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Introducción
Este capítulo trata de dar una visión global de lo que es la anatomía nasal y de las fosas
nasales y que implicaciones fisiológicas pueden verse alteradas como consecuencia de
cambios patológicos bien por un inadecuado desarrollo de la nariz/fosas nasales o bien
provocados por patología, traumatismos o cirugías previas.
No siempre la búsqueda por medio de cirugía de la excelencia estética va a estar libre de
problemas o secuelas funcionales así como por el contrario para solucionar problemas
funcionales es preciso actuar casi siempre sobre alteraciones o defectos anatómicos.
En este capitulo se trata de hacer una revisión de aquellos conceptos anatómicos y
fisiológicos que nos hagan entender la patologia nasosinusal desde un punto más
racional.
Los huesos propios nasales tienen en general un aspecto rectangular más estrechos y
gruesos en su parte superior y anchos y delgados en su parte inferior, aunque
dependiendo de las personas se presenten diversas variaciones en forma y tamaño. Se
unen por la sutura nasofrontal con el hueso frontal además de estar apuntalados por
dentro de la fosa nasal por una gruesa prolongación ósea, la espina del frontal. Esta se
proyecta anterior e inferior sirviendo en parte de anclaje a los huesos propios a lo cual
también colabora la parte más caudal de la lámina perpendicular del etmoides y que
luego se continua con el septum nasal.
Desde el punto de vista cefalométrico la unión de la sutura nasofrontal y los huesos
propios en su línea media recibe el nombre de nasion (Fig 3) 3.
Por la parte lateral los huesos propios se unen a la rama ascendente del maxilar superior
(sutura nasomaxilar) que se une a su vez en la parte superior con la apófisis interna del
frontal y el unguis. Esta apófisis presenta en su parte externa la cresta lagrimal anterior,
relieve palpable, y que supone el borde más posterior al que se debe de llegar en las
osteotomias laterales para no lesionar el saco lagrimal.
En el borde medial los huesos propios se unen uno con otro (sutura internasal) de forma
cóncava proyectados hacia delante formando una especie de tejado o bóveda.
La parte inferior de estos huesos recubre los cartílagos triangulares a los que se
encuentra íntimamente unidos por un tejido conjuntivo. Esta unión del dorso óseo y
cartilaginoso se denomina rinion, punto K de Converse o área K de Cottle (Fig 3).
3
Inervación sensitiva
La piel de la raíz y dorso de la pirámide nasal tiene una inervación sensitiva que
proviene de la primera rama u oftálmica del nervio trigémino (V1), mientras que la del
ala nasal proviene de la segunda rama o maxilar (V2) y que a través de la hendidura
esfenoidal la primera y el agujero redondo mayor la segunda alcanzan hasta el ganglio
de Gasser en la fosita de Meckel en la punta del peñasco y de ahí hasta el núcleo
sensitivo del trigémino.
ramos terminales de la arteria etmoidal anterior. Finalmente la arteria facial ya cerca del
canto interno del ojo pasa a llamarse arteria angular y se anastomosa con ramas de la
oftálmica.
La vena facial junto con la arteria facial asciende por el surco nasogeniano y recogen el
riego de buena parte de la pirámide nasal y también se anastomosa con las ramas
terminales de la vena oftálmica. Es conocida la importancia clínica de este evento en los
que los procesos infecciosos del ala nasal y surco nasogeniano pueden progresar por
esta vía y provocar graves complicaciones orbitarias o del seno cavernoso.
Fosas nasales
Para describir las fosas nasales habitualmente se consideran cuatro paredes: la superior
o techo, la inferior o suelo, la lateral o externa y la medial o septum nasal.
Septum nasal
En la cirugía de la pirámide nasal el septum nasal tiene una importancia primordial
desde el punto de vista funcional ya que es una de las principales causas de insuficiencia
respiratoria nasal y desde el punto de vista estético pues es el soporte fundamental del
esqueleto cartilaginoso nasal y en buena parte del aspecto y tamaño de la nariz.
El tabique o septum nasal está formado de delante atrás por una parte o tabique
membranoso, el cartílago cuadrangular, la lámina vertical del etmoides y el vómer (Fig
9)9.
El tabique membranoso esta formado por un tejido que une las cruras mediales con el
borde caudal del cartílago cuadrangular y la espina nasal.
El cartílago cuadrangular se ancla en su parte posterior en el ángulo formado por la
lámina perpendicular del etmoides y por el vómer. El borde anterosuperior o dorsal
6
forma parte del dorso nasal desde la parte interna de los huesos propios, unido a los
cartílagos triangulares y llegando hasta la parte medial de las cruras mediales a las
cuales no alcanza. El borde inferior o caudal se encuentra en el vestíbulo y por medio
del tabique membranoso se une a las cruras mediales constituyendo y dando forma a la
columela.
El vómer es un hueso en forma de arado que constituye el borde posterior del septum y
a su vez la parte medial de las coanas ya en contacto con la rinofaringe. El borde
inferior es la base del tabique y se une con la sutura sagital de las apófisis palatinas del
maxilar hasta la espina nasal anterior, formada por la unión de dos relieves del maxilar
superior. La parte anterosuperior se une a la lámina perpendicular del etmoides que
forma un canal en el cual se inserta el cartílago cuadrangular.
La lámina perpendicular del etmoides tiene una parte endocraneal por encima de la
lámina cribosa y una parte mucho mayor o lámina perpendicular propiamente dicha que
forma parte del tabique y se une con el hueso frontal, la espina frontal, el esfenoides, los
huesos propios, el vómer y el cartílago cuadrangular por la parte anterior. Esta
disposición anatómica intra/extracraneal hace que maniobras intempestivas en la cirugía
septal puedan provocar fístulas de líquido cefalorraquídeo por la fragilidad de la lámina
cribosa atravesada por los filetes olfatorios.
Pared superior
Es una especie de canal en distintas direcciones y con aspecto semilunar. La parte más
anterior corresponde a la parte interna de la pirámide nasal (cartilaginosa y ósea). Tras
una parte que corresponde a la espina frontal y suelo del seno frontal viene la lámina
horizontal del etmoides o lámina cribosa y separa la fosa nasal de la fosa cerebral
anterior. Esta atravesada, de ahí su nombre, por un número variable de orificios (entre
20 y 30) por los cuales atraviesan los filetes nerviosos del nervio olfatorio provenientes
de un área de mucosa denominada área olfatoria. En la parte más posterior la lámina
perpendicular se articula con la cara antero-medial del seno esfenoidal y rostrum
dejando a ambos lados los ostia de drenaje del seno.
Pared lateral
La pared lateral de las fosas nasales tiene una forma trapezoidal muy irregular que en su
mayor parte está cubierta por los cornetes. Está formada por 6 huesos: maxilar, unguis,
cornete inferior, etmoides, palatino y esfenoides. Es un área anatómica muy anfractuosa
difícil de sistematizar y exponer. Para ser más prácticos y no tan prolijos describiremos
lo que se ha dado en llamar anatomía endoscópica de la fosa nasal remitiendo al lector a
los tratados de anatomía para revisar aspectos más concretos de la anatomía descriptiva.
En el plano sagital, desde el septum nasal, lo primero que nos encontramos es con un
plano formado por los cornetes inferior, medio y superior separados por sus respectivos
surcos o meatos (Fig 10)10.
7
Fig 11: Esquema de la pared lateral nasal donde se han seccionado los cornetes medio e inferior, dejando
ver los principales ostium de drenaje.
Senos paranasales
Los senos paranasales son expansiones de las cavidades nasales en el interior de los
huesos que los rodean. De forma somera describiremos algunas características de los
mismos.
Senos frontales
Su tamaño y forma es muy variable y es frecuente la asimetría entre ambos. Su
capacidad media es de unos 7 cc. Se desarrollan a partir de los 4 años y puede
completarse su desarrollo al finalizar el crecimiento. Aunque es relativamente frecuente
encontrar casos de hipoplasia son raros los casos de agenesia. La sección de estos senos
es triangular con la pared anterior formando parte de la frente, la pared posterior forma
la pared anterior de la fosa anterior y el suelo forma parte del techo orbitario y por el
que transita el nervio supraorbitario. El seno frontal drena por medio del infundíbulo
frontal en el meato medio nasal.
Senos maxilares
El seno maxilar tiene forma de pirámide acostada y es el de mayor tamaño unos 15 cc
de volumen. La pared superior lo separa de la órbita y por ella transcurre el nervio
infraorbitario. Los senos maxilares suelen comenzar su desarrollo a los dos años de vida
y alcanzar su tamaño definitivo a los 8-9 años. La pared inferior del seno forma el
paladar duro y la posterior separa el seno de la fosa pterigomaxilar. La pared medial del
seno maxilar, que lo separa de la fosa nasal, está formada por la lámina vertical del
hueso palatino, la apófisis unciforme del etmoides, la apófisis maxilar del cornete
inferior y una porción del unguis. Es en la parte posterior del meato medio donde se
encuentra el ostium de drenaje del seno maxilar que en ocasiones (un 25%) puede estar
acompañado de otros ostia accesorios.
9
Senos etmoidales
El laberinto etmoidal está formado por unas 6-10 celdas con un volumen de unos 3-7 cc.
Al contrario que otros senos paranasales el laberinto etmoidal ya está conformado en el
recién nacido. El etmoides es un hueso impar que se distribuye en cada fosa por las
denominadas masas laterales del etmoides. Por arriba limita con la fosa anterior (lámina
cribosa), lateralmente con la órbita (lámina papirácea), medialmente forma los cornetes
medio y superior y por detrás limita con el esfenoides. La inserción del cornete medio o
raíz tabicante divide el etmoides en una porción anterior y otra posterior. La primera
drena al meato medio y la posterior al superior. El laberinto etmoidal posterior puede
estar en intima relación de vecindad con el nervio óptico o incluso rodearlo con la
implicaciones quirúrgicas que ello conlleva.
Seno esfenoidal
Es el más posterior y su forma y tamaño son muy variables con un volumen desde 1-7
cc. Este seno se encuentra en el espesor del hueso esfenoides, se desarrolla desde el
nacimiento hasta los 6-8 años y su ostium de drenaje se encuentra en la pared anterior
algo posterior, superior y medial a la cola del cornete medio. La pared superior limita
con la fosa anterior, media y la hipófisis. La pared lateral se relaciona con el seno
cavernoso, la arteria carótida interna y los pares craneales II, III, IV, V y VI. El suelo
delimita la rinofaringe y la pared posterior (muy gruesa) lo separa del bulbo y la fosa
posterior.
2) Células columnares no ciliadas pero con microvellosidades (unas 300-400 por célula)
de unos 0,1µm de diámetro y 2µm de longitud para aumentar considerablemente el área
de contacto entre la mucosa y la luz nasal y de esta forma favorecer el intercambio de
agua y sustancias así como para evitar la desecación mucosa.
3) Células caliciformes secretoras de moco distribuidas en la mucosa de forma irregular.
4) Células basales o de sostén, que no alcanzan la superficie y que algunos autores
consideran precursoras de las anteriores.
Debajo de este epitelio se encuentra una lámina basal que lo separa de la siguiente capa
o lámina propia. La lámina propia (o submucosa) está formada por un tejido conjuntivo
elástico que a su vez algunos autores clasifican en 3 ó 4 capas. Estaría compuesta por
una capa superficial con abundantes células, una media con glándulas mucosas y una
profunda donde predominan los elementos vasculares arteriales, venosos y capilares.
Además existe un tejido cavernoso abundante sobre todo a nivel del cornete medio cuyo
aumento y vaciado tiene una importancia decisiva en la función nasal.
Los senos paranasales la única diferencia es que el epitelio puede ser tanto de tipo
columnar ciliado como simple ciliado, con pocas células caliciformes y glándulas. En la
proximidad de los ostia de drenaje se encuentra tejido cavernoso que puede modificar la
permeabilidad de los mismos dependiendo de la situación funcional.
El epitelio olfatorio ocupa la parte media de la bóveda nasal en un área de 2,5 cm2
denominada área olfatoria. Está formada por una mucosa delgada en la que se
encuentran células sensoriales, células de sostén y células basales con glándulas
tubuloacinosas o de Bowman.
Little o plexo de Kiesselbach. Esta área es lugar origen frecuente de epistaxis sobre todo
en pacientes jóvenes.
Fisiología
están bajo control autonómico de fibras procedentes del ganglio esfenopalatino actuando el
parasimpático como estimulador y el simpático como inhibidor de la secreción
Las células ciliadas suponen el 70-80% del epitelio mucoso. Cada célula ciliada tiene unos
200 cilios que baten hacia rinofaringe sincrónicamente formando una onda metacrónica
que es autónoma, coordinada e independiente del sistema nervioso. La frecuencia de batida
es de unos 10-12 movimientos por segundo, siendo el movimiento hacia delante de 3 a 5
veces más rápido que la recuperación lo que permite la progresión del manto mucoso (Fig
15)15.
Fig 15: Esquema del movimiento ciliar y su efecto de barrido en la capa gel del manto mucoso.
Fig 17: Las secreciones son vehiculadas por el movimiento ciliar hacia el cavum.
Olfación
Como se menciono el sentido del olfato proviene del estímulo del epitelio olfatorio
existente en el techo de ambas fosas al entrar en contacto con sustancias odoríferas en
estado gaseoso. El mecanismo exacto por el cual percibimos una sensación olorosa es
muy complejo y aún no está claro. Parece que existe una interacción química molécula-
receptor que genera un fenómeno eléctrico que se transmitirá por el axón en forma de
potencial de acción. A este fenómeno se denomina transducción. El axón por su parte va
a llevar esta información “digitalizada” y codificada en términos de calidad e intensidad
hacia los centros olfatorios. A partir de ahí va a existir una compleja trama asociativa
entre el sistema límbico, hipotálamo, núcleo estriado etc. para acabar en el neocortex
frontal.
Existe una olfación que se podría denominar inspiratoria cuando el aire penetra en la
nariz y las sustancias olorosas en el aire barren la fosita olfatoria y que corresponde al 5-
10% del aire inspirado que aumenta hasta el 20% al olfatear. Pero también hay otra
forma de estimulación quizás mas importante funcionalmente que es una vía posterior,
coanal o espiratoria por la cual nosotros percibimos en la deglución sensaciones
olorosas de origen alimenticio que se unen a las sensaciones gustativas.
Fonación
Las fosas nasales intervienen en la formación de los armónicos y por tanto del timbre
vocal. Tienen especial relevancia en la resonancia de letras como la m, n o ng mientras
que en otras como las vocales la resonancia viene dada por la cavidad oral. Esta función
tiene su traducción práctica en casos de obstrucciones nasales (catarros, adenoides..) en
los que los pacientes presentan una típica voz nasal.
Exploración
Rinoscopia
La rinoscopia anterior permite explorar mediante los rinoscopios (Fig rinoscopios)la
región más ventral de las fosas nasales y del septum nasal (Fig 18)18.
15
Fig 19: Fotografía con dos endoscopios rígidos y cable de luz fría.
La utilización de los endoscopios nasales permite ver con detalle las fosas nasales en
toda su extensión para valorar las desviaciones septales anteriores y posteriores,
pudiendo introducirse por los meatos medio o inferior y alcanzando las coanas para
valorar la rinofaringe. Es importante después de una primera exploración en estado
basal de las fosas que detecta patologías como rinitis, congestión mucosa etc, proceder a
colocar unos algodones empapados en anestesia tópica (tetracaína..) y vasoconstrictor
(adrenalina..) para explorar cuidadosamente una vez retraída la mucosa y con menor
molestia para el paciente, los recesos y ostia de drenaje sinusales. Los endoscopios que
se usan habitualmente tienen 4 mm de diámetro y pueden tener un ángulo de visión de
0º, 30º, 45º ó 70º (Fig 20)20.
En casos de fosas nasales muy angostas pueden ser útiles los endoscopios pediátricos de
2,5 mm de diámetro. Además de permitir una exploración exhaustiva de todas las fosas
nasales y cavum, los endoscopios permiten la obtención de fotografías o videos como
registro de la patología o de su cirugía (Fig 21)21.
Fig 21: a) Fotografía de una cirugía endoscópica nasal con cámara y monitor. b) Detalle de la posición del
endoscopio.
17
Fig 23: a) Rinomanometria de un individuo normal. b) Rinomanometria con una obstrucción casi total de
la fosa nasal izquierda.
A nivel de investigación se han estudiado métodos objetivos como las respuestas por
potenciales evocados olfativos. Sin embargo hasta la fecha no se logrado desarrollar un
método fiable que pueda ser aplicado a la práctica clínica.
Pruebas de imagen
En la valoración de la nariz y las fosas nasales el examen radiológico tiene una
importancia desigual. Así como para el estudio de la nariz una inspección y exploración
física adecuadas van a darnos unos datos en la mayoría de las ocasiones suficientes para
tener una idea clara del problema en la valoración de los senos paranasales la radiología
se convierte en un arma insustituible.
En los tratados y libros de no muchos años atrás se dedicaban numerosas páginas y
capítulos para realizar una descripción detallada de las numerosas proyecciones y
posibilidades del estudio de la nariz y de los senos paranasales. Sin embargo, hoy día
con la utilización del TAC y en menor medida de la RNM las radiografías simples han
sido desplazadas como método diagnóstico en la patología sinusal.
El estudio radiográfico de la nariz se utiliza sobre todo para visualizar las lesiones
traumáticas de los huesos propios. Para ello se recurre a proyecciones laterales o de
perfil muy útiles para valorar fracturas de los huesos propios (Fig 24)24.
Fig 24: Imagen radiográfica simple en la que se observa fractura de huesos propios y
septum óseo.
Otra proyección es la caudal o de Grosserez en la que el rayo incide formando un
ángulo de 20-30° con la raíz nasal para observar el septum nasal y la bóveda formada
por las apófisis ascendentes maxilares y los huesos propios.
Los senos paranasales son sin embargo poco accesibles a la rinoscopia incluso a la
endoscopia. Hoy día el uso de la radiología simple debido al gran número de falsos
positivos y negativos que provienen de su interpretación ha sido desplazada por el TAC.
En las radiografías simples las proyecciones más frecuentemente utilizadas son la de
Waters u occipitomental (Fig 25)25, para valorar los senos maxilares y la de Caldwell u
occipitofrontal para valorar los senos frontales.
Fig 26: Radiografía simple en proyección lateral mostrando las flechas una hipertrofia adenoidea que
cierra el paso de aire en el cavum.
Como se mencionó, la TAC debido a su gran capacidad de resolución ofrece una
información excelente del estado de las partes óseas y blandas (Fig 28)28.
Fig 29: TAC coronal de la parte anterior a la altura de los huesos propios.
Fig 30: TAC coronal a nivel del infundíbulo frontal y parte anterior de la órbita.
Fig 31: TAC coronal en el que se observan los senos maxilares y etmoidales libres así como los cornetes
inferiores y medios de aspecto normal.
Fig 32: TAC coronal posterior a la altura de la parte posterior de los senos maxilares y seno esfenoidal.
Fig 33: TAC axial a nivel de ambas órbitas mostrando los senos etmoidales.
Fig 34: RNM T1 en un corte axial a nivel de ambos nervios ópticos.
La RNM posee más definición en cuanto a la valoración de las partes blandas (Fig 34)34
pero en líneas generales y exceptuando para valoración de partes blandas o de la
infiltración en caso de tumores tiene un menor rendimiento que la TAC.
21
BIBLIOGRAFIA
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Otorrinolaringología y cirugia de cabeza y cuello. Tomo I. C. Suárez y cols.
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19. Park SS, Holt GR. Rinoplastia y septoplastia. Clínicas Otorrinolaringológicas de
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22
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24. Valero AL. Manual de Rinomanometria. Editorial MRA SL. B-2755-2001.
FIGURAS.
1
Fig 1: Terminología de la orientación de la nariz con relación a la cara.
2
Fig 2: Esquema frontal del esqueleto óseo y cartilaginoso de la nariz
3
Fig 3: Localización gráfica del nasion y el punto K
4
Fig 4: Vista lateral de los huesos propios y cartílagos nasales
5
Fig 5: Esquema del fondo de saco intercartilaginoso o plica nasi
6
Fig 6: Esquema localizando el triángulo débil de Converse.
7
Fig 7: Esquema del borde caudal de la nariz.
8
Fig 8: Esquema del cartílago alar
9
Fig 9: Esquema con vista sagital medial del septum nasal
10
Fig 10: Esquema de la pared lateral nasal.
11
Fig 11: Esquema de la pared lateral nasal donde se han seccionado los cornetes medio e inferior,
dejando ver los principales ostium de drenaje.
12
Fig 12: Fotografía de microscopía electrónica mostrando un cilio transversalmente.
13
Fig 13: Fotografía de microscopía electrónica mostrando varios cilios transversalmente.
14
Fig 14: Fotografía de microscopía electrónica mostrando varios cilios longitudinalmente.
15
Fig 15: Esquema del movimiento ciliar y su efecto de barrido en la capa gel del manto mucoso.
16
Fig 16: Esquema mostrando la dirección del movimiento ciliar en el seno maxilar y frontal.
17
Fig 17: Las secreciones son vehiculadas por el movimiento ciliar hacia el cavum.
18
Fig 18: Rinoscopia anterior
19
Fig 19: Fotografía con dos endoscopios rígidos y cable de luz fría.
20
Fig 20: Endoscopios de 0º y 30º.
21
Fig 21: a) Fotografía de una cirugía endoscópica nasal con cámara y monitor. b) Detalle de la posición
del endoscopio.
22
Fig 22: Rinómetro acústico y ordenador.
23
Fig 23: a) Rinomanometria de un individuo normal. b) Rinomanometria con una obstrucción casi total
de la fosa nasal izquierda.
24
Fig 24: Imagen radiográfica simple en la que se observa fractura de huesos propios y septum óseo.
25
Fig 25: Radiografía simple proyección tipo Waters
26
Fig 26: Radiografía simple en proyección lateral mostrando las flechas una hipertrofia adenoidea que
cierra el paso de aire en el cavum.
27
Fig 27: Estudio cefalométrico obtenido de una teleradiografía.
28
Fig 28: TAC de la misma fractura de huesos propios de la figura 23.
29
Fig 29: TAC coronal de la parte anterior a la altura de los huesos propios.
30
Fig 30: TAC coronal a nivel del infundíbulo frontal y parte anterior de la órbita.
31
Fig 31: TAC coronal en el que se observan los senos maxilares y etmoidales libres así como los
cornetes inferiores y medios de aspecto normal.
32
Fig 32: TAC coronal posterior a la altura de la parte posterior de los senos maxilares y seno esfenoidal.
33
Fig 33: TAC axial a nivel de ambas órbitas mostrando los senos etmoidales.
34
Fig 34: RNM T1 en un corte axial a nivel de ambos nervios ópticos.