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Areyto de a por hombres

Areyto de a por
hombres

Voz: E.B. Nates

Prólogo de:
Manuel Figueroa-Meléndez
Areyto de a por hombres

Primera edición: abril de 2019

© 2019, Gabriel Meroli

Collage de cubierta: © Gabriel Meroli

«Autorretrato postvariación diatópica: un bicho», (2018)

Fotografía de contracubierta: © Gabriel Meroli

«Entre Ica y Huaraz», (2017)

Prólogo: Dr. Manuel Figueroa-Meléndez

Diseño de interior: Moisés O. Huayta Durand

ISBN-13: 978-1724278401
ISBN-10: 1724278401

Todos los derechos reservados por el autor conforme a la ley. Prohibida


la reproducción total o parcial sin permiso previo, excepto en casos de
citas cortas para críticas.
AREYTO DE A POR HOMBRES

Con la obra Areyto de a por hombres, Gabriel Meroli


ha creado un interesante universo lírico donde el yo poético
y las diversas imágenes viriles que reproduce son el hilo y
centro de atención. El deseo amoroso se presenta en un
alucinante marco caribeño que conjuga y yuxtapone lo real
con lo imaginario, la vida con el mito, los hombres con las
divinidades que flotan en un mundo varonil de deseo y
actividad homoerótica. En este universo poético los hombres
están concebidos desde una amalgama de imágenes que los
vincula con el cosmos y con diversos elementos de la
naturaleza. Los poemas presentan un erotismo sensorial
donde los diamantes, las perlas y las flores están engastados
desde la piel hasta lo más profundo de la psiquis masculina.

Muchas de las imágenes de estas composiciones son


un calidoscopio armoniosamente orquestado en las que el yo
concibe al ser deseado en una serie de varones que en
definitiva son el resultado del ser anhelado por la fuerza de
la atracción que une ardorosa y sentimentalmente a los
hombres. De esta manera podemos observar a los hombres
como astros fugaces o volcanes de ardiente lava. En otros
versos aparecen como una lluvia de estrellas o como las
raíces olorosas a ceiba. En varias composiciones lo celestial
y lo terrestre se entretejen y a la vez le sirve de espejo al yo
poético para metamorfosearse en serpiente de seda y
transformar al amado en lobo en celo o trastocar los dedos
en hormigas que estremecen la piel y acarician la epidermis
del deseo y de la mirada.

Areyto de a por hombres es una poética del deseo,


del insomnio provocado por el fuego fulminante del placer

Areyto de a por hombres – 7


profundo y claro. Es una poética de la magia o del misterio
del deseo del hombre por el hombre presentado a través de
una ceremonia íntima, enigmática y quizás en palabras de
otros: profana. El ansia que se descubre ante nuestros ojos es
un anhelo vehemente provocado por la urgencia de tener, de
palpar, de oler y saborear el cuerpo varonil. En esta sed,
provocada por el insomnio o por la ensoñación del deseo
mismo, el arte poético evoca la fuerza cósmica y la terrenal
como si fuera el paraíso perdido que quiere reinventar
mediante deslumbrantes imágenes donde el sudor que brota
de la piel se convierte en diamantes. Donde el jardín florido
de lirios, amapolas y pétalos de rosas es como un hechizo
que seduce y embriaga.

El poema En un insomnio por hombres es una


síntesis del delirio provocado por el insomnio en el que el yo
poético abre, a manera de abanico, su deseo que es el motivo
y nervio de su desvelo. En esta composición el cosmos juega
un papel fundamental al establecer un vínculo con lo
masculino. El vínculo de la figura viril con los astros fugaces
lo establece de una manera inusitada:

…se forman del vaho húmedo del sudor,


son la ardiente lava donde no se reposa.

El poeta une dos elementos disimiles para recrear esa


fuerza cósmica que provocan los hombres y la entiende
como una mirada fulminante que al desear a su pareja y no
tenerla se convierte en castigo que provoca el dolor de la
soledad y el deseo. Mentalmente recrea figuras danzantes
con la virilidad despierta como grabados de platos y vasijas
griegas. La fuerza de estas imágenes eróticas se cristaliza
con los varones de nuestro entorno tropical, seres:

8 – Gabriel Meroli
…que con la mirada tropical
desgarran el palpitar del cuerpo.

La energía poética que vibra en estas composiciones


y la que le da sentido al nervio creador es el deseo por lo
viril. En estos poemas se aprecia una dimensión creadora
donde el yo poético manifiesta abierta y espontáneamente su
orientación homoerótica como pocas veces se observa en la
literatura tal y como lo podemos observar en los siguientes
versos:

Es entregarme al insaciable sueño


de hombres, culpable de mi
insomnio…

o como lo recrea en Tan idénticos pero discordantes:

los diamantes que de tu piel brotan


se esfuman al tocarles,
es la lujuria dueña de mí…

El poema Seducir(le) impresiona por la manera en la


que está construido. El poeta se ha convertido en una deidad
creadora que trata de robar o tomar prestados elementos de
la naturaleza para que sirvan de esencia a la escultura
viviente que forja con la escritura:

trata de: robarle el rocío a las


amapolas para que se pose en sí,
quitarle el verdor al campo para
incrustarlo en sus cristales de porcelana.

Areyto de a por hombres – 9


La piel de nubes acariciarle día tras día
sin importar las llagas
que de tanto esculpirle haga.

De escultor que va cincelando el poema, se transforma en


cartógrafo que recorre con su lápiz imaginario los bordes del
cuerpo:

Consta en saberle sus fisuras y


puntos débiles, ser cartógrafo
de su lienzo pecado.

En Es de tu cuerpo una dulcería la imaginación y


trasposición de imágenes se enriquece con el deleite del
chocolate y con las constantes comparaciones que establece
entre el cuerpo deseado, los diamantes y las amatistas.
Hormigas, lobo hambriento y culebra de seda son parte del
bestiario que el poeta emplea para recorrer la seducción de
su deseo final.

En Soy un ninfómano., el poeta manifiesta fuego,


ardor y pasión con la naturalidad de la palabra y de la
emoción misma. Es el impulso del mundo que se va gestando
desde el insomnio hasta recrear en éste los momentos
vividos en la experiencia amorosa. La figura masculina se
elabora desde los contornos de la piel hasta una evocadora
manifestación del delirio:

…veo a los hombres y sin importar de dónde,


mi piel en ameba quisquillosa arde.

10 – Gabriel Meroli
y me encuentro de nuevo entregándome,
a aquellas palpitaciones de mi cuerpo,
envueltas en un hombre sin dueño.

Esta perspectiva amorosa de deseo y carnalidad es


una dimensión en la que la lujuria se esconde y se escapa por
el arte de la creación poética:

LA MEJOR HORA DEL DÍA


es cuando estoy tomando-té;
sorbo a sorbo como el riachuelo
que nace de tu espalda.

El andamiaje de estas composiciones escala una visión


erótica en la que el varón poetiza su identificación con su
propio género. El cuerpo viril se poetiza con un erotismo
mágico que nace desde el seno de la pasión.

Los astros, el jardín de la naturaleza con sus flores y


árboles, y la evocación a la mitología taína se entretejen en
varias composiciones como en Menjunje para el hombre
perfecto. Los versos de este poema les dan un particular
colorido a las imágenes y le da sentido no sólo al título del
libro sino también al universo poético que el autor ha creado.
La cosmología taína está representada por Yaya y el poeta le
evoca para que le sirva de motivo e inspiración:

…a Yaya le pido
que las caracolas del Mar Caribe se
[impregnen
en su cabellera incolora con sutileza.

Areyto de a por hombres – 11


Aspiro la cohoba de zumo corporal
hacedora de la llama marítima
cual fecunda mi memoria.

Más adelante, el poeta elabora otros versos con imágenes


directas que van a la órbita del retrato, a las imágenes
eróticas recreadas mentalmente, y las devela a los ojos del
lector:

Le pido a los lobos para


que en su dermis renazcan
cuales presurosos vellos
y a mi perineo confundan.

Fusión de órbitas planetarias


sobre el higo nectarino de pliegues
que penden de la unicilíndrica vía
al placer de los delitos…

Este es tu poema 23 toma un interesante giro, en el


que el poeta contempla ante el espejo un hermoso y no
menos melancólico cuadro que amortigua la nostalgia y el
desamor:

Pero al verme frente al espejo


comprendo los lirios y su rocío.
Lástima que cava la mina del corazón
para arrinconarse con el zumo del
cítrico mar que enmohece los goznes.

En este poema, el autor reconoce el andamiaje de su creación


literaria. El quehacer poético en su dimensión erótica le sede
el paso al lirismo de unos versos que revelan la necesidad de

12 – Gabriel Meroli
amar y ser amado. Ante esta necesidad el poeta reinventa y
reconoce su capacidad como creador y se valora en su
dimensión humana:

Yo soy la Luna que refleja mi Sol


de ojos que resplandecen con o sin ti.
Soy yo mismo la galaxia eterna
que se contrae al parto de las letras.

Pocos poetas han presentado la realidad amorosa de


varones con el lente lumínico de la realidad engastado en un
lenguaje cuidado, pulcro en la concepción de las imágenes.
En esta obra Gabriel Meroli presenta un marco homoerótico
con la sinceridad de la palabra, con la emoción que dicta su
numen poético, con imágenes alucinantes y originales, con
la musicalidad que devela el areyto en esta plaza o batey de
nuestro entorno borincano.

Dr. Manuel Figueroa-Meléndez


Universidad de Puerto Rico, Mayagüez

Areyto de a por hombres – 13


A los hombres, especialmente a los caribeños.

Y fue contra la noche que Ángelo dijo


quel amor de dos hombres
es como el amor de dos espejos.

Lo triste es que la poesía


transforma la realidad como los espejos.

«El cuento de la Mujer del Mar», Manuel Ramos Otero


Los hombres son astros fugaces
que se forman del vaho húmedo del sudor,
son la ardiente lava donde no se reposa.

Son la importancia frágil del entero,


la lluvia de estrellas, la mirada
pantocrática de mi castigo.

Oso decir que los hombres son mitología,


la ceiba frondosa cuyas raíces huelen
a melaza agridulce.

Levantarse con el roce de sus dedos


nicotinados, el aroma a flor seca,
sus besos de café, la lengua
de veneno; son la propia sed.

Sujetos acuosos que se esparcen


por el aire etéreo, en contra
de la ráfaga van flotando
con su miembro despierto.

Aquellos hombres son los especiales,


los que con la mirada tropical
desgarran el palpitar del cuerpo;
aquellos lienzos de sutiles pinceladas
que a labios forjan la imagen terrestre.

Tal color se camufle en lo obscuro


y con todo su ser desnudo caribeño,
se bañe en un mar de filosofía
haciéndose de sus lunares un volcán
que mi lengua busca reconocer.

18 – Gabriel Meroli
Siéndose hombre, solo así,
palpo el gusto de este empeño.
Es entregarme al insaciable sueño
de hombres, culpable de mi
insomnio, y sin más razón…

volverme a entregar a sus ramas,


enredarme entre su lija pectoral,
arraigarme en su triángulo
cuyo color la noche envidia,
y hasta el último beso

volverme a esperar por


la lúcida carcasa que
de sus adentros renace
un hombre caribeño.

Areyto de a por hombres – 19


lobo en celos.
ustedes
Haciéndome por

roce fraternal.
busco entregarme al mínimo
escondidas bajo la Luna,
al fulgor entre las nieblas
quienes
mojándome con ustedes
efímero, mirar de agua soy

multiplicado por lo
prohibido
aúlla.
mi pecado al Eros
sudor del jardín de piel(es) al Sol
placer de mi hiel
Es mi mundo al inverso besos

por sus carnosos


que
bo
lo-
ante la Luna soy

Lobo de mi ser soy ante la Luna;

20 – Gabriel Meroli
los diamantes que de tu piel brotan
se esfuman al tocarles,
es la lujuria dueña de mí y mientras
mi reflejo en carne duerme,
me escurro como serpiente de seda,
delicadamente me enrosco
a tu pierna, mordiéndola.
Mientras él se entrega a redes discordantes,
yo adoro la estatua caribeña
que frente a mí, añora un roce de caimito.
Me urgen las vibraciones a
los cabellos chocolate y me hurgo en
el epicentro de tu surrealista pantano.
Mi lengua te penetra la elástica rosa tela,
y con el asombro de mi mortal lengua,
arqueas el antes gélido torso.
Me adentro más profundo y tus
gemidos comienzan a salir,
te hago mío y con mis dedos te silencio;
siempre dedicado al encanto sexual.
El otro continúa en limbo
y yo prosigo susurrándote mil y
una vez mi nombre, E. B. Nates,
al oído para enamorarte…
cada día mientras hacemos del amor arte,
hasta que nuestros cuerpos
sienten elevarse.
Se forja el cosmos cuando el bastón
se funde con la galáctica rosa
náutica y de nuestros colores
se expulsa la purificación del alma.
Y aquí me tenéis, entregado por ti
y sin importarme un pito
lo que diga mi hermano.

Areyto de a por hombres – 21


trata de: robarle el rocío a las
amapolas para que se pose en sí,
quitarle el verdor al campo para
incrustarlo en sus cristales de porcelana.
Tallar del mármol sus dientes perfectos,
halarse una noche de rodillas.
La piel de nubes acariciarle día tras día
sin importar las llagas
que de tanto esculpirle haga.
Consta en saberle sus fisuras y
puntos débiles, ser cartógrafo
de su lienzo pecado.
Saberle navegar por el volcán de su prepucio,
conocerle los vellos y lunares
recorriéndoles con la lengua.
Es hacerle el alma líquida cual
se escurra por la vertical espiga,
hasta que las venas se broten con el fuego
que de mis pieles se desborda
como magma sobre la pálida masa
donde se posa
su infraganti alma mía.

22 – Gabriel Meroli
Chocolates,
pisco
sour,
diamante de labios.

Recorren mis hormigas por dedos


aposentándose sobre tus cañas.
Al derredor bailan al ritmo caribeño
quienes contemplan la piscina blanca.

Por la sombra de tu brea


fluye el trasnoche de dioses…

Carne de pliegues,
chorrera de disfraces,
amatistas ovaladas
que transpiran la mirada.

Sobre la cuerda de lobo hambriento


te tambaleas seduciendo,
haciéndome sangrar fuera de mi lecho.

Almohada ensalivada
como culebra de seda,
que a mi tosca alma enreda.

Sobre las lomas cítricas de tu cuerpo


mi río se desborda,
y este efímero cuerpo,
se vierte en poesía.

Areyto de a por hombres – 23


Es que veo a los hombres y sin importar de dónde,
mi piel en ameba quisquillosa arde.
No logro calmarme
cuando siento tu roce
todo mi cuerpo entero se descose.

Quiero recorrer tus labios de chirimoya,


hasta sentir cómo en mi lengua te desmoronas.
Garúa el éxtasis de tu mirada
y es de mi ánima, un juego de fuga.

Astro, espuma,
es tu voz la que me abruma
y con tus pupilas la sed esfumas.

Bajo tu hechizo de flores


mi corazón se torna silvestre,
y los tuyos dedos
recorren el horizonte del efebo.

Tu aliento a rocío mañanero,


a café con pasas y limón con miel,
hace que se me endulce la hiel.

Cuales venas por navegar,


y mi lengua por mástil ha de estallar.

Los hombres y sus sudores,


sus vellos que se enredan en mis dientes,
sin saber cómo hacer para en ti no perderme…

Cual tapiz de lana me engrana,


y en mi febril tacto
amarrarte con mi savia dorada.

24 – Gabriel Meroli
Y me encuentro de nuevo entregándome,
a aquellas palpitaciones de mi cuerpo,
envueltas en un hombre sin dueño.

Efímera piel de lagarto


que a sangre fría suda el tegumento,
saliéndose de mis cabales
hacen que caiga en cemento.

Ansío tus nebulosas


hasta que, de mis adentros,
explotando como las olas,
sobre tu filosofía me vierta.

Tú,
sí tú,
haces que la cabeza
de mí pierda.

Areyto de a por hombres – 25


pensando en ti,
mientras por las carreteras
gomosas tu figura se doraba.
Sin permiso alguno preñaste mi lengua
y como el desierto azul
tus roces se hacen un charco.
Dame tu impensar irreal
siéndote una mera fantasía
que por la opresión de la jauría
castran mi deseo por ti;
no puedo, en esta noche fría,
decirte cuánto te venero…
hasta que de mis labios,
cual chorro fermenta al caer,
se aspira tu nombre penetrante.

26 – Gabriel Meroli
es cuando estoy tomándo-té;
sorbo a sorbo como el riachuelo
que nace de tu espalda.
Clavar las garras por entre el lienzo mago
que se colora con mis uñas.
Olerte los líquidos de azufre
hasta embriagarme con tu lengua.
Desgarrarte la palpitación.
Bebiéndo-té, las mariposas del charco
se incineran al tacto de mis dedos
y es tu cuello fragancia vibrante
que mi cuerpo no puede alejar.
Recorrerte los muslos, mostrarte
lo que es el beso negro,
¡tan colorido!
Hacerte correr mientras de entre el fuego
mis ojos saborean el mar salado
que por mi exvoto apasionado
hoy entrego tragándo-té.

Areyto de a por hombres – 27


Primero revoloteo con pétalos rosados,
cuales al besarlos de su euforia
me trasmuten la sexualidad.
Segundo, a Yaya le pido
que las caracolas del Mar Caribe se impregnen
en su cabellera incolora con sutileza.
Al jugarme de desapercibido,
a la rama del vasto cielo áspero
suplico por sus perlas deslumbrantes.
La piel como satín de chocolate,
la palpa el rugido voraz de seda
haciéndose de lenguas sabores.
Le pido la piel a los lobos para
que en su dermis renazcan
cuales presurosos vellos
y a mi perineo confundan.

Fusión de órbitas planetarias


sobre el higo nectarino de pliegues
que penden de la unicilíndrica vía
al placer de los delitos;
tuerzo la masa, entreabro la superficie
y escucho la dulzura de sus cuerdas gruesas;
píntole a tierra con musgos en las uñas,
perteneciéndome.
Aspiro la cohoba de zumo corporal
hacedora de la llama marítima
cual fecunda mi memoria.
Embálsome de corales apretados
que se tornan olas de flamas
por su ligero beso contemporáneo.

28 – Gabriel Meroli
El ingrediente secreto lo es echarse
toda emanación de sus pétalos,
aroma embriagante de cacao,
ante el aposento de sus raíces
que se dispersa del deseo.

Areyto de a por hombres – 29


La tierra, el fuego, la obscuridad
y el prisma son del hombre.
La tierra tiene un hombre germinado
en las entrañas de sus uñas.
El fuego tiene un hombre enmarcado
en el infinito efímero del numen.
La obscuridad tiene un hombre onírico
en el trance multidimensional de su quilla.
El prisma tiene un hombre polarizado
en la bifurcación de sus astros.

(A ERC)

30 – Gabriel Meroli
Límpidos estos
cual sabor agrío son
sintiendo bocas.

Ombligos truncos
otrora rechazados,
hoy venerados.

Sálense dioses:
seda acaracolada
de manjar prieto.

Arropes libres
de tueste caribeño,
pósense en mi yo.

Soleadas son,
de pliegues arenales
van espumándose.

Eméticos van,
escurriendo mi psiquis
al yo palparles.

Siéndome de ti
al salir de este cuerpo:
fuego tornándome.

Areyto de a por hombres – 31


Pensaba desahogarme hasta el
crujir de los dientes,
hasta que traspasasen el tuétano líquido,
pero al verme frente al espejo
comprendo los lirios y su rocío.
Lástima que cava la mina del corazón
para arrinconarse con el zumo del
cítrico mar que enmohece los goznes.
Veo en tu rojo cabello un manto
de penas y tristezas que solo
en la maleza gargantal flota;
haciéndome más fuerte con cada peñón
que tu nave lleva sin mar.
Yo soy aire, me pierdo en la inmensidad
de mi ser para entregarme a mí,
sin necesidad de tu destructivo ser.
Yo, que sí valgo y que sí me acuño
al vivir etéreo colorido,
me aferro al beso del mar con cielo
para entregarme a mi nuevo yo:
uno sin los cangrejos coloraos
que penden de tu lengua.
Yo soy la Luna que refleja mi Sol
de ojos que resplandecen con o sin ti.
Soy yo mismo la galaxia eterna
que se contrae al parto de las letras.
Soy el rayo divino de luz
que se impregna al vientre de mi lobo
y con toda la vida por delante,
de tu nada me hago
el eterno infinito del cosmos celestial.

32 – Gabriel Meroli
Susana San Juan ante tu páramo mirar;
soy Comala y al corazón desplumado
lo echo a la peregrina.
En mi delirio maldigo toda la vida
y por mi resentimiento
heterosexualizo mi voz que amas
privándote a ti de lo que me privas.
Soy la Tatuana, que con el barco
hechicero escapa de tu alma-yerro
y en una falsa realidad,
cavo los ladridos de los perros…
que por ti, sufre amortajada.

Areyto de a por hombres – 33


Ké kerrá el lechero, te preguntas.
Pues te digo yo:
kiere agarrarte por los kuernos,
domarte por el kuello
hasta el segundo donde temas.
Te virará los ojos hasta la hora cero,
donde al akarrearse a tus adentros
tú misma te (en)volverás.
Tirará de tus tentákulos negros,
haciendo krujir las perlas en
la kijada a punto de estallar.
El kuerpo sin hablarte, en sus ojos,
su movimiento, su fervor… dirá ke
te kiere sin kitarte la razón.
Vibrarás al sentirle robarte el korazón,
y sin poder salirte,
estallarás el kosmos de tu interior.
Nomás así; rendida te derretirás.
Eskurrida entre las almas,
verás kómo se sube la kremallera
y sin ni sikiera voltearse
se marcha.
Kon lo úniko ke te kedarás
es kon un pecho vacío
y las entrañas anhelando su leche.

34 – Gabriel Meroli
¿Quién diría! Han pasado años y aún sigues
impregnado en mi mente. Confieso que he caído bajo el
hechizo enigmático de tus ojos almendras. Me encuentro
preso en un amor prohibido. Mil veces he intentado sacarte
de mi mente, de mi deseo, de mi libido, sin embargo, por
entre mi piel te estrujas y es de mi alma agua que se escurre
por los surcos de la vida. Cargas en tus pecas el pecado
recóndito que aviva mi más dormido sentimiento cada vez
que me niego. Al costado del Sol, me ciega tu mirada y de
nuevo caigo en áreas grises. Juegas conmigo; con tu filosofía
me cundes del amor que tus labios sellan por temor.
Sabiéndome reo por tener sentimientos hacia ti… Eres el
dueño de mi Musa, el germen que infecta mi literatura, eres
las manos fértiles que mentalmente me impregnan, eres, y lo
sabes, el dueño real de mi cuerpo. Pero, por más que
queramos, jamás moveré mi orgullo. Eres tú quien debe
tomar rienda del dilema. Quebremos la tensión y
entreguémonos: lo veo en tu cuerpo, lo siento en tu piel.

Te preguntarás por qué no lo digo yo… pues no


puedo. Porque el hombre que amo, funde su alma con mi
hermano.

Con extraño afecto,

E. B. Nates

Areyto de a por hombres – 35


Me baño en guayaba como el opía
y automáticamente
se abulta el pantalón,
sin saber por qué,
dulcemente froto sobre el algodón.
Me vierto al mandato de mi cuerpo,
dejando al descubierto el capullo
que se metamorfosea
al roce de sus ojos de naranjas.
Se derrite hasta fundirse a mi flor maga,
la cual con su lengua da elixir de vida.
Las montañas de pieles disminuyen
al sentir su respirar recolectando
cada esencia de mi bosque.
Comienza a desbordarse la gota nívea nectarina
hasta llegar a posarse
sobre el archipiélago de sus labios.
Entre sus ojos pernocta la lujuria,
cual remueve el miedo despierto.
Sus manos recorren mi espalda
y terminan transformándose
en ríos que empapan mi piel.
Es reflejo de mi rechazo
mas mi lengua aguarda su sabor.
Me entrego por última vez
a este sueño, hasta que mi magma
se petrifique en su estómago.
Volando junto con las mariposas amarillas,
a diario me enredo en lo prohibido y entre sábanas…
me licúan las manos del hermano.

36 – Gabriel Meroli
Foto por: © Tatiana N. Mercado

Gabriel Meroli nace en Puerto Rico el 21 de enero de 1996.


Irrumpe en el mundo artístico con su poemario Mia Vita:
Aria Jivana en su corazón (2013). En el mundo de las letras,
actualmente trabaja con su libro: Intentando ser
contemporáneo, del cual la serie «Areyto de a por hombres»
es parte. A su vez expande su labor creativa y nutre su
conocimiento en la Universidad de Puerto Rico – Mayagüez,
en el Departamento de Estudios Hispánicos.

Para más información del autor, visite:


https://www.facebook.com/gabrielmeroli
índice
i. En un insomnio por hombres 18
ii. El jardín de pieles 20
iii. Tan idénticos pero discordantes 21
iv. Seducir(le) 22
v. Es de tu cuerpo una dulcería 23
vi. Soy un ninfómano. 24
vii. Hoy me halé una casqueta 26
viii. La mejor hora del día 27
ix. Menjunje para el hombre perfecto 28
x. Pausa 30
xi. Los ases 31
xii. Este es tu poema 23 32
xiii. PP 33
xiv. M 34
xv. Una carta de amor abierta 35
xvi. Su rostro lo guardo en mis manos 36
enero, 2018-19 julio, 2018
Puerto Rico Perú

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