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¡Al rescate de mamá y papá!

La mamá de Goyo cocinaba, limpiaba…… y su papá trabajaba en la chacra.


Goyo quería jugar con ellos, pero cuando buscaba a su mamá ella le decía:
- No puedo, hay mucha ropa que lavar.
Y cuando buscaba a su papá, él le decía:
- Ahora no, porque es tiempo de cosecha.
Una tarde, Goyo estaba aburrido y se
puso a observar hormiguitas.
En eso llega la abuela Quina, Goyo lo
abrazo con fuerza y empezaron a jugar
con sus carritos.
En las carreritas, el carrito de la abuela
siempre llagaba a la meta antes que el
de Goyo.
De pronto, Goyo le dijo a su abuela:
- ¡Abuela Quina, eres buena!
La abuela le pregunto:
- ¿Dices eso porque te estoy
ganando?
Goyo contesto:
- No, lo digo porque tú juegas conmigo. Mi papá y mi mamá nunca quieren jugar.
La abuela Quina lo abrazo y le dijo:
- Goyo, ¿acaso te has puesto a pensar que a tus papas también les gustaría jugar
contigo? ¿crees que para tu mamá son más importantes las labores de la casa
que divertirse contigo? Te doy un consejo, anda y trata de ayudarlos. ¡vas a ver
cómo cambian las cosas!
Goyo pensó que talvez la abuela podía tener razón, así que fue en busca de su mamá.
La encontró lavando y le dijo:
- Mamá, ¿Puedo ayudarte?
La mamá, feliz y sorprendida, le contesto:
- ¡Claro que sí! ¡Así terminare más pronto y poder jugar contigo! ¡me muero de
ganas!
Y fue así como, gracias a su abuela, Goyo comprendió que su papa y su mama
también querían jugar con él. Desde entonces, luego de hacer las tareas de la
escuela, el los ayuda en la chacra y en la casa.
Después, la familia encuentra tiempo para jugar juntos un rato.
¡Al rescate de mamá y papá!
La mamá de Goyo cocinaba, limpiaba…… y su papá trabajaba en la chacra.
Goyo quería jugar con ellos, pero cuando buscaba a su mamá ella le decía:
- No puedo, hay mucha ropa que lavar.
Y cuando buscaba a su papá, él le decía:
- Ahora no, porque es tiempo de cosecha.
Una tarde, Goyo estaba aburrido y se
puso a observar hormiguitas.
En eso llega la abuela Quina, Goyo lo
abrazo con fuerza y empezaron a jugar
con sus carritos.
En las carreritas, el carrito de la abuela
siempre llagaba a la meta antes que el
de Goyo.
De pronto, Goyo le dijo a su abuela:
- ¡Abuela Quina, eres buena!
La abuela le pregunto:
- ¿Dices eso porque te estoy
ganando?
Goyo contesto:
- No, lo digo porque tú juegas conmigo. Mi papá y mi mamá nunca quieren jugar.
La abuela Quina lo abrazo y le dijo:
- Goyo, ¿acaso te has puesto a pensar que a tus papas también les gustaría jugar
contigo? ¿crees que para tu mamá son más importantes las labores de la casa
que divertirse contigo? Te doy un consejo, anda y trata de ayudarlos. ¡vas a ver
cómo cambian las cosas!
Goyo pensó que talvez la abuela podía tener razón, así que fue en busca de su mamá.
La encontró lavando y le dijo:
- Mamá, ¿Puedo ayudarte?
La mamá, feliz y sorprendida, le contesto:
- ¡Claro que sí! ¡Así terminare más pronto y poder jugar contigo! ¡me muero de
ganas!
Y fue así como, gracias a su abuela, Goyo comprendió que su papa y su mama
también querían jugar con él. Desde entonces, luego de hacer las tareas de la
escuela, el los ayuda en la chacra y en la casa.
Después, la familia encuentra tiempo para jugar juntos un rato.

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