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ÍNDICE:

1. CONTEXTO HISTÓRICO DEL SIGLO XII EN LA PENÍNSULA


IBÉRICA.
1.1. ANTECEDENTES: EL SIGLO XI.
1.2. LA LENGUA DE LOS JUGLARES.
1.3. LA LENGUA DE LA POESÍA ÉPICA.
1.4. SEMÁNTICA Y LÉXICO.

2. OBRAS DESTACADAS DEL SIGLO XII.


2.1. FONÉTICA Y MORFOSINTAXIS.
2.2. CANTAR DE MIO CID Y AUTO DE LOS REYES MAGOS.

3. CONCLUSIÓN.
4. BIBLIOGRAFÍA.
1.1. ANTECEDENTES: EL SIGLO XI.

En este período hay vacilación de sus formas, es decir, que conserva formas del romance
visigótico y mozárabe. Así, hallamos carraira junto a junto a carrera; ouro junto a oro. En el
período siguiente, la influencia de Castilla anula todas estas formas arcaicas. El romance castellano
se impuso a los demás romances hispánicos por su simplificación gramatical y una gran claridad
acústica. Además, porque Castilla es la región conductora de la Reconquista, la creadora de la
España unificada. En el castellano no hay elementos gallegos ni mozárabes.
El latín continuó como lengua escrita de la España cristiana. En el siglo XII, las obras más
importantes de la cultura islámica fueron vertidas al latín por la famosa escuela de traductores de
Toledo. En cambio, en el mismo Toledo, para los documentos notariales (testamentos,
compraventas, donaciones) fue empleado el árabe, no sólo en el siglo XII.

La historia del castellano, desde su aparición en los textos de los siglos XII, se nos muestra
como una continua expansión. Por un lado, hay una expansión interna: se convierte en la lengua
«propia» de Castilla en todas sus manifestaciones escritas, quedando el latín restringido al ámbito
litúrgico y a ciertas actividades intelectuales. Esto obliga al desarrollo de un idioma que en épocas
anteriores sólo servía para las necesidades prácticas de la comunicación inmediata.

El «desarrollo» del castellano adquiere así una doble vertiente: la historia literaria (con sus
procedimientos expresivos, estilos más personales y géneros de textos más variados) y la propia
lengua (sus hablantes tienen la necesidad, de expresar en ella, nuevos contenidos, de más alto nivel
de abstracción o de sutileza significativa). Por otro, hay una expansión externa, que es
consecuencia de fenómenos políticos: la conquista de territorios gobernados por los musulmanes
“Reconquista”, la unión definitiva con León y la penetración castellana en Aragón.

El español del siglo XII ya era la lengua de los documentos notariales y de la Biblia que
mandó traducir Alfonso X; uno de los manuscritos del siglo XIII se conserva en la biblioteca de
El Escorial. Gracias al Camino de Santiago entraron en la lengua los primeros galicismos, escasos
en número, y que se propagaron por la acción de los trovadores, de la poesía cortesana y la
provenzal.
1.2. LA LENGUA DE LOS JUGLARES.

Con respecto al vocabulario se producen los siguientes cambios. Vacilación en el uso de


los vocablos: se usan indistintamente haber y tener; ser y estar, salir y exir, cabeza y tiesta, mañana
y matino. Uso de vocablos comunes a otros romances peninsulares: siniestra, repentir, aquest.
Muchos galicismos: mensaje, palafrén, vergel, vianda, ardiment.

Con respecto a la fonética surgen algunos cambios. Vacilación en la vocalización de las


palabras: menguar y menguar, mejor y mijor, soltura y sultura. Uso de la e paragógica: sone,
dolore. Apócope de palabras (influencia del catalano-aragonés): noch, cort, mont.

Con respecto a la morfología encontramos numerosas formas irregulares (hoy perdidas):


ceñir- cingo, cinxe, cinto. Adjetivos demostrativos usados como artículos: “Estos cavalleros” = los
caballeros. Uso de formas enclíticas: que`l, levantó`s, ferido`l, por que el, levantóse, hirídole
(hirióle).

1.3. LA LENGUA DE LA POESÍA ÉPICA.

La épica nació con fines noticieros, del momento, pero con el paso del tiempo se convierte
en poesía del pasado. Lo particular y anecdótico se borra y queda sólo su esencia más general y
duradera. La actitud de los poetas tiene que ser idealizadora, y ello condiciona el tipo de lenguaje,
que no será trivial, práctico, del coloquio diario, sino un tipo de expresión ennoblecida, estilizada,
arcaizante. Palabras como perro, izquierdo y pobre se evitan, y se prefiere decir can, siniestro y
menguado, que son vocablos más cultos y, por lo tanto, más arcaicos.

La –e paragógica, el arcaísmo se convierte en licencia poética del género o en fórmula


estereotipada. El ejemplo más representativo y conocido es el de la –e final en las rimas:
mortaldade, ciudade, braçare, preguntare, señore, emperadore, razone, que rimaban con sangre,
grande, sacastes, pendones, varones… Esta e pasó a palabras o formas que no la tenían
etimológicamente; así están, son, allá pasaban a estane, sone, alláe y dirá, tomó aparecían como
dirade, tomote.
El epíteto ritual, la epopeya tradicional necesita que los seres y cosas que en ella aparecen
tengan un grado de excelencia; necesita acompañar sus nombres con la mención de un rasgo
descriptivo o identificador. De allí el uso de epítetos rituales: Alde la Bele, Babyloine la grande,
clere Espaigne la bele, Baviera el corredor, Castiella la gentil, Valençia la clara son ejemplos claros
de ello. Más arcaico todavía es el uso del demostrativo delante del adjetivo: don Gozimás aquell
varón, París esa ciudad, Burgos essa villa.

En cuanto al uso de los tiempos verbales, para evitar la monotonía del relato, se varía el
punto de vista, presentando los hechos desde diferentes distancias y perspectivas. Se sustituyen
verbos en pasado por otros en presente.

Cuando el discurso está en estilo directo, frecuentemente encontramos el imperfecto o el


condicional donde serían normales el presente o el futuro, por ejemplo: No me pesa de mi
muerte/aunque temprano me llama, / más pésame que de verte/y de servirte dejaba… (deje).

En lo que se refiere a los verbos, el verbo haber no era un auxiliar vacío de significación
propia, sino que conservaba el significado original de “tener”, “obtener” o “conseguir”. En el Mío
Cid, el verso: de todo conducho bien los ovo bastidos no es un pretérito anterior, pues equivale a
“los logró abastecer” de víveres necesarios para el camino.

Muchas veces las perífrasis verbales de “haber de + infinitivo” pierde el sentido de


obligatoriedad como se observa en el siguiente verso: Jornada de todo un día/en medio la hubo
de andar, o sea, significa “anduvo”, o “no tuvo más remedio que andarlas”.

1.4. SEMÁNTICA Y LÉXICO.

El adverbio “arriba” se usa en locuciones causales, como por ejemplo en el verso: Con
vuestro esfuerzo arryba entramos en España, significando “Entramos en España por causa de
vuestro esfuerzo”.

En el verso Viejo que venís, el Cid, viejo y florido, el uso de “florido” es con sentido de
“canoso”.
Este término es de procedencia francesa, al igual que “paladín, emperante, caza” (con el
sentido de persecución).

Otro uso corriente es “sí” en lugar de “así” como en los versos: Sí no lo quieras dar
significando “así no lo quieras dar”. Non vayades allá, hijo, / sí mi maldición os venga significando
también “No vayáis allá, hijo, así mi maldición os venga”.

Además, la presencia de formas arcaicas (más arcaicas que otros poemas narrativos del s.
XIII).

2.1. FONÉTICA Y MORFOSINTAXIS.

Hasta la época alfonsí (s. XIII) la lengua presenta una enorme inseguridad fonética
(vacilaciones e irregularidades). El idioma aún no está fijado, pero aparece un cuadro muy
completo de tiempos, así como los pretéritos fuertes acentuados en la última sílaba (cantó, subió).
Hay apócope de la E en el pretérito (ficist> hiciste, levantós> levantóse). El único diminutivo
empleado es –ello, por ejemplo: “poquiello”, y no hay superlativos en -ismo.

En cuanto a la fonética observamos una vacilación entre suprimir (apócope) o mantener la


E final (verdad/verdade, delant, cort), lo normal es su conservación a partir del s. XIII. Se vacila
en el timbre de ciertas vocales átonas: mejores/mijores, vanedad/vanidad.

La ortografía nos revela la existencia de sonidos hoy desaparecidos:

o “Ç”- cabeça, braço (cabetsa, bratso = c+e c+i (Cid = Tsid)


o “Z”- vazias, fazer, razon (vadsias, fadser, radson)
o “ F”- fabló (conservación de la f inicial)
o “ J “- mugieres (muyeres, = "j" francesa)
o “V”- fricativa diferencia fonética entre b y v (hoy bilabiales oclusivas las dos). la "v" era

fricativa.

o “S”- sonora diferencia fonética entre la s sorda y la s sonora (assi, casa)

o “X”- x+vocal = "ch" francesa: dixo


En cuanto a la morfosintaxis, los verbos SER y ESTAR y HABER y TENER no tienen todavía
delimitado su uso actual. Son intercambiables: ...como si fosse (estuviese) en montaña /... mala
cosa es aver (tener) mingua de pan.

El verbo SER funciona, a veces, como auxiliar de los verbos intransitivos en lugar del verbo
HABER: ... son entrados/... a Valencia an entrado.

Existe inseguridad en el empleo de tiempos verbales como en: el empleo de futuro en vez
de subjuntivo: cuando el día verná (vendrá) (venga), la falta de fijeza para un mismo tiempo:
segunda persona del pretérito: feziste, fiziste, fezist, fizist, feziest, fezieste, fizieste, el empleo
frecuente del presente histórico y la presencia de muchas perífrasis verbales (por ejemplo con
sentido iniciador: tomarse a/compeçar de/pensar de/ + infinitivo). Perífrasis de ser/estar/ir/andar +
gerundio.

Existe también inseguridad en el empleo de conjunciones: “cuando” con diferentes valores,


“porqué”, o de pronombres: el, ele, ell, elli.

Además, hay inseguridad en el orden de las palabras: desplazamientos, régimen antepuesto,


palabras sobreentendidas, etcétera.

Algunas generalidades del léxico medieval son: exir–salir; consejo-amparo, socorro;


hinojo-rodilla.

Existen expresiones de origen jurídicio: exidas e entradas, plazo, rresponder, rrecudir,


derecho tuerto; de origen eclesiástico, pleonasmos intensivos (llorando de los sus ojos, de sus
bocas todos decían, los ojos de la cara), epíteto épico: el bueno de Bivar, el que en buena hora
cinchó espada, el que en buena hora nación, el burgalés de pro, el que Valencia ganó.

2.2. CANTAR DE MIO CID Y AUTO DE LOS REYES MAGOS.

En este siglo se incluye El Cantar de Mio Cid, obra épica, del mester de juglaría, y El Auto
de los Reyes Magos, primera obra teatral, que tiene que ser analizado como una fase en la que se
considera que el dialecto romance, separado ampliamente del latín hablado, está adoptando una
forma literaria. Se continúa en época de fluctuaciones en los hechos de habla; de ahí el intento de
reconstrucción de la forma primitiva, distorsionada por las diferentes manos que copiaron los
textos. Lo que parece claro es que ambos están muy próximos en el tiempo, y, según algunas
teorías, también en el espacio. De ahí que podamos encontrar comportamientos lingüísticos
comunes en ambas obras.

En el plano fonético es posible señalar las siguientes características como las más
destacables: ya está fijada la evolución de la vocal tónica, permanece la desinencia -t- para la
tercera persona de los verbos, /O/ se transforma en “ue” en El Cantar de Mio Cid . En El Auto de
los Reyes Magos, sin embargo, encontramos uo. Desaparece la vocal postónica, pero quedan
reminiscencias: limite > linde; comité > comde, reputare > rieptar. Se mantiene la /e/ latina en
casos en que luego desaparece, es decir, tras /r, s, n, l, z, d/ (madride, prendare, bien -por bien en
Auto-), aunque este fenómeno está en decadencia. Hay apócope generalizada de /e/, quizá por
influencia francesa: noch, fuert, mont. Ensordecimiento de la consonante que precede a la vocal
apocopada: dent = dende. Vacilación en el timbre de las vocales átonas (es un rasgo que se
mantiene constante hasta el siglo XVII, aunque en estos textos se produce con mayor intensidad).
Amalagamas fonéticas: nol = no le; alabandos = alabándose; nim = ni me; nimbla = ni me la, etc.
“Much”, ante vocal; muy, ante consonante.

Ya en el nivel morfosintáctico, se aprecian usos arcaicos comunes que, a veces, alternan


con otros que permanecieron en el español moderno. Entre ellos se pueden destacar los siguientes:
la presencia de verbos intransitivos auxiliados con SER: son idos (también aver), los verbos
reflexivos auxiliados con SER: somos vengados = nos hemos vengado, el uso del participio activo.

SER y ESTAR se emplean en su sentido etimológico para indicar situación. Destaca la


multiplicidad de funciones de «que», aunque también aparecen «como, cuando, ca, porque,
maguer».

En cuanto al orden de las palabras, el regente precede al régimen (como ahora), aunque en
El Cantar de Mio Cid, abunda la construcción inversa. Tanto y mucho encabezan la frase. Entre
nombre y complemento se intercalan palabras: «gentes se le llegaban grandes».

A todo ello, habría que destacar que El Cantar de Mio Cid presenta algunas características
específicas del lenguaje épico, muy estudiado para su filiación histórico-literaria, así como para su
fisonomía lingüística. Se conserva la /e/ final o la adición a palabras que no la tienen. Abundancia
de yuxtaposiciones y de demostrativos.

Como lenguaje literario, el castellano no alcanzó todavía (ss. XI y XII) los honores de la
lengua escrita, aunque sí, y en alto grado, los de la lengua poética (hablada). Era entonces cuando
se cantaban aquellos poemas épicos largos, sobre todo el del Mío Cid, primer monumento de
nuestra Literatura, compuesto por un mozárabe de la frontera de Medinaceli, hacia 1140.

En cambio, para la lírica la lengua predominante era la provenzal, traída a España por
juglares de allende el Pirineo que, con su arte, entusiasmaban a la corte y a las gentes del camino
de Santiago.

De entonces, precisamente, datan los primeros galicismos, como: homenaje, vianda,


mensaje,... explicables, más que por modas poéticas por la presencia en España de colonos, monjes
cluniacenses y caballeros que venían de Francia a la cruzada contra el Islam.

El castellano medieval desarrolló una serie de fonemas que hoy han desaparecido.
Distinguía entre una -s-sonora intervocalica, que en la escritura se representaba por s, como en
casa, y una s sorda, que podía estar en posición inicial de palabra como silla, o en posición interna
en el grupo -ns-, como en pensar o en posición intervocalica que se escribía -ss- como en viniesse.

Las letras ç y z equivalían a los sonidos africados (equivalente a ts, si era sordo, y a ds, si
era sonoro), como en plaça y facer. La letra x respondía a un sonido palatal fricativo sordo, como
la actual ch del francés o la s final del portugués y también existía correspondiente sonoro, que se
escribía mediante j o g ante e, i: así dixo, coger, o hijo. Distinguía entre una bilabial oclusiva sonora
-b-, que procedía de la -p- intervocalica del latín o b de la inicial sonora del latín (y que es la que
hoy se conserva), y la fricativa sonora, que procedía de la v del latín, cuyo sonido se mantiene hoy
en Levante y algunos países americanos.

Desde el punto de vista gramatical ya habían desaparecido las declinaciones del latín y eran
las preposiciones las que señalaban la función de las palabras en la oración. El verbo haber todavía
tenía el significado posesivo tener, como en había dos fijos y se empleaba para tener y para formar
las perífrasis verbales de obligación que originarían a partir del siglo XIV los tiempos compuestos;
por eso, entre la forma del verbo haber y el infinitivo siguiente era posible interponer otro material
léxico, hoy impensable, como en 'Enrique vuestro hermano había vos de matar por las sus manos'.
Los adjetivos posesivos iban precedidos de artículo, como aún hoy ocurre en portugués;
así, se decía los sus ojos alza. El español del siglo XII ya era la lengua de los documentos
notariales y de la Biblia que mandó traducir Alfonso X; uno de los manuscritos del siglo XIII se
conserva en la biblioteca de El Escorial. Gracias al Camino de Santiago entraron en la lengua los
primeros galicismos, escasos en número, y que se propagaron por la acción de los trovadores, de
la poesía cortesana y la provenzal.

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