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Muchas veces nos equivocamos cuando hacemos estas inferencias, pero los heurísticos son
necesarios para liberarnos de la cantidad de procesos mentales que tendríamos que realizar en
caso contrario. Nuestro cerebro no sería capaz de procesar toda la información sensorial que
recibe y necesita de alguna forma filtrar de forma selectiva la información que le rodea. Lo
curioso es que empleamos estos atajos cognitivos incluso cuando tenemos datos adicionales
que permitirían una evaluación más fiable. Cuando nuestros heurísticos no dan lugar a juicios
correctos incurrimos en lo que se denomina un sesgo cognitivo, es decir, la tendencia a sacar
una conclusión incorrecta en una circunstancia determinada en base a factores cognitivos.
En informática, los métodos heurísticos suelen utilizarse para encontrar una solución
razonable a un problema, a veces no óptima, pero con el objetivo de mantener los tiempos
computacionales dentro de límites manejables. Nuestro cerebro, la mayor parte de las veces,
funciona de la misma manera. Dado que el tiempo es finito, aplicamos inconscientemente
“atajos” mentales en búsqueda de la solución de un problema o en la toma de una decisión.
Pero ese atajo muchas veces es un camino que nos lleva a un destino muy alejado de la
solución. El inconveniente es que en general no nos damos cuenta cuándo estamos razonando
en forma prejuiciosa. Y eso sucede muchas más veces de lo que creemos. Hagamos un repaso
sobre algunos de lo más conocidos y estudiados
Heurístico de disponibilidad
El 80% de los participantes juzgaron que las muertes debidas a accidentes eran más probables
que las muertes provocados por derrames cerebrales. En realidad, los derrames cerebrales
causan casi el doble de muertes que todos los accidentes juntos.
Los tornados se consideraron causas de muerte más frecuentes que el asma. Sin embargo, el
asma causa 20 veces más muertes.
Se juzgó que las muertes por enfermedad y accidente eran igual de probables. La muerte por
enfermedad es 18 veces mayor que la muerte por accidentes.
Se juzgó también como 300 veces más probable la muerte por accidentes que por diabetes
cuando en realidad muere 1 persona por accidente por 4 de diabetes.
¿Cuál es la lección que sacamos de esto?. Pues que las estimaciones que hacemos (en este
caso de las causas de muerte) están distorsionadas por la relevancia mediática que tengan,
pues la cobertura periodística está sesgada hacia la novedad y el dramatismo. Aunque el asma
causa 20 veces más fallecimientos, son fallecimientos que carecen de un “disparador”
emocional. En definitiva, un problema de disponibilidad.
El sesgo de disponibilidad podemos observarlo cuando dejamos de viajar en avión (mucho más
seguro estadísticamente que el coche) porque se ha producido un accidente de una manera
que consideramos próxima a nosotros –un accidente producido en nuestro país, por ejemplo-,
o cuando dejamos de comprar una marca de coche porque una persona a la que conocemos o
en la que confiamos nos confiesa haber tenido problemas. De igual forma las loterias explotan
el sesgo de la disponibilidad, si las personas comprendiesen verdaderamente las
probabilidades que tienen de ganar, probablemente no comprarían nunca más un décimo en
toda su vida.
Sesgo de impacto
Cuando la gente piensa en el impacto de los acontecimientos futuros tienden a olvidarse del
resto de cosas que estarán sucediendo en sus vidas. En realidad, el evento que estamos
imaginando probablemente se vea opacado por todo tipo de eventos que ocurren al mismo
tiempo. Además el futuro siempre contendrá muchos otros eventos que no podemos predecir,
algunos positivos y otros negativos, pero que en su conjunto matizan esa predicción
emocional. Es importante recordar que por lo general tendemos a sobrevalorar el impacto
emocional de los acontecimientos futuros. Esta es una buena noticia para los eventos
negativos, pero menos buena para los positivos.
El efecto Dunning-Kruger es un fenómeno psicológico según el cual las personas con menos
conocimientos tienden a sobreestimar sus cualidades mientras que aquellos más preparados
se consideran menos competentes de lo que son. En palabras de J. Kruger y D. Dunning de la
Universidad de Cornell "los incompetentes sufren un doble agravio, ya que no sólo llegan a
conclusiones erróneas y toman decisiones desafortunadas, sino que su incompetencia les
impide darse cuenta de ello".
Los autores trataron de averiguar si existía algún remedio para bajar la autoestima
sobrevalorada de los más incapaces. Resultó que sí lo había: la educación. El entrenamiento y
la enseñanza podían ayudar a estos individuos incompetentes a darse cuenta de lo poco que
sabían en realidad.
Todo esto encaja con la vieja máxima de Charles Darwin: «La ignorancia engendra más
confianza que el conocimiento».
Heurístico de representatividad
Consiste en una inferencia sobre la probabilidad de que un estímulo (persona, acción, suceso)
pertenezca a una determinada categoría. Por ejemplo, Jorge es un jóven metódico cuya
diversión principal son los ordenadores. ¿Qué le parece más probable?, ¿que Jorge sea
estudiante de ingeniería o de humanidades?
Cuando se hacen preguntas de este tipo, la mayoría de la gente tiende a decir que
seguramente Jorge estudia ingeniería. Un juicio así resulta, según Daniel Kahneman
(catedrático de Psicología de la Universidad de Princeton y primer no economista galardonado
con el premio Nobel de Economía), de la aplicación automática (inmediata, no meditada) del
heurístico de representavidad. Suponemos que Jorge estudia ingeniería simplemente porque
su descripción encaja con un cierto prototipo o estereotipo del estudiante de ingeniería. Pero
esto implica pasar por alto el hecho de que los estudiantes de humanidades o "letras" son
mucho más abundantes que los de ingeniería, con lo cual es mucho más probable encontrar
estudiantes de humanidades que se correspondan con la descripción de Jorge.
Sesgos como los producidos por el heurístico de representatividad no son meras curiosidades
de laboratorio y son parte del fundamento de ciertos prejuicios sociales que a veces son
empleados para justificar conductas o leyes inapropiadas. Por ejemplo, cuando juzgamos o
predecimos la conducta de un miembro concreto de un determinado colectivo, como los
inmigrantes, tendemos muchas veces a basarnos en estereotipos supuestamente
representativos, ignorando datos objetivos de frecuencia y probabilidad.
Efecto halo
El problema se produce cuando estas impresiones son erróneas, ya que se basan a menudo en
aspectos superficiales (por ejemplo, si la persona es atractiva para nosotros). Esta tendencia
parece estar presente incluso en los más altos niveles de la sociedad en ámbitos donde la
objetividad debe gobernar. De hecho, se ha demostrado que, en promedio, la gente atractiva
tienen penas de prisión más cortas que otros que fueron condenados por delitos similares.
Sesgo de disconformidad
Es la tendencia a realizar una crítica negativa a la información que contradice nuestras ideas
mientras que por otra parte aceptamos sin problema aquella información que es congruente
con nuestra creencias o ideología fundamental. De esta forma se produce una percepción
selectiva por la cual las personas perciben lo que quieren en los mensajes de los demás o de
los medios de comunicación. Por lo general las personas tendemos a ver e interpretar las cosas
en función de nuestro marco de referencia ideológico. También tenemos más probabilidades
de buscar información favorable a nuestras ideas que buscar información que desafíe las
posiciones asociadas a nuestro grupo de identidad o línea de pensamiento (búsqueda y
asimilación sesgada).
Tenemos un sesgo de confirmación que nos hace centrarnos en la información que confirma
las propias creencias o hipótesis. Incluso se ha demostrado que las personas que puntúan más
alto en los test de reflexión cognitiva no emplean sus habilidades para derribar sus creencias
erróneas, sino que emplean generalmente sus fabulosas habilidades de razonamiento para
reforzar sus posiciones ideológicas y salvaguardar a sus grupos de referencia. Nuestra
cognición está mediada frecuentemente por el deseo de poner a salvo nuestras identidades
preferidas.
Se trata de un sesgo cognitivo que describe la tendencia humana común a confiar demasiado
en la primera pieza de información que se ofrece al tomar decisiones: el "ancla". También se
conoce como el "efecto del enfoque". Durante la toma de decisiones, el anclaje se produce
cuando las personas utilizan una pieza inicial de información para hacer juicios posteriores.
Una vez que el ancla se fija, el resto de información se ajusta en torno a la posición del ancla
incurriendo en un sesgo.
Por ejemplo, el precio inicial ofrecido por un coche usado establece el estándar para el resto
de las negociaciones, por lo que los precios más bajos que el precio inicial parecen más
razonables aunque sigan siendo superiores a lo que el coche realmente vale. De igual forma si
se pregunta sobre la población de Ucrania: «¿Es mayor o menor que cien millones de
personas?», las respuestas variarán, pero en general serán algo menores que dicha cifra. Sin
embargo, si la pregunta fuera: «¿Es la población de Ucrania mayor o menor que veinte
millones de personas?», las respuestas variarán, pero el promedio de respuestas no se
modificará mucho respecto al ancla inicial. Es decir, se parte del "valor de anclaje" y se hace un
ajuste... que normalmente suele ser en la dirección correcta pero de magnitud insuficiente.
La gente se concentra en las diferencias notables, excluyendo aquellas que son menos visibles,
también al hacer predicciones sobre la felicidad. Un aumento en los ingresos tiene sólo un
efecto pequeño y transitorio sobre la felicidad y el bienestar, pero la gente siempre
sobreestima este efecto.
De igual forma si preguntamos a unos estudiantes 1) ¿cómo de feliz te sientes con tu vida? y 2)
¿cuántas citas han tenido este año?, tenemos que la correlación es nula (según las respuestas
tener más citas no alteraría el nivel de bienestar). Sin embargo, si se modifica el orden de las
preguntas el resultado es que los estudiantes con más citas se declaran ahora más felices. Es
inconsistente, claro, pero focalizar su atención en las citas hace que exageren su importancia.
Parece ser que los expertos (gente con alto conocimiento, experiencia o especialización en
algún campo) son más resistentes al efecto de anclaje, pero aún así tampoco son totalmente
inmunes.
Sesgo de memoria
Nuestras memorias contienen una enorme base de datos de experiencias. Por desgracia,
nuestra memoria no es perfecta: se desvanece con el tiempo, puede llegar a bloquearse o ser
errónea. Y no sólo eso, sino que la investigación psicológica revela que cuando evaluamos
recuerdos de cara a tomar decisiones sobre nuestro futuro a menudo esos recuerdos se
muestran sesgados hacia ejemplos poco comunes que son muy positivos o muy negativos,
tendemos a recordar acontecimientos insólitos o poco habituales más que acontecimientos
diarios, cotidianos. Esto es porque el cerebro da mucha importancia a fenómenos
extraordinarios o poco usuales debido probablemente a la importancia que estos tenían en el
aprendizaje a lo largo de la evolución. Ese sesgo de nuestra memoria afecta en consecuencia a
nuestra capacidad de predicción futura.
La mejor forma de evitar ese sesgo es tratar de recordar el mayor número posible de eventos
similares para evitar caer en extremos poco representativos. Si sólo recordamos un ejemplo
del pasado de ese tipo de evento es muy probable que sea uno de los mejores o uno de los
peores ejemplos de ese evento.
Existe una tendencia demostrada en la que los individuos con poder son fácilmente
corrompibles cuando se sienten con plena libertad y sin restricciones. Este sentimiento se ve
incrementado si el individuo se ve reforzado con un sentimiento de respaldo moral, se siente
atacado o tiende a otros prejuicios que le ayudan a justificarse.
Muestra la inclinación a ver los hechos pasados como fenómenos predichos o predecibles. Los
individuos están, en realidad, sesgados por el conocimiento de lo que realmente ha pasado
cuando evalúan su probabilidad de predicción. Este prejuicio es en realidad producido por un
error en la memoria. De igual forma también tenemos tendencia a valorar los eventos pasados
de manera más positiva a como sucedieron en realidad. Un proverbio en latín resume este
efecto: memoria praeteritorum bonorum, es decir, "el pasado siempre se recuerda como
mejor".
Efecto Forer
Es la tendencia de la gente a dar una alta nota de precisión o a asentir y confirmar la fidelidad
de las descripciones que de su personalidad se hagan cuando éstas están hechas a medida y
específicamente para ellas (por ejemplo: los horóscopos). En realidad, estas descripciones de
la personalidad son vagas y suficientemente generales como para ser aplicadas a un amplio
espectro de la sociedad.
Sesgo de supervivencia
Ilusión de la confianza
Es la tendencia a hacer (o creer) cosas porque muchas otras personas hacen (o creen) esas
cosas. La probabilidad de que una persona que adopta una creencia aumenta en función del
número de personas que tienen esa creencia. Esta es una poderosa forma de pensamiento de
grupo.
Sesgo de proyección
Falacia de la planificación
Es la tendencia a subestimar el tiempo para concluir una tarea. Generalmente se debe a que
tendemos a no planear los proyectos a un nivel de detalle que permita la estimación de las
tareas individuales. Lovallo y Kahneman sugieren que la falacia de la planificación no solo
provoca demoras, sino también costos excesivos y reducción de beneficios debido a
estimaciones erróneas. Y es que como diría el científico estadounidense Douglas Hofstadter
siempre hay que tener presente que "Hacer algo te va llevar siempre más tiempo de lo que
piensas, incluso si tienes en cuenta la Ley de Hofstadter"
Efecto Keinshorm
Predisposición a contradecir por sistema las ideas o formulaciones que otra persona, con la
cual no se simpatiza.
La mayoría de personas juzgan que sus propios hábitos, valores y creencias están más
extendidas entre otras personas de lo que realmente están.
Ilusión de control
Defensa de status
Cuando una persona se considera con cierto status ésta tenderá a negar y a defenderse de
cualquier comentario que lo contradiga incluso recurriendo al autoengaño.
Ilusión de frecuencia
Un mismo premio final no tiene el mismo valor para dos personas distintas. Si tengo mil euros
y gano diez euros en una apuesta lo valoro menos que si tengo cinco euros y gano diez en la
apuesta. El punto de referencia lo es todo psicológicamente. Añadamos ahora una dimensión a
este sesgo. No sólo se trata de la referencia con mi propia riqueza inicial, sino con la riqueza de
mi círculo de personas cercano. Si alguien desconocido para mi gana cuatrocientos mil euros
en la lotería, yo no me veo afectado. En cambio, si los gana mi compañero de trabajo, soy más
pobre. Aunque no hubiera jugado a la lotería.
Cuando elegimos algo (desde una pareja a una mascota) tendemos a ver esa elección con un
enfoque positivo, incluso si la elección tiene defectos. Optimizamos sus virtudes y
minimizamos o les damos poca importancia a los defectos de nuestra elección.