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SUMARIO
EDITORIAL
Vivir en estado de liturgia (J. URDEIX).......................... 455-457
Relevo en Phase (J. FONTBONA) .................................. 458-459
Jaume FONTBONA
El ministerio ordenado en su marco eclesiológico ...... 461-479
Pere TENA
Santidad en el ministerio Episcopal ............................. 481-497
Aurelio GARCÍA MACÍAS
El ministerio presbiteral. Teología desde la liturgia ...... 499-527
Pedro FERNÁNDEZ
El diaconado en el sacramento del orden ..................... 529-543
PUNTOS DE VISTA
JOSÉ ANTONIO GOÑI
La participación del ministro ordenado en el sacerdo-
cio de Cristo ................................................................. 545-547
LIBROS
Fuentes litúrgicas ......................................................... 549-551
Josep Urdeix
RELEVO EN PHASE
Como decía el anterior director, cada uno tiene su “tiempo”,
pues ahora ha llegado el mío de dirigir esta revista, que se inspira
en otro “tiempo”, el del paso (phase) del Señor a lo largo de la
historia, y en particular, en el “nuevo tiempo” inaugurado por la
Pascua de Nuestro Señor Jesucristo.
En la última asamblea del Centre de Pastoral Litúrgica, a
propuesta del Consejo del CPL, fui elegido director de Phase,
tomando el relevo de Mn. Josep Urdeix. Una vez aceptada la
responsabilidad de dirigir esta revista, he tomado la decisión de
nombrar como Jefe de Redacción de la misma al Dr. José Antonio
Goñi, conocido miembro del Consejo de Phase, canónigo de la
catedral y delegado de liturgia de la archidiócesis de Pamplona.
Espero que co-dirijamos la revista con la colaboración y asesora-
miento del Consejo de la revista.
Tengo el gozo de presentaros este primer número dedicado al
Año sacerdotal, donde tienen su momento los distintos órdenes
que integran el denominado sacerdocio ministerial, a saber, el
ministerio del obispo, el de los presbíteros y el de los diáconos.
Cada momento viene pautado por la respectiva liturgia de ordena-
ción. Pero antes los tres vienen situados en su marco eclesiológico.
De esta manera, aunque recientemente se haya precisado que el
diaconado difiere del sacerdocio del obispo y los presbíteros,1 aquí
se sitúa dentro del sacerdocio ministerial como esencialmente
distinto del sacerdocio común, pues el diaconado forma parte del
ministerio apostólico, como nota la Constitución sobre la Iglesia
Lumen gentium núm.20. En el segundo monográfico dedicado
Jaume Fontbona
Jaume Fontbona Phase, 294, 2009/6, 461-479
EL MINISTERIO ORDENADO
EN SU MARCO ECLESIOLÓGICO
Jaume Fontbona
6 Cf. Concilio Vaticano II, Lumen gentium 29; Benedicto XVI, Deus caritas
est, 25. Recientemente la Carta Apostólica en forma de “motu proprio”
Omnium in mentem modifica el texto del canon 1009 añadiendo un párrafo
más con este texto: “Aquellos que han sido constituidos en el orden del
episcopado o del presbiterado reciben la misión y la facultad de actuar en
la persona de Cristo Cabeza (missionem et facultatem agendi in persona Christi
Capitis accipiunt); los diáconos, en cambio, son habilitados para servir al
pueblo de Dios en la diaconía de la liturgia, de la palabra y de la caridad
(diaconi vero vim populo Dei serviendi in diaconia liturgiae, verbi et caritatis)”.
Texto en OR núm. 51 (18 diciembre 2009), p. 7.
464 Jaume Fontbona
1. El rasgo personal
El don recibido para una misión caracteriza el rasgo personal,
pues confiere una identidad personal, la propia de obispo, o de
presbítero o de diácono. En concreto, según la tradición litúrgica,
el obispo recibe el don del Espíritu de gobierno (ἡγεμoνικόν πνεῦμα,
spiritus principalis), el presbítero, el don para colaborar con el
obispo y aconsejarle en el gobierno pastoral (spiritus consilii), y
el diácono, el don del servicio a la Iglesia y a los pobres (spiritus
sollicitudinis).
de un año sacerdotal con ocasión del 150 aniversario del dies natalis
del santo cura de Ars (del 16 junio de 2009), recordaba:
2. El rasgo colegial
La colegialidad de un orden expresa el vínculo sacramental
entre los que forman parte de él, vínculo visibilizado en la misma
liturgia de ordenación por la imposición de las manos de todos
los miembros del mismo colegio allí presentes.
Así pues, existe el colegio episcopal, a saber, un único episco-
pado en el seno de la Iglesia de Dios extendida por toda la tierra, y
el colegio presbiteral, a saber, un único presbiterio en cada Iglesia
local. Estas características vienen resaltadas gracias a su ubicación
en el seno de la eclesiología de comunión.
3. El rasgo sinodal
Hablamos de sinodalidad cuando caminan conjuntamente
el ministerio sacerdotal y la comunidad sacerdotal en el seno de
una Iglesia local determinada, o en el seno de una agrupación de
Iglesias locales, o en el seno de la comunión de las Iglesias locales;
ciertamente de manera organizada o estructurada.37 Y si se afirma
Conclusiones
El ministerio ordenado es una unidad en la diversidad, donde
la plenitud del sacramento radica en el episcopado. El presbiterado
Jaume Fontbona
(Barcelona)
SANTIDAD EN EL MINISTERIO
EPISCOPAL
La imposición de manos
Desde los primeros testimonios del rito de ordenación epis-
copal, la imposición de las manos sobre la cabeza del candidato
La plegaria de ordenación
El ritual de ordenación de los obispos publicado después del
Concilio Vaticano II (1ª edición 1967, 2ª edición 1990), ha substi-
tuido la plegaria de ordenación que se venía utilizando desde el
Sacramentario Veronense y el Sacramentario Gelasiano, por el
texto, más antiguo, de la Tradición Apostólica de Hipólito. Como
en el caso de la plegaria eucarística II, se trata de una decisión
valiente y testimonial, de confianza explícita en la tradición ”más
antigua”, cuando se considera que en ella está mejor reflejada la fe
de la Iglesia. El conocimiento del sentido del ministerio episcopal,
en efecto, ha progresado teológicamente durante el siglo XX, y su
carácter sacramental ha quedado especialmente definido en los
textos del Concilio Vaticano II.6
Si comparamos el texto y el planteamiento teológico de la
plegaria actual con el de la anterior, y más en concreto las palabras
2. El contexto litúrgico
La segunda parte de la plegaria de ordenación, así como los
ritos que preceden y siguen lo que hemos llamado “núcleo” de la
ordenación episcopal, explican directa o indirectamente las carac-
11 Concilio Vaticano II, Decreto Christus Dominus 11; cf. CIC can. 369.
12 Cf. Juan Pablo II, Discurso a la Curia, 22 de diciembre de 1979.
488 Pere Tena
Sentado en la cátedra
La plena visibilización de la identidad ministerial de un obispo
se alcanza cuando se trata del obispo de la propia Iglesia local, y la
Santidad en el ministerio Episcopal 491
La salutación al pueblo
Una última característica de la ordenación episcopal es la
forma de conclusión: el Te Deum y la salutación del nuevo obispo
al pueblo reunido. De alguna manera, se significa la recepción,
por parte del pueblo, del nuevo obispo que el Señor le ha dado.
Da gracias a Dios como en las grandes solemnidades, y acoge su
presencia con gozo, mientras el ordenado, con su salutación y
bendición, indica cual tiene que ser su presencia en la Iglesia.
3. Sintesis trinitaria-eclesiológica
De una manera narrativa y mistagógica he intentado expli-
car las características de lo que podemos llamar “santidad objetiva”
del obispo, y las indicaciones para su “santidad subjetiva”, a partir
del rito de su ordenación. El carisma de su ministerio es la “obra
buena” que Dios ha empezado en él, y que se espera que Dios
mismo perfeccionará. La colaboración personal del obispo con
esta obra de Dios en él será su santidad subjetiva. Para describir
la estructura de esta colaboración, partimos de lo que ya hemos
descrito en la plegaria de ordenación: el eje Trinidad-Iglesia. La
492 Pere Tena
Conclusión
“Después de haber sido ordenado obispo, todos le ofrecerán
el beso de paz, por ser ya digno de que como tal le saluden. Los
diáconos le presentarán la oblación y él, imponiendo las manos
sobre ella, junto con todo el presbiterio, dirá, dando gracias”.18 Y
sigue, en La Tradición Apostólica, la plegaria eucarística cono-
cida, y actualmente reutilizada como plegaria eucarística II. En
la anamnesis, el obispo dice: “Te ofrecemos este pan y este cáliz,
dándote gracias porque nos hiciste dignos de estar en tu presencia
y servirte”.
La celebración eucarística es la primera acción del nuevo
obispo, y en ella la acción de gracias por el don del ministerio. Así
es también en la ordenación de los presbíteros y de los diáconos.
Esta secuencia –celebración y gratitud personal- acompañará al
obispo –como también a los otros ministros ordenados- toda su
vida, dándole irrevocablemente una forma eucarística.19
La respuesta de santidad subjetiva que hemos intentado
describir en función de la santidad objetiva del obispo no es tan
lejana de la santidad que se pide a los presbíteros. Éstos, como
colaboradores destinados a secundar el ministerio episcopal,
hallan en él los rasgos esenciales de su identidad, y de la forma
+ Pere Tena,
obispo, auxiliar emérito de Barcelona.
EL MINISTERIO PRESBITERAL.
Teología desde la liturgia
Presentación
Tras la lectura del Evangelio se procede al rito de la Elección de
los candidatos en la que los ordenandos son presentados al obispo
por un sacerdote designado. Quien solicita al obispo la ordenación
de los candidatos es la Iglesia local representada en ese presbítero.
Y el obispo, tras asegurarse de su idoneidad, confirma la petición
del pueblo de Dios y proclama públicamente la elección de los
500 Aurelio García Macías
Ritos explanativos
Terminada la oración del obispo, los ordenados son revestidos
por otros presbíteros con los ornamentos presbiterales y acceden
de nuevo arrodillados ante el obispo para la Unción de las manos y la
Entrega del pan y del vino. El rito finaliza con el osculum del obispo y
posteriormente de los presbíteros a los recién ordenados. Y prosigue
la Eucaristía con la preparación del altar para la liturgia eucarística.
2.1. Servidor
El presbítero es considerado como un ministro elegido para un
ministerio. Los términos ministro y ministerio evocan etimológica-
mente la idea y significado de servicio. El término latino minister
denomina a quien realiza un ministerium, y procede de minus, que
se traduce por el menor, el que es menos, el servidor. En contrapo-
sición a magister, que denomina a quien ejerce un magisterium, y
procede de magis, que significa el mayor, el que es más, el superior
o el maestro. La tradición litúrgica ha privilegiado los términos
minister y ministerium para aplicarlos a las personas que realiza-
ban un servicio en la Iglesia, sobre todo, litúrgico.2 El presbítero
es considerado un servidor de Jesucristo, que prolonga la misma
misión de Jesucristo, encomendada a los Apóstoles, continuada
por los Obispos y, en colaboración necesaria con ellos, realizada
también por los presbíteros (LG 28).
3 Cf. Juan Pablo II, Exhortación Apostólica postsinodal Pastores dabo vobis
(=PDV), Ciudad del Vaticano 1992, núm. 15.
4 Cf. Testamentum Domini nostri Jesu Christi nunc primum edidit, latine reddidit
et illustravit, I. E. Rahmani (ed.), Moguntia 1899, 69-71.
El ministerio presbiteral 507
dos aspectos con los que la oración define a Cristo, Apostolus y Ponti-
fex, son aplicados también a los apóstoles y a sus sucesores los obispos
en el ejercicio del sacerdocio apostólico, y se prolongan en los colabo-
radores de los Apóstoles: anunciar (nuntiare) y realizar (exercere) la
obra de la salvación; y en los presbíteros, por su participación en el
sacerdocio apostólico. En este sentido, la expresión trata de subrayar
la dimensión apostólica del sacerdocio. El sustantivo es sacerdotium,
calificado por el adjetivo apostolicum. Se expresa de este modo, no
sólo el sacerdocio de los Apóstoles, sino la dimensión ministerial y
apostólica del sacerdocio. Es decir, el sacerdocio comprendido como
ministerio, como servicio para una misión y viceversa. La dimensión
sacerdotal del apostolado nos llevaría a comprender el apostolado de
los ministerios ordenados, no como el mero ejercicio de unas funcio-
nes pastorales, sino completado, también, por el aspecto sacerdotal
que hace de este apostolado un ministerio de santificación. Ambos
conceptos y dimensiones se complementan mutuamente y ofrecen
una visión más rica en la comprensión del sacerdocio, en este caso,
del ministerio presbiteral.
10 Cf. PO 5, 7; LG 28.
512 Aurelio García Macías
11 Pontifical Romano reformado por mandato del Concilio Vaticano II, promul-
gado por Su Santidad el Papa Pablo VI y revisado por Su Santidad el Papa
Juan Pablo II, aprobado por la Conferencia Episcopal Española y confirmado
por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
Ordenación del Obispo, de los Presbíteros y de los Diáconos. Segunda edición
(=OOPD) Barcelona 1998, núm. 124.
12 OOPD 113
El ministerio presbiteral 513
16 OOPD 124.
17 Como ejemplos más representativos de la tradición litúrgica presentamos
Serapion Thmvitanvs, Euchologium 13: pro.j to. du,nasqai))) presbeu,ein ta.
qei/a, sou lo,gia (Orientalia Christiana Analecta 249, 60); Rito Maronita: qui
nitide ministerium exhibeat tuo sancto evangelio... ut custodiat verbum tuum
evangelicum (Ritus Orientalium, Coptorum, Syrorum et Armenorum, in
administrandis sacramentis II (DZro), ed. H. Denzinger, Würzburg 1864,
2, 153; Enchiridion Euchologicum Fontium Liturgicorum (EEFL), ed. E. Lodi,
2977); Rito Siro-oriental: da illis in aperitione oris sui sermonem veritatis (DZro
2, 236; EEFL 2978-b). Posteriormente en este rito siro-oriental existe la
entrega de los evangelios al presbítero significando con este gesto ritual
la función de evangelización expresada en las palabras de la plegaria
de ordenación (DZro 2, 237). Lo mismo ocurre en la Iglesia Española
Reformada Episcopal: las palabras de la plegaria “Sé un dispensador
fiel de la Palabra de Dios” son explicadas por el gesto ritual de la entrega
de la Biblia acompañada de la oración: “Recibe la facultad de predicar
la Palabra de Dios... en la congregación en la que fueres legítimamente
El ministerio presbiteral 515
20 Cf. CA VIII.16.5: kai. lo,gou didaktikou/( evn prao,thti paideu,h| sou to.n lao.n (SC
336, 218). En la Oratio ad ordinandum presbiterem de la Liturgia Hispana
se confiere el título de doctor plebium al presbítero, y en la Confirmatio post
ordinatum presbiterum se dice factus est ad docendum Christi misteria collega
ordinis nostri (Le Liber Ordinvm en usage dans l’Église wisigothique et moza-
rabe d’Espagne du cinquième au onzième siècle publié pour la première fois
avec une introduction, des notes, une étude sur neuf calendriers mozarabes,
etc.(=LO), ed. M. Férotin, Paris 1904, 55).
21 OOPD 151: “A ti, querido hijo, que vas a ser ordenado presbítero, te incum-
birá, en la parte que te corresponde, la función de enseñar en nombre de
Cristo, el Maestro. Transmite a todos la palabra de Dios que has recibido
con alegría. Y al meditar en la ley del Señor, procura leer lo que lees, ense-
ñar lo que crees y practicar lo que enseñas”. Estas palabras son usadas,
también, en la oración que acompaña a la entrega del Evangeliario en los
ritos explanativos de la ordenación diaconal cuando se dice: “Recibe el
Evangelio de Cristo, del cual has sido constituido mensajero; convierte en
fe viva lo que lees, y lo que has hecho fe viva enséñalo, y cumple aquello
que has enseñado” (OOPD 210).
El ministerio presbiteral 517
25 OOPD 124.
26 La traducción latina de la plegaria del Rito Maronita emplea práctica-
mente la misma expresión: renovet populum fidelem per lavacrum spirituale
regenerationis sancti baptismatis (DZro 2,153; EEFL 2977).
El ministerio presbiteral 519
riores, el sujeto era todo el pueblo de Dios; en éste, son los pecadores.
Ya hemos observado que el actual rito De Ordinatione Presbyterorum
subraya la importancia de este sacramento en el ministerio presbi-
teral.34 El presbítero es un ministro de la misericordia divina, que
reconcilia a los hombres con Dios y con la Iglesia, como la propia
fórmula del sacramento manifiesta, gracias a la muerte y resurrec-
ción de Jesucristo (PO 5). El presbítero es instrumento y servidor de
Cristo, por medio del cual actúa Cristo; y es también beneficiario de
este sacramento, haciéndose testigo de la misericordia entrañable
de Dios por los pecadores.35
En último lugar, se menciona el sacramento de la Unción de
los enfermos. El verbo confortar (sublevare) es usado en la teología
sacramentaria para designar los efectos de este sacramento.36 La
unción con el óleo bendecido alivia la enfermedad y el dolor de los
enfermos. La mención de este sacramento en la plegaria misma de
ordenación recuerda al presbítero que, como ministro de Cristo, ha
de servir también a los enfermos con los medios dispuestos por Él
mismo, especialmente con el sacramento propio de la enfermedad.
La tradición litúrgica apenas habla de este sacramento en los textos
eucológicos de ordenación presbiteral.37
La predicación del Evangelio antecede a la celebración de los
sacramentos, ya que son sacramentos de la fe, la cual nace y se ali-
menta de la Palabra de Dios (SC 35, PO 4). El ministerio presbiteral
34 Cf. OOPD 102: Pero su oficio sagrado lo ejercen, sobre todo, en la asamblea
eucarística. El silencio de las ediciones precedentes sobre el sacramento de
la Reconciliación contrasta con las tres menciones del actual rito de orde-
nación presbiteral de la liturgia romana: la primera, en el interrogatorio
inicial; la segunda, en la plegaria de ordenación (OOPD 131); y la tercera,
en la bendición final (OOPD 171).
35 Cf. PDV 26.
36 En la homilía de la Ordenación de los Presbíteros, el obispo especifica que
los enfermos son aliviados con el óleo santo, para referirse al óleo de los
enfermos: oleo sancto infirmos sublevantes. Se emplea el mismo verbo que
en la plegaria de ordenación (OODP 151) y en PO 5.
37 Tan sólo es mencionado en el rito Siro-oriental: et elige illos ad sacerdotium,
Dominus Deus fortis, ut ponant manus suas super infirmos, et curentur (DZro
2, 236; EEFL 2978-b). Hay una clara referencia a Jn 5,13-15.
522 Aurelio García Macías
5. Conclusión
Es habitual acudir a los textos litúrgicos para buscar una res-
puesta a problemas teológicos o un argumento ex auctoritate que
justifique el discurso teológico. Pero, la liturgia es algo más que un
locus theologicus al que acudir en busca de respuestas teológicas,
como se acude a otras fuentes. Los textos eucológicos de la liturgia
(lex orandi) son locus privilegiado donde se expresan los contenidos
perennes de la revelatio, que se convierte en traditio (lex credendi) para
la vida de los fieles (lex vivendi). Desde este presupuesto, los textos
y ritos de la ordenación son locus theologicus privilegiado para des-
cubrir la teología litúrgica del presbítero, con las particularidades
propias de cada tradición.
Es sugerente la opinión de A. M. Tortras cuando afirma que si
bien es cierto que las liturgias de ordenación no pretenden formular una
EL DIACONADO
EN EL SACRAMENTO DEL ORDEN
1 Cf. Concilio Vaticano II, Constitutio dogmatica Lumen gentium, 22: AAS
57 (1965) 26.
2 Cf. Concilio Vaticano II, Constitutio dogmatica Lumen gentium,
13, 18, 22(2), 45: AAS 57 (1965) 18. 22. 26. 51; Decretum Orientalium
Ecclesiarum, 3, 7: AAS 57 (1965) 77. 79; Decretum ad gentes, 22: AAS 58
(1966) 974.
530 Pedro Fernández
que la L G 22 cite cuatro textos de las Actas del Vaticano II,3 pero
no el texto aprobado donde es evidente la relación entre primado y
episcopado.4 ¿Quiere esto decir que la potestad episcopal procede
sólo de la sacramentalidad del episcopado, es decir, de la ordena-
ción o procede del Papa, según la doctrina tradicional, defendida
de nuevo por algunos teólogos prestigiosos?
En este número monográfico dedicado al año sacerdotal se
estudian diversas cuestiones referentes a los diferentes grados
del Sacramento del Orden desde la perspectiva litúrgica. A un
servidor le han pedido no propiamente un artículo de investiga-
ción, sino presentar la situación actual del argumento relativo a
la participación o no del diaconado en el sacerdocio de Cristo, y
mi parecer al respecto.
La cuestión teológica sobre la naturaleza e identidad eclesial
del Diaconado cobró especial importancia con la promulgación
de la Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium, el
21 de noviembre de 1964, en la que en el núm. 29 se restablece
no sólo el diaconado permanente, decisión dejada a las Confe-
rencias Episcopales con la aprobación del Papa, sino también la
posibilidad de ser ordenados diáconos estables no sólo hombres
con el propósito del celibato, sino también hombres casados de
edad madura con el consentimiento del Papa, presuponiendo
siempre el don de la vocación pertinente y la aceptación por
parte de la Iglesia.
Así pues, en la actualidad, junto al diaconado transeúnte,
como un estadio para el presbiterado, existen también los diáco-
nos permanentes, lo cual invita a una mejor y mayor coordinación
entre las funciones desarrolladas por los diáconos y las propias de
los presbíteros, sin olvidar las características de las desarrolladas
por los mismos seglares, de modo que los diáconos atendiendo a
sus funciones propias, litúrgicas, obras de misericordia y admi-
nistración, sobresalgan en el servicio a Cristo, a la Iglesia, a los
por los Apóstoles. San Esteban “fue elegido el primero por los
apóstoles para el servicio”.5
El autor de la Carta a los Corintios, atribuida a San Clemente
Romano, siglo primero, refiere la institución apostólica de los
obispos y diáconos. “Así pues, predicando por pueblos y ciudades,
y después de haber puesto a la prueba a algunos de los primeros,
los constituyeron obispos y diáconos de los futuros creyentes”.6 Y
desde el oriente, la Didaché XV, 1, hacia el año 130, afirma: “Elegíos,
pues, obispos y diáconos dignos del Señor, hombres pacíficos y
no deseosos de dinero, verdaderos y probados”.7 Es evidente, que
las actuales definiciones de obispos y diáconos no corresponden
a las de estos antiguos testimonios y los datos allí ofrecidos sobre
sus funciones son demasiado breves.
Las cartas de San Ignacio de Antioquía, en la primera década
del siglo II, hablan repetidamente del obispo, presbíteros y diáco-
nos de diversas comunidades. “Con vuestro obispo, tan digno, y
con la preciosa corona espiritual de vuestros presbíteros y diáco-
nos según Dios”.8 Los diáconos “no son servidores de comidas y
bebidas, sino de la Iglesia de Dios”.9 San Justino, hacia el año 155,
se refiere en su 1a Apología, LX, 5, a las funciones litúrgicas del
diácono. “Aquellos que nosotros llamamos diáconos distribuyen
a cada uno de los presentes el pan, el vino y el agua consagrados
y los llevan a los ausentes”.10 Por su parte Orígenes (185-254), en
el Comentario a san Mateo, en referencia a la función social de los
diáconos, critica a quienes no cumplen bien su misión. “Los cam-
bistas, expulsados por el Señor de sus puestos, son los diáconos
que no administran bien el dinero de la Iglesia”.11
La Tradición apostólica (hacia 215), primer testimonio escrito
5 S. Ireneo, Adversus Haereses IV, 15, 1: PG 7, 1013. San Ireneo afirma que
san Esteban es el primer diácono elegido por los apóstoles, llamando
diáconos a los siete. Ibíd. III, 12, 10: PG 7, 904.
6 E. Petrolino, Enchiridion sul Diaconato. Le fonti e i documenti ufficiali della
Chiesa, Libreria-Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 2009, p. 35.
7 Ibíd. p. 100.
8 Ibíd. p. 37.
9 Ibíd. p. 37.
10 Ibíd. p. 44.
11 Ibíd. p. 50.
El diaconado en el sacramento del orden 533
Observaciones teológicas
Es urgente mostrar la identidad teológica del diácono en la
Iglesia de Jesucristo, dado que no es un sacerdote de segunda
categoría, ni un seglar cualificado, ni tampoco un simple grado
de acceso al sacerdocio. La tradición viva de la Iglesia nos muestra
cómo se han entendido, se han celebrado y se han vivido los sacra-
mentos, en este caso, el Sacramento del Orden, porque la Iglesia
no tiene autoridad para instituir los sacramentos, vale decir, para
cambiar la esencia de los sacramentos, pues los sacramentos son
fuentes de la gracia y la gracia dimana sólo de Dios.
En orden a mostrar la identidad eclesial del diácono nos plan-
teamos estas preguntas: ¿es el diaconado un grado del sacramento
del orden?, ¿es el diaconado un grado sacerdotal o sólo ministerial?
¿es el diaconado un ministerio jerárquico o una simple potestad
sagrada? Se advierte, pues, cómo algunas cuestiones teológicas
actuales sobre la identidad eclesial del diaconado pueden exigir
la aclaración urgente de algunos planteamientos teológicos del
Vaticano II sobre el sacramento del orden caracterizados quizá
por un pensamiento débil.
En primer lugar, se constata que es una tradición en la doctrina
de la Iglesia afirmar que el diaconado es un grado del sacramento
del Orden, que es un sacramento solo en diversos grados. En este
contexto, no se podrá decir en adelante que el Sacramento del Orden
es el sacramento del ministerio apostólico que, en los grados del
episcopado, del presbiterado y del diaconado, confiere la facultad
Pedro Fernández
LA PARTICIPACIÓN
DEL MINISTRO ORDENADO
EN EL SACERDOCIO DE CRISTO
Sacerdocio de Cristo
El sacerdote es el responsable de la relación del pueblo con
Dios y viceversa. Sin embargo, todo humano que desee ejercer
esta función la realiza de modo imperfecto, como ocurría con los
sacerdotes veterotestamentarios. Ya que para hacer una mediación
perfecta es necesario estar en las dos orillas a unir. En cambio,
Jesucristo hace una mediación perfecta pues, por una parte, es el
Hijo de Dios y, por otra, es verdaderamente hombre. La relación
con las dos realidades a unir, a saber, Dios y el ser humano, es
perfecta. Por ello su sacerdocio es perfecto.
Además, el ejercicio del sacerdocio está unido al ofrecimiento
de una víctima que es sacrificada a Dios. Pero este sacrificio no deja
de ser algo exterior al hombre e indigno, pues cualquier ser de la
creación está impregnado por el pecado. Por ello, tal y como los
califica la carta a los Hebreos, son sacrificios defectuosos que no
conseguían establecer una alianza auténtica con Dios. En cambio,
Punto de vista 547
Fuentes litúrgicas
Editoriales
Una acción para la eternidad (Josep Urdeix)................ 5-6
A propósito de la Carta del Papa, recibida por medio de
los Obispos (Josep Urdeix).......................................... 99-106
Un hecho de orden espiritual (Josep Urdeix) ................. 181-185
554 Índice general
Artículos
Álvarez, Luis Fernando, Bibliografía del profesor José
Aldazábal Larrañaga, SDB (1933-2006) ................... 309-340
Benedicto XVI, La belleza, camino para encontrar a
Dios .................................................................................... 431-436
Blázquez, Ricardo, Sobre la homilía .............................. 43-46
Fernández, Pedro, El diaconado en el sacramento del
orden ............................................................................... 529-543
Ferreiro, José-Antonio, La dedicación de las iglesias,
epifanía del misterio de la Iglesia ............................ 379-406
Fontbona, Jaume, Acción cúltica y apostólica en san
Pablo ........................................................................... 7-22
Fontbona, Jaume, El ministerio ordenado en su marco
eclesiológico ................................................................. 461-479
García Macías, Aurelio, El ministerio presbiteral. Teo-
logía desde la liturgia..................................................... 499-527
Gaitán, José-Damián, El Sábado Santo. Sus elementos
teológicos y litúrgicos ................................................... 75-86
Goñi, José Antonio, El sacerdocio de Cristo y su ejercicio
en la liturgia .................................................................... 65-74
Goñi, José Antonio, El calendario Romano a los 40
años de su promulgación (I) ....................................... 121-148
Goñi, José Antonio, El calendario Romano a los 40
años de su promulgación (y II) ................................... 209-238
González, Ramiro, La santidad en el martirologio ro-
mano ................................................................................ 47-63
González, Ramiro, Las celebraciones dominicales
a la espera del sacerdote en los últimos documentos 149-156
Ivorra, Adolfo, El salterio en el rito Hispano-Mozárabe 239-269
Ivorra, Adolfo, La adoración eucarístic en el contexto
Índice general 555
Puntos de vista
Gomis, Joaquim, Los colores de “Phase” ........................ 443-446
González, Concepción, El misterio Eucarístico ‘en to-
da su amplitud’ .............................................................. 87-95
Goñi, José Antonio, La participación del ministro orde-
nado en el sacerdocio de Cristo ................................... 545-547
Janeras, Sebastià, El adiós al altar. Una oración de la
liturgia siro-antioquena ............................................. 177-180
Crónica
Aróztegui, F. Xavier, “Liturgia y Espiritualidad” ha
cumplido cuarenta años ............................................... 447-452
Documentos
Carta del papa Benedicto XVI sobre la remisión de la ex-
comunión de los obispos consagrados por el arzo-
bispo Lefebvre ................................................................ 169-175
Orientaciones pastorales en torno a las exéquias (Texto
556de la Conferencia de los Obispos Franceses)..............
Índice357-361
general
Libros
Edward G. Garrugia, Diccionario enciclopédico
del Oriente cristiano (Antonio Astigarraga) ............. 181-183
Susan K. Wood, El sacramento del orden. Una visión teológica
desde la Liturgia (F. Xavier Aróztegui) .......................... 363-364
Fuentes litúrgicas (José Antonio Goñi) ............................ 549-550