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Santos Ángeles
2 de Octubre
Meditación
Los ángeles nos acompañan en adoración. Son ministros del Señor, infinitamente
bueno. Es voluntad de Dios que nos ayuden a adorarle.
Los ángeles presiden las reuniones del culto cristiano, como se ve por las
oraciones de la Iglesia. La liturgia es una participación de la que celebran los
ángeles en el Cielo. Unámonos a ellos con reverencia para alabar a Dios. Su
ministerio consiste en inspirarnos con fe y amor a que realicemos dignamente
nuestra adoración. Nos preparamos internamente para recibir los Sacramentos,
pues la Iglesia los invoca en nuestra ayuda.
Los ángeles nos ayudan contra el mal. Ellos nos ayudan en la lucha contra el
diablo. El Nuevo Testamento nos pide que tengamos fe en Dios, fe en Cristo, y
que usemos las armas de Dios. Dios envió sus ángeles para darnos la ayuda que
necesitamos contra el mal. Este es su misterio en la obra de nuestra salvación,
continuando la batalla una vez comenzada contra Lucifer y sus ángeles rebeldes.
Nos inspiran pensamientos contra las insinuaciones diabólicas y nos invitan a que
acudamos a Dios en oración. Solo en el Cielo conoceremos lo mucho que
realmente nos han ayudado en la lucha contra el diablo.
Los ángeles anhelan nuestra salvación. Con los ángeles participamos de la vida
divina, y somos como ellos criaturas de Dios en Cristo Jesús. Por eso, ellos
anhelan nuestra salvación; que juntos con ellos glorifiquemos a Dios y disfrutemos
viendo su gloria.
Con gozo los ángeles aceptan las misiones que Dios los encomienda para nuestra
santificación. Vencedores de los demonios, los ángeles nos protegen contra los
enemigos del alma. Haríamos bien pidiéndoles que nos asistan para rechazar las
tentaciones del Malo.
Los ángeles, además, presentan nuestras oraciones ante Dios acompañando con
sus plegarias nuestras peticiones. Nos conviene, pues, encomendarnos a ellos
especialmente en los momentos difíciles y sobre todo en la hora de la muerte,
para que nos defiendan de los ataques del enemigo y lleven nuestras almas al
Cielo.
Tenemos Ángel de la Guarda. Hay algunos ángeles con misión de cuidar de las
almas en particular. Se les llaman Ángeles de la Guarda. Es doctrina tradicional de
los primeros escritores de la Iglesia, basada en textos de la Sagrada Escritura y
fundada sobre razones sólidas. Lo prueba el hecho de haber establecido la fiesta
en honor de los Ángeles de la Guarda.
El Creador no abandona las criaturas a que dio existencia; les proporciona cuanto
necesiten para lograr su perfección natural. Cristo murió por todos y para todos
mereció los medios de salvación. La asistencia de los ángeles es parte del plan de
Dios para salvar a todas las gentes.
Los ángeles también oran por nosotros. En las vidas de los santos observamos
que se comunican frecuentemente con los ángeles. Comunicación fundada en la
sencilla fe de que espíritus invisibles a quienes el amor induce a orar por las
personas en particular y por las comunidades ante el torno de Dios.
Los ángeles ayudan ante todo en el campo espiritual y sobrenatural. Esto lleva
consigo su solicitud por las necesidades corporales en la medida en que éstas se
relacionan con la salvación y santificación.
Debemos amar y venerar al propio Ángel de la Guarda, porque él nos mantiene en
comunicación con el Cielo. Ha sido siempre y continúa siendo nuestro devoto
amigo, dispuesto en todo momento a ayudarnos en nuestro camino del Cielo.
Honrando a nuestro Ángel de la Guarda, honramos a Dios al mismo tiempo, pues
lo representan en la tierra. Es gran honor tener por amigo a criatura tan bella y leal
a Dios.
La Palabra de Dios
He aquí que yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te guarde en el
camino y te conduzca al lugar que te tengo preparado.
Que Él dará orden sobre ti a sus ángeles de guardarte en todos tus caminos.
Te llevarán ellos en sus manos, para que en piedra no tropiece tu pie; Sal 91, 11-
12
Oraciones
Oración final
Celebramos la fiesta de los tres Arcángeles que la sagrada Escritura menciona por
su propio nombre: Miguel, Gabriel y Rafael. Pero, ¿qué es un ángel? La sagrada
Escritura y la tradición de la Iglesia nos hacen descubrir dos aspectos.
Por una parte, el ángel es una criatura que está en la presencia de Dios, orientada
con todo su ser hacia Dios. Los tres nombres de los Arcángeles acaban con la
palabra "El", que significa "Dios". Dios está inscrito en sus nombres, en su
naturaleza. Su verdadera naturaleza es estar en él y para él.
Cuando la Iglesia antigua llama a los obispos ángeles de su Iglesia, quiere decir
precisamente que los obispos mismos deben ser hombres de Dios, deben vivir
orientados hacia Dios. Multum orat pro populo, "Ora mucho por el pueblo", dice el
Breviario de la Iglesia a propósito de los obispos santos. El obispo debe ser un
orante, uno que intercede por los hombres ante Dios. Cuanto más lo hace, tanto
más comprende también a las personas que le han sido encomendadas y puede
convertirse para ellas en un ángel, un mensajero de Dios, que les ayuda a encontrar
su verdadera naturaleza, a encontrarse a sí mismas, y a vivir la idea que Dios tiene
de ellas.
San Miguel: hacer espacio a Dios en el mundo
Todo esto resulta aún más claro si contemplamos las figuras de los tres Arcángeles
cuya fiesta celebra hoy la Iglesia. Ante todo, san Miguel. En la sagrada Escritura lo
encontramos sobre todo en el libro de Daniel, en la carta del apóstol san Judas
Tadeo y en el Apocalipsis. En esos textos se ponen de manifiesto dos funciones de
este Arcángel. Defiende la causa de la unicidad de Dios contra la presunción del
dragón, de la "serpiente antigua", como dice san Juan. La serpiente intenta
continuamente hacer creer a los hombres que Dios debe desaparecer, para que
ellos puedan llegar a ser grandes; que Dios obstaculiza nuestra libertad y que por
eso debemos desembarazarnos de él.
Pero el dragón no sólo acusa a Dios. El Apocalipsis lo llama también "el acusador
de nuestros hermanos, el que los acusa día y noche delante de nuestro Dios" (Ap
12, 10). Quien aparta a Dios, no hace grande al hombre, sino que le quita su
dignidad. Entonces el hombre se transforma en un producto defectuoso de la
evolución. Quien acusa a Dios, acusa también al hombre. La fe en Dios defiende al
hombre en todas sus debilidades e insuficiencias: el esplendor de Dios brilla en cada
persona.
El cristiano tiene por misión hacer espacio a Dios en el mundo contra las negaciones
y defender así la grandeza del hombre. Y ¿qué cosa más grande se podría decir y
pensar sobre el hombre que el hecho de que Dios mismo se ha hecho hombre?
La otra función del arcángel Miguel, según la Escritura, es la de protector del pueblo
de Dios (cf.Dn 10, 21; 12, 1). Queridos amigos, sed de verdad "ángeles custodios"
de las Iglesias que se os encomendarán. Ayudad al pueblo de Dios, al que debéis
preceder en su peregrinación, a encontrar la alegría en la fe y a aprender el
discernimiento de espíritus: a acoger el bien y rechazar el mal, a seguir siendo y a
ser cada vez más, en virtud de la esperanza de la fe, personas que aman en
comunión con el Dios-Amor.
Todos deben estar reunidos en Cristo en un solo cuerpo: esto nos lo dicen los
grandes himnos sobre Cristo en la carta a los Efesios y en la carta a los Colosenses.
Cristo llama. También hoy necesita personas que, por decirlo así, le ponen a
disposición su carne, le proporcionan la materia del mundo y de su vida,
contribuyendo así a la unificación entre Dios y el mundo, a la reconciliación del
universo.
"Permaneced en mi amor", nos dice hoy el Señor en el evangelio (Jn 15, 9).
Permaneced en la amistad con él, llena del amor que él os regala de nuevo en este
momento. Entonces vuestra vida dará fruto, un fruto que permanece (cf. Jn 15, 16).
Modo de rezar
amen
Por la intercesión de San Miguel y del celestial coro de los Serafines, el Señor nos
haga dignos del fuego de una perfecta caridad. (Padrenuestro y tres Avemarías).
Por la intercesión de San Miguel y del celestial coro de los Querubines, el Señor
nos conceda la gracia de caminar por la senda de la perfección cristiana.
(Padrenuestro y tres Avemarías).
Por la intercesión de San Miguel y del celestial coro de los Tronos, el Señor nos
conceda el espíritu de una verdadera humildad. (Padrenuestro y tres Avemarías).
Por la intercesión de San Miguel y del celestial coro de las Potestades, el Señor
nos guarde de los engaños y tentaciones del demonio. (Padrenuestro y tres
Avemarías).
Por la intercesión de San Miguel y el celestial coro de las Virtudes, el Señor nos
conceda el no ser vencidos en el peligroso combate de las tentaciones.
(Padrenuestro y tres Avemarías).
Por la intercesión de San Miguel y del celestial coro de los Principados, el Señor
nos otorgue el espíritu de una verdadera y sincera obediencia. (Padrenuestro y
tres Avemarías).
Por la intercesión de San Miguel y del celestial coro de los Ángeles, el Señor nos
conceda que estos espíritus bienaventurados nos guarden siempre, y
principalmente en la hora de nuestra muerte. (Padrenuestro y tres Avemarías).
Antífona
Gloriosísimo San Miguel Arcángel, el primero entre todos los Ángeles, defensor de
las almas, vencedor del demonio, que estás junto a la gloria de Dios y después de
nuestro Señor Jesucristo eres admirable protector nuestro, dotado de
sobrehumana excelencia y fortaleza. Dígnate alcanzarnos de Dios el vernos libres
de todos los males y ayúdanos a ser fieles cada día en el servicio del Creador.
Oración
(Padrenuestro)
Oración a San Gabriel
(Padrenuestro)
(Padrenuestro)
A ser posible, delante de una imagen del santo Arcángel, hacer un acto de
verdadera contrición y rezar a continuación devotamente las siguientes
salutaciones:
SALUTACIÓN I
SALUTACIÓN II
Un Padrenuestro y tres Avemarías al segundo coro angélico.
Por intercesión del glorioso arcángel san Miguel y del coro celeste de Querubines,
quiera el Señor concedernos la gracia de abandonar el camino del pecado, y de
correr por el de la perfección cristiana. Amén.
SALUTACIÓN III
Un Padrenuestro y tres Avemarías al tercer coro angélico.
Por intercesión del glorioso arcángel san Miguel y del sagrado coro de los Tronos,
infunda el Señor en nuestros corazones un espíritu de verdadera y sincera
humildad. Amén.
SALUTACIÓN IV
Un Padrenuestro y tres Avemarías al cuarto coro angélico.
Por intercesión del glorioso arcángel san Miguel y del coro celeste de las
Dominaciones, quiera el Señor concedernos la gracia de poder dominar nuestros
sentidos y corregir las pasiones depravadas. Amén.
SALUTACIÓN V
Un Padrenuestro y tres Avemarías al quinto coro angélico.
Por intercesión del glorioso arcángel san Miguel y del celeste coro de las
Potestades, dígnese el Señor librar nuestras almas de las asechanzas y
tentaciones del demonio. Amén.
SALUTACIÓN VI
Un Padrenuestro y tres Avemarías al sexto coro angélico.
Por intercesión del glorioso arcángel san Miguel y del coro de las admirables
Virtudes celestiales, no permita el Señor que caigamos en las tentaciones, sino
que nos libre de todo mal. Amén.
SALUTACIÓN VII
Un Padrenuestro y tres Avemarías al séptimo coro angélico.
Por intercesión del glorioso arcángel san Miguel y del coro celeste de los
Principados, dígnese Dios llenar nuestras almas del espíritu de verdadera y
sincera obediencia. Amén.
SALUTACIÓN VIII
Un Padrenuestro y tres Avemarías al octavo coro angélico.
Por intercesión del glorioso arcángel san Miguel y del coro celeste de los
Arcángeles, quiera el Señor concedernos el don de la perseverancia en la fe y en
las obras buenas, para que podamos conseguir la gloria del paraíso. Amén.
SALUTACIÓN IX
Un Padrenuestro y tres Avemarías al noveno coro angélico.
Por intercesión del glorioso arcángel san Miguel y del coro celeste de todos los
Ángeles, dígnese el Señor concedernos que nos guarden en la presente vida
mortal, y después nos conduzcan a la gloria eterna de los cielos. Amén.
Antífona. Gloriosísimo príncipe san Miguel arcángel, cabeza y jefe de los ejércitos
celestiales, depositario de las almas, vencedor de los espíritus rebeldes,
doméstico en la real morada de Dios, nuestra guía admirable después de
Jesucristo, y de excelencia y virtud sobrehumanas, dignaos librar de todo mal a
todos los que acudimos a Vos con confianza, y haced por medio de vuestra
protección incomparable que adelantemos cada día en servir fielmente a nuestro
Dios.
Oración
La angélica perfección
siempre fue tan elevada
que nació halla entronizada
dando a Dios adoración
pues sois de tan noble empresa
san Miguel el principal
II
III
IV
VI
VII
A partir del siglo XIX, se empezaron a rezar unas oraciones especiales luego de la
Misa Se trata de súplicas añadidas en tiempos de tribulación, oraciones por las
grandes intenciones de la Iglesia, en las que debe participar también el pueblo, y
que por eso se rezan con los fieles en su propia lengua. El mismo León XIII, en
1886 introdujo la invocación del Arcángel San Miguel*. No se trata de una nueva
oración, sino de una invocación aislada, con carácter de exorcismo, rarísima en la
liturgia romana.
(Jungmann, Josef, El Sacrificio de la Misa, BAC página 1026)
"La ordenación de las preces finales por León XIII fue publicada por primera vez
en el Monitore eccesiastico (1885-87) p. 150 s; cf I. Piazzoni, De precibus post
Missam imperatis: "Eph. Liturg.", 69 (1955) 54-60. Aquí también hay pormenores
sobre la invocación de San Miguel Arcángel (58 n.9) - Como es sabido Pío XI, y
luego Pío XII señalaron como intención de estas preces rogar por Rusia (Act. Ap.
Sedis, 22 [1930] 301; 44 [1952] 308.
Oración a San Miguel Aréngel del papa León XII
¡Oh glorioso príncipe de las milicias celestes, ¡san Miguel arcángel, defiéndenos
en el combate y en la terrible lucha que debemos sostener contra los principados y
las potencias, contra los príncipes de este mundo de tinieblas, contra los espíritus
malignos! Ven en auxilio de los hombres que Dios ha creado inmortales, que
formó a su imagen y semejanza y que rescató a gran precio de la tiranía del
demonio. Combate en este día, con el ejército de los santos ángeles, los combates
del Señor como en otro tiempo combatiste contra Lucifer, el jefe de los orgullosos,
y contra los ángeles apóstatas que fueron impotentes de resistirte y para quien no
hubo nunca jamás lugar en el cielo. Si ese monstruo, esa antigua serpiente que se
llama demonio y Satán, él que seduce al mundo entero, fue precipitado con sus
ángeles al fondo del abismo.
Pero he aquí que ese antiguo enemigo, este primer homicida ha levantado
ferozmente la cabeza. Disfrazado como ángel de luz y seguido de toda la turba y
seguido de espíritu malignos, recorre el mundo entero para apoderarse de él y
desterrar el Nombre de Dios y de su Cristo, para hundir, matar y entregar a la
perdición eterna a las almas destinadas a la eterna corona de gloria. Sobre
hombres de espíritu perverso y de corazón corrupto, este dragón malvado
derrama también, como un torrente de fango impuro el veneno de su malicia
infernal, es decir el espíritu de mentira, de impiedad, de blasfemia y el soplo
envenado de la impudicia, de los vicios y de todas las abominaciones. Enemigos
llenos de astucia han colmado de oprobios y amarguras a la Iglesia, esposa del
Cordero inmaculado, y sobre sus bienes más sagrados han puesto sus manos
criminales. Aun en este lugar sagrado, donde fue establecida la Sede de Pedro y
la cátedra de la Verdad que debe iluminar al mundo, han elevado el abominable
trono de su impiedad con el designio inicuo de herir al Pastor y dispersar al
rebaño.
¿Qué vio León XIII? "Vi demonios y oí sus crujidos, sus blasfemias, sus burlas.
Oí la espeluznante voz de Satanás desafiando a Dios, diciendo que él podía
destruir la Iglesia y llevar todo el mundo al infierno si se le daba suficiente tiempo y
poder. Satanás pidió permiso a Dios de tener 100 años para poder influenciar al
mundo como nunca antes había podido hacerlo." También León XIII pudo
comprender que, si el demonio no lograba cumplir su propósito en el tiempo
permitido, sufriría una derrota humillante. Vio a San Miguel Arcángel aparecer y
lanzar a Satanás con sus legiones en el abismo del infierno.