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ÍNDICE
Introducción……………………………………………………….………….5
Primera Parte: 1 ÉTICA Y PROYECTO DE LIBERACIÓN..........................9
Capítulo I:
EN TORNO A UNA ÉTICA INTEGRADORA............................................19
1. Ética y sociedad........................................................................................19
2. Ética y antropología……………………..................................................23
3. Reflexiones metodológicas.......................................................................27
Capítulo II:
EN TORNO A UNA ÉTICA TRANSFORMADORA…………………......29
Capítulo IV:
DIMENSIONES Y DESAFÍOS DE LA ETICA...............................................63
1. Proyecto ético y cotidianeidad.....................................................................63
2. Ética y política..............................................................................................67
3. Ética, utopía y ciencia...................................................................................71
Segunda Parte:
ÉTICA Y REFLEXIÓN CIENTÍFICA..............................................................75
Capítulo V:
ÉTICA Y CIENCIAS SOCIALES.....................................................................79
Capítulo VI:
ÉTICA Y PSICOLOGÍA……………………………………………………….91
1. Ética, cultura, identificación.............................................................................91
2. Una nueva élica y una nueva política...............................................................96
3. Ética y teoría crítica........................................................................................103
Capítulo VII:
ÉTICA Y CIENCIAS DE LA CULTURA.........................................................107
1. Las culturas populares...................................................................................107
2. El análisis estructural de los mitos................................................................111
3. Lingüística y comunicación cultural..............................................................114
Capítulo VIII:
CONCLUSIONES METODOLÓGICAS Y PERSPECTIVAS PARA LA
INVESTIGACIÓN...............................................................................................119
Tercera parte:
ÉTICA, PRACTICA SOCIAL, TRABAJO SOCIAL………………………......129
Capítulo IX:
LA CONTRADICCIÓN EN EL TRABAJO DE CAMPO...................................139
Capítulo X:
LA CONTRADICCIÓN EN EL MARCO INSTITUCIONAL............................151
En conclusión.........................................................................................................163
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS.
INTRODUCCIÓN.
Toda introducción obliga a pensar el para qué de lo que se escribe. Surge así espontánea
la pregunta: ¿Para qué una publicación sobre Ética? ¿No se corre el riesgo de caer en los
ya superados manuales filosóficos que tratan de dar una visión totalizante? ¿Tiene
alguna actualidad la reflexión ética, o es más bien un territorio que ha de quedar
relegado al marco de las opciones personales? Los interrogantes son más de fondo: ¿qué
aporte puede dar hoy la Filosofía? ¿No ha sido definitivamente sustituida por las
ciencias, en modo especial, por las Ciencias Sociales? ¿No es una reflexión fuera de la
historia?
Estos interrogantes estarán presentes a lo largo de este trabajo. Es muy probable que no
se encuentren aquí respuestas satisfactorias. O que, por lo menos, cada respuesta genere
nuevos problemas e interrogantes más agudos. Es esta una de las intenciones del
trabajo. No queremos presentar una reflexión terminada, con respuestas totalmente
elaboradas. Queremos que estas páginas susciten preguntas, discrepancias, necesidad de
discutir y de continuar reflexionando sobre este tema.
Hay otra intención que anima este trabajo. Nos preocupa mucho que la reflexión
filosófica sea realmente práctica, en el sentido más auténtico de la palabra. Es decir,
nazca de los desafíos que todos estamos viviendo en el mundo de hoy. El "mundo de
hoy" suele ser una expresión muy abstracta, que de tanto usarla puede no decir nada.
Esta sociedad en la que vivimos, esta América Latina, pobre porque empobrecida, está
sufriendo las consecuencias de un sistema que (Pág.5) genera enormes desequilibrios.
La injusticia, la explotación, la dominación son la realidad cotidiana de las mayorías
oprimidas de nuestros pueblos. Mayorías que han sido relegadas, a las que se les niega
protagonismo e iniciativa.
La filosofía, como cualquier reflexión, no puede quedar al margen de esto. No es
posible la extraterritorialidad. Vislumbramos a la filosofía como necesariamente
comprometida con la lucha de quienes han sido y siguen siendo postergados por la
sociedad capitalista. Por esto entendemos la Filosofía -y la Ética en especial- como una
reflexión teórica estrechamente vinculada a la conquista de la libertad. Hablaremos,
pues de una Ética liberadora.
Liberación, palabra que para muchos ha sido sepultada. Se la considera una moda
propia de la década de los 60 y de la cual hoy ya no tiene sentido hablar. En realidad el
problema no es de palabras. Es de contenidos o, más aún, de proyectos históricos. Hoy
en día nos encontramos frente al resurgimiento de concepciones teóricas que prefieren
olvidar el tema de la liberación, de la revolución, de la lucha de clases. Se construyen
por encima de estas dimensiones históricas considerándolas de carácter ideológico. Y
como tales, definitivamente superadas para una reflexión seria y científica. Muchos de
estos intentos, que a veces se autodenominan como “posmodernistas” postulan una
exigente y rigurosa objetividad. Como si fuera posible ser objetivos, situándose sobre
los sufrimientos que nuestros pueblos están padeciendo. Como si la teoría pudiera echar
un manto de olvido sobre las angustias y clamores de los pueblos, declarando su
caducidad. En general se trata de concepciones teóricas más penetrantes que las teorías
conservadoras, porque logran con mayor sutileza encubrir las contradicciones de la
realidad.
Como no creemos en la neutralidad, preferimos decirlo con absoluta claridad y
queremos reflexionar, con la mayor rigurosidad posible, en torno a una ética y a una
filosofía comprometidas con la liberación de los hombres. Porque además creemos que
la revolución como transformación de las estructuras económicas y políticas, debe ser
gestora de un mundo nuevo, de un mundo de hombres y mujeres nuevas.
Novedad del mundo, novedad de los hombres que debe ser construida desde ya, sin
esperar a que los cambios sobrevengan. Porque no hay estructuras nuevas, si no hay
valores nuevos que (Pág.6) comprometan en la lucha por una sociedad donde la libertad
de cada uno se ligue estrechamente a la libertad de todos.
Históricamente ninguna filosofía fue construida desprendida del progreso de las
ciencias. No existen filosofías absolutas, aunque siempre ha sido pretensión e ilusión de
la filosofía el ser una reflexión absoluta. La filosofía necesita tomar conciencia de sus
propios límites, reconocerse estrechamente unida a los aportes de las ciencias.
Repensarse y reformularse a partir de las ciencias. Pero, a la vez, aportar a las ciencias,
despertando la dimensión de la subjetividad, la acción de los hombres por transformarse
en sujetos.
Por eso también estas páginas intentan descubrir el aporte de la Ética a la elaboración de
las ciencias, pero partiendo de la constatación de que ese aporte, es solo posible desde
las interpretaciones que las ciencias hacen de la realidad. En especial, las Ciencias
Sociales serán un referente constante de este trabajo, en cuanto están preocupadas, no
solo por la interpretación y explicación de la sociedad, sino por su transformación.
Lo anterior nos obliga a decir algo acerca del origen y del contexto de esta reflexión. El
hecho de ejercer la docencia filosófica en ámbitos no propiamente específicos, ha
significado un desafío permanente. Una necesidad de rehacer, lentamente y a través de
constantes rupturas, una reflexión filosófica que pueda aportar a las Ciencias Sociales, a
la Psicología, al Trabajo Social. A esto se une nuestra preocupación y compromiso con
una educación popular liberadora. Educación liberadora, nacida en nuestro continente
como un aporte original al pensamiento universal. Paulo Freire fue y sigue siendo, uno
de sus primeros y geniales pensadores y militantes. Pero hoy ya no es sólo él. La
educación liberadora, como también la teología de la liberación, se extienden por toda
América Latina, conmoviendo y desafiando a las reflexiones rigurosas del pensamiento
eurocéntrico. Junto con otras disciplinas, forman parte de la nueva cultura que los
pueblos latinoamericanos están construyendo. Forman ya parte de nuestra propia
identidad cultural.
Una nueva cultura, rigurosa, creativa, que imagina, pero que analiza las condiciones
para hacer posible lo que esta sociedad nos hace creer que es imposible. Sobre todo una
cultura nacida de las luchas de nuestros pueblos para transformar la situación de
dependencia, estructural y cultural, en la que estamos sumergidos. Por (Pág.7) hacer de
América Latina y de los pueblos del Tercer Mundo, el bloque de la esperanza.
Las reflexiones que siguen trazan algunas perspectivas necesariamente limitadas y que
precisan de una mayor profundización e investigación. Creemos que formulan algunas
respuestas, pero a la vez suscitan hipótesis para continuar actuando y pensando.
Estas reflexiones forman parte de la tarea de investigación vinculada estrechamente a
nuestra docencia en las asignaturas de Ética, en la Escuela Universitaria de Servicio
Social (E. U. S. S.), y de Antropología Filosófica, en el Instituto de Psicología de la
Universidad de la República (I. P. U. R.). Nuestro compromiso es continuar y ahondar
en esta investigación.
El trabajo consta de tres partes:
1. En la primera parte nos aproximamos a una reflexión que sitúa a la Ética en relación a
un proyecto de liberación humana, personal y colectivo. Proyecto donde se relacionan
dialécticamente las dimensiones subjetivas con las objetivas, la vida cotidiana con la
política, la estructura con la cultura, la utopía con la ciencia.
2. La segunda parte focaliza la reflexión ética en el horizonte de las ciencias. Nos
referimos, en forma específica a las Ciencias Sociales, a la Psicología y a las Ciencias
de la Cultura. Concluimos dicha parte con algunas referencias metodológicas a la
educación liberadora y a la investigación participativa.
3. En la última parte, nos circunscribimos a la práctica social, con especial atención al
Trabajador Social, concentrando la reflexión en algunas contradicciones y desafíos que
surgen de la práctica de campo y de la tarea a nivel institucional.
Hemos preferido que la bibliografía vaya acompañando el texto, añadiendo algunos
comentarios a la misma.
Sentimos la necesidad de agradecer a los compañeros con quienes compartimos una
práctica de educación popular, como también a los estudiantes y docentes de los centros
donde ejercemos la docencia, porque con sus cuestionamientos nos han ayudado
muchísimo a vivir y pensar la ética y la filosofía de otra manera.
J.L.R. Montevideo, Julio de 1989
(Pág.8)
"Emerge así por primera vez (y lo que es decisivo, a nivel de las masas) el homo
ideologicus, es decir, la encarnación plena y la realización total de lo que antes sólo
existía en forma parcial e incompleta. La ideología penetró el trabajo, la relación entre
las generaciones, la relación entre los sexos, al punto que se puede decir que lo privado
es político". (2) (Trad. nuestra).
Colletti piensa, sobre todo, a partir de las experiencias del año 68 y detecta en ellas una
crítica del pensamiento ideológico a la sociedad industrializada. De esta sociedad, el
pensamiento ideológico rechaza su objetividad y neutralidad, las reglas de su
organización social, la realidad del trabajo. Indudablemente el pensamiento ideológico
desarrolla una crítica de la ciencia, transformando el postulado de la objetividad en un
saber de clase. Ciencia e ideología son así incompatibles.
Frente a este avance de lo ideológico, Colletti postula la necesidad de construir una
"cultura racionalista nueva", abierta al mensaje de la ciencia. Una cultura que se atiene a
la objetividad de los hechos, por encima de cualquier juicio ético; que acepta las duras
reglas de funcionamiento de la moderna tecnología y que renuncia definitivamente a
proyectar sobre la realidad los propios deseos. Casi pensaríamos en un nuevo estadio de
Comte, donde el hombre tecnológico sepulte definitivamente al hombre ideológico.
Donde la técnica sustituya a la ética. O mejor, donde la técnica se convierta en regla
ética esencial. Principio fundante de toda racionalidad y eticidad. (3)
Refiriendo este planteo al tema que nos interesa, se agudiza el problema formulado al
principio. ¿Con el sepultamiento del "homo ideologicus" no se sepulta también el
"homo ethicus"? ¿El "tecnos" no será la nueva expresión del "ethos"?
En una línea distinta, encontramos en Piaget serios interrogantes en torno a la filosofía
en general, y a la ética en particular. Piaget se muestra preocupado por el papel de
"guía" que ha pretendido desempeñar la filosofía en relación a las otras ciencias.
Poniéndose desde el punto de vista de lo absoluto la filosofía, como saber "ab aeterno",
pretende definir los objetivos de las ciencias, su metodología, sus alcances y sus límites.
Piaget constata que, contrariamente, la reflexión filosófica se desarrolló siempre "a
posteriori" del avance de las ciencias. Tiene, por tanto, un alcance totalmente relativo:
"Si se admiten esos puntos de método parece incontestable que los sistemas más
grandes de la historia de la filosofía, es decir, los que han dado nacimiento a otros
sistemas y han ejercido ellos mismos una influencia duradera, han nacido todos de una
reflexión sobre los descubrimientos científicos de los mismos autores o sobre una
revolución científica propia de su época o inmediatamente anterior". (4)
Desde esta óptica se trata de superar la filosofía como saber supracientífico y, por ello,
metafísico, incontrastable e inverificable.
Con lo que, para Piaget, la filosofía se reduce a una sabiduría ("sophia"), es decir, a un
conjunto de conocimientos plausibles agrupados en función de una "coordinación
general de los valores". (5)
En síntesis: la ética es más bien una sabiduría, un conjunto de valores marcados por la
subjetividad que hacen a un proyecto existencial, asumido por cada uno en forma
personal.
¿Qué lugar le queda a la Ética en el mundo académico? En principio, ningún lugar. Su
lugar es el de las existencias particulares donde cada uno definirá cual es el sentido más
"sabio" de su vida. Y para esto no parece necesario una reflexión seria y rigurosa. La
ética sería un resabio de una filosofía perimida, no adaptada al mundo moderno y a sus
exigencias científicas y tecnológicas. Al máximo, podrá aspirar a ser formalizada bajo la
forma de normas y tecnologías de comportamiento, que tienen una función meramente
pragmática.
En el caso específico del Trabajador Social, la ética debería reducirse a normas y
códigos objetivos que rijan el funcionamiento de la profesión. Más que una disciplina
reflexiva, pertenece al ámbito de lo jurídico-legal. No creemos equivocarnos si
afirmamos que cuando se habla de ética -en el terreno profesional- se la entiende, la
mayoría de las veces, en este sentido legal (la "ética del médico", la "ética del
psicólogo", la “ética del trabajador social", etc.). Con lo que (Pág.13) se disuelve todo el
contenido de la ética. Más que una disciplina es un apéndice complementario. Una
especie de reglamento normativo. Lo extraño del caso es que esta concepción de la ética
-tan exigida por un enfoque "modernizado"- tiene una extraña similitud con la no tan
moderna "casuística" de la moral decadente de la Edad Media. Ejemplos abundantes de
esta casuística reglamentarista la encontramos en los trasnochados manuales de "Moral
Teológica", donde se intentaba describir al detalle lo bueno y lo malo, lo lícito y lo
ilícito, abarcando hasta las mínimas excepciones.
Decimos "decadente" porque no fue ese el enfoque de los grandes pensadores
medioevales. No fue ese el pensamiento, por ejemplo, de un Tomás de Aquino. Para
Tomás de Aquino, la moral teológica debería apuntar a la búsqueda de la felicidad del
hombre "por sí misma". (6)
El bien de la persona era, para él, un fin último. Como pensador comprometido con la
"civilización de cristiandad", esta felicidad y este bien coincidían con la contemplación
del Bien Supremo, o sea, Dios. Por lo tanto, conllevaba un respeto por el orden
jerárquico querido por Dios y demostrado en el mundo natural.
Pero, como pensador abierto a las corrientes no cristianas (particularmente al mundo
árabe), esa moral necesitaba de un sustento sólido y racional. De ahí su preocupación
por buscar fuentes de inspiración en pensadores no cristianos, tales como Aristóteles.
Esta búsqueda de una síntesis le costó serias dificultades con la Iglesia de su época. No
hay en Tomás de Aquino ninguna casuística. En lugar de ésta, Tomás propuso la virtud
de la "prudencia", que no era por él entendida como una postura cuidadosa y temerosa.
La prudencia es la capacidad moral de saber definir cómo actuar en la contingencia de
cada situación histórica, de acuerdo a los principios morales fundamentales. (7)
Señalamos, pues, un paradojal encuentro entre la "tecnología ética" moderna y la
decadente "casuística moral".
Pero si la situación de la ética se nos ha presentado como muy cuestionable -a partir de
la reflexión científica- no parece ser ésta la única variable del problema. Asistimos
también a un resurgimiento de la problemática ética. Resurgimiento también paradojal,
en cuanto motivado por una profunda contradicción. La reflexión ética se nos presenta
como imprescindible para dar fundamento a una civilización (Pág.14) tecnológica. Y a
la vez, la reflexión ética surge como un postulado de acción de los intentos que trae
aparejados la transformación de una sociedad que se considera injusta. Con lo que
queda claro que no se puede hablar de ética en términos absolutos y universalizantes.
Sirve como fundamento para una civilización tecnológica. Y quisiéramos hacer
mención de algún autor en particular.
Nos referiremos, ante todo, a Peter Berger (8), uno de los pensadores contemporáneos
de destacada influencia en el "Instituto sobre Religión y Democracia". Sin extendernos
a sus análisis, simplemente diremos que, para Berger, la sociedad contemporánea
aparece polarizada en los términos más absolutos. Por un lado, los defensores de las
instituciones y de sus nomos, y por otro los portadores del caos, es decir, del
pensamiento utópico. Dado que esta polarización es radical, todas las medidas son
justificadas para el mantenimiento del sistema. En esta óptica la religión y los valores
éticos juegan un papel esencial como legitimadores institucionales. Para Berger estamos
muy lejos del "ocaso de las ideologías":
"La legitimación religiosa se propone relacionar la realidad definida por los hombres
con la realidad suprema, universal y sagrada. Las construcciones intrínsecamente
precarias y transitorias de la actividad humana reciben así la apariencia de la seguridad
y la permanencia supremas. Dicho de otro modo, los nomoi construidos por los hombres
reciben un status cósmico (...). Así las instituciones reciben una apariencia de
inevitabilidad, firmeza y durabilidad análogas a las atribuidas a los dioses mismos". (9)
Una ética de lo absoluto es necesaria para dar carácter sólido a la precariedad de las
instituciones.
Planteos similares pueden encontrarse en el pensamiento de Hayek, solamente que
orientados a justificar el establecimiento de un modelo económico neoliberal:
"La orientación básica del individualismo verdadero, consiste en una humildad frente a
los procedimientos, a través de los cuales la humanidad ha logrado objetivos que ni
fueron ni planificados ni entendidos por ningún (Pág.15) particular y que en realidad
son más grandes que la razón particular. La gran pregunta del momento es si se va a
admitir que la razón humana siga creciendo como parte de ese proceso, o si el espíritu
humano se dejará encadenar con cadenas que él mismo forjó". (10)
En otras palabras: las leyes del mercado y del modelo neoliberal, sólo son entendidas
por los "sencillos de mente y corazón".
Todo hace pensar que, si en algunos ámbitos académicos con posturas progresistas se
pone en un segundo plano a la reflexión ética, en otros ámbitos -no menos académicos-
la reflexión ética cumple un rol fundamental. Un rol que legitima la aceptación del
funcionamiento actual de la sociedad. Extraña e interesante contradicción.
Pero no solamente la ética surge en el contexto legitimador. Surge también en un
contexto de transformación. Y aquí basta sólo insinuar algunos ejemplos (que
tendremos oportunidad de profundizar). En efecto, la "teología de la liberación" hace de
la reflexión ética un punto nodal. Basta conocer algo de los "movimientos sociales" de
todo tipo, para saber que los valores éticos cumplen un papel substancial, en cuanto
denuncia de las relaciones de dominación.
En fin, en toda la problemática contemporánea de los pueblos de América Latina, la
ética tiene un papel indiscutible.
De lo que se sigue que la Ética no está reservada para el dominio de lo privado. Que no
se reduce a una "tecnología ética". Y que exige una seria reflexión y una
fundamentación rigurosa. Pero también, que la ética no está por encima de lo social y de
lo político, y que por lo tanto debemos renunciar a un "neutralismo ético". Esto, además,
es de la esencia misma de la ética, en cuanto compromete a la categoría de la opción.
Cabe, ante todo, destacar que al no existir una ética neutral –puesto que toda ética tiene
que ver con un proyecto de valores personales y sociales- es importante analizar las
posturas éticas frente a la realidad. Conscientes de que aquí se está recurriendo a una
metodología "comprensiva" (Max Weber), que procura establecer "tipos ideales", lo que
haremos es simplificar el planteo hablando de una ética integradora y de una ética
transformadora. Sabemos que, en realidad, ambas éticas se entremezclan, así como se
generan otras (Pág.16) modalidades. No obstante, y por un criterio tipológico y
didáctico, recurrimos a la descripción de estos dos modelos.
Lo que entendemos por ética se irá aclarando a lo largo de este trabajo. Provisoriamente,
distinguiremos entre la práctica ética y la reflexión ética. En cuanto a la práctica ética,
entendemos por tal el conjunto de valores y normas, que orientan a los hombres hacia la
realización de un proyecto personal y colectivo, donde está en juego el significado
mismo de sus existencias.
(Pág.17)
CAPITULO I.
EN TORNO A UNA ETICA INTEGRADORA.
1. Ética y sociedad.
"Ha adquirido siempre más este significado de escape destructor, que legitima la
opresión más allá de la propia existencia de la humanidad y de su suicidio colectivo.
Cuanto más el pensamiento moderno se transforma en un pensamiento de praxis, la
referencia al mileno se ha transformado en un pensamiento de la negación de la praxis
liberadora para justificar la destrucción hasta el fin, al prometer la tierra nueva más allá
de este final. De esta manera da un sentido aparente a la destrucción total, y por lo tanto,
a la continuación sin límites de un sistema económico social destructor". (14)
“Tienen que cambiar, para adquirir la dureza del corazón necesaria para lograr un sujeto
capaz de sentir la destrucción del otro como su deber ético máximo". (15)
Desde esta perspectiva, el problema de la deuda externa -que azota a los países de la
periferia del sistema- no es sólo un problema de carácter económico y de carácter
político. Es un problema también ético. La ética obliga a cobrarla, aunque perezcan
varios continentes. En todo caso, la caridad puede ayudar con una parte de la suma
cobrada. Pero la justicia exige cobrarla, es un imperativo categórico.
Esta ética no es sólo una ética secularizada; es una ética que tiene un sustento sacral.
Hay toda una visión teológica que la sustenta. Una teología conservadora que
Hinkelammert sintetiza en la figura del Dios de la muerte:
2. Ética y antropología.
Una de las variables de una ética integradora, es la que podríamos denominar una ética
de la armonía o de la compatibilidad. En esta ética, la armonía es la clave a partir de la
cual se interpreta el universo, ya sea en el orden del ser, como en el orden del conocer,
como en el orden del valor.
(Pág.23)
En el orden del ser, el universo es vislumbrado como una totalidad donde a cada ser que
lo integra compete desarrollar una función específica, comprensible sólo en la
perspectiva de la totalidad. Del conjunto de interacciones, surge una totalidad estable. El
orden del ser y de lo que permanece, constituye la esencia misma de las cosas. El
movimiento es tan sólo un fenómeno accidental. Existe el movimiento como carencia
del ser. Importan más los hechos, lo dado, que los procesos, que el devenir. En este
universo armónico el hombre pierde su esencial originalidad: es un ser más, entre los
demás seres.
En el orden gnoseológico, el acto de conocimiento es interpretado como la adecuación
del intelecto con la realidad. (21) Tanto más verdadero es el conocimiento, cuanto en
mayor y mejor grado refleja la realidad. El ideal de la verdad es alcanzado por aquel
acto intelectual que reproduce la realidad en sí, desposeído de toda participación del
sujeto. En el fondo se maneja un concepto de objetividad que supone correlativamente
la desaparición del polo subjetivo como elemento dinámico del acto cognoscitivo.
Introducir la subjetividad como elemento activo, significa deformar la verdad. El
conocimiento científico se caracteriza precisamente por su elevada capacidad de reflejar
la realidad. La ciencia es la negación de la subjetividad. De ahí que el modelo para
edificar las ciencias sociales, sea tomado a partir de las ciencias naturales.
Pero es quizá en el orden axiológico donde este universo recibe una perfección más
acabada. Si bien pueden surgir contradicciones tanto en el orden del ser como en el
orden del conocer, las mismas se superan por la conformidad a un determinado conjunto
de valores que garantizan la estabilidad del universo. La carga afectiva que acompaña a
todo valor y la presión ejercida por su carácter imperativo, hacen que la adhesión a los
valores sea poderosamente efectiva. A través de los valores se opera entonces la
conformidad al universo, armónico. En fuerza del deber ser los hombres integran su
propia conducta al universo total, que ahora es considerado como el mejor de los
mundos posibles. En un universo arrnónico corresponde a cada hombre cumplir
armónicamente su propio papel. Los valores traducen constitutivamente el rol que a
cada hombre corresponde desempeñar en cada situación histórica. En este contexto es
posible ubicar una de las expresiones usadas por Kant para darle contenido a su
(Pág.24) imperativo categórico: actúa de tal manera que la norma de tu acción pueda
convertirse en ley universal.
Los valores tienen por esencia una característica funcional: se imponen a los hombres
para que éstos desempeñen las funciones que les corresponden. El valor no es
interpretado como lo que aún no es, como una exigencia de ser más y distinto, como un
desafío creativo y novedoso. Más bien el valor es lo ya dado, es lo que me impulsa a la
adhesión al rnundo allí presente. El deber ser es la prescripción para adherir al orden del
ser. (22)
De la misma manera en que conocer significa reflejar la realidad, obrar moralmente
significa respetar el puesto del hombre en el cosmos. En ambos órdenes, la subjetividad
es desplazada. Hay así una enorme analogía entre las leyes del ser y las leyes del deber
ser. Las primeras, las leyes físico naturales, expresan las necesidades del
funcionamiento del mundo. Las segundas, las leyes morales, expresan la necesidad
inexorable de que los hombres desempeñen su propio rol. Es que, en el fondo, el orden
del ser se constituye sobre el fundamento de la ley.
De una interpretación armónica del universo se pasa así a una ética de la conformidad.
Una ética que genera personalidades centradas en la armonía. Se constituye una
verdadera estructura de conciencia a partir de la cual es posible comprender e interpretar
las opciones morales específicas. Está demás decir que en esta ética de la armonía no
cabe el conflicto. Más aún: si el conflicto es considerado, se lo caracteriza como un
hecho inmoral, expresión de la presencia del mal en el mundo.
Para una personalidad centrada en la armonía, su vocación vital radica en la adhesión a
una norma exterior interiorizada a través de la conciencia. La conciencia se vuelve el
lugar revelador de la ley moral. Es el hombre que cree en las jerarquías preestablecidas
de valores, en las normas eternas, en la ley natural inscripta en el fondo de todo ser
humano. Es el hombre que cree o en el destino inexorable o en la voluntad de Dios que
ha ya marcado su propio camino. Necesita, sentirse predestinado para poder actuar. Para
él la libertadm se vuelve ratificación. No es la libertad un valor en sí, sino un
instrumento orientado al cumplimiento de la ley moral. Vale en la medida, en que
ordenada a la totalidad. El hombre más libre es así el hornbre más obediente. Y el
pecado fundamental del hombre es un pecado de (Pág.25) rebeldía, que intenta
introducir el conflicto en el mundo. Cree en la armonía del universo y de la sociedad.
Los desequilibrios generados son hechos necesarios y naturales, absolutamente
inmodificables. La naturaleza es así algo que hay que respetar, no algo para transformar.
Considera la historia humana como una continuidad sin alteraciones: siempre ha sido
así. Interpreta la actualidad como un reflejo del pasado. No tiene conciencia del
acontecimiento como un suceso original e irrepetible. (23)
Su mentalidad fatalista nace de la percepción de la historia como repetición de lo una
vez dado para siempre. Ve en la memoria la capacidad fundamental del hombre, pues en
ella se depositan las sedimentaciones de la tradición. En este sentido es que prefiere la
fidelidad a la tradición que el riesgo de la creatividad.
Es una personalidad que necesita constantemente de pautas y de normas claras para
actuar. Percibe la dependencia como una necesidad para superar su inseguridad radical.
En el fondo no cree en sus propias fuerzas, sino que se aferra a fuerzas exteriores: Dios,
la institución, la profesión.
Prefiere adherir a las necesidades históricas, más que creer en la historia como
expresión de confianza en las energías de los hombres. Teme equivocarse, y por eso se
serena frente a la decisión de una autoridad. Cree así en el carácter infalible de la verdad
definida. Para él la verdad no es la provocación constante a la búsqueda, sino la
serenidad satisfecha de la posesión. Ama la verdad en cuanto la tiene. Su valor
fundamental es la apropiación.
En sus relaciones con los demás establece siempre lazos jerárquicos. Exige de los demás
frente a sí la misma sumisión que él tiene respecto a los otros. No es sólo el hombre que
necesita imponer su voluntad. Es también el hombre que necesita someterse a otra
voluntad. En su fuerza radica su esencial debilidad. La novedad se vuelve así una
amenaza para su propia seguridad. Su realismo le impide entonces toda actitud
profética. Pone sus esperanzas en el más allá, en un mundo que no nace de la
transformación del más acá, sino que se le sobre-añade sin tener nada que ver con él. La
esperanza no es así una experiencia profundamente humana, sino una experiencia
mítica, algo que comienza allí donde termina el esfuerzo de los hombres. Algo que
ahoga todo esfuerzo humano. La esperanza así entendida exige un salto en el vacío que
lo pone fuera de la historia.
(Pág.26)
En esencia, para este tipo de personalidad el principio armonía desplaza al principio
esperanza. (24)
3. Reflexiones metodológicas.
CAPITULO II
EN TORNO A UNA ÉTICA TRANSFORMADORA.
"Por el contrario, mirando a Europa desde el punto de vista de los pobres, y por lo tanto
desde el punto de vista del Tercer Mundo, se es inducido a poner en cuestionamiento la
autenticidad cristiana de los "valores espirituales" que han inspirado la acción de
Europa, que la llevaron a asociar la evangelización con su empresa de colonización".
(29 Girardi) (Traducción nuestra).
(Pág.30)
El surgimiento de la teología de la liberación fue objeto de un análisis preocupante por
parte del Informe elaborado por Nelson Rockefeller. Esta preocupación ha reaparecido
en el último encuentro de ejércitos latinoamericanos, realizado en Mar del Plata. (30)
c) El nuevo pensamiento filosófico latinoamericano. Muy ligado a la teoría de la
dependencia y a la teología de la liberación, surge un pensamiento filosófico que analiza
las raíces históricas de nuestro ser latinoamericano, las condiciones a partir de las cuales
se constituye nuestra cultura y las luchas desarrolladas por nuestros pueblos en orden a
su liberación. En relación a la Ética (puesto que el campo es bastante más amplio)
queremos destacar el aporte de Enrique Dussell, quien ha intentado formular una
filosofía construida con una metodología liberadora. (31)
d) El pensamiento y la práctica de Paulo Freire. El filósofo y pedagogo brasileño tuvo
particular incidencia en la formulación de una metodología educativa liberadora. Su
obra ha sido sometida a una profunda crítica, en general limitada a sus primeras
producciones ("La educación como práctica de la libertad" y "Pedagogía del oprimido").
En forma sintomática, se desconoce la autocrítica realizada por el propio Paulo Freire,
sus experiencias con posterioridad a su expulsión de Brasil y las innumerables obras,
entrevistas, "libros hablados", que este pensador ha publicado. (32)
Hemos indicado tan sólo algunas fuentes históricas, limitadas al contexto
latinoamericano, que se encuentran en el origen de una ética transformadora. Esto no
puede tomarse como sinónimo de prescindencia del aporte histórico indiscutible del
pensamiento ético-filosófico mundial.
Trataremos, a continuación, de describir algunos trazos fundamentales de las
perspectivas y desafíos en los que se enmarca esta ética.
Con anterioridad nos referimos a lo que entendemos por práctica ética o moralidad.
Recordamos que tiene que ver con valores y con un carácter normativo. No se trata de
valores o normas aisladas, puesto que se refieren a un horizonte comprensivo. Este
horizonte está constituido por el proyecto que cada uno ha elaborado en forma (Pág.31),
conciente e inconciente. Es un proyecto significante, pues a partir de él adquieren
sentido los comportamientos particulares.
Es un proyecto que pone en juego el significado de nuestra existencia, puesto que es
aquello por lo que vale la pena vivir y jugarse. En él, las dimensiones individuales se
mezclan con las colectivas. Subyacen concepciones de la vida, de la sociedad del
hombre, del mundo, de la historia. No es un proyecto elaborado de una vez para
siempre, sino que por el contrario se construye en forma permanente. Su construcción se
mediatiza a través de contradicciones, pues no siempre hay correspondencia entre los
valores y normas y entre éstos y el proyecto. Este va cambiando a lo largo de la vida y
en estrecha relación al desarrollo histórico. Sufre cambios bruscos, rupturas, procesos de
regresión. También puede caer en una aceptación pasiva, sumiéndose en el anonimato.
Por momentos, el proyecto que da sentido a la existencia puede ser sin sentido. Y la
existencia humana, llega a convertirse para los sujetos en algo absurdo, que hay que
sobrellevar.
A veces el proyecto aparece explicitado, otras veces no se lo formula y otras veces se
superponen proyectos contradictorios. En la realización de dicho proyecto se juega la
autenticidad e inautenticidad de nosotros mismos. En todos los casos, se va
conformando la propia identidad, no siempre fruto de acciones concientes y voluntarias.
Esta identidad se construye a través de identificaciones, donde los otros, las
instituciones, la sociedad, juegan un rol fundamental. Es consecuencia de sucesivos
autoentendimientos, pero jambién es resultado de permanentes autoencubrimientos. La
verdad y el auto-engaño están siempre en juego. (33)
Es esto lo que constituye el mundo de la moral o de la "moralidad", distinto de la Ética,
como bien lo afirma Sánchez Vázquez:
"La razón proclama que la realidad misma no es verdadera. Su alegato contra el sentido
común, por lo tanto, no es que el sentido común se equivoque (el sentido común no
resiste a ser corregido; también él se esfuerza por ser coherente y disfruta el sentimiento
de estar de acuerdo con la lógica), pero en realidad informa sobre una experiencia en sí
misma falsa por haber nacido de la supresión del potencial humano. Así considerada, la
conciencia del sentido común no es falsa; refleja con fidelidad una existencia que
falsifica el potencial humano auténtico. Por eso, la razón emancipadora va más allá de la
mera crítica epistemológica del sentido común". (35)
La Ética es una reflexión que tiene como objeto la práctica ética o moralidad. Es la
teoría del comportamiento moral de los hombres en sociedad. (36) Es una teoría, porque
elabora categorías de un nivel de abstracción que permite analizar críticamente ese
horizonte de "precomprensión" de la práctica ética. Es teoría científica, en el sentido de
que posee un carácter crítico, sistemático y hasta verificable de sus proposiciones. Por
supuesto que aludimos a un nivel de "verificabilidad" distinto al de las ciencias
positivas. Como conocimiento científico, la Ética aspira a la racionalidad, aún cuando
tenga como objeto de su análisis una acción donde se mezcla mucho la irracionalidad
del comportamiento humano.
A nuestro modo de ver, la Ética tiene además una intencionalidad transformadora. Es
decir, apunta a modificar la práctica ética en el sentido de hacerla transformadora de la
sociedad, de la historia y de sí mismo. Busca quebrar las condiciones que hacen que la
conducta (Pág.33) del hombre sea meramente ratificadora y cosificada. Trata de que los
hombres no sean sólo objetos, sino que se tranformen en sujetos activos, modificando la
realidad y las condiciones que no permiten desarrollar sus potencialidades, porque
ahogan sus energías creativas y originales.
La Ética se convierte así en una reflexión crítico-histórica, precisamente en cuanto
orientada a mostrar la estrecha vinculación que existe entre los comportamientos éticos
y los procesos históricos; entre los mundos simbólicos éticos y los modos de producción
y formaciones sociales que han caracterizado el desarrollo de la historia. Muestra, pues,
la relatividad de las prácticas éticas. (37)
Esto nos lleva a reflexionar brevemente sobre la acción humana, entendida como praxis
transformadora.
Preferimos hablar de "praxis" más que de práctica. En primer lugar, porque el término
ha sido acuñado para señalar su carácter global y no fragmentario. En segundo lugar,
porque el concepto de praxis hace referencia, no sólo a la acción, sino a su
intencionalidad y por lo tanto, al componente cognoscitivo y teórico, ya presentes en la
misma praxis. Todas las filosofías de todas las épocas se han referido expresamente a la
praxis. La filosofía griega, para inscrbirla en un mundo que tenía como supremacía la
teoría, la reflexión especulativa y la contemplación. La filosofía medioeval, para
subordinarla a una racionalidad ligada estrechamente con una concepción teológica. Es
típica la fórmula medioeval, retomada y sistematizada por Tomás de Aquino:
"Philosophia esta ancilla theologiae" (la filosofía como esclava de la teología).
Sin embargo, ha sido con posterioridad al marxismo que puede hablarse de un
desarrollo de una ciencia sobre la praxis, es decir, una ciencia que tiene como objeto la
misma praxis colectiva de los hombres, entendida como praxis transformadora de la
realidad. (38)
Entre los pensadores marxistas, particularmente preocupados por el concepto de praxis,
destacaríamos la figura de Antonio Gramsci. Este pensador y militante político,
caracteriza su reflexión teórica como "filosofía de la praxis". Generalmente se atribuye
esta denominación a las dificultades impuestas por la vida carcelaria y que lo (Pág.34)
condujeron a emplear ese término como sinónimo de "marxismo”. En realidad, hay algo
mucho más que esto y es precisamente el hecho de que para Gramsci la praxis es una
categoría central del pensamiento marxista. (39)
La praxis es constitutiva de la misma esencia del hombre, en cuanto ser que está
permanentemente transformando la naturaleza, las relaciones con los demás hombres,
las relaciones societarias y políticas. Se desarrolla en condiciones materiales e históricas
concretas, que la limitan y condicionan o determinan en última instancia.
Pero, en la medida en que esa determinación no es total, es necesario hablar de una
"praxis creadora", como actividad a través de la cual se expresa la iniciativa histórica de
los hombres en la construcción de la historia. Por lo tanto, la praxis tiene una
intencionalidad profundamente ética, por lo menos en un doble sentido.
Ante todo, por la intencionalidad liberadora de la praxis, en cuanto orientada a
transformar aquellas condiciones sociales y políticas que no habilitan a que todos los
hombres sean auténticamente tales. Condiciones que someten a los hombres a la
alienación y al despojo de su propio ser. En segundo lugar, porque esa intencionalidad
emancipadora supone sujetos que no actúen solamente por el determinismo de las
fuerzas materiales, sino que cumplen un rol de iniciativa en la construcción de un
mundo y de una sociedad donde la necesidad deje paso a la libertad.
Esta praxis ética (aunque no sólo ética) es constitutiva del ser humano, de modo tal que
ya no es posible pensar la naturaleza del hombre como algo inmutable, como esencia
eterna, como substancia que está por detrás de sus actos. Esto nos ayuda a comprender
la dimensión subjetiva y objetiva, a la vez, de la praxis humana. Los hombres son
sujetos de iniciativa histórica, pero desarrollan esa acción en determinadas condiciones
y circunstancias que hacen que la misma no tenga un carácter absoluto.
Si esto es así, dudamos que pueda concebirse al sujeto humano como mero soporte de
estructuras, tal como parecen sostenerlo algunas corrientes filosóficas-marxistas (40).
En cuanto sujeto de praxis, el hombre posee una estructura ontocreativa, como lo afirma
Karel Kosik:
(Pág.35)
"La praxis es la esfera del ser humano (...). La existencia no es sólo enriquecida por la
obra humana; en la obra y en la creación del hombre -como en un proceso ontocreativo-
se manifiesta la realidad y en cierto modo se realiza el acceso a la realidad (...). La
praxis, en su esencia y universalidad, es la revelación del secreto del hombre como ser
ontocreativo, como ser que crea la realidad (humano-social) y que, por lo tanto,
comprende la realidad (humana y no humana; la realidad en su totalidad). La praxis del
hombre no es actividad práctica contrapuesta a teoría; es determinación de la existencia
humana como elaboración de la realidad." (41) (trad. nuestra)
"El método científico es el medio gracias al cual se puede descifrar los hechos. (...) El
hecho es una cifra de la realidad. La no transparencia del hecho para la ciencia ingenua
consiste en la dupliciad del papel por él desempeñado (...). Surge aquí un doble peligro:
describir los hechos históricos tal como deberían haber ocurrido, y por lo tanto
racionalizar y volver lógica la historia, o por el contrario, narrar acríticamente los
acontecimientos (...) despreciando el carácter fundamental del trabajo científico que
consiste en distinguir lo esencial de lo accesorio, así como el sentido objetivo de los
hechos." (46 Kosik) (Traducción nuestra)
Obviamente que nos estamos refiriendo a un determinado modelo marxista, que tiene
similitudes profundas con el materialismo vulgar, tan acervamente criticado por Marx.
Un marxismo que valore la subjetividad, pondrá el acento en el papel que cumple la
conciencia, la cual no es mero reflejo de la realidad. Una conciencia motivada por una
voluntad ética y política. Enmarcada en una concepción de acuerdo a la cual la historia
de la humanidad no es solamente la historia de la explotación del hombre, sino que es
también la historia de la liberación. Es preciso hablar, entonces, de una "insurrección de
la conciencia", no entendida en sentido idealista, sino en el marco de un análisis
científico de la realidad y en la dialéctica transformación material/revolución cultural:
"Es así que la conciencia de la realidad siempre ha sido una conciencia reflejada y, por
lo tanto, enajenada de los intereses de los hombres. Por consiguiente tiene que estarse
insurreccionando constante y periódicamente, facilitando las leyes del desarrollo
histórico y creando los nuevos factores de una vida siempre diferente a la anterior. Si
esta conciencia es el reflejo de la realidad, la (Pág.40) conciencia libre y desalienada
sólo podría darse a través de una lucha conciente sobre y contra la realidad misma; pero
de una realidad que la incluye a sí misma, ya que ella es también parte de la
contradicción anterior." (51 Nuñez Soto)
"La proposición fundamental del método dialéctico, la tesis de que "no es la conciencia
del hombre la que determina su ser", tiene, si se interpreta, la consecuencia necesaria de
que hay que tener prácticamente en cuenta en el punto de inflexión revolucionaria la
categoría de la novedad radical, de la inversión de la estructura económica, de la nueva
orientación del proceso, o sea, la categoría del salto (...) El salto es más bien un proceso
largo y duro. Pero su carácter de salto se manifiesta en el hecho de que cada vez
representa una reorientación hacia algo cualitativamente nuevo; que en él se expresa la
intencionalidad concierne que se orienta al todo de la sociedad; que el salto mismo,
pues, por lo que hace a su intención y a su fundamento, tiene ya su patria en el reino de
la libertad (...) Pero reino de la libertad no es ningún regalo que la humanidad que sufre
bajo el signo de la necesidad vaya a recibir como don del destino, como premio por su
firme sufrir. No es sólo meta, sino también medio y arma de lucha." (55 Lukacs)
(Pág.42)
4. Praxis, historia, tensión ética.
"En la relación entre organización y conciencia, estoy seguro que son una misma cosa.
No se puede tener conciencia sin organización y lo contrario: si no hay organización,
entonces no hay conciencia o por lo menos, no funciona bien la conciencia. Tiene que
estar relacionado.
Nosotros lo vemos claro y palpable aquí. Nosotros no teníamos conciencia de por qué
estábamos organizados y eso es un problema serio, pues. Entonces, en la medida en que
el trabajo organizativo se ha venido desarrollando, la conciencia y la organización han
avanzado, porque hay algunos aspectos donde la gente participa más.
Es una experiencia que nosotros hemos tenido y es que la gente participa de manera
organizada y masivamente, cuando está realizando algo que a ellos les gusta hacer, que
desean, algo sóbre lo cual están claros el por qué lo están naciendo. De esta forma la
gente participa (Pág.45) de manera organizada y con la conciencia: lo que nosotros
popularmente llamamos voluntad, pues." (57 Peña)
No hay una auténtica ética de la liberación si a la vez no es una ética de la revolución.
El discurso político dominante, la experiencia traumática de la dictadura, han llevado a
que la palabra revolución desaparezca progresivamente. Detrás de la desaparición de la
palabra, se da también un deterioro de su contenido más profundo. En nuestro país
también han colaborado no poco en esto ciertos enfoques inspirados en el
"posmodernismo", lo que motivados en la necesidad de "repensar la izquierda" terminan
formulando una concepción política a la que poco le queda de transformadora.
La revolución es el proceso colectivo más auténtico, porque apuesta a una sociedad
donde los hombres puedan ser realmente libres y no ilusoriamente libres. La revolución
es la lucha por los cambios profundos, tanto a nivel estructural como a nivel cultural,
tanto en el plano colectivo como en el plano personal. Ser revolucionarios es apostar a
una lucha contra la violencia institucionalizada en el sistema. A la violencia que viene
de arriba, a la violencia de las estructuras de dominación y explotación, a la violencia de
la miseria y del sufrimiento de la mayoría de la población. A la violencia que, en pos del
enriquecimiento de unos pocos, destruye las capacidades más auténticas de las grandes
mayorías. La revolución es una apuesta al futuro, pero que nace ya en el presente.
(Pág.46)
CAPITULO III
ETICA Y PROYECTO DE LIBERACIÓN HUMANA.
Retomemos algo ya dicho. La práctica ética o moralidad no está constituida por una
suma de valores y normas. Valores y normas adquieren sentido en relación a un
proyecto de vida, donde se entrecruzan las dimensiones sociales y personales, las
dimensiones concientes y las inconcientes, los actos voluntarios y los involuntarios, las
ansias de libertad y los determinismos. Un proyecto que le da sentido a la vida. Un
proyecto por el cual vale la pena vivir y hasta morir.
Se cruzan aquí preguntas e interrogantes muy serios. ¿Hay posibilidades en nuestra
sociedad de realizar el propio proyecto de vida? En particular, ¿los jóvenes tienen
posibilidad de hacer real su proyecto de vida? ¿Habrá que reconocer que el placer, la
felicidad, la búsqueda de la propia identidad se derrumban frente a una sociedad
destructora? ¿Tendremos que reconocer que nuestra cultura es una cultura de la
infelicidad? En un mundo donde la racionalidad técnica avanza a pasos prodigiosos, ¿no
nos vemos enfrentados a una irracionalidad absoluta? ¿Será que nuestra vida tiene que
desarrollarse en medio de la frustración, de la permanente negación de sí mismo, del
"malestar en la cultura"? ¿No será más realista fabricarse un (Pág.47) mundo ilusorio
donde podamos vivir a nuestro antojo? ¿Un mundo de evasión, de fantasías, donde la
libertad es prescindir de todo?
Estas frustraciones están presentes en muchas opciones de los jóvenes, algunos de los
cuales prefieren refugiarse en un mundo seguro, donde pueda vivirse a plenitud, donde
las drogas permitan huir de este mundo inaceptable. Pero, ¿sólo se evaden los jóvenes
que hacen esa opción? ¿Acaso el mundo de los adultos no tiene otro tipo de drogas?
¿No es también un mundo de adicciones? Adicción al conformismo, al fatalismo, a la
vida despreocupada, a la prescindencia al profesionalismo. ¿No es una adicción el
refugio en un mundo intelectual propio?
¿Es posible que "eros", se realice en esta "civilización"? ¿Hasta dónde el "eros", como
capacidad creadora, no está ahogado por la hipocresía, por las instituciones "sagradas",
por los "roles" asignados de una vez para siempre? ¿En fin, por una vida aburrida, sin
sentido? ¿Hasta dónde no es también una evasión refugiarse en un mundo
"revolucionario" que encuentra sus certezas en el dogmatismo, en las respuestas
repetidas y trasnochadas, alejado de los cuestionamientos? ¿Hasta dónde el mundo
adulto no transmite a los jóvenes un "hombre unidimensional”, tronchado, una suma de
pedazos de vida? Las expresiones pueden sonar poéticas, pero no por ello dejan traducir
la triste realidad de una sociedad monótona. Lejos estamos -a veces- de aquella figura
de "intelectual orgánico" de Gramsci, que aborrecía la indiferencia de los que miran
desde las ventanas cómo otros construyen una sociedad de la que ellos sabrán también
aprovechar...
Son preguntas desafiantes, que superan ampliamente nuestro objetivo en este trabajo.
Pero son preguntas que requieren respuestas. Son preguntas que tienen que ver con
nuestro proyecto ético de vida. Y la Ética -como reflexión crítica y científica- debe
también dar fundamento objetivo a estos proyectos de vida. A una vida que quiere ser
íntegra, pero que muchas veces no encuentra espacios, no ve perspectivas.
Intentaremos describir someramente el significado de una Ética que apuesta a la
liberación del hombre, a nuestra liberación...
(Pág.48)
Entendemos que para una ética de la praxis transformadora, lo que da sentido a los
valores, normas y comportamientos, es la opción efectiva por la liberación humana.
Usando una terminología de la ética clásica, diríamos que el fundamento del valor y de
la norma, es el proyecto de liberación humana. Un proyecto que se define, ante todo,
por su integralidad, en el sentido en que abarca todas las dimensiones de la existencia
humana. En segundo lugar, por su coherencia, no en el sentido en que todo esté dado,
sino en cuanto dimensión permanentemente buscada.
Si la liberación es fundamento de valor, es el fin de la ética, no puede reducirse a medio
o instrumento. No puede ser sacrificada a valores superiores, sencillamente porque no
los hay. Ningún valor ni norma es superior a ella. Ella es lo que da sentido a los valores,
a las elecciones. Liberación no puede ser sacrificada ni a Dios, ni a una institución, ni a
una profesión, ni a un partido. Más bien, todas estas realidades adquieren sentido en
función de la liberación.
En términos de Habermas, el interés emancipatorio es un interés trascendental (no
trascedente), que subyace a los demás intereses que explican el obrar humano: tanto al
interés técnico, como al interés práctico. (59) La liberación supone el rechazo de la
búsqueda del sacrificio por sí mismo como fidelidad a valores superiores. La
emancipación contrasta con una "moral del sacrificio", en cuanto se presenta como
fundante de todo valor. A la inversa, un proyecto de liberación -necesariamente personal
y colectivo- es lo que da significado a los sacrificios, a las opciones y a las renuncias; es
lo que cuestiona las falsas seguridades y los dogmatismos serenos; es lo que impulsa a
una crítica hacia las instituciones represivas, en cuanto bloquean las ansias de libertad
del hombre. La liberación es criterio de moralidad, es un ideal trascendental.
Esto no significa caer en el relativismo o en el pragmatismo; significa que los valores se
definen por la adhesión a las exigencias históricas de la construcción de una sociedad
nueva, y, de un hombre nuevo.
En los términos usados por Hinkelammert, es el proyecto que asegura la vida plena,
donde los hombres se realizan como sujetos (Pág.49) vivos desarrollando a plenitud sus
propias potencialidades y necesidades:
Esto nos pone en sobreaviso de que toda ética liberadora no es simplemente tal por lo
declarativo. Debe ser extremadamente exigente en el autoanálisis de sí mismo, para
descubrir las contradicciones, generadas por la reproducción de esta identificación
violenta.
La identificación liberadora busca ser activa. Es una identificación fundada en la
conciencia crítica. Basada en la confianza en las potencialidades de los hombres,
particularmente de aquellos que más silenciadas tienen sus propias capacidades. Tiende
a suscitar la originalidad y la creatividad del otro, favoreciendo la maduración de su
identidad. Por ello, es una identificación fecunda.
En la medida en que la identificación estructura la personalidad, la orienta en
direcciones profundamente diversas, contribuyendo a formar un tipo diverso de hombre.
O bien una personalidad pasiva, heterodirigida, autoritaria, temerosa de las iniciativas,
de la novedad, del riesgo. O bien una personalidad autónoma, audaz, creativa.
En lo que se refiere al terreno del "fundamento ético" -y pese al formalismo que lo
caracterizaba- el pensamiento kantiano significó un intento importante por recuperar
una identificación autónoma. Frente a las morales heterónomas (de la ley, de la voluntad
de Dios, del hedonismo) Kant exalta una moral autónoma, una razón práctica que es
origen del imperativo categórico ético. Una moral de la madurez, de la desacralización
y, en germen, una moral laica, de la secularización. Creemos que el pensamiento de
Kant marca un hito esencial en "el avance del pensamiento ético moderno.
En una dirección o en la otra, la personalidad del niño es marcada decididamente por
esta identificación. No creemos que decididamente deba interpretarse como
definitivamente, puesto que la identificación parental puede ser sucesivamente puesta en
cuestión con todo el sistema de certezas y valores. Donde la identificación parental ha
sido autoritaria, la maduración personal pasa necesariamente a través de la liberación de
los padres. Es decir, a través del rechazo del carácter paradigmático de dicha relación.
(Pág.56)
"Una vez más aparece la imposición del sistema del terror: "Si lloras, te pego. Puedo
pegarte, porque soy más fuerte. Hasta puedo matarte si quiero. Yo puedo todo sobre ti”
El niño acata Aprende a vivir con miedo. Aprende a ser oprimido. El sistema funciona.
Ya crecerá. Ya oprimirá. Todo llega." (69)
Las nuevas opciones fundamentales estarán siempre relacionadas con nuevas formas de
identificación. La identificación originaria, aun cuando fundamental, no excluye el rol
decisivo de sucesivas identificaciones. La identificación originaria conduce a una
actitud en relación a la sociedad. Una identificación autoritaria con los padres tiende a
producir una análoga identificación con la sociedad. Suscita una actitud receptiva frente
a la sociedad autoritaria. A la inversa, la superación de la identificación parental
autoritaria, lleva en germen el cuestionamiento de una sociedad autoritaria. Decimos en
germen, porque las exigencias sociales no siempre aparecen con claridad. No puede
excluirse el caso de una búsqueda de relaciones interpersonales liberadoras y a la vez la
adhesión a una sociedad autoritaria. Aquí encontramos la clave de movimientos sociales
que apuestan a nuevas formas de relación reducidas a ámbitos comunitarios,
desvalorizando la proyección política. De esta manera se termina adhiriendo al proyecto
vigente de sociedad, que por otro lado se quiere cuestionar. En resumidas cuentas una
ética de la liberación no está librada de contradicciones profundas dentro de su propio
proyecto liberador. La autocrítica es una exigencia ética. Y el apostar a una ética
liberadora no nos exime de ello.
3. Ética liberadora y cultura.
"Los sujetos históricos, por tanto, al contrario de lo que una visión objetivista de la
historia haya inducido a pensar, no justifican su misión por su mera ubicación objetiva
(por ejemplo dentro de las relaciones de producción), sino que se constituyen como
sujetos también por la conciencia que asumen de sus posibilidades. Es el pueblo así
entendido, el sujeto de la nueva cultura; pero, a su vez, esta cultura juega un papel
esencial en su constitución como sujetos". (77)
Muy brevemente señalaremos algunas reflexiones, que nos parecen constituir pistas
interesantes para una investigación ético-liberadora,
Se habla mucho del mundo de la vida cotidiana. El tema 'Vida cotidiana" ha asumido un
papel muy importante en los nuevos enfoques de Trabajo Social. (78) Indudablemente
que el tema no es tan obvio, puesto que su planteo encierra un problema más de fondo.
Nos referimos al problema de porqué la reflexión teórica contemporánea ha olvidado la
dimensión de lo cotidiano. A nuestro modo de ver este es uno más -de los tantos
emergentes- de una elaboración teórica desprendida de la práctica.
El tema supone un cambio metodológico: nos señala, no sólo el punto de partida, sino el
punto de constante referencia. La vida ética no es la de los grandes intelectuales (ellos
también, por supuesto), sino la de la gente común que viva sus valores y opciones
morales en las situaciones específicas de la vida cotidiana. La vida cotidiana es
perspectiva fundamental para la elaboración de una reflexión ética científica.
(Pág.63)
Pero a la vez, queremos señalar que existen ciertos planteos teóricos que absolutizan de
un modo tal lo cotidiano, que no permiten descubrir su relación con las dimensiones
globales de la sociedad. Concepciones que parecen mantenerse en el nivel de lo
descriptivo, sin permitir la elaboración de categorías abstractas e imprescindibles para la
fundamentación de toda teoría. Es necesario trascender la vida cotidiana. Pero, para
esto, no es menos imprescindible permanecer constantemente en ella.
Si nos remontáramos a la reflexión filosófica clásica, quizá podamos descubrir una
cierta continuidad de problemática en relación al tema de la "doxa" y "episteme". En el
caso del pensamiento griego -y del pensamiento escolástico racionalista- existe una
sobre-valoración de la episteme en desmedro de la doxa. Esto se acentúa aún más con el
pensamiento racionalista de la época moderna y sufre una inversión con el surgimiento
de las corrientes fenomenológicas y existencialistas contemporáneas. Estas, acentúan
tanto el valor de lo cotidiano, que llegan a absolutizarlo y transfórmalo en cuasi único
criterio de referencia.
Desde hace unos años la reflexión marxista ha recuperado el concepto de vida cotidiana
y lo ha inscripto en el marco de una filosofía de la praxis. Demás está decir que este
replanteo ha generado serias resistencias dentro del marxismo.
El filósofo y sociólogo Alfred Schutz ha trabajado en profundidad el concepto de vida
cotidiana. Sólo queremos referimos a algunas de sus caracterizaciones. Según este
pensador, la vida cotidiana está constituida por un "acervo de conocimientos" y valores
que constituyen el presupuesto natural para poder actuar. Sin embargo "lo presupuesto"
no se identifica con un ámbito "cerrado", articulado e incuestionable. Lo presupuesto
está rodeado de incertidumbres, de vivencias que se desplazan en un horizonte
indeterminado. (79)
Este horizonte es pasible de determinación y por lo tanto de cuestionamiento. La vida
cotidiana se mueve dentro de horizontes de indeterminación determinables. En este
horizonte se impone al sujeto una estructura temporal. Toda vivencia efectiva tiene
necesariamente un horizonte pasado y un horizonte de futuro. Toda experiencia presente
se relaciona con un contexto de experiencias pasadas y de expectativas futuras. Las
vivencias tienen sentido, no en sí, sino en relación a la propia historia. (80)
(Pág.64)
El acervo de conocimiento personal incluye una serie de tipificaciones acerca de los
demás, acerca de sus actitudes, de sus valores y proyectos. El mundo de la vida
cotidiana no es, pues, un mundo privado, sino el mundo de nuestra experiencia en
común.
Y en este mundo-en-común es donde realizamos nuestras tipificaciones de los demás.
Cuanto más son las tipificaciones sobre las que se erige un tipo individualizado, tanto
más se lo reduce vigorosamente al anonimato. (81)
Las sedimentaciones operadas por el acervo del conocimiento, están determinadas
socialmente. Ciertos elementos de la estructura del mundo son irrevocablemente
impuestos al individuo: una estructura social-histórica, valoraciones sociales
institucionalizadas, enfoques y esquemas interpretativos objetivados en el lenguaje. Es
así que el niño es incluido en un contexto motivacional recíproco, cuyas estructuras de
significatividad están prescriptas y sancionadas. Desde niños internalizamos la
cosmovisión natural relativa. (82)
Esta cosmovisión depende del origen social de las significatividades; en concreto, de
determinadas instituciones especializadas en la transmisión de conocimientos. Como
también depende de dos dimensiones modificables de la estructura social, pero que se
presentan de una manera inmodificable: la división del poder y la división del trabajo.
Por lo tanto, a través de las instituciones que desarrollan los procesos de socialización,
se genera un conjunto de convicciones y valores que definen la propia existencia. Tales
son: un "destino común" (problemas típicamente similares), una "estructura social
fáctica" (relaciones sociales entre sujetos), un lenguaje común, un acervo común de
conocimientos que tiene validez general. Todo esto es pre-dado y conforma un "a priori
histórico social". (83)
Hemos querido indicar, en forma excesivamente simplificada, algunas estructuras de la
vida cotidiana analizadas largamente por Schutz.
Esta vida cotidiana, institucionalizada, que responde a conocimientos preelaborados,
que reproduce pautas y valores dominantes, constituye un horizonte fundamental en
todo proyecto ético de transformación. No se trata de abolir la vida cotidiana, ni de
ignorarla, sino de luchar por una vida cotidiana no alienada.
(Pág.65)
Agnes Heller nos recuerda que la perspectiva revolucionaria de Marx es la abolición
positiva de la alienación. No sólo una abolición destructiva. El punto de partida es
profundamente ético y polítco a la vez. Es necesario que el proyecto ético de liberación
no sólo apunte contra la forma de vida basada en la propiedad privada, sino contra toda
ética y psicología de la apropiación. La sociedad de clases ha reducido todos los
sentidos del hombre al sentido de la propiedad. Este movimiento de negación se basa en
la asunción de valores positivos. El objetivo por lo tanto no es sólo el reemplazo de
formas sociales ya existentes, sino la liberación plena del individuo y de las relaciones
sociales. (84)
En este mismo sentido Bruce Brown apuesta a un método para la reconstrucción
revolucionaria de la vida cotidiana. (83) Esta reconstrucción tiene un carácter
acumulativo, en cuanto incorpora todos los proyectos liberadores no realizados,
abriendo un cauce de expresión a todas las necesidades y energías revolucionarias que
permanecen más o menos implícitas y encubiertas.
Analizando las rutas de la revolución y el socialismo, Orlando Núñez Soto, las tipifica
elaborando tres modelos básicos: en uno se apuesta a la transformación de las
estructuras económicas; en otro, la toma del poder del Estado es el paso necesario para
modificar esas estructuras económicas; en la tercera modalidad se considera esencial
una revolución cultural que cuestione permanentemente el orden de dominación. Son
caminos hacia el socialismo formulados de una manera depurada. En la realidad
histórica, los procesos políticos son más complejos. Aún así, es verdad que
históricamente los procesos revolucionarios y las estrategias acentúan una ruta más que
otra. Para el sociólogo nicaragüense el desafío está precisamente en articular estos tres
caminos de transformación. Refiriéndose específicamente a la revolución cultural
expresa:
"Negar la sociedad anterior es necesario, pero no garantiza más que parcialmente la
construcción de una nueva sociedad, y esto último implica necesariamente una
concienica que se desaliena a sí misma y que emprende directamente el proyecto de
subordinar el capital muerto al hombre y a sus relaciones libres. Aquí las armas no son
ya las inversiones, ni las barricadas, sino la lucha (Pág.66) contra nosotros mismos y
contra las instituciones en las cuales participamos, la lucha contra los valores y la
sustitución de los mismos por otros que apuntan a una alternativa de la existencia que
llevamos, recuperando para ellos todos aquellos pedazos de vida que ya desde ahora se
mueven por intereses diferentes a los del capital y de la civilización". (86)
Recuperar estos espacios donde se gestan valores nuevos, trastocar las estructuras
alienantes de la vida cotidiana, dar expresión a las energías que el pueblo muestra en su
vida cotidiana, es un desafío crítico de todo proyecto ético de liberación.
2. Etica y Política.
"Pienso que el poder y la lucha por el poder tienen que ser reinventados a partir de esa
resistencia que integra un poder popular, de esas expresiones culturales, políticas y
emocionales, lingüísticas, semiológicas que las clases populares apertrechan en la
insurrección contra el poder de la dominación. Es a partir de ese poder, que llamaría de
primario, que el poder y la lucha por el poder tienen que ser reinventados (...). La toma
del poder comienza (Pág.68) a partir de ese pequeño y gran poder, porque a partir de él
se podrá transformar el poder en un poder del que participan las masas (...). El poder
comenzará en las luchas cotidianas, en las acciones cotidianas del hombre (...). El poder
pertenecerá a todos; cada uno se apropiará de la parcela de poder que le corresponde
como ser humano y ese apropiarse del poder permitirá la construcción de una sociedad
en la que el poder será de todos y no de algunos pocos". (89)
Importa señalar aquí que el exilio permitió a Paulo Freire participar o conocer
experiencias revolucionarias (en los países de África, en Grenada, en Nicaragua) y que
hoy, de nuevo en Brasil, ha asumido un compromiso activo, incluso en organizaciones
políticas.
Creemos también que sería muy fecundo -para una reflexión ético política- retomar los
aportes de Michel Foucault. No se trata de caer en un eclecticismo o en una
desvirtuación del pensamiento de Foucault. Se trata de integrar sus aportes a una
concepción global del poder. Es clara su intención de distinguir una "teoría del poder"
de su “analítica del poder”. Pero pensamos que esa analítica del poder abre perspectivas
interesantes para construir el poder desde todos los espacios de la sociedad. Su
concepción de "omnipresencia" del poder, su análisis histórico de los dispositivos de
poder, su visión del poder como una red en la que se entrecruzan estrategias, tácticas
relaciones de fuerza, resistencias y, por fin, su afirmación en que la hegemonía
establecida se asienta sobre estas redes de poder, nos parecen que son aportes a integrar
a la tarea de reinventar el poder. Todo esto supone una determinada actitud en la
pertenencia a las organizaciones que luchan por la liberación (organizaciones políticas,
sindicatos, movimientos sociales, comunidades de base, etc...). Allí la hegemonía se
vuelve liberadora cuando la organización somete su ideología a un proceso constante de
crítica y de reelaboración colectiva. La gran contradicción existe cuando la
identificación con una organización que lucha por una sociedad nueva, es de tipo
autoritaria. No obstante, la síntesis entre organización e identificación liberadora no se
logra nunca de una vez para siempre. Es un proceso arduo, que atraviesa múltiples
contradicciones y conflictos. Pero que está impulsada por la convicción de que es
posible y (Pág.69) necesaria, de que vale la pena intentarlo, porque lo que está enjuego
es la liberación integral del hombre.
Nos viene a la memoria el profundo aporte de Emmanuel Mounier, pensador y cristiano
comprometido, cuando lúcidamente descubría en los cristianos un cierto riesgo de
buscar la organización política ideal, movidos por una lectura "purista" del evangelio.
Sabía, muy bien que el compromiso supone moverse dentro de la contradicción y que la
lógica de la pureza lleva fácilmente al descompromiso.
Desde esta perspectiva, la Ética está profundamente comprometida con la crítica a la
implementación de modelos económicos y polítcos que consolidan la dominación del
imperialismo sobre nuestras sociedades. El problema de la deuda externa resulta ser así,
además de un problema político, un problema ético. El modelo económico neoliberal
apuesta al pago de la deuda externa, ateniéndose a todas las consecuencias. El pago de
la deuda externa supone un verdadero saqueo de nuestros pueblos. Quienes pagan la
deuda externa son las mayorías empobrecidas, son los trabajadores que día a día ven
reducidos sus salarios y sus condiciones de vida, son los habitantes de los barrios y
cantegriles, expulsados de la ciudad, son los desalojados, que no tienen donde vivir,
porque una política de vivienda está subordinada al pago de la deuda. Son las mayorías
populares que bajan de los cerros, como en Venezuela, y que son reprimidas en forma
brutal. Son los pobladores que, como en Argentina, se han visto obligados a tomar por
sí mismos lo que les pertenece; son los sin tierra, que se organizan para ocupar tierras,
porque el derecho a la tierra es un derecho ético para poder vivir. Hoy el imperativo
ético es no pagar la deuda externa. Sencillamente porque ya se la pagó. Pero es también
un imperativo ético unirse para conformar un frente de deudores que se nieguen a pagar
lo que ya se les ha quitado. La deuda externa es la expresión más clara de la violencia
organizada en contra de los pueblos. Y es un imperativo ético resistir esta violencia y
generar caminos para revertir la situación.
El discurso político dominante es profundamente inmoral, porque está fundamentado en
un realismo político que es sinónimo de miseria, condiciones indignas de vida y
represión. El imperialismo ha definido que la deuda es un problema de seguridad
nacional. Lo que en otras palabras significa seguridad de los acreedores para seguir
(Pág.70) succionando a nuestros pueblos. Y a todo esto se le pone el nombre ideológico
de modernización. Decimos ideológico, porque en realidad significa privatización y
extranjerización, miseria y dominación. El mandato evangélico de amar al prójimo se
traduce hoy políticamente en el compromiso por trastocar estas estructuras de
expoliación, luchando por construir una sociedad justa, socialista, nacida de las entrañas
de la identidad nacional de nuestros pueblos.
"El proletariado tiene un mito: la revolución social. Hacia ese mito se mueve con una fe
vehemente y activa. La burguesía niega, el proletariado afirma (...) La inteligencia
burguesa se entretiene en una crítica racionalista del método, de la teoría, de la técnica
de los revolucionarios. ¡Qué incomprensión! La fuerza de los revolucionarios no está en
su ciencia: está en su fe, en su pasión, en su voluntad. Es una fuerza religiosa, mística,
espiritual." (9l)
SEGUNDA PARTE.
ÉTICA Y REFLEXIÓN CIENTÍFICA.
CAPITULO V.
ÉTICA Y CIENCIAS SOCIALES.
Al enfrentarse con este tema una primera sensación es que existe un antagonismo entre
ambos campos del conocimiento. O que, por lo menos, uno y otro se desarrollan con
lógicas distintas. ¿Cómo es posible compátibilizar el mundo de los "ideales" con el
mundo de la "realidad", sobre todo cuando ésta es analizada científicamente? ¿No es un
absurdo pedirle al cientista social que introduzca la dimensión ética en sus análisis?
¿Acaso esto no significaría declarar el final de la ciencia? Por otra parte, ¿cómo es
posible aplicar a la ética el método de la sociología, de la economía, etc.? ¿No es
también un sin sentido "cuantificar" el valor de la solidaridad, el "alcance" de la
libertad, la "energía" de la emancipación? ¿No sería más lógico reconocer una especie
de "coexistencia pacífica", un pacto donde cada disciplina define con claridad sus
fronteras? ¿Pero este pacto funciona cuando el investigador ético tiene que trabajar en
forma interdisciplinaria con el cientista social?
Lamentablemente lo que, muchas veces se constata, es que cada uno desarrolla su
disciplina, definiendo con claridad sus fronteras, cuidando que el otro no las invada y
proclamando las respectivas autonomías. Tenemos así una enseñanza que en sus
programas proclama la interdisciplinariedad, pero que en su práctica, en general, realiza
la multidisciplinariedad.
(Pág.79)
Y sin embargo, la praxis transformadora es única, en el sentido que en ella convergen
todas las dimensiones disciplinarias. Esta es una profunda contradicción que no se
resuelve con facilidad. Una consecuencia de esta dificultad radica en que, generalmente,
depositamos el problema en los estudiantes; a ellos les toca "hacer la síntesis". Esto que,
sin lugar a dudas es verdad, no niega otra verdad: ellos deben hacer la síntesis porque
nosotros no encontramos espacios para hacerla. Más grave aún: porque huímos de esos
espacios. A nadie le cabe la menor duda de que todo trabajo interdisciplinario, encierra
necesariamente el cuestionamiento profundo de la propia disciplina.
Tampoco deja de ser menos verdadero que muchos esfuerzos interdisciplinarios se
convierten, a veces, en verdaderos "paradigmas" de eclecticismo, donde la creatividad
se vuelve sinónimo de improvisación y donde cada uno se siente libre de desarrollar
temas para los cuales no se ha capacitado.
Indudablemente que estamos pagando las consecuencias de la transición de la
Universidad, que a veces corre el riesgo de dejar de ser tan transitoria. No queremos
desconocer las dificultades de esta tarea, el esfuerzo colectivo al que todos los
universitarios estamos obligados a aportar.
Pero tampoco queremos desconocer que el problema es mucho más profundo. Es un
problema de índole epistemológico. Un problema que quizás no se resuelve con planes
de estudios nuevos, sino con instancias de discusión colectiva, donde se confronten
concepciones, métodos; donde se cree un ámbito problematizador, fértil para la
búsqueda interdisciplinaria. (96)
Sin embargo, si esta especie de división de fronteras o de eclecticismo más que resolver
el problema lo profundiza, algo similar ocurre cuando se emplea una lógica antagónica
para analizarlo. El antagonismo conduce a los modelos reduccionistas. El más clásico ha
sido el de la ética (o mejor, la filosofía) situada por encima de las ciencias, cumpliendo
un papel ordenador, definiendo los métodos, delimitando los campos de cada disciplina.
El más actual es el de la ética, reducida a las Ciencias Sociales, agravado cuando éstas
son pensadas dentro de categorías positivistas. Es una especie de reedición del proyecto
de Spinoza (una ética elaborada "more geométrico") (97), que alcanza su máxima
expresión en las corrientes de la "filosofía analítica". (98)
(Pág.80)
Dentro de este modelo, la ética -no siendo una disciplina científica- cae más bien dentro
del campo de lo ideológico. Y, en cuanto tal, es una disciplina subjetiva, un
comportamiento de vida, una actitud. Pero nunca una ciencia. Al máximo será necesario
reconocer los valores éticos del científico en cuanto sujeto individual, o los valores
normativos del sujeto profesional. La ética se reduce a un conjunto de "códigos de ética
profesional".
Propondremos algunas afirmaciones que pueden constituir hipótesis estimulantes para
pensar e investigar más en profundidad el problema.
"El conjunto de esos medios teóricos y prácticos constituye, en su conjunto, una materia
prima ideológica que puede y debe ser teóricamente transformada. Este último punto es
fundamental: en efecto, si toda ciencia es ciencia de una ideología, la "ciencia de las
ideologías" no puede escapar a esta ley; no tiene por tanto como objeto primero una
realidad que sería ideológica bajo sus diversas formas "naturales", sino una teoría
ideológica de la ideología. Las ciencias sociales en su estado actual producen
globalmente esta teoría y en esto consiste su mayor utilidad teórica." (100 Thomas
Herbert)
Una lectura superficial de Max Weber llevaría a pensar que las Ciencias Sociales deben
prescindir completamente de los juicios de carácter moral. No obstante, no es esta su
idea cuando se refiere a una "ciencia libre de valores". El entendía que en el enunciado
de juicios morales, es importante tener la precaución de distinguirlos de los enunciados
que se refieren a hechos. Objetividad científica no es sinónimo de indiferencia moral.
Sin embargo, lo que ha predominado ha sido una concepción de la ciencia social como
excenta de valores morales, construida en una forma objetiva tal, donde no hay lugar
para la, subjetividad. (103)
Existe una cierta continuidad entre el problema de las relaciones de las "ciencias
sociales" y los "juicios de valor", con respecto a la problemática medioeval de la "doble
verdad". En la Edad Media (e incluso con posterioridad), por doctrina de la "doble
verdad" se entendía la coexistencia de una verdad alcanzada por la razón y una verdad a
la que se accedía por la revelación divina. Verdad de la razón y verdad de la fe, verdad
de filosofía y verdad del dogma, ciencia y fe. Para muchos filósofos medioevales estas
dos verdades podían entrar en contradicción, generándose así fuertes tensiones. Las
tensiones se agudizaban en la medida en que se trataba de filósofos y científicos que
creían en la verdad revelada. En el tránsito hacia el pensamiento moderno, el caso más
resonante fue el de Galileo, astrónomo, físico y creyente, condenado a retractarse de sus
afirmaciones.
Para otros filósofos medioevales este problema, en apariencia, no existía, pues siempre
se daba una convergencia de la verdad. Así Tomás de Aquino consideraba que esa
convergencia se lograba a través del sometimiento de la razón a la fe y de la fe que
busca un fundamento racional: "fides quaerens intellectum" (la fe busca una
fundamentación racional) (104)
(Pág.83)
El sociólogo Alvin Gouldner se ha impuesto la tarea de una crítica de la sociología, o
una sociología de los sociólogos. Según él no es posible divorciar la crítica y la
transformación de la sociedad, de la crítica y transformación de las teorías acerca de la
sociedad. Los sociólogos que pretenden separar la elaboración de las teorías de la
modificación social, actúan de acuerdo a una teoría tácita, ni criticable ni perfectible,
porque no alcanza el nivel de la explicitación.
El método empleado para la investigación sociológica, depende de ciertos supuestos
básicos acerca del hombre y la sociedad. Supuestos donde están mezcladas
concepciones acerca de la vida, opciones éticas fundamentales, elementos que integran
un horizonte de precomprensión. Estos supuestos constituyen un conjunto subteórico de
creencias no elegidas, puesto que están internalizadas en nosotros. Se encuentran
arraigados profundamente en nuestra estructura de carácter y muchas veces constituyen
categorías que operan a modo de estereotipos. Esta índole sub-teórica de los supuestos,
incide en forma determinante en la construcción de la teoría. Las teorías sociales -más
allá de sus connotaciones expresas- constituyen una carga de significados que derivan
de sus supuestos básicos. Incluso hay momentos en que los supuestos se convierten en
barreras que inhiben la evolución de la teoría. En otros casos, estos supuestos tienen
incidencia decisiva en el éxito mismo de la teoría.
Según Alvin Gouldner, en la teoría social aparentemente autónoma se refleja el hombre
y su política. La empresa del sociólogo deriva -muchas veces- del esfuerzo por explorar,
objetivar y universalizar algunas de sus experiencias más profundamente personales y
políticas. Al enfrentarse con el mundo social, el sociólogo se enfrenta consigo mismo,
con sus opciones, con sus valores. Hay, pues, un potencial ético presente en toda teoría
sociológica, que ejerce un efecto destacado sobre la misma teoría.
Un supuesto básico que define la orientación de la sociología es el que expresa la
autonomía de la sociedad. Se piensa que la sociedad tiene una vida propia,
independiente de los hombres que la integran. Los hechos sociales se comportan como
fenómenos naturales, guiados por leyes que operan al margen de la intencionalidad de
los hombres. Este supuesto de objetividad científica sin sujetos, conduce a una
contradicción. Por una parte, el sociólogo sostiene que los hombres son moldeados por
la sociedad que se les impone. Por otra (Pág.84) parte considera que la sociología es
autónoma, que no sufre presiones y condicionamientos sociales. En tal caso la premisa
operativa del sociólogo es: los hombres están limitados por la sociedad; yo me
encuentro libre de ella.
Por lo tanto, una sociología reflexiva o crítica, tiene como tarea histórica trascender la
sociología tal como se da hoy en día. Es necesario profundizar la comprensión" del
propio "sí mismo" del sociólogo y de la propia posición en el mundo, para contribuir a
crear un nuevo tipo de cientista, capaz de comprender mejor a otros hombres y a su
mundo social. Es preciso que los investigadores sociales adquieran el hábito de
examinar sus propías creencias y opciones éticas, como examinan las de los demás
hombres. (105)
Esto con lleva la necesidad de superar -en las Ciencias Sociales- una serie de
"polaridades": subjetividad/objetividad, teoría/praxis, estructuras/acontecimientos,
precomprensión/comprensión categoríal, lo personal/lo colectivo. De tal manera que las
Ciencias Sociales se sitúen en una perspectiva “integradora”, es decir, una perspectiva
que busca conocimientos válidos y confiables acerca del hombre que vive en sociedad,
para que éste se vuelva más comprensible a sí mismo. (106)
Es decir, una Ciencia que logre captar la racionalidad presente en toda cultura y la
someta a la crítica de la racionalidad científica. Precisamente porque el contexto social
de los significados se fundamenta en el contexto cultural de la significación. Lo que, en
otras palabras significa que la conciencia humana se encuentra en un contexto donde los
significados (gnoseológicos, culturales, axiológicos) le otorgan al hombre una falsa
identidad. Las Ciencias Sociales apuntan a desenmascarar esta falsa identidad y a
permitir un redescubrimiento de las condiciones primarias que no habilitan al hombre a
ejercer su libertad como quisiera. La dialéctica de la autoconciencia -mediada por el
aporte de las Ciencias Sociales- nos permite resolver la dialéctica de la
identidad/reconocimiento. (107).
Si por pensamiento ideológico aquí entendemos las visiones del mundo y los sistemas
de valores que éstas implican (108), el pensamiento científico supone una ruptura frente
a la ideología: el empleo de un nuevo lenguaje, un nuevo sistema de conceptos, una
nueva problemática. Concretamente postula el pasaje de la denuncia de hechos (Pág.85)
empíricos (pobreza, hambre, desigualdad, etc.) a la identificación de las causas
estructurales.
La ruptura científica exige la superación de todo discurso puramente ideológico que
ignore el análisis de causas, y que se convierte en un obstáculo para el rigor de las
Ciencias Sociales.
Sin embargo, si la ruptura epistemológica concluye afirmando que las visiones del
mundo y los valores quedan relegados a la esfera de las "ilusiones", todos los problemas
sobre el sentido de la vida y de la historia -al no tener una respuesta científica- se
convierten en falsos problemas.
A nuestro modo de ver, ruptura epistemológica significa un cambio global en la
problemática, que hace que las cuestiones ideológicas ya no se planteen como antes.
Más aún, la ciencia está marcada por opciones globales que no está en disposición de
justificar, que sí puede explicitar. El análisis científico no basta para justificar estas
opciones de base, dado que se remite a esas opciones como a su orientación
fundamental. Y es aquí donde intervienen opciones éticas-políticas, proyectos de
hombre y sociedad, que inciden en la misma investigación objetiva. La ideología -como
conjunto de opciones fundamentales- ya no es una visión extraña a la ciencia, sino una
visión estructuralmente relacionada con ella. La unidad entre teoría y praxis exige esta
unidad entre Ciencias Sociales y Filosofía. Sólo una visión dualista de la relación entre
teoría y praxis puede justificar una visión dualista entre ciencia e ideología:
"Si las diferencias entre ciencia e ideología se reducen al peso del factor subjetivo (el
cual a la luz del papel activo del lenguaje en el conocimiento, posee un carácter
cuantitativo), ¿qué nos impide negar que haya entre ellas una diferencia cuantitativa, o
afirmar que existen ciencias ideológicas (es decir, ciencias que poseen indirectamente
una significación ideológica) tanto como ideologías científicas (es decir ideologías que
genéticamente derivan del conocimiento científico de las leyes de la evolución social
(...) A la tesis que enfrenta fundamentalmente la ciencia y la ideología, oponemos una
tesis que admite no sólo la relación entre las proposiciones (Pág.86) de la ciencia y de la
ideología sino también -en ciertos casos- su identidad." (109 Adam Schaff)
La Ética cumple un rol esencial en relación a las Ciencias Sociales. No tanto como
"ética del cientista social", sino como elaboración rigurosa de las opciones éticas que
subyacen a las mismas ciencias y como adquisición de nuevas opciones, en virtud de la
mediación del análisis científico.
A lo que cabe añadir que las disociaciones antes señaladas, constituyen un problema
epistemológico, pero también un problema ético. Y esto en cuanto la Ética apunta a la
totalidad del hombre como proyecto de transformación.
c) Las Ciencias Sociales, orientadas a una práctica transformadora, generan una ruptura
epistemológica y analítica, que encuentra su sentido en relación a una ruptura
emancipadora.
CAPITULO VI.
ÉTICA Y PSICOLOGÍA.
Otros autores, realizan una lectura de "El Malestar en la Cultura", rescatando una
dimensión política, que quizá esté implícitamente presente, pero que no puede separarse
de la ambivalencia del planteo freudiano:
"Freud ya lo mostró: "El proceso que comenzó en relación con el padre concluye ahora
en relación con las masas." ¿Cómo deshacer entonces la culpabilidad, la dependencia y
el sometimiento, sin enfrentar lo que Freud señala: que el obstáculo real que da sentido
a la conducta individual engloba necesariamente el problema colectivo, señala su
relación con la sociedad global? Así la cura tendría que abrirse necesariamente camino
sobre el campo de la acción política, que es el que germina el campo de la cura social a
nivel de la masa." (120 Rozitchner)
Sin entrar en esta polémica, lo que nos parece claro es que hay en el psicoanálisis un
señalamiento de los mecanismos represivos que impiden al hombre ser libre,
proyectándolo en un mundo de ilusiones. Lo que va en la línea de una ética liberadora.
Pero hay también planteamientos que encuentran un límite -casi insuperable- en la
sociead burguesa y dominadora que marcan los límites transformadores del
psicoanálisis freudiano.
Trataremos de ver los aportes de Freud en la línea de una ruptura analítica, en relación a
la ética. Pero, a la vez, lo haremos pensando desde la perspectiva de una ruptura ética,
en el sentido de un proyecto emancipador.
La sociedad actual gira en torno a un principio ético fundamental: el principio del orden.
El orden entendído aquí como impulso de repetición que establece de una vez para
siempre la modalidad definitiva de un acto. El orden como negación de la creatividad,
de la búsqueda, de la inquietud. La sociedad del orden es, pues, una sociedad de los
modelos preestablecidos, de las conclusiones adquiridas, de la claridad ya definida.
Existe una profunda analogía entre el proceso de formación de la sociedad represiva y el
proceso de constitución y de evolución del tipo de personalidad que la sustenta. Una
sociedad autoritaria necesita de una personalidad autoritaria. La sociedad represiva
gesta a la (Pág.93) personalidad del orden a través de la función de la censura ejercida
por la conciencia. Imprime el orden a una personalidad dinamizada por el impulso
creativo de la sexualidad, por la capacidad generadora del encuentro con los demás, por
la proyección imaginativa, por los recursos de lucha y solidaridad. El orden se vuelve
freno a la creatividad y se le impone a través de una triple alternativa: la alternativa de
la frustración (cristalización de una personalidad defraudada), la alternativa de la
sublimación (la creatividad es sublimada dentro del marco del orden establecido) y la
alternativa de la compensación (la personalidad autoritaria se impone e impone el orden
y la sumisión).
La función de censura es inseparable, en su origen, de la aparición del sentimiento de
culpabilidad y de la formación del superyo.
Como contrapartida a la represión ejercida por la realidad, el psiquismo desarrolla un
impulso de agresividad. En el enfrentamiento entre la agresividad del psiquismo y la
represión de la realidad, ésta logra que aquella sea introyectada, o sea, dirigida contra el
propio yo. La agresividad se incorpora a una parte del yo en calidad de superyo y asume
la función de conciencia moral. El superyo es una verdadera guarnición militar montada
dentro de una ciudad conquistada. La tensión entre el superyo represivo y el yo
dominado engendra un sentimiento de culpa experimentado como sentimiento de la
necesidad del castigo por la agresividad demostrada. La culpa pasa a ser un sentimiento
jnseparable de la conciencia moral. La misma culpa se vuelve criterio de moralidad. No
es el sentimiento que sigue a la conciencia de haber obrado mal. Es el sentimiento que
define lo que es malo y lo que es bueno, lo que es moral y lo inmoral.
Desde esta óptica, la experiencia ética se relaciona esencialmente con la figura de la
autoridad. Lo malo es experimentado como lo que amenaza la pérdida del amor de la
persona que ejerce la autoridad. El temor a esta pérdida engendra verdaderos
sentimientos de angustia. El superyo se convierte así en el representante de nuestros
padres, en una verdadera instancia parental. Se transforma en la autoridad interior. En el
imperativo categórico, fundamento de todo comportamiento moral.
A través de sucesivos desplazamientos y proyecciones, esta instancia parental es
sustituída por el modelo educativo (tiene autoridad quien "sabe más"), por el modelo
religioso (Dios "todo lo puede"; el [Pág.94] hombre, impotente, necesita de su "gracia"),
por el rnodelo de la autoridad anónima (la autoridad de las normas impuestas), por el
modelo institucional-profesional (las instituciones generan cohesión y son correctivas
de las disfuncionalidades sociales). La aparición del superyo interiorizado, nos lleva de
la mano a la categoría del superyo cultural o colectivo. Es decir, los modelos éticos
dominantes en una época y en una cultura determinada. La ética se constituye así en una
tentativa terapéutica destinada a amoldar las personalidades, de los hombres a las
exigencias de los sistemas sociales. (121 Fromm)
El planteo freudiano ayuda a repensar el proceso de identificación (al cual se ha hecho
ya referencia). La identificación -aún siendo inconciente- orienta decididamente la
conciencia moral y las opciones fundamentales de valor. Se trata de una identificación
violenta, aceptada como normal, y que significa abdicar de aquellas energías, problemas
y opciones éticas que entran en contradicción con ella. Determina la aceptación de la ley
del más fuerte como ley del pensamiento y de las opciones éticas. Esta identificación
favorece el surgimiento de ilusiones que reflejan nuestros deseos, reconciliándonos con
la situación de represión, ocultándola y justificándola. Una identificación liberadora
supone una ruptura analítica. Es decir, un descubrimiento de aquellos
condicionamientos que obligan a pensar que las opciones son "nuestras", cuando en
realidad otros las están tomando por nosotros (se trate de los padres, los docentes, los
profesionales, la Iglesia, el partido, etc....). Nos exige un profundo sentimiento de
sinceridad, no sólo en cuanto a expresar lo que pensamos, sino también en cuanto a
pensarlo que somos. Lleva a una, demitificación de nuestro mundo de valores, como si
éstos fueran resultado de opciones concientes, cuando están determinados por
mecanismos inconcientes. Genera profundas rupturas y cuestionamientos, sobre todo
cuando llegamos a la conclusión de que los valores a los que adherimos, no nos
pertenecen, no nacen de nuestra identidad más profunda. Supone repensar opciones de
vida, que tienen que ver con nuestra profesión, con nuestra fe, con los grandes ideales,
con el camino que hemos elegido. Exige de nosotros mucha audacia y confianza. La
confianza de creer en nuestras energías más profundas, en nuestros aportes
insustituibles.
(Pág.95)
Ruptura analítica suscitada por una ruptura ética. Sólo una ética de la emancipación
despierta en nosotros el interés por la autorreflexión. La ética liberadora cuestiona todas
las opciones que aparecen como dadas de una vez para siempre. La identificación
liberadora supone un gran margen de riesgo, pues pone en entredicho todas nuestras
seguridades.
Con esto entra en crisis nuestra "lógica de ideas claras y distintas", derivada de la
centralidad del "cogito" cartesiano. La identificación liberadora supone una "apuesta".
Fue precisamente a partir de la apuesta que Pascal renovó el planteamiento del
problema de Dios. (122 Lucien Goldman) También con el pensamiento de Kant nos
encontramos ante una apuesta no deducible de la "Crítica de la Razón pura": basta
pensar en los postulados de la razón práctica. El mismo materialismo histórico apuesta a
una sociedad sin clases, aunque las leyes de la sociedad difícilmente puedan mostrar que
ésta es científicamente segura. La "apuesta" -que supone la utopía, tal como fue
entendida- interviene en toda identificación liberadora y afecta profundamente el nivel
de las opciones éticas fundamentales.
"La teoría marxista de la sociedad postula una conexión inmediata entre la estructura de
la personalidad y la totalidad de las relaciones sociales. Considera, en fin, como una
cosa natural que la transformación de las relaciones de producción y propiedad de las
estructuras políticas, etc., de una determinada sociedad produzca un tipo de hombre en
correspondencia con esa nueva sociedad" (...)
Y más adelante Agnes Heller afirma: "La creación del hombre nuevo no es simplemente
el resultado de influencias ideológicas ni el producto directo de las transformaciones de
la estructura social en su conjunto." (123 Heller)
(Pág.96)
En esta línea de pensamiento, el psicoanalista Wilhelm Reich desarrolla su concepción,
mostrando cómo se articulan los factores psicológicos con los estructurales. La novedad
y el desafío de esta síntesis, no pudieron ser aceptados ni por los esquemas
esclerotizados de un marxismo vulgar ni por los de un psicoanálisis ortodoxo y
descomprometido. Más allá de una cierta connotación biologista de su teoría y más allá
de su propio proceso de regresión, importa rescatar de la obra de Reich los estimulantes
aportes que realiza, tanto para una nueva ética como para una buena forma de ejercer la
política. La ortodoxia dogmática de ambos lados hace que, en ciertos ámbitos, aun hoy
en día Reich sea olvidado o desvirtuado. (124 Trotski)
Reich analiza las causas de la derrota del movimiento obrero y de los sectores
progresistas, frente al avance del nazismo. Sus análisis se centran -a este respecto- en el
factor subjetivo. Quizá cabe señalar que no fueron tomados adecuadamente en cuenta
otros factores de índole política. Ya el reconocimiento de la derrota de la clase obrera lo
enfrentó a la línea ortodoxa marxista, para la cual el fascismo era la etapa declinante del
capitalismo y la pauperización económica constituía un factor decisivo en el avance de
la conciencia de las masas:
"La clase obrera acaba de sufrir una gran derrota y con ella todas las fuerzas
progresistas, revolucionarias, generadoras de cultura, que persiguen los ya antiguos
objetivos de liberación de la humanidad trabajadora. El fascismo ha triunfado y a cada
instante consolida sus posiciones (...)."(125 Reich)
"Para adecuarse a la realidad hubiese sido necesario establecer que el trabajador medio
lleva en sí una contradicción, (Pág.97) la oposición simultánea de una postura
revolucionaria y de una traba burguesa. Que él no es, por tanto, ni revolucionario ni
burgués enteramente: su estructura psíquica deriva, de un lado, de su situación de clase
que abre el camino a las posturas revolucionarias; de otro, de la atmósfera general de la
sociedad burguesa, estando ambas en contradicción." (127 Reich)
Es a partir de esta contradicción que Reich profundiza el alcance del factor subjetivo,
formulando su tesis del poder material de la ideología. Si la depauperización de las
masas no generó un auge revolucionario, esto significa que la ideología produce un
efecto de retorno sobre la base material, frenando el despliegue de las fuerzas
productivas. (128)
Incluso a partir de esta concepción de la materialidad de la ideología, Reich elabora un
"mapa ideológico" del comportamiento de las masas, que no necesariamente se
corresponde con su ubicación en la estructura productiva de la sociedad. (129)
El factor ideológico incide constitutivamente en la estructura psíquica de la
personalidad de las masas. Reich puso de manifiesto cómo la ideología hostil a la
sexualidad y al placer -a la que también está expuesta el proletariado- hace que los
hombres sean recelosos, tímidos, temerosos -de la autoridad divina-, obedientes y
dóciles. Esto porque todo impulso de rebeldía o de lucha de clases se encuentra cargado
de una fuerte angustia neurótica. La prohibición sexual de pensar, en última instancia se
convierte en una inhibición para pensar y desarrollar una capacidad crítica, conduciendo
a una lealtad ciega frente a la autoridad familiar y frente a toda autoridad en general. La
ideología anti-sexual y anti-placer crea en la familia, en la escuela, en la Iglesia, un tipo
de ciudadano adaptado al orden de la economía privada y, por lo tanto, respetuoso y leal
frente a las exigencias de las sociedades autoritarias.
En tal sentido la familia monogámica y patriarcal es una "fábrica de ideologías", es
decir, de complejos afectivos e ideológicos que bloquean el descubrimiento de los
intereses de clase. Crea la propensión a establecer lazos vinculares con dirigentes que
imponen una identificación violenta. Las fijaciones incestuosas de la familia y de la
madre constituyen el sostén del "sentimiento de la patria" nacionalista, (Pág.98) de la
ideología nacionalsocialista de la "sangre y de la tierra". Generan el "sentimiento del
honor", del "heroísmo" frente a cualquier causa, la manía de la "pureza" de la raza, etc.
Mientras que los planteamientos políticos de la izquierda ortodoxa ponían el acento en
los aspectos objetivos, en la dinámica necesaria de la historia, en un cierto
"milenarismo" optimista, en los programas políticos y económicos, el
nacionalsocialismo lo hacía exaltando los valores de la patria, del heroísmo, de la raza,
basándose precisamente en esta ambivalencia psicológica y política de la clase obrera.
Si bien los análisis de Reich dedican bastante a la ideología pequeño-burguesa (para él,
base del nacionalsocialismo), también señala el aburguesamiento del proletariado, como
renuncia a su propia condición de clase:
Esto conduce a Reich a relevar la importancia de otros sujetos que tienen incidencia en
la vida política: la juventud, la mujer, los niños y sus derechos, etc... Es una especie de
anticipación de la problemática de los hoy denominados "movimientos sociales".
Obviamente que para Reich, el reconocimiento de estos sujetos no significa negar la
centralidad de la clase obrera, como tampoco el papel' de la lucha de clases en un
proceso de cambio. (135)
Estas reflexiones llevan a demitificar ciertas interpretaciones excesivamente simplistas
de la conciencia de clase. La conciencia de clase no emerge espontáneamente a partir
del lugar que se ocupa en la producción. A veces sentimos hablar de la "falta de
conciencia de clase" y de la "pasividad", como un freno, como algo negativo, como -
una actitud puramente resistente. En tal caso, se impone de "vencer las resistencias". Sin
lugar a dudas no se trata de caer en un psicologismo reduccionista, que todo lo explica
por factores psicológicos. No se trata de pensar que la "terapia psicoanalítica” es la
fórmula de la transformación. Sería un grueso error. Se trata de entender que la
"pasividad" muchas veces se debe a estructuras de conciencia, con raíces
profundamente inconcientes. Así como hablamos de una conciencia de clase, también es
preciso hablar de un "inconciente de clase". Tarea de una ética transformadora es
despertar las energías potenciales que existen en todo ser humano que sufre la opresión
y la explotación, quebrar la dialéctica (Pág.101) del amo/esclavo, partiendo de las
necesidades vitales, cotidianas de las masas para relacionarlas dialécticamente con las
grandes transformaciones estructurales. Tarea, por lo tanto, eminentemente política:
CAPITULO VII.
ÉTICA Y CIENCIAS DE LA CULTURA.
Es indudable que toda Ética está interrelacionada con una ciencia de la cultura. Los
valores éticos son valores culturales. Más aún, en general, son aquellos valores que dan
una coherencia legitimadora a la cultura. Cuando aquí se habla de "Ciencias de la
Cultura" se está recurriendo a un término ambiguo por su amplitud. Con todo, es cierto
que la cultura (o las culturas) es el objeto de múltiples disciplinas, que pueden ir desde:
la Antropología Cultural, Antropología Física, Antropología Política, Antropología
Urbana; la Etnología, la Etnografía, la Lingüística, las Ciencias Hermenéuticas, la
Arqueología, el Análisis del Discurso Ideológico, etc... La interdisciplinariedad exige
que la Ética desarrolle una particular sensibilidad por todas estas disciplinas.
Aquí sólo se hará referencia a tres ejes temáticos, que son de particular interés para la
Ética.
Las investigaciones en torno a los mitos, cumplen un papel científico de validez esencial
para lograr comprender los universos simbólicos -y por lo tanto también éticos- que
subyacen a las representaciones míticas. Los sistemas de valores se mezclan siempre
con mitologías populares, con narraciones, con tradiciones culturales, a través de las
cuales no es tan fácil decodificar los mensajes. Basta pensar en la exégesis bíblica. Las
ciencias exegéticas -tan resistidas en sus comienzos por la autoridad de la Iglesia-
mostraron con veracidad científica que la Iglesia tomaba por verdad aquello que era un
código de transmisión de un mensaje distinto. Esto explica, por ejemplo, la resistencia
de la ortodoxia católica a aceptar la doctrina evolucionista, basándose en que la especie
humana comienza, sobre la tierra, con la exigencia de una pareja. En realidad, no se
reconocía que el mensaje era otro y que estaba siendo transmitido a través de un código
con muchas similitudes respecto a las mitologías mesopotámicas. El análisis de los
mitos aporta un instrumental científico para decodificar la estructura del mito y para no
confundir el código con el mensaje.
Tan sólo a modo de ejemplo -y porque resulta particularmente serio y sugestivo como
investigación- esbozaremos brevemente el aporte del antropólogo Levy Strauss en
relación a los mitos.
El estudio de los mitos conduce a comprobaciones contradictorias. Ante todo, porque
puede parecemos que en un mito todo puede suceder. Pensamos que los mitos
constituyen una sucesión de acontecimientos no sometidos a ninguna regla lógica.
Parecería que toda relación fuese posible y así situamos al mito en el dominio de lo
arbitrario.
Se ha llegado a pensar que los mitos se reproducen con los mismos caracteres en
diversas regiones del mundo y que, por lo tanto encierran siempre la misma
significación. Los mitos son siempre entidades complejas, con una lógica propia, donde
es preciso analizar estructuralmente para poder captar el mensaje respectivo y
específico.
Un mito siempre se refiere a acontecimientos pasados. Pero al mismo tiempo estos
acontecimientos forman parte de una estructura (Pág.111) permanente. Esta estructura
se refiere simultáneamente al pasado, al presente y al futuro.
Para Levy Strauss los mitos tienen un sentido, pero éste no depende de elementos
aislados, sino de la manera en que estos elementos se encuentran combinados. Los
elementos o unidades constitutivas del mito (o "mitemas") configuran estructuras más
complejas o haces de relaciones. El método estructural -además— permite superar una
dificultad que ha sido común a las investigaciones sobre los mitos. La dificultad radica
en la búsqueda de la versión auténtica o primitiva. De lo que en realidad se trata es de
definir el mito por el conjunto de sus versiones. No existe, pues, una versión verdadera
del mito –de la cual las demás serían sólo copias- sino que todas las versiones
pertenecen al mismo mito. A través del ordenamiento de las diversas variables del mito
se logra recomponer el orden, donde parece reinar el caos.
Las diversas versiones se permutan entre sí. La repetición de determinados elementos
facilita descubrir el mensaje del mito. El mito posee, pues, una lógica tan exigente como
aquella sobre la cual se afianza el pensamiento científico. El análisis estructural que
Levy Strauss realiza de varios mitos, le permite descubrir los universos simbólicos
subyacentes a los mismos: la oposición entre vida heroica y vida común, el sentido de la
muerte y la búsqueda de una vida completa, las actitudes pacíficas y las actitudes
agresivas en relación a la conducta humana, las acciones a favor del grupo y en contra
del grupo, etc. (145)
Los valores éticos, las normas, las concepciones de la vida, están siempre contenidas en
las costumbres, tradiciones y mitos. El método estructural ofrece una pista de
investigación interesante y rigurosa, a la cual la Ética debe recurrir, precisamente
porque es su función analizar en forma exigente cómo se manifiesta la moralidad en las
diversas culturas.
Sin embargo creemos que no es adecuado absolutizar el método estructuralista. Paul
Ricoeur, analizando precisamente el método de Levy Strauss, formula una apreciación
que nos parece de interés:
"No puede existir análisis estructural, sin inteligencia hermenéutica del tansfert de
sentido (sin "metáfora", sin translatio), sin esta donación indirecta de sentido que
(Pág.112) constituye el campo semántico a partir del cual pueden discernirse las
homologías estructurales (...). Pero, como contrapartida, no puede existir inteligencia
hermenéutica sin la base de una economía, de un orden en el cual lo simbólico
signifique (...). Lo que llamamos equivocidad, en relación a la exigencia de univocidad
del pensamiento lógico, hace que los símbolos no simbolicen más que en los conjuntos,
que a su vez limitan y articulan sus significaciones" (146) (Trad. nuestra).
"Estudios sobre las formas en que las ideas y el saber, que conforman las ideologías del
pueblo son aprehendidas, construidas y reproducidas cotidianamente. ¿No subsistirá aún
una vocación colonizadora tras el lenguaje aparentemente crítico y comprometido de
algunos proyectos de educación popular? (...) Muy pocas veces estas prácticas de
educación popular... son producto de un conocimiento sólido sobre la forma en que se
procesa, en la vida cotidiana de las clases populares, la "cultura", "la ideología" y el
conocimiento subalterno, sobre los cuales trabajamos". (147)
Por último, quisiéramos hacer una breve alusión a la corriente de Basile Bernstein. El
aporte más interesante de esta corriente radica en (Pág.115) su intento de relacionar los
códigos lingüísticos con el comportamiento de los distintos sectores sociales. Si bien,
por momentos, el análisis parece bastante simplificado y hasta esquemático, es muy
estimulante para investigar la hipótesis de que cada sector social posee su propio
universo lingüístico, su propia sintaxis, su propia estructura gramatical. Abre el camino
a sucesivas investigaciones que no se mantienen en el plano de la generalidad, sino que
parten de unos rigurosos análisis de las modalidades lingüísticas propias de las clases
sociales. Bernstein señala que las instituciones educativas utilizan códigos lingüísticos
propios de las clases superiores, con lo que se dificulta la comprensión intelectual de
quienes pertenecen a las clases inferiores. Pero además nos muestra cómo el código
lingüístico no se reduce a su forma verbal (esto sobre todo en los sectores populares),
sino que recurre a expresiones no-verbales (gestuales, afectivas, etc.).
Los diversos códigos lingüísticos están estrechamente ligados a diversos universos
socio-culturales, a diferentes sistemas y jerarquías de valores y a una estructura familiar
basada en tipos de relaciones diversas y en normas de comportamiento también
diversas" (153)
De este muestreo reducido a algunas pistas de investigación, surge la conclusión de que
los valores éticos están indisociablemente unidos a estructuras discursivas. Y que, por lo
tanto, es preciso un esfuerzo de decódificación para lograr que emerjan los universos
simbólicos, con sus componentes axiológicos. La Ética no puede mantenerse en el nivel
superficial de los valores que se manifiestan, sino que debe incursionar en las
estructuras lingüísticas del discurso. No puede contentarse con una reflexión en torno a
los "mensajes", sino que debe desentrañar los "metamensajes", que muchas veces se
apropian de canales lingüísticos no-verbales. Los hombres nos comunicamos -por
supuesto- emitiendo mensajes. Pero existe un plano no tan fácilmente perceptible, que
es precisamente el de los "metamensajes", que incluso puede hasta entrar en
contradicción con el mensaje manifiesto. Podemos estar transmitiendo determinados
valores simbólicos, pero en el nivel del metamensaje quizás transmitimos valores que
los refuerzan o que los contradicen. Esto exige particular atención a los códigos no-
verbales, donde se estructuran estos metamensajes. Hipótesis que nos parece sugerente
para la investigación Ética, pero que no puede ser verificada si no es (Pág.116)
recurriendo al instrumental que nos ofrecen las Ciencias Lingüísticas.
La dificultad también radica en que, para nuestra cultura occidental, la captación de los
canales no-verbales se ve obstaculizada por el predominio de una cierta lógica racional,
que se inclina por privilegiar la emisión verbal.
(Pág.117)
CAPITULO VIII.
CONCLUSIONES METODOLÓGICAS Y PERSPECTIVAS PARA LA
INVESTIGACIÓN.
TERCERA PARTE.
ÉTICA, PRÁCTICA SOCIAL, TRABAJO SOCIAL.
En esta última parte intentamos relacionar la reflexión ética con la tarea del Trabajador
Social. Nos motiva a esto el hecho de que, por ser docentes en la Escuela Universitaria
de Servicio Social, más precisamente en la cátedra de Ética, procuramos repensar el
aporte de la reflexión teórica a partir de las exigencias planteadas por la formación del
profesional. (157)
Pero además, hay un segundo motivo que no es de menor importancia. Creemos que un
proceso de transformación abarca todas las esferas de la realidad humana. La práctica
social está enmarcada en este proceso de cambio. No puede quedar marginada del
mismo, a riesgo de desarrollarse en un sentido que es funcional al sistema.
Hemos entendido la revolución como un proceso de transformación global, que
compromete las estructuras y la cultura, la vida cotidiana y la acción política. Estas se
relacionan en una forma dialéctica a través de un condicionamiento y de una autonomía,
recíprocos. La práctica debe apuntar a un proyecto global, desarrollando en todos los
niveles una lucha específica. Nada puede quedar ajeno a esta lucha, si asumimos la tarea
de construir una sociedad nueva en todos los planos.
Contrariamente a lo que sostienen las crrientes culturalistas e idealistas, la cultura y la
práctica social no constituyen una esfera (Pág.129) totalmente autónoma. Se desarrollan
como dimensiones esenciales de la lucha económica y política. Es el proyecto histórico-
político de liberación que les da su verdadero significado.
Sin embargo, como ya lo hemos sostenido en anteriores capítulos, la revolución
estructural no genera automáticamente la revolución cultural y social. La hace posible,
en cuanto crea condiciones que permiten su expansión.
Las mismas estructuras no pueden ser renovadas en profundidad si no son construidas
por hombres y mujeres nuevos. Cuando este proceso dialéctico no se verifica, cuando se
apuesta sólo al cambio estructural, se corre el grave riesgo de que se consoliden
relaciones de dominación. Estas, como contrapartida, exigen que sean minorías las que
realizan dicho cambio. Una concepción economicista de la revolución necesariamente
requiere de vanguardias despegadas de las masas, de técnicos, intelectuales y políticos
cuya lucidez no proviene de un contacto orgánico y permanente con el pueblo. El
economicismo es la antesala de la burocratización, así como el culturalismo es el alma y
la ideología de la reacción.
La conciencia no es sólo una condición de la estructura, sino que es un componente
esencial de la misma. Una no puede pensarse sin la otra, por lo menos si creemos que la
liberación tiene una inspiración totalizante. Si, como con mucha lucidez Michel
Foucault nos ha enseñado que el dispositivo de poder está presente en todas las
relaciones sociales, un cambio revolucionario implica modificar substancialmente todas
las redes de poder, desde los rincones más recónditos de la sociedad. Transformar el
poder de las estructuras políticas es también transformar el poder de sus ramificaciones
a lo largo y ancho de toda la sociedad.
Las clases explotadas y oprimidas no producen espontáneamente la nueva cultura,
porque sencillamente ninguna clase es espontáneamente revolucionaria. Las clases
dominantes no sólo recurren a la coerción y a la represión. También necesitan -y cómo-
del poder ideológico que ejerce una violencia sobre la conciencia y el inconciente
colectivo del pueblo. Se trata de que las clases subordinadas reproduzcan los modelos
que caracterizan a las clases dominantes, asegurando así que perdure la dominación.
Como hemos visto son modelos que se afincan en estructuras inconcientes,
caracterizadas por el miedo a la libertad, por la voluntad de poder, por la necesidad
(Pág.130) de certezas, por la compensación de ansiedades, por el sentimiento de culpa y
agresión.
La psicología y el psicoanálisis, con su conocimiento de los mecanismos de la
conciencia y del inconciente, pueden aportar elementos decisivos para la transformación
de dichas estructuras. Los mecanismos de producción de la ideología no son siempre
concientes y por lo tanto un análisis profundo de los mismos ayuda a detectar las
relaciones entre cultura y estructura.
En tal sentido, todas las estructuras de la sociedad son estructuras pedagógicas, puesto
que la acción orientada a la transformación de las estructuras es profundamente
educativa. Así como la educación liberal se consustancia con las estructuras de la
sociedad capitalista, así también la educación liberadora debe consustanciarse con la
lucha por las estructuras que darán nacimiento a la sociedad socialista. En esta óptica, la
educación no es un espacio aparte, no es algo complementario, sino que es constitutiva
de un proyecto político.
En nuestro medio, la dictadura operó, además de un proceso de reestructuración del
Estado y de la economía, una represión contra todo tipo de acción política. Surgieron así
un conjunto de prácticas sociales, que de alguna manera canalizaron la ausencia de un
escenario de acción política. Algunas de ellas confluyeron en el movimiento de lucha
contra la dictadura: basta pensar, no sólo en la acción del movimiento obrero, sino
también en la movilización del movimiento cooperativista y en el papel fundamental
que cumplieron las intersociales.
Sin embargo, diversos espacios de la práctica social, quedaron disociados de la acción
política. En sí mismos, pueden resultar interesantes experiencias de autogestión y de
creatividad popular, pero aislados de un proyecto político liberador, pueden
transformarse en islas sin incidencia alguna en el proceso de cambio. La práctica social
volcó a numerosos profesionales, estudiantes, educadores populares, trabajadores
sociales, promotores, a una tarea de campo con una intencionalidad transformadora,
pero que en muchos casos quedó atrapada por las reivindicaciones inmediatas, sin poder
generar una nueva conciencia y un movimiento de mayor envergadura. Las
reivindicaciones de los nuevos movimientos sociales, si no quieren quedar ahogadas en
los microprocesos, deben ser generadoras (Pág.131) de alternativas que
estratégicamente se entrelacen con un proyecto alternativo global.
Sentimos que esto es más urgente, cuando hoy en día se difunde una cierta
interpretación reformista de los movimientos sociales. Se los entiende como propulsores
de nuevos sujetos históricos que deben sustituir a los sujetos tradicionales, más
específicamente, al movimiento obrero. Se descubre en ellos una reivindicación de
luchas específicas contra diversas formas de dominación y se apuesta a ellos como los
nuevos actores. Se los considera como desarrollando luchas que no se articulan con la
lucha de clases de la sociedad y que pretendidamente anuncian la desaparición de la
lucha de clases. De esta manera, se neutraliza el potencial transformador de los
movimientos sociales, reduciéndolos a cumplir un papel funcional dentro de la sociedad
capitalista.
En general, estas nuevas interpretaciones sociológicas reproducen en nuestro medio,
concepciones eurocéntricas que a la vez que dan un relieve importante a la lucha de los
movimientos sociales, propugnan la latencia de la lucha de clases.
En una óptica transformadora, las luchas contra las formas de dominación necesitan
articularse con las luchas contra las formas de explotación. La lucha de clases atraviesa
toda la sociedad y está también presente en cada reivindicación parcial.
Por eso creemos que la práctica social debe apostar a vincular las luchas reivindicativas
con las luchas políticas, la autogestión con la gestión del poder de la sociedad, la
transformación cultural con la creación de nuevas estructuras económicas y políticas. En
una palabra, las luchas parciales con la lucha por un proyecto político popular,
auténticamente democrático y necesariamente revolucionario. Ninguna necesidad básica
puede satisfacerse en el marco del sistema capitalista. Las necesidades humanas son
radicales y exigen ser realizadas rompiendo los marcos del sistema en el que vivimos.
Lo que significa que la práctica social debe orientarse a generar mayor conciencia y
organización, a consolidar las estrategias de unidad de las organizaciones populares,
para dar coherencia y hegemonía a un proyecto transformador.
Corresponde al movimiento obrero un papel insustituible en este proceso unificador.
Pero para ello se requiere que el movimiento obrero levante las reivindicaciones de los
movimientos sociales, (Pág.132) genere instancias de unificación de fuerzas, supere los
intentos de autorregulación requeridos por las clases dominantes, unifique sus propias
luchas y recupere el potencial histórico que caracterizó al Congreso del Pueblo.
En este horizonte de desafíos ubicamos el aporte de los Trabajadores Sociales. Nos
parece que su rol profesional necesariamente se define en relación al proyecto político
global. Su aporte específico se descubre a partir del aporte de todos a la lucha por la
transformación y a la liberación. Pensamos, por lo tanto, en un Trabajo. Social
transformador. Creemos hoy, más que nunca, que éste debe ser su impulso fundamental,
sobre todo en momentos en que muchos apuestan a un Trabajo Social que sea funcional
al sistema, que responda a las exigencias del mercado, que son las exigencias de una
sociedad basada en la injusticia y la explotación. En tal sentido, el movimiento de
reconceptualización no ha terminado, como muchos piensan. Deberá ser continuado de
acuerdo con las nuevas exigencias históricas. La formación rigurosa y científica del
Trabajador Social no puede separarse de su necesaria identificación con los sectores
postergados de la sociedad y con sus luchas por una sociedad distinta.
Para adentrarnos en el tema, recurriremos a algunos aportes de profesionales de Trabajo
Social, que nos faciliten el entendimiento de su propia profesión.
Las exposiciones referidas al Servicio Social, en general parten de la reconstrucción de
su proceso histórico. Algunos autores hablan de la concepción beneficial, la para-
médica, la aséptica, la desarrollista, el intento de reconceptualización, y de un servicio
social con un fundamento antropológico dialéctico. (158) Otros exponen una
concepción del Servicio Social que avanza por etapas: pretécnica, técnica, precientífica
y científica. (159) Por fin, otros autores ponen el acento en las sucesivas ideologías del
servicio social: la ideología liberal, la desarrollista, la revolucionaria. (160)
Lo que evidentemente nos muestra que nos encontramos ante una profesión cuyo
sustento técnico y científico no es ni neutral ni aséptico:
"Otro aspecto genérico sobre la filosofía del Servicio Social, tiene que ver con la
naturaleza de éste. La vieja (Pág.133) querella acerca de si el servicio social es una
ciencia, un arte o una técnica, a esta altura consideramos que ya está totalmente resuelta:
el servicio social es una tecnología social científica. Esto significa que el nacimiento del
servicio social no puede haber producido el fenómeno aludido por Althusser de que "en
la historia del pensamiento humano la fundación de una ciencia importante siempre ha
renovado más o menos la filosofía existente". Al contrario, con el servicio social es
obvio que sucedió el proceso inverso y que la ideología predominante copó el marco
conceptual de la profesión y terminó convirtiéndola en un fetiche. Le cabe a la filosofía
del servicio social, aquí y ahora, desideologizar la profesión del manto liberal,
subjetivista y positivista que le ha cubierto y reideologizarla sobre la base de una
práctica teórica específica, actualizada, comprometida". (161 Kruse)
Es muy probable que este texto citado contenga afirmaciones que susciten polémica
entre los trabajadores sociales. Lo que queremos destacar es el señalamiento de la
necesidad de un fundamento filosófico del Trabajo Social y la incidencia ideológica
sobre el mismo, por parte de determinadas concepciones vigentes. De ahí la necesidad
de una permanente desideologización. Afirmaciones similares encontramos en textos de
otros autores:
Respecto al tema político existe una larga polémica dentro del Trabajo Social. La misma
se remonta a ciertos enfoques dados a la (Pág.134) profesión, en otros contextos
históricos, y que no la distinguieron sustancialmente de la acción de los sujetos
políticos. Ciertas concepciones del Trabajador Social como "agente de cambio" se
convirtieron en sinónimo de "vanguardia del cambio". Con lo que se produjo una
sustitución de los sujetos protagónicos por los trabajadores sociales y un reduccionismo
de las prácticas de éstos a prácticas estrictamente político-partidarias.
El texto citado señala con claridad el enfoque transformador de la profesión y su
compromiso con una opción emancipadora, sin caer en el reduccionismo político.
Finalmente, algo similar encontramos en expresiones de otro autor, cuando se refiere al
carácter también comprometido del trabajador social. En relación a la ideología del
Servicio Social latinoamericano, señala:
"El rol del asistente social se cumple en Latinoamérica en una sociedad subdesarrollada
en proceso de cambio. Su percepción es, por consiguiente, un producto, un derivado de
la estructura social. Frente a esa sociedad, en tanto hombre y profesional, tiene que
optar: "o adhiere al cambio que se encauce en el sentido de la humanización verdadera
del hombre, de su ser más, o queda en favor de la permanencia" (cita a Paulo Freire).
Esa opción determina su rol, sus estrategias, sus métodos o técnicas de acción. Y eso ya
significa asumir un rol conceptual, aunque no tomemos cuenta de ello. El Servicio
Social ha pretendido tener sólo un marco teórico de referencia y mantenerse en la
anodina neutralidad, como si estuviera desconectado del proceso social
latinoamericano". (163 Kisnerman)
En esta línea de pensamiento Kisnerman cuestiona ciertos principios del Trabajo Social
(principio de individualización, de aceptación, de autodeterminación), entendiéndolos
como propios de una concepción basada en la ideología del liberalismo. (164)
Parece ser común -más allá de discrepancias de enfoques- al pensamiento de Hermán
Kruse, Natalio Kisnerman y Vicente de Paula Faleiros, una crítica a un modelo
ideologizado de Trabajo (Pág.135) Social, y la consecuente propuesta en la línea de una
profesión puesta al servicio del cambio. Por la misma senda de reflexión proceden los
trabajos de Otto Maduro, de Enrique Dussel y los aportes CELATS en la perspectiva de
un Trabajo Social que apueste a un "proyecto social", formulado en la óptica de la
transformación. Estas notas previas permiten hacer algunas consideraciones en vistas al
desarrollo posterior. La primera se refiere a ciertas inquietudes y posturas tecnocráticas
que percibimos que están presentes en discusiones que hoy en día se dan entre los
Trabajadores Sociales. Se insiste mucho, y correctamente, en la necesidad de un
fundamento científico del Trabajo Social. Pero, no pocas veces, en la polémica se
suscita una cierta identificación entre fundamento científico y concepción tecnocrática.
Lo que a su vez, supone postular una identificación entre enfoque transformador y
concepción ideológica del Trabajo Social. Mientras que muchos cientistas sociales hoy
en día cuestionan la neutralidad de las Ciencias, una corriente de Trabajadores Sociales
apunta, más bien, a un perfil profesional que se presenta como objetivo, técnico y
neutral.
Este perfil profesional tecnocrático, cuando es llevado a una formulación extrema,
resulta ser funcional a los proyectos "modernizantes", tan en boga hoy en día en el
discurso y en la práctica de los sectores dominantes.
Una segunda consideración se refiere al papel de la Ética. A nuestro entender, una ética
en perspectiva emancipadora, puede realizar un aporte importante a un Trabajo Social
que busca modificar las relaciones sociales existentes. (165) La Ética -y más en general
la Filosofía— aportarian también en la línea de una formación rigurosa, exigente,
proponiendo un horizonte de autoentendimiento y de reflexión crítica, completándose
con el aporte indiscutible de las Ciencias Sociales. Y una última consideración. Todos
los modelos de Trabajo Social hacen referencia a concepciones del mundo, del hombre
y de la sociedad (explícita o implícitamente). Por lo tanto, también están sustentadas en
valores éticos y tienen una infraestructura axiológica. Un aporte sustancial de la Ética
consistiría en demitificar esos modelos, sacando a luz los universos simbólicos éticos en
los que se sustentan. Contribuiría -además- a aportar elementos teóricos que pueden
ayudar a la formulación de nuevos modelos, formalizados por los propios profesionales
y especialistas en Trabajo Social.
(Pág.136)
En el marco de estas consideraciones, avanzaremos mostrando algunos perfiles de la
relación entre Ética y Trabajo Social. Tan sólo nos vamos a referir a ciertas
contradicciones que surgen en la práctica del Trabajador Social cuando se plantea
intervenir sobre la realidad en un sentido transformador. Si bien no es éste el único
aspecto de dicha relación, lo reseñamos porque nos parece medular, tanto en el trabajo
de campo como en el rol desempeñado al interno de las instituciones.
No podemos tampoco obviar una mínima referencia al tema, bastante trillado, de los
códigos de ética profesional.
(Pág.137)
CAPITULO IX.
LA CONTRADICCIÓN EN EL TRABAJO DE CAMPO.
Con el término trabajo de campo queremos aludir a la práctica del Trabajador Social en
los barrios, sindicatos, cooperativas, organizaciones populares de diversa índole. Es
decir, al trabajo ligado a un compromiso con los nuevos sujetos históricos emergentes y
con los sujetos llamados "tradicionales".
Nuestra práctica con estudiantes de Trabajo Social, como también las experiencias que
hemos tenido con Trabajadores Sociales (en Talleres de Educación Popular), nos
impulsan a pensar que existe una gran similitud con experiencias vividas por otros
profesionales y educadores que desarrollan una práctica social (arquitectos, médicos,
investigadores sociales, agrónomos, maestros, etc...). Más aun, sentimos una cierta
similitud con aquellos que están comprometidos en una línea de trabajo que, con
matices diversos, hoy se denomina "educación popular". Los contactos y la
participación ocasional en instancias de Talleres de Formación Teórico Profesional de la
Escuela Universitaria de Servicio Social, reafirman esta percepción que tenemos.
Obviamente que la similitud no borra la especificidad de cada profesional. Es claro que
el Trabajador Social actúa en la práctica de acuerdo a las herramientas de intervención
profesional coherentes con su metodología.
(Pág.139)
Enfrentados al trabajo de campo, todo trabajador social, experimenta una situación
ético-cultural que podríamos caracterizar como de choque o contradicción. Se suele
hablar así de "choque cultural"
Este "choque ético-cultural" tiene que ver con el horizonte existencial del Trabajador
Social. No nos queremos referir tan sólo a sus vivencias. Pensamos más bien en una
estructura de personalidad donde pueden haber influido múltiples factores, tales como:
su origen de clase (que no siempre se identifica con el de los sectores populares), la
situación generada por el propio "status" profesional, la red de relaciones y códigos que
genera la pertenencia al círculo profesional, los conocimientos adquiridos a lo largo de
su formación y el modo cómo los ha adquirido, las opciones políticas que tiene, el
conjunto de necesidades estrechamente ligados a los factores mencionados.
Enfrentado a la práctica de campo, experimenta una contradicción entre lo que es la
estructura de su personalidad y la realidad de los sujetos populares junto a los que va a
trabajar.
Son muchas las situaciones contrastantes con las que se encuentra, especialmente si su
opción es por los sectores populares: miseria, desocupación, extrema pobreza, lucha
permanente por la subsistencia o sobrevivencia, injusticia y explotación, machismo,
relaciones de poder, formas de vida, códigos lingüísticos distintos, relaciones sociales,
expresiones culturales propias, etc.
Muchas veces esta contradicción, en la que juegan un papel fundamental los valores
éticos del profesional, es dejada de lado. Se la puede llegar a considerar como una
situación contingente, como una etapa por la que hay que pasar, como una transición
necesaria, como los primeros pasos de un "entrenamiento" en la práctica de campo,
como un proceso de iniciación.
Se despiertan en el profesional o en el estudiante sentimientos ligados estrechamente a
su estructura de personalidad, algunos de carácter conciente, otros enraizados en el
substracto inconciente: sentimientos de culpa, angustia, deseos de poder, reafirmación
de su rol profesional, necesidades de valoración y autoestima.
Si esta situación no es objeto de una autorreflexión, se oculta un conflicto que es
profundo: el conflicto entre mundos distintos y entre lógicas distintas. Y como todo
conflicto, cuando es reprimido, genera situaciones ambiguas y falsas soluciones
prácticas al rol profesional.
La opción por los sectores populares supone una nueva identificación.
(Pág.140)
Supone reformular la propia identidad operando una transformación de sí mismo. La
lectura y transformación de la realidad, hecha ahora junto a los sectores populares, lleva
consigo una ruptura epistemológica, pero también una ruptura analítica. Es decir, una
ruptura que se opera a nivel de la teoría del conocimiento, pero también a nivel del
inconciente profesional y de clase. Por lo tanto, requiere una situación analítica, donde
el profesional encuentre un espacio colectivo en el que pueda analizar y reflexionar
estas experiencias conflictivas.
Este choque con la realidad, en la medida en que no es tematizado y hecho objeto de
análisis, esconde una profunda ambigüedad, especialmente cuando el profesional ha
realizado una opción transformadora.
Ir a la práctica de campo no es una decisión voluntarista e idílica. Es, por el contrario,
una decisión cuestionadora. En efecto, el profesional ocupa un lugar dentro de la
división del trabajo: es un intelectual, y lo es porque la formación recibida lo ha
conformado como tal. Por otro lado, su opción apunta a ser transformadora, junto a
sectores sociales que se encuentran ubicados en el otro polo de la división social del
trabajo.
Al no tematizarse esto, afloran situaciones conflictivas, no cuestionadas ni analizadas.
El profesional cree honestamente que está cumpliendo a total cabalidad su rol, cuando
en realidad está proyectando su esencial ambigüedad y sus necesidades no resueltas ni
explicitadas. De esta manera, el sentimiento de culpa lo puede conducir, muchas veces,
a una actitud asistencialista o sobreprotectora, aunque éste no sea su deseo conciente.
Trata de subsanar la distancia con actitudes de ayuda y con el ofrecimiento de servicios.
Obviamente este conflicto no es de carácter sólo epistemológico y no se resuelve
plenamente con una formación teórica más sólida. Sin lugar a dudas, la formación
teórica puede aportar mucho para el esclarecimiento de estas situaciones. Pero no es
suficiente. Y no lo es, porque se trata de un conflicto de carácter cultural que exige
volver categorial lo que se manifiesta en el plano existencial, procesarlo y recurrir a un
marco teórico que ayude a su esclarecimiento.
Queremos evitar aquí generar un posible malentendido. No estamos postulando un
modelo terapéutico que, por ser disociado de la práctica social, puede llegar hasta
agudizar la situación conflictiva.
(Pág.141)
Estamos proponiendo la necesidad de espacios analíticos colectivos donde se genera
una situación tal que permite esclarecer estas conflictividadcs. Estamos simplemente
reiterando lo que hemos expuesto con anterioridad: el intelectual orgánico, embarcado
en el proceso de cambio, necesita también cambiar. La práctica social requiere "nuevos"
profesionales, que se van gestando en el contacto cotidiano con los desposeídos.
Indudablemente en este proceso el psicoanálisis puede realizar un aporte insustituible,
en el medida en que es un arte de la interpretación, un proceso de reconstrucción y en
cuanto ofrece herramientas para conocer los mecanismos que actúan como base
inconciente del comportamiento ideológico. Claro está que se trata de un psicoanálisis
que ha roto los marcos de la terapia individual y que se reformula a partir de la
perspectiva de la práctica social y política. Pero también aporta mucho la Antropología
Cultural, en cuanto nos educa a conocer a las lógicas distintas del investigador y de la
cultura investigada. Como así también la Lingüística, en cuanto estudio de los diversos
códigos lingüísticos -verbales y no verbales- que conforman las distintas cosmovisiones
culturales. Y al tratarse de conflictos en los que están en juego valores diversos y hasta
contradictorios, la intervención de la Ética cumple un papel importante en este proceso
analítico.
El choque cultural, al que venimos haciendo referencia, puede a veces resolverse a
través del ocultamiento de las diferencias. El Trabajador Social se presenta así como un
igual, perteneciente a los sectores populares con los que trabaja, mimetizándose al
máximo posible, "proletarizándose". Se genera así una especie de populismo proletario,
acentuado por una cierta concepción romántica del saber popular. Se piensa que los
sectores populares poseen el verdadero saber, que sólo ellos conocen la realidad, por
estar sumergidos en ella. Por lo tanto, se trata de "acompañarlos", de "rescatar" ese
saber, "aprender de ellos". No se capta que estar "sumergido" equivale a no poder
trascender y espejar la situación. Este romanticismo conduce al Trabajador Social a
anular su propio rol, que consiste precisamente en crear las condiciones que permitan
desafiar, reflejar y desarrollar las resistencias transformadoras presentes en el saber
popular. Gramsci expresa muy bien esta situación cuando, refiriéndose a la tarea de la
"filosofía de la praxis", recuerda que no consiste en ir hacia (Pág.142) los sectores
populares para mantenerlos en la situación en la que están.
En no pocas oportunidades hemos sentido, por parte de los estudiantes de Trabajo
Social, resistencias profundas a una formación teórica sólida. Por momentos dicha
resistencia está justificada puesto que experimentan que la teoría que reciben se
encuentra disociada de la práctica que realizan. Pero por momentos también esta
resistencia se debe a que sienten que el saber está en otro lado, con lo que desvalorizan
lo que, después como profesionales comenzarán a exigir.
En algunas ocasiones opera como factor distorsionante, una metodología
pretendidamente no-directiva, por la que se busca que el pueblo se exprese y que
requiere, de parte del Trabajador Social, la Actitud de "solo escuchar", "estar abierto",
dejar que los grupos y comunidades "decidan por sí mismos". No se comprende que la
voz de los sectores populares no es siempre su auténtica voz. Que otras voces hablan
por ellos, a través de sus palabras.
Esta resulta ser una falsa postura, porque también el Trabajador social posee un
conjunto de conocimientos y una determinada concepción de la práctica. Al mostrarse
como no-directivo, cuando en realidad su práctica es intencionalmente directiva,
introduce subrepticiamente mecanismos de control y de dominación sobre las
decisiones de los grupos.
En los hechos contradice la no-directividad proclamada. Se dice ser "igual", cuando en
realidad no lo es y actúa camuflando la desigualdad y manipulando las decisiones
grupales. Tiene temor a ser autoritario y lo que hace es confundir autoridad con
autoritarismo, protagonismo de los grupos con espontaneísmo.
La no-directividad contradice el papel indispensable de intelectual orgánico. Encierra
como un temor oculto a desarrollar su rol de “agente externo". Esta expresión da lugar a
varios malentendidos. No significa que el Trabajador Social no pertenece a los sectores
populares. Al optar por la transformación, el Trabajador Social ha hecho de su causa la
causa de la lucha de los sectores populares. Tampoco significa generar una relación de
dependencia tal que lo convierta en inductor de las decisiones de los grupos. El
protagonismo en las decisiones pertenece a los propios grupos y a las decisiones
populares, jamás al Trabajador Social. En tal sentido, el término agente (Pág.143)
externo no es sinónimo de agente dominador. La categoría de agente externo o mejor
aun, de intelectual orgánico, se refiere al papel metodológico que permite crear las
condiciones para que los sectores con los que se trabaja puedan autodescubrir el mundo
de ilusiones y apariencias que oculta las verdaderas contradicciones de la realidad.
Es un agente catalizador, que estimula el protagonismo de los propios sectores
populares.
Los sectores populares, que son siempre muy sensibles a estas "imposturas",
oportunamente devuelven al profesional la contradicción: señalan cómo realmente está
controlando las decisiones grupales, cómo tiene un conocimiento y un saber que es
deber suyo entregarlo. Lo prefieren con un rol claro, bien definido, y no en una actitud
pasivo-controladora.
El reverso de esta ambigüedad no tematizada, es la figura del, profesional nítidamente
autoritario, que confunde directividad con imposición de sus valores y pautas. Es el
trabajador social colonizador. Su formación crítica en ocasiones lo conduce a descubrir
en los sectores populares tan sólo su alienación: los ve totalmente pasivos, reflejando la
ideología dominante, sin capacidad de respuesta, sumidos en la impotencia. Entonces
recurre a los modelos de trabajo en los que ha sido formado y los impone a los grupos.
Aplica una concepción mecanicista de la motivación: basta mostrar objetivos para
generar motivaciones y conductas. Se aferra a un esquema conductista. No logra
descubrir las capacidades de resistencia, no logra ver que la alienación (así como el
síntoma) es el indicador o el signo de una situación bloqueada que puede ser
modificada. No es un agente catalizador, sino un agente de imposición. Los incita a la
participación, pero procura controlar adecuadamente -aunque no intencionalmente- las
instancias de participación. Inculca sus propios valores, como los auténticos y
transformadores, precisamente porque no detecta la presencia de valores
transformadores en los sujetos de su acción profesional. Y muchas veces termina
sustituyendo los liderazgos naturales, sintiéndose que él es el líder en el proceso de
cambio. Se siente "agente de cambio" y con esta postura sume a los sujetos en la más
profunda dependencia, perdiendo el perfil de su propio rol.
A esta situación de ambigüedad y ambivalencia se sobreañade el problema de la
transferencia de poder. Al desvalorizar la cultura popular, lo que realmente hace es
concentrar poder. Esta concentración (Pág.144) de poder se ve reforzada por un
mecanismo típico por parte de las clases subordinadas: la delegación del poder. Quien
tiene el poder es el profesional, porque sabe, tiene técnicas y metodologías adquiridas.
La desvalorización de sí es desplazada hacia el profesional y transformada en confianza
en él. Concentración de poder y delegación de poder se van reforzando dialécticamente,
en una espiral creciente, y van consolidando una relación de dependencia que entra en
contradicción con la opción transformadora que motiva al profesional. La ambigüedad
se convierte decididamente, ahora sí, en un esquema de dominación.
Estas situaciones que hemos procurado describir, y en parte explicar, no son sólo
inherentes al Trabajador Social. Es lo que, matices más matices menos, le sucede a todo
profesional cuando trabaja con sectores populares y no analiza tematizando el choque
cultural, presente ya al comienzo de la relación. El malentendido inicial se puede volver
un malentendido permanente, no lográndose romper el círculo vicioso.
Creemos que de lo anterior queda clara también la alienación propia de los intelectuales.
Formados en una teoría alejada de la práctica, no capacitados para generar teoría desde
la acción, y desde una acción conjunta con los sectores populares, se encierran en un
mundo de legitimaciones y racionalizaciones que arriesgan coincidir con el mundo de
ilusiones que elabora la ideología dominante. De ahí sus contradicciones profundas, los
compartimientos estancos que establecen, no sólo entre las disciplinas, sino entre sus
opciones y su vida cotidiana, entre su discurso y su acción, entre la teoría política
proclamada y la metodología empleada. Alienación que afecta, a nivel político, las
relaciones entre vanguardia y masas, entre elaboración de estrategias políticas y
acciones de las masas. Es la alienación del cuadro político que se forma en la teoría y el
análisis, alejado del sentir cotidiano del pueblo. Sólo la relación dialéctica con la
práctica y la vida del pueblo puede lograr que el cuadro político, que el intelectual
comprometido, empiecen a darse cuenta que también ellos deben transformarse.
Creemos pues, que este choque y este malentendido deben, ser analizados críticamente
desde el comienzo de la acción profesional. Es imprescindible una permanente
autorreflexión, donde la Ética puede dar un aporte sustancial, porque están en juego
valores y situaciones (Pág.145) que giran en torno a valores. El trabajador social no
puede apostar a un proceso de autorreflexión emancipatoria de los sectores populares, si
él mismo no se somete a este proceso de autorreflexión. Esto requiere de una profunda
actitud autocrítica, una autoevaluación constante, una sólida formación teórico-práctica
en la línea de una Ética transformadora. La Ética aporta elementos teóricos y
herramientas sólidas para ayudar a que la práctica social no se convierta en un proceso
de colonización cultural y axiológica. Y la falta de solidez ética (a nivel vivencial, pero
no menos a nivel teórico) es el terreno propicio para que se generen estas situaciones
ambiguas y frustrantes. La "intervención profesional" es también una intervención
ético-cultural.
A fin de cuentas se trata de que el profesional sea realmente un intelectual orgánico, que
no reniega de su rol como intelectual especializado, ni de sus opciones, pero que está
abierto a replanteárselas y a aprender y enseñar junto a los sectores con los que trabaja.
A partir de esta perspectiva surgen valores y actitudes inseparables del perfil del
Trabajador Social que se autocomprende como intelectual orgánico identificado con la
causa popular. Es un profesional (Pág.146) con un profundo sentido de sus límites, es
decir, alguien que descubre la propia identificación y autoestima dentro de un proceso
de permanente aprendizaje. Aprendizaje junto a los sectores populares co-descubriendo
y co-transformando la realidad. Aprendizaje teórico, analizando e interpretando desde
adentro el universo cultural de los explotados y oprimidos. Esto le exige una formación
teórica muy sólida. No ser rígido nunca es sinónimo de no ser riguroso.
Su práctica necesariamente es investigativa y jamás puede estar animada por la
improvisación. Lo que le supone una constante actitud de apertura, sin desconocer que
la "escucha" es desde un horizonte de pre-comprensión que le es propio. Una escucha
neutral no es posible. De ahí que sea imprescindible tematizar ese horizonte desde el
cual está escuchando, para poderlo revisar y reformular. Lo que exige una autocrítica
permanente para superar todos los vicios ligados al profesionalismo como también los
engaños ligados al falso igualitarismo. Ya se dijo que autoridad no es sinónimo de
autoritarismo. Por lo tanto, su autoridad la ejerce a través de la postura por la cual, a
partir del saber popular y con el aporte de su propio saber, se genera un proceso de
gestación de saberes nuevos. Esto requiere capacidad de interpretación, que no se logra
si no es a través del rigor científico y de la apertura. Su actitud no es para nada pasiva.
Asume el saber del pueblo, pero a la vez muestra contradicciones, problematiza y
desafía a avanzar en el crecimiento cualitativo de ese saber. A esto va unida la
conciencia de que la no-directividad es la otra cara del autoritarismo.
El profesional necesita de una actitud investigativa que apunte a la comprensión de los
ritmos, las lógicas y los códigos lingüísticos diferentes a los suyos. La no aprehensión
de los ritmos temporales genera situaciones de grave desencuentro, al querer imponer
un ritmo propio o al querer ir atrás del ritmo de los sujetos populares. La empatía,
indisociable de toda práctica social, no puede desprenderse de su capacidad de desafío.
Y desafía porque confía y cree en las capacidades de crecimiento de los sectores con los
que trabaja. La confianza, así entendida, es un valor fundamental. No una confianza
ingenua, sino una confianza que descubre brechas y resistencias generadas por el interés
emancipador, presente en todos los hombres.
"La superación de la dominación y de la explotación no (Pág.147) es una acción ideal,
surge de las contradicciones de la realidad existente. Comprender este proceso de
negación y creación está en función de una lógica de liberación. "(168 De Paula)
CAPITULO X.
LA CONTRADICCIÓN EN EL MARCO INSTITUCIONAL.
Tal perspectiva nos parece ser profundamente idealista. Ante todo, en cuanto considera
que es posible un sistema de educación totalmente autónomo respecto al poder
económico y político. Postula la creación de un ámbito educativo que esté en
contradicción con el sistema, que desarrolle una total libertad educativa dentro de un
sistema social basado en la explotación y en la dominación. El sistema no toleraría ni un
ápice estos intentos de transformación radical de uno de sus aparatos fundamentales: la
educación. Pero además el planteo es idealista porque cree en el poder que las ideas
tienen en cuanto a cambiar la historia y la sociedad. Sería utópico creer que,
construyendo estos espacios, puedan generarse estrategias revolucionarias de
transformación.
Algo similar se nos ocurre en relación a ciertos enfoques de la educación popular que se
plantean como alternativas a la educación institucionalizada, apostando al carácter
cualitativo de los microprocesos. Evidentemente que la educación popular -
especialmente en su enfoque liberador o dialéctico- ha abierto el espacio de la
educación. Ha ayudado a mostrar cómo las organizaciones populares desarrollan
espacios autoeducativos que es preciso recuperar. Ha innovado en metodologías y
técnicas e incluso ha aportado mucho en la línea de una teoría del conocimiento y de la
epistemología. Pero pensamos que este intento no puede conducir a despreciar o
desvalorizar los ámbitos institucionales educativos. Sería pretender borrar el saber
acumulado, creyendo presuntuosamente que se empieza de cero.
Pero además, por momentos se llega a concebir estos microprocesos y microespacios
desinstitucionalizados, como desprendidos de una estrategia global. Se ve en estas
experiencias ámbitos cualitativos, donde se generan formas igualitarias de
relacionamiento en las que no penetra el poder dominante de la sociedad. Incluso se
sostiene que estos espacios de educación popular son los verdaderos generadores
(Pág.153) del poder popular y que estableciendo redes de interrrelación puede llegarse
al cambio cualitativo de la sociedad.
Creemos que estas concepciones de la educación popular en cuanto aisladas de las
luchas de las organizaciones populares y políticas y de la lucha por el poder, caen
también en la utopía y el idealismo. (172 Max-Neef)
La educación popular, por sí misma, no genera poder popular. Sólo lo logra en relación
con las organizaciones que el pueblo se da en vistas a ejercer el poder de toda la
sociedad. La educación necesita ser pensada desde un proyecto político global, donde
las clases explotadas y desposeídas asuman la lucha por el cambio de la sociedad.
Así como el sistema capitalista genera, en el plano económico, la clase capaz de
transformarlo, así también en el plano cultural e institucional, genera exigencias,
contradicciones, posibilidades a partir de las cuales pueda ser cuestionado. Es necesario
ocupar todos los espacios de libertad, para llevar adelante la lucha desde esos espacios.
Ninguna institución –y menos las educativas- quedan al margen del sistema. Por lo
tanto, ninguna institución puede quedar al margen de la lucha por transformarlo.
La acción en esos espacios es muy difícil, puesto que choca permanentemente con
estructuras, leyes, autoritarismo. Y esos choques provocarán avances, pero también
retrocesos. El sistema retrocede, pero se defiende hasta sus últimas posibilidades. Por
estos espacios pasa también la lucha de clases. Es una situación contradictoria y por
momentos dolorosamente contradictoria. Se trata de resistir estando dispuestos a pagar
el precio por la libertad.
La sociedad civil no es un dominio aparte de la sociedad política, como algunos lo
sostienen. La sociedad política penetra profundamente en la sociedad civil. Así lo veía
Gramsci para quien la lucha a nivel de la sociedad civil era una trinchera fundamental
en el cambio de la sociedad política y en la transformación de la entera sociedad.
Las transformaciones de la sociedad se operan también y necesariamente en las
instituciones, a riesgo de convertirse en propuestas puramente utópicas, sin ningún tipo
de mediación. Más aun, la lucha por la transformación de la sociedad debe darse desde
ya, en las propias instituciones del sistema, que además nunca quedan ajenas a esta
lucha. Sabemos, por supuesto, que es una tarea riesgosa porque (Pág.154) puede
terminar en que el profesional, animado por una opción de cambio, termine
transformado… por el sistema que quiere cambiar.
Ésto indudablemente genera en el profesional temores, ansiedades y miedos. No podría
menos de suceder así, cuando se mueve en un terreno donde la contradicción lo enfrenta
permanentemente a quedar atrapado. Es importante autorreconocer estos temores y
miedos, como parte de una definición de opciones dentro del marco institucional.
Lo que no parece ser aceptable -en el marco de una óptica transformadora- es la postura
del profesional que se comporta asumiendo una personalidad esquizofrénica, es decir,
adaptándose plenamente a los requisitos institucionales y manteniendo -en teoría- una
opción transformadora que según él debe darse en otros espacios. Estas contradicciones
terminan anulando los proyectos transformadores del profesional.
El trabajador social, pues, no puede trabajar en forma solitaria en los ámbitos
institucionales. Si la labor colectiva es exigencia fundamental del Trabajo Social, esta
exigencia se agudiza aun más cuando desarrolla la tarea en espacios institucionales que
fácilmente pueden hacerle perder de vista su horizonte transformador. Las instituciones
se caracterizan por una gran rigidez, coerción y por una violencia “simbólica” (cultural
y étíca) que constantemente amenaza la permanencia misma del trabajador. Es
precisamente este universo institucional que debe ser sometido a un análisis colectivo
por parte de los trabajadores sociales. Nos parece de importancia fundamental el análisis
de los procesos de legitimación institucional, de la lógica que orienta a la institución, de
la nomatividad que le da consistencia, de la estructura de roles que la institución genera.
Como también es indispensable la elaboración de un "mapa ideológico" (en palabras de
Paulo Freire) de la institución, que ayude a visualizar los focos de poder, la distribución
y concentración de los mismos y las alianzas posibles:
No queremos concluir estas reflexiones sin una breve referencia al tema de los códigos
de Ética Profesional.
Laura Grazziosi describe de la siguiente manera lo que entiende por Códigos de Ética,
Moral o de Deontología:
Para la autora, los argumentos que fundamentan la necesidad de los Códigos de Ética,
son: hacer públicas y expresas las normas, formar y estimular la conciencia moral,
orientar la acción en casos concretos, favorecer la unidad profesional, incrementar la
autonomía profesional, proteger a los usuarios y ofrecer bases para sanciones y
autodefensa" (176)
Hemos leído atentamente los diversos códigos de Ética profesional que la autora expone
y compara en su libro. En tal sentido proceden algunas de nuestras impresiones al
respecto.
Al presentarlos como códigos que pertenecen al dominio de la Ética, no podemos
menos que relacionarlos con una desviación sufrida por la Ética y la Moral en épocas ya
superadas. No se ve en qué se diferencian estos códigos de Ética de la clásica casuística
moral, que buscaba determinar un conjunto de reglas que guiaran con claridad la acción
de los hombres. Al intentar codificar los comportamientos que era preciso adoptar en
cada circunstancia, la casuística hizo perder el perfil de la Ética. Era suficiente dejarse
guiar por dichos códigos morales, para actuar moralmente. Se produjo una verdadera
deformación de la conciencia moral, al perder de vista el fundamento de la razón
práctica y la capacidad de definir, en cada circunstancia, cual era el obrar moralmente
correcto.
En todo caso -y esta es una discusión que pertenece a otro dominio- estos códigos
pueden pertenecer al terreno de la normatividad legal, pero nunca al campo de la Ética
en cuanto tal.
En segundo lugar, nos parece que la misma concepción de código de ética encierra un
prejuicio idealista que hemos tratado de cuestionar a lo largo de nuestras reflexiones. En
efecto, para fundamentar los códigos se manejan una serie de conceptos ahistóricos,
tales como: "conductas deseables", "ideal del deber ser", "arquetipo axiológico",
"naturaleza humana". Todas estas categorías se transforman en (Pág.158) abstractas al
no hacer referencia al principio que fundamenta el comportamiento moral. Principio
que, a nuestro entender, tiene que tener una dimensión esencialmente histórica. En la
perspectiva de una Ética transformadora hemos expuesto que ese principio fundante es
la liberación humana, personal y colectiva, enraizada en las circunstancias y contextos
históricos.
La ausencia de un fundamento ético, retrotrae el problema a la crítica que Kant
desarrolló contra todas las morales heterónomas que pretendían fundamentar la ética
recurriendo a principios ajenos a la misma razón práctica. No es a partir de códigos que
se forma la conciencia moral, sino a partir de un imperativo profundamente solidario
con un proyecto ético global. En todo caso, los códigos de Ética aquí propuestos tienen
como fundamento la "unidad de la profesión", aislándola del proyecto ético que unifica
el comportamiento de los hombres y no solo de los profesionales.
Una última apreciación se refiere al carácter legitimador de todo enfoque idealista. El
idealismo, al concebir que la historia se comprende a partir de ideas o valores, prescinde
de las condiciones históricas materiales, que son de índole económico y político. Todo
idealismo concluye así justificando y racionalizando el funcionamiento de la sociedad
en la que vivimos. La autora es muy clara al respecto. En efecto, considera que los
códigos de ética respetan las normas morales vigentes en la sociedad. Ahora bien,
traducido a lo concreto, esto significa que el principio ético fundamental es la
adaptación a la normatividad de la sociedad capitalista. De acuerdo con esto, toda ética
transformadora es profundamente inmoral. La unidad profesional y la autonomía
profesional se definen en relación a un conjunto de códigos que responden a una
ideología liberal, con marcados rasgos de asistencialismo y con un cierto enfoque
funcionalista. De lo qué se trata es de corregir las disfuncionalidades y desequilibrios de
la sociedad, sin apostar a su transformación.
Creemos que a la Ética corresponde una tarea demitificadora mostrando cómo los
códigos, profesionales, en cuanto se presentan como éticos, encierran la justificación de
un determinado modelo de sociedad.
A nuestro entender, los comportamientos éticos del profesional tienen que ver con su
propia concepción del Trabajo Social. Es decir, (Pág.159) si se entiende al Trabajo
Social como adaptativo o como transformador.
Nuestras reflexiones anteriores se orientaron en la perspectiva de una Ética liberadora y
de un Trabajo Social transformador. Vimos que a partir de ese enfoque siguen una serie
de actitudes y valores coherentes con un proyecto transformador, que abarca todos los
niveles de la existencia: que es económico, político y cultural. Esas actitudes y valores
no constituyen códigos establecidos, porque deben ser redescubiertos y creados en cada
situación histórica específica. La Ética liberadora supone un gran margen de
inseguridad, de creatividd y de apuesta.
Requiere de una gran dosis de imaginación y de utopía, basada necesariamente en el
análisis científico y riguroso. El compromiso y la identificación con los más oprimidos
y explotados, obliga a crear permanentemente nuevos valores y a desarrollar actitudes
novedosas. Puesto que esta es la dinámica de la transformación. El mismo modelo del
profesional se está recreando y transformando permanentemente, de acuerdo a las
nuevas exigencias históricas. En esto el profesional se descubre partícipe de la lucha de
todos los hombres por una sociedad justa sin explotación y sin dorninación. Y dentro de
esta apuesta existencial y política, descubre la especificidad de su rol. La verdadera
autonomía profesional emerge en la socialización de un proyecto compartido por
hombres, clases y profesiones.
En tal sentido, pues, no podemos menos de compartir el mismo escepticismo que un
profesional de Trabajo Social, como Natalio Kisnerman, manifiesta respecto a los
códigos de Ética Profesional:
"Algunas de esas entidades (se refiere a las asociaciones profesionales) han creado en
algunos países códigos de ética profesional, en los que se determinan los deberes y las
obligaciones de los asistentes sociales con respecto a sí mismos, a los clientes, a las
instituciones y a la comunidad. Tal vez, a nuestro juicio, uno de los más acabados sea el
de Chile.
Pero personalmente manifestamos nuestro absoluto escepticismo frente a los códigos de
ética, pues de nada valen si los profesionales carecen de la actitud interna que hacen que
su acción sea realmente ética.
(Pág.160)
Nos nos cansaremos de decir que el Servicio Social es entrega, sentirse persona en otras
personas; tener la avidez de estar cada día más instrumentados para ayudarnos a
nosotros mismos y a los demás; participar en la vida de nuestro hogar, de nuestro
trabajo, de nuestra organización sindical o profesional, en la comunidad, trabajando con
la gente, sintiéndola como criaturas humanas, iguales a nosotros, insertos en una
realidad, ansiosos de alcanzar ese mundo solidario, sin fronteras, sin diferencias de
credos, razas, idiomas en el que todos podamos llamarnos hermanos." (177)
Ese mundo en el que todos podremos llamamos hermanos no coincide con una sociedad
basada en la destrucción, en la explotación de las minorías sobre las mayorías. La
hermandad no se basa en la dominación. El combate por la fraternidad y por relaciones
igualitarias, nace de las ansias de libertad que están profundamente afincadas en cada
uno de los hombres y mujeres que luchan sin descanso. El Trabajador Social se
encuadra en ese proyecto de libertad y fraternidad, de justicia y de amor, de lucha y de
liberación.
Su formación ética supone un permanente esfuerzo por adquirir reflexivamente marcos
teóricos sólidos, que le permitan analizar constantemente su práctica. Esta tarea nos
parece más eficaz, para su formación, que introducirse en un mundo de normatividades.
Creemos que una rigurosa formación en la Ética, confrontada con la práctica, genera
actitudes, comportamientos críticos, estimula una postura reflexiva y esclarecedora
acerca de las opciones éticas, impulsa a la transformación de sí y del colectivo
profesional, en la lucha por la transformación de la sociedad.
(Pág.161)
EN CONCLUSIÓN
164 165
J
-
Un análisis de cómo hoy en día resurgen centros no-gubernamentales que acuñó sus fórmulas en una cultura típicamente racionalista. Con esto eterniza
implementan políticas desarrollistas, podrá encontrarse en ÓSCAR JARA, Las y cristaliza los valores esencialmente históricos del evangelio, contraponiéndo-
organizaciones no-gubernamentales; la crisis y el futuro de Centroamérlca se a la categoría'de "tradición", entendida como trasmisión creativa de la
(mimeo.). San José de Costa Rica, Centro de Estudios y Publicaciones Alforja, historia del pueblo de Israel. Cfr. "Tradición" en XAVIER LEÓN - DUFOUR,
1987. Vocabulario de Teología bíblica, Barcelona, Herder, 1967. ALBERT
Para un análisis acerca del papel ideológico actual de la religión, Cfr. ANA DONDEYNE, Foi crétienne et pensée contemporalne, Louvain, Ed. Univer-
MARÍA EZCURRA, El neoconservadorisrno reformador en la Iglesia sitaires de Louvain, 1961.
católica argentina, Buenos Aires, Instituto de Estudios y Acción Social, 1987. Pueden encontrarse excelentes aportes en la obra colectiva Y. M. J. CONG AR
El Vaticano y la Teología de la Liberación, Buenos Aires, Ideas, 1987. -M. PEUCHMAURD, L'Eglise dans le monde de ce temps, París, ed. du Cerf,
(14) Cfr. FRANZ J. HINKELAMMERT, Op. clL, p. 24. 1967 (3 tomos).
(15) Ibld.,p. 25. Una visión dinámica de la realidad, desde una perspectiva tomista-kantiana,
(16) Cfr. FRANZ J. HINKELAMMERT, Economía y Teología, op. cit., p. 263. puede encontrarse en JOSEPH DE FINANCE, ConnaLssance de l'etre. Traite
(17) La influencia del racionalismo aristotélico, llevó a Tomás de Aquino a consi- d'Ontologie, París, Descléc de Brouwer, 1966. Este autor desarrolla una ética
derar el movimiento como accidente, revalorizando el papel de la sustancia en perspectiva kantiana, donde el valor se fundamenta en un Ideal Trascenden-
como lo permanente. No obstante, Tomás de Aquino no consideró la Nueva tal. Puede consultarse, en tal sentido, su obra Essai sur l'aglr humaln, Roma,
Tierra como un "cielo de almas", sino como una recomposición de la entidad Universidad Gregoriana, 1962 y Ethlca Generalls, Roma, Universidad Grego-
cuerpo/alma. La doctrina agustiniana rescató, por el contrario, el papel del riana, 1963.-ji".
sujeto y de la existencialidad humana, pero en un sentido espiritualista. Paradójicamente el realismo naturalista cristiano tiene una estrecha similitud
(18) Cfr. J. Y. CALVEZ - J. PERRIN. Chlesa e societá económica, Monza, con el realismo ortodoxo marxista, de cuño mecanicista. Existe una interesante
Artigianelli - Pavoniani, 1965. comparación entre ambos realismos en la obra de GIULIO GIRARDI, Sandl-
Un análisis de esta ética y teología pre-conciliar, puede encontrarse en el trabajo nlsmo, marxismo, cristianismo en la Nueva Nicaragua, México, Nuevomar,
del historiador y teólogo DARÍO LJSIERO, People Ideology. People Theo- 1986, pp. 99-102 (el "marxismo soviético oficial") y pp. 309-21 ("el primado
logy. New perspectlves on reilglous dogma, New York, Smithtown, 1980. En de lo espiritual").
una línea similar se ubica el trabajo colectivo desarrollado por DARÍO LJSIE- (22) Reconocemos que la formulación de este modelo tiene influencias a partir de la
RO - JOSÉ L. REBELLATO, Desde la Dependencia, (mecan.). Rivera, 1974. crítica que RAYMOND POLÍN realiza a la ética de la armonía. Esta crítica
En esta obra se analizan los aspectos éticos y teológicos de una concepción está extensamente desarrollada en su obra La Création des valeurs. Recher-
reformista. ches sur le fondement de l'objectivité axiologlque, París, Presses Universi-
(19) Cfr. FRANZ J. HINKELAMMERT, Crítica a la Razón utópica, Op. cit., p. 93. taires de Franco, 1944. Su axiología ha sido injustamente tildada de subjetivis-
(20) Cfr. JÜRGEN HABERMAS, Problemas de legitimación en el capitalismo mo. En nuestra tesis de doctorado hemos fundamentado ampliamente que dicha
tardío, Buenos Aires, Amorrortu, 1975. Técnica e Ciencia Enquanto Ideolo- crítica es insostenible. A la distancia de varios años comprobamos que algunas
gía, en Os Pensadores. San Pablo, VictorCivita, 1983. Teoría y Praxis. Ensayo de las críticas que le hemos hecho a Polín no han tenido en cuenta su evolución
de Filosofía Social, Madrid, Taurus, 1987. La reconstrucción del materialis- histórica y su búsqueda incesante por encontrar una síntesis entre subjetividad
mo histórico, Madrid, Taurus, 1981. y objetividad. Creemos que nuestro trabajo no tomó suficientemente en cuenta
(21) La concepción tomista de la verdad reproduce en cierto sentido la concepción la obra de Polín, Ethlque et Politlque, París, Sircy, 1968.
griega: "Adaequatlo intellectus ad rem". La escolástica decadente rigidizó (23) La importancia del "acontecimiento" para la Etica, el Psicoanálisis, la lingüis-
aun más este concepto, absolutizando la visión de la realidad e identificándola tica y el marxismo, ha sido desarrollado en profundidad por PAUL RICOEUR,
con una naturaleza eterna e inmutable (no la entendía así Tomás de Aquino). El Le confllt des Interprétations. Essals d'hermenéutique, París, ed. du Seuil,
realismo decadente está en la base del cuestionamiento que Descartes realiza en 1969.
(24 Cfr. ERNESTBLOCH, El principio esperanza.
relación a los conocimientos del mundo exterior, motivado por el avance de las
(25) Cfr. JÜRGEN HABERMAS, Conocimiento e Interés, Madrid, Taurus, 1986.
ciencias y por su propia calidad de científico. Este concepto rígido de naturaleza
penetra profundamente en el mundo cristiano y sustenta la concepción de la ley La teoría de los intereses del conocimiento y en particular el acento en el carácter
fundante del interés emancipatorio, constituye un aporte invalorable de la
natural y del respeto por los procesos déla naturaleza. Sustenta la categoría del
' reflexión de Habcrmas. Lo acerca mucho a las preocupaciones de la reflexión
"depositum fidei", como un conjunto de verdades incuestionables. Fundamen-
i latinoamericana y de los pueblos del Tercer Mundo, orientada en el sentido de
ta, en las encíclicas papales, la condena de los métodos anticonceptivos, por no
una ética déla liberación. Resulta particularmente estimulante para comprender
respetar dichos procesos naturales. La teología conservadora pre-conciliar
167
166
la lucha de los movimientos sociales. No obstante, Habermas no trasciende el (31) Cfr. ENRIQUE DUSSELL, América Latina, Dependencia y Liberación.
marco que a su reflexión le impone la perspectiva de los países capitalistas Buenos Aires, García Cambeiro, 1973. El humanismo semita, Buenos Aires,
centrales. Queda atrapado en un enfoque eurocéntrico de la cultura. De hecho Eudeba, 1969. La dialéctica hegellana, Mendoza, Ser y Tiempo. 1972. Para
su tesis del interés emancipador no reaparece en obras posteriores, particular- una ética de la liberación latinoamericana, Buenos Aires, 2 tomos. Siglo
mente en aquellas q uc tienen como objetivo preciso la reflexión ética. Ver, a este XXI, 1973. Caminos de la liberación latinoamericana, Buenos Aires. 2
respecto, su obra Conciencia moral y acción comunicativa, Barcelona, Ed. tomos, Siglo XXI. 1972.
Península, 1985, (tener en cuenta que las ediciones alemanas de ambas obras El panorama de la filosofía latinoamericana es, por supuesto, mucho más
fueron publicadas respectivamente en 1973 y 1983). amplio. Cfr. FRANCISCO ROMERO - JOSÉ LUIS ROMERO, Amérique
Coincidimos con el juicio que le merece a Fals Borda la obra-de Habermas: Latine, en la obra colectiva Les grand courrants de la pensée mondiale
"Hasta Habermas, la última gran figura de la Escuela de Frankfurt, cayó en el contemporaine. Panoramas nationaux, vol I, Milán, Ed. Marzorati, 1958.
simplismo de la continuidad eurocéntrica y del modelo de desarrollo avanzado. JOSÉ ARICO, Mariátegui y los orígenes del marxismo latinoamericano,
Ello limitó las implicaciones universalistas de su tesis sobre conocimiento e México. Cuadernos de Pasado y Presente, 1978. Marx y América Latina,
interés como fórmula para superar el síndrome de la deshumanización moderna México. Alianza Editorial. 1982. ARTURO ARDAO, Etapas de la Inteligen-
que advirtió, interpretó y condenó en toda su amplitud." Cfr, ORLANDO FALS cia uruguaya, Montevideo, Universidad de la República, 1971. Axlología,
BORDA, Por un conocimiento vivencia!, en La fuerza del Arco Iris. ética y derechos humanos, en Cuadernos de Marcha, noviembre 1986, pp. 3-
Movimientos Sociales, Derechos Humanos y Nuevos Paradigmas Cultura- 10. AUGUSTO SALAZAR BONDY, ¿Existe una filosofía de nuestra Amé-
les, Jorge Osorio y Luis Weinstein editores. Santiago de Chile, CEAAL. 1988 rica?. México, Siglo XXI, 1968. LEOPOLDO ZEA, La filosofía latinoame-
pp.9-19. ricana como niosofíasln más. México, Siglo XXI, 1969. MARIO CAS ALLÁ,
Razón y liberación, Notas para una filosofía latinoamericana, Buenos
(26) Cfr. PAUL RICOEUR, Du textea l'actlon. Essaisd'hermenéutique,u. París,
ed.duCerf. 1986. p. 373. Aires. Siglo XXI, 1973.
(27) Nos referimos a pensadores tales como: J. B. METZ. Teología del Mundo, (32) Un excelente trabajo sobre Paulo Freiré es el de ROSA MARÍA TORRES,
Salamanca, Sigúeme, 1971. J. MOLTMANN. Teología de la Esperanza, Educagao Popular. Um encontró com Paulo Freiré, San Pablo, Ed. Loyola,
Salamanca. Sigúeme, 1971. F. BIOT, Teología de la política, Salamanca, 1987. Cfr. también INSTITUTO PICHÓN RIVIERE, O processo educativo
Sigúeme. 1973. J. B. METZ-J. MOLTMANN-W. OELMÜLLER. Iglesia e segundo Paulo Freiré & Pichón Rlviere, Peirópolos, Ed. Vozcs, 1987.
Señalamos sólo algunas de las obras más recientes de Paulo Freiré, Cartas a
historia de la libertad. Aspectos de una nueva teología política, Salamanca,
Sigúeme, 1973. Guiné-Blssau. Registros de urna experiencia em proceso, Rio de Janeiro, Paz
e Terra, 1977. Hacia una pedagogía de la pregunta (Conversaciones con
La revista europea Concllium (especialmente en sus orígenes) retoma aportes
de estos teólogos. Antonio Faúndez), Buenos Aires, ed. La Aurora, 1986. MOACIR G ADOTTI
- PAULO FREIRÉ - SERGIO GUMARAES. Pedagogía: dialogo e conflitto,
D. SOLLE, Teología Política, Salamanca, Sigúeme. 1972.
(28) Para un análisis de las teologías de la liberación, Cfr. HUGO ASSMANN. San Pablo, ed. Cortez, 1986.
(33) La incidencia del "auloengaño" y de una comunicación distorsionada, han sido
Teología desde la praxis de la liberación. Ensayo teológico desde la
América Dependiente, Salamanca, Sigúeme, 1973. objeto de un profundo análisis por parte de JURGEN HABERMAS. Conoci-
Cfr. también JUAN LUIS SEGUNDO, De la sociedad a la teología, Buenos miento e interés, Madrid, Taunis, 1986.
Aires, ed. Lohlé, 1970. El hombre de hoy ante Jesús de Nazaret Fe e (34) Cfr. A. SÁNCHEZ VÁZQUEZ, Etica. México, Ed. Grijalbo, 1969. p. 23. ,
(35) Cfr.ZYGMUNTBAUMAN.Paraunasociologíacrítlca.Unensayosobreell
Ideología, Madrid, Ed. Cristiandad, 1982.
sentido común y la emancipación, Buenos Aires, Ed. Marymar, 1977, p. 150. F
En nuestro medio -y en etapas previas a la dictadura— esta polémica teológica
se polarizó en torno a dos revistas, ambas exponentes de orientaciones distintas (36) Cfr. SÁNCHEZ VÁZQUEZ, Op. clt., p. 22.
(37) El concepto de "universo simbólico" ha sido desarrollado y formulado por
al respecto del tema: Víspera y Perspectivas de Diálogo.
PETER BERGER - THOMAS LUCKMANN, La construcción social de la
(29) Cfr. GIULIO GIRARDI. Possiblllta di una teología europea della liberazio-
ne, en IDOC Intemazionale, enero de 1983, pp. 30-47. realidad, Buenos Aires, Amorrotu, 1973.
(38) Cfr. el ensayo sobre la praxis de ADOLFO SÁNCHEZ VÁZQUEZ, Filosofía
(30) Cfr. NELSON ROCKEFELLER. The Rockefeller report oo the Americas,
de la praxis, Barcelona, Grijalbo, 1980. Allí se muestra el desarrollo del
The ofikial report oía United States presidentiai misslon for the Western
concepto de praxis a través de la historia del pensamiento filosófico, como
Hemlspbere, Chicago, Quadralgle Books, 1969. Ha sido también objeto de
también se realiza un análisis teórico de tal concepto. Llama la atención su poca
preocupación del último encuentro de ejércitos americanos, realizado en Mar
-o casi nula- referencia al período histórico medioeval. Por momentos, se üene
del Plata. Cfr. CIEA. Conferencia de Inteligencia de Ejércitos Americanos.
169
la impresión de que el autor no incursiona en pensadores posteriores al
(52) Cfr. EMMANUEL MOUNIER, Révolution personalice el communautaire,
marxismo clásico y que han profundizado en esta categoría clave. Su texto de
París, Aubier, 1935. PersonaUsme. París. PUF. 1950. Manifieste au servlce
Etica (quizá precisamente por ser un texto) no nos parece ser del todo coherente du personallsme, París, Aubier, 1936. ¿Qu'est-ce que le personalLsme?,
con los conceptos desarrollados en esta obra.
París, ed. du Scuil, 1947. El afrontamlento cristiano, Barcelona, ed. Estela,
(39) Cfr. ANTONIO GRAMSCI, Cuadernos de la Cárcel, edición crítica en 6 1968.
volúmenes del Instituto Gramsci, México, ed. Era, 1975. Una investigación (53) Cfr. PAUL RICOEUR, Hlstolre et vérité, París, ed. du Seuil, 1955, pp. 301-
sobre el pensamiento y la acción de Gramsci, centrada en el concepto de praxis, 16.
es la que ha elaborado MARÍA ANTONIETTA MACCIOCCHI, Pour Grams- (54) Cfr. MANFRED MAX-NEEF, Desarrollo a escala humana. Una opción
ci, París, ed. Máspero, 1975 (existe traducción al español en Siglo XXI). En la para el futuro, en Developement-Dialogue, número especial, 1986.
misma línea procede el trabajo de FRANGÍS GUIBAL, Gramsci, Filosofía, Lo sugerente que resultan ser los planteos de Max-Neef, no nos inhiben a tener
Política, Cultura, Lima, ed. Tarea, 1981.
serias dudas en cuanto a la implementación de proyectos alternativos. Pese a su
(40) Este concepto de sujeto en cuanto soporte está presente en el pensamiento de
intencionalidad de trascendencia, los vemos muy reducidos a la escala micro,
LOUIS ALTHUSSER, La filosofía como arma de la revolución, México, no percibiéndose su alcance político. Se crean espacios alternativos dentro de
Cuadernos Pasado y Presente, 1984. LOUIS ALTHUSSER - ETIENNE
la sociedad, pero no se percibe con claridad si se trata o no de transformar la
BALIBAR - PASTERNAC - BENEDITO - FRIDA SAAL, Psicología, Ideo- sociedad en su conjunto. Lo que puede repercutir en que dichos espacios queden
logía y ciencia, México, Siglo XXI, 1985, particularmente pp. 233-61. bloqueados por la dinámica misma de la sociedad.
BRAUNSTEIN, en obras posteriores, realza con mayor claridad el rol de
(55) Cfr. GEORG LUKACS, Historia y conciencia de clase. Estudios de dialéc-
iniciativa del sujeto humano. Cfr. NÉSTOR BRAUNSTEIN, Psiquiatría,
tica marxlsta, México, ed. Grijalbo, 1969, pp. 118-19. Sobre Lukács, ver el
teoría del sujeto, psicoanálisis (hacia Lacan), México, Siglo XXI, 1987.
interesante estudio de LUCEN GOLDMANN, Lukács y Heldegger. Hacia
(41) KARELKOSIK, Dialéctica do concreto. Rio de Janeiro, Paz e Terra, 1976, p. una filosofía nueva, Buenos Aires, Amorrortu, 1975, También AGNES
202.
HELLER, Crítica de la Ilustración. Las antinomias morales de la razón,
(42) Cfr. CARLOS NUÑEZ, Educar para transformar. Transformar para Barcelona, ed. Península, 1984; particularmente pp. 179-225, 243-75.
educar. Una perspectiva dialéctica y liberadora de educación y comunica- Sobre el tema "conciencia de clase", cfr. WILHELM REICH, Materialismo
ción popular, México, IMDEC, 1985.
(43) Cfr. SANCEHZ VÁZQUEZ, Op. cit., p. 284. dialéctico y psicoanálisis, México, Siglo XXI, 1980. ÓSCAR JARA, La
conciencia de clase y el método dialéctico en educación popular, Quilo,
(44) La "coraza csracteriológica" nos impide abrimos a la realidad. WILHELM
CEDEC. Ver el tratamiento del tema de la conciencia de clase en relación a la
REICH ha trabajado esto en su obra Análisis del carácter, Buenos Aires, organización y el cuestionamiento a un enfoque vanguardista, desarrollado por
Paidós, 1974.
ADOLFO SÁNCHEZ VÁZQUEZ, Op. cit, pp. 326-51.
(45) La categoría de "circularidad hermenéutica" es una clave del pensamiento de
(56) Cfr. FRANZ J. HINKELAMMERT, Crítica a la razón utópica. San José de
PAULRICOEUR, Le Conflit des iníerprétaticns.Es.saisd'hermér,eutíque, Costa Rica, Departamento ecuménico de Investigaciones, 1984, pp. 231-74.
París, ed. du Senil, 1955. HIstoire et vérité. París, cd. du Seuii, 1955.
(57)" Cfr. FÉLIX PEÑA BALDELOMAR y dirigentes campesinos de Rivas, Esta
Cfr. también ANDRE MARC, Dialectique de I'aglr, París, ed. E. Vine, 1949. luz ya no se apaga. Reflexiones sobre el trabajo organizativo en el campo,
HENRY DUMERY. Phllosophle de ¡a religión, 2 vol, París, Presses Univer- Managua, ed. Vanguardia, 1988, p. 60.
sitaires de France, 1957.
(46) Cfr. KAREL KOSIK, Op. cit., p. 46. Cfr. también. GIULIO GIRARDI, Revolución popular y toma del templo, en
Nicaragua, trinchera teológica, Madrid, ed. Logue/., 1987, pp. 221-36.
(47) Un análisis en tal sentido puede encontrarse en la obra de JORGE LARRAIN,
FRANZ HINKELAMMER, Economía y teología: el Dios de la Vida y la Vida
The concept of Ideology, Londres, Hutchinson of London, 1979.
humana, en la misma obra, pp. 257-77. HUGO ASSM ANN, Op. cit., pp. 52-
(48) Las reflexiones que siguen se han inspirado mucho en la obra de ORLANDO
102. ' ' " '
NUÑEZ SOTO, La insurrección de la conciencia, Managua, Escuela de (58). En relación a un análisis crítico -en perspectiva neotomista- de los principales
Sociología de la Universidad Centroamericana, 1988.
(49) Ibid., pp. 15-6. sistemas éticos, Cfr. JACQUES M ARITAIN. Filosofía Moral. Examen hlstó-
' rico-crítico de los grandes sistemas, Madrid, cd. Mor ata, 1920. Para una
(50) Cfr. GIULIO GIRARDI, Sandinismo, marxismo y cristianismo en la Nueva
Nicaragua, México, Nuevomar, 1986, p. 106. fundamentación tomista de la ética, cfr. RENE SIMÓN, Moral, Barcelona,
Herder. 1961.
(51) Cfr. ORLANDO NUÑEZ SOTO, Op. ciL, p. 25.
Una fundamentación en perspectiva tomista-kantiana de la ética, puede encon-
trarse en la obra de JOSEPH DEFINANCE. Ethlca Generalis, Roma, Univcr-
170
171
sidad Gregoriana, 1963. En una línea similar, cfr. JOSEPH MARECHAL, El (64) Cfr. PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, Sociología de la explotación.
punto de partida de la metafísica. Lecciones sobre el desarrollo histórico y México, Siglo XXI, 1987. La nueva metafísica y el socialismo, México, Siglo
teórico del conocimiento, 5 volúmenes, Madrid, Credos, 1959. XXI. 1982. Cfr. también ALFREDO ERRANDONEA, Sociología d« la
Un estudio de las relaciones entre ateísmo y principio de inmanencia (gnoseo- dominación, Montevideo-Buenos Aires, ed. Tupac y ed. Nordam, 1988.
lógico y axiológico) es el llevado acabo por CORNELJO FA VRO, Introduzlo- Existe una polémica actual en torno al tema. La crítica del concepto de
ne all'atelsmo moderno, Roma, Studium, 1964. En un polo opuesto -y explotación lleva algunos autores a desembocar en teorías que descartan
destacando la componente axiológica del ateísmo- se encuentran los trabajos prácticamente dicha categoría, se centran sólo en la dominación y consideran
de GIULIO GIRARDI, Rinessloni sull'atelsmo, introducción a la Enciclope- como perimidas las luchas que las clases sociales desarrollan en la puja por la
dia sobre el Ateísmo. L'Egllse face al'humanlsme athée, en la obra colectiva construcción de distintos proyectos hegemónicos. Demás está decir que no
"L'Eglise dans le monde de ce temps", París, ed. du Cerf, 1967, pp. 329-87. compartimos tales enfoques. Puede verse una crítica a estas teorías en PABLO
Athclsme et théisme face au problema de la valeur absolue de I'homme, en GONZÁLEZ CASANOVA, El Estado y las mediaciones políticas y en
De Dco in philosophia S. Thomae et in hodierna philosophia (Acta VI Congres- TOMAS AMADEO VISCONI, Discusiones sobre la democracia y el socia-
sus Thomistici Intcmationalis), Roma, 1965, pp. 93-111. Démythlsation et lismo en América del Sur. Ambos trabajos aparecen en la publicación Crisis
Athéisme, en Mito e Fede, Archivio di Filosofía, 1966, pp. 409-52. y alternativas- revolucionarias en América, Montevideo, ed. Compañero,
Las reflexiones de Girardi en tomo a la ética han incidido mucho en los análisis 1987, respectivamente pp. 9-25 y 39-61.
que expondremos. En modo particular su obra Cristianismo y liberación del (65) Cfr. PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, La hegemonía del pueblo y la
hombre. Salamanca, Sigúeme, 1973. Amour chrétlen et violence revolutlo- hegemonía centroamericana, Buenos Aires, cd. Contrapunto, 1987, p. 42.
nalre, París, ed. du Ccrf, 1970. Educare: ¿per quale socleta? (prefazione di (66) En torno al tema de la identificación, cfr. GIULIO GIRARDI, II problema di
Paulo Freiré), Assisi, Cittadella Edicrice, 1979. una fede Ilberutrke; rellgione, Identltá, tdentlflcazione, en ARR1GO
Cfr. también RUBÉN ALVEZ, Cristianismo, ¿opio o liberación?. Salaman- COLOMBO, Rellgloqe, Instltuzlone, libera/Jone, studi su) falto religioso,
ca, Sigúeme, 1973. GUSTAVO GUTIÉRREZ, Teología de la liberación. Roma, ed. Borla, 1983, pp. 39-68.
Salamanca, Sigúeme, 1973. HERBERT MARCUSE, Un ensayo sobre la Cfr. JOSÉ L. REBELLATO, La conciencia de clase como proceso, ponencia
liberación. JUAN LUIS SEGUNDO, Problemática de la Idea de Dios y de la presentada en el "VH Taller de Sistematización y Creatividad", México, 1988;
liberación del hombre. Santiago de Chileo (mimeo). HARVEY COX, Los de próxima aparición en la obra colectiva: "Conciencia, saber y poder".
laberintos de 1a ciudad secular, en Víspera 19-20 (1970). MAX También Algunas reflexiones sobre educación popular, sociedad civil,
HORKHEIMER, Teoría tradicional e Teoría Critica, en Os Pensadores, S. autonomía popular; en FRANCISCO VIO GROSSI. Educación popular,
Pablo, Victor Civita, 1983, pp. 117-55. sociedad civil y desarrollo alternativo. Santiago de Chile, ed. Aconcagua,
(59) Cfr.JÜRGENHABERMAS. Conocimiento e Interés, Madrid, Taurus, 1986. 1988," pp. 103-17.
También Cfr. ENRIQUE M. UREÑA, La teoría crítka de la sociedad en (67) Cfr. JOSÉ L. REBELLATO, El marxismo de Gramscl y la nueva cultura, en
Ha bermas. La crisis de la sociedad industrializada, Madrid, ed Tecnos, la obra colectiva do CHERONI, LAGUARDA, LANDINELLJ, OTTONE,
1978. La teoría de la sociedad de Freud. Represión y liberación, Madrid, PRAT, REBELLATO, Para comprendera Gramscl, Montevideo, IDES, ed.
Tecnos, 1977. Nuevo Mundo, 1988;.pp. 103-31.
(60) Cfr. FRANZ J. HINKELAMMERT, Op. cit, p. 253. (68) Cfr. ORLANDO NUNEZ SOTO. Op. cit., pp. 16-7.
Un planteo similar encontramos en la obra de ORLANDO NUÑEZ SOTO, Op. (69) Cfr. VICTORIA'PJAXLANT. Cómo hacer de su hijo un fascista, p. 49.
dt.. pp. 157-207. Este autor realiza una tipología de la moral cristiana como (70) Cfr. JOSÉ L. REBELLATO, Educación Popular y Cultura popular, en Notas
moral del sacrificio (pp. 115-122), de la moral burguesa (pp. 122-9), déla moral sobre Cultura y Sociedad, vol IV, CIDC, 1988, pp-. 7-40.
socialista (pp. 129-137) y de la moral revolucionaria (pp. 137-57). (71) MARX-ENGELS, Obras Escogidas, LII, Moscú, ed. en lenguas extranjeras,
(61) Cfr. los análisis semánticos de! término en HUGO ASSMANN.Op. cit, pp. 29- 1955, pp. 521-2,
36. (72) Cfr. MARX-ENGELS, La Ideología alemana, Buenos Aires, ed. Pueblos
(62) Cfr. ORLANDO FALS BORDA, Conocimiento y poder popular. Ucciones Unidos. 1985, p. 50.
con campesinos deNtea«-agua, México y Colombia, Bogotá, Siglo XXI, 1985, (73) El material producido en relación a la transformación cultural en la revolución
pp. 39-79. nicaragüense es abundante. Sólo señalamos algunas obras. CARLOS VILAS,
Por momentos, podría pensarse que en la obra de HABERMAS la emancipación Perfiles de la revolución sandlnlsta, Buenos Aires, ed. Legasa, 1984. VVAA,
es el conocimiento critico (conciencia ilustrada y esclarecida) de la necesidad. Hacia una política cultural de la revolución popular sandlnista, Managua,
Vemos aquí un cierto condicionamiento del iluminismo en el pensamiento de Ministerio de Cultura, 1982. SERGIO RAMÍREZ, El alba de oro. La historia
este autor de la Escuela de Frankfurt.
173
viva de Nicaragua, México, Siglo XXI, 1985. TOMAS BORJE, El axioma de vismo" que se plantean sólo crear espacios de poder en la sociedad civil. La
la esperanza, Bilbao, Desclée de Brouwer, 1984. GIULIO GIRARDI, Sandi- preocupación radicó -sobre toco— porque organismos internacionales (Banco
nísmo, marxismo, cristianismo en la Nueva Nicaragua, México, Nuévomar, Mundial, AID), implementaa proyectos muy similares a estas formas de
1986. Fe en la revolución. Revolución en la cultura, Managua, ed Nueva altemativismo.
Nicaragua, 1983. Reconociendo los apones indiscutibles de ORLANDO FALS BORDA, discre-
(74) En torno a Gramsci hay obras que han destacado el papel de lo cultural en la parnos con su crítica al "fetichismo" del Estado, que lo conduce a fórmulas, por
hegemonía sin dejar de lado el carácter polítco y económico. Cfr. MARÍA lo menos ambiguas, en relación a las estrategias de acción y a la misma
ANTONIETTA MACCIOCHI, Pour Gramsci, París, Máspcro, 1975. JUAN concepción de la política. Cfr. ORLANDO FALS BORDA, Función política
CARLOS PORTANTIERO, Los usos de Gramsci, Buenos Aires, ed. Folios de Jos movimientos sociales. También LUIS RAZETTO, Política y sociedad
civil, en FRANCISCO VIO GROSSI, Educación Popular, sociedad civil y
1983. CHRISTINE BUCI-GLUCKSM ANN, Gramsci y e) Estado. Hacia una
filosofía materialista de la historia, Madrid, Siglo XXI, 1978. MUGUES desarrollo alternativo. Santiago de Chile, ed. Aconcagua, 1988, respectiva-
mente pp. 1-27-32,63-71.
PORTELLI, Gramscleoblocohistórico, Riodc Janeiro,ed. PazeTerra, 1977.
(89) Cfr. PAULO FREIRÉ, Hacia una pedagogía de la pregunta. Conversaciones
M. SALVADORI, Actuallté de Gramsci, en Dialectique4-5 (74), pp. 133-49.
con Antonio Faúndez, Buenos Aires, ed. La Aurora, 1985, p. 92.
A.M. C1RESE, Conceptlons du monde, phllosophle spontanée, folklore, et
(90) Cfr. MICHEL FOUC AULT, Historia de la sexualidad, vol. I: La voluntad del
le probleme de la révolutlon, en Dialectique 4-5 (1974), pp. 103-25. FRAN-
saber, México, Siglo XXI, El discurso del poder, Buenos Aires, ed. Folios,
CIS GUIBAL, Gramsci, filosofía, política, cultura, Lima, ed. Tarea, 1981.
1983. Microfisica do poder. Rio de Janeiro, ed. Graal, 1979. MICHEL
(75) Una crítica muy dura a la ingenuidad del concepto de "concientización" es FOUCAULT - GILES DELEUZE, Os intelectuais e o poder, en Psicoanalise
formulada por Paulo Freiré, quien desde hace varios arios ha dejado de
emplearlo por su carácter mítco e idealista. e ciencia da historia. Rio de Janeiro, El Dorado, 1974.
La polémica en tomo al pensamiento de Foucault es muy intensa, abarcando
(76) Cfr. ANTONIO GRAMSCI, Notas sobre Maquiavelo, sobre polítca y sobre aspectos epistemológicos, filosóficos y políticos. Cfr. DAVID COUZENS
el Estado moderno, México, Juan Pablos Editor, 1975, pp. 75-6. HOY (comp.), Foucault, Buenos Aires, ed. Nueva Visión, 1988. MIGUEL
(77) Cfr. G1UIJO GIRARDI, Fe en la revolución. Revolución en la cultura, •MOREY,' Lectura de Foucault, Madrid, Taurus, 1986. MARK POSTER,
Managua, ed. Nueva Nicaragua. 1983, p. 38. Del mismo autor. Cultura e Foucault, marxismo e historia. Modo de producción versus Modo de
Llberazione, en IDOC Internazionale 8 (1981), pp. 16-46. información, Buenos Aires, Paidós, 1987.
(78) Cfr. CELATS, La vida cotidiana: aspectos subjetivos y objetivos, en "Pro- (91) Cfr. JOSÉ CARLOS MARIATEGUI, Siete ensayos de interpretación de la
grama de Capacitación a distancia casctte-foro en Trabajo Social". realidad peruana, Barcelona, ed. Crítica, 1976. Cfr. también JOSÉ ARICO,
(79) Cfr. ALFRED SCHUTZ - THOMAS LUCKMAN. Las estructuras del Mariátegul y los orígenes del marxismo latinoamericano, México, Pasado
mundo de la vida. Buenos Aires, Amorrotu, 1977, p. 30 y Presente, 1978. ALBERTO GALINDO, La agonía de MariáteguL La
(80) Ibid., p. 73 polémica, con la Komlntern, Lima, Deseo, 1982. ROBERT PARÍS. La
(81) Ibld., p. 92. formación Ideológica de José Carlos María tegui, México, Pasado y Presente,
(82) Ibld.. p. 242. 1981.
(83) Ibid., p. 275. (92) Cfr. FRANZ J. HINKELAMMERT, Op. cit, pp. 53-95,157-229.
(84) Cfr. ACNÉS HELLER, La revolución de la vida cotidiana, Barcelona, ed. (93) Ibld., pp. 231-2.
Península, 1982. Historia y vida cotidiana. Aportación a la sociología (94) Cfr. WRIGHT MILLS, La imaginación sociológka, México, FCU. GIULIO
socialista, México, Grijalbo, 1985. GIRARDI, La Utopía de Sandino hoy, en rev. Amanecer, 22-3 (1984), pp. 24-
(85) Cfr. BRUCE BROWN, Marx, Freud y la crítica de la vida cotidiana. Hacia 9. PAUL RICOEUR, Idéologle, Utople et Politique. en Du Texte de l'action,
una revolución cultural permanente, Buenos Aires, Amoirortu, 1973, pp. París, ed. du Seuü, 1986. pp. 280-393.
148-169. (95) Cfr. TOMAS BORJE, El axioma de la esperanza, Bilbao, Descléc de Brou-
(86) Cfr. ORLANDO NUÑEZ SOTO. Op. clL, pp. 37-79. El autor trabaja extensa- wer, 1984, p. 116.
mente el tema de la moral y revolución de la vida cotidiana, pp. 99-206. (96) No creemos que haya que copiar modelos de otras épocas. Pero sí es real que
Cfr. también ALFRED SCHUTZ, El problema de la realidad social, Buenos a veces oscurecemos tanto el pasado, que nos impedimos conocer apones que
Aires, Amorrortu, 1974. en su época fueron novedosos. Así -por ejemplo- y de acuerdo al desarrollo
(87) Cfr. RAYMOND POLÍN, Ethlque et Politique, París, ed. Sirey, 1968. histórico del momento, la "universitas" medioeval (la de la época de oro, no la
(88) En el VII Taller de Sistematización y Creatividad (México 1988), fue preocu- decadente) buscaba crear ámbitos de síntesis y polémicas muy fecundas. No
pación de todos los participantes analizar y denunciar las formas de "alternati-
175
174
lenía temor a retraso en los programas para suspender la docencia y organizar científica y responsabilidad moral. IRVBMG LOUIS HOROWTTZ, Una
discusiones colectivas donde participaba toda la universidad. Las célebres introducción a la nueva sociología. Todos trabajos que se encuentran en I.
"Qaestioncs disputatae" y las "Quodlibelales" encierran reflexiones rigurosas HOROWTTZ, La nueva sociología, vol. I y D, Buenos Aires, Amorrortu, 1969.
sobre problemas particulares debatidos en dichas jomadas. Para analizar a Respectivamente: pp. 229-52, 252-75, 86-96, 213-220, 13-67.
fondo el pensamiento de los grandes teólogos medioevales, es más valioso (104)Cfr. ETIENNE GILSON. L'esplrlt de la philosophle medieval París, Vrin.
referirse a esos escritos que a las "Summac", más asimilables a los manuales de 1948, pp. 1-39. ALVIN GOULDNER. Op. clt, p. 245.
nuestra época. Sobre la universidad medioeval, cfr. M.D. CHENU, Introduc- (105)Cfr. ALVIN GOULDNER, La crisis de la sociología occidental, Buenos
tlon á l'étude de S. Thomas d'AquIn, Montreal, Inst. EL medioevales, 1950. Aires, Amorrortu, 1970. La sociología actual: renovación y crítica, Madrid,
(97) SPINOZA, Prlnciplorum Philosophiae parsletllmore geométrico demos- ed. Alianza, 1979. IR VING ZEITLING, Ideología y teoría Sociológica, Buenos
tratae, AmsL, ap. Joh. Rieuwerts, 1663. Aires, Amorrortu, 1970. LUCIEN GOLDMANN, Las ciencias humanas y la
(98) Cfr. WOLFGANG STEGMULLER, Corrientes fundamentales de la filoso- filosofía, Buenos Aires, Nueva Visión, 1970.
fía actual, Buenos Aires, ed. Nova, 1967. Los mismos modelos económicos están construidos sobre supuestos e hipóte-
(99) Ya hemos hablado de la teología de la dependencia y de su incidencia en los sis, que quedan encubiertas por ropajes tecnócratas. La tarea de la ciencia crítica
orígenes de una ética liberadora. También aludimos a una polémica en tomo a consiste en explicitar con honestidad cuales son éstas hipótesis de base sobre las
la dependencia. En relación a esta polémica, Cfr. VVAA, Clases sociales y que se construyen dichos modelos. Cfr. DANILO ASTORI, Enfoque crítico de
crisis política en América Latina, México, Unam, Siglo XXI, 1985. ANDRE los modelos de contabilidad social, México, Siglo XXI, 1978.
GUNDER FRANK, Crise économique, promotion des exportations et Cfr. también RICARDO CETRULO, Noción de ciencia en ciencias humanas;
répresslon politique dans le Tiers Monde, en Amerique Latine 9 (1982), pp. aspectos ideológicos, Montevideo, mecan., 1980.
70-7. JOSÉ L REBELLATO, Algunos supuestos teóricos de una práctica social
RUY MAURO MARINI, Les raisons de la nouvelle idéologie du développe- transformadora, en Notas sobre Cultura y Sociedad, vol. I, Montevideo,
ment. Repensé a F.H. Cardosoet J. Serra, en Amerique Latine 2 (1980), pp. CIDC, 1983, pp. 49-78.
19-10. (106)Cfr. BRUYN SEVERIN. La perspectiva humana en sociología, Buenos
L STOLOVICH - J.M. RODRÍGUEZ - L. BERTOLA, El poder económico Aires, Amorrortu, 1972.
en el Uruguay actual, Montevideo, CUI. 1987 (es una obra elaborada sobre (107)Cfr. D.M. RASMUSSEN, Between autonomy and sociality, en Cultural
bases de la teoría de la dependencia). J. SERRA y F.H. CARDOSO, Las Hermeneutics 1 (1973), pp. 3-45. M. CAVEING, La personalidad humana,
desventuras de la dialéctica de la dependencia, en Revista Mexicana de en Psychologie et marxisme, París, Union Genérale d 'Editions, 1971, pp. 193-
Sociología, 1978. DANILO ASTORI, Tendencias recientes de la economía 249.
uruguaya, Montevideo, Fundación de Cultura Universitaria, 1981. SAMIR (lÓ8)LIamamos la atención acerca de que en otros pasajes de este trabajo hemos
AMIN, O desenvolvlmento desigual. RUY MAURO MARINI. Dialéctica de . caracterizado el concepto de ideología según parámetros diversos.
la Dependencia, México, Era, 1973.
(lOO)Cfr. THOMAS HERBERT, Notas para una teoría general de las Ideologías (109)Cfr. ADAM SCHAFF, La objetividad del conocimiento a la luz de la
y Reflexiones sobre la situación teórica de las Ciencias Sociales y de la sociología del conocimiento y del análisis del lenguaje, en ELÍSEO VERON,
Psicología Social en particular, en ELÍSEO VERON, El proceso Ideológico. El proceso Ideológico, B uenos Aires, ed. Tiempo Contemporáneo, 19 73, p. 75.
Buenos Aires, Ed. Tiempo Contemporáneo, 1973, respectivamente pp. 225-51, En el mismo volumen nos encontramos con la posición antagónica de LOUIS
197-225. . ALTHUSSER, Materialismo histórico y materialismo dialéctico, pp. 173-
(lOl)Cfr. FRANZJ. HINKELAMMERT, Op. clt 197.
(102)Indudablemente para Max Weber, la ética protestante se anticipaba al surgi- Cfr. también ADAM SCHAFF, Langage, connalssance et culture, París, ed.
miento del capitalismo. Cfr. MAX WEBER La ética protestante y el espíritu Anthropos, 1964.Ensayos sobre filosofía del lenguaje, Barcelona, ed. Ariel,
del capitalismo. Ensayos sobre metodología sociológica, Buenos Aires, 1967.
Amorrortu, 1973, JULIEN FREUND. Sociología de Max Weber, Barcelona, Cfr. OTTO F. BOLLNOW. Introducción a la filosofía del conocimiento. La
ed. Penínsusla, 1967. ' ' comprensión previa y la experiencia de lo nuevo, Buenos Aires, Amorrortu,
(103)Cfr. ALVIN GOULDNER, El antlminotauro: el mito de una sociología Ubre 1976.
de valores. ABRAHAM EDEL, Ciencia social y valores: un estudio de sus (110)Cfr. JÜRGEN HABERM AS, Conhecimento e Interesse, Rio de Janeiro, Zahar
Interrelaclones. PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, Wrígh Mills: una Editores, 1982, pp. 312.
conciencia norteamericana. SIDNEY M. WILLHELM, Irresponsabilidad
176 177
crisis del plscoanállsis, Buenos Aires, Paidós. A. M ASLOW, El hom bre auto-
(lll)Cfr. el aporte demitificador de la "infalibilidad papal" desarrollado por el realizado. Hacia una psicología del ser, Barcelona, Numancia, 1968.
teólogo católico HANS KÜNG. (122)Cfr. LUCEN GOLDMAN, Le dleu caché, París, 1959.
(112) La afirmación de que la imagen de Dios se construye a partir de la experiencia (123)Cfr. AGNES HELLER, La revolución de la vida cotidiana, Barcelona,
del hombre, constituye parle de la doctrina tradicional de la "analogía". Para el Península, 1982.
tomismo el "objeto propio y primario del conocimiento humano" es la "esencia (124)De los autores marxistas del periodo de la revolución rusa, sólo Trotski rescata
de Jas cosas sensibles". El conocimiento que el hombre tiene de Dios sólo puede el valor del psicoanálisis y explica el por qué de su rechazo por parte del
ser mediatizado. Pero es un conocimiento positivo y no solamente negativo stalinismo. "El motivo imperioso para el cuitó actual de la familia es sin duda
(como afirmaba Duns Scoto). El tomismo sostiene -contra el agustinismo alguna la necesidad que siente la burocracia de una jerarquía estable de las
platónico- la primacía noética del mundo sobre Dios, de lo temporal sobre lo relaciones sociales y la necesidad de disciplinar a la juventud mediante los
espiritual. Esta es doctrina clásica de Tomás de Aquino. millones de puntos de apoyo de la autoridad y del poder". Cfr. LEÓN
(113)Cfr. este análisis, referido al marxismo cientificista, en ALVIN GOULDNER, TROTSKI, La revolución traicionada, Barcelona, Fontanamara, 1976.
La sociología actual: renovación y crítica, Madrid, ed. Alianza, 1979, pp. (125)Cfr. WILHELM REICH, Psicologías de masas del fascismo, Buenos Aires, p.
394-427 ("Los dos marxismos"). 1.
(114)La teología de la liberación dice que el pueblo oprimido y que lucha por su (126)Cfr. MICHAEL SCHNEIDER, Op. cit., p. 60.
libertad, es "locus thcologicus", o sea, lugar de revelación de la verdad histórica (127)Cfr. WILHELM REICH, Op. clt., p. 15.
de Dios que, por esto mismo, resulta inseparable de la verdad del hombre. (128)lbld., p. 8.
(115)Cfr. el polémico y serio trabajo de JAMES PETRAS. La metamorfosis de los (129)Ibid., p. 9.
Intelectuales latinoamericanos, en Brecha, La Lupa, Montevideo 7 de Octu- (130)Ibid., p. 45.
bre de 1988, pp. 15-8. (131)Ibld.,p. 14.
(116)Cfr. ORLANDO FALS BORDA, Causa popular, ciencia popular. Urna (132)Cfr. WILHELM REICH, La revolución sexual. Para una estructura de
metodología do conhechnento científico a través de acao, en Repensando a carácter autónoma del hombre, Barcelona, ed. Planeta, De Agostini, 1985,
pesquisa participante, S. Pablo, ed. Brasiliense, 1985, pp. 131-57. pp. 192-244.
(117)Cfr. FRANZ J. HINKELAMMERT. Op. clL, p. 238. (133)Cfr. WILHELM REICH, Análisis del carácter, Buenos Aires, Ed. Paidós,
(118)Scguiremos de cerca la exposición de BRUCE BROWN, Marx, Freud y la 1974.
crítica de la vida cotidiana, Buenos Aires, Amorrortu, 1975. Cfr. también los (134)Cfr. WILHELM REICH, Materialismo dialéctico y psicoanálisis, México,
estudios siguientes: HELMUD DAHMER, Libido y sociedad. Estudios sobre Siglo XXI, 1980, p. 133.
Freud y la izquierda freudiana, México, Siglo XXI, 1983. ENRIQUE (135)Cfr. WILHELM REICH, Op. cit., pp. 141-70. La revolución sexual. Cfr.
UREÑA, La teoría de U sociedad en Freud. Represión y liberación. Madrid, también R. REICHE, La sexualidad y la lucha de clases.
Tecnos, 1977. LEÓN ROZITCHNER, Freud y los límites del Individualismo (136)Cfr. ÓSCAR NUÑEZ SOTO, Op. clt, p. 146.
burgués, Buenos Airers, Siglo XXI, 1972. PAUL RICOEUR, Essals sur (137)Cfr. CIDC, nier. Encuentro de La Habana. Educación Popular y los
Freud, París, ed. du Seuil, 1965. Le confllt des interprétatlons. Essals procesos de liberación de América Latina y el Caribe, Montevideo, Serie
d'berrnéneutlque. París, ed. du Seuil, 1969. Du texte a l'action. Essais Educación Popular, 1988. La segunda cita corresponde al discurso de apertura
d'herméneutique, II, París, ed. du Seuil, 1986. MICHAEL SCHENEIDER, pronunciado por el Comandante Man.
Neurosis y lucha de clases. Crítica materialista del psicoanálisis para PILAR UBILLA, Seminado-Taller sobre: Educación popular y los proce-
constituirlo en fuerza liberadora, México, Siglo XXI, 1987. ERIK H. sos de liberación en América Latina y el Caribe, en Notas sobre Cultura y
ERIKSON, Etica y Psicoanálisis, Buenos Aires, ed. Paidós, 1967. NÉSTOR Sociedad, vol. IV. Montevideo, CIDC, 1988, pp. 41-53.
BRAUNSTEIN, Psiquiatría, teoría del sujeto, psicoanálisis (hacia Lacan), Se realizaron constataciones similares en el VII Taller de Sistematización y
México, Siglo XXI, 1987. A 50 años del Malestar en la Cultura, México, Creatividad, Guadalajara, México, Noviembre de 1988 (aún no publicado).
Siglo XXI. 1986. (138)Cfr. MICHAEL SCHNEIDER, Op. cit., p. 158-181.
(119)NESTOR BRAUNSTEIN, Nada que sea más siniestro que el hombre, en A (139)Cfr. HERBERTMARCUSE, Eros y civilización.
50 años del malestar en la Cultura, México, Siglo XXI, 1986, p. 192. (140)Cfr. JÜRGEN HABERMAS, Conocimiento e Interés, Madrid, Taurus, 1986.
(120)Cfr. LEÓN ROZITCHNER. Op. clt, p. 247 Ver el capítulo 12 ("Psicoanálisis y teoría societaria").
(121 )Cfr. ERIC FROMM, El miedo a U libertad, Buenos Aires, Paidós. El arte de (141)Cfr. RAÚL LEIS, La sal de los zombls. Cultura y educación popular en la
amar, Buenos Aires, Paidós. La condición humana actual Buenos Aires, tarea de despertar a los durmientes, Lima, ed. Tarea, 1986. MARCO RAÚL
Paidós. Sobre la desobediencia y otros ensayos. Buenos Aires, Paidós. La
179
178
Aires, ed. Legasa. 1986. NOAM CHOMSKY - EDWARD S. HERMÁN,
MEJIA, Educación Popular. Aportes para la discusión, Bogotá, CINEP, Washington y el fascismo en el Tercer Mundo, México. Siglo XXI. 1981.
Documentos Ocasionales, N» 28. ROSA MARÍA TORRES, Discurso y prácti- (151)Cfr. ROMÁN JAKOBSON, Lingüistica e comunlcacao. San Pablo, Ed.
ca en educación popular. Quito. Ciudad, 1988. JOSÉ L. REBELLATO, La Cultrix, 1975.
cultura popular y el trabajador social, en Trabajo Social 5 (1987), pp. 4-7. (152)lbld.. p. 121.
(142)Cfr. NÉSTOR GARCÍA CANCLINI, Las culturas populares en el capitalis- (153)BASILE BERNSTEIN. Langage et classes sociales. Códes soclo-llngulsti-
mo, México, ed. Nueva Imagen, 1982. ques et controle social. París, ed. De Minuit, 1975.
(143)Cfr.BOURDIEU-PASSERON, La réproductlon, Pans, ed. de Mineriz, 1970. (154)la transdisciplinariedad adquiere suma importancia en las investigaciones de
El oficio del sociólogo, Buenos Aires, Siglo XXI, 1975. JEAN PIAGET. Psicología y Epistemología, Buenos Aires, Emecé, 1972.
(144)Cfr. JOSÉ LUIS REBELLATO, Educación Popular y Cultura Popular, en Biología y Conocimiento, México. Sigto XX3, 1975. La situación de las
Notas sobre Cultura y Sociedad, vol. IV, Montevideo, CIDC. 1988, pp. 14-6. ciencias del hombre dentro del sistema de las ciencias y Problemas genera-
(145)Cfr. CLAUDE LEVY-STRAUSS, Antropología Estructural. Buenos Aires, les de la investigación in te rdisci plinarla y mecanismos comunes, en AAVV,
Eudcba, 1968, pp. 186-211. Un esquema estructural de cuatro mitos Wüme- Tendencias de la Investigación en las Ciencias Sociales, Madrid, Alianza ed.,
bago, en ELÍSEO VERON, El proceso Ideológico, Buenos Aires, ed. Tiempo 1970, respectivamente pp. 44-120, 199-283.
Contemporáneo, 1973, pp. 83-97. (155)En relación a la investigación particicpaliva, pueden consultarse los siguientes
(146)Cfr. PAULRICOEUR, L« conflitdes Interprétations. Essals <f herméneuti- trabajos: OQUIST PAUL, Epistemología de la Investigaclón-acclón. FER-
que, París, ed. du Seuil, 1969, p. 63. Cfr. también JEAN VIET, Los métodos NANDO ROSAS, El apego de las ciencias a lo real. ULF HIMMELSTR AND,
estructuralistas en las Ciencias Sociales, Buenos Aires, Amorrortu, 1970. La Investigación acción y la ciencia social aplicada. ORLANDO FALS
(147)Cfr. CARLOS RODRÍGUEZ BRANDAD, Estructuras sociales de repro- BORDA, Por la praxis: el problema de cómo investigar la realidad para
ducción del saber popular, en ISABEL HERNÁNDEZ, Saber popular y transformarla. JAMES PETRAS, Las divergencias entre el trabajo cientí-
educación en América Latina, Buenos Aires, ed. Búsqueda, 1985, pp. 80-1. fico y la acción política. Todos estos trabajos están publicados en SIMPOSIO
(148)Cfr. CARLOS RODIRGUEZ BRANDAO, A educado como cultura. San MUNDIAL DE CARTAGENA, Crítica y Política en Ciencias Sociales. El
i
Pablo, Ed. Brasiliense, 1986. debate sobre teoría y práctica, vol. I, Bogotá, Punta de Lanza, 1978, respec-
(149)Cfr. ELÍSEO VERON, Conidlclones de producción, modelos generativos y tivamente, pp. 3-31,49-77,163-209, 209-273, 274-307. I
manifestación Ideológica, en El Proceso Ideológico, Buenos Aires, ec. ORLANDO FALS BORDA, Conocimiento y poder popular. Lecciones con
Tiempo Contemporáneo, 1973, pp. 251-93. campesinos de Nicaragua, México y Colombia, Bogotá, Siglo XXI, 1985. (
(150)Cfr. S. SIGAL - E. VERON, Perón o muerte. Los fundamentos discursivos CARLOS RODRÍGUEZ BRANDAO (org.), Repensando a pesquisa partici-
pante, San Pablo, ed. Polis, 1985. (
del fenómeno peronista, Buenos Aires, cd. Legasa, 1986.
RICARDO VISCARDI, El discurso sobre el Estado, en AAVV, ¿Hacia MICHELTHIOLLENT, Critica metodológica, Investigado Social e enque-
dónde va el Estado Uruguayo?, Montevideo, Fundación de Cultura Univer- te operarla. San Pablo, cd. Polis, 1982.
sitaria, 1987, pp. 207-52. AAVV, Introducción al análisis del Discurso VERA GIANOTTEN YTONDE WTT, Organización campesina: el objetivo I
político, Montevideo, Fundación de Cultura Universitaria, 1986. JOSÉ LUIS político de la educación popular y la Investigación particlpatlva, Lima,
REBELLATO - CARLOS SURROC A, Análisis del discurso político sobre el Tarea, 1987. (
Referéndum, en Notas sobre Cultura y Sociedad, vol IV, Montevideo, CIDC, ORLANDO FALSBORDA - CARLOS RODRÍGUEZ BRANDAO. Ivestlga-
1988, pp. 61-79. clón Particlpatlva, Montevideo, Ed. de la Banda Oriental, 1986.
En la línea del análisis ideológico de los medios de comunicación, Cfr. JOAO FRANCISCO DE SUOZA, Urna pedagogía da revolucao, San Pablo, I
MICHEL y ARMAND MATTELART, Comunicación e Ideologías de la ed. Cortes, 1987. VÍCTOR GIORGI, Investigación-Acción partlclpativa:
seguridad, Barcelona, ed. Anagrama, 1978. ARMAND y MICHEL MATTE- una opción metodológica, en Notas sobre Cultura y Sociedad, vol. IV,
LART - MABEL PICCJM, Los medios de comunicación de masas. La Montevideo.'CIDC, 1988, pp. 54-60.
Ideología de la prensa liberal, en Cuadernos de la Realidad Nacional, Santiago FRANCISCO VIO GROSSI - VERA GIANOTTEN y TON de WIT, Investi-
de Chile, N» especial, 1970. gación, participación y praxis rural. Nuevos conceptos en educación y
En la línea de una comunicación alternativa, Cfr. MARÍA HERMOSILLA - desarrollo local, Santiago de Chile, CEAAL, 1988. GIULIO GIRARDI,
MARIO KAPLUN, La educación para los medios en la formación del Cosclenza opérala oggl. I nuovl comportamentl operal in una rlcerca (
comunicador social, Montevideo, Fundación de Cultura Universitaria, 1987. gestita dai lavoratori. Barí, De Donato ed.. 1980.
Cfr. también ARIEL DORFMAN, Los sueños nucleares de Reagan, Buenos '
181
180
(156)La obra Esta luz ya no se apagat recoge el producto de un proceso de para educar, México, IMDEC, 1986. Métodos organizativos y estilos de
recuperación histérico-cultural, realizado en la comunidad campesina de conducción, mimeo. Costa Rica, CED, ,1987. En busca de las dimensiones
Cantimplora (Rivas, Nicaragua). En dicho proceso participaron los campesinos perdidas. Una historia sin fin. Separata del VI Taller de Sistematización y
como sujetos investigadores, en conjunto con educadores populares. Cfr Creatividad, México, mimeo. Alforja, 1987. ÓSCAR JARA, La aplicación de
FÉLIX PEÑA BALDELOMAR, Esta luz ya no se apaga. Reflexiones sobre la metodología dialéctica en la educación popular, Taller "Ricardo Monales
el trabajo organizativo en el campo, Managua, ed. Vanguardia, 1988. Aviles", Diriamba, mimeo.. 1985. LUIS SERRA, La nueva educación y el
(157)No somos profesionales en Servicio Social. Sí estamos aportando a una práctica método dialéctico de aprendizaje. Taller "Rteardo Morales Aviles", Diriam-
social-en la línea de la educación popular-desde el año 1972. Nuestro trabajo ba, mimeo., 1985. MARCO RAÚL MEJIA, Sobre el uso de la dialéctica y el
de campo ha pasado desde los barrios periféricos de ciudades del interior, hasta saber pedagógico. Dos dificultades en la Educación Popular, CINEP,
barrios periféricos de Montevideo. Hemos trabajado en Talleres junto a Traba- Ponencia presentada en el Seminario de "Epistemología y filosofía de la
jadores Sociales. En los comicn/as recurrimos a la metodología de Paulo Freiré, Educación Popular", Armenia, 1987. GIULIO GIRARDI, Educación Popular
luego hemos intentado formular una metodología que recibe el aporte de varias liberadora, en Nicaragua trinchera teológica. Salamanca, ed. Lóguez, 1987.
venientes (marxismo, psicoanálisis, ciencias sociales, investigación partícipa- pp. 365-417. El Centro de Investigaciones y Desarrollo Cultural (CIDC) ha
tiva). La hemos formalizado en la metodología que actualmente empleamos en aportado en la línea de los Talleres de Educación Popular y en Investigación
los Talleres de Educación Popular en Sindicatos y en los Talleres de Investiga- Participativa. Cfr. los 4 volúmenes de "Notas sobre Cultura y Sociedad".
ción Panicipativa, con práctica de campo. En lo que se refiere al Servicio Social, (158)Cfr. HERMÁN KRUSE, Filosofía del siglo XX y Servicio Social... Op. cit., pp.
la bibliografía consultada ha sido la siguiente: HERMÁN KRUSE, Introduc- 9-22, 71-9.
ción a la Teoría Científica del Servicio Social, Buenos Aires, 1972. Ideolo- (159)Cfr. BORIS A. LIMA, Op. cit, pp. 55-87.
gías y Servicio Social, en Cristianismo y Sociedad 14 (1967). Filosofía del (160)Cfr. VICENTE DE PAULA FALEIROS, Op. cit., pp. 29-49.
siglo XX y Servicio Social. Anexo: teología de la liberación y Servicio Social, (161)Cfr. HERMÁN KRUSE, Op. cit., p. 72.
Buenos Aires, Humanitas, 1986. EZEQUIEL ANDER EGG, Servicio social (162)Cfr. VICENTE DE PAULA FALEIROS, Op. cit, pp. 148-9.
para una nueva época, Buenos Aires, Humanitas, 1983. El Trabajo Social (163)Cfr. NATALIO KISNERMAN, Op. cit, pp. 55-6.
como acción liberadora, Madrid, Unicurop, 1977. NATALIO KISNERMAN, (164)Ibid.,p. 82-5.
Etica para el Servicio Social, Buenos Aires, Humanistas, 1976. AAVV, La (165)Cfr. HERMÁN KRUSE, Op. cit. pp. 79-91.
sistematización en los proyectos de educación popular, Santiago de Chile, (166)Cfr. NATALIO KISNERMAN. Op. cit, pp. 84-5.
CEAAL, 1987. LAURA GRAZXíOSI, Códigos de Etica del Servicio Social, (167)Cfr. OTTO MADURO,,Op. cit., pp. 84-5.
Buenos Aires, Humanitas, 1976. ENRIQUE DI GARLO, Perspectivas en la (168)Cfr. VICENTE DE PAULA FALEIROS, Op. cit, p. 77.
conducción de grupos, Montevideo, ed. Guillaumet, 1969. ENRIQUE DI (169)Cfr. OTTO MADURO. Op. cit. p. 71.
GARLO y COLABORADORES. Una Investigación sobre orientación de (170)Cfr. ORLANDO FALS BORDA, El nuevo despertar de los movimientos
grupos, Montevideo, cd. Guillaumet, 1971. BORIS A. LIMA, Epistemología sociales, en ALAETS-CELATS, XII Seminario Latinoamericano de Traba-
del Trabajo Social, Buenos Aires, Humanitas, 1983. VICENTE DE PAULA jo Social. Nuevos Cuadernos CELATS 13 (1987), p. 20.
FALEIROS, Metodología e Ideología del Trabajo Social, Lima, ed. Tarea, (171)Cfr. rVANILLICH. Descolarlzzare lasocleta, Mondadori, 1972, pp. 85-8.
1983. ENRIQUE DUSSEL, La antropología filosófica fundamento teórico Ultimamente-Illich ha planteado revisar ciertos aspectos de su teoría. Aún así,
del Servicio Social en América Latina, en América Latina, Dependencia y pensamos que está atrapado dentro de un enfoque idealista. Cfr. PAULO
Liberación, Buenos Aires, García Cambeiro, 1973, pp. 67-81. OTTO FREIRÉ - IVAN ILLJ.CH, La educación. Autocrítica de Paulo Freire/Ivan
MADURO, El profesional en los procesos populares, en Cultura Popular, Illich, Buenos Aires, ed. Búsqueda, 1986.
Julio 1983, pp. 60-71. PAULO FREIRÉ, El rol del Trabajador Social en el Paulo Freiré desarrolla con mucha lucidez la importancia del trabajo educativo
proceso de cambio, en Hoy en el Servicio Social 16-17 (1969), p. 89-104. a nivel de las instituciones educativas, por ejemplo, dentro de la universidad.
AAVV, Trabajo Social y Participación comunitaria. Nuevas perspectivas Destaca las contradicciones y temores que esta tarea despierta en el educador.
del espacio profesional. Nuevos cuadernos CELATS 8 (1985). ALAETS - Cfr. IRA SHOR - PAULO FREIRÉ. Medo e Ousadla. O cotidiano do
CELATS, XII Seminarlo Latinoamericano de Trabajo Social. Medellín- Professor, Rio de Janeiro, ed. Paz e Terra, 1986.
Colombia, en Nuevos Cuadernos CELATS 13 (1987). En la linca de la (172)MAX-NEEF ha ralizado un aporte profundo y novedoso en relación a una
educación popular, pueden leerse las siguientes publicaciones: ÓSCAR JARA, interpretación cualitativa de las necesidades humanas y del desarrollo. Son
La conciencia de clasey el método dialéctico en la educación popular. Quito, aportes imprescindibles para una teoría de la transformación. No obstante su
CEDECO. CARLOS NUÑEZ, Educar para transformar. Transformar práctica, en cuanto queda encerrada en los espacios pequeños, no permite
182 183
visualizar U relación con la transformacióif cualitativa y política de la ciucra
sociedad. Cfr. MAX NEEF. Economía Descalza. SeáaJei desde «I mundo
invisible. Montevideo. CEPALHJR. 1986.
(173)Cfr. PETES. BERGER - THOMAS LUCKMAN N, La constractlóa social de
la realidad, Buenos Aires. Amorrortu. 1979. pp. 150-1.
(!74)Cfr.GERARD MENDEUSoclosfcoanilWs. 2 vol. Buenos Aires, Amorrortu.
1974. GERARD MENDEL - CHRISTIAN VOGT. El manifiesto de te
educación. Madrid, Siglo XXI, 1978.
(!75)Cfr. LAURA GRAZZIOSI. Op. dC. 1978.
(l76)IbhL,p.8493.
(!77X:ír. NATALIO KISNERMAN. Op. ciL, p. 95.
ÍNDICE
Introducción 5
Primera Parte:
' ETICA Y PROYECTO DE LIBERACIÓN 9
•
Capítulo I:
EN TORNO A UNA ETICA INTEGRADORA 19
1. Etica y sociedad 19
2. Etica y antropología 23
3. Reflexiones metodológicas 27
C Capítulo II:
EN TORNO A UNA ETICA TRANSFORMADORA 29
184 185