Sei sulla pagina 1di 14

MANUAL DEL SERVIDOR DE LOS ENFERMOS Y ANCIANOS MISIONEROS

La Pastoral Misionera con los Enfermos y Ancianos


La Pastoral Misionera con los Enfermos y Ancianos busca que los enfermos, los que sufren,
los limitados físicos, etc., descubran su situación como un llamado al seguimiento más
cercano del Señor, para ser transformados en sus discípulos predilectos mediante su
Palabra y los sacramentos con el fin de que sean sus apóstoles. (Col.1.24)
Aquellos cristianos que hacen descubrir a los enfermos esta dimensión profunda de su
realidad cristiana, están prestando un enorme y valioso servicio, porque les abren
horizontes infinitos que les permitirán renovar su fe, sentirse miembros dolientes pero
útiles y vinculados a participar activamente en la acción apostólica y misionera de la Iglesia.
Los enfermos están llamados a descubrir, con ocasión de las enfermedades, en los dolores
y sufrimientos, una llamada especial del Señor para ser sus testigos con su vida, con sus
palabras, con sus actitudes. El enfermo tiene la enorme y maravillosa posibilidad de
identificarse con cristo doliente en la cruz, y hacer cara propia las palabras de san Pablo:
"estoy crucificado con Cristo y ya no vivo yo, es Cristo que vive en mí. Vivo de la fe en el Hijo
de Dios que me amó y se entregó por mí" (Gal 2,19b-20).
De esta realidad de fe nace la dimensión misionera universal del enfermo y su dolor:
"cuando yo sea levantado en la cruz, atraeré a todos hacia mí", dice Jesucristo (Jn 12,32).
La vida del enfermo convertida en ofrenda desde la cruz de su dolor, adquiere las mismas
dimensiones del acto Redentor de Cristo por la salvación del mundo entero. El enfermo,
puede cooperar en la obra evangelizadora universal, uniéndose a ella con su sacrificio, sus
oraciones, su debilidad, sus soledades, sus abandonos, sus limitaciones, sus lágrimas (esto
se conoce como cooperación espiritual con la evangelización).
Aunque parezca difícil, desde su cama, el enfermo puede ser misionero con sentido
universal, apoyar con su propio sacrificio la obra de primera evangelización, y colaborar
para la conversión de los miles de millones que no conocen a Jesucristo. Salmo 116,13-14/
Lc. 22, 19-20.
Dentro a de la pastoral parroquial, la Pastoral Misionera con los Enfermos y Ancianos no
implica la creación de un nuevo grupo, sino que los agentes pastorales que ya trabajan al
servicio de los enfermos (Ministros de la Eucaristía, Legionarios de María, Agentes de
Pastoral de la Salud, etc.) pueden asumir esta misión dando un sentido misionero a su
servicio, colaborando así con la obra evangelizadora universal de la Iglesia, de la cual, todos
somos corresponsables, en virtud de nuestro Bautismo (RM 77).

2.- Qué es la Unión de los Enfermos y Ancianos Misioneros


Es un servicio de la Iglesia, establecido para inscribir a todo enfermo crónico o anciano que
desee ofrecer su dolor y su vida por las misiones, con el objetivo de hacer que los enfermos,
asociados a la pasión de Cristo Redentor, ofrezcan sus obras, sufrimientos y oraciones por
las misiones.
Procura ayudar a que todos los agentes de pastoral de la salud también estén impregnados
el sentido genuinamente misionero y se animen a ayudar a los enfermos a vivir esta
hermosa realidad de la fe.
Sus objetivos específicos son los siguientes:
1. Hacer que los enfermos y ancianos, asociados a la pasión de Cristo Redentor,
ofrezcan sus obras, sufrimientos, oraciones y aportes económicos por las misiones.
2. Contribuir continuamente a la santificación personal de los enfermos y los ancianos
3. Fomentar la comunicación de los enfermos y ancianos asociados, entre sí y con los
enfermos de las misiones.
4. Fomentar la cooperación directa de sus miembros en actividades de animación
misionera que estén a su alcance.
Cómo Nació
La UEM (Unión de Enfermos Misioneros) nace en 1928, del celo de un alma fervorosa y
ardiente: Margarita Godet, enamorada del apostolado misionero, e inmovilizada ella misma
por la enfermedad. Fue en la diócesis de Pamplona (España) hacia el año 1933, cuando
empezó a difundirse, aunque de manera privada, la UEM. En el año 1940 quedaba erigida
canónicamente, y en 1945, fue declarada oficialmente como asociación auxiliar de las Obras
Misionales Pontificias.
Con el tiempo, se ve conveniente que esta obra se dirija también a los ancianos, pasando a
llamarse Agrupación de Enfermos y Ancianos Misioneros (ADEAM)

3.- Organización de la ADEAM


Miembros de (ADEAM)
Como ya se dijo anteriormente, la Pastoral Misionera con los Enfermos y Ancianos en la
Parroquia, no necesariamente implica la creación de un nuevo grupo, sino que en muchos
casos, los agentes pastorales que ya trabajan al servicio de los enfermos (Ministros de la
Eucaristía, Legionarios de María, Agentes de Pastoral de la Salud, etc.) pueden asumir esta
misión dando un sentido misionero a su servicio. De esta manera, por ejemplo, el Legionario
de María sigue siendo Legionario de María, pero incorporando a su apostolado que ya
realiza con los enfermos, la dimensión misionera, sin perjudicar esto en nada su identidad
de Legionario. (Juan 12, 24)
a.- Los Enfermos y Ancianos Misioneros
Los Enfermos y los Ancianos son protagonistas de la misión de la Iglesia, desde la limitación
propia de su enfermedad o de su edad. Pueden ser miembros de la ADEAM todos los
enfermos, de cualquier edad y condición, que padeciendo una enfermedad o algún tipo de
invalidez crónica o de larga duración, se sientan invitados por el Señor a unirse al dolor
redentor de Cristo con espíritu misionero para colaborar en los fines de esta asociación.
También los ancianos pueden sumarse a este apostolado.

4.- El Enfermo y el Anciano Misionero


1.- El Enfermo o el Anciano misionero es quien, corresponsable en la obra misionera de la
Iglesia, ofrece con alegría y paciencia el dolor y soledad, fruto de su condición de
enfermedad o ancianidad, para la redención de todos los hombres.
2.- Un cristiano que ora por la propagación del Evangelio en toda la tierra y por la conversión
de los que no conocen a Cristo.
3.- Quien ofrece su dolor por la santificación de los misioneros de todo el mundo, y de los
agentes de pastoral que trabajan con los enfermos y ancianos.

Fundamentos de su Misión
Como Cristo… El Hijo de Dios asumió la condición humana en todas sus dimensiones y
con todas sus consecuencias y riesgos: pobreza y limitaciones desde su nacimiento,
esfuerzos como obrero artesano de la madera, sin morada fija "no tiene donde reclinar su
cabeza", considerado por su familia "fuera de sí" (Mc 3,21), vigilado por sospechoso,
abandonado de los suyos, traicionado, acusado y condenado injustamente, víctima de
muchos sufrimientos: desprecios, calumnias, incomprensiones, burlas, malos tratos,
insultos, angustias, torturas y la muerte en la cruz con humillación y desprecio.
Él es el Siervo doliente que asume el dolor de los enfermos: "fue traspasado a causa de
nuestra rebeldía, fue atormentado a causa de nuestras maldades. El castigo que sufrió nos
trajo la paz, por sus heridas alcanzamos la salvación" (Is 53,3). Su sufrimiento no es un
sufrimiento inútil y estéril, sino que a través de él, logra nuestra salvación: "Vengan a mí
todos los que están agobiados y fatigados que yo los aliviaré" (Mt 11,28).

Es Misionero… Jesucristo no explicó el porqué del sufrimiento, sino que afrontándolo


positivamente, lo hizo motivo de purificación, madurez, solidaridad, de una sana relación
de ayuda. Como Jesús, el enfermo está llamado a vencer y a trascender el dolor,
enfrentándolo con fe, asumiéndolo con alegría y convirtiéndolo en sacrificio por su propia
redención y por la salvación del mundo entero. Los enfermos, los que tienen grandes
limitaciones, los que están reducidos e inmóviles en el lecho del dolor, pueden ser activos
colaboradores de Jesucristo, como dijo San Pablo: "Completo en mi carne lo que le falta a
la Pasión de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia." (Col 1,24/ Gal. 2,19-20)
Dice Juan Pablo II: "Es preciso que a la cruz del calvario acudan todos los creyentes que
sufren en Cristo, para que el ofrecimiento de sus dolencias acelere el cumplimiento de la
plegaria del Salvador por la unidad del mundo y la salvación de todos".

Es más: el ejemplo y el testimonio de los enfermos cristianos, puede iluminar a los


hombres de buena voluntad para que se acerquen a la cruz del Redentor, el cual ha asumido
sobre sí los sufrimientos físicos y morales de todos los hombres de todos los tiempos, para
que en su amor entregado y crucificado puedan encontrar el sentido a su existencia, la
motivación para la ofrenda de su dolor y la respuesta a sus inquietudes y preguntas.

Qué hace
1. Hace de su enfermedad y sufrimiento, un medio de santificación, sintiéndose partícipe
de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo a la que está vinculado desde el Bautismo
y a través de la Eucaristía.
2. Ofrece diariamente su dolor por propagación del Evangelio en toda la tierra, junto con
sus oraciones por las misiones y misioneros del mundo, por todos los que asisten, visitan y
acompañan a los enfermos en todo el mundo, y por todos los enfermos inscriptos en la
Unión de Enfermos y Ancianos Misioneros.
3. Acepta y ofrece con paciencia y alegría, sus sacrificios, angustias, soledad, limitaciones
y otras circunstancias de cada día por todas aquellas personas que aún no conocen a
Jesucristo y por su conversión.
4. Testimonia con su ejemplo vivo e irradia su fe, su esperanza y caridad a los miembros
de su propia familia, a sus amigos y a los otros enfermos.
5. Se une a Jesucristo con la oración, con la práctica de los sacramentos (unción de los
enfermos, reconciliación y eucaristía) y se ofrece diariamente como ostia viva al Padre Dios,
en el cáliz del sufrimiento y de las limitaciones de su enfermedad o edad.
6. Siente la cercanía maternal de la Virgen María quien, de pie junto a la cruz, contribuyó
como ninguna en la obra de nuestra redención desde su propio sacrificio, y se encomienda
a ella con sentido filial.
7. Medita y profundiza los misterios de la vida, pasión y muerte y resurrección del Señor,
principalmente a través de la lectura de la Biblia, para encontrar en ellos la fortaleza para
luchar contra todo lo que pueda ser ofensa a Dios o al prójimo.
8. Es él también, apóstol para otros enfermos, orando por ellos, apoyándolos en su
enfermedad mediante cartas, llamadas telefónicas, visitas si le es posible.
9. Ofrece su dolor por la santificación y perseverancia de los misioneros, y de los agentes
pastorales que trabajan con enfermos y ancianos en todo el mundo.
10. Ruega por el aumento de las vocaciones sacerdotales, religiosas y laicales, de personas
comprometidas con la evangelización y especialmente de la atención pastoral de los
enfermos y ancianos.

5.- El Animador de los Enfermos y Ancianos Misioneros


Los Animadores de los Enfermos y Ancianos Misioneros, surgen principalmente en
Parroquias, pero también en Colegios, Universidades u otro tipo de ámbitos que les pueda
dar acogida. Siempre es conveniente que tengan como referente a un sacerdote o religioso
que asuma su asesoramiento espiritual con los agentes y los enfermos.
Es una persona con gran dosis de humanidad que, en consonancia con sus posibilidades,
sus aptitudes y su tiempo, ofrece un servicio entusiasta, desinteresado, constante y eficaz
a favor de los enfermos y ancianos, ayudándolos a sobrellevar su situación de limitación y
a encontrar un nuevo sentido a su sufrimiento, haciéndolo redentor y útil para sí mismo y
para la humanidad.

Fundamentos de su Misión
Como Cristo… Una característica sobresaliente del ministerio de Jesucristo fue su
predilección por los que sufren, por los débiles, por los enfermos. San Lucas resalta este
aspecto: "Pasó haciendo el bien" (He 10,38), y ese obrar se dirigía, ante todo, a los enfermos
y a quienes esperaban su ayuda (cfr Mt 4,23). Curaba a los enfermos, consolaba a los
afligidos, era sensible a todo sufrimiento humano, tanto del cuerpo, como del alma.
Jesucristo se presenta como el médico del cuerpo y del alma (Mc 2,17). Su compasión hacia
todos los que sufren llega hasta a identificarse con ellos: "Estuve enfermo y me visitaron"
(Mt 25,36).

Es Misionero… Los apóstoles recibieron de Jesucristo la misión de continuar su obra:


"Vayan proclamando que el Reino de Dios está cerca. Curen a los enfermos…" (cfr. Mt 10,7-
8a). Como lo hicieron los apóstoles, hoy la Iglesia continúa la obra de Jesucristo, tanto
mediante los cuidados que proporciona a los enfermos, como por la oración de intercesión
con la que los acompaña. Tal es así que el hospital es una institución nacida de la Iglesia
Católica: en el siglo IV San Basilio, en Cesárea de Capadocia, funda el primer hospital
público. Creemos en la presencia vivificante de Cristo, médico de almas y cuerpos, que actúa
particularmente a través de los sacramentos, y de manera especial por la Eucaristía.

Qué hace
Las actividades específicas que realiza el Servidor de los enfermos y ancianos misioneros
son los siguientes:
 Informar a los enfermos y ancianos que viven en la jurisdicción de la Parroquia,
acerca de la forma en que ellos pueden ser misioneros, e invitarlos a asumir este
desafío.
 Asistir con especial dedicación a los enfermos y ancianos que están a su cargo,
apoyándolos tanto espiritual como materialmente, siendo perseverante en el
cumplimiento de su servicio. Para ello los visitará periódicamente.
 Despertar en los enfermos y ancianos el sentido de pertenencia a la Iglesia universal
y la corresponsabilidad en la obra evangelizadora de la Iglesia, animándolos a
sentirse partícipes en la tarea misionera, mediante la oración y el ofrecimiento de la
propia cruz.
 Orar por todos los enfermos del mundo, y especialmente por los inscriptos en la
Agrupación de Enfermos y Ancianos Misioneros.
 Orar por la perseverancia de los agentes pastorales que están al servicio de los
enfermos y ancianos en todo el mundo, y por el surgimiento de nuevas vocaciones
destinadas a este servicio.
 Esforzarse en el camino de la propia santidad procurando vivir en íntima unión con
Jesucristo y siendo testimonio vivo de los valores evangélicos ante la comunidad.
 Procurar la formación permanente, tanto en lo doctrinal, como en lo espiritual y en
todos aquellos aspectos relacionados con el servicio de atención a los enfermos y
ancianos.
 Mantener una fluida comunicación con el Párroco, con la Dirección Diocesana de
OMP y el Equipo Diocesano de Pastoral Misionera, para comunicar sus experiencias
y obtener información y material formativo.
 Representar este apostolado ante la Pastoral Parroquial y ante la Pastoral Misionera
Diocesana.

Cualidades
El modelo del servidor de los enfermos es el mismo Jesucristo. La figura compasiva y
entregada del buen samaritano (Lc 10,30-37) nos enmarca los rasgos principales de este
ministerio.

1. Ante todo, es una persona de honda experiencia de Dios, que experimenta fuertemente
en su vida la gracia y presencia de Dios, también su ausencia; que purifica la propia vida
desde la fe y el sufrimiento; que acepta el misterio de la debilidad de un Dios crucificado;
que está en comunión con la comunidad eclesial (parroquia) de quien recibe el envío,
preparación y alimento espiritual.
2. El Servidor de los enfermos debe ser un testimonio de fe, esperanza y caridad, cuyo
espíritu es capaz de ver el rostro de Cristo en el enfermo, comprender el sentido cristiano
de la enfermedad, para así iluminar y llenar de esperanza a los mismos enfermos, a quienes
trabajan por ellos y a sus familiares.
3. El ardor de su caridad lo lleva a no tener otra intención que la atención del enfermo por
amor a Dios con sentido de servicio, a la manera de Cristo, desde sus cualidades y carismas.
4. Posee una personalidad madura, respetuosa de las situaciones limitadas del enfermo y
de su familia, recatada y prudente en sus acciones y comentarios. Es una personalidad muy
humana: amable, altruista, generosa, disponible, gentil, abierta a todo lo existente en la
mente y el corazón del hombre.
5. Conoce suficientemente los componentes de su persona: los negativos para corregirlos,
y los positivos para potenciarlos y sacarle fruto.
6. Su vocación es la de ser colaborador de Jesucristo y copartícipe en la obra de la Iglesia a
favor de los enfermos.
7. Tiene un amplio sentido de pertenencia a la Iglesia universal y testimonia e infunde este
sentimiento en los enfermos, buscando que ellos también se sientan evangelizadores y
ofrezcan sus dolores y sufrimientos por la obra evangelizadora universal.
8. Cultiva y vive su espiritualidad específica de servidor, de evangelizador, de seguidor de
Cristo. Sostenido por este ideal, se capacita permanentemente para brindar un mejor
servicio a la Iglesia.

6.- La visita pastoral a los enfermos y ancianos


A ejemplo de Jesús, los servidores de los enfermos han de prepararse por medio de la
oración para alcanzar la gracia de estar disponibles, optimistas para ir al enfermo y llevar el
gozo de la Buena Nueva: sembrar en él la esperanza de la salvación. Los servidores de los
enfermos también deben pedirle al Señor la gracia de capacitarse continuamente.

Antes de la visita
Entrar en comunicación con Dios, fuente de toda luz, para llenarse de Él y ser así
instrumento en sus manos, recordando que la obra es de Él.

 Orar por el enfermo, por su familia, para que acepten la visita con fe, en nombre de
Dios y de la Iglesia.
 Convenir y preparar la visita con tiempo.
 Llegar al enfermo con ánimo, alegre, confiado. Aún en los momentos de mayor
tensión y dolor, siempre habrá una posibilidad para sembrar la esperanza y una
oportunidad para vivir la alegría que nace de la confianza en el Señor.

Momentos de la visita
A) Saludar al enfermo por su nombre, con bondad y cariño.
B) Presentarse uno mismo, dando suficiente información para responder los interrogantes
básicos que puede plantearse el enfermo: ¿quién es usted? ¿Por qué viene a visitarme?
C) Crear una atmósfera, preguntando cuestiones apropiadas que muestren interés, respeto
y deseo de ayudar.
Es importante crear una comunicación basada en la confianza y en la apertura, que el
enfermo sienta que la presencia del animador le transmite paz y deseos de compartir. El
animador debe sentir la presencia de Jesucristo en el enfermo, y el enfermo en el servidor.
D) Es importantísimo, antes que saber hablar, saber ESCUCHAR, respondiendo al
contenido, a los sentimientos y al sentido que el enfermo da a sus palabras, de modo que
se sienta escuchado y entendido, reconociendo lo que no dice con palabras.
E) Al hablar, es preciso profundizar en la comunicación, evitando un diálogo superficial y
vacío. Esto puede lograrse:

 Manifestando lo que se siente: "Me sentí muy triste cuando me dijiste que…"
 Ofreciendo una indicación respetuosa y prudente: "Posiblemente deberías
decírselo"
 Estructurando la solución a un problema: "¿Has intentado buscar otras
alternativas?"
 Queriendo conocer sus sentimientos: "¿Cómo te sentiste cuando…?"
 Queriendo conocer el contenido: "¿Qué es lo que él te dijo?"
 Dando permiso: "Está bien llorar"
 Animando: "Yo creo que lo puedes lograr"
 Nombrando un momento sagrado: "Siento entre nosotros la presencia de Jesús"
 Resumiendo: "Parece que tu familia, amigos, son de gran apoyo para ti en
momentos de dificultad".
 Bendiciendo: "Que el Señor te bendiga".
F) Hacer: es preciso estar al servicio del enfermo para lo que sea que él necesite. La visita
del servidor de los enfermos, no es una mera "visita espiritual", sino que se debe estar
dispuesto a ayudar al enfermo en sus necesidades físicas y materiales también.
G) Invitar a hacer: El enfermo no es un simple "sujeto pasivo" del apostolado. El servidor
debe ayudarlo a convertirse en sujeto activo de la evangelización: orando, siendo
testimonio entre sus familiares y amigos, apoyando a otros enfermos mediante cartas,
llamadas telefónicas, etc.
H) Agradecerle por haber aceptado la visita y motivarlo para que él y su familia acepten
otras y convenir la próxima visita.
I) Orar con el enfermo y su familia.

Algunas recomendaciones
- Tratar al enfermo como una persona, no como una enfermedad.
- No olvidar que el enfermo está enfermo y no mencionar casos parecidos. Son necesarias
la sencillez y una gran delicadeza. No olvidar que el dolor agudiza la sensibilidad.
- Actuar con naturalidad. No compadecerlo ni demostrar lástima.
- Escuchar y establecer una verdadera amistad con el enfermo.
- No hablar de la enfermedad con otros en presencia del enfermo.
- Ofrecerle ayuda concreta.
- Evitar criticar el cuidado que se está dando al enfermo.
- No compadecerle mostrando lástima. Esto deprime y no causa ningún beneficio.
- Decirle con palabras y obras que Dios le ama mucho y que El, en su infinita misericordia,
siempre sabe sacar el bien donde nosotros sólo vemos tristeza y dolor.
- Alimentar en él la esperanza en la presencia salvadora de Dios, en el amor incomparable
de la Virgen María, tan madre siempre y especialmente cuando se sufre.
- Utilizar el tiempo prudentemente, de tal manera que la visita no sea ni demasiado larga,
ni tan corta que demuestre falta de interés.
- ¿Qué puedes decirle al enfermo? No es necesario tanto preguntar ni hablar, sino escuchar.
- Amar al enfermo tanto como se pueda, por amor de Dios, pero también por amor a él
mismo: las personas que se ocupan de los enfermos solamente por Dios y lo hacen con falta
de cariño en su conducta, inducen a pensar que no les valoran adecuadamente.
- Para comprender al enfermo es necesario situarse en su lugar. No es fácil, pero de lo
contrario, es inútil discutir o intentar razonar con él.
- El mejor aporte a un enfermo es ayudarlo a encontrarse con Dios.

Después de la visita
 Agradecer a Dios por haber permitido compartir la fe con el enfermo.
 Hacer el informe de la visita y entregarlo al coordinador
 Entregar listado de enfermos al párroco para ser encomendados en la celebración
de la Eucaristía por los enfermos

7.- La Formación de los Servidores de los Enfermos y Ancianos Misioneros


Fundamentos y Áreas de la Formación
Afirma el Decreto Ad Gentes en su número 26: Los que hayan de ser enviados como buenos
ministros de Jesucristo, estén nutridos "con las palabras de la fe y de la buena doctrina",
que tomarán ante todo, de la Sagrada Escritura, estudiando a fondo el Misterio de Cristo,
cuyos heraldos y testigos han de ser. Por lo cual todos los misioneros han de prepararse y
formarse para que no se vean incapaces ante las exigencias de su labor evangelizadora.
Es necesario que los misioneros se dediquen a los estudios misionológicos; es decir,
conocer la doctrina y las disposiciones de la Iglesia sobre la actividad misional, saber qué
caminos han recorrido los mensajeros del Evangelio en el decurso de los siglos, la situación
actual de las misiones y también los métodos considerados hoy como más eficaces.
La formación doctrinal y la profundidad de la fe son indispensables para que los cristianos
puedan asumir los desafíos de la cultura moderna. Con mayor razón, aquellos que quieren
ser misioneros no sólo en sus ambientes, sino más allá de las fronteras. Las realidades
concretas del mundo y de la misma Iglesia, replantean la necesidad de un nuevo ardor
misionero en el que se nos exige a todos saber dar razón de nuestra fe.
La Iglesia es el espacio histórico en donde Cristo se acerca a los hombres, se da a conocer,
camina con ellos y como hizo con sus apóstoles, los instruye en su Palabra y les hace
madurar la fe hasta que puedan asumir su misión. A este proceso se le llama Escuela con
Jesús.

Esta formación abarca tres aspectos fundamentales:

a. Teología Misionera: Abarca la comprensión de la misión y la evangelización, sus


motivaciones, contenido y finalidades. Es la ayuda para que se comprenda bien la misión,
el Reino de Dios, lo que es la evangelización, y para que la persona tenga criterios y
mentalidad misionera.

b. Espiritualidad Misionera: comprensión de las actitudes interiores y exteriores del


misionero, su vida espiritual, sus sentimientos y todo lo que hace a su comunión íntima con
Cristo. Apunta al corazón de la persona, hacerse amigo, ayudar a transformar los
sentimientos y fomentar la valentía apostólica.
Es para poner mística misionera que dé fortaleza a la vida y al trabajo. La espiritualidad
misionera lleva a que uno viva la comunión íntima con Cristo y sepa caminar con El, sepa
sentir y obrar como El. Lleva a que uno sea dócil al Espíritu Santo y aproveche sus dones.
Lleva a que uno tenga universalidad y celo apostólico, caridad apostólica con la cual se
entregue y obre verdaderamente como misionero universal.

c. Metodología Misionera: es la parte metodológica y didáctica, con la cual se entrena


a la persona para su misión específica. Enseña al servidor a tratar con los enfermos y
ancianos, cómo comprenderlos, apoyarlos, y ayudarlos mejor a cumplir su misión.
La formación misionera debe ser implementada mediante actividades que ayuden a todos
para que, de manera sistemática, gradual, integral, sean buenos misioneros y buenos
animadores misioneros.
Se enseña cómo utilizar los diversos recursos para el trabajo misionero.
Si los Animadores de los Enfermos y Ancianos Misioneros se constituyen como un grupo
autónomo en la Parroquia, es conveniente que tengan encuentros semanales o quincenales
para su propia formación y para compartir las experiencias vividas en su servicio misionero.
Si, en cambio, los Animadores pertenecen a algún grupo, movimiento o asociación de la
Iglesia con carisma propio (Legión de María, Ministros de la Eucaristía, etc.) bastará con
incorpora la dimensión misionera a sus encuentros de formación, sin perder el carisma
propio de su grupo o movimiento.
MANUAL DEL ENFERMO Y EL ANCIANO MISIONERO
1.- La Iglesia es Misionera porque…
Cumple el mandato dado por Jesucristo a los apóstoles: "Vayan y hagan que todos los
pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu
Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado." (Mt 28,16-20a)
Hoy, 2.000 años después de este mandato, esta misión está aún lejos de cumplirse (RM1).
Dos terceras partes de la humanidad no conocen a Jesucristo, y muchos de los que se llaman
cristianos, viven una fe superficial y vacía. Hoy, más que nunca, es urgente que el Mensaje
de Salvación sea conocido y recibido por todos los hombres, de todo el mundo.
2.- Misionero es…
Todo aquel que conoce y ama a Jesucristo, y que hace que otros también lo conozcan y lo
amen.
Todo cristiano que colabora con la tarea principal de la Iglesia, que es propagar el Evangelio
por el mundo, ya sea predicando activamente, o apoyando a los misioneros con su
cooperación espiritual mediante la oración, o con su cooperación material.
.3.- Un Enfermo Misionero es…
Quien, corresponsable en la obra misionera de la Iglesia, ofrece con alegría y paciencia su
dolor y soledad para la redención de todos los hombres.
Un cristiano que ora por la propagación del Evangelio en toda la tierra y por la conversión
de los que no conocen a Cristo.
Quien ofrece su dolor por la santificación de los misioneros de todo el mundo, y de los
agentes de pastoral que trabajan con los enfermos y ancianos.
4.- Compromisos del Enfermo y el Anciano Misionero
Hacer de mi enfermedad y sufrimiento, un medio de santificación, sintiéndome partícipe de
la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo a la que estoy vinculado desde el Bautismo y
a través de la Eucaristía.
Ofrecer diariamente mi dolor por propagación del Evangelio en toda la tierra, junto con mis
oraciones por las misiones y misioneros del mundo, por todos los que asisten, visitan y
acompañan a los enfermos en todo el mundo, y por todos los enfermos inscriptos en la
Unión de Enfermos y Ancianos Misioneros.
Aceptar y ofrecer con paciencia y alegría, mis sacrificios, angustias, soledad, limitaciones y
otras circunstancias de cada día por todas aquellas personas que aún no conocen a
Jesucristo y por su conversión.
Testimoniar con mi ejemplo vivo e irradiar mi fe, mi esperanza y caridad a los miembros de
mi propia familia, a mis amigos y a los otros enfermos.
Unirme a Jesucristo con la oración, con la práctica de los sacramentos (unción de los
enfermos, reconciliación y eucaristía) y ofrecerme diariamente como hostia viva al Padre
Dios, en el cáliz del sufrimiento y de las limitaciones de mi enfermedad o edad.
Sentir la cercanía maternal de la Virgen María quien, de pie junto a la cruz, contribuyó como
ninguna en la obra de nuestra redención desde su propio sacrificio, y encomendarme a ella
con sentido filial.
Meditar y profundizar los misterios de la vida, pasión y muerte y resurrección del Señor,
principalmente a través de la lectura de la Biblia, para encontrar en ellos la fortaleza para
luchar contra todo lo que pueda ser ofensa a Dios o al prójimo.
Ser yo también apóstol para otros enfermos, orando por ellos, apoyándolos en su
enfermedad mediante cartas, llamadas telefónicas, visitas si me es posible.
Ofrecer mi dolor por la santificación y perseverancia de los misioneros, y de los agentes
pastorales que trabajan con enfermos y ancianos en todo el mundo.
Rogar por el aumento de las vocaciones sacerdotales, religiosas y laicales, de personas
comprometidas con la evangelización y especialmente de la atención pastoral de los
enfermos y ancianos.
5.- Fundamentos de la Misión del Enfermo y el Anciano
Como Cristo… El Hijo de Dios asumió la condición humana en todas sus dimensiones y con
todas sus consecuencias y riesgos: pobreza y limitaciones desde su nacimiento, esfuerzos
como obrero artesano de la madera, sin morada fija "no tiene donde reclinar su cabeza",
considerado por su familia "fuera de sí" (Mc 3,21), vigilado por sospechoso, abandonado de
los suyos, traicionado, acusado y condenado injustamente, víctima de muchos sufrimientos:
desprecios, calumnias, incomprensiones, burlas, malos tratos, insultos, angustias, torturas
y la muerte en la cruz con humillación y desprecio.
Él es el Siervo doliente que asume el dolor de los enfermos: "fue traspasado a causa de
nuestra rebeldía, fue atormentado a causa de nuestras maldades. El castigo que sufrió nos
trajo la paz, por sus heridas alcanzamos la salvación" (Is 53,3). Su sufrimiento no es un
sufrimiento inútil y estéril, sino que a través de él, logra nuestra salvación: "Vengan a mí
todos los que están agobiados y fatigados que yo los aliviaré" (Mt 11,28).

Ser Misionero… Jesucristo no explicó el porqué del sufrimiento, sino que afrontándolo
positivamente, lo hizo motivo de purificación, madurez, solidaridad, de una sana relación
de ayuda. Como Jesús, el enfermo está llamado a vencer y a trascender el dolor,
enfrentándolo con fe, asumiéndolo con alegría y convirtiéndolo en sacrificio por su propia
redención y por la salvación del mundo entero. Los enfermos, los que tienen grandes
limitaciones, los que están reducidos e inmóviles en el lecho del dolor, pueden ser activos
colaboradores de Jesucristo, como dijo San Pablo: "Completo en mi carne lo que le falta a
la Pasión de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia." (Col 1,24).
Dice Juan Pablo II: "Es preciso que a la cruz del calvario acudan todos los creyentes que
sufren en Cristo, para que el ofrecimiento de sus dolencias acelere el cumplimiento de la
plegaria del Salvador por la unidad del mundo y la salvación de todos". Es más: el ejemplo
y el testimonio de los enfermos cristianos, puede iluminar a los hombres de buena voluntad
para que se acerquen a la cruz del Redentor, el cual ha asumido sobre sí los sufrimientos
físicos y morales de todos los hombres de todos los tiempos, para que en su amor entregado
y crucificado puedan encontrar el sentido a su existencia, la motivación para la ofrenda de
su dolor y la respuesta a sus inquietudes y preguntas.

Potrebbero piacerti anche