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CRISIS POLÍTICA OUTSIDERS Y AUTORITARISMO

La visión de latino américa era otra, en México, el partido de Estado controló las
tensiones sociales, mientras que en Chile la dictadura militar las aplastó. En
Colombia, la cohesión entre las elites, la guerra civil y el narcotráfico permitieron
bloquear y desviar las expresiones antagónicas. Tales condiciones permitieron
a los gobiernos de estos países aplicar, de manera tecnocrática y autoritaria,
medidas destinadas a reorganizar la sociedad y adecuarla al nuevo contexto
internacional.

Los efectos devastadores de la llamada década perdida contribuyeron a evaluar


las expectativas redistributivas depositadas en los partidos y en el Estado, hasta
entonces calificados como organizadores de la economía y de la sociedad.

En conjunto, dichos fenómenos produjeron una deserción de la sociedad frente


a tales referentes, la "descolonización" política de las organizaciones sociales y
la desarticulación del entramado institucional y normativo que los partidos y el
Estado habían erigido. El descrédito de las instituciones políticas en América
Latina (cuadros 1 y 2) ha conducido a plantear la existencia de un "divorcio" entre
la sociedad, la política y el Estado. Asimismo, la relativa disolución de los lazos
de integración que la política y el Estado proveían ha contribuido a crear una
sensación de "anomia" social, particularmente entre los jóvenes.

Los efectos devastadores de la llamada década perdida contribuyeron a devaluar


las expectativas redistributivas depositadas en los partidos y en el Estado, hasta
entonces calificados como organizadores de la economía y de la sociedad.

El outsider obtiene un amplio respaldo social que configura un régimen


plebiscitario gracias a su "eficacia" para establecer el orden mediante la acción
antipolítica de las medidas tecnocráticas. Por esto, no debe sorprender el hecho
de que las nuevas plataformas democráticas promuevan, simultáneamente, la
corrección de los excesos neoliberales y la institucionalización de nuevos
mecanismos de representación y participación política, con miras a fortalecer el
ejercicio de los derechos ciudadanos.
EL LEGADO DE LA DEMOCRACIA EN EL PERÚ: La transición a la democracia
en el Perú en 1980 se llevó a cabo en circunstancias en que se producían
importantes cambios y tensiones en las relaciones sociales. La erradicación del
viejo orden oligárquico-colonial y el desgaste del gobierno militar que decretó su
cancelación impulsaron la irrupción política radicalizada de sectores medios y
masas populares. Por ello, la transición a la democracia en el Perú, como en
otros países, concitó en las mayorías populares y los sectores medios la
esperanza de ver satisfechos sus antiguos reclamos ciudadanos por intermedio
de los partidos y el Estado.

Diez años más tarde, el desengaño y la desesperación eran generales: el débil


Estado se encontraba en bancarrota y los partidos que durante décadas habían
organizado a la sociedad estaban desacreditados y arrastraban en su caída a
las organizaciones sociales que habían "colonizado".

La subversión, el narcotráfico, la creciente intervención militar en los asuntos


públicos, la violación de los derechos humanos y, por si faltara algún otro flagelo,
la hiperinflación, se conjugaron para hacer de la desintegración política y social
una posibilidad real. De esta suerte, la transición a la democracia en 1980
completó el cierre del ciclo tradicional, puesto que conjugó la eliminación de sus
bases sociales e institucionales con la universalización de los
derechosciudadanos.

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