El cuidado mutuo de la 

congregación 
 
Esta serie de 3 artículos fue publicada en la sección  
CUIDADO PASTORAL en la revista LA FUENTE en las 
ediciones #160, #161 y #162. 
 
Por Óscar Fernández Herrera 
 
 
 
 
Estos son los temas desarrollados: 
 
1. ¿SOY YO GUARDA DE MI HERMANO? 
La necesidad del cuidado mutuo en la iglesia local 
 
2. ¡UNO PARA TODOS Y TODO PARA UNO! 
Hacia un liderazgo orientado al cuidado mutuo de la iglesia 
 
3. CUIDANDO A LA PROMETIDA DEL HIJO 
El cuidado mutuo para la belleza y pureza de la iglesia 
 
 
 
 
 

 
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 CUIDADO PASTORAL
SERIE: El cuidado mutuo de la congregación (1/3)
«¿Soy yo guarda de mi hermano?»
La necesidad del cuidado mutuo en la iglesia local
Esta es la pregunta que se plantea en el diá-
logo entre Caín y Dios, que trae horribles
consecuencias (Gn 4.9-12).
Hoy las culturas se están volviendo cada
vez más ególatras, donde el centro de todo
es el individuo, donde la preocupación
tiene que ver con el yo y tristemente, la
iglesia se ve envuelta en ese pensamiento.
Se escucha frases como: «Esa predicación
14 | JUNIO 2019
no me llenó», «El pastor no me saludó»,
«Ese hermano parece que tiene algo contra
mí», «Si esa congregación no me llena…»;
frases donde parece que la preocupación
central es el cómo llenar el ego. Este es el
pensamiento impulsado por la psicología
actual, donde el yo es más importante que
la colectividad.
Nunca es un asunto individual
Entonces, la pregunta a plantearnos es:
«¿Tengo que cuidar a otros?» La respuesta
de muchos a esta es: «¡Eso es trabajo del
pastor!», pero el texto sagrado nos da otra
respuesta. Encontraremos una idea de co-
munidad, de cuerpo, de nación, nunca se
trata de un asunto individual.
En 1 Co 12.12-31 se nos muestra la ima-
gen de un cuerpo, teniendo diferentes
partes y funciones, pero como un solo ser,
encontramos la frase: «El ojo no le pue-
de decir a la mano ¡no te necesito!» luego
dice: «Así las partes del cuerpo se mantie-
nen unidas y se preocupan las unas por las
otras» (TLA, énfasis mío). Acá el texto no
dice que es la cabeza es la que se preocupa,
no dice que son los brazos o los ojos, ¡no!;
dice se preocupan las unas por las otras.
¿Se atrevería usted a cortar con una cuchi-
lla uno de sus dedos? ¿Quizás el que menos
usa? ¡Estoy seguro de que no lo haría! Por-
que usted no va a atentar contra una parte
de su propio cuerpo.
El autor bíblico sigue diciendo: «De ma-
nera que, si un miembro padece, todos los
miembros se duelen con él, y si un miem-
bro recibe honra, todos los miembros con
él se gozan». Esa es una idea corporativa —
entendiendo el concepto como cuerpo—
todos cuidándose, gozándose, preocupán-
dose, honrándose los unos a los otros.
Vivir como cuerpo de Cristo
Como cuerpo de Cristo que somos, he-
mos sido llamados a cuidarnos los unos
a los otros y el mismo autor de Corintios
le escribe a la iglesia de Galacia (Ga 6.1-
10) dándoles algunas recomendaciones de
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 Es una idea
corporativa —todos
cuidándose, gozándose,
preocupándose,
honrándose los unos
a los otros.
cómo comportarse.
Este pasaje nos habla de: «Restauradle con
espíritu de mansedumbre»; «sobrellevad
los unos las cargas de los otros»; «haga par-
tícipe de toda cosa buena al que lo instru-
ye»; «todo lo que el hombre sembrare, eso
también segará»; «no nos cansemos, pues,
de hacer bien», y concluye diciendo: «Así
que, según tengamos oportunidad, haga-
mos bien a todos, y mayormente a los de
la familia de la fe».
¿Qué significa?
Veamos detenidamente qué nos quiere de-
cir cada una de estas ideas.
Restauradle con espíritu de mansedum-
bre: Esto se lo escribe a «ustedes que son
espirituales», lo cual llama la atención,
porque esta iglesia estaba pasando algu-
nos problemas entre los gentiles y judai-
zantes, pero el llamado es ayudar al her-
mano a corregirse y hacerlo de manera
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amable, con palabras sabias.
Sobrellevad los unos las cargas de los
otros: Ayudarse mutuamente a llevar las
cargas los unos a los otros, de manera
que el peso pueda ser distribuido entre
varios, de manera que el peso pueda ser
distribuido entre varios y de esta ma-
nera mostrar lo que Jesús afirmó como
un mandamiento; «Amarás a tu próji-
mo como a ti mismo» (Mt 22.39; Mr
12.31).
Haga partícipe de toda cosa buena al
que lo instruye: Este es un detalle a con-
siderar, porque el preámbulo a la frase
dice «el que es enseñado en la palabra», o
sea, si somos enseñados en la palabra por
un líder o un pastor, entonces debemos
bendecir a quien nos enseña o instruye.
La TLA lo dice de esta manera: «El que
es instruido en el mensaje de Dios debe
compartir con su maestro todo lo bueno
que recibe». No hay nada más hermoso
que escuchar a un discípulo compartir
cómo está siendo retado o transforma-
do o creciendo en el Señor, ¡OJO! Esto
no implica un asunto particularmente
financiero, no vayamos a confundir el
pensamiento Paulino.
Todo lo que el hombre sembrare, eso
también segará: Esto es harto explicado
y fácil de entender, si colaboramos en
la edificación de otra persona, en algún
momento, seremos edificados por otra
persona, y de esta manera recogeremos
lo que hemos sembrado.
No nos cansemos, pues, de hacer bien:
Una vez escuché a alguien decir: «Yo
siempre soy de los que está dando,
¿cuándo llegará el día que me den a
mí?». Pareciera que ese comentario mos-
traba un cansancio por hacer el bien,
pero la invitación es a no cansarse. Ese
es el modus vivendi del cristiano, sien-
do modelados por nuestro Señor Jesús,
quien no haciendo acepción de personas
siempre hizo el bien a sus semejantes.
Así que, según tengamos oportunidad,
hagamos bien a todos, y mayormente a
los de la familia de la fe: El autor ter-
mina la sección haciendo un resumen
de la idea, siempre que nos sea posible,
hagamos el bien a todos, pero enfatiza
que debemos hacerlo «especialmente a
los seguidores de Cristo» (TLA). Este es
un llamado a todos los que formamos
parte del cuerpo de Cristo a ayudarnos,
cuidarnos los unos a los otros.
Nuestro llamado final es a cumplir cada
una de estas recomendaciones para ser
cuerpo de Cristo.
Óscar Fernández Herrera
Director del Ministerio Internacional
Formador de Formadores, enfocado
en la capacitación del liderazgo ecle-
sial y equipos pastorales. Consultor
en temas de familia y consejería, así
como en gerencia de proyectos. Po-
see maestrías en Teología, Gerencia de Proyectos y Liderazgo
Organizacional. Pastor de la Iglesia Comunitaria en Poasito,
Alajuela, Costa Rica, y docente universitario.
oskrfh@gmail.com
JUNIO 2019 | 15
 CUIDADO PASTORAL
SERIE: El cuidado mutuo de la congregación (2/3)
Uno para todos y todos para uno
Hacia un liderazgo orientado al cuidado mutuo de la iglesia
Imagino que todos hemos escuchado la
frase «Uno para todos y todos para uno»,
la cual viene de la exitosa novela del fran-
cés Alejandro Dumas, padre (1802-1870),
titulada Los Tres Mosqueteros, la historia
narra sobre la relación inseparable de cua-
tro mosqueteros. Unidad que los lleva a
enfrentar toda una serie de batallas.
Quizás te estás preguntando: «¿Qué tiene
14 | JULIO 2019
que ver esta introducción con el tema?»
Bueno, dame unas líneas más para expli-
carme.
El trabajo en equipo siempre es muy valio-
so, y como dice el texto bíblico en Eclesias-
tés 4.9-12: «Mejores son dos que uno; … y
cordón de tres dobleces no se rompe pron-
to» (RV60). El esfuerzo conjunto siempre
da mejores resultados que cuando se hace
en solitario.
En la iglesia, ese trabajo en equipo no pue-
de estar ausente cuando se trata del cuida-
do pastoral, y normalmente se piensa que
así es, pero tristemente algunas veces ese
trabajo no se desarrolla de la mejor mane-
ra porque se piensa que eso es trabajo del
pastor, ¡él es el llamado a cuidar las ovejas!
—nada más lejos de la verdad.
Si recordamos el ejemplo de Moisés y
cómo Jetro, su suegro, vino a aconsejarlo
en su labor (Ex 18), ¡imagínense! El gran
Moisés recibiendo consejo de un madia-
nita, y Jetro viene a decirle: «¿Por qué te
sientas tú solo…?» (v. 14 RV60), y le hace
esta pregunta luego de ver que el gran li-
bertador pasaba el día entero atendiendo
al pueblo.
La respuesta que da Moisés no deja de lla-
mar la atención: «Porque el pueblo viene
a mí para consultar a Dios» (v. 15 RV60).
El diálogo continúa con un sabio consejo
de parte del suegro: «No está bien lo que
haces», y le recomienda que él se dedique a
enseñar la ley de Jehová al pueblo y le reco-
mienda la clase de personas que ha de lla-
mar para que le ayuden. En otras palabras,
lo instruye a formar un equipo de trabajo
que se va a encargar de cuidar al pueblo,
y aquellos casos que ya ellos no podrían
atender, serían llevados delante de Moisés
para que el diera el consejo divino.
En este pasaje se puede aprender muchas
cosas, que quizás ya nos han dicho muchas
veces, pero que vale la pena recordar.
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 Cuando se tiene la
posibilidad de delegar el
trabajo, este aliviará la
carga y se puede hacer un
mayor trabajo, tanto en
cantidad como en calidad.
El pastor necesita
un pastor o consejero
Es un gran error pensar que el pastor
deja de ser oveja. Este siempre ha de te-
ner personas de confianza a quienes puede
acercarse para buscar consejo, personas de
experiencia en el ministerio, aquellos que
pueden tener una voz de aliento (como
Jetro), pero también personas que pueden
llamar la atención de errores que el pastor
pueda cometer (como lo hizo Natán con
David, 2 Samuel 12.1-14) . El pastor debe
estar atento al consejo y dispuesto a reali-
zar los cambios respectivos.
El pastor debe estar
dispuesto a delegar
El trabajo en el ministerio es mucho, y
este puede provocar que las personas «se
quemen» en su trabajo ministerial. Pero
cuando se tiene la posibilidad de delegar
el trabajo, este aliviará la carga y se puede
hacer un mayor trabajo, tanto en cantidad
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como en calidad.
El equipo de trabajo también ha
de reunir ciertas características
El equipo de trabajo ha de estar conforma-
do por personas de virtud que sean teme-
rosas de Dios, que sean de verdad, y que
aborrezcan la avaricia, son requisitos pues-
tos por Dios para las personas que sirven
al pueblo. 1 Timoteo 3:8-13 también nos
da una lista de requisitos para aquellos que
desean servir.
1. El equipo debe estar
conformado por discípulos
El discípulo es uno que está dispuesto a
estar a los pies de su maestro, debe tratar
de ser cómo el; esto se convierte en un reto
para los pastores, ya que como dice Pablo:
«Sean imitadores de mí, así como yo imi-
to a Cristo» (1 Co 11.1 RV60); «Herma-
nos míos, sigan mi ejemplo…» (Fil 3.17
TLA). Es discípulo aquel quien está dis-
puesto a seguir a su maestro, y su maestro
es discípulo del Maestro de maestros.
2. El equipo de trabajo
debe ser enseñable
La mayor necesidad que —desde mi pers-
pectiva— ha de tener un equipo de trabajo
es que este debe ser enseñable. Esto quiere
decir que sea un grupo que esté dispuesto a
aprender, que tenga la humildad suficien-
te de estar «a los pies» de un maestro para
aprender a cumplir su ministerio. Cuando
una persona cree saberlo todo, además de
faltarle humildad, corre el peligro de dañar
al equipo, Proverbios 18.15 nos dice: «El
que es sabio e inteligente presta atención
y aprende más» (TLA). Los miembros de
un equipo de trabajo pastoral deben estar
comprometidos con el aprendizaje conti-
nuo.
3. El equipo de trabajo
siempre debe tratar de ayudar
Hebreos 10.24-25 nos llama a: «Tratemos
de ayudarnos unos a otros, y de amarnos y
hacer lo bueno» (TLA). El «tratar» siempre
ha de ser la tarea, lo llamativo de este texto
es que nos invita a tres cosas: 1) Ayudar-
nos unos a otros; 2) amarnos; 3) hacer lo
bueno, conectados con una «y», o sea, no
podré ayudar a otros si no los amo, y si no
los amo no trataré de hacer lo bueno con
los demás. ¿Ven la conexión?
Ciertamente el pastor es la persona que
Dios pone delante del pueblo para enseñar
y guiar enseñando el consejo de Dios. Pero
este debe estar rodeado de un equipo de
trabajo que facilite el trabajo, porque «uno
para todos y todos para uno», hasta llegar
a la estatura de un varón perfecto.
Óscar Fernández Herrera
Director del Ministerio Internacional
Formador de Formadores, enfocado
en la capacitación del liderazgo ecle-
sial y equipos pastorales. Consultor
en temas de familia y consejería, así
como en gerencia de proyectos. Po-
see maestrías en Teología, Gerencia de Proyectos y Liderazgo
Organizacional. Pastor de la Iglesia Comunitaria en Poasito,
Alajuela, Costa Rica, y docente universitario.
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JULIO 2019 | 15
 CUIDADO PASTORAL
SERIE: El cuidado mutuo de la congregación (3/3)
Cuidando a la prometida del Hijo
El cuidado mutuo para la belleza y pureza de la iglesia
Uno de los retos que las congregaciones
tienen hoy es el pensar como comunidad
en una sociedad que cada vez es más egó-
latra. Es pensar la iglesia como lo que es:
la prometida del Hijo de Dios. Es pensarla
como un cuerpo que no puede dañarse a
sí mismo, a menos que sea un cuerpo que
sufra de problemas sicológicos, emociona-
les o espirituales que le lleven a autolesio-
narse.
14 | AGOSTO 2019
En la Biblia encontramos gran cantidad
de textos que tienen que ver con la idea
de un pueblo, una comunidad, un reino,
un cuerpo, donde se cuidan los unos a los
otros. Y la iglesia como tal está llamada al
cuidado comunal, esto a través de peque-
ños ejercicios físicos y espirituales.
1. Amarse los unos a los otros
como Jesús nos ha amado a
nosotros (Jn 13.34-35)
Y aunque esto parece fácil, es uno de los
retos más grandes que enfrentamos en la
vida como cristianos. Porque el amarse el
uno al otro, como Jesús lo hizo, implica
dar la vida por su amigo, y haciendo esto,
le mostraremos a otros que somos seguido-
res de Cristo.
2. No buscar el bien para uno
mismo (Fil 2.4-5)
Cuando nos invertimos en ayudar a otros
de manera desinteresada, tendremos me-
nos posibilidades de estar enfocados úni-
camente en nosotros mismos. Y particular-
mente practicando esto, nos hace pensar
como Cristo piensa.
3. Cuando tengan dificultades,
ayúdense unos a otros (Ga 6.2)
Este pensamiento es una extensión a las
ideas previas, ya que, si hay algo que mues-
tra el amor es cuando en medio de las di-
ficultades eres ayudado por otra persona,
cuando te extienden la mano en momen-
tos duros, siguiendo el consejo paulino.
4. No se griten, sean buenos y
compasivos los unos a los otros
(Ef 4.31-32)
Quizás usted pueda decir que nunca les ha
gritado a sus hermanos, pero quizás tener
una actitud de silencio puede ser tan da-
ñina como el grito. El apóstol lo que está
recomendando es el tener una comuni-
cación adecuada con nuestros hermanos,
donde se puede expresar lo que se siente,
pero hacerlo de una manera compasiva, o
sea, mostrando una tristeza profunda por
el dolor de la otra persona. Llama la aten-
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 Si hay algo que muestra
el amor es cuando en
medio de las dificultades
eres ayudado por otra
persona, cuando te
extienden la mano en
momentos duros.
ción que un sinónimo de «compasión» es
la palabra «misericordia», y esta se conoce
como el atributo de Dios por el cual per-
dona a los hombres.
5. Animarse y fortalecerse los
unos a los otros (1 Ts 5.11)
El origen de la palabra «animar» viene
de la idea de infundir valor; también la
de dar movimiento a cosas inanimadas.
«Avivar» es otro sinónimo. Si vemos, la
idea expresada es ayudar a otros cuando,
por las circunstancias, las personas se en-
cuentran como sin vida, y el llamado es
que podamos ayudar a esas personas y no
detenernos allí, sino que continuar con el
fortalecimiento, haciendo que esa persona
se vuelva más fuerte en su estilo de vida
como hijo de Dios.
6. Sean tolerantes y perdónense
(Col 3.13-14)
La palabra «tolerancia» es una que está de
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moda en la actualidad. Esta palabra tiene
el significado de admitir ideas o pensa-
mientos distintas a las propias. Esta idea
parece ser antagónica al pensamiento mo-
derno, donde lo que importa es lo que yo
pienso, y la gente debe aceptarme, cuando
el consejo es lo contrario: es aceptar el pen-
samiento de otro, y lo que aconseja es que,
si el pensamiento del otro va en contra del
propio, pues perdone a quien así piense.
Creo que un error de la actualidad es que
a menudo las personas se pelean entre sí,
y no sobre los argumentos, y eso trae di-
visiones en medio de las congregaciones.
Además, la manera de perdonar se vuelve
importante: se ha de perdonar como Jesús
nos ha perdonado a nosotros.
7. Utilicemos correctamente la
Palabra de Dios (2Ti 3.15-16)
Este pasaje nos habla de la utilidad de la
Palabra de Dios, enseñar, ayudar, corregir
a la gente y enseñarle como vivir, de esta
manera «los servidores de Dios estarán
completamente entrenados y preparados
para hacer el bien» (2 Ti 3.17). He decidi-
do dejar este último consejo aquí, no por-
que no sea importante, sino precisamente
porque es el más importante.
Cuando se usa de manera correcta el texto
sagrado, vamos a conocer cuál es la volun-
tad y el deseo de Dios para Su pueblo. Mu-
chas veces es el desconocimiento del con-
sejo divino el que nos hace pensar nuestro
propio criterio dejando de lado el consejo
divino.
Como imagino ya lo notaron, todo lo
anterior es conocido por todo aquel que
durante poco o mucho tiempo ha estado
participando de la vida cristiana evangé-
lica, y que nada nuevo se ha descrito. Y
quizás mientras leía usted se dijo: «Todo
esto ya lo sé; ya lo he leído antes», y estoy
seguro que muchos dirán lo mismo. Pero
esto hace surgir la pregunta: ¿Por qué pa-
rece que como iglesia no nos cuidamos los
unos a los otros, después de todo?
Pareciera que la tarea del cuidado comu-
nitario es una tarea «del pastor», y no de
todos. Y cuando aprendamos que somos
todos un cuerpo, en el cual todos han de
cuidar a todos, donde el consejo bíblico es
para todos y no únicamente para los que
sirven en la congregación como equipo
pastoral, habremos aprendido nuestra res-
ponsabilidad corporativa.
El Señor no vendrá por la mejor parte del
cuerpo. ¡No! Vendrá por la que será Su
prometida, Su esposa.
Óscar Fernández Herrera
Director del Ministerio Internacional
Formador de Formadores, enfocado
en la capacitación del liderazgo ecle-
sial y equipos pastorales. Consultor
en temas de familia y consejería, así
como en gerencia de proyectos. Po-
see maestrías en Teología, Gerencia de Proyectos y Liderazgo
Organizacional. Pastor de la Iglesia Comunitaria en Poasito,
Alajuela, Costa Rica, y docente universitario.
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AGOSTO 2019 | 15