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En 1999 el poeta Óscar Cortés Tapia preparó una antología mínima de un extraño y
aparentemente simpático poeta del que nadie se había ocupado hasta entonces. Bajo
Zavala, Cortés Tapia hizo una muy breve selección de algunos de los poemas que
pudo reproducir legalmente de dicho autor, pues los dueños de los derechos de autor
custodian toda reproducción de su obra con un celo mayor al que María Kodama
impone a la obra de Borges. El título de esta mínima antología está tomado del
volumen Poesías, con que Leobino Zavala (1887-1974) recopiló en 1950 la obra del
Todo en el libro los prólogos, tanto de Margarito Ledesma como del compilador,
Leobino Zavala, así como los poemas y las notas a los mismos parece condenar a
de silencio desde su primera edición, y apenas unas breves menciones por parte de
Juan Domingo Argüelles, José de la Colina, y José Emilio Pacheco,1 quien lo
considera el único best seller de la poesía mexicana, todo lo cual condujo sólo a su
Podemos observar que la posible recepción de esta obra entre sus pares es
hecho. Tal epíteto no aparece como un agregado que le sume algún prestigio sino
todo lo contrario. Aparece como parte del nombre del autor. Como Bozo el payaso.
Sin embargo, la página legal del libro no señala a Margarito Ledesma como el autor
del libro, sino a Leobino Zavala, más precisamente al Licenciado Leobino Zavala.
público, un abogado.
relacionado con cualquier intento por editar o compilar poemas de aquél. Esto
plantea una pregunta de respuesta muy simple y llana. ¿Por qué la familia del
1Véase José de la Colina, «Margarito “criatura del aire”», en Algarabía, #29, noviembre-diciembre,
2006. J. De la Colina, “Ledesma, vate de Chamacuero”, en Letras Libres, enero de 2012. Juan
Domingo Argüelles, “Homenaje a Margarito Ledesma”, en El Universal, 22 de marzo, 2005. José
Emilio Pacheco, “El retorno de la poesía festiva”, en Proceso #669, 28 de agosto de 1989, pp.50-51,
compilador es la encargada de manejar y cuidar toda reproducción de la obra de un
poeta más que menor si no es porque el autor de esos poemas es aquél, es decir
legal del libro señala a este último como el titular de los derechos de autor, y del
estos son pequeños detalles a los cuales no suele prestarse atención salvo cuando hay
dinero de por medio. Lo legal por sobre lo lírico indica, sin la menor sombra de duda,
quién es el autor del libro, y nos habla de una seriedad mayúscula sobre una obra
presentada como fruto del candor y la ingenuidad más absolutas. Más aún, en el
todo tipo, reales y ficticios, que buscan recibir los beneficios pecuniarios producto
del éxito de ventas del libro, e inventa que fue el propio Margarito quien le cediera
los derechos del libro, sin ofrecer ningún documento probatorio de tal acuerdo, lo
Ello debería ser un llamado de atención sobre la manera en que estos textos han
sido leídos o más bien, no han sido leídos entre nosotros. Salvo la inclusión de
algunos poemas de Margarito en las antologías de Zaid y Argüelles, casi nadie más
dirección a la cual pudiese remitirse alguna comunicación bien fuese con el editor o
con los herederos del compilador; mucho menos ningún dato sobre los ejemplares
Josémanuel Zavalazavala (sic), de acuerdo con el colofón, el cual sólo indica los datos
de Editorial Stylo, contaba con 229 páginas más una hoja en blanco, y dimensiones
editorial, pero el diseño de esta no ha variado prácticamente con el paso de los años,
salvo el retoque al jarrón con flores que lleva, cuya base en aquella primera edición
era rectangular y plana, y cuatro flores en pares a cada lado del jarrón, con una en
botón al centro, mientras en las posteriores todo el conjunto ha sido retocado con
desde entonces. Demasiadas interrogantes para un poeta al que muy pocos han
prestado atención, pero que es nuestro “inútil servidor”. Podría decirse que es el
mayor misterio literario de los últimos casi tres cuartos de siglo. ¿Cómo deberíamos
Más aún, ¿por qué tendríamos que leer a alguien presentado de semejante manera?
Lo que me interesa señalar no es el hecho, medianamente aceptado, de que
Leobino Zavala sea el creador de Margarito Zavala, sino más bien indicar de dónde
sentido, creo que puedo lanzar la hipótesis de que se trata de un heterónimo, es decir
Pessoa y T.S. Eliot, lo que le da un estatus muy distinto al que hasta ahora se le ha
picaresca.
Para entender por qué los lectores cultos e informados de este país no lo han
leído, o no lo han sabido interpretar, hay que dirigir la mirada a dos conferencias
separadas por diez años en las que T. S. Eliot establece lo que ya antes Fernando
el término es usado por primera vez por él en un apunte inédito. En ese apunte
reproducirlo completo:
poeta que es diferentes poetas al mismo tiempo, un poeta dramático que escribe
poemas líricos.2
expuesta por T.S. Eliot en su conferencia de 1953, “Las tres voces de la poesía”. Ya
que en México serían aceptadas, principalmente por Octavio Paz, como palabras
autoría.
cualquier otro país. Un compositor debe saber todo lo que se ha hecho antes de
Es más o menos lo mismo que dice Eliot en 1943: “No hay duda de que si en
nuestros días un poeta quiere aprender a usar la palabra, debe estudiar devotamente
a aquellos que mejor la usaron en su tiempo”. En algo más están de acuerdo Eliot y
Chávez. Dice el primero en la misma conferencia, apenas medio párrafo antes: “El
claro que él, Chávez agrega, inmediatamente después del pasaje citado: “Pero no
debe seguir ninguna regla al escribir su música, porque en música no hay reglas
generales, sólo hay reglas especiales, reglas personales: las reglas de Wagner eran
subvierta.
seriedad absoluta con que sus pares, Pessoa y Eliot, enfrentaron el desafío de la
poesía lírica moderna, una suerte de “ingeniería inversa” o lingüística forense para
determinar no tanto su autoría como el método usado para crearlo, darle vida. Un
sus “textos” podría arrojar la necesaria luz para mostrar las semejanzas y esclarecer
finalmente que se trata, o no, de una y la misma persona quien está detrás de su
inexplorado entre nosotros como para, literalmente, vivir de las letras de otros. No
estando tal campo a nuestro alcance, nos limitaremos con realizar el otro ejercicio
escribió ensayos ni textos reflexivos sobre su labor como poeta, y sólo muy
pintoresca, lúdicamente, como no podría ser de otra manera. Pero lo lúdico no quita
Revisar el contexto en que surge el libro nos aportará algunas pistas al respecto,
primera edición es de 1950, de lo cual se colige que fue escrito durante los años
4Véase, al respecto, Guadalupe Appendini, “Una fiesta en Guanajuato a base de cacerolas de peltre”,
en Excélsior, 3 de agosto de 1972, p.3B. Véase también Johann Huizinga, Homo ludens. El juego y la
cultura. FCE, edición conmemorativa del 70 aniversario, 2005.
previos, y la influencia del medio cultural mexicano es evidente en sus páginas. Los
años del mundo cultural que vive Leobino Zavala son los de la discusión intelectual
y filosófica sobre la constitución del mexicano que se efectuaban no sólo en las aulas
1934 del clásico estudio de Samuel Ramos, El perfil del hombre y la cultura en
valores extranjeros que hacen falta en México alegando una sana intención
nacionalista.
5Juan Hernández Luna señala la polémica en torno al artículo “Psicoanálisis del mexicano”: “Algunos
periodistas calificaron al autor de Psicoanálisis del mexicano de escritor ‘soez e inmoral’ y el
contenido de ese ensayo ‘como carne de tribunal correccional’.” Por el ensayo de Ramos y por dos
capítulos de la novela Cariátide, de Rubén Salazar Mallén, publicados en los números de agosto y
septiembre de la revista Examen, la Procuraduría de Justicia consignó al director de la revista, Jorge
Cuesta, y a sus colaboradores Samuel Ramos y Salazar Mallén, señalándolos “como responsables del
delito de ultraje a la moral”, Juan Hernández Luna, “Biografía de Samuel Ramos”, en Samuel Ramos,
Obras completas, México, UNAM, 1990, Vol. II, pp. XV - XVI.
El año en que aparece el libro del ilustre cantor de Chamacuero es el mismo en
que Octavio Paz publica El laberinto de la soledad, ensayo deudor y derivado del de
como el caso del llamado Grupo Hiperión, activo públicamente entre 1948 y 1952, o
no ha cambiado demasiado a más de medio siglo de haber visto la luz, que Margarito
preocupaciones de Samuel Ramos, más que a las de Octavio Paz. Sin embargo,
había introducido entre nosotros. Margarito Ledesma adquiere tal realidad frente a
sus lectores que termina por adquirir vida propia, recorriendo no sólo las calles y
conocido, sino lectores que lo leyeron incluso antes que sus poemas vieran la luz.6
literario más lejano e ilustre se encuentra en las andanzas del ilustre hidalgo don
novela están enterados de sus propias andanzas, las cuales han leído gozosamente a
partir del primer tomo, mientras que su más cercano se puede hallar sin mayor
6 En “Margarito, «criatura del aire»”, el anónimo redactor (¿Carlos Miranda, autor del prólogo al
pequeño volumen, o la editora?) señala que en 1948, en San Miguel de Allende, el hijo del compadre
de Ledesma, Evaristo Morales, le recitaba versos de aquél mientras asistía a la prevocacional, hasta
que un día le mostró una más que ficticia edición que, de acuerdo a este también ficticio testimonio,
indicaba en la maltrecha portada “Margarito Ledesma humorista involuntario, poesías, prólogo
del Lic. Leobino Zavala, San Miguel de Allende, 1921”, en María del Pilar Montes de Oca Sicilia
(Editora), De escritores, poetas y locos, Algarabía libros, 2009, p. 79.
Romero, llevada a la pantalla grande en 1944 por Miguel Contreras Torres.
Curiosamente, tanto Margarito Ledesma como Jesús Pérez Gaona, Pito Pérez,
mismo periodo de tiempo. Y si bien una de las frases más célebres que aparece en la
que dice “¡El Supremo Gobierno, que nunca se equivoca y siempre tiene la razón!”,
y la cual podría ser la frase original, parece hallar eco “en el incomprendido cantor
de su tierra natal” en una frase repetida en el prólogo del compilador así como del
tratase de un blasón digno de ser celebrado: “Esta bendita tierra que me vio nacer y
Ledesma afirma que hubo una edición previa a la primera, aparecida treinta años
antes, basado en la fecha y lugar con que Leobino Zavala data su prólogo, el 28 de
notable es el vocabulario mismo del redactor. Otro es la falta de una fecha para poder
datar la hipotética reciente visita de tres días que hace a San Miguel de Allende y en
donde se topa con una calle con el nombre del poeta de Chamacuero y no con el de
Leobino Zavala.
En el contexto de un autor ficticio pasa exactamente lo que el testigo señala, al
quien conoce en 1948, y cuyo parentesco no queda muy claro en la mente del lector
puede uno suponer que ambos cuentan con unos 18 o 19 años de edad en tal fecha,
supone, de su propio puño y letra, que asiste a algún tipo de prevocacional, no cuadra
con los datos que Zavala nos proporciona desgarbadamente, es que de acuerdo con
años de edad”, quien visita a éste muy probablemente en algún momento de 1951,
de marzo de 1952, por la cual el lector se entera que aquél es “nieto de una hermana
donde ha vivido con la señora su madre y con su abuela desde que se ausentaron de
Chamacuero, cuando él contaba apenas dos o tres años de edad”. ¿Cómo un sobrino
vecino desde los años veinte y apenas está regresando a San Miguel de Allende para
hablar con Leobino Zavala sobre Margarito, a quien, además, en el colmo de los
Texas, un Margarito E. Ledesma, a quien recuerdan “as a very nice gentleman to all
fácilmente se le puede agregar, más allá del aspecto lúdico, están tanto el contexto
literario como el filosófico sobre la identidad del mexicano, que explican y dan mayor
hondura al cantor de “esa bendita tierra que lo vio nacer y donde vio la luz primera”.
Más aún, el texto mismo aporta todas las claves necesarias para ver la clase de juego
referencia no sólo evidencia la ficción creada por Leobino Zavala. También señala
Pito Pérez es ya un primer indicio de que hay algo más oculto detrás de este
aparentemente distraído y torpe cantor del campo mexicano. Otro es el lenguaje del
humilde cantor de Chamacuero en algunos de sus poemas, así como en las notas.
En uno de sus poemas más célebres, justamente el que abre el libro, “Dúo
poético”, el cual además señala uno de los dos viajes que realiza Margarito y que lo
encontramos con dos cuartetas bastante peculiares, no por ellas mismas, sino por las
Más allá de la posible justificación por las rimas en la primera estrofa, es la elección
como “embalsaman” para referirse a sus propios versos lo que llama la atención. No
son casos aislados o accidentes, como podría pensarse. En otro poema del que no
y formal, como en dos cuartetas de “Horas de pasión”, un poema con una estructura
las palabras de Zavala en el prólogo, debería haber sido escrito en la primera década
del siglo o finales del anterior. En este poema, la cuarteta de apertura resulta
pueblo: “Era una noche silenciosa y fría, / el trueno con su ruido ensordecía / y se
oía por dondequiera / la música callejera / del fuerte aguacero que caía”. La brillante
estaba quieto, / y sólo por momentos / se veían los relámpagos violentos / de aquel
aguacerazo tan escueto”. En ambos casos, más evidente en la estrofa de inicio, lo que
debería llamar la atención es el complejo mundo de ideas representado por el
lenguaje, que permite semejantes imágenes: la música callejera del aguacero, y los
población, / todo estaba apagado, todo en calma… / sólo yo aquí, adentro de la alma,
que amarme con locura”. Más allá del hecho aparentemente torpísimo de introducir
ventana, el poema concluye con la imagen y cuarteta casi idéntica de apertura, con
oía por dondequiera / la música callejera / del fuerte aguacero que caía”. El poema
describe tanto el estado de ánimo del humilde cantor de Chamacuero como el del
clima externo en una noche tormentosa, espejo uno del otro, y va saltando de uno al
espejos puesto en marcha por el poeta esperase nuestra respuesta, tan condicionada
como la del propio Margarito, que “entre aquel aguacero tan espeso, / en medio de
aquella noche tan oscura, /se oyó una demostración de ternura, / es decir, el tronido
hossana / y vámonos sin resistencia al pantión”. Más que un texto torpe, al revisarlo
con más detalle, pareciera que los idiolectos populares fueron colocados justamente
ocupando esta expresión no culterana todo el espacio para desecharlo por el lector
culto e informado, exactamente como ocurre con el apelativo, desde la portada del
Chamacuero está no sólo en los poemas mismos, sino en los dos prólogos de Leobino
Zavala y las múltiples notas y advertencias que pueblan copiosamente el libro. Es allí
otorgado a este término por Johann Huizinga en su clásico libro Homo ludens. La
importancia no está sólo en el hecho de saber ya que el autor del autor es Leobino
Zavala, como han podido evidenciarlo José Emilio Pacheco y José de la Colina, sino
cuál es el juego literario puesto en marcha por él. Es tan evidente su aspecto lúdico y
Como se mencionó ya, el libro aparece en 1950, al mismo tiempo que El laberinto
de la soledad, de Octavio Paz, y seis años antes que Piedra de sol, de 1957. Las dos
fechas son relevantes para ubicar en el tiempo sus procedimientos literarios con
respecto a obras con las que podrían hallarse ciertos paralelismos o puntos de
de 1911, por lo que su escritura tendría necesariamente que ser anterior, incluso
podría datarse en el siglo anterior. Al revisar los prólogos del propio Margarito
Ledesma como el de su compadre Melitón Palomares, ninguno de ellos está fechado,
a diferencia del de Zavala. No sólo eso. Ninguno de sus poemas lo está tampoco, y de
su lectura es casi imposible visualizar alguna fecha, algún evento concreto, de mayor
alguna que permita saber algo más allá de su aparente localidad, en un pueblo muy
remitir, tácitamente, a algún lugar de cuyo nombre el autor todo el tiempo parece
desconocido y extraño para nosotros, y del motivo más trivial, menos poético y de la
menor importancia, hace una ‘hermosa poesía’ o una ‘agradable composición’, como
señala el vago origen de los textos de Margarito. Llegan a manos de Zavala en 1911,
después de iniciada aquélla. Sin embargo, en ningún poema hay referencia explícita
descritos, y sin embargo el clima de abuso electoral del Porfiriato de sobra conocido
cosas…!”, en donde hay apenas alguna mención de las batallas y balaceras previas a
la Revolución.
No sólo eso, para ser un poeta provinciano decimonónico, hay una casi total
ausencia de ecos modernistas en sus poemas, lo cual por sí solo ya resulta bastante
extraño. En tal sentido, la fecha de 1911 adquiere una relevancia contextual adicional
que, como casi todo en el caso del humilde cantor de Chamacuero, ha pasado
escribe: “Cuando miro tu cuerpo, no vacilo: / clarito veo que un parecido toma / al
de la Venus que fundó allá en Roma / un escultor que se llamaba Milo”. La nota
explicativa o aclaratoria sobre el escultor del último verso no sólo es, como el resto
cultura simbolista como modelo literario del modernismo en boga en la época en que
supuestamente vivió el humilde cantor de Chamacuero y al que parece ajeno del
todo. Justamente las siguientes estrofas del poema parecen conducir a semejante
etcétera) parecen estar allí casi de manera calculada para distraer y desautorizar al
cándido autor. Pero, ¿y si no fuese así, si fuese el fruto de un cálculo preciso para
el que Margarito/Leobino da cuenta de una célebre corrida del torero Juan Silveti
la dinastía de los Silveti, cuyo más célebre descendiente es David Silveti, y bisabuelo
de creer en las fechas aportadas por el propio Zavala de haber recibido los poemas
de Margarito a mediados de 1911, bastaría con señalar que Juan Silveti tomó la
matador mexicano muerto ahogado en 1934. Su debut como torero fue a los 20 años
dos siguientes décadas, de 1920 a 1940, cuya tarde más memorable sería el 12 de
Rodolfo Gaona, acompañados del también notable y célebre Carlos Lombardini. Esta
Zavala por aclararle al lector que “Allá, como a mediados de 1911, por conducto de
un enviado especial que mucho sospecho haya sido Pancho, el Secretario del
de una curiosísima carta, que lamento haber perdido, recibí el borrador de los versos
párrafos más adelante escribe Zavala: “Tiene muchas composiciones de esa especie
[es decir, poemas patrióticos], que deben ser un primor y que desgraciadamente no
insertó en este volumen, en el que sólo podemos saborear el simpático Himno local,
escrito allá por los años de 1911 o 1912, cuando comenzaba la revolución”, es decir, si
conspicuo Gabriel Zaid, haya realizado la menor pesquisa en torno al contexto de los
No se crea que estas aparentes distracciones o yerros por parte de Leobino Zavala
literaria muy concreta de nuestra Modernidad. Zavala hace que Margarito nos aclare
esta histórica poesía, y por eso me la andan criticando y diciendo que no es cierto
y que no se crean; pero no consideran estas gentes que tampoco dice nada de lo
de Valentín Mancera ni del becerro con tres cabezas que nació en la hacienda de
la Nopalera ni de otras muchas cosas que han sucedido por aquí cerca, y no por
eso vamos a decir que son mentiras; y tampoco se fijan que no es fácil que la
en uno de sus textos. Fue un caudillo opositor a las políticas explicativas de Porfirio
Díaz y los muchos hacendados cuyos abusos terminaron por quebrantar su celebrada
pax porfiriana. La historia local señala que Mancera le arrebató un fuete a un rico
porfirista. Para 1881 existía una orden de captura y fusilamiento en su contra firmada
por Manuel Muñoz Ledo, gobernador de Guanajuato y gran amigo de Porfirio Díaz.
Su muerte y fusilamiento en 1882 lo hizo una figura local tan célebre que un corrido,
entre muchos otros, dedicado a él, aún se canta hoy en día en algunas regiones del
Bajío.
De nuevo nos topamos con una referencia histórica que nadie ha seguido, pero
que le permite a Leobino Zavala mostrar sus cartas respecto a la posible crítica sobre
justicia porfiriana lo convierte en una leyenda aún viva en la región, Zavala se apoya
en esa leyenda para defenderse de lo que él supone sería la posible crítica hacia la
suya. Lamentablemente Zavala nunca imaginó que no habría crítica, sino un silencio
la única nota a algún poema en donde el tono jocoso que suelen tener éstas en el libro
del innombrado “pujante poeta de altos vuelos, a quien ustedes ya conocen y que por
ese poeta, ¿Efraín Huerta?, podría, aunque no lo ha hecho hasta el día de hoy, ser
fruto de investigaciones adicionales. Algo similar con el otro poeta con quien
volumen. Más aún, me atrevo a señalar que es la más importante de todas las notas
del libro. Hay que leerla no sólo en un contexto más amplio, sino “a través de un
prisma enteramente desconocido y extraño para nosotros”, como señala Zavala en
ludismo. Ello significa que, como se señaló, todos los poemas tendrían que haber
mexicana, sino antes de todas las vanguardias literarias del siglo XX. El poema más
influyente del pasado siglo es, y para muchos efectos sigue siendo, The Love Song of
1910, y sería impreso por vez primera en junio de 1915 en la revista Poetry. A
1917 en Prufrock and other observations. Como también es sabido, Pound fue el más
importante apoyo y lector de Eliot, un poeta que, como dice Margarito Ledesma de
conocen y que por eso no necesito mentarlo, que en vez de ser mi enemigo, como era
De modo que la poesía de Margarito Ledesma sería anterior no sólo a todas las
quienes no podría haber leído, como sería de esperar. Y sin embargo, subvierte su
radar de todos los poetas y críticos de la época, y de los posteriores, con las
promoviera, aunque para Margarito sí, si bien podrá ser siempre motivo de discusión
recordar algunas de las notables características del poema y las influencias que lo
cierto modo que se produzca a sí misma)”.7 El Prufrock eliotiano es hijo dilecto del
mundo al revés que es el campo literario y artístico sólo ha sido capaz de triunfar
porque los grandes heresiarcas podían contar, en su propósito de subvertir todos los
atención de todos aquellos que, al entrar en el mudo del arte en vías de constitución,
7 Pierre Bourdieu, Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario. Barcelona, 2002, p.
151.
8 P. Bourdieu, Op. Cit., p. 95.
Pessoa, no menos que otros poetas, como Gottfried Benn, por otros conductos y
Prufrock eliotiano quiere, pero no puede contar o expresar del todo sus frustraciones,
y se siente abrumado por ese mundo al que no sabe cómo ajustarse del todo,
Margarito es todo candor, ingenuidad casi en estado puro, que también le impide
asentarse del todo en el mundo que le rodea, y cuya expresión más acabada está en
como presumiblemente reales (el llamado a la nunca nombrada mujer a quien besa,
frustración (“Sic transit gloria mundi”), indecisión (“¿Cómo le haré?”), celos (“Las
cosas a tiempo”), traición (“Infame traición”, “Para una ingrata”, “El amor y el
Los deseos y pulsiones de Margarito, que podrían ser un tema por sí mismo para
fechado dos años antes que la primera obra cumbre eliotiana, The waste land de
1922. ¿Por qué es importante señalar esta posible anticipación? Por las notas a los
poemas. Margarito llena de notas sus poemas antes que T.S. Eliot lo haga en la
edición neoyorquina de diciembre de ese año de gracia de 1922 por parte de Horace
Liveright, que las incluía. Las múltiples y en ocasiones risibles notas a los poemas de
considerarse de este último tipo, si no fuera porque no aclaran nada. Como el propio
Eliot reconocería más tarde de las suyas, son perfectamente prescindibles. Sin
¿epígono?
En efecto, tal como lo hace Eliot en la mencionada edición neoyorquina de La
tierra baldía, Margarito agrega no sólo nota tras nota, sino aclaraciones previas a los
Viendo que ya van muchas notas y notas que pongo debajo de mis poesías y
pensando que esas notas pueden motivar que los turbe y que no lean a gusto mis
poesías y que se les vaya la idea y no las entiendan bien por andar leyendo las
notas, he pensado que es mejor ya no poner más notas, sólo las que sean muy
necesarias, pero otra vez quedan advertidos y bien sabidos que algunas poesías
me las corrigieron algunas personas de muy buena voluntad y muy amigos del
autor, y que no por no poner más notas vayan a pensar que desconozco el favor
y que me desdigo, y que ya eso quiere decir que no me las corrigieron, pues eso
EL AUTOR
palabra, por supuesto, es del autor, y la única razón para ello es la de hacer un guiño
¿Todo esto qué significa?, puede preguntarse un lector informado. ¿Quiere decir
que el poeta despersonalizado Leobino Zavala se compara con Eliot? ¿Hay que
compararlos y equipararlos? No lo creo. Compararlos sirve para mostrar el
entramado literario puesto en marcha por este culto lector que fue abogado y notario
en una pequeña ciudad del México no urbano del todo de mediados del siglo pasado,
más evidente que el sentido del humor tan característico del mexicano también es
cosmopolitas como la de Eliot no menos que la del propio Octavio Paz, quien hará
literario de Leobino Zavala está muy lejos de ser fruto de la ingenuidad y candor con
propuesta literaria como la de Eliot, por influyente que fuese, y que llevase a su autor
al callejón sin salida del silencio, puede tener salidas menos espectaculares, pero
igualmente contundentes.
Ledesma, aún nos depara muchas sorpresas sobre aquella pregunta que tanto
respecto de qué es la unicidad del mexicano. Parece decirnos que tal vez Jorge
Portilla y su Fenomenología del relajo no estaba tan alejado de la razón, puesto que
al mal clima habría que ponerle buena cara, diría Margarito, con una enorme sonrisa
Ledesma, resulta no serlo en realidad, pero al que se le reconoce como tal, mientras