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FORTALEZAS DE COLOMBIA II

FERNANDO CEPEDA ULLOA


(Editor)
1a edición: Noviembre de 2007

© 2007, Fernando Cepeda Ulloa; © Malcolm Deas; ©Adolfo Meisel Roca;


© Patricia Londoño; © Carlos Dávila; © Roberto Gutiérrez y Hugo Enrique Navarro;
© L.H. López; \9 Jorge OrlandoMelo; © Diana Fajardo; ©Fernando Carrillo;
© Mala Htun ©David Spencer; © Juanita León; ©Ana María Escallón ©Juan Carlos Botero;
© Luis Fernando Molina ; ©Alejandro Medellín ; © Carlos Corredor;
© Ignacio Pombo.

Derechos exclusivos de la primera edición en español

Colciencias
Cra 7B Bis No.l32-20 Bogotá D.C. Colombia

ISBN: 978-958-96654-4-2

Dirección editorial
Cuéllar Editores Ltda.

Diseño de carátula: Henry Pedraza C.


Diseño y diagramación: KeHy Johanna Platero
Corrector: Julio Mateus

Impresión y encuadernación: Servigraphic Ltda


Cra. 27 No. 70-66 PBX 329 05 88

Impreso en Colombia., Printed in Colombia

"La investigación de la cual es producto esta publicación fue financiada


por Colciencias, entidad pública cuyo objetivo es impulsar el desarrollo científico,
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CAPÍTULO IV
EL EMPRESARIADO COLOMBIANO: NI HÉROE NI VILLANO

CARLos DÁVILA L. DE GuEvARA

Carlos Dávila Ladrón de Guevara. ·Ph.D, en teoría de la orga-


nización, Northwestern University (1976), MA. en sociología,
Northwestern University (1973), e ingeniero industrial (Universidad
de los Andes, 1967), profesor titular (Universidad de Jos Andes,
Facultad de Administración). Entre sus más recientes obras están:
Empresas y empresarios en la historia de Colombia. Siglos XIX y
XX (compilador, 2003) y Business History in LatinAmerica. The
Experience of Seven Countries (coeditor, 1999).

Una mirada a la realidad colombiana de comienzos del nuevo milenio revela que
esta es notoriamente compleja, llena de matices y quizá paradójica, en muchas de sus facetas
política, social, económica y cultural, tal como lo atestiguan algunos ejemplos relacionados
con el empresariado.
Las negociaciones del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (TLC) entre
2004 y 2006 hicieron evidentes las contradicciones y la diversidad de intereses que hay en
el sector empresarial, revelando su heterogeneidad y el período de transición y reacomodo
por el que atraviesa frente a los cambios en la economía y la geopolítica.
Mientras tanto, las multinacionales que compiten por los yacimientos de carbón
de la costa Caribe, impacientes ante el vetusto cuello de botella del transporte, se reunían
a comienzos de 2006 en una alianza estratégica peculiar para asumir una función pública:
la construcción de un importante tramo del ferrocarril para llevar el mineral a puerto y no
·desaprovechar los precios favorables en el mercado internacional.
Entre tanto, uno de los bastiones de la empresa privada, el segundo en tamaño
entre los mayores conglomerados del país, fue vendido por su dueño en el año 2005 a una
multinacional cervecera de origen surafricano; a la vez, la segunda mayor empresa estatal
acaba de ser adquirida por una multinacional española de telecomunicaciones en una reñida
subasta pública.
Mientras ello ocurría, en los primeros meses del mismo año un sector empresarial
de la gran empresa expuso públicamente los programas y avances relacionados con su
responsabilidad social (¿qué ha hecho el sector privado en términos de su responsabilidad
88 FORTALEZAS DE COLOMBIA 11

social?), 29 contrastando en fonna ejemplarizante con la denuncia de la función destructiva


de un empresario anodino del transporte urbano, a la par miembro de la Cámara de
Representantes, que justamente en esos días torpedeaba la novedosa transfonnacíón en el
transporte masivo en la capital colombiana.
Como ejemplo de las diversas caras que tiene la misma realidad empresarial co-
lombiana, en el año 2002 se produce una iniciativa progresista de un sector empresarial,
para generar de manera organizada y pluralista algunas ideas a favor de la paz en medio
del conflicto annado que sufre el país, chocando de manera dramática con el apoyo de al-
gunos empresarios rurales a grupos paramilitares desde que estos se iniciaron a mediados
del decenio de los años ochenta.
Más allá de estas paradojas, cabe destacar que en los últimos años el empresariado
del país ha ganado atención y espacio en la sociedad colombiana; en particular, dentro de
los lectores de periódicos y revistas y de los millones de asiduos radioescuchas y televi-
dentes. Al campeonato anual de los rankings deportivos, las encuestas sobre los candidatos
electorales, los ratings del mundo del espectáculo y los reinados de belleza que siempre
han cautivado a los colombianos, desde comienzos de los años noventa se han sumado los
rankings periódicos de las cien, cincuenta o diez empresas más grandes; el ordenamiento
de los empresarios más exitosos, la jerarquía de los gerentes más modernos, las imágenes
rigurosam~nte clasificadas de los hombres y mujeres de negocios más reconocidos por el
omnipotente mercado y la galería de aquellos que ocupan los primeros puestos en la carrera
por la responsabilidad social empresarial.
Esto contrasta con lo que ocurría hasta fines de los años ochenta, aquella "década
perdida, para América Latina en que muy poco se hablaba y se escribía sobre el empresa-
nado. Y, sobre todo, era excepcional si se hacía para darle legitimidad y "buena prensa".
En el caso de Colombia, las revistas empresariales y las publicaciones de negocios eran
muy contadas; nunca habían existido tantas como ahora y, menos aún, con la cobertura,
continuidad, publicidad, audiencia y efecto demostración que desde entonces han generado
en el país.

El empresariado: ¿un tema tabú?

¿Cuáles son, entonces, algunas de las características básicas del empresariado co-
lombiano, a comienzos del siglo XXI, luego de siglo y medio de presencia en la economía
y en la sociedad colombiana? Hasta hace unos años delinear dichas características era una
tarea que nadie sensato se atrevería a acometer, por tres razones fundamentales. En primer
lugar, porque discurrir sobre el empresariado y su papel en la sociedad avivaba hondas
disputas ideológicas; los prejuicios a favor y en contra conducían a respuestas absolutas y
polarizadas. No había ténnino medio: o se hacía una rendida alabanza, o se aplicaba una

29
Gutiérrez, Avella y Villar, "Más de US $256 millones se destinan a lo social", en El Tiempo, 21 de abril de 2006,
pp. 1-10; Mac Master; sobre "los emprendimientos sociales en Colombia'' (2006), véase el capítulo de Roberto Gutiérrez en
este libro.
EL EMPRESARlADO COLOMBIANO: Nl HÉROE NI VILLANO 89

furibunda condena. En segundo lugar, los supuestos·de la teoría del crecimiento económico
predominante durante la mayor parte del siglo XX no habían dejado espacio para la función _
empresarial, no mensurable, perdida entre las fuerzas impersonales del mercado y relegada
a ser un "factor residual" o, más propiamente hablando, un "coeficiente de ignorancia". 30 El
empresario es un agente de cambio económico. Y como lo ha recordado en su último libro el
nobel en economía Douglas North: «El paradigma económico -la teoría neoclásica- no
fue creado para explicar el proceso de cambio económico». 31 De acuerdo con los supuestos
de aquella, «en equilibrio y con información perfecta, la figura del empresario es invisible,
carece de relevancia» Y Una tercera razón tenía también fuerza contundente: la bibliografla
sobre el empresariado colombiano era muy escasa.
Hoy en día las condiciones económicas, políticas y culturales han cambiado y se
puede aventurar una respuesta relativamente informada al interrogante planteado. Los sesgos
ideológicos ya no tienen el peso opresor de otros años. El falso dilema de concebir al empre-
sariado como un héroe, o por el contrario, como un villano, ha cedido ante la necesidad de
examinarlo con las armas de la razón, con los instrumentos propios del trabajo académico,
y a considerarlo como un actor social con intereses, aciertos, fallas y responsabilidades. En
términos de la teoría, en el desarrollo económico el empresario puede desempeñar funciones
productivas, improductivas y destructivas. Que pueda darse cualquiera de estas alternativas
tiene que ver en buena medida con el entramado institucional, las reglas de juego y el sistema
de incentivos, recompensas y sanciones que se han conformado en una sociedad específica.
La trayectoria histórica de la interacción entre el empresariado y el Estado, en la cual se
forjan, implantan y cambian estas reglas de juego, es un factor determinante. 33
Hay que recordar que aquellos que denunciaron al empresariado como "villano" lo
hicieron con furor durante las décadas de los sesenta y setenta. Algunos de los calificativos
tuvieron resonancia: en el Cono Sur los llamaron "vendepatrias", "aliados del imperialismo",
"oligarquía plutocrática", "burguesía concupiscente y reaccionaria", "principal enemigo",
"lumpemburguesía", "explotador", "punta de lanza de la reacción", "beneficiario del sub-
desarrollo y el atraso" y "enemigo de la nación". En el fragor de los movimientos políticos,
sindicales _y universitarios de aquellos largos años de la guerra Fría, estos apelativos se
proferían con ira e intenso dolor, en un período que en Colombia coincidió con el Frente
Nacional (1958-1974). Cierta dosis de fe (a pesar de que quienes hacían estas denuncias
se autodefinían como no confesionales), y un buen grado de conciencia de clase, eran sufi-
cientes para "caracterizar" no sólo al empresariado sino también a la sociedad colombiana
en conjunto. En esas circunstancias resultaba superfluo embarcarse en su estudio, pues la
militancia política de cada quién lo dotaba de un diagnóstico tan absoluto como mal infor-
mado. Aunque ya en trance de desaparición, esta cómoda posición deja oír todavía ecos
melancólicos en algunos medios universitarios.

30
A esta irónica forma de referirse al catch-al! residual factor hacía alusión Peter Kilby en 1971 en su introducción
a una excelente colección de trabajos sobre entrepreneurshíp y desarrollo económico (Kílby, 1971 :2).
31
North, 2005:vii.
12
Torres, 2003:5.
33 Este es un planteamiento de Baumol (1993) que explora creativamente un investigador español en historia

económica (Torres, 2003).


90 FORTALEZAS DE COLOMBIA II

Desde la orilla opuesta, algunos hablaban del empresariado.como "el héroe" del
desarrollo económico y supuesto motor del mismo; otros alimentaban su apología con la lista
de sus denodados "sacrificios"; aludían a las empresas y a sus dueños como desinteresados
apóstoles de la economía y la sociedad; ensalzaban al empresariado como sujeto de la
incomprensión de la opinión pública, y víctima del poder del Estado. Defendían a ultranza
la propiedad privada (en cuyos dominios no cabía todavía el término hoy en boga de
"responsabilidad social empresarial") y ensalzaban las virtudes de la iniciativa individual y la
libre empresa, cuyas repercusiones en la esfera de lo público no se mencionaban. Igualmente,
se omitía el asunto álgido de la rendición de cuentas a grupos de interés (stakeholders)
diferentes de los empresarios mismos. Como aglutinador de los defensores a ultranza del
empresariado estaba el fantasma del comunismo y la revolución. Algo de esto se percibe
todavía en publicaciones conmemorativas del empresariado, en el lenguaje de tecnócratas
económicos que ensalzan las leyes del mercado, y en las ligerezas de algunos medios de
difusión empresarial.
Por otra parte, nuevas corrientes teóricas dentro de la economía sacaron al
empresariado del olvido, gracias a las teorías económicas de la empresa y el empresario,
ofreciendo caminos alternativos a la ortodoxia de los modelos del análisis neoclásico. Esas
teorías destacan el papel de las instituciones y las reglas de juego34 y de los individuos
articulados en redes sociales; 35 son teorías que llaman la atención sobre la eficiencia de
la "mano visible" del empresariado36 frente a las limitaciones de la mano invisible del
mercado; simultáneamente, ponen en duda los supuestos sacrosantos de la simetría de la
información,37 la competencia perfecta, el equilibrio y el análisis estático,38 y destacan la
variedad de funciones -productivas, improductivas y destructivas- que el empresario
puede jugar en el desarrollo económico.39 Permiten, además, estudiar el papel innovador
(y su "destrucción creativa"),40 el manejo de la incertidumbre y el riesgo, propios del
empresario.41 Esto significa que no solo se han resucitado las ideas de economistas de
comienzos del siglo XX (Schumpetet2 y Knight,43 principalmente), sino que también se
nutren de economistas contemporáneos como North,44 Baumol45 y Nelson & Winter. 46
El otorgamiento del premio Nobel de economía en 1993 a dos historiadores económicos
(Douglas North y Robert Fogel), significó que el análisis histórico obtuvo un lugar en el
estudio del crecimiento económico.47 Y se complementa con aportes clásicos de las ciencias

34 North, 1991.
35
Granovetter, 1991.
36 Chandler, 1917.
37
Casson, 1982,2000.
38
Casson, 1982, 2000; Nelson y Winter, 1982.
39
Baumol, s.f.
4IJ Schumpeter, 1978.
41
Knight, 1921.
42 Schumpeter, 1978, 1934.
43
Knight, 1921.
-« North, 1990.
45
Baumol, 1993.
46
Nelson & Winter,l982.
47
"History by numbers", The Economist, October 16th, 1993, p. 71.
EL EMPRESARIADO COLOMBIANO: NI HÉROE NI VILLANO 91

sociales, como los de Weber, 48 Sombart49 y Veblen, 50 que habían quedado oscurecidos y hoy
nuevamente adquieren vigencia. Estos tienef!. que ver con aspectos sociológicos, culturales
y psicológicos del empresariado, dentro de los cuales el ethos y la cultura empresarial
actualmente cobran especial importancia. 5 1

La historia empresarial es parte de la historia de la sociedad

Los aportes de estas disciplinas académicas han reforzado los estudios empresariales,
en especial aquellos de la historia empresarial, una subdisciplina de la historia económica y
social que tiene como objeto de estudio la evolución histórica del empresariado y su papel en
el proceso de desarrollo económico. Cuenta con una larga trayectoria en los Estados Unidos
desde los años treinta52 y en Gran Bretaña a partir de los años sesenta.53 Las investigaciones en
historia empresarial giran alrededor de los procesos económicos y sociales relacionados con
los orígenes, funciones, estructura, estrategias, trayectoria y desempeño del empresariado.
En la historia empresarial se distinguen diferentes unidades de análisis, a saber: empresas
específicas (privadas, estatales y mixtas) en diversos sectores de la economía, empresarios
(individuos) en variados ámbitos (industria manufacturera, comercio, sector agrícola,
finanzas, minería, etc.), familias empresariales, grupos económicos, asociaciones de
empresarios e instituciones para la educación de empresarios y de sus cuadros directivos.
En contraste con Estados Unidos y Gran Bretaña, la historia empresarial es reciente
en España y América Latina. En el caso español, desde mediados de la década de los ochenta
dicha historia se desarrolló en forma acelerada, mostrando avances notables. 54 En el caso
de América Latina, en la última década del siglo XX la historia empresarial mostró mayor
avance que el precario de los decenios previos. Hoy día está más desarrollada en México,
Brasil y Argentina --en ese orden- que en los países andinos, en donde Colombia ocupa
un primer lugar en el campo. 55 En este país en los últimos quince años la historiografia
empresarial ha tenido un mayor crecimiento comparado con sus comienzos en los años
setenta y ochenta.
Esta parece ser una paradoja más de la compleja situación colombiana: justamente
en los años de profundización de la violencia guerrillera, el paramilitarismo y las relaciones
de los dos con el narcotráfico, en el mundo académico la intolerancia de otras décadas cede
espacios al estudio y la investigación en un campo como el empresarial, especialmente
sensible. Pero los cambios en el plano académico no responden a estas circunstancias
locales solamente, sino a profundas transformaciones en el modelo de desarrollo en América

48 Weber, 1930.
49 Sombart, 1912, 1972.
50
Veblen, 1904, 1965.
51
Erro y Caspistegui, 2003.
52 Hausman, 2003; Chandler, 2003.

sl Jones & Sluyterman, 2003.


54 Valdaliso, 1997:103-104.
55 Dávila, 2003a: 357-361.
92 FORTALEZAS DE COLOMBIA 11

Latina, en donde «la propuesta de crecimiento sustentada en el mercado nacional, en un


desarrollo industria_! con escasos contactos con el mercado internacional y con una intensa
intervención del Estado, estaba agotada>>. 56 A esto hay que añadir los cambios geopolíticos
a nivel mundial, simbolizados en la caída del Muro de Berlín en 1989.
En la década de los noventa la historia empresarial comenzó a cobrar un mayor
espacio en el sector académico; la bibliografia sobre el tema aumentó, y su enseñanza, que
hasta entonces se impartía sólo en tres universidades (Andes, Externado y Valle) se amplió a
veinte en 2003, públicas y privadas, en las principales ciudades del país (Bogotá, Medellín,
Cali, Barranquilla, Cartagena, Manizales, Pereira, Bucaramanga).
Un proyecto reciente (1999-2003) que reunió a cuarenta y dos investigadores (treinta
y cuatro colombianos y ocho extranjeros) es quizás el mejor testimonio de que el empresaria-
do dejó de ser tabú y que los prejuicios que obstaculizaban su estudio comienzan a ceder. 57
Este proyecto condujo a la publicación de un libro que incluye estudios de los últimos años
y que refleja el desarrollo de dicho campo con sus carencias, avances, vacíos, temáticas y
períodos preferidos, y una variedad de fuentes utilizadas. Son dos tomos,SS cuyos treinta y
siete capítulos se escribieron en nueve universidades colombianas (seis de ellas públicas)
y ocho extranjeras (de Inglaterra, Estados Unidos, España, Alemania y Suecia). Allí se
encuentran diez historias de empresas, nueve bíografias de empresarios, ~siete historias de
elites empresariales regionales, cuatro historias del transporte (arriería, ferrocarril, navega-
ción a vapor y cable aéreo), dos de gremios empresariales y tres historias del empresariado
y la tecnología. La mayor parte de estos trabajos cubren el periodo 1880-1940. Fuera de su
contenido, llama la atención que estudiar al empresariado y hacerlo desde una perspectiva
histórica haya dejado de ser tarea exclusiva de la universidad privada.
Estas tres docenas de capítulos se suman a los cerca de cuatrocientos documentos
(libros, capítulos en libros, artículos en revistas académicas y tesis de doctorado en uni-
versidades extranjeras) que conforman el reducido universo de la historiografia empresarial
colombiana. Ciento setenta y cinco de ellos -casi la mitad- se publicaron entre 1991 y
2002.59 Esta base, con todo y sus insuficiencias, y sin desconocer que hay una nutrida agenda
de tópicos a investigar, constituye una variada bibliografia que bien vale la pena difundirla
en diversos medios, pues allí hay elementos valiosos para reconstruir la trayectoria del em-
presariado colombiano. 60 Dentro de aquella existe una amplia mirada e intento de síntesis
sobre el desarrollo empresarial colombiano, concluyendo en el año 2000 que «el desarrollo
del país en el siglo XIXfue insignificante, pero en el XX resultó formidable». 61

56
Ceruttí, 2004:12.
57
El proyecto, tendiente a la preparación de un texto básico sobre la historia empresarial de Colombia, fue organizado
por la Universidad de los Andes (Grupo de investigación "Historia y empresariado", localizado en la Facultad de Administración,
coordinado por Carlos Dávila). Contó con el apoyo académico de la Universidad de Alcalá y la Fundación Empresa Pública
(Madrid) (Pablo Martín-Aceña y Francisco Comín Comín) y el soporte financiero de las Cátedras Iberoamericanas del Banco
Santander (Espaila), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepa!) y la Facultad de Administración de la
Universidad de los Andes. El libro correspondiente (Dávila, 2003b) se publicó en mayo de 2003.
58 Dávila, 2003b.
9
$ Dávila, 2004:29.
60
Esta bibliografia está disponible en Dávila, 1999, 2003b, y en la página en intemet http://administracion.uniandes.
edu.co/empresariado
61
Molina, 2000:42.
EL EMPRESARIADO COLOMBIANO: NI HÉROE NI VILLANO 93

Esta bibliografia ofrece un material de consulta para la audiencia académica en


campos como administración, economía, historia, ingenieríB;, sociología, ciencia política,
antropología, derecho económico y urbanismo. Pero, así mismo, para empresarios y gerentes,
que encuentran en él elementos de aprendizaje sobre la experiencia empresarial del país; y
también para las numerosas entidades públicas y privadas dedicadas a fomentar la creación
de empresas y el entrepreneurship, a menudo movidas por deseos loables, pero carentes de
bases sólidas sobre los factores que han determinado la oferta empresarial en el país.

Colombia: "país cafetero" cuya actividad empresarial es anterior al café

A lo largo del siglo XX Colombia se consolidó como un país cafetero y monoexpor-


tador, al punto que a comienzos del siglo el café representaba el 39% de las exportaciones
totales del país, en 1950 llegó a cerca del 80%, y en la década de los ochenta al42%. 62 En
1927 se creó la Federación Nacional de Cafeteros, una organización empresarial que, sin
duda, no se equipara con ninguna en tamaño, estabilidad, poder y peso dentro de la economía,
a lo largo del siglo; es un "Estado dentro del Estado". Al respecto, quizá basta con traer a
colación dos autorizados testimonios; uno del ex presidente colombiano (y ex gerente de la
Federación) Mariano Ospina Pérez, quien señaló que Manuel Mejía -gerente de la Fede-
ración durante veinte años y renombrado empresario conocido como Mr. Coffee-, había
participado en todas las decisiones económicas entre 1937 y 1958. 63 Otro lo constituyen
las palabras de quien lo sucedió en la presidencia de la entidad durante un cuarto de siglo:
«Quien examine la historia de esta organización se encontrará con un hecho muy simple:
un manejo administrativo con la perspectiva de una actividad privada, y de un manejo
político con el objetivo de servir a la comunidad». 64
El aporte de la Federación a la modernización institucional, a la comercialización, a
la economía exportadora, al desarrollo tecnológico de este producto agrícola y al desarrollo
económico y social de la región cafetera y en particular a la distribución del ingreso en la
misma, han sido ampliamente estudiados.65 El modelo de la Federación como agremiación y
exponente de la acción colectiva de productores con poder frente al Estado llamó la atención
de importantes autores de la economía neoinstitucional. 66 A otro nivel, deben mencionarse
las grandes empresas que aquella creó para manejar el transporte internacional del café -la
Flota Mercante Grancolombiana, fundada en 1946-,67 la financiación de los cafeteros (el

62
Pizano, 2003: Gráfico 33.5, p. 1342.
63
Ospina Pérez, 1958.
64 Gómez Jaramillo, 1982; citado en Pizano, 2003:1332.
65
El principal estudio histórico sobre el cate continúa siendo, luego de veinticinco años de su publicación, el libro
de Palacios ( 1979). Un balance del aporte del sector cafetero a la economía colombiana, se encuentra en Pizano (2003) y Silva
(2005). Para una mirada positiva sobre el aporte del sector cafetero al desarrollo de la democracia en el pa!s, en particular a la
distribución del ingreso, son representativos los discursos de dos ex presidentes liberales, Alfonso López Michelsen y César
Gaviria Trujillo, en la conmemoración del septuagésimo aniversario de la fundación de la Federación a mediados de 1997.
66
North, 1997; Bates, 1997; Olson, 1997.
67 Sobre la Flota Mercante Grancolombia.na véase el libro coordinado por Martínez, 1989.
94 FORTALEZAS DE COLOMBIA II

Banco Cafetero, establecido en 1954) y los seguros (Compañía Agrícola de Seguros, que
data ~e 1952). .
La importancia de la economía cafetera en el desarrollo económico y empresarial
colombiano es clara. Sin embargo, no hay que olvidar que fuera de los empresarios cafeteros,
grandes y pequeños, del novedoso esquema institucional y de los instrumentos para el
manejo del sector, creados alrededor de la Federación de Cafeteros (fundada en 1927),
desde mediados del siglo XIX se habían desarrollado otros sectores empresariales previos
al café. En el caso específico y ampliamente estudiado de Antioquia, la tesis que atribuía al
grano un papel excepcional en el despegue económico y en la industrialización pionera de
esa región cedió ante los documentados estudios de mediados de los años setenta sobre la
importancia de la minería y el comercio en su vida económica desde fines de la Colonia, y
sobre la historia económica, social y política del café.
Fue así como una vez se destacó la importancia de los antioqueños por el "mucho
· oroH del que disponían desde los comienzos de la Independencia y que los hizo influyentes
en el resto del país,68 en la década de los setenta se avanzó en el conocimiento de la economía
minera y su interrelación con otros sectores de la economía antioqueña. 69 Con esto quedó
claro que en vez de un proceso que se suponía iniciado en la década de 1880 con el café, el
crecimiento económico antioqueño obedecía a una dinámica económica previa.
Los orígenes del empresariado antioqueño fueron anteriores al café: mientras
que 1760 es una fecha factible para <<fijar el comienzo del surgimiento de los mercaderes
antioqueños... apenas en la década de 1820 se pueden empezar a establecer vínculos
familiares ininterrumpidos entre los comerciantes de Medellín, de importancia muy reciente,
y los empresarios de principios del siglo XX>>. 70 Se concluyó que el café aceleró notoriamente
los procesos iniciados por la minería, dando un impulso definitivo pero no inicial a la
industrialización local y autóctona de comienzos del siglo XX en Medellín..
Este impulso se concretó en la expansión del mercado de bienes de consumo «no
solo entre los propios cultivadores, sino en toda la infraestructura que se creó y otros
centros más pequeños en la última década del siglo XIX para la exportación y elaboración
del grano» (Brew, 1977:295). El modelo fue de una interacción dinámica intersectorial
entre la minería y el comercio, la colonización, la banca familiar, la exportación de café
y la industrialización. A lo largo del siglo XIX se habían dado los prerrequisitos para la
industria: capital, tecnología y experiencias empresariales.

El espíritu empresarial no ha sido exclusivo de Antioquia

El desarrollo económico antioquefio, en particular la industrialización de Medellín,


llamó la atención de numerosos autores, extranjeros especialmente, atraídos por este "caso"
que, analizado a mediados del siglo XX, parecía desafiar las explicaciones convencionales

68
Safford, 1965.
69 López, 1970; Brew, 1974, 1977; Twinam, 1976.
70
Brew, 1977:35, nota de pie de página No. 1).
EL EMPRESARIADO COLOMBIANO: NI HÉROE NI VILLANO 95

sobre el subdesarrollo. Durante la década de la "modernización" (los años sesenta), conocidos


especialistas norteamericanos del desarrollo económico lo estudiaron como ~jemplo de un
polo de industrialización, no situado en la ciudad capital, que excepcionalmente se dio en
tres países de América Latina (los otros dos casos son Monterrey en México y Sao Paulo en
Brasil). 71 A estos estudios siguieron en las décadas de los setenta y ochenta trabajos en su
mayoría de carácter histórico, como los ya mencionados sobre el comercio y la minería, a los
que se sumaron otros sobre la industrialización, la educación de los empresarios, biografias
de estos e historias de algunas de las principales empresas antioqueñas. 72
Tan marcado interés en Antioquia contribuyó a reforzar el "mito antioqueño", que
por largo tiempo fomentó la idea de que la intensa actividad empresarial y las sobresalien-
tes características de su empresariado (principalmente iniciativa empresarial, trabajo duro,
innovación, ahorro, espíritu pragmático, lucro) habían sido exclusivas de Antioquia. Este
mito se alimentó del fervor regionalista a pesar de que iba en contravía de las evidencias.
Una de ellas, el desarrollo urbano del país durante el siglo XX, y en especial el surgimiento
de la industria en otras grandes ciudades como Bogotá, Cali y Barranquilla desde las déca-
das de 1910 y 1920, y a menor escala en ciudades intermedias (Cartagena, Bucaramanga,
Pereira y Manizales ):
Otra contraevidencia frente al mito antioqueño tiene que ver con el hecho de que
desde sus orígenes, en las décadas posteriores a la Independencia el empresariado colom-
biano despuntó en diversas regiones del país, no solamente enAntioquia. Sobre este hecho
había llamado la atención Frank Safford en 1969: «Dentro de los límites que les imponían
los recursos de cap ita(. el mercado doméstico y el ambiente político, los comerciantes ca-
pitalistas de muchas regiones del país mostraron muchas capacidades ... [] En algunas regio-
nes, factores de orden cultural, tales como un débil espíritu de asociación, desempeñaron
un freno al desarrollo. Pero entre las clase altas de muchas partes del país no faltaba el
espíritu emprendedor individual». 13 El interés académico por el caso antioqueño, que ya
se mencionó, hizo que en las dos décadas siguientes la naciente historia empresarial fuera
básicamente antioqueña. Esta tendencia se alteró desde mediados de los años ochenta: los
nuevos desarrollos de esta área han contribuido a identificar y documentar numerosos casos
de actividad empresarial en otras regiones del país, dentro del desarrollo restringido que
experimentó Colombia a lo largo del siglo XIX.
Un ejemplo de lo anterior se revela en la colección ya mencionada; 74 dentro de los
veintiséis capítulos con cobertura regional, veinte se refieren a otras zonas: la costa Caribe

71 Los principales estudios de la década de los sesenta son los de tres estadounidenses: el economista Everett Hagen

(1963), el historiador Frank Safford {1965) y el economista Paul Me Greevey (1969); estuvieron precedidos por un estudio de
1950 de un geógrafo de la misma nacionalidad (James Parsons, 1950). Entre los colombianos están los trabajos del sociólogo
Luís H. Fajardo (1966) y el economista Álvaro López Toro (1970), antecedidos por el clásico de Ospina Vásquez (1955). Un
primer balance del estado de las investigaciones sobre Antioquia lo hizo el historiador Jaime Jaramillo a fines de la década de
los setenta, dentro de un evento organizado por la Fundación Antioqueña para los Estudios Sociales en 1979 (FAES, 1982).
72 Fuera de los libros de Brew ( 1977) y de Twinam (1982), debe mencionarse la tesis doctoral del historiador canadiense

Keith Christie (1974), y los libro del sociólogo estadounidense John Walton (1977), los sociólogos colombianos Alfredo Ocampo
(1978), Fernando Botero (1984) y Alberto Mayor (1984). En el reciente balance historiográfico sobre empresas y empresarios
de Antioquia (Álvarez, 2004) esta lista de autores se complementa con las de décadas previas y posteriores a la de los setenta.
73
Safford, 1969:111.
74
Dávila, 2003b.
96 FORTALEZAS DE COLOMBIA II

y el Valle del Cauca, principalmente; en menor grado, Santander, Bogotá y Viejo Caldas.
Paralelamente, numerosos trabajos se han centrado en el empresariado de la costa Caribe,
desmoronando otras leyendas sobre la supuesta poca disposición al trabajo productivo de
sus habitantes y mostrando el vigor de la actividad empresarial a partir de 1880, que no se
restringió a la dinámica comercial alrededor de sus tres puertos marítimos sino que cubrió
la industria manufacturera (con experiencias pioneras en ingenios azucareros en el interior
de la costa, metalmecánica y de cemento en Barranquilla, y petroquímica en Cartagena), la
ganadería y los servicios de transporte fluvial, férreo y aéreo. Vale la pena anotar que sobre
esta importante región del país sólo había un par de trabajos hasta 1982; entre ese año y
2002 aparecieron-treinta y tres investigaciones sobre la historia empresarial costeña. 75

Un empresariado con sello y matices regionales

Gracias a lo anterior, hoy en día es claro que una de las características del empre-
sariado colombiano desde sus inicios es su marcada base e identidad regional. Colombia
es un "país de regiones", marcado por una diversidad geográfica, biofísica, topográfica y
climática, ~~una tierra fragmentada", como se le ha caracterizado acertadamente en un libro
reciente,76 desintegrada físicamente aun a comienzos del siglo XXI. El desarrollo histórico
colombiano «revela no sólo los orígenes históricos de los marcados rasgos regionales»
sino también su «estrecha vinculación y dependencia externa». 71 La regionalización del
país evolucionó sobre la base del desarrollo agroexportador (tabaco, añil, quina, cueros,
cacao, café) y de productos minerales (el oro fue el principal producto de exportación hasta
mediados del siglo XIX, cuando el tabaco adquirió importancia).
Se trata de regiones con diferentes recursos naturales y estructura económica, con
niveles de desarrollo distintos, que a lo largo de la historia han ofrecido oportunidades
diferenciales a las que han respondido los empresarios locales y regionales, en donde la
estructura social en la cual aquellos están articulados tiene especificidades de manera que
no es uniforme el papel que han jugado dentro de las elites locales y regionales; 78 en estas
confluyen intereses familiares, locales y regionales. Desde la Colonia puede hablarse de una
mentalidad regional; 79 las regiones tienen características culturales propias --en especial
valores culturales respecto a la igualdad y la desigualdad y las jerarquías- que tienen que
ver con la geografía, las oportunidades económicas y la estructura social de cada región. 80
Para referirse al empresariado colombiano ya no basta con mencionar los casos
de los renombrados empresarios antioqueños tales como las familias Montoya Zapata, 8 t
Amador Uríbe, Restrepo Escobar, 82 Uribe Restrepo, en el siglo XIX, y Ospina Vásquez,

15
Meisel, 2004:147-148.
76
Safford y Palacios, 2002.
77 Jiménezy Sideri, 1985:315-316.
18 Ogliastri y Dávila, 1987.
7
~ Soulodre-La France, 2004:29.
80
Urrea et al., 2000; Safford, 2002.
81
Malina, 2003.
82
Restrepo, 1902.
EL EMPRESARIADO COLOMBIANO: NI HÉROE NI VILLANO 97

Echavarría Misas, Echavarría Olózaga, Ángel Escobar, Posada Tobón, Restrepo Callejas,
Restrepo Jaramillo, 83 Mora Carrasquilla o Saldarriaga del Valle, en el siglo XX. De paso,
hay que mencionar el registro de sus nombres contenido en la selección de cíen empresarios
del siglo XX en Antioquia, hecha recientemente por la Cámara de Comercio de Medellín:
«Son cien empresarios, son historías de vida, que representan el espíritu emprendedor que
renace hoy en cada nuevo empresario y que también celebramos». 84

Bogotá: un ernpresariado por estudiar

Inevitablemente hay que incluir otras regiones, además de Antioquia. Así por
ejemplo, al referirse a Bogotá y su industrialización no podrá omitirse a Leo Kopp con
su cervecería Bavaria,85 o a la familia Samper Brush en la energía eléctrica y la primera
fábrica de cemento, 86 o cincuenta años después a Chaíd Neme en la cadena productiva
de autopartesY El desarrollo urbano de la capital no podrá entenderse sin la actividad de
empresarios de la construcción como los Ospina Pérez, 88 Fernando Mazuera Villegas,S9
José Gómez Pinzón, Luis Carlos Sarmiento Angulo90 y Pedro Gómez Barrero; 91 ni la
comercialización de productos alimenticios se comprendería sin hacer referencia a José
Carulla y sus descendientes. 92 Y sería equivocado olvidarse de que el hombre más rico del
país en las dos primeras décadas del siglo XX -Pepe Sierra, el "campesino millonario",
oriundo de Antioquia-, se asentó por más de treinta años de su vida en Bogotá, en donde
se convirtió en propietario de grandes haciendas de la Sabana, prestamista del Gobierno
nacional, principal rematador de las rentas de aguardiente y socio en varios negocios de
otros ricos negociantes como Alejandro Ángel, Nemesio Camacho y Félix Salazar. 93

Empresarios asentados en un valle fértil

En el desarrollo empresarial del Valle del Cauca hay que hacer mención no sólo
de los pioneros de los ingenios azucareros como Santiago Eder94 y Hernando Caicedo
Caicedo 95 y sus descendientes a lo largo del siglo XX, sino también, en el caso de la

83
Álvarez, 1999.
84
Cámara de Comercio de Medelln para Antioquia, 2004.
85
Ogliastri, 1990.
86
Dávila, 1986; Sanz de Santamaría, 1982.
87
Neme, 1993.
88
Ramírez, 1984; Ospinas & Cía., 1995.
89
Mazuera, 1971.
90
Correa, 1980.
91 "El constructor visionario", en Dinero, No. 214, edición especial (Historia empresarial de Colombia, 150 años),

septiembre 17 de 2004, p. 218; "1972-1991, una idea: construir", en Dinero, No. 99, 17 de dícembre de 1999, pp. 156-157.
91
Molina, 2005.
93 Jaramillo, 1947; Dávila, 1986; Molina, 1998; Álvarez, 2003.

94
Eder, 1959; Dávila, 1986.
95
Rojas, 1983; Dávila, 1986; Ramos, 1990.
98 FORTALEZAS DE COLOMBIA JI

industria manufacturera, de Manuel Carvajal Valencia,96 Ulpiano Lloreda Garcés97 y Luís


Carlos Varela Lourido 98 y sus familias, quienes a través de varias generaciones le dieron
continuidad a las empresas que aquellos iniciaron. Casos menos conocidos y recientemente
estudiados son los de importantes comerciantes de la segunda mitad del siglo XIX, como
Jesús María Domínguez Escobar, Elías Reyes y su hermano el presidente Rafael Reyes,
el italiano Ernesto Cerutti y el ya mencionado Santiago Eder, quienes fueron precedidos
por el general Tomás Cipriano de Mosquera, en cuya intensa actividad empresarial al dejar
la presidencia del gobierno en 1849 la historiografia no había reparado. 99 Una mirada al
empresariado vallecaucano actual evidencia su heterogeneidad y diversa respuesta diferencial
a los cambios de fin del siglo XX, en los cuales fueron actores sectores tan diferentes como
los empresarios azucareros, el empresariado urbano de mayor trayectoria (grupo familiar
Carvajal), grupos empresariales no pertenecientes a las elites tradicionales (grupo familiar
Mejía/Baterías MAC), el sector de las multinacionales que llegaron a Cali luego de la
Segunda Guerra Mundial y el del narcotráfico. 100

Empresarios que vieron más allá del mar Caribe

En cuanto a la Costa Caribe, para comprender las vicisitudes de la actividad comer-


cial de esta ciudad colonial en las décadas posteriores a la Independencia, los casos de los
comerciantes Juan de Francisco Martín y Manuel Marcelino Núñez 101 son de gran interés. De
ellos no se tenía noticia, como tampoco de familias de comerciantes como la Del Castillo,
Vélez Danies y Pombo, traídas a cuento 102 en la historíografia sobre esta región del país,
publicada en los últimos años, que son claves para entender a Cartagena entre el período
1880 a 1930. Por otra parte, el papel de los inmigrantes sirio-libaneses en la conformación
de redes comerciales en el interior de la Costa (por ejemplo en los actuales departamentos
de Bolívar, Sucre y Córdoba) ha dejado de ser una leyenda para documentarse con rigor, así
como su predominio en el puerto libre de San Andrés a partir del gobierno de Rojas Pinilla
(1953). 103 Por otro lado, en el campo industrial, a pesar de haber desaparecido luego de
setenta afios de operación, para entender el desarrollo empresarial cartagenero entre 1900
y 1970 104 no puede pasarse por alto el caso de José V. Mogollón y su empresa de imprenta
y publicaciones; menos aun puede omitirse el papel de la Andian National Corporation,
que llegó a la ciudad en 1920 para construir el oleoducto Barrancabenneja-Cartagena, y de .
Intercol para construir la refinería de Mamona! en 1957. 105

96 Castrillón, 1981; Ordóñez, 2003.


97
Ordóñez, 2003.
98
Ordóñez, 2003.
99 Valen cía, 2003.
100
Urrea, 2003.
101
Ripoll, 2003; Bell y Ripoll, 2003.
1°2 Ripoll, 2003a, 2003b.
tol Malvehy y Ramírez, 2005.
104
Segovia y Navarro, 2003.
105
Ripoll y Báez, 200 l.
EL EMPRESARIADO COLOMBIANO: NI HÉROE NI VILLANO 99

Si se quiere apreciar el vigoroso desarrollo empresarial de la "puerta de oro" de


Colombia (Barranquilla) en las postrimerías del siglo XIX y primeras décadas del XX, es
necesario pensar en empresarios como el comerciante alemán Adolfo Held, 106 el urbanizador
norteamericano Karl Parrish, 107 los pioneros de los textiles (la familia Obregón) 108 y la
aviación, 109 y la multifacética actividad como puerto fluvial, eje de la navegación a vapor
por el río Magdalena. 110
La Costa Caribe no se circunscribe a Cartagena y Barranquilla. La zona cercana
a Santa Marta y su Sierra Nevada tuvo actividad empresarial de importancia mucho antes
que los cultivos ilícitos (marihuana) ensombrecieran su vida en la década de 1970, como
lo hicieran luego los cultivos de coca con fuerza sin precedentes en varias regiones del país
al finalizar el siglo XX. Pues bien: el tabaco a mediados del siglo XIX floreció no solo
en el centro del país, sino también en El Carmen de Bolívar; 111 por otra parte, no se puede
olvidar que Santa Marta fue el principal puerto de la Nueva Granada durante el periodo
1840-1872 y allí tuvo asiento, según lo anotaba Salvador Camacho Roldán a fines de ese
siglo, 112 un grupo de activos comerciantes como los Abello, Díaz Granados, Noguera y
Vengoechea. Más de cien años después, el papel protagónico de la familia De Mier -los
más prósperos de la ciudad en e1 período mencionado----- no solo en el comercio exterior sino
en la introducción del cultivo del café en las cercanías de la Sierra Nevada, la navegación
a vapor, el ferrocarril y la banca, salió a flote en el estudio de un investigador costeño. 113
Que una próspera hacienda cafetera surgiera en la década final del siglo XIX y las tres
primeras del siglo-XX en las laderas de aquella y que fueran resultado del empuje de dos
familias norteamericanas (los Carriker y los Flye), es otro hallazgo reciente registrado por
un sucesor de aquellos inmigrantes. 114
Pero más renombrada -para bien y para mal- ha sido la zona bananera del Mag-
dalena, donde la United Fruit Company -la primera multinacional en llegar al país-. sentó
sus bases entre 1890 y 1960, para luego reorientarse hacia la zona de Urabá. Más allá de
la execrable matanza de las bananeras en 1928, cuyas crónicas han recorrido el planeta
traducidas a múltiples idiomas y de la mano magistral de García Márquez, esa empresa
tuvo décadas posteriores de historia llena de vicisitudes, que han sido documentadas yana-
lizadas con rigor historiográfico. Se refieren no solo a sus estrategias frente a los cambios
en el mercado internacional y los aspectos internos de operación, sino especialmente a sus
relaciones con múltiples stakeholders (entre ellos los empresarios bananeros colombianos;
primero en Magdalena y luego en el turbulento Urabá). Estas estrategias están analizadas en
el libro de un joven historiador empresarial colombiano (no costeño sino del lejano Pasto,
en el extremo opuesto del país), publicado en 2005 por una conocida editorial universitaria

106
Meisel y Vitoria, 2003.
107 Posada, 1998.
108
Solano, 1993.
109
García, 1994.
110 Posada, 1989; Fischer, 2003.
111 Viloria, 2002.
112 Camacho, 1973.

m Viloria, 2002.
114
Carriker, 2002.
100 FORTALEZAS DE COLOMBIA li

estadounidense, 115 y en un artículo suyo aparecido en la principal y más venerable revista


académica de la business history a nivel intemacional. 116

Empresariado santandereano: más allá del tabaco

Sobre otras regiones del país que también habían pasado inadvertidas por el protago-
nismo excesivo dado al empresariado antioqueño, hay igualmente experiencias valiosas del
empresariado que se afincó en zonas como Santander, el Viejo Caldas y el Tolima Grande.
Así por ejemplo, además de los audaces comerciantes de importación y exportación que
movían sus mercancías hacia, y desde, el nororiente del país (Santander), dentro de ellos un
activo y exitoso grupo de alemanes, 117 a finales del siglo XIX hubo destacados empresarios
agrícolas en la quina y el café, luego en la urbanización de Bucaramanga, como los Puyana118
y los Reyes González, cuyas ejecutorias sobrepasaron las fronteras de Santander. 119 Por otra
parte, como en otras ciudades de tamaño intermedio del país, en Bucaramanga tuvo lugar
a mediados del siglo XX un proceso de industrialización dentro del modelo proteccionista
y de sustitución de importaciones, liderado por un grupo de destacados empresarios como
Pedro María Buitrago, Alfonso Silva y Gustavo Liévano. 120

Empresarios del Tolima Grande

En el norte de Tolima, y sin circunscribirse aHonda, existen varias «microrregiones


donde se desarrollaron incipientes formas de capitalismo agrario desde mediados del siglo
XIX», por parte de hacendados no señoriales y de comerciantes. 121 Vale la pena recordar los
empresarios agroexportadores de tabaco que giraban alrededor de Ambalema 122 (Montoya
Sáenz, Fruhling & Goschen), 123 los comerciantes de Honda (Samper y Cía.; Pedro A. López
y Cía.) 124 y más tarde los ganaderos, que incursionaron en colonización y agricultura co-
mercial (arroz y cacao) y que tuvieron destacada figuración en las elites locales de !bagué,
Espinal, El Guamo y Chaparral en las primeras décadas del siglo XXY 5 En 1943 se fundó
el Ingenio Central del Tolima (Ingenio Pajonales en Ambalema), una empresa moderna,
dos de cuyos socios eran descendientes de extranjeros (Roberto Wills, Harold Eder), que

115Bucheli, 2005a.
116
Buchelí, 2005b.
111
Guerrero y Avellaneda, 2003.
118
Arenas, 1982.
119
Johnson, 1984.
120
Dávila y Ogliastri, 1972; Ogliastri, 1973.
121
Clavijo, 1993:105.
122
Bejarano y Pulido, 1982.
123
El libro de fin de siglo de Medardo Rivas (1885) trae una valiosa lista de empresarios de la bonzana tabacalera
(1850-1875) que tuvo como uno de sus principales ejes al puerto de Ambalema (Rivas, 1885, 1946).
124
Dávila, 1986.
125
Clavijo, 1993:105-153.
EL EMPRESAIUADO COLOMBIANO: NI HÉROE NI VILLANO , 101

fue desmontado en 1961. 126 A mediados del siglo XX los empresarios arroceros locales
jalonaron e] desarrollo de esta rica región agropecuaria, cuyo potencial y cercanía a Bogotá
volvió a atraer a empresarios vallecaucanos socios de la Compañía Agropecuaria e Indus-
trial Pajonales a comienzos de la década de 1980. 127 Los incentivos tributarios derivados
de los planes de reconstrucción por el desastre de Armero en 1986 se convirtieron en un
motor importante de desarrollo agroindustrial (arroz y algodón) canalizado a través de la
expansión de los negocios del capital vallecaucano (Corporación Financiera del Valle) y de
empresarios algodoneros locales que expandieron plantas textiles, establecidas a principios
de los años setenta. 128

Empresariado del Gran Caldas: raíces antioqueñas con identidad regional propia

En el Gran Caldas, región que sí fue fruto de la pujanza colonizadora antioqueña, 129
el accionar en los negocios de tierra de los descendientes de los "fundadores" (no solo de
Manizales, sino de Pereira y Armenia) cubrió también grandes haciendas y renombradas
ferias ganaderas en Pereira desde finales de la década de 1890. Hasta hace muy poco eran
desconocidas más allá de los límites de la región, figuras como la del millonario Lorenzo
Jaramillo -financiador de muchos terratenientes para abrir haciendas en Manizales,
Risaralda y Quindío; por ejemplo, a los hermanos Marulanda en Pereira-. Sólo en
remembranzas locales propias de la literatura "greco-caldense" se había reconocido a ricos
arrieros como Justiniano Londoño Mejía o a los hermanos Estrada Botero, descubiertos hace
pocos años como verdaderos "empresarios de la arriería" por la historiografía empresarial
caldense. 130
Muchos de estos hombres de negocios se vincularon luego a la explotación
empresarial del café, a raíz del alza de precios de 1887, en haciendas cafeteras en las que
invirtieron sus ganancias hechas en el comercio, el cultivo de la caña, la ganadería, la
arriería o los remates de licores, 131 como Pedro José Mejía Jaramillo o Carlos Pinzón. Estos
acaudalados cafeteros de la última década del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX
ejemplíficaron el cultivo y comercialización del grano como actividad empresarial que
cubría una serie de actividades (despulpadoras, trilladoras, comercialización nacional e
internacional del café). En la crisis económica de 1920 grandes firmas exportadoras quedaron

1
26
Leiva, 2005:111-114.
m Ramos, 2000:309-318.
128 Beltrán, 1990.
129
Hasta hace un par de años, en la bibliografia sobre el Gran Caldas se había ignorado la colonización de tierras altas
situadas en la cordillera Central (alrededores del Páramo de Letras), desde el norte del departamento del Valle del Cauca hasta
el departamento de Caldas, pasando por los departamentos del Tolima, Quindío y Risaralda, por parte de campesinos pobres del
altiplano cundiboyacense. Esta migración la había mencionado Parsons (1950; 1974:136, citado por Tobasura, 2003:1 0), pero
solo vino a estudiarse recientemente (Tobasura, 2003), En Caldas los descendientes de estos colonizadores éon condiciones
socioculturales diferentes a las de Jos antioqueños, se encuentran hoy en día «ubicados principalmente en los municipios de
Manizales, Villamaría, Neira, Aranzazu, Salamina y Marulanda ,.. En Manizales, el barrio Linares está habitado en su mayoría
por boyacenses>l (Tobasura, 2003:11 ).
130 Valencia, 2003: 91-92.
131 Valencia, 2003: 99.
102 FORTALEZAS DE COLOMBIA II

subordinadas al capital estadounidense, como sucedió con Pinzón y Huth, exportadora del
millonario Pinzón.
En Manizales, centro de los negocios del café, surgieron grandes casas comerciales
mayoristas de importación de artículos manufacturados que en 1913 se organizaron en la
Cámara de Comercio. La creación del departamento de Caldas significó que la región dejaba
de ser el sur deAntioquia; a-su cabeza tenía una poderosa elite que dirigió la vida económica,
política y social de esta zona que hacia 1920 inició una industrialización incipiente en
Manizales. 132 Esta ciudad a mediados de siglo experimentaría una nueva etapa industrial,
conjuntamente con la cercana Pereira, cuya estructura social más abierta propiciaría una elite
diferente a la de los "fundadores" de la capital del Viejo Caldas (Rodríguez, 1982). Una y
otra fueron el centro de estudios académicos de hace tres décadas -todos ellos escritos en
universidades extranjeras, uno de autoría de un estadounidense, dos de colombianos- que
bien vale la pena rescatar. 133
En fin: estos empresarios caldenses, de hondas raíces "paisas" (antioqueñas), desde
los primeros decenios del siglo pasado conformaban ya un grupo con su propia identidad
regional, diferente de quienes por la misma época mostraron en Antioquia 134 una particular
disposición a la asociación de capitales, habiendo sido semilla -según el trabajo de un
historiador paisa (Áivarez, 2003)- de uno de los cuatro principales grupos económicos
contemporáneos del país, el Grupo Empresarial Antioqueño, coloquialmente conocido como
"Sindicato Antioqueño".

Esbozo de otras características del empresariado colombiano

Hasta el momento se ha enfatizado que el empresariado de este país tuvo sus orígenes
hacia mediados del siglo XIX y que -desde entonces- estos se pueden identificar en varias
regiones del país. En otras palabras, la limitada actividad económica de Colombia durante
gran parte del siglo XIX no se circunscribió a una sola región de la geografía nacional; no
todas la tuvieron en el mismo nivel. Sin ser el único, el empresariado antioqueño gozó de
una mayor posibilidad de acumulación que el de otras áreas geográficas, dado el papel que
jugó la minería de oro en la vida antioqueña. Esta tuvo un doble carácter como medio de
cambio y de producto exportable, desató una dinámica económica y -además- resultó
ser la principal escuela práctica del empresariado, seguida por el comercio y la arriería, que
enseñó las "virtudes burguesas" 135 y un ethos parecido al calvinista 136 en una región que
-sin embargo- ha sido profundamente católica. 137

m Valencia, 2003:99-106.
133 Son, en orden de publicación: Drake, 1970; Ocampo, 1970; Rodríguez, 1976.
114 Patiño, 1998.
135
Sombart, 1912.
m Weber, 1930, 1978.
137
Fajardo, 1966; Londoño, 2004.
EL EMPRESARIADO COLOMBIANO: NI HÉROE NI VILLANO 103

Las páginas previas han girado alrededor del sello regional del empresariado
colombia~o. Pero, ¿qué otras características distinguen al empresariado colombiano en sus
ciento cincuenta años de historia? Más adelante se esbozan algunas de ellas. 138

Alta diversificación de inversiones: "No tener todos los huevos en la misma canasta"

El empresaríado de Colombia ha exhibido una alta diversificación de inversiones en


varios sectores económicos, dentro de las cuales a lo largo del siglo XIX y hasta mediados
del XX el comercio tuvo un papel central como fuente de acumulación y de experiencia
empresarial; asimismo, los vínculos con la propiedad de tierra han sido otro componente
importante. Estos últimos no siempre han estado asociados con prácticas terratenientes,
rentistas y parasitarias, sino que a lo largo del siglo XX se dio un desarrollo capitalista en
algunos sectores del agro colombiano.
La lógica capitalista de manejo del riesgo ("no tener todos lo huevos en la misma
canasta"), atenuación de la incertidumbre, integración vertical y horizontal de negocios en
la cadena de suministros y de comercialización, así como la diversidad de oportunidades
de negocios en una sociedad y un mercado por desarrollar, ayudan a entender esta práctica
de alta diversificación que requirió imaginación y audacia de los hombres de negocios. La
industrialización por sustitución de importaciones, ocurrida desde las primeras décadas del
siglo XX y con mayor dinamismo luego de la Gran Depresión, implicó disponer en mayor
escala de capitales, crédito, tecnología y capacidad de organización administrativa y de
relaciones con obreros de fábrica cuya obtención y manejo exigió mayor especialización
(que es lo contrario de la diversificación) de los empresarios pioneros. Estos "negociantes" 139
tuvieron -hasta varias veces en el transcurso de su propia vida- que especializarse,
convirtiéndose en empresarios industriales.
Un caso ilustrativo es el del sector azucarero en el Valle del Cauca: Santiago Eder
desplegó una multifacética actividad empresarial desde que llegó a Colombia en 1862. En
efecto, fue comerciante, agricultor --cultivó productos de exportación: tabaco, quina, añil,
café, caña de azúcar- ganadero, financista particular, a la vez que tuvo negocios de finca
raíz y urbanización, minería, navegación a vapor y energía eléctrica. En el campo de la caña
de azúcar en menos de cuatro décadas dio el paso de "capitán de hacienda" a "capitán de
industria" con la fundación del primer ingenio moderno en 1900. Tres décadas más tarde, uno
de sus sucesores tomó la decisión de dividir la empresa en dos especializadas; una dedicada
a la fabricación de azúcar, mientras la otra se encargaba de las labores complementarias en
los campos agrícola y ganadero. 140
Sesenta años después, las estrategias de diversificación volverían a ponerse en
práctica por parte de los más grandes conglomerados, que en la primera mitad de la década de

138 Molina (2000) ha elaborado un valioso trabajo de periodización y síntesis del desarrollo empresarial colombiano

durante los siglos XIX y XX.


139 Sobre el concepto de "negociante" como más adecuado que el de empresario industrial, y su utilidad para el caso

colombiano, véase Dávila ( !986).


140 Eder, 1959; Rojas, 1982; Dávila, 1986.
104 FORTALEZAS DE COLOMBIA U

los noventa se lanzarían a la conquista de sectores ajenos a sus antecedentes, diversificando


sus grandes portafolios hacía nuevos negocios como las telecomu~icaciones, la salud
privatizada, los medios masivos de comunicación (televisión, radio y revistas). La gran crisis
económica de 1998-2000 les hizo retroceder para reenfocarse en su core business, 141 estrategia
que también siguieron los sucesores de Eder en La Manuelita, luego de haber incursionado
por algunos años en otros negocios durante la misma década aperturista. 142 En todas las
regiones tratadas previamente en este capítulo se pueden encontrar casos de este fenómeno
de alta diversificación, 143 cuyas modalidades y dinámica requieren mayor profundización a
través de estudios comparativos entre empresarios adalides de la diversificación en diferentes
períodos del desarrollo empresarial colombiano.
Corno se mencionó anteriormente, el otro eje de acumulación dentro de la
experiencia centenaria de alta diversificación en los negocios, ha sido la concentración de la
propiedad territorial, cuya explotación en negocios de compra y venta de tierras vinculadas
a la agroexportación (Legrand, 1988) y a la colonización empresarial (Londoño, 2003),
permite hablar del empresario territorial. Por otra parte, en las áreas rurales ha coexistido
el desarrollo capitalista asociado a la agroindustria en campos como el azúcar y el banano
desde comienzos del siglo XX, y la palma africana, el algodón y el arroz en la segunda
mitad del mismo con el fenómeno del acaparamiento de tí erras con propósitos de usufructo
de rentas monopólica y de producción y tráfico de cultivos ilícitos. La concentración de
la propiedad rural y las consiguientes rentas monopólicas de la tierra han generado «una
agricultura no competitiva, con limitaciones en sus articulaciones con sistemas eficientes
de procesamiento agro industrial y comercialización». 144 En la historia colombiana, desde la
colonización del siglo XIX la lucha por la tierra ha sido un factor de violencia y conflicto, 145
cuya manifestación actual es dramática ( ... «expansión de los escenarios de los conflictos
ya arraigados, los cuales toman hoy ya el carácter de competencias bélicas en torno a
territorios»). 146 En las dos últimas décadas la posesión y el despojo violento de la tierra
coino parte del conflicto armado, con papel protagónico de grupos ilegales, apuntala el
fenómeno de la concentración de la propiedad territorial en un país de profunda raigambre
rural. Hay que recordar que el acelerado proceso de urbanización de la segunda mitad del
siglo XX estuvo acompañado por la "desagriculturización" del empleo, fenómeno originado
en la migración campo-ciudad causada por la violencia partidista, inicialmente; luego el
desplazamiento forzado de los últimos quince años (cerca de tres millones de personas),
causado por la confluencia de la violencia guerríllera, paramilitar y narcotraficante. 147

141
Sobre la crisis de 1998-2001 y su efecto en Jos grandes grupos económicos, véanse Nieto (2003) y Silva
(2004).
142
Ramírez, 2004.
143
Véanse por ejemplo, los casos de los hermanos Samper y de la familia López en Bogotá en el período 1880-1930
(Dávila, 1986), así como los de Mainero Trueco en Cartagena y el potentado Coriolano Amador en Antioquia (Molina, 1998)
en el mismo periodo. También son ilustrativas las núevc historias de empresarios y las siete de elites empresariales regionales
incluidas en Dávila (2003b); solamente una de estas últimas (la de un destacado comerciante de importación en Bogotá en la
segunda mitad del siglo XIX, Francisco Vargas) va contra este patrón de conducta empresarial (Safford, 2003).
144
Fajardo, 2004:72.
145
Legrand, 1988.
146
Fajardo, 2004:78.
147
Fajardo, 2004:68-84.
EL EMPRESARIADO COLOMBIANO: NI HÉROE NI VILLANO 105

Estrechas relaciones con la política y el Estado

Empresas, empresarios, grupos empresariales y asociaciones ("gremios")


empresariales han mantenido estrechas vinculaciones con el poder político a través de formas
muy variadas que no se reducen al desempeño de cargos estatales por nombramiento o por
elección popular. El empresariado ha sido parte importante de los grupos de poder locales
y regionales y, desde comienzos del siglo XX --cuando se puede hablar de clase dirigente
nacional- ha sido parte de aquella. Las relaciones con el Estado a nivel local, regional,
sectorial y nacional han sido continuas. Aunque las asociaciones empresariales fonnales
("gremios", como se les conoce en Colombia) de industriales y comerciantes solo aparecieron
hacia mediados del siglo XX, en los cien años precedentes los empresarios promovieron
sus intereses frente a las. políticas económicas, y redujeron la incertidumbre institucional
a través de sus vinculaciones políticas, familiares e individuales y de mecanismos como
las cámaras de comercio creadas entre 1890 y 1920 en varias ciudades. Más tarde, a partir
de 1927, los caficultores lo hicieron a través de la Federación de Cafeteros. En breve, la
capacidad empresarial de disponer de un "capital político" ha sido importante en Colombia
en el proceso de acumulación de capital, función distintiva del empresariado.
En la antesala de la apertura económica en 1990, luego de casi cien años de
proteccionismo, los empresarios colombianos habían desarrollado una capacidad para
"jugar al sistema" y usufructuar el rentismo en un mercado altamente politizado, en vez de
dedicarse a "jugar al mercado" como capitalistas verdaderos. La posición monopólica y la
sombra protectora del Estado habían sido más cómodas que la competencia y la exposición
a las fuerzas implacables del mercado, convirtiéndose en una herencia limitante para los
empresarios colombianos en el mercado globalizado. 148
Hay que añadir que mientras los sectores privado y público tienen cada uno su propia
estructura y dinámica, la afirmación de que han sido contrapuestos es una simplificación
sin base en la trayectoria histórica de las relaciones entre negocios y política. Tampoco se
puede sostener que el Estado haya sido -simple y llanamente- un instrumento al servicio
del empresariado y del capital.
Unos pocos ejemplos sirven para ilustrar las variadas facetas de las relaciones entre
el empresariado y la política en este país. Presidentes de la república como Rafael Reyes
(1904-1908), Carlos E. Restrepo (191 0-1914), Pedro N el Ospina (1922-1926), Alfonso
López Pumarejo (1934-1938; 1942-1945) y Mariano Ospina Pérez (1946-1950) provenían
de familias destacadas en la actividad empresarial. Adolfo Held, un rico empresario alemán,
tuvo como su representante de negocios en Medellín al ya mencionado Carlos E. Restrepo
antes de que este llegara a la presidencia. 149 El empresario vallecaucano Remando Caicedo
(1890-1966) desempeñó toda la jerarquía de cargos de elección popular (concejal de Pahnira,
diputado a la Asamblea Departamental del Valle del Cauca, representante a la Cámara y
senador); fue además líder gremial de los industriales en la ANDI de Cali, presidente de
la Cámara de Comercio en esa misma ciudad y del Comité de Ganaderos, y promovió la

148
Rodríguez, Dávila, Romero, 1992:1-5.
149 Meisel y Viloria, 2003.
106 FORTALEZAS DE COLOMBfA ll

asociación de los cañicultores. Se desempeñó como embajador en Perú, tesorero nacional


del Partido Conservador y, especialmente importante a mediados de siglo ( 1957), miembro
del Directorio Nacional Conservador, así como fundador y accionista de un periódico. 150
Diferente, pero igualmente importante fue la forma de influencia de Pepe Sierra, el hombre
más rico del país en las dos primeras décadas del siglo XX, quien no ocupó cargo público
alguno pero jugó el papel de prestamista particular del Gobierno nacional, en bancarrota en
los años posteriores a la guerra de los Mil Días; don Pepe fue el líder de una banca central
en manos privadas. 151 Al respecto, vale también la pena traer a cuento la opinión de otro
millonario, el exportador cafetero Carlos Pinzón, quien a comienzos de siglo XX expresaba
en forma clara: «teníamos el alcalde, que vale más que una legua de derecho>>. 152
En décadas más cercanas, la circulación de dirigentes empresariales entre los altos
cargos gubernamentales, como ministros de Estado, no ha sido extraña, en especial desde el
Frente Nacional. Otra fornm de relación con el Estado ha sido el usufructo de concesiones y
rentas gubernamentales (licores, salinas, degüello de ganado, cobro de peajes, hielo) por parte
de particulares. A este mecanismo tuvo que acudir el «Estado nacionalfamélico y escueto» 153
en el siglo XIX y en la primera década del siguiente para resolver sus problemas fiscales. Cien
años después, en plena vigencia de la apertura de la economía y del modelo de economía de
mercado, las concesiones para el manejo de vías, así como las obras de infraestructura pública
-la contratación estatal- y las concesiones para atraer a los particulares a la construcción
de medios de transporte, se han convertido en un espacio ambicionado de oportunidades y
contratos para el empresariado colombiano, ahora en alianza con consorcios internacionales
de ingeniería, a pesar de los cambios en prioridades de los planes estatales respectivos. 154
Hacia el futuro, un importante organismo de investigación económica, creado hace treinta y
cinco años por dirigentes empresariales, ha planteado «un consenso hacia la prosperidad»,
basado en la necesidad de «tomar decisiones y adoptar políticas de Estado para asegurar
la prosperidad del país>>, ancladas en «un sector privado fuerte» y una actividad económica
vigorosa <<que tenga como motor de crecimiento a la empresa privada». 155 Consultar con
ojo crítico la larga experiencia del empresariado colombiano en sus relaciones con el Estado
ayudaría a estos propósitos.

Pocos inmigrantes, destacados empresarios

Colombia no ha sido un país de inmigrantes. Como lo decía un informe oficial del


Gobierno británico, aun en 1930 este país era una «esquina indistinguible del mercado su-

JS<l Dávila, 1986.


151 Dávila, 1986:28-34.
152
Citado en Valencia, 2003:90.
153 Este apelativo lo acuña el historiador inglés Maleo 1m De as (1983: 158).
154
"Promesa polémica", en Dinero, No, 251, abrill4 de 2006, pp. 34-37; véase también la crítica de un ex ministro
de Hacienda (RudolfHommes, "Las otras palancas del desarrollo", en El Tiempo, 21 de abril de 2006, pp. 1-15).
155 Carlos Caballero, "Hacia un consenso para la prosperidad", en El Tiempo, 29 de abril de 2006, pp. l-25; "Consenso

para la prosperidad" (editorial), 10 de mayo de 2006, pp. 1-20.


EL EMPRESARIADO COLOMBIANO: NI HÉROE NI VILLANO 107

ramericano»; 156 décadas atrás otro infom1e oficial del Parlamento británico había señalado
que «no hay nada en los recursos comerciales e industriales de Colombia que tiente alas
capitalistas o estimule a los inmigrantes». 157 Los pocos centenares que se aventuraron en la
compleja geografía y topografía colombianas y se enfrentaron a sus malsanas condiciones
climáticas en el siglo XIX y primeras década del siglo XX 158 (<<a mediados de siglo [XIX]
había menos de 850 europeos y norteamericanos»), 159 no pueden compararse con los mi-
llones de europeos que poblaron Argentina y Brasil entre 1870 y 1940. Lo que vale la pena
resaltar es que a pesar de su reducido número, quienes desembarcaron en Colombia tuvieron
un papel destacado en la naciente actividad empresarial posterior a la Independencia. 160
Esto no significa que hubiera grandes flujos de capital e inversión extranjera, escasos
en la economía colombiana hasta la reciente "apertura" de la economía. Quienes emigraron
al país de El Dorado, aportaron principalmente conocimientos y destrezas técnicas, organi-
zativas, capital, contactos y conocimiento del comercio internacional y el mundo financiero,
además de una visión del mundo industrializado.
Se asentaron principalmente en los puertos del Caribe (Cartagena y Santa Marta),
Bogotá, Santander y Antioquia. 161 En Cartagena desde la Colonia se establecieron comer-
ciantes españoles; en 1795 se creó allí el Consulado de Comercio. 162 En la década de 1820
llegaron a Antioquia ingenieros y técnicos ingleses, así como mineros rasos, 163 y en los
intentos fabriles en Bogotá y sus alrededores entre 1820 y 1870, los extranjeros tuvieron un
papel importante («ninguna de ellas estuvo libre de la participación extranjera>>). 164
A partir de 1870, y en mayor número, lo hicieron a la naciente Barranquilla (prin-
cipalmente alemanes, británicos, italianos y sefarditas procedentes de Curazao), 165 y en la
última década de ese siglo los sirio-libaneses (conocidos en Colombia como "turcos") en-
traron a la Costa Caribe. 166 Un reducido pero influyente núcleo de comerciantes alemanes se
asentó en Santander a mediados del siglo XIX; 167 de igual manera, otro núcleo de japoneses

16
s Uníted Kingdom, Department of Overseas Trade ( 1930:1 5).
1
~' United Kingdom, Accounts and Papers (1871 :215).
158
Rodríguez y Restrepo, 1982.
159
Safford, 1969:92.
l6<1 Los extranjeros enfrentaron también fracasos durante el siglo XIX, debido principalmente a excesivo optimismo
sobre las condiciones del país, analizados hace casi cuatro décadas por Safford (1969). El caso de un sonado y continuado
fracaso de la primera mitad del siglo XX, el complejo industrial de San José de Suaita, en Santander -alianza de extranjeros
y colombianos-, ha sido estudiado recientemente (Raymond, 2003).
161
García, 2003:103.
162
Restrepo y Rodríguez, 1986.
163 Para comenzar trabajos en la Colombian Mining Association, en 1825 llegaron 190 mineros, naturales de Com-

walles, un ingeniero y el director de la mina (Restrepo, 1952: 128), a explotar las minas de Marmato, Supía y Riosucio (local-
izadas en el actual departamento de Caldas). Estas habían sido entregadas en arrendamiento por 25 años a la Goldsclunidt, una
casa bancaria de Londres, como contraprestación a los préstamos adquiridos por el Gobierno de la recién creada república. En
Antíoquia, los ingleses en 1843 representaban la mitad de los 51 extranjeros llegados a la región, una tercera parte de los 62
registrados en 185 I y un décimo de los 117 que había en 1884; llegaron a 50 de los 349 foráneos existentes en 1918 y a 103
de los 737 que había en 1928 (García, 2003:148): Un estudio publicado en2005 examina la colonia europea más grande de
Colombia en el siglo XIX, surgida alrededor de las minas en cuestión, durante el período 1825- i 930. Se trató, en total, de siete
compañías inglesas, y 286 inmigrantes (224 de los cuales eran de nacionalidad inglesa) (Gartncr, 2005).
lt» Safford, 1969:103.
165
Rodríguez y Restrepo, 1982.
IM• Viloria, 2004.
167
Rodríguez, 1968.
108 FORTALEZAS DE COLOMBIA II

se afincó en el Valle del Cauca al finalizar la década de 1920, se dedicaron a las labores
agrícolas y posterionnente se diversificaron a la industria. 16 ~ A Bogotá y otras ciudades del
país llegaron en las décadas de 1920 a 1940 inmigrantes judíos principalmente de Europa
del Este; ellos y sus descendientes han sido promineútes en la industria, los servicios y las
finanzas.
Esta reducida inmigración a Colombia no se hizo de poderosos inversionistas priva-
dos, ni de representantes de consorcios internacionales o de grandes nóminas de ejecutivos
de multinacionales; tampoco de oleadas de proletarios en busca de trabajo. Fueron, por el
contrario, ingenieros y técnicos de minería, artesanos, comerciantes, aventureros, repre-
sentantes y empleados de casas comerciales y capitanes de barco. En general, provenían
de estratos socioeconómicos medios; 169 generalmente se incorporaron a la sociedad local
y gozaron de aprecio y aceptación; en muchos casos se casaron con mujeres distinguidas,
logrando influencia social y cultural, reflejada en cambios en las costumbres y vida social
de la elite (mediante la difusión de algunos deportes y su vinculación a la fonnación de
clubes sociales ). 170
A los nombres de empresarios extranjeros mencionados previamente, es ilustrativo
añadir otros como el ingeniero de minas inglés Tyrell Moore, llegado a Antioquia en 1829,
en donde murió en 1881, llegando a ser uno de los "extranjeros beneméritos" que además
de introducir desde su llegada avances tecnológicos en la minería, sector en el cual durante
sesenta años tuvo un papel destacado como empresario, incursionó en proyectos de coloni-
zación. m Otro inglés, William Wills, en las décadas de 1830 y 1840, estableció el primer
trapiche azucarero hidráulico cerca de Honda, promovió la exportación de tabaco y difundió
activamente las ideas del libre comercio, la banca y las comunicaciones. 172 En la constmcción
de líneas férreas, llena de vicisitudes y que fue en parte una «historia de pleitos>>, 173 el más
renombrado empresario fue el ingeniero e inversionista cubano-americano Francisco Cis-
neros en las tres últimas décadas del siglo XIX, activo también en la navegación a vapor. 174
En el cable aéreo entre Manizales y Mariquita (1912-1922) el papel del ingeniero inglés
James F. Lindsay dejó una marca imborrable; 175 en Santander, familias descendientes de
comerciantes europeos de diversas nacionalidades (alemanes, daneses, franceses, ingleses,
italianos) como Clausen, Hakspiel, Harker, Hederich, Ogliastri, Volkman, von Lenguerke,
dejaron también un sello en los negocios y en la elite local. 176 En el caso de Barranquilla, los
extranjeros sobresalieron no solo en el comercio de exportación e importación, sino también
en la navegación fluvial y marítima, el ferrocarril, los astilleros, los seguros, las finanzas y
los inicios de la industrialización (textiles, fósforos, bebidas, alimentos, cigarros), los seguros
y las finanzas. Aunque «eso no significa de manera alguna que los colombianos ocuparan

168
Asociación Colombo-Japonesa. 1986.
11'9 Rodríguez y Restrepo (1982, 1987:36).
17
Q Rodríguez y Restrepo (1982, 1987:35-36); Koppel (1942:103; 106-111 ); Dupcrly (1977: 157, 159).
171
García, 2003.
172 Deas, 1996.
173
Ortega, 1920.
174
Horna, 1992.
175
Pérez, 2003.
176
Harker, 1992; Gavassa, 1986.
EL EMPRESAR1ADO COLOMBIANO: NI HÉROE NI VILLANO 109

un lugar insignificante en la actividad empresarial de Barranqui/la>), 177 la pennanencia de


las colonias extranjeras hasta la acttmlidad con sus propios colegios y clubes sociales (aun-
que no con hospitales ni periódicos propios como en Buenos Aires), y el papel empresarial
y político de descendientes de familias de inmigrantes (casos comas los Alvarez-CmTea,
Cortissoz, Hoenisgberg, Senior, Obregón, Sourdís, Vengoechea), atestiguan el papel de los
extranjeros en el principal puerto colombiano sobre el Caribe. En el caso de la comunidad
judía de Bogotá, sus principales familias y apellidos (por ejemplo, Gutt en el sector de la
palma africana, Haime, Gilinski, Glottman, Meyer, Shaio) están documentados en forma
breve en un trabajo testimonial de un miembro de la misma. 178

La importancia y permanencia de la familia como actor empresarial

Aunque en recientes décadas se han registrado cambios en la estmctura y costumbres


de la vida familiar, en Colombia la familia ha sido esencial en la conformación y trayectoria
del empresariado durante siglo y medio. No se trata únicamente de que la empresa familiar
perdure hasta el presente en múltiples campos y sectores, y de que la jerarquía y los roles
diferenciales dentro de sus miembros repercutan en la dinámica de la empresa, sino que la
familia ha jugado un papel central como estructura de creación, reproducción, propiedad,
poder y control en el proceso de acumulación: «El proceso de socialización del espíritu
burgués o capitalista en Colombia adoptó la forma de la sociedad colectiva, por lo general
de tipo familiar». 179 La familia suministra una orientación valorativa, es un instrumento
efectivo de socialización en los negocios, provee una garantía de confianza (trust) en ellos y
ofrece las solidaridades propias de los vínculos y relaciones de parentesco y consanguinidad.
La sucesión familiar tiende a disminuir el riesgo y los costos de transacción potenciales en
la dirección de los negocios, aunque el proceso puede ser conflictivo y atentar contra su
supervivencia. 180 Quizá basta un ejemplo para demostrar que la familia y las redes familia-
res siguen siendo centrales como forma de organización empresarial: dentro de los cuatro
conglomerados económicos más importantes en la actualidad, tres de ellos (grupos Bavaria,
Sanniento Angulo y Ardila Lulle) son propiedad de familias empresariales. Dentro de las
etapas del capitalismo a las que aluden autores de la business histmy, como Chandler, el
país está en la etapa del "capitalismo familiar", diferente del "capitalismo gerencial'', que
ya dominaba en Estados Unidos al comienzo de la Primera Guerra Mundial y solo se ex-
tendió en Gran Bretaña y otras naciones europeas hacia mitad del siglo XX. 181 De hecho, la
preponderancia de la familia tiene particularidades propias del país y sus regiones, pero no

177
Rodríguez y Restrepo, 1982; 1987:33.
178
Guberek, 1982, 1987a, 1987b.
179
Clavijo, 1993:156.
1
'° Colli & Rose, 2003:348.
1' 1 Chandler, 1980, 1990. En vez de sobreestimar la generalidad del modelo chandleriano que refleja la historia del

capitalismo en Estados Unidos, el debate alrededor de este tópico ha llevado a uno de los discípulos de Chandler a concluir:
<<La flistoria de{ capitalismo estadounidense es extraordinariamente sign{ficativa, pero es solo una entre varios modelos de
desarrollo exitoso>) (Me Craw, 1998:302).
110 FORTALEZAS DE COLOMBIA II

es una singularidad colombiana, ni latinoamericana, sino que está presente en otras regiones
del mundo. como en el sur de Europa, y en el sur y el sureste asiáticos. 181 .
Por otro lado, como lo ilustra el presente capítulo, la frecuente forma de alusión
aquí utilizada (el prefijo "los"), seguida por el nombre de la familia, atestigua en fom1a
clara este fenómeno, extensivo en varios casos también a la política. Así por ejemplo, y
meramente como ejemplo, entre muchas grandes familias, en Cartagena están los Román,
los Del.Castillo, los Pombo y los V élez Daníes; los Santo Domingo, los Obregón y los
Abello en Barranquilla; los Castro Monsalvo en Valledupar; los Samper Brush, los López
Pumarejo y los Santos en Bogotá; las diferentes ramas de los Echavarría, los Restrepo y
los Uríbe en Medellín; los Londoño Londoño en Manizales; los Ángel y los Marulanda en
Pereira; los Carvajal, los Cabal, los Eder, los Caicedo, los Holguín y los De Lima en Cali;
los Puyana en Bucaramanga; etcétera. 183
Dentro de las diversas formas de asociación de capitales (siendo las de mayor
trayectoria las de minas en Antioquia), las sociedades familiares representaron la mayoría
de las habidas en el siglo XIX importantes en el comercio, la minería, la colonización,
la banca y los comienzos de la industrialización: « ... un hombre de negocios formaba
sociedad con sus hermanos o un padre procedía a vincular como socios a sus hijos. En
otras oportunidades, ante la muerte de un rico propietario, sus descendientes, para evitar
la dispersión del patrimonio o mientras se disolvía la firma por la vía de las herencias,
optaban por constituir una sociedad y así mantener el carácter del negocio». 184 A lo largo y
ancho del país estuvieron presentes las casas comerciales, eje de una variedad de negocios y
cuyo nombre era expresivo de su estructura ("Hijos de ... y Cía.", "Sucesores de ... ").
Durante las primeras décadas del siglo XX las casas comerciales siguieron teniendo
presencia activa. En décadas posteriores adoptan fonna de empresas familiares en la indus-
tria, a la vez que toman fuerza las sociedades anónimas (no tan abiertas como su nombre lo
podría sugerir). Sin perder importancia las familias de empresarios se acomodan, a la vez
que tienen influencia sobre las nuevas circunstancias de un país que durante la mayor parte
del siglo se consolidó como monoexportador de café, y que entró en el proceso de indus-
trialización bajo el modelo proteccionista y de sustitución de importaciones y de pequeñas .
y medianas empresas. El empresariado familiar siguió teniendo también importancia en el
coh1ercio y los servicios. En las tres últimas décadas del siglo XX tuvo presencia en la con-
formación del nuevo actor empresarial: los conglomerados económicos. En pleno proceso
del cambio de modelo económico en la última década del siglo, se hablaba todavía de las
"dinastías familiares". La familia no ha sido ajena, tampoco, al fenómeno de la ilegalidad
en la actividad empresarial: en el contrabando, cuyas raíces se remontan a la Colonia, y
en el narcotráfico, de dimensiones sin precedentes en el último cuarto de siglo, los grupos
familiares han sido protagonistas principales.

182
Colli & Rose, 2003:339-352.
183
"Las grandes familias de Colombia", en Jet Set, No. 27, 2000.
184
Álvarez, 2003:221.
EL EMPRESARIADO COLOMBIANO: NI HÉROE NI VILLANO 111

Consideraciones finales
. .
En este capítulo se han examinado el origen y las bases del empresariado colom-
biano y se han delineado a grandes trazos algunos rasgos que lo perfilan. Al remontarse
a mediados del siglo XIX y acudir a las luces que arroja la naciente historia empresarial
colombiana, se ha destacado que el sector empresarial se formó con raíces, culturas e
identidades locales y regionales que le dejaron un sello imborrable. Uno y otras no fueron
exclusivos de una región en particular. Por otro lado, si bien es cierto que el café desde
las postrimerías del siglo XIX y durante cien años permitió caracterizar a Colombia como
"país cafetero", la actividad empresarial y la confonnación de los rasgos del empresariado
fueron previos al café.
La tarea de cubrir de manera completa y definitiva a estos últimos no és aún posible
dado el estado del conocimiento sobre el tema y la nutrida agenda de investigación que
todavía espera a los historiadores del empresariado colombiano. De esta manera, el acento
puesto en algunas de esas características que se estiman de la mayor importancia, aunque
es parcial, busca contribuir al propósito del presente libro, es decir, explicar por qué Co-
lombia ha sido capaz de mantenerse como un Estado democrático con un apreciable récord
de desan·ollo a pesar de las complejas circunstancias económicas sociales y politicas por
las que ha atravesado y de sus altos niveles de inequidad social y de concentración de la
propiedad. 185 Hay que recordar que el desempeño económico colombiano sobresale en el
contexto latinoamericano por el «control prudencial de la economía por parte de un grupo
de empresarios y tecnócratas colombianos bien calificados que (a lo largo del siglo XA:}
evitaron las hiperinflaciones, los profimdos dijicits fiscales y el excesivo endeudamiento
extenw». 186
Se hizo alusión a cuatro características del empresariado. Primero, la alta diversifi-
cación de los negocios en que este ha incursionado y que ha cubierto una gama variada de
sectores económicos. Ha ido desde el comercio y la minería hasta la industria manufacturera,
alcanzando también los transportes, la actividad agrícola, los servicios, la colonización
empresarial, la urbanización, la banca y las finanzas. Segundo, el empresariado siempre ha
mantenido estrechas relaciones con la política y el Estado, f01jando un capital político (acceso
al poder y su manejo) indispensable en el proceso de acumulación de capital; la variedad de
formas de intervención en la política llama la atención y deja serias dudas sobre la hipótesis
de que los negocios hayan sido solamente un asunto privado. Tercero, en un país que no ha
recibido corrientes migratorias significativas, se subraya el papel destacado que han tenido
dentro de su empresariado los pocos que se aventuraron a emigrar a Colombia. Cuarto, la
familia ha tenido un papel central como actor empresarial esencial en la vida del país, que
pem1ite hablar de la consolidación de la etapa del capitalismo familiar antes que de aquella
del capitalismo gerencial propio de la gran empresa norteamericana y europea.
La conjunción de estas características le ha dejado a Colombia una serie de lecciones
y capacidades empresariales que los actuales empresarios y los del futuro pueden contribuir
185
Véase la presentación del primer tomo de esta obra a cargo de su editor (Cepeda, 2004:17).
186
Molina, 2000:43.
187
Molina, 2000:28.
112 FORTALEZAS DE COLOMBIA 11

a que se estudien de manera crítica, se expliciten y difundan de manera abierta. En vez de


hacer "borrón y cuenta nueva" hay que apoyar la naciente investigación que se adelanta en
universidades de diferentes ciudades colombianas para escudriüar este legado empresarial
y sacar buen provecho de aquel. Una parte de este legado lo constituyen las capacidades
empresariales que se han consolidado luego de una larga trayectoria. Entre ellas se destacan
el permanecer alerta a las oportunidades en un mercado aún en proceso de formación; la
pasión por el trabajo duro; la iniciativa y recursividad guiadas por "buen olfato" y "buen
ojo", nacidos de la práctica, que hoy en dia se pueden perfeccionar mediante capacitación y
utilización de la tecnología; la creatividad para enfrentarse a las dificiles condiciones de la
geografia y la topografía que hacen que todavía a comienzos del siglo XXI el transporte y
las vías de comunicación sean "cuello de botella" que afectan la competitividad del país.
Es también de destacar la tenacidad del empresariado para desarroJlar su acción
en medio de los numerosos conflictos armados internos, de naturaleza diversa, vividos en
Colombia a lo largo de estos dos siglos: «la violencia entró a formar parte de los riesgos
propios de la actividad empresaria/». 187 Así mismo, es notable su adaptación a la ínestabilídad
de las reglas de juego, o incertidumbre asociada a las decisiones económicas, la «debilidad
instituciona/» 188 que algunos han llamado «la enfermedad de América Latina». 189 De igual
manera, subsiste la fortaleza para enfrentar las crisis económicas y convertir en oportunidades
algunos elementos de aquellas. Así ocurrió, por ejemplo, en la crisis de 1929 190 y volvió a
notarse en la reciente de 1998-2000. Otra parte del legado a preservar la constituyen valores
como el ahorro y la frugalidad, evitar el despilfarro y la creencia en que el desempeño
empresarial exitoso se logra mediante el trabajo duro y la perseverancia, como los que
exhibieron tantos empresarios pioneros. Tales valores son de la esencia del capitalismo y
necesitan revivirse hoy en los empresarios jóvenes. 191
Una herencia negativa es la brecha entre la cultura empresarial capitalista y la
cultura de la picardía. La primera exige reciprocidad y confianza entre los agentes del
mercado y relaciones contractuales transparentes y eficientes. La segunda, por el contrario,
premia la avivatez, se basa en la idea de que la ley es para los demás (como lo expresa el
refrán colombiano: "la ley es para los de ruana"), no para su cumplimiento por parte de
cada ciudadano. En Colombia « ... existe una situación muy generalizada de picardía que
in·espeta a la justicia u otra peor que hace justicia en forma privada». 192 Lejos de consti-
tuir algo positivo, esta capacidad de bordear con malabarismos entre lo legal y lo ilegal y
"sacar ventaja", constituye un lastre en el contexto de la universalidad de reglas de juego
que requieren los negocios globalizados y los tratados comerciales.
Finalmente, con relación a las características sociales y económicas del empresa-
dado, debe anotarse que hasta bien entrado el siglo XX este era relativamente homogéneo:

1M8 Prats y Yánez, 1998:15-21.


1 9
~ Bomer, Bnmetti y Weder, 1992; citados por Prats y Yánez, 1998:15.
1
% Malina, 2000:23.
191
Estos empresarios jóvenes están convirtiendo «el desafío de haber nacido e11 un país con muchos problemas, en
un paraíso de oportunidadesJJ ("El nuevo establecimiento. Menores de 45 años están cambiando el país en todos los campos",
en revista Poder, edición cero, diciembre de 2005, p. 58).
101
Kalmanovitz, Salomón, "Picardía generalizada", en Lecturas Dominicales de El Tiempo, 13 de julio de 1998, p. 2.
EL EMPRESARJADO COLOMBIANO: NI HÉROE NI VILLANO 113

casi exclusivamente provenía y fonnaba parte de las elites económicas y sociales locales y
regionales. El crecimiento económico acelerado durante la segunda mitad del siglo XX, la
urbanización del país, el crecimiento cuantitativo de la educación universitaria como vehículo
de movilidad social y los procesos de descentralización gubernamental, han contribuido a la
conformación de nuevos sectores empresariales provenientes de diversos orígenes sociales
y económicos que permiten hablar hoy en día de un empresariado medio que ha iln1mpido
con fuerza en muchos sectores económicos y prácticamente en todas las regiones del país.
La connotación despectiva y excluyente asociada al término de "nuevos ricos", o de "di-
nero nuevo", ya entró en desuso como resultado de la importante acumulación de capital
en manos de estos nuevos actores empresariales provenientes de estratos bajos y medios.
Hay que aclarar que no se está haciendo referencia a la realidad innegable y perniciosa de
los sectores asociados al narcotráfico desde mediados de los años setenta, los cuales no han
sido analizados en este capítulo. Se trata, por el contrario, de nuevos sectores dentro de la
actividad económica legal que en el transcurso de una o dos generaciones han ascendido
de clase sociaL Son personas "hechas a sí mismas" y a "puro pulso", cuyos orígenes están
en el campesinado medio, en sectores profesionales y asalariados, que se han convertido en
empresarios; 193 algunos, incluso, han llegado a fonnar conglomerados económicos impor-
tantes. Son parte de la pequeña y mediana industria, y su presencia se nota en el comercio,
en sectores agroindustríales, en diversos subsectores de la industria manufacturera y en una
multiplicidad de actividades de servicios. Están presentes, entre otros espacios y en forma
creciente, en los programas de formación gerencial que existen a lo largo y ancho del país
y que se expandieron en forma notoria después de 1990.
Constituyen, sin duda alguna, un sector promisorio dentro del cual no es extraño el
interés por encontrar nuevos nichos para la exportación y por adentrarse en sectores en los
que el país tiene ventajas competítivas (por ejemplo, "mercados verdes" relacionados con
la biodiversidad colombiana, biopolímeros, bioingeniería, servicios profesionales especia-
lizados). En todos ellos, así como en la gran empresa, la innovación tecnológica juega un
papel central y es necesaria para competir en la economía globalizada. Para ese propósito
son indispensables la inversión privada en investigación y desarrollo (que en Colombia
siempre ha sido marginal) y el fortalecimiento del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnolo-
gía, así como las alianzas con empresas extranjeras y la articulación a redes empresariales.
En el caso de la industria, en la innovación tecnológica hay que contemplar una unidad de
análisis a la que previamente no se le daba mayor importancia: las cadenas productivas. 19'1
Para concluir, hay que mencionar que en las nuevas circunstancias de la economía
hay que preservar algunas capacidades tecnológicas forjadas con tesón a lo largo de más de

193 La presencia de estos empresarios comienza a registrarse en la bibliografia en fonna esporádica y en trabajos de

variada calidad y rigor. Véanse, por ejemplo, los libros de Morales ( 1996) sobre nueve empresarios cundiboyacenscs de origen
humilde, y de Lizarazo (s.f.). Este último trata sobre empresarios del sector avícola: siete de ellos son ejemplos de movilidad
social. El de un joven emprendedor, líder en el campo de la tecnología infonnática, ganador de un conocido premio (concurso
Ventures) y de origen humilde, ha sido destacado recientemente en una publicación empresarial ("Emprendedores calificados",
en revista Dinero, No. 243, noviembre 25 de 2005, pp. 33-43). Por otra parte, el trabajo académico de Barrera y Mantilla (2003)
presenta el perfil de veinte empresarios jóvenes del e-husiness provenientes de variados orígenes socioeconómicos.
194
Sobre la innovación tecnológica en dos cadenas industriales (metalúrgica-metalmecánica y de petroquímica-
plásticos), véase el reciente libro de Vargas, Malaver y Zerda (2003).
114 FORTALEZAS DE COLOMBIA JI

ciento cincuenta años, pero es necesario entender que ya no son suficientes. Por ejemplo,
el expertise del empresariado colombiano p~ra incorporar tecnología extranjera y adaptarla
(a veces mejorarla) a las condiciones del país; 195 su ingeniosidad y recursividad para hacer
reparaciones y mantenimiento de equipos desarrolladas en las largas décadas de economía
cerrada; la imitación creativa. Por otra parte, su capacidad de im10vación en "tecnología
blanda" (administración y gerencia) y de aprendizaje de la experiencia en este campo, sigue
siendo un valioso activo que hay que investigar y difundir.

195
Para una historia de las invenciones colombianas en su nivel de ideas potenciales, independientemente de su
éxito comercial, se sugiere consultar a Mayor (2005). Este autor precisa: ((Lo característico aquí file un ritmo cadencioso y
lento suscitado por la adaptación y mejora de las grandes invenciones radicales del extranjero, que generaron en el ingenio
nacional respuestas tenues, poco atrevidas, o chispazos afortunados, lejos de todas maneras de las competidus luchas por la
prioridad» (Mayor, 2005:13).
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