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A UN PROFESOR
Lauro Zavala
ÍNDICE
Presentación
Preámbulo
Epistemología y fundamentalismo en las Torres Gemelas
INVESTIGACIÓN Y DOCENCIA
CRÍMENES Y CASTIGOS
CRÓNICAS DE VIAJE
MANUAL DE INSTRUCCIONES
Coleccionando definiciones
Sobre el infinito placer de leer glosarios
Qué es un académico
Qué es un intelectual
Qué es un profesor obsesivo
Manual de instrucciones
Cómo des-centrar el poder del profesor: 8 estrategias básicas
Cómo atender a un profesor visitante: 10 sencillas lecciones
Cómo llevar un congreso a casa: 12 consejos prácticos
Instrucciones para asesinar a un profesor
Presentación
Lauro Zavala
Esta intervención será breve por ser el último participante de esta mesa, pero
también porque el campo original de mi trabajo de investigación es la narrativa breve. Lo
que sigue son las conclusiones de una argumentación más extensa.
Las políticas de investigación universitaria son un tema neurálgico y muy sensible,
pues todo investigador está involucrado en la materia y tiene una opinión propia. A
continuación propongo una agenda para la discusión del posible impacto del Tratado de
Libre Comercio de América del Norte en la investigación universitaria en México. Mi
propuesta consiste en distinguir el impacto positivo y el negativo, para concluir señalando
algunas medidas que convendría tomar en el futuro próximo.
Lo que señalo a continuación como impacto del TLC no son fenómenos que deban
su existencia exclusivamente al Tratado. Sin embargo, estos fenómenos se han
intensificado o acelerado durante los últimos cinco años.
Nos ha reunido aquí la pregunta por el impacto del Tratado sobre diversos campos.
Pero esta pregunta también puede ser revertida, al menos en este caso. ¿Cuál es el impacto
de la investigación en el TLC? Al responder podríamos determinar cómo la investigación
ha contribuido y podría seguir contribuyendo a aprovechar las oportunidades ofrecidas por
el Tratado, y también a contrarrestar sus riesgos.
Impacto Negativo: La firma del TLC también ha traído consigo un alto costo
social en el interior de las universidades públicas
Conclusión
Tal vez esta nueva cultura de la investigación podría tener un impacto realmente
medular en las políticas de la universidad pública en el país, trascendiendo su actual
carácter provisional. Y tal vez ello podría empezar cuando se logre que el presupuesto
asignado por el gobierno federal para la investigación universitaria rebase el 0.4% del PIB
y alcance el mínimo de 1.5% recomendado por la UNESCO.
Mientras el presupuesto para la investigación ---y, en general, para la educación
superior--- siga estando rezagado en relación con las necesidades estructurales del país,
los esfuerzos por generar una masa crítica de investigadores de nivel internacional seguirá
siendo una asignatura pendiente.
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Impacto Positivo
Fomento a la investigación de carácter competitivo a través de:
-- Reconocimiento al trabajo de los investigadores
-- Investigación en campos nuevos, emergentes o marginados
-- Revistas académicas de calidad internacional
-- Nuevos mecanismos para la formación de investigadores
Impacto Negativo
Alto costo social en el interior de las universidades públicas
Crisis en la Universidad Nacional
Opciones
Vinculación entre investigación y docencia
Fragmentación en subsistemas y campus
Universidad virtual y a distancia
Conclusión
Alcanzar el 1.5% del PIB para investigación
Crear una genuina cultura de la investigación
Lauro Zavala
1. Con el fin de apoyar la graduación de quienes han terminado sus estudios de doctorado,
sería conveniente ofrecer becas a egresados de los programas de doctorado con el fin
de que éstos escriban sus respectivas tesis; estas becas podrían tener una duración de un
año (como ocurre en el primer mundo) y su monto sería el equivalente al salario íntegro
del candidato.
2. Organizar encuentros entre tesistas por áreas del conocimiento, con la posibilidad de
publicar adelantos de la tesis, lo cual contribuye a que el investigador avance en su
investigación.
3. Crear categorías permanentes superiores a Titular C para los investigadores que hayan
obtenido más de 100 000 puntos, o por tercera, sexta o décima ocasión el Nivel C de la
Beca de Permanencia.
4. Crear el perfil de Editor Universitario como una plaza especial de Tiempo Completo.
5. Formar y actualizar (en los programas de posgrado del país y el extranjero) al personal
que tiene la responsabilidad de la producción editorial de la universidad.
6. Facilitar (en términos de recursos técnicos y humanos) la automatización de la
información sobre los acervos de las bibliotecas y hemerotecas de la UAM y del resto
del sistema universitario nacional, con el fin de publicar regularmente informes sobre
las adquisiciones recientes, distribuidas por áreas departamentales.
7. Generar mecanismos de difusión y distribución de las publicaciones universitarias
especializadas en investigación producidas en la UAM. Un mecanismo idóneo es el
establecimiento del apoyo logístico (secretarial y del área de correo) para establecer
intercambio con otras publicaciones especializadas en el resto del mundo.
8. Distribuir entre los investigadores vales similares a los de la librería y la tienda para
adquirir materiales de papelería, fotocopias y otros insumos necesarios para el trabajo
de investigación.
9. Fomentar entre los investigadores la organización de encuentros internacionales de
especialistas por medio de los siguientes mecanismos:
a) Creación de una instancia de apoyo dedicada exclusivamente a facilitar el trabajo
administrativo que no es competencia directa de los investigadores que organizan el
congreso (pagos, cobranzas, convenios de coedición e intercambio académico,
etcétera.).
b) Incorporación en el tabulador del reconocimiento a la organización de encuentros
despartamentales, regionales, nacionales, interinstitucionales e internacionales.
c) Establecimiento de convenios interinstitucionales con el fin de publicar
compilaciones de los trabajos derivados de los congresos organizados por la UAM,
con el apoyo de la Coordinación de Extensión Universitaria.
10. Crear un equipo de producción audiovisual de la UAM que de manera sistemática
produzca materiales de apoyo didáctico y de divulgación, tales como los que se indican
a continuación.
a) Registro de conferencias magistrales presentadas por los especialistas durante los
congresos y encuentros organizados por la UAM.
b) Producción de entrevistas a profesores invitados, editadas en video con fines
educativos, para ser incorporadas como apoyo a los programas de actualización de
docentes y estudiantes de posgrado.
c) Edición audiovisual de los materiales anteriores con el fin de difundir éstas y otras
actividades de la UAM en los canales de televisión cultural y universitaria del país.
d) Producción de spots publicitarios de las publicaciones de la UAM, para ser
distribuidos en los canales de la televisión cultural.
e) Creación de un programa permanente de producción de materiales educativos
audiovisuales, para su venta en librerías, universidades y centros comerciales.
11. Establecer convenios con bancos y otros instancias pertinentes para que el personal
académico adquiera vivienda (privilegio al que ahora sólo tienen acceso los
trabajadores administrativos). Agosto1993
Tener lectores o hacer carrera académica
Se trata, claro, de una falsa disyuntiva, porque se puede aspirar a tener ambos.
Para algunos investigadores es importante publicar en espacios periodísticos, pues
así se tiene una presencia social que jamás se tendría al reservarse a la experiencia en
revistas especializadas.
En los países donde la investigación no es una actividad prioritaria, como el nuestro,
los investigadores se ven obligados a la dispersión profesional, es decir, a realizar
simultáneamente diversos trabajos además de la investigación: traductor, guionista y
colaborador en revistas culturales, entre otros.
Aunque es arbitrario emitir generalizaciones sin un apoyo estadístico, al parecer en
México los periodistas forman grupos con intensa vida social, no necesariamente alrededor
de un único espacio de publicación (suplementos y revistas culturales). Los escritores, por
su parte, tienen mayor proximidad que los investigadores con esta gregariedad, si bien
suelen estar aglutinados alrededor de revistas intelectuales. Los investigadores suelen ser
más individualistas, distanciados y competitivos.
Pero además, el investigador en humanidades resiente la escritura de su trabajo
doctoral como un obstáculo para su carrera profesional. Como lo señaló el Dr. Salvador
Malo (Secretario Académico del Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México)
durante el Encuentro Nacional de Estudios de Posgrado realizado en la Universidad
Veracruzana el 6 de noviembre de 1991: en ciencias sociales y humanidades el tiempo
dedicado a la elaboración de la tesis doctoral es un tropiezo en el desarrollo intelectual de
un investigador, lo cual es muy diferente de lo que ocurre en las ciencias naturales y las
ingenierías.
La comunidad de investigadores y especialistas en literatura, humanidades y
ciencias sociales ha manifestado en diversas ocasiones lo arbitrario de presuponer que la
posesión de grados y posgrados es un criterio de validación más importante que la calidad
de las publicaciones y de la producción de investigación en general. Todavía en nuestro
país el SNI (Sistema Nacional de Investigadores) y el CONACYT (Consejo Nacional de
Ciencia y Tecnología) consideran como investigador exclusivamente a quien posee el grado
de doctor y no a quien realiza investigación especializada de prestigio internacional en su
campo profesional.
La adopción de estos criterios burocráticos y cuantitativistas es necesariamente
suicida, al estar aunado a las trabas que algunas instituciones de educación universitaria
crean para la obtención del doctorado, exhibiendo un orgullo institucional por la escasa
proporción de egresados y graduados de sus programas.
A pesar de que el SNI y el CONACYT adopten esta lógica suicida, el investigador
universitario siempre tiene la opción de publicar los resultados de su investigación
simultáneamente en las revistas especializadas de circulación restringida (que sólo son
citadas por el siguiente experto en un tema especializado) y también en revistas y
suplementos culturales de circulación nacional e internacional.
Así, a pesar de las políticas burocráticas adoptadas oficialmente por las instituciones
nacionales de bloqueo académico, es posible tener lectores y también hacer una carrera
académica.
Una clase es puro cuento
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Métodos de Docencia en Humanidades
Humanismo Erudito:
1) Conferencia Magistral (CM)
2) Diálogo Espontáneo (DE)
Análisis:
3) Análisis para la Investigación (AI)
4) Análisis para la Docencia
4a) Docencia Tradicional (ADT)
(Conferencia y Diálogo)
4b) Docencia Participativa (ADP)
(Participaciones Sistemáticas)
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Estilos Generales de Docencia
Todos los estudiantes están familiarizados con estas estrategias de docencia, y cada
una de ellas tiene diversos contextos en los que resulta pertinente. La docencia, entonces, es
también el producto de una constante negociación entre el proceso de investigación del
docente y el de los estudiantes.
Una tipología de los trabajos de curso
¿Cuáles son las condiciones que determinan que en México el acceso a la práctica
de la investigación y la docencia tengan una estructura competitiva y no cooperativa?
Una posible respuesta está en la dimensión religiosa de la tradición cultural. De
hecho, aquí se suman dos tradiciones: la lógica de la culpa, heredada de la tradición católica
(que nos hace pensar que no somos merecedores de nada; de ahí se deriva, por ejemplo, la
idea de que en México no podemos producir teoría) y la lógica de la muerte, heredada de la
tradición precolombina (que nos hace pensar que estamos condenados a la nada de
antemano).
En esta rica tradición cultural, los más importantes deportes siguen siendo, sin duda,
las guerras floridas (como forma de suicidio ritual y colectivo bajo la forma de congresos
académicos) y el popular juego de pelota (también conocido como reuniones de área, donde
el que participa siempre sale perdiendo).
Frente a estas nobles tradiciones, sin embargo, hay quienes cometen herejía y
prefieren la elegancia natural del patinaje sobre hielo (cuya lógica consiste, simplemente,
en perseguir el conocimiento por el placer que produce su descubrimiento).
La vida cotidiana en UAM-X
Ciencia
Shahen Hacyan (Instituto de Física, UNAM): La vida cotidiana de los investigadores en un
país imaginario (parábola)
Escritura
Jean Umiker-Sebeok (Indiana University): La glotonería académica en la red electrónica
Testimonio
Hanna Oktaba (PUEG, UNAM): Cómo ser mujer científica feliz y no morir en el intento:
mis disyuntivas personales
Literatura
Lauro Zavala (UAM-X): La vida cotidiana en las universidadss según la literatura y el cine
(Nabokov, Barth, Donoso, Lodge, Djerassi, Bulgakov, Cross, Galbraith, etc.)
Sociología de la Cultura
Eduardo Andión (UAM-X): Las estrategias de poder simbólico en la cotidianidad
universitaria
Humor
El Fisgón: La vida universitaria según los caricaturistas
Cine
Rafael Aviña: La vida cotidiana en las universidades según el cine
Erotismo
Andrés de Luna (UAM-X): Erotismo y vida cotidiana en las universidades
Historia
César González (Inst. Inv. Filológicas, UNAM): La vida cotidiana en las universidades
medievales
Investigación
Marcelino Cereijido (Inst. Fisiología, UNAM): Las vicisitudes cotidianas de la vocación
científica
Ciencia
Ruy Pérez Tamayo (Fac. Medicina, UNAM): Vida cotidiana de los científicos en México
Testimonio
Guillermo Sheridan (Inst. Inv. Filológicas, UNAM): Vida cotidiana y burocracia
universitaria, materia prima para el ejercicio de la ironía
Prosaica
Katia Mandoki (UAM-X): Entre la vida en familia y el correo electrónico: economía de lo
cotidiano en el espacio académico
Testimonio
Luis González de Alba: La vida cotidiana en la UNAM durante el 68
Publicaciones
Margarita Peña (FFyL, UNAM): Problemas cotidianos de los autores universitarios
Historia
Carlos Córdoba (INAH): La vida cotidiana en los monasterios medievales
Arquitectura
(UAM-X, CYAD): Vida cotidiana y arquitectura en las universidades europeas,
norteamericanas y mexicanas
Lingüística
(Colmex): Poder y lenguaje: estrategias de interacción verbal entre maestro y alumno (tesis
doctoral)
Televisión
(UAM-X): La vida estudiantil según la televisión norteamericana
Escritura
Testimonios de la vida universitaria: escritura epistolar, crónicas, memorias, periódicos
internos (reseñas de libros o ponencias)
Fotografía
Testimonios fotográficos de la vida cotidiana en las universidades
Música
La vida estudiantil desde la perspectiva de la lírica popular (y su relación con el teatro, el
cine y la construcción de un discurso mitológico)
Lauro Zavala
Y ahora, interrumpimos esta realidad para ofrecer a nuestros lectores una breve
tipología ficcional de profesores y profesoras del sistema modular:
Por supuesto, estos docentes son puramente hipotéticos, pues en la realidad los
investigadores son también profesores, y los profesores profesan lo que descubren en sus
investigaciones. Se trata, como puede pensarse, de un grupo con una gran homogeneidad
profesional. Seguiremos informando.
1990
Retrato de la universidad adolescente
1989
Manual de Zoología Académica
El Javier Solís de la Investigación. En los congresos demuestra que no canta mal las
rancheras, a pesar de conservar el acento anglosajón. Enérgico y tolerante. Capaz de
responder al humor perverso con una respuesta ingeniosa y benévola.
El Escrutinador Silencioso. Nunca hace ruido, y sólo se le oye hablar cuando debe leer su
ponencia ante una multitud de expertos, cada diez o doce meses. Entonces demuestra que
ha permanecido sometiendo los textos a un riguroso escrutinio filológico.
El Cachorro Posmoderno. Ágil y riguroso, con mente analítica y escritura sintética. Sus
admiradoras más entusiastas son responsables de los posgrados en el extranjero. Creador de
proyectos académicos y editoriales. Escritor de minificciones intertextuales.
El Colega Incómodo. Observa todo desde un ángulo académico. Cuando señala que el
nombre que damos a las cosas es fundamental en literatura, sus colegas lo toman como una
ofensa personal. Apasionado por su trabajo. Taxonomista espontáneo e irredento.
Otros colegas también se distinguen por su perfil de bajo impacto. Entre ellos
encontramos a la Zona de Contingencia Ambiental (Disminuya su velocidad al
aproximarse: suele pasar súbita y explosivamente de la Fase I a la Fase II aunque no sea día
jueves); el Párroco Homenajeado y el Organizador Pos-Moreno.
La Diva de los Pasillos. Se apresura a terminar una frase para empezar la siguiente. Se
desliza por los cubículos como entre nubes. Maxifalda y botas de montar
Vaca Sagrada. Egologista académico que recicla su propia producción. Presenta la misma
conferencia reciclada y fotocopia sus textos para que no se vean amarillentos.
Cartógrafa Medieval Heliocéntrica. Muestra cómo el centro del universo es ella. Bella
combinación de salsa, tango y flamenco. Deja que los hombres se enamoren de ella, sobre
todo los tímidos. Es eternamente joven, tersa y plácida. Coqueta entre líneas.
Tímido Culpable. Después de dar un beso todo le sabe salado. Teme responder al teléfono
por temor a que lo llame su esposa.
Erudito Ininteligible. Aprobado por consensos expiatorios. Cuando habla todos quedan
impresionados y nadie lo entiende. Pelo electrificado como genio loco. Frío y calculador
como asesino en serie.
Autor Compulsivo. A la menor oportunidad habla de los 25 libros que está escribiendo, y
si su interlocutor se descuida, le regala un ejemplar o una fotocopia.
1999
Ambiciones personales de un experto local
--- Que los colegas del futuro reconozcan honestamente que Umberto Eco es el Lauro
Zavala italiano
--- Que la fajilla que cubra sus libros traducidos al italiano en la editorial Feltrinelli
anunciando el Primer Premio Nobel en Teoría Literaria no tenga un color
demasiado llamativo
--- Que los estudiantes del doctorado que estén preparando una biografía intelectual sobre
los libros que él ha logrado publicar no hagan demasiado ruido por las noches al
buscar en el bote de basura los borradores de trabajo que desecha cotidianamente
--- Que los estudiantes de comunicación dejen de cantar todas las mañanas, antes de cada
clase de semiótica, el Himno Internacional de los Jala-Cables
--- Que en la próxima visita de Alain Touraine, Michel Maffesoli o Julia Kristeva a una
universidad de provincia (en México) no tengan que dictar su conferencia en un
salón improvisado debido a que, a la mera hora y a pesar de haber programado con
anticipación suficiente el auditorio, éste esté ocupado por el Concurso de Las
Piernas Más Bonitas de la Facultad, organizado por los estudiantes de comunicación
(cuyo clamor entusiasta siempre obliga al invitado a interrumpir frecuentemente su
conferencia)
Ante estas ambiciones es posible levantar una humilde plegaria y dirigir fervientes
votos a los dioses de la incertidumbre.
Una semana en Moscú
Esto no es Ohio
La Plaza Roja es el lugar más característico de la ciudad. Estar de pie ante la tumba
de Lenin y frente a la catedral de San Basilio, con sus nueve torres y construida bajo Iván el
Terrible en el siglo XVI, es muy emocionante para cualquier extranjero.
Llegamos ahí después de visitar el hotel Radisson para cambiar nuestro dinero por
rublos. Hay que señalar que el hotel Radisson de Moscú se encuentra en el interior de un
viejo edificio color mostaza, por lo que al principio creímos que nos habíamos equivocado
de lugar. Sólo al entrar comprobamos que es uno de los hoteles más caros de Moscú, donde
pudimos comprar una guía y un mapa de la ciudad.
Al llegar a la zona turística de los alrededores del Kremlin, pudimos comer una
pizza en un restaurant italiano. De hecho, esto fue lo mejor que pudimos comer durante
nuestra estancia, debido a nuestro magro presupuesto como investigadores universitarios.
Pero al pasear por la Plaza Roja lo primero que llamó nuestra atención fue que las
muchachas rusas lucían muy diferentes a cualquier cosa que hubiéramos esperado.
En primer lugar, hay que decir que las jóvenes rusas (digamos, menores a los 25
años) son realmente muy hermosas: ojos color verde claro, piel blanca, labios de un rojo
muy intenso y mejillas también rojas, cabello rubio muy claro, y un aire angelical,
combinado con una voz y unos movimientos corporales extremadamente enérgicos.
Pero lo que realmente nos impresionó fue que todas las muchachas rusas paseaban
por la Plaza Roja vestidas con ropa extraordinariamente elegante. Una de las colegas
mexicanas (Teresa García, de la Universidad Veracruzana) dijo que se parecían a las
muñecas que adornan algunos pasteles de cumpleaños.
De hecho, esta ropa tan llamativa nos recordó al mismo tiempo las discotecas de
Nueva York y las ceremonias de presentación en sociedad que se acostumbran en México
durante las fiestas de quince años. Los hombres llevaban corbata, aunque muy bien podrían
haber llevado un smoking para acompañar la elegancia de las mujeres. Alguien nos
comentó después que pasear por la Plaza Roja es una de las diversiones más populares
(además de ser gratuita) para los jóvenes rusos. De hecho, esa clase de vestidos nos
hicieron sospechar que existe un mercado negro en Moscú, no sólo de ropa sino también de
otros bienes y servicios, aunque no tuvimos tiempo de comprobarlo personalmente.
Por otra parte, a lo largo de nuestra estancia nos entristeció comprobar que casi
ninguna mujer mayor a los 30 años conservara rastros de esa extraordinaria belleza juvenil,
seguramente debido a lo frío que llega a ser el invierno en Rusia y a las difíciles
condiciones de la vida cotidiana.
Una estudiante se aproximó a nosotros y nos ofreció ser nuestra guía durante un par
de minutos a cambio de 25 000 rublos (aproximadamente 5 dólares). Su nombre era Nadya,
y nos informó que la iglesia que se encuentra en la esquina opuesta a la catedral de San
Basilio fue originalmente construida en el siglo XIV y posteriormente dinamitada en la
década de 1930 por estar al margen de los cánones del realismo socialista. En 1993 fue
reconstruida y en ella se da misa todos los días del año. ¿Alguna pregunta?
Por supuesto, teníamos muchas preguntas como recién llegados al país. A la
pregunta sobre el origen del nombre del lugar donde nos encontrábamos (Plaza Roja),
Nadya nos informó que en la tradición popular rusa la palabra "rojo" (krasny) también
significa "bello", y la plaza recibió este nombre (Krasnaya Ploshchad) desde el siglo XVII.
Después de formular algunas preguntas muy generales para orientarnos en la
ciudad, terminamos nuestra breve experiencia turística con una pregunta que nos pareció
muy natural: ¿Es posible visitar San Petersburgo sin tener la visa correspondiente? Por
supuesto, la respuesta es un rotundo NO, a menos que se quiera correr el riesgo de ser
expulsado del país después de 48 horas de encierro sin derecho a apelación. Esta visa la
debimos haber tramitado antes de salir de nuestro país.
Nos quedamos en la Plaza Roja caminando y conversando, observando a los
visitantes y regateando los precios de las matrioshkas con los artesanos locales. Las
matrioshkas son las típicas muñecas rusas, construidads con madera, que a su vez contienen
otras muñecas en su interior. Además de representar a mujeres con atuendos típicos,
algunas matrioshkas (o, más bien, petrushkas, tratándose de figuras masculinas)
representan, respectivamente, a los más importantes escritores rusos, o bien a los líderes
políticos de Rusia durante este siglo, empezando por Yeltsin, Gorbachov, y así
sucesivamente hasta llegar a Lenin. Por supuesto, la figura de Marx ya no existe ni siquiera
en estos juguetes.
Por la luminosidad del cielo teníamos la sensación de que eran apenas las seis o
siete de la noche, pero comprobamos que eran ya las dos de la mañana. El jet-lag y la
cercanía con el polo norte empezaban a causar sus primeros efectos sobre nosotros.
Claramente, era tiempo de regresar al hotel y descansar para asistir al día siguiente a la
inauguración del Congreso y conocer otro poco de la vida en Rusia.
Un hotel en el suburbio
La vida cotidiana
Una de las maneras de entrar en contacto con la vida cotidiana de una ciudad es, sin
duda, viajar en el metro, esa especie de no-lugar característico. Para hacer nuestros
recorridos entramos por la terminal Yugo-Zapadnaya en el extremo suroeste de la ciudad, y
cruzamos ocho estaciones hasta llegar a Okhotny Ryad. Hasta hace pocos años, el nombre
de esa estación era Prospekt Marxa, es decir, el Conjunto Habitacional Carlos Marx. Varias
otras estaciones tenían nombres similares, pero durante los últimos años han sido
sustituidos por otros, borrando así parte del pasado socialista del país.
El descenso al metro es como el descenso a un refugio antiaéreo, pues las estaciones
fueron construidas con esa intención. Es por ello que el descenso dura mucho tiempo, en
ocasiones casi un minuto. Los viajeros son muy respetuosos, y como en otras ciudades,
todos viajan en estas escaleras del lado derecho, por si alguien tiene mucha prisa y quiere
bajar rápidamente por el lado izquierdo.
Empezamos por visitar algunas de las estaciones más famosas, como Kievskaya
(con sus enormes y elegantes lámparas en el techo); Komsomolskaya (con sus mosaicos de
héroes y motivos socialistas sobre las paredes), y Biblioteka Imenina Lenina (con sus
enormes paredes de mármol). Finalmente nos enamoramos de los vitrales de la estación
Novoslobodskaya, en los que se muestran enormes flores amarillas o rojas, y diversos
retratos de exploradores, constructores, maestros y otros héroes del pueblo.
También descubrimos que la gente que encontramos en la calle es muy amable con
los extranjeros. Obviamente todos nosotros teníamos aspecto de turistas, cargando una
mochila en la espalda, sosteniendo una cámara en la mano y utilizando un vocabulario que
durante los primeros días se reducía a las dos palabras básicas en cualquier idioma:
pashálovsta (por favor) y spáshiva (gracias), aprendidas por cortesía de nuestra colega
Danielle Zaslavski, de El Colegio de México. En casi todas las entradas del metro
observamos los mismos puestos donde se venden cassettes de música popular regrabada
domésticamente, y cuyo costo es el equivalente a 3 dólares. También agradecimos la
existencia oportuna del agua fría purificada que se vende en pequeñas botellas de plástico
cuya forma es típicamente rusa (simulando la torre de una iglesia ortodoxa) y cuyo costo es
poco menos de un dólar.
Durante la última noche de nuestra estancia en Moscú fuimos testigos involuntarios
del arresto de algunas de las vendedoras de verduras que instalan su improvisado puesto en
los pasillos del metro, lo cual, por cierto, nos resultó muy familiar a quienes viajamos en el
metro de la Ciudad de México.
También pudimos escuchar, en el túnel que conecta la estación Okhotny Ryad con
la calle lateral de la Plaza Roja, los conciertos improvisados que los estudiantes de música
ofrecen a los pasajeros. Durante estos conciertos se interpretan fragmentos de música
clásica o piezas de música popular rusa utilizando los instrumentos típicos de cada región.
En nuestro rápido recorrido por la ciudad empezamos por visitar una de las más
grandes librerías de Moscú, aunque ahí sólo encontramos, además de libros sobre
computación y algunos libros de texto para niños, una pequeña guía fotográfica del metro,
en pasta dura, escrita en polaco, que nos costó sólo tres dólares. No nos arrepentimos de
haberla comprado, pues ya no volvimos a encontrar nada similar en ningún otro lugar de la
ciudad.
Cambiamos de línea y nos detuvimos en la calle Arbat, considerada como el
equivalente de Montmartre en París, es decir, como la avenida con la actividad artística y
cultural más intensa de la ciudad. Este lugar ha sido retratado por los principales dibujantes
y escritores rusos a lo largo de varios siglos, y con razón.
Esta calle está llena de vida. Su recorrido es imprescindible en toda visita a Moscú.
Es el lugar de la bohemia cosmopolita, y durante todo el día está repleto de artistas
pintando al carboncillo retratos de los paseantes, y de múltiples grupos de músicos
provenientes de Francia, Perú o Bolivia, que comparten el espacio con grupos de baile
gitano y espectáculos de títeres. También es posible encontrar comida árabe, italiana,
francesa o de la región de Georgia.
En los puestos de periódicos nos llamó la atención encontrar revistas
norteamericanas como Penthouse, Playboy y Good Housekeeping publicadas en el alfabeto
cirílico, el alfabeto utilizado en Rusia.
Movidos por un súbito interés etnográfico decidimos entrar al MacDonald's ruso
que se encuentra al final de la calle Arbat, para descubrir que las hamburguesas rusas no
tienen cebolla, tocino ni sal. En las mesas no hay servilletas, tal vez por la reciente escasez
de papel que también ha afectado a la industria editorial. Aquí una cheeseburger cuesta el
equivalente a tres dólares. De cualquier manera, el lugar está repleto de clientes locales.
Los taxis son un lujo extraordinario en Moscú. Al salir de Arbat se nos aproximó un
individuo que nos ofreció llevarnos en su auto, en cuyo interior ya había varias otras
personas esperando a que se terminara de llenar. Debido a las limitaciones de nuestro
presupuesto decidimos seguir utilizando el sistema de transporte colectivo.
El metro de Moscú ofrece su servicio desde las seis de la mañana hasta la una de la
madrugada del día siguiente, y es tan barato como el de cualquier otra parte del mundo:
ocho boletos cuestan el equivalente a un dólar, lo cual significa que cada viaje cuesta el
equivalente a un nuevo peso mexicano. En cada estación hay un gran reloj digital que
informa el lapso preciso que tardar en llegar el siguiente tren.
En las calles no hay mucho tráfico, aunque sí es posible ver algunos vehículos
militares. Los soldados están por toda la ciudad, merodeando en pequeños grupos. También
es posible ver en las calles algunos lujosísimos automóviles negros, al parecer
pertenecientes a la élite pol¡tica y diplomática, y a la nueva élite económica.
Esta élite frecuenta los restaurantes más caros de la ciudad, que generalmente están
ubicados en el interior de viejos edificios y bajo enormes anuncios. Tratamos de entrar a
uno de estos lugares, al caminar cerca de la estación del metro Borinskaya, sólo para
descubrir que una sopa de frijoles mexicanos cuesta el equivalente a 8 dólares.
La caminata por el boulevard de Moscú es una ocasión para relajarse. Se trata de un
anillo (Bulvarnoye Koltso) constituido por diez secciones independientes, cada una de las
cuales tiene su propia personalidad. Esta especie de inmenso parque en forma de herradura,
con enormes árboles y habitado por palomas, es un lugar ideal para los fotógrafos. Aquí
uno puede encontrar grupos de hermosas ancianas de pelo blanco, sentadas en las bancas
observando a los caminantes mientras ellas comparten sus experiencias, o a jóvenes parejas
besándose y algunos adolescentes jugando con sus patinetas.
Al igual que en las estaciones del metro, también aquí llam¢ nuestra atención ver
pasar a trabajadores, amas de casa o profesores cargando bolsas de plástico o pequeñas
maletas, que son llevadas por todas las calles, los parques y los autobuses, especialmente en
las tardes. Nos preguntamos qué cargaban con tanto sigilo, hasta que observamos que en su
interior había víveres (frutas, verduras y otros productos básicos comprados en los
atestados mercados callejeros), pues la energía para mantener los refrigeradores domésticos
es muy cara.
Muy cerca del Kremlin, a un lado de la estación del metro Okhotny Ryad, se
encuentra el hotel Intourist, una de las más importantes agencias de turismo para los
extranjeros. Ahí es posible comprar boletos para tres de las actividades de mayor interés
para los turistas: el ballet Bolshoi, el circo ruso y un recorrido en autobús por la ciudad.
Cada uno de estos boletos tiene aproximadamente el mismo costo: 12 dólares. En esta
ocasión, cuando llegamos a la taquilla ya no encontramos boletos para el ballet ni para el
circo.
Vale la pena señalar, como referencia, que un viaje en taxi del hotel Radisson (uno
de los escasos lugares donde hay un sitio permanente) al hotel Nacional (en la misma
cuadra donde se encuentra el Intourist), con una duración de cinco minutos y recorriendo la
distancia aproximada de una estación del metro, cuesta 20 dólares.
El autobús que hace el paseo por la ciudad es muy cómodo. El recorrido tiene una
duración de tres horas, y las explicaciones son abundantes y precisas. Este recorrido se
inicia frente al hotel Intourist, y después de rodear al Kremlin el autobús se detiene durante
media hora en la Plaza Roja, para que los visitantes puedan tomar fotografías o comprar
acuarelas de la catedral de San Basilio. O también pueden visitar Gum, el enorme centro
comercial que se encuentra en la Plaza, exactamente enfrente de la tumba de Lenin.
Gum es un viejo y hermoso edificio de tres pisos adornado en su interior con un
techo de cristal, y con puentes y lámparas al estilo art nouveau. Su nombre proviene de las
iniciales de Glavny Universalny Magazine, la Principal Tienda Departamental. Está
constituido por un numeroso conjunto de pequeñas tiendas donde los rusos pueden comprar
los artículos provenientes del resto de Europa y de los Estados Unidos. Lencería francesa,
vestidos italianos y equipos de computación norteamericanos, entre muchas otras cosas. Por
su parte, los turistas pueden comprar
en la planta baja toda clase de souvenirs, como grabaciones de música rusa, sombreros
típicos o piezas de la artesanía local, incluyendo telas estampadas, camafeos y joyería en
piezas de ámbar.
El lugar está abarrotado, aunque tuvimos la impresión de que una gran parte de los
clientes son rusos. Nuestra guía confirma esta observación: este lugar es visitado por 100
mil extranjeros y 250 mil rusos cada día.
El recorrido continúa pasando frente a la impresionante Galería Pushkin (en Moscú
se llama galería a los museos de arte), la Academia de Ciencias y la estatua de Tolstoi,
hasta llegar frente al Monasterio Khozintsev. En los alrededores de este lugar se hace otra
parada de media hora para poder curiosear en una pequeña tienda de souvenirs.
Después atravesamos la Universidad de Moscú, cuya torre principal domina parte
de la ciudad. La vastedad de sus avenidas, la escala de sus edificios y la presencia de los
enormes árboles que adornan todo el lugar producen una sensación de inmensidad. Sin
duda este espacio arquitectónico es el resultado de un proyecto de sociedad muy específico,
y responde a un momento muy particular en la historia del país. La guía nos informa que
actualmente hay 40 000 estudiantes en esta universidad, y muy orgullosa añade que tiene
14 facultades.
El siguiente lugar donde nos detenemos en este recorrido es el mirador del Río
Moscú, un amplio patio lleno de puestos donde se venden toda clase de matrioshkas y otros
souvenirs para los turistas. Este lugar es muy popular entre las parejas de recién casados,
las cuales, después de la ceremonia religiosa y todavía vestidos para la ocasión, vienen aquí
para celebrar en público, acompañadas por sus amistades y por una orquesta contratada
para amenizar la celebración. La imagen es inevitablemente cinematográfica, y se presta
para tomar fotografías o video, cosa que efectivamente hacen las docenas de turistas que se
encuentran en el lugar.
Durante la última parte del recorrido pudimos observar, entre muchas otras cosas, el
puente por donde los alemanes entraron durante la Segunda Guerra Mundial, y también el
principal cine de la ciudad, que en ese momento ofrecía la película norteamericana Forrest
Gump. Al pasar frente a la Biblioteca Nacional se nos informa que contiene 54 millones de
libros en 124 lenguas.
La guía concluye el recorrido comentando (en inglés) que cuesta alrededor de 500
dólares rentar un pequeño departamento en los suburbios de la ciudad, y se nos recuerda
que actualmente hay 10 millones de habitantes en Moscú.
Un poco de televisión
Por supuesto, todos nos quedamos en el salón 987 durante el resto de la tarde,
discutiendo el concepto de carnaval en términos bajtinianos y tratando de descubrir si el
ponente coreano estaba leyendo en ruso con un acento del Bronx, o si era un ciudadano
australiano con un acento coreano. De cualquier manera, y para nuestra sorpresa, sólo
estaba leyendo la versión que había enviado seis meses antes, y ya publicada en las
memorias del Congreso.
La Academia de Ciencias
El tercer día del congreso los organizadores programaron una visita oficial al
Kremlin para todos los ponentes. Esta visita se inicia al cruzar uno de los puentes y
observar en el interior del Kremlin los mismos tanques militares que hay en el resto de la
ciudad.
El Kremlin es el centro histórico y político de Rusia. Es un espacio rodeado por una
enorme barda y protegido simbólicamente por varias torretas antiguas. En este espacio se
encuentran las oficinas de Yeltsin y sus colaboradores, y aquí se toman todas las decisiones
de carácter nacional.
La parte más importante de la visita al Kremlin es el recorrido por el interior de las
iglesias que contiene. En alguna de ellas hay frescos originales de Andrei Rublev y otros
pintores medievales, aunque es difícil tener la certeza de su autoría, ya que en esa época era
blasfemia firmar las pinturas de carácter religioso.
En las iglesias ortodoxas no hay asientos, así que las misas, que pueden durar más
de cuatro horas, deben ser escuchadas de pie. Las ventanas están tapiadas, y los altos muros
están cubiertos de múltiples pinturas piadosas, cada una de las cuales bien pudo haber sido
pintada durante un lapso de diez años o más.
Nos llamó la atención el lugar que tienen las mujeres en la tradición del catolicismo
ortodoxo que se practica en Rusia. Para entenderlo es necesario señalar que el interior de
cada iglesia está dividido en dos mitades, separadas por un par de puertas sagradas. Durante
el momento más importante de la misa estas puertas se abren, simbolizando así la entrada al
paraíso. Pero sólo los hombres pueden cruzar estas puertas. El único momento en el que
una mujer puede cruzarlas es durante el bautismo. Pero después de que una niña es
bautizada, el obispo de la región debe bendecir nuevamente la iglesia.
Entre las cosas que nos contó la guía se encuentra el hecho de que Iván el Terrible
se casó numerosas veces, y cada vez mandó construir una nueva torre dorada en la catedral
más grande que hay en el Kremlin, por lo que la catedral tiene siete torres doradas, que se
encuentran entre las más bellas de toda Rusia.
La siguiente sección de esta visita es el recorrido por el museo donde se conservan
diversas colecciones de objetos de la monarquía zarista. También es posible, en lugar de
hacer este recorrido, comprar el CD-ROM respectivo por sólo 45 dólares.
Después de esta visita decidimos conocer la casa de Tolstoi, conservada intacta
desde su muerte. En este lugar es posible ver la extrema austeridad en la que vivió con su
familia, a pesar de la enorme extensión de sus propiedades.
Esta visita nos hizo pensar en una gran cantidad de lugares que hubiéramos querido
conocer, como las casas donde vivieron, respectivamente, Dostoievski, Pushkin y Gógol,
cada una de las cuales ha sido convertida en un museo, así como las tumbas de estos y otros
escritores y artistas que se encuentran en el Cementerio de Moscú, los restaurantes en los
que se ofrece comida regional de Georgia, y alguno de los famosos monasterios
medievales, como el de Novodevichy.
Finalmente visitamos la Galería Pushkin y la Galería de Artistas del Pueblo, situada
frente al Parque Gorky. En el traspatio de esta última (llamado el Basurero de Estatuas) se
encuentran arrumbadas algunas de las estatuas de los héroes del socialismo, que ahora están
en el olvido oficial.
Quiero concluir estas notas de viaje con algunas observaciones acerca del Congreso
académico en el que participé durante mi estancia en Moscú, y para ello es necesario
ofrecer alguna información general acerca del tema de este congreso: el pensamiento de
Mijaíl Bajtín.
Bajtín es considerado como uno de los más importantes humanistas del siglo XX.
Precisamente en 1995 se cumplió el centenario de su nacimiento. En 1993 se llevó a cabo el
Sexto Encuentro Internacional, en la hacienda de Cocoyoc, Morelos, donde participaron
cerca de 150 investigadores provenientes de 23 países. Este Encuentro fue convocado por la
Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana, y fue coordinado por los
investigadores Lauro Zavala y Ramón Alvarado.
El pensamiento de Mijaíl Bajtín ha dado lugar a lo que se conoce como la crítica
dialógica, y cuyos alcances llegan a la teoría literaria, la filosofía del conocimiento, la
metodología historiográfica, la sociolingüística y muchas otras áreas neurálgicas de las
ciencias sociales y las investigaciones humanísticas, como el feminismo posmoderno, la
desconstrucción y el análisis cinematográfico.
Es difícil ofrecer en unas líneas una síntesis de su pensamiento, pero convendría
señalar que sus propuestas se iniciaron como una crítica al marxismo ortodoxo y a la
estilística formalista, lo cual le valió haber sido marginado durante casi toda su vida en su
propio país.
Fue hacia mediados de la década de 1960 cuando su obra empezó a ser difundida en
el resto del mundo, gracias a los trabajos de Julia Kristeva y de Tzevan Todorov en Francia.
Entre los textos más conocidos de Bajtín se encuentran su tesis doctoral, acerca de la
carnavalización de la cultura oficial en la narrativa de Francois Rabelais, su estudio sobre la
polifonía ideológica en las novelas de Dostoievski, y la crítica a la estilística y la lingüística
tradicionales.
Una de las consecuencias de la difusión y el reconocimiento del pensamiento
bajtiniano consiste en la organización de los congresos internacionales de los
investigadores que han estudiado su obra, y que se lleva a cabo cada dos años. El primero
de estos encuentros se realizó en Canadá en 1981 y nuevamente en 1997, y el resto se han
realizado, respectivamente, en Alemania (dos veces), Italia (dos veces), Inglaterra y
México.
Convendría señalar que al Congreso de 1993, realizado en Cocoyoc, Morelos,
asistieron 125 investigadores provenientes de 18 países. En esa ocasión participaron por
primera vez en un encuentro de esa naturaleza España y varios países latinoamericanos:
México, Venezuela, Colombia, Argentina y Cuba. En Moscú, en cambio, sólo asistieron 5
investigadores mexicanos y ningún otro hispanoamericano.
Para los interesados en conocer más sobre el tema podría mencionarse que la
investigadora mexicana Tatiana Bubnova ha traducido al español Problemas de la poética
de Dostoievski (Breviarios núm. 417, FCE) y Estética de la creación verbal (Siglo XXI).
Actualmente ella está traduciendo al español otras obras de Bajtín para la editorial Alianza
Universidad de España. Por su parte, la editorial Taurus de Madrid ha publicado la
colección de ensayos Teoría y estética de la novela.
Además, durante el encuentro de México se presentaron cuatro publicaciones
producidas especialmente con ese motivo: un número monográfico de la revista Criterios
dedicado a los estudios sobre intertextualidad (Casa de las Américas/UAM Xochimilco) y
los libros Bajtín: Ensayos y diálogos sobre su obra de Gary Saul Morson (UNAM), la tesis
doctoral de Bajtín, La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento (Alianza
Universidad) y Diálogos y fronteras de Ramón Alvarado y Lauro Zavala (Nueva Imagen),
que contiene las principales ponencias presentadas en el congreso de Inglaterra.
Un Congreso en Moscú
El regreso a casa
La experiencia de haber estado en Moscú durante una semana fue mucho más
compleja que lo que estas notas reflejan, pero tal vez ellas son suficientes para ofrecer una
imagen general del asombro que cada uno de los visitantes sentimos al encontrarnos en un
lugar completamente distinto a lo que hasta entonces habíamos conocido.
Otros visitantes seguramente han tenido experiencias distintas, y harán
reconstrucciones muy diferentes a la que aquí he ofrecido. Al regresar a México leo en mi
ejemplar de Moscow and the Golden Ring, escrito por la cineasta Masha Nordbye (Twin
Edge, Hong Kong, 1995, 317 pp.), que en Moscú hay 2500 monumentos, 4500 bibliotecas,
125 salas de cine y 70 museos, y que es visitada cada año por 20 millones de personas
provenientes de 150 países.
Estas notas de viajero sólo aspiran a reconstruir lo vivido en el brevísimo lapso que
nuestra visa nos permitió permanecer en el territorio ruso. Hubiera sido interesante poder
visitar la ciudad de San Petersburgo y algún pequeño pueblo del llamado Anillo de Oro que
rodea a Moscú, pero las circunstancias y el presupuesto lo hicieron imposible.
Esta experiencia, sin embargo, fue suficiente para despertar nuestro interés por
conocer mejor la vida cotidiana dentro de una cultura que se mantiene viva a pesar de los
embates de la historia, gracias a la presencia de un espíritu cada día más admirable,
especialmente desde la perspectiva de cualquier visitante extranjero.
Posdata bibliográfica
Durante los últimos años se han publicado varios libros sobre la vida cotidiana en
Rusia y en otros países balcánicos, como una crítica a los mitos que hasta hace poco se
difundieron sobre esa región. De hecho, ahora se están difundiendo nuevos mitos, de los
que el autor de estas notas seguramente es cómplice involuntario. Entre los materiales más
interesantes se podrían mencionar los siguientes:
Bridger, Sue, Kathryn Pinnick, Rebecca Kay: No More Heroines? Russia, Women and the
Market.
London, Routledge, 1995, 240. ISBN 04151 2459X
Epstein, Mikhail: After the Future. The Paradoxes of Postmodernism and Contemporary
Russian
Culture. Translated with and introduction by Anesa Miller-Pogacar. Amherst, MA.
The
University of Massachusetts Press, 1995. ISBN 08702 39740
Hill, Richard: "The Slavs: A Cultural Stew", en We Europeans. Brussels, Europublic, 1992,
209-
222. ISBN 90744 40010
Medina, Dante: Sólo los viajeros saben que al sur está el verano. Un viaje por Francia,
Italia,
Yugoslavia, Bulgaria y Grecia. México, Alianza Editorial, 1993, 253. ISBN 96839
08306
Pilkington, Hilary: Russia's Youth and Its Culture. A Nation's Constructors and
Constructed.
London, Routledge, 1994, 320. ISBN 04150 90431
Prieto, Carlos: De la URSS a Rusia. Tres décadas de experiencias y observaciones de un
testigo.
Prólogo de Isabel Turrent. México, Fondo de Cultura Económica, 1993, 325. ISBN
96816
39561
Antes de concluir, también habría que mencionar los espléndidos textos sobre los
viajes a Moscú hechos por Pablo Neruda en 1949 ("En la Unión Soviética", capítulo 9 de
Confieso que he vivido, Seix Barral, 1984) y por Gabriel García Márquez en 1957
(capítulos 7 a 10 en De viaje por los países socialistas, La Oveja Negra, 1978).
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Ésta es la crónica del viaje de trabajo que hice a la Universidad de Oxford invitado
por el Consejo Británico para participar en la Sexta Conferencia Internacional Sobre
Enseñanza de la Literatura, la cual se realizó del 7 al 13 de abril de 1991.
Aunque la riqueza de estos encuentros depende en gran medida de la diversidad de
sus participantes, me sorprendió descubrir que yo era el único proveniente de
Hispanoamérica o incluso del norte de América, tal vez porque Estados Unidos ha
absorbido la atención de esta área completamente. A pesar de ello, éramos 57 participantes
de 32 países distribuidos entre África, Asia, Europa ...y México.
Éste fue mi primer viaje a Europa, y mientras el avión estaba volando las nueve
largas horas del aeropuerto internacional de Miami al aeropuerto de Londres, me sentí un
poco como Morris Zapp, el profesor estadunidense que intercambia su puesto de trabajo
durante seis meses con un profesor inglés, en la novela Changing Places (1975) del escritor
inglés David Lodge. Sólo que aquí había una diferencia crucial, porque entre México e
Inglaterra hay más cosas en común que, digamos, entre México y Estado Unidos. ¡Despues
de todo, aquí tenemos antecedentes europeos desde hace 500 años!
Cuando llegué a Londres el domingo 7, esperaba niebla y lluvia, pero en lugar de
ello encontré un viento frío y un cielo limpio y nublado, muy diferente del neblumo de la
ciudad de México.
Oxford es una cuidad pequeña, situada a menos de dos horas de Londres en autobús.
Está formada por 40 colegios, todos ellos de arquitectura monacal, casi gótica, construidos
a partir del siglo XII, cada uno de los cuales tiene forma cuadrangular y cuenta con sus
propias residencias para profesores, un bar, un refectorio (comedor al estilo monástico),
dormitorios para los estudiantes y (en el colegio donde estaba hospedado) un pequeño lago
rodeado de árboles.
Aquí la actividad cultural es muy diversa y de gran calidad, y puede ser disfrutada
con sólo caminar 10 o 15 minutos, o incluso en menos tiempo si uno cuenta con una
bicicleta (a la que aquí llaman push bike, para distinguirla da la motocicleta, a la que llaman
simplemnete bike).
Una vez instalado en Worcester College me encontré con los organizadores de la
conferencia: Kate Bostock ---de la oficina de Literatura del Consejo Británico en Londres,
con quien ya había intercambiado correspondencia antes de llegar a Oxford---; Ruud van
Ruitenbeek, del Consejo Britanico en Oxford, y Alan Durant, responsable académico de la
conferencia, quien trabaja en Goldsmith's College de la Universidad de Londres, y también
organizador de la famosa Conferencia Internacional sobre Lingüística de la Literatura que
se realizó hace pocos años en Londres y que es considerada el acontecimiento más
importante de los últimos años en este campo.
Después de realizar un corto paseo por la ciudad, volví al colegio para participar, a
las 18:00 horas en punto, en la cálida bienvenida que dio a los participantes el comité
organizador.
En esta ocasión conocí a los representantes de Oxford University Press y de la
editorial Basil Blackwell, con quienes después, a lo largo de la semana, tuve oportunidad de
conversar sobre proyectos de publicaicón comunes con la UAM-Xochimilco y la UNAM.
Durante toda la semana las actividades se realizaron a la hora programada, ni un
minuto antes o después, incluyendo las dos sesiones diarias para tomar té (a las 10:45 am y
a las 4 pm.). El programa estaba repleto de actividades. El horario se iniciaba a las 9:15
(hora del desayuno) y terminaba a las 10 pm (con la conclusion de la última conferencia o
del encuentro colectivo con algún escritor invitado).
Durante los primeros cuatro días recibimos un total de 12 conferencias impartidas
por académicos reconocidos en los campos de la teoría, la crítica y la enseñanza de la
literatura, con temas que van del canon literario a la crítica desconstructiva.
Ésta fue una oportunidad única para discutir nuestros intereses profesionales con
algunos de los más distinguidos especialistas de Gran Bretaña. Entre estas conferencias
quisiera destacar la brillante intervención del doctor Mike Benton acerca de la teoría y la
práctica de la lectura literaria, cuyos contenidos serán muy útiles en el salón de clases.
Los últimos días estuvieron dedicados a la presentación de las ponencias de los
participantes extranjeros. Mi trabajo trata sobre el empleo de las herramientas del análisis
literario en la enseñanza del lenguaje cinematográfico a nivel de grado y posgrado. La
presentación de este trabajo fue escuchada exactamente por la mitad de los asistentes a la
conferencia, mientras la otra mitad estaba atendiendo, en el salón contiguo, la presentación
del trabajo de la participante española. Carmen Vidal, sobre las dificultades en la enseñanza
de la ficción posmoderna.
La conferencia terminó demasiado pronto. Todos estuvimos muy ocupados en
discusiones y talleres, haciendo amistades internacionales y tratando de percibir el ambiente
de la ciudad. Al concluir la semana, cuando el Dean de Worcester College hizo el brindis
final, todos coincidimos en la opinión de que había sido una semana muy intensa.
Oxford me parece un lugar ideal para vivir y para trabajar. No es demasiado grande
ni demasiado pequeño y tiene un sabor propio, con su arquitectura típica, sus docenas de
pubs (bares) y sus pequeñas callejuelas, sin olvidar sus venerables bibliotecas (algunas de
ellas, como la Bodleian, están entre las más antiguas de Europa) y sus modernas librerías
(Blackwell es el lugar de bienvenida típico de la ciudad). Y, muy especialmente, sus
amigables habitantes.
Por suerte pude quedarme un par de días en Londres. Me llamó poderosamente la
atención la cantidad de turistas que había en la zona antigua de la ciudad (repleta de
autobuses de dos pisos para los mismos visitantes), la espléndida calidad profesional del
periodismo cultural (especialmente en The Guardian, cada uno de cuyos artículos se apoya
en una completísima investigación), el calor humano que se desprende de su arquitectura, la
casi total ausencia de publicidad en las calles y carreteras (excepto en Picadilly Circus), la
elegancia y claridad de la pronunciación británica y las facilidades que tiene un ciudadano
británico para comprar casa (por el solo hecho de tener un empleo fijo cualquier banco
otorga un préstamo de tres años de salario anual, sin ningún requisito especial). Londres
(incluida su universidad) es otro mundo.
A diferencia de otros grandes aeropuertos (Toronto, Washington, México, Nueva
York, Chicago), en el de Londres las tiendas para turistas ofrecen una muy considerable
selección de libros de literatura contemporánea, lo cual habla del orgullo de los británicos
por su cultura literaria y, seguramente, también de la existencia de un mercado
internacional para su producción editorial.
Cuando volaba de regreso a México pensé que podría entender un poco mejor a
Philip Swallow, el personaje inglés de la novela de Lodge, para quien la literatura y la vida
son cosas diferentes.
Y aunque este texto no es literario, aquí lo termino para reintegrarme a la vida
cotidiana.
Interdisciplinariedad en Berkeley
Lauro Zavala
Durante el último par de años (2001 y 2002) he tenido oportunidad de visitar tres
países centroamericanos (Panamá, Honduras y Guatemala), y me ha sorprendido la
vitalidad de la actividad literaria en esta región, pues en nuestro país no llegan muchas
noticias de estos países (excepto cuando juegan fútbol contra México o cuando sufren una
catástrofe natural).
Aunque sólo he permanecido en cada lugar durante una semana, y aunque mi
estancia ha estado saturada de actividades académicas muy precisas, relacionadas con el
motivo de cada visita (participar como jurado en un premio literario o impartir diversos
cursos y conferencias sobre literatura), sin embargo encontré en cada uno de los tres países
la presencia de una personalidad excepcional sin cuyo trabajo el panorama de la actividad
literaria sería inmensamente distinto, seguramente más pobre.
El perfil de cada una de estas personalidades permite comprobar, una vez más, que
en nuestros países (los más pobres, atrasados y caóticos del mundo, entre los cuales México
ocupa un lugar muy destacado, en muchos casos precisamente el más atrasado de todos,
como lo han comprobado los recientes estudios sobre la lectura y el conocimiento científico
en el plano internacional) las cosas que merecen ser señaladas ocurren gracias a la iniciativa
de individuos que tienen una visión excepcional, y que son capaces de trabajar
incansablemente, incluso poniendo en riesgo su propia salud, para que esta visión se
materialice.
En México nunca recibimos libros hondureños, y es por esta razón que durante mi
estancia en ese país yo tenía un interés muy intenso por conocer el estado de la
investigación literaria.
Sin demeritar el trabajo de los demás investigadores hondureños, en estas líneas
quiero destacar el trabajo de Helen Umaña (a quien, por cierto, no tengo el gusto de
conocer en persona). Aunque no tengo mayor información que la que proporcionan sus
propios libros, creo que vale la pena comentar aquí su trabajo.
Helen Umaña cuenta con una página en internet (http://literaturahondureña.org)
dedicada a la literatura hondureña. Es autora de varios libros (muy amenos y rigurosos)
sobre autores hondureños contemporáneos, en los que es posible reconocer, por ejemplo,
cuál es el estado actual del haiku hondureño, o quién ejercita el humor y la ironía en la
novela hondureña.
Pero lo más sorprendente de su trabajo es la publicación, en el año 2000, de un
interesante y muy completo Panorama crítico del cuento hondureño (1881-1999), que
obtuvo el Premio de Estudios Históricos Rey Juan Carlos I, que otorga la Embajada de
España en Honduras. Este trabajo fue publicado por Editorial Iberoamericana (Tegucigalpa,
poetacosta@hondudata.com) y Editorial Letra Negra de Guatemala
(letranegra@hotmail.com). Este volumen, con sus 520 páginas en letra pequeña, es un
estudio de 195 cuentistas hondureños, que en conjunto han escrito dos mil quinientos
cuentos.
Aquí conviene señalar que en México no existe, ni remotamente, una obra tan
completa. La más reciente (y de hecho, la única) historia del cuento mexicano fue escrita en
1957: es la Breve historia del cuento mexicano, de Luis Leal, recientemente reeditada por la
Universidad Autónoma de Tlaxcala.
Tal vez debido a que México comparte su frontera, a las raíces mesoamericanas
comunes y al hecho de que varios detacados escritores de origen guatemalteco han vivido
largas temporadas o todavía viven en México (Miguel Ángel Asturias, Augusto
Monterroso, Mario Monteforte Toledo, Otto-Raúl González, Rafael Landívar, Luis Cardoza
y Aragón, etc.), la literatura guatemalteca nos resulta mucho más próxima que la del resto
de Centroamérica.
Sin embargo, en México no se conoce el silencioso trabajo editorial, de creación
literaria y de investigación del escritor Juan Fernando Cifuentes, que es una personalidad
familiar para todo escritor guatemalteco contemporáneo.
Hace algunos años J. F. C. creó la editorial independiente Palo de Hormigo, y
gracias a su iniciativa personal ahí han publicado numerosos escritores, entre los cuales se
encuentran muchos de los más importantes de la narrativa guatemalteca contemporánea.
Por otra parte, además de su propio trabajo como novelista y cuentista, y de ser el
vicepresidente de la Asociación Guatemalteca de Escritores, J. F. C. ha iniciado la escritura
de una Historia de las generaciones literarias en Guatemala en 10 tomos, de los cuales ya
se publicó el primero durante la segunda semana de junio de este 2002. Pero además, es
interesante destacara el hecho de que la visión humanista de J. F. C. se ha desarrollado a
pesar de haber sido capitán de navío durante la guerra civil que concluyó apenas en 1996.
Por supuesto, en Guatemala hay muchos otros editores notables, como Gerardo
Guinea, director de Magna Terra (quien también dirige la revista del mismo nombre) y
Sagrario Castellanos, del Fondo de Cultura Económica de Guatemala (quien ha convertido
la sede del FCE en uno de los centros culturales más importantes de la región).
Por otra parte, hay un contraste muy marcado entre el sistema editorial guatemalteco
y el mexicano. En México la mayor parte de los editores comerciales son proverbialmente
inaccesibles, sus editoriales son bunkers de la cultura. Si un autor no tiene un contacto
personal con un editor (por razones fortuitas), los editores nunca aceptan recibir un
manuscrito para revisarlo y someterlo al dictamen de contenido. En México, mientras las
editoriales universitarias aceptan dictaminar los manuscritos que reciben, en cambio en la
mayor parte de las editoriales comerciales primero se pregunta a un autor: “¿De parte de
quién viene?” Y llega a darse el caso de que ese contacto es insuficiente. Es necesario tener
una relación personal con el editor mismo. Es el famoso sistema de palancas.
En cambio, en países con una civilización más desarrollada, como Guatemala, el
libro de un investigador universitario sí merece ser considerado para ser sometido a
dictamen editorial para su evaluación comercial.
También hay otro rasgo de civilización muy notorio para los visitantes extranjeros.
En Guatemala hay dos sistemas de taxis: los verdes, que son de origen mexicano (y que son
caros, inseguros e impuntuales) y los amarillos, de origen guatemalteco. Estos últimos
operan con un sistema de comunicación por satélite. Cuando se llama a la central de taxis
rotativos (332-1515), la operadora pide el número telefónico del usuario, y en ese momento
ella misma localiza la dirección, ubica la unidad más próxima al lugar, y anuncia el tiempo
que tardará en llegar. Cuando la unidad de taxi llega al domicilio indicado, el usuario recibe
una llamada telefónica en la que se le informa que su taxi está esperándolo en la calle.
Y si lo anterior no impresiona a los lectores, debo decir que además de un trazo
simétrico de las calles en la ciudad de Guatemala, el sistema de numeración es uno de los
más funcionales del mundo, sólo equiparable al de la ciudad de Berna (Suiza) y más preciso
que el de la ciudad de Washington. La ciudad está organizada por zonas, avenidas y calles,
cada una de ellas con un número preciso, lo cual evita los problemas laberínticos de la
Ciudad de México (donde las calles tienen una numeración arbitraria, y donde los nombres
de estas calles se pueden multiplicar, de tal manera que puede haber 200 calles distintas con
un mismo nombre). En Guatemala, cada dirección indica la distancia (en metros) del cruce
más próximo. Por ejemplo, una dirección como 17 Avenida 10-96, Zona 15 significa a 96
metros del cruce entre la avenida 17 y la calle 10 en la zona 15.
Lauro Zavala
Las notas que siguen fueron elaboradas como parte de un ejercicio propuesto por el
Dr. Raúl Ávila en el Seminario de Investigación durante el primer semestre del Doctorado
en Literatura y Lingüística en El Colegio de México, en noviembre de 1984. El texto se ha
conservado íntegramente. Los subtítulos son del autor.
1) Qué investigo
El fin inmediato puede ser producir un texto para ser publicado (reseñar una película
o un libro), dictar una conferencia sobre un tema poco conocido (p. ej., la semiótica de la
fotografía), preparar una asesoría para estudiantes (p. ej., sobre intertextualidad), diseñar
programas de estudio (p. ej., sobre literatura y cine), redactar un ensayo (p. ej, para ser
admitido a un programa de investigación), escribir el guión de un largometraje (para una
película de tema antropológico) o redactar una ponencia sobre un escritor y su obra (para
un congreso internacional).
4) Libros
6) Archivo
Mi archivo sustituye las fichas: está integrado por cientos de fólderes tamaño carta
ordenados por temas y subtemas; en ellos reúno proyectos de trabajo, infinidad de
materiales fotocopiados (con sus respectivas referencias), programas de estudio, recortes de
periódicos y revistas, bibliografías especializadas, etc.).
La hemeroteca, organizada por temas, títulos y años (igual que las 1 200
diapositivas de fotografía y diseño) está complementada por algunos cuadernos (con notas
personales de casi mil películas).
Actualmente tengo acceso a un acervo de casi 200 largometrajes grabados en
videocinta; espero tener, en el futuro remoto, una colección personal de largometrajes de
ficción, animación, documentales, trabajos experimentales, etc.
7) Biblioteca
Casi tres mil libros: la mitad sobre literatura; el resto: cine, sociología, psicoanálisis,
análisis del discurso y fotografía, principalmente.
Sólo tengo cuatro libreros y necesito por lo menos otros ocho; esa carencia
entorpece mucho el trabajo. (Nota de 2001: ahora son 36 libreros y crecen a un ritmo de 1.5
libreros al año con 300 libros por librero; los temas se han multiplicado, especialmente en
el área de ciencias, y he desechado unos 2 mil libros que me han regalado).
8) Cómo escribo
Cada texto nace de manera diferente. A veces empiezo con una frase que sintetiza la
intención y el estilo de lo que quiero escribir, y a partir de ella voy redactando fragmentos
que casi siempre modifican y disuelven aquella frase original.
En todos los casos, me conviene tener claro el objetivo, y es muy útil tener un título
antes de empezar (o recién al empezar), pues es un disparador del texto: me gustan los
títulos que son claros y sencillos pero no demasiado obvios: “La fatalidad de una mirada”,
“Una intimidad irrenunciable” o “Imaginar es invocar a la memoria”, etc. (éstos son títulos
de reseñas de libros y novelas).
Cuando escribo sobre literatura, leo todo lo que encuentro sobre el tema, y después
lo hago todo a un lado y escribo a partir de mi propia lectura de los textos (efectuada antes
de todo lo demás).
Cuando escribo sobre una película, casi nunca hay material suficiente en las
bibliotecas especializadas (como la mía: tan sólo 250 libros sobre el tema), así que traduzco
una experiencia audiovisual en términos legibles y analíticos, tratando de adecuar el
enfoque a las exigencias de la película: genérico, técnico, sociológico, formal,
psicoanalítico, casi todo a la vez (pero nunca impresionista), enfatizando cierta información
relevante, como el uso del color, el carácter simbólico de los movimientos de la cámara, los
antecedentes del guionista o las dificultades del género, etc.
Cuando escribo un guión para cine, lo hago con un amigo: él es quien habla e
imagian la historia, y yo soy quien le da el tratamiento y la escribe; él es quien propone la
idea visual, y yo la preciso como posible espectador o crítico (títulos: Tormenta de arena y
Laura).
En todos los casos, me interrumpo con mucha frecuencia para buscar una referencia
que había olvidado, una novela que no terminé, un proyecto que está pendiente, pues ahí
hay muchas ideas que pueden nutrir mi texto: creo un sistema de asociaciones
aparentemente divergentes, pero siempre convergentes sobre el papel.
En todos los casos, escribo a mano, voy rescribiendo sobre la marcha, me detengo a
hacer esquemas, empleo hojas tamaño carta por un solo lado, escribo con plumín negro de
0.5mm, casi siempre hay en el cesto de basura 4 o 5 hojas por cada una de las que quedan
en el borrador final.
Al concluir el borrador, necesito pasarlo en limpio para no confundir las
correcciones y poder pasarlo a máquina. Nunca conservo los borradores, utilizo música
como fondo (jazz de los años ’30 interpretada al piano o radio UNAM). Al pasar a máquina
a veces cambio el título y busco un epígrafe.
9) El eterno retorno
10) Tiempo
Vivo para leer porque me apasiona. Todo el tiempo posible lo ocupo en leer y
escribir. Por suerte, siempre estoy aprendiendo a leer y a escribir. Algún día podré
desaprender, y entonces tendré otro tiempo.
Ensayo autobiográfico
Empecé a leer antes de reconocer las letras. A los tres años, mi hermano me enseñó
a leer en los comics de Sherlock Holmes y en los letreros de la calle.
Al cumplir cinco años mi papá me regaló un pequeño diccionario rojo, gordo, de
pasta semidura, con las palabras en versales negritas. Siempre lo traía en la bolsa de mis
pantalones cortos de tweed. Cada vez que escuchaba una palabra que no conocía, la
consultaba, hasta que las vecinas en minifalda atrajeron mi atención con más fuerza que las
palabras. Y empecé a utilizar las palabras para conquistar a las vecinas.
El primer libro que leí completo fue Las aventuras de Tom Sawyer de Mark Twain,
cuando tenía seis años. Me impresionó la muerte del indio y el reencuentro de Tom y su
amiga en la cueva. El año siguiente leí La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson,
aunque no me gustó tanto. Después leí Corazón de Edmundo de Amicis, del cual me atrajo
la idea de estar integrado por historias muy diversas. Y entonces, a los ocho años, descubrí
el cine de Jerry Lewis y las secciones sobre ciencia de Selecciones, Contenido, Mecánica
Popular y Revista de Revistas (1962). La mejor era esta última, de la cual tenía una
colección de más de cien números, mismos que releía por la diversión de encontrar
brevísimos textos donde se resumía toda clase de datos sobre diversas materias.
Al cumplir diez años nos visitó una lejana tía proveniente de Honduras. Antes de
tomar su avión de regreso me llevó a una enorme librería (en el ahora desaparecido Hotel
Regis en la Avenida Reforma) y me dijo: “Qué libros quieres; puedes elegir dos”. Elegí
20 000 leguas de viaje submarino y su secuela, La isla misteriosa de Julio Verne, en una
edición ilustrada en pasta dura. Estos ejemplares los bajaron con un gancho especial de un
estante muy alto, y los envolvieron en papel para entregármelos en un paquete sellado. Al
llegar a casa empecé una tradición familiar, pues por primera vez el libro era más
interesante que la hora de la comida. Entonces las palabras me conquistaron a mí.
Después de ese descubrimiento empecé a recorrer la ciudad en busca de otros libros
de aventuras. Hasta los trece años combiné mi afición por las novelas (de viajeros, pilotos
de autos de carrera, ingenieros de presas, capitanes de barco, exiliados y otros aventureros)
con excursiones a la Biblioteca Benjamin Franklin, de la Embajada de Estados Unidos. Éste
era un lugar muy moderno, funcional y bien iluminado en el interior de un edificio grande y
antiguo, con cientos de libros para niños. Ahí pasaba las tardes hojeando la colección de
National Geographic y otras revistas sobre la naturaleza, como las lujosas Ocean y Wild
Life y el muy completo Science Yearbook, que contenía una selección de artículos de
investigación y diversos recuadros con reportes de los descubrimientos recientes.
Tenía doce años cuando me di cuenta de que había aparecido en el Cuadro de Honor
de mi escuela por las calificaciones obtenidas sin haber abierto siquiera los libros de texto,
que me parecían muy aburridos. Todo lo había aprendido de los libros de la Biblioteca
Franklin, la mayor parte de ellos en inglés. Las palabras empezaban a dejarse conquistar.
Mientras tanto, el resto de la vida estaba formado por viajes familiares al autocinema, viajes
mensuales a la carretera de Cuernavaca, competencias en patines de ruedas, los rituales de
burro dieciséis, competencias de ajedrez, excursiones en grupo, y los juegos de béisbol,
frontón y basquet.
Al entrar a la prepa me aburrí todavía más con los cursos. En contraste, encontraba
fascinantes los libros sobre el proceso de resolución de problemas que realiza un ingeniero,
y los libros sobre astronáutica, biología molecular, etología, evolución y primates, todos
ellos en la sección de ciencia de la Franklin. Me suscribí a American Scientist y empecé a
recibir libros científicos del extranjero, los cuales devoraba en pocos días. Descubrí las
películas de Jacques Cousteau y llegué a predecir el tiempo con un barómetro y un
higrómetro que construí con materiales caseros. Ahora también la naturaleza se dejaba
conquistar a través de las palabras.
Pensé que llegaría a ser un ingeniero petrolero, manejando un jeep en medio de la
lluvia y el lodo, resolviendo problemas técnicos para después volver a la tranquilidad de mi
casa ecológica y seguir leyendo. Al concluir la secundaria había leído 350 libros, casi todos
sobre temas científicos, y a partir de entonces perdí la cuenta.
El último año de la prepa me aburrí tanto en la escuela que deserté y empecé a
asistir como oyente en las carreras de Lingüística, Biología y Matemáticas, donde me sentía
en mi elemento, especialmente en los cursos avanzados de Topología. Una delicia. Y
además, los topólogos jugaban buen futbol y tenían conciencia social. El 68 estaba muy
reciente (1971).
Entonces leí a Freud y otros psicoanalistas y psicólogos (Fromm, Erikson,
Hampden-Turner, Jung, Ferenczi, Jones). Y pensé que querría haber vivido una vida como
la de John Dewey, en medio de la naturaleza y en contacto con niños sobredotados.
Pasé tres años revisando pruebas de imprenta en El Colegio de México y en la
editorial Siglo XXI, donde leí alrededor de 250 libros sobre economía, sociología y
psicoanálisis (de Santiago Ramírez a Manuel Camacho). También empecé a publicar
reseñas de libros en el suplemento de El Nacional.
Decidí terminar la prepa, de la cual sólo debía una materia: Cálculo Diferencial e
Integral. Estudié en un libro de autoaprendizaje, 2 horas diarias durante 15 días, y aprobé
con el mejor examen de 300 estudiantes.
Quería estudiar Letras Inglesas, pero mi papá me disuadió con el viejo argumento:
“¿De qué vas a vivir’”. Mientras tanto, ya tenía arraigado el vicio de leer compulsivamente.
Al salir de mi trabajo como revisor de estilo en El Colegio de México (en la calle de
Guanajuato, donde alguna vez vi a Don Daniel Cosío Villegas), entraba en la Librería
Universitaria, en Avenida Insurgentes, y salía con una bolsa de papel estraza (café oscuro,
como las del supermercado) llena de libros en oferta. Los trasladaba en camión (2 horas de
un trayecto de expectación inevitable) y al llegar a casa los estudiaba uno a uno, y
empezaba a formar mi propio criterio de lectura.
Ingresé a la universidad, donde tomaba notas diariamente de mis lecturas antes de la
discusión en clase. Durante el segundo año me llamaron para ser profesor de Redacción en
la Universidad Nacional. El resto del tiempo veía una, dos o tres películas diarias, casi
todas por televisión. Y empecé a tomar notas sobre mi impresión de cada una, antes de que
la olvidara o la confundiera con las demás. Al concluir la carrera había llenado siete
cuadernos con las notas de cientos de películas. Y había empezado a publicar mis primeros
trabajos de crítica cinematográfica, como un acto de gratitud gozosa.
Diseñaba mis cursos como un itinerario de los libros que quería leer sobre la
materia, durante el semestre. Así leí docenas de libros sobre semiótica, comunicación y
teoría literaria.
Mi ingreso al doctorado en literatura significó el acceso a una mejor biblioteca, más
disciplina y el inicio de una escritura más sistemática y, creo, más rigurosa.
En el año 89 se publicó mi primer libro, una recopilación de mis notas sobre cine.
Lo entiendo como un conjunto de ejercicios de estilo. Ahora tengo cinco libros en prensa
sobre la escritura, el cine y los procesos de recepción. Y mi siguiente objetivo es la
redacción de la tesis doctoral sobre los cuentos ultracortos de Jorge Luis Borges.
Enero 1990
La lectura de los diccionarios parece, a primera vista, una actividad tediosa, pues es
un recorrido por la norma, precisamente por aquello que al parecer está ya en desuso. Al
diccionario de la real academia, el escritor argentino Julio Cortázar lo llamó el gran
cementerio del lenguaje. La reticencia de los miembros de las academias de la lengua para
actualizarse sólo contribuyen a este alejamiento de los usuarios del lenguaje y las
posibilidades de la imaginación lingüística.
Sin embargo, también existen glosarios cuyo interés consiste precisamente en la
radical novedad de sus términos y de la materia que tratan. La producción de glosarios y
recopilaciones bibliográficas, especialmente cuando estas últimas incluyen una guía de
lectura o comentarios sobre el contenido de cada obra, son herramientas fundamentales
para la sistematización de todo campo de investigación ---y, en general, de cualquier campo
de la actividad humana.
La lectura aleatoria de estos materiales genera en el lector la posibilidad de
confrontar distintos contextos de interpretación, reconocer el estad de sus conocimientos
sobre la materia, imaginar (y en ocasiones, escribir) su propia versión de lo que cada
entrada le propone como interpretación de un determinado concepto o un área de
referencia, establecer articulaciones entre distintos elementos que de otra manera sería más
difícil generar, evaluar los criterios de selección, redacción e interpretación utilizados por
quienes han sido asumidos en la práctica editorial como creadores de una perspectiva
integral de un determinado campo del conocimiento, y pensar en la evolución, las
condiciones, las posibilidades futuras y las limitaciones de su propio espacio profesional.
En otras palabras, la lectura de estos materiales alfabéticos (especialmente los
glosarios especializados y las enciclopedias actualizadas sobre áreas particulares del
conocimiento, como la teoría y la crítica literaria, el uso de sistemas de computación, la
sociología de la cultura o la interdisciplinariedad posmoderna, por mencionar sólo algunos)
puede ser una de las actividades más importantes para propiciar la elaboración de trabajos
de investigación realmente originales e innovadores en cualquier campo profesional. Se
trata, tal vez, de una de las actividades más propiciadoras de la imaginación científica.
Los diccionarios están organizados en función de la norma aceptada, y en ese
sentido establecen jurisprudencia. En cambio, los glosarios tienen una función contextual, y
en ese sentido tienen una naturaleza casuística.
El orden alfabético otorga a estos materiales una secuencia arbitraria, relativamente
neutral, no determinada por un proyecto específico de asociación entre los elementos
consignados, y ello otorga a su lectura secuencial un carácter aleatorio, que a su vez puede
generar asociaciones inéditas y no por ello menos consistentes.
Podemos cerrar estas líneas recordando que el escritor Jorge Luis Borges alguna vez
afirmó lo siguiente: “El libro más importante que he leído en mi vida es el diccionario de la
lengua española”.
¿Qué es un académico?
En los viejos tiempo (digamos, hace dos o tres años) un académico era alguien que
compartía sus ideas básicamente con un gis en la mano y un pizarrón detrás, lleno de ideas
y esquemas, frente a un grupo de estudiantes enfrascados en la búsqueda del Santo Grial del
conocimiento.
Hoy en día (especialmente desde la instalación de terminales en todos los cubículos
departamentales) un académico es también alguien que utiliza al menos un programa para
procesador de palabras, y que realiza un trabajo de investigación suficiente para publicar
regularmente uno o dos artículos cada año en las revistas internacionales más prestigiosas
en su campo.
Se ha observado que en todas las instituciones de investigación existe un pequeño
grupo de aproximadamente el 10% de los investigadores que publican estos materiales y
que llevan a su vez el liderazgo en su disciplina y publican cuatro o cinco artículos de 25
cuartillas (o más) cada año (o un libro de investigación individual cada dos años).
Éstos son los académicos que dedican por lo menos 60 horas a la semana a su
trabajo, organizan congresos, coordinan proyectos editoriales y otros proyectos colectivos,
obtienen becas de investigación y utilizan el correo electrónico durante al menos un par de
horas al día para estar conectado con la comunidad académica internacional.
Su vida cotidiana consiste en convivir con ideas, dondequiera que éstas se
encuentren.
Qué es un intelectual
Ser profesor universitario es un trabajo como cualquier otro. Pero hay quienes
ejercen la docencia como una actividad apasionante. Se trata del Síndrome del Profesor
Obsesivo. El profesor obsesivo es el que siempre hace más de lo esperado.
3. Descentrar el espacio
Evitar un empleo jerarquizado del espacio (si hay un escritorio o una silla al frente,
ignorarlos): si la sesión ocurre en un auditorio, caminar lentamente por los pasillos,
llegar hasta arriba, entrar por una de las filas de asientos, pedir permiso para
caminar entre los asientos, sentarse entre los estudiantes
Dirigir todas las preguntas al grupo en general. Considerar la corporalidad, y
su naturaleza (por ejemplo, ponerse todos de pie mientras se desarrolla la discusión
en lugar de permanecer sentados, etc.)
1. Llegada. Al llegar a otra ciudad, es conveniente preguntar si prefiere tener uno o dos
días (o unas horas) para estar a solas, o si tiene algún plan de actividades propio.
2. Calendario de estancia. También conviene entregarle por escrito una copia del
calendario de actividades que tendrá durante su estancia (incluyendo el tiempo con el
que contará para sí mismo).
3. Logística. Entregar algún tipo de mapa y algunas indicaciones básicas sobre transporte
y costos de algunas cosas.
4. Motivación. Inmediatamente después de que el invitado dé una conferencia o una clase,
es muy importante agradecer su esfuerzo y señalar los elementos más positivos e
interesantes de su exposición.
5. Programa de trabajo. Conviene tener lo más claro posible (de preferencia por escrito)
lo que se espera de la visita, en términos de trabajo, indicarlo en la primera oportunidad
y hacer una evaluación general en la última reunión de trabajo.
6. Alimentos. Llevar al invitado exclusivamente a lugares que el anfitrión conoce y
preguntar al invitado si tiene alguna preferencia particular en cuanto a la comida.
7. Clima. Antes de su llegada, es importante indicar el tipo de ropa que deberá llevar a su
viaje (para calor, lluvias imprevistas, frío, etc.)
8. Contacto. Después de su instalación en el lugar de hospedaje, conviene dar al invitado
los teléfonos de acceso donde pueda localizar al anfitrión y los horarios.
9. Pago. Informar la situación de sus honorarios desde su llegada, y estar al pendiente del
respectivo pago.
10. Enfermedad. Si el invitado se enferma y necesita descanso, darle el tiempo necesario
para su recuperación (y llevarlo a un centro de salud, si es necesario).
Cómo llevar un congreso a casa:
Doce consejos prácticos
Lauro Zavala
Algunos estudios recientes indican que el mecanismo más redituable para el avance
del conocimiento y el intercambio de información actualizada consiste en la participación
de los especialistas (de cualquier campo del conocimiento) en congresos internacionales.
Esta participación puede ser en calidad de ponentes o en calidad de asistentes. En
cualquier caso, lo importante ---señalan estos estudios, realizados en el Instituto de
Matemáticas Aplicadas de la UNAM--- es participar en las animadas conversaciones que el
investigador (o la investigadora) puede sostener de manera informal con los colegas que
trabajan en áreas afines.
Si tomamos en cuenta lo anterior, resulta muy útil organizar congresos
internacionales en los países --como México-- donde los investigadores no siempre
contamos con las mejores condiciones para la investigación.
A continuación señalo, en base a mi experiencia institucional, algunas
consideraciones que debe tomar en cuenta el profesor que decida organizar un congreso
internacional en nuestro país.
Consideraciones preliminares
Calendarización general
La primera necesidad previa a la organización del congreso es el diseño de un
calendario de las actividades que ser necesario realizar, a partir del día mismo en que se
concibe la organización del congreso hasta la fecha aproximada en la que se planea contar
con las publicaciones derivadas del mismo (algunas de ellas pueden aparecer entre dos y
tres años después del congreso).
Este calendario debe incluir las fechas críticas (deadlines) para la realización de
cada una de las actividades estratégicas en la organización del congreso, tales como el
envío de convocatorias al extranjero, el registro de la convocatoria en las revistas
gremiales, la recepción de sumarios (abstracts) de las ponencias, el envío de las respuestas
de aceptación o rechazo de estas propuestas, y el paquete que contiene la reproducción de
las sinopsis que serán distribuidas entre los participantes al iniciarse el congreso.
Una de las primeras consideraciones importantes al organizar un congreso es pensar
en los invitados excepcionales, a los cuales es necesario notificar con muchos meses (o
incluso años) antes de la realización del congreso, con el fin de que puedan asistir. Al
organizar el Sexto Encuentro Internacional Mijaíl Bajtín, los organizadores (Ramón
Alvarado y quien firma estas l¡neas) invitamos a Carlos Fuentes cuatro meses antes del
Congreso, y le resultó imposible participar, pues ya había programado varias otras
actividades para esas fechas, a pesar de que su último libro de crítica está apoyado en la
obra del mismo Bajtín, y por lo tanto mostró un vivo interés por el desarrollo del congreso,
en general.
Consideraciones generales
Desde un principio conviene tener espacio y tiempo para organizar mesas de no más
de tres o cuatro ponentes cada una. Cuando las mesas tienen más de cinco ponentes, ello
resulta demasiado cansado y confuso para todos, sin que haya tiempo para discutir ninguna
ponencia.
Al organizar estas mesas de discusión con la suficiente anticipación, se puede
programar que se realicen varias de ellas simultáneamente. Así se puede dar cabida a mil o
más participantes en el congreso, cada uno de los cuales podrá presentar su trabajo en algún
momento de la semana, y discutirlo con los colegas más próximos a su propio campo de
estudio. De esta manera un congreso en el que haya más de mil ponentes, podría tener una
duración de una semana.
Normalmente hay que pensar en veinte minutos para la exposición y diez minutos
para la discusión de cada ponencia, y nombrar a alguien para que coordine el empleo del
tiempo en cada mesa de discusión. Esta extensión significa no aceptar ponencias que
excedan las seis cuartillas, pues el tiempo de lectura de una cuartilla lleva casi tres minutos,
en promedio, considerando todos los contratiempos que surgen durante las presentaciones
simultáneas.
La función de coordinación interna de cada mesa de discusión la pueden cumplir
algunos profesores invitados, o bien alguno de los participantes de la misma mesa de
discusión. Esta notificación deben hacerla los organizadores mucho antes del inicio del
congreso, pues de otra manera suele haber confusiones, y así resulta más fácil hacer frente a
los cambios de última hora, que siempre es necesario hacer debido a que inevitablemente
varios de los participantes, por diversas razones contingentes, en el último minuto deciden
no asistir al congreso.
La convocatoria deber señalar la extensión de los abstracts (de 150 a 200 palabras,
y que deber ser enviado seis meses antes del congreso); de la segunda versión (alrededor de
1000 palabras o cuatro cuartillas, para ser distribuida entrte los participantes, y que
deber ser enviada seis meses antes del congreso), y la posible orientación temática de las
ponencias. Esto último puede darle un cariz especial al congreso, el cual puede incluso
proponer un tema específico al que todas las ponencias deberán sujetarse.
Por otra parte, deber reservarse en el diseño de las actividades a realizar durante el
congreso --además del tiempo dedicado a tomar los tres alimentos-- un tiempo especial para
las sesiones plenarias, en las que se podrán programar las presentaciones magistrales, o se
discutirán asuntos que interesan a todos los participantes.
También es conveniente, de ser posible, elegir un lugar aislado y agradable, de
preferencia alejado de las grandes ciudades (como la Ciudad de México), con lo cual todos
los participantes se concentran exclusivamente en escuchar y discutir las ponencias. Así,
por ejemplo, el Sexto Encuentro Internacional Mijaíl Bajtín se realizó en la Antigua
Hacienda de Cocoyoc, en el Estado de Morelos.
Difusión
Programa de publicaciones
Comentario final
Lauro Zavala
Bibliografía
Brown, Richard Harvey: A Poetic for Sociology. Toward a Logic of Discovery for the
Human Sciences. Chicago, The University of Chicago Press, 1977
Eco, Umberto & Thomas Sebeok, eds.: El signo de los tres. Dupin, Holmes, Peirce.
Barcelona, Lumen, 1989 (The Sign of Three, Indiana University Press, 1983)
Lacan, Jacques: "Seminario sobre 'La carta robada' " en Escritos 2. México, Siglo XXI
Eitores, 1975, 11-62. Traducción de Tomás Segovia.
Muller, John P. & William J. Richardon, eds.: The Purloined Poe. Lacan, Derrida, and
Psychoanalytic Reading. Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1998.
Lauro Zavala
Depto. Educación y Comunicación
Universidad Autónoma Metropolitana
(UAM) Unidad Xochimilco / 04960 México, DF
Fax 724-5149 Tel 595-8346 / zavala@cueyatl.uam.mx