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El control mecánico de las plagas comprende las técnicas más antiguas y simples
de la lucha contra los insectos. Estas técnicas consisten en la remoción y
destrucción de los insectos y órganos infestados de las plantas. También se incluye
la exclusión de los insectos y otros animales por medio de las barreras y otros
dispositivos. La aplicación de estas técnicas demanda mucha mano de obra por lo
que tienden a desaparecer de las grandes y medianas áreas de cultivo. En ciertos
casos, particularmente cuando se trata de la pequeña agricultura, el control
mecánico puede aplicarse con relativa eficiencia. Entre las diversas técnicas de
control mecánico se pueden mencionar las siguientes:
RECOJO DE INSECTOS
Los insectos recolectados pueden eliminarse por diversos medios; una forma muy
común consiste en sumergirlos en recipientes con kerosene y agua. En el recojo del
arrebiatado, cada recolector va provisto de una botella con kerosene y agua en la
que va introduciendo a los insectos que captura.
TRITURACIÓN DE INSECTOS
CONTROL FÍSICO
El fundamento del método es que las plagas sólo pueden desarrollarse y sobrevivir
dentro de ciertos límites de intensidad de los factores físicos ambientales; más allá
de los límites mínimos y máximos, las condiciones resultan letales. Los límites
varían según las especies de insectos; y para una misma especie, según su estado
de desarrollo. Además, los límites de cada factor varían en interacción con las
intensidades de los otros factores ambientales y con el estado fisiológico del insecto.
Los insectos en diapausa, por ejemplo, son capaces de soportar temperaturas muy
bajas que resultarían letales para los individuos que no se encuentran en ese
estado.
Los factores físicos del ambiente en el campo son esencialmente los constituyentes
del clima, factores que hasta el presente no pueden ser manipulados
significativamente por el hombre. En unos pocos casos es posible lograr algunas
variaciones microclimáticas que tienen efecto sobre las plagas; como el manejo de
la densidad del cultivo (distancia entre plantas y entre surcos), la orientación del
surco respecto al movimiento del sol; la utilización de sombra para ciertos cultivos
como el cafeto y el cacaotero. Algunos de estos manejos se tratan dentro del Control
Cultural puesto que son precisamente las prácticas culturales las que permiten estas
variaciones.
El manejo efectivo de los factores físicos del medio, como la temperatura, humedad
y radiaciones electromagnéticas, sólo es posible en ambientes cerrados. En esas
condiciones se les puede utilizar para combatir plagas de frutas y hortalizas
cosechadas, y plagas de productos almacenados.
MANEJO DE LA TEMPERATURA
Las temperaturas extremas, altas o bajas, pueden utilizarse para combatir los
insectos que dañan frutos, granos y otros productos cosechados.
Las temperaturas altas suelen ser más efectivas que las temperaturas bajas en un
rango más estrecho. La mayoría de las especies de insectos mueren expuestos a
temperaturas de 52°C a 55°C por el período de 3 a 4 horas. Muchas otras especies
mueren a temperaturas menores o en períodos más cortos.
Sin embargo, el uso de altas temperaturas tiene muchas limitaciones pues muy
pocos son los productos vegetales capaces de soportar calentamientos sin dañarse.
Además, existen otros problemas como la lenta penetración del calor en la masa
del producto almacenado: requiriéndose exposiciones prolongadas. Sistemas muy
elaborados, como hacer pasar granos almacenados por tubos en un sistema de
calentamiento, resultan anti-económicos. Cuando se deja secar el grano al sol sobre
tendales en capas muy delgadas, es posible lograr temperaturas letales para los
insectos en los granos más expuestos.
Las termitas que se encuentran atacando la madera, mueren cuando son expuestos
a temperaturas de -9°C por 4 días. La refrigeración de telas y pieles protege a estos
productos de los insectos que las dañan.
MANEJO DE LA HUMEDAD
La humedad tiene gran influencia sobre las poblaciones de los insectos, pero su
manipulación como medida de control es muy limitada. En algunos casos es posible
reducir la humedad en el espacio cubierto por el follaje, mediante la eliminación de
las malezas y seleccionando plantas que tienen hábitos de crecimiento foliar abierto
o erecto. Estas posibilidades se discuten dentro del capítulo de Control Cultural.
CONTROL CULTURAL
Con frecuencia, una plaga pasa de una campaña a otra entre los residuos de la
cosecha anterior o en el suelo; sea en formas invernantes especiales o simplemente
en forma pupales no invernales. En otros casos las plagas permanecen en plantas
hospederas intermedias o alternantes incluyendo plantas voluntarias o "huachas".
En el caso del maíz, el corte y ensilaje de las plantas puede reducir notablemente
las poblaciones del barreno del tallo Diatraea saccharalis, pero la labor debe
completarse con una pronta extracción y quema de los tocones, pues en ellos se
suelen encontrar numerosas pupas de este insecto.
CONTROL QUÍMICO
Los controladores biológicos normalmente son más susceptibles que las especies
fitófagas, por lo que sus poblaciones son afectadas por las aplicaciones de
insecticidas más drásticamente. La destrucción de los controladores biológicos
produce dos fenómenos: la rápida resurgencia de la plaga-problema, (que dio
motivo a la aplicación), y la aparición de nuevas plagas. La resurgencia se debe a
la eliminación de los enemigos biológicos de la plaga problema, que, aunque no
estaban en proporción satisfactoria para mantener la población de la plaga a niveles
bajos, de alguna manera ejercían cierto grado de control. Una vez desaparecido el
efecto del insecticida, la plaga, libre de sus enemigos biológicos, se incrementa
rápidamente hasta alcanzar niveles mayores que los anteriores.
La aparición de nuevas plagas es consecuencia de la eliminación de los enemigos
biológicos de las otras especies fitófagas, a las que mantenían en niveles bajos. Sin
este control natural, las poblaciones de insectos, que antes no tenían importancia
económica, se incrementan y alcanzan niveles de plagas.
Desde el punto de vista práctico, las aplicaciones del control etológico incluyen la
utilización de feromonas, atrayentes en trampas y cebos, repelentes, inhibidores de
alimentación y substancias diversas que tienen efectos similares. Podría incluirse
también la liberación de insectos estériles, pero existe una tendencia para
considerar a esta técnica dentro del Control Genético.
CONTROL GENÉTICO
Métodos de esterilización
La Esterilización de los insectos se obtiene mediante radiaciones y con
esterilizantes químicos.
La esterilización con rayos X se conoce desde el año 1916 cuando se observó que
esta radiación causaba la esterilización del escarabajo del tabaco Lasioderma
serricorne (E.). En 1950 los rayos X se utilizaron para irradiar las pupas de la mosca
Cochliomyia hominivorax con buenos resultados.
Esterilización química
Ciertos compuestos químicos son capaces de causar esterilidad de los insectos.
Este efecto puede deberse a los siguientes mecanismos: (a) aspermia o falta de
óvulos (esterilizantes anti metabolitos), (b) muerte del óvulo o del esperma después
de haberse formado y (c) producción de mutaciones letales dominantes en el
esperma o en los óvulos (agentes alkilantes). Esto último es lo más deseable pues
en estas condiciones los machos resultan mejores competidores de las poblaciones
normales que en los otros casos. En algunas especies y con algunos productos
esterilizantes el efecto de esterilización puede ser permanente y en otros casos sólo
temporal.
CONTROL LEGAL
Desde el punto de vista técnico, hay que considerar cuatro aspectos fundamentales
en el MIP. a) que su orientación tiene bases ecológicas, b) que en su
implementación se utilizan dos o más componentes de manejo (se dice que es
multilateral), c) que, en la selección de los componentes, se priorizan los factores
de mortalidad natural sobre el uso de plaguicidas, y d) que son sistemas flexibles
que cambian según las circunstancias climáticas, biológicas o económicas del
cultivo.
Orientación con bases ecológicas. Se dice que el MIP tiene bases ecológicas
porque, para cada caso, toma en cuenta: a) las relaciones que existen entre los
diferentes componentes de un ecosistema agrícola particular y b) los factores que
determinan la existencia y dinámica poblacional de las plagas específicas del lugar
(Figura 13:2). Se da especial importancia a las relaciones de las plagas con la planta
cultivada (susceptibilidad, resistencia) y su fenología, con sus enemigos naturales
(agentes de control biológico), con las condiciones físicas, mecánicas,
microclimáticas y agronómicas del medio (prácticas culturales) y las condiciones
climáticas que inciden en los ciclos de desarrollo, reproducción y sobrevivencia de
las plagas. También es importante determinar el comportamiento de las plagas
frente a determinados estímulos que producen repelencia o atracción, de manera
que las plagas puedan ser mantenidas alejadas de la planta hospedera o atraídas
para ser capturadas (trampas) o envenenadas (cebos tóxicos). En cuanto a la
existencia de las plagas y su dinámica poblacional, es preciso identificar los factores
que favorecen o desfavorecen su reproducción, sobrevivencia, y dispersión; así
como los factores que determinan las fluctuaciones de las plagas en las condiciones
locales.