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DEFINICIÓN.
Los Primeros Auxilios Psicológicos (PAP) son un enfoque modular, basado en evidencias y destinado
a ayudar a niños, adolescentes, adultos y familias afectadas por un incidente crítico.
Son la primera atención que reciben los afectados por este tipo de incidentes y, por tanto, se aplican
en las primeras horas tras el impacto, considerándose que tras las primeras 72 horas ya no son la
técnica de elección.
La aplicación de los PAP está diseñada para lograr tres objetivos muy importantes:
Reducir el nivel de estrés inicial causado por el evento traumático
Fomentar la adaptación a corto, medio y largo plazo
Potenciar las estrategias de afrontamiento
CARACTERÍSTICAS:
Incluyen formas de recogida de información para ayudar a los proveedores a hacer evaluaciones
rápidas de las necesidades inmediatas de los afectados y poder así aplicar los PAP de forma flexible.
•Los PAP parten de estrategias basadas en evidencias científicas.
•Los PAP deben adaptarse de forma adecuada y rigurosa a los diferentes contextos culturales y a las
distintas franjas de edad en que son utilizados.
•La aplicación de los PAP requiere del uso de material psicoeducativo (folletos, pautas que se pueden
descargar desde una página web, etc.) que ofrezcan información importante para la recuperación de
los jóvenes, los adultos y las familias.
Los beneficiarios de los PAP son cualquier persona o grupo de personas expuestos a un incidente
crítico como puede ser un accidente, un atentado, una catástrofe, etc.
Pueden ser niños, adolescentes, adultos, padres/madres, cuidadores principales, intervinientes, otros
profesionales que trabajen con las personas afectadas.
Ayudarles a tomar decisiones, ayudándoles a priorizar los problemas, sin resolverlos para ellas.
RECOMENDACIONES:
Si es posible intervenir dentro de las 72h tras el impacto, los PAP son la técnica de elección:
En este caso el énfasis debe de estar en el control de la activación, en la información y en la conexión
con la red social de apoyo.
FASE 2
FASE 3
Contención emocional
FASE 4
Identificar las necesidades y preocupaciones inmediatas
FASE 5
FASE 6
Fomentar la conexión con su red social de apoyo
FASE 7
. Informar de las reacciones básicas de estrés esperables (físicas y psicológicas)
• Dar pautas de comunicación de malas noticias a niños
• Enseñar técnicas básicas de relajación
• Dar pautas de higiene del sueño
• Normalizar sintomatología de estrés agudo
FASE 8
Criterios diagnósticos del TEPT: Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders(DSM-IV-TR)
• Exposición a un hecho traumático.
• Re experimentación persistente del hecho traumático.
• Evitación recurrente de estímulos e inhibición conductual.
• Síntomas persistentes de activación aumentada.
• Duración de síntomas superior a un mes.
• Afectación de la vida cotidiana.
SINTOMATOLOGÍA.
HIPER ALERTA:
• Dificultades para conciliar el sueño
• Dificultad de concentración
• Irritabilidad y/o episodios de cólera
• Hipervigilancia
RE EXPERIMENTACIÓN
• Recuerdos repetitivos e intrusivos (imágenes, pensamientos o percepciones)
• Flashbacks
• Pesadillas recurrentes
• Malestar psicológico intenso al exponerse a estímulos relacionados con el suceso
• Respuestas fisiológicas consecutivas a estos estímulos.
EVITACIÓN
• Esfuerzos para evitar acciones, personas o lugares
• Embotamiento afectivo intenso
• Imposibilidad para recordar ciertos aspectos del suceso
• Descenso de las actividades cotidianas y de las relaciones sociales
• Dificultades para planificar e imaginar el futuro
Se observa mayor prevalencia en mujeres que han padecido o padecen abuso físico y/o sexual
y asaltos criminales o similares.
En hombres, la mayor prevalencia se observa en aquellos que participan en combates, que son
víctimas de atentados y/o en los que ven amenazada su integridad física.
Desastres antropogénicos.
Desastres naturales.
El PAP, Es un término reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ha editado
varias guías al respecto. Es aplicable a personas de todas las edades, pero aquí nos vamos a centrar
en niños y adolescentes. Suele difundirse más bien en situaciones extraordinarias, como las catástrofes
humanitarias. Sin embargo, por su alto valor preventivo, todas las personas y en especial las familias
con niños deberían conocer los primeros auxilios psicológicos y saber aplicarlos en contextos de vida
cotidiana.
¿Qué son los primeros auxilios psicológicos?
Los primeros auxilios psicológicos o PAP sirven para acompañar a los niños a enfrentarse a una
situación difícil y extraordinaria, fuera de su vida diaria, a la que vamos a llamar incidente crítico (IC).
Deben aplicarse a cualquier situación que reúna los siguientes criterios:
Ser inesperada y encontrarse fuera de las vivencias habituales que ha tenido hasta el
momento.
Suponer un cambio pasajero o permanente en las rutinas habituales del niño.
Generar miedo o temor intenso en el mismo niño o (muy importante) en sus cuidadores
principales.
Para ser efectivos deben de aplicarse desde los momentos inmediatamente posteriores al incidente.
Si el incidente crítico es puntual, la pauta requiere aplicar los PAP durante al menos las 72 horas
posteriores y, como máximo, durante una semana, periodo tras el cual la situación de estrés se habrá
reconducido.
Si el IC es de largo recorrido, se aplicarán durante todo el periodo de su duración y hasta al menos un
mes tras finalizar el incidente.
¿Qué hay que hacer con niños entre 0 y 3 años?
Contener: trata de evitar separarse del niño o la niña. Cógele las manos para que no pegue
y dile que no lo haga. Dale un espacio para el llanto o el grito controlado, es decir, sin que se
desborde.
Calmar: ayuda al niño a relajarse. Trata de conseguir que se sienta comprendido, amado y
apoyado. Facilita, si es posible, que pueda liberar energía nerviosa. Si el niño tiene más de
dos años, ayúdelo a poner nombre a los sentimientos y conectarlos con lo que ha sucedido.
A veces, es muy útil distraer al niño con elementos de su mundo imaginario. Un gorrito de
protección para entrar en el quirófano puede acercarle a Spiderman; un carrito de material
médico puede ser una nave espacial, etc.
Normalizar: establece una rutina para ir a dormir adaptada a la situación (contar un cuento,
dar beso de buenas noches, etc.). No le obligues a comer si no tiene hambre. Intenta realizar
las comidas en un entorno lo más relajado posible y sin presión. Establece límites razonables
para las rabietas (re direccionando con mucha ternura).
Consolar: procura realizar actividades positivas con el niño para ayudarle a pensar en otras
cosas. Trata de escuchar al niño cuando le “hable”. Permite que el niño tenga control sobre
cosas pequeñas para aumentar su sensación de seguridad. Ayúdelo a expresar sus
sentimientos jugando o dibujando.
¿Qué reacciones podemos esperar con niños de hasta 3 años?
Las reacciones más frecuentes que podremos observar durante e inmediatamente después de un
incidente crítico son:
Dificultades para aceptar estar lejos del adulto de referencia (ni para que éste vaya al baño)
Problemas de alimentación
Un retroceso en los aprendizajes: el niño deja de hacer cosas que ya sabía hacer.
Rabietas y malhumor
Llora mucho
Hay que tener en cuenta que el llanto en los bebés y niños pequeños es su forma normal de
comunicarse, es importante como padres aprender del niño y poder interpretar sus necesidades. Un
llanto continuo e inconsolable, una vez satisfechas las necesidades básicas, suele ser una señal de
alerta.
¿Cuándo acudir a un profesional especializado?
Las conductas anteriormente descritas son respuestas esperables en los niños tras vivir un incidente
crítico y, como tales, absolutamente adaptativas. Suelen disminuir de forma gradual cuando acaba la
fase más aguda del incidente crítico y desaparecer al cabo de unas cuatro semanas aproximadamente.
Si se prolongaran mucho más, lo adecuado es consultar a un psicólogo especialista en estrés agudo
y/o trauma infantil.
cada niño es diferente, no siempre sabe lo que pasa, desconoce la relevancia de lo que está pasando,
se muestra asustado y a veces no sabemos cómo tranquilizarlo y se crea una situación estresante para
las familias. Por ello, no dudes en preguntar y en solicitar ayuda siempre que lo necesites para poder
gestionar la situación de la mejor manera posible
Recuperado de https://faros.hsjdbcn.org/es/node/5942
Calmar: trata de hablarle en voz baja, suavemente. Procura realizar actividades relajantes:
cuéntela un cuento, dale algún masaje y, siempre que se pueda, ofrécele un poco de música
o una canción que le guste. A veces, es muy útil distraer al niño con elementos de su mundo
imaginario. Un gorrito de protección para entrar en el quirófano puede acercarle a Spiderman;
un carrito de material médico puede ser una nave espacial, etc.
Informar: habla con él con un lenguaje adecuado a su edad. Explícale el suceso de una
forma simple y honesta, sin minimizarlo, pero tampoco exagerando sus consecuencias. Pon
especial esmero en que el niño pueda entender cuáles van a ser los siguientes pasos. Trata
de responder todas sus preguntas: es importante mantener al niño informado sobre cualquier
problema que le afecta directamente. No te canses de ofrecerle explicaciones sencillas
cuando sea necesario (incluso a diario). También es importante averiguar qué otras palabras
o explicaciones ha oído el niño y corregir o complementar lo necesario. Trata de explicarle la
diferencia entre los sueños/los miedos y la vida real. Si el incidente crítico tiene que ver con
la muerte de alguien cercano, aborda el tema de forma directa, sin dar rodeos, explicando su
carácter permanente y la tristeza que causa a los familiares.
Normalizar: ayuda al niño a explicar cómo se siente, poniendo nombre a sus emociones
(muchas veces los sentimientos son compartidos con los adultos). Dile que está muy bien
expresar los sentimientos. Durante un tiempo (de 3 a 4 semanas) tolera sus comportamientos
regresivos o agresivos. Intenta no criticar ni enfadarse ante la pérdida de habilidades
adquiridas.
Consolar: anima al niño a que dibuje o juegue acerca del suceso (le ayudará y entenderá
cómo el pequeño ha entendido lo sucedido). Procura mantener al máximo las rutinas
familiares. En la medida de lo posible, permítele hacer tareas productivas y apropiadas a su
edad. Usa palabras que denoten sentimientos comunes, para que el niño no se sienta
extraño. No le obligues a hablar si no quiere, pero hazle saber que puede hacerlo en cualquier
momento. Permite que el niño participe en rituales de duelo culturales y religiosos.
¿Qué reacciones podemos esperar con niños de 3 a 6 años?
Las reacciones más frecuentes que podremos observar durante e inmediatamente después de un
incidente crítico son:
No hablar en absoluto: se mantiene en silencio ya que tiene dificultad para expresar lo que
está molestándole
Sentir un miedo generalizado: de estar solos, de estar en el baño, de irse a dormir, etc.
Sentir incertidumbre respecto a su seguridad: los niños suelen pensar que el peligro está
cerca de su casa, aunque el evento haya ocurrido bastante lejos
Perder autonomía
Volver a estados de desarrollo previos: chuparse el dedo, orinarse en la cama, hablar como
un niño pequeño, necesidad de que lo cojan en brazos, etc.
Presentar alteraciones del sueño: miedo a estar solo de noche, pesadillas, levantarse
asustado, etc.
Irreversible
Afecta a todos los seres vivos
Aun no hay conciencia de la muerte.
Contener: en la medida de lo posible, intenta conseguir que las emociones del niño no se
desborden. Consigue un equilibrio entre la expresión de sus emociones, entre el llanto y el
miedo, y el control racional de estos miedos. Atiende y registra los miedos del niño, pero
responde siempre que pueda a sus pensamientos e intenta, si puedes, no dejarte contagiar
por la elevada emocionalidad del niño. El contacto corporal con el niño te ayudará en estas
tareas.
Calmar: trata de hablarle en voz baja, suavemente. Procura ofrecerle motivos y razones
para que se tranquilice. Trata de buscar alguna situación previa, en la que el niño también
tuvo miedo, y hazle ver que pudo controlar su miedo. No le responsabilices de sus miedos,
diciéndole que si se calma todo irá mejor. Posiblemente eso no sea cierto.
Informar: háblale con un lenguaje adecuado a su edad. Explícale el suceso de una forma
simple y honesta, sin minimizarlo, pero tampoco exagerando sus consecuencias. Pon
especial esmero en que el niño pueda entender cuáles van a ser los siguientes pasos. Trata
de responder todas sus preguntas: es importante mantener al niño informado sobre cualquier
problema que le afecta directamente. No te canses de ofrecerle explicaciones sencillas
cuando sea necesario (incluso a diario). Es posible que el niño, entendiendo que no se le
ofrecen buenas noticias ni soluciones rápidas, no quiera hablar ni escucharte. Insiste con
suavidad, logrando un buen equilibrio entre distracción y afrontamiento. Es muy importante
averiguar qué otras palabras o explicaciones ha oído el niño y corregir o complementar lo
necesario. A veces, familiares cercanos o amigos hacen comentarios inquietantes para el
niño. Si el incidente crítico tiene que ver con la muerte de alguien cercano, aborda el tema de
forma directa, sin dar rodeos, explicando su carácter permanente y la tristeza que causa a
los familiares
Normalizar: ayuda al niño a explicar cómo se siente, poniendo nombre a sus emociones
(muchas veces los sentimientos son compartidos con los adultos). Díle que está muy bien
expresar los sentimientos, pero no le fuerces a hacerlo. Posiblemente, el niño reaccione con
irritabilidad y/o agresividad. No hagas ver que no lo notas: díle con suavidad que comprendes
que está asustado o enfadado, pero que poco a poco tiene que intentar no estar enfadado.
Consolar: anima al niño a que dibuje o juegue acerca del suceso (le ayudará y así
entenderás cómo el pequeño ha entendido lo sucedido). Procura mantener al máximo las
rutinas familiares. Busca un buen equilibrio entre momentos de distracción y otros en los que
afrontar lo que ocurre. En la medida de lo posible, permítale hacer tareas productivas y
apropiadas a su edad. Fomenta que, en la medida de lo posible, mantenga el contacto con
sus amigos y sus compañeros de colegio (las actuales tecnologías y redes sociales lo facilitan
mucho). Permite que el niño participe en rituales de duelo culturales y religiosos…
No hablar en absoluto: se mantiene en silencio ya que tiene dificultad para expresar lo que
está molestándole
Presentar alteraciones del sueño: miedo a estar solo de noche, pesadillas, levantarse
asustado, etc.
CONTENER
•Tratar que las emociones no se desborden.
•Lograr un equilibrio entre la ventilación emocional y el control racional.
•Dejar cierto espacio para que puedan estar solos (a esta edad suelen comenzar a avergonzarse de
las emociones), pero no excesivo.
CALMAR:
•Hablar en voz pausada y serena.
•Ofrecer motivos y razones que le ayuden a tranquilizarse.
•Recordar alguna situación previa, en la que pudo controlar sus miedos.
•Permitirle distraerse viendo la televisión, jugando con amigos, etc.
INFORMAR:
• Usar un lenguaje adulto, pero sencillo.
• Responder con claridad y sin evasivas a sus preguntas.
• No dar más información de la que se nos pide, pero invitar a formular más preguntas.
• Si no quiere saber nada, estará evitando el dolor. Es importante retomar el tema al día siguiente.
• Si el incidente ha comportado la muerte de alguien, abordar el tema de forma directa, sin rodeos.
NORMALIZAR:
• Animar al preadolescente a expresarse, pero sin forzarle a ello.
• Tampoco obligarle a hablar: posiblemente prefiera estar con amigos.
• Explicarle que hay muchas formas de estar triste y de “llorar sin lágrimas” y que a veces el mal humor
es una de ellas.
• Explicarle que no es necesario estar triste todo el tiempo, si ha habido una muerte en la familia.
CONSOLAR:
• Permitirle participar en los rituales de despedida.
• Animarle a explorar qué actividades les ayudan a estar mejor y a realizarlas.
• Permitirle volver a la escuela y a las actividades habituales.
• Fomentar el contacto y el tiempo con su grupo de iguales.
FACTORES PROTECTORES: Características detectables en una persona, una familia, un grupo o una
comunidad que favorecen el desarrollo humano y el hecho de mantener la salud o de recuperarla.
FACTORES DE RIESGO: Características detectables en una persona, una familia, un grupo o una
comunidad que «señalan» una mayor probabilidad de tener o de sufrir un daño.
FACTORES PROTECTORES:
• Estructura de personalidad de base sana
• Apego seguro entre el menor y al menos uno de sus progenitores
• Buen nivel intelectual
• Buena socialización
• Buena capacidad de resolución de problemas
• Cohesión, ternura, preocupación por los niños en el seno de las familias
• Ser niña o chica
FACTORES DE RIESGO:
• Problemas adaptativos y/o de personalidad previos
• Apego inseguro ansioso, ambivalente, evitativo desorganizado
• Dificultades en el desarrollo académico
• Pertenecer a una familia multi problemática
• Ser niño o chico
• Haber sufrido previamente acontecimientos vitales estresantes (AVE)
FACTORES PROTECTORES
• No sufrir víctimas mortales en el contexto familiar directo
• No resultar herido/a
• La preservación del propio hogar
• La conservación de los juguetes y objetos personales del propio menor
• El hecho de que otros amigos y compañeros de escuela resulten también afectados
FACTORES DE RIESGO
• El hecho de que en el contexto familiar directo se produzcan víctimas mortales y/o heridos
• Cuando el propio menor sufre heridas, aunque sean de poca consideración
• La pérdida o destrucción parcial del propio hogar
• La pérdida de juguetes y objetos personales del propio menor
Contención en cuanto al miedo y los niveles de activación de los progenitores y/o cuidadores
principales
FACTORES PROTECTORES
•Disponer de orientación para los progenitores principales
•Tener la posibilidad de hablar, jugar o representar de formas diversas los hechos relativos al incidente
crítico
•Recibir asistencia si los síntomas de estrés agudo, incluidos los sub clínicos, persisten más allá de las
primeras 3 o 4 semanas.
FACTORES DE RIESGO
•La desorientación de los padres o cuidadores principales
•No tener opciones ni espacio en los que procesar lo ocurrido
•No recibir asistencia ante el malestar, aunque sea subclínico
MAYOR EFECTIVIDAD:
• Los progenitores y/o cuidadores principales son las personas de referencia.
• Por ello, generan la mayor sensación de seguridad
JUEGO DE ROLES.
Buenas y malas prácticas en la aplicación de los PAP en familias con niños de 0 a 12 años
El objetivo del role playing es escenificar cómo acercarse a las familias con niños de 0 a 12 años y
cómo no hacerlo cuando hay niños presentes. Para ello repasaremos los conceptos vistos a lo largo de
esta semana a través de cuatro escenas:
1. Sala de espera de un hospital (crisis cotidiana)
Un buen acercamiento es clave para la efectiva aplicación de los primeros auxilios psicológicos. Por lo
tanto, tras presentarnos:
No debemos hablar con los padres sin dirigirnos a los niños.
No debemos ignorar a los niños.
No debemos dar nosotros la mala noticia a los niños.
Por el contrario, teniendo presentes cuáles son las particularidades de los niños de entre 3 y 6 años,
en el momento de acercarnos a una familia con niños por primera vez debemos:
Saludar tanto a los progenitores o cuidadores principales de los niños como a los niños.
Invitar a los niños (en el caso de que sean muy pequeños a uno de los padres) a jugar solos.
Implicar a los progenitores o cuidadores principales de los niños dándoles pautas y consignas
a los progenitores.
Estar presente cuando los padres hablen con los niños, pero permaneciendo en segundo plano
matizando los mensajes si fuese conveniente.
Tratar de situarnos ante la familia respetando su espacio y sin ser intrusivos.
Preguntar por sus necesidades y actuar en función de éstas.