UN ACERCAMINETO A LA EVOLUCIÓN DE LAS MÁQUINAS EN

LA INDUSTRIA FABRIL
Por: Fredy Hernando Pulido Avellaneda –Administrador de Empresas-

Desde que surgieron las empresas modernas en la revolución industrial

finalizando el siglo XVIII, la producción fabril se encargó de halar el progreso
de distintas tecnologías que ayudaran que los empresarios pudieran lograr
básicamente uno o varios de tres objetivos que aún hoy en día se usan como
indicadores de eficiencia:
a) Producir más rápido (velocidad de fabricación)
b) Producir más económico (mediante la economía de escala y la
incorporación de máquinas que funcionaran 7h X 24d)
c) Producir controlando la calidad. (Estandarización)

Las tecnologías incorporadas

inicialmente pueden parecer ahora
muy básicas como la máquina de
vapor1 que permitió movilizar
trenes y barcos y alimentar
calderas en las fundiciones.
También estaban los telares
semiautomáticos que impulsaron
la industria textil.
Estas tecnologías dieron paso a todo tipo de cambios, inclusive a nuevas
profesiones como la Ingeniería Industrial. El dominio de esta forma de
producción donde el hierro, el carbón y el acero predominaron como
insumos, duró hasta bien entrado el siglo XX es decir abarcó 150 años con
distintas evoluciones del mismo concepto: maquinaria manejada por obreros
altamente especializados en realizar tareas repetitivas para fabricar, después
de los conceptos aportados por Henry Ford se unificaron en un sistema
denominado línea de montaje.
La sociedad capitalista como la conocemos hoy en día se forjó durante este
lapso, definiendo distintas dimensiones humanas como la concentración de
la población en grandes ciudades, las jornadas laborales, las épocas de

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Imagen tomada del sitio WEB:
https://melkart.wikispaces.com/file/view/maquina_vapor.jpg/483472032/640x423/maquina_vapor.jpg
vacaciones, las clases sociales o la masificación del reloj como herramienta
para controlar el horario laboral.
Desde mediados del siglo XX sin embargo se dio un nuevo salto en esta
dinámica gracias a la masificación de la electricidad como fuente de energía.
Aunque era una fuente conocida con anterioridad pasaron varias décadas
mientras los gobiernos de cada país hacían las obras de infraestructura
necesarias para su producción y distribución.
Muchas de las máquinas que antes eran
análogas empezaron a tener componentes
eléctricos o incluso a ser eléctricas en su
totalidad, además surgieron nuevos
aparatos que representaron importantes
mejoras en la comunicación, gracias al
impulso de su uso generalizado como el
teléfono, la radio y la televisión. Todo esto
permitió la inclusión en los hogares, de un
nuevo concepto los “electrodomésticos2.” que se convirtieron en una gran
oportunidad de negocio para todo tipo de fabricantes que hoy en día
reconocemos como multinacionales por ejemplo Sony, Samsung, Panasonic,
entre otros.
Posteriormente crece el impacto de una tecnología que modificó nuevamente
la manera de hacer las cosas. Aunque la primera computadora fue diseñada
y construida como prototipo por Charles Babbage en el siglo XIX, fue una
tecnología que solo pudo arrancar en serio en la década de 1950 ya que se
requirió la evolución de los transistores, circuidos impresos y pantallas de
electrones para su consolidación. En la década de los 70´s empiezan a
hacerse populares en las empresas norteamericanas y europeas las
computadoras para facilitar el trabajo de oficina pero también como símbolo
de estatus social (inicialmente solo las tenían los directivos y ejecutivos);
solo hasta finales de los 80´s y principios de los 90´s se masifica su uso en
hogares, oficinas y sitios públicos como bibliotecas.
Las empresas han adoptado de manera casi generalizada el uso de los
computadores en los procesos de producción de bienes. Un ejemplo de ello
es el CAD. Hace solo un par de décadas los diseñadores industriales debían
pasar semanas haciendo planos y prototipos de los productos. P
Por ejemplo si se quería lanzar una nueva motocicleta al mercado primero
se dibujaba todo con lápiz y papel: distintos ángulos del producto, cada
pieza a fabricar, los manuales de ensamble y del usuario. Por esta razón

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Imagen tomada del sitio WEB: http://www.guapacho.com/wp-content/uploads/2008/06/geek80s.jpg
ese solo proceso de diseño del producto podía
requerir de tres a seis meses de una cuadrilla
de diseñadores, ingenieros y dibujantes
trabajando hasta 10 horas diarias. Hoy en día
gracias a los programas de ordenador este
mismo proceso lo pueden realizar dos o tres
personas en algo más de un mes generando
no solo los tradicionales planos (2D) sino
proyecciones tridimensionales con diferentes
texturas y hasta análisis de materiales para
determinar posibles fallos o comportamientos ante factores del ambiente
como temperatura, movimiento, fatiga mecánica, etc.
Pero además del diseño de productos hoy en día también es común que las
órdenes dadas a una máquina no sean a través de palancas, válvulas y
botones como antaño sino a través de una computadora que controla dicha
máquina. En este caso estaremos hablando de tecnología CAM. Inclusive
podríamos tener una serie de aparatos y máquinas interconectados para que
lo que se diseñó en un ordenador sea de inmediato transmitido a distintas
máquinas para su fabricación, en este caso se tratará de la modalidad CIM.

Los adelantos del siglo XXI tienen que

ver con la robótica3, es cada vez más
frecuente que grandes empresas no
solo automaticen sus máquinas sino
que adquieran robots que pueden
realizar multitud de tareas con
precisión, reemplazando tanto a
trabajadores como a otras máquinas,
sobre todo en aquellas tareas que son repetitivas o que pueden representar
algún riesgo para la salud e integridad de los trabajadores. Esta realidad ha
traído toda serie de cuestionamientos sobre cómo generar empleo en un
sector que aparentemente requiere cada vez menos de mano de obra. Pues
bien, la solución parece estar en otro tipo de empresas que por sus
características requieren mucho más de la interacción humana, es el caso de
las empresas de servicios como restaurantes, transporte o cinemas.
También hay distintas variantes de producción donde el cliente valora el
trabajo hecho a mano sobre la producción masiva, por ejemplo la alta
costura, las artesanías, la producción artística, los servicios de belleza, etc.

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