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Aprende a utilizar tu libre albedrío

Hace poco terminamos la celebración de Pésaj, la fiesta de la libertad. Durante una semana nos abstuvimos de comer jametz, simbolizando el
destierro del iétzer hará de nuestro interior. ¿Cómo podemos aferrarnos a nuestra nueva sensación de libertad, volviendo a comer pan y a la vida
diaria?
La clave es dominar el mayor regalo que recibió la humanidad: el libre albedrío.
Nuestros sabios nos enseñan: “Querido es el hombre, que fue creado a imagen de Dios; y es una muestra de cariño más grande aún que se le haya
informado que fue creado a imagen de Dios” (Pirkei Avot 3:18).
A diferencia de las otras creaciones, Dios le dio a la humanidad un regalo exclusivo, una chispa Divina: el libre albedrío. Este regalo nos da la
capacidad de emular a Dios, tomando decisiones independientes. Si lo utilizamos de manera correcta, nos da la capacidad para crear y cambiar el
mundo. Si lo utilizamos mal, este poder asombroso puede llevar al mundo a su saqueo y destrucción.
Pero, para aprovechar este poder, ¡primero debemos saber que lo tenemos!
Imagina que un benefactor increíblemente generoso le da un millón de dólares a un indigente. ¡La vida del pobre se transformaría por completo!
Podría vivir en un hogar cómodo, comprar ropas abrigadas y comida saludable.
Pero hay un problema. El benefactor puso el dinero en el fondo de la bolsa del indigente, y él no sabe que lo tiene. Es un hombre rico, llevando
consigo un millón de dólares, pero vive en el mismo estado de miseria y pobreza extrema, porque no sabe lo que tiene.
El regalo del libre albedrío nos da a cada uno de nosotros un enorme poder y potencial, pero sólo si sabemos que lo tenemos. Ese es el significado
de la Mishná: “es una muestra de cariño más grande aún que se le haya informado que fue creado a imagen de Dios”.
El libre albedrío es sumamente infrautilizado. Por desgracia, muchas personas viven como mendigos indigentes, sin saber el poder transformador
que llevan consigo. Definir el libre albedrío y conocer sus implicaciones nos permitirá aprovechar el increíble potencial que tenemos dentro.
¿Qué es el libre albedrío?
La mayoría de las personas define el libre albedrío como ‘la elección entre el bien y el mal’. Sin embargo, la Torá lo describe de otra manera.
“Observa, he aquí que puse delante de ti la vida y lo bueno, y la muerte y lo malo… puse la vida y la muerte delante de ti, la bendición y la maldición;
elige la vida…” (Devarim 30:15-19).
La Torá no nos dice que elijamos lo ‘bueno’ o la ‘bendición’, porque todo el mundo desea eso naturalmente. Nadie se levanta y dice: “a ver qué mal
puedo hacer hoy”. Hasta las personas más viles e inmorales racionalizan sus decisiones malvadas para verlas como buenas. En cambio, la Torá
define la esencia del libre albedrío como una batalla entre la vida y la muerte, razón por la que nos exhorta: “¡Elige la vida!”.
¿Pero quién elige la muerte?
En realidad, todos lo hacemos, en mayor o menor medida. Hashem nos creó como una combinación de cuerpo y alma, como dice la Torá: “Hashem
formó al hombre del polvo de la tierra, e insufló en él un hálito de vida; y el hombre se convirtió en un ser viviente (Bereshit 2:7). Nuestra elevada
alma anhela conectarse con su fuente infinita, Dios, mientras que nuestro cuerpo mundano anhela volver a su fuente, la tierra —es decir, la muerte—
escapando de todo dolor, esfuerzo y responsabilidad.
Elegir la muerte significa elegir comodidad, elegir dormir. En las palabras de Shakespeare:
“Ser o no ser, esa es la cuestión. ¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a
este torrente de calamidades, y darlas fin con atrevida resistencia? Morir es dormir”.
(Hamlet, Acto 3, Escena 1)
Nuestro deseo de escapar a la responsabilidad y a los desafíos es constante. El suicidio es la expresión más extrema de este deseo, pero hay
también formas menos dramáticas de suicidio. En todo momento debemos luchar entre elegir la vida: aceptar el dolor, asumir el desafío, crecer,
materializar nuestro potencial para grandeza y cambiar el mundo; o elegir la muerte: distraernos y evitar el dolor, continuar siendo mediocres y saciar
los deseos infinitos del iétzer hará.
Todos tenemos un alma que desea la grandeza. Alcanzar la grandeza depende de lo bien que utilicemos nuestro libre albedrío para vivir, para luchar,
para alcanzar nuestras metas, y todo eso comienza con el dominio de las cinco etapas del libre albedrío.
Primer nivel: Ser consciente
El primer paso para utilizar el libre albedrío es concientizarte de las elecciones que haces. La vida es un flujo constante de decisiones. Una vez que
eres consciente de que tomas decisiones todo el tiempo, puedes monitorearlas y comenzar a ejercitar activamente tus músculos del libre albedrío.
No dejes que las decisiones simplemente “ocurran”. Advierte que puedes controlar tus decisiones y tus acciones. Pregúntate: ¿Por qué estoy leyendo
esto ahora? ¿Estoy prestando atención a lo que estoy leyendo? ¿Estoy pensando en lo que leo o simplemente paso la mirada por las palabras?
Tus decisiones forman tu vida y determinan tu destino. Toma el mando. Si no lo haces, eres solamente un espectador, viendo la vida pasar por tu
lado.
Segundo nivel: No seas una marioneta, ni de la sociedad ni de tus decisiones pasadas
Una vez que comiences a tomar decisiones conscientes, evalúa las conjeturas que fundamentan tus elecciones. Asegúrate de ser independiente y no
una marioneta de la sociedad o un producto de sus valores. No aceptes las conjeturas de la sociedad como propias hasta haberlas analizado y
aprobado. Vive por ti mismo, no por la sociedad.
Más aún, evalúa tus decisiones pasadas, no quedes varado en decisiones que tomaste hace cinco o diez años. Comienza cada día desde cero. Una
carrera particular que elegiste hace años en la escuela quizás ya no sea lo mejor para ti hoy. Asegúrate de guiar tus decisiones, y de no ser guiado
por tus decisiones pasadas.
Tercer nivel: Advierte el conflicto cuerpo/alma.
El Talmud (Sanedrín 11b) dice que en el interior de toda persona hay una feroz batalla constante entre lo que quiere su alma y los deseos de su
cuerpo. El tercer nivel del libre albedrío es concientizarse de este conflicto.
El despertador suena en la mañana y comienza la batalla: ¿saltas de la cama o acomodas la almohada mientras aprietas el botón para postergar la
alarma?
A veces hasta nos escucharnos peleando. ¿Recuerdas la primera vez que hiciste ejercicio? Tu cuerpo grita: “¡Detente, esto te va a matar! Tu alma
dice: “¡Continúa, puedes lograrlo! Esto no te va a matar, ¡te hace bien!”.
El alma quiere que ejercites; es saludable y es un objetivo noble. El cuerpo dice: “Déjame tranquilo, prefiero dormir”. El alma dice: “Deja de fumar, es
malo para ti”. El cuerpo dice: “No puedo dejarlo. Prefiero fumar a enfrentar mis frustraciones. Además, ¿qué problema hay si muero un poco antes?”.
Esta es la batalla constante que vivimos. El cuerpo quiere estar cómodo, dormir y, sobre todo, morir. El alma quiere luchar por el sentido, hacer lo
correcto, crecer, vivir vibrantemente con cada fibra de su ser.
Para ganar la batalla interior debes primero distinguir entre los deseos del cuerpo y las aspiraciones del alma. ¿Qué tiene ganas de hacer el cuerpo y
qué es lo que el alma quiere lograr?
Haz una lista. ¿Qué quiere el cuerpo? Comodidad. Dormir. Indulgencia. Excusas.
¿Qué quiere el alma? Grandeza. Entendimiento. Sentido.
Una vez que analizas ambos lados con claridad, estás listo para tomar una decisión y elegir la vida por sobre la muerte. Esfuérzate y conviértete en
un experto para distinguir la diferencia entre lo que desea tu alma y lo que tu cuerpo tiene ganas de hacer.
Cuarto nivel: Identifícate con tu alma, no con tu cuerpo
¿Quién eres tú en realidad, tu cuerpo o tu alma?
El cuerpo dice: “Tengo hambre”.
El alma dice: “Mi cuerpo necesita comida”.
El cuerpo dice: “Estoy cansado”.
El alma dice: “Mi cuerpo necesita dormir”.
El Midrash enseña: “Los rectos le hablan a su corazón, mientras que los malvados dejan que sus corazones les hablen” (Ester Rabá 10:3). La
pregunta es: ¿Quién manda? ¿Quién decidirá lo que harás?
La paz interior se alcanza sólo identificándote con tu alma y disciplinando al cuerpo para que la siga como su guía. Utiliza tu libre albedrío para
entrenar a tu cuerpo y persuadirlo para que atienda las necesidades del alma, tu verdadero ser.
Una vez que adviertes que no eres tu cuerpo, consigues un poco de distancia mental de los impulsos incesantes del mismo y comienzas a lidiar con
ellos con mayor efectividad. “Mi cuerpo afirma que tiene hambre y que si no lo alimento se va a morir de inanición. ¿Es cierto? ¿Cuándo fue la última
vez que comí?
Para controlar tu cuerpo, debes ser inteligente. Por ejemplo, ¿qué pasa cuando estás a dieta y alguien te ofrece una porción de una irresistible torta
de chocolate? Tu primera reacción es: “No, no debería. Estoy en una dieta estricta”. Pero tu cuerpo trata de persuadirte: “Un poquito no te hará
daño”. O, “Esta es la última porción de torta que comerás. Comenzarás la dieta mañana”.
El cuerpo no dice: “Olvida la dieta, está bien ser gordo”. Sabe que rechazarías ese argumento de inmediato. Entonces, te seduce consiguiendo que
cedas un poco. Y luego, cuando ya probaste el primer bocado de “placer” y tu fuerza de voluntad se debilitó, te golpea con toda la fuerza. El iétzer
hará es implacable. Si le ofreces un dedo, eventualmente tomará todo el brazo.
Para vencer a tu cuerpo, utiliza las mismas estrategias y derrota al iétzer hará con sus propias reglas. ¿Quieres comenzar una rutina de ejercicio? No
le digas a tu cuerpo: “Desde ahora en adelante, todas las mañanas cincuenta flexiones”. Dile: “Sólo por cinco minutos, haremos ejercicio. Y luego
comeremos torta”. ¿Quieres estudiar algo importante en lugar de matar el tiempo frente a la computadora?”. Dile a tu cuerpo: “Estudiemos durante
diez minutos. Luego revisaremos los mensajes”. El cuerpo aceptará, ¡y luego podrás convencerlo para estudiar una hora!
A medida que vayas adquiriendo control sobre tu cuerpo, te será cada vez más fácil ganar esas batallas, y el cuerpo realmente aprenderá a apreciar
lo que el alma quiere. Las primeras veces que hagas ejercicio tu cuerpo te dirá que eres un “maldito asesino”. Pero si sigues ejercitando, después de
dos meses el cuerpo lo disfrutará tanto como el alma. El regocijo de un corredor es la paz interior del alma y el cuerpo trabajando en conjunto.
Quinto nivel: Haz de tu voluntad Su voluntad
El nivel más alto de libre albedrío es cuando trasciendes la batalla entre tu cuerpo y tu alma y sólo te haces una pregunta: ¿Cuál es la voluntad de
Dios?
Cuando subyugas tu voluntad a la de Hashem, alcanzas la forma más elevada de vivir. Utilizas tu poder de elección para fundirte con el poder
supremo del universo: la fuente infinita y trascendental de la existencia. Hacer que la voluntad de Dios sea tu voluntad es la forma más elevada de
cumplir lo que nos ordena la Torá: “Elige la vida”.
Pésaj terminó, pero el desafío de ser verdaderamente libres es constante. Domina el poder de tu libre albedrío. No seas un zombi, toma decisiones
activamente. No seas una marioneta de la sociedad ni de tus decisiones pasadas. Sé consciente del conflicto entre tu cuerpo y tu alma y luego
identifícate con tu alma. Y al final, convierte la voluntad de Dios en tu propia voluntad.

El poder del amor


La perspectiva judía del amor.

Amor
 ¿Ha habido alguna vez un misterio más grande?
 ¿Hay alguien que no haya deseado descifrar los secretos del amor?
 ¿Podría alguien crear una fórmula para el amor?
 ¿Qué dice el judaísmo y la Torá sobre el amor?
La primera y quizás más enigmática cosa que necesitamos entender sobre el amor es que el judaísmo no trata al amor como un ideal, una convicción, un
principio, un concepto hermoso o una pasión indómita. Es una obligación. Un deber. Una responsabilidad. Un requisito.
Sí, puedes leer eso de nuevo. A pesar de todo lo que has visto, sentido u oído sobre el esplendor, el encanto, la fascinación y la magia del amor, a fin de
cuentas éste es una obligación.
Pero no te desanimes. El hecho de que el judaísmo trate al amor como una obligación no significa que no tenga magia, encanto o fascinación. Tiene todo
eso, ¡y más! El amor tiene una cantidad infinita de intriga y poder, pero es principalmente una obligación.
¿De dónde viene esto? ¿Qué significa esto?
Esto es lo que dice la Torá:
“No te vengarás y no guardarás rencor, amarás a tu prójimo como a ti mismo, yo soy Dios” (Levítico 19:18).
A continuación examinaremos este importante concepto de forma más profunda y, en el proceso, descubriremos algunos de los secretos más grandes
sobre cómo alcanzar una relación realmente exitosa y satisfactoria.
Las preguntas
Dios nos instruye, de hecho nos ordena, amarnos el uno al otro. Y al hacerlo agrega junto al mandamiento cierta información que no pareciera ser
atingente. Esto nos incita a hacer lo que mejor hacemos los judíos: ¡preguntar!
El versículo anterior es uno de los más de 5.000 versículos que hay en la Torá, y es uno de los más cautivadores. Léelo de nuevo y fíjate si te molestan las
mismas cosas que nos perturban a nosotros.
1. ¿Cómo “amar” puede ser una obligación? O bien uno ama a alguien o bien no lo hace. ¿Quién escuchó alguna vez sobre legislar sobre una
emoción? No es algo que puedas obligar a alguien a hacer.
2. El mismo versículo de la Torá que nos obliga a amarnos el uno al otro también dice: “No te vengues y no guardes rencor”. ¿Qué tiene que ver
vengarse o guardar rencor con amar a nuestro prójimo? ¿Qué hacen estos mandamientos juntos en el mismo versículo?
3. ¿Por qué el versículo dice: “…ama a tu prójimo como a ti mismo?”. La Torá nunca utiliza palabras extra; entonces, ¿qué viene a agregar la
frase “como a ti mismo”?
4. Las palabras del texto original en hebreo ‘veahavta lereeja’, las cuales suelen traducirse como “ama a tu prójimo”, en realidad deberían
traducirse como “ama a tu amigo”. ¿Por qué la Torá se refiere a nuestro prójimo como nuestro “amigo”?
5. El versículo termina con las palabras: “Yo soy Dios”. ¿Qué tiene que ver esto con amar a tu amigo?
Responder estas cinco preguntas nos ayudará a entender qué es realmente el amor y cómo podemos adquirirlo.
1) ¿Cómo es posible obligar a “amar”?
A primera vista, la idea de forzar cualquier emoción parece absurda, por no decir imposible. Exigir que alguien “sienta” algo pareciera ser completamente
contrario a lo que son los sentimientos. Pero sin embargo, si Dios nos ordena hacerlo, debe ser porque es posible.
Y lo es.
Considera el siguiente ejemplo:
Tienes dos hijos: una niña de 6 años y un niño de 9. Un día entras a la casa y escuchas gritos. La voz de tu hijo es la más alta, por lo que naturalmente le
llamas la atención a él primero.
—Hey… ¿Qué es todo este griterío? —preguntas.
—Odio a mi hermana —te responde él—. ¡¡¡La odio, la odio, la odio!!!
¿Cuál crees que sería tu respuesta ante este berrinche?
—Bueno, puedo entender eso. Si la odias, la odias. Es un sentimiento, por lo que supongo que está bien. ¿Qué hay para cenar hoy?
¡Obvio que no!
¡No dirías nada similar a eso! Probablemente dirías lo que la mayoría de los padres dicen en momentos como ese:
—¡No digas eso! ¡Tienes que amar a tu hermana!
Después de lo cual es muy probable que él diga:
—Pero te estoy diciendo sólo la verdad. ¿Quieres que mienta? ¿Cómo puedo amar a esta pequeña maleducada? En serio, la odio.
Y si quisieras preguntar por qué odia a su hermana, es posible que te diría “Porque agarró el pedazo más grande de torta”, o “Agarró mi goma de borrar
sin pedírmela”, o “Movió mi silla” (Debes tener hijos para poder apreciar esto).
Ahora, si esto sigue así, probablemente perderías el temperamento. No lo tolerarías y dirías:
—¡¿Por eso odias a tu hermana?! ¡Es una tontería! ¡Tienes que amar a tu hermana!
No estás simplemente sugiriendo que el hermano ame a su hermana, sino que estás exigiéndolo. Entre hermanos y hermanas, el amor no es
simplemente algo ‘preferible’, sino que es algo esperable. Nada en el mundo debería interponerse en medio de su amor.
Entonces no es sólo que exigir amor no es algo imposible, sino que es algo que la mayoría de nosotros hacemos todo el tiempo. Más aún, es
precisamente cuando aceptamos la obligación de amar a alguien que comenzamos a entender el proceso de cómo amar.
Los padres, aún antes de que nazcan sus hijos, están comprometidos naturalmente a amarlos y, por lo tanto, están decididos a enfocarse principalmente
en las virtudes de sus hijos.
Sin embargo, la verdadera pregunta es: ¿Cómo podemos activar este proceso en todas nuestras relaciones para que podamos amar “a nuestra
voluntad”? Para hacerlo necesitamos tomar conciencia de las dinámicas que se desarrollan dentro de una persona que acepta la obligación de amar.
Los judíos vs. Cupido
Para comenzar a entender esto de mejor manera, contrastemos la definición de amor según el pueblo judío con la visión de amor que tiene la civilización
occidental. El judaísmo define al amor como: el placer emocional que experimenta un ser humano cuando entiende y se enfoca en las virtudes de otro ser
humano. Por lo tanto, la emoción de amar depende en un altísimo grado de cómo uno mire a la otra persona. Si elegimos enfocarnos en las virtudes de
una persona, entonces la amaremos. Si elegimos enfocarnos en sus deficiencias, entonces nos desagradará.
[No es tan simple como suena, pero tampoco es tan complicado como podrías pensar].
Esto explica cómo es posible que la Torá nos obligue a amar a alguien. La forma en la que elegimos ver a otra persona está completamente bajo nuestro
control. Para desarrollar el sentimiento de amor, la Torá nos obliga a enfocarnos en las virtudes de los demás. Consecuentemente los amaremos. Y
cuanto más íntimamente conozcamos a alguien y sus virtudes, más profundo será nuestro amor. La cultura occidental en cambio, está muy influenciada
por las ideas seculares, en este caso en particular, por el concepto griego de amor: Cupido. Ya conoces la historia. Cupido revolotea con sus alas, le
dispara una flecha a un hombre y a una mujer, ¡y listo!, están enamorados.
Este concepto de amor domina el mundo occidental. Nos engaña, haciéndonos creer que el amor es un suceso místico. No te esfuerzas para amar a la
gente. Es algo que simplemente puede ocurrir o no.
Para el mundo occidental, el amor es un golpe del destino. No hay una explicación lógica. No hay un esfuerzo involucrado. El amor no se basa en
compromiso ni en ningún entendimiento profundo de la persona que amas.
En el estilo de amor griego/occidental, dos personas se enamoran y se casan. Simplemente ocurre que “se enamoran”, como si fuesen víctimas. ¡Amar a
alguien no es una elección en absoluto! Por lo tanto, si quieres seguir casado, ¡todo lo que tienes que hacer es tener esperanza y rezar para que Cupido
no te dispare otra flecha! No es sorprendente que esta filosofía haya producido una sociedad con una tasa de divorcio de más del 50%.
Por otro lado, la perspectiva judía consiste en que el amor se basa en el entendimiento y la apreciación de las virtudes de la otra persona. Cuando la
gente está verdaderamente comprometida a enfocarse en las virtudes de la otra persona, el amor no es una casualidad. Por eso hay tan poca gente que
abandona a sus hijos.
Pregúntale a un padre:
—¿Alguna vez tus hijos te han mantenido despierto toda la noche, gritando, tosiendo y volviéndote loco?
—Sí.
—¿Alguna vez has perdido el control y has pensado: “Quisiera estrangular a este monstruo”?
—Bueno, ocasionalmente, ha pasado, soy humano.
—¿Todavía amas a tus hijos?
—¡Por supuesto que amo a mis hijos!
Ningún padre se levanta a la mañana siguiente y dice: “No te voy a dar desayuno porque me mantuviste en vela toda la noche”.
No dejamos de cuidar a nuestros hijos porque nos molestan. No nos desenamoramos de nuestros hijos, porque entendemos que amarlos no es una
casualidad. Es una responsabilidad que aceptamos desde el momento en que nacieron. Conocemos sus virtudes porque como padres aceptamos la
obligación de amarlos a pesar de las incomodidades.
Si tan sólo pudiésemos llevar ese mismo compromiso a nuestros matrimonios y amistades, estaríamos mucho mejor.

2) ¿Cómo están relacionados el “no vengarse” y “no guardar rencor” con el amor?
En realidad hay tres mandamientos separados que aparecen en el versículo:
 No tomes venganza.
 No guardes rencor.
 Ama a tu prójimo como a ti mismo.
¿Por qué estos tres mandamientos aparecen en el mismo versículo? ¿Qué tienen en común?
Su ubicación no es accidental ni incidental. Al yuxtaponer estos mandamientos la Torá nos revela otro secreto sobre cómo amar.
Si te acostumbras a no tomar venganza, entonces no te molestarás en recordar las veces en que la gente te hace mal y por lo tanto no guardarás rencor.
Consecuentemente, en lo único que podrás enfocarte es en las cosas positivas ya que no habrá nada negativo que evite que veas los méritos de esa
persona y que la ames. En otras palabras, el camino ahora está libre para que pongas atención especial en perfeccionar la fórmula: entender y enfocarte
en las virtudes del otro.

3) ¿Por qué el versículo de la Torá te comanda amar a tu prójimo “como a ti mismo”?


Imagina que estás rebanando un queso y que accidentalmente te haces un tajo en un dedo. ¿Te vengarías tomando el cuchillo y cortando tu otra mano?
Después de todo, fue la otra mano la que perpetró la ofensa, ¿verdad?
¡Por supuesto que no! Tu otra mano es tan parte de ti como todo lo demás. ¡Vengarse sería una locura!
Cuando aprendemos a apreciar que en realidad todos estamos unidos, entonces, vengarte de la otra persona es tan ridículo como herirte a ti mismo. Por
eso la Torá dice: Ama a tu prójimo “como a ti mismo”. Si me doy cuenta que la otra persona y yo somos parte de la misma unidad, entonces la venganza
es tan tonta como cortar mi otra mano con el cuchillo.
Ahora, toda esta charla sobre unidad te puede sonar irreal, pero eso es realmente lo que Dios quiere de nosotros. Este estado de armonía por alguna
razón continúa eludiéndonos, y nosotros, como pueblo, estamos más y más hundidos en el abismo de la desunión y la disonancia. Es triste.
Por lo general hace falta un conflicto o una guerra en contra de un enemigo en común para que entendamos el mensaje. La historia corrobora esto de
forma demasiado dolorosa.
Basta con prestar atención a las consecuencias del ataque terrorista a las Torres Gemelas para ver este punto con claridad. Los ciudadanos de todo
Estados Unidos dejaron inmediatamente de lado sus diferencias y se alinearon en torno al presidente y a la democracia. Coaliciones de todos los colores,
razas y credos imaginables se formaron en los frentes locales, nacionales e internacionales. La lealtad política y las inclinaciones previas no estuvieron a
la altura del súper patriotismo que generaron los enemigos de Estados Unidos. Así de grande es el poder de la unidad cuando lo necesitamos.
A lo largo de toda la historia se han registrado fenómenos similares, ya que Dios debe recurrir periódicamente al más doloroso de los caminos para
recordarnos el mensaje del compañerismo. Cuánto más sano y prudente sería si la humanidad aprendiera sola esta lección, sin la agonizante
intervención Divina.
Los padres se relacionan naturalmente de esta forma con sus hijos. No importa cuán mal se comporten los niños, los padres no dejan de amarlos.
¿Molestias? Sí. ¿Reprimendas? Por supuesto. Pero los padres normales no se vengan de sus hijos. No guardan rencor, porque se relacionan con sus hijos
como una extensión de sí mismos, por lo que lastimar a nuestros hijos es en realidad herirnos a nosotros mismos. Como los padres no desean vengarse,
pueden olvidar las cosas malas y enfocarse en las buenas. Por eso para los padres es fácil amar a sus hijos.
Esta misma dinámica puede funcionar con cualquier relación. Con padres e hijos el proceso es más instintivo. Pero cuando se trata del matrimonio, ¡el
potencial para la unidad es más grande todavía! A diferencia de la relación padre-hijo, los integrantes del matrimonio se eligieron mutuamente, ¡lo cual
permite que el potencial de unidad sea aún mayor! Pero naturalmente, implica mucho más trabajo...

4) ¿Por qué la Torá se refiere a nuestro prójimo como “amigo”?


La palabra hebrea reeja, ‘tu amigo’, transmite de forma más precisa el mensaje de que “estamos juntos en esto” —que estamos en el mismo equipo—
que la frase tu vecino. Y ese es el sentimiento que todos deberíamos tener por los demás.
Obviamente la amistad, al igual que el amor, es otro tema sobre el cual hay mucho para aprender. Y los dos temas están conectados inexorablemente.
Obtener un entendimiento más profundo sobre la dinámica de la amistad nos ayudará en nuestra odisea para alcanzar el amor real.
Las siguientes historias sobre amistad, tomadas del folklore judío, brindan un poco más de claridad al significado de la amistad y del amor. La primera nos
ayudara a responder la pregunta Nº4 y la segunda nos ayudara con la pregunta final. Ambas hablan sobre los ingredientes del amor y sobre por qué Dios
le da tanta importancia a que nos amemos unos a otros.
Una vez un padre estaba intercambiando ideas con su hijo sobre el tema de la amistad.
El padre dijo: —Sabes, hijo, es difícil hacer amigos.
El hijo le respondió: —¿A qué te refieres papá? Yo tengo muchos amigos.
—¿Cuántos amigos tienes? —preguntó el padre.
El hijo pensó un momento y dijo: —Los he contado. ¡Debo tener 200 amigos! (Y esto era antes de Facebook).
—¿200 amigos? ¿Un hombre joven como tú? —dijo el padre—. Es asombroso. No lo puedo creer.
—¿Por qué papá? ¿Cuántos amigos tienes tú?
—¿Yo? Durante toda mi vida he trabajado muy duro y sólo conseguí medio amigo.
—Pero papá, todos te quieren. Eres un hombre maravilloso. ¿De qué estás hablando... ¿sólo medio amigo? Y en todo caso, ¿qué es medio amigo?
—Mira hijo, tienes que saber si tus amigos son realmente tus amigos. Un amigo en los malos momentos es un verdadero amigo. ¿Por qué no haces
la prueba y ves si tus amigos son realmente amigos?
El padre tuvo una idea. Siendo que esta historia tuvo lugar durante la ocupación romana de Israel, hace más de 2.000 años, debes saber que los romanos
eran especialmente estrictos en lo que se refiere a la ley y el orden. Si agarraban a un asesino o a un ladrón, imponían un juicio rápido y duro sobre él. Y
le hacían lo mismo a cualquiera que fuese cómplice del crimen. Era un asunto serio.
—Esto es lo que puedes hacer —sugirió el padre—. La sangre de una cabra se parece a la sangre humana. Toma una cabra, mátala y ponla en un
saco. Luego, ve por la noche donde tus amigos y diles: “Tienen que ayudarme. Anoche fui a un bar y tomé demasiado. Había un hombre que
comenzó a insultarme y nos pusimos a discutir. Me golpeó, y yo lo golpeé también, la pelea siguió en la calle, y lo golpeé demasiado fuerte y lo
maté. Ahora tengo que deshacerme del cuerpo. Si no, estoy muerto”. Luego, pídele a tus amigos que te ayuden a deshacerte del cuerpo.
El hijo pensó que era una gran idea y lo intentó. Noche tras noche, tomó el saco con una cabra muerta en su interior y lo llevó donde sus amigos. Se
demoró un par de semanas y unas cuantas cabras, pero visitó a los 200 amigos.
Como podrás adivinar, ninguno quiso ayudarlo. Todos entendieron que no era su culpa y que el otro hombre había comenzado la pelea, pero de ningún
modo estuvieron dispuestos a hacerse partícipes del asunto.
Finalmente, el hijo volvió donde su padre y le dijo: —Papá, supongo que tenías razón. Mis amigos no son tan buenos amigos. ¿Qué hay sobre tu
medio amigo? Quizás él me ayudaría.
El padre dijo: —Seguro, ponlo a prueba. Ve a su casa y dile que eres hijo de Jaim. Dile lo que pasó y ve si te ayuda o no.
Esa noche el hijo golpeó la puerta del amigo de su padre.
—¿Quién es? —preguntó una voz asustada.
—Soy hijo de Jaim.
—Oh, ¡el hijo de Jaim! Entra. ¿Qué puedo hacer por ti?
El hijo le contó toda la historia sobre el bar y la pelea y el cuerpo.
—Bueno, la verdad es que no debería ayudarte, pero qué puedo hacer, eres hijo de Jaim.
Sacó el cuerpo al patio, cavó un hoyo y enterró el saco.
—Ahora vuelve a casa. Aléjate de los bares. Si alguien te insulta, mantén la calma. Pero sobre todo, olvida que alguna vez me conociste.
El hijo volvió donde su padre y le dijo: —Papá, ¿por qué lo llamas medio amigo? ¡Es el único que me ayudó!
—¿Qué te dijo?
—Dijo: “En realidad no debería ayudarte, pero eres hijo de Jaim, ¿qué puedo hacer?”.
—Eso es medio amigo —dijo el padre—. Alguien que hace una pausa y dice: “En realidad no debería hacer esto”, ese es medio amigo.
—Entonces, papá, ¿qué es un amigo de verdad?
Entonces su padre le contó la siguiente historia (citada en Shtei Yadot), la cual nos ayudará a responder nuestra última pregunta.
5) ¿Por qué el versículo termina con “Yo soy Dios”?
Dos jóvenes crecieron juntos y se volvieron muy buenos amigos. Vivieron en la época en la que el Imperio Romano estaba dividido en dos partes: una
parte estaba controlada por un emperador en Roma y la otra mitad estaba dirigida por un emperador en Siria. Después de que ambos se casaron, uno se
mudó a Roma y el otro a Siria. Comenzaron juntos un negocio de importación y exportación, y aunque vivían muy lejos, siguieron siendo muy buenos
amigos.
Una vez, cuando el amigo de Roma estaba visitando Siria, alguien lo acusó de ser un espía de Roma y de estar planeando un complot en contra del
emperador. Era un hombre inocente y sólo se trataba de un falso rumor. Entonces, lo llevaron frente al Emperador Sirio, quien subsecuentemente lo
condenó a muerte.
Cuando lo llevaban para ser ejecutado, le preguntaron si tenía un último deseo. El hombre acusado suplicó:
—Por favor, soy un hombre inocente, pero no puedo probarlo. Entonces, si voy a morir, al menos déjenme volver primero a Roma, acomodar mis
negocios y decirle adiós a mi familia. Ellos no saben de mis negocios, no saben quién me debe dinero ni dónde están mis bienes. Déjenme volver a
Roma, poner mis asuntos en orden y luego volveré para que puedan ejecutarme.
El emperador se rió de él.
—¿Acaso estás loco? ¿Crees que te dejaremos ir? ¿Qué garantía tendríamos de que volverás?
El judío dijo: —Espere. Tengo un amigo aquí en Siria que se quedará en mi lugar. Será mi garante. Si no vuelvo, lo puede matar a él en mi lugar.
El emperador estaba intrigado.
—Esto lo tengo que ver. Está bien, trae a tu amigo.
Entonces fue a buscar a su amigo de Siria. De acuerdo a lo esperado, el amigo accedió sin dudar a tomar el lugar del judío romano y a que lo mataran en
su lugar si éste no volvía.
El emperador estaba tan sorprendido por este arreglo que accedió a dejar ir al judío romano.
—Te daré 60 días. Pon tus asuntos en orden. Si no estás de regreso para el atardecer del día 60, tu amigo estará muerto.
Y así el judío romano emprendió rumbo y se fue corriendo donde su familia para decir adiós y para poner sus asuntos en orden. Después de muchas
lágrimas y adioses, partió con tiempo de sobra antes de que terminasen los 60 días.
Esos eran los tiempos de viajar en galeras, y a veces podían pasar varios días hasta que soplara el viento indicado. Como lo quiso la suerte, no hubo
viento por varios días, el barco se retrasó, y para cuando el judío llegó a Siria estaba empezando el atardecer del día 60.
Como había sido acordado, los carceleros sacaron al amigo de Siria para la ejecución. En esos días, una ejecución era un evento de gala, y temprano por
la mañana las multitudes comenzaron a reunirse. Finalmente, cuando estaban a punto de realizar la ejecución, llegó corriendo el amigo de Roma.
—¡Esperen! ¡Deténganse! Estoy de vuelta. No lo maten. ¡Yo soy el prisionero real!
El verdugo dejó ir al amigo de Siria y estaba a punto de poner al judío de Roma en su lugar.
—Espera un minuto —discutió el garante indultado—. No lo puedes matar a él. Su plazo se cumplió. Yo soy el garante. ¡Tienes que matarme a mí
en su lugar!
Los dos amigos fueron inflexibles por igual.
—¡Mátame a mí en su lugar!
—¡No, mátame a mí!
El verdugo no sabía qué hacer. La multitud estaba alborotada mirándolos pelear.
Finalmente, el emperador intervino. Sorprendido y asombrado, se volvió hacia los dos amigos y dijo:
—Los dejaré ir a ambos con una condición. ¡Háganme su tercer amigo!
Eso es amistad. Eso es unidad verdadera.
Por eso el mismo versículo que dice “Ama a tu prójimo” dice también “Yo soy Dios”. La unidad y la amistad entre los hijos de Dios es tan valiosa que Dios
mismo dice, por decir así, “Si se aman unos a otros, Yo quiero ser su tercer amigo”. Eso significa que si estamos unidos, tenemos el poder de Dios
respaldándonos.
La unidad es tan preciada para Dios que incluso cuando no somos tan buenos como deberíamos, nuestra unión nos permite lograr mucho más de lo que
cualquier individuo piadoso, talentoso o grandioso podría alguna vez lograr solo. En los deportes lo llamamos “trabajo en equipo”. Los equipos unidos a
menudo baten a oponentes con más talento y poder.
En la vida, lo llamamos “amor”.
Hay muchos ejemplos de esto en la historia judía. Ahab —a pesar de haber sido un rey malvado— fue más exitoso en la batalla que cualquier otro rey
que haya tenido el pueblo judío en su historia. ¿Por qué? Porque se benefició de la unión excepcional que había entre la población judía. Dios le concedió
a los judíos el éxito militar a pesar de las siniestras intenciones de su líder. La unión es la cualidad que más quiere Dios para todos Sus hijos. Puesto de
manera simple, cuando estamos unidos, Dios es nuestro “tercer amigo”.
La lucha interna y el conflicto entre nosotros es, por lo tanto, nuestro enemigo más insidioso y debilitante. La discordia evita que seamos una fuerza
predominante y nos reduce a una colección de individuos que se encuentran absorbidos en sí mismos.
Si estamos unidos, Dios está con nosotros. Si estamos divididos, estamos solos.
Eso es “el poder del amor”

Conócete a ti mismo
No vayas por la vida haciendo suposiciones sobre quién eres. Tómate un tiempo para conocerte, antes de que una crisis te obligue a hacerlo.
¿Alguna vez tomaste un tren hacia algún lugar y luego te diste cuenta que lo habías tomado en la dirección equivocada?
Lo mismo puede ocurrir en la vida. Nos ponemos metas y hacemos planes, pero a veces descubrimos que estamos “en el tren equivocado”.
El Camino #4 es Binat Halev, que significa literalmente 'entendimiento del corazón'. El corazón es donde se asientan las emociones. Decimos “me rompió
el corazón”, “me robó el corazón”, “me duele el corazón”, etc. Entender tu corazón es entender tu verdadero yo interior.
Mucha gente va por la vida haciendo suposiciones sobre quiénes son. Nunca se toman el tiempo para conocerse a sí mismos. No tengas miedo de
descubrir que el “verdadero tú” quizás es diferente al “tú actual”.
Generalmente suele haber una crisis en la adultez en la cual la gente se pregunta: “¿De qué se trata la vida? ¿Vale la pena todo este esfuerzo?”.
Probablemente has escuchado historias de personas que repentinamente hacen un cambio de dirección, renuncian a sus trabajos y se divorcian. Ya
sabes, como la típica historia del exitoso doctor que decide que nunca quiso ser médico realmente, por lo que deja el mundo de la medicina y se
convierte en artista.
Conocerte a ti mismo es la esencia de estar vivo. Si no te conoces a ti mismo, no estás viviendo realmente. Si no sabes qué es lo que te interesa en
realidad, entonces eres un robot, un zombi, una marioneta.
Por lo tanto, no esperes hasta la crisis. La vida es demasiado corta como para tomar el tren equivocado.
Comenzando
Piensa en alguien a quien te fascinaría conocer, alguien sobre quien te encantaría saber cuáles son sus intereses y pasiones.
Ahora, debes darte cuenta que la persona más fascinante que podrías llegar a conocer es… ¡tú mismo!
Siéntate, di “hola” y preséntate a ti mismo. Familiarízate contigo mismo como si estuvieras conociendo a un pariente perdido. Entrevístate. Haz
preguntas sobre tu vida y sobre la dirección en la que estás yendo. Ve cuáles son tus sueños, tanto los que estás cumpliendo como los que has relegado
al fondo de tu cerebro.
Vuelve a lo básico. Quieres ser rico. Quieres ser famoso. Quieres ser bueno. Quieres lograr cosas. Quieres obtener significado. Quieres ser creativo. Pero,
¿por qué quieres todas esas cosas? ¿Qué es lo que te motiva? ¿Qué quieres obtener realmente de la vida?
El proceso de autodescubrimiento involucra hacerse una serie de preguntas, investigando cada vez más profundo hasta que la verdad subyacente
emerja. Hazte a ti mismo 10 preguntas que le harías a un amigo íntimo. Luego, espera por las respuestas. No te preocupes, nadie se va a burlar de ti.
1. ¿Cuál es el propósito de la vida?
2. ¿Cuál es mi meta en la vida?
3. ¿Por qué elegí esta profesión?
4. ¿Cómo utilizo mi tiempo libre?
5. ¿Cuál es mi motivación para hacer lo que hago?
6. ¿Qué me hace realmente feliz?
7. ¿Soy tan feliz como quiero ser?
8. ¿Es más importante ser rico o ser feliz?
9. ¿Cuáles son mis planes para el futuro? ¿Por qué?
10. ¿Cuáles son mis sueños y ambiciones secretas?
No te sorprendas si las respuestas no son inmediatas. Éste es un proceso que puede tomar varios meses. Mantente firme y descubrirás qué es lo que te
motiva. Las respuestas están ahí. Después de todo, tienes un compañero fascinante.
Finalmente, la pregunta más importante que debes hacerte es:
“¿Para qué estoy viviendo?”.
Suena como una pregunta simple, pero a muchos les avergüenza preguntarla. Una voz en nuestro interior dice: “Nah, ¿para qué hacer una pregunta tan
básica?”. Nos resistimos porque sabemos que requiere mucha introspección. Pero cuando llegues a conocerte a ti mismo, habrás cambiado. Habrás
cambiado tu relación contigo mismo y con el mundo.
Confianza en la toma de decisiones
Usualmente, la gente evita tomar decisiones por miedo a cometer un error.
La verdad es que el no tomar decisiones es uno de los errores más grandes de la vida.
Imagina un mendigo que recibe una carta que dice que ha heredado 1 millón de dólares. Si él no lee la carta, ¿es rico o no?
De forma similar, Dios nos dio libre albedrío para tomar decisiones en la vida y alcanzar de esta forma la grandeza. Pero si no estamos conscientes de
nuestro libre albedrío, entonces no lo tenemos realmente. Y luego terminamos culpando a otros cuando las cosas no resultan bien – a pesar de que
sabemos que la decisión está en nuestras manos.
Si no utilizas tu potencial, tu confianza en ti mismo se verá disminuida. ¿Sabes cuál es tu potencial? ¿Has intentado utilizarlo? Tienes que hacer frente a la
vida. No te has rendido aún, ¿o sí? Debes seguir con el juego – debes comenzar a vivir de verdad en vez de simplemente “seguir con la inercia”.
Debes conocer la diferencia entre “tomar decisiones” y “seguir la corriente”. ¿Escogiste ir a la universidad, o quizás no tuviste nada que ver con esa
decisión? ¿Fue algo que simplemente hiciste porque te graduaste de la secundaria y todo el resto de la gente lo estaba haciendo? ¿Lo pensaste con
calma y luego tomaste una decisión?
Imagina la siguiente conversación privada de un estudiante universitario:
¿Para qué estoy yendo a la universidad?
Para obtener un título.
¿Para qué?
Para realizar un postgrado en una institución de renombre.
¿Para qué?
Para obtener un buen trabajo.
¿Para qué?
¡Para poder pagar mi deuda universitaria!
Mediante el proceso de cuestionamiento, él reveló una falla lógica en su razonamiento. En realidad, la razón principal para ir a la universidad debiese ser
adquirir conocimiento, sabiduría e información. En otras palabras, ¡para obtener una educación!
Ahora intenta hacer tú mismo el proceso, utilizando éste ejemplo:
¿Por qué quiero casarme?
No aceptes respuestas fáciles. Sigue preguntando “¿Por qué?, ¿Por qué?, ¿Por qué?”. Sé franco. Se trata de ti mismo. Haz cualquier pregunta que
quieras. Sé paciente y persistente. Eventualmente, obtendrás una respuesta.
Cuando analizas un tema a fondo, entonces puedes tomar decisiones sabias con confianza.
Identifica dónde te falta confianza. ¿Qué te pone nervioso? ¿Qué situación impide que seas tú mismo? ¿Por qué no puedes tomar decisiones? ¿Es
porque no sabes cómo tomar decisiones? ¿O es porque dudas sobre tus decisiones una vez que las has tomado? ¿O quizás simplemente no tienes ganas
de tomar decisiones?
Disfruta el tomar decisiones. Involúcrate con el mundo en el que vives. Eso es amar la dinámica de la vida.
Aísla tus bloqueos
Cuando se te haga difícil alcanzar una meta, deberás descubrir qué es lo que te está deteniendo.
Todos tenemos problemas. Estar conscientes de esos problemas es la clave para entrar en contacto contigo mismo. Porque mientras no enfrentes tus
problemas, estos te irritarán y fastidiarán por detrás.
Escribe cuáles son tus “bloqueos” en un pedazo de papel. Eso es dar un paso en la dirección correcta. Al ser capaz de aislar los obstáculos específicos, los
convertirás en desafíos concretos que requerirán de una solución.
Pregúntate a ti mismo:
 ¿Soy flojo? ¿Por qué?
 ¿Soy desorganizado? ¿Por qué?
 ¿Suelo enojarme? ¿Cuándo?
 ¿Me pongo alguna vez a la defensiva? ¿Respecto a qué?
 ¿Qué me pone celoso?
 ¿Qué me hace ser arrogante?
 ¿Tengo problemas para tomar decisiones? ¿Por qué?
 ¿Me falta tener autodisciplina?
 ¿Me falta tener confianza en mí mismo?
 ¿Por qué no tengo más iniciativa?
Las características personales negativas son la raíz de nuestros problemas. Haz una lista de tus características negativas e identifica cuándo te ves más
afectado por ellas. Luego, analiza qué cosas desencadenan esas reacciones en ti. Finalmente, formula un método efectivo para enfrentarlas.
Trabajar en esto toma tiempo. ¿Pero tienes algo mejor para hacer ahora mismo?
Revisa tus emociones
Ponte en contacto con tu estado emocional. Revisa cómo te sientes. ¿Feliz? ¿Enojado? ¿Tenso? ¿Triste? Las emociones son un medidor respecto a qué
está pasando bajo la superficie. Es como tomarte la temperatura. Si estás enfermo, necesitas estar al tanto para que puedas arreglar el problema.
Descubre por qué estás enojado. ¿Qué o quién te está presionando? ¿Es un problema interno o externo? Identifícalo.
Digamos que estás irritado. ¿Por qué?
Porque el jefe me regañó.
¿Y por qué estoy irritado?
Porque estoy resentido con él.
¿Por qué? ¿Qué me importa?
Porque siento que no soy bueno.
¿No soy bueno? ¡Él está loco!
Salte de ti mismo y rastrea la causa. Si no lo haces, es simplemente enojo. Y lo siguiente que harás probablemente será ir a casa a gritarle a tus hijos.
Una vez que hayas identificado la causa de tus sentimientos negativos, ajústate para minimizar el impacto. Puedes intentar evitar ese tipo de situaciones,
o bien puedes prepararte a ti mismo para enfrentarlas cuando aparezcan.
Y no sólo eso. También debes rastrear las motivaciones negativas que corrompen tu comportamiento. Digamos por ejemplo que das dinero a caridad.
¿Por qué? Una motivación posible es ayudar a la humanidad. Otra es el placer de ser constructivo. Una tercera opción es el deseo de hacer lo correcto.
Todas estas son motivaciones positivas. Una motivación negativa para dar dinero de caridad podría ser: “quiero que la gente me admire”. Eso te
corrompe. ¿Me entiendes?
La próxima vez que des dinero a caridad, hazlo de forma anónima. Elimina las razones negativas. Éstas son destructivas.
Lo mismo ocurre con las emociones positivas. Debes estar consiente de cómo tu estado emocional afecta tus decisiones. Por ejemplo, no compres una
radio nueva cuando estés eufórico. Espera. Piénsalo de nuevo. Eres susceptible.
Identifica qué es lo que te hace feliz. Puedes obtener más alegría cada día por medio de establecer algunas aplicaciones prácticas. Te levantas en la
mañana, es un hermoso día y te sientes genial. Te sientes con energía. Ahora, toma ese sentimiento y enséñate a ti mismo cómo levantarte con el pie
derecho – ¡todos los días!
Otro ejemplo: Hiciste un buen trabajo y recibiste una felicitación de tu jefe. Ahora enfócate: ¿Necesitas un jefe que te diga que hiciste un gran trabajo?
¡No! Crea tu propio placer cuando hagas un buen trabajo.
Ponte en contacto con tus dos lados
Todos desean grandeza. Queremos honor, poder, fama. Queremos lograr cosas, ser fuertes, hacer lo correcto e inclusive salvar el mundo.
Sin embargo, al mismo tiempo, tenemos un sentimiento opuesto, que nos hace querer escapar de la responsabilidad, que nos hace querer meternos en
la cama y escondernos bajo las sábanas.
Alguien puede decir que “la vida es hermosa”, pero puede no sentirlo. Sus emociones lo detienen, y él va por la vida pensando “Ugh, la vida es
agobiante”.
Reconoce el gran conflicto que se desarrolla en tu interior: Está lo que “quieres” hacer, versus lo que “tienes ganas” de hacer. Éste es el conflicto entre el
cuerpo y el alma.
Una vez que te des cuenta de la dicotomía, podrás identificar en todo momento si es tu cuerpo o tu alma la que está hablando. Esto hace posible vivir
con sanidad y escoger lo correcto.
El siguiente paso es hacer las paces entre ambos lados. La forma más simple sería eliminar tu deseo de ser grandioso. Pero la vida no se trata de tomar el
camino fácil. El hecho de que te sientas incómodo con una idea no quiere decir que sea incorrecta para ti. Es difícil romper los hábitos, y crecer puede ser
atemorizante.
Por ejemplo, ¿preferirías ser rico o feliz? Está bien, preferirías ser feliz. Ahora imagina el siguiente diálogo:
“Vamos, te enseñare cómo ser feliz. Todo lo que se requiere es esforzarse y cambiar”.
“Me encantaría, pero no puedo ahora. Me es imposible. Tengo un vuelo que tomar”.
“¿En verdad? Te pagaré $10.000 dólares a la semana si trabajas en tu felicidad”.
“¡Por supuesto! ¿Dónde firmo?”.
“Pensé que no podías ahora…”.
Ocultamos nuestros problemas por medio de la racionalización. “Arruinaré mi mente si me pongo a pensar cuál es el objetivo de la vida. Nadie lo sabe
realmente. No va a funcionar. Y de cualquier forma, no hay nada que hacer al respecto. En realidad, no me importa. ¡No vale la pena invertir mi tiempo
en ello!”.
Nuestros sabios dicen que una persona actúa mal sólo cuando tiene un momento de locura. Entonces, date cuenta que estás combatiendo la “locura”.
No es algo lógico. Debes estar en guardia, porque si te distraes, pagaras el costo.
Entonces… ¿quieres cambiar? ¿Qué es lo que te detiene? Siente la aversión del cuerpo. Somos tan perezosos. Lo único que quiere el cuerpo es dormir.
“Aaaah… no quiero cambiar. Soy suficientemente feliz. Estoy cómodo en mi nicho de miseria.” ¿Eres suficientemente rico? ¡No! ¿Eres lo suficientemente
feliz?
¿Te das cuenta de la importancia de detectarlo? Debes identificar al animal con el que estás peleando. “El temor al cambio”.
Si estás alerta, verás al enemigo. Puedes luchar contra él. Puedes perder una batalla contra el cuerpo, pero al menos tendrás confianza en ti mismo. “Sé
lo que hago”.
Convence al cuerpo
Ponte en contacto con tu núcleo espiritual. Descubre qué es lo que te motiva. No dejes que el libre albedrío sea algo subconsciente. Tú quieres alcanzar
la grandeza. Pero el cuerpo dice que eso es demasiado esfuerzo.
Para intentar convencer al cuerpo, debes identificar el beneficio tangible. “¿Por qué es necesario? ¿En qué me va a ayudar?”. Debes llevarlo al plano de
la comprensión emocional. “¿Qué tengo para perder? ¿Qué tengo para ganar?”. Sólo entonces la idea tendrá poder y podrás convencer a tu cuerpo.
Ésta es la fórmula secreta: Identifica con tu intelecto, y convence a tu cuerpo. Por ejemplo, si estás emocionalmente convencido del beneficio de ponerse
en buen estado físico, entonces incluso cuando estés sudando y tu corazón esté latiendo sumamente rápido, seguirás adelante. Eso es porque has
decidido “yo quiero esto”, porque sabes que es importante.
Para evitar una reacción negativa, tus emociones deben sentirse cómodas con los cambios que hagas. Aprende a relajar y tranquilizar a tu cuerpo.
Engatusa a tu cuerpo y dile: “No va a ser tan malo. ¡Recuerda cuán bien te sentiste la última vez que hiciste un esfuerzo!”. Dale aliento a tu cuerpo y
recompénsalo cuando tengas éxito.
No digas que no funciona. No has hecho el esfuerzo. No renuncies a tu intuición y percepción. Simplemente date cuenta que aún no has hecho lo
necesario para lograrlo.
Considera cómo las motivaciones humanas básicas te afectan: seguridad, autoestima, honor, pasión, presión social y posesiones. Pon especial atención
en cómo aceptas la responsabilidad. Digamos por ejemplo que cometes un error. Tú quieres disculparte de forma plena y directa. Sin embargo, “tienes
ganas” de olvidar el asunto, de esconderte, de escapar y decir “no es mi culpa”.
Éste es el “gran conflicto”. Queremos ser firmes, dedicados y poderosos, pero no tenemos ganas. Elegir el camino del alma no es algo que nace
naturalmente. Requiere mucho tiempo y esfuerzo.
Debes saber lo que sabes
No creas que sólo porque entiendes algo estarás viviendo acorde a eso. Es posible creer en algo y sin embargo actuar de otra manera. Nos ocurre a todos
constantemente. Puedes creer que es importante comer comida saludable y sin embargo atiborrarte de papas fritas y tarta de chocolate.
Nuestras acciones están determinadas por nuestro nivel de claridad. Si entendemos una idea sólo en un nivel superficial, entonces tendremos
dificultades para apegarnos a ella cuando las cosas se pongan difíciles.
La próxima vez que vayas a un funeral, observa cuidadosamente. Cuando llevan el cuerpo hacia el cementerio, los dolientes comienzan a llorar. ¿Acaso
lloran porque quieren que el cuerpo se quede donde estaba? No. De pronto, tienen una mayor conciencia sobre la muerte, sobre el hecho de que él
difunto no volverá. En el cementerio, cuando sitúan el ataúd bajo la tierra, los dolientes lloran nuevamente. Se dan cuenta en un nivel emocional que la
muerte es definitiva.
Mientras no pongas en línea tus sentimientos con la realidad, estarás viviendo en el mundo de los sueños. El crecimiento comienza en la mente, pero el
corazón debe aceptar todo lo que tu mente descubra. Sólo entonces podrás integrar estas ideas a tu vida diaria.
Mucha gente cree en Dios, pero hay muy pocas personas que viven con Dios. ¿Hace eso sentido? Debes asimilar algo que has aceptado como verdad.
Debe convertirse en parte de ti.
Claridad absoluta
Debes conocerte a ti mismo de forma objetiva, tal como sabes que tienes 5 dedos en la mano. ¿Cómo sabes que estás en el camino correcto? ¿Cómo
sabes que no estás cometiendo un error ahora mismo?
Para desarrollar esta claridad, debes articular los principios más importantes que guían tu vida. Por ejemplo, en el judaísmo decimos que amar es una
obligación. ¿Es esto lógico? Piensa en ello:
“Ridículo. No puedes obligarme a amar”.
“Pero si tuviera hijos, ¿los amaría?”.
“¡Obvio que amaría a mis hijos!”.
“¿Cómo puedo saber? No sé que clase de hijos voy a tener. Quizás sean unos maleducados y no los ame”.
“Lo haré. Estoy obligado a amar a mis hijos”.
¿Ves la contradicción? En un nivel intuitivo, sabes que el amor es una obligación. Pero el concepto no está tan claro como para que puedas articularlo.
Tómate tu tiempo. Resuelve los aspectos básicos de la vida. Hazte preguntas importantes respecto a los temas globales y espirituales de la vida.
 ¿Cuál es el significado de la vida?
 ¿Qué es lo bueno de vivir?
 ¿Cómo me siento respecto a la humanidad?
 ¿Qué hay después de esta vida?
 ¿Cómo entiendo el bien versus el mal?
 ¿Tengo libre albedrío? ¿Cómo lo activo?
 ¿Qué me pone triste? ¿Está bien estar triste?
 ¿Cómo me siento respecto a Dios?
 ¿Estoy orgulloso de ser judío?
 ¿Cómo entiendo el Holocausto?
Puede ser desagradable pensar sobre algunos de estos temas. Si es así, ¿por qué es desagradable? Rastréalo.
No repitas como un perico las cosas que has escuchado. Debes saber por qué estás haciendo lo que estás haciendo. De otra forma, será solo la sociedad
la que estará hablando. Es posible que hayas adoptado cosas de la sociedad sin haber analizado su validez. Revísalas.
Trabaja los distintos temas hasta que tengas claridad absoluta. Una persona que sabe lo que quiere, lo obtendrá, a como dé lugar. Es como un misil
teledirigido. Si lo programas adecuadamente, llegará a su destino.
¿Por qué conocerte a ti mismo es un camino a la sabiduría?
 Puedes conocer la verdad si miras honestamente dentro de ti.
 Las emociones son fuerzas sumamente poderosas para alcanzar la grandeza. Conócelas. Aprovéchalas.
 Identifica tus problemas. Es el primer paso para resolverlos.
 Si no lo clarificas ahora, estarás destinado a cometer graves errores.
 No tengas miedo de descubrir quién eres realmente.
 Utiliza tu libre albedrío como una herramienta consciente para tener una mejor vida.
 Si estás enojado o molesto, rastrea la causa. ¿Dónde se origina?
 Si estás actuando de forma ilógica, ¡por lo menos date cuenta!
 La clave para obtener sanidad es dejar que la verdad penetre en tu cuerpo.
 No puedes permitirte esperar mucho tiempo para conocerte a ti mismo. Tú eres la persona más fascinante que puedes llegar a conocer.

Fascínate con la vida


Los niños viven en un estado natural de asombro. Para recuperar esa energía, persigue tus metas con incansable fascinación.
Todos hemos experimentado en algún momento algo tan fascinante que nos sentamos en la punta de nuestros asientos. Puede haber sido un paseo en
la montaña rusa, un conferencista brillante o un paisaje sobrecogedor. En ese momento, estábamos totalmente comprometidos con la emoción de vivir.
Es por eso que una crisis —a pesar de que produce miedo— es tan estimulante. Porque demanda de nosotros un 100% de atención, la fusión de la
mente y el corazón. Imagina si pudieras reproducir esa sensación cada día de tu vida, ¡sería increíble!
El Camino #43 es Mityashev libó betalmudó, ‘asienta los estudios en tu corazón’. Esto significa que cuando comienzas cualquier actividad, no sólo debes
llevar a tu cuerpo, sino que debes asegurarte que tu mente y corazón también estén allí. Debes conectar tus necesidades emocionales con tu apreciación
intelectual, ya que de otra manera, todo lo que obtendrás de la vida será una experiencia a medias.
Debes estar completamente absorto en lo que sea que estés haciendo. No importa si estas estudiando geometría, cocinando la cena o educando a tus
hijos, ¡debes fascinarte! Porque cuando estamos fascinados, tenemos una mayor captación y retención, y al final haremos un mejor trabajo.
¿A quién le importa?
La razón por la cual frecuentemente carecemos de fascinación es porque no nos enfocamos en el beneficio que obtendremos.
¿Podrías disfrutar de una clase sobre carburadores de autos? ¿Una detallada descripción de cómo la gasolina se mezcla con el aire para generar
combustión? Quizás es interesante por cinco minutos, pero luego zzzz…
Ahora imagina que te quedas estancado en el desierto con el carburador roto. Si alguien te ofrece una detallada clase sobre carburadores, tú dirías:
“¡Wow! ¡Fascinante! ¡Habla lento porque quiero tomar nota!”.
¿Qué es lo que hizo cambiar tu perspectiva?
Los carburadores repentinamente se hicieron relevantes. Algo que es muy aburrido en un momento puede ser totalmente fascinante al instante
siguiente si percibimos su importancia en nuestras vidas.
Fíjate cómo nos detenemos a leer una propaganda que dice: “Gana un millón de dólares. Garantizado”. Ciertamente prestaremos atención, ¡estamos
interesados!
Entonces, la próxima vez que alguien te presente alguna información nueva, no digas: “¿A quién le importa?”. En lugar de eso, conéctala con tus deseos.
Define: ¿Por qué quiero saber acerca de eso? ¿De qué manera eso es relevante en mi vida? ¿Cómo puedo integrar esa idea en forma práctica?
Una vez que te comprometes a aplicar la sabiduría, verás cuán fascinante puede llegar a ser.
La fórmula de la fascinación
Aprende de tus éxitos. La “fascinación” te ha golpeado en el pasado. Descubre por qué un tema tan árido como la biología de repente se volvió
fascinante. ¿Qué pasó? ¿Qué te llevó a conectarte con su belleza?
La clave es descubrir cómo la idea intelectual le habla a tus emociones. Hay verdades espirituales sumamente profundas en la biología, como por
ejemplo la simetría artística de los organismos, la unidad holística de la naturaleza, etc. Entonces, no te limites solamente a la información intelectual. Ve
un paso más adelante y descubre las realidades metafísicas que son paralelas a tu mundo diario.
Esto funciona incluso con los aspectos más mundanos de la vida. ¿Alguna vez te fascinó podar el césped? Hasta que una vez, de repente, ¡comienzas a
hacer dibujos en el césped! Descubre qué fue lo que ocurrió. ¿Qué te atrapó? ¿Estabas en un estado de ánimo en particular que sentiste que querías
jugar con eso? ¿Había algún significado básico de la vida que sacaste de eso?
En lugar de sufrir, ¡enfócate en esto cada vez que cortes el césped!
Como ejercicio, piensa acerca de dos ocasiones en las cuales quedaste fascinado con algo que generalmente no te interesaba. Averigua por qué
repentinamente diste un vuelco. Ahora toma la respuesta y utilízala para la vida. Si encuentras que la vida es aburrida, esto hará que tu creatividad fluya
de nuevo. Si funcionó una vez, puede funcionar de nuevo.
Ve lo fascinante de la vida
Los niños viven en un estado natural de asombro; piensan que todo en la vida merece atención y que de todo se puede aprender algo. Para recuperar
ese asombro de niño, averigua qué es lo que más te fascina en la vida. ¿La tecnología? ¿La naturaleza? ¿Las relaciones interpersonales? ¿La sociedad?
Haz una lista de las diez cosas que más te fascinan.
Presta atención al mundo que hay a tu alrededor. Constantemente ocurren cosas fascinantes. Intenta identificar esas cosas en tu experiencia diaria.
Guarda tu lista de los “Top 10” a mano para poder “darte una carga de fascinación” cuando lo requieras.
Sé proactivo y busca situaciones fascinantes. Una persona que está buscando oro tiene más posibilidades de encontrarlo que alguien que simplemente
está escalando una montaña. Si estás buscando fascinación es más probable que la experimentes.
Podemos aprender mucho al observar lo que le fascina a otros. ¿Qué clase de película es un éxito garantizado? Noventa asesinatos en una sola película,
¡Wow! ¡Eso es un asesinato por minuto! ¿Por qué todos sintonizan CNN para ver un avión estrellándose, un tornado o casas derrumbadas? La gente ama
las historias de guerra, terror, fama, detectives. ¿Por qué tanta fascinación por eso? ¿Cuál es el denominador común? ¿Qué es lo que esto nos dice
acerca de la naturaleza humana?
Esto no es una aprobación de esos temas, sino que es más bien una observación sobre cuáles son las cosas que capturan la fascinación del mundo
occidental moderno.
Ahora compara esto con tu propia lista. ¿Qué cosas te estás perdiendo? ¿Cómo puedes evitar las trampas en las que otros están cayendo?
Fascinación con personas reales
Fascínate con cada ser humano al menos por un momento. Un enigmático misterio de la vida está pasando justo a tu lado. ¡Presta atención!
No trates a las personas como objetos. Si consideras que el vendedor del negocio es un elemento cuya función es facilitarte la compra, eso no te
inspirará mucho interés. En lugar de eso, desarrolla tu sentido de la curiosidad y elabora algunas preguntas amigables. ¿Te gusta tú trabajo? ¿Hace
cuánto tiempo trabajas aquí? ¿Ha sido un día ocupado? ¿Estás al comienzo o al final de tu turno?
Sé amigable, abierto y muestra interés. Eso llenará tu vida de personajes interesantes.
Si alguien se fascina más con películas y novelas que con la vida misma, es una señal de que algo está mal. Él está viviendo indirectamente, escapándose
de sí mismo y de su potencial. Es una pena estar más fascinado con los personajes de una novela que con los verdaderos seres humanos. Para que tu vida
valga realmente la pena, ¡fascínate con la realidad!
Debes darte cuenta que la mayoría de las cosas a las que prestamos atención son ilusiones. No nos enseñan nada acerca de la vida. Un programa de TV,
una novela o incluso un diario. ¿Qué aprendes realmente? ¿Puedes aplicar algo de esto a tu vida? Terminas la novela y dices: ¡Esos personajes eran
fascinantes! Piensas que tu vida ha cambiado, pero ¿cuánto te enseñó realmente acerca del significado de la existencia? El libro fue fascinante, pero ¿has
aprendido sabiduría para vivir? No necesariamente.
Intenta canalizar tu curiosidad natural hacia una conexión con personas reales. La vida misma es más fascinante que cualquier juego de vídeo. ¡Sólo
necesitas aprender cómo funciona!
Debes saber qué quieres de la vida
Una buena manera de estar fascinado es conociendo a la persona más interesante que jamás hayas visto. ¿Sabes quién es? ¡Tú! Entonces, siéntate y
conversa contigo mismo. Pregúntate: ¿Para qué vivo? ¿Hacia dónde estoy yendo?
Muchas personas carecen de fascinación porque no tienen claro qué quieren de la vida. Si tienes metas claras entonces estarás mucho mejor equipado
para ver el valor que hay en cada experiencia.
Imagina a alguien que tiene una gran ambición de ser médico. En la secundaria toma cursos introductorios, lee muchas revistas de medicina, es
voluntario en el hospital local y se hace amigo de muchos médicos. Está totalmente enfocado. Cuando termina la secundaria, ya habla como un doctor,
entiende los procedimientos básicos y ha desarrollado un hábito de atención y visita de pacientes, ¡todo esto mucho antes de ingresar a la escuela de
medicina!
Si una persona sabe lo que realmente quiere de la vida, entonces encontrará los caminos y medios para llegar hasta allí. Y se fascinará con cualquier cosa
que esté remotamente relacionada con esa meta.
Ten una dirección clara. Conoce lo que quieres. Repasa el itinerario de tu vida. Tu deseo es dominar la vida, no andar por ella a tropezones. Recuerda,
eres ambicioso, deseas grandeza. Ese es tu anhelo interno. Las horas que pasas divirtiéndote están robando tu grandeza. Seguro que es divertido, pero
sabes que no es el camino hacia la grandeza.
No esperes hasta que te aburras de tu trabajo. No te la pases simplemente “pasando el rato”, yendo a la deriva por la vida. Busca ver hacia dónde está
dirigiéndose tu vida y traza el camino. Fascínate. Alcanza tu meta.
Estudia lo que tu corazón desea
Cultiva tus intereses naturales. Si no estás decidido acerca de qué carrera estudiar, toma la opción que más te llame la atención.
Nuestros sabios dicen: “La persona siempre debe estudiar lo que su corazón desea”. Si aprecias el tema, entonces estudiarlo se convertirá en una
experiencia agradable. Es más, el entusiasmo por un tema se pasa a otro y te ayuda de esa forma a que sea más fácil estudiar los temas menos
fascinantes.
¿Tienes dificultad para abrir un libro? Observa el índice y elige un capítulo que te motive. Utiliza tu deseo natural como una vía de entrada para
involucrarte en algo que de otra manera sería un tema demasiado denso.
Lo mismo se aplica al estudiar sabiduría. ¿Estás abrumado por la magnitud de la Torá? Para comenzar, elige un tema que te fascine. Puede ser cómo
hacer jalot, cómo escoger un cónyuge o cómo amar a la humanidad. Con 613 mitzvot de las cuales escoger, ¡deberías encontrar por lo menos una!
Para poder fascinarnos con la verdad y la sabiduría, debemos entender que nuestra esencia es un alma, no un cuerpo. Esto te ayudará a no perder el
tiempo en frivolidades. Comer está bien —obviamente tienes que alimentar al cuerpo y “el sabor” es sin duda un placer maravilloso—, pero no te
pierdas en la comida. Sabes que eres un alma, a la que le fascina la sabiduría, la vida y el misterio de la existencia. Abre el próximo capítulo. ¿Qué será?
Eres un alma encerrada en un cuerpo. ¡Qué emoción!
¿Por qué fascinarse con la vida es un camino a la sabiduría?
 Cuando estamos fascinados y absortos, hacemos un mejor trabajo.
 Cuando estamos fascinados, eso es energizante.
 Para estar fascinado con la verdad y la sabiduría, recuerda que eres un alma, no un cuerpo.
 Conecta tu conciencia intelectual con tus botones emocionales.
 Una persona real es más fascinante que lo que cualquier personaje de TV jamás podría ser.
 Establece metas y persíguelas con una incansable fascinación.

Organiza tu mente
El cerebro humano es un sofisticado archivador. Organízalo para poder acceder a la información que contiene.

Imagina una oficina en donde el papeleo fluye cada día. La única manera de que todo sea accesible es tener un buen sistema de archivo. Buscas un
documento urgente… la frustración crece mientras luchas por información que sabes que está ahí, pero que no puedes encontrar. ¡Está enterrada bajo
un montón de papeles!
De la misma forma, el cerebro humano es una oficina extremadamente sofisticada hacia la cual fluye constantemente información. Has aprendido
muchas lecciones importantes acerca de la vida —amistad, espiritualidad, negocios, manejar las decepciones, paciencia, manejar dinero, etc.—, las que
se transforman en una masa de detalles inmanejables. ¿Dónde archivarás toda esa información? ¿Cómo tendrás acceso a esa información en el futuro?
Por eso los 48 Caminos tienen como agregado el Camino 49, Hamejavén et shmuató, lo cual significa ‘piensa sobre lo que has escuchado’. Crea un
archivador mental. Cuando escuches un nuevo fragmento de sabiduría, colócalo automáticamente en el archivador apropiado de forma que esté
disponible para su posterior uso. La sabiduría necesita ser accesible y aplicable, y mientras más organizado seas, más poder tendrás para vivir.
Encuentra el flujo lógico
La clave para organizar sabiduría es desarrollar una estrategia que no convierta a tu mente en una burocracia.
Siempre debes buscar cuál es el flujo lógico. Por ejemplo, cuando tomas un libro, lee primero el índice para desarrollar un sentido general de la
estructura. Luego, tómate unos cuantos minutos para imaginar qué se discutirá en cada capítulo. Cuando comiences a leer, esto te ayudará a ver en qué
se diferencia un aspecto del siguiente y cómo se conecta todo el material entre sí.
En vez de que te expliquen una idea, intentar mejor entender la idea tú mismo, buscar sus implicaciones por tu cuenta. De esta forma estarás
enfocándote, transformándote en parte del proceso y analizando la información mientras avanzas. Esto graba la idea en tu mente mucho mejor que
cuando simplemente te la explican. Y de esta forma tendrás una mejor base para llegar a una conclusión acerca de la credibilidad del material.
En el estudio judío, le damos a cada sección de la Torá y del Talmud un nombre que define su esencia, y luego escribimos frases de resumen para cada
sección. Por ejemplo, los 48 Caminos son "esencias definidas", una especie de índice de materias para alcanzar la sabiduría.
Pon atención, ve la conexión. Esto hace que la información sea infinitamente más manejable y te ayuda a recordarla y a aplicarla en el camino. Prueba
este método en lo que sea que estudies. Vale la pena invertir un tiempo en esto.
El sistema lógico
Imagínate a alguien que no puede hacer el balance de su cuenta corriente. Su escritorio está lleno de un montón de papeles de retiros y depósitos,
estados de cuenta y papeles de tarjetas de crédito. Es imposible manejar este caos. Lo más probable es que se dé por vencido…
Lo mismo ocurre con la sabiduría para vivir. Cada día aprendes mucho acerca de la vida y, a menos que lo organices, los pedazos aislados de sabiduría te
desalentaran y deprimirán. Esto matará tu optimismo y tu deseo de crecer y cambiar, ya que probablemente pensarás “he olvidado otras ideas en el
pasado, probablemente también olvidaré esta”.
¡No puedes darte el lujo de continuar así!
En el judaísmo, un sistema clásico de organización es memorizar las 613 mitzvot. Por ejemplo, el Mishné Torá de Maimónides organiza las 613 mitzvot en
83 secciones, compiladas en 14 volúmenes.
¿Cuál es el valor de memorizar esta lista? Esto te proporciona 613 archivadores en los cuales puedes poner cualquier nuevo fragmento de sabiduría. Por
ejemplo, si adquieres entendimiento acerca de la armonía de la naturaleza, puedes archivarlo bajo la mitzvá de saber que Dios es uno. O si encuentras
una nueva forma de ayudar a las personas sin hogar, puedes archivarlo bajo la mitzvá de tzedaká, ‘caridad’.
Con este método entenderás la vida de una forma completamente diferente. Verás la genialidad de cómo se conecta una pieza con la otra. Y esa
herramienta te beneficiará para siempre.
También hay otros métodos. Algunas personas tienen cientos de tarjetas, organizadas alfabéticamente por temas. Cuando reciben una nueva
información, la escriben en una tarjeta. Utilizando la computadora, este sistema es fácil de implementar, e incluso puedes armar una red de
hipervínculos de información personal.
Lo principal es escoger un sistema que funcione para ti y construir tu “base de datos de sabiduría”.
Sabiduría accesible
Constantemente adquieres nueva información; gastas tiempo y dinero para adquirirla. Si vale la pena adquirirla, entonces ciertamente vale la pena
guardarla y utilizarla. Si pagaste 50 dólares por algo, lo utilizarías. Además, ¿no es más valiosa la sabiduría que el dinero?
Antes de comenzar cualquier proyecto importante, abre un nuevo archivo para guardar información. Ya sea administración de dinero o reparaciones
domésticas, sé diligente en organizar tu información. Cuando te encuentres con algún buen artículo, no lo metas simplemente en un cajón por ahí.
Por ejemplo, si estás comenzando una familia, recopila una serie de herramientas útiles para la educación de niños. Quieres que sean sanos física,
emocional y espiritualmente. ¡Pero aprender a lo largo del camino puede ser demasiado tarde!
No es suficiente tener un montón de hechos y números guardados ordenadamente en tu oficina. Es igualmente importante abrir un “archivo mental”
paralelo. Debes ser capaz de aplicar la información incluso si no tienes acceso inmediato al material impreso.
Un método clave es extraer el principio que hay detrás de cada idea. Esto es mucho más fácil de memorizar que un montón de detalles. Nuestros sabios
lo comparan con llevar dinero de papel en vez de un gran saco de monedas. Una vez que tienes el principio, puedes aplicarlo en una variedad de
situaciones.
Mecanismos de memoria
Saber que existe una idea no es suficiente. Para realmente “poseer” la idea tienes que saberla de memoria. La memorización es tremendamente
poderosa, tiene la capacidad de poner la idea “en tu bolsillo” y la hace inmediatamente accesible.
Hay dos formas de memorizar una idea:
1. Repetirla una y otra vez hasta aprenderla de memoria.
2. Descubrir su flujo lógico.
¿Cuál método es mejor? El número dos. Supón que quieres memorizar todos los huesos del cuerpo humano. Utilizando el método #1 memorizarías el
nombre de todos los huesos en orden alfabético. Utilizando el método #2, la forma lógica, comenzarías por la cabeza e irías bajando hasta los dedos de
los pies. Mientras recorres el cuerpo, cada hueso te daría una pista para el siguiente.
A la mente le gustan los mecanismos nemotécnicos. Intenta extraer la esencia de la idea y grábala en una frase que sea fácil de memorizar. De este
modo, en vez de luchar por recordar la idea completa, podrás reconstruir la idea a partir de tu frase.
Aquí hay algunas técnicas de memorización efectivas:
 Asigna una descripción de una o dos palabras a cada idea.
 Toma la primera letra de cada concepto y haz un acrónimo divertido con las letras.
 Crea una escena o historia imaginaria, en la cual los conceptos claves aparezcan todos juntos. (Mientras más escandalosa sea la escena, más
fácil será recordarla).
 Pon las ideas en una canción. La melodía te permitirá recordar la serie de palabras.
Hay un gran bloqueo mental para memorizar cualquier cosa, pero una vez que comienzas a hacerlo, es fácil y divertido. Para comenzar, intenta
memorizar los nombres de los 48 Caminos y repásalos mientras caminas por la calle. Anota estas “palabras clave” en un pequeño pedazo de papel y
tenlo contigo en todo momento. Esto te dará un punto de referencia constante.
Evalúa y elimina
Si el conocimiento es poder, entonces olvidar es la mayor de las debilidades.
Tenemos dos pequeños aparatos entre nuestros hombros. Uno es el botón de “recordar” y el otro es el de “olvidar”. ¿Te dieron alguna vez un número de
teléfono y dijiste “Seguro lo recordaré”, y un minuto después se fue de tu mente? Suele pasar. Eso es porque uno presiona “olvidar” en vez de
“recordar”. Pero cuando un millonario te dice “Este es mi número de teléfono” y tiene 25 dígitos… ¡no hay problema! Presionas “recordar”, ¡y lo
presionas con fuerza!
Cuando escuches un valioso fragmento de sabiduría, decide: Esto es importante, quiero recordarlo, voy a guardarlo. Tú tienes ese poder. Presiona el
botón.
Si no puedes procesar nueva información en el momento, entonces al final de cada día revisa las principales cosas que has aprendido. Por ejemplo, si
lees un buen artículo, verbaliza los puntos principales, y lo que sea que encuentres valioso, ¡archívalo!
Además de eso, destina tiempo para repasar lo que has aprendido. Es fácil olvidar las cosas cuando no te relacionas con ellas diariamente. Repasarlas no
sólo te ayuda a recordarlas, sino que te muestra una interconexión de las ideas que no viste cuando aprendiste las cosas por primera vez.
Para evitar una “sobrecarga de información”, limpia periódicamente tu sistema de archivo mental. Mucha información está atestando innecesariamente
tu mente. Desarrolla un sistema de revisión y vuelve a evaluar lo que has estado llevando ahí arriba. Ve que asuntos son válidos y cuáles ya no te
interesan más. Para descartar lo que no necesitas, simplemente presiona “borrar”, tal como en una computadora.
Esto no aplica solamente a información. Si te encuentras involucrado en alguna actividad negativa —por ejemplo debido a la presión de tus pares— toma
la decisión de eliminar esa actividad. Tienes que tener una vida sana, una cabeza sana y una actitud sana hacia la vida. No dejes que las manzanas
podridas perturben tu digestión.
Planes y prioridades
Una parte crucial de organizar tu mente es establecer prioridades. Para demostrar la necesidad de organizar tu mente, haz preguntas y ve cuán rápido
obtienes las respuestas. Por ejemplo, pregúntate qué lecciones has aprendido acerca de tres categorías principales de la vida:
1. Asuntos entre yo y yo mismo. ¿Cuál es el propósito de la vida? ¿Cuáles son mis metas y sueños? ¿Cómo llego a ellos? ¿Cuáles son mis
talentos? ¿Cuáles son mis virtudes? ¿Qué quiero de la vida?
2. Asuntos entre yo y otros. ¿Qué sé sobre la relación que uno debe tener con sus amigos, padres, colegas y sociedad? ¿Qué me hace tener
problemas en las relaciones? ¿Qué es lo que más les gusta a otros sobre mí?
3. Asuntos entre yo y Dios. ¿Qué sé sobre la verdad, amabilidad y sobre por qué fue creado este mundo? ¿Cuáles son los derechos que me dio
Dios y cuáles son mis obligaciones?
Ahora, prioriza estas ideas en una colección de planes de vida. Deberías tener un plan diario, un plan semanal, uno mensual y uno anual, con metas a 5
años, a 15 años, y metas de toda la vida.
¿Qué quieres que diga en tu lápida? Hacer esta pregunta es algo muy poderoso. Y muy doloroso.
Mantén tus prioridades en el orden correcto. Todo ser humano está dispuesto a morir por hacer lo correcto. ¿Podrías matar a 1.000 niños inocentes para
salvar tu vida? Seguro estarías dispuesto a dar tu vida antes que a hacer tal cosa.
Si estamos dispuestos a morir por hacer lo correcto, entonces eso nos dice algo profundo acerca de nuestras prioridades. Cuando te despiertes por la
mañana, recuérdate: “Quiero hacer lo correcto, quiero ser una buena persona”. Obviamente es posible que te olvides de ello durante el día. Pero al
menos sabrás que es importante. Y tarde o temprano puede que hagas algo al respecto.
Pregúntate: ¿Qué es lo correcto? ¿Quién es una buena persona? ¡Realmente debería tomarme un tiempo para resolver estas preguntas!
En el judaísmo, nos mantenemos enfocados en nuestras prioridades por medio de recitar el Shemá dos veces cada día y de poner una mezuzá en el
marco de nuestras puertas. El Shemá —“Escucha Israel, Hashem es nuestro Dios, Hashem es Uno”— nos recuerda cuál es el mayor placer, cuál la esencia
de la vida por excelencia.
Asegúrate de mantener tus prioridades en primer plano.
¿Por qué organizar tu mente es un camino a la sabiduría?
 Organizar la sabiduría es el paso más importante para obtener control de tu vida.
 Cuando algo interesante viene a ti, archívalo en tu mente para que puedas acceder a ello cuando lo necesites.
 Si comprendes lo que estudias, seguirá siendo tuyo. Si es superficial, desaparecerá.
 A menos que tomes una decisión conciente de recordar, probablemente olvidarás.
 Si vale la pena reunir cierta información, vale la pena organizarla.
 ¿Qué quieres lograr en cinco años, 10 años, 50 años?
 “Fuera de vista, fuera de la mente”. Revisa tus prioridades y tráelas a primer plano.
 Mientras tu cabeza esté confusa, sentirás el dolor del caos que hay allí arriba.
 Presionar el botón "borrar" te da control sobre tu vida.
 Debes saber cuál es el momento adecuado para sacar el conocimiento adecuado.
 Domina el arte del “Manejo de Sabiduría”: Organízala, contrólala y dirígela.
 A menos que la organicemos correctamente, ¿de qué nos sirve?

Dominando el miedo
Montañas rusas y películas de terror... gastamos mucho dinero para que nos asusten. Aprende a aprovechar la energía del "miedo" para fines positivos.
La palabra hebrea irá significa tanto 'tener miedo' como 'ver'. El Camino #6 Irá, nos enseña que la elección fundamental de la vida es abrir nuestros ojos
ante las oportunidades disponibles, y temer las consecuencias de evitar esa realidad.
El miedo a las consecuencias puede ser un gran motivador para cumplir con nuestro deber de forma rápida y eficiente.
Pídele a un adolescente: "Por favor saca la basura". Su respuesta será: "¡Más tarde!".
Ahora, díselo de esta forma: "Si no sacas la basura, olvídate de utilizar el auto". ¿Cuál será su respuesta? ¡Irá corriendo a sacar la basura!
El miedo es como cualquier otra emoción, tiene tanto aspectos positivos como negativos. El miedo negativo es debilitante. El miedo positivo es
estimulante. La adrenalina hace que la sangre corra por tus venas. Te da el poder para lograr lo que quieras. Si estás caminando y te encuentras con una
serpiente, el miedo te impulsará a correr a gran velocidad y serás capaz de saltar la cerca como un atleta olímpico. Con miedo, estás fuera del mundo de
los sueños y cien por ciento en la realidad.
Hacer la elección correcta es una constante lucha humana. Tenemos una tendencia a tomar el camino más fácil e ignorar las consecuencias que vendrán
a continuación. "¿Ver o no ver?", esa es la pregunta que hace el judaísmo.
Témele a la falta de sentido
¿Recuerdas el viejo programa de televisión en el que un participante tenía 10 minutos para tomar todo lo que pudiese de un supermercado? El
participante corría de un lado a otro por los pasillos, buscando los productos más valiosos. Él no quería terminar con un carro lleno de jabones.
Ese programa es una metáfora de la vida. Hay consecuencias eternas. Cada momento puede ser vivido al máximo, o puede ser desperdiciado. La vida es
un asunto serio.
El mayor miedo humano es vivir una vida sin sentido. Todos queremos causar un impacto, ayudar a otros, cambiar el mundo. Trata de decir en voz alta
las siguientes palabras: "Soy feliz siendo mediocre". ¡Uno no puede decir eso!
Recuerdas cuando te preguntaste: "¿Cuál es el sentido de todo esto?". Tenemos un momento de claridad y, ¿qué hacemos? Buscamos la forma de
escaparnos: empezamos a jugar en el computador, ponemos música o llamamos a algún amigo.
No te escapes. Ten miedo de ser mediocre. Ten miedo de no tener amor propio. Ten miedo de despertar una mañana y decirte a ti mismo: "¿Qué he
hecho con mi vida?".
Utiliza ese miedo a para averiguar qué es lo más importante de la vida. Y luego, ¡ve por ello!
El miedo a la mortalidad
Todos sabemos que vamos a morir algún día. Pero nos engañamos a nosotros mismos pensando que los que mueren pertenecen a un grupo separado de
la humanidad. "Ellos son los mortales. Nosotros somos inmortales". En el fondo, todos tenemos esta ilusión.
¿Alguna vez tuviste un amigo que murió? Quizá él tenía 17 años y falleció en un accidente de motocicleta. ¿Cómo reaccionaste? "¡Pero si yo hablé con él
ayer! ¡No puede ser! ¡No puede estar muerto de verdad! ¡Él estaba tan lleno de vida!".
¿Qué significa "no puede ser"? Lo que estamos diciendo en realidad es que es demasiado cercano como para que nos sintamos cómodos. Yo no estoy en
el grupo mortal. Y ahora, mi amigo está muerto. Eso es demasiado cercano. No puede ser.
Date cuenta que cada uno de nosotros podría morir en cualquier momento. No necesitas un avión que se estrelle contra el techo. No necesitas tener un
problema cardiaco. Todo lo que se necesita es un coágulo de sangre y... ¡bang! Así es la vida. Pero no tenemos ganas de ver esta realidad. "Yo soy
inmortal. Otras personas son atacadas, otras personas son las que mueren. ¡Pero yo no!".
Cuando alguien que conocemos muere inesperadamente, tenemos un sentimiento de vulnerabilidad. Nos hace pensar: "¿Estoy utilizando mi tiempo
eficientemente?".
Echa un vistazo a la historia de tu vida. Mira hacia atrás y evalúa cuán bien has utilizado tu tiempo. A menudo, nuestro pasado se ve borroso, y esto va
aumentando a medida que nos hacemos más viejos.
El reloj de la vida corre, y no sabemos cuánto tiempo más va a funcionar. ¿Cuántos años crees que te quedan? No creas que es ilimitado. Algún día te
quedará sólo un año. Y algún día te quedará sólo un día. Así que debes planear ahora mismo. Como dicen nuestros sabios: "Endereza tu vida un día antes
de morir".
Algunos judíos tienen la costumbre de visitar sus futuros lotes en el cementerio una vez al año, generalmente antes de Rosh HaShaná. ¿Por qué? No es
morbosidad. Es para aclarar la idea: "Yo soy mortal, y aquí es donde voy a terminar. Entonces, ¿qué es lo que quiero que esté escrito en mi tumba?".
Vive cada día como si fuera el último, porque algún día lo será. Tic, tac, tic, tac...
Elimina las pequeñeces
Utiliza esta conciencia para corregir la forma en la que vives tu vida. Elimina las pequeñeces, irritaciones, ilusiones, trivialidades.
¿Cómo eliminar las pequeñeces? Imagina que estás peleando con tus padres o hermanos, y luego te enteras de que tienes sólo un día más de vida. ¿Qué
vas a decir? O si ellos estuvieran muriendo, ¿qué les dirías? Solemos no apreciar lo que tenemos hasta que lo perdemos. Cuando mueren, decimos: "Yo
debería haberlos tratado mejor. Debería haber llamado más a menudo".
Si vives con esa realidad, no pelearás con tus padres nunca más. No le guardarás rencor a tu hermano. Si tuvieras una enfermedad terminal, tratarías
distinto incluso a un extraño. No perderías tu tiempo discutiendo con alguien que no respetó la hilera en el banco. La vida es demasiado valiosa como
para ser insignificante.
Motívate con el miedo de perder algo valioso. Imagínate perder la vista. Camina con los ojos vendados durante una hora.
Imagina que vas a morir mañana. ¿Qué harías hoy? ¿Perderías tu día en cosas frívolas, o tratarías de lograr algo más duradero, más significativo, más
eterno?
¿Ves cómo ese miedo te empuja un poco?
Temor a Dios
Una de las obligaciones principales del judaísmo es temer a Dios. Cumplimos con esta mitzvá al prestar atención a la realidad y ver las consecuencias de
nuestras acciones.
Imagina que hubiera cámaras ocultas que monitorearan tu progreso a través de la vida. Todo el mundo te está mirando. La gente aplaude cuando tienes
éxito y abuchean cuando fallas.
Con toda esa gente mirando, ¿no tendrías cuidado con cada movimiento? ¿No aumentaría enormemente tu motivación por tener éxito?
Ve por la vida con una conciencia constante de Dios. Todo queda grabado en video. ¿Estamos maximizando la oportunidad que nos da la vida o la
estamos perdiendo? Un día vamos a tener que rendir cuentas por nuestras acciones.
Ese miedo puede motivarte a alcanzar la grandeza.
Por desgracia, el distraerse es parte de la naturaleza humana. Cada uno de nosotros tiene una inclinación que nos hace dudar, llamada ietzer hará. Es
como un perro feroz, que está siempre amenazándote: "Estás sobrepasando tus capacidades. Vas a tener un colapso nervioso". Dudamos de nuestras
acciones porque tenemos miedo de sus amenazas.
El temor a Dios te libera. Nada se interpondrá en tu camino. El perro es insignificante en comparación con el temor a Dios. Tan sólo debes seguir
adelante. Tú eres libre de todos los otros miedos.
El temor a Dios es la clave de todo lo que queremos lograr en este mundo. Entonces, ¿qué nos detiene?
Considera los siguientes cuatro mitos:
Mito # 1 - El miedo es doloroso
Por un lado, la gente dice que el miedo es desagradable y amenazante. Estructuramos nuestras vidas de forma tal que podamos evitarlo. Pero por otro
lado, las personas se suben a montañas rusas y ven películas de terror, ¡y pagan mucho dinero para que las asusten!
¿Cómo podemos entender esta contradicción?
Es un error pensar que el miedo es doloroso. Sí, el miedo es incómodo, pero te puede dar un gran placer. Cuando saltas de un avión, antes de que el
paracaídas se abra, te olvidas de todos los disparates de este mundo. El roce con la muerte te hace apreciar cuán bueno es estar vivo. Te reconectas con
la realidad. ¡De pronto la vida vuelve a ser emocionante!
Céntrate en el lado positivo del miedo para neutralizar el malestar que te causa: ¡cada momento es vivido de forma consciente y con emoción! Reúne tus
poderes. Utiliza tu potencial. Que el miedo te motive. ¡Tener miedo es muy emocionante!
Ve a un parque de diversiones y observa a la gente bajar de la montaña rusa. Al principio, todos se ríen y dicen: "¡Wow, sobrevivimos!". Luego, se ponen
cada vez más serios a medida que comienzan a recordar sus problemas. Poco tiempo después, están nuevamente sumidos en tonterías insignificantes,
de vuelta en sus depresivas vidas…
La vida es aburrida si no hay miedo. Fíjate cómo la gente "exitosa" busca inevitablemente tener nuevas aventuras arriesgadas. Puede ser una riesgosa
inversión financiera, o pueden ser clases de paracaidismo.
¿Cuál es la clave para obtener el máximo provecho de la vida? Sentir como si estuvieras constantemente bajándote de la montaña rusa.
Mito # 2 - El miedo es paralizante
La gente cree que el miedo es paralizante y que reduce tu potencial.
En realidad, lo contrario es cierto. El miedo puede generar proezas sobrehumanas. Todos hemos escuchado historias acerca de alguna madre que es
capaz de levantar incluso un vehículo con tal de salvar a su hijo que está atrapado debajo. Enfrentar el miedo te hace sentir poderoso. Te da fuerzas que
nunca supiste que tenías.
El miedo es sólo perjudicial cuando uno se escapa y no le hace frente.
Imagina que viste cómo golpearon unos matones a una persona y tú simplemente te quedaste ahí mirando. Te estremecerías cada vez que pensaras en
ello. Si no enfrentas el miedo y haces algo para defender lo que es correcto, sufrirás a partir de esa experiencia por el resto de tu vida.
Pero si haces frente a los matones y logras que se vayan (o incluso si luchas y sales herido), disfrutarás de ese momento por el resto de tu vida. Tenías
miedo, pero te mantuviste firme. Hiciste lo correcto. Eso es placer verdadero.
Es mejor haber intentado y fallado, que haber temido intentar.
Una "conmoción" te debilita, el "miedo" te motiva. Imagina un vaquero montando un caballo salvaje. El miedo de ser sacudido lo hace estar atento a
cada movimiento, y por eso es capaz de responder de manera rápida y precisa.
¿Entiendes la idea? Tú también debes mirar la vida de esa manera.
Evitando el desafío
Con demasiada frecuencia perdemos una oportunidad para sobresalir porque decimos: "No puedo. Es demasiado esfuerzo". Por ejemplo, imagina que te
piden que memorices una página de la guía telefónica en 24 horas. "¡Imposible!", dirás.
Pero si fueses secuestrado y te dijeran: "Si no memorizas una página de la guía telefónica antes de mañana por la noche, te mataremos", ¡No hay duda
que lo harías!
He aquí un ejemplo práctico. ¿Quieres levantarte de la cama con mucha energía por la mañana? Claro, pero es demasiado esfuerzo. ¿Qué tal si yo viniese
con un arma cada mañana? ¡Te levantarías enérgicamente sin lugar a dudas!
Ahora, ¿cuánto pagarías para despertar así todos los días por el resto de tu vida? ¿$5.000 dólares? ¿$10.000? ¡Ciertamente quieres levantarte así! ¡Así
que vamos! ¡Levántate!
Aprovecha el poder del miedo como un instrumento para hacer frente a todos tus "no puedo". Haz una lista de los "no puedo" y ponles precio. ¿Cuál es
la recompensa y cuál es la consecuencia? Tener esta claridad te convertirá en un ser humano muy eficaz.
Mito # 3 - El miedo te hace perder la libertad
Los humanos solemos evitar el miedo porque queremos preservar nuestra independencia. Creemos que si hay una fuerza externa diciéndonos qué
hacer, vamos a terminar actuando como robots. Preferiríamos elegir hacer lo correcto por nuestra propia cuenta.
Pero el temor a Dios es diferente. Cuando tienes miedo de violar la palabra de Dios, eso en sí mismo libera tu potencial. ¿Por qué? Porque Dios no quiere
controlarte, sino que sólo quiere lo mejor para ti. Por lo tanto, el temor a Dios te libera de los disparates, de los miedos tontos, de las pequeñeces. Si
temes a Dios, serás libre de todos los otros temores del mundo.
El miedo te esclaviza sólo cuando alguien intenta deliberadamente ser intimidante y controlador. Pero el miedo de la realidad —la posibilidad de perder
oportunidades— es una motivación que nos ayuda a llegar donde queremos estar. Todos decimos: "Quiero ser bueno, pero no quiero hacer el esfuerzo".
El miedo te motiva a hacer realmente el trabajo.
Tú sabes que si no te presentas al trabajo te despedirán. Por lo tanto, te levantas de la cama temprano. El miedo a reprobar una prueba te hace estudiar
más duro. Al final, el miedo te ayuda a tener éxito y a tener más respeto por ti mismo.
Todos queremos grandeza. Queremos ser fuertes, disciplinados y organizados. El miedo elimina las trabas. Por una cantidad de dinero apropiada o por
supervivencia, harías lo que fuese necesario con tal de tener éxito.
Mito # 4 - El miedo es humillante
La gente piensa que si cierta acción es correcta, deberías hacerla por el simple hecho de que es correcta, y no por el miedo a las consecuencias de no
hacerla. Parece humillante actuar en base al miedo.
Idealmente, deberíamos hacer lo correcto por el solo hecho de que es correcto, y deberíamos evitar lo que no es correcto, independiente de cuáles sean
las consecuencias. De hecho, nuestros sabios dicen: “Quien sirve a Dios porque busca una recompensa, o para evitar el castigo, es un mal sirviente”. Él se
esta sirviendo solamente a sí mismo. Si hacer el mal fuera más beneficioso, él lo haría.
Entonces, ¿por qué hay una mitzvá especial de temer a Dios? ¿No deberíamos obtener toda nuestra motivación de nuestro amor a Dios?
Sí, alguien que sirve a Dios por amor está en un nivel mucho más alto. Y deberíamos esforzarnos para hacer lo correcto simplemente porque es correcto,
y no porque te va a “llevar al cielo”. Pero también tenemos que ser realistas. El amor suele ser una motivación insuficiente para hacer el bien. Si recibir
un pago de $100.000 dólares te ayuda a ser más efectivo y a hacer lo correcto, ¡es mejor que tomes el dinero y hagas lo correcto!
Imagina que hay un programa que acoge a quienes no tienen hogar en un alberge comunitario. Idealmente, deberías hacer esto de forma gratuita. Pero
si te ofrecieran $100 dólares por cada persona sin hogar que llevases al albergue comunitario, probablemente llevarías mucha más gente. ¿Acaso la
“recompensa” te corrompió? No. Simplemente te dio una motivación más fuerte para hacer lo que ya sabías que era correcto.
Y hay una cosa más que debes considerar. Es probable que el hacer algo por temor te lleve eventualmente a hacerlo por amor.
El reflejo del dolor
Todos nacemos con la capacidad de sentir dolor. Si nos clavamos una aguja o nos quemamos con fuego, retraemos nuestra mano de forma instintiva.
Pero alguna gente nace sin una sensibilidad al dolor. No sienten nada si ponen su mano al fuego.
Seguro, es agradable no sentir dolor. Pero alguien que no siente dolor está en constante peligro. Él podría poner su mano en el fuego y decir “¿Hueles
algo quemado? ¡Hey, es mi mano!”, pero el problema es que sería demasiado tarde.
El dolor es esencial para nuestra supervivencia. Y ese es el propósito de temer a Dios, de mantener en mente las consecuencias de todo. No es el objetivo
de la vida, sino que es un medio para conseguir un fin. Nos ayuda a pensarlo dos veces antes de insultar a alguien o de gritarle a nuestros padres.
Imagina que estás hablando con alguien y de pronto, la persona comienza a hablar chismes. Tú sabes que está mal escuchar, pero evalúas: “Quizás me
debería quedar acá, por respeto, tan solo unos minutos…”. Pero si alguien estuviera dispuesto a pegarte con un palo en la cabeza cada vez que escuchas
chismes, dirías inmediatamente: “¡Lo siento! ¡Yo me voy de aquí!”. No comenzarías a hacer cálculos. Simplemente harías lo correcto.
El miedo al castigo es como el reflejo del dolor. Evita que hagamos cosas que nos dañarían más adelante. Te ayuda a llegar donde quieres estar.
Uniendo todas la piezas
La meta más importante en la vida es tener claridad, vivir en la realidad. Y por supuesto, la realidad existe objetivamente, fuera de nuestra propia
percepción subjetiva de ella.
La realidad es muy emocionante. Te despierta y te ayuda a poner las cosas en perspectiva. Imagina a alguien que es adicto a la nicotina. ¿Cómo puedes
motivarlo para que deje de fumar? Muéstrale una radiografía de unos pulmones llenos de alquitrán. Este miedo le dará la libertad necesaria para escapar
de la rutina y hacer lo que sabe que tiene que hacer.
Y tal como a ti te motiva el miedo, haz lo mismo por tu familia, por tu comunidad y por toda la humanidad.
Ves divorcios. Ves padres que maltratan a sus hijos. Ves personas con depresión, personas que son llevadas a un hospital psiquiátrico, personas que se
dañan unas a otras. Vemos esto constantemente. ¿Y qué hacemos? Actuamos como una avestruz. Vemos pero no vemos. Decimos: “No me va a pasar a
mí, yo nunca voy a abusar de mis hijos. No me va a pasar a mí, yo nunca voy a estar deprimido. No me va a pasar a mí, yo nunca me voy a divorciar”.
¿Realmente crees que eres tan diferente? ¡Sé realista! ¡También te puede pasar a ti!
Donde sea que veas una tragedia, aprende a evitarla. Si escuchas que alguien fue asaltado en cierto lugar, no vayas allí. No importa lo que sea, extrae
una lección. Cuando veas un divorcio, ten temor a la posibilidad de que esto te podría pasar a ti. Eso se llama “ser realista”.
Lo mismo aplica al pueblo judío. En 1967, todos sabían que el estado judío peligraba con ser borrado del mapa. Entonces, la gente se acercó a las
organizaciones que apoyaban a Israel y ofrecieron su ayuda: dinero, tiempo, contactos o activismo. El miedo, la amenaza, los llevo a darse cuenta de
cuánto les importaba en realidad el pueblo judío.
¿Cómo te sentirías si, Dios no lo quiera, Israel fuera borrado del mapa?
Tómate en serio las consecuencias de la vida. No necesitas una montaña rusa. Todo lo que tienes que hacer es salir a la calle a media noche. O recordar
que hay villanos con un gran poder militar. Mira a tu alrededor y lee los titulares. Es un mundo amenazante. Lleva el miedo contigo y utilízalo como un
motivador para alcanzar la grandeza.
¿Por qué el miedo es un camino a la sabiduría?
 El miedo te ayuda a hacer lo correcto, y no lo que la sociedad considera que es correcto.
 El miedo te hace entrar en contacto con tu propia moralidad; la muerte es el miedo más potente.
 El miedo te ayuda a utilizar tu libre albedrío.
 Ten miedo de una vejez sin sentido. Si vives como si siempre hubiese un mañana, entonces nunca aprovecharás al máximo el día de hoy.
 El miedo no es restrictivo; es poder y libertad.
 Con miedo, podrás sentir la emoción de la vida el 100% del tiempo.

Instrucciones escritas para la vida


La Torá no es un texto arcaico del mundo antiguo. Es la esencia del judaísmo, que a su vez es la esencia de nosotros mismos.
El pueblo judío tiene tanto una serie de "instrucciones escritas para la vida", llamadas Torá Escrita, como una serie de "instrucciones orales para la vida",
llamadas Torá Oral o Talmud.
El Camino #14 es be-mikra, el estudio de las instrucciones escritas. La Torá escrita consta de tres partes, y contiene un total de 24 libros:
 Torá - Los Cinco Libros de Moshé, que fueron revelados al pueblo judío por Dios en el monte Sinai.
 Los Profetas - Dios habló con varios profetas (Isaías, Jeremías, Ezequiel, etc.) - quienes transmitieron mensajes que fortalecían el compromiso
del pueblo judío con la Torá.
 Los Escritos – Los Escritos (Proverbios, Salmos, el libro de Ester, etc.) enfatizan el mensaje de Dios en forma poética.
La Torá es el libro más vendido de todos los tiempos y ha causado un enorme impacto en la sociedad occidental. Todo el mundo debería estudiar la Torá
al menos una vez en la vida.
“Ama a tu prójimo como a ti mismo”, lo dijo primero la Torá. La famosa visión profética de la paz de Isaías adorna las Naciones Unidas. Y hay muchos
otros ejemplos de cómo ha influido la Torá escrita en la sociedad occidental.
No necesitas aceptar la existencia de Dios para aprender los conceptos básicos. Ya sea en las relaciones interpersonales, en el conocimiento de uno
mismo, en las relaciones sociales, o en las preocupaciones medioambientales, la Torá es la mejor guía disponible en el mercado.
En un nivel más profundo, la tradición judía dice que la Torá es algo así como los "planos de la creación". Todo lo que existe en la vida puede ser
encontrado en la Torá… si haces las preguntas correctas y si posees las herramientas adecuadas.
Comunicación intergaláctica
Imagina que recibieras un mensaje del espacio exterior. Quizás no entenderías completamente su significado, pero igualmente estarías fascinado.
Estudiarías cada palabra y tratarías de descifrarla.
La Torá es la palabra de Dios, que fue comunicada al pueblo judío en el Monte Sinai. Si alguna parte de la Torá no parece hacer sentido, no las pases por
alto como si fuese irrelevante. Sigue preguntando, buscando, profundizando.
Estudia con profundidad lo que te está diciendo cada frase de la Torá. Todas las historias y mandamientos son en realidad mensajes filosóficos que están
esperando ser revelados por mentes intelectualmente activas. El diluvio, la torre de Babel, la apertura del mar, todos estos hechos contienen una
profunda sabiduría para la vida. Incluso las fechas, nombres, números, eventos y linajes están allí para enseñarnos algo. El mensaje está generalmente
entrelíneas. Y cuando el mensaje parece ser obvio, hay mucho más debajo de la superficie.
Veamos un ejemplo. En el capítulo 18 del libro de Génesis, Abraham está en el medio de una conversación con Dios. Entonces, pasan tres extraños y
Abraham corre inmediatamente a servirles. En este punto, el lector atento debería preguntarse: ¿Por qué Abraham dejaría de conversar con Dios
solamente para servir a 3 extraños? No hace sentido. ¡Incluso un ateo admitiría que hablar con Dios es una experiencia superior!
De acá podemos aprender una profunda lección espiritual: Incluso más importante que hablar con Dios, es ser como Dios.
¿Qué significa “ser como Él”?
Dios creó el mundo para que tengamos placer. Todo lo que Él puso aquí —deliciosos frutos, nuestras manos, el amor— son manifestaciones de Su
bondad. Este mundo es un gran hotel de hospitalidad. Por lo tanto, cuando tú tomas el rol de anfitrión, de servir a tu prójimo, estás siendo como Dios.
Abraham era rico y famoso, pero a pesar de eso, servía a extraños. Él había comprendido la lección.
Lee la Torá de forma inteligente. La Torá es la fuerza motriz detrás de los logros del pueblo judío, y es tan válida hoy en día como lo era 3.500 años atrás.
No descartes su validez sin hacer primero un esfuerzo por estudiarla. Respeta la Torá. Es un tesoro escondido, un mensaje especial que viene
directamente de Dios.
El original
Si quieres entender la Torá escrita, debes aprender hebreo. No hay forma de entender correctamente la Torá por medio de una traducción.
Por ejemplo, la Torá utiliza diez nombres diferentes para referirse a Dios. Cada uno de estos “nombres” hace referencia a un aspecto único de la esencia
de Dios: omnisciente, omnipotente, existencia primigenia, piadoso, etc. Pero en español, todos estos nombres son traducidos igual, con lo cual se pierde
toda la profundidad contenida.
Peor aún, las traducciones de la Torá llevan a concepciones erróneas. Por ejemplo, si estás leyendo una traducción, de pronto te encontraras con la
palabra “pecado”. Pecado, mal, castigo. Pero la palabra en hebreo “jet” no significa pecado. “Jet” aparece en la Torá en referencia a una flecha que erra
su objetivo. No hay nada inherentemente “malo” con la flecha (o con el arquero). Simplemente se ha cometido un error por falta de foco, concentración
o habilidad.
De aquí aprendemos que los seres humanos son esencialmente buenos. Nadie quiere pecar. Ocasionalmente cometemos un error, perdemos el foco, y
no le apuntamos al blanco. Pero en esencia siempre queremos hacer el bien. Esta es una gran lección para la autoestima. ¡Simplemente debes ajustar la
puntería y volver a intentarlo!
Con la traducción, el mensaje se pierde. De hecho, han nacido nuevas religiones basadas en traducciones erróneas. Para entenderlo correctamente,
debes aprender hebreo.
Ideas preconcebidas
Una vez vi una revista que hablaba de un grupo de hippies que pasaban su día leyendo el libro bíblico llamado “Cantar de los Cantares”. Dicho libro está
escrito en forma de poema, es una canción de amor entre un hombre y una mujer que simboliza la relación que hay entre Dios y la humanidad. El
mensaje es tan profundo y hermoso que el pueblo judío llama a este libro “lo más santo de lo santo”.
Este grupo de hippies se juntaban y los hombres leían las líneas correspondientes a los hombres, y las mujeres leían las líneas correspondientes a las
mujeres. La revista decía que ellos leían el “Cantar de los Cantares” y tenían una experiencia fantástica.
Luego, las mujeres proclamaron que finalmente habían encontrado una porción en la Torá que había sido escrita por una mujer, porque ningún hombre
podría alguna vez entender los sentimientos de una mujer de forma tan profunda y expresarlos de forma tan potente. Ellas concluyeron que sólo un
hermafrodita podría haber escrito la Torá. ¿Pero Dios? No, eso era inconcebible.
Desafortunadamente, los críticos bíblicos suelen partir desde una posición preconcebida, y cuando la Torá no calza con esos parámetros se ven forzados
a sacar conclusiones inverosímiles. Ellos no consideran seriamente la idea de una Torá de origen Divino que haya sido entregada en una “revelación
nacional”.
Sin embargo, nosotros sabemos por tradición que 3 millones de hombres, mujeres y niños se pararon a los pies del Monte Sinai y escucharon la Torá
directamente de Dios. Y por los 3.300 años siguientes, ninguna otra religión ha proclamado algo como eso, simplemente porque un hecho como ese es
imposible de inventar.
Naturaleza y milagros
Algunos críticos bíblicos tienen problemas para aceptar la idea de la intervención Divina. Para ellos, todo fenómeno bíblico debe ser explicado en
términos de la naturaleza. Un libro llamado “Mundos en Colisión”, por ejemplo, explica la apertura del mar de la siguiente forma:
Un gran cometa se acercó a la tierra en el momento en que los egipcios estaban persiguiendo a los judíos. En ese preciso momento, el cometa estaba
exactamente en la posición requerida para que el mar se partiese por medio de la acción de la fuerza de gravedad que éste producía, haciendo que
quedase tierra seca entre dos murallas de agua. Los judíos entraron al mar, y obviamente los egipcios los siguieron. Los judíos alcanzaron a salir por el
otro lado, y luego de esto, el cometa terminó de pasar, las aguas retornaron a su curso normal y los egipcios murieron ahogados.
¿Simple, verdad? No necesitas a Dios.
¿Cómo explica este libro el Maná que recolectaban los judíos cada mañana durante los 40 años que estuvieron en el desierto? Dice que después de que
el cometa pasó, partículas de petróleo quedaron suspendidas en la parte alta de la atmósfera. Éstas eventualmente se quemaron y se mezclaron con el
rocío. Luego el rocío se combinó con una microbacteria que digiere el petróleo y lo convierte en proteínas.
Y esto explica como cada mañana, por 40 años, la nación judía recogió maná, “rocío que contenía proteínas predigeridas por microbacterias”. Los
viernes, había doble porción, pero él no explicó eso…
Estas explicaciones están perdiendo el punto principal. La Torá no es un libro de historia, de física o de cuentos, sino que es Torat Jaim, que significa
literalmente 'instrucciones para la vida'. Cada palabra y cada frase contienen un mensaje sobre cómo maximizar el placer en la vida. Busca el mensaje
profundo —la sabiduría contenida— y vas a obtener una gran recompensa.
El momento es ahora
La primera frase que se le enseña a un niño judío es Torá tzivá lanu Moshé, morashá keilat Yaakov, 'La Torá fue comandada a nosotros por medio de
Moshé y es la herencia de cada judío'. La Torá fue entregada a todos. No es de dominio exclusivo de alguna casta sacerdotal. Es un documento vivo, que
respira; es la sangre de nuestra nación. En todo momento debemos estar envueltos en su estudio y práctica. Como está escrito, “deberás meditar en ella
día y noche” (Ieoshua 1:8).
Puede que tu educación académica haya terminado, y que hayas llegado a un punto en que eres tan buen “profesional” como necesitas ser. Pero el
estudio de Torá comienza en una edad temprana y continúa a lo largo de toda la vida. A medida que tu madurez y tu conciencia de la realidad aumentan,
tu entendimiento de conceptos que pensabas que comprendías también irá aumentando.
Todo judío debe repasar la porción semanal de la Torá tres veces durante la semana, y luego deben oírla nuevamente en la sinagoga en Shabat.
Repasamos, hacemos preguntas, discutimos los temas. “¿Qué ves? ¿Qué es difícil? ¿Qué no entiendes?”.
Luego de estudiar una porción de la Torá, organízala para que esté al alcance de tu mano. Por ejemplo, los cinco libros de Moshé están divididos en 54
porciones semanales y 674 capítulos. Luego de estudiar un capítulo, haz una pausa y asígnale una palabra clave o frase al capítulo. Así tendrás un
mecanismo de acceso a la sabiduría que estos contienen.
Algunas personas se excusan diciendo “soy muy viejo para comenzar a estudiar”. Pero el sabio talmúdico Rabí Akiva no aprendió ni siquiera el abecedario
sino hasta que tenía 40 años. ¡Y este es el mismo Rabí Akiva que se convirtió en el más grande sabio de su generación y que llegó a tener 24 mil alumnos!
Algunas personas no quieren estudiar Torá porque piensan que nunca podrán convertirse en grandes eruditos, y por lo tanto “para qué comenzar”. Este
es un pensamiento erróneo. Cada gota de estudio de Torá es preciada y eterna.
El árbol de la vida
Hay dos maneras de adquirir sabiduría: mediante la experiencia de vida, o por medio del estudio de Torá.
El judaísmo dice que es mejor obtener la sabiduría por medio del estudio de Torá. ¿Por qué? Porque a pesar de que puedes aprender de la experiencia,
ésta tiene un efecto residual negativo. Es verdad, una mujer que experimenta una serie de relaciones amorosas fallidas terminará aprendiendo
eventualmente cuáles son las cualidades de un buen marido. Pero si ella hubiese estudiado con anterioridad, se podría haber evitado muchos dolores de
cabeza innecesarios.
Aprendemos esta lección del Jardín del Edén. Allí hay una historia que pareciera ser un verdadero cuento de hadas: hay dos árboles en el medio del
jardín, y Dios le instruye a Adam que el árbol de la vida (que simboliza la obtención de la sabiduría por medio del estudio de Torá) fue hecho para comer,
mientras que el árbol del conocimiento (que simboliza la obtención de sabiduría por medio de la experiencia) es mejor evitarlo. ¿Cuál fue el error de
Adam? Él comió del árbol del conocimiento.
No tenemos la paciencia para llegar a conocernos a nosotros mismos y queremos aprender de la experiencia. Mucha gente dice: “Después de que gane
mucho dinero, cuando mi negocio se auto sustente, entonces me tomaré el tiempo para estudiar Torá. Pero primero necesito experimentar un poco la
vida”.
Tres divorcios más tarde…
No digas “cuando tenga tiempo voy a estudiar”, porque quizás nunca tendrás el tiempo. Hablando de forma realista, una vez que seas promovido a
vicepresidente de la compañía, ¿crees que tendrás más tiempo libre o menos tiempo libre?
La Torá es un “árbol de vida” para quienes se apegan a él. Cuando estudiamos Torá, no estamos estudiando un texto abstracto y arcaico del mundo
antiguo, sino que estamos descubriendo la esencia de nosotros mismos.
¿Por qué la Torá escrita es un Camino a la Sabiduría?
 Lee la Torá de principio a fin. Si aún no has aprendido hebreo, compra una traducción autentica judía.
 Estudia Torá. Descubre las instrucciones de Dios para la vida. No esperes a que tu vida esté casi acabada.
 Entiende la Torá. Es el libro que cambió el mundo. Haz preguntas hasta que entiendas el mensaje en detalle.
 Analiza todas las diferencias que encuentres y resuélvelas. No hay discrepancias “accidentales” en la Torá. Si buscas bien, encontrarás las
respuestas.
 Organiza el conocimiento. Éste es útil sólo cuando está a tu alcance. La Torá debiese ser tu enciclopedia, tu almanaque y tu índice para la vida.
 Repasa la Torá para recordarla. No saldrías a la carretera sin un mapa. Asimismo, cuando vayas por la vida, no dejes la Torá atrás.
 Integra la Torá a tu vida. Haz que las ideas que contiene sean parte de tu realidad. Rabí Akiva decía que un judío sin Torá es como un pez sin
agua.
 Renuévate. Refresca tu conocimiento de Torá a medida que tu vida avanza. No “honres a tus padres” a los 25 años de la misma manera que lo
hacías a los 5 años.
 Actualízate. El primer párrafo del Shemá tiene 48 palabras, que corresponden a los 48 caminos a la sabiduría. La sabiduría de la Torá es
infinitamente vasta. Debes profundizar siempre un nivel más allá.

El Arte del Pensamiento Positivo


El pensamiento negativo no solamente arruina una cena familiar, sino que incluso arruina vidas.

Ustedes probablemente también han tenido el sentimiento: El estar sentado en una cena familiar con abuelos, hermanos, primos y otros parientes,
esperando con ansias compartir con tus hermanos quienes ya se han mudado lejos de casa tiempo atrás. La conversación va bien; todos se están riendo
y recordando viejos tiempos.
Pero entonces, él empieza – el pariente que siempre tiene algo negativo que decir. Es la típica persona quejosa que tiene la palabra “descontento”
escrita por toda su cara. En idish decimos que él tiene "farbissinerpanim". Nada es suficientemente bueno para él. Él trae a la conversación viejos dolores
y rivalidades. La comida no es de su agrado. Se pelea con todos por todo. Se pone de mal humor. Rezonga en voz baja. Mira hacia otro lado mientras tú
hablas. Y por supuesto, siempre tiene la razón y sabe cómo hacer las cosas de mejor forma.
La cena está arruinada. No puedes realmente decir que es, pero te quedas con un gusto terrible en tu boca. Es el poder de lo negativo, el cual puede
extinguir tus sentimientos positivos y ensombrecer toda la habitación.
Y si esta es la situación en una cena familiar, ¡Imagínate qué pasa cuando los niños crecen con padres que son pensadores negativos!
Heredando Negatividad
Padres pesimistas crían niños a los que les falta autoestima. Encontrar errores, incluso en uno mismo, se transforma en algo instintivo para ellos. Estos
niños están tan acostumbrados a escuchar pensamientos negativos que les es difícil ver el lado positivo de las cosas. El ser críticos y observar todo a
través de un "mal ojo" se convierte en una forma de vida. Una actitud excesivamente puntillosa, comentarios sarcásticos y el golpearse el uno al otro
contribuyen a que haya rivalidad y peleas entre los hermanos.
Los padres pesimistas crían niños a quienes les falta autoestima.
Cuando criamos niños con una actitud positiva, una actitud del tipo ‘puedo hacerlo’, ellos verán la vida a través de un buen ojo. En vez de decir que las
cosas son imposibles, desagradables o de encontrar constantes problemas, estos niños tendrán una actitud positiva con respecto a esas cosas. Pero la
actitud debe comenzar por nosotros.
¿Cuántas veces has salido de vacaciones y has puesto una cara de desagrado cuando te han mostrado tu habitación? ¿Qué hay de las veces que has ido a
un restaurante y te has quejado constantemente por el servicio y por la comida que ordenaste? ¿Refunfuñas en el auto cuando regresan de una boda o
una reunión familiar?
Estos son unos cuantos pequeños ejemplos de las interacciones diarias que moldean las visiones de mundo de nuestros hijos. Lo que nos cuesta trabajo
reconocer es que realmente son estos pequeños momentos los que forman la actitud de nuestros hijos. Ellos están mirando, escuchando y
absorbiéndolo todo. Entonces, es un derrame de pesimismo el que entra sigilosamente en los huesos de nuestro hogar. Pero podemos hacer una
diferencia si decidimos ver los eventos que nos ocurren diariamente a través de un ojo más positivo; nuestros hijos percibirán nuestra actitud, como
siempre lo hacen.
Artículo Relacionado: Interiorizando la Gratitud
Alerta de Insectos
Recientemente me pidieron hablar en una comunidad en las afueras de Nueva York. Era una de las muchas charlas que yo estaba dando en esa época. A
medida que se aproximaba el día del evento, hablé con el coordinador del programa para repasar los detalles. Confirmamos que yo me quedaría en un
hotel local y que volaría a casa a la mañana siguiente.
Esa noche me conecté a Internet para confirmar la reservación de hotel. Escribí el nombre del hotel, el cual era parte de una cadena muy conocida. Pero
entonces, las palabras ALERTA DE INSECTOS aparecieron frente a mis ojos. Fotos, testimonios de primera fuente y comentarios horribles llenaron la
pantalla de mi computadora. ¡Uf! ¿Qué debería hacer?
A medianoche decidí que en vez de volar a casa, encontraría una forma de conducir. Pese a que era lejos, aun era un viaje que podía hacerse en auto. Le
envié un e-mail al coordinador del evento con mi nuevo plan y encontramos a alguien que me llevaría en ambos sentidos. Luego me informaron que el
viaje normalmente demora cinco horas pero que con congestión vehicular tardaría siete.
¡¿Siete horas en auto en cada sentido?! Bueno, ya había tomado mi decisión y estaba comprometida a dar la charla. La mañana del gran viaje me
desperté enferma. Tenía una tos seca y me dolía todo el cuerpo. Saber que estaría en un auto durante 14 horas no me ayudó a sentirme mejor.
¡Hablando de pensamientos negativos!
Salimos a las 11 AM para una charla que era a las 7 PM Me habían aconsejado agregar una hora extra en caso que hubiese mucha congestión vehicular.
Yo no estaba exactamente con el ánimo más positivo.
Llegamos a destino a las 4 PM, ¡tres horas antes! Ahora mi mente realmente empezó a llenarse con pensamientos negativos.
¿Por qué pensaste que tenías que salir tan temprano?
¿Por qué tenías que venir en auto?
¿Que vas a hacer ahora por tres horas? ¡Podrías estar en casa todo este tiempo!
Y entonces me di cuenta que estaba haciendo exactamente aquello que uno no debería hacer. Estaba pensando negativo.
¿Qué hay del hecho de que había llegado sin encontrarme una congestión vehicular terrible? ¿Qué hay del reconocer la bondad de Dios en permitirme
llegar a mi destino sana y salva? ¿Qué hay del hecho de que estaba a punto de dirigirme a una maravillosa comunidad que se había puesto en contacto
conmigo y gentilmente me habían invitado a hablar?
Decidí dar un giro. No más pensamientos negativos. No más contemplar el día a través de observaciones negativas. Pensamientos positivos comenzaron
a llenar mi mente. Me apoderó un sentimiento de paz.
Esa noche me encontré con un grupo especial de individuos. Eran calidos e incitantes. Estaban llenos de preguntas profundas y preocupaciones;
queriendo criar niños con carácter y alma. Me emocionó la comunidad y me sentí privilegiada de estar ahí.
Lugo de la charla, comenzó el regreso a casa. Sentía que se cerraban mis ojos. Deben haber sido las 1 a.m. cuando me despertó el fuerte estruendo de
una sirena. ¿Era posible acaso que la policía nos estuviera deteniendo?
"Esto es justo lo que necesito", balbució el conductor. "Estos policías estatales son los más duros. Me van a otorgar una multa terrible”.
"Pensemos positivo", dije, mientras el policía se acercaba al auto.
No quería rendirme con la actitud de “pensamiento positivo” que había logrado esa noche.
"¿Pensar positivo?" refunfuñó el conductor. "¿Qué puede ser positivo de que un policía estatal me de una multa?".
"No te preocupes", dije confiadamente. "Verás que todo saldrá bien".
Él balbució algo ininteligible en voz baja.
Cuando vemos la vida a través de un lente positivo podemos soportar los problemas diarios que podrían fácilmente desalentarnos.
El oficial se acercó al auto. Pidió solemnemente la licencia y el registro, y se llevó los papeles a su auto. Unos minutos después, regresó corriendo y tiro
los documentos por la ventana abierta de nuestro auto.
"Me acaban de llamar por una emergencia enorme. No tengo tiempo. Tome esto como una advertencia".
No quise decir "te lo dije", pero dentro de mí sabía muy bien que el tener un pensamiento positivo es la forma correcta de vivir.
Por supuesto que habrá momentos en que sí recibiremos la multa, nos encontraremos parados en una gran congestión vehicular o las cosas no saldrán
como nos gustaría. Pero al menos sabemos que cuando vemos la vida a través de un lente positivo les estamos entregando a nuestros hijos las
herramientas para que puedan reconocer las bendiciones que hay en la vida. Se vuelve más fácil soportar los problemas diarios que podrían fácilmente
desalentarnos. En vez de quejarse constantemente, ellos pueden utilizar su actitud positiva para hacerse concientes de lo bueno, desarrollar un espíritu
alegre y crear lazos con familia y amigos, los que serán sus tesoros más grandes en la vida

Nunca es tarde para volver a casa


A veces tenemos que perdernos antes de encontrar la dirección correcta.
Doblamos a la izquierda cuando deberíamos doblar a la derecha, decimos que sí cuando deberíamos decir que no, nos quedamos cuando
deberíamos irnos y nos hacemos a un lado cuando deberíamos involucrarnos.
Un paso hacia adelante, un paso hacia atrás, un paso hacia el costado y un pasito hacia adelante de nuevo. Este es el baile de la vida, y este baile
está lleno de segundas oportunidades.
El 14 del mes judío de iyar, un mes después de la festividad de Pésaj, hace su aparición Pésaj Shení, un ‘Segundo Pésaj’. Es hora de una segunda
oportunidad.
En el día previo a Pésaj se traía al Templo Sagrado el cordero pascual para ser ofrendado. Toda persona que había entrado en contacto con un
muerto y se había vuelto ritualmente impuro no podía traer esta ofrenda. Tampoco podía hacerlo quien estaba demasiado lejos como para llegar al
Templo a tiempo.
Pero había un problema. Esos ciudadanos también querían participar de este servicio sagrado tan importante. Querían ser parte de algo mayor a
ellos mismos, algo que los conectara con la comunidad y con Dios, por lo que se acercaron a Aharón y a Moshé y dijeron: “¿Por qué deberíamos ser
marginados y no tener la oportunidad de presentar la ofrenda a Dios, así como el resto de los hijos de Israel?”.
Moshé le preguntó a Dios qué hacer y Él contestó: “Háblale a los hijos de Israel y diles: toda persona que esté contaminada por muerte o en un
camino distante, tanto ahora como en las generaciones futuras, preparará una ofrenda de Pésaj para Dios. La prepararán en la tarde del día 14 del
segundo mes (iyar) y la comerán con matzot y con hierbas amargas…” (ver Números 9:6-12).
Dios dijo: les daré una segunda oportunidad a pesar del estatus de impureza, a pesar de la condición actual. Cuando hagan lo necesario para revertir
ese estatus, cambiaré las reglas. Esperaré hasta que estén preparados.
Pero, ¿cómo podemos relacionarnos con las ideas de estar ‘contaminados por la muerte’ y ‘viajando por un camino distante’ hoy en día?
La verdad es que estos términos apuntan a conceptos más profundos: un estado de ‘desconexión de Dios’ es un tipo de muerte. Un ‘camino distante’
es un lugar en el que estamos alejados de quienes se supone que debemos ser en realidad. Esto es algo con lo que la mayoría de nosotros sí
podemos identificarnos.
Al estar ‘en contacto con la muerte’, al estar ‘viajando por un camino distante’, desconectados de nuestra esencia y nuestra fuente, tenemos la
capacidad para cambiar la dirección y volver a casa.
¿Cómo? Accediendo a este increíble regalo; el regalo de una ‘segunda oportunidad’.

La vida nos da muchas segundas oportunidades.


¿Cómo sabemos si estamos distantes de nuestra heredad, si estamos vagando y desconectados?
Una situación de desconexión es un lugar en el que perdimos el contacto con nuestra esencia. En este camino hay un abismo entre lo que somos de
verdad y la persona en la que nos estamos convirtiendo.
Cuando no somos la persona, la pareja o el padre que deberíamos ser, a menudo, en algún lugar profundo de nuestro ser, sabemos que estamos
lejos de casa. Puede ser un sentimiento vago, aislado y borroso. Puede ser un sentimiento explícito, pesado y robusto. En todos los casos, a menudo
lleva a confusión y a un estilo de vida robotizado.
A menudo, la desconexión es consecuencia de vivir de manera inconsciente. Cuando dejamos que nuestros condicionamientos nos guíen haciendo
que nuestro camino no cambie nunca, tampoco lo hará nuestro entorno. Tanto si es en relación a nosotros mismos como con los demás, nos
sentiremos desconectados de los senderos que llevan a nuestra esencia.
Pero la vida nos da muchas segundas oportunidades. Y cada vez que elegimos vivir con consciencia y pasar del juicio a la compasión, de la apatía al
interés, de la inactividad a la actividad, comenzamos a reconectarnos y a viajar de regreso a casa.
Pésaj Shení, el ‘Segundo Pésaj’, representa la capacidad de encaminarnos de vuelta hacia nuestro núcleo, hacia nuestra conexión Divina. Esta es la
esencia de la teshuvá, la capacidad de volver. Teshuvá es definido como ‘arrepentimiento’, pero involucra algo mucho mayor. Es la capacidad de
adoptar un cambio exhaustivo, de pasar de un estado a otro. Es la capacidad de cambiar nuestro ‘estilo de baile’.
Cambiar el vals, la samba o la cumbia no es fácil. Pero puede hacerse. Más allá de la distancia, más allá de la desconexión, Dios nos da la
capacidad de reparar y reconectarnos. Nuestro contacto con la ‘muerte’ puede darnos vida. Nuestra ‘distancia’ puede llevar a una cercanía mayor,
tanto con Dios como con nosotros mismos.
Pésaj Shení, la festividad de las segundas oportunidades, nos recuerda que siempre podemos cambiar nuestra dirección y volver a casa.

Floreciendo
Al igual que los árboles en medio del invierno, nosotros tenemos la capacidad de emerger de la oscuridad y florecer.
Los primeros árboles que florecen en Israel están despertando después de una larga y profunda siesta invernal. Pasaron muchos meses hibernando.
Hasta ahora, nuestras amadas fuentes de nutrientes, sombra y oxígeno estuvieron absorbiendo agua del subsuelo. Este mecanismo de
supervivencia —un regalo Divino— ha sostenido a los árboles hasta ahora. Pero en este momento comienza un nuevo ciclo en sus vidas: el sustento
que necesitan para crecer, florecer y prosperar lo obtienen de su propia savia. Los árboles se regenerarán utilizando sus propios recursos y se
convertirán en la entidad generosa y dadora que estaban destinados a ser.
Ellos florecerán.
¿Te suena familiar?
¿Cuántas veces hemos estado en ese vulnerable espacio escondido, subterráneo, que muy poca gente puede penetrar? A pesar de lo que pueda
estar manifestándose en la superficie exterior, a pesar de lo que proyectemos hacia afuera, ¿cuántas veces ha sido la realidad exterior incongruente
con lo que ocurre dentro de nosotros?
Negocios y sociedades problemáticas; entornos tensos; comienzos difíciles; finales difíciles. Quizás en esas ocasiones somos dependientes y
necesitamos apoyo, quizás necesitamos ser sustentados porque no tenemos la fuerza, la resistencia o la voluntad para salir adelante por cuenta
propia. Quizás estemos utilizando “generadores de energía” externos para mantener nuestro equilibrio, dignidad o incluso cordura. Estamos en
“modo de supervivencia”. Y, en ocasiones, eso está perfecto.
En este momento del año los árboles comienzan a brotar después de haber sido estériles durante un largo tiempo. Han perseverado y subsistido. A
veces apenas lo han logrado, con sus últimas fuerzas. Ahora están comenzando a emerger, a florecer.
¿Has emergido alguna vez, entero, de la oscuridad y el trauma, después de sentirte herido? ¿Has ocultado una infancia dolorosa, una relación
abusiva, un ciclo destructivo? ¿Has sido capaz de florecer a pesar de la aflicción?
¿Emergiste como una víctima o fortalecido, sin fe o siendo un creyente, paralizado o transformado, encadenado o libre? Quizás un poco de todo.
Si respondiste a estas preguntas con afirmaciones positivas, entonces tú también tienes razón para celebrar Tu Bishvat.
Puede que para ver esas transiciones en tu vida haga falta tiempo, distancia y un poco de compasión Divina. O, en contraste, puede que esas
transiciones te resulten absolutamente obvias y dramáticas. Cualquiera sea el caso, habremos vivido un proceso de transición de un estado a otro.
Habremos pasado de la dependencia a la independencia, del ocultamiento a la revelación. De sobrevivir en silencio, debajo de la superficie, a vivir en
la realidad visible. Habremos emergido de esa tierra, de ese sedimento, siendo una persona diferente. Esperanzadoramente, una persona más hábil,
productiva y fértil.
¿Cómo uno emerge? Quizás reconocer que somos creados a imagen de Dios sea un primer paso. Quizás saber que Dios nos dio los desafíos
precisamente para que desarrollemos y expresemos nuestro verdadero carácter, para que obtengamos claridad. También es importante entender
que somos parte integral de un plan mayor, eso nos ayuda a ver más allá de nuestra realidad inmediata.
¿De qué otra forma emergemos? Aceptándonos a nosotros mismos y a nuestra situación particular; perdonarnos es vital. Es crucial diferenciar entre
lo que está bajo nuestro control y lo que no. Ayudar a otros, para poder obtener perspectiva, es fundamental. También lo es aprovechar nuestras
reservas internas y nuestro potencial en el camino hacia el cambio. Entender en dónde estamos en el presente y en dónde queremos estar en el
futuro es clave para emerger triunfantemente.
La Torá declara: “Porque el hombre es un árbol del campo” (Deuteronomio 20:19). Lo mismo que ocurre con los árboles ocurre con nosotros. En Tu
Bishvat tenemos el privilegio de contemplar algo milagroso. A medida que los árboles pasan de un estado de escasez a uno de abundancia, nosotros
también podemos pasar de ser seres receptores a seres dadores, porque ahora nos tenemos a nosotros mismos. Nos hemos reconectado con
nuestros propios recursos.
Que siempre recordemos las fuentes de vida que nos han ayudado a perseverar durante los tiempos estériles y lo fortalecidos que hemos emergido
posteriormente por cuenta propia. Y que nos deleitemos en la guía de Dios mientras nos lleva hacia la recompensa interior que nos espera este Año
Nuevo de los árboles

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