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Uno de los temas más controversiales en México es la despenalización del uso de la marihuana

con fines recreativos o medicinales. Por años la discusión sobre este asunto había sido evitada,
esto debido a la reacción negativa de la sociedad.

La libertad del ser humano es un tema con complejo. Los librepensadores la defienden, las
religiones no la aceptan, los estados la acotan. Una breve y simple definición de la libertad que
dicta este pensamiento sustenta que el ser humano tiene el derecho de realizar los actos que
desee siempre y cuando no afecte a los demás. En el caso de las drogas poco dañinas muchos
coinciden que existe un derecho moral que permite consumirlas; en el caso de las drogas muy
dañinas y que hace que las personas sean proclives a la violencia, la inmensa mayoría de las
personas coincidiría en reprobarlas. Habría que agregar que la libertad tiende a tolerar a los
drogadictos que no dañan a terceros, ya que el daño que provoca la cannabis es similar a la de las
drogas permitidas “socialmente” (alcohol y tabaco) Defender la libertad, en este caso la
autonomía, siempre que no se lacere a terceros, es otro de los principios rectores de la ética.

En cuanto a la regulación jurídica de este tema la Cannabis sativa se encuentra ampliamente


autorizada y legitimada (con fines medicinales) por la Convención Única sobre Estupefacientes de
la ONU de 1961, ratificada por México en 1966, la cual plantea y justifica la utilización
internacional de este tipo de Cannabis en el ámbito de la salud. Sin embargo, hay una controversia
con la legislación mexicana, ya que en los artículos 222 y 223 de la Ley General de Salud, no acata
esta convención, pues restringe y prohíbe en general la utilización de este tipo de cannabis,
negando la importación de fármacos. Con ello, se demuestra una política restrictiva contraria a lo
que señala parte de la comunidad internacional.

Mi opinión como profesional del derecho y ciudadana mexicana de acuerdo con la legalización del
uso de la marihuana (Cannabis Sativa), es que debe quedar claro que la base establecida por la
Suprema Corte es la autonomía de los derechos humanos a consumir dicha droga según la
conveniencia propia. Para lograrlo, es necesario establecer mecanismos regulatorios estrictos,
bajo un control estatal y nuevos criterios legales, que impidan a menores y personas vulnerables el
uso de dicha sustancia, ya sea con fines de recreación o medicinales, de esta manera se tendría
mejor y mayor control de la misma. Así como reformar la ley general de salud sobre el consumo
con moderación (gramaje permitido) y especificando los casos en que pueda realizarse.

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