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UNIVERSIDAD POILITÉCNICA SALESIANA

CARRERA DE PSICOLOGÍA

PSICOTERAPIA EN NIÑOS Y ADOLESCENTES

INTEGRATES:

 BENALCÁZAR CARLOS
 ESPARZA JHONATAN
 INGA AMY
 LAGLA LOURDES
 MALDONADO MATEO
 VILLACÍS JAMMILETE
 VILLARROEL ELISA
1. ¿Cuál es la relación que le da Winnicott al juego respecto al desarrollo
psicosexual?

Se puede decir que el juego es la primera instancia preocupante para el niño, pero
luego se transforma en una región difícil de abandonar. Esta zona de juego no es una
realidad psíquica interna, sino que se encuentra fuera de él, pero no es el mundo exterior.
El niño reúne objetos o fenómenos de la realidad exterior, cuando al jugar manipula
fenómenos exteriores al servicio de los sueños. Hay un desarrollo que va desde los
fenómenos transicionales al juego compartido. El niño comenzará a descubrir su propio
juego y con los otros, necesitando una confianza para poder realizarlo comprometiendo
así su propio cuerpo debido a la manipulación de objetos. En estos se vinculan
extremadamente la excitación corporal que se presenta en el juego y también a los
sentimientos del niño en relación con los demás (Winnicott, 1993).

Los instintos son el principal peligro tanto para el juego como para el “yo” ya que
algún agente exterior explota los instintos del niño. En esencia, el juego es satisfactorio.
Esto es así cuando conduce un grado de ansiedad, la cual en un momento resulta
insoportable para el niño destruyendo el juego, llevándolo a la culminación frustrada con
un sentimiento de confusión mental. Una confusión alternativa como por ejemplo la
provocación de la reacción de los padres, nos lleva a decir que el juego llega a un punto
de saturación debido a la acumulación de experiencias (Winnicott, 1993). Es en la acción
muscular que el placer reaparece vinculando vida erótica y juego. Se establece un
recorrido que va enlazando conceptos fundamentales como pulsión, objeto, placer, zona
erógena, etc.

Winnicott afirma que el juego debe ser estudiado como un tema por sí mismo,
complementario del concepto de sublimación del instinto.

El juego y la masturbación

El juego ha sido vinculado con la masturbación y con las distintas experiencias


sensoriales. Cuando presenciamos algún tipo de juego nos preguntamos cuál es la
excitación física relacionado con el tipo de juego que estamos observando. Cuando el
niño juega y no existe el elemento masturbatorio o la excitación física el juego queda
totalmente eliminado. Existe una diferencia entre el sustantivo “juego” y el verbo “jugar”.
Cuando un niño juega falta en esencia el elemento masturbatorio, es decir que
cuando el compromiso instintivo se hace evidente, el juego se detiene.
Desarrollo de feminidad y masculinidad

El elemento que el autor denomina "masculino" establece contactos


relacionándose en forma activa o pasiva, respaldadas ambas por el instinto. En el
desarrollo de esta idea se habla del impulso del instinto en el bebé, respecto con el pecho
y la alimentación, y luego en relación de todas las experiencias vinculadas con las
principales zonas erógenas, y con los impulsos y satisfacciones subsidiarios. Winnicott
también aporta que el elemento femenino puro se relaciona con el pecho (o con la madre)
en el sentido de que el bebé se convierte en el pecho (o en la madre), dado que el objeto
es el sujeto. Y en esto no puedo ver impulso instintivo alguno (Winnicott, 1993). El
término objeto subjetivo, fue usado para describir el primer objeto aún no repudiado como
un fenómeno no-Yo. En esta relación del elemento femenino puro con el "pecho" hay una
aplicación práctica de la idea de objeto subjetivo, y esa experiencia allana el camino para
llegar al sujeto objetivo, es decir, la Idea de una persona y el sentimiento de realidad que
nace de la sensación de poseer una identidad. El sentimiento de ser, se da antes de la idea
de ser-uno-con. Debido a que hasta entonces no hubo otra cosa que identidad. Dos
personas separadas pueden sentir que son una, el bebé y el objeto son uno. Es posible que
el termino de identificación primaria se haya usado precisamente para esto, y el autor
pretende mostrar la importancia vital que tiene esa primera experiencia para la iniciación
de todas las siguientes experiencias de identificación. En el crecimiento del niño, a
medida que el yo comienza a organizarse (relación de objeto del elemento femenino puro)
establece la experiencia de ser. Aquí hay una verdadera continuidad de generaciones, el
ser que se transmite de una generación a otra por la vía del elemento femenino de hombres
y mujeres. y de niños varones y mujeres (Winnicott, 1993). Por el contrario, la relación
objetal del elemento masculino con el objeto presupone separación. En cuanto se dispone
de la organización del yo, el bebé asigna a este la cualidad de ser no-yo o separado,
experimentando satisfacciones del Ello que incluyen la ira frente a la frustración. La
satisfacción de los impulsos acentúa la separación del objeto respecto del bebé y lleva a
la objetivización del objeto (Winnicott, 1993). A partir de ahí, del lado del elemento
masculino la identificación necesita basarse en complejos mecanismos mentales, que a
medida que pasa el tiempo aparecen, se desarrollen y se establezcan como parte del
equipamiento del nuevo bebé. Pero del lado del elemento femenino la identidad demanda
poca estructura mental que esa identidad primaria puede ser una característica desde muy
temprano, y los cimientos para el simple ser pueden quedar establecidos desde el
momento del nacimiento, antes, poco después, o desde el instante en que la mente se
libera de las trabas para su funcionamiento debidas a la inmadurez y a las lesiones
cerebrales vinculadas con el proceso del nacimiento (Winnicott, 1993). Dice el autor “la
frustración corresponde a la búsqueda de satisfacción. A la experiencia de ser corresponde
algo distinto; no la frustración sino la mutilación. Deseo estudiar este detalle en especial”.

Potencialidad del adolescente

(ESTO FALTA) Y DE AHÍ VA LO QUE PUSE ABAJO

Una vez revisado todos estos aspectos, jugar implica, también, el uso de símbolos,
entendidos, desde Winnicott, en función de cómo esto hace de aquello. La versatilidad
del juego permite el despliegue de la utilización de objetos que hacen de otros, lo que
constituye un logro en el desarrollo. En relación con el concepto de objeto de uso, un niño
que juega ha llegado a la posibilidad de superar la instancia de objetos subjetivos. Para
decirlo de otra manera, la transicionalidad da cuenta de ese pasaje de un mundo acotado
a las experiencias omnipotentes, a un mundo con otros distintos de mí y, por lo tanto,
consistentes de realidad. Jugar remite al pasaje de la dependencia a la independencia. En
Winnicott el concepto de jugar no está unido a la sublimación, ya que no se trata de un
ser de la pulsión sino de un ser de jugar. Sólo si la sexualidad corporal es procesada en
zona de juego, tiene valor estructurante, de otra manera es traumática o patógeno
(Winnicott, 1993).

Respecto al juego, se ve oportuno contrastar con los aportes de Freud, quien había
anticipado que se trata de crear nuevas significaciones del mundo, a partir de lo que ya
existe. En este sentido, se mantiene en la misma línea de Tres Ensayos en relación con el
principio de placer y con ello, lo vinculado a la sexualidad infantil como motor del juego.
En este texto, agrega un rasgo más: no se trata solo de inventar, sino también de imitar.
El niño, reproduce el hacer del adulto, al que Freud comprende que no es más que el deseo
infantil de “ser grande”. Este deseo se sostiene en la medida que el niño juega para sí.
Esto es, que el jugar no es solo invención y transformación, sino elaboración e imitación
del mundo al que va asimilando a través del jugar. Lo sexual infantil se refiere a las
tendencias pulsionales dirigidas hacia la descarga de tensiones y la búsqueda del placer
(Bareiro, 2017).

Cada una de las etapas del desarrollo psicosexual no representan una forma
particular de placer sino de adaptación al medio. Así, el juego winnicottiano está
relacionado con los aspectos más creativos de la subjetividad que incluyen a nociones
como la ilusión, la apreciación de la belleza y al descubrimiento de intereses emocionales.
Mediante el juego, hay hallazgo de sentido y su función será la de aliviar la constante
tensión entre la realidad interior y exterior, lo que permite tomar contacto con el sentido
personal de cada sujeto y con el mundo que lo rodea. En esta línea, jugar es
transformar(se).

De esta forma, se evidencia que el juego implica confianza y está ubicado en el


espacio potencial entre el bebé y la madre. Compromete al cuerpo porque manipula
objetos y porque puede haber excitación corporal. Esta excitación en las zonas erógenas,
los instintos, amenazan el jugar: aunque el juego es satisfactorio, puede elevar la ansiedad
a niveles intolerables, destruyéndolo. El carácter excitante del juego no deriva del
despertar de los instintos, sino de la precaridad de la acción recíproca, en la mente del
niño, entre lo que es subjetivo (casi alucinación) y lo percibido objetivamente (realidad
verdadera o compartida).

Hay un desarrollo que va de los fenómenos transicionales al juego, de este al juego


compartido, y de este a las experiencias culturales. Y la personalidad va conformándose
de acuerdo a todas las experiencias que vive el niño.

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