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<<Derecho de Daños>>
Derecho de Daños
CONCEPTO Y FUNCIONES:
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1071 y 1071 bis del Código Civil y en la ley 24.240 de <<Defensa del
Consumidor>>.
2. Función resarcitoria: La función resarcitoria del derecho de daños es
la más importante de todas y la que tradicionalmente ha hecho la esencia
misma de la responsabilidad civil. La reparación del daño parece haber
superado el rígido esquema de la “sanción resarcitoria” que, según algunos,
representaría. Y ello es así porque la teoría general del responder <<no es un
simple sancionar, sino distribuir daños>>.
3. Función punitiva: También integran el derecho de daños algunas
cuestiones de naturaleza sancionatoria, orientadas al desmantelamiento de los
efectos ilícitos. Tal lo que sucede cuando quien causa un daño a otro, actúa
con el propósito de obtener un rédito de esa actividad (se traduzca éste en el
ingreso de bienes a su patrimonio o en el ahorro de gastos necesarios para
evitar en menoscabo).
En tal supuesto, la reparación del perjuicio resulta insuficiente para
alcanzar el restablecimiento pleno de la legalidad, pues subsiste un beneficio
derivado directamente del ilícito. De allí que debiera operar el
desmantelamiento de los efectos del ilícito mediante la implementación de
penalidades económicas.
En todos estos casos parece necesaria la implementación de un régimen
complementario de penas civiles. Sin embargo, la punición de estos ilícitos
tropieza con serias dificultades. La más grave es la ausencia de normas que
permitan imponer sanciones civiles en tales supuestos y que regulan el destino
de la pena.
PRINCIPIOS:
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daño debe estar prohibida. Sólo así cabría impedir la actividad peligrosa, pues
hay otras que son genéricamente riesgosas pero están permitidas, como por
ejemplo, la conducción de automotores, fabricación de determinados productos
químicos, etc.
DIFERENCIA CONSISTE
CON
La Las diferencias son las siguientes:
responsabilida 1. La responsabilidad por daños previene y repara el
d penal perjuicio; la responsabilidad penal previene y reprime los
delitos.
2. En la responsabilidad civil el punto de mira es la víctima,
cuyo perjuicio se busca resarcir o evitar; en la
responsabilidad penal, la óptica se centra en el posible
delincuente cuya conducta se juzga a fin de aplicar
eventualmente una pena.
3. La diferencia no radica en la materia violada sino en el
interés perturbado: en la responsabilidad civil el interés
protegido es primordialmente privado; en la responsabilidad
penal, el interés el público.
El A diferencia del enriquecimiento sin causa, que genera
enriquecimient “acción restitutoria” por ausencia de un motivo legítimo para
o sin causa el desplazamiento patrimonial, la responsabilidad por daños
determina el surgimiento de una acción resarcitoria si media
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En una primera etapa, ante la producción del daño surgió una instintiva
reacción de venganza. Era la época muy primitiva de la Ley del Talión, en
donde se debía penar “ojo por ojo” y “diente por diente”.
Un síntoma de evolución se advirtió cuando la víctima, de común
acuerdo con el ofensor, aceptaba recibir de éste una suma de dinero a cambio
del perdón. Obsérvese que la suma de dinero que se mandaba a pagar la era
más a título de pena impuesta al ofensor que de resarcimiento del daño. La ley
de las XII Tablas constituye el mejor ejemplo de ésta transición, en donde la
responsabilidad penal y civil aparecían todavía indiferenciadas.
Recién durante el período clásico del Derecho Romano, se llegó a
distinguir la pena que impone el poder público ante hechos determinados para
castigar al culpable de un delito que repercute directamente sobre la sociedad,
del derecho de la víctima a reclamar el resarcimiento de los dalos sufridos.
En el Derecho Romano, el fundamento de la reparación de los daños
residía en la injusticia que importaba en sí mismo el hecho dañoso. El Derecho
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hecho de las cosas, ámbito en el que se predica que el artículo 1113 del Código
Civil sólo tiene aplicación en materia aquiliana, no así en el campo contractual.
Si bien ello es rigurosamente cierto, las diferencias entre uno y otro
régimen no lo son tanto, pues se reconoce pacíficamente en materia
contractual que pesa sobre el deudor una obligación de seguridad, de
resultado, cuyo factor de atribución es consiguientemente objetivo. Con ello se
extiende a dicho ámbito el mismo criterio que inspira al artículo 1113,
desapareciendo toda diferencia relevante.
d) Prueba de la culpa: Conforme a la doctrina clásica, en materia
aquiliana rige el principio según el cual la culpa del demandado debe ser
probada por el damnificado que alega su existencia.
En materia contractual, en cambio, la culpa del deudor se presumirá, por
lo que, probado el incumplimiento, incumbiría al deudor la demostración de una
causa extintiva o impediente de la obligación.
Sin embargo, Pizarro considera que es una concepción que está
superada.
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3) Responsabilidad precontractual:
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1) Concepto de daño:
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cada una causa distinta, lo que impide que pueda considerarse que la una es la
razón de la existencia de la otra.
b) Daño intrínseco y daño extrínseco: Daño patrimonial intrínseco es
el que recae sobre el objeto mismo de la obligación (por ejemplo, en la venta
de una vaca enferma, el daño intrínseco consiste en el valor de la vaca). Daño
patrimonial extrínseco es aquel que sufre el acreedor, a raíz del incumplimiento
del deudor, en otros bienes distintos del objeto de la obligación (en el ejemplo
citado, se contagian y mueren otras vacas: el daño extrínseco se traduce en el
valor de estas últimas).
Esta clasificación, inspirada en Pothier, tenía fuerte respaldo en el
derogado artículo 521 del Código Civil para delimitar la extensión de la
responsabilidad del deudor en el incumplimiento obligacional. El deudor
respondía siempre por los daños intrínsecos y sólo en caso de dolo por los
extrínsecos. El panorama ha variado sensiblemente luego de la reforma
introducida en el año 1968 por la ley 17.711 al artículo 521 del Código Civil.
c) Daño común y daño propio: Daño común es aquel que cualquier
persona habría experimentado a raíz del incumplimiento, conforme al curso
normal y ordinario de las cosas. Así, se pierde una joya prestada para ser
lucida por una modelo en un desfile, el daño común estará dado por el valor
corriente o de reposición de la misma.
El daño propio es el que sufre un acreedor determinado, en función de
las circunstancias que le son particulares en el caso concreto. En el ejemplo
dado, la joya representaba un recuerdo familiar, con el consiguiente perjuicio de
afección que deriva de su pérdida sólo para el acreedor.
En principio, el daño común es siempre resarcible. El daño propio, en
cambio, sólo es indemnizable cuando fuese conocido o conocible por el deudor
al tiempo de contraer la obligación.
4) Daño moral:
Concepto:
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De la pena o sanción
ejemplar
Que admite la reparabilidad
Del resarcimiento del daño
moral
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Según una tesitura, existirían daños diversos del moral y del patrimonial,
a título de categorías autónomas y resarcibles per se: psíquico, incapacitante,
estético, sexual, al proyecto de vida, etc.
Sin embargo, conforme la doctrina dominante, esta tesis debe ser
rechazada por cuanto que dichos menoscabos constituyen lesiones que
pueden originar o acentuar daños morales o económicos, y son éstos los
resarcibles. Así, una lesión psíquica representa una alteración patológica de la
personalidad y lógicamente intensifica el daño moral, pero no puede
considerarse como un daño específico y distinto a él.
Desde luego y a fin de establecer la indemnización justa, el magistrado
debe valorar adecuadamente la magnitud de las lesiones sufridas, con todos
sus componentes (estético, psíquico, sexual...). Pero el daño resarcible versa
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mediante acciones voluntarias. Los actos de los inimputables al igual que las
fuerzas naturales se consideran acontecimientos fortuitos y no pueden ser
calificados como ilícitos por hallarse fuera de la conciencia inteligible del
individuo. No existen, conforme a esta tesitura, ilícitos inculpables. La acción
contraria a la norma debe ser dolosa o culposa.
En cambio, para la tesis objetivista, la ilicitud de un acto es juzgada con
prescindencia de la condición anímica del agente: es suficiente que una regla
de derecho haya sido vulnerada.
Esta tesis responde a la necesidad de concebir idealmente el fenómeno
de la conducta de una persona en oposición con los mandatos legales. La
ilicitud presupone un juicio de valor en el cual se afirma su contradicción con
las normas jurídicas. Una contradicción entre el hecho y el derecho. La
antijuridicidad se determina, podemos concluir, por su antagonismo con el
orden jurídico: la antijuridicidad en su esencia no es sino la negación del
derecho.
Decimos, por lo tanto, que un determinado proceder se declara
antijurídico cuando contradice las reglas del ordenamiento jurídico
integralmente considerado. Como se ve, el juicio de valor recae exclusivamente
sobre el acto; la culpabilidad o inculpabilidad del autor es indiferente a ese
respecto y sólo se toma en cuenta para discernir su responsabilidad.
Admitimos, pues, la ilicitud aunque no haya voluntad -y por consiguiente
imputabilidad- en el agente pues conceptualmente la punibilidad es sólo una
consecuencia posible de la antijuridicidad, pero no un elemento estructural de
la misma.
Si conceptuamos que el ámbito de las normas del derecho se extiende
también a los inimputables, se encuentra explicación satisfactoria para diversas
situaciones, especialmente en la doctrina de la legítima defensa. La agresión
de un demente, por ejemplo, puede ser juzgada de acuerdo con las
circunstancias como “ilegítima” y a ese título justificar la legítima defensa del
agredido, o la represión por la autoridad o por un tercero.
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Responsabilidad contractual:
El incumplimiento obligacional, en cualquiera de sus posibles
manifestaciones, importa una violación al derecho de crédito y constituye
siempre una conducta antijurídica. Quien incumple una obligación en forma
absoluta o relativa, total o parcialmente, obra de manera antijurídica pues
contraviene los deberes que le atañen en virtud de un vínculo preexistente.
Las mismas consideraciones caben para el incumplimiento contractual
en sentido estricto. La regla del artículo 1197 del Código Civil es clara y
elocuente: “Las convenciones hechas en los contratos forman para las partes
una regla a la cual deben someterse como a la ley misma”. Va de suyo que
quien incumple el contrato no obra conforme al ordenamiento jurídico
Responsabilidad extracontractual:
El ordenamiento jurídico argentino ha consagrado el principio rector del
alterum non laedere, prohibiendo no dañar a otro sin causa de justificación. La
Corte Suprema de Justicia de la Nación, en un trascendente fallo del año 1985
(Santa Coloma, Luís F. y otros c. Ferrocarriles Argentinos), le ha asignado
inclusive jerarquía de derecho constitucional. Por lo tanto, en principio, debe
presumirse antijurídico todo acto u omisión que cause un daño a otro, sin que
medie causa de justificación.
Responsabilidad objetiva:
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Supuesto Consiste
Imposibilidad La noción de imposibilidad debe ser medida en términos de
sobrevenida, actualidad. Se trata de una prestación que era susceptible de
objetiva y no ser cumplida al momento de contraerse la obligación y
absoluta de la que ulteriormente deviene imposible.
prestación La imposibilidad también debe ser objetiva y absoluta. Esto
significa que ella tiene que representar un obstáculo
insalvable para cualquier persona, en función del tipo de
prestación comprometida, y no solamente para el deudor.
Solo cuando la prestación deviene imposible por una causa
objetiva sobrevenida no imputable al deudor, la obligación se
extingue y se produce la disolución del vínculo jurídico.
Si, en cambio, la imposibilidad es imputable al deudor, el
vínculo jurídico no se extingue y permanece, pese a tener
por objeto una obligación de cumplimiento imposible. La
obligación subsiste aunque transformando su objeto: ella se
convierte en una obligación de pagar daños y perjuicios.
Frustración También se produce el incumplimiento absoluto y definitivo
irreversible del de la prestación cuando ésta es temporalmente incumplida,
interés del o es ejecutada de manera defectuosa y tal situación provoca
acreedor la frustración irreversible del interés del acreedor, cerrando
las puertas a toda posibilidad de cumplimiento tardío. Por
ejemplo, el caso de obligaciones sujetas a un plazo esencial
Voluntad Se produce cuando el deudor manifiesta de manera
manifiesta de inequívoca y concluyente que no habrá de cumplir la
no cumplir obligación, cualquiera sea la causa que invoque, siempre
que, como es lógico, no se trate de un supuesto de
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3) Incumplimiento defectuoso:
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de una persona, hay que establecer que fue realmente su acción la que lo
produjo.
La relación de causalidad presenta importancia en todos los casos de
responsabilidad sin que importe que se trate de un supuesto de
responsabilidad por el hecho propio, por el hecho ajeno o por el hecho de las
cosas de las que se es dueño o guardián.
Ello determina que en numerosos supuestos deba responder quien no
ha producido personalmente el daño, si mantiene algún vínculo decisivo con el
factor eficiente.
Función Consiste
Autoría La relación de causalidad permite determinar cuando un
resultado dañoso es materialmente atribuible a la acción
dañosa de un sujeto determinado (imputación fáctica).
Conviene no confundir autoría del daño con autoría de la
conducta dañosa. La primera supone una noción más amplia
que abarca tanto el daño causado personalmente, como al
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4) Causalidad y culpabilidad:
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las cosas, mayor será la obligación que resulte de las consecuencias posibles
de los hechos”.
Teoría Afirma
Teoría de la Es atribuida a John Stuart Mill quien había sostenido que <<la
equivalencia causa de un resultado es la suma de todas las condiciones
de las positivas y negativas que, tomadas en conjunto, contribuían a
condiciones producirlo>>.
Para esta teoría, todas las condiciones que contribuyen a
producir un resultado dañoso tienen el mismo valor, por lo que
la falta de cualquiera de ellas determina la no causación del
daño. Por lo tanto, para funda la imputación fáctica bastaría
con que el sujeto hubiera puesto una condición cualquiera de
ese resultado.
Semejante amplitud en el concepto de causa lleva a
considerar como tales a las condiciones inmediatas, mediatas
e inclusive a las remotas. La gravedad de tal conclusión se
potencia cuando ellas se proyectan en el tiempo, ya que no
sólo cabría incluir a las condiciones actuales, sino también a
las causas de las causas, y así indefinidamente.
Por lo demás, desde una perspectiva estrictamente lógica,
esta tesis conduce a una insalvable contradicción pues
después de definir el todo por la suma de las partes termina
afirmando que cada parte es igual al todo.
Teoría de la Esta teoría procura buscar entre todas las posibles
causa condiciones que han producido el resultado la causa
próxima generadora del mismo. Acude para ello a un criterio simplista
al asignar tal carácter a <<la condición que se presenta como
más próxima al resultado dañoso en el orden cronológico>>.
Si bien es cierto que en algunos casos la condición previa en
el tiempo a la producción del evento dañoso suele ser la causa
del efecto, ello no constituye una regla absoluta que permita
erigir un criterio categórico en tal sentido.
Teoría de la Estas dos teorías se encuentran estrechamente ligadas. La
condición teoría de la condición preponderante sostiene que <<la causa
preponderant del daño es aquella condición que rompe el equilibrio entre los
e y de la factores considerados favorables y los adversos para su
condición producción, influyendo de manera preponderante en el
eficiente resultado>>.
La teoría de la causa eficiente considera que <<es causa del
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alguien infiere a otra persona a quien sabe hemofílica una mínima lesión física
que determina su muerte.
Por último, nunca son imputables las consecuencias remotas, porque
son tan alejadas que resultan máximamente imprevisibles. Así, el artículo 906
establece que: “En ningún caso son imputables las consecuencias remotas,
que no tienen con el hecho ilícito nexo adecuado de causalidad”.
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Culpa:
Concepto:
La culpa es el factor de imputación subjetivo más importante dentro de
nuestro derecho privado. El Código Civil la define en su artículo 512, como “...
la omisión de aquellas diligencias que exigiere la naturaleza de la obligación, y
que correspondiesen a las circunstancias de las personas, del tiempo, y del
lugar”. Si bien se hace referencia a culpa en el incumplimiento obligacional el
concepto es trasladable sin dificultades al ámbito de los actos ilícitos
extracontractuales.
Para que se configure la culpa es menester la presencia de dos
requisitos:
1. La omisión de realizar la conducta que exige la naturaleza de la
obligación: la culpa importa siempre una desviación o defecto de la conducta
debida. Ella justifica el juicio de reproche que se formula.
2. La ausencia de propósito deliberado de incumplir o de causar un
daño: la culpa presupone siempre buena fe del deudor y allí radica una
diferencia sustancial con el dolo. Esta circunstancia determina que opera un
trato más benévolo que en los casos de dolo. Cabe señalar que la infracción de
la diligencia, genéricamente considerada, se da tanto en la culpa como en el
dolo; lo que sucede en este último supuesto es que, en razón de mediar una
voluntad conciente y deliberada de no cumplir, ésta absorbe dicha obligación
de diligencia.
La culpa puede manifestarse como negligencia, imprudencia o impericia:
a) La negligencia consiste en no prever lo que era previsible o,
habiéndolo hecho, en no adoptar la diligencia necesaria para evitar el daño. Se
trata de una conducta omisiva de cierta actividad que, de haberse desplegado,
habría evitado el daño. También se la denomina, especialmente entre los
penalistas, culpa inconciente.
b) La imprudencia se traduce en una conducta positiva, precipitada o
irreflexiva, que es llevada a cabo sin prever sus consecuencias. Es el caso de
quien conduce a gran velocidad en zona urbana, confiando en que su habilidad
para manejar le permitirá evitar un accidente o esperando que no ocurra. A esta
forma de culpabilidad también se la suele llamar culpa conciente.
c) La impericia consiste en la incapacidad técnica para el ejercicio de
una función determinada, profesión o arte. Por ejemplo, el ingeniero que, por
desconocimiento de las reglas que rigen su actividad profesional, realiza un
cálculo de estructura equivocado, que luego provoca el derrumbe de la obra.
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Graduación de la culpa:
En el derecho romano postclásico y justinianeo, la culpa en el
incumplimiento obligacional aparecía estructurada rígidamente, a través de un
sistema de clasificación abstracta, dividida en grados. A esta actitud se la
denomino teoría de la gradación o graduación de la culpa o teoría de la
prestación de la culpa.
En Roma se distinguía inicialmente entre la culpa grave (o lata) y culpa
leve. Esta última especie, a su vez, era apreciada en abstracto o en concreto
los glosadores incorporaron más tarde la culpa levísima que tomaron como
parámetro a un muy buen padre de familia o aún diligentísimo hombre.
La culpa grave constituía una negligencia grosera en el cumplimiento de
una obligación: eran no prever lo que habría previsto cualquier persona. La
culpa grave estaba asimilada al dolo en su tratamiento.
En la culpa leve, el modelo de conducta estaba dado por lo que habría
seguido un buen padre de familia (culpa leve in abstracto), o la que el propio
responsable ponía habitualmente en sus asuntos (culpa leve in concreto).
La culpa levísima tomaba en consideración la conducta que hubiese
seguido en el caso concreto un diligentísimo padre de familia.
La clasificación antes reseñada, se vinculaba con la denominada “teoría
de la gradación de las culpas”, conforme a la cual, cuando el contrato brindaba
utilidad exclusiva para el acreedor, el deudor sólo respondía en caso de culpa
grave; si aquélla era común para acreedor y deudor, se respondía por la culpa
grave y la culpa leve in abstracto; y en algunos casos excepcionales por culpa
grave y por culpa leve in concreta. Cuando se trataba de obligaciones que solo
generaban utilidad para el deudor, este respondía, además, por culpa levísima.
La doctrina nacional mayoritaria señala que la teoría de la gradación de
la culpa fue rechazada por Vélez Sársfield en el artículo 512 y en su
correspondiente nota donde, citando a Zachariac, la califica como “una de las
más oscuras en el derecho”.
Cabe señalar, sin embargo, que el codificador no fue del todo
coherente en esta materia, y que encontramos en el Código algunas
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Apreciación de la culpa:
Apreciar la culpa es determinar si, en caso concreto a mediado o no
dicho reproche subjetivo en la conducta del superagente. La culpa puede
apreciarse in abstracto, tomando en cuenta un módulo-tipo (por ejemplo, buen
padre de familia), o en concreto, que se valora comparando la conducta del
agente con el módulo ideal de referencia antes indicado.
Nuestro sistema es, a la vez, abstracto y concreto. El juez debe
examinar el caso concreto ponderando los antecedentes y luego
confrontándolos con la diligencia que en tales circunstancias habría observado
un hombre prudente.
La culpa debe juzgarse tomando en cuenta la naturaleza de la obligación
(así, por ejemplo, el deber de cuidado y, diligencia que impone trasladar un
valioso caballo pura sangre de carrera, es mayor que el que deriva del
trasladar un caballo de tiro común); la calidad de las personas de deudor y
acreedor (no puede exigirse el mismo grado de diligencia a un médico, a una
enfermera o a un lego, a la hora de suministrar una sustancia tóxica a un
tercero), la prudencia y el pleno conocimiento de las cosas, exigibles en el caso
concreto.
Las condiciones personales del agente deben ser tenidas en cuenta para
establecer un deber de previsión mayor del que imponían las circunstancias en
que actuaban, conforme surge del artículo 902 del Código Civil, que establece:
“Cuanto mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de
las cosas, mayor será la obligación que resulte de las consecuencias posibles
de los hechos”. Fuera de tal caso, no se deben computar las condiciones
personales del agente relativas a su inteligencia, habilidad, talento, a fin de
comparar la conducta realmente desplegada con la que se debía, salvo cuando
se trata de cuestiones en la que se genera una especial confianza entre las
partes (artículo 909). Cuando de tal comparación se suscite un reproche, habrá
culpa. Si el agente sale airoso, estará exento de ella.
Prueba de la culpa:
La prueba de la culpa presenta indudable importancia. Conviene
distinguir su tratamiento en las órbitas contractual y extracontractual.
1. Órbita extracontractual: En materia extracontractual rige el principio
conforme al cual quien pretende el derecho de la indemnización derivado de un
acto ilícito, debe acreditar todos los extremos que constituyen dicha relación
jurídica (daño, relación de causalidad, antijuridicidad y factor de atribución). En
consecuencia, como regla, la culpa no se presume y debe ser probada por
quien alega su existencia.
La prueba de la culpa no se satisface con la mera demostración de los
otros elementos de la responsabilidad civil. Acreditada la antijuridicidad de la
conducta, no basta para que se tenga para ello demostrada la culpa del agente,
pues es posible que éste pueda haber obrado sin culpa, por error excusable o
por coacción. Antijuridicidad y culpabilidad se encuentran, pues, en planos
distintos y la existencia de aquella no autoriza a inferir, sin más, la culpa. No
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Dolo:
El dolo tiene tres acepciones distintas dentro del el Código Civil: como
vicio de la volunta; como elemento del delito y como conducta del deudor en el
incumplimiento obligacional.
1. Vicio de la voluntad: Como vicio de la voluntad, el dolo es “... toda
aserción de lo que es falso o disimulación de lo verdadero, cualquier artificio,
astucia o maquinación que se emplee con ese fin” (artículo 931 de Código
Civil).
2. Elemento del delito: Como elemento del delito civil, el dolo consiste en
ejecutar un hecho ilícito “... a sabiendas y con intensión de dañar a la persona
de otro...” (artículo 1072 del Código Civil).
La ley hace expresa referencia a la intensión de dañar a la persona o los
derechos de otro. “A sabiendas” significa consciente de la ilicitud del acto. La
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hecho, sino cuando debieron resultar, según las miras que tuvo al
ejecutar el hecho”.
Existen sistemas tarifados donde el solo puede ser fundante de
responsabilidad integral (por ejemplo, en la legislación sobre riesgo de
trabajo).
El dolo obsta la posibilidad de atenuar equitativamente la indemnización
(artículo 1069 del Código Civil).
No cabe excluir o limitar anticipadamente la responsabilidad por actos
dolosos. En este sentido, el artículo 507 del Código Civil dispone: “El
dolo del deudor no podrá ser dispensado al contraerse la obligación”.
En los delitos (dolo) y en los cuasidelitos (culpa) los partícipes
responden solidariamente, pero sólo en el segundo caso quien haya
abonado una parte mayor de la que le corresponde puede ejercer acción
de reintegro. De tal modo, en el caso de los delitos, el Código Civil
dispone en el artículo 1081 y 1081: “La obligación de reparar el daño
causado por un delito pesa solidariamente sobre todos los que han
participado en él como autores, consejeros o cómplices, aunque se trate
de un hecho que no sea penado por el derecho criminal”; “Indemnizando
uno de ellos todo el daño, no tendrá derecho para demandar a los otros,
las partes que les correspondieren”.
Factor Consiste
La teoría La teoría del riesgo surgió en el derecho francés a fines del siglo
del XIX. Los esfuerzos de esta doctrina por brindar una explicación a la
riesgo responsabilidad civil basada en el riesgo no han alcanzado
uniformidad, advirtiéndose tres líneas de pensamiento bien
diferenciadas:
1. La teoría del riesgo creado: Esta teoría se sintetiza de la
siguiente manera: <<quien es dueño o se sirve de una cosa, o
realiza actividades que, por su naturaleza o modo de empleo
generan riesgos potenciales a terceros, debe responder por los
daños que ellas originan>>.
2. La teoría del riesgo beneficio: Según esta teoría, no se debería
responder objetivamente por cualquier riesgo creado, sino por
aquellos que permiten alcanzar un beneficio. La responsabilidad
objetiva se presentaría, de tal modo, como contrapartida del
beneficio obtenido por la creación del riesgo.
3. Teoría del acto anormal: Según esta teoría, quien incorpora a la
comunidad un riesgo, no debe responder objetivamente por todas
las consecuencias perjudiciales que deriven del mismo, sino por
aquellas de carácter excepcional, resultantes de una actividad fuera
de lo normal.
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a) Ejercicio
regular de un derecho
b) Cumplimiento
de una obligación
c) Estado de
necesidad
d) Legítima
defensa
e) Consentimiento
del damnificado
Eximentes vinculados con
2. El factor de atribución subjetivo y objetivo
Causa Consiste
Ejercicio Conforme al artículo 1071 del Código Civil: “El ejercicio regular de un
regular de derecho propio o el cumplimiento de una obligación legal no puede
un constituir como ilícito ningún acto”. El ejercicio regular de un derecho,
derecho dentro de los límites reconocidos por el ordenamiento jurídico, constituye
un obrar lícito, sin que obste a tal conclusión la eventual causación de un
daño a un tercero, derivada de aquél. Tal menoscabo no es, en principio,
indemnizable. Pero, hay que tener en cuenta que, los abusos o excesos
que deriven de del ejercicio del derecho constituyen verdaderos actos
ilícitos aptos para generar responsabilidad cuando causen daño a
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terceros.
Cumplimie Esta causa de justificación de carácter genérico, aparece señalada en el
nto de una artículo 1071 del Código Civil y comprende e individualiza diversos
obligación supuestos, previstos expresamente en el Código Penal: el cumplimiento
legal de un deber, el ejercicio de una autoridad o cargo y la obediencia debida.
En tales supuestos, la ley impone de manera imperativa al agente una
determinada conducta y parece obvio que quien la ejecute sin incurrir en
exceso en modo alguno pueda ver comprometida su responsabilidad civil
o penal.
Estado de El estado de necesidad no aparece contemplado e forma expresa por el
necesidad Código Civil. Únicamente el Código Penal se ocupa de él en el artículo 34
inciso 3º, cuando justifica la conducta de aquel que “causare un mal por
evitar otro mayor inminente a que ha sido extraño”. Si se mira al que ha
sufrido el daño, sin merecerlo, parece justo reconocerle el derecho a
obtener la reparación plena del perjuicio, pues nadie está obligado a
contribuir con sus bienes para salvar los de otro. Pero he aquí que
tampoco parece justo responsabilizar a quien, por un estado de
necesidad no imputable, causa un daño para evitar otro más importante.
La mayoría de nuestros autores estiman que en tal supuesto no procede
indemnización alguna: las acciones lícitas, en principio, no generan
responsabilidad civil, salvo expresa disposición legal en contrario. Pizarro,
por su parte, sostiene que la responsabilidad no queda excluida, sino
que, en virtud del artículo 907, los jueces pueden otorgar un
resarcimiento de equidad, teniendo en cuenta la importancia del
patrimonio del autor del hecho, el enriquecimiento por este
experimentado y la situación personal de la víctim
Legítima La legítima defensa requiere para su configuración que medie una
defensa agresión ilegítima y que ella recaiga sobre la persona o los bienes
materiales o morales de quien se defiende. El ataque contra la persona o
los bienes debe ser actual y no meramente potencial; se exige, además,
necesidad racional del medio utilizado para impedir o rechazar la
agresión, proporcionado con la gravedad de esta última. Es menester,
finalmente, que no haya mediado provocación por parte de quien se
defiende. Obra, pues, legítimamente, quien causa un daño a un tercero,
al defenderse de una agresión, en las condiciones que determina la ley.
Se advierte que la legítima defensa se encuentra emparentada con el
estado de necesidad, pero difiere de este último en que el que se
defiende causa un daño a su agresor; en cambio, en el estado de
necesidad el perjuicio es soportado por una persona ajena al hecho.
Consentimi El consentimiento del propio damnificado puede, en ciertos casos, actuar
ento del como causa de justificación, y determinar la no resarcibilidad del daño
damnificad causado. En principio, el consentimiento del damnificado excluye la
o antijuridicidad de la conducta del dañador, salvo cuando ello sea contrario
a la ley, la moral, las buenas costumbres o el orden público. El tema sume
especial importancia en materia de derechos no disponibles en forma
absoluta (como el derecho a la vida), cuya protección trasciende el plano
de los intereses individuales, para proyectarse al ámbito social. Por eso
es que, tratándose de derechos de esta clase, el consentimiento del
damnificado sería inválido.
3) Eximentes vinculados con el factor de atribución:
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Eximente en Consiste
materia de
responsabilida Si la responsabilidad se asienta en la idea de culpa, la prueba
d subjetiva de la ausencia de culpa (o no culpa) debe ser suficiente para
provocar la liberación del sindicado como responsable.
Dentro de este orden de ideas, deben admitirse como
eximentes:
1. Las causas de inculpabilidad debidamente invocadas y
probadas:
Error de hecho esencial y excusable;
Dolo;
Violencia o intimidación.
Cuando esto sucede, el acto deviene sin intención y libertad
respectivamente, desvaneciéndose el presupuesto de la
voluntariedad sobre el que se asienta el juicio de culpabilidad.
2. La prueba de un obrar diligente, esto es, apropiado al
objeto de la obligación en función de las circunstancias de
persona, tiempo y lugar.
Cabe preguntarnos que valor tiene la dispensa anticipada de
la culpa y el dolo, como un eximente de responsabilidad. Con
respecto al dolo, el artículo 507 del Código Civil establece
que: “El dolo del deudor no podrá ser dispensado al
contraerse la obligación”. Una solución contraria importaría
una desnaturalización del concepto mismo de obligación pues
el deudor cumpliría “si quiere” en abierta pugna con la
esencia misma del vínculo obligacional. Respecto a la
sanción que corresponde a la dispensa anticipada del dolo, la
mayoría de la doctrina considera que se trata de un supuesto
de nulidad parcial y relativa. Sólo la cláusula resulta afectada,
manteniendo el resto del negocio plena validez. Es una
solución que guarda armonía con el principio de conservación
del acto jurídico.
A diferencia de lo que ocurre con el dolo, nuestro Código
guarda silencio con respecto a la dispensa anticipada de la
culpa. La doctrina clásica se pronunciaba por admitir la
validez de dichas cláusulas, basada, justamente, en la
ausencia de normas prohibitivas. Sin embargo, en la hora
actual otro parece ser el enfoque y la doctrina mayoritaria se
inclina por sostener que no es admisible la dispensa
anticipada de la culpa cuando se pretende excluir o limitar
anticipadamente la responsabilidad por daño a la persona, o
cuando ella importe desnaturalizar la esencia misma de la
relación contractual.
En el ámbito extracontractual existe consenso en que
siempre es inválida cualquier cláusula de dispensa anticipada
de la responsabilidad. Es una consecuencia lógica del
carácter de orden público que asume la responsabilidad civil
proveniente de actos ilícitos.
En el ámbito del derecho del consumidor, la ley 24.240 tiene
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El hecho de la víctima:
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1. INTRODUCCIÓN:
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4. EXCEPCIONES:
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La reparación en especie:
La reparación en especie consiste en la ejecución de una obligación -por
lo general, de hacer- que tiene por objeto hacer volver las cosas al estado en el
que se hallaban antes de producirse el menoscabo. Esta forma de reparación
presupone que existan posibilidades materiales y jurídicas de hacerla efectiva.
Para que proceda la reparación en especie, es menester la presencia de
cuatro requisitos:
1. Petición de parte interesada: El damnificado por un hecho ilícito o por
el incumplimiento obligacional puede optar por la reparación en especie o
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La reparación pecuniaria:
La reparación por equivalencia se traduce en la entrega a la víctima de
un equivalente (por lo general, pecuniario), con entidad suficiente para
restaurar los valores afectados.
Como regla, a la hora de valorar y cuantificar el perjuicio, patrimonial o
moral, proveniente de un ilícito extracontractual o del incumplimiento
obligacional, se tiene en cuenta al damnificado concreto, y no a uno meramente
hipotético. Ello impone ponderar el daño caso por caso, atendiendo a las
particularidades que el mismo presenta en función del efectivo damnificado.
Esta directiva, conocida como “principio de interés”, es aplicable al daño
patrimonial directo e indirecto y, con mayor razón, en materia de daño moral:
I- Tratándose de daño patrimonial directo, o sea, de aquél que recae
directamente sobre las cosas o bienes económicos, el valor que ordinariamente
se considera al tiempo de indemnizar no sólo es el de cambio o de mercado
sino también el valor subjetivo que, en función de las circunstancias del caso, el
bien afectado tenga para el damnificado.
II- Cuando se trata de daño patrimonial indirecto, o sea aquel que
repercute sobre la persona, los derechos o facultades del damnificado, el
principio de interés asume un sentido todavía más categórico, pues en todos
los casos corresponde computar las circunstancias particulares del
damnificado, en función de su edad, condición familiar, sexo, profesión,
ingresos, entidad cualitativa del perjuicio sufrido, aptitud del mismo para ser
superado o mitigado por el transcurso del tiempo, el tipo de actividad que
realizaba, etc.
III- Tratándose de daño moral, el principio de interés preside
estrictamente la indemnización, habida cuenta de su carácter personal,
subjetivo, que pone el acento en la espiritualidad del damnificado. Ello impone
computar todas las circunstancias que conforme al curso normal y ordinario de
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Criterio Consiste
Doctrina Para una posición, hoy superada, el daño moral debe
que valora determinarse en función de la cuantía del daño patrimonial. El
el daño juez debería fijar un monto en concepto de daño moral que
moral por guarde relación de porcentualidad con el daño material que
su relación condene a indemnizar.
con el daño Aceptar un criterio como el que analizamos importaría, en la
patrimonial mayoría de los casos, una notoria injusticia para con una u otra
parte (víctima o responsable), por cuanto la indemnización
resultaría en algunos supuestos exorbitante y, en otros, exigua.
No extraña, por lo tanto, que haya sido descalificada por la
propia CSJN.
Doctrina Otros fallos, en cambio, dejan librada la determinación del daño
que valora moral al criterio puramente subjetivo y discrecional del juzgador.
el daño Es a él a quien le corresponde computar las circunstancias del
moral en caso concreto para determinar si existe o no daño moral y, en su
base a caso, a cuánto se eleva el monto indemnizatorio. Todo dentro de
criterios un marco de absoluta discrecionalidad, que debería acentuarse
puramente marcadamente cuando el daño moral proviene de un
subjetivos incumplimiento contractual.
del juzgador No aceptamos estas ideas por cuanto que entendemos que la
prudencia judicial debe desarrollarse dentro del referente que
brinda la ley, in perder de vista las realidades objetivas que el
caso concreto presenta.
Doctrina Para una tercera posición, la procedencia del daño moral y su
que valora cuantía deben determinarse en función de la gravedad de la
el daño falta cometida por el responsable. La suma que el juez manda a
moral en pagar no tendría virtualidad resarcitoria o reparadora del daño,
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1) Función preventiva:
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Establece el primer párrafo del artículo 907 del Código Civil: “Cuando
por los hechos involuntarios se causare a otro algún daño en su persona y
bienes, sólo se responderá con la indemnización correspondiente, si con el
daño se enriqueció el autor del hecho, y en tanto, en cuanto se hubiere
enriquecido”.
Esta indemnización tiene como presupuesto el enriquecimiento y como
límite su monto, con prescindencia del mayor perjuicio que pueda haber sufrido
la víctima.
No obstante, el artículo 908 del Código Civil deja a salvo “los derechos
de los perjudicados, a la responsabilidad de los que tienen a su cargo personas
que obren sin el discernimiento correspondiente”. Ella comprende la devolución
de ventajas indebidas y el resarcimiento de perjuicios sufridos por la víctima y
es concurrente con la que pueda incumbir al autor inimputable.
La ley 17.711 introdujo al artículo 907 del Código Civil el siguiente
agregado: “Los jueces podrán también disponer un resarcimiento a favor de la
víctima del daño, fundados en razones de equidad, teniendo en cuenta la
importancia del patrimonio del autor del hecho y la situación personal de la
víctima”. Se trata de una responsabilidad por daño involuntario derivada de un
factor objetivo de atribución: la equidad. El factor equitativo que justifica la
responsabilidad es prioritariamente económico por cuanto que, cuando alguien
solvente ocasiona perjuicios injustos y graves sería perverso mantener su
incidencia en el tercero.
La equidad decide si procede la responsabilidad y también mensura su
alcance. Esto implica que la reparación puede ser plena o solo parcial.
3) Delitos y cuasidelitos:
El artículo 1072 del Código Civil establece: “El acto ilícito ejecutado a
sabiendas y con intención de dañar la persona o los derechos de otro, se llama
en este Código "delito".”
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civiles. La ley penal castiga actos que no hacen sino amenazar el ejercicio de
ciertos derechos aunque no haya un ataque efectivo>>.
Pueden señalarse las siguientes diferencias entre el delito civil y el delito
penal:
a) Los delitos penales deben ajustarse a la descripción hecha por la ley
en cada uno de los “tipos delictuales”; el delito civil, en cambio, se configura
siempre que exista intención de dañar, aunque la figura no esté especialmente
descripta por la ley.
b) Los delitos penales pueden ser dolosos o culposos. El delito civil, en
cambio, siempre es intencional.
c) Puede haber delito penal de peligro aunque el daño no se haya
producido. El delito civil requiere, en cambio, la existencia de un daño.
d) La responsabilidad penal derivada de un delito penal se extingue con
la muerte del autor. La responsabilidad civil por ilícitos dolosos, en cambio, se
transmite a los sucesores.
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jurídicas dañosas de un hecho del cual otra persona es autora; para que ello
ocurra, es imprescindible el cumplimiento de ciertos recaudos que emergen de
la sistemática general del ordenamiento.
Entre otros supuestos, se responde por el obrar lesivo de las siguientes
personas:
1. Un dependiente: Así, el artículo 1113 párrafo primero parte primera
del Código Civil señala que: “La obligación del que ha causado un daño se
extiende a los daños que causaren los que están bajo su dependencia...”
Quedan comprendidos:
a) El principal por el hecho de sus agentes.
b) Los padres por los daños ocasionados por sus hijos menores de
edad.
c) Los tutores y curadores por los daños causados por los pupilos o
curados.
d) Los directores de colegio por los daños causados por los alumnos.
2. Una persona de algún modo vinculada con el responsable, sin
estricta relación de dependencia: De tal modo, el amigo a quien se presta el
automotor con el que se causa un accidente.
3. Un tercero que no tiene ninguna vinculación con el responsable:
Se trata de un supuesto excepcional que se configura, por ejemplo, en el caso
del hotelero que responde frente al pasajero por la desaparición de los efectos
introducidos, aún en el supuesto de que el autor no sea un dependiente.
Supuestos de responsabilidad por el hecho de otro se encuentran tanto
en la órbita contractual como extracontractual. La responsabilidad es
extracontractual cuando la víctima es una persona a la cual el responsable no
está unida por un convenio. Es contractual cuando el incumplimiento deviene
del hecho de una persona distinta del deudor por la cual éste debe responder
(por ejemplo, la empresa transportadora responde al pasajero por el hecho del
conductor).
Concepto:
Quien encarga a otro una función en interés propio, asume el carácter de
principal y debe resarcir los daños que cause el dependiente con motivo de la
tarea.
Fundamento:
Se han expuesto diversas teorías con el objeto de explicar la razón por
la cual el comitente responde por el hecho del dependiente:
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representa encargado no hace sino reglas del mandato y según éstas, los actos del
ción o prolongar su actividad propia. mandatario sólo obligan al mandante cuando
sustitución El encargado no es sino un aquél ha obrado dentro de los límites del
instrumento en sus manos de mandato.
tal suerte que cuando actúa el 2. Cuando hay responsabilidad por el hecho
encargado, todo sucede ajeno es porque el subordinado ha cometido un
exactamente igual que si hecho ilícito y no hay mandato para lo ilícito.
obrase por si mismo el 3. Si bien los actos del dependiente se cumplen
comitente. “para” el principal, son “propios” del agente, hasta
el punto que su culpa no requiere que el principal
sea también culpable.
Teoría de La extensión de la Se censura esta tesis pues se limita a describir,
la responsabilidad se impone sin dar la razón por la cual se instituye esta
obligación por consideraciones de garantía a favor de la victima. Además, debería
legal de interés social y como medio ceder la responsabilidad patronal toda vez que se
garantía para brindar una más eficaz pruebe la solvencia del autor del daño.
protección a la víctima ante la
frecuente insolvencia del autor
directo del daño. El comitente
asegura que si su
dependiente causa daños,
asumirá las consecuencias
resarcitorias hacia la víctima.
Teoría del Esta teoría versa sobre el
riesgo peligro de ampliar una
actividad a través de otros
sujetos a quienes se encarga
un cometido, pues esa
expansión aumenta las
posibilidades de daños.
Requisitos o presupuestos:
Los requisitos necesarios para que se configure la responsabilidad del
principal por el hecho del dependiente son:
1. Relación de dependencia funcional: El principal responde por razón de
la dependencia y no por una intervención suya en el hecho dañoso. La
dependencia exige subordinación y función cumplida para el comitente. Es de
la esencia de la dependencia civil la posibilidad de dar órdenes o instrucciones
acerca de la manera como deben cumplirse las funciones que realiza en interés
de quien las da; esa posibilidad es la que origina la autoridad y subordinación
civil. Pero, la facultad de dar órdenes, por si sola, no es suficiente para la
configuración de la dependencia; es necesario que la función encomendada
satisfaga el interés de quien pueda darlas.
Las órdenes deben ser lícitas, pues si fuesen ilícitas la responsabilidad
del comitente sería directa (es decir, por el hecho propio) y no refleja.
No es necesario que la dependencia sea estable, ni que se funde en un
vínculo jurídico. Comprende no sólo los contratos de trabajo sino también la
dependencia ocasional y gratuita (por ejemplo, el amigo o el vecino que se
pone bajo las órdenes de alguien para “darle una mano” en alguna tarea).
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Teoría Sostiene
Restricti Las teorías más restrictivas requieren, para extender la
va responsabilidad al principal, que el hecho del dependiente haya
sido cometido en ejercicio de las funciones encomendadas, es
decir, el daño debe haberse producido desempeñando la labor
encomendada y no otra. Esta posición restringe en exceso la
responsabilidad del comitente, pues llevada hacia sus últimas
consecuencias no debería comprender el “mal” ejercicio, que nunca
puede ser encomendado. No obstante, a tal extremo no llegan sus
sostenedores; el ejemplo que normalmente tipifica a esta doctrina
es el del chofer del ómnibus que, durante la jornada de trabajo y el
recorrido habitual, tiene un accidente debido a su culpa causando
daños a un tercero.
Intermed Otros autores han entendido que la responsabilidad también surge
ia para el comitente cuando los daños se han producido durante el
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El deudor responde frente al acreedor por los daños que a éste le han
causado las personas de las que se sirve para ejecutar la prestación, en tanto
el daño se traduzca en un incumplimiento o mal cumplimiento.
Los principios que rigen dicha responsabilidad son similares a los de la
extracontractual del comitente por el hecho de sus agentes. La diferencia
esencial radica en que en aquélla el daño surge de la frustración total o parcial
de una prestación adeudada.
Desde luego, la responsabilidad del deudor no excluye la del auxiliar, si
concurre un factor de atribución. Esta última es extracontractual, porque el
tercero no está vinculado con el agente por una obligación anterior.
Las eximentes son las mismas que habría operado si el deudor hubiese
obrado por sí, en lugar de recurrir a terceros. En las obligaciones de medios el
deudor se libera acreditando una conducta diligente, y en las de resultado,
demostrando la intervención de una causa ajena. Las peculiaridades
respectivas consisten en que se valora el obrar del colaborador mismo, y en
que el obrar de éste nunca constituye una causa extraña.
El artículo 1114, parte primera del Código Civil establece que: “El padre
y la madre son solidariamente responsables de los daño causados por sus
hijos menores que habiten con ellos, sin perjuicio de la responsabilidad de los
hijos si fueran mayores de diez años.”
Fundamento:
Con respecto al fundamento de la responsabilidad de los padres por los
hechos de los hijos, se han formulados distintas teorías.
Teoría Sostiene
Teoría de la La tesis de la culpa en la vigilancia sostiene que entre las
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Presupuestos:
Son presupuestos de la responsabilidad de los padres por los hechos de
los hijos los siguientes:
1. Causación por el hijo de un daño resarcible: El menor debe haber
producido un perjuicio injusto a un tercero, que reúna condiciones generales de
resarcibilidad.
Si el hijo cuenta con más de 10 años, es necesario que exista un factor
de atribución contra éste, que puede ser subjetivo u objetivo.
2. Minoridad del hijo: Los padres son responsables por los hechos
dañosos de sus hijos menores de 21 años. El artículo 1114 del Código Civil
distingue dos supuestos según la edad de los hijos: si son mayores de 10 años,
el hijo responde por el hecho propio y los padres en forma indirecta por el
hecho del hijo. Si son menores de 10 años, no hay responsabilidad del autor
porque es inimputable y la responsabilidad pesa exclusivamente sobre los
padres.
La edad se computa al momento del hecho ilícito; es indiferente que
durante el proceso alcance la mayoría de edad o pase de los 10 años.
Existen algunos supuestos en los cuales cesa la responsabilidad de los
padres a pesar de que el hijo no haya alcanzado la edad de 21 años. Estos
supuestos son:
Menor emancipado: La emancipación puede producirse por matrimonio
o por habilitación de edad. En el primer supuesto cesa la
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El último párrafo del artículo 1114 del Código Civil establece que: “Lo
establecido sobre los padres rige respecto de los tutores o curadores, por los
hechos de las personas que están a su cargo”. El régimen de responsabilidad
es similar al de los padres, incluso -por ejemplo- el requisito de la convivencia
con el incapaz. Por ello, no surge responsabilidad del curador si el demente se
encuentra internado en un establecimiento siquiátrica.
Tampoco es responsable el curador del inhabilitado del 152 bis del
Código Civil, porque en tal supuesto el curador solo brinda asistencia para
algunos actos jurídicos, pero no vigila ni controla su persona en los aspectos
generales de la vida.
1) Introducción:
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Del segundo párrafo del artículo 1113 del Código civil es posible extraer
tres supuestos distintos:
1. Daños causados con las cosas;
2. Daños causados por el vicio de las cosas;
3. Daño causado por el riesgo de las cosas.
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a) Si se trata de hechos del hombre sin que las cosas estén implicadas,
rige el artículo 1109 del Código Civil y el damnificado debe probar la culpa del
sindicado como responsable.
b) En los supuestos de daños causados por el vicio o riesgo de la cosa,
existe una presunción de responsabilidad; esa presunción requiere de
intervención activa de la cosa, que debe ser probada.
Para liberarse, el dueño o guardián debe probar el rompimiento del nexo
causal, es decir, que el daño no se ha producido por el riesgo o vicio de la cosa
sino por el hecho de la víctima, de un tercero por quien no debe responder o el
caso fortuito ajeno a la cosa. Así, el artículo 1113 párrafo segundo parte
segunda del Código Civil establece que: “...pero si el daño hubiere sido
causado por el riesgo o vicio de la cosa, sólo se eximirá total o parcialmente de
responsabilidad acreditando la culpa de la víctima o de un tercero por quien no
debe responder”.
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amplia, que tutela más adecuadamente a las víctimas, exigiendo sólo una
razonable vinculación entre el daño y la función.
Es necesario tener en cuenta que, la responsabilidad de la persona
jurídica no excluye la de las personas físicas que actuado por ella. En este
sentido, el artículo 59 de la ley de Sociedades Comerciales establece que: “Los
administradores y los representantes de la sociedad deben obrar con lealtad y
con la diligencia de un buen hombre de negocios. Los que faltaren a sus
obligaciones son responsables, ilimitada y solidariamente, por los daños y
perjuicios que resultaren de su acción u omisión”.
Daños causados por los dependientes de una persona jurídica: La
segunda parte del artículo 43 del Código Civil establece que: “Responden
también por los daños que causen sus dependientes o las cosas, en las
condiciones establecidas en el título: "De las obligaciones que nacen de los
hechos ilícitos que no son delitos"”.
Es decir que las personas físicas y las jurídicas responden por el hecho
de sus dependientes y por las cosas de las que se sirven bajo los mismos
requisitos y extensión.
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Introducción:
La posibilidad de que el Estado cause daños son innumerables; la
actividad que realiza es tan variada que los riesgos que asume pueden
alcanzar los tipos más dispersos.
Estos daños puede producirse por tres razones: porque el servicio
estatal no funcionó; porque funcionó mal o porque funcionó tardíamente.
Cualquiera de estas tres situaciones puede producirse porque alguien que
depende o pertenece al Estado se comporta culposamente o aún sin culpa.
El reconocimiento de la responsabilidad estatal no ha sido fácil. En los
orígenes, se sostenía que el soberano no se equivoca y, en consecuencia, mal
podía haber responsabilidad allí donde existe soberanía. Pero, pretender que la
soberanía implique infalibilidad es un absurdo pues nunca la soberanía puede
ser sinónimo de impunidad. El “Estado de derecho” presupone una
autolimitación de sus propios poderes por parte del Estado, limitación que
incluye responder frente a los administrados por los actos o hechos dañosos.
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igualdad ante las cargas públicas (por ejemplo, si una persona fue condenada,
sufrió pena de prisión y luego se reabre el proceso y se prueba su inocencia).
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1) Introducción:
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5) La responsabilidad médica:
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Naturaleza de la relación:
La doctrina, y en el mismo sentido la aplicación de la jurisprudencia se
orientan en que la responsabilidad de los médicos debe encuadrarse en las
reglas del incumplimiento de las obligaciones y no en la responsabilidad
extracontractual, salvo hipótesis de excepción.-
El régimen legal aplicable a la relación médico paciente es el derivado
de la órbita contractual, por cuanto la mayoría de las veces se trata de la
inejecución de un previo acuerdo de voluntades. Ello no excluye supuestos
específicos y excepcionales de responsabilidad extracontractual, como ser:
1. los casos en que el servicio del galeno no son requeridos por el
paciente, sino por una persona distinta, como ser: cuando la asistencia es
prestada espontáneamente o en contra de su voluntad; en los intentos de
suicidio;
2. cuando el médico ha cometido un delito criminal o actúa con intención
de causar daño, es decir con dolo delictual; si la acción resarcitoria es
promovida iure propio por los damnificados indirectos por la muerte de la
victima;
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3) Responsabilidad deportiva:
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En la responsabilidad extracontractual:
El artículo 1079 del Código Civil establece que: “La obligación de reparar
el daño causado por un delito existe, no sólo respecto de aquel a quien el delito
ha damnificado directamente, sino respecto de toda persona, que por él
hubiese sufrido, aunque sea de una manera indirecta”.
De manera tal que la legitimación activa corresponde a quien ha sufrido
el daño resarcible: el damnificado. Es posible distinguir dos clases distintas de
damnificados:
1. Damnificado directo: es la víctima del hecho ilícito.
2. Damnificado indirecto: es quien sin ser la víctima inmediata del daño
experimenta un menoscabo a un interés propio.
Es decir que, tanto el damnificado directo como indirecto se encuentra
pues legitimado en los términos del arto 1079 del Cód. Civil para ejercer la
acción resarcitoria extracontractual. Sin embargo, la corriente doctrinaria
tradicional limita el principio a quienes hayan sufrido el daño respecto a un
derecho subjetivo o interés legítimo. Hemos explicado que en nuestra opinión,
dicha limitación no tiene sustento en texto legal alguno, que la calidad de
damnificado exige sólo la certeza del perjuicio sufrido y por tanto hay siempre
legitimación en favor de todo damnificado indirecto, aunque sólo ostente un
interés simple lesionado, mientras no sea contrario a derecho.
En cambio sí existe una limitación legal para accionar por reparación del
daño moral (art. 1078, Cód. Civil): sólo compete al damnificado directo; y si del
hecho hubiere resultado la muerte de la víctima, únicamente tendrán acción los
herederos forzosos.
En la responsabilidad contractual:
En el ámbito de la responsabilidad contractual, por incumplimiento de las
obligaciones, el titular de acción resarcitoria es exclusivamente el acreedor.
Quedan excluidos los terceros que puedan haber sido dañados por la actitud
renuente del deudor. Tienen legitimación sí, los sucesores universales del
acreedor y en casos excepcionales, terceros como el beneficiario de una
estipulación (art. 504, Cód. Civil), aunque en rigor, desde que la acepta, es
parte de la relación contractual.
También en caso de daño moral derivado de la responsabilidad
contractual, obviamente, sólo es legitimado el acreedor, pues la lesión es
inherente a su persona.
En el homicidio:
Los arts. 1084 y 1085 del Cód. Civil regulan la legitimación activa para el
ejercicio de la acción resarcitoria respecto de todos los hechos ilícitos (delitos o
cuasidelitos) que tienen por resultado la muerte de una persona.
Las normas establecen la legitimación:
1. De cualquiera que hubiera hecho los gastos de asistencia del muerto
y del funeral, para que le sean pagados (arts. 1084 y 1085, Cód. Civil).
2. Del cónyuge sobreviviente y herederos del muerto, para que se les
indemnice lo que fuere necesario para subsistir (art. 1085, Cód. Civil). La
doctrina señala que en este último caso, la ley ha establecido una presunción
iuris tantum de daño, por lo que rige mientras el sindicado como responsable
no demuestre lo contrario; tal lo que sucede cuando se prueba que el muerto
no aportaba a su familia ningún beneficio material, sino que, inclusive,
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En las injurias:
Dispone el artículo 1080 del Código Civil: “El marido y los padres
pueden reclamar pérdidas e intereses por las injurias hechas a la mujer y a los
hijos.”. La solución del arto 1080 del Cód. Civil obedece a la idea de
solidaridad familiar, en cuya virtud la injuria a la esposa o a los hijos, implica de
suyo, un daño indirecto para el marido y los padres.
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taxativas):
1. Propietario de las cosas dañadas.
2. El poseedor.
3. El tenedor.
4. El acreedor hipotecario.
5. El que tiene la cosa con obligación de responder de ella.
3) Legitimación pasiva:
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responsabilidad refleja o indirecta que le incumbe por el daño causado por otra
persona (o sea, ya no por el hecho propio), el llamado "tercero civilmente
responsable". Lo mismo ocurre en materia de incumplimiento contractual,
cuando el deudor recurre a un hecho del dependiente o auxiliar para ejecutar la
prestación debida.
También la pretensión resarcitoria puede ejercerse en los otros
supuestos de responsabilidades reflejas:
Contra los padres, por los daños causados por sus hijos menores;
Contra los tutores y curadores, por los daños causados por los pupilos;
Contra los directores propietarios de los establecimientos educativos.
En todos los casos, salvo el menor que no alcanzó los diez años, la
víctima puede exigir el resarcimiento contra el autor material del daño o contra
el tercero civilmente responsable (art. 1122, Cód. Civil), o contra ambos
conjunta o sucesivamente, hasta el pago íntegro de lo debido, con lo que la
responsabilidad de cada uno es plena y concurrente.
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1) Introducción:
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daños, importan renuncia a la acción criminal (art. 1097, 2a parte, Cód. Civil);
5. La querella criminal suspende la prescripción de la acción civil (art.
3982 bis, Cód. Civil).
Dispone el arto 1101, la parte, Cód. Civil: "Si la acción criminal hubiese
precedido a la acción civil) o fuere intentada pendiente ésta) no habrá
condenación en el juicio civil antes de la condenación del acusado en el juicio
criminal".
La norma impide al juez civil dictar sentencia de fondo antes que recaiga
sentencia en el juicio penal pendiente.
De modo que la substanciación de la acción penal no impide ni que se
promueva la acción civil, ni suspende el procedimiento del juicio civil en
ninguna de sus etapas anteriores al pronunciamiento del fallo. El proceso
continúa y recién se detiene en la etapa en que queda en condiciones para
dictarse sentencia, quedando entonces suspendido.
Esta suspensión está fundada en la necesidad de evitar sentencias
contradictorias y permitir que se concrete la influencia del valor de la cosa
juzgada de la sentencia penal sobre la civil.
El principio de paralización de la sentencia civil por la existencia de un
proceso penal aún no fallado, no es absoluto.
El propio arto 1101 del Cód. Civil, establece dos excepciones:
a) Si hubiera fallecido el acusado antes de ser juzgada la acción
criminal, en cuyo caso la acción civil puede ser intentada o continuada contra
los respectivos herederos;
b) En caso de ausencia del acusado, en que la acción criminal no puede
ser intentada o continuada, Se trata de la rebeldía judicialmente declarada, que
en lo penal paraliza la acción como garantía de la defensa en juicio, mientras
que en lo civil no impide la continuación del proceso, correspondiendo la
intervención del defensor de ausentes.
Asimismo, se consideran excepciones al principio de la suspensión de la
sentencia civil:
c) La hipótesis de demencia sobreviniente del imputado, contemplada en
leyes procesales, por constituir un impedimento legal en torno a la acción
penal, pero que: no podría traducirse en perjuicio para el interés individual del
damnificado (Mosset Iturraspe);
d) Otros supuestos de paralización temporaria o definitiva del proceso
penal: por ej., amnistía, indulto, prescripción de la acción penal.
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