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Universidad Nacional de Colombia

Sociología temática: Nación y Nacionalismo

Hasta Nuestros Días…

Benedict Anderson, politólogo e historiador nacido el 26

de agosto de 1936 en

Kunming, China. Durante su trayectoria académica hizo parte de la escuela modernista, en

donde se postula que la nación y el nacionalismo son producto de la modernidad, escribiendo

una de las obras más significativas hasta la actualidad; porque sentía inconformidad con la

teoría liberal y marxista, ya que no explican de manera adecuada el surgimiento y desarrollo

de las naciones y el nacionalismo. por lo tanto escribe la obra “Comunidades Imaginadas,

Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo”, donde postula que la nación y el

nacionalismos son artefactos culturales que sirven como medios para fines económicos y

políticos de una clase educada, teniendo en cuenta que en el siglo XVIII se dan cambios en la

percepción del contexto y la información, pasando de lo visual y auditivo a lo escrito y

cognitivo, lo cual permite la expansión a nivel cultural de un imaginario social por los medios

de comunicación escritos como la novela y el periódico, sin dejar de lado el control que se

iba forjando sobre los ciudadanos; creando así un imaginario de la sociedad ya sea negativo o

positivo.

En esta obra define a la nación como: “una comunidad política imaginada inherentemente

limitada y soberana”(A, B, 1993, p.23). Dándose a entender que está es un constructo social,

en donde cada individuo la imagina dependiendo el contexto en el que se encuentra inmerso.

Lo que la convierte en una comunidad política imaginada en la cual se pasa a ser ciudadano

de una nación en particular, sin importar las desigualdades y grupos sociales que la

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conforman. Considerada siempre de manera horizontal, con un sentimiento de compañía

instaurado en la mente de cada uno, sin importar la religión, lengua, las etnias, territorios y

fronteras (viendo esto como marcadores de diferencias entre naciones) lo cual la hace

limitada, ya que esta nunca se va a imaginar con incidencia a un pensamiento expandido a

toda la humanidad, creando así una sensación de pertenencia e identificación sobre la misma

sin necesidad de conocerse cara a cara con los demás ciudadanos de la nación; es soberana

porque el concepto aparece en la época de la ilustración y la revolución francesa, donde la

gracia de Dios se había desvanecido completamente de la mente de los ciudadanos del reino

dinástico, teniendo que recurrir a la nación como fuente de legitimidad.

“Es Imaginada porque aun los miembros de la nación más pequeña no conocerán jamás a la

mayoría de sus compatriotas, no los verán ni oirán siquiera hablar de ellos, pero en la mente

de cada uno vive la imagen de su comunión (...) La nación se imagina limitada porque

incluso la mayor de ellas , que alberga tal vez millones de seres humanos vivos, tiene

fronteras finitas, aunque elásticas, más allá de las cuales se encuentran otras naciones.

Ninguna se imagina con las dimensiones de la humanidad (...) Se imagina soberana por que

el concepto nación en una época en que la Ilustración Y la Revolución estaban destruyendo

la legitimidad del reino dinástico jerárquico, divinamente ordenado. Habiendo llegado a la

madurez en una etapa de la historia humana en la que incluso los más devotos fieles de

cualquier religión enfrentando sin querer evitarlo el pluralismo de tales religiones y el

alomorfismo entre las pretensiones ontológicas de cada fe y la expansión territorial, las

naciones sueñan con ser libres y con serlo directamente en el reino de Dios. La garantía y el

emblema de esta libertad es el estado soberano”. (Benedict, 1993, págs: 23, 24 y 25)

La religión sirve como referencia teórica para analizar por qué se desarrolla un vínculo afectivo entre

la nación y aquellos que la componen, pasando a ser una respuesta a dos de las tantas desventuras

humanas como es la muerte y la pluralidad de lenguas en la tierra. Con todo el movimiento

diversificador que se estaba viviendo en la época, sobretodo en los modos religiosos y el racionalismo

secular de la ilustración, dejaron interrogantes acerca de los sufrimientos de la humanidad por que

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estos no desaparecieron con la gracia legitimadora de DIOS en la tierra, para lo cual la solución se ve

instaurada en el Estado moderno. En donde la nación no es una ideología política autoconsistente

como sistema cultural, estrechamente relacionado con los sistemas a los que está suplia aclarando de

antemano que esto no quiere decir que el nacionalismo sea la sucesión de la religión en la sociedad

como principal fuente de legitimación política y de cohesión social, que se definen entre sí de manera

relacional dando paso a las raíces culturales del nacionalismo entendiéndolo de la siguiente manera.

“El nacionalismo debe entenderse alineándolo, no con ideologías políticas conscientes, sino

con los grandes sistemas culturales que lo precedieron, de donde surgió por oposición: la

comunidad religiosa y el reino dinástico. Estos dos sistemas eran en su apogeo marcos de

referencia que se daban por sentados, como ocurre ahora con la nacionalidad”(Benedict,

1993, p 31.)

Teniendo claro lo anterior, es decir, los conceptos de nación y nacionalismo para el autor; se

debe tener en cuenta que la nación es un constructo imaginario que necesita de un mito

fundacional para existir, creando así en la sociedad una conciencia colectiva sobre lo que es

la nación y el nacionalismo. Este nace debido a la difusión de la imprenta creando una

comunidad de lectores monolingües que se entendían utilizando las lenguas vernáculas

(originarias) de cada nación, dando paso al capitalismo impreso que fue la base para imaginar

la nación, basándose en la novela y periódico.

En primera instancia:

“la novela.antigua, una estructura típica no sólo de las obras maestras de Balzac sino

también de cualquier bodrio contemporáneo de a dólar. Es claramente un instrumento para

la presentación de la simultaneidad en "tiempo homogéneo, vacío” (...) La idea de un

organismo sociológico que se mueve periódicamente a través del tiempo homogéneo, vacío, .

es un ejemplo preciso de la idea de la nación, que se concibe también como una comunidad

sólida que avanza sostenidamente de un lado a otro de la historia” (Benedict, 1993, págs: 47

y 49).

En cuanto al periódico es aún más emblemático el cambio de la aprehensión temporal

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ya que es sólo una "forma extrema" del libro, un libro vendido en escala colosal,

pero de popularidad efímera ¿Podríamos decir que es un éxito de librería por un

solo día?. La obsolescencia del periódico al día siguiente de su impresión resulta

curioso que uno de los primeros bienes producidos en masa haya prefigurado así la

obsolescencia intrínseca de los bienes durables modernos crea sin embargo,

justamente por esta razón, esa ceremonia masiva extraordinaria: el consumo casi

precisamente simultáneo ("imaginario") del periódico como ficción. Sabemos que las

ediciones matutinas o vespertinas especiales serán consumidas abrumadoramente

sólo a la hora y el día de su publicación. (Contrátese la situación del azúcar, cuyo

uso se hace en un flujo continuo, no medido por el reloj; puede echarse a perder,

pero no se vuelve obsoleto.) (...) La ceremonia se realiza en una intimidad silenciosa,

en el cubil del cerebro pero cada comunicante está consciente de que la ceremonia

está siendo repetida simultáneamente por miles (o millones) de personas en cuya

existencia confía, aunque no tenga plena noción de su identidad (Benedict, 1993, p

61).

Estos suponen un tiempo en ipso facto, en donde cada lector imagina que como él miles de

personas más están leyendo con su mismo interés las noticias diarias contenidas en las

publicaciones, así cada uno de ellos crea una comunidad imaginada, que se magnifica y

refuerza con la lectura diaria. La representación de la nación, no es un producto automático

y natural, ya que surge de una contingencia histórica moderna y cambios en la estructura

social de la misma.

Estos artefactos culturales como los define el autor, se legitiman desde el ámbito material y

simbólico de la nación como comunidad imaginada, lo que permite que esta se construya

mediante los mitos, costumbres y lenguas que posibilitan la difusión y construcción de la

comunidad nacional; para los cuales son fundamentales instrumentos como las fuerzas

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armadas, los colegios, universidades y los medios de comunicación, que permiten permear la

idea de nación y la modelan como una comunidad imaginada. Mediante la conciencia

nacional creada a partir del cambio del latín, gracias a los esfuerzos de los humanistas por

resucitar la literatura antigua (a.C) al estar cada vez más lejos del mundo eclesiástico y

cotidiano por su carácter ciceriano. Por un lado, un factor importante es la gran repercusión

de la reforma protestante en la sociedad, al difundirse debido al capitalismo impreso creando

nuevas comunidades lectoras movilizándose para y con fines político-religiosos, por otro

lado, se debe tener en cuenta la difusión lenta de las lenguas vernáculas particulares como

instrumentos de la centralización administrativa, que se llevó a cabo por los aspirantes a

monarcas absolutistas y privilegiados.

Otras instituciones que apoyaron la construcción de la conciencia nacional son los mapas,

censos y museos, ya que por medio de estos se conocen y delimitan las fronteras de la nación,

se sabe cuántos hacen parte de ella y por último se recurre a la genealogizacion de los museos

donde se encuentra la memoria de un antepasado, lo que atribuye a la nación una historia

común a todos los que la conforman. Son entes de delimitación e identificación tanto material

como simbólico donde se idealiza a la nación, un territorio y un enemigo, en el sentido en que

ya se sabe quien és el extraño o el posible enemigo de la misma y en donde la memoria juega

un papel importante por cómo se conmemora y se recuerda el pasado dentro de esa

comunidad imaginada de manera simbólica y material, por ejemplo, una estatua en un parque,

una pieza de arte, el nombre de una calle, en una estrofa del himno, en un color representativo

de la nación plasmado en la bandera o los uniformes del ejército, tomando como referencia

nuestras riquezas e inmortalizarlas en un escudo, para que no haya un olvido de esa historia

común que permite la consolidación de una memoria nacional, para que esos “recuerdos” no

solo se queden en recuerdos; moldeando los dominios que se poseían logrando así la

legitimación de su linaje ante todos los ciudadanos.

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Esta postura se sustenta en la actualidad en los medios de comunicación, los cuales son una

forma de construir la nación y nacionalismo mediante la imaginación compartida de un

suceso, en donde el sentido de la cohesión que los ciudadanos de las distintas naciones

sienten es artificial, creado por los medios que difunden una noticia, imagen o suceso

alguno; ya sea por las redes sociales, canales televisivos o viá impresa, porque al hacerlo

también difunden valores, símbolos y significados que se instauran con el tiempo en la

cotidianidad de las personas. Formando una ideología que transmite un mensaje el cuál puede

moldear comportamientos, valores Morales y sociales de los ciudadanos ya sea de manera

positiva o negativa, dependiendo del mensaje que se transmite y cómo éste sea percibido y

recibido por los mismos. Aunque hay más cosas que nos cohesionan mediante los procesos

de socialización primaria y secundaria en instituciones como la familia y la escuela; se

comparten conocimientos generales de un lado a otro del territorio mediante la conciencia

nacional y los significados transmitidos, así cada uno de los ciudadanos comparta

características distintivas a los demás hay cosas que se nos son comunes a todos como otras

no. Reconociendo así la diversidad en el territorio nacional dejando de lado ese discurso

homogenizador mestizo como ocurrió en el caso colombiano, el cual dominó por mucho

tiempo en la esfera nacional, donde los medios de comunicación jugaron un papel muy

importante como la radio, el periodico y la constitucion de 1986 donde se legitimó este

discurso, contribuyendo a que todos los ciudadanos sintieran que formaban parte de algo

mayor como lo es la nación y en este caso homogeneizada; donde todos debemos tener la

misma lengua, religión, etnia, territorio y costumbres, siguiendo los parámetros que el

capitalismo ha ido implantando en ideología neoliberal. De esta manera podemos evidenciar

cómo los medios pasan a ser un canal de difusión de los símbolos y significados que sirven a

los intereses dominantes en la sociedad.

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Por lo tanto el sistema democrático de ese momento dependía y depende aún en la

actualidad de esa sensación de identidad provocado por todos los significados

implementados por los medios en la sociedad a partir de características materiales y

simbólicas que compartimos para poder crear políticas nacionales, en donde, aún en nuestros

días juegan un papel importante los museos, mapas y censos como artefactos de

identificacion y delimitacion nacional. De esta manera podemos evidenciar los medios de

comunicación como instrumentos propagandísticos y no propagandísticos, organizativos de

la actividad política y administrativa de una nación influyente en sus políticas públicas y

leyes nacionales, que utilizan la riqueza cultural para fines políticos y económicos, que

ayudan a mantener un status quo social, económico y político de una elite en específico, pero

estos medios no solo son un una copia del imaginario elitista dominante sino también un

arma de resistencia y oposición a ese poder.

El claro ejemplo son los medios de comunicación que mantienen un status quo dentro de la

sociedad a disposición de ciertas figuras políticas del estado colombiano, contribuyendo a un

imaginario social tergiversado ante los ciudadanos debido a una maquinaria política e

intereses económicos que la interceden como lo son RCN, Caracol y City TV (ejemplos). Y

el canal uno (1) que se puede decir es la resistencia ante este tergiversado imaginario social

creado a los ciudadanos, el cual fue amenazado y casi extinto de la televisión colombiana. De

esta manera se ha generando un pensamiento polarizado ante la situación actual del país, ya

que no son dos o tres los medios que difunden casi lo mismo siempre, sino que se fortalece

con diferentes puntos de vista que contribuyen a un imaginario colectivo dentro de la nación

ya sea positivo o negativo.

Desde mi punto de vista y a manera de conclusión, a diferencia de Anderson las naciones se

reinventan dependiendo el contexto histórico, cultural, económico y político en donde se

desarrollan y de cómo se reinventan sus estructuras, ya que estas no son estáticas y no se

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mantienen en marcos definidos. Entendiendo está, en la actualidad colombiana como una

estructura cambiante y diversa, no homogeneizadora de los ciudadanos y sus costumbres,

sino que reconoce su pluriculturalidad y diversidad en aspectos políticos, económicos,

etnizantes y culturales de los ciudadanos; aunque es muy difícil luchar en contra de una

estructura que se mantuvo durante mucho tiempo. Sin olvidar la capacidad que los medios de

comunicación juegan en la construcción de los estados nación, por su fácil difusión y

repercusión en los mismos gracias a los significados, modos y símbolos que transmiten,

permitiendo a los ciudadanos entender de cierta manera sucesos y cambios estructurales en la

misma. Por su influencia en el lenguaje y comportamiento de los ciudadanos al nutrir ciertos

símbolos con más pertenencia y significados que otros.

Bibliografía.

● Anderson, Benedict. (1993) Comunidades imaginadas; reflexiones sobre el origen y

la difusión del nacionalismo. 1a ed. en espańol de la 2a en inglés. México: Fondo de

Cultura Económica.

● Blas Guerrero, A. de (1997): “Estado, nación y gobierno” en Pastor, M. (1997):

Fundamentos de Ciencia Política. Madrid. McGraw-Hill.

● Gellner, Ernest. (1988) Naciones y nacionalismo. Madrid: Alianza Editorial.

● Martinez Jose. (1998) El impacto moral y social de los medios de comunicación

social. Roma-Italia.

● Pérez-Agote, A. (1995): “Nación y nacionalismo: la politización de la identidad

colectiva” en Benedicto, J. y Morán, M. L. (eds): Sociedad y política. Temas de

sociología política. Madrid. Alianza.

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