Sei sulla pagina 1di 2

2- Amor efectivo de Dios

Es la gran señal de la autenticidad de nuestro amor interior o afectivo. «El amor no está nunca
ocioso. Cuando existe, obra siempre grandes cosas; pero si no quiere obrar, no hay tal amor». 1[8] Jesús
mismo lo enseñó: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos» (Jn 14, 15), «El que recibe mis
preceptos y los guarda, ése es el que me ama» (Jn 14, 21). Decía San Juan: «El que dice que lo conoce
(a Cristo) y no guarda sus mandamientos, miente» (1 Jn 2, 4). «La acción buena y perfecta es la
verdadera característica del amor a Dios» (San Vicente de Paúl).2[9]
Debemos cumplir perfectamente por amor a Dios todos sus mandamientos, obedeciéndolos
ciegamente, esforzándonos por hacer su voluntad, evitando lo que nos prohibe, siguiendo el espíritu de
los consejos evangélicos, aceptando con resignación los sucesos queridos o permitidos por Dios. En lo
que se refiere a aquello que aún no ha sucedido, el porvenir todavía incierto para nosotros, alegrías y
pruebas cortas o largas, hora de nuestra muerte, etc., debemos abandonarnos totalmente en las manos del
Señor, seguros de que «todo sucede para bien de los que aman a Dios» (Ro 8, 28).
d) Deberes que nos impone el Primer Mandamiento
1- La fe
Es la fuente de toda la vida moral del hombre. El desconocimiento de Dios es el principio y
explicación de todas las desviaciones morales.3[10] Debemos alimentar y cuidar con prudencia nuestra fe,
rechazando todo lo que se opone a ella. No hay bien más grande para el hombre que el tesoro de su fe
cristiana. Por conservarla hay que estar dispuesto a cualquier sacrificio.
2- La esperanza
Es la seguridad de que Dios nos dará fuerzas para poder cumplir sus mandamientos y así alcanzar
el cielo.
3- La caridad
Por ella amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como nosotros mismos.
4- La devoción
Es la prontitud de la voluntad para entregarse a Dios y a sus cosas. Tal virtud se dirige
exclusivamente a Dios. La devoción a los Santos no termina en ellos sino en Dios, los veneramos por su
relación a Dios.
5- La oración
«La oración es la elevación de la mente y el corazón a Dios para alabarle y pedirle lo que conviene
a nuestra eterna salvación».4[11] «El cristiano sin la oración es como el pájaro privado de aire y un pez
fuera del agua» (Santa María Josefa Rossello). 5[12] La oración es tan importante que la estudiaremos
aparte.6[13]
6- La adoración
Por ella reconocemos la grandeza de Dios y nuestra pequeñez, sometiéndole nuestra voluntad. La
adoración debe expresarse externamente mediante actos específicos: el sacrificio, la genuflexión, la
inclinación, la elevación de manos, etc. El culto de adoración sólo se ofrece a Dios y se llama también,
culto de «latría». Con este culto adoramos la Sagrada Humanidad de Nuestro Señor Jesucristo por estar
unida en unidad de persona a Dios y adoramos la Eucaristía en donde está presente el mismo Jesucristo,
Dios y hombre verdadero. A los santos y a los ángeles se ofrece sólo un culto de veneración llamado de
«dulía». A la Santísima Virgen María se le rinde un culto especial de sobreveneración o de «hiperdulía»,
ya que Ella excede en santidad y poder a todos los ángeles y santos juntos.
7- La veneración de las imágenes sagradas

1
2
3
4
5
6
El mandamiento divino implicaba la prohibición de toda representación de Dios por mano del
hombre: «No te harás escultura ni imagen alguna, ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay
abajo en la tierra» (Ex 20, 4).
«Sin embargo, ya en el Antiguo Testamento, Dios ordenó o permitió la institución de imágenes que
conducirían simbólicamente a la salvación por el Verbo encarnado: la serpiente de bronce, 7[14] el arca de
la Alianza y los querubines.8[15]
El culto cristiano de las imágenes no es contrario al primer mandamiento que proscribe los ídolos.
En efecto, “el que venera una imagen, venera en ella la persona que en ella está representada”. El honor
tributado a las imágenes es una “veneración respetuosa”, no una adoración, que sólo corresponde a
Dios».9[16]
Por eso, también a las sagradas reliquias e imágenes se les debe culto y veneración, ya que «el
honor tributado a la imagen se dirige al modelo original». 10[17] Cuando veneramos una imagen no
rendimos culto a la materia de la imagen –yeso, madera, cemento, mármol, tela, papel, cartón– sino a
quien ésta representa, así como cuando una madre besa la foto de su hijo ausente no hace un acto de
amor al papel sino al hijo. Son enemigos del culto de las imágenes: los judíos, los musulmanes, los
protestantes, los que niegan la humanidad de Jesús, etc. La Iglesia Católica siempre lo ha defendido
contra sus adversarios porque sabe que el culto externo es signo del culto interno y cuando desaparece el
primero fácilmente se diluye el segundo. Además el culto de la imagen es un medio muy idóneo para
que la gente sencilla eleve su mente y su corazón a Dios. Así fue a lo largo de la Historia. En la Edad
Media, aunque muchos no sabían leer, al mirar los retablos y las puertas de las iglesias, los nichos y las
hornacinas adornadas con grupos escultóricos que representaban escenas de la Historia Sagrada,
recordaban su Catecismo. Era como una Biblia de piedra para la gente sencilla.

7
8
9
10

Potrebbero piacerti anche