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INSTRUCCIONES PARA ASESINAR

A UN PROFESOR

Viñetas de la vida académica

Lauro Zavala
ÍNDICE

Presentación

Preámbulo
Epistemología y fundamentalismo en las Torres Gemelas

INVESTIGACIÓN Y DOCENCIA

Investigación sobre la investigación


El TLC y la investigación universitaria
Inflación y conocimiento: un modelo instantáneo
Una modesta proposición
Tener lectores o hacer carrera académica

Aprendiendo sobre la enseñanza


Una clase es puro cuento
Estrategias de docencia
Estilos de docencia
Trabajos de curso

CRÍMENES Y CASTIGOS

La vida cotidiana en las universidades


Ser investigador a pesar de vivir en México
Un asomo a la vida cotidiana en las universidades
Una semana en la vida de un investigador
Un congreso sobre la vida cotidiana en las universidades

Modesta contribución para un bestiario académico


La pura ficción: breve tipología
Retrato de la universidad adolescente
Manual de zoología académica
Ambiciones de un experto local

CRÓNICAS DE VIAJE

Académicos en tránsito: crónicas de congreso


Una semana en Moscú
Oxford en abril
Interdisciplinariedad en Berkeley
Presencia mexicana en Santa Bárbara
Un turista accidental (académico)
Cinco miradas rápidas a la cultura colombiana
Viajes a la civilización centroamericana

Viajes alrededor de una silla de escritorio


Experiencia personal de investigación
Ensayo autobiográfico
Autobiografía bibliográfica
Mi personaje favorito

MANUAL DE INSTRUCCIONES

Coleccionando definiciones
Sobre el infinito placer de leer glosarios
Qué es un académico
Qué es un intelectual
Qué es un profesor obsesivo

Manual de instrucciones
Cómo des-centrar el poder del profesor: 8 estrategias básicas
Cómo atender a un profesor visitante: 10 sencillas lecciones
Cómo llevar un congreso a casa: 12 consejos prácticos
Instrucciones para asesinar a un profesor
Presentación

El objetivo de este volumen es compartir el entusiasmo por vivir en el ámbito


universitario, y contribuir a la construcción de un género múltiple: las crónicas de la vida
cotidiana en las universidades. Este volumen contiene reflexiones, diagnósticos, propuestas
y testimonios de la vida académica, escritos en el lapso de 24 años como respuesta a
diversas invitaciones de revistas, colegas, amigos, editores y algún foro político.
Podría resultar paradójico escribir acerca de la vida académica en un país donde el
porcentaje del PIB que el gobierno federal destina a educación superior es apenas el 0.49%,
mientas que el mínimo recomendado por la UNESCO es el 1.5% (diario La Jornada, 17 de
agosto de 2003). La existencia de este magro presupuesto en el gasto público tiene
consecuencias catastróficas para la producción de conocimiento y el aprovechamiento de
los recursos naturales y humanos, así como para la vida cotidiana y profesional de los
investigadores. Sin embargo, precisamente por estas razones puede ser útil (y tal vez
interesante) mostrar parte de la enorme riqueza y de las inevitables miserias que definen a
las actividades cotidianas dentro de las universidades.
Lo que ocurre en el interior de los salones de clases, en los cubículos de
investigación, en las salas de trabajo durante los congresos de académicos y en el resto de
los ámbitos universitarios es un proceso inevitablemente cerrado (hasta ahora), pero que
tiene enormes repercusiones sociales. Al no existir todavía una masa crítica de
investigadores (con o sin el reconocimiento oficial), los testimonios y las ficciones (en
novela, cuento y cine) acerca de la vida cotidiana en las universidades son géneros
prácticamente inexistentes en el país.
Parece todavía lejano el momento en el que un niño diga: “Cuando sea grande
quiero ser investigador universitario” (a menos que esta afirmación esté acompañada por la
frase “...como mi mamá (o mi papá)”. En una encuesta reciente (diario Reforma, julio de
2003) se mostró que lo que produce mayor felicidad a los mexicanos es (por orden de
importancia) convivir con la familia, ver ganar al equipo favorito (generalmente de futbol)
y bajar de peso. Nótese que estos últimos factores son más aleatorios que el primero. Pero
en la lista de los 20 factores que producen un estado de felicidad no aparecen experiencias
como publicar un artículo en una revista especializada, presentar una ponencia en un
congreso internacional o recibir la invitación de un editor para publicar el libro más
reciente. Me pregunto a qué se debe esta ausencia.
Tal vez se debe a que en México sólo 6 de cada 10,000 habitantes son
investigadores universitarios . Es decir, 1 por cada 1,600 habitantes. En otros países la
proporción es diez veces mayor, y por lo tanto sí existe una tradición de literatura y cine
sobre la vida universitaria. En nuestro país es evidente que ser investigador y profesor
universitario sigue siendo algo excéntrico, especialmente si es un trabajo que se disfruta, se
recibe un intenso placer al realizarlo, y se desea compartir ese placer con los demás.
El lector encontrará en este volumen algunas reflexiones sobre la investigación y la
docencia, instantáneas de la cotidianidad universitaria, diversas crónicas de viajes
académicos realizados por el autor, y algunas instrucciones (o, más exactamente,
recomendaciones) para vivir y no sólo sobrevivir en el mundo académico.
Este libro pertenece a un género híbrido, pues sus materiales se encuentran en el
entrecruce de crónicas de viaje, ficciones desaforadas, microensayos condensados y
ponencias instantáneas sobre el mundo académico. Así, por ejemplo, el texto sobre el TLC
y la educación superior fue un trabajo presentado ante la Comisión Consultiva de la Cámara
de Senadores mientras los integrantes de esta Comisión desayunaban huevos rancheros,
situación que explica por qué esta ponencia es extremadamente breve, directa y propositiva.
Aunque he realizado más de 100 viajes dentro y fuera del país para participar en
diversos congresos sobre semiótica, literatura, cine y filosofía del lenguaje, aquí sólo he
incluido seis crónicas de viajes académicos. Seleccioné aquellas que creo que pueden tener
interés más allá del mundo microscópico de los colegas universitarios. Son las crónicas de
los viajes académicos que hice a Oxford, Berkeley, Santa Bárbara, Moscú, Bogotá y
Guatemala. También el género de las crónicas de viajes académicos es casi inexistente. En
México sólo recuerdo las excelentes Cartas de Harvard del apreciado colega Carlos
Ornelas, que fueron publicadas en 1989 como un suplemento desprendible de la revista
Casa del Tiempo, de la Universidad Autónoma Metropolitana.
El formato común al que pertenecen los textos de este volumen es la viñeta, pues
ahí caben los demás géneros: son apuntes, notas, definiciones, proyectos, imágenes y
retratos. En este formato he incluido toda clase de tipologías, bestiarios y taxonomías sobre
la vida cotidiana en una universidad cualquiera.
Como podrá apreciarse al ver el índice, el título del libro alude al ensayo que cierra
el volumen. Ese trabajo fue presentado como ponencia durante el congreso sobre Crímenes
y Castigos organizado hace varios años por el Centro de Investigaciones y Estudios
Psicoanalíticos, al que fui invitado a participar a pesar de no ser psicoanalista. En ese
trabajo señalo el interés que tiene para la epistemología, la semiótica y la investigación en
general el estudio de las novelas policiacas donde la víctima es un investigador
universitario.
Aunque he propuesto un orden secuencial en estos textos, el libro puede ser leído
empezando en cualquier parte, pues todos ellos tienen una naturaleza fractal. Con ello
quiero decir que cada texto ha sido escrito como parte de un mismo impulso, y es inevitable
que tenga resonancias en los otros textos de la serie.
Por otra parte, la naturaleza de estos materiales es paradójica, pues he adoptado un
tono irónico para tratar temas trascendentales, y un tono serio para describir situaciones
irónicas.
He reunido estos materiales pensando en el tipo de libro que me gustaría leer para
conocer a otros investigadores. Por esta razón también he incluido materiales acerca de mi
propio trabajo. Por supuesto, sobra decir que la sección donde incluyo elementos de un
autorretrato (como parte de esta galería apócrifa) contiene elementos comprobables, y ha
sido expurgada de toda alusión a instituciones educativas concretas.
Es indudable el interés que tiene conocer las ideas, experiencias y opiniones de los
investigadores acerca de la actividad universitaria. Y por supuesto, además de conocer su
vida cotidiana dentro y fuera de las instituciones, también resulta de gran interés conocer
las trayectorias individuales y colectivas de trabajo, pues en ellas está en juego la
posibilidad de construir y difundir el conocimiento.
Si, además, estas notas contribuyen al descubrimiento o la confirmación de una
vocación universitaria, habrán valido la pena. Cualquier parecido con la realidad del lector
no es mera coincidencia. Es parte de una experiencia compartida.
Lauro Zavala
Ciudad de México
Julio de 2006
Epistemología y fundamentalismo en las Torres Gemelas

El mundo contemporáneo todavía está dominado por los fundamentalismos. Los


más evidentes y explícitos son el religioso (en Oriente) y el nacionalista (en Occidente), y
en su nombre se destruyen objetivos estratégicos, se ofrece la propia vida en sacrificio y se
arrastra a la muerte a miles de víctimas inocentes.
En este momento, un fundamentalismo religioso y nacionalista, que actúa creyendo
en la existencia de una única verdad, ha vulnerado a otro nacionalismo, que también está
convencido de la existencia de una única verdad estratégica y militar. Y lo ha vulnerado en
los puntos más estratégicos de carácter financiero, simbólico, militar y familiar.
¿Qué relación tiene todo esto con la epistemología contemporánea? No me refiero a
la manera como se podría explicar este hecho desde la perspectiva de la teoría del caos, el
principio de incertidumbre o la estética de la recepción. Me refiero a la distancia que
todavía existe entre las perspectivas constructivistas (relativizadoras y contextualistas) y las
visiones del mundo que se centran en la fe religiosa. Estas últimas pueden ser reconocidas,
por ejemplo, en el canto de himnos religiosos o nacionalistas, como God Bless America o
su equivalente en México (Si muero lejos de ti), Afganistán o cualquier otra nación que, por
serlo, actúa con una lógica fundamentalista. Lo que quiero señalar es que la lógica
nacionalista está aún trágicamente lejos de una lógica transnacional.
La epistemología contemporánea, es decir, la lógica posmoderna de la tolerancia
ante la diversidad de verdades posibles, propone el reconocimiento y el respeto a la
diferencia (entre culturas, lenguas, contextos, ideologías, perspectivas) y la erradicación de
las desigualdades. Pero el reconocimiento de las diferencias y la desaparición de las
desigualdades es un lujo que ninguna nación se puede dar por sí sola, pues requiere la
construcción de un contexto de igualdad transnacional equivalente (en el terreno de la
epistemología) a la lógica de la investigación transdisciplinaria (todavía muy lejos de
nuestras prácticas universitarias cotidianas, signada por la disciplinariedad y, en el mejor de
los casos, por una mera interdisciplinariedad.
Este ejercicio de intertextualidad hipotética (al extrapolar la lógica del contexto
filosófico al contexto político) nos lleva a reconocer que todavía vivimos en un mundo
donde las naciones actúan a partir de una lógica nacionalista y excluyente, necesariamente
agonística, y no a partir de la construcción de un posible diálogo entre las diferencias
nacionales.
En ese sentido, la tragedia de las vidas inocentes que han sido sacrificadas en la
destrucción de las Torres Gemelas es la parte más visible y dramática de una serie en
cadena de hechos que se han iniciado mucho antes y concluirán mucho después, siempre
dentro de la lógica de los fundamentalismos nacionalistas o religiosos que definen a la
política contemporánea, todavía muy lejana del pluralismo tolerante y posmoderno de la
lógica transnacional.
Aquí tal vez conviene recordar que cuando Japón atacó Pearl Harbor murieron
2 400 norteamericanos, y el ataque obligó a Estados Unidos a entrar a la guerra. Pocos años
después, la guerra terminó cuando el gobierno norteamericano dio la orden de arrojar contra
Japón las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, que produjeron la muerte de 240 000
japoneses. Es decir, que la venganza tardó varios años, pero consistió en la muerte de una
cantidad cien veces mayor a la del ataque japonés.
En síntesis, mientras la epistemología posmoderna propone la internacionalización
del conocimiento y la transnacionalización de valores como el respeto ante lo diferente, la
pluralidad ideológica y el diálogo político entre iguales, la realidad que vivimos en los
albores del siglo XXI no es una donde la vida ajena sea considerada como el bien supremo,
sino el de dedicar la vida propia al servicio de una fe, ya sea de carácter religioso o
nacionalista (o ambos).
Frente a los fundamentalismos de todo tipo, que sostienen la existencia de una
verdad excluyente, la epistemología propone la coexistencia de múltiples verdades, cada
una de ellas perteneciente a un contexto que la justifica. Frente a la razón nacionalista o
religiosa que legitima el sacrificio de la vida propia y ajena, la razón enciclopédica
reconoce el derecho legítimo que tiene todo ser humano a la vida y a decidir el momento de
su propia muerte.
Frente a la razón enfática de los diccionarios, moderna y excluyente, podemos
pensar en la razón enciclopédica, posmoderna y respetuosa de la diversidad.
Mientras la lógica moderna se presenta a sí misma como inevitable y aspira a tener
la razón, en cambio la lógica enciclopédica, como ha señalado el semiólogo Umberto Eco,
sólo aspira a ser razonable. 12 de septiembre de 2001
Cuarta de Forros

El lector encontrará en este volumen algunas reflexiones sobre la investigación y la


docencia, instantáneas de la cotidianidad universitaria, diversas crónicas de viajes
académicos realizados por el autor, y algunas instrucciones (o, más exactamente,
recomendaciones) para vivir y no sólo sobrevivir en el mundo académico.
El formato de estos textos es la viñeta, pues ahí caben los demás géneros: son
apuntes, notas, definiciones, proyectos, imágenes y retratos, lo cual permite incluir
tipologías, bestiarios y taxonomías sobre la vida cotidiana en una universidad cualquiera.
El título pertenece al ensayo que cierra el volumen, donde se señala el interés que
tiene para la epistemología, la semiótica y la investigación en general el estudio de las
novelas policiacas donde la víctima es un investigador universitario. La naturaleza de estos
materiales es paradójica, pues se adopta un tono irónico para tratar temas trascendentales, y
un tono serio para describir situaciones irónicas.

Lauro Zavala es investigador en la Universidad Autónoma Metropolitana, en la Ciudad de


México, desde 1984, y profesor en la División de Posgrado de la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Pertenece al Sistema Nacional de
Investigadores desde 1994. Ha publicado diversos libros de investigación en México,
España, Colombia y Guatemala. Su libro más reciente es Cartografías del cuento y la
minificción (Renacimiento, Sevilla, 2004).
El TLC y la investigación universitaria en México

Lauro Zavala

Esta intervención será breve por ser el último participante de esta mesa, pero
también porque el campo original de mi trabajo de investigación es la narrativa breve. Lo
que sigue son las conclusiones de una argumentación más extensa.
Las políticas de investigación universitaria son un tema neurálgico y muy sensible,
pues todo investigador está involucrado en la materia y tiene una opinión propia. A
continuación propongo una agenda para la discusión del posible impacto del Tratado de
Libre Comercio de América del Norte en la investigación universitaria en México. Mi
propuesta consiste en distinguir el impacto positivo y el negativo, para concluir señalando
algunas medidas que convendría tomar en el futuro próximo.
Lo que señalo a continuación como impacto del TLC no son fenómenos que deban
su existencia exclusivamente al Tratado. Sin embargo, estos fenómenos se han
intensificado o acelerado durante los últimos cinco años.
Nos ha reunido aquí la pregunta por el impacto del Tratado sobre diversos campos.
Pero esta pregunta también puede ser revertida, al menos en este caso. ¿Cuál es el impacto
de la investigación en el TLC? Al responder podríamos determinar cómo la investigación
ha contribuido y podría seguir contribuyendo a aprovechar las oportunidades ofrecidas por
el Tratado, y también a contrarrestar sus riesgos.

Impacto Positivo: La firma del TLC ha fomentado la investigación universitaria de


carácter competitivo a nivel internacional

De acuerdo con el Sistema Nacional de Investigadores, la mayor parte de la


producción académica del país se genera en las universidades públicas. Tan sólo en la
Universidad Nacional se genera más del 50% de la investigación producida en el país.
El impacto que ha tenido el clima de competencia internacional ha producido
cambios sustanciales en al menos las siguientes áreas de la investigación:
 Nuevas estrategias para la evaluación y el reconocimiento del trabajo de los
investigadores, como la creación de premios y estímulos a la investigación. Estas políticas
no son estructurales, pues las becas son temporales y están condicionadas, no se han
integrado de manera permanente al salario de los investigadores, y han generado un clima
que no siempre es el idóneo para el trabajo en equipo
 Creación de políticas de apoyo a la investigación de campos nuevos, emergentes
o marginados, como la creación de becas de investigación a proyectos seleccionados por el
Conacyt. Estas políticas también tienen una naturaleza temporal, aunque apoyan la
investigación en provincia y la formación de investigadores jóvenes
 Apoyo a la existencia de revistas académicas de investigación con carácter
competitivo. Esta política editorial se ha enfrentado a la ausencia de una masa crítica de
investigadores en el país, aunque ha fomentado la existencia de revistas colgadas en
internet
 Nuevos mecanismos para la formación de investigadores, como la creación de
nuevos reglamentos de posgrado, donde se empieza a adoptar una estructura tutorial y una
política de fomento a la actualización permanente del personal académico

Impacto Negativo: La firma del TLC también ha traído consigo un alto costo
social en el interior de las universidades públicas

Durante los últimos meses ha ocurrido en el país un acontecimiento de carácter


educativo cuyas causas están ligadas al TLC y cuyo efecto en las políticas de investigación
se podrán observar durante los próximos años. Me refiero a la actual crisis de la
Universidad Nacional, cuyas reformas internas producidas durante los años recientes están
ligadas a la posible vinculación entre la investigación y la planta productiva.
En este contexto, la aprobación en el Consejo Universitario del Nuevo Reglamento
de Pagos y la subsecuente crisis institucional que aún no concluye son sintomáticos de la
necesidad de adoptar cambios aún más profundos para satisfacer las exigencias de la
competitividad internacional sin detrimento de una tradición de acceso a la educación
superior para todo aquel que demuestre su capacidad académica, independientemente de su
condición económica.
En la Universidad Nacional se ha conservado la separación institucional entre
investigación y docencia. Mientras la investigación se realiza básicamente en los centros e
institutos, la docencia para la formación profesional se imparte exclusivamente en las
escuelas y facultades. Esta separación artificial debida a su naturaleza masiva da a la
Universidad Nacional un perfil estructuralmente equivalente a los colleges norteamericanos
(de perfil vocacional) y está muy alejada del modelo propiamente universitario, surgido
hace 500 años en el centro de Europa, donde investigación y docencia están íntimamente
ligadas.
Tomando en cuenta lo anterior, es posible pensar que a mediano plazo el impacto
del TLC en la Universidad Nacional lleve a la necesidad de adoptar una fragmentación de
la Universidad en varios subsistemas y en diversos campus, como ya ocurrió en la
Universidad de la Sorbonne en Francia, donde se detuvo un proceso de masificación con el
fin de conservar la integración de investigación y docencia. O bien, se podría adoptar una
política interna similar a la del sistema universitario del estado de California en los Estados
Unidos, donde existen dos tipos de campus: aquellos en los que hay profesores-
investigadores (UC) y aquellos en los que sólo hay profesores (Cal State).
Por otra parte, aquí se podría recordar la experiencia de la Universidad Autónoma
Metropolitana en la Ciudad de México, que fue creada hace 25 años con una política
interna que le permite regular la población estudiantil desde los mecanismos de ingreso.
Esta estrategia está acompañada por una efectiva política de titulación de egresados y por
mecanismos de enseñanza que tienen como prioridad la formación de investigadores.
En lo relativo a la formación profesional, el impacto del TLC a largo plazo tal vez
se podrá observar en la adopción de nuevas modalidades de enseñanza, más funcionales en
el nuevo contexto de masificación y acceso a nuevas tecnologías, como la universidad
virtual y la universidad a distancia.

Conclusión

El TLC requiere una reasignación del presupuesto federal y la creación


de una cultura de la investigación

Tal vez esta nueva cultura de la investigación podría tener un impacto realmente
medular en las políticas de la universidad pública en el país, trascendiendo su actual
carácter provisional. Y tal vez ello podría empezar cuando se logre que el presupuesto
asignado por el gobierno federal para la investigación universitaria rebase el 0.4% del PIB
y alcance el mínimo de 1.5% recomendado por la UNESCO.
Mientras el presupuesto para la investigación ---y, en general, para la educación
superior--- siga estando rezagado en relación con las necesidades estructurales del país,
los esfuerzos por generar una masa crítica de investigadores de nivel internacional seguirá
siendo una asignatura pendiente.

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Impacto Positivo
Fomento a la investigación de carácter competitivo a través de:
-- Reconocimiento al trabajo de los investigadores
-- Investigación en campos nuevos, emergentes o marginados
-- Revistas académicas de calidad internacional
-- Nuevos mecanismos para la formación de investigadores

Impacto Negativo
Alto costo social en el interior de las universidades públicas
Crisis en la Universidad Nacional

Opciones
Vinculación entre investigación y docencia
Fragmentación en subsistemas y campus
Universidad virtual y a distancia

Conclusión
Alcanzar el 1.5% del PIB para investigación
Crear una genuina cultura de la investigación

Texto presentado en el Senado de la República durante el Foro de Consulta para


Evaluar el Impacto del TLC, 29 de septiembre de 1999
Inflación y conocimiento:
un modelo instantáneo

Lauro Zavala

El deslizamiento de la moneda es una metáfora que tiene sentidos distintos cuando


observamos su pertinencia para explicar lo que ocurre en los terrenos de la economía, la
epistemología y la moral.
Desde hace al menos una década tomamos como un hecho incuestionable y como el
centro de numerosos discursos sobre la contemporaneidad la ausencia de un centro
financiero y cultural. Sin embargo seguimos necesitando el concepto de centro, porque sin
él difícilmente podemos hablar de norma, ruptura y reconstrucción de sentido. Es por eso
que utilizamos términos tan familiares y a la vez polisémicos como multiculturalismo; tan
ubicuos como desconstrucción, o tan metafóricos como laberinto, hasta llegar a una
inflación semántica que termina por volverlos casi intercambiables entre sí. Su valor de
cambio sólo se renueva al transitar a través de distintos discursos. ¿Pueden estos términos
ayudarnos a explicar las permanentes devaluaciones de las que somos víctimas y cómplices
involuntarios? Veamos lo que ocurre al pasar de la economía al discurso cultural y
científico.
Una explicación de este fenómeno lingüístico (la necesidad de nuevos sentidos
paradójicos derivados de la palabra centro) tendría que empezar por reconocer que
precisamente en los llamados países económicamente periféricos la moneda es deslizante.
Por supuesto, debe recordarse que la metáfora se refiere a un deslizamiento en una
pendiente, es decir, a un estado de ajuste permanente, interminable y muchas veces
incontenible. Este deslizamiento está ligado a la ausencia de un centro geográfico,
financiero y cultural, que tendría un carácter estable, predecible y constante. Todo
deslizamiento contrasta con una devaluación, pues éste consisite en el súbito
reconocimiento de la necesidad previa de haber adoptado un ritmo de deslizamiento más
rápido que el realmente existente.
Pero lo interesante del fenómeno del deslizamiento de la moneda es la existencia de
un paralelismo entre este deslizamiento financiero y otro de carácter cultural. A partir de
este modelo metafórico podemos observar, por ejemplo, cómo en los países que no son
culturalmente periféricos hay un deslizamiento constante de las normas sociales. Y esto no
sólo se refleja en el plano lingüístico sino también jurídico y, por supuesto, en el terreno de
la moral. Tal vez ésta es la razón por la que, además de haber dejado de hablar de un centro
único, también se ha dejado de hablar de crisis. La crisis es el sustrato del nuevo estado
normativo, pues sólo en la crisis sistémica las pequeñas crisis cotidianas empiezan a ser
invisibles y son ya consideradas inconscientemente como parte de una normatividad
inadvertida.
Y sin embargo hay un terreno donde las crisis siguen teniendo una naturaleza
realmente excepcional, y por lo tanto son visibles y determinantes para el desarrollo del
sistema. Es el ámbito de la investigación universitaria, donde las verdaderas crisis suelen
ser epistemológicamente productivas. Aquí, cuando un estudio sistemático propone un
nuevo modelo de explicación que resulta convincente para la comunidad, su presencia
equivale a una devaluación conceptual, es decir, a la súbita toma de conciencia de la
relación entre la interpretación normativa y las prácticas emergentes de interpretación.
En este espacio excepcional, donde una crisis todavía tiene un carácter
efectivamente crítico, el gradiente de sorpresa causado por cada nuevo paradigma
desencadena una serie de consecuencias en la misma comunidad académica que incluyen su
incorporación al horizonte de discusión, y su apropiación por otros investigadores (y más
adelante por los maestros y los estudiantes, hasta llegar a sedimentarse en el sentido
común) en un espacio de circulación que está sometido a las reglas de su propio mercado
simbólico. La ruptura previa pasa entonces al centro de la discusión.
La existencia de este ámbito confirma, por contraste, la necesidad de un centro para
nuestros discursos y para nuestros ambientes de convivencia y de trabajo. Los
deslizamientos semánticos de términos como ley, norma y centro son sólo una ilusión
óptica producida por las condiciones a las que nos somete el deslizamiento monetario. En el
centro de todo se encuentra nuestro deseo de vivir en un futuro que ya se encuentra en el
presente inmediato.
Una modesta proposición
para apoyar la investigación universitaria

A continuación ofrezco algunas propuestas que están pensadas teniendo en mente


las áreas de ciencias sociales y humanidades, si bien todas estas propuestas podrían apoyar
la investigación en cualquier otra área.

1. Con el fin de apoyar la graduación de quienes han terminado sus estudios de doctorado,
sería conveniente ofrecer becas a egresados de los programas de doctorado con el fin
de que éstos escriban sus respectivas tesis; estas becas podrían tener una duración de un
año (como ocurre en el primer mundo) y su monto sería el equivalente al salario íntegro
del candidato.
2. Organizar encuentros entre tesistas por áreas del conocimiento, con la posibilidad de
publicar adelantos de la tesis, lo cual contribuye a que el investigador avance en su
investigación.
3. Crear categorías permanentes superiores a Titular C para los investigadores que hayan
obtenido más de 100 000 puntos, o por tercera, sexta o décima ocasión el Nivel C de la
Beca de Permanencia.
4. Crear el perfil de Editor Universitario como una plaza especial de Tiempo Completo.
5. Formar y actualizar (en los programas de posgrado del país y el extranjero) al personal
que tiene la responsabilidad de la producción editorial de la universidad.
6. Facilitar (en términos de recursos técnicos y humanos) la automatización de la
información sobre los acervos de las bibliotecas y hemerotecas de la UAM y del resto
del sistema universitario nacional, con el fin de publicar regularmente informes sobre
las adquisiciones recientes, distribuidas por áreas departamentales.
7. Generar mecanismos de difusión y distribución de las publicaciones universitarias
especializadas en investigación producidas en la UAM. Un mecanismo idóneo es el
establecimiento del apoyo logístico (secretarial y del área de correo) para establecer
intercambio con otras publicaciones especializadas en el resto del mundo.
8. Distribuir entre los investigadores vales similares a los de la librería y la tienda para
adquirir materiales de papelería, fotocopias y otros insumos necesarios para el trabajo
de investigación.
9. Fomentar entre los investigadores la organización de encuentros internacionales de
especialistas por medio de los siguientes mecanismos:
a) Creación de una instancia de apoyo dedicada exclusivamente a facilitar el trabajo
administrativo que no es competencia directa de los investigadores que organizan el
congreso (pagos, cobranzas, convenios de coedición e intercambio académico,
etcétera.).
b) Incorporación en el tabulador del reconocimiento a la organización de encuentros
despartamentales, regionales, nacionales, interinstitucionales e internacionales.
c) Establecimiento de convenios interinstitucionales con el fin de publicar
compilaciones de los trabajos derivados de los congresos organizados por la UAM,
con el apoyo de la Coordinación de Extensión Universitaria.
10. Crear un equipo de producción audiovisual de la UAM que de manera sistemática
produzca materiales de apoyo didáctico y de divulgación, tales como los que se indican
a continuación.
a) Registro de conferencias magistrales presentadas por los especialistas durante los
congresos y encuentros organizados por la UAM.
b) Producción de entrevistas a profesores invitados, editadas en video con fines
educativos, para ser incorporadas como apoyo a los programas de actualización de
docentes y estudiantes de posgrado.
c) Edición audiovisual de los materiales anteriores con el fin de difundir éstas y otras
actividades de la UAM en los canales de televisión cultural y universitaria del país.
d) Producción de spots publicitarios de las publicaciones de la UAM, para ser
distribuidos en los canales de la televisión cultural.
e) Creación de un programa permanente de producción de materiales educativos
audiovisuales, para su venta en librerías, universidades y centros comerciales.
11. Establecer convenios con bancos y otros instancias pertinentes para que el personal
académico adquiera vivienda (privilegio al que ahora sólo tienen acceso los
trabajadores administrativos). Agosto1993
Tener lectores o hacer carrera académica

Se trata, claro, de una falsa disyuntiva, porque se puede aspirar a tener ambos.
Para algunos investigadores es importante publicar en espacios periodísticos, pues
así se tiene una presencia social que jamás se tendría al reservarse a la experiencia en
revistas especializadas.
En los países donde la investigación no es una actividad prioritaria, como el nuestro,
los investigadores se ven obligados a la dispersión profesional, es decir, a realizar
simultáneamente diversos trabajos además de la investigación: traductor, guionista y
colaborador en revistas culturales, entre otros.
Aunque es arbitrario emitir generalizaciones sin un apoyo estadístico, al parecer en
México los periodistas forman grupos con intensa vida social, no necesariamente alrededor
de un único espacio de publicación (suplementos y revistas culturales). Los escritores, por
su parte, tienen mayor proximidad que los investigadores con esta gregariedad, si bien
suelen estar aglutinados alrededor de revistas intelectuales. Los investigadores suelen ser
más individualistas, distanciados y competitivos.
Pero además, el investigador en humanidades resiente la escritura de su trabajo
doctoral como un obstáculo para su carrera profesional. Como lo señaló el Dr. Salvador
Malo (Secretario Académico del Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México)
durante el Encuentro Nacional de Estudios de Posgrado realizado en la Universidad
Veracruzana el 6 de noviembre de 1991: en ciencias sociales y humanidades el tiempo
dedicado a la elaboración de la tesis doctoral es un tropiezo en el desarrollo intelectual de
un investigador, lo cual es muy diferente de lo que ocurre en las ciencias naturales y las
ingenierías.
La comunidad de investigadores y especialistas en literatura, humanidades y
ciencias sociales ha manifestado en diversas ocasiones lo arbitrario de presuponer que la
posesión de grados y posgrados es un criterio de validación más importante que la calidad
de las publicaciones y de la producción de investigación en general. Todavía en nuestro
país el SNI (Sistema Nacional de Investigadores) y el CONACYT (Consejo Nacional de
Ciencia y Tecnología) consideran como investigador exclusivamente a quien posee el grado
de doctor y no a quien realiza investigación especializada de prestigio internacional en su
campo profesional.
La adopción de estos criterios burocráticos y cuantitativistas es necesariamente
suicida, al estar aunado a las trabas que algunas instituciones de educación universitaria
crean para la obtención del doctorado, exhibiendo un orgullo institucional por la escasa
proporción de egresados y graduados de sus programas.
A pesar de que el SNI y el CONACYT adopten esta lógica suicida, el investigador
universitario siempre tiene la opción de publicar los resultados de su investigación
simultáneamente en las revistas especializadas de circulación restringida (que sólo son
citadas por el siguiente experto en un tema especializado) y también en revistas y
suplementos culturales de circulación nacional e internacional.
Así, a pesar de las políticas burocráticas adoptadas oficialmente por las instituciones
nacionales de bloqueo académico, es posible tener lectores y también hacer una carrera
académica.
Una clase es puro cuento

Es posible reconocer algunas similitudes entre el proceso de impartir una clase y el


proceso de escribir un cuento.
Una clase es puro cuento. Es decir, una clase en un curso de literatura (o de
cualquier otra materia) comparte con el cuento varias características, que señalaré a
continuación.
Una clase, como la lectura de un cuento, tiene una duración de media hora a dos
horas, que corresponde a la extensión convencional indicada por el texto canónico de Poe
en 1842.
Una clase es buena no sólo por lo que aprendemos, sino que lo aprendemos porque
logra el tono justo para que lo aprendamos. Como en el cuento, ese tono puede ser más
determinante que la materia misma para lograr un efecto en nosotros y también para que la
disfrutemos. Este tono puede ser más importante que si la clase se organiza como una aria
(dominada por una sola voz) o si la clase se organiza como un grupo polifónico (donde
todas las voces se escuchan en distintos momentos).
Una buena clase tiene diversas epifanías, como el cuento moderno. O puede ser
fractal, como el cuento ultracorto, que contiene muchos universos en su interior, más
aludidos que desarrollados. El estudiante los desarrollará por su cuenta al explorar los
temas que le interesan, y al descubrir, fuera de la clase, nuevas visiones (propias de la
novela).
Una clase es como un cuento, pero la vida de cada estudiante, y su relación con
otras clases y otras cosas, es como una novela.
Una conversación informal, una visita al museo, una tarde en el cine o una sesión
amorosa con la pareja pueden ser experiencias similares a la lectura de un cuento. Pueden
tener un inicio y un final precisos (como en un cuento clásico) o confundirse con lo que
ocurrió antes y después (como en un cuento moderno). Pueden ser hechos memorables y
epifánicos (como un cuento clásico) o fragmentarse en la marea de la memoria (como en el
cuento moderno). Pero siempre tienen un tono específico.
Esto significa que a estas experiencias las recordamos con una imagen concreta, y
están inmersas o ligadas a estados de ánimo determinados. Esta atmósfera puede ser lo que
recordamos de ellas (como en un cuento moderno), o bien pensamos en la secuencia de
acontecimientos que empiezan y terminan en un momento preciso, y nos llevan a formular
alguna hipótesis acerca de su importancia personal (como ocurre de manera implícita en un
cuento clásico).
Un curso es como una serie de cuentos, todos ellos con cierto aire de familia, como
ocurre con los cuentos que son reunidos en un libro.
Dar o tomar una clase es como escribir o leer un cuento. El profesor escribe y los
estudiantes leen. El profesor adopta un tono y un ritmo específicos, crea una atmósfera y
determina dónde comenzar y cómo concluir. Los estudiantes se interesan sólo por lo que les
parece más importante o interesante, y recordarán imágenes que no están en sus apuntes de
curso.
Porque en una clase, como en un cuento, lo más importante sólo está aludido,
depende del lector, está fuera del texto y está en función de lo que cada estudiante hará por
su cuenta.
Estrategias de Docencia en Humanidades

Es posible distinguir distintas estrategias en la docencia universitaria. Sin embargo,


las siguientes son las más destacadas. Las primeras dos (Conferencia Magistral y
Participación Espontánea) son las más comunes, y tienen como fin transmitir el
conocimiento adquirido. Generalmente se combinan (de manera secuencial o simultánea)
durante la misma sesión de trabajo. En ambos casos se pone el énfasis en el conocimiento
existente sobre el tema de cada clase, no en los métodos para llegar a ese conocimiento (o
para llegar a un conocimiento nuevo). El profesor hace una investigación acerca del tema
de la sesión, pero el único fin de esa investigación es la transmisión de conocimientos ya
existentes. La sesión es el momento terminal de la investigación (no tiene un fin ulterior al
mismo curso en la formación profesional del estudiante). Su riqueza depende de los
conocimientos del profesor, de su claridad de exposición, de su habilidad para responder
satisfactoriamente a las preguntas que se le formulen durante la sesión, incluso de su
carisma personal. Son estrategias que se apoyan fuertemente en los juicios de valor del
docente.
La tercera estrategia (Métodos de Análisis para la Investigación) tiene como
objetivo formar investigadores. La calidad de estas sesiones depende de la experiencia del
docente como investigador, y de su capacidad para transmitir la riqueza de esa experiencia.
El curso entonces consiste en la presentación de uno o varios métodos de análisis que
podrán ser utilizados por el estudiante en su desempeño futuro como investigador
profesional.
Las estrategias siguientes están orientadas a formar o actualizar docentes. La
penúltima de las señaladas (Métodos de Análisis para la Docencia Tradicional) consiste en
mostrar cómo es posible mejorar las estrategias de la Conferencia Magistral y la
Participación Espontánea.
La última de las estrategias señaladas (Métodos para la Docencia Participativa)
presupone que la mayor riqueza que existe en le salón de clases se encuentra en los
estudiantes, y la función del docente (y del futuro docente profesional) consiste en
propiciar (educere) que esta riqueza se desarrolle gracias a las actividades realizadas como
parte del curso. Esta estrategia es muy poco practicada (o incluso imaginada), a pesar de ser
la más provechosa de todas y la más satisfactoria para docentes y alumnos, así como para
los futuros docentes (y sus alumnos).
Es necesario señalar que en el país prácticamente no existe una tradición de
docencia para la docencia, y menos aún de investigación de métodos para la docencia
(literaria). Todos los profesores inician su propia carrera (como docentes) imitando los
métodos tradicionales que observaron en sus maestros. Y muchos de ellos continúan
utilizando exclusivamente esos métodos, alejando a los estudiantes de estrategias más
participativas.

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Métodos de Docencia en Humanidades

Humanismo Erudito:
1) Conferencia Magistral (CM)
2) Diálogo Espontáneo (DE)

Análisis:
3) Análisis para la Investigación (AI)
4) Análisis para la Docencia
4a) Docencia Tradicional (ADT)
(Conferencia y Diálogo)
4b) Docencia Participativa (ADP)
(Participaciones Sistemáticas)

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CM / DE / ADT = Métodos centrados en lo que sabe el docente y en sus juicios de valor


AI = Método centrado en lo que sabe el docente y en su experiencia de análisis
ADP = Reconstrucción sistemática colectiva de la experiencia estética individual

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Estilos Generales de Docencia

Un docente es quien practica el arte de propiciar que el estudiante acceda al


conocimiento. A partir de esta definición, es posible reconocer la existencia de al menos
dos grandes tendencias en las estrategias de la docencia universitaria. En todos los casos es
necesario el establecimiento de algún tipo de complicidad con el grupo para que la docencia
sea efectiva.

Docencia Nomotética. Está centrada en el canon de obras, textos y métodos.


Orientada a difundir lo que otros han investigado. Sistematizada de manera didáctica,
ordenada, programada y puntual. Basada en el reconocimiento de las normas, las
definiciones, los ejemplos, las aplicaciones. Las estrategias más frecuentes de esta
tendencia son la conferencia magistral, la presentación canónica y el análisis irrepetible.

Docencia Historiográfica. Está centrada en el contexto del proceso de


investigación del docente (y del estudiante). Orientada a crear un espacio en el que cada
participante produzca su propia investigación. Tiende a apoyarse en el pensamiento
divergente, la libre asociación de ideas, las interpretaciones propias, el debate entre autores.
Está basada en el examen de las normas y su justificación. Las estrategias más frecuentes
de esta tendencia son el diálogo didáctico, el análisis modélico y la presentación
participativa.

Todos los estudiantes están familiarizados con estas estrategias de docencia, y cada
una de ellas tiene diversos contextos en los que resulta pertinente. La docencia, entonces, es
también el producto de una constante negociación entre el proceso de investigación del
docente y el de los estudiantes.
Una tipología de los trabajos de curso

Al concluir los cursos universitarios en ciencias sociales y humanidades el


estudiante debe entregar un trabajo final. Estos trabajos pueden pertenecer a alguna de las
siguientes categorías:

El ensayo es un trabajo que tiene consistencia académica por la puesta en escena de


la subjetividad del autor, es decir, por su visión acerca del tema estudiado. En él se pone en
práctica un sistema de juicios de valor, y es un ejercicio de la capacidad crítica del autor.

La investigación académica, en cambio, se distingue por la exhaustividad


bibliográfica de las fuentes existentes, y por la propuesta de un conocimiento original en la
frontera de la disciplina estudiada. Este tipo de trabajo se apoya en el análisis y la
utilización de una teoría específica. Su consistencia académica depende de la metodología
utilizada o diseñada ex professo, y tiene una naturaleza altamente intertextual, es decir, es
realizada como resultado del conocimiento de una tradición académica de estudios sobre
una materia, con la cual establece un diálogo explícito.

La crítica-ficción es una trabajo en el que se narra la experiencia de lectura y le


descubrimiento de un conocimiento nuevo por parte del autor.

La crónica de la lectura de los materiales estudiados en el curso es un relato en el


que se reflexiona acerca de las ideas y conceptos de la disciplina, y tiene también un
carácter personal.

En cualquier caso, todo trabajo final es un ejercicio próximo a la experiencia de


investigación profesional, y resulta conveniente que sea expuesto, como en un congreso,
para ser discutido con los demás participantes del curso.
Así, todo curso centrado en la experiencia de investigación, debe concluir con una
especie de congreso interno donde participan todos los estudiantes con los resultados de sus
investigaciones individuales.
Ser investigador a pesar de vivir en México

¿Cuáles son las condiciones que determinan que en México el acceso a la práctica
de la investigación y la docencia tengan una estructura competitiva y no cooperativa?
Una posible respuesta está en la dimensión religiosa de la tradición cultural. De
hecho, aquí se suman dos tradiciones: la lógica de la culpa, heredada de la tradición católica
(que nos hace pensar que no somos merecedores de nada; de ahí se deriva, por ejemplo, la
idea de que en México no podemos producir teoría) y la lógica de la muerte, heredada de la
tradición precolombina (que nos hace pensar que estamos condenados a la nada de
antemano).
En esta rica tradición cultural, los más importantes deportes siguen siendo, sin duda,
las guerras floridas (como forma de suicidio ritual y colectivo bajo la forma de congresos
académicos) y el popular juego de pelota (también conocido como reuniones de área, donde
el que participa siempre sale perdiendo).
Frente a estas nobles tradiciones, sin embargo, hay quienes cometen herejía y
prefieren la elegancia natural del patinaje sobre hielo (cuya lógica consiste, simplemente,
en perseguir el conocimiento por el placer que produce su descubrimiento).
La vida cotidiana en UAM-X

¿Cómo es la cotidianidad de una clase en la UAM Xochimilco?


Podríamos tomar un día cualquiera en la carrera de comunicación. Los grupos de
estudiantes se acaban de organizar, y deben tener 25 estudiantes cada uno.
En la UAM-X hay cerca de 500 salones de clase, sin contar los talleres de diseño y
los laboratorios de las carreras biológicas. Alrededor de 1000 profesores atienden a casi
14 000 estudiantes.
El área de concentración del sistema modular permite que los estudiantes trabajen
en su tesis con un docente que coordina el trabajo del grupo y que también coordina el
apoyo de otros docentes a lo largo del año, cada uno de los cuales imparte diversos cursos
complementarios.
El docente cumple varias funciones cotidianamente (Nota de 2001: Estas notas
tienen ciertas coincidencias con un texto recientemente publicado en México: cf. El
maestro ideal de Earl Pullas y James Young, México, Pax, 1999):
Es un administrador: coordina los recursos disponibles
Es un líder: toma decisiones que afectan a todo el grupo de estudiantes
Es un provocador: formula preguntas socráticas dirigidas a los estudiantes
Es un organizador: coordina las participaciones de cada uno, integrándolas a la
discusión general
Es un mediador: hace accesibles los textos especializados para que sean asimilados
por sus lectores
Es un conferenciante: presenta ideas propias y de otros, explica conceptos y sus
respectivos contextos, lleva al grupo hacia objetivos comunes, enfatiza aquello que puede
ser más relevante para proyectos particulares de los participantes
Es un actor: cumple varias funciones durante una sesión de trabajo
Es un informador: ofrece referencias actualizadas o relevantes en donde la
curiosidad de cada estudiante puede ser satisfecha o tal vez incrementada
Es un entrenador: actúa de manera similar a lo que hace un colega profesional en
contextos específicos de trabajo, creando un simulacro de interacción profesional entre los
estudiantes
Es un modelo: su conducta académica, su honestidad intelectual, su imaginación,
creatividad, profundidad de conocimientos y amor por el trabajo pueden servir como
referentes de lo que se espera del trabajo académico de sus propios alumnos a lo largo del
curso, y aun después, durante su vida profesional
Es un colega: interactúa con otros colegas docentes e investigadores, y ocupa un
lugar específico en la comunidad universitaria, definido por su estilo de trabajo, su campo
de conocimientos y su propia personalidad
Es un investigador: conoce y disfruta su materia, está en permanente proceso de
actualización, publica con regularidad en las revistas de su especialidad, siempre tiene en
proceso uno o varios proyectos de escritura, individuales o colectivos
Es un ciudadano: expresa con libertad su visión del mundo y propicia que los
estudiantes expresen la suya, sin coartar su libertad de expresión, en un clima de diversidad,
propiciando el debate sistemático y racional
Es un difusor: difunde entre sus estudiantes toda la información que puede propiciar
la creatividad en el desarrollo de sus proyectos
Es un tutor: atiende las necesidades específicas de cada proyecto, señalando la
manera como se inscribe en los intereses comunes a todo el grupo de alumnos
Es un ser humano: tiene fallas, pero ante todo ama a su trabajo, y ésa es la razón por
la que dedica a realizarlo.
Una semana en la vida de un investigador

Las notas que siguen muestran el ritmo de trabajo de un investigador común y


corriente.
Lunes. Toda la mañana ocupada en el trámite de la visa para salir a Washington
como parte de la investigación sobre museografía en la UNAM (¿será cierto que después
del congreso de la UNAM llovió presupuesto para la UAM?). Mientras transcurre el
trámite, lectura del más reciente trabajo sobre narrativa posmoderna en Poetics Today
(fotocopia del ejemplar que llegó a la UAM Xochimilco como promoción). Por la tarde,
lectura y discusión del artículo sobre el espectador de cine en el Seminario de Poética del
Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM (¿por qué en el país sólo existe una
revista dedicada a la teoría literaria?). En el camino, comprar el regalo para la familia que
vive en Estados Unidos (¿cuánto tiempo tendrá que esperar antes de obtener el doctorado,
ingresar al SNI o emigrar a Filadelfia?). El trabajo presentado en el seminario es bien
recibido y será publicado en la revista del seminario.
Martes. Por la mañana, sesión de trabajo con los estudiantes de análisis
cinematográfico. La discusión lleva a esbozar el diseño de un modelo que articula ética y
estética en el cine posmoderno. Más adelante formará parte del libro de texto en
preparación. Por la tarde, reunión informal para celebrara el tercer aniversario de la revista
universitaria acerca de las actividades académicas. Alguien del público pregunta: ¿qué
ocurre dentro del salón de clases? Es una buena pregunta, que podría dar lugar a un libro de
viñetas de la vida académica. (¿Alguien estará lo suficientemente interesado como para
levar adelante este proyecto?).
Miércoles. Reunión con los integrantes del área de investigación. Discusión de los
proyectos de investigación los nuevos integrantes. Empieza a aparecer en el horizonte la
posibilidad de reunir los trabajos de todos los integrantes en un libro colectivo. Por la tarde,
cuatro horas trabajando en la fotocopiadora para armar el paquete de textos del seminario
sobre Transdisciplinariedad en las Ciencias Sociales. (¿Cómo podría agilizarse este proceso
mecánico que siempre debe sufragar el mismo profesor?).
Jueves. Continuación del seminario sobre análisis cinematográfico. Discusión sobre
intertextualidad y metaficción, que dará lugar a una ponencia en el congreso internacional
de retórica. Por la tarde, visita a la odontóloga, quien es egresada de la UNAM y también se
interesa por la metaficción. (¿Cómo podría propiciarse una interacción interdisciplinaria
que no fuera tan azarosa?). Discusión casual con colegas en los pasillos acerca de las
distinciones entre individuo y sujeto en la cultura contemporánea. (¿Siguen siendo éstas las
discusiones más productivas en el ámbito universitario?)
Viernes. Por la mañana, participación como sinodal en el examen profesional de
una alumna de comunicación acerca de las posibilidades del video (la pregunta más
importante: ¿cuánto tiempo habrá que esperar para que en México se cuente con una buena
videoteca?). Reunión de trabajo con el grupo de alumnos del Área de Concentración:
encuentro para evaluar la experiencia de trimestral y organizar el trabajo del próximo
módulo. Fotocopiar la ponencia sobre Carlos Fuentes que será presentada en Mississippi,
así como engargolar el manuscrito del más reciente libro (270 páginas, siete años de
investigación). Por la tarde, reunión con el equipo interdisciplinario de investigación sobre
el discurso museográfico. La proximidad de las fechas septembrinas llena al equipo de
espíritu festivo, y deciden terminar la reunión una hora antes de lo acostumbrado. Llegan
las pruebas del libro colectivo.
Sábado y domingo. Después de una semana de intensa actividad organizativa, llega
el momento de la verdadera investigación, es decir, de poner los codos sobre la mesa y
ponerse a leer y escribir. Ésta es la actividad a la que está consagrado el fin de semana. Y
en los intersticios, continúa la vida familiar.
1991
Un congreso sobre la vida cotidiana
en las universidades

En 1994 se llevó a cabo en la UAM Xochimilco el Primer Encuentro sobre la Vida


Cotidiana, que fue organizado por la Dra. Katia Mandoki (autora de Prosaica. Introducción
a la estética de la vida cotidiana, Grijalbo, 1994) y al cual asistieron una docena de
investigadores de diversas universidades para estudiar este novedoso campo de estudio
transdisciplinario.
A partir de esa experiencia surgió la propuesta de organizar un Segundo Encuentro
sobre la Vida Cotidiana. Debido a múltiples contingencias, este Encuentro no se llevó a
cabo.
A continuación se ofrece el programa tentativo de este encuentro imaginario, del
cual ninguno de los investigadores aquí incluidos tiene todavía la menor noticia de que fue
incluido, por lo cual se trata de un mero ejercicio de academia-ficción. Es decir, que este
programa es el resultado nomás de puro wishful thinking.

Ciencia
Shahen Hacyan (Instituto de Física, UNAM): La vida cotidiana de los investigadores en un
país imaginario (parábola)

Escritura
Jean Umiker-Sebeok (Indiana University): La glotonería académica en la red electrónica

Testimonio
Hanna Oktaba (PUEG, UNAM): Cómo ser mujer científica feliz y no morir en el intento:
mis disyuntivas personales

Literatura
Lauro Zavala (UAM-X): La vida cotidiana en las universidadss según la literatura y el cine
(Nabokov, Barth, Donoso, Lodge, Djerassi, Bulgakov, Cross, Galbraith, etc.)

Sociología de la Cultura
Eduardo Andión (UAM-X): Las estrategias de poder simbólico en la cotidianidad
universitaria

Humor
El Fisgón: La vida universitaria según los caricaturistas

Cine
Rafael Aviña: La vida cotidiana en las universidades según el cine

Erotismo
Andrés de Luna (UAM-X): Erotismo y vida cotidiana en las universidades
Historia
César González (Inst. Inv. Filológicas, UNAM): La vida cotidiana en las universidades
medievales

Investigación
Marcelino Cereijido (Inst. Fisiología, UNAM): Las vicisitudes cotidianas de la vocación
científica

Ciencia
Ruy Pérez Tamayo (Fac. Medicina, UNAM): Vida cotidiana de los científicos en México

Testimonio
Guillermo Sheridan (Inst. Inv. Filológicas, UNAM): Vida cotidiana y burocracia
universitaria, materia prima para el ejercicio de la ironía

Prosaica
Katia Mandoki (UAM-X): Entre la vida en familia y el correo electrónico: economía de lo
cotidiano en el espacio académico

Testimonio
Luis González de Alba: La vida cotidiana en la UNAM durante el 68

Sociología de las Universidades


Manuel Gil Antón (UAM-A): La vida cotidiana de los académicos universitarios: una
perspectiva sociológica

Publicaciones
Margarita Peña (FFyL, UNAM): Problemas cotidianos de los autores universitarios

Historia
Carlos Córdoba (INAH): La vida cotidiana en los monasterios medievales

Arquitectura
(UAM-X, CYAD): Vida cotidiana y arquitectura en las universidades europeas,
norteamericanas y mexicanas

Lingüística
(Colmex): Poder y lenguaje: estrategias de interacción verbal entre maestro y alumno (tesis
doctoral)

Televisión
(UAM-X): La vida estudiantil según la televisión norteamericana

Escritura
Testimonios de la vida universitaria: escritura epistolar, crónicas, memorias, periódicos
internos (reseñas de libros o ponencias)
Fotografía
Testimonios fotográficos de la vida cotidiana en las universidades

Música
La vida estudiantil desde la perspectiva de la lírica popular (y su relación con el teatro, el
cine y la construcción de un discurso mitológico)

Posibles apoyos institucionales

Equipo Interinstitucional de Investigadores sobre los Académicos Mexicanos (Coords.:


Manuel Gil Antón, Andrés de Garay, Área Sociología de las Universidades, Depto.
de Sociología, UAM Azcapotzalco)

Área Sociología de la Cultura, Depto. Sociología, UAM-A

Área Procesos Psicosociales de los Fenómenos Colectivos, UAM-I

Área Estudios Interdisciplinarios de Cultura en México, UAM-A

Sección de Ciencia, La Jornada

PUEG (Programa de Estudios de Género), UNAM

CESU (Centro de Estudios sobre la Universidad), UNAM


La pura ficción

Lauro Zavala

Y ahora, interrumpimos esta realidad para ofrecer a nuestros lectores una breve
tipología ficcional de profesores y profesoras del sistema modular:

a) Profesor(a) observador(a): desde el panóptico de su espacio de trabajo logra husmear


en toda actividad de la Universidad, como si estuviera ávido(a) de pertenecer y a la vez
descalificar a la misma Institución, pues tan pronto como llega desaparece, en busca de
la información que le dará un poder con el que sueña y al que seguramente teme: el
poder del conocimiento.
b) Profesor(a) alternativo(a): subalterno, hegemónico, dialéctico y semiótico son sus
términos favoritos, detrás de los cuales se protege para mantenerse a distancia de la
chusma estudiantil y del resto de los mortales, a quienes conoce por referencias
fidedignas. Su investidura hierática de investigador(a) ad perpetuam justifica el tono
condescendiente que utiliza con los colegas más jóvenes, la profunda perplejidad que
muestra ante todo signo de vida institucional y su ausencia militante de las actividades
que no sean la escritura de su próximo libro. Su frase emblemática es “no entiendo”.
c) Profesor(a) epistemólogo(a): ocupa un cargo académico-administrativo en un lugar
flotante, indefinido y fantasmagórico, hasta el cual llegan puntualmente todas las
invitaciones oficiales para dar su opinión en todas las reuniones, congresos,
conferencias, foros y encuentros de la institución. En cada una de sus participaciones
públicas, gracias a su capacidad semiológico-literaria, improvisa brillantes speeches tan
herméticos como sus propias funciones institucionales. Su ego requiere (y disfruta) de
un cubículo king size.
d) Profesor(a) superior(a): visita su cubículo cada quincena, para comprobar que los
valiosos carteles que pegó sobre la pared varios años antes no han sido cambiados de
lugar por los compañeros de cubículo, y cumple al pie de la letra las instrucciones
recibidas de sus superiores, a quienes respeta hasta la ignominia. Previsiblemente, llama
“mijita” o “mijito” a sus colegas profesores: es la versión modular de la mamá judía.
Por otra parte, es evidente que también hay por los pasillos de Xochimilco estos
otros docentes:

a) Investigador(a) concienzudo(a): trabaja durante varios años en un proyecto que


invariablemente lleva hasta su conclusión y desde el cual invita a sus estudiantes (y en
ocasiones, a sus mismos colegas) a participar como colaboradores. Cuando esto ocurre
en el Area de Concentración, ésta deja de ser el área de dispersión de la carrera. Su
rigor le ha ganado espacios y prestigio.
b) Investigador(a) imaginativo(a): ama a su profesión y le entrega lo mejor que tiene:
chispazos de ingenio, brillantez episódica, epifanías programáticas y arrebatos de
inspiración mesiánica que le han llevado a generar una imagen de iniciador(a) de
proyectos, gracias a su también reconocida capacidad bautismal para pensar las crisis.
c) Investigador(a) académico(a): habiendo sido estudiante de la UAM sospecha de las
discusiones modulares y cumple ante sus alumnos el rol de explicador de textos
especializados. Diseña paquetes de lectura actualizados hasta el último minuto y hasta
la más remota publicación académica, ama la docencia igual que la investigación y la
redacción de ponencias y diseña estrategias que estimulan la creatividad de sus propios
estudiantes. No tiene coche ni ambiciones de poder institucional: sólo manuscritos de
libros y proyectos de trabajo.
d) Investigador(a) inspirado(a): su aspecto es el de un joven intelectual (lentes, jeans,
corbata) y se encuentra, efectivamente, en un permanente estado de asombro ante las
paradojas de la realidad social, ante la cual se esfuerza por visualizar en un orden
provisional. Su propia paradoja es que, después de diez años de intensa actividad
docente aún está escribiendo su primer texto académico: su tesis de licenciatura.

Por supuesto, estos docentes son puramente hipotéticos, pues en la realidad los
investigadores son también profesores, y los profesores profesan lo que descubren en sus
investigaciones. Se trata, como puede pensarse, de un grupo con una gran homogeneidad
profesional. Seguiremos informando.

1990
Retrato de la universidad adolescente

La UAM-X fue creada en 1974. Yo ingresé como alumno a la carrera de Ciencias de


la Comunicación en 1977. Tres años después de haber egresado, en 1984, ingresé
nuevamente, esta vez como profesor de tiempo completo, y aquí he permanecido hasta
recibir, este año, el Premio a la docencia y la investigación, y en pocos meses veré
publicado mi primer libro bajo el sello editorial de la UAM-X. Así que soy legítimamente
xochimilca.
En pocos meses cumpliré diez años como profesor asignado en la UNAM, con lo
cual me haré merecedor a la Medalla de Heroísmo Salarial que la Universidad Nacional
otorga en esa ocasión. Durante ese lapso, terminé un doctorado en literatura, en El Colegio
de México, permanecí un semestre en un posgrado en la UAM-Iztapalapa y fui invitado a
impartir cursos en el extranjero. Así que no sólo soy xochimilca.
Ahora bien, ¿hay notorias diferencias en esta experiencias académicas? Tal vez lo
más notorio es que durante estos diez años he recibido un salario, en tres diferentes escuelas
y facultades de la UNAM, equivalente a 21 dólares (al mes) por realizar un trabajo por el
cual en los Estados Unidos recibí alrededor de mil quinientos dólares (al mes), y alrededor
de 650 dólares en la UAM-X. Por eso aún soy xochimilca.
Como es bien sabido, todo buen investigador –al menos en mi campo: la ficción, y
al menos en mi país: México- para estar actualizado debe gastar más del 50% de su salario
en libros y revistas. Porque –como es bien sabido en todo el mundo- las bibliotecas
mexicanas no tienen fondos suficientes para comprar lo que deben comprar ni para
suscribirse a lo que deben suscribirse. Con ello, nuestras bibliotecas –me refiero a las más
especializadas del país- contribuyen involuntariamente a la descentralización de sus
lectores, pues, al tener un retraso de varias décadas en relación con lo que se publica dentro
y fiera del país, nos obligan a ser provincianos. De lo cual se deduce que no sólo en
Xochimilco hay xochimilcas. Todo en Xochimilco es México.
Evidentemente, lo anterior tiene serias consecuencias en la vida cotidiana y en la
calidad del trabajo de un investigador: muchos de sus artículos, libros, cursos y
conferencias los tiene que pensar y escribir al viajar en el metro, en Ruta 100 y en el pesero,
a menos que, con ojo visionario, tenga un cómodo nicho en la televisión, una chamba en la
burocracia o, más nacionalista, un puesto de tacos. Sin embargo, el precio que tendrá que
pagar por este privilegio es definitivo, pues no tendrá tiempo para su trabajo de
investigación (o para preparar mejor sus clases). Después de todo, y según el principio de
realidad, la crisis no es monopolio del canal (de Xochimilco).
La UAM-X no es una excepción a todo lo anterior. Sin embargo, en quince años ha
acumulado una serie de elementos poco desdeñables para sus profesores, investigadores y
egresados: un sistema flexible de participación en proyectos interdisciplinario, un sistema
de enseñanza-aprendizaje (al que llamamos “modular”) que propicia el desarrollo de la
auto-reflexión (se trata de la universidad que ha producido más investigaciones sobre ella
misma, en permanente crisis de identidad) y espacios para la discusión semanal de los
proyectos de trabajo individuales y colectivos. Las nubes de mosquitos que aún invaden los
salones de clases son un precio modesto por participar en esta aventura difícilmente
repetible.
En 15 años, la universidad adolescente ha producido la mayor proporción, en todo
el país, de integrantes del Sistema Nacional de Investigadores (SIN) en relación con el total
de profesores contratados. También una producción editorial que rebasa las expectativas
originales, la aceptación preferencial de sus egresados (en ciertas áreas) y una creciente
demanda de sus carreras y posgrados. Esto podría mejorar al tener una mayor presencia de
la sociedad civil, con la organización de más foros de discusión, publicaciones
especializadas y proyectos interinstitucionales. Xochimilco no sólo para los xochimilcas.
Con las limitaciones de todo proyecto en formación, la UAM-Xochimilco, al llegar
a la adolescencia, muestra su relativa debilidad. Pero también ahí, en sus crisis de identidad,
radica su fuerza, pues al cumplir sus primeros 15 años, la UAM-X es aún una promesa, una
opción: un espacio en redefinición y reconstrucción permanente. No cabe duda: todo en
Xochimilco es México.

1989
Manual de Zoología Académica

A continuación se ofrece un breve muestrario de los investigadores más destacados


de la comunidad académica nacional. El lector podrá reconocer sin esfuerzo a su
investigador favorito, a pesar de que ésta es una muestra marcadamente sesgada.

El Javier Solís de la Investigación. En los congresos demuestra que no canta mal las
rancheras, a pesar de conservar el acento anglosajón. Enérgico y tolerante. Capaz de
responder al humor perverso con una respuesta ingeniosa y benévola.

El Escrutinador Silencioso. Nunca hace ruido, y sólo se le oye hablar cuando debe leer su
ponencia ante una multitud de expertos, cada diez o doce meses. Entonces demuestra que
ha permanecido sometiendo los textos a un riguroso escrutinio filológico.

La Observadora Consentida. Regionalista de raigambre, cuidadosa en sus declaraciones,


puntual en sus proyectos, fiel a sus orígenes, arraigada en la frontera simbólica entre el
feminismo colonial y la narrativa del siglo XXI

El Pugilista Desconstructivo. Energúmeno sartreano, material inflamable refractario a las


críticas que suscita él mismo; lector fragmentario de filósofos y psicoanalistas; autor de
textos enigmáticos; pugilista en permanente combate contra su propia sombra.

El Cachorro Posmoderno. Ágil y riguroso, con mente analítica y escritura sintética. Sus
admiradoras más entusiastas son responsables de los posgrados en el extranjero. Creador de
proyectos académicos y editoriales. Escritor de minificciones intertextuales.

El Seminarista Antologador. Disciplinado, muy bien peinado,


generalmente vestido en color negro. Su aspecto de párroco se corrobora con
el ritmo de sus movimientos, el tono de su voz, los suaves y simétricos
movimientos de las manos al hablar. Es el párroco de la investigación
especializada.
Y no podía faltar un espécimen de una curiosa especie en vías de extinción:

El Colega Incómodo. Observa todo desde un ángulo académico. Cuando señala que el
nombre que damos a las cosas es fundamental en literatura, sus colegas lo toman como una
ofensa personal. Apasionado por su trabajo. Taxonomista espontáneo e irredento.

Otros colegas también se distinguen por su perfil de bajo impacto. Entre ellos
encontramos a la Zona de Contingencia Ambiental (Disminuya su velocidad al
aproximarse: suele pasar súbita y explosivamente de la Fase I a la Fase II aunque no sea día
jueves); el Párroco Homenajeado y el Organizador Pos-Moreno.

La Diva de los Pasillos. Se apresura a terminar una frase para empezar la siguiente. Se
desliza por los cubículos como entre nubes. Maxifalda y botas de montar

Vaca Sagrada. Egologista académico que recicla su propia producción. Presenta la misma
conferencia reciclada y fotocopia sus textos para que no se vean amarillentos.

Cartógrafa Medieval Heliocéntrica. Muestra cómo el centro del universo es ella. Bella
combinación de salsa, tango y flamenco. Deja que los hombres se enamoren de ella, sobre
todo los tímidos. Es eternamente joven, tersa y plácida. Coqueta entre líneas.

Tímido Culpable. Después de dar un beso todo le sabe salado. Teme responder al teléfono
por temor a que lo llame su esposa.

Académica reprimida. Blusas impecablemente planchadas por la empleada. Feminista


reprimida. Incapaz de disfrutar una taza de café.

Bonachón imprescindible. Va a los congresos a comer bocadillos y a contar los chistes


más recientes. Es amigo de todos y no sabe de qué se trata el congreso.
Estudiante Graduada. Asistente del profesor. Bolso con motivos folclóricos. Toma notas
con mucha seriedad en las reuniones de trabajo y en la noche baila en la discoteca.

Feminista intransigente. Utiliza el congreso como campo de batalla. Su mirada felina


busca enemigos. Dirige preguntas al conferencista hombre para ignorarlo cuando éste le
responde. Líder inevitable.

Las Comadres Improvisadas. Ejercitan su capacidad mimética

La Ultra Femenina. Anillo de casada. Habla de su esposo y sus hijos. Elegante y


distinguida.

Pozo Concéntrico. Todo lo reduce a lo mismo

Panelista Itinerante. Su ponencia fue programada en la mesa equivocada.

Erudito Ininteligible. Aprobado por consensos expiatorios. Cuando habla todos quedan
impresionados y nadie lo entiende. Pelo electrificado como genio loco. Frío y calculador
como asesino en serie.

Autor Compulsivo. A la menor oportunidad habla de los 25 libros que está escribiendo, y
si su interlocutor se descuida, le regala un ejemplar o una fotocopia.

1999
Ambiciones personales de un experto local

Éstas son las ambiciones inconfesables de un experto local en hermenéutica


transdisciplinaria:

--- Que los colegas del futuro reconozcan honestamente que Umberto Eco es el Lauro
Zavala italiano

--- Que la fajilla que cubra sus libros traducidos al italiano en la editorial Feltrinelli
anunciando el Primer Premio Nobel en Teoría Literaria no tenga un color
demasiado llamativo

--- Que los estudiantes del doctorado que estén preparando una biografía intelectual sobre
los libros que él ha logrado publicar no hagan demasiado ruido por las noches al
buscar en el bote de basura los borradores de trabajo que desecha cotidianamente

--- Que los estudiantes de comunicación dejen de cantar todas las mañanas, antes de cada
clase de semiótica, el Himno Internacional de los Jala-Cables

--- Que en la próxima visita de Alain Touraine, Michel Maffesoli o Julia Kristeva a una
universidad de provincia (en México) no tengan que dictar su conferencia en un
salón improvisado debido a que, a la mera hora y a pesar de haber programado con
anticipación suficiente el auditorio, éste esté ocupado por el Concurso de Las
Piernas Más Bonitas de la Facultad, organizado por los estudiantes de comunicación
(cuyo clamor entusiasta siempre obliga al invitado a interrumpir frecuentemente su
conferencia)

--- Que la profesión de investigador y profesor universitario sea reconocida socialmente


hasta el grado en que los estudiantes de un profesor de tiempo completo no le
pregunten, en un tono condescendiente: “Oiga, maestro, ¿y usted en qué trabaja?”

Ante estas ambiciones es posible levantar una humilde plegaria y dirigir fervientes
votos a los dioses de la incertidumbre.
Una semana en Moscú

Las notas que ofrezco a continuación son un registro de la experiencia de haber


visitado Moscú durante una semana, con motivo de haber asistido como ponente al Séptimo
Encuentro Internacional Mijaíl Bajtín, que tuvo lugar en la Universidad Pedagógica de esa
ciudad del 26 al 30 de junio de 1995.
En las últimas páginas comento brevemente la experiencia académica de haber
participado en este Congreso, como investigador de la Universidad Autónoma
Metropolitana, Unidad Xochimilco.

Esto no es Ohio

Llegué a Rusia el domingo 25 por el Aeropuerto Internacional de Vissna, uno de los


más grandes de las ex repúblicas soviéticas, y uno de los dos aeropuertos internacionales
que hay en Moscú.
Mientras esperaba mi turno para presentar mi pasaporte en la aduana, reconocí a los
otros ponentes que también habían viajado desde Nueva York en el mismo avión, y a
quienes esperaba una camioneta para llevarnos al hotel. Este grupo estaba formado por
otros dos mexicanos (Maricruz Castro, del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de
Monterrey, Campus Toluca; y Ramón Alvarado, de la Universidad Autónoma
Metropolitana, Unidad Xochimilco), un norteamericano (Brian Kennedy, de Cedarville
College, en Ohio), un canadiense (Barry Rutland, de Carleton University) y una
investigadora de la India, que también participó en el congreso que se realizó en México
(Lakshmi Bandlamudi, de la City University of New York).
En este aeropuerto internacional nadie habla inglés, y cada recién llegado debe
mostrar su pasaporte a un funcionario que tiene ante sí un extraño aparato con dos
pequeños focos de color rojo. El foco del lado izquierdo se enciende cuando el visitante
presenta su pasaporte, y después de un lapso considerablemente largo se enciende el foco
que está a la derecha, momento en el que se devuelve el pasaporte al visitante. El sentido de
este ritual sigue siendo para mí un misterio.
El trayecto del aeropuerto a la ciudad dura cuarenta minutos, y durante todo el viaje
sóo podímos ver una foresta similar a la que hay al norte de Cuernavaca. Brian Kennedy
dijo en un tono un poco triste: "This looks like Ohio!" ("¡Esto se parece a Ohio!").
Gulnara es el nombre de la estudiante que nos recibió en el aeropuerto y que nos
acompañó en la camioneta, y fue quien nos indicó, al entrar a la ciudad, que estábamos
pasando frente al hotel Salyut, donde estaríamos hospedados durante una semana. La
camioneta siguió su camino hacia la universidad, pero pudimos echar un rápido vistazo al
hotel. Este es un edificio antiguo (construido antes de la segunda guerra mundial) ubicado
exactamente frente a un grupo de más de 50 edificios blanquecinos con más de veinte pisos
de altura, similares a los que hay en el área de Tlatelolco en la Ciudad de México.
En los alrededores de los edificios de departamentos observamos estacionados
varios pequeños autos, la mayor parte de los cuales estaban protegidos por unas grandes
cubiertas flexibles de metal para evitar ser robados.
La camioneta siguió de frente. Pasamos junto a la Academia Militar y al lado de una
pequeña iglesia ortodoxa, y finalmente nos detuvimos en la Universidad Pedagógica. Al
llegar al lugar, Gulnara lanzó un jubiloso grito: "This is the university! Look at it!" ("¡Ésta
es la universidad! ¡Mírenla!"). Al descender de la camioneta, alguien comentó: "Estamos en
medio de todos los dioses", refiriéndiose a las instituciones religiosa, militar y académica
que nos rodeaban.
Era domingo por la tarde, y el lugar estaba completamente vacío. En los alrededores
de la universidad sólo encontramos a algunos estudiantes que se ganaban un poco de dinero
lavando un grupo de pequeños autos, aunque el resto de la semana también los encontramos
en el mismo lugar realizando la misma actividad.
Entramos al enorme edificio, una mole blancuzca con una altura de doce pisos.
Estábamos ubicados en el extremo suroeste de Moscú, y la construcción nos recordó
inmediatamente al aeropuerto, con una vieja capa de pintura amarilla sobre las paredes.
Ese día los elevadores no estaban en servicio. Después descubrimos que también los
nuevos cajeros automáticos que hay en la ciudad suspenden el servicio los sábados y
domingos, por razones que nunca pudimos conocer. Subimos por las escaleras para llegar al
sexto piso, guiados por Gulnara, y recorrimos varios pasillos hasta llegar a una pequeña
oficina donde nos recibió Irina Pukova, responsable de las relaciones públicas del congreso,
acompañada por un par de estudiantes. Todos nosotros habíamos intercambiado faxes con
ella durante los diez meses anteriores, y estábamos familiarizados con su letra, pues en su
oficina no había computadora o máquina de escribir.
Lakshmi quedó al frente de la fila, así que fue la primera en adelantarse para pagar
la cuota de registro al congreso. Irina le pidió su pasaporte, su visa, los 40 dólares del taxi y
los 250 dólares del registro. En ese momento los colegas que estaban junto a mí recordaron
que durante el congreso anterior, realizado en México en 1993, se cobró una cuota de 50
dólares para el registro. En esta ocasión Lakshmi sólo tenía cheques de viajero, lo cual
significaba un gran problema. Ser regañado por una mujer rusa es algo que no se quiere
experimentar cuando se acaba de llegar a Moscú, especialmente después de cruzar el
océano en un vuelo de más de 8 horas desde Nueva York.
"I told you so in the fax six months ago!" ("¡Se los advertí por fax hace varios
meses!"), dijo Irina. Nada de cheques de viajero. Nada de bancos abiertos o cajeros
automáticos en Moscú el día domingo. Y pagar en dólares todavía era ilegal en Rusia.
Alguien tenía que prestarle el dinero a Lakshmi, o ella tendría que quedarse ahí hasta el
lunes.
Entonces llegó la siguiente sorpresa. Uno de los billetes que ella entregó a Irina
tenía dibujado un bigote sobre el retrato de Benjamin Franklin. "It's very funny but we can't
take it" ("Es muy chistoso pero no lo podemos aceptar"). Uno de nosotros le preguntó a
Brian: "Would you take it if you were in Ohio?" ("¿Lo aceptarías si estuvieras en Ohio?").
Y antes de que él pudiera responder, una de las estudiantes nos recordó:
"This is not Ohio!" ("¡Esto no es Ohio!")

Primer contacto con la ciudad

La Plaza Roja es el lugar más característico de la ciudad. Estar de pie ante la tumba
de Lenin y frente a la catedral de San Basilio, con sus nueve torres y construida bajo Iván el
Terrible en el siglo XVI, es muy emocionante para cualquier extranjero.
Llegamos ahí después de visitar el hotel Radisson para cambiar nuestro dinero por
rublos. Hay que señalar que el hotel Radisson de Moscú se encuentra en el interior de un
viejo edificio color mostaza, por lo que al principio creímos que nos habíamos equivocado
de lugar. Sólo al entrar comprobamos que es uno de los hoteles más caros de Moscú, donde
pudimos comprar una guía y un mapa de la ciudad.
Al llegar a la zona turística de los alrededores del Kremlin, pudimos comer una
pizza en un restaurant italiano. De hecho, esto fue lo mejor que pudimos comer durante
nuestra estancia, debido a nuestro magro presupuesto como investigadores universitarios.
Pero al pasear por la Plaza Roja lo primero que llamó nuestra atención fue que las
muchachas rusas lucían muy diferentes a cualquier cosa que hubiéramos esperado.
En primer lugar, hay que decir que las jóvenes rusas (digamos, menores a los 25
años) son realmente muy hermosas: ojos color verde claro, piel blanca, labios de un rojo
muy intenso y mejillas también rojas, cabello rubio muy claro, y un aire angelical,
combinado con una voz y unos movimientos corporales extremadamente enérgicos.
Pero lo que realmente nos impresionó fue que todas las muchachas rusas paseaban
por la Plaza Roja vestidas con ropa extraordinariamente elegante. Una de las colegas
mexicanas (Teresa García, de la Universidad Veracruzana) dijo que se parecían a las
muñecas que adornan algunos pasteles de cumpleaños.
De hecho, esta ropa tan llamativa nos recordó al mismo tiempo las discotecas de
Nueva York y las ceremonias de presentación en sociedad que se acostumbran en México
durante las fiestas de quince años. Los hombres llevaban corbata, aunque muy bien podrían
haber llevado un smoking para acompañar la elegancia de las mujeres. Alguien nos
comentó después que pasear por la Plaza Roja es una de las diversiones más populares
(además de ser gratuita) para los jóvenes rusos. De hecho, esa clase de vestidos nos
hicieron sospechar que existe un mercado negro en Moscú, no sólo de ropa sino también de
otros bienes y servicios, aunque no tuvimos tiempo de comprobarlo personalmente.
Por otra parte, a lo largo de nuestra estancia nos entristeció comprobar que casi
ninguna mujer mayor a los 30 años conservara rastros de esa extraordinaria belleza juvenil,
seguramente debido a lo frío que llega a ser el invierno en Rusia y a las difíciles
condiciones de la vida cotidiana.
Una estudiante se aproximó a nosotros y nos ofreció ser nuestra guía durante un par
de minutos a cambio de 25 000 rublos (aproximadamente 5 dólares). Su nombre era Nadya,
y nos informó que la iglesia que se encuentra en la esquina opuesta a la catedral de San
Basilio fue originalmente construida en el siglo XIV y posteriormente dinamitada en la
década de 1930 por estar al margen de los cánones del realismo socialista. En 1993 fue
reconstruida y en ella se da misa todos los días del año. ¿Alguna pregunta?
Por supuesto, teníamos muchas preguntas como recién llegados al país. A la
pregunta sobre el origen del nombre del lugar donde nos encontrábamos (Plaza Roja),
Nadya nos informó que en la tradición popular rusa la palabra "rojo" (krasny) también
significa "bello", y la plaza recibió este nombre (Krasnaya Ploshchad) desde el siglo XVII.
Después de formular algunas preguntas muy generales para orientarnos en la
ciudad, terminamos nuestra breve experiencia turística con una pregunta que nos pareció
muy natural: ¿Es posible visitar San Petersburgo sin tener la visa correspondiente? Por
supuesto, la respuesta es un rotundo NO, a menos que se quiera correr el riesgo de ser
expulsado del país después de 48 horas de encierro sin derecho a apelación. Esta visa la
debimos haber tramitado antes de salir de nuestro país.
Nos quedamos en la Plaza Roja caminando y conversando, observando a los
visitantes y regateando los precios de las matrioshkas con los artesanos locales. Las
matrioshkas son las típicas muñecas rusas, construidads con madera, que a su vez contienen
otras muñecas en su interior. Además de representar a mujeres con atuendos típicos,
algunas matrioshkas (o, más bien, petrushkas, tratándose de figuras masculinas)
representan, respectivamente, a los más importantes escritores rusos, o bien a los líderes
políticos de Rusia durante este siglo, empezando por Yeltsin, Gorbachov, y así
sucesivamente hasta llegar a Lenin. Por supuesto, la figura de Marx ya no existe ni siquiera
en estos juguetes.
Por la luminosidad del cielo teníamos la sensación de que eran apenas las seis o
siete de la noche, pero comprobamos que eran ya las dos de la mañana. El jet-lag y la
cercanía con el polo norte empezaban a causar sus primeros efectos sobre nosotros.
Claramente, era tiempo de regresar al hotel y descansar para asistir al día siguiente a la
inauguración del Congreso y conocer otro poco de la vida en Rusia.

Un hotel en el suburbio

Después de la espléndida conferencia inaugural del congreso, a cargo del


coordinador científico, Vitali Makhlin, los participantes nos trasladamos a la cafetería de la
universidad para hacer una pausa y tomar un poco de té.
En la cafetería compartimos las primeras experiencias en Moscú. Por supuesto,
nuestra referencia obligada era el hotel, en el cual sólo era posible entrar o salir mostrando
el pasaporte o la contraseña que nos entregaron al llegar al mostrador y pagar por
adelantado toda la estancia. También era necesario mostrar esta contraseña para poder
utilizar los elevadores (las escaleras estaban clausuradas, por razones misteriosas).
Y aunque parezca extraño, también era necesario mostrar la contraseña para poder
entrar o salir de la habitación. Para esto último había una encargada responsable de canjear
la contraseña por la llave de la habitación en cada piso del hotel (había varios turnos de
encargadas durante las 24 horas). Esta contraseña era canjeada temporalmente por la llave
de la habitación, la cual era necesario devolver nuevamente a la encargada para poder
entrar al elevador y salir del edificio. Esto nos pareció una herencia del sistema de control
que creíamos que había desaparecido varios años antes.
Una botella de jugo, importada de Polonia, Italia o Alemania --como casi todo lo
que uno compra en Moscú-- nos costó 10 dólares en el bar del hotel. En cambio, un litro de
vodka, sin duda un producto básico para la vida en Rusia, costaba sólo tres dólares, y era
posible comprarlo en cualquiera de los doce pisos del hotel, donde cada una de las
responsables de recibir las contraseñas tenían acceso a un refrigerador.
Las habitaciones eran austeras y sólo nos costó 60 dólares la noche. En un hotel
ruso es necesario pagar en rublos por adelantado y firmar un documento por cada noche
que uno va a quedarse. De lo contrario no es posible recuperar el pasaporte. También es
necesario pagar por adelantado, además de la estancia completa, los 10 dólares diarios que
cuesta el desayuno, sin derecho a cancelación. Al pagar por cada una de estas comidas se
recibe una contraseña que es necesario entregar al entrar al restaurant.
El desayuno fue toda una aventura. Un plato con algo así como avena fría y, para
los que tuvieron suerte (el servicio es muy exigente con los huéspedes), una taza de café.
Algunos de nosotros decidimos caminar hasta los puestos que rodean a la estación del
metro (a treinta minutos a pie) para comprar algunas frutas, entre las cuales recordamos por
su delicioso sabor las cerezas blancas que crecen cerca de Finlandia.
Al regresar al auditorio principal de la universidad esa mañana tuvimos otra
experiencia difícil de olvidar, pues se nos presentó una grabación, con duración de diez
minutos, de la poderosa voz de Bajtín leyendo poesía rusa poco antes de su muerte,
ocurrida en 1975.
A partir de ese momento y durante el resto de la semana alternamos la intensa
participación en el congreso con algunos recorridos por la ciudad, lo que consideramos
como una oportunidad difícilmente repetible en nuestras vidas.

La vida cotidiana

Una de las maneras de entrar en contacto con la vida cotidiana de una ciudad es, sin
duda, viajar en el metro, esa especie de no-lugar característico. Para hacer nuestros
recorridos entramos por la terminal Yugo-Zapadnaya en el extremo suroeste de la ciudad, y
cruzamos ocho estaciones hasta llegar a Okhotny Ryad. Hasta hace pocos años, el nombre
de esa estación era Prospekt Marxa, es decir, el Conjunto Habitacional Carlos Marx. Varias
otras estaciones tenían nombres similares, pero durante los últimos años han sido
sustituidos por otros, borrando así parte del pasado socialista del país.
El descenso al metro es como el descenso a un refugio antiaéreo, pues las estaciones
fueron construidas con esa intención. Es por ello que el descenso dura mucho tiempo, en
ocasiones casi un minuto. Los viajeros son muy respetuosos, y como en otras ciudades,
todos viajan en estas escaleras del lado derecho, por si alguien tiene mucha prisa y quiere
bajar rápidamente por el lado izquierdo.
Empezamos por visitar algunas de las estaciones más famosas, como Kievskaya
(con sus enormes y elegantes lámparas en el techo); Komsomolskaya (con sus mosaicos de
héroes y motivos socialistas sobre las paredes), y Biblioteka Imenina Lenina (con sus
enormes paredes de mármol). Finalmente nos enamoramos de los vitrales de la estación
Novoslobodskaya, en los que se muestran enormes flores amarillas o rojas, y diversos
retratos de exploradores, constructores, maestros y otros héroes del pueblo.
También descubrimos que la gente que encontramos en la calle es muy amable con
los extranjeros. Obviamente todos nosotros teníamos aspecto de turistas, cargando una
mochila en la espalda, sosteniendo una cámara en la mano y utilizando un vocabulario que
durante los primeros días se reducía a las dos palabras básicas en cualquier idioma:
pashálovsta (por favor) y spáshiva (gracias), aprendidas por cortesía de nuestra colega
Danielle Zaslavski, de El Colegio de México. En casi todas las entradas del metro
observamos los mismos puestos donde se venden cassettes de música popular regrabada
domésticamente, y cuyo costo es el equivalente a 3 dólares. También agradecimos la
existencia oportuna del agua fría purificada que se vende en pequeñas botellas de plástico
cuya forma es típicamente rusa (simulando la torre de una iglesia ortodoxa) y cuyo costo es
poco menos de un dólar.
Durante la última noche de nuestra estancia en Moscú fuimos testigos involuntarios
del arresto de algunas de las vendedoras de verduras que instalan su improvisado puesto en
los pasillos del metro, lo cual, por cierto, nos resultó muy familiar a quienes viajamos en el
metro de la Ciudad de México.
También pudimos escuchar, en el túnel que conecta la estación Okhotny Ryad con
la calle lateral de la Plaza Roja, los conciertos improvisados que los estudiantes de música
ofrecen a los pasajeros. Durante estos conciertos se interpretan fragmentos de música
clásica o piezas de música popular rusa utilizando los instrumentos típicos de cada región.
En nuestro rápido recorrido por la ciudad empezamos por visitar una de las más
grandes librerías de Moscú, aunque ahí sólo encontramos, además de libros sobre
computación y algunos libros de texto para niños, una pequeña guía fotográfica del metro,
en pasta dura, escrita en polaco, que nos costó sólo tres dólares. No nos arrepentimos de
haberla comprado, pues ya no volvimos a encontrar nada similar en ningún otro lugar de la
ciudad.
Cambiamos de línea y nos detuvimos en la calle Arbat, considerada como el
equivalente de Montmartre en París, es decir, como la avenida con la actividad artística y
cultural más intensa de la ciudad. Este lugar ha sido retratado por los principales dibujantes
y escritores rusos a lo largo de varios siglos, y con razón.
Esta calle está llena de vida. Su recorrido es imprescindible en toda visita a Moscú.
Es el lugar de la bohemia cosmopolita, y durante todo el día está repleto de artistas
pintando al carboncillo retratos de los paseantes, y de múltiples grupos de músicos
provenientes de Francia, Perú o Bolivia, que comparten el espacio con grupos de baile
gitano y espectáculos de títeres. También es posible encontrar comida árabe, italiana,
francesa o de la región de Georgia.
En los puestos de periódicos nos llamó la atención encontrar revistas
norteamericanas como Penthouse, Playboy y Good Housekeeping publicadas en el alfabeto
cirílico, el alfabeto utilizado en Rusia.
Movidos por un súbito interés etnográfico decidimos entrar al MacDonald's ruso
que se encuentra al final de la calle Arbat, para descubrir que las hamburguesas rusas no
tienen cebolla, tocino ni sal. En las mesas no hay servilletas, tal vez por la reciente escasez
de papel que también ha afectado a la industria editorial. Aquí una cheeseburger cuesta el
equivalente a tres dólares. De cualquier manera, el lugar está repleto de clientes locales.
Los taxis son un lujo extraordinario en Moscú. Al salir de Arbat se nos aproximó un
individuo que nos ofreció llevarnos en su auto, en cuyo interior ya había varias otras
personas esperando a que se terminara de llenar. Debido a las limitaciones de nuestro
presupuesto decidimos seguir utilizando el sistema de transporte colectivo.
El metro de Moscú ofrece su servicio desde las seis de la mañana hasta la una de la
madrugada del día siguiente, y es tan barato como el de cualquier otra parte del mundo:
ocho boletos cuestan el equivalente a un dólar, lo cual significa que cada viaje cuesta el
equivalente a un nuevo peso mexicano. En cada estación hay un gran reloj digital que
informa el lapso preciso que tardar en llegar el siguiente tren.
En las calles no hay mucho tráfico, aunque sí es posible ver algunos vehículos
militares. Los soldados están por toda la ciudad, merodeando en pequeños grupos. También
es posible ver en las calles algunos lujosísimos automóviles negros, al parecer
pertenecientes a la élite pol¡tica y diplomática, y a la nueva élite económica.
Esta élite frecuenta los restaurantes más caros de la ciudad, que generalmente están
ubicados en el interior de viejos edificios y bajo enormes anuncios. Tratamos de entrar a
uno de estos lugares, al caminar cerca de la estación del metro Borinskaya, sólo para
descubrir que una sopa de frijoles mexicanos cuesta el equivalente a 8 dólares.
La caminata por el boulevard de Moscú es una ocasión para relajarse. Se trata de un
anillo (Bulvarnoye Koltso) constituido por diez secciones independientes, cada una de las
cuales tiene su propia personalidad. Esta especie de inmenso parque en forma de herradura,
con enormes árboles y habitado por palomas, es un lugar ideal para los fotógrafos. Aquí
uno puede encontrar grupos de hermosas ancianas de pelo blanco, sentadas en las bancas
observando a los caminantes mientras ellas comparten sus experiencias, o a jóvenes parejas
besándose y algunos adolescentes jugando con sus patinetas.
Al igual que en las estaciones del metro, también aquí llam¢ nuestra atención ver
pasar a trabajadores, amas de casa o profesores cargando bolsas de plástico o pequeñas
maletas, que son llevadas por todas las calles, los parques y los autobuses, especialmente en
las tardes. Nos preguntamos qué cargaban con tanto sigilo, hasta que observamos que en su
interior había víveres (frutas, verduras y otros productos básicos comprados en los
atestados mercados callejeros), pues la energía para mantener los refrigeradores domésticos
es muy cara.

Un paseo turístico por Moscú

Muy cerca del Kremlin, a un lado de la estación del metro Okhotny Ryad, se
encuentra el hotel Intourist, una de las más importantes agencias de turismo para los
extranjeros. Ahí es posible comprar boletos para tres de las actividades de mayor interés
para los turistas: el ballet Bolshoi, el circo ruso y un recorrido en autobús por la ciudad.
Cada uno de estos boletos tiene aproximadamente el mismo costo: 12 dólares. En esta
ocasión, cuando llegamos a la taquilla ya no encontramos boletos para el ballet ni para el
circo.
Vale la pena señalar, como referencia, que un viaje en taxi del hotel Radisson (uno
de los escasos lugares donde hay un sitio permanente) al hotel Nacional (en la misma
cuadra donde se encuentra el Intourist), con una duración de cinco minutos y recorriendo la
distancia aproximada de una estación del metro, cuesta 20 dólares.
El autobús que hace el paseo por la ciudad es muy cómodo. El recorrido tiene una
duración de tres horas, y las explicaciones son abundantes y precisas. Este recorrido se
inicia frente al hotel Intourist, y después de rodear al Kremlin el autobús se detiene durante
media hora en la Plaza Roja, para que los visitantes puedan tomar fotografías o comprar
acuarelas de la catedral de San Basilio. O también pueden visitar Gum, el enorme centro
comercial que se encuentra en la Plaza, exactamente enfrente de la tumba de Lenin.
Gum es un viejo y hermoso edificio de tres pisos adornado en su interior con un
techo de cristal, y con puentes y lámparas al estilo art nouveau. Su nombre proviene de las
iniciales de Glavny Universalny Magazine, la Principal Tienda Departamental. Está
constituido por un numeroso conjunto de pequeñas tiendas donde los rusos pueden comprar
los artículos provenientes del resto de Europa y de los Estados Unidos. Lencería francesa,
vestidos italianos y equipos de computación norteamericanos, entre muchas otras cosas. Por
su parte, los turistas pueden comprar
en la planta baja toda clase de souvenirs, como grabaciones de música rusa, sombreros
típicos o piezas de la artesanía local, incluyendo telas estampadas, camafeos y joyería en
piezas de ámbar.
El lugar está abarrotado, aunque tuvimos la impresión de que una gran parte de los
clientes son rusos. Nuestra guía confirma esta observación: este lugar es visitado por 100
mil extranjeros y 250 mil rusos cada día.
El recorrido continúa pasando frente a la impresionante Galería Pushkin (en Moscú
se llama galería a los museos de arte), la Academia de Ciencias y la estatua de Tolstoi,
hasta llegar frente al Monasterio Khozintsev. En los alrededores de este lugar se hace otra
parada de media hora para poder curiosear en una pequeña tienda de souvenirs.
Después atravesamos la Universidad de Moscú, cuya torre principal domina parte
de la ciudad. La vastedad de sus avenidas, la escala de sus edificios y la presencia de los
enormes árboles que adornan todo el lugar producen una sensación de inmensidad. Sin
duda este espacio arquitectónico es el resultado de un proyecto de sociedad muy específico,
y responde a un momento muy particular en la historia del país. La guía nos informa que
actualmente hay 40 000 estudiantes en esta universidad, y muy orgullosa añade que tiene
14 facultades.
El siguiente lugar donde nos detenemos en este recorrido es el mirador del Río
Moscú, un amplio patio lleno de puestos donde se venden toda clase de matrioshkas y otros
souvenirs para los turistas. Este lugar es muy popular entre las parejas de recién casados,
las cuales, después de la ceremonia religiosa y todavía vestidos para la ocasión, vienen aquí
para celebrar en público, acompañadas por sus amistades y por una orquesta contratada
para amenizar la celebración. La imagen es inevitablemente cinematográfica, y se presta
para tomar fotografías o video, cosa que efectivamente hacen las docenas de turistas que se
encuentran en el lugar.
Durante la última parte del recorrido pudimos observar, entre muchas otras cosas, el
puente por donde los alemanes entraron durante la Segunda Guerra Mundial, y también el
principal cine de la ciudad, que en ese momento ofrecía la película norteamericana Forrest
Gump. Al pasar frente a la Biblioteca Nacional se nos informa que contiene 54 millones de
libros en 124 lenguas.
La guía concluye el recorrido comentando (en inglés) que cuesta alrededor de 500
dólares rentar un pequeño departamento en los suburbios de la ciudad, y se nos recuerda
que actualmente hay 10 millones de habitantes en Moscú.

Un poco de televisión

En la ciudad hay tres canales de televisión. La programación incluye noticieros,


concursos, telenovelas latinoamericanas dobladas al ruso, viejas películas de guerra y
numerosos documentales.
El canal Moscú programa todos los días, a la 1:20 de la madrugada, un cortometraje
sobre el sida, con una duración de diez minutos. Por su interés ofrezco una sinopsis de este
peculiar corto.
Una atractiva mujer joven sale de su departamento llevando consigo un recipiente
de cristal con un pequeño pez rojo nadando en su interior. Entra a un elevador lleno de
gente, y al salir a la calle tropieza con varias personas. Durante todo el trayecto logra con
dificultad que no le ocurra nada al recipiente, aunque también est a punto de resbalar. Al
llegar a una esquina se detiene, y mientras observa hacia un lado para poder cruzar la calle,
súbitamente un automóvil pasa junto a ella, y el recipiente que contiene el pez cae al suelo.
La mujer grita, toma al pez entre sus manos y corre al edificio más cercano, donde
hay una farmacia. Pasa junto a las personas que están haciendo una larga fila con mirada de
aburrimiento. La mujer sigue gritando mientras sostiene al pez agonizante.
Cuando ella llega al mostrador, el dependiente le entrega un condón a uno de los
hombres que están en la fila. Él abre el paquete y otra de las personas que están en la tienda
lo llena de agua.
Mientras la sonriente mujer sostiene el condón lleno de agua, el pez empieza a nadar
en su interior, y sobre la pantalla aparece esta frase:

A condom may save a life


(Un condón puede salvar una vida)

Una breve mirada al congreso

Las aventuras que se viven al participar en un congreso internacional son


innumerables. Pero cuando el congreso tiene lugar en Moscú las aventuras tienen un
carácter muy particular. Para dar una idea de ello, quiero relatar lo que ocurrió en la mesa
que me tocó coordinar el segundo día del encuentro.
El primer participante de la sesión preparó una ponencia sobre las pinturas de Marc
Chagall, uno de los integrantes del llamado "Círculo de Bajtín". Para ilustrar su conferencia
llevó 20 diapositivas, las cuales planeaba proyectar durante su plática. Para ello, avisó a los
organizadores con diez meses de anticipación acerca de la necesidad de contar con un
proyector. Cuando llegó a la ciudad, una semana antes de presentar su ponencia, les recordó
sobre esta necesidad. Ahora lo teníamos frente a nosotros, esperando aún que el proyector
llegara a la sala de conferencias.
Mientras tanto, los organizadores estaban muy ocupados tratando de abrir la puerta
del salón de clases donde tendríamos la sesión de trabajo. Durante más de media hora
emplearon diferentes llaves y toda clase de alambres. Finalmente intentaron tirar la puerta,
pero ni así pudimos entrar al salón.
Una hora después del momento programado para el inicio de la ponencia, la sesión
empezó siete pisos más arriba. Sin proyector de diapositivas. El especialista en Chagall se
vio obligado a explicar sus ideas acerca de las pinturas dibujando extraños trazos sobre el
pizarrón. Y mientras el profesor de Historia del Arte hablaba sobre el capítulo final de su
libro sobre los artistas judíos en el exilio, desde la pared al fondo del salón de clases un
grupo de retratos de los héroes militares de Moscú observaban impasibles una de las más
brillantes presentaciones del congreso. Nunca nos explicamos qué hacían estos retratos de
militares en un salón de clases de la Universidad Pedagógica, pero preferimos no preguntar.
Cuando concluyó la presentación llegó el momento de hacer una pausa para tomar
café. Sin embargo, todavía quedaban otros seis ponentes esperando presentar sus trabajos
durante las siguientes tres horas.
Cuando todos los ponentes regresaron de la cafetería, la estudiante Gulnara nos
ordenó a todos, en un tono inapelable:

"You must go back to room 213!" ("¡Deben regresar al salón 213!")


"Why?" ("¿Por qué?")
"Because now it's open!" ("¡Porque ahora está abierto!")

Por supuesto, todos nos quedamos en el salón 987 durante el resto de la tarde,
discutiendo el concepto de carnaval en términos bajtinianos y tratando de descubrir si el
ponente coreano estaba leyendo en ruso con un acento del Bronx, o si era un ciudadano
australiano con un acento coreano. De cualquier manera, y para nuestra sorpresa, sólo
estaba leyendo la versión que había enviado seis meses antes, y ya publicada en las
memorias del Congreso.

La Academia de Ciencias

Alguien decidió sostener una conversación telefónica con su familia en México


desde el lobby del hotel: "¿Cómo están? ¡Yo aquí viviendo muchas aventuras! ¡Si ustedes
estuvieran aquí ya les habría dado el ataque!".
Los dos minutos tuvieron un costo de 36 dólares.
En nuestra siguiente excursión por la ciudad salimos de la estación Lubyanka
cuando de repente, de ninguna parte, surgió un grupo de jóvenes y hermosísimas mujeres
caminando a nuestro lado, con un promedio de unos 17 años de edad. En medio de este
grupo se encontraba una rubia de rasgos muy finos y una mirada muy viva, ataviada con un
vestido corto de tafetán verde obscuro que hacía resaltar su figura. Su manera alegre de
caminar la hacía verse tan radiante que todos los que ahí nos encontrábamos detuvimos
nuestras conversaciones y dirigimos nuestra atención simplemente a admirarla. Durante
algunos segundos su presencia transformó el ambiente en un lugar especial.
Después de ese marcado contraste con el espacio arquitectónico que nos rodeaba,
empezamos a caminar los tres ponentes mexicanos (María Teresa García, de Xalapa;
Maricruz Castro, de Toluca, y Lauro Zavala, de Xochimilco) para buscar la calle de Arbat.
Empezamos por tratar de localizar nuestra situación en el mapa del metro. Las
muchachas tenían los pies hinchados de tanto caminar, y los tres estábamos tan cansados
que creímos estar frente a la Galería Tetriakov.
Decidimos entrar, y descubrimos que había que hacerlo por la puerta de atrás, lo que
consideramos simplemente como parte de una tradición local. Subimos por unas escaleras
casi totalmente destruidas y llegamos hasta una desvencijada puerta de madera, en espera
de la experiencia estética más importante de nuestras vidas.
Pero entonces descubrimos que éste era sólo el centro cultural de esa zona de la
ciudad, y que tan sólo contaba con una habitación acondicionada como galería, donde se
exhibían las obras de algunos artistas locales (es decir, los que viven en esa calle). El
conserje se alegró mucho al recibirnos porque, nos dijo, nadie había visitado la galería
desde la inauguración de la exposición un par de días antes.
Esa misma persona nos aconsejó visitar la Academia de Ciencias, donde podríamos
escuchar un buen concierto de música clásica. Caminamos por la calle, siguiendo sus
instrucciones, cuando de repente vimos lo que pensamos que sería un elegante cementerio,
uno de los más elegantes que nunca habíamos visto, a cuyo lado había un edificio
igualmente distinguido, y donde un grupo de personas vestidas de negro estaban entrando
ceremioniosamente en silencio.
Al llegar a la entrada del edificio descubrimos que no era un cementerio, sino
precisamente la Academia de Ciencias, y que antes había sido un famoso castillo. De
cualquier manera decidimos caminar detrás de los visitantes, pensando que tal vez
podríamos comprar boletos para escuchar un concierto. Como no encontramos ahí a nadie
vendiendo boletos, subimos al segundo piso, y al llegar al final de las escaleras nos
detuvimos un momento para decidir qué hacer. Entonces el grupo de personas que
caminaba delante de nosotros se percató de nuestra presencia, y uno de ellos, en un tono
más intrigado que irritado, nos preguntó:
"What do you want?" ("¿Ustedes qu‚ quieren?")
"We are looking for the schedule of the concerts" ("Estamos buscando información
sobre los conciertos")
"This is the ceremony of the Doctorate!" ("¡Esta es la ceremonia del doctorado!")
"Spashiva!" (“¡Gracias!")

Después de este encuentro dialógico entre un grupo de académicos bajtinianos


provenientes del extranjero y los representantes de la sabiduría académica de Moscú,
regresamos a la calle para seguir buscando las manifestaciones del carnaval espontáneo que
se lleva a cabo todos los días en la calle Arbat.

Una visita al Kremlin y a la casa de Tolstoi

El tercer día del congreso los organizadores programaron una visita oficial al
Kremlin para todos los ponentes. Esta visita se inicia al cruzar uno de los puentes y
observar en el interior del Kremlin los mismos tanques militares que hay en el resto de la
ciudad.
El Kremlin es el centro histórico y político de Rusia. Es un espacio rodeado por una
enorme barda y protegido simbólicamente por varias torretas antiguas. En este espacio se
encuentran las oficinas de Yeltsin y sus colaboradores, y aquí se toman todas las decisiones
de carácter nacional.
La parte más importante de la visita al Kremlin es el recorrido por el interior de las
iglesias que contiene. En alguna de ellas hay frescos originales de Andrei Rublev y otros
pintores medievales, aunque es difícil tener la certeza de su autoría, ya que en esa época era
blasfemia firmar las pinturas de carácter religioso.
En las iglesias ortodoxas no hay asientos, así que las misas, que pueden durar más
de cuatro horas, deben ser escuchadas de pie. Las ventanas están tapiadas, y los altos muros
están cubiertos de múltiples pinturas piadosas, cada una de las cuales bien pudo haber sido
pintada durante un lapso de diez años o más.
Nos llamó la atención el lugar que tienen las mujeres en la tradición del catolicismo
ortodoxo que se practica en Rusia. Para entenderlo es necesario señalar que el interior de
cada iglesia está dividido en dos mitades, separadas por un par de puertas sagradas. Durante
el momento más importante de la misa estas puertas se abren, simbolizando así la entrada al
paraíso. Pero sólo los hombres pueden cruzar estas puertas. El único momento en el que
una mujer puede cruzarlas es durante el bautismo. Pero después de que una niña es
bautizada, el obispo de la región debe bendecir nuevamente la iglesia.
Entre las cosas que nos contó la guía se encuentra el hecho de que Iván el Terrible
se casó numerosas veces, y cada vez mandó construir una nueva torre dorada en la catedral
más grande que hay en el Kremlin, por lo que la catedral tiene siete torres doradas, que se
encuentran entre las más bellas de toda Rusia.
La siguiente sección de esta visita es el recorrido por el museo donde se conservan
diversas colecciones de objetos de la monarquía zarista. También es posible, en lugar de
hacer este recorrido, comprar el CD-ROM respectivo por sólo 45 dólares.
Después de esta visita decidimos conocer la casa de Tolstoi, conservada intacta
desde su muerte. En este lugar es posible ver la extrema austeridad en la que vivió con su
familia, a pesar de la enorme extensión de sus propiedades.
Esta visita nos hizo pensar en una gran cantidad de lugares que hubiéramos querido
conocer, como las casas donde vivieron, respectivamente, Dostoievski, Pushkin y Gógol,
cada una de las cuales ha sido convertida en un museo, así como las tumbas de estos y otros
escritores y artistas que se encuentran en el Cementerio de Moscú, los restaurantes en los
que se ofrece comida regional de Georgia, y alguno de los famosos monasterios
medievales, como el de Novodevichy.
Finalmente visitamos la Galería Pushkin y la Galería de Artistas del Pueblo, situada
frente al Parque Gorky. En el traspatio de esta última (llamado el Basurero de Estatuas) se
encuentran arrumbadas algunas de las estatuas de los héroes del socialismo, que ahora están
en el olvido oficial.

Un pensador ruso: Mijaíl Bajtín

Quiero concluir estas notas de viaje con algunas observaciones acerca del Congreso
académico en el que participé durante mi estancia en Moscú, y para ello es necesario
ofrecer alguna información general acerca del tema de este congreso: el pensamiento de
Mijaíl Bajtín.
Bajtín es considerado como uno de los más importantes humanistas del siglo XX.
Precisamente en 1995 se cumplió el centenario de su nacimiento. En 1993 se llevó a cabo el
Sexto Encuentro Internacional, en la hacienda de Cocoyoc, Morelos, donde participaron
cerca de 150 investigadores provenientes de 23 países. Este Encuentro fue convocado por la
Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana, y fue coordinado por los
investigadores Lauro Zavala y Ramón Alvarado.
El pensamiento de Mijaíl Bajtín ha dado lugar a lo que se conoce como la crítica
dialógica, y cuyos alcances llegan a la teoría literaria, la filosofía del conocimiento, la
metodología historiográfica, la sociolingüística y muchas otras áreas neurálgicas de las
ciencias sociales y las investigaciones humanísticas, como el feminismo posmoderno, la
desconstrucción y el análisis cinematográfico.
Es difícil ofrecer en unas líneas una síntesis de su pensamiento, pero convendría
señalar que sus propuestas se iniciaron como una crítica al marxismo ortodoxo y a la
estilística formalista, lo cual le valió haber sido marginado durante casi toda su vida en su
propio país.
Fue hacia mediados de la década de 1960 cuando su obra empezó a ser difundida en
el resto del mundo, gracias a los trabajos de Julia Kristeva y de Tzevan Todorov en Francia.
Entre los textos más conocidos de Bajtín se encuentran su tesis doctoral, acerca de la
carnavalización de la cultura oficial en la narrativa de Francois Rabelais, su estudio sobre la
polifonía ideológica en las novelas de Dostoievski, y la crítica a la estilística y la lingüística
tradicionales.
Una de las consecuencias de la difusión y el reconocimiento del pensamiento
bajtiniano consiste en la organización de los congresos internacionales de los
investigadores que han estudiado su obra, y que se lleva a cabo cada dos años. El primero
de estos encuentros se realizó en Canadá en 1981 y nuevamente en 1997, y el resto se han
realizado, respectivamente, en Alemania (dos veces), Italia (dos veces), Inglaterra y
México.
Convendría señalar que al Congreso de 1993, realizado en Cocoyoc, Morelos,
asistieron 125 investigadores provenientes de 18 países. En esa ocasión participaron por
primera vez en un encuentro de esa naturaleza España y varios países latinoamericanos:
México, Venezuela, Colombia, Argentina y Cuba. En Moscú, en cambio, sólo asistieron 5
investigadores mexicanos y ningún otro hispanoamericano.
Para los interesados en conocer más sobre el tema podría mencionarse que la
investigadora mexicana Tatiana Bubnova ha traducido al español Problemas de la poética
de Dostoievski (Breviarios núm. 417, FCE) y Estética de la creación verbal (Siglo XXI).
Actualmente ella está traduciendo al español otras obras de Bajtín para la editorial Alianza
Universidad de España. Por su parte, la editorial Taurus de Madrid ha publicado la
colección de ensayos Teoría y estética de la novela.
Además, durante el encuentro de México se presentaron cuatro publicaciones
producidas especialmente con ese motivo: un número monográfico de la revista Criterios
dedicado a los estudios sobre intertextualidad (Casa de las Américas/UAM Xochimilco) y
los libros Bajtín: Ensayos y diálogos sobre su obra de Gary Saul Morson (UNAM), la tesis
doctoral de Bajtín, La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento (Alianza
Universidad) y Diálogos y fronteras de Ramón Alvarado y Lauro Zavala (Nueva Imagen),
que contiene las principales ponencias presentadas en el congreso de Inglaterra.

Un Congreso en Moscú

Una posible conclusión al haber participado en este Congreso es el reconocimiento


de la existencia de al menos dos tipos de académicos interesados en el pensamiento de
Bajtín: aquellos cuyo campo principal de investigación es la filosofía, y los investigadores
en estudios humanísticos y culturales.
Estos últimos pueden ser lingüistas, teóricos del cine o la literatura, sociólogos,
filósofos de la política, escritores de diversas clases, historiadores y otros científicos
sociales. Todos ellos están interesados en el debate sobre modernidad y posmodernidad, y a
todos ellos se les considera como practicantes de la crítica dialógica.
En algunas ocasiones estos últimos se sienten atraídos por la idea bajtiniana del
carnaval como una manifestación de la revuelta social. En este contexto el concepto de
intertextualidad se ha convertido en una piedra de toque, cuya versión más extrema sostiene
que cada signo está virtualmente en diálogo con todos los demás. También en este grupo es
posible encontrar a los biógrafos de Bajtín y a la mayoría de sus traductores.
Por otra parte, en el primer grupo se encuentran quienes están próximos a las
preocupaciones de Bajtín por problemas teológicos, y quienes estudian los T.D. (Textos
Debatidos), es decir, los textos firmados por sus colegas Medvedev y Voloshinov,
respectivamente. En este grupo se encuentran los investigadores interesados en la idea
bajtiniana de la arquitectónica de la persona.
Esta división puede ser observada también en la tradición académica de Occidente y
la de los países del Este. Las primeras traducciones del trabajo de Bajtín al francés, inglés y
español, así como la biografía de Holquist y Emerson publicada por la Universidad de
Harvard en 1984, estuvieron originalmente centradas en los trabajos escritos por Bajtín
hacia el final de su vida, y por lo tanto están centrados en su trabajo como pensador social
del lenguaje, el carnaval, el dialogismo y la heteroglosia, es decir, la diversidad de
lenguajes y perspectivas que pueden coexistir en un mismo contexto histórico.
Por su parte, los académicos rusos se han sentido más cómodos con el Bajtín cuyo
pensamiento fue evolucionando y estableciendo distintos diálogos con sus propios
contemporáneos. En este cuerpo de ideas resulta fundamental la idea del otro de todos los
días y la idea del Otro trascendental, que bien pueden ser Dios o la muerte.
Este encuentro con otras voces dentro de los estudios de la crítica dialógica fue
suficiente para reconsiderar nuestra manera de leer a uno de los pensadores más fecundos y
estimulantes de nuestro siglo, y cuya presencia en los círculos académicos es cada día más
evidente, como lo muestra, por ejemplo, la reciente realización de un monumental
encuentro de especialistas sobre su obra en España, organizado por la Universidad Nacional
de Educación a Distancia, en la ciudad de Madrid, en 1994.

El regreso a casa

La experiencia de haber estado en Moscú durante una semana fue mucho más
compleja que lo que estas notas reflejan, pero tal vez ellas son suficientes para ofrecer una
imagen general del asombro que cada uno de los visitantes sentimos al encontrarnos en un
lugar completamente distinto a lo que hasta entonces habíamos conocido.
Otros visitantes seguramente han tenido experiencias distintas, y harán
reconstrucciones muy diferentes a la que aquí he ofrecido. Al regresar a México leo en mi
ejemplar de Moscow and the Golden Ring, escrito por la cineasta Masha Nordbye (Twin
Edge, Hong Kong, 1995, 317 pp.), que en Moscú hay 2500 monumentos, 4500 bibliotecas,
125 salas de cine y 70 museos, y que es visitada cada año por 20 millones de personas
provenientes de 150 países.
Estas notas de viajero sólo aspiran a reconstruir lo vivido en el brevísimo lapso que
nuestra visa nos permitió permanecer en el territorio ruso. Hubiera sido interesante poder
visitar la ciudad de San Petersburgo y algún pequeño pueblo del llamado Anillo de Oro que
rodea a Moscú, pero las circunstancias y el presupuesto lo hicieron imposible.
Esta experiencia, sin embargo, fue suficiente para despertar nuestro interés por
conocer mejor la vida cotidiana dentro de una cultura que se mantiene viva a pesar de los
embates de la historia, gracias a la presencia de un espíritu cada día más admirable,
especialmente desde la perspectiva de cualquier visitante extranjero.

Posdata bibliográfica

Durante los últimos años se han publicado varios libros sobre la vida cotidiana en
Rusia y en otros países balcánicos, como una crítica a los mitos que hasta hace poco se
difundieron sobre esa región. De hecho, ahora se están difundiendo nuevos mitos, de los
que el autor de estas notas seguramente es cómplice involuntario. Entre los materiales más
interesantes se podrían mencionar los siguientes:

Bridger, Sue, Kathryn Pinnick, Rebecca Kay: No More Heroines? Russia, Women and the
Market.
London, Routledge, 1995, 240. ISBN 04151 2459X
Epstein, Mikhail: After the Future. The Paradoxes of Postmodernism and Contemporary
Russian
Culture. Translated with and introduction by Anesa Miller-Pogacar. Amherst, MA.
The
University of Massachusetts Press, 1995. ISBN 08702 39740
Hill, Richard: "The Slavs: A Cultural Stew", en We Europeans. Brussels, Europublic, 1992,
209-
222. ISBN 90744 40010
Medina, Dante: Sólo los viajeros saben que al sur está el verano. Un viaje por Francia,
Italia,
Yugoslavia, Bulgaria y Grecia. México, Alianza Editorial, 1993, 253. ISBN 96839
08306
Pilkington, Hilary: Russia's Youth and Its Culture. A Nation's Constructors and
Constructed.
London, Routledge, 1994, 320. ISBN 04150 90431
Prieto, Carlos: De la URSS a Rusia. Tres décadas de experiencias y observaciones de un
testigo.
Prólogo de Isabel Turrent. México, Fondo de Cultura Económica, 1993, 325. ISBN
96816
39561

Antes de concluir, también habría que mencionar los espléndidos textos sobre los
viajes a Moscú hechos por Pablo Neruda en 1949 ("En la Unión Soviética", capítulo 9 de
Confieso que he vivido, Seix Barral, 1984) y por Gabriel García Márquez en 1957
(capítulos 7 a 10 en De viaje por los países socialistas, La Oveja Negra, 1978).

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Lauro Zavala es profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana,


Unidad Xochimilco, y es autor de varios libros de análisis literario, procesos editoriales,
cultura museográfica y teoría del cine.
Oxford en abril: la conferencia literaria

Ésta es la crónica del viaje de trabajo que hice a la Universidad de Oxford invitado
por el Consejo Británico para participar en la Sexta Conferencia Internacional Sobre
Enseñanza de la Literatura, la cual se realizó del 7 al 13 de abril de 1991.
Aunque la riqueza de estos encuentros depende en gran medida de la diversidad de
sus participantes, me sorprendió descubrir que yo era el único proveniente de
Hispanoamérica o incluso del norte de América, tal vez porque Estados Unidos ha
absorbido la atención de esta área completamente. A pesar de ello, éramos 57 participantes
de 32 países distribuidos entre África, Asia, Europa ...y México.
Éste fue mi primer viaje a Europa, y mientras el avión estaba volando las nueve
largas horas del aeropuerto internacional de Miami al aeropuerto de Londres, me sentí un
poco como Morris Zapp, el profesor estadunidense que intercambia su puesto de trabajo
durante seis meses con un profesor inglés, en la novela Changing Places (1975) del escritor
inglés David Lodge. Sólo que aquí había una diferencia crucial, porque entre México e
Inglaterra hay más cosas en común que, digamos, entre México y Estado Unidos. ¡Despues
de todo, aquí tenemos antecedentes europeos desde hace 500 años!
Cuando llegué a Londres el domingo 7, esperaba niebla y lluvia, pero en lugar de
ello encontré un viento frío y un cielo limpio y nublado, muy diferente del neblumo de la
ciudad de México.
Oxford es una cuidad pequeña, situada a menos de dos horas de Londres en autobús.
Está formada por 40 colegios, todos ellos de arquitectura monacal, casi gótica, construidos
a partir del siglo XII, cada uno de los cuales tiene forma cuadrangular y cuenta con sus
propias residencias para profesores, un bar, un refectorio (comedor al estilo monástico),
dormitorios para los estudiantes y (en el colegio donde estaba hospedado) un pequeño lago
rodeado de árboles.
Aquí la actividad cultural es muy diversa y de gran calidad, y puede ser disfrutada
con sólo caminar 10 o 15 minutos, o incluso en menos tiempo si uno cuenta con una
bicicleta (a la que aquí llaman push bike, para distinguirla da la motocicleta, a la que llaman
simplemnete bike).
Una vez instalado en Worcester College me encontré con los organizadores de la
conferencia: Kate Bostock ---de la oficina de Literatura del Consejo Británico en Londres,
con quien ya había intercambiado correspondencia antes de llegar a Oxford---; Ruud van
Ruitenbeek, del Consejo Britanico en Oxford, y Alan Durant, responsable académico de la
conferencia, quien trabaja en Goldsmith's College de la Universidad de Londres, y también
organizador de la famosa Conferencia Internacional sobre Lingüística de la Literatura que
se realizó hace pocos años en Londres y que es considerada el acontecimiento más
importante de los últimos años en este campo.
Después de realizar un corto paseo por la ciudad, volví al colegio para participar, a
las 18:00 horas en punto, en la cálida bienvenida que dio a los participantes el comité
organizador.
En esta ocasión conocí a los representantes de Oxford University Press y de la
editorial Basil Blackwell, con quienes después, a lo largo de la semana, tuve oportunidad de
conversar sobre proyectos de publicaicón comunes con la UAM-Xochimilco y la UNAM.
Durante toda la semana las actividades se realizaron a la hora programada, ni un
minuto antes o después, incluyendo las dos sesiones diarias para tomar té (a las 10:45 am y
a las 4 pm.). El programa estaba repleto de actividades. El horario se iniciaba a las 9:15
(hora del desayuno) y terminaba a las 10 pm (con la conclusion de la última conferencia o
del encuentro colectivo con algún escritor invitado).
Durante los primeros cuatro días recibimos un total de 12 conferencias impartidas
por académicos reconocidos en los campos de la teoría, la crítica y la enseñanza de la
literatura, con temas que van del canon literario a la crítica desconstructiva.
Ésta fue una oportunidad única para discutir nuestros intereses profesionales con
algunos de los más distinguidos especialistas de Gran Bretaña. Entre estas conferencias
quisiera destacar la brillante intervención del doctor Mike Benton acerca de la teoría y la
práctica de la lectura literaria, cuyos contenidos serán muy útiles en el salón de clases.
Los últimos días estuvieron dedicados a la presentación de las ponencias de los
participantes extranjeros. Mi trabajo trata sobre el empleo de las herramientas del análisis
literario en la enseñanza del lenguaje cinematográfico a nivel de grado y posgrado. La
presentación de este trabajo fue escuchada exactamente por la mitad de los asistentes a la
conferencia, mientras la otra mitad estaba atendiendo, en el salón contiguo, la presentación
del trabajo de la participante española. Carmen Vidal, sobre las dificultades en la enseñanza
de la ficción posmoderna.
La conferencia terminó demasiado pronto. Todos estuvimos muy ocupados en
discusiones y talleres, haciendo amistades internacionales y tratando de percibir el ambiente
de la ciudad. Al concluir la semana, cuando el Dean de Worcester College hizo el brindis
final, todos coincidimos en la opinión de que había sido una semana muy intensa.
Oxford me parece un lugar ideal para vivir y para trabajar. No es demasiado grande
ni demasiado pequeño y tiene un sabor propio, con su arquitectura típica, sus docenas de
pubs (bares) y sus pequeñas callejuelas, sin olvidar sus venerables bibliotecas (algunas de
ellas, como la Bodleian, están entre las más antiguas de Europa) y sus modernas librerías
(Blackwell es el lugar de bienvenida típico de la ciudad). Y, muy especialmente, sus
amigables habitantes.
Por suerte pude quedarme un par de días en Londres. Me llamó poderosamente la
atención la cantidad de turistas que había en la zona antigua de la ciudad (repleta de
autobuses de dos pisos para los mismos visitantes), la espléndida calidad profesional del
periodismo cultural (especialmente en The Guardian, cada uno de cuyos artículos se apoya
en una completísima investigación), el calor humano que se desprende de su arquitectura, la
casi total ausencia de publicidad en las calles y carreteras (excepto en Picadilly Circus), la
elegancia y claridad de la pronunciación británica y las facilidades que tiene un ciudadano
británico para comprar casa (por el solo hecho de tener un empleo fijo cualquier banco
otorga un préstamo de tres años de salario anual, sin ningún requisito especial). Londres
(incluida su universidad) es otro mundo.
A diferencia de otros grandes aeropuertos (Toronto, Washington, México, Nueva
York, Chicago), en el de Londres las tiendas para turistas ofrecen una muy considerable
selección de libros de literatura contemporánea, lo cual habla del orgullo de los británicos
por su cultura literaria y, seguramente, también de la existencia de un mercado
internacional para su producción editorial.
Cuando volaba de regreso a México pensé que podría entender un poco mejor a
Philip Swallow, el personaje inglés de la novela de Lodge, para quien la literatura y la vida
son cosas diferentes.
Y aunque este texto no es literario, aquí lo termino para reintegrarme a la vida
cotidiana.
Interdisciplinariedad en Berkeley

Si a pesar de haber nacido en un país relativamente periférico en el mundo


académico, como México, un investigador universitario tiene la suerte de haber participado
en más de dos docenas de congresos internacionales --y de haber organizado varios--, se
tiene el derecho de responder a la pregunta: ¿para qué sirven los congresos académicos?
Antes de ofrecer alguna respuesta a esta pregunta debo señalar que la mayor parte
de los congresos en los que he presentado alguna ponencia han sido sobre mi campo de
especialización, la literatura. Y una cuarta parte han sido interdisciplinarios: Julio Cortázar
en Oklahoma (1985); Humor en Arizona (1986); Carlos Fuentes en Mississippi (1986);
Intertextualidad en Florida (1987); Literatura Iberoamericana en México (1988); Cuento
Mexicano en Tlaxcala (1989); Bajtín en Manchester (1991); Enseñanza del Inglés en
Oxford (1991); Semiótica en Xalapa (1991); Cuento en México y Francia (1992);
Comunicación en Acapulco (1992); Bajtín en Cocoyoc
--organizado en colaboración con Ramón Alvarado-- (1993); Visitantes de Museos en
Londres (1993); Humor en Filadelfia (1995), y nuevamente Bajtín en Moscú (1995) y en
Calgary (1997).
¿Qué se obtiene después de haber preparado una ponencia y realizar el viaje a un
lugar al que probablemente se visitará tal vez por única ocasión? Casi siempre se obtiene lo
siguiente:
a) Acceso a bibliotecas universitarias extraordinariamente bien surtidas,
actualizadas y funcionales
b) Acceso a librerías en las que uno puede perderse durante varias horas, y regresar
a casa con varios tesoros bibliográficos, si se corre con suerte
c) Exposición a ideas y enfoques distintos al propio, lo cual puede resultar
refrescante y estimulante para el trabajo personal
d) Contacto personal con autores prestigiosos y reconocidos, y con colegas que
tienen intereses profesionales y vitales similares a los propios
e) Contacto personal con editores y lectores potenciales, y con jefes de
departamento con los cuales se pueden establecer diversos proyectos de colaboración
institucional
f) Experiencia de un ambiente cultural completamente distinto al que uno pertenece
por azar
Tal vez la consecuencia más importante de todo lo anterior sea el reconocimiento
del lugar que ocupa el trabajo de investigación de uno mismo en el contexto internacional.

Para ilustrar parcialmente estas ideas voy a reseñar parte de mi experiencia de


trabajo al participar en el Quinto Congreso de la Asociación Internacional de Estudios
Semióticos, que se realizó en el campus Clark Kerr de la Universidad de Berkeley, en
California, del 13 al 18 de junio de 1994, precisamente en vísperas del Campeonato de
Futbol que se llevó a cabo a partir de la semana siguiente en los estadios de la ciudad de
San Francisco y de la Universidad de Stanford, a veinte minutos y una hora de Berkeley,
respectivamente.
Un Congreso de estas dimensiones dura casi una semana porque en él se presentan
más de 600 ponencias. La semiótica podría ser considerada como el estudio científico de
los signos, la comunicación y todo aquello que tiene alguna significación para los seres
humanos.
A la Asociación de Estudios Semióticos pertenecen alrededor de treinta países (casi
los mismos que participaron en el Campeonato Mundial de Futbol), y en esta ocasión se
presentaron toda clase de ponencias, cuyos temas iban desde la semiótica jurídica (que
cuenta con su respectiva revista, publicada por la Asociación Internacional de Semiótica
Jurídica) hasta la semiótica del espacio (que también cuenta con su revista, publicada --por
supuesto-- por la Asociación Internacional de Semiótica del Espacio).
Hay más de cien áreas de estudio de la semiótica, y casi cada una de ellas cuenta
con su propia asociación, sus congresos, sus publicaciones periódicas y sus paradigmas
teóricos. Algunas áreas de la semiótica han tenido un desarrollo extraordinario desde hace
varias décadas, generando corrientes de pensamiento con gran fuerza en el debate actual de
las ideas, como es el caso de la semiótica de la cultura (Yuri Lotman y la Escuela de Tartú),
y otras más han tenido un desarrollo reciente muy notable, como la semiótica musical (Eëro
Tarasti en Finlandia), la semiótica cinematográfica y la semiótica de las pasiones. De
hecho, la diversidad de los intereses de la semiótica es casi tan grande como la misma
imaginación científica.
Aunque es muy reciente la creación de congresos internacionales sobre la
interdisciplinariedad, los congresos de semiótica tienen mucho de interdisciplinario. Sin
embargo una gran parte de las investigaciones semióticas siguen apoyándose en los
modelos teóricos propuestos durante los últimos 150 años por Charles Peirce, Ferdinand de
Saussure, Umberto Eco, Algirdas Greimas y otros investigadores europeos y
norteamericanos, considerados como referencia obligada para el estudio de la semiótica
canónica. Pero --al menos desde la perspectiva de quien escribe estas líneas-- muchos de
los trabajos realmente significativos rebasan con mucho los marcos propuestos por estos
pioneros, y formulan propuestas transdisciplinarias surgidas de la misma complejidad de la
cultura contemporánea.
Desde 1974 el Congreso Internacional se ha realizado cada cinco años en Europa.
Ésta es la primera vez que se lleva a cabo en el continente americano. Y tal vez valdría la
pena señalar que durante la votación realizada durante el miércoles 15 por la mañana, la
asamblea constituida por los miembros de la Asociación Internacional apoyaron la
propuesta para que el siguiente Congreso se realice en 1997 en México.
Aquí se podría señalar que ya en 1993 se llevó a cabo, en la ciudad de Monterrey, el
Primer (y único) Congreso Mundial de Semiótica y Comunicación, al que fueron invitados
(con todos los gastos pagados por la Secretaría de Educación del Estado de Nuevo León)
cerca de un centenar de investigadores de la Asociación Internacional de Estudios
Semióticos.
Paradójicamente, y a pesar de que en México hay tres asociaciones distintas de
investigadores de semiótica, en el congreso de Berkeley sólo se presentaron cuatro
ponencias provenientes de este país.
Los temas de esas ponencias fueron muy diversos entre sí: Beatriz Garza Cuarón
(del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Humanidades, de la Universidad
Nacional) ofreció una perspectiva general de la historia y el estado actual de la semiótica en
México, señalando el desarrollo que ésta ha tenido recientemente en la Universidad
Autónoma Metropolitana; Adrián Gimate-Welsh (UAM Iztapalapa), quien junto con
Mauricio Beuchot es miembro del Comité Ejecutivo de la Asociación Internacional,
presentó los resultados de un análisis del discurso político en torno al Tratado de Libre
Comercio; Katya Mandoki (UAM Xochimilco) presentó parte de su argumentación para la
creación de una estética de lo cotidiano, y Lauro Zavala (UAM Xochimilco) presentó un
modelo transdisciplinario para el estudio del tiempo.
Es interesante observar que los investigadores latinoamericanos tienden a hacer
propuestas interdisciplinarias que rebasan los modelos surgidos en Europa y los Estados
Unidos.
La vida cotidiana de alguien que participa en uno de estos congresos se distribuye
aproximadamente como sigue: es necesario organizar el tiempo para visitar las bibliotecas y
librerías de la universidad; visitar el campus y los lugares para cenar o divertirse, pues los
albergues estudiantiles no ofrecen cena; llamar por teléfono o concertar citas con los
colegas que viven en el país que se visita; asistir a las ponencias que tienen interés
particular, ya sea por el tema que tratan o por el prestigio de los ponentes, y darse tiempo
para conversar con los colegas en los pasillos, visitar la sección donde se exhiben las
últimas novedades bibliográficas sobre semiótica y asistir a las sesiones plenarias y otras
actividades generales programadas por los organizadores. Y, por supuesto, hay que
presentar la propia ponencia, y tal vez coordinar la respectiva sesión de discusiones.
Si el ponente aún tiene tiempo y energía, puede programar una visita a los
alrededores. Por ejemplo, es casi imprescindible visitar en la ciudad de San Francisco la
librería City Lights, creada por Ferlinghetti y el grupo de poetas beat en los años cincuenta,
y después escuchar en vivo un concierto de jazz, puesto que en México esta clase de música
todavía existe sólo en un par de ghettos aislados.
El viernes por la noche fue el banquete de clausura, después del cual los asistentes
escuchamos la ponencia magistral que presentó el semiólogo italiano Umberto Eco,
fundador de la Asociación, quien con erudición y sentido del humor disertó en inglés
durante casi media hora sobre la búsqueda del llamado "lenguaje perfecto".
Al concluir la conferencia de Eco, el grupo de participantes brasileños --como ya es
su costumbre en estos congresos-- se pusieron a bailar y cantar samba durante varias horas,
invitando de esta manera a sus colegas del continente a participar en el Tercer Congreso
Latinoamericano de Semiótica, programado en la Pontificia Universidad Católica de Sao
Paulo del 31 de agosto al 3 de septiembre de 1996, con el tema Orden y Caos: Un Abordaje
Semiótico. En el Comité Organizador de este congreso se encuentran, entre otros, José
Pascual Buxó (México), Eliseo Verón (Argentina), Haroldo de Campos (Brasil) y Lisa
Block de Behar (Uruguay).
Así terminó uno de los congresos más característicos de la investigación
interdisciplinaria contemporánea. El siguiente está convocado por la Universidad
Metropolitana (UAM), la Universidad Nacional (UNAM) y El Colegio de México. Con
estos congresos se contribuye a establecer un diálogo más intenso entre los semiólogos
europeos y norteamericanos y aquellos que hemos nacido en países relativamente
periféricos en el mundo académico internacional, es decir, en uno de esos países donde sus
gobernantes cometen el error estratégico de considerar que la educación y la investigación
no son prioritarias para el país.
¿O será que la distinción entre centro y periferia también empieza a ser cada día
menos pertinente, en cuanto a la calidad de la investigación?
Presencia mexicana en Santa Bárbara, California

Hace pocos meses tuve la oportunidad de visitar la Universidad de Santa Bárbara,


en el estado de California, Estados Unidos, invitado por el Departamento de Español y
Portugués, con el fin de impartir algunas conferencias y participar como sinodal en un
examen pre-doctoral.
Santa Bárbara es uno de los lugares más hospitalarios en los que es posible vivir. Si
uno tiene la suerte de residir cerca del centro, se puede caminar hasta las cafebrerías de la
avenida central, y disfrutar de un clima perfecto durante todo el año.
Este lugar está ubicado en el sur de California, a unas dos horas (en auto) al
noroeste de Los Ángeles. El sistema universitario de California cuenta con ocho campus:
Berkeley, Irvine, Riverside, Los Angeles, San Francisco, Santa Bárbara, San Diego y Santa
Cruz.
Aunque sólo estuve ahí durante una semana, trabajando y conversando con algunos
de sus habitantes, puedo mencionar algunas de las características que hacen de éste un lugar
difícil de olvidar en mucho tiempo:
-- Un ambiente de trabajo influido por el clima, tan agradable como el de
Cuernavaca pero con la playa visible desde cualquier ventana de la universidad.
-- Una biblioteca de "tan sólo" dos millones de ejemplares (frente a los veinte
millones de la UCLA) para atender a quince mil estudiantes, mientras cualquier biblioteca
mexicana que atienda a esa población universitaria espera alcanzar los 200 mil ejemplares
para el año 2010, haciendo grandes esfuerzos.
-- Una sala de cine (Arlington) cuyos interiores tienen la arquitectura de algún
pequeño pueblo oaxaqueño
-- Por todos lados, lugares donde venden comida mexicana, con nombres como Las
Delicias, La Cocina de Tere o Chilaquiles' Stove (El Horno de los Chilaquiles), y cuyos
dueños son mexicanos, chicanos... o todo el resto de la población del lugar, que realmente
aprecia esta comida y la disfruta cotidianamente
-- Una oferta de más de 35 librerías para atender a una población de menos de cien
mil habitantes, y una de las fábricas más importantes de "backpacks" (J and D) para
transportar los libros confortablemente sobre la espalda, mientras uno camina o se desplaza
por la ciudad en bicicleta
-- Espacios urbanos en los que se ha respetado la arquitectura original de las
misiones franciscanas que crearon éste y otros asentamientos con un diseño morisco, de una
belleza sobria y luminosa.
Un ambiente con esta luz natural ha producido artistas cuya obra es colorida y rica
en matices, y de los cuales la población está muy orgullosa.
En fin, un lugar donde la biblioteca universitaria está abierta todos los días del año,
precisamente porque la población es adicta a la lectura; un lugar donde las librerías (como
Earthling) permiten que los lectores hojeen sus libros instalados en los cómodos sillones
que se encuentran alrededor de una fogata creada para el efecto; un lugar donde la playa
está siempre a menos de diez minutos a pie, y donde la comida es tan buena como en las
mejores cocinas del sur de Michoacán... es una especie de no lugar, una simple utopía
habitable.
Mi sensación al abandonar Santa Bárbara después de permanecer ahí durante una
semana es la de alguien que deja un lugar entrañable, y que viaja a algún otro lugar de
manera temporal, mientras se prepara para regresar a casa, es decir, a Santa Bárbara.
Además, tuve la fortuna de conocer a un grupo de colegas muy distinguido: don
Luis Leal, quien a sus 89 años de edad sigue tan lúcido y entusiasta como hace cuarenta
años, cuando publicó su imprescindible (y hasta la fecha, única) Historia del cuento
mexicano; Sara Poot-Herrera, reconocida sorjuanista y organizadora de las jornadas anuales
de literatura mexicana; Víctor Fuentes, investigador de la cultura posmoderna en lengua
española; Susan Jill Levine, prestigiosa traductora de obras aparentemente intraducibles,
como Larva de Julián Ríos y Tres tristes tigres de Guillermo Cabrera Infante; Mario
García, investigador de la cultura política de la comunidad chicana, y algunos
investigadores más jóvenes, como Pablo Brescia, estudioso del cuento hispanoamericano, y
Jacqueline Toribio, una lingüista generativista con un corazón de oro.
Además, también tuve la suerte de compartir una pequeña casa con un par de
estudiantes del programa de doctorado, Jonathan Burgoyne, estudioso de los siglos de oro,
y Santiago Vaquera, traductor del cuento mexicano y a quien ahora estoy apoyando durante
la preparación de su tesis de doctorado sobre la narrativa de la frontera.
Durante mi estancia en Santa Bárbara surgió el proyecto --en colaboración con Sara
Poot-- de reunir en Santa Bárbara a un destacado grupo de escritores y críticos mexicanos
para elaborar un libro colectivo en homenaje a Luis Leal, que será publicado por la
Dirección de Literatura de la UNAM y la UCSB (Universidad de California en Santa
Bárbara).
Después de pasar unas cortas vacaciones en México (digamos, los próximos 25
años) espero volver a mi lugar de residencia natural, donde no hay smog ni devaluaciones
súbitas.
Después de todo, fue en Santa Bárbara donde se creó la primera cadena nacional de
fotocopiadoras de autoservicio que están abiertas todo el año durante las 24 horas
(Kinko's).
Tal vez todas estas razones han influido para que en Santa Bárbara la escritora local
Sue Grafton haya creado algunas de sus mejores historias policiacas.
Arepas y mariachis:
Cinco miradas rápidas a la cultura colombiana

Lauro Zavala

He visitado Colombia en cinco ocasiones, entre 1995 y 2003, y he podido conocer


las ciudades de Bogotá, Pereira y Antioquia. Aunque en cada estancia he permanecido
alrededor de una semana, estas visitas han sido suficientes para observar de cerca la
intensidad de la vida académica, y algunos rasgos de la vida cotidiana.
Una de las primeras impresiones que recibe un visitante proveniente de la ciudad de
México al recorrer la ciudad de Bogotá es la sensación de haber llegado a un lugar muy
exclusivo, pues en muchas zonas los edificios son de ladrillo rojo. En México, este tipo de
construcción suele estar asociado con las zonas más caras, arboladas y modernas del país.
Por otra parte, siempre me ha parecido admirable el aprecio que hay en Colombia
por la cultura popular mexicana. Me ha ocurrido, invariablemente, que cuando he abordado
un taxi, la música en la radio es mexicana (boleros, rancheras y hasta mariachis), y los
taxistas conocen la letra mejor que yo mismo, y la cantan a todo pulmón. Además, en cada
ciudad que he visitado hay al menos un centro de mariachis que tiene actividades todo el
año.
Además de estos elementos comunes entre nuestras culturas, también hay
diferencias muy notables. Si el alimento más característico de Colombia es la arepa, el de
México es la tortilla. Sin embargo, a pesar de que ambos acompañan cualquier guisado y
están hechos de maíz, ahí terminan las similitudes. La tortilla es una especie de disco
extremadamente delgado y flexible, y es el alimento preferido de los astronautas. La tortilla
siempre se come caliente, y puede ser enrollada o usada para sopear los frijoles, es decir,
como una especie de complemento comestible del tenedor. En cambio la arepa (para un
mexicano) es una bola dura y desabrida, similar al totoposte hondureño. Los colombianos
que viven en México han adoptado sin dificultad la tortilla, pero yo no podría comer arepa
todos los días.
Antes de que estas declaraciones provoquen una queja ante el consulado de México
en Colombia, debo apresurarme a declarar que en cada visita he podido observar otros
elementos culturales extraordinariamente atractivos. Por ejemplo, es muy interesante el
hecho de que las mujeres de cada región del país tienen una personalidad marcadamente
distinta. Las bogotanas son elegantes y discretas, mientras las mujeres de la costa son
sensuales y desinhibidas, y las mujeres de la región central son cariñosas y coquetas. Estas
diferencias son apreciables en su manera de bailar, de hablar, de vestir y hasta en la manera
de mirar. Sin embargo, no creo que en Colombia podría llegar a haber algo similar al culto
a Eva Perón o a Jacqueline Kennedy. O María Félix. Tengo la impresión de que la mujer
colombiana, en toda su diversidad, es más una compañera que un objeto lejano y especial.
Pasando al terreno académico, me ha sorprendido la intensa comunicación que
existe entre los grupos de investigadores, que siempre están al tanto de lo que ocurre entre
sus colegas de las otras regiones. Me parece que las comunidades académicas en Colombia
han creado una red informal muy efectiva de intercambio permanente. Y esto es muy
notable para mí, pues en México nadie se entera nunca de lo que hace el vecino del
cubículo o del salón de clases, y mucho menos de lo que ocurre en las otras universidades
del país.
Pero no se crea que mi visión es idílica. Debo señalar que la relación entre los
taxistas y los transeúntes es tan violenta como en la Ciudad de México. Y en el aeropuerto,
al salir del país, se cobra un elevado impuesto al extranjero si declara que su visita fue
realizada por motivos de trabajo (por ejemplo, un profesor que sólo fue a dar una
conferencia). Pero este error no es exclusivo de Colombia, sino que forma parte de la
carencia de una política de estímulos para fomentar el intercambio de conocimientos, libros
y películas entre los países hispanoamericanos.
En contraste, es muy notable la reorganización urbana que ha tenido el centro
histórico de Bogotá, y la adopción de un nuevo sistema de transporte público que es
cómodo y eficiente. El metro de Medellín no sólo es amplio y elegante, sino, simplemente,
uno de los más modernos del mundo.
Por cierto, la calidad de los libros colombianos es reconocida en todo el mundo, y
estoy muy orgulloso de colaborar en la coordinación de una serie internacional de
antologías que están siendo publicadas en la UPN de Colombia, en Bogotá, y que las
universidades mexicanas fueron incapaces de llevar adelante.
Los colegas colombianos que conozco en México parecen confirmar la impresión
que tengo de que haber nacido y crecido en Colombia podría garantizar un equilibrio
natural entre la capacidad de inmersión en lo cotidiano (que puede manifestarse en una
afinidad hacia la música y el baile) y una notable disciplina de trabajo (que se manifiesta en
un apasionamiento por lo que se hace, y por el deseo de hacerlo bien).
Espero seguir conociendo el país y aprender más sobre una cultura donde, aunque
no se conoce la tortilla, todavía se puede probar el mejor café de la región.

Encuentros con la civilización centroamericana

Durante el último par de años (2001 y 2002) he tenido oportunidad de visitar tres
países centroamericanos (Panamá, Honduras y Guatemala), y me ha sorprendido la
vitalidad de la actividad literaria en esta región, pues en nuestro país no llegan muchas
noticias de estos países (excepto cuando juegan fútbol contra México o cuando sufren una
catástrofe natural).
Aunque sólo he permanecido en cada lugar durante una semana, y aunque mi
estancia ha estado saturada de actividades académicas muy precisas, relacionadas con el
motivo de cada visita (participar como jurado en un premio literario o impartir diversos
cursos y conferencias sobre literatura), sin embargo encontré en cada uno de los tres países
la presencia de una personalidad excepcional sin cuyo trabajo el panorama de la actividad
literaria sería inmensamente distinto, seguramente más pobre.
El perfil de cada una de estas personalidades permite comprobar, una vez más, que
en nuestros países (los más pobres, atrasados y caóticos del mundo, entre los cuales México
ocupa un lugar muy destacado, en muchos casos precisamente el más atrasado de todos,
como lo han comprobado los recientes estudios sobre la lectura y el conocimiento científico
en el plano internacional) las cosas que merecen ser señaladas ocurren gracias a la iniciativa
de individuos que tienen una visión excepcional, y que son capaces de trabajar
incansablemente, incluso poniendo en riesgo su propia salud, para que esta visión se
materialice.

Honduras: Helen Umaña y la investigación literaria

En México nunca recibimos libros hondureños, y es por esta razón que durante mi
estancia en ese país yo tenía un interés muy intenso por conocer el estado de la
investigación literaria.
Sin demeritar el trabajo de los demás investigadores hondureños, en estas líneas
quiero destacar el trabajo de Helen Umaña (a quien, por cierto, no tengo el gusto de
conocer en persona). Aunque no tengo mayor información que la que proporcionan sus
propios libros, creo que vale la pena comentar aquí su trabajo.
Helen Umaña cuenta con una página en internet (http://literaturahondureña.org)
dedicada a la literatura hondureña. Es autora de varios libros (muy amenos y rigurosos)
sobre autores hondureños contemporáneos, en los que es posible reconocer, por ejemplo,
cuál es el estado actual del haiku hondureño, o quién ejercita el humor y la ironía en la
novela hondureña.
Pero lo más sorprendente de su trabajo es la publicación, en el año 2000, de un
interesante y muy completo Panorama crítico del cuento hondureño (1881-1999), que
obtuvo el Premio de Estudios Históricos Rey Juan Carlos I, que otorga la Embajada de
España en Honduras. Este trabajo fue publicado por Editorial Iberoamericana (Tegucigalpa,
poetacosta@hondudata.com) y Editorial Letra Negra de Guatemala
(letranegra@hotmail.com). Este volumen, con sus 520 páginas en letra pequeña, es un
estudio de 195 cuentistas hondureños, que en conjunto han escrito dos mil quinientos
cuentos.
Aquí conviene señalar que en México no existe, ni remotamente, una obra tan
completa. La más reciente (y de hecho, la única) historia del cuento mexicano fue escrita en
1957: es la Breve historia del cuento mexicano, de Luis Leal, recientemente reeditada por la
Universidad Autónoma de Tlaxcala.

Guatemala: Juan Fernando Cifuentes y la escritura literaria

Tal vez debido a que México comparte su frontera, a las raíces mesoamericanas
comunes y al hecho de que varios detacados escritores de origen guatemalteco han vivido
largas temporadas o todavía viven en México (Miguel Ángel Asturias, Augusto
Monterroso, Mario Monteforte Toledo, Otto-Raúl González, Rafael Landívar, Luis Cardoza
y Aragón, etc.), la literatura guatemalteca nos resulta mucho más próxima que la del resto
de Centroamérica.
Sin embargo, en México no se conoce el silencioso trabajo editorial, de creación
literaria y de investigación del escritor Juan Fernando Cifuentes, que es una personalidad
familiar para todo escritor guatemalteco contemporáneo.
Hace algunos años J. F. C. creó la editorial independiente Palo de Hormigo, y
gracias a su iniciativa personal ahí han publicado numerosos escritores, entre los cuales se
encuentran muchos de los más importantes de la narrativa guatemalteca contemporánea.
Por otra parte, además de su propio trabajo como novelista y cuentista, y de ser el
vicepresidente de la Asociación Guatemalteca de Escritores, J. F. C. ha iniciado la escritura
de una Historia de las generaciones literarias en Guatemala en 10 tomos, de los cuales ya
se publicó el primero durante la segunda semana de junio de este 2002. Pero además, es
interesante destacara el hecho de que la visión humanista de J. F. C. se ha desarrollado a
pesar de haber sido capitán de navío durante la guerra civil que concluyó apenas en 1996.
Por supuesto, en Guatemala hay muchos otros editores notables, como Gerardo
Guinea, director de Magna Terra (quien también dirige la revista del mismo nombre) y
Sagrario Castellanos, del Fondo de Cultura Económica de Guatemala (quien ha convertido
la sede del FCE en uno de los centros culturales más importantes de la región).
Por otra parte, hay un contraste muy marcado entre el sistema editorial guatemalteco
y el mexicano. En México la mayor parte de los editores comerciales son proverbialmente
inaccesibles, sus editoriales son bunkers de la cultura. Si un autor no tiene un contacto
personal con un editor (por razones fortuitas), los editores nunca aceptan recibir un
manuscrito para revisarlo y someterlo al dictamen de contenido. En México, mientras las
editoriales universitarias aceptan dictaminar los manuscritos que reciben, en cambio en la
mayor parte de las editoriales comerciales primero se pregunta a un autor: “¿De parte de
quién viene?” Y llega a darse el caso de que ese contacto es insuficiente. Es necesario tener
una relación personal con el editor mismo. Es el famoso sistema de palancas.
En cambio, en países con una civilización más desarrollada, como Guatemala, el
libro de un investigador universitario sí merece ser considerado para ser sometido a
dictamen editorial para su evaluación comercial.

Otro rasgo de la civilización guatemalteca: El tráfico en las calles

También hay otro rasgo de civilización muy notorio para los visitantes extranjeros.
En Guatemala hay dos sistemas de taxis: los verdes, que son de origen mexicano (y que son
caros, inseguros e impuntuales) y los amarillos, de origen guatemalteco. Estos últimos
operan con un sistema de comunicación por satélite. Cuando se llama a la central de taxis
rotativos (332-1515), la operadora pide el número telefónico del usuario, y en ese momento
ella misma localiza la dirección, ubica la unidad más próxima al lugar, y anuncia el tiempo
que tardará en llegar. Cuando la unidad de taxi llega al domicilio indicado, el usuario recibe
una llamada telefónica en la que se le informa que su taxi está esperándolo en la calle.
Y si lo anterior no impresiona a los lectores, debo decir que además de un trazo
simétrico de las calles en la ciudad de Guatemala, el sistema de numeración es uno de los
más funcionales del mundo, sólo equiparable al de la ciudad de Berna (Suiza) y más preciso
que el de la ciudad de Washington. La ciudad está organizada por zonas, avenidas y calles,
cada una de ellas con un número preciso, lo cual evita los problemas laberínticos de la
Ciudad de México (donde las calles tienen una numeración arbitraria, y donde los nombres
de estas calles se pueden multiplicar, de tal manera que puede haber 200 calles distintas con
un mismo nombre). En Guatemala, cada dirección indica la distancia (en metros) del cruce
más próximo. Por ejemplo, una dirección como 17 Avenida 10-96, Zona 15 significa a 96
metros del cruce entre la avenida 17 y la calle 10 en la zona 15.

Panamá: Enrique Jaramillo Levi y la promoción de la literatura


En 1971 el joven escritor Enrique Jaramillo Levi recibió una beca para participar en
el Taller de Cuento del Centro Mexicano de Escritores, que en ese momento era coordinado
por Juan Rulfo, Juan José Arreola y Augusto Monterroso.
Durante ese año escribió los cuentos de su primer libro, Duplicaciones, que ha sido
el germen de casi toda su obra literaria, y que ha sido publicado en varios países.
Actualmente ha escrito poco más de 150 cuentos, agrupados en 8 libros, y su obra literaria
ha generado la publicación de varios volúmenes colectivos dedicados a su estudio.
Pero además del valor de su trabajo literario, aquí me interesa destacar su trabajo
como promotor de la literatura de Panamá, un país con una población de sólo un millón de
habitantes. Recientemente creó una colección editorial en la Universidad Tecnológica de
Panamá, y también hace 15 años creó la revista cultural Maga, que en junio de año 2002
llegó al número 45, y cuyos materiales están disponibles también en internet:
http://www.utp.ac.pa/revistas/maga_actual.htm
También ha creado en internet un Directorio de Escritores Vivos de Panamá, que es
una herramienta envidiable para cualquier otro país del mundo por sus alcances y su
permanente actualización.
Y si todo lo anterior no es suficiente para despertar la admiración (o la envidia) de
los lectores, debo añadir que recientemente creó el Premio Centroamericano de Literatura,
que se realiza cada año (para cuyo jurado suele invitar a un autor mexicano). Y también
logró que en el año 2001 se decretara, por mandato presidencial, el Día Nacional de
Escritor, con lo cual Panamá es tal vez el único país del mundo que cuenta con esta
celebración. Además de ello, E.J.L. creó la Asociación Panameña de Escritores.
Todas estas y otras actividades de promoción de la literatura centroamericana son
realizadas desde una pequeñísima oficina en la Universidad Tecnológica de Panamá, con el
único apoyo de su propia imaginación.

Centroamérica: Un espacio de civilización con pocos recursos

Además de que en el mercado central de Guatemala todavía circulan las mujeres


con la ropa y el tocado originales de la comunidad a la que pertenece cada una de ellas, la
civilización literaria centroamericana cuenta actualmente con numerosos elementos muy
superiores a los que existen en otros países igualmente pobres, como México. En
Guatemala hay editores que dialogan con sus autores, hay investigadores extraordinarios
que trabajan al margen de las instituciones universitarias, y hay promotores de la literatura
que logran proyección internacional a partir de apoyos institucionales mínimos.
En la solapa (escrita por Sara Rolla) del Panorama crítico del cuento hondureño
(1881-1999), se lee lo siguiente, refiriéndose al trabajo de investigación de Helen Umaña:

Las condiciones materiales en las que Helen ha desarrollado siempre su


labor son las que acompañan a la mayoría de los intelectuales y artistas
conscientes de Honduras y, en general, de América Latina: falta absoluta de
apoyo estatal, incomprensión y celos del ambiente, dura lucha para editar
(…) y ahí la tenemos, preparando ya su próximo libro.

En resumen, cualquier escritor, editor, promotor o investigador que visite estos


países se sorprenderá de lo que es posible hacer con un poco de imaginación, una vocación
genuina y una iniciativa a prueba de catástrofes, que rebasa los proyectos oficiales y se
desarrolla como una fuerza de la naturaleza. Es otro ejemplo de la civilización
centroamericana, y también una muestra del coraje hispanoamericano.
Experiencia personal de investigación

Lauro Zavala

Las notas que siguen fueron elaboradas como parte de un ejercicio propuesto por el
Dr. Raúl Ávila en el Seminario de Investigación durante el primer semestre del Doctorado
en Literatura y Lingüística en El Colegio de México, en noviembre de 1984. El texto se ha
conservado íntegramente. Los subtítulos son del autor.

1) Qué investigo

Mis trabajos se centran en dos intereses básicos: la literatura y el cine, y en varios


temas recurrentes: la vida cotidiana, la semiótica de la cultura, el lector como cómplice y la
imagen como espejo. Y, por supuesto, la narrativa hispanoamericana contemporánea.

2) Para qué investigo

El fin inmediato puede ser producir un texto para ser publicado (reseñar una película
o un libro), dictar una conferencia sobre un tema poco conocido (p. ej., la semiótica de la
fotografía), preparar una asesoría para estudiantes (p. ej., sobre intertextualidad), diseñar
programas de estudio (p. ej., sobre literatura y cine), redactar un ensayo (p. ej, para ser
admitido a un programa de investigación), escribir el guión de un largometraje (para una
película de tema antropológico) o redactar una ponencia sobre un escritor y su obra (para
un congreso internacional).

3) Por qué investigo

Porque el tema de la investigación me atrae, me absorbe en un ritmo de trabajo en el


que descubro cosas de mí mismo y de lo que investigo: cosas que me sorprenden y que
generan nuevos proyectos.
Investigo porque investigar me exige cambiar mis parámetros, dudar de mí mismo y
adquirir mayor seguridad, repensar las mismas cosas y verlas por primera vez: investigar
me exige acrecentar mi curiosidad, organizar mis actividades, sistematizar mis ideas,
reconocer mis intuiciones, identificar mis intereses y tomarlos en serio (mientras me tomo a
mí mismo cada vez menos en serio).

4) Libros

Inicio todo proyecto con la búsqueda de bibliografía. Algunas bibliotecas me


resultan entrañables (El Colegio de México, Instituto de Investigaciones Filológicas,
Facultad de Filosofía y Letras). Hay algunas librerías en las que me reconocen
inmediatamente. También conozco algunas distribuidoras de libros.
Por un libro soy capaz de no comer dos días seguidos, caminar varios kilómetros,
soportar tormentas, gastarme la beca, pedir aventón.
Sin libros me siento aislado, exiliado, sin memoria.
¿Cómo se podría investigar sin saber qué falta por saber?
5) ¿Cómo leo?

Subrayo muy selectivamente fragmentos muy breves, con espíritu de síntesis.


Empleo un lápiz suave, color negro, fácil de borrar, muy grueso, para subrayar, y un lápiz
duro, de punta muy fina, para hacer esquemas y dibujar flechas, números, símbolos y
anotaciones muy sintéticas en los márgenes, que me ayudan en una segunda lectura (la cual
producirá, con seguridad, nuevas anotaciones).

6) Archivo

Mi archivo sustituye las fichas: está integrado por cientos de fólderes tamaño carta
ordenados por temas y subtemas; en ellos reúno proyectos de trabajo, infinidad de
materiales fotocopiados (con sus respectivas referencias), programas de estudio, recortes de
periódicos y revistas, bibliografías especializadas, etc.).
La hemeroteca, organizada por temas, títulos y años (igual que las 1 200
diapositivas de fotografía y diseño) está complementada por algunos cuadernos (con notas
personales de casi mil películas).
Actualmente tengo acceso a un acervo de casi 200 largometrajes grabados en
videocinta; espero tener, en el futuro remoto, una colección personal de largometrajes de
ficción, animación, documentales, trabajos experimentales, etc.

7) Biblioteca

Casi tres mil libros: la mitad sobre literatura; el resto: cine, sociología, psicoanálisis,
análisis del discurso y fotografía, principalmente.
Sólo tengo cuatro libreros y necesito por lo menos otros ocho; esa carencia
entorpece mucho el trabajo. (Nota de 2001: ahora son 36 libreros y crecen a un ritmo de 1.5
libreros al año con 300 libros por librero; los temas se han multiplicado, especialmente en
el área de ciencias, y he desechado unos 2 mil libros que me han regalado).

8) Cómo escribo

Cada texto nace de manera diferente. A veces empiezo con una frase que sintetiza la
intención y el estilo de lo que quiero escribir, y a partir de ella voy redactando fragmentos
que casi siempre modifican y disuelven aquella frase original.
En todos los casos, me conviene tener claro el objetivo, y es muy útil tener un título
antes de empezar (o recién al empezar), pues es un disparador del texto: me gustan los
títulos que son claros y sencillos pero no demasiado obvios: “La fatalidad de una mirada”,
“Una intimidad irrenunciable” o “Imaginar es invocar a la memoria”, etc. (éstos son títulos
de reseñas de libros y novelas).
Cuando escribo sobre literatura, leo todo lo que encuentro sobre el tema, y después
lo hago todo a un lado y escribo a partir de mi propia lectura de los textos (efectuada antes
de todo lo demás).
Cuando escribo sobre una película, casi nunca hay material suficiente en las
bibliotecas especializadas (como la mía: tan sólo 250 libros sobre el tema), así que traduzco
una experiencia audiovisual en términos legibles y analíticos, tratando de adecuar el
enfoque a las exigencias de la película: genérico, técnico, sociológico, formal,
psicoanalítico, casi todo a la vez (pero nunca impresionista), enfatizando cierta información
relevante, como el uso del color, el carácter simbólico de los movimientos de la cámara, los
antecedentes del guionista o las dificultades del género, etc.
Cuando escribo un guión para cine, lo hago con un amigo: él es quien habla e
imagian la historia, y yo soy quien le da el tratamiento y la escribe; él es quien propone la
idea visual, y yo la preciso como posible espectador o crítico (títulos: Tormenta de arena y
Laura).
En todos los casos, me interrumpo con mucha frecuencia para buscar una referencia
que había olvidado, una novela que no terminé, un proyecto que está pendiente, pues ahí
hay muchas ideas que pueden nutrir mi texto: creo un sistema de asociaciones
aparentemente divergentes, pero siempre convergentes sobre el papel.
En todos los casos, escribo a mano, voy rescribiendo sobre la marcha, me detengo a
hacer esquemas, empleo hojas tamaño carta por un solo lado, escribo con plumín negro de
0.5mm, casi siempre hay en el cesto de basura 4 o 5 hojas por cada una de las que quedan
en el borrador final.
Al concluir el borrador, necesito pasarlo en limpio para no confundir las
correcciones y poder pasarlo a máquina. Nunca conservo los borradores, utilizo música
como fondo (jazz de los años ’30 interpretada al piano o radio UNAM). Al pasar a máquina
a veces cambio el título y busco un epígrafe.

9) El eterno retorno

Una vez escrito a máquina, inmediatamente fotocopio el texto, lo archivo (una


fotocopia) y lo cargo en el portafolios (otra copia) hasta que escribo el siguiente, pues me
identifico con él, y a la menor provocación lo muestro a mis amigos, compañeros de
trabajo, profesores, etc., buscando algún comentario que me permita encontrar un
entusiasmo compartido (y un nuevo tema de investigación o un punto de vista divergente).
Se trata de la exaltación post-facto (¿o es post-parto?).

10) Tiempo

Vivo para leer porque me apasiona. Todo el tiempo posible lo ocupo en leer y
escribir. Por suerte, siempre estoy aprendiendo a leer y a escribir. Algún día podré
desaprender, y entonces tendré otro tiempo.
Ensayo autobiográfico

Durante los primeros doce años (1954-1966): autocinema, salidas a carretera,


patines, burro dieciséis, beisbol, ajedrez, excursionismo, futbol
Durante la secundaria (1967-1969): leer un par de libros a la semana sobre ciencia,
primer trabajo editorial remunerado, aeróbicos
Durante la preparatoria (1970-1972): primeras experiencias sexuales, jugador
estrella de futbol americano; el tercer año, deserción por hastío; suscripción a revistas
científicas
De los 18 a los 22 (1972-1976): oyente en lingüística, en matemáticas, en biología;
publicación de primeros artículos a los 21; corrector en El Colegio de México
Durante la universidad, de los 23 a los 26 (1976-1979): fiebre por el cine, trimestre
de rebelión colectiva; primer trabajo como profesor en la UNAM, salida de casa, un año
viviendo con Carmen
De los 27 a los 29 (1980-1983): 3 años en departamento de Copilco con Patty
(diseñadora); periodo con Lucy (ojos verdes); conozco a Nancy (primera esposa); maestría
en filosofía de las ciencias
Durante el doctorado, de los 30 a los 33 (1984-1987): profesor asociado en la UAM,
escritura de primeros libros
De los 34 a los 36 (1988-1990): primer libro publicado (sobre cine), nace Alice
María en Filadelfia, un semestre como profesor invitado en la Universidad de Oregon
De los 37 a los 42 (1991-1996): diez libros publicados; 5 años con Irene (feminista);
premio al libro de texto universitario sobre análisis cinematográfico (único concurso en el
que he participado); primeras invitaciones académicas a Europa
De los 42 a los 46 (1996-2001): conozco a Elsa (esposa); siguientes diez libros
publicados; nace Aura Patricia; nuevas estancias como profesor invitado en Europa y
Estados Unidos
Autobiografía bibliográfica

Empecé a leer antes de reconocer las letras. A los tres años, mi hermano me enseñó
a leer en los comics de Sherlock Holmes y en los letreros de la calle.
Al cumplir cinco años mi papá me regaló un pequeño diccionario rojo, gordo, de
pasta semidura, con las palabras en versales negritas. Siempre lo traía en la bolsa de mis
pantalones cortos de tweed. Cada vez que escuchaba una palabra que no conocía, la
consultaba, hasta que las vecinas en minifalda atrajeron mi atención con más fuerza que las
palabras. Y empecé a utilizar las palabras para conquistar a las vecinas.
El primer libro que leí completo fue Las aventuras de Tom Sawyer de Mark Twain,
cuando tenía seis años. Me impresionó la muerte del indio y el reencuentro de Tom y su
amiga en la cueva. El año siguiente leí La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson,
aunque no me gustó tanto. Después leí Corazón de Edmundo de Amicis, del cual me atrajo
la idea de estar integrado por historias muy diversas. Y entonces, a los ocho años, descubrí
el cine de Jerry Lewis y las secciones sobre ciencia de Selecciones, Contenido, Mecánica
Popular y Revista de Revistas (1962). La mejor era esta última, de la cual tenía una
colección de más de cien números, mismos que releía por la diversión de encontrar
brevísimos textos donde se resumía toda clase de datos sobre diversas materias.
Al cumplir diez años nos visitó una lejana tía proveniente de Honduras. Antes de
tomar su avión de regreso me llevó a una enorme librería (en el ahora desaparecido Hotel
Regis en la Avenida Reforma) y me dijo: “Qué libros quieres; puedes elegir dos”. Elegí
20 000 leguas de viaje submarino y su secuela, La isla misteriosa de Julio Verne, en una
edición ilustrada en pasta dura. Estos ejemplares los bajaron con un gancho especial de un
estante muy alto, y los envolvieron en papel para entregármelos en un paquete sellado. Al
llegar a casa empecé una tradición familiar, pues por primera vez el libro era más
interesante que la hora de la comida. Entonces las palabras me conquistaron a mí.
Después de ese descubrimiento empecé a recorrer la ciudad en busca de otros libros
de aventuras. Hasta los trece años combiné mi afición por las novelas (de viajeros, pilotos
de autos de carrera, ingenieros de presas, capitanes de barco, exiliados y otros aventureros)
con excursiones a la Biblioteca Benjamin Franklin, de la Embajada de Estados Unidos. Éste
era un lugar muy moderno, funcional y bien iluminado en el interior de un edificio grande y
antiguo, con cientos de libros para niños. Ahí pasaba las tardes hojeando la colección de
National Geographic y otras revistas sobre la naturaleza, como las lujosas Ocean y Wild
Life y el muy completo Science Yearbook, que contenía una selección de artículos de
investigación y diversos recuadros con reportes de los descubrimientos recientes.
Tenía doce años cuando me di cuenta de que había aparecido en el Cuadro de Honor
de mi escuela por las calificaciones obtenidas sin haber abierto siquiera los libros de texto,
que me parecían muy aburridos. Todo lo había aprendido de los libros de la Biblioteca
Franklin, la mayor parte de ellos en inglés. Las palabras empezaban a dejarse conquistar.
Mientras tanto, el resto de la vida estaba formado por viajes familiares al autocinema, viajes
mensuales a la carretera de Cuernavaca, competencias en patines de ruedas, los rituales de
burro dieciséis, competencias de ajedrez, excursiones en grupo, y los juegos de béisbol,
frontón y basquet.
Al entrar a la prepa me aburrí todavía más con los cursos. En contraste, encontraba
fascinantes los libros sobre el proceso de resolución de problemas que realiza un ingeniero,
y los libros sobre astronáutica, biología molecular, etología, evolución y primates, todos
ellos en la sección de ciencia de la Franklin. Me suscribí a American Scientist y empecé a
recibir libros científicos del extranjero, los cuales devoraba en pocos días. Descubrí las
películas de Jacques Cousteau y llegué a predecir el tiempo con un barómetro y un
higrómetro que construí con materiales caseros. Ahora también la naturaleza se dejaba
conquistar a través de las palabras.
Pensé que llegaría a ser un ingeniero petrolero, manejando un jeep en medio de la
lluvia y el lodo, resolviendo problemas técnicos para después volver a la tranquilidad de mi
casa ecológica y seguir leyendo. Al concluir la secundaria había leído 350 libros, casi todos
sobre temas científicos, y a partir de entonces perdí la cuenta.
El último año de la prepa me aburrí tanto en la escuela que deserté y empecé a
asistir como oyente en las carreras de Lingüística, Biología y Matemáticas, donde me sentía
en mi elemento, especialmente en los cursos avanzados de Topología. Una delicia. Y
además, los topólogos jugaban buen futbol y tenían conciencia social. El 68 estaba muy
reciente (1971).
Entonces leí a Freud y otros psicoanalistas y psicólogos (Fromm, Erikson,
Hampden-Turner, Jung, Ferenczi, Jones). Y pensé que querría haber vivido una vida como
la de John Dewey, en medio de la naturaleza y en contacto con niños sobredotados.
Pasé tres años revisando pruebas de imprenta en El Colegio de México y en la
editorial Siglo XXI, donde leí alrededor de 250 libros sobre economía, sociología y
psicoanálisis (de Santiago Ramírez a Manuel Camacho). También empecé a publicar
reseñas de libros en el suplemento de El Nacional.
Decidí terminar la prepa, de la cual sólo debía una materia: Cálculo Diferencial e
Integral. Estudié en un libro de autoaprendizaje, 2 horas diarias durante 15 días, y aprobé
con el mejor examen de 300 estudiantes.
Quería estudiar Letras Inglesas, pero mi papá me disuadió con el viejo argumento:
“¿De qué vas a vivir’”. Mientras tanto, ya tenía arraigado el vicio de leer compulsivamente.
Al salir de mi trabajo como revisor de estilo en El Colegio de México (en la calle de
Guanajuato, donde alguna vez vi a Don Daniel Cosío Villegas), entraba en la Librería
Universitaria, en Avenida Insurgentes, y salía con una bolsa de papel estraza (café oscuro,
como las del supermercado) llena de libros en oferta. Los trasladaba en camión (2 horas de
un trayecto de expectación inevitable) y al llegar a casa los estudiaba uno a uno, y
empezaba a formar mi propio criterio de lectura.
Ingresé a la universidad, donde tomaba notas diariamente de mis lecturas antes de la
discusión en clase. Durante el segundo año me llamaron para ser profesor de Redacción en
la Universidad Nacional. El resto del tiempo veía una, dos o tres películas diarias, casi
todas por televisión. Y empecé a tomar notas sobre mi impresión de cada una, antes de que
la olvidara o la confundiera con las demás. Al concluir la carrera había llenado siete
cuadernos con las notas de cientos de películas. Y había empezado a publicar mis primeros
trabajos de crítica cinematográfica, como un acto de gratitud gozosa.
Diseñaba mis cursos como un itinerario de los libros que quería leer sobre la
materia, durante el semestre. Así leí docenas de libros sobre semiótica, comunicación y
teoría literaria.
Mi ingreso al doctorado en literatura significó el acceso a una mejor biblioteca, más
disciplina y el inicio de una escritura más sistemática y, creo, más rigurosa.
En el año 89 se publicó mi primer libro, una recopilación de mis notas sobre cine.
Lo entiendo como un conjunto de ejercicios de estilo. Ahora tengo cinco libros en prensa
sobre la escritura, el cine y los procesos de recepción. Y mi siguiente objetivo es la
redacción de la tesis doctoral sobre los cuentos ultracortos de Jorge Luis Borges.
Enero 1990

Posdata de 2001: Después de haber publicado 20 libros (con otros 17 en proceso)


sigo pensando que la combinación de brevedad y diversidad es la mejor forma de escribir.
Mi personaje favorito

Un personaje literario, para ser memorable, es casi siempre un personaje de novela,


aunque Funes el Memorioso es una inolvidable excepción a esta regla.
Mi personaje favorito es, en realidad, la animación de un impulso que a veces
reconozco en el teatro, y que por eso adquiere distintos rostros y sobrevive a muy diversos
estilos narrativos.
Este personaje ha sido, en diferentes momentos, el protagonista colectivo de La isla
misteriosa (de Julio Verne), el capitán Ahab (de Moby Dick), Ricardo III (en la versión de
Shakespeare), Douglas Spaulding (el adolescente de Dandelion Wine, de Ray Bradbury),
Rick Deckart (de la novela convertida en Blade Runner), el desaforado protagonista de The
Mosquito Coast (de Paul Theroux), el divertido Tío Toby (del Tristram Shandy de
Lawrence Sterne), el narrador de En Nadar-Dos-Pájaros (de Flann O’Brien), el aprendiz
Adso de Melk (de El nombre de la rosa), el inexistente Stephen Knight de La verdadera
vida de Stephen Knight (de Nabokov).
¿Qué tienen en común estos personajes? A primera vista, el impulso a la aventura
permanente (intelectual o física), que los lleva, en muchos casos, a quedar innegablemente
desquiciados; en realidad, la mayoría son simplemente muy imaginativos, pero
inexplicablemente todos están animados por una oscura pasión laberíntica.
Estas ambiciones son impredecibles, y pueden ir de la capacidad infinita para
recordarlo todo hasta el gusto por el riesgo innecesario, la necesidad de construir mundos
inexistentes, o las formas más puras del odio, la ambición y la curiosidad.
Donde cada personaje se excede a sí mismo y llega a bucear en lo más profundo de
sus deseos, ahí me seduce la escritura, y me dejo llevar por sus imágenes, hasta el contacto
íntimo y feliz con Lo Otro, que asume las formas del futuro, la locura, el sueño o,
simplemente, la literatura.
Sobre el infinito placer de leer diccionarios,
glosarios, enciclopedias y otros materiales
de consulta organizados de manera alfabética

La lectura de los diccionarios parece, a primera vista, una actividad tediosa, pues es
un recorrido por la norma, precisamente por aquello que al parecer está ya en desuso. Al
diccionario de la real academia, el escritor argentino Julio Cortázar lo llamó el gran
cementerio del lenguaje. La reticencia de los miembros de las academias de la lengua para
actualizarse sólo contribuyen a este alejamiento de los usuarios del lenguaje y las
posibilidades de la imaginación lingüística.
Sin embargo, también existen glosarios cuyo interés consiste precisamente en la
radical novedad de sus términos y de la materia que tratan. La producción de glosarios y
recopilaciones bibliográficas, especialmente cuando estas últimas incluyen una guía de
lectura o comentarios sobre el contenido de cada obra, son herramientas fundamentales
para la sistematización de todo campo de investigación ---y, en general, de cualquier campo
de la actividad humana.
La lectura aleatoria de estos materiales genera en el lector la posibilidad de
confrontar distintos contextos de interpretación, reconocer el estad de sus conocimientos
sobre la materia, imaginar (y en ocasiones, escribir) su propia versión de lo que cada
entrada le propone como interpretación de un determinado concepto o un área de
referencia, establecer articulaciones entre distintos elementos que de otra manera sería más
difícil generar, evaluar los criterios de selección, redacción e interpretación utilizados por
quienes han sido asumidos en la práctica editorial como creadores de una perspectiva
integral de un determinado campo del conocimiento, y pensar en la evolución, las
condiciones, las posibilidades futuras y las limitaciones de su propio espacio profesional.
En otras palabras, la lectura de estos materiales alfabéticos (especialmente los
glosarios especializados y las enciclopedias actualizadas sobre áreas particulares del
conocimiento, como la teoría y la crítica literaria, el uso de sistemas de computación, la
sociología de la cultura o la interdisciplinariedad posmoderna, por mencionar sólo algunos)
puede ser una de las actividades más importantes para propiciar la elaboración de trabajos
de investigación realmente originales e innovadores en cualquier campo profesional. Se
trata, tal vez, de una de las actividades más propiciadoras de la imaginación científica.
Los diccionarios están organizados en función de la norma aceptada, y en ese
sentido establecen jurisprudencia. En cambio, los glosarios tienen una función contextual, y
en ese sentido tienen una naturaleza casuística.
El orden alfabético otorga a estos materiales una secuencia arbitraria, relativamente
neutral, no determinada por un proyecto específico de asociación entre los elementos
consignados, y ello otorga a su lectura secuencial un carácter aleatorio, que a su vez puede
generar asociaciones inéditas y no por ello menos consistentes.
Podemos cerrar estas líneas recordando que el escritor Jorge Luis Borges alguna vez
afirmó lo siguiente: “El libro más importante que he leído en mi vida es el diccionario de la
lengua española”.
¿Qué es un académico?

En los viejos tiempo (digamos, hace dos o tres años) un académico era alguien que
compartía sus ideas básicamente con un gis en la mano y un pizarrón detrás, lleno de ideas
y esquemas, frente a un grupo de estudiantes enfrascados en la búsqueda del Santo Grial del
conocimiento.
Hoy en día (especialmente desde la instalación de terminales en todos los cubículos
departamentales) un académico es también alguien que utiliza al menos un programa para
procesador de palabras, y que realiza un trabajo de investigación suficiente para publicar
regularmente uno o dos artículos cada año en las revistas internacionales más prestigiosas
en su campo.
Se ha observado que en todas las instituciones de investigación existe un pequeño
grupo de aproximadamente el 10% de los investigadores que publican estos materiales y
que llevan a su vez el liderazgo en su disciplina y publican cuatro o cinco artículos de 25
cuartillas (o más) cada año (o un libro de investigación individual cada dos años).
Éstos son los académicos que dedican por lo menos 60 horas a la semana a su
trabajo, organizan congresos, coordinan proyectos editoriales y otros proyectos colectivos,
obtienen becas de investigación y utilizan el correo electrónico durante al menos un par de
horas al día para estar conectado con la comunidad académica internacional.
Su vida cotidiana consiste en convivir con ideas, dondequiera que éstas se
encuentren.
Qué es un intelectual

Un intelectual es quien representa la voz de un grupo de personas: una clase social,


un sector de la sociedad, una familia, un grupo de expertos, un grupo de amigos, una
institución; es alguien libre, independiente, autónomo, sin ataduras previas, sin
compromisos a priori; es articulado, se expresa claramente, es escuchado por aquellos a
quienes da voz y por aquellos a quienes se dirige, aquellos que el grupo que representa
desea que lo escuchen; es espontáneo, no es el producto de un programa previo, es genuino,
es “orgánico” al grupo, es uno más.
Hay perversiones de la función del intelectual: los publicistas al servicio los interese
de unos pocos con la apariencia de estar representando los intereses (muy concretos) de
todos; los ideólogos al servicio de una idea excluyente, agónica, impositiva, no dialógica,
como verdad autosuficiente, ahistórica, eterna, a la que sólo es posible convocar, asumir,
aceptar, reproducir (hay ideólogos de la política partidista, de la religión institucionalizada,
de la moral dominante, de la estética dominante).
La utilidad de los intelectuales consiste en que a través de ellos el grupo define y
explicita su identidad colectiva, aquellos elementos que son comunes a sus integrantes, y se
establece el diálogo con otras comunidades, con otras voces (que articulan, a su vez, otras
visiones del mundo, derivadas de otras experiencias).
1991
Perfil del profesor obsesivo

Ser profesor universitario es un trabajo como cualquier otro. Pero hay quienes
ejercen la docencia como una actividad apasionante. Se trata del Síndrome del Profesor
Obsesivo. El profesor obsesivo es el que siempre hace más de lo esperado.

¿Cuáles son las características del profesor obsesivo?

1) Elabora su calendario de trabajo con anticipación


2) Lo entrega a sus estudiantes al empezar las clases
3) Prepara un paquete de materiales didácticos
4) Elabora materiales de docencia para cada curso
5) Fotocopia estos materiales y los distribuye en clase
6) Disfruta el hecho de dar clases, y eso es evidente
7) Publica libros y artículos sobre su especialidad
8) Pertenece a comités editoriales de varias revistas
9) Dedica tiempo especial a preparar sus clases
10) Presta sus libros personales a sus estudiantes

El profesor obsesivo es sólo una hipótesis de trabajo.

Si alguien llega a tener estas características, inmediatamente será considerado como


excéntrico. Y con mucha razón. Pero es deseable estar rodeado de excéntricos, pues de ello
depende que la experiencia cotidiana sea memorable.
La excentricidad en la docencia es altamente riesgosa. Puede tener consecuencias a
largo plazo, siempre de naturaleza irreversible. Como por ejemplo, que cada estudiante
reconozca su vocación profesional, y que sepa cómo ponerla en práctica.
Estrategias para des-centrar el poder del profesor :
Ocho estrategias básicas

A continuación se señalan algunas estrategias que el profesor puede adoptar para


des-centrar el poder institucional que posee y ponerlo al servicio del proceso de aprendizaje
de los estudiantes.

1. APERTURA: Abrir la sesión con un programa de trabajo: aprox. 10 a 20 minutos


a) Saludar a la audiencia (“Buenos días”, etc.)
b) Si no ha sido hecho por otra persona, presentarse brevemente, señalando la
experiencia personal relacionada con el interés colectivo de la sesión de trabajo
c) Establecer el objetivo de la sesión, y ofrecer información complementaria
(cuándo y dónde entregar el reporte de trabajo, etc.)
d) Presentar algunas ideas o algunos antecedentes de lo que será discutido para
establecer un terreno común para todos, a partir del cual se iniciará la discusión

2. Iniciar la participación con un ejercicio


Por ejemplo, dar un par de minutos para que cada persona comente un element clave
de la discusión (un concepto, una imagen, un caso, un fragmento, un símbolo, etc.)
con la persona que se encuentra a su lado

3. Descentrar el espacio
Evitar un empleo jerarquizado del espacio (si hay un escritorio o una silla al frente,
ignorarlos): si la sesión ocurre en un auditorio, caminar lentamente por los pasillos,
llegar hasta arriba, entrar por una de las filas de asientos, pedir permiso para
caminar entre los asientos, sentarse entre los estudiantes
Dirigir todas las preguntas al grupo en general. Considerar la corporalidad, y
su naturaleza (por ejemplo, ponerse todos de pie mientras se desarrolla la discusión
en lugar de permanecer sentados, etc.)

4. Generar un clima para pensar


Dar tiempo para participaciones diversas, y para que cada uno y todos puedan
pensar, mientras uno mismo (el facilitador del proceso) también se toma su tiempo
para pensar sobre lo que interesa en ese momento

5. Rebotar las preguntas


Nunca responder directamente las preguntas (lo cual propicia que los estudiantes
traten de responderlas por sí mismos). Eliminar los diálogos con un solo estudiante.
Repetir una buena pregunta, dirigiéndola al grupo. (Recordar que ninguna respuesta
es suficiente ni definitiva)

6. Dar apoyos constantes


Agradecer las intervenciones de los participantes. Reaccionar con especial énfasis a
las participaciones especialmente enriquecedoras. Dramatizar la importancia de las
participaciones con gestos y ademanes (de sorpresa, reconocimiento, entusiasmo,
concentración, júbilo, aprobación, atención extrema, etc.)

7. Intervenir para amarrar ideas


Después de escuchar varias participaciones (paseando por el auditorio, sentándose
entre ellos, reforzando cada participación especial) cerrar un tema o un capítulo de
la discusión sintetizando lo que se ha dicho, y formulando una nueva pregunta,
derivada de o conectada con el tema anterior, señalando esta conexión (o
proponiendo un nuevo tema, igualmente importante)

8. CIERRE: Concluir dramáticamente


a) Anunciar implícitamente el momento de cerrar: hacer un silencio breve antes de
comentar lo que se ha logrado hasta ese momento
b) Recapitular lo esencial y proponer una conclusión central
c) Agradecer la invitación para participar, la presencia de invitados especiales, y la
participación de cada uno de los asistentes
d) Expresar la esperanza de que la sesión de trabajo trascienda más allá del
momento en el que fue realizada
e) Concluir con una o dos palabras finales: “Gracias” o “Buenas noches”, etc.
Cómo atender a un profesor visitante:
Diez sencillas lecciones

La observación de estas indicaciones puede determinar que la


experiencia académica sea un éxito, por lo menos desde el punto de vista del
invitado.

1. Llegada. Al llegar a otra ciudad, es conveniente preguntar si prefiere tener uno o dos
días (o unas horas) para estar a solas, o si tiene algún plan de actividades propio.
2. Calendario de estancia. También conviene entregarle por escrito una copia del
calendario de actividades que tendrá durante su estancia (incluyendo el tiempo con el
que contará para sí mismo).
3. Logística. Entregar algún tipo de mapa y algunas indicaciones básicas sobre transporte
y costos de algunas cosas.
4. Motivación. Inmediatamente después de que el invitado dé una conferencia o una clase,
es muy importante agradecer su esfuerzo y señalar los elementos más positivos e
interesantes de su exposición.
5. Programa de trabajo. Conviene tener lo más claro posible (de preferencia por escrito)
lo que se espera de la visita, en términos de trabajo, indicarlo en la primera oportunidad
y hacer una evaluación general en la última reunión de trabajo.
6. Alimentos. Llevar al invitado exclusivamente a lugares que el anfitrión conoce y
preguntar al invitado si tiene alguna preferencia particular en cuanto a la comida.
7. Clima. Antes de su llegada, es importante indicar el tipo de ropa que deberá llevar a su
viaje (para calor, lluvias imprevistas, frío, etc.)
8. Contacto. Después de su instalación en el lugar de hospedaje, conviene dar al invitado
los teléfonos de acceso donde pueda localizar al anfitrión y los horarios.
9. Pago. Informar la situación de sus honorarios desde su llegada, y estar al pendiente del
respectivo pago.
10. Enfermedad. Si el invitado se enferma y necesita descanso, darle el tiempo necesario
para su recuperación (y llevarlo a un centro de salud, si es necesario).
Cómo llevar un congreso a casa:
Doce consejos prácticos

Lauro Zavala

Algunos estudios recientes indican que el mecanismo más redituable para el avance
del conocimiento y el intercambio de información actualizada consiste en la participación
de los especialistas (de cualquier campo del conocimiento) en congresos internacionales.
Esta participación puede ser en calidad de ponentes o en calidad de asistentes. En
cualquier caso, lo importante ---señalan estos estudios, realizados en el Instituto de
Matemáticas Aplicadas de la UNAM--- es participar en las animadas conversaciones que el
investigador (o la investigadora) puede sostener de manera informal con los colegas que
trabajan en áreas afines.
Si tomamos en cuenta lo anterior, resulta muy útil organizar congresos
internacionales en los países --como México-- donde los investigadores no siempre
contamos con las mejores condiciones para la investigación.
A continuación señalo, en base a mi experiencia institucional, algunas
consideraciones que debe tomar en cuenta el profesor que decida organizar un congreso
internacional en nuestro país.

Consideraciones preliminares

En primer lugar, es importante recordar que en nuestras universidades todavía no


existe alguna oficina encargada exclusivamente de apoyar a los académicos que decidan
organizar un congreso para atraer a los más importantes investigadores del mundo en su
campo de trabajo.
También hay que recordar que en nuestro país no existen campus acondicionados
con dormitorios para la residencia de estudiantes y profesores. Por esta razón, el lugar
donde se habrá de realizar el congreso y el lugar donde se habrán de hospedar los
participantes suelen estar diseñados para reuniones de negocios o para el hospedaje
turístico, pero no para el trabajo académico, que requiere condiciones específicas, y cuyo
costo, en el extranjero, siempre es menor al de un viaje con fines turísticos o de negocios.
Por ello, a pesar de que la organización de estos encuentros sea una actividad
importante, es vista, en la práctica administrativa, como algo excéntrico, costoso y poco
trascendente. Sin embargo, exactamente lo contrario es cierto: los beneficios en términos de
avance del conocimiento son mayores que el costo en tiempo y recursos financieros que se
invierten en la publicación de una revista especializada o en la publicación de libros.
Sin embargo, durante todo el proceso de organización de un congreso, hay que estar
al pendiente de detalles administrativos. Inicialmente se puede recibir el apoyo de la
instancia responbsabe de estos asuntos en la universidad, y más adelante se pueden
contratar los servicios de una agencia de viajes para atender las necesidades de los
visitantes extranjeros, lo cual permite a los organizadores concentrarse un poco más en la
dimensión académica del congreso.

Calendarización general
La primera necesidad previa a la organización del congreso es el diseño de un
calendario de las actividades que ser necesario realizar, a partir del día mismo en que se
concibe la organización del congreso hasta la fecha aproximada en la que se planea contar
con las publicaciones derivadas del mismo (algunas de ellas pueden aparecer entre dos y
tres años después del congreso).
Este calendario debe incluir las fechas críticas (deadlines) para la realización de
cada una de las actividades estratégicas en la organización del congreso, tales como el
envío de convocatorias al extranjero, el registro de la convocatoria en las revistas
gremiales, la recepción de sumarios (abstracts) de las ponencias, el envío de las respuestas
de aceptación o rechazo de estas propuestas, y el paquete que contiene la reproducción de
las sinopsis que serán distribuidas entre los participantes al iniciarse el congreso.
Una de las primeras consideraciones importantes al organizar un congreso es pensar
en los invitados excepcionales, a los cuales es necesario notificar con muchos meses (o
incluso años) antes de la realización del congreso, con el fin de que puedan asistir. Al
organizar el Sexto Encuentro Internacional Mijaíl Bajtín, los organizadores (Ramón
Alvarado y quien firma estas l¡neas) invitamos a Carlos Fuentes cuatro meses antes del
Congreso, y le resultó imposible participar, pues ya había programado varias otras
actividades para esas fechas, a pesar de que su último libro de crítica está apoyado en la
obra del mismo Bajtín, y por lo tanto mostró un vivo interés por el desarrollo del congreso,
en general.

Consideraciones generales

Antes de iniciar la organización del Congreso es conveniente saber cuál será el


monto aproximado de los gastos o depósitos que la institución convocante tendrá que hacer.
Este presupuesto depende de actividades como las siguientes:
- Organización de un Comité Asesor (la existencia de este comité puede ser un
apoyo técnico muy útil durante el proceso logístico de la organización)
- Coordinación de la dimensión logística del hospedaje (estudio preliminar de las
opciones disponibles: costo, cupo, servicios, calidad de los alimentos) y a la dimensión
administrativa del mismo (contratación, pago del depósito, reembolso una vez hospedados
los participantes)
- Diseño de un mecanismo de cobro del registro al congreso (este mecanismo debe
contemplar diversas opciones acerca del cobro: ¿en efectivo? ¿en cheque internacional? ¿en
dólares o en pesos mexicanos? ¿por medio de tarjeta de crédito? ¿por fax? ¿por correo
electrónico?)
- Planeación del resto de las actividades logísticas (transporte del aeropuerto al
hotel, y de ahí a la sede del congreso, y de regreso; registro y entrega del gafete y los demás
materiales de trabajo; diseño, impresión, firma y entrega de las constancias de participación
en el congreso; transporte o contratación de fotocopiadoras, líneas telefónicas y oficinas de
prensa)
- Elaboración de un directorio de participantes, entregado a cada uno de ellos al
concluir el congreso (éste es un utilísimo material de trabajo para los mismos participantes,
y es el punto de partida para la organización del siguiente congreso)
- Preparación de una bibliografía especializada y actualizada para ser distribuida
entre los participantes (esto último no siempre se realiza, pero puede ser un material útil
para los ponentes)
- Realización de recorridos o actividades especiales para los participantes (desde
callejoneadas en zonas turísticas hasta despedida con mariachis y tequila)
Por otra parte, es muy útil tener acceso al correo electrónico. Resulta excelente para
recibir abstracts y enviar toda clase de mensajes y diskettes completos de manera
instantánea y personalizada. La universidad organizadora paga todos los gastos, y de esta
manera es posible enviar y recibir mensajes desde la PC doméstica de los organizadores,
utilizando un modem que podría ser proporcionado por el propio Departamento.

Organización de las ponencias

Desde un principio conviene tener espacio y tiempo para organizar mesas de no más
de tres o cuatro ponentes cada una. Cuando las mesas tienen más de cinco ponentes, ello
resulta demasiado cansado y confuso para todos, sin que haya tiempo para discutir ninguna
ponencia.
Al organizar estas mesas de discusión con la suficiente anticipación, se puede
programar que se realicen varias de ellas simultáneamente. Así se puede dar cabida a mil o
más participantes en el congreso, cada uno de los cuales podrá presentar su trabajo en algún
momento de la semana, y discutirlo con los colegas más próximos a su propio campo de
estudio. De esta manera un congreso en el que haya más de mil ponentes, podría tener una
duración de una semana.
Normalmente hay que pensar en veinte minutos para la exposición y diez minutos
para la discusión de cada ponencia, y nombrar a alguien para que coordine el empleo del
tiempo en cada mesa de discusión. Esta extensión significa no aceptar ponencias que
excedan las seis cuartillas, pues el tiempo de lectura de una cuartilla lleva casi tres minutos,
en promedio, considerando todos los contratiempos que surgen durante las presentaciones
simultáneas.
La función de coordinación interna de cada mesa de discusión la pueden cumplir
algunos profesores invitados, o bien alguno de los participantes de la misma mesa de
discusión. Esta notificación deben hacerla los organizadores mucho antes del inicio del
congreso, pues de otra manera suele haber confusiones, y así resulta más fácil hacer frente a
los cambios de última hora, que siempre es necesario hacer debido a que inevitablemente
varios de los participantes, por diversas razones contingentes, en el último minuto deciden
no asistir al congreso.
La convocatoria deber señalar la extensión de los abstracts (de 150 a 200 palabras,
y que deber ser enviado seis meses antes del congreso); de la segunda versión (alrededor de
1000 palabras o cuatro cuartillas, para ser distribuida entrte los participantes, y que
deber ser enviada seis meses antes del congreso), y la posible orientación temática de las
ponencias. Esto último puede darle un cariz especial al congreso, el cual puede incluso
proponer un tema específico al que todas las ponencias deberán sujetarse.
Por otra parte, deber reservarse en el diseño de las actividades a realizar durante el
congreso --además del tiempo dedicado a tomar los tres alimentos-- un tiempo especial para
las sesiones plenarias, en las que se podrán programar las presentaciones magistrales, o se
discutirán asuntos que interesan a todos los participantes.
También es conveniente, de ser posible, elegir un lugar aislado y agradable, de
preferencia alejado de las grandes ciudades (como la Ciudad de México), con lo cual todos
los participantes se concentran exclusivamente en escuchar y discutir las ponencias. Así,
por ejemplo, el Sexto Encuentro Internacional Mijaíl Bajtín se realizó en la Antigua
Hacienda de Cocoyoc, en el Estado de Morelos.

Difusión

Hay que pensar en la difusión más conveniente, previa y simultánea al Encuentro, lo


cual puede incluir el diseño de un cartel, la realización de entrevistas en la radio
universitaria, educativa o comercial, el aprovechamiento del espacio disponible en el
boletín interno de la Universidad o del Departamento, y el envío de información oportuna a
revistas gremiales de las asociaciones profesionales en las que se inscribe el congreso. Esto
último hay que hacerlo con mucha anticipación (alrededor de dos años antes de la
realización del congreso) para que la información se publique a tiempo y llegue a los
posibles participantes provenientes del extranjero, pues éstos deben programar sus salidas
con varios meses de anticipación, generalmente hacia mediados de año.
Otros elementos relacionados con la difusión son los siguientes: la conveniencia de
solicitar al área de extensión universitaria la programación de conferencias de prensa; la
elaboración de boletines de prensa para la fuente especializada; el diseño de un logotipo
especial para el congreso, y la impresión de la papelería que se piensa entregar a los
participantes (cuaderno de notas, pluma, gafete, separadores); la instalación de una oficina
de prensa o una exposición con materiales específicos durante el congreso.

Programa de publicaciones

El momento de la planeación general es también el momento adecuado para


programar las fechas críticas del proceso editorial para todas las publicaciones que serán
presentadas durante el Encuentro, y las que se derivarán de él. Estas publicaciones
especiales, realizadas con motivo del congreso, pueden incluir algún número monográfico
de una revista prestigiosa, dedicado al tema del congreso; la traducción de estudios
relevantes para el campo estudiado, y las ponencias del congreso anterior, cuando de trata
de congresos realizados con cierta periodicidad.
Entre estas publicaciones es muy útil para los participantes contar al empezar el
congreso con una reproducción en fotocopia de los abstracts enviados por los ponentes.
Estos materiales sirven a los participantes para tener una idea más precisa del contenido de
cada ponencia, y además permite a los participantes regresar a sus centro de trabajo con los
materiales bajo el brazo, y así estudiarlos y compartirlos en su propio espacio.
También conviene programar de antemano la posibilidad de publicar un libro con
los materiales presentados durante el Encuentro, para lo cual normalmente se requieren de
tres a cuatro años de trabajo después del congreso. Una estrategia editorial que puede
resultar conveniente es programar esta publicación como coedición con una editorial
comercial, pues ello garantiza la distribución del libro fuera de los ghettos universitarios.

Comentario final

Al concluir la organización de un congreso, siempre queda la sensación de que se


pudo haber realizado mejor si en las universidades del país existieran espacios diseñados
para esta clase de actividades. Pero, al igual que ocurre en muchos otros campos de la
actividad profesional (y personal) en nuestro país, también se tiene la sensación de haber
realizado algo que en un principio parecía casi imposible.
En el fondo, esa diferencia es la que termina por hacer sentir a los extranjeros que
aquí se les trata de manera especial. Y es cierto.
Instrucciones para asesinar a un profesor

Lauro Zavala

Lacan y Poe: La carta robada

Todo trabajo sobre la relación entre el psicoanálisis y el relato policiaco deberá


volver al lugar del crimen, es decir, al seminario de Lacan sobre "La carta robada". Utilizo
aquí la expresión común "el lugar del crimen" porque lo que se lleva a cabo en este
seminario es, con toda parsimonia, un desplazamiento del sentido común, es decir, la
eliminación de una lectura rutinaria y literal. Ésta es desplazada por la reconstrucción
imaginativa y sugerente de un sistema de connotaciones que tienen diversas implicaciones
para la teoría de la interpretación.
Lo que está en juego, entonces, para un lector que proviene de la práctica de la
teoría y el análisis literario, son las posibilidades de interpretación ofrecidas por un texto
para, a partir de su lectura detenida, extrapolar este mismo método de lectura más allá del
texto mismo. Ésta es, precisamente, la lógica de la intertextualidad contemporánea.
Para un lector que no ejerce la práctica del psicoanálisis y que, en cambio, está
familiarizado con la teoría del cuento literario, la lectura del Seminario sobre La Carta
Robada es una experiencia acotada por una extensa tradición de ensayos anteriores y
posteriores a él, dentro y fuera del ámbito estrictamente psicoanalítico.
Por su parte, "La carta robada" es un texto fundamental de la serie de narraciones
cortas que inauguran, a mediados del siglo pasado, la tradición del género policiaco,
definido desde entonces por un sistema de claves implícitas, polisemias aniertas y múltiples
guiños intertextuales. La conexión entre el automatismo de repetición (en psicoanálisis) y el
final epifánico y revelador (en literatura) merece ser explorado en otros ámbitos que
rebasen el terreno de las investigaciones psicoanalíticas y humanísticas.
Lo que propongo a partir de las consideraciones anteriores es la posibilidad de
establecer una articulación entre la investigación psicoanalítica y la investigación policiaca
a partir de las estrategias del método abductivo.
En este contexto hay al menos dos clases de crímenes que pueden ser estudiados:
los crímenes policiacos donde la víctima es un profesor universitario y los crímenes
académicos donde la víctima es la investigación científica, es decir, donde se hace pasar por
investigación un ejercicio rutinario que carece de sistematicidad, originalidad e
imaginación.
En otras palabras, la víctima de un crimen académico puede ser un profesor, pero
también puede ser el espíritu de la investigación genuina. En ambos casos resulta
esclarecedor el empleo de las estrategias de razonamiento puestas en práctica y a la vez
puestas en teoría por Lacan. Estas estrategias de razonamiento coinciden con las estrategias
de investigación propuestas por la semiótica de Peirce.

Peirce y Freud: La conexión abductiva

Charles Sanders Peirce fue un científico y filósofo norteamericano que fundó la


ciencia de la interpretación de los signos conocida con el nombre general de semiótica. El
núcleo de su propuesta epistémica se encuentra en el concepto de abducción.
El razonamiento abductivo, en el sistema lógico de Peirce, se aparta y a la vez
permite retomar las formas de razonamiento conocidas como deducción e inducción. La
deducción parte de una Definición o Ley para aplicarla a un Caso y obtener un Resultado.
En el relato policiaco esto equivale a las sospechas que se tienen a partir del sentido común,
y que difícilmente logran resolver un caso. Por su parte, la inducción se inicia con una serie
de Casos o Experiencias acumuladas en la memoria (como ocurre en la jurisprudencia o en
la memoria policiaca que investiga un nuevo caso) y a partir de ahí se induce un Resultado
común a todos los casos, para formular así una Regla o Ley que pueda ser aplicada a otros
casos.
Se debe observar que en la deducción y la inducción el razonamiento gira alrededor
del concepto de Ley, ya sea como punto de partida o de llegada de la argumentación, y en
ese sentido no constituyen una investigación en sentido estricto.
En cambio, y de manera similar al trabajo realizado por Freud en La interpretación
de los sueños y otros trabajos de carácter metodológico, la verdadera investigación se lleva
a cabo cuando se parte de un Resultado (por ejemplo, la evidencia de un crimen o la
existencia de una conducta particular) y a partir de este resultado se juega con la posibilidad
de probar o disprobar diversas hipótesis de investigación, es decir, diversas normas,
definiciones o Leyes. Cuando una de estas hipótesis es satisfactoria con las evidencias
existentes, se resuelve el Caso. Esta forma de argumentación es conjetural, y a partir de ella
se puede reconstruir una causalidad de la cual sólo se cuenta con huellas, indicios o
síntomas, es decir, con elementos fragmentarios de la totalidad que se trata de reconstruir
(síntomas), o bien con efectos que guardan con su causa una relación de probabilidad
(indicios) o de necesariedad (huellas).
Éste es precisamente el método que se pone en práctica en la interpretación del
Sueño de Irma que Freud propone en su trabajo seminal, y en general en su propuesta de
interpretación analítica.

Crímenes y castigos en el ámbito académico

En estas notas parto de la existencia de un paralelismo fundamental entre la


investigación policiaca y la investigación psicoanalítica. Además de la argumentación
abductiva e imaginativa, también podemos reconocer otra similituid a partir de una
observación señalada por el escritor británico Gilbert Keith Chesterton, para quien el
criminal es un artista, mientras el detective es un crítico de ese artista.
De manera similar, podemos afirmar que mientras el paciente es el autor del texto
inconsciente, el psicoanalista es el lector. Sin embargo, en ambos casos es necesario
observar que hay al menos dos estrategias de lectura posibles. El analista, investigador o
crítico, puede optar por utilizar el método científico o puede simplemente identificarse con
el criminal y adoptar su estrategia de operación.
En otras palabras, la estrategia básica de interpretación puede apoyarse en la
construcción de un sistema de inferencias o bien puede surgir de la simple intuición y el
olfato del analista.
Cualquiera que sea el método adoptado, es posible encontrar una larga tradición de
cuentos y novelas policiacas que ocurren en el ámbito académico o en un ámbito similar.
Los crímenes que ocurren en bibliotecas, librerías, convenciones de libreros, editores o
consultorios de psicoanalistas constituyen ya una tradición consolidada desde que la novela
policiaca empezó a ser practicada asiduamente en las universidades de Oxford y Cambridge
en las décadas de 1930 y 1940.
Si observamos un grupo de 12 novelas y cuentos escritos en siete diferentes países a
lo largo de los últimos 50 años, donde la víctima es un profesor universitario, un
bibliotecario o un científico, encontramos que los motivos del crimen suelen abarcar una
gama que va de los celos conyugales o profesionales a las venganzas colegiadas mezcladas
con la esterilidad pofesional o una mera lujuria por el conocimiento.
Lo anterior se desprende de la estructura narrativa de las siguientes novelas
policiccas donde la víctima es un profesor universitario: The James Joyce Murders; Poetic
Justice; Death in the Classroom (Amanda Cross, Estados Unidos); Caronte aguarda
(Fernando Savater, España); Donde van a morir los elefantes (José Donoso, Chile); Los
huevos fatales (Mijaíl Bulgakov, Rusia); The Death of a Joyce Scholar (Bartholomew Gill,
Estados Unidos); The Mark Twain Murders (Edith Skom, Estados Unidos); La muerte del
Decano (Gonzalo Torrente Ballester, España); Murder at the MLA (D. J. H. Jones, Estados
Unidos); Literary Murder (Batya Gur, Israel); Jane Langton (The Memorial Hall Murder,
Estados Unidos); Death Among the Dons (Janet Neel, Estados Unidos); Poisoned Ivy (M.
D. Lake, Estados Unidos); Murder at Vassar (Elizabeth Atwood Taylor, Estados Unidos);
Muerte en la escuela (Giorgio Scerbanenco, Italia); Cartas en el asunto (R.H.Moreno-
Durán, Colombia); La muerte del autor (Gilbert Adair, Inglaterra).
En el cine encontramos casos similares. Así, por ejemplo, en D.O.A. (Dead On
Arrival) (Muerto al Llegar), el narrador y protagonista cuenta con sólo unas pocas horas
para descubrir al culpable de su envenenamiento. El principal sospechoso es su colega más
próximo, quien ha estado celoso de su éxito como escritor. Este colega resulta ser el
culpable, pero primero decide cometer el crimen de su alumno más brillante para firmar su
primera novela con su propio nombre, y después eliminar al narrador para no dejar testigos
de la autoría genuina de la novela.
En ésta como en otras películas, novelas y cuentos, las estrategias de razonamiento
abductivo permiten no sólo resolver el caso, sino sobre todo salvar la vida de las posibles
víctimas del crimen potencial.

Crímenes epistémicos y castigos ideológicos

El segundo tipo de crimen al que me quiero referir esta mañana es de carácter


epistémico, y su castigo es necesariamente ideológico. Se trata de los simulacros de
investigación que en realidad son ejercicios que giran alrededor del concepto de Ley, en
lugar de partir de los resultados para abducir las causas posibles, precisamente a la manera
del psicoanálisis freudiano.
Por ejemplo, cuando la tradición de las ciencias nomotéticas, centradas en el
establecimiento de leyes, es extrapolada al contexto de las disciplinas historiográficas,
fundamentadas en la relatividad casuística, la consecuencia es un alejamiento de la
aproximación dialógica, interdisciplinaria.
Por otra parte, la consecuencia de adoptar un paradigma donde la verdad es pensada
como correspondencia con el mundo es alejarse de la verdad como construcción parcial y
contextual, precisamente a la manera del psicoanálisis.
La consecuencia que tiene la adopción de una racionalidad instrumental y
discriminativa es la pérdida de la inteligibilidad que se deriva de una racionalidad
inferencial como la que se pone en práctica en la interpretación psicoanalítica y en la
interpretación criminalística.
A fin de cuentas, un lenguaje que se presenta a sí mismo como una interpretación de
la realidad y no como su espejo ---a la manera de la práctica psicoanalítica y de la
indagación policiaca--- no aspira a tener la razón, sino que se contenta con ser razonable.

Bibliografía

Brown, Richard Harvey: A Poetic for Sociology. Toward a Logic of Discovery for the
Human Sciences. Chicago, The University of Chicago Press, 1977

Eco, Umberto & Thomas Sebeok, eds.: El signo de los tres. Dupin, Holmes, Peirce.
Barcelona, Lumen, 1989 (The Sign of Three, Indiana University Press, 1983)

Fay, Brian: Contemporary Philosophy of Social Sciences. Oxford, Blackwell, 1996.

Lacan, Jacques: "Seminario sobre 'La carta robada' " en Escritos 2. México, Siglo XXI
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Muller, John P. & William J. Richardon, eds.: The Purloined Poe. Lacan, Derrida, and
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Peirce, Charles Sanders: "Abduction and Induction" en Philosophical Writings of Peirce.


Ed. by Justus Buchler, New York, Dover Publications, 1996 (1896), 150-56.
Poe, Edgar Allan: "La carta robada" en Cuentos 1. Madrid, Alianza Editorial, 1970,
514-534. Traducción de Julio Cortázar.

Lauro Zavala
Depto. Educación y Comunicación
Universidad Autónoma Metropolitana
(UAM) Unidad Xochimilco / 04960 México, DF
Fax 724-5149 Tel 595-8346 / zavala@cueyatl.uam.mx

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