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PERSPECTIVAS DEL TRATAMIENTO DEL FENÓMENO CRIMINAL EN

RELACIÓN A LA SITUACIÓN POLÍTICA ACTUAL

Abstract

Últimamente la delincuencia ha empeorado en nuestro país, o sea no estoy seguro ni en mi

propia zona, no puedo salir tranquilo, tengo que estar escondiendo mis cosas y mirando hacia atrás

a cada rato; ahora no soy el único que tiene ese temor, millones de personas sienten lo mismo que

yo. Lo que me llamó la atención es que ahora hay delincuentes que empiezan desde adolescentes,

¡Desde los 15 años! Nosotros, los ciudadanos civilizados ya estamos demasiado incómodos con

este aumento de delincuencia, hasta se podría decir asustados; pónganse a pensar, mientras tú lees

este ensayo miles de personas están siendo víctimas de un asalto ahora mismo, nunca hay un día

que no escuches las sirenas de policías, bomberos y ambulancias; nunca hay un día donde no dejes

de escuchar en la radio los asaltos y asesinatos que se han cometido en algún lugar de nuestro país;

si eso no es suficiente, también en los noticieros aparecen tales desgracias que sufren las personas

inocentes que para los ladrones es un gran triunfo conseguir ese objeto de valor, y lo más

interesante es que esos objetos terminan en lugares como por ejemplo: la Cachina, el Hueco, etc.

Que acá en el Perú son considerados como los mercados donde todo es barato, y como la mayoría

de personas no quieren gastar mucho, van a comprar en esos lugares, la gente es tan ignorante que

van a comprar allí y no se dan cuenta que les están pagando a los mismos delincuentes que robaron

a aquellas personas que han poseído esos objetos, o sea los están motivando a robar y conseguir

dinero fácil. Y nosotros nos empezamos a cuestionar cuales son las causas de sus actos. En este

ensayo voy a redactar unas cuantas causas por las que hacen esos actos vandálicos.
Desarrollo

El alarmante y peligroso problema del sensible incremento de la violencia y la

criminalidad, origina varias consecuencias negativas para la organización socio política y jurídica.

En primer lugar, se evidencia un grave deterioro del Estado ante las legítimas expectativas

ciudadanas centradas fundamentalmente en la necesidad de bienestar y seguridad, lo cual ocasiona

inmediatamente un delicado descrédito del cumplimiento de las funciones del Estado, los roles de

la acción política y el principio de autoridad, colocándonos en las puertas del desorden, el

desgobierno y el caos.

En segundo término, la principal afectación la padecen los derechos humanos y con ello la

dignidad del hombre sufre una rebaja intolerable, tanto del extremo graficado por los ribetes

dantescos que describen las acciones criminales, cuanto por la respuesta violenta de las agencias

del sistema penal y el verticalizado control social que emerge de dicha situación, que coexisten sin

embargo con una cada vez mayor impunidad formal y material y con barreras de acceso a la justicia

por parte de las víctimas, lo cual no hace sino agravar su situación de indefensión.

En tercer orden, se produce la hipertrofia de lo que podríamos llamar el imaginario social

del delito, esto es, la conciencia colectiva respecto de la criminalidad supera a la de por sí grave

realidad, lo cual se constituye en un factor de retroalimentación para el repertorio criminogénico

que exhibe la sociedad y el funcionamiento del círculo vicioso deviene incesante.

Parafraseando el título del libro de Virgolini, J. (2005:236), la razón está ausente de los

órdenes político, social y jurídico, mientras que la inseguridad reina en las vidas de los ciudadanos

sin que el Estado acierte en el empleo de una política criminológica eficaz.


Y es que además de la violencia objetiva, existe otra que no se ve, pero se siente y padece:

la violencia subjetiva omnidireccional y omnipresente, que lacera el tejido social y origina una

desconfianza total paralizante. Ya no solo se desconfía del Estado y las autoridades, ahora se duda

hasta del prójimo. Esta violencia subjetiva es virulenta, se disemina vertiginosamente en cuerpo

social débil, reproduciendo más violencia, más desconfianza y así sucesivamente, en una relación

directamente proporcional, como anotan Aguilera, R. y González, J. (2011:9).

En este punto ya se ha producido la descomposición social y prevalece la ausencia de

cohesión. El cuerpo social ha sufrido daño y la persona humana se contempla a sí misma como un

elemento vulnerable y sin protección. Se le ha arrebatado su civilizada evolución y obligado a

involucionar a estadios cronológicamente superados en los que primaba la razón de la fuerza. No

hay ley ni política en esta clase de Estado democrático, que a fuerza de reproducir la violencia no

ve otro camino de solución a la crisis de criminalidad que endurecer el control social y las

sanciones, con afán generalizador, pero con precisión selectiva, convirtiéndose en una democracia

arbitraria y opresora.

La ecuación criminológica contemporánea: delito y pena, es diferencial. Me explico, el

derecho penal, de un lado, pretende sancionar al delincuente y así combatir la delincuencia. Más

allá de la relatividad de dichos conceptos, resultan en sí mismos estrechos y limitados para entender

el problema, que es el primer paso para enfrentarlo. Basta enunciar, para comprender el simplismo

del derecho penal, que no toda conducta desviada es delito y no todo delincuente es responsable

ni todo responsable está preso. Sin embargo, el derecho penal entiende la sanción como una técnica

del control de la criminalidad.

De otro lado, una filosofía moral, en cambio, buscaría determinar la política criminológica

adecuada, para iluminar las razones sociales y culturales que, al lado de los fines del Estado
(bienestar y seguridad), precisen las medidas criminológicas a aplicar. Como se puede apreciar, el

enfoque es distinto, ya que no se puede comprender la problemática si solamente miramos los

medios o mentalidad de las agencias del sistema penal.

Más aún, si consideramos que las variables de la ecuación delito y pena, son sin lugar a

dudas culturales, pues en todo el mundo existen instituciones, normas y sistemas de sanción; es

necesario entonces revisar sus fundamentos, estructuras e implicancias, por cuanto la forma cómo

una sociedad forja su concepto de delito y pena, es elocuente y demostrativa del tipo de sociedad

que del mismo sistema penal. Ya lo dijo Franz Von Liszt: el derecho penal es la tarjeta de

presentación de la sociedad.

Esos, llamémoslo así, espejos sociales que son el delito y la pena, reflejan fielmente en qué

creemos, a qué tememos, a qué aspiramos, qué nos une, cuáles son nuestros valores, entre otros

rasgos básicos.

Una de las características más interesantes que ofrece la perspectiva criminológica para

proveer el sustento a la política criminal, es el ser una disciplina eminentemente empírica y que

requiere, por lo tanto, una constante actualización e innovación en sus teorías y postulados, como

lo muestra la historia misma de la criminología contemporánea. (Nuñovero, s.f)

Bien, ahora daremos una clasificación de la criminalidad según niveles, habiendo

identificado tres niveles: a. Criminalidad menor, b. Criminalidad intermedia y c. Criminalidad

mayor. (Vega Figueroa, 2016)

En el momento actual, todas las sociedades se transforman con gran velocidad,

produciendo factores criminógenos y nuevas formas de criminalidad.


Es necesario que cada país, cultura y civilización indiquen los males que a ella afectan, ya

que el crimen solamente podrá ser analizado estudiando la estructura que lo ha producido, es decir

el fenómeno de la criminalidad no podrá explicarse si no es dentro de un contexto social que se da

en un tiempo y en un espacio específicos.

Las formas y modalidades de la criminalidad se han ido transformando a la par del

desarrollo social, no así nuestros sistemas de prevención; que en el momento actual se encuentran

desvinculados de los cambios técnicos y científicos, lo que acarrea su ineficacia.

Ya decíamos que los órganos de protección social están mentalmente y técnicamente

equipados para combatir una criminalidad en vías de desaparición.

Esta frase tan atinada, ya expresada desde 1965 por Szabó, muestra la ineficacia

institucional a la que tenemos que enfrentamos.

Nuestras leyes. Códigos, Instituciones Sociales, Poder Judicial, etc., han ido en el

transcurso del tiempo anquilosándose hasta empezar a producir lo mismo que combaten.

El precio del progreso y de la transformación socio-económica exigidos por la sociedad de

consumo que se ha desarrollado es elevado en términos de inadaptación y delincuencia.

En la mayoría de los países el Derecho Penal es un subsistema excesivamente estático del

control social. Como todo sistema jurídico, se funda en normas cuya estabilidad asegura

ciertamente la seguridad de los justiciables, pero que no implica una discordancia entre los "bienes

jurídicos protegidos" y las necesidades e intereses actuales de una vida social que durante los

últimos decenios ha sido particularmente móvil.


Los países latinoamericanos llamados por muchos "en vías de desarrollo" nos ponen en

presencia de una criminalidad de inadaptación económica y cultural en los barrios miserables de

las ciudades.

Por otro lado, los cambios técnicos han producido nuevas formas de criminalidad que

quedan fuera de nuestros Códigos (algunos ya centenarios), entre las que tenemos varias

actividades engañosas que obstaculizan el desarrollo de los países pobres, nos referimos a esta

parte de la "cifra negra", también llamada "zona gris", que se integra por las actividades ilegales o

cuasi legales no detectadas, ya que comportan ocultas y complicadas transacciones y

procedimientos refinados de contabilidad.

Aparte de las "cifras negras" de los delincuentes que evitan toda detención policial, existen,

como ya lo hemos mencionado, cifras doradas de criminales que detectan el poder político y que

lo ejercen impunemente, perjudicando a los ciudadanos y a la colectividad en beneficio de su

oligarquía, o que disponen de un poder económico que se desarrolla en perjuicio del conjunto de

la sociedad.

Esto nos muestra que muchas veces criminalizamos a quienes sólo requerían ayuda

económica, y no perseguimos a quienes realmente necesitan un tratamiento o simplemente un

escarmiento por perjudicar a toda la colectividad.

Recordemos, como afirma Luis Fernández Doblado: "Las fronteras de la represión penal

deben ser fijadas en función de la evolución socio-cultural de la colectividad..."

La prevención criminológica ha dejado de caminar por los rieles del progreso, sus vectores

se dirigen cada uno simultáneamente a diversas direcciones, sin una planificación debidamente

integrada. Los países subdesarrollados, en lo que se refiere al campo internacional, se enfrentan


con un impacto que los debilita; este es el mundo de la economía, por medio de las presiones del

control de valores, las actividades de las transnacionales, los precios de transferencia, la venta de

tecnología obsoleta, etc., por lo cual no pueden substraerse de una crisis general que paraliza

irremediablemente su ruta de desarrollo.

Por eso si analizamos la prevención del crimen y la justicia penal dentro de este contexto,

encontramos que posee lacras, ineficacia, corrupción, puesto que se encuentra esencialmente

viciada.

Es necesario iniciar un programa de prevención que contemple todos los aspectos humanos,

tomando en cuenta los factores de cambio; debe ser un plan proyectivo, es decir, que prevea

(mediante métodos de evaluación), nuevas necesidades y llevar así a cabo una actualización

continua, dentro de un marco económico-social que asegure una auténtica Justicia Social.

Es necesario asimismo estudiar las repercusiones del delito en todos sus aspectos en

relación con la vida nacional, ya que éste posee "un costo social" que modifica Ja economía. En

Ginebra, Suiza, en el V Congreso de Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento

del Delincuente, se esbozó el interés de preparar algunos cálculos acerca de esto; en México existen

ya desde hace tiempo los estudios realizados por el Dr. Alfonso Quiroz Cuarón.

Se hizo referencia a que se deben mejorar o crear mecanismos de evaluación de las

consecuencias económicas sociales del delito, para lo cual existen criterios básicos como son el

análisis en materia costo beneficio, que nos proporcionen esquemas más viables y productivos. Y

concluyendo este aparato diremos que es necesario partir, para hacer una política criminológica,

de defensa social adecuada, de "una visión global de la sociedad en un momento y en unas

circunstancias determinadas, es necesario insertar a la Criminología en el complejo de todas las


ciencias, insertar al delincuente en la comunidad de sus hermanos y plantear a la Política Criminal

dentro del cuadro de una Política General con la que se persigan la libertad, la justicia individual

y social y el desarrollo provechoso para todos los hombres y para todos los pueblos".

Lo anterior nos obliga primero a instrumentarnos con una debida planeación, unas buenas

estadísticas y un buen articulado de la prevención, que aseguren una óptima correlación entre

política criminológica y desarrollo nacional e internacional.

En cuanto a las perspectivas de estudio y análisis de la realidad criminal peruana se propone

que los trabajos de investigación sobre los fenómenos criminales evolucionen desde una

perspectiva eminentemente institucional, que se caracterizan por ser superficiales y orientado a los

efectos, hacia una investigación científica y a un abordaje holístico bajo una perspectiva

criminológica, orientados a conocer, comprender y explicar los factores criminógenos causales y

a sus manifestaciones: delitos, agentes, víctimas y control social. (Vega Figueroa, Enfoque

criminológico en la investigación científica de la nueva realidad criminal, 2016)

(a) Criminalidad menor

Es aquel proceso socio-criminal que genera hechos sociales que, desde la

perspectiva del concepto penal o normativo, se traduce en la fuente generadora de

delincuencia común. (Vega Figueroa, Enfoque criminológico en la investigación científica

de la nueva realidad criminal, 2016)

(b) Criminalidad intermedia

Es aquel proceso socio-criminal protagonizado por las bandas organizadas y

constituye la fuente que genera la delincuencia organizada (Vega Figueroa, 2016). Al

respecto, es necesario señalar que existe mucha confusión en la distinción jurídica de las
estructuras criminales de una banda y una organización criminal. Los conceptos que existen

corresponden principalmente a categorías sociológicas.

En la Ejecutoria Suprema del 25 de junio de 1997, expediente de recurso de nulidad

N° 1902–97, procedente de Jaén, quedó establecido que, se entiende como banda a “la

integración de dos o más personas que conciertan con la finalidad de cometer uno o más

delitos para lo cual se implementan y actúan coordinadamente a efectos de asegurar el éxito

de su incursión criminal, señalándose roles para tal propósito”.

Luego, en otra ejecutoria suprema del 20 de mayo de 1998, expediente de recurso

de nulidad Nº 782–98, procedente de Arequipa se adoptan dos criterios implicantes.

Primero se otorga identidad conceptual a las expresiones “organización o asociación

criminal”. Y, posteriormente, se identifica sólo al artículo 317º del Código Penal como

regulador de la “asociación ilícita”

Con relación a ello se sostiene en dicha ejecutoria: “el delito de asociación ilícita se

acredita cuando dos o más personas, de manera organizada y permanente, se agrupan en

base a una estructura jerárquica y una división funcional de roles con la finalidad de

perpetrar delitos, adquiriendo relevancia jurídico penal el sólo hecho de formar parte de la

agrupación, sin llegar a materializar los planes delictivos, por lo que este ilícito presenta

una estructura típica autónoma e independiente del delito o de los delitos que a través de

ella se cometan”.

En un trabajo sobre la criminalidad organizada en el Perú, elaborado por el Dr.

Víctor Prado Saldarriaga (s. a.), hace referencia a un análisis policial sobre la evolución de

dicho fenómeno criminal, el cual comprende lo acontecido entre los años 1975–1998. “En
este estudio, por ejemplo, se identifica al periodo 1990–1998 como el de mayor actividad

y desarrollo de las bandas criminales peruanas. Principalmente porque en esta etapa se

fundan y operan, agrupaciones delictivas que adquieren especial importancia por su

permanencia, capacidad de acción, amplitud y variedad de actividades delictivas (p. 18)

(c) Criminalidad mayor

Es aquel proceso socio-criminal que se desarrolla en contextos criminógenos

complejos en el que participan como actores principales las organizaciones criminales o

“empresas del delito” que cometen delitos graves asociados con el crimen organizado

(Vega Figueroa, 2016).

Discrepancias en torno al concepto de criminalidad organizada

Tal como ocurre con la categoría de banda delincuencial, también existen

discrepancias teóricas en torno al concepto de crimen organizado, ampliándose –en algunos

casos la categoría- a criminalidad organizada, a delincuencia organizada y a grupo delictivo

organizado.

Al respecto, Laura Zúñiga (2017), profesora de derecho penal en la Universidad de

Salamanca, señala: “La concepción de criminalidad organizada es de tipo sociológico o

criminológica y traducirla a las reglas de la legislación penal plantea serias dificultades

porque las herramientas conceptuales del derecho penal no pueden descifrar todos los

códigos que la realidad fenomenológica de la misma posee. Prueba de ello es que hasta
ahora no existe un concepto jurídico-penal de criminalidad organizada que haya encontrado

consenso en las legislaciones o en la doctrina” (p. 217).

El año 2000 los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas

(ONU), aprobaron la Convención de las Naciones Unidas contra la delincuencia

organizada transnacional, en ella se conceptualizó “grupo delictivo organizado”: “Por

grupo delictivo organizado se entenderá un grupo estructurado de tres o más personas que

exista durante cierto tiempo y que actúe concertadamente con el propósito de cometer uno

o más delitos graves o delitos tipificados con arreglo a la presente Convención con miras a

obtener, directa o indirectamente, un beneficio económico u otro beneficio de orden

material”.

En el Perú, el año 2013, se publicó la Ley contra el crimen organizado, en la que

estableció un concepto para organización criminal:

“1. (…) se considera organización criminal a cualquier agrupación de tres o más

personas que se reparten diversas tareas o funciones, cualquiera sea su estructura y ámbito

de acción, que, con carácter estable o por tiempo indefinido, se crea, existe o funciona,

inequívoca y directamente, de manera concertada y coordinada, con la finalidad de cometer

uno o más delitos graves”.

“2. La intervención de los integrantes de una organización criminal, personas

vinculadas a ella o que actúan por encargo de la misma puede ser temporal, ocasional o

aislada, debiendo orientarse a la consecución de los objetivos de la organización criminal”.

El crimen organizado en la legislación peruana


El 20 de agosto del año 2013, se publicó la Ley N° 30077, Ley contra el crimen

organizado; pero, fue puesta en vigencia a partir del 01 de julio del año 2014, por mandato

de la Ley N° 30133 de fecha 20 de diciembre del año 2013. El objeto de la Ley es fijar las

reglas y procedimientos relativos a la investigación, juzgamiento y sanción de los delitos

cometidos por organizaciones criminales.

En el Perú, como en toda Latinoamérica, el alto grado de inseguridad es generado por la

violencia y la delincuencia que obstaculizan el crecimiento económico y la reducción de la

pobreza. Sin embargo, la falta de datos precisos impide formular en forma adecuada el

problema. Las causas de la que hacen posible la delincuencia son múltiples, entre ellas tenemos:

la separación de los padres de familia, que tienen hijos menores de edad, la pobreza que cada día

sacude más al Perú, el desempleo, baja remuneración de salarios, las drogas que se llegan a

consumir muchas veces por influencia de amigos oh gente de su entorno. (Corominas S, 2015,

pág. 22)

En el caso de Perú este asunto es, al parecer, particularmente grave. Aunque no existen

estudios concluyentes al respecto, se estima que sólo el 25% de los actos delictivos son

denunciados. Por otro lado, los estudios realizados hasta el momento para el caso peruano han

incidido en una u otra manifestación violenta o criminal para sugerir así los niveles de inseguridad

imperantes. Asimismo, gran parte de las inquietudes se han focalizado en el ámbito de Lima

Metropolitana. Como ya se ha mencionado, en la actualidad es frecuente aludir con un énfasis

especial a la presencia en nuestro mundo globalizado de un fenómeno delictivo de contornos

graves y características inusuales, al que se designa genéricamente como criminalidad organizada.

(VIictor R, 2006, pág. 33)


Los daños que produce la delincuencia son elevados para el tamaño de la economía peruana

y, por otro lado, generan un clima de desconfianza muy perjudicial para la organización social.

Por otro lado, la violación de los derechos humanos también debe ser incorporada como un factor

importante que afecta la seguridad del país. Si bien se reconoce internacionalmente que Perú ha

avanzado significativamente en este campo durante los últimos años, es obvio que aún subsisten

graves problemas al respecto. (Corominas S, 2015, pág. 20)

Por otro lado, el concepto de criminalidad organizada se refiere también a situaciones en

las cuales el rasgo distintivo de mayor importancia resulta ser el hecho mismo de la organización

y su tendencia empresarial. Ambos criterios de definición pueden en cierta medida sobreponerse.

(VIictor R, 2006, pág. 34)

En el Perú, el año 2013, se publicó la Ley contra el crimen organizado, en la que estableció

un concepto para organización criminal; sé considera organización criminal a cualquier agrupación

de tres o más personas que se reparten diversas tareas o funciones, cualquiera sea su estructura y

ámbito de acción, que, con carácter estable o por tiempo indefinido, se crea, existe o funciona,

inequívoca y directamente, de manera concertada y coordinada, con la finalidad de cometer uno o

más delitos graves. La intervención de los integrantes de una organización criminal, personas

vinculadas a ella o que actúan por encargo de la misma puede ser temporal, ocasional o aislada,

debiendo orientarse a la consecución de los objetivos de la organización criminal. (Alfaro, 2002,

págs. 53-54)

La criminalidad organizada en el Perú. Distintos análisis coinciden en señalar que las

manifestaciones de la criminalidad organizada en nuestro país son todavía incipientes. Que hay un

claro predominio de formas estructuradas tradicionales como la banda y el concierto. Sin embargo,

sé señala también la existencia de algunas organizaciones criminales más desarrolladas que poseen
una estructura de jerarquía estándar, y que están dedicadas a la comisión de delitos violentos o al

tráfico ilícito de drogas. Una mención especial merece las organizaciones terroristas como el

partido comunista del Perú-sendero luminoso y el movimiento revolucionario Túpac Amaru. Estas

agrupaciones de origen político que actuaron entre los años 80 y 90, se constituyeron en base a

estructuras asimilables a la jerarquía regional. (VIictor R, 2006, pág. 66)

(VIictor R, 2006, pág. 67). Uno de las principales preocupaciones de los ciudadanos en el país es

el problema de la delincuencia que los afecta: por ello la percepción de inseguridad es alta en

nuestra sociedad. Según el instituto nacional de estadística e informática (INEI)el 86,7% de los

ciudadanos en nuestro país lo percibe de esa manera. Ello a pesar de que recientes estadísticas del

propio INEI demostrarían una pequeña reducción de la criminalidad, al menos entre los años 2011y

2012.Y aunque esta situación podría darse, es claro que la ciudadanía aun no la percibe como un

hecho que le genera mayor seguridad. Este problema tiene como principal responsable al estado,

quién debe promover y garantizar el desarrollo de políticas para la lucha contra la delincuencia

con el objetivo de lograr la disminución de los indicadores de criminalidad y, consecuentemente,

otorgarle seguridad al ciudadano. No debe olvidarse que esta es una de las funciones principales

de un estado. (Corominas S, 2015, pág. 117)

El crimen organizado en la Legislación Peruana:

El 20 de agosto del año 2013, se publicó la Ley N° 30077, Ley contra el crimen organizado;

pero, fue puesta en vigencia a partir del 01 de julio del año 2014, por mandato

de la Ley N° 30133 de fecha 20 de diciembre del año 2013. El objeto de la Ley es fijar

las reglas y procedimientos relativos a la investigación, juzgamiento y sanción de los

delitos cometidos por organizaciones criminales. En el contexto de América Latina,


comparativamente hablando, Perú es un país que no parece tener grandes indicadores de crimen.

No obstante, en los últimos años el crimen organizado ha tenido un importante ascenso. (Miguel

Reyna, 2002)

La preocupación por la seguridad ha sido un tema constante y, sin embargo, el enfoque ha

cambiado. Se ha pasado de la Seguridad del Estado a la Seguridad Ciudadana. Y, en este último

punto, el enfoque ha evolucionado del hurto a la extorsión. Si a finales del siglo XX la atención

pública en temas de seguridad se concentraba en pandillas juveniles, hurtos y robos, en los inicios

del siglo XXI el crimen organizado ha ganado terreno. El Estado peruano ha respondido con la

implementación de “mega operativos” para desarticular a las organizaciones criminales. La

mayoría de estos mega operativos se concentran en la costa norte y en ellos hay una fuerte

presencia y crecimiento de la extorsión como modalidad delictiva, que, a su vez, tiene

características específicas para cada contexto y cada potencial víctima. El fenómeno se ha

expandido rápidamente en todo el territorio peruano. (Miguel Reyna, 2002)

La criminalidad es un problema de todas las sociedades; ello explica la internacionalización

de las ciencias penales. Sin embargo, pese a la larga experiencia con ese fenómeno, en ninguna

parte se ha logrado ni mucho menos reducir. (MANZANERA, 1981)

La política criminal es muy cambiante, existe un primer plano en el que se pretende la

reintegración a la sociedad del autor, por otro lado, se pretende hacer frente con firmeza. De

momento se extiende esta segunda tendencia como para poder dar una buena impresión en los

políticos, a través de la sociedad. (VIictor R, 2006, págs. 80-81)

Una demanda de una sociedad sensibilizada por la tecnología y la proliferación constante

de actividades riesgosas. Y esto se debe a que ahora los delitos con mayores incidencias son
aquellos que usan medios tecnológicos avanzado como, por ejemplo, a través del Internet se puede

cometer delitos como la pornografía infantil, hurtos empleando una clave secreta universal para

poder sustraer dinero en las cuentas de ahorro o tarjeta de créditos, entre otros delitos. Es por eso

que hablamos de una sociedad de riesgo que, a través de sus propias creaciones como el avance de

la tecnología, estas mismas pueden convertirse en un riesgo para la comisión de delitos, siendo

atentatoria o afectando a una gran masa colectiva. (VIictor R, 2006)

Hoy en día existen las Juntas vecinales, las rondas campesinas que participan en la

prevención y erradicación de la delincuencia .El Control Vecinal; para capacitar a los residentes

de un barrio para informar de cualquier ciudadano desconocido y de aspecto inusual que transite

por sus calles y la expansión de la seguridad privada supone una dejación generalizada de

responsabilidades por parte de los poderes públicos en relación con uno de sus cometidos

fundamentales, la salvaguarda del orden publico constituye un involucramiento en la sociedad en

la lucha contra la delincuencia. (VIictor R, 2006)

Finalmente, podemos concluir que los fines de una política criminal son de prevención y

de erradicación, y que todos participamos en ella y esto se da por la realidad que el País viene

atravesando, el incremento de la delincuencia; así como sus nuevas modalidades de delitos, donde

resulta necesario que cada uno prevenga y no esperar que el estado (poder ejecutivo)

exclusivamente asuma esta Función preventiva, en consecuencia, todos participamos en la Política

Criminal del Estado Hoy en día, la conocida expresión de Emile Durkheim de que el crimen es

algo normal o natural y hasta útil o necesario en la sociedad, no solo mantiene vigencia, sino que

aparece más real que nunca. Recordemos que, para Durkheim, el delincuente era un sujeto normal

y el delito era normal y positivo porque no existe una sociedad que no posea criminalidad, siendo

anormal solo cuando descendíamos debajo de ciertos límites; y en cuanto a su positividad, porque
fortalecía la moral del Derecho y era funcional para la sociedad, convirtiéndose en patológico

cuando descendía por debajo de ciertos límites. (MANZANERA, 1981)

UNA PROPUESTA PARA INVITAR A LA REFLEXIÓN

Siendo, por lo visto, necesario intentar una aproximación a esas dos variables, pero no

desde una perspectiva jurídica sino socio antropológica, flexible dadas las características

complejas y pluridimensionales del fenómeno, para garantizar que la comprensión teórica esté al

servicio de la explicación y solución del problema y no al revés.

Por ese camino, quizás identifiquemos entre otras muchas causas de la desviación, el

individualismo desembozado, la injusta distribución de la riqueza, la desigualdad de

oportunidades, las irregulares condiciones sociales, la banalización de la política, la desvaloración

de lo axiológico, la traición de los principios y la quiebra de las esencias de la persona humana.

Si esto es así, entonces avizoraremos una socialización inadecuada que genera una

formación carencial en la persona humana y, por consiguiente, ajenos a todo sentimiento de

pertenencia social y solidaridad, que los empuja a racionalizar la vida egoístamente y, si se les

presenta la oportunidad, se desviarán hacia el crimen para satisfacer sus necesidades.

A partir de esa visión, en la que están identificadas las probables causas de la desviación,

será directa la vía de solución. Como apunta Hikal, W. (2010:23), la conducta antisocial jurídico-

criminológica es toda violación a los derechos humanos y garantías individuales que vulneran el

sano desarrollo individual y social en todos los aspectos que tengan como consecuencia la

evolución biopsicosocial. Entonces, queda claro que la situación actual de la criminalidad viene

afectando gravemente la dignidad humana desde todos los lados y para frenar su avance y deterioro

precisa de una estrategia a largo plazo en la que confluyan el Estado, la sociedad y el individuo,
con el auxilio de todas las ciencias sociales, para generar una solución multidisciplinaria e integral

que evite el reduccionismo teórico.

El eje central de dicha planificación lo ocupa indudablemente la educación, factor de

primer orden en la formación del hombre; en segundo lugar, el cambio de la 10 estructura

económica para reconstruir el tejido social; y por último, la reconversión de la política para

dignificar y adecentar esta nobilísima actividad humana, conductora de pueblos y guía servicial

del hombre.

Es preciso abandonar esta especie de darwinismo social bajo cuya égida se ha deformado

la experiencia única de vivir. El ínsito carácter gregario del ser humano recusa categóricamente el

postulado de la supervivencia del más fuerte o del más apto, para consagrar la dignidad humana

que exige la ayuda al más débil reconociéndonos en una saludable relación de alteridad, evitando

un trato de ajenidad.

Desde la perspectiva materia de análisis en el presente artículo, el pensamiento de

Durkheim está latente, pues el crimen no es una expresión puramente individual de índole

monstruosa o anormal, sino contrariamente una manifestación temprana de que en la sociedad algo

está mal y que, no obstante, su presencia reveladora, desatendemos y subestimamos; por lo que su

utilidad para el termómetro social y la curación científica es evidente.


CONCLUSIÓN

PRIMERA. - La dimensión del estudio de la criminología son el fenómeno criminal, las conductas

antisociales, la víctima y el control social. La criminología es una ciencia que tiene rico contenido, método

y fines específicos y de gran trascendencia para los profesionales y operadores de la investigación criminal,

la cual les dará pruebas científicas del hecho criminal, necesaria para arribar a la verdad del fenómeno

criminal, con ello a una mejor justicia penal y a un mejor control y paz social.

SEGUNDA. - Dada la complejidad de los fenómenos conductuales antisociales que se manifiestan en la

nueva realidad criminal del Perú, es fundamental la generación de evidencia empírica y conocimiento

científico que respalde el diseño de políticas y estrategias, así como la toma de decisiones

gubernamentales en materia de seguridad pública.

TERCERA. - Como premisa general, la Criminología actual ha abandonado el paradigma etiológico;

subsistiendo excepcionalmente explicaciones que se relacionan a las causas individuales de la

criminalidad.

CUARTA. - Actualmente, la Criminología busca mediante un análisis crítico de la realidad histórica, explicar

las causas de la desviación en el proceso de criminalización, que es dirigido desde el poder estatal de

manera selectiva y discriminadora.

QUINTA. - En la mayoría de Estados modernos, independientemente de su clase y del tipo de gobierno,

los elevados índices de criminalidad generan violencia y respuestas violentas desde las agencias del

sistema penal, las cuales se retroalimentan y robustecen la cultura o ideología del control, añadiendo más

inseguridad y vulnerabilidad a la población.


SEXTA. - La forma como se relacionan y normativizan el delito y la pena en un Estado, dice mucho de la

configuración interna de la sociedad, lo que es necesario decantar para acercarnos por una vía directa a

las alternativas de solución al problema de la criminalidad.

SEPTIMA. - El derecho penal no es la solución para reducir, controlar, prevenir y resolver la problemática

de la desviación social y la criminalidad, porque únicamente se dirige a los efectos y no a las causas del

fenómeno, exacerbando y siendo además reproductor de violencia injusta.

OCTAVA. - Indudablemente, la Criminología constituye en su dimensión holística, la herramienta científica

imprescindible para estudiar las causas del crimen y 11 proponer información útil para el diseño de una

política criminológica eficaz en la lucha contra la criminalidad.

NOVENA. - Es necesario una planificación estratégica de largo plazo para afrontar con realismo y sin

demagogia la problemática de la criminalidad, cuyos índices vienen creciendo alarmante y

sostenidamente en nuestro país, colocándolo en una situación sumamente riesgosa que nos puede llevar

al desgobierno, el caos y la anomia, pues sus tempranos e inocultables índices, tales como, la pérdida del

principio de autoridad y la rebaja de la dignidad humana, entre otros, ya se están advirtiendo.

DÉCIMA. - Los ámbitos educativo, económico y político de la sociedad, constituyen los ejes centrales de

la nueva visión que debemos tener para enrumbar la planificación hacia un verdadero cambio en la

concepción y salida al difícil problema de la criminalidad en nuestro país.


REFERENCIAS
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