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UNIVERSIDAD NACIONAL DE MAR DEL PLATA.

FACULTAD DE HUMANIDADES.
DEPARTAMENTO DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN.
SISTEMA EDUCATIVO Y CURRICULUM
Consigna 1
Agustina Cermelo 20662

​ ​Trabajo Práctico N°2

Los circuitos escolares en la actualidad se han ido conformando como espacios


fragmentarios, en los que se distinguen diversos tipos de organización disímiles. Estos parecen
responder a las diferencias que presentan los grupos sociales que asisten a cada una de ellas.
Puede pensarse en la teoría de la fragmentación, debido a que socialmente se presenta un
proceso de segregación y diferenciación de los grupos. Cada uno de estos fragmentos es:

Autoreferido, organizado alrededor de creencias, valores particulares que


construyen un específico patrón de socialización para los chicos y donde no
aparecen diálogos, interlocuciones a un elemento central común. Aparece
como un espacio que se recorta, se auto refiere (…) la idea es que lo que
pasan dentro de cada uno de esos fragmentos es incomparable con lo que
pasa en en el otro fragmento (Tiramonti, 99)

La escuela pública, por lo tanto, no puede considerarse como igualadora de


oportunidades, homogeneizadora o integradora de estos fragmentos. Tanto las escuelas
formadoras de las élites o aquellas que forman a los sectores más marginados pertenecen a un
grupo heterogéneo en sí mismas. Las familias eligen llevar a sus hijos a instituciones que
representan ciertos valores del fragmento socio- cultural al que pertenecen. Por ejemplo las
comunidades que asisten a colegios de clase alta ponen en juego subjetividades
completamente opuestas a las de las clases bajas. Las primeras buscan mantener un status,
promover el éxito y la importancia de ocupar cargos y posiciones dentro de la jerarquía social,
además de intentar conservar constantemente la institucionalización de los hijos. Las
segundas, intentan acceder a una educación que posibilite la entrada al mundo laboral y la
estabilidad económica. Sin embargo, como afirma Tiramonti refiriéndose al funcionamiento
de cada fragmento: “Y no solo encontramos que éste no era un espacio homogéneo y ni
siquiera era un espacio donde había continuidades fuertes entre las instituciones, sino que aquí
también uno podía reconocer fragmentos, ejes organizativos diferentes” (103). Es decir, que
incluso dentro de ellos se distinguen diversos procesos que profundizan aún más las
diferencias sociales. Estos cambios fuertes en la estructura educativa tienen su correlato en la
estructura social del país. Son el resultado de procesos de cambio en las relaciones, el núcleo
familiar, los modos de educar, las exigencias del mercado laboral y la creciente expansión de
un mundo cada vez más globalizado. Ante esos cambios la escuela no ha podido responder de
otra forma más que la de la fragmentación. Parafraseando a Dubet, puede afirmarse que la
construcción del sentido y de los valores que se intentaban proyectar desde el aula pierden
poder en favor de construcciones locales y sociales de valores y de acuerdos sociales y
políticos. En este sentido, entre más democráticas e individualistas son las sociedades
modernas, menos postulan un universo común de sentido (70).

Puede decirse entonces que el estado no ha logrado establecer un patrón institucional


homogéneo que logre articular a todos estos sectores en una misma trama educativa. De esta
forma hay jóvenes que han accedido a una escolaridad intensa, completa y exitosa en lo que
respecta a la salida laboral o las competencias adquiridas para el desarrollo de la vida adulta.
Mientras que otros han asistido a una escolaridad “lábil, que plantea conflictos entre su
identidad previa y las exigencias de la vida escolar” (Bucci Bucci, 7) una educación que no ha
logrado llevar a esos estudiantes al éxito. El éxito es una de las mayores exigencias que se
imprime sobre los individuos de las sociedades actuales, dice Dubet: “El nuevo imperativo es
el de la movilización, la capacidad de tener objetivos y proyectos, la necesidad de
comprometerse. Las instituciones deben “capacitar; deben desarrollar el ​empowerment de los
individuos (…) Por un lado hay que tener éxito, por el otro ‘realizarse’” (74). Existe un
proceso de dualización educativa, en el que hay éxito o fracaso escolar (repitencia, deserción).
Por esto mismo se afirma que se requiere de procesos educativos flexibles que articulen entre
la organización y las prácticas educativas para hacer frente a los nuevos tipos de sujetos que
entran en las instituciones, los contextos sociales de los que provienen y los distintos tipos de
familias que aparecen.
En Argentina, la educación es pública, sin embargo, puede ser de gestión estatal o
privada. Un 6.475 del PBI se destina como presupuesto nacional. La educación privada es
remunerada, aunque en general cuenta con subsidios del estado para soportar sus costos.
Como se ha dicho anteriormente, el sistema educativo no constituye una totalidad
unificada, ya que a partir de las fragmentaciones que se vienen generando desde la década de
los ‘80 en adelante, en el país los sectores medios y altos de la sociedad han elegido la
educación privada. “Proceso que se agudizó con la reforma de los ‘90, y que generó una
multiplicidad de subsistemas y modalidades que terminó por fragmentando más el espacio con
el consiguiente deterioro de su calidad” (Bucci, Bucci, 3). Las cifras que hablan del sector
privado establecen que la participación en la matrícula va del 30% al 50% en las grandes
ciudades. Este sector es regulado por el estado y recibe parte de su financiamiento, sin
embargo, la forma en que funcionan estas instituciones es independiente del estado. En
desmedro de la escuela de gestión estatal, la educación privada ha ganado matrícula y
prestigio social, mientras que el sector público parece reproducir situaciones de marginación
social y relaciones burocráticas.
Las cifras de finalización de la escuela secundaria son diversas entre sí, mientras que
en en el ámbito estatal sólo termina a tiempo un 31% de los alumnos, en el ámbito privado lo
hacen el 59% . Como se observa, el estado no logra intervenir para crear un mismo patrón
educativo que evite la desigualdad social en los diversos sectores que constituyen el sistema de
educación. Mientras que un grupo asiste a una escuela pública segregada, que no logra
asegurar un ascenso social o la apertura a un futuro digno; otro grupo se legitima y ocupa
posiciones de poder a partir de instituciones que responden a las necesidades de grupos
dominantes.
Garantizar la escolaridad para todos como un derecho no es suficiente si el servicio
prestado no es de calidad. Es decir, que las concepciones de igualdad de acceso e igualdad de
resultados que se combinan en el discurso del estado no son suficientes para generar las
condiciones de justicia escolar. Es decir igualdad de acceso, igualdad de oportunidades e
igualdad de resultados. Dubet afirma que: “es preciso apartarse de de los simples análisis
estadísticos de las desigualdades para estudiar el trabajo educativo en si mismo con el fin de
mostrar lo que la escuela hace a los alumnos, como ella produce sujetos, o como ella los
destruye” (248). Para lograr establecer una educación de calidad, no necesariamente hay que
enfocarse en la eficiencia, ya que debe ser la misma sociedad junto con el estado los que
decidan qué es lo mejor para los estudiantes. Un estudio estadístico de lo que sucede en los
colegios es necesario, a la vez que es necesario resolver las problemáticas en base a las nuevas
disrupciones, necesidades y particularidades de los fragmentos que componen la totalidad.
Las tendencias educativas que se perfilan en el país son la implementación de los
proyectos interdisciplinarios, que integren transversalmente un tema trabajado en varias
materias. A su vez se propone mayor flexibilidad al nivel de las escuelas y de los maestros
para adaptar la enseñanza y el aprendizaje a la situación de los estudiantes. Otra tendencia es
poder inculcar la importancia de valores como la solidaridad y la convivencia, al igual que
trabajar en la resiliencia, para aprender a superar las frustraciones y desarrollar una mentalidad
positiva. Es decir formar en competencias para afrontar la vida adulta. A su vez, se exige cada
vez más que quien esté al frente de una clase sea una persona extremadamente preparada y
cuente con una multiplicidad de recursos. La formación docente exige cada vez más
capacitación y formación pedagógica.
Para finalizar, es interesante pensar lo que propone Dubet acerca del éxito, no ya para
el individuo, sino para las sociedades. Este respondería a la fuerza de las redes que se entablan
entre los diferentes individuos, respetando y aceptando las diferencias. La vitalidad de la
democracia y transparencia de las decisiones políticas a la hora de pensar en la escuela. La
educación entonces es fundamental, ya que si su nivel es alto mayor es el capital humano, la
confianza y el capital social que podrán adquirir los estudiantes. La desigualdad de esta
manera sería cada vez menor, podría pensarse en que existe una trama que pone en pie de
igualdad los diferentes fragmentos de la sociedad.
Bibliografía

- Bucci, I. Bucci, L.: “Democratización y calidad educativa. Una promesa pendiente”.


-Crevola: “La enseñanza de competencias en el nivel polimodal: cambios y continuidades.”
- Dubet: ¿Por qué preferimos la desigualdad?” Cap. 3.
-Dubet: “Los postulados normativos de la investigación en educación.” Pág. 241 a 249.
-Tiramonti: “Una aproximación a la dinámica de la fragmentación social del sistema educativo
argentino. Especificaciones teóricas y empíricas.”
-Tiramonti: “Conferencia ´La trama de la desigualdad educativa.”

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