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concepción de "nuestra" América, desde la apropiación del concepto que releva la importancia de
distinguirnos de la otra América: la anglosajona. El título también sugiere la construcción conjunta
de la identidad cultural de los países latinoamericanos, haciendo un llamado a la unidad para
consolidarla.
1. La lucha por la independencia: de la corona española, para lo que exhorta a los lectores a luchar
por liberarse de su yugo.
3. Los principios éticos y políticos: resultan ser una alusión central y transversal en esta obra. La
invitación a la lograr la unión que permita recuperar la soberanía de los pueblos latinoamericanos
contra los opresores foráneos, se hace desde una profunda concepción ética y moral de la vida.
Camaroncito duro,
[Sam] Para dar el toque de alarma acerca de la avidez expansionista de los Estados Unidos—lo
que en otras ocasiones llamaría “aguilismo”—Martí abre “Nuestra América” (1891) evocando al
temible gigante de “Pulgarcito” (1697), el cuento de Charles Perrault. La remisión a una historieta
infantil en un contexto de tal gravedad llama la atención, aun si reconocemos la promiscuidad
alusiva de la prosa de Martí, quien más adelante en el mismo párrafo cita al soldado y sacerdote
español Juan de Castellanos, autor de las Elegías de varones ilustres de Indias (1589). En el curso de
dos oraciones, la mirada de Martí se ha desplazado de gigantes imaginarios a varones ilustres, del
ámbito intemporal de los cuentos de hadas al escenario histórico de la epopeya colonial española,
historiada por uno de sus apólogos (perspectiva que, dicho sea de paso, se aviene mal con la
intención anti-imperialista del ensayo). No en balde Cintio Vitier ha motejado a Martí el “Arthur
Rimbaud de la historia” (Vitier 9). No sé si el epíteto es del todo halagüeño.
Recordemos el asunto del cuento: Pulgarcito es el menor de siete hijos de un leñador y una
leñadora. Al no poder mantener a sus hijos, los padres los abandonan en un bosque. Pulgarcito y
sus hermanos buscan refugio en una cabaña donde vive un Ogro aficionado a la carne de niños. Pero
gracias a Pulgarcito, quien vela mientras los demás duermen, logran [Bolívar] escapar de la cabaña.
Pulgarcito entonces roba las botas mágicas del Ogro, que cubren siete leguas con cada paso, y se
enriquece como mensajero de la corte. En la alegoría martiana, el Ogro es el Coloso del Norte y
Pulgarcito y sus hermanos son los pueblos de Nuestra América.
Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le
mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el
orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la
bota encima, ni de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el aire dormido engullendo
mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos tiempos no son para acostarse
con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas de almohada, como los varones de Juan de
Castellanos: las armas del juicio, que vencen a las otras. (6: 15)(1)
La referencia al cuento de Perrault le permite a Martí insinuar la precaria situación de las naciones
hispanoamericanas. En primer lugar, da a entender que la geografía no es protección, ya que con
las botas mágicas el gigante puede salvar grandes distancias de un tranco. Por lo tanto, el mismo
riesgo de conquista o anexión que enfrenta un país próximo a Estados Unidos (Cuba, por ejemplo)
lo corren las demás países hispanoamericanos.(2) Al principio del segundo párrafo, la solapada
alusión al poderío marítimo estadounidense subraya la advertencia: “No hay proa que taje una nube
de ideas. Una idea enérgica, flameada a tiempo ante el mundo, para, como la bandera mística del
juicio final, a un escuadrón de acorazados” (6: 15). Por otra parte, la alusión a Perrault oblicuamente
inculpa a España, la madre patria, ya que si bien es verdad que España no abandona a sus colonias
de buenas ganas, lo es también que, como el leñador y la leñadora con su [bosque] prole, no supo
mantenerlas. Como ha señalado Philip Lewis, en el cuento de Perrault hay dos ogros, el gigante y el
leñador, pues la conducta de este no es menos inhumana que la del aquel, y el aprieto de los siete
hermanos consiste en no poder encontrar abrigo en la casa de ninguno de los dos.(3) Igual que los
niños entre el Padre y el Ogro, Nuestra América se debate entre dos imperios, uno empobrecido y
el otro en ascendencia. Al final del segundo párrafo, Martí alude otra vez a Perrault: “¡los árboles se
han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas!” Pero esa valla natural es de
signo equívoco, ya que esos mismos árboles — ¿pinos nuevos? — se exponen a ser talados por el
hacha del leñador. Implícita en la analogía hay una doble amenaza.
“Nuestra América”
Este ensayo de José Martí es el más complejo de los que incluimos en este curso de introducción a
la literatura. Su contexto histórico es un resumen del desarrollo iberoamericano hasta finales del
siglo XIX, a la vez que transciende su época. Hoy nos parece todavía actual en el contexto
iberoamericano. “Nuestra América” dialoga con las diversas posiciones ideológicas que dominaron
en el siglo XIX y anticipa muchas de las preocupaciones del siglo XX. Martí toma conciencia de la
realidad iberoamericana y de la necesidad de contar con toda la población: “nuestra América, [...]
ha de salvarse con sus indios”.
Desde el punto de vista literario, “Nuestra América” es una de las mejores representaciones del
ensayo del siglo XIX. Martí establece un acertado equilibrio entre la forma (voluntad de estilo) y el
contenido. Expresa su pensamiento con gran riqueza de construcciones metafóricas y con una prosa
fluida y rítmica.
“Nuestra América” es un ensayo de difícil lectura y con gran riqueza en su vocabulario, pero la
dificultad no reside tanto en las palabras que usa Martí, como en los recursos metafóricos que
emplea. Los tres primeros párrafos del ensayo son en este sentido modelos de una nueva prosa
artística. Las mismas metáforas se recrean en niveles abstractos, haciendo posible que se apliquen
a una multiplicidad de situaciones. Por ejemplo, la siguiente frase de Martí puede tener un referente
preciso: “Los que, al amparo de una tradición criminal, cercenaron, con el sable tinto en la sangre
de sus mismas venas, la tierra del hermano vencido, del hermano castigado más allá de sus culpas,
si no quieren que les llame el pueblo ladrones, devuélvanle sus tierras al hermano”. Martí nos habla
del mundo iberoamericano como de una familia; los distintos países como hermanos. Podríamos
decir que Martí se refiere aquí a la guerra de 1879 entre Chile por una parte y Perú y Bolivia por la
otra. En esta guerra Bolivia perdió su salida al Pacífico. El lector, sin embargo, puede aplicar esta
situación a otros muchos países y momentos anteriores y posteriores a la fecha de publicación del
ensayo (la Bolivia actual, por ejemplo, ocupa apenas la mitad de la extensión que tuvo en el
momento de su independencia, y que fue perdiendo a lo largo de su historia).
La siguiente frase nos presenta otro caso similar: “¡los árboles se han de poner en fila, para que no
pase el gigante de las siete leguas!” En el contexto de 1891, nos parece sencillo identificar los
“árboles” con los países iberoamericanos y el “gigante” con Estados Unidos. En el contexto de
principios del siglo XXI, una identificación más precisa serían las fuerzas “imperialistas” de las
multinacionales. Esta es precisamente la riqueza de contextos que aporta el lenguaje metafórico.
“Nuestra América” posee también un contexto político. Recordemos que Martí luchaba por la
libertad de Cuba. Buscaba para su causa el apoyo de los demás países iberoamericanos y de los
intelectuales de su época. Como intelectual y escritor, su arma fue con frecuencia la palabra escrita.
El adjetivo “nuestra” busca unir a todos los países iberoamericanos en un destino común. Cuba, nos
quiere decir Martí, es también parte de Nuestra América. Otra dimensión del título anticipa la
confrontación con Estados Unidos, en el sentido de que la palabra “nuestra” enfrenta a las dos
Américas: la nuestra y la que no es nuestra (la América Anglosajona). Las reflexiones, en forma de
interrogantes, que siguen son únicamente una muestra de las muchas que se podrían formular de
los múltiples temas implícitos en este ensayo.
Difícilmente podemos encontrar un texto que reúna a lo largo de sus páginas más características
del ensayo que “Nuestra América”. ¿Podría usted señalar las cinco características del ensayo que le
parecen más importantes en este texto de Martí? ¿En qué sentido las considera usted importantes?
¿Qué función desempeñan en el ensayo?
En el primer párrafo del ensayo Martí presenta dos conceptos fundamentales para comprender
su pensamiento. El primero: “Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea.” ¿A quién
se refiere Martí? ¿Si lo que busca es agitar las conciencias de los iberoamericanos, qué relación
puede tener con Cuba? ¿Qué quiere decir cuando señala: “Lo que quede de aldea en América ha de
despertar”? El otro concepto fundamental lo expresa a través de una ingeniosa metáfora:
“Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra”. ¿En qué contexto podemos colocar esta
frase? ¿Cómo se relaciona a la situación iberoamericana de finales del siglo XIX? ¿Tiene actualidad
a finales del siglo XX?
En el segundo párrafo de su ensayo, Martí hace referencia a la situación iberoamericana. Su crítica
es constructiva y expresa sus juicios en un plano abstracto, sólo sugerido a través de eficaces
metáforas. Esta técnica permite que el lector coloque ejemplos según sus propios conocimientos o
experiencia. Permite también que su texto transcienda su época. Así, por ejemplo, su frase: “Los
pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos”.
¿Podemos interpretar esta frase como una crítica a la mentalidad colonial? ¿Qué significado tendría
hoy, a comienzos del siglo XXI? En otro lugar Martí señala: “La historia de América, de los incas a
acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia
es preferible a la Grecia que no es nuestra”. ¿En qué otros pasajes del texto expresa Martí este
mismo concepto?
Martí combate en numerosos lugares el racismo que imperaba en su época. En este ensayo nos
dice que “No hay odio de razas, porque no hay razas”. Martí trata también este tema en su breve
ensayo “Mi raza”. ¿Qué quiere decir cuando afirma que no hay razas? ¿Es su concepto de raza
diferente o está negando la realidad cubana de su época? Al comienzo del ensayo Martí critica a
quienes mantienen prejuicios raciales mediante el uso de una metáfora original: “¡Estos nacidos en
América, que se avergüenzan, porque llevan delantal indio, de la madre que los crió, y reniegan,
¡bribones!, de la madre enferma, y la dejan sola en el lecho de las enfermedades!” ¿Cómo interpreta
usted esta metáfora y cómo la relaciona con Iberoamérica? En otro momento afirma Martí: “Estos
hijos de nuestra América, [...] ha de salvarse con sus indios”. ¿A qué se refiere Martí? ¿Cómo
interpretaría usted el uso del adjetivo posesivo “sus indios”?
Una de las frases centrales de este ensayo es la afirmación de Martí de que “Conocer es resolver”.
En verdad, el término “conocer” en varias de sus formas se repite numerosas veces a lo largo del
ensayo. ¿En qué sentido podríamos decir que este concepto resume a todos los demás? ¿Qué quiere
decir cuando afirma que “el gobierno ha de nacer del país”?