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ÍNDICE

Introducción………………………………………………………….…..…….1
Resumen…………………………………………………………….…....……3
Abstrac ……………………………………………………………..…..…….. 5
1. Lagunas del derecho…………………………………………….………..…….7
1.1. Clases de lagunas…………………………………………….…...…...…..8
1.2. Diferencias entre lagunas y adiophorias…………………………...…...…8
2. La analogía………………………………………………………..…..……....10
3. Consecuencias del uso de la analogía…………………………….…..………12
4. Las formas en las que aparece la analogía…………..………………….……..13
4.1.- El argumento a pari…………………………………………….....……..13
4.2.- El argumento a fortiori………………………………………………….14
4.3.- El argumento ab maiori ad minus……………………………..………...15
4.4.- El argumento ab minore ad maius………………………………...…….15
5. La analogía y el argumento contrario………………………………………....16
5.1 Rasgos característicos y formulación……………………………….....….18
5.2 Coincidencia con la analogía………………………………………..…….19
5.3 Algunos ejemplos de utilización típica del argumento a contrario en las STC….19
6. Principios generales del derecho……………………………………….…….. 20
6.1. Principios generales del derecho………………………………………….22
6.1.1 Principio de constitucionalidad…………………………….…..…22
6.1.2 Principio de legalidad…………………………………..…..……..23
6.1.3 Principio de irretroactividad………………………………………24
6.1.4 Principio de interdicción de la arbitrariedad………………..…….25
6.1.5 Principio de seguridad jurídica………………………………...…26
7. Cómo operan los principios generales de la integración jurídica…………......26
8. La analogía iuris………………………………………………………………28
Conclusiones………………………………………………………………………29

Referencias……………………………………………………………………..…30

Anexos………………………………………………………………………….…32

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INTRODUCCIÓN

El hombre proviene de una evolución constante desde hace millones de años, durante los

cuales la experiencia, el instinto, y el aprender de sus errores lo ayudaron a sobrevivir. Así

también en este transcurrir utilizó su capacidad creadora para recular los

diversos conflictos productos de la convivencia social. De esta manera el Derecho hizo su

aparición y con él la ley. En la práctica cotidiana, y principalmente en la labor jurisdiccional,

brotan en forma reiterada inconvenientes en la aplicación de la ley, ya que esta como creación

humana adquiere características propias del hombre, es por ello que resulta susceptible a

contener sus anhelos, expectativas, creencias, temores, valores y claro está también sus

defectos. La ciencia jurídica moderna ha llegado a la conclusión de que las leyes son siempre

insuficientes para resolver los infinitos problemas que plantea la vida práctica del derecho. Es

decir que pese a la aspiración del legislador de prever todas las hipótesis posibles, siempre

quedan fuera de ellas casos no imaginados.

De ahí surge lo que pudiésemos llamar el problema de las lagunas en la ley y su posible solución

a través de la integración del Derecho, el cual se refiere a llenar esos espacios vacíos, suplir el

silencio de las normas, completando sus preceptos mediante la elaboración de otros que no se

encuentran formulados en las normas existentes, pues el operador jurídico está en la obligación

de resolver los conflictos que ante él se presenten.

La importancia de este tema radica en la necesidad que tiene el sistema jurídico de presentarse

como un ente que se considere lo más pleno posible, coherente y unitario a la vez,

convirtiéndose estos rasgos en imprescindibles para el ordenamiento jurídico, viéndose

afectado no solo con la presencia de las lagunas en la ley, sino, además, con el silencio sobre

la forma de solucionarlas. No obstante el silencio de nuestro ordenamiento y de muchos otros

en sede de integración, se hace frecuente la tarea de integrar el Derecho, por ello planteamos

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la enunciación exacta de una norma futura que pudiera crearse para orientar el proceso de

integración ante las lagunas de la ley, donde proponemos la inclusión de la analogía y de los

principios generales de Derecho en nuestra normativa constitucional como métodos

integradores que propician una mayor seguridad jurídica y plenitud al ordenamiento jurídico

peruano.

Es así que en el presente trabajo desarrollaremos la definición, según el Diccionario de la

Lengua Española, proviene del verbo ‘integrar’, que significa componer un todo con sus partes

integrantes. Integración como tal es la acción y efecto de integrar, juntar personas o cosas

distintas para que se muevan y obren como una unidad. Para FERRARI YAUNNER “Integrar

significa analizar el Derecho como un todo, verlo en su totalidad para buscar una solución ante

la ausencia o insuficiencia de regulación para un supuesto específico”. Del mismo modo, las

consecuencias del uso de la analogía, sus formas en las que aparece la analogía, así como la

analogía y el argumento a contrario desde la perspectiva peruana.

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RESUMEN

La integración jurídica, que constituye la tercera etapa de la aplicación del derecho (la primera

es la aplicación y la segunda la interpretación), es la más compleja y difícil: mientras la

aplicación y la interpretación arriban a soluciones más certeras y de mayor autoridad por

derivar en forma natural de un texto indiscutible, la integración está sujeta en mayor grado al

error pues la solución deriva de la inexistencia de normas positivas. En este tipo de solución,

el magistrado cumple con una labor de creación, pues su resultado consiste en imaginar o

imponer una nueva norma que entonces se incorpora al orden jurídico para completar su vacío.

Es decir que en cierta forma el juez actúa por una especie de delegación legislativa, otorgando

validez decisoria a lo que éste resuelva aplicando principios preestablecidos. No obstante, debe

dejarse en claro que la decisión del juez ante alguna laguna del derecho (la integración) no es

arbitraria: las conformaciones de estas nuevas normas deben atender algunos aspectos: La

elaboración de normas en cumplimiento de la misión integradora no es una forma de creación

jurídica autónoma del juez, sino una recomposición jurídica de acuerdo a la normativa

existente.

La integración se hace en cada caso, recurriendo a las pautas que el derecho autoriza. Por

ejemplo, el Código Civil establece que "Si una cuestión no puede resolverse ni por las palabras

o el espíritu de la ley, se atenderá al principio de leyes análogas; y si aún la cuestión fuera

dudosa, se resolverá por los principios generales del derecho, teniendo en consideración las

circunstancias del caso". La integración se apoya en la tradición jurídica, debiendo el juez

consecuentemente resolver agotando su sed de justicia, buscando la solución en todo el material

que el derecho le suministra.

En ausencia de criterios, frente a la prohibición del remedio o sanción, o cuando la decisión

implique imponer un deber de hacer o admitir frente al Estado, desaparece la obligación de

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integrar: la consagración de la libertad es la decisión adecuada. La integración del derecho está

excluida totalmente en materia penal: ningún habitante puede ser penado sin juicio previo

fundado en ley anterior al hecho del proceso.

Para Aníbal Torres "Las lagunas subjetivas pueden deberse a la negligencia o falta de previsión

del legislador (Lagunas involuntarias) o a que el legislador a propósito deja sin regulación

determinadas materias (Lagunas Voluntarias). La presencia de las lagunas también puede

deberse a que las normas son muy concretas que no comprenden todos los casos de la misma

naturaleza (lagunas praeter legem), o a que las normas son muy generales y revelan en su

interior vacíos que deben ser llenados (lagunas intra legem)" La plenitud del ordenamiento

jurídico: el problema de las lagunas del derecho. Desde el punto de vista de la concepción

normativista del orden jurídico, el sentido unitario de una pluralidad de normas se encuentra

en la referencia a una norma fundamental que constituye el punto de partida de la creación del

derecho. Esta norma fundamental es la que le da al sistema jurídico su sentido de plenitud, es

decir: un sistema que contemple y regule todos los hechos jurídicos.

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ABSTRAC

Legal integration, which constitutes the third stage of the application of the law (the first is the

application and the second the interpretation), is the most complex and difficult: while the

application and interpretation arrive at more accurate and more authoritative solutions by

naturally derived from an indisputable text, integration is subject to a greater degree to error

because the solution derives from the absence of positive norms. In this type of solution, the

magistrate fulfills a work of creation, since its result consists in imagining or imposing a new

norm that is then incorporated into the legal order to complete its void. That is to say that in a

certain way the judge acts by a kind of legislative delegation, granting decisive validity to what

he resolves by applying pre-established principles. However, it should be made clear that the

judge's decision before any legal loophole (integration) is not arbitrary: the conformation of

these new rules must address some aspects: The development of standards in compliance with

the integrating mission is not a form autonomous legal creation of the judge, but a legal

recomposition according to the existing regulations.

Integration is done in each case, using the guidelines authorized by law. For example, the Civil

Code establishes that "If a question cannot be resolved even by the words or spirit of the law,

the principle of analogous laws will be met; and if the question is still doubtful, it will be

resolved by the general principles of law , taking into account the circumstances of the case. "

Integration is based on the legal tradition, and the judge must consequently resolve by

exhausting his thirst for justice, seeking the solution in all the material provided by law.

In the absence of criteria, against the prohibition of the remedy or sanction, or when the

decision implies imposing a duty to make or admit before the State, the obligation to integrate

disappears: the consecration of freedom is the appropriate decision. The integration of the law

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is totally excluded in criminal matters: no inhabitant can be punished without prior trial based

on a law prior to the fact of the process.

For Aníbal Torres "Subjective gaps may be due to the negligence or lack of foresight of the

legislator (involuntary gaps) or because the legislator purposely leaves certain matters

unregulated (Voluntary Lagoons). The presence of gaps may also be due to the fact that the

rules they are very specific that they do not understand all cases of the same nature (praeter

legem lagoons), or that the norms are very general and reveal empty inside that must be filled

(intra legem gaps) "The fullness of the legal system: the problem of the loopholes of law. From

the point of view of the normativist conception of the legal order, the unitary sense of a plurality

of norms is found in the reference to a fundamental norm that constitutes the starting point of

the creation of the right. This fundamental norm is what gives the legal system its sense of

fullness, that is, a system that contemplates and regulates all legal facts.

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1. LAGUNAS DEL DERECHO

Inmerso en la teoría del derecho podemos encontrar el tema de laguna del derecho, que

podemos conceptuar como un suceso o conducta en el cual no se puede o no existe norma

aplicable.

Rolando Tamayo y Salmorán1 explica que en literatura jurídica por laguna del derecho se

entiende la circunstancia en que en un orden jurídico determinado no existe disposición

aplicable a una cuestión jurídica (caso, controversia).

Para Carlos Santiago2 Nino hay una laguna del derecho cuando el sistema jurídico carece

respecto de cierto caso de toda solución normativa. El propio autor, citando a Alchourrón y

Bulygin, agrega que no tiene sentido hablar de lagunas del derecho si no se hace referencia a

un cierto sistema jurídico y a un caso determinado.

Imerio Jorge Catenacci3 dice que hay laguna cuando un caso no ha sido previsto por el

legislador. La laguna normativa es aquella en que el caso no se haya previsto ni resuelto por

las normas vigentes. En la laguna axiológica sí existe una norma, pero el juzgador la considera

valorativamente inadecuada, injusta o inconveniente para las partes. Es el juzgador el que crea

la laguna axiológica, para aplicar una solución distinta a la prevista en la norma.

Para Bobbio4 por integridad del ordenamiento jurídico se entiende la propiedad por la cual el

ordenamiento jurídico tiene una norma para regular cada caso. La integridad significa en la

ausencia de lagunas (ausencia de norma para regular un caso específico). La integridad es una

condición necesaria para los ordenamientos que apliquen como reglas para la solución de sus

1
Tamayo, Rolando, Elementos para una teoría general del derecho. Introducción al estudio de la ciencia
jurídica, México, Themis, 1998.
2
Nino, Carlos, La interpretación de las normas jurídicas. Introducción al análisis del derecho, Buenos Aires,
Astrea, 1992.
3
Catenacci, Imerio, Curso de introducción a la teoría del derecho, Argentina, Virtudes, 2004
4
Bobbio, Norberto, op. cit., nota 4, p. 2.

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conflictos: que el juez está obligado a juzgar todas las controversias que se le presenten a

examen y que debe juzgarlas con base en una norma que pertenezca al sistema.

1.1. CLASES DE LAGUNAS

 Lagunas reales o propias: Son aquellas en las que hay ausencia de alguna solución en

el ordenamiento jurídico a un caso determinado.

 Lagunas ideológicas o impropias: Son aquellas en las cuales no existe la solución

satisfactoria o una norma justa, es decir de aquella norma que se desea que exista y no

existe.

De acuerdo a los motivos que la originan las lagunas pueden ser: lagunas subjetivas o

lagunas objetivas.

 Lagunas subjetivas: Son las que dependen de cualquier motivo imputable al legislador.

 Lagunas objetivos: Son las que dependen del desarrollo de las relaciones sociales, de

las nuevas invenciones, de todas aquellas causas que provocan el envejecimiento de los

textos legislativos, y que, por lo tanto, son independientemente de la voluntad del

legislador.

1.2. DIFERENCIA ENTRE LAGUNAS Y ADIAPHORIAS

La tesis preplanteada posee un problema crucial. Si entendiéramos al Derecho como un

totum, habría que sostener entonces que la regla de clausura opera férreamente; de donde,

o bien las conductas están reguladas por el Derecho, o están permitidas por él, en síntesis

no hay lagunas. Existen problemas en ésta tesis mecánica (que como venimos diciendo no

es posible profundizar): por un lado la regla de clausura no funciona de esa manera perfecta,

sino que es un ideal; y en segundo lugar, la construcción que analizamos, no diferencia

entre adiaphorias y permisos jurídicos. Introduciremos un esquema aportado por otros

autores, que nos permitirá diferenciar las cuestiones señaladas, adecuadamente.

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Esto fija una diferencia sustancial: lagunas y huecos del sistema son dos cosas distintas.

Los segundos, son adiaphorias, no imperfecciones del sistema (esto debe reservarse para

los defensores de la plenitud hermética del sistema), y no pueden ser “llenadas” de

contenido jurídico, por el contrario, las lagunas, que sí son imperfecciones del sistema, son

solucionables por analogía.

Solamente podría hablarse realmente de que se está ante una laguna jurídica –en el sentido

de laguna del Derecho positivo– cuando no se halle ni en las fuentes del Derecho totalmente

objetivada (legislación), ni en las parcialmente objetivadas (costumbre jurídica y

precedente) la solución adecuada para un determinado caso concreto; ya que cuando no se

encuentra una respuesta jurídica razonable en el tipo de fuente del Derecho no objetivada,

no se puede hablar propiamente de que se está ante una laguna jurídica, sino frente a una

adiaphoría, que es uno de aquellos casos que, causados por la evolución (o revolución)

social acelerada, en forma extraordinaria, por diversos factores políticos, económicos,

sociales, científicos, técnicos, culturales, etcétera, no pueden ser jurídicamente resueltos en

forma satisfactoria por vía jurisprudencial, sino que únicamente lo podrán ser mediante una

regulación jurídico-positiva establecida por el Poder Legislativo o, incluso, el Poder

Constituyente del Estado. Mientras esto sucede, se revelan como casos de non liquet, ya

que ni el Derecho legislado o consuetudinario o jurisprudencial, ni aun los principios

generales del Derecho, pueden dar una respuesta jurídica que satisfaga plenamente los

parámetros axiológicos vigentes, pues la conciencia jurídica colectiva, tanto a nivel

nacional como internacional, no ha podido, todavía, determinarla, por lo que se encuentran

en un ámbito libre de regulación jurídica5.

5
Petzold Pernía, Hermann; El principio “Mater in iure samper certa est” frente a la transferencia de embriones
humanos, en el derecho civil venezolano; en www.zur2.com/fp/otras_public_procu, Publicaciones Jurídicas
Venezolanas, Procuraduría General de la República, Revista de la Fundación Procuraduría, Summa, Caracas,
1998, §4.

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2. LA ANALOGÍA

La analogía constituye un procedimiento lógico que trata de inducir, de otras soluciones

particulares consagradas por el Derecho, el principio íntimo que las explica para someter un

caso semejante a la misma solución por vía deductiva; es el método más usado por los

ordenamientos jurídicos en la actualidad, a través de él se puede aplicar una norma jurídica a

un caso no previsto por el legislador, porque la hipótesis de esta tiene relación con la situación

presentada.

El procedimiento analógico consiste en generalizar las normas particulares existentes y aplicar

el principio así obtenido a otros casos no previstos pero sí similares. La utilización de este

procedimiento obliga a confrontar dos situaciones jurídicas a las que se trata de dar soluciones

idénticas, pues si difieren en su esencia no podrá aplicarse el método analógico.

La analogía es un procedimiento de superación de las lagunas jurídicas que consiste en la

resolución de casos no directamente regulados mediante la aplicación de normas del propio

ordenamiento que regulan otros casos semejantes. En su utilización el juez tiene la

responsabilidad de valorar, en aras de encontrar la mayor similitud posible entre los dos casos,

el recogido en la ley y el no refrendado. Cuando se utilice la analogía hay que actuar con

diligencia porque podemos poner en riesgo la seguridad jurídica.

Asimismo, la analogía consiste en atribuir a situaciones parcialmente idénticas, donde una ha

sido prevista legalmente y la otra no, las consecuencias jurídicas que señala la regla aplicable

al caso previsto. Se trata de la "creación o formulación analógica de una norma nueva, cuya

disposición es idéntica a la de aquel precepto, pero cuyos supuestos solo son semejantes".

Nuestro ordenamiento jurídico no establece expresamente la aplicación de la analogía, y

consideramos que su regulación se hace necesaria, ella debe emplearse con mucha reserva, solo

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para ampliar derechos y fortalecer garantías, teniendo en cuenta la concurrencia de los

siguientes requisitos:

En primer orden, la existencia de una laguna legal con respecto al caso contemplado. En

segundo orden, la concurrencia de la igualdad jurídica esencial entre el supuesto no regulado y

el supuesto o los supuestos previstos por el legislador, teniendo en cuenta los elementos

esenciales, jurídicamente relevantes que constituyen la ratio iuris o fundamento de la norma y

por último, la inexistencia de la voluntad del legislador contraria a la aplicación de la analogía

se da cuando dicta una prohibición expresa de usar en ciertos casos el sistema analógico, y

cuando establece una determinada disposición que propone darle un ámbito limitado al caso

concreto de que se trata, excluyendo los casos análogos.

Puede ocurrir, que aun dándose efectivamente sus condiciones, el recurso a la analogía se

encuentre vedado y no pueda ser utilizado en las normas temporales, pues si una norma se dicta

para que afecte a los sucesos acaecidos en un periodo de tiempo concreto, pasado este, la norma

deja de tener vigencia, por lo que resulta lógica su no aplicación, que se debe fundamentalmente

a la falta de vigencia. En relación con las normas penales, la exclusión de la analogía se

fundamenta en la vigencia de los principios de tipicidad y legalidad en materia penal, que

imponen que nadie pueda ser sancionado por observar una conducta que la ley no haya

tipificado como delito o falta.

El significado teórico y la importancia práctica del método analógico quedan cifrados en el

hecho de ser un importante medio integrativo, a partir del cual el Derecho crece, alimentándose

de su propia sustancia mediante su desarrollo lógico o dialéctico. Pero evidentemente no es el

único, los principios generales también constituyen un método eficiente a la hora de integrar el

Derecho.

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3. CONSECUENCIAS DEL USO DE LA ANALOGÍA:

Ya con el concepto claro de analogía dentro de la integración jurídica, la importancia de este

método y cómo funciona, se debe examinar ahora algunos de los pasos del modo operativo

simplificado en que funciona la analogía, centrándonos en dos puntos esenciales para el

correcto funcionamiento de este procedimiento: el análisis de semejanzas y diferencias entre

dos hechos y la búsqueda de alguna limitación para aplicar una consecuencia a un hecho. Para

esto, se analizará uno a uno estos dos puntos.

 El requisito de la semejanza esencial y la ratio legis:

La analogía es un método de integración que se fundamenta en la determinación de la

ratio legis de la norma, como criterio definitorio de la semejanza o no existente entre

los rasgos esenciales de la descripción hecha en el supuesto y los que tiene el hecho

ocurrido en la realidad, al que se pretende atribuirle la consecuencia jurídica de la

norma.

La analogía importa siempre una decisión volitiva del agente que recurre a ella y en la

inmensa mayoría de los casos es bastante discutible. Por ello, su utilización debe

hacerse con criterio restrictivo y solo cuando la razonabilidad del método analógico le

aparece sumamente solida al agente aplicador del Derecho.

En otras palabras, la analogía se fundamenta en la conceptualización de la ratio legis de

la norma como criterio definitorio de la semejanza o diferencia entre el hecho de la

realidad y entre el supuesto descrito en la norma al que se procura atribuir la

consecuencia de la norma.

 Impedimento o limitación para la analogía:

Ahora bien, para proceder a realizar la analogía se debe hacer algunas indagaciones

adicionales y considerar algunos principios adicionales, el agente no debe encontrar en

el sistema jurídico ninguna limitación ni impedimento para que el hecho de la realidad

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se aplique la consecuencia del suceso similar descrito en la norma. Además, las normas

especiales o de excepción también pueden ser impedimento para la analogía. Entre

algunos de los principios que limitan el uso de la analogía, no pueden establecerse

normas de sanción vía analogía, no puede crearse tributos ni concederse exoneraciones

ni extenderse las disposiciones tributarias por analogías, a personas o supuestos

distintos que los señalados en la ley. Las obligaciones y prohibiciones, excepción para

las prohibiciones del argumento ab minoris ad maius, solo pueden establecerse por

normas expresa a las personas en virtud de que “nadie está obligado a hacer lo que la

ley no manda, ni impedido de hacer lo que ella no prohíbe”, no procede la analogía a

partir de normas prohibitivas, excepcionales, especiales, o de las que restringen

derechos, la analogía debe utilizarse, en todo caso, dentro de cada conjunto del sistema

jurídico, y, solo por excepción, entre conjuntos diversos cuando la naturaleza de los

principios de uno y otro conjunto es similar en relación al caso de que se trate.

4.- LAS FORMAS EN LAS QUE APARECE LA ANALOGIA.

En el derecho se ha trabajado cuatro argumentos bajo la forma de apotegmas jurídicos que


ayudan a la interpretación, ellos son materializaciones concretas de la analogía con diversas
características.

4.1.- El argumento a pari.- También conocido como argumento analógico, se refiere a


argumentar basado en experiencias pasadas generalizadas, es decir es el argumento fundado en
razón de semejanza y razón de igualdad entre el hecho propuesto y el hecho que de él se
concluye. Razonamiento basado en la comparación de semejanzas y así permite establecer una
regla. Ejm.

Los gatos son egoístas y perezosos


Los Perros son leales y alborotados
Si compro un gato será egoísta y perezoso

No me gusta el pescado
Sí me gusta la ensalada

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Si me traen pescado no me va a gustar

El chile es picoso
Los caramelos son dulces
Mi dulce de caramelo va a saber dulce

4.2.- El argumento a fortiori.- Siguiendo la opinión de Vega asumimos que el núcleo del
concepto de argumento a fortiori lo forman las acepciones retórica y jurídica. En teoría de la
argumentación jurídica hay un cierto acuerdo en que los argumentos a fortiori están
emparentados con los argumentos por analogía, ya se trate de una forma de argumentación
autónoma, ya de una variante de los analógicos. Como la argumentación por analógía sí ha sido
estudiada y debatida en la teoría de la argumentación contemporánea, su análisis puede ser un
punto de partida adecuado para abordar el de los argumentos a fortiori.

En la tradición lógica (o quizá lógico-informal) los argumentos por analogía se entienden de


dos maneras principales:

 “Por analogía” o “analógico” se refieren al vínculo entre las premisas y la conclusión,


y por tanto se predican primariamente de inferencias. Zeleznikow y Hunter (1995)
distinguen tres tipos de razonamiento: deductivo, inductivo y analógico, y Juthe (2005)
distingue cuatro clases de argumentos: deductivos, inductivos, abductivos y analógicos.
 “Argumento por analogía” es el nombre de un esquema argumentativo; la
denominación se sitúa pues en el mismo plano que argumento de autoridad, argumento
de la parte al todo, etc. El argumento por analogía es uno de los 96 esquemas
argumentativos del compendio de Walton, Reed y Macagno (2007). Asimismo este
segundo enfoque es el habitual en teoría de la argumentación jurídica.
Cuando se entiende el argumento por analogía como un esquema argumentativo, hay dos
descripciones básicas. Según la primera los argumentos por analogía se basan en la semejanza.
Esta es la posición de los ya citados Walton, Reed y Macagno, quienes les atribuyen el siguiente
patrón (Op.cit., 315s):

Premisa de semejanza: En general el caso C1 es similar al caso C2.


Premisa de base: A es verdadero (falso) en el caso C1.
Conclusión: A es verdadero (falso) en el caso C2.

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También en la tipología pragma dialéctica de Garssen (2007, 31) el argumento por analogía es
un especie de los argumentos por comparación del tipo semejanza.

La descripción alternativa ve los argumentos por analogía como meta argumentos. Es la


posición de Woods y Hudak (1989) y Marraud (2007). En una argumentación por analogía
intervienen dos o más argumentos, que desempeñan los papeles de foro y tema. Se alega
entonces que las premisas del foro son a su conclusión lo que las premisas del tema son a la
suya. Con esto se quiere decir que en ambos casos median las mismas relaciones lógicas.

La analogía sirve entonces para transferir propiedades relativas a la relación entre las premisas
y la conclusión del foro al tema. Eso supone considerar a los argumentos por analogía como
argumentos acerca de argumentos.

Los argumentos por analogía son argumentos por paridad de razonamiento, por así decir. Son
argumentos sobre argumentos, metaargumentos. Alegan que dos o más argumentos objeto
valen o caen juntos, y que lo hacen porque están a la par en el aspecto pertinente. Los
argumentos objeto de los metaargumentos son así análogos entre sí. (Woods y Hudak, 1989,
127).

Un modo de atacar un argumento es preguntar si, en el contexto en el que ocurre, tiene la fuerza
suficiente para establecer su conclusión. En una argumentación por analogía se pretende que
el argumento cuestionado tiene la fuerza necesaria porque otro argumento, que no está en
cuestión, la tiene.

4.3.- El argumento ab maiori ad minus.- “El que puede lo más, puede lo menos” se aplica a
leyes positivas o permisivas, esto es, si la ley me otorga la titularidad sobre un bien inmueble
que adquirí mediante contrato legal de compra venta, con mayor razón me permite el derecho
de disposición del bien, por ejemplo, hipotecándolo.

Según el cual “quien puede lo más, puede lo menos”. Por ejemplo, si una persona está facultada
para vender un bien (transferir el derecho de propiedad) a un tercero, con mayor razón está
facultada para arrendarlo (ceder uno de los atributos que derivan del derecho de propiedad, que
es el uso).

4.4.- El argumento ab minore ad maius.- Se predica de prescripciones negativas o leyes


prohibitivas “si está prohibido lo menos, está prohibido lo más”, esto es, si la ley no me permite
la injuria hacia otra persona, con mayor razón no me permite agredirla físicamente.

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Según el cual “si no se puede lo menos, con mayor razón no se puede lo más”. Este es el único
argumento con el cual una prohibición puede aplicarse analógicamente. Por ejemplo, si una
norma me prohíbe dañar animales, con más razón no podré matarlos.

5. LA ANALOGÍA Y EL ARGUMENTO A CONTRARIO

Es un argumento por el que "dado un enunciado normativo que predica una calificación

normativa de un término perteneciente a un enunciado destinado a un sujeto o a una clase de

sujetos, se debe evitar extender el significado de aquel término de tal modo que comprenda a

sujetos o clases de sujetos no estricta y literalmente incluidos en el término calificado por el

primer enunciado normativo" (G. Tarello).

Todos los autores coinciden en señalar que el argumento a contrario se basa en la presunción

de que si el legislador ha regulado expresamente una hipótesis, entonces esa regulación se

refiere a esa hipótesis y solo a ella. A partir de ahí, se aprecian diferencias a la hora de entender

el argumento de los distintos autores. Así, encontramos dos vertientes: por una parte los que

consideran que consisten en que cuando la ley prevé y da una regulación a una hipótesis, se

debe entender que ha pretendido regular de forma diferente la hipótesis contraria; y por otro

parte, los que consideran que lo que se rechaza es cualquier otra hipótesis distinta a la

expresamente contemplada por el legislador, y no solo la hipótesis contraria, es decir, o dicho

de otro modo, no se extiende a las demás especies del mismo género que no quedaron

mencionadas en el texto.

El argumento a contrario puede ser una forma de integración porque es aplicable ante la

constatación de un vacío normativo (o seudo vacío normativo, o aparente vacío normativo) o

una laguna del Derecho a partir de los cuales adquiere vocación de aplicabilidad, con miras a

resolver una incertidumbre jurídica mediante la producción de un contenido normativo

destinado a llenar ese vacío. Sin embargo, difiere de la analogía, pues se refiere siempre a una

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norma concreta e identificada, el contrario de cuya consecuencia jurídica se quiere conocer, lo

cual supone –a su vez– delimitar los alcances de su aplicación (en qué momento se deja de

aplicar esa consecuencia jurídica positivamente prevista).

De hecho, la doctrina suele reconocer en la argumentación a contrario una suerte de antítesis

de la analogía. Así, por ejemplo, Kelsen –al negar valor a ambas– señala que “las reglas

corrientes de interpretación que prescriben recurrir a la analogía y al argumento a contrario

están desprovistas de todo valor, pues conducen a resultados opuestos y ningún criterio permite

decidir cuándo debe darse preferencia a una o a otra”

Sin embargo, nos hacemos la siguiente pregunta ¿qué busca o debe buscar alguien que

argumenta jurídicamente a contrario? Busca o debe buscar desentrañar una verdad normativa.

La razón por la que la argumentación a contrario es requerida para encontrar una verdad

normativa oculta o implícita es porque la norma no reguló un determinado supuesto, sino

aparentemente su contrario atribuyéndole una consecuencia jurídica y, por tanto, lo que se

necesita saber es si el supuesto de hecho contrario al regulado debe tener la consecuencia

jurídica exactamente contraria a la prevista en la norma. Por ello, al referirse al argumento a

contrario, señala Du Pasquier “De que el legislador ha adoptado tal reglamentación para tal

caso, se concluye que, para el caso contrario ha querido la solución opuesta”. La estructura del

argumento a contrario puede también ser reconstruida a partir de estos tres elementos: a) un

supuesto de hecho S1 no contemplado explícitamente por ninguna norma del sistema; en

definitiva, una laguna jurídica; b) un supuesto de hecho S2, al que una norma N1 le otorga la

consecuencia jurídica C y c) el supuesto S1 no merece la misma consecuencia jurídica que el

supuesto S.

En virtud de todo ello, el argumento a contrario justifica excluir la aplicación de la

consecuencia C también al supuesto S, de tal modo que la laguna es resuelta. Como puede

verse, se basa en la presunción de que si el legislador ha regulado expresamente una hipótesis,

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entonces esa regulación se refiere a esa hipótesis y sólo a ella, rechazándose su aplicación a

cualquier otro caso distinto al expresamente contemplado por el legislador.

5.1. Rasgos característicos y formulación

Los rasgos que suelen mencionarse como más característicos de esta forma de razonamiento

serían los siguientes:

a) El argumento a contrario es considerado un instrumento de la interpretación lingüística o

literal, en cuanto que la actividad interpretativa llevada a cabo no se sale fuera del texto a

interpretar; también supone un respeto o "veneración" de la letra, única guía para la

interpretación.

b) El argumento a contrario sirve para motivar o proponer la denominada "interpretación

restrictiva". Es consecuencia de la característica anterior. La interpretación literal tendrá como

resultado la interpretación restrictiva del texto, que limita los posibles significados de éste. De

tal modo que no todos los sugeridos por la letra del documento o por otros datos extratextuales

son adoptados.

c) El argumento a contrario impone como condición para su utilización el silencio de la ley.

Para que pueda emplearse el argumento a contrario es preciso distinguir dos hipótesis: la

regulada por el legislador y otra no regulada por este, aunque debe considerarse incluida dentro

de la previsión legal. Por medio del argumento a contrario se entiende que el legislador no ha

querido extender esa regulación a la hipótesis no expresamente recogida en el texto.

d) El argumento a contrario se basa en la presunta voluntad del legislador. A partir de lo

redactado por el legislador para una especie concreta se deduce que su voluntad ha sido excluir

de esa regulación otra series de supuestos del mismo género que prima facie hubieran podido

considerarse allí incluidos.

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La opinión usual y tradicional dentro de la doctrina jurídica es que, con respecto a un mismo

objeto, a un mismo caso, no se pueden utilizar conjuntamente la analogía y el argumento a

contrario. No obstante, tienen puntos de contacto, tal y como se verá a continuación.

5.2. Coincidencia con la analogía

La principal semejanza entre la analogía y el argumento a contrario es que ambos tienen una

función integradora de lagunas jurídicas. Otra similitud es que tanto en uno como en otro

argumento se verifica la aplicación del derecho, destacando que ésta se da en ámbitos distintos.

Finalmente, ambos argumentos son útiles en la interpretación jurídica, si bien, el argumento a

contrario privilegia la interpretación literal de la ley, en cuanto a ser la expresión de la voluntad

del legislador; la analogía, en cambio, busca la existencia de una identidad de razón. De esta

manera, en el primer caso, nos encontramos ante una interpretación restrictiva; mientras que

en el segundo nos encontramos ante una interpretación extensiva.

5.3. Algunos ejemplos de utilización típica del argumento a contrario en las STC

El TC ha utilizado el argumento a contrario para interpretar diversos artículos, tanto de la CE

como de otras leyes, tanto reconociendo explícitamente que ponía en práctica una

argumentación a contrario como sin mencionarlo de forma expresa. Por ejemplo, al interpretar

el artículo 25.3 de la CE el TC señaló: «Del artículo 25 .3 se deriva «a sensu contrario» que la

Administración militar puede imponer sanciones que, directa o subsidiariamente, impliquen

privación de libertad». El artículo 25.3 de la CE dice: «La Administración civil no podrá

imponer sanciones que, directa o subsidiariamente, impliquen privación de libertad». El

artículo no menciona para nada a la Administración militar, pero el TC interpreta ese silencio

como un acto voluntario del constituyente para exceptuar a esta Administración de la

prohibición del artículo 25.3.

Otro ejemplo casi idéntico, aunque en esta ocasión el TC no dice expresamente estar realizando

una argumentación a contrario, es la interpretación que hace el Tribunal del artículo 25.1,

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también de la CE. Este artículo enuncia el principio de legalidad penal con la siguiente fórmula:

«Nadie puede ser condenado o sancionado por acciones u omisiones que en el momento de

producirse no constituyan delito, falta o infracción administrativa, según la legislación vigente

en aquel momento». El TC interpretó a contrario este artículo y no lo consideró aplicable a «los

simples ilícitos de naturaleza civil», con el siguiente razonamiento: «El precepto literalmente

menciona los delitos, las infracciones y las faltas administrativas, por lo cual no es directamente

aplicable a los simples ilícitos de naturaleza civil, en los que la tipicidad y la legalidad no tienen

que actuar de manera tan estricta». El Tribunal realiza aquí una interpretación restrictiva del

precepto, o mejor, de la enumeración realizada por el mismo, y la considera una lista cerrada

no ampliable a otros supuestos análogos. La justificación implícita que parece dar el TC a esa

interpretación restrictiva es de nuevo la presunta voluntad del legislador, que fue consciente de

excluir otros supuestos que podrían haber figurado en la enumeración del precepto

constitucional. En este caso, además, el propio Tribunal pone de manifiesto los motivos que

presumiblemente tuvo en cuenta el legislador para no incluir a «los simples ilícitos de

naturaleza civil», que consistirían en la necesidad de que la tipicidad y la legalidad sean más

atenuadas respecto a esos ilícitos.

6. PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO

Por principios generales del derecho se entienden las ideas fundamentales e informadoras de
la organización jurídica de la nación (De Castro), es decir, los que dan sentido a las normas
jurídicas legales o consuetudinarias existentes en la comunidad, los enunciados generales a los
que se subordina un conjunto de soluciones particulares.

Parece ocioso insistir en el hecho, hoy generalmente admitido, de que los principios generales
del Derecho ocupan un lugar central en la teoría general del Derecho y en el sistema de
producción y aplicación normativa de los ordenamientos jurídicos contemporáneos.

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Para ahondar más sobre el tema tenemos que forzosamente partir del postulado inicial, la cual
consiste en afirmar que el Derecho, del que como ciencia y como arte de lo justo en la
regulación de las relaciones sociales, no se agota en la ley o en la norma escrita, sino que,
además y ante todo, se expresa en unas reglas primeras que, por un lado, ordenan las
instituciones que forman el tejido de las relaciones de convivencia social y, por otro, organizan
el sistema jurídico general (y los subsistemas sectoriales o territoriales) elevándolo a la
categoría de verdadero ordenamiento, en el que, gracias a los mismos, cada pieza normativa
cobra sentido y funcionalidad. Dentro de los principios jurídicos generales hay que entender
incluidos, por tanto, los principios institucionales o, con palabras de ESSER, «los principios
dimanantes de las instituciones positivas» y los principios ordinamentales que son los que
presiden la construcción, la organización y la estructura de cada ordenamiento jurídico. Dado
que los principios generales del Derecho expresan y articulan técnicamente los valores
centrales, las representaciones jurídicas generales o las opciones básicas de cada sistema
jurídico —en feliz frase de HELLER, «son la puerta por donde la realidad social valorada
positivamente penetra a diario en la normalidad estatal»— constituyen, sin duda, la
contribución más acabada del pensamiento jurídico problemático o institucional, que ha
terminado por desplazar, sin que se produzca una forzosa incompatibilidad con el mismo, al
pensamiento sistemático conceptual o, dicho con otras palabras, a un modo de concebir el
Derecho en clave axiomática o lógico-deductiva, y ello porque, como se ha observado con
acierto, «un procedimiento logicista y abstracto, en cuanto se despega de la realidad y del
sentido vital de las instituciones, incumple la función misma del Derecho, que es dar una
determinada solución a unos problemas que no son puras abstracciones, sino, ante todo y sobre
todo, problemas vitales» (DÍEZ-PICAZO).

En pocas palabras, los principios generales tienen como única finalidad «llenar lagunas o
remendar la descosida trama de las leyes». Porque es claro que los principios generales del
Derecho no limitan su campo de acción a una mera función normativa subsidiaria en defecto
de otras fuentes del Derecho aplicables al caso concreto: a ello se opone su misma naturaleza
de «principios», esto es, de reglas primordiales o primeras del ordenamiento, las únicas, por
tanto, «que pueden ofrecer criterios para resolver las cuestiones primarias del Derecho» (DE
CASTRO). Por el contrario, en la medida en que los principios jurídicos generales «no son
meras máximas empíricas o sacramentales, sino justamente principios ontológicos (y no sólo
lógicos)», que nacen «de la experiencia de la vida jurídica» (GARCÍA DE ENTERRÍA)

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En base a lo anteriormente explicado, concluimos que los principios generales del Derecho es
otro método de integración jurídica reconocido por la teoría del Derecho. En relación a ellos,
en nuestra legislación existen dos normas complementarias. Una es en el inciso 8 del artículo
139 de la constitución que establece:

(…) 8. El principio de no dejar de administrar justicia por vacío o deficiencia de la ley.

En tal caso, deben aplicarse los principios generales del derecho y el derecho
consuetudinario.
El principio de inaplicabilidad por analogía de la ley penal y de las normas que
restrinjan derechos. (…)

Por otro lado, tenemos al artículo VIII del Título Preliminar del Código Civil:

Artículo VIII.- Obligación de suplir los defectos o deficiencias de la ley

Los jueces no pueden dejar de administrar justicia por defecto o deficiencia de la ley.
En tales casos, deben aplicar los principios generales del derecho y, preferentemente,
los que inspiran el derecho peruano.

6.1. PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO:

- principio de constitucionalidad
- principio de legalidad
- principio de irretroactividad
- principio de interdicción de la arbitrariedad
- principio de seguridad jurídica

6.1.1. Principio de constitucionalidad:

Anteriormente se mencionó a los principios constitucionales de acuerdo a la postura


ESSER, pero al hablar de estos es necesario hacer una especial mención a Freixis y
Remotti, que señalan lo siguiente:

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— Son normas inferidas de una interpretación operativa sobre las reglas
constitucionales.
— Constituyen proyecciones normativas a partir de elementos reglados.
— Contienen gérmenes de reglas indeterminadas, pero predictibles.
— Sus elementos estructurales son permanentes.
— Entre los principios no existe relación jerárquica a nivel estructural (Freixes
San Juan, 2012)

En resumen, la función constitucional de los principios puede concretarse


en que:

— Tienen eficacia directa.


— Permiten extraer las reglas aplicables al caso concreto.
— Su función positiva consiste en informar el ordenamiento.
— La función negativa comporta que tengan fuerza derogatoria.
— Su interpretación debe realizarse en forma complementaria e indisociable.
— Facilitan, a partir de su transmutación en reglas, la posibilidad operativa de una
pluralidad de opciones cuya elección concreta corresponde a criterios de política
legislativa (Freixes San Juan, 2012)

6.1.2. Principio de legalidad:

Este principio, tradicionalmente designado con el nombre de “principio de legalidad”,


establece que la intervención punitiva estatal, tanto al configurar el delito como al
determinar, aplicar y ejecutar sus consecuencias, debe estar regida por el “imperio de
la ley”, entendida ésta como expresión de la “voluntad general”. Y puesto que se refiere
a la intervención del poder punitivo estatal se le puede llamar principio de intervención
legalizada.6 No le falta razón al profesor Muñoz Conde, cuando sugiere que al principio
de legalidad penal se le puede, igualmente, denominar como principio de intervención
legalizada; ello atendiendo a que constituye un parámetro o un límite al poder punitivo

6
MUÑOZ CONDE, Francisco, Introducción al Derecho Penal, BOSCH Casa Editorial S.A., Barcelona
1975, pp.79 y80.

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estatal, en la medida que le impone al Estado la obligación de intervenir en asuntos
penales, haciendo uso de un solo instrumento normativo, como lo es la ley; esto es para
determinar infracciones penales, para fijar en abstracto las sanciones penales, y para
todo aquello en lo que se requiera una intervención legalizada.

Es indiscutible que, en la actualidad, el principio se ha impuesto en la gran mayoría de


países; siendo la fuerza de los valores que lo inspiran, la que ha traído como
consecuencia que se encuentre regulado en los diversos sistemas jurídicos, por ser un
instrumento garantista eficaz para la lucha contra la arbitrariedad del poder y los abusos
del mismo.

Se considera, con mucho acierto, que el principio de legalidad, constituye uno de los
cimientos sobre los que debe reposar todo Estado democrático y de derecho. Los valores
como la libertad y seguridad personales, son los que fundamentan este principio; por lo
que la presencia del mismo en las reglas del Derecho Internacional Público y en las del
derecho interno, no hacen más que poner en primer orden, su importancia y su
gravitación en la construcción del control penal.

Está claro, pues, que este principio juega un rol elemental al fijar límites objetivos al
ejercicio del poder punitivo estatal; siendo uno que, por su naturaleza jurídica, cumple
una función esencial y, además, establece deberes que deben ser cumplidos por los
operadores del Estado, bajo el apremio de asumir responsabilidades funcionales, en
caso de incumplimiento de los parámetros que introduce el principio de legalidad

El Código vigente regula el principio de legalidad en el artículo II del Título


Preliminar del Código penal, de la siguiente manera “Nadie será sancionado por
un acto no previsto como delito o falta por la ley vigente al momento de su
comisión, ni sometido a pena o medida de seguridad que no se encuentren
establecidas en ella.”

6.1.3. Principio de irretroactividad


El artículo 103 de la Constitución vigente establece que “… la Ley desde su
entrada en vigencia, se aplica a las consecuencias de las relaciones y situaciones
jurídicas existentes y no tiene fuerza ni efecto retroactivo, salvo en ambos

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supuestos, en materia penal, cuando favorece al reo. La Ley se deroga sólo por
otra Ley. También queda sin efecto por sentencia que declara su
inconstitucionalidad…”
Como podemos apreciar la Constitución vigente ha establecido como principio o regla
general con relación a la aplicación de la norma en el tiempo la Irretroactividad (es decir
está prohibida la retroactividad), y como excepción, la retroactividad en material penal,
siempre que está favorezca al reo. Es decir, establece una sola posibilidad de la
aplicación retroactiva, en el caso penal.
- No obstante, lo señalado anteriormente, en el campo tributario se discute todavía si
se debería contemplar la retroactividad sólo en materia penal o si el artículo 103 de
la Constitución hace referencia tanto en materia de ilícitos criminalizados e ilícitos
no criminalizados, como es el caso de las contravenciones, o infracciones de los
deberes formales, cuando se les aplica una sanción. Sobre esto haremos un breve
comentario más adelante. (Moreno, 2010)

6.1.4. Principio de interdicción de la arbitrariedad


El concepto jurídico de arbitrariedad va más allá del coloquial, definido por el
Diccionario de la Real Academia de la Lengua como acto o proceder contrario a la
justicia (véase principio de justicia), la razón o las leyes, dictado sólo por la voluntad o
el capricho. Esa actuación caprichosa o no fundada objetivamente que se aparta de lo
marcado por el Derecho -entendido éste en sentido amplio-, es lo que nuestro texto
constitucional prohíbe en su art. 9.3 y lo eleva a la categoría de principio.
Efectivamente, nuestro texto constitucional recoge el principio de interdicción de la
arbitrariedad de los poderes públicos como un mecanismo más al servicio del control
de la actuación de los poderes públicos, singularmente de la Administración pública,
poder que por imperativo constitucional debe actuar siempre sometida plenamente a la
Ley y al Derecho. La posibilidad de efectuar esta comprobación respecto de cada
actuación, singular o normativa, es lo que aporta una dimensión novedosa al principio
al ser plasmado en el texto constitucional, pues ya anteriormente había sido formulado
y desarrollado doctrinalmente en Alemania (LEIBHOLZ, 1928) y en España (GARCÍA
DE ENTERRÍA, en primer lugar) y también jurisprudencialmente. GARCÍA DE
ENTERRÍA afirma en este sentido que si nuestro Estado es un Estado de Derecho, el
Derecho y no el capricho del gobernante (el cual opera en cuanto tal como agente del

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derecho) debe dominar la totalidad de sus decisiones. Este principio, a juicio de este
autor (aunque con la oposición de algún otro, como RUBIO LLORENTE) entiende que,
el principio de interdicción de la arbitrariedad, no es una manifestación del principio de
igualdad (véase igualdad ante la ley), principio que tiene, para empezar, una eficacia
muy distinta por su ubicación sistemática en el texto constitucional.

6.1.5. Principio de seguridad jurídica:


La seguridad jurídica puede ser definida como la predictibilidad de las consecuencias
jurídicas de los actos o conductas. En nuestro ordenamiento jurídico la seguridad
jurídica es un concepto discutido. Su naturaleza es objeto de debate en el ámbito de la
Filosofía del Derecho, donde se discute si tiene condición de principio o de valor
jurídico. En todo caso la seguridad jurídica aparece como una exigencia fundamental
para el mantenimiento del ordenamiento jurídico, vinculada a la estabilidad económica
y social.

7. CÓMO OPERAN LOS PRINCIPIOS GENERALES DE LA INTEGRACIÓN


JURÍDICA

La integración jurídica busca colmar las lagunas legislativas para que ningún supuesto quede
sin regulación.

COMO OPERAN, MEDIANTE QUE METODOS :

 Métodos de Integración ARGUMENTO A CONTRARIO


Cuando un texto legal encierra una solución restrictiva, puede inferirse que los no
comprendidos en ella deben ser objetos de una solución contraria. (contrario sensu)

Ej.: Los testigos que intervengan en las actas del Registro Civil, serán mayores de edad,
prefiriéndose los que designen los interesados, aun cuando sean sus parientes.” A contrario
sensu, si los testigos no son mayores de edad, no podrán intervenir en las actas del Registro
Civil.

 Métodos de Integración EJEMPLO DE UN RAZONAMIENTO ANALÓGICO


Precepto legal: Cualquier hombre, mayor de edad, que tenga una credencial para votar vigente,
podrá participar en las elecciones municipales.

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Caso no previsto: La posibilidad de que una mujer, mayor de edad que cuenta con una
credencial para votar vigente, participe en las elecciones municipales. Suponiendo que no
existe precepto legal alguno que regule o prohíba la participación de las mujeres en las
elecciones municipales y que simplemente se trata de una laguna por parte del creador de la
norma, por analogía se podría permitir en este caso que se aplique a las mujeres la misma
consecuencia legal prevista para los hombres. Lo anterior ya que la situación de la mujer es
parcialmente idéntica a la del hombre, es decir, es mayor de edad y cuenta con una credencial
para votar vigente.

 Métodos de Integración EJEMPLO DE UN RAZONAMIENTO ANALÓGICO


De tal modo, por medio de un razonamiento analógico, se integraría la norma incompleta para
que tanto las mujeres como los hombres puedan participar en las elecciones municipales, ya
que en el caso no previsto concurren los demás elementos que en el caso previsto, es decir la
mayoría de edad y la posesión de una credencial para votar vigente.

La regla básica para la aplicación de un razonamiento analógico es atribuir a situaciones


parcialmente idénticas (una prevista y otra no prevista en la ley), las consecuencias jurídicas al
caso previsto por la ley.

 Métodos de Integración MAYORÍA DE RAZÓN


Atribuir a situaciones mayores las mismas consecuencias jurídicas aplicables a las situaciones
menores (con mayor razón- previa identificación de la razón que se le aplique una disposición
jurídica). Ej.: Si se permite establecer intereses del 20%, con mayor razón, se debe permitir
establecer intereses del 10%. Si se prohíbe tener en casa animales domésticos, con mayor razón,
se prohíbe tener en casa animales salvajes.

 Métodos de Integración PRINCIPIOS GENERALES DE DERECHO


Todos los Códigos modernos disponen que en los casos en que no sea posible resolver una
situación jurídica de acuerdo con los métodos de interpretación o integración jurídica, debe
recurrirse a los principios generales del derecho.

 Métodos de Integración PRINCIPIOS GENERALES DE DERECHO


Determinar qué debe entenderse por Principios Generales de Derecho es una de las cuestiones
más controvertidas en la Doctrina.

Para delimitar de manera breve su concepto, tomaremos la definición dictada por la Suprema
Corte de Justicia de la Nación: Verdades jurídicas notorias, indiscutibles, de carácter general,

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elaborados o seleccionados por la ciencia del Derecho, de tal manera que el juez pueda dar la
solución que el legislador hubiera dado si hubiere estado presente, siendo condición que dichos
principios no desarmonicen o estén en contradicción con las normas legales cuyas lagunas u
omisiones de llenar.

ANALOGÍA IURIS

Cuando atribuyes a situaciones parcialmente idénticas, las mismas consecuencias jurídicas que
señala la regla aplicable al caso previsto. En donde existe una misma razón jurídica, la
disposición debe ser la misma. La analogía supone una identidad parcial. Dos objetos son
análogos cuando presentan notas comunes; idénticos cuando todas sus notas coinciden. No
debe confundirse la analogía con el silogismo, ya que, al basarse el silogismo en ideales ciertos,
su conclusión es cierta, mientras que la analogía se basa en correspondencias entre dos objetos
que aunque propician una conclusión verosímil, carece en absoluto de seguridad.

LA ANALOGIA EN EL DERECHO PERUANO

En nuestro sistema legislativo no se autoriza en ninguna norma expresa la utilización de la


analogía . El articulo VII DEL TITULO PRELIMINAR DEL CODIGO CIVIL y el inciso 8
del artículo 139 de la constitución se refieren solo a Principios Generales del Derecho y no al
método analógico.

En nuestra legislación la analogía no aparece expresamente considerada como procedimiento


de integración autorizado en ninguna de las dos normas. Sin embargo, en el inciso 9 del artículo
139 de la constitución se impide aplicar por analogía a la ley penal y las normas que restrinjan
derechos.

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CONCLUSIONES:

- Gracias o por medio de la comparación, o, mejor dicho, la analogía, podemos llegar


a resolver ciertas lagunas del derecho, como hasta ahora se ha venido realizando,
todo esto por el proceso denominado integración jurídica.
- La norma jurídica no es exactamente lo que está escrito, sino lo que se entiende de
lo que está escrito, es decir, lo que se puede interpretar de esta.
- No todo caso que suceda en la realidad se encuentra regulado dentro del sistema
jurídico, se pueden encontrar casos similares, con características semejante, estas
suelen generar lo que se conoce como las lagunas del derecho.
- Ante casos en donde se genere las lagunas del derecho, se puede utilizar el método
conocido como analogía, de esta forma, se estaría buscando una solución al
problema mediante la relación con otro caso con similares características, aplicando
la consecuencia al suceso inicial. En otras palabras, la analogía se utiliza para los
sucesos que no están regulados en el sistema normativo.
- Los principios generales del derecho pueden no estar escritos en un enunciado
normativo dentro del ordenamiento jerarquizado, estos rompen con el sistema
normativo que tienen los países del civil law, donde sobresale la legislación.
- Los principios generales del derecho son los que dan sentido a las normas jurídicas
legales o que tienen su origen en la costumbre existente en la comunidad,
relacionando de alguna forma a estas leyes con un mismo origen.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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razonamiento jurídico, Civitas, Madrid. 1986.

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AAAAAEAMtMSbF1jTAAAUNjc2NTtbLUouLM_DxbIwMDCwNzAwuQQGZ
apUt-ckhlQaptWmJOcSoA7eh5HDUAAAA=WKE

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ANEXOS

EXP. N.° 02744-2010-PHC/TC


LIMA
AYDÉ SEBASTIANA
CHUMPITAZ LUYO
Y OTROS

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 25 días del mes de octubre de 2010, el Pleno del Tribunal Constitucional,
integrado por los magistrados Mesía Ramírez, Beaumont Callirgos, Vergara Gotelli,
Calle Hayen, Eto Cruz, Álvarez Miranda y Urviola Hani, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Ciro


Teobaldo Canahualpa Valenzuela a favor propio y de doña Aydé Sebastiana Chumpitaz Luyo
y de don Julio César Canahualpa Valenzuela contra la resolución de la Sexta
Sala Especializada en lo Penal para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia
de Lima, de fojas 395, su fecha 13 de mayo de 2010, que declaró improcedente la demanda de
autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 30 de julio de 2009, don Joel Alejandro Canahualpa Chumpitaz interpone
demanda de hábeas corpus contra la Sala Penal Nacional y la Segunda Sala Penal Transitoria
de la Corte Suprema de Justicia de la República denunciando la afectación de los derechos a la
legalidad, irretroactividad y favorabilidad con la emisión de la sentencia condenatoria dictada
en contra de los favorecidos.
Al respecto se afirma que los actores han sido condenados mediante sentencia
confirmada por el delito de afiliación a organización subversiva en aplicación del Decreto Ley
N.° 25475, que a partir del mes de mayo de 1992 elevó la pena a 20 años como mínimo. Refiere
que, conforme a lo señalado por los órganos judiciales emplazados, los actores han cometido
el delito desde los años 1985 y 1986, respectivamente, hasta la fecha de su detención en el mes
de julio de 1997, por lo que nunca se puso en cuestión que el ilícito penal materia de la condena
sea de carácter permanente. Alega que en el recorrido de la realización de la conducta
[criminosa] han transitado diferentes disposiciones –como lo son la Ley N.° 24953 y el Decreto
Legislativo N.° 635, entre otras,– que regularon la misma descripción fáctica, y que entonces
se les debe aplicar la más favorable. Se agrega que los emplazados han aplicado la norma
perjudicial que estuvo en vigor al momento de la perpetración del último acto (al momento de
la detención), esto es, dejando de lado la posibilidad de analizar el camino normativo
atravesado.

Realizada la investigación sumaria los vocales de los órganos judiciales emplazados


señalan que el delito de afiliación terrorista es de naturaleza permanente y que, por tanto,
considerándose que los hechos datan del año 1986 hasta el año 1998, entonces la nueva forma

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penal contenida en el Decreto Ley N.° 25475 se aplica de manera inmediata; asimismo,
sostienen que no se ha vulnerado ningún derecho constitucional de los favorecidos, pues las
consideraciones que motivaron la expedición de la resolución suprema cuestionada se
encuentran contenidas en aquella.

El Trigésimo Juzgado Especializado en lo Penal de Lima, con fecha 23 de diciembre


de 2009, declara infundada la demanda por considerar que el delito de terrorismo en cuestión
es de naturaleza permanente, por lo que resulta aplicable a los favorecidos la norma que estuvo
vigente al momento de su detención.

La Sala Superior revisora revoca la resolución apelada y declara improcedente la


demanda por considerar, entre otros, que lo resuelto dentro del trámite del proceso penal que
se siguió a los favorecidos por el delito de afiliación a organizaciones subversivas se encuentra
dentro del marco de un proceso penal regular que en modo alguno evidencia amenaza o lesión
a los derechos constitucionales invocados.

FUNDAMENTOS

Delimitación del petitorio

1. El objeto de la demanda es que se declare la nulidad de la Resolución de fecha 9


de setiembre de 2009, en el extremo que condena a los favorecidos por el delito de afiliación
a organizaciones terroristas a 18 años de pena privativa de la libertad, y de su confirmatoria
por Resolución Suprema de fecha 18 de octubre de 2006 (Exp. N.° 155-03).

Por todo esto se denuncia concretamente la afectación al principio de inaplicación


retroactiva de la ley penal cuando ésta no favorece al reo, en conexidad con el derecho de la
libertad personal de los favorecidos (quienes cumplen condena), toda vez que se
considera que los órganos judiciales emplazados –al momento de sentenciarlos– debieron
aplicar la norma más benigna que regulaba su conducta delictiva y no la que estuvo vigente
al momento de la perpetración del último acto que aconteció cuando fueron detenidos, la
cual les resulta perjudicial.

Análisis del caso materia de controversia constitucional

2. En todo Estado constitucional y democrático de Derecho, la persecución y sanción de las


conductas delictivas, que implican el diseño general de una política criminal, puede
manifestarse en distintas intensidades, pues el grado de severidad sancionadora puede
variar en proporción directa a la gravedad del delito cometido. En cuanto al delito de
terrorismo, este Tribunal ha tenido oportunidad de señalar que éste es un delito de suma
gravedad por cuanto su comisión daña derechos fundamentales y bienes constitucionales,
pues la vigencia plena de los derechos fundamentales de la persona humana y la
consolidación y promoción de los principios y valores que sustentan la vida en democracia
se ven afectados en distinto grado [Cfr. STC 010-2002-AI/TC FFJJ 1, 201 y 220].

En este contexto, el terrorismo se yergue como un delito pluriofensivo que –


entre otros– lesiona la vida, la integridad, la libertad, la seguridad y la paz social, el orden
jurídico y la propia estructura del Estado; por lo tanto, no solo es deber del Juez en estos
casos aplicar la normativa de la materia vigente en el marco de los principios y valores que

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recoge la Constitución del Estado, pues también le asiste la obligación de ponderar los
derechos subjetivos de las personas acusadas de la comisión de este delito [frente] al interés
de la sociedad de reprimir un delito de inestimable gravedad para la estabilidad del orden
democrático [Cfr. STC 0019-2005-PI/TC FJ 57]; y es que conforme a lo establecido por el
artículo 44.° de la Constitución, el Estado tiene –entre otros– el deber de promover el
bienestar general que se fundamenta en la justicia y el de proteger a la nación contra daños
o amenazas a su seguridad, lo que no solo implica que el Estado tutele los derechos de las
personas acusadas de la comisión del delito de terrorismo, sino que al mismo tiempo
debe asumir activamente el rol tutelar de los demás bienes constitucionales en conflicto,
como lo es la salvaguarda de la integridad de la sociedad que convive organizada bajo la
estructura del Estado peruano.

3. Ahora bien, la Constitución establece en sus artículos 103.° y 139.°, inciso 11), lo siguiente:
Artículo 103°. (...)La ley, desde su entrada en vigencia, se aplica a las consecuencias de las
relaciones y situaciones jurídicas existentes y no tiene fuerza ni efectos retroactivos; salvo, en ambos
supuestos, en materia penal cuando favorece al reo (...).

Artículo 139°. Son principios y derechos de la función jurisdiccional: (...) 11. La aplicación de la
ley más favorable al procesado en caso de duda o de conflicto entre leyes penales.

Conforme a ello, en nuestro ordenamiento jurídico rige, en principio, la aplicación


inmediata de las normas. En el derecho penal sustantivo la aplicación inmediata de las
normas determina que a un hecho punible se le aplique la pena vigente al momento de su
comisión (Cfr. STC 1300-2002-HC/TC, Fundamento 7). Asimismo, la aplicación
inmediata de las normas tiene su excepción en la aplicación retroactiva de la ley penal
cuando ésta resulte favorable al procesado. Este principio constitucional cuenta con
desarrollo expreso de nuestra legislación penal, estableciéndose en el artículo 6° del Código
Penal que: “si durante la ejecución de la sanción se dictare una ley más favorable al
condenado, el Juez sustituirá la sanción impuesta por la que corresponda, conforme a la
nueva ley”.

4. El principio de retroactividad benigna, entonces, propugna la aplicación de una norma penal


posterior a la comisión del hecho delictivo, a condición de que dicha norma contenga
disposiciones más favorables al actor. Ello, sin duda alguna, constituye una excepción al
principio de irretroactividad de la aplicación de la ley sustentada en razones político-
criminales, en la medida en que el Estado no tiene interés (o no en la misma intensidad) en
sancionar un comportamiento que ya no constituye delito (o cuya pena ha sido disminuida)
y, esencialmente, en virtud del principio de humanidad de las penas, el cual se fundamenta
en la dignidad de la persona (artículo 1º de la Constitución).

5. Por otra parte, en lo que respecta a los delitos de naturaleza permanente, este Colegiado ha
tenido oportunidad de señalar que la ley aplicable no necesariamente será la vigente al
momento de ejecutarse el delito, sino que puede aplicarse nuevas normas penales a quienes
en ese momento ejecuten el delito, sin que ello signifique aplicación retroactiva de la ley
penal [Cfr. STC 2488-2002-HC/TC FJ 26].

6. En el caso de autos se aprecia que los actores han sido condenados por la comisión
del delito de afiliación a organizaciones terroristas a 18 años de pena privativa de la
libertad, delito de naturaleza permanente que hace que resulte válido que el juzgador aplique

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la norma que se encuentre vigente en el momento de su realización, como es el caso de la
que regula dicha conducta al momento de su terminación, lo cual no significa que dicha
norma penal se esté aplicando retroactivamente en perjuicio del reo ya que su conducta fue
actual tanto al momento de ejecutar el ilícito como actual lo es al momento de la cesación
del delito.

En este sentido se tiene que mediante el Decreto Ley N.° 25475, publicado el 6 de mayo de
1992, se subsumió la conducta: “[l]os que forman parte de una organización terrorista, por
el solo hecho de pertenecer a ella, serán reprimidos con pena privativa de la libertad no
menor de 20 años e inhabilitación posterior (...)” tipificándola el legislador como delito de
afiliación a organizaciones terroristas. Por consiguiente, estando vigente este ilícito al
momento de la captura de los actores (julio de 1997), su aplicación al sentenciarlos a través
de las resoluciones cuestionadas no resulta vulneratoria de los derechos alegados, tanto más
si en los fundamentos de la sentencia condenatoria (fojas 163) se motiva la conducta
delictiva de cada uno de los actores para luego indicar la conducta típica que preveían los
artículos 319.° y 320.° –ya derogados– del Código Penal (Decreto Legislativo N.° 635) respecto
de la establecida en el artículo 5.° del Decreto Ley N.° 25475, ilícito este último en el que
el juzgador subsumió las conductas de los actores sin que ello manifieste la aplicación
retroactiva de dicha norma.

7. En consecuencia, la demanda debe ser desestimado al no haberse acreditado la vulneración


del principio de inaplicación retroactiva de la ley penal cuando esta no favorece al reo,
en conexidad con el derecho a la libertad personal de los favorecidos, máxime si los órganos
judiciales emplazados impusieron a los actores una pena por debajo del mínimo que la
norma materia de condena establece.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en uso de las atribuciones que le confiere la
Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda al no haberse acreditado la vulneración del derecho a la


libertad personal de los favorecidos, conforme a lo expuesto en los fundamentos 6 y 7 supra.

Publíquese y notifíquese.
SS.

MESÍA RAMÍREZ
BEAUMONT CALLIRGOS
VERGARA GOTELLI
CALLE HAYEN
ETO CRUZ
ÁLVAREZ MIRANDA
URVIOLA HANI
EXP. N.° 01975-2011-PA/TC
PIURA
JULIO ENRIQUE
DEL VALLE HIDALGO

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SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 31 días del mes de enero de 2012, la Sala Primera del Tribunal
Constitucional, integrada por los magistrados Álvarez Miranda, Beaumont Callirgos y
Calle Hayen, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Julio Enrique del Valle Hidalgo
contra la sentencia emitida por la Primera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Piura,
de fojas 215, su fecha 30 de marzo de 2011, que declaró infundada la demanda de amparo de
autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 14 de junio de 2010, el recurrente interpone demanda de amparo contra el


Banco de Crédito del Perú, Sucursal Piura, y la Corporación Financiera de Desarrollo S.A., a
fin de que se declare inaplicable el artículo 5º del Decreto de Urgencia N.º 009-2010 en el
trámite que siguió ante el Banco emplazado a efectos de acogerse al Programa de
Reestructuración de la Deuda Agraria (PREDA), pues lo considera violatorio del principio de
irretroactividad de la ley en tanto afecta su derecho de acogerse al referido programa.
Asimismo, solicita como pretensión accesoria que se declare inaplicable el Manual de
Disposiciones Operativas Programa –RFA– Ley N.º 29264, modificado por el Decreto de
Urgencia N.º 009-2010 y se disponga “la suspensión de cualquier proceso judicial que tienda
a ejecutar las garantías colocadas por el crédito otorgado por la emplazada derivadas del
Contrato de Reestructuración de Deudas bajo el Programa de Rescate
Financiero Agropecuario y sus posteriores modificaciones”.

Manifiesta que el 24 de marzo de 2010 el emplazado declaró improcedente la solicitud


que presentó el 13 de octubre de 2008 para acogerse al Programa de Restructuración de la
Deuda Agraria (PREDA), aplicando indebidamente el artículo 5º del Decreto de Urgencia N.º
009-2010, el cual considera inconstitucional porque vulnera el principio de irretroactividad de
la ley consagrado en el artículo 103º de la Constitución. A su juicio, debió aplicarse el artículo
5º de la Ley N.º 29264, vigente hasta antes de la emisión del referido decreto, porque la entidad
demandada tenía pleno conocimiento, desde el 7 de noviembre de 2008, del Manual de
Disposiciones Operativas Programa –RFA– Ley N.º 29264.

El representante del Banco emplazado contesta la demanda solicitando que sea


declarada infundada, y alega que el recurrente no califica para el Programa de Reestructuración
de la Deuda Agraria (PREDA) porque se encuentra completamente fuera del ámbito de
aplicación del referido programa tal como lo establece la norma, esto es, tener una deuda igual
o menor a la suma de S/. 45,000.00, toda vez que mantiene con la entidad bancaria una deuda
ascendente a S/. 191,959.82. Expresa que lo que en realidad pretende el demandante, al solicitar
la inaplicación del Decreto de Urgencia N.º 009-2010, así como del Manual de Disposiciones
Operativas expedido por COFIDE en aplicación del referido decreto de urgencia y la propia
Ley N.º 29264, es impedir que su representada pueda proseguir con el proceso de ejecución
incoado y así evitar el pago de la deuda que no ha honrado. Manifiesta que el Manual de
Disposiciones Operativas vigente es el establecido para la aplicación de la Ley N.º 29264 y del

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Decreto de Urgencia N.º 009-2010, siendo absurdo pretender aplicar el manual de fecha 7 de
noviembre de 2008. Por último, señala que el Decreto de Urgencia N.º 009-2010 es una medida
dictada por el Poder Ejecutivo en uso de sus facultades legales y constitucionales para poder
aclarar y viabilizar la aplicación de la Ley N.º 29264 que adolecía de vacíos que requerían ser
regulados, y que su aplicación no representa, en modo alguno, aplicación retroactiva de alguna
disposición legal pues ellas son de aplicación inmediata conforme lo dispone el artículo III del
Título Preliminar del Código Civil.

El Quinto Juzgado Especializado Civil de Piura, con fecha 22 de octubre de 2010,


declaró fundada, en parte, la demanda e inaplicables el Decreto de Urgencia N.º 009-2010 y el
Manual de Disposiciones Operativas del Programa de Rescate Financiero en tanto fue
modificado por el referido decreto, tras estimar que el ordenamiento legal aplicable por
temporalidad era la primigenia ley antes de ser modificado por el Decreto de Urgencia N.º 009-
2010, por cuanto es bajo dicha ley que se solicitó el acogimiento a los beneficios del PREDA;
e infundada en el extremo referido a que se disponga la suspensión de cualquier proceso judicial
tendente a la ejecución de las garantías otorgadas por el actor a favor del Banco de Crédito
derivadas del contrato sobre restructuración de deudas bajo el Programa de Rescate Financiero
Agropecuario y sus posteriores modificaciones.

La Sala revisora, revocando la apelada, declaró infundada la demanda, por considerar


que el derecho reclamado por el actor tiene sustento en una norma infraconstitucional, de modo
que no deviene de un contenido esencial de un derecho protegido por una disposición
constitucional, razón por la que debió verificarse en un proceso ordinario y porque el Decreto
de Urgencia N.º 009-2010 viabiliza el Programa de Reestructuración de la Deuda Agraria
establecido en la Ley N.º 29264, de manera que no puede considerarse que se haya vulnerado
el principio de irretroactividad de las leyes.

FUNDAMENTOS

1. Mediante la demanda de amparo de autos el recurrente persigue que se declare inaplicable


el artículo 5º del Decreto de Urgencia N.º 009-2010 en el trámite que siguió ante el Banco
de Crédito del Perú a efectos de acogerse al Programa de Reestructuración de la Deuda
Agraria (PREDA), pues lo considera violatorio del principio de irretroactividad de la ley
en tanto afecta su derecho de acogerse al referido programa. Asimismo, solicita como
pretensión accesoria que se declare inaplicable el Manual de Disposiciones Operativas
Programa –RFA– Ley N.º 29264, modificado por el Decreto de Urgencia N.º 009-2010 y,
se disponga “la suspensión de cualquier proceso judicial que tienda a ejecutar las garantías
colocadas por el crédito otorgado por la emplazada derivadas del Contrato de
Reestructuración de Deudas bajo el Programa de Rescate Financiero Agropecuario y sus
posteriores modificaciones”.

2. El artículo 3º del Código Procesal Constitucional prescribe la posibilidad de interponer una


demanda de amparo frente a normas, siempre que éstas sean autoaplicativas. En ese
sentido, este Tribunal Constitucional ha establecido que procede el amparo directo contra
normas y, desde luego, contra las de fuerza de ley, cuando el acto lesivo es causado por
normas autoaplicativas, esto es, aquellas cuya eficacia no se encuentra sujeta a la
realización de actos posteriores de aplicación, sino que la adquieren al tiempo de entrar en
vigor. En tales casos, y siempre que estas normas afecten directamente derechos
constitucionales, el amparo será procedente.

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3. En el caso de autos, la norma cuya inaplicación pretende el demandante es el entonces
vigente artículo 5º del Decreto de Urgencia N.º 009-2010 (dado que posteriormente ha sido
modificado por el artículo 4º de la Ley N.º 29596, publicada el 12 de octubre de 2010), el
cual establecía:

En el caso de la Tercera y Cuarta Disposiciones Complementarias de la Ley N.º 29264, el


PREDA únicamente alcanza a las deudas contraídas cuyo monto no exceda los S/. 45, 000.00
(CUARENTA Y CINCO MIL Y 00/100 NUEVOS SOLES) o su equivalente en moneda
extranjera al tipo de cambio correspondiente.

4. A juicio de este Colegiado, tal disposición tenía la calidad de norma autoaplicativa, toda
vez que constituía una medida limitativa –la deuda no debe exceder los S/. 45,000.00– para
viabilizar la ejecución del Programa de Restructuración de la Deuda Agraria (PREDA) y
por lo mismo, podría, eventualmente, haber supuesto la afectación de los derechos del
demandante.

5. En ese sentido, lo que a este Tribunal corresponde es determinar si la aplicación del


entonces vigente artículo 5º del Decreto de Urgencia N.º 009-2010, en el proceso que el
actor tramitó ante el Banco de Crédito del Perú a efectos de acogerse al PREDA vulnera el
principio de irretroactividad de la ley.

6. El artículo 103º de la Constitución, como el artículo III del Título Preliminar del Código
Civil, recogen la “Teoría de los hechos cumplidos”, conforme a la cual la ley se aplica a
las consecuencias de las relaciones y situaciones jurídicas existentes, desde su entrada en
vigor, y no tiene fuerza ni efectos retroactivos, excepto en materia penal, cuando favorece
al reo.

7. El Decreto de Urgencia N.º 009-2010 fue publicado el 11 de febrero de 2010, de manera


que surtió efecto desde aquella fecha. Por tanto, resulta coherente que se haya aplicado a la
solicitud del actor para acogerse al Programa de Reestructuración de la deuda Agraria
(PREDA) que tramitó ante el Banco de Crédito del Perú, y que finalizó con la comunicación
del 24 de marzo de 2010, que corre a fojas 8, por lo que dicha norma no vulnera el principio
de irretroactividad de las leyes ya que resulta plenamente aplicable.

8. En consecuencia, dado que el Decreto de Urgencia N.º 009-2010 fue aplicado a una
situación jurídica existente, no se ha vulnerado el principio de irretroactividad de las leyes,
razón por la que tanto la pretensión principal como sus accesorias deben ser desestimadas.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

ÁLVAREZ MIRANDA
BEAUMONT CALLIRGOS

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CALLE HAYEN

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