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Ferdinand de Saussure en su Curso de lingüística general.

El habla sería
una selección asociativa entre imágenes acústicas y conceptos que tiene
acuñados un hablante en su cerebro y el acto voluntario de fono-
articulación.

Austin llega a la teoría general partiendo de una teoría especial


que se funda en la distinción entre lo constatativo y lo realizativo
o performativo. Según él, durante mucho tiempo se había
supuesto que el único fin de las emisiones era la de constatar
hechos. En razón de ello, sólo podían ser verdaderos o falsos. Sin
embargo Austin afirma que no todo enunciado es verdadero o
falso. Una emisión lingüística es cualquier cosa que se diga:

«El gato está sobre la alfombra.»


«Cierra la puerta.»
«Las ideas verdes descoloridas duermen furiosamente.»
«Prometo que te devolveré el libro.»

Saussure.

“Curso de lingüística general” (1916). Obra fundamental en su aporte a la lingüística


como ciencia, que consiste en citas sobre sus alumnos. No participó de su edición. Para
él, la lengua es un sistema de signos, lo plantea como el más importante. Saussure
formula en tres puntos programáticos la tarea de la lingüística:

1. Hacer la historia de las familias de lenguas y reconstruir en lo posible las


lenguas madres de cada familia.
2. Buscar las fuerzas que intervengan de manera permanente y universal en todas
las lenguas, y sacar las leyes generales a que se puedan reducir todos los
fenómenos particulares de la historia.
3. Deslindarse y definirse ella misma.

Lengua y habla.

El lenguaje pertenece a la vez al dominio social (lengua) y al dominio individual


(habla). La lengua es el conjunto de convenciones, las uniones de determinadas formas
de sonidos con determinadas ideas. Sin un sujeto llega a un país donde se habla una
lengua que desconoce, escuchara los sonidos que producen las personas que hablan pero
no comprenderá nada, quedará fuera del hecho lingüístico, es decir, fuera del hecho
social que es la lengua.. La lengua es de naturaleza social, es una institución social
como otras, pero se diferencia en que ningún hablante es dueño de ella ni puede ejercer
sobre ella su voluntad, ningún grupo puede atribuirse autoridad sobre ella; es cosa
adquirida, es transmitida de generación en generación sin modificarla. Su modo de
existencia es la tradición. La lengua es el conjunto de signos, de asociaciones de sonidos
e ideas. Se ubica en el cerebro, allí donde una idea se asocia con una serie de sonidos y
viceversa; es puramente mental, psíquica. Debe tenerse en cuenta que la lengua no se
encuentra completa en la mente de ningún hablante, sino en el conjunto de la sociedad.
Saussure construye el objeto de estudio de la lingüística de acuerdo a los requerimientos
del positivismo:

o La lengua es un objeto separable, independiente de los otros elementos


del lenguaje.
o Es un objeto de naturaleza homogénea, compuesta por signos.
o Al ser de naturaleza homogénea se pueden establecer relaciones
sistemáticas entre los elementos que la componen.
o Es un objeto concreto; los signos son realidades que se asientan en el
cerebro. Se los puede fijar por medio de la escritura.
o La lengua es el elemento esencial del lenguaje. Si un hombre pierde la
capacidad de producir sonidos, no queda fuera del hecho lingüístico
porque conservará la lengua y podrá reconocer los signos que oye
(llevando el ejemplo al extremo una persona que perdiera la voz, el oído
y aún la vista, conservará la lengua y sin duda recrearía en su mente los
signos de su lengua: se hablaría a sí mismo mediante un monólogo
interior para enfrentar su nueva situación); en cambio alguien que por
alguna razón perdiera la lengua, que perdiera la capacidad de asociar
ideas a impresiones acústicas, quedaría fuera del lenguaje.

El habla es el uso individual de la lengua: cada vez que un sujeto habla realiza
una combinación particular de los signos de la lengua, produce los sonidos de la
lengua de una forma particular (nadie puede pronunciar dos veces una palabra
exactamente de la misma manera), y realiza un acto individual de inteligencia y
voluntad. La definición del habla implica la definición de la lengua: no se la
puede considerar de forma independiente, no puede ser separada de los otros
elementos del lenguaje. El habla es heterogénea, implica procesos físicos
(sonidos producidos), psicofísicos (órdenes motrices y movimientos del aparato
fonador) y mentales (combinación de signos, intención, voluntad, inteligencia,
etc.). El habla no puede ser sistematizada.

Ambos aspectos del lenguaje son indisociables, la una no existe sin la otra. La
lengua es a la vez el producto del habla de los individuos de una sociedad y la
condición necesaria para que los individuos hablen. La lengua está antes y
después del habla, el habla está antes y después de la lengua. De este modo
Saussure plantea la imposibilidad de dar cuenta al origen del lenguaje.

El signo lingüístico.

Lo que el signo une no es una palabra y una cosa, sino una imagen acústica y un
concepto. El concepto no recibe una explicación mayor, es simplemente una
porción de pensamiento. La imagen acústica permite establecer una entidad
estable frente a la variabilidad de los sonidos producidos por sujetos hablantes.
La imagen acústica no es el sonido mismo, pero tampoco es en sentido estricto
la impresión que producen los sonidos en nuestros sentidos. La palabra
“imagen” tiene en Saussure el sentido de registro de una forma, y el adjetivo
“acústica” indica que esa forma se refiere a los sonidos que los sujetos producen
y escuchan. Saussure propone reemplazar el término concepto por el término
significado, el términoimagen acústica por significante y designar signo a la
totalidad formada por la unión de significado y significante.

Las cuatro características del signo lingüístico.

Arbitrariedad: Una idea puede ser expresada arbitrariamente por cualquier serie
de sonidos, el hecho de que las diferentes lenguas expresen ideas similares
mediante sonidos completamente distintos dan cuenta de este hecho.

Linealidad: El significante, al ser de naturaleza auditiva, se desenvuelve


únicamente en el tiempo. Los sonidos suceden uno después del otro en el tiempo
(no podemos producir con nuestro sistema fonador más que un sonido por vez),
es decir, se desarrollan linealmente formando una cadena.

Inmutabilidad: Los signos resisten a todo intento de sustitución, de cambio. La


lengua es estable, es siempre igual a ella misma y no puede, ni necesita, ser
modificada.

Mutabilidad: Las lenguas se van transformando a lo largo de la historia, la


lengua cambia. La lengua es mutable porque la historia es siempre cambio; la
lengua está sujeta a las variaciones que su uso continuo a lo largo del tiempo va
produciendo. La lengua cambia porque los sujetos hablantes la conservan,
siempre es la fidelidad a lo viejo lo que va produciendo las trasformaciones de la
lengua. La incorporación de “trucho” no hizo desaparecer de la lengua a “falso”,
sino que se ubicó junto a ella para expresar una nueva valoración social. Las
transformaciones no se peden anticipar ni pueden ser percibidas en el momento
en que ocurren, deben perpetuarse en el tiempo mediante la transmisión de
generación en generación.

El valor del signo.

Sin los significantes, los significados sólo serían ideas confusas e


indiferenciadas. Si se estudian los sonidos por sí mismos se hace fonología pura
y si se estudian los pensamientos por sí mismos se hace psicología pura. La
lingüística sólo es posible centrándose en la relación que vincula estos dos
órdenes de cosas: en el sistema de la lengua. Los signos son valores y su forma
de existencia se basa en las relaciones que establece con lo que lo rodea. Los
valores sólo se establecen por medio de relaciones, por su comparación con los
otros elementos del sistema. Los valores tienen una forma de existencia distinta
a la existencia material; un caballo de ajedrez es un caballo de ajedrez por sus
relaciones con las otras fichas del juego, su materialidad puede ser cualquiera
mientras siga diferenciándose del resto: se puede reemplazar una pieza que se
haya perdido con cualquier elemento, un botón, un pedazo de madera, etc.,
mientras se conserve su diferencia con las otras piezas y se puedan establecer las
relaciones que lo vinculan con el resto de las piezas del juego. Su forma de
existencia no es la de la sustancia material sino la del valor.

Sincronía y diacronía.

Cuando el lingüista vincula históricamente dos lenguas realiza una operación


compleja. En principio sólo se trata de establecer cómo una lengua deriva de la
otra, pero para que esto sea posible debe contar con descripciones de las dos
lenguas que compara. De esta manera, Saussure define dos formas de hacer
lingüística: una de ellas, que denomina lingüística sincrónica o estática, que
consiste en establecer el sistema de la lengua en un momento determinado: qué
relaciones mantienen los signos entre sí mismos en determinado momento, sin
considerar su historia. La otra forma de hacer lingüística, que denomina
diacrónica o evolutiva, consiste en establecer las leyes de los cambios que han
hecho pasar de un determinado estado de la lengua a otro. La lingüística
diacrónica no estudia las lenguas en sí misma sino los acontecimientos capaces
de transformarla.

Las relaciones entre los signos.

Hay dos formas en que los sujetos establecen relaciones entre los signos:
produciendo encadenamientos entre ellos, lo que Saussure denomina relaciones
sintagmáticas; o asociándolos en grupos o clases dentro de la mente, lo que
denomina relaciones asociativas o paradigmáticas.

Relaciones sintagmáticas: los signos se encadenan uno detrás de otro debido al


carácter lineal del significante. Saussure denomina sintagma a la combinación de
dos a más signos producida en un acto de habla. Los sintagmas son
generalmente oraciones, pero una palabra compuesta ya constituye un sintagma.
Las características de las relaciones que mantienen los signos en los sintagmas
son:

o Son relaciones que se establecen in presencia, entre los signos de una


serie efectivamente producida.
o Están determinados por la linealidad del significante: cada signo de un
sintagma sólo puede establecer relaciones en dos direcciones, con lo que
le precede y con lo que le sigue en la cadena.
o Siempre se establecen entre un número limitado de elementos.

Relaciones asociativas o paradigmáticas: Todo sujeto hablante busca


mentalmente los signos con los que va a producir su discurso; del mismo modo
comprender un término de un discurso implica asociarlo mentalmente a otros
que están ausentes del sintagma. En ambos casos se trata de relaciones que se
establecen en la mente. Las relaciones asociativas poseen las siguientes
características:

o Son relaciones que se establecen virtualmente en la mente.


o Son indeterminadas, un signo puede relacionarse asociativamente tanto
por similitud como por diferencia, tanto por el significante como por el
significado. Las relaciones asociativas recorren la lengua en todas las
direcciones sin un orden determinado.
o Son innumerables, las asociaciones no tienen un límite natural, cada
signo es el centro de una constelación de asociaciones cuyo número es
indefinido.

El término “paradigmáticas” como alternativa para “asociativas” se debe a que


las asociaciones entre los signos constituyen los paradigmas de la lengua, es
decir, el conjunto de regularidades que la organizan. La noción de paradigma da
cuenta de que los agrupamientos posibles se organizan en series que responden a
distintas relaciones de similitud y diferencia. Cada signo está atravesado,
constituido por el cruce de varios paradigmas de la lengua.

Chomsky.

Investigador de lingüística más importante del siglo XIX. Crítico de la política


de Estados Unidos, postura anarquista. Participó en foros. Para él, la lengua es
parte de la ciencia lingüística.

Al centrarse en los procesos mentales del leguaje, Chomsky puso en primer


plano la mente humana como objeto de investigación y, a la vez, encaminó la
investigación lingüística dentro del modelo ciencia actualmente vigente en las
ciencias naturales.

Competencia lingüística.

(Conocimiento que el hablante-oyente tiene sobre su lengua). Diferente al


estructuralismo saussuriano ya que estaba profundamente influenciado por el
conductismo. De acuerdo a los principios del conductismo, toda conducta puede
ser explicada mediante mecanismos de estímulo y respuesta y el lenguaje no
escapa a este principio. Chomsky por un lado va a cuestionar la visión
conductista del hombre y por otro lado va a criticar el carácter puramente
descriptivo de los estudios estructuralistas sobre la lengua. El uso normal del
lenguaje implica la novedad y el no hábito, de hecho, la producción lingüística
no está determinada por estímulos externos, ante cualquier situación el sujeto
hablante puede generar una respuesta verbal novedosa. Chomsky denomina esta
característica del lenguaje humano el uso creativo del lenguaje.

En las ciencias llamadas “duras” (física, química) podemos caracterizar el


falsacionismo popperiano: el científico parte de una serie de supuestos y formula
hipótesis en relación al problema que está considerando, luego establece alguna
forma de falsear esa hipótesis. Si la hipótesis se mantiene en pie, continúa esa
vía de investigación; si no, realiza las correcciones pertinentes. Lo que Chomsky
trata de investigar es una capacidad de la mente humana, su capacidad para
entender y producir oraciones. El objeto de estudio de la lingüística, por lo tanto,
ya no se define como un objeto externo al individuo (por ejemplo, como define
Saussure la lengua), sino como la capacidad potencial que tiene todo sujeto
hablante de una lengua de interpretar y producir el conjunto potencialmente
infinito de oraciones pertinentes a esa lengua. Lengua interna: capacidad de la
mente de producir oraciones; lengua externa: las manifestaciones concretas de
esa capacidad. A la capacidad de producir y entender oraciones de una lengua,
Chomsky la denomina competencia lingüística y a la puesta en acción de esa
capacidad potencial, al desempeño lingüístico efectivo, actuación.

La competencia se define en términos de las capacidades de un hablante-oyente


ideal en una comunidad lingüística homogénea, es decir, una comunidad de
sujetos que hablan y saben exactamente lo mismo. Define la lengua como el
conjunto potencialmente infinito de oraciones que un hablante-oyente ideal
estaría en condiciones de producir o de interpretar. Las oraciones producidas
efectivamente deben cumplir con ciertos requisitos gramaticales, semánticos y
fonéticos, la violación de alguno o algunos de estos requisitos determinan su
grado de aceptabilidad.

Competencia gramatical.

Se trata de una lingüística donde la noción de signo no se plantea, de hecho el


signo saussuriano aparece distribuido en componentes distintos de la
competencia lingüística: por un lado, una competencia fonética que establece las
formas de combinación de los sonidos; por el otro, un componente semántico
que da cuenta del sentido; y, por otro lado, la competencia gramatical que
estructura oraciones.

Gramática generativa.

Chomsky asegura que si los sujetos pueden generar infinitas oraciones nuevas es
porque en sus mentes hay un sistema capaz de generar todos los miembros de
ese conjunto, y no porque tengan acumulados, registrados uno por uno, todos los
miembros del conjunto. De allí el nombre que recibió esta corriente teórica: la
gramática generativa. La gramática puede ser entendida entonces como un
sistema de principios que genera el conjunto de las oraciones de la lengua y que
está en la mente de los sujetos hablantes. La tarea de la lingüística es, entonces,
la de determinar esos principios y explicar las habilidades lingüísticas de los
hablantes.

Adquisición del lenguaje.

La facultad del lenguaje es una propiedad de la especie humana, todos los seres
humanos nacen con la capacidad potencial de adquirir una lengua. El proceso de
adquisición de la lengua además se produce en condiciones realmente
sorprendentes, por un lado no hay una enseñanza metódica sobre la lengua, no se
le dice al niño las oraciones se construyen así o asá, esta palabra es un sustantivo
aquella otra un verbo, el niño adquiere la lengua sin un adiestramiento
específico; por otro lado, los estímulos a partir de los cuales los niños adquieren
la lengua son pobres y confusos: fragmentos de conversaciones cotidianas donde
se entremezclan frases inconclusas, errores gramaticales, diversidad de formas
de hablar, y sin embargo la adquisición es relativamente uniforme para todos los
niños; a todo esto debe sumarse el hecho de que la gramática de una lengua es
sumamente complicada y que la adquisición de esa gramática se produce sin
explicaciones al respecto. La explicación más razonable sobre cómo un niño de
tres años logra comprender y producir oraciones de su lengua materna con gran
fluidez y precisión, es suponer que la adquisición del lenguaje forma parte de su
desarrollo biológico, es decir que así como su cuerpo desarrolla los dientes, su
cerebro internaliza la lengua que se hable en su entorno, es decir, desarrolla su
competencia lingüística. Chomsky postula así su hipótesis de la gramática
universal (GU). La GU son los principios gramaticales universales a los que toda
lengua humana se ajusta, y forma parte del bagaje biológico humano. Cuando
Chomsky postula el carácter innato de la facultad del lenguaje no está
postulando que los niños nacen hablando o con la gramática de alguna lengua
particular ya instalada en sus mentes; sino que vienen ya diseñados
genéticamente para adquirir cualquier lengua particular y que ese diseño
genético debe contener unos principios universales sobre las lenguas humanas:
la GU. La GU de la mente-cerebro del niño procesa los datos que le llegan del
exterior y produce como resultado la gramática interna del niño de esa lengua
particular, o sea, su competencia lingüística.

Etnografía del habla.

Surge durante la década del sesenta, a partir de los trabajos de Dell Hymes y
John Gumperz, centrados en el estudio del habla. Los etnógrafos del habla se
ocupan de la competencia y la actuación, la gramática más los usos y pautas
comunicativas de una comunidad determinada. El objeto de estudio es, entonces,
el habla entendida como los usos (distintos en cada cultura) de la lengua en el
desarrollo de la vida social. La unidad mínima de análisis es el acto de habla.
Para su abordaje, es indispensable considerar sus componentes:

o Escenario: Tiempo y lugar. Cuándo y dónde tiene ocurrencia el acto de


habla.
o Participantes: Hablante y oyente. Qué roles cumplen uno y otro y qué
relación guardan entre sí.
o Fines: Metas y resultados. Las funciones para las que sirve el habla
derivan de los propósitos y necesidades de las personas involucradas en
la acción social: hablar para seducir, para permanecer despierto, para
evitar una guerra.
o Contenido y forma del mensaje: Adecuación de la forma (cómo se dice
algo) al contenido (qué se dice). Los miembros de un grupo saben de qué
se está hablando y cuándo aquello de lo que hablan ha cambiado;
controlan el mantenimiento y el cambio de tópico.
o Clave o tono: Manera en que se ejecuta el acto de habla. Puede ser
formal, informal, ritual, coloquial, familiar.
o Canal: Modo de transmisión del habla: oral, escrito, telegráfico, etc.
o Formas de habla: Lenguas, dialectos, códigos, variedades, registros.
Algunas comunidades utilizan más de una lengua para marcar las
relaciones de intimidad o distancia social (por ejemplo, en Paraguay, el
español y el guaraní). Otras apelan a variedades de una misma lengua
(como la variación alemán estándar y dialecto) y otras, a pronombres
dentro de una variedad (alternancia vos/usted del español rioplatense)

Los actos de habla (preguntar, negar, ordenar) se articulan en eventos de habla,


que consisten en actividades gobernadas por reglas o normas para el uso (por
ejemplo, una conversación, una narración, una conferencia). Los eventos de
habla corresponden a una determinada situación de habla o situación
comunicativa (una clase, una fiesta, un velorio son situaciones de habla). Un
mismo tipo de acto de habla puede tener lugar en diferentes eventos de habla, y
un mismo tipo de evento de habla, en diferentes contextos de situación. Así, un
chiste puede aparecer en una conversación privada entre dos alumnos pero
podría también surgir en la exposición del docente frente a la clase o en una
conferencia que este diera en un congreso. A su vez, la conversación privada
puede darse en una clase, en una fiesta o en una ceremonia religiosa. Hymes: el
objetivo de la etnografía del habla es focalizar en los modos de hablar, los
diversos usos y funciones del repertorio lingüístico de un grupo, para
profundizar la reflexión sobre la relación entre lengua, cultura, sociedad e
individuo.

Competencia comunicativa.

Un grupo de hablantes es considerado una comunidad de habla cuando sus


integrantes comparten el conocimiento de las opciones y las restricciones
comunicativas de una serie de situaciones sociales, es decir, poseen una
competencia lingüística y una competencia comunicativa. La competencia
comunicativa es el conocimiento de las convenciones lingüísticas y las
convenciones comunicativas vinculadas a éstas, compartidas por aquellos
individuos que integran una misma comunidad de habla y que les permiten
utilizar la lengua de una manera social y culturalmente adecuada. Hymes acuña
el concepto de competencia comunicativa para nombrar el conjunto de
conocimientos y habilidades de una persona, que abarca no sólo el conocimiento
de la gramática sino también los usos de una lengua. Todo hablante normal
adquiere una competencia que le permite, entre otras cosas, saber cuándo hablar
y cuándo no, de qué hablar, con quién, de qué forma.

Bourdieu.

“¿Qué significa hablar?”. Bourdieu plantea que hay que intentar elaborar una
economía de los intercambios simbólicos. Lo que circula en el mercado
lingüístico no es la lengua sino discursos estilísticamente caracterizados.

Capital simbólico.

El capital lingüístico o simbólico es la capacidad de dominar la lengua y las


relaciones de comunicación. Esta competencia implica el poder de imponer la
recepción. No alcanza con que un discurso sea gramaticalmente correcto sino
que debe ser sobre todo socialmente aceptable. El mercado ejerce la coerción a
través de una censura anticipada, la autocensura, que determina la manera de
hablar, la lengua elegida (en una situación de bilingüismo), el nivel de lenguaje,
pero primordialmente dictaminará lo que puede o no puede decirse.

Hábitus.

Conjunto de posiciones que se han adquirido; sistemas, esquemas de


generadores de prácticas sociales; principio de inversión que se presenta como
algo naturalizado, duradero, “que se nos ha hecho carne”, como algo
indiscutible; determinada de manera histórica.

Situación lingüística.

Toda producción discursiva está atravesada por un hábitus, y esto se presenta en


la situación lingüística. Bourdieu: el lenguaje es un mercado, funciona como tal;
hay mercado lingüístico cuando alguien produce un discurso dirigido a
receptores capaces de apreciarlo, evaluarlo y recompensarlo. Se establecen
relaciones de jerarquía. Un mercado es un tipo de formación de leyes de las
producciones lingüísticas.

Bajtín.

Bajtín mantenía la idea de que todas las clases sociales utilizaban el mismo
lenguaje y que la lucha se daba dentro del seno de la lengua. La lengua no
estaría estrictamente ni en la infra ni en la superestructura, es decir que no sería
determinante ni totalmente determinada.

Ideología y signo.

La teoría de Bajtín sostiene que donde hay signo hay también siempre ideología.
Los signos surgen en el proceso de interacción entre conciencias individuales
que, a su vez, se constituyen al transformarse en signos. Es necesario que los
individuos estén socialmente organizados para que pueda surgir entre ellos un
medio semiótico. Este signo ideológico tiene un carácter multiacentuado que
procede del cruce de acentos de orientaciones diversas.

Para Bajtín, la comprensión deviene de relacionar un signo dado con otros


signos ya conocidos.

Palabra, enunciado y dialogismo.

La palabra es, para Bajtín, el fenómeno ideológico por excelencia. Puesto que en
ella todo tiene la función de signo, es el medio más genuino de comunicación
social. Se puede construir un discurso interno, sin tener que expresarse hacia el
exterior. Bajtín define al enunciado como la unidad real de la comunicación
discursiva. El enunciado se determina por el cambio de los sujetos discursivos,
es decir, por la alternancia entre los hablantes y por las variadas formas de la
praxis humana. Los enunciados expresan siempre la evaluación o valoración, la
ideología de quien habla, y puede deducirse también de ellos la presencia de
aquel a quién se habla. Bajtín dice que ningún hablante es un Adán bíblico; que
nadie inaugura una palabra, que cuando la toma y la refiere en un contexto, esa
palabra ya está cargada por el sentido de esa cultura, esa historia y esa
comunidad de hablantes en particular. Desde esta perspectiva, cada vez que
hablamos estamos retomando una voz, o de otro modo siempre estamos en un
espacio de intertextualidad o interdiscursividad.

Género discursivo: La pertenencia de un género determina el modo de apertura,


de cierre, de tratar, el registro (formal o informal), tipo de sintaxis y léxico.
Identifica una regularidad en el uso del lenguaje. Los géneros son infinitos y
están sociohistóricamente determinados.

“Uno no habla por voluntad propia, los discursos nos atraviesan.” Noción de
estilo: Selección léxica, el uso de determinado ritmo y puntuación, selección
sintáctica. Refleja el más alto grado de dependencia del individuo.

Géneros escritos: A diferencia de los orales, presentan un carácter diferido;


media un tiempo entre la emisión y la recepción. El escritor crea un alocutario.
El texto escrito debe presentarse como algo controlado.

Todo producto ideológico posee una significación en tanto remite algo que se
encuentra fuera de él. A partir de la propia producción discursiva los sujetos
combaten la significación que será producto de la pluralidad de voces presentes
en ese discurso (lo que hace que el signo sea ideológico).

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