enorgullecido y q11 e, ttO»
se ha visto, terúan un costo nada despreciable. Al costo económi.co de los adoro ~'- >t
unía un valor- emocional, que hacía del templo un im pOI'tnnte factor de ide nti d~o -:P
los pobladores con su entorno social. ·
Corno se puede :~preciar, los pueblos de indios desempeñaron un im pot.lax::.JP'
papel en la est1·ucturación de las relaciones de poder y sirvieron como efectivos can~
de socialización política. a traYés de los cuales el Estado colonial logró establccet· coota•._
~ difundir sus meusajes tanto ent 1·e la población indígena . como entre los Yecino iA
iglesia sirvió además como un medio en que se manifestaron y reforzaron lasj er~qu.a
socio- económicas y políLicas. Las inversiones en su ma11tenimiento y emhellecimtt':a.
se constituyeron en un mecanismo propicio pan1 gener·ar procesos de acción colef'GL
a Lravés de los cuaiPs no sólo las autoridades loen IPs pudieron reforzar su poª-f''" ~
estrechar sus vínculos, siHo que también ofreció posioilidades para expresar y r ' ror
procesos de ascenso (o deseenso) social de indios y vecinos.
Adicionalmente, el Mdenamiento espacial bás ico de los caseríos o poblado- :r
los pueblos de indios adquirió un significado t>special para sus habitantes, qu\ h..ao
que la ubicación y forma de espacios y construcciones, como la plaza y la iglesia. ~
transfonnaran en algo natural. algo con lo que un poblado debía contar para pod,.er ~
leuido como tal. Esta in teriorización de una forma de estructurar el espacio ll :.!.
consigo también la act"ptación de la ex.lstenci:~ de j erarq uías naturales, fu ndamenta•laoo
en las diferencias económicas, sociales y raciales. 2~ 2 Se Liene entonces que las a::..
jerarquías, por derecho propio, debían ocupar los lugares centrales,· no sólo del poi:Jl;,.x._
sino de la sociedad eomo conjunto. El centro, sin en1b¡¡r·go, correspondía a Dios y ~1 ~
autoridades supremas, q ue estaban por encima de todas las demás jerarqufas. De ~
fo1·ma, el orden soeial , político e ideológico del Estado colon ial devenía en el o <1""1:
natural. Su legitimidad estaJ)a asegurada.

llli A.G.N. (Bogotá). Poblaciones 1/c¡rias, í . ff. 492 r. >\ 495t·. .


lW La política d t> In Audiencia de suprimir puebl o~ d ~ indios dio lugar a vari os (:on nict ' -·
tom o a las <Úhajas de las igles ias. Los indios de Osaqu én. a pesar de haber ganado el pleiLO .r
sostenían con los vecinos por este motivo, tuv icrn u qn e vendérselas ante la negati va de ,;.:.,
pobladores a dt>volvé rselas. Ocho años despttés de acot·dada la venta el pago no S(' h:-~bía b c-.
efec6vo ;_-\,G..\ . 'Bogotft\ . .lfi/icias_rJfarin{l, 116, f. :i2 11', ~ ' ·' ·
211
lb id .. f. .i21 r. , '·
l e J(uues Dtutra'n .' i\anc-_1 Dunran. ·· 1Re:reading the landsc-ape-. p.l2:l resaltan la articulac:• -·
l'ntre el <H"dt•uamiento e~pacial l/andscape) ~-los p<~r<Ímc-tro~ ace1·ca de cómo debe estar organí' :.;
la sociedad. Adt>mfts señalan: -u by being so tangiblt>. so natural, so familiar. thc 1andseaP.t' :-
t~nq•.•esliot~ed . 1J1en _suc-h conc¡·ete e\idence about ho_w so.~i:·r_,. is organized can_ easily be~,--~
seen as t>ntlenC'<' o[ ho" 1l slwufd, or muse be ot·g3nt7.NL ',subr·a~ a do en el ongmo 1): -s, r· ,-
¡·esultar tan tangib le. rnn natural. tan famil ia r el pa isnj o> no se cuestiona, entonees semeja• ·•
evid<-nc ia ('Oll<~l'e ta IIC't>rc:a de cómo la sociedad es!á o •·g~.nizad11. fác ilm ente puede ser \'ÍSla e ti,
u na demostraei 6 n :t ter<'a de cómo puede o debe estn r orgallizada.".

ordenar para controlar + marta herrera anael


V. PUEBLOS DE INDIOS, SITIOS "'r ROCHELAS EN
LA RE GIO~ CARIBE: L SUBVER 10~ DEL
ORDEl\ SOC IAL COLO KIAL

-\\ hat one sees when one looks al geog"~-aphíes is stttbbornly s.imultanE>ous,
but language rlictates a setluential successioo, a linear· now of sentcnrin l
statements bound by the m,ost spatiaJ of ea1-thly constraints, the irnpossibiJity
oftwo objects (or words) occupying the same precise place (as on a page). All
that we can do is re- collect and creatively juxtapose, experimenting with
assertions and insertions of the spat:ial aga inst the prcvailing grain of time.'' 1
Las reflexiones de oja llaman la atención sobre la multiplicidad de procesos y
percepcionf'~ simultáneas del espacio, que se expresan en varios njveles. Este fenómeno
.>e e' idencia con mayor claridad en la región Caribe, posiblemen te por los conflictos que
allí se vivían. A la relativa homogeneidad que p •·esentaba el ordenamiento espacial de
los Andes centTales, fundamen tada en los pueblos de indios, se contn1puso la coexisten·
cia de variados modelos de ordenatiúenlo espacial que predominó e n la región Caribe.
Estos. en su mayoría, no fueron una expresión del control estatal sobre el territorio. sino
pt·ecisamente lo contrario. En términos de las relaciones de poder europeas el Ccu·ibe
neognlJladino pertenecía a España, sin emhargo, otras potencias te disputaban Pste
domi nio y buscaban, al rnenos, r·est•·tngir el monopolio comercial que ejercía la metrópo-
li.2 Estos conflictos de orden internacional se expresaron en el ordenamie nto espacial
de la región , sobre todo en las zonas coste•·as. Ciudades amuralladas como Cartagena, o
fortificaciones como las dE' Santa Ylarta se constituyen en un ejcrnplo de este fenó meoo. 1

1 Edward \\.Soja. Postmodern Ceogmphies. The Reassertion ofSpnu in Crilical Social T!teoty
1989,, 4• impresión. Londres y :-lue'a York. \ crso. 1994, p. 2:
-Lo que w1o ' <" <'uando núra lo geog•·áJico es obstinadamente simultáneo, pe•-o r l lenguaje
eslabiN·e una sucesi<ín ~C><·nencial, un fluir lineal de planteamiento~ o•·ganizados en <) raciones
unidas po•· el más ~'-'p:u:ial de los constr-~::i•irnicntos terresn·es, la irnposibilidad de que dos ol~jetos
(o dns palabras) ocupen el mismo luga•· (conto en una página). Todo lo que podemos hace r es
•·ernlrctar y yuxtapone•· creativamente, experimentando con a~cveraci ones e inserciones de lo
esp11cial <'Ontra el prevale<'irnte cüscurrir de l Liempo."
2
Este confliclo. yue se expresó en la piratería} en e l contrabando. por· <~emplo. tu,·o hondas
r<'pPr·rusiones en (>] Caribe neogranad ino. que no ser.in consideradas en este estudio. \ ·éas(>:
LaJICI' Grahn. Tite Politim l Economy y Clu·istiane Laflite Caries. La Costa Co/f)mhiaJZa.
1
En lo qu(> se refiere a la hisl<.11·iografía de la c:iudad de Cartag<•na, sus murallas y
c·onsl-rucciones milita•·es han acaparado In atención de 1)11 buen Jl\Íme•·o de investigadores
(véase Rodolfo Segovia Salas, ··c anage na de Indias: his to.-iografía de sus fo rtificaciones~ y
Hermes Tovar Pinzón. "La Histori ngr·¡¡fía sobre Car·tagena de ludias en el siglo XVIII", ambos
ariÍru los en Haroldo Calvo Stevenson y Adolfo Meisd Roca (eds.\. Car1ngena de ltulias, pp. :3 19

\ . PUEStoS DE !:>(DIOS, 5ITIOS Y ROCHEIJ\S e.'l L• RECIO~ <.:AR<Af : IJ\ SU8\USIO~ DEL OROE.'I SOCIAL COI.O).'IAL
Sin e mbargo, las disputas territoriales no p t~ovenían un rcalllcnte de l exlet
Al interior de la misma r egión exl'ensas áreas e ran controladas pM grupos indíg .o
no sometidos (véase Vlapu i o. 19). En la p rovin eia de Santa Marta varias comunt•li-
des. a las que se les daba e l <'alifícativo genéri co c!P "Chimilas'' . utant.Pnían su dornin»
sobre elter·ritorio central de la ¡wo,in cia. 1 Lna situación si r11ilar se presentaba ai
oriente.' nor- o riente dP la c iudad de OC'aria <'011 indígenas a los c¡uP se clenonmlat..
.\lotilont>s. quienes además Ot'ttpal)an territOI'ios de las prO\ lJI(.:ias d~ \laracaibo ~ •ir
.i\.férida.j b:n e l sur- occident<' de la provit1cia oe
Cartagena, los Cuna--Cuna tan~Jin.
r!lanteuían su indepenc~eucia fre nte a l ,impe l'iO.r. En es~os terrii'OI..in,:;, que estaba r~
fu era d e l con trol colomal. 1 <~ Autonom1a de lns comunrdades uallV<'IS, a las que uaJ-
ruente se IC'S clenorpiuó como '"indios br~n·os", S<' rt>flejó en s u o r·dcnamit>nto espacial
que se est r·uctm·ó en función de sus pará111elros y no sigui e ndo la nonnatividM
establecida po1· el ~~stado. 7 Adicionalmente. otros territor·ios l'ue ron ocupados 1-'"·,..
escla' o" huidos o palenqueros, igualmente al margen del control rolonial. 8 Allí •am-
bién el espacio Sf' organizó de IH' t1 erdo eon los cr it <'J'ios de sus h abi tanles. Sin embil:..~
en(;') s iglo XVIII estos territ orios fueron me1.1os extensos qne e.n el siglo XVJJ , cua11•)e.
el fenóme no del cimarroni,;mo alcanzó su má;-...imo apogeo\' y, en todo caso, m. <'tM.
menores t¡ue los de los iHdígPnas no sometidos.
De o lr·a parte. e:>tahan los territol'ios sobl'e los qne e l F:stado colonial tenia ~
mayor con ti'OI o por lo meno éste no le era dis putado abiertame nte. Lo que tamh,...
p1·irnaba aHí c r·an formas de o rdenmniento espacial muy diferentes a las que selialaba 6
modelo de ordenamiento es pacia l legal. La u·ash umancia que se pr·acticaJ)a para hae...,.
frenLe a los ciclos hídricos an11a les, la mov.il idad espacial que in 1ponían los 1·eq ••n-
miPntos eo rnee_c~ales en e l áreu. 10 y la abundancia de espac~os dc~ h a1itados o con ¡:>~"li
pobladores factl1tah:m el que las estructuras ciP Mgaruzacwn soC'w l operaran con r&a.'' .r

~ 21 85. r·c>spectivamenle. Soh rc> las fortaleta" de Santa .\(arta. 1·éasc Juan .\lanuel Zapav·-....
Hú10rit1 de las Fortalezas t!r Santa .liarla y Estudio ; lst'sOr pam su fl¡-stauración. Bogotá. Acaifc:rr:a
\.o lo n1biana de Hisloria. 1980. \'éase tambit' n Srr·gio Solano (comp.), Bibliografta Históric~.
1
!..ola. C. LUJ1a. Resguardos, pp. 69 . 70. Vt-as<~ tam.hi é t.l José Nicolás dt> lit Rosa. Flores~tp•
20G y ~s . .Y Antonio Ju li ci n, La Perla . Véase <':Jpíwlo VI.
~ A n tonio J ulián , La Perla, pp. 208 -211 .' Jos<~ ~icol ás de la H.osn, Floresra, pp. 275 '
ti -\.C.l. fSeYilla). Sflnta F{'. 552 .r 385; :\.G.'i. , Rogot:í;. Historia Civil. 1 ~. !l2'lr-. :l IOO{h.; Mi .· •
l/(lrina. 123. ff: 6':1ír. a (l'ÍIÍJ·. y Germán Cohnen:tl't>S <'Ornp.' . Relaciones e Jnformt~f. T. 1, pp. 14 :-
; En el caso de la prm·in cia de Santa .\hu·ta bll' fcnáme11o se aprecia l'll algunos d ¡..,
documPntos transcrito~ por José )l. De- :\li(·t· t·ot~~p. i . Poblamientos. en E>s¡wcial en e l I Jl
Hespt>cto a la prol'incia de Ca rtagena r·eoulta ilustnttiva la -DE>srTipciá n ó relación del <JI»
de l Dari.:n t' l,;t mo de l mismo nomh1·e" <'scril ;l por Antonio Arévalo 1'11 17G l y la ·'Descri 1·~
de la PJ'OI'incia del üar·lc n" hecha por ~;:! ohis )JO ele Panamá en J7q 1 (:-1111bas en Anton(• ll.
Cuer\'0 (comp.}, Colección, 'f. 11., pp. 251- 27'1 y 273 291, respectivanl<~ nl c).
~ HohN·to Arrázola, Palenque: María dt? l Ca t·mrn Borrego J>Já. PniNiffiii'S y "Cartageoa ~
Jn Jias e n lfi'H": Orlando Fals Borda, Hú toria. T. l. pp. 52A · í2A: Gab r·irl :'>l:lrtínez Reyes {co p.
(nn(ls, pp. 389-393 y José .\1. DE>- .\Iie r: Poblamientos. T. l. p. 61.
~ Ro herto Arrázola. P(l/enr¡lle: .\[aría del Ca.1·men Borrego pJ,í. Pflll'nqurs y - cartageua ·~
l ndi:L~ t'll 163T y Orlando fa!~ B<Wda, Hiswria. T. l . pp. 52B--54B. JaimE> .laramillo l;ribe. •Escla''"'
,r Sc:1ion~s ea la SociE>d:td Colombiana del s ig lo .\ YIIl•. ACHSC. j\ o. l. Bogot.'Í. univers~;..l
\hu·ional de Colo mbia. I!.Jii'1, I'JI· 3-62. p. 6 )' 42. J)Ol' p) conu·ario. afinlla q1H' e n el siglo xvrr,l :a
i.lllJNI'\ancia de la insiÍ ill\:ÍÓu de la esclavitud Jlegá a s u apogt"O y l o~ pmblemas de la rebe~J•.o
c?~:.lava, el cimarronismo .'' los )Ja.lenqu~s adquirieron muchas.~e<.:cs_la s ctu·ac te t·ístic~s.d.e gu~rr:a
c·tvll . Por Slr parte Anthotl_l' i\fe Farlane. "Cnna.rrone::: .~ Palenques . pp. ::J5 6, se mues tra uliCJalm ltt-
t·,ntlc>loso sobre este p un to ~ seiíala que faltan bases cuan ! itatints para fundamentar· ¡r¡J¡
afirmación en uno u OLJ'O S<'ntirlo. pero al fmal de ~u artículo pp. íi 8 plantea que. ~a pes. d.-
las sug<'r·cncias de Jarrunillo. p:~t·N:e que los palenques en el siglo :'\\'ITl eran pequetios i~
<':tr:Í('tc r· trru1sitorio v mu~ f'S<':lSOS nw.néricamcnte:·
10 \ 'éase capítulo. l. ·

ordenar para controlar + marta herrera onsel


~VL\PA 1 o. 19
LT.A.l\'1.iP.AS DF.T. C :\l'tiBE
T F:RRITORfO DEL ' DTGENAS NO S OMETIDOS) I)F. PALENQl l ~:t~V~
H.-\Cl-\ \IEOL-\.DOS DEL S TGLO X\1 I

• Ciudad
o Villa
• Sitio
• Anexo
• Pueblo de Indios
-" Anexo Pueblo de lndtos
• Misión
,.. • Límrtes Aproximados
:::;:] ~~rg~~~M;5 1ndlgenas
Q Palenque

100Km.

fu<·ntes: .\lapa ~o. 10; Amonio Julián, /,a Perla. PI>- 188 y 208-211: Lo l ~ Luna,Res~unrdo.~, pp. 69-íO;
-\ G .l. (Se, ·illll \ Sr¡nta Fe. 488 y !i!i2: Gerardo Rrich el-Dolmato(f (comp.). TJiario, pp. :H y 103.

\'.?\lEaLOS ot 1'1010.;, 'mOS Y ROCHElA~ f'- LA RECIO:-< CARil!F: 1., S\18\tRSIO:-< DEL ORO['I "'CI.'\1. COlO:<!Al
laxitud. 11 Este fenómeno se veía reforzado por e l poco inte~·és que mostrahar1 cura .
jueces por asentarse en e l flrea. El agobiante clima. unido a la pobreza de los !'eligres:e·-
resultaha poco estimulante para los sacerdotes, al igual que para las justicias. 12 Por· ell•L
no sólo había pocos aspirantes para ocupar estos cargos. si11o que buena parte de ell•"
no reunían los requisitos exigidos para proYeerlos. por lo que terminaron por ser ocu-
pados, en el mejor de los casos, por personas consideradas como poco idóneas. 11
Así, la organización t>spacial de los pueb los de indios y la de los sitios d
Jl anu.•·as del Caribe estuvo rnuy lejos de ajustarse al modelo de ordenamiento espa ial
legal impuesto por la coronn. También lo estaba e l o rdenamiento social ele sus hab'tan-
tes. Muchos de los indígenas ¡·educidos a pueblos de indios continuaban practi~do
sus costumbres ancestrales , incluidas sus prácticas religiosas. 14 Era relativam ntt
frecue nte que los indígenas de los pueblos de indios. solos o en compañía de; k.s
"in dios bravos- y hasta de '·Jibtes de todos los colores... atac::tran casas .' hacien~. •
los transeúntes o a ot•·os pobladores.~'' En términos de las autoridades colonial~ ~
o rdenamiento social de lo ..libres de todos los colorPs- tampoco era salisfa<:LOJ'io, t>IW

11 La relación enll'e movilid~tcl espacial y laxitud de la orgru1¡.zación social se de1·.iva en :pal'11'


d e los planteami en Lo~ ele Mar:y Douglas. Narural .):ymbo/.r. E:r.p!orations in Cosmology (1~:-(t_.
Midd lesex, l'engui n Books, 1973, caps. I y II, sobre <~Cl n1unidades que por su gran mo,oihdal
espacial desruToll:tn mcc-n11ismos menos esu·ictos de co ul ro l soC'i<~l y una menor tendencia a la
ritualización. Tarnl;iéu se dcri,·a de las quejas q ue fOI'lllldaban las autoridades en el siglo \111
sohr~> las dificultades para controlar y castigar a la pohlaeirín. rll,biclo a la facilidad con qu ..-
se mudaba a otro lugar. Eduardo Posada Carhó. t•n su <'Stud io sobre el Caribe colombi..n.
' 1870-1950) s~>r'htla que: -a mediados del siglo XIX. la so('iedad costeña podía caracte1·izarse r-
la natu1-ale7.a laxa de sus instituciones sociales, un patr<Ín establecido ya durante el pe,ri••
colonial y que s<: hi1o más profundo duranle la r<'¡níhli<'a:· (Eduardo Posada Carbó, El C1.-: !'e.
p. 67). Aunque los estudios disponibles no permiten asegurar en qué momento la laxi dP
las instituciones sociales en la región Ca ri be fue mayor. los señalamientos de Posada
permiten establecer que se LraLlt de un fenóm eno de larga cluración.
12 Véru1se qu~>j~s de los obispos en este sentido en G~ b1·ie.l Martíne7. Reyes (comp.),
p. 545; A .C. . (Bogot.:í), Cums y Ohi.spos, 13, ff. 989r. y 990v. Sobre falta de juee•~s vé;¡se
(Ilogotá}, Empleados P1íblicos Bolívar, 4, ff. 926r. a 9321: Otros señalamientos sobre la
vecindario en A.G ..N. (Bogo1á), Cariques e !ndios. 1, f. 403v.: Empleados Públicos Bolívar,
596r. "Miscelánea Colonia, 10, f. 1541·.
1'·A.C.N. (Bogotá). Gitras y Obispos. 1.), f. 989r.; Caciques r fndios . 1. f. 404r.: Censos Jiettq,,u!A.:
i'arios Departamentos. 6. ff. 2'17,·. y 238r·.: Empleados Públicos flolívar. 7, ff. 588r. a 596r.;
,Se,illa1• Sama Fe. 488: (;alu·if'l i\lartínez Reyes (<:omp. r. Corras. p. 452 ~· Guillenno ll~>mándt>t
_-\lba (comp.' . Do('umentos para la Historia de la Educación en Colombia. 7 Yols., Bogotá, Ed:it
~elly. 1969 1986. T. 11, pp. 262.
11 Germán Colmf'll:lt·r-s (comp.,. Relaciones e Informes, T. i , p. 49. Conviene suhr~yar, en

caso, que se ha enrnnt r·aolo evidencia arqueológica sobre el mantenimiento de pr:ict icas
sas y de enterramiento ('n tre los indigenas i\luiscas y Tunehos (U \va) de los Ande~
clmante fases tardías drl pe ríodo colonial {i\fonika Therrien , -I'ersistencia de pnicl icas
nas durante la coloni<l en el altiplano cundiboyacense··, Boletín ;l1úseo del Oro, No. 40,
Banco ele la Repübli r u. 1996. pp. 89- 99 y Felipe Cárdenas An·oyo, "El Enmochilado de
Cn caso de Momifi<·ariún r-r• PI s iglo XVIII D. C .. para In .!\ntropología Física Aelli:JI-.
~lora, Felipe Cárd~>nas Arroyo y Miguel Angel Roldán (ed~.), Arr¡ueología, V Congreso ·
.4nn'Opologta. .llPuwrias riel Simposio de Arqueología y Anti'Opo!ogía Fúir-a, Bogotá. Ll« uaJLi.uo
de Antt-opología dt• In Fniversidad de los .\.ndes. iC.\S. COUTLTI-R..I\. s.f., pp.
embargo. estas acti\ idatlcs o no fueron detectadas. por hnher:;e p1-acticado en forma
cia. o no causa1·ou tanta alarma entre las auloridadl'~. I'Clllln sí p:u·ece haber sucedido en
casos documeutados <'n la~ llanuras del Caribe.
1
~ A. C.!. (S~>, illa¡. Sa/lfa Fe. 523 y 552: A.G.:'l. ¡Bogorá¡. 1i:1ito.r Boli1•ar, 6, ff. 673r. a 703r.
Criminales. 184. ff. 11 1'. n 177r.: Juicios Criminales. 20!. ff. l1·. a 46 1r.: Poblaciones Vnrins. 5,
460r.: PobÍacioues 10rias. 10, ff. 1611: a 164v.; Jos~ M. De .Mie r íi'Ornp.), Poblamim tos, T. I,
9 y 175- 77 ." T. JJ, pp. 39- 44 y Germán Colmenares {comp.). Relaciones, T. I, p. 185.

<2 o6> ordenar para controlar + marta hurera anoel


con la política de poblamiento que se inicjó hacia 1740, la percepcron que se tuvo de
ellos se hizo más dura. 16 Su form a de vida fue estigmatizada y crimi nalizada . .\luch os
de sus asentamientos dej aron de ser cons iderados como sitios ~· fueron calificados de
rochelas. mientras que a ellos se les dejó de llamar vecinos Y se les empezó a calificar
de a n·ochclados. Este cambio e n el lenguaje los descalificaba, e nfali zando que sus
asentamie nlos ~, s u forma de vida no se ajustaban a las normas dP. Dios y del rey y, por
tanto, carecían de orden. Eran la expresión de la degeneración de lo humano, razón por
la cual. s ns asentamientos debían ser destruidos y su població11 r·eunida en sitios
donde se reincorporaran al orden cristiano. 17
E l <'ambio en la actitud fr·enr e a estos pobladores ruvo su fuudamenlo en un::.
variada gama de in tereses. En el Darién las alianzas de los indígenas uo sometidos con
los e:-..tranjeros e ne migos del imperio resl.tllaban amenazantes para la corona.l8 En cuanto
a los -chimila .. de la prmincia de San ta .Marta su control sobre áreas cla,·e para el abas to
de la plaza fuerte de Cartagena, cua ndo el mar Caribe queda ha hloqueado p or la p re·
sen<'ia enemiga. resultaba extr emadarnenle peligr oso. 19 Tamb ién lo era el que allí, al
igual que en el Darién, algunos '"libres'' se unieran a los "indios b r'a\ OS~ en sus ataques
con tra los ·'es pañoles". En lo qu e tuvo c1ue ver con los "Chimila'', los intereses del
Estado colonial se articulaban con los de los grandes hacend:1dos y comerciantes de
Mompox, que buscaban contar con vías allernas al río .Magdalena para el transporte de
mercancías, expandir sus propiedades sobr·e el ten·itorio ·'Chirni la .. y contar con la cre-
ciente mano di? obra libre para explolarlo. 20 Esta afinidad de i.nte r·cses explica, en buena
rn.ed ida. PI liderazgo que asmnie r·on esos sectores tanto en la guerra contra los "Chimila",
como en la implementación de la política de poblamiento o (le reorganización espacial
de la población .21 actiYi d ad es que. por lo d em ás, estaban estrechamente
interrelacionadas.22 Sus gestiones, sin embargo. a pesar del exle nso territorio que abar·
caron, que incluyó b uena parte de la provi ncia de Santa Marta, sólo cobijaron parte de la
de Car'lagena: las riberas del río Magdalena y el oriente y norte d e la ciudad de Cartagena. 23
El sometimiento de los indígcn:;~ s del Dar.i.én y la reorganización de la población
libre del resto de la provincia de Car-tagena. acti,ridades ambas que de igual forma se
16 li:sta nueva posició n se ¡·f> fl l'j ~ en e l in forme de l virrer Es lava ('1 i4 0- l i 49), en cuyo
gobil'ruo tomaron impulso las gesti ones d~ reorgan izació n de la población en la regi<)n Caribe
lGt'nnán Colmenares ,comp. , Relncione.r e informes. T. T, pp. 50. 52).
¡; A.G ..\. 'Bogotá), Curas y 0/JI:f/XJ.r. i. t: 006v. y W!h·. y 1/irrl'lát!en Colonia. 22, fT. 9lr·. y v.. 98r..' · 118r.
18 A.G.l. Se"illa/. Sama Fe. 552 y Erik \\.e rner Cantot: Xi Aniquilados. •\i' rénddos. Los Emberá
y la gente negra del.-ilrnlO bajo el dominio espniiol. Siglo .>t1711. Bogouí. Instituto Colombiano de
-\ntropología e H istoria. 2000, pp. 8'{- 8. Sobre este pun to y rdír·iéndose al Darié n Antonio
.'\ré"alo se1ialó que habiendo dado \: uf'llla de:
~ l os f'Stablecimientos arruiu a!l n~ de los exn·angeros, comPr-cio que man~ie nen estos y m o ti·
vos de creer· que piensan aún en vnlv<:1· á es tablecerse allí, s<; viene á los oj os la necesidad ele
ap<wl ar a los indios ele su amist;1d, y poblar esta Provincia de esp míoles, Fo1taleza y Guarnición
co mpe1Pnte para su resguardo y dt> fensa:' (Antonio B. Cue1·vo (comp.). Colección. T. n, p. 261}.
10 José J\1. De- :'lfier (comp.), Poblmnie11lOs, T. I, pp. 27- 65.
::o Es ros in tereses se encuentr'Rlt exp1·esados en la docu men tación reco pilada po r José M.
D<.'-\1 il'r· ,romp.,. Poblamiemos. Lo n> laLi\'o aJ interés ele los corn<"rci:mtes por abrir \Ías a n·a,·<'s
elrl tf>l'l·itorio Chimila generó algunas pol~r.n icas. ya que, seg¡ín a lgu nos obser·vador·es, fo rtalecía
el couu·abando (:\ .G.I. (Se,illa). Santa Fe. 522 ·' JO<J4). lln señalam iento similar se hizo respecto
a la rl'organización ele la población as!' u lada l'll las riberas del r;o Magdalena (Antonio Julián, /..a
Prrla. pp. 194-8). En lo que tenía que YI' J" •:on el control de l;r mano de obr·a 'éase :\ dolfo \Ieisel
Roca. ~Escl a• itud y Mesti zaje-. pp. 2Cl5- 269.
21 !\ umerosos ej emplos ele PSa pa 1·ticipació n se en cu en LJ·;lJI en la doc ume n tació n qu e
t r·~uisct•ibe José M. De- Miet· (co mp.), Poblamientos.
22 F:s te problema se eliscutiní eu el ca pítulo V l.

21 V¡>asl' eapítulo VI.

V. PLJE81 O~ ()f INDIOS, SITIOS Y ROCHEU.S E:-1 L' REGIO:< C.,Rl6E: L' SUSVERSION DFJ. O RD!ú'l SOCI.\1. COJ-0~11.,1
veían como cstrecham<'nte interrel:lcionadas.2~ no fueron recibtdas con e-1 mismo inl
por· parte de los hacendados.' comerciantes qne controlabru1 el área. Allí. la reorganizact r,
espacial de la población fue mucho rntÍs tardía (se inició pn'tclicamenl e <:on las gesti().9e-;.
de la Torre .Y :vlirmda, 1774- 1778) y l'ue liderad:'! por personas que. corno el men ci on~do
la Torre o como el fraile Palacios de la Vega . no eran de la región. S u gestión s~ ,¡o
intederida por· los "magnates-, como peyorativamente denominaron lo. jueces pob~lic:.­
res a las personas allí rad icadas, qu e contabaJ1 ron pode r· e iufl.ucnrias. Este recj.t'a.zo
pr·obablemen le fue respaldado por la elite de la ciudad de Cartagena co11 intereses ~ d
área.2:; Es posible que el rne nor djnamismo económico ele la par·te cen t r·o--oecident:d !-
sur· de la pro' incia de Car·tagena. que se refleja en la pobreza de los ,·ecinos de Slti
ciudades y villas, como por ejemplo Tolú y :\.ynpeL 26 no se aj uslar'a a un ordenami 1to
que privilegiaba a las grandes for11m as y. sobre t>sla base. e l establecimie nto ele estiictt.6
niH~ I es jerárquicos, fundanrentados en el contt·ol ele los medios de proclucción. 2i
En el tt'asfou do de estos intereses llama la aten<·ión la ambi ' a le ncia qu ~
reflejaba en las actividades de reorgao [zación de la pohlació n, que permanentem nte
asociaban el sometimien to de los indígenas "bravos'· y f' l eoJJlrol de la población .. ~...,.-­
Mu eh as vec<'s resulta difícil estah l<'cer si un a de estas a{' Lividacles pt·imaba sobr la
otra. Como elemento articulador de esta amhh·aleucia surge la hipótesis de que f'll.a
refleja tm carn bio en las relaciones sociales de producción. que halwía tenido su rt~
haría 1730. Ta l crunbio hab ría significado la ruph.rr·a del modelo esd:n,isLa que pred o~ I~
en .e l siglo '<VIl y _la c t·cciente, im po 1·t·anc~a q~e, ~n, té rnri nos d~ l ~lesa JToll o des las.
acttnclacles productrvas. adqu1no In poblacron "hbre ' .-~ Los r·equen rrt Jf> ntos de control
de estos poblador·es no sólo habr·ía n hech o neresal'io t'f'or gani zat su ordenami nto
espacial, sino lcunbién ejercer el monopolio de los medios de pr-oducción, de tal s ~rte
quE:' se víe.ran !'orzados a vende!' o a interc~unJJia r' su fu e r;:;a d e trabajo, e n aras d
arceso a los mismos. Desde esta perspectiva resultaba import.1nte despojar a los '' inr jor:¡
lH':l\OS- ele su territorio. máxime si se tiene en cuenta que :llgunos libr·es se aliaban c011 _
ellos, a cambio del acceso a s us recursos prorl11rtivos. 29
En términos tempo rales esta ntplur·a dd modelo esdav ista en la región Ca 'be.
coi ncicliría en f(,rma aprO\ .imada con la qne l uvo lugar en los A.ncles c('ntrales, cQil d
rnodelo basado en la oposición en1re la -república de indios~ ~-la -,·epública de Psptui()-
lt>s".'lO En amhos casos sur·gía como sector al g u<' se requerí::~ contr·olar el de los "yec~o,;.­
<: '' li!Jres''. Los "libr·es de todos los col o~·es'' d e h~ región .C<u:ibe. coll\o los m es ti 7.~;, o
· •ecmos" de los Andes centrales. no len ran el caracter de 1nchgenas, esclavos o bl ~rOi
~ 11 lugar den tm de la sociedad colonial resultaba ambig uo. por ucci r· lo menos.3 Sw

24 A. G.l. (S evil b ), S111ua Fe, :i:í2. 600, 1068 y 1075.


:r;.\ .G.I. (Sevilla ', Sama Fe, ~:i2) Gerardo R~i rlrel Dolmaron· (comp.). Diorio.
:,; Sobr~> la pobreu¡ de csto5 asentam i<·ntos ' éase. p<W ejemplo. . \.C ..\ . · Bogot..'Í. Empk!(•i.JII
Públicos BolÍ<'(Ir. 7. fi 588r. a 602'. e Historia Ciw'l. 14. tT. 92'k a 980r.
27
Este planre:uniento se d•·•·i,a. en partl', de lo ser1:1bdo por PierTt> Bo w·dicu (Ou!lin~ pp.
183- 9i) soh r·e los modos d•~ domin ac ió n , que r·elacio na los nive les de o propiaci.-í n d ¡,,.
recursos producrims ien distin to;; <írdenes .1 no tínic:une .. r<" de los medios d e produ rci6n ' d
t ipo de dominaci<ín que se tiende> a construir sobre esas h11ses.
1il .\ dolfo 'fei~el Roca. "F.sda' itud y )festi7.:•je··. pp. 255-í). La captura ele indígenas -Chimila-
como PscJa,·os se 1wolongó hasl:l <'f'rca de Ji10 1:\.G.I. (Se,i l l ~) . Sama Ft•, :119 y A.G.K. rBo t<Í.
Histnr/(1 h.(:/esiástica, 15. IT. 255t~ ). 21i0v.)
:ti Véase capítulo \ 1.
'lO \larta He•·•'~'•':l :\ ngel. Poder Local. p. 24.

" Sob•·e el p:u·ticular \'ktor .\ harez ha r·<'~llltado quf' al mestizo se lo define y dc>finía m~
por lo que rw e~. r¡u e por lo qu<' '"~ 1Jorge Od:•n•lo :\lelo <·1 al.. "La R<•lf'\rulcla de h llistori:l
Colo n in! Pn el. :11unclo de- Hoy-. Revista Fronteras. Vol. 1., ;\o. 1, Bogotá, Ccnt i'O de Invcsti gacio lf':> !
l
o rdenar para controlar - ntdttd herrero onscl
r l'cciente irnportm1cia dentJ:o de la sociedad hacía neces::u'io crne :w establecie r-a un tipo
de ordf'nHrniento espacial; político que permitiera controlal'los.·l2 Drsde esta perspectiva.
el objf'tiYo de la política de poblamiento que se adelantó en el siglo X\ lll fu<" la misrw1
C'll ambas r'rgiones. Buena parte de la diferencia 1 .·adi caba en que mientr;1S el mestizo
andino había sido incorpo•·ado al orden colonial. mediante su articulación jurisdic<"ÍO·
ual ~- espacial a los pueblos de indios. no había sucedido lo mismo eon los llamados
.. libres df' todos los colores"' ca,·i.bei'i.os.
En este capít ul o se incurs iona en f'l p r·nblenw del ordenam iento espacial )"
político de los tenitorios con l rolados por el Estado en la •·egión Caribe f'll el iglo
.\\"liT Yéas<> )lapa \o. 20 . 11 l ln prime•· aspecto q ue cabe l'O?sul1ar· es que si bif'u el
dominio que ten ía el Estado co.loni.al sobre los Lerritori.os baj o su control en la regi6n
Caribe e•·a precario. éste no le era disputado ah iertarncn le por s us habitantes, a dife-
rencia de lo que su<'edía con el territorio ocupado por los -indios h1'H\ os·· :~~ La primera
pMLe de f'Ste capítulo presrnta una df•scripción panorámica de la forma como se
distri buía la población de esos terriLo•·ios a p ri neipios del siglo XVIII. M 11estra e¡ 11e
rsos espacios estal)::~n integ•·ados a los mercados coloniales y, s;llvo en los palenquf's
de las ) Jontañas dr \laría. con los qu~ se capit11ló en 1714, .Y el<" otros pequeño:;
rt>ductos de palenqueros, no se percibía la presencia de amplios seetores de pohlación
f•·ancarnen tf' hostiles al control. colon ial. Allí ab undaba. )3 a principios de l s iglo XVIII.
una población hetProgénea. r uya variPdad sf' •·eflejó en la denom iuación que se lf's
dio: - libres de todos los colo•·c>s".·J.; La relativa importéUlC'ia de estf' sector dr la pobla-
ción se ap recia e n p] temp •·ano establceim ie nto de siúos, distribuidos prácticam ente
por todo el territorio. mien tras que los pueblos ele indios no tenían una predominancia
;,imilar n la de sus homónimos de los -\_ndes <'Cnlrales ni. por lo general. se- configu-
I'UrOll en ejes de con trol de la pobla ~ ión "libr<' ~ .

La sE'gunda parte del capítulo estudia Jos pueblo,; de indios y los s itios. Aunque
en p•·incipio S(' pe11só en separar el estudio de unos~, otros. como sería aconsejable. <'1

de Historia Co lon ial de l lns tiLulo Co lomb iano dr Cultura l lispánica. IH97. pp. 177 198. p. 1!:!"1~ .
Sobre estt> punto .~ refiriéndose al problema de l mestizajf' <' " la .:'\ue\'11 España . .for·ge Klo•· dt>
.-\ha -El \[estizaje, de la .:'\ueva España a r\7.tlán. Sobrf' t'l rontrol y la clasificat"iÓn de las
identidades colectivas·, llnna Kalzew led.}, New Horld Orrltn. pp. 1:-12 139. p. IT~) ~CJ'íala que;
'"Pm·a que gentes <li vcrsas CU)"O t'ln ico elemento distin tj vo es comp:l r'lir una St' J'i(• de rasgos
físicos comunes. puf'dan s<'r'socialu oficiaLnf'nl<' rN·onocid:~s como gwpo !'ultural o ··,·aeialmente··
diferente. debe e:-.islir una nece..;idad social qu<' justifique tal acción ... Históri!'anrent.e. esta
nerf'sidad ha ap;u·ecido cu3ndo las cambiantes condiciones materia lt>s ¡tecnológi(::ls, fUlrulCÍ(•ras
o denwg•·áficas) o las demand ns gube rn amen.trul's (...) JJO pu eden ,e,. adecuadall~<' ntc satis f"~> ­
chas por las ideologías dominantes o los conn·ncionalismo~ sociales.'"
~ :\dolfo ;\leisf'l Roca. -Esda,·itud y ~leslizaj e". p. 265.
11 .\o eubre lo:> lcr·ritorios contJ·olados por los ··tndios Bravos": Chimil:rs y J.\lotilt) J1<'S ,13arí¡ en

.la pro• ineia de S:u11a \l :~rta )" C 11na Cuna en h• ele Cart:Jg<' " " a med i í~e l os del s iglo XVIII. La
deli mitación de los lt;>rTil orios de <;>sle último gr·upo a fllf'(liados del s ig lo .X\' 111 <'S en cierta
medida avbitraria y obt>dece a que se carf'<'C de inform;wión global ,ob1·e Jos :l:\l'ntarnientos
cxistentes en la provincia de Carta¡rena dun1111<' la priruera mitad del siglo AYIU. Sobre l:l
pro~· i nci~ de Santa :\[arta Sf' cueJ •ta con infMmac ión ll i<Ís te mprana , que se1·(¡ disentida c:n
capítulo Vl. i\ o se km ext• luido las á r·l'as on•padas por los palenqut>s ¡q;ase ,\[¡¡p:1 ro . 19). ~>n
b\1ena wedida debido a que "' tamañ o: las caracte!Íslica:; que m~ierón en el siglo XYIII. los
asimilan lll<is con los problf'lnas r·elati,·o;; a los arrochf'lado,;. que se t•studian <::11 rsiE' capítulo.
t l E l p roblema de los ··indios bra,os" se estudia e n el <"<~pÍlulo \'l. " pa1·t.ir d e l es tudio de ca,;;o
de \c)s in dí:¡enns C: hi miJa .
.,, El ro~lct>plo "libres de- rodos los !'oloJ"t'S.. llama l<r alPnción. 1·ntre ott·as c-osas. por su
s<·ntido met<rfórico. D esignaha a los pobladort's rl<' las diwrs<rs grunas rat·iales de !!llí el calili<'a·
tiYo -de todos los colores" .' que eran lilwes. es df'cir·. qur no est:.~ba11 sujetos a algún tipo riE'
senid u mbre. po •· lo que e.x1' luía a los esel:wos .1 n los indíge-nas.

\". PUEftl OS Dt C'OIOS, SITIOS Y P.OCHF.L~\ 1·~ i..A RECIO:OO. CUUSE: L\ SUR\.FR$10~ DEL OA.I'>N SOCL... l COl ONJ.\l

J
11-\PA No. 20
L LANCRAS D EL CARifJE
T ERRITOR IO BAJO CO:\TRO I. DEL E ST.\DO C OLONI -\L HACIA i\fEDLillOS DEL S IGLO .t
y POBL'\CIONES MENCIONAD.'\S F..' EL CAPÍTULO

•o Ciudad
Villa
Sitio
Anexo
Pueblo de Indios
A Anexo Pueblo de Indios
Misión /
/'l Limites Aproximados
Territorios bajo control
EJ del Estado COlonial
Territorios de Indígenas
D no Sometidos

TERRITORIO
"CHIMILA"

$,

100Km.
M.HA

Fuentt-s: Mapas Xos . !O) 19: Antonjo Juli:in. La Perln. pp. t88 y 208-211: Lola Lunn. Resguardos. pp:
70; A.G.I. (Sevilla), Santa Ft>, 488 y :í!):.!; Gen\)'( lo Reichei-Oolmato!f (com p.), Diario, pp. 34 y .·

ordenar para controlar+ mana herrera anad


carácter de la información no lo permitió. Buena parte de lns descripcion~>s sobre los
a:.entami.entos fuer on hechas por vi~jeros, quienes no siempre precisaron el carácler
~:!el asentamiento que descr·ib.ían.'16 Llama la atención esa apreciación poco diferencia·
da de los mism os, ya que, como se ha señalado en el capítulo II, e l o r·denamiento
~,pacia l de la región Caribe se ca racterizó por la Lernprana aparición de siTios)', en
general, la información permile apreciar que para las autoridade s coloniales la distinció n
ent rf' unos y otr-os tenía sentid<>. Por ello el capítulo se estruciLuró en función de dos
pro blemas en parte relacionarlos con estas percepciones: los cambios que inLrodt0o la
fK> lÍtica de poblamiento que se inició hacia 174037 y, segundo, las díficulL11des que se
prese ntaban en el át·ea para hacer p reva lecer el modelo de ordenamiento espacial
legal. Se consideran igualmente las implicaciones de este fe nómeno en términos del
,istema de jerarquizacióo social y política y <ie l conlrol sobre la población.
La tercera parte considera bs llamadas rochelas. Busca precisar el alca nce de este
concepto para, sobre esta base, rnostrar que su ordenamie nto no e ra muy distinto del
de los sitios y que la diferenciac-ión entre unos y otros se prestaba para confusiones ~·
pat·a que jueces pobladores, curas y justicias. clasificar<ul un asentamiento dentro df'
una u otra categoría, en ftmción de sus inter·eses. La cuartn parte estudia algunos aspectos
d el ordenamiento social que prevalecía en buena pa.rte de los asentamien tos de la
región Caribe. Se aprecia que éste no sólo suhverL.ía el orden social colonial, sino que
-u desarrollo} consoliclación era dt> vieja data y se hallaba insaito en e l n•ícleo básico
de la sociedad: la familia. Adicionalmente. la generalización de ese orden no obedecía
nec-esa1·iamentf' a una decisió n autónoma de la población , s ino también , a la existencia
de condic iones que resultaban poco atractivas para el estahlr!cimiento en el área de tm
n úmero signí.fi.cativo de curas y justicias, cuya formación asegurara, así fu era en una
mínima parte. que su gestión fortalecería los Yalores que el Estado buscaba establecer
entr·e la población. Por su parte, el Estado no estaba d.ispue lO a re.alízar una inYe1-sión
monetaria consideJ·able, como hubiera sido necesario, para cambiar este o r·de n de cosas.
A lo largo del capítulo se busca mosn·ar que el OJ·de11amiento l'!spacial de la
mayot· parte de los asentamie11tos de la r egió n Caribe cumplía sólo en forma muy
limitada con tres principios hásicos para e l contl'ol colonial: la centralidad. el control
de los desplazamienlos de la población y s u congregación constante ~ r utinaria en
lugares y días establecidos. Estos tres principios, que eran fundamentales para que la
población inter·ioriza.ra el orde u social y j e rárquico colonial, tuvieron una presencia
relativamente débil e inconstante dentro del. ordenamiento espacial de la r·egión Caribe,
lo qHP propició el desarrollo d e pautas cult ur·ales que, en mayor o me no r· medida, Sf'
alejaha n de lo es tablecido por la normatiYid ad colonial. Estas gentes. ~ díscolas·- e
-indisciplinadas-. cuyo número iba en ascenso, no sólo podían sobreYiYir, sino que
pa r·a hacerlo pod ían prescindir, en buena nredida, tanto de la n ormatividad colonial,
como de los grandes hacendados, comercian tes y mineros .18 La amplitud de l espacio n
su dis posición , al igual que la movilidad que pmpiciaba la adaptación al medio,39 esta·
ban a s u faYor. Si bien esto posiblemente no significó que ,rjvieran li bres de todo
control y ajenos a las redes de poder colonial. se propone a manera de hipótesis, que

16 Véase. po1· ejemplo. David Robin son (co mp. ), Mil Leguas. pp. 160- '\80; AlejandJ'O de
IItunboldt, "Diario de Viajt>'': Anó nimo, "Un Virrey Apoplégieo: y Juan d<· Santa Gert'l'udis,
lfaraviffas. T. l. pp. 55- 81.
·¡; EsLe problema se co u ~idern aquí desd<· una perspt>ciÍ\ a cent rada f'll algunos aspecros
específicos: en el capín1lo , -, se considera desde una per·specli,·a m ás general.
lS \ 'éase. por ejemplo. el caso de la confornta<·ión de los asentamientos de Luh:1 la \Tueva y Loba

13 Vieja en las Tierras de Loba, que analiza Orl<liJdo Fals Bo1·da, Historia Doble. T. l. pp. 51A-72A.
19
V t>ase <.:apíndo .1.

\' . PUEBLOS r>e i~OIOS, smos Y ROC:m;:~"S EN tA REGIOS CARIBE; L"- SUB\'ER$10.:-\ ()€J.. ORVE.~ SOC1Al COlO~L\l
para ejercer este control lite nec-C'sario r·ec:urrir a mecanismos de C'Ontrol ele tipo
·'horizontal" , en el que los regalos, agasajos . bebidas y fiestas jugaban un pa1wl centn, •
El IC'ma tratado eu estt> capítu lo ofreC'e serias dificultades, ya que la documen: u•:e
e.s muy pnrca en detalles. Sobre las prirnel':ls décadas del siglo :'\\111. por ejemplo,_ .. ;,r
han encon trad o c!Pscripciones r·elat ivas a la o rganización espacial de Jos asentami~ll•.ti...
Se desconoc:f' el diseiio <.le la planta física de los pueblos ,t sitios, al igual que la fiJ
cómo se distr·ibuían indígenas .' lihrt"s dentro del espacio jnr·isdiecional
as~ntamientos . En cuanto a los canales de coutrol poL\tico establecidos por l<t coro a.
aprc:'c-ia que operal)nn en ftwma muy deficie11 te y aunque es perceptible la ex i sten~a
otro tipo de mecanismos medinnte los cuales los seerot·es de mayore t·eéu
eslr.'lJctura.béln el control de la población, la evidencia documental rf's ulta ins
para precisados. A pesar dt.> est os vucíos, a lgunos aspectos pueden irse clih , ".~." "'"u"
problematizando. con la idea de que futuras inn!;;t.igacimws a'anc<"n en este <·<mlp
ello algunos de los p lanteamientos de este capítulo tienen un carácter hipotético y
A. L\IDíGEHS. Escr.wos Y LrrmEs Y Sti .\RTI Cll L.KJóN coN LOS MEHC.MJOS
CO LO.\L·\ LES

Al comentar el siglo ,\VlfJ, enlr'e el puer·to de Oca i1a,~o 1 soh1·c el eío


) 'famalameque, abundaban los cttlti,os de caiia y los trapiches. Allí había -e
y gr~ nte libr·t-. 42 Dcsd<" Tamalarneq ue, hacia el norte, subiendo por el río Cés
haciendas ganadP r'as, nHH'has de <>llas de vecinos de ?vlompox, que eon .
escla' os y alr'ededo!' de las cuales ,j,·ía gente lihre.~ 1 Un poco hacia el no
es tab leciero n destlt:> principios del siglo AVIIl ' arios pncblos rlP misión in
por· indígenas Acanayutos, Pampani llas, Atapas y Tu pes. rnuchos de ellos, al n <~·to...· · -
pt'OHmientes de léls Serranías de los Motilones y 'P('rijá. donde es·an atacados
"indios bravos-, posiblemente "Mol ilones ~ de M:u·acaibo. ~ 1 Con l:~s nue\'llS
se dio mayo r· ps·otección a las comunicaciones entl'e Río Hacha, Va lledupa r· y
.\'uevo. en e l norte. con Tamalameque y .\lompox. e n el sur.\· adC'más, su
agrírola sir·, ió paru proveer de alilltentos a los hatos circl.llsvecinosY•

10 S oh re f"Stc tipo de forma~ de contr·ol '~ase \lat'Cel )bus,, The Cifl. Forms nntl fim
e:rchnnge in archrtic sorieties (1925,'. 2' re impresión, i\OI{olk. Routledg~> and l-:1·gan Pa
1974, en especial pp. GH 81 y P iet·r·e Boudi<'Lt, TAe Logic of ProctJá, pp. 171 197.
il En e l .Mapa ~o. 20 aparee!" con el norubrt? rlr• Puetio.

42 Josfi Nicolás de la Kosa. F/orPsta. pp. g¡g y 203 5 y Cuiller·mo Hcrnández de \lbal ( q,_
í
Docwnent?s,_T IJ_, pp 2:)$) 62. . . . . _ t
l 11
.lose •rco las de la Rosa, F/oi'('Sta . pp. 208 !) y A.C. !. St?vrll:l), Sama Fe. a18.
~~A.C.\'. Bo~otil. (i)/IC'I'IIIOS, 6.11: 666r. a 6ti!k y 99!'ir. a 99(h·.; ('onventos. 9. ff. l6r. '' 2lv.:
F:c/l'siástica. 15. 246 r. a 249r.: A.C.!. 1Se,;11a. Santa Fe. 504. :)18. 519..>21. 522 y :i2:J: E ,,.....
··..V

.
J Re;;n·epo Tirado. Hislorio, p. 392 .\ .José M. Dí" Mie r (c·omp.), Poblamientos, T. L pp. (il- 5. (',;-.-
los e;;tudios e tn ogr·:ífi ros co nll'mporáncos. 1·ar·ios de estos grupos, r·omo po r· Pjemp '' ~
.\ ca.nayutos. Pnmpanilla~. Tup<'s .' Coyaimo~. t?ran ~ub grupo~ de los \ uko Yukpa. mieiH~
q ne los )loti lones spn los actualm!'nte Llenominadv, Barí, quí" en su idioma sign ifica ~... 1r
(Kenneth 'Ruddle, Tllf• )~tApa Culti(lotion SJ"~>f<'m. A .Ytur(r of Sh({ring Cnltit~<ttion in Colomot "-..J '
l'ent>;ue/n. Bt-rkelc~; l.'niH~r~ity of California Pr·ess. 1974. pp. 19 12: Orla11do Jar·nmillo G ,,,.z..
-Ynko Yukpa-. -Ban- , -Los Yuko Yukpa- y -Los Bari. los dos pr·imeros ;rrtículos fut'I'Oll pt'll·lt-
cados po r el Instituto Colombi;r no de .'\J'Jtropología, Introducción a la Colombin.4mcrindia. 61.•;-~
tá. lnstilulo Colombiano de .'\lll l'llpologín. 198/, pp. 75- 81 y G1- 73. J'l'~pectivamellte; lo. d.,..,
úls imos en Carlos .\Iberio Cribe coord .. Ceograjia Hwnmw df Colombia .. \'ordest<' l!ulí .,.::...
Bogotá. lnstit11LO Colombiano dí' Cultura Hi~pánica, HJH2. pp. 294- 339 .r 'Jí2- 24!), n~spectt\i­
rnl"nte y Ma r•irrnne CM·rhlle de SC'Iu·imp ff, "Techniq\tc·s", pp. ''.27- 52 y tí12-46;. fhoddle T·~
YiJ/,pa. p. 19' afirma (illí" a fines dl.' l s iglo \\ 'l!l]os ('JpnchÍIIOS l'f"COHO('Ían :\los difereh~
subgntpos Yuko Yukpa t:omo p.,,.,,·uecient('s a una unidad.
".'\.C.T (Sf'1illa). S(lnta Fe. 504 _, 518 ~· >\.GS . •. Bogol;ÍJ, Historia Eclesiósrir-a . 13, f. 245\

ordenar para COntrOlar -- m<Jf((J herreT(l ansc/


Toda esa área ent1·e Río d e la Hacha y Tamalamequt> fut> \'i sitada Yarias veces
por t>L obispo de Santa ~larta. quien. según él , d unlllle su lar·ga administra ción de
casi 20 a1ios. se había preocupado por· agregar a --las jent es q [11e] estaban dispe•·sas
y carecie ndo del pa sto espiri t ual''. 46 La ciudad de Pueblo Nn t>vo c r·a pe queüa '·_y d e
has ta (100 pl'rsonas", m ientr as que la ciudad de l Vall e (Va lled upar) te nía m ue h n
gente "pero vivie ndo en s us esLanc ias y s itios y a tem poradas hie ne n a la eindad " .4 í
La p •·in c i pal actividad econó mi<'a. e n los alr ede dores de esas ciudade s <~ ra l a ería d e
gan a d os"~ )· por lo q ue se d ed uce de l padrón de la parroquia de T3:HTa nc:~ o Ran·ancas,
al norte de \ alled upa r', q ue se levantó en 1745, para t'l d es;u..-ol lo de estas activid ades
se COJllabá eon una ¡·e lati,amenle abuudante mano de ohr·a t>sclava. 19 Según de la
Rosa [>t' t•·:~taba de esclavos que • e man tenían armados. para defender los ganados
de los ataque~ indígenas ~· muchos de estos hatos , en pa•·tic u lat' lo~ de P ueblo
~ueYO, pertt>necian a ' ecinos de 1\ lompox .50

\ pesar tle las r eferen cias a la f.d)Un dante pohlación esc l ::~ , a en la provinc ia de
Santa J\la r·ta, ta n to en la parte \Wie ntal. como al occideale, soh re las rib eras dt>l río
\l agdale na dond e era empleada en la boga, los pal(~ nq u es fu e r·o n r'elativamente eseasos-'' 1
Sólo ~r ha encontrado informac ió n sob re organ ización de estos asentam ientos en la
vertie nt e no r'tt> de la Sierra ~evadn. como e l que se estableció sobr·<' las cabeceras del
río Palonr it to a principios del siglo , V LII ~2 y el poblado de San Lorenzo, conformado
por· negros fugitiYos . qnc fue organ izado por fra~· Sih·est•·c de la Bata hacia 174 .1.51 Es
probable que el riesgo de ataques indígenas fuera un obstác-u lo p11ra que los esdaYos
huidos buscaran ¡·efugio en el •·teJTÍlOI'io Chimila- . Sin embar~o. hubo casos en que
esclaYo.- subleYados amenazaron con fugarse a donde los -Yudios BraYos··. como lo
hicierou eu 1768 los del bato del I\.o111pedero, ubicado en tr·e e l río Magdalena y el
puf'blo de Ciénaga.54 En la p rOI Íll<"ia de Cartagena, por e l con t r·a •·io, los p alenq ues

"" :\.C.I. !Sevilla). San/a Fe, 519 ~· 521. Como ya se se i'ta ló, fray Anto ui o \ ·lon roy y ll-leneses fue
obis po d<· Santa .' \'hu·ta d esde 17 16 ~· en 1735 se retir·ó a la c iu d nu rl l' Cartagen a, pero con rjmt6
interlir·i•·n d o con los astmtos del ohisp~do h :·t~ r ;:o 1718 (Jo;;é ' it:olás de .la Hosa. Floresta, p. '148
.' \.(;.J. iSt·Yilla¡. Santa Fe. 522 ~ 52"~J.
~~ .\ .G.I. oSe, ·illa'• . Santa Fe. 5t9.
l ' .\ .GS. '"Bogotá . Jli.scelánea Colonia . 10. f. 245v. ~ Jos~ :\irol~s tlt.' 1" Rosa. Floresta . pp. 206-7 y 217.
"' \ .G..\. 1Bogotá. Jliscelánea Colonia. 10. 11: 16/ír. a Ji·ír-.
·"' Jo~~ :\icolás de I<J Rosa. Floresta. p. 207.
" Dokt>.1· Romero Jaramillo, "'Cimarronaje .'· Palenc¡ut>s-. p. }'Í. iuclica que. a diferencia de lo
qut> ~ucNii6 en Cartagena. e l cinl:u·r-onajt> no dio lugar a rruuwr·o~~ls pall'nc¡ues .r que la huida
d<- C'scl:n·os tuvo un caráctet· rn:ís individual y ~stos. en g<:ncr·al, se dirigieron fundamenLalmt'll·
tt• a as•·utaonientos urbanos o r u rn lf'.<. .'a c~ tablt>cid.os. Véase t;uubién. del mism o autor, E<r/al'i·
1ud r11 /al'rovincia de Santa .llana 17.9!- 1851, S :1 nt:~ M:u1:.t, Fondo rlf' Publi cacion es d e Aut or·<>s
}lagd a l<· n i<·nses e Instit u to de C ultu r·:t y Tu r·ismo d e l :\"l:tgd;li er ta. ·t977, p p. 169 188.
:.2 ·\ .GJ. :S evilla). Santa rf, 50<í .Y :i1R. De acue rdo eo n la ub ic:H'ión q u e s e se ri ala, los
intrgr·:ullcs ele este palenqu e se llabi'Í:1n esr:rblt•r id o e u la jurisdit:ción de la provincia del Río
Jcl Hacha. Al p<!t'ecer en e"a mi:.ma :irt>a t>u esos años o u n pocn cl<'spués e l padre Anck és de l
Piro s:tc6 de las cercanías de Río rlt>l Hach;l :1 los n.egro5 die' un palenque y los fundó f"n e l
pohlado clf' S:u1 .-\ntonio de Guach:wa o <i<' los Pa lenques. en el camino entr·e Río d.-1 Haclra ~·
Santa .\farta. En 1"/10 e-1 gobt>rnatiOI' r·t>c-ono<.'ió la libertad de sus intcgmnte:\. así como la rnr(''·;r
ruuda6ün y se les dotó dt> cm~: sin embal'go. eu 1718 se lc'xtinguió .'· se a:>t>ntar·on t>n un pa•·:~e
ecr·t·ano a la ciudad A.G.l. S<>' illa, Sama Fe. 504 ,. 518: .\laría del üu·nrrn .\l«'!n:t G<Jr-cía, Sama
.\/arta dura11te la Guerra de Surt>sión Española, Se,~lla, Escuela de Estudio,; Hi;;pano- Am<:rÍ<.'a·
nos de Sevilla, 1982, pp. 105- K F.rncs tu Res trepo Tirado, His1oria. p. 106 y \\'ad swo rt iJ Clarkc
Oouglas. •·Patterns of Jn<iian \~."arfa r'<'~, p. 68}.
:.i José M.. De }lit'l" (<·ornp.). Poblomirmos, T. 1, p. 6 1. .-\:ntonio .JuliiÍn (La Perla. p. 68) tambié n
k we referencia a pa lt>nqut>s s i w~do• cu las faldas de la S ierTa 1\l."v~cl ~ .¡,, Sa uta Marta.
~i '\.G.)i. •,Bogotá}. _Vegros y F:.~davos Magdalena . 3, ff. 92'h. y H12v. ~· An d 1o ny iVk Fad ane,
-r.imao·1·ones y Palt>mlut:s''. p. 63.

\.PUEBLOS Of 1'\:0IOS, srTlOS Y A.O CHE(.A.:) E~ LA RECIO~ CARTBE: L-\. SURVt::RSlOS Of:l OMUf;" ~<.1.U COLO<ror:JAL
habían sido numerosos y cubl·i cr·on una extensa ár·ea de la provincia. Luego de las
incursiones contra ellos, a finales del siglo XVII,:í:> subsist[a un palenque en las montaña~
de María. r·elativan1e11te cercano al río Magdalena. En las pi'ime1·as <Meadas del siglo·
XVIII, con la in len encíón del obispo de Cart.agena, se llegó a un acuerdo para trans-
formado en sitio y dotarlo de cura y justicias.56
Sobre t>l río ~Iagdalena , a] nor·te de la ciudad de Tamalamcque. el sitio de El
Banco estaba conJormado por negros criollos libres, que hacía 1680 se habían asentado
en ese lugar, procedentes de las minas de Loba, en la vecina provincia de Cartagena.57
De allí, por las riberas del río Magdalena, hacia Santa M.arta, había varios pueblos de
indios. al igual ttue abundante población libre. En 1721 el obispo de Santa MaJ·t.~
informó que enlre la Yilla de Tt'nerife y la ciudad de Tamalameque hab[a establecido
numerosas agregacio nes. de 500. 800 y hasta 1.000 personas.;;s Adicionalmente en
esta área. al otro lado del río :\Iagdalena estaba la villa de :\Iompox, cuya población en
1721, según C<íJcu los del obispo, ascendía a 6.000 u 8.000 pe t·sonas ..;9 Esta villa
presentaba u na mayor variedad de estratos socio- eeonómicos y contaba entre sus
vecinos con personas calificadas de "nobles''.00 cuyo poder les permi tía desafiar a las
autoridades de Cartagena y de Santafé.61
En el partido de Tierradentro. al norte y oriente de la ciudad de Cartagena,r.1 la
población parece haber sido abundante ya a comienzos del siglo '<Vll l. Subsistían
varios put>blos de indios, había varias haciendas y trapiches trabajados por esclavos y
también sitjos ue libres."1 Se trataba de un área clave para las comunicaciones entre la
ciudad de Cartagena y el río Magdal ena, al igual que para e.l abasto de la ciudad.64 En
términos del apmvisionamient o de esta plaza, ott·o tanto sucedía con el partido del rÍQ
Sinú, aunque allí el riesgo de piratas e "indios bravos" amenazaba el transporte de la
producción.63 A principios del siglo XVIII se conformaron varios pueblos. integr·ados
por indígenas ··t 1rabás- que huian de los Tunucuna. a veces llamados "'Cuna- Cuna",
'·Darienes-, ·•Chocoes" y "Caribcs"'.liG Estos indígenas estaban ubicados al sur del río
Sinú y su presencia desestimulaha el asentamiento de otros poblado•·es en el área. 6i

~~ Robc•·ro Anázo!a,Pa/enr¡uc; María del Carmen Ror·r·ego Plá, Palenques de Negros y "Cartagena
de Indias en 1613" y Orlando Fals Horda. Historia, T. l. pp. 52A-n A.
:,; A.C. l. !Sevilla), Sanm Fe. 4SS y 552 y Gab•·iel Ma1·tínez Reyes (comp.,, Carf{L)', pp. 389- 3.
57 José ~icolás de la Rosa. Floresta. pp. 194- 195.

lS A.G.I. (Se,;lla). Sama Fe. 5 19.

l9 -\.C. l. (Se,;Ua). Santa Fe. 5 19. Hacia 1737 un jesuita que pasó pot· la ,;Jia también calculó
que estaba habitada por tmas 8.000 personas . 'fanuf'l Briceño Jáuregui, Los JesuittL1·, p. 41 ).
m Man~1el Fkiceño Jáuregui, [.os Jesuitas, p. 4·1.
m A.C.T. (Sevilla}, Sama Fe, 36:1. .
•n E l partido de Tierradentro, uhicádo entre el río Magdalena y el Canal del Dique, corres·
ponde. a grandes rasgos, con el actual departamcnLO del AtláJltico.
61 Jos~ Agustín Blanco Barros. El.\'orre de Tierrfldenn"O. pp. 74-íi. 8 1 4. lOfo-1 11. 137- 156,
176- 77. 229- 241 y Sahanalarga, pp. 44 7: .\.G.T. Sevilla . Santa Fr, 365 y 488 y Jaime Jaramillo
t:ribe. -Esclams y Señores-. pp. l{)- 7.
Gl Josr Agustín Blanco R:m·os. El.\ orte de TierrrufMtro. pp. 116-124.
r,\ A.C.K !J3ogotá),Hisroria Ci111L. '14.1I 924r. y v .. 930r.. 954J'..) 978r. ~· v. y A.G.L (Se,illa),Santa Fe, 552.
'~1 A.C. T. (Sevilla), Santa Fe. 48/'l y 385. De la doc umentación se deduce que inicialmente
estos pul"blos no se organi?.aron c:orno pueblos de indios, ni como p u<~h l os de misión, sino
r omo pueblos agregados. atcndidos por un teniente df' cura. Es pt·ohahle que esta modalidad
hnbiera podido t>stablecerse debido a la falta de con t •·ol eclesüístico ~ civil que hubo f'n la
pro' incia desd•• fine$ del siglo '\\11 y principios del \:\ lll..\demás de los conflictos cnu·e f'l
poder chil y ('1 eclesiástico. en la pr·ovincia la prescnci<~ df' los obispo,; durante las primeras
décadas de l siglo .\ \'III fue espo r·ád ira (Gabriel i\IartÍn('7. Reyes (comp.' . Canas. pp. 382. 368 y
452 y ,-\.C. l. (S ... villa), Sama Fe, <Í88).
" .\.C. l. (Sevilla), Sama Fe, 552 y José Ignacio de Pombo, -Informe~, p. 195.
7

ordenar para controlar + marra h<rnra angd


Los indígenas que huían de los Tunucunas eran reunidos y dotados de cura por los
hacendados del partido del Sinú, que los empleaban e n faenas agrícolas, saca de
maderas y en la construcción de canoas!;s A principios del siglo Xv1Il había allí tam-
bién pueblos de indios fw1dados de tiempo atJ'ás, sitios de libres agr·egados a ellos, al
igual que haciendas y estancias dedicadas a la agricul.tura. 0H Parte de la producción
agrícola de los partidos de Tienadentro y del Simí era controlada por haciendas perte-
necientes a la etite de Cartagena.i° Como se observa en el :Mapa l o. 20, en estas áreas
se concentraban buena parte de los asentamientos de la provintia .
.\1 suror-iente del partido del Sinú, en el partido de Loba y en las jurisdicciones
de las ciudad~>s de Ayapel, Simiti y Cáceres, la producción agr·ícola y la extracción de
oro requirieron abundante mano de obra esclava.71 que se nucleó en to rno a las minas
y a las haciendas. Parte de esos esclaYos huyeron y se establecieron en palenques,
varios de los cuales fueron de bellidos a finales del siglo X\' Jl. i2 A comienzos del siglo
XVIIl la producción aurífera aün no se había rec:uperado de la crisis que sufrió en el
siglo XVTT; su resurgimiento, sin embargo, no se basó en grandes cuadrillas de esclavos,
sino fundllmentalmente en el trabajo de pequeños explotadores independientes, en
su mayoría libre s.¡~ Parte de esos lib·r es provenían de antiguos palenques, otros eran
indios huidos de sus pueblos, desertores de las milicias o de la marinería, polizones y
prófugos de la justicia. 74 Este sector desempeñó un importante pape l en la producción
agrícola del ár·ea, parte de la cual era absorbida por Mompox.73 Había también allí
algunos pueblos de indios ubicados en su mayoría en las cercan.ías del Brazo de Loba;6
_,. haciendas contToladas por la elite de Mornpox.''
Como se puede apreciar desde principios del siglo XV1ll la composición socio-
racial dc In población provincial sujeta al Estado colonial era muy variada. Mulatos,
mestizos, zambos y negros, denomina dos genéricamente como "libres de todos Jos
eolores". en su mayoría pobres.;s constituían un sector importante de la población.
Junto con los indios reducidos y los esclavos eran los súbditos de la corona más
num erosos de la p rovin cia. Es decir que, en términ os gene rales, la mayoría de la

101
:\.C. l. 1Se,illa}. Santa Fe. 488 j A.C.~. ffiogot:i), ¡lfilicias y .1/anira. 125. n: 404r. a 413r.
m -\.G.l. ISe,·illa), Santa Fe. 488.
;o Her1nes To,·ar Pinzón. Hacienda. pp. 93- 103 y _\.G.I. (Se,·illa). Santa Fe. 488.
;r :\.G.I. ,Se,·illa). Santa Fe. 488 y :\.G ..:\/. Bogotá). Curru y Obispos. 25. n: 454r. y 462r. y'·
72
La formaei6n de palenques tuvo su ma.,or auge en los siglos:\\ 1 y X\11. <'Arando la trata
de esclavos fue mayor ,Orlando Fals BMda, lfi5toria Doble, T. l. pp. 52B- 54B, 52A-59A, 60A
72:\ ). Véas1· también Jorge Palacios Pr•c<·i~tcio, 1-a Trata de Negros por Cartagcnrt de Tndias (1650
li50) ,Tunja, UniYersidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, 1973; Rc,bei·ro Arrámla.Palenque;
v lll11rín del Carmen Borrego Plá, PfiiMques .
,., David Robinson (comp.). h ·ancúto Silvestre, pp. 157- 162: Beatriz A. Pariiu> Millán, "Riqueza,
Pobrezn y D iferenciación Social en 111 An tioquia del siglo X\Tlll~, l\·leca nog,·afiado, Medellín.
informe Final de la Inwstigación ··CJilsP.s Sociales y Razas en A.ntioquia dur·ante el siglo XVlif",
CniYersidad d e Antioquia, s.f., pp. 44 1-4Ci2: Germán Colmenares. ~La for·ma<"iiín'·. p. 37: A.G.N.
Bogorá:. Curas y Obispos. 25. fl 5 161·. a 525r. Sob1·e los pobladores de la pcyuefta ciudad de
irnití. en el extremo suroriental de la provincia de Ca.rtagena. Santisreban se1ialó que ··sus
poco::: 'ecinos tienen haciendas dt: cacao y aztícar y trabajan las UlÍIUl:l de C uamayo {por Guamocó)
;. otros nombr-es que distan n·es .' cuatro días de camino por montai•as muy pantanosas y me
inform:tron que en el preseme era ran poco el que se sacaba que no correspondía al trabajo y
a las e:-.pensas." (David Robinson (comp.). Vil !.eguas. pp. 166 7).
' Orl~tndo Fals Borda, Historia Doble, T. T, p. 62.\: Jorge Juan y Anwnio de Ulloa. "Cartagena··,
7

pp. 285- (5 y A.G.I. (Sevilla), Santa Fe, 1075.


7l A.C.N. (Bogotá), Consulados Colonia. 1, ff. 247r. y 256v.

;r¡ Orhllldo Fals Borda, Historia Doble, T. I, p. 411\..


;; Hermes Tovar Pu1ZÓn, H acie11dfl , pp. 103- 119 y A.G.l. (Sevilla). Sflntl7 Fe, 1034.
;s ¡\. G.N. (Bogotá). Historia Ecf,•sirísticn. 15, t: 27 l.

1". PUFatOS DE l'!>lOS, smos Y ROCHELAS E.'< lA RECIO:< CARIM:: U st!BYFRSION OU OllOE"< >0<.1AI. COLONIAL
p ob lación provinci::d s ujetn al control estatal d iGcilrn ente podía se-r clasificadu como
"española". Solwesal e en la docUinentación la te mprana eeftwe neia a nume rosos sitio$
de libres. Estos sitios no estaba11 co nC'entrados r n un área en particuhu'. s i no que s
encontraban en todo e l tenitorio sujeto al Estado colonial. intercalados con los pueblo
de indios .7ll ~o se aprecia crue el pueblo de indios hubiera as umido el carácter ele ej ~
alrededor de l cual g irara la población libre, cotno se ha v is to sucedía e n los Ande:o
centJ'ales con los ' 'ecinos. Allnquc> haJJía lib r'es ngr<>gados a los pueblos. cr:J fr-ec uent "
que a los pueblos se agregaran sirios e incluso se Jaba el caso de sitios agrtg<Jdos ~
otros sitios. Estos {utimos :>e constituían así en núcleos distintos. <'On frecuen<·in hastan~
alejados de Jos puPblos o sitios a los CJ.IIe estaban agregados. El sirio de San Josc>ph d~
los ~ li l agros,80 por ejemplo, est.nvo agregado al <'tHato de San .\.nto nio de Sabanalarg:'
del cual dist.<1.ha 1 'Í. le¡;.'· uas 8 ' Estos agr·egados c·o.n tpar·tían al eura, cuando lo había, ~·
f11erou administrados por tenientes de cura.Kl Su alto n ümero llama la a teJl ción. U
ejemplo. entre mul'hos. es el del puehlo de San F,·ancisco de Si ncelejo, al que estab ·
agregados 12 sitios.ll1 :\dicionalment e. en los documentos, en particuhu· en los •·c>lativos
a la pr·ovin!'ia de Cartagena, también se hace frecuente refe,·encia a pob ladores asentado
en estancias. hahtaciones y ·'buj [o:, ~, 8~ lejos u~> los asentamientos nucleados .
Abo t·a bien, si se ha<'e abst racción dP la c lasificación df' los asent am if'ntos e:
función de su adn1inist ración. para tene r 1111 cuadro global de la región Caribe en l ·
primPr·as décadas d PI siglo X\ ll L se aprecia una sociedad en la q¡1e bahía cie rta espe..
cialización de la p•·ochwción. En PI oriente y sur de la provincia de Santa l\[Mta primab~
la gan::tde ría, al flOI'~ri en te y c_ent_I'O-occi~lent; de In de Cartage na .la é:g¡·icul lura, en r
parte s ur de esa m1srna prov m cHt la rnrnen a y e n las r. rhe ras del r·1 o Mngclalena e
transpo1·te comercial : la agricul tura. La mayoría de estas at"li"idades se aniculaba
interna ~ externanwnle mediante t>l C'omercio. -\dic ionalmenle. tenía lugar un actiY
comPJ'cio ··cte paso-. q ue se transportaba por la rrgión. peco n o e ra producido en ellá~
ni se d estinaba a su consumo. P::~rte de toda I'S:t actividad, e n especial e l coruercio " el~
paso", la ga nade 1~Ía d e la pmvincia de Santa :\'larta y la agrictdlur:a en los partldos d~
TiPrrade ntro :· el Sin tí. estaba bajo e l control d e gentes que vi' ían f"n Ca•·tagena y en
:\fompo>.. Eran los rentms nudeados más grandes de la región : los que p•·csc.'ntabari
una jP•·arquización de tipo pi•·amidal más esuirta.s.;. Fuera de <'Sos dos cent•·os urbanos
}"~ en menor medida de las cimlades Je Santa ~larta y ücaña. el panorama t·esultaba
mucho más compl ejo . La elite do tJtinante por lo general no ,;P, ¡·adicó ftH"ra de esas
ciudades. Su control de la produrc ión se ejerf~ ió n través de mayordomo,; y. e11 otros·
casos. median1 e <'1 arreudamienlo de s us tienas a terceros .86 Estos Jnf'canismos no
eran los l1lás idóneos para fOJtalrC'er la \er'ticalidad de las jeJ'arqlúas. pero aseguraban
una producción de e'ced entes que a1tmentaha los 1uer·cados coloniales. Esta dinámica
7'l A.G.J. tSf'vi lla), Sama Fe, 41l!l. 519 y 52 1 y .Jo~é .~icolás de 1;; Hosa. Florf'Sln, pp. 168- 244 . .
:;o Es proba.ble que se lral<' df' .Jolojolo. tu.' o nombre complt'h) e m San Jos<"ph de Jolojolo
-\.C.T. SeYilb . Sama Fe, 600 y 10/5 .
61
l\o se prí>cisa la fecha. pC<'O Sf' indica qu<' <'~lo tenía lug-ar- antf'S del obispado de Casiani.
es decir, antf'S de l/13 v\ .G.L .Sf'\illa. Santn Fi!. 488¡. Cna lcgu:t f'CJlUYale ap··o--imadamente a
3.5 km :una h on; de camino); 14 leguas a u nos íl km.
s:l A.G.I. :Sed Ua). Santa Fe, 488.
,., SaJ)an et.~ de Mercado, Sa loa uc• Grande. Juan G ranados, P<ttró n Diego, BtH'Ilavista. Los
Boquet·ones. La:. Angustias. El Pot;·ero. El Rin c<Ín dt> ,\lorroa. S:d>ana de en \lcdi o. Chocho y
Sabaneta de Solórzano ibid .
~· lbid.
!l.l \ éansc do·scripciones que sobrt' los patrones de jerarquiza<'ión soeio- racial ,;gl'nlrs en la
ciudad de Cao·tagf'na. en las priull"r[<S décadas del siglo XVlll, en Jot·¡;r- Juan y Antonio d<" Ulloa,
··Cartagena"', pp. 280 í . Sobre ~ [mnpo>- véase Odandn l'als Borda, Historia Doble. T. l. pp. 12:'> R- l 26B. ·
"" Orlanclo Fa.ls Borda. Hiswrio DoMe. T. l. pp. 6iR- i2B y ll8R 123B.

ordenar para controlar + mana htrrtra angcl


económica <>xplicaría. al menos en parlf\ el control qu<> te nía e l Estado colonial sobre
el á1·ea, a pesar de las d e ficiencias de su dominio en el plano de lo social y lo político.
B. Los Pt-:EBLOS DE 1 DTOS Y LOS Smos DE L!\ S LLArn:rv.s DEL C.-\.RIDF.

"Las pocas ,·iYiendas. las casas dispersas en el ,·íu Magdalena ti<>ncn <' lt
alto g•ado la belleza de todas las plantas del mundo t•·opical... La Cf'l '(':liiÍ:l ck
las vi,·iendas humanas se anuncia pot·las matas de plátano... hay alrededor dr
las viviendas un lugar despejado q ue uno anhela' r•·d:ul<>nnnentc en la r•·ofll-
sión de la w•getación del trópico, en el que ha;· peque i'íos grupos de árbo l e.~
1ít iles... Las rnsas todas de cañ<t dt> barnbú y de la misma forma."8i
Como ya se indi có , has ta e l momen to no se han e n contrado desctipciones
tempranas que propo rcion en una idea sohre e l ordenamiento espacial de los pueblos
dt> indios~ los sitios en la región Caribe duran!~> las priruems dPcadas del siglo \\ lli.
Sólo dt>sde l/40 se t>mpiezan a enco ntrar las dt> algunos ,·iajt>ros que dejaron rá pidas
anotaciont"s sobre Luro q uf\ o tr·o de los as~> nt an•ientos que en(·<.mU·ar·on eu sus •·ecorridos,
en :::u •nayoría ubicados e n las riberas J e l río MagdaJen a. ~8 f<:n este sentid o el ··e lato de
SantistC'han resulta afort u uado, ya q ue •·eali7,Ó su v iaj e eual!clo ::.penas se claü a coril [(•u zo
a la gestión d e pobhuni<'nlo impulsad a por el virrey Eslava ( 171t0- 174H). S us <lllOIM:io-
nl~s p~> r·rniten aprec iar que antes de que S I' implemenla•·a esa política, los s itios y
puf'hiM ubicados sobre e l río. en tre )lompox y BaiTanquilln. f'staban a una distancia
promedio un poco m a~ or Jt> e-los leguas.O!l
El número dt> pobladores d e estos s itios y pue b los era muy var iaJJle . C uando
f' n 17-'Í3 las autoridades orde n aron re u n i,. e n el sitio del Te tó n a tod os Jos m o radores
de los contornos. para que p udieran ten er ".lu e'l. y Cura p •·op io", se h izo un censo de
la mn_vOI' parte ele e llos. 00 Fueron conLabi lizad os H sitios J isiJ'ihu idos en 21 lcgrJ as,
eu los qne YivÚU1 922 pe•·sonas, '-todos pa ..dos·'. El que con centraba mayor poblarión,
e l sit io dt>l Tetóu. tenín 252 personas. mientras qu e los más pequeños d e ellos.
C uasímar ~- La ~Iuerte. sólo le níau entre 12 .' 15 pe.rsonas.91 Estos sitios debían quedar
reunidos en uno sólo. mientras que al pueblo de Nuestra Se ñora de la Cande laria y
S an Pablo del Tetón le fueron agregados los p11eblos Zárale y P lato, de indígen as
.. P intados'', acusados d e pa rLicipar e n (·mboscadas "Ch im íl a·'.f'2 Más d e 500 iudíge nas
fucru11 rt>rm id os en esLe pneblo, sin agregnción de libres. por· lo que el cura le mía n o
con ta •· <'on algún auxi lio en caso de que los indios st- rebelar·an. 93 Ya a él le h<tbían

s; \lejandro d(' Humboldt. -Diario de\ iaje-. p. 158.


""\"éanse e,ras <l<'scripciones en David Robinson \<'<>rnp.,. 1/i/ Leguas, pp. 160- 180: A lejan-
dro de Humboldt. -Dia rio de Viaje''; .-\11ónirno... I..J n Vin·e~ Apopl.é¡!:ico...; Juan d(~ Sant.a Ge m·udis,
.1/nmvil/as. T. l. pp. :15 8 1. Sobre la partr su1· de la prov inda d c Cartagena, se han e nro m t•ad o
dt>:;cripciones I'O I'l'C~pondi e lltf'S a l a~ d o:; Ldt imas d P(':lld <~ s de l :<iglo .\ V III, (':On o tras carac lei.'Ís-
Jiras. pero tamhi{-n lllliY útiles, <'Oll iO so n las que d ej <í <:' 1 frai le Joseph Pa l ;~cios de la vega
·l.ct·n rdo R e[chel Dolmatoff (comp.). Diario~ :\.G.L\. 1Bogvt:í ). lliscelánea {o/onia. 22. ff. 2';r. a
265 r.. y las del mra de Cáceres l '\ .C.Y Bogol:í). Cumr y Obispos. 25. ff. 4%r: a 453r·..
:tJ Daüd Rohin~on comp .. .1/i//,,·guas. pp. lí6- í : la distancia pt·omerlio era de 2.25 leguas
m in. ·1 2 ~- ma.'l:. :1'-':! . Esta área rt o la alcanz<) a 'isita•· Sanli~tehan . per·o rccQgió información
hastante comple ta sobre la misma.
00
:\ .G..\. !Bogotá). Censos Rt·dimibles ftÍu.¡os Dl'pftrtamentos. 6. f. :¿-:¡7r.
91 Jbid., n: 2)ir. (1 24f.k

"" A.G.i\. (Bogotá', . .l/ii'il'iasy .llarina. l26. n: l:llk ;¡ l 'l lr. y Visiu¿r Bolí<'ar, 6, fT. 678r. a 679v.: :\ .G.T.
Se,illa). Santa Fe. :32'3: Germán Colmena t·es ~rornp.). Relaciones e il!fomu•s . T. [. pp. 48 54.' .fosC: M.
n...- 1\lier 'colllp.. Poblamienws. T. J. 66 í J. \.a lw anotar que en t"l docmnento Sf' men ciona a
'lur· tra Señorn de la C·mdehu·ia y San Pablo df'l Tetón como si fupr·a un sólo pueblo ~- no dos.
t'Omo su largo nomJ1re parecería indicar · -\.C.X. Bogot!J'. .1/iliáas y .1/aniw. 126. 1t l2'i r. ·' 129t·..
11
' .\.G.:\. Bogotá . . 1/i/icias T .llarina, 126. IT. 127r. a 13lh.

V. PUF.RLOS m; NOJO~. SITIOS '\' 1\0CiffiLAS tN L.>\ REGION CARmr-: LA :.-.llBVER..'ii0:-1 DEL OR Ofi~ SOCIAL COLONlAl
"sacado machete" porque los obligaba a acud ir a doctrina, confesarse y oír misa
intentab;¡ castigarlos cuando no lo hacían. 94 Se observa aquí un fenómeno inve r·so
seí'íalado respecto a los Andes centrales, dond e el avecindamieulo d e la poblacij"n
no indíge na a los pueblos había promovido su incorporación ::rl orden colonial. .J:!;n
este caso, los indígenas se mostraban remisos a asentarse e n las cercanías de Jo,
libr·es. que podían ser·vir· de apoyo a las autoridades coloniales, par·a colocarlos baj..
su control.s.; JI ustra este cas o que el ordenanliento espacial basado en la agregacion
de vecinos a los pueblos de indios, que operó en los Andes centrales, se consliltt ó
en una estralegia de dob le sentido, en la medida en que faci litó el que se control l'a
tanto a la población indígena, como a la de los vecinos.96
Una rt>unión de asentamientos, similar a la del sitio de Te tón. se ordenó hacer
en el partido de Tierrade ntro. en el extremo norte de la provincia de CarLagena en
1 í42, según lo info1·mó el Yirrey Eslava al final de su admini stración . Según t>l
documento. e n los alredt>dores de Sabanalarga, en una circunferencia de 19 leguas, la
población vivía en 52 sitios, donde:
" ...car·ecían de todo pasto espiritual y de la snbordinación ¡¡] cw·a y a la j ustic.i.a, y así
vivían tan licenciosamente gue no había exceso que no cometieran, sin poderlos conrener; 1
pues abrigados de los m 1:~mos montes, bosques y sPivas, con la única senda que dejaban para la
entrada a sus pajizas habitaciones, se escondían al rneno1· ruido que escuchaban por el
latido de sus penos, ...-. 97
Aunque en medio d e estos 52 sitios habín una igles ia, al c ur·a le resulla'ha
imposib le administrar y controlar espiritualmente a una población esparcida en n
área tan gnuJde. 98 Para administrar los viáticos a los moribundos, por ejem plo, el ct ra
podía ver·se obligado a '"andar- diez. y ocho leguas. nueve de ida y otras tanl as de vue'lla
por c¿uninos inundados y m ontuosos. con la indecencia de llevar el sagrado viático 'in
luces ) con el riesgo de caer· f'n algún arroyo pantanoso."99 Expresa así el informe del
virrey cómo la lejanía enLTe los sitios dificullaba al cura el control de la población, al
obligarlo a reaJizar grandes desplazamientos para desernpeilar los deberes de su ofi i(l
y, además, le facilitaba a la población hu ir de cttr'as y justicias, en caso de que esto,
trataran de imponer su autoridad. 100 Pero además, ese manejo del espacio daba luga} a
que se sometiera a los símbolos sagrados a situ::rciones que no eslaban en consonanc '
con su alt.a jerarquía. El princ:ipio pedagógico de reverenciar a la deidad, represen~da
en el viáti<'o. a su paso hacia la casa del moribundo, resultaba deslucido, por decir lo
n:enos. al c~esplazarse por "caminos inundados ) m.o~tuosos", en lu g~r. de haced? ~la
vtsta de felrgreses que exprcsar·an su respeto a r-rodillandose antf' t>l nat1co, asum1t>nao

9
~Tb id. , fl 126r. a 13 1t:
!l> !bid.
útJ Un caso similar se obserTa e n d pueblo de Ve nero, en la provincia d <' Santa Mat-ti.
establecido en 1780 con indígenas Chimila. <'U_\"0 cura señaló que el establecimienro de veor·
nos le había permitido perseguir y redu cir nue,·amente ¡r puehlo a los indios que se escapabat:
!)osé ~r. 0 1!-.\lier (comp., . Poblamientos. T. 111. pp. 122- "131 1. Solwe la corwenicm:ia de a'ecindar
-espariol e~- a los pueblos conformados con indígenas Chirnila rt>cientemente sornerirlos. véa·
se t:tmbién A.G.l\. (Rogoi:Í), Caciques e Indios, 46, ff. 226v. a 230v. y 26 Ir·. y Y.
"; Cerm<ín Colmenares (comp.). Relaciones e ¡,!fo rmes, T. f , p. 50; subr·ayados nuestr·os.
08
Jbid, pp. 50- 1. Solw e la reorganiz.ación de la población en estn área véase tamh it'n .Jo é
Agustín Blanco B3rTOS, St~bana{arga. pp. 57, R4 y 88 y A.C. -. {Bogotá}, Poblaciones Ví'1rittf, 5, fl'.
369,. a 374,·.
91
Germán Colmenai'('S. Rt>laciones e Informes. T. l. p. 51: subray<~dos nuestros.
100
La facilidad con que la población de la región Caribe huía del (·onwol de las autorida~
SI' menciona en varios rlocumentos, véast>, por ejemplo. A.G.l. (Sc,·illa), Santa Fe, 521 y 5::~2
Véame también ejemplos en Orlando Fals Bor·dn. Historia Doble, T. lll. p. 87 t\ .

ordenar para C'Ontrolar + marra herrera aogel


una actitud de respeto, sumisión y veneración. 101 Esa multiplicidad de s•ttos debía ser
destruida y se debía intimar a la población a que hiciera "precisa residencia, en el lugar
donde estaba la iglesia;".102 Por ello, aunque .la poblaci.ón se vio obligada a abandonar
sus cultivos, a riesgo de perderlos, y a volver a construir sus casas, a su propia costa:
"vino a formarse esta numerosa y bien repartida en ealles tiradas a cordel, pla1-a
espaciosa, cárcel muy segura y tma hermosísima iglesia y casa del cura, según las
disposiciones dadas pot' S. E., quien enterado del culto que se reconocía en aquellos
fieles a la deidad ele que antes se reti l'aban obstinados, y que en los tiernos infantes se
estampaba la devoción al santo rosario, cantando alabanzas a la piadosa Madre de las
Misericordias, que los había sacado del tenebroso albergue de aquellas selvas,". un
La generalización de esta política, según algunos erít.ieos, llevó a que se
despoblaran las riberas:
"habiendo subido hasta la villa de Honda, reconoci varios par~jes de las orillas del
río de la Magdalena, de la parte de esta provincia (Cartagena), despoblados y quemados,
manifestando las ruinas las antecedentes poblaciones y habitaciones, e inquiriendo la
causa ele esa desolación tan perniciosa a esta provincia, así por la despoblación eorno
por el daiio y pe•juicio que experimenta este eomet'cio con la falta de rancherías, posa-
das y bastimentos ele que se proveía con las casas y habitaciones que había situadas en
las expresadas orillas del río de la parte de esta provincia (que es por donde general y
comúmuente se navega), se me informó que todo procedía de la recogida que de toda
aquella gente se había hecho por los comisionarios de don José Fernando de Mier, para
las nuevas fundaciones que del otro lado de la provincia de Santa Marta se estaban
haeiendo, y corrfan desde arriba del pueblo de Zambrano hasta arriba de Mompox," . 10 ~
Estas observaci ones permiten apreciar que, corno resultado de la política de·
poblami ento, aumentó la distancia promedio entt·e los asentamientos, la cual, corno se
anotó, era de unas dos leguas. Si bien este comentario fue hecho en el contexto de los
conflictos sostenidos por hacendados y comerciantes del área vinculados con la política
ele poblamiento, inte1·esados en obtener los mejores beneficios de tal actividad, 10" la
diferencia se pone ele manifiesto en los escritos de otros observadores, como por ejemplo
Santa Ge1trudis, quien pasó por el área en 17!)7. Según el fraile:
"En la Magdalena está todo el río acordillado ele pueblecitos de a 15 o 20 leguas en
distancia unos de otros; y ent.l'e un pueblo y otro, de una y otra parte, hacienditas en que
viven indios, mestizos o mulatos."W6
Se ap1·ecia aquí lant.o el impacto de las medidas adoptadas, eomo también la
relativi.dad en el logro ele los objetivos buscados. Se había disminuido el número de
asentanüentos, pero la di.spersión de las viviendas se mantenía. 1 udea.r a l.a población
en torno a la iglesia, tal como Jo deseaban hacer las autoridades, presentaba sus difi-
cultades. Luego ele su reorganización, l.os sitios de Tacamocho y Tacaloa, sobre el río

101 Una idea sobl'e la importancia de l transporte del viático lo proporciona una e~u·ta del
gobernador de c~u·tagtma al Consejo de Indias, en la que seiiala que cuando salía el vi<ítico dos
o más soldados debían CltSLodiarlo, en seí'ial de acatamiento y reverencia, terciadas sus armas,
con la bayonet.1 puesta y quitado el sombrero. Estos soldados debían ubic<U'Se a los <:ostados
del sacerdote, a ci.e1ta distancia, para no estorbar al cura que lo transportaba y a los que lo
acompaiiaban (A.G.I. (Sev:illa), Santa Fe, 1034}.
102 Germán Colmenares, Relaciones, T. I, p. 51.
l()'l !bid.

0
' ' .José 111. De-Mier (comp.), Poblamientos, T. 11, p. 44.
lO.:. Un ejemplo de estos conflictos fue el que sostuvieron los primos José Fernan<io de Mier
y Guerra y .J ul ián de Trespalacios, marqués de Santa Coa (José M. De- Mier (com.p.), Poblarnient.os,
T. I y Il y Orl.a ndo Fals Borda, HisiOria Doble, T. 1, pp. 94B- 102B y 94A- l02A).
106 Juan d<~ Santa Ge1.trudis, ll{aravillas, T. 1, p. G8- 9.

V. PU EBLOS D E IN DIOS, SITIOS Y ROCHELAS EN lA RECJON C.,RIBt: LA SURVF.RSJQN {)f;l. ORDeN SOCIAL COLONHI.
:\Iagdalcn~. se ¡u1ega ba~ en la; c r·ecit.>ntes del río. r·es~tl.tando ir_lhabit ables Jur·ante trfJ.'
o cuatro m e~a·s d e l ano. razo n poL' la cua l ln s frurnhas los Lhau dPspohlando y~.,
clispersab:w. ro; Cu ando Hum bnlíll viaj ó por d Magdalen a en 180 1, o bservó: ·'Se , 1
much ísirnas casas y p lant.-:~cion es ais ladas junto a l11 rih era." 108 0 1m lanto s u cedía en '1~~
riberas de los rios Cauca y San Jo rge. a donde no ha.hía llegado l;¡ gestión pobladora de
La Torre y \l iranda (1774 1778,. 109 Pero incluso los sitios que esle f'uncionario hahía
reorganizado. pocos añ os después. en 1781 . seguían presentando los m ismos -dPfe' -
LOs .. que anles. ··por la suma pobreza de sus veci nos". 110
Las ca lles fo r mando r uMirkula, "tirarla :• cordel", tam¡.>oco ofrecían buen·~,
perspectivns ('11 uua •·egión ('ll la que son los espac ios li neales a lad.o y lado de los río¡.
y no los cuadr·aJ os. los q ue e l agua d eja a l des<'uhie rto duran te el in v.ierno.m E l sitl})
de .Ylajag ual sobre el Brazo d e la J\lojana, q ue ronec ta los r·íos Canea y San Jorge- w
no tenía m:ís "que tma calle, po1· esttat· toJo ce1·rado de montte,'' .m Para congl'egar en él
a la poblarión arrochelada Palacios de la \ ·ega hizo abrir· un terreno de 400 ·varas d,e
lar·go ~- 30 ele anc ho. detrás de la t'urica calle dellugar. 114 De esta form a ('11 la reorganiz:1ción
del espacio de C"ste asentamiPn to se mantuvo el d i;;<>i'lo linea,.n:; En una isla que forma
el río .Magda len a, Morales, e l ::lSC"nlaruiento C[U~' a la vista d e los viajeros se llevaba las
palmas por su agradable aspecto, estaba sobre u n a bnrranca y eonslaba "ele una mt~
larga caJJe de rasas bajas con s u parroquia dond(' los <1rboles fr·ll l.'lles de las huer tas.
los silWSII'('S del campo rorman el sitio deli('ioso-, 116 que P31';'l Santa Geru·udis era "'efi
lllejor ele rnnntos tiene el río.'· 11 ; En esta desrr·ipción se destacan la larga calle ) la
Yegetación. La parroquia . <'S decir la iglesia. más que constituirse en ("jf! del asenta-
miento, acomp;ui;lba a las casas bajas. La narrarión de GosselnHln, corres pondiente
las primeras décadas del sig l.o X IX, esboza el carácter artic ul ad o r que tenía f! l r~ :
dentro de· r~s l c ordena mil"n to. a l precisar que, en Morales:
-Tres d t" sus costados f's t<Ín nxleados por f'Siwsns bosques, t>n los que hay plantaciones
dt> cacao. caña dP- ~IZIÍcary maÍ7. El ol ro lado lo J'ipga el anrho río y se adoma de e'\tensas
alamedas d(' palmeras. por enlr<> CU)OS tronc-os ('S posible obsPnal' la t·iht>nt opuesta.
colmada de bosqut>eillos que suben h<H~ia la lejana c:onlillera de S irnit í. ('11 cuyos azules
perfiles la "isla se pierde." 118

10; ,'\ .G.L (Se,·illat Sama Fe. 1Oi5 y Jos~ ):f. De \·1ict (co mp.). PoblamientO.f. T. UI. pp. J 13- 121.

A l pn•·cr·cr su<"etiía algo s imilnr eon a lgunas de lns poblaciones reo rg:•nizadas pcw .\[icol' y C ttel·ra
Jost; \l. DP ~\lit>r :comp.. Poblomimtos. T. lll, p. 15i .
'~ -\lejandi'O dt> Humboldt. "'Diat·io de \)aje". p. J;n.
•lll '\.G ..\. Bogolá . Curas y Obispos. 13. r: 99(Jr-. .r "· y .lliscelánea rnlonia . 22. fT. 31r·. :t 102r·. ~>
GPr':lrdo HeidJt>l- DolmatofT comp. . Diario.
11o ~\ .C. l. ¡ c,·illa), Santa Fe. ll il.
111
\ ' éase c~ pítulo l.
"~ Di111as Bud e l, /Jiráonnrio. pp. 31 i - 8 .
" 1 Gerardo He ichel- Dolmatvn· (<"omp.}. Diaril), p. ii.
111
1bid .. p. /8. C na ,·ara E'C(llivalc> a 0.84 m rs. (~Inri~ Herrera A ngel, Poder Local. p. 56, nol:l 217).
El tPrreno ct.pti,alía a T~6 mis. de )¡u·go por 25 mls. tlt• aucho. lo que lotnliza 8.46/ mts~. y t'n ~1
se congregamn 116 familias o rn:.ís ihid .. p. í9. por l•> CJIIP a cada f:unili:1 SI' le otorgarou C'omo
má.,imo í'3 mt~~.
:' l)pne anotarse qnP <'~lE' no parec-e ha ber sido el ca~o de las fttml¡u· io•ws de la Ton<! )
11

)lirarHia. <:uyo plano d isertado para las nueva;; ftm dacioi•es r·eproducía e l di sc••io de cua(Lrícula
>·c~:1 $<" t> l plano en d rN·ll:1dr·o del i\Inpa de C:Rrtngena, hech o por Juan l.ñpc·,,, con basE> e n los ·
i11Cor·rncs cJp la Torre .1 \ li r·andn en A .C .:N. (B ogo1 ~}. Mapolt:ca 2, 1284.¡.
116 1),1, id Robinson (<·<)tllp."·, Jtil Leguas, p. 167. :\ lejandn• d<" H u mboldt. ~ o¡,, ·io dt> Viajt>', p.
158. señaló que en ~loralcs había "tma hermosa .' l:wga avenida tle palmns r\c cot'<).'. .
u: Ju;rn dt> Santa Ccrtr·udi~. 1/m·a<~illas. T. 1, p. 69.
us Cu·l .\ugust GossPlm~n. l l.aje por Colombia 1825 y 1826' IS'~O. Bogotá. Publicaciones del
Banco tlt- la República. -\n:lti\11 dP Economía '\;~cic.nal . MDGCC'\"\\ 1 1. p. 139.

<2 2 o ) ordenar para con troku + marta IICtrcra anael


Perfila tenueme nte este aptmte, en el que sobresale' lí1 vegetacjón que rodea al
poblado por sus tres costados, la articulación entre la línea de la calle qut:> Pstructuraba
PI asentamiento ' e l curso d e l r'ÍO. Se trata de una ca•·acte r·ísti<":a del o rde namient o
es pncial de las ll~ mrras del Caribe, sobre la c ual ha Uamado la atenció n Fals Bordn,
qui e n señala que usualm e nte las viviendas se distribH) en linealm e nte sobre los
barrancos. a lo la¡-go d e las corrientes de ag ua. 11 ~ Esta primacía del río.' e n gen eral de
las c~m·ient es df' agua en la región Caribe. CJII<' no log raba ser desplazada por los
espa<'ios y cons trucciones qu e a la vez qu e s .imbolizahan, reafirmaha rr el control
colo nial, debe ser resaltada, ya que su giere e l peedominio de valores njen os a ese
sistem a. Espacialmrrrle el arrihn d e l río no es e l estar por enC'i'ma, como e-1 arriba dt-
la montaña: lanrpoco lo es el abajo. Los tlesuiYcles en tr-e e l arriba ·' e l a bajo dt>l r·ío
son allí pl'áctil"alllente imperceptibles. El ordenamiento rlebía hacerse a partir d e
espacios en los que ni la YPrtical idad. ni e l e'\\e n so e inintc·rnunpido plano dominaban.
Ln ILOr.izontalidncl se perdía en la espesnr·a dt> las selvas y se veía pemHlnentemenle
interfcr·i.cla por las 1íneas que fo nnaban los enrsos del aguil, cuyo impacto sobre h1
superv ivencia de la población se expresaba e n distintos 11s pectos dt> l; u 'ida cotidi:.~ ­
nn . irwluido su o r·tlenamiento espacial.
Contra la c uadrícula~ e l cm·clel tambi~n conspiralJa la exube1'anle YPgetaeión.
atf'nta siempre n ('opar· el r-spa cio: '"Allí dollde los hombr·es alzaron sus ' iviendas, la
selva llega casi hasla las cas.as.", decía Hnmbo ldt. r20 Santa Certrudis, po r· S Ll parte ob-
:-.t'l'\flba que en C'l pueblo de indios de _\lahates. sobre e l Canal del Diqu~>: ·'sólo lzay
lúnpio una pla::.a. ~- de un can to la <'asa del curn ..' df:'l otro canto la iglesia. todo lo demás
es mol1f<', y para ir a cada casa hay su cami11ilo.- 121 Se apr·eeia aquí como la vegeta<~i ó u
iutedeJ'Ía con In <"e ntralidad d e la iglesia y de la plaza . Auuque estas construcciones
e-xisticnw y pudie ran ubicarse <!n e l centro d c?l nsenlamienLo, los habitan tes d el poblado
no Nnn permane ntemente confr·ontados por C'llas, sino por la vegetación que los cir-
cundaba. De esla for·ma el impacto pedagó¡;ico cotidiano de la iglesia ) de la plaza se
'eía diluido por UJla ,·egetacióu que se interponía entr·e los pobladorc>s ~ los espacios
j consiJ·uccionPS que represenlabm1 el poder colouiaJ. Adic-ionahnente. si se fecuerda
la connotación que se le dah~• pOI' la época al monte, como lngnr de refugio y perd ieióJ •,
que haeía a la población ·'d.íscol::t e incliscip linada", 122 se podr·<í ten er Llll~l idea de .las
iwp licaciones d e un ordenarniento espacial en e l qu e e l monte ¡wne tr·aba en los
pt1blados. Con fre cuencia, más q ue esp<~cios a tJ'avés de los ruales el Estndo coloitial
C'j<' r·c-ía el control di? la poblac-ión . esos asenlnmie ntos reflf:'jahan un orden que dispo ·
nía d e vaciados rnc>canismos par·a escapar de c-so,:; 6gidos parámetr·os.
En esos pohlados, en Jos que sobresalían la madera y la guad11a conro rnateriales
de construcció n , era difícil e ncontrar iglesias de cal, ladrillo.\ teja. E11 1782 la cornitint
que acompaii.ó al 'irrey Pimif'nla en su 'iaje por· el río ~Iagda l e na. sólo Pnrontró una
en C'l pueblo del Bnnco_l"1 El !?!>Indo de las dC'más, va riaba e n funeión de los cuidados
que se les otoq~aJ)ru1 . 124 La de San Zenón e ra ·'aseada p e ro pohre··,m mie ntras q u e la

11
~
Orla ndo Fals Borda. Historia. T. I . p. HJR .'" :13 13 y T. lll. p. 2 1R.
1
~:\.lejaudr-o de HumJ)()Idr. -Oim·io de \"iajr ... p. 145.
121 Juan do• Santa Gt>rtnrdis, 1/ara"iL/ru. T. 1, pp. 52: :-.uht•;rpdos nueso·os.
122 :\ .G.I. Sc,·illa),Sal!la Fe, 552; véast> capítu lo l.

m An<Í ttilltO, ··Un VirT<·y'·, pp. 132- 3. En 1757 e l obispo de Santa Ma rta in dicaba que l<tti
ig lesias dt> ;;u obispado er<Ht de• .. un a f~ b ri c:<t c nrleh le, y etrb ic rtas de pa lnw:· (A.G.I. (Se~ ill a) .
Saura ff. . .i2'l '• .
Segúu clc~cripciorws d<· la époc-a 1:• palma em
121
LUl m<~tt•r·ial de poc-a duración .losé M. De
\lier conrp.. Poblamieulos. T. l. p. 168 .
r:r. :\nóuirno, ··t' n Virr·p~·-, p. 132.

V. PUE.BLO.S or 1"010"-, \ITIOS Y ROCHELAS f="l l-A REGIO.'l C-\RtBE; L>\ SUAVF.RSiO;-J DEL ú KUE:'\1 SOClA( COLON (AL
de Yucal et·a ~ una cosa lastimosa, su fábrica es de cañas y tierra y tan maltratada,
puerca e indecente que no puede tenerse aquel justo respeto d ebido a la casa l:it-
Dios". 121; Durante su visita a la provincia de Cartagena, el indignado obispo cons~o:
··el deploraJ)le estado de las Yglesias; pues en tmos Lugares, no ay absolutam[enjte :..1
estos. sitve de tal una ramada solo proporsionada pata alvergue de Brutos, pero no pa5
habit.acion siquiera de los mas Yiles esclavos: en otros es una desprcsiable Hermita con
paredes de cañas;~· en otros linalm(en:te aunque esta regular lo mater·ial de su falwica. se
halla desproveída de los parametros necesat'ios para la celebrac.ion de los Divino
oficios, y adrrúnistracion <le Jos santos Sacramentos, siendo pocas las que se ven orna
mentadas de lo preciso para la decencia dd culto Oivino,''.127
Se repetía el problema de la "decencia., que debía rodear e l culto divino · la
constatación de que, con fr·ecuencia, no se le otorgaba a la deidad el trato Uf'
correspondía a su jerarquía. sino incluso m enor que el rese1-vado para el "más ,;J
esclavo". Este punlo res ultn de la ma~·or importancia, ya que, como lo ha r·esaltadn
Douglas: .. people's behaviour to their god corresponds to their beha\'iour to each other....
religions forms as well as sot~ial forms are generated by experiences in tbe samf'
dimension." 128 Dentro de este orden de ideas, no resulta exmn'ío q tte la población no
colocara a las autoridades terrenales, inclttidas aquellas que estaban e n la cúspide d
podet· virreinal, a distancia y por· encima del común de los mortales. Así, cuando. E."n
1782 el \'Írrey Pimienta pasó por las llanuras del Caribe, hacia Santafé:
·Tna seiiora 'iuda de \fanllel de los Gómez. que según dijeron las geutes del pueblo
son los más acomodados, cm·ió a la Excma. [la 'irreinaf dos huevos ) unos bizcochos
duros como una piedra y le pidió permiso para irla a visitar."' 12'.l
Si para esta señora acomodada en el contexto en que vivía, es decir "miserable-
en términos de las elites de Cartagena y de :Mompox, la distancia que la separaba d la
virreina e r·n prácticamente nula. otro tanto sucedía con el regidor· de la ciudad de Sim\ti
Este funcionario, a pesar del prominente cargo que desempei1aha. fue calificado como
"miserable'·. al igual que -todos los habitant!'s''. 110 El regidor. contra todo lo que d~l ­
tro del ám.l.>ilo poHtico colonial podía considerarse como "apropiado'·. •·ecurrió al virn>~
para contarle "que para presentarse tenía prestada una capa de lamparilla, y corr la
mayor sinceridad pidió al señor Virrey cuatro pesos para comprar una y prese nta se
con decencia en el Cabildo ,,v su Excelencia SC' los dio." 131
Las anteriores escenas, que contrastan con la solemnidad con que se recibía a
los virre) es en su obligado paso por los pueblos de indios de los .\u des centra]e,.
permiten apreciar la laxitud de los parámetros jerárquicos dentro de los cuales ,.,
movía la población de la región Caribe. Este desenfado y esta carnar·adería sobresalen
aún más si se considera que pocos meses atrás e l or·den político vit-reinal había sufri'dn
el fuerte ilnpacto de la Revolución de los Comuneros (1781). La conmoción no ha ía
tenido eco en la región Cari be, donde buena pa r·t·e de la población mantenía un ord n
que poco se había dejado impactar por las medidas que buscaban hacer· más rígido' t-1
control colonial. 112 Con frecuencia el que no podía huir de las arremetida,

l:!6 !bid.. p. 131.


•27 i\. G.l. (Sevilla), Sanu1 Fe, 1171.
128
Mar-y Douglas, Natural -~rmbols, p. 34: ~El co mpot'tamient.o de los individuos hacia su di '
corresponde c:on su compo.-tamiento hacía otras personas.... las formas ¡•eligiosas, al igual q l.:>
las forrnas sociales, son gene radas por experien('ias en la misma dimensión:·.
r20 -\nónimo, "l Jn Yirrey-. p. l3l .
1.., Tbid., p. 134.
111
lbid.
1'12 Edu:.m1o Lemaitre. Historia Cenera! t!e Canagenn. 4 \ols., Bogotá. Raneo dt> la Repúbli~.

ordenar para controlar + morra herrera anael


.. reordenadoras- de la administración, adoptaba temporalmentE> los cambios. para retornar
luego a ull orden más acorde con las circunstancias, una Yez qu<' las autoridades creían
que hahían log1·ado su cometido y ailojahan la presión.
Pero, de todas formas, las autoridades se mostraban precavidas para ejercer estas
presiones. En varios casos se alcanza a percibir el temor frente a las reacciones de la
població n y e u on·os las acciones que dal)an lugar a este temor. En 1713 el gobernador
de Cartagena pr·evino al presidente de la Audiencia sobre Jos "maleficios" que le po-
dían hacer e n el curso de su viaje hacia Santafé y le aconsejó tener Cltidado con lo que
bebía _,. comía. m Fray Joseph Palacios de la Vega afirmó qu e en 1785. c uando !)e le
comisionó para la conquista del Darién. sus <'~cornpañantes se negaron a emprender el
viaje. debido a que les informar on qul" los indios habían dado muerte al comandante
Anastasio Zejudo, quien adelantaba acciones similares a las del fraile. Ante la insistencia
de Palacios de la Vega ~a poco rato en un poco de caldo q (u]e pedí m e dieron un
xicat·azo, 11~ p!ar]a quitarme la vida,".m Este fraile, en mayor m edjda qut- de la Torre y
l\liranda, pudo apreciar las consecuencias de enfrentar a los "magnates" del. área, en
sus esfuenos de reordenamiento es paci~J de la población. nG
Las difi cultades y el temor de las alttorid.ades frente a las reacciones de la población
y de sus ''magnates'·, en lo relativo a la política de poblamiento, se ohserva también en
los esfuerzos para controlar la mano de o bra libre. En este se ntido, el caso de los bogas
ofr·ece ej e mplos de lo difícil que resultaba imponer el orden colonial entre esos
poblador~s . que ni con el Yirn:') mismo estaban dispuestos a s uj etarse a un estricto
or denamiento del tiempo. En )lompox, e n 1782, el Yirr ey Pimi en ra y su comitiYa
111adrugaron con la esperanza de salir temprano en su viaje hacia Honda, sólo ¡)ara
tene r· q ue esperar la llegada de los bogas, quienes mientras tanto se cliYertían y bebían,
actividad que no estaban dispuestos a inter·rumpir sólo para transpor·t.ar aJ funcionario.
Claro que, en consideración a sn jC'rarquía, le hicieron esperar sólo a lgo más de m1a
hof'a. m A los ott·os viajeros no les ib::t tan bien. En 1801 Humboldt, por ejemplo, se
quejaba con exaspe1·ación de que e n Mompox a los bogas había que pagarles por
adelantado y luego darles tjempo para perrmmecer en la villa:
~<'011 el pretexto de que tienen que mandarse a hacer LUla camisa y un pantaJón para
el Yiaje. Esros dias los emplean para bebPrse el dinero, ~· antes de qlle se hayan gastado
todo. recoge tmo sus bogas, gt-ner·nlmente después de cuatro o sic•lf' días de espera."''ll\
Pe ro. podía suceder, como le s ucedió a Humboldt que:
"tan pr·onto vieron que queríamos subiJ: al champán, reeordaron que no se habían
hPbido roJo el sueldo que se les h<lbía adelantado. Ocho de ellos se largar·on y nosotros
per·noctamos en la ramada de ladt·illo, a un enarto de rnilla de la ciuclad." 119

1983. T. J, Descubrimiento y Conquista y T. JI. La Colonia, T. 11 . pp. ·~62-369 y Wadsworth Clarke


Oouglas, "Patterns of Indian-. p. 72.
111 J\.G.T. (Se,illa). Santa Fe. 3G5.
1 1
~ Ji carazo: -Propinación ale,osa de veneno .. (Real Academia Española. Diccionario de la
Lf>,gtm. T. TI. p. 1204).
r \; A.C.:\. :Bogotá}, .l!t:w·lrínca Colonia . 22, f. 127r.

I'!G De los que Uan1ó "magrrates". se quejaba Palacios de la Vega. :t quien en 1788 se le inició
1111 r•·oceso del que eSLU\'0 ddt>rrdiéndose hasta su muerte (A.C.N. (Dogotá), lfiscelánea Colo-
1/tfl. 22, f. 1 53r.). Sobre Jos problemas que tuvo de la Torre cou los q1tc también denominó
~1 oagnates~, gente del área qttc corJtaba con poder e influe nci;~s y cuyos vínculos Uegaban a las
altas esfe.-as de poder en C:111·agc nn y en Santafé, como se rleducc de los documentos, véast>
A.C.T. (Sevilla), Sanw Fe, 552 y Pilar Moreno de Anget, Antonio de la Torre.
,,, Anóni mo, '·Un Vi l'l'ey~. ¡.¡. 132.
r'~' Alejandro de HLUnboldt, "Diario de \'ií~e", p. 149.
llfJ !bid., p. 153.

\. •uF&OS DE !~DIOS, SlTTOS Y ROCHHAS El< LA RECKll< CARlllf.; 1,, Stii!VfRSIO:< DEL ORDEI< SOCIAL COl ONI).I

J
Con amargurA eon cluía el geógrafo que: -1Jno es esclavo de s us remeros: ' 140 -~
soluciones q u e se le ocurrieron fue ron recu r·rir a la acción per mancn le de la policíJ .,.
p<•garles a los bogas sólo la mitad del din ero en MompoA. .' el resto en Honda. 141 Talh
medidas no contemplaban wut mejor rem uneración. a pesar d e que rec-:onoda que *
les pagaha muy poco: 12 pesos en 40 d ú1s, d esem p eñrul(IO uno d e los l ra b ~0 os rná;.
rudos que se conocían y adenH\s mn_, peligwso. 1 ~, 2 Cna solución similar, ha ada eL) la
uLiÜzaciÓn de c-:a pilaJleS á gueJTa, fue Ja que planteÓ u rquinaona 1'11 1807, CU)'O CS~t••
fu<' apoyado p or Jos di p ltl.atlos d el comercio, q u ienes se lo prPsentaro n al vir·!:l-~­
lTrquinaoua resaltaba la capacidad de los bogas para IHúr de la embarcación a lo l3¡'!!'(•
d~> todo el recorrido y el poco r esp e lo que guardaball por las jer·arquías. Los eal.ifi . ,,..
de alt anero!'> e insu bordinados, una '·clase ele ge ~tt e s .. .abo mi nable'', q ne m iraba ·
des pr·ecio a los dueños de In carga) tenía nrnedren lndos a los píloros. quienes caree
de carácter ) le mían --al mas despreciable de su rri pulación m y.

D ét:adas atnb S a nliste ban h abía apreciado t>l p ro b l<'ma desdt> otra perspee· a.
Indicaba qut> no c r·n pr acl icable celebrar la feria de los galeones en la ciudad ot-
Cartagena y con duc ir· la carga por <>1 r·ío pa ra luego lleYal'la a l Perú, entre o tr as co as..
p o r·q ue sN Ía casi imp os ib le que los bogas incr!:'me ntara n el n úmero de viaj es \le
realizaban ror año. Se tral:lua de pobladores que. salYo por· su deseo d e ag uardienlr.
Yivían - e n lo demás c-:ontenlos con la sobriedad Pn el vestido v con la abundancia f!
plátan os, carnes, peces,''. ':,~ Con base en este conocimi e n to. f l y s us acon rpañan ~­
les ofrec ie i'OII a los bogas "t'l r·efresco ele un frasc o de aguardienl<>··. para que. bajan·
do hacia ~lompo:-., acelerar·an la ' e loc-:idad dP la embarcación, a_) LJ(I;mdo a la corri~ r..
con los canale les. 11" Est os señal::unie nto;; llam a n la aten c ió n sob r·p d os ícnólne;-Joo;;
estr·echamente relacionados: prinH•r·o, la dicotomía entrP t>l reconocimiPnlo sobr·*·la
abundancia de alimentos d<> que d i sponír~ la pohlación --pobn·- de la r·egión la
c-:ondició n de ··miserable" q ue ¡:;e le atr·i b u ia y, segu n do, la impo rtan c ia qu!", dentro, le:>
estP sector. jugaban los m ecanismos exrr·a moneta rios d e intercambio económic!i ~
dominación políliC'rt-' 16 El p rime¡· rroblPma se ltace eYidente en la documentaci'"'n .
como se verá a co nti nuació n. El segun d o, ¡:;i n embacgo, no se h ace tan explíc it o, p oi. k.
qu e se desarrollará a man et'a de hipótesis .
l. H o m br es libres, altiYos, indóm itos y alc:-gres
Al go gue sobr·esale e n las descripciones sobre las llanuras del Car·ibe es la
asociación e ntr·e la --pobreza .. e .in<'luso la .. miser·in .. de la poblac ión _y la n]Junda. t>
comida d e q u e dis po nían. 1 ~; Huwbo ldt, po r ej empl o, resaltab a q ue er an "horubr ;..

t ¡u Lbid. , p. 149.
141 lbid.
Id~ (bid .. pp. (IÍ J- 9.
111 Pe.! ro l rquinaona -' Pardo. -Discm.,o sobrt> la \aveg:wión por t•l Río lit> la \Iagdal<>n -
(1807¡, Rt>dactor .·1mericano .'\os. 14. 15, 16 .\ 17, Cá diz. Imprenta Real, s.f:. p. 5.
111 David Ro binson rco rnp.). Jl il Lrguas. p. 174.
1\.·. lhi d .. p p. 169- 1/0.
r¡¡¡ Se hace l'(•fet·eneia aquí a $isterna;; en qu <' priman l o~ inten·a1nbio~ o --r·ega los-. q¡.4'
plamean ex.ige n<:ias o --<·o ntrapreslaeiones'', l'n el ~entido en que los t' ltt ie nd t"n ~'lltrce l Ma~.
The Cifl, en espt>c ial pp. 6!1-81: Pien·e Bourclieu. T/¡e Logir of Pracrirf'. pp. 171 197.
u; Santa Ct'r1ruclis uhsel'\·aha qLte la li<'r·ra era l;tu fecuuda, qut> !'acla c uatro mt>ses hahm
cosedw ele maíz .J uan dc- Santa Gertrud i ~ .. .llara,,i/las, T. J. p. 77¡.. En 1757 t>l obi~po d e SaJt~
).\-larra rscrib ía que e n d área de Va ll ed u pa l'. donde esta l> ~n uhi ('ado~ e l m:1yo1' tHÍ rnero ~
puebiM y sitios d t> la provincia. h:1hía c t-ec- ido núrn<'r·o de gauado ' a<'uno ~· caball;u: pt>I'O que e
alHmclaucia no ~<~<'aba al -país- de s u suma mist>ria. tanro por el rm>Jo valor de los ganados. com
porq rw los dut>ños d<' ellos ,·i,·ían en la prov inl'ia de Cartageu a, por((., que los naturales

ordenar para cQn trolar + mana herrerc angd


lihres, a las vt>ces otuy altivos, .indómitos y alegres. Su <~ t erna alegr·ía, su buena n utri ·
e ión ... todo ello d isminuye el sen limiento d e rompasión."' 148 Sus esc•·il-os tambié n m ues-
lran la pet·m :•nente asociación enrre viviendas y producción de alimentos. 1411 ¡¡] igual
q ue las de o iTOS autores. Santa Gertrudis. por ejemplo. anotó qw>el pueblo de ~ lahates:
~tendrá unas 60 casas de indios y mestizos. Cada uno tie ne s11 chácaJ•a. Chácnrr.J llaman
s u ha cendila, que se compone d E' un plata na r- y un cac:llla1." 150 Adicion alme n te y ya
hablando en término;; generales afirmó que :
- cada easa de indio o mestizo. etc., que,;, en a la mm·gl'n del río f1 1t> 1~ Jel pueblo, cada
w1o Üt>ne su platamw. su chác:u-:~ dt> maíz, yuc·as, arracacha:>, etc. Su pcdnw de cal'ia dulce,
y algrmos su tTapichc; Pf!r O no hacen azúcar. s ino q ue beh('n el guar::~po . ..:\Jgunos Jo suben
embutijndo a Hond11 y lo vend<>n al estanco pam sacar [1guardientt>. T ienen tamhi ti n los
ruás su pcdilzo de cacaual.'-151
.-\ In P \.uber:~nte \'egetació n, que se burlaba dr las línea;; •·ectas d e l trazado
•·etieular y of,· eeía abundantes recursos alimenticios a 111 población, se unía 1111 clima
q ue deses timulaha e l uso de complicados t•·ajes, e inc luso del trt~e mismo. Los bogas
~ó lo usaban guayuc-o. •:.~ En el s iti o de J3;¡rranca. quP tendría una!': 60 o 70 rasas. los
f¡·ailes que ihan junto con Santa Ce1·trudis fue •·on de cast'l en casa --y no encont•·ábamos
111ás que h o mbres y mujeres d esnudas:·m F:n el sit io d.e Palenque de Sa n Basilio la
poh lacióu ' 'ivía "sin n •bor- de a.ndn 1· desnudos homhrPS y 'tnujeres,"_l"i En PI pueblo de
indios d e El Peüón. uno de los pMos que fue descrito como todo ck indios, los salieron
a recibir en t-1 embarcad ero. Tod os los homlwes iban --como su mMII·e los pa1·ió. y las
indias ib:w de m edio cuerpo abajo con u11 pedazo de bayetas ce iiidas. Digo mujeres
para excluir las niiias y tnozas solteras, qu e todas éstas ihan como los hom lm~ s_'Wió
.\hundanle comida. sobr iPda d en el ,·es tir _\ capacidad par·a huir d e las
presi o n t>s, con figura ban un medio poco propicio para impou e rlt> a la población
exigencias para el h e 11e licio d e un tt>rc~ro, fuera est:f' h acendado, minero, come rciant:P
e ineluso el mismo Estado.1;(; De o tra pa1·1 e, e ran gen les que tenían lo nece;;ar·io pa.ra

qu edaban ni con la décima parte .\.G. L Sc,illa . StUtl(l Fe, 523 . D«" la Torre y "'li r..u ula ¡·esalraba
la abu n rl:1nte cacei'Í:l que se enco n11·aba en las .\lont;n1 as ele Marí:J y, a nn m ismo tiempo, ht
"desidin" t¡ue mosll'ltb~tn los pob ladores allí ¡•adicados ('\.C. I. (Sevill¡J), Sanlll Fe, 552).
11" .\ l<:jandro de l1 11rnbolclt. ··Diario ele \iaj t>.', p. 148.
119 lhicl.. p. 158.
c.n Juan de Santa Gt'rtn1dis. 1/amvilla.s. T. l. pp. :l2.
l:ol Jh id .. p. Ti.

m •\lejando d i! llw nboldt, ··Dia rio de Viajt>-, p. 147.


m .lunn ele Santn Ge rtrudis. Namvi/las, T. l. p. 59.
1:. 1 ,\ .G.l. 1Se,illll . Santa Fe . 552.
1:.:' .luan de Sant:l Gertrudis, .1/arm·i/las. T. l. p. / '3.
l:oG Scg{m Antonio de Xardez _,. Latorre ,- Inform e-. pp. 55- G ;, la abundancia de al im e ntos
que p 1·ovcía el me<li o. u nida ~ 1:~~ po cas ll i!C<'.~ i<lades de comod.idad cp u" t ~·n ía la pobht<!ión.
limitah:~ su inter~s por el trabajo. U na interes:lnlf• asociari ó n t' lttre la pos ibilidad ele disponer
de ab undante alifllc• ntación ~ e l desarrollo dt" 1111 ~1 actitud po<'O predispu<'sta a la dom inación
fue ht"c-ha en PI siglo :\VI pm· PNiro CiP7A1 de León Cr6nirn del PerlÍ ca. t553_. 3" <'<lidón,
~lad l'ill. Edit01·ial F.spasa- Calpc:. 1962, pp. ()/¡ 5; subra_ , ados nue5tros ,:
·· _Ht~chos se t>s p;mtan có mo PS\os indios, le nienclo muc-hos de llos s us pueblos N I pa rtes
dispu1·s tas para <'o nquistarlos, y que en rod rt rsta gobPl'll.~ c i ón (dejando la úlla d ~ Pasto) no
hact> frío demasi:~clo ni calor. n i drja de habcr otras cosas co m·cnientes p:H·a ).., conqui,;la. c·ómo
han ~al ido tan indómitos , . po.-liados: " las dt>l Perú. estandc, sus , -aJ(p;; o>nt re montañas y sierras
dP u ir' e y mucho~ riseos y ríos ..' más genlf'S rn númew (111<' los de acá .." grandes d<•spoblados.
eó11 u) si1·ven ;.· han si.do _v so n tan subj c1os y domables. A l.o cual diré que to do,; los in dios
subjr tos de la goh(• m ación d«" Popayán han si1lo siemp1·e. y lo son. be hc trías. No h ubo ent1·e
ellos Seliorf's q ue se hic-iPsen teme1•. Son rl ojos. pet't'zosn~. y sobre Ion() ,,boercscrn s<' rvie y
es1:11· subjeLos. c¡ue e5 cau~" para que n·rclasen de t'star debajo de ge nte exll'::ll-la y Pn su

V. f'UI'!I:&I OS DE INDIOS, Sr't lt):t '!' ROCHFI AS 1:'' L.<\ RF.Gf();-.¿ CARH3.E: 1 A StiRVERSION OH. OROEN SOC':JAL COI O~ I A L
v•v•r, pero ql•e en términos de la sociedad colonial eran -nüserahles". En la villa d.!
Ayapel, por ej emplo, había dificullades para confo rmar el cabi ldo, porque sólo hab~
cinco "espai'ioles" y entre ellos uno que ejercía el oficio de zapatero, cuya '"rniseri~
era tanta, que en su casa no había más que un taburete amarrado, donde se sentaba
a trabajar su oficio y no tuYo 1Ú ·¡O reales con que satisfacer los salarios ) costas el-
dos empleos que obtuvo. 157 Por falta de "españoles" para ocupar los caegos, era necesari
recurrir a los "mestizos" que componían la villa y era tanta su miseria "que solo co~;.r.
trato de cambio" por ··no haver moneda de ninguna calidad" . .:;s En los días de fies~
los alcaldes ordinarios y los de la hermandad andaban con sus capas y sombreros de
paja y los días de trabajo descalzosY9 El panorama que presentaba Tamalameq ue, eQ
la provincia de Santa ~arta. tampoco era el que correspondía a su calidad de ciudad
En 1797 se señalaba que estaba en una situación de suma decadencia, que en lugélF
de vecinos de ~lustre·· tenía a unos "pobres miserables y rústicos''. de tal suer·te qu~
'·los alcaldes ordinarios que anualmente se han elegido, han sido snjetos muy pobr~
(hasta de espíritu} y limitados''. 11' 0 r
_-\lejamiento racial de lo ·'espai'ioL pocos bienes materiales, falta de "propiedad'·
en el ,·estir y escasez de moneda conf1guraban según estas descripcioñes el caráct~
"miserable" de la población, independientemente de que se alimen tara bien o m ~
E~ términos ~el sis.tema colo~lia l no se lr~t.a~)a de un problema de poca rnonta. Si~J
mficaba In eX1stenc1a de un SlStema econom1co que no generaba todos los exceden
tes que hubiera sido posible obtener, en caso de que esos amplios sectores de 1
población, en lugar de estar bien alimentados, hubieran estado bien sujetos a la
exigencias de comerciantes, hacendados y mineros. Mano de obra abundante y barat:]
de la que pudiera disponerse po•· medio de mecanismos de coec·ción de tipo econ6~
mico o de tipo político (como había sido el caso de los indígenas mitayos, por ejem-
plo} era lo que el sistema colonial buscaba, en la medida en qne el Estado se apropiaba
de parte de ese excedente. Pero si el probl ema se mira desde la perspectiva de esos
pob ladores, se configura otro panorama. Se apreeia que el ca •·áct.er "libre" de la
población, no implicaba que fuec·an inmunes a los mecanismos de dominación. sino-
que, posiblemente, se manejaban otro tipo de mecanismos, que no E>ran los que
•·esultahan más rentables para el sistema r.olonial.

sel"'icio. 'las esto no fuera parte pat-a que ellos salieran con su intencióu; porque. C'o nsll-et'iidos
dt> necesidad, hicieran lo que otros hacen . .llas hay otra causa muy ma}'OI; la cual es que todas estas
provincias x regio,u•s son m.u:rJifrtiles. y a unB p:nte y a Otl'il hay gc·andes espesu ras de mont<tñas, de
cañ:1verales y de ou·as malezas. Y co mo los espai'íoles los aprietan, quc •nan las casns 1:!11 que
mol'an, que son de madera y paja. y ,·ansf' una legu:l de allí o dos o lo qu~ quieren.~- en tres o
C'IHtlro días ha«·en w1a C'asa.) en otros tamos siembc-an la cantidad de maíz que quie•·en, y lo
cogen dent:ro de cuatro m¡·~es. \ si allí lambién los 'an a buscat·. dejando aquel sitio van
adellUHe o vuelven atrás, y a rlnnde qu.ier·a que van o ew:ín hallan qué come•· y tierra fértil y
apa•·c·jada y dispuesta para dal'l t>s fruto; .r por esto sirven cuando quieren. .Y es en Sil mano la guerra
o lapo:., J' nullcn les folia de comer. Los del Pt!rtt siwen bien ~· son domables por<¡ue Jienen más
razón que éstos y porque todos fueron subjetados por los reyes ingas. a los <'nales dieron
tributo. ~ sin;éndoles siemprt>..' con aquC'IIa condició11 nascían; y si no lo qut>rí:m hace r la
necesidad los constreñía a ello, porque la tien·a del Perú Joda es despoblada, llena de montar'ias
y sien·as y campos nevados. Y s i se salían de sus pueblos .v valles <1 <~slos desie•·tos 110 podían
,;vic·. ni la tierra da li·ucto n i hay otro lugar que lo dé qut> los mismos valles y ¡.u·ovi11cias suyas;
de manera que por no morir. sin ninguno poder YiYi.r, h¡¡n de se•,·ir y no desamparar sus tierra,
que es bastante C':wsa y bue11a razón para declarar la duda susodich:l.-
137 A.G., . (Bogot~<}, Empleados Públicos Bo!tvar, 7. f. 595r.) v.
•ro• Ibid., f 59()v.
lj9 1bid .. f. 593v.

lOO José ~1. Dt>-~liet· 'comp.\, Poblamientos. T. lll. pp. 150- 1.

orden ar para control ar + marto herrero angel


2. Fiestas, hundes 161 y aguardiente
En la información sobre los pobladores de la región Caribe sobr·esale el hecho
de que muchos de ellos no asistían a la iglesia, ni participaran en las festividades
religiosas que allí se celebraban, ni se reunían rutimu·iamente en los asentamientos.
Si se consideran estas actividades desde el punto de vista de la socialización, 162 cabe
preguntarse sobre los mecanismos que se practicaban en estas sociedades para satisfacer
tales necesidades, en los casos en que la iglesia no se csfonaba por mon opolizadas.
Sobre el particulru· la documentación sugertría que las fiestas o bundes podrían habet·
cwnplido tal papel. La población de La Palizada, pot· ejemplo, no asistía a los oficios
religiosos qut> se celebraban en la pa1·1·oquia de Ojo Largo, que se encontraba
aproximadamente a 13 horas de camino a caballo, pero se reunía en el rorral de la
hacienda al son de tambores, gritería y baile, poco después de las siete de la noche. A
las 10 de la noche el baile, en el que partlcipahan zambos. negros y mulatos, estaba t>n
lo mejor. 163 Se aprecia en este caso que er·a hacienda, y no la plaza del poblado, la que
of,·ecía un espac-io para la congregación y el intercambio social de la población.
La práctica de estos bailes fue origen de numerosos conflictos con los obispos,
n quienes escandalizaban las cat·acterísticas de estas fi estas . En 1781 el obispo de
Cal'tagena sei'ialaba la necesidad de que las justicias impiclieran que en las vísperas de
las fiestas se celebraran "los Bayles que ndg;mnente llaman Bundes"w4 o. por lo menos,
e' itaran que se extendieran más allá de las 9 de la noche. 163 Según el prelado la pro·
longación de estas fiestas hasta cerca del amanecer, e1·a motiYo para que los asistentes
dejaran de concurrir a la misa al día sigu ient.e o que la oyeran sin la devoción que
C:OI'I'espondía, por habec bebido much o y dormido poco. wu Sob re la inconveniencia de
celebrar estos bailes no había acuerdo entre las autoridades, ya que algullos funciona1·i os
ci\ iles habían conceptuado que no tenían el carácter pec-aminoso que se les atribuía. 167
El obispo de Cartagena, por ejemplo, refutaba la defensa de los hundes que
había hecho e1 gobernador de esa provincia, seüalando que eran parecidos a los gallegos.
Según el obispo eran distintos, porque los hundes comúnmente se hacían de noche,
en calles, patios, plazas o en los campos y a ellos concurrían los indios, mestizos,
mulatos, negros y zambos "y otras gentes de inferior clase... Todos se ('ongregahan sin

161 De In clocument;1ción se decl uee que los hundt>s eran fiestas en l a~ que se can1aha y
bailab¡¡ al soo ele tam bores y se cons u.rnía licor. Participaban e 11 ellos m ujer()S y hombres. podían
realizarse por motivos tanto religiosos como profanos .Y se celeb raban en e l campo. en los sitios,
villas y ciudadi'S, en las horas de la noche. En algunas oportunidades al bunde se le dt>no•ni·
naba 1<1111bién canjilón 1..\.G.X Bogotáj, Curas y Obispos, 13, ff. 989,·. a 99<h·.; Policía. 2, IT. j:Jiv. a
552v. y Jos¡. .\L De-.Mier :comp.,. Poblamienros, T 11, p. 94). En la actualidad se denomina bundr
a una danza foldórica en el árt'í1 del Toli.ma y tambitSn, en la región Ca ri be y costa del Pacífico. al l

ll
festejo fúnebre que se celelwa cuando mueren niños peqneiios. En estos casos el bunde
constitu~-e un rito en si mismo y se acompaña con C<mtos y danzas. La palabra bundt> se deriva
de wunde. tonada. canto y danza de la Sierra Leona. en .Vrica Occidental (Guillermo Abadía
\forales. Compendio Cener~l del Folklore Colombiano {19711. 3a. ed. corregida y aumE-ntada, Bogo·
tá. Instituto Colombiano dE' Cultura. 1977. pp. 223-6. 324 3~0. 393- 99 ~· 197-8). Com·ienE'
anotar que en la documeni:H:ión consultada sobre el hunde en el siglo XVIII. no se han
encontrado referencias sobre su r·elación con los átos fúnebres.
162
Véase ca pítulo IV
16
~ Get"<l.rdo Reichel Dolm:ttoff (comp. l. Diario. p. 96.
l&l En o1ro docwnento el bunde fue dE>s<'riro como w1 baile ridículo del país. común entre
1
la -gente ordinaria- (A.C.!\. 1 Bogot.-\), Policía, 2. tf 55h. a 552ü
16-' A. G.N. ¡Rogotá), C.!u·asr Obispos. B. f. 98!-Jv.

lf.tl lbid., f. 990!:

tt;¡ lbid. , 1: 989v.

V. PUEal OS OE I~DJOS, SITIOS Y ROCHEL~ E>l L~ REGIO"< C•• RJBé: L' SUB\'ERSIO'< DEL ORDE.'I SOCIAl COLO;>(L•L
orde11. ni s~>paración de sexo;;_ l nos tocaban in;;o·urnenlos musicales. olros bailaba
louos cantab:m .. , ersos laciYos. hasiendo inde;;entes moYimientos con s us cuerp~ .-
En los interrnedios. no cesaban df' tomar aguardiente. guarapo y chicha. 168 .-,.
sel'i.alarnientos del obispo resultan de interés, ya qtw ponen de manif'it>sto V[-t.rios"a,,..
:n
pectos_q_ue ind ican C(U_e, c_i; rta mt"clicla, estas actividades llevaban i mplíci~o el desa rr~
:. lo
de acLtvJdadf!s de soctahntcton qne no eran del todo acordes con los par·a•netms qu' el
Estado colonial y. en particular la iglesia. buscaba inculcar entre la población. · o,.
espacios par·a S il realización. por <'j<'mplo, no se cit'<·unscribían a un cn lot·no cont:r a-
do, sino quP tt!nían lugar en muchos casos en campos~ desplohlados. egún el obi:s o.
•·Jo licencioso del paraje". entre otras cosas, debía ser tenido en cuenta p<H·<r "eoncid~r
las propor<>ion<>s que traen pa1·n el pecado" . 169
Las gcntes q ue concurrínn erau las de "in f(~ t·ior clase", lo <p1t> implicalxt qu ~ w
se tt·ataha rle reuniones contmlndas por los sectores dominantes, cuya participación e.,.
permitiera impone1· o. al menos, propagat' sns ·\'alores. 1' 0 Adicionalmente, las gente ,e
cong•·egaban "'sin o e[de]n ni ;;f' pa ración de sexos"', s in que se estab leciera ~a
jerarquización e ntr·e ellas. o por lo menos una qnc Sf' basara eu el sistema de clasificación
dominante. F:st<> s istema incluía la separación e ntre hombt'es y ntujeres. pe o
posib lementl' t::uubién . que se fijaran distan cias e ntre las gentes en fu nción a í:> U
condición raci.al y sociaL 171 Por {ti t imo la música y cl baile se acompañnJ1an ele "ver~"
lacivos", es dec it·. que se divulga ban mensajes contTar.ios a la mora l ct·istiana. En e ' tf'
punto es dable pensar que, ade nt<ÍS de --vet·sos laciYos··. podían difundirse otro tipo ~e
..Yersos" en los que se hicieran al usiones poco respetuosas y probablemenlf' crítica,
frente a las jerarquías coloniales. encubiertas por· c>l humor ~- por un nmhiente poco
propicio pat·a infundir t•espt>to hacia esas jernrq1 t ías. 1 ;~
Al considerar las implica<.:ionC's que pm·a efectos de I::J indoctri nación en la ideolok a
clorninan tf.' podía traer la gt>net·a liznción ele estos btt ndes, llama la al e nción el gue ~ ··~
autoridades civi lt-'s se mostraran permisivas y abogMa n t>n su favo r·. En 1791. por ~jemp .
el fiscal de la ,-\udieneia dt" Santafé señalaba qnc si bien en las fi estas no se deb '
pPemitir excesos. el ~pueblo"" tarnbi(in era acr<>edor a que de 1·it>mpo en tiempo se 1~
concedieran algunas diwrsiones lícitas. que hicieran rnás lleYadero el trabajo ele todo ·~l
a1'1o. 171 Una npn~ciación s imib1r for·mulaba Mier ~ Cuerm en 1753, respecto a las acusa-

168 lh id .. f 990 r
100 l hid.
1'0 Un ejemplo de ese tipo <1<- l'On n·ol se observa e11 e l easo de danzas y li¡;uras llamadas
diablillo;;. que se organi7aban para celebrar las festividades del Corpus <·n Cartagena. S
preseJlt'Íil fue prohibida por· el obispo en 1731. pcr·o luego fue autor·i1.a.la pot' el cabildo
eclesi<ístico rll' esa provincia, en ('(11lSidl'ración a qul' ·no {·ausaban irren~N·Ileia alg1ma. porqu
llegab:m postrados al pie dPl alta r y allí un ánge l que P'""<•<·ía, en tmos \'l'rsos a lo divino. los
repren rlía • .' ellos quedaban tímid o~ _v s~ ponían nceleradarmmtl' en fuga:· (Gab rit.'l Martíne
Reyes (C'011 1p.), Cartas, p. 49 .1). Se aprer i::t ~ quí que la pe li gros id ad (il'l'everE·ucia) del mt"nsaj e Cfll
tJ'aJ1smitíall <'slos diabl illo~:' que er;¡ <>bj elo de rechazo por parte de la diri ge11ei:.1, q uedaba no
sólo neutral iza da. si no reforwndo l o~ valores eclesiástico~. ;¡l ser esos diabli llos n~ prl'ndidos
por lll1 ángel. q ul' los ponía en fuga.
1 1 F:n una queja formulada por 1:'1 cabildo de la 'illa de \lompox r-especto a J¡¡;¡ <Ji,·l'r-siones
;

que se n·¡¡lizaban durante el cama,·al. en 11na isla al f1·entc a b ,-illa. se señalaba que asis1í:1n no
sólo hijos de familia en ese con\<''-IO r!f' alta jerarr¡uía , si11o larnhién escJa,·os y mttieres. o Sl'a.
pe1·soua.- de d iferente conclic·i<Ín social t :\. G .~. (Bogoi:Í,) , lli/it·ias y Marina, 127. f. 8861·.).
172
El que es te tipo de nreu~ajf's se escribíru1. se ap recia ('ll un pasqnín que en li63 it" fu e
coln<"·:rdo :U cura de M.agangur 1'11 la puerta de su <'a.~a. El e~crito, si bien no sobresale po r· su
sentido de l humor, muestra lll ll.' poco respeto por la figura dd cura} d("l mayo rdomo d<· b
iglf'5ia. \ éase tc,. to del pasquín e11 u;.\_ ' Bogotá . .1/i/iciasr .1/ari.nn, 127. 1'. ?!i'k
1;1 lbid .. f. 886r.

ordenar para controlar+ marca herrera ansel


ciones que le hizo el obispo de Cartageoa de atraer pobladores para las nuevas funrla-
ciones con ''hundes o canji l ó n "Y~ La acusación del ob ispo resulta lhmat.iva. ya (j ll ('
i11dicaría que la re~Jización de bundes se constituia en un MJ'acüvo de impMtancia pa•·a
las gentes ~ qt•e la aceptación o fomento de este Lipo df' celebraciones podía formar
parte de Jos iiH'enti,·os para que decidieran establecer·se en un delerrninado lugar.
En este p unlo habr-.ía que consider·ar· los gastos quC' eonllevaba la ('elebración de
los hundes y o tro tipo de festejos, ya que de ser ésta finanC'iada en toJo o en parte por
:w tor·idades C()l110 Mier y C 11 ena o p·o¡· gentes de ·'comorl idad'', s u ce lebraci ón
inc-rementaría su pr·estigio y con ello su p oder. m La opM ición de los obispos a estas
('elebraciones podría explica•·se por el hecho de que f'llas no se asoc:i11ban necesari<t-
mente con las fiestas religiosas, lo que implicaha que la socialización no se realizaba
b::~jo estrecho rontrol de la iglesia . T~mlo ]{rs fi estas d e los santos t it ula1·es, como e l
casamiento de aJg{m vec ino de "comodidad", o el desen l~rce relativamerl t(-' favorable d t>
u na situación d ifícil. podian ser motivo para que Ja gen te se congreg<~ rll y celebrant Y 1;
Por el contrar io. las autoridades civiles tenderían a mostra•·se más permisins frentP a
los hundes, ya que lt>s o[r·ecían un medio para incrernentru· su p restigio ) su poder.
:Mirado el pr-oblema desde esta perspectiva es pr·ohable guf' In ecalización de
fies tas, interpre t ::~da por algu nas autoridades como un d esafío a su anlot'idad, no tlnricra
precisamente este sentido. s ino f'l de gen erar entre la población una contraprestació n
al que ofrecía la fiesta . en forma de apo~o ('ontra la auto•·idad a la que se desafiaba. La
Ton·e y :Miranda narra. por ejemplo, que las actiYidacle s que adelantó para funda r·
poblaciones y :~b •·ir camino:> e n el Dari ~n se vieron !'n lo rpecidas pOI' ·'magnates··. ·
qn iFnes celehraron "con fif'st·n de Toros una maldad de esta natura leza ''. m E11 este
('aso los m agnates habrían fortalf'cido :;u prestigio con la celebración de la corrida, y
e l poder y 1 :~ c-ohesión lograda en torno a ellos. como resultado de este -regalo·· a las
g<'ntes del luga•', les habría p<'rnlilido entorpece•· los es fuerzos de de la Tor·r·e. 178 La
Px is1t>ncia de este tipo de mec:tnisrnos explicarÍA, en parte. la oposicióu que e ncontra-
ron las geslio11es pobladoras de este funcionario y d e Palacios de .la Vega, ya q ue es
probable que con la reo r·gan ización espac ial de la pob lación est·nv ie •·a.11 alterando e n
{o rma impo•·t~nte el funcionamiento de estas redes de poder·, prestigio .~ solidaridad.
F.n este conte:-..Lo las per<epciones de algunos Yiajeros y funcionarios ~tdquiririan u n
nue' o sentido. Por ejemplo. los sei1alamient.os de Sanlisteban sobre d arle aguardietL-
Le a los bogas par:~ que aligeraran el v iaje, estarían en con sonancia con tales prácticas,
ya c¡ue se les estaría dando u n " t·egalo", que para elfos te nía sentido (e ntraría en e l
financiamiento de la fiest:~ } , .' fr·ente al cual se sentían eo mprorn e ti dos a dar a lgo
'trabajo) en cont rapresta<ión.
Si bien los anteriores pfanteawientos. ci ada la documentación de íJII P se
dis pone, tienen un carácter hipotético, debe tenerse ('n c uenta que hay evidf'n ci:1.
de que estas pn1cticas se dieeon en lr1 r~g i ón d tu::tnt e los siglos X IX y XX. La
<:'orr'ida de toros. por ej€'mplo:

" 1 En el mismo donnncnto se lwhla drl baile del ('aujilc:ín (José .\1. J)r \fier (comp.),
Poblamif'llfOs, T. JI. p. 94¡.
¡;; Sob•·e el parlicuhll' véanse l a~ observaciones di." Pi<'ITC' 1\onrdieu. 0 11!/ill(', pp. 171- HJ7,
sobl'e 1'api1a.l simbólico y modos ele d<> JninM·ión.
76
' José M. De- J\Jie•· comp.). Poblamientos, T. U. p. 95 y Cr r;u·do Reicht."l- OolmatotT (comp.t
Diario. p. 68.
•~ A.C.!. Se, illa). Srmta Fe, 552.
173
En un sentido si111ila•· podría interp•·rtarse el hunde f[l tP precedió una insnneccióu de-
los vecino~ de San Gnónimo de Aya¡w l en 1785 :véase <kscrípción eu Ol'la ndo Fals Borda,
Historia Doble. T. III, pp. 8013 82B y 8.3A-88t\ y f\ .C.t\'. (Bogo L<Í), His-toria C'iwl. 18. ff. 250r. a :2701:) .

\". PUE8J.OS DE t'lOIOS, SmQS Y ROCHEL-\S ES L~ RCGK)X C:\RI8.e: L-'. SUBVERSéON I)FI OROf"':' soct\t COLO:"'it~l
~ ¡~¡¡ dependido funcionalmente de la participación o auspicio de los ganaderos o
·'blancos" más adinerados que de esta manera afianzan o agrandan su prestigio personal
con fin(~S de recre::tción o expansión lúdica. Así ocurrió con la generalidad de Jos
ricachones del siglo pasado, especialmente los de Sincé donde se ha preset'\·ado una
fuerte tmdición de corralejas.~ 1 ;s
Estas práeticas tampoco eran ajenas a las l.radiciones prehispánicas: ··e ntre los
Ytotos y Aruacos (señala una descripción del siglo XVI} el {i]ndio q ue mas eonbida a los -
otros a comer y beber ese tienen lí por Seíior e respetan como a tal" . 180 En el siglq .
XVIH los indígenas y libres que par-ticipaban en las emboscadas '·Chimila~ contra los
-españoles~, concwTÍ:tn a los poblados de los indigenas Chinti la -para festejarse cop
sus bebidas y fiestas. de lo que nace la resolución de s us expediciones para sus honu-
cidios e insultos .. . par·a regresar juntos a los p ueblos de donde sal ieron y fes tejarse
con los despojos y muertes que hic ie i'On." 181
Ahora bien, de tener alguna validez. la hipótesis que aquí se plantea, se tendría
que en los terr-itorios de la región Caribe que estaban bajo el control del Estado colonial;
coexistirían mecanismos de dominac ión. que si bien no eran necesariamente compatibles;
podrían haberse arti<.:ulado y apoyado m utuamente. De un parte, operar·fan los
mecanismos desarrollados por los sectores de "m ediana" comodidad asentados en lo~
campos, a quienes les resultaba n ecesario r ecurrir a estrategias de carác ter meno~
vertica l. con el fin de ejercer alguna iniluencia sobre la población ··libre'' _y así acceder
a la mano de obra requerida para adelantar sus actiYidades econ ómicas. Estos
mecanismos se articular-ían con unas condiciones de subsistencia que le permili an a la
población sobrevivir· co n cierta autar·guía, sin que fuera indispensable establecer v(n- :
culos pea·manentes, ta les como, po i' ejemplo, e l trabajo asalariado.
Pero paralelamente, un sistema econ ómico q ue asegurar-a la supervi, e ncia, sin ·
que diera lugar a la generació n de excedentes monetarios de consideracióu, sería
insuficieute para financiar los mecanismos de dominación diseñados por el Estado
coloniaL \,omo se ven:í en el siguiente aparte, en el que se consi dera lo relativo a los
curas, la "miseria" de la gente difi cultaba la incorporación en el á rea de los fun c ionarios
requeridos para sujetar a la población con un mínimo de eficiencia. Es más, también
lleYaha a que los curas y justicias que allí se establecían. po1' lo general , no contaran
con una formación satisfactoria. por· lo q ue tampoco se car:tcterizaba n por su eficacia
para imponer los principios y v:~ l ores impulsados por el Estado. Debe subi·aprse, en
todo caso, que las deficiencias que p1·esentaha la autoridad es t:~tal en la región, no
implicaban que el Estado pudiera considerarse como ausente. Lo que se tendría sería
un sistema de dominación que. dadas sus fallas y Yacíos, se vería en la necesidad de
apoyar se en sectores que utilizaban ou·os mecanismos de dominación, ajenos a los q ue
impulsaba el Estado. La articulación entre ambos habría permitido ejercer· sobre la
poblaci6 n LW control ¡.>recario, pero control al fm y al cabo.
3. Los cos tos del a limento <'sp iritual
En lo que tení:t q ue Yer con el ""'alimf>nto espiritual''. la ··mis eria" de estos
pobladores tenía un fuerte impacto, ya que para muchos curas el circu lante era i·

•;o Orlando F'a ls Borda, Hislori(l, T. 1\Z p. 97.


rso H ermes To,·ar Pinzón lcomp.l. Relaciones _y 1'¡siras. T. Il. p. 273: subrayados en d o riginaL
Por la época los h otos y .\nracos e~taban asentados en los alrededores de Yalledupar.
181
José )L De-)lier (comp., , Poblamientos, T. Jl. p. 227. Debe anotarse que E-1 documento no
m~nciona la par1icipación de libr·~s en estos fesi("jos pero, como se verá en el capítulo siguien-
te, algunos libres participaban e11 estas emb os(:adas y, al p;u·ccer, en estos festejos (A.G.N.
(Bogotá). Juicios Criminales. 184, ff. '! Ir. a SOr.).

ordenar para controlar -t- mortD htrrtra onsd

;
definiti,o. Según ~luti s. \!orales, pueblo tan pobre como los demás, distahn dos días
de Simití, al que es tahn agregado:
~De esa much11 distancia se siguen infmitos daños y ruinas espirituales, acrecentadas
por la impiedad del cw·a. Además de las 111uchas miserias temporales a que los tiene
expuestos su rnu(~ha infelicidad por la grande pobre1,a, po1· lo que careo~ n de médico.
cinüano, sangrador y botica (...), están privados del sacrificio tic la misa en los días de
precepto. y aún, lo q11e más quebranta, de las confesiont>s de Pascua, del ,;ático y unción
en sus ~~nfe¡·medades y de l bautismo las criatums; de modo que algunos han muen o sin
otra agua que la que pudo echarle un homb1·e o una mujer. en aC(ltellance, aunque haya
muerto de siete meses como ha sucedido. Dos aJ1os que el cura de Simití esutha en
posesión. Estos mismos se habían pasado sin confesión, ni otra misa que la que dicen al
pasar algunos religiosos q ue navegan el río. Cuando ha llegado d easo de confesan;e
algtmo con el eurn, lo pr·imero que le rreguntaba era si llevaba el peso (obvención para
el cura); al que le ¡·espondía que no lo tenía le hacía levantar de sus pies. Si alguno !leYÓ
menos de doce t'f'ales paca el bautismo. quedó su nii1o sin ser bautizado_so pena de no
serlo en toda la vida. si en ella no aprontase ese del'echo.-u12
La "'miseria" de la población, unida al hecho de que en últimas el sel' cura era un
oficio del cual debía obtenerse por lo me nos lo neces ~trio para vivir,' 81 gen e r::d:>n una
siLuación en la q ue la escasez de cm as era crón ica. También lo era el q-ue muchos de
e llos no fueran los m:ís idóneos. En 1757, por ej emplo, e l obispo de Santa :Marta se
quejaba de hal)er abierto el concurso para llenar los cur·atos vacantes, al que sólo se
presentaron cuatro c-uras. El obispo achaca.ba la falta de cw·as a la -suma pobrel-3. de los
naturales".JS-1 Otro tanto señalaba el ohispo de Cartagena en liBO, quien se quejó de la:
"universal rela_xacion, y cormpcion de las costumbres de los fieles, la infi delidad.
miseria, y desdicha de muehos vesindarios. la falta de Pasto espit·itual por carecer de
Parroeos un cr·ecido numero de euratos antiguos, y modernos sin al'hitrio pal·a
pi'Oveerseles, asi por la ~~scases ele Operarios, como por·q ue no estando aq uellos
suJicientem¡en]te dotados, no ay Sugetos de providad, q [u ]c los apetescan, nj se podria
o bliga¡.· a los Sacerdotes a que fuesen á servirlos e.xpuestos á mendigar, y perecer," 1s;
F:n 1768 en el obis pado de Cartagena había 193 sacerdotes seculares,'I!G de Jos
cuales sólo alrededor del 40% servían en los pueblos y silios de la provincia. 18i Ante la
[mposibilidad de hace1· que los curas seculares atendieran sitios y pueblos en los q ue
los ingresos eran mínimos, en 1781 el ob ispo decidió l'ecnrrir a las comunidades reli-
giosas de la pr ovincia en b u!;Ca de curas. A pesar de las ges liones que realizó en seis
conve ntos de la eiudad de Car tagena, su ilusti'Ísima sólo pudo conseguir un re ligioso. IAA
Eran relati' ame nte pocos los mie mbros del clero regular o seculm· que quer.ían
pr~star sus sen-icios en asentamientos donde la paga no resultaba satisfactOL·ia. En los

182 Guille·r·mn Hemández de r\lha (rnmp.), Diario, T. 1, pp. 65-6.


18
~ Sobre el particular u n p 1·omotor fiscal del o bispado de Car-tagena seri aJaba que los
derechos de entierros y sepulturas se daban no como pago al cnr(l, sino eomo es tipend io
necesario para Sil sustento {A.G.I. (S~vill a). Santa Ff, 10fi8). Véase t;:rmbién Gabriel i\T:¡rtínez
Re~·es, Funcionami'~rllo Sodo-Eronómic•o. p. l!J.
1M _ -\.G.I. S e,illa' . Sama Fe. 521 .
1s; AG.T. s ~,illa}. Sama Fe. 1171.
156 186 Lns sace1·dotes secularf'> n personas de l es1arln eclesiástico secular eran los que no

formaban pa1·te de las órdenes re ligiosns y dependían direcr.amente del obispn.


' 11' Una pt•opnrción sirrúlar tenía as ignadas ca pellanías y el resto se desem peñaba en las
ciudades y vi ll~1 s de la provincia. Dd¡e anotarse, sin c~mbargo. que la mayor· p111·te de ellos
ocupaban sus cal'gos en Cartagena y en Mompox y sólo el 4% de los cUl-as lo hada11 en otTas
ciudades o ,iJias distintas (_\ .G.J. (Sevilla). Sama Fe. 1171).
188 A.G.:\. (Bogo1á). Curas .r Obifpos, 11. lf. 9/9r·. a 981 r.

v. PUE8LOS De INDIOS, smos Y ROCHELAS E,_, L~ REGION CARIBE: t A S UBVER!>lO~ DEL OROFN SOCIAl. COWNL~L
pueblos de .i ndios, si la población tributaria era reducida, los curas no recibían la
totalidad del es1·ipendio de la corona. 1s.q A veces los curas preferían huir de sus curatos,
como había sucedido en uno de los pueblos por los c¡ue pasó Santa Ceru·udis y que
contaáa con unas 20 casas. 190 En los sitios los curas podían esperar un ingreso m uy
COI'to de una feligresía "miserable" y no estaban dispuestos a administrarles los
sacramentos si antes no pagaban los emolumentos correspondient es. 191 La escasez de
curas que quisieran atender a estos feligreses "miserables" tenía importantes conse-
cuencias en térrninos del contJ'ol sobre la población. A falté~ de curas, cuya presencia
era indispensabl e dentm del ceremonial cristiano, no se llevaba a cabo la congregación
semanal de la población en la iglesia pa1·a asistir a la misa. Se perdían así oportunida-
des para que los sacerdotes ineulearan con su prédica los valor·es que el Estado eolo-
nial buscaba imponer sobre la población. También se perdí.a el control que, por este
medio, se ejercía sobre los tiempos y los espacios de socialización, como se ha visto
sucedía en Jos Andes centrales. La plaza y la igJes.ia podían o no jngar el papel de
espaei.os que congr·egaban rHt.inariamente a la pohlaeión, dependiendo de la presencia
del eura en el lugar y de su actitud ante la feligresía.
4, "Miseria" y homologación del ordenamiento espacial
De la "miseria" no escapaban varias ciudades y villas. Salvo CaJ'tag<~na y Mompox
y, en alguna medida, Santa Marta, Ocaña y Valledupar, las demás ciudades y villas de l.a
región Caribe en poeo se dife1'enciaban de los pueblos y sitios. Los ingresos de la villa
de Ayapel no daban pm·a pagar los 183 pesos, 6 reales y 20 maravedís de estipendio del
cura. 192 En 1757, en la provincia de Santa :Marta, el obispo seüalaha c¡ne los pueblos y
sitios eran tan cortos, c¡ue m~jor pudieran llm11m·se caseríos, ya que la mayor parte sólo
contaban con 20 o 30 vecinos, mientras qne la población de las llamadas ciudades era
tan reducida, que la mayor eontaba con menos de 600 vecinos . 19~ Una percepción simi lar
expresaba el fraile .foseph Palacios de la Vega, quien recorrió la parte sur d e la provincia
ele Cartagena en la década del 80 del siglo XVIII. El fraile resaltaba el :
"inf'eliz estado en q[ule se hallavan las Ciudades, Sitios y Pueblos de la Pr-ovinei.a,
q[u]e no merecen semejantes nomb1·es si el de ranehería de una pobre Hacienda, q(u)e
aperHJS t1·es de todos los q[u]e h::n.ia visto tenían un diseilo de tale z," 19 ~
La observación de Palacios de la Vega llama la atención sobre un elemento centl'al
del ordenamiento espacial de la región Caribe. Aunque la documentación clel. área perma-
nentemente distjngue entre ciudades y villas, pueblos de indios y sítios, las descripciones

180 En 1782, por ejemplo, el eura del pueblo de Yucal sólo recibía 4 p esos por cada indígena

tributario, lo que a 1'rojaba un total de 14'Í pesos, ya que ese pueblo sólo contaba con 36
tributarios. En o 1Tos pueblos c:omo Piojón .} .\lorroa los curas sólo r ecib ían 80 y 60 pe~os
respectivame nte y en los de Sabaneta y Zambrano el pago tampoco era completo (A.G.N.
(Bogot<í). Curas J" Obispos, ·¡;:, n: 98:)r. y v. y 99 11'. y v.). El obispo de Sant~'l Marta sei\aló que este
ti po de pago se d<tba. a los intel'inos, pt:m q ue esos curatos difícilmente se podían provc~er en
propiedad. ya que "p01' sus malos temperamentos, o. por lo agrio y dil atado de sus c;uninos. no
suele aver Curas propietarios que se opongan a sus doctt·inas,~ (A.G.l. (Sevilla), Santa Fe, 520).
!90 Juan de S anta Gertruclis, Jfaravillas, T. l. p. 18. E l obispo de C:art.agena t amb ién se
quejaba de las fugas de los cums, clebido a que no recibían un ing1·eso qne les permitiera •ivir
con algún desahogo (A.G.\ . (Bogolá), Curas :y Obispos, 13, f. 991v.).
191 En 1740 el obispo de Santa :'v1arta se habia visto obligado a hacet· un<t rebaja en el m·ance\

de lo que se cobraba a los vecinos de Río Hacha por lo~ seYvic~ios religiosos {A.G.S. (Bogotá},
Misceláuea Colonia, \ (), IT. 152\'. a 162v.).
l!l'l .>\..G.~. (Bogotá), Empleados Públicos Bolívar, i , IT. ()(Hr. a 602.r.
w~ .'\.G.T. (Sevilla), Sanw Fe, 52:1.
19 1 A.C.;.\. ~Bo~otii.) , Mi~;celánea Colonia, 22, f. \5~'"-

o rdenar p aro <:onno\a t * mana hcntt<l. ongcl


df' esos asentamientos no reflejan mayores diferencias entJ'e ellos. Sa h o en los casos de
las ciudades: , -illas de Cartagena. \Jompox. Santa .\larta y Ocaña, 0L1·as ciudades .Y '.illas no
reflejan taJ carácter. La decadencia de TamaJarneque se ap1·et·iaha en sus constt·ucciones:
.. desde t>l río sólo se descubren m1as casas de paja'". comentaba Santisteba.n. 195 Los que
f'n lr'aban a la ciudad. podían apreciar que había teu.ido un pasado opulento. 100 Seg{m la
descripción de Santa Gertl'Udis tenía menos de 200 vecinos. Sus casas eran de madera.
cubiertas c-on hojas de palma; sólo la ig lesia, la casa del cm·a) las casas ck 10 o 12 vecinos
''blancos" que había estaban cubiertas de ¡;reda.l97 La vi lla de Ayapcl ten:ía alrededor de
300 ve('irtos y de el los los de mediano acomodo no llegaJ);Hl :-1 25.mll
\l enos diferencias alÍn se np recian entre los pueblos .v los s i1i os de la región
Caribe. Salvo en muy contados casos, en los que los indios "¡" ían s in la Yecindad de los
lib1·es, como en El Peilón, se detecla algnna diferencia, pero más por la aparit>n<'ia ele
los indios y;¡ que iban desnudos (lo que pod ría interpretal'S<' ('0r1IO ,·estidos de acuerdo
con ~H t S tradiciones' - . que por las ('aracterísticas d<'l poblado mistno.t99 En 1801
ll umboldt llegó a afim1m' incluso que desde i\lompox hasta Radillo:
"son lodos considcrahle;l pueblos dE> 100 a 600 habit:.mtP.s. La gente se !huna india.
r r.ro pocos son legítimos y ptu·os como en el Orinoc:o. Casi todos están rnezdados con
raza negra. Desgraciadamente Clls i todos estos pueblos estiín situados demasiado cer('ll
del r ío. y a un nivel rnuy bajo, po1· lo cuol se inundan a menudo y las planlacioncs de maíz,
que son sembradas corriente arriba lejos del pueblo, a la an tigua 111anc ra indígena, son
a fec-t;1das con fi·ec ue11cia." 200
~i en la ubicación de los poblndos. ni en la de los CllltiYos apreció Humboldt
difr1·c ncia alguna. en un á1't>:t rlonrle coexistían los pueblos de indios con los sitios
yf?;¡se .\lapa :\o. 20· . Los pobllldores. en general, fueron \'istos po1· él <'Omo nna mezcla
de indígenas ,\ negros. que se llaJUaban a sí mismos indios. F.stn indiferenciación no
partía. como hubiera pod.ido sucPder' <'n los :\ndes centmles, de que se hubiera impuesto
la cuadrícula y st> hubiera asim il ado a t>se dise.ii.o el ordenarnielltO espacial de los
distin tos tipos de asentamientos. En la región Car·ibe, por el <'ontr~trio, no era ese orden
el quP sobresalia. La vegetación dllha poco espacio para det.ect.a1· la d.istTi.bución d e las
viviendas y los caprichos del río privi legiaban los asentamientos lineales. La agregación
de poblados y no de individuos, com<> e1·a e l caso en los Andes centt·ales, con ft·ecnencia
JI e, al)a a que e l agregado carecie1·a de cnras y con ellos d<' un perma.uente proceso de
inco rporación ele los Yalores ··cspnñoles". Tambié n era frecuente quP c~l asentamiento
que hM·ía de cwecera careciera de cw·a por largos períodos. En tales circunstancias e1·a
de esperarse que la población no e f'll('Ontrara fuel·tem<'nte incorporada al orden
colonial tal <'01110 lo se11alaron los o bse n ·adores de la época . En ese contexto. en el que
diferenc-ial' los sitios y pueblos rle indios con base en sn ordenamiento espacial resulla
c·asi c1u c imposible, olro tanto sucede cou las llamadas rocheh1s.
C. 1'"S PtüCHEL:\S : L·\ V.\GUED.'-\0 y AIUHTfu\R.IED.\0 DE L,\ S C t~·\SlFlC,'-\CION'ES

La p<Jabra "harrochelados" o arrochelados, que hizo ltislOI'ia en la región Carib<'


duran Le In segunda mit.ad del siglo '(VI 11 , diñcilmente se encuentra eu los diccionarios

"~' Da,id Robin:>on (COmp., 1/i/ l .egua.r. p. 168.


l%. \nónimo. -en \ "in·ey-, p. 1 3~.
t!r. Juan de Santa Certl'lldis. .1/rmn·i//as. T. l. p. 60. Según e l te:-.to esta dt:>s<Tipc:ión se <-efiere
a Tamal:unf'que; sin embargo. por d •·ecmTido que se seiiala en E>l escrito. m;ís bien col'l'espon·
d<•ría a la 'iUa de Tenerife.
llloj .·\.G ..:\. (Bogot.'Í), Caciqu('s t: Indios. l. f. 403r. y'·

HtJ .Jnan de Santa Certntdis. .Jfam<Jil/ns, T. l, p. 73.

~'<Xl Alejandro de Htm1bolch, '·D ia1·in". p. 158.

v. tJUI·HI OS OE J';\JDJOS, smos Y ROCHELA') 1:'1 1 .a, RfCI0!\1 CA1<16f: LA SUSVER.SJON DEL ORDt;N SOCIAl COI.ONI/&L
de esa época o en los contemporáneos.201 Tampoco se encuentra con frecuencia en los
índices documentales de los archivos/02 ni en los documentos de .las primeras décadas
del siglo XV1II. La palahm rochela es sólo un poco más común.:~n Seg{m el Diccionario
de la Lengua Espaiioln, es dE> uso en Colombia y YenezuE>Ia. donde significa -Bullicio,
algazara"' .~ Lna enciclopedia actual, que acoge palabras no aceptadas por la cademia
de 1:-l Lengua Española. da un sentido s imilar a la palabra rochela: señala que es de uso
en la América meridi onal ~· signi fica alboroto, bullicio y chanza. 205 Sobre la palabra
arrochelarse indica qu e se usa en Colombia y en Venezuela y significa "Piarnarse o
albor·ota:rse las caballerías'' y, en Venezuela, "ReuniTse pet·so nas o animales en determi-
nado lugar con ánimo de pennanencia."206 De otra parte el lexicón, también actual , de

201
Véanse. por ejemplo, Diccionario de A.worídarles; Diccionario de la Real Academia Española:
Joan C01·ominas con la colabm·ación de José E. PascuaJ, Dicáonwio Crilico Etimológiro Castellano
e Hispánico, 6 Yols., .\fadrid. Edito1-ial Credos, 1983; J. Corominas, Dírcionario Crínco Etimológico
de la Lengua Castellnn.a, 4 Yols.. :\fadrid. Editorial Credos. 1954: Rufino José Cueml, Dicdonario
rlc Construrción y Régimen de la Lengua Castellana . 8 \ols., Bogouí. lnstituto Caro~- Cnervo. 1994:
Esteban de Terrer·os y Pa.ndo. Diccionario Castellano C()ll la.~ l·oces de Ciencias y Artes y sus rorres¡>on·
rlienles en las tres Lenguas Francesa. Latina e Italiana. 3 Yo ls .. .\ladriJ, Imprenta de la \ iucla de
lbarra, Hijos y Cornp;uií;~, MDCCL\.XXVI; Martín Alonso. Enciclopedia del Tdioma: Diccionario
Histórico y Moderno de la Lengua Espaiiola (siglos XJI al X\). Erimológiro, Tecnológico, Regional e
Hispanoamericano. Madr·id, Aguil:ll', 1958; Sehasüán de Cobarruvias y Horozco, 'n~mro dr In Len·
s·ua Castell(/Jw o Espcuioln (1611), Madrid, Ediciones Turner, 1977 y Rafael María Baralt, Dirriona·
rio de Calicifmos, Buenos Aires, Joaquín Gil Edito•; 1945.
:!0:! . 'o aparece. por ejemplo. <::n la base de datos que contiene los índi.ces de unos 4!í ((.,ndos
del Ar·chivo General dt> la Nación. la mayoría de ellos del pe ríodo ('olouial. véase Archivo Gene•-al
de la Nación (Bogotá). El Presellfe del Pasado, disco compacto. Bogotá, :\.C.N.. 1996. T~unpoco
aparece en los índi<>es del A. G.l. St>,·illa). Santa Fe. aunque cJhe anotar estos son menos
dt>tallados que los del A.G.:>.. :Bogotá\. El legajo A.C. T. Se' illa). Santa Fe. 985. que es un
inYentario detallado de los documentos relatiYos a la prO\i.ncia de Car·tagena del período 1760
182i. .no menciona estas palabras. En la base de datos de la Biblioteca Luis .\ngel .l.rango de
Bogot.-í, estas paJahras tampoco aparecen catalogada,;.
201
Se ha encontrado en un doc umento fechado en li 11, relativo a las misiones ele los
Llanos, al or·icnte de l11 pl'lWincia de Tunja, que hace re fcrf'ncia a las ¡·ochelas para clellorninar
los asentamientos en Jos qt1e vivían los indígenas antJ:s de ser congr egados en pueblos (Anto·
rrio B. Cuervo {comp.), colecci6n, T. IV, p. 19()). Otras dos refc,·cncias co rTesponden al siglo , VII.
E n un documento fech11do en 1619. la palabra fue util izada po1· un fraile contra tul inquisidor
de Cartagena al que acusó ele comete•· g1·andt>s iniq uidades. Señaló que:
"tiénenle los malos por as ilo y ciudad de su refugio: así le llaman la Ginebra, la Ro(·hcla, las
rnontañas donde se acogen los foragidos. J lo dice más dt> algtulas ,·eces, muy sin mt>luldre, que
los malos le han menestc~1· a cil,...' 'el documento está transcrito e11 José To1ibio )ledina, La
lmprema de Bogouí y la luquüiáón en Cartagena de Indias .1904 y 1899. respecti,·amentc;. Bogotá,
Editodal ABC. 1952. p. 194: subrayados míos).
En una 'isita que se practi(·Ó a los trapiches de Tocaima y \'flt>z en 1692. se mencionó la
formación ele rochelas. en t>l st>ntielo de retmión de esclavo" huidos y otras gentes en roclrt>las
[Rafael Anto nio Díaz, &c/aCJillld. p. 130).
~· ReaJ Academia Española, Diccionario de la Lengua Espruiola, T. 11, p. 1804.
z·.
2m .Vue¡>a Enciclopedio./,()1'01/SSe, ed., 11 Vols.. B;wcelc)rrlr, Edit oliaJ Planeta, 1984, T.~) , p. 8587.
206 Ihid, T. 1. p. i l ~. En es te sentido resu lta sin rom:<Ít.ico que uno de los pocos trabajos

r elativos a los arrochelados se centre en Jos Llanos ele Colombia y Veneznela. donde el co neep-
to se utilizó tanto respecto a lo$ lrombres, como a los animales (Miquellzard, Orejanos, Cimarro-
ll('.f y Arrochelados. B;n·celona. Sendai Ediciones, 1988). Según este auto r son frecuentes los
datos sobre emnbes o ¡·ochelas en los que se refugiaban los indígt>nas u·ibutarios que querían
e ludir tanto el pago del tributo. como cuaJquier tipo rle conti·ol por parte de los blancos y
donde muchas 'ec('s com~\Ían con gentes de otras etnias, l¡unbi~n fugitiYos del control colo-
nial tibid, p. 38). Se habló igualnwnte de rochelas cl.e inglcs<'s. vinculados con el comcr(·io ilícito
(ibid. p. 66}. F.n lo que tiene que Yer con los animales observa que muchos cuadrüpcdos dt•
origt>n europeo (eq uinos ~· vacunos). escaparon y -algunos llegaron hasta las sabanas donde
dt>\ inieron sah·ajes, or-Pjanos o mostrencos, recupt>rando 1 :~ perdida libertad y (:n m:madas se
anoch elar on en lugares concretos del Uano." (ibid, p. 35: subr:1yaclo nuestro).

ordenar para con trolar + marro herrera angd


voces del Valle de Upar, ciudad que formó parte de la provincia de Santa Marta, define
rochela como ''Asiduidad en la visita a un sitio o lugar." y también como "Permanencia
frecuente en ese siti.o."' 20i También define rochelero {a} como "Asiduo de las roehelas:". 208
Estas escasas referencias dan al concepto de rochela el sentido de reunión de
personas en un lugar, tanto con el ánimo de permanecer indefinidamente y, en ese
sentido ele asentamiento permanente, como de reunión esporádica pero asidua.
Adicionalmente indica alboroto, bullicio y chanza y, en este sentido, actividades de
socialización. Esta asociación entre reunión de personas y soc.ial ización, resulta de
gran importancia para entender la "peligrosidad" de la rochela en térrninos del orden
colonial, como se discutirá más adelante, pero antes conviene entender el sentido que
le daban a ese concepto los que lo utilizaron en la época y que presentó numerosas
ambigüedades, como se verá a cont:inuación.200
En un principio el término de rochela se usó con un sentido un poco distinto al
que adquirió posteriormente. Un informe del akalde pedáneo del partido de
Tierradentro encargado de congregar a la población del área, fechado en 1740, indica-
ba que había expulsado del área y ordenado quemar las casas de "unas mujeres que
vivían en ellas arroc/i.elando maldades".21 o Se observa en este caso la asociación del
concepto con valores negativos, aunque no con el sentido de lugar de refugio o asen-
tamiento. Poco después, sin embargo, se generalizó el uso del término, para hacer
referencia a pobladores, en general pobres, cuya organización social y espacial no se
<~ustaba a los parámetros establecidos por el Estado colonia[.2ll Antonio de la Torre y
M.iranda dejó una descripción que permite formars e una idea ele los parámetros a
partir de los cuales se los concibió:
"No obstante las muchas dificultades y, oposiziones, que en mas de un siglo, se
eneontraron, para reduzir a Poblazion, (segun H[eale]s Ordenes) los muchos dispersos de
la Provincia de Cartajena, los mas de ellos deszenclientes, de los desertores de la n·opa,
de la iV[arineria, de los polizones o llobidos (que sin lizensia ni destino, pasaron a aquellos
Dominios) de los Negros y Yndios Zimarrones, o profugos; espan;ieron, por aquellos
bosques y asperezas, unos para libertarse de el castigo, y otros de la sujeczion y
meselandose con las Negras y Yndias, procrearon y propagaron, la mucha dibersidad, de
castas y colores, que se notan en otras partes de aquel continente.
Los que vivian, quasi sin comunicazion, en lo rnas fragoso de los montes, arrochelados
por familias en distintas Cancheras,2 12 sin cuydat; ni aun de cubri r sus carnes, entregados

21!i Proporciona corno ejemplo: "En esa casa de Alfonso siempre tiene que hahé una rochela."
(Consuelo Ar·aujonoguera, Lexicón del VaLle de Upm: Vt;ces, Modi:~mos, Giros, fnte~jecáones, Locuelo·
nes, Dichos, Refranr:s y Coplas del Habla Va!fenata, Bogotá., Instituto Caro y Cuervo, 1994, p. 2()0;
bastardillas en el original).
ws "Edrnundo es un grandísimo rocl!elero y por eso peliiJmos" (ibid.; bastardillas en el original).
:w Sobre el pt·oblema del arrochelamiento ll~unó la atención Gerardo Reichei- Dolrnatoff,
quien transct·ibió parte de los diarios de Joseph Palacios ele la Vega, fraile que durante algunos
ai)os buscó reorganizar- a la población arrochelada en la pa.rt(: sut· de la provincia de Cartagena.
Estudios posterior·es han hecho referencia a este fenómeno, pero salvo el de Gustavo Bell
Lemus (Cartagena rle Indias: de la CoLonia a la República, Bogotá, Fundaeión S imón y Lola
Guberek, 1991, pp. 75- 103) sobre los primeros :dios de la repúbliea y el de Mic¡uel Izard,
Or~janos, Cimarron1~' y Arror:lwlados, acerca de pobladores asentados en los Llanos colombo-
venezolanos, que también recibieron este calificativo durante finales del período colonial y en
el período repl¡bllcano, pocos estudios han hecho algún esfueno pm· profhndizar en el tema.
2IO A.G.N. (Bogotá), Poblaciones Varias, 5, f. 370v.; subrayados nuestros. El documento tarn·
b ién ap¡u·ece transcrito en José Agustín Blanco Barros (comp.), Sabanalarga, p. 83.
m Véase, por ejemplo, José M. De -Mier (comp.), Poblamientos, T. I, pp. 167, 182, 220 y 304; T.
Ul, p. 11 O; Gerardo Reichel·-Dohna1off (eomp.), Diario; A.G.N. (Bogot:i), Jllhw:ellmea Colonia, 22, ff.
2jr. <1 265r. y A.G.l. {Sevilla), Santa Fe, 552, 600 y 1075.

V. PUEBLOS DE INDIOS, Sm OS Y ROCHELAS EN I.A REGION CARIBE: LA SUBVERSION DEL OROEN SOCIAL COLONIAL
con el mayor abandono, a la cnvriagez y otros vizios. prop ios de una vida soez defrauclall-
do los R[eale]s derechos por cuantos medio!; encontraban, siendo pe1j udi ciales a e '
Estado, sin ser daJJle a los Pn t-rocos atender a sus i\li_n islt-rios y ynposible a los Juezes
c-ontener sus eszcsos s(~ me c-onfio la comision. para que por lo opuesto. redutizieudolc
a 'ida zibil. reuniendolos en Poblaziones, gozasen dP los bencfí.zios de la soziedad. d
que voluntariamPnte. se abian pt·ibado y reconozif'sen, como r·econozen. el Yerdadcró
Dominio,: vasallajP a v ¡u('Stt·a] ~ ! ;ajest adj ."2n
La descripción que hizo de In Ton·e llama la atención tanto sobre el o rigen dt-
estos pobladores, como sobre la forma en que vivían. Resalla s u cru·ácte r· de próíileo-.
de ~a j usticia, a~í co mo s u "div~rsidad de cast.-:ts", la ~u al , it•dicó, existía en otras
de ·aq uel rontm e nte", es d ectr, que no era exc iiiSIV:l d e los an ochelados. Sobre la
pi ('-.
f'o rrna de vida q ue llevaba n sf'ñal(, su aislamiento (d f' l::t SO<" ir dad colonial), s u des nt ~ f!Z
y vicios (alejamiento del or·dennmiento social coloni al;. la evasión d e l pago dé Jo ..
derechos reales, YÍ\ ir fuera del control de curas~ jueces y. en esa medida, no reconoct>r
el dominio y nsalhje del t·ey ,alejamiento del OJ"den polítiro colonial). Las obsen acin-
nes del funcionario precisan la forma como las autorirl:tdf>S colo niales concebían d
arrochelamiento. el pt·ohlema •·aclica en q ue con hase en f'sos criterios no se apree1a
una diferencia significa ti' :1 e ntre un sitio y una J"ochela. [)e hec-ho de la Torre no establecio
rna)ores d ife ,·encias, ya CJLH' sus c il'ms de poblamien to in<'iuycn las de sitios q ue exi3 · an
y q ue él r e unió de nuevo. 211 Auncrne podl'Ía pe nsarse que lo hizo para maguific· 'U
gestión, los cen sos l.evanlados por P~1lacios d e la Vega pe t·n•ite u apreci:tr que la rnay :ía
dt> la población caía d<>nlro de la categoría de a t'roche l ados.~':' S us eludas respecto , ...¡
u n asenta mien to era o no ar,·ochelado, resultru1 atín m::ís significativas. Por ejemplo: n
1787 cuando Palacios df' la \ cga se dirigía al sitio de .\lajagua l. adelantan do s u 1abo e
dest,·ucción de rochelas. r·ecibió un chasqui co11 mensajes del capitán á guerra ) del
c ura df' ese si6o. .\mbos le solicitaban qne se dirigi e ra proutfunente al lugal' para
actual' contra gentf's '·le,antadas·· tle su jurisdicción. en los sitios de Sapo, Palrnaritq, ~
Zapala. 2 u; A~i cionalm_~>nt<' el rnra le infol'ruaba ~quf'. mes e ~ ~ t rás. había recibido uija
Ol'dcn supenor del VIITf'~ para el ··desmembro dt> esos st ttos y qne a pesar de s(l-.
" mbanas" reconvenciones no lo había logrado, por lo q ue solicitaba la ayu da d e l ft·ail e.~ •
Por va1·ios m o tivos Palacios d e la Vega empetc) a sospechar sobre las version; :o
dt>l capitán á gue na y dPI cu ra acerca d e estos asenl nmie nlos, y antes d e lomar·s . a
Palrnarito, que según ese capitá n era de "levanlad os". C'n vió unos espías s uyos pal·a
obtPner ruás información sob1'f' <.'1 luga t·. Según estos úllimos allí había n nas 39 cas. .'
"según a' ian nollado uo de gcnttC' levanttada". Como parte de su argumentación pa:ra
sostener este punto se1ialru·on que había estanco real de tabaco. un teniente de capit~n
á gue1·ra y un recaudador de nlcabalas. 218 A pPsa1· d e estas obset·,·acioues el fraile e
tomó el asentamiento. luego de lo cual empezó a haci'J' algunas indagaciones. egdl\
los pobladores las tie1Tas en qnf> e llos estaban eran las {micas hábiles de los aln>fkdot· '
par·a pastar los ganados. Además ernn buenas para las laJwanzas de maíz, <uToz y o t-ro
frutos y el lugar ahastf'C·ía lodo~ los sit ios y pueblos del río Cauca. 219 '

2 1 ~ Canchera: '" Llaga. IH•1·i(b G rande·· (Real Aca de uti:-. E~p:-. rJOla , Dircionario de la Umgu
l::.spaíioLa, T l. p. 384'r . t:sta ¡xdab t•a no aparece en t> l /Jit,t:ionnrio de .-.tulorídades.
211 .\.G.l. {SeYitla}. Santa Ff'. 1075.
1 " A.G.l. Se,·illa\ Santa Fe. GOO.
21 :. En el capítttlo 11. se precisa. por ejemplo, que ~e~ttn el cen~o que se le-:u11ó en t>l sirio de
.:"-.echí. alrededor del !)'$"o dt> la población YÍYÍa t>n l'OI'ht>la!o.
216 Gerardo Reichel Dolmato{f comp.). Diario. pp. 60. 6'1 y 69.
21 ; :\ .CS. Bo~otá .Jlisreltínea Colonia, 22. ff. 46'.) 571-.
218 Gerardo Reichel- Oolm:lloff comp.), Diario. p. ()3.
219 Ibid .. pp. 66 68.

ordenar para controlar + marta hertua anael


De otra par·te. las indagaciones del cura ratificaeon la veesión de los espías. Pn P-1
sentido d e que allí siempre había habido un teniente de capitán á guerra, un recaudador
de <licnbalas y un estanco real. F:stas autoridades informaron qu~> la gente del lugae
pagaba ptuJtualmenle las alcabalas. P.ra obediente a los mandatos de las justieias y no
se experi rne ntaban en el áeea asesinatos o le,antamien tos. Lna situación similar· S!:
presenlaba en los <~sentarni eJJtos de Sapo y Zapatta.:no Estas \·ersiones fueron confir·
rnadas en un informe oficial soli citado por el fraile ctl capil<Ín á guerra de Ylajagual,
quiPn l'lntes había descrito estos asentamientos como nrr·orhC>Iamientos. El cap itán
ariadió, que estos pobladores nunca coucurrian a la iglesia por estar cüstantes de e lla.22 1
,\ lgunas dedcteaciones permiten apreciar el j uego de inter·eses que se moví:~ tr·as
la clasilicaciún de un asentamil'nto romo rochela. Según el tenien te de capitán á Guerra
de Palmat·ito. Pi capitán á Guerea de ~lajaguaJ 'quien hnbía pedido al fraile que destru-
_,era est<' asentamiento' perseguía a la población s in ninguna raz<Ín Yálida. A los ,·ecinos
dE> Snpo) Zapata los tenía atemorizados debido a que no le habían querido vender· sus
senrhratlos a un precio menor· qu<' P.l usual.:!:!! En cuanto a la inasistencia de la pohl:-r-
rión n In iglesia se daban dos explica<:iones. Una, la gr'<m distanria que había hasta la
iglesia más cercana, que era la de Majagtwl. 221 La segunda, que sólo urw de los habitan-
tes d e l a>;enLamiento era d ~ Maj:rgual ,~z.~ los demás eran de o tr·us sitios mucho más
IPjnnns. Pot· este motivo estaban obligados a pagade sus obvenciones al cura de donde
provenían y el cura de Majagual se negaJJa rotundamente a haut izarlos, enterr-ados o
fll'C>st:u·les algún auxilio espiritual si no hac ían <:-ste pago. Aliadieron que ea los raros
ca~os en que aceptaJJa hacel'io, debínn pag:-rr doble poe el respectivo servicio t'eiigioso:
al cur·a de \lajagual y tambi~n al del sitio de donde prmenían. 223 Seiialaron que poe
este rnoti'o PI cura de ~lajaguaJ hallía instado aJ capitán para que consiguiera la orden
superior para destntir los aseutamientos de Sapo, Palmar·ito ~' Zapalt.a. 221; Que el CLu'a de
.\lajagual se mostraba poco solirito a pr·estar sus servicios re ligiosos a las gentes del
área, fue algo que el propio P:-rla('ios dC> la Vega pudo constatar por· sí mismo. 227 También
p udo' eri!ica.r que los curas de los sitios s~ negaban a aceptar quP In población arrochelada
se cor H'E'IlLrrrra en los asen tamientos que estaban a su cargo. El cur·a de Magangue, por
ejemp lo, Cttestionaba al fr·aj]e sobre las facultades que tenía ''p[tu·]a rernitirme gentle a
mi '<'<'indario ." que las ahrigue" y le infor·maba que les había ordeuaclo regresnr· a
donde ,;,-ían antiguarnente. 228 Otm tan to hicieron el cura y las autoriclndes de NechU:!!i
La infom1ación sugiere entonces que la diler·encia C>ntl'c los sitios y las rochelas
no era 11<"('esariamente significali' a. De hecho d ejaba un antplio margen pm·a qrH'
jueces pobladores. curas y justicias. en funci()n de sus intereses. dasifiearan el asen-
tamiento dentro de una u otra ra tegor·ía. Se aprecia, eso sí. qut> si bien tanto en los
sitios. co mo e n las rochela s . l::~s prácticas social es acost11mhradas distaban
sign ilicat ¡,·amente de las pautas estab lecidas por· el ordC>n co lonial, había algunos
asen tnm ieutos dond(-' esa distancia e ra mayor. Por lo gen.e ral. en111 los que se ubicaban
en sitios más alejados y contal•a11 co n menos integrantes. A la c iénaga d e Betan cí,

J.1JJ lbid., pp. 6:í- 68.


221 lhid .. p. 69.
:!:!:! lbid .. p. 68.
:al lhid .. p. 69.
221 \ót('S(' qu(' est<~ ohs<'•·v:~c·ión ronfinna lo señalado ~ob1·e la mo' ilidad espaci¡¡] de la
pohla!'ión .
m l.e1·:u·do Eleichei- Dolmllloff lromp. ). Diario. p. 71.
~ lbid.
-¡~; Jbi.d .. p. 79.
~$ lbid .. p. 92.

\', I'IJUU 0:- Of I'(DIOS, S.mOSY ROCHfJ.AS F.N lA f\FCI (')N C'ARIRF: L\ SUBVERSiON DEl. ORDEX S0t1;\L C'OI.ONIAL
donde se alojaban ·'gran numero de negros esclabos fugitivos de sus amos"' y qu
según información que recibió el fraile Palacios de la Vega se conectaba con el Sint.l.
el grupo encaegac!o de rPorganizar los asentamientos no pudo entrar, por falta d~
vaquiano, esto es de persona que conociera el camino. 210 En el Caño de Barro, entr,e
la ciénaga de Ayapel y el río Cauca, a unas 18 horas de navegación desde la Yilla ~e
Ayape l, se había asentado un g1·upo de zambos, que se dedicaba a la pmducción ·e
labaco y aguardi e nte de con trabando, en con1pañía de mujeres a las CJtlC habían
raptado. 231 De allí, en dirección hacia el río Ca uca, a unas JO horas de navegació,
había otro grupo de gentes, entre ellos hombres que habían huido de la justÍCJi!
luego de cometer un asesinato y mujeres que habían escapado de sus mar·idos. 232
Se podría pensar en una variada gama de asentamientos, cuyas liger~
,·ariaciones al ser ubicadas imaginariamente en una línea, en un extremo s
calificarían de sitio y en el otro de rochela. Sin embargo, el punto de corte entre
unos ~ otras resulta n ebuloso por decir lo men os y lo que sí sobresale en es~
contexto es que la distancia del asentamiento o entre los asentamientos se constitu\i
en un elemento crítico, ya que dificultaba el control de la población por parte d
las autoridades .211 El problema de base, sin embargo, radicaba en las autoridade
mismas, ya que se most1·a ban poco interesadas por ejercer ese control o a l
por hacerlo dentro de los parámetros establecidos por la corona.
D. EL ÜRDEJ1:\..\ UE. 'TO SociAL Y LA StJJWERS Jú~ DEL O.r.DEN CoLOl\'li\L

..Grant.ed that disorder ~y nosotros ai'íadiríamos, otro orden] spoiJs patlcrn;


it also prO\ides the material of pattern. Ordcr implies restriction: from all jt
possible materials. a lirrúted selection has been made and from all post>iblc )
relations a limited set has been used. So disOI'der by implication is un limited.
no pattern has heen realised in it, but its poten ti al for patterning is indefinite.
This is wh.h though we seek to crea te order, \\e do not siruply condemn dis01'de1·.
\Ve recognise that it is destructivt~ to existing patterns; also that it has
potentiality. lt symbolises both danger and power·."n4
En la región Caribe las practicas sociales que tanto escandalizaban a los jueces
pobladores y a los ob is pos, no eran nuevas , ni exclusivas de los asentaruieulos
clasificados como rochelas. Sobre la antigüedad de lo que después se llamó
arrochelamiento, resulta ilustratiYo el info1·me del cura de San ~icolás (Barranquilla),
Balthasar de la Fuente, fechado en 1690. El había rec01Tido la parte norte de la
proYincia de Cartagena, desde Tetón y Tacaloa, al sur-. hasta i\lalambito al norte y luego
por· el área costera hasla la isla de Barú, al sur de la ciudad de Cartagena. Afirmó que
el área estaba poblad:~:
221 Ibid.
210 Ibid ., p. 3/o.
211 lbid., pp. 37-.1Í2.
2 T2 Ibid., pp. 42-3.
2
1'l Esta queja ~part>c<· rrecuentemente. Véase, ptw cjc:mplo, A.G.N. (Bogotá), Curas .r Obispos,
B, ff 976r. a 1003r.
:m Ylary Douglas. Purity mzd Danger. . 4n ana(¡'Sis of ('()ttrrpts ofpollution and raboo :1966), 2"
reimpresión. London. Routledge and Kegan Paul, 1969, p. 91:
~.~cept;índosc qut> t>l desorden destruye el arquetipo. también provee el matcriaJ para
conformado. El orden implica restricción: de todos los matf'riales posibles, se ha hecho una
selección limitada y S<' ha uLilizado un conjtmto limitado de todas las posibles relaciones. Por ello
el desorden. por implica<-ión, es ilimitado, ninguna paula se ha encontrarlo en él. pero su poten·
cia1 par¡¡ ser molde~do es indefinido. Esta es la r-a1.Ón por· 1 :~ cual aw1c¡ue buscamos crear un orden,
no nos liwitamos a condenar el desorden. Reconocernos tlue es destructivo fr•ente a los arc¡ucti·
pos existen tes; tamb ién que tiene potencialidades. S imboli7.a a un tic.>mpo peligro y poder.~

ordenar para controlar+ marta herrera ongel


"de diversas gentes, que víven por aquellos montes divididos los unos de los otros,
sin govierno político, ni Eclesiast.ico, ignorantes de los Misterios de nuestra Sant~ Fé,
y Doctrina Cristiana; originado de h allarse retirados de las Poblaciones, donde ay
Justicia y Parrocos, y por esto imposibititados de que los c:uras los ens~~ñen, n i los
administren los Santos Sacramentos,"235 ,'

Estas gentes no asistían a los oficios religiosos, morían "sin rec-:ihir s~cramento
alguno" y no contribuían con los gastos de la iglesia.~·Jii Al morir, sus pari.entes y vecinos
los enterraban en los campos y se mudaban a otro lugar.217 De esta forma muchas de
estas personas no llegaban a tener contacto directo con los representantes de la iglesia
y el Estado colonial, ni con los valores que estos debían divulgar entre la población.
~1omentos importantes de su vida, como eran la muerLe de deudos y vecinos, no se
articulaban socialmente dentro del rito católico. Según el cura enlre eslas gentes hal)ía
muchos indígenas procedentes de diferentes pueblos y provincias, que habían huido
de ellos. Había también indias, zambas, negras y mulatas que habían escapado de sus
maridos y otras que habían sido robadas de sus pohlaciones .238 Estas gentes, por lo
general, vivían en "mal estado", es deeir, que sus relaciones matrimoniales no habían
sido sancionadas por el rito católico y en otros casos no podían sed.o, porque se trataba
de personas previamente casadas. Había allí también mujeres que habían sido lleva-
das contra su voluntad. 2~9 Adicionalmente, según el cura, cuando hizo:
"diferentes diligencias pam reducirlos a buen viviT, experimenté grandes dificultades,
por estar dichas gentes ostin adas en sns vicios: y aunque como Vicario pweedí contra
algunos, hallé que los medios suaves no producían efecto."2<10
Estos pobladores no sólo habían escapado, sino que también se resislian a
suj etarse nuevamente al ord en social colonial. Sin embargo, no parece que la
información del cura hubiera dado lugar a algún tipo de acción estatal para recuperar
el conu·ol. En realidad, se trataba de un Lema marginal dentro de su escrito, cuyo
objetivo central era el de informar a las autor·idades sobre la organización de los
palenqueros y sus propuestas de capitulación .w
El cura de San :'J"icolás no hizo referencia a la situación que se vivía en los asentamientos
donde hahía justicias y párrocos, corno sí lo hizo treinta años después el obispo de Santa
~larta, quien describió las prácticas sociales de la población de su jurisdicción. En 1720 el
prelado expresó su preocupación porque con el aumento ele la población y su asentamiento
lejos de los curatos, los pastores no los podían atencler.242 Muchos Geles vivían a tres o cuatro
días de camino del cw·ato más próxirno.2'11 Con ello se incorporaban algunas:

215 Roberto A.rrázola, Palenque, p. 98. Esle documento también aparece transcrito en Ma1-ía

del Carmen Borrego Plá, Palenques, pp. 121- 127.


2'J6 Roberto Arnizola, Palenque. p. 98.
21' Ibid.
2'38 La referencia a mt~jeres robadas enU'e estos pobladores no aparece en la transcripción

de Roberto Arr:ízola, Palenque, p. 98. Según su transcripción h abía mujeres fugitivas de sus
maridos "y otras de diferentes poblaciones", mienu·as que según la transcd pción de María del
Carmen Borrego Phi, Pafe,u¡ues , p. l 22, habfa mujeres fugitivas de sus maridos "y otras robadas
de diferentes poblaciones," (Sllbrayado nuestro).
2"!9 Roberto Arrá.zola, Palenque, p. 98.
210
Ibid.
241 Este in forme sirvió de base pa1·a la exp~dición de una cédula real que causó gran

JJ1alestar entre .los duei\os de esclavos de Cart.agena, por lo q ue se tr ató de invalidar el conteni-
do del informe, mediante declaraciones de tesligos que afirmaban que el cura no había visita·
do el {u·ea y que había sido privado del curato por el obispo por no cwtlpli r con sus ftmciones
(Ibid., pp. 114, 191, 195, 205-..{} y 237 y Ma1·ía del Carmen Borrego Plá, Pale!u¡ues, pp. 63 -69).
212 A.C.I. {Sevilla), Sama Fe, 519.

V. PUF.Rl.OS O~ INDlOS, SITIOS Y ROCHELA.;; EN LA RF.GrON CARIBE : 1.:\ SUBVE.RS.ION DEl ORDEN SOCIAL COLONIAL
"corrupciones pecaminosas con el titu lo de cosltunht·es, como e•·an u nos Bí1ptism
y CasarnienlOs, no solos faltos de las disposisiones del Santo Consilio, sino con
peligro de nulos. Los primnos po1' echados e l agtw ygnorantes sin la de,;da fcmna pa
el abuso de no rraerlos ó lleYarlos a las ' glesias. :v Jos segundos por no guar darse a
forma en el cu~·dado y rigo•· el. e las Ynformaciones. y reC'ados assi de cspai1olc-s C'I'Íollo · '
Yagos.y sobre los •·iezgos de casados dos H·zcs. odC' impedim[eut]os que los anul:m ....-.-
Se confirrna en la desctipción del obispo lo que ya se vislumbr::~ha en la de nL~
de San l\icolás: la po blación no sólo se estaba al ejando Je la ortodoxia crisliaua. sin . 'lt.r.-
introducía innovaciones en los rituales que r-egulaban prácticas sociales, corno el baq:tr:<liJI(<
y el matrirnonio. 2i 5 Al vivir lejos del pasto espi•·itual, sin oír misa, sin asisLic a jubil'. s.·•
"d.escubiertos"24; dd S~u1úsirno Sacramento, los toques de campanas a agonía, mn
honras y án1mas, ~sV~bleC'iclos por la iglesia para "Lene•· horror al pecado". Jos habitaJi!o.
perdían ese horr·o r.2\ti y, con él, la necesidad de :~Cerrarse a la ortodoxia cristiana.
Pero no eran únicamente estos pohbdo•·es. asentados lejos de los curas, 1 .
introducían inno,·a<'iones que es!'.andalizahan al obi po. Los mismo cw·as desarr<fi:at...
prácticas que los colocaban por fuera dt- la ortodo~ia. Satisfacían a todo gén :· lir
personas en su deseo de obtener un mayor pr·estigio. casándolos en sus propias
por el interés de los cuatro pesos que le pagaban. Así:
'-yba t'l C'lll'a ñ todas las cassas de !\egi'Os, ?11 u latos y todo genero de gentes, puPs ; ...
uno quel'ia pe•·der los quatro p [eso]s n i el otTo dej:tr 1le ser menos q[uc J los dc·mas r e<T ·,,
\ fularos y Mestizo.c;, guardes 1~ o no f:l Santo Conzilio que dispone lo contrario.".241J
Se habían int.roduciclo unos "vayles que llamau Bundes p<u·a !es tejar a la\· r;~
y a los Santos f•n l o~ días de sus :Yiisterios y fiestas. l<u• lo•·pes y laúvos, ql iC :~ la: nl""'.m
y modPstia rlP "HPStr·a] exJcelenci]adisonar·a~ .l:;O Por si fr rPra poco. no se r·eza% n a,.
oraciones mandadas. como por ejemplo las coll'tas.2 ' 1 se oficiaban misas despu~, 31-
media noche y. en las n•i sas de aguinaldo se leían unas que llamaban epútoldl. -.~.-

f
213
Est:1s quejas se repetían posteríor111e nt!' 1•n li:"í7 ,A.G.l. s .., illaJ, S{IIIUt Fe, 523). Tan:.:..-
se formularo n en Cartagena. como lo híw f'l <'lll"a d!'l pueblo de Timir·igua<'o. re fírié nrlo r ;. -
sitios en 1743 !A.G . . {Bogotá). Poblaciones l" (rntts, 10. n: 20':k a 204v.).
211 A.G. J. (Sevilbj, Sama Fe, 519.
"' La cos1111nbre de hacer bautizar a los niños por e l padrino y no po r (·1 1' 111'11. ha , €'~
2

rt>gisrJ•ada in<'luso en la música del siglo \X. etmiO en e l C'HSO dt>l Me1•engue d e l co•. ,•....n.-
vallenato H~tf:lel Esca lo na. una de cuyas estrof¡¡s din~: ~No S<" preocu pe compadre. qu _-. · .iP-
hauLizo :1! p e lao· 1.\ lerengue de Rafael Esca lona. tilt~lacln ~El Villanuevero~. sf:' .
216 Jubilt•o: ··Rigu rosa menre signific:1 la so lemn idad y cerc uH>I1Í<l F.c lt>s iasrica. collJiq.r ~ ·

e
Papa publíca la l'OII<"I'SÍ<Íil <¡ue hace de gracias ln<htlgénritlS, ~ la Tglt-sia 1JIÚ\ t>J'$áL La q:..u.. ..
a
p1·inc-ipi o SC hn('Í¡¡ dt- C'it'll t>ll Cit>n aiios: desput'S St' rt'dtiXO ci nrH«:"llta. \ ulr im:llllente a\ - .:or
y c i11CO.-. Ta u1bi rn .. St> llnman por extension las demás g r·ae ias, i11d u lg~ncins .' pe •·dolllf·· :-•
c onrrd cn lo~ Sw11o~ Po ul ifices en q ualqu ie1· li empo... S 11ele n con<'<'d<'r·sc· t·s t:ls con w.~ ..:.,...
o
de Jubiléo. c¡ur ~ i gnifi<"a libl:"ttád l'rmissi ón: dife re n ciase de la iudulgr·.n c ia. so lo Pn los a·.-~
y gmcias qu e :>uclen :wompaiiarlt': eomn son la fac u ltad de e legi1· coufl"sscu·. la nbsoluciOiij,•:~ .•!•
casos resE> rvados ,. censtí1·as, la c·onmu raeion de votos. &c." /Diccionario de Autnridarll's. VOl L "':
I\~ pp. 323...1¡_: lnt¿ ttu·d ill as en e l o •·iginn l). · ,
2
" ~Desrulwi ¡· uf SeiiO I; ¿,el SaCI'I\i11(•JliO. Expon e rle en público ala , ·ener·neion .Y c ul '
Fieles'· (ihi d., Vo l. 11, T. 111, p. 144).
~~s :\ .C. l. ¡Sc,i lln'. Sama F<', 519.
21
~ lhid. \"éasc ta111hié" A.G.I. (St>villa. Snmn Fe. 521.
2
;o .\.C.T. Se>"ill :~ . Snntn Fr•. :>19. Corno \ 11 se señaló, estos bailes conocido;; <"OIIIO h ;;,... •·
canjilón fueron frt>tuentemente nitiendos por los obispos y por otras auto•·idades \ .G
Ua. Sama Fe. 521: .\.C.X 'Bogotá , lfilicios_r 1/oriun. 127. f. 8591·.: Curas y Obispos. 1'3. 11: ggg,¡.}, '-'.t ~
p ero también lli\Í er-on sus defeusm·t>,; .Jos.: )1. De )liet· comp.. Poblamientos. T. 11. pp. 9-i -
231
Colecta: .. e llama tambien la o racion lJI I<' ~e sohremiade á las que usa la lg lcs· ~- -
Oficio Ec les iá>tico de la ~[issa- (Diccionario de Anloridadf's. \'ol. l. T. Il. p. 408 1.

ordenar para cont-rolar -~ mc1rt(1 herrera onsel

d
eran unos Ynfamatorios, y noticia de los adulterios, y de los amancevados, y de los
jugadores, y de todo quanto entre todos pasava, y esto era muy oydo y zeleln·ado.''m Por
el interés de escuchar estas epístolas y de participa r' en los hundes y demás festejos,
concurrían gentes de los pueblos y estancias vecinas, abandonando sus casas, así
estuvieran d i stan.tes. 25~ Por el contrario, ni estos, ni los que vivían cerca de la iglesia, a
media legna o menos de camino, iban a misa,2'>4 salvo a aquellas que, como las de los
aguinaldos, se veían enriquecidas con la chismografía locaL
La ortodoxia cristiana res ultaba aburrida a estos pobladores, que encontraban
más divertida una ceremonia en la c¡ue se les informara sobre los sucesos locales, en
especial sobre los mtts coloridos. Bailar y beber era pm·n el los mucho .tm1s interesante
que o1·ar por el rey, escuchar la doctrina cristiana255 o las prédicas sobre el deber ser en
este rrmndo. Los curas, por' su parte, se encontraban más cercanos a estos pobladores
que recreaban su mundo, que a la ortodoxia, cuya continuidad estaha a cargo de la
l.nquisición. 256 El obispo, a su vez, consideraba "Q ue el Doctor gue mejor cura es el
Doctor blandura", no por tener un canícter dado a la conciliación ,237 sino debido a que
habí.a gran permisividad en la jurisdicción vecina o sea la de Ca1·tagena- , por lo que
fácilmente se le huían los clérigos e incluso los secn lar·es.2';s Sobre el particular se
quejaba de que "siendoles forzoso para el vivir pasar a Mompox, y Cartagena, Lodos los
días, por estar tan ce1·ca y enfrente, y allí no es pecado, no ay excomunion, no hay
prohivición de tanto",2:>9 le era necesario pasar por alto muchos excesos. Expresaba
aquí el ob ispo su dificultad para control. ar no sólo a la feligresía, s ino tamb ién a sus
curas, en ese mundo caribeño en el que la movilidad espacial y la ambivalencia juris-
d.ir.cional hacía más fácil evadir el castigo.260 A diferencia de lo que sucedía en los
pueblos andinos, la <~xistencia de una iglesia dotada de cura no reforzaba las Cl'eencias
y comportamientos que el Estado colonial buscaba i nculcar enue la población. En el.
templo las palabras incorporaban lo cotidiano en elt·ito. F:l cura casa])a a las ¡xu·ejas en
sus casas, trasladando la ceremonia a la inti.midad de las viviendas, para realzar el
prestigio de los desposados y de sus familias . La iglf!sia se hacía más humana y el
templo adquiría un simbolismo distinto al de los .-\ n des centrales.
Las justicias, por su parte, también se adh erían a estas novedades. Los juegos
proh[biclos, como uno lhunado risa, 2f.l se pet·mitían pol' el interés de los que andaban
de lugar en lugar comercian do sus mercancías, ya que gracias a estos vendían más de
prisa sus géneros.262 Los ear·gos de justicia no se rotaban como estaba mandado ya que,
con el argumento de que no hahía quién los desempei'iara, per.n:wnecían encargados al
252 A.C.L (Sevma}, Santa Fe, 519.
251 Jbid.
25 1 !bid.
2;; A.C.L (Sevilla), Santa Fe:, 521.
256 t\ .C.L (Sevilla), Santa Fe., 519.
25
' EJ obis po que describió estos hechos fue fray f\ .nton io Monroy y Meneses yuien, en su
confrontación con los capuchinos y con las au tol'ldades que no lo apo_ya1·on, demostró tener t Ul
canícte1· poco dado a la concili ación.
258 :\.G.I. (Sevilla), Santa Fe, 519.
259 lhid.
En general, la docmnentación confirma las quej!l<; del obispo. En J722, por ejemplo, varios
1liitJ
vednos que ostentabmJ el titulo de don o el ca.·go de eap itáJ1 abandona1·on el vecindario de
Tarnalarneque, en la provincia de Santa ~vlarta, y establecieron su resid eu<.:ia. en 1\·fornpox. en la
pro' incia de Cartagena, para evadi r las consecuenc-ias de la orden de excomLulión que había dado
COnLl'a ellos el secretm·io del obispo samario (A.C.!\ . (Hogo1á), Hi~torw Eclesiástica, 15, n: 134r. a l36v.}.
' El docurnento no descJ·ibe en qué consistía, ru he €'JlcontJ-ado i nfor-rn:{<~Ón sobre el particulm:
26

11>2 A.G.T. (S evilla), Santa Pe, 519. Sobre la práctiea de juegos prohibidos véase tambi én 1-\.CJ.
(Sevilla}, Santa Fe, 521.

v . PUESLOS DE INDIOS, SITIOS Y RO CHELAS E); LA REGIO N CAI\181; : l A SU6VER>ION DEL ORDEN SOCIAL COI.ONIAL
mismo individuo añn Iras año. 2r.~ Se sugiere aquí también, qut>. las autoridades
de los sitios de las llanuras del Caribe, al igual que las religiosas, t>staban más cer<'..a
ese mundo en el que ...-ivian . que a las órdenes impartidas desde ultramar. ·
La generalización de las prácticas antes descr·itas fue criticada por el obispo,
su actitud no se car·aclerizó por la utjlización de epítetos ex~t>.sivamente rlerH<Yrn,ntPC'I
agresivos contra estos pobladores. Una actitud aún más positiva frente a la JJVV1c.\'-'.&:'ll"
pobre de la provincia se obserra en el libro de de la Rosa. Hahla de los vecÍJ10S, la
labrador-a, Jos negr'OS ct·iollos libres y de los mestizos, evaluados en fwlCión a su
vida'' y laboriosidad, más que desde una perspectiva genérica c¡ue los estigmatizara.
Otra cosa muy distinta sucedió después de 1740, cuando la forma d e vida
estos pobladores empezó a ser c:r·iminalizada, en des:l'rrollo de las medidas de po ·
ordenadas por el Yirrey Eslava (1740- 1749). En el partido de Tierradentro. en la
norte de la prmincia de Cartagena. se a.fit·mó que su modo de vivir "'hacía cierta
nancia~ con el "barbat·ismo- de los indios Pintados, sobre los que se detectó conwuua.OJg•
pr acticando sus antiguos ritos. 26.5 El cura obscr...-ó que sus feligreses vivían
'·alarbes"266 y dos hacendados del área, Andrés de :Madarri ag::~ y Francisco Pé re7.
colaboraron c:on el vir·rey para reor.ganizar1os. 21" A.rnbos lo hicieron en cahdad de
cionarios del Est.ado . .\ladarriaga fue capitán á gu('rra y Pérez Var·gas alcalde pectaneo:~~...
Este último, procedió a hacer quemar las vi,·iendas ele los que se negaban a
sus asentanüentos y a ordenar la captura y remisión de los fugitivos en calidad <i
presos a la eiudacl de Cartagena. 26H Igualmente c¡uemó las casas ele los considerad: ~
indeseabl.es y los expulsó del área. 270 Su solicitud al virrey para que a los que se hab~
escapado a otras jurisdicciones se les hiciese capturar· ··y amarrados se traigan a vista de
los Yecinos de esla fW1dación" , luego de lo cual fueran multados o emiados a la fábii-
ca.:r; 1 es decir, a trabajos forzados, permite apreciar cómo la forma de vida de est~
po~lador:es _rasó de .s: r consid:rada "des,arreglada" para tr·ansform.arse e~ delito. u~
actttud snmlar asum1o pocos anos despues Joseph Fernando de M1er y Guerra, en:c~ ­
gado d e repoblar y r·eorganizar la población de la provincia de Santa Marla. 272 1\:f ':
radi('llles aún se mostraron de la Torre ) Miranda y Joseph Palacios de la Vega, c¡uiene
años más tarde. cent1·aron su gestión pobladora en la provincia de Cartagena .27·1
Se observa también que por la misma época en que sf' crirninalizó el modo ~
vida .de estos "libres de todos los colores", se les empezó a denominar arrochelados
La aparición y generalización de es ta palabra se nticuló con su persecución. S "'
embat·go, ni la generalizació n del término, que más bien parecía un epíteto, ni
cacer·ía de estos poblador·es pat·a co ngtegarlos en poblados, los e rradicó.m Pero en e

1' ;-' A.C. l. (S~>v"illa), Santa Fe, 519.


261
José _;icolás ele la Rosa, Floresw, pp. 168- 241¡.
~r., Germán Colmenares lcomp.1, Relaciones e Informes. T. l. pp. 49 50.
'lC.r. \.G. ~ . Bogotá). Poblaciones Ttñrias. 5. f. 372v. ·y José :\gu ~Lin Blanco Barros (comp.).
Sabanalarga, p. n. Alarbe: ~\"ale muto corno hombr(' hát•baro, rudo. áspero. bestiaL o Slunamen·
1<' ignorame: (/Jircionan-o de Aworidades, Vol. l, T. f. p. 158).
zr;; José Agu~ 1 ín Blanco Barros (comp. ). Sabanalarga, p. 84 y José M. De- MiP.r {comp.),
Poblamientos- T. 1, pp. 292-295.
:u;s .\.G.K 1 Rogotá.).Poblaciones llt7rias, 5, f. 373v. y José Agustín Blanr.o Banos,Sab(Jiw/arga, p. 84_
'!W José Agusún Blanco Barros (comp.), Sabanalarga. pp. 82-88.
'!Al A.G_:'\. Bogotá:. Poblaciones laritLt, 5, f. 370v.
2il José Agustín Blanco Barros (comp.), Sabanalarga . p. 83.
m V~ase, por ejeroplo, .José M. De- Mier (comp.). Poblamientos. T. 1L p. 37.
~:1 A.G.l. (Sevilla). Santa Fe, 552: Gerarclo I\eichel Dolmat.off (enmp.), Diario y A.G.N. (.Bogo·
tá). Jfiscelánea Colonia. 22. ff 27r. a 265r·.
2.;i Gusta' o Bell l.emus. Cartagenn de lndins, pp. 75-103.

ordenar paro controlar+ man.o henera angtl


curso de los esfuerzos de poblamiento, empezó a ponerse en evidencia la articula-
ción entre poblamiento y control de !a mano de obra o, en otras palabras, entre los
esfuerzos ele reorganización ele la población adelantados por el Estado y la necesidad
de adecuar el ordenamiento espacial a los requerimientos del sistema económieo.
Había que congregar a los "libres" en Jos asentamientos que se creaban, salvo que
estuvieran integrados a las haciendas. 215 Como lo señala Meisel, con el lib1'e "al no
ser ni esclavo ni indio, no había ningún vínculo que lo sometiera al dominio de los
terratenientes", ya que, a pesar del control que estos últimos tenían sobre la tierra,
había una abundancia relativa de éstas. 276 Con el poblamiento se buscaba entonces
organizarles el espacio, de tal suerte c¡ue estuvieran disponibles frente a los reque-
rimientos de mano de obra de los grandes haeendados. 217
Los documentos en los que se registraron los esfuerzos de poblamiento c1ue
siguieron adelantándose en la provincia de Cartagena, así como otra documentación
de la época, permiten apreciar cuadros similares a los ya descritos para Santa íV[ar·
ta, 2' 8 además de nuevas facetas acerca del orden social vigente en los sitios y rochelas
de las llanuras del Caribe, en particular algunos detalles sobre su ordenamiento
espacial y social. Aunque varios autores, como por ejemplo M.eisel , califican a la
rochelas como asentamientos dispersos, la información disponible perrnite entrever
una situación un poco más compleja.2i 9 De las descripciones que escribió fray Joseph
Palacios de la Vega hacia 1787, se colige que más que casas esparcidas, en mayor o
menor medida, las viviendas se tendían a agrupar cerca las unas de las otras. Había
asentam ientos, como Palmarito, por ejemplo, crue agrupaban hasta 39 casas. 280 En
otro, los esfuerzos pobladores del fraile fueron rechazados hasta por 300 hombres. 281
En los asentamientos más pequeños y aislados que describió de la Vega, ubicados
entre el río San Jorge y el Cauca, a la altura de Ayapel , no encon tTÓ fami lias nucleares
solas, sino, por ejemplo, cuatro ranchos "bien armados", en los que vivían 4 zambos
ayapelanos, con 6 mujeres y 12 hijos (22 personas). Todas las mujeres habían sido
raptadas e incorporadas a ese asentamiento, luego de ser agredidas sexualm.ente por
los zambos, dentro de lo que se podría considerar como un rito de iniciación, mediante
el cual se las transfería al asentami ento, donde eJ'an pal'ejas de todos. 282

2 ;?; José M. De- Mier (comp.), Pob!amie1Uos, T.I, pp. 168 y 178; 1\.G.~. (Bogotá), Curas y Obispos,

7, f 1003r. y J"'!iscelánea Colonia, 22, ff 9lr. a 92r.


271
Adolfo Meisel, "Esclavitud y Mestizaje", p. 265.
'
277
Este planteamiento se ve confirmado en la oposición que se hizo a la política de M.ier
y Guerra de otorgarle tierra a los nuevos asentamientos (José M. De -~Mier (comp.),
Poblamientos, T. I y II\.
278 Véanse po1: ej~mplo las descripciones que hizo .iV Iutis en 1761 (Guillermo Hernández
de Alba (comp.), Diario, T. I, pp. 64- 68) y las de Juan de Santa Gertmdis, Mara"il!as , T. I, pp.
72-3 y 78-9.
279
Adolfo .Meisel, "Esclavitud y Mestizaje", p. 265. En general consideramos que el concepto
de "asen tamiento dispet•so" tiene muy poca utilidad metodológica, ya que en lugar de ayudm·
a precisar el tipo de ordenamiento espacial de tm determinado grupo, lo clasifiea dentro de una
categoría global, incluso antes de haberlo eonsiderado. Por esta razón ese eoneepto, en lugar de
aclarar, ayuda a esconder o a pasar por alto información que podría resultar fundamental para
entender tanto la sociedad estudiada, como los fenómenos propios del manejo del espacio.
280 Ge rardo Reichei- Dolmatoff {comp.), Diario, p. 65.

:lSI lbid., p. 53: otro testigo afirmó que fueron sólo 40 (A.G.N. (Bogotá), Miscelánea Colonia,
22, f. 44v.
282 A.G.N. (Bogod), Miscelánea Colonia, 22, f. 39v. y Ge¡·m·do Reichel- Dolmatoff {eomp.), Diario,

pp. 37-42. La descripción de algtmas de estas agresiones es bastante cruda e incluye elemen-
tos que indican la importancia de estudiar con mayor detenimiento las prácticas sexuales y
reproductivas de estas sociedades.

V. PUEBLOS DE i?4DlOS, SlTtOS Y ROCHEL.<\S EN L\ REGlON CARrBE: L:\ SUS\'ERSION OF.L O RDE~ SOCL>\L COl.ONlt\l.
En la descripción que elaboró el fraile sobre el. rapto de estas mujeres - q <:
seg1ín él. se basó en lo que Je había relatado una de ellas- , la agresión, la violenc· · ~
induso el sadismo ocupan un papel preponderante, que llama la atención sobre i ),;
fenómenos sociales vinculados con eslas p1·ácticas. Entre tales fenómenos sohresa n
los conflictos y Jas tensiones existentes al interior y entre las agrupacio nes que h.abi~n
.las llanuras del Caribe, que a la vez que se expresaban en estas agresiones, se v~n
reforzados por ellas. El rapto en sí mismo, que por lo que se apreeia en la docwnentacfln
er-a relativamente fre cuente, puede consiclera.1·se desde esta perspectiva. De una raf.:-
existe la posibilidad de que enu·e las eulturas nativas rigieran sistemas de parenteS!J'(•
que limitaran el númet·o de nmj<~res elegib les para el m.atrimonio, lo cual, unich;¡.l
lugar en que debían residir los eón:y11ges luego del casorio y a las condiciones asocia<ij,;
con este patrón resideneial, generara corno posible alternativa de solución el rapto ·l!€'
mujeres. Un ü po de organ.ización de estas c~u·acterísticas fue documentado a rnedia.
del siglo pasado entre los lróka, subgr·upo de los Yuko, 28~ asentado al oriente del r
Cesar.·, en la ver·tienle occidental de la Sierra de Perijá, en territorios que durante.·
período colonial formaban parle de la provincia de Santa l'vlarta.284 En Oll"OS casos

211
~ Gerarclo Reichei- Dohnatotr y Alexander L. Clark, "Pru:entesco, Pa.-entela y Agresión elitl',¡,
los Iroka",Joumal de la Socif.11i des Américanisces, N.S., ,\o. ;m, París, 1950, pp. 97-109, pp. 97 y 1 _;
Véase también Gerardo Reichei- Dolmatoff. "Contribuciones al conocimiento de las tJ·ibu..:. e-
la región del Perij:í", Revi\fa Colombiana de Antropologia, Vol. lX, Bogotá, Instituto Co lombi~ .:•
de Antropología, 1960, pp. 161- 195, pp. 184-5 y "Los Indios Motilones (Etnografia y Linglif · ·
ca}", Revisra del Instituto Etnológico Nacional, Vo L Il , No. ·¡ , Bogot<Í, 1945, pp. 15--115, pp. 68 ·
Entre los lróka el matrin1orlio es polígino (el hombre se casa con var·ias nH~jeres, con las · O?
convive en fo rma s·imultAnea); el patrón de residencia es ma rr ilocal (al casarse usualmen~IP."a
pareja reside en la casa de la esposa) y entre las fm·mas institucionalizadas de matrimonio ri:)'a;
comu nes li gur·an el levirato (el hom bre se r:asa con la viuda de su hermano), el sororato el
hombre se casa con la he rman a de la esposa cuando ésta fallece) y el matrimonio entre prir..
eru~ados (h ijos de hermanos de distinto sexo q ue el progenito.-). El matrimonio entre pri ·
paralelos ¡l1ijos de hernumos del mismo sexo que el pi"Ogenitor) no es aceptado cultura.lme~
ya quc se considera incestuoso. La combinación de esta;; instituciones causa: .
"una sensible escasez de muje res elegibles t.:n las innrediaci.ones. Si un homb re se casa · n
una población y su hermano se casa all í rn ismo, es casi seguro que este último se casfu•á con ·
herm<ma o con una prima paralela de la HH\jer de su he rmano. El matJ·imonio enll"e los hijo '"
hijas de estas dos uniones se prohibe entonces, y;¡ que son primos paralelos... Si en cambio r;,
hombre se casa en una poblaci6n y su he~r·rnano se casara en otra, los niños tampoeo podrí ,
casarse entre sí por ser así mismo p r·imos paralelos... .
Ya que el matrimonio polígino es la regla general y es además una expresión del status ·
una persona, la necesidad de casarse fuera de la población es muy sensible para los hombr ' ·
A este aspecto del pres tigio se agrega otJ·o no menos importante: generaciones de matr"
nios entre primos cr11zados, tíos y sobrinas y ocasionales casos de incesto entee medio hennan ' .
han resultado en defectos hered itarios tales como la polidactília, enanismo, ... Estos fenómen
preocupan considerablemente a los indígenas.
Esta situación, explicable en pequeños gn~pos aislados, es consecuencia y causa de agr
siones intratribales. Por un lado un hombre teme casarse en otro gru po donde v ivirá <:o
elemento extraño y por oo·o lado trata de robar mujeres en grupos vecinos para llevarlas a
pohlación, exponiend o ésta a la veng;una colectiva de los vecinos. Los lróka y sus ''ecinos s
principa.lrnente horticultores, cazadores y guerre1·os, es tando la subsistc ncia econórnica d
grupo en su mayor parte en manos de los hombres. El matrimonio matr-ilocal de un jove
representa así un a pér-dida gr·ancle para su grupo y significa además pru·a él una S<~vera .-est.ri
ción de su ar.rtor-idad ya que vive entonces en el seno de otra fiunilia donde tiene deLerrn inad·
obligaciones económicas para con su suegr-o . .i\1 mismo t iempo d j oven rnu(:has veces n
eneue nt.ra dos mujeres elegibles en su caserío y recurre .sólo o en com pañ ía de otros al ataqu
m·mado y al rapto de nn\jcre:; en otra población." {Gerardo f\eiehel- DolmatofT y Alexander L
Cla1·k, ''Pa.-entesco", pp. 106- 7).
284 Como ya se señaló , según los estudi os etnográficos eouternpo ráneos, varios grupos

ind ígc nas ele la pro,·i ncia de Santa Marta, que en el período colonial se denomina ron Aeanayutos;

ordenar para controlar + marta hertera anael


r·aplo de mujeres y los conflictos entre los grupos se aeticularon con enfrentamientos
de índo le racial y los agudizaron, como sucedió con los escl avos fugitivos. 1l.m to los
que vagaron solos o en pequeños grupos, como los que se organizHron en palenques,
se vieron afeclndos por la per·manente escasez de mujer·es. derivada, en buena medida,
de las características de la 1rata. que pri' ilegiaba a Jos homb•·es jón'n€'s.= El prohlt>rna
que esta situación generaha se trató de resolver· robando mujere-s en el curso de los
ataques c¡ue practicab:m conlea los pueblo::; incügenas. los sitios y las hnciendas. 281; Los
grupos afectados por es tas agresiones, con frecuencia, se unier-on a los d ueños de
esclavos y n las autoridades coloniales qne buscaban capturar a los esclavos fugitivos y
someter a la población de los palenques. 28' Se 'islumbra entonces que posiblenu~nte
d rapto se enmarcaba en un r·elatiYamente largo proceso de ordenamiento social, que
incorporó pnutas cultw·ales ancestrales de las poblacion<>s nativas, •·adicnlmente dife·
rentes de los principios monogámicos impuestos por el F.:stado Colonial. 288 Pero además,
se arm~cia <p.•e el mismo sistema coloni:l l generó condiciones que ••o sólo fortaleci er-on
esas pautas ajenas a la monogamia, sino que introdujeron nuevos f~clores de conf"licto.
que a la n •z que se expresaban con bmtales manifestaciones de agresión y de ,;olen-
cia, r·eforzaban los conflictos preexistentes.
Adicionalmente de la documentación se dedu ce que la configuración de un
ordenamiento social basado en relaciones familiares de tipo poligámico. no se consti tuía
en un fenómeno ma•·ginal. En uu asentamiento. por ejemplo, Palacio::; ele la Vega encor•tr-ó
que las 49 pe•·sonas quE" lo integt·abnn fm·mahan familias poliginicas y e\·entualmente
poliándricas, a las que, en algunos casos. se habían incorporado las hijas resultado de-
la com·ivencin. ~9 El censo qu~'> levantó el f'r·aile de las f~.uni l ins del área sugiere que este
tipo de agrupariones fam.i liar·es eran comunes, al igual que la poliandrin y la poliginia.290

PampaniUa~. Tupes ~- Coyaimos, eran sub gr\lf)OS d e los Yuko Yukpa. :mient:ra~ que los \lotilones
son los arll.almente deno nlinaóos Barí Kc rllJPth Ruddle. Tlu~ Ji,/pa, pp. 19 22: Or·lando Jaramillo
Góm<'7.. ··Yuko-Yukpa~. "flarí'". '"Los Yukn Yukpa'" y ~Los flnrí"' -' 1\larianne Cm·dn lc> de Schrin•pfl
"Technique~·· , pp. 327 52 y 432~ 46}.
2&; Sobr·e e l o·áfico dt> ('Sr-iavos véase J o rge PaJa<'ÍOS Prec iado, La n'0/0 rk Negros, p. 13. quien

sei\ab '1"~' se daba una pmpon:ión ele muj<·•-..s ele 1 a 1 •·•·s,wcto a Jos va1·o ows.
""" \d olfo :\Ieisel Boca. -F,sclavitud-. pp. 25 1 2. En las llan11ras del Cn rilw los ataques de los
esclaYos fugiti1·o~ contra los indígt>nas. las loacit>ndas ~· lo,; lr·anseúntes en los caminos S<'
pt•esenJ:u·o" desde e l s iglo '\\"1. aunque fuc r(m más frecu<'nlt•s en el siglo \'11, en partic ul:ll"
en la pnlVincia de Cartagc11a. Algunas refr rcru;ias y descripciones de estos <ll<l(.[lles menci on~ n
e l rapt o de rnuj <"rPs (véase, por· ejemplo, .f\.oherr o Arrázolo, Polenque. pp. 4 1 2, 45- 6, 83, ·¡¡ () 7,
1 W. 193. 198, 200 y 222; \lar·ía d<' l Carme11 Bon·<!go Plá. Palrngw.~, pp. 8 3. 85 y 122; José i\1. D~>
)lier corrrp. . Poblamiemos. T. l. p. 12 ~ :\ .C.l. Sp,·illa. Sama Fe. 10341. \ ,:<1St' lambién 0.-lan dn
Fals Bor-d:1. 1/isloria Doble. T. l. pp. 52B 53 B.
28
; F.n ¡,[gmws casos l11 s autoridades o ht<·11ían el apo_,·o d .. Jos indíg<"n:ts di<·iéndoles que los

esclavos hrr.idos ihan a atacados para quil¡u·les sus muj c r·es, como lo hi;w e l gobernado,· de
Cartag<'n(t e n l.604 con los indígenas ele Urnb:í (Roberto Ar·.-:íw la, PalemJIJP, pp. 45- 6). Sobre 1'1
apoyo d~do por los grupos al(~ctados ' éa$e l<UJtbién ibi d .. pp. 124. 193-4, W7- S. 208. 222, 248
y 251: \far·ía del Carmen Borrego Plá. Palenques. p. 83 y -\.C. l. Sevilla\. Santo Fr. 1034\.
m L3 donrmentación temprana tam bié n permite cntr·.., PI' que a lgu nas de esas pautas
culnll'alcs fo rmaban parte de la or·ga:nización ~ocia! nativa. f.:n lG09, durante la ,·is ita de \ "illahou~
a Cm1agena, se hablaba de las idolatrías comelidas en mayor uwdida por caciques y capitanc,.
que t.enínu c:n sus casas muchas m uj eres por mancebas~· se mezclaban co n parientes (i\.G.! .
(Bogot:í). llisilas Bo//<Jar, 1, f. '12r.). Sobr<' r~l<' Lema véase 1arubién Virginia G ul.iénez de Pin<:da
y Ro lwrto Pineda Gira ld o. 1/iscegenación .r Cnltura en la Colombia Colonial liSO· 1810. 2 \'ols.,
Bogotá. Cokiencias. lJ nin·o-s idad de los -\udes. 1!)99. T. L pp. 281-4J4.
w Cc r·ar·do Reiche i- DolmalofT lcomp.. Diario. p. 42. Ln poliginia hace o·cfc-n•Hcia a homlll'cs
que rucn l~n con pluralidad de mujeres o esposas; la po lian d r·ia constitu.rc la :>iluación it•,·c rsa.
en la que 1~ mujer cucn1n c:on phu·alidad rl~· lwmbres o esposos.
200
A.G.J . (Bogotá),Jltúre/cínm Colonia, 22, ff. 76r. a 84r. y ~)flv. a 1011-.

\". PUEBLOS DE I"DIOS, smos Y ROCHEL\S f'. LA RI'CIO>I CARIBE: L\ SUBI'ERSION Or.L ORDEl" SOCt\ L COt.O>IIAI
Sus obsen·aciones confirman esta apreciación y precisan que también eran usuales l~
relaciones sexuales eutre p adres e hijos -al parecer, padre t' h ija o h ijas , sobre la:s
cuales indica que no eran conside r·adas corno "cosa grave".291 Este sef1alam ie nto resul::f
importante, ya que también podr·ía estar indicando niveles de continuidad de los ¡sr· ·
c ipios de parentesco nativos o incluso la incorp01·ación de pautas de parentesco afric · "
en la conformación de las familias. Sobre este pLulto, pero referido fundaroentalment
a los indígenas. señala Gutiérrez de Pineda: ·
"Pa.ra entender nlgunas uniones indígenas, incestuosas a nuestr·os oj os, debemos
r·ctom ar al concepto de parentesco indio. Su sistema unilineal cognativo excluía al
paterno. E llo explica la serie de matTimonios aparentemente cndógamos de la conn mi·
dad americana. Las •·elaciones de los p•·imeros cronistas están llenas del impacto causado
sobre ellos por· las uniones matrimoniales entre padre e hija. ) entre med ios hermanos ,
por parte de p11cl re. Y no era que tale!' uniones fuer<lll síntoma de depravación moral: más
bien se ve en ellas la fue•-at directriz del parentesco uterino y de las regulaciones de
clases matr.imonialf:S. Para la men talidad nativa americana eran permitidas, aee pt~'ldas,
desproústas de principios de incesto. porq ue sus contra,ventes no figuraban en la estruc-
tura de parentesco como consanguíneos, de ahí su licitud. Por ello se presentaba en los
siglos X\1 y XYII l<1 sohreviYencia de esta ' aloración. en los matt·imonios de un indio
con u n.a m ujer y la hija habida en ella."292
Se tendría e ntonces qne los matrimonios e ntre pad•·es e hijas y e nL•·e medí · ·
her manos por parte de padre no se ve rían "como cosa grave", porque posiblemen'
dentro de sus parámetros culturales no eran considerados incest uosos. Padre e hijl
por ejemplo, pod1·ían no ser considerados como pa.rientes,291 en caso de c¡ue se partiera
ele la base de q ue la consanguinidad sólo se establecía por vía materna. A.dicional ment~.
algunos dat~s sobr·e la s creencias as o ciac~as c~n l ~s ~wáe.ti cas sexuales (au11que no r\
s ulta claro s1 se relllClonaban con e l matnrno n•o) mdicanan q ne estaban estructurada¡
solwe w1 sistema que articulaba elementos cu lturales d i,·ersos. incluido el cristian ismo.
Por ejemplo, Yarias mujeres c¡ut> forrnahan pa1·te de una de estas familias le expresaron
al fraile que ellas no ,.¡,ían m alamenle y que para que nadie supiera sus faltas "no mas
que con sus par ie nr es lo acian ",294 e n una clara alusión a sus intercam bios sexuales. ,
La generalización de est e tipo ele organ·izaciones familiares indica iguaLT1ente qu9
no se trataba de un fenómeno l'eciente, sin o resultado de un relativamente largo procesO'
de recreación culturaL al margen de los parámetros señalados por el cristianismo y, en
últimas. por el Estado colonial. De otra parte, las tendencias endogámicas q ue se aprecia.l)
en las descripciones documentales, alertan sobre la im portan cia que para esos grupoi
podía tener e l fortalecimiento de la cohesión social de sus integr<tntes.295 Es fac li.ble qu .

:!!Ir :\.G..:\. Bogotá , Curas .r Obüpos, í, f. 996r. Yéase también A.C.~. (Bogotá). .lhsceláne~
Colonia . 22, ff. 911-.. 92v.: 98r.: y G(:'r;u·do Reichel- Dolmatolf (comp.). Diario. p. 105. La prácti
gcn('r·alizada de relaciones sexuales entre padres e hijas, hermanos y con cuñadas L<unbién fu
rcgisu·ada por de la Tor•t·e y Mira nda. ·Noticia individ ual", pp. 48-9. .
292 Vi.rginh Cutiérr·ez de Pinedu, La Familia en Colombia. Trasfondo lu:rtórico (1963), Medellín~·

\l iuisteri.o de Cultura y Editot-ial Universidad de Antioquia, 1997, pp. 20- 1.


291 Se considera parientes 11 las personas unidas por ·reaL putativc or licth·e consanguinity.".

donde ~:\ consanguine is someone who is defined by the society as a consanguine. and ~blood~
n: lationship in geuetic sense lws not necessal'ily ;rnything to do wilh il,- (Robín Fox, Kinship
arul Marriage (l9G7), Mid cllesex, Penguin, 197 1, pp. 33-4; subra)'<IUOS de l autor): Se considera
p;~ rit;n tes a las personas unidas por relaciones de "consanguinidad r·eal, p utativa o li <.: tieia", en
Las que ~un cons(IJlg¡ríneo es alguien q ue es defmido por la sociedad como ta l; la rel:ición de
"sangre- en 1u1 sentido genético no necesariamente tiene que ,·cr con esa definit'ión,-.
291 Ge•·ardo Rcichei-Dolmatoff tnunp.), Diario , p. /3.

2!).; Sohrf' el pru1icular es importante considerar los serralamientos de Bourdieu que, aun·

que r(:' feridos a otro contexto, pueden arrojar· luz sobre las pr·ácticas sociales aquí consideradas.

ordenar para controlar + marta herrera anstl


este fenómeno, ue alguna iorma, también se relacione con la frecu encia con que aparece
el rapto o robo de muj er·es. Como se ha visto en las anterior·es páginas, esta p1·áctica
exprE-sa, además de relaciones hostiles entre grupos, el hecho de que en algunos de
el.los, com.o los conformados por esclavos, fueran fugitivos o no, había rnás hombres que
muj eres.296 Se perciben entonces indicios sobre el desar-rollo de mecanismos de
ordenamiento social, adaptados a las circunstancias que se \'iví:m y. para las cuale:;. los
disei'iados por el Estado colonial no parecerían ser los más eficaces. Esta necesidad ele
asegunu· la cohesión social de los asentamientos, a través de mecanismos no contJ·olados
por el Estado colonial, se expresa, por ejemplo, en el hecho de que los que deseaban
aYecindarse en una de las llamadas rochelas. debian obtener la autorización de los q ue
la integraban, para pocler asent11rse en ella. 29i Estos elementos apwltan a señalar que las
prácticas sociales y farnili<u·es que predominaban en las l lanura~ del Caribe difícilmente
pueden calificarse de desorden, sino que se trataba de otro orden, cuyos parámetros aún
estarnos lejos de establecer y comprender.2!l8 De otra parte, se repetían en estas rochelas
de la provincia de Cartagena eosttLmbre~ qne ya habían sido descritas en la de Santa
Marta. en las primer·as décadas del siglo XVlli, como por ejemplo, los rituales de bautizo
llevados a cabo por los padrinos, sin la intervención del cura.:l!19 Las dcsc,·ipcioncs sobre
Cartagena Jo que pon t>n en evidencia es qne las pautas culturales de los llamados
arrochelados estaban inscritas en la familia , es decir, en el núcleo b<'ÍS.íco de la sociedad.
Tambié n se apreciaba en Cartagena que las justicias no eran ajenas a este
ordena miento ya que, en nrias oportunidades, eran esas justic ias las que estaban al
frente ele la rochela. Ese era el caso del eapitán á guerra ele ·1ajagual o de las autorida-
des que vivían en Palmarito, solm~ las ribe1·as del río Cauca.300 También r·esultaba común
el que los jueces formaran parte de redes de poder rnás extensas, cuyos intereses no
necesa r·iamente coincidian con los del Estado coloniaL El largo conflicto en que se vio
envuelto Palacios de la V<>ga, a raÍ7. de las actividades de reorganización de la población
que emprendió. se in ició cuando trató de obligar a un teniente de capitán á guerra a

Este nui.OI' resalta lir importancia de los rnatrimonio~ endogámicos, par:J <,1 mantenim i("nto de
la co hesi ón social del grupo. a la par que.' los matrimon ios exog~ímicos resu llan import.~ntes para
que el gr·upo est<Jhlezca nueYas alianzas o las fortalezca (Pierw Botll'dieu, Omline, p. ~2). Robi.Jr
Fox (J..'inslu¡J and Marriage, pp. 175 207) también resalta la importru1ci3 rle la exogamia en
t érmino~ del establecimiento de alianzas con otJ·os grupos.
296 Ad t)lfo l\Ieiscl Roca, "Escla,·itud, Mt>stizaje y Haci endas~. p p. 25l- 2. Como lo anota el

autor. la despropor-ción entre los sexos en los asentamientos de esclaYOS .' de cimarr-ones fue
mucho nr a_1or en los siglos X\ 1 .' XVII, pero. al menos entre la poblacióu esclaYa, fut> común
lambién en el siglo X. VIII (.Adolfo Meiscl .) MarÍ:J Aguilera, "\.a rtagena d.e indias en 17/T}.
.Beatriz Paúiio Millán {"Riqueza, Pobreza y Diferen ciación Soci~1l" , pp. 448-H) aporta d<tWS sobre
la despr·opo1·ción en! re los sexos en las zonas minera;¡ tt finale..s dt>l siglo ::\\111. En Cácer•es. por
ejemplo. en 1796, <'1 63% de los habitantes eran hombres. Est:l cifra. conviene anOl:\1'. co rres·
ponde no sólo a la población del asent<Jrni ento, sino también a la que se diseminaba t!ll tre sus
ríos y qu~bradas en busca dt' o r·o. Adicionalmente, Itas cifras discriminadas rlel censo de 1788
penuit('n apt·eciar c¡ue. en algunas pru'tes, como por· ejemplo en Cáceres. el desbalan c:e entre
los sexos no sólo :~rectaba a la población escla,·a, sino también a los libres dt> todos los colores.
en una pro porción incluso liger~J mente superior a la <¡uf' se cl~1ba entre los csclaYos: E>l 62% de
los libres e nm homb r·es, mient r·as q ue en <~1 caso el<~ los esclavos sólo el 59% eran hombres
(Hermes Tovar et al. k·•)mps.). Convocarorin . pp. 110-111).
2!); A.G ..\ . (Bogotá). Jliscelánea Colonia, 22. f. 4lr.

:l9S Sobre el particular no compru·tiu10s las apreci;ociones de Alfonso Múnera, El Fromso de la


Nación. p. 7 1, en el sentido ele que "el c~u·.ihe fue ant<· todo deso rd en, vida per·ifé rica o marginal,
~ así era po r' lo menos en el siglo XVIII".
m Esta práctica fue demuwiada por el obispo de Cartagena ('ll 1782 (.'\.G.J\. {Bogot<Í). Curas
y Obispos, 1~. f. 99<k) A.G.l. (Sevilla), Santo Fe, 11/"1J·
·¡oo Gernnio Reich<l i- Dolmatolr (comp.). /)iario, pp. 48-70.

\ ". PUC:BlOS DI- ISOIO.S, SIT10S Y R.OCHEL\S E~ lA RECIO~ C:\Rl8E: \.A SUBVERSION llFI ORDE~ SOClAI COLO~IA L
c¡ue abandona1·a la roch<'la en qu<' 'ivía y se avecindara e n el sitio d e Nechí.301 Segtí.n
fra ile ese teniente no só lo vivía NJToch elado. s ino que cometía d e litos muy gran
<'orno el de "'asegura•· todos los oros q . por allí pasab a n~ . qne eran mucho:> y n
manifestarlos en las c-ajas reales. entr·egárselos "n su Patt·o n" que residía en .)lagangu' : -
La informació11 también pone en evidencia qu e a Ia escasez d e curas y it
actitud que asunúa n se les otorgaba un impo rtante fHlpe l. al exp licar· la sitw1e ió n ' tti"
!;e 'j,·ía.103 El sitio dt' Snn Josef d<' Ojo Lar·go CO ilstaba de trece rllnch os, li iHl igle
caída, otra haciéndose ~· la casa o ~h ujido del Sr. Cura... A pesar del número de ca~ -.
e l sitjo sólo e •·a habi tado por unas seis pe rsonas. t\l ser· interrogado e l cur·a so,f"
' . l . / / •
<'Orno se .log rnba mant e ner con ta n poco vee1n c ano, contesto q 11t tema un h ato .:-
ganado de unas 1.000 ca bezas, alg nnas crías de cerdos y que s u he rmano prE>para.Jia
carnes q11<' 't>ndía en Zaragoza .Y de es lo se sosteuía ."~H F.n ge n e1·aL los curas
n~gahan a atender a ge nte ·'mise ,·ahle"'. que no disponía de rPc u rsos para pagar
ser·vie ios. U~1o de los <":a lalo gad?s corno arru;helados, que vivía sobr~ . el río C:~?' . .
f
s .-
c·e rca d e can o de Ba rro. d eclaro q ue> no hahrn \'uelto a ~~ ~~wn· a sus h Jj OS a hnut1til<F.
porque no tt'nÍa dinero y el cura se negaba a impartiriPs este sa<'ramento si no ·
ha<'Ían el cor·¡·espondi<'nle pago."10:; Quejas en este sent ido abundaba n.
Los an te riore!:i seúalanü en tos indica n q ue los nbusos y las prá<:ticas de 1
au lo l'i.dades presionaba n a la población a co locarse por fue r:a de los pn l'áruetros legal
El arrochelamienlo o el ordenar la 'ida cotidiana por fuera ele las pautas marcadas p
la sociedad dom inantt> no era siempre un deseo o nna decisión de un ind.i, id uo o ·"
w1 grupo, sino una situación a la que se veían abocados por las :~ul o •·idades . Se con ·
g uraba así u na especie de círculo Yicioso, ya q ue> el Estado colonial no contaba en e!
región con un sector de población. relati,·ruue ntc n umer oso. al que hubiera capacitad.
para desempe riar cargos administratiYos. bien fueran estos <'ÍYiles o r e ligiosos. Pa:'
que la congregación de la población en ase nt.a rnientos n ucleados tuviera per011111enci
y sin·i era pa rn establecer un control r'elativ:u11Cnl e estricto de la poh l;¡ción, era necesari',
contar con l'tu1cionar·ios ), <'ll parti cular con Cllf'<lS. c u_, a formación los hnbiera cnpacitad .
para desempeñar su labor con cierta eficiencia. Esto implicaba asegurar'les un ingres .
que justific:u·a su pe1'111anencia en las áreas rurales de la región Caribe. Pe ro e r·a ahf
donde se presentaba f'l mayor tmpiezo. La "m iserable" pob lación d e l <lrea, q ue d isponía
de abundan Les rec ursos para YiYi r. no tenía .'"· C'n m uchos casos, no l<> in tere!:iaba su f,·agar ·
a estos funcionarios. El i rnperio t>spañol. sicmpr·e parco. por JJO dC'ci1· aYa ro t>n sus
gastos, no <>staba dispuesto a financiar· una empresa semejante. El corolario: pohlaclo -
r·cs que se a rticulaban ··a su manera"' al orde n colonial, que se re urría n y socializaban
pnr· fuera d e ese orden. S u existen cia d em ostraba que e ra posible sobrevivir de ac' uerdo
con pautas soci:~ l es di ·tintas a las que establecí"a sociedad colonia l ~· que. en h uena
medida, los iudi,iduos podían s11:>1raerse d<> sus normas y de su cont•·ol. ~ 1 ira do el
problema dPsde esta pt>r'spectiva e l a1·rochelamiento se constituía e n un reto. F.l poder
y con ello el peligro d el :;tr·t ochelmniento d erivaba ele su capacidad para ofrecer al terna-
ti, as via bles de super·vivencia, al r11argen de las estruct t1r·as de podP I' estatales.

301 Lo •·elativo a <'Sie> problema s•· lrasluce a rodo lo largo de s11 ya citado Diario, transcrito po r
G~ra •·do ll.eicbel- D ohnatoff, al ign~d que en varios rl.ocumentt1S ele- archivo: A.C., . (Bogotá). :J!isce·
lánea Cokmia, ??. fl: ·~ 1r. a 265r.: Curas y Obispos, 7, n: 9S'k a JOQ6,. y Milicias .r .lfarina. t 33. t 8?ív.
1tX! Cc rardo Reichf"I- DolmatofT con1p.,. Diario. p. -'18 y :\.C ..\. Uogolá . .1/iscelánea Colonia,
22. f. 1501·.
301
Ct' r<~rdo Reicht• l- D olmntoff (comp.), Diario y A.C.N. (Bogot<Í). ) !úcelánea Colonia, 22.
ff. 27r. a 264r.
M Ce rnrdo Rcichei - Doln•atoiT (comp.). Diario. p. 93.
'lfl"• !bid .. p. 4S.

o rden ar para controlar --t marta hrrrtra onseJ


VI. T.ERRTTORIO Y ORDENAiVII ENTO ESPACl AL:
EL CASO DE LOS "CHIJVliLi-V'

«en los contornos de la Nevada la risa poco se practica.. . ele un lado del
Magdalena se rie i del otro solo hai jente seria ... Desde que llegamos a Plato
observarnos que el r·uido humano cm·ecía del elemento risa, lo que casi Jo
(Ulonadaba. Los niüos jugaban en silene·io, i llegué a sospechar que el opuesto
de la risa, el llanto, tampoco existe.»1
Un tema recurrente en la documentación sobre el nororiente de la Depresión
Momposina en el siglo XVIIT, es el de la confrontación entre los "indios bravos" y la
"población española". La guerra se entJ'omete de una f.orma u otra cuando se considera
et poblamiento, la demografia y la organización económica, políti.ca y sociaJ de esta área.
Kl carácter invasor c¡ue asmne el tema no es gratuito. Al mirar la h i.storia de la banda
oriental del bajo Magdalena se observa que la guerra fue eom(m entre las comunidades
c¡ue la habitaban y que se conLinuó luego de la invasión europea.2 A lo largo de los
siglos sus protagonistas cambiaron, así como sus motivaciones, su intensidad y su ritmo. 3
Algunas de las culturas que participaron en la guerra se extinguieron; otns se debilit.:'tron

1Luis So·it11er, El Río Cesar, p. 50.


2Lo relativo a las guerras entl·e los grupos que hab itahan el área antes de la llegada de los
europeos, quedó consignado en la mitología Chim ila, véanse Germ·do Reichel Dolmatoft~ ":\·Iitos
y Cuen tos'', pp. 6 y 19. Véanse también algunas refen~ncias en bs Relaciones de Smlta )farta de
1550 y de Tenerife de 1580 en Hermes Tovar Pin 7.Ón (comp.), Relaciones, T. ll, pp. 152 3 y 338 )'
Gonzalo Fernández de Oviedo, Hiswria General y Nawral de los Indios i slas y Tierra· Firme del
Mar Océano (1535 -1549), 5 Vols., Madrid, Biblioteca de Aut m·es Españoles, Editorial Atlas, 1959,
T. Ill, p. 10. Sobre las guerras durante el período colonial véase José Nicolás de la Hosa, Ploresra;
i\nt.onio .Julián, La Perla; Antonio de Narvácz y Latol'l·e, "Pr-ovinc ia de Santa Marta"; Hennes
'fovm· Pinzón, Relaciones y Viútas, T. Il; Ge~:ardo Re iebet- Dolmatofl", Datos Hútórico-CulwraÜ'S;
José l\1. De- Ylier (comp.), Poblamientos; Ernesto Restrcpo Ti,·aclo, Historia; Orlando .Fals Borda,
Hútoria Doble; Carlos A.lbetio Uribe, "'Un marco teó rico", "Chimila", "La Etnografía", "'La Rebe -
l[ón Chimlla ~ y ~we, t.l1e elder brothers", pp. 85··114.; W;tdswo •·th CI;Jrke Douglas, "Patterns of
Indian Warfare"; Marimme Cm-dale de Schrimpll: ""Techniqucs··, T. T, pp. 122-5; María Dolores
Gonz:ílez Luna, "La Política" y Resguardos Coloniales, pp. 69-83; Trinidad M.iranda Vá.?:quez, La
Cobe.rnación; Magda LaJi.nde Sarmiento, "Recopilación Etno- Histúrica", pp. 7- 47. Sobre la con-
tinu idad de la guerra en el XIX resulta ilustrativa la obra de T.uis Stl'illler, El Río Cesar.
1 Sob1·e la situación de guer ra en esa provincia deben conside•·a,·se los permanentes ata-

q ues de que fue objeto la zona costera durante e·l período colonial, corno t·esuhado de la acción
de los piratas y ele los conllictos que sostenía España con ot1·as potencias eltropeas. En algunas
oportunidades los corsarios incm·sionaron en la Depresión Mornposina, como sucedió en 1660
y lfi6~1 , euando llegaron hasta Tenerife, pero fueron repelidos (José Nicolás de la llosa, Floresta,

Vl. TF.RRITORIO Y ORDENAMJF.NIO ESP:\CIAI.: F.I.CASO OF I .O S"CHfrv!ILA"


~-la abandonaron. La conquistn transformó su dinámica, introdujo nuevos actores, obj -
tivos, armas, eslralegias y la articuló en el contexto de las guetTas coloniales quE\_x-
librahan en d.iversos territorios americanos, asiáticos r africanos. Algunas comunidade:,.
del norte de la Depresión fu eron sometidas, otras desaparecieron, en general toda',
incluida la del invasor y l.a de los africanos que éste trajo consigo- se transformaron, p ro
a lo largo del período colonial una o wu·ias de ellas man tuvieron viva la confrontación: J
enfrentamiento a YeC'es se dor mía. pa1·n luego tomar mayor fuerza. De tiempo en tiei _•
la guerra se daba por finalizada. Entre 1810 y '1820 el terriLorio dejó de ser par te el
imperio espai1ol y pasó a integrar una nueva república, per·o en la banda or·iental def ·,,
~ Jagdalena la gue r·ra siguió su c u,·so. A éste se superpuso y hasta se articuló a veces el · e
las guerras de independencia y el de las guerras civiles del siglo XIX, pero la conf.r;¡ J-
tación de base - la que tenía lugar eolre distintas cu lturas- tuvo allí una clinámica pro~a-
Más de cuatro siglos de guerl'a dejaron su huella en la vida tnale r·ial, socia) .'
cultural de los habitantes Jel área. Su impacto en las estructuras de ordenamie lo
territorial, espacial y político alleró la Yida cotidiana de sus pobladores. En el siglo
cuando el peligro del ataque "Jlotilón .. había sustituido al del ataque '"Chimila", Striffifr
observó marcadas diferencias en el temperamento de los habitantes de una y otra banda
del rfo. Ej em p lificó contrastes que iban desde !11 c<>nstrucción de las cercas de lo
corrales, más acabadas y simétricas al occidente del río Magdalena, hasta la frecuencm
con c¡ue en la banda oriental del río se encontraban grupos de hombres, como p r
ejemplo vaqueros. entre los cuales no hal)Ía mujeres; el carácter guerrero de las escena,
en esa área, en buena medida porque los hombres anJaban armados. y la poca tenden<t-a
a reír que mostralJan sus habita11tes.5 La alegría y la joúalidad se habían borrado ,<:}e
estos rostros, azotados por una guerra que se perdía e n el tiempo.6 Striffler temía ~e
con ella se había ido la sensibilidad frente al sufrimiento y observó que el llanlo tampoqo
les era famili~u·. Algunas de estas .manifestaciones fueron relacionadas pot· este viaj5,"b
con la guerra que se sostenía con los Motilones. Sei'í.aló, por ejemplo, que la confrontacío;p
había hecho de los hombres guerrilleros y que en el Cesar la gente no se horrorizalh
fácilmente porque cEs natural del hombre familiari7.arse pronto con todas las situacion .
por intolerables que parezcan a aquellos que no se encuentran en ellos (s ic).•' .
En el siglo XVIII la pluralidad étnica y los conflictos por el tf'nitorio entre l~s
distintos grupos que habitaba n e n el nororien le d e la Depresión .M omposin a, ~
expresaron en un patrón de pobl::tmieulo en el que, hasta después ele la segunda mitad
del s iglo XVIIT, coexistieron en forma simultánea al menos dos modelos de or·denanuentd
espacial: el de los cespai1oles• y el de los "Chimila''. Los cambios que en este sentido
tuvieron lugar en la segunda mitad del siglo XYTTT permiten apreciar la compleja
estrecha relación existente entre la apropiación de un territorio, su ordenamiento espacial
y el control político del mismo. Como lo señala Lefebvre:
·'Política! space is not e.stablished solely by actions (with material violence generating
a place, a legal order, a legislation): the genesis of a space ofthis kind nlso presupposes a
practice, images, symbols, and the const:r·uction of buildings, of tO\vns, and ortocalized
social reiationships.rs

p. l86¡ o hacia J670, cuando subieron 60 leguas por el río )iagdalt>tUI, hasta las bodegas de
Barranca :Ernesto Restrepo Tirado, Historia, p. 277).
~ Es to se ap recia en la obra de E mesto Rest.repo Tin1do, H istoria, qu e abar·ca todo el
período colon ial.
j Luis Stt·iffle r, El Rí.o Cesar, pp. 46. 50, 51)' 117.
6 Una actitud similar encontró Bolinder a principios del siglo XX entre los Chiruila (Gerardo

Rei cht>l- Dolmatoff, -EIJlografía Chimila-, p. 9i).


; Luis St:riffier. El Río Cesar. pp. 48 y 23.

ordenar paro controlar+ marra herrero onseJ


La articulación entre territorialidad, ordenamiento espacial y control político, en
el caso de la guerra que adelantó el Estado colonial paTa somete1· a los "Chirnila" en la
provincia de Santa Marta en el siglo XVHI, será el terna de este capítulo. Se busca
mosh·ar que esa guerra por someter a los "Chimila", lo que equ ivalía a ~jerccr· e-J control
político sobre ellos ~- despojarlos de su ten·itorio, no sólo se libró en el campo de la
r onfrontación armada, sino que el ordenamiento o reordenamiento espacial jugó un
papel estratégico central. En buena medida se puede afirmar que. por las Cllractel'Ísticas
de los grupos en conflicto, buena parte de la confrontación bélica tuvo en la mira
destruir o, al menos, debilitru; el ordenamiento espacial del contendjente. La fo rtaleza
o deb ilidad de los bandos en eonfliclo dependió también, en buena medida, de su
ordenanúento espacial. En el caso de los "Clúmila", éste úh.:im o les perrniLió mantener
lln sistenJa prodnctivo. que no sólo los hacía práctieame nle autárquicos, sino que
generaba abundantes excedentes de producción, lo que hi zo posible que resist·ieran
exit osamente las constan tes incursiones armadas ele los '·españoles.,, al menos hasta
mediados de la década del 60 del siglo _\VIII. Por otra parte, para el Est.ado colonial la
r·eorganización espacial de la población sometida a su control formó parte fundamental
de sus esfuerzos para someter a los "Cbirnila".
Para el desa r·r·ollo del tema propuesto trataremos en forrna independiente los
problemas relativos a la teiTitorialidad y al Ol'denamient.o espncial.9 La primE>ra parte,
dewcada al p1imero de ellos. identificaní a los que podrían denominarse como poseedo-
res de los respectiYos ler·,·itorios. Con base en algunos señalamientos ideológicos 10
planteados en el siglo \Ylll sobre la Lerr·itorialidad "Chimila" y la "Española~, se iliscutirá
lo rehtivo a la aparente unidad sugerida por los conceptos "Chjmila" y "Español ". Estos
cali.ficativos buscabnn encuadrm· la realidad en las llamadas oposiciones binarias, mediante
las cuales la identidad tlel otro es defi1·üda uti lizando categorías simples con las que se
crea un estereotipo, que a la vez que facilita su identificación, lo estigmatiza. 11 La imagen
d el otro es sintelizada así dentro de parámetros que le <.len soporte ideológico a las
agl'esiones practicadas contra él. 12 Pero además, darle al bando de lo "Esp:u1ol" tma
unidad inexistente. puede verse también como un mecanismo para neutralizar el lenguaje
y así establecer "'a practica.! consensus bet\H'en agenls or groups of agents ha\·i ng partially
or totally differenl intel'ests." 1 ~ Era ésta nna forma de soslayar el hecho de que en los
ataques contra los ''españoles" no sólo participaban los indígenas "Chimila", sino también
población sometida al Estado colonial, cuyos intereses se identificaban más con los del
"enemigo Chimila ~. que con los de las autoridades coloniales y sus portavoces.

5 Henri Lefebn·e. TlzeProduction ofSpace. p. 245: "El espacio políti~;o no se establcre tínicamente
mediante acciorws (generando un lugar: un orden legal o una legislaeión meclirurlc In ,·iolencia
material): la génesis de un es pacio de es ta naturaleza l.ambién. presupone tma pníctiea, im:\genes.
símbolos, y la co ns1rucción de edilicios, poblados y de rela<:iones ~nciales loealir.adils.".
9 En la Intr·o<hrt:ciún se ha explicarlo la conveniencia ele diferenc:iar dos niveks rle análisis:
tt>rritorio y onl<·narniento espacial ·' los criterios que se han utilizado para el cfeclo.
' 0 Se entiende aq uí t>l concepto di' irleología como lo derme Bourdieu: sirviendo "particular
interests which thl'." tencl to present as universal interests. shared by the group as a whole.-
,Pierre Bourclieu. Language and S;mholic Power. p. l67j: "sin·iendo intereses particular·es. que
e llos tienden a pr·ese ntar como interest>s gtmerales, compar·r:idos por el grupo como conjunto.-.
ll James Dnn('OII , ''Sites of Reprcse ulation. Place, time and tbe disc;ourse of thf' Othe rr.
James Dtmcan y David Ley. Place!Ddlllr<'IRepresenwrion (1fl93), ¡• reimp resión, Londres y Nueva
\ork. Routledge, 1~)!:.14 , pp. 39 . 56, p. 44.
12 Homi K. Bhahha, "The Other Quesliou: Differenee, Discl'imin¡¡tion and the Dis< 'Ottrse of
Colonialism". 1\. Fe1·guson et al , Out Th<'rf': margtitaliullion and Comemporm)"Culrure.s, Cambridge.
mT Press. 1990. pp. 71- 87, p.75.
n Pi erre Bourdieu. Language and Spnbolic Pocver. p. 40: "un consenso práctico entre porta\'(>ces
o grupos dt> portaYoces con intereses pa r·cial o totalmente d ife rentes.r .

VI, 1T:.RRITORIO Y ORO~NAMIF.NT() fSPAClAL: E.l CASO OE LOS " Ct.IIMILA"


Una vez considerado este lrasfonclo ideológico, que no niega el hecho de que
t>xistía.n terTilorios crue eslaban por fuer<'~ del control colonjal, se cstucliarán r·ápidament:
los cambios que tu' it:>r-on lugar a ese niveL H \Jostra remos el papel que en t>sos cam·
bios jugó el reordenamiento espacial de la población sometida a.l Eswdo colorrial. Po<lrá
ap1·eeiar·se que fue a partir df\ la "' política de poblami ento" que se> sentaron las ba!i_~ ~
pan1 a~~ l~n~r ~ceiorres béli_cas a gran esca la. q_ue llevar-ou _a _la clt>sir~teg.raciór~ de~ ::e¡;~­
lono ··Chrrnrla · y al somettmre nlo de los natrvos sobre' rvtentes. Su orgamzacron ~1
pueblos de indios en las últi.mas décadas del siglo \.\111. permitió o al meno posibi.fi!o
controlarles el manejo de sn espacio y colocarlos bnjo el con tml político ckl Estado~
Pos leriorm en tt", estudiaremos algunos aspet:tos de l ordeHarniento espacr 1
··Chimila··. que permitirán apr-eciar córno ~ste reflejllha la exis te ncia de un sistema
producti' o capaz de generar f'xcedentes significatiYos. ~se sistem¡¡ pmducli,·o les pe -
mitió mantener su ind ependencia y anL11'q1úa, al menos hastn dt'spués de la segun a
mitad d<>l siglo XVIII , a pesar ele los eontirruos esfue.r·zos de Jos '"españoles" por· destrü.r
sus casas, pueblos. tultivos y depósitos. Este t"sfuerzo, aunque fr-agmentar·i o e incom-
pleto, constituye un primer intento por· exnmina.r y Pntender el or·denamiento espacial
de un grupo indigPna. qne ha sido calificado como "nómade"':; y sobre el cual exist t
r·elativamenle pocos estudios. 'f. \<luestra tawbién las posibil.iclades que ofr'P<~C l.a doc ·
mentación dispooihle par'a realizar ma~·Mes esfuer·?.OS f'n el campo de los estudi 5
elnohistóricos. que permitan alcanzar una mejor comprt"nsión de los procesos que t'"
han vivido en esa ár·ea. También r·efleja las limitacion<.>s que se pr·c,enta.tl y la necesidad
de combinar estos eslú erzos con los de la arqueología.
En la medida en que las fu Pntes Jo permiten se han elaborado mapas que facilit~n
la Yisualización clt- los procesos que se analizan y. de esta fornra, lograr una mej · r
C'omprensión de los mis mos. Esta labor ha ¡·esultado compleja) dispendiosa, )a que s
ha a vanzarlo poco e n este te r re no y la inform~1ci óu e n muchos casos resul
contradi<'toria. ti S 11 realizaci6n. sin ernba r·go, ha res u lt·ado fundamental par·a··
im estigaciórr . y;:¡ que. con frecuPncia. ha llevado a replantear Jos pi'Oblemas ·' a sug~
IHieYos rumbos e hipótesis de tralJajo. Por· c>llo. a pesl'tr' cit" que en nlgunos casos que ·st-
indican ~>n el texto. su r·gen duelas sobre la forma como se ha intt>rprelado la inforrnació
utilizada par·a hacc>dos, se han incluido eon las debidas reser..,,as. Pe nsamos que ell-

11
Sobre c-1 parric-ular convicní" recordar· lo precisado por Dubv, en ~·1 Sí"nrido de que la _
iclc'ologías no ronslituyen: ..
·'un reflejo de lo vivirlo. sino ll" proyí"<'lO de acción sobre <il. Par·a qne la a<·ción tenga algun:
pMihiJidad de Sl't" l'lieaz, la disparidll rl enlrr la repcesenlación imaginari¡¡ y las ··,·ealid;Jdes- d
l:1 'ida no d~>hC" ,..,,. demasiadv grande.- Ce01·gl's O u by. /,os tres órdenrs o lo imaginflrio del
fiwdolismo (1978. 2' í"d. en español. Barcelona. -\t·gor. Comp:1ñía del LiJJt"~> S .. \ .. 1983. p. 29).
" \\adsworl h Clorke Douglas. "Patterns o f lr,d ian \\ arftu·~·, p. 94.
1
10 Sobre los Cbirnlla véa~<r G<'r·ardo Reic heJ- Dohnatof!: '' \'litos y Cuenros·· y "Etnog•·afía\

Car·los Alberto l"•·ihe, ··t:n m:u-co tt•órico". ··Chi ntila··. -La Etnografía" y ··t." Rebelión Chimila ·
y -\\"t·. the eld<>r bmthers-. pp. 85- 11 4: ¡\Jarianne Cat·dale de Schrimpff, -Tt>chniques- . pp.
122 82: \laria Trillos Amaya. Leugu(ls .-'tborígenes y .\lagda Lalincil' Sarmi<"nl<>. -Recopilación
E t••o- Histórica-.
17
Sólo a.lgw•os de los historiadores qu e han tmb"jndn la región Caribe, co rn o por ejemplo,.
Jos~ A. Blanco Barms, Orlando Fals Ronb, J\laría DolorC"s Gonuíle:r. Luna y HernJes Tov:u' Pinzón,·
acostumbran acornpaiiar sus l e'av~ con mapas distinros a los rec¡uer·idos par•~ i"a ri litar ci(•rt.."l
ubic·:~c-ión geneml. -\di<"ionalmenle se h:H"I' necesario un mayor trabajo de sistem:uit~1ción de la
información rclnli,·a a los asenta mi(•ntos) accidenl<·~ geográficos desde el punto de vista
histür·ic-o - . ya qu e frec uenteme llt<~ se presentan inevnsistencias r~n la in forrnaei r'111 y resulta
mu) d ifícil estahll'ccr í"l or'igen del pr·oblema. En esre st>nlido el Atlns del Caribe Colombiano
CORPES. .llapa Cultural . que inclu;v<· algunos mapas del período l'nlonial. resulta mn.v útil,
pero lamenrahlemente JJO incii <"a sus fuentes.

ordenar para controlar+ marra herrcru ongel


puede l'acj]itar el cam ino ele próximas investigacion es y servir::¡ de base para que se
r·ealicen 'ersiones más reíinadas de Jos mismos.
A.. EL T ERRITORIO "CIITh11L \ ,

··. i hablamos del terreno qne ocupan como propio los <:himilas, rloncl!'
tien r.n sus bugíos, o ranchos de paja, y sus lalwam.as) platanares. es corto y
n •ducido... . Pe ro si discurrimos d el campo. de s us corre rías y molestas
excur·sionl's. es casi toda la provineia de norte a sur, de oc:eidente a orientc.
Todo lo que no f'S habitado. o no está inml"<liato a poblaciones,... s·ude llamar-
se tierras de chimi/as ... , no porque toda ni siern pre sea habitada de ellos, s ino
porf1ne libre e impunemente gimn. corren y s:tlen por e lla con flechas... par:~
;1sesinar pasajeros y hacer daños en las hac:íendas que encuentran , y matar• 11
los P~claYos quP rodean los ganados, o tr·ahajan eu las se ment eras.". t~
Los st>i'tahunientos de Julián, r·eligioso jesuita que recorrió parte d ~> la provincia
en el siglo XVIII, pone n en eviden cia que la capacidad de los '·Chimila- pat'a ag¡·pdir y
pone r en pe ligr·o la \·id as y biPnes de los "es paí'íoles~ definía, seg ún estos últimos. sn
territori o. 1~ Para e llos el H•rfito rio ··Chimila·· eomprendía n o sólo las tierms que estos
utilizaban p:.ra es tablecer s us asentamientos ~ cultiYos. sino tambié n aqueiiHs en las
que desplegaiJan s us accioues gueneras .~'O S e trata ba de un es pacio qne no podía ser
transitado li.b r·erne nte por los súbditos de la cor ona, sin p o ner en riesgo sus Yidas }
euya explotac·ión r.con <lmiea se d ificu ltaba por el peligro de• los a taques indígenas. Los
mismos fun c ionar·ios estatales daban a estos te rrenos el nomJ>r·e de territo rio - Chimila'·.
Así. po1· ejemplo. en 1i 56 el go bernador de Santa Marln autorizaba haeer entTadas "en
los Ten itorios, y Ha\ritaz[íonejs de los Yndios de la BadJar·a Naciou Chimila'". 21
Lo indicado por- el n·ligioso re mite a otro elemento que también formaba parte
de la noción de territo rialidad _v del control territorial q ue man ejaba n las autoridades
colo llial es. 1 hacer rcferencia a los poblados, indicó que 'Todo lo que no es habitado.
o n o está inmediato a poblaciones.... suele llamar·se tierras de chimilas."22 Este punto es
importante :ya que en !\mé r.ic-a una de las manifestaci ones físicas d el control colonial
español sobre un territorio dado lo constituyó la e-.:istencia de ciudades, v illas, p ueblos
de indios, sitios y pm·mc¡nias, e ntre otros . .En estos asentamientos se debían r adicar las
auto ridades ci,iles, milítar·es y religiosas a tra,·és d e las c ualcs Sf' ejer·ría PI control
impe t·ial sob1·e los pobladores d e las colonias?: Mirada desde esta p erspeetíva, la noc ión
de tPrrilorialidad estal) lecida lle' aba implícita la existe11c ia d e uu orde namie nto Pspacia]
y administraliYo qne nsegurara ('l co ntrol sohr·f' la població n.
A ltora b ie n , d ada la t'Streeha rt>la(•ión f' ntr e el o rde namiento e s paci a l }
administ mtiYo. frecuf'nlemente la existencia d e asf'ntamientos controlados por c l Estado
eolonial perm ite establec-er si un terr.ítori o estaba realm ente bajo con tml del impe r·io.
:\lgnna,; excepciones confir·ma11 la t egla, ya que la au encía d e poblados •f'spaí'io les•

,. :\nton.i o Juli Íi n, La Perla . p. 189, bast~u·dillas en el original.


19
l ~ na concepción similar. aunq11e no tun cl;11·anll'nte refi>rida a la ten·itorialidad. se cncuc¡Jtra
c11 :\ntonio de ~an·áez y la Ton-e. "lnfonuc", p p. 48 49.
20
La idea de qu t> los indios úvían en la pa1·tt> centra l de su te rri tori o. pero des plegaban sw;
a..ciones gueJ'l'et-as en lo~ bordt•s de éste. t¡¡mbién fue e., pn·sada por el obispo de Santa ,\larta
(A.C. T. ~Sevill a}. Santa Fe, 522\.
21 A.G.\. (Bogotá). Converuos. 15. f. 576r.
12 "\ntonio Jul ián, Úi Per/t1 , p. 18H; bastardillas en f.'i origin aL
21
J;.ime Salce rl o Saked o. Crbanismo Hispano- Americana. pp. 22 36. a naliza eslf' prob lema
t>n té rmi nos de la tran~ ició n entr(~ la vi~i ón de Amt'-rica como una fa ctoría comercial e n el
p•·oye<'IO de Crist<)bal C:olón. ~ s u ('onccpción como colo nia denn·o del p.-o) ecto d e 1 i col~~
dP Ob;Jildo, <~ n el tiiglo :-.., \•1 .

\1 . TF.RRITORIO )' ORnF.NAMII:'NTO ~)PACIAl : (L CASO OE LOS "l'HIM II.~"


en un área determjnada podía tener su origen en otros factores. como por ejemplo. f
que se dieran condiciones geográficas poco propicias para el poblamiento. como s u~ ­
día con los páramos en los Andes centrales. Este, sin embargo, no era el caso m~
eom_ún en la ~rovincia de Santa Marta: Al corne.ozar el siglo XVIII, por ej ~m~lo, ;j"J
hab1a asentarmentos controlados por el Estado en la parte cen tral de la provmcta (vea,
se Mapa ~o. 21 ). En esa ál'ea se concentraban buena parte de los terTitorios considera,
dos más fértiles y la inexistencia allí de asentamientos controlados por el Estado reflejalf
su autonomía. Esos eran l~s '-terr~t.orios de ~hirnila s": que estaban h ah it·~dos P<f
pob ladores que se manteman pohtJcarnente mdepenchentes: 2~ no se constderabai!J
vasallos del rey, no se sometÍ<m a las normas de la corona, no le pagaban tríbulos, nt
compartían su religión ~· no se vinculaban con sus mercadlos. Es decir. que no só ·
mantt>nían su autonomía política y religiosa, sino que sus intercambios económico
con la sociedad colonial eran casi que inexistentes.a ~
E n cuanto a los parámetros desde los cuales los Cb imila concebían su territori
las observaciones de Julián indicarían que para e llos el territorio estaJJa vin cu la · ;o
~un?amentalmente c?n las áreas de sus viviendas y labranzas. Según el.religi?.~o, l-1
mdio no se mueve n1 se altera hasta que Ye gente que se mete por sus tren·as. ,'lfj Po/
ello, cuaitdo los Chimila supieron que se fun daban poblaciones en las orillas del rro
Magdalena, "como no so n esas tierras de sus labranzas, ni de s u habitación, si~
purame nte término de sus clandes tinas excurs iones, no se apuraron, ni tratara.
siquiera d e impedir tales fundaci ones"Y Esta o bservación de .Julián resu lta en · '
misma <'Ontradictoria ~ no est<i corroborada por lo señalado en otras fue ntes. En efec( _
corno se ha visto, el jesuita había afirmado q ue los ataques de los indios no se reducí~
sólo al área en la qu e tenían sus casas y labranzas, sino qu·e se ext·endían a cnsi to ~
la provincia. De otro lado, la mayor· pnrte de la documentación sugiere qu e los ata!
ques "C him i~a" se real i z.~ban lejos de sus casas y _lab~·anzas2¡¡ y ade~ás: en algunas d1
las declaractones relattvas a estos ataques, se 1nd1ca que su obJetivo era que sj
despoblat·an los sin·os que se habían empezado a establecer en las márgenes del rÍQ
Magdal ena, h acia mediados del siglo XVllL 29
En parte las afil'maciones de Julián pueden explicarse por su actitnd negativ)
respecto a la política de poblami ~nto .~0 Sjn embargo, también conviene co n si dera~
que, con frecuencia, se acusaba a los indios reducidos (esto es. sometidos al controf'
colonial). a los zambos y mulatos de disfraza1·se y acompai'íar a los "Chimila'· para reali
los ataques contra los --espai1oles'". 1l Lo que estaría revelando la inconsistencia en e'

2' Jos{> Nicolás de la Rosa, Floresta. p. 206; José :'>1. De- .iV!ier, Poblamientos, T. I, p. 64, 189 y 360 .

:\.G.N. !Bogotá). Historio Eclesiástim. 15. f. 276r. ) , . ; Ernesto Restrepo Tü~Mio, Historia, pp. 382,
401 y 412 _,. :\.C.T. {Se,·ina;, Sama Fr, 289 ~· 385.
'.!.' \:ntonio de .:\an·áez y Latorn:, ~ynforme", p. 4/.
:!6 A.n1onio Juliárl. ht Perla. p. 199.
27 Ibid.
1~ Véase. por ejemplo, A.C., . (Bogotá), H istoria EclesiástiM , 15. ff. 272v., 247r., 248 r. y v.;

l 'isitas .Bolívar, 6, tr. 686r. a 694r.; Poblaciones Varias. ll , f: 740v.; Poblariones Varia.,._ 10, ff. 161r. a
164,·.: Juicios rriminales. ·ts4, ll 32r. a 63v. ~· Juicios triminales, 201, ff. Ir. a 58r.: -\.C.I. (Se,illa),
Sanca Fe. 504. 518. 522 y 289: José M. De- Mier (comp.), Poblam;entos. T. l. pp. 81- 2: 144 5. 150,
15 1. 1 j 9. 196- 203. 222-229 y 324: José Agustín El~ neo Barros, El .\orte , p. 2Li l ~· Ernesto
Restrepo Tirado, Historia, pp. 335.
:!'J A.G.N. (Bogotá}, Juicios Criminales, '184, ff. 32v. a ~3r., 57v. a !'í8t·. 66v. y 68r. a 69v.
'" Julián opinaba que las actividades de poblami.-·nto ¡•esultahan poco efectivas pa1·a reducir
a los Chimila .) que habían sel'\rido fundamenta.lmenll' para facilit.~r r l <·omercio de ronu·abando
Antonio Julián, Ln Perla, pp. 195 8).
11 A.G.:\. ' Bogotá). Juicio., Criminales, 184, ff 321·. a 63,·.; Juicios Crimino/es, 201. ff. 1r. a 58r.,

r /siras Bolívar, G. rr. 678r. a 703 r.; Hi.Horia Eclesirística. 15, ff. 254v. a 212Y.: Poblaciones Vnrins. 5, ff.

ordenar pa ra controlar+ marla herrera angcl


f\fA:PA_ O. 21
P ROVTNCL<\ DE SANTA M ARTA 1700
AsnT.-\)nE\IOS Coxnounos POR EL E snoo CoLO~ L.\L Y T ERRITORIOS • CltDIIL\»

Provmdade
Maracaibo

"'
Provincia de 0
Cartagena
e:
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..... ....
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e c.,p;w Provincial -~

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Provinci.e de
Santa Mot1M
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m.ls do 1.500 mts. s.n.m.
mb do 2.500 mts. s.n m.
Ciónegas
'\
100km

Fuentes: Lo •·dativo a los asent:nu icn t.os controlado$ por el Estado colonial se elaboró con base en la
información que suministra .José J~icolás de la Rosa. Floresta, pp. 178-223, excluyendo aquellos
que 11 0 existían al comenzar el siglo X\·l ii; la delimitación del ten·irorio ·Chimila• l1i zo con base
en la información que se suminisu·a en A.G.K. (_Bogotá). Conventos, 6. 0: 666r. a 669\·. y 995r. a
996v.y 9, ff. l6r. a 21v.;A.G.T. (Sevilla), Sama Pe. 518, 5i9 y 504 y José iVI. De-Miel; Poblamientos, T.
I, PV· () 1-65 y T. JI, p. 47.
'\uta: ~o se cuenta con un listado dt> las poblacíon e~ existl'ntes en la vt>cin:~ p•·ovincia de Cartagena
CO JTeSpOndient t;> a estos arioS.

V1 . TERRITORIO Y O Hl)I\NA.\UF.NT O ESPACIAL: El CASO U E IJ)S"CI IIM ILA»


planteamiento df' Julián Sf'1·ía entonces la alianza de genlf'S del ~Lancl o espaüol~ co
los -Chimila.., como un mecanismo que les ganmtizaba el acceso a recursos básic~
para la superviveucia.n Lo <Hiterior in.tlica q1w la dara dicotom.ía entre ..bando español
y ·'hando Chimila" era ilusoria y encu b,·ía la existencia de una variada gama de pohla
dores que participaban en los ataques cont•·a los "españoles ... De esla f'01·ma relor7ah
la i111agen del ··enemigo Chimila.., del -indio bravo", como mecanismo de resistenci
fren te a las p•·eleusionf's del Estado colonial y de los sector<~S dominantes por apod
raese de sus territorios. Tales actividl'ldes p ueden entonct"s ser vistas como práclic,
sociales que dieron un nueYo sentido a esos espacios, donde se articuJaban los iulet·
SE'S de los "Chiruila·· con los de pobladores -pobres" sometidos al Estado colonial. 3~ .

l. El Tct•rit cwio "Chimi la": ¿Sólo de los Ch imila?


En las obeas de alg unos autores del siglo XVJJ 1 que escrihif>r·on sobre
prm incia de Santa ~larta. como J ulián, de la Ro;;a y ~ardez, se ll'asluee el recuf'rd
de un período •·emoto, cua::; i mítico, e n el que la provincia contaba con una poLlació
r·e lalivamenLe ::~ bunclant f', tenía numerosas y exten sas hacienda s, v ivían e 11 el '
pe•·sonajes que poseían gt·and<~s (ortunas y, en conjnmo, ocupaba un papel imp o ttan~
dentro de la economía neogranadina.'11 El ocaso de todo ese esplendor· ;;e atribtúa. e
buena parte. a los ataqu es de los "Caribes-. 1:; Con este a pelatiYO se denontinaha
indis tintamente a Chimilas, Pintados, O r·ejones, Alcoholados, Guajiros, Cocinas, Tup
Aurohuacos (s ic). AcanayuLos, Pampanillas y Ylot ilones. •por el horrornso y abornirf
blE" ..,jcio de comer came hLunana».'!G au nqnE" el grupo al que más frernenler:neute -
lt> atJ·ibuían los ataqut>·s era al de los Chimilas.
S in embnrgo. la antmpof~tgia no parece haber sido una prác:tica sobresa lien
dentro de las actividades gnerl'eras desnrrolladas por los o.indios ·bravos• de la provinci'
Sobre este pu nto resulta significativo el que prácticamente no se hagan referencias a
t>lla en los info•·mes que . e prepar·a•·ou en Val le de upar. Tamalameque y Tene•·ife. ~
1578, 1579 y 1580 respecti,,amente y que en Yarios de sus apartes de~; c:riben las paul"""

457J: a 4601'.: Poblaciont'S l on'as. 10. II 16lr. a l&k ·' José i\1. Df'-i\fier comp, . PoblamÍf'IIIOS . .
l. pp. 144 5. 150 y 324.
~ A.G.N. tBogotá" Juicios Crimiunles. 184. ff. 32,. :c 33r.. 5?v. <1 ii8 r. 66>, y Gllr. ~ 69v.
3' Sob 1·~ d papel df las pníclicn;; social es en !;, construcl'ic'n r de las nw lidades ohj eti v ·

ckl tiempo ." del espacio y en el p r·oe...so de rep rodu cción ~ u·:~rrsformación de las rel;wion ·
5ociales. '~a se DaYid Har·\'ey. The íondition ofPownodemit)'. l"ll p<trticular· los capítulos 12.1
y 14 di' la parte 3•.
·¡ : Alllonio Juliá:u. Ln Prrla . pp. 25- 34 y 66 94; .Tosé J'llicol;ís de la Ros::o. Flores/a. pp. 170-
185, 1!13, 207-9; 236 241¡ y 251 y .'\n1 0c1io de , a¡·,;i<•:r. y la To1Te, <Provincia•, pp. 31..8. aun <¡ tte
de :mota1· que este últ irno. cuyo t>S<'rito es posLc· rior al de los antece dNlll'S. no muPstc·a un
,;sión tan optimista dt>l pasado.
'lj :\m onio Julián.La Perla, p. 27.81 y lOO: J o~l- .\icolás dP la Rosa. Floresta, p. 1/3. 185,2

20? .!) y 2'i8 240 y Anl onio de .\la•·";Írz y la Torre. •Pro\'Ülcin•. pp. 48 9. Ot ros factor~s qur s
mencionaron como causa del rleeaimiento y cJ c;spoblamienro (k la pwvinc·iu fueron los at.aqu ·
ele los pi1·atas y los conllictos en u·e los prel~rl o~ (>clesiásticos y los gobe rn ado t·es (José ~'l. D
\fier. Poblnmientos. T. l. p. 63 y ..\ntonio Juli:ín. La Perla. p. 238' . En un pel'íorlo tcmpran
también se mencionan los conllictos enn·e gobcrnadorPs. como en PI caso de Ba~tidas. Palomi ,
'Y Gareía de Lt>1•ma. en el siglo X\ l. \ rlc• sucesi\'OS ¡:;obernaclOI'eS qut• fueron negligen tes t'r·er
a la defen~a de Santn Mm·La, perm itiendo que fuera repelidamente sat1ueadn pm· los indios ·
por los pira t.as (Jam es 1\al ph Krogzcmis, "r\ Hist.orical Ceography~, p. 22}. El dt>r:}\Ím ienlo de ·
ciudad fue temprano. si se considera q-ut> ya en las pt·ime..a~ dérarlas del siglo \\' !l. \'á1..quez
Espinosa indicó que la ciudad "ha ido a ml'n OS- . po•· l;~s H'jaciones de lo,; gobernador
\111onio \ ázquez de F:~pinosa, Compendio .r lJc~cniJción de las Indias Otcidentnlt>s .ca. 1628 29
Chm·les llpson Clark íComp .), \Vash ington. The Sm itltsoclian lnsti t.ntion, Hl48, p. 295),
~ Jos<: \iicolás de la f\ osa, F!orestn. pp. 20fi. 2 1O."' 258.

ordenar para controlar T mano herrera anad

...
culLurales de los indígenas del área, en particular de los Malebúes, Chimilas, Xente
Blanca y Caribes. 3' Una de l.as pocas l'efereneias sob re d tema en los documentos
citados, seiiala que a tm grupo indígena ubicado en los términos de la v.illa de 'Ienerif(~
se le denominó C:u·ibe, aunque no comía carne humana, porque sus int.egra nl·<~s hablaban
apresuradamente e imiLaban la lengua de los Caribes de Dominicét.~s Sólo en el caso de
tos Tupes, que según la Relación del Valle de Upar de 1578 estaban .<.lexos de aquí», se
indicó que se comían a los "yndíos convecinos y de paz que sirven a los españoles " . 1'~
En el siglo XVIII más que anLropofagia .lo que pa•-ece registnrse en los ataques
"Ch irnila" son aetos ri luales con los cuerpos de los muertos, c¡ue arrojabm1 la sospecha
de que se practicaba la antJ'opoíagia y cuyo objetivo fue enviarle un mensaj e al enemi-
go, infw1diéndole miedo y, evenlualrnenLe, vengarse de la vicüma en los casos en que
existía conoeirni.enlo y animadversión. p revias.40 La antropot:1.gia, en todo eas(), no es1~1ba
del todo ausente de las tradicion es culturales de este gn1po, aunque no parecería
tenet' una eonnotación positiva. Por ejem plo, en los mitos y cuentos Chimilas recopilados
por Reichel- Dolmatoff en 1911, aparece una narración relativa a este tema, según la
cual dos indios se comieron a otro, debido a que le habían dado muerte durante una
riña y no querían q ue el eaeique se enterara y los castigara, ardid que resultó exitoso.4'
Sin enlh~u·go, también se dan casos de tergiversación de la infonnaeión que dan con -
tinuidad a la idea del can.ibali.smo indígena. 42
Se podría entonces para:fh<sea•' a de la Rosa indicando que el apelatjvo de "CaribP.s"
se les daba •pot' el hot't'oroso y ahominahle vicio de atacar pobladores sometidos a la
corona espaü.ola» .Y no someterse a la «pax hispana". Las implicaciones en el uso del térmi-
no, sin embargo, iban más allá de la sirnple adjetivación y distaban de ser ingemras. Se
trataba de presentar una visión simple y pol ariz~1da de la !'(didad, creando un estereotipo,
que a la vez que hacía más f.·ici.l identjficación del '·enemigo", lo esügmatizaba,"¡ con lo q ue
se le daha tm soporte ideológico a la confroutación.44 En este caso espeeí(íco, al calificárselos
de Caribes se daba fundamen to legal a su C<'l.plura y venta como esclavos. F'ue ésta una
pníctjca arnp.lia.nen le ulilizada en el Ca1'ibe dumnte el siglo X\11, que se continuaba apli-

1' Hermes Tovar ~comp.) , Relaciones, T. ll , pp. 231 - :155.


1.~ •Descripción de la Villa de Tenerife•, Hermes TMar Pinzón (comp.), Relaciones, T. !J, p. 312.
"*~ Hermes Tovar Pimón (comp.), Relaciones T Vi>itos, T. JI, p. 27 1.
'-0 Véanse descripciones de estos actos en A.G.N. (Bogo1ii), Juicios Criminales, 184, ff. 32r. a 78r.
y Visims Bo/í<Jar. 6, ff. 678r. a 694v. Sobre !<Laques contra personas a las qu~ se les tenía
animadversión, est.o\ el caso del fraile Todolella (A.G. :_ (Bogol.:í), Convenios, 15, [ 509 y ss.). En
1í24 se hizo referencia a la muerte que dieron los indios a un mulato "que cl·a peor· que ellos»
y que les había hecho mil males y daños ( ~ . G . T. {S~vill~), Santo Fe, 519). En 1?55 los li b1·es,
indios y chimilas plane aron una emboscad a <;o ntra d e ura del p ueblo de l\ fama toco, para
vengarse de él (José }1. De--5fier (comp.}, Poblamienlos, T. ll, p. 227).
i l Gerardo Reichel Dol.matofi~ . :Mitos y Cuentos•, p. i::l
12 Por ejemplo, el fraile Antonio de Alca<,;e1· afi ,.rna que en siglo XVIll el pa.-lr e Antonio de

Todolella fue atacado por: Chimilas, qujcne~ •lo descuart izamn y se lo comieron .» {Las Misiones
Capuchinas en el Nue<Jo Reino de Granada, hoy Colombia (1648-1820), Bogotá, Ed iciones Seminario
Seráfico .\lisional CapuchiJ10, 1959, pp. 181-82). Sin ernba1·go, el do<,;wncnto que cita como Cuen le
en fa p. 198, nota 17, no dice eso (A.G.N. (Bogotá}, Con<Jentos, 15. t: 509 y ss.) y el que ci ta en la nota
anLerÍOJ' (. 198. no la 16: A.C. N. (Bogotá), Converuos, 15, o: 5871~ y ss). lo que afinna que el fraile fue at<u~a
por indios Tupe~ quienes lo "martirizaron~. Otro docmnento del mismo tomo precisa que lo dego-
llaron)' descuar¡jzaron A.G.N. (Bogotá), Conventos, 15, f. 5481: Los Docwnentos citados po r· Ale<1cer· (lf.
50<Jr. a 512v. y 58ír. a 592v.) aparecen U'aflscritos en José M. De--Mier: (comp.}, Poblaméntos, 1, pp. G·l -
66. Es de anotar, en todo caso. que las notas de pie de p<igi na r·dativas a este punto en la oi_H'il de
Akacer presentan algún err01; ya q11e· se repiten las nwneradas como 16 y 17, pp. 181-2.
n Sobre este tipo de prácticas véase James Ouncan, "Sites of Rep t·esentation », p. ftl¡.
~ Es te tema lo desarr olla Homi K. Bhabha, ~The Other Question '', p. í 5, hac ieudo
1

refe rene i~ 1-1 o lr'o tipo de conflictos.

VI. TERRITORIO Y ORDF_'l,<\MIE.."'TO ESF',\CIAL: EL CASO DE LOS '"CHlMJL-\.,


cando, aw1que más veladamente, en el siglo XVIIT.45 En este contexto se jus6ficaban
entradas p:rra escJa,izar a los indios Chirnila durante las primeras décadas del siglo :X\
y .l uego, las q ue se lú cieron p<:u·a exterm inarlos y apoderarse de sus tien·as.<íil
Pero las categorías que se utilizaban para nominar a los indios, para eneas· .
d eutro de parárnetros rígidos la relac ió n con el o tro, rnostr·aban también otm~
d.imensiones. Si bi en en e l siglo XVIII los Chim ila fuero n considerados como el gr . o
más peligroso, como el enemigo m<ÍS temible y od iado, se men cionaron var·ios grup, ;.
clasificados bajo otras denominaciones . La informaci ón que propo r·ciona la obra de e
la Rosa. escrita hacia 174 ·1, permjt.e aprec iar esle fe nómeno y ubicar aproximada m e!. e
E'n un mapa a las "nacio nes,. que ocupaban el territorio "C hirnila ~ (véase Mapa o.
Los señalamientos de ele la Rosa se \en confirmados en la documentación.
1i 02. por ejemplo, se redujeron a l pueblo de Becer ril más de 900 indjos de la •naci n
de Acanayutos». 1¡ En 1709 se inte rrogó al capitán Andrés Díaz, ''ecino de Mompo~
•que aeava de llegar de la rcduzion y castigo de los P ueblos de Yndios de nacion,
chimilas, que andan ynfestando los caminos, hatos y Pueb l.os de este obispado... y':
emhucltos con ellos, y a su somlwa los Pintados»48
El capitán, a su vez, declaró haber avanzado sobre un «Pueblo de Ynctios Tomocos . "'
Hacia 1?41 fray Silvestre de la Bata hahía organizado poblados entre los Ar huacos, en a
Sierra ~e,·ada de Santa "arta; Pa mpanillas en el s itio de Tucu~ y Tupes en Sicar~
(estos dos últimos pueblos en las cercan ías de la Serranía de los ~Iotílones) y h 'a
detectado en el área la presencia de Coyaimas.50 Eu 1?41 los Pampanillas del Tucuy ·
levantaron. dieron muerte al fraile q ue se les había asignado .' se unieron con Motilon~
y Curuma níes para atacar en el camino entre Valledupar y Tamalarneq ueY S in emhamo.
a medida que avanzaba e l siglo '\Vlii, eslas mú ltiples de nominacion es tencliero . a

1
~ En ·1520, po r t<iemplo, en In info rmación adelantada por el juez de residt>ncia de La E~­
ñola, se pr·<'cisaba qut' indígenas de las is la~. coslas y tierra fir me eran Cariht·s y, por tanto, pocilllr.
y debían ser tomados por· esclav~s para <'1 seJ,icio de los españoles:" cuáles er-.1 Cuatiaos_. no~
~lU I' se ~aba a los _mdrgenas amr g~s, o df' paz. a l~s que no se debra esclanzar {'OUEL\ . T. l. ~P·
379 y 2;8, n o ta o. 1). La esd11v1tud di'! los Car·rbes est<tbn amparada por l:l.~ Leyes de 1n a~
(Rf'ropilación . libro VI, título JI, le.' XIIT) ~ mantenía su Yigencia en 1j55, cuando se hizo referen ia
a 111 norma. indicando que la esclaYitud -en ningtín caso, lugar ni tjempo pueden sufrirla
(Indi os) de la Améri c:1, no siendo Caribes_. ..- (Richm-d Konetzke. Co/f'cción. Yol. 111. T. J, p. 277).
¡¡; Debe anotarsf:, sin ernba r·go. qu e si bien la captlu'a y e l sometimient o de Car·ibes a.
esclavitud era legal, al menos hasta mediarlos del siglo X\"lll. la forma como se adelantAba
práctica en la prm;ncia de Santa Marta no lo era. ya qu<' se dal>a muerte a los adult os y
capt1.1raba a los m enores, lo q ue expres>rmente estaba pro hibido por la ley (A.C. . {fl ogo
. H isroriaEc/f'Siflstica, 15, ff. 255 r· .Y 260v. y Rf'copilatión.liJJro VI. título 11, ley XIII\.
'i .\.G.X (Bogotá), Historia EclesiástiCfl. 15. f 247r.
1ll Ibid., f. 272v.; SrLbrayados nuestros.
1
" Ibid., f. 274v.
Jtl José l\1. De- .Micr 'comp.), Poblamientos. T. l, pp. 61- 2. La denominació n de estos indígeu -
llama la atención po r su similitud con la de los indígenas de la pro,incia dp CoyaiuHt,
hab itaban en el ach1al terri torio del Tol.ima (Pedro S imón, ,Voridas Historio/es. T. V, p. 262 y T. \ 1, p ·
345 y 359); si n emhat·gn, no se ha encontrado evidf' ncia de relación c)ntre esto~ grup os. Ca •
auotar que st>gtín Guill er·mo :\ hadía .\loral<'s '2.300 tlrliciones ni ~ocabulnrio Folklóri('o Co/ombi ··
B<>gotá. Bibliorpca del R:mco Popular, 1994. p. í5¡. en Mtúsca ~¡nima significa plaza de mercad ,
Esle térm ino no aparc~c:e t'egistrado ni por plaza, ni por· mercarlo en el diccionario transcrito P3·
~laría Stella Gonzále~ de Péret (CC>mp.}, Dicr-ionario .r Cramátira Cflibcha. Manuscrito ;lnónimo de
Biblioteca .Vadonal de Colombia (ca. 1605- 1620.. Bogotá. lnstih1to Caro y Cut>JW, 1987, pp. 279 )' 2
lt José \l. De Mier (comp.), Poblamienlos. T. l. pp. !:i'1- 5. Como se indicó en el ca pítulo\: van~ ·.'
de es tos grupos, corno por ejemplo los A<:anayutos, Pampanill as, 'l\tp!'s y Coyai.mos (o Coy(l m · -.
den o minad os tambi én Tocaiu1os), eran s ub- gmpos de los Yuko- Yukp a , mientras que ,
\l otilon es son los actualmente denominados B:.rí ,Kenneth Ruddl e. The }ukpa. pp. 19- _;

ordenar para ~ontrolar - matra hurua onsel


MAPANo.22
PROVINCIA DF: SANTA l\I[A..RTA C.A . '1725
GRePOS IoiGENA..S

Provincia del Rio


del Hacha

......
o <:-
(;
o
<:- Provincia de
0 Maracaibo
o

Provincia de
Cartagena

o
.......
......

/'-,
. "--_'>.'.·
\
) ·t ·/.;·
.;.
,
Provincia de
Santa Marta
o

... -........_ ~1

Nueva
Granada e Gapitat Provincial
e Ciudad o Vdla

Bll más de 1.500 mts. s.n.m.


• más de 2.500 mts. s.n.m.
O Ciénagas
Umites y ubicadones
aproximados
100km

F uente: .José ;\licolás de la Rosa, Floresta, pp. 258-288.

VI. TERRITORIO Y ORDENAMlENTO ESPACIAl : El C.'\SO OP.I.OS uCHIMll.A"


desaparecer y los Chimila pasaron de ocupar el papel de •enernigo p1·incipal • al
«enemigo ÚIÚCO». Awlquc alguna que ou·a vez. SI' hacía referencia a distintos grupos. r:
particular en info nnes de caní.cter geueea1,52 en el g¡·u~so clt> la clocumentaei<Ín r·efativa- .
{mm de estudio se habla fundamentalmente de los Chirnilas. 5·~ Lo que se ha señala•l
sugit:'L'f' entonces que ~n C'l siglo \.\ lll coeJo.istían en e l Territ orio -Chímíla" var·ios !!Tt.·
pos étnicos, que fueron clasificados indistintamente como ''Chirnilas" paea facilit$11! i.,
identificación y polarización Jel enem igo. Los ·' Cl•imila" de <JUe habla la documenta~,:.r
no serían un grupo relativame n te homogéneo, s ino val'iados grupos ~tnícos, que Jt;,.
blecieron relaeiones de a li;mza o de coJJflicto al in1f'rior del Territorio "Chiruila", s ,,.....
las cuales es muy poco lo que se conoce. 54 Profttndi7Ar sobre· s 11s caeacterísticas culttfr...
les. arTojaría clal'idad sobre lf.nómenos, como por ejemplo. la participación de inclíg · "'
recit"ntemente sometidos en los ataques contJ·a los .. Ch imila-. como fue e l caso de~'"
Tocaimos, asentados nl or-it>nte de Yalledupar·. 55 Permitiría lamhién entender el desarr...
llo de mec<uüsmos de cohf'sióu para enfrentar al l'nemigo común.
La unificación de diH'I'SOS grupos étnicos bajo In catc•goría de "Chimilas'' rep ...
d ucía, en cierta medida, In tendencia que se dio durante el per.íodo colon i;:li, de sin L·
licar al máximo la d ivcr·sidad indígena. Antonio Juli{u l, seiialaba q ue:
'·En todos estos pueblo:; son pocos 'los indios, y se llm11an con el nombre del pueh lo
que habitan. Só"lo crc>o q ue los de Gaira y los dr. Bonda conservm1 el nomhr•f> ele Sl ~
antigua nación; per·o como todos ~stos son indios p:~cífiC'os, y rl?ducidos ya a la t•eligión ,
;• est.1n con sus respcct i\OS párrocos. sujetos a Dio,) a su monarca católico. sf' dútinguen
mtÍs por el carácter de crútirmos, gut' por los resabiosdP.w antigua bárbara nación .-:.o
Esta ohserYación resalta t-1 pa¡wl central que. en In r·educción de los indígen~' ·
j ugaha Sil concentración t-n p ueblos bajo el contml O<' curas. Se obseJ'\ a t amb~t.
que la forma corno se los d<'nominaha, expresaba 1'1 cambio cualitaÜ\ O quf' impli c~•.

Orlando Jaraonillo G6 mt-z. ~Yuko- \ukpa" , ·'B:·H'í"', ··Los )"nku \LLkp<t .. J "Los Barí" .v Maria• ' :,.
Cardale de Sehrimpl'f; ···re<'hniques··. pp. 327- 52 y 4q2 46).
j Véase, por ('jf·mp lo, el informe del virrey C:ahallet'O y Góngora de 1i8~ íGt-t'mán Colme na
2 ,
icomp.). RelaciOfl(~t 1' ¡,~(on11es. T. I, p. 394).
5
~ Véase, pot· t>jt>mplo. José .\1. De-~[ie t· (comp., PoblamiMtos. F.st<~ <lpelaiÍIO se lo pusicroo
espai1oles en el siglo X\ l. porque allí hab ía un indio principal que se llamaba Ch)lnila Hcr:~
1oYar Pinzón C'OIIIp. . Relaciones .r risitas. T. TI. p. "1 12. En la mitología de t!St' gmpo. recopila
mediados del $igl<) \\. la narmción relati1·:l :l l:l creación pr-ecisa qut> en ese m omento no•r
llamaban Chimila. sino Parl'lclrt' ,Gerardo Rc·idwl Do lmato fT. "\litos y Ct.tt'Jlt<)S~. p. 5. Acttd.:·
mente los Chimi.la se denominan a sí mismos comn e/11' P/1/Utl.:.a elle: gente y enuaka: pr-opio) ).
los que no son Chirnil:t los denominan ene kongrttlll' Á·on{(ratte : o tt·o): ene taartt ,1aara: len
denominan a su lcn¡;{U[I ·' a la española taara kongrale ~~! arta Trillos Am:ty:•, "Eu e l.aam"'. p. 77)
>'o Dadas las conside racionf's que se hace n ('n c' l tt>xto ·' que a partir d<' la documentac ión ,
difícil diferenciar· ent.o·P u11os y (>U·os g rupos, al nwno, t>n el nive l ele a nálisis qu<" se adelantó.
el resto del texto se utj liwo·¡i el tc' rmi no Chimila p<lr:) rl t>signar aJ conjunto de gru pos indíge _,
no so metidos q ue ocupal> an e l {t re(l y sólo se colocad "Ch imila" entre co tttillas, c uand o • ·
requiera enfo tizar su plumlidad.
•• Sobre este punto cabe rcc(lrda r lo anotado rn c·l (·apítulo anterior. ruando se hf'
referencia al rapto rlt> mujeres. ya que los Tocaimos loan sido identificados como un suti;
l!rupo de los Yuko \ ul..t>a. entre quiPnrs r·ige un si$1Prna de· p:u·entesco que limit;~ rl nt'un<;
ro de muj e o·es t'legihlt's parad matrimoni o .' establece un patrón residencial que. unido a 1
ccmdicioncs :lsoci:~das con ese patr·ón, plantea como po,.ihle altt>rnativa de solución <'1 mptt>
de, n~ttj!.'r<'s _C<·r-ardo ~eichel DolmatofT ~ :\[exande r l.. ~:lar~. -¡>a~entesco, Pan·"lela .' Ag~
ston . pp. ~J.' 106: Gerardu Heochei- DolmatofT. - Conl nlnwwnes . pp. 184- 5 y · f.os ln di ,
Motilones", pp. ()S 69¡. l)p haberse dado nna situación ~iuri l ar en t>l siglo XVUJ. es lnct.ib
pe n sao· q u f" l:l t>nem is tad en tre l o~ To(·a imo) los Chi ou ila pudo verse alimen l·acln por l
escasez relativa de muj P.res y la práctica del rap1 o.
56
Antonio Juli:<n. L(l Perla. p. 174: subo·a.vr,clos nues tTM.

ordenar para controlar + mana herrero tJngel


su congr·egac ron en pue blos , para quie nes estaban a cargo de la conqu.i sta y el.
sometimiento de los indígenas.
La congregación llevaba entonces implícito un proceso rnediante el cual la
población nativa dejaba d.e pertenecer a su respectiva nación y de ser conocida por él
o los nombres (¡ue se le habían dado a ésta, para adquirir el del p11eblo al que q11eda·
ba reducida. En la región Caribe, sin embargo, se dieron casos que reflejan la precari.edad
del control que se ejercía sobre los pueblos de indios. En el caso de los Pintados, por
ejemplo, en 1719 un gr·upo de ellos se encontraba reunido en el pueblo de indios de
San Pablo de los Pintados, en jurisdicción de 'l:enerife; posteriorm ente~, haeia 1740, al
pueblo se le denorninaba San Pablo de Zá:rate, aunque se precisaba que era de indios
Pintados, al igual que Plato." Esla conservac[ón del nombre de su «nación• a pesar· de
encontrarse reducidos a pueblos, se e xplica, en bnena medida, por el carácte r
ambivalente de su sometimiento. En 1693 varios indios Pintados, "en c¡uien se puede
tener gran confianza", participaban en un ataque conu·a los palenques de esclavos
huidos ubicados en las S ierras de Maria, en la vec:ina provincia de Cartagena.:.s En
1709 el obispo de Santa Marta i.ndicaba que a raíz de los abusos contra los indios, est·os
se habían «alborotado», «haziendo gran novedad que los Pintados sean rna t·adores>> .~;n
En 1719 el cacique de San Pablo, don Martín i\.muscoteguí, confirmaba las palabras
del obispo. Según el cacique ellos habían salido del monte sin apremio ni fuerz-a, eran
fieles y leales \·asallos y defendían a la villa ele Tenerife de las hostilidades de los
«ind.ios bárbaros de la nación chimilas• , contra quienes realizaban frecuentes
"correclut·ías" en e l monte. A pesar de esto, y de que había provisiones de amparo pat'a
que no los llevaran a Santa .Yiarta, ese año se había or·denado la !'emisión de 30 indios
y denunciaba los abusos que contJ'a ellos se cometíar1.60 La estrategia ele los Pintados
frenle a los atropellos de las autoridades parece haber sido la de colocarse en el borde,
esto es, mantenerse vinculados a sus pueblos, pero participar en ataques contra
españoles y criollos, con lo que su conservación del nombre de Pintados, expresaba, al
dec.ir de .J ulián, los <<resabios de su antigua hárbara nación.»
2. ¿Los "Indios Mansos" e ran "Br avos"?
El caso de los Pintados, mencionado anteriormente, se relaciona estn~chamente
con un probleJJJ:i de d .asificación que se refleja en la clocumentaeión. En un nivel más
general que e1 de la identificación de las "naciones" indígenas, se observa que en la
provincia de Santa Marta, a todo lo largo del siglo XVIII, se resallaba la dicolomia
expresada en las oposiciones que se presenlan en el Cuadr·o No. 3:
Se observa que al indio "¡·educido", sujeto a pueblos bajo el control de las
autoridades españolas y que, por tanto, era manso y easero (además de tributario), se
oponía el indio bravo, bárbaro, genlil, no sujelo y que conservaba su identificación con
su "antigua bárbara rwción".61 Esta dicoLOlnía se mantenía a pesar de que se reconoda,

37
José M. De· Mier (comp.), Poblamie!llos, T. L pp. 9- 12 y pp. 66-8 y A.C. . (Bogot:~), Visitas
Bo!íom, 6. f. 679r.
58 Roberto A.rrázola, Palenque, p. 124.
59 A.C.N. (Bogot:i}, Historia Eclesiástica, 15, f 272r.
60 José M. De- MieJ: (com.p.), Poblamientos, T. l, pp. 9- l2. Lo relativo a l.a sal.ida y reducci.ón

voluntaria de los Pintados a pueblos fue narrado tarnbiéJJ por Jos é l icolás de la Rosa,
Floresta , pp. 188- 190.
61 En el siglo XTX, par;~ el caso de los Yuko- Yukpa y los Motilonf;s (B::Jri), s~~ mantuvo la

opos.i ción ".i ndio manso- indio bravo~, pero ya no en función a su asenlam.iento en poblados
controlados por el Estado, sino del grado de hostilidad qne manifestaban, según se del"i.va de
lo señahtdo por Ke:nneth R ud d lc, 7'/u: Yukpa, p. 2 1.

VI. TERRrTORIO YORDENAMIENTO ESP~CIAL: EL CASO OE LOS "CHIMIL~"


Cuadro No. 3
Provincia de San ta Marta
Clasificación d e los In d ígen as
según su nivel d e sometim ie n to al Eslado colonia l
Si Jo X\ 1 II
No S ometidos Sometidos
"indios bravos " "indios reducidos"
"ind ios bravos " "ind ios caseros"
"ind ios bJ-avos " "indios mansos •
• in dios infieles " "indios su· e tos"
"indios reduc idos"
"indios r ed ucidos "
"indios bárbaros Chim ilas" "ind ios reduc:idos"
"ind ios P intados" • indios reducidos y dom ésticos".
Fu entes: A.G.1 . (Bogo tá), !liúoria Eclesiástica , 15. IT. 267r. y 272r.; .f11icios Criminales, 184, f. 58r.
67r., 701'.. 72r . y A.G.N. (13ogotá}, Visitas flolívar, 6, f. 686v., 695v. y 6H8r. y v. y 700r.

denunciaba y se co ntaba con evide ncias cla ras ue que los ~indios mansos", red ucido~
a puPblos, par·ticipaban en las emboscadas de los Chimila y, en algunos casos, se afir-
maba, eran los lÍnicos atacantes y se disfrazaba n de Chim.ilas para encub r·ir su iden~­
dad. Es más, a esta comprobación se unía la de la participación de zambos, choló .
mestizos y mulatos personas no clasificadas como indios- en estas correrías. 62
Lo a n te r·ior in dicar·ía que e l sistema ele clas ificac ió n q ue se utilizaba servl'a
más pa r a en c u brir cier tos ht>ch os - e n fun ció n a inte reses específi cos- , que pa:s:a
hace r claridad sobre e llos. Se IJ·ataba de e nc uadrar la exper ie nc ia cotidiana de n
ele e~;tereotipos fren te a los cua les ya se hab.lan definid o las acciones a seg uir. S i
mira con det enimiento, lo que se calificaba com o ·'ataque Chimila.., o de «indios bravo ,.
resultaba ser un fenómeno diferente al que se expresa ba con esas pa labras. Podna
pensa rse que las con tradicciones q ue ofrecía el sistem a de clasificación. como la
an teriormente seña lada, obededan a la dificul tad de concilia r •categorías pur·as•, tal~
como «indio», «Chi mila », «blanco•, con las m ixturas que ca racterizaba n la socieda1!
Tales contradicciones tendrían como result<1do el que, con frecuencia, los conce pto:s
que se utilizaban en realidad no indicaran nada. 03 El le ng uaj e resultaría engai1oso,
tratar de darle algún nombrP a lo d.i.Yerso, a lo que no cabía dentr·o de los esl rech
límites de una palabra, de una categoría. de un conceplo.1>4

62
Véase. por ej emplo. José i\1. De- Mier (comp.). Poblamientos, T. 1, pp. 86 y 151 y T. ll, pp. 1
:\ .C.l\. (Bogotá). 'visitas Bolí••ar. 6. f. ()86r.: Juicios Cniuinales, 184, IT. 31t'. a 17/ v., en especial ff. 32i
y 33r. y i9r.: Juicios Criminales. 20 l. fl 6\·. y 1h.: Caciques e Indios. 9. fT. 552r. a 553v., 592r. y v., 6601:.
685v. a 68í,·. )" Gerlllán Colm<>n~ rcs ;com p.). Relaciones e Info rmes. T. 1, p. 185.
m S obre este pun to Jorge 1\.lo r de Aha r EJ ~ lesti zaj e~ . pp. 134-5) ano111 que en el sigl
XVIII, como resultado del íntet·és de fun cionarios, in teleen1ales y ;u·t.i.stas por el ordenami en t~
social y conceptual, en el con texto rle las Refo rmas Borbón.icas, se hi1.0 u n esfue¡·zo po r racio
nalizar la tem1i nología racial y com·ertirla en w1a nomenclatura lógica. Tal acth;dad. ¡·r~alizada e
función de las ~spiracíones de unos pocos y en un contexto de inte1·e:;es cono·apuestos, ~ hiz
fracasar to ri os (•»tos esfuerzos o los volvió manifiestamente fa\sos.-
61 S obl"(· t>ste punto Ilona Katzc:'w ("La pinttH"<J de castas. ld<>ntid¡¡d y esrratili cacíó n social e
la l\'ueva España··, llona Katzew (cd.), New JVor/d Orrlers: Casrn Painting in Colonin! Latifl A merica.
·ew York, A.mcrica11 Societ:y A.J't C allel) ", H}fl6, pp. "108- 118, p. 10), observa <¡u~ la:; .n um erosas

ordenar para controlar + mana herrera angcl


Sin embargo, tal apreciacwn entra a ser cuestionada, o más bien matizada, al
advertir que la existencia de ataques clasificados como "Chimila" o de indios "bravos",
se ut-ilizó para ju sti fí.c~u· las continuas «ent•·adas matadoras•, como las calificó el obispo
de Santa l\'larta. a territorio '"Chimila...w Otro tanto sucede a l considerar que los indios
o.mansos• y las personas de oi.J·as uespheras• cholos, mulatos, mestiws y zambos- que
atacaban tr~U1seúntes y haciendas, se esforzaban por hacer nparecer estos ntaques como
si fue ran •·ealizados por los indios Chimilas .66 Se observa aquí cómo e l estereoLipo
creado por e l sistema político y los sectores dominantes, terminó siendo utilizado po1'
los sectores dominados como un mecanismo de resistencia. Dominados y dominado•·es
refo•·zaban con ello la imag<'n del "en emigo Chimila'' , sejiendo a· su alrededor
r·epr·esentaciones que lo empezaron a transformar en una especie de mis·o, que servía
múltiples intereses, muchos de ellos contr·adictorios.
Es d ecie, que si b ien un est:-~ do de guerra continuado como el q ue vi.vía la provincia
llevaba a permanentes redefiniciones y alianzas entre los implicados, con lo cual las
clasificaciones que se habían essahlecido en determinado momento perdían vigencia.
este fenómeno también se veía alimentado por el interés de los bandos en conflicto de
pr·omover cierta interpretación de los hecho!':. Uno y otro lMÓmeno expliean el grado
d e sensibilidad que mostTaban los p obladores del área frente a los rastros y h uellas. 6i
Al cr indio bravo». al «indio manso», al zamho se lo reconocía por sus rastros, por sus
IHJellas. El indio. el Chimila, e l zambo también descifraba los rastros del •otro», del
t>nernigo, de la víctima, del perseguidor. Parte de la estrategia de tll10S y otros radicaba
t-n dejarle mensajes al enemigo. 1'~ Sin embargo. el enemigo en nno y otro bando tenía
múltiples caras e identidades. A diferencia del estereotipo que se busca ba reforzar y
apuntalar, era hererogéneo, diverso y complejo.
La unidad ~- la cohesión de intereses tampoco era lo que caracterizaba al bando
de los -espailoles-. Desde principios del siglo ::XV11I la composición socio- racial de la
pobl:wión provincial sujeta al Estado colonial era muy var·iada. J\lulatos, mestizos, zambos
y negros, denominados genéricamente como " libres de todos los colores", en su mayor.ía
pobres.m• constituían un sector importante de la población. Jun1o con los indios r·educidos
y los esclavos eran los súbditos de la corona rnás numerosos de la proviJlcia. O sea que,
en té1·minos generales, la mayoría de la pohlación proYincial sujeta al control estatal
difícilmente podía scr clasificada como "espa1iola". Pero además, dada la variedad socio-
•·acial de la pt·ovincia, es probaLle que algunos grupos, corno los zambos y los mestizos.
e:;to es unión de indígena con neg1·o o con blkuJco, pudieran !'elacionarse lllás fácilmente
con los Chimila. Sobre el particular resulla llamativo que estos sectores fueran acusa·
dos de participar en Jos asaltos indígenas, lo que lleva a preglll1tarse hasta qué punto

categorías que se utilizaron p::lra denominar ~ k1s castas (o se~ a la población n•ixta. desde el
punto de vista •·a.cial), refl<!jahan la im posi bilidad de crear un sistema de clasificación y
rep•·esentación fijo.
55 A.C.!\·. !Bogotá). Histori(l F.c/esiásn'ca. 15. r: 261r.
66 \ 'éase. por ejemplo. A.G.l'í. (Bogotá). Juirio.f rrimúur/e_s. 184, ll'. 32r. a 63,.: Juicios Criminaln.

201, ff 11'. a 58r. y Visitas Bolívflr. 6. ff. 678r. a 703r.


l
' Estos fu er·on algunos de los ténninos que se utilizaron ~'n la época. Ü!'~nc> una perspectiva
6

analítica resu lta interesanle la conceptuali1.ación que hae~ Eeo de los rasu·os y las huellas.
Sobre estas 1ÍIIimas precisa tille constiruye•l un conjunto dt> rasgos que puedc>n transmi6r o
no un cont!'n irlo. según el sistf'ma en <JIH' vay:u1 insertos. Por ~u parte los r(lstros. pued<'n 1
l<'e t·se como tl'xtos (limberto Eco. Tratado dt• Semiótica General. Rarcelona. Editorial Lumen.
1995, pp. 32 1 ~ 325).
l
68 Las mnn ifes1aciones espnci::.les de este fl'n<Ímcno ofrecen in teresantes posihilid:1des aualíticas

qut> no serán dt>s:l.rrolladas en este trab1\io. per·o sobre las cuaJe~ <oonviene llamar la atención.
00 A.C., . (Bogotá). Histori(J F.c!csiástica, t5, f. 271.

11
VI. ~ORlO Y OP.OE.'J,\.~10 ESPAOAI: Ft C.\50 DE LOS"C"I-IIMILA"
algunos zambos ) mestizos se ideutiiíca ban más con los indígenas qu<' con Jos ··cspa
rioles-'0 La documenla<'iÓn no pecmilc precisar más este pr·oblerna. pe ro sugiere ~
posibilidad de que el sisterna de clasificación de estos poblado r·es presentara ditereuci' ,
sign ificativas r<~s pecto a l qne manejn han las au toridades C'olonial es.i 1 Lo a n te ril}jl·
signifkar.ía que mientras df'ntro de la dasificación oficial un z~unbo no Sf' considera
ü1dígt>na, para los nüembros de la <'Omuuidad s( lo fuera. Po•· ejemplo. Ro(JUe Sab·
Górnez, era cholo porque su padre era indio r s11 madre zarnha. Él no enl considera 11
i.ndígena por las autoridades, ni vivía en el pueblo de indios de :Hl padre, pel'o
acompru1aha en los ataques que realiznbru1 lo:> indios de ese pueblo·' los Chimila.t,'!
La diYersidad de int e reses f'ntre la población sometida ni control colonial
apreein en for ma aún más dnra en la docnmenla<·ión . Para nwdws pobladores pohr "
de la provinc ia t>ra claro que las gest io nes de las autor idades Leudientes a apropim·
del te nitorio ··Chirnila'· atentaban <'Ontra sus intereses. En 1766 uno de los implieado.;
en los at..'lques flecheros afir·mó quf' su objeti,·o f'ra e\ ilar que se trru1sit.ara ¡.>Or aqueUQ-
caminos) señaló que aunqut> Joseph Fernando de Mier y G uerra se esforzara p r
conquistar a los Cbimila no lo logra r·ía, porque lo::; que rea li7.n ban los ataq ues erRn 1 ,
indios de los pueLlos ubicados en las cercaníns de las r·ibt>ras del río \'lagdalena. 73
su \><'Z el procnr·Mlor de la <'ansa obsl"n ó que los indios mansos acompaíiahan a le-
bra\·os a hacer sus alaquPs -p[o]r conservar la amistnd p[ar]a poder lograr sin riesgos a
pesca)' cortes de 111.adera, y palma q ¡u]e ay en aq tLella Provincia"_;, J acinto de Hereera.
un mulato or.iundo de las sabanas d e Tolú, q nie n fue inte rrogado pM los jueces ~~'"
~Iompox por sosp<'charse s u \ incula("iÓIJ con los indios bnwos. fue aún 111<Í.s <:>xplici
Afirmó que posiblementP los ataques S<' realizaban para impedit·
··eJ que si'' lranciten nq tte llos Caminos, Ríos y Carlos. para qu(' no se saquen maderas,
ni hagru1labranzas en aque llos •nontcs. ni nt~:>nos se pesq tJf' en aquellas Sirnagas, eon lo
qne se quitanut las poblaeiones que ay en aquella PrO\ incia, para que ninguno habite en
ella. a lo que SP persuade e l confessante, po•· que sabe que á quantos topan los ) ndios en
/' aquellos citados parajes <Í tantos les dan mue•·t e. a exepcion de algunos que se les
eseapan, ó heridos, rot·que no pu(~den cogerlos, o acabarlos .. ."'':·

;o E11 1747 se apresó a .Juan )folin¡¡, a li as Sardina. mestizo, po r >H'tos sospPdaosos de flcch~
Rt:
en las c:cre:\n:Ía:; de E l lhn co, en las •·i lwL"as del río )Jagclalen~• . <:n la ba.nd;a e],, Santa i\Iar·ta.
.1727 liiol ina había si.tlo desterrado dl'l área. por t- ncontrársclo '' incu lado con este tipo · ,..
muertes 1.\ .G ..\f. Bogot<i'. 1úitas Bolívar. fi. f. 701 r.. ·
11 En rl raso de \"uPYn Espal•a JorgE> Klor de -\fy¡¡ -El Mesti7.,1j('... p. 135:. indira la exislenQ¡.

de diferc~tcia» enu·e la csl,.atilicación so(·ial establ cc·i d::~ por la ley.~ 1:1 que imponía la ren lid '
social. Acli,. io nalmente. •·••s peC'to a estr p.-oblema, co111'iene tcJw a· c'll cuenta las vincularion
que se hahía11 establef,ido en tre los indígt-nas Clt inrila y los pue blos de in dios de las ribe•-.
del río ~lagdalena. En 1598. por ejemplo. t'l visitador· Martín Camal'! ro contabiliz<) t"ll las doctrinas;
de los alr·eded01•es de T<·n er·ife 298 indígenas Chi rnilas. homlm':.. 'inculnr!os a la bo¡ra. que
represen tah:ua el 45'?., n!' los i.ndígenas lwm.bres re11sados en esa,; docu·inas \lar·ía del Canne
Borrego Phi, '"Visita de Ma,.tín Can1acho a los Indios Bogas ele .l a Cobe•·nación de Santa !VIaa-ta-
. 111uario de r:.~tl)c/ios AmericriiJOS, T. XX'\VJI I, Sevi lla, l':s<:'uela ele Estud ios H is¡na n(Jamerican os,
I!JSl. pp. 2i t ~03. Cuad•·o i\o. l. '·R~>pa•·tin1ient os dr Doctrinas ele Tene•·ife e fectu:~clos por
\Jartin CamadlO en 1598-. p. 29~). Esta alta propor-ción de Chimilas en las doctrinas de los
alrededores de Te nerife se ,·inculaha con las '·en tJ'Ildas·· que se h:tcían en 1:• ¡woúncia d<· Santa
Illa.rta en bu~ca de in díg(•nas, que luego eran vendirlos como esclavos (ihid. p. 285). M:1u1·icio ·
Tovar y Raúl 1.irdaneta (" La Encom ie nda", p. 7) S08li!"nen qu e lo¡; indígenas d<:l pueblo y
encomiend;¡ rl•· Cozcon·urio. a Milla~ dl.'l ,.¡o ~lagdalen<L ~ran Chirnila.
;2 .A .C.\. Bo~otá. Juicios íriimitales. 18~. f. 39, _
71 lb id .. IT. (-)()v. y 32\·. <t ~3r.

¡4 Ibicl., r. SGI . .

; J lbicl .. ff. 57v. y 58r. E n l ;~ rl~elll<'ación de Domingo Antonio de Jesús, na tural del pucbl() de :

ordenar paro controlar 1 marta herrera anael


1':1 conoeimiento de que los indios atacal)an sistemáticamente a cuantas perso-
nas transitaran por la margen oriental del río, llevó a hacer sospechosos de alianzas
con los indios bravos a las personas que residían en el <1rea, ya que de otra manera
J'esultaba inexplicable que no hubieran sido atacadas.16 Este punto es importante,
porque pl·opol·ciona elementos para entender que pobladores mulatos y mestizos se
unieran a los ataqnes Chimi la. En erecto, si. se co nsidera que muchos ele ellos, al
igual que algunos indígenas de los pueblos, podían tener acceso a los recursos del
1er1·itorio "Chin:Jlla" en razón ele CJUe eran conoc·iclos por ellos, se entiende que
buscaran mantener el orden de cosas existente . :Vfientras esos territorios fuet'an
Chimila, ellos podían ben efí ciarse de sus recursos de caza, pesea y maderas y, por el
contrario, de tener éxito los esfuerzos de las autoridades y de los acaudalados
hacendados del área por establecer poblados en esas tier'J'as, quedarían privados de
esos recursos . Se perfila así un elemento central dentro del conflicto telTÍtor.ial:
establecer poblados o hacerlos deshabitar, formaba parte fundamental de la estrategia
que se seguía en la contienda por el control del territorio.
3 . La Expansión del Territorio Español: Pohlan•i.enlo y Guerra
Hasta la segunda mitad del s.iglo X\:1 II las actividades bél.icas de los Chimila y
sus aliados les pem1 itieron mrultener el control de .buena parle del territorio provinciaL
a pesar de .la fundación de misiones, la apertura de caminos, la ejecución de una
activa política de poblamiento y las campañas militares dirigidas contra ellos por vecinos
pudientes y por el Estado coloniaJ.i7 F:s decir, que si bien durante esas décadas los
Chimila y sns aliados mantuvieron el control efectivo del territorio, tal dominio siempre
les fue disputado. Las hostilidades militru'es y la organización de poblaciones formaron
par-te de la es1Tat.egia española para desalojar a los Chi.mila, pero hubo cambios impor·
Lantes en los objetivos y en la dinámica que Lomaron estas actividades, que permiten
establecer varias Ütses en el proceso: l3 que tuvo lugar entre 1700 y 1740, cuando las
migraciones de indígenas de la Sierra de Perijá proporcionaron la oportunidad ele
fundar mision es, mediante las cuales se fue consolidando el control español en el
oriente de la provincia samm·ia; una segunda fase entJ·e 1710 y 1751 durante la cual se
adelantó una activa polítjca de reo1·ganización de la población sometida al Estado
colonial, que no sólo fortaleció el contt·ol sol)l'e el Ol'Íente de l.a p rovi ncia, sino que
apuntaló las bases para separar a los Chimila de las t'Íheras del río Magdalena. Mediante
el reasentamiento de eslos pobladores se formó una especie de tenaza, qne sirvió de
base para el desatTollo de la tercera fase: la de las ent1·adas generales, que tuvo su
punto culminante en la década del 60 del siglo XVJII, cuando los ataques contl'ét los
indígenas tuvieron un cru·ácter masivo. Como r'esultado de las hostilidades militares
se debilitó sensiblemente a la población Chimila, colocándola al borde de la extinción .
En este punto se adelantó una cuarla fase que se prolongó hasta finalizar el siglo, en
la que las actividades militares se combinamn con la concent.ración de los indígenas
sobrevivientes en pueblos ele indios .

Gegua y tri.butario del pueblo de Menchiquejo, tamhiP.n apat'ece como móvil de los at.aques la
destrucción de los nuevos poblados y que se desocuparan esas tierras (ibid., fí'. 68r. a 69v.).
~6 !bid., lf. 59v. y 60r.
7~ Son muy pocos los estirnatiYos sobre la población que habitaba el Territorio Chirnila.

Antonio de i\'arvát:z y La Torl'e calculó su número en unos 10.000, en un informe q ue escribió


en 1778 ("PJ'Ovincia ··, p. 47). En ese mismo año la población de la provincia ele Santa Ma1·ta, bf\jo
con trol del EsLado colonial era de 3H.H42 pe rso nas (Hermes Tovar Pinzón et al. (comps),
Convocatoria, p. 83).

\1. TERRITORIO Y ORDENAMIEN'I'O ESPACIAL; ~tCASO l>E LOS"<:HiMILA"


a. Ef Territorio "Cftimila "al comenzar el siglo XVIII
El mapa ~o. 23,'8 que muestra la distribución tel'l·itorial de la proYincia al comen-
zar el siglo XVlll, pone en evidencia que alrededor del 60% de s u territorio estaba ba;'o
control de. gr1~pos in digenas .no so rn.etidos, cuyas inc1u:siones al o o r:~ ponían en peli~
las com un1cacwnes en tt·e la c1udad de Santa ~ l art.-1 y el rt o Magdaiena.t9 La doeumentación
relatj, a a las '" naciones" indígenas autónomas (Coyaimos, Tupes. A lapas, .\ crula) uto, Tocu_,
y Pampan illa), asentadas al orient e del t'ÍO Cesa r·. sugiere que se da ban en esa área
pro~esos ~nigratori os de c?ns ideraci~.n q~ e, en par~e, podrí~n haber sido <:a usad~s p~
las mcurswnes de los Motilones (Banj.80 S u presencnt en el area reafirma lo ya senalado
respecto a la ,·ariedad de ··naciones" q ue ocupaban el Terr.ito eio "Chimila··. De ot~
parte, la extensión y continuidad de este último cono·asta con la del territor·io "Español-.
Se ap•·ecia que los asentamientos controlados por el Estado colonial en la provincia
formaban bolsones l'educidos y concentrados en los bordes. 81 que se dis tribuíru,.1.
básicame11le, en cuatro ej es de pob lamiento: el de la ciudad de Sant a Marta en el extrem
norte; el de la Yilla de Ten erife sobre parte del D·ayecto orienta l del bajo ~l agdalena ; el
de las ciudades de Tamalameque y O caña, en el extre mo su r y, po r ültimo el e.f
conformado por las ciudades de Valledupat· y Pueblo Nuevo en el extremo nororienti.
Sobresale la ubicación de los asentamientos de Valledupar, ubicados todos a
norte de la ciudad, y¡¡ que indicaría que, hasta comienzos del siglo XVUJ. las principal
actividades econ ómicas y polít icas de la ciudad se centraban e n la par te n o r·te. En
buena medida ello explicMÍa los interm inables conl~i c tos sost enidos a principios d~
s iglo en tre los obispos y gob ernadores sarnar ios respecto a las actividades misioneras
de los capuchinos, quienes tenían a su cargo esa área, Río del Hacha y }faracaibo.82 Es
contienda resulta interesante ya que pone en evidencia q ue a finales del siglo XVII

'" Este mapll fue elaborado con base en la inform ación que sumi11istró José . ico h\s de ] ~
Rosa. Floresta. pp. 17&-??3. cxdu~·endo los a~entamiento.; <¡uf'- según otras fuentes. no existían
a principios del ;iglo X\ 11I: los pueblos de misión de Becerril, Xuestra Señora del Topo y San
.Josef de Polo, Tu, Tu, Tu, in tegrados por ind ios Acanayutos y algunol; Tucuyes. q ue ya 171
q uedaron agl'1~ga dos a Becerril /A.G ..N. (Bogotú), Conoemo.~. 6, rr: 6G6r. a 669v. y 995r. a 996v.; (onoemos
9, ff 16r. a 2h-. e HistoriaEdrsidstim, 15. ff 246r·. a 249r.; A.\..1 . (Sevilla}, Santa Fe, 518, 5 19 y 504): el
pueblo de misión del Rincón. en las sabanas de Jagua. integrado por indígenas Pampanillas J
Tucuyes (A.G.I. (Se,i llaJ. Santa Fe, 518 y 5t9;. A1mque El Paso del .l.delantado fue fundado en
1594 y había allí una hacienda en 1629 (véarm: Juan Flórcz de Ocáriz, Cr:nr:alogias del Nu<wo Reino
de Granada (1674), edición facsimilar d e la de JG74, 3 Vob., Bogott\. ln~t iLttto Caro y Cuervo
Insti tuto Col01nhi<1no de Cul n.u-a Hispánic~r. 1990, T. l. p. 127: A. G.~'i. (Bogotá). Fondo Poblaciones;
Catálogo e Jndict'. p. 4:3. doc:. 268 y d In dice df'1 Fondo luidos Civiles Bolívar. del mismo archiYo, T. 1L
ff. 910- 940). no se incluyó en la nómina df' cm-atos quf' elaboró el obispo en 1722 (.\ .G.I. (Sevilla).
Santa Fe, 519). Sin crnha:rgo se ha colocado en el mapa .rn q ue, al par·ecer, su exclusión obedeció
a una omisión, puesto que f'Ste sitio se menciona en la doc wlJ.en taci ón de fines del siglo XV1J j.
prirwi pios del siglo XVH1 (po¡· ejemplo en 1696 en A. G.L (Sevilla). Santa Fe, 504); en l7n se.
indicó que Joseph Antonio de Pei'ialosa era vica rio ) juez eclesiástico de los par·tidos de San
~ligue! de Calenturas y Paso del Adelantado en A.GJ . lSe,iJla:, Snatn Fe. 518j.
;,¡ A.G.K (Bogotá), Historia EclesiásliM. 15. f. 2i4r·.) A.C.L \Sevilla), Santa Fe, 518.
110 A. G.T. (Sevilla). Sama Ff'. 504, 518 y 5 1H; A.C.i\. (Bogot¡\), (onventt~v, 6, ff 666r. a (i(i9v y 995r. u

!)!o)6v.; Conventos, 9, f[ 16r. a 21 v.: Convenros. 15, t: 5Cmr.;Hi.ston'n Eclesiástico. 15. n: 246r. a 249r'. V Ernesto
Resm>po Tirado. Historia, 328. 1'{5 y 408. ·
s• A juzgar por la información de d .. la Rosa. Floresta . pp. 238-243. numerosos pueblos)'
parroquias habían desapar•e<'ido en los siglos anteri ortos: al menos i parroquias y 1 1 pueblos de
ind ios, sin considerar los agr·egados. T.as ;\r·eas más alcc:tadas por la desaparición de pueblos de
indios eran Santa Marta. Va lledupar y Pue blo Nuevo.
lll A.G.l. (Se,illa , S<ulfa Fe, 504, 518. 519 y 520 y :\ .G.:\1. ,Bogotá), l/iftortil Eclesirístiro. 15. fl'. 163r.
a 316r.: este iiltimo documento se contin1ía hasta el f. Cill Y se refic•rC' fundanlentalrnf'nte a las
acti,id¡¡des mis ioneras e11tre los Guaj iros y ¡r) conflicto cntrf'. el obispo y las misiones t·apuchinas.

<266) ordenar para controlar + marra htrruo onsel


.MAPA I 0.23
PR0\1NCL-\ DE S \ i'lTA Nl-\RTA 1700
TERRIToruos ). N .-\CTOXES l J\'DTGEXAS xo SoMETIDOS Y .-\sE~I>.l\IIENTOS DE «ESP,\ .\OLES»

Provincia de
Maracaibo

Provincia de
Cartagena

o '
.....
...
'lt
• Gapilá Prov'ncial . (l:)
e Ciudad .,. ~Tg~ode \'-
O Vdla o '
• Sitio A ~~~~do
o Sitio agregado
'- .
t-=-\ Te:ritorio éspall<lr \
Terntorio "C~'milo"
"//;/

1!fj más de 1.500 mts.. s.n.m.


) Nueva
Grctnaóa \

O
más dt 2.500 mis. s.n.m.
Cíénsgos
\.., \
Umitn y ubicac:ioocs
aproximados
100km

Fuentes: José ~icolás de la Rosa. Floresta. pp. 178-223; -\.G ..'l. (Bogotá). Com•f'IIIOS. 6, ff 666r. a 669v. y
995r. a 996,·.y 9. IT. 16r. a 21v.: \ .G.T. (Sevilla). Santa Fe. 518. 519 :- 504 y José ~ 1. De-Mier.
Poblamientos T. I, pp. :H-2 y 61 -65.
~ota: Según f'Studios e\11 ográlicos contemporáneos. vario,; de estos grupos. como por ejemplo los
Acanayutos, PampaniJias. Tupes y Co_vaimos, enut su b-grupos de los Yuko- Yukpa, mientras que
los ~lotilones son los actualmente denominados Bar·í (Kenneth Ruddle. n1e Yukpa. pp. 19-22;
Orlando Jaramillo G<'>mez., • Yuko-YuJ..-pa• ." · Bnrí•j.

VI. TERRITORIO YORDENAMIGlo'TO F.SPACIAL: El CASO DE LOS "CHr>rrr ..•"


princrp10s del siglo '\\riii la alenri ón se conren1raba e n las comunidades Cuaj ·
en el control de la zona eos1el'a. y que fne sólo e n el siglo \Y II J t¡\tt' lomó impo
el inl(>t'ior de la pr·o, incia y la conquista de los grupos allí as(>n1arlos.
De olra p arte se ap recin q ue e l pre do m ini o de los pueh los d e ind ios
jueisrlicciones d e la ci u dad d e San ta i\-la r La y l a v ill a Tene l'ife e r a a b s
Lame ntablemente no se cuenta con inf(>r·mación lerHprana solw~ PI conjunto dt'
existen les por esos m1os en la '(><'in:-r pmviucia d<> Cartagena, que permita ap
distribución de los asentam.ien tos sobre las rihrras del río '\ lagdaleua. Como se
inf(wmació n taedía sugie re que, al me uos do n d e se ubicaba n los p n ehlos de los
dedo res d e Te n erife, prácticame n te no ha b ía asenta m ientos e n la margf'n oc ·
del Río \lagdalena. De ser así..' consideran do las alian zas que se d a bfrn r •n''"" 1 '"··-=-
inrlígenas r·ibert>r1os incluidos los Pintados- y los -chimila ... se tendría qtu• la
dad del control colonial sobre el río .\Jagdal ena era notoria. El p r·cdominio
pueb los de indios también se ap r·ecia en e l área de Valledupar· y Valenc ia d e
mi t> nlras que en los alrededores de O caüa y Tnmalameque ah undabmt los sirios.

b. 1700 -1740: hé'rosaMnces_r rptrocesos


Poco a poco. a lo largo del siglo X.\lll. la distribución ~ concen1r·ac10n
poblados se fut> modifi.c<Uldo. En f'l mapa q ue St> elabor·ó con base en la in
que suministró ~ icoh1s d e la Rosa sobre los as<•rrta mi en tns c•xisteutes e n l;¡
entre aproximadamente 1725 _v 1740 Cvlapa 'No. 24) . 8~ st> apre~.:ia cómo se
incursio nar en el territorio ·'Chimila··. Los nue, os poblados 4'Siahlecidos en tre
1725. rnu.' pocos rn realidad (dos misiones Becerril y El Rincón- . un pueblo
indios Los Tnpt>s y un s itio ngregado -San J acinto 84) , se COllcenLraro n rn t>l
orien ta l de la provinc ia, en la p ar·te sur· d e las <·iudades d e los Reyes d el Valle J e
} de P ue blo :.'{uevo, do nde, a excepción d e E l Paso, no h ab ía 1\SP.ntarniealos nuc
que C'Onlaran con autoridades ci, il rs o religiosns. Llama la Mención que n<', h11b
surgido más sirios Pn este lapso. ya que con fr'e<'nf'ncia el obispo de la pro,incia. •' -'-'JllJ"''
y _\len eses t l716- 171Í4 t. señaló que hab\a or·ganizado en sitios a la población no · ·~· ;-,~"~-­
q u e estaba dispersa.) la había dotado de cura. 11:, Si n embargo, ~ 1 fnn eionario n o
cuá les fueron estos n nevos sit ios v sólo se ha encontrado evid r n cia sobre los
zos, al par·erer fallidos , por estabi~cer el s itio d e Barrancas. al nort e d<' Va ll ed

" Jos~ \il'<)lás de la Rosa. F/nrf'sta. pp. 178-22'3. En la notil'ia bibliográfica U<' la obra 1p . 3*.
se indica crue t>sta M· rernúnó di' C'~crihir en 1789 ',~i c-) y se publicó "" l742 (sicJ. f),, nr.t<enlo ~J;
las fechas que i!pnrecen en e l tc.>.Lo (pp. 197. 228 y 236} parecc•r·Í:l r¡ ue se ter m inó el e escr· · •
bac-ia 1740. Segrí u est~s _mismas f(.('~tas _puede d cd ~tci_,·se que.'" r·ebti1·o a las poh l:-t~iones f¡
escnto entn: 1720 y 1t2o y quP ltana l /37 SP r·c·dacto el cap ttu ln sobre las pa r·t·o<Juras que ·
habían extinguido en el ctu-so d<' los dos siglos :uuer·iores pp. 2'{() 244. Es de anotar que~­
la nóm ina de rumtos que presenl!Í 1"1 obispo el.. Sama .\!arta c·n 1722 :- que di.-(' ·'~'~' la mis
con leves difc r'Pncias a la que •·xi;,tía en lí J:í 1.. \ .C.I. (Se,;lla, . Santa Fe, 519). st' mencion
pdcticam entc lO$ mis mos cu ras (J l< e e n el l.ís1ado d f' de la Ro~a. Au nq ue la c:;l r·uc rura d
~unJJos listados c•s d is tin ta , lo q <t(' 110 siempre pe r·ntite compar·ar. de 9 casos coru p;wah lf's, en
los C'uras son los m i ~mos en a , rJ,¡¡s lisras. Co n base en lo ant.-r ior, se ba establecidl
ll"ntativamente co111o li>C'ha del informe de de la Ro,;a el ario de- 1í25.
M Sobre <:>1 P:,lahlt>cimiento d(' estos asentamientos 'éase :\ .GS. Rogo tá:. Conventos, 6.
()(ifir. a 669v. ,. 995r·. :1 !JH6Y.: Conventos. 9. fT. 16r. a 2 h . c Historia Erll'siástiM . 15. 246t·. a 219t·.. A.G.
(Sevi.lla), Sa~trt ¡:;.. :i lS, 519 y 504 y ~·l aría del Can ne n ;\Lena Garcín. Sama ,lfarra, p p. 99- 105.
"-' _\. G.T. íSc•villa),Sama Fe, 5 19 v 52 L
8G Este sitio (·t'(l San Joseph ck Ba rranC'as. En li'Í5 se adelan ta ba un proceso pu ra ddinir -:s

correspondía a la jur·isclicción ele \'aiiNiupar o de Río dt•l Hacha :v. S('gÚ n el vir·re_y Esla-a (1
1í49 . no se h:~bía podido form:~li7.ar ,.¡ estableC'imiC'nto de w1:1 pnrroc¡uia allí. dPhirlo a
obispo insistía eu que los 'ec in os reopaldasen sus obligaciones para d l)ago de la cougrua

ordena r parn controla r + marca herrero onycl


.,l
lVLA.PA No-24
PROv1NCLA. DE SA.'\T'\ 1'vL-\RTi\ 1725 - 1740
TEIUUTOfUO ocCHThllLA» Y AsENTAllllE~'TOS DE «ESPA..'\OLES»

Río del Hacha

G '-'" <'1 -
./

Provincia de
Maracaibo

Provincia de
Cartagena

) o

e Capital Provincial

e Ciudad • ~~ de
o
\
O vmo
• Sitio
o Sitio agregsdo A Misión

= C3n<no
\ -' Territorio "E.spoñol· ',
.••.:.::/ Te.l'lftorio ·c~mila" \
O mis de ·1.SOO mts. s.n.m. '

o
más de 2.500 mts. s.n.m.
cw.-.agas
\
Umrtes y uticacioMS
aprox.n.xtos

100km

Fuentes: José Nic.olás de la Rosa, Floresta, pp. 178-223 y 237 -:244.

Vl . T ERPJTORJO Y O RDENAMIFN'TO E.">PACl>\L: EL CASO D E lOS«CH IM II A't


Adicionalmente, entre 1700 y 1740 aparecen varias referencias al establecimiento d
poblilciones confo,·madas por esclavos huidos, todas ellas en la Yertieote no1·te de la
, it>ITa ~\le,·ada de Santa ~larla, al parecer en la jurisclicción de Río de la Hacha.8i Como
ya se anotó la concentración de esclavos huidos en la parle norte de la Sierra I eva~
pudo obedecer a que allí prácticame nte no había ri esgo de ataques ind ígenas.
Adicionalmente en estos años se señaló que los ~chimila'' estaban incursionando en la
vecina provincia de Cartagena, al parecer en la parle norte,lllllo que pod1·ía estar indic<uH:L
la expansión del territorio "Chimila" en esa área .
A pesar del reducido número de asentan1ient.os establecidos por el Es t·ado en
este período, conviene resal tar que su ubicación fu e estJ·atégica. Las nuevas misiones d
E l Rincón y Becerril ayudaron a proteger las comunir.aciones entre Río Hacha, Valledup~
y Pueblo ~uevo, en el norte. con Tarnalameque ~,- ~Iornpox. en el sur )~ además. su pro-<
ducción agrícola sil"\iÓ para proveer de alimentos a los hatos circimYecinos.89 Aunque no
se han encontrado referencias específicas respecto al aumento de irnporlan ci:~ de esta
ruta en el siglo X\11JT, en contraposición con la que tuvo en el siglo .XVll , es probabl
que se haya incrementado, a raíz del comercio de contrabando. En este sentido llama l
atención que durante las primeras décadas del siglo .XVIII fueran frecuentes las refe ·
ren cias al ingreso de mcr~ancías por la desembocadura del río Magda lena en el m
Caribe, siL11ación que se modiíicó hacia 174.0, cuando los informes sobre el contrabando
mencionaban como lugares de ingreso fundamentalmente el litoral de las prov·incias de
Cartagena y de Río de la Hacha.00 El que entraba por esta lÍltima se transport.'lba hacia el
interior vía Valledupa,·, Valenria de Jesús, El Paso, Mompox o por Valledupar hacia
Tama1ameque.91 Para aJgunos observadores, como el jesuita Antonio Julián, los esfuerzos
por establece,· nueus fundaciones que se adelantaron despnés de 1740. h ah1·ían servi-
do para facilitar este comercio. más que para reducir· a los Chimila.g-1
c. 1740 1755: reorganización del espacio, controly conflicto
La década y media que siguió a la llegada del virrey Eslava (1 740- 1749} se carac·
teri7.Ó por el intenso dinamismo desplegado para reorgan iza ,· a la población. Las gestio·
nes pobladoras sin embargo, no afectaron la totalidad del territorio neogranadino, ni a
las llanuras del Caribe en su conjunto. Otras áreas de l nuevo virreinato, como por ejem ·
plo la provincia de Mariquita, atrajeron la atención de los aclminish·adores coloniales,93

cura ante un notario <'cl<'siástico ..-\.G.::\. {Bogotft). Jliscelánea Colonia. LO. ff. 137r. a 324v. y
Germán Colmenares 'comp.\. Relacionf's e informes . T. l. p. 54).
s; .-\.GJ. (Se\illa. Sama Fe. 504 )" 518: Ernesto Restr·epo Tirado. Historia . p. '-106 y José ~L De-
i\'fier (comp.), Poblamientos, T. 1, p. 61.
s.~ t\.G. L (Se"illa), Santa Fe, 522) 518 y A.G.N. (Rogotá¡. Hisroria EclesiástiM, 15. f. 272v.:
89 A.G.L (Sevilla). Santa Fe, (;04 y 518 y A.C . . (Bogotá), Hútoria Eclesi~<lita, 15, f. 247v.
00 Véase, por ejemplo, A.C.!. (Sevilla), Santa Fe. 504.518 y 519. Es de anotar· quf. las menciones

sobre e•m·ada de mercancías po•· Rio de la Hacha y Cartagena fueron co nsta.n les a r.odo lo largo
del períod o. La r·uta que empe1.ó '' mencionarse menos, ~ 1 avanzar el siglo XVlll, fue la de la
desembocadura del r·ío Magda le na, en especial por ('1 pueblo de Ciénaga. al p;H·eeer cuando
éste estaba ubicado cerca a esa desembocadura (A.G.T. (Sevilla·). Santa Fe, 504, 518, 5 19, 521 y
522). Cna información sobre el contrabando adelantada eu \l om pox en 17?6 indica qul'. hacia
mediados del siglo X\'111. disminuyó notablemente por I'Sa vía (Gusta,·o Bell Lemus (c:orn p.).
··Contr·abando-. Esta caída pudo f'Siar 'inculada con los f'sfuerzos para controlarlo que se
adelantaron por esos años ' l .:uH:e Grahn, Tite Politicnl. p p. 96. 11/- 120 y 192) ~- quf' pudieron
presionar el establecimiento d<' nue,·as mtas y la re;~c:l i' ación de otras.
9 ' En l696 Granda observó que en la provincia ele Santa Marta estas eran las únicas dos YÍas

del contra bando exister1tes pOl' tierra (A.G.L (Sevill~) , Stmtn Fe . 504).
tr.l AnLOnio Julián, Ln Prrla, pp. 195- 8 .
.n Hacia li4 '~ se impmticron 'inso·ucciones para for.·rnar pueb los en las rnil1as de Mal'iqu ita

ordenar para t'Ontrolor -i'- mo rco herrera angel


mientras que en el Caribe en su conju.nto. En el Caribe las actividades pobladoras
tuvieron un sentido eminentemente estratégico. 9~ En el contexto de la guer'l'a contra
Inglaterra. tma de las preocupaciones centrales fue el abasto de la ciudad de Cartagena.95
Las dificultades del transporte marítimo. debido a la presencia de naves enemigas.
obligaban a utilizar las vías terrestres y fluviales para satisfacer s us necesidades de
alimentos y otras provisiones. 00 En estas circunstancias se presentó la urgencia de t rans·
portar ganado de la provincia de Santa Marta, que surtía la plaw fuE-:r'l.e de Cartagena.!l1
Tal actividad se dificultaba, no sólo por los rigores del invierno, que fu e particularmente
fuerte en e:;os años,98 sino también porque Jos canúnos que u nían los centros prod\JC-
tores de importancia, como Valledtrpar y Pueblo Nuevo, con el río l\lagdalena estahan
cerrados desde hacia más de un siglo, por el riesgo de ataques Chinrila. 99 Por la misma
razón tampoco se podían utilizar para la cría otTos terrenos de la pmvincia ele Santa
~!arta_ más cercanos a Cartagena. 100 Era necesario dar enormes rodeos para sacarlos al
río y lle' arios de allí a la plaza fue rte. 101 Adicionalmente, los d ueños de hatos se mostra-
ron poco dispuestos a vender su ganado. Las cajas reales, como de costumbre, estaban
,-acías 102 y no todos los hacendados se mostraron interesados en prestar sus servicios a
la corona, es decir, a financiarla durante la erisis. 103 Se pens6 incluso en utilizar la fuerza
para obligarlos a entregar el ganado. 10r,
En medio de estas dificultades José F'e mando de lVIier y Guerra prestó a los inte-
reses r·eales una ayuda invaluabJe. En 1í 39 había sido nombrado maestre de campo y
cabo superior de las armas de las ciudades de Val.ledupar, Pueblo Nuevo y T.:unalarneque,
en la provu1cia de Sant:'1 .Malta, a pesar de ser veci11o de Mompox. 1111 ~lier reemplazó en el
cargo a su tío Juan Bautista de .:.\Iier y LalorreUl6 ~: en principio, la principal actiúdad que
le fue encomt>nda consistia en contener a los "indios caribes que infestan toda aquella
tierra"'. 10i F:n lí'Íl , a raíz de la declaración de la guerra entre España e Inglaterra, :\1ier fue
nombrado maestre de campo gt>ner-al ~ cabo superior de armas de la pro,,incia de Santa

(.A. C.K [Bogotá), Minas To/ima , 4. (f 550r. a 553v. y Minas Tolima. 5, ff. 335r. a 34'1r. y 67 lr. a G80v. y
Germán Colmerr ar.-~ (comp.), Relaciones e Informes, T. 1, p. 63.).
" Gi lma l\Jo¡-a d e Tovar, - Poblamie nto y Sociedad-, p. 47, afirma ~¡ue la sujeción de los
1

f.himila y la fuodaeión de pnehlos cumplía una función estratégica en la <·oyunt.ura de la guerra


ron Inglaterra. Debe anotarse que el proceso puede verse desde esta per·spe<'tiva durante la
guerra. pero que postet·iorrneme las fundaciones de sitios en el ár(•a tuvit>ron LUl caráctCJ'
t>Stratégico en función a la guen-a contra los Clrinrila.
00 Germán Colmenares 'tomp.l. Relaciones e Informes, T. J. p. 47.

'lG .Josti ~I. De-~lier ,comp.). Poblnmiemos. T. 1, p. 36.

<r. .\ delaida Sourdís. -Estnr<· l"ra de la ganadería-, p. ()1~.


u.• Germán Colmenares (comp.). Relaciones e Infom•(~~. T. 1, p. 47 :v José ~ f. D~:-Mier {comp.),
Poblamientos. T. I. pp. 51 - 2 y ('iO.
9!1 A.G.I. (Sevilla), SanlCl Ff', 522 y .José M. De- Mie r· (comp.). Pob/amit·ntos, T. 1, pp. 56 y 58.
roo Genuán Co.lmenares (<:omp.), Relaciones e lnjimnes, T. J, p. 66.
''" Adelaida Sow-dís. "Estr·ucltu·a de la ganacle r·ía\ p. ()13, indica que cllr·<u1~porle de ganados
d('sde la provincia samar·ia tom!lh~ meses.
lil'l Germán Colmena1·es (comp.), Relaciones e lnjormes, T. J, p. 47 y José J\1. De-~Iier (comp.),
Poblamientos. T. l. p. 46.
101 José ,\f. De-)Iier (comp.\, Poblnmiemos. T. l. p. 52. .-\cli<'.ionalmente en las camicerías dt> la

pro\'incia de Cartagena se acosturnhraba el repartimiento de lenguas, lomos y despojos, lo que


según los dueiios de ganado los afectaba José )!. De-Mier· (comp.), Poblamie111os. T. T, pp. 56.'· 58).
101
José )L De-Mier· (<'omp.. Poblnmiemos. T. 1, p. 80.
' 00 1bid., pp. 14- 15 y 20.
1001
lbid .. pp. 14, 20 y 46.
1117
!bid., p. 14: subr·ayados nuestros. Véase también p. 20. En las pp. 30 1 se ap recia que la
designación se aplicó en es te caso a los Cbinüla y'' los Motilones, grllpo este ú ltimo c¡ue estaba
pnniendo en peligro las misiones de Sirarare y Tucuy

Vl. TFRRJTOrtiO Y ORDENA.\UEi''TO ESPACIAL: FL CA.~ DE L.OS -.CHIM H.Att


J\larla. 1 ~ Como tal Mier pre lÓ ~ donó dineros a las 1·eales cajas para e l pago y
de las tropas. 100 gestionó <'1 em-ío de ganado.'' carne salada a la ciudad de Cat·tag<'na 11 ,..
hizo una -graciosa donaC'ión- a su majestad. para abrir· el C'amino entr·e Tenerife. Puel)."
~ueYo ) Yallednpar. por med io de t('n·itorios Chim ill't . que permitió conducir el gan ¡, ·
para abastecer ele carne fr·f>!>C'a la plaza ele Cartagena 111 (Yéasf' J\Lapa Xo. 25).
La " grac10sa
. d onncton
. , ., de ese ca mtno,
. .
c1ue su 111ftJCSta d s<ab'
na agrac1eccr, 1)en ! l·

ció a Ylier y Gu er ra, duelio de Jos potre ros de Sant a ~l arli ca, al n orte el e ·r enerife a
cloude llegaban los g<u1ados transportados desde Vll lled upar. al activarse el earnino e- ·
tr·e esa ciudad y Tenerife. m En términos df'l con flic to te •·r·ito rial con los C h·im ib 3.
importancia estratégica ele este C<Lmino fue mncho nHt)OI'. ya q tw atravesó el centro dt>l
te r·ritorio que esas comunidadf'S tenían bajo su contl'Ol. Paralel<tn•enle con la reaperiUr.-t
de est<> camino, que se •·ealizó <>ntre 171t0 ~ 1 /42 .m se ftwda•·on y r·eorganizaron \at·i -
poblados. Hacia 1/40 se establecieron los pueblos de S uestra Sei'iora del Rosar·io .'
San Antonio de \ laroC'aso. de indígenas :\rnacos. en la ,·er·t iente nororiental dP la Sierra
Ne,ada de Santa Jlarta. en la jurisd icción de Yallednpar. 111 En 1741 se in iciaron gesll ·
ncs para crunbiar la 11 biC'aC'iÓn de los pueblos de indígenas P intodos, asentados sobre-la
mar gen oriental del río Magdalena, y pasarlos a la occide nta l. con el fin de dificultar 11
pa rl icipación en los ataqu es de '·indi os b ravos". 11 :; E l tr·aslaclo fin almente se realizó
involucró a o tros pueb los q u e, como los a nteri.o res, pertf!n.ec ía n a la jurisdicción d.
Tenerife, donde no sólo se cambió la ubicación de los asen ta mif'n tos, sino que · l'
proyectaba •·educir los 13 pueblos existentes a 1. 11" O t•·o tan to se hizo en In vE."ciJ
provincia de Ca:rtagena. clonde 8 pueblos del río Cauc11 quC'daron convertidos f'n tres.
En 1742 se en<'argó a Francisco Pér·ez \ a!'gas. un ha('e ndado del partido 4
Tiel'radenlro. 118 en el extremo uorte de la proYincia de Car·t;¡gena, entre el Canal rl~l
Dique y el río .\1agdaJena. que reorganiz¡¡ra a los pobl<'ldor<'s del área. Su con<'<'nt •·ació~t

lOO lbid., p. 17.


ll)(llbid., pp. 21. :12 ,¡y 46.
110 lbid., p p. 32- 80.
111l bid., p. 28.
112 Adelaida Sourdís, -r.siJ·uerura dE' la g< tnadería-. p. 6 16. ~os<· ha podido t>stab leccr con
p•·e~isión en qué momenlo \li<·1· aclquit·ió estas ti(~IT:'IS; en t/'Íl e l cab ildo de \'alledupar
hablaba de los recién d<"scubii'I'IOS poll·eros de San .\ut onio y anta \la11ica .'· en ese mismo
;~ño. .\lier indicaba que tenía 400 I'I"SI"S l"ll los potreros di' S:~nta ~lru1ica. lo quE" parecería indicar
que .'a para entonces eran d<· .;u p1-opi1"dad ,José i\L 1)(' .\lie1· comp., . Poblamien1os. T. l. p. 56 J
59. En Santa .\lar·rica SE' fuJHIÓ po~tc1·ionuente un pueblo deo indios Chimila. como seo :~p•·ecia
en el ..\lapa ~O- 27. que se incluye más <Jdt> lrune.
111 José i\L De- t'>ljer (comp. ¡, Poblnmien1os. ·r I. pp. 28. 1fi, '{9. 42 ~- '362.
1" lh id., pp. .126 .' 1'33 )' A.c.:·~- (Bogotáj, Caciques e lnrlio.f. 28. tl'. 606r. a 6091·.
115 A.G.N. {Bogorá). Virüas Bolív(lr, G, fT. 679r. y í OO r. ,, 702v.; A.C. l. (Sevilla), San/a Fr', 289 .r José
M. De-.\'fier (C'o 111p.}, PoblamiPJJIOS , T. l , pp. 176 7.
116 José M. Oe- Mif'l' (comp.).Poólami<"nlos,T.l, pp. 68 69. Lo relativo a la forma ('orno finalm ente

se lle\'aron a caho las ngr·egaciones y los tr;¡slados no l'<'sult >J muy claro en la doeu rnc'rllació n. De
al'uerdo ron el ¡WO.) ecto de ag1·egación citado. que sr hiw <·n 1742. ~-a para entom·<·s .) de los
pueblos hahúUl sido u·a;;IMiados a la proYincia de Cru1ageua Zamlmmo. Coscurrucio. Ca racoli.
Hincapié y :\lalamhil() . La agregación y el u·aslado de lo~ pul'hlo~ dE' Pintados (Za1·at<' .' Pl:~t o
parece que efecti,·:u11rnre ~e Jle,·ó a efecto 'GE'rmán Cohnrn arc·~ c-o•up.. Rektciones e Tnfimnf's.
T. l. p. 49 . En la rE-lación de cur·atos M la prmincia d<' S;urtll ~l:trta de 1758. de los n put>blos
e.Jstentes en 1742. \:1 sólo St' mencion:won dos: El Mon·o ,. Zamlwano 'A.C.L Se,·ill:~ . SaJJifl Fe.
552. En el 'rapa :\o. 25 se ha asumidv que las tl·aslnl'i(;ll<'~ .' agt·e~aciones ~e hicil"l'<m como
fueron propue$WS E-n E-1 in lo rme. salvo f'H los casos t·u quE' f'sos pueblos ya h¡IIJÍ:tll s iclo
trasladados a lil pr·m incin de Cart;¡ge na.
1¡; Germán Colu rnr~ri"S (com p.), Relaciones e lnfonncs, T. 1, p. 7'~ .
118 José i\1. De- '\tier· (comp.). Poblamientos. T. 1, p. 294 5.

ordenar para con trolar -l.- mana herrera angcl


N1APANo.25
LLAN1JRAS DEL C.-\1\ TBE
F V~D.-\(J(>.\' Y fuORGAt\fiZACIÓN DE LOS l\SENTAMIE!\'TOS «ESPA.J'lOI.F:S» Y R ECORTE DE
LOS TEHRlTORlOS CHDUU. 1740-1751

Provincia del Río


del Hacha

Provincia de
Maracaibo

e::
Provincia de
Cartagena ) o
' ,r--

o
\
Asentamientos Existentes Asent~.mie nlos Fundados
antes de 17 40 o roorganlzados 1740·1751


Capital Provi~l
Ciudad o Villa
A

Pueblo
Sitio
\
• Sitio 6. Misión
.A. Pueblo - Tf3slado o agregaclón \
~ Misión Nuevo camino
'
'
Camino
~

- l Territorio ~espafl01"
O más de 1.500 mts. s.n.m. \
..-:~~:/ Territorio "Chimila"
Umltos y ubicaciones nproximadcs

~
mas de 2.500 mts. s.n.m.

100km

Fuente: A.G.I. (Sevilla), Scuua Fe,552; José \>L de Mie r (eomp.), Poblamientos, T. I, pp. 28, 36, 39, 42, 66·8,
162-73 y 311-6; Germán Colmenares (cornp.), Relaciones 1' 1/~(ormes, T. l, pp. 48-52 y José Agustú:1
Bl an eo BalTos , El Norte, pp. 108-110.

\>1. Tf.RRrrQRIO Y ORD ENAMIENT O ESPACIAL: EL CASO D E LO S"CHIMILA.')


cerca a las riberas del río Magdale na serviría de fre no a las hosti Jidaéles de los indi '
braYos 119 ~- per·mitiría recuperar e l con trol sobre pobladores q ue:
~ ... carecían de tocio f)asto espiritual y de la subordinación al cura y a la jus ticia, y así 1
vivían tan licenciosamente que no había excesu que no cometieran, sin poderlos contc ne•·;
pt~es abrigados de Jos mismos montes, hosques y sehas- con la única senda q ue dejaban
pat'a la entrada a sus paji zas habitaciones, se escondían a.l menor ruido que escuchaban
por el latido de sus perros, ...'"'.1211
En cum plimiento de tales <1bjetivos se concluyó la fund ación de las parroquias
Sabana.larga en t:/13121 y 1111 poco después la de La Ponedera, en c uyo pantano merodeab
los Chimila.122 Po•· esos años se reor·garúzaron alrededor de 11 sitios en la parte norte Je
la peovincia de Cartagena, la mayoría de ellos ubicados en el par tido de Tierradentro. 1
La ape1tur·a del eamino en n·e Valledu par y Tenerife y las gestiones de reorganizació
de la población, con las q ue se buscaba r estringir el control Chimila sobre su territori¡
valor·iuilian las tierras. Lns autor idades no desaprovecharon e~ ta coyun Lurn, que hrindaB:a
la oportunidad <.le au mentar los ingresos real es. Así, e n 1744 e l virrey ord e nó Hl
com posición de tierras pam ven ta y arrendamiento e n El Paso. m Al aiio siguiente &
inic inron las gestiones pobladora~ de J osé Fernando d e Mier y Gue l'ra q ue, en unj
primera fase enlre 1745 y 175:1 , se centraron en la reorgm1áación de la población lih~
de parte de las riberas del río ~ l agdaleo a, de los alrededores de la Ciénag-a de Zapatosa,J
y el em-ío de pob lado res no indígenas al p ueblo de San Sebastián ele Rábago. en ta
vertiente sur de la Sierra Nevada de Santa Marta, para establecer allí un poblado. 126

119 A.C. K Bogotá). Poblacion€'s 1arias, 5, ll: 372r. a 37•h: y Josf Agustín Bl:uH·o Barros. El _Vo '_
1
de Barmnqllilla, p. 157.
120 Germán Colme nares {comp.), Relaciones e Info rmes, T. l . p. 50; subraya dos n uestros.
121 José Agustín Blru1c0 Barros. Sabaualarga, pp. 57. 84 y 88.
m A.C.!\. (Bogorá). Poblaciones Tli-lrias. 5. 1". 370r. ;¡ ~74v. y José :\ gustín Blanco Barro
Sabanalcuga, pp. 7 1- 9, 81 y 95 D.
123 (;e,·mán Co bnenares (comp.). Relaciones e Triformes, T. 1, pp. 50--2.

r2-i :\ . G.~. (Bogotá). Poblariones Varios. 1 J, f. 739r.


125 Esta misma distribución general de los asentamientos reorg;111izados por ~lier se aprecia,

en el mapa de las fundaciom·s de Mier y Guen-a entre 1749- 1753 publicado po•· María Dolores
(;onz;íle7. Luna, Resguflrdos. p. 132, aunq ue corno se puede ver en los M11 pas ' os. 12 y 25. n .
com pa r·timos algunas de las ubicacio nes q ue propo rciona esta au lora: San Sebas ti án de
Buena\'ista se funcló en las •-ihE>ras del •·ío )fagdalena ~- er·a un asentamiento d istinto a San
Sebasti;í.n dE' Rábago. pueblo dE' indios Aruacos (Tjka) que existía de tiempo atrás y a donde las
nutori dad~?~s decidieron asentar población no indígena: varían también las uhiraciones fiE' , uestra
Señora d<· Bar rancas (Guama!). Santa Crm. ele San J()seph o de Pizarro _y San Vicente de Fe r·rer
/Cascajalr Las fuentes aquí utilizadas para la ubicac ión de esos asentam ientos fueron: San
Sebasti:ín de Rábago (José i\f. De- i\lier (eomp.), Poblamientos . T. l. pp. 159 60, ISO J. 184- 7,
lfJ0- 1, 191-4, 206. 2 19,247- 53,257- 66, 26R, 272- 5,277 83.307- 10. 322-'{6, 355; A.G.l. (Sevilla),
Sama Fe. 521 y Er11es w Restrepo Tirado. f!túoria, p. 406); San Sebasti;Ín de Menchiquejo, que
al parecer es el mismo San Sebastián de Buenavista que aplll'ece e n los Ma pas de l JGAC
.\ .G.S . ,Bogotá), Juicios Criminaln. 184. f. 120r. ~-José M. De-Mie1· {comp.). Poblamientos. T. 1, pp.
167, 246, 289- m , 302 y 304); Guama] (José \l. De-Mie1· (comp.}, Poblamientos. T. l. pp. 162-66,
246, 285 9 y 304}; Snnta Cruz d~· San Josep h (José 1'1'1. De- ;'lfier (ro mp.}, Po b l amie nto~,'r. I, pp. ~
292-5. 302, 306, 355- 7 v Emesto Restrepo Tirado. Hútorw , pp. tíB- 4) y Caseajal (Jos<( M. De- ·
\lier· (comp.,, Poblamientos. T. 1, pp. 167. 302. 304. 347- 53). También ,.a,·ían la3 grafías de '
Chimích ~que {sic por Chimichagua) y Tnmalequi to (sic por Tamalameq uito).
l2<1 Algunos auto res le atr iJ, uyen a l\fi<·r y Gucn·a la fun d:lción de 22 pob laciones (véase
Orlando Fn ls Borda, llúLOr ia Doble, T. I, pp. 112B- 1 14 B: Gilma Mora de Tova•·. ''Poblamiento", p.
:;~ ~· ~laría Dolores Gouzález Lu11a. Resguardos. p. ?6,; sin embargo. 1'11 la Relación de :llé•·itos de
~lier y GueiTa. formada en 1768. dos años ;wLes de su muerte, éslí~ >Ólo tnenc·ionó 13 poblacion es:
Sama Cruz M San Josef: Nuestra Señora del Carmen de Rarra neas, San S ebasrián de !\lenclliquejo,
Santa _'\J1a de Buenavist:a, Santa Bárbara rl<' Pin Lo, 111 t"!st r a Seiio rn de la Candelaria d el Banco,

ordenCir para controlar + mana he-rrera anael


Chimilas y, además, p1·oducir t1·igo para abastecer a Ca.rtagena. m La reorganización
los libres asentados en los alrededores de la Ciénaga de Zapatosa, que .i ncluyó
nombramiento ele autoridades eiv:iles y religiosas que los administraran, aumentó
control sobre estos pob.ladol'es y disminuyó la posibilidad de que auxiliaran a
indios bravos. 111 A.dicionalmente, con la fundación de poblaciones de libres en
provincia de Santa Marta se lograba que estos se volvieran "p1·áeticos", esto
conocedores ele los terrenos que ocupaba la nación "Chimila". 114 De esta forma,
sentaron las bases estratégicas de la guerra c¡ue se libraría en el período sigui
Según de Mi er y Guel'l'a el orden de las fundaciones formaba "un semicírculo"
de la "belicosa nación chimila, ...", i% con lo cual se la sitiaha. 136
A pesar de que la sucesión de los acontecimientos puede llevar a pensar
huho alglín tipo de plan según el cual primero se reorganizaría a la población .Y
sobre esta base, se practicaría una agresión militar generalizada que fue Jo que
últimas se h izo , no es esto lo que se percibe en la doeurnent<lción. Por el con
más que planeamiento, se observan confl.i.ctos ele intereses al interior de los .,.,,,,u·•""'O!"
dominantes, que dieron lugar a la presentación de distintas alternativas para el
del mismo fin: la reducción Chimila y el contml sob•·e sus tierras. ~:ste juego de i
y la adopción de una u otra estrategia en determinado momento se vio favorecida
las autoridades virreinales y, en algunos casos, por las mismas circtmstancias. D
el gobierno del virrey Eslava (1710- 1749) Mier y Guena recibió un apoyo casi
irrestricto a su gestión. La guerra contra Inglaterra y la liberalidad de Mier para
ciar a la corona en las urgencias de esa coyuntura, al igual qm~ sus esfuerzos
abastecer la ciudad de Cartagena, debieron influir en la actitud de Eslava. Si
efeeto debió tener su activa gestión pobladora, que prácticamente no le rep "'"'~u ''"'..
gastos a la corona, ya que todo parece indicar que Mier la financió . m
Sin embargo, las aclividades de Mier y Guena, y posiblemente el poder y
prebendas q ue éstas le repol'taron, suscitaron conflictos al interior ele la elite. ns
bien el virr·ey P iz.arro ('1749- 1753), al igual que Eslava, apoyó totalmente su
tuvo que atender numerosas quejas que se le formularon. Iuiciahnente Nlier se
visto enfrentado con influyentes miembros de los sectores dominantes cartagene
como por ejemplo, Andrés de Madarriaga, Francisco Pél'(~Z Vm·gas y .Julián de TreSJJrtJ'"""'"''-"
(2° marqués de Santa Coa)r l9 A estos conflictos siguie1·on l.as quejas del obispo y

132 Sobre San Sebastián de Rábago v la fundación que allí se; tmt.ó de estahlecer véase: J
M. De- Mier (comp.), Poblmnienros, T.vL ·pp. 159 160, 180-l, 184- 7, 190-l, 193- 4, 20(), 219, 247-
53, 257-66, 268, 2n- 5, 277-8:1, 29r->-300, 307 10, 322- 36, 355 y T. n, pp. t8- 25, 72- H2, 105- 120;
129- 30, 137- 44 , 151 - 4, 169- 70, 173- 180; i\ .G.I. (Sevilla), Sama Ff~ , 523; Jos.: Agus l ín Blanco
Barros (comp.), Dos Co!onizo.cione.s, pp. 7-8 y 11- 22; Ernesto Restr-cpo Til·ad <>, Historia , p. 406 y
Antonio Julián, La Perla, pp. ·121 - 2. Carlos Alberto Uribe, "La Etnografía~, pp. 20 y lÍO, irlentilica
a San Sebasti<in de I\á.bago con el actual .\'aubusímake, capital de la nación A1"1 1uaea o ljka.
m Véase la asociación implícita que hiw .Mier y GueJTa entre la participaóón de indígenas
reducidos a pueblos y libres en los ataques de (lecheros, el U'Miado de los pueblos de indios a b
otm banda del río Magdalena y la congregación de la gente libre dispersa de la provincia de Sant:'l.
:\tarta en su ca1·t.a dirigirla al vi rrey en 1749 (José .M. De- Mier (comp.), Poblamientos, T. I, p. 176).
1 ~1 A.sí lo exp resó en 1752 Mim· y Guerra (José M D<:;-M ic~ r (eomp.), Poblamientos, T. II, p. 27).

m lbid., T. I. p. 360.
)"jt; lbid., T. Il. p. '188.
11; lbi.d., p. 2] 5.

118 En 1752 :'l·{ier y Guerra se quejaba de las per·secuciones de que era objeto, por "envidia
y emulación" íibid .. p. 19). Véas~ también ibid., pp. 100-1.
1'9 Estos conflictos, aunque no siempre los inteJ"eses que los alimentaban, se tJ•anslncen en
la documentación. Sobre el con.Oicto entre l\Iie r yTrespalacios véase, por ejemplo, i\.G.N. (Bogotá),
Juirios Crimino/es, 201, ff. lr. a 461v:., en pnrtieular ff. 90r. y ss.; José M. De ·\, 'l.ier (rornp.),Poblamientos,

ordenar para c.ontrola r +morco herrc.ra angel


se debilitó el control territorial de Jos Chimíla, pero no el conflicto. La nueva dinám.i' ~·
transfor-mó el d1·ama que se desarrollaba en este espacio. El enfrentamiento entre e ·
tnras dio paso al conflicto entre los grandes hacendados y los habitantes de los pu
blos recién establecidos. En uno y en otro caso el espacio no sólo era el escenario cr·
los hechos, sino también un elemento central del conflicto.
Otro enemigo declarado ele los nuevos asentamientos fue JuHán de lrespalacios '"
Miet; primo de Mier y Guerra y he1·edero del marquesado ele Santa Coa. El parentesco n,'-
operó en este caso como un mecanismo para asegurar la cohesión de la elite, sino
cont.1:ario.148 Trespalacios hizo todo lo que estuvo a su akance para destruir las fundacion , .
de lVIier. Su interés era establecer una fundación en San Angel, en el cent1·o del territcr:
rio Chimila, que asegurara la comunicación entre el Paso del Adelantado, donde te :.
sus haciendas ganaderas, y el río Magda1ena. 11o9 Para ello juzgaba necesario llevar poblador
de las ftmdaciones establecidas por su primo. Solicitó que se le autorizara la recluta ct
voluntarios para vivir en San Ángel, en "los sitios que llaman fundaciones en la costa .
este rfo" Magdalena y en San Sebastián de Rábago, 1'; 0 esto es, en las poblac~on ·~
recientemente estal)lecidas por Mier y Guerra. También pidió que se le concediera facult ~·
privativa para actuar como juez en los casos de los alistados que desertaran. 151 ·•

Se aprecia en la trama de los conflictos el interés por monopolizar el control : .


la mano de obra "libre", que se forzaba a vivir en los sitios y que los hacendad ·
querían tener a disposición para asegurar el control y la producción de las tierras ·
se quitaban a Jos "indios bravos". Desde el punto de vista de la elite, los "libre~·
debían aniesgar su vida, para que los hacendados pudieran disfrutar de los bene .·
cios. :'.1adarriaga fue particularmente crudo al expresar esta posición. Para este hace .•
dado, que cuando se vio rodeado por sus esdavos amotinados hizo cuanta concesión
exigieron para salvar la vida, 1';2 los poblados debían construirse en parajes en los q\(
los Chimila "vienen y transitan a hacer daños, que estando allí la fundación, les imR.
dieran el paso y con las correrías y calor del vecindario se retirarían, ... ". 153 Trespalaci -..
no se quedaba, atrás. Achacaba a la "desidia y vicio" de la gente el que no se hubie;
concluido la fundación de San Ang-el y afirmaba que era la "bastardía" y "viciosas lib ,r
tades" lo que los llevaba a incmnplir sus tratos y a desertar de una fimdación, 154 1ocal.iza .:
prácticamente en el centro del territorio Chimila, cuyo objetivo era t:1cil.it;n·le a hacendadQS;
como él el transporte y comercializaeión del ganado. ·::
En medio de los conflictos que se suscitaron para obtener las mayores ventajas de'
las posibilidades c1ue ofrecía el territorio "ChimiJa", el impulso de reorganización de l~.
población se fue diluyendo. Las fLmdaciones que propuso Mier y Guerra al iniciarse el .
gobierno del virrey Solis (1753-1761), como Gampru; Santiago de Ptmta Gorda, Sapayán;:,

1 ''~ Esta disputa, que se prolongó a sus sucesores, tuvo origen en el manejo de los bienes d~
Juan Bautista de Il'lier y Guerra, tío y suegro de Mier y Guer1·a y de Tl'espalacios (véase Orland~·
Fals Borda, Húwria Doble, T. l , pp. 93A--102A). El connic'tO permite observar cómo la existenci\i'.
y el establecimiento de lazos de parentesco no siemp re sirvió para cohesionar a la elite, sin~
que, en algtmos casos, dio lugar a fuertes pugnas que, con frecuencia, terminaron por expresar~ .
se en el campo de lo político.
" 9 En esta área se fundó posteriormente el pueblo de indios Chimila de San Angel, como .
se aprecia en el Mapa . 'o. 27, c¡ue se presenta más adelante. ·
0
" José M. De- Mier (comp.), Poblamientos, T. JI, p. 129.
151 Ibid.
1" 1 A..C.N. (Bogotá), Negros y Esdavos Magdalena, 3, fT. 92'1v. a 926r.
15
~ José M. De- Mier (comp.), Poblamientos, T. II, p. 47.
154
Ibid., pp. 128.-9. Véanse también los señalamientos de Trespal<tcios sobre el "vergonwso"
retiro de los habitantes de San Angel, a r·aíz de un ataque Chirnila en A..G.N. (Bogot<í}, Poblaciones
Varias, lO, ff. 105v. y 116r. y v.

ordenar para controlar + marta herrera aogel


NuestJ·a Señora de la Concepción de Plato y San Luis Beltrán de la 1i·oja no tuvieron el
mismo empuje que las anteriores y sí fueron objeto de repetidas críticas y ataques.~'.:; C..on
el proyecto de poblamiento de ~lier se hundía también la estrategia de reducción de los
Chimila, que estaba asociada con ese proyecto. La estrategia que se impuso partía de la
idea de CJliP e1-a necesario establecer asentamientos no en los bordes, sino en el centn )
del territorio Chimila. Los pobladores debían ser gente "blanca", ·'española", "gente de
valor, fuerzas e industria.,, encabezada por misioneros, que contaran con el respaldo de
una pequeña tropa de unos 25 hombres que sirviera para la <lefensn del pueb lo
·'y para escolk'l y resguardo de los misioneros, que pudieran de eutmdo en cuando,
como cazadores en busca de fi eras, y pastores en solici tuJ de ovejas descarriadas, salit· a
buscar y 11 r~coge r aquellas almas, .. .'· . 156
La ejecución de la estrategia formuJada por Jul.ián fue, sin embargo, muy distinta.
Ni el tipo de poblador al que aspiraba, ni otros menos ajustados a ese ideal estaban
dispuestos a ponerse al alcance de las flechas Chimila. Sólo los guerreros, respaldados
por la fuena de las armas, mostraron alguna inclinación por adentrarse en territorio
Chjm ila, pero para perseguir indios, no para establecerse. De esta fo rma la idea de las
fundac iones pasó a un segundo plano y sólo quedó en pié el aspecto militar del proyecto.
Se generalizaron las entradas lideradas en algunas oportunidades por frailes capuchinos,
acompañados de tropas de indígenas enemigos de los Chimila y, a veces, de grupos de
milicianos que eran forzados a participat: Tal como lo había propuesto Julián, se cazaron
corno fieras y se at·rasaron sus casas, poblados y cu.ltivos. Nada nuevo, en realidad; la
difer·encia estribó en que ya no fueron entradas esp orádicas, que se hacían ho~· aquí.
maiiana allá. Las expediciones punitivas q ue se empezaron a practicar fu eron más
sistemáticas ~ con frecuencia se coordinaban para que salieran simult.-\neamen te de
distintos lugares de la provincia, aJio tras año. Esta nueva estrategia, conorida como la de
las entradas generales, fue la que se puso en p1-áctica en la década del 60 del siglo XVIII.
d La década de/ 60 deL siglo XV![!: las Enrradas Generales
"Las raíces habían asistido al entierro de los c:orn eLas en la planicie inmensa
e!. e lo que ya no tiene sangr~, y estllban fatigadas y sin sueño. Jmposible prever
el asalto. Evitar- el asalto.'" 1'';
n primer aspecto q ue corlYiene subt·ayar es que las entradas con tra los Chimila
no se empezaron a practicar a mediados del siglo XVIII. tal como se ha planteado. 158
sino que se dieron a todo lo laa·go de ese siglo y también dUJ·ant~> la segu nda mitad del
siglo ~ Vll .1.w Se obseJ.Ta, eso sí. una variación importante entre las que se llevaron a

l l l José M. De-)lier (comp.). Poblomir•n!os, T. T!, pp. 17. 23-4, 26. 99 100, 171- 2, 187-8 y 2 14-
11. Al p;weccr algun as de estas poblaeiones no se estab lecieron y 01Tas n o se conso lidaron.
Llama la :tt.ención, sin embargo, qu(' ~ los p ueblos de .in dios que posteri01·mente se establecie ro n
con inclíg<•nas Chimila sometidos, se k s huhier;m as ignado varios de esros nom bres, como se
pod1·~ ap reciar más adelru1te.
17
"' >\n tonio Julián. La Perla. pp. 200- 1.
u ; Miguel A . Asturias. Le.rendas de Guatemala . 10" edición. Bu('nos Ai res, Editorial
Los:ula. 1990. p. 61.
ll8 Cerardo Reichel- DolmaroiT, n atos Histórico-Culturales, p. 105 ) Car·los ·\l berto Uribe, · La
EtJlOgrañ;~o. p. 47.
Sobre las entradas realizad:~s tlurautc la segunda mitad del siglo :'\\"11 ,·pase, Emesto
•l'l
Reslrl'po Tirado, Historia. pp. 27 1. 280. 287 y 289 y A.G.I. 1Sevilla). Srmw Fe. 521. Sobn: las
enll<ldas rrali7.adas durante la prinH~ I·~ mitad del siglo xvm véase: A.G. I. .Sevilla). Santa Fe. 504.
518, 519, 520,522 y 289; A.G. 1• (Bogouí), Hútoria Eclesiástica, 15, ff. 260v. ~ 26 1v., 264.r., 2/lv. y
274r. a 275v. y Visitas Bolívar, 6, ff. 6~J8r..Y v., 68/r. a 689v, 690t·. y 691r.; José M. De-.Mier· (comp.),
Poblomienros, T. I, pp. 11- 12, !)7 8, 106- ?, 118. 120-1, 125, 151, 15'3, 159 y 255 y T. II, p. 188; José

VI. TERRITORIO Y OROEl'IAMffii'.'TO ESPACIAL: EL CASO C>E 1m'"CIIIMn-<"


caho ru1les de 1710. las que lltYierou lugar entre '1730 y 1760 .' lt~s que se hi cieron~
la década dd 60 del siglo XvlU. En las primeras la motivación central fu~> In cacería§
indios, que eran \'e ndidos como <>sdavos en Mompox, Ca r Lagena y Nl aracaibo, ~
recordru"Jdo una p•·¿Íctica que hahía s iLlo comÚll e n las costas del Caribe d esde el siJ ·
X\1. Jtil Esta cacería dE' indígenas pa •·a ser ese)¡:,,.izados no SE' pmcticó e n lns entrad •
reportadas después de 1710, e u: o objet iYo central fu e apodeearse deltenitorio Chinúla.1!
Pero además, las que se ade lanta•·on entre 1730 y 1760 se clife•·enciaron de las d
pel'lodo sigu ie nte. en qu e tuvieron un ca r·ácte r par·cia l y su obje t ivo e
fumlamc rll'almente int imidatori o. Se tTataba d<~ as ustar, d e mantene r a lcj::tdos a 1
Chimila. Por el contrario, en la década d ~> l 60 las acciones contr a los C hirnila s·
coordinaron y adt>lantaron en fonm~ sirnultánt>a a pa•ti1· de distiutos c:entt·os poblado-·
Lo quE> siguió fue unn guerra de exte m1inio. Se buscaba destruidos a sru1~·e ,\ fuego.
i. La Sacr~l i zación de la Gut>r·ra
El 8 de enero de li64 Jos indios de Jos pueblos d e misiones de Iuestra Señ _ ,,
de Tocaimo y de la Conc<>pción de la Puente (' éase ,\ lapa \ o. 26), acompailados por ·
escolt.1 de 25 "milicianos- de Pueblo 1\uf'Yo. tUl frailf' capuchino·' Lm presbítero. asistie.ryr..
a d os roisas de rogatiYa a nuest.m Seiiora del Hosnrio. para im o<'nl' su ayuda en la ent.ra
conll'a los Chimila. w1 La agresión armada y sus !lnes te1.-rena les se recu hrí:w de . .
can1ct<>r· sacro, que se justificaba co11 la exigencia re lig iosa de co11vertir a la fe c risliar . ''
la na<'ión Clúmila.'6.; Altos fines religiosos encubl'ían los intereses ele indígenas: Yec· .' "-
ricos ~ pobres. de apropiarse de los lt>JTitori.os Chimila. Bajo estos mismos paráme .
los indígenas Tocaimos habían rt>alizado olf·as t•·es entradas en t>l curso del :Hio anter:· ·~
siguiendo las instnJCciones d e l ¡)l'efeclo capuchiJto Antonio de Alcoy, a qui en le es ·.
eneargada "la atracció 11 a nuestro católico grewio de aqu ella gentilidad,... " . w~
Como resultado de sus anteriores e:~.p<'dic i ones guerreras los indíg
Tocaimos había11 quemado pobl aciones entre los ríos Garupal y A..riguaní ~- h~:..:
capt11 rado a varias f'atuilias Ch imila. lo que lt's había permitido a ellos .' a los f~ . _,...,.
de la mis ión adquirir algún conocimiento df! su idi o ma y, con e llo. obtener info rma ···:-.
úti l pa rn lograr su sometimiento o su exterruinio. 167 Entre olJ·as cosas, los indíg .;.-
capturados habían confirmado lo que ya se sabía : que en las expediciones o e~· - ·
cadas de los Chimila participaban los indios d e los pueblos •·edncidos del .
\l agclalena. los de la ierra .NeYada de Sant:l :\Jarla} los de Rio de la Hac ha. 16s. ; :.;,
~nf~rm a~,;ió n sirvió pa ra que ~'\l c?y record::tra la o r·den ~e traslado e~: los .P':le~. ;. ~
mcbgenas dada por Esl:w<J y anadre •·n q 11e alg-unos Sf' habtall quedado· po •' suue · .-

~icolás de la Ro:-a. Floresw. pp. 206 .' 168: EI'II<'SIO Restrepo Ti.-:tdo. Historia, pp. ~ 1 2 ;.- 335
:\ gustú1 Blanro Brwr·os. El.Yorte. p. 241.
•m A.C.K. rBogotá' . Histori(l Ef'lesiástica, 15. II 255r. y 260v.
'" 1 H.e rmcs Tovar Pinzón. «El Cm·ibe co.lombi11no en la histo•·io riel siglo XVI», en Re
y Visitas . T ll, pp. .lí 80. Soh•·c· l:1.s cacerías el<· esrlnvos ind ios t>n e l siglo XVII véase E
Restrepo Tirado, Historia, pp. IHtí 298.
•r.2 Este Ílllt'l'~!. por los territ<wios Chimila apar'l'ce indic~tdo en la carta qu<' etwió el
de Santa .\fat·r:'l al rey en 17'l'l. oponiéndos<' :l las iniciati"as de ronquista qul' .1po~·
gobernador .\ .G.I. Se,illa), Srmto Fe. 522).
un F:n 1766 e l prefecto C;lpuchino Antonio df' A lcoy habla ha flt• ' er -exti ngn ida la bárb . .
n:u· iún Chimi la -y ,·educida :ll se r·vicio ele Dio~ y obediencia a nu t:i:tro soberano,~ (.Tos<:' M.. D
\l il'r (wmp.). Poblnmicntos, T. 11. 335).
"" José .\l. De- \l ier (comp.}. PoblamieniO.L T. JI , pp. 226- 7.
!G:o Jbid .. p. 2~6.
IR; lhid.

'"' Tbid.. pp. 22i 30, 243-5 y 249 50.


168 lb irl .. p. 22í.

<2 So> ordenar para controlar + marta ht"tra anacl


~L"PA O. 26
P RO\'Th"Cl:\ DE SA.'\'TA MARTA
.ALGUNos As&vJ:~\IIE. Tos Y AccmEi'iTES GEOGRAFlcos MENcro~;\DOs EX LAS
ENTR.A.DAS CO TRA LOS CHIMJL'-\

\>1, 'ff.RRITORiO Y ORDE..~A...,Ul!"-'10 ~'PACIAL: EL CASO DP. LOS "'<.:Hit-1!LA"


informes y tal vez fines particular·es con1Ta el ser vicio dE> l'lmhas majestades~. Joo Solicit<}
e ntonces que se ordenara el tras lado de los pue blos de .\forro, Mamatoco, Bonda
rodos los inmediatos a la ciudad de Santa Marta, para la de Cartagena. 17o La ini~iati ·
fue apoyada por Mier y Guerra , quien inclus o r ecomend ó que los pu eblos y ·
trasladados a la otra banda del río ,\Iagdalena se reubicaran en la provincia de CartageJ
de t.al forma que quedaran lejos del río .Magda1cna. 1; 1
Como en las expediciones del aí'•o anterior y en las que usualmen1e se adel -
taban contra los Chimila- , los indígenas Tocaimos, los "milicianos~ de Pueblo Nuevo,
fraile y el presbílero que comandaba la expeclición habían rastreado las huellas de 1 ·
Chimila, luego de sacralizar las operaciones del día:
"El quince, después de haber celebrado al a.r.nanccer el rcv<~re ndo padre .Masamagrcl
salí a lns siete ele la mañana v continuand o la marcha como hastn las once del mismo.
llegué al real del río Arigu~í, sobre el camino real de chimilas, encontrando en St;
tránsito algunos rastrojos viejos, y antes de acampar, mien ITas transitaba hice salir de los
tocaimos varias escuadras y al peso de las nueve de este día trajeron la noticia de haber
encontrado huella fresca de chimilas ... aceleré a lomar PI campamento arriba expresa·
do... disti·ibuí a los tocaimos en varias partidas, en conjunto de alguuos espai10les, para ·
que registrasen Jos caminos, poniéndose otros en emboscadas y los ¡·est~J.ntes haciendo
real <'Oll un silenc:io impenetrable, sin hacer moYim.icnto ni encender candela ..."Y1
De eso se lrataba, de pasar inadvertidos, buscar rastros y huellas y seguirl .
para luego llevar a] real "con grande alegría de fotutos, maracas, flautas y algaraz· - .
una india chimila, habiendo dejado ID1.1ertos, otra y un indio."m
Los Chimila, sin emhargo, no eran fáciles de captu r·ar. Tan pronto detectaba ,
los guerreros enemigos h uían y escondían sus mujeres y ajuaresY 4 Luego los hornh ~~s
iban en busca del enemigo y Jo seguían y rodeaban sin hacerle frente, escondidos ·
el monte, desde donde trataban de fl echar al i 11dio o espai1ol que se descuidara '
separara del grupo. 1i 5 A...lgHnas expecüciones reporlaron que aunq ue los indios hm _
oían frecuentemente sus gritos y \OCería, pero no Jos podían vetP; Sobte la habili ~
de los Ch imila para esconderse, las observaciones de J ul.ián resultan ilustrali"l' •.
aunque tm tanto exageradas. S egún el jesuita: ''Se mete un chimila entre matorral! =>
junto al camino real; y una hoja, como de palma o de plátano, basla, no digo p .
esconderse un chimila, sino una tropa de ellos." 1'' Lo que le quedaba al enemi · •
eran sus poblados, viviendas y cultivos:
~ ...encontramos una grandísima roza, que aunqu~ todos varían c·n la opinión de su
buque,178 la menor es de t.ener dos fanegas de sembradura lilr y hacia adelante otra como de

UD !bid., P- 244.
170
Ibid.
171
Ibid., p. 263.
m !bid .. p. 250; el te:-.to transcr·ito form:t parte del diario de esta entrada. elaborado por :e_
pr<'sbítero Tom:ís Campu7.ano.
''' Ihid., p. 255.
1
'~ lbid .. p. :388. Ajuar o axuár: "Lo qu<' lleva la muger t¡uando se casa dt' atavíos y ¡¡)haj :' ·
assi de su persóna_ como para e l ad orno ) sc nicio dt- su casa: ~- lo ma~ común es tomar esta v
por lo que ti ene cada uno en su casa, pa r·a su seJ'\'Ício y adorno.- (Diccionario de fiutorida .
Vol. 1, T. l , pp. 50i-8).
r;s José M. De- Miet• (comp.), Poblamienros. T. TI. p. 388 y 390. Por ejem¡.rlo. un indíg
Tocaímo que formaba parre de una de las expediciones puni1i"as organizadas por· las autorida -
coloniales. fue atacado por Chimílas emboseados cu:rndo, d<·s:H:mado, se separ() del grupo pa
a;vudar· a transpo rta r· a un enfermo (José M. De- Mier· (comp.), Poblamientos, T. Tl. pp. 319 20)-
r;~ lbid .. p. 336.
177
Antonio JuliáJJ. La PPrla. p. 184.

ordenar para controlar + mona btrrtro angel


tres almudes, ambas pobladas de mucha yuca. batata, üame. poc:o plátano, caña bra,·a,
sembrada de propósito para el más pronro manejo de la flecha. cai'iadulce, mucha arbole-
da de toturnos caser'OS, achiote en abundancia, fi·íjoles en cantidad y diversidad de ~emi ­
llns., así ele la SierTa · <'vada como del río Magdalena. mostaza y matas de tabaco, guadnales
y perico aguado (que es una raíz especialísima que se produce mucho en la Sierra Nevada),
muchos papayos excepto maíz que no le habían sembrarlo, sí sólo en trojes, cogido y
guarclado con imponderable abundancia)" notaba ser guardado de las cosechas pasadas~­
todos óptimos y crecidos frutos en esta ranchería, ... hacia Santa .\larta se <.>ncontró otra
r·oza sin sembrar pero mucho de las simientes del año pasado entrojado en sus c:onucos 1110
} unos y otros maíces después de aprovechado de ellos en abundancia, le dimos al fuego
igualmente con las posesiones, (que) a estas rocerías no les faltaban hahi.taciones, ...". 181
Como en los <.lías anteriores y su bsiguientes, habían quemado los cultivos que
encontraron, los alimentos almacenados, las ('asas y poblados con todas sus posesiones. 182
En el curso de las tres semanas que dur·ó esta entrada, la expedición había dejado tras
de sí su huella, tma estela de humo que era el mensaje típico, casi que st> podría decir
que eJ lugar común de estas entradas, en las que se buscaban y dejaban huellas.
Buscar huellas, quemar viviendas y ('t~llivos, parece r ía constituirse en una de las
priuci pales actividades tle los guerreros cristianos .
Otro tanto había hecho la expedi c ión que salió del pueblo d e Ciénaga el J2
de enero de 1764, casi al mismo tiempo que la de los Tocaimos. Ochenta indígenas
de ese pueblo, junto con algunos españoles, se encaminaron hacia el sur, atl'avesando
los ríos Frío y SeYilla. 18'i Cna expedición más corta, aci('ate<Jda más por la enemistad
ele los Ciénagas con los Ch ímila, que por e l fervor re lig ioso de los capuchinos,
decidió devolverse e l 15 de enero, tres días después de haber salido, u na vez
estab lec;ieron que los C himila los habían detectado. Ya no era necesario pasar
inadvertidos. Se dio comienzo a la d estrucción de lo qn e se había visto. Ese día
<.>neontraron 4 indios que huyeron y a dos y media leguas de un puente, encontraJ·on
una india que salía de su roza con un catabre de maíz •y habiéndonos sentido. botó
dicha carga y tomó monte que no se le pudo dar palmada». luego llegaron a tres
casas también desiertas y en ellas había mucha huella de chicos y les pegaron
fuego. Hallaron un tambor que tenía dos varas y medía de la¡·go, uno chico, ollas,
tinajas, pied ras de moler, un pedazo de coraza, coquitos, calabacitos y varias cañitas.
El 'l6 •al s alir quemamos tres chozas», cuatro leguas adelante • q uemamos cinco
cnsas». a media legua otras dos casas grandes y el 17 otras u·es casas y una choza. 184
El 18 llegaron a an Juan de Ciénaga, entregaron una india y una c hina que
hahían captm·ado al capitán á guerra, quien, en nombre del gobernador, les regaló tma
botija de aguardiente. El cura cantó misa y l!'>déum'&.; en acción de gracias y después

o;s Buque: '·... se enli.ende y dic.e de lo que en si es gr<mde. y capaz de contene o· cantidad
co nsiderable de alguna cosa:'' (Diccionario de Autoridades, Vol. J. T. 1, p. 715).
o;,¡ Fanega de sembraduo·a: ~El espacio de tiena en que se pued~> sembrar un a fauega de
grano- (ibid .. \ ol. 11. T.lll, p. i 19). En 161 L eu la po•ovincia de Canagena, se precisaba que la fanega
de tierra debía tener 1.400 varas en cuadr·o. es deeir, que por cada frente tenía 350 vao-as (José
Agustíu BlanC'o Barros. El ,Yone. p. ~801. Sobre Ja base de que \U'la v;~ra es igual a 0.84 metr'Os. la
fanega de semb1-arl ura equiYalía a un cu:~rlrado de 294 metros en cada uno de sus lados.
oso F.n d c~onte~t o del documento se entiende conuco como una construcción par·a :llmace-
namiento de granos.
181 José JI!. De Mie r (cornp.), Poblamientos. T. H, pp. 252· 3; subr;1yados nuestros.
182 lbid., pp. 247 58.
l6l Ibid .. pp. 237- 9.
131 lbid., pp. 238 9.
rs.; El Tedéum o Te Deum es 1m cántico dE> acción de gracias dE> la iglesia católica.

VI. 1'EAAIT0Rf0 Y O~nf.NAMIE.'fTU ESP.\CI.\l: El C.® DE 1 OS"CHIMIL~"


baulÍ7.Ó a la china. a q uien sin ier·on de padrinos el capitán á guerra y doi1a ~licaela d
\ ·allc.Ul13 Fiesta y r·cgocijo. Desdt' el punto de vista de los participantes .) ele las auton-
dades la jornada halJía sido exitosa. Matar al enemigo, quemar y clestTuir sus bienes·
bases df" subsiste ncia y captmar a a lgnnos de e llos, era motivo dt> júbilo. Se celebra a
la misa y se en1.onnJ1a el tedéum de acción de gracias. A la nii1a o "china" se la ingr·es ·
ha al gremio católico mediante el bautismo. Se le entregaht~ así a la deidad una nue"3
alma, n:•sultaclo d e los éxitos logrados en la crunpuíia.
Fiestas y r·cgoC'ijos tambié n acompailaban las hostilidades ele los C lrimila. A s~'
pueblos eoneurrían los indi os de los put>blos reducidos y, en medio ele bebidas
fiestas. acordaha11 hacer· ·'sus expediciont>s pa1·a sus homicidios e insult.os·'. 181 En una
de las salidas que Sf' hizo desde Santa :\farta en 1/68, los indios fuerou sorprendido,
durante una de sus celebracion<>s. L a Yers.ión ini cial de los indígenas captur·ados fue Ja
de que fa fiesta se hab.ía otganizaclo porque iban a emb ijar a un n.iti.o, cct·emonia q ,
asimi laron en cierto sentido a la del bautismo cris li.ano. 1 H~ S iu ernJ)argo, nl ¡xu·ecer 1
que se celebraba e r·a el éxito obtenido en una de fas emboscadas que hahíau practicadf
en las <'e1·canías de Sru1 .\ntonio. 11;11 Sobre ¡>1 p:u·ticular se st>r1aló c1ue et·a c·os lLunhre d'<'
los indígenas ..festejar mucho cualquier hos1 iliuad que ej ecuL<uL~ 'oo Es pro hable q
lo s::1grado tambié n interviniera e n estos festej os para sancioHar· los actos de los gue
rret·os C himi la, p<'ro no se ha e n<'ontrado evidencia al respecto.

ii. Lo Profano: la Rupt11ra de las Bast>SAlimenticias Clrimila

Sin embargo los Chimila tenían po<'a,; t•azones para celebnu·, para nlegrarse. En
los ~u1os s iguiettles las tuYierotl aún menos. A finales d e lí64 Andrés Pér·ez Rui
Calde rón, gobernador de Sa11la .)tarta, ob tuvo autorización d e l v irrey para real.íz~i;
una "general salida'' . que se inic ió en febrero de 1?65. 191 D e> Santa Marta se cnviarí ,
1rnos 100 hombres anuados y, a un mismo ti empo, deber·ían salir par·tidas de otro
luga res como Pueblo 2\ue,·o, San A.ntonio. Sitio 2\ue,·o (Santa Cruz clt> S an Josef\
Tene rift> r otras Jos serían organizadas pot· .\li er 1 Guerra y saldrían de los poblado
ubicados arriba d e Tenerífe. Esas paetidas deberían dirigirse al centro tle l territori
Chimila y, fin a lmente, cruzar·se o jnnt:u·se. 192 S e trataba d e una especie de operaciÓJ~
r·astri llo. 193 En t> 1 c urso de es i os ataques se> obser vó qu e las en Lradn s realizad<Jf
anter·iormente habían te nido un fuerte im pacto sobre los GJrimíla . L as escuadras
habían cruzado la provincia p or diYersas partes y sólo habían encontrado huellas
r·anC'herías sin habitantes; se concluyó que los \. himila eran pocos y se habían reLira·
do n las orillas d e l río Magdalf'na. 19" En sus riberas se Vl'Ían muchas y frecuentes
hut>llas de su paso. Además, los Chimila, cpr<' no solían des pojar de sus bienes a los
que E>mhoscahan, ahora hurtaban bastinwntos <le los YecitlOS asentados en las eibe·
ras dt>l :\Iagdalena. 19:, Estos robos indicarían que las continuas destrucc io nes y que·

' 86 José .\1. De- i\fie r (eomp.), Poblam.iemos, T. 1L pp. 238- 9.


187
lbid .. p. 227.
ISS fbid .. p. 392.
•w La fil'sta St' estaba C'Pie-brando el JO d t> febrt>ro: el at:tque e n las cercaní:ts de San .-\.ntonio
tu,·o lugar· 1'1 1" de ese mes ihid .. pp. 386-8 .' '399.
' 00 !bid .. p. 3U9.
•9• r\ .C.N. (13ogotá}. Caci(jllf>S e Indios, 9. IT. 54ik a 566r.
192 \ •.:asr la doctune nLM·ión relativa a li'S l~ Slllida en A.G.\. ~ HOf!Otá) . Caciques¡> indios. 9. n:

54ik a 767,. ~ José M. 0!'-~\üer· lcomp.), Pobla111iemos, T. TT, pp. 260 l.


191
Jost> .\1. De- :\lier comp.. Poblamientos. T. 11. p. 21'3-~ .
'~1 A.G.~ . .Bogot<Í . Caáques e Indios. 9. !f. 548r. a 767v.. eu Pspe-cial f. 743r. ~ ' ·y José ~l. De-
\ Tic•· ,C'omp.; . Poblamientos. T. ll. pp. 274-5.
195
José \1. DI' Mier (comp.). Poblamientos. T. 11 , pp. :o :~ ,v 27:i.

ordenar para controlar _,-- marra hurua anael


mas de sus c-ultiYos y de sus víveres almacenados les hahían desf'stabil izado las
bases dc subsistencia y que pasaban dificultades pal'a abastccerse.
Las sal idas. sin embargo, no se interrumpieron . En 17G5 tanto los indios del
pueblo df' Ciénaga, como los ' ecinos df' Santa Cruz <le San Josf'ph, realizaron
hostilid<~rles t>n territorio C himila. E l gobernador de Santa .\l:lr1~1 or denó una nueva
ent.racb gene ral en agosto de 1765, que se pospuso para octu b re de ese ar1o. 196 i\lc:oy
y ~1í er se comprometieron a partic ipat·, 19i pero luego ~unbos se e.nconu·:u·on en Mompox
y decidi eron aplazar la has ta el 9 de diciembre y cambiarle e l r11m bo; las partidas que
salicron de San Anton io y Süio \levo perdieron inútilmente e l tiempo buscándo los.198
En la ' ·illa tle Tene•·ife el juez entendió mal las instmcc-iont"s del gobernador y fijó la
salida para un mes después de lo o rdenado: luego se halló si n gente para hacerlo.
Los poC'os que encontró hicieron fuga y se deYolYieron a los pocos días de la ent:rada_Hll
Los brotes de indisciplina se hahían puesto de manifiesto en todos los ujyeles. .-\koy
y .)fier ~- G u erra, en la cúpula. Los Yecinos de Tenerife Pn la base. 200 El gobernad01· se
enfur·eC'ió .'· les recordó al fraile.\ al hacendado que era é l quien debía decidir lo
relativo a las salidas: que sohrP 0stas se le debía informar con til'mpo y que por
ning.:rn motivo se podían suspPndet' s in causa justa y sin informal'le. 201 El cambio en
la di r'eC'ción de mando era evidente. La iniciativa y e l contro l de las operaciones lo
había as u mido ahora la máxirna au tOI'idad de la p rovincia samaria , que en las décad as
alll"et·iores había sido poco menos quP un espectador indiferente de lo que hacían en
su provinc ia los vecinos de la d e CaJ·tag<'na.
\J ie-r· ~ G uena. que en los ai'ios anteriores había ~?stado a <:a1·go de la reorganiza·
ei6n dc> la población pro,;ncial, quedó relegado a coordinar las operaciones del área·de
Tamalamec¡ ue. El gobernador tambié n había puesto en su lugar aJ prefecto capuchino.
Para In pró...:ima ~gene ral salicla ·· d(' ·t 766 se cumplieron sns ór·den<'s y las sugerencias
que se le hicieron pa r·a mejorar los resultados de la operaC'iÓn militar le fueron presen-
t·adas con la debida anticipación. 20'2 Ese año de li66 fne catastrófico para Jos Ch.imila :
en e l crn·so cl P. 9 meses se llevaron a cabo a l menos 11 salidas contra ellos, desde los
cuatr·o c>xtwmos de la provincia.xn E n algunas oportunidades no bieo acabal;>a d e llegar
una par1ida cuando salía o tra. Los mismos Chimila ter-minaron pl'cndiendo fuego a sus
casas, pru:a evitar que lo hícif't'a cl en emigo. 204 Las desC'ripC'ioncs parecerían indicar q ue
el prinC' i pal daño no lo causaron las ruuertes OC'asionadas p or los "espai'íoles''. ni la
eapllu'a de indígenas Chirnila, sino la dPstrucción ele s us hases df' subsisten cia. Se
practicó una estt·ategia de tierr·a arrasacla. de la q ue diflf'ilmcntc poch'Ían r eponerse.
Para desgracia de los Chimila. la súbita muertf' del gobernador P érez Ruiz a
priucip ios d e '1767 no significó un cambio drástico en el liderazgo asumido por la
eapi tal pro' incial en la coordinación de las salidas contra ellos, ni respect·o a la contiuui-

IUG lbid .. p. 275 y A.G.N. (Rogullí), ('ariques e Indios . 9. r. 766rc .Y v.


r:r, José M. De- Mic•· (<:<>rnp. ), Pobla111ientos, T. 11, pp. 273.
l:lS lbid., p. 278.
I!D )bid .. pp. 281- 2 ~ 30.i.

:.ooo Con frecuencia In pa•1icipaci<ln <'ll las entradas no era ,·olu nt:u·i:l .Y S<' p1>esentaban casos
de deserción y de insubm·dinaC'i<Ín. Por· ejemplo. en la salid¡¡ cpu· S<' lrizo eu 1768 desde Santa
~larta. al mando de José Joaq uín dt> Z<íiiiga. la partida de zambos se fi(>, oh•ió sin su autorización
ihid., pp. 383-391 . --\dirionalrnrnlr ,.¡ mit·do de los pa<1i<'ipanlPS 1'11 las <>n tr:ulas a las flechas
Chimila se hacía sentir·. ya c¡u<' ev ita han arlelantarse para rcgistTar el 111011le ilJid .. p. 41 1).
:!QI lbiu., p. 280.

:!IX: !b id., pp. 280-5, 2H2-3, '-1 10 12. 3 15- 20 y 321 -6.
~'U'\ lb id., pp. 291 - 348.
~lit lbid., p. 347,
dad de esta estrategia de sometimiento. 205 Rápidamtnte el cabildo de 1:~ ciudad asumió
la dirección y luego lo hizo el nuevo gobernador. 200 Las salidas gen e r::~les continuaron
peacticándose ese año de 1767 y el siguiente. 207 En reali dad, no dejaron de darse a 1
largo de ese siglo. Sin emb::~t·go, la ruptura de las bases alimenticias que les hab í~:n
permitido a los ''Chimila" enfrenLar el hostigamiento de los '"españo.les" era ya un hech .
El hambre y el Lrauma que se siguió a tal rup1 11ra, proporcionaron unas co n<licion~
altamente favorables para el d<:'sarrollo de epidemias. que acabaron por diezmar a ta'
población sobrevi,·i ente.200 Se procedió entonces a reunirlos en pueblos de indios (véasf'
~lapa No. 27), cuya ubicación en el centro y en el borde oriental de lo que había sido
territorio '·Cb imila'·, refleja su destrucción. Allí, las apreciaciones sobre la abundanc;ta
ele comida con que contaban los indígenas hasta las ''entradas generales", se ITocó p r
una percepcióu de acuerdo eon la cual se trataba de una población "miserable".
B. EL ÜRDE.\':UIIE~TO ESPACIAL CHI.\UL~

La documentación colonial proporciona muy pocos elementos - casi que se p~·


dría decir que ninguno- pa1·a entender los criterios que les servían de hase a lo
Chimila para ordenar el espacio dentro del territorio que domínahau. Tampoco propo-
ciona elementos sobre las creencias asociadas con esos criterios, que e n sí mism~
podían ser manejados en forma inconsciente por las comunidad es.~09 Sobre lo qu'
arroja alguna luz es sobre su manifestación práctica, es decil; sobre el ordenamient
espacial en sí mismo. Aunque fragmentaria e incompleta y, a veces contradictoi·ia, ~a
documentación incluye descripciones sobre los asentamientos Chimila, que permiten
apreciar algunos aspectos de s u ordenamiento espacial. En otras oportunidades ~ólo
deja abierta lil posibilidad ele formular hipótesis que futuros estudios podrán explora:·
Para fa cilitar la reconsD·ucción e interpretación de aJgtmas de las características .
los asentamjentos descritos, se ha recurrido, con las debidas reservas, a los pocos estudio
etnográficos que se han publicado sobre este grupo y a algtmos documentos temprano~
que se refiereu a sus pautas culturales. A pesar de la distancia temporal de w1os y otroS
respecto a los procesos que se vi\-ieron en el siglo XVlll, los datos que ap01tan en mucho
casos iluminan y dan sentjdo a información que de otra manera pasaría desapt>.rcíbída.
1. Los Pob lados Chimila
Uno de los aspectos que sobresale en la dor.tmlentación <'olonial relativa a lo.
Chímila es la frecuente referencia a sus pueblos. Según las declaraciones de uno d
los que financiaron y participaron en las entradas contra los Chimila en 1/08, habían
aYanzado sobre un ''Pueblo de 1 ndios tomocos, ~· se coxieron, ciento, y catorse piez~
' de Yndios, e Yndias chinos y chinas~ 210 y en otra entrada quemó "tres Pueblos d
Ynd ios a las espa ldas ele S ierr·a r evada".211 E n 1712 el cabi ldo d e Pueblo Nuevo

"":. !bid .. p. 366. P él'ez. Rui:r. murió el 2 de cnem de 1767 (Ernesto Restrepo Tirado,
Hi~1oria. p. 430 .
n; .losé :.\1. De- :.\fiet· '<'omp.l, Poblamienlos. T. Il. pp. 366 y ss.
~' !bid .. 373-417 y Marianne Cardale de SchrimpiT, "T<'dmiques-. T. 1, p. 124.
208 Los Chimila sobrf'vivientes fueron ;tfectados por varias epidemias de viruela, una Pn

1790 (C:ldos Alberto u ri be Tobón. ·Un i\/[arco Teórico-, p. 190} y OtJ'a en 1797 :vadsworth Clar-ke
Douglas, "Pan:erns of lndi:tn Warfare", p. 85).
200 Como lo indica Pi er-re Bourdieu. The Logic, pp. 66-79, aunque en ftmc ión a on·o contexto.

la elica<'Ía para manejar· unas determinadas pautas sociales no depende de qu(~ S<~ conozca o se
sea <'<)11Sciente de su lógi<'a intema.
210 -\.G. \. Bogotá~ . Historin f.rlesiá.wea, 15, f. 274Y: subrayados nuestros.
2u !bid .. f. 2/5r.: subrapclos nuesll·os.

ordenar par a controlar + marta herrera anacl


MAPANo. 27
Prwvn CIA DE S ANTA iVL\RTA
P UEBLOS DE l fDIOS F U?-H)ADQS K~ LA SEGUNDA .\UTAD DEL SIGLO XVIII

Fuentes: \ :Vadsworlh Clarke Douglas, • Pattems•, pp. 85 y 87; José M. De-Mier, Poblamientos, T. lll, pp. 73.
~l9, 122 y l24; A.G.N. {Bogotá), /V,!apoteca 4, 360A; Carlos A.lbeJ10 Uribe, •Un Mm·co Teórico•, pp.
194-97; A.G.N. (Bogotá), Poblaciones Jlrzrias, 8, f. 58r. y Marí.a Dolores Gonzále7. Luna, Resguardos,
pp. 80-l y Mapa No. 4, «Fundaciones de D. Agustín de la Sierra en la gobernación de S<mta Marta
(1776)•, p. 134, aunque, algunas de las ubicaciones por ella señaladas, no se comparten.

VI. TERR.JTORJO r ORDENAMIENTO ESPACIAL: EL <:.ASO DE LOS "CHlMILA''


expiJió uu certificado sobl'f' la act iva gestión del gobernador para apoyar uiJ ata
contra los ChimjJa, que logró: ··... ent¡•ar en sus Puehlos, malando ca ntidad Je e llos;"'
qu ernan rlo le s s u s Po hl az o lH'S y t res casas m uy grilndes de Rorracheras :
destrozandoles sus \dolos~. 21 ~ En 1/44 uno de los encargados de actuar contra - ~
indios fl ech er os n ar ró que en los alred edores de la c ién;~ga dP Chill oa, había segt!· ·
do <·una Yered3 confusa que se inclinaba al pucbl.o de los Je,·antados or ejones,"'. 2
Afirmacion es en simi lar sentido se encuentr·an Pn la documentación t:emp r·a
como por ejemplo, la Relación de Tencrife de 1380:
"Los demás pueblos d e yndios que están en las provincia.<; de Clrimyla .' xente blanca
no están de buena paz, caen las dos probin¡;ias ayia do sale el sol. .EsL.~ n los pueblos más,··
c;ercanos dozP leguas df' esta villa, el canúno con algunos altos y baxo;; y con algunas
bueltas; es toda ticrm de mucho arcnhuco ánclase b) en el eH mino estando aJ1ierto y
desmon tado el camyno, pol'quf' en un día se a ydo desde esta dirha villa astn el // peimer
pueblo) toda la demás p oblación ele) nclios están a legua.'' a mtodia.) a dos l~>guas) a tres
ttnos d0 otros, todo llan o y de h uen ~llrnynm·,~ .214
Las observaciones sobre los poblados Chirnila t;unbién se forrnuhH'On en algl ·. ~
estudios etnográficos r·ealizados en el s·iglo XX. Es el caso de Rf'ichel- Dolmatoff, qul' r:
ser'ialó que: "Los Chimila Yiven en pequei1os poblados y nunca en casas solita
enu·e sí.''2 15 Po,· su p<u'Le Bolin d.er, en w1o de sus viajes r n busca e los C hirnila, en con'
"dos p ueblos con6guos'.. 216 AYanzado el siglo esta práctica. al pal'ecer·, ya se es
abaJldonado. Cardale regis tró que el g t·npo que v is itó en 1068 , por prime r·a vez; "'
<'omponía de cuatro casas, todas habitadas por personas relacionadas por 'ínculos
parentesco. pero distantes entre si unos cinco m in u tos, cam [n ando.m
Algtmos etnólogos cuestionan In existencia de poblados eno·e los Chimila o
estos indígenas ~se h ubieran organizado en «p uchlos• eslrll ctu rados de u w r m ane·
r·igw·osa"2IS Se argum<'nla que. de ser así, no habría sido difícil congregarlos en pui '
blos, por parte de los l'spaiioles. Este plan tearnienl.o paree~> olvidar q u e los palrones -
ordenamiento espaciaJ forman pal'te iut~>gnu de cada cultura y que. por tanto, no es
mismo un pueblo «rigurosamente estructurado• dentro de las pa ut as n rlttu·alt>s de 1-' ·
espati oles, qu e Lll10 «rigurosamente <>structnraclo, dentro de las pautas cultural<'s Chim· .
y q11e. en consecuencia, la resistenc.ia ptrede p1·esentarse contra el patrón de nucleamien ,
de trna cu ltw·a distintn y no contr·a el nucleamiento en sí mismo. 219 E l planteamien
l'especto a la existencia o no de poblados " rigurosamente estntctlll'ados~ dirige la atP
ción haóa otro proble ma de gran interés y PS el de la rC'Iatividad del concepto rle "ptl ·
hlo'', en e l sentido de asentamiento o poblado ), por ende. hacia la ~lectura- de
determinado o rden am ien to espacial corno tal. 220 De la docu mentación trauscri La. y de

2l2 A.G.I. (Sevilla). SonLo Fe, 513: s u b rayados nues tros.


2 11 Jos.O i\[. De \fier .f'omp.. Poblamiemos. T. J. p. 88: subr·<l~-ados nuestros.
111 Hermes TO\ar Pin7.6n (co111p.¡, Rr.ladones, T. 11, p. .328: sub1·ay~dos n u estros.

21.; Gera rclo Rc· ic hel Dolma roff, "Ernografía", p. 101. .


l JG Gw,taf Bolinder, "Los últimos ludígenas Chimila~· <':l. 1920, Boletln 1/useo del Oro. No. 18
Bo~ot·á, Banco de la Repúbli ca. !987, pp. 10- 27. p. 12 .
21 ; :Yfal'ianne Cat"dalc de SehrimpiT. "Te .. hnique~" . T. l. pp. t:D- 8 ;- 1'{6.
21A Ca rlos :-\lber·to Urihe, ~La Etnog•·afía", p. 47; "Chimiln-, p. 5~ y "La Rebe ljón Chimila". pp.

126 7. Este p lanteamiento se hace, a pes:<~· ele la clara evidencia documen litl que e l mismo
autor presenta en el s<>ntido d<' que sí lo est<1ban. En su ll'abajo -en mn•·co teó•·ico", pp. 170- 1,
~e presentn tambi~n la <"Videncia docum en ra l res¡wctiva. aunqt ~<' no S<' c ues tiona s u validez.!,
2 "' Véase discusión de estr prohl('ma. est'tldiatlo con l'l'laci<Ín a planteamientos sinJilares

hl'chos sobre las cong1·cgacionrs en pueblo> de iJ1Ciios arl('[an1arlas en 1:• pro' in cía ele Santa.fé
N I el siglo !\ \:1 , en Ma11a Herre ra A11gel, ~orclena 11 1iento F.spacial".
~ Dado que el c•oncepto de .. pueblo" ti('ne \arios significados distintos al tle asl'llt;unicnto,

ordtnor paro controlar + mana herrera anscl


que se estmliará a continuac10n, se deduce que para muchos de los que tuvieron la
oportunidad de conocer los asentamientos Chimila, estos enm considerados pueblos.
Este no es un problema que, hasta donde se ha podido aprecüu; la documentación enlre
a discutir o a cuestionar: Pero por otra parle, la inf()rmación sobre su organización espa-
cial es poco descriptiva, lo que deja abiertos muchos intenogantes_ En el Mapa _io. 2822 L
se han ubicado -con las debidas reservas, ya q ue la información resulr.a mny vaga- Jos
poblados cuya ex.islencia se documentó en las décadas de 1750 y 01760. Aunq tte se trata
ele un esfuerzo prel.iminar, que no permite avanzar rnayor·es conclusiones, ratifica algu -
nos ele los intenogantes c1ue se han formulado sobre los grupos que ocupaban el área.
En este senlido sobresale en el Mapa No. 28 Ja ubicación del pueblo de "levan-
tados Orejones", ya que, unida a las descripciones que se hieieron sobre los indígenas

eomo por ejemplo, la gente de un país, de una etnia o de un luga r e incl uso el ele gente
"común", se utilizará en lo posible el coneepto de poblado, para precisar' que se hace refel'encia
específicamente a las características del asentamiento.
22 r Manuel Frm1cisco de Jl..fesa, quien había vivido entre los ~ indios bravos", informó en la

declaración que hizo haeia 1754, sobre la existencia de cuatro poblados indígenas y proporcionó
algunos elementos sobre su ubicación . Estos pueblos fnet'On: Lata, Yare, Nengra y otl'O cuyo
nomhre no espeeifieó. Según su declaración para llegar al pueblo d e La ta , saliendo de San
Fernando, a orillas del río Magdalena, pasaron por el potrero de Tamacal, sobre el r ío r\riguaní,
subieron al cerro de Minas y llega¡·on a ese pueblo que est:~ha en las cabecetas dd río 1,ópe7..
(A.G.N. (Bogot<1), Poblaciones lklrias, 10, f. l62r. y v.). En general en la cartograña de los siglos Xv1II
y X.lX, se hace referencia a.l alto de Minas (no al cerr·o de Minas}, al que se ltbica al oriente del río
Ari.guaní (véase mapa del siglo XVIII en A.G.N. (Bogot.-i), Mapoteca 6, No. :14 y la Carl:<l Comgráfic~
del Estado del ~1agdalena de 1864 en i\.G.N. (Bogotá}, M.aporeca (), No. 7}. EsLa ubicación con es-
ponde con la que indicó Striffler en el siglo XIX, en su descripción del v iaje entre Plato y
Valledupar (Luis St.riffler, El Rfo G<>ar, pp. 67- 70}. No coincide con la que aparece en la plancha
NC lS. l l dellGAC, del siglo XX, que lo ubiea entre la quebrada Chimicui<~a y el arroyo Mulero.
En el Mapa No. 28 se ha Hhkado el al! o de .\Iinas siguiendo lo señalado en los mapas de los siglos
XVlll y XIX y la descripción de St.riffier·. El r·ío López se registró en clos mapa.- del siglo X\11Il
(A.G.N. (Bogotá), Mapoteca 6, Nos. 60 y~)()) entr'<: los ríos Ft·ío y Sevill;r. En esa ál'ea la plancha No. 18
del JGAC no regisll'a ríos, siuo quebradas, entJt~ ellas las queb!'adas Oribueca y la quebrada Lata!.
Se ha asumido que esta última es el mismo río l .ópez de l que habl:,~ e·l doeumento y, sobre esta
base, el puehlo de Lata ~e ubicó en sus cab<~ceras. Sobre el pu<::blv d<:: Ya •·t~ se pr·ecisó que
distaba cinco días del de T,ata y esLaba en el camino pa ra Río Hacha, lo que indica1ía que qued::~ba
al norte de Valledu¡.HH'. En el mapa de fas "Tr·ibus Preeo lombinas segt'!n los aetuales Kogi"
(Ger·ardo y Alicia Reidrel-Dolmato[~ Eswrlios Antmpológicos, Bogotá, Insütuto Colombiano de
Cultura, 1977) apar·ece la tribu ·Yarineke, nombre que p resenta cierta simili md eon Yare. en una
uhi<:ación simi lar a la ind icada pa ra este úllimo pueblo; allí se ha sitnado en el Mapa No. 28. El
pueblo de Nen gxa estaba en las cabeceras dd r·ío Fr·ío y del peq ut>ño, euyo nombre s<· desconoce,
se indicó que estaba a.b<~j o del sitio de San Antonio, haciendo fr·ente al Real d<:: la Cr·uz :A.G.f\
(Bogotá), Poblaciones Varias, 10, f. 162r. y v.). De fa me nción que se hizo al puehlo de ~ l tw:ur1 ;Hios··
Or<'jones en 1744 (José M. De-Mie r· (comp.), Poblamientos, T. 1, p. AA), se desprende que f!st.aha en
los al rededores del caño de Palma, que se une con la cién:~g:;~ de Ch ill<)a (mnbos apru·ecen en In
planeha clel IGAC, 1:2:>0.000, NC l8-n). Sohrt> los <:ua tro pueblos meJH:ionados en la salida de
1766 (José ~. De-"r1ier (comp.), Poblamientos, T. II, pp. 3:16-48), se pre<'..isó que estaban e11U'e los
sitios de ;\'uestr·a Señor:;~ del Car·men de R:;u·ra.neas (Guama!} y Chimiehagua, en la sal>ana del
_ egt·o, p~m ni esa sr.tbana, ni los :m ·oyos meneionados en el respect ivo diario se han podido
identificar. Se han colocado en el mapa tres poblados Chimila entr·e Guamal .Y Chimichagua,
asumiendo que el otm era el ya n~ e ncio nado en 1744. En D66 el indígena Domingo Antonio de
Jesús hizo r·P.fP. rencia a un pw:blo grande de ind ios lw~vos , euya ubic<1ción plantea prohlemas
q ue, po r· sus caracter-ísticas, se indican rnás aúelante en e l texto. En .Marta ·¡::¡·en·era Angel ,
~Co nforn taci ón Territorial y Reordenaruiento Espacial. "Chimilas" y "Españoles" en la Provincia
de Santa Marta, siglo XVTTT", en prensa, Memorias del !! Seminario de Hi:;toria Regional. "fndígena.s,
Poblamiento, Polúica y C11hum en el TJr:partamenLo del Cesm;" Valledupa•·, Univesidad Popular de l
Cesar, Mapa No. 6, S<~ incluyó una ve r-sión :.mterior de C'S te mapa, qne presen1·a algunas variac:iones
l'esp<~eto a la ubicación de los pueblos de "Indios l3 r·avos~. debido a q1le cuando este articulo se
envió a imprenta no se hab ía logrado es tablecer la ubicación del do López.

VI . TERRITORIO Y ORD~N:\MJENTO ESP:\Cl:\l: El CASO DE LOS "CHiMIL•\"


.NiAPANo.28
PnovT CL"- DE SANTA iVL\RTA
U BIC.\Ció.\ APH.OX nLWA DE .\LG! ..\'OS POBL\DOS
DE ''l t DIOS B RAVOS" DÉCADAS Df. 1750 Y 1760

_ de _.,_,..
CXro posible ubk:<'leiOn del Pueblo
·or::~n ele de ln cl lO$ Bravos"
Cepi:al Provincial
• Clu4ad o Vi!a
Pueoloo Sirio

Fuentes: José M. Dc-Mier, Pob la m ieJll.O~, T. I, p. 88 y T. ll, pp. 336-348: Cnrlos Alberto Uribc. • La
Et11ograña•, p. 47. · Chimila•, p. 5'~.• La Rebelión Chimiia•, pp. 126-7 y •lln marco tcó•·ico•. pp. 170-
1; 1\ .G.\'. (Bogotá¡. Poblaciones Varias, 10. O: l62r. y v.) A.C.X fBogotá . Juicios Criminales. 184, t: .
70v. l.o relatiYo a las forma como 8e hizo la ubicación de los poblados y las fuentes uti lizadas para
el l'fecto apa•·<·een en la nota de pie de ptigina en r1ue se ll\Pnciona po•· primera vP.z este mapa.
\'ota: Como se señala en la nota 221, t'Ste .\lapa modifica la ubicación de algunos asC'nLaruientns de '
•Indios BraYos• que ofrece una •ersión ante rior , !arta Herrera Angel. •Confroutación Tcrrito·
riah. Mapa . o. 6), debido al hall azgo de muwa informaeión.

ordenar p a ra controlar + marta herrera angd


que habitaban el área, sugeriría que los Orejones no eran Chimila. Sobre ellos de la
Rosa señaló que habitaban los montes del río Cesar y se les denominó así:
"porque tienen el extremo inferior de las orejas roto de sacabocado,222 para el
adorno ele sus chagualas223 de oro, que pendientes ele ellas, era su mayor compostura,
así en los varones eomo en las hembras ... Su apelativo nacional de estos indios fue
Tomocos, que en nuestro espai'iol idioma significa Mocos ele Oro, porque rota también la
ternilla de la nariz, tr(~nzahan por ella otra chaguala rnayor;" 224
Con base en estas y otras descripciones, Reichel- Dolrnatof:f planteó que proba-
blemente los Tomoco eran de la misma tribu que los Tupe, grupo que tenía "aproxima-
damente las mismas c:ostumbres" que los Chimila, sus vecinos, 225 lo que indicaría que
se trataba de un grupo distinto al de los Chimila. Tal señalamiento entrada en contra-
dicción con un testimonio del siglo X\11II, según el cual los indígenas de los pueblos
de Yare y de Nengra eran de nación Tomoca, pero hablaban la misma lengua que los
Chimila.~~6 Este tipo de contradicciones, al igual que las que se presentan en la docu-
mentación, incluida la del siglo XVI, resultan muy comunes y llaman la atención sobre
la necesidad de avanzar más en el estudio etnohistórico y arqueol6gico del área.
Otro ejemplo, alerta además, sobre las dificultades en la localización de los
asentiunientos y la conveniencia de profundizat' más en los esfuerzos por ubicarlos. En
1766 Domingo Antonio de .Jesüs, natural del pueblo de Gegua y tributario del de
Menchiquejo, en la provincia de Cartagena, confesó haber participado con .los indios
bravos en las emboscadas. Según él, buscaban a los indios bravos en la Sierra Tevada,
pero para llegar a sus poblaciones era necesaeio cruzar un río que llamaban ''Sesar".
Desde el caño de .Menchiquejo hasta las poblaciones de los indios bravos gastaban seis
días y debían transitar por entre el monte, guiándose por el sol, ya que no había camino.
El "pueblo grande de los indios bravos... está cituado al pie de la misma Serranía de la
parte de allá, y lo sercan distintos otros pueblesitos como seis, del t.amaüo del Pueblo de
Menchiquejo el q[u]e menos".227 Esta descripción resulta contradictoria, al menos en
apariencia, ya que para viajar desde Mompox, donde se hizo el interrogatorio, hasta la
Sierra Nevada no necesariamente habría que at1·avesar el río Cesar. De otra parte, existe la
posibil.idad de que el concepto de Sierra Nevada no se refiriera a la Sierra Nevada de
Santa Marta, sino a la Serranía de los lVfotilones v Per~á va que, a veces, a esta última se le
daba ese calificativo. 228 Esta segunda alternativa ·'se indi~ó, pero no se acogió en el Mapa
No. 28, ya citado, en buena parte porque a mediados del siglo XVIII la mayoría de los

222 Sacabocado: "ln;;tt-umento de h ierro, calzado de acero sólido hasta la mitad, con un

cañuto á la parte de abaxo en disminudón, con sus corres afilados para I'Omper lo que se
necescita para el uso, ó adorno." (Diccionario de Autoridades, Vol. IU, T. VI, p. 6).
22; Chaguala: "Nombre que se daba al pendiente que los indios llevaban en la nariz" (Real

Academia Española, Diccionario, T. l, p. 633).


22·1 José Nicolás de la Rosa, Floresta, p. 269; subrayados nuestros.
225 Gerardo Reidtel- Dolmat.off, Daros Hútórico-CulturaÜ~>, p. 103. Conviene anotar que según

u na descripción del siglo XVI sobre los indígenas que habitaban el áre;1, tanto los Xente
l31anca, corno los Chimyla acostumbraban a horadar y engalanar sus o1·ejas con grandes adornos
(Hermes Tovar Pinzón (comp.), Relaciones y Visitas, T. II, pp. 339-40).
226 A.G.N. (Bogot<i), Poblaciones Varias, 10, f. 162r. y v. y Carlos Alberto Uribe, "La Etnografía",

p. 47; "Chimila", p. 53; "La Rebdión Chimila", pp. 126 ..7; "Un marco teórico", pp. 170- 1.
:a; A.G.N. (Bogotá}, Juicios Criminales, 184, f. 70r.
226 Es de anotar, sin em bar·go, que esto fu~ más común en el siglo XVI. Véase, por ejemplo, el

mapa de "Tierra y Nuevo Rei.no de Granada y Popayán" de Hessel Gen'itz. de 1633, que apareee en
Agustín Blanco Barros (comp.), A !las, carátula y p. 26. Conviene anotar que aunque este mapa es del
siglo xvn, la información cartográfica que suministra se ajusta más a las descripciones de cronista_~
temprruJos, como Gonzalo Fernáudez rle Oviedo y Valdés, !listona y Pedro Cieza de León, Crónica,
que a las que se hicieron posterim·mente, a finales del siglo XVl y principios del siglo XVII.

VI . TERRJTORIO Y OROENA.WJENTO ESP.;),('JAL: EL CASO OC LOS "'CHIMIL.4."

,_j
ataques de los '·indios lwa,os·· no pnr·<>cen prO\<'tur de e,:;a zona. En todo caso. com·i ~
dt>j ;;u· ~)ierta la po~ibilidad de su ubicac!ó;n allí. De ser así indi;::u·ía que los _"indi ~
bravos comprornet1dos eu estos at."lques vrvtaJ1 al pu~ de las senamas de los :Motrlones :
Pe1·ija ~-que, por tanto, posiblemente no eran Chimila, sino pt>rtenecienLes a alguna de ·
comunidades cpre estudios etnográfiros realizados en el siglo .\_\. clasifican como )uko.j
Como se puede aprecim~ t>l t>jercicio de identificación de los poblados ChiiDl~i
muestra _gue es n_ecesario estudi~· ~on ma?'or· rlt' tenimi:nlo las dift>r-t'n Les. ct~lltrras .·
han habrtado <>1 area. ~a que la rnlormacJOn presenta frec uentes contradrccwnes, qu_
t>n buena parte. se deriYan de nuestra ig.not·ancia sobre ellas, sus transformaciones, i.
for·n_Hl cómo se r·elacionarot? entre sí y s u tendencia o capacic_la_d para mantenerse_ ~n ··
terrrtono que ocupaban. Sobre los grupos que han sobrcvlVldo llama la atenc1on ·
qu~ en la acnralidad mantt>ngan definida Sll identidad, con relativa claridad, a pesar d
los numerosos contactos inter.· étnicos que se aprecian al menos en t>l siglo X\ I
Est e es el caso, por ejemplo, de los Ijka, con quienes los Chimil a se uni eron pai
r't'll li zar emboscadas y, al parecer, ~e c~mpareutaron a través de mat r·imonios.2·lo Otr
tanto sucedió con los Pintados. También hay f'\idencia sobre la presenria de zambo
de mestizos, de blancos entr·e ellos algunos desettores de milicias , negros - t>n cier
los casos esclnvos huidos . que fueron acogidos por los Chimila y se 'incularon co
ellos mecüan t<' enlaees matrimoniales r.on indígenas de ese grupo. 211
Resperto al tamaiio ele los poblados r-esulta interesante la comparación que
Domingo :\.ntonio de .Jesl'ts entr·e los pueblos de menor- lamrui.o que r•odeaban el puebl
3'
grande de indio:; bravos ) el de .)fenchiquejo. 212 Esta obsel'\ ación no sólo oft·ece
principio- posibilidades de comparación, sino que llruml la atención sobre la i:rnportanc~
de· consider-.:rr los pobladns de indígt>nas no r·ed ucidos, e n 1·érminos de su relación co:'
los pueblos ~- sitios exist~ntes en la ~poea. Lameutal)Jemt>nte las cifras son escasas y n
se han encontrado datos sobre la población de Jlenchiquejo en esos ailos_:m Otr
información relativa al taruaii.o de los poblados fue la que suministró Manuel Francisc
ele ¡\ lesa "natural de las sabanas de Tolú", en la ¡:wovineia de Cru1agena, quien vivió en
los indios Chimila alredPclor de un aiio?~ 1 5Iesa precisó la P~istencia de cualTo poblados~
PI pueblo df' Lata, en las cabeceras clel río Lóp~z, que tendría ltnos 'Í00 indios gnmdesJ
f utwa de mujeres y muchachos; el pueblo de Yare, distru1te ci nco días del de Lata, en e~ ·
camino hacia Río Hacl1a. con unos 300 indios gt'ru1des; el pueblo de 1 engra, sobre 1~
SPtTruúa del río Frío, con más de 1.500 hombJ'<'S y otro p11t>blo más chico, cuyo noru.bre
desconocía, ahajo del sitio de San .\ntouio, que hace feente al Heal de la Cruz.:ru ~\unque.

221! Véasl!, por ej<>mplo. Kenn e th Ruddle. Tln• lítkpa. pp. HJ 27.
2.'0 Josr i\1. De- ;\(i('r· 'comp. \. Poblamientos, T. 1, pp. 97 8. 106- ?, 118, 144 -5, 150 '1. t59 y
324 y 11 , pp. 155- fl.
:rn \'~;ht>. por cjt"lliplo. :\.C.:--. Bogot.-l. Juif·ios Criminfllrs. 184. ff. 50,·..' /Or. y Poblaciones
T'árins. 1O, t: 162r.
212 A.G.X (Bogot:í), Juicios Criminales, 184. r. 70r·.
21
~ E11 el ce nso dC' 1í72 se pr('st-n tó la i ni"Mmación snlwt> i\ lench iq u e-jo. junto con la de
Chilloa, su agregado. al igual que ('Jl el censo de 1779 ,véansc estos censos <'ll Diego dt• Pcl'edo,
-~oticia HistoriaL p. tlíS} HernH'S To,ar• PimtÍn comp.. C01wocatoria. pp. 470· 486'!. St-gún el
censo de 1779, las propon·iones eran las siguienLPS: libres 910. indios 535. blancos 43 y <·sr la,·os
7, para u n total ele 1.:325 personas. F. l censo rl.c 1772. levan t:.rlo por el obispo. no i.n cluye la
población Jota], sino las almas el e <·onfesión. P. n ese censo la población de Menchiqu<~j o y
Chill oa. ubil·ados a tUJa distancia de 2 lt>guas. se <lisc rimin ó al'Í: -228 naturale~ dt> confrsitín y
en 154 familias de libres agregadas. 586 almas dr <-nnfesión y 11 t>sdaYos-.
2." A.C.'\ . (Bogotá). Poblaciones T'arir<s. 10, f. 161,·. ~- '·.En PS1e c-aso la palabm n:HuraJ no pa•·ece
hacer n-fcrenc ia a in dígr·na, sino a pc<'snna nadda en las saba <tas de Tolü.
:' Carlos Alberto U rihe, "La Eh1ogr3fla~. p. 4i: "Chim ila". p. 53: '·La Rebelión Chimila''. pp.
21

126- /: -l_ n marco teórico-. pp. 170 1 y -\.G.~. ( Bo~otá' . Poblaciones 1ñrias. 10. f. 162r. y'·

<>rdenar paro c:ootrolar + marca herrera anad


·...

su deserípcióu no permite pl'ecisat· si la población se hallaJJa concculrada en 1111 asenta-


miento o, como otras descripciones indicar ían, parte se distribuü1 ·'en muehos pueblos
muy pequei'íos '? a corta distancia de unos y otros fundados."23'; sugie re que los poblados
de los indígenas no l'Niucidos eran bastante gt'alldes. comparados con los poblados que
estaban bajo el contTol del Est.ado colonial. Esta información - al igual que la relativa a
s us cultivos y almacenami ento de alimentos es taría r·e11ejando la eapacirlad de los
indígenas no sometidos para oble ner de su en torno lo nC('<>:;ar io no sólo pru.·a sobrevivir,
sino también para eeproduc ir sus condiciones de vida. en condic iones de re lati,·a
abundancia. a pesar de las fi·ecuenles hostilidades que se practicaban contt·a ellos.
Con relación a In estructura m isma de los pob lados, no se han encontrado des-
cripciones que proporcionen una idea globn l de estos Hsent.amientos eu la documenta·
<'ión del siglo X\'Ill. La descripción más completa que se tie ne sobre los poblados
Chimila, fu e la hecha por· Reichei- Dol.matoiT sobre los que obse1YÓ al occidente del r ío
.:\ riguéU1) a mediados del s iglo pasado. Segúu él, entre 5 y 'JO casas formaban el poblado,
al mando de un caciq ue locaL Los poblado,; estaban ubi<'ados sobr-e una pequ eiia lorna,
para e\"Ílru.' inundaciones en la época lluYiosa y se encontrabru.1 rodelldos por c-ultivos de
maíz. yuea y algodón, pertenecientes a las faruilias que componían el caserío. 2·1;
"Las casas están siempre colocadas de t·al manera q nt> fot·man un círculo m::ís o
menos regular alrededor dt> una pequeña plaí.a. Raras veces una u ou:rr.nsa, genernlmt.>nte
la del ca<'iq ue, se encuentra algo sep<u-ada de est(' plano.~ 2111

Aiiadc d aut01: que ·'Por un lado, por lo menos la cuarta parte del períurrlm de la
vivienda, C{llf'da abierta haeía la p la7.Uela.''1·m Según Bolinde r~ quir.n enconlrÓ indígenas
Cbim.ila en t-1 área de l río Ariguaní (al pa rf'cer en e l curso medio de l río), había ~'dos
pueblos contiguos, uno con ocho chozas ~ d otro <:on dos.''240 Bolinder no pn1porciona
infotmación sobre la estructura de los poblados. pe1-o sí sobre las viviendas cp•r, según éL
~ó lo contaban con tma puerta, a menudo muy b<ya, que obl igaba a los illdígenas a agacha:r-
SP para e nt rnr. En el interior la hu era escasa, ya que sólo ocasionalme nte cont.aban con m1
orificio en el techo.241 Estas obsenaeiones indican Yariac iones en las características de las
, -iYiendas. en esle caso en el dis<'i'lo de Jos Pspacios c¡nt> conectaban el interior con el
e:-.1erior, pf'r'o también la existencia de un tipo de disei'lo en la ubicación de las casas, que
llevaba a lns obsenador·es a percibir como poblados asentamientos de dos y ha:;ta ocho
casas. Estr p1mto es importante ya que i.ndica•·ía q ue para los observadores, la percepci ón
de un grupo de casas como pueblo o no. no estaría vin<:ulado fuml;unentalmeule con
fiwtores de cM-áeter cuantitativo - el número de casas- , sino con otro tipo de c~u-acterísticas.
En tma enrrada cont1'a los ~Ch imi la"", en la que se encont r·aron tres pueblos ent n~ B:uT~ul ­
cas y Chimichagua, e l n{unero de casas no e r·a mayor quf' t:l de esta;:; narracion rs: 3 pue-
blos. con 11 casas : 'arios r~mchos, esto es. rntre 1 y :3 C"asas por poblado, además de los
ranchos. 2 u 1. n sei'ralamieulo similar hiw el capuchino _\leo.'. qnif'n infor-mó que los in dí-
g<'nas Chiruilas captw·ados en una enlrada que se hizo en '1763. en 1u r área que no ind ica
pt"ro que al par ecer es taba entre los ríos Garupo l y A.riguaní, alinnarcm que su nación se
compmúa de muchos pueblos nury pequeilos, a corta distancia unos de otros.~n Poster io r·-
tnentt.> precisó que los pueblos f'ran 10 y qtle cada uno tetúa eno·e 3 y 4 casas.m

2'l•' .Jos? M. D<' ~,l ie 1· (co mp.). Poblamiemos. T. ll, p. 227.


2, ;Gerardo Rricla·l- Dolmatofl: "Emog-raría-. p. 101.
218 l bid.
!!í 1hii"L
210 GusLaf Bolind,.,·, "Los tíhinws l ndígenns Chimilas-, p. 12.
211 !bid .. p. 'l!'.í.
212 .José:'>(. D e-!ll ier (comp.1, Poblamientos. T. 11 , p. 341.
111 luid .. p. 227.

VI . TERRITORIO Y ORDENAMif·~O F.SPACIAL: EL CA'O r>F. I.OS "CHIMilA,..


Podría pensarse que uno de los elern enlos que lleva ha a los ohsen adoresj
calificar de pueblos algunos de los asentamientos Chimila, tenía que ve•· con
organizaci ón política de los pob lAdos, corno lo deja traslucir Reichel- Dolmatoff, ',
indicar que cinco o diez casas formaban un poblado al mando de uu cacique local. ·
De ser ello así, tal característica luYO que reflejarse en la estruclHra físicu de l
poblados, ya que en las entradas del siglo X \ III en que se reportó la existencia ~
pu eblos, se indicó que los indios habían huido y qu e los encontn tron desiertos. ;
Lo anterior sign ifica que para estos observadot·es la clasificación del asentamient
como pueblo no dependió de la información suministrada por sus habitantes, como
hubiera podido suceder en los casos de Rcichel -Dolmatoff o de Bolind er. Otr~
elemento que mencionó Reich ci- Dolmatoff, que pudo llevar a co nsicler<~t com~
pueblos los asentamit>ntos Cbimila, fue Ja p laza que, como se sabe, formaba parte .
la esiTuctura fís ica de los pueblos coloniales en Hispanoamérica.
Pero los poblados, independientemente de su tamailo y estru<:lura, no pa rece~
haber concenlndo a la totalidad ele la pobl ación Chimila. Las descripciones de 1-·
diarios de las entradas practicadas permiten <~preciar un tipo de ordenamiento espac· ..
mucho más complejo y variado. Aunque no todos los autores de los diarios f uer
igualmente seusibles rt>specto a las ('aracterísticas de los asentamientos Chimila, alguno.
ele ellos ofrecen información muy valiosa en este sentido. Con base en aq uellos que
proporcionan LUla información más completa, se ha procedido a elaborar mapas en los
que se busca reflejar el ordenamiento espacial que en ellos se describe.2"; Este ejerci-:·
cio se presenta, con las necesarias reservas, )a que la información presenta vacíos
deja abiertas múltiples posibilidadt"'s de interpretación. El trayecto seguido no se h,
podido establecer con la precisión deseada y el uso de mapas de mayor escala, com -
por ejemplo, 1: 'l 00.000, no parece ayudar en este sentido, incluso en los recorridos
que aparentemente proporcionaJI mayor información sobre la rula . .\ pesar de estos
pi'Oblemas, la distribución del espacio que se aprecia a partir de las descripciones,.'
ofrece elementos que permiten esbozar algunos aspectos de la organización espacial
Chirnila y, a la vez, dejan t raslu cir la fol'ma en que ese ordenamiento fortaleció su
capacidad de resistir Wla situación de permauente confrontación arn•ada. Lo anterior
se aprecia en el Esquema No. 4 que se anali1.a1·á a continuación.
2. "eran ranchos y rastros" 2to8
El 12 de enero de 1764 el capitán á gueua del pueblo de San .T uan de la
Ciénaga encam inó hacia Río Frío, al sur. una tropa de 80 indígenas, armados la
JYJilYOI'Ía de fusi les y otros pocos con arcos y fl echas. AJlí «ra.ncharon», 249 comie·

211 Jhid .. p. 243.


2u Ge rardo Re i<'llf'l- DolmatofT. " Emogr:¡fía-. p. 101.
21
" José M. Dc- Mier :comp.), PoMmnientos, T. ll. pp. 336 y 34 1
24; Se realizaron inte ntos pam rellejar en mapas las rutas descritas en Hl diarios l•·~tnscritos

po•· José :\1. 01."-.\lier (comp.), Poblamienlos. ·r U pp. 237 · 9, 247- 59, 306 348 y 380-416, pe1·o sólo
dos dP ellos p1-opo•·cionaron la infonnación mínima pat-a hac('rlo: el de la t?xpedición ql•c salió
di? Ciénaga en 17('i'Í 1ibid.. pp. 2'33 239) ~· el de la que salió de Tent>rife en julio de 1?66 (ihict,
pp. 321 6). Algunos de los dilll'ios que transcribió Dt>- Mier ta mbi én aparecen transcritos en
Ge•·m·ti o Andrade (comp.). "Expediciones de Conquist~'l··, A. C.HS. C, No. 3, p. 155 194.
218 .losé M. D c-Mie1· (comp.). Poblmnienlos, T. IL pp. 21?-8. La n:m·ación qu<" se incluye a

con6nuación fue t'laborada con hase en el diario finnado por Ju:m Antonio del \'illar. De la
narrarión se desprt>nde que es tu' o a cargo de la ent1-arla, ya que el capitán á guerm sólo los
encaminó haci.a Río Frío y no nwn ciona la p•·t>sencia de soldados o jeli's militares que no fueran
indígenas. La cles(' r·ipción no es textual. pero s igue 1nuy de cerca el escrito; en "'lrios casos se
han omiljdo las comillas para fatilita r la lectura.

oJ"denar para controlar + marra herrera angcl


EsQl.i.EM..a.. No. 4
ESPACIO CHfi\1fLA S. XVIII D ISTRIBUCIÚN H IPOTÉTIC..A.
DE LOS ASENTAMIENTOS fu';TRE LOS RíOS f RiO Y SEVlLLA

Distribución Hipotética de los


Asentamientos entre los ríos
Frío y Sevilla según Diario
de entrada contra tos Chimila
enero 12 a 18 de 1764

Convenciones
casa grande Chimila o
casa Chimila o
rancho Chimila
candelitas o fogones

2 1eguas

::

- pcen:e

~
Palma

,.\; d/'"
g 1 R.M~alena ~"-" ----'~
~··~~
· ~
se repartió
~ l.eg:nle
~ yueal "'

ro:z<t- •
1oeg...a
--- 111..11111111111111111 1
""'""••
candelitas

p~.t-enteato d¿
dos estados

entre 6 y 8 leguas aproximadame nte

M .H .A.

Fuente: .José M. De-Mie1; PoblamientOS, TI, pp. 237-S.


Nota: Una legua es la distancia que un hombre puede recorrer en una hora y, por tanto,
depenrle de las características del terreno.

VI. TEIUUTOR.JO Y ORDENAMIENTO ESPACIAL: EL CASO DE LOS"CHIMILA"


ron.) algunos salieron a rt><·onocer la tierra. En un cattO encontrm·on una macana
J · huella fecsca• , ade.rnás de 6 bollos) w1.a flecha. i\1 dín siguiente an·n,·esaro.
unn sah<ma «<,¡tu: atascaba h::tsta la cintun.tP, un nl Oil l<' rnuy alto y uua ranchería 1
Chiruilas. a m edia lt>gua otr·a con 21 fogoncitos, a una legua otr·a con dos fogon~;;
·' otra más el os ll.'guas adela11te> con cuatro fogones. Pasamn un pul'nte constnü •
por los Chimilas sobre un ano~·o, c:on dos palos que pasab:tn de parte a parte. fa
legua y medin tJ·es casas y tres chocit<~s vacías y en una de <:llas maíz. El -t
avnnzaron dos leguas más y encontcaron .. media rocita•~;o con do" m aras de yw ·
una de p látano.' muchas dt' maíz, atra,es~u·on por· un puente f"lrío Sevilla y a d
lt>g¡ras encontraron dos cas:r.s grandes ' acías y un _)llcal c:on maíz ,-errlt>.
La gente entonces se I'Cpartió por t>l. monte par·a l'ecorr·er· v:-~rias veredas
buscar r·astros freseos . Uno de los grupos encontró indios y capttu·ó una indi
una chinita; los demás lnr.H:ron. Otr·o grupo eneon tl'Ó ·'una r'11rwheeía con el ,.,
chozas y muchas <"andelitas .' en fin. todo e l palmar que serí:r tl t· largo 3 lcgu .~
media eran ranchos." rastros",2'>l luE>go llegó¡¡ unos aguaz:tles donde •n ~
atollahamos ha¡;La los muslos• y después pasó t.m brazuelo d el río Sevilla en
q11e lrabía un puente del al to de dos estados.2.·\2 :\una legua •topa111os una roza co
·'u ca) maíz y dos chozas todas c:on mai7 seco... y a la retirada topamos dos in di ~
y f'uerou como dos exhalaciones•. Ranc:hai'On a la \'t>r·a de un ar·r·o.H> }· entre las
y las 8 de la norhc, \·i no wr indio y •pego cuatro gritos y por la madrugada pe ·
otros euat.t·o, toda la noehc· estuvo la gent.c en arma. • ·
El domingo salieron y encontr·:u·on 1¡ indios que huyeron ·' a dos y me
leguas de un puente. enC'Orllr'aron una i11dia que salí;r de: su roza con un catabre dt>
múz h·' habi~ndonos sentirlo. botó dicha carga} tomó monte que no se le pudo
dar palmada''. luego llegaron a tres casas también desiertas y e11 ellas había mtl.
cha huella de chicos y les pegaron ftlego. Hallnron un tam bor que tenía dos VaJ~
: media de l:u·go, tmo chieo. ollas. timyas. piedras de mole1: un pt>dazo de coraza.
COf¡uitos. calabacitos y ,·ar·i:1s caüilas. El 1.6 ~salimos" y ~.tl salit· quemamos ~
ch ozas··, cuatro IPguas adelante '·quemar11os cinco casas.,. a media legua otras d ·
casas graneles y e117 otras tr·es casas y una cho7.a. E l 18 llegaron a San Juan. ·
l 'na e ntrada de seis <.lías había dejado Iras de ;;í sn huella, una estela de h l.lli•:)
qu~. corno se ha señalado. er·a lo que se podría considerar como el lugar com{ ·1~
estas entradas. en las <¡uf' se buscabnn y clejalJa" huellas. F:n esta oportunidad se dt>j.:~
testimonio de l3 casas y 4 ranchos quemados. \o se pe r'C'Íhe en e l documento In cal'f,"2
de agresh·idad que se aprecia en otras s:-~l i das, como la que es~ mes mismo h •i.a
salido de Pueblo ::\ueYo bnjo la dirección del \'Ícar·io de esa ciudad. 1' 1 E l encargad .1-t-
JJp,·ar el Diar·io no parece haber asumido la dü·ección de la operación; su papé¡a=<
asem_eja _m ás a l de un _observador qn_e acoJ~tpari~ a un grlr~o c¡ue tie n e una dinánf<'<~
propra. En buena mNhda en el lo l'adrca el mtcres que d~>sprerla el docrm1euto, ya ue
permite aprecia~: así sea en forma globaL algunas particularidades de las connmidaao
agredidas, en especial las estructuras de ordenamiento espacial ele sus nsentamien, ),;_

21r' Ranchea~: -F,,.mar ranchos <'n una parte <J :womodars<' ,. , .ellos~ iR<';tl Ac.ademin Es~<,..

la. Diccionario, T. JI. p. 1í24 . i


2.;o Rozar: -Umpi¡u·lll rierra de)¡¡~ matas que cri¡t. cortandola~ o arrancandolas. par-a dispo :rU

á ]¡¡ l abor~ (Dicáonarir> rle "lutorir/r¡rfes, Vol. HL T. \~ p. 646;.


:lJl Subrayados nu csr.ms. Otro di;rrio de 1ma salida que se rea li1.ó t'n esa área. habla de un pab\har
llen~.,d" r"anchos. que SPr'Ían más de 25 (Jost> ;\ l. De-;)lier 'cor~lp.'. Poblamil'llros. T. JJ, p. 'l~5)~·
-~ E,tado: "crer·ra medrda de la rstatura rPgular que ltene un ltombJ•e: y dP ordrnan la
profundidad de los pozos tÍ otra cos<t honda. se mide por· estados ... piccionario de .lutor· ·~.
Vol. 11 , T. Ul. p. 623].
m Véase la trans<: ripcióu dr ese diario <:> n José .M. Dt> :.VIie•· (comp.), Poblamit>ntos, T. l.
pp. 2ti7 259.

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que t·esultan de importancia en ténninos de la capacidad de resistencia de estas comu-
nidades. Detengámonos un poco en lo que sobre este punto informa el Diario.
ljn primer aspecto que sobresale es el del área que fue explorada dnranlf' esta
entrada, que no p:u·ecP. haber sido mny extPnsa. Al seguir el I'Prm·r·ido sobre nn mapa
se apt·ecia que la disttmcia entre el r.ío Frío y el rio Se\ illa osrila, dependiendo por
dónde se haga el tra~ecto_ entre unos 4 y 16 Km. Esta sf'rÍa huena parte de la extf'nsión
nortE'- SIIl' del territot·io inspeccionado. La del eje oriente occidente se descouocf'. pero
está limitada por la Ciénaga de Santa ~lat·ta y las p rirnenls ele\'aciones de la Sierra
~e\ aua ele Santa Marta. por lo que podría haber variado entr•e lUJOS 20 y 30 1-.m . De otra
p:=~,·te, al considerar la información que proporcionó Manu el Francisco de 1csa sobre
los poblados de ''ind ios bravos", a la que ~e hizo referen<'ia anteriormente, se tendría
que los terrenos recorridos durante esta enu·ada se encot1traban en las c·erea nías del
pueblo de Lata ubic·ado. según Mesa, en las cabeceras del río Lópt'7., es decir. t>nU·c los
ríos Frío y Se,illa, de acuerdo con mapas dt> la época.~_-\. pesar de las indicacionPs clel
documento es difícil eStélblecer la ruta: sin emJnu:go, la descripción permite apreciar
que uespués de pasar por río Fl'Í.O, en donde pasaron la nod1P y en cuyos alrededores
(en <d área del caii.o Q~1ilacalzón} encontraron unos pocos rastros de indígenas Chirnilas,
se pnsó por un trecho t•elativamente lat'go (desde la salidn, que debió ser al amanecer,
hasta las dos ele la l:u·dt"). dnrante el cnal no hallaron más huellas ele los Ch imila. Este
detalle sugiere que. al mC'nos desde la pNspectiva indígenA. se establecie1·on "zonas
de amottiguamiento" :buiTer zones~';;l o más P''ecisarnente. esparios que no se utili7.a-
ban p:mt estable<'e,· asentamientos permanentes, de ta.l suertf' que sus \ ¡,-iendas no
fueran fácihneute accC'sihles para el enem igo.
Después de las 2 ck 'la ta;:·de la situa<'ión cambió. Según los cálculos del Diario
en un es paeio de 7 leguas encontrar·on lí ranchc>rías y uua agrupación de 3 casas y 3
choritas. No se precisó el tamaño o cuántas viviendas tcn[an las ranch erías. ¡>ero el
St>Íilll:nniento sobrt> el 111Ímero de fogones llama la atenci ón. El hecho de que el Diario
lo haya ¡·egistrauo indicat·ía que esta información tenía uua signiticacióu espt><'ial. Seg[m
el estudio etnogrilfico hecho por Reichel Dolmatorr eutre los Chimila a mediados del
siglo X..\., el fogón donde prt>paraban los alimentos se encontraba siempre fuera de la
casa y rada familia tenía su hogar. 256 S i esto hubiera sido así eu el s iglo XVIII, se
tendría que el tamaño de las lhw1adas ranrht't'Ías variaba sign ificativamente y que podían
albergar entre 4 y 2 l fami lias. Añade el Diario que de allí en ade lante y en los días
snhsiguientes encontraron agrupaciones tle 2 a 5 casas. grupos de casas y chozas, una
ranchei'Ía con muchas ca11delitas y un largo trecho de '3 y media leguas o<'upado por' un
2 1
' :\.G.:\. .J3ogot<Í. Poblacionf'.S l órias. JO. f. 162r. y Y. y .1/opote('(l 6. Sos. 60 y 96. \\ítt•se que las
cabeceras del río López probahlem<'niJ? st> ubicaban a ei<"rta allur~ snlwe la Sier~.~, NPYadn dP Santa
i\ Jarta, mient.r·as que, po1· lo qne Sf.' ¡mcck apreciar; el re('or·r·ido seguido durante e~l<l c•ut rada se
realizó por la llanura. cutre la Cién~go de Sau ta Mm~:a y la Sierra NPvada del mismo no r ulm~.
2-'5 Se utiliza aquí la definición dada por Del:loe1·. ''Bufft'r 7.onc•s in the Cullura l F:c·~• t ogy of

\boriginal ,\m it7.onia: an Erhnohis lorical Approach-. AmerÍ('{III .Jntíquity. \ 'ol. 1¡(), No. 2, 1981.
pp. 364- 377. p. 365:
·a bull't-r 7.0nc is simpl.' an uninhab ited area whil'h srpa1·ates t\1o or mor·(• competing
human groups. Th c condition of tompclition is importan\ to the defini1ion, for it su~gests 1ha1
huffer zones are to be Yiew<"d as contested no- m<Hr's lands t:\1 hn 1ha.r1 as are as in '' h ic-h
C"onditions of the ph)'sica l environmcnt a lone pr•evenl or rli scourage h unra n scttlement.''
"una 7.ona de amo1~iguam i entu es simplemem e un área tlt's hahirada qne separa dos o más
grupos h um anos rivales. La s ituación de rivalidad c•s im po r·tante para [~ d!"finic ión, ,Ya cpH·
s ugiere q u" l~s zonas de amor·tiguarniento deben ser· vist<rs como '·rierr·as tic nadie" sohr~> las
ruales e:xisl<"rr connictos. más quf.' cot11o áreas en q ue h s condirionf's fís icas del medio :rm-
biente pre1 it:>ncn o desestimulan d asentamienLo lrurn;mo."
:r.c; Genwdo R<'ichel DolmatoiT. · Emografía Chirnila•. pp. 109 10.

Vf. TERRJTORrO YOk.OE~.4J\11ENTO E.~PAOAI..-: EL CASO DE LO:\ "CHlMII ~J¡ »


palmar y muchos ranchos. Nótese en este último caso que se hizo referencia a «rnucb "
ranchos• y no a "'ranchería", lo que podría indicar q ue la r·anchería era algo distinto a ;,
agmpación de varios o muchos ranchos. En el diario de una entrada realizada en 17 :-..
que subió por el río San Sebastián, se indicó que encontraron un pa lmar con mue , f"
ranchos y precisó que hal)Ía más de 25 de ellos. 2:.;
En otro diario de una entrada q ue salió por .los ah·ededores ele Tenerife en 17. ·
(véase Esquema No. 5) se aprecian a lgunas variaciones respecto al ordenamiento espa al
c¡ue se e ncontró entre los ríos Frío y Sevilla, en 1764 (Esquema !\o. 4), aunque d
anotarse que parte de estas '\'ariaciones obedece probablemente a la diferencia
Ct'iterios entre los autores de Jos diarios. Un pr imer aspecto que sobresale es el de Ja
mayor cercanía que parece existir entre los asentamientos al nororiente de Tenerife.
comparados ron los del área de los ríos Frío y Sevilla. Sobresale también la observacY n
sobre la existencia de un "pueblecito con siete casas ", CJUe llama la atención si. ..
considera lo indicado anterio rmente sobre asentamientos que fueron calificados ~· ..
" pueblos", :1 pesar de contar con menos vivienda!>. Adicionalmente aparecen ~ ­
reterencias a casas grandes que en el Esquema No. 4 y también se repor·tó la existen!ft<~
de un grupo de cuatro casas, una de ellas más grande que las demás, que presumieron
•era para celE-brar sus funciones•. 2;s En el diario de esta expedición ya no es lan clara ..
diferenciación entre rancherías ) agrupaciones de casas (y ranchos o chozas). Segú
di¡u-io encontraron " huellas frescas de chimilas" que seguían varios caminos que tení
rumbos distintos. Por uno de e llos encontraron •cuatro rancherías, la primera de d -
casas, la segunda de una, la tercera de cuatro y dos medias aguas, y la cuarta de tres .\
todas no chicas, con sus rozas de maíz con mucho fruto,... •, todo lo c ual fue quemado. ·
Las obsen aciones de estos diarios inui can que dentro de la estruc tura dt'
ordenamiento espacial de la cultura Chimila había varios tipos de asentamientos y df'
viviendas, además de las pob laciones ya mencion11das. Entre los ::\sentamientos se t
dría a la ranchería, co mo algo que pr obablem ente era distinto a la agr upación de ca$ij.,
o ranchos o ambos. E l Diario de la expedición que saJió de VaJeneia de Jesús pr ee· a
más este punto. Señala que había:
«i nfinitos t'aminos reales frarH:os y dirigidos a distintas caserías y entre éstas en-
contraron nue,·e fundacion es. unas pequeñas y otras grandes y en cada una de ellas
una casa muy grande;•. 200
Sobr·e estas casas muy gra ndes, o de mayor t·amaiw, Reich el Dolmatoff obsel'\ ·
a med iados del siglo pasado, que cada poblado Chimila con taba con una «casa de 1'
muertos», e n cuyo interior se hacían los entierros. Estas casas no eran habitadas
c uando en w1a población peque11a no había rasa cernenterio, el muerto se enterrab
dentro de su casa. la cual se abandonaba . Tampoco tenían adol'!lo o utensilios d(;
alguna clase.2G1 El enterramiento denlTo de la Yivienda se practicaba en tre los i\Ialebúe .
Caribes, X.ente Blanca y Chimilas en el siglo X\'1 y. entre estos dos últimos grupo.
el muerto se envolvía en la hRmaca en que dormía y les colocaban comida, bebida?
s us arcos, flechas y herrami entas . ~1;2 En la entr:Hia de 1765 se reportó eJ hallazgo d _
dos casas abandonadas ''de algun tiempo" en los alrede dores de la Sabana de San

r.; José M. De-Mier comp.:, Poblamientos, T. 11. p. 385.


lbid .. pp. 323-4.
:!.'oll
l:i9 lbid .. p. 325.
2
'.0 lbid., p. 253.
2 1
" Cerardo Reich ei- Oolmatott: ·Etnografía Ch imila., p. 102.
21 2
'Re lación de Te rwrife de 1580, Henn<·s Tovar .Pinzón (comp.). Relaciones y Visit(Js, T.
11. pp. 334 5.

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EsQt-E\tA Ko . 5
ESP-\CIO CHOUL-\ S.. \1II
D JSTRrnlfOói'\ H IPOTÉTICA DE LOS ASE\"TA-'IIE:\TOS AL ~ORORrE:XTE DE T E!\r:RTFE

····...~
,. ,.' ..... ~ ' ..
..... ........: .......

___.---·o·• \
\

'.., ~'

' .
'<8>•

Distribución Hipotética de los


Asentamientos según Diario
de Entrada contra los Chimila

• 8.
6.6..
6.
julio 1" a 16 de 1766

Convenciones

CiJs.a de mayor tflmaF.o

casa gt11nde Chimita


oo
cesaChWnlla o

M.HA.
-.
enramada de media agua
rarx:hos de trtnsito

...
•c..
••
L =Legua . Fna legua es la distancia que luta pe-1-,;ona puede recorrer en una hora;>, por tanto, depende
dP l<1s <'aracterísticas del terreno; en un trayecto que no resente maym·cs dificultades se calcula en
:í.!í km aproximada mente.
1 = C.lsa ele mayor tamaí'lo descrita co n cie rto clel'aJle
Fu<> nt••: José .\'l. De-f.-lier, Pohla.lllÍI?ntos, 11, pp. 321 -6.

VI. Tr:R.RJTORtO Y OROEN:\..\-UE:"IO ESPACIAL: El C.<\SO C>E 1OS "CHIMII..A"'


Ange l. En una de lns casas enconiJ·ar on " un ll oyo como de sepultur a fresc-a··, en 1
qu<' habían sido enterrados un nd ulto y un nii'lo, j unto "con ro pas, ht~ sos con hilE¡
Macauas, y otros amaíios del .\!anejo de Yn dio Hembra" . ~"~ En los m it os y cnentüf
Chill)i!a se menciouan las casas tle los mut>rtos. pero allí aparecen t>n el wontc:' y rr
en los asentamientos. En ellas no se debía dormir. un
grnpo de homb r·ps encontro
una •gr an casa rrdonda» dond e había un muerto ent enado ' un o de rllos desafi
esta p'roh ibic ión. Por la n oche vi no un gran tigre y lo mató, Ío c¡ue le;; indi có a lo.
demás q ue el qu e es L<~ ba enterrado en esa casa e ra un b r ujo maJo.;!¡¡t,
En uno dP los diarios de las entradas de l siglo \\ I U. q ue salió ck Valencia d
.lt>stís haci.~ T~nc:'t·i~;-·_ se hace nlu.s i ~u a un rancho muy alto. d_e, esta.n_terías «al modo d<¡,
nuestras [abrJcas• .-6·' Eu Oli'O dtlll'IO de una entrada que salto de San ta Cruz de Sad
J osé se o bsel'vÓ que po r un ca.mitto ancho y b ieo dispnt>sto. q ue tenía «hachados 1
p alo~ contra el s ue lo,, encont raron una casa redonda de l8 va r·as de anch o con 9
media varas de alto t-1 horcón de l rneclio y. a corta distancia de esta casa gr·a nde, otrá
más pequei1a.266 En los alrededores de Tenerif!'. se indicó qut> llegaron a una roza y
fiual dt> ella se hallaron 4 casas grandes. una de ella ma~·or que las rlem:ís, y en ella.
•en el estante d~· en medio tres cabezas de maíz muy pintadas d t> hija, dos at·q uitos
de una tercia de largo, arrnndos con sus flecl tlt;:; correspondie ntrs,y en la unít punt.'l sus
pl umas de colores pendiente de unos hilos a los lados, dos estacas clavadas y en cada
una un sornhrE>ro de paja y otr·;1 más alta. junto a dicho esta ni~> con otl'o: todos de los
acá se usru1 y varias ol!~ts eon poh·os amarradas a un lado del expresado <·stante; un
tambor de dos varas ele largo puf'slo en dos horq uetas ele tt·es rumtas ele alto y o i1'0 de
tres cuartas con s u faja pata co lgarl o al hombt·o e l q ue lo tocaba; algunas múcuras
grru1des de ho('a ~u1cha, más de t:uarcnta coquit.os mediani Los. cada uno eon s u palito
labrado dr poco menos de~ una Yara de largo y más de cincuenta rw)yotes sueltos, q ue
todo se pr·e;;ume p¡·a para cel~>hrar sus funriouE>s y uno b111tcos grruules de: cedro
C'nterizos, rnu.~ bien formados. ron su espaldar a esperie de taburete ...,..26'
Estas descri pciones de los documentos, unidas a las observaciones etnográfica
del pre:;enle s iglo, seg ún las euales la Casa de Jos .\~tu ertos u o contaba con adornosr
dejan abie rtas Y~lri as posi bilidades. La 1111a es q ue en e l s iglo XVlli la Cas<1 de los
~luertos sí hubiera estado ador11acla con objetos que tenían un Yalor silllbólico para la
pohlnción Chimila y que, adem:ís. se utilizara romo escenatio para realiznt' celebraciones
de carácter colecti,·o. Esta posibil idad la sugiere. además ele la a lusión a una) no varias
casas de m ayor tama ño, la prese nc ia y dispos ición de obj e tns como las «rnbezas» de.
maiz pint.adas de bij a. l<1s armas y los sombre ros: su uso colr<:t.ivo de o tr~ parte es ta.1~ía
indi c~do por las nttÍcur as. coquilos. bancos e insh'trmenlos musicales. Ütl'a posibilidad
es qur además d e la Casa de lo~ \luertos, los asentamientos Chim.ila conta1·an con OITO
tipo de casas gr andl's en las qw• se des<HTollaran ceremonias de carácter co lectiYo .V
c¡ue la deseripción lrauscl'i ta col'res po nd ie ra a una de e.llas y no n la Casa de los Muer-
tos. En f' l D iario de la entrada que salió de San Antonio en l'c>lwer o de '1768 st> inllicó
que' habían eneont r·ado dos casas. una peq u P.ñ::~ vacía .v otm gnmde «c-on muchos bnn-
cos dentro ' un tamhor; ... ». 268 Dr ser asÍ la Casa de los .\Iuertos habría sido de menol'
tam~1iio qu~ la de uso colectivo. Debe anotarse, si!l embargo, que si bien con fr·ecueneia
se ruto tó q ue las casas estaban vacías, la obse r·vación parece di r·igil'se a se il.ala r que

263 A.G.:\. Bogot:í). Caáques e fndios, 9. f 723\'.


2&l Gerardo Reichei- Dolmntoff. c\litos ) Cuentos•. pp. 12 3.
"'-' .fosP .\ l. Oc .'IJicr· comp. . Poblanu'emos. T. Jl. p. 25'1.
U» !bid.. p. 3 1 l.
?b' lbid., pp. 323-'Í .
268 lbid., p. 407.

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hahÚUl sido abandonadas por los indígenas y no a que PS I UI ieran des provistas de
adomos 1 utensilios. tal como Reichel Dolmatoff describe la ·· casa de los :\luertos~.
DP cunlq.uier· forma. más allá del signiiirado preciso de esas casas, las descripciones,
como la qu<" se transcribió anteriormen te, permiten apreciar que a pE'sar de la
deseslructuración a la que habían sido sometidas estas comuuidades desde la conquista
y a las continuas presiones de que e r·an objeto. lograb an mantener unos nivel.es im por·
tantes el<> C'ohcsi6n social y cultural . La casa descr~ita remite a espacios de socialización
) a manifes taciones rituales inscritas JentTo d e un sistema d e cr·eeucias, cuyo sentido
se clescouoee, pero cuya importancia se refl eja en su tamar'io y e n la inversión de
trabajo pnr·a Sil construcción, arreglo y decoración.
En cuanto a las demás construcC'iones e l d iario mencionó las C'asas. las chozas "
los ranchos. Otro dial'io hizo reierencia a las •<'nramadas de media agua•. de las c uales
encontraron dos. jtmto con dos casa grandes, que en el conte:.lo podrían entenderse
como ('nsns de habitación o ,.i, i~nda.26'9 Los anteriores señalamientos permiten apreciar
la di,·ersificación de las construcciones. pos iblemente, eu ftmción a las necesidades ~­
actjv idades de sus ocupan tes. En las menciones a la asociación entre C'asas y c hozas se
precisó qur Pn las chozas hahín maíz., lo cual suger ir ía qu<> In c l1oza tenía u n a fu nción
de almacenmniento. Se ind icó tambi én que tenían trojes d r maí7. «cogido y g nard ado
con imponderable abun dancia y notabn ser gua rdado de las cosechns pasad as .. .» y más
adelante se aüad ió q ue había m uchas sim ientps de maíz del aíio aJ1t·<·r·ior· «entrojado en
sus conu<·os». 2; 0 Los datos t>tnográ ficos resultan en este sen LiJo coutradict·orios. Bol incler
sei'iala l:l existencia de dos tipos de chozas. una m·alada, qne presenta semejanzns con
las descritas C'omo casas en los diarios. aunque de menor tamaiio. Estas erau utilizadas
<'Orno '¡, ienda. Las otras, de lecho ele dos aguas. set·,·ían como despensa~· ocasionalmente
eran utilizadas para dormir una siesta, por ser más aireadas. 2" Por su parte Reichei -
Dolmat off indic<J que los graneros para g uardar maíz se consll'uían «s iempre bajo el
leeho de un<1 casa _y sobre altas esta('ns.... > formando u na espeC'i<' oe (·anasto pando, sin
q ue se indique que se trate de una c-onstrucción indepeud ie n te de la vivienda.m
l.!ribe también o hsN vó que parte de In produ cc ión de maíz se 11 lmacenaba en las
h abitaciones.~¡) La contrad icción que si' ohser·va t>n las fuentes, si u embargo, pa rece
ohedec<>r a )o>; cambios en las cond icio nes de vida de los Chimila. 1Vfientras que en los
diarios son freC'nentes las referenC'ias a In abundancia de comida nlmncenada q ue se
encontraba en los asentamientos Chimila. <'Sta no es la situación que se dt>sprende de
los estudios etnológicos adelantados eu el siglo XX., en los que lo que sobresale es la
escasez d<' alimeutos cpte sufrían. Esta situación . al haberse pr·olongado. podría haber
hecho inn<'C'esaria la construcción dP edificaciones separadas dedicadas al almacena·
miento. no sólo de ~íveres, sino t.'lmbién de textiles y armas.
Respecto a In dis teibución de los ast>rHnmie n tos, según se dcspt·en de de los
estimati vos del d iario de la entrada a l área c~ntre los ríos Fdo y Sevilla, d urante los (:i
días c¡u<> d un), carninm·on por lo nH~ rw~ 22 leguas de ida y vueltn e n l\"r·r·iLorio habitad o
por los inrl ios Chirnilas 274 En ese espnC'io encon trar on uu total df' l'i asentamieulos,
t!e los cuales 'Í eran rancherías y en los dem:ís había un total de ·18 c::~sas, 9 ranchos,
<~dernás de una concentración de ranc hos cuyo mímero no precisa. t"n un espacio de

:») Jbid .. p. 12'1.

r.u !bid., p. 25~.


~:• Custaf Boliud(!,., -Los últimos~. pp. 14- :'i.
;:;"l Ge..ardo Reichei- Dolmatoff. ·Et n ogr·~fía Chimila•. p. 103.
~71 Cados Alberto l h-ibc, -Hacia un rtH II'CO teórico". p. 252.
2; 1 Como el q ue J'eda~:tó el Diario gene1·a hnenLe - aunyue JJO siemp re ind ica sus esti.!llativos
sobre las disranc ias. la suma de lo que ~ uminisu·a se puede considera .-·onw la rnfnima.

\1. TERPJTOfUO Y ORDrNA.MIF''-!TO ESPACL'\L: El CASO OE l.OS ..Ct--IIMII A"


3 y media leguas. Según esta descripción los Chi mila estaban organizados en uu
entramado de asentamientos, de tamai'í os diversos, con una distancia enu·e sí qu¡
vat·iaba entre media y dos leguas y media. No había casas aisladas , sino siempr-
nú<' leos de casas, lo que coincide con las observaciones Ptnográficas de mediado
del pasado siglo, de acuerdo con las cuales •Los Chimila viven en pequeños poblado
r nunca en casas solitarias distantes entre sí.•2i 5 Este patrón de asentamiento, con
grupos de viviendas que distaban entre sí de media a tres leguas, existía ya en ·~
siglo XVI, según se desprende de la Relación de Tenerife, escrita en 1580. Segú1
ésta los Chimila y Xente Blanc<i •no están de buena paz• y •caen las dos probiw;i
a<;ia do sale el sol.» Los pueblos más cercanos estaban a 12 leguas de la villa d
Tenerife y en un día se había ido de la villa al primer pueblo:
•y toda la demás población de yndios están a legua y a mPdia y a dos leguas y a
tres unos de otros, todo llano y bueno de caminar, como e~tén los camynos abyertos .
y desmontados, ... ». 2; 6
Este patrón de asentamiento puede estar asociado con la forma como
fragmentaban permanentemente las familias extensas. Sobre el particular en el sigi'
XVI se ohserTaba que:
•pocos pueblos ti~nen paz unos con otros y aún del propio p11ehlo, quando algún )11dio .
que tiene hyjos yn gmndes u parientes en acíénclolc algún enoxo el cacique u otros yndios se :
sale del pueblo con touos sus hermanos u hyjos y parientes y se mete en el monte. y allí a<;en '
sus buyos y dallí a\en la g[u)er-ra a los demás.•277 -

Según los datos etnográfi cos de mediados del siglo XX, cada agrupamie,:,i
territorial Cbimila se componía de individuos de común descendencia matdlin~.
bajo la autoridad de un cacique, que podía ser hombre o mujer y quien ejercía ft.mcl -
nes sacerdotales. Reichel duda que a estas unidades, que él llama •grupos locales•, JI:'
les pueda dar el nombre de clanes. debido a que no observó rasgos de totemismo. ·•
Sin embargo, lo que resulta interesante par·a el problema del ordenamiento espaci :
que aqu.í se estudia, es que cada asentamiento estuviera ocupado por un grupo múdt
por lazos de parentesco, que tendía a fragmentarse de tiempo en tiempo e incluso'j
ent1·ar· en enfrentamientos con los miembros del grupo al que anteriormente pertenecm".
Se evidenciaría en estas observaciones la estrecha articul ación existente entre J~,
est.J·ucturas de par(>ntesco Chimila y su ordenamiento espacial. lo que coincide con Je,
análisis relativos a la forma corno este último expresa y refleja no sólo unas necesidad', ,
de supervivencia, sino también las pautas de la cultura en la que se inscribe.,
Adicionalmente, llama la atención sobre la larga duración de estas estructuras, a pes-K
de la s difíciles circ unstancia s de supervivencia étnica que han afrontado es ~
comtu1idades y que las han colocado en Yarias oportunidades al borde ele la extincióry
Además de las casas, chozas, ranchos) rancherí'as, el documento sobre la entrada.
a Jos ríos Frío y Sevilla menciona la presencia de cultivos (yuca les, palmares, \ijagual~l
rozas), que se encontraban indistintamente al lado de las casas o en el camino enff
unas y otras, lo que contrasta con las observaciones etnológicas de mediados d
siglo pasado, en el sentido de que los cultivos estaban en los alrededores de las
viviendas.:!&J Lo anterior podría explicarse por la disminución de los terrenos de 1

2;' Gerardo Reichei-Dolm31off~ ·Emografía Chi111il:~», p. 101.


2:G Hf'rmes Tovar· Pinzón (comp.), Relaciones)" Visilas, T. ll, p. 328.
r,; Relación de Tt>nerife de 1580 ibid., p. 315.
r.s Gerardo Rt>ichel DolmatofT. ·Emogr;~fí;t Chimila•. pp. 99 100.
r.s James Oum:an, ThP Cío·, p. J"i.
2110 C',erardo n,~iehel-Dolmatoff. · Etnografía Chimila•, p. 104.

ordenar para controlar + ma~ta hurera ansel


comunidades Chimila. De cualquier forma. en el dia1·io ele la entrada al nororiente de
Tenerife sí se obsena la asociación entre viviendas y rozas. Otro l.<lnto se aprecia en
el d ia1·io de Tomás Campuzano, que pone en e'idencia esta asociación al señalar que
•a estas rocerías no les faltan habitaciones, ...... Este último también hace referencia a
la existen~ia de sitios para moflleat· o cazar y donde los indios andaban •en bastante
número y como vagantes, respecto que no se vio habitación: ... », pero donde recogían
los frutos de las malas de plátano «ya dejadas» .281
Sobresale en la documen tación sobre las entradas .la abundancia de alimentos y
abastos. ! umerosos cultivos de maíz, yuca, fi·íjol, batata, ñame, p lát.ano, caña dulce, caña
brava. totumos, achiote, papayos, most.aza, tabaco, guaduales, y algodón ...2R2 En algtmos
asentamientos hi cieron "gran pillaje de sus armas, calabaws, mantas, chinchorros,
sombreros de palma, uno blanco. un cai'lón de escopeta, loros, y unos pájaros qne
llaman gonzalos.", al igual que maí1. entl'Ojado. 283 En otros asentamientos encontraron
además "armamento de flecha. !que] si no excedía llegaba al número de cuatro mil,
seg{tn el monto.'·. Había, así mismo, alrededor de 200 arcos, con sus correspon dientes
mani llas y mantas, clúnchonos, machelf'S de macana y bastones de la misma rnadera. 284
Lhuna la atención qne no se haga referencia a la presencia de ganado vacun o en
los poblados indígenas, a pesar de qne la principal ac ti vidad económica de los
'·espat1oJ es'' era la ganadería. Esta .i nfonnación coincide con el escaso interés que mos-
traban los indios por apropiar·se del ganado durante las emboscadas y ataques a las
haciendas. También coincide con lns observaciones etnográficas hechas a mediados
del siglo pasado, en el sentido del poco valor que le daban los indígenas a los animales
domésticos introducidos por los españoles y a la •ausencia casi absoluta de éstos• en
sus poblados, aunque consen'aban en forma «muy desarrollada, la cría de otros animales
tradicionalmt?nte indígenas.,21¡:; Tales actividades fueron reportadas en los diarios, ~a
que a lgunas de estas expedici ones punitiYas encontraron corr·ales para encerrar
morrocoyes, 286 algun os con más de cien de estos animales. 287 Lo anterior, refleja el
rechazo de algunas ele las paulas cultmaJes de los cristianos, evidente y generalizada
todavía a mediados del siglo XX ,2lill además, permite suponer que también les permitió
mantener una gran movilidad cuando se hacían entradas a sus territorios. Esto se
desp•·ende al considerar que no lodos los elementos de OJ'igen europeo fueron
rechazados, ya que entre sus cultivos se encontró, por ejemplo. la caña dulce.
De la documentación también se desprende que los aseutamientos no necesa-
riamente estaban ubicados a lo largo de los ríos y sólo alguno que otTO estaba a la vera
de tul arro.,·o. Esta relativa independencia del asentamiento respecto a los cauces de
agua puede estar asociada con las esu·ategias desarrolladas ante la escasez del líquido
en la región durante el verano, C11ando las quebradas y anoyos se secan, como lo
sugiere una descripción del s ig lo A. VI. Según ésta, los indi os construían xagues o
«est~mques donde se recoxe el agua en ynbyerno», para aprovecharla en el verano 2 sn
Hasta el momento no se ha encontrado evidencia documental res¡wcto a la existencia
de estos :ragues en los poblados Chimila en el siglo XVllf. Tampoeo se mencionan en

:t.;J José .\[. De-.\fier ((·omp.). Poblamiemos, T. U. pp. 251 y 25:~.


ZKZ \ éase. por ejemplo, ihid .. pp. 250 ." 253.
::1ll1 Esto es, guardado en n·ojes. lbid .. p. 254.
2.'1l !bid., p. 256.
:lA.> Cemrdo Reichci-Dolm;JtoiT. •Etnografía Chimila•. pp. 104- 103.
2i'A> José M. De- Mier (comp.). PobLa111iemos. T. li, p. 343.
:tS; !hiel.. p. 347.
:u\8 Cerardo Reichel - DolmaLnn; •Etnografía Chimila• . pp. 97-8.
:u>? Relación de Tenerife de 1580, He•·mes ·¡ovar· Pinz6n (comp.). Relaciones.r Vil'itas, T JI, p. 315.

\ '1. TF.R.IUTORJO Y ORODl:\.~UE.NTO ESPAOAl: El CASO De 1 OS "CHIMJLI\"


la itúormación etnográfica de mediados dt>l siglo pasado, donde se indica que almac:!(
naban P.! agua potabl<• en recipi entes globulares de eerámica Je 50 cm . de diátnetr
colocados fuera de la casa, a lo largo de las paredes.2'.JO
Co n •·elación a los c urso" de agua sobresale la atención gne se daba a la con
sen ·ación de las vías de comunicación, que se e:-.presa e n la con si r-ucción dt> pnen~é
sobre los arroyos y r[os en ese te rritorio, lo que indicnría que e l t ránsito e111.re lo.
distintos s itios era r e gular y sugiere, adt>más, el f'stab lecimiento de sisternas par
o t·ganiz:u· e l trabajo de las comunidades en función a o bras de interés coml.Ín.
este sentido el diario de Tomás Campuzano r esulta más explícito. Permaue ntcment"
l1izo menci¡) n al camino real de l()s Chimila , que ello::; se vieron obligados a aclar5
para ~ue las cargas ~asaran. • COt~ comodi.rlad,. 291 Adic·ionalment:- _e1:1 este di.a r~o sÍ!
mencwna la extst en c ~a de «mfimtos cam111os real es francos y d1ngidos n dtstlnt.a:S
caserías•.292 Otros d iarios, no sólo mencio nan esta muJlitud d<' caminos, s ino qu~
ponen en evidencia la activa comunicación dentt·o del te rritorio Chirnila. En la salid
entre Guaimaral y Chimichagna un indígena Chimiln se defend il) de sus agresor
con un cuchillo, que fue reconoc ido por tillO de los indígenas Tocaimos ::~liados ~
los '"espar• o le s··, c o mo el que le habían quitado e n una entrada r·ealizacl a en las
inmediacio nes de la c iudad de Pueblo l\ ue\'O, tan sól o haeía tres meses.:!:)$ Es dec·
que el artefacto había recorrido algo más el e 100 km. 291 '

Com o se pued e apreciar. el tipo d e ordenamiento espacial que n•fleja l


documentación habla de un sistema organizativo y de uso del espacio que resultaha mu
eficiente para obtener recursos ·' excl:'clentes del medio ambiente ) , a 1m tiempo, defe .
derse de las entradas de los "esp::tñoles". L::t distribtwióu espaciada de muchos de lg ·
asentamien tos d ificultaba qn<" en una accióu militar se agr·ediera a l conjunto de l
comunidad . ~i siqui era un ataque a las po blaciones de mayor tamaño, donde l
concentració n podía se r alta, colocaba en pe ligro al conjunto, ya que buena pat'te de la
población estaba dist•·ibuida es pacialmente en diversas áreas. Adicioua]m('nte est
ordenami enLo permitía que las noticias sob•'<" el ataque pudieran rlifundirse poco des.,.-.
pués de los primeros avances. .\luchas veces, corno rt>sultado de ello, los mismos Chimila
procedían a quemar sus posesiones. En 1766. ario en el que. como se ha \isto, se realizaron
numerosas e ntradas, lu ego ele un enfrentamiento dir·ecto - uno dE> los pocos que s~·
t•egistrai'On- entre los Chimila y los 'loeairnos a liados de .l os "espai'íolcs", que duró alrededon ·
rle tula hora.~· como resultado del cual C1pt.tu·m'On veintidós "piezas·· (sic) Chi.nüJas:
..vohiendo la' ista hacia la parte dond!' se cogier·on los indios chirnilas vimos qtw a
distancia, según lo que pareccr·ía rl e cinco a SP.is leguas, mirando clesclt" c·l un principio al
otro eahn. habían pr·endido fuego los indios ehiJ11ilas a sns misJnas ensas, que pa1·ccía que
ardía toda la nwntaña.'':!!Jo

:!<lO Cerartlo Reichel- DolmalofC •Etnografía Chimila •. p. 1lO.


Z'l' José .\J. Oe .\lier comp.'. Poblamif'ntos. T. JL p. 249.
2!12 lbid .. p. 2:>'{.
~ !bid., pp. 145. 348 y 3!2 320.
:l:ll Sobre las l'(•l:~ ciones exis ten tes entre l o~ Chimila (!el tírea de V!!lencia ele Jt>~tís y los que
estaban a esp:~lda,~ de Ci~na.ga, e l vic:<~rio de Valencia de Jesús obst>J'VÓ qut?:
• ... s us camin o~ hacia S~ult!l Illarta son nrnp lios y por· ell os st? ma nifiesta que ti .. nen continua
comu nicación. rstos con los ind ios cbimilas de aquel trn eno y de sr r· distintos aquellos. j uzgo
qu<' hab itarán haci:• la Sien·¡¡ a Pspaldas d t? l¡¡ Ci.!naga. P!·r·o sie ndo es11· g lo bo ele tierl':'l tan corto,
fac 1ihle es que los de este pbmo y los de e:, ·IO ele Paj:u·~tL por otro uombr·e San :'Jieo lás. lrnos u
otros ~ean los u1is mos que hos tilizan a San1:1 Marta.• {!bid., pp. 256- 7).
~' ! bid., p. 3 ~i.

ordenar para controlar + marta herura anscl


:
•'

ronclusiones

En este trabajo se estudió el o rdenamiento espacial y po lítico de dos grandes


regiones de la Nueva Granada, en e l siglo XVIIl: las ll anuras de l Caribe y los Andes
centrales. Ese estudio se fundamentó e n los hallazgos d e la geoh•Tafía. la antropología
y la cieueia po líti ca. en el sentido de que el espacio u o só lo se constituyP en un
PscenMio imprescindible para la acción humana. sino que su Ol'rlcnamiento represen-
ta e inculca tlll orden social r unas creencias cosmo1ógiC'as. 1 Tal ordenamiento se cons-
tituye entonc<'s. como lo seüala Duncan. en un sistema de signili<'ados a traYés de los
cuale se comunica. experimenta. explora y reproduce lU1 sistema soci:1l 2 Como suce-
de con el lenguaje. sn efectiYidad para intf'riorizar valores .' formas de pt>rcibir e inter-
prPtar 1 :-~ realidad cotidian:1 r adica. en b uena medida, en la teudeneia a operar dentro
de él sin entrar a cuestionarlo, s in analiz<u·lo.l Se da por hecho. La fmniliaridacl que se
estahlf'ct> (·on el ordenamiento d<>l es pacio, hace q ue apa1'f'7.C'J como normal o natural y
se considere como inevitable pm·a q1rie nes viven y tnhajan d cnt.ro de él. 4
Es en es te contexto que se destaca la importancia soc ia l y política de u n
o rde n :-~mientoespacial específi co. eu la medida en q u <> opc> •·a como un elemento
legitimizador de una determinada <'St•·uct\H'a política y social.:; PPro si b ien autores
como Foucau lt insisten en su carácter de poderosa herranúenla en manos del sislerna
político.6 otros autores, como de Certeau, seiialan que la "'gente común~ no asimila la
domiwwión de manera atll'omática y sin resistencia.; Los s<.>clores dominados, los "con -
sumidores-, dc>sarrollau tma serif' de tAct icas mediante las cuales reac<'ion.an y se oponen
a la dominación .8 E l espacio y su ord<'namiento asumen entonces <'1 papel de "cmupo

1
M tu' J'll.)' Edel.nan. The S)'mbolir Use.~ o.fPolitir~~, U rbana. U niversily of' lllinois Pt~ss, '1964. p.
95: J\l ircea Eliade, Lo Sagmdo y· lo Profano CW57}, 8ava. <'di6ón, Barcelona, Colección Labor, 1992,
pp. 25 61; Ditvid J. Robinson. "La Ciudnd ~ :v "El sign ificado"; Oenis Cosgrov~, 17u, Palladian
Landscape. Gt>ographical Cltange Anrl lts tu/rural Represcntations In Si.rtef'llth - C('ntur:r Ita/y.
Uni\'er.;ity P:u-k_ P~nnsylvania S tate l ni' c r·~il~· Pr·css. W93. pp. 1 D: James Dunca n. Tlu! Cit)'. p. 19
y ~The Po"!'r of P lace-~· Henr: Lef'ebHP. Thl' Pmdurrion of~pace.
2 .lames Duncan. The City. p. 17.
1
Ed"ard T. HalL The Hidden Dimension. pp. 1 -'~: James Duncan .' 1\anc.' Duncan, -~Relreading
the Landscape": James Duncan. The Ci~r, pp. 11- 24 y Denis Cosgro,·e. Thf' Pnlladüm, pp. 5- 9.
1
.J:une-s Duucan. The city. p. 18.
l //;¡(/.' p. fi.
6
/llichel Fouc:1ult, DisoiJ!ine aud Puuúh.
7
Mirhel de CerLeau. The Pramá>. Sobt·~ los mecanismos de rf'sislr.nc ia Pmpteados por los
sectOI'es dominados véase tamJJiéll .J :~ u ws C. Scott. lfleapons ojlf,e U1í·ak

C.:O:'IClUSIO:<ES
de batalla" en el que se entran a dirimir los intereses contradictorios que se <leb
en el seno de la sociedad. Son estos problemas los que se estudian en este trabajo,
sin anotar que la comprensión de la rorma como se ordenó el espacio en la soct
colonial constituye una importante vía de acceso parél la comprensión de una "] .....;.
gama de problemas, que no se conside ran en es t. e estudio. 9 .·

Para la delimitación de llls áreas en que se centró la investj gación, se ·consid ' ;·
ron las ventajas y dificultades que ofrecen los conceptos de región y de provincia.
optó por arücularlos ambos bajo el concepto de región, entendidn ésta como una
dad de análisis, establecida en función a la problemática est udiada, 10 que no ne
riamente tiene un cará cter homogéneo, pero que presenta significativos niveles. ·-
articulación y una estructut·a peculiar. 11 Sobre esta base este estlJ<iio se centró en · -.
regiones que. pa1·a facilitar la lectura, se denominaron llanuras del Caribe12 y
centrales. Estas dos regiones, integrada la primera por las provincias coloniales _.._
Santa ~Iarta y Cartagena, y la segunda, por la provincia de Santafé y la jurisdicci6 ·
la ciudad de Tunja, presentaban en el siglo XVIH - al igual que hoy en dia -
cont mstes, tanto en sus características geográficas, como en el ordenamiento espa · :
maª·-
político de su población. Su importancia en el contexto de la Nue'a Granada se ap •
al considerar que, en las décadas de 1770 y 1780, concentraban aproximadamente --:-
50% de la población y el 44% de los asenta mientos nucl eados de la Audienc~~ : ..
Séultafé. 1 ~ Adicionalmente, en ellas se asentaron las ciudades de Santafé y de CartagEte....:..
los dos centros de poder más importantes de la Nueva Granada en el siglo XVID
Los Andt>s centrales v llls llanuras del Caribe, cada una con diferentes mo .,.
de poblanuent.o, como lo sefwJó Germán Colmenares, 14 mantuvieron importantes)
manentes vínculos corneeciales y políLicos a lo hu·go de todo el período coloni
preponderancia económica, social ~- política de una y ou-a se expresó, con frecuen ·
pugnas y rivalidades que terminaron por configurar una temprana conciencia reb·

~ ~lichel de Ce.r"\ellu. Tlu· Practict'.


~ Sobre f'l ordenamiento P.spacial colonial ('11 Hispanoam~rica v~anse. ent~·e otr·os, Da~ .
Robinson 'ed.¡. Sorial Fabn"r: ~El Significado". ·"La Ciudad-, ~Córdoha en 1j7!)~; "Migrati
Eighteenth- <'entury ;\lexico: Case Studies from i\lidroacán -, Journal of Hiscorical CltograplcJ..
15. i'\o. 1, Hl89. pp. 55 68; "Patron es de Mig1·ación en .Miehoadn en el siglo .\.\'ll.l: D,
:'-fetodologías". Thomas Calvo y Custa\"O L~pe:t (eds.), .lfovimienros df' Poblar.L"ón en el Occi§ Y
.lféxiro. México y París. El Colegio de ~lichoacán y Centre d'Erudes ~lexicaines. 1988, pp- .·
-205; "Po.?ulaüon_ Patt('t'ns in a ortll~r·~ Mexican Mir~~ng ~egion: ParTa! in the Lute Eig~t , .. :.!.
century . Ceo.wence and Man. Vol. XXl. 1980. pp. 8~-96; Jaek Anthony LICate, Creaaon ~
.1/e:rif·an Landscape; i\lid,ael \L S\\·ann, 7i"erm Ademro. Settlemr.nt and Society in Colonial D1 -
Boukkr·, West.view Pr(•~s y Dell pla.in Latin .-'\.rn P. r·ican Sttrdies, 1982; GeMge Kubler, "Thc co
plan ur Cholula'": Sidn('y D. lllar·kman, ··El pais~rje urbano~ y "Pueblos de espar1oles y puebl
indios en el reino ele Guatemala··. BoleiiÍI del Cl'ntro de lnvesrigaciones Hift6ricas y Estén·cas. ~
Caracas. l ;nivcrsidad C:eno·al de VenezuP.la, Facultad de Arquitectura y lll"banismo. 19; 1. , pp.
97: Niua Vercg¡.¡e. - Ciudad y campo: (tnwru·d) 3 morphology of «CCess irr the historical tands~....,.
of Sonora. .\Jexico~. mecru10g1·afiado. 1 niversil) of Colorado, 1995; Rafael Eladio Velázq¡::} ·.
-Poblamiento en el PM·aguay en el siglo X\lll: ftmdación de ,mas y formación df' nú
urbanos men ores", Revúta Pamgaaya d(' Sociología Vol. l!'í. ~ 1 os . 42-43, As unci ón. Centro
gua~·o de Estudios Sociológicos. 19í8. pp. 175-$9 _,. ~1arta Herrera Angel. ~Espac·io ~' Poder".
m Pi erre Bourdíeu. Language, pp. 22~228 )' .R. J. Johnston. Ceograpl(r 011d Ccogmphers, p. ·
. •
11
~st.a conceptualización ele re~ión s~ deriva d~ los planteamien.tos de Ma urice Bru n~­
-T,tlle . p. 1: Anthony \lcFarlane. (.o/omb1a, p. 23; Eduar·do Posada Carbó. El Canbe, pp. 2-:1 ·:
)[aJ·ía Clemencia Ramírez }' \laría Luda otomayor, ··Subregionalización d('l Alt.ip .
Cnncliboyacense" y Luis Os pina Vásqucz.lndustria .'Y Protrcci6n. pp. 21 6:2..
1
~ () también región del Caribe.
11 Josf'f Antonio Pando, -Ytine,·ario-. pp. 248-C-!00.
1
~ Gerrnán Colmenares. "Región y ~ación- .

ordenar para controlar + marca herrera cmeti


,
'

listaY Tal configm·ación regional no implicó que en su interior primara la homogenei-


dad. Sin embargo, desde el punto de vista del 01·denamiento espacial, la heterogeneidad
al interior de la 1·egión se expresó con menos fuerza en los Andes centrales. Allí, el
control sobre la población se ejerció a partir ele una lupicia red de pueblos de indios,
que cubrió el altiplano y buena parte de las estribaciones eordilleranas. Por el conlra-
rio. en las llanuras del Caribe el tipo de organ i7.ación de la población que se establec:ió,
no sólo no garantizó tal dominio. sino que hubo extensos territorios oc upados por
grupos indígenas, que manterúan su independencia fi·ente al imperio. m
La diferencia que se observó entre los fenómeno s de apropiación y ordena-
miento del espacio llevo a distinguir y a precisar, para efectos de análisis, los com:ep-
tos de territorio y de ordenamiento espacial. Por e l primero se entend ió el espacio
considerado como propio, en oposición al ajeno, y los criterios para establecer lal
apropiación. E l segundo se estudió a parti r del concepto desarrollado por Duncan
de landscape (que en español se tradujo como equivalente a ordenamiento espacial),
definido como un "'culturaiJy produced model of how the environment should look." 1;
El concepto involucra n o sólo los elementos físicos del paisaje, como ríos, mont~nias,
valles, árboles, rasas, poblaciones y campos de cultivo, sino también el ordenamiento
de estos elementos. Ahora bien, dado que en Hispanoamérica durante el período
colonial el Estado legisló sobre la materia, se consideró necesario diferenciar entr<>
PI ordenamiento espaciaL fegnl, es decir, aquel que estipulaba la ley, y el ordenamiento
l
1
J
l
espacial que efectivamente puso en práctica la población. Esta diferenciación llevó a
plantear la existencia de diversos tipos o modelos de oroenamiento espacial y a centnr
la atención más que en el orclenamiento del espacio en función de los criterios 1
culturales, tal como lo propone la definición de Duncan, en la fol'rua como efectiva-
mente se organizó el espacio. Lo anterior debido, en buena medida, a que los crite-
rios de ese ordenamiento fueron dados por el Estado y 1:~ oocurnentación arroja poca
luz sobre las pa utas culturales que le di eron su base a las modifi caciones que la
población le hizo al modelo estatal.
El esllldio se desarrolló en dos n.iveles de análisis, que corresponden a las dos
partes en que se divide el texto. El primel'O establece un marco global a partir del cual
se ~slud i.a el ordf'narniento espacial y polítiro de las regiones consideradas. El segundo,
de carácter más especiJico, penetró en los modelos que peesentó ese ordenami en to.
Cada una de las dos partes del texto se d ivide a su vez en tres capítulos.
En el capítulo I se estudió la geografía de los Andes centrales y de las llanuras
del Caribe, pres('ntando un panorama que, si n hacer caso omiso de la rigurosiuad de
la información g('ográfica, considerara la forma como las personas que hahitaron esos
espacios en el siglo XVIII percibieron y se apropiarou de fenóm enos geográfi cos
que formaban parte de su cotidianidad. Se articularon los datos y med idas que ofrece
la geografía física. con las descripciones y representaciones que implícita o explícita -
. meniP aparecen ~n la documentación y en lo;; relatos de los viajeros, para ohtener así
una aproxi mación a la forma como la gente se relacionó con el medio. Se logró apre-
ciar, además de la relatividad (le la percepción del espacio geográfico, dependiendo
1
~
Alfonso :\lúnera, El Fracaso, p. 27.
16 En Hispanoamérica e-ste fenómeno fue ,·elati,·ameule frecuente a lo largo del período
colonial. Entre muchos t:'jemplos. véanse, Jan de \'os, Ln Pa: de Dios y del Rey La Conq111:~to de
la Selvn {.((candona {1525- 182 1) (1980), 3• re im.p1'esión. i'l léxi<-o, Fondo de \. ultu1·n Ecouómíc~,
1996; Camline 'Villiams, "Resistance anrl Rebellíon "'; Patri cia Vargas, Lo.1· F.mberá .r los Cuna;
l\fichael M. S wann, Tierra 11denrro y .fane Rausch, Um1 Frontera.
; James Duncan. "The Power of Pl<~ct>·· , p. 186: ··un mode lo culturahmm1P producido soht•t>
1

cómo clt·hc estar organí1.ado el emoruo-.

CO:-Itl.U510Nf$
de las expel'i encias en que se en marcaba ese acercamiento, la incidencia n o sólo del
medio, sino de la (om1a corno se lo percibía, sobre la " ida diaria de los pobladores de
las dos ¡·egiou es. Se j ugó con el tiempo, gracias a que el espacio geográfico, y más
p•·ecisamenle el cli ma y la topografía, p r('sentan nnas caracted sticas que unen al
cont inuo ruovimienlo de los cicl.os anuales, el del tiempo largo. Se viajó entJ·e el siglo
X\"1 y el s iglo XX, en b usca imágenes que permiti en111 articul a1· la dial éctica del
clima, dt" la topografía y de la hidmlogía. ('0 11 la de las sociedades.
Se destacó la import<meia que en los :\.ndes tiene la montmia y en el Cal'ibe el ·
agua. Dut'lll1te el período colonia l el tipo dP aclaptacüín que se dio a ww y otro medio
favoreció patrones de asentamiento celativarnen te seden tarios en los A.ndes central
mient:r~s que E>n el Cariht" se impuso _la trashuman cia._Los continuos desp~a1.a mientos;(
de un Importante sector de la poblac•on pobre del Carll1e se vieron favorec1dos por las(
condiciont>s climáticas, pero más aún, por los requerimientos de la econom ía r olon:iaL
pesa r de que las instit ueiones d iseñadas por la Corona para las colonias buscab ·,
controlar} limitar los desplazamientos de la poblaci6n, lo que pareiabnente se logró · ·
los Andes centrales, rn el ca.·ihP los requerimientos del comercio ·' de la g:madea ·
presionaron en un sentido opuesto. Los intereses económicos de los sector-es dominan·
.Y ron ellos los de la Corona primaron sobre las exigencias del poder. Una de las coru -
r uencias de este fen ómPno fue el menor con iTol políti('O que se tuvo sobre el Car·
tanto por p111'le de la Corona como. en cier·ta medida, de los sect or<"s dominantes.
Los r~1pítulos 11 y Ill analir.aron la organización política y ::~dministrativa de
pequeños asentamient os nuclcados rurales pueblos de indios, parroquias y sid
que. a pesa•· de su tamaiio relati , amente red ucido, en su conjunto albergaban de ..
de su ju risdicción a la mayor pa rle de la población ck sus respec-tivas regiones.18
desconocer los vínculos en tre est os pequeños asentamientos y las ciudades y villa$ -'"
las que de pendían desde e1 punto de vista atlminist:rativo, se huscó destacar la i..
taucia de los pequei1os poblados l'ul'ales, a mPtmdo relegados en el contexto de
estudios histo•·iográ1icos, cnya atención ha p•·iyiJegiado los grandes n{tcleos urban
El eslt tdio de la ti pología de> esos asentamientos, que se hi 1.o en el capíttuo
permitió e-stablecer im portantes diferenc-ias ent•·e los de las llanuras dd Cal'íbe 'i
"•
r6 nbre este fenó meno anota Stuart Schwar1z -The LandPd Elite-. l.ouisa Schcll 1J ob~
y S usan M.igden Socolow, The Courtlryside. pp. H7- 121, p 97¡: ·
"Despite images of' pluncl<'r'Pd empi r•es, fnJ:)led rr1 int>s, bustli ng eities. and bullion- ladcn · ._
the ('Olonies of Spain and Pornr~.-al in Amcri('ll were essenüall~· agr<n·ian societies. L1 them. p . .,.
80 pE>rcent of tlH• population r-rsided in t11e cotmll:'·sidP or in small rural towns and derived ••.- .:
livelihood fro111 agr·iculture (Uld li1estock or· from tJrc snhsidi:u:_-· acti1•ities connected to them."·
··¡\ pesar de las imágenes de im peri os t>:--poliado r·Ps, fahul osas mi nas, b ulliciosns ciud ' ·...,.
y fl ows c:u·gadas rl e tesoros. las colonias d<' Espni\a y Pol'lltgal en Améri cn eran <>senci -
sociedades agra ri~s. En ellas, posiblemente (•] 80 po r ciento de la población r·esidía en el
o f'll pequeños poblados rurales.' deriY~ba su subsistencia de la agricuhura y la ganadería
actiYidad<'s subsidiar-ias conectadas con ellas.-
()(' ou·a parte, algunos es tudios han rrws tr·Mlo la cornp iPjidad e itnpor·Jancia del or-denami
político de estos as <·ntamientos c·n el contr·xtn Hispanoantericano. Vé:tse, p or ejemplo, RQ -
Hasket l. l ndigcnous Rulers. :-111 Erlmohislut-y ofTown Covemmenl Í11 Co lonial Cuema
.-\lbuqrwrque: Cniwr$ity of :\pw \ )e,.ico Press, I!-J91: Florencia E. ~\[allor1. ··[ndi:ul Cornmw · · ·
Political Cultures. ;wd the S tate iu Latín ,-\rnct·ica. 1780- 19<JO"". Journnl o( Lani1 Amrrica11 Sn
24 t_ Q uinePn tenary Sr•pplemen t). pp. 35- 53: C:h:u·les Gibson. Los Aztecas. cnp. 7 y .Mm·ra He
A:ng<"l, '"AuLorida(ll's lndige nas".
19 Dérvid Robinso11. -ch:uJgin!{ St'Ul ement pa uerns~. Estn t<>ndencia s(~ aprecia en los estu

bibliogr-áficos de Ric·hMd _\ [orse, ··]i·ends a11d lssues- : Fr-ancisco de Solano. R.ichar·d .111. ~\io
Jorge Enrique Hardoy ~- Richard P. Schaedel. -El proceso tu·hano -: " oodmw Borah. -Trends
Recf'u t Stuclies- y Fred Bronncr, -ur·b:u1 Soei<'t_\'-.

orden ar para ccntrolar + mano herrera anael


de los ,\ndes ceniTales, at."Ul en el caso de tipos de asentamientos que fueron conside-
rados sinónimos en la época, como sucedió con las parroquias de los Andes centr·rtles y
los sitios de la región Caribe. S i bien ambos asentamientos debían a lbergar a los llama-
dos li bres de todos los colores y, en ese sentido eran sinóni rnos, en la parroquia se
establecía una asociación iJnplícita entre el asentamiento ,\ sn dotación rl'ligiosa igle-
s ia~- cura- lo q ue n o sucedía con el sitio de las llanlU"as dc>l Car·ibe. _-\llí la existencia de
tula iglesia y la presencia de un cum no eran los que deíínírtn al asentamiento como tal.
La consideración de los tipos d e asentamientos en una y otra región también
permitió apreciar c¡uP t>l papel desempeñado por el pue b lo de indios de los Andes
centr:aJes fue muy disti nto al que jugó sr r homónimo en b región Caribe. JIJ.iPntt·as q ue
en los Andes centrales el pueblo J.e indios sirvió de vehículo par'a incorporM a la
n eciente población libre dentro del ordenamiento colonia l, uo sHced ió Jo mismo con
el pu eblo de indios de la región Caribe. En estos últimos la lejanía entre los poblados,
la escasez cr·ónica de curas y la movilidad de la poblarión , no sólo difi c ultó el
adoctr·inaruiento d e los indígenas dentro de las normas de Dios y del rey. s ino que
además, limitó la capacidad del Estado para inculcar entn~ la creciente población libre
de la región, las normas ideológicas que clnban sustento a su dominación. Las couside·
rariones que se formuJaron respecto a la importancia de las parroquias y de las docll'Í·
uas de los pueblos ci<> indios en té-rminos del control <.l e la poblaci<)n, así como la
destacada participación de curas pán·ocos } doctrineros en el juego político de esos
asentamientos, están en consonancia con los estudios desarrollados pot· otros autores,
qtri e nes han centrado s u atención en la labor· desempeñada por los párrocos y su
importnncia en términos del establecimiento y la conlinui<.lad del orden colo nial. 20
De oLr·a parte, t> l estudio de la organización polÍ1 ica de estos asentamie ntos q1.te
se desarrolló en el capítulo 111, ll evó a planl<>ar que mientras en los A..ncles centrales se
presentó una relati' a continuidad en Yarios aspectos de la orga11ización aclminist.r·ativa
p •·t.>hi:>pánica y la colonial. como fueron las demarcaciones jurisdiccionales provincia les,
la transformación de los iultiguos cacicazgos en pueblos de indios y su agrupación en
corregimientos, siguiendo a grandes rasgos las jurisdicciones de los cacicazgos de
mayor tamaño, en la reg ión Caribe las rupturas fueron mucho más profundas y las
continuidades más tenues. Este problema resu lta fundame nta l a l con:;iclerar q u e la
cont in.uidad, aún si se clal)a dentro de wt nuevo contexto, significaba la utilización de
parámetros preYiamf'nte interiorizados como .. natlU'ales"/ 1 par·a la adecuación a l nuevo
orden. Lo anter ior llf'va a dimensionar· <>1 ,aJor de estas continuidades en términos de
la legitimación del orden establecido por el r·égimen colonia1. 22
El prohlema de las contin uidades y rupturas del ordt>n prehispánico. en tér··
m in os de la legitimac ión del orden colon ial , condujo a considerar e l peso relati.vo
que en las regiones estudiadas tuvi eron los estam entos r·eligiosos, admi n is trativos y
militares. En los Ancles reotrales la pr<'Se nc ia de las jus ti r ias y del clero fue mayor
que la del estamento militar. el cual era prárticamenle inexistenr-e, al menos hasta la

:nyéase. por eje111plo. \Yilliam B. Taylo r·. t!agistrates ~ftlw Sacrul y -\driaan C. '1111 O~s. Catholic
Colonialism. Esros <'studios result;:~n particularmente impo r·tantes, sobre todo ;<i se tiene en
(·nenta el paprl qtH' jugó el dero senrlnr· en té1•minos d<· la or·gan[zaciún <le la poblnctón y lo
poco que se cnrrocc sobre este sector de la iglesia (Louisa S hcll Hoberman y Susru1 Migdtm
Socolow. f"lu' (owrtryside. p. 267).
21
Se ha <'nt<·ndido este corrn·pto Pn los términos en que lo definen Pie rrc Bourdieu,
Oruline y Jami'S S. Duncan y :\aney Duucan. -\Re)t·eading thc Landscape~.
22 En tér·minos del ordenamiento espacial. ' 'éanst> fas consideraciones qu<' sobre este

pr·oblema hact>n Ja<'k -\nthon.'' Lica1<>. T/¡<' Crearion ofa .l!eiimn !,andscape ~ Cha..JI's Cibson. Los
A.::tecas. caps. ·~ .' 4.

C"ONCLUSIO:>IES
reforma militar de finales del siglo. 23 Esta si.tuaci ón conu·asta con la que se presentó
en las llanuras del Caribe, donde la institución de corte militar representada por la
capita1úa á guerra se generalizó en el siglo X\'IIJ.21 El predominio de esta institución
en la región Caribe, que no ha llamad o la atención de los investigadores a pesar de
su protagonismo en esta y otras regiones, como por ejemplo la provincia de Antioquia,
ref1ejó y expresó una diferente estrurturaciéH1 del ordenamiento polítieo en la re-
gión, caracterizado por la reducida presencia de las justicias y del clero. En términos
generales las gestiones a cargo del capitán á guerra fueron d iferentes a las del cot'!'e-
gidor de naturales andino, en buena med ida porque las labores de po licía en la
región Caribe, a diferencia ele las de los Andes centrales, f•·ecuenternenLe penetraron
en la órbita de lo militar, es decir, de los asuntos atinentes a la guerra.
A la presencia relativa de uno u ob:o estamento, se sumó la capacidad que tuvie-
ron las autoridades coloniales, para ejercer un control efectivo sobre los distintos nive-
les administrativos. En los .'\ndes centrales, el gobierno pm·ticula.r de la f>I·ovincia de
SantaJé recaía directamente sobre el presidente de la Aud.iencia,25 lo qut> le facilitaba
a este máximo representante de la autoridad central, ejercer un mayor control sobre
sus asuntos. Las racultades del cabildo de la ci udad, en lo atinente al manejo de la
provincia, se veían entonces limitadas por los poderes del mandatario. En lo que tenía
que \"er con la jurisdicción de la ciudad de Tunja, los corregidores de indios también
actHaban bajo la dirección del presidente de la Audiencia, lo que le permitía al funcio-
nario m:mtener un importante control sobre las actividades de esos m.agistrados.".~e; Lo
anterior, a vesa•· del nivel de autonomía que tenía el corregidor de esa provincia, por el
hecho de ser nombrado directamente por el rey.2i
En las llanuras del Caribe, por el contrario, las ciudades, y t>n parl.icular sus
cabildos, dispusieron de una mayor rapacidad de injet·encia sobre los territorios de su
jurisdicción. Sobre buena parte de la región las autoridades centrales tuvieron pocas
posibilidades de inter\'euir en los asuntos administrativos. Con frecuencia, tal gestión
no la pudieron adelantar las autoridades de las r·espectiYaS capitales proYin ciales. En
este sentido el caso de l\lompox fue casi que exu·emo. Esta villa, a pesar de no tener la
jerarquía de una eiudad .Y de estar subordinada al gobierno de la ciudad de Cart.agena,
ejerció su autoridad sobre una e:\.1:ensa área de las llanuras del Caribe, mucho mayor
que la de su propia jurisdicción, que no se restringió al territorio de su propia provin-
cia, sino que se extendió a la vecina provincia de Santa ~Iarta. Sin embargo en las
Uanmas del Caribe la mayor autononúa de las ciudades y villas y, en particular de sus
cabildos, para administrar sus territorios jurisdiccionales, no se tradt~jo en un mayor
control sobre la población. Como lo ha señalado\\ -illiams, refiriéndose al caso del Chocó,
la administración de los territorios lejanos a la administración virreina! hacía posible
que las autoridades actuaran con mayor impunidad, lo que exacerbaba las tensiones y
aumentaba los riesgos de confrontaciones violentas.2ll Desde esta perspectiva, lo que se

:n Yéase Allan 1\.uethe. Reforma .llilitar, pp. l07 y 206- -;; Jean-l\la•·ie Loncol. "Caballero y
Góngora·· y Germán Colmenru·es (romp.). Rdttciones e Injormfs , T. II, p. 284.
21 Esla institución l.ambién se c' slableció en Yucatán. dc)ncle el c.orrcgimiento de naturales

tampoco operó (Robert. \V. Patch. •lfa.ra and Spaniard in Yucnuín 1648- 1812. Stanford, Slan!"ord
l'niversity P1·ess. 1993. pp. 30- 1 .
:!.\ Germán Colmcnart!S (con1p.' . Relaciones e fnJormes. T. ll , p. 56 y Pedro Simón, .~·oticias,

T. IV, p. 525.
21
; Clises Rojas, Corregidores, pp. 378-9.
:e Ibid. \jna excepción la constituían los corregimit'ntos de Sogamoso y Duitama. enlajuri~<Licción
de la ciudad de 1\mja. ~· el de Zipaquir.í. ~ Ubaté. en la jurisdiccióu de la ciudad de Srultafé.yue eran
prO\istos pM el re~· Fr;mcisco :\.ntonjo Moreno y Escandón./ndios )' .11/esti:.os. pp. 42- 3).
28
Caroline r\. \\ illiams, "Resistance and Rebellion", p. 40"1.

ordenar para conrrolar .L.. mana herrtro ong<l


aprecia en las ll~Uluras del Caribe es un manejo administrativo que se ajustaba más a los
intereses de los sectores dominantes de la región, representados en los cabildos, que a
los de la corona. 29 Con frecuencia esos sectores lograron impedir incluso la gestión de
los visitadores reales y, con ello, el que se prodL~eran sus respectivos informes, lo que
dificulta la comprensión de muchos de los fenómenos que all:í tuvieron lugar.
Una vez considerados estos aspectos globales del ordenamiento espacial y polític:o
de las dos regiones estudiadas, el capítulo IV se dedicó al estudio de los pueblos de
indios de los Andes centrales. Mediante su análisis se moslró el papel que
desempeñaron los poblados o caseríos de esos pueblos en el proceso mediante el cual
la población de las áreas "rurales" inter.i orizó el orden jerárquico ele la soc.iedad co.lonial.
Se trata de un problema central en términos del ordenamiento polítieo, ya que al
ayudar a transformar el orden soeial, político e ideológico del Estado colonial en algo
"natural", se aseguraba su legitimidad y, con ella, su dominaeión.10 Para el efecto, el
establecimiento de tiempos y espacios para la socialización jugó un papel de gran
importancia. En este contexto, espacios como la iglesia y la plaza oeuparon un papel
central, que se analizó, para el caso de la plaza, resaltando la escenificación de ceremo-
ni as políticas que allí se desarrollaban y, en el de la iglesia, actividades mediante las
cuales la población incorporaba el ord en jerárquico de la sociedacl.31
El alcance y las implicaciones de estos proc:esos se deslac~m al considerar que
cobijaron no sólo a las comunidades indígenas, sino también a los vecinos o pobladores
no indígenas asentados en las áreas "rurales". Sobre este problema se muestra que, a
diferencia de lo señalado por algunos autores,32 la mayor parte de los vecinos que
fueron agregados a los pueblos de indios, estaban asentados fuera del poblado y de los _
resguardos indígenas y, por lo tanto, no se trat.aba de gentes que estuvieean transgrediendo
las normas de segregación espacial impuestas por el Estado. Mediante el estudio de la
configuración de los poblados indígenas en el siglo XVI y de las reformas que se
introdujeron en su organización en el s.ig.lo XVII, se buscó clarificar el proceso mediante
el cual los caseríos de los pueblos de indios se constituyeron en espacios en los que se
conso.lidó el control político sobre los indígenas que los hahital)an y también sobre los
vecinos asentados en el territorio jurisdiccional de los pueblos de indios.
Posteriormente, en los capítulos V y VI se estudio el ordenamiento espacial y
político de las llanuras del Caribe, diferencümdo entre el que se daba en aquellos territorios
cuyo cont1·ol no le era disputado ab.iertamen te al Estado - capítulo V -, de los que er~Ul
ocupados por comunidades indígenas que mantenían su independencia - capítul.o VI- .
El estudio de los primeros, si bien presentó mayores dificultades, debido a que la doeu-
mentación es muy parca en detalles, permitió apreciar que aHí, más que e.l damero,
predominó un tipo de asentamiento lineal que, dada la importancia de las corrientes del
agua en la región, se ajustaba más a .las necesidades de la población. De otra parte, la
exuberante vegetación, que copaba el espacio de la visión, unida a la movi lidad de la
población y a la distancia ele los asentamientos, llevó a que en la mayor parte de ellos se
curnpliera en forma muy limitada con lres principios básicos para el eonti·ol colonial: la

29
Sobre estos problemas véase Magali Sarfatti, Spanish Bureaucralic Patrimonialism.
'10Lo relativo al p apel del ordenamiento espacial en la incorporación del orden social y
político como el orden natura[, se desanotló a partir de los sei'íalamientos que sobre el particular
formulan Jawes Duncan y Nancy Duncan, "(Re)reading de Landscape" y Pien·e Bourclieu,
Out!ine ofa Theory of Praclice.
~· Sobre la importancia del templo, en términ os de la incorporación del orden jerárquico de
la sociedad, véase David Robinson, "La ciudadn y "'El significado".
12 Véas e, por ejemplo, Juan Friede, Los Chibc/ws, p. 226 y Magnus Morner, "Las

Comunidades", p 74.

CONCWSIONES
cenLralidad,'l'l el control de los dcsplazarnientos de la población y su congregación cons-
tante y rutinaria en Jugares y días establecidos. Estos tres principios, fundam ~ ntal es para
quf' la población interioJizara el orden social y jerárquico colonial, tuY.ieron una presencia
relativamente débil e inconst<ullt> dE-ntro del ordenamiento Pspacial de la región Caribe,
lo que propició el desarrollo df' pautas culturales c_¡ue, en mayor o menor medida . se
al ~jahnn de lo estahlecido por la normaLiv.idad coloniaL Se phulleó igualmente, que este
alf!jam.iento no fue de carácter coyuntural, sino t¡ ue se empezó a estrucl tJJ'ar en fol'rn!l
temprana, y se inscr·ibió en el núcleo básico de la sociedad: la famil ia. ·
De otra parte. el manejo del espacio que se dio en la región resultaba poco
propicio para que los símbolos sagrados de la deidad cristia na recibieran tm trato
acorde con su jerarq1úa. Una y orra vez se lee en la clocLUl1entación que no se cumpl íH
c.on la decencia debida al culto divino. Dada la correspondencia existente e ut.re el trato
que se da a la deidad y el que se otorga a los incliv;duos que conforman la sociedad. 31
este fenómeno fue asociado cou la tendencia que se obsen ó entre la población a
establecer relaciones de carácter más horizoulal - esto es, Ill<ls Je igual a igual- , incluso
con las máximas aulot·idad es virreinales, coutr·aviniendo los esLr·i ctos pt·incipios de
jenu·quización que imponía el orden social y polit.ico colonial.
Pero adrm ás, las gentcs cie las llamtr·as del Cari br. ''l ibres'' , -díscolas " e
~indisciplinadas ··.
cuyo número iba en ascenso. podían sobreYi\·ir prescindiendo. en
buemt medida, ta11to de la normati\ idad colonial. como de los grandes hacendados,
comerciantes y mineros.'1" El espacio del que disponían y la movilidad que propiciaba
la adap tación al medio favorec ían estas tendencias. Se planteó que posiblement e
estn no s ignificó q ue vivieran libres de todo control y aj enos a las red es de poder'
colonial y se propuso, a manera de hipótesis, que para establecer este control fue
necesario recurrir· a mecanismos de tipo más '·horizontal'·. en el c_¡ue los regalos,
agasajos. bebidas y fiestas jugaran un papel ccntraL'16
Ese capítulo también examiuó el pr:oh l('ma de las ll amadas rochelas. Se pudo
apreciar que su organización sorial no variaba s ign.ifieatiYamente de la q11e se dio en
los sitios, aunque había asentamientos cu~·a organización distaba más que la de otl'Os
de las pautas establecidas por la cor·ona. El p1UllO de corte en tre ambos r·esultaba, sin
embargo, excesiYilnlE'nte confuso, incluso para las autoridades encargadas de s u reor-
ganiznción. Lo único que sobresn le, en términos del estab lecimiento de algún tipo de
difer·en<:ia, es qu e la distancia del asentamienlo o en tre los asentamientos d iticnltaba
el control de la población por parle de las autoridades. Sin embargo, el p•·oblema de
fond o se originaba en las autoridades mismas ..\a que mostraban poca disposición por
ejerce!' ese contr·ol o. al menos, pOt' hacerlo denlt'O de los pM·ámetros es t:~hl ecidos pot·
la corona. Se pud o desarrollar as í en las llanu•·as del Carihe ILLl tipo de ordeuamient"o
social que, en últimas, suhvcr'1Ía el ord en colonial, no sólo porque se alejaba del
mismo, sino porque su existencia mostra ba que era viable sobl'evivir siguiendo pautas
sociale · distintas a las establecidas por la sociedad colonial.
El capítulo \l. estudió la confrontación territorial en tre el Estado colouial y los
"Indios Bravos", a pm·tir del estmlio de caso de los Chimila, uuo de los grupos c¡ue

n Da' id J. Hobin~on . ~Lll <'iudad- y - EJ ~igniticado-.


lt .\la!) Oouglas. _roturol .~¡mbols. p. 34.
'l5 Yéase. por ejemplo, el caso de la confMmación de los l!sentamiento~ di' Loba la ~up,·:·r)
Loba la Vit>jll en las Tierras de Loba, que >~nali za Orlando Fals Borda. Historia Doble. T. l. pp.
5 1A- i2A.
·¡,¡ Solwe este tipo de fo r·mas de contr·ol v~:tse Maree ! .\lauss. Tite Cift, <"ll especial pp. G9- 81
y Pi er-re Boudieu, Tlu: r ogir of Pmcn'ce. pp. 171 197.

ordenar para controla r + marra harua anacl


mantenían sn independencia frente aJ imperio. En la disputa territOI'ial <'Oil estos indí-
genas. que ocuparon b uena parte de la proYincia de Santa :Marta. s~> purlo ap1·eciar que
el ordenamiento espacial de la población jugó 1m papel <'entra! en el contexto de la
guerra que se lihró en e l sigl.o XVJ11. Buena parte de la confronta<'ión ar·mada entre los
bandos en conflicto tuvo como objetivo la destrucción Jel ordt>11amiento espacial del
enemigo, al tiempo, que la fo rt.1.leza o debilidad de .los contendientes dependió , en
b uena med ida, de las c:aracterístjcas dt> su ordenarniento espacial. Mirado el problema
desde esta perspectiva, se apre<'ia el carácter estratégico que jugó la t•corganizaci ón
espaci<tl de Ja población asentada en los bordes del Territorio Chimila, para efectos del
sotm·limi<'nto de este gr upo y la incorporación de su territorio a la órbita del imperio.
El desarrollo de los p11ntos anteriores nos conduee a reite1·ar la hipótesis central
sobre la que se estructuró este trabajo y que dirige la atención a la importancia que
tuYo el pueblo de indi os de los Andes centrales, en términos rlc>l control político
sobrf' la pob lación . .-\. partir del entramado de pueblos de indios que se había
establecido en Jos Andes centeales desde e l siglo XVl , el Estado eo loniallogró controlar
al conjun to de la población rura l de la región. La continnid:'ld de este ordenmn ienlo
a lo largo del período colonial y la ineorporaeión de algunos elemen tos d.e corte
prehispáuico, facil itó el proceso med iantP el cual el ord en social, espacial y político
se inc-Mpo•·ó l'orno el orden natu ral. Sobre esta base, cif'rtos espacios, como la plaza,
adquirieron un poder simbólic-o mu) importante. que no sólo t•esu ltó rle gran utili-
dad en términos de la dominac-ión. sino también p~u·a escenific-ar la inconformidad y
el desacuerdo de la población. Domi n<'tción y resistencia se basab<'tn en un orden
"natural- ue las c-osas. ~· hacían uso ue espacios quf'. por -natlll'aleza", estaban dotaflos
dt> un s in1bolismo político nada despreciable.
Estr pro<'cso no se dio en las llanu 1·as del Caribe, Joude la rápirla y temprana
disminución df' la poblaeión indígena no permitió la eon lonnación de un entramado
de asentam.iPJ Jtos, que sirviera de base para d ivulgar las pautas culturales europeas y
articularlas con las de los in dígenas y las ele los africanos. El man ~j o administrativo
dado a las comunidades sometidas que sobrevivieron, que en buena medida q uedó
a cargo ele los cabi l dos de la s riudades y las villas de la s qnc dependían
jurisdic<'ionalmf'nte. tuYo un carácter más .. privado '' y menos ajustado a las normas
Jet Estad o c-olonial. En térm.inos df'l ordenamiento espacial ~ territorial se dieron
importaoles rupturas en tre las pr·(teticas prehispánicas y las coloni<'tlrs. que difictdtarou
el e¡ ue esta:> últimas se asimi lar·an como parte del orden ··nalurlll'. de las cosas. La
amp litud de los espacios df' que disponía la población. unida a las clificultades que
se prPs<>nt<lhan para dotar a los as<>nt<'tm ientos de au toridades, proporcionó extensas
áreas de refugio donde los dis tintos pohladmes p udieron transformar y x·ecrear sus
pa utas culturales, al margen de los portadores de la ideología y políti ca occideru ales.
Adic ionalmen te, hubo territori os cuyo con trol fue ejercido por comunidad es que
mantenían s11 independencia frente al imperi o y cuya organí:;:acióu económica, social.
poütica y espa<'ial se estructuró en fuuc-ión a sns pantas ctrltm·ales.
Fue en el contexto de estos dos difere11tes tipos de organización de la población.
que se •·ealizó la labor de adec-uac-ión del or·deoamiento espacial _v político a la creciente
importancia adquirida por los lihr~>s. que se empezó a adelantar hacia mediados del
siglo XYlll. Esta acti' idad, a pesar de los esfuerzos unificadores del imperio, no
pudo tener u1J carácte-•· similar en las regioues consideradas en este estudio. En las
llanuras del Caribe no sólo había LC'JTilori.os sin conq uistar, sino quf' incluso la po-
blación que nnrninalment.e estaba som<'tida ni poder co lonial, no había sido incorporada
al ordeJ• amiento df' la sociedad dominante. Df'sestr uct Lu·a•· el or-denamiento espacial
de las comunidades que mantenían su independencia frente al imperio y, paralela·
mente, reordenar el espacio de la población uominalment e sometida, fueron esn·ategias
centrales dentro de los esfuerzos del Estado colonial para controlar a los lihres de
todos los colores de las llanuras del Caribe. Despojar a los indígenas de sus pueblos
e incentivar a los vecinos para asumieran el poblado, junto con Jos gastos del cura y
de la iglesia, fue lo que se trató de hacer en Jos .'\ndes centrales. En una } en otra
eegión los sectores afectados se resistieron a las reformas , pero cada uno lo hizo
también, denlr·o de lo que era el orden ''natural,. de sus cosas.

ordenar pora controlar + mano herrera angel


hjlJ]jogralÍa

l. ARCHIVOS

A. Archivo General de la Nación (Bogotá)

1. Sección Colonia

A.rchi~Jo Bernardo J Caicedo, iV!iscelánea:T. I


Arclzi~Jo Bernardo J Caicedo, Visitas: T. I

Cabildos: 5 y 11
Caciquesehuii.os: 1, 9, 10, 12, 17,25, 28, 42, 45, 46, 49, 56, 63y72
Censos Redimibles Tizrios Departamentos: 6 y 8
Competencias CundiJuunarca.:5
Consulados Colonia: 1
Conventos: 2, 6, 9 y 15
Curas y Obúpos: 7, 8, 13, 25, 26, 29 y 49
Empleados Públicos BolíPar: 3, 4, 7, 24 y 29
Empleados Públicos Cundinamarca: 1, 4 y 14
l?stadística (-4ne.xo Colorua-): 1
Fábric.a.deiglewas: 11
Fincas Antioquia y BO)'·acá: tomo único
Historia Ci~Jtl: 14.y 18
Historia.Ed.esiástica: 15
Juicios Criminales: 184 y 201
Jl1ilicias yMarina: 116, 121, 122, 123, 125, 126, 127,130, 133, 137 y 148
Mi.nas Tolim.a :4 y 5
Miscelánea Coloma: 6, 10, 22, 44 y 123
.\'egros.rEsdavosJ!agdalenn: 3
Notaría la. de Bogotá: 140
Notaría 2a. de Bogotá: 90
Pohlariones floyacá: 1
Poblar-iones 1árias: 4. 5. 1. 8, 10 y 11
Policía: 2
Quinas: tÍn ico
Real Audit>ncia Cundina.marm. 1
Residencia.\' rundinamaTca: 4, 5, 7 y 9
Testam('nfanásBolí(Jar: 10
Tit>rras .IMgdalen<l:1
Tribwos: 5. 15 y 20
Vim:yes: 9, 13 .r :16
Visitas Bolí(Jar: l y 6
Visitas Boyncá: 7
h:~itas Bo.racríJ' .\antander: 9

Vi.wias CimdLiwmarcLI: 7. 8 y 9

2. s~cción Mapoteea

JJapo1eca: 2, 'Í y G

B. A•·chivo General M l udias (S evilla)

Santa Fe: 16,289.365,385.397.488.504,518.519,520,521,522.523,552.600.985. 1024, 1014.


1068, 1069. 1075. 1094 ·' 1171
Cotuaduría. 1595
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818UOGIW'IA
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Adelaida Sourdís Nájera

El corsario Luis Aury,


intimidades de la independencia
Antonio Cacua P rada
Ordenar para controlar. Ordenamiento espacial y controlpolítico en las
Llanuras del Cáribe y en los Andes Centrales, siglo XVIII estudia
comparativamente las estructuras del ordenamiento espacial y
político en las llanuras del Caribe (provincias coloniales de
Cartagena y Santa Marta) y en los Andes Centrales (provincia de
Santafé y antigua jurisdicción de la ciudad de Tunja). Analiza los
procesos económicos, sociales y políticos experimentados €n estas
dos grandes regiones durante el siglo XVIII, . basándose en la
consulta de documentos del Archivo General de la Nación en
Bogotá y del Archivo General de Indias en Sevilla, para aproximarse
a la especificidad de los complejos procesos regionales y locales que
se vivían en cada una de las regiones consideradas. Resalta la
importancia de las formas de organización espacial y política
vigentes en las áreas rurales y su articulación con los centros
urbanos de los que dependían jurisdiccionalmente. El texto busca
dimensionar la importancia social y política de un ordenamiento
espacial, cuyo sentido y alcance se oculta tras la familiaridad y
naturalidad con la que se lo percibe. Se trata de una forma de
ordenamiento que tiende a pasar desapercibida, porque el espacio -
más que manifestarse ·abiertamente como lo hace el tiempo-
estructura silenciosa e inconscientemente la cotidianidad. Es
precisamente en esa manifestación en el plano de lo inconsciente
donde radica su fortaleza y su pod~r para moldear el
comportamiento de los seres y las colectividades, tanto en lo que
tiene que ver con los esfuerzos que se adelantan para dominar a la
población, como en la resistencia que esta última opone a esa
dominación.

MEJOR INVESTIGACIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS DEL 2000


PREMIO DE LA FUNDACIÓN ALEJANDRO ÁNGEL ESCOBAR

Colección Espiral

D llililil~liilll~~ii~ri~íilll Título r

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