Sei sulla pagina 1di 5

UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

FACULTAD DE PSICOLOGÍA
SECRETARÍA DE POSGRADO
MAESTRÍA EN PSICOANÁLISIS- CURSO ​ “​SEMINARIO SOBRE CLíNICA: LA POSICIÓN
DEL ANALISTA”

DOCENTE: Osvaldo Delgado


Alumno: Eduardo Hossein
Trabajo monográfico individual.
Título: Puntuaciones acerca de la entrada en análisis.

Introducción

En el marco de la Maestría en Psicoanálisis, mi propuesta de trabajo es acerca de


las elecciones en la neurosis, en particular, la elección de objeto. Un modo que encontrè de
entrecruzar este tema con “Entrada en análisis” del presente seminario, es a partir de la
ética del psicoanálisis, donde la posición del analista al respecto de la elección del sujeto,
es responsabilizarlo de la misma. Muchas veces el motivo de consulta está justamente
relacionado con dicha elección: “vengo porque no sé qué hacer, no estoy bien con mi
pareja, y no se si seguir o no seguir, al mismo tiempo tengo miedo de estar sola/o”. O bien :
“estoy angustiado, mi novia me dejó. No sé si quiero salir a conocer gente, o quedarme
encerrado y hacer el duelo.”. En ambos ejemplos, construidos en base a casos reales,
aparecen distintos modos de malestar intrínseco a una situación, al mismo tiempo un “no
saber qué hacer”, ni con el malestar ni con el lugar del partenaire. En ocasiones, además,
no es raro que el por hora consultante, luego de esta “presentación”, tarde o temprano
pregunte: “¿qué hago?”, en forma de pregunta o de pedido de “consejo”.
Dice S.Freud en la 27ª Conferencia: “puedo asegurarles que están mal informados si
suponen que consejo y guía en los asuntos de la vida sería una parte integrante de la
influencia analítica. Al contrario, evitamos dentro de lo posible semejante papel de
mentores; lo que más ansiamos es que el enfermo adopte sus decisiones de manera
autónoma.”1 Estas palabras de Freud, van a la vez que enmarcando la dimensión ètica
mencionada, sitúa al psicoanálisis en un lugar que no es igual al de una psicoterapia. Dar
consejos, una opinión, estaría más del lado de alguien que se pone a la altura del sujeto
(a-a’) o bien, que se ubica en posición de amo. El analista, es el que como dice J.-A Miller,
“hace valer el derecho a la singularidad”, entonces ya de entrada evitará ubicarse como
sujeto, para hacer semblante de objeto (a), causa de deseo. Y ¿cómo va a operar? lo hará

Freud, S. (1916-17) "Conferencias de Introducción al Psicoanálisis", parte


1
​ III. 27°: "La transferencia". En, ​Obras Completas,
Vol. XVI. Buenos Aires 1996: Amorrortu Editores
a través del ​acto. ​Y este acto no es otra cosa que un corte en el discurso. No se tratará de
compadecerse con el sufrimiento del paciente, darle una palmada en la espalda y un
consejo. “El acto analítico es liberar la asociación-es decir, la palabra- de lo que la constriñe,
para que discurra libremente”. Y este acto analítico se desprende del ​deseo​ del analista: “Y
​ el deseo del analista no es ​ajustarlos a, no es hacerles el bien, no es curarlos, sino
justamente obtener lo más singular de lo que constituye su ser; esto es, que sean capaces
de delimitar lo que los diferencia como tales y de asumirlo…”2. Es decir, ahora podemos
además completar esta idea de “no acceder a la demanda” de un consejo que nos pide el
paciente, porque sería normativizante, y no apunta a la singularidad de un sujeto que en esa
instancia apenas estamos “conociendo”. Pero básicamente la cuestión es otra: el que
conoce, el que “sabe” aunque no lo sepa, es el analizante, y este saber inconsciente es el
que debe advenir, en forma de palabras, vía asociación libre (regla fundamental), y atención
flotante del analista, a partir del desarrollo de la t​ ransferencia.

El lugar del analista

Lejos de dar opiniones, consejos, la posición del analista por el contrario es de


desapego. Estas palabras que despliega el analizante, traen consigo un sentido y detrás de
éste podemos decir , un goce. El analista debe “reconducir el significante a su desnudez,
adonde no se sabe lo que algo quiere decir para el otro, no se sabe las significaciones que
acumuló en su historia, que se sedimentaron, se reprimieron.”3 Miller define este desapego
justamente como “la distancia que introducen como analistas entre el significante y el
significado”. La palabra del analista tiene efectos. Si lo dicho apunta a pegar aún más el
significante con el sentido, se pierde la posibilidad de hacer vibrar al goce encerrado en ese
sentido, que funciona como respuesta para el sujeto.
Se trata entonces de conmover ese modo singular de goce. Freud llamó a esta
actitud: abstinencia. Estamos también en el punto en que Lacan habla de sujeto supuesto
saber. El analista hace semblante de la causa de deseo, aunque deba sostener una
suposición de saber por un tiempo. Como dije antes, el saber (no sabido, inconsciente) està
del lado del sujeto. El objetivo ético es cuestionar toda suposición de saber, por eso el

analista debe​ operar más que desde el supuesto, desde su e ​ quivocación (​meprise), dicho
de otro modo, desde la actitud “no quiero saber nada de eso”, que enmarca al saber .
La experiencia analítica debe llevar al sujeto, no sólo a que produzca asociaciones
donde la interpretación como instrumento, permitirá nuevos significados, nuevos sentidos.
“La función de la interpretación cambió, y ya no consiste en proponer otro sentido, en dar
vuelta el sentido manifiesto para revelar en este otro escondido. La interpretación se
propone deshacer la articulación de sentido para apuntar al fuera de sentido. De modo que
es una operación de desarticulación” 4. Ella debe posibilitar el encuentro no sólo con el goce
fijado en este “saber”, sino también con la herida incurable de la cual no se quiere saber,
con la falta estructural, apuntando a darle lugar al advenimiento de un “saber hacer” hacia el
final del análisis. Mientras, en el proceso analítico, transferencia de por medio, el
inconsciente se abre y deja verse, se entrega, al mismo tiempo que vuelve a escaparse algo

2
​Miller, J.-A., Sutilezas analíticas, Buenos Aires: Paidós.
3
​Ibid
4
​Ibid
de eso, por eso la actitud debe permitir la equivocación/captura (meprise/prise) del sujeto
supuesto saber.

¿Qué clínica?

En su libro ​Sutilezas analíticas, Jacques-Alain Miller nos invita a partir del primer
capítulo a “embarcarnos” y remar contra la corriente (o…¿”lo” corriente?). Al principio
mencioné casi como necesario, diferenciar al psicoanálisis de las piscoterapias, ya que es
un tema vigente y muchas veces un consultante dice ante todo “voy a hacer terapia”, y más
allá de los efectos terapéuticos de un psicoanálisis, que los hay, él no sospecha que si hay
la posibilidad de un analista del otro lado, vendrá más que a curar su dolencia, o resolver su
queja. Lo que ocurrirá es que pondrá a trabajar su síntoma. Y no sólo su síntoma, en y de
transferencia. La experiencia analítica hará lugar a que el sujeto se encuentre con lo
incurable, singular para él. La manera de Lacan para nombrar esto incurable, que no puede
disolverse como los síntomas, y es constante, es ​sinthome.

Entonces la “clínica del sinthome” es adoptar el punto de vista que hay lo que no
cambiará, que será singular en cada caso, porque habla del goce irreductible y singular de
cada sujeto. Este modo de ver las cosas es contrario al f​ uror sanandi , el cual
convengamos, viene de la mano del discurso amo, y de las premisas capitalistas que
apuntan a taponar la falta estructural. En la temática de la elección de objeto, es importante
no perder de vista que ante por ejemplo “tengo miedo de estar solo”, no se trata ni de llenar
rápidamente ese vacío al estilo “llame ya” ni de “consolar” al sufriente. El consumIsmo,
como un pseudo discurso, estará al acecho ofertando cosas para satisfacer esas
demandas, pero el analista estará siempre a tiempo para poner a trabajar el “no es eso”.
Fijación del goce, movilidad del deseo. Ambos singulares, son el horizonte de la
operación analítica. No busca estandarizar vana y banalmente al deseo “para encarrilar al
sujeto en el sendero de los ideales comunes, de un c​ omo todo el mundo. (...). Y el
psicoanálisis representa justamente la reivindicación, la rebelión del ​no como todo el
mundo, el derecho a la desviación experimentada como tal…”.

La persona del analista

En las conferencias 27ª y 28º dedicadas a la transferencia y a la terapia analítica,


respectivamente, surgirá la idea de u ​ na vez instalada la transferencia, como queda ubicado
el analista en una posición privilegiada para dirigir el tratamiento, y el sentido nuevo de los
síntomas: "Cuando la cura se apodera del enfermo sucede que toda la producción nueva se
concentra en un único lugar, la relación con el médico. No es entonces incorrecto decir que
ya no se está tratando con la enfermedad anterior del paciente sino con una neurosis recién
creada y recreada, que sustituye a la primera (...). Todos los síntomas del enfermo han
abandonado su significado originario y se han incorporado a un sentido nuevo, que consiste
en el vínculo con la transferencia"5 . El dispositivo analítico, por así decir, “incluye” esta

5
​Freud, S. (1916-17) "Conferencias de Introducción al Psicoanálisis", parte III. 27°: "La transferencia". En, ​Obras Completas,
Vol. XVI. Buenos Aires 1996: Amorrortu Editores
particularidad que es la relación libidinal con el analista, quien està “dentro del cuadro” como
Velazquez en ​Las meninas. La transeferencia es “el más poderoso impulsor” del trabajo
analítico, pero en algún momento del proceso, se muda en resistencia y “es preciso
prestarle atención”. En particular, en la transferencia p​ ositiva, Freud insiste con no acceder
a la demanda que de ésta emana, para que el tratamiento siga su curso. Con Lacan
estamos otra vez en sintonía con el semblante de objeto causa de deseo. En “La
transferencia” Freud lo expresa diciendo: “El hombre que en la relación con el médico ha
pasado a ser normal y libre del efecto de unas mociones pulsionales reprimidas, sigue
siéndolo también en su vida propia, cuando el médico se ha hecho a un lado”. Es otra
manera de decir que la posición del analista no es subjetiva, o que la relación transferencial
no es intersubjetiva. Sosteniendo esta posición que no es otra que ética, es como el analista
soporta la transferencia.

A modo de conclusión

No hay entrada en análisis sin transferencia. La misma puede estar desde el


comienzo, en las primeras entrevistas, pero también hay transferencia en otros tipos de
relaciones, como con un maestro, un médico o un psicólogo. La posición del analista exige
un manejo de esta, un conocimiento no sólo desde lo teórico, sino desde su propia posición
analizante, o desde su propio “no quiero saber nada de eso”. Para esto, para que advenga
un analista, acompaña a su formación, su propio análisis y la supervisión o control.
Me propongo ir trabajando el tema “elecciones en la neurosis”, especialmente las
elecciones de objeto amoroso. Una manera de articularlo con lo que vengo desarrollando en
este trabajo, es a partir de la posición ética, en que desde la posición de analista debe
cuidarse de la satisfacción que la propia interpretación del sujeto supuesto saber, provoca
bajo transferencia, y actuar desde el equívoco "​ Así las piedras con las que tropieza su
paciente no son más que los adoquines de sus propias buenas intenciones"6. En el
horizonte está, desde la posición de objeto (a), causa de deseo, el encuentro, siempre
singular, con el goce, y con la falta estructural. Agrego que en el caso puntual en que está
en juego la elección de objeto del paciente, una manera de franquear este horizonte podría
ser a partir de acercarlo con la “falta” de la relación sexual, pero no es un tema que
podamos ahondar ahora.
Sí me parece oportuno citar un vez más a Miller, quien toma la idea de diferenciar
junto a Lacan, un verdadero psicoanálisis del falso. El criterio es el deseo. O se opera desde
el deseo apuntando a “aislar para cada uno su diferencia absoluta, la causa de su deseo en
su singularidad”... o se hace terapia.

BIBLIOGRAFÍA:

- Bermúdez, S., "Freud, su época y las resonancias actuales", en: Hacia un decir menos tonto, Buenos
Aires: Letra Viva, 2014.

6
​Lacan, J., “La equivocación del sujeto supuesto saber”, en: Otros escritos, Buenos Aires: Paidós, 2012
- Freud, S., (1917 [1916-17]) "27* conferencia. La transferencia" y "28* conferencia. La terapia
analítica", en: Obras completa, tomo XVI, Buenos Aires: Amorrortu, 1992.
- Freud; S., (1912) “Sobre la iniciación del tratamiento (Nuevos consejos sobre la técnica psicoanalítica
I)”, en: Obras completas, tomo XII, Buenos Aires: Amorrortu editores, 1990.
- Lacan, J., (1971-1972) El Seminario, libro 19. O… peor, Buenos Aires: Paidós, 2011, capítulo VI “Te
demando que me rechaces lo que te ofrezco”.
- Lacan, J., “La equivocación del sujeto supuesto saber”, en: Otros escritos, Buenos Aires: Paidós,
2012.
- Miller, J.-A., "Posición del analista" y "Una nueva alianza", en: Sutilezas analíticas, Buenos Aires:
Paidós, 2012.

Potrebbero piacerti anche