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MACHISMO Y MERCADO

Sin duda la mayoría de personas normales están convencidas de que la


discriminación contra la mujer es algo surgido de los regímenes autoritarios
conservaduristas y militaristas, y que ha sido combatido por los demoliberales,
que han logrado la mayor igualdad hombre-mujer. Esta es la versión oficial en
este tema, y como toda 'verdad' oficial liberal ha sido impuesta hasta la saciedad
por la prensa y la TV de forma que quien la pone en duda es machista y fascista
por definición.

Pero esto es una de las muchas falsedades producto del manejo que de la
realidad efectúan los medios de propaganda.

Para comprender mejor el tema hay que ir a la base del problema. La


discriminación hombre-mujer implica una queja sobre la 'valoración' de ambos
por parte de la sociedad, y por causa de ello un trato distinto.

Curiosamente esta queja no se produce en la sociedad tradicional sino que se


inicia en el momento en que los valores demoliberales en la revolución francesa
se han implantado de forma masiva en la mentalidad general. No hay conciencia
de opresión en las mujeres campesinas ni en los burgos medievales, sino que la
'opresión' toma conciencia en las clases intelectuales de la burguesía del XIX y
alcanza su culminación en las reivindicaciones marxistas.

Ante todo hay que distinguir las injusticias sociales provocadas por el
individualismo capitalista, del problema machista. Los marxistas han tratado
siempre de unificar los dos problemas en un planteamiento materialista común:
machismo es una forma de explotación capitalista. Este concepto, como el de
'Arte y Cultura como superestructura del capitalismo' o bien la teoría del
orgasmo revolucionario: 'libertad sexual como parte de la liberación contra el
capitalismo', forman parte de las idioteces clásicas del marxismo, una serie de
utopías y neurosis que no tienen nada que ver con la realidad.

Las mujeres y hombres sufrieron brutalmente con la explotación financiera, y


tanto mujeres como hombres tuvieron que soportar todo tipo de vejaciones. Las
mujeres no votaron hasta hace poco, pero los pobres tampoco tenían voto al
principio. Las mujeres no se las dejaban ejercer ciertos trabajos, pero mientras
los hombres eran obligados a servir como siervos sin ganas algunas de hacerlo.
No se trataba de machismo sino de una sociedad opresiva y dura en el trato
humano, basado en la 'libertad de mercado' que se implantó tras la revolución
francesa.

Desde luego existió una injusticia de trato en muchos temas concretos con la
mujer como tal, productos en parte de malos entendidos, la fuerza bruta y
manías absurdas, errores que podrían haberse solucionado de forma natural y
rápida en un ambiente de comunidad. Pero no es este el asentamiento del
problema feminista.
Para hablar de machismo hay que hablar de 'supremacía' y para ello de la
medida de valoración que da esa supuesta supremacía. La base del machismo es
la creencia de que el hombre 'vale' más que la mujer, y ese 'valer' se basa en una
medida de comparación. Y ahí está el error y el problema causante de los males
actuales.

El machismo es un producto del mercado, esta afirmación que puede parecer


una extravagancia, es la más cruda realidad. El problema del machismo nace
cuando la sociedad toma como valor único el Dinero, el Valor en Dinero de las
cosas. En ese momento, los valores que equilibraban la balanza social entre
hombre y mujer se rompen, los valores tradicionales de familia, hijos, trabajo en
el hogar y en el campo, comunidad, alegría o amor, sensibilidad y unidad, todo
se derrumba. La sociedad liberal valora TODO en dinero, y establece que la
'categoría' social de las personas viene determinada por ese 'valor dinero'.

Por tanto la mujer se ve abocada a poner sus valores en la balanza económica, y


se encuentra que sus valores tradicionales 'no se pagan' adecuadamente, no son
transcritos a dinero de forma válida.

La mujer campesina, el 98% de ellas en la época tradicional, trabajaba en el


campo tanto como el hombre, pero ese 'trabajo' normalmente era 'familiar',
parte del trabajo de la propiedad o concesión familiar, no un trabajo asalariado
como hoy lo entendemos.

La mujer trabajaba en lo que le permitía su trabajo familiar y el cuidado de los


hijos, y ese trabajo era parte de su 'valor' tradicional, que era compensado
además con la valoración espiritual y comunitaria que se daba a la madre y a la
descendencia en la sociedad tradicional. Pero con la llegada del capitalismo y la
industria, la ciudad y la finanza, el campo como entorno familiar pierde peso
rápidamente, el trabajo se hace asalariado, el ambiente de trabajo de aparta del
ambiente familiar, la mujer se encuentra que su 'contribución' a la comunidad
no es 'pagada en dinero' de forma adecuada a su 'valor real'.

Poco a poco llegamos a la situación de una mujer que no tiene 'valor' económico
igual al del hombre, pues sus 'trabajos' o contribuciones comunitarias han
dejado de valorarse en dinero. En ese momento aparece el machismo moderno,
el que se conoce como problema machista. El hombre acapara los trabajos
renumerados y se cree con 'valor superior' respecto a la mujer que no alcanza
ese valor dinerario. El hombre, seducido por las ideas materialistas y marxistas
va despreciando o minusvaluando las contribuciones no dinerarias de la mujer,
de forma que en la familia el 'peso' del hombre se hace totalitario, al sólo valorar
el dinero y al crearse la idea individualista: cada individuo como portador de su
propio valor dinerario, acabando con la concepción comunitaria de familia,
estirpe y pueblo.

La mujer se encuentra que desea alcanzar esos valores asalariados, que son los
que 'dan valor' en la mentalidad liberal, y se crea el feminismo como
reivindicación de la mujer de 'abandonar los valores no dinerarios a cambio de
poder acceder a los valores económicamente rentables'. Las feministas JAMÁS
pedirán ayuda para que las mujeres puedan realizar adecuadamente sus valores
no económicos, sino que exigirán ÚNICAMENTE poder disponer del valor
dinero en igual derecho al hombre.

El problema no es que no sea justo que la mujer 'gane' lo mismo que el hombre,
el problema es que no se valora más que los que produce 'ganancia dineraria'. La
mujer ya no sopesa lo que 'gana' al trabajar de asalariada frente a lo que pierde
por renunciar a otras facetas de su vida. El hombre ya no valora las actividades
de la mujer que no sean recompensadas en dinero. Con ello la mujer es
realmente devaluada y arrojada a un combate por la recompensa económica que
la degrada y la limita absolutamente.

El marxismo acaba de enlodar el mal creado por el capitalismo, al destruir los


'valores' comunitarios y familiares. El comunismo obliga a las mujeres a
abominar de su papel en la comunidad y las lanza a las fábricas como
'salvación', la 'producción proletaria' como 'cielo redentor', jamás se ha
efectuado una brutalidad mayor que la efectuada por el comunismo contra los
valores espirituales y comunitarios, la mujer es igual al hombre en tanto es tan
'proletaria como él', o sea en tanto es una asalariada que cobra dinero.

El mundo actual no valora en nada a una mujer con 5 hijos que debe cuidarlos y
amarlos, y que por ello no puede trabajar más que tangencialmente, pero valora
en mucho a una mujer sin familia que trabaja ganando mucho dinero.

Cuando se produce una disputa en la familia es el dinero de 'cada uno' lo que


importa. El Mercado ha anulado cualquier otra razón que no sea la que da el
dinero. Y la mujer ha tenido que lanzarse al Mercado, a luchar en ese único
Valor. Esto es el feminismo, la lucha de la mujer por 'valer tanto como el
hombre en dinero'.

Una Alternativa al Sistema debe plantear que la mujer y el hombre 'valen' cada
uno distinto en tanto los valores de medida no son sólo económicos sino de
diversos tipos, y la riqueza de valor no está pues sólo en la capacidad de aportar
dinero sino en otros varios temas. En ese sentido, destruido el Mercado como
nuevo dios, hombre y mujer recuperan sus valores. La mujer puede decidir si
quiere dinero u otros valores, y una sociedad que haya abandonado la
mentalidad economicista fomentará tanto o más que el 'salario' otras
aportaciones comunitarias.

Un día llegará que tener una familia feliz, aportar una cultura y una
sensibilidad, dar amor y tener responsabilidades, serán el motivo de orgullo,
mientras que ganar dinero será una necesidad más sin valor superior a otros
temas más profundos.

Trabajo no es sólo ganar dinero, Trabajo es aportar algo a la Comunidad. El


Trabajador se ha convertido en Asalariado, el Trabajo en Ganar Dinero, la
Sociedad se ha convertido en Mercado, esta es la gran metamorfosis de un
mundo en decadencia.

Machismo y Feminismo son producto del mismo error, de una valoración


economicista de los sexos. Los errores de la opresión contra la mujer nos
ocultan que el hombre también es oprimido en este juego maldito, oprimido por
la misma sociedad mercantil, que pierde tanto la mujer como el hombre
cuando ambos pierden su papel natural y se entregan al Mercado en
aras del Dios Dinero.

N de la R: Lamentablemente desconocemos la autoría del escrito.


Pedimos las disculpas del caso.

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