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El venezolano ha sido víctima de diversos tipos de violencias, trasgresiones y abusos

como consecuencia de la creciente crisis por la que hace un tiempo atrás viene sufriendo el

país. La psique del venezolano se encuentra alterada producto de lo insostenible a nivel

personal y familiar de la situación, en donde prevalece la desesperanza, la angustia, el miedo

y la ansiedad, resulta alarmante el aumento de la morbilidad psicológica y psiquiátrica que

compromete la carga mental para lidiar con tal miseria nacional.

Reina la dificultad para manejar las emociones, los pensamientos y las conductas

resultantes de lo que el día a día representa para el venezolano. Realidad presente tanto para

el ciudadano que se queda en el país como para el que se ve obligado a huir del desalentador

contexto en el que se convirtió el país. Antes, durante y después de la huida el individuo se

somete a un amplio abanico de experiencias desconocidas en el nuevo país al que migra

detonando e intensificando el complejo cúmulo de reacciones emocionales que guarda

producto de la terrible crisis.

Al sufrir tal realidad, el venezolano se ve desintegrado en sus constructos

psicológicos, su integridad es amenazada, sus necesidades básicas no son satisfechas, entre

una larga lista de consecuencias que arropa la crisis, y que se ven traducidas a nivel personal

en trastornos mentales como la depresión, ansiedad, estrés post traumático, ideación suicida,

y otras consecuencias psicológicas como el duelo, la desestructuración familiar, intensa

sensación de soledad, y la exacerbación de otras enfermedades mentales previas.

Es común presenciar en la consulta psicológica la aguda ansiedad que experimenta el

individuo venezolano ante la realidad que día a día requiere afrontar, la depresión y la

profunda tristeza asume protagonismo en los motivos de consulta que conducen a buscar

ayuda ante el psicólogo/a. En promedio la desesperación, la frustración, los estallidos


emocionales inmanejables, los pensamientos catastróficos, la indecisión, el duelo, la

violencia, la sensación de soledad, el vacío existencial, las enfermedades físicas y

psicosomáticas, los signos y síntomas de diversos trastornos mentales son el común

denominador en los venezolanos que asisten a la consulta psicológica. Resulta alarmante la

cantidad de pacientes que expresan su deseo de morir, de dejar de existir para desaparecer a

la realidad que les ha tocado vivir. El suicidio asume participación significativa y lamentable

en la psique venezolana, pues ante la desesperación aparece erróneamente como una posible

solución.

Así mismo, la desestructuración familiar, importante y determinante agente

socializador primario, se ha traducido en niños, niñas y adolescentes victimas de buylling,

con lamentables consecuencias emocionales y psicosomáticas, bajo rendimiento académico,

conductas y comportamientos no deseados; pues se trata de una realidad que afecta a todo el

sistema familiar desde ancianos a niños. Y que, consecuentemente se refleja en la alteración

de la salud mental de cada individuo.

De ahí que, queda claro la importancia y urgencia, de desarrollar espacios en donde

todas estas reacciones psicológicas sean abordadas, manejadas y tratadas por los especialistas

de la salud mental, pues justamente gracias a esta labor, es posible mejorar la calidad de vida

y salud mental de esta población tan repetidamente violentada. De esta manera, es evidente

la inminente necesidad de abordar desde la acción profesional articulada, esta realidad, al

venezolano le urge la atención psicológica, necesita el apoyo de profesionales de la salud

mental para conseguir manejar favorablemente la crisis. Y de esta manera desde la

intervención individual, grupal, escolar, familiar, y laboral conseguir prevenir, disminuir y

actuar sobre la lamentable situación descrita.

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