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Historia y constitucionalismo.

El caso de España (1978) y Chile (1980)

El Guardián de la Ortodoxia. Jesús Fueyo, un intelectual Franquista frente a la


Constitución

Nicolás Sesma

El texto se centra en la historia del señor Jesús Fueyo, personaje clave dentro del ámbito
intelectual del Movimiento durante el tardofranquismo y la Transición. Con el fin de conocer su
verdadera ideología y propuesta política, Nicolás Sesma analizará las críticas que Fueyo hizo al
borrador de la Constitución, publicadas en El Alcázar desde el mes de diciembre de 1977 y febrero
del ‘78. Este análisis permitirá identificar los elementos de la cultura política franquista que fueron
utilizados para intentar deslegitimar el proceso de democratización,

Para empezar, Sesma hace una pequeña introducción sobre lo que fue el personaje unos años
antes del periodo indicado anteriormente. En concreto, comienza hablando de uno de los rumores
que circulaban entre los ambientes del gobierno franquista, en el que se indicaba que Fueyo
terminaría por ser Ministro, dado que el Instituto de Estudios Políticos, del cual era Presidente, sería
elevado a la categoría de Ministerio. (como anécdota, y por si preguntan en el tipo test estas
tonterías, el hombre este tenía como una “teoría” de cómo se desarrollaba el proceso por el cual se
creaban y entregaban carteras: según él se accedía mediante “los caminos blandos”, que significaba
que se entraba gracias a la influencia de obispos o damas, mientras que cuando se salía, se hacía a
través de los “caminos duros”, o ssssssea, por presión de los generales). La importancia dada a esta
institución por parte del Gobierno, revelaba la intención de revitalizar al Movimiento y al aparato
ideológico franquista, con el propósito de otorgar mayor esperanza de vida al Régimen.

UN FIEL PRODUCTO DE LA CANTERA DEL MOVIMIENTO

En este apartado, el autor se centra en contarnos un poco la biografía más básica de Fueyo:
dónde nació (Asturias, 1922), que estudió Derecho, hizo una tesis, pasó a formar parte del Consejo
de Estado y desde bien joven participaba con publicaciones franquistas, colocándose para pasar a
formar parte de la segunda generación de los dirigentes del Movimiento. Formó, en definitiva, parte
de esa élite político-intelectual a los que el autor denomina como “intelectuales
institucionalizados”/”intelócratas” (Según autores como Hervé Hamon y Patrick Rotman) ,

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caracterizada por combinar lo que se entiende como un “intelectual clásico” con los técnicos del
Estado. Como ejemplos de este grupito, Sesma identifica a Manuel Fraga como el máximo
exponente, personaje muy unido al desarrollo e importancia de Fueyo dentro del Instituto de
Estudios Políticos, pues sucede a Fraga en la presidencia el mismo cuando es nombrado ministro de
Información y Turismo. Pero, cuando Fueyo llegó, cambió el rumbo, el significado crítico y de
prestigio académico que se le había dado a dicho Instituto durante las primeras décadas del
Franquismo, entre otras cosas, por la obsesión de éste con el poder y por el enfrentamiento con una
gran parte de los intelectuales top e influyentes del momento (Enrique Fuentes Quintana, del ámbito
económico; García de Enterría y principales poderes de la Adm. Pública).

Fue un hombre lleno de paradojas, influido por, según el autor, su ortodoxia franquista,
rechazando las políticas basadas en el nacionalsindicalismo; la participación en la “Carta de los 39”
impulsada por el sector más reformista de la Institusión; o absteniéndose en la votación que
proclamaba a Juan Carlos como futuro Jefe de Estado. Fueyo era “muy rebelde” porque elaboró un
plan paralelo rechazando a la monarquía e inspirado en el sistema de la Quinta República francesa.
Es por ello que en esta época le envían a tomar por culet y no será hasta 1974, cuando se le vuelva a
tener en cuenta para presidir, de nuevo, el Instituto, valorando su continua lealtad al Régimen.
Durante el principio de esta nueva etapa, Fueyo se concentró tanto en la preparación de un Estatuto
que regulara el derecho de asociación política como en la construcción de una nueva definición
jurídica para el sistema franquista, esfuerzo este último que giró en torno al concepto de
“democracia social”. Todo resultó siendo bastante fracaso, aunque al régimen sí le interesó el
concepto de “democracia social” para construir un discurso legitimador sobre la continuidad de las
instituciones franquistas (democracia social+democracia política(representada por las asociaciones)
= democracia completa).

Por último, y antes de meterse en materia, Sesma nos habla de nuevas incongruencias en las
decisiones y actos de Fueyo de las cuales hace responsable, de nuevo, a su ortodoxia. Ejemplos
como: paralizar una reforma política más moderada que, finalmente, la “ruptura pactada” o influir
en el nombramiento de Adolfo Suárez como Presidente (vamos, que le salió el tiro por la culata por
ser más papista que el papa). Finalmente, el nuevo ejecutivo disuelve poco a poco al Instituto y su
significado franquista para hacerlo dependiente del Ministerio de Presidencia y of cors, Fueyo es
apartado del missssssmo.

• LA CRÍTICA DE FUEYO AL BORRADOR DE LA CONSTITUCIÓN

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Tanto el Instituto de Estudios Políticos como el de Estudios Administrativos son
reconvertidos en el Centro de Estudios Constitucionales, creado con la intención de ser el
organismo clave en la redacción de la Carta Magna mediante la convocatoria de un comité de
expertos constitucionalistas y altos cargos del Ministerio de Justicia. PEEEERO hubo un
acontecimiento un poco inesperado y es que el borrador de la Constitución se filtró a la prensa en
los llamados Cuadernos para el Diálogo. Como consecuencia y, a pesar de su condición de primera
versión, la opinión pública se volvió un poco creisi y se hicieron valoraciones de todo tipo. Entre
ellas, las que publicó Fueyo durante tres meses en el periódico ultra El Alcázar. “Posiblemente
constituyó la crítica al proceso constituyente y a la propia Carta Magna más articulada y operativa
formulada desde las filas de la extrema derecha”.

Lo que resultó realmente efectivo dentro de la estrategia seguida por Fueyo, fue dirigirse a
un público muy amplio, queriendo llamar la atención tanto de los sectores más inmovilistas como
de aquellos considerados como “españoles de orden”, de valores tradicionales y nacionalistas y
desconfiantes de la inestable situación del país. Además, Fueyo no era como el resto de críticos de
la falange, pues dejaba atrás todo el discurso referente a la guerra civil para analizar punto por punto
y con cierta rigurosidad el anteproyecto de la Constitución, dejando clara tanto su supuesta postura
constitucional como las discrepancias que tenía con las propuestas filtradas, considerando que eran
un “atentado contra el ser mismo de España”.

Del mismo modo, también recalcaba en sus artículos que la Ley para la Reforma Política y su
aprobación no implicaba, de manera explícita, que las Cortes formadas en el 77 tuvieran como
objetivo elaborar una Constitución. Es por ello que denominó a este proceso como revolucionario a
posteriori, aportando que, lo más natural es que “la Revolución decida la Constitución” y no que la
“Constitución decida la Revolución” y, que por tanto, sea la voluntad y soberanía del pueblo la que
elija. EN REALIDAD TODAS ESTAS CONSIDERACIONES NO ERAN DEL TODO CIERTAS,
porque tal y como indica el autor, la alta participación y la alta representación alcanzada por los
partidos de izquierda, en las elecciones del 77, determinaron que no sólo se cambiaran algunas leyes
franquistas, sino que se procediera a desarrollar la actual Carta Magna.

Tanto los artículos de Fueyo como los del resto de coleguitas intelectuales falangistas,
expresaban a través de su lenguaje y sus publicaciones la pervivencia del “falangismo de primera
hora” y los fundamentos de la cultura política franquista. Como ejemplos de esta afirmación:

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• El autor indica cuál es su perspectiva sobre las “nacionalidades” existentes dentro del
territorio español, puesto que era el tema central sobre el que giraban el resto. Fueyo
declaraba cositas como “hasta que se legalice el aborto, nuestro tópico no puede ser otro que
autonómico” y se apoyaba en la concepción schmittiana de que el orden jurídico se debe
fundamentar en una decisión y no en una norma. Fueyo, relacionaba este enunciado con el
caso territorial afirmando que éste era tan importante para España, que debería ser un asunto
que quedara claro y se negociara antes de elaborar la Constitución. Él reconocía este
problema como “la postulación de principio de la voluntad de constituirse en Nación”, de la
cual apuntaba que, el reconocimiento de las naciones históricas como tales, supondría el
refuerzo de su identidad y, por tanto, de sus ansias de secesión del Estado español. De esta
manera, se provocaría “la liquidación del más antiguo Estado-nación de la vieja Europa
moderna”.

¿QUÉ PROPONE COMO ALTERNATIVA? Descentralización administrativa, dentro de una


estructura fuerte y unitaria. Hace algunas referencias a Ortega aunque lo vulgariza, como muchos de
los teóricos falangistas: idea de NACIÓN como producto de la historia y encarnación de un
“sugestivo proyecto de vida común”. Propone, además, la celebración de un referéndum por el que
la población española decidiese Estado Federal o unitario. Por otro lado, a través de su discurso,
vincula la reclamaación autonomista con las propuestas del Partido Comunista, reavivando el miedo
ante la amenaza “marxista-separatista”.

• Hizo especial hincapié, también, en la definición del Estado como “Monarquía


Parlamentaria” recogida en el anteproyecto, la cual le parecía “regresiva” , por eso de que
como falangista defendía que el parlamentarismo es fracaso total, el Régimen era lo weno.

¿ALTERNATIVA? Sistema presidencialista bajo forma monárquica en la que se permita mayor


concentración de resortes en la Jefatura del Estado. Por tanto, el objetivo de Fueyo era reactivar el
sistema regencialista y apelar a Juan Carlos, nombrado por Franco, como el “guardián del
ordenamiento heredado, función que se pondría en entredicho si apoyaba a las nacionalidades.

• Aspectos políticos y económicos. Vinculó la crisis económica que atravesaba el país, con la
de la clase política y la democracia. Según él, se había sacrificado el desarrollo y bienestar
social por equipararse a una Europa que ya no era de patrias, sino del “Mercado Común
fenicio”. España no podía caer en la “colonización económica”.

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POR TANTO, nacionalismo, antieuropeísmo y anticapitalismo conformaban la base del
pensamiento de Fueyo y, oh qué causalidad, también era el punto de partida del primer pensamiento
falangista. En sus análisis, además, aparecía la eterna comparación entre Segunda República y
Transición, aunque se mostraba esperanzado de que España se reconstituyera tarde o temprano.

• INFLUENCIA DE SCHIMITT

1) La definición de “Carta Magna”, “expresión de la voluntad general sobre el ser de la


comunidad” → inspirada en el “concepto positivo” de la Constitución de Schimitt de 1928. “Virus
autonómico” que dejaría a España marginada del plano e interés internacional.

2) Copiaba totalmente la figura de Schmitt dentro del contexto de la República de Weimar y la


doctrina jurídica de la Escuela de Viena, aplicando, una por una, las mismas críticas que hacía
Schmitt, al anteproyecto de Constitución y en contra del modelo kelseniano. Finalmente, todo
derivaba en la apología de las circunstancias de excepción como las auténticas configuradoras del
orden político.

• LA ALARGADA SOMBRA DE LA CULTURA POLÍTICA FRANQUISTA

Según el autor, el periódico El Alcázar y sus participantes, entre los que estaba Fueyo, eran mazo
populistas, queriendo llamar la atención de “hombre de la calle”, dado que defendían la idea mítica
de la “mayoría natural”, según la cual se afirmaba que en España, gracias a la larga duración del
Régimen franquista, existía “una gran derecha sociológica, multiplicada y consolidada durante la
dictadura pero no encauzada ni movilizada”.

-CONTRADICCIONES EN EL DISCURSO DE FUEYO


1) Manipulaba o callaba el contenido del anteproyecto según le iba conviniendo, reduciendo las
propuestas económicas y sociales más avanzadas.

2) El concepto de Constitución de Fueyo da lugar a dudas, porque hacía unos 3 años, calificaba a las
Leyes Fundamentales franquistas de “orden constitucional”.

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La referencia excesiva a Schmitt, según el autor, tampoco le benefició demasiado, pues
hasta los más descontentos con el proceso constitucional, catalogaban al autor de demasiado radical,
aunque Sesma también reconoce, que el discurso de Fueyo y de otros intelectuales que publicaban
en El Alcázar caló de manera profunda en ciertos políticos de Alianza Popular e, incluso de la UCD,
también alentados por las opiniones que Julián Marías vertía en el diario El País y que, por
casualidaaaaaaaaad coincidían con la mayoría de planteamientos que Fueyo había hecho
anteriormente. Otro hecho relevante, es que el Centro de Estudios Constitucionales acabó por
desechar el concepto de “nacionalidades” y mantuvo las prerrogativas en manos del rey. El autor
califica esto como “claro síntoma de la cultura del personalismo político y el liderazgo carismático,
adanismo institucional y el nacionalismo unitarista continuaba arraigado en el ámbito de la creación
de la opinión”.

Por último, Sesma señala que el ámbito en el que las ideas de Fueyo calaron, fue el del
Ejército, que veía con buenos ojos “forzar una rectificación autoritaria del proceso democratizador”.
Es más, los planteamientos de Fueyo sirvieron como base teórica y jurídica para los golpistas.

• CONCLUSIÓN

Jesús Fueyo como el “albacea” de las Leyes Fundamentales del Franquismo: primero mediante
las instituciones franquistas como el Instituto de Estudios Políticos y consejero del Movimiento; y
después mediante la prensa a través de sus publicaciones en El Alcázar, mediante las cuales
pretendía que se reformara el borrador de la Constitución añadiendo las propuestas/alternativas que
él presentaba.

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