Sei sulla pagina 1di 4

GONZALO DE BERCEO

Los siguientes fragmentos pertenecen a la introducción de Milagros de Nuestra Señora. Berceo imagina
ser un peregrino cansado que llega a un prado hermosísimo, lleno de flores y árboles. El autor describe
la belleza del prado. Luego nos dice que todos los hombres somos peregrinos en esta vida que conduce
a la vida eterna. Toda la descripción es una alegoría: el prado es la Virgen, que nos ofrece refugio
para nuestra difícil vida terrenal y los árboles son los milagros que la Virgen hace para ayudarnos.
Berceo termina diciendo que va a escribir alguno de estos milagros.
Amigos y vasallos de Dios omnipotente, Cuántos son en el mundo, justos y pecadores,
si escucharme quisierais de grado atentamente coronados y legos, reyes y emperadores,
yo os querría contar un suceso excelente: allí corremos todos, vasallos y señores,
al cabo lo veréis tal, verdaderamente. y todos a su sombra vamos a coger flores.

yo, el maestro Gonzalo de Berceo hoy llamado, Los árboles que hacen sombra dulce y donosa
yendo en romería acaecí en un prado son los santos milagros que hace la Gloriosa,
verde, y bien sencillo, de flores bien poblado, que son mucho más dulce que la azúcar sabrosa,
lugar apetecible para el hombre cansado. la que dan al enfermo en la cuita rabiosa.

Daban color soberbio las flores bien olientes, Y las aves que organan entre esos frutales,
refrescaban al par las caras y las mentes; que tienen dulces voces, dicen cantos leales,
manaban cada canto fuentes claras corrientes, esos son Agustín, Gregorio y otros tales,
en verano bien frías, en invierno calientes. todos los que escribieron de sus hechos reales.

Gran abundancia había de buenas arboledas, Todos tenían con ella gran amistad y amor,
higueras y granados, perales, manzanedas, en alabar sus hechos ponían todo su ardor;
y muchas otras frutas de diversas monedas, todos hablaban de ella, cada uno a su tenor,
pero no las había ni podridas ni acedas. pero en todo tenían todos igual fervor.

La verdura del prado, el olor de las flores, El ruiseñor que canta por fina maestría,
las sombras de los árboles de templados sabores también la calandria, hacen gran melodía;
refrescáronme todo, y perdí los sudores: pero cantó mejor el barón Isaías
podría vivir el hombre con aquellos olores. y los otros profetas, honrada compañía.

Nunca encontré en el siglo lugar tan deleitoso, Cantaron los apóstoles por modo natural,
ni sombra tan templada, ni un olor tan sabroso. confesores y mártires hacían bien otro tal;
Me quite mi ropilla para estar más vicioso las vírgenes siguieron a la madre caudal;
y me tendí a la sombra de un árbol hermoso. todos ante ella cantan canto bien festival.

A la sombra yaciendo perdí todos cuidados, Por todas las iglesias -y esto es cada día-
y oí sones de aves dulces y modulados: cantan laudes ante ella toda la clerecía;
nunca oyó ningún hombre órganos más templados todos festejan y honran a la Virgo María:
ni que formar pudiesen sones más acordados. estos son ruiseñores de gran placentería.
.........................................................................
El prado que yo os digo tenía otra bondad: Volvamos a las flores que componen el prado,
por calor ni por frío perdía su beldad, que lo hacen hermoso, apuesto y tan templado:
estaba siempre verde toda su integridad, las flores son los hombres que dan en el dictado
no ajaba su verdura ninguna tempestad. a la Virgo María, madre del buen criado.

En seguida que me hube en la tierra acostado Esta bendita Virgen es estrella llamada,
de todo mi lacerío me quedé liberado, estrella de los mares y guía muy deseada;
olvidé toda cuita y lacerío pasado: es de los marineros en la cuita implorada,
¡el que allí demorase sería bien venturado! porque cuando la ven la nave va guiada.

Los hombres y las aves cuantas allí acaecían La llaman -y lo es- de los Cielos Reina,
llevaban de las flores cuantas llevar querían, templo de Jesucristo, estrella matutina,
mas de ellas en el prado ninguna mengua hacían: señora natural y piadosa vecina,
por una que llevaban, tres o cuatro nacían. de cuerpos y almas salud y medicina.
......................................................................
Igual al paraíso me parece que este prado, No existe hombre alguno que del bien no provenga
por Dios con tanta gracia y bendición sembrado: que de alguna manera con ella no se avenga;
el que creó tal cosa fue maestro avisado; y no hay que raíz en ella no la tenga:
no perderá su vida quien haya allí morado. ni Sancho ni Domingo, ni Sancha y Domenga.

El fruto de los árboles era dulce y sabrido, La llaman vid, y es uva, y almendra, y es granada
si Don Adán hubiese de tal fruto comido que de granos de gracia está toda plasmada;
de tan mala manera no fuera decebido oliva, cedro, bálsamo, palma verde brotada,
ni tomaran tal daño Eva ni su marido. pértiga en la que estuvo la sierpe levantada.

Amigos y señores: lo que dicho tenemos La vara que Moisés en la mano llevaba,
es oscura palabra: exponerla queremos. que confundió a los sabios que Faraón preciaba,
Quitemos la corteza, en el meollo entramos, con la que abrió los mares y después los cerraba,
tomemos lo de dentro, los de fuera dejemos. si no es a la Gloriosa ál no significaba.

Todos cuantos vivimos y sobre pies andamos Si parásemos mientes en el otro bastón
-aunque acaso en prisión o en un lecho yazgamos- que partió la contienda y estuvo por Aarón,
todos somos romeros que en un camino andamos: ál no significaba -lo que dice la lección-
esto dice San Pedro, por él os lo probamos. sino a la Gloriosa, y con buena razón.

Mientras aquí vivimos, en ajeno moramos; Amigos y señores, en vano, contendemos,


la morada durable arriba la esperamos, estamos en gran pozo, fondo no encontraremos:
y nuestra romería solamente acabamos más serían los nombres que de ella leemos
cuando hacia el paraíso nuestras almas enviamos. que las flores del campo mayor que conocemos.

En esta romería tenemos un buen prado Ya dijimos arriba que eran los frutales
en que encuentra refugio el romero cansado: en los que nacían las aves los cantos generales
es la Virgen Gloriosa, madre del buen criado sus milagros muy santos, grandes y principales,
del cual otro ninguno igual no fue encontrado. los cuales organamos en las fiestas caudales.

Este prado fue siempre verde en honestidad, Pero quiero dejar los pájaros cantores,
porque nunca hubo mácula en su virginidad; las sombras y las aguas, las antedichas flores:
post partum et in partu fue Virgen de verdad, quiero de estos frutales, tan llenos de dulzores,
ilesa e incorrupta toda su integridad. hacer algunos versos, amigos y señores.

Las cuatro fuentes claras que del prado manaban Quiérome en estos árboles un ratito subir
nuestros cuatro evangelios eso significaban: -es decir, quiero algunos milagros escribir-.
que los evangelistas, los que los redactaban, La Gloriosa me guíe que lo pueda cumplir,
cuando los escribían con la Virgen hablaban. que sólo no podría bien airoso salir.

Cuando escribían ellos, ella se lo enmendaba; Tendré por un milagro más que hace la Gloriosa
sólo era bien firme lo que ella alababa: el que quiera guiarme a mí en esta cosa:
parece que este riego todo de ella manaba, Madre llena de gracia, Reina poderosa,
cuando sin ella nada a cabo se llevaba. guíame Tú en esto, Tú que eres piadosa.

La sombra de los árboles, buena, dulce y sanía, Por España quisiera en seguida empezar,
donde encuentra refugio toda la romería, por Toledo la grande, afamado lugar:
muestra las oraciones que hace Santa María, que no sé por qué extremo comenzaré a contar,
que por los pecadores ruega noche y día. porque son más que arenas a la orillas del mar.
JUAN RUIZ, ARCIPRESTE DE HITA
A continuación puedes leer un fragmento del episodio de don Melón y doña Endrina, en el que se nos
relata una de las aventuras amorosas más conocidas del Libro del buen amor. Está escrito en primera
persona, lo que no significa que se trate de un asunto realmente vivido. La forma autobiográfica era un
recurso
literario, muy frecuente en la época, mediante el cual el autor lograba captar la atención y el interés del
lector.

Don Melón comienza contándonos sus penas amorosas y su propósito de confesar su amor a la causante de
ellas. A continuación nos canta la belleza de la dama en una estrofa llena de lirismo y emoción; pero sin
describirla para que usemos nuestra propia imaginación.

Luego comenta que lo más conveniente para hablar de amores es la soledad y las dudas que le asaltan ante
la relación amorosa. A continuación empieza el diálogo entre los enamorados: él, el hombre, el
conquistador,
utiliza su palabrería para seducir a la dama; ella, la mujer, utiliza respuestas breves y desconfiadas para
resistirse al menos en los primeros momentos. Hay que considerar que los papeles de la mujer y del hombre
en aquella época son ligeramente diferentes a los de la sociedad actual.
Amigos, grande es mi pena, y puesto estoy en la [Faltan los dos primeros versos de esta estrofa]
honda;
a la dama voy a hablar, quiera Dios bien me que nadie sepa lo hablado, este juramento hagamos;
responda. si dos amigos se celan, serán más fieles entrambos.
Me abandonó el marinero de repente en la mar
honda "No existe nadie en el mundo a quien ame como a
y dejóme solo, aislado, sin remos, con brava onda. vos;
el tiempo va transcurrido de los años, más de dos,
¡Cuitado! ¿Podré escapar? Tengo miedo de ser que por vuestro amor padezco, pues os amo más que a
muerto; Dios;
aunque miro a todas partes no consigo hallar un no quiero que otra persona medie entre nosotros dos.
puerto.
La esperanza que me queda para ponerme a "Con la gran pena que paso vengo a deciros mi queja:
cubierto vuestro amor y mi deseo que me hiere y que me
reside en aquella sola que me trae penado y aqueja;
muerto. no se alivia, no se marcha, no me suelta, no me deja,
tanto más me da la muerte cuanto más de mí se aleja.
He de razonar con ella y decirle mi quejura,
he de hacer que mis palabras la inclinen a la "Recelo que no escucháis nada de lo que he hablado,
blandura; hablar mucho con un sordo es locura, error probado.
hablándole de mis cuitas entenderá mi amargura: Creedme; el amor que os tengo es mi único cuidado,
a veces con chica frase se consigue gran holgura. tan sólo, por este amor estoy triste y amargado.

¡Ay, Dios, cuán hermosa viene doña Endrina por "Señora, yo no me atrevo a deciros más razones
la plaza! hasta que vos respondáis a mis consideraciones;
¡Ay, qué talle, qué donaire, qué alto cuello de decidme vuestro querer, veamos los corazones."
garza! Ella dijo: -"Tal discurso no aprecio ni en dos piñones.
¡Qué cabellos, qué boquita, qué color, qué
buenandanza! "Así es como engañan muchos a muchas otras
Con saetas de amor hiere cuando los sus ojos alza. Endrinas,
los hombres son engañosos y engañan a sus vecinas;
Pero tal lugar no era para conversar de amores; no penséis que estoy tan loca que escuche vuestras
acometiéronme luego muchos miedos y temblores, pamplinas.
los mis pies y las mis manos no eran de sí señores, Buscad a quien engañéis con vuestras falsas espinas".
perdí seso, perdí fuerza, mudáronse mis colores.
Yo le dije: -"¡Oh, cruel, hablaremos con gracejos!
Unas palabras tenía pensadas para decir, los dedos son de una mano mas no todos son parejos;
la vergüenza ante la gente otras me hace proferir; no todos los hombres somos de unos hechos y
apenas era yo mismo, sin saber por dónde ir; consejos.
mis dichos y mis ideas no conseguían seguir. De piel blanca y negra piel hay, pero todos conejos.

Hablar con mujer en plaza es cosa muy descubierta "A veces son castigados los justos por pecadores,
y, a veces, mal perro atado está tras la puerta muchos sufren perjuicios por los ajenos errores;
abierta; la culpa del malo daña a los buenos y mejores,
es bueno disimular, echar alguna cubierta, sobre éstos cae el castigo, no sobre los malhechores.
pues sólo en lugar seguro se puede hablar cosa
cierta. "El pecado que otro hizo no sea para mí mal.
Permitid que hable con vos allí, bajo aquel portal;
-"Señora, la mi sobrina, la que en Toledo vivía si os ven hablar en la calle, quizá alguno piense mal,
a vos se encomienda mucho, mil saludos os envía; en cambio allí, sin rodeos, os diré mi amor leal".
si hubiese lugar y tiempo, por cuanto de vos oía,
tendría placer en veros y conoceros querría. Paso a paso, doña Endrina bajo el portal es entrada,
bien lozana y orgullosa, bien serena y sosegada,
"Deseaban mis parientes casarme en esta sazón los ojos bajó a la tierra, en el poyo fue asentada;
con una doncella rica, hija de don Pepión; yo volví a la explicación que tenía comenzada.
a todos di por respuesta que no la querría, no.
¡Mi cuerpo será de aquella que tiene mi corazón!"

Luego, hablando en voz baja, dije que disimulaba


porque toda aquella gente de la plaza nos miraba;
cuando vi que se marchaban y que ya nadie
quedaba
comencé a decir la queja de amor que me
lastimaba.

Mester de Clerecia

Potrebbero piacerti anche