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EL

ESCUDERO
DE DIOS LIBRO 11

CóMO FLORECER DONDE DIOS TE plANTÓ

Terry Nance
Pubhcado por
Editorial UnIllt
Mlaml, Fl 33172
Derechos reservados

© 2002 EdltonaJ UmJlt (Spamsh transJatlOn)


Pnmera ediCIón 2002

© 1998 por Terry Nance


Agape Church, Inc, P O Box 22007
utde Rack, Arkansas 72221
Ongmalmente pubhcado en mglés con el título God's Armorbearer ll, How To
Bloom Where God Has Planted You por Harnson House Pubhshmg,
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en reseñas, ~m el permiso prevIO de los editores

TradUCido al español por Gabnel Prada

Otas blbhcas tomadas de la Santa Blbha, reVlSlon 1960, © Sociedades Blbhcas Umdas
y la Santa Blbha, Nueva Verslon InternacIOnal © 1999 por la Sociedad Bíbhca
InternacIOnal Usadas con permiso

Producto 495253
ISBN 0-7899-1010-1
Impreso en Estados Umdos de Aménca
Prtnted tn The Untted States 01Amenca
Dedicatoria

Dedico El escudero de Dios JJ a mi padre, Tommy Nance,


quien me enseñó la importancia de llegar a tiempo, cumplir
mi palabra y permanecer en un trabajo hasta terminarlo. Él ha
representado un importante papel en mi vida y ministerio.
TalI).bién estoy especialmente agradecido del personal de
la Iglesia Ágape, quienes a través de su diligencia y experien-
cia brindaron los principios que se usaron en este libro.
Contenido

Prefacio 7

CAPÍTULO 1
La hora de la iglesia local 9
Los escuderos son de vital importancia
para la iglesia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
Principios exitosos para florecer
donde Dios te plantó 13

CAPÍTULO 2
Principios para la longevidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
Dios tiené un propósito para ti 20
Todos tendrán que rendir cuentas 22
Aquellos que buscan de Dios irán
en pos de una visión 24
Permanece donde Dios te colocó 27
Confla y obedece 31
Paciencia y flexibilidad 33

CAPÍTULO 3
Principios para el compromiso 37
No seas ni muy grande ni muy pequeño 39
Procura hacer siempre lo mejor 41

CAPÍTULO 4
Principios para la actitud 45
Sé agradecido en todo 47
El corazón de siervo hace
que la actitud sea correcta 49
Entender la autoridad 52
Cinco estructuras de la autoridad 54
Las reprensiones que te instruyen
son camino de vida 58

CAPÍTULO 5
Principios para eltrabajo en equipo 61
Principios del trabajo en equipo 67
Dios no crea «personas desechables» 71
Sirve de acuerdo con la visión
de tu iglesia 74
Prefacio

Hace varios años fuimos una de las iglesias anfitrionas


del equipo de Billy Graham, cuando vinieron para preparar la
cruzada que se llevaría a cabo en la ciudad de Little Rock.
Recuerdo que me presentaron al hombre que habló ante
nuestro comité timón. Él dijo que era uno de los más jóvenes
entre los directores de la cruzada del equipo de Billy Graham.
Solo había estado con el ministerio durante veinte años.
Más tarde, celebramos otra reunión en nuestra iglesia en
la que el iff Barrows fue el orador principal y George Beverly
Shea cantó. Mientras estábamos sentados en el recibidor, an-
tes de comenzar el servicio, ellos comenzaron a recordar y
hablar sobre los «cuarenta y tantos» años que llevaban minis-
trando junto a Billy Graham. Fue tan maravilloso escuchar-
los reír mientras recordaban tantos momentos divertidos, y a
la misma vez fue una poderosa experiencia reconocer la fide-
lidad de su llamado.
En la encomienda de Pablo a Timoteo, cuando ya estaba a
punto de acabar su carrera y después de haber guardado la fe,
le ruega a Timoteo que sea diligente en venir a verlo. Y en-
tonces comienza a recordar a los que lo abandonaron y le hi-
cieron mucho mal: Porque Demas me ha desamparado,
amando este mundo ... Sólo Lucas está conmigo. Toma a

7
Marcos y tráele contigo, porque me es útilpara el ministerio
(véase 2 Timoteo 4:7-11).
Al momento de escribir este libro, Terry y yo llevarnos
quince años juntos en el ministerio. Supongo que Terry hizo
todo lo que se puede hacer en cuanto al crecimiento de una
iglesia se refiere. Él siempre fue fiel en «florecer donde lo
plantaron». La Biblia dice que el hombre que es fiel abundará
en bendiciones. Él está cumpliendo con su llamado en este
ministerio, y es de bendición a todo el mundo a través de
nuestra Escuela de Evangelización Mundial Ágape, de la
cual es decano. Terry y su esposa Kim son dos de las personas
más excepcionales que hemos conocido, y sé que su segundo
libro sobre el ministerio de un escudero le impartirá un espí-
ritu de excelencia a tu vida.

Happy Caldwell
Pastor, Iglesia Ágape
Little Rock, Arkansas
La hora de la iglesia local

B asado en las señales proféticas que vemos a diario, parece


ser que la venida de Jesús está cerca. Y es por esta razón que
siento la urgencia de que cada miembro del cuerpo de Cristo
encuentre su debido lugar y permanezca fiel, para que poda-
mos ser productivos en el reino de Dios. Creo que esta es la
hora de la iglesia local.
La iglesia local es el centro desde el cual deben funcionar
todos los dones ministeriales, y de donde deben fluir. En la
iglesia local encontramos todo 10 necesario para edificar el
carácter de Cristo en nosotros. Cada miembro del cuerpo de
Cristo debe descubrir su don y llamado y luego conectarse
plenamente a una iglesia local, sometiéndose los unos a los
otros y sometiéndose a los pastores y líderes que Dios llamó
para dicha iglesia.
Cuando a mi oficina llegan personas que desean formar
parte de nuestro cuerpo local -la iglesia- la primera pre-
gunta que siempre les hago es: «¿De qué iglesia vienen y
quién era su pastor?»
Uno puede aprender mucho, de acuerdo con la respuesta
que se obtenga, acerca del tipo de cristiano que es la persona
con la cual se está tratando. Millones de cristianos asisten a

9
EL ESCUDERO DE DIOS 11

los servicios de la iglesia solo los domingos por la mañana, y


no están comprometidos fisica ni espiritualmente con su igle-
sia. Sus razones para asistir varían desde la tradición, el deber
religioso, hasta la aceptación social en la comunidad donde
residen. Asistir a la iglesia una vez por semana calma sus
conciencias ante las obligaciones religiosas.
¡Deténgase a pensar qué sucedería en este país si estas
personas se llenaran del fuego de Dios y comenzaran a de-
sencadenar y usar sus dones y talentos en el Cuerpo! Corno
resultado se alcanzaría al mundo con el evangelio. El llama-
do de la iglesia local es impactar su comunidad, pueblo o ciu-
dad en el nombre de Dios. Al lector le hago las siguientes
preguntas:

• ¿Cuál es el papel que te corresponde?


• ¿Dónde puedes involucrarte?
• ¿Qué recursos tienes disponibles?
• ¿Qué oportunidades se presentan ante ti?
• ¿Qué necesitan de ti los líderes de tu iglesia?
• ¿Cuántas veces te solicitaron ayuda o cuántas veces te
ofreciste como voluntario?

Examina qué tienes en tus manos para ofrecerle a tu igle-


sia local. Quizás sientas que no tienes nada que ofrecer, pero
eso no es cierto de ningún creyente. Cada creyente nacido de
nuevo tiene algo único que ofrecer. Cada creyente ha recibi-
do un llamado, el cual se hará evidente una vez que se involu-
cre en su iglesia local.
Primera de Pedro 4: 10 (NIV) dice:

Cada uno ponga al servicio de los demás el don que


haya recibido, administrando fielmente la gracia de
Dios en sus diversas formas.

10
La hora de la iglesia local

Luego de leer este versículo se acabaron las excusas. Tú


posees un talento que tu pastor y tu iglesia local necesitan
para alcanzar tu ciudad. Cada iglesia tiene una visión que el
Espíritu Santo le dio al pastor y él debe dedicar tiempo para
comunicársela a la iglesia. Entonces los miembros de la con-
gregación deben acudir al Señor Jesucristo para descubrir
dónde es que cada uno de ellos encaja dentro de esa visión.
Las oportunidades de participación son ilimitadas. La
mayoría de las iglesias locales tienen departamentos, activi-
dades o ministerios de alcance en los cuales se debe involu-
crar cada miembro de la iglesia. Lo que sigue es la lista de al-
gunos de los departamentos disponibles en nuestra iglesia:

Academia Mantenimiento
Asesoramiento Ministerio de evangelización
Asesoramiento financiero Ministerio de música
Asesores en servicio Ministerio en las cárceles
Centro de visitantes Ministerio para los niños
«Chicos como tú» Ministerio para los matrimonios
Clases de capacitación discipular Publicaciones
Departamento de audio Seguridad
Equipo de bienvenida Solteros I (20-24)
Escuela de evangelización mundial Solteros 11 (25-39)
Estudio bíblico para damas Solteros III (40-60)
Grabaciones y duplicados Temporalmente incapacitados
Intercesión Ujieres
Librería Visitación
Manos colaboradoras Visitación a los hospitales

Puede ser que otras iglesias ofrezcan más o menos aveni-


das para el desempeño de la obra cristiana, pero siempre hay

11
EL ESCUDERO DE DIOS 11

oportunidades disponibles que requieren personas dispuestas


a darle uso a sus talentos.

Los escuderos son de vital


importancia para la iglesia
Si no hay quien desempeñe estas tareas, la iglesia no pue-
de funcionar y el evangelio no se predicará en nuestras ciuda-
des. En la mayoría de las iglesias los pastores y líderes llevan
sobre sus hombros el grueso del trabajo ministerial y es por
eso que se escucha de tantos ministros que se «queman».
Los pastores y demás líderes espirituales deberían estar
rompiendo barreras y avanzando en la tarea ministerial en
vez de estar quemándose. El avance espiritual y natural ocu-
rrirá cuando el cuerpo de Cristo en su totalidad decida hacer
toda la tarea que le corresponde.
Llegué a la Iglesia Ágape, en Little Rock, dos semanas
después de que la iglesia comenzara en mayo de 1979. Ense-
guida que llegué comencé a involucrarme. Decidí hacer todo
lo que estaba a mi alcance para ayudar al Pastor Happy Cald-
well a cumplir su visión para la iglesia.
En 1982 comenzamos una escuela de misiones con el fin
de alcanzar hasta lo último de la tierra. Mi llamado consistía
en dirigir la escuela y colocar nuestros misioneros en el lugar
donde el Señor nos dirigiera. Una noche, en 1983, el Señor
me llevó a leer la historia de David y Saúl. Abrí la Biblia en
1 Samue116:21 (NVI) y leí:

Cuando David llegó, quedó al servicio de Saúl,


quien lo llegó a apreciar mucho
y lo hizo su escudero.

En aquel momento el Señor me dijo: «Hijo, te he llamado


para que seas el escudero del pastor Caldwell».

12
La hora de la iglesia local

Un escudero llevaba a la batalla el escudo de su líder, y de


ser necesario daba su vida en lugar de aquel a quien servía.
Para mí el escudo representa la visión que Dios hizo nacer en
el corazón y la vida del Pastor Caldwell.
El Señor dijo: «Corre con la visión que yo le di, y yo me
encargaré de que la tuya se cumpla».
Ya llevo quince años en este ministerio, y estoy viendo
cómo Dios cumple fielmente su llamado para mi vida. Estoy
floreciendo allí donde Dios me plantó.
Dios está llamando a muchos cristianos para que se con-
viertan en escuderos de sus líderes y del uno por el otro. De-
bemos comenzar a trabajar como equipo para hacer que el
Reino de Dios avance sobre la tierra.
Cierto día, mientras me preparaba para hablarle a nuestro
personal ministerial y de oficina, el Espíritu Santo puso en mi
corazón la idea de pedirles que cada cual me diera dos princi-
pios que los ayudaran a producir longevidad en sus posicio-
nes y que les fueron útiles para florecer allí donde fueron
plantados. En la iglesia tenemos varios miembros del perso-
nal que trabajanjomada completa y que durante varios años
han formado parte de la iglesia. En términos generales el per-
sonal ministerial ha permanecido sólidamente comprometido.
De esa reunión salieron cuarenta principios importantes
para producir longevidad de servicio en el lugar donde Dios
te haya colocado. Lo que sigue a continuación es una lista de
dichos principios en el orden que se presentaron.

Principios exitosos para florecer


donde Dios te plantó
l. Dios debe llamarte.
2. En primer lugar, debes estar seguro de tener una rela-
ción personal con Jesucristo.
3. Rogar a Dios por Su visión o meta para tu vida.

13
HL ESCUDERO DE DIOS 11

4. Debes estar dispuesto a hacer todo lo que se te pida.


5. No perder de vista a las personas detrás del trabajo de-
sempeñado.
6. Dar gracias por tu puesto y nunca darlo por sentado.
7. Debes estar dispuesto a someterte a la autoridad.
8. Conocer que estás en la voluntad de Dios.
9. Saber que tus recompensas están atesoradas en el cielo.
10. Desarrollar un corazón de siervo.
11. Andar sin ofensa.
12. Servir como si estuvieras sirviendo al mismo Jesús, sin
fijarte en el hombre para quien trabajas. Por otro lado,
ten cuidado de respetar su llamado.
13. Ser paciente.
14. Tener un nivel de lealtad que vaya más allá de los senti-
mientos personales.
15. Respetar a todos.
16. No escuchar la maldad, no ver la maldad, no hablar de
la maldad.
17. Juzgarse a sí mismo.
18. Nunca ser demasiado grande para hacer las cosas pe-
queñas ni demasiado pequeño para hacer las cosas
grandes.
19. Comprometerte con el ministerio de la misma manera
que debes estar comprometido con tu matrimonio.
20. Saber que eres importante y necesario.
21. Ayudar a otros a cumplir con sus ministerios.
22. Hacer todo lo que sabes hacer para llegar a donde de-
seas llegar.
23. Hacer un trabajo excelente dondequiera que estés.
24. No alejarte de una encomienda hasta que la misma se
logre por completo.
25. Nunca rendirse.

14
La hora de la iglesia local

26. Ser alguien en quien se puede confiar.


27. Ser un buen seguidor al igual que un buen líder.
28. Mantener el gozo del Señor.
29. Permanecer siempre sensible al Espíritu Santo.
30. Obedecer siempre las instrucciones específicas de Dios.
31. Ser paciente el uno con el otro.
32. Andar siempre en amor.
33. Estar dispuesto a cambiar de dirección.
34. Saber que Dios es tu fuente.
35. Usar todas las habilidades que Dios te dio.
36. Desarrollar una perspectiva saludable de ti mismo.
37. Mantener siempre la visión general de la iglesia frente
a ti.
38. Mantener una buena actitud.
39. Confiar en la gracia de Dios y en su unción sobre tu
vida.
40. Tener la suficiente madurez para que te reprendan y co-
rrIJan.

Dividí estos cuarenta principios en cuatro categorías se-


paradas que nos ayudarán a entenderlos mejor. Estaremos
examinando los de mayor importancia en cada categoría:
• Longevidad
• Compromiso
• Actitud
• Trabajo en equipo
Al comenzar a hablarles sobre estas cuatro áreas, las estaré
presentando desde la perspectiva de florecer en la iglesia locaL
Estas son las cosas que vas a necesitar para ser fiel y estar allí
donde Dios desea que estés. Estos principios están producien-
do frutos en mi vida, y sé que también será así en tu vida.

15
Principios para la longevidad

El primer principio para lograr la longevidad en el ministe-


rio es entender el llamado de Dios.
Mateo 13:37,38 dice:

Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena


semilla es el Hijo del Hombre. El campo es el mun-
do; la buena semilla son los hijos del reino.

Aquí podemos ver que en las manos de Dios somos «se-


milla», y que el mundo es su campo. Él desea que pongamos
nuestras vidas en sus manos y que le permitamos plantamos
en el mundo. Dios determinó el tipo de semilla que eres, y
dónde debe plantarte.
En Génesis 1: 11 dice que la semilla es «según su géne-
ro». ¿Y qué significa esto? Significa que una semilla de maíz
siempre va a producir solo maíz, y un grano de trigo produci-
rá trigo y un grano de arroz producirá arroz. Del arroz no se

17
EL ESCUDERO DE DIOS 11

puede obtener maíz. Así mismo es en la mente de Dios. Él


planificó nuestras vidas antes de que el mundo fuese creado.
Y ahora, él quiere plantamos a cada uno de nosotros para que
podamos comenzar a florecer y a llevar fruto a su debido
tiempo.
Si examinas con detenimiento cómo es que una semilla
produce, podrás adquirir cierta intuición espiritual. Primero,
una semilla se planta en la tierra para que atraviese un proce-
so de muerte. Luego una raíz comenzará a brotar y abrirse
paso a través de la tierra mientras que la lluvia y el sol le van
dando vida.
Alguna vez esa semilla piensa: «Podré abrirme paso por
toda esta tierra que está encima de mí, es tan dura y me siento
tan impotente».
Pero un día lo logra. La semilla se deja ver, y el brote se
abre ante la luz del sol. Muchos miembros del Cuerpo de
Cristo son como esta semilla, lo único que ven es la tierra
acumulada encima de ellos. Incluso los miembros del perso-
nal ministerial a veces se sienten maltratados y olvidados. Al
ver toda la tierra que los cubre, quizás llegaron a pensar que
Dios se olvidó de ellos.
Si solo permanecieran allí donde Dios los plantó y deci-
dieran ser fieles durante las temporadas dificiles, brotarían a
su debido tiempo. Una semilla está destinada a brotar si es
que se plantó en buena tierra. Si reconoces que estás en la vo-
luntad de Dios y que te encuentras donde debes estar, enton-
ces llegará el momento en que brotarás porque es el destino
de Dios quien está obrando en ti.
Dios desea que sus hijos crezcan y se conviertan en árbo-
les plantados junto a corrientes de agua (Salmo 1:3.) ¿Alguna
vez notaste algo que es peculiar en un árbol? ¡Nunca se mue-
ve! En los terrenos de nuestra iglesia tenemos varios pinos
hermosos, pero al llegar en mi auto al estacionamiento de la
iglesia, nunca he notado que durante la noche uno de estos

18
Principios para la longevidad

árboles se cambiara a un lugar diferente porque no le gustara


el lugar donde lo plantaron.
Sin embargo, en el cuerpo de Cristo, e incluso entre el
personal de algunas iglesias, la primera vez que alguien se
siente ofendido arranca sus raíces y se traslada a otro lugar,
y entonces se pregunta por qué razón no hay fruto en su
vida.
Si un árbol se desarraiga y replanta continuamente, final-
mente las raíces se morirán. Son muchos los cristianos que
han experimentado esto. A causa de la rebelión y del pecado
que hay en sus corazones, constantemente brincan de una a
otra iglesia. Rehúsan someterse a la autoridad, o sienten que
poseen ciertos dones especiales para la iglesia, los cuales el
pastor no está dispuesto a reconocer.
Este tipo de actitud es un impedimento para que una per-
sona cumpla el llamado divino que recibió de parte de Dios.
Debemos juzgamos a nosotros mismos y estar dispuestos a
morir a nuestros propósitos y sueños personales, y permitir
que se cumpla la voluntad de Dios, sin considerar el costo
que debe pagar.
Segunda de Timoteo 1:9 dice:

Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no


conforme a nuestras obras, sino según el propósito
suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús
antes de los tiempos de los siglos.

Considero que este es uno de los pasajes más importantes


que hay en toda la Biblia respecto a la comprensión de tu lla-
mado. Dios nos ha salvado y nos ha llamado. Eso significa
que si naciste de nuevo, fuiste llamado. No podrás pararte un
día frente a Jesús y decirle: «Nunca me llamaron». Él te salvó
y te llamó de acuerdo con su gracia y propósito.

19
EL ESCUDERO DE DIOS 11

Dios tiene un propósito para ti


Dios tiene un propósito en tu vida que debes cumplir. No
estás aquí por casualidad. En Dios tienes un destino que cum-
plir. Y debes buscar de Dios para identificar cuál es ese pro-
pósito. Entonces, te conviertes en el factor decisivo del cum-
plimiento de dicho propósito.
Dios ordenó y destinó el tiempo para que los hijos de Israel
se dirigieran hacia la tierra prometida después de que Dios los
sacara de Egipto. Sin embargo, el propósito de Dios no se
cumplió en sus vidas porque dudaron y fueron incrédulos.
Durante cuarenta años los israelitas estuvieron caminan-
do en círculos en medio del desierto, hasta que murieron to-
dos los hombres mayores de veinte años. Las personas que no
tienen propósito tienden a caminar en círculos, culpando a
Dios y a los demás de sus fracasos. Caminan hasta que abren
hoyos para ellos mismos y por último mueren. Y muchas ve-
ces mueren sumidos en la amargura y enojados con otras per-
sonas y con Dios.
Josué y Ca1eb, los únicos dos hombres de esa generación
que vivieron para ver la tierra prometida, poseían un espíritu
diferente. Sabían que tenían un propósito y un llamado para
sus vidas y que por la fe en Dios podían poseer la tierra.
Realmente lamento el caso de Josué y Ca1eb porque tu-
vieron que esperar cuarenta años para tomar posesión de 10
que por derecho les pertenecía. Podían haber estado disfru-
tando su destino, pero tuvieron que esperar a causa de la re-
belión de otros.
Segunda de Timoteo 1:9 dice que el propósito y la gracia
de Dios nos fueron dados en Cristo Jesús antes de la funda-
ción del mundo. Antes de nacer ya Dios sabía quién eras tú.
Incluso antes de decir: «¡Hágase la luz!» en su omnipotente
mente ya él te conocía. Ya tenía establecida la razón por la
cual naciste en la generación en la que naciste.

20
Principios para la longevidad

Un día me acerqué a Dios en oración y con sinceridad de


corazón le pregunté: «¿Para qué estoy aquí? ¿Quiero saber
por qué nací en la familia Nance? ¿Por qué razón estoy aquí y
en este preciso momento?»
¿Sabes una cosa?, tú no tuviste nada que ver al respecto.
Dios no consultó tu opinión cuando te planeó y te creó. Solo
él fue quien 10 decidió. ¿Por qué no naciste en los tiempos de
Abraham, Moisés, David o quizá Jesús? ¿Por qué razón no
nacimos en el siglo quince, dieciséis o diecisiete? ¿Por qué
nos colocó Dios en esta última generación?
Creo que cuando Dios creó el mundo, vio un tiempo don-
de el pecado abundaría como nunca antes; un tiempo donde
ocurrirían grandes calamidades por todo el mundo. Él pudo
ver un tiempo cuando los engaños más grandes pondrían a
prueba al pueblo de Dios, y un tiempo cuando la más profun-
da oscuridad vendría sobre muchos pueblos y el amor de mu-
chos se enfriaría.
y al ver todo esto, creo que Dios se dijo a sí mismo: «Voy
a levantar un pueblo que no hará concesiones en cuanto a mi
Palabra; un pueblo que en aquellos días se moverá con mi
Espíritu, unción y gozo, y quienes anunciarán el mayor movi-
miento de mi Espíritu que el mundo jamás haya visto. Y derra-
maré mi Espíritu sobre toda carne y levantaré «una iglesia
gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga» (ver Efesios 5:27).
Cuando Dios determinó estas cosas, dijo que el pueblo
que viviera durante este tiempo sería un pueblo «especial», y
en su mente te vio a ti. Dios te vio y te colocó en el debido lu-
gar con un propósito divino.
No importa qué puesto ocupas, estás ahí para producir
para el reino de Dios y traer al perdido al conocimiento de
Cristo y la salvación que ofrece. Debemos reconocer que fui-
mos llamados antes de conocer a nuestros familiares, a nues-
tro cónyuge o a cualquier otra persona en nuestras vidas. Y

21
EL ESCUDERO DE DIOS 11

durante el juicio, tendremos que rendir cuentas a Dios por 10


que hicimos con tal propósito y llamado.

Porque es necesario que todos nosotros comparez-


camos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno
reciba según lo que haya hecho mientas estaba en el
cuerpo, sea bueno o sea malo.

2 Corintios 5: 10

Es asombroso pensar que un día estaremos ante el Señor


y daremos cuenta de 10 que hicimos con los dones y con el
llamado que nos fue dado. Mi pastor no podrá pararse en mi
lugar y decir que yo fui un buen pastor asociado. Mi esposa
no podrá testificar que yo fui un buen esposo. Solo yo podré
responder ante el Señor. .
Él me dirá: «Terry, ¿qué hiciste con lo que te di? ¿Cum-
pliste 10 que te asigné?»
En este momento la asignación que he recibido de parte
del Señor es ser pastor asociado titular y director de misiones
de la Iglesia Ágape, Inc. El Señor me dijo que tomara la mis-
ma visión, unción e integridad de esta iglesia y que la repro-
dujera a través del mundo.

Todos tendrán que rendir cuentas


A ti, querido lector, te digo por el Espíritu de Dios: «Tan
cierto como que estás leyendo esto, tú también tendrás que
pararte frente a Él y responder a las mismas preguntas».
Es por eso que nuestro llamado es tan importante y por 10
cual debemos soportar las vicisitudes que vengan mientras
servimos. Debemos tomar la firme decisión de ver que la vo-
luntad de Dios se cumpla en nosotros, no importa el costo.
Hebreos 5:7 dice:

22
Principios para la longevidad

y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos


y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le po-
día librar de la muerte, fue oído a causa de su temor
reverente.

Con tal de cumplir con la voluntad de Dios, Jesús derra-


mó lágrimas y lloró profundamente. Muchos ministros y
ayudantes de ministerio le huyen a todo lo que sea dificil y di-
cen: «j Si es la voluntad de Dios, entonces va a ser fácil! Pues,
bienvenidos a la realidad. A veces es necesario un profundo
clamor y lágrimas para permanecer donde Dios nos plantó y
rehusar un cambio sin considerar las condiciones.
Otra de las prioridades para lograr longevidad en tu vida
es tu relación personal con Cristo. Es fácil involucrarse a tal
grado en la obra del ministerio que nuestra vida parece ir co-
rriendo frente a nosotros y obviamos nuestro tiempo a solas
con el Señor.
Encuentro muy interesante que en Lucas 11: 1 los discí-
pulos le pidieran a Jesús que los enseñara a orar. Por aquel
entonces el ministerio de Jesús era bastante conocido, y los
milagros, las señales y las maravillas ocurrían a diario. Sin
embargo, la Biblia nunca dice que los discípulos le pidieran a
Jesús, ni siquiera una sola vez, su unción.
En la actualidad podemos ver grandes hombres de Dios
moviéndose en grandes unciones de sanidad y liberación. Es
asombroso escuchar la cantidad de personas que desean, co-
dician y quieren -y hasta harían cualquier cosa- para que
uno de estos ministros les impusiera las manos y les «trans-
fiera» la unción.
Ningún ser humano jamás se movió en los dones del
Espíritu Santo hasta el grado que Jesús lo hizo. Si codiciamos
ese tipo de unción, debemos hacer lo que hicieron los discí-
pulos y pedirle al Señor que nos enseñe a orar. Debemos se-
guir los patrones que estableció Jesús. Los ministros están

23
EL ESCUDERO DE DIOS JI

cayendo porque perdieron su intimidad con el Señor. Muchos


han caído en pecado simplemente porque sustituyeron una
relación de intimidad por la obra del ministerio.
Mientras oraba en cierta ocasión, el Señor me reveló la
clave para ver en mi vida la realización del cumplimiento del
llamado. Es por medio de la intimidad, embarazo, dolores de
parto y alumbramiento. La vida espiritual nace de acuerdo al
mismo patrón en que se nace a la vida natural. Debemos en-
trar en una relación de «intimidad» con Dios. Y de esta rela-
ción de intimidad viene el «embarazo».
Esto significa que estamos embarazados con las visiones
y los planes que Dios tiene para nosotros. Entonces, tenemos
que sufrir dolores de parto. Sufrir dolores de parto significa
«interceder, cuidar de, orar y hablar la Palabra de Dios sobre
dicho plan o visión». Primero vienen las contracciones y lue-
go nace la criatura.
Obtenemos el plan de Dios, su voluntad y dirección al es-
tablecer un hábito de oración y estudio de la Palabra. Las pre-
siones se acumulan en contra de los cristianos de hoy, con
una intensidad que nunca antes hemos experimentado. Esto
es así porque el diablo sabe que el tiempo que le resta es cor-
to. La clave para que podamos andar en victoria radica en
clamar a viva voz: «Señor, enséñanos a orar».

Aquellos que buscan de Dios


irán en pos de una visión
Tendrás muchas oportunidades para renunciar al puesto
que ahora ocupas. ¡Yo me he enfrentado a momentos de
pruebas y dificultades en los cuales oré a Dios para que me
permitiera dejar mi cargo! Y encontré que la fortaleza para
permanecer en pie, para continuar y para resistir a Satanás
solo se logra en oración. En nuestro tiempo a solas con Dios,
Él nos da paz y fortaleza.

24
Principios para la longevidad

Debemos desarrollar un corazón que constantemente


busque a Dios. David, el Rey de Israel, era conocido como un
hombre cuyo corazón anhelaba un encuentro con Dios. Si
hoy pudiésemos entrevistarlo, tal vez le podríamos preguntar
cuál fue el mayor logro de su vida:

• ¿Acaso fue ser el mayor de todos los reyes?


• ¿Acaso fue ser el mejor de todos los músicos?
• ¿Acaso fue llegar a ser el hombre más rico sobre la
tierra?

La respuesta de parte de David vendría de uno de sus sal-


mos:

Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré;


que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi
vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y
para inquirir en su templo.

Salmo 27:4

La meta primordial de David era capturar el corazón de


Dios. Si en algún momento hemos de convertimos en verda-
deros éxitos en el reino de Dios, también debemos saber que
nuestro primer ministerio es glorificarlo y honrarlo. Primera
de Pedro 2:5 dice que somos un sacerdocio santo, y que debe-
mos ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por me-
dio de Jesucristo.
El primer llamado que todos hemos recibido es para ado-
rar y honrar al Señor diariamente. Jesús oró al Padre. Él culti-
vó el hábito de orar. Esa era la clave de su unción, sabiduría y
longevidad.

25
EL ESCUDERO DE DIOS JI

y saliendo, se fue, como solía, al monte de los Oli-


vos; y sus discípulos también le siguieron.

Lucas 22:39

Otro aspecto importante de la longevidad es tener una vi-


sión y una meta. Escuché a un individuo decir: «Yo preferiría
tener metas elevadas y alcanzar la mitad de ellas que no tener
ninguna meta y alcanzarlas todas».
2 Reyes 4: 1-3 dice:

Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profe-


tas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido
ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de
Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos
hijos míos por siervos.
y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué
tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa
tiene en casa, sino una vasija de aceite.
Él le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de to-
dos tus vecinos, vasija vacías, no pocas.

A la viuda se le dio la oportunidad de decidir: O ir y bus-


car muchas vasijas o pedir prestado solo algunas vasijas. Ella
reunió las vasijas y comenzó a verter el aceite. ¿Y cuándo se
acabó el aceite? El aceite se acabó cuando se le acabaron la
vasijas. En sus manos estaba la clave para el milagro que iba
a recibir.
Ella pudo haber dicho: «Hay demasiado calor hoy para ir
a buscar vasijas», o «Eliseo, no me siento bien», o «Solo
pude encontrar una sola vasija».
Lo que trajo fue lo mismo que recibió. Si ella hubiese sa-
bido lo que en realidad Dios estaba a punto de hacer, hubiera

26
Principios para la longeVidad

encontrado un pozo vacío y le hubiese dicho: «¡Esta es mi va-


sija!»
Eliseo se hubiese reído, y creo que Oios también. Si en la
vida no ejercitas tu fe para alcanzar una meta o una visión,
nunca lo lograrás. Tendrás que levantarte de donde estás y
trabajar para cumplir tu meta. Dios bendice tu esfuerzo.
Al principio de llegar a Ágape, no sabía con exactitud
cuál era mi meta y visión para Dios. SalJía que tenía un gran
deseo por el campo misionero, pero eSQ era todo. Como me
estaba acostumbrando a mi nueva iglesi<i, no esperaba que de
inmediato me enviaran al campo misionero. Así que comen-
cé con la tarea de abrir y cerrar el edificilJ y preparar todas las
cosas antes de cada servicio.
Esa era una meta pequeña, pero aun as! era una responsa-
bilidad que Dios me dio y la desempeñé durante tres años
hasta que Él llamó a una persona que se encargara de ello a
tiempo completo. Mientras tanto, las poertas del campo mi-
sionero comenzaron a abrirse. Y todo lo que te venga a la
mano, hazlo con todo empeño (Eclesiastés 9: 10, NVI).
Si acudes a tu pastor o a los líderes de tu iglesia y comien-
zas a servirles, la visión que Dios tenga para ti comenzará a
hacerse realidad. Sé de bendición en tu iglesia local, y verás
cómo las puertas comenzarán a abrirse por todos lados.
De alguna manera todos debemos conectarnos a un cuer-
po local, bajo el liderazgo de un pastor que Dios haya llama-
do. Muchas personas se trasladan de un ministerio a otro, ba-
sándose en lo que consideran que tiene cada uno para ofre-
cerles -sin nunca preguntarse qué quÜ.ire Dios.

Permanece donde Dio) te colocó


Saber que estás en el ministerio que J)ios desea para ti es,
otra clave más para lograr longevidad. Creo que esta es la dé-
cada de la iglesia local. Usar los ministerios como un

27
EL ESCUDERO DE DIOS JI

trampolín está mal, y esa podría ser muy bien la razón por la
que no estás prosperando en tu llamado. Esta clave es aplica-
ble a todos, y no tan solo a los ministros que trabajan a tiempo
completo.
Cuando me gradué del Colegio Bíblico Southwestern
Assembly 01 God, recibí una excelente oferta. El decano del
colegio me dijo que deseaba recomendarme a una iglesia
muy buena, 10 cual podía ser una gran oportunidad. Sin em-
bargo, sentí paz en mi corazón en cuanto a ingresar en el
Instituto de Capacitación Bíblica Rhema, en Broken Arrow,
Oklahoma, cerca de la ciudad de Tulsa.
Sabía que si nos mudábamos para Tulsa, mi esposa y yo
tendríamos que buscar trabajo. Esta mudada representaría
una verdadera prueba de fe para nosotros, especialmente
cuando se me presentaba la oportunidad de ingresar de inme-
diato al ministerio trabajando jornada completa.
Mis amigos me decían: «¿Por qué vas a ingresar a un ins-
tituto bíblico? ¡Acabas de graduarte del colegio bíblico!»
Pero Dios tenía otros planes. Él estaba preparando mi ca-
mino a Little Rock, usando la ruta de Tulsa. Debemos seguir
nuestros corazones y no las ofertas. Dios tiene control del fu-
turo, y el mejor futuro para ti no siempre se encuentra en la
mejor de las ofertas. La voluntad de Dios es que permanezcas
plantado allí donde Él te tiene hasta que te diga que puedes
mudarte.
Esto nos lleva a considerar otra clave para lograr longevi-
dad en el ministerio y es la siguiente: Considerar a Dios como
tu única y completa fuente. Cada creyente se enfrentará a una
situación en la que tendrá que decidir si confiar en Dios o con-
fiar en el hombre. Jeremías 17:5-8 dice:

Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confia en


el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón
se aparta de Jehová.

28
Principios para la longevidad

Será como la retama en el desierto, y no verá cuan-


do viene el bien, sino que morará en los sequedales
en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada.
Bendito el varón que conjia en Jehová, y cuya con-
fianza es Jehová.
Porque será como el árbol plantado junto a las
aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y
no verá cuando viene el calor, sino que su hoja esta-
rá verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni de-
jará de dar fruto.

Nos mudamos a Tulsa y alquilamos un pequeño aparta-


mento. Kim, mi esposa, consiguió un empleo, y yo comencé
a trabajar en una iglesia, mediajomada, de director de los jó-
venes. Pero el dinero casi no nos alcanzaba. En un momento
dado y durante un período de dos semanas, lo único que te-
níamos en casa para comer eran ocho docenas de huevos que
la tía de Kim nos regaló. Habíamos pagado todas las cuentas,
pero no teníamos dinero para comprar alimentos.
Cuando me di cuenta de que teníamos que comer huevos
durante dos semanas, estuve a punto de llorar y pedirles ayu-
da a mis padres. Sabía que lo único que tenía que hacer era
una llamada de teléfono y el dinero estaría en camino. Sin em-
bargo, también sabía que eso sería depositar mi confianza en
mis padres y no en Dios.
Después de varios días pensé que iba a echar plumas: co-
mimos huevos fritos, huevos revueltos, huevos hervidos y
huevos escalfados. Fue entonces cuando recibí una llamada
del pastor de una iglesia de unos mil miembros quien me pi-
dió que considerara ir a trabajar con él. El salario me pareció
que era enviado desde el cielo, y pensé que tal vez Dios que-
ría que me marchara de Tulsa y aceptara dicho empleo.
Le dije al pastor que iría a visitarlo en referencia al traba-
jo, pero cuando colgué el auricular Kim comenzó a llorar.

29
EL ESCUDERO DE DIOS 11

Me dijo: «Terry, sabes muy bien que es aquí donde Dios


nos quiere. Creo que ni siquiera debemos ir para hablar con el
pastor acerca del empleo». Después de orar, llamé al pastor y
me excusé por incluso haberle dicho que iba a visitarlo en re-
ferencia al empleo. Le dije que yo estaba seguro de que el Se-
ñor me había enviado a Tulsa. Entonces colgué el teléfono,
miré a Kim y le dije: «Pásame los huevos».
No me arrepiento de haber tomado tal decisión, porque
ese fue el medio que Dios usó para enseñarme a confiar en él.
Incluso cuando llegué a Little Rack y hablé con los hermanos
Caldwell, sabíamos que estábamos dando un paso de fe.
Ellos sabían que nosotros debíamos unimos a su congrega-
ción, y a su vez Kim y yo sabíamos que Dios nos estaba di-
ciendo que debíamos aceptar. Vinimos sin mencionar nada
respecto al sueldo, solo sabíamos -por la paz que sentíamos
en nuestro interior- que Dios supliría todo, y así lo ha hecho.
Tú debes tener una revelación en el corazón de que tu
iglesia no es tu fuente, ni tu pastor ni tu sueldo. Todos los
cristianos enfrentaremos momentos cuando será necesario
encontrar en quien confiar: en Dios o en el hombre. Si te in-
clinas por el hombre, el hombre será el límite de tu provisión.
Conozco personas que se ofrecieron a trabajar como vo-
luntarias en una iglesia, sin recibir ningún tipo de remunera-
ción económica, sino trabajando arduamente como para el Se-
ñor. Entonces, por su fidelidad, la iglesia las empleó. Empeza-
ron a recibir un sueldo, pero se esperaba que llegasen a tiempo
y que cumplieran con una jornada de trabajo normal. Su acti-
tud comenzó a cambiar porque pensaron que la iglesia les de-
bía algo. Sentían que valían mucho más de 10 que la iglesia
les estaba pagando, y que las demandas de trabajo eran mu-
chas. Perdieron de vista para Quién estaban trabajando y Quién
era su verdadera fuente.
No permitas que tu corazón se llene de ira en contra de tu
pastor o empleador, cuando te encuentres en una situación

30
Principios para la longevidad

donde debes confiar en Dios financieramente. Si estuviste de


acuerdo en trabajar por el sueldo que el ministerio te ofreció,
entonces no tienes derecho a enojarte cuando enfrentes una
situación de carencia en tu vida.
Tu fuente de provisión debe ser Dios.

Confía y obedece
Otros dos principios para lograr longevidad en el minis-
terio son tener confianza en la gracia de Dios sobre tu vida y
siempre obedecer las instrucciones originales de Dios.
En tu vida tienes la gracia, los talentos y las habilidades
para hacer lo que Dios te envió a hacer. Quizás al principio no
entiendas o reconozcas tus talentos, pero a su tiempo los ve-
rás, si es que persistes.
Primera de Corintios 15: 10 dice:

Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gra-


cia no ha sido en vano para conmigo, antes he tra-
bajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gra-
cia de Dios conmigo.

Cuando por primera vez llegué a la Iglesia Ágape y me


senté con el Pastor Caldwell, él me preguntó cuáles eran mis
talentos. Me sentí un poco avergonzado y en realidad no tenía
nada que decirle. Todo lo que sabía era que para mí, yo tenía
muy poco talento.
Así que lo miré y le dije: «Lo único que puedo decirle es que
seré fiel, que podrá confiar en mí y que nunca llegaré tarde».
y él respondió: «Eso es lo que estoy buscando».
En ese momento comencé a ver la gracia de Dios, y a en-
tender que su gracia es una experiencia humillante. Cuando
él toma tu vida, te unge y te convierte en algo que nunca pen-
saste que llegarías a ser; significa que su gracia está obrando.

31
EL ESCUDERO DE DIOS 11

Cuando escribí El Escudero de Dios en 1990, me preocu-


paba que nadie lo leyera. Me preguntaba por qué Dios me ha-
bía pedido que lo escribiera, ya que en ningún momento pre-
tendí ser un escritor.
Cuando llegaron los primeros siete mil quinientos ejem-
plares, almacenamos las cajas en un cuarto de suministros.
Cerré la puerta, me arrodillé y casi le rogué a Dios que ven-
diera los libros. Para mí ha sido una gran bendición ver a
Dios usar el libro de la manera en que lo ha hecho. Hasta el
día de hoy permanece entre los libros de mayor venta y se
vende alrededor del mundo en cuatro idiomas.
Tú también posees ciertos talentos que saldrán a la luz a
medida que confies en la gracia de Dios para las cosas peque-
ñas. Por su gracia somos lo que somos. Si siempre obedeces
sus instrucciones originales, comenzarás a ver cómo las co-
sas comienzan a funcionar.
Muchas veces, a causa de un celo desmedido de hacer
grandes cosas para Dios, comenzamos a alejamos del curso
que él nos ha establecido. Queremos soñar grandes sueños, y
luego verlos hacerse realidad. El problema con esto es que un
día vas a despertar y te darás cuenta de que el sueño no era de
Dios, sino que era un sueño muy personal.
Ir en pos de tu sueño te llevará a una calle sin salida, en la
que por lo general el resultado es una gran pérdida de tiempo
y dinero. Debes hacer una parada y examinar lo que en el
principio Dios te dijo que hicieras. Regresa a lo que él te dijo
en lo profundo de tu corazón. Es allí donde encontrarás la paz
de Dios y su prosperidad.
Hoyes fácil para un cristiano decir: «Me siento dirigido a
hacer esto», y «Me siento dirigido a hacer aquello». La gente
va de un lado a otro siempre sintiendo que «están dirigidos»,
pero nunca «dirigidos por el Espíritu Santo».
Si el Señor te dice que te unas a una iglesia y que allí te
comprometas a servir, entonces debes hacer exactamente lo

32
Principios para la longevidad

que él dice. Decide ser la mayor bendición que tu iglesia ja-


más haya visto en un creyente. Desde ahí, Dios te va a dirigir
un paso a la vez, y no lo perderás de vista. No perderemos de
vista al Señor si aprendemos a andar en el Espíritu y a perma-
necer en lo que originalmente Dios nos dijo que hiciéramos.

Paciencia y flexibilidad
La paciencia es otra clave para lograr la longevidad. Pa-
ciencia significa «padecer aflicciones, dolor, dificultades, ca-
lamidad, provocación o cualquier otro mal, con una actitud
calmada y sin desplegar la ira». Paciencia también significa
resistir o soportar sin murmurar ni inquietarse. O también es
la acción o cualidad de esperar largo tiempo por la justicia o
por un bien sin sentir descontento. Romanos 12:6,7 dice:

De manera que, teniendo diferentes dones, según la


gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese con-
forme a la medida de la fe; o si de servicio, en ser-
vir; [permaneciendo fieles en la administración del
servicio]. ..

Puedes ver por qué enfrentamos tantos problemas en


nuestra vida: no somos pacientes. No estamos dispuestos a
soportar las vicisitudes y siempre estamos buscando una
oportunidad para que se nos exalte y promueva. La Biblia nos
enseña que debemos permanecer fieles y firmes en la admi-
nistración de nuestro servicio. Dios desea desarrollar en ti su
carácter antes de exaltar tu ministerio. Sin embargo, por 10
general, lo que primero deseamos es la promoción y luego la
formación del carácter.
A medida que tomas la decisión de permitir que la volun-
tad de Dios opere en tu vida, y te conectas a una iglesia local,
siempre estarán presentes las oportunidades para murmurar,

33
EL ESCUDERO DE DIOS 11

quejarte e impacientarte. La mayoría de estos sentimientos


casi siempre se dirigen hacia los que están en puestos de auto-
ridad sobre nosotros. Consideramos que tenemos un llamado y
un puesto que ocupar, y que nuestros pastores no nos permi-
ten desarrollar nuestros dones.
Esto ocurre en ocasiones, si te encuentras con un pastor
que es el tipo de persona controladora. Pero a pesar de todo,
la médula del asunto es esto: ¿Te llamó Dios para estar allí?
Si te llamó, probablemente fue con el propósito de aprender
paCIenCia. .
He aprendido que si en verdad deseo que algo me suceda,
si en verdad deseo que una nueva puerta se abra, primero ten-
go que entregárselo al Señor. Es asombroso ver que cuando
se hace, no pasa mucho tiempo antes de que la puerta se abra.
Debes descansar en Dios y en el ministerio, y dejar que su
tiempo perfecto corra su curso. Es por medio de la fe y la pa-
ciencia que has de recibir la promesa.
Junto con la paciencia, también debes tener flexibilidad.
Eso significa estar dispuesto a cambiar. Debemos tener cui-
dado de no caer víctima de la rutina. La rutina no es otra cosa
que una tumba alargada.
La mayoría de las personas en el mundo prefieren sentir-
se «seguras», lo cual significa mantener en forma estable sus
pequeños «mundos», en los que hay muy poco cambio. Por
causa de esta característica de la naturaleza humana, podemos
desarrollar una «visión túnel», y perder la guía del Espíritu
Santo cuando nos pide que hagamos cambios en nuestras
iglesias y en nuestras vidas.
Si analizas lo que le sucedió a la Iglesia desde la década
del 1960 hasta el presente, puedes ver a Dios moviéndose de
forma muy diferente en cada década.
En los años sesenta, Dios comenzó a derramar su Espíritu
sobre todas las denominaciones, y como resultado surgió el
Movimiento Carismático. Los años setenta trajeron consigo

34
Principios para la longevidad

un avivamiento en el oficio del maestro. Alrededor del país


se levantaron centros de enseñanza. Entonces la década de
los ochenta trajo consigo un nuevo compromiso y un llamado
a devolver el énfasis ministerial a las iglesias locales. Yen la
década de los noventa, el Señor volvió nuestra atención hacia
la cosecha de las almas perdidas.
De esto aprendemos cómo es que el Espíritu Santo cam-
bia de dirección, y puedes ver por qué necesitamos seguir Su
dirección para que nos ubiquen para la cosecha de estos últi-
mos días. Si vas a estar en la corriente de Dios, debes investi-
gar dónde Él se está moviendo y seguirle.
En tu iglesia enfrentarás muchas oportunidades de cam-
bio, y dichos cambios se presentarán de manera tal que se re-
querirá tiempo para ajustarte. Para que nuestras iglesias y no-
sotros podamos crecer, debemos ser receptivos para escudri-
ñar nuestros corazones y dejar que los cambios nos perfec-
cionen.
Creo que Dios nos está retando a tomar pasos de fe que
nunca antes hemos dado. Dios desea que trascendamos más
allá de nuestra zona de comodidad. El propósito es abrir tu
ministerio para que se puedan alcanzar más personas. Los hi-
jos de Israel estaban a gusto siempre que Dios los cubría de
día con una nube y los protegía del sol del desierto, y un fue-
go de noche para calentarlos y maná para alimentarlos.
Por lo menos estuvieron bien hasta que Dios dijo que ha-
bía llegado el momento de hacer un cambio. Les dijo que to-
maran posesión de la tierra prometida. Pero les iba a quitar
sus «seguridades», y tendrían que pelear y tomar posesión de
la tierra por fe. ¿Qué sucedió? Fueron incrédulos y se rebela-
ron. ¿Por qué? Porque llegó el momento de hacer cambios, y
ellos estaban muy cómodos en su presente situación.
Tu vida y tu ministerio se detendrán por completo si no
estás dispuesto a aceptar cambios. Si estás cómodo, nunca
podrás cumplir con lo que Dios tiene para ti. Si piensas

35
EL ESCUDERO DE DIOS JI

alcanzar esta generación con el mensaje del evangelio, nunca


podrás hacerlo con una mentalidad al estilo de los años se-
senta, setenta u ochenta. Quizás estés más cómodo con la ma-
nera en que las cosas eran en el pasado, pero esta generación
moderna piensa muy diferente.
La Iglesia debe meterse en una relación profunda con
Dios e indagar cuáles son las estrategias que desea damos
para alcanzar esta generación. Los ministerios que hacen pre-
cisamente esto son los que marcarán pautas en los años de la
cosecha que tenemos por delante.

36
Principios para el compromiso

El primer principio para el compromiso es la lealtad y lafi-


delidad que trasciende todos los sentimientos personales. El
diccionario define lealtad como «ser fiel a un príncipe o su-
perior, ser fiel a la fe, deber o amor (que se juró o prometió)>>.
La fidelidad se define como «adherirse firmemente a un de-
ber, leal, cumplidor de un juramento», o ser «un súbdito con-
fiable».
Estas definiciones muestran el corazón de un escudero.
Es alguien que se entrega a sí mismo por los demás. Es ho-
nesto y leal con sus líderes y se le puede confiar asignaciones
dificiles. Por supuesto, la lealtad y la fidelidad son hacia Dios
y luego hacia los hombres.
Cuando se llevaron cautivos a Babilonia al profeta Da-
niel y a los tres jóvenes hebreos, estos rehusaron comer los
manjares que por lo general se servían en la mesa del rey. Las
leyes dietéticas que Dios le dio a Moisés prohibió muchos de
estos alimentos. Me pregunto por qué razón los demás cauti-
vos no siguieron el ejemplo de estos fieles.
Sin embargo, si uno medita en este tema, no es tan fácil
culparlos. Habían destruido su país, es probable que a los
miembros de su familia los hubieran asesinado o llevado

37
EL ESCUDERO DE DIOS JI

como esclavos a una ciudad foránea. Tal vez pensaron que


Dios se había olvidado de ellos y que ya no había razón para
continuar cumpliendo con sus leyes. Pero Daniel permaneció
fiel, y como resultado, 10 exaltaron grandemente en medio de
una nación impía.
Hoy en día, como miembro asociado del ministerio de
una iglesia, cuando uno de los pastores o líderes te pide o te
encomienda que hagas o cambies algo, tu situación no es la
de un prisionero en un país extraño, como fue el caso de Da-
niel. Tu actitud hacia los superiores es una prueba de tu leal-
tad a Dios.
La lealtad siempre se prueba, en primer lugar, en los
asuntos donde Dios está involucrado. Si no te gusta algo que
un superior te pide que hagas, quizás pienses que es un asun-
to personal entre tú y él. Pero 10 cierto es que es un asunto en-
tre tú y Dios, si es que en realidad Dios te colocó allí. Tienes
que hacer ciertos cambios en tu actitud y en tu obediencia a
Dios, y luego no te molestará 10 que te pidan que hagas.
Cuando tomes la decisión de servir a Dios en cualquier
ministerio donde él te haya colocado, debes poner a un lado
todo tipo de sentimientos personales. Después de todo, antes
de colocarte allí ya Dios conocía todas las reglas y regulacio-
nes de ese ministerio.
La fidelidad es algo que se debe identificar de acuerdo
con 1 Corintios 4:2. La Biblia dice que debemos conocer a
los que trabajan entre nosotros. Por eso es que tu pastor y los
líderes de tu iglesia buscan la fidelidad. Cuando ellos en-
cuentran alguien que ha probado ser fiel en situaciones con-
trarias y difíciles, saben que tal persona es madura y puede
manejar más responsabilidades.
Considera las cuatro características siguientes de un hom-
bre fiel:
1. Un hombre fiel sabe cómo mantener la boca cerrada
(Proverbios 11:3.)

38
Principios para el compromiso

2. Un hombre fiel ministra fortaleza a su pastor y a su


iglesia. (Proverbios 13: 17.)
3. Un hombre fiel siempre habla la verdad. (Proverbios
14:5.)
4. Un hombre fiel es un hombre humilde. (Proverbios
20:6.)

Nadie trabaja ni es miembro de una iglesia perfecta. Los


pastores tampoco son perfectos. Es dificil ser fiel mientras
.uno está trabajando con gente imperfecta. Por otro lado, si
examinas tu vida, seguramente encontrarás que no eres tan
perfecto como piensas. Pero Jesús murió en la cruz por perso-
nas imperfectas, para que todos pudiésemos participar de su
vida divina. Nosotros debemos igualmente entregamos por
los demás con el propósito de llevar otras personas al reino
perfecto que es el reino de Dios.

No seas ni muy grande


.
nI muy pequeno
~

Otro principio para el compromiso es el siguiente: Nunca


seas demasiado grande para hacer lo pequeño ni tampoco
seas demasiado pequeño para hacer lo grande. Un día,
mientras exponía estos principios a nuestro personal, el mi-
nistro de los niños explicó el siguiente punto. Cuando él se
unió a nuestro personal, 10 llamaron a trabajar con los niños.
Estaba muy contento y feliz con 10 que estaba haciendo, pero
un día le pidieron que participara en nuestro programa de te-
levisión que lleva por nombre «Chicos como tú».
Todo era nuevo para él y pensó: «Es imposible que yo
participe en un programa de televisión y que represente el pa-
pel de uno de los caracteres principales».
Pero Dios 10 estaba probando para extenderlo y llevarlo
hacia una nueva área con el propósito de alcanzar más niños.

39
EL ESCUDERO DE DIOS 11

En los planes de Dios siempre está la intención de exaltarte,


pero vas a descubrir que debes extenderte. Él nunca pensó ni
deseó hacer tal cosa, pero Dios tenía un plan. Es posible que a
veces no podamos ver la mano de Dios al enfrentamos a más
responsabilidades, y tememos no tener la suficiente capaci-
dad para aceptarlas.
Sin embargo, tampoco podemos llegar a tal punto en
nuestras vidas donde nos creamos demasiado grandes para
realizar las tareas pequeñas. Ciertos líderes tienen la actitud
de que basado en quiénes son, tienen la excusa suficiente
para hacer 10 que quieren y decir 10 que quieren. Pero la Bi-
blia es bastante clara al decir que ellos también tienen un
Juez.
Hay una ley que funciona con amos y siervos por igual:
Cosechas 10 que siembras (Gálatas 6:7). Exáltate a causa del
orgullo, y estás destinado a caer (Proverbios 16: 18). Si no
eres una persona educable, abres la puerta al engaño. Pablo
dijo que no debemos tener más alto concepto de nosotros
mismos que el que debemos tener (Romanos 12:3). Una vez
que comenzamos a pensar que somos mejores que los demás,
comienzan los problemas. Debes tomar la firme decisión de
ser humilde de corazón y pensar de ti mismo con sobriedad, y
entonces Dios te exaltará.
Otro principio es hacer un compromiso con el ministerio
de la misma manera que estás comprometido con tu matri-
monio. Por supuesto, tu matrimonio, antes que tu puesto en la
iglesia, ocupa el primer lugar; no obstante, tu disposición ha-
cia la obra del Señor debe tener el mismo fervor.
Respecto al compromiso, en cierta ocasión escuché la
historia de un granjero que tenía una gallina y un cerdo que 10
amaban entrañablemente porque él era muy bueno con ellos.
El día del cumpleaños del granjero la gallina se acercó al
cerdo y le dijo: «Hagamos algo especial por él», y el cerdo
dijo: «Me parece maravilloso, pero ¿qué podemos hacer?»

40
Principios para el compromiso

La gallina dijo: «Vamos a servirle un desayuno. Yo le


daré los huevos y tú le das el tocino».
Yel cerdo dijo: «Espera un minuto. ¡Tú solo le estás dan-
do una ofrenda, pero a mí me estás pidiendo un compromiso
total!»
Ser fiel y desempeñar la obra a la que te llamaron requie-
re un compromiso total. La clave más potente para lograr un
matrimonio exitoso es la comunicación. De la misma mane-
ra, es indispensable la comunicación, al trabajar con tus pas-
tores y líderes. La falta de comunicación es la razón por la
cual hay tantos malentendidos. Jesús siempre dedicó sufi-
ciente tiempo para comunicarse con sus discípulos. Él reco-
noció que la continuación de Su ministerio dependía de la
buena comunicación.
Por supuesto, esta necesidad de comunicación es mutua.
Los obreros deben dejarles saber a los pastores y líderes los
problemas potenciales, y los pastores deben disponer de
tiempo para dedicar sus corazones a la gente. Si un pastor
está verdaderamente unido a su redil, las ovejas conocerán su
voz. Una congregación clama por seguridad. Y esto ocurre
cuando hay un compromiso con el pastor y el pastor se com-
promete con su congregación.

Procura hacer siempre lo mejor


Hacer siempre lo mejor es otro principio para el compro-
miso. Un pastor siempre está preocupado pensando si los
miembros del personal ministerial y su congregación sienten
lo mismo que él en cuanto a la iglesia. La manera en que tú
puedes administrarle paz a tu pastor, como escudero, es ha-
ciendo siempre lo mejor y con excelencia.
Una visitante llegó cierta mañana a nuestra iglesia, en sus
brazos traía a un niño llorando. La mujer parecía estar acon-
gojada, por lo tanto, una de nuestras obreras del salón de cuna

41
EL ESCUDERO DE DIOS 11

tomó al bebé en sus brazos y le dijo a la mamá que entrara al


culto. Al finalizar el servicio la mujer se entregó a Jesús ha-
ciéndolo Señor y Salvador de su vida. La obrera del salón de
cuna se percató de la situación, y decidió hacer 10 mejor posi-
ble. Cuando ella se presente ante Jesús, una gran recompensa
la estará esperando.
Colosenses 3:23,24 dice: Y todo lo que hagáis, hacedlo
de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sa-
biendo que del Señor recibiréis la recompensa de la heren-
cia, porque a Cristo el Señor servís.

Los dos últimos principios para el compromiso son:


1. No dejes una encomienda hasta terminarla.
2. Nunca te r;ndas.
Si estás trabajando en cualquier departamento de una
iglesia y te asignan un trabajo, ¡simplemente cumple con él!
y entonces, asegúrate de que esté terminado. Muchas veces
queremos comenzar un nuevo proyecto antes de completar el
anterior.
Tendrás muchas oportunidades para renunciar. Estas se
presentan a menudo. Renunciar no requiere esfuerzo alguno;
es el camino más fácil a tomar. Cuando Dios me dijo que fue-
ra el escudero de mi pastor, no había excepciones incluidas
en el llamado.
Cuando comenzamos a construir el edificio donde nos
congregamos en la actualidad, el Señor dijo que 10 hiciéra-
mos «libre de toda deuda». Tomar una decisión como esta
significa que gran parte del trabajo dependerá del esfuerzo
voluntario del personal y de la congregación. Significa tener
que trabajar todos los sábados. Y cuando nos mudamos del
centro comercial para el nuevo edificio, no tenía techo, ni al-
fombras y había un increíble problema con la acústica.
Antes de cada servicio teníamos que acomodar todas las
sillas y luego quitarlas junto con todo el equipo de sonido y

42
Principios para el compromiso

los instrumentos de la banda musical. Los obreros de la cons-


trucción llegaban al edificio al día siguiente del servicio y de-
jaban un tremendo reguero. El piso se llenaba de polvo y an-
tes de cada servicio teníamos que barrer y dejar todo limpio.
A veces parecía como que estábamos cubiertos de una «nube
de gloria», pero en realidad no era otra cosa que el polvo de
las planchas de cemento prensado.
Cuando comenzamos, abundaron los voluntarios, pero
con el paso de las semanas y los meses, parecía que solo nos
quedaban unos cuantos ayudantes. Mi responsabilidad era
asegurarme de que el trabajo se llevara a cabo. Durante este
tiempo no había muchos días disponibles para simplemente
descansar. Pero cuando pienso en aquellos tiempos, no los
cambiaría por nada -aunque me alegro de que ya pasaran-o
Con los «infortunios» descubrí algunas cosas que no sabía
que estaban allí, algunas buenas y otras no tan buenas. Pero a
través de todo aprendí que la única manera de lograr el éxito
es no rendirse nunca.
Cuando por fin instalaron la alfombra ¡me arrodillé y la
besé! Creo que nunca antes mis ojos habían visto algo tan
hermoso.
Si en realidad estás comprometido con el pastor y la igle-
sia donde el Señor te ha enviado, entonces no te rendirás
cuando tengas que enfrentar momentos dificiles. La realidad
es que en el crecimiento de tu iglesia tendrás que enfrentar re-
tos que pondrán a prueba tu nivel de compromiso, ya seas un
miembro o un pastor.
Tendrás el privilegio de lidiar con el orgullo, la ira, la
amargura, el egoísmo y todas las cosas destructivas que for-
man parte del comportamiento humano. Pero una vez que
aprendas a lidiar con estas, aprenderás a conquistarlas y a dejar
que Dios obre en tu vida, y entonces te asemejarás más a Él.
Dios te está preparando para el liderazgo. La clave radica
en permanecer comprometido con Dios, con tu llamado y con
los líderes que son tus superiores.

43
Principios para la actitud

E1primer principio para la actitud es tener la disposición de


hacer todo lo que se te pida. Esto es lo que los líderes están
buscando en aquellas personas que desean involucrarse en el
ministerio. Esta es la actitud que todos nosotros debemos de-
sarrollar en nuestros corazones cuando trabajamos en el reino
de Dios. Quizás pienses que no tienes el talento o la habilidad
para desempeñar cualquier cosa que se te haya pedido, pero
tomarás la decisión de hacerlo solo porque te pidieron que lo
hagas.
Poco tiempo después de llegar a esta iglesia me pidieron
que me encargara del boletín semanal. Yo no tengo ninguna
habilidad artística. Calcar corazones para el día de San Va-
lentín fue lo último que hice relacionado con las artes, ¡cuan-
do estaba en quinto grado! Pero le dije al Pastor Caldwell que
con mucho gusto lo haría. Me tomó bastante tiempo hacerlo,
pero lo hice tan bien como pude, de acuerdo a mis habilida-
des, porque la iglesia necesitaba que se hiciera. Más tarde lle-
gó otra persona con los talentos necesarios y me reemplaza-
ron de dicha tarea.
En otra ocasión le pedí a un hermano que me ayudara a
hacer algo, pero su respuesta fue: «Lo siento, pero ese no es
mi dom>.

45
EL ESCUDERO DE DIOS 11

Él podía tener toda la razón, pero lo que yo le estaba pi-


diendo era ayuda y no una palabra profética de parte del Se-
ñor. Sin embargo, este es el tipo de actitud que muchas perso-
nas demuestran en las iglesias locales, y es por esa razón que
nunca se usan. Lo que hay dentro de una persona es más im-
portante que lo hay fuera de esa persona. Para mí no hay ben-
dición más grande que cuando las personas llegan a nuestra
iglesia y expresan su deseo de ser miembros y de inmediato
desean saber cómo pueden ser útiles. Estas son las personas
que a la larga terminan ocupando las posiciones de liderazgo.
La próxima clave para tener la actitud correcta es nunca
perder de vista a las personas que están detrás del trabajo.
Este pensamiento 10 expresó una de nuestras operadoras de
computación, quien día tras día se sienta a teclear en nuestras
computadoras la información que necesitamos en el ministe-
rio. Ella dijo que el Señor la ha ayudado a no solo incorporar
un nombre tras otro, sino a preocuparse por esas personas y
orar por ellas. Uno nunca debe permitir que la labor que de-
sempeña en la iglesia se convierta en otro trabajo más.
Los obreros de la iglesia deben conocer a los participan-
tes. Deben saber que están trabajando para personas, amando
personas y dando sus vidas a diario por esas personas, a
quienes Dios ama por igual. Sin las personas no existirían las.
iglesias. Las personas son la razón por la que se nos llama a
trabajar en el Reino.
Por ejemplo, preparamos para nuestro campamento anual
requiere un trabajo inmenso. A veces, 10 mejor que podemos
sentir en cuanto al campamento es que ¡por fin se terminó!
Pero esa actitud era un error completo y me sucedía porque
me dejé atrapar por la cantidad de trabajo y las responsabili-
dades. Mi enfoque no estaba concentrado en las personas.
Estoy seguro de que hubo momentos cuando los discípu-
los se sintieron de esta misma manera, tal vez después que Je-
sús alimentó a miles de hombres, sin contar a las mujeres y a

46
Principios para la actitud

los niños, con los panes y los peces. Uno espera que los discí-
pulos estuvieran contentos luego que la cena tenninó y se re-
cogieron las sobras de las cestas. Solo imagíneselo por un
momento, fueron partícipes de un maravilloso milagro.
y esto es como uno siempre debe pensar: «Aquí se nos
presenta la oportunidad de ministrarles a más personas, y
Dios me está pennitiendo ser un participante».
Si te molesta todo el trabajo que tienes que desempeñar,
entonces es necesario que examines concienzudamente la ac-
titud de tu corazón. Estás perdiendo de vista a la gente. Si
todo el trabajo que desempeñamos está cambiando el destino
eterno de las personas, entonces vale la pena todo el esfuerzo
que le dediquemos.

Sé agradecido en todo
Un tercer principio para tener una actitud correcta es, es-
tar agradecido por tu puesto y no perder el gozo. Siempre de-
bemos estar agradecidos por el lugar donde Dios nos ha colo-
cado. El apóstol Pablo escribió diciendo que en todas las co-
sas debemos estar agradecidos, porque esta es la voluntad de
Dios (1 Tesalonicenses 5: 18). Quizás desees un cambio en tu
vida y cargo, pero este solamente llegará cuando aprendas a
estar agradecido por el lugar donde te encuentras. No solo de-
bemos estar agradecidos en tiempos buenos, sino también en
los momentos de dificultades.
Aprendí una gran lección en cuanto a ser agradecido
cuando visité a una pareja misionera de nuestra iglesia que
servía en el norte de Rumania. El estilo de vida de allí es
como lo era hace cien años en nuestro país. Esta pareja tiene
cinco hijos y tenía que preparar a mano todos sus alimentos.
Mientras estuvieron allá tenían la responsabilidad de co-
menzar una iglesia y un colegio bíblico. Durante los primeros
cuatro meses no tuvieron agua caliente, y cuando por fin

47
EL ESCUDERO DE DIOS 11

consiguieron un tanque de agua caliente, se descompuso al


poco tiempo de estar trabajando. Pasaron varias semanas an-
tes de que pudieran arreglarlo.
Al observar todo lo que sucedía en aquel hogar, les pre-
gunté: «¿Cómo se las arreglan?» Ellos me miraron y lo que
me respondieron fue palabra de revelación a mi corazón.
«Hemos aprendido a ser agradecidos. Si no tenemos agua ca-
liente, entonces le damos gracias a Dios por el agua que sí te-
nemos. Cada día oramos en el Espíritu durante una hora, y
luego le damos gracias a Dios continuamente».
Ese es el tipo de actitud que te convertirá en un ganador
en cualquier situación que enfrentes. La victoria comienza
con acción de gracias.
En Filipenses 1: 15-19, Pablo escribió sobre ciertas perso-
nas que estaban predicando con malas intenciones, con el
propósito de añadir aflicciones adicionales a Pablo quien se
encontraba en prisión. Pero él no respondió a estas noticias
con una actitud negativa o errada. Por el contrario, se regoci-
jó ante el hecho de que por lo menos se estaba predicando de
Cristo.
Si en este momento estás enfrentando problemas en tu
ministerio o empleo, comienza a regocijarte. Esto traerá fuer-
zas a tu vida, y esa fuerza les ministrará a todos los que te ro-
dean. Tendrás que pelear para mantenerla, pero es tuya. Las
circunstancias no determinan el gozo.
Pablo aprendió esta lección varios años antes cuando a él
ya Silas los castigaron con «muchos azotes» y los echaron en
la cárcel con los pies asegurados en el cepo. Pero ellos oraban
y cantaban himnos de alabanza a Dios, aun hasta la mediano-
che, y sobrevino de repente un gran terremoto que sacudió
los cimientos de la cárcel. Las puertas se abrieron, y las cade-
nas de todos se soltaron (Hechos 16:23-26).
Considera con detenimiento la fe que estos dos ejercie-
ron. Sus espaldas sangraban, sus pies estaban asegurados al

48
Principios para la actitud

cepo y todo esto por hacer la voluntad de Dios. Qué maravi-


llosa oportunidad para quejarse y murmurar. En el ámbito de
lo natural, si ellos se iban a quejar, este era el momento para
comenzar. Pero por el contrario, comenzaron a adorar a Dios.
Personalmente creo que quizás Pablo miró a Silas y le
preguntó cómo se sentía. Silas le respondería diciendo: «Estoy
dolorido, pero creo que voy a sobrevivir».
Entonces Pablo diría: «Silas, vamos ~l hacer algo que qui-
zás sea la cosa más ridícula que jamás hayas escuchado, es-
pecialmente en un momento como este. ¿Qué te parece si ala-
bamos a Dios?»
Estoy seguro de que Silas dijo: «Pablo, tienes razón. Es la
cosa más ridícula que he escuchado. Pero, hagámoslo por fe.
Estoy contigo».
Me imagino al Señor Jesús mirando al Padre y diciéndo-
le: «¿Escuchas las alabanzas de nuestros siervos Pablo y Si-
las? Sé que están doloridos y que sufren por mi causa, pero
escucha su fe».
y Dios se conmocionó tanto que envió un terremoto y las
cadenas de todos se soltaron. Si necesitas que ciertas puertas
se abran, entonces comienza a elevar tu adoración a Dios y
dale las gracias por ser quien Él es. De ese tipo de alabanza
procede tu liberación, la cual afectará a todos los que están a
tu alrededor. Hebreos 13: 15 dice que a Dios siempre le debe-
mos ofrecer sacrificio de alabanza, que es el fruto de nuestros
labios dándole gracias.

El corazón de siervo
hace que la actitud sea correcta
El próximo principio para desarrollar una buena actitud
es, tener un corazón de siervo. Jesús les dijo a sus discípulos
que en el reino de Dios, los que son «jefes» son los que sir-
ven. Les dijo que él estaba entre ellos como Uno que sirve

49
EL ESCUDERO DE DIOS 11

(Lucas 22:25-27.) Jesús poseía un verdadero corazón de sier-


vo. Los cristianos nunca se graduarán de ser siervos.
Examina la vida de Eliseo, que comenzó su ministerio
como siervo de Elías, y desempeñó esa labor durante varios
años. Cuando Josafat, rey de Judá, preguntó si en la nación de
Israel no había un profeta de Jehová a quien acudir en busca
de consejo, se mencionó el nombre de Eliseo. Sin embargo,
lo que se mencionó no fueron los milagros que había hecho ni
la poderosa unción que poseía.
Uno de los sirvientes del Rey de Israel dijo: «Aquí está
Eliseo, hijo de Safat, el que vertía agua en las manos de
Elías» (2 Reyes 3:10-12, Biblia de las Américas).
En otras palabras, su recomendación se basaba en su pa-
pel de siervo de un gran hombre. Eliseo era el escudero de
Elías.
La frase «quien vertía agua en las manos de Elías» se hizo
realidad para mí cuando visité a Mike Croslow, uno de nues-
tros misioneros en Uganda. Él me llevó selva adentro para
predicar en una aldea donde no había agua ni electricidad. La
aldea no se encontraba en el fin del mundo, pero uno se sentía
como si se viera desde allí.
Debajo de un árbol de mango le predicamos a cientos de
personas, y disfrutamos de un tiempo maravilloso. Cuando
llegó la hora del almuerzo, entramos a una pequeña iglesia
construida con lodo y nos sentamos a la mesa. Al no ver los
utensilios para comer le pregunté a Mike si los tenían. Me
dijo: «No, hermano. Hoy tendrás el honor de comer con las
manos».
Entonces se acercó a la mesa un chico de catorce años
que llevada en sus manos un jabón y una j arra de agua. Como
yo era el invitado se acercó a mí primero, me entregó eljabón
y comenzó a verter agua sobre mis manos. Luego hizo lo mis-
mo con los demás ministros que allí se habían congregado.
Después de esto, trajeron los alimentos, oramos y comimos.

50
Principios para la actitud

Cuando terminamos, el jovencito regresó y nuevamente ver-


tió agua mientras nos lavábamos las manos.
Después de esta experiencia, tuve una mejor compren-
sión de la cultura del Medio Oriente en los días de Elías y Eli-
seo. Eljoven Eliseo preparaba los alimentos del profeta, traía
agua, y la vertía sobre las manos de Elías antes y después de
comer. Él le limpiaba su casa, cocinaba y desempeñaba todas
las tareas que se requerían. Eliseo tenía un verdadero corazón
de siervo.
A medida que aprendes a servir, la unción de Dios para
ayudar a otros aumentará sobre tu vida. David llegó a ser rey
y tenía una gran unción, pero experimentó a Dios por primera
vez mientras cuidaba las ovejas. Él estaba dispuesto a dar su
vida con tal de proteger las ovejas de su padre.
Velaba aquel rebaño con un corazón de siervo y ojos vigi-
lantes. Jamás lo escuchamos quejarse por tener que cuidar de
unas apestosas ovejas. Y por haber pasado la prueba de servi-
cio con las ovejas, también pudo pasar la prueba de Goliat,
cuando esta se presentó.
Ahora bien, ¿cuál es tu rebaño? ¿Acaso es cuidar de un
grupo de párvulos todos los domingos por la mañana? ¿Diri-
gir el coro, un grupo de jóvenes o los niños de la iglesia?
¿Estás involucrado en la limpieza general, en darle la bienve-
nida a los visitantes o en ser ujier?
Tu rebaño, o área de responsabilidad, es tu «terreno de
prueba». Si funcionas bien como siervo, te ascenderán.
Esto nos lleva a un principio que está relacionado con
esto y que es, servir como si estuvieras sirviendo a Jesús. En
la Biblia vemos con claridad que debemos trabajar como si
estuviésemos trabajando para Jesús. Si en lugar de poner tus
ojos sobre tu jefe, te esmeraras por complacer primero a
Dios, entonces podrías complacer a tu jefe. Debemos apren-
der a ver a Jesús como nuestro Eterno Empleador.

51
EL ESCUDERO DE DIOS 11

Entender la autoridad
Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrena-
les, no sirviendo alojo, como los que quieren agra-
dar a los hombres, sino con corazón sincero, te-
miendo a Dios. Y todo lo que hagáis, hacedlo de co-
razón, como para el Señor y no para los hombres.

Colosenses 3:22,23

Si Jesús te pide que limpies los baños de la iglesia, ¿cuán


limpio estarían?
Si Jesús te pide que manejes el autobús de la iglesia, ¿l1e-
garías siempre a tiempo?
Si Jesús te pide que ayudes en el salón de cuna de la igle-
sia, ¿con cuánto amor y cariño tratarías a los niños?
Si Jesús te pide que ores por tu iglesia y por el liderazgo,
¿con cuánto fervor 10 harías?
Si Jesús te pide que te involucres en tu iglesia local, ¿con
cuánta rapidez responderías?
Cuando te ofreces como voluntario y te asignan una ta-
rea, debes recordar que es como si Jesús te 10 pidiera, porque
cualquier cosa que hagas, es para Él que 10 haces.
Esto nos lleva a la actitud de someternos a la autoridad
delegada que Dios ha establecido sobre nuestras vidas. Ro-
manos 13: 1,2 dice que Dios estableció las autoridades y todo
el que resiste a la autoridad es a Dios a quien resiste.
Dios estableció toda autoridad en cadenas de mando bajo él.
En esta tierra Dios ordena la obediencia a las autoridades superio-
res, desde el gobierno mundial hasta el gobierno eclesiástico.
El cielo se rige bajo el principio de la autoridad: Dios el Padre,
Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo, luego los arcángeles,
querubines y serafines quienes están sometidos a las autori-
dades superiores.

52
Principios para la actitud

Si Miguel le dice a un ángel que se encargue de una situa-


ción en la tierra, el ángel no dice: «Pero es que yo solo recibo
órdenes de Gabriel». Él nunca haría tal cosa, ya que recuerda
con claridad lo que le sucedió al último grupo de ángeles que
actuaron de esa manera.
Dios estableció todos los cargos de autoridad y la autori-
dad descansa sobre dicho cargo, y no sobre el hombre que lo
ocupa. Debemos sometemos al cargo, ya sea que nos guste o
no quien lo ocupa. Si tal persona hace mal uso de dicho cargo,
podemos orar para que cambie o para que deje su cargo.
Para sometemos a la autoridad como es debido, es nece-
sario tener la adecuada comprensión de que la autoridad des-
cansa en el cargo y no en el que lo ocu\1a. Si en es.te llaís. un
presidente pierde su cargo a través del voto democrático, deja
de tener autoridad sobre lo que se lleva a cabo. Un ex presi-
dente no tiene la autoridad de llegar en su auto a la Casa Blan-
ca y dirigirse a la Oficina Oval, sin someterse al protocolo de
seguridad apropiado, igual que un ciudadano común y co-
rriente. ¿Por qué? Simplemente porque ya no ocupa un puesto
de autoridad.
En Números 20:8-29 cuando Dios le dijo a Moisés que le
hablara a la roca, vemos que Moisés y Aarón estaban en rebe-
lión en contra de lo que Dios les ordenó. Enojado, Moisés
golpeó la roca en lugar de hablarle, y Aarón estuvo a su lado
en medio de tal rebelión. Pues bien, Dios le dijo a Moisés que
trajera a Aarón ya su hijo Eleazar al Monte Ror. Allí, Moisés
recibió las instrucciones de Dios para que despojara a Aarón
de sus vestiduras sacerdotales y vistiera con ellas a su hijo
Eleazar. Cuando eso sucedió, Aarón murió. Esto nos enseña
lo que sucede cuando no somos dignos representantes dellla-
mado ante el pueblo. Permanecía la autoridad del cargo sa-
cerdotal, pero ahora descansaba sobre Eleazar.
Cuando nos sometemos a la gente y a la autoridad, nos
sometemos al cargo. El único derecho que tenemos para no

53
EL ESCUDERO DE DIOS JI

sometemos a las autoridades es cuando dicha autoridad viola


directamente la Palabra de Dios. Cuando se nos pide que ha-
gamos algo que viola la Palabra de Dios, entonces no debe-
mos sometemos, porque respondemos a una autoridad supe-
rior.
Pero seamos verdaderamente honestos, por lo general
esto no es lo que sucede. Casi siempre la rebeldía comienza
cuando tienes que someterte a las reglas del salón de cuna de
tu iglesia. Es allí donde comienza. Entonces trasciende hasta
los requisitos de los miembros de la iglesia, y cuando ya lo-
gras vencer esto, entonces te enfrentas a lo que involucra ser
un ujier, miembro del comité de bienvenida, trabajar en la
limpieza, cantar en el coro, tocar en la banda, enseñar en la
Escuela Dominical y demás.
Otro tipo de autoridad que representa un papel principal
en muchas iglesias locales es: Así es como siempre lo hemos
hecho aquí. Dondequiera que vayas te vas a encontrar con
esta «autoridad». En realidad, no importa si estás de acuerdo
o no con la manera en que se llevan a cabo las cosas, si crees
que el deseo de Dios es que participes en el ministerio de esa
iglesia, debes someterte.
Si te enojas y comienzas a murmurar en contra del pastor
y de los líderes, entonces estás en rebelión. Tú no estás en
contra de las personas que ocupan tales puestos; sino que te
estás oponiendo a Dios. Si tienes un problema con algo, toma
un tiempo y haz un esfuerzo para hablar con los líderes en ac-
titud de amor, y permíteles que te expliquen por qué trabajan
como lo hacen.

Cinco estructuras de la autoridad


Existen cinco estructuras de la autoridad a la que todos
debemos sometemos:

1. Dios y su Palabra (l Juan 2:3,4)

54
Principios para la actitud

En nuestros corazones debemos guardar la Palabra de


Dios y sometemos por completo a sus mandamientos. La ra-
zón es que nos van a juzgar de acuerdo con la Biblia, y por lo
tanto, nuestras vidas deben alinearse con la Biblia como la
Palabra de Dios.

2. Gobierno nacional y local (1 Pedro 2:13,14)


El apóstol Pedro dijo que por amor al Señor cada cristia-
no debe someterse a todas las ordenanzas humanas. Por
ejemplo, si trabajas, debes pagar los impuestos al Buró de
Rentas Internas. De otra manera, te echarán a la cárcel. Qui-
zás esto no te agrade, pero tienes que hacerlo porque esa es la
ley. Si nos rebelamos en contra de pagar los impuestos, en
realidad nos estamos rebelando en contra de Dios y no en
contra del hombre. Por otra lado, si las leyes establecidas nos
prohíben predicar, entonces son las leyes nacionales las que
se han rebelado en contra de Dios, y nosotros tenemos una
autoridad mayor a quien responder.

3. La Iglesia
Cierto día, en 1980, me encontraba sentado en la oficina
de la iglesia leyendo mi Biblia, cuando escuché la voz del
Espíritu de Dios que me decía: «Celebren un día de aprecio al
pastor».
Nunca había escuchado de tal cosa. Fui criado en la igle-
sia, pero nunca hicimos algo así. Entonces comenté la idea
con los demás miembros del personal ministerial e hicimos
los arreglos pertinentes.
Un domingo por la mañana me acerqué al púlpito, mien-
tras el Pastor Caldwell se preguntaba qué estaría sucediendo.
Entonces anuncié que estábamos celebrando el día de apre-
cio al pastor, y decidimos bendecir su vida económicamente
recogiendo una ofrenda especial. También les pedimos a va-
rios hermanos que pasaran al púlpito y le dijeran al resto de la

55
EL ESCUDERO DE DIOS II

congregación lo que la familia Caldwell significaba para


ellos.
Desde entonces, todos los años hacemos lo mismo, con el
fin de mostrarles a nuestro pastor y a su esposa que les apre-
ciamos y amamos. Sin embargo, hace varios años se me acer-
có un hermano que pensaba que estábamos exaltando al
hombre en vez de exaltar a Jesús. Escudriñé mi corazón y la
Biblia, y encontré el pasaje de 1 Timoteo 5: 17, 18:

Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por


dignos de doble honor, mayormente los que traba-
jan en predicar y enseñar.
Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey
que trilla; y: Digno es el obrero de su salario.

Cuando me di cuenta de que la Biblia dice que los pasto-


res son dignos de doble honra, comprendí que estábamos ha-
ciendo lo correcto. Los pastores tienen autoridad y deben dar
cuenta de dicha autoridad. Ellos merecen ser apreciados. He-
breos 13: 17 dice:

Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos;


porque ellos velan por vuestras almas, como quie-
nes han de dar cuenta; para que lo hagan con ale-
gría, y no quejándose, porque esto no os es prove-
choso.

Quiero retar a cada miembro del personal ministerial y a


cada miembro de iglesia que haya leído este libro, para que se
unan a otros en sus iglesias y dediquen un día para mostrarles
a sus pastores que ustedes los aman. Oren y pídanle al Señor
que los guíe para saber 10 que deben hacer ese día, y bendigan
a sus pastores de la mejor manera posible. Hagan esto una
vez al año y anímenlos. Ustedes verán cómo Dios honra esto
y cómo el amor de Dios fluirá en su iglesia.

56
Principios para la actitud

4. Lafamilia
En Efesios 6: l, Pablo escribió: «Hijos, obedeced en el
Señor a vuestros padres,porque esto esjusto». Mientras estés
viviendo bajo el techo de tus padres, tienes que someterte a
ellos. Si tienes más de cuarenta años de edad y aún resides en
la casa de tus padres, entonces tendrás que someterte a ellos
en muchas áreas de tu vida. Mi sugerencia es que te mudes.
Una vez que dejes de vivir bajo su techo, dejarás de estar bajo
su autoridad. Sin embargo, debes recordar que la Biblia dice
que siempre debes honrarlos.

5. Empleadores
Pedro escribió: «Criados, estad sujetos con todo respeto a
vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino
también a los dificiles de soportar» (1 Pedro 2: 18). Esto nos
enseña con claridad que en nuestro lugar de empleo debernos
sometemos a cualquier persona que ejerza autoridad sobre
nosotros. Esto significa que debernos orar por nuestros jefes,
y si son dificiles de carácter y exigentes, debernos orar para
que Dios se apodere de sus corazones y los convierta en <~e­
fes mansos».
Deja las quejas y comienza a orar. Entonces asegúrate de
llegar siempre a tiempo y de hacer un buen trabajo. Tu dili-
gencia los ministrará. Y si cumples con estos consejos, segu-
ramente Dios abrirá una puerta para que les expongas el
evangelio de Cristo.
El centurión que le dijo a Jesús «di la palabra» yeso sería
suficiente para que sanara a su sirviente, entendía muy bien el
principio de autoridad. El centurión era un hombre que tenía
autoridad. Pero también era un hombre bajo autoridad. Jesús
dijo que en todo Israel no había hallado este tipo de fe. ¿Por
qué el centurión tenía esa fe? Él entendía la autoridad (Mateo
8:9). Se dio cuenta de que los demonios y las enfermedades
estaban sujetos a la autoridad de Jesús.

57
EL ESCUDERO DE DIOS 11

En conclusión: La autoridad está aquí para quedarse.


Siempre estaremos bajo la autoridad de alguien. Cuando lle-
guemos al cielo, todavía tendremos que sometemos a la auto-
ridad. Aquellos que escalan los peldaños divinos de la autori-
dad espiritual y logran grandes hazañas para Dios, son los
que saben cómo someterse y fluir con autoridad. Dios nunca
te va a exaltar a un cargo de mayor de autoridad hasta que
aprendas a someterte a la autoridad.

Las reprensiones que te instruyen


son camino de vida
La última clave para mantener una buena actitud es, ser
lo suficientemente grande para ser reprendido y corregido.
Proverbios 6:23 nos dice que las «reprensiones que te instru-
yen» son el camino de vida. En la vida nos van a reprender y
corregir porque somos humanos y cometemos errores. Si
quieres madurar, nunca dejes de ser educable.

No reprendas al escarnecedor, para que no te abo-


rrezca; corrige al sabio, y te amará.
Da al sabio, y será más sabio; enseña aljusto, yau-
mentará su saber.

Proverbios 9:8,9

Si tú eres quien vas a reprender, sé entonces 10 suficiente-


mente sabio para instruir y enseñar. He visto personas que
sienten un llamado a «reprendem, pero en ningún momento
enseñan ni instruyen. Ese tipo de reprensión produce crítica y
no tiene más resultado que las heridas y la disensión. Dios
nunca designó a nadie para quebrantarle el espíritu a otro.
Siempre debemos reprender con mansedumbre y amor, y

58
Principios para la actitud

dedicar tiempo a enseñar, para que la persona aprenda cómo


hacerlo correctamente y qué hizo mal.
Por otro lado, si eres tú el que recibe la reprensión, no
permitas que se hieran tus sentimientos. Debes tener la sufi-
ciente madurez para tomarlo y continuar sin albergar senti-
mientos de rencor ni ponerte a la defensiva. La Biblia dice
con claridad que el hombre sabio recibe el consejo y juzga
por sí solo (Proverbios 13: 1). El hombre necio no escucha las
reprensiones.

El camino del necio es derecho en su opinión; mas


el que obedece al consejo es sabio.

Proverbios 12: 15

El que tiene en poco la disciplina menosprecia su


alma; mas el que escucha la corrección tiene enten-
dimiento.

Proverbios 15:32

Hiere al escarnecedor, y el simple se hará avisado;


y corrigiendo al entendido, entenderá ciencia.

Proverbios 19:25

Debo admitir que a lo largo de mi vida he conocido algu-


nos necios. No aceptan ningún tipo de corrección. Sus
fracasos y problemas siempre fueron culpa de otras personas.
Siempre tienen la razón. ¿Qué podemos hacer con personas
como esas? Mantenemos alejados de ellos mientras observa-
mos lo que les sucede. Estas personas nunca podn!m cumplIr
con la voluntad de Dios en sus vidas, porque nunca están dis-
puestos a admitir sus errores.

59
EL ESCUDERO DE DIOS II

La Biblia nos dice que debemos juzgamos a nosotros


mismos y hacer las correcciones pertinentes cuando tenga-
mos que cambiar. Si rehúsas juzgarte a ti mismo, tendrás que
enfrentar juicio a causa del pecado en que vives.
Creo que hoyes muy importante estar rodeado de perso-
nas ante quien rendir cuentas de nuestro comportamiento,
personas a quienes respetemos para que nos hablen acerca de
nuestras vidas. Es por eso que la Biblia dice que nos someta-
mos al liderazgo que Dios llamó, para que ellos nos puedan
ayudar si comenzamos a apartamos. No podemos damos el
lujo de apartamos de la voluntad de Dios en nuestras vidas.
Anda en humildad delante del Señor, y cuando te corrijan
o te reprendan, recibe la corrección y aprende. Solo entonces
podrás crecer hasta llegar a la posición que Dios desea que
ocupes. Si no se poda, no hay crecimiento. El deseo de Dios
es que en tu vida haya fruto, y que el mismo permanezca.

60
Principios para el trabajo en equipo

Deseo comenzar este capítulo con algo que el Espíritu San-


to trajo a mi corazón, lo cual es una analogía entre un equipo
de fútbol profesional norteamericano y el funcionamiento de
una iglesia local.
Personas involucradas y puntos que recordar
l. Los entrenadores en la tribuna de la prensa. Ven el
panorama general del campo y cómo se ubica la defensa. De
acuerdo con 10 que vieron, saben cuál es la mejor jugada ofen-
siva, y ellos son quienes dicen cuál jugada se debe ejecutar en
el campo. Su tarea es observar la defensa con el propósito de
identificar cualquier debilidad, y sacarle provecho a la mis-
ma en la próxima jugada.
Así es con el Padre y el Hijo de Dios, quienes se sientan
en la tribuna de la prensa y dirigen las jugadas ofensivas. Co-
nocen las tácticas y jugadas defensivas de los demonios, y
cuál jugada puede ser útil en su contra. Pablo escribió que no
debemos permitir que Satanás tome ventaja de nosotros, pues
no ignoramos sus maquinaciones (2 Corintios 2: 11).
En el universo hay tres cielos (2 Corintios 12:2). El pri-
mer cielo es el que está encima de la tierra donde vivimos, el
segundo es el ámbito donde Satanás, los demonios y los

61
EL ESCUDERO DE DIOS JI

ángeles residen, y el tercer cielo es donde se encuentra el tro-


no de Dios. La Biblia enseña que Satanás es el príncipe de la
potestad del aire. Dios observa el segundo cielo y con clari-
dad identifica la defensa del diablo en contra de la iglesia.
Luego llama al Entrenador del equipo que se encuentra
en el campo y le comunica 10 que el diablo está maquinando,
para que a su vez le diga al mariscal de campo cuál jugada
debe poner en acción.
Los entrenadores que están en la tribuna de la prensa
siempre graban un vídeo de cada jugada, con el fin de exami-
nar la última jugada que se implementó, mientras que en el
campo se está efectuando otra jugada. De esta manera ellos
pueden analizar la defensa y ver cómo el equipo rival coloca
sus hombres. Nuestro Padre posee la habilidad de ver el pasa-
do, el presente y el futuro. Él sabe cuál es la jugada más ade-
cuada para cada ocasión. A nosotros nos con'esponde la respon-
sabilidad de escuchar al Entrenador en el campo de juego.

II. El entrenador en el campo. Es el que asiste diciendo


cuál es la jugada que se debe implementar, pero su tarea más
.importante es comunicar dicha decisión al mariscal de cam-
po. Él está ahí para animar y fortalecer la confianza del equi-
po. No se ausenta del campo de juego hasta que el partido no
haya concluido.
Por supuesto, en cuanto a la Iglesia se refiere, el Espíritu
Santo es su Entrenador. Es el Entrenador Titular que siempre
está con nosotros en el campo de juego (Juan 16:7). Cuando
estamos cansados o lesionados Él siempre nos alienta y per-
manecerá con nosotros hasta el final del partido.
Cuando uno de los jugadores se siente desanimado por su
r8üdimiento, el EntrA" "'dí\[ ('í\1TIipn73 3 lf"vantar su confianza.
Le dice aljugador que puede lograr su cometido y ganar el parti-
do. Esa es la Palabra del Espíritu Santo para cada uno de noso-
tros. Podemos lograr nuestro cometido,podemos ganar el

62
Principios para el trabajo en equipo

partido, somos el mejor equipo del Señor y nada es imposible


con Dios de nuestra parte.
El Espíritu Santo solo dará a conocer e implementará
aquellas jugadas que recibe del Padre (Juan 16: 13.) Entonces
él le comunica las jugadas al mariscal de campo.

III. El mariscal de campo. Es el comunicador principal


en el campo de juego. De forma efectiva debe implementar
las jugadas que los entrenadores le asignaron y es el que diri-
ge la ofensiva. Para ganar el partido él depende por completo
de que los entrenadores identifiquen los puntos débiles de la
defensa. Para ganar el partido, el mariscal de campo debe ser
fuerte y estar saludable. Ningún equipo puede ganar sin un
buen mariscal de campo.
Este es el Pastor. Es el encargado de Implementar las ju-
gadas del equipo. Debe depender del Espíritu Santo para dar
órdenes y seguir sus instrucciones. Logrará implementar la
jugada adecuada y recuperar yardas en el campo de juego, si
es obediente al Entrenador Titular, el Espíritu Santo.
De la misma manera qne cualquier entrenador titular diri-
ge su equipo de forma un poco diferente a otro, también el
Espíritu Santo dirige cada iglesia local de manera diferente.
Lo que funciona para una no siempre funciona para otra.
El Espíritu Santo desea que el pastor escuche de sus pro-
pios labios las jugadas que se van a implementar. Una vez
que el pastor recibe la jugada, debe comunicarla correcta-
mente al resto del equipo para que la misma funcione como
es debido. Muchas jugadas fracasan y como resultado termi-
nan con una penalidad porque los jugadores no conocían la
jugada o en qué momento preciso debían ponerse en acción.
Los pastores también deben pasarle el balón a los otros
«corredores», para que sus habilidades y talentos se puedan
usar ganando yardas para el equipo. Cualquier mariscal de
campo conoce los dones y los talentos que están disponibles
para ayudar al equipo.

63
EL ESCUDERO DE DIOS II

En nuestra analogía, el «balón de fútbol» es la visión, y la


misma debe pasarse y transmitirse al personal ministerial,
para que estos a su vez puedan ganar más yardas. Si un pastor
acapara la visión por causa de inseguridad, tal acción le hará
daño al equipo. Ningún mariscal de campo ganará el partido
dependiendo solo de su esfuerzo.
De hecho, si un entrenado titular se percata de que un ma-
riscal de campo rehúsa entregarle o pasarle el balón a otro ju-
gador, lo pondrá en disciplina y lo sacará del partido si este
no hace los ajustes necesarios. El mariscal de campo es elju-
gador más valioso del equipo, es quien controla la ofensiva.
Pero el mariscal de campo reconoce que su éxito depende
plenamente de los jugadores que lo rodean.

Puntos que recordar:


A. Ningún mariscal de campo puede ganar el partido por
sí solo. Los demás jugadores deben cumplir con sus
asignaciones para avanzar el balón. Los mariscales de
campo se sienten frustrados, heridos, lesionados y has-
ta eliminados del partido, debido a que uno de los juga-
dores que deja la línea ofensiva permite que un jugador
defensivo cruce la línea. Cada jugador debe cumplir
con su asignación para que gane el equipo.
B. El mariscal de campo no puede hacer el trabajo de un
miembro de la línea ofensiva y viceversa. Cada uno se
preparó para desempeñar la tarea que le corresponde
en su debida posición. Todos deben poner en práctica
la misma visión que es anotar puntos y ganar el partido.
C. Antes de cada jugada, el mariscal de campo debe reu-
nirse brevemente con los miembros de la escuadra que
están en el campo. Es allí donde él les explica cuál ju-
gada se ejecutará para que todos sepan su tarea para di-
chajugada.

64
Principios para el trabajo en equipo

III. Corredores y recibidores. Estos, junto con el maris-


cal de campo, son los responsables de avanzar el balón. Por
lo tanto, tienen que ser hombres fuertes, veloces y creativos
para desplazarse sobre el campo. Ninguno de estos jugadores
se debe preocupar por cuál de ellos está acumulando más yar-
das. Si uno de ellos sobresale avanzando el balón, entonces
hay que poner el balón en sus manos. La meta es ganar el par-
tido, en vez de estar preocupado por quién es el jugador que
anota los puntos necesarios. Estos jugadores, al igual que el
mariscal de campo, van a recibir la mayor parte del reconoci-
miento, debido a sus dones y talentos especiales.
Una vez que reciben el balón, depende de ellos pensar
con rapidez y creatividad para avanzar el balón desde el terri-
torio enemigo. Ellos dependen en todo momento de que los
hombres en la línea ofensiva les abran paso. Lo primero que
deben hacer es recibir el balón del mariscal de campo. Olvi-
darse de los pasos básicos dará por resultado perder el balón
en manos del equipo contrario.
Estos son los Ministros asociados. Dios los dotó para
correr con la visión y comunicarla al pueblo. Ellos tienen la
libertad de ser creativos, pero no se deben olvidar de escu-
char la jugada que el pa~tor de~ea implementar.
Ninguno de los corredores puede decir cuál será la próxi-
ma jugada, ya que solo el mariscal de campo puede hacerlo.
Los corredores y recibidores tienen el derecho de comunicar-
le al mariscal de campo que la defensa se olvidó de ellos, o si
creen que pueden abrir una brecha y pasar a través de la for-
mación defensiva. Pero siempre dependiendo de que el ma-
riscal de campo comunique la jugada al equipo.
Si los asociados reciben el balón del pastor, y corren en
dirección opuesta a lo que dicta la jugada, se crearán grandes
problemas. Ellos deben correr en la misma dirección que el
resto del equipo. Igual que el entrenador titular envía a un
mariscal de campo al banco, si este no presta debida atención

65
EL ESCUDERO DE DIOS 11

a la jugada designada, también los pastores y el Espíritu San-


to sentarán a los asociados si estos intentan hacer las cosas a
su manera.
La creatividad sale a relucir una vez que están corriendo
con el balón (la visión) en mano. Ellos deben reconocer que
cada vez que anotan, es gracias al esfuerzo de todo el equipo
y no solo el esfuerzo individual. Son muchos los jugadores de
fútbol que se han llenado de orgullo al pensar que por ellos el
equipo logró la victoria. Los asociados dependen del perso-
nal de oficina y ministerial para quitar los obstáculos del ca-
mino, permitiendo así que sus dones tengan la oportunidad
de manifestarse. Hasta los atletas más dotados se detienen
ante la línea defensiva cuando los jugadores que forman par-
te de la línea ofensiva no cumplen debidamente con la tarea
asignada.

IV. Los miembros de la línea ofensiva. Estos son la co-


lumna vertebral y los caballos de trabajo del equipo ofensivo.
Su trabajo es proteger al mariscal de campo y abrir paso para
que los corredores acumulen cada vez más yardas. Deben es-
tar atentos a cada jugada que se les comunica y el conteo que
indica el momento preciso para comenzar dicha jugada, aun-
que estén cansados o lesionados. Estos hombres debe tener
un alto nivel de tolerancia ante el dolor. No reciben muchos
halagos, pero experimentan un gran gozo cuando su equipo
anota. Siempre son los hombres más rudos y fuertes del equi-
po, y deben estar decididos a no permitir que la línea defensi-
va los domine. Su actitud es que ningún jugador defensivo
saqueará al mariscal de campo ni derrumbará a nuestros co-
rredores detrás de la línea ofensiva.
Este es el equivalente al personal de oficina y al minis-
terio de ayudas. Estos son la columna vertebral de la igle-
sia. Siempre deben estar fuertes, tener la actitud de un ven-
cedor y la determinación de que ningún demonio podrá de-
rrumbar a nuestro pastor. No siempre reciben la mayor parte

66
Principios para el trabajo en equipo

del reconocimiento público, pero cada pa~tor y cada ministro


asociado sabe que sin ellos, no son nada. Todos disfrutan la
victoria por igual.
Deben escuchar atentamente al. Pastor para saber en qué
dirección va el equipo. Su gozo viene COlho resultado de ver
que se añaden las almas al Reino porque ellos cumplieron de-
bidamente con su trabajo.
Los equipos ganan a través de la unidad, la motivación de
ganar, la determinación, la resistencia, la práctica y la habili-
dad. Todo esto también es igual en el ministerio. Cuando uno
anota, todos anotamos. Cuando uno gana, el equipo completo
gana. Al finalizar el juego del campeonato que lleva por nom-
ar'e' d SCt~w~~ t~ A~'Ju--g.i\1\J¡-~ del! equipa garrador re-
ciben anillos y un cheque de bono, adem:\s de su sueldo. No
importa la posición que un jugador ocupe, cada uno recibe el
mismo premio. En la medida que seamos fieles a la posición
que ocupamos, igual que los campeones del Superbowl, reci-
biremos de Dios la misma recompensa pOrque hicimos el tra-
bajo que él nos llamó a hacer y ganamos como equipo.
Me gustaría discutir algunos de los prtncipios del trabajo
en equipo que son necesarios para cum})lir la visión de la
iglesia local.

Principios del trabajo en equipo


El primer principio es andar sin ofensa. La razón princi-
pal por la que se van las personas de las iglesias es porque se
sienten ofendidas. En vez de lidiar con 10 que se dijo o hizo,
permiten que sus corazones se llenen de arnargura y terminan
dejando sus iglesias.
Hace poco vi un documental en la tel~visión sobre cómo
los africanos atrapan los monos. Los morlOS son muy inteli-
gentes, y por 10 tanto, el africano tuvo que hacer algo para ser
más ingenioso que el mono. Colocó uml jaula en la tierra

67
EL ESCUDERO DE DIOS 11

dentro de la cual había un objeto de color brillante. Dejaron


abierta la puerta de la jaula para tentar al mono a entrar. Pero
el mono no entraba a la jaula.
Así que los africanos cerraron la jaula y prepararon un
alambre alrededor de la jaula de un tamaño tal que solo cabía
la mano del mono. Cuando el mono vio el objeto brillante,
metió la mano a través del alambre, agarró el objeto, pero no
10 podía sacar de la jaula. La única manera que el mono tenía
de quedarse libre era soltar el objeto brillante. Entonces el
africano tomó un garrote, le pegó al mono en la cabeza y 10
mató. Cualquiera hubiera pensado que el mono iba a actuar
de manera más inteligente.
Muchos creyentes que hoy día están apartados de los ca-
minos del Señor, son como este mono. Meten la mano en la
jaula del «diablo», deciden aferrarse a una ofensa y rehúsan
soltarla. Él los golpea con enfermedades, rencillas y todo tipo
de problemas matrimoniales, familiares y económicos. Se de-
jaron conquistar por la amargura, y esta los está destruyendo.
Para ser libres y permanecer libres de tal trampa, 10 único
que tienen que hacer es deshacerse de las heridas. Dios puede
restaurar y sanar inmediatamente a una persona si esta decide
perdonar las ofensas y se arrepiente de toda amargura. Algu-
nos lectores se han sentido heridos por sus pastores o líderes
de la iglesia, y han permitido que tales sentimientos se acu-
mulen en sus corazones. Si estás dejando o ya dejaste tu igle-
sia, ¡detente, por favor! Acude al pastor o a la persona que te
ofendió y solicita su perdón. Es la única manera de experi-
mentar verdadera paz en tu corazón y en tu familia.
Cualquiera puede ofenderse, herirse y marcharse de su
iglesia, pero hace falta ser un verdadero hombre o mujer de
Dios para resolver y corregir el agravio. Bíblicamente no
existe razón alguna para albergar rencor y vivir llenos de
resentimiento. Y hay muchas razones para no hacerlo. Mateo
18:34,35 dice:

68
Principios para el trabajo en equipo

Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdu-


gos, hasta que pagase todo lo que le debía.
Así también mi Padre celestial hará con vosotros si
no perdonáis de todo corazón cada uno a su herma-
no sus ofensas.

El próximo principio para el trabajo en equipo es: usar to-


dos tus talentos y habilidades. La iglesia debe funcionar como
un equipo, y para que esto suceda, el equipo necesita tus ta-
lentos y habilidades. Creo que en tu vida hay talentos escon-
didos esperando que los uses. Mientras sirves fielmente en el
lugar o puesto donde estás, comienzas a desarrollar las habi-
lidades que hay dentro de ti. El Creador mora en ti. Ora y con-
fla en él para que su perfecta voluntad se cumpla en tu vida.
En Mateo 25 encontramos la parábola de los talentos que
enseñó Jesús. Mateo 25:13,14 dice:

Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en


que el Hijo del Hombre ha de venir.
Porque el reino de los cielos es como un hombre que
yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus
bienes.

Jesús estaba comparando el reino de Dios con un hombre


que emprendió un largo viaje y decidió reunir a sus siervos.
Esta parábola nos muestra a Jesús como el que emprende el
viaje, nos llamó a ti y a mí y nos entregó sus bienes. Así que
cada uno de nosotros recibió algo de parte de Jesús.
Mateo 25:15 dice:

A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a


cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue
lejos.

69
EL ESCUDERO DE DIOS JI

Jesús usa el dinero como ejemplo, pero si continuamos


leyendo el capítulo 25 encontrarás las siguientes palabras en
el verso 35:

Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve


sed, y me disteis de beber.

Esto nos muestra que no se estaba refiriendo solamente al


dinero, sino también a nuestros dones y llamado que debe-
mos usar para ayudar a los demás. Así que voy a usar la pala-
bra talentos para referirme a nuestros dones y llamado. Jesús
le dio a uno cinco talentos, y a otro dos talentos, y a otro uno.
Entonces, emprendió su viaje después que resucitó de entre
los muertos y ahora nos ha dejado, a cada uno de nosotros,
ciertos talentos para usarlos en su Reino.
Sin embargo, tal vez digas: «Hermano Nance, yo no ten-
go dones ni talentos».
Pero sí los tienes, de acuerdo con 1 Pedro 4: 10 que nos
dice que cada uno de nosotros recibió dones de parte de Dios.
En este asunto no tenemos decisión alguna; Jesús es quien re-
partió los talentos. Por lo tanto, si tú tienes dos talentos y otra
persona tiene cinco, de nada te sirve sentir celos o quejarte.
Antes de yo nacer, Dios no me llamó a comparecer ante
su trono para decirme: «Terry, ya estoy listo para permitir que
nazcas en la tierra, pero antes de que vayas quiero saber ¿cuá-
les talentos te quisieras llevar?»
Yo le diría: «¡Muy bien, Señor! Dame el don de apóstol,
el don de profeta, y ya que estamos en esto, añádeme también
unos cuantos dones de sanidad y otros para obrar milagros».
Lo cierto es que cada uno de nosotros es solo responsable
de sus dones y llamado, y no por el de los demás. Mateo 25: 19
nos dice que llegará el día de «arreglar cuentas». Romanos 14:10
dice que tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo.

70
Principios para el trabajo en equipo

Estoy seguro de que no me tendré que presentar ante Dios


para rendirle cuentas por la habilidad de tocar la batería. No
puedo tocar la batería porque tengo muy poco ritmo. Y si no
lo tengo, pues no lo tengo. Pero tengo otras habilidades que
puedo usar para bendecir al reino de Dios.
Al leer los versículos 22 y 23, verás que Jesús le dice al
que recibió dos talentos lo mismo que al que recibió cinco ta-
lentos. Esto nos demuestra que si somos fieles en el cumpli-
miento de lo que Dios nos dio, recibiremos la misma recom-
pensa. Dios solamente te hace responsable de lo que te ha
dado. Si soy fiel para hacer lo que Dios me llamó a hacer
como Asociado Titular de la Iglesia Ágape, y el Pastor Cald-
well es fiel para hacer lo que Dios lo llamó a hacer, entonces
recibiremos la misma recompensa, porque fuimos fieles con
los dones y el llamado que ambos recibimos.
El Espíritu de Dios dice en forma clara y precisa que ya es
tiempo de activar nuestros dones. No queremos ser como el
siervo de la parábola que recibió un talento y lo enterró. A ese
hombre se le llamó un siervo «malo y negligente».
Tú eres parte de un equipo, y una cadena solo es tan fuer-
te como su eslabón más débil. Por lo tanto, levántate y ata
todo temor y echa fuera de tu vida todas las heridas y ofensas,
y comienza a hacer algo a favor del Reino. Dios comenzará a
añadir dones a medida que tú comiences a usar los dones que
ya posees.
No seas como el hombre que oró diciendo: «¡Señor, úsa-
me! ¡Ú same!» y después de trabajar por un tiempo en la igle-
sia regresó al Señor y le dijo: «¡Señor, me siento usado!»

Dios no crea «personas desechables»


El próximo principio para el trabajo en equipo es uno de
los principales: Reconocer que eres importante y necesario.
Dios nunca creó nada para desechar. En el sistema mundial

71
EL ESCUDERO DE DIOS I/

les atribuimos gran valor a las cosas que son de un solo géne-
ro. Estos son los artículos de incalculable valor. Debes enten-
der que Dios te creó como un ser único y que eres un precioso
regalo dado a la iglesia.
Si con detenimiento examinas 1 Corintios 12:12-25, ve-
rás la importancia de cada miembro del cuerpo. El apóstol
Pablo hizo una comparación entre el cuerpo humano y el
cuerpo de Cristo, y señaló que el cuerpo tiene muchos miem-
bros, pero todos trabajan como un solo equipo.
Así es como el cuerpo de Cristo y las iglesias locales de-
ben funcionar. Al leer los versículos donde Pablo señala que
el ojo no puede prescindir de la mano y viceversa, vemos que
él dice que no debe haber desavenencia entre los «miem-
bros» del Cuerpo.
Nuestras manos, pies y ojos son partes importantes del
cuerpo fisico. Nuestra apariencia sería bastante cómica si
nuestro cuerpo solo fuese una inmensa nariz. Gracias, Dios,
porque no nos creaste así. Eres lo que Dios creó en el cuerpo
de Cristo, y eres un miembro vital. El propósito en todo esto
es conectarte con los demás miembros y trabajar juntos para
cumplir una meta en común.
y Pablo escribió que Dios fue quien colocó los miembros
en el cuerpo como él quiso. Dios nos creó como individuos
únicos y nos dio cualidades que nadie más posee con la mis-
ma exactitud. Cada creyente tiene algo valioso que ofrecer a
Dios y al Cuerpo. Por lo tanto, si soy llamado a funcionar
como una mano, entonces de mí depende ser la mejor mano
posible. Mis dones y talentos agradan a Dios, y por eso sé que
soy valioso para el equipo.
Pablo señaló que hasta los miembros del cuerpo que son
débiles, menos dignos y menos decorosos, son tan importan-
tes como los demás. Por ejemplo, el hígado no tiene nada de
hermoso, pero debemos reconocer que no podemos vivir sin
él. Creo que los miembros internos del cuerpo representan

72
Principios para el trabajo én equipo

los ministerios de ayudas. Siempre están trabajando tras basti-


dores y uno casi nunca los ve.
He escuchado a maestros que se refieren a los que perte-
necen al ministerio de ayudas como individuos de una cate-
goría más baja o corno «jugadores de segunda mano» dentro
del Cuerpo. Esta actitud me llena de mucha tristeza, y creo
que así se debe sentir el Espíritu Santo t~mbién. En el desem-
peño de sus tareas, los ministerios de ayudas son tan impor-
tantes delante de Dios como ser apóstol, profeta, evangelista,
pastor o maestro.
Un gran evangelista me contó que soñó que se encontra-
ba frente al trono de Cristo el día del juicio. Sobre una mesa
había diversos tipos de coronas, pero ell el medio se encon-
traba una corona gigantesca adornada con joyas preciosas, la
cual superaba en belleza a todas las denlás.
Él se detuvo allí y pensó: «Esa debe ser mi corona, por
haber ganado millones para Cristo».
Finalmente, un ángel lo llamó por SU nombre y tornó en
sus manos una corona pequeña que estalJa alIado de la que él
había estado admirando. El evangelista detuvo al ángel y le
preguntó si él le reconocía y si sabía que: había ganado millo-
nes de almas para Cristo.
Pero el ángel le dijo: «Sí, pero esta es la corona que te
pertenece». El evangelista se sintió triste y un poco perturba-
do al recibir una corona tan pequeña.
Entonces se escuchó al ángel mencionar el nombre de
una anciana, esta se acercó y en su cabeza le colocaron la
enorme corona. Inmediatamente el evangelista se interesó en
saber quién era la anciana, y el ángel le dijo: «Esta es la mujer
que fielmente oró por ti».
El evangelista recibió una revelación de que Dios dice
que a veces él le da un honor más abundante a los miembros
que nos parecen que son los menos importantes (1 Corintios
12:22-24).

73
EL ESCUDERO DE DIOS JI

Si piensas cumplir con la parte que te corresponde dentro


del Cuerpo, debes dejar de considerar tu falta de habilidades
y comenzar a usar las que tienes. Conéctate con los demás
miembros, sé fiel a tu iglesia local y comienza a servir de
acuerdo con la visión de la iglesia.

Sirve de acuerdo con la visión


de tu iglesia
En Hechos, capítulo 4, la Biblia nos enseña que a los dis-
cípulos los estaban amenazando por orar en el nombre de Je-
sús. Estos se reunieron con los demás hermanos y comenza-
ron a orar; y cuando hubieron orado, el lugar en el que esta-
ban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu
Santo, y hablaban con denuedo la Palabra de Dios.
Hechos 4:32 hace un importante señalamiento: «La mul-
titud de los que habían creído era de un corazón y un alma».
En otras palabras, estaban de acuerdo. Esa es precisamente la
clave para ver un gran temblor del Espíritu Santo en nuestras
iglesias y ciudades. Cuando nacimos de nuevo todos éramos
de un mismo corazón, porque todos pertenecemos a Jesús.
Pero, ¿somos todos de «un alma»?
Sobre ellos descendió una unción corporativa, porque es-
taban en unidad. Todos tenían la misma visión: llevar el
Evangelio por todo el mundo sin importar el costo personal.
Ellos estaban decididos a permanecer unidos, reconocer la
autoridad de los apóstoles, y seguir lo que a través de ellos Je-
sús les decía.
Dios comunica su visión al corazón del pastor local, y esa
visión debe penetrar al corazón de cada creyente. Entonces,
con un mismo corazón y alma, ellos deben servir para cum-
plir dicha visión. La unción corporativa sobre una iglesia lo-
cal tiene el poder de impactar toda una ciudad.

74
Principios para el trabajo en equipo

¿Cuál es la visión de tu iglesia local? ¿Qué está diciendo


Dios a través de tu pastor? Aprópiate de esa visión y comien-
za a servir alIado de tu pastor, de todo corazón y alma. Pablo
exhortó a los corintios para que hablen todos una misma cosa
y que entre ellos no haya divisiones (1 Corintios 1: 10).
Si estás tratando de hacer cumplir la visión que Dios no le
ha dado a tu pastor, entonces vas a crear división. Tienes que
detenerte y unirte a 10 que el Señor le está diciendo a tu pastor
para que comiences a servir en una misma dirección.
¿En realidad deseas hacer grandes hazañas para Dios?
¿Estás dispuesto a encontrar cuál es tu lugar dentro del Cuer-
po y conectarte con los demás miembros de tu iglesia local?
¿Estás listo para ejercer los dones y talentos que Dios te dio?
Si es así, entonces comienza a servir activamente. Dios no te
va a obligar. Él permite que ejerzas tu derecho a escoger. Pero
piensa todas las cosas que se pueden lograr a favor del reino
de Dios cuando comiences a hacer la parte que te corresponde.
Todos somos llamados a ser escuderos el uno para el otro.
y este compromiso es una responsabilidad para toda una
vida. Ahora es el momento para levantar en alto tu espada es-
piritual y unirte a las filas del gran ejército de Dios. Lograre-
mos juntos la victoria, porque allí donde uno hace que huyan
mil, dos harán que huyan diez mil.
El último principio para el trabajo en equipo es: descansa
en el Señor, y permite que sea él quien te dirija en el cumpli-
miento de Su perfecto plan para tu vida. Debes aprender a
confiar en Dios y dejar que sea él quien haga cumplir el curso
que para ti ha trazado. No debemos apoyamos en nuestra pro-
pia prudencia, porque Dios es el que enderezará nuestras ve-
redas (Proverbios 3:5,6).
Mientras cursaba estudios en Rhema durante el año 1979,
el Señor nos dirigió a renunciar al trabajo que desempeñába-
mos en una iglesia, y que tan solo asistiésemos a otra. Enton-
ces, por primera vez en mi vida, me enfrenté a la realidad de

75
EL ESCUDERO DE DIOS 11

no tener que estar todo el tiempo en la iglesia. Sin embargo,


Kim y yo nos aseguramos de asistir tres o cuatro veces a la se-
mana.
Comencé a trabajar media jornada en una tienda de zapa-
tos, y Kim trabajaba como asistente privada en un hogar de
ancianos. Durante siete u ocho meses estuve llegando al tra-
bajo diez minutos antes del comienzo de mi tumo para sen-
tarme en mi auto y expresar las siguientes palabras:
«Recibí un llamado, y no voy a vender zapatos y oler pies
malolientes durante el resto de mi vida. Señor, cuando yo sal-
ga de este auto, te daré las gracias porque me dirigiré hacia el
ministerio en el cual estoy trabajando jornada completa».
Creímos a Dios en cada aspecto de nuestras vidas, espe-
cialmente en el área económica. Kim les hablaba de Jesús a
los ancianos que ella atendía. Ellos se convertían, y por ser
tan ancianos pronto morían. Mientras estaban vivos, Kim re-
cibía un sueldo. Cuando morían, ¡Kim quedaba desempleada!
Fui al hogar de ancianos y les declaré: «Ustedes vivirán y
no se morirán», pero de todas formas se morían. Le pregunté
a Kim por qué razón ella terminaba cuidando a los pacientes
que ya no tenían esperanza alguna de salvarse. ¿Por qué ra-
zón nunca le asignaban pacientes con una expectativa de vjda
más prolongada?
Tres semanas antes de que concluyera el año escolar, mu-
rió otra de las señoras que Kim cuidaba. Entonces mi jefe me
llamó y me dijo que en tres semanas su hijo tomaría control
del negocio, y que no me iba a necesitar. Así nos vimos mi es-
posa y yo sin trabajo, y sin la probabilidad de unimos al per-
sonal ministerial de una iglesia.
Todas las iglesias que contactamos deseaban saber si mi
esposa tocaba el piano y cantaba. Bueno, ella cantaba, pero
no tocaba el piano, su respuesta era: «Lo sentimos. Necesita-
mos alguien que tenga talento».

76
Principios para el trabajo en equipo

Yo comencé a pensar: «j Querido Señor, yo bien podría


ser el mayor de los necios, o un gran ladrón, pero si mi esposa
tocara el piano yo podría ingresar al ministerio!»
Cierta noche me sentí tan deprimido que me acosté en el
piso de nuestro departamento y lloré hasta más no poder.
Como nunca antes me vi en una gran fiesta de autocompa-
sión. De pronto, en medio de esto, el Señor Jesús interrumpió
mi fiesta. Su voz fue clara y precisa.
Me dijo: «Hijo, ¿por qué lloras? ¿Acaso no sabes que es-
toy aquí arriba intercediendo por ti?»
Temblé de pies a cabeza. De un brinco me puse en pie y
comencé a gritar, bailar y alabar a Dios por su misericordia.
Yo no sabía cómo Dios lo iba hacer, pero en ese momento me
aseguré de que Él tenía un plan para mi vida.
Al siguiente domingo por la mañana, en la iglesia, un jo-
ven al que nunca había visto se me acercó. Él conoció a mi
madre y vio una foto mía cuando estuvo de visita en la iglesia
de mis padres en Arkansas. Este joven no me estaba buscando,
pero esa mañana dio la «casualidad» que se sentó en la mis-
ma fila donde yo estaba y me reconoció. Me invitó a almorzar.
Tres semanas después nos graduamos de Rhema y deci-
dimos regresar a mi pueblo natal, Magnolia, Arkansas, donde
yo podría trabajar en la tienda de zapatos de mi hermano. Sin
embargo, cuando llegamos a casa de mis padres, mi hermano
dijo que no podría usarme en la tienda. Las cosas empezaban
a empeorar con rapidez.
Antes de partir para Tulsa, recibimos una invitación para
dirigir un seminario en la Florida. Y justo antes de partir, el
joven que conocí en la iglesia de Tulsa nos llamó y nos dijo
acerca del Pastor Happy Caldwell. Este hermano había co-
menzado una iglesia en Little Rock y estaba buscando quien
lo ayudara. El joven preguntó si yo estaría interesado en reu-
nirme con el Pastor Caldwell. Demás está decir que no nece-
sité verificar mi agenda ministerial, porque no la tenía.

77
EL ESCUDERO DE DIOS JI

Después que regresamos de la Florida, fuimos a Little


Rock. Se presentaron muchas otras «conexiones divinas»
que Dios preparó en el camino, para que de esa forma mi es~
posa y yo conociéramos a los Caldwell y los ayudáramos con
la visión de alcanzar a Little Rock para Jesús.
Como ves, Dios es e~ mejor <~ugador de ajedrez» que ja-
más existirá. Él sabe cómo y dónde colocarte. Tal vez te en-
cuentres en cierto lugar y sin entender por qué, pero si con-
fías en Dios, al final verás que Él siempre estuvo obrando su
plan divino.
En este libro he narrado algunos de los muchos retos de
mi vida como ejemplo de aquellos que enfrentarás si estás en
la voluntad de Dios. Pero de todos ellos él nos ha librado. Él
orquestó los sucesos de nuestra vida con el fin de plantamos
donde él quiso. Es muy cierto que Dios nos ha hecho Flore-
cer donde nos plantó.
Muchos son los llamados, y pocos los escogidos. Entrar
en el ámbito de los escogidos de Dios requiere oración, fe, in-
tegridad, diligencia y excelencia en el ministerio. Es tu deci-
sión que todos estos se cumplan en tu vida y que se sometan a
la voluntad de Dios, sin considerar el costo personal.
Todos somos escuderos de Dios, marchando hacia delante
para servir en este mundo, y haciendo 10 que nos corresponde
en la tarea de evangelizar a las naciones. No seamos débiles
en nuestra fe mientras continuamos divagando en cuanto a
nuestro llamado se refiere. Hagamos lo que esté al alcance de
nuestras manos, sirvamos a los líderes que Dios llamó y ore-
mos por un mover del Espíritu de Dios en estos últimos días.
Esta es nuestra generación, nuestro día y hora, y nuestro
momento para levantamos y ser las luces que Dios desea que
seamos. Nosotros somos el ejército de Dios, la voz de Dios,
el instrumento de Dios sobre la tierra: Somos las iglesias lo-
cales.

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Para comunicarte con el autor escribe a:

TerryNance
Agape Church
P.O. Box 22007
Little Rock, Arkansas 72221-2007

Porfavor, cuando escribas, incluye tus


peticiones de oración y tus comentarios.

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