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LECTIO DIVINA Trinitarios

SEXTO DOMINGO TO
15 de febrero de 2015
1. INVOCACIÓN AL ESPÍRITU

¡Oh Amor, centro y vida de la Trinidad Espíritu Santo!,


ven a mí con tus dones y con tu Amor,
me consagro totalmente a Ti para que obres en mí
tu "Misterio de AMOR", el que empezaste a realizar el día de mi bautismo 1
y que ahora quiero renovar en cada instante de mi vida.

Que tu gracia me acompañe siempre


y que sea otro Cristo en la tierra para los pobres y afligidos,
que me empape de su ternura y misericordia,
que sea compasivo y bondadoso con los pobres y oprimidos,
y que glorifique con mi vida al Padre
y a Jesús con la fuerza de tu amor. Amen

2. TEXTO DEL EVANGELIO DE SAN MARCOS 1, 40-45


En aquel tiempo se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: Si quieres, puedes limpiarme. Sintiendo lásti-
ma, extendió la mano y lo tocó diciendo: Quiero: queda limpio. La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él
le despidió encargándole severamente: No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y
ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés. Pero cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponde-
raciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado;
y aun así acudían a él de todas partes.

3. REFLEXIONANDO LA PALABRA

1) Jesús, compadecido, extendió la mano, lo tocó y le dijo


 Lo que mueve a Jesús para acercarse al leproso, “intocable”, pecador y maldito, es la compasión. Es el
amor de Dios que se conmueve ante el dolor y la marginación de la persona. El gesto de Jesús nace de
su amor liberador, que rompe las leyes injustas contra la dignidad de la persona. Es decir, Jesús rom-
pe las normas de la marginación social, a la que estaba sometido el leproso.
 Hay más todavía en esta curación que hace Jesús. Rompe la mentalidad religiosa de aquel tiempo, que mira-
ba al leproso como un pecador, castigado por el mismo Dios por los pecados que el enfermo había cometido.
 Lo tocó. Tocar a un leproso era hacerse semejante a él, asumiendo toda la condena social y religiosa
que pesaba sobre el enfermo.
 Jesús asume toda la responsabilidad ante las autoridades religiosas y civiles. Y así Él mismo “se con-
vierte” en un “pecador” ante Dios y un marginado ante la familia y la sociedad.

2) El leproso comenzó a divulgar entusiasmado lo ocurrido

 La curación instantánea de la lepra era signo de los tiempos mesiánicos, de la presencia del Mesías en el pueblo.
Había llegado el Mesías, ya que la persona humana era reintegrada a la sociedad y Dios “limpiaba” el pe-
cado del leproso.
 Es como la confirmación de la alianza de Dios con su pueblo, el Dios que ha convertido la historia de Israel
en historia de salvación, el Dios que ha cumplido en el Mesías la promesa de liberar cuerpos y espíritus.
 El leproso curado, a pesar del mandato de Jesús, no oculta su alegría. Pregona entusiasmado el cambio de
vida, su nueva regeneración, su dignidad de persona.
 Jesús sufre las consecuencias de esta “buena noticia” que pregona el leproso curado. Pues no podía estar
abiertamente en ninguna ciudad. Tenía que quedarse fuera, en lugares despoblados (v. 45). Jesús es el mar-
ginado, que asume las consecuencias de enfrentarse a unas leyes injustas. Así va encontrando su propia vocación
de “Mesías oculto”, que, incomprendido totalmente por las autoridades políticas y religiosas, terminará crucifi-
cado.
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4. MEDITA

 Releo el texto y destaco mentalmente la actitud del leproso ante Jesús


 ¿Cuál es la reacción “profunda” de Jesús ante esta situación? ¿Cuál fue su acción posterior?
 Consecuencias de la actitud de Jesús y respuesta del leproso.
 Reflexiono: “si quieres”, “extendió la mano”, “lo tocó”, “quiero…” ¿Cómo llevo en mi vida y las
personalizo estas expresiones tan vitales, tan llenas de fe, tan cargadas de misericordia?
 A mí, como trinitari@ ¿qué me está diciendo el leproso? ¿Qué me está pidiendo Cristo?
 Me sitúo en esa escena y procuro convertirme en protagonista: por una parte, puedo ser el leproso,
por otra, me convierto en Jesús.
 En mi experiencia personal, ¿alguna vez me he sentido como el leproso, abandonado, marginado, “desahu-
ciado”, olvidado y apartado, o no he sido tenido en cuenta, por los superiores, o en el ámbito del trabajo o re-
laciones familiares o sociales? 2
 ¿Cuál ha sido mi reacción, mi actitud? ¿He reaccionado con soberbia, agresividad o furia contra los causantes
de mi sufrimiento? ¿He procurado actuar desde la humildad y la serenidad intentando entender el porqué de
esa situación, de ponerme en el lugar de los demás y comprender sus razones, o analizando la parte de “cul-
pabilidad” o “responsabilidad” personal ante esa experiencia?
 ¿He pedido ayuda a Jesús en la oración? ¿Me he sincerado con alguien o en comunidad para aclarar, enten-
der la realidad y así poder buscar soluciones?

 Me pongo en la persona de Jesús. Deseo ser “otro Cristo” y tener sus mismos sentimientos. Toda
mi vida he estado luchando contra las “fuerzas del mal hay dentro de mí” para conseguir ser y vivir como Je-
sús.
 Como trinitari@, como miembro de la Familia Trinitaria o en mi situación de laic@, me siento imbuido por la
fuerza del carisma trinitario desde la misericordia, la compasión, la ternura ante el dolor y sufrimiento de los
más débiles.
 ¿Cómo actúo y desde dónde, al estar al lado de los pobres, marginados y excluidos de hoy?
 Por razón de mi apostolado constantemente me encuentro con personas marcadas, de una u otra manera,
como el leproso del evangelio, por un sinfín de sufrimientos. Gentes excluidas, catalogadas como indeseables,
delincuentes, extranjeros, irrecuperables, gitanos/rumanos, personas marcadas con el sello de antisociales,
condenados por la sociedad y por gran parte de personas religiosas puritanas.
 ¿Cómo me sitúo ante estas personas? ¿Cuál es mi reacción cuando un “leproso” de ahora se me acerca a
decirme “si quieres, puedes limpiarme”? ¿Soy valiente, como Jesús, para apostar por salvar a la persona,
para devolverle su dignidad, amén de otros beneficios, como la fe, aunque eso suponga “nadar contra co-
rriente” y de ponerme en contra y denunciar los criterios sociales farisaicos que desprecian, humillan y mar-
ginan a tanto pobre abandonado? ¿Seré capaz, también, de correr el riesgo de ser “señalado” por sectores re-
ligiosos de hoy que no ven con buenos ojos el que se luche por recuperar a esos “nuevos leprosos” y se les
ayude a recuperar su libertad, a integrarlos de nuevo en la sociedad y ser admitidos como hermanos de pleno
derecho en la comunidad de los creyentes en Cristo?

LA MANO DE DIOS
Me contó un día un voluntario de Pastoral Penitenciaria que se había sobrecogido al escuchar a un preso, en una de
las reuniones que tenían en el Módulo, que él definía a Dios como una mano. Al parecer, habían estado reflexionando
sobra la creación y de cómo Dios “creó”, “modeló” al hombre de arcilla a su imagen y semejanza,…. El voluntario
creyó que se refería a la mano creadora de Dios, al hecho de modelar la arcilla. Pero no. Se estaba refiriendo a que
Dios “en persona” se le acercaba cada vez que el voluntario iba al Módulo y “le estrechaba la mano”, saludándole
con jovialidad, alegría y cariño. Ese simple gesto, que puede quedar convertido en un impersonal saludo rutinario y
frío, era vivido por aquel preso como una profunda experiencia religiosa, un encuentro con el Dios cercano, compasi-
vo y bondadoso que, cada semana, le alargaba la mano con cariño y ternura.
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 “QUIERO, QUEDA LIMPIO”

Qué torpe soy, Señor. normas y rúbricas inamovibles.


Y Tú, qué terco eres.
Una y otra vez me sigues “enseñando”, “instruyendo” Quiero seguir acercándome y seguir tocando
con tus gestos, tus detalles, tu delicadeza. a los “impuros”, sociales y religiosos,
a los delincuentes, excomulgados
Hoy, de nuevo, como hiciste con la suegra de Pedro, por la hipocresía social y religiosa.
repites para mí, y para todos, ese gesto
de ternura y amor que definen tu vida. Quiero seguir “limpiando”, sanando, aunque sea
De nuevo “te acercas”, pero esta vez, con mis sucias manos y mi impuro corazón,
a un “impuro”, a un leproso, a quienes sufren víctimas del legalismo farisaico 3
a un condenado por la ley y la religión puritana. de una justicia amañada, politizada, deshumanizada.
Y te atreves, desafiando leyes religiosas,
intolerantes y condenatorias, a “extender tu mano” Quiero seguir escuchando el grito desgarrador
y “tocar” a lo impuro por la ley, a lo pecaminoso. de todos aquellos que siguen suplicando
migajas de compasión y ternura,
Me admira que no tengas “remordimientos de de quieres se acercan a mí y me piden esperanzados
conciencia” por ir contra ley religiosa. “si quieres, puedes limpiarme”,
Que no te asalten dudas ni sentimientos de culpabili- si quieres, dame un poco de tanto como tú recibes,
dad por haber quebrantado la “ley de Dios”. de tanto como tú retienes.

Me alegro Jesús, amigo mío. Señor, me doy vergüenza de mí mismo;


Me enamoras cada vez que te veo hay a mi alrededor tanto “leproso”,
realizar esos signos tan humanos, tan divinos, tanta persona necesitada de amor y cariño,
tan llenos de amor y de liberación, de ternura y comprensión;
que provocan el milagro desde esa palabra mágica: tanto excluido, marginado y culpabilizado.
“quiero, queda limpio”.
No debo permanecer al margen.
Y yo quiero, Jesús, amigo mío, No voy a pasar de largo, no voy alimentar
“querer” como tú, “querer” con tu estilo. mi indiferencia, no quiero ser ni estar fuera del dolor,
Romper prejuicios, quebrantar leyes del grito, del sufrimiento de mis hermanos.
injustas e inhumanas,
ir contra toda intolerancia religiosa, Con tu Espíritu me acercaré y los cogeré de la mano,
social y política; sobre todo, los levantaré de su postración y miseria,
con la intransigencia religiosa de su humillación y marginación,
que sigue condenado y mandando a infiernos los acogeré en mi casa de fraternidad,
inventados a quienes no se ajustas a sus leyes, los acompañaré en su camino de libertad.

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