Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
En enero de 1992, Albert Glock, un arqueólogo bíblico americano que en esa época era
director del Instituto Palestino de Arqueología en la universidad de BirZeit, fue asesinado. Este
hecho tuvo todas las marcas de un “ataque profesional”. De acuerdo al diario Jerusalem Post
(1992), Glock fue sorprendido por un hombre enmascarado que le disparó cerca de la casa de su
asistente de investigación.
El asesinato de Glock generó muchos rumores en la sociedad palestina, en el área entre
Jerusalén y Ramala, acerca de quién lo había matado y por qué. Según un conjunto de relatos, los
israelitas habían sido los encargados de cometer este acto. En un contexto donde la presencia y
vigilancia militar de Israel eran generalizadas había circunstancias “sospechosas” acerca del
asesinato: aunque la milicia fue informada inmediatamente, le tomó horas a los soldados llegar al
lugar; y, en una carretera de una sola dirección, el atacante logró escapar. Mientras que la
explicación más común se relacionaba con el escenario macro político, el rumor que más llamó mi
atención fue mucho menos predecible. Según el relato, Glock fue asesinado debido a los
descubrimientos que había logrado en su trabajo profesional como arqueólogo. Mientras excavaba
cerca de la ciudad de Nablus, encontró “algo” que debilitaba la historiografía del antiguo Jerusalén.
Ninguna de las personas que me contaron esta historia pudo decirme qué fue exactamente lo que
encontró; lo que él refutó nunca se logró aclarar. Sin embargo, el poder de un descubrimiento que
pueda alterar la historiografía israelita de Jerusalén fue interpretado como razón suficiente para su
asesinato. 1
Comienzo con esta historia porque está redactada en los términos de argumentos en curso
sobre “arqueología” y su “política” entre los intelectuales israelitas y palestinos, que están
involucrados o en contacto con la práctica de la arqueología en estos países. Normalmente, estas
disputas son argumentos acerca de la verdad y la mentira: un lado culpa al otro de “inventar”, es
decir, ignorar información y tergiversar o interpretar mal otros datos. Es un conflicto que enfrenta
una visión nacionalista con otra, marcando la oposición entre una ciencia “buena” y “mala”, entre
métodos y propósitos “objetivos” y “politizados” (es decir, nacionalistas)2. Se desarrolló por el
hecho de que las prácticas arqueológicas judías/israelitas, especialmente durante las primeras
décadas (1940s-60s), han sido reconocidas generalmente, por sus defensores como también por
la excavación de Jerusalén
pasado de Jerusalén fue también de gran relevancia para el trabajo profesional de la comunidad
arqueológica israelita.
Analizo aquí las prácticas y documentos de las excavaciones más importantes en Jerusalén.
Considero este trabajo profesional conjuntamente con el de preservar y exponer el pasado
arqueológico, y contar la historia de Jerusalén en varios museos de la Ciudad Vieja que fueron
diseñados y desarrollados junto al trabajo de excavar la ciudad y construir el Nuevo Barrio Judío:
la Casa Quemada y el Barrio Herodiano (ambos sitios excavados por Avigad y su equipo e
incluyen restos de la Ciudad Herodiana y restos más pequeños de la Edad de Hierro), y el museo
Torre de David de la historia de Jerusalén (situado dentro de la Ciudadela Jerusalén).
Como bien expresaron Mazar y Avigad, los intereses principales de estas excavaciones
estaban en la historia de Jerusalén durante los periodos del Primer y Segundo templo, es decir la
Edad de Hierro, y en la historia de la ciudad en los periodos persa, helenístico y de la antigua
Roma (véase Avigad 1977; Mazar 1969a). Estos periodos marcan el nacimiento de la nación judía
en la antigua Palestina y de Jerusalén y su capital bajo el mandato del rey David así como sus
momentos de existencia “nacional” soberana y finaliza con la destrucción del Segundo Templo por
la milicia romana en el año 70 d.C. La narración histórica desarrollada y plasmada a través del
trabajo de arqueólogos israelitas, que fue la comunidad judía original, fue destruida por acción de
la guerra, pero ahora resucitada y reconstruida en esta tierra por el establecimiento de un estado
judío moderno. Como se expresaba en la conclusión del video para visitas en la Casa Quemada,
ésta fue una búsqueda académica por una herencia nacional:9
Y si los arqueólogos están en lo cierto, hay una clara injusticia por la recuperación de la
verdadera cara del pasado en una nación judía renacida y moderna. Hoy el barrio judío es el
centro de la vida y aprendizaje judío, símbolo de la vitalidad del Nuevo Israel. Y con tantas
cuestiones arqueológicas, el baluarte de una herencia se redescubre y asegura.10
Sin embargo, el sentimiento nacionalista judío no tenía como único factor concentrarse en las
búsquedas arqueológicas de esos periodos. La tradición occidental de un siglo, sobre la
arqueología bíblica ya había delimitado los parámetros de investigación y debate del estudio del
antiguo Jerusalén. La excavación de la ciudad fue uno de los primeros proyectos emprendidos por
la Fundación para la Exploración de Palestina con base en Londres. Las excavaciones en
Jerusalén en el siglo 19 guiadas por Charles Warren tenían el mismo propósito que los proyectos
de la Fundación en Palestina: demostrar y probar las historias bíblicas a través del estudio
científico de la tierra y población contemporáneas, y de los restos antiguos (véase Fundación para
la Exploración de Palestina 1873, 1895).
En base a los registros de Warren, Benjamin Mazar y su equipo decidieron resolver las mismas
cuestiones acerca de la colina oriental Ophel en Jerusalén, que habían motivado a los primeros
excavadores casi un siglo atrás: en un principio, la topografía, los patrones de asentamiento y la
arquitectura de los periodos del Primer y Segundo Templo (Mazar 1969a, 1969b; véase también
Geva 1994:14). El equipo de Avigad excavó un área de la Ciudad Vieja que no había sigo
explorada, en su mayor parte, nunca por arqueólogos.11 Además, sus excavaciones fueron las
primeras en desenterrar las ruinas de la Ciudad Alta de Jerusalén del periodo del Segundo
Templo, centrándose en los tiempos Herodianos (es decir, en la antigua Roma II); esto había sido
el barrio residencial de la clase sacerdotal aristocrática de Jerusalén (véase Avigad 1981).
Los informes académicos y populares demuestran que los investigadores estaban interesados
en periodos particulares del pasado, y producen informes arqueológicos sobre aquellas eras
consideradas fundamentales para la herencia nacional judía. Estos excavadores buscaron y
crearon lo que ahora se conoce como evidencia nacional de ascendencia y prosperidad en la
antigüedad, en relación a la que se crearía la legitimidad del control de Israel sobre la Ciudad Vieja
en el presente.
Se utilizaron descubrimientos arqueológicos específicos para reforzar la mitología nacionalista
de la destrucción antigua definida por un renacimiento moderno. Tal fue, por ejemplo, la Casa
Quemada, una casa herodiana que fue identificada como un estrato diferente de incendio. Avigad
la Edad de Hierro de Avigad El debate académico más importante sobre el que Nahman Avigad
respondió a través de sus excavaciones de los restos de la Edad de Hierro de la Ciudad Alta de
Jerusalén se refería a si la Colina Occidental de Jerusalén se ocupó durante la última monarquía
judía o mucho después, en los tiempos de los Hasmoneos: "¿Cuándo y hasta qué punto fue
poblada por primera vez la Colina Occidental de Jerusalén?... [y] ¿esta expansión de la ciudad se
cerró entre muros? (Avigad 1981:132). Con el análisis de evidencia de excavaciones más
pequeñas llevadas a cabo en otro lugar dentro y alrededor de la Ciudad Vieja (véase Broshi 1994;
Chen et al. 1994) en conjunto con evidencia de la Colina Occidental, Avigad resolvió esta antigua
controversia. Los restos de un muro y una torre fortificada “israelitas”, así como restos incompletos
(mayormente trozos de cerámica) que se remontan a este período de la ciudad, condujeron a
Avigad a concluir que el último período de Jerusalén en la Edad de Hierro no se limitó a Ophel;
además, sólo una parte de la Colina Occidental estaba cercada por una muralla.
Con esta gran disputa resuelta, solo un asunto volvió a resonar en los escritos académicos y
las representaciones populares de la ciudad de la Edad de Hierro: Existe un interés prolongado en
la evidencia del asedio de la ciudad a manos de los babilonios en el siglo sexto a.C. (véase Geva
1994:7) Asentamiento, fortificación y guerra son los temas que encabezan los reportes del pasado
Sin embargo, los parámetros de este debate histórico no pueden explicarse simplemente en
base a evidencia encontrada; por el contrario, deben entenderse en relación a la evidencia (y
razones históricas) producida. Los registros de estas excavaciones son escasos. Debido a la
intensidad y rapidez con la que se llevaron a cabo las excavaciones, mucho de lo que se podría
haber excavado y documentado no se concretó. 13 Aun así, sí se produjeron algunos hallazgos,
tanto pequeños como restos de arquitectura, que podrían haber sido utilizados para plantear otro
tipo de preguntas relacionadas al pasado de Jerusalén. Por ejemplo, durante la excavación en el
muro de la ciudad de la Edad de Hierro, el equipo de Avigad halló "varias estatuillas de terracota
de la fertilidad ‘tipo columna’... así como varios figurines de animales severamente dañados"
(Avigad 1972:197), objetos que insinúan prácticas religiosas que no necesariamente se relacionan
con los relatos bíblicos del culto israelita (véase Dever 1991). Así mismo, no se investiga la
importancia de una caverna de sepelio del tiempo de los hasmoneos que fue encontrada en el
barrio residencial de la ciudad; apenas se menciona su presencia en el informe inicial de Avigad.
Se describe como un descubrimiento "inesperado", ya que se suponía que los muertos no se
enterraban dentro de la ciudad. De todos modos, el hallazgo no transgredió los registros de
Jerusalén en el período del Segundo Templo como una sociedad "realmente judía" y
religiosamente homogénea.
El equipo de excavación de Avigad encontró fragmentos de edificios de la Edad de Hierro,
posiblemente de casas de los más pobres.14 En su mayoría, estos hallazgos no se conservaron
para su exhibición. Además, fueron tratados como pruebas para un asunto específico: "había un
asentamiento en la colina occidental de Jerusalén durante el período del Primer Templo" (Avigad
1975:43). Broshi y Barkay, a su vez, reportaron restos de una excavación de la Edad de Hierro II
en la Capilla de San Vartan en el Santo Sepulcro (Broshi y Barkay 1985:117-119), una excavación
que aumentó las dudas sobre la naturaleza y presencia de la industria en el entorno de la ciudad
antigua y, por consecuencia, de una clase trabajadora o esclava. Sin embargo, aparte de la
inclusión superficial en los registros, ninguno de estos hallazgos se convirtió en objeto sostenido
de investigación.
La historia que se construyó a partir de este trabajo arqueológico depende de otra ya existente
que se utiliza para interpretar la evidencia. Los textos y la evidencia claves mantienen una relación
circular del descubrimiento, explicación, suposición y prueba. Las excavaciones en Jerusalén se
centran en estructuras impactantes, rituales, guerras, y el despliegue de poder que enfatizan las
escrituras de la Biblia y el libro de Flavius Josephus La guerra de los judíos. Tanto los informes
preliminares como los registros publicados demuestran un gran énfasis en los restos de la
arquitectura, la estructura de fortificación y la evidencia (también llamada "testimonio") de que los
babilonios quemaron la ciudad en 587/86 a.C. y los romanos en 70 d.C. 15 El ataque de los
romanos y la destrucción de Jerusalén es una historia que concuerda mucho mejor con una
historiografía nacionalista que con explicaciones alternativas creíbles. Al menos parte de la
evidencia de incendio y destrucción de la Casa Quemada y el Barrio Herodiano se pudieron
interpretar como indicio de que existía un conflicto de clase o sector dentro de la sociedad judía de
Jerusalén en el periodo precedente a su destrucción en los años 70 d.C en manos de los romanos.
Se pueden encontrar muchos escritos que prueban este hecho (véase Goodman 1987).
Sin una narración a priori, las cenizas podrían ser simplemente evidencia de un incendio (o
varios) por accidente. Si se tiene en cuenta solamente la evidencia material, no hay manera de
determinar qué causa indica la evidencia de fuego o si toda la evidencia de un solo lugar indica
una causa histórica única, ya sea un evento histórico o un accidente.16 En otras palabras, restos
arqueológicos como estos solo pueden ser interpretados como evidencia de eventos históricos
significativos de acuerdo con una historia a priori. En un sentido amplio, es la historia de un
pasado nacional monumental, un pasado representado por restos arquitectónicos (de obras
públicas o casas aristocráticas) y "testimonios de" eventos cruciales (y frecuentemente
devastadores) del pasado del país.
restos arqueológicos de periodos posteriores (el Imperio Bizantino, los primeros Imperios
Islámicos, las Cruzadas, Ayubí, Mameluco, o Jerusalén Otomano) se ignoraban o destruían. 20
Teniendo en cuenta los informes de Avigad, es evidente que los periodos más recientes recibieron
muy poca atención en estas excavaciones en comparación con los más antiguos. De hecho, el
término períodos recientes se utiliza en los informes incluyendo todo desde los primeros Imperios
Islámicos hasta el Imperio Otomano, aproximadamente 1300 años en la historia de la ciudad. En el
nivel más obvio, las excavadoras (mayormente las del distrito) se utilizaban reiteradamente para
extraer restos más recientes antes de que el trabajo aparentemente real de excavación comenzara
(véase, por ejemplo, Avigad 1970a:3, 1970b:140).21
Sin embargo, la utilización de excavadoras para despejar los sitios no evitó que estas
excavaciones produjeran registros arqueológicos de los períodos posteriores. 22 Los hallazgos
bizantinos más importantes en el Barrio Judío fueron el Cardo (la calle principal de la ciudad
bizantina) y la Iglesia Nea (la más importante de este periodo). El equipo volvió a los lugares
varias temporadas para desenterrar más a fondo estos restos bizantinos cuantiosos, y ambos se
relatan relativamente en detalle. En palabras de HillelGeva, las excavaciones de Avigad brindaron
"una nueva perspectiva del desarrollo y el carácter urbano de la ciudad bizantina" (Geva 1994:21).
Por el contrario, las descripciones de los hallazgos de periodos más recientes están mucho
más esparcidas. Los hallazgos incluyen un horno de cerámica mameluco y una torre de defensa
ayubí (Avigad 1977:200), pero esta última se desarmó para facilitar próximas excavaciones
(Rosen-Ayalon 1990:313). También se incluye una "amplia colección de cristales medievales
árabes y vasijas de cerámica" (Avigad 1972:200) y dos "lámparas árabes" (Avigad 1970b:136).
Además, contrario a los informes de restos de períodos previos (la Edad de Hierro durante el
imperio Bizantino), la falta de especificidad con respecto a la periodización de muchos restos de
estas eras históricas posteriores es sorprendente. Mientras algunos restos específicos,
aparentemente más "notables" se identifican como hallazgos ayubíes, mamelucos o cruzados, los
descubrimientos de estas eras generalmente se conocen como "posteriores" o "recientes",
"medievales" o simplemente "árabes".
Los reportes preliminares de la excavación de Mazar presentan una imagen diferente. Se
descubrió un complejo de palacios del período Omeya, y estos restos recibieron mucha más
atención que otros de las excavaciones de Avigad. Existe una percepción generalizada entre los
intelectuales palestinos y funcionaros de Awqaf de que el complejo de palacios del período Omeya
se "rescató" solamente por una presión política internacional sobre la comunidad arqueológica de
Israel.23 Sin embargo, sostengo que para entender por qué se rescató este complejo de palacios,
debemos considerar el tipo de historia que lo rodea así como la naturaleza de estos restos
materiales.24 Es una gran estructura que representa un monumento histórico (y en términos
geográficos contemporáneos, un régimen "extranjero") que se ajusta al foco de atención de las
excavaciones de manera más general: el descubrimiento de majestuosidad pasada y exposición
pública del poder por la que se ha producido y representado la nación de Israel. En el contexto de
un proyecto como éste, registrar y preservar la Iglesia Nea y el Cardo también tienen sentido.
El catálogo para la primera exhibición en el museo que se acababa de establecer en la
Ciudadela (Museo Torre de David) describe los hallazgos de las excavaciones de Mazar de esta
manera: "Esta área contigua al Monte del Templo fue uno de los focos de atención en Jerusalén
para la historia de la ciudad. Las construcciones públicas que dejaron su huella son de los
períodos Herodiano y Omeya" (Jesusalem City Museumn.d.:59) Precisamente con esas
"construcciones públicas" no sólo se tomó interés por las exposiciones sino también por las
excavaciones. La estructura del palacio omeya fue descubierta en la primera temporada de
excavación. Estos restos se trataron de manera diferente con respecto a los restos menos
monumentales de períodos posteriores de las excavaciones de Avigad. No fueron derribados, se
convirtieron en uno de los centros de atención del trabajo de excavación de este equipo durante
las dos primeras temporadas, y se describen detalladamente en los informes preliminares de
excavación (véase Ben-Dov 1975; Mazar 1969a). El indicio más llamativo de esta diferencia es la
estratigrafía del lugar establecida por Mazar y su equipo. Se encontraron restos de "cuatro
períodos", árabe, bizantino, romano y desde Herodes el Grande hasta la destrucción del Segundo
el curso normal del mundo (arqueológico)El 16 de noviembre de 1993, Davar(un diario hebreo)
publicó un artículo titulado "Conquistadores del Pasado" (Davar1993). El artículo contenía una
crítica hacia las prácticas de la arqueología de Israel, particularmente durante las primeras
décadas de Estado. El periodista, argumentando que la arqueología era un tema central para el
proyecto político sionista, entrevistó a algunos críticos del ámbito político enfocándose en temas
judíos a costas de otros períodos del país. Amnon Ben-Tor, profesor israelí de arqueología,
escribió una carta en respuesta:
Coincido: es cierto que el estudio de los restos de gente de Israel en su tierra alcanzó un lugar
central en los departamentos de arqueología del país. Es cierto y natural que sea así porque,
¿dónde iba a suceder, en la Universidad de Birzeit? Asimismo, coincido en señalar como
culpables a los investigadores palestinos: el estudio de los restos del pasado musulmán en el
país está hoy aproximadamente en el mismo lugar en el que estuvo el estudio del pasado judío
varias décadas atrás. La diferencia es que los investigadores de Israel no buscaron un chivo
expiatorio, sino que se plantaron e hicieron algo. Estoy seguro que los investigadores
palestinos serán asignados en un futuro cercano, y con entusiasmo, para estudiar los restos de
su pasado en el país. [Ben-Tor 1993, énfasis agregado]
El escritor afirma no sólo que es "natural" para el campo arqueológico de Israel concentrarse en
los "restos" de la "gente de Israel", sino también que este modelo de investigación tiene sentido
para otros. De una manera similar, los investigadores palestinos deberían buscar "su pasado", el
que define como "pasado musulmán".
Durante mi trabajo de campo, escuché muchas veces declaraciones parecidas acerca de la
relación adecuada que uno debe tener con su propio pasado arqueológico. En una conferencia
para arqueólogos profesionales, expertos en preservación, y diseñadores y curadores de museos
que se centró en presentar el pasado arqueológico al público, un arqueólogo americano presentó
Hasta acá he analizado el funcionamiento de la ciencia en sí, las suposiciones y las prácticas a
través de las que los arqueólogos producen historia, patrimonio, relatos, y objetos. Ahora me dirijo
al segundo aspecto de mi argumento y examino cómo el trabajo de la arqueología y, más
específicamente, los restos de cultura material, ayudó a convertir este lugar en el nuevo Barrio
Judío. En otras palabras, ahora sitúo las practicas científicas dentro del más amplio proyecto de
renovación urbana a través del cual se formó la imaginación colonial-nacional, y se expropió,
transformó, y reinventó el espacio.
Las excavaciones de Jerusalén fueron parte del gran proceso de transformación física, cultural
y política del espacio en Jerusalén después de 1967. En vísperas de su victoria de la guerra de
1967, el ejército de Israel destruyó el Barrio Mugharbe y expulsó a sus habitantes. Este fue un
barrio inicialmente fundado por el hijo de Salah al-Din para académicos y peregrinos del Norte de
África (CA. 11 90) y, en 1967, un vecindario que fue parte del Barrio Musulmán (véase Dumper
1992.33-34). Las excavaciones y la reconstrucción se vieron facilitadas gracias a una orden de
expropiación dictada por el ministro de finanzas por 29 acres de tierra en la zona sur de la Ciudad
Vieja; una vez más, los territorios y las propiedades fueron tomadas y los habitantes palestinos
fueron expulsados. Esto ocurrió con el fin de "urbanizar el área para alojar familias judías de Israel
y para restablecer su presencia en la Ciudad Vieja" (Dumper 1992.37). Con la ayuda de la recién
fundada Compañía para la Reconstrucción y el Desarrollo del Barrio Judío, se inició la
construcción del barrio. La zona nueva incluiría territorios y propiedades no solo del antiguo Barrio
Mugharbe sino también de los barrios Sharaf y Maidan. De este modo comenzó la creación de un
presente que también implicaba la excavación de un pasado. El 31 de agosto de 1967, la Ciudad
Vieja fue declarada un lugar de antigüedad. No hubiese sido posible la reconstrucción de la
Ciudad Vieja sin la previa aprobación del jefe de arqueología de Jerusalén. Las excavaciones
arqueológicas, junto con el proyecto de diseño y construcción del nuevo Barrio Judío, seguirían
por una década.
La reconstrucción del barrio acrecentó preguntas y generó debates sobre qué tipo de lugar iba
a ser. ¿Sería un sitio turístico? ¿Un museo? ¿O un monumento a historias pasadas y
destrucciones? ¿Sería un centro para la vida religiosa y el aprendizaje? ¿Sería un barrio habitable
en una ciudad contemporánea? La última visión (propugnada por el establecimiento político
secular que trabaja en conjunto con la comunidad arqueológica) finalmente ganó. Pero este barrio
contemporáneo no iba a ser un espacio del todo moderno, ya que este era, después de todo, el
renacimiento de una demanda nacional judía histórica de la ciudad: la antigua destrucción iba a
ser reparada por un renacimiento moderno. Y esa visión de renacimiento se iba a llevar a cabo a
través de la estética del diseño de construcción del barrio. Arqueólogos, arquitectos, diseñadores
de museos, curadores, y planificadores de ciudad estaban haciendo, según el término de Paul
Carter, "historia espacial". (Carter 1987.xxii). Estaban transformando este espacio en un sitio con
una historia particular, y esa historia iba a estar arraigada a los espacios públicos del barrio y a
tener importancia en sus diseños arquitectónicos.
En una visita guiada al Barrio Herodiano, su curadora original (una arqueóloga) explicó las
alternativas planteadas por los planificadores después de la guerra de 1967. Al encontrar un barrio
Acerca de la reconstrucción del Barrio Judío, la principal pregunta no fue cómo debíamos
reconstruirlo, sino más bien... ¿debemos reconstruirlo del todo? Muchos sienten que los
edificios son lo suficientemente interesantes y encantadores así como están y que deben
permanecer en su condición actual, que son un testimonio histórico del pasado y que nosotros,
hoy, debemos adaptarnos al presente de algún modo integrando estas ruinas antiguas a
nuestros planes modernos de edificación con estilo contemporáneo…
Puedo enfocar esta cuestión solo como un arquitecto israelita que ha estado ocupado con sitios
históricos en este país durante varias décadas. A nosotros, los judíos, siempre se nos ha
enseñado a preservar la tradición. Además, en esta tierra, el centro de nuestro carácter
nacional y existencia física y espiritual está basado en sitios que son sagrados y adorados
para nosotros y que han sido conquistados varias veces por otros pueblos. No tengo ningún
sentimiento malo en contra de esa gente, pero sí siento que los pocos restos de nuestro
pasado que han logrado sobrevivir ahora deberían ser tratados con el mayor de los respetos.
[Comité de Jerusalén 1969:35]
largo de la muralla que da al patio, actualmente un jardín arqueológico. Cada una de estas salas
representan una era o una serie de eras de la historia de Jerusalén: el Periodo del Primer Templo
(a través del Exilio en Babilonia), el Periodo del Segundo Templo (a través de la destrucción de
Jerusalén en el 70 d.C), el Periodo Bizantino, el Antiguo Periodo Islámico, el Período de las
Cruzadas, y Jerusalén Ayubí. Finalmente, hay dos salas conectadas: una está dedicada a
Jerusalén otomano y mameluco, y la otra está dedicada al periodo que abarca desde finales del
siglo XIX hasta 1948 (incluyendo al dominio europeo y a la historia de la modernización junto con
la inmigración judía a Palestina, la fundación del Estado de Israel, y la Guerra de 1948). 30
El contraste entre los aspectos del museo, las salas y el jardín exterior es magnífico. Este,
después de todo, fue diseñado como un museo sin objetos. Según la curadora, ya existían
muchos museos arqueológicos en Jerusalén, y sostiene que mucha gente encuentra los museos
arqueológicos aburridos, entonces los creadores de este museo trataron de encontrar una manera
diferente de contar la historia de Jerusalén.
La exhibición consiste casi en su totalidad en reproducciones de reliquias arqueológicas
albergadas en otras partes (por ejemplo, el piso de la sinagoga Beit Alfa y el Mapa de Madaba) y
de reproducciones o simulaciones de formas arquitectónicas y prácticas rituales de tiempos
pasados (por ejemplo, un holograma del Primer Templo y un modelo del Segundo Templo).
Además, hay una simulación computarizada de actividades en la Iglesia del Santo Sepulcro en
Jerusalén Bizantino, películas del ferrocarril en la Palestina de principios del siglo XX, y,
finalmente, un montaje de pantalla de 6 videos de los diferentes eventos que dieron lugar al
Mandato Británico en Palestina y que culminó en el establecimiento del Estado Israelita, cuando la
bandera de Israel se alza para reemplazar a la británica, acompañada por el Himno nacional
israelita. 31 Los únicos dos artefactos originales se encuentran en la primera sala islámica: una
inscripción en Árabe, y un mihrab (estructura en una mezquita que indica el lugar hacia donde hay
que mirar cuando se reza), ambos son una parte integral de la arquitectura de la sala y ambos no
están identificados (y ambos, en realidad, datan de periodos considerablemente posteriores de la
historia islámica de la ciudad que aquellos exhibidos en la sala). Mientras que la exhibición consta
casi exclusivamente de simulacros y simulaciones, no obstante, la curadora hace hincapié en la
centralidad del edificio en sí más que en el diseño del museo. El "principal axioma" del plano
era,cuenta, que el edificio debía ser la principal característica: "Si uno saca el edificio, el efecto del
museo no es el mismo". "Si uno tuviese un espacio nuevo sería un idioma totalmente diferente".
La yuxtaposición de lo histórico y lo moderno (a menudo como réplicas de objetos del pasado)
en el diseño del museo da lugar a que se entienda el gran proyecto de construcción del Barrio
Judío; es la clave para el lenguaje de su diseño. El actual Barrio Judío se imaginó como el
renacimiento de una demanda nacional de la historia de los judíos, y esa visión de restauración se
vio plasmada en el diseño de construcción del barrio a través de un diseño en el cual lo moderno
iba a ser "envuelto" (Jameson 1991 :101) en lo histórico.
En la totalidad del Barrio Judío, un vecindario habitable en una ciudad contemporánea, los
edificios modernos dan hacia o son construidos encima de restos arqueológicos. La presencia de
restos antiguos permanece para interrumpir el espacio moderno. A diferencia de la Ciudadela, la
mayoría de los restos arqueológicos conservados del barrio datan del Periodo del Primer o
Segundo Templo y son identificados como tales.Sin embargo, también proveen al barrio con un
aura más general de continuidad y longevidad histórica. Tanto la Ciudadela y sus restos
arqueológicos confieren dicha aura al diseño del museo.
Después de completar mi primer visita guiada a la Ciudadela, me vi asombrado por el papel
que desempeña la arqueología al exhibir y narrar la historia de Jerusalén: Es en su mayor parte,
un rol pasivo. Hay muy poco por decir sobre el edificio o sobre el lugar. Ninguna característica
arquitectónica es identificada. La curadora explicó que no existen identificaciones al lado del
mihrab y de la inscripción en la primera sala islámica ya que la idea era "dejar que el edificio viva
su vida". Estas características eran, según ella, parte esencial de la función del edificio, de su
configuración, pero no estaban expuestas. La historia contada por la exhibición está basada en
esta arquitectura como su armazón, pero no la menciona en detalles.
Al caminar a través del corazón del Barrio Judío actual, uno se topa con los restos de una parte
del Muro Ancho de Israel (Israelite Broad Wall), una fortificación de la Edad de Hierro desenterrada
por Avigad. Esta enorme reliquia arqueológica se conserva en una fosa contigua a los cimientos
de los muros de los edificios de apartamentos que sobresalen por encima de ella. Existe también
la Torre Israelita, un museo ubicado en el sótano que alberga los vestigios de una torre de
fortificación de la Edad de Hierro. El museo exhibe los restos arqueológicos como testimonio del
Estado Babilónico de la ciudad en el siglo VI a.C, hecho que marca el final del "Periodo del Primer
Templo" y el comienzo del "Exilio Babilónico". La Casa Quemada y el Barrio Herodiano son
museos arqueológicos que ocupan los sótanos de los edificios contemporáneos, el primero
alberga un establecimiento comercial y el segundo una Yeshivá. Ambos relatan la historia de la
ciudad herodiana, un periodo en el cual la vida judía prosperaba en la ciudad, un periodo de
riquezas y esplendor que culminó en un final brusco con el incendio de la ciudad por el ejército
romano. Se preserva el Cardo Bizantino, a través de la insistencia de Avigad, como monumento
de tiempos pasados que introduce El Cardo de los Cruzados, un arco restaurado en el que se han
construido tiendas para turistas.32
A través de su diseño, la arqueología le proporciona al barrio su escenario (histórico). El diseño
arquitectónico del barrio no solo preserva los restos arqueológicos como vestigios de un pasado
lejano, sino que utiliza estos objetos antiguos para crear un lazo tangible con el presente. Y, al
clasificar los objetos y los restos como vestigios de la vida y la soberanía antigua judía e israelita,
describe al presente como un renacimiento de aquellas historias específicas del pasado de la
ciudad.
Pero incluso si el presente Barrio Judío es visto como el renacimiento nacional de historia y
patrimonio judío y del antiguo Israel, no es ese pasado aislado que habita en el dominio público del
barrio.33 Ya que El Cardo, la Iglesia Nea, y el Complejo de Palacios del Periodo Omeya, son
utilizados para significar y personificar, esta es, además, una ciudad de importancia religiosa y
cultural tanto en el Cristianismo como en el Islam.
Las excavaciones de "otros" pasados (en particular el Complejo de Palacios del Periodo
Omeya) ayudaron a cristalizar y a representar esta otra parte de la historiografía oficial de
Jerusalén: Jerusalén es una ciudad multicultural, y, como estado democrático liberal, Israel
protegerá los derechos de sus residentes minoritarios así como también sus monumentos
religiosos e históricos. Este discurso liberal de tolerancia, articulado por el Partido Laborista de la
ciudad, apuntó tanto en contra de sus oponentes judíos religiosos como de su diseño para una
audiencia internacional.34
Sin embargo, como los guías turísticos y el panel del museo explican claramente, la presencia
de estas otras reliquias y lugares arqueológicos no significan un patrimonio multicultural. No
indican una historia común o compartida. Esta política de multiculturalismo es una de gran
exclusión. Y en un discurso político en donde el pasado y el presente están divididos en
identidades y patrimonios diferenciados, el Estado judío bien puede reclamar la protección de los
derechos (y de los monumentos) religiosos y culturales de las minorías que viven entre ellos, pero
eso es, justamente, lo que son: minorías religiosas y culturales (y, a veces, nacionales) que viven
dentro del Estado judío. Y en una historiografía que identifica todas las otras historias como
momentos de dominios extranjeros, la presencia de estos otros restos no infringen la construcción
de la identidad de la ciudad como centro de hogar nacional judío.
En las visitas, los guías contantemente marcan una diferencia entre "nosotros" los judíos, y
"ellos". (Todas las visitas guiadas en las que he participado, la hebrea y la inglesa, eran narradas
en primera persona del plural: nosotros). Un guía turístico de habla inglesa, dirigiéndose a un
grupo considerable de turistas, en su mayoría americanos (y, supuestamente, según ella, judíos)
manifestaron al entrar a la exposición otomana del Museo Torre de David, "Entonces, estuvimos
bajo dominio otomano". Como sus palabras lo explicaron claramente, esos "otros" restos
representaban periodos de dominios extranjeros, el de los caciques cristianos o musulmanes,
concentrados por todas partes, que establecieron su control político y religioso sobre la ciudad
durante periodos que podrían pasar, y de hecho, pasaron. A lo largo de mi trabajo, se consideraba
repetidamente que la característica extranjera y transitoria de estos otros imperios daba evidencia
conclusión
Un arqueólogo palestino me dijo una vez “si vas a Acre o a cualquier otro lugar del país, no
necesitas imaginar la arquitectura árabe. Es una realidad de cada pueblo, de cada área. Si vas a
cualquier museo israelita, te separan de esta atmósfera viviente y te piden que imagines miles de
años atrás y lo relaciones con el hoy… que imagines lo que antes estaba aquí”. Este arqueólogo
ignoró un aspecto crucial de la imaginación judía colonial-nacionalista en Palestina/Israel. Sin
embargo, a través del trabajo de la arqueología, lo imaginario se ha producido casi en su totalidad
mediante lo concreto, los signos de lo “que antes estaba aquí” que no están alojados en los
museos. Más bien, estos “restos” de cultura material de “tiempos pasados” y “orígenes” históricos
habitan en el paisaje contemporáneo. Se han convertido en “hechos” integrados en los mundos
construidos presentes y vivientes.
Una vez que reconozcamos que el trabajo de la arqueología produce objetos tangibles, su
poder potencial como conocimiento y como ciencia se tornará evidente de manera más clara. Al
construir los signos concretos a través de los que se crean y afirman las demandas políticas y
culturales, el trabajo de la arqueología no solo refleja o legitima regímenes de orden específicos.
Más bien, ayuda a producirlos. En esta ocasión, ayudó a crear un nuevo Barrio Judío que
representa el centro simbólico del Jerusalén actual, un espacio nacional judío histórico y
contemporáneo declarado por el estado como propio por derecho.
A fin de explicar dichos procesos de traducción (para ilustrar las prácticas y contextos mediante
los cuales el conocimiento se convierte en poder) no podemos centrarnos solo en el discurso. En
el caso de la arqueología, necesitamos ir más allá de los debates académicos en los que los
arqueólogos participan y de las historias del pasado y del presente que ellos cuentan. Si la ciencia
se basa en la práctica, debemos prestar atención al trabajo de excavar la tierra y de producir
cultura material. Los objetos de la búsqueda académica (ya sean pequeños restos de objetos
hechos por el hombre o grandes estructuras arquitectónicas) son tan importantes como lo son los
textos, interpretaciones y narraciones históricas que crean los arqueólogos. Solo al prestar
atención a la dinámica más amplia de la práctica disciplinaria podemos entender a la historia en su
construcción: qué es la historia, cómo se produce, a qué es inherente y por qué lógica más amplia
de clasificación se relaciona con el presente. En el caso de estas excavaciones en Jerusalén, una
tradición nacionalista de arqueología produjo múltiples patrimonios los que fueron de inmediato (y
de maneras distintas) re inscriptos en una relación de apropiación con lo que se define como
grupos específicos de poblaciones en el presente.
Además, solo al situar las prácticas y productos de la ciencia en contextos institucionales y
políticos más amplios por los que son habilitados y dentro del cuales son realizados, podemos ir
más allá de la cuestión sobre “ciencia como cultura” –como se enmarca a la sociología y
antropología de la ciencia– y considerar de manera más sistemática el rol de la ciencia en
procesos más amplios de producción y transformación cultural. En relación con el trabajo de la
arqueología, necesitamos examinar las distintas maneras en las que la cultura material producida
por los arqueólogos puede transformar ambientes construidos de mundos contemporáneos. De
este modo, podremos ilustrar más profundamente (más que simplemente afirmar) el poder del
conocimiento: su poder para rehacer el pasado y el presente, la cultura y la política, y para
intervenir en las prácticas de la vida cotidiana (de Certeau 1984).
notas
Reconocimientos. La búsqueda para este artículo fue llevada a cabo entre 1991 y 1993 en Jerusalén, con
el apoyo de Fulbright-Hays Dissertation Award del Departamento de Educación y una subvención del consejo
de la Investigación en Ciencias Sociales y la fundación MacArthur en Paz y Seguridad internacional.
Versiones anteriores de este artículo fueron presentadas en el Centro de Kevorkia para los Estudios del
Medio Oriente de la Universidad de Nueva York y en el Departamento de Historia y Sociología de la Cienciay
el Centro de Medio Oriente en la Universidad de Pensilvania. Agradezco a los participantes en cada uno de
esos seminarios por sus comentarios y observaciones. Además, mucha gente leyó y comentó sobre
borradores anteriores de este artículo, algunos más de una vez, y quisiera agradecerles aquí: Talal Asad,
Rob Baird, John Comaroff, Virginia Dominguez, Joe Greene, Samira Haj, Lisa Hajjar, Henrika Kuklick, Susan
Lindee, Tamara Neumann, Joanne Passaro, Miriam Peskowitz, Charles Rosenberg, Carol Smith y Lisa
Wedeen. Finalmente, me gustaría agradecer a tres críticos anónimos de AE (Editores Asociados) por sus
comentarios prácticos, como también a la facultad, equipo y estudiantes del Departamento de la Historia y
Sociología de la Ciencia, en cuyo departamento escribí este artículo mientras estaba en la hermandad Mellon
en Humanidades en la Universidad de Pensilvania.
1. Dada una respuesta que recibí más de una vez al presentar este estudio, me siento obligado a explicar
explícitamente aquí que no estoy contando esta historia porque creo que es una sucesión real de eventos.
Más bien lo trato como un rumor que –independientemente de si es verdad o mentira- captura algo
fundamental sobre los términos en los que el poder de la arqueología es con frecuencia entendido y por los
que la disciplina misma es discutida en las sociedades palestinas e israelitas.
También me gustaría agregar que al presentar esta historia me siento bastante incómodo. El asesinato de
Albert Glock no es reducible a una “viñeta etnográfica”. Como mínimo, quiero reconocer eso de manera
explícita. Cuento la historia porque captura acertadamente un discurso particular que quiero discutir y criticar
aquí. El asesinato nunca fue resuelto y nunca nadie fue arrestado por el crimen.
2. Arqueólogos israelitas y otros académicos y periodistas participan bastante seguido del argumento
sobre qué arqueología es verdaderamente nacionalista y por lo tanto, anticientífica. En muchas de mis
entrevistas me dijeron que la arqueología israelita bien podría ser “nacionalista” en sus primeros años, pero
que ahora “maduró” en una “ciencia real”. La arqueología palestina, por el contrario, estaba en la misma
etapa de “inmadurez” en la que había estado la arqueología israelita varias décadas atrás (véase, ej., Shavit
1994).
Al contar estas historias no intento suponer una simetría entre los dos proyectos nacionalistas o entre los
dos campos académicos. El nacionalismo judío fue, y todavía es, un proyecto colonial contra el cual los
nacionalistas palestinos han luchado por mucho tiempo. Además, no hay un campo en la arqueología
palestina paralelo al equivalente israelita en términos de apoyo, financiación o personal institucional, o como
campo de conocimiento.
3. Las diferencias entre gran parte de este trabajo y el mío son quizás el resultado de nuestros diferentes
puntos de partida. La mayoría de los textos críticos de la arqueología fueron llevados a cabo por arqueólogos
practicantes que luchaban contra la política de su propia disciplina (y sus usos potenciales) y las
consecuencias de su propio trabajo (ej. Dietler 1994; Hall 1984; Kohl y Fawcett 1995; Trigger 1989). Otros
que han escrito sobre arqueología son historiadores o sociólogos de la ciencia (Kuklick1991; Marchand
1996). A pesar de que tienen perspectivas diferentes, todos estos autores se centran en la disciplina y sus
contextos históricos e institucionales. Por el contrario, llegué al estudio de la arqueología por un interés en
temas de colonialismo, la identidad nacional judía moderna y la construcción del estado nación israelita. Así,
discurso popular en vez de incorporar prácticas no discursivas como un componente central de análisis no es
generalmente una vía eficaz de demostrar las maneras en que formas particulares de conocimiento
estructuran la naturaleza de la regla. (Por ejemplo, Thomas [1994] afirma de manera explícita que el discurso
colonial no es meramente una cuestión de imágenes, pero cuando procede con el contenido de su análisis,
recae precisamente en esta conceptualización.) El énfasis en la práctica científica característico de la mayoría
de los estudios científicos plantea preguntas importantes sobre los diferentes tipos de actos u objetos que
necesitaríamos incorporar a nuestro análisis de la relación entre colonialismo y conocimiento para demostrar
y argumentar más cabalmente a favor del poder del conocimiento.
7. Aunque tomo el concepto de "traducción" de Bruno Latour, lo utilizo de una manera mucho más
restringida que él. Lo que intento capturar al utilizar este concepto es primero que la ciencia crea nuevos
campos de y para la política. Para Latour, la ciencia crea nuevas fuentes de poder (véase Latour 1988). En
segundo lugar, quiero remarcar las formas en que el trabajo de la ciencia (en la medida en que se sitúa
dentro de una amplia cadena de actores, instituciones y prácticas) produce "giros" [Latour 1988:6] a través de
los cuales el resultado nunca coincide con las intenciones iniciales. Es precisamente por el hecho de que
estos giros son inevitables en la producción de procesos científicos (y sociales) que se crean "fuentes de
poder" innovadoras (y por consiguiente, nuevos campos de cultura, política, resistencia y práctica científica).
Lo que no tomo al utilizar este término es su noción de "agentes" que se dedican a traducir los "intereses" de
los demás, un entendimiento de la dinámica de (re)producciones científicas y sociales que depende de una
concepción de individuos impulsados por sus intereses personales, elaborando estrategias para notar su
poder al traducir y emplear los intereses de los demás.
8. Para un debate de arqueología como práctica cultural clave en el período pre estatal y los primeros
años del estado, véase Elon 1994; Geva 1992; Kempinski n.d.; Shavit 1987. De forma más amplia, para el
estudio más extenso y minucioso de la realización de la tradición nacional israelita hasta hoy y la consiguiente
importancia de la arqueología, véase Zerubavel 1995. Para un breve pero interesante análisis de la dinámica
de la práctica disciplinaria en las primeras décadas del estado y su legado en la actualidad (incluyendo una
discusión de los períodos históricos y las cuestiones que fueron de interés arqueológico, técnicas de
excavación y métodos de registro) véase Geva 1992.
9. NahmanAvigad, junto con uno de sus asistentes, ayudó a diseñar el museo y desarrollar la película de
la que proviene esta cita.
10. Los términos nación judía e Israel moderno, más que una referencia al estado israelita moderno,
indican que la "nación de Israel" a la que pertenece esta herencia no es coincidente con los límites del estado
o ciudadanía. Por lo tanto pertenecen a la diáspora judía y a los judíos de Israel, pero no a los ciudadanos
palestinos de Israel.
11. Como los guías turísticos reiteran de modo sistemático, esta área nunca había sido excavada porque
había sido constante (y densamente) poblada por muchos siglos. Irónicamente, la destrucción del barrio en
1948 se considera un regalo para los arqueólogos: su destrucción y recuperación durante la guerra de 1967
aportan una "oportunidad sin precedentes" para revelar el pasado arqueológico de Jerusalén, como dijo un
guía turístico. (Como discutiré más adelante en este artículo, el Barrio Judío de hoy es mucho más grande
que su anterior equivalente de 1948). Es por esto que la narrativa de destrucción en la que Israel captura un
barrio vacío y en ruinas que puede excavarse antes de ser reconstruido elimina la destrucción más reciente,
la demolición de los barrios palestinos y la expulsión de sus habitantes que siguieron a la captura israelita de
la Ciudad Vieja en junio de 1967, lo que en efecto posibilitó dicho trabajo.
12. Aunque no existe un método arqueológico preciso para datar las cenizas al año exacto de su
creación, las películas y las placas explicativas en la Casa Quemada y el Barrio Herodiano (un segundo
museo del Barrio Judío que se centra en los tiempos de la Antigua Roma) nos dicen que las cenizas
encontradas en cada lugar pueden datarse incluyendo “el día”(basándose en la evidencia arqueológica): el
octavo de Elul en los años 70 d.C., el día en que los soldados romanos quemaron la Ciudad Alta. La
evidencia mencionada es numismática (aunque no se aclara en las placas explicativas ni en la película). Por
ejemplo, al encontrar monedas pertenecientes a la Primera Rebelión (67-69 d.C.) en la Casa Quemada, los
arqueólogos concluyeron "Entonces, la casa se destruyó durante la destrucción de Jerusalén a manos de los
romanos en los años 70 d.C." (Avigad 1975:46) Pero la conclusión de que estas cenizas evidencian un único
e identificable evento histórico (más precisamente, el ataque de los romanos a la Ciudad Alta) es cuestión de
conjetura: depende de qué sabemos por fuentes escritas que describen y datan tal evento, lo que los
arqueólogos utilizan para suponer la "causa" de la evidencia arqueológica del incendio.
13. Debido a la intensa presión política para construir y poblar el nuevo Barrio Judío, los arqueólogos
excavaron casi todo el año para finalizar su trabajo lo antes posible.
14. Durante este período, los barrios ricos y reales de la ciudad se situaron en la Ciudad de David. Se
supone que en la Ciudad Alta vivían las personas de clase baja.
"El período de la dinastía herodiana (37 a. C. - 70 d. C.) estaba representado [en estos yacimientos] por
tres niveles en la mayoría de las zonas excavadas… El edificio se destruyó antes de los años 70 d. C. tal
vez a manos de los zelotas, que son conocidos por haber causado grandes daños en Jerusalén antes de
su destrucción por los romanos. [Avigad 1970b:136].
Este argumento acerca de un conflicto entre clases en la sociedad herodiana no fue adoptado por la
comunidad arqueológica de Israel, ni por el distrito de Jerusalén (comunidades dominadas por la elite del
Partido Laborista de Israel) en su interpretación y representación de los restos arqueológicos de la ciudad
herodiana. En cambio, en los últimos años este discurso de las divisiones en la sociedad judía herodiana ha
sido adoptado por los nacionalistas religiosos radicales de Israel (de la "derecha") en oposición al Sionismo
Laborista. En su discurso político, quien derribó la antigua sociedad herodiana no fue la fuerza armada
romana sino la propia división interna existente. De esa interpretación histórica trazan un paralelismo con lo
que identifican como el peligro de la política divisiva del (anterior) gobierno dominado por laboristas de
izquierda y el movimiento por la paz de Israel. Sin embargo, su entendimiento de la causa de dicha división
difiere significativamente del análisis de la clase marxista: la corrupción por parte de la elite herodiana de
Jerusalén, en parte representada por su riqueza, significó un alejamiento de los valores reales del judaísmo.
17. En general, las excavadoras se utilizan con bastante frecuencia en los yacimientos arqueológicos de
Israel/Palestina, incluyendo las excavaciones de Avigad y Mazar (véase, p. ej., Ben-Dov 1982). Mientras que
muchos arqueólogos están en contra de esta práctica, no es el caso de todos los arqueólogos bíblicos. De
hecho, muchos de ellos instruidos en América, como también un investigador formado en Francia que
entrevisté, están de acuerdo en que muchas veces las excavadoras son necesarias en algunos yacimientos.
Sin embargo, hacen hincapié en que antes de adoptar una excavadora, la zona por demoler debe ser
estudiada de manera adecuada para determinar si todavía está estratificada y por lo tanto si es un yacimiento
arqueológico conveniente o si hay "restos" no estratificados que pueden ser removidos. La crítica de estos
arqueólogos en lo que respecta al uso de excavadoras en las excavaciones de Jerusalén se basó en la
opinión de que estos equipos destruyen yacimientos que pueden contener información provechosa. No se
realizó el trabajo previo suficiente para saber si dichos yacimientos contenían "escombros" (una interpretación
que está respaldada por mi lectura de los informes preliminares). Tampoco existió una evaluación minuciosa
del área tomada en Jezreel antes de decidir utilizar excavadoras en busca de la fosa de la Edad de Hierro. De
hecho, un arqueólogo británico con quién hablé estaba particularmente enojado porque fue precisamente la
toma de esta decisión lo que implicó la destrucción del área de estratos bizantinos en la que él estaba muy
interesado.
Las connotaciones simbólicas de las excavadoras en Israel/Palestina van más allá de su utilización en los
yacimientos arqueológicos. Las excavadoras han sido utilizadas para castigar a los palestinos sospechados
de "terrorismo" (destruyendo sus casas) y también para hacer realidad el proyecto nacional-colonial de
expropiar las tierras y recrearlas como judías. Por ejemplo, aproximadamente 400 aldeas palestinas fueron
destruidas como consecuencia de la guerra de 1948, y la mayoría mediante la utilización de excavadoras. En
estas tierras luego se establecieron asentamientos judíos. Así mismo, en el período siguiente a 1967 las
excavadoras fueron utilizadas para despejar tierras (expropiadas) para la construcción de carreteras y
asentamientos judíos. Para un debate de la destrucción de aldeas palestinas luego de la guerra de 1948,
véase Khalidi 1992; Morris 1987. Para la ejemplificación de la utilización de excavadoras como herramientas
de limpieza de tierras para proyectos de asentamientos judíos, véase el debate de los primeros períodos de
construcción del nuevo asentamiento judío en el camino a Belén en el New York Times (1997).
18. Esta decisión de utilizar excavadoras precipitó una discusión entre los arqueólogos británicos y los
arqueólogos israelitas que estaban excavando en el lugar. A excepción de uno, los británicos objetaron
enérgicamente. La excepción fue el director del equipo del Colegio Británico, quien había sido criado en
Israel, había estudiado arqueología allí, y en ese momento era estudiante de doctorado en el Departamento
de Arqueología de la Universidad de Tel-Aviv, y un estudiante de arqueología de Israel al mando de la
excavación.
19. Sin embargo, no quiero otorgarle demasiada importancia a este punto. Jerusalén ha sido
constantemente ocupada por varios milenios, y las actividades de construcción de períodos posteriores han
destruido en gran parte los restos de las ciudades más antiguas sobre los que fueron creados. Por lo tanto,
contrario a los yacimientos que permanecen intactos, se puede preservar mucha menos evidencia,
particularmente cuando nos referimos a "hallazgos más pequeños" que pueden resultar esenciales para
reconstruir la vida cotidiana de otros tiempos. La recolección de dicha evidencia, no obstante, también
requeriría de diferentes técnicas de excavación que aquellas utilizadas normalmente. No sólo mediante el uso
de excavadoras se remueve la tierra bastante rápido en los yacimientos arqueológicos de Israel y Palestina.
Durante estas excavaciones de Jezreel, surgió otro argumento en cuanto a las técnicas de excavación de
manera más amplia. Los excavadores israelitas tienden a utilizar grandes palas, picos y palas mecánicas
para moverse por la tierra. Por el contrario, los arqueólogos instruidos en Gran Bretaña optaron por utilizar en
Jezreel herramientas mucho más pequeñas y que implican más tiempo en sus técnicas de excavación
incluyendo, por ejemplo, tamizar la tierra para buscar restos muy pequeños (ej. artefactos, animales y
semillas). Este último tipo de hallazgos permitió la reconstrucción de la vida cotidiana en el pasado (por
ejemplo, hábitos dietarios, presencia o ausencia de cierto tipo de animales en lugares públicos y privados,
etc.)
20. Los restos del Periodo Otomano presentan un problema particular. Siguiendo a su precursor Mandato
Británico, The Antiquity Law of Israel (La Ley de Antigüedades de Israel) solo protege a los objetos que datan
desde antes de 1700.
21. El hecho de que eran, en su mayoría, excavadoras del distrito no cambia mi argumento de que los
excavadores estaban poco preocupados por estos restos recientes. Al declarar a la Ciudad Vieja como un
yacimiento de antigüedades, la ley le otorga poder a los arqueólogos para frenar dichas excavadoras (y
también, a aquellas pertenecientes a contratistas privados) si consideran que los restos arqueológicos
importantes podrían ser destruidos.
22. Ni tampoco significa necesariamente que los primeros restos no fueron también demolidos.
23. Esta discusión sobre el Complejo de Palacios del Periodo Omeya forma parte de una crítica más
amplia, que sostiene que el campo de la arqueología de Israel en general (y el de las excavaciones de la
Ciudad Vieja en particular) borra sistemáticamente evidencia de "otros" pasados (no-judíos) en la historia del
país. En referencia a estas excavaciones específicas, esta crítica se basa, en parte, en el hecho de que el
equipo de excavación utilizó excavadoras y de que, además, desmantelaron y removieron varios hallazgos y
edificios pertenecientes a períodos islámicos distintos. También se basa en una lectura sobre los
antecedentes arqueológicos e informes de excavaciones. Para excavaciones tan amplias y exhaustivas
apenas se mencionan restos que tuvieron lugar luego de la Antigua Roma y, más específicamente, restos
pertenecientes al gobierno islámico de la ciudad. Dada la extensa historia islámica de la ciudad, es razonable
asumir que muchos de los restos fueron destruidos, ignorados, o simplemente no fueron producidos, según
las prácticas de excavaciones existentes. Además, debido a una falta de elaboración adecuada de registros,
incluso aquellos restos arqueológicos (como restos más pequeños desenterrados junto con el Complejo de
Palacios del Periodo Omeya) que fueron salvados y conservados, se vuelven un problema como recursos de
información histórica. Para los arqueólogos, la falta de un registro adecuado en la estratigrafía y yacimientos
en los cuales los restos fueron encontrados hace que estos objetos sean difíciles de estudiar e interpretar.
Esta crítica es válida. Sin embargo, resulta importante contextualizarla al entender el amplio conjunto de
prácticas de registro que caracterizan a estas excavaciones de Jerusalén y que son, generalmente, bastante
típicas del campo de la arqueología de Israel. Existen, simplemente, muy pocos informes preliminares para
las excavaciones que persistieron todo el año por más de una década. Y aquellos que sí existen son breves,
y sus datos son escasos. Mucho de lo que se desentierra en yacimientos de las excavaciones por todo el
país no se registra del todo, y gran parte se descarta incluso antes de llegar al laboratorio o al depósito, otra
disputa metodológica entre los equipos israelitas y británicos en las excavaciones de Jezreel. En otras
palabras, a pesar de que son claramente muchos más extensos que aquellos pertenecientes a periodos
posteriores, hasta los registros de la Edad de Hierro durante los restos de la Antigua Roma son bastante
escasos. Los buenos registros existen primeramente gracias a aquellos hallazgos que fueron considerados
significativos a priori (generalmente son vistos en base a una historia a priori que se consideran clarifican o
prueban. Hasta el momento, no se ha producido un informe final para ninguna de las excavaciones. Si bien
se dice que un arqueólogo del equipo de Avigad está trabajando en un informe final para esa excavación,
existen dudas generalizadas sobre si dicho informe será algún día presentado para la excavación de Mazar.
Por debates y críticas sobre las técnicas de registro utilizadas por los equipos de arqueología de Israel así
como su metodología de no publicar exhaustivos informes preliminares y finales, y el impacto de aquellas
prácticas en la información académica de manera más general, véase Geva 1992.
24. Los rumores sobre la "conservación" de los Palacios del Periodo Omeya relatan sus propias historias
de política, tanto teóricas como de "la vida real". Existen varias acusaciones entre los arqueólogos del equipo
de Israel sobre quién de ellos quería demolerlos y quién fue responsable de su conservación: ¿Quien fue más
34. Véase las actas de los encuentros de del Consejo de la Ciudad de Jerusalén durante el verano de
1967, en particular la sesión especial sobre Jerusalén (Consejo de la Ciudad de Jerusalén 1967 d.C). Este
discurso político sobre el municipio de Jerusalén como protector de una ciudad multicultural y multireligiosa
no está dirigido solo a una audiencia internacional. Está claro en estas actas que las políticas liberales de
multiculturalismo están dirigidas principalmente a los fieles oponentes israelitas-judíos de Kollek's y del
Partido Laborista: representantes de los partidos religiosos en Consejo de la Ciudad de Jerusalén que
insistían en convertir a esta ciudad en una ciudad verdaderamente "judía", sujeta a los mandatos de las leyes
religiosas. La defensa de los derechos culturales y religiosos de las "minorías" (árabes, o cristianos y
musulmanes) se volvieron una forma de proteger a los judíos seculares de tener que vivir de acuerdo a las
normas religiosas.
referencias citadas
Arnold, Bettina
1990 The Past as Propaganda: Totalitarian Archaeology in Nazi Germany. Antiquity 64:464478.
Avigad, Nahman
1970a Excavations in the Jewish Quarter of the Old City of Jerusalem, 1969 (1st Preliminary Report).
Israel Exploration Journal 20(1-2):l-8.
1970b Excavations in the Jewish Quarter of the Old City of Jerusalem, 1970 (2nd Preliminary Report).
lsrael Exploration Journal 20(34):129-140.
1972 Excavations in the Jewish Quarter of the Old City of Jerusalem, 1971 (3rd Preliminary Report).
Israel Exploration Journal 2214):193-200.
1975 Excavations in the Jewish Quarter in the old City, 1969-1 971. In Jerusalem Revealed: Archaeology
in the Holy City, 1968-1 974. Yigael Yadin, ed. Pp. 41-54. Jerusalem: Israel Exploration Society.
1977 Jerusalem, The Jewish Quarter of the Old City, 1976. Israel Exploration Journal 28(3):200-201.
1981 Yerushalayim: ha-lr Ravtei Am (Jerusalem: The city that was full of many peoples). In Sheloshim
Shenot Arkhiologyyah be-'Erets Yisrael, 1948-1 978 (Thirty years oi archaeology in the land of Israel,
1948-1 978). Benjamin Mazar, ed. Pp. 131 -1 42. Jerusalem: Israel Exploration Society.
1983 The Burnt House Captures a Moment in Time. Biblical Archaeology Review 9(6):66-72.
Ben-Dov, Meir
1975 The Area South oi the Temple Mount in the Early Islamic Period. In Jerusalem Revealed:
Archaeology in the Holy City, 1968-1974. Yigael Yadin, ed. Pp. 97-1 01. Jerusalem: Israel
ExplorationSociety.
1982 In the Shadow of the Temple. The Discovery of Ancient Jerusalem. Ina Friedman, trans. Jerusalem:
Keter Publishing House.
Ben-Tor, Amnon
1993 arkhiologia ve-politika (Archaeology and politics). Davar, December 12: tguvot (Reactions).
Bloor, David
1991 [I9761 Knowledge and Social Imagery. Chicago: University of Chicago Press.
Broshi, Magen
1994 lron Age Remains in the Chapel of Saint Vartan in the Church oi the Holy Sepulcher. In Ancient
Jerusalem Revealed. Hillel Geva, ed. Pp. 82-84. Jerusalem: lsrael Exploration Society.
Broshi, Magen, and Gabriel Barkay
1985 Excavations in the Chapel oi Saint Vartan in the Holy Sepulchre. lsrael Exploration Journal
35(2-3):108-128.
Carter, Paul
1987 The Road to Botany Bay: An Essay in Spatial History. Boston: Faber and Faber.
Chen, Doron, Shlomo Margalit, and Bagil Pixner
1994 Mount Zion: Discovery of lron Age Fortifications below the Gate oi the Essenes. In Ancient
Jerusalem Revealed. Hillel Geva, ed. Pp. 76-81. Jerusalem: Israel Exploration Society.
Davar
1993 Conquerors of the Past. November 16: 1 1-1 3, supplement.
de Certeau, Michel
1984 The Practice of Everyday Life. Steven F. Rendall, trans. Berkeley: University of California Press.
Dever, William G.
1991 Women's Popular Religion: Suppressed in the Bible, Now Revealed by Archaeology. Biblical
Archaeology Review 17(2):64-65.
Dietler, Michael
1994 "Our Ancestors the Gauls": Archaeology, Ethnic Nationalism, and the Manipulation of Celtic
Identity in Modern Europe. American Anthropologist 96:584-605.
Dirks, Nicholas B.
1992a Introduction: Colonialism and Culture. In Colonialism and Culture. Nicholas B. Dirks, ed. Pp.
1-26. Ann Arbor: University oi Michigan Press.
Dirks, Nicholas B., ed.
1992b Colonialism and Culture. Ann Arbor: University of Michigan Press.
Dumper, Michael
1991 Contested Monuments: The Politics of Archaeology in Southern Arica. In Colonial Situations:
Essays on the Contextualization of Ethnographic Knowledge. George W. Stocking Jr., ed. Pp. 135-1
69.
Madison: University oi Wisconsin Press.
Latour, Bruno
1988 The Pasteurization oi France. Alan Sheridan and John Law, trans. Cambridge, MA: Harvard
University Press.
1990 Postmodern? No, Simply Amodern: Steps towards an Anthropology oi Science. Studies in History
and Philosophy of science 21 (1 j:145-171.
Latour, Bruno, and Steve Woolgar
1979 Laboratory Life: The Construction of Scientific Facts. Princeton, NJ: Princeton University Press.
Lipschitz, Nili
1989 Dendroarchaeological Studies 150: The Ophel (Jerusalem) 1986. In Excavations in the South of
the Temple Mount: The Ophel oi Biblical Jerusalem. Ellat Mazar and Benjamin Mazar, eds. Pp.
142-1 43. Jerusalem: Hebrew University Institute oi Archaeology.
Magen, Yitzhak
1994 Jerusalem asacentre of thestone Vessel Industry duringthe Second Temple Period. In Discovering
Ancient Jerusalem. Hillel Ceva, ed. Pp. 244-256. Jerusalem: lsrael Exploration Journal.
Marchand, Suzanne L.
1996 Down irom Olympus: Archaeology and Philhellenism in Germany, 1750-1970. Princeton, NJ:
Princeton University Press.
Manin, Emily
1991 The Egg and the Sperm: How Science Has Constructed a Romance Based on Stereotypical
Male-Female Roles. Signs 16(3):485-501.
1993 Histories of Immune Systems. Culture, Medicine, and Psychiatry 1711 ):67-76.
Mazar, Benjamin
1969a The Excavations in the Old City oi Jerusalem, Preliminary Report oi the First Season, 1968.
Jerusalem: lsrael Exploration Society.
1969b Jerusalem-Old City. lsrael Exploration Journal 29:249-253.
Morris, Benjamin
1987 The Birth oi the Palestinian Refugee Problem, 1947-1 949. Cambridge: Cambridge University Press.
The New York Times
1997 Did Araiat Abet Violence? A Complex Tale. March 26: 14.
Palestine Exploration Fund
1873 Our Work In Palestine. New York: Scribner, Welford, and Armstrong.
1895 Thirty Years' Work in Palestine. London: Harrison and Sons.
Rabinow, Paul
1996 Essays on the Anthropology oi Reason. Princeton, NJ: Princeton University Press.
Rosen-Ayalon, Myriam
1990 Art and Architecture in Ayyubid Jerusalem. lsrael Exploration Journal 40(41:305-314.
Rosovsky, Nitza, and Joy Ungerleider-Mayerson
1989 The Museums oi Israel. Jerusalem: Steimatzky.
Said, Edward
1979 Orientalism. New York: Routledge.
Shanks, Michael, and Christopher Tilly
1987 Re-Constructing Archaeology: Theory and Practice. Cambridge: Cambridge University Press.
Shapin, Steven
1982 History of Science and its Sociological Reconstructions. History of Science 20:157-21 1.
Shapin, Steven, and Simon Schaffer
1985 Leviathan and the Air Pump. Princeton, NJ: Princeton University Press.
Shavit, Yaacov
1987 "Emet me-Esres Tismah": Qavim le-Hitpathut ha-lnyan ha-Siburi ha-Yehudi be-Arkhiologiyyah
(Ad Shanim ha-Sheloshim) ("Truth will rise from the earth": Points in the development oi the public
Jewish issue in archaeology [until the 30~1)K. atedra 44:27-54.
1994 Archaeology in the Service of the Nation. Ha-Aretz, January 7: 96.
Silberman, Neil Asher
1989 Between Past and Present: Archaeology, Ideology, and Nationalism in the Modern Middle East.
New York: Henry Holt.
Stoler, Ann, and Frederick Cooper
1989 Tensions of Empire: ColonialControl and Visions of Rule. American Ethnologist 16:609-621.
Sturdy, Steve
1991 The Germs of a New Enlightenment. Studies in History and Philosophy of Science 2211 ):163-173.
Thomas, Nicholas
1994 Colonialism's Culture: Anthropology, Travel, and Government. Princeton, NJ: Princeton University
Press.
Traweek, Sharon
1988 Beamtimes and Lifetimes: The World oi High Energy Physicists. Cambridge, MA: Harvard
http://www.jstor.org
ENLACES CITADOS
- Página 1 de 3 –
Este artículo cita los siguientes enlaces como referencia. Si intenta acceder a los artículos
fuera del campus se le solicitará que primero se registre a través del sitio web de su
biblioteca para acceder a JSTOR. Visite el sitio web de su biblioteca o contáctese con un
bibliotecario para conocer las opciones de acceso a JSTOR.
Notas
NOTA: los números de referencia del original se mantienen en esta lista de citas.
http://www.jstor.org
ENLACES CITADOS
- Página 2 de 3 –
Referencias citadas
NOTA: los números de referencia del original se mantienen en esta lista de citas.
http://www.jstor.org
ENLACES CITADOS
- Página 3 de 3 –
NOTA: los números de referencia del original se mantienen en esta lista de citas.