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ensayo
Profesor: Bachilleres:
Oscar Garrido
Creo que definitivamente quedan muy pocas personas que piensen que es justo que siga
conviviendo la infinita riqueza con la más miserable pobreza. A pesar de que en algunas
circunstancias nos podemos ver forzados a pensar que el logro material de una persona
obedece a su exclusivo esfuerzo y que gran parte de la miseria de nuestros pueblos reside
en la desidia de los pobres, creo que estos argumentos se caen por su propio peso cuando
analizamos la rampante desigualdad de oportunidades que impera en las naciones más
atrasadas del planeta. Ese creciente dualismo social y económico podría ser la mecha de las
más encontradas luchas de este siglo XXI, pero también podría ser acicate para una
reflexión profunda sobre las nuevas sociedades que pretendemos construir.
Muchas veces se han señalado a los partidos políticos como los causantes de todas las
descomposiciones de nuestra sociedad. No obstante, los partidos políticos son una parte
fundamental de toda democracia representativa, ya que son los medios que permiten
canalizar las inquietudes y las necesidades de las masas. Por otra parte, los partidos
políticos están presentes en todas las democracias desarrolladas que han tenido éxito en los
ámbitos económico, social y político. De ahí parte una reflexión necesaria: el problema
fundamental no reside en los partidos per se, sino en la concepción que tenemos de ellos.
Hemos convertido a las organizaciones políticas en grandes máquinas de favores personales
y familiares, que van desde un puesto en un ministerio hasta el otorgamiento de contratos
públicos en dudosas condiciones.
Para resolver nuestra crisis es necesario iniciar un arduo proceso de depuración de la
administración pública, lo cual no se limita a una drástica reducción de la burocracia
oficial. Deben tomarse medidas más profundas como el cambio de mentalidad del
venezolano a través de una colosal campaña de imagen y una mejora substancial de nuestra
educación ciudadana, capaz de erradicar en el mayor porcentaje de compatriotas el lastre de
su subdesarrollo mental.
La función primordial de un buen gobierno es suministrar el mayor bienestar posible al
mayor número de ciudadanos. Pero muchos políticos han desdeñado este concepto básico
de ciencia política y han convertido las instancias de poder nacional, regional y municipal
en feudos personales donde priva obtener el mayor lucro personal posible. Se ha perdido la
mística de servicio a la comunidad y los funcionarios públicos han olvidado que sus cargos
se deben a la ciudadanía.
Entonces, ¿dónde está el principal enemigo de nuestro desarrollo económico, social y
político? Pues, simplemente, lo llevamos todos por dentro.
El subdesarrollo económico venezolano
Nuestra condición de país subdesarrollado nos debe motivar a reflexionar profundamente
acerca de las posibilidades de esta decepcionante situación de atraso. Venezuela es un país
inmensamente rico; posee una plétora de recursos naturales: petróleo, gas, hierro, bauxita,
oro, diamante, tierras fértiles, potencial forestal y una ubicación geográfica envidiable. Pero
también es un país mayoritariamente pobre: el 80% de la población vive en situación de
pobreza y el ingreso per capita anual es de apenas 2500 dólares, cuando en 1977 era de
aproximadamente 7445.
Las causas del subdesarrollo son múltiples, pero es oportuno mencionar las condiciones
culturales y climatológicas que, a pesar de no determinar el desarrollo de un país, pueden
condicionarlo en gran medida. Nuestra herencia cultural recibida con la conquista española
difiere enormemente de aquella recibida por los Estados Unidos y Canadá a través de la
colonización anglosajona. La ética protestante influyó enormemente en la conformación
económica y social de los países de América del Norte. Al respecto, el sociólogo Max
Weber escribió un libro titulado "la ética protestante y el espíritu del capitalismo", donde
señala que el desarrollo económico de Inglaterra, Alemania y Estados Unidos durante la
Revolución Industrial recibió una notable impronta del pensamiento religioso calvinista y
luterano.
Sin embargo, estas condiciones culturales y climatológicas que limitan nuestro desarrollo
pueden ser soslayada, ya que son factores modificables y dependen en buena medida de la
capacidad del hombre para cambiar su entorno. Países en peores condiciones que el nuestro
han salido adelante luchando contra grandes adversidades, como Alemania y Japón después
de la Segunda Guerra Mundial o Corea del Sur tras la Guerra de Corea que partió a la
nación en dos. La condición de subdesarrollo que aún prevalece en los países
latinoamericanos no se debe tanto a distorsiones inducidas por la política económica o la
falta de recursos, sino más bien son de origen histórico y de índole endógena y estructural.
Debemos considerar que existe un camino mejor y que no debemos quedarnos de brazos
cruzados esperando que la inercia económica y social desarrolle al país. El desarrollo se
planifica y se hace pensando en metas de corto, mediano y largo plazo que comparta la
mayoría de la población. Cualquier plan tiende a fracasar, por muy bueno que sea, sí no
existe consenso alrededor de éste. La población debe estar informada y sentirse
comprometida con un proyecto común de país, aspecto en el cual han fallado nuestros
líderes y dirigentes políticos.