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FACULTAD DE DERECHO

ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE DERECHO

MONOGRAFÍA

“CONFIRMACION DEL ACTO JURIDICO”

AUTOR:
BUSTAMANTE QUISPE, EBER ALEXANDER
CORAL REATEGUI, JHOSIMAR
GARCIA AÑAZCO, PAOLO
GARMA GARCIA, ARNOLD MARTIN
GUERRA LANCHA, KARLA DANIELLA
RAMIREZ TORRES, SHANTALL NICOLL
SANCHEZ CHUMBE, MAYRA

ASESOR:
JHON CRISTIAN FUENTES VÁSQUEZ

TARAPOTO – PERÚ

2019
INDICE:

INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………………………………………1

LA CONFIRMACIÓN…………………………………………………………………………………………………2

DELIMITACIÓN CONCEPTUAL………………………………………………………………………….........2

ANTECEDENTES Y EVOLUCIÓN DE LA CONFIRMACIÓN……………………………………………3

FUNDAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN…………………………………………………………………..4

CARACTERÍSTICAS DEL ACTO CONFIRMATORIO……………………………………………………..4

CLASES DE CONFIRMACIÓN……………………………………………………………………………………5

LA CONFIRMACIÓN FORMAL………………………………………………………………………………….5

LA CONFIRMACIÓN NO FORMAL……………………………………………………………………………7

EFECTOS DE LA CONFIRMACIÓN…………………………………………………………………………….8

FIGURAS AFINES A LA CONFIRMACIÓN…………………………………………………………………..9

LA RATIFICACIÓN……………………………………………………………………………………………………9

EL RECONOCIEMIENTO…………………………………………………………………………………………10

LA TRANSACCIÓN………………………………………………………………………………………………...10

CONCLUSIÓN……………………………………………………………………………………………………….11

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS…………………………………………………………………………….12
INTRODUCCIÓN

Para conocer más profundamente la confirmación del acto jurídico comenzaremos por
desarrollar el concepto de anulabilidad que se fundamenta en la protección del interés
privado del legitimado para accionar, de ahí que frente al acto anulable, la parte afectada
puede optar, si tiene necesidad en la protección, por demandar judicialmente para que
se declare su nulidad, o , si ya no tiene necesidad de protección, puede convalidarlo
mediante confirmación o puede dejar que transcurra el plazo de prescripción para
ejercer la acción de anulación (prescripción extinta o liberatoria o sanatorio), o renunciar
a la acción una vez que ha cesado la causal de anulabilidad. Una vez vislumbrado el
concepto de anulabilidad podemos entender mejor que es la confirmación. Que se
define como una forma de convalidación de un acto anulable, por medio de la cual el
titular de la acción de anulabilidad manifiesta expresa o tácitamente su deseo de querer
la validez y eficacia definitiva del acto anulable. La confirmación encuentra su
fundamento en el principio de conservación del acto jurídico. La confirmación implica la
renuncia a la acción de anulabilidad (acto negativo), pero es algo más que una simple
renuncia, es una manifestación de la voluntad expresa o tácita de que se quiere
mantener el acto libre de toda amenaza de destrucción (acto positivo). El acto anulable
es eficaz desde su celebración, produce loas efectos que le son propios como si se
tratara de un acto sano sin defectos o vicios que afecte su validez, aunque está
amenazado de anulabilidad, la confirmación suprime la amenaza de anulación y asegura
la validez y eficacia definitiva del acto que ya ni podrá ser impugnado de anulabilidad;
la extinción de la amenaza de destrucción del acto no significa que la confirmación tiene
efectos retroactivos, sino que simplemente el acto y sus efectos ya producidos dejan de
estar amenazaos de ser destruidos mediante anulación.

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LA CONFIRMACIÓN

-DELIMITACIÓN CONCEPTUAL

-La confirmación es un acto jurídico en virtud del cual se convalida otro acto jurídico,
anulable, por adolecer de un vicio o causal de nulidad relativa. Como ya lo hemos visto
al ocuparnos de las características del acto anulable (Supra N° 238), la confirmación
solo es posible respecto a la nulidad relativa pues ella se fundamenta en la protección
de intereses privados los cuales, precisamente, pueden conducir a la anulación del acto
jurídico, aunque el legitimado para accionar puede no hacerlo y confirmar el acto viciado.
Lo mismo no puede ocurrir con la nulidad absoluta, que tiene como características no
admitirla (Supra N° 23.4), pues constituye una sanción más rigurosa al fundamentarse
en consideraciones de orden público y así preceptuarlo el artículo 220 del Código Civil.

La doctrina y la codificación civil tienen un criterio uniforme en cuanto al concepto de la


confirmación y a que solo procede en el acto anulable. Los Mazeaud señalan, por
ejemplo, que por no tener otro objeto la nulidad relativa que la protección de un interés
privado, la persona que ha realizado un acto que la padece podrá confirmar ese acto
cuando ya no tenga necesidad de protección. Así, pues, atendiendo al fundamento de
la nulidad relativa, se admite la confirmación como un modo de subsanar los vicios
causales que hacen anulable a un acto jurídico.

La confirmación supone entonces, una renuncia a la acción anulatoria. Como expresa


Ennecerus, la confirmación es la declaración de que se admite la validez del negocio a
pesar de su impugnabilidad, o sea, que se renuncia el derecho de impugnación. Según
Coviello, la confirmación no es otra cosa que la renuncia al derecho de pedir la nulidad.

La renuncia a la acción anulatoria, como hemos visto en los casos de error (Supra N°
78), dolo (Supra N° 90), violencia (Supra N° 100) e intimidación (Supra N° 113), no
puede ser anticipada, sino que tiene que ser posterior a la celebración del acto jurídico
que puede ser objeto de impugnación para su anulación. Por ello, el acto confirmatorio
puede celebrarse a partir de la celebración del anterior, y en cualquier momento, hasta
antes que prescriba la acción, pues, como dicen los Mazeaud, el titular de la acción de
nulidad relativa no está obligada a revelar sus intenciones antes de la expiración del
plazo de prescripción y le es ilícito esperar algunas circunstancias favorables hasta
manifestar su voluntad de confirmar.

Como la decisión de accionar queda librada a la voluntad de quien está legitimado para
hacerlo, la confirmación constituye un acto unilateral, pues se forma con esa sola
voluntad. Por esta característica, y porque además es abdicativo de un derecho y

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convalida una relación jurídica en la que pueden existir derechos para la otra parte, el
acto confirmatorio no es revocable.

El acto confirmatorio, por su razón de ser, no es autónomo, desde que queda ligado al
acto que confirma y no crea una buena relación jurídica, confirmatio nihil dat novi, ya
que solo redime al acto anulable de sus defectos y vicios.

La confirmación opera ex tunc, esto es con efecto retroactivo, pues su finalidad


exclusiva es convalidar el acto viciado desde su origen. Pero el carácter ex tunc del acto
confirmatorio hay que apreciarlo con cuidado. Como apuntó León Barandiarán, la
confirmación en cuanto acto meramente declarativo produce efectos retroactivos, solo
respecto a las palabras, pero no respecto a terceros. Como veremos más adelante. Por
eso, Coviello es de opinión que la confirmación no atribuye al negocio confirmado
efectos jurídicos que no tenía, en tiempo pasado, sino que tan solo quita la posibilidad
de que los efectos jurídicos lleguen a desconocerse en el futuro. Nosotros creemos, por
lo que dejamos expuesto, que el sentido retroactivo del acto confirmatorio está en sus
efectos convalidatorios.

Loa efectos conavalidatorios del acto de confirmación, determinan, además, que a la


confirmación se le llama convalidación, en razón de que subsana los efectos y vicios del
acto anulable y le da validez. Pero creemos que debemos distinguir la confirmación de
la convalidación.

La doctrina suele usar la convalidación como indicativo de todo hecho o acto que haga
desaparecer la impugnabilidad de un acto jurídico. De este modo, la confirmación viene
a ser una especie del género, que es la convalidación. Esta, entendida como género, es
todo hecho que da lugar a la eliminación de la posibilidad de invocar un vicio o causal
que sustenta la pretensión de impugnar un acto jurídico que se califica de anulable. Así,
puede haber una convalidación ex voluntate, que viene a ser la confirmación de la que
no estamos ocupando, y una convalidación ex lege, que es consecuencia del transcurso
prescriptorios o de caducidad respecto a la acción para intentar la anulación del acto.

El Código Civil no ha incorporado una noción de la confirmación, sino que ella va


implicada en el acticulado que la regula.

ANTECEDENTES Y EVOLUCIÓN DE LA CONFIRMACIÓN

El Derecho romano, que no conoció el acto jurídico en una formulación sistematizada y


en su abstracción (Supra N° 1), tampoco concibió la figura de la confirmación con un
concepto general, pues el pensamiento jurídico romano, lo hemos ya enfatizado, no fue

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dado a la abstracción y sus formulaciones buscaban situaciones concretas. La
subsanación de un acto viciado se producía mediante hechos convalidatorios y
mediante excepciones que el Derecho Pretoriano creaba y reconocía.

La confirmación fue receptada en el Derecho moderno con su falta de sistematización.


Según Serrano Alonso, los codificadores del Derecho Civil Francés no tuvieron una idea
clara en torno a la confirmación y no se encuentra en el Código Napoleón un criterio
general. Como ya lo hemos señalado (Supra N° 3.1), el Código Civil no legisló sobre el
acto jurídico, por lo que la materia relativa a la confirmación la reguló a los contratos y
así fue la irradió a la codificación civil.

Nuestro Código Civil de 1852, que adoptó en buena medida el modelo napoleónico,
legisló también sobre la confirmación en relación a los contratos y su nulidad, pero la
llamó ratificación (art. 2283).

El Código Civil de 1936, que incorporó la Teoría del Acto Jurídico, incorporó también la
figura de la confirmación, con ese nomen iuris, y, tomando como fuente del artículo 148
del Código Civil brasileño de 1916, la refirió a solo los actos anulables.

El Código Civil en vigor ha receptado la figura de la confirmación con la misma noción y


nomen iuris que su código antecedente.

FUNDAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN

La confirmación se fundamenta en el principio de conservación del acto jurídico que, ya


hemos visto, busca mantener su eficacia y preservar el fin práctico perseguidor por las
partes.

El principio de conservación del acto jurídico, en el caso de la confirmación, orienta su


aplicación a la estabilidad de las relaciones jurídicas originadas por actos o negocios
jurídicos en cuya formación se ha incurrido en vicios o causales que no lesionan el orden
público o, que afectan, su magnitud hace preferible el mantenimiento del acto,
precisamente, mediante el acto confirmatorio. Se trata pues, de un principio in favor
negotil.

CARACTERÍSTICAS DEL ACTO CONFIRMATORIO

De la delimitación conceptual que hemos dejado trazada (Supra N° 248) y de la noción


que fluye del articulado que la regula en el Código Civil, se infiere que el acto
confirmatorio constituye una convalidación ex voluntate de un acto jurídico que se
encuentra en la posibilidad de ser anulado y que tiene como características principales
las siguientes: a) Es un acto unilateral receptivo (Supra N° 17), porque solo lo puede
celebrar la parte a quien corresponde la acción anulatoria y porque su manifestación de
voluntad la dirige quienes tienen interés en el mantenimiento del acto anulable. b) Es un
acto abdicativo, porque implica renuncia al ejercicio de la acción anulatoria. c) Es un
acto irrevocable, porque tiene la finalidad de convalidar un acto anulable. d) Es un acto
declarativo (Supra N° 21), porque su finalidad convalidatoria produce efectos ex tunc
respecto del acto confirmatorio al que le permite producir sus efectos de manera
retroactiva, definida y a plenitud.

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La doctrina le asigna muchas otras características como, por ejemplo, la de ser un acto
integrativo o, como indica Garibotto, de segundo grado, pues requiere de un acto
preexistente afectado de nulidad relativa y al que se integra con la finalidad de sanear
sus vicios.

Estas características permiten distinguir la confirmación de figuras afines a las que


haremos referencia más adelante.

CLASES DE CONFIRMACIÓN

Por la manera de manifestarse la voluntad, la confirmación puede ser formal y no formal


pues, como veremos, en la primera debe haber necesariamente una manifestación de
voluntad expresa y revestida de formalidades, mientras que en la segunda, en la no
formal, la confirmación puede hacerse mediante una manifestación de voluntad también
expresa, pero sin excluirse la manifestación tácita.

El criterio de distinción que dejamos expuestos corresponde al tratamiento de la


confirmación no formal con un tratamiento, en esta última, que puede inducir a
confusión. De ahí, que consideremos imprescindible detenernos en el análisis de sus
normas para trazar una delimitación, basándose en la manera como se manifiesta la
voluntad confirmatoria.

LA CONFIRMACIÓN FORMAL

Como acabamos de advertir, la confirmación es formal cuando la manifestación de


voluntad confirmatoria, además de ser expresa, está revestida de formalidades.

El Código Civil ha previsto como acto confirmatorio formal cuando es celebrado con las
formalidades prescritas en sus artículos 230 y 232, pero cuya formalidad tiene solo el
carácter de ad probationem (Supra N° 65). De ahí que consideremos que la forma de la
confirmación expresa es voluntaria (Supra N° 67)

La confirmación formal es la que se hace constar documentalmente y, como ya hemos


advertido, a ella se refieren los artículos 230 y 232 del Código Civil.

Tradicionalmente se ha concebido la confirmación revestida de formalidades para darle


certeza y seguridad al acto jurídico que se quiere confirmar, pues ese fue el criterio que
irradió el Código Napoleón y que los Mazeaud la explican orientadas a dar sustento a la
seguridad y que, por eso, el confirmante tenía que declarar que confirmaba con pleno
conocimiento de causa y que, por la misma razón, el Código Civil, en su artículo 1338,
exige que el documento que acredite la confirmación contenga tres menciones: la
sustancia de la obligación, o sea, las cláusulas principales del contrato confirmado, la
mención del motivo de la acción de rescisión entiéndase de anulación (Supra N° 247.1),
o sea, la naturaleza del vicio y, la intención de subsanar el vicio.

El criterio del Código francés se irradió a la codificación civil, siendo receptada también
por el Código Civil de 1936 que, como hemos indicado (Supra N° 3.6) es el antecedente
inmediato del Código vigente.

El artículo 230 del actual ordenamiento establece que “salvo el derecho de tercero, el
acto anulable puede ser confirmado por la parte quien corresponde la acción de

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anulación, mediante instrumento que contenga la mención del acto que se quiere
confirmar, la causal de anulabilidad y la manifestación expresa de confirmarlo”. La forma
fue adoptada por la Comisión Revisora y, como ya hemos indicado, registra como
antecedentes a los artículos 1132 y 1133 del Código Civil de 1936.

Adicionalmente el artículo 232 señala otras formalidades: “La forma del instrumento de
confirmación debe tener iguales solemnidad a las establecidas para la validez del acto
que se confirma”. La norma fue tomada del Proyecto de la Comisión Reformadora y
registra como antecedente el artículo 1134 del Código Civil de 1936, cuyo tenor ha
aceptado.

Como puede apreciarse, el acotado artículo 230 precisa que la confirmación


corresponde al titular de la acción anulatoria y que debe hacerla documentalmente,
mencionando el acto que quiere confirmar y la causal de anulabilidad que lo afecta,
haciéndose constar, además, la manifestación expresa de confirmarlo. Por su parte, el
acotado artículo 232 precisa las formalidades que debe revestir la confirmación formal,
las que deben ser las mismas que las del acto que se confirma.

Como hemos visto, en el documento en el que conste el acto confirmatorio debe


mencionarse el acto que se requiere confirmar, este es, que se identifique el acto viciado
a fin de que desaparezca toda posibilidad de confusión con cualquier otro. La forma
documental que exige el artículo 230, que es simplemente ad probationem, persigue,
precisamente, la prueba de la confirmación y la de la existencia del acto que se confirma,
así como el confirmante tenga conciencia de la finalidad del acto confirmatorio que
celebra y de los efectos que van a producirse de manera definitiva en el acto confirmado.

Pero no basta la mención del acto que se requiere confirmar. El artículo 230 exige como
requisito que, además, el documento con el que se celebra el acto confirmatorio de
contenido a la indicación por el confirmante de la causal que hace anulable el acto que
está confirmado. Se trata, entonces, de que quede probado que el titular de la acción
anulatoria tiene pleno conocimiento de la causal que puede invocar. Así, el incapaz
relativo cuya incapacidad ya ha cesado, el errante, la victima del dolo, de la violencia o
de la intimidación, debe explicitar el conocimiento de la causal que le permite impugnar
la validez del acto que celebró y está confirmado.

Por último, el artículo 230 exige la manifestación de voluntad expresa del confirmante,
la cual, obviamente, debe constar en el documento y dirigida directamente a la otra parte
del acto que queda confirmado y a los que puedan tener interés en dicho acto.

El artículo 232 que, como acabamos de ver, señala formalidades adicionales, dispone
que el documento que contiene el acto confirmatorio debe tener las mismas
formalidades a las establecidas para el acto que se confirma. Estas desde luego,
tampoco tuvieron el carácter de ad solemnitatem pues de haberlas tenido y haber sido
inobservadas, el acto sería nulo y, en consecuencia, no podría ser subsanada por la
confirmación.

La norma del articulo 232 tiene el carácter de imperativa, pues utiliza la expresión
“debe”, pero no sanciona con nulidad su inobservancia, corroborando, así, que no se
trata de una formalidad ad solemnitatem, por lo que somos del parecer que sería un
rigor excesivo que se pudiera considerar la nulidad del acto confirmatorio por no darse

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cumplimiento a lo dispuesto por el acotado numeral 232, máxime, si como veremos, el
mismo Código Civil admite la confirmación no formal, aunque también con manifestación
de voluntad expresa. Así, por ejemplo, para la celebración de una compraventa las
partes pueden adoptar la forma que estimen conveniente y, si la celebración por
escritura pública y la compraventa debe ser confirmada, el documento que de contenido
al acto confirmatorio debe ser otorgado mediante escritura pública, pero, de no
cumplirse con esta formalidad, el acto confirmatorio subsiste y puede ser probado por
medios probatorios distintos.

La forma de la confirmación, en conclusión, es ad probationis causa, pues de otro modo


no podría el Código Civil haber legislado sobre la confirmación no formal, que veremos
a continuación.

LA CONFIRMACIÓN NO FORMAL

La confirmación no formal es la que se realiza mediante una manifestación de voluntad


que puede ser expresa o tácita, pero que no consta documentalmente pues no está
revestida de formalidades. En ella se puede utilizar cualquier medio directo para dar a
conocer la voluntad confirmatoria, pero también puede darse a conocer mediante
hechos que inequívocamente la pongan de manifiesto. Esta manera de confirmar el acto
anulable es posible por cuanto el acto confirmatorio no tiene forma prescrita sino
voluntaria (Supra N° 67).

La confirmación no formal está prevista en el artículo 231, que pasamos a transcribir: “


El acto queda también confirmado si la parte a quien correspondía la acción de
anulación, conociendo la causal, lo hubiese ejecutado en forma total o parcial, o si
existen hechos que inequívocamente pongan de manifiesto la intención de renunciar a
la acción de anulabilidad”. La norma fue adoptada por la Comisión Revisora sobre la
base del Proyecto de la Comisión Revisora y registra como antecedente el artículo 1135
del Código Civil de 1936.

Conforme a la norma transcrita, la confirmación no formal puede ser expresa o tácita,


en aplicación de las reglas de la manifestación de voluntad que establece el artículo 141
(Supra N° 41.1).

La confirmación no expresa supone, pues, una manifestación de voluntad confirmatoria


mediante un medio directo consistente en la ejecución total o parcial del acto jurídico
anulable por la parte a la que corresponde el ejercicio de la acción anulatoria, siempre
que esté en conocimiento de la causal que puede dar mérito a la anulación. El medio
directo, como ya lo hemos destacado, es el que permite conceptuar la manifestación de
voluntad como expresa (Supra N° 41.1).

La confirmación no formal tácita supone también una manifestación de voluntad


confirmatoria mediante un medio indirecto consistente en la existencia de hechos que
inequívocamente pongan de manifiesto la voluntad de confirmar el acto contra el cual
puede hacerse valer la acción anulatoria, con los que se configura la facta concludencia
que hemos utilizado para conceptuar la manifestación de voluntad tácita (Supra N°
41.2).

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La confirmación no formal mediante una manifestación de voluntad tácita esta también
contenida en el ya acotado artículo 231 cuando hace mención a, “si existen hechos que
inequívocamente pongan de manifiesto la intención de renunciar a la anulabilidad”.
Como puede apreciarse, la frase transcrita guarda perfecta coincidencia con la noción
de la manifestación de voluntad tácita que contiene el artículo 141 (Supra N° 41.2).

La interpretación que dejamos sentada del artículo 231 y de la que inferimos la dualidad
de la manifestación de voluntad para configurar la confirmación no formal expresa y la
confirmación no formal tácita, la sustentamos en la concordancia de los artículos 231 y
141. Sin embargo, debemos señalar que el acotado artículo 231 genera una confusión
pues hace referencia a una confirmación resultante de la ejecución total o parcial del
acto jurídico anulable, que lo hemos interpretado como un modo de confirmación no
formal expresa, y a la existencia de hechos que inequívocamente ponen de manifiesto
la voluntad de confirmar el acto anulable, que lo interpretamos como un modo de
confirmación no formal tácita, en aplicación del criterio que hemos dejado expuesto al
diferenciar la manifestación de voluntad expresa de la manifestación de voluntad tácita
( Supra N° 41.3).

En conclusión, lo que se requiere para la existencia de una confirmación tácita es que


de la facta concludencia se trasunte, sin lugar a duda alguna, el conocimiento de la
causal de nulidad relativa y la voluntad de confirmar, como sería el caso, por ejemplo,
del arrendatario que pudiendo impugnar la validez del contrato de arrendamiento lo
utiliza como título para subarrendar el mismo bien arrendado.

EFECTOS DE LA CONFIRMACIÓN

Como ya hemos visto a lo largo del estudio que venimos haciendo, la confirmación tiene
por finalidad hacer que el acto anulable surta sus efectos abinitio, de manera plena y
definitiva, y estos son, en esencia, los efectos fundamentales interpartes. Por eso, los
efectos de la confirmación deben analizarse a los terceros, pues la consideración a ellos
es la más importante, máxime si los efectos interpartes se reducen a mantener los que
ya venía produciendo el acto que se confirma.

Precisamente, en atención a los terceros, el Código Civil advierte, como regla general
en el artículo 230: “Que, salvo el derecho de tercero, el acto anulable puede ser
confirmado” Por eso, como bien lo conceptuó el maestro León Barandiarán, el acto
confirmatorio no es oponible a terceros (Supra N° 125), pero siempre que se trate de un
tercero adquirente de un derecho a título singular, en este caso, su calidad de terceros.

En relación con los terceros adquirentes a título singular, el Código Civil no hace
distinción según hayan adquirido el derecho a título oneroso o a título gratuito, con
buena o con mala fe, sino que simplemente deja a salvo su derecho, siempre que,
obviamente, se haya generado en un acto válidamente celebrado que legitime la
oponibilidad al acto confirmatorio.

Por eso, consideramos que la regla general debe ser interpretada, simplemente, en
protección del legítimo derecho del tercero adquiriente a título sin lugar. La hipótesis la
explica León Barandiarán con ejemplo de la venta de un inmueble que realiza un menor
a primus y luego, llegado a la mayoría de edad, ese mismo inmueble lo vende a
secundus y después confirma la primera venta. Como explicó el maestro, la

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confirmación de la primera venta no puede perjudicar a secundus y este puede oponerse
a la confirmación del acto practicado con primus.

FIGURAS AFINES A LA CONFIRMACIÓN

Al trazar la delimitación conceptual de la confirmación (Supra N° 248) y luego al


detenernos en las características del acto confirmatorio (Supra N° 251), reservamos la
consideración de las figuras afines. Al ocuparnos ahora de ellas hacemos la advertencia
de que solo nos detenemos en las que tienen la característica de ser ex voluntate y
excluimos la conversión, por habernos ya ocupado de ella al hacerlo del acto nulo (Supra
N° 233).

LA RATIFICACIÓN

La ratificación, que hemos estudiado al tratar de la representación sin poder (Supra N°


153), es un acto jurídico que unilateralmente otorga el representado para aceptar o
aprobar el acto celebrado por su representante en exceso o en violación de las
facultades de las que lo había investido o, del acto que celebró quien se arrogó su
representación sin tenerla. También la ratificación se presenta en la gestión de negocios,
cuando quien, careciendo de facultades de representación y sin estar obligado, asume
conscientemente la gestión de los negocios o la administración de los bienes de otro,
que lo ignora (art. 1950), correspondiendo al dueño del negocio ratificar o no la gestión
(art. 1952).

La confirmación, como venimos viendo, es un acto que se celebra con la finalidad de


subsanar los vicios o defectos de un acto anulable, mientras que la ratificación es un
acto jurídico que se celebra con la finalidad de convalidar la actuación de quien ejerció
la representación excediendo las facultades que le habían sido conferidas, o
violándolas, o de quien asumió la función de gestor sin conocimiento del dueño del
negocio.

Por el acto ratificatorio se subsana la falta del consentimiento que previamente debió
prestarse y se aceptan los efectos de los actos jurídicos celebrados de manera anómala
o irregular, liberándose de responsabilidad al representante que excedió o violó
facultades, al falso representante, o al gestor, según los casos. Como anota de Cossio,
en la ratificación se trata de un acto jurídico que no pudo nacer como verdaderamente
vinculante hasta que la persona, en cuyo nombre o beneficio se celebró, preste su
consentimiento, es decir, ratifique el acto.

Tanto el acto confirmatorio como el acto ratificatorio son unilaterales y receptivos, pues
en el primero la manifestación de voluntad se dirige a la otra parte del acto anulable y,
en el segundo, la manifestación de voluntad se dirige al seudorepresentante y al tercero
con el que contrató, así como al gestor y a los terceros frente a los cuales realizó la
gestión. Pero ambos se diferencian en que en la ratificación se trata de un acto
celebrado por persona distinta del ratificante, que no ha sido parte y que lo pasa a ser
perfecto de la ratificación, mientras que en la confirmación se trata de acto por quien ha
sido parte en el acto anulable.

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EL RECONOCIEMIENTO

El reconocimiento es un acto jurídico mediante el cual se admite la existencia de una


obligación preexistente. Se trata, desde luego, de una obligación nacida de un acto
válido, porque si no lo fuera, por causa de nulidad relativa, sería una confirmación. En
ello radica la diferencia y, de este modo, en el reconocimiento la obligación que se
reconoce emerge de un acto válido, mientras que en la confirmación se está frente a un
acto anulable que se convalida, precisamente, con el acto confirmatorio.

El Código Civil se ocupa del reconocimiento en el artículo 1205 que precisa: “El
reconocimiento puede efectuarse por testamento o por acto entre vivos. En este último
caso, si para constituir la obligación primitiva se hubiera prescrito alguna forma
determinada, el reconociendo deberá practicarse en la misma forma”.

LA TRANSACCIÓN

La transacción es un acto mediante el cual, las partes, haciéndose concesiones


reciprocas, deciden sobre algún aspecto dudoso o litigioso emergido, a su vez de un
acto jurídico que ha dado lugar al entablamiento de un vínculo obligacional o contractual,
a fin de evitar un pleito que podría promoverse o ponerle fin a uno ya promovido.

La transacción viene a ser, así, un acto abdicativo de derechos para las partes que lo
celebran, mientras que la confirmación es abdicativa solo para quien está en la
posibilidad de ejercitar la acción anulatoria por causal que lo legitima y sin estipular
nada, pues su finalidad no es otra que la de permitir la eficacia ab initio y definitiva del
acto jurídico anulable anteriormente celebrado.

El Código Civil se ocupa de la transacción en el artículo 1302: “Por la transacción las


partes, haciéndose concesiones reciprocas, deciden sobre algún asunto dudoso o
litigioso, evitando el pleito que podría promoverse o finalizando el que está iniciado. Con
las concesiones reciprocas, también se pueden crear, regular, modificar o extinguir
relaciones diversas de aquellas que han constituido objeto de controversia entre las
partes. La transacción tiene valor de cosa juzgada”. y, según el artículo 1303: “La
transacción debe contener la renuncia de las partes a cualquier acción que tenga una
contra sobre el objeto de dicha transacción.

Como puede apreciarse, la transacción es, pues, un acto jurídico que difiere
sustancialmente del acto confirmatorio. Al extremo, que ella misma puede ser
confirmable, pues según el artículo 1308, in fine, si la obligación dudosa o litigiosa fuera
anulable y las partes, conociendo el vicio, la celebran, tiene validez la transacción. Es
más, el artículo 1309 permite también transigir: “Si la cuestión dudosa o litigiosa versara
sobre la nulidad o anulabilidad de la obligación, y las partes así o manifestaran
expresamente, la transacción será válida”, aunque en relación con esta norma debemos
precisar que si se trata de una obligación nula lo que se configura no es una confirmación
sino una conversión (Supra N° 233).

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CONCLUSIÓN:

La confirmación es unilateral es decir, no requiere si no de la voluntad de la persona que


habría podido solicitar la anulación del acto. Esto quiere decir que no es necesario el
concurso de la voluntad de la otra parte que celebró el negocio. De esta manera, la
confirmación es un modo de subsanar los vicios causales que hacen anulable un acto
jurídico. En este sentido el acto confirmatorio, por su naturaleza, no goza de su
autonomía, desde que está ligado a otro acto que lo confirma y por lo tanto, no crea una
nueva relación jurídica. Simplemente sanea o subsanada al acto anulable de sus
defectos o vicios.

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REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS:

-COVIELLO NICOLAS, Doctrina. Doctrina General Del Derecho Civil. UTHEA, MEXICO.
1949.

-ENNECERUS, KIPP Y WOLFF. Tratado De Derecho Civil. Bosch. Barcelona, 1981.

-GARIBOTTO, JUAN CARLOS. Actos jurídicos. Invalidez y Convalidación. Gherzi


Carozzo Editores. Buenos Aires, 1986.

-LEÓN BARANDARIÁN, JOSE. Curso del acto juridico.lima, 1983

-MAZEAUD, HENRY,LEON Y JEAN. Lecciones, de Derecho Civil EJEA, Buenos Aires,


1976.

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