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CONTROL MECÁNICO

El control mecánico de las plagas comprende las técnicas más antiguas y simples
de la lucha contra los insectos. Estas técnicas consisten en la remoción y
destrucción de los insectos y órganos infestados de las plantas. También se incluye
la exclusión de los insectos y otros animales por medio de las barreras y otros
dispositivos. La aplicación de estas técnicas demanda mucha mano de obra por lo
que tienden a desaparecer de las grandes y medianas áreas de cultivo. En ciertos
casos, particularmente cuando se trata de la pequeña agricultura, el control
mecánico puede aplicarse con relativa eficiencia. Entre las diversas técnicas de
control mecánico se pueden mencionar las siguientes:

RECOJO DE INSECTOS

La práctica más conocida de control mecánico, e indudablemente el método más


antiguo de control de plagas, es el recojo manual de insectos y caracoles. Para que
esta práctica sea factible los insectos, larvas o adultos, o masas de huevos, deben
ser de tamaño grande y fácilmente visibles.

Se recomienda el recojo de larvas de esfíngidos, como los gusanos cornudos del


tomate, tabaco, vid, y yuca; de escarabajos adultos de la familia Scarabaeidae; de
gorgojos grandes como Rhynchophorus del cocotero y de los caracoles, en diversos
cultivos. En el Perú, se ha practicado por mucho tiempo la recolección manual de
bajas poblaciones remanentes del arrebiatado del algodonero.

Los insectos recolectados pueden eliminarse por diversos medios; una forma muy
común consiste en sumergirlos en recipientes con kerosene y agua. En el recojo del
arrebiatado, cada recolector va provisto de una botella con kerosene y agua en la
que va introduciendo a los insectos que captura.

En un esfuerzo por mecanizar estas técnicas y facilitar la recolección y destrucción


de los insectos, se han diseñado diversos artefactos, pero la mayoría han sido
abandonados por su limitada efectividad. En el Perú se trató de facilitar el recojo del
picudo del algodonero mediante el "embudo Lamas" y la "red Bagley", pero no
dieron los resultados esperados. Estos instrumentos, sin embargo, pueden utilizarse
como métodos de muestreo de poblaciones de picudo y otros insectos.

TRITURACIÓN DE INSECTOS

En los países industrializados, particularmente en los Estados Unidos, se han


ensayado destrozadoras (desbrozadoras) mecánicas de residuos del algodonero
con el fin de eliminar el gusano rosado que se cobija en el rastrojo, restos de bellotas
y semillas, que quedan después de la cosecha; pero la eficiencia de estas máquinas
parece ser limitada. En la industria de la molinería se ha desarrollado una máquina
llamada "Entoleter" que destruye a los insectos de los granos por impacto.
En esta máquina el grano es lanzado por fuerza centrífuga contra las paredes de un
cilindro causando la muerte del insecto y el quebrado de los granos infestados. Los
insectos y los granos quebrados son separados luego por medio de tamices. En
casos muy particulares, como cuando se realizan podas de renovación en duraznos
y otros frutales dejando solo los troncos y las ramas maestras, se pueden eliminar
las infestaciones de queresas utilizando escobillas de fibras duras, como aquellas
que se utilizan para lavar ropa. Puede incluirse también en esta forma de control a
la acción mecánica de los chorros de agua a alta presión que destruyen a los
migrantes de queresas, cochinillas harinosas, ácaros y otros insectos pequeños de
arbustos, árboles y otras plantas en jardines caseros.

RECOJO DE ÓRGANOS INFESTADOS

Cuando los botones y frutos que se encuentran infestados se distinguen fácilmente,


puede procederse a su recolección manual. Los órganos recolectados se destruyen
para eliminar a los insectos que se encuentran en ellos; o se les aprovecha para
recuperar los parásitos que pudieran encontrarse atacando los insectos en los
órganos infestados. La destrucción de los frutos se logra quemándolos o
enterrándolos en fosas suficientemente profundas que no permitan la emergencia
de los insectos. Cuando se trata del recojo de frutos infestados por la mosca de la
fruta y otros insectos, y que normalmente se encuentran caídos en el suelo, el recojo
debe hacerse a intervalos frecuentes para evitar que las larvas abandonen los frutos
y penetren al suelo o busquen un lugar apropiado para empupar.

EXCLUSIÓN DE LOS INSECTOS

La exclusión, o sea el uso de barreras artificiales que imposibiliten el acceso de los


insectos dañinos, es de aplicabilidad bastante limitada en agricultura. La práctica
más conocida es el "embolsado de los frutos" que consiste en cubrir los frutos con
bolsas de papel o plástico para protegerlos contra las moscas de la fruta y otros
insectos. La aplicación de esta práctica se justifica en frutos valiosos, en huertos
pequeños, y en racimos de frutos de gran tamaño.

La exclusión de las hormigas de los árboles, donde resultan perjudiciales por


interferir con el control biológico de las queresas cóccidas, se logra impregnando
los troncos con substancias adhesivas especiales. También puede utilizarse
barreras con insecticidas a base de un producto formícida.

Cualquier insecto que no vuele es susceptible a barreras que se colocan en los


tallos de los árboles. Las barreras pueden construirse con bandas de papel, cartón
o plástico impregnadas con insecticida. Hay referencias antiguas sobre el uso de
barreras de insecticidas contra las migraciones masivas de orugas de noctuideos
conocidos como gusanos soldados. La barrera consiste en zanjas espolvoreadas
con insecticidas. Es posible que esta técnica también funcione con insectos que
no puedan volar, como el gorgojo de los Andes en la sierra y el gorgojo del camote
en la costa (Figura 5:1).
Recientemente (Boiteau y col. 1993) han demostrado que zanjas cubiertas de
plástico son barreras efectivas contra el escarabajo colorado de la papa. Los
escarabajos migran caminando hacia los campos de papa desde sus áreas de
invernación. Al caer a las zanjas no pueden trepar por la superficie de plástico y
mueren por desecamiento.

La exclusión se usa más frecuentemente contra plagas caseras y de almacenes. En


muchos lugares es común el uso de mallas metálicas o plásticas en las ventanas y
puertas para evitar el ingreso de moscas, zancudos, arañas y otros animales al
interior de las casas; o de polillas y roedores a los almacenes.

CONTROL FÍSICO

El Control Físico consiste en la utilización de algún agente físico como la


temperatura, humedad, insolación, fotoperiodismo y radiaciones electromagnéticas,
en intensidades que resulten letales para los insectos.

El fundamento del método es que las plagas sólo pueden desarrollarse y sobrevivir
dentro de ciertos límites de intensidad de los factores físicos ambientales; más allá
de los límites mínimos y máximos, las condiciones resultan letales. Los límites
varían según las especies de insectos; y para una misma especie, según su estado
de desarrollo. Además, los límites de cada factor varían en interacción con las
intensidades de los otros factores ambientales y con el estado fisiológico del insecto.
Los insectos en diapausa, por ejemplo, son capaces de soportar temperaturas muy
bajas que resultarían letales para los individuos que no se encuentran en ese
estado.
Los factores físicos del ambiente en el campo son esencialmente los constituyentes
del clima, factores que hasta el presente no pueden ser manipulados
significativamente por el hombre. En unos pocos casos es posible lograr algunas
variaciones microclimáticas que tienen efecto sobre las plagas; como el manejo de
la densidad del cultivo (distancia entre plantas y entre surcos), la orientación del
surco respecto al movimiento del sol; la utilización de sombra para ciertos cultivos
como el cafeto y el cacaotero. Algunos de estos manejos se tratan dentro del Control
Cultural puesto que son precisamente las prácticas culturales las que permiten estas
variaciones.

El manejo efectivo de los factores físicos del medio, como la temperatura, humedad
y radiaciones electromagnéticas, sólo es posible en ambientes cerrados. En esas
condiciones se les puede utilizar para combatir plagas de frutas y hortalizas
cosechadas, y plagas de productos almacenados.

MANEJO DE LA TEMPERATURA

Las temperaturas extremas, altas o bajas, pueden utilizarse para combatir los
insectos que dañan frutos, granos y otros productos cosechados.

Las temperaturas altas

Las temperaturas altas suelen ser más efectivas que las temperaturas bajas en un
rango más estrecho. La mayoría de las especies de insectos mueren expuestos a
temperaturas de 52°C a 55°C por el período de 3 a 4 horas. Muchas otras especies
mueren a temperaturas menores o en períodos más cortos.

Sin embargo, el uso de altas temperaturas tiene muchas limitaciones pues muy
pocos son los productos vegetales capaces de soportar calentamientos sin dañarse.
Además, existen otros problemas como la lenta penetración del calor en la masa
del producto almacenado: requiriéndose exposiciones prolongadas. Sistemas muy
elaborados, como hacer pasar granos almacenados por tubos en un sistema de
calentamiento, resultan anti-económicos. Cuando se deja secar el grano al sol sobre
tendales en capas muy delgadas, es posible lograr temperaturas letales para los
insectos en los granos más expuestos.

Hace muchos años en los Estados Unidos se desarrolló un método de


calentamiento por vapor para destruir los huevos y larvas de moscas de la fruta en
naranjas Valencia (Hawkins 1932) pero el método afecta el sabor de la Naranja
Washington Navel (Sinclair y Lindgren 1955). Posteriormente, este método se ha
utilizado con éxito para controlar la mosca de la fruta en mangos. Frutos de la
variedad Haden soportan inmersiones en agua caliente a 46 ± 1°C por período de
80 a 90 minutos suficiente para controlar larvas de las moscas de la fruta.
Las temperaturas altas se aplican para combatir insectos, nematodos y hongos en
los suelos de los invernaderos y viveros. Para tal fin se puede utilizar vapor o un
sistema eléctrico. Una forma simple de tratar pequeñas cantidades de tierra es
aplicando agua hirviente.

También existe la técnica de solarización que consiste en cubrir el suelo húmedo de


una cama de vivero con plástico transparente y dejarlo expuesto al sol por varias
semanas. La temperatura del suelo se eleva a niveles que son letales para insectos,
hongos y nemátodos (Alcázar y col. 1991) (Figura 6:1). Las temperaturas altas
pueden aplicarse también contra insectos que dañan vestimentas, telas, muebles,
fibras y cualquier otro producto que no se deteriore con el calor.

Las temperaturas bajas


Las temperaturas bajas pueden llegar a producir la muerte de los insectos, pero
normalmente sólo después de exposiciones muy prolongadas; de lo contrario, el
insecto se recupera del estado de sopor ocasionado por el frío. En muchos casos,
el uso de bajas temperaturas no tiene como intención principal provocar la muerte
del insecto sino retardar su desarrollo en los productos vegetales almacenados. Los
insectos en estados invernales suelen ser muy resistentes a las bajas temperaturas;
las larvas invernales de la polilla de la manzana, por ejemplo, llegan a soportar
temperaturas de -20°C sin congelarse.

Los insectos de granos almacenados son bastante susceptibles a las bajas


temperaturas. En lugares con inviernos muy fríos se recomienda abrir los almacenes
o trasvasar el grano de un silo a otro con el fin de enfriarlo. Temperaturas de
almacenamiento de granos y semillas de 8° a 10°C inactivan a los insectos; sin
embargo, debe tenerse cuidado que la humedad sea menor de 12% para evitar el
desarrollo de ácaros que sí pueden estar activos a esas temperaturas.

El almacenamiento de frutos infestados con la mosca mediterránea, Ceratitis


capitata y otras especies, a temperaturas de 1°C por 12 días ó 2°C por 20 días mata
a todos los estados de desarrollo de esos insectos. Estos tratamientos son
apropiados para peras, manzanas, uvas, kiwi, kaki y granada. Entre las frutas
tropicales, algunas especies como mangos y papayas son afectadas por estas
condiciones. En cambio, los cítricos y la carambola soportan los tratamientos.

Las termitas que se encuentran atacando la madera, mueren cuando son expuestos
a temperaturas de -9°C por 4 días. La refrigeración de telas y pieles protege a estos
productos de los insectos que las dañan.
MANEJO DE LA HUMEDAD

La humedad tiene gran influencia sobre las poblaciones de los insectos, pero su
manipulación como medida de control es muy limitada. En algunos casos es posible
reducir la humedad en el espacio cubierto por el follaje, mediante la eliminación de
las malezas y seleccionando plantas que tienen hábitos de crecimiento foliar abierto
o erecto. Estas posibilidades se discuten dentro del capítulo de Control Cultural.

La alta humedad de los granos almacenados favorece el desarrollo de las plagas y


hongos; de allí que se recomiende el almacenamiento de los granos cuando su
humedad no sea mayor al 12 por ciento. En el campo, los riegos pesados matan
gusanos de tierra y otros insectos por ahogamiento.

CONTROL CULTURAL

El control cultural consiste en la utilización de las prácticas agrícolas ordinarias, o


algunas modificaciones de ellas, con el propósito de contribuir a prevenir los ataques
de los insectos, hacer el ambiente menos favorable para su desarrollo, destruirlos,
o disminuir sus daños. En general no se trata de medidas tomadas de improviso,
ante la presencia de la plaga, sino que, por el contrario, normalmente responden a
una planificación previa dentro del proceso normal de la producción agrícola e
incluye medidas como: labores de preparación de tierras, métodos de siembra,
selección de variedades, ejecución de cultivos y aporques, manejo del agua, y de
los fertilizantes, oportunidades de cosecha, períodos de campo limpio, etc. La
adecuada aplicación de las prácticas agrícolas con estos fines, requiere de
conocimientos apropiados sobre la fisiología y fenología de las plantas cultivadas y
de sus características agronómicas; de las modalidades de las prácticas agrícolas
propiamente dichas; y naturalmente, un buen conocimiento de la biología de las
plagas locales, su comportamiento y su ocurrencia estacional.

La aplicación de prácticas culturales inadecuadas, derivadas del desconocimiento


de los factores antes mencionados, puede conducir al agravamiento de los
problemas fitosanitarios. Así, por ejemplo, en la costa del Perú se sabe que el
algodonero sometido a riegos intensos y prolongados desarrolla vegetativamente
en forma exagerada, se dilata el ciclo de vida y se vuelve más atractivo y susceptible
a los ataques del perforador de la bellota Heliothis virescens, del picudo peruano
Anthonomus vestitus y del pulgón Aphis gossypii. Por el contrario, campos
demasiado agostados o faltos de agua favorecen el desarrollo del perforador
pequeño Mescinia peruella y del esqueletizador de la hoja Bucculatrix thurberiella.
La sabiduría popular ha sintetizado la importancia de estas relaciones con la frase
"el que sabe regar sabe cultivar algodón".
La introducción de una nueva práctica cultural, o la modificación a una práctica
antigua, puede no tener un impacto inmediato en el complejo de plagas sino
después de períodos relativamente prolongados, tiempo en el que se produce el
ajuste de las poblaciones de los insectos y otros elementos del medio agrícola a las
nuevas condiciones (Smith y Reynolds 1968). Cualquier cambio que se proponga
debe hacerse con cautela y solamente después de analizar las razones por las que
los agricultores locales han adoptado ciertas prácticas, ya que ellas normalmente
se derivan de una larga experiencia con éxitos y fracasos.

DESTRUCCIÓN DE LAS FUENTES DE INFESTACIÓN

Puede distinguirse dos tipos de fuentes de infestación o reservorios de donde las


plagas pasan a los cultivos: (a) aquellas que permiten la sobrevivencia de las plagas
de una campaña a otra y (b) aquellas que favorecen el incremento de las
poblaciones de insectos en el transcurso de la campaña agrícola.

Con frecuencia, una plaga pasa de una campaña a otra entre los residuos de la
cosecha anterior o en el suelo; sea en formas invernantes especiales o simplemente
en forma pupales no invernales. En otros casos las plagas permanecen en plantas
hospederas intermedias o alternantes incluyendo plantas voluntarias o "huachas".

Dentro de la misma campaña, el incremento de los insectos dañinos puede


favorecerse con la presencia de malezas hospederas y la persistencia de frutos y
otros órganos infestados que caen al suelo. En el caso de plagas migrantes, como
las langostas, en las áreas de reservorio se producen las multiplicaciones intensas
antes de que ocurran las migraciones masivas a los campos cultivados.

Para eliminar las fuentes de infestación se recomiendan las siguientes medidas;


destrucción de los residuos de cosecha, eliminación de malezas y limpieza de los
bordes del campo, podas y quema de órganos infestados, y destrucción de pupas
en el suelo mediante araduras.

DESTRUCCIÓN DE RESIDUOS DE COSECHA

La destrucción de los residuos de cosecha, recogiéndolos y quemándolos, o


incorporándolos dentro del suelo por medio de araduras, acaba con las poblaciones
de insectos que se albergan en el rastrojo. De esta manera se reducen las
poblaciones iniciales de ciertas plagas para la siguiente campaña agrícola. En la
aplicación de estas medidas debe tenerse en cuenta los riesgos de erosión que
puedan presentarse bajo ciertas circunstancias. En la costa del Perú, donde no
existen vientos fuertes, pendientes pronunciadas, ni lluvias intensas no hay mayores
riegos de erosión; en cambio en la sierra y en la ceja de la selva deben tenerse en
cuenta estas consideraciones.
El pastoreo de los animales sobre los restos del cultivo puede ayudar a eliminar un
gran número de insectos, siempre y cuando no existan residuos de insecticidas. En
el Perú el pastoreo con cabras o "chivateo" se utiliza en el algodonero tanto con los
residuos de la cosecha como sobre los brotes precoces del algodón de rebrote o
"soca". La destrucción de los brotes precoces reduce las infestaciones tempranas
del picudo peruano Anthonomus vestitus, del barrenador de brotes y botones
Crocidosema plebeina Zeller, del perforador pequeño de las bellotas Mescinia
peruella Schaus, y aún de Heliothisvirescens, con lo que el brotamiento general del
campo resulta más sano. En cambio, en Texas (Estados Unidos) el pastoreo
intensivo de los campos de algodón por cabras o ganado vacuno no reduce
sustancialmente las infestaciones del gusano rosado de la India Pectinophora
gossypiella (National Academy of Science 1969).

En el caso del maíz, el corte y ensilaje de las plantas puede reducir notablemente
las poblaciones del barreno del tallo Diatraea saccharalis, pero la labor debe
completarse con una pronta extracción y quema de los tocones, pues en ellos se
suelen encontrar numerosas pupas de este insecto.

En el cultivo de la papa, la destrucción del rastrojo y de los tubérculos infestados es


una buena práctica contra las poblaciones de la polilla Phthorimaea operculella
(Zeller), el gorgojo de los Andes (Premnotrypes spp.) y otros insectos. Estas labores
deben complementarse con el "repaso" para recoger todos los tubérculos que no
llegaron a ser cosechados y que pueden transformarse en centros de multiplicación
de las plagas mencionadas y de otras especies.

Muchas hortalizas dejadas en el campo o en las inmediaciones de los centros de


empaque albergan diversas plagas por lo que es recomendable su destrucción o
utilización en la alimentación del ganado lo más pronto posible.

CONTROL QUÍMICO

El Control Químico de las plagas es la represión de sus poblaciones o la prevención


de su desarrollo mediante el uso de substancias químicas. Los compuestos
químicos que se utilizan en la protección de los cultivos reciben el nombre genérico
de Pesticidas o plaguicidas. Estos compuestos, según su efectividad particular
contra insectos, ácaros, ratas, caracoles, o nematodes, reciben los nombres
específicos de insecticidas, acariciaos, raticidas o rodenticidas, caracolicidas o
molusquicidas, y nematicidas respectivamente. También se incluye a los herbicidas
y fungicidas que se utilizan para combatir las malezas y las enfermedades fungosas
respectivamente.

No incluye el uso de compuestos que atraen, repelen, inhiben la alimentación, o


producen la esterilización de los insectos; temas que se tratan en el Capítulo sobre
Control Etológico.
El éxito del control químico, o por lo menos de una aplicación de insecticidas, en el
combate de las plagas está supeditado al buen criterio que se tenga para decidir:
- qué producto usar
- en qué forma aplicarlo y
- en qué momento u oportunidad ejecutar el tratamiento

Estas decisiones exigen conocimientos sobre las características de los productos


insecticidas, los equipos de aplicación, las plagas y la planta cultivada. También hay
que tomar en cuenta las prácticas culturales, las condiciones climáticas, las
condiciones económicas del cultivo y del agricultor, y las características culturales y
sociales del medio.

CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LOS INSECTICIDAS AGRÍCOLAS

La era de los insecticidas modernos en la agricultura se inició inmediatamente


después de terminada la Segunda Guerra Mundial. El descubrimiento de la acción
insecticida del DDT (1939) y del BHC (1941) permitió su uso para combatir insectos
vectores de enfermedades que afectaban a las tropas aliadas. Rápidamente su uso
se extendió al combate de plagas agrícolas y del ganado. Y años más tarde su uso
se había generalizado en casi todos los países del mundo. Al grupo de los
insecticidas clorados pronto se unió el grupo de los fosforados; posteriormente los
carbamatos y más recientemente los piretroides estables. Con anterioridad a esta
época sólo se conocieron unos pocos compuestos minerales y vegetales para
defender los cultivos.

LOS INSECTICIDAS Y EL ECOSISTEMA AGRÍCOLA


Desde el punto de vista ecológico, el insecticida es una substancia tóxica que el
hombre introduce al ecosistema agrícola afectando a todos sus organismos en
particular, a los animales. La intensidad del efecto varía según las características
del insecticida, el grado de susceptibilidad de las especies fitófagas y benéficas
presentes, la formulación y dosis del producto, la forma en que es aplicado, la clase
de cultivo, y las condiciones climáticas prevalecientes durante las aplicaciones. Es
normal que los efectos se extiendan más allá de los límites del campo aplicado,
pues los insecticidas son fácilmente llevados por el viento y el agua. (Figura 9:1).

Efecto sobre los insectos benéficos

Los controladores biológicos normalmente son más susceptibles que las especies
fitófagas, por lo que sus poblaciones son afectadas por las aplicaciones de
insecticidas más drásticamente. La destrucción de los controladores biológicos
produce dos fenómenos: la rápida resurgencia de la plaga-problema, (que dio
motivo a la aplicación), y la aparición de nuevas plagas. La resurgencia se debe a
la eliminación de los enemigos biológicos de la plaga problema, que, aunque no
estaban en proporción satisfactoria para mantener la población de la plaga a niveles
bajos, de alguna manera ejercían cierto grado de control. Una vez desaparecido el
efecto del insecticida, la plaga, libre de sus enemigos biológicos, se incrementa
rápidamente hasta alcanzar niveles mayores que los anteriores.
La aparición de nuevas plagas es consecuencia de la eliminación de los enemigos
biológicos de las otras especies fitófagas, a las que mantenían en niveles bajos. Sin
este control natural, las poblaciones de insectos, que antes no tenían importancia
económica, se incrementan y alcanzan niveles de plagas.

Desarrollo de resistencia a los insecticidas

Las primeras aplicaciones de insecticidas provocan fuertes mortalidades en las


plagas y solo unos pocos individuos, que reúnen características especiales, suelen
sobrevivir a los tratamientos. Estos individuos especiales van siendo seleccionados
con las continuas aplicaciones y terminan formando una población distinta, capaz
de sobrevivir a los tratamientos. Así se desarrollan las poblaciones resistentes a los
insecticidas. El incremento de las dosis hace que la selección sea más severa y se
desarrollen niveles de resistencia más altos. Este tema se trata con más detalle
posteriormente.

Residuos y contaminación ambiental

Las aplicaciones de insecticidas contribuyen a la contaminación química del medio


ambiente con el agravante de tratarse de productos de gran actividad biológica. Las
mayores dosis y los menores intervalos entre aplicaciones, y entre la última
aplicación y la cosecha pueden provocar residuos tóxicos en los productos
cosechados; incrementan los riesgos de intoxicaciones directas y elevan los costos
del control fitosanitario. Estos temas también se desarrollan posteriormente.
CONTROL ETOLOGICO

Etología es el estudio del comportamiento de los animales en relación con el


medioambiente. De modo que por Control Etológico de plagas se entiende la
utilización de métodos de represión que aprovechan las reacciones de
comportamiento de los insectos. El comportamiento está determinado por la
respuesta de los insectos a la presencia u ocurrencia de estímulos que son
predominantemente de naturaleza química, aunque también hay estímulos físicos y
mecánicos.

Cada insecto tiene un comportamiento fijo frente a un determinado estímulo. Así


una sustancia química presente en una planta puede provocar que el insecto se
sienta obligado a acercarse a ella. Se trata de una sustancia atrayente. En otros
casos el efecto puede ser opuesto; entonces se trata de una sustancia repelente.
Hay substancias que estimulan la ingestión de aumentos, otras que lo inhiben.

Así podría decirse que el comportamiento de los insectos es un conjunto de


reacciones a una variedad de estímulos. Parte de ese comportamiento se debe a
estímulos que se producen como mecanismos de comunicación entre individuos de
la misma especie. Los mensajes que se envían y recepcionan pueden ser de
atracción sexual, alarma, agregamiento, orientación y otros.

Desde el punto de vista práctico, las aplicaciones del control etológico incluyen la
utilización de feromonas, atrayentes en trampas y cebos, repelentes, inhibidores de
alimentación y substancias diversas que tienen efectos similares. Podría incluirse
también la liberación de insectos estériles, pero existe una tendencia para
considerar a esta técnica dentro del Control Genético.

CONTROL GENÉTICO

La utilización de mecanismos genéticos o de la herencia con fines de control de


plagas es más un motivo de especulación teórica que de aplicación práctica. Existen
sólo posibilidades remotas de explotar casos de incompatibilidad citoplásmica entre
diferentes razas de insectos (WHO 1967) y de producción de híbridos estériles
(Whitten 1970). El único caso práctico considerado en esta forma de Control es la
Técnica de Insectos Estériles.

TÉCNICA DE INSECTOS ESTÉRILES


Esta técnica consiste en esterilizar un gran número de insectos para que compitan
en apareamiento con los insectos normales en una población natural. Como
consecuencia, la población natural se reduce o pierde su capacidad de
reproducción. La magnitud de la pérdida de la capacidad de reproducción está en
relación con la proporción de insectos esterilizados y su capacidad de competencia,
respecto a los insectos normales presentes.
En la mayoría de los casos la técnica está orientada a la esterilización de los
machos, aunque en el proceso mismo de la esterilización el efecto se produce en
ambos sexos. Debido a que en este sistema de control de plagas se utilizan
individuos de la misma especie, se dice que el método es autocida.

El término autocida se usa también para la incompatibilidad citoplásmica y la


producción de híbridos infértiles entre insectos de la misma especie. La técnica de
insectos estériles comenzó a desarrollarse en la década de 1950, cuando se logró
la erradicación de la mosca de la miasis del ganado Cochliomyia hominivorax (Coq.)
de la Isla de Curazao, frente a Venezuela. En un comienzo la técnica fue concebida
como un método de erradicación, pero las experiencias de los años posteriores han
demostrado que este objetivo es muy difícil de alcanzar. En la actualidad se tiende
a utilizar el método como una alternativa a los métodos convencionales de control,
aunque normalmente resulta más costoso. En una época, contó con el apoyo
entusiasta de la Comisión Internacional de Energía Atómica y otros organismos
internacionales.

Métodos de esterilización
La Esterilización de los insectos se obtiene mediante radiaciones y con
esterilizantes químicos.

Esterilización por irradiación


La esterilización de los insectos puede lograrse con las radiaciones ionizantes de
los rayos X y con los rayos gamma.

La esterilización con rayos X se conoce desde el año 1916 cuando se observó que
esta radiación causaba la esterilización del escarabajo del tabaco Lasioderma
serricorne (E.). En 1950 los rayos X se utilizaron para irradiar las pupas de la mosca
Cochliomyia hominivorax con buenos resultados.

Esterilización química
Ciertos compuestos químicos son capaces de causar esterilidad de los insectos.
Este efecto puede deberse a los siguientes mecanismos: (a) aspermia o falta de
óvulos (esterilizantes anti metabolitos), (b) muerte del óvulo o del esperma después
de haberse formado y (c) producción de mutaciones letales dominantes en el
esperma o en los óvulos (agentes alkilantes). Esto último es lo más deseable pues
en estas condiciones los machos resultan mejores competidores de las poblaciones
normales que en los otros casos. En algunas especies y con algunos productos
esterilizantes el efecto de esterilización puede ser permanente y en otros casos sólo
temporal.
CONTROL LEGAL

El control legal consiste en las disposiciones obligatorias que da el gobierno con el


objeto de impedir el ingreso al país de plagas o enfermedades, impedir o retardar
su propagación o dispersión dentro del país, dificultar su proliferación, determinar
su erradicación y limitar su desarrollo mediante la reglamentación de cultivos.
También se incluyen aquellas disposiciones que regulan la comercialización y el uso
de los pesticidas. En general son medidas que deben ser observadas por todas las
personas de un país, región o valle.

El control legal incluye las medidas de cuarentena, inspección,


erradicación, reglamentación de cultivos y reglamentación del uso y comercio de
los pesticidas.

EL MANEJO INTEGRADO DE PLAGAS


El Manejo de Integrado de Plagas (MIP) es un sistema de protección de cultivos
orienta mantener las plagas en niveles que no causen daño económico mediante el
uso preferencial de factores naturales, o sus derivaciones, que resulten adversos al
desarrollo de las plagas. Entre estos factores están las variedades resistentes,
agentes de control biológico, prácticas agronómicas, medidas físicas y mecánicas,
y la utilización de estímulos que determinan el comportamiento de los insectos tales
como repelentes y atrayentes, y otras prácticas. Se buscan efectos duraderos en la
reducción de las densidades de las plagas. Sin embargo, cuando, por alguna razón,
las plagas escapan a la acción de los factores enunciados, y se pone en peligro la
producción, es posible recurrir al uso de plaguicidas, como medida temporal para
tratar de restituir un mejor balance entre la plaga y los factores adversos. En estos
casos, el uso de plaguicidas debe ser selectivo; evitando las aplicaciones
generalizadas de productos de amplio espectro y prolongada residualidad. En esto
difiere con la orientación del control químico tradicional que se basa en el empleo
sistemático y repetidos de insecticidas, como método preferencial para reducir las
poblaciones de plagas

El concepto de Manejo Integrado de Plagas se ha modificado algo desde la idea


inicial que fue integrar el control químico con el control biológico (Bartlett,1964), por
entonces se le llamó Control Integrado de Plagas. En la actualidad, en el MIP se
incluyen todos aquellos factores, métodos o prácticas, que puedan integrarse y que
sean compatibles con el concepto general del MIP. La aceptación de la idea de
integración en el MIP, ha dado lugar a nuevos conceptos de integración en otros
aspectos de la sanidad y de la producción agrícola. Así, en la actualidad, hay una
tendencia para incluir el manejo integrado de plagas, el manejo de enfermedades y
el manejo de malezas en un sistema que podría llamarse “Protección Integrada de
Cultivos”. También se ha hecho popular el concepto de Manejo Integrado del Cultivo
(MIC) que reúne los enfoques de manejo integrado de plagas, enfermedades y
malezas conjuntamente con el manejo del suelo, de la genética y fisiología de la
planta, riego, fertilización y otras prácticas del cultivo.
El enfoque del manejo de plagas del algodonero, que se estableció en el Perú en la
década de 1950, es un sistema que responde bien a los conceptos de protección
integrada de cultivos o manejo de los cultivos.

Aspectos Técnicos fundamentales del MIP

Desde el punto de vista técnico, hay que considerar cuatro aspectos fundamentales
en el MIP. a) que su orientación tiene bases ecológicas, b) que en su
implementación se utilizan dos o más componentes de manejo (se dice que es
multilateral), c) que, en la selección de los componentes, se priorizan los factores
de mortalidad natural sobre el uso de plaguicidas, y d) que son sistemas flexibles
que cambian según las circunstancias climáticas, biológicas o económicas del
cultivo.

Orientación con bases ecológicas. Se dice que el MIP tiene bases ecológicas
porque, para cada caso, toma en cuenta: a) las relaciones que existen entre los
diferentes componentes de un ecosistema agrícola particular y b) los factores que
determinan la existencia y dinámica poblacional de las plagas específicas del lugar
(Figura 13:2). Se da especial importancia a las relaciones de las plagas con la planta
cultivada (susceptibilidad, resistencia) y su fenología, con sus enemigos naturales
(agentes de control biológico), con las condiciones físicas, mecánicas,
microclimáticas y agronómicas del medio (prácticas culturales) y las condiciones
climáticas que inciden en los ciclos de desarrollo, reproducción y sobrevivencia de
las plagas. También es importante determinar el comportamiento de las plagas
frente a determinados estímulos que producen repelencia o atracción, de manera
que las plagas puedan ser mantenidas alejadas de la planta hospedera o atraídas
para ser capturadas (trampas) o envenenadas (cebos tóxicos). En cuanto a la
existencia de las plagas y su dinámica poblacional, es preciso identificar los factores
que favorecen o desfavorecen su reproducción, sobrevivencia, y dispersión; así
como los factores que determinan las fluctuaciones de las plagas en las condiciones
locales.

En el caso de tener que recurrir a los insecticidas, se pone especial atención en


lograr efectos selectivos; que el producto mate a las plagas pero que sus efectos
perjudiciales sobre la fauna benéfica sean atenuados, por las características
toxicológicas de los productos o por sus formas de aplicación. Entre la fauna
benéfica están los agentes de control biológico (parasitoides, predadores y
patógenos) e insectos polinizadores.
La implementación del MIP es multilateral (Figura 13:3.). Por lo menos se
requiere de la conjunción de dos componentes de manejo compatibles entre si. Es
usual, sin embargo, que se utilice un mayor número de componentes. Hay varias
razones que sustentan este enfoque. Cuando se utiliza un solo método de control
(enfoque unilateral) existe la posibilidad de que las plagas desarrollen un
mecanismo que inutilice o mediatice los efectos de la medida de control (rompa la
resistencia de plantas resistentes, desarrolle poblaciones resistentes a productos
químicos, o modifiquen su comportamiento frente a determinadas prácticas
culturales adversas). El enfoque multilateral contribuye a la estabilidad del sistema.
Por otro lado, es común que ocurra más de una plaga clave en el campo y
difícilmente una sola medida es capaz de manejar todas las plagas presentes en el
cultivo. Hay casos, sin embargo, en que un enfoque unilateral es exitoso (casos de
control biológicos exitosos, o casos exitosos de plantas resistentes). Estos casos no
deben considerarse como ejemplos de manejo integrado de plagas.
Por otro lado, tampoco se trata de utilizar todos los componentes disponibles. Lo
más importante es el criterio con que se seleccionan aquellos componentes que
hacen que el sistema sea efectivo y económico. Si se dan las condiciones
apropiadas, la integración de dos componentes, como una variedad resistente y
agentes de control biológico, puede resultar satisfactoria.

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