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2016 ¿Qué es una escuela justa?
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PUNTO CÚTICO n
Colección coordinada por Enric Berenguer

I.A ESCUELA
DE LAS OPORTUNIDADES
¿Qué es una escuela iusta?

Francois Dubet
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ANNn Cl»onnr Padres como los demds


Homosexualidad Y Parentesco

JmN'Cr,luon MnNun El sahrto del ideal


La teoría de las clases y rle la cultura Traducción de Margarita Polo
en el siglo xx

CrmNral, Mour, r La parailoia democrútica

MIcnnr, W¡.RscHAwsKI En la frontera


Israel-Palestina: testimonio de una lucha
Por la Paz
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Pmr,r,rru PrcNmnp El gran secreto ile Iainilustrin


farmacóutica

J.lcrGoooY Ellslam en EuroPa I

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gedha
Esta obra se benefició del P.A.p. GARCÍA LORCA, programa de
Publicación del Servicio de Cooperación y cle Acción cultural
de la Embatada de Francia en España y del Ministerio de INDICE
f'rancia en España y del Ministerio francés de Asuntos Exterio¡es.

Título del originai en f,rancés:


L'école d.es chances
O Éctitions du Seuil et La République des klées, octubr e 2004

Traducción: Margarita Polo Intr L3

1. 1 1.9

20

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2.8
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35
Tci.93 253 09 01
Fax 93 253 09 0-5 2. 39
Ccrreo eiectrónico: gedisa@gedisa.com 40
http :i/www.. gedis
42
a. com
iár,i.' ... 47
50
trSBN: 84-9784-086-0 a
J' 55
Depósito legal: B. 26486-2006
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Diseño de colección: Sylvia Sans
64
lmpreso por: Romanyá rr'ails
V-erdaguer, I- 08786 Capellades 4. 71.
lmpreso en España
s escolares 72
Printed in Spain 77

Queda prohibida la reproclucción total o parcial por cualquier medio


Éco
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de imptesién. eu forma idéntica, extractada o moilificada,


de esta versión casreliana de la obra.
Para Lola y Nina
Advertencia de la traductora

El té",mino collége, que hemos traducido por ncolegi6r, desig-


na el establecimiento educativo al que se asiste entre los 11 y los 15
años de edad, después de la escuela primaria y antes del liceo.
Abarca los niveles sextc. qurnto, cuarto y tercero.
Ei tórrniiro lycee. que hemos traducido por «liceo», designa el
establecimiento educativo al qne se asiste entre los 15 y los 18 años
de edad. Abarca los niveies segundo, primero y terminal. A su tér-
mino, lcs estudianres ieben aprcbar el examen de bachillerato
(hac) para ingresar en la universidad.
Ei térrnino agrégaiion, que henros traducido por «agregaciónr,
designa el examen de alto nivel que deben efectuar los docentes para
ingresal corno snplentes en el cuer¡ro de profesores universitarios.
INTRODUCCIÓN1

El propósito de este ensayo es definir 1o que podJLAssL.gILg§:


cuela justa. No una escuela perfecta en una sociedad perfecta y di-
ri§idá?'ifiifiliduos perfectos, sino una escuela lo más justa posible,
o mejor aún, lo menos injusta posible. La modestia de la expresión
es proporcional a la dificultad y a la gravedad del programa. Por
un lado, implica cuestionar Ia legitimidad de la escuela en nuestra
democracia mientras que, por otro lado, repensar la justicia de la
escuela significa partir en búsqueda de nuevas articulaciones entre
principios y realidades.
Sería más cómodo, por cierto, encerrarse en el universo de las
ideas y de las controversias teóricas. É,sta es una de las tentaciones
recurrentes del debate francés sobre Ia escuela; debate en el que, en
nombre de algunos principios erigidos en actos de fe, hay quienes
deciden que la realidad está «equiyocada, porque se atreve a ofre-
cerles resistencia. Así, los integristas de la meritocracia republicana
no se preocupan por saber cuántas víctimas causarán en la realidad
sus decretos: desde hace tiempo, han abandonado la descripción de
los hechos; en su ciudad celeste, la escuela será un asunto exclusi-
vo del filósofo y del moralista. Otros, en cambio, quieren cambiar-
lo todo, sabiendo que ese radicalismo conduce, en la práctica, a
oponerse a las reformas más pequeñas: dan un aspecto revolucio-
nario a estrategias de statu quo.
La realidad no excusa naday, ante todo, no puede erigirse co-
mo doctrina. Ciertamente, la merito cracía y la ígtaldad de oportu-
nidades tienen espacio en una escuela justa. Pero los actores de ese
debate son responsables de las diferencias entre los principios y las
prácticas, errtri 1"r consignas y los hechos. Ésa debería ser la res-

1. Un agradecimiento especial a Marie Duru-Bellat: este ensayo debe mucho a


sus reflexiones, su ciencia, su trabajo compartido y su amistad.
],4 /LA ESCUELA DE LAS OPORTUNIDADES
INTRODUCCION / 15

ponsabilidad intelectual de todos los que abogan por una escuela to: ningún sistema escolar jamás ha logrado preservarse del todo
--más
justa. Este asunto no es monopolio ni del filósofo ni del soció- de las desigualdades sociales. En Francia, los esfuerzos desplegados
logo: es propiamente político. desde hace más de 50 años para instaurar un acceso equitativo a la
Así pues, debemos interrogarnos sobre el modelo de justicia educación están lejos de haber generado una igualdad de oportuni-
-mismo y sobre algunas de sus aporías a prueba de realidades. Des- dades real; el acceso a los estudios de larga duración se ha amplia-
de este punto de vista, sostengo que la igualdad de oportunidades do, las niñas tienen mayores oportunidades, pero las diferencias de
puede ser de una gran crueldad para los perdedores de una compe- éxito entre categorías sociales siguen siendo casi tan marcadas co-
tencia escolar encargada de distinguir a los individuos según su mo en la época en la que el acceso a la educación era rigurosamen-
nar a los más te desigual y en la que la selección se hacía antes de la escuela. Con
los"vetrcidos. decepción, observamos, incluso en nuestra época, un clima de de-
químicamen- sencanto y de amargura, así como ciertos deseos mal disimulados
te puro no preserva necesariamente a los vencidos de la humillación de romper con una igualdad de oportunidades que podría apar€cer
de la derrota y del sentimiento de mediocridad. La meritocracia como una peligrosa ilusión. Así pues, de manera recrurente, surgen
puede resultar del todo intolerable cuando asocia el orgullo de los voces que reclaman una selección precoz desde los primeros años
ganadores con el desprecio hacia los perdedores. El abandono y la del colegio.
violencia a los que se libra a un buen número de alumnos muestran, En contra de esas tentaciones, este libro no cuestiona el princi-
hoy en día, que esa situación no es ficticia. pio de la igualdad de oportunidades, sino que propone reflexionar
sobre los medios de acercarse a ella de otra manera. En este senti-
do, el libro se organiza en torno a tres añadidos a la figura capital
de la igualdad meritocrática. ,{-i
1. En primer lugar, se trata de lograr que el arbitraie escolar
dadqs de fortuna y de nacimiento determinen directamente sus sea más equitativo que en la actualidad. Pues, si no se ha logrado
posibilidades de éxito y de acceso a calificaciones escolares relati- la igualdad de oportunidades, no es sólo porque la sociedad es
rvalrlerJe poco frecuentes. Se supone que, alieratqtizar a los alum- desigual, sino también porque el juegó escolar es más favorable pa-
ra los más favorecidos. D*e-[0adg.-g.uc-haX--qtre*.g-r,q-+.oygr lg igwal-
la equidad de
óié¿idó§, óen-
es de-una ver-
mocráticas, es decir, en las sociedades que consideran que todos dadera competencia. Asimismo, habría que aumentar la informa-
los individuos son libres e iguales en principio, pero que aceptan ci6ñ"dé 1o§.actorés f sus capacidades de circular y de movilizarse,
también que esos individuos estén distribuidos en posiciones so- rompiendo con algunas de las formas más triviales de la hipocresía
escolar.,..Formas de las que son víctimas los más débiles porque no
x ciales desiguales. En otras palabras, la igualdad de oportunidades
dominan los juegos sutiles de las jerarquías entre los establecimien-
-'* er la única manera de producir desigualdades justas cuando se
i considera que los individuos son fundamentalmente iguales y sólo tos, las carreras, las finezas de las orientaciones, todas esas peque-
el mérito puede justificar las diferencias de ingresos, de prestigio, ñas diferencias que terminan provocando grahdes distancias. De
de poder, etc., que producirán las diferencias de desempeños esco- manera general, una escuela más eficaz y menos opacl sería una
lares. escuela más justa, y tenemos mucho por hacer en ese sentido.
' Di.ho esto, el modelo de la igualdad de oportunidades conlle- 2. La equidad de un sistema escolar se itzga también por la
va dificultades considerables ¡
en primer lugar, dificultades «empí- manera en que tÍata alos más débiles. La igualdad social de opor-
ricasr. Este modelo nunca ha sido totalmente realizado,lejos de es- twnidades nós invita a preocuparnos p<iF-la-suerté"ie-§érváda a los
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16 / LA ESCUELA DE LAS oPoRTUNIDADES rurnoouccróu / 17
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.vq+s-|(o.sJ, por eso mismo, a preguntarnos si la igualdad de opor- La igualdad indiuidual de oportunidades exige también una
tunidades debe guiar toda la escolaridad o si se deben suspender I reflexión sobre la formación de los sujetos. Una de las paradojas
las pruebas de mérito y de selección durante la escolaridad obliga- fundamentales de la igualdad de oportunidades escolares es juntar
toria. Si adoptamos este punto de vista, la igualdad de oportunida- ::. a individuos iguales por un lado, y desempeños y lugares desigua'
des debe ponderarse por un principio de garuntía común, por la les por otro. ¿Cómo ser iguales cuando hemos sido producidos co-
creación de un bien escolar compartido por todos, independiente- mo desiguales gracias a la selección por el mérito? Bien sabemos
mente del éxito de cada uno :
que una escuela que destruye y humilla a los vencidos no es justa.
rneritoeeátiea;. un a-€seueh, fu Esto nos conduce a interrogarnos sobre el modelo educativo mis-
cultura común independiente de las lógicas selectivas{ Esto invita a : mo, sobre el lugar que otorga a los individuos, a sus proyectos, a
.üri.
á§iüáT"tbri'"'fiidieZa eil' faioi dé vérdaderci bole§io único, un su vida social, a su singulaúdad, independientemente de sus de-
colegio cuya función sea garantizar a todos, hasta al más débil de sempeños. Por lo tanto, las dimensiones éticas de la educación se
"
ld's'ednóéiniiéntoj ¿ hq gorpptepcias a los (-iiE"fiéne convierten en un bien de justicia, al igual que la cultura común, la
l
utilidad de las formaciones y la justicia de las reglas de selección
**3.**$i bien la búsqueda de la igualdad de oportunidades apun- mismas.
ta a anular los efectos de las desigualdades sociales en las desigual- ..

dades escolares, también debemos preguntarnos sobre las conse-


cuencias de éstas, aunque sean justas, sobre aquéllas. ¿Sería justa La construcción de una escuela más justa exige cierta libertad
una sociedad en la que los diplomas determinaran la totalidad de intelectual, pues supone romper con las nostalgias de una edad do-
las desigualdades sociales? Sin duda, no. Las consecuencias de'un rada que en la escuela nunca existió, o existió sólo para una mino-
modo de selección justo sobre el coniunto de la vida social no son ría. Supone también deshacerse de todos esos reflejos que a yeces
necesariamente justas y no resguardan de una suerte de darwinis- impiden reflexionar. Así pues, algunos pensarán que ciertas pro-
mo social fundado en la justicia c.ug- puestas de este ensayo son peligrosamente ,,liberales", como las
la 4e-le-garantizar la igualdad in pri- .'
que proponen aumentar la movilidady la movilización de los indi-
rñér lugar, por lo que respecta No viduos y preocuparse por la utilidad de las formaciones. Otros (a
significa ceder ante la nmercantilización, de la cultura y Ia educa- menudo los mismos) pensarán que la defensa decidida de una cul-
ción el hecho de recordar que las calificaciones escolares $on bie- tura común corresponde a un colectivismo arcaico o a un igualita-
nes útiles para quienes las adquieren, puesto que los diplomas use rismo ingenuo. La propuesta de fortalecer Ia función educativa de
cotizan» más o menos en el rnercado laboral. La búsqueda de la la escuela podrá ser percibida corno una fantasía pedagógica pro-
igualdad de oportunidades no nos exime de reflexionar sobre la uti- pia de l¿ «generación de '1,968" y como una abdicación de la nver-
lidad individual de esos bienes, de los diplomas, y sus consecuen- dadera" cultura ante el individualismo moderno. En resumen, to-
cias colectivas. ¿Se debe mantener o aumentar la influencia de los dos los juicios son posibles, en la medida en que estoy convencido
diplomas en el destino social de los inüviduos, o, por el contrario, de que la esguela" nq "puq& ""dsfuruse sino. por una'articulacióii pru-
se deberá atenuar para que la escolaridad no sea la única que for- qs .principios-flg justicia, una combinación relaGiua-
je el destino de los individuos? Aunque fuera justa, una escuela en la que cadaprincipio apunta a corregirlos€fec-
que determinara por completo la trayectoria de los individuos ten-
dría a su cargo una tarea agotadora y pocas posibilidades de con-
Lqf, ,19-u
oqgt,
ron exige, asimismo, cierto coraje político y so-
tribuir a una justicia social ampliada. Así pues, debemos buscar la g cial. Al redactar este ensayo, me ubiqué decididamente en el pun-
igualdad de oportunidades en la escuela y desconfiar de sus conse- .& l to de vista de los vencidos del sistema, los que ya no son escucha-
cuencias cuando puede, a su vez, provocar grandes desigualdades r dos porque el fracaso escolar es tan pesado de asumir que caen en
sociales.
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una culpabilidad silenciosa o en la violencia. Aquí, el coraje con-
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18 / LA ESCUELA DE LAS OPORTUN|DADES

. siste en cornprender cómo los principios de justicia están ligados a 1,

intereses culturales y sociales extremadamente densos. La injusti-


cia siempre tiene una doble cara. Para algunos, es una forma de
desprecio y una discapacidad. Para otros, es una dignidad y una LA IGUALDAD MERITOCRÁTICR »E OPORTUNIDADES
ventaja relativa, fácil de disimular bajo la defensa del mérito pu-
ro, de la gran cultura y de la utilidad colectiva de la selección. En
tal contexto, es tentador renunciar a act'úar, sea bajo el pretexto
de la complejidad y de los riesgos políticos, sea, con mayor fre-
cuencia aún, sosteniendo que primero habría que cambiar todo (la
sociedad, los alumnos, los profesores, los padres) antes de pensar
"Todos los ciudadanos son iguales [para la Repúbiica] y, por
en intervenir decididamente en el mundo escolar. ¿Acaso los que ende, pueden ser admitidos en todas las dignidades, los lugares y
se oponen a las más tímidas reformas no apelan a los principios ios emptreos púbiicos según su capacidad y sin otra distinción rnás
más radicales y universales? El movimiento de este ensayo es in- que la de sus virtudes y sus talentos.,l La igualdad de oportunidades
verso: prefiere principios modestos asociados a políticas posibles y la valcrización del mérito son consustanciales a las sociedades de-
en lugar de principios tan perfectos y tan «teológicos» que, como mocráticas porque permiten conciliar dos principios fundamenta-
nuestras prácticas no pueden sino traicionarlos, parece más raz<¡- les: por un lado, el de Ia igualdad entre los individuos; por otro, el
nable no hacer nada. Este libro no es, por cierto, un programa lla- de la división del trabajo"tltce§"á?lá"átódas las sociedades modernas.
ve en mano. Simplemente desearía militar, con algunos otros, para Para,Ieióiitró'de étió modo, mientras las desigualdades derivadas del
que los actores políticos y sindicales, los movimientos pedagógi- riñacimiento y la herencia son injustas, la igualdad de oportunidades
cos y los individuos que durante tanto tiempo han batallado por i establece desigualdades justas al abrir a todos la competencia por
una mayor justicia escolar, no abandonen la lucha. J los diplornas y las posiciones sociales. Se trata no sólo de una ma-
!nera racional, eficaz y abierta de distribuir a los individuos en las
posiciones sociales en que sus competencias serán más útiles para
la colectividad, sino también de una manera de legitimar las desi-
gualdades que proceden de una competencia que es, en sí misma,

es Ia metáfora más fiel de esa manera de fabricar desigualdades


lustas. Podrán ser denunciados los trarnposos y las oirnpurezas»
de las pruebas, pero no) por cierto, el principio mismo de un en-
frentamiento entre la igualdad fundamental de los individuos y la
desigualdad de,sus méritos. Idealmente. en los exámenes y los con-
cursos se enfrentan candidatos iguales que terminan siendo clasifi-
cados en función de sr-r trabajo y de sus taientos. Y si las cosas es-

1. A-rticulo 6 de [a Decla¡ación de los De¡echos del Hombre y del Ciudadano de


L73e.
20 / LA ESCUELA DE LAS OPORTUNIDADES LA TGUALDAD urRrocRÁlcR DE opoRTUNTDADES / 21

tán bien hechas, esa justicia también produce cierta eficiencia so- por su «maestro» y escapar de su destino, accediendo al colegio
cial, ubicando a cada uno en el lugar en que sus competencias se- donde podrían adquirir los diplomas que les permitirían «ascen-
rán más pertinentes y más útiles para todos. En suma, la igualdad der' socialmente. Con mucha frecuencia, llegaban a ser emplea-
de oportunidades es, a la vez, individualmente justa y colectiva- dos, funcionarios, maestros y cteían en las virtudes democráticas
mente útil. de la escuela, sobre todo porque eran la prueba viviente de éstas.
También sucedía, aunque con menor frecuencia, que esos alumnos
excepcionales fueran nalentados, hacia el liceo y atravesatan va-
Del elitismo repubticano a ta igualdad de oportunidades rias etapas, gracias a un ascensor escolar reemplazado después por
un ascensor social, ya que el número de egresados no excedía el nú-
Anticipada por la ley Guizot (1833), la escuela republicana mero de empleos calificados disponibles. Elgliisgg¡ggbli.rro
francesa tendió hacia el modelo de la igualdad de oportunidades,
aunque la rcalización de ese mecanismo tardó mucho en lograrse.
Se considera que la creación de la escuela obligatoria y gratuita
(1881) es una etapa decisiva en el acceso de todos los alumnos a la
educación; pero durante un muy largo período, no todos los niños
tuvieron acceso a la misma escuela y, por ende, a la misma compe- Apenas terminada la Gran Guerra, el modelo del elitismo re-
tencia. La igualdad de oportunidades no se había rcalizado formal- publicano fue criticado en nombre de la igualdad de oportunida-
mente, ni siquiera había sido afirmada como un principio por los efa
fundadores de la escuela republicana, porque no todos los alumnos que
entraban en la misma aferra y, por lo tanto, no podían pretender a cada clase social se asignaba un tipo educación
efectuar los mismos recorridos. Los niños del pueblo iban a la es- determinada. Pero al mismo tiempo, esa escuela parecíajusta, por-
cuela elemental; la mayoría la abandonaban al término de la esco- que permitía cierta movilidad social, promovía becarios, trasto-
laridad obligatoria, y la mitad de los alumnos de la primaria no ob- cando de ese modo la fatalidad de los destinos sociales determi-
tenían ningún certificado de estudios. Los niños burgueses iban a nados únicamente por el n pue
otra escuela, a los pequeños y grandes liceos, donde la enseñanza iustigl¿.-s6-nntndndd Séóiál 'Aét
de las humanidades y las ciencias los preparaba para realizar estu- ra cumplir esas promesas, había que reemplazat tn elitismo repu-
dios de larga duración. Entre los dos niveles, el colegio selecciona- ad de
ba a los mejores alumnos salidos del pueblo y las clases medias.
Agreguemos que los niños y las niñas estaban separados y no par- ;t,':
ticipaban exactamente en la misma competencia escolar. A pesar mérito.
de estas divisiones, que podemos considerar como supervivencias El paso del elitismo republicano a la igualdad de oportunidades
predemocráticas, la escuela republicana sentó las bases de cierta fue interpretado, al comienzo, como una ampliación del acceso a la
I
igualdad de oportunidades en la medida en que, al generalizar el enseñanza secundaria por la gratuidad y el aumento de las vacantes
acceso a la escuela, instauró progresivamente una relativa mezcla disponibles ¡ sobre todo, gracias a las becas que permitían eliminar
social. los obstáculos económicos que se oponían ala realización de los es-
Pero el elitismo republicano que prevaleció hasta fines de la tudios, pues las injusticias eionómicas eran percibidas entoncet .ó-
década de 1960 aún estaba muy lejos del ideal perseguido. No to- mo la principal causa de las desigualdades escolares. El famoso plan
dos los alumnos ingresaban en la misma competencia; sólo los me- Langevin-Wallon, elaborado durante la Liberación, se situaba cabal-
jores, los más trabajadores y los mejor dotados de los niños del mente en esa línea. Deseaba prolongar el tiempo de la escolaridad
pueblo -y esto fue un progreso considerable- podían ser alentados obligatoria, y por ende grataita, hasta el término del colegio, com-
:.
22 / LA ESCUELA DE LAS OPORTUNIDADES LA IGUATDAD ¡¡TRTOCNÁICN DE OPORTUNIDADES i 23

.pensando las desigualdades económicas mediante el otorgamiento republicana. Los alumnos son orientados o dejan la escuela cuando
de becas. Ampliaba la oferta esco]ar para abrir el espacio de u¡ra ver- han fracasado, cuando no han podido pasar las pruebas de las no-
daderaigualdaddeoportunidades.C:*.e--,,nolas.cÍesigualciadeseconó- tas, los exámenes y los concursos. El paso del elitismo republicano
s se al-rriría a fodos, ala p
ab únicas caú3ai; dü CSCO S

se voiyerían justas, el,ingreso I


pues sólo los individuos serían sus responsables ya que participaban
"i'' ípues, la h
en una competencia única, objetiva y neutra. El hecho cie que ese convierte
plan haya sido conducido por militantes de izquierda y por dos sa- gica fundamentalpara los profesores del secundario, mientras que
bios cercanos al Partido Comunista alcarza para mostrar que ia el fracasc escolar deviene un problema que obsesiona a los alumnos
igualdad meritocrática de oportunidades no es un avatat de la ideo- y sus familiares. La cues¡ió,n de las desigualdades de acceso es susti-
logía liberal y ,,burguesar. Corresponde más bien a una concepción turdep-or la de lasY-esiguá,ldades de éxito.
fundamental de la justicia en una sociedad democrática compuesta El acceso a los bienes escolares se ha ampiiádó: casi él rcO%
por individuos iguales a priori y, al mismo tiempo, en uua sociedad de un grupo de edad llega a los cursos del tercer nivel (14-15 años),
niños y niñas asisten a las mismas escuelas y los jóvenes de entre
18-20 años que han aprobado el bachillerato (casi el70"A) son
rnás que los titulares de un certificado de estudios hace 50 años. El
nivel escolar medio aumentó, y las niñas fueron las que más se be-
ños personales. El apego a este modeio es tan fuerte en Francia q4e neficiaron. Los hijos de obreros y de empleados componen la ter-
süeile-périsári.é"que las promociones sociales ligadas a los estudios cera parte de los efectivos de los ciclos terminales científicos (77-IB
son mucho más legítimas que las que resultan de la activiciad econó- . años) y ya no son una tareza estadística en la enseñanza superior"
mica; la virtud del becario se opone a ia vulgaridad del advenedizo: El sistcrna escolar conoció una democratización cuantitativa indis-
es más honroso tener éxito en los estudios que oenriquecerse» por ei cutible, gracias a la ampliación del acceso a los bienes escolares re-
co¡nercio y la industria. servados úrr.icamente, hasta entonces, a los "herederos, y a algu-
nos nbecariosr.3
Al abrir a todos el acceso a los estudios mediante una forma-
Los obstácutos sociates a [a igualdad de oportunidades ción común hasta la edad de L6 años, las diversas reformas escola-
¡:es establecieron las condiciones estructurales de la igualdad meri-
Con la abolición del examen de ingreso en el sexto nii,el (11-12 tocrática de oportunidades.
años) y la creación del colegio único en "1.975, se puede considerar Sin embargo, el resultado es decepcionante. Desde la década
que las condiciones estructurales de la igualclad de oportunidades se de 1,960,Ios sociólogos han demostrado que la fortuna no es el
fueron concretando progresivamente" Cada niño ingresa en la ruis- único obstáculo a la igualdad de oportunidades y que la distribu-
ma escuela que todos los demás y tiene las mismas oportunidades ción de las carreras y los desempeños escolares de los alumnos si-
de llegar hasta el final del recorrido, ya qLre ni el dinero ni cl naci- gue siendo muy desigual.a En todos los países, aunque en grados
miento pueden cerrarle las puertas del éxito. En este caso, los pro-
gramas escolares deben permitir a todos los alumnos, con la con-
i. P. Ivlerle, <,I-e concept de démocratisation de l'institution scolaire,,, Popula.-
dición de que sean excelentes. acceder a la-s escuelas de la élite ¡'i.¡n,55,1,2000; LaDémocratis¿ttion de I'enseigneruent, París, La Découverte,2002.
! o
A. Prost, Í|enseignement s'est-il ¿iémocratisé1, París, PUF, 1986.
2. Una sociedad que acepta ucomprender esta ley de la especialización del traba- 4. Los estudios ahora clásicos cle C. Baudelot, R. Establet, R. Boudon, P. Bour-
jo, que es la condición de la acción útil, (Jean Jaurés, Discaurs i la jer.messe, i903). dieu, J.-C. PasseLon y R. Gira-rd, entte otros, concuerdan en este aspecto, a pesar de
E
§ LA IcUALDAD rurRrocRÁIcR DE opoRTUNTDADES / 25
24 / LA ESCUELA DE LAS OPORTUNIDADES
§

:
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entes de las categorías sociales más el80% de los niños más favorecidos aprueban los exámenes esco-
de capitales culturales y sociales- lares que jalonan los estudios, mientras que esa tasa no sería sino
dios más largos, más prestigiosos y del 507o para los niños menos favorecidos. Esta diferencia inicial
unque la selección se desplazó en el relativamente baja seguirá acentuándose en el transcurso de los es-.
tudios, ya que, al cabo de cinco pruebas selectivas, más del 30% de
i calendario escolar al sexto nivel (1L-L2 años) ;
los niños del primer grupo seguirán en curso, mientras que no supe-
t\ (L6-t7 años), y por último al comienzo de los
'i."(17-18 años), la estructura de las carreras y de rarán eI3% los que sobrevivirán en el segundo grupo-s Este meca-
colares sigue reflejando más o menos la de las desigualdades socia- nismo expüca, entre otras cosas, por qué si bien no todos los niños
de las familias más favorecidas estudian en las grandes escuelas,
¡*d§. En este sentido, Pierre Mer
gadora,r si bien el acceso a los ,
casi todos los alumnos de esas escuelas provienen de los grupos fa-
jf orientaciones y las formacione yorecidos. El mérito ha funcionado, vencedores y sobrevivientes
más favorecidos; mientras que los trabajaron mucho, pero las pequeñas desigualdades iniciales no
e, tienen el monopolio de las orien-
dejaron de profundizarse-
. Por ejemplo, si bien no pue-
Esta influencia continua de las desigualdades sociales sobre las
del bachillerato sea verdade- desigualdades escolares puede manifestarse de manera paradíjíca
ramente discriminatorio (cuando el 657' de un grupo de edad lo en el caso de las niñas, quienes desde el inicio tienen mejores de-
obtiene), las orientaciones del bachillerato siguen siendo, por su sempeños escolares que los varones. Pero, incluso en este caso, las
parte, muy desiguales en términos sociales, escolares y sexuales ¡ niñas no logran resultados tan buenos enrazón de las desigualda-
:
desde ese punto de vista, la igualdad de oportunidades no se ha lo- des sociales entre los sexos. Son menos numerosas en las orienta-
grado. El sistema escolar funciona siguiendo un proceso de destilá- ; ciones científicas más prestigiosas y eligen, o son alentadas hacia,
ción fraccionada en el transcurso del cual los alumnos más débiles,
noficios femeninosr: servicios, enseñanza, salud, trabajo social,
que también son los menos favorecidos socialmente, son (<evacua- etc.6 Y sin embargo, el mundo docente, ampliamente feminizado,
dos" hacia orientaciones de relegación, de poco prestigio y poca no tiene ninguna raz6n para discriminar a las niñas. Lo que ocurre
es que la escuela no logra escapar a la influencia de las desigualda-
utilidad;El hecho de que no exista selección soiial al inicio de los
e.srudiosrrTo impide que ésta aparezca, a través de la selección esco-
des sociales. Podemos pensar, incluso, que las condiciones de la
;
.,'lar, en el transcurso mismo de los estudios. igualdad de oportunidades no son plenamente realizables en una
sociedad basada en la desigualdad.
¿1 Ltfp§^p4[sesr-]a"e
a estabilidad de la influencia de las
netÍralizar los efectos de las desigualdades culturales y sociales so-
brc.las.desigualdades'es'eolares: -' "'
. ualdades escolares? Se hga cru-
Esas desigualdades se manifiestan desde el inicio de la escola-
: tipos de razonamiento{El prí-
ridad, cuando las pruebas muestran que los hijos de ejecutivos tie- r sociares deT;
nen resultados superiores a los de los hijos de obreros. Luego, tales #'::ilT:::"'
desigualdades entran en un proceso de crecimiento geométrico. rrables al éxito grupo
Las pequeñas diferencias del inicio se acentúan a lo largo de las tra- l valoriza más o menos los estudios, da a los encias
yectorias, incluso cuando la escuela sea perfectamente neutra, ob-
jetivay no mida más que el mérito. tmaginemos, por ejemplo, que 5. La primera serie se desarrolla así: 100 x 80"/"= 80; 80 x \gy" = 64; 64 x 80''/o
Ñ; 51,,2.La segunda se reduce mucho más rápido: 100 x50Y" = 50;50 x 50% =25;25
-:r{
n.ó =
o:; x 50Yo = 12,5.
6. M. Duru-Bellat, I)École des filles. Quelle formation pour quels r6les sociaux?,
sus diferencias teóricas. En la misma época, los estudios estadounidenses e ingleses
confirman esa comprobación. ; París, UHarmattat, 7990.
,
l,
3

g
26 / LA ESCUEI,C DE LAS OPORIUNIDAOES ¡ LA IGiJALDAD MERITOCRÁTICA DE OPORTUNIDADES / 27

cognit¡,'as y ver-bales más o menos cercanas a las expectativas de la escolares reflejan rápi,Camente cliferencias scciales.rEn función de
' escuel.a, lo que hace que los niños de los grupos más favorecidos sus políricas y sus tradiciones, cada sistema escolar puede estar
tengac una suerte de connivencia inmediata con la cultura escolar, más o rnenos cerca de un ideal cie igualdad de oportunidades pura,
.rr...mientras que los niñcs de los grupos ftlenos favorecidos deben
,' i aculturarse a un muniio escolar que siempre les será un poco ex-
Ltranje;o. Así, Ios inciividuos estarían, desde la primera infancia,
rnás o me,flos en ventaja o más o menos en desventaja para afron-
tar las pruebas del éxito escolar. En realidad, en todos lados, las ca-
tegorías sociale.s s'.rperiores poseen una vcntaja escolar decisiva v, la escuela pcr: sí sola no puede crear la igualdad de oportunidades,
salvr-r que se anularan totalmente las desigualdades sociales, no ve- y sobre todo a no olvirlar que la reclucción de las desigualdades so-
mos cómo [a escuela podría neutralizar las diÍerencias de compe- ciales sigue siendo ei medio rnás seguro de crear igualdad de opor-
tencia qlre se maniJiestarr desde las primeras mediciones de desem- tunidades escolares.T
peño y aptitudes en los niños. A fin de cuentas, el hecho de que la escuela democrática de ma-
t sas haya construido las condiciones formales de la igualdad meri-
." suf¡,:rva el papel de los recursos y de las capacidades estratégicas de tocrática de las opoltunidades, sin escaLrar p«rr ello a ta influencia
les iianrrliasy(-,trriociendo
, rnás o menos bien el sistema escolar, sus de las desigualdades sociaies, ha generado grandes diticultades pe-
códigos ¡,'.sus rrglas implícitas, los padres guían a srrs niños de ma- dagógicas y cierta pérCicia de confiarrza eu ei papei democrático de
nera rirás {r fneilos eficaz. Cursos particulirres, cursos de idiomas en la escuela" La heterogcneidad cle alumnos ubicados en una misma
el cxri-aniero, seguiiniento de ias rareas en el hogar, elección de las escuela y, por ende. er', un,.t rnisrna corepetencia, suele ser pcrcibida
orieniacitnes r¡.ás ,.rsntabtes, son pequeñas diferencias que van como una trampa sin salicia.s I-.Io1, en día- una amplia ma1'oría de
sunráncl,;sc y se vuelven grandes a1 término de los estudios. En ese los docentes no cree que la escuclir redtzce verdaderamente las
c¿1sú tambiÉn, los grupos más favorecidos rnanejan mejor las estra- desigualdades.e Esta decepción se clebe rrenos a los hechos brutos
tegias y los recursos educativos. L,as fanrilias más ambiciosas se que a la transforrnaciírn del mecanisnro misrrro de producción de
mr-¡viiizan eficazrnente en pro del éxito, mientras que las otras no desigualdades. En efecto. ert la esc'-l.el¿r decrocrá¡ica de masas, ya
sahen cómo e¡lca-iar la cuestién o piensan que no les incurnbe. Lcs r1o son las desigua-lilacies sc¡ciales las que s,¡oleccionan a los aiumnos
parires más atentos y los rnás cotry,etentes utiiizan en su favlr las
- al irricio de su escolarizacióir: son ahord4os rnecanismos escolares
posibiiidades más srltlles ofrecidas por el sistema escolar. Por ejem- mismos, las nota,r y las decisiones de orientación las que hacen el
plo, [a elecciór¡- del latín en el cuarto nivel (13-14 años) permite es- «trabajo sucir',,,f'l)e hecho, ia escuela )ra no se percibe como un re-
far en un buen curso y sobre tccio elegir un buen liceo, más allá de fugio de justicid en un mundo injusto. Este cambio es vivido de ma-
que el alumno abandone el latín apenas ingrese en ese liceo. Se pue- nera muy pesada, sobre todo porque la masificación escolar, al
de criticar esta estrategia, incluso si uno arna el latín, pero ¿se de- rnuitiplicar los diplomas, le.t hace ciesemDcñar un papel creciente
b«: contlenar a lcs que compreuriieron el juego, o bien no enseñar en la trayector-izr profesional ¡'sccial de lc's inciiviCuos. Cuanto más
más ei iadrr, o bien enseña¡lo a- todos? Y en tal caso, ¿qué otra en-
seilerrza se pocirá sacrificar; si consideramos que los alumnos no
p'-terlcn apr:enderio todo ? 7. B-. Boucl.c-,n, LInegaliLé Les chonccs. La ntobilité:,cctale dttns les sociétés i.n-
Sr junta:oros estos dos grandes tipos de procesos sociales, ve- dustrielias, París, Arnrarrd Colin. i973; C. Jenc[,:s, I:'Inegrrlité. influ,:nce dt, Ia iamille
mrls qre terrninail p()r creal desigualdad¡:s decisivas ¡ sobre todo, et de l'école en Amérique,Patís,PUF, .1979.
8. \/er F. Dubet, r\t- Dr.'.rrl3ellat, L'Hypocrisut scohire., París, Le Seuil. 2000.
por hacer r¡ue las distinciones escolares rnás finas recubran tam- 0
9. Sólo cl 109/o de los docentes piensa qtte la escuela reduce las desigualdades so-
bién las jerarquías sociales. Asi, todas las clisciplilas y todas las ciales; el 75% piensa que las "corrige uú poco sin modificar [o esencialu v el i'z%,
orir:ntaciones escolares están jerarquizaclas, y todas las diferencias piensa que l¿rs refuerza lSofres 2002, ie Mond.e,1E de novieurt-te de2A02l.
28 / LA ESCUELA DE LAS OPORTUNIDADES
f1
I LA IGUALDAD UTRTOCNÁTICN DE OPORTUNIDADES / 29
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l1

numerosos son los diplomas, más indispensables se vuelven, y el seianza privada y al juego cle las infracciones." Se sabe también
' hecho de no poseer uno se convierte cadavez más en una desven- ..
que, a pesar de la política de las zonas de educación prioritarias
taja redhibitória. Dicho de otro modg/fas consecuencias sociales (zrl), los establecimientos menos favorecidos acogen a docentes
de los fracasos y los éxitos escolares no dejan de profundizarse con menos experimentados, los índices de rotación del personal son
Ia promoción del principio de la igualdad meritocrática de oportu- :
eievados y los avances de los alumnos son menotes qLre et1 otros es-
nidades y del acceso de todos a la educació",/ a
tablecimientos.12 De manera general, los buenos alumnos, los que
también son los más favorecidos desde el punto de vista social, re-
ciben una enseñanza mejor y más cara. Los alumnos de las clases
E[ árbitro no es imparcial preparatorias asisten a cursos poco numerosos, tienen un segui-
miento estricto por parte de docentes disponibles y hacen numero-
' Lainfluencia de las desigualdades sociales en las desigualdades sos ejercicios y exámenes de prueba, 1o que se opone punto por
escolares no cuestiona por completo el modelo de la igualdad de punto a la formación dispensada en los primeros ciclos universita-
oportunidades, si se tiene la convicción de que la escuela es neutral rios, cuyo costo por estudiante es casi dos veces menos elevado. Sin
y objetiva, si se puede creer qlle la competencia escolar es en sí jus- embargo,la composición social de los dos públicos presenta tantos
ta e.imparcial en un mundo injusto e imperfecto. Aunque la escue- contrastes como los tipos de formación ofrecidos a los estudiantes.
la no escap a a la influencia de las desigualdades sociales, puede En la enseñanza superio6 la redistribución social se efectúa incluso
creerse «inocente» y justa por lo que respecta a su propia respon- en forgra inversa.l3 Para decirlo de una manera sin duda caricatu-
sabilidad. En otras palabras, si la "demanda" escolar es desigual, rescfi cuando un alurnno es de origen favorecido, más chances tie-
la ,,oferta, escolar, por su parte, podría seguir siendo justa. Sin em- ne de ser buen alumno, y cuanto mgjor alumno es, más se le ofrece
bargo, a pesar del apego subjetivo de los actores sociales a la igual- una enseñanza dc buena calidad..'
dad de oportunidades, ésta no se ha logrado. El funcionamiento de la escuela no es, tampoco, totalmente
Las investigaciones sociológicas han puesto en evidencia cierto imparcial. Se sabe, por ejemplo, que las clases homogéneas en ni-
número de efectos y de mecanismos que ,.alteran, la competencia vel acentúan las diferencias entre los alumnos. El agrupamiento de
encargada de revelar solamente el mérito de los alumnos. -I¡,a ofer- los alumnos débiles en la misma clase limita sus avances, si no los
ta escolar está lejos de ser igual, homogéneay, de manera §,eneral, impide directamente.la Cierto "sentido común, pedagógico aliado
la escuela trata menos bien a los niños menos favorecidos-,lEl ma- a la demanda segregativa de las familias acentúa las desigualdades
.. pa escolar registra las desigualdades sociales, y sus restritciones escolares y, por esa vía, las desigualdades sociales. Se sabe también
roo más rígidas para los pobres, encerrados en establecimientos qr-re la escuela es más sensible a las demandas de orientaciones po-
. sitivas presentadas por los padres social y culturalmente cercanos
a los docentes, que a las de padres de medios populares, de los que

firirzan la calidad de la educación y el nivel medio de los alum- 11. C. Chausseron. Le choix de l'élablissement au début des études secondaires,
'nós.t0 Cabe añadir que una parte de las clases medias, en particular Nota informativa, DPD, 01,,42,2001'. Dos familias de cada 10 eligen la educación
cuando los padres son docentes, escapa a las restricciones del ma- privada, 1 de cada 10 elige la educación pública fuera del sector, es deci¡ el 30% del
total.
pa escolar cuando no les son favorables, gracias al recurso de la en-
q; M. Duru-Bellat, Les Inégalités sociales d l'école, París, PUF, 2002.
12.
iL 13. Cerc, Éducation et redistr ibution, no 3, 2003.
oc
i 14. M. DurtrBetlat, A. Mingat, nLa constitution cles classes de niveau dans les
10. M. Duru-Bellat et al., ules effets de la composition scolaire et sociale du public colléges: les effets pervers d'une pratique i visée égalisat¡ig.e,>, Reuile franEdise de so-
des éléves sur leur réussite et leurs attitudes", Les Cahiers de I'Iredu,rf 65,2004. ciologie, n" 4, pp. 759-789,1997.
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30 i !..A ESCUELA DE LAS OPORTUNIDADES LA IGUALDAD MERITOCRATICA DE OPORTUNIDADES / 31
1

a menudo se sospecha que no están en condiciones de ayudar efi- La crueldad del mérito
' cazmente a sus hijos. De manera más sutil aún, las evaluaciones y
las decisiones de orientación de los alumnos llevan ia marca de su La injusticia fundamental del modo de seleccién escolar ante-
origen social; a condiciones iguales, por otra parte, siempre son rior al de la igualdad de oportunidades pror,'iene del hecho de que
más severas para los alumnos socialmente menos favorecidos, co- :
impedía á un gran número de alumnos poner a prueba sus méritos
mo nluestra la diferencia entre las notas obtenidas en clase y las y sus talentos, cerrándoles ia puerta de las pruebas escolares por
que resultan de las pruebas y los exámenes anónirnos. Por úitimo razones relativas a su origen y a factores externos a su propio va-
-¿y cómo podría ser de otra manera?-, existe una parte aleatoria lor. En tal contexto, no se pociía iniciar estudios largos porque se
importante en la oferta escolar debido a la eficiencia de los docen- era irijo de c¡brero o de carnpesino, se era una niña, se era extranje-
tes rnismos. Georges Felouzis demostró que algunos docentes ha- rc¡ o de origen extranjera... Cabe recordar que ello ocurrió duran-
cían avanzar a sus alumnos reduciendo las diferencias entre los me- te rnucho tiernpo en Francia y que esá situación sigue vigente aún
jores y k-¡s menos buenos, mientras que otros no los hacían en un buen número de países. La ausencia de un principio de igual-
dad meritocrática de oportunidades es suficientemente intolerable
y escandaiosa para que sea útil insistir: a pesar de sus debilidades,
la aperttrra de la escuela a todos es un progreso respecto del cual es
impensable voiver atrás.
arbitraje del mérito. En la mayor parte de los casos, no es una Afirmado esto, y supcniendo que la igualdad de oportunida-
trampa voluntaria ¡ después de todo, estando la escuela dentro des y la meritocracia sean posibles, no podemos ignorar la cruel-
de la sociedad, no vemos cómo podría extraerse de ella, cono- dad cl-e ese mcdo de selección y de jerarqtizaciínpara un gran nú-
ciendo la cantidad de pasiones e intereses que allí se juegan. Las mero cle individuos. En efecto, cuando éstos no participaban en la
decisiones de orientación de las niñas, los varones, los alumnos competencia escolar, podían resultar terriblernente frustrados, pe-
de origen extranjero no están exentas ni de prejuicios ni de pesos ro tenían también la posibilidad de acusar a la sociedad y al siste-
sociales, a pesar de que la abrumadora mayoría de los docentes ma de ser la causa de una injusticia que no los invalidaba en lo per-
no son ni .,sexistas>, ni «racistas". Pero no veflIos cómo la escue- sonal. Si yo ocupaba un cargo poco calificado, poco prestigioso y
la podría no estar atravesada por los mismos prejuicios y ios mis- mal remunerado porque no había tenido la oportunidad de medir
mos intereses que tejen la trama cotidiana de las desigualdades rni rnérito y mi valor en una competencia escolar justa, no tenía
sociales. Más aún, algunas desigualdades de la oferta escolar ninguna ruzón para tener un sentimiento de fracaso ni para sentir-
pueden parecer justas. Después de todo, tal vez sea justo que las me menos digno que los otros. Después de todo, yo no era respon-
élites escolares se beneficien de una formación de gran calidad, si sable ni de mi nacirniento ni de mis disposiciones intelectuales en
pensamos que su excelencia redundará en beneficio de toda la so- una sociedad en la que se creía, en gran medida, en los dones natu-
ciedad. Pero como esas élites han surgido en su mayoría de lc¡s ráles de los alumnos. Más aírn, la escuela no había sido hecha pa-
grupos favorecidos, la preocupación por la eficiencia global pro- ra mí, y yo no ,,valía menos» que ios otros.16 En tal contexto, la in-
duce una oferta escolar desigual que acentúa las desigualdades y justicia sociaI era tart manifiesta que paradójicamente preservaba
se opone frontalmente al principio de la igualdad de oportunida- al individuo del riesgo de perder su autoestima. Dios, las distancias
des. En otras palabras, el argumento de la eficiencia colectiva ra- sociales, Los ndones, desiguales consolaban, en parte, las desigual-
ravez juega en favor de la igualdad. dades cie éxito escolar.

16. Esto es, por eiemplo, lo que decían los obreros interrogados a fines de 1950
15. G. Felouzis, XEfficacité des enseignants, P arís, PUF, L997. por i(. Kaés, Im.ages de la culture chez les ouuriers frangais, París, Cuias, 1968.

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32 / LA ESCUELA DE LAS OPORTUNIDADES I LA IGUALDAD ¡¡TRIIOCRÁTIcR DÉ OPORTUNIDADES / 33

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:
de todo lo que rcalizan libremente en su trabajo escoiar.
Esos consuelos ya no existen en un sisterna meritocrático basa- "Falta de
' do en la igualdad de oportunidades. ¿Por qué? Corno mecanismo
I
trabajo", ofalta de atenciónrr, .,falta de seriedad' son las explica-
de definición de desigualdades justas, la igualdad de oportunidades ciones más comunes de los desempeños desiguales de los alumnos;
se basa en una doble afirmación. Por un lado, al inicio de las prue- en todo caso, las que se les dan a los propios alumnos. Explicacio-
bas escolares, todos ios alumnos son considerados como iguales y nes que afirman cónstantemente que usi se quiere, se pueder. Así
todos tienen el derecho a esperar obtener los mejores resultados y pues, el alumno que fracasa aparece como el responsable de su
alcartzar las posiciones más elevadas. Ese derecho al éxito es tam- propio fracaso ¡ al mismo tiempo, se preserva su igualdad funda-
bién una exigencia moral en una escuela dispuesta a condenar la mental, puesto que todo sucede como si él hubiera decidido "libre-
ausencia de ambición escolar de los alumnos o de las familias. Por mente>> aceÍca de sus desempeños escolares, trabajando en mayor
otna parte,los programas son concebidos de manera de permitir o en menor medida.li Se trata de una suerte de traducción escolar
'§7eber:
que todo alumno que ingresa en el sexto nivel (1-1-L2 años) reciba de la ética protestante del trabajo, tal como la concebía el
la misma enseñanza y la misma cultura que todos los demás. A .,
desempeño profesional es la rcalización de la libertad del sujeto
priori, si sus resultados se lo permiten, ese alumno tiene no sólo el condenado á probarse en el trabajo.
derecho, sino también el deber de esperar el mayor éxito escolar y Evidentemente, todo esto constituye un conjunto de ficciones
social. Esta afirmación igualitaria fundamental sustenta la igual- en las que ni los alumnos ni los docentes creen verdaderamente.
dád de oportunidades. El recorrido escolar se construye como un Pero son ficciones necesdrids, porque permiten a los individuos
torneo de tenis en el cual cada jugador tiene la posibilidad de resul- percibirse como libres e iguales, a pesar de la formación continua
tar ganador si no pierde ningún partido. Formalmente, toclos los de desigualdades escolares. Este sistema se vuelve sumamente
competidores son considerados iguales, y a veces sucede que los ju- cruel cuando la ficción no funciona más, cuando el alumno se es-
gadores con [renor reputación terrninan ganando gracias ¿ l¿ «glo- fuerza y fracasa, estudia mucho y no aprueba, y cuando no puede
riosa incertidumb¡e del deporte,r. Por otro laclo, como toda es- explicarse esa situación sin terminar admitiendo que, en realidad,
cuela, la escuela de la igualdad de oportunidades ubica, orienta y él es diferente, menos dotado, meros valiente, menos eficiente...
jerurqtiza a los alumnos en función de sus desempeños. La compe- Con el tiempo, ese alumno no podrá encontrar fuera de sí mismo
tencia escolar necesariamente vuelve a los alumnos desiguales. explicaciones creíbles a su fracaso, ya que siqmpre habrá sido tra-
Los alumnos están situados en el centro de una contradicción tado de manera rigurosamente igual y objetiva. Los vencidos no
fi:ndamental: son considerados como fundamentalmente iguales, pueden sino atacarse a sí mismos, no pueden sino atribuirse la cau-
al tiempo que deben participar en una serie de pruebas cuya fina- sa de su propio fracaso. Con la autoestima amenazada, oscilan en-
lidad es volverlos desiguales. Entonces, ¿córno seguir siendo igual tonces entre el desaliento y la depresión, tienen el sentimiento de
a todos, teniendo desempeños y resultados desiguales? Para salir ser indignos de las esperanzas puestas en ellos por sus maestros,
de ese uimpasserr, que es la contradicción fundamental de las so- por su familia y por ellos mismos. A veces, rechazando la in¡erio-
ciedades democráticas liberales, se debe inventar una ficción creí- rizadón culpabilizadora de sus dificultades, la convierten en resen-
ble que haga del desempeño desigual rle los alumnos el producto timiento y en agresión contra la escuela y los maestros, y también
de su mérito concebido como la manifesración de su libertad )! por contra los buenos alumnos, que son la prueba viviente de que "si
ende, de su igualdad. En efecto, si los actores explicaran sus desi- se quiere, se puede, y de que la igualdad de oportunidades no es
gualdades de desempeño por su origen y por sus talentos natura- una simple fábula.
les, el principio de igualdad que preside la competencia escolar re-
sultaría invalidado y la competencia escolar se convertiría en una ;:&o"
farca. La ficción más eltcaz y la más común consiste en hacer co- 17.Yer A.. Barrére, Les Lycéens au trauail, París, PUF, 1997;F. Dubet, nliégalité
mo si los resultados escolares de los alumnos fueran la consecuen- et le mérite dans l'école démocratique de masse,, Année sociologi.que, n" 2,2000, pp.
cia directa de su trabajo, de su coraje, de su atención, en resumen, 383-408.

Universüdali Catóf íca de Chile


FJTCiJ E."TAD DE ÉD[.J ÜAC!Ói\i
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34 / LA ESCUELA DE LAS OPoRTUNIDADES
LA IGUALDAD H¡rRITocnÁIcn DE oPoRTUNIDADES / 35

En el fondo, la crueldad subjetiva de latneritocracia proviene desprecio.ls Convencida de constituir un grupo surgido de una lar-
' del hecho de que los alumnos están nobligados, á participar en ga y difícil competencia, segura de haber sido producida por un sis-
una competencia, ya que son iguales en principio, mientras que los
tema justo, pues todos podían asistir a él,la élite escolar converti-
fracasos que fatalmente genera esa competencia carecen de consue-
da en élite social puede acumular las ventajas y los privilegios con'
los colectives. «¡Que mueran los vencidos!» Así, la escuela de la una impecable buena conciencia. En ese sentido, un sistema de
igualdad de oportunidades y del mérito aparece como una máqui- producción de desigualdades relativamente justas no preserva en
na que aspira y rechaza a los alumnos en un mismo movimiento. modo alguno de una suerte de darwinismo escolar. La crítica del
Esa crueldad se vuelve más aguda en tanto la creencia en la igual-
orgullo de las castas, surgida de la meritocracia escolar, los diplo-
dad de oportunidades conduce a proponer la exeelencia a todos mas prestigiosos y las grandes escuelas, es demasiado común en
-sin lo cual la competencia no sería justa-. Esto tiene la consecuen- Francia como para insistir en ella. Ese modo de fabricación de di-
cia de generar una orientación mediante el fracaso. El alurnno no rigentes no produce necesariamente élites abiertas, generosas y
es orientado en función de lo que sabe o de lo qué desea, sino en
atentas a la suerte de los menos favorecidos. Creer en el mérito
función de sus incompetencias y de la distancia que lo separa de un cuando se triunfa permite deshacerse de la vaga culpabilidad liga-
modelo de excelencia al que está «obligado" a adherirse en el nom-
da, a veces, a herencias manifiestamente injustas en una sociedad
bre mismo de la iusticia y de la universalidad de la detección del
democrática en la que los individuos deben ser el producto de sus
mérito. propias obras.
Tal mecanismo no es muy fácil de ejercer para los docentes,
porque los transforma en agentes de selección social a través de
los juicios escolares ¡ sobre todo, porque en esa competencia con-
¿Et mérito existe reatmente?
tinua todos los contenidos escolares se vuehen soportes de selec-
ción.'La culturaescolar puede ser instrumentalizada y pervertida; Imaginemos que, a pesar de todo, a pesar de la influencia de
los alumnos trabajan racionalmente para Ia nota, el coeficiente y las desigualdades sociales y a pesar de la imparcialidad muy relati-
el resultado. Y luego, ¿qué hacer con alumnos que fracasan, con
va de la escuela, la competencia escolar logra construi¡ una verda-
demasiada, demasiada frecuencia y que comierrzan a odiar a una
dera igualdad de oportunidades, ¿podríamos creer, en verdad, en el
escuela que los amenaza y los destruye? A menudo, para seguir
mérito? Esta cuestién, un poco iconoclasta, se plantea en dos pla-
manteniendo el principio de la igualdad de oportunidades, no nos diferentes.
imaginamos otra solución que la de seguir escolarizando a los
Primero, en el plano empírico. Debemos interrogarnos sobre la
alumnos, pues ola escuela debe ser su propio recurso». Debe com- fiabilidad de las pruebas de detección del mérito. Todos los análi-
prenderse bien que ese problema es independiente del nivel de los
sis de las técnicas de evaluación y calificación muestran, desde ha-
alumnos, pues, aunque su nivel general mejorara manifiestamen-
ce mucho tiempo, que éstas son sumamente flotantes, incluso arbi-
te, el umbral de la excelencia se elevaría y el índice de los «venci-
trarias.le El mismo paquete de exámenes no recibirá la misma
dos" 5ggui¡ía siendo claramente el mismo, pues la construcción calificación por parte de dos docentes diferentes, incluso en las ma-
del ru-érito supone que la mayor parte no lo alcanza por completo.
terias científicas. Y esto es irnportante cuando se sabe que el desti-
La crueldad de las pruebas del mérito no se debe, entonces, al ni- no de un alumno puede definirse por un punto del promedio.
vel de los alumnos o a las acrirudes subjetivas de los profesores:
¿Quién no ha conocido a profesores que califican a los alumnos en
es, ante todo, consecuencia de la mecánica misma de la igualdad
décímas de puntos, lo que equivale a evaluar un trabaio sobre una
de oportunidades.
Si la escuela meritocrática es cruel con los vencidos, lo es tam-
bién porque no protege del desprecio de los vencedores. Y la jerar-
18. Véase sobre el tema del desprecio F. Dubet, Les Lycéens,París, Le Seuil, 1991.
quía de los establecimientos y las orientaciones es una escala de ese 19. P. Merle, Socíologie d,e l'éuqluation scolaire,París, PUF, 1998.
§
36 / tA ESCUELA DE LAS OPORTUNIDADES 2
H
LA IGUALDAD uTRTocRÁIcR DE oPoRTUNIDADES / 37
t
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i.
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escala de 200 y a calcular un promedio sobre una escala de 2000? una suerte de apuesta sobre la libertad de los individuos y sobre su
Más aún, el criterio de evaluación de los alumnos siempre es olo- t,
raz6n común en la idea del mérito, cuando el mérito no es simple-
¡i
cal": el curso y el establecimiento son los que fijan la norma del mente una reconstrucción biográfica que transforma en victoria
alumno medio. Un alumno débil en tal establecimiento podría ser personal una serie de azarcs felices. El mérito es, tal vez, más rna
medio o bueno en otro, o a la inversa. Cuando demasiados alum- cteencia que un hecho. El problema deriva de que esa creencia es
nos aprueban un examen, por lo general se considera que la prue- i
tan necesaria que la crítica del mérito no puede conducir a desha-
ba no es buena, pues debería dar por resultado, en todas las cir- cerse de ella.
cunstancias, un tercio de buenos, un tercio de medios y un tercio de r:

é
insuficientes. Por supuesto, no estamos diciendo que la calificación
i
no mide nada ni traduce ninguna forma de mérito, pero conviene Una serie de buenas razones debería incitarnos a arrcjar la
recordar que la medición del mérito escolar sigue siendo un ejerci- i
i'
igualdad meritocrática de oportunidades al infierno de las ideas
cio incierto, construido: no tiene la precisión del cronómetro elec- ;,
utópicas y, por lo menos, peligros"s. Salvo que se separe a los ni-
trónico que designa al vencedor de los 100 rnetros. Si los rnejores ii ños de su familia apenas nacen, no es serio creer que la competen-
ii
alumnos y los menos buenos pueden ser distinguidos de manera cia escolar pueda ser totalmente indemne a las desigualdades socia-
poco discutible, las diferencias más finas, las que a veces condenan i les. Salvo que creamos que los docentes podrían ser seleccionados
al infierno del fracaso o al paraíso del éxito, dependen tanto del I sobre la base de una virtud absoluta, no es razonable pensar que el
juicio y la creencia corno de una ciencia exacta. Sin embargo, las f. arbitraje de la competencia escolar pueda volverse perfectamente
dudas de la docimología afecta¡poco al mundo escolar: el mérito
É
it imparcial. Y, a menos que seamos ciegos o ingenuos, no podemos
es una creencia tanto más sólida cuanto que los docentes, que por ignorar que las pruebas del mérito, incluso las justas, son de una
é
lo general han sido buenos alumnos, también han sido sus benefi- gran crueldadparu los que fracasan, sobre todo porque ese fraca-
í
ciarios; ¿córqo no creer en la objetividad del concurso que me hizo 1,
so es necesario para el funcionamiento del mérito y la igualdad de
lo que soy? oportunidades. Sin embargo, nos resultaría muy difícil imaginar
En segundo lugar, en el plano de los principios, podemos pre- un principio de justicia escolar alternativo a la igualdad meritocrá-
guntarnos, con John Rawls, si el mérito existe y si es verdadera- i ticay tar' fuerte como ella.
:
mente ¡'usto.2o El mérito, cociente intelectual más esfuerzo.2l Pero
t
¿soy responsable?, ¿a partir de qué edad?, ¿de ambos? Común-
mente se acepta, y con tazón, que uno no es responsable de su ori- Í
gen, su educación, ni de las desigualdades que éstas han generado.
Pero ¿soy responsable de mis talentos y de mis incapacidades? ¿Soy
más responsable de mi gusto por las matemáticas que de mi dispo- ?

sición para el deporte? Puedo incluso ir más lejos y preguntarme si


verdaderamente soy responsable de mi dedicación al trabajo, mi
i
coraje y mi gusto por el esparcimiento. Después de todo, ¿qué ga- :i
!
rattiza que un análisis de los genes de los alumnos y las condicio- .":

nes psicológicas y microsociológicas de la educación de los niños rl

t:
no aniquilaría para siempre la creencia en el mérito? Así pues, hay i
.
3E
a9
o,
20. J. Rawls, Théorie de la justice (L971,), París, Le Seuil, 1987. [Teoría de la jus- :
.J

ticia, México, Fondo de Cultura Económica, 797 9,1


21. M. Young, The Rise of.Meritocracy, Harmondworth, Penguin, 1958. tl

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LA IGUALDAD DISTRIBUTIVA DE OPORTUNIDADES
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:
Aunque no sea realista, y ni siquiera razonable, creer que la
igualdad de oportunidades perfectasearealizable, y aunque talvez
,.
sea peligroso que así se lo piense, no sería deseable ni posible aban-
donar esa idea. Esta es ar,a ficción necesdria, una figura de justicia
'
que, lejos de ser una herencia del pasado, conserva una impronta
crítica real en la escuela y en la sociedad misma. Y como e[ postu-
:;
Iado democtáticc de la igualdad entre los individuos no deja de
desarroliarse -las mujeres, los niños, los extranjeros son considera-
dos ocada vez más como iguals5>r-, mientras las mutaciones eco-
nómicas profundizan nuevas desigualdades, está claro que la igual-
l dad de oportunidades sigue siendo un horizonte normativo al que
es necesario atenerse. Aún existe un verdadero espacio de acción
en este ámbit<1, sobre todo cuando se sabel que sociedades compa-
,: rables a la nuestra han logrado dotarse de sistemas escolares más o
menos igualitarios, al lado de los cuales la escuela francesa está le-
jos de figur:ar ent¡e las más equitativas y justas. Pero si deseamos
1.

ayanz1\ hoy debemos agregar al marco general de la igualdad me-


útocrática de oportunidades otro proyecto: la igualdad distribwti-
ua de oportunidades. Ésta opt, por la equidad, influyendo en la
distribución controlada y razonada de los recursos atribuidos a la
educación pública y privada, a fin de construir una mayor igualdad
en la competencia escolar,

s 1. ocor, Knauledge and Skills for Life, First Results from PISA 2000, París,
i.
i' ocot, 2001, p. 322; Choice of Assessment Tasks and the Relatiue Standing of Coun'
..:,
tries in PISA 2A00, a first Analysis, París, ocoe, p. 10; D. Meuret, "Pourquoi les jeu-
i nes Frangais out-ilsi 15 ans des compétences inférieu¡es i celles des jeunes d'atttres
pays?,. fleuwe franpaise de pédagogie, l+2,2403, pp. 89-104.

,,
40 / LA ESCUELA DE LAS OPORTUNIDADES
LA IGUALDAD DISTRIBUNVA DE OPORTUNIDADES / 4].

Una ficción necesaria


La igualdad de oportunidades y el rnérito son ficciones indispen-
sables, sobre todo porque establecen una norma de justicia, de distri
La igualdad de oportunidades es necesaria porque moviliza bución desigual de los individuos en función de sus desempeños y del
principios de justicia y postulados morales fundamentales en una
uso que hacen de su libertad. Esa necesidad ética está acompañada
sociedad democrática. Se funda en Ia idea esencial de que existe
por una necesidad más funcional, cuando el desempeño y el mérito
algo igual en todos: la capacidad de cada uno de maneiar su vida
son también modos de regulación y de control social. Cuanto más
y su destino, de ejercer cierto poder sobre sí mismo. En este senti-
nos alejamos de las sociedades tradicionales, holistas, jerárquicas y
do, la igualdad de oportunidades es consustancial con el principio
verticales, menos sujeta está la educación de los niños y de los fóve-
de libertad individual, el que nos da a todos el derecho y el poder
nes a reglas morales indiscutibles y a códigos imperturbables, aun-
de medir nuestro valor con respecto al de los otros. Por esta ra-
que sólo sea en la medida en que el flujo continuo de las movilidades
z6n,la igualdad de acceso a los estudios es tan decisiva, y todo lo
y los cambios sociales hace que los jóvenes nunca vivan exactamen-
que la limita apriori nos es insoportable. Así pues, es necesario que
te en el misrno mundo que sus padres: no tendrán las mismas profe-
la competencia entre esos suietos iguales y esos individuos empíri-
siones, ni los mismos modos de vida que sus progenítores. De modo
camente desiguales, lo que llamamos el mérito, sea lo más justa
que se trata menos de lograr jóvenes conformes a modelos, que de
posible.
permitirles encontrar un lugar, más o menos aleatorio por lo demás,
Tengo derecho a hacer la prueba, asumiendo personalmente
para construir proyectos y construirse a sí mismos, sobre todo a tra-
el precio de mi posible fracaso, pues la norma de internalidad,la
vés de los estudios. La labo¡ educativa ya no consiste, en lo esencial,
que hace que yo me considere a mí mismo como la causa de mi
engatantr;ar la conforrnidad de las conductas, sino en hacer que los
acción, es indisociable del individualismo ético y del ejercicio de jóvenes tengan una escolaridadeficaz y útil. En ese contexto, el con-
mi libertad. Puede criticarse la crueldad subjetiva de esta norma,
trol social apunta menos a exigir una conformidad moral, que a ejer-
sin embargo está tan profundamente ligada a los principios de
cer una presión en favor del éxito escolar, gararrtía de autonomía
igualdad y libertad individual que nunca podría negarme por personal y de integración social. Por tal taz6n, la búsqueda de un
completo a soportar su peso. Por otra parte, en el plano empíri-
buen desempeño escolar y la puesta a prueba del propio mérito cons-
co, esta ficción no es un engaño: nunca debe perderse de vista que
tituyen una verdadera modalidad de control social y de regulación.
las desigualdades de desempeños interindividuales medidos en la
En la mayor parte de las familias de clase media, se da más libertad
escuela siempre son más notorias que las desigualdades entre los
a los adolescentes cuando les va bien en sus estudios: oPrimero
grupos. Por ejemplo, si los hijos de obreros logran, en promedio,
aprueba tu bachillerato». Así, el rendimiento y el mérito constituyen,
resultados menos buenos que los hijos de ejecutivos, algunos hi-
en nuestras sociedades, uno de los principales fundamentos de la
jos de obreros se desempeñan muy bien, mientras que algunos
educación moral, ya que el éxito exige el control de sí, la mesura, el
hijos de ejecutivos tienen resultados pobres. Si, en la misma cla-
sentido del esfuerzo, cierta reflexión, el apoyo de los otros, etc. En
se, las niñas tienen mejores resultados, en promedio, que los va-
cambio, el fracaso escolar es mucho más que un simple accidente en
rones, no es infrecuente que los primeros de la clase sean varones
el camino, es el fracaso de la personatoda,un fracaso social, un fra-
y que los últimos sean niñas. Por excepcionales que sean, los éxi-
caso educativo para la familia y un fracaso subjetivo para el alum-
tos escolares de los hijos de inmigrantes no dejan de se¡ un hecho
no.2 La legitimidad de las posiciones de poder, prestigio e ingresos,
sólido. Sin embargo, en su experiencia personal, los individuos por su parte, deriva, en gran medida, de la creencia eri la justicia de
no comparan medias estadísticas, sino trayectorias individuales.
En ese aspecto, el mérito no es una simple ilusión, ya que un gru-
po homogéneo en Io social sigue estando fatalmente marcado por
una distribución desigual de los desempeños de los individuos 2. Las dificultades y los fracasos escolares se consideran como los indicadores y
los síntomas de problemas personales: no se envía a un adolescente al médico o al psi-
que lo componen.
cólogo porque está mal, sino que se deduce que está mal porque fracasa en la escuela.
42 / L/. ESCUELA DE LAS OFORTUNiDADES LA TGUALDAD DrsrRtBUTlvA DE opoRTUN¡DADES / 43

krs procedimientos de atribución de los diplomas y en el hecho de tuvo muy desequilibrada en el territoiio nacional. Suponiendo que
que la competencia por las vacantes está abierta a todos. todas las otras condicioles fueran- iguales, más valía nacer en París
Así pues, la igualdad de oportunidades es una ficción necesa- que en el norte cle Francia para poder acceder a una buena educa-
ria. I-ina ficción, porque es poco probable que se cumpla por com- ción. La descentraiización, la multiplicación de universidades y de
pleto; necesaria, porque no es posible educar sin creer en ella. El sus sedes cambiaron, en gran medida, esa situación, pero aún esta-
aiumno está «obligado, a creer en ella cuando entra er clase e ini- mos lejos dc la eqnidad en este ámbito y sin duda habrá que procu-
cia el estudio. El maestro está "obligado" a creer en ella cuando da rar que no se formen nuevos desequilibrios. No todas las escuelas
la clase, y el oorofesor» está obligado a cÍeer en ella cuando corri- eiementales, ni todos los colegios, ni todos los liceos son iguales, le-
ge pruebas, incluso el profesor de sociología que participa en un ju- jos cie ello, en lo qr.re respecta a los medios, al tamaño ¡ sobre todo,
rado de concurso. Al mismo tiempo, todos saben bien que se t.rata a la calidad y estabilidad de los equipos pedagógicos. Sabemos, por
de una ficción. Los alumnos no creen en ella realmente: saben que ejemplo, que existen "efectos establecimiento»: ante una selección
algunos de ellos están mejor o peor ndotados, y tienen más o me- social igual, algunos esrablecimientos perfectamente comparables
nos recursos sociales; también saben que existen establecimientos logran que sus alumnos avancen y otros no.a Y esto es bien sabido
,,malos, y otros más favorecidos. Los docentes, por su parte, sa- por numerosos profesores en su calidad de padres de alumnos, aun-
ben bien quiénes serán los elegidos y quiérie". serán los perdedores, que no les guste oír1o decir en su calidad de docentes.
como puede comprobarse a diario en las conversaciones qtle se es- Así, mientr¿s s[ "pilotaje,, del sistema escolar siga dominado
cuchan en las salas de profesores. Pero todos deben creer en esa fic- por url principio de conformidad a las normas, métodos, flujos y
ción, pues, sin ella, el trabajo pedagógico no sería posible y toda la meciios, hay pocas posibilidades de que la igualdad de la oferta re-
arquitectura de la igualdad y la libertad se denumbaría. sulte inanifiestamente fortalecida. Se necesitaría que la gestión de la
Esta ficción es necesaria, sobre todo porque sabemos bien que escuela fuera mucho más sensible a la igualdad de los resultados,
no existe, a detir verdad, un mo<lelo alternativo. Nadie piensa seria- que los equipos débiles reciban apoyo o que eventualmente se los
mente en volver a la selección aristocrática por el nacimiento. En reereplace, qr.re la estabilidad de ios equipos educativos esté mejor
todo caso, los que sueñan con esa posibilidad la callan. Nadie pien- gareLntrzada en las zonas desfavorecidas, etc. La igualdad de la ofer-
sa, tampoco, en una supresión de ia igualdad de oportunidades an- ta no es un simple asunto cle medios y de normas; tarnbién es un
te la igualdad real de las condiciones y los éxitos. Los pocos intentos asunto de gestión continua del sistema educati.vo a fin de tender ha-
cornunistas en ese sentido fracasaron. Vimos en esos casos, corno en cia una igualdad que la suma de los intereses privados -los de los
otros, que los hijos de la intelligentzia y de los apparatchiks eran Cocentes por un lado y los de las familias por otro- nó de¡a de per-
manifiestarnente más iguales que los otros.3 judicar por el juego ordinario de las carreras profesionales de los
primeros y las elecciones ilu-minadas de los segundos. No obstante,
hay una buena noticia: contrariarnente a lo que se cree, no parece
La iguatdad de la oferta que la búsqueda de la eficiencia se oponga ala de la lusticia. Los
profesores más eficientes suelen ser los rnás equitativos y logran re-
La igualdad de la oferta es la condición elemental de la igual- ducir las diferencias de desempeños entre sus alumnos. Las compa-
Cad de oportunidades. Durante mucho tiempo, la oferta escolar es- raciones internacionales muestran que los sistemas escolares más
eficientes, aquéllos en que los alumnos tienen conocimientos y com-

3. No obstante, los regímenes comunistas se acercaror más a cierta igualdad de


oportunidades, como demuescra e.[ caso cul¡anc¡ hoy en día. Pero allí tampoco esa
igualdad dc oportunidades se ha convertido en una igualdad real. También podríarnos nemei.lt des colléges de 6¡" et J"'"», Les Dossiers d'éducation et formation, n" 32,
preguntarnos qué sncedió con.la libertad en este caso, pero ése es otro problema. 799i.
44 / t.A ESCUELA DE LAS OP0RTUNIDADES LA TcUALDAD DtsTRlBUTrvA DE opoRTUNTDADES / 45

petencias medias elevadas, son también los que tienen la menor di- un gran número de alumnos «tangentes», pero cuyas familias tie-
ferencia de resultados entre los mejores y loi menos buenos, entre nen algo de dinero. Este sistema es casi oficial en algunas orienta-
los más favorecidos socialmente y los menos favorecidos: Finlandia, ciones prestigiosas, donde los recursos privados facilitan el acceso
Corea, Japón, Nueva Zelanda, entre ellos.s En otras palabras, la a formaciones eficaces y gratuitas.
búsqueda de la eficacia escolar permite reducir la desigualdad de De manera general, el principio de casi gratuidad de los estu-
oportunidades. dios superiores hace que Francia tenga un sistema de becas relatíva-
A veces, la desigualdad de la oferta escolar es estructural y exi mente mezquino, cuando podría atenuar eficazmente los efectos de
ge importantes arbitrajes, desagradables sin duda, pero que es ne- las desigualdades sociales, permitiendo que los buenos alumnos
cesario evocar, salvo que se considere que los recursos son infinitos de los medios más desfavorecidos se beneficien de buenas condicio-
y que ninguna autoridad democrática puede decidir sobre la asig- nes de estudio. También debemos preocuparnos por las condiciones
nación de los medios. ¿Es justo, con respecto al colegio y a la en- generales de Ia educación, las condiciones de trabajo de los alumnos
seianza superior, que el costo medio de los estudios de un estu- en casa, los recursos culturales de que disponen en su barrio. Éric
diante de liceo sea relativamente elevado en raz6n del número Maurin hizo bien en recordar que los recursos económicos de las fa-
considerable de opciones infrecuentemente elegidas y dirigidas a milias, el tamaño de éstas y el de sus departamentos, sobre todo, te-
públicos reducidos? ¿Es justo, como hemos visto, que la enseñanza nían un papel no despreciable, suponiendo, por lo demás, que las
superior teparta de manera muy desigual sus recursos entre las uni- otras condiciones fueran iguales.6 Es sorprendente el deterioro y el
versidades, los nn flnstitutos universitarios de tecnología], las escaso número de internados. Numerosos estudiantes de colegios y
grandes escuelas y los cursos que prepafar.para ingresar a ellas? liceos se agotan en los largos viajes que deben hacer en transportes
¿Es justo que, en la mayor parte de las universidades,los primeros escolares, otros no pueden escapar a la mediocridad del colegio de
ciclos estén en manos de los docentes más jévenes, más precarios y su barrio y al clima social que allí reina, e incluso, a veces, a las con-
menos experimentados, mientras que las inversiones científicas, in- diciones de estudio creadas por la familia. ¿Por qué no proponer in-
telectuales y pedagógicas se rcalízan, sobre todo, en los ciclos se- ternados, asegurando que éstos ofrezcanbuenas condiciones de edu-
gundo y tercero? cación y de estudio?
Hay cuestiones más desagradables aún. Si consideramos que Todos sabemos que una de las grandes injusticias en el ámbito
los estudios tienen un costo parula colectividad y para los indivi- educativo se debe a las desigualdades sociales aprobadas por la
duos, una utilidad privada para los individuos y una colectiva pa- carta escolar, mientras ésta procede a priori de una voluntad de
ra la sociedad, debemos preguntarnos quién ganay quién pierde en justicia tendiente a garar.rtizar ciertamezcla social. La carta escolar
todos esos intercambios. Debemos convenir que la gratuidad o la reproduce las desigualdades sociales y a veces cristaliza una indis-
casi gratuidad de los estudiós oculta, en gran medida, las transfe- cutible segregación étnica.7 Sin embargo, sabemos perfectamente
rencias económicas que allí se juegan. ¿Cómo ignorar que los estu- que la agrupación de alumnos desfavorecidos y a menudo débiles
dios más rentables para los individuos son también los más costo- acentúa en gran medida su debilidad. Francia ha visto formarse
sos para la colectividad? Son «gratuitos» y reservados a los más verdaderos guetos escolares en los que la norma escolar se aleja de
favorecidos, mientras que son opagados" por todos, es decir por la media y en los que incluso los buenos alumnos parecen condena-
los que nunca harán ese tipo de estudios. De manera general, el si- dos. Tal situación es insoportable, sobre todo porque las obligacio-
lencio de rigor sobre las cuestiones de dinero es una gran hipocre-
sía. Los cursos privados, los cursos de idiomas en el extranjero, la
enseñanza privada y los cursos preparatorios privados recuperan
6. É. Maurin, llEgalité d.es possibles, Lanouuelle société frangaise,ParÍs,La1,(é-
publique des Idéeslle Seuil, 2002.
7. G. Felouzis, "La ségrégation ethnique au collége et ses conséque¡1¡ss,,, Reuue
5. Encuesta ocon, op.cit. (ier silpra, nota 1). frangaise de sociologie, n" 3, 2003, pp. 413-447.
\
46 / LA ESCUELA DE LAS OPORTUNIDAT]ES
LA IGUALDAD DISTRIBUTIVA DE OPORTUNIDADES / 47

r¡es vinculadas a la ca¡ta escolar son anticipadas e ilcumplidas. La distribución de las oportunidades escolares
Anticipadas por los padres, rigen las estrategias residenciales de las
íamilias, que eligen su lugar de residencia en fr¡nción de la ofe-rta I)esde hace algunos aiios, todos nos hemos convencido, en ma-
escolar ¡ sobre todo, para evitar ios establecirnientos menos fayc¡- yor o en menor medida, de que la igualdad de la oferta no alcanza.
recidos.s En general,la presencia masiva cl-e hiios de inmigrantes se Por una parte, como hemos visto, es muy difícil realizar las condi-
considera un criierio de ciones de la igualdad de oportunidades. Por otra parte, suponien-
"huida, suficiente. Con írecuencia, para do que sea posible, esa igualdad no puede compensar las desigual-
resistir a esa huida, los establecimientos crean buenas clases homo-
géneas, clases europeas, o clases de lenguas ral'as. por ejemplc, dades sociales que se encuentran antes de la escuela. Así, rnucho
que, según se sabe, acentúan aigunas desigualda,jes al tiempc qr-re i tiempo después de los estadounidenses y los canadienses, aprendi-
se esfuerzan por combatir otras. Pero la carta escolar tambiérr es mos a pensar en térrninos de equidad a fin de dar más, y sobre to-
incumplida por todas las familias que pueden escaoar de eila y do mejor, a los que tienen menos.
ohacer trampa». ¿Cómo criticarlas, cuando se sabe la importancia I Cierto gusto por la teología política condujo a algunos a pen-
que tiene la calidad de la escuela para el fuuro de los hijos? ¿Có- sar que la igualdad y la equidad eran incompatibles. Pero no es así,
mo no indignarse ante la hipocresía de un sisterna que imponr. la í:
:)/a que ia eqwidad apuntc a producir la igualdad de manera rnás
segregación a los pobres. mientras pe rntite a los otros beneficiarse uohtntari,t. En ese sentido, la política de las zot fZonas de educa-
de ella en los guetos de la exceiencia ;r la fortuna, o escaparse de '
ij
ción prioritaria] fue rápidamente aceptada, a pesar de algunas re-
ella cuando el contexto deja de serles favorable? sistencias iniciales filosófico-corporativistas. Pero debemos aceptar
Puede decirse que incurnbe al Estado mejorar ia caliclad cle los
t:
que el balance no está a la altura de las expectatiyas: lasztt sufrie-
estabiecimientos escolares en las zonas rnenos favorecidas ) pata ron un efecto de estigmatización que acentuó la huida de los alurn-
que nadie tenga buenos motivos para huir de éstas. Esto es incliscu- : nos más favorecidos, los medios suplementarios no estabilizaron
tible. Pero también es indiscutible que, mientras t-anto, los ¿rlumnos
:
los equipos de docentes ¡ suponiendo que el resto de las condicio- !

de los barrios desfavorecidos sufren esa situación, sobre todo los lues fueran iguales, los alumnos no progresaron más que en otras
;
mejores de ellos, quienes deberían haberse beneficiado del buen en- i partes" Simplemente mejoró el clima educativo, lo que ya significa I

torno escolar del colegio, el que sin embargc-r les está prohibiclo en i,
aigo: sir,'iasZEp,las cosas habrían sido sin duda peores.10 Pero con-
\
nombre de una carta que defiende la mezcla social. De este rnodo, viene recordar que, a pesar de las zEP, los establecimientos menos
se debe revisar ia carta escolar para que no sea el calco de la segre- favorecidos no siempre alcanzaron la igualdad de medios. La zr.p
gación urbana,e o bien eliminar su imposició:np^ra que los oricos,, ?: cu.esta relativamente cara a la colectividad, sin dar mucho más a
il
no sean los únicos que puedan ,,hscer trampa». l.fo se puede elegir cada establecimiento; en todo caso, no lo suficiente como para ha-
entre la peste o el cólera, pero, por el rnomento, son los menos fa- cer una diferencia. Puede hacerse la rnisma observación con respec-
vorecidos los que pagan la indecisión y no puede sorprendernos to al apoyo escolar; que pacifica las relaciones escolares sin reducir
entonces que crean cadavez menos en la justicia escolar. manifiestrmente los fracasos.
a De modo que debernos ir mucho más lejos para acercarnos a
!
las condiciones de la igualdad de oportunidades. El estadio si-
griiente podría ser el de la discriminación positiva, reservando cier-
i.
ta canticiad de cupos en función del origen de los alumnos. Cono-
cemos los efectos perversos de esa modalidad, cuando destruyen
ll
8. A. Van Zanten, tEcole de la périphhie,París, PLrB 200i. &,3
cra
9. Señalemos que este probleLna no se plantea en la Francra ¡ural ni eir la de las
pequeñas ciudades, donde los establecimieltos escolares están hechos a [a irnagen r.:le :' 10. D. Meuret, oLefficacité de la politique de zpp dans les colldges,, B.euue fran-
la poblacióu locai, Eaise de pédagogie, n" 7A9,1994, pp.4l-64.
i

¿i
48 / LA ESCUELA DE LAs oPORTUNIDADES LA IGUALDAD DISTRIBUTIVA DE OPORTUNIDADES / 49

las condiciones de la igualdad meritocrática de oporrunidades. Por discriminación positiva debe defenderse, a condición de que se dirija a
otra parte, las universidades estadounidenses que fueron muy lejos individuos y no a colectivos, pues en el nivel de cada individuo se cris-
en ese sentido debieron volver atrás, y no podemos desatender los talizan verdaderamente las discapacidades y las desigualdades socia-
efectos de una política que, por ejemplo, ha engendrado una nue- les. Y también en el nivel de cada individuo puede definirse un proyec- '

va pequeña burguesía negra, lo que logró, por lo demás, «gueti- to de vida, de vida buena y deseable, de aptitud, diría Amartya Sen.12
zar, los guetos. Entonces ¿se deben reservar yacantes para las di- Si tal alumno quiere hacer tales estudios, si tiene el deseo y la volun-
versas minorías en las escuelas, los exámenes y los concursos? tad de ello, entonces debe poder ayudársele específicamente, ofrecerle
Sin duda, no es deseable establecer en las escuelas cupos reserva- los apoyos, los marcos pedagógicosr las ayudas económicas que com-
dos a individuos definidos por su pertenencia a un grupo o a una mi- pensan parcialmente las desigualdades de las que es víctima. De modo
noría. No sólo por una cuestión de principio, sino también por una que se debe apuntar a una ayuda discriminatoria allí donde se mani-
cuestión de definición de criterios... ¿Por qué elegir a los negros, los fiesten un proyecto, un mérito y desventajas, es decir individuos. Esta
asiáticos,los inmigrantes recientes o a algunos subgrupos enffe esos política puede crear nuevas injusticias, pero no cabe duda de que re-
inmigrantes? ¿Qué sucede con los franceses más pobres? ¿Con las ni- ducirá también muchas y, por esperar demasiado soluciones perfectas,
ñas que se desempeñan mejor y gue, sin embargo, desisten de las se corre el riesgo de no hacer nunca nada.
carreras científicas? Más allá de una competencia inagotable de las El dispositivo puesto en práctica en París por la Facultad de
víctimas que hacen valer sus derechos, esa política puede generar Ciencias Políticas con algunos establecimientos en zup está basado
una cristalización de las pertenencias sociales atribuidas o ,.innatas», en esa modalidad. No apunta a colectivos, sino a individuos que se
obligando a los individuos a definirse por su herencia social, étnica o beneficiarán de una gríay una ayuda específicas, sabiendo que un
sexual: para beneficiarme de un derecho específico, debería identifi- alumno de esos liceos librado al curso regular de las cosas nunca
carme con un grupo. Ante todo, esta rnodalidad puede producir, a su habúa podido ingresar en Ciencias Folíticas solamente con los
vez,lasmayores injusticias y las mayores frustraciones, en la medida recursos de su familia y del liceo del barrio. Desde este punto de
en que se sigue creyendo en la necesidad de la ficción de la igualdad vista, Ia ventaja que se le ofrece es una simple igualación que le per-
de oportunidades. Podemos confiar en la racionalidad de los indivi- mitirá hacer valer verdaderamente su mérito.13 El carácter especta-
duos más favorecidos de los grupos menos favorecidos para obtener cular de un dispositivo relativo a una institución donde se coagu-
de esa política ventajas decisivas, en contra de los menos favorecidos de lan el universalismo republicano y la endogamia social no debe ser
su propio grupo o, incluso, del grupo inmediatamente superior, pero el árbol que oculta el bosque, pues bien podemos imaginar que sis-
excluido de la política de discriminación. ¿Cómo trazar la frontera temas de la misma rrat:uraleza se aplican en formaciones técnicas y
entre las desigualdades injustas y el
"verdadero
méritor, que sería la profesionales de calidad, en los IUT que hoy en día seleccionan ba-
expresión de la libertad y de la igüaldad fundamental de los indivi chilleratos científicos, liceos prestigiosos, etc. La diferenciación de
duos? No debemos perder de vista que el principio de la igualdad de los medios debe basarse en los individuos, pero a largo plazo la
oportunidades participa de la libertad individual y resultaría menos- prueba del mérito no puede diferenciarse o canalizarse por cupos.
cabado si se restringiera demasiado esa libertad. Probablemente se trate de diversos dispositivos, como de políticas
Habiendo sido uno de sus defensores,'William Julius'Wilson cri- sociales: su eficacia y su equidad resultan de la precisión de su ob-
tica las políticas de ffirmatiue actiony les opone una política de affir-
rnatiue oportunity, estableciendo un tratamiento diferencial de los in-
dividuos según la singularidad de su historia y de sus proyectos.'l La
L2. A. Sen, Repenser fégalité, París, Le Seuil, 2000.
@
13. Podrá sorprendernos, o no, que un sindicato de izquierda como el UNBF
.W'ilson, [Unión Nagional de Estudiantes de Francia] haya atacado ese dispositivo en nombre
11. \f. J. The Bridge oter tbe Racial Diuide. Rising Inequality and Coa- de la igualdad de oportunidades, como si esa igualdad de oportunidades no hubiese
lition Politics, Berkele¡ University of California Press, 1999. estado reservada, hasta entonces, a una micro élite social.
I
-(O / LA ESCUELA DE LAS OPORTUI\|DADES
tA IGUALDAD DISTRIBUTIVA DE OPORTUNIDADES / 51

jetivo, de su capacidad de responder a las situaciones singulares, a tl


diversas formaciones, cuáles son las condiciones de éxito y los ries-
fin de neutralizar los ef-ectos de umbral y de estigmatización que gos de fracaso, etc. Quienes allí r,erían una abdicación ante el
a rnenudo los pervierten, crean colectivos dependientes, establecen :
,,consumismo liberal,r, no tienen más que observa-r las estrategias
barreras de derecho, en resllmen, encierran.l4 de los paCres entre los que, por lo demás, los docen-
"iluminados:r,
tes no son los merlos activcs. Por riltirno, Cebe admitirse qtle la rno-
vilización de los padrcs es un facror de éxito y gue, para ser eficaz,
Informaciones y rr¡oyilidades elebe apoya.rse en un buen conocimicnto de las expectativas y las
exigencias escolares. Pero no todos los padres saben exactamente
El iortalecimie¡rro de Ia iguaida<Í de la oferta escolar y la crea- lo que quieren clecir frases tan triviaies como «ayúdelo a hacer los
ción de mecanismos de discriminación positiva actúan sobre el deberes" o «controle sus iareas». Estos consejos sólc tienen un ver-
marcc escolar, las e:strucruras y el territorio. Esas políticas partici- dadero sentido y son precisos pare los pacires qlre ya han sido bien
pan de la gran traciicir¡n de la acción pública a la francesa, que con- escolarizados. Para los otros, siguen siendo oscuros ¡ a menudo,
siste en actuar en los nlugares", los territorios y los equipos para contraproducentes.
I
que todos los ciudadanos se beneficien de condiciones equivalen- Por todas estas razones, la inforn:aciórr cle los padres, en pri-
tes, si no perfectamente iguaies. Es una política indispensable, pe- mer lugar, y ia de los alum¡os, cles¡'r¡fs, puede considerarse como
ro también poclría pensarse en actuar más directamente sobre los un vector de forralecimienio de la rgualdad de oportunidades. Sin
actores, lzs «personas>>) a fin de conücer su movilización y sus ca- embargo, esa información no forma par:ie de ias tradiciones de una
pacida<les para utiiizar rnejor el sisuema escolar.ls
escuela republicana Lfü,e se ha coristluido como un santuario para
La- desigrraldad de oportunidades no se debe solamente a las protegerse de las pasiones -y de los intereses sociales. Pero ¿decir lo
de:.igualdades Ce ingreso de los individuos y a las diferencias de ca- que sucede dentro del santuario es atentar contra él? A menudo se
ii<iad de la oferta escolar; se debe también a las competencias de los invita a los padres a la escuela a comienzo clel año escolar, a veces
paclres que saben utilizar mejor o peor esa oferta. Esta cuestión se
se los convoca cuando hay problema.s con su hijo, sus representan-
piantea de manera muy aguda, porqlle el sistema escolar se ha tes integran los consejos escclares. los conseios cie clase ), los con-
vuelto slinlameÍte complejo, y es necesario conocer sus reglas y sus sejos de administración de los liceos y los colegios. Pero eso dista
códigr:s explícitos y ocultos para'rtllizarlo y orientarse en él de ma- de ser suficiente. Con excepciírn dei iardín de infantes 1'la escuela
nera eftcaz. Si bierr la escrrela no es un verdadero mercado, algo de elemental con ,,la hora de las mamás,,, el recelo sueie ser la regla
lo cual debemos felicitarnos, también funciona «como un merca- con respecto a las familias más alejadas de la cultura escolar. La
do", ,va que los bienes escolares tie¡en valores y utilidades diferen- movilización de los padres de ningún modc implica que vayan a
;
tes, y los usuários, que también son ciudadanos, deben tener la po-
clase; en cambio, exige que conozcan los objctivos Ce cada ense-
sibilidad de utricarse en ese sistema e identificar sus mecanismos. fanza 1, que tcdas las expectativas escolares dejer-l de estar implíci-
Para rrc¡ ser demasiailo injusto, un mercado debe dotarse de reglas
tas cuando los pa*1res y los alumnos no tienen esa complicidad con
de publicir.lnd y de tr'ánsparencia. Hay que saber lo que «valen» y
[a escuela que sueie ser esencial para el éxito. No se puede movili-
los treneficios que pueden
"dejan las diversas orientaciones y las zar a tros padres cuando se rrata dc ¡:eclamar medios y privarlos de
toda intervención acerca de ia utilización Ce esos medios. No se
puede reprochar perman€ntemen.te a los padres activos el hecho de
14. Señalemos que es ésta ia posición a la qlre llega R. Castel, Dlnsécurité socia- ser consumidores de escuela cínicos, ). a los pacires ausentes el he-
Ie,París, La Republique des Idées,{I-e Seuil,2003. cho de haber desertado. No se puede esperar de los padres que
15. Esta distinción entre la acción sobre ios nlugares, y la acción sobre las nper- ayuden a sus hijos, sin decirles en qué consiste esa ayuda-. Informar
scnas, fuc tomada de j. Donzelot, C. l,fér.el, A. Vyvekens, Paire société. La politique a los padres sobre los obietivos y ic,s métodos de la escuela, sobre
de la uille en France et ailx Etéts-Unrs, París, Le Seuil, 2003.
los desafíos reales de la orientación para aulrlentar su movilización
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52 / LA ESCUELA DE LAS OPORTUNIDADES I u IGUALDAD DISTRIBUTIVA DE OPORTUNIDADES / 53
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y s\ eTnporuerrrent, contribuye tanto a la igualdad de oportunida- I Canadá y en algunos países escandinavos, que parecen más efica-
des como alamera igualdad de medios. El individualismo positi-
í.
L ces y menos desiguales. A propuestas de esta índole suele oponerse
vo, el que permite tener confiatza en sí y actuar, implica que los in- t
el argumento de que se generaría una gran anarquía si demasiados
diviCuos disponen de recursos reales, entre los que se cuenta la i.
alumnos hicieran elecciones de ese tipo, y que fortalecerían la hete-'
información" i rogeneidad de los cursos. Pero ¿acaso es posible imaginar seria-
t
Pero la información no alcanzal también debe acentuarse la 7 mente que un sistema escolar de masas pueda aumentar la igual-
circtrlación de los individuos. Una gran parte de la dtxeza de las :
¡
datl de oportunidades sin renunciar a su rigidez y sin tener en
pruebas escolares proviene del hecho de que no pueden volver a :
!
cuenta a los individuos, sus proyectos, sus recorridos, y su singula-
hacerse. En la vida ordinaria, un fracaso no es fatalmente redhibi- í
I ridad?
iorio, se presentarán otras oportunidades; en las pruebas deporti- i
!.
¿No debernos interrogarnos hoy sobre el papel que juega Ia
vas, una derrota no impide retomar la competencia e intentarla de ! multiplicación de orientaciones y de opciones del bachillerato? El
nuevo. Si miramos bien, ello no ocurre en la escuela, donde impe- F
I sistema no sélo es ilegible, sino que crea también una gran ambi-
ra una obsesión de la edad «normal», del alumno atrasado y del ! güedad. El bachillerato es, simultáneamente, un examen de fin de
alumno adelantado, donde las salidas prácticamente prohíben los estudios secundarios, que tiene un valor simbólico fundamental en
I
retornos, donde los accidentes en el recorrido deian marcas indele- I su calidad de diploma "burgués" otorgado a todos, y una puerta
bles en los boletines escolares. En una época en que se alaba la flui- : de entrada a la enseñanza superior, que tiene un valor muy relati-
dez,la circulación en los puestos y las calificaciones, en una época I
vo. Excepto el bachillerato científico, que abre todas las puertas,
i aunque muchos de sus titulares nunca serán científicos, las otras
en que se explica a los alumnos que deberán prepararse para ocu- :
par varios empleos, el mundo escolar se caracteriza por una rígidez .:
opcicnes tienen, ante todo, el poder de cerrar las puertas y de es-
sorprendente. No de sus leyes y sus reglamentos, sino de sus hábi- ! trechar el horizonte. Ese exa¡nen tiene un efecto de trinquete que
tos y sus rutinas. i
.:
multiplica ias orientaciones mal realizadas, mal manejadas y las
Está claro que si la escuela fuese mucho más flexible en sus re- i.
elecciones por defecto. En lugar de abrir las perspectivas, la masi-
corridos, en los de los rápidos y en los de los lentos, las desigualda- ficación fragmentada la-s cierra, transformando los reco¡ridos en
des se yerían reducidas a término. Hoy en día, cuando un alumno a destinos. fln sistema rnenos complejo y que distinga mejor la cer-
deia ia escuela, prácticamente no hay esperanzas de que en algún I
? tificación final v el derecho de entrar en otras formaciones tendría
momento la retome. ¿Es posible imaginar un alumno que ingrese al : muchas posibilidades de ser rnenos desigual. Pero ¿cómo ateÍtar
i
nivel preparatorio (14-1,5 años) a los 22 años con el mero pretexto contra el valor simbólico de un diploma que, a menudo, no da si-
de que sería capaz de aprobarlo{ ¿Es posible imaginar que un : no el derecho de iniciar estudios rnuy poco útiles y en los que mu-
l
alumno deje la escuela porque ya no la soporta y que se le dé la po- i.
chos fracasarán?
sibilidad de volver cuando tenga el deseo y las capacidades de ha-
:
cerlo? La úgídez de las normas escolares no tolera los recorridos y
los perfiles atípicos ),, por supuesto, incapacita de manera más ma- :
Si bien la igualdad de oportunidades y la búsqueda del mérito
nifiesta a los alumnos que no han sido perfectamente moldeados ! son ficciones necesarias, es decir que son alavez deseables e inevi-
por su medio social y por sus primeros pasos en la escolaridad. Es- i-
tables en una sociedad democrática que debe articular la igualdad
te llamado a la flexibilidad y a la circulación de los individuos no i: de los individuos con la desigualdad de las posiciones sociales,
i
es, en absoluto, una utopía libertaria, ya que un gran número de i tarnbién es cierto que debemos hacer todo para acercarnos a esa si-
E

países las han puesto en práctica: los estudiantes de edad y los que tuación. En tal sentido, la igualdad de la oferta puede ser manifies-
!!
tamente aumentada. Cierta hipocresía ante la segregación escolat,
i,
ya han trabajado son numerosos en esos países; la precocid ad,la t
lentitud y las repeticiones de los alumnos no parecen ser motivo de los costos y los beneficios privados de los estudios podría eliminar-
obsesiones; las reorientaciones son menos frecuentes. Pensemos en :
se" Probablemente deba desarrollarse una política de discrimina-
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54 / LA ESCUELA DE LAS OPORTUNIDADES "{

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ción positiva dirigida a los individuos, así como a los estableci- t 3
mientos frágiles. La información y la capacidad de circular deben t.

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fomentarse, en la medida en que la movilización de los alumnos y 7
I
la de sus padres son indispensables para el éxito, rompiendo así i
LA iGUALDAD SOCIAL DE OPORTUNIDADES
con una falsa imagen del santuario escolar, cuando este funciona,
I
sobre todo, como un ámbito reservado a los grupos mejor armados I
!
para la competencia escolar.
t
A menos que se convierta en un encantamiento peligroso, la i

igualdad de oportunidades debe ser ponderada por otros princi- I


i
pios de justicia, a fin de no ceder ante la drreza y las ilusiones de i
Supongamos que todos los esfuerzos que antes enunciamos en
una meritocracia que, podríamos persa! no podrá alcanzarse per- í
I
lo que respecta al mérito y a la distribución de los recursos escola-
fectamente y tal vez sería intolerable que así 1o fuera. Después de I
I res logren una igualdad de oportunidades realy que, por ejemplo,
todo, una meritocracia pura exigiría una separación precoz de los t
l: la población de alumnos de las grandes escuelas sea representativa
!
niños de sus familias, a fin de borrar radicalmente las desigualda- I
de la distribución de los individuos en los diversos grupos (econó-
i
des de condición y de transmisión, implicaría ana dominancia to- micos, profesionales, sexuales, culturales, etc.) que componen la
tal del sistema de formación y, en esas condiciones, ese mundo me- . sociedad. En ese caso, habremos hecho un avance considerable, y
jorado sería también el meior de los mundos. La igualdad no es probablemente único, en la historia de las sociedades humanas. Pe-
deseable sino en la medida en que aparece como un ejercicio de ro ¿por gracia de esa meritocracia pura habríamos ingresado tam-
i
la libertad, en la medida en que aumenta la capacidad de ejercer bién en un mundo perfectamente justo o, más modestamente, en
esa libertad. i un mundo más vivible?
Todo depende de la suerte reservada a los vencidos de la com-
:
i
petencia. El hecho de que se designe a los vencedores de manera
justa no significa que la condición de perdedores sea justa también.
.
¿Qué saben los alumnos menos buenos? ¿Qué competencias han
i adquirido? ¿Qué han ganado en la escuela, a pesar de su ,,derrota,
I en una competencia sin embargo justa? Sabemos bien que una es-
I cuela de igualdad de oportunidades en la que los mejores sabrían
I cien veces más cosas que los menos buenos no sería una escuela
I justa. Y una minoría de sabios iustamente seleccionados no podría
j
ser el consuelo de un pueblo de ignorantes.
I Frente a, o mejor, ai lado de la igualdad de oportunidades, de-
bemos interrogarnos sobre las desigualdades que genera ese mode-
t
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lo de justicia, lo que nos llevará a preguntarnos por otras figuras de
l
la justicia, diferentes de las del mérito y la igualdad distributiva de
i oportunidades. También debemos desplazar la mirada del proble-
I ma de la justicia escolar hacia el de los bienes escolares, la cultura
si
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escolar y la educación. Hasta ahora, hemos abordado el tema de la


ol o justicia escolar independientemente de la cuestión de los conteni-
I
i dos y de sus modos de transmisión. Sin embargo,la cultura escolar,
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los conocimientos y las competencias transmitidas no son sólo los
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LA IGUALDAD SOCIAL DE OPORTUNIDADES / 57
56 / LA ESCUELA DE LAS OPORTUNIDADES

de un umbral garantizado. Esta norma de justicia es importante,


soportes de la selección. Tienen un valor oen sír. Son un bien fun-
no porque sea igualitaria -por el contrario, acepta la desigualdad-,
damental. Por ello, se plantea la cuestión de lo que debe darse a los
sino porque postula que el espectro de desigualdades no puede lle-
alumnos, independientemente de sus éxitos y de sus fracasos. Esta
gar al extremo de su lógica en lo que respecta al nivel inferior de la
exigencia está ligada a la de la escuela obligatoria desde su apari-
jerarquía. Postula, incluso, que las desigualdades pueden ser bue-
ción: es, para decirlo simplemente, la cuestión de la cultura común.
nas cuando tienen una eficiencia sobre la iqueza colectiva y los
Pero, paradójicamente, la influencia creciente de la igualdad de
beneficios que de ella obtienen los menos favorecidos; se pueden
oportunidades puede hacernos perder de vista ese valor que parti-
justificar las desigualdades que resultan de una competencia meri-
cipa, no obstante, de la const¡ucción de una escuela justa. La obse-
tocrática cuando ésta produce médicos y sabios cuyas competen-
sión del mérito no debe hacernos olvidar que la igualdad también
cias serán útiles para todos, ricos y pobres.
está definida por lo que los miembros de una sociedad tienen en co-
Cabe recordar que, por razones más relacionadas con la for-
mún, por los principales bienes de los que disponen.
mación de una ciudadanía republicana que con el principio de
John Rawls, la escuela de la III República fue muy sensible a este
tema de las condiciones «mínim¿s», al instaurar la escuela laicay
¿Qué se debe garantizar a todos, es decir a los más débites?
obligatoria. Los programas de la escuela elemental se pensaron co-
Cuando se trata de los ingresos, la salud, el acceso al servicio mo la suma de los conocimientos que debían permitir a cada niño
convertirse en ciudadano y en francés, lo que, por otra parte, era
de correos o a otros servicios públicos, el "principio de diferen-
cia" resulta familiar, incluso para quienes nunca han oído hablar percibido como una sola cosa. A ello convenía añadir algunos co-
nocimientos prácticos, y sabemos que los maestros de escuela eran
de la obra de John Rawls. Para decirlo rápidamente, ese principio
afirma que las desigualdades generadas por una competencia equi- invitados a impartir esos conocimientos mínimos a todos y sólo
una minoría podía ir más allá de éstos. Lejos de las ambiciones de
tativay abierta, con el objeto de acceder a recursos y puestos, son
aceptables en la medida en que no degraden la condición de los
la igualdad de oportunidades, este modelo escolar no pretendía
preparar a todos los alumnos para los estudios más largos y, por
menos favorecidos. Y son más aceptables aún cuando mejoran la
esa razón, ni siquiera puede pensarse en retomar ese modelo. En
suerte de éstos. En el ámbito escolar, esto quiere decir que las de-
cambio, definía con vehemencia la escuela obligatoria en términos
sigualdades que resultan de la igualdad meritocrática de oportuni-
de cultura escolar común, y conocemos hasta qué punto los fran-
dades no deben desarrollarse a expensas de los alumnos con de-
ceses se apegaron a esta idea y a esta cultura percibida como un
sempeños más bajos, sea cual sea el mérito de los vencedores y su
bien común, gararfiía de ciudadaníay de dignidad personal.2 Sabe-
utilidad colectiva, su eficiencia.
mos, también, que esa vocación de la escuela común fue eftcaz, co-
Hace mucho tiempo que ese principio funciona en el ámbito de
las políticas sociales con el ,,smico [salario mínimo interprofesio- mo testimonian las cartas de los soldados de la Gran Guerra, en las
que se revela un manejo a menudo admirable de la escritura.
nal de crecimiento] y las diversas condiciones sociales mínimas:
significa que las desigualdades de salarios son tolerables en la me-
La masificación escolar y la igualdad de oportunidades han
trastocado la situación desde hace 50 años, y la idea de cultura co-
dida en que no afecten un salario mínimo, salario por debajo del
mún, de cultura garantizada a todos, se ha disuelto progresivamen-
cual no es posible descender legalmente. Existe un amplio acuerdo
social sobre este punto.l Sin duda, nos puede parecer que el ,,smic, te. La lógica de los programas está menos definida por el umbral
común que por el término de los estudios. Como cada alumno teó-
es demasiado bajo, pero lo que aquí importa es el mero principio

2. Los programas de la escuela elemental tuvieron una qorprendente estabilidad


1. Véase T. Pikert¡ nAttittudes vis-á-vis des inégalités de revenu en France: exis-
en el tiempo; eran prácticamente iguales en 1955 que poco antes de la guerra de t9L4.
terait-il un consensus ? r, Comprendr e, 4, 2003.
58 / LA I-SCUELA I)E LAS OPORiIJNIDADES
LA IGUALDAD SOCIAL DE 0PORTUNIDADES / 59

ricamente tiene el de¡echo y la capacidad de llegar al final del reco- La idea de un nsmic escolar, no sólo es atacada: suele evadír-
rrido, los programas deben estar guiados por las grandes ambicio- sela, trasladando la carga al estadio escolar inferior. Todos se qlre-
nes. Por ello, cada estadio de la escolaridad se concibe rnenos co- jan de recibir a los alumnos desprovistos de las hases indispensa-
mo la adquisición del bagaje de conocimientos y de competencias bles; sicmpre es la etapa anterior de la escolaridad ala que se le
necesarias para todos, que como una etapa de preparación para la
imputa la responsabilidad: el preescolar para ia escuela elemental,
siguiente. Las obases, ya no son lo que cada uno debe mane.iar pa- la escuela elemental para el colegio, el colegio para el liceo, y así
ra ser un ciudadano activo e integrado, sino lo que permite avan- sucesivamente. Todos estarían a favot de la cultura común, a con-
zar enlos estuclios. Al ofrecer a todos la oportunidad de avanzar en dición de no ser sus responsables. La cultura comírn siempre es el
el recorrido escolar" evidentemente se corre el rlesgo de no garanti-
trabajo de los otros. Sin embargo, si debe habcr una cultura co-
zar nada a los que no logran seguir el ritmo y las exigencias de la mún, si ésta remite a lo que puede ser requerido por todos y a lo
competencia. En ese caso, la búsqueda necesaria y legítima de que todos tienen derecho, sería lógico que sea la misión misma de
la igualdad de oportunidades deja a un gran número de alumnos la escuela obligatoria, es decir la escuela en su conjunto hasta el
desprovistos a la vera del camino. Sin atentar contra el principio término del colegio. ¿Se puede obligar a los alumnos a asistir a la
del mérito, conviene, pues, garantizar a todos los alumnos la ad- escuela sin garantizarles un bien común? Si no se rratara más que
quisición de la cultura comírn a la que tienen derecho. Junto a una
de seleccionarlos, los alumnos tendrían toda la razón en rechazar
igualdad de oportunidades que permita a los mejores alcanzar la las pruebas, pues es el bien común el que crea la obligación. Esta
excelencia, es necesario definir io que la escuela obligatoria debe afirmación no es puramente teórica: son numerosos los alumnos
garantizar obligatoriamente a todos los alumnos.
que renuncian rápidamente a jugar el juego y viven la escuela co-
Sin embargo, este tema enfrenta fuertes resistencias, y Ia idea
mo una mera imposición.
de un usmic escolap suele ser rechazada, incluso por los que de- A menudo se esgrime otro argumento: esta cultura común
fienden el osrnic" y las diversas condiciones sociales mínimas. Te- haría bajar el nivel de los mejores. EIlo irnplica reconocer, sin
men que ese núnimo común se convierta en el máximo de la ma- decirlo, que una de las funciones implíciras de la escuela obli-
yoría y que, adernás, imperen el renunciarniento ), el reino de la gatoria es, ante todo, la selección. Pero no vemos por qué el he-
mediocridad. Es cierto que este tema puede dar un giro perturba- cho de garantizar un urnbral común privaría a los rnás rápictos,
doramente conservador 1, restrictivo cuando la cultura cornúrn es la a los mejores y a los más meritorios de la oportunidad cie avan-
de una escueia elemental reducicia al famoso oleer, escribir, con- zar a mayor velocidad y de llegar más lejos. ¿Desde cuándo el
tar". Ei problema de la "cultura techo» es un viejo debate que desempeño de la mayoría y el de las élites son contradictorios?
opone las definiciones amplias a las definiciones estrechas de los En los ámbitos deportivos y culturales, se considera, más bien,
saberes elementales.r Per<¡ no por ello deben satisfacernos fórmu-
que las prácticas masivas de calidad aumenran paralelamente la
las, tan ambiciosas como vagas, como la que apela a nla excelen-
calidad de la élite. En cambio, el tem.or del descenso de las élites
cia para todosr, ignorando que este oxímoron manifiesta, en rea-
es tan viejo como la democracia de masas ),, con mucha frecuen-
lidad, el rechazo cie una cultura común ga:-antizada, ya que la cia, Ias élites -incluidas las élites escolates d priori iluminadas-
excelencia no existe sino por su rareza. ¿Dónde está la verdadera no han visto con buenos ojos la llegada de nuevos rniembros.
ambición? ¿Lograr que todos los alumnos obtengan aquello a lo Recordemos que los proyectos del plan Langevin-Whllon no
que tienen derecho o que una minoría alcance la excelencia, mien-
obtuvieron la unanimidad de los profesores del secundario en ia
tras los otros no saben gran cosa y no son definidos sino por sus
época de la Liberación; lejos estuvo de ello. 8n197'7, el48"A de
fracasos y sus lagunas?
los docentes aún estaban a Íavor de la interrupción de los es-
tudios a la edad de 1.4 años. Y seguían siendo e\42"/" en 1985,
es decir más de 20 años despr-rés de que [a escolaridad obliga-
3. C. Leliive, L'É,cole obligatoire: four quai faire?, París, Frer2,2004.
toria hasta los 16 años de edad hubiera sido estipulada por
60 / LA ESCUELA DE LAS OPORTUNIDADES LA IGUALDAD SOCIAL DE OPORTUNIDADES / 61

ley.a La obsesión del descenso del nivel es, a su vez) tan antigua Se crea así un extraño paisaje intelectual: es bueno ser anti-
como la medición de ese nivel, más allá de que, en cada época, liberal por lo que respecta ala economía, pues la eficiencia su-
el nivel de la generación en cuestión sea considerado como un puesta de la competencia liberal no debe generar desigualdades
nlogro, de [a cultura y la democracia.s excesivas; pero en el ámbito escolar, nada debe frenar la compe;
En realidad, se debe cambiar la norma de la escuela obligato- tencia en nombre del mérito personal y de la eficiencia colectiva
ria, no para disminuirla, sino para otorgarle otra función. En lugar supuesta de una selección precoz de las élites. Sin embargo, la
de fljarla a través de un programa que muy pocos alumnos cum- extensión y el nivel de la educación básica tienen el papel más
plen, se debe definir aquello a lo que cada uno tiene derecho, so- determinante en el crecimiento y el desarrollo.T Sucede que algu-
breentendiéndose que, una vez alcanzado ese umbral, nada impide nas grandes voces intelectuales y escolares son apenas menos
ir más lejos e incluso mucho más lejos. ¿En nombre de qué se pue- oingenuas, que las de los grandes patrones cuando afirman que
de privar de más matemáticas, poesía o tecnología a los alumnos el. nsmic, es demasiado elevado, mientras que sus propios sala-
que gustan de esas disciplinas, siempre que la manifestación de su rios son demasiado bajos para garantizar la competitividad de
talento no se,convierta en la norma y no afecte aquello a lo que to- nuestra economía.
dos tienen derecho? Poco importa que algunos vivan en grandes re-
sidencias, siempre que la prioridad colectiva sea lograr que nadie
viva en una choza y que aquel que viva en peores condiciones dis- Una elección política
ponga de calefacción, luz, agua, electricidad, un número razonable
de metros cuadrados y servicios cercanos. Pero sabemos que es I aún así, falta definir la cultura común. La tarea no es sim-
más difícil y más ambicioso construir viviendas populares de cali- ple, y no voy a intentar cumplirla aquí. Pero, de todos modos, qui-
dad que unos pocos castillos distinguidos. Así como existe una siera plantear algunas cuestiones. ¿Qué debe saber y saber hacer el
obligación escolar para los alumnos, se debería reconocer una obli- menos dotado de los alumnos a fin de que la escuela, por lo que
gación de cultura común tendiente a una igualdad de resultados. respecta a su responsabilidad, le permita llevar una vida considera-
Por lo que sabemos, el osmic, no ha impedido que los «mejores» da buena? Aquí, la cuestión de lo justo se difumina ante la del bien.
estén mejor pagados, pero ha permitido que teóricamente nadie es- ¿Qué debe saber un ciudadano hoy? ¿Cuáles son las capacidades
té remunerado por debajo de ese nivel ¡ a lo largo de 30 años, las básicas (leer, escribir, contar), los conocimientos generales y las
desigualdades salariales se han reducido un poco.6 Por otra parte, competencias cognitivas indispensables para afrontar el mundo y
no podemos dejar de observar que los que hoy se oponen a la idea para seguir formándose? ¿Cómo definir hoy el civismo y el senti-
de cultura común retoman exactamente los mismos argumentos miento de pertenencia a una comunidad nacional y europea? ¿Qué
que los que se oponían a la del salario mínimo: nivelación para competencias prácticas debe poseer todo alumno egresado de la es-
abajo, pérdida del espíritu de competencia, mediocridad generali- cuela? ¿La informática y el derecho forman parte de esos saberes,
zada, no reconocimiento del mérito. Y así como los que se oponían así como la capacidad de hablar en público? ¿Qué lengua(s) ex-
al usmic" no tenían los ingresos más bajos, los que hoy se oponen a tranjera(s) debe conocer? ¿Qué valores comunes y qué capacidades
la idea de cultura común no son, por lo general, los que obtienen críticas deben adquirir los alumnos, si no se quiere dejar en manos
los peores resultados en la competencia escolar. de canales televisivos como TF1 y M6 la formación de los ciudada-
nos, cuando se sabe además que el sentimiento de .competencia
política" está vinculado al nivel de instrucción?8 La cultura común
4. C. Leliév¡e, LÉ,cole obligatoire..., op. crt.
o
5. C. Baude.lot, R. Establet, Le niueau monte,París, Le Seuil, 1989.
6. El crecimiento de las desigualdades se debe, sobre todo, a las desigualdades de 7. J. P. Fitoussi, La Démocratie et le marcbé, París, Grasset, 2004.
patrimonio y de urentasr. 8. D. Gaxie, Le Cens caché,París, Le Seuil, 1978.
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62 / LA ESCUELA DE LAS OPORÍUNIDADES t LA IGUALDAD SOCIAL DE OPORTUNIDADES / 63
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no debería poder prohibir ningún proyecto, ni ninguna e.lección de I
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to que ya no tenemos las certidumbres de antaño sobre nuestra
vida compatibles con los de los demás. i
I
identidad nacional: Francia ya no es un Imperio que encarna la ci-
El problema no es nuevo. En un infbrme de 1988, Pierre Bour- i vilización, sino una sociedad cadavez más multicultural ¿Qué lugar
I
dieu y Frangois Gros propusieron definir la cultura común en tér-
I
debe dejarse a las religiones y a la moral cuando el.marco religioso.
t
minos de adquisición de modos de pensamiento fundamentales: t se ha escindidn y la moral aparece más como una ética personal
I
deductivo, experimental, histórico, reflexivo, crítico. Con el tiem- t que corno una sujeción a una ley trascendente? Y además, ¿qué ha-
t
po, esa orientación debía redefinir los territorios discipli.narios, i cer con todo lo que ia sociedad espera de la escuela en los ámbitos
alentar la interdisciplinariedad, refundar los programas para que i de la educación para la salud, los medios de comunicación, el dere-
t
no sean concebidos como estratos sedimentados y que los procesos I
I
cho? Fero, justamente, dado que tanto los conocimientos como las
cognitivos sean retomados de un año a otro. En 1994, el Comité ! expectativas sociaies han estallado, debemos elegir.
I

Nacional de Programas planteó la cuestión del obagaje cornún de


I
I Esa elección es dolorosa, pues la definición de una cultura co-
conocimientos y de competencias que deben transmitirse en el co- i
i
mún exige sacrificios: ya no nos preguntamos qué debería saber un
legio [...] para traducir las elecciones fundamentales que nuestra
I

I
niño ideal que asuma de entrada el derecho a llegar a la cumbre,
f
sociedad considera necesarias para la formación de los niños".e I
I
sino 1o que debernos a todo niño y a todo aiumno, sean cuales sean
Curiosamente, en 2003, el Ministro de Educación nacional ignoró
I
sus actividades y sus estudios posteriores. Así pues, vemos cómo
I
las propuestas del Presidente del Consejo Nacional de Programas. t esta cuestión se enfrenta a[ espíritu de los programas y al de las
f
Se trataba, sin embargo, de la misma Dersona: Luc Ferry. I
corporaci.ones de profesores que definen espontáneamente el bien
Esa opción no es sólo técnica: se trata de decisiones y de prin- escolar como el más alto nivel posible de realización en cada disci-
cipios que van mucho más allá de la mera peáagogía" Las detinicio-
I
i
plina. La ambición es, sin cluda, generosa, salvo cuando lleva a
I
nes de la cultura común son políticas y morales; en todo caso, son i
perder de vista lo que se debe dar a los más débiles y a considerar
mucho más conflictivas y difíciles de imponer que la rutina buro- I
que la escuela ha curnplido con su deber cuando se ha agotado -y
i
crática y corporativista que consiste en partir de pruebas del bachi- los alumnos con elia- en organizar los recuperatorios. La afirma-
llerato y de la agregaciínpara luego deducir, por regresiones suce-
E

! ción de una cuitura común choca también con las concepciones


sivas, los conocimientos escolares necesarios en el segundo, cuarto,
I
i estrictamente disciplinarias de los saberes y los programas, con-
cepciones que no se justifican sino en la perspectiva de una espe-
I

sexto nivel, etc. La definición de una cultura común sigue siendo t


¡

conflictiva y política, porque implica una concepción de lo que los .L i cialización ulterior. ¿I-a formación del espíritu científico exige,
t
fiiósofos llaman nla vida correcta»: y porque esa vida deseable pa- t desde el inicio, la distinción entre la física, la química y las ciencias
I

ra todos debe ser una vida posible y no una vida perfecta. Tal per- t biológicas? ¿Es deseable separar tan claramente como en la actua-
¡
fección sería fatalmente el privilegio de una aristocracia del espíri- t lidad la historia, la geograf, a, los rudimentos de ciencias sociales y
tu y de la virtud: dado que cada sujeto debe alcanzar el grado más
I
l la instrucción cívica? ¿La filosofía debe seguir siendo exclusiva de
t
elevado de cultura y de conocimiento, habría pocas posibilidades I las cursos del nivel terminal (L6-18 años)? ¿Qué lugar debe dejar-
I
de que todos puedan alcanzarlo; más aún, si todos alcanzaran esa se a las experimentaciones y a las realizaciones individuales y co-
perfección, con mucha probabilidad esa excelencia dejaría de ser tal. lectivas?
Los padres fundadores de la escuela republicana definieron la Al ubicar la cultura común en el centro de la escuela, se tÍata
cultura común como ..todo 1o que no está permitido ignorar"; ¿por menos de renunciar a la excelencia que de invertir el orden de prio-
qué seríamos incapaces de plantear la misma cuestión hoy? Es cier- ridades. La cultura común es exigente. porque crea una obligación:
I la de hacer todo lo posible para alcanzar ese resultado. Aunque si-
o gue siendo difícil interpretar las comDaraciones internacionales, re-
9. El informe sobre ei colegio remitido en 1999 a Ségoline Royal retomó estas
cordemos, una vez más, que los sistemas escolares que han toma-
propuestas en favor ds un ncolegio para todosr, do esa decisión tienen resultados medios superiores a los nuestros,
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64 / LA ESCUELA DE LAS OPORIUNIDADES
LA IGUALDAD SOCIAL DE OPORTUNIDADES / 65

desigualdades menores y élites tan buenas como las luestras (y tal El colegio único pudo funcionar de manera relativamente
vez más modestas).10 aceptable durante unos 15 años, mientras no fue verdaderamente
único y se pudo hacer «trampa" de múltiples maneras.'3 La orien-
tación al término del quinto nivel (12-13 años) permitió, durante'
¿Qué hacer con e[ colegio? mucho tiempo, deshacerse de los alumnos incapaces de seguir; los
cursos especiales también permitieron agrupar a los alumnos más
La adquisición de la cultura común debe ser una tarea de la es- débiles. En los cursos tecnológicos se agrupó a los alumnos con di-
cuela común y obligatoria, es decir del colegio. Pero el colegio úni- ficultades. La formación de cursos de nivel y de cursos europeos fa-
co sufre en ese aspecto una ambivalencia, incluso una contradic- voreció la gestión de la heterogeneidad de los alumnos, pues su
ción, fundante. Al presentar el colegio único en 1975, René Haby composición social no era en absoluto azarosa. En resumen, hasta
le asignó dos objetivos tan indiscutibles como contradictorios. Por
el comienzo de la década de L990, el colegio único no era verdade-
un lado, el colegio único es la escuela de todos, prolonga la escola- ramente único. Dentro del mismo colegio, múltiples técnicas de
ridad común obligatoria hasta la edad de 1.6 años, ampliando la orientación y de separación facilitaron la gestión de los alumnos
vocación de la escuela elemental. Por otra parte, el colegio único si- considerados demasiado débiles o demasiado ndiferentes» para sa-
gue definiéndose como el primer ciclo del liceo de enseñanza gene-
tisfacer las exigencias del modelo del liceo. Como era de preverse,
ral. Esto significa que sus programas y sus métodos pedagógicos esta situación rápidamente resultó intolerable, ya que el colegio
preparan a los alumnos para continuar estudios generales de larga
único de único sólo tenía el nombre, y fue fácil denunciar sus efec-
duración. Por otro lado, con excepción de los PEGC,1l durante un tos de relegación, no sólo en los alumnos más débiles, sino también
período transitorio, los docentes de colegio son profesores de liceo
en los más desfavorecidos desde el punto de vista social. Así, con el
y de colegio: certificados o agregados, llevan el modelo del liceo al
paso de los gobiernos de derecha y de izquierda, las diversas mane-
colegio. En ese marco, el colegio no es su propio fin, ya que éste es-
ras de hacer .,trampa, fueron reduciéndose por la prohibición de
tá definido por el ciclo de estudios posterior, el del liceo de ense- todas las «astucias» que, de hecho, permitían no poner en práctica
flanza general, como demuestran sin ambigüedadla concepción de
el colegio único.1a Como durante el mismo período Francia atÍave-
los programas y la organización pedagógica por disciplinas. De só una crisis económica y social que generó la formació¡ dg «gue-
modo que el colegio único que se creó en L97 5 fue pensado a la uez ¡6s», donde se cristalizan la mayor parte de las dificultades socia-
como el heredero de la escuela elemental por lo que respecta a la les, la heterogeneidad de los alumnos egresados de la escuela
acogida de los públicos, y como la generulización del liceo, hasta primaria parecií fortalecerse, y la presión de los problemas socia-
entonces reservado a alumnos seleccionados antes de entrar al sex-
les se acentuó en el colegio. Además, el soplo de aire que produjo
to nivel (71-72 años), a ..herederos, y a obecarios" para retomar la política según la cual el 80% de una generación debía contar con
el vocabulario de los sociólogos. Proyecto ambicioso, ya que se tra-
el diploma del bachillerato fortaleció la legitimidad del modelo del
taba de ofrecer la excelencia a todos los alumnos al término de los
liceo entre las familias que fueron inducidas a creer que, como el
estudios, pero insostenible también.12

término de los estudios y los cuales daban salida a una se¡ie de empleos y de califica-
L0. oc»r, op. cit. (ver supra, nota 1 de cap. 2); D. Meuret, "Pourquoi les jeunes
ciones propias. Véase J.-P.Briand, J.-M. Chapoulie, Les Colléges du peuple, París,
FranEais ont-ils á 15 ans...", art. citado.
rNnr/cNns/pNs, 1992.
11. Los profesores de enseñanza general de colegios (r,Ecc) eran docentes que en- :
13. F. Dubet, M. Duru-Bellat, L'Hypouisie scolaire, op. cit.
señaban dos o tres materias en el colegio. Esa entidad desapareció a fines de 1980. I
I 14. Recordemos que Franqois Bayrou, autor de la expresión ucolegio único, co-
12. Al acercarse al liceo, el colegio único también rompió con sus ancestros, la I

legio inicuo, también es uno de los ministros que se esforzó por suprimir las diversas
escuela primaria superior y el colegio de enseñanza secundaria o general, que eran más I
t orientaciones de relegación; de modo que también instaló, en gran medida, [a idea de
autónomos del liceo y fijaban sus propios obietivos, con diplomas corsiderados como
la unidad del colegio, la cual criticaba antes de ser ministro.
66 / LA ESCUEI-A D!- LAS ÜPOi?TUN|DADLS LA TGUALDAD soctAl DE opoRTUNIDADES / 67

bachillerato se conrrertía en el diploma cornún, el colegio debía El colegio único parece tener los días contados: los alumnos con
preparar para ese examen a todos ios alumnos. Así pues, todo con- conrpetencias y gustos «intelectuales» seguirár estando en una for-
rlujri a "obligar,, a los alumuos a seguir un programa y un modelo niación que los prepare para el liceo cie enseñanza general; los alum-
pedagógicos concebidos para una rninoría, ampliada sin duda, pe- nos con una ninteligencia nlaitu¿l, serán orientados precozmente
io 11o, por cierto, para tcda un grupú Ce edad. hacia las orientaciones técnicas y ias profesiones. Por supuesto,
I.a siruación del colegio único se volvió insopo¡¡¿§le. Mientras cualquier sociólogo puede predecir la cornposición sociai de los gru-
qrie lr-rs establecimientos sccialmente privik:giados fuucionan como pos de alumnos así constituidos. Por supuestc, puede anticiparse
los antiguos peq"ueños liceos, los más desfavorecidos parecen inva- con facilidad lo que resultará de la concentración de alumnos con
didos por los probiemas sociaies y no logran inscribirse en la nor- dificultades. Pero esta soluciór tiene
"sentido comírn, y, como res-
m¿ escolar qlre se postuia couro comírn. La gran mayoría de los poncle a los intereses dei ámbito de Ios docentes y a los de las clases
profesores pierrsa que la heterogeneidad de aiumnos no es soporta- medias que temen que la mezcia de alumnos penalice a sus hijos,
-hle. Las incivilidades y la violencia se producen con rnás frecuencia hay pocas posibilidades de que no se la ponga en práctica. En ese
en el colegio que en el liceo. Si a la mayoría de los alumnos les gus- caso, la cultura comírn garantizada- a los aiumnos se reducirá al
ta la vida juvenil clel colegio, lcs cursos no los entusiasman, puesto
"leer, escribir, contap de la escuela elemental. Incluso así, nada nos
que su .Jesinterés crece ccn el transcurso de los años, incluso entre preserva de la tentación de ver a esa escuela dominada por la espi-
los i;uenos alumnos.ls Los que fracasan y son orientaCos hacia la ral selectiva que separa, a'-rn rriás iemprano. a los buenos de los m¿-
enseñanza profesional. en la ma-yoría de los casos, tienen el senti- los. ¿Por qué no a partir del primer año del preescolar?
miento cir no aprender lacla útil pa;:a su {uttuo. l.Io habiendo qrrerido ni poclicio realizar el colegio único, se
Apenas presto eii práctica, el colegio único explota bajo el pe- pretende, sin decirio demasiado, ncambiar a los alumnos" desha-
so de sus ccntradicciones y no sorprenCe que la rna-yoría de los do- ciéndose de los menos Lruenos, mientras que habría que instaurar el
cenies quiera romper con lo que consideran una quimera peligro- principio de una cultura común garantizada. a fin de construir ver-
sa.- Hoy en rlía, una gra.n parte cle ellos desea una orientación daderamente urr colegio único o un colegio para todos, más allá del
itrccoz que separe a los alumnos destinados al liceo cie enseñanza nombre que quiera dársele"
generai de ios otros; el colegio conservaría a los primeros, mientras La definición de una cultura común como un bien garantizado
que ios segundos serían confirrdos ¿ "profesores voluntarios,,, a todos no se presenta corno una opción pedagógica, sino cnmrt
puestos en aprendizaie o agrupados en orientaciones tecnológi- una "decisión de justici¿», como una elección poiítica cuyas conse-
cas.16 No puede ienorarse, en este sentido, que el reciente entusias- cuencias habría que evaluar luegc en términos de pedagogía y de
r]1o por las forrnaciorres profesionales precoces no esrá exento de organización escolar. lJna vez definido ese bien cornún, debería
u¡ra vt-,lunrad de deshacerse honrosamente de los alumnos más dé- convertirse en la finalidad ciel colegio, ei objetivo a partir del cual
biles, cuando se observa, al rnismo tietnpc, que los que erigen esa se mide la mayor parte de su eficiencia. La prioridad de una cultu-
orieniación precoz rro la clesean para sus hijos. En cuauro a los res- ra común concebida ccmo un derecho puede permitir, entonces)
ponsables poiíticos, los expertos y l,:s intelectuales, rnuchos de todas las pedagogías posibles en función de la diversidad de alurr,-
ellos hacen del colegic único la causa principa"l de todas las desgra- nos. En el estado actual, el cclegio único significa que, en la prác-
cias iie la escuela: vic;lencia, clisminución dei nivel, fracasos masi- tica, los diversos púb[icos de alumnos son preparados para los mis-
VGS. ,. mos estudios y el rnismo fituro: el del liceo de enseñanza general,
al que más de un tercio de ellos no accederán, mientras que un nú-
IiIinru¿i i l'éccle, París, Albin l"{ichet, 2003.
1-1. cNDp,
mero elevado de "sobrevivientes,, repetirán en el segundo nivei de
'16.Enc¡csta realizada e¡rti:e jóveles dccente s, Libération,14 de marzo de 2001 orientación.
Esta opiniótr sulte r-riasir/ainente del uC,rar, Debate, sobre [a escuela organizado en La afirmación de una cultura cornún conduce a suspender to-
2003-)004. da selección, rnultiplicando las ofertas de forrnación ciesde el mo-
68 / LA ESCUEI.A DE LAS OPORTUNIDADES LA IGUALDAD SOCIAL DE OPORIUNIDADES / 69

mento en que los alumnos han adquirido el bien común al que tie- nos demasiado débiles como para seguir el ocamino realr? En la
nen derecho. Dicho de otra manera, nada impide dar más, e inclu- escuela de masas, no hay diferencia que no sea una jerurquía y,
so mucho más, que la cultura común, ya que la igualdad merito- aunque formalmente las orientaciones autoricen el retorno de los
crática de oportunidades no desaparece) y nada obliga a pensar alumnos alavía onormal, (la que fija la norma),lalarga experien-
angelicalmente que los alumnos no son más o menos rápidos, no cia de las diversas orientaciones adaptadas a los alumnos «particu-
estén más o menos interesados, activos y movilizados. Así Pues' es laresr, es decir débiles, muestra que no es posible volver al centro
bueno y justo que los que puedan y quieran estudien más latín, ma- del que se ha sido excluido.
temáticas o deportes... Pero no se les puede ofrecer más, sin que Del preescolar a los cursos preparatorios y a la universidad, la
nos aseguremos primero de que cada uno ha adquirido 1o que le heterogeneidad de alumnos es un hecho. Y en nombre de ese hecho
corresponde en términos de conocimientos y de competencias que y de la igualdad de oportunidades, nada impediría separar a los
se consideran indispensables para todos. Y como, después del cole- alumnos a 1o largo de sus recorridos, en función de su desempeño
gio, muchos alumnos irán hacia la enseñanza técnica y profesional, y de su mérito. Por ello, e[ principio de una cultura común debe im-
ponerse a la naturaleza de los
esa cultura común también debe dirigirse a ellos, de la misma ma- "hechos pedagógicos», y el colegio
nera que lo que hoy se llama la cultura general se impone a todos. debe aprender a educar juntos a alumnos diferentes. Sin duda, ésa
¿Sería verdaderamente inútil que las futuras élites sepan cómo fun- es una prueba sumamente difícil y una revolución parala enseñan-
cionan las máquinas, mientras que es útil para los futuros mecáni- za secundaria. Pero ¿por qué lo que es posible en la escuela elemen-
cos leer a Victor Hugo? Si algún día querernos favorecer una orien- tal no lo sería en el colegio? ¿Por qué otros, como los países escan-
tación positiva hacia las carreras tecnológicas y profesionales, es dinavos o Australia, lo han logrado mejor que Francia, sin nbajar
necesario que las culturas tecnológicas y profesionales no estén pri- e[ nivel", ni limitar el talento de sus élites?
vadas, desde e[ inicio, de toda dignidad escolar. Después del momento de la cultura común, debe venir el de la
La elección de construir el colegio sobre el principio de dife- igualdad de oportunidades y la distribución de los alumnos en
rencia, el de la cultura común Earantízada a todos, no apunta sólo función de sus desempeños y de sus proyectos. Este aspecto ha si-
alograr que la escuela sea más justa, atenuando la brutalidad de la do mencionado más arrtba: la justicia escolar consiste, pues, en
iguatdad de oportunidades y del mérito. Cuando vemos a la socie- velar por la equidad de las normas, en favorecer la movilidad de
dad francesa fraccionarse en función de los ingresos, los estatus, los alumnos, en no encerrarlos precozmente en onentacrones que
las relaciones de empleos, los barrios y las identidades culturales, cierran más puertas de las que abren. Talvez habría que imaginar,
cuando los ricos y los pobres parecen formar ,,guetosr,17 podemos incluso, que el bachillerato se convirtiera en un examen de fin de
considerar que el hecho de mantener iuntos, en la misma escuela, a estudios, dejando a la enseñanza superior la tarea de seleccionar a
todos los jóvenes hasta la edad de 16 años es un bien de integra- los estudiantes a partir de tres condiciones: sus posibilidades de
ción social en sí. ¿Quién es tan ingenuo para no ver que el término éxito, las oportunidades de empleo perceptibles, la obligación
del colegio único dará lugar a orientaciones y establecimientos aun de formar a todos los candidatos. De esta manera, el bachillerato
más homogéneos en el plano cultural que lo que son hoy en día? daría el derecho a hacer estudios superiores, pero podríarnos evi-
¿Quién es tan ingenuo para no ver tampoco que la apertura de una tar la formación de un doble sistema sumamente brutal, ya que
orientación específica en el sistema escolar implicará fatalmente una gran parte de las formaciones superiores seleccionan más o
que deba ser llenada de estudiantes, ya que está allí y que, de todas menos explícitamente de la manera que mejor les parece, mientras
maneras, siempre habrá (y en cualquier colegio) un tercio de alum- que otra parte recibe a todos los otros, sin ofrecerles posibilidades
serias de éxito, salidas o incluso de guía pedagógica sólida. Cuan-
to más explícito y dominado es un proceso de selección, menos
lT.H.Lagrarge, Demandes de sécurité, París, La République des Idées/Le Seuil, oportunidades tiene de ser injusto. La anomia Íara vez juega en
2003. far.or de los más débiles.

i
70 i LA ESCUELA D. LAS oPORTUI\¡IDADES

Por lo qu.e respecta a la justicia, sin duda sería conveniente que 4


ciistingamos con claridad el riempo de la cultura común y de la es-
colaridad obligatoria, y el tiempo de la competencia y la igualdad
de oporiunidades. Esta distinción es necesaria, sobre todo porque LA IGUALDAD INDiVIDUAL DE OPORTUNIDADES
después del colegio. la escuela afronta un problema que pesa, en
gran r,reciida, sobre los principios de justicia: el de la utilidad indi.-
rridual y colectiva de las formaciones.

El principio de ia cultura común debe atenuar los efectos desigua- Imaginernos que se logre la igualdad rneritocrática de oportu-
ladores de la competencia meritocrática, garantizando algo común a nidades, o casi, y que se recorlozca el mérito de todos. Imaginemos
todos los alumnos. Sin embargo, este principio va en contra de una también que hemos logr:ado limitar las consecuencias desiguales de
tendencia continua que fija la norma de la escuela obligatoria desde el una competencia escolar sin embargo justa, dando a los más débi-
inicio, es decir la excelencia reservada de hecho a algunos pocos. El les las garantías y ias protecciones a las que tienen derecho. En ese
imperativo de la cultura común es una elección de justicia fundamen- caso, habríarnos lcgrado neutralizar los efectos de las desigualda-
tal, pues preserva a los más débiles de una degradación de su situa- des sociales que se consideran injustas por sobre las desigualdades
ción. Más aún, hace del aumento de su nivel de formación general una escolares. Pero seguiría sin resolverse una cuestión: la de los efec-
prioridad de justicia, una exigencia de ciudadaníay, probablemente, tos de las desigualdades escolares en las desigualdades sociales, la
una ccndición de eficiencia colectiva. Esto exige que la escuela se com- de las desigualda-des que derivan de la jerarquía de los diplomas.l
prometa de manera «contractual», clara y explícita, sobre objetivos ¿Esas desigualdades sociales nuevas serían justas, aun si procedie-
conocidos por los alumnos y sus padres. En este aspecto, lo que fun- ran de desigualdades escolares consicieradas justas?
damenta el valor y la justicia de un sistema escolar es menos la gran- Una escuela en la que los vencedores seleccionados por su mé-
deza de los ideales educativos, que las obligaciones que impone. Im- rito obtuvieran todas las ventajas posibles (ingresos, prestigio, ga-
porta menos saber lo que los maestros enseñan, que saber lo que los rantías de carreras, poder), mientras que los vencidos fueran aban-
niños saben y saben hacer realmente. En la escuela, si se diera priori- dorrados a la pobreza y a la precariedad, sin duda no sería una
daci a Ia igualdad social cie oportunidades, se produciría, por cierto, escuela justa. Esa escuela sería, incluso, particularmente injusta, en
una mutación tan radical como lo fue la extensión de los derechos so- la medida en que la justicia de la selección legitimaría la suerte de
ciales, los cuales, al precio de numerosas luchas, dieron cierta nreali- ios más débiles y <ie los dominados, tal como afirmaban Pierre
dad, a los derechos políticos. Bourdieu y Jean-Claude Passeron.2 Dentro del sisterna escolar mis-
mo, una escuela en la que los rne¡'ores alumnos obtuvieran todos
los honores y los otros todo el desprecio, no sería justa; ya no apro-
bamos el recurso a ias orejas de burro, los castigos corporales y las
diversas maneras cie hurnillar a los vencidos"

1. Véase C. IJaudelct, F. l,eclerc et al., Les Effets de l'éducation, informe, Piret


capítulo 2,2004. De manera general, Ios grupos más educados son más liberales (en
el sentido anglosajón de[ término) en el ámbito ctiltr.ual y político, pero también creen
I
con maycr fterza en la legitimidad de las desigualdades derivadas de la educació¡r.
2. P. Bourdieu, J.-C. Passeron, La Reproduction. Les fonctions du systime d'en-
seignem*i, París, Minuit, 7970.ll,a reproducción: elementos para ilfla teoría del sis-
tema de enseñdnzdl Madrid, Editorial Popuiar, 2001.1
72 / LA ESCUELA DE LAS OPORTUNIDADES LA IGUALDAD INDIVIDI]AL DE OPORTUNIDADES i 73

Más allá de los conocirnientos, las competencias y su utilidad escolares de la influencia de las desigualdades de la esfera econó-
social, la escuela produce un bien educativc particular que es [a mica y social. Pero la cuestión puede invertirse: ¿es justo que las
formación de individuos como sujetos capaces de dorninar su vida, desigualdades escolares provoquen desigualdades económicas y
construir sus capacidades subjetivas de confianza en sí misnros y cn sociales demasiado grandes?a La reflexión sobre una escuela justa
los demás. Este aprendizaje deriva menos de los saberes adquiri<ios no puede ignorar esta cuestión, la cual nos obliga a interrogarnos
que de su modo de transmisión y del estilo educativo elegido por la sobre un bien escolar particular: la utilidad de los diplomas y las
escuela. Una escuela justa no sólo debe ser úrtil parala integración formaciones, utilidad concebida como la cantidad de bienes que
social de los alumnos, sino que debe formar a los sujetos de una so- permitirá adquirir en términos de estatus, ingresos, protección,
ciedad democrática y solidaria-. En este selltido debe comprenderse prestigio... Toda la díficultad procede del hecho de que esa utilidad
la igualdad individual de oportunidades. no depende solamente de la escuela, sino también del estado del
mercado de trabajo ¡ más precisamente, de las relaciones entre la
estructura de los empleos y la de las formaciones. Sin embargo, el
Los efectos sociates de las desiguatdades escolares sistema educativo cumple un papel en esta relación; aunque no la
domine, lejos está de ello, el problerna también le pertenece' Por
¿Son justos los efectos sociales de las desigualdades escolares? ejemplo, el hecho de que la escuela no sea la causa del desempleo
Para quienes creen en la perfección del mérito, la respuesta no no nos dispensa de preguntarnos por el papel que ésta tiene en la
plantea duda alguna: las desigt¡aldades !ustas producidas por Ia es- distribución de los individuos en el mercado de trabajo.
cuela tienen consecuencias sociales justas, como afirrnan con ma- De manera general, la educación escolar ofrece una fuerte utili-
yor o meno r fuerza los heredercs del sansimonismo, los defensores dad individual. Aunque esa utilidad privada varía en función de los
del elitismo republicano ¡ generalmente,los que lran obtenido más los sexos
diplomas, aquéllos siempre dispuestos a creer en la legitimidad de
P
las desigualdades de las que se han beneiiciado. Sin embargo, esa
Y os "deian
b e de sala-
creencia se debilita cuando, segúrn Michael V/alzer, se razona en rio suplementario del orden de 8 a 10 puntos.s De modo que se plan-
términos de uesferas de justicia".3 Si cada esfera de actividad (la tea un problema de justicia cuando pueden aparecer desigualdades
econornía, la cultura, la educación, la política) produce desigualda- demasiado grandes entre esas utilidades. Sabemos, por ejemplo, que
des más o menos justas, el hecho de que las desigualdades surgidas algunos estudios, a menudo selectivos en el plano social y en el pla-
de una esfera provoquen automáticamente desigualdades en los no escolar, ofrecen una utilidad individual sumamente importante y
otros ámbitos puede considerarse como una injusticia en sí y como constituyen una suerte de casta en la selección de élites cerradas a lo
un modo de dominación. Sin una separación relativa de las esferas largo de la carreraprofesional de los individuos. El medio punto que
de ¡usticia, los más ricos son tarnbién los más cultivados, los rnás permite ingresar o no en la formación prestigiosa tendrá consecuen-
poderosos, ios mejor educados, mientras que los menos favoreci- cias en la catera de los individuos que no pueden compararse con
dos están privados de todos los recursos y a mertudo incluso de sus las diferencias de deserrrpeños observadas en el momento del concur-
capacidades de acción. De modc que, en [a medida de lo posible,
debe apuntarse a una separacjón de las esferas de justicia.
Esto es, por [o demás, lo que afirrna el ptincipio de la igualdad 4. Esto es lo que sostiene lacúttce popular contra [as castas escolares que mono-
de oportunidades, al querer preservar la esfera de las desigualdades polizan los puestos, a veces las rentas, y se resguardan de toda competencia en una es-
fera econórnica y política donde se produce una transmutación del capital escolar en
capital social.
5. C. Baudelot, F. Leclerc et al., Les Efiets de l'éducation, op. cit-, cap. -5; M.
3. M.'§lalzer, Sphéres de justice, París, Le 5eutl,l997. fLas esferas de la justicia: Gurgand, Éducation et ct.oissance économiqwe,nota para la Cornisión del Debate Na-
una defensa del plurelismo y la igualdad, México, Fondo de (lultura Económíca,2007.1
cionai sobre el F'-rturo de la Escuela, 2004,19 páginas.
74 / LA ESCUELA DE LAS OPORTUNIDADES LA IGUALDAD INDIVIDUAL DE OPORTUNIDADES / 75

so. Algunos formarán parte de laélite pase lo que pase, y los otros res, a los que aspiran los nuevos estudiantes de liceo provenientes
no. En ese caso, la calificación escolar tiene un efecto acelerador de de medios poco favorecidos; la mayoría de ellos fracasa, mientras
las desigualdades. Sin pensar siquiera en las grandes escuelas que que los otros obtienen diplomas de escaso yalor en el mercado de
han adquirido una suerte de monopolio en algunos ámbitos de acti- trabajo.s Esos alumnos y esos estudiantes han opagado» sus estu-
vidad, a veces sin verdadera justificación técnica, sucede que las ca- dios sin ser asalariados o viviendo mal de trabajos modestos, han
lificaciones escolares tienen un efecto de cierre que limita toda movi- desistido de formaciones más útiles y más cortas, a menudo se han
lidad en el curso mismo de la vida profesional de los individuos. alejado socialmente de su medio, sin llegar a aculturarse al mundo
Un interesante estudio que compara las estructuras escolares y universitario. Con demasiada frecuencia, la enseñanza profesional
profesionales de Francia y de Alemania muestra, por ejemplo, que propone formaciones obsoletas por la sola razón de que existen y
los diplomas tienen, en Francia, un papel mucho más importante no parece posible cerrarlas o reemplazarlas. En todos estos casos,
en la carrera profesional de los individuos.6 En Alemania, la elec- los recorridos han funcionado como trampas, y ninguna reflexión
ción de valorizar la formación obrera y técnica básica hace que, en sobre la ¡usticia escolar puede evitar comprender este bien muy
el transcurso mismo de su vida profesional, numerosos obreros lle- particular que es la utilidad privada de los estudios. Más aún, de-
guen a ser técnicos e ingenieros. En Francia los obreros se forman, bemos preguntarnos si es justo que los diplomas determinen tan
sobre todo, en orientaciones a las que llegan los estudiantes que estrechamente el ingreso en la vida activa, transformando la ausen-
han fracasado, mientras que los ingenieros, por el contrario, son cia de calificación escolar en una verdadera discapacidad. El fraca-
diplomados en escuelas a las que es difícil ingresar. Así resulta que so escolar es el preludio de una exclusión social. Numerosos alum-
los obreros franceses no pueden llegar a ser técnicos o ingenieros ¡ nos y estudiantes anticipan la escasa utilidad de su formación,
sobre todo, que la diferencia de calificación escolar entre los inge- eligiendo no estudiar mucho para diplomas que, según ellos, no los
nieros y los obreros geneta diferencias de salario mucho más fuer- llevarán a ninguna parte. El riesgo que se corre es que la escuela se-
tes que en Alemania. Dicho de otro modo, la estructura del sistema leccione una aristocracia en su pllnto más alto y un subproletaria-
escolar y las desigualdades que genera tienen consecuencias para do en su punto más bajo, sin tener en cuenta siquiera las decepcio-
nada despreciables en las propias desigualdades sociales y en la nes y la amargura de los estudiantes que se lanzan a una carrera sin
movilidad de los individuos en el transcurso de su vida profesional. salida. Como subrayaba el plan Langevin-'Wallon, es nuestra res-
La creencia francesa en la justicia y la eficacia del sistema de for- ponsabilidad colectiva establecer un lazo sólido entre la estructura
mación parece tener, paradójicamente, un efecto social de desigual- de las formaciones y la de los empleos. Esto no significa someter a
dad; el éxito y el fracaso escolares son recompensados y sanciona- los jóvenes a los dictados del empresariado, ya que, en todos los
dos de manera más fuerte en Francia que en Alemania.T casos, el desajuste es pagado por la parte más débil y peor orienta-
El problema de justicia vinculado con la utilidad privada de los da de los jóvenes.
estudios se plantea a contrario por las formaciones cuya utilidad Generalmente, se explican las diferencias de ingresos vincula-
individual es tan baja, lo que funciona como una verdadera tram- das a la duración y a la calidad de las formaciones en términos de
pa. Es este el caso de los estudios generales, secundarios y superio- capital humano. Los salarios premiarían las competencias adquiri-
das por los individuos 1,, de esa manera, las utilidades privadas de
los diplomas estarían correlacionadas con la utilidad colectiva del
capital humano producido por la formación. La educación sería
6. M. Maurice, F. Sellier, J.-J. Sylvestre, Politiques d'éducation et organisation in-
un factor de desarrollo, y las desigualdades de ingresos se justifica-
dustrielle en Frdnce et en Allemagne, París, PUF, 1982.
7.Por otra parte, en A[emania, [a selección precoz de los alumnos tiene efectos de
desigualdad manifiestos. No se trata, e[tonces, de comparar un sistemanbueno» con
uno nmalo,r, sino de examinar mejor nuestro sistema educativo, cornparándolo con el 8. S. Beaud, 80% de bacheli¿rs et dpr¿s? Les enfants de la démocratisation. sc.o-
de otros países. laire,París, La Découverte,200);F. Dubet, Les l."rcéens,op. cit
I
76 / LA ESCUELA DE LAS OP0RIUNIDADES LA IGUALDAD INDIVIDUAL DE OPORTUNIDADES / 77

rían por la diferencia de capital humano producido por las forma- las desigualdades escolares, aun sosteniendo la hipótesis de que
ciones. Sin embargo, esta hipótesis es interpretada como una justi- puedan constituirse desigualdades escolares justas. Es necesario
ficación a posteriorl por quienes piensan que la calificación esco- comprender bien este problema, tarea que a menudo es obstaculj-
lar es menos un capital humano que un fibro, un indicador general zada por un mundo escolar qlre cree que las desigualdades escola-
de conformidad social que dispensa a los empleadores de medir el res siempre son más justas que las desigualdades sociales. Pero,
capital humano real de los individuos, sus competencias efectivas.e aunque así sea, ese efecto de justicia sobre el conjunto de las esfe-
Al seleccionar a los individuos en función de su nivel de forma- ras sociales no es automático y, de la misma manera en que una es-
ción, los empleadores se preocupaúan menos por sus competen- cuela justa debe controlar las desigualdades vinculadas alos in-
cias específicas que por sus actitudes generales, las que les han per- puts, debe interrogarse también sobre las desigualdades generadas
mitido sobrevivir durante largo tiempo en el sistema de formación. por los outputs, para que las desigualdades de la esfera escolar,
Así, se comprueba que rara vez el empleo ocupado moviliza real- aunque sean justas, no generen efectos injustos en las esferas no es-
mente los conocimientos y las competencias adquiridos en la es- colares. No debe perderse de vista que una de las consecuencias del
cuela. En cuanto a la calificación escolar de nivel superior, no pue- modelo de la igualdad de oportunidades es legitimar las desigual-
de considerarse automáticamente como un f.actor de desarrollo dades sociales que de ella derivan fuera del terreno de la competen-
económico si la economía no sigue o excede en gran medida sus cia escolar misma.
capacidades de absorción. Esta calificación masiva puede ser, in- En general, suele sospecharse que este tipo de razonamiento
cluso, un factor de descalificación. Como el valor de los diplomas está guiado por una lógica ultraliberal de sumisión de la formación
está vinculado con las relaciones entre el sistema escolar y el siste- al empleo. Es un contrasentido: por el contrario, la indiferencia an-
ma económico, no existe una correlación necesaria entre la utili- te este problema, aún disimulada bajo las virtudes de la gratuidad
dad privada y la utilidad colectiva de los estudios ¡ cuando domi- escolar, llbra a una parte creciente de jóvenes a la brutalidad del
na la utilidad privada, las funciones de filtro de las calificaciones mercado de trabajo, siendo los más favorecidos los que multiplican
escolares resultan más importantes que sus funciones de capital las estrategias y los recursos que permiten optimizar la rentabili-
humano. Así pues, la escuela es menos útil por lo que se aprende dad de sus estudios. Con demasiada frecuencia, nos limitamos a
en ella, que por su simple función de selección, sean cuales sean los afirmar que los estudios son globalmente útiles y que preservan del
criterios de esa selección. Se preferirá contar con cajeras que ten- desempleo; esto es cierto, pero no podemos conformarnos con una
gan un nivel de nbachillerato +2,, (es decir, el diploma de bachi- afirmación tan global, justamente porque es demasiado global y
llerato más dos años de formación), que cajeras que no sean ba- porque ignora todo acerca de la diferencia de utilidad entre las di-
chilleres, mientras que los diplomas escolares no dan ninguna ferentes formaciones. De modo que debemos ser sensibles a la ren-
indicación sobre las competencias reales de los individuos para ese tabilidad individual de los recorridos escolares, y el pedido de do-
tipo de actividad. En ese caso, la escuela funciona simplemente co- minio de las orientaciones debe dejar de ser un voto piadoso. La
mo un filtro que dispensa a los empleadores de seleccionar en fun- preocupación por la utilidad de las formaciones no es una conce-
ción de las competencias de los individuos y de las exigencias de sión a un tiempo utilitarista y liberal; participa plenamente de la
los puestos. La injusticia escolar duplica la del capitalismo. formación de una escuela justa que se esfuerza por garuntizar
Todos estos hechos y estas observaciones nos invitan a consi- Ia igualdad indiuidual de oportwnidades.
derar como no necesariamente justas las consecuencias sociales de

9. S. Bowles, H. Gintis, Schooling in Capitalist America: Educational Reform ; Formar individuos y sujetos
0
and the Contradiction of Econornic Llfe, Nueva York, Basic Book, 1976; S. Bowles,
H. Gintis, M. Osborne, "The Determinants of Learning: A Behavioral Approach,, A pesar de todos los esfuerzos que podríamos emprender para
J ournal of E conomic Liter
atur e, 39 (41, 200 1, pp. 1137 -L77 6.
l
construir las condiciones de la igualdad de oportunidades, para es-
l

l
78 / LA ESCUELA Di LAS CPORTL]NIDADES LA TGUALDAD tNDTvtDUAL DE opoRTUNtDADES / 79

talrlecer una verdadera cuitura común y hacer todo lo posible a fin iPara los alumnos, el problema de [a escuela justa también se
cle que los individuos obtengan alguna utilidad de su formación, la plantea en términos de esferas de jirsticia dentro de la escuela. To-
igualdad cle oporiunidades es un principio competitivo que distin- da una serie de juicios escolares se relaciona con la esfera de los de-
gue entie vencedores y vencidos.l0 La ucrueldad" de la igualdad de sempeños de loí alumnos v Ce sus resultados. Éstos son fundamen-
oportunidades que "obliga, a los individuos a considerarse como tales. Pero, dicen los alumnos, la injusticia escolar aparece cuando
iguales, libres y, por ende, corno responsables de sus éxitos y de sus lcls juicios,v las jerarquías surgidos de esa esfera contaminan otros
fracasos, ),a ha sido evocada. Los vencedores saben 1o que deben a ámbitos, notoriamente sobre la esfera de ia consideracién debida a
sus ¡léritos, los vencidos flo tienen consuelo, sobre todo porque los individuos cuya dignidad igual es afirmada por el modelo de la
han sido o esgán convencidos de que la cornpetencia es justa. Mien- igualdad de oportuniilacies. La figura de [a injusticia escolar que
tras que err el mundo deportivo existe toda una se¡ie de códigos y Ios alumnos sienten más rnarcadamente es la que resulta del desli-
prácticas destinados a proteger a los vencidos de [a hurnillación zamiento de los juicios sobre los rendimientos a los juicios sobre
(aoretón de manos, hornenaje por parte del vencedor, certidumbre las personas.ll oComo tu trabajo es malo, tú también eres malo.,
de que la prueba volvetá a hacerse, papel del azat y de la forma No es necesario que el alumno reciba una formulación de este tipo
momentánea, etc.), en la escuela, el vencido se enfrenta a su propia para que comprenda oue es este uno de los motivos del sentimien-
,,incapacidad"" Interiorizada, la discapacidad se convierte en un to de desprecio y de humiliación que marca tan profundamente la
estigr-.ra, y el alumno puede aceptar su suerte, así como el juicio que experiencia escolar de muchos de ellos. No ignoran en absoluto
1o invalida; puede también no jugar más el juego 1, abandonar el la jerarquía a veces infarnante de los cursos, las orientaciones, los
sisterra, o incluso puede protestar agrediendo a los jueces. De mo- establecirnienios y las calificacit-¡nes. Los alumnos no rechazan las
cio qure una escuela jr:sta no puede lirnitarse a construir una com- notas y las cali{icaciones. Por e[ contrario, creen tanto o incluso
pe[*rrcia equitativa; también ciebe tratar a los vencidos de manera más en ellas que los maestros, pero rcchazart que los juicios sobre
justai, para que no se debatan entre el repliegue, la agresión y el los desempeños se transformen en juicios sobre las personas, por-
odio de sí. La violencia escolar no es sólo el producto de la crisis que el vencido no es solamente vencido: es invalidado, negado,
social y d,e la delincuencia de los alumnos; cuando es antiescolar, despreciado, más allá de las actitudes personales de los docentes.
también es una respuesta a la violencia muy particular que sufren Del mismo modo, los ¡uicios sobre los desernpeños no pueden
Ios alumnos lievados a perder toda su autcestima" Devuelven esa transformarse en juicios sobre la disciplina escolar: oHablas en cla-
violencia corno estigrna contra quienes los estigmatizan. Todos es- se, entonces tienes un cero en maternáticas"" Si los alumnos admi-
taremos de acuerdo en lo siguiente: una escuela que no humilla a ten con facilidad que la relación pedagógica no es rina relación en-
los vencidos de la competencia es más justa que una escuela que no tre iguales y que no podría serlo, pueden denunciar la injusticia de
str preccupa por ellos, creyendo que el fracaso de los vencidos es en situaciones en las que la autoriclad del maesro se convierte en una
sí rnismo justo. Esto nos invita ¿r considerar que la propia natura- suerte de abuso de pcder en ámbitos en que los adultos y los jóve-
leza áel mocielo eclucativo participa de la formación de una justicia nes son rnás iguaies que desiguales: los alumnos deben ser puntua
escolar, a rnisrno rítulo que Ia cultura común y la utilidad mencio- les. los adulr:cls no de manera tan estricta; no se puede uresponder"
nadas más arriba. La escuela justa también debe ofrecer bienes
educativos que no se relacionen con el rendimiento selectivo, la uti-
lidari. sino con el reconocimiento y ia dignidad debidos a cada in-
11. A. Barrdre, Les Í )'céens au trauail, París, PUF, L997;Y. Callló, Le Sentiment
dividuo confiado a la escuela.
d'injustice á l'école, Tesis, Unitersidad de Bordeaux2,2001; Il Duber, "IJégalité et le
mérite dans l'école clé¡¡ocraticlue de masse», Année sociologique,2,50,2000, pp.
o o
-183-408; P. Merle, nljhurnillation des éléves dans l'iastitution scolaire: contribution á

1ü- Para saiir de esta siruación, sin ducla habría que iniciar la formación de una une sociologie des relations rn¿itre-éléve", R.euue frangaise de pédagogie, t" 739,
socreC..rrl Ce ig,-rales pura, proble'.ra que no abordaremos en el marco de este libro. 2002, pp.31-51.
8O / LA ESCUELA DE LAS OPORTUNIDADES LA IGUALDAD INDIVIDUAL DE OPORTUNIDADES / 81

a[ maestro, quien, por su parte, tiene el monopolio de las bromas a los alumnos de su rigor y esforzándose por darles una imagen po-
humillantes; la repetición del curso suele ser tanto un castigo como sitiva de sí mismos, ya que un sujeto no puede existir si no posee al-
una medida de ayuda pedagógica, etcétera. gunos recursos. El individualismo positivo no sólo exige recursos
No podemos considerar que todas estas pequeñeces de la vida sociales, sino también que el individuo se sienta capaz de actuar.
escolar sean insignificantes, pues, para ser justa, la escuela debe je- En este ámbito, como en lo que respecta a la cultura común, se
rarquizar los desempeños y mantener la igualdad de los individuos. comprueba que la afirmación de un modelo educativo escolar cen-
El ejercicio no es simple, pero podemos observar que los maestros 1o trado en los individuos no está en boga. Se la suele considerar como
logran más fácilmente que los profesores, pues les parece importan- una fantasía pedagógica de los años posteriores a1968; así piensan
te distinguir al niño del alumno, y preservar la igualdad de los niños Luc Ferry y numerosos intelectuales, quienes creen que la escuela se
frente a las desigualdades de los alumnos.l2 Algunos logran que ca- ha convertido en un campo de juego librado a los deseos de los alum-
da alumno pueda actuar en un ámbito de actividad donde puede bri- nos y a las fantasías de sus maestros. La crítica del njuvenilismo,,,
llar, para no dejarlo caer bajo el peso de su mediocridad escolar. De- r no sin fundamento por lo que respecta a la cultura de masas y los
bemos recordar que la educación escolar, lo quiera o no, no es sólo medios de comunicación, suena falsa cuando se trata de una escue-
una instrucción y una competencia, sino también una manera de ac- la en la que el 10"/o pedagógico reservado a las actividades organi-
tuar sobre los individuos, de formarlos, de darles una imagen de sí zadas de los estudiantes de liceo se han disuelto desde hace mucho
mismos. La educación escolar siempre tiene una dimensión ética. De tiempo, en la que las actividades culturales ofrecidas a los alumnos
modo que cada alumno debe ser reconocido como tal, debe ser tra- se deben a la generosidad militante de algunos docentes (tarea ad-
tado como un sujeto singular e igual a los demás, independientemen- mirable, puesto que nada los obliga a dar tanto de sí mismos),'3 en
te de sus desempeños y sus resultados. la que la organización de [a jornada escolar parece imposible. Ex-
Resulta muy evidente que esta opción de proteger a los indivi- traña imagen, también, cuando se conoce la suma de esfuerzos de-
duos remite a una filosofía educativa que supone tomar cierta dis- dicados a que los alumnos trabajen, a la preparación de exámenes,
tancia con respecto a la creencia en el mero principio de la igualdad al mantenimiento de la disciplina y al pequeño espacio dedicado a
meritocrática de oportunidades. En ese caso, el postulado de igual- la vida juvenil organizada en el espacio escolar mismo. Pero, por
dad entre los individuos no puede adoptar la forma abstracta de otra parte, tampoco nos engañemosr en general, los estudiantes de
competidores iguales, cuyo anonimato garantiza la equidad del tra- los colegios, los liceos y las universidades masivas no parecen pedir
to. La igualdad individual de oportunidades debe, por el contrario, esa responsabilización educativa; prefieren que la escuela los deje en
proteger a los individuos y armarlos subjetivamente, sean cuales paz.Y nadie que se preocupe por la formación de los futuros ciuda-
sean sus desempeños. Esto supone que la escuela se constituya co- danos puede sentirse satisfecho con esta situación.
mo un espacio educativo en el que cada uno puede dar lo mejor que Hoy en día, esa actividad propiamente educativa se considera,
tiene fuera de la competencia escolar, y que defina además los bie- desde el colegio, como un «trabajo sucio" que debe confiarse a los
nes cívicos y morales que los alumnos y los estudiantes deben expe- educadores, a los empleados jóvenes, los instructores, los especia-
rimentar y aprender: solidaridad, capacidad de expresión, de orga- listas de la adolescencia. A veces) el peso real, pero más aún el me-
nízaciín colectiva, posibilidad de movilizarse y de proyectarse, diático, de la violencia y de las incivilidades escolares invita a ha-
entre otros. A medida que la escuela pone en práctica la igualdad cer del manteniniento del orden el alfa y el omega del proyecto
meritocrática de oportunidades, debe poder construir un modelo educativo.la En realidad, se termina por considerar que la escuela
educativo capaz de resistir a la "violencia, del mérito, protegiendo
13 Lo que acrecienta la admiración que les debemos.
o
14. Recordemos que los candidatos en la elección presidencial de 2002 nunca
12 F. Dubet, Le Déclin de I'institution, París, Le Seuil, 2002. [Versión castellana hablaron de educación y que la cuestión de [a seguridad fue considerada como un Pro-
de próxima publicación én Editoria[ Gedisa.] grama en ese ámbito.
82 I LA. ESCUELA DE I.AS OPORTUNIDAO,¿S LA IGUALDAD INDIVIDUAL DE OPORTUNIDADES / 83

es un espacio de instrucción y de didáctica regulado normalmente mecanismo vertical y trascendente en el que el sujeto era revelado a
por los intereses bien comprenciidcs de los aiumnos y sus familias, sí mismo por su confrontación a valores universales que fundaban
y por un buen sistema de encuadre, cuando e[ bor,dadoso comercio su autonomía y su capacidad crítica.15 De la obediencia nacía la li-
de los intereses escclares no alcanza. Pero ei restablecirnientc de ia bertad. Ese momento se aleja. La ciudadanía es menos un asunto de
autoridad en la escuela no puede identificarse con el rnero manfe- moral que de experiencia democrática. La legitimidad de la escuela
nirniento dei orden, pues la autoridad debe parecer justa y legítima deriva menos de los valores sagrados que la coronan que de la jus-
a quienes Ia soportan, si se desea que ia escuela produzca un bien ticia que produce. La formación ética de ios individuos es más im-
educativo, un bien nmoral" habrían dicho Kant, I)ur:kheirn, De- portante que la moral de la obediencia. El hecho de querer formar
wey y muchos otros, poco sospechosos Je "peciagogismo". Pero Ia sujetos capaces de conducir su propia vida en una sociedad donde
confrontación a las ncrrrnas universales de ia cultura y ei saber no la construcción de sí suele dominar el destino no significa ceder a las
alcanza para imponer una autoridad unaturalrr, cuando se trata de ilusiones del niño rey y del ujuvenilismo". Los derechos de los alum-
educar actores que se perciben, aute todo, como individuos que de- nos y de los niños no coniievan su tiranía, ya que suponen también
ben forjar su propia experiencia. De modo que Ia activiciad y la entrar en un mundo comírn ya existente.l6 No la con[evan, sobre
subjetividad de los alumnos deben estar «en e[ centro dei sistemar. todo, porque la escuela debe seguir siendo un santuario para que la
No porque el alumno es rey, sino porque debe convertirse en suje- debilidad de los niños se beneficie de la solicitud de los adultos que
to más aliá de sus desempeños en Lrna competencia inagotable. los protegen de los desórdenes y de la violencia del mundo, incluida
No tomamos el camino de esta evoiución pedagógica cptando la violencia de las elecciones y los juicios escolares.lT
por una división continua dei trabajo educativo. A los docentes, Aunque suene anticuado, debe decirse que la escuela justa supo-
ios saberes; a los preceptores v los policías, la disciplina; a los tra- ne que comunidades de adultos tolnen a su cafgo a niños y adoles-
bajadores sociales, los psicólogos y l¿r enfermeras, las dificultades centes para ayudarlos a crecer. Esto irnplica que el oficio de docente
sociales y existenciales de los alumnos; a los administrativos, la no consista en la rnera transmisión de conoci.mientos nesc«llaresr;
gestión. Pcdemos preguntarnos de qué manera esta )/uxtaposición implica también aprender a medir un bien educativo propiamente cí-
de profesiones y de especialistas puede considerarse un proyecto y vico 1, cultural, que la escuela no humille a nadie y permita que to-
un progr:ama educativo, y si se trara de algo más que de distribuir dos tengan un valor. El mundo es bastante brutal para que la escue-
saberes, organizar la competencia y mantener el orden. Pero, des- la parezca tolerante a los alumnos. ¿De qué sirve denunciar el reino
pués de todo, este modeio no sería, a decir verdad, más que la pro- del egoísmo, del narcisismo y del utilitarismo, como gustan hacer en
longación de evoluciones sociales mucho más pesadas. Lo únictr la escuela, si al mismo tiempo se niega la posibilidad de oponerle una
que me sorprende es que ese modelo suele ser defendido con vehe- alternativa educativa? Esta aspiración participa de la formación de
mencia por los que piensan luchar contra la omercantilización, de una escuela justa en la misma medida en que el mérito, y su puesta
la educación, mientras qLre se trata probablemente de una de sus en práctica, no es, por cierto, ilusoria.
manifestaciones-
EI principio de la igualdad individual de oportunidades invita a
plantear la cuestión d-e una educación democrática, es decir una Sin duda, nos parecerá totalmente injusto que una grar mayo-
educación que permita a cada uno ser un sujeto independientemen- ría de los hijos de obreros estén destinados a ser obreros. Pero tam-
te de su mérito y de las utilidades vincula.Jas con los diplomas. Du-
rante rnur:ho tiempo, esa educación fue considerada como un pro-
grama institucional dentro del cual los alumnos debían adherirse a
1-5. F.Dubet, Le Déclin de I'institution, op. cit.
los valores universales de Ia iglesia, luego de la república, compar- 0
16. A. Renaut, Lt [,ibération des enfants. París, Bayard/CaLnann-Lév¡ 2002.
tiendo la vccación de los maes'|ros y piegándose ante la disciplina 17. S. ivlesur:e, nl-lenfant ent¡e droit et solliciruder, Comprendre, n" 2, París,
racional del santuario escolar- La educación era percibida como un Pt[F,2001.
84 / LA ESCUELA DE IAS OPoRTUNIDADES

bién es injusto que aquellos que se convertirán en obreros salgan CONCLUSION


de la escuela común sin haber aprendido nada sólido ni útil, ha-
biendo obtenido diplomas que no valen gran cosa y, sobre todo,
habiendo aceptado paulatinamente la certidumbre de su propia in-
dignidad.ls En ese caso, la injusticia social está acompañada por
una injusticia escolar cuya única función es, probablemente, legiti-
mar las desigualdades surgidas de la igualdad de oportunidades.
Por esta razón,la reflexión sobre la justicia de la escuela no puede
desinteresarse de los efectos sociales y los efectos subjetivos de la
educación. Aunque sea justa, la escuela de la igualdad de oportuni- El proyecto de construir una escuela justa, o en todo caso lo
dades no será totalmente irresponsable de las consecuencias de su menos injusta posible, conduce a articular y a combinar varios
acción. principios de justicia. En la medida en que nuestra escuela se ha ca-
El principio de la igualdad meritocrática de oportunidades no racterizado por una segregación social y escolar desde el ingreso
supone a priori ninguna elección relativa a los contenidos de la cul- del sistema, la igualdad meritocrática de oportunidades ha podido
tura escolar, sino al mantenimiento de una distancia entre la cultu- constituirse como el horizonte de la justicia escolar. Pero cuando
ra escolar y las diversas culturas sociales. Tampoco dice nada acer- prácticamente se logra la igualdad de acceso, nos damos cuenta de
ca de Ia utilidad relativa de las calificaciones escolares, ni del estilo que esto no alcanza. Por supuesto, la tarea no ha terminado y aún
educativo que actúa tanto sobre la personalidad de los alumnos co- quedan por hacer numerosos esfuerzos en lo que respecta ala ofer-
mo sobre sus desempeños. En el fondo, [a igualdad de oportunida- ta escolar, la movilización y la movilidad de los actores. Pero sería
des es relativamente independiente de la definición de todo un con- un error que todos los esfuerzos tendieran hacia esa figura de jus-
junto de concepciones del bien, de lo que es deseable en términos ticia, no sólo porque el horizonte se aleja a medida que nos aceÍca-
de conocimientos y de estilos educativos. Si se admite que el prin- mos a é1, sino también porque, paulatinamente, se descubren nue-
cipio meritocrático no puede definir, por sí solo, una escuela justa, vas figuras de injusticia que derivan de la propia igualdad de
entonces se debe elegir en lo relativo a los bienes escolares. Por un oportunidades.
lado, esos bienes son utilitarios y sociales, y se deben seguir de cer- Por ello, deben afirmarse tres grandes principios, además de la
ca los efectos de los diplomas en la vida social para que la compe- mera igualdad de oportunidades. El primero apunta a definir una
tencia escolar no desarme a los vencidos. Y por otro lado, la escue- norma de proteccióny a gafarrtizar ttna cultura común, la que to-
la debe educar, formar sujetos capaces de conducir su vida y do ciudadano debe poseer, sea cual sea la suerte que la competen-
aceptar a los otros, independientemente de su destino escolar. Es- cíaylaigualdad de oportunidades le reservarán en el transcurso de
tas dos tareas son contradictorias. Sin embargo, habrá que reali- los estudios posteriores a la escolaridad obligatoria. Así, las desi-
zarlas juntas. Hannah Arendt afirmaba que la escuela debe gualdades escolares, incluso las justas, se efectuarán en menor me-
"resis-
tir,> a Ia cultura de masas y a la obsesión del presente.le Esto es dida a expensas de los alumnos más débiles. El segundo principio
indiscutible, pero sin duda también debe resistir ala faerza de su se relaciona con los efectos sociales de las desigualdades escolares.
propia creencia en el mérito y en la grandeza de su aislamiento. Estos son efectos que debemos dominar sin ignorar que las desi-
gualdades, por más justas que sean, pueden tener consecuencias
sociales injustas cuando las calificaciones cierran más puertas de
las que abren. Por ejemplo, cuando el capital social proporcionado
18. Por [o demás, Ios profesores de [os liceos profesionales dicen que dedican una
gran parte de su trabajo a ayudar a los alumnos a reconstruir una imagen aceptable
por los estudios cede ante una función de filtro y de simple legiti-
de sí mismos. mación de las desigualdades fundadas en el saber y el conocimien-
19. H. Arendt, La Crise de la cuhure, París, Gallimald, 1972. to. Por último, el tercer principio hace referencia al hecho de que,
86 ./ LA TSCUELA Dt LAS OPTJRII]NIDAD¿S coNCLUSóN / 87

si admitimos que existe una crueldad intrínseca de la competencia socialización de todos como el reconocirniento de la singularidad
nieritocrátiea, la educacióa debe abocarse a reconocer y a formar a de cad,r uno. En resllmen, ei desorden impera en e[ templo escolar
ios iudividr-ros, independientemente de sus desempeños y de sus y todo un imagirrario nostálgico resiste a las mutaciones qrre, e¡
rnéritos. gran rnedida, la propia escuela ha producido. Por ello, los proble-
f a combinirción de estos principios, a veces antagónicos, en mas escolares no pueden comprenclerse de manera relati-¿amente
torno cie la igualdad de «rportunidades exige cierto número de deci- pragmática; todos los cambios parecen perturbar un edificio irsti-
siones y de arbitrajes que dependen directamente de la responsabi- tucional cuya idealizació¡r conduce a elegir la pureza de los princi-
lidad política" ¿Cuái es la cuitura cornún que determina el proyec- pios coirtra la obstinación de los hechos. Bajo la sombra de esa es-
to de la cscueia obligatoria? ¿A partir de qué momento la igualdad tatua del comendador, reducir ia ambición de los prograrnas es un
de oportunidades se convierte eD flor-rná única? ¿Qué proyécto edu- renunciamiento cultural, dar lugar a los alumnos es Lrna abdicación
cativo debemos adoptar, si no queremos que la escuela se parezca a demagógica, preocuparse por el valor y la utilidad de los diplomas
un mercado o a una competencia deportiva? Y más allá de estas de- es una sumisión al capitalismo globalizado. Por ello, la igualdad de
cisiories, ¿qué conducción del sistema y qué medios deben movili- oportunidades pura, sirnple, y a menudo formal, predi aparecer
zerse para tender hacia la realización de esa escuela? como la llave de bó'¡eda de un edificir-¡ sirnbólico, y no puede tocar-
Llc,gado el uromento cle concluir; no puedo ignorar que pro- se sin que el tempio se derrurnbe" En este orden de ideas, es inacep-
puestas tan poco radicales y utópicas pueden encontrar oposicio- table preocuparse por las consecuencias de las desigualdades esco-
rles rnuy fuertes. ¿For qué parece difícil reformar nuestro sistema lares, ya que la institución no puede producir sino desigualdades
escolar, fijar nue.ras reglas y nuer/os principios, cuando todos esta- justas y el efecto de esas desiguaklades en la vida social no puede
ríamos de acnerdo con estos principios? ser, en principio, sino beneficioso. Sugerir que la influencia de la es-
Hi niundo escolar resiste a la poiiarquía de los principios de cuela sobre la vida social es demasiado graude es un ataque contra
justicia porque la escuela republicana francesa sufre la decadencia la nación, la razón,la cultura y la igualdacl, puesto que la escuela es
de ia instit¡:ción que supo ser, una institución que se identificaba buena y justa en sí.
con la nación, laraz6n y el progreso. Para esa escuela, la igualdad No se necesita ser un adepto a las sociologías de la sospecha,
cle oportunicia-des, cl aprendizaje de una cultura nacional y el pro- ni buscar mucho más allá del universo dc los símbolos y los vaio-
económico y socia,l parecían ir de la mano. Parecía no existir res, para ver que una de las dificultades para plantear la cuestión
-Ereso
contradicción entre el universalisrno de la raz6n y la cultura nacio- de la justicia escolar enla plaza pública reside en que el sistema es-
nal, el mérito cle nnc's pocos del elitismo republicano, la formación colar cristalíza rn conjunto de intereses sociales tan sólidos como
de élites capaces de garantizar elcrecimiento y la justicia social. El discretos. Vivimos en una sociedad donde lo esencial de las pcsi-
santuario escoiar parecía homcgéneo, sobre todo porque estaba ciones y los estatus se transmite por medio del éxito escolar de los
proteg;do, gracias a una ,.elección precoz, de los desórdenes y de niños. Todos sabemos, por experiencia propia, que cualquier cam-
Ias pasiones Cc la vid:r social. bio de las reglas de juego perturbaría los mecanismos de esa trans-
llero una escuela dc nrasas no puede ser ulr santuario de esa ín- misión. El espacio escolar es un terrerro de luchas sumamente fero-
doic. Los dipiomas son necesarios para todos. Sabemos que los ces en el que los grupc.s que mi'jor se desenvuelven están poco
alurnnos son también niños y trdcilescentes, ya no tenemos la ilu- dispuestos a correr ei riesgo de cambiar las reglas. Los vencedores
sión cie uta armonía pi'eesiablecida entre las formaciones escolares de [a ccmpetencia del mérito no desean cambiar los contenidos, ni
Ias reglas, ni los modelos pedagógicos r:on ios que se han beneficia-
,v las necesidades de ia vici.a ccorrómica ;r social.t Deseamos tanto ia
do y con los que, esperafl, se beneficiarán sus hijos. Y como en es-
te ámbito es fácil generalizar, dar un aicance universal a los intere-
1. Esra ilusión ha dorninado el pian Lacgcvir'§Tallon y rcdos los años de creci-
ses particulares, se recurre con facilidad al argurnento de ias
miento que ic siguierou. virtudes de [a nexcelencia para todos, o de los rigores de la carta
CONCLUSION / 89 I

88 / LA ESCUEI-A DE LAS OPORTUNIDADES I

la
mitándonos a acusar los defectos de la sociedad. Por supuesto,
I

obte- deber de
.r.r.l, no es una isla desierta, pero ello no nos exime del como
I

escolar, ya que permiten triunfar en la competencia escolar.y


término de las pruebas por construir la meior escuela posiEle , sabiendo que el mundo es
;;-ñ íryor.r beneficios sociales al
tal cómo es. La ambición de este libro ,o es
l

lm qo. se áistinguirá el mérito. En la medida en.que la argumenta- es y no lo


I

ción de este texto se ubica voluntariamente en el punto de vista


de "."pia-os
roUi. t, exce!.encia de sus respuestas, sino insistir en la
escuchada. sobre to- ilr;.j;
los vencidos, tiene pocas posibilidades de ser urgencia de sus Preguntas.
del fra-
do .o"rdo ,á ,rb. qo. ort de los efectos más devastadores
es el dl .on re.,.er a los perdedores de su indignidad'
I
.uro
"r.ot"r
terminando éstos por prohibirse a sí mismos participar en
el deba-
I
la guerra, lcs vencedores escriben
te escolar. En l^ ercrreü como en
-- historia;
la nunca los vencidos.
-
ó,.o iipo d. dificultades derivan del propio m¡i1do escolar.
Las transfoimaciones de la escuelay delavtdasocial han
desesta-
¡itir"áo profundamente las condiciones del trabajo pedagógico' Es I

;;J;i"e el oficio de enseñar se ha vuelto hoy más difícil que


nunca. Ante estas pruebas, la tendencia natural de los actores
es I

los medios' haciendo parti-


,o"",", a aliviar la carga,aumentando
;ip;; ; nuevos profesio=nales, reserva,do un trato particular y pre-
.o, [o, alo*rio, con dificultades. Todo cambio se percibe como
" las dificultades del trabajo; todo
os fundadores, como un abandono
sional de la escuela se conmociona,
tiemPo que no deja de me-
dir la distancia entre el compromiso personal de
tor ár.t*"s y los prr ado, y el estado general del
,ira.-r, po, átro. É.rton..r, se comlenza a sospechar que las meio-
res intenliones ocultan los más oscuros designios'
Todasestasfamiliasderepresentaciones,deinteresesydeex-
de-
p.ri.".ir. se lristalizan hoy y pueden desviarnos del verdadero
É]i";;til sobre los pri".ipltr y las condiciones de formación de

,na ár.o.la justa, o simplemente menos injusta' Pero no por eso


demo-
debemos renunciar a ent;blar ese debate' Ninguna sociedad
escapa a su
crítica puede estar satisfecha, si su sistema educativo
mismas
.""ir"f y a sus debates, cuando se trata de las finalidades todo
de la educación. No dáb.*os renunciar a ese debate, sobre
párq* á.r¿e hace tiempo nos hemos habituado a exigir una for-
el gran número de fracasos esco-
-, á. justicia escolat dáplorando
ir."t, f* olas de violencia, las formaciones sin perspectiva y.la pér'
dida de confíanza y de interés de los alumnos en la escuela. Nos
n.Áo, acostumbraáo demasiado a observar una degradación rela-
;-*, á; i" .;lidad y de la equidad de nuestro sistema educativo, li-

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