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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACION


UNIVERSITARIA, CIENCIA Y TEGNOLOGIA
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LOS LLANOS
“ROMULO GALLEGOS”
ÁREA DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES
PROGRAMA DE ECONOMIA

ensayo

Profesor: Bachilleres:
Oscar Garrido

San Juan de los Morros


ECONOMIA FORMAL E INFORMAL
La economía informal es producto de dos factores básicos: el sector informal y el trabajo
informal, el primero se refiere a la generación de la riqueza que se hace desde los hogares,
y el segundo incluye a todas aquellas personas que por su oficio no se les ha asignado un
salario mínimo para formalizar su profesión” explicó el Dr. Luis Ignacio Román Morales,
quien impartió una conferencia a estudiantes de Economía de la Universidad.
El catedrático del ITESO, Guadalajara explicó que el sector informal, no involucra a
empresas o instituciones públicas o privadas, sino a la gente que desde su casa coloca un
bazar en su cochera, quien desde su casa fabrica artesanías, o incluso un psicoanalista que
consulta en un diván, o un dentista; mientras que el trabajo informal se conforma
principalmente por tres tipos de trabajadores: los agricultores de subsistencia que son
millones de gente— fundamentalmente indígenas—; las trabajadoras domésticas que son
cerca de 2.5 millones de personas; y los trabajadores informales del sector formal, es decir,
aquellos que laboran en empresas pero no gozan de prestaciones de Ley.
No obstante, señaló que lo más grave en cuanto al problema en el crecimiento económico
del país es que mientras se sigan fortaleciendo esquemas de ingresos precarios y bajos, no
habrá capacidad de consumo, lo que significa que no hay venta, y por lo tanto el Producto
Interno Bruto (PIB) no crece.
Por otro lado, el Dr. Román Morales explicó que el problema de la reforma laboral es que
pocos son los ganadores y perdedores muchos, por lo que se necesita trabajar en una lógica
de relaciones laborales y por lo tanto de ingresos para la gente a fin de fortalecer su
dignidad en términos de capacidad de consumo, así como tener tiempo para estar con su
familia, descansar, etcétera.
“México es el país con el salario mínimo más bajo de América Latina, y el único país que
está además 23 por ciento por debajo del salario mínimo de lo que cuesta la canasta básica
de una sola persona”, manifestó Román Morales.
Agregó que “si al mismo tiempo México es un país que tiene 14 personas en la lista de
Forbes con más de mil millones de dólares, y cerca del 9% del PIB está concentrada en
sólo 4 personas, entonces estamos en un país desgarrado, tenemos un país que puede tener
problemas de productividad”, no obstante, dijo el problema fundamental no es la baja
productividad, el problema fundamental es el pésimo reparto de los beneficios de la
productividad.

DESARROLLO ECONOMICO EN VENEZUELA


Efectivamente, el estudio del desarrollo ha avanzado mucho en las últimas dos décadas.
Hoy en día se incluyen conceptos como la calidad ambiental, los derechos humanos, la
incorporación de la mujer, los fallos del mercado, etc, que han cambiado para siempre el
concepto de desarrollo limitado al mero ámbito económico. La teoría del desarrollo es
ahora un campo multidisciplinario donde convergen la sociología, la ciencia política, la
geografía, la historia, la psicología, la economía e incluso hasta la teología.

Creo que definitivamente quedan muy pocas personas que piensen que es justo que siga
conviviendo la infinita riqueza con la más miserable pobreza. A pesar de que en algunas
circunstancias nos podemos ver forzados a pensar que el logro material de una persona
obedece a su exclusivo esfuerzo y que gran parte de la miseria de nuestros pueblos reside
en la desidia de los pobres, creo que estos argumentos se caen por su propio peso cuando
analizamos la rampante desigualdad de oportunidades que impera en las naciones más
atrasadas del planeta. Ese creciente dualismo social y económico podría ser la mecha de las
más encontradas luchas de este siglo XXI, pero también podría ser acicate para una
reflexión profunda sobre las nuevas sociedades que pretendemos construir.

Entiendo que el desarrollo es un problema multidimensional (especialmente con relación a


la variable cultural del desarrollo), pero todavía sigo creyendo firmemente en el sistema
liberal como la mejor arma contra el atraso de nuestros pueblos y en la profundización del
sistema democrático. Claro está, que debo reconocer que en ciertas circunstancias es
inaplicable el liberalismo en nuestras naciones. Es necesario resaltar que las bondades del
sistema liberal están profundamente relacionadas con la dicotomía "libertad - igualdad". A
pesar de que la Revolución Francesa adoptó estos ideales como principios básicos en la
declaración de los derechos del hombre, la aplicación de éstos en su concepción ortodoxa
provoca una fuerte contradicción. Y es que los hombres no han sido creados iguales, es
decir, podrán nacer con la misma constitución física y se podrá pregonar la igualdad ante la
ley, pero si estos mismos hombres tienen la libertar de disponer de sus talentos como mejor
lo crean conveniente, entonces a la vuelta de unos años podríamos tener por un lado a un
Premio Novel en química y por el otro a un obrero de una línea de producción industrial
(sin que esto implique alguna connotación peyorativa del trabajo del obrero). Ahora bien,
más que un problema económico, tenemos un problema ético. ¿Deben estos dos hombres
ser pagados iguales? ¿Deben contar con las mismas comodidades materiales? Y si la
sociedad les retribuye igual, ¿cómo incentivamos el talento y premiamos el esfuerzo? Eso
jamás lo va a resolver la economía por mucho que busquemos entre modelos y teoremas.
Debo señalar que hasta ahora no he mencionado nada en relación a sí estos dos hombres
tuvieron o no igualdad de oportunidades. Pero supongamos por un momento que el Estado
garantizó a ambos hombres las mismas oportunidades educativas, logró utópicamente
dotarlos de familias igual de cariñosas y cuidadosas, les ofreció la misma atención médica y
los alimentó de forma similar. El dilema se sigue manteniendo, porque nada garantiza que
alguno de los dos no tenga una capacidad mental inferior o simplemente siendo aventajado
no decida convertirse en un vividor (o vago) del sistema de igualdad de oportunidades.
El mercado todavía puede desempeñar un papel importante en los procesos de desarrollo de
nuestras naciones si lo combinamos con una acción gubernamental eficaz, transparente y
oportuna. He visto en Venezuela como el Estado ha fallado tantas veces en llevar adelante
reformas económicas, gerenciar eficientemente la mayoría de las empresas públicas y
garantizar el cumplimiento de las leyes que es natural que en este país todos los ciudadanos
se pregunten si la acción del gobierno es más eficaz que el mercado. Nadie puede tampoco
asegurar que el mercado a su libre albedrío es garantía del desarrollo
¿Dónde está el enemigo?

Nuestro principal obstáculo en el largo camino del desarrollo nacional es de carácter


cultural. Nos hemos convertido en enemigos de nuestro propio desarrollo y progreso. La
mentalidad del venezolano está muy lejos de llevar en alto los valores de responsabilidad,
ética, seriedad, preocupación y trabajo.
Venezuela, a pesar de contar con un extraordinario potencial, tiene un 80% de sus
habitantes en situación de pobreza. No han sido suficientes todos los recursos obtenidos del
petróleo para construir una nación próspera, donde la mayoría de sus ciudadanos alcance un
nivel de vida adecuado y nadie tenga negado el acceso a la salud, la educación y la justicia.
Sin embargo, nosotros mismos hemos sido culpables de que nuestra nación se esté cayendo
a pedazos en este momento. Por un lado, una gran parte de nuestros líderes políticos
(incluyendo los de la mal llamada V República) han sido incompetentes para conducir al
pueblo hacia un futuro mejor. Han perdido la oportunidad histórica de convertir a
Venezuela en una potencia regional. También debe recordarse que esos políticos provienen
del mismo medio que el resto de los venezolanos, y los hemos llevado con nuestros votos
hasta donde están gracias a un sistema democrático que parece ser una de las pocas cosas
buenas que nos quedan todavía.
Hemos caído en un círculo vicioso del cual necesitamos salir lo más pronto posible para
iniciar la reconstrucción de la República. La ignorancia crasa en la que está inmersa una
gran cantidad de venezolanos es un medio propicio para que los politiqueros con ansias de
poder se hagan de las suyas y sigan manteniendo a "Juan Bimba" en la misma situación.
Las esperanzas están cifradas en los nuevos líderes políticos, tanto a nivel nacional como
regional, que tienen en sus manos la tarea de restaurar la confianza de la población en la
democracia y sus instituciones.

Muchas veces se han señalado a los partidos políticos como los causantes de todas las
descomposiciones de nuestra sociedad. No obstante, los partidos políticos son una parte
fundamental de toda democracia representativa, ya que son los medios que permiten
canalizar las inquietudes y las necesidades de las masas. Por otra parte, los partidos
políticos están presentes en todas las democracias desarrolladas que han tenido éxito en los
ámbitos económico, social y político. De ahí parte una reflexión necesaria: el problema
fundamental no reside en los partidos per se, sino en la concepción que tenemos de ellos.
Hemos convertido a las organizaciones políticas en grandes máquinas de favores personales
y familiares, que van desde un puesto en un ministerio hasta el otorgamiento de contratos
públicos en dudosas condiciones.
Para resolver nuestra crisis es necesario iniciar un arduo proceso de depuración de la
administración pública, lo cual no se limita a una drástica reducción de la burocracia
oficial. Deben tomarse medidas más profundas como el cambio de mentalidad del
venezolano a través de una colosal campaña de imagen y una mejora substancial de nuestra
educación ciudadana, capaz de erradicar en el mayor porcentaje de compatriotas el lastre de
su subdesarrollo mental.
La función primordial de un buen gobierno es suministrar el mayor bienestar posible al
mayor número de ciudadanos. Pero muchos políticos han desdeñado este concepto básico
de ciencia política y han convertido las instancias de poder nacional, regional y municipal
en feudos personales donde priva obtener el mayor lucro personal posible. Se ha perdido la
mística de servicio a la comunidad y los funcionarios públicos han olvidado que sus cargos
se deben a la ciudadanía.
Entonces, ¿dónde está el principal enemigo de nuestro desarrollo económico, social y
político? Pues, simplemente, lo llevamos todos por dentro.
El subdesarrollo económico venezolano
Nuestra condición de país subdesarrollado nos debe motivar a reflexionar profundamente
acerca de las posibilidades de esta decepcionante situación de atraso. Venezuela es un país
inmensamente rico; posee una plétora de recursos naturales: petróleo, gas, hierro, bauxita,
oro, diamante, tierras fértiles, potencial forestal y una ubicación geográfica envidiable. Pero
también es un país mayoritariamente pobre: el 80% de la población vive en situación de
pobreza y el ingreso per capita anual es de apenas 2500 dólares, cuando en 1977 era de
aproximadamente 7445.
Las causas del subdesarrollo son múltiples, pero es oportuno mencionar las condiciones
culturales y climatológicas que, a pesar de no determinar el desarrollo de un país, pueden
condicionarlo en gran medida. Nuestra herencia cultural recibida con la conquista española
difiere enormemente de aquella recibida por los Estados Unidos y Canadá a través de la
colonización anglosajona. La ética protestante influyó enormemente en la conformación
económica y social de los países de América del Norte. Al respecto, el sociólogo Max
Weber escribió un libro titulado "la ética protestante y el espíritu del capitalismo", donde
señala que el desarrollo económico de Inglaterra, Alemania y Estados Unidos durante la
Revolución Industrial recibió una notable impronta del pensamiento religioso calvinista y
luterano.
Sin embargo, estas condiciones culturales y climatológicas que limitan nuestro desarrollo
pueden ser soslayada, ya que son factores modificables y dependen en buena medida de la
capacidad del hombre para cambiar su entorno. Países en peores condiciones que el nuestro
han salido adelante luchando contra grandes adversidades, como Alemania y Japón después
de la Segunda Guerra Mundial o Corea del Sur tras la Guerra de Corea que partió a la
nación en dos. La condición de subdesarrollo que aún prevalece en los países
latinoamericanos no se debe tanto a distorsiones inducidas por la política económica o la
falta de recursos, sino más bien son de origen histórico y de índole endógena y estructural.
Debemos considerar que existe un camino mejor y que no debemos quedarnos de brazos
cruzados esperando que la inercia económica y social desarrolle al país. El desarrollo se
planifica y se hace pensando en metas de corto, mediano y largo plazo que comparta la
mayoría de la población. Cualquier plan tiende a fracasar, por muy bueno que sea, sí no
existe consenso alrededor de éste. La población debe estar informada y sentirse
comprometida con un proyecto común de país, aspecto en el cual han fallado nuestros
líderes y dirigentes políticos.

La insatisfacción con la situación actual no debe convertirse en un aliciente de la


frustración, el desorden y la inestabilidad política. Por el contrario, debe ser un reto a
trabajar duro, a respetar y hacer cumplir el orden jurídico, a ser más solidarios y a participar
activamente en el proceso de cambio que la nación reclama.
Los esfuerzos de inversión y de industrialización no logran los efectos planeados cuando
predominan en ciertos sectores de la economía (v.g. el sector agrícola) estructuras que
entorpecen el avance tecnológico, el incremento de la productividad, el empleo eficiente de
los recursos y cuando el sistema educativo no está orientado hacia la formación de mano de
obra de alta calidad. No podemos aspirar a ingresar al exclusivo club de los países
desarrollados con un sistema judicial y carcelario como el que tenemos en la actualidad,
donde las leyes y los lentos procesos favorecen la corrupción y la falta de seguridad
jurídica. Por otra parte, si queremos integrar una sociedad más justa debemos proveer a la
población con un sistema de salud y de seguridad social adecuado que garantice
condiciones mínimas de vida.
El desafío que se nos presenta es el de superar la crisis y reencontrar el camino del
desarrollo en un contexto democrático, pluralista y participativo. La variable política del
desarrollo es de gran importancia como indicador del grado de evolución de una sociedad y
nuestra participación en la concreción de una nueva Venezuela es una responsabilidad que
la patria nos está reclamando urgentemente.

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