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LECTURA 06:

LA CORRECCIÓN MODERADA COMO FACULTAD DE LOS PADRES


EN LA PATRIA POTESTAD1

María Consuelo Barletta Villarán2


“Ser un adulto que es padre significa, conforme a una presunción legal,
tener la capacidad, la autoridad y la responsabilidad para determinar
y hacer aquello que es bueno para los niños.”
Joseph Goldstein.

En la historia del tratamiento legal de los derechos de la niñez y la adolescencia, se


descubre como las instituciones familiares han sido normadas concibiendo los derechos de los
niños(as) y adolescentes de una manera secundaria más no prioritaria, recogiendo la exigencia
histórica y socialmente impuesta de legitimar el poder parental en la relación paterna filial.
Asimismo, el otorgamiento de una mayor o menor autoridad sobre los hijos(as), ha tenido su
justificación en la dependencia o autonomía brindada a la familia, frente a la sociedad y al
Estado, dando origen a regulaciones con un sesgo proteccionista o liberal en el devenir del
tiempo.

Es así como descubrimos en los orígenes de la institución jurídica de la Patria


Potestad, al Pater Familiae del derecho romano, era quien ejercía poderes absolutos sobre sus
hijos, mujer y esclavos, pudiendo disponer a su libre discrecionalidad sobre sus personas y
bienes; poder legitimado por la sociedad y los gobernantes, al dejar en sus manos el absoluto
gobierno de su casa.

En la Edad Media, distintos fueron los motivos para la indiferencia social hacia la
relación paternofilial, la explicación ha sido esbozada por diversos autores, quienes postulan
que el niño integró el mundo de los adultos, perdiéndose su individualidad como persona, al
integrarse a un mundo caracterizado por las relaciones colectivas.

Paralelamente, al interior de la familia la desvalorización del niño(a) primó en las


relaciones intrafamiliares, siendo visualizado de manera peyorativa y en ocasiones hasta
tratado como un estorbo, mientras que en otras, era concebido como un ser frágil con poca
importancia, puesto que difícilmente se salvaba de ensanchar las altas cifras de mortandad
infantil.

Es en el siglo XVIII, según lo afirmado por la mayoría de los estudiosos de la infancia,


que la familia cierra sus puertas al mundo colectivo y se preocupa más del niño(a), asumiendo
junto a la escuela, la responsabilidad de su control. Esta nueva función de la familia, coincidió
con la percepción del niño como un sujeto distinto al adulto, es decir, la visualización social del
niño(a) trajo como consecuencia, que se le encargue a la familia el sacar al niño(a) del mundo
de los adultos y crear para ellos un espacio natural y propio. Se ideó así un sistema que tuvo
por finalidad enfatizar en su incapacidad, a fin de justificar el requerimiento de que sus padres
asumieran la función de protegerlos y controlarlos.

En la década de los ochenta del siglo pasado, se propugna una visión garantista del
niño(a) y adolescente, buscando cifrar el accionar familiar, social y estatal en el resguardo de
sus derechos, y de manera correlativa, considerar sus deberes como aspecto fundamental de
su proceso formativo.

1
Difundida en la Revista Derechovirtual.com. http:// www.derechovirtual.com. Nº4 Marzo 2007
2
Profesora Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú. mbarlet@pucp.edu.pe
En el presente artículo, buscaremos analizar la facultad legalmente otorgada a los
padres para “corregir moderadamente” a sus hijos(as). Para dicho efecto, analizaremos como
la normativa internacional ha tenido su propia evolución, aludiendo a la familia como
destinataria de derechos, para luego enfatizar en los derechos correspondientes a sus
miembros. La Convención sobre los Derechos del Niño favoreció esta nueva perspectiva, al
denunciar que al interior del ámbito familiar podía trasgredirse derechos fundamentales a sus
miembros, siendo los niños(as) y adolescentes los más vulnerables.

La legislación nacional recoge esta orientación normativa garantista, limita de manera


insuficiente la autoridad de los padres para disciplinar a los hijos(as), propiciando que la
agenda internacional incorpore como una prioridad la erradicación del castigo corporal y
humillante de los hijos(as) en el ámbito familiar.

El tratamiento normativo internacional del Derecho a la Integridad en el Ámbito Familiar

Los dos ejes transversales de análisis que desarrollaremos en éstas líneas, son: el
principio fundamental del Derecho Internacional de los Derechos Humanos referido al
reconocimiento de la familia como el espacio idóneo para el desarrollo integral de sus
miembros, y, el grado de injerencia estatal y social legalizado en su ámbito para el resguardo
de los derechos en sus miembros.

En primer lugar, citando el artículo 16.3 de la Declaración Universal de los Derechos


Humanos3, la familia es definida como el elemento natural y fundamental de la sociedad y
verificamos que esta connotación jurídica es repetida en el artículo 23.1 del Pacto de Derechos
Civiles y Políticos4, en el artículo 17.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos 5
y en el artículo 15 del Protocolo Adicional de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos “Protocolo de San Salvador”6, que alude a la obligación del Estado de velar por el
mejoramiento del estado moral y material de la familia. De este modo podemos constatar que
una constante en el devenir del tiempo, ha sido considerar a la familia como ese espacio
natural que deberá asumir el rol social de hacerse cargo de los miembros de la sociedad, por
dicho motivo, ha sido destinataria de la atribución de un conjunto de derechos, sin detenerse en
la individualidad de sus miembros. Esto ha significado que el compromiso del Estado y la
sociedad en estos instrumentos internacionales se manifieste en relación a la protección de la
familia, sin incidir en los derechos de las personas que se encuentran en su interior, o en las
relaciones interpersonales convivenciales que podrían dar origen a la trasgresión de derechos
fundamentales.

De manera genérica, el artículo 25.1 de la Declaración Universal de Derechos


Humanos, toma en consideración la protección del Estado y la sociedad para brindarle un nivel
de vida adecuado a la familia, especificando para la infancia, el derecho a cuidados y asistencia
especiales, de similar manera se recoge esta indicación en el artículo 24.1 del Pacto de
Derechos Civiles y Políticos, mientras que el artículo VI de la Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre 7 indica textualmente: “Toda persona tiene derecho a constituir
familia, elemento fundamental de la sociedad y a recibir protección para ella.”, se entiende que
la última frase se refiere también a la familia.

En la legislación peruana, esta relevancia jurídica y social otorgada a la institución


familiar es recogida en el artículo 4 de la Constitución Política y en base a ello, el artículo 233
del Código Civil incide en la necesidad de su consolidación y fortalecimiento; sobre el particular,

3
Adoptada y proclamada por la Asamblea General en su resolución 217 A (III), de 10 de diciembre de 1948.
4
Adoptado y abierto a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General en su resolución 2200 A (XXI), de 16 de
diciembre de 1966. Entrada en vigor: 23 de marzo de 1976, de conformidad con el artículo 49.
5
Suscrita en San José de Costa Rica el 22 de noviembre de 1969, en la Conferencia Especializada Interamericana sobre Derechos
Humanos.
6
Suscrito en San Salvador el 17 de noviembre de 1988, en el decimoctavo período ordinario de sesiones de la Asamblea General,
entró en vigor el 16 de noviembre de 1999.
7
Aprobada en la Novena Conferencia Internacional Americana. Bogotá, Colombia, 1948.
el Estado peruano ha promulgado la Ley de Fortalecimiento de la Familia 8, que al definir el
objeto de la ley en el artículo 1, indica: “…promover y fortalecer el desarrollo de la familia como
fundamento de la sociedad y espacio fundamental para el desarrollo integral del ser humano,
basándose en el respeto de los derechos fundamentales y las relaciones equitativas entre sus
miembros…”

Habiéndonos situado preliminarmente, en la relevancia jurídica de la institución familiar,


resulta de mucho interés descubrir como el supuesto de la trasgresión al derecho a la
integridad física en dicho ámbito, no fue consignado en los instrumentos internacionales que
precedieron a la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia
contra la Mujer9 y la Convención sobre los Derechos del Niño10.

De manera referencial, el artículo 7 del Pacto de Derechos Civiles y Políticos se refiere


a la afectación de la integridad en términos de torturas, penas, tratos crueles, inhumanos o
degradantes. Así también, lo ratifica la Convención Americana de Derechos Humanos, no sin
antes aludir de manera genérica, al derecho a la integridad personal en estos términos: “Toda
persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral”. Se evidencia
entonces que la normativa internacional al resguardar el derecho a la integridad, desde sus
inicios hasta épocas relativamente recientes otorgó un especial énfasis en las relaciones
Estado – individuo, aludiendo a la obligación de respetar de los Estados el derecho a la
integridad, llamada por la doctrina de derechos humanos en un primer momento como
“obligación de no hacer”.

Paralelamente a esa normativa, entraron en vigencia instrumentos internacionales


referidos a los derechos de los niños. En principio, aludimos a la Declaración de Ginebra de
192411 y a la Declaración sobre los Derechos del Niño de 1959 12, ambos con una finalidad
orientadora a las políticas del Estado.

La Declaración de 1924 fue un listado de 5 principios humanitarios para los niños,


correspondiendo aludir en este trabajo a dos deberes sociales:
“1. El niño debe ser puesto en condiciones de realizar normalmente su desarrollo físico y
espiritual.
(…)
5. El niño debe ser educado, inculcándose el sentimiento del deber que tiene de poner sus
cualidades al servicio de sus hermanos”

La Declaración de los Derechos del Niño de 1959, inicia el listado de sus principios,
consignando una de las frases más significativas en la especialidad, que citamos textualmente:
“Considerando que la humanidad debe al niño lo mejor que puede darle”.

A continuación, declara el compromiso de la familia, de la sociedad y las autoridades


del Estado en reconocer y garantizar los derechos a los niños, a fin que puedan tener una
infancia feliz. Para dicho efecto, en el contenido de los principios, se resalta el derecho al
desarrollo integral del niño, en condiciones de libertad y dignidad, atendiendo a su Interés
Superior (Principio Nº 2), agregándose que para garantizar éste, será necesario brindarle amor
y comprensión (Principio Nº 6). Los responsables en proporcionárselo son sus padres, en caso
no fuera posible que éstos asuman su rol, corresponderá que la sociedad y el Estado les
brinden un ambiente de afecto y de seguridad moral y material.

Asimismo, es responsabilidad de sus padres brindarle educación y orientación que


estarán regidos por su interés superior, describiéndose como la finalidad de la misma “…
8
Ley N°28542, publicada en el Diario Oficial “El Peruano”, el 27 de mayo de 2005.
9
Nominada como la Convención de Belém do Pará. Adoptada en Belém do Pará, el 9 de junio de 1994, en el vigésimo cuarto
período ordinario de sesiones de la Asamblea General.
10
Adoptada el 20 de noviembre de 1989 por las Naciones Unidas. La ratificación del Estado peruano fue mediante Resolución
Legislativa N°25278 del 3 de Agosto de 1,990.
11
Proclamada en la V Asamblea de las Naciones Unidas del 24 de setiembre de 1924.
12
Proclamada el 20 de noviembre de 1959 por las Naciones Unidas.
desarrollar sus aptitudes y su juicio individual, su sentido de responsabilidad moral y social, y
llegar a ser un miembro útil de la sociedad.” (Principio N°7). En consecuencia estos
instrumentos internacionales de los derechos del niño, enfatizaron en la responsabilidad de los
padres de encauzar la conducta de sus hijos(as).

En relación a lo antes expresado, podemos establecer el enfoque sustancial y relevante


que ha agregado la Convención sobre los Derechos del Niño, al permitir situar el maltrato o el
atentado a la integridad del niño(a) y adolescente al interior de la familia, supuesto que ha sido
recogido en este instrumento internacional de naturaleza jurídico vinculante 13, que obliga a los
Estados Partes a intervenir para poner fin a la trasgresión del derecho fundamental a la
integridad.

En el preámbulo de la Convención sobre los Derechos del Niño, se reafirma lo repetido


en los instrumentos internacionales que hemos hecho mención, sosteniendo que la familia es
un espacio fundamental y natural de la sociedad para el crecimiento y el bienestar de todos sus
miembros, planteándose a continuación la aspiración social que ello convoca, es decir, que
esta cumpla con brindar protección y asistencia a los niños que en su interior crecen, a fin que
estos asuman sus responsabilidades en la comunidad. De esta manera se alude a la familia
como responsable de la socialización primaria, que deberá propiciar un espacio de ensayo
para la convivencia social.

Enfatizando en ello, el párrafo sétimo, ahonda en el resultado de aprendizaje esperado


en el niño(a) y adolescente en el ámbito familiar, al indicar que “…el niño debe estar
plenamente preparado para una vida independiente en sociedad y ser educado en el espíritu
de los ideales proclamados en la Carta de las Naciones Unidas y, en particular en un espíritu
de paz, dignidad, tolerancia, libertad, igualdad y solidaridad”.

Asimismo, resulta de mucha significancia la alusión explícita a la función de la familia


en procurar el desarrollo integral del niño(a) y adolescente, que está contenida en el artículo 5
de la Convención sobre los Derechos del Niño, la cual desarrollaremos más adelante.

La presunción del rol garante de los padres del desarrollo integral de sus hijos(as)

Indicamos de manera preliminar, que la Patria Potestad se constituye en una


institución garantista de los derechos genéricos y específicos de los niños, niñas y
adolescentes, es decir, de aquellos derechos que tienen su origen en su condición de
personas y de los otros, que están directamente relacionados al desarrollo oportuno e
irreversible de su máximo potencial humano.

La condición de sujeto de derechos de los niños(as) y adolescentes a que alude la


conceptualización referida en el párrafo anterior, y la responsabilidad compartida entre la
familia, la sociedad y el Estado para su resguardo, ha sido recogida en el artículo II del Titulo
Preliminar del Código de los Niños y Adolescentes, que indica textualmente: “El niño y el
adolescente son sujetos de derechos, libertades y de protección específica. Deben cumplir las
obligaciones consagradas en esta norma”

En el referido artículo, al hacerse mención a la condición de sujeto de derechos del


niño(a) y adolescente, se hace explícita la “protección específica” de la cual deben ser
destinatarios(as), evidenciándose los derechos específicos que corresponde reconocerles en
aras del Principio de Igualdad. En tanto personas distintas a los adultos, los niños(as) y
adolescentes, requieren del otorgamiento de derechos propios de la etapa de desarrollo y
crecimiento que están viviendo, que deben, en principio, ser garantizados por sus padres.

13
Resulta de suma importancia, recordar las Directrices de la Naciones Unidas para la Prevención de la Delincuencia Juvenil
(Directrices de RIAD), que han sido enfáticas al aludir en la importancia de prevenir la violencia en el entorno familiar. Este
instrumento internacional fue adoptado y proclamado por la Asamblea General en su resolución 45/112, de 14 de diciembre de
1990.
De ese modo, el reconocimiento de derechos específicos afianza la diferenciación
natural y jurídica de esta etapa evolutiva del desarrollo humano, en contrapartida con la
adultez; permitiendo la identificación de derechos que le son propios y exclusivos, oponibles y
exigibles. Podemos mencionar:

Derecho a la identidad, ha ser inscrito inmediatamente después de su nacimiento.


Derecho a vivir con sus padres, y en caso no resultara posible, derecho a un contacto personal
con ambos.
Derecho a un ambiente familiar adecuado, que promueva su desarrollo integral, entre otros.

En consecuencia, el rol primordial de los padres, es cumplir con un encargo social que
se hace visible y exigible en la legislación internacional como nacional; “hacerse cargo del
desarrollo integral14 de los hijos(as)”, contenido en el artículo 27.2 de la Convención sobre los
Derechos del Niño y en el artículo 8 del Código de los Niños y Adolescentes. Asimismo,
corresponde tanto a la madre como al padre, las mismas obligaciones para la crianza y
desarrollo del hijo(a), tal y como lo indica el artículo 18.1 de la Convención sobre los Derechos
del Niño.

La identificación de este rol social de los padres, nos permite subrayar el sentido
jurídico de cada de uno de los deberes correspondientes a la Patria Potestad, los cuales han
sido explicitados en el artículo 74 del Código de los Niños y Adolescentes, pudiendo
considerarse a cada uno, como un desagregado del deber genérico de velar por el desarrollo
integral de los hijos(as) (contenido en el literal a) del mencionado artículo). De esta manera,
existe una correspondencia directa entre cada uno de los deberes de los padres, con el
derecho del niño(a) y adolescente a su desarrollo integral.

Sobre el particular, es necesario indicar que el deber de generar el desarrollo integral


de los hijos(as) lleva implícito el reconocimiento y el fomento del ejercicio autónomo y
progresivo de los derechos en el niño(a) y adolescente, de manera acorde a su capacidad
natural y legalmente reconocida. Esto ha sido vinculado en doctrina, al Principio de
Progresividad o de las capacidades evolutivas, para lograr el ejercicio paulatino de derechos
de manera acorde al desarrollo de sus facultades, es decir, como lo indica la legislación
peruana, teniendo en cuenta, los criterios de la edad y de la madurez 15.

Este ejercicio autónomo de derechos en el niño(a) y adolescente, tiene como sustento,


el reconocimiento del niño(a) como sujeto pleno de derechos, el respeto a su dignidad y a que
tiene derecho a ser diferente y a discrepar en su valoración de la realidad de lo percibido por
los demás, respetándose en consecuencia su individualidad. La concretización de este rol de
los padres y de la familia en su conjunto, se visualiza a través de la generación de espacios de
carácter democrático al interior del seno de la familia.

Esta posición doctrinal ha generado distintas críticas, respecto a la dificultad de


construir en el niño(a) y adolescente su autopercepción como sujeto de derechos sin generar
en los mismos(as), conductas evasivas del cumplimiento de sus deberes. Esto tiene lugar,
porque se obvia el importante aporte del discurso y la práctica de derechos para fomentar una
educación basada también en el cumplimiento de deberes, en tanto que no es posible el
ejercicio de uno sin la exigencia del otro. Sobre este particular, resulta de importancia analizar
lo indicado en el artículo 24, literal a) del Código de los Niños y Adolescentes, que se refiere al
deber del hijo(a) de: “Respetar y obedecer a sus padres o los responsables de su cuidado,
siempre que sus órdenes no lesionen sus derechos o contravengan las leyes”, en
consecuencia, este deber enunciado tiene un límite, la obediencia está supeditada al contenido
del mandato, por lo tanto, la negación de su cumplimiento, queda a la decisión justificada de los
hijos(as) en el entorno familiar.

14
Entendemos por desarrollo integral, lo señalado en el artículo 27.2 de la Convención sobre los Derechos del Niño, refiriéndose al
desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social del niño(a),
15
Señalado en el artículo 9 del Código de los Niños y Adolescentes, al referirse al derecho a la opinión.
El literal referido sintetiza finalmente la autonomía que le estamos reconociendo al
niño(a) y adolescente en el ámbito familiar, como un miembro de la familia que tiene sus
propios sentimientos, pareceres, vivencias y su manera de interpretar sus relaciones
interfamiliares16. Sobre el particular, Grosman y Mesterman indican que en la legislación
comparada, se repite la constante que, “Aun cuando el deber de obediencia de los hijos se
mantiene, la aceptación de los mandatos ha perdido su carácter absoluto.” 17

La Limitación justificada a la autoridad paterna o intimidad familiar

Las potestades legalmente otorgadas a los padres en la Patria Potestad, tienen su


origen en la “presunción legal”, que los progenitores serán capaces y asumirán con
responsabilidad, la crianza y cuidado de sus hijos(as), generando en consecuencia de manera
efectiva y progresiva un actuar autónomo en el ejercicio de sus derechos y en el cumplimiento
de sus deberes en el ámbito familiar y social.

Sobre el particular, Benthan sostiene que el derecho:


“...tiene una fuerte presunción a favor de la autoridad paterna libre de la intromisión
coactiva de agentes del Estado (...) Como toda autoridad, sin embargo, la autoridad
paterna puede suponer abuso. La intimidad familiar puede convertirse en cobertura
para explotar la inherente desigualdad entre adultos y niños.” 18

En base a ello, al desvirtuarse la presunción legal referida, estará justificada la


intromisión estatal (como la social) en el ámbito familiar, por hacerse necesario que los agentes
del Estado establezcan limites a las potestades que de manera natural fueran otorgadas a los
progenitores; así, el Estado y la sociedad tienen el deber de un rol vigilante y garante de la
condición jurídica/social de los niños(as) y adolescentes en ámbito familiar, en su calidad de
sujetos de derechos

De esta manera, demostrar una situación de trasgresión de derechos fundamentales,


justifica la injerencia (intromisión) en la vida privada y familiar del niño, así como, en la
autonomía familiar y autoridad paterna. La Convención sobre los Derechos del Niño 19, en su
artículo 16°, reconoce al niño, el derecho a una vida privada así como a una vida familiar
propia, derechos que solo podrán ser limitados para relievar el ejercicio de otros derechos,
considerados fundamentales, para el resguardo del interés superior del niño.

Con ello asumimos que la familia debe “abrirse”, y dejar de constituir por esencia en un
espacio privado libre de cualquier intromisión, y más bien por el contrario, se deberá entender
que los derechos de sus miembros (en especial los niños) son un asunto de interés público.
Como fundamentando de ello, el Informe para el Estudio de la Violencia contra los niños de las
Naciones Unidas20, recoge el siguiente presupuesto conceptual importante en el análisis:

16
La Conferencia sobre el Derecho de Familia, organizada por el Consejo de Europa en Viena, en 1977, incorporó las siguientes
recomendaciones: 1) la autoridad parental debe ser ejercida de modo que se respete la personalidad y el bienestar del hijo; 2) para
algunas decisiones importantes, los padres deben contar con el parecer del menor capaz de discernimiento, en tanto que para otras
es conveniente intentar su conformidad; 3) el derecho-deber de educación debe ejercerse teniendo en cuenta las aptitudes,
disposiciones y vocación del hijo; antes de adoptar medidas esenciales en este aspecto, es necesario escuchar al menor y obtener,
en lo posible, su acuerdo; 4) es menester acordar al mayor de 14 años la posibilidad de acudir al juez, si no está de acuerdo con
una medida específica de los padres, en particular en lo que se refiere a su formación y carrera profesional; con relación al cuidado
de su salud del hijo, cuando el menor ha alcanzado un cierto grado de madurez, debe dar su consentimiento respecto de los actos
que puedan atentar contra su integridad personal (una operación quirúrgica o determinados cuidados médicos o un aborto):
17
Grosman Cecilia y Mesterman Cecilia: Maltrato al Menor. El lado oculto de la escena familiar. Editorial Universal. 2da edición.
Buenos Aires, 1998.
18
Bentham, J. Theory of Legislation. Boston, 1840 p.248 citado por Goldstein, Joseph-. “Asistencia médica para menores en riesgo:
sobre la supervisión estatal de la autonomía de los padres”. En: Derecho, infancia y familia. Gedisa Editorial. Barcelona, 2000.
p.200.
19
La alusión a la injerencia justificada del Estado está contenida en otros instrumentos internacionales …
20
Las Naciones Unidas delegaron al experto Paulo Sérgio Pinheiro, experto independiente designado por el Secretario General con
arreglo a la resolución 57/90 de la Asamblea General, de 2002, la realización de un estudio regional sobre la violencia ejercida
contra niños, niñas y adolescentes en los distintos ámbitos en donde se desenvuelven.
“Eliminar y dar respuesta a la violencia contra los niños es quizá más difícil en el
contexto de la familia que en ningún otro, dado que ésta es considerada por lo general la
más privada de todas las esferas privadas. Sin embargo, los derechos de los niños a la
vida, la supervivencia, el desarrollo, la dignidad y la integridad física no terminan en la
puerta del hogar familiar, ni tampoco acaban ahí las obligaciones que tienen los Estados
de garantizar tales derechos a los niños.”

En relación al tema, en el artículo 5° de la Convención sobre los Derechos del Niño 21, se
recoge de manera resumida, el rol de los padres en relación a sus hijos(as). Según O'Donnell,
este artículo nos muestra una función permisiva y otra orientadora, los derechos, deberes y
responsabilidades de los padres son dobles; por un lado, garantizar el ejercicio de la condición
de sujeto de derecho en sus hijos(as) y por otro lado, proporcionarles dirección y orientación
apropiadas22. En consecuencia, no será posible aludir a una sin considerar la otra, son
interdependientes a fin de garantizar un trato con dignidad al niño(a) y adolescente en el ámbito
familiar y de suprimir cualquier práctica que evidencie abuso de poder al interior del mismo.

Incidiendo en ello, la Convención sobre los Derechos del Niño, se constituye en un


precedente de mucha importancia en la normativa internacional, al explicitar la necesidad del
resguardo del derecho a la integridad del niño(a) en el ámbito familiar, al indicar su el artículo
19.1 que:

“Los Estados Partes adoptarán todas las medidas legislativas, administrativas, sociales y
educativas apropiadas para proteger al niño contra toda forma de perjuicio o abuso físico
o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluído el abuso
sexual, mientras se encuentre bajo la custodia de sus padres, de un representante legal
o de cualquier otra persona que lo tenga a su cargo”.

La injerencia en el ámbito familiar se hace justificada, cuando se hace necesario


resguardar el derecho a la integridad en el niño(a) y adolescente, como se desprende además
en el artículo 9.1 de la Convención sobre los Derechos del Niño, que señala:

“Los Estados Partes velarán porque el niño no sea separado de sus padres contra la
voluntad de éstos, excepto cuando, a reserva de revisión judicial, las autoridades
competentes determinen, de conformidad con la ley y los procedimientos aplicables, que
tal separación es necesaria en el interés superior del niño. Tal determinación puede
ser necesaria en casos particulares, por ejemplo, en los casos que el niño sea
objeto de maltrato o descuido por parte de sus padres o cuando éstos viven separados
y debe adoptarse una decisión acerca del lugar de residencia del niño.” (Subrayado
nuestro).

Este concepto es recogido en la legislación nacional, al indicar el artículo 8 - tercer


párrafo- del Código de los Niños y Adolescentes, que “El niño y el adolescente no podrán ser
separados de su familia sino por circunstancias especiales definidas en ley y con la exclusiva
finalidad de protegerlos”; es decir, se reconoce legalmente a la familia como un espacio que no
necesariamente garantiza la protección de los derechos del niño(a) y adolescente.

De ese modo se legitima y justifica la intromisión del Estado en el ámbito familiar, en


aras del resguardo de otros derechos en aplicación del Interés Superior del Niño, es decir, en el

Este estudio recoge la perspectiva de derechos humanos y de salud pública, se realizó de manera participativa, con consultas a nivel
regional, subregional y nacional, a partir de reuniones temáticas con expertos y visitas sobre terreno, además del cuestionario que
fue emitido a los Estados en el año 2004.
21
El artículo 5 de la Convención sobre los Derechos del Niño indica:
“Los Estados Partes respetarán las responsabilidades, los derechos y los deberes de los padres o , en su caso, de los miembros de la
familia ampliada o de la comunidad, según establezca la costumbre local, de los tutores u otras personas encargadas legalmente
del niño de impartirle, en consonancia con la evolución de sus facultades, dirección y orientación apropiadas para que el niño
ejerza los derechos reconocidos en la presente Convención.
22
O´Donnell, Daniel. "La Convención sobre los Derechos del Niño: Estructura y Contenido”. En: Materiales del Postítulo de
Derechos, Justicia y Políticas Públicas de la Univesidad Diego Portales. Santiago, 1997.
análisis de la proporcionalidad de la medida, será posible limitar en el niño(a) o adolescente, su
derecho al contacto personal con sus padres para relievar su derecho a la integridad, y los
otros derechos conexos sobre los que incide.

Sin embargo, el resguardo del Interés Superior del Niño, se hace también necesario
frente a las injerencias arbitrarias o ilegales en la familia; este límite a la autoridad estatal y de
los miembros de la comunidad, ha sido recogido en diversos instrumentos internacionales de la
normativa internacional y regional.23

La Corrección Moderada como un atributo de la Patria Potestad

En el imaginario colectivo y en la legislación (como producto social) se otorga


naturalmente a los padres, la potestad de corregir a los hijos(as), sin embargo, la convivencia
social que se hace evidente diariamente en los medios de comunicación, nos muestra una
realidad cruel, la familia no necesariamente es el espacio idóneo (de protección y
cuidado) para los niños(as) y adolescentes. La denuncia de situaciones de maltrato,
vislumbra la confusión en los padres de que su facultad inherente a su relación parental, les da
plena autoridad para la corrección de sus hijos(as), la cual puede llegar a implicar un
castigo corporal.

Recogido en el literal d) del artículo 74 del Código de los Niños y Adolescentes,


relacionado al deber de los padres de brindar a sus hijos buenos ejemplos de vida, se agrega a
continuación, el deber y derecho de destinarles una “corrección moderada”. En ese sentido, se
hace referencia de manera implícita, al deber de los padres de formar y educar a sus hijos(as),
siendo la familia el espacio natural para ejercer sobre ellos, un rol de control y contención, más
cuando su acción no bastare, agrega el Código, “podrá recurrir a la autoridad competente”.

Prueba de lo indicado en el párrafo anterior, era lo sostenido en el artículo 423°


(anterior) del Código Civil, “Son deberes y derechos de los padres que ejercen la patria
potestad (…) 3. Corregir moderadamente a los hijos y, cuando esto no bastare, recurrir a la
autoridad judicial solicitando su internamiento en un establecimiento dedicado a la reeducación
de menores”; instancia de control que tuvo vigencia en las legislaciones de menores ya
derogadas, que partían de una visualización del niño como un sujeto cuya situación de minoría
de edad, lo hacia más proclive a trasgredir las normas familiares, sociales o jurídicas, lo que
hacía necesario brindar a la familia la función de control social “informal” de este sector.

En comparación al tratamiento legal peruano, el Código Civil chileno, marca una


diferencia, al obligar a los niños a respetar y obedecer a sus padres, señalando a continuación,
que los padres podrán corregir a sus hijos, siempre que ello no menoscabe su salud o
desarrollo personal. (Artículo 234); indicando además el referido Código sanciones al maltrato
infantil intrafamiliar24. Es interesante acotar, que la versión anterior del Código Chileno, aludía al
igual que la legislación peruana actual, a la potestad expresa de castigar moderamente a los
hijos(as).

23
Artículo 12.1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, artículo V de la Declaración Americana de Derechos y
Deberes del Hombre, artículo 17 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, artículo 11.2 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos y el artículo 8 de la Convención Europea de Derechos Humanos.
En la materia resulta de suma relevancia, por brindarle mayor contenido, lo indicado en el artículo 8 de la Convención de
Salvaguardia de los Derechos del Hombre y de las Libertades Fundamentales de la Corte Europea, que señala:
“ 1. Toda persona tiene derecho al respeto de su vida privada y familiar, de su domicilio y de su correspondencia.
2. No puede haber injerencia de la autoridad pública en el ejercicio de este derecho sin en cuanto esta interferencia esté prevista por
la Ley y constituya una medida que, en una sociedad democrática, sea necesaria para la seguridad nacional, la seguridad pública,
el bienestar económico del país, la defensa del orden y la prevención de las infracciones penales, la protección de la salud o de la
moral o la protección de los derechos y libertades de los demás.
24
En la Ley N°19693 que establece las normas sobre procedimientos y sanciones relativos a los actos de violencia intrafamiliar se
indica como sanciones: la asistencia obligatoria a determinados programas terapéuticos o se orientación familiar por un lapso que
no exceda los seis meses, multa equivalente de uno a diez días de ingreso económico diario, conmutable a la realización de
trabajos en beneficio de la comunidad, de acuerdo con el ofensor, prisión (de uno a sesenta días de cárcel), conmutable por la
realización de trabajos en beneficio de la comunidad, de acuerdo con el ofensor.
Como un aspecto a su favor, la legislación peruana incorpora sanciones civiles que
corresponden a los padres cuando no cumplen con su deber de corregir moderadamente a sus
hijos(as), es decir, probado el maltrato físico o mental con el que los padres han actuado, como
sujetos activos de la trasgresión del derecho a la integridad en sus hijos(as). En este caso
corresponderá según lo indicado por la ley, solicitar la suspensión de la Patria Potestad si
continuará esa conducta, o solicitar la pérdida de la patria potestad si se hubiera constituido un
delito y según los casos contemplados por la ley25.

Es necesario acotar que estas medidas legales sancionatorias, no son concebidas


como suficientes por un sector de la doctrina. Sobre el particular, existen dos orientaciones
claramente identificables en la legislación comparada: una permite el derecho a la corrección
moderada y razonable por parte de los padres, mientras que la otra prohíbe castigos corporales
en el ámbito familiar, declarándolos explícitamente como ilegales, tal y como sucede en las
legislaciones de Finlandia, Noruega, Austria, Chipre, Croacia, Dinamarca, Alemania, Israel y
Suecia26.

Sin embargo, el castigo corporal no necesariamente conduce con la configuración de


un delito27como en el caso de las lesiones leves y graves, que tendrán un agravante cuando los
sujetos activos del delito sean aquellos que tenían la obligación de velar por la atención y
cuidado de la victima, como son el padre, la madre, el/la tutor(a), el/la guardador(a) o
responsable28.

En cuanto a la legislación peruana en particular, ésta se pronuncia con respecto al


maltrato en término de lesiones físicas y daño psicológico, que no constituyen delito. En una
primera instancia parecería que esto otorga una protección mayor a los sujetos pasivos de la
agresión, pero a la postre la imprecisión favorece una interpretación subjetiva;, es en base a
ello, que la tendencia internacional alega la necesidad de limitar la “corrección moderada” como
potestad de los padres en el ámbito familiar.

Sumado a ello, deberá erradicarse del imaginario colectivo, la atribución natural de los
padres de “corregir a sus hijos”, concibiéndolo como un asunto del ámbito privado (los hijos(as)
como propiedad de los padres) y que todo acto realizado con esa finalidad, estará bien
realizado, justificándolo en el resultado de brindar hombres y mujeres de bien a la sociedad.
Toda ello conlleva a descubrir, que la visión que permanece del niño(a) y adolescente
culturalmente, es como un ser malo, cuya tendencias habrá que reprimir.

Por otro lado, resulta de suma relevancia no sólo enfatizar en el castigo corporal, sino
también en el daño psicológico (mental) al niño(a) y adolescente, que puede tener su origen en
el maltrato, de esta manera estamos atendiendo al derecho a la integridad del niño(a) y
adolescente, tal y como es considerado en el artículo 4 del Código de los Niños y Adolescentes,
como una integridad moral, psíquica, física.

Así pues, el castigo corporal y el trato humillante en el niño(a) y adolescente, atenta


contra el derecho a su libre desarrollo, lo que incide en su derecho a un “proyecto de vida”, el
que se verá truncado y frustrado si sometemos al niño(a) y adolescente a experiencias
traumáticas. Según Fernández Sessarego, el proyecto de vida requiere de tres componentes:
25
Nos referimos a los artículos 75 literal e) y 77 literales d) y e) del Código de los Niños y Adolescentes, que a continuación
citamos textualmente:
“Artículo 75.- La Patria Potestad se suspende en los siguientes casos:
e) Por maltratarlos física o mentalmente;”
Artículo 77 .- La Patria Potestad se extingue o pierde:
d) Por haber sido condenado por delito doloso cometido en agravio de sus hijos o en perjuicio de los mismos.
e) Por reincidir en las causales señaladas en los incisos c), d), e) y f) del artículo 75; y,”
26
En el Capítulo 6 artículo 1 del Código de Paternidad/Maternidad de Suecia se señala: “Un niño tiene derecho a cuidados,
seguridad y a una buena educación. Un niño debe ser tratado con respeto hacia su persona e individualidad y no puede ser
sometido a castigos corporales o a cualquier otro trato ofensivo…”
27
En el Informe para el Estudio de la Violencia contra los Niños de las Naciones Unidas citado en párrafos anteriores, se desprende
que varios países indican que el “síndrome del bebé sacudido” (el maltrato de los niños pequeños consistente en sacudirlos
repetidamente) a menudo trae consigo heridas en la cabeza y lesiones cerebrales graves.
28
Tipificados en el artículo 121-A del Código Penal.
La libertad, relacionado a su poder de decisión en relación al mismo(a), la coexistencia, en la
medida que requiere de los demás para hacerlo realizable y la temporalidad, es decir, ubicado
en el tiempo, en función de su pasado y de lo que será su futuro 29 (su proyección de vida). Si
verificamos que existe un componente intrínseco a la libertad, el cual es la capacidad y la
oportunidad de optar; cuando en la persona disminuimos el desarrollo de su potencial, estamos
afectando aquello a lo cual está pudiera haber podido aspirar lograr, puesto que la agresión de
la cual es víctima, afecta su autoconcepto en la construcción de su identidad (característica
propia de la niñez y adolescencia como etapas evolutivas de desarrollo humano).

La erradicación del castigo corporal a los hijos en la agenda internacional y nacional.

El Comité de Derechos del Niño de las Naciones Unidas, ha manifestado


continuamente su interés en erradicar de las legislaciones nacionales de los Estados Partes,
indicaciones como “corrección moderada” y “castigo razonable” de la potestad de los padres,
tal y como lo podemos verificar al citar las recomendaciones al Estado español, luego de la
presentación de su primer informe:

“…el Comité expresa su preocupación por el texto 154 del Código Civil español que
dispone que los padres tendrán respecto de sus hijos ‘la facultad de corregirlos y
castigarlos moderadamente’, en el sentido de que permite acciones contrarias al artículo
19 de la Convención “ 30

Asimismo, al referirse al informe inicial de Reino Unido señaló que al Comité:

“…le inquietan en particular las disposiciones jurídicas nacionales que autorizan los
castigos razonables en el seno de la familia. El carácter impreciso del concepto de
castigo razonable, contenido en esas disposiciones legales, puede dar lugar a que se
interprete de una manera subjetiva y arbitraria.” 31

En base a ello, podemos evidenciar que desde los inicios de la intervención del Comité,
de Derechos del Niño de las Naciones Unidas, existe una preocupación en relación a los límites
de la autoridad paterna, al corregir a los hijos(as), teniendo en cuenta que las medidas
correctivas pueden generar una afectación al derecho a la integridad personal en el niño(a) y
adolescente32. Inciden en ello, las Recomendaciones del Comité de Derechos del Niño de las
Naciones Unidas, emitidas en la 41ava sesión, luego que el Estado Peruano brindara el Tercer
Informe en relación al cumplimiento de los compromisos asumidos, con la ratificación de la
Convención sobre los Derechos del Niño 33; adoptándose las observaciones referidas a la
integridad de los hijos en el ámbito familiar, en la sesión 1120, llevada a cabo el 27 de enero de
2006.

El Comité de Derechos del Niño mostró su conformidad, que hayan previsiones legales
respecto a prohibir el castigo corporal tanto en el Código Penal y en la Ley No. 26260 (Ley de
Protección frente a la violencia familiar), sin embargo, expresó su preocupación de que:

“…el castigo corporal sea legal en casa y es todavía ampliamente practicado en la


sociedad como una medida aceptada de disciplina, tanto en la familia como en la
escuela. Más aun el Comité se preocupa de que una encuesta reciente mostrara que
los niños mismos ven esta práctica como un medio natural de disciplina y educación.”

29
Fernandez Sessarego, Carlos. Libertad, Constitución y Derechos Humanos. Editorial San Marcos. Lima, 2003. p.102
30
España OFII, Add.28 párrafo 10, citado en el Manual de Aplicación de la Convención sobre los Derechos del Niño. UNICEF,
Ginebra, 2001. p. 253.
31
Reino Unido OIFF, Add. 34, párrafo 16, citado en loc cit.
32
Es necesario indicar, que el derecho a la integridad alude a las distintas dimensiones de la personalidad cuya conexidad ha sido
evidenciada en la Constitución Política del Estado Peruano y en el Código de los Niños y Adolescentes, al definírsele como la: “…
integridad moral, psíquica y física y a su libre desarrollo y bienestar”.
33
Compromiso contenido en el artículo 44 de la Convención sobre los Derechos del Niño.
En razón de lo antedicho, el Comité de Derechos del Niño de las Naciones Unidas,
recomienda al Estado Peruano que:

“…introduzca y aplique la legislación explícitamente prohibiendo todas las formas de


castigo corporal de los niños en cualquier lugar, incluyendo la casa. El Estado parte
debe también conducir campañas de sensibilización y educación públicas contra el
castigo corporal y promover los métodos participativos no violentos de crianza y
educación de niños.”

Así también la Asamblea de las Naciones Unidas recoge las recomendaciones del
Informe del Estudio de la Violencia contra los Niños realizado por las Naciones Unidas para
incidir en la necesidad de erradicar todo tipo de castigo corporal a nivel regional.

Aunado a ello, Save the Children y la Comisión Andina de Juristas en el Perú, están en
la actualidad recurriendo al Sistema Interamericano de Derechos Humanos, con la solicitud que
se declare ilegal, todo castigo corporal y humillante ejercido sobre los niños, niñas y
adolescentes, inclusive en el ámbito familiar. En razón de ello en el 123° período de sesiones
celebrado en Washington DC (24 de octubre de 2005), se ha requerido a la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos que solicite una opinión consultiva a la Corte
Interamericana de Derechos sobre el castigo corporal hacia los niños, niñas y adolescentes,
como una violación de sus derechos humanos, presentando además el Estudio Mundial sobre
la Violencia contra niños, niñas y adolescentes 34 y el informe “Ending Physical and Humiliating
Punishment of Children - Making it happen” (Poniendo fin al castigo físico y humillante –
Haciendo que suceda)35.

Sobre el particular, resulta de suma importancia, consignar la definición que ambas


instituciones han brindando en relación al castigo corporal y humillante 36:

“El Castigo físico o corporal comprende el golpear al niño o a la niña con la mano o con
un objeto (vara, correa, látigo, zapato, etc.); dar puntapiés, sacudir o arrojar al niño o a la
niña, pellizcarle o tirarle del cabello; obligarle a permanecer en posturas incómodas o
indecorosas, o hacer ejercicio físico excesivo; quemar o dejar cicatrices en el niño o la
niña (y la amenaza de cualquiera de estas acciones.). El castigo humillante o degradante
adopta varias formas, tales como el castigo psicológico, los insultos, el ridiculizar, aislar o
ignorar al niño o a la niña.”

Se espera un pronunciamiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en


relación a la temática, en aplicación del artículo 19° de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, referido a la obligación del Estado, la sociedad y la familia en adoptar
medidas de protección al niño37.

Paralelamente a esta acción en el ámbito internacional, verificamos que la agenda


pública peruana, también orienta su atención a la problemática, pero aludiendo en sentido más
genérico a la violencia familiar. Así, la orientación de las políticas vigentes del Estado Peruano,

34
Investigación realizada por la Comisión Andina de Juristas que puede ser hallada en http://www.acabarcastigo.org/eng, referida al
marco legal de 20 países en la temática en relación al castigo en el hogar, en las escuelas, en los sistemas penales y en instituciones
de cuidado alternativo.
35
Contiene información sobre el trabajo que realiza Save the Children en las diferentes regiones del mundo, recoge los puntos de
vista y experiencias de los niños, niñas y adolescentes, buscando resguardar su derecho a la opinión que es contenido en la
Convención sobre los Derechos del Niño y en el Código de los Niños y Adolescentes del Perú. El informe concluye que el castigo
físico y humillante trasmite mensajes que pueden ser dañinas al desarrollo de los niños y niñas. Este informe puede ser
encontrado en: http://www.scslat.org/search/publi.php?_cod_130_lang_
36
Asimismo, la Organización Mundial de la Salud ha definido el maltrato infantil como “maltrato o la vejación de menores que
abarca todas las formas de malos tratos físicos y emocionales, abuso sexual, descuido o negligencia o explotación comercial o de
otro tipo, que originen un daño real o potencial para la salud del niño, su supervivencia, desarrollo o dignidad en el contexto de
una relación de responsabilidad, confianza o poder”.WHO/OMS. Report of the Consultation on child abuse prevention 1999,
Ginebra.
37
Este artículo ha sido interpretado por la Corte Interaméricana de Derechos Humanos, a la luz de lo indicado por la Convención
sobre los Derechos del Niño, según la Opinión Consultiva N°17.
dirigen su accionar al reconocimiento de la familia como el espacio que promueve el desarrollo
integral de sus miembros, proponiendo la erradicación de todo tipo de violencia en su interior.

En el Acuerdo Nacional del Estado Peruano, suscrito el 22 de Julio del 2002, se indica
en la Décimo Sexta Política: “Nos comprometemos a fortalecer la familia como espacio
fundamental del desarrollo integral de las personas, promoviendo el matrimonio y una
comunidad familiar respetuosa de la dignidad y de los derechos de todos sus integrantes.”

Por otro lado, el Plan Nacional de Derechos Humanos 2006-2010 38, plantea como
objetivo, lograr “…reforzar los medios nacionales para promover y proteger los derechos
humanos y garantizar la conformidad de la legislación nacional con las normas internacionales”
la visión esta planteada en términos del fomento y garantía del desarrollo integral de las
personas.

En relación a la defensa de los derechos de los niños(as) y adolescentes, el Objetivo Nº


4 del mencionado Plan, postula garantizar los derechos de la niñez y adolescencia,
incorporando para ello el Resultado Nº 1, el cual señala que: “Se implementan medidas para
revertir las prácticas de castigo físico y psicológico ejercido contra niños y niñas, prohibiendo
estas formas de violencia a través de cambios en la legislación a fin de poder tutelar de manera
adecuada los derechos de los niños y niñas”; y como única actividad se plantea: “Promover la
tipificación como delito o falta, según sea el nivel, del maltrato tanto físico como psicológico de
los niños y niñas.”

Asimismo, en el Plan Nacional de Apoyo a la Familia 39, la visión que ha sido planteada
consiste en que: “La familia es fortalecida, como institución natural y fundamento de la
sociedad, en los distintos contextos culturales, su unidad hace de ella un espacio fundamental
para el desarrollo integral de cada uno de sus miembros, la transmisión de valores,
conocimientos, tradiciones culturales y lugar de encuentro intra e intergeneracional…”

Entre sus lineamientos de política se considera, la “Promoción de la familia como artífice


de una cultura de paz, de promoción de valores y de prevención de la violencia familiar y de
otras formas de violencia”, supuesto que lamentablemente no ha considerado, en la antes
mencionada Ley de Fortalecimiento de la Familia.

Adicionalmente, resulta de importancia citar lo indicado en relación al tema, en el Plan


Nacional de Acción por la Infancia y Adolescencia 2002-2010 40, que tiene en la actualidad rango
de ley41. Este instrumento de políticas públicas indica entre sus objetivos:

“1. Contribuir al ejercicio de los derechos y responsabilidades de los niños, niñas y


adolescentes, en el marco de la ley, en un país democrático donde se respetan los
derechos humanos.

2. Crear condiciones en el Estado y la sociedad civil para garantizar el desarrollo


humano de todos los niños, niñas y adolescentes y reducir la pobreza y exclusión que
les afecta a los largo del ciclo de vida.”

Incorporando la visión del Niño Peruano, en estos términos:

“Nuestros niños, niñas y adolescentes tienen igualdad de oportunidades, acceden a


servicios de calidad y participan en el ejercicio, promoción y defensa de sus derechos,
en conjunto con las instituciones del Estado, las comunidades y en general la sociedad

38
Anexo del Decreto Supremo Nº 017-2005-JUS, publicado en el Diario Oficial “El Peruano”, el 11 de diciembre de 2005.
39
D.S. 005-2004-MIMDES publicado en el Diario Oficial “El Peruano”, el 15 de setiembre de 2004
40
D.S.003-2002-PROMUDEH
41
Plan Nacional de Acción por la Infancia y Adolescencia 2002-2010, que tiene rango de ley, mediante la promulgación de
la Ley 28487, del 17 de marzo de 2005.
civil; desarrollándose plenamente en el seno de su familia en un ambiente sano y libre
de violencia”

Sería un invalorable aporte, considerar para el cumplimiento de la agenda pública


nacional, la indicación expresa en la legislación peruana de la prohibición de todo castigo
corporal y humillante en el niño(a) en todos los ámbitos en que se desenvuelve, coadyuvando
con ello a alcanzar la visión del niño peruano que tenemos planteada en la normativa: Un
niño(a) y adolescente, que crece en una familia que lo valora y respeta como miembro de si
misma, en donde tiene la oportunidad de desarrollar todo su potencial humano para alcanzar la
realización de un proyecto de vida, que favorezca en la construcción de una sociedad peruana
más justa y más humana.

CONCLUSIONES:

1. En el imaginario social se facilita el castigo corporal y humillante, por dos cuestiones: la


invisibilidad del maltrato, por la relación de autoridad de los padres que socialmente le es
atribuida, y, porque el ámbito familiar todavía es concebido como una cuestión de orden
privado, olvidando que en la actualidad, en base a la normativa internacional y a la nacional
(así como a la agenda internacional y nacional) se constituye en un asunto de interés público.

2. La familia es destinataria de la normativa en el rol de garantizar el desarrollo integral de los


niños(as) y adolescentes, para su comprensión de que su función debe consistir en fomentar el
ejercicio autónomo y progresivo de sus derechos, al estar destinada a constituirse en un
espacio de interactuar democrático.

3. La orientación de la legislación comparada, nos muestra cómo se mantiene el deber de


obediencia de los hijos (as) a los padres, pero el contenido del mandato tiene un límite en el
resguardo de la condición de sujeto de derechos, de los hijos(as) en el ámbito familiar.

4. En aplicación del Principio del Interés Superior del Niño, la normativa plantea la intromisión
justificada en el ámbito familiar, por parte de la sociedad y el Estado, a fin de resguardar el
derecho a la integridad de los niños(as) y adolescentes en su interior, permitiendo así, limitar la
autonomía familiar y la autoridad paterna.

5. En la legislación peruana el maltrato físico y/o mental es sancionado con la suspensión y


pérdida de la patria potestad, trasgresión que es evaluada a partir de la subjetividad de los
operadores de justicia.

Será necesario en base a ello, poner límites legales a la corrección moderada, enfatizando en
la prohibición del castigo corporal y de los tratos humillantes. Para hacer efectivo su
cumplimiento, deberá apuntarse a la implementación de políticas de toda índole, sirviéndonos
para ello, de los instrumentos de políticas públicas, a los cuales hemos hecho mención en la
última parte del presente trabajo.

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