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NO POR NUESTRA HABILIDAD,

SE TRATA DE DIOS
- Bienvenida
- Cada uno toque al hno del lado. Que lo bendiga.
- Oración inicial

Hoy quiero hablar sobre la historia de Jacob, hijo de


Abraham, padre de la Fé, y como esta experiencia
podemos aplicarla a nostros hoy.

Vamos a leer un texto donde se cuenta la historia de


cuando este hombrefu tocado por un ángel de Dios, un
toque diferente de lo que uno podría imaginarse, pero este
toque le cambió la vida. Leeremos acerca de él en el libro
de Génesis capítulo treinta y dos.

GENESIS 32
Jacob envía mensajeros a Esaú
1 Jacob continuó su viaje, y en el camino unos ángeles de
Dios salieron a su encuentro. 2 Cuando Jacob los vio, dijo:
«¡Pero si aquí también acampa Dios!» Por eso llamó a ese
lugar «Dos campamentos».
3-4 Después de eso, Jacob envió unos mensajeros a su
hermano Esaú, que vivía en la región de Edom. Los
mensajeros tenían instrucciones de decirle a Esaú:
«Su hermano Jacob se pone a sus órdenes y le hace saber
que todo este tiempo ha estado viviendo con su tío Labán.
5 Ahora es dueño de vacas, burros, ovejas y cabras, y
además tiene esclavos y esclavas. También le suplica que
usted lo reciba con bondad».
6 Cuando los mensajeros regresaron, le dijeron a Jacob:
«Fuimos y hablamos con su hermano Esaú, y él mismo
viene a recibirlo, al frente de cuatrocientos hombres».
7 Jacob se asustó mucho, así que dividió a su gente y a su
ganado en dos grupos, 8 pues pensó: «Si Esaú llega y
ataca a uno de los grupos, al menos el otro grupo podrá
escapar». 9 Y Jacob hizo esta oración:
«Dios mío, tú eres el Dios de mi abuelo Abraham y de mi
padre Isaac. Tú me ordenaste regresar a mi tierra, con mis
parientes, y me prometiste tu ayuda. 10 Siempre me
tratas con mucha bondad, aunque no lo merezco, pues soy
yo quien debe servirte. Cuando crucé el río Jordán, solo
tenía un palo para defenderme, pero ahora tengo gente y
ganado para formar dos grupos. 11-12 Tú me prometiste
que me iría bien, y que mis descendientes llegarían a ser
como la arena del mar, que no se puede contar. ¡Líbrame
ahora de mi hermano Esaú! Tengo miedo de que venga y
nos ataque a todos».
13 Esa noche Jacob durmió en aquel lugar. De los animales
que tenía, apartó para regalarle a su hermano 14
doscientas cabras, veinte chivos, doscientas ovejas, veinte
carneros, 15 treinta camellas con sus crías, cuarenta
vacas, diez toros, veinte burras y diez burros. 16 Entregó a
sus sirvientes cada manada por separado, y les ordenó
adelantarse y mantenerse a distancia unos de los otros. 17
Al guía de la primera manada le ordenó:
«Cuando te encuentres con mi hermano Esaú, y él te
pregunte quién eres y a dónde vas, y de quién son todos
estos animales, 18 le dirás que son míos, pero que yo se
los regalo. Dile también que yo vengo detrás de ti».
19 Estas mismas instrucciones les dio al segundo y al
tercer guía, y a los que iban tras las manadas. A todos
ellos los obligó 20 a decir que él venía siguiéndolos. Y es
que Jacob pensaba: «Voy a calmar a Esaú con estos
regalos, y así, cuando me vea, me recibirá bien».
21 Luego de enviar esos regalos, Jacob se quedó a pasar la
noche en el campamento.

La lucha de Jacob
(22-23) Esa misma noche Jacob se levantó, tomó todas
sus posesiones, y junto con su familia cruzó el arroyo
Jaboc. 24 Y luego él solo regresó al otro lado y allí luchó
con un desconocido hasta que el sol salió. 25 Cuando el
desconocido se dio cuenta de que no podía vencer a Jacob,
lo golpeó en la cadera, y se la zafó. 26 Entonces el
desconocido le dijo:
—¡Suéltame! ¡Ya salió el sol!
Pero Jacob le respondió:
—No te suelto si no me bendices.
27 El desconocido le preguntó:
—¿Cómo te llamas?
Cuando Jacob le dio su nombre, 28 el desconocido dijo:
—Ya no te vas a llamar Jacob. Ahora vas a llamarte Israel,
porque has luchado con Dios y con los hombres, y has
vencido.
29 Entonces Jacob le dijo:
—Ahora te toca decirme cómo te llamas.
Pero el desconocido respondió:
—¡Pues ya debieras saberlo!
Luego bendijo a Jacob, 30 y por eso Jacob llamó a ese
lugar Penuel, pues dijo: «¡He visto a Dios cara a cara, y
todavía sigo con vida!»
31 Cuando el sol salió, Jacob se fue de Penuel, pero iba
cojeando.
Un toque diferente

En esta última parte del mismo capítulo leemos que Jacob


luchó con un varón toda la noche hasta llegar al amanecer,
al punto que esta persona, lastima a Jacob hasta dislocar
su cadera.

Inmediatamente, Jacob le dice al hombre que no le dejaría


hasta que lo bendijera, hasta que consiguió si lo que
esperaba.

Si profundizamos un poco en esta historia de la Biblia nos


podremos dar cuenta que quien se presenta en Génesis 32
como el ángel de Jehová, no es otro que el Cristo mismo.

Y Cristo se encuentra con Jacob en el momento en que


éste más lo necesitaba. Jacob fue tocado por Dios mismo
en el momento de mayor desesperación, en la ocasión en
que más lo precisaba.

Dios se encontró con él, porque fue a su encuentro en


medio de las circunstancias propias de su vida, y Jacob fue
cambiado para siempre.
Cuidado providencial

Según los capítulos anteriores al 32, Jacob acababa de


dejar la casa de su suegro Labán, donde había estado
trabajando por años, bajo autoridad de este.

En el capítulo que recién leimos, Jacob estaba a punto de


atravesar la tierra de su hermano Esaú, quien años atrás
había jurado matarlo.

Fue en medio de esa circunstancia histórica, que Dios


habló y Jacob respondió dando un paso de fe que lo
llevaría a encontrarse cara a cara con Dios mismo.

¿Alguna vez te has sentido perseguido o en peligro,


incluso incapaz de dar el próximo paso, aunque Dios
le pidiera que lo hiciera?

Piense en esto

Cuando somos llamados por Dios y hemos tomado el


camino que Dios nos ha dado, entonces, podemos estar
seguros que Dios nos cuidará aunque tengas que
enfrentarte con circunstancias insuperables.

En la vida de Jacob vemos el cuidado oportuno de Dios en


toda su expresión. Esto nos enseña que si tomamos el
camino correcto, no tendremos que temer, porque Dios
cuidará de nosotros.
En el texto que leimos vemos ese cuidado de Dios hacia
Jacob (v. 1; “Jacob continuó su viaje, y en el camino unos
ángeles de Dios salieron a su encuentro.”).

A medida que seguimos el camino de Cristo, Él está


oportunamente cuidando nuestra vida.

Aquí es donde Dios se encontró con Jacob, quien dijo


claramente cuando vio los ángeles: «¡Pero si aquí también
acampa Dios!». Y denominó «dos campamentos» a este
lugar, lo que quiere decir, que había allí más de un
campamento. Estaba el campamento terrenal de Jacob,
pero también se encontraba el campamento celestial de
Dios. Jacob supo que donde él colocara su tienda, Dios
colocaría la suya, con sus ángeles, a fin de cuidarlo.

En ocaciones uno se siente temeroso y con dudas, pero si


obedeces a la voz de Dios, entonces Él estará
acompañandonos en cada momento, en cada situación.
Nos acompañará de múltiples maneras, muchas de ellas
totalmente desconocidas para nosotros.

¡Se imaginan este cuadro donde los mismos ángeles de


Dios acamparon alrededor de Jacob!

Jacob tuvo, en cierto sentido, una visión doble; la visión de


su circunstancia terrenal pero también la visión del cuidado
celestial.

El ejercito de Dios acampó alrededor de Jacob, para


cuidarlo en ese momento de necesidad.
¿Se encuentras atravesando un momento de
necesidad? ¿Necesitas el cuidado oportuno de parte
de Dios?

Descanse tranquilo, ya que como sucedió con Jacob, Dios


también nos cuidará.

¿No es increible darse cuenta que Dios siempre está


pendiente de nosotros?
Aflicciones del pasado

Jacob tenía un conflicto del pasado sin resolver con su


hermano Esaú y se volvió una preocupación tremenda para
él, ahora que atravesaba su territorio.

GENESIS 32.6-8
6 Después de transmitir el mensaje, los mensajeros
regresaron y le informaron a Jacob: «Nos encontramos con
su hermano Esaú y ya viene en camino a su encuentro,
¡con un ejército de cuatrocientos hombres!». 7 Jacob
quedó aterrado con la noticia. Entonces separó a los
miembros de su casa en dos grupos, y también a los
rebaños, a las manadas y a los camellos, 8 pues pensó:
«Si Esaú encuentra a uno de los grupos y lo ataca, quizá el
otro grupo pueda escapar».

Su temor llego a tal punto que cuando los mensajeros


regresaron a Jacob y le contaron que su hermano Esaú
venía a recibirle con cuatrocientos hombres, Jacob tuvo
angustia y hasta preparó la huida.
En el pasado, la relación de Jacob con su hermano Esaú
había concluido en odio, guerra y amenazas. Jacob le robó
a Esaú la primogenitura (un privilegio que implicaba varias
ventajas) y además, la bendición del padre.

La Biblia dice que estaba angustiado y con mucho miedo.


Cada paso que dio, puso en evidencia que estaba lleno de
temor y azoramiento. En el fondo de su mente, a la vuelta
de la esquina, detrás de las rocas, podía hallar su fin gran
parte de su clan.

¿Ha sentido su vida amenazada por preocupaciones


del pasado?
¿Preocupaciones que producen angustia con sólo
recordarlas, por pensar en ellas o simplemente
porque alguien las menciona?

El temor y la angustia que experimentaba Jacob, fueron el


resultado de haberse olvidado del cuidado tenía de parte
Dios.

¿Ha notado que a veces invaden preocupaciones su vida


del pasado aun después de disfrutar momentos
maravillosos y plenos de consuelo meditando en la Palabra
de Dios?

Estas preocupaciones parecen borrar de nuestro espíritu y


mente las grandes verdades bíblicas que aprendemos. Nos
hacen regresar a un punto en el que uno se siente tan
angustiado que apenas puedes pensar en las promesas del
cuidado providencial de Dios.

Aquí, en ese punto, es donde encontramos a Jacob:


acababa de experimentar un encuentro tremendo en el
cual pudo ver más allá de su condición terrenal, donde se
encuentra con este campamento de ángeles; sin embargo,
la noticia que le dieron sobre su hermano Esaú le produjo
tal temor, que por lo menos durante un momento, se
olvidó del cuidado de Dios.

¿Cuáles son las aflicciones del pasado que te están


quitando el consuelo del presente?

Recuerda que los ejercitos de Dios acampan a nuestro


alrededor, siguen estando allí para cuidarnos.
Un clamor genuino

Otra lección que aprendemos de la vida de Jacob es clamar


a Dios geniuinamente.

Jacob estaba absolutamente atrapado en sus


preocupaciones del pasado, angustiado y temeroso pero,
levantó la mirada oró a Dios, diciendo:

«9Dios mío, tú eres el Dios de mi abuelo Abraham y de mi


padre Isaac.».

Luego, acompañó esa súplica con una declaración de


humildad:

«10Siempre me tratas con mucha bondad, aunque no lo


merezco, pues soy yo quien debe servirte »

Versión NTV:

“No soy digno de todo el amor inagotable y de la fidelidad


que has mostrado a mí, tu siervo.”

Y fue ahí, cuando Jacob comenzó a verse a sí mismo a la


luz de la realidad.

¿Ha pensado alguna vez en esto?

Dios, a veces permite que los temores que surgen de


situaciones difíciles del pasado, atrapen tu alma de tal
manera que nos deja en el piso, de rodillas, sin fuerzas a
veces, viéndonos a nosotros mismo tal como Dios nos ve.
Cuando nos vemos así, vulnerables, sin esperanza, sin un
rumbo, entonces clamaremos tal como lo hizo Jacob.

He descubierto en mi propia vida, que Dios puede permite


que aparezca alguna angustia, algunas dificultad, para que
yo pueda ver que la victoria no está en mí, sino que
proviene de Él.

Estas ocasiones son las que me ayudan a entender cuánto


necesito a Dios, impulsándome a acercarme al Él, al decir:
“No soy digno de todo el amor inagotable y de la fidelidad
que has mostrado a mí, tu siervo.”

¿Se recuerda cuándo fue la última vez que hizo esto?

¿O eres uno de esos que levanta la cabeza con orgullo y


dice: «Dios, hice esto o aquello, por lo tanto, estás
obligado a hacer esto o aquello por mí?».

1 Cor 1.28-29

28Dios escogió lo despreciado por Él —lo que se considera


como nada— y lo usó para convertir en nada lo que el
mundo considera importante. 29Como resultado, nadie
puede jamás jactarse en presencia de Dios.

Dios escoge a los débiles para hacer cosas maravillosas.


Utiliza lo frágil para llevar a cabo la pelea ¡Es tan
importante que llegues al punto en que clames a Dios, no
con los labios, sino desde lo profundo de tu alma, diciendo:
«Dios, no soy digno»!
En este texto, aunque Jacob oró pidiendo ser librado de su
hermano Esaú, en realidad lo que necesitaba era ser
liberado de sí mismo.

La mayor liberación que experimentarás del mayor


enemigo que tienes, es la de ser librado de nosotros
mismos. Todos nosotros necesitamos pedirle a Dios:
«Señor, líbrame de mí, de mis deseos, de propia
voluntad».

El nombre Jacob significa «engañador, maquinador».

Era el tipo de persona que siempre tiene todo planeado


para su beneficio. ¿Le suena?

Jacob era de los que arreglaba todos los detalles, a fin de


que todo saliera como él quería. Planificaba hasta el más
mínimo detalle; aun en la búsqueda de las bendiciones de
Dios.

¡Esta no es la forma en que Dios hace las cosas!

Lo que Dios quiere es un corazón que clame: «No soy


digno de ti, líbrame, pero no sólo de Esaú, sino también de
mí mismo».
Una penosa condición

GENESIS 32.16-18

16 Entregó a sus sirvientes cada manada por separado, y


les ordenó adelantarse y mantenerse a distancia unos de
los otros. 17 Al guía de la primera manada le ordenó:
«Cuando te encuentres con mi hermano Esaú, y él te
pregunte quién eres y a dónde vas, y de quién son todos
estos animales, 18 le dirás que son míos, pero que yo se
los regalo. Dile también que yo vengo detrás de ti».

Lo siguiente que podemos aprender, surge de la penosa


condición en que se encontraba Jacob.

Se nos muestra aquí la inestabilidad de Jacob, este


hombre maquinador y que parecía tener todo controlado,
después de que hubo clamado a Dios, volvió a descender
al valle de la desesperación y a redundar en sus
aflicciones.

Volvió a pensar en lo que podía hacer su hermano Esaú y


tuvo miedo de perder la vida.

Es interesante como fue preparando la cantidad de regalos


que dispuso, para que sus siervos entregaran a Esaú, en
caso de encontrarse con él.

Una condición penosa en la que seguía operando, pues


todavía trataba de hacer las cosas solo, a su manera, sin
contar con Dios de la manera correcta.
Aun después de haber expresado ese tremendo clamor de
forma genuina, dividió las ovejas, las cabras y todos sus
bienes. Luego dijo a sus siervos que fueran delante de él y
le dijeran a Esaú que los animales eran un regalo de parte
de su hermano.

¡Siempre planificando!

Detengámonos un momento y pensemos en nuestra propia


vida.

¿En cuántas ocasiones, luego de clamar a Dios, de


reconocerle como Dios, de reconocer tu propia indignidad y
de rogar pidiendo liberación, regresas a tu manera de
operar, a nuestros propios planes?

Este es un formato que tiene la tendencia de ser repetida


por aquellos que son como Jacob.

Esta situación, casi podría considerarse el umbral de la


transformación real de Jacob. Aún se aferraba a sus
propios planes, sin soltar su mano de ellos.

Imaginen lo que pensaban sus siervos ¿No había dicho


Jacob que el ejercito de ángeles acampaba a su alrededor?
¿No dijo que Dios les iba a cuidar? ¿Por qué entonces tanta
planificación? ¿Para qué inquietarse? ¿Por qué toda esa
visible frustración?
¡Sus labios dicen una cosa y su vida dice algo totalmente
diferente!

Debemos tomar conciencia, en cuanto a que Dios seguirá


insistiendo una y otra vez, hasta que abandones tus
planes, y dejemos de actuar con nuestras propias fuerzas
para alcanzar tus propósitos.

¡Es necesario que aprendas a soltar las riendas, a dejar


que Él tome el control y nos rindamos ante Dios para que
Él haga las cosas!
Combate final

GENESIS 32.24
Y luego él solo regresó al otro lado y allí luchó con un
desconocido hasta que el sol salió.

Jacob fue a pelear, comenzó a luchar de manera incesante


e incansable. Sería éste un combate que habría de dejar
una marca permanente en su vida.

Un hombre como Jacob, que corría apresurado por la vida,


terminó cojeando, pero logró más a través de ese
impedimento físico, que todo lo que había conseguido
intentando dirigirse bajo su propia voluntad.

El primer aspecto en este combate, es que fue una lucha


privada.

Es muy posible que las cosas más importantes que Dios


haga en su vida no serán en público, sino en privado. Dios
hace cosas tremendas en tu vida, cuando te enfrentas, en
un “combate” mano a mano, con el mismo Señor.

¿Cuándo fue la última vez que tuviste un encuentro


privado con Dios? ¿Cuándo fue la última vez que el
Señor Dios del universo se te acercó y luchaste con
él?

Esto es un asunto privado. Las personas que no tienen


estos encuentros privados, viven de experiencias públicas
muy superficiales, de poca sustancia. El combate con Dios
es un tema privado.

En segundo lugar, este combate es una experiencia


personal e intransferible. El texto dice una y otra vez que
Jacob luchó con él, con Cristo mismo. En privado. Nadie lo
vió sino sólo él y Dios, y fue absolutamente personal.

¿Qué porcentaje de tu fe surge de tu relación


personal con el Señor?

¡En esta relación de experiencia directa con Dios es donde


“Ángel de Jehová”, Cristo mismo hablando a nuestras
vidas. Nada de testimonio de otros. Mi experiencia frente a
Dios.

Algunos hemos nacido en hogares cristianos, conocemos la


cultura de la iglesia, conocemos las palabras (hermano,
tenemos ciertos tonos para orar), sabemos las tradiciones
y liturgias, pero es probable que la fe nunca se haya
convertido en algo personal.

Un combate persistente con Dios es privado y es personal.


Tenemos que llegar a la conclusión, que aunque es
personal, no se trata de nosotros, sino que se trata de
Él.
Un corazón apasionado

GENESIS 32.26
Entonces el desconocido le dijo:
—¡Suéltame! ¡Ya salió el sol!
Pero Jacob le respondió:
—No te suelto si no me bendices.

Había amanecido y el Señor ya había dislocado la cadera


de Jacob. Pero él deseaba ser liberado y le dice al ángel:
«No te suelto si no me bendices ».

Esta es una frase bastante apasionada. Y aquí es, donde


precisamente comienza la victoria.

«Dios, aquí estoy de rodillas delante de ti. Dios, estamos


luchando juntos en oración y no dejaré que te vayas hasta
que me bendigas».

Nuestro corazón se apasiona por Cristo, por su presencia,


por sus planes.
PONGASE DE PIE

¿Deseas hacer las cosas en serio para Dios?

¿Son tus oraciones sólo repeticiones o se convierten


en palabras apasionadas en medio de una oración
genuina?

- Reconozco mi condición
- Te necesito
- He recibido tu toque, pero quiero algo más…
- No te suelto si no me bendices

Así que Dios dijo: «Ya no te vas a llamar Jacob. Ahora vas
a llamarte Israel, porque has luchado con Dios y con los
hombres, y has vencido.»

Toda una nación fue bendecida a través de Jacob. Habrán


muchas personas que podrán ser bendecidas a través de
esta iglesia. Vecinos, amigos, compañeros de trabajo.

Debemos ser trasnformados por nuestro Señor.

ORAR

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