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¿Es el psicoanálisis heteronormativo?

La homosexualidad fue un tema conflictivo en los principios del psicoanálisis, tanto en


relación a la homosexualidad del analista como del paciente.
En 1920, la Asociación Holandesa de Psicoanálisis recibió la solicitud para ser miembro de
un médico, conocido por sus manifestaciones homosexuales. Los holandeses, antes de dar
una respuesta, consultaron con Ernest Jones, que pertenecía al círculo cercano de Freud.
Jones, en una carta que le escribe a Freud, le cuenta cuál fue su respuesta “aconsejé en
contra… y ahora este hombre ha sido descubierto y condenado a prisión” y le pregunta si
considera que siempre hay que rechazar la solicitud de psicoanalistas homosexuales. Otto
Rank y Freud objetan su planteo y responden “su pregunta, Ernest, concerniente a la
posible calidad de miembros homosexuales, ha sido considerada por nosotros y
discrepamos con usted. En efecto, no podemos excluir tales personas sin tener otras
razones suficientes, así como no estamos de acuerdo con su persecución legal”. La
posición de Rank y Freud sostenía que la homosexualidad debía ser un factor neutral o un
no factor en la evaluación de los candidatos.
En este sentido Jorge Reitter, en su libro “Edipo Gay”, postula que “el psicoanálisis tal como
se lo trasmite, queda en algunas de sus conceptualizaciones centrales1, del lado de los
dispositivos de regulación de la heterosexualidad obligatoria.”
Ahora, en relación a la clínica, en una carta a la madre de un homosexual dice Freud:
“La homosexualidad, desde luego, no es una ventaja, pero tampoco es nada de lo que haya
que avergonzarse. No es un vicio, ni un signo de degeneración, y no puede clasificarse
como una enfermedad. Más bien la consideramos una variación de la función sexual,
originada en una detención del desarrollo sexual.
“Lo que el psicoanálisis podría hacer por su hijo es algo muy diferente. Si se siente infeliz,
neurótico, desgarrado por los conflictos, inhibido en su vida social... el análisis puede traerle
armonía, paz mental, plena eficiencia, independientemente de si sigue siendo homosexual
o si cambia.” 2Me pregunto si sería así en los E.E.U.U. de 1935.

1
El complejo de Edipo, complejo de Castración
2
En el marco de las investigaciones que realizo en relación a las políticas de género del Tercer Reich,
al comienzo trabajé específicamente la situación de las mujeres a partir de ejes (matrimonio, sexo y
procreación). Claro que, para Heinrich Himmler, “quienes practican la homosexualidad privan a Alemania de
los hijos que le deben”. Esto implicaba, para mí, que esas mismas situaciones que afectaban a las mujeres,
afectaban a los homosexuales, como contracara de la moneda de esas mismas políticas. Según los nazis, los
homosexuales arios se negaban a reproducirse, un crimen de Estado contra la raza aria.

Estas políticas tenían antecedentes. El II Reich (1871-1919) había establecido en el Código Penal el
artículo 175, penando la homosexualidad, que era a su vez heredero del artículo 143 del código penal
prusiano. Karl-Heinrich Ulrichs, abogado alemán, militó la derogación del artículo, convirtiéndose así en un
pionero del activismo LGBT+.
Parecería que Freud no dimensiona la experiencia homosexual, dos aspectos que destaca
Reitter “la injuria y el Clóset” “Todos, por el hecho de ser gays, conocen la experiencia del
clóset, y tienen, quieran o no y permanentemente, que tomar decisiones al respecto. Del
mismo modo todo gay, sea o no realmente injuriado, debe contar, por ser gay, con la
posibilidad de la injuria” En este sentido, Eribon sostiene que “no se puede hablar de
homosexualidad si no se habla de homofobia, ya que no se puede decir nada de la realidad
–individual, social, cultural, jurídica- de la homosexualidad si no se toma en cuenta el
sistema homófobo que es constitutivo de esta realidad.” 3
Me parece absolutamente necesario la consideración de la incidencia del Otro “el Otro que
no es solo el lenguaje, o los padres, que incluye al sistema educativo, a los medios, al
discurso médico-psiquiátrico y jurídico, al Estado, a toda una compleja estructura de poder”.
Esta estructura de poder profundamente entramada con condiciones históricas y sociales.
Si no se lo entiende, lo que se escape a la lectura, tendrá incidencias serias sobre el
analizante.
Es por ello que va de la mano con la posibilidad de pensar una deconstrucción del
psicoanálisis, afirmación provocadora tanto para nosotros como para los postulados de los
feminismos. En primera instancia, por qué esta deconstrucción puede ir tanto por el lado
del psicoanálisis como de los (las, les?) psicoanalistas.

3
Eribon, Didier, Identidades. Reflexiones sobre la cuestión gay, Edicions bellaterra, Barcelona, 2000, p. 58

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