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“LA MARGINACIÓN DEL ESTUDIO DE JUAN BUSTAMANTE

DUEÑAS
TUPAC AMARU III”

ESCRIBE JOHN FREDY ROMAN ASCUÑA

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo surge producto de un profundo análisis sobre la necesidad


de una verdadera interpretación de la historia Regional, principalmente sobre el
Coronel “JUAN BUSTAMANTE DUEÑAS” Considerado como: Túpac Amaru III,
quién dirige la sublevación en l867 a l868. similar a Bustamante existen muchos
héroes Puneños se encuentran en el anonimato, en el olvido por que no existe
Institución alguna encargado de profundizar la investigación sobre luchadores
sociales , la sublevación de Bustamante fue una lucha sangrienta de principio a
fin. Pero la importancia de Bustamante radica en que fue el primer
Latinoamericano que dio vuelta al mundo y por ello lo denominan como “MUNDO
PURICUJ”, también le llamaban “LOCO”, por que tal vez no fue comprendido por
los hombre de su época, mucho menos por los Gobernantes, es decir tuvo la
lucidez de las conciencias incontaminadas de espíritu sano y limpio, hombre
idealista y de talento.
Sus locuras fue anunciar ideas altruistas y de justicia social a favor de las clases
campesinas, le ha tocado luchar en un mundo sórdido y egoísta, estas fuerzas
poderosas que se le oponían llamaron “LOCO BUSTAMANTE”, llamaba a los
Gamonales como Señores de HORCA y CUCHILLO. Bustamante quizá se
asemeja a ese dicho “viajar de clima en clima es un instinto de ciertos hombres
como de ciertas aves” o como decía SIMON RODRIGUEZ: “Yo no quiero
parecerme a los árboles que, enclavados en un solo lugar viven sin poderse
mover sino al soplo del viento”
Bustamante es un sociólogo espontáneo posee mucho de revolucionario y
hasta de Caudillo de las Rebeliones de indígenas de Puno. Bustamante es una
persona ilustrada, con un espíritu generoso, ferviente patriota, una suerte de
reformador y revolucionario a su manera. Bustamante hombre justo, héroe civil,
con mucho o poco de genial. De generosidad probada, de alta comprensión
social, tal vez sin par en ese su tiempo de oscurantismo, de socorridas lealtades y
de enriquecimientos ilícitos.
Bustamante reclamaba limpieza, orden en el tránsito, luz en la oscuridad de las
calles apartadas, se librase de ladrones y asesinos a la vieja ciudad de los
virreyes.

“Enseñadle siquiera a leer y escribir, y verèis si en un cuarto de siglo se levanta o


no a la dignidad de hombre. A vosotros, maestros de escuela, toca galvanizar una
raza que se adormece bajo la tiranía del juez de paz, del Gobernador y del cura,
esa trinidad embrutecedora del indio” (1)
BUSTAMANTE COMO CONGRESISTA
Bustamante hombre honesto, de convicciones morales indeclinables que
comenzó su carrera parlamentaria pidiendo reformas para todo aquello que su
concepto reclamaba con urgencia. Presentando un proyecto de ley sobre la
elección de los obispos, propuso el establecimiento de escuelas gratuitas en todos
los distritos, que se abrieran caminos en toda la extensión territorial de la
república; pidió poner trabas al poder ejecutivo, para que no se diesen ascensos
en la milicia” Dueño de una objetiva visión de las cosas del mundo, Bustamante
soñaba con una patria grande, próspera, respetable, una patria que supiera vivir
de sus propios recursos, trabajando técnicamente, inaugurando industrias a base
de la preparación pedagógica del Pueblo, principalmente de la parte aborigen.

ACERCA DE LOS INDÍGENAS

“La suerte de nuestros indígenas es cien veces más dura, más lastimosa y cruel
que la de los negros de la costa. Pagánles sus amos un salario mensual,
consistente en un arroba de chuño, de maiz o de quinua, arroba que siempre es
mal pesada y también se les dá una libra de coca de la peor calidad, por ser muy
barata” continúa en otro párrafo: “de aquel mezquino salario, hay que descontar
las cabezas de ganado que se pierden anualmente, como es natural, en esas
inmensas pampas de los latifundios se dispersan en manadas numerosas. Asi
mismo, patrones hacen pagar igualmente a los colonos pastores, las ovejas que
les deguellan obligados por el hombre; y ponen en su cuenta los cinco pesos de
contribución que les lleva el Estado, villanía imperdonable, que acaba de hacer de
aquellos infelices esclavos para toda la vida y sin esperanza de rescate”.
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

La marginación del estudio Regional de la gran sublevación Tupacamarista del


Coronel Juan BUSTAMANTE DUEÑAS, Túpac Amaru III y su inmediata
incorporación en la Historiografía oficial Peruana.

FORMULACIÓN DE HIPÓTESIS

El estudio y la profundización de la investigación de la gran sublevación


Tupacamarista de JUAN BUSTAMANTE DUEÑAS, genera la formación de la
conciencia histórica de los Alumnos de nuestro Departamento de Puno,
actualmente olvidada y marginada por los Gobiernos de Turno. Por otro lado forja
la identidad Nacional y autoestima.

OBJETIVOS:

OBJETIVO GENERAL; Demostrar la marginación del estudio e investigación del


Héroe Tupacamarista de Juan Bustamante Dueñas, en su objetivo de lograr la
liberación de los indígenas de las garras de su enemigo de clase entre ellos :
Latifundistas, Gamonales, terratenientes , Gobernantes, comerciantes de Lanas y
de más señores feudales.
OBJETIVO ESPECÍFICO: Valorar la participación de los Caudillos locales y
Regionales en la Gran sublevación Tupacamarista de JUAN BUSTAMANTE
DUEÑAS, considerado como Túpac Amaru III.

CORONEL JUAN BUSTAMANTE DUEÑAS


TUPAC AMARU III
DATOS BIOGRÁFICOS: Nació un 24 de junio de 1808 en el hermoso paraje de
Vilque, provincia de Lampa Departamento de Puno, tuvo como Padres a Don
Mariano Bustamante y Jiménez, natural de Arequipa y de antepasados de
Santander (España) cuya madre fue Agripina Dueñas y Vera, nacida en
Cabanillas y descendiente de Túpac Amaru II, como manifiesta su Bisnieta
consuelo Ramírez.
Don Mariano Bustamante ostentaba en la Provincia de Lampa el grado de
teniente del Regimiento de Milicias Urbanas de Caballería, posiblemente se
anunciaba las guerras de la independencia, ello motivó a que Don Mariano
Bustamante no brindara a su hijo una educación adecuada, de pequeño JUAN
BUSTAMANTE fue llevado por su Madre a Cabanilla, y luego estudió en la
Escuela parroquial de Cabanilla a cargo del Párroco.
A los 13 o 14 años era ya un adolescente o algo más que eso. A los 20 años
etapa de una bohemia Pueblerina, ya sea en Cabanilla, Lampa o Vilque.
La hacienda de urcunimuni actualmente comprensión del Distrito de Pusi, fue
repartida entre los colonos, es decir entre “sus amigos, los indios” con quienes
había vivido y jugado en sus memorables días de su infancia.
Posteriormente después de regresar de Arequipa tierra de su Padre, se dedica
a la actividad de compra-venta de lanas en Puno, negocio en el que ganó mucho
dinero y con el que después viajaría por el mundo para ilustrarse e instruirse, en
alguna medida en el conocimiento objetivo de otros Países. A los 25 y 30 años
fue Autoridad de segundo orden en Puno, Lampa y Cabanilla, quería ser un
hombre útil a su terruño, útil a la sociedad y a la Patria.
A los 33 años dejó su Hacienda de Cabanilla a sus colonos quedando de esta
manera su hacienda de Vilque y Capachica. Un mundo de preocupaciones agita
su alma generosa, quiere contribuir a las reformas de la vida socioeconómica del
Perú. Con ello Bustamante se convierte en el primer Peruano que realiza la
Reforma Agraria.
Fue prefecto en los Departamentos de Huanuco, Huancavelica, Cusco,
Ayacucho, Amazonas y otros.
Viaja a Europa y vuelve al Perú de Valparaíso en 1844, desembarca en Mollendo
y vuelve a Puno, es aquí donde Bustamante hace constar sus impresiones, sus
observaciones de viajero y sus ideas de sociólogo empírico, mediante amenas
disertaciones en el libro, muchas veces en detenidas páginas y pasajes
grandilocuentes. Bustamante nunca vivió las penurias y estreches económicas.
Ante el Congreso de 1839 fue elegido Diputado por Lampa, clausuradas las
sesiones retorna a Puno.
En 1845 Bustamante fue Diputado por Lampa, en febrero vuelve a Europa en
1848, retorna Bustamante al Perú vía Nueva York y México, en junio de 1849
desembarca en el Callao.
Bustamante no tuvo Hermanos; pero si dos hijos: Juan Bustamante Jara, y
Sofía del Carmen Bustamante y Contreras, su hijo Juan acompañó en muchas de
sus acciones beligerantes.
Bustamante juega unas veces con su vida, unas veces seria y otras veces
alegremente.
En 1856 Bustamante fue elegido nuevamente Diputado por Lampa, en esta vez
ataca en el Parlamento a los Generales-caudillos acusándolos de ser culpables
del atraso del País y de las iniquidades que se cometían con los indígenas.
Bustamante manda Construir puentes sobre el río cabanilla y Pucará en 1863.
Bustamante participó en el Bosquejo de la Confederación Perú-Boliviana llevado
el 8 de julio de l835 en Vilque.
En 1864, Bustamante es nombrado Prefecto del Departamento del Cusco,
MANDÓ ENCAUZAR EL RÍO Huatanay, después de poco tiempo el Gobierno se
hacía enemigo por que también había reemplazado por el Coronel Mariano
Ignacio Prado. Fue en realidad Bustamante un próspero comerciante.
Bustamante condujo desde Puno un Batallón de VOLUNTARIOS, armado por
sus propios peculios el 28 de febrero de 1865 dónde las fuerzas Peruanas se
alzaron victoriosos contra la tropa Española el dos de mayo de 1866.
Cuando Bustamante fue nombrado intendente de la Policía en Lima suprimió las
multas a los Infractores, así mismo mandó encauzar el río Rímac con sus propios
peculios.
Bustamante pretendió sacar al indígena de los sufrimientos de siglos y
hacerlos concientes de sus derechos y sus deberes. Bustamante es un
indesmayable combatiente en pro de la cultura Popular, pertenecía a la
“SOCIEDAD DE AMIGOS DE LOS INDIOS” y era militante pradista, fue propietario
de la hacienda de urcunimuni actualmente jurisdicción de Pusi, de manera
imprecisa se considera que fue hasta tres veces diputado por Lampa entre los
años de 1839 y 1857.
Muere el 3 de enero de 1868 después de caer prisionero por las huestes de
Recharte, en Pusi a orillas del Lago más alto del mundo.

“Huancané escenario de insurrecciones, una y otra vez empuñó la bandera de


la reivindicación contra el poder; por ejemplo el 5 de noviembre de 1866, se
inicia “las excitaciones campesinas, las que se difundían a todos los Ayllus y
parcialidades aymaras y quechuas, ubicados en las orillas del lago titicaca:
Huanacané, Taraco, Caminaca, Samán y Achaya, son conmovidos por violentos
movimientos” Todos estos movimientos en contra de José Balta (carpio y
Riveros). Luego en 1867, se exterioriza a los Distritos de Moho y Vilquechico,
para luego en diciembre del mismo año, Juan Bustamante toma la Ciudad de
Puno; el 1 de enero se retira al Distrito de Pusi, donde el 2 de enero es
derrotado. Pàra muchos autores este fue el primer moviendo étnico de
trascendental del Perú; es más, Juan Bustamante Dueñas, en este movimiento
se declara “Túpac Amaru III” ( Cambio Nº 34, set. 88, pág.9)
RESUMEN:
CORONEL “JUAN BUSTAMANTE DUEÑAS “TUPAC AMARU III”
LA GRAN SUBLEVACIÓN: Los campesinos de Azángaro, Huancané, Taraco,
Caminaca, Samán y Achaya empuñan otra vez las banderas de la reivindicación
contra el poder de la explotación y la opresión, inicia el 5 de noviembre de 1866,
se inicia las excitaciones campesinas, las que se difundían a todos los Ayllus y
Parcialidades Aymaras y quechuas, ubicados principalmente en las orillas del lago
titicaca
El 31 de marzo de 1867 Los campesinos desarrollaron su sublevación y
nombraron nuevos Gobernadores y subprefecto, pidieron la devolución de las
pocas contribuciones pagadas y trazaron los planes de reunirse con los indígenas
y luego invadir a Puno, a los 4 días en Huancané por la Influencia de Antonio
Riveros (representante de José Balta) produce una ligera calma como tregua,
ello contagió a otros.
En Azángaro se levantaron los indígenas de Putina, Samán y Chupa, por
motivos del cobro del Tributo Personal, a la que llamó Bustamante LEY DEL
TERROR, ante ello Recharte con 200 hombres pretende controlar a ello se suma
el Prefecto de Valdez de Lampa con una pequeña división de 200 hombres, se
sitúa en Calapuja el mismo organizado por el subprefecto Montesinos.
El 23 de abril esta columna atacó a los indígenas, arrojándolos a tres leguas en
dónde murieron 60 indígenas, mientras la tropa de Montesinos tuvo dos muertos y
heridos y establece su campamento en Caminaca, allí permaneció sin hacer
ninguna operación militar.
Mientras desde Lampa exigían auxilio y tuvo que replegar a Lampa. El 26 de
abril del mismo año de 1867, 80 indígenas de la Isla Amantaní se sublevaron con
la esperanza de ser reforzados por los de Huancané, pidiendo devolución de las
contribuciones, tomaron preso a Onofre ÄVILA, Gobernador del Distrito y a un
hermano suyo, los llevaron a Capachica y otros dos hermanos del mismo
escaparon.
Los hechos se sucedieron cuando hipólito Valdez desempeñaba la
prefectura de Puno, lo que dio lugar a que el Coronel Recharte advirtiera que
la rebelión tomaba inusitado y creciente auge entre el Campesinado de Puno.
Los trágicos sucesos de Capachica ocurridos el 28 de febrero de 1867,
donde como camones murieron 57 hombres de los 60 que habian sido
enviados para batir a los indios sublevados y “parlamentar” con el alto mando
no significaba si no una gran advertencia de lo que ocurriría después. Mientras
todo esto sucedia en el Altiplano , en Lima los representanmtes al Congreso,
constituidos en los despachos Ministeriales, informaban que la insurrección
registrada en el Departamento de Puno tenía la finalidad de exterminar a la
población blanca y mestiza, además de acabar con los ricos.
Andrés Recjharte, Coronel de ejército ejercía el cargo de subprefecto en
la Provincia de Azángaro y comandante de armas de Puno, era una
Autoridad clara y manifiestamente comprometida con la engreída oligarquía rural
Puneña y altas personalidades mestizas, estratégicamente ubicadas en la
Dirección de los negocios públicos de aquellos dias. Sus éxitos militares
consistía, pues en asesinatos, en saqueos de los ayllus y comunidades, en
flagelaciones en plazas públicas y en el extroñamiento de los nativos a las
inhóspitas montañas de Carabaya.. No obstante lo manifestado, no podía
contener a los dos mil indígenas de Azángaro y Huancané que se habian
revelado, por lo que pidió el urgente auxilio de tropas de línea del Cusco, a
Arequipa y Tacna, incluso a Bolivia por lo que se dice que un fuerte ejército
boliviano se hizo presente en la Frontera Peor – Boliviana, aduciendo razones
en verdad alarmantes diciendo que: los indios de Puno se habían sublevado
contra los Blancos en pié; y habían amenazado incendiar y saquear las
poblaciones principales y los Distritos del Departamento de Puno. lo cual
constituyó traición a la Patria de parte de Andrés RECHARTE.
Cuando llegaron los auxilios de Arequipa, Cusco el Coronel Recharte
decidió acabar de una vez por todas a sangre y fuego con la hasta entonces
triunfante Rebelión indígena del Kollao en las zonas de Putina, Achaya y Samán
el motivo fue como sea eliminar al Caudillo de la Rebelión, es decir al Coronel
JUAN BUSTAMANTE DUEÑAS “TUPAC AMARU III”, cuyo arribo procedente de
Lima ya se anunciaba.
A Recharte en su condición de subprefecto y Comandante de armas de Puno,
no le resultaban del todo bien, por que le era difícil controlar a los indígenas de
lampa, Azángaro y Huancané.
INCORPORACIÓN DE JUAN BUSTAMANTE DUEÑAS A LA REBELIÓN
INDÍGENA
Juan Bustamante se propuso únicamente conseguir en Puno el Imperio de la
justicia social y económica para el indígena, pero también era la indiada rebelde,
exaltada por el odio se excedió en sus acciones de beligerancia, ejemplo el caso
de Capachica. Bustamante, se incorpora a la actividad el 27 de octubre de
1867, teniendo como colaboradores a Antonio Riveros Subprefecto de Huancané,
quién dejó el cargo para acompañarlo, quién le acompañó con ejemplar lealtad
hasta los últimos momentos de la tragedia de Pusi.
El combate por la toma de Huancané librado el 12 de noviembre de 1867, fue
extremadamente violento. En ella participan Recharte y Bustamante.
Tomó Puno el 30 de noviembre de 1867, ello indica Roel Pineda, mientras Burga
y Flores en Mejia Vaca, “indican que toma Puno el 30 de diciembre y se mantiene
hasta el día siguiente. El 1 de enero se retiró, acantona sus fuerzas en Pusi y el 2
de enero fue derrotado y ejecutado violentamente junto a otros indígenas”.
Entre los cercanos colaboradores a Bustamante figuran: Antonio Riveros,
Coronel MOYA, Galvez, Solórzano, Choquehuanca y otros, eran enemigos de
los insaciables terratenientes y de las malas autoridades sean estas ejecutivas,
judiciales, militares o eclesiásticas de Puno, contra quienes estuvo dirigida la
Rebelión de Juan Bustamante.
LA LUCHA CONTINUABA: El Coronel Recharte enterado de que los indígenas
de Samán se habían sublevado y también los de chupa y putina y cuando todo
hacia ver que Azángaro y Lampa se registraba una vasta insurrección indígena,
decidió sofocarla de la manera más dramática que pudiera imaginarse. Por su
parte Hipólito Valdéz Prefecto del Departamento de Puno, impartió las órdenes
pertinentes a Manuel Montesinos subprefecto de Lampa para que procediera a
sofocar la sublevación.
Pero no obstante las órdenes y deseos de Recharte y que las represalias serían
mas dramáticas, la rebelión de Azángaro seguía su marcha, a ello se sumaron los
indígenas de Huancané, en Lampa, vilquechico, TARACO y PUSI , sufrieron
extorsión desde tiempos sin posible fecha.

La adhesión de los indígenas de Huancané, hizo que la insurrección en el


DEPARTAMENTO de Puno, tomara proporciones de guerra civil Regional
Revolucionaria de Bustamante, pues con ello la zona norte del lago titicaca fue
gravemente convulsionada.

DESARROLLO DE LA BATALLA DEL 2 DE ENERO DE PUSI


La Batalla se realizó por dos frentes uno por el lugar MOYA PAMPA y
KARASENKA y los jefes dirigían las operaciones desde Nuño ORKO, los de
Bustamante solo tenían unas cuantas escopetas, palos y zurriagos, lazos que para
nada servían, pero así sin armas, sin miedo, se fueron sobre los soldados de
Recharte y cayeron muchos campesinos muertos. Las tropas de Bustamante
estuvieron organizados por cuerpos El cuerpo N° 1 dirigía Bustamante, el cuerpo
N° 2 Antonio Riveros y el Cuerpo N° 3 el Putineño Solórzano y el Jefe de la
columna de Honor Modesto Choquehuanca.
En vista de la imposibilidad de proseguir con el combate, Bustamante decide
dirigirse a Puno y ordenó que una parte de sus hombres rebeldes lo siguieran,
pero fatalmente fueron alcanzados en las faldas del cerro JATUN KUNKA y
tomados prisioneros y conducidos a Pusi, para ser metidos en dos habitaciones
que apenas median tres metros por cada lado depositando 35 prisioneros en cada
habitación prácticamente quedaron taqueados en esas habitaciones pequeñas,
pues los insurrectos fueron introducidos a culatazo limpio; el jefe del movimiento
Juan Bustamante en cambio había sido detenido en la casa llamada cural.
Cuando los prisioneros quedaron apretujados en las habitaciones, los soldados
hicieron agujeros en el techo y echaron braza y como eran de paja usadas para
cocina, golperon el techo para que cayera gran cantidad de hollín y como si esto
fuera poco, quemaron dice gran cantidad de ají y el gas introducido a las
habitaciones produjo la muerte por asfixia de los campesinos, quienes trataron de
huir por la puerta, pero esta se encontraba asegurada por fuerza con grandes
piedras, de esta manera consiguieron una muerte horrorosa.
El Prefecto Barrionuevo había dispuesto la ejecución de los demás prisioneros
entre los que se encontraban: Riveros, Solórzano, Galvez, Choquehuanca y otros,
pero Recharte optó en imponer multas de dos a tres mil soles a cada uno y en
vista de la reacción que se produjo debido a la masacre de Pusi. No satisfechos
con las exigencias económicas, los “heroicos vencedores de Pusi”, flagelaron a los
prisioneros, requisaron ganados, crearon cupos sin limitación alguna en agravio de
inocentes campesinos. Posteriormente continuaban en lucha en Moho,
Vilquechico y Huancané pero fue sofocado.
De estos movimientos se culpaba a: Antonio Riveros, Belisario Galvez, Narciso
Solórzano, Juan Manuel Martinez, Mariano Torres, Melchor Andrade, Estanislao
Vargas, Blas Illanes, Isaac Morales, Manuel M. Choquehuanca, Saturnino Ardiles,
Paulino Carpio sobreviviente del combate de Pusi, quienes habían sido absueltos
gracias al pago de ingentes sumas de dinero. Luego Recharte fue enjuiciado y
sencillamente le absuelven inclusive tuvo la osadía de ser candidato a Senaduria
por Puno. Transcrito de los Escritos del Dr. Felipe SANCHEZ HUANCA por ser
más aproximado a las fuentes orales que transmiten actualmente los Puseños.
Conforme escribía Vicente Mendoza Diaz sobre la Batalla de Pusi, señala que los
perros hicieron festín de los cadáveres en la plaza de armas de Pusi por que
recien entierran a los cadáveres el dia 4 de enero, por otro lado señala que los
esbirros de Recharte, violaron mujeres, arrasaron con las cementeras, indica que
los cadáveres fueron 8l y 39 se salvaron, aquí existe una duda que los
historiadores deben aclarar.
MUERTE DE JUAN BUSTAMANTE DUEÑAS “TUPAC AMARU III”

Andrés Recharte que había venido pisando los talones a las fuerzas
insurrectas dirigidas por JUAN BUSTAMANTE decidió dar el golpe de Gracia en la
parte sur del Pueblo de Pusi; se combatió entre las tropas no uniformadas de
Bustamante sólo tenían como armas palos hondas, zurriagos, reatas, un batallón
formado por quechuas y Aymaras, en cambio las tropas del Coronel Recharte
estaban bien armadas, pertrechados con armas de última palabra.
Juan BUSTAMANTE fue sacado de la casa cural y llevado a la plaza de armas se
dice que Bustamante estaba completamente débil debido a las marchas forzadas
y por falta de alimentos por lo que no pudo caminar; Recharte y sus secuaces lo
obligaron a Bustamante para que cargara con los cadáveres de los indios muertos
hacia las zanjas de cancha siki pampa por lo que protestó, en vista de esto
Recharte dispuso llevarlo a una de las esquinas de la plaza dónde había un kolli y
tres soldados despojaron de sus vestimentas y lo colgaron de cabeza luego de
darle dos correazos se acercó un sargento de apellido BELTRAN de Muñani con
un gran machete en la mano la elevó al aire y ante la mirada atónita de todos los
presentes le dio un golpe en el cuello y al ver que la cabeza no se desprendía del
tronco, el homicida volvió a blandir el machete y dio un segundo golpe, tampoco
cayó la cabeza, sólo en el tercer machetazo la cabeza se separó del tronco dando
botes en el suelo a especie de una pelota con resortes describiendo trayectorias
indescriptibles.
Un oficial ordenó luego a los señores que estuvieron presentes para que se
hicieran cargo del cuerpo sangrante del Mundo Puricuj, para luego de ser
descolgado y fue juntado ambas piezas del cuerpo la cubrieron con mantas.
Los restos de Bustamante fueron sepultados al pie del templo de ese pueblo de
Pusi; pasados algunos años los vecinos del lugar erigieron una columna de
piedra, al pie de esta columna estaba enterrado el cuerpo de Bustamante, y los
cuerpos de 72 mártires fueron enterrados en una fosa común en cancha siki
pampa, posteriormente fueron juntados todos los cuerpos en el cementerio de
Pusi.

Juan BUSTAMANTE DUEÑAS, TUPAC AMARU III


Conforme a la publicación de Alfonso TORRES LUNA, en la cuál indica su
misma Bisnieta de Bustamante en este caso CONSUELO RAMIREZ FIGUEROA.
Por otro lado Pablo MACERA indica: “El levantamiento indígena fue tan grave en
Puno, que el ejército de Bolivia estuvo dispuesto a colaborar con el Perú, para
vencer lo que consideraba una amenaza social. Fue durante una prolongación de
esa lucha que murió en 1868, el indigenista Peruano bajo el nombre adoptado de
Túpac Amaru III”. POSTERIORMENTE INDICA Macera : “Pumacahua ingresa a
la vieja Familia de los Incas descabezados, del Inkarri por resucitar: Atahualpa,
Túpac Amaru I, Túpac Amaru II, Santos Atahualpa; incluido todos los Túpac
Amaru, incluyendo a JUAN BUSTAMANTE, convertido en Túpac AMARU III en
1868”. Para muchos Autores este fue el primer movimiento étnico trascendental
del Perú: es más, JUAN BUSTAMANTE DUEÑAS, en este movimiento se declara
“TUPAC AMARU III”. (CAMBIO N° 34, set. 88 página 9).
2. Está claro que en la GRAN REBELIÓN participaron pueblos como : Azángaro,
Huancané, Lampa, Moho, Muñani, Chupa, Samán, Achaya, Taraco, Pusi,
Amantaní, Capachica, Vilquechico, Putina y OTROS.
3. BUSTAMANTE pretendió sacar al indígena de los sufrimientos de siglos y
hacerlo concientes de sus derechos, al Coronel Bustamante ayudó a comprender
mejor su realidad del indígena sus viajes a Europa y miró mejor desde adentro y
afuera, se asemeja a TUPAC AMARU II, José Gabriel Condorcanqui, por que
ambos viajaron el otro por Latinoamérica y Bustamante por Europa y el mundo,
fueron también comerciantes y revolucionarios.
4. El asunto de la resistencia India fue largamente tratado un proyecto de Ley por
el que se prohibía todo servicio personal gratuito, así como los tributos arbitrarios,
el pongaje, mitayaje y otros trabajos serviles, como el de huallapanes, postillones,
huasicamayoc, arrieros privados, etc. Este proyecto se archivó. Oficialmente el
tributo establecido por Prado quedó suprimido; pero el esclavizamiento de los
indios continúo y por tanto en la realidad el tributo siguió vigente.

CONCLUSIONES

En el presente trabajo de investigación arribamos a las siguientes conclusiones:


1. Que JUAN BUSTAMANTE DUEÑAS, Mundo Puricuj, El viajero, loco, el
Inka, concluimos que se considera como Túpac Amaru III, por sus grandes
similitudes en sus acciones, desde el Gran comerciante hasta sus viajes por
Europa y el resto del mundo; como lo hacía TUPAC AMARU II, como arriero
que viajaba por Chuquisaca, alto Perú, Buenos Aires, Rio de la Plata y
otros.
2. JUAN BUSTAMANTE no luchó por ser rico, sino quizo ser el más útil a sus
hermanos indígenas a su Sociedad y su Patria, utilizando su propio Peculio
Construyó puentes, armó soldados para pelear y combatir en Callao en la
Batalla del 2 de mayo, encausó ríos como Rimac, Huatanay y otros. Siendo
Subprefecto o Prefecto siempre buscó suprimir TRIBUTOS.
3. Bustamante no fue comprendido por los hombres de su tiempo peor por los
Gobernantes, tuvo conciencia incontaminada, espíritu sano y limpio,
hombre idealista y de talento. Sus locuras fue anunciar ideas altruistas y de
justicia social a favor de las clases Campesinas.
4. Se margina el estudio Regional de la sublevación TUPACAMARISTA DE
JUAN BUSTAMANTE DUEÑAS, por que no existe preocupación de
Instituciones y Persona alguna. Es oportuno reconocer a Bustamante por su
gran accionar y lucha.

SUGERENCIAS:
1. Las Instituciones competentes deben profundizar la investigación sobre
Juan BUSTAMANTE DUEÑAS, como Universidades, Instituciones como
la Dirección Regional de Educación, Historiadores, Municipios, Instituto
Nacional de Cultura y otros.
2. Declarar zonas históricas los lugares en dónde se desarrollaron las
batallas TUPACAMARISTAS, reconocer a JUAN BUSTAMANTE y hacerla
eterno denominando a Instituciones, plazas, calles, avenidas en el
Departamento de Puno.
3. Construir monumentos en honor a la memoria de JUAN BUSTAMANTE
DUEÑAS, TUPAC AMARU III, en los pueblos del Altiplano Puneño como
símbolo del reconocimiento colectivo y su inmediato inclusión en la
diversificación curricular de la Región Puno, además incluir en el
Calendario Cívico.
4. Considerar oficialmente a JUAN BUSTAMANTE DUEÑAS, como TUPAC
AMARU III por los argumentos sustentados en el presente trabajo y
reconocer en el BICENTENARIO DE SU NACIMIENTO.
VINDICACIÓN DE MANUEL MODESTO CHOQUEHUANCA

Acontecimientos revolucionarios en Huancané, Muñani y Pusi.


Mientras el honor y la fé conserven apreciadores, mientras haya
hombres, tengo a quien apelar de su juicio.
La Paz abril de 1868.
A NADIE TEMO CUANDO SOSTENGO
LAS MÁXIMAS FUNDAMENTALES DE LA
MORAL PÚBLICA

Obligado por la imperiosa necesidad de vindicar mi honor de la imputación


calumniosa del nefando crimen de lesa humanidad con la que los defensores
del Gobierno constitucional caído, ha pretendido infamarnos el Coronel Recharte
con sus oficios dirigidos al Señor Prefecto de Puno y publicados en el registro
oficial de aquel departamento, me veo precisado a molestar la atención pública,
venciendo los escrúpulos que la moderación me aconseja e impone. Sin
embargo al expresarme de las Personas de quienes he recibido los más
incalificables tratamientos de barbarie en mi prisión, y las que en la actualidad
ejercen vecinos honrosos en aquella república, observaré por dignidad personal
y respeto al público la mayor decencia y decoro conciliables con los hechos
atroces que he presenciado ya al haber sido víctima de ellos.
No es mi objeto trazar un cuadro circunstanciado y prolijo de todos los
sucesos realizados en dicho departamento, durante la revolución, ni menos
hacer una narración histórica de los acontecimientos, siguiendo el orden de
sucesión en su desenvolvimiento, pues que ellos se hallan consignados con
bastante precisión en una carta dirigida por Don Antonio Riveros, exsubprefecto
de Huancané al Señor General Don Miguel Medina, miembro de la Sociedad
“amiga de los Indios” y publicada en el número 2644 del ilustrado periódico “El
Comercio” de Lima. Por tanto solo me ocuparé de los más notables y
prominentes con el fin que me he propuesto, corroborando todo lo que el
primero espone a aquella digna corporación filantrópica con entera verdad y
energía desde el fondo de nuestros calabozo o prisión.
El partidarismo predominante en nuestra sociedad y revueltas siegas los
hombres, de tal suerte, que se reprueban en unos los mismos medios que
aprueban y emplean otros. Asi el Coronel Recharte nos acrimina haber
promovido una guerra social o de razas, armando a los indígenas en defensa de
las instituciones de aquella nación e inconsecuente en sus operaciones con sus
principios enunciados en sus partes oficiales, se olvida haber sublevado la
indiada de Huancané contra las Autoridades legítimas de esta provincia a
principios de noviembre del último año, no considerándose seguro con la fuerte
división con que la ocupó.
Igual sublevación práctica poco después por medio de sus agentes Manuel
Montesdeoca, José Morales y otros en el Pueblo de Conima, contra las
Autoridades establecidas de ese Distrito, con tal conducta dio margen a las
represalias, que el las califica de “rebelión social o guerra de razas” sin tener
en cuenta que esta no puede existir permaneciendo la indiada dividida en
ambos partidos y peleando indios contra indios, por que es verdad eterna “que
un reino dividido se destruye, y que solo la unión es la fuerza”. No sin
justa causa advierte juiciosamente en su referida carta don Antonio Riveros la
extravagancia de ala lógica empleada por el Coronel Recharte en caracterizar los
hechos que son contrarios.
Asi mismo el Coronel Recharte increpa a mis compañeros de armas, el citado
Don Antonio Riveros y Don Belisario Galvez, “de ingratos bolivianos que
abusando de la más franca hospitalidad que recibieron de los propios
indios, dice, han ocasionado el sacrificio de tantas víctimas y expuesto la
república a hundirse en el más espantoso desquiciamiento social”,
complicado en esta increpación hecha a mis compañeros de armas tanto por
ser bolivianos, como por haber tomado parte en los sucesos aludidos en ella, no
puedo menos que manifestar, pues estamos exentos de la negra mancha de
la ingratitud, con la quiere dicho Coronel empañar nuestro nombre bien merecido
de Nacionalidad.
Por estos precedentes me concretaré a probar dos partes:
1º- Que nos somos ingratos bolivianos por haber sostenido el orden
defendiendo al Gobierno Constitucional de aquella República por motivos
particulares que cada uno de nosotros tenía para tomar las armas.
2º.- Que si durante la contienda de los Partidos beligerantes se han cometido
algunos crímenes nefandos, que pudieran ser calificados del de “lesa
humanidad”, ninguno es el autor principal de ellos, que el Coronel Recharte, y
secundariamente algunas de las Autoridades de su Partido-
II
A principios de noviembre último, cuya fecha no recuerdo con exactitud
estando de tránsito en Huancané para esta Provincia de Muñecas al Pueblo de
mi domicilio, que es Ayata, presencie la ocupación de aquella plaza por la
división de fuerzas comandada por los señores Coroneles Luna y Recharte, el
mismo día que el Señor Riveros Subprefecto de esa Provincia verificó su
retirada, desocupándola con 12 nacionales mal armados, al que los primeros
mandaron perseguirlo con tenacidad, no menos que al poco tiempo se oyeron
tiros y corrieron rumores, que a Riveros lo habían muerto. Esta persecución tan
encarnizada e injusta, natural es que promoviese el sentimiento de reacción y
de la resistencia, a pesar de que el Señor Riveros se había retirado con
designio de no oponer ninguna, en consideración a no tener mas que ese
piquete de nacionales y no haber provisto el Gobierno contingente de ninguna
clase para su defensa, conforme nos comunicó su defensa, conforme nos
comunicó su determinación a los señores Barraganes, a mi y otros vecinos del
mismo Pueblo.

III
Atizada y fomentada la tea de la discordia por los revolucionarios
entronizadas la guerra civil y la anarquia, todo el País se hallaba en un estado
de conflagración genmeral, no solo las capitales de Provincias y Distritos hasta
las aldeas eran teatro de insurrecciones, ya en pró, ya en contra del Gobierno
legal y sus Autoridades. Desquiciado el orden, relajados los vínculos sociales,
no existían garantías de ninguna clase. De todos los ánimos se habían
apoderado el temor y la desconfianza, las ocupaciones útiles permanecían
paralizadas, la agricultura, la industria y el comercio. Toso sentían ese malestar
indefinible y la necesidad de salir a todo transe del conflicto.
En tal situación el Señor Subprefecto don Antonio Riveros, queriendo librar
de los horrores de la anarquía el Departamento, organizó una pequeña fuerza de
80 hombres armados siendo él Jefe principal de cuerpo 2º y 3º los señores
solorzanos de Putina, que se le habían reunido con los nacionales de este
pueblo, yo fui nombrado jefe de la columna de honor. El señor Coronel
Bustamante, ya finado, arregló en cuerpos regulares con sus cabos respectivos
a los nacionales indígenas de moho, Rosaspata y del Distrito de nuestra
residencia. Con cuyas fuerzas reunidas, bajo las órdenes inmediatas del citado
coronel, marchamos el 11 de noviembre de id. Sobre Huancané, y el 12
combatimos en las inmediaciones de la población, sitiando la plaza por la noche
donde se refugiaron los contrarios, y estando en el calor de la refriega
estrechando el sitio le anotician el alojamiento del Coronel Luna, casa de alas
Señoritas Pereas, inmediatamente se encaminó a esa localidad y contuvo todo
desorden. Hecho que refieren los señores Solorzanos yo no presencie por
haber caído gravemente herido en el combate. Tomada la aplaza por los de
nuestra parte los enemigos se prepararon en el templo y almenas del
cementerio, y por falta de municiones, nos retiramos quedando indecisa la
acción sin que entre tanto ninguno de us pacíficos habitantes tenga que
deplorar de nuestra parte hostilidad alguna. Mas ¡cual ha sido la conducta
observada por los contrarios? La mas criminal, pues que a la mañana
siguiente aparecieron 9 indios ahorcados de los nuestros, no en acto bélico, por
que la cuera o el lazo no es entre nosotros una arma ofensiva ni defensiva.-
asesinatos cometidos deliberadamente y a sangre fría.
La noche del dia 12 de diciembre de id. Estando en tránsito en Muñani con
dirección para azángaro los Señores Solórzano y yo, de jefes al mando de una
partida de 25 hombres en una hora avanzada de élla, fuimos sorprendidos por
don Luis Esteves que capitaneaba un piquete de tropa armada, reforzada con
mas de cien indios, a propósito embriagados, que incendiaron la casa del
indígena Lorenzo mullisaca, compuesta de tres piezas, la que nos servía de
cuartel, donde perecen en medio de las llamas tres nacionales, heridos
Mariano Torres, Doroteo Sanchez y Mariano Huallpa, que a no ser mi esfuerzo
todos habriamos sido devorados por el fuego, por que nos obstruyeron a
balazos la salida. No obstante a esa acción villana y cobarde al último se
declaró la victoria por nosotros crímenes innecesarios en una guerra civil de
incendio y quemazón, tres nacionales indefensos, y varios muertos.
BIBLIOGRAFIA

1. ARBULÚ VARGAS, Ricardo: “JUAN BUSTAMANTE DUEÑAS VIAJE AL


ANTIGUO MUNDO” Festival del Libro Puneño 1959.
2. DELRAN COUSY, Guido : HISTORIA RURAL DEL PERÚ, Centro de
Estudios Rurales Andinos BARTOLOMÉ DE LAS CASAS Cusco 1978.
3. FRISANCHO PINEDA , Samuel : “LIBRO DE ORO DE HUANCANÉ” 1977.
4. MACERA D. , Pablo: “INDEPENDENCIA Y REPÚBLICA”.
5. MAMANI COAQUIRA, Leoncio : “EL PUEBLO AYMARA Y LOS
CONFLICTOS CON EL PODER” Octubre de 1998. FESTIVAL DEL LIBRO
HUANCANEÑO.
6. MENDOZA BORDA, Alcira : “EL MOVIMIENTO DE JUAN BUSTAMANTE
Y LA ACTITUD REVOLUCIONARIA DEL CAMPESINADO
HUANCANEÑO” UNA-PUNO 1994.
7. HISTORIA DEL PERÚ : EDITORIAL JUAN MEJIA BACA. Manuel Burga
Alberto FLORES GALINDO.
8. HISTORIA GENERAL DEL PERÚ : EDITORIAL BRASSA. Lima 1997.
9. ROEL PINEDA, Virgilio: “LA REPÚBLICA DE LAS FRUSTRACIONES”
10. ROMAN ASCUÑA, John Fredy : “REVISTA CULTURAL EL PUSEÑO”
1995.
11. VASQUEZ , Emilio “LA REBELIÓN DE JUAN BUSTAMANTE” LIBRERÍA
EDITORIAL JUAN MEJIA BACA Lima 1976.
12. OTRAS REVISTAS DE CIRCULACIÓN REGIONAL.
.

Por una Línea Sindical Clasista


SUTEP
SINDICATO UNICO DE TRABAJADORES EN LA
EDUCACION DEL PERU
SUTE DISTRITAL DE TARACO
CASA DEL MAESTRO DE TARACO
“AÑO DE LOS
DERECHOS DE LA PERSONA CON DISCAPACIDAD Y EL CENTANARIO DEL
NACIMIENTO DE JORGE
BASADRE GROHMANN”

Taraco, octubre 14 del 2003.


OFICIO MULT. 01-2003.SUTEP/DT.

SEÑOR :SECRETARIO GENERAL DEL SUTE-BASE:....................................................


PRESENTE
ASUNTO: Convoca a I Reunión extraordinaria del SUTEP Distrital de Taraco.

Tenemos la inmensa satisfacción de dirigirnos a Ud. y por intermedio


de Ud. expresar nuestro más cálido saludo combativo y Clasista al Magisterio Distrital de
Taraco y por otro lado hacemos de pleno conocimiento de su Dirigencia que los Estatutos
de nuestra Gloriosa organización será modificada en el congreso estatutario de los Dias 24
y 25 del presente mes de octubre , por otro lado sobre el retorno a la UGE San Román y
otros puntos que es interés de las Bases Magisteriales, para cuyo efecto se cita a una
reunión para el dia viernes 17 de octubre 5.30 p.m. en la casa del Maestro del SUTEP
Provincial de San Román.

Aprovechamos esta oportunidad para reiterar nuestro compromiso


de trabajar por el magisterio Clasista de Taraco.
ATENTAMENTE

______________________________ ______________________
JOHN FREDY ROMAN ASCUÑA FLORENTINO BELIZARIO Y.
Secretario General del SUTEP Secretario de Actas.

_______________________________ _______________________
PROF. Leoncio OJEDA CUSILAYME PROF. Walter Mamani Cosi
SUB. SECR. GENERAL SECR. DE PRENSA Y PP.

Las Civilizaciones Precolombinas

Summary rating: 3 stars 12 Puntuación


Autor : Bonilla; Heraclio
Sinopsis de : fg
Visitas: 912
Publicado el: febrero 16, 2006
El historiador peruano sintetiza las claves interpretativas más recientes sobre
las culturas precolombinas y describe su proceso histórico desde su origen
hasta su conquista por las huestes españolas. Su objetivo es identificar el
devenir histórico que dio lugar a las tres civilizaciones más importantes: los
incas, aztecas y mayas. La idea principal es que el desarrollo de estas
civilizaciones fue posible porque supieron utilizar en su provecho instituciones y
mecanismos de dominio y producción creados por los diferentes grupos
humanos que las precedieron.
El artículo está dividido en seis apartados en los que se describe los marcos
espaciales, acontecimientos históricos, estructuras socioeconómicas y auge y
decadencia de los diferentes imperios. El trabajo arranca con el análisis de las
zonas donde se dieron estas civilizaciones: Mesoamérica y los Andes. La
primera civilización que estudia es la Inca, identifica el significado del término
Tawantinsuyo, sus límites geográficos, su demografía, cultivos y alimentos. Se
remonta a la prehistoria para explicar el desarrollo histórico de su
conformación: de los cazadores-recolectores al sedentarismo y la agricultura,
de esta al urbanismo, y de ahí, en el llamado Horizonte Temprano, a la
aparición de las primeras culturas antecesoras de la inca: chavin, mochica,
paracas, tiahuanaco y chimu.
Para el caso azteca la estructura es la misma, identifica el marco territorial,
traza el devenir histórico desde la etapa prehistórica y señala las culturas
predecesoras: olmecas, chichimecas, mayas, mitla, tajín y teotihuacan.

En el apartado dedicado a los acontecimientos históricos de las civilizaciones,


Bonilla narra la historia política de cada una de ellas. La investigación del caso
inca se halla dificultada por la ausencia de fuentes, limitadas a las
arqueológicas y las narraciones españolas. El origen de la civilización inca es
desconocido por lo cual sólo podemos remitirnos a la leyenda inca de su
fundación mítica. El historiador se hace eco de la controversia entre las
diferentes interpretaciones sobre el acontecer histórico donde se enfrentan las
tesis de Rowe, Zuidema y Bauer, y expone una breve síntesis sobre la esencia
del imperio inca, un imperio fundamentalmente militar con la guerra como
actividad central de sus gobernantes.
En el caso azteca explica su origen y se describe el desarrollo histórico de las
elites de poder aztecas, su potencial demográfico cifrado en 11 millones sólo
en el valle central y su dedicación principal basada en la agricultura.

En cuanto a las estructuras socioeconómicas, la clave del domino del imperio


Inca fue el sometimiento de un conjunto de pueblos campesinos a sus
jefaturas étnicas tradicionales quienes a su vez estuvieron supeditadas al
poder y la divinidad imperial. El ayllu fue la unidad social y productiva básica,
el poder de la jefatura inca se basaba en la función ejercida y no en la
explotación. Los fundamentos de la organización económica eran una
economía agrícola de subsistencia y una articulación socioeconómica basada en
el control vertical de un máximo de pisos ecológicos. El autor explica las
prácticas políticas del dominio inca basadas en la burocracia y el tejido,
además de las modificaciones introducidas por su poder: la subordinación
estatal y la redistribución de bienes. En cuanto a la organización política,
expone la división administrativa del imperio y la estructura jerárquica y
piramidal del poder. A la cabeza de la organización social y política estaba el
inca, seguido de los linajes reales, la nobleza y burócratas, los kuraka
provinciales, el campesinado libre encuadrado en unidades domesticas de cada
comunidad y sujeto a tributo, y en el último escalón los siervos, los yana. La
religión era de carácter dualista con connotaciones naturalistas, el culto era el
eje de la vida cotidiana. La concepción del tiempo era cíclica y apocalíptica.

Para los aztecas la piedra angular de su organización social era la unidad


campesina. El poder político se dividía entre el Tlatoani y el consejo, les
seguían en el escalafón social la nobleza real, los comerciantes y artesanos. El
sistema de explotación del campesino se basaba en el tributo, la estratificación
social en la propiedad de la tierra. En el plano religioso la divinidad era dual y
se tenía una concepción apocalíptica del mundo, entre las prácticas religiosas
destacaban los famosos sacrificios humanos.

En el caso maya destaca la utilización de la escritura, desconocida en las otras


civilizaciones. Era un sistema de gobierno teocrático en el que la integración de
la elite y el pueblo se realizaba a través de prácticas religiosas y económicas.
Bonilla describe el panteón de las divinidades mayas y también las prácticas
religiosas de sacrificios. Ahonda en el misterio del alto grado de conocimiento
alcanzado por una sociedad tecnológica tan rudimentaria en la que destacan
las matemáticas, la escritura, el calendario y la astronomía.

La emergencia de estas civilizaciones se fundamento en la expresión final de


un prolongado desarrollo histórico de los grupos humanos anteriores, se
apoyaron en tradiciones e instituciones que ya existían previamente. Bonilla
recopila las principales tesis sobre las civilizaciones precolombinas y las
condesa para mostrar un marco interpretativo general sobre el período.
Describe brevemente el desarrollo histórico de las civilizaciones para ofrecer un
conocimiento básico de las mismas al lector. Emplea un lenguaje preciso,
justo, rico en términos indígenas que permiten una mayor claridad y
profundidad en los conceptos. Y sugiere con lucidez que sólo obtendremos un
conocimiento historiográfico profundo y valido si rastreamos las culturas
anteriores a las grandes Inca, Maya y Azteca de las cuales son herederas y
deudoras.

La rebelión de Iquicha y el proyecto republicano

Basta con escuchar el himno nacional para conocer la interpretación tradicional de la


independencia: El peruano “oprimido” y “condenado a una cruel servidumbre” levanta “la
humillada cerviz” y exclama, eufórico: “¡somos libres!” La historia es más compleja. La
rebelión indígena de 1827 en Iquicha (provincia de Ayacucho) rechazaba la república y
reclamaba nada menos que el retorno de la monarquía española. A continuación, una
indagación histórica.

Contexto histórico

En la década de 1820, el Perú contaba con aproximadamente un millón y medio de


habitantes, de los cuales casi dos tercios (alrededor de novecientos mil) eran considerados
indígenas. En conformidad con la idea republicana que subyace a la independencia, el
libertador San Martín prohibe hablar de “indios” o “indígenas” - en adelante, todos habrían
de ser considerados iguales, es decir, “peruanos” y con los mismos derechos (Contreras y
Cueto ²2000, 76; Basadre, 161).

Pero, en la realidad, las diferencias seguían siendo notorias. El idioma materno de la


población indígena no era el castellano, la mayoría ni siquiera podía comunicarse en el
idioma oficial. Por otro lado (y en esto nada ha cambiado), la población blanca y mestiza de
la costa no mostraba interés en aprender el quechua. La mayor parte de la población
indígena vivía de una agricultura a nivel de subsistencia. Si había excedentes, estos se
trocaban en las ferias regionales (Contreras y Cueto ²2000, 76). La autosubsistencia y el
trueque constituían enclaves económicos aislados del resto del país, de modo que la
economía nacional era precaria.

Con la fundación de la República, en 1821, José de San Martín había abolido el tributo
colonial sobre los indígenas. Pero solo cinco años después, el tributo volvió a instaurarse
bajo el nombre de “contribución” indígena (Bonilla 2001, 177). Fue esta contribución la
que obligó a muchos indígenas a vender su mano de obra y trabajar en los centros mineros
aledaños. Una parte menor trabajaba en haciendas bajo un régimen conocido como
“yanaconaje”. Los yanaconas recibían, por parte de un terrateniente, una parcela para la
autosubsistencia y a cambio de ello debían trabajar en las tierras del hacendado por una
determinada cantidad de días al año. No recibían dinero, pero el hacendado solía hacerse
cargo del pago de la contribución (Contreras y Cueto ²2000, 77).

La contribución indígena fue un factor importante para la constitución económica de la


República. Un cálculo hecho para el año 1829 estima que casi 13 por ciento del presupuesto
anual se financiaba mediante este tributo. Entre 1839 y 1845, el tributo ya sostenía más de
un tercio del presupuesto nacional (Bonilla 2001, 177-178). Fue recién en 1854, con el
“boom” del guano, que Ramón Castilla abolió este tributo.

El Perú independiente se construyó sobre un modelo fuertemente centralista. No solamente


estaba la reintroducción del tributo indígena. El gobierno central también se arrogó el
derecho de nombrar las autoridades locales.

Las tres fases de la rebelión

La rebelión de Iquicha no se podría explicar sin los factores mencionados. En efecto, los
rebeldes exigían la abolición de la contribución. Pero ello no pudo haber sido el único
motivo, pues ya hemos visto que el tributo indígena también existía en la Colonia. ¿Por
qué, entonces, el deseo de regresar al orden colonial?

Antonio Huachaca, líder de la rebelión, expresa sus motivos en una carta dirigida al
Prefecto de Ayacucho, en 1826:

salgan los señores militares que se hallan en ese depósito robando, forzando a mujeres
casadas, doncellas, violando hasta templos, a más los mandones, como son el señor
Intendente, nos quiere acabar con contribuciones y tributos (…) y de los (sic) contrario será
preciso de acabar con la vida por defender la religión y nuestras familias e intereses
(Bonilla 2001, 155).

Antonio Huachaca era una campesino indígena que había luchado por la causa española,
enfrentándose a los independentistas cuzqueños, en 1814. En recompensa por sus servicios,
había alcanzado el grado de General de Brigada en el Ejército Real del Perú. En la carta
aquí citada queda claro que, más allá de los tributos, Huachaca ve a las fuerzas
independentistas y patriotas como un extrañas, abusivas y hasta paganas.

En efecto, los independentistas habían saqueado iglesias (Bonilla 2001, 159). Más allá de
estas circunstancias, es notorio que los indígenas hicieran de la religión católica una causa
suya.

Pero volvamos al escenario de la rebelión. Antonio Huachaca estuvo acompañado por otros
líderes, todos ellos indígenas a excepción del francés Nicolás Soregui, comerciante y ex
oficial del Ejército Español en Perú. Según un testimonio, las fuerzas rebeldes sumaban
1500 hombres. Según otro, llegaban a 4400 (Bonilla 2001, 162). Todos coinciden en que la
mayoría de rebeldes provenían del distrito de Iquicha, provincia de Ayacucho.
Contrariamente a lo que se podría suponer, ninguno de los líderes rebeldes eran caciques.
Más bien, se trataba de comerciantes o arrieros (Bonilla 2001, 167). También hubo
participación indirecta de españoles y mestizos. Estos no fueron protagonistas, pero
ayudaron en la organización y la propaganda (Bonilla 2001, 153).

La primera fase de la rebelión se da entre marzo y diciembre de 1825 cuando los indígenas
de Iquicha se movilizan, pero son contenidos rápidamente por el ejército patriota que se
encontraba en Huanta. La paz sería muy corta. En enero de 1826 se produce otra
movilización que también protesta contra el cobro del diezmo de la coca. Cabe resaltar que
la región de Ayacucho y, especialmente la de Huanta, vivía del comercio de la coca. Éste les
aseguraba una posición económica relativamente buena (Bonilla 2001, 152).

En junio de 1826, los rebeldes bajo el comando de Huachaca y Soregui logran tomar el
pueblo de Huanta convirtiéndolo en centro de operaciones. Luego, y con el apoyo de dos
fracciones desertoras de los Húsares de Junín, intentan tomar Huamanga (Ayacucho), pero
son derrotados por la guarnición de la ciudad. En julio de 1826, el general y Presidente del
Consejo de Gobierno Andrés de Santa Cruz viaja personalmente a Ayacucho para combatir
a los rebeldes.

La tercera fase de la rebelión se inicia en noviembre de 1827 cuando los rebeldes de


Iquicha vuelven a tomar Huanta, manteniendo la ciudad bajo su control por dos semanas. A
continuación, los iquichanos atacan nuevamente Ayacucho, pero son derrotados una
segunda vez. Esta derrota marcaría el fin del movimiento. Hasta junio de 1828, todos los
líderes con excepción de Huachaca son apresados. En diciembre del mismo año, Soregui y
otros tres líderes son condenados a muerte. Dos años después y ante la apelación presentada
por los inculpados, la Corte Superior de Justicia del Cusco anula todas las sentencias de
muerte y Soregui es desterrado por diez años junto a otros líderes (Bonilla 2001, 150-151).

Antonio Huachaca, en cambio, siguió participando en enfrentamientos, aunque esta vez


entre caudillos militares. En 1838, Huachaca es rehabilitado al ser proclamado Juez de Paz
y Gobernador del distrito de Carhuaucran, lo cual motivó un irónico comentario de una
autoridad local. Califica a Huachaca de

Jefe Supremo de la Republiqueta de Iquicha, con insulto del gobierno peruano y de sus
leyes (Bonilla 2001, 154).

Comentarios finales

Según el historiados Heraclio Bonilla, las interpretaciones de la rebelión de Iquicha suelen


inclinarse hacia dos extremos: El primero sostiene que la opresión de los indígenas durante
la colonia habría desencadenado un proceso de alienación que los hacía indiferentes frente
a las nuevas ideas republicanas. Esta tesis es compatible con la interpretación marxista
presentada por Carlos Iván Pérez Aguirre en 1982:

Centurias de experiencia y de lucha de clases han demostrado que [los campesinos


indígenas] sólo pueden colmar su reivindicaciones, especialmente su derecho a la tierra,
bajo la dirección de la burguesía revolucionaria y, cuando ha caducado su rol histórico, sólo
bajo la dirección del proletariado.

La segunda intepretación, en cambio, sostiene que los iquichanos rebeldes siempre tuvieron
presentes la noción de la república. Desde esta perspectiva, la rebelión “ocultaba el deseo
de sus líderes por encontrar reconocimiento y lugar en el nuevo ordenamiento” (Bonilla
2001, 166).
Tal como sostiene Bonilla, sería demasiado simple hablar de los rebeldes iquichanos en
términos de “víctimas” o “héroes”. Si bien los iquichanos estuvieron apoyados por blancos
y mestizos, la lucha fue conducida y ejecutada por indígenas, siendo ellos ex soldados,
comerciantes y arrieros. De modo que no se les puede clasificar como simples víctimas. Por
otro lado, tampoco es convincente asignarles conciencia republicana cuando ellos
declaraban explícitamente su apego a Fernando VII, rey de España.

Una interpretación adecuada debe intentar conciliar ambos extremos. Al final,


probablemente, la rebelión se debió a una conjunción de factores, todos ellos importantes.
Están los factores económicos (contribución indígena, diezmo de coca), está la
independencia precaria con la situación de guerra entre realistas y patriotas y los arriba
mencionados abusos de los patriotas, está el centralismo limeño. Todos estos factores
debieron haber contribuido a que el proyecto republicano sea percibido como excluyente y
extraño a los propios intereses. Bonilla cuenta cómo el prefecto de Ayacucho, Pardo de
Zela, reportaba a su superior, en junio de 1827, lo que los pueblos de su jurisdicción
reclamaban frente a la nueva autoridad: “costumbre, señor: costumbre” (Bonilla 2001, 153).

En todo caso, podemos constatar una brecha entre el proyecto republicano (igualdad
ecónomica, social y jurídica) y la realidad. Jorge Basadre cita el manifiesto del Congreso
Constituyente de 1822 que fuera proclamado por Luna Pizarro, Sánchez Carrión y
Mariátegui:

Vosotros indios sois el primer objeto de nuestros cuidados. Nos acordamos de lo que habéis
padecido y trabajamos para haceros felices. Vais a ser nobles, instruidos, propietarios y
representaréis entre los hombres todo lo que es debido a vuestras virtudes (Basadre, 161).

Hoy en día ya no hablamos de indígenas, pero el 50 por ciento de ciudadanos peruanos que
viven en condición de pobreza material y social siguen estando al margen de la igualdad
proclamada.

Por Evaristo Pentierra

Bibliografía:

Basadre, Jorge (sin fecha): Historia de la República del Perú, 1822-1933. Tomo I. Edición
del diario La República y la Universidad Ricardo Palma, sin lugar.

Bonilla, Heraclio 2001: Metáfora y realidad de la Independencia en el Perú. Instituto de


Estudios Peruanos, Lima.

Contreras, Carlos y Marcos Cueto ²2000: Historia del Perú contemporáneo: Desde las
luchas por la Independencia hasta el presente. Instituto de Estudios Peruanos y Red para el
Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú.

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20 comentarios para “La rebelión de Iquicha y el proyecto


republicano”:
1. JAIME
miércoles, 23 de noviembre 2005

La división de la clases sociales se han mantenido desde épocas inmemoriables, no


es raro que nuestros gobernantes no se preocupen por los más pobres, por que nunca
lo han vivido; o si lo han superado, se olvidaron que la vaca fue ternera… y los mas
vulnerables son la clase que menos tiene y esto va a continuar hasta que haya algún
día en que alguien tenga verdadera conciencia moral, social, politica y humanitaria.

2. Diego
viernes, 25 de noviembre 2005

Este articulo confirma algo q pienso, cualquier gobierno q quiera hacer de este pais
una verdadera naciòn moderna, debe comenzar por “nivelar” a TODOS los
ciudadanos economicamente y juridicamente, el problema con el campesinado
actual (herederos de los indios) es q no se siente integrados a la republica, y esa
falta de integracion se ha hecho extensiva a los otros sectores marginales.
La igualdad de oportunidades ante la ley debe ser un hecho, el gobierno q lo haga
sera verdaderamente revolucionario, pues ese es el punto donde falla este pais.

3. Germán Honigman

Existen, desperdigados en periódicos, suplementos y revistas, culturales


o especializadas, cuatro o cinco textos breves pero medulares sobre la
evolución de la historiografía peruana en los últimos años del siglo
pasado. Textos, pese a su carácter efímero o de divulgación, que
resultan interesantes para conocer la evolución de nuestra disciplina en
las postrimerías del siglo XX y cómo ésta fue evaluada en su contexto y
por sus propios protagonistas (como el clásico debate que animó
Heraclio Bonilla en la desaparecida La Revista, o el texto del entonces
joven Luis Arana Bustamente, hoy ya un historiador cuajado). En modo
alguno, estos trabajos deben ser confundidos con los recuentos
bibliográficos que ocasionalmente se publican como un puesta al día de
determinada especialidad o problema historiográfico, ya que los
primeros han aspirado a presentar en su momento (y de ahí la
importancia de los mismos), un balance de la historiografìa peruana
vista en conjunto, expresando las "tensiones y conflictos" a las que se
refería Alberto Flores Galindo. El Reportero de la Historia se ha
propuesto 'rescatar' esos textos en esta sección y comienza el
'salvamento' con el artículo del profesor Wilfredo Kapsoli, "Las
tendencias actuales de la historia peruana", publicado en el
desaparecido diario Marka de Lima en 1985.

Las tendencias actuales de la historia peruana


Por Wilfredo Kapsoli
Historiador

La historia es la ciencia que estudia las relaciones sociales de los


hombres y las modalidades de sus permanencias y cambios. Toda
sociedad tiene una estructura determinada, un modo de desarrollo y
funcionamiento e implícitamente un principio de contradicción que
impulsa su negación pacífica o violenta.

Al interior de aquellas estructuras se producen acontecimientos y


coyunturas cuya medición y explicaciones incumbe a los historiadores.
La presentación de tales fenómenos ha estado asignado, en ocasiones,
por la mera acumulación de datos o evidencias empíricas dejando que
“los hechos hablen por sí mismos”. Tampoco ha estado exenta la trivial
especulación o la ligera generalización ignorando el andamiaje fáctico y
documental. Es sólo en la época contemporánea cuando la teoría y el
método se han dado la mano para conferirle un status científico de
suerte que las categorías de génesis, proceso, contradicción y totalidad
pudieron actuar creadoramente.

La historia, aún antes de ser ciencia, cumplió un rol activo. Los hombres
del pasado, carentes de escritura y grafía, no dejaron de recurrir a ella.
Lo hicieron a través de la tradición oral, de boca y de oídas a fin de que
las generaciones impregnen en su conciencia aquello que el grupo o la
clase suministraba. Así, el mito, la leyenda y el cuento, fueron
elementos encubiertos destinados a la formación de una conciencia
histórica local o nacional.

Pero, cuando la sociedad logra la escritura, organiza la dominación y el


Estado, la historia cumple, por medio de la escuela, los textos y los
libros, una función concreta: la de entender el pasado, de dirigir su
presente y orientar el futuro. En nuestro caso, papel de “cemento” y de
legitimación del sistema. Los grupos dominantes casi siempre han
recurrido a ella para justificar el dominio de sus antecesores y el suyo
propio. El latifundio y el gamonalismo ignoraron y distorsionaron la vida
de las sociedades andinas, de los hombres del campo; privilegiando sólo
los valores del grupo terrateniente y de los cacicazgos provinciales. La
oligarquía elogió sólo al individuo y al señor. Y más recientemente, los
grupos de poder han reproducido y alimentado especialmente valores de
su clase y no las del pueblo.

Una corriente alternativa de historiadores dedicados a reconstruir la


temática de las clases populares y de los destinos de la nación, permite
valorar la función crítica del conocimiento histórico y comprender su
utilidad social. Eso se puede servir como elemento auxiliar a la
formación de la conciencia de clase y a la afirmación de la personalidad.
Aquí vale la pena detenernos para comentar que vivimos una época en
donde la crisis del capitalismo ha generado un estado de inseguridad y
de violencia, atrofiando y enturbiando la sensibilidad humana,
particularmente de aquellos que carecen de educación y de cultura. La
historia, pensamos, permite comprender los mecanismos que
reproducen y garantizan su funcionamiento. De este modo, los hombres
pueden actuar con una lógica de tolerancia u optar por un rol que
apueste por el cambio y por la supresión de la situación vigente.

En los últimos veinte años, la producción historiográfica en el país ha


adquirido una connotación singular. Distintos temas, problemas,
trabajos muy puntuales, como investigaciones de historia general, han
aparecido con toda regularidad permitiendo que esta disciplina sea
considerada, actualmente, como una de las ramas más privilegiadas del
quehacer intelectual.

Varios factores han influido para que ello suceda. Primero, en la década
del 60 se produce una gran movilización social: el campo es afectado
por convulsiones y protestas que comprometen al país en su conjunto.
La clase obrera protagoniza, igualmente, jornadas de gran trascendencia
en pos de mejoras económicas y sociales. Y el movimiento estudiantil es
actor de reclamos y demandas populares. En el contexto internacional,
la Revolución Cubana influye en el pensamiento de los hombres y
jóvenes latinoamericanos ocasionando la pérdida de la hegemonía
ideológica del APRA. En suma, el contexto social y el auge ideológico de
la izquierda repercuten en la conciencia de los intelectuales y
estudiantes de historia orientando su pensamiento y acción.

El segundo es más bien la composición social de los historiadores. Las


universidades, de San Marcos y de provincias, acceden al ingreso de
gentes de extracción pequeño-burguesa, provinciana y hasta campesina.
Ellos al seguir los cursos y las carreras profesionales se encontraron con
que la clase social a la que pertenecían no estaba presente en la historia
oficial de manera que, en respuesta, se propusieron buscar su identidad
y rescatarla de la tradición y de la memoria colectiva.

El tercero es la irrupción y generalización del marxismo dentro de la


universidad. El debate y encuentro con los clásicos obvió el libro-manual
y las “citas”. Aunque, con precisión, este fenómeno es de la década del
70, no dejó de influir en los que estudiaron en los 60. Estos tuvieron que
retomar un aprendizaje de tipo autodidacta y, en buena cuenta, extra-
universitario. El uso del marxismo creadoramente, orientado por
historiadores extranjeros como Pierre Vilar, Marc Bloch en Francia; Eric
Hobsbawm, Edward Thompson y Christopher Hill en Inglaterra; Eugenio
Genovese en Estados Unidos; Boris Porshnev en la Unión Soviética y de
Witold Kula en Polonia, refrendaron académicamente esta opción
ideológica.

La historia que produjeron estos nuevos estudiosos, en un primer


momento se caracterizo por ser básicamente contestaria, por enfrentar
la historia tradicional de biografías y descripciones de batallas, con una
historia pensada en la vida de las muchedumbres y en la lucha de las
mismas. Podríamos decir que fue apenas una oposición romántica con lo
anterior. En este sentido, el sector más privilegiado fue la Historia Social
y, dentro de ella, los movimientos campesinos del siglo XX.
Posteriormente, se realizaron estudios con mayor rigor y serenidad,
hasta encontrar una explicación a toda la dinámica y estructura del
movimiento campesino en el Perú, desde la Conquista hasta el presente.
En el mismo sentido la clase obrera ha merecido trabajos que dan
cuenta de diversos aspectos de su historia, desde las jornadas por las 8
horas de trabajo, el proceso de sindicalización, la hegemonía anarquista,
hasta la formación de la C.G.T.P. y la situación actual del movimiento
obrero. Ejemplo de esas inquietudes son los libros de Wilfredo Kapsoli,
“Los movimientos campesinos en el Perú” y “Los Ayllus del Sol
(Anarquismo y Utopía andina)”; los de Denis Sulmont, “El movimiento
obrero en el Perú”; y los trabajos de Alberto Flores Galindo, “Los
mineros de la Cerro de Pasco” y “Aristocracia y Plebe”.

En esta preocupación estuvo ausente la ideología, la política y la historia


de los partidos políticos que sólo tuvieron la atención pionera de un
historiador norteamericano, Peter Klaren, con su obra “Formación de las
haciendas azucareras y los orígenes del APRA”. Luego, más bien, fueron
sociólogos como Sinesio López y Julio Cotler quienes estudiaron el
Estado oligárquico y el problema de las clases y la nación,
conjuntamente con antropólogos como Rodrigo Montoya, Alejandro
Ortiz, y César Fonseca, los que se dedican al recuento de la economía,
la ideología y los mitos del mundo andino. La historia económica fue
cultivada con mucho esmero por Pablo Macera. Inspirándose en los
trabajos de la escuela francesa explicó la dinámica de las plantaciones,
las haciendas y del “Feudalismo colonial americano” a la par con la
docencia y preparación de los futuros historiadores. Ernesto Yepes
enfatiza al respecto:

“Un papel destacado en este proceso de vigorización de la historiografía peruana,


cumplirá Pablo Macera. Dotado de una sólida formación profesional, de una mente
ágil, crítica y de una pluma incisiva, Pablo Macera, nacido en 1929, es probablemente
el historiador que más influencia ha ejercido sobre los jóvenes estudiosos que a partir
de la década del sesenta irrumpen desde diversas disciplinas en el razonamiento
histórico peruano. Sus trabajos sobre agricultura y minería son piezas claves para una
historia económica del Perú republicano que está por escribirse. Aquí me gustaría citar
su trabajo “Las plantaciones azucareras en el Perú, 1821-1875”, donde Macera
desborda el tema que sugiere el título y nos conduce por un camino riquísimo en
sugerencias, hipótesis, acerca del desarrollo mercantil en el agro peruano. Aborda allí
problemas espinosos, cruciales para la comprensión del Perú moderno con
planteamientos acerca de la expansión de las haciendas en la República, siguiendo
caminos diferentes para la hacienda costeña respecto de la andina, hipótesis sobre el
yanaconaje andino del siglo XIX y su ausencia en aquella época en la agricultura de la
costa; apuntes de interés sobre los culíes chinos, etc. En fin, la de Macera es una obra
que aborda problemas múltiples – arte, agricultura, economía, política, etc. – dentro
de una perspectiva temporal que escapa permanentemente a límites reducidos, fijos”.

Manuel Burga con su tesis “De la encomienda a la hacienda capitalista”


ha continuado este ejemplo enriqueciéndolo firmemente. Una historia
económica que se preocupa por otros aspectos como el comercio, la
minería, la acumulación y el crecimiento no ha sido abordada
sistemáticamente sino en los últimos años por Javier Tord que produjo
el ensayo “Economía y fiscalidad colonial” y por Heraclio Bonilla y
Sempat Assadurian que se han dedicado a explicar la estructura de la
minería y del comercio internacional colonial y republicano. De Bonilla
dice Baltazar Caravedo:

“Es muy significativo que, en un reciente trabajo publicado por Bonilla sobre los
mecanismos de control del capital británico, le atribuya a éste y a la situación
internacional el motor explicativo más importante de lo que ocurre en la sociedad
peruana del siglo XIX. Como ejemplo, señalamos tan sólo sus reflexiones a propósito
de la constitución de la Peruvian Corporation: “Pero esta empresa no nace en el vacío;
de múltiples maneras en el proceso de su formación, aparecen reflejadas las tensiones
internacionales en las cuales estuvo envuelto el Estado peruano y son éstas en última
instancia las que van modelando su significado y su sentido” […] Su afirmación es
unilateral en el sentido de no percibir el movimiento interno de las clases. Este tipo de
respuesta reposa en una concepción teórica acerca de la dialéctica de la historia. Se
trata… […] de una visión estructuralista donde, por último, las clases de la sociedad
peruana no son percibidas sino como resultado. El proceso que vincula voluntad y
estructura, ideología, economía y política, las luchas de los diversos grupos sociales,
no es develado, presentado, analizado”.

La formación de un grupo de etnohistoriadores, en donde se han dado la


mano antropólogos e historiadores, combinando métodos y fuentes para
conocer a las sociedades ágrafas desde los incas hasta la actualidad, es
un aspecto relevante de esta etapa. Los aportes y planteamientos de
John Murra, que creó toda una escuela de seguidores y descubrió
nuevas fuentes (ignoradas hasta entonces) como las visitas y
probanzas, ha dinamizado esta disciplina. Pablo Macera comenta:

“La Etnohistoria supone el hecho colonial y a la vez trata de superarlo a nivel de la


información. La Etnohistoria precisa reinterpretar esta información colonial para
acceder a lo que Wachtel ha llamado “la visión de los vencidos”, es decir, la auto-
imagen de los pueblos colonizados. Esa interpretación puede valerse solamente de un
análisis crítico de los testimonios documentales. O también puede buscar la
cooperación entre esos testimonios y las evidencias arqueológicas como lo intentó
Murra en Huánuco y María Rostworowski en la costa […] En la práctica el límite
resulta impuesto por la disponibilidad de las fuentes. En todo caso, la Etnohistoria ha
supuesto una reivindicación que tiene su correspondiente metodología en la
preferencia por los estudios microregionales. No es fácil decir cuál es a este respecto
el impulso originario: si la reivindicación o el método. Esta tendencia es notoria en los
trabajos de Millones y Ossio sobre los mitos andinos. Pero es todavía más patente en
María Rostworowski y Waldemar Espinoza”.

Estos historiadores se han dedicado a estudiar además las economías


agrícolas y de pastores, los problemas familiares y de relaciones étnicas
y últimamente al análisis de la ideología y, en general, de las
mentalidades en el mundo andino. Aquí sobresalen nuevamente los
trabajos de Luis Millones, también los de Franklin Pease y Blas
Gutiérrez.

El último tema preferente es el de la historia oral, donde un grupo de


jóvenes están tratando de rescatar la tradición y la memoria de los
hombres del pueblo: dirigentes, campesinos, obreros y personas
anónimas que simbólicamente, a través de su relato, pueden
testimoniar su vida o la de su clase y de su época. Es decir, dejar con el
registro de la grabadora un documento que de otra manera
desaparecería con el informante. La historia oral está sujeta a críticas y
reservas, toda vez que los actores manejan un corpus ideológico que
van transmitiendo de acuerdo a privilegios que pueden conceder a su
pasado, presente o al historiador con quien se relacionan. Por
consiguiente hay riesgo de caer en el subjetivismo o en la banalidad. La
compulsa, sea con otras personas de su época o con documentos puede
clarificar mejor la valía de la información y de la fuente con que se
pretende reconstruir aquella historia. La biografía de Condori Madani
recogida por Ricardo Valderrama; la memoria de Juan H. Pevez por
Teresa Oré, y la de Julio Portocarrero que está siendo trabajada por
Fernando Tapia, son ejemplos de esta línea de trabajo.

Por su parte, algunos historiadores con el afán de socializar más


conocimientos han incursionado en la elaboración de los textos
escolares. Es el caso de Pablo Macera y de Waldemar Espinoza quienes
siendo eruditos y profesionales están intermediando sus productos para
ponerlos al alcance de los profesores y alumnos de colegio.

Finalmente, la historia en el país se va perfilando en lo regional (con los


aportes de Lorenzo Huertas, Wilson Reátegui, Mariano Pacheco y
Alejandro Málaga), y en lo nacional con los esfuerzos de Fernando Silva
Santisteban. Con lo cual comprobamos que es posible caminar no sólo
en lo monográfico, sino en lo macro histórico como lo habían hecho con
maestría José Carlos Mariátegui, en los “7 Ensayos de interpretación de
la realidad peruana”, y más específicamente Jorge Basadre, en sus
libros “Perú, problema y posibilidad” e “Historia de la República del
Perú”.

La historia del Perú se verá fortalecida aún más con los aportes que
realizan estudiosos extranjeros que alternan con los nacionales en la
búsqueda de su concreción científica y en la definición de su función
social. De este modo pasaremos del “simple libro de Historia”, al libro de
la reflexión o del instrumento para el pensamiento nacional y popular.

* Publicado en el Diario Marka, de Lima, el 12 de mayo de 1985

Posteado por JMM a las 10:19 AM . sábado 24 de febrero de 2007


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Un poco tarde vengo a enterarme que el domingo 28 de enero, mi nota


'Cartas a Pizarro: negando al padre' mereció una réplica (¿podemos
llamarla así?) publicada en el blog El cholo del siglo XXI de autor
anónimo (sólo se identifica como 'Estudiante de sociología de la PUCP').
Al respecto, quisiera hacer una que otra puntualización.

La réplica en cuestión, La Carta a Pizarro: "Que papito se entere de cuan


felices estamos en su damero", es el más claro ejemplo de un texto
donde sobran la palabras y faltan las ideas. Todo su contenido, en
particular sus más virulentas frases, no hacen sino confirmar lo que la
nota periodística trataba de explicar: ese enorme abismo que existe
entre los diferentes grupos sociales del país. Un problema que, ante
todo, trató de ser abordado desde una perspectiva sociológica. Pero la
réplica cae en los peores lugares comunes y en los mismos sanbenitos
de siempre cuando se trata de discutir temas semejantes. Peor aún, el
'Cholo del siglo XXI' no sólo no aporta ideas, sino que además
contribuye a enemistar aun más las partes en conflicto con ese
desfasado e inútil revanchismo seudo étnico que tanto agrava ese
abismo en el que estamos inmersos y que se carcteriza por un lenguaje
violento, insultante y racista.

Cartas a Pizarro: Negando al padre


Posteado por JMM a las 11:49 AM . jueves 18 de enero de 2007
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Etiquetas: Desmitificando la Historia

El historiador Pablo Macera cuenta la historia de una mujer que, víctima


de un complejo de inferioridad, atormentaba a su psicoanalista con
súplicas para que la curase. "Si veo a mi vecina con un vestido rojo, yo
también me pongo uno. Si ella se compra un auto, yo también lo hago.
Si sale de compras, igual salgo yo. ¡Cúreme por favor!", le imploraba.
Cansado de tener que soportar la misma historia cada semana, el doctor
recurrió al único remedio que podía servirle a la atormentada paciente:
le reveló la verdad. "Mi querida señora" -le dijo- "usted no sufre de
ningún complejo de inferioridad. ¡Usted es inferior!". La señora nunca
más volvió porque se curó de inmediato.

Con esto no queremos decir que muchos de los que escribieron las
cartas más acres a Pizarro sean acomplejados ni mucho menos, sino
que, como la señora de la historia, no pueden, o no quieren, ver o
entender la realidad de las cosas. Ensayando una respuesta, una
interpretación, la renuencia de muchos a reconocer la relevancia de la
figura histórica de Pizarro es, en esencia, al decir de muchos, la
negación del padre, o sea, su condición de mestizos.
NEGAR LA PERUANIDADEn sociedades complejas y mestizas como la
nuestra, negar al padre no solo resulta infructuoso sino perjudicial,
porque no nos permite mirar al futuro por creer que tenemos cuentas
pendientes con el pasado aún por resolver. Cuentas que nunca se
resolverán por la sencilla razón de que el pasado es eso, pasado. El
ataque a la figura de Pizarro y la negativa a reconocerle su aporte a la
construcción de nuestra peruanidad es una prueba de ello. Quienes
reclaman agravios pasados y crímenes hace mucho tiempo cometidos,
olvidan que somos producto de aquello que más renegamos. Insistir en
ello es como pedir que no solo no existiéramos, sino también que dejase
de existir todo aquello de lo cual ahora nos sentimos orgullosos y
disfrutamos enormemente como la música, la literatura o el folclor.No
son mayoría, por ejemplo, los que disfrutan o bailan una danza
pentafónica incaica o se solazan con un pasodoble español. Por el
contrario, son muchos más como cierto amigo mío con muchos años de
residencia en Italia. Él me contaba que en la última reunión familiar por
Navidad salió, cual espontáneo al ruedo, a bailar una marinera norteña
cuando esta empezó a sonar en los parlantes. "Y sabes una cosa, yo no
sé bailar marinera", me dijo muy ufano. "Es la nostalgia por el terruño",
intenté explicar. "No, hermano. Después de tantos años bailando
tarantellas, a la tercera marinera descubrí que esta es más alegre y más
sabrosa", replicó convencidísimo de su descubrimiento.HIJOS DEL
MESTIZAJEPizarro es, además, en muchos sentidos, más peruano que
muchos de nosotros. Raúl Porras Barrenechea, que es el que más ha
defendido su figura y lugar en la historia, y cuya defensa le granjeó el
calificativo de hispanista, es quien mejor ha señalado su peruanidad. A
él le debemos -arguye- la primera y más cerrada defensa de nuestras
primigenias fronteras. En el fragor de la primera de las guerras civiles
entre los conquistadores, la férrea defensa de la circunscripción de su
gobernación --dice Porras- es la defensa de lo que será el Perú. Es en
ese instante cuando nace como entidad geográfica. "Si Almagro hubiera
triunfado" -escribe- "el Cusco, Arequipa, Puno, Moquegua y Tacna
hubieran sido extranjeros". ¿Se imaginan una Tacna extranjera? ¿Un
Puno chileno? No existirían ni la Fiesta de la Candelaria ni la Marcha de
la Bandera.Al igual que la señora de la historia, basta que muchos de
nosotros reconozcamos sinceramente nuestra condición de mestizos,
para dejar de "negar al padre". "Nosotros descendemos de los vencidos
y de los vencedores, pero no somos vencedores ni vencidos, somos el
resultado de ese encuentro", decía el historiador José Antonio del Busto.
O como lo explica mejor una de las muchas cartas recibidas: "la sangre
es española y el latido es incaico"."Somos hechura del paisaje", escribió
una vez un poeta huancaíno, de ojos rasgados, nombre sonoramente
extranjero y tan peruano como el cebiche: Nicolás Matayoshi. Quería, de
esa manera, remarcar y reafirmar el hecho innegable de su condición
mestiza, de la que se sentía particularmente orgulloso. Si todos
pudiéramos resolver, al igual que él, este conflicto interior,
encontraríamos no solo el camino a la felicidad y la prosperidad, sino
también a la verdadera integración nacional que tanta falta nos hace.*
Publicado en el Diario El Comercio, de Lima, el 18 de enero de
2007

El 'Mercurio Peruano' (1791-1795)


Posteado por JMM a las 9:50 PM . viernes 1 de septiembre de 2006
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Idealizada por muchos como la primera publicación netamente peruana, hay


sin embargo otra historia que no por ello le resta lustre ¿O sí?

En 1791 la sociedad peruana aún tenía vivo el


recuerdo de la rebelión tupamarista de 1780. La 'república de indios' no
había conseguido triunfar hacerse con el poder, pero sin embargo los
criollos tenían buenas razones para estar temerosos dada la magnitud
de la gesta del sur: otra rebelión como esa y tal vez todo el mundo que
ellos conocían, desaparecería irremediablemente. Era necesario, en ese
sentido, eliminar a los indios de los planes que para el Perú tenían
nuestros ilustrados criollos del siglo XVIII. Es en esta coyuntura que
hace su aparición el Mercurio Peruano, órgano de la Sociedad de
Amantes del País (1790-1795), entidad que agrupaba a las más
preclaras mentes de aquel entonces y que posteriormente tendrían un
decisivo papel en la siguiente etapa del proceso emancipador.

A todo lo largo del siglo XVIII, en que predominó el Movimiento de


Liberación Nacional Indígena (como lo ha llamado Pablo Macera), se
han presentado una serie de factores económicos (libertad de comercio)
y políticos (reformas borbónicas), que aparejados al surgimiento de una
idea nacionalista (ver y entender el Perú como un ente autónomo),
prepararían el camino para que la 'república de españoles' (españoles y
criollos) definiera, finalmente, el curso ideológico y político de la
emancipación peruana. En el Mercurio pueden hallarse innumerables
muestras de esta dicotomía entre uno y otro movimiento de liberación,
entre el movimiento indígena y el criollo. Baste para ello citar tan sólo
su actitud frente a la Revolución Francesa

El auge guanero 1840-1883, una historia más de oportunidades


desperdiciadas

Por U. Nikolai Alva Episodios de bonanza en la economía peruana debidos a la riqueza en recursos
naturales hubo muchos, siendo uno de los más emblemáticos aquel referente al auge guanero.
Célebre porque gracias al cuasi monopolio del Perú en un insumo básico para la agricultura
mundial, quienes participaron de su comercio percibieron ganancias exorbitantes; así como el
Estado, que obtuvo cuantiosos ingresos. No obstante, cuando se agotó el recurso, la situación del
país era sumamente precaria. ¿A dónde fue a parar aquella riqueza? ¿Por qué el Perú no despegó
al desarrollo? Ya que ahora está nuevamente en palestra el tema de nuestros inmensos recursos
naturales y se atribuye la culpa del subdesarrollo a aquellos que impiden su aprovechamiento, vale
la pena que repasemos la historia del boom del guano, quizá aprendamos algo. LA

ECONOMÍA DEL GUANO

Si bien extraer el guano y embarcarlo eran procesos simples, se requería de una gran inversión
para costear dichas actividades. Por ello, el capital extranje- ro desempeñó un papel importante.
Incluso, durante la época de los consignatarios, estos realizaban sus operaciones apoyados en el
capital de sus socios extranjeros (Levin 1960)1. La extracción de guano era intensiva en mano de
obra y, por las peculiaridades del producto, consistía en un trabajo sumamente arduo. Se prefirió
usar mano de obra extranjera: los culíes chinos, quienes ganaban salarios de subsistencia. Es
decir, el impacto del guano como generador de empleo directo fue ínfimo.

EL PAPEL DEL ESTADO


En un inicio, el Estado desempeñaba un papel meramente regulador. Sin embargo, cuando
descubre la gran riqueza que se podría obtener, en especial por la penuria fiscal que atravesaba,
trató al guano como una propiedad. Los sistemas de ventas que escogió fueron: la consignación
bajo el control de casas extranjeras (1840- 1862), luego la consignación a cargo de “los hijos del
país” (1862-1868) y, finalmente, el monopolio Dreyfus (1869-1883). Esto último enfrentó al
Gobierno con la elite de negocios. Dada la coyuntura, para el Estado tan urgido de dinero,
resultaba preferible tomar una decisión impopular (impopular para la elite limeña: clase dirigente
del país) con tal de obtener más fondos. Quizá podría criticarse que el Estado haya visto el recurso
guano como una propiedad, pero ello resulta justificable, dado que el recurso se encontraba en
tierras que no estaban bajo el control privado y porque podría proveer al país de una gran riqueza.

VALOR DE RETORNO Y ESLABONAMIENTOS

Levin califica al caso de las exportaciones guaneras peruanas como el típico enclave cerrado, sin
conexiones (o con muy pocas) con la economía nacional. Por lo tanto, no generaría riqueza al país.
Ello sería erróneo, como lo prueba Hunt (1973a)2 al comparar el guano con el caso del cobre
chileno, ejemplo estándar de enclave. Hunt llega a la conclusión que el guano permitía un alto valor
de retorno: 70%, mientras que en el caso del cobre chileno fue de 37% (para los años 1925- 1929).
En el caso del guano, la bonanza fiscal corroboraría que el Gobierno peruano tuvo un gran control
del recurso. No obstante, la industria de extracción del guano, en general, generaba muy pocos
eslabonamientos. Hubo eslabonamientos hacia atrás, más en lo referente al sector servicios que
en bienes de capital. El abastecimiento a las embarcaciones que transportaban el guano habría
sido una de las principales actividades conexas (Levin 1960). En lo referente a los
eslabonamientos hacia delante, dado que no requería valor agregado y que los consumidores
finales se encontraban en el exterior, no los generó de manera importante.

¿QUÉ HICIMOS CON TODA AQUELLA RIQUEZA?

Como se deduce del gráfico 1, casi todos los peruanos se vieron beneficiados –unos más que
otros– por la bonanza proveniente del guano. Antes de 1868, la mayor parte de los ingresos fue
destinada a favorecer los intereses de los que estaban al mando: consolidación. La consolidación
permitió a los particulares el capital necesario para emprender actividades económicas; sin
embargo, estos, en lugar de hacer empresa, prefirieron un comportamiento rentista. No hubo
ningún impacto significativo dentro de la economía peruana. Por el contrario, alentando la
especulación, convirtió a los beneficiarios en una clase parasitaria y, de manera simultánea, generó
el empobrecimiento de las clases populares. Además, la inyección de circulante generó inflación
(Bonilla 1974)3. El guano generó una liquidez bastante grande como para aumentar la demanda
interna, pero, a pesar de ello, ni la productividad ni la producción se incrementaron. En parte,
porque el consumo principal de los beneficiarios estuvo constituido básicamente por importaciones.
El Gobierno, con el deseo de promover el desarrollo del país, se embarcó en la construcción de
ferrocarriles, los cuales desafortunadamente costaron mucho y no dieron el resultado esperado.
Los ferrocarriles no se articularon a la estructura interna de la economía peruana; por el contrario,
fueron vehículos de desintegración de la economía campesina y los canales mediante los cuales
reforzó la dependencia exterior del Perú. A la vez, precipitaron la bancarrota del Estado (Bonilla
1974). Los ferrocarriles no unían al Perú Norte-Sur, unían zonas productoras de materias primas
con los puertos.

ENSAYANDO EXPLICACIONES

Las principales explicaciones del fracaso económico encuadrarían en lo que la literatura económica
llama dutch disease, que consiste básicamente en los efectos perniciosos que aparecen en la
economía a causa de un aumento inesperado y considerable de un producto de exportación
basado en recursos naturales. En ese sentido, uno de los principales efectos del auge guanero fue
la sobrevaluación de los términos de intercambio, lo cual dificultó el desarrollo de industrias de
sustitución de importaciones. Además, la abundante llegada de beneficios inhibió el desarrollo de la
industria local (Hunt 1973b)4. Así, en la era del guano se destruyó parcialmente a la clase
artesana, que contenía el germen del potencial empresarial necesario para avanzar al desarrollo
(Hunt 1973b). En su lugar, proveía una sobreoferta de riqueza para un crecimiento rápido (corto
plazo). Después de ello, el Perú termina profundamente pobre y subdesarrollado, el siglo XIX fue el
de las oportunidades perdidas. Hubo ahorros y cierta inversión, desde luego, en los sectores que
ofrecían una mayor rentabilidad: el guano y las actividades relacionadas, y en la agricultura para
exportación: algodón y azúcar. Fue muy poco lo invertido en industrias para el mercado interno por
el reducido tamaño del mercado peruano, ya que la riqueza del guano se concentró en
pocasmanos (Levin 1960). La inversión de los ingresos en el sector agrícola, por tratarse de
materias primas dirigidas al mercado europeo (algodón y azúcar), contribuyó a reafirmar los
patrones de dependencia (Bonilla 1974). Otra desventaja de las exportaciones dematerias primas
ha sido su persistente tendencia a sufrir fuertes fluctuaciones de volumen y precios (Levin 1960:
11-12). Desde luego, el guano no fue la excepción, peor aún, la caída de precios, al final del
período, coincidió con el casi agotamiento del recurso.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Si bien se requiere de condiciones necesarias para que haya desarrollo económico, no existen
condiciones suficientes que por inercia nos lleven a ese fin. Durante la era del guano fluyó una gran
riqueza, tanto a manos del Estado como de la elite empresarial. Sin embargo, esto no redundó en
desarrollo. Los problemas estructurales del siglo XXI son los mismos del siglo XIX: un reducido
mercado interno, pocos eslabonamientos de la economía y una reducida demanda de mano de
obra nacional que requiere el sector primario exportador basado en recursos naturales, el cual era
y es el principal componente de nuestras exportaciones. Cuando la mayor parte de los beneficios
estuvo en el sector privado: los consignatarios, estos se convirtieron en rentistas y derrocharon la
riqueza; y cuando estuvo bajo control del Estado, este también hizo un mal uso de la riqueza,
dilapidándola en lugar de promover el desarrollo. Como mencionásemos en el epígrafe, seguimos
con el modelo primario exportador desde tiempos coloniales. Los errores del pasado se parecen
demasiado a los del presente, ojalá no estemos condenados a repetirlos.

1 Levin, Jonathan (1960). The Export Econonomies: Their Pattern of Development in Historical
Perspective. Cambridge: Harvard University Press (la versión castellana: Las economías de
exportación: esquema de su desarrollo en la perspectiva histórica. México: Editorial Hispano
Americana, 1964).
2 Hunt, Shane (1973a). “Price and quantum estimates of peruvian exports, 1830-1962”. New
Jersey: Princeton University.
3 Bonilla, Heraclio (1974). Guano y burguesía en el Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
4 Hunt, Shane (1973b). Growth and guano in nineteenth century Peru, Discussion Paper Nº 34.
Princeton: Princeton University,Woodrow Wilson School, febrero. PRIMER ENCUENTRO
INTERNACIONAL SOBRE

Historia y teoría económica


del 6 al 24 de abril de 2006

_________________________________________________________

PONENCIA

Entorno económico de la Nueva España

Ponente: Alan Carrasco Dávila.


RESUMEN.
La política económica de España se caracterizó por obstaculizar el progreso lógico de la
Nueva España en todos sus aspectos: régimen de propiedad, agricultura, minería, ganadería,
industria, trabajo y comercio.
Creó latifundios, prohibió cultivos, señaló privilegios a la minería, dictó leyes contrarias a
la industria y estancó los principales productos; fomentó la encomienda, el repartimiento y
el peonaje, de igual manera restringió el comercio exterior.

PALABRAS CLAVE.
Nueva España. Época colonial. Régimen de propiedad. Agricultura. Ganadería. Minería.
Industria. Trabajo. Comercio exterior. Comercio interior. Hacienda pública.

INTRODUCCIÓN.
El imperio español instauró el Virreinato de Nueva España en 1535, luego de la caída del
imperio azteca a manos de Hernán Cortés, considerando la enormidad territorial de sus
nuevos dominios.
Su territorio abarcó una gran extensión cuyo centro natural era el valle de México. Sobre
los cimientos de la monumental Tenochtitlan, la capital azteca, se erigió Ciudad de México,
sede de la corte virreinal durante todo el período colonial. El primer Virrey fue don Antonio
de Mendoza, conde de Tendilla.

El virreinato comprendía, por el Sur, toda la América Central (Guatemala, El Salvador,


Nicaragua, Honduras y Costa Rica), salvo la gobernación de Castilla de Oro con la
estratégica ciudad de Panamá. Por el Este, incluyó al Golfo de México y al Mar de las
Antillas. Sin embargo, el territorio insular compuesto por las Pequeñas y Grandes Antillas,
vale decir, Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico entre otras, no formó parte de Nueva
España, constituyendo gobernaciones independientes. Al Norte, la frontera del virreinato
fue avanzando gradualmente a medida que las huestes españolas doblegaban la resistencia
que oponían los temidos pueblos chichimecas. La jurisdicción de Nueva España incluyó,
finalmente, parte de los actuales estados de California, Texas, Nuevo
México, Arizona, Utah, Nevada y Colorado, pertenecientes a Estados Unidos desde 1848.
Hacia el Oeste, Nueva España limitaba con el Océano Pacífico, hasta que se le agregó la
administración de las Islas Filipinas, conquistadas en 1564 por la expedición de López de
Legazpi. Posteriormente, Nueva España comerciaría con Filipinas, Japón, China, India y
otros países de Asia, a través del llamado "Galeón de Manila", conocido también como
"Nao de la China", que zarpando del Puerto de Acapulco en Nueva España, hacía viajes
anuales, de ida y vuelta, a Manila, capital de las Filipinas.
Nueva España alcanzaba del orden de 4 millones de habitantes de acuerdo a las
estimaciones de algunos investigadores.
Durante la segunda mitad del Siglo XVI, el virreinato de Nueva España empeñado en la
consolidación de sus fronteras y la búsqueda de recursos mineros y agropecuarios, allanó el
camino a su futura preeminencia dentro del mundo colonial. En efecto, tras un Siglo XVII
caracterizado por altibajos económicos que afectaron tanto a la metrópoli como a sus
colonias, Nueva España se convirtió, a partir de las primeras décadas del Siglo XVIII, en la
unidad política hegemónica de ultramar, superando incluso al virreinato del Perú.
ASPECTOS ECONÓMICOS DE LA COLONIA.

a) Política económica de España.


La política económica seguida por España en la Colonia se caracterizó por obstaculizar el
progreso lógico en todos sus aspectos: estableció el régimen de propiedad privada de la
tierra e impulsó el latifundismo en sus formas laica y eclesiástica; implantó un sistema de
prohibiciones con respecto a ciertos cultivos; favoreció el monopolio y el estanco como
medios de impedir el libre comercio; protegió a la industria metropolitana evitando la
creación de una industria nacional y monopolizó el tráfico del comercio con el exterior.
A continuación se describirá de qué manera influyeron estas trabas metropolitanas en cada
uno de los aspectos económicos de la Nueva España: régimen de la propiedad, agricultura,
minería, ganadería, industria, trabajo y comercio.

b) El régimen de la propiedad.
A raíz de la conquista, toda la tierra fue considerada propiedad del Rey de España, aunque
éste la enajenaba a favor de sus súbditos, ya haciéndoles merced (merced real) de las tierras
gratuitamente, ya en pago de servicios o bien mediante cierta cantidad de dinero.

Propiedad comunal: A las ciudades, villas y pueblos indígenas se les respetó la propiedad
comunal, que consistía principalmente en montes para hacer leña, pastos para los ganados y
ejidos o lugares cercanos a las poblaciones destinados a descargar y limpiar las cosechas de
los vecinos.
Para premiar los servicios de Cortés y sus compañeros, se formaron grandísimos
latifundios, despojándose muchas veces de sus tierras a los pueblos indígenas (montes,
pastos, ejidos) Esto hizo que desde un principio la propiedad estuviera tan mal repartida,
que para fines de la época colonial toda la propiedad rústica y urbana estaba en manos de
un quinto de la población de la Nueva España y el resto no poseía nada absolutamente.

Propiedad particular: los latifundios eran de propiedad particular y de propiedad


eclesiástica.
El latifundio particular recibió el nombre de hacienda. La mayoría de sus dueños vivía en la
ciudad y sólo se preocupaba por recoger la renta de sus tierras. Había veces que ni las
conocían, ni se preocupaban por mejorar sus cultivos, ni sabían administrarlas. Con
frecuencia las hipotecaban a los principales prestamistas de entones: el clero o los mineros
acaudalados.
El más rico y poderoso de todos los propietarios fue el clero. Acrecentó sus bienes
principalmente a través de mercedes reales, donativos de particulares, préstamos con
interés, diezmos y primicias de todos los productos de la tierra, dotes de las mujeres que
entraban en religión, derechos parroquiales, mandas y legados y el privilegio de no pagar
impuestos al Estado.
De este modo la propiedad se fue estancando y sustrayéndose a la circulación, debido
también a la creación de los mayorazgos (costumbre de heredar con todos los bienes
inmuebles al primogénito, quien sólo podía transmitirlos de igual modo a su sucesor)
Los bienes raíces, tanto de los mayorazgos como de la Iglesia, se llamaban bienes de manos
muertas, porque no podían enajenarse ni hacerse circular.
c) La agricultura.
La base de la alimentación en esta época fueron los cultivos indígenas: el maíz, el fríjol y el
chile, que se producen en casi todo el país.
Muy importante también fue el cultivo del maguey de pulque, pues la embriaguez se
extendió de manera alarmante entre los autóctonos después de la Conquista.
En cambio los conquistadores aclimataron nuevas plantas: el trigo, que prosperó en las
tierras templadas y frías; el plátano, el arroz y la caña de azúcar se extendieron en la tierra
caliente. La plantación de árboles frutales traídos de España se difundió rápidamente, aun
entre los nativos, debido a los misioneros.
El cultivo de la morera y la cría del gusano de seda adquirieron enorme importancia en el
Siglo XVI, pero luego fueron prohibidos, así como el cultivo de la vid y el olivo.
Otros cultivos coloniales preferidos fueron los de la cochinilla, insecto que se cría en los
nopales y produce un color púrpura; el de la vainilla, el añil y el tabaco.
Las causas del atraso en la agricultura en la época colonial mexicana fueron las siguientes:
La mala distribución de la tierra, que originó el latifundismo; los mayorazgos, cuyos
poseedores estaban ausentes o no tenían interés en sus propiedades; los bienes de manos
muertas, que dejaban sin cultivar grandes extensiones; la falta de buenos sistemas de
irrigación, y la prohibición para ciertos cultivos.
Aunado a esto, los españoles, los mestizos y los criollos consideraban a la agricultura una
ocupación inferior, por esta razón las haciendas estuvieron en manos de capataces negros,
los dueños se conformaron con tener una renta anual sin que les interesara realizar mejora
alguna.

d) Ganadería.
La caballada y el ganado vacuno, traídos de España, se propagaron rápidamente. Lo mismo
ocurrió con la cría de ovejas, cerdos y gallinas, aún entre los conquistados.
A fines del Siglo XVI existían manadas de toros y caballos sin dueño. Se inició también un
comercio muy intenso de ganado vacuno y de productos de los mismos. Los cueros se
enviaban a España con el objeto de aprovecharlos en las industrias.

e) La minería.
Fue ésta la actividad más importante de la Nueva España, debido a que el concepto de
riqueza de la época se basaba en la cantidad de metales preciosos que poseyeran tanto los
pueblos como los individuos. Otros factores favorecieron el desarrollo de la minería: La
mano de obra muy barata o gratuita de los esclavos; los privilegios concedidos al gremio de
los mineros; el interés de la Corona por el Real Quinto que percibía y la no intervención de
la Iglesia en los negocios de minas.

Centros mineros: una vez consumada la conquista, comenzó a explorarse el territorio de la


Nueva España en todas direcciones por los gambusinos en busca de minas. A fines del Siglo
XVI eran conocidos varios de los minerales más importantes de oro y plata; los centros
mineros más importantes fueron: Zacatecas, Sombrerete, Fresnillo, Nombre de Dios, Santa
Bárbara, Guanajuato, Tasco, Tlalpujahua, Pachuca, Oaxaca, etc. En el Siglo XVII las minas
más importantes que se descubrieron fueron las de San Luis Potosí, y en el Siglo XVIII, las
de Real de Catorce.
El sistema de patio: A fines del período colonial la minería estaba floreciente. Una de las
causas de ese desarrollo fue el descubrimiento hecho en Pachuca en 1554, por el sevillano
Bartolomé de Medina, del beneficio de los minerales de plata por medio de la sal y el
mercurio. Este sistema llamado de patio o amalgamación, facilitó la extracción de la plata e
hizo costeable la explotación de minerales de baja ley, dando origen a la fundación de
numerosas haciendas de beneficio.
Otro invento notable fue el de la capellina, que era un cono de metal que servía para
impedir la salida a los vapores de mercurio, obteniéndose una economía de este metal, su
autor fue Juan Capellán, minero de Tasco.

Privilegios de la minería. Para mejorar la técnica de las explotaciones se fundó el Colegio


de Minería en 1792; se creo también una especie de Banco de Avío, donde los mineros
encontraron protección económica; se dictaron las Célebres Ordenanzas de Minería, para
brindar mayor confianza a quienes se dedicaban a tal actividad, y se erigió un tribunal
especial, la Diputación de Minería, para proteger los intereses de los mineros.

f) La industria.
Todas las leyes dictadas por el Consejo de Indias en materia de industria tuvieron un
carácter prohibitivo para la Nueva España.
No se permitió la fabricación de vinos, ni la elaboración de sedas. Al efecto se mandaron
destruir inmensos plantíos de caña de azúcar, de vid y de moreras.
Si a lo expuesto agregamos que la técnica usada era rudimentaria, pues los peninsulares, al
pasar a América, implantaron en estas nuevas tierras las formas más retrasadas de trabajo,
lastre del decadente feudalismo en que se debatía España.
La Corona Española no ahogaba las iniciativas de producción industrial, sino las frenaba
para que ellas se mantuvieran en nivel que a ella convenía.

Los obrajes. Las industrias carecieron de capitales que permitieran la introducción y


renovación de maquinaria. Las primeras fábricas que hubo en México recibieron el nombre
de obrajes. La vida que llevaron los trabajadores era verdaderamente espantosa. Se les
mantenía presos por deudas, se les azotaba por la menor falta hasta matarlos a golpes, y sin
darles casi de comer, se les encerraba en piezas subterráneas, mezclados con criminales.
Todo esto a pesar de que las leyes lo prohibían.

Los gremios. El taller artesano de españoles, en cambio, disfrutó de privilegios. Estaban


agrupados, por la religión, en cofradías, bajo el patronato de algún santo; por la ley, en
gremios. Cada oficio tenía el suyo, minuciosamente reglamentado por medio de ordenanzas
que prohibían, entre otras cosas, admitir como miembros a los indios, negros y mulatos.
Como todo estaba reglamentado, y nadie podía apartarse de la regla, el progreso industrial
se estancó por completo.
Las categorías de los trabajadores eran tres: aprendices, oficiales y maestros.
Los gremios eran distintos a los sindicatos actuales, porque los primeros no eran
asociaciones de trabajadores para defender sus derechos de un empresario capitalista, sino
más bien unidades para organizar el trabajo de los artesanos de un mismo oficio. Aquel
medio de agremiarse correspondía a un concepto medieval del trabajo, y poco a poco fue
sustituido por el obraje llegando a desaparecer por orden real en 1790.
Principales industrias. Sin embargo de lo anterior, hubo algunas industrias: las de hilados y
tejidos, que fabricaban telas groseras de lana y algodón, y las que elaboraban tabacos,
azúcar y naipes. La explotación de la grana y del pulque fueron los menos perjudicados.

Centros industriales. Funcionaron industrias de hilados y tejidos en las ciudades e México,


San Miguel el Grande, Guadalajara, Córdoba y Puebla.

Los estancos. Las industrias del tabaco, la pólvora, los naipes, los cordobanes, la nieve, la
sal, el mercurio, etc., fueron estancos, estos es, constituyeron monopolios del gobierno,
quien les fijaba precio a su antojo.

g) El trabajo.
Los sistemas de trabajo empleados por los españoles en la agricultura y la minería fueron:
la encomienda, el repartimiento y el peonaje.
La encomienda significó el reparto de indígenas entre los conquistadores, a fin de que ellos
se encargaran de cristianizarlos y de protegerlos, a cambio de utilizar sus servicios. A pesar
de este espíritu humanitario de la encomienda, la explotación de los autóctonos fue
sistemática y las violaciones constantes, pues frecuentemente los encomendaderos
alquilaban a “sus” indios para el peligroso y agotante trabajo de las minas.
A pesar de las disposiciones reales para acabar con la encomienda, los encomendadores
lograron su perpetuación hasta por cinco vidas. Sin embargo, la encomienda empieza a
perder importancia a fines del Siglo XVI, mas no como resultado de las leyes ni del espíritu
justiciero de algunos españoles, sino por la introducción de otro sistema de trabajo más
agotante y más perjudicial para la población indígena: el repartimiento.

El repartimiento consistía en la facultad que tenían los alcaldes mayores de sacar de


pueblos de indios toda la gente que fuera indispensable para atender al cultivo de los
campos propiedad de los españoles y el trabajo de las minas durante el término de una
semana. Este trabajo tenían que desempeñarlo en lugares distantes de sus pueblos, a
jornadas de dos a tres semanas; prestar servicio en minas y campos, para regresar con sus
familias hambrientos, miserables y enfermos.

El peonaje puso fin a la encomienda, pues el indio encomendado se convirtió en peón de las
haciendas (laicas y eclesiásticas), de las minas y de los obrajes.

No obstante que el encomendado se transformó en peón, en realidad continúo en una


situación de servidumbre, debido a que su salario era tan miserable que no pasaba de dos
reales diarios, apenas suficiente para no morirse de hambre. Para el indio la situación no
cambió. Las jornadas de trabajo continuaron siendo no menores de doce horas diarias (de
sol a sol); y como persistió la costumbre de adelantarles hasta veinte pesos anuales, en
realidad hipotecaban sus vidas, pues a eso equivalía su calidad de peones acasillados en las
haciendas.
Además, en algunos lugares se permitió que las haciendas tuvieran una especie de cárcel,
llamada “tlapizquera”, en donde, con el pretexto de cuidar y vigilar a los indios, se les
encerraba para evitar que buscaran un trabajo más remunerativo.
Con el fin de evitar estos abusos, el Virrey Matías de Gálvez expidió, en 1785, un
Reglamento de Ganadería, prohibiendo a los hacendados y dueños de reales de minas que
se prestara a los indios, por cuenta de sus salarios, más de cinco pesos.
Desgraciadamente, a pesar de que las leyes eran claras, no se cumplían. Se ordenaba pagar
en moneda y en propia mano, pero en haciendas, minas y obrajes existió la fatídica tienda
de raya, donde el peón, en lugar de dinero, recibía artículos de ropa, alimentos y
aguardiente a elevados precios, motivando que el trabajador siempre estuviera endeudado
con el patrón.
Los peones de minas durante el Siglo XVII tuvieron un salario de dos a cuatro reales
diarios, además del derecho al beneficio de partido, que consistía en poder trabajar más
tiempo después de cumplir su jornada de doce horas para obtener una parte del metal
extraído. Las ordenanzas de 1770 suprimieron en definitiva los “partidos”, con el
consiguiente descontento de los trabajadores, que provocaron tumultos y sublevaciones
entre los mineros del Cerro de San Pedro, en San Luis Potosí y en Real del Monte.
El peón de industria no sufrió menos. Los obrajes parecían oscuras cárceles, sin ventilación,
ni higiene; los peones se aglomeraban adentro sin derecho a salir a la calle, excepto los
casados, que sólo lo hacían los domingos.

h) El comercio exterior.
Con el fin de organizar el comercio de la metrópoli con las colonias se creo en el año 1503
la Casa de Contratación de Sevilla, con autoridad para conceder permisos y recaudar
impuestos sobre importación y exportación, armar embarcaciones y supervisar mercancías,
recibir el oro dirigido tanto a la Corona como a los particulares, estudiar y resolver los
litigios habidos entre los comerciantes, conocer de las violaciones cometidas en los
reglamentos y vigilar que los barcos empleados en el comercio fuesen construidos en
España y tripulados por españoles.
Además, este organismo tuvo facultades legislativas, administrativas, judiciales y
hacendarias.

El monopolio comercial. Sin embargo, esta política de monopolio y de proteccionismo que


siguió España, lejos de favorecerla, le ocasionó su empobrecimiento y decadencia
económica, pues fomentó el contrabando, la salida de moneda y la piratería, que
enriquecieron a todos los países europeos menos a la propia España.

El comercio. Los artículos principales que España enviaba a México, por medio de flotas
que anualmente hacían su recorrido, eran aceites, aguardientes, objetos de hierro, lencería,
telas manufacturadas en Holanda e Inglaterra, jarcias, papel, vajillas, etc., además de los
productos procedentes de las Filipinas que la Nao de China traía al puerto de Acapulco.
Este último acontecimiento fue motivo de interesantes ferias, a las que concurrían
comerciantes de distintas partes de la Nueva España para comprar perlas, especias,
muebles, perfumes, ámbar, telas de seda, seda cruda, floja y torcida.
Las prohibiciones al comercio exterior impidieron el comercio directo entre Nueva España
y las Filipinas, entre nueva España y Buenos Aires, entre Perú y Nueva España, pues el
comercio autorizado sólo podía efectuarse a través de los únicos puertos habilitados de
España: Cádiz y Sevilla; y los de América: Veracruz, Panamá y Cartagena.
En el Siglo XVII tuvo su auge la piratería. Francia, holanda e Inglaterra se enriquecieron
con el botín capturado por sus corsarios a los galeones españoles.
España, sin una respetable armada, trató de proteger a sus naves creando dos flotillas para
perseguir a los corsarios y resguardar a sus puertos. Una funcionó en España; la otra en
Nueva España con el nombre de Armada de Barlovento.

La política liberal de Carlos III. Para remediar esta situación, el Rey Carlos III tomó estas
dos resoluciones:
1) Desaparición del monopolio que tenían los puertos de Cádiz y Sevilla, Veracruz,
Panamá y Cartagena y la apertura de nuevos puertos tanto en España como en
América.
2) Abolición del sistema de flotas, libertad de navegación y supresión de varios
impuestos.

La obra del monarca culminó con la expedición de la Real Pragmática del comercio Libre,
por la que se concedían numerosas franquicias mercantiles, que aumentaron el primer año
en ocho veces el concepto de derecho de aduana.
Además, se creó en México en 1792 el tribunal del Consulado y el de Veracruz en 1795,
con el fin de apresurar el trámite de los juicios mercantiles entre mercaderes, fomentar el
comercio, recaudar las alcabalas, etc.

i) Comercio Interior.
El comercio interior padeció de una serie de obstáculos en perjuicio de los consumidores,
quienes adquirían los artículos con un recargo de cien a doscientos por ciento. Los
numerosos impuestos, las cuadrillas de salteadores, la falta de vías de comunicación, la
amenaza de tribus chichimecas, la escasez periódica de moneda, etc., obligaron a los
consumidores a adquirir productos de contrabandistas holandeses, ingleses y franceses.

Rutas comerciales. El punto central del comercio interior fue la Ciudad de México. A ella
afluían todos los productos llegados de ultramar y de ella salían para todos los lugares de la
Colonia. El transporte de los artículos y mercancías se hizo por los caminos más
frecuentados por el comercio, que eran: 1) el de México a Veracruz, por Puebla y Jalapa; 2)
el de México a Acapulco, por Chilpancingo; 3) el de México a Guatemala, por Oaxaca; 4)
el de México a Santa Fe de Nuevo México, por Durango. Ramificaciones importantes
fueron los caminos que iban de México a San Luis Potosí y Monterrey, y de México a
Valladolid y Guadalajara.

j) Organización de la Hacienda Pública.


La Real Hacienda se encargaba de controlar los ingresos y egresos del gobierno de la
Colonia. Para ello dispuso de un complicado mecanismo de Oficiales Reales, los cuales
controlaban la percepción de impuestos, la llegada de los barcos de España, la salida de los
mismos, el funcionamiento de las industrias y el comercio, así como el reparto de lo
ingresado en las Cajas Reales.

Ingresos. La fuente principal de ingresos eran los derechos reales sobre el producto de las
minas (el Real Quinto)
El tributo o impuesto personal que pagaban los indios y las castas varió de cuatro reales a
un peso y cincuenta centavos y a tres pesos que pagaban en el Siglo XVIII; estaban
exceptuados las mujeres, los niños, los caciques, los enfermos y los milicianos. Lo más
duro de este impuesto era que debían pagarlo por partida triple: al Rey, al cacique y al
encomendero.
Otras fuentes de ingresos para la Corona fueron: la venta de empleos, los impuestos sobre
sueldos civiles, los diezmos y los estancos de que ya hablamos.
El clero estaba exceptuado de pagar impuestos.

Impuestos al comercio. Los principales impuestos mercantiles fueron: el derecho de avería,


el almojarifazgo y la alcabala. El primero consistía en el pago de gastos de los buques
reales que escoltaban las flotas; el segundo era el pago por entrada y salida de mercancías,
y el tercero era otro pago a razón del 10% sobre el valor de las mercancías que llegaban a
España por la primera venta que de ellas sé hacia; en la colonia sólo se pagaba el 6%.

La amonedación. En 1536 fundó el Virrey Mendoza la Casa de Moneda, en la que se


acuñaba plata y cobre, y desde 1675 se acuñó oro. Esta institución era la más grande del
mundo y las monedas llamadas del “cuño mexicano” circulaban por toda la tierra.
Las monedas de plata fueron de a peso (onza de plata), de cuatro reales, dos reales, un real
(1/8 de onza) y medio real.

Envíos a España y los situados. Hacia el último tercio del Siglo XVII los ingresos anuales
de la Real Hacienda ascendían a veinte millones de pesos y los egresos se distribuían entre
las remisiones a España (siete millones), otras para sostener varios establecimientos
coloniales de Asia y América que no alcanzaban a cubrir sus gastos (situados), y que
ascendían a unos tres millones, y el resto, o sea diez millones, para la administración de la
Colonia entre gastos de guerra, pensiones, sueldos, cárceles y otros gastos.

k) Condiciones económicas de los diversos grupos sociales.


La población de la Nueva España llegó a tener unos seis millones de habitantes, los cuales
estuvieron divididos en cuatro grandes sectores: indios, mestizos y castas, criollos y
peninsulares.
El sector más numeroso de la población colonial fue el de los indios. Eran despreciados y
explotados por las demás clases sociales, estaban separados de ellas por el idioma y la
civilización. El gobierno colonial nunca los incorporó a la civilización europea, por eso
llevaron una vida primitiva y triste. El derecho de conquista los convirtió en
encomendados, es decir, en jornaleros de los grandes propietarios, que los ocupaban en las
labores más pesadas de los campos y las minas, laborando de sol a sol, percibiendo un
mísero jornal, que era absorbido como se escribió anteriormente por la tienda de raya. Se
les castigaba despiadadamente y sus protestas siempre fueron ahogadas en sangre para
escarmiento de los demás.
Esta situación de menosprecio hacia los indios despertó en éstos un odio profundo hacia los
blancos, que con el tiempo tuvo que estallar en sublevaciones y motines sangrientos.

Los mestizos y castas. Producto de español e india los primeros y de las demás sangres los
segundos, tenían una condición muy especial, pues mientras eran denigrados por los
blancos, se sentían superiores a los indios, a quienes explotaban y tiranizaban. Algunos se
dedicaban a la ganadería, a las armas, o bien a servir como artesanos o peones en las
haciendas, la mayoría residía en las ciudades, donde formaban la plebe, conocida como
léperos, “pelados”, etc.
Las castas pagaban tributo y se les marcaba para que jamás abandonaran su condición. Por
ello vivían en un constante estado de odio hacia los blancos.

Los criollos eran los hijos de españoles nacidos en la Nueva España, formaban el sector
más importante e ilustrado de la Colonia. La política de la Casa de Borbón, que consideró a
los países de América como verdaderas colonias, apartando del gobierno de las mismas a
los nacidos en ellas, para tenerlos sujetos, contribuyó a enemistar a este sector criollo, tanto
de los peninsulares como de la metrópoli.
La situación de los criollos fue muy difícil. Resultaban ser personas acomodadas cuando
por derecho de primogenitura recibían cuantiosas herencias, si eran hijos menores se
dedicaban a las profesiones más lucrativas de la época, como eran la carrera eclesiástica
(donde ocupaban puestos secundarios), la abogacía, la medicina o la profesión de las armas,
siempre estaban alejados de empleos de mando y bien retribuidos y aun eran desplazados
de los centros comerciales.
Los puestos públicos que podían ocupar los criollos eran los del Ayuntamiento, bien por
haber sido heredados (regidores perpetuos), o bien por haber resultado electos (regidores
electivos) Tal situación les permitía cierta injerencia en los asuntos gubernamentales, donde
se daban cuenta de la pésima administración que había.
Esta subordinación de los criollos a los españoles dio origen a una protesta que el
Ayuntamiento de la Ciudad de México hizo ante el soberano en 1771, condenando la
situación y sosteniendo que los criollos debían ser preferidos en los empleos de la Nueva
España, pues lo contrario traería la ruina del reino.

Los peninsulares eran los españoles nacidos en Europa, y sólo venían a la Nueva España a
enriquecerse. Formaban el sector privilegiado y constituían la minoría. En cambio, eran
dueños de las fuerzas productoras y ocupaban los principales puestos en la administración,
del ejército y de la iglesia. Sus riquezas, sus fueros y privilegios hicieron de ellos el grupo
adicto a la dominación española, que se hizo odioso para los demás grupos sociales.

CONCLUSIÓN.
La situación general de la Nueva España a fines del Siglo XVIII era, en apariencia
próspera. La política seguida en sus colonias por Carlos III, Rey de España, reanimó la
economía del país, incrementando la producción minera, activando el comercio y
aumentando la agricultura y las pequeñas industrias. La Ciudad de México, capital de la
Nueva España, llegó a ser la más hermosa y grande de las ciudades de América.
Pero toda esta prosperidad era aparente. En el fondo de la sociedad colonial existía un
profundo malestar, ocasionado por causas de carácter, social, político, económico y
cultural, que determinaron, fundamentalmente, el odio irreconciliable entre un reducido
sector de privilegiados y los otros grupos que integraban la población novohispana.
Otra causa de descontento era ver que de veinte millones de pesos que producía a la Corona
la Nueva España salían del país más de diez, sin dejar en él ningún provecho, para ser
invertidos en las otras colonias o en la península.
Además, la política económica de España, consistente en crear monopolios y estancos, así
como prohibir la fabricación de determinadas mercancías y cultivar ciertas plantas con el
fin de favorecer su comercio, provocó disgustos entre los criollos ilustrados, quienes
pensaron en la independencia de la Nueva España como única medida para que éste
disfrutara de sus propias riquezas.
Por otro lado, la distribución de la propiedad territorial era desastrosa. Numerosos
latifundios sin explotación estaban en poder de los peninsulares, mientras la inmensa
mayoría del pueblo carecía de una pequeña parcela y vivía en lugares apartados llevando
una vida miserable. Los indios eran dueños de la propiedad comunal de sus pueblos; pero
no podían disponer de ella sin el premiso de la Real Hacienda. Era justo y humano que
también ellos pensaran en un cambio del orden establecido para aliviar su situación.

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